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EL SUICIDIO, ANÁLISIS POLÍTICO CRIMINAL, DOGMÁTICO Y

SOCIOLÓGICO: - EL DERECHO A LA MUERTE Y A UNA VIDA DIGNA

SUMARIO: - APUNTES PRELIMINARES. 1.- FUNDAMENTOS


POLITICO CRIMINALES Y DESCRIPCIÓN DEL SUICIDIO COMO UN
PROCESO AUTO-ELIMINATIVO DE LA PERSONA. 2.-ANÁLISIS
TÍPICO DEL SUICIDIO, CONCEPTO. 2.1.-INSTIGACIÓN AL SUICIDIO.
2.2.-AYUDA AL SUICIDIO. 3.- LA MUERTE DEL SUICIDA – LA
PUNICIÓN O NO DEL DELITO TENTADO.

Por: Alonso R. Peña Cabrera Freyre1

- APUNTES PRELIMINARES

£ La vida es efímera desde sus inicios, pues desde su nacimiento, el ser


humano está ya condenado a la muerte, esto es, la fatalidad del hombre,
cuya inevitabilidad resulta para muchos, un sufrimiento de antemano,
que llegado el momento debe asumirse con resignación y de esperanza
de la vida eterna. Se teme a la muerte, escribe PEÑA CABRERA R., no
tanto por la finalización biologica sino por la ignorancia del próximo
destino. Bien dijo Lucrecio que los hombres temen a la muerte como los
niños tienen miedo a las tinieblas porque no saben lo que es. La
sensación es de incertidumbre: "more certa, hora incerta". De tal suerte,
la muerte como significación es aparentemente contradictoria: es
presencia y ausencia simultáneamente, describía particularmente el

1 . Profesor de la Maestría en Ciencias Penales de la UNMSM, Docente de la AMAG, Ex


Fiscal Superior - Jefe de la Unidad de Cooperación Judicial Internacional de la Fiscalía
de la Nación, Magíster en Ciencias Penales por la UNMSM, Título en Post-grado en
Derecho procesal penal por la Universidad Castilla La Mancha (Toledo-España), ex –
Asesor del Despacho de la Fiscalía de la Nación. Autor de obras de Derecho penal y
Derecho procesal penal (Derecho Penal. Parte General. Teoría General del Delito, de la
pena y sus consecuencias jurídicas; Derecho Penal. Parte Especial. 7 Tomos; Exégesis al
nuevo Código Procesal Penal. 2 Tomos); Derecho Penal Económico; Delitos contra el
Patrimonio; Delitos contra el Honor y su conflicto con el Derecho a la Información.

1
recordado penalista san Marquino. (Peña Cabrera, R.S.; "Objeciones
Doctrinarias a la Pena de Muerte". Lima - Peru, pag. 4).

No hay pues finitud alguna que arrastre el ser humano, su existencia


viene marcada por la temporalidad, por la data de su propia vitalidad,
que llegada su extinción, se le denomina «muerte». A ella nadie puede
escapar, la distinción será en todo caso de cómo se llega a ella, algunos
de forma más temprana, otros desde una vida longeva, producto de una
penosa enfermedad, de un accidente o de mano del asesino. Esto es algo,
cuyo análisis puede en ciertos supuestos, llevar a la incriminación de la
conducta por el delito de Homicidio y sus derivados2.

La especie humana es la única que sabe que debe morir y ella lo sabe por
experiencia” ha dicho Voltaire, apunta magistralmente el jurista nacional
PEÑA CABRERA. En efecto, el animal solo adquiere un presentimiento
incierto de la muerte, como resultado de una percepción inmediata. Esta
suerte de conocimiento sensible no es un saber propiamente dicho,
puesto que este tipo de saber pertenece exclusivamente al hombre. La
comprensión de que la muerte del individuo forma parte de la esencia de
la especie, y que el nacimiento y la muerte están indisolublemente
unidos, es atributo y privilegio del hombre. (Peña Cabrera, R.S.;
“Objeciones Doctrinarias a la Pena de Muerte”).

¿Nosotros llegamos a este mundo, por voluntad propia? De ninguna


manera, nuestros padres en un acto de amor o no, procedieron a nuestra
procreación, a la creación de un nuevo ser, independiente de nuestros
progenitores. Venimos dotados de una biología determinada, de genes
producto de mezclas de cromosomas, gametos, etc.-, de toda una fusión
estructural, que en puridad trasciende el arquetipo que sostiene nuestra
existencia vital, el cuerpo es solo el armazón que lleva nuestra alma y
espíritu. De ahí, que se pueda postular metafísicamente hablando, que
una vez que el hombre muere, el alma se libera del cuerpo.

2
. Vide, Peña Cabrera Freyre, A.R.; Derecho Penal. Parte Especial, T. I, 4ta edición,
IDEMSA, Lima, 2018.

2
Todos tenemos corazón, pulmones, cerebro, hígado, vasos sanguíneos,
riñones, vesícula, etc., lo que en conjunto permite que el ser humano
pueda desarrollar su vital existencia; empero, la verdadera condición de
ser humano, requiere más que ello, un hombre u mujer portador de todos
estos órganos, pero se dedica a aniquilar a sus semejantes, a oprimir al
pueblo, a abusar del cargo público, a dejar huérfanos a niños inocentes,
a maltratar a los más vulnerables, será persona, pero no posee ese don
divino que dios y no la naturaleza nos dio, que es la bondad, la
solidaridad y la afección por el otro. Esto es algo, que debe destacarse
ante una sociedad más llevada a la obtención de los logros más
materiales y santuosos, dejando de lado la fina espiritualidad que se
alcanza con la verdadera solidaridad humana.

