OOWjOA

No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu,

ha dicho Jehová de los Ejércitos. —

Zacarías 4:6
cr
Núm. 73 Santiago, OCTUBRE DE 1934 \\ Precio: 20 Ctvs. o^^

DICHOS SABIOS
Muchos que profesan ser cristianos tienen luz suficiente para saber lo
que deben hacer, pero no tienen amor suficiente para hacer lo que saben.

El volver mal por bien es corrupción humana; el volver bien por bien es
cortés retribución; pero el volver bien por mal es perfección cristiana.

No navegamos a la gloria en el mar salado de nuestras lágrimas, sino m

el mar bermejo de la Sangre de un Redentor.
* # *

Dios tiene una corona para el que corre, pero una maldición para el
zimarrón.
* * *

Hoy es el día del largo soportar de Dios, pero el juicio será el día del
largo sufrir del pecador.
* * *

Todos aquellos que rechazan a Cristo como fuego refinador tendrán que
verse con El y sentirle como fuego consumidor.

* * *

Si la noche de la muerte te alcanza sin gracia, el día del juicio te en

contrará sin habla.
# * *

Dios tiene tres clases de siervos en este mundo: algunos son esclavos que
le sirven por temor; otros son asalariados que le sirven por el pago;
otros,
son hijos que le sirven por amor.

Ningún cristiano recibe tan poco de Cristo que no tenga motivo de ala

banza; y ningún cristiano tiene tanto que no tenga necesidad de oración.

* * *

Por el ayunar el cuerpo aprende obedecer al alma; por el orar el alma

aprende a mandar al cuerpo.

