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El ambiente como una configuración de los recursos naturales y el sistema político,

económico y social.
Julieta Hidalgo Silva, Daniela Izquierdo Santacruz, Norman Morillo, David Nandar Araujo.

A lo largo de los años, el significado de “medio ambiente” estuvo limitado a una concepción
enmarcada en elementos naturales físicos como la flora, la fauna, el agua, el aire y el suelo, dejando a un
lado de la problemática ambiental a varios factores y elementos que conforman y se implican de forma
directa e indirecta en aquello que se denomina ambiente. Por lo anterior, el deterioro ambiental también
era concebido desde una perspectiva limitada, así que toda acción para frenar dicho fenómeno, se
restringía a acciones sobre los elementos naturales antes mencionados.

Hoy en día tenemos una concepción holista del medio ambiente, esto quiere decir que el ambiente
se entiende como un sistema funcional de elementos bióticos y abióticos en interacción, en otras palabras,
un sistema conformado por organismos inmersos en un medio físico, político, social y económico
interdependiente. Ésto, implica que una pequeña alteración en alguno de sus componentes, genera grandes
impactos en las demás dimensiones y subsistemas que lo componen. En este sentido, en la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente de Estocolmo en 1972 citado por, (Marino, 2009) define
el medio ambiente como “el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos y sociales capaces de
causar efectos directos o indirectos, en un plazo corto o largo, sobre los seres vivos y las actividades
humanas”, citado en el libro “Agenda 21” de Foy (1998 citado en, Marino, 2009). En suma, es posible
inferir que el medio ambiente implica todo aquello que influye y es influenciado por la acción de los seres
humanos, o sea, casi todo lo que rodea hoy en día.

Cabe resaltar en este punto la importancia del ser humano como un componente activo dentro del
medio ambiente, ya que ciertamente los seres humanos son los que más se benefician de la naturaleza, por
lo que consecuentemente, son el principal factor de riesgo para el equilibrio, mantenimiento y
sostenibilidad del mismo. Las personas diariamente sacan provecho de los recursos del medio ambiente
como el agua, el aire y suelo, sin embargo, estas prácticas, como la tala indiscriminada de árboles, la
disposición inadecuada de los residuos sólidos, cacería, minería y contaminación del agua con
agroquímicos, antibióticos, contaminantes hormonales, etc. se realizan con tal frecuencia, intensidad y
magnitud que ponen en riesgo la vida misma. Al respecto, sería sencillo proponer que los recursos se usen
de mejor manera, que la gente sea simplemente consciente y que se disponga a proteger el ambiente del
cual hace parte, pero, como se explicó anteriormente, esta sería una estrategia incompleta e ineficiente,
pues ignora la realidad política, social y económica que también conforma el ambiente.

De acuerdo a lo anterior, cabe destacar en este punto que el crecimiento exponencial de la especie
humana, ha provocado la evolución cultural, política, social y económica de la humanidad hacia el
individualismo y el consumo. En concreto, hoy en día el sistema económico capitalista ligado a la
ideología neoliberal hace posible el estilo de vida que llevamos en la actualidad y la satisfacción de las
necesidades básicas y comodidades; a su vez, este sistema económico conlleva al establecimiento de
políticas, leyes, normas y demás instituciones que regulan y facilitan los intereses de las personas, sobre
todo, los de los más poderosos; lo cual conlleva a ciertas prácticas que son correspondientes a estas
políticas e instituciones, es decir, conlleva a una cultura de consumo centrada en la satisfacción individual,
que es precisamente la razón de la mayoría -por no decir de todos- los problemas ambientales de nuestro
mundo actual. A manera de ejemplo, la crisis ambiental de Chernobyl no hubiera sucedido si, en primera
instancia, la generación de energía en grandes magnitudes no fuera una necesidad, los mares y ríos no
estarían contaminados con plásticos, medicamentos u hormonas, si estos no fueran necesarios en la
cotidianidad de la vida humana, entre muchas otras situaciones. Por tanto, frenar el impacto del deterioro
ambiental, requiere de la reflexión y deconstrucción de todo un sistema político, económico y social que
se configura de manera tal que genera el desequilibrio del ambiente natural.

Sin embargo, a pesar de todos los factores que influyen en la destrucción del medio ambiente,
conforme ha ido cambiando su definición también aparecen términos nuevos que evocan el cambio y
anuncian que es hora de actuar, entre esos términos se encuentra la conducta proambiental definida como
“el conjunto de acciones intencionales, dirigidas y efectivas que responden a requerimientos sociales e
individuales y que resultan en la protección del medio” (Corral Verdugo, 2002, p. 6). Ésta definición es
importante ya que sitúa al Medio Ambiente no sólo como aquello que nos rodea, sino también como lo
que somos, como actuamos y cuáles son nuestras pretensiones con respecto al cuidado del medio, ésto
significa que cuando se trata de proteger al medio ambiente no sólo es necesario pensar en cambiar la
estructura del sistema y en hacer sustentable el consumo, sino que se puede empezar como se dice
coloquialmente “limpiando su propia casa”, el cambio está en entender que soy parte de ese ambiente, por
tanto, cuidarme implica cuidar el ambiente, cuidar las conductas de mi familia en torno a la protección del
nuestro mundo también es cuidar el medio, al igual que emprender acciones que aunque parezcan simples,
si trabajamos juntos comprendiendo que estos pequeños actos al ser realizados por muchos hacen grandes
cambios, es posible mejorar las condiciones, es posible soñar con un mañana mejor, y para esto es
importante hacer compromisos tanto individuales como colectivos con el fin de preservar los entornos que
nos dan vida y proporcionan los elementos para darle vida a los que viven a nuestro alrededor, es por eso
que el primer compromiso a realizar será educar a aquellos que viven en el hogar acerca del ahorro de
energía, clasificación de residuos y cuidado del agua para juntos empezar el cambio, además es importante
que en los entornos el aula de clase, el barrio, el lugares de trabajo e incluso los lugares donde se dedica
al ocio. El compromiso es aprovechar cada ocasión para educar y compartir los conocimientos necesarios
para poder tener conductas pro ecológicas de forma que cada vez sea más fácil actuar en pro de nuestro
planeta, fomentando el sentido de pertenencia y cuidado de la naturaleza y la vida de todos los seres en
ella.

Además ser más conscientes cada vez que toque actuar, desde las pequeñas cosas como guardar el
plástico de una envoltura o no solicitar bolsa plástica al comprar algo que se puede llevar en un bolso
propio e inclusive en las manos, hasta las que se consideran más complejas como clasificar residuos, reusar
y darle nueva utilidad a elementos que se piensa deben ser desechados pero pueden tener más vida útil.

Referencias

Corral-Verdugo, V. (2002) A structural model of pro-environmental competency. Environment


and Behavior, Volume: 34 issue: 4, page (6): 531-549, University of Sonora in Hermosillo - Mexico.

Marino D. (2009). Estudio teórico experimental sobre respuestas biológicas a compuestos


orgánicos de relevancia ambiental. Obtenido de Facultad de Ciencias Exactas. UNLP:
http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/2744

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