Nacimos sometidos a una serie de exigencias sociales, familiares,


culturales y personales, que a veces nos agobian, secuestran nuestra
libre voluntad, nos hace presas de nuestros propios temores y angustias,
de esos fantasmas inexistentes, lo peor de la ambición desmedida a lo
material, a lo mundano, y en tal situación, el hombre cae en las
tentaciones, que a veces recalan en la comisión de hechos punibles.
Otros, igual de reprochable, del gozo, deleite y satisfacción de la tragedia
humana. Personas que pueden contar con riquezas y tesoros
encomiables y con títulos de alto nivel académico, pero padecen de la
miseria más oprobiosa del ser humana, que es la felicidad ante la caída
más fatal del prójimo.

Se dice lírica y prosaicamente, que nacemos para ser felices, pero dicha
felicidad es muchas veces muy difícil de alcanzar, por una serie de
factores y circunstancias. Puede que sea obra de la misma sociedad que
nos exige estándares muy altos de competencia, por las obligaciones que
nos impone nuestros propios progenitores o ante los defectos que cada
uno puede presentar para alcanzar ese óptimo desarrollo.

Esta vida, se dice debe ir aparejada de algo que nunca debe dejarse de
lado, nos referimos a la «dignidad», un don y condición que viene dada
por la propia condición de ser humano, desde una consideración

3
ontológica hasta su recogimiento normativo. No es digno pues mantener
a personas a condiciones de "esclavitud", de colocarlos en depósitos
humanos a perpetuidad, que lastimosamente caracterizan a unas
cárceles de nuestros tiempos, no es digno tampoco llevar una vida que se
ha convertido en un suplicio para su titular, aquella persona que padece
de una grave enfermedad incurable, aquel que gravemente accidentado
pierde todas sus facultades orgánicas sensitivas, quedando parapléjico,
aquel que es abandonado por sus seres más queridos en el momento más
difícil de su vida, aquel que agobiado por sus deudas morales y
materiales, toma la determinación de auto-eliminarse.

Desde el punto de vista filosófico dice MONTOVANI, junto a las filosofías


mayoritarias que consideran el suicidio una cosa irracional, ilícita o
abominable, filosofías marginales, de crisis, reivindican el derecho al
suicidio (el llamado suicidio filosófico, desde el “estoico” hasta el
“existencialista”) como afirmación suprema protesta contra una realidad
objetiva inaceptable o como liberación definitiva de la vida entendida
como angustia insuperable3.

En puridad, pueden ser variadas y diversas las causas y motivos, que


pueden llevar a una persona al suicidio. Pero, podemos afirmar con razón
y corrección, ¿Qué aquel que decide matarse, lo haga producto un acto
de cobardía o valentía? consideramos que ni los estatutos jurídicos ni
nosotros mismos, tenemos el derecho de juzgar a quien toma tan difícil
decisión, menos de afirmar que ese acto es pura cobardía o al contrario
un acto de valentía. Claro, aquel que luego de asesinar alevosamente a
su esposa y a sus menores hijos, no solo es un delincuente, sino también
un gran "cobarde", pues el hecho de que su vida ya no tuviese sentido,
de ninguna manera lo podía arrastrar a dar muerte a otras personas
inocentes, que no tienen la culpa de su fracaso o de sus traumas
insuperables.

3
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio (Traducción de Jesús Barquín
Sanz). En: Eutanasia y Suicidio. Cuestiones dogmáticas y de Política criminal. ARA
EDITORES, 2008, cit., p. 85.

4
Lo cierto y concreto, es que tomar esa decisión no es empresa fácil,
porque algunos optarán de que otros lo maten, llámese a ello "homicidio".
Es muy sencillo para el público, dar calificaciones de tal calibre; nos
preguntamos –por tanto-, si los críticos y aquellos que apabullan al que
decidió auto-eliminarse estarían dispuestos a hacerlo, de seguro que no.

Entonces, lo que pretendemos desarrollar en el presente espacio, es no


sólo un examen teórico, dogmático de lo que significa el «Suicidio» en el
Derecho penal, sino que analizar filosóficamente sus causas y/o factores,
así como enlazar la influencia religiosa, social y cultural que pende sobre
este grave problema del ser humano. Problema, fatalidad o encrucijada
humana, que apareció con la propia aparición del ser humano en la faz
de la tierra y, que lo acompañará por siempre, pues nunca podrá liberarse
por entero al hombre de las enormes fatalidades que lo acompañan en su
vital v. gr, sufrimientos, traumas, prejuicios, dramas, depresiones, etc.
Esto es algo propio de la propia condición "humana", que nos genera
muchos desafíos, para encontrar su cura nunca, solo para poder
explicarlos, entiendo que en muchos casos el Suicidio puede ser
concebido como su liberación de la opresión o del sufrimiento, la vida está
para llevarla con dignidad, cuando se pierde ello, nadie -ni el Estado-,
puede obligar a una persona a seguir viviendo, hacerlo implica caer en lo
más despiadado e inhumano en que pueden caer algunos que se dicen ser
"personas".

Desde las variadas aristas, que abonan en su aceptación o al contrario,


en su rechazo, se alude en la doctrina, que para la religión cristiana,
siendo el hombre responsable de su propia vida ante Dios, quien se la ha
concedido y de la cual no es “propietario” sino “administrador”, el suicidio
es objetivamente contrario al justo amor por uno mismo; una ofensa al
amor del prójimo (que rompe los vínculos de solidaridad con la sociedad
familiar, nacional y humana); contrario al amor de Dios 4. Profesamos la
religión cristiana, somos católicos, pero sobre todo somos seres

4
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio, cit., p. 85.

5
humanos, de manera que el dogma de la vida eterna, es después de la
muerte, y no antes; si la propia persona dejo de amarse a sí mismo y, la
vida se ha convertido para