Traducido

FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73
EL SECRETO DE PODER ESPIRITUAL
Los efectos del amor perfecto
Tal 'vez la manera más eficaz para in
ducir a que cristianos busquen el amor
perfecto es mostrarles los grandes benefi
cios que resultan de la experiencia. Esto
es lo que Juan Wesley llamaba predicar
perfección por promesa, la que él conside
raba ser la manera más eficaz de enseñar
la. Pueda preguntarse, ¿qué diferencia hay
entre los efectos de amor antes, y des
pués de la experiencia de la santificación
completa? Los efectos son de la misma cla
se, pero difieren en grado. Antes del ple
no bautismo de amor, las gracias cristia
nas (o frutos del Espíritu) son más o
menos impedidas o ahogadas por los restos
de carnalidad. Se conoce una limitación,
un impedimento, un embarazo, una timi
dez, un encogimiento, una pesadez,
otras formas de impedimento que estor
ban los libres, plenos efectos que natural
mente resultarían de amor puro. La per
fección cristiana no purifica los frutos, pe
ro sí, purifica la tierra en que crecen los
frutos. No es otra clase de religión, si
no la misma clase de antes, pero quita
dos los impedimentos; la misma siembra,
pero quitada la maleza; el mismo fuego,
pero consumido el humo; es la vida con
vertida, hecha fácil.
Es fácil ver los efectos del amor per
fecto si lo aplicamos a los deberes cristia
nos. El creyente no tiene mayores deberes
y responsabilidades después de ser puri
ficado que los que antes tenía, pero hay
una diferencia maravillosa en la pronti
tud, facilidad, libertad y regularidad con
que se hacen las cosas. La justificación
nos impone las mismas obligaciones que
lo hace la santificación. Esto lo vemos
ilustrado en las Escrituras. Era mientras
que estaban en el desierto que Dios dio a
los hijos de Israel todas sus leyes y orde
nanzas, pero repetidas veces dice así y a?í
"haréis cuando llegaréis a la tierra pro
metida", así mostrando que era cuando
estuvieren en la tierra prometida que ha
llarían practicable y fácil llevarlas a efec
to. La misma verdad se repite en el Nue
vo Testamento. Jesús impuso sobre los
discípulos todo precepto y deber antes de
que recibieran la plena salvación en el día
de Pentecostés, pero les enseñó que para
el seguro cumplimiento de todos sus man
datos debían "esperar hasta que fueran in
vestidos de poder de lo alto".
-^PrM)
Esta misma verdadse repite en nuestra
experiencia. Después de ser convertidos
sentimos la presión de muchos deberes y
obligaciones. Se abre delante de nosotros
un nuevo mundo y una nueva vida, con
vicciones de privilegio y deber nos vie
nen, y sentimos la necesidad de libertad
y unción interiores, y un valiente y
pronto movimiento para su cumplimien
to. Esto es lo que nos da el pleno
bautismo de amor. Es como aceite a toda
nuestra maquinaría moral, facilita la ope
ración de las ruedas secretas de acción, de
manera que hablamos, oramos, o escribi
mos, o resolvemos, o damos, o perdona
mos con una voluntad, firmeza y gozo
que nunca sentimos antes.
Lajustificación dice: "Escudriñad las
Escrituras", pero el amor perfecto dice:
"Cuan dulce es tu Palabra a mi paladar,
más que la miel a mi boca". La justifica
y ción dice: "No dejando vuestra congre
gación", la santificación dice: "Me alegré
con los que me decían. A la casa de Je-
hová iremos". Sucede a menudo que el
rebalse del amor perfecto hace pura deli
cia cumplir los deberes ordinarios de la
vida, como el contemplar por medio de
una máquina fotográfica algún paisaje
ordinario lo transforma en una escena
de mucha hermosura. No es tanto el bus
car deberes nuevos y extraordinarios, co
mo buscar aquella pura plenitud de amor
que pone un nuevo gusto en cada deber
antiguo.
Otro resultado enfático del amor perfec
es una maravillosa liberación del te
to
mor al hombre. Nos coloca donde pode
mos amar a todos pero no temer a nadie.
No tememos las críticas, ni las amena
zas, ni las grandes mayorías de nuestros
prójimos. ¡Qué posesión más grande es
una experiencia en este mundo lisonjero
y cobarde! Cuántos cristianos hay quie
nes, por falta del amor perfecto, fallan
en hablar, votar, o hacer, o declararse
conforme a sus convicciones interiores..
Bien ha dicho el Espíritu Santo que "El
temor del hombre pondrá lazo. "(Prov.
29: 25). He conocido varios casos en que
pastores han sido tímidos para predicar
esta plena salvación temiendo ofender
personas de importancia en su congrega
ción cuando esas mismas personas estaban
con hambre, y sed de esta
limpieza de co
razón y anhelaban que se la predicara.
La plenitud de amor también nos li
brará de temor de la providencia de Dios.
Muchos cristianos r¿asan en aflicción por
w FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73
temor de que la providencia de Dios les
faltará. Uno tiene temor de que tendrá
por fin ir al asilo de los pobres. Otro tie
ne temor de dar los diezmos al Señor
por
temor de que Dios se olvidará de proveer
le lo necesario. Otro tiene temor de la
muerte repentina. Otro tiene temor de al
guna enfermedad. Otro tiene temor de
que alguna calamidad le sobrevenga a él
y su familia. Mientras la confianza en el
Señor no sea completa algún león ima
ginario hace temblar el corazón de susto.
El amor perfecto aclara la visión para
qvie pueda ver lo completas que son las
providencias de Dios. Hace que "el pare
cer del cuarto" que se mueve entre las
pruebas de fuego de este mundo sea una
realidad positiva. No es un espíritu de te
meridad, sino un obediente cumplimiento
de nuestro deber, y entonces descansando
por todos los resultados en el seno del
amor de Dios y de su cuidado.
No es asegurarnos de que siempre hará
>.
conforme nuestra petición o plan, sino
un dulce reposo en la sabiduría y amor
de EL seguros de que El hará lo que es
mejor para nosotros. El amor perfecto
destruye el temor de la muerte. Nos hace
ver Ja muerte en la verdadera luz de las
Escrituras; y no sólo así, sino nos hace
ver más* allá de la muerte de tal manera
que los cielos llegan a ser una realidad.
El amor vence a todo, aun la muerte.
G. D. Watson.
LOS CARPINTEROS DE NOE
Una señora que participaba mucho en
las actividades de la iglesia, en la escuela
dominical, en el coro, y otras cosas, un día
viajaba en el tren y se encontró con otro
obrero. Conversando de las cosas de Dios
este último, sintiendo en la señora algu
na falta en el carácter de ella, de repente
le preguntó: "¿Puede Ud. decirme qué
fin tuvieron los carpinteros de Noé?"
Respondió: "No; no puedo decir".
"Bien", respondió el amigo, "ayuda
ron a construir el arca pero no fueron
salvados en el arca".
Estas palabras despertaron a la señora
para ver que así estaba obrando ella
—
procurando la salvación de otros, cuando
ella misma no conoció a Cristo como su
Salvador personal, y resultó en su con
versión.
;
Gospel Gleaners
SE DISIPARON LAS NUBES
Solamente era unas pocas millas de
andar por el bosque, pero después de un
día cansador de trabajo en la escuela y
escritorio, contemplaba si valía la pena
ir. Les había mandado decir que 'si ame
nazaba lluvia tal vez no iría a su servi
cio la luz de fogata. Sabía que con ansia
deseaba mi presencia, pero la situación
no era alentadora. Un
evangelista había
caído en pecado. Otro fué herido a cu
chillo cuando protegía a una niña de un
asalto, de manera que era débil todavía.
Otro, aunque sanado por la misericordia
del Señor de la "sleeping sickness" ("en
fermedad de dormir) todavía no estaba
robusto. Las congregaciones estaban dis
minuyendo.
Mi parroquia es muy grande. Puedo
visitar a ese lugar solamente una vez en
tres meses;,pero todavía vacilaba sobre si
valía la pena. Se estaban esperando a las
nubes para una lluvia, y los truenos eran
i_omo una amenaza a mi alma cansada.
¿Vendrían los creyentes si lloviera?
Pero fui. Al llegar a la aldea se desen
cadenó la tempestad. Un minuto más
tarde y habríamos sido empapados. Nos
vieron llegar y vinieron corriendo por la
lluvia, y luego, muy para mi sorpresa,
la capilla estaba repleta de gente.
Cantaron con vigor desafiando la tem
pestad. La oración era ferviente y espon
tánea. Recibieron con gusto mi sermón
sobre la sanidad del leproso, aunque tuve
que hablar muy fuerte por causa de la
tempestad.
Estaba ya poniendo mi impermeable
para volver a casa cuando se despejó el
cielo y aparecieron las estrellas. Pocos mi
nutos después llegaron como cien santos
de una aldea cercana, y estábamos por co
menzar un servicio al aira» libre
segundo
cuando oímos cantar en la distancia y
otro grande batallón vino marchando.
Me avergoncé de que casi no había ve
nido, porque todos estos negros desnu
dos estaban corriendo agua, habiendo ve
nido en toda la lluvia. Cantaban un him
no que ellos mismos habían compuesto,
lleno de confianza y de alabanza a Dios
La fogata no quiso prender, pero a na
die les importaba. Se sentaron en un gran
circulo alrededor de mi linterna sobre sus
talones, hambrientos por la Palabra de
Vida.
Como era mi costumbre prediqué en
conversacional, nombrando
una manera
4 FUEGO DE
uno y otro que diera su testimonio, ha
ciendo preguntas, etc. Tres ancianitos
eran especialmente bulliciosos. "Es así,
Bwana. Nos salvó, y salvará a todo aquel
que venga. ¡Oh, sí! Somos, lavados y per
donados. Ahora solamente esperamos el
son de la trompeta."
Un anciano procuró por un largo rato
frenar su gozo, y por fin rompió en risa
corriéndosele las lágrimas por las meji
llas, exclamando entre la risa: "¡Oh, se
ñor, no sabía que había e,n la tierra una
cosa tan buena como ésta!"
"Nunca los hombres cantarán,
Nunca los ángeles de luz
Más dulce nota entonarán
Que el nombre de Jesús"
Solamente terminé cuando ya no tuve
más fuerza para continuar, y me acom
pañaron más de una milla de regreso,
"solamente para estar con Ud. un poco
más tiempo", dijeron.
Unas pocas horas antes, las nubes ne
gras estaban en los cielos, y más negrasi
todavía sobre mi alma cansada y dudosa;
pero ahora al andar las cuatro millas en
el camino mojado con los árboles desti
lando, podría haber gritado de puro gozo
al contemplar lo que Dios había hecho
en esas aldeas de África, y por medio de
instrumentos tan inadecuados. Le alabé
por haber disipado las; nubes tanto de los
cielos, como de mi alma y llegamos a casa
menos cansado que cuando salimos.
W. Burton Gleaners."
en "Gospel
•
NADA DE NADA DE LLUVIA
NUBES,
Una santa mujer anciana estaba ha
blando co(n tanto gozo y alegría de l.i
bondad de Dios en su vida que era de
pensar que nunca había tenido pruebas,
y uno le preguntó: "¿Pero nunca ba te
nido Ud. ningunas nubes?"
"¿Nubes? Por supuesto. ¿De qué otra
manera podrían haber venido los agua
ceros que me han refrescado y bende
cido?"
Sin nubes ño hay lluvia. Sin pruebas,
no hay victoria. Sin trabajo, no hay
"bien has hecho, buen siervo y fiel". Pero
todo está en las manos de Aquel que hace
todo bien, y en todo su plan es para nues
tro bien.
Gospel Gleaners
UNA VISION DEL CIELO Y EL INFIERNO
Escrito por Effie Cooper
En la noche del 20 de Noviembre, des
pués de haber sido casi muerto por tres
días, fui permitido ver algunos de los mu
chos terribles horrores del Infierno. ¡Oh
es un lugar temible!
Parecía que yo estaba bajando por un
cerro y mi guía dijo "mira",
y he aquí un
océano de fuego con muchas personas en
él, algunos conocía yo. ¡Cuan horrible!
Hasta donde alcanzaba la vista había
fuego, y gente. El fuego que yo estoy
acostumbrado a ver no parece -tan terri
ble como aquel; que era tan caliente y en
todas partes botaba vapor y humo. ¡Ob
cuanto sufrimiento y miseria! No hay pa
labras para explicar lo que yo vi y oí.
Algunas personas estaban llorando;
otras gimiendo lastimosamente y pidiendo
"¡agua, agua!". Algunos se sacaban los
cabellos; otros crujían los dientes; otros
se mordían las manos y los brazos. Era
una escena que no hay cómo pintarla.
Reconocí a un joven, colegial mío, su ma
dre era religiosa y creíamos que fué salva,
pero él se levantó y dijo, "Mamá está
aquí también". Yo no sabía que ni él ni
ella fueron muertos; pero después apren
dí que los dos fueron muertos en un acci
dente de automóvil antes de mi visión.
Habían otros que yo sabía que habían
muerto tal como vivieron, perdidos en
pecados. Una mujer estaba maldiciendo,
pero al ver que era inútil dijo con un ge
mido, "Antes el maldecir me aliviaba, pe
ro
aquí no". Otra que estaba cerca le dijo,
"Has escogido tú este lugar". Pero ella
dijo: "No he escogido; Jos predicadores
no nos advirtieron de los terrores del In
fierno. Nos hablaron de la gloria del Cie
lo, pero- yo creía que tenía gozo en la tie
rra. Si nos advirtieran del Infierno no
habría yo venido aquí". Otra alzó fuego
en sus manos
y llenó su boca; y con un
gemido de agonía lo botó con un soplo,
cosa de un metro de distancia y sentí el
calor de ello. Entonces clamó, "agua!
agua!" Pero no se la dieron.
Luego mi guía me dijo, "¿Quieres ir
más allá?" Pero yo dije, "No, yo quiero
salir; nunca más quiero ver este terrible
lugar de tormento". Yo tiemblo de ho
rror cada vez que pienso en aquel terrible
lugar de miseria y sufrimientos que se lla
ma "El Infierno'. Me parecía que yo es
taba sufriendo mientras veía el infierno.
 7*
¡p.
FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73
—
w
Entonces sentí alivio y parecía estar dur
miendo cuando alguien me despertó di
ciendo, "¿Me conoces?" Yo miré y dije
¡Sí, si te conozco! Entonces levantó su
mano y vi las terribles cicatrices donde
fué clavado en la cruz y sabía que era mi
Salvador. Con una dulce sonrisa El tomó
mi mano entre las suyas y dijo "Ven".
Me parecía que yo le acompañé gozoso
hasta que de repente el camino se puso
oscuro y lleno de
espinas y piedras. Yo
me cansé y
quise volver, pero El puso su
mano en mi hombro
y me dirigió una'
sonrisa tan dulce; entonces todo se volvió
claro y alegre. Seguimos adelante, y prin
cipié a oir música. Nadie puede imaginar
se cuan maravillosamente dulce era la mú
sica. Habían números incontables de án
geles tocando instrumentos, cada uno dis
tinto, y cantando a voces cánticos de glo
ria. Yo quería haberme quedado allí para
siempre.
Jesús me dijo, "Mira", y miré y he
aquí abrieron las puertas. Nunca he
se
visto cosa más hermosa que aquellas puer
tas. Fueron resplandecientes;
no como la
nieve, sino la luz, y fueron ador
como
nadas de joyas que brillaban más qua dia
mantes. Entramos, y adentro oí cánticos
de niños. Vi en mi derredor multitudes de
niños, algunos tendrían hasta siete años
de edad, y desde ese porte hasta criaturas,
todos correteando y palmoteando con sus
manitos, cantando. "Hosana en las altu
ras". Sus caritas brillaban de amor y ale
gría, y mientras pasaban cerca de las puer
tas Jesús les hacía cariño.
Luego miré al otro lado y vi una mesa
llena de coronas (diademas) algunas lle ,
nas de joyas o estrellas, otras teniendo po
cas, y algunas no tenían ninguna. Más
allá vi a los Apóstoles de Jesús y quise
hablar con ellos, pero Jesús dijo, "No;
ahora tendrás que regresar. Vuelve y
cuéntalo sin cesar". Me puse a llorar y
rogarle que me deje quedar,
do su mano en mi cabeza con la sonrisa
más dulce que jamás haya visto, dijo,
"Sí, vuelve, y cuéntalo a tu pueblo. Diles
a todos que vengo pronto,
drás gozo".
En este momento me desperté; nunca
he sabido como regresé. El Cielo es un
lugar maravilloso, hermoso y alegre, cu
ya descripción fiel no puedo contar. ¡Oh,
como El
que El me ayude a contarlo
quiere!
Agua
DIOS OBRANDO EN ÁFRICA
Llegaron dos hombres fornidos a
Mwanza, pidiendo trabajo. Al principio
los misioneros los negaron. Estaban muy
tristes. Uno dijo, "Nosotros vivimos dis
tante, tres días de aquí, en los pantanos
de Karta. Por mucho tiempo estamos des
contentos con adorar a los muertos y
cuando supimos que las palabras de Dios
habían venido a Mwanza, vinimos para
oírlas. Permítanos quedar. Haremos cual
quier trabajo si solamente nos permitirá
estar cerca de Uds, No
pedirnos sueldos
grandes; sólo que tengamos para comprar
que comer".
No pudimos resistir un ruego tan pa
tético y les dimos trabajo. Uno no quedó
mucho tiempo, pero el otro estaba con
nosotros varios meses siguiendo a los
blancos en todas partes" y siempre en las
reuniones escuchando con mucha atención.
Los misioneros habían oído mucho de
las grandes aldeas de los Lubinda, al otro
extremo del vallé Ngoimani, y habían
orado mucho que Dios les permitiera esta
blecer obra allí. Por fin vino la oportu
nidad y Mr. Burton salió en bicicleta pa
ra Lubinda, distante 19 millas. Ngoi wa
Kana pidió permiso para acompañarle y
fué corriendo tras la bicicleta todas las
38 millas, ida y vuelta.
Por el camino pasaron la aldea de Ki-
kose, y como había gente, se detuvieron
para predicar el evangelio, y siguieron el
viaje a Lubinda donde hallaron al viejito
Shalumba que les había precedido el día
anterior.
Al principio la gente estaba sospechosa,
temiendo que fuera una trampa para cap:
turarlos. Así los más se quedaban escon
didos, asomándose desde detrás las cho
zas, los árboles o los plátanos. Unos po
cos, no más, se acercaron para oír. Uno
de éstos era un hombre de cierta impor
pero ponien tancia en la aldea que se llamaba Mwa-
nabute Kalume. Este hombre se sentaba
sólo sobre un gran cuero de hiena, y es
cuchaba con atención y respeto.
entonces ten
Entre las palabras el misionero dijo,
"Dios tiene satisfacción y gozo en escu
char y contestar nuestras peticiones ofre
cidas en el nombre de Jesús".
Inmediatamente Mwanabute se puso de
pie y demandó, casi con ferocidad: "¿Es
Dios
cierto eso? ¿Es verdad que su con
testa la oración, de veras?'
de la Vida .
 FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73
"Seguramente que sí", dijo el misione
ro.
"Entonces pídale que sane aquello",
demandó el hombre, metiendo delante un
brazo seco frente a los cristianos.
"Escuche, blanco. Cuando mi
los hechi
fuerza, yo busqué
perdió su a
ceros y los doctores brujos. Gasté todo lo
que tenía. Antes tenía cabras y ovejas,
pero ahora no tengo ni una gallina para
darle. Y todavía mi brazo está impoten
te. En un tiempo mis esposas ocupaban
todas estas chozas. He vendido todas mis
esposas menos tres. Nada me ha podido
mejorar. Si Uds. han venido para burlar
se de nosotros, le dejaremos, pero si es
cierto que Dios contesta la oración, ¿no
quiere Ud. pedirle que sane mi brazo?".
Tomándole el brazo en sus manos, le
explicaron con# cuidado que ellos no te
nían ningún poder extraño y no podían
sino pedir a Dios que obrara. Entonces el
misionero y el evangelista pidieron a Dios
que sanara el brazo.
Una muchedumbre se juntó y después
de predicar por más tiempo, dejaron a
Shalumbo para que visitara las aldeas en
los contornos y Mr. Burton y Ngoi wa
Kana emprendieron el regreso. Al llegar
a Kikose hallaron una inmensa muche
dumbre y muy bulliciosa. Tenían los bra
zos extendidos para impedir que pasaran
y gritaban: "Deténgase, blanco, detén
gase! queremos oír más de sus palabras".
No hubo remedio. El no pudo seguir
mino.
El jefe se adelantó con cortesía y dijo:
"Esta mañana sus palabras conmovieron
nuestros corazones, y queremos esta vida
eterna de que nos habló. Le rogamos que'
nos diga más".
El misionero protestó;: "Pero estoy
cansado y todavía nos queda mucho ca
mino. El sol está bajando, y no hemos
comido desde la mañana. Les dimos el
mensaje de Dios esta mañana, y volvere
mos otro día".
"Hombre blanco, nunca nos ha habla
do estas palabras hasta hoy. Ud. nos dice
que pereceremos si no creemos en Jesús.
¿Cómo podemos creer cuando hemos oído
tan poco? '.
En este momento Ngoi wa Kana ha
bló a Mr. Burton y dijo: "Bwana, Ud.
está muy cansado para predicar. Que
ellos le pongan una esterilla a la sombra
de los árboles para que Ud. descanse, y
déjeme predicar".
El hombre siempre había mostrado
mucho interés en el evangelio, pero nunca
había declarado su fe en Cristo, de mane
ra que fui sorprendido a sus palabras. Pe
brazo
ro la gente gritaron: "Sí, sí; que él nos
las mientras la esposa, del,
diga palabras
jefe le prepare comida para Ud."
Así el misionero se tendió para descan
sar y antes de perderse en sueño oyó a
Ngoi wa Kana predicando con fervor y
fidelidad, imitando en una manera muy
exacta hasta los ademanes del misionero.
El nativo había atendido con tanta fide
lidad a la predicación del misionero que
sin saberlo sus maneras y aun tonos se le
habían pegado.
Otro rato, al despertar, todavía estaba
hablando el nativo, y una de las mujeres
vino y le dijo: "Bwana, tiene hambre.
Despiértese y coma estos choclos".
Terminaron la reunión' con oración,
llevaron los choclos y siguieron camino,
descansando más tarde para comer la pro
visión.
Mientras estaban comiendo sentados,
Ngoi wa Kana dijo: "Voy a dejarle ma
ñana, quiero ir a mi casa".
"¿Por qué quieres dejarnos tan repen
tinamente cuando ha estado con nosotros
todos estos meses?"
"Bwana, allí en los pantanos de Kana
tengo tres esposas, y mis hijos. Necesita
ba a Dios, así que vine a Mwanza para
ca
oír sius palabras. Ud. me dijo que confia
ra en Jesús, y le estoy confiando. Nos di
jo que oráramos, y estoy orando. Nos
dijo que debíamos contar las buenas nue
vas, pero no sabía si podía hacerlo. Pero
hoy he hecho la prueba, y veo que puedo;
de manera que mañana quiero ir a mi ca
sa y contar a mi pueblo en Kana las bue
nas nuevas".
El día siguiente le despedimos con ora
ción. Apenas se había ido cuando vino
un mensaje de Shalumbo en Lubinda pa
ra decirme: "Bwana, vuelve luego. El
brazo de Mwanabute está perfectamente
sano, y toda la gente quieren oír más del
evangelio' . . ,
Era verdad. Toda la gente estaba con
movida, y tan perfectamente estaba sa
nado que muchos no querían creer que
había estado seco e impotente.
Pero este no era el fin del caso. Más de
tres años Mr. Burton estaba viajando por

FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73
un vapor del río en el lago Kisale,
do un nativo vino remando
en una canoa
muy agitado gritando: "Bwana Burton,
-Bwana Burton, saludos...". En Kadia el
vapor se detuvo y conversaron. Era el
hombre que acompañó a Ngoiwa Kana
cuando vinieron a Mwanza para oír las
palabras de Dios. No hemos oído nada
de Ud. por tres años. Cuénteme de Ngoi".
Cuando él volvió a. su casa en Kana
nos contó todo lo que había oído y visto..
Los ancianos de toda la aldea vinieron
para oír. Nos exhortó que 'confiáramos en
Jesús y sus esposas creyeron. Yo he creí
do y muchos otros.
i
Trad.
JACOB EL SOÑADOR
Léase Gen. cap. 28.
La juventud de Jacob parecía ofrecer
la esperanza que había de ser un gran
siervo de Dios en quien empezaron a cum
plirse las promesas dadas por Dios a Abra
ham, Hombre poco atrevido que prefería
cuidar del ganado a ir de caza con su her
mano Esaú, se mostraba como hombre
astuto y poco escrupuloso, pues se apro
vechó de un desmayo de Esaú para com
prarle el derecho de primpgenitura, y más
tarde engañó a su padre Isaac, ya ciego y
;. viejo, para conseguir la codiciada bendi
ción paterna. (Gen. 25: 27 34; 27:1—
—46).
Hacemos mal, sm embargo, en creer
que la elección de Jacob como heredero
de las promesas y el rechazamiento de Esaú
obedecía a algún capricho, pues, a pesar
de sus muchas faltas, Jacob sabía apre
ciar las bendiciones y las promesas.de Dios
mientras que Esaú. a pesar de algunas
buenas cualidades que parecen destacarse
en su vida, era un hombre que vivía pega
do al suelo, y aun su lastimera petición
que su padre le bendijera también a él,
no cuadraba con su desprecio de la primo-
'
genitura. (25 —
34) .
¿Qué valen las buenas cualidades si no
sabemos mirar arriba y si tenemos embota
dos nuestros sentidos espirituales de tal
forma ni deseamos ni buscamos la
que
salvación de nuestras almas?
Por fin Jacob, obedeciendo a sus padres,
subordinando sus deseos naturales a los
y
planes de Dios, sale de Canaán para bus
b I
7
cuan car esposa Mesopotamia. Sale pobre
en
y perseguido por su hermano, y aquella
primera jornada debía haber sido penosa
en extremo. Pero al final de ella recibe
fuerte consolación, pues al echarse a dor
mir, sin más almohada que una piedra del
lugar donde pasó la noche, Dios le conce
dió una visión de Si mismo, y renovó
las promesas dadas a Abraham. Una esca
la se apoyaba en la tierra donde estaba
Jacob y en lo alto de ella Dios se mani
festaba, mientras que ángeles subían y
bajaban. Al despertarse Jacob, llamó al
sitio Bethel, (Casa de Dios) a causa de
,
la visión y reconoció que era "terrible"
porque Dios estaba allí.
¡Que consuelo para Jacob en sus largas
y peligrosas peregrinaciones acordarse de
la visión y saber que su suerte se enlazaba
con el mismo Cielo!
Nosotros, como él, somos débiles y
muchas veces hemos faltado, pero tam
bién en Cristo podemos encontrar el "Ca
mino" que enlaza el Cielo con la Tierra,
pues El murió por nuestros pecados y
con
llevarnos
justicia puede limpiarnos y a
Dios.
El sitio donde tú, lector, estás, es un
Bethel, pues Dios está ahí para ver si hay
deseo hacia El en tu corazón; si lo en
cuentra, se revelará a ti para tu bien eter
no y para su gloria. "Buscad y hallaréis",
dijo el Señor.
H. R. U.
CONOZCA SU BIBLIA
Lea: Proverbios 16: 18-19.
"VIDRIOSO"
Estapalabra interesante casi no necesi
ta que le explique. Sabemos bien que
s-e
es aquella persona que se ofende con suma
facilidad, por cualquier nada en las pa
labras o proceder de otro. Sabemos a quien
le corresponde esa palabra cuando se
trata de otros, pero ninguno quiere con
fesar que él mismo, o ella misma es uno
de ellos.
Tal vez todos nosotros conocemos a
hablar sin
personas que casi no puede
ofenderlos. Uno que ha sido vacunado tie
de experiencia personal. Ese pun-
algo
ne
 FUEGO DE PENTECOSTÉS N.» 73

to inflamado hace que tema que se le acer Cruces, que estaban bajo la dirección del
cara
cualquiera. algún Si amigo le da un señor Juan Osorio, quien los presidía co
palmazo en la espalda, o de repente le da mo Pastor, han deslindado responsabili

un apretón de mano se asusta o se enoja dad y terminado toda relación espiritual

para defender la con él. Al efecto, pidieron al Pastor José
parte irritada. Cuando
uno es vidrioso
por costumbre es seguro Toro del circuito de Quillota que en lo
que hay alguna parte malsana en la con sucesivo sea su guía espiritual. Agos —

ciencia, un exagerado amor propio que to, 29 de 1934. La Congregación.

—

no aguanta que se le toque. Un necio te Fallecimientos. Han partido a la

—

mor del "¿qué dirán?" es muy molesto mansión celestial los siguientes redimidos
para aquel que lo posee y para otros tam por la Sangre del Cordero de Dios;
bién. Uno que se conoce que es inferior Villa Alemana. El 5 de Junio de
—

a otros, sea en educación, capacidad, po 1934, Augusto Lorca González. EJ 9 de

sesiones,u otra cosa, y tiene la vanidad Septiembre, Luis Gómez, miembro en
de querer ocultarlo, siempre está cogiendo Plena Comunión.
ofensas en los hechos, las palabras o ma Quilllota. El 26 de Junio de 1934,
—

neras de otro, aun cuando tal ofensa sea Carmela Silva v. de González, miembrt»
del todo ajena del des-eo o pensamiento en Plena Comunión.

de tal persona. La Cruz. El 8 de Septiembre de

—

¿Es vidrioso Ud.? Sepa que es vani 1934, Úrsula Alvarez v. de Gómez.
dad, soberbia, falta de humildad. Échelo ¡Que el Señor consuele a los deudos de
estos recordados hermanos!
de sí como cosa indigna de un cristiano,
J. Toro.
y entregúelo al Señor para que obre en
Ud. un espíritu que no pueda ser ofen
dido. Filip. 2:3-8.
SANTIAGO.—Dedicación.—El sába
do 1 3 de octubre, se abrió un nuevo local
para la predicación del Evangelio, en la
NOTICIAS DE LA OBRA Población Atacama, en casa de un her
mano que cedió
gratuitamente el local
Circuito de Quillota, Quilpué, Villa con ese objeto. A las 8.30 P. M. lo dedi
camos al Señor en ana
Alemana y Limache. Las actividades
—

de la obra en todo este circuito son ha
lagadoras, pues vemos que Dios está ma
nifestando su misiericordia con las almas,
salvándolas de sus pecados y sanándolas
de sus enfermedades.
En los diferentes campos que corres
ponden al Circuito, como ser: Quilpué,
Villa Alemana, Limache, San Pedro,
Quillota, etc. vemos con agrado que los
hermanos responden a un activo trabajo
preciosa reunión,
después que varios grupos de Volunta
rios sembraron la palabra en las calles de
la población.
Esperamos frutos de este nuevo centro
de avanzada que ha quedado entregado
al cuidado del guía de Lo Ovalle. Sus
oraciones sean unidas a las nuestras para
que el Espíritu Santo dé convicción de
pecado en las almas que oirán la Palabra
de Dios.
"

en la siembra de la Palabra de Dios, con J.S.

buenos frutos, y confiamos en el Señor
siga dando crecimiento a su palabra en
la proporción que ella señala de uno a
ciento, y otro a sesenta, y otro a. treinta. N o t
Mateo 13:23.
Debo agregar que los hermanos de El Fuego de Pentecostés procura salir todos
los meses.
Quilpué en incansable labor en bien de Se solicita de los Pastores que den noticias d<
la obra dan una hermosa perspectiva a la obra para hacer más interesante esta Revista,
este campo y ruego a Dios corrobore cada también testimonio de sanidades u otra cosa que
día en ellos más de su palabra y del Espí estimen sea para la gloria de Dios.
ritu Santb para que El sea glorificado en Director Redactor: Hno. Juan L. Saavedra.
-

Toda correspondencia o pedidos debe dirigirse al

todo.
Redactor. Casilla 7008. Correo 7. Santiago.
Noticia. Los hermanos del campo
—

de Granizo, incidentemente con los de las IMP. "EL ESFUERZO". EYZAGUIRRE 111<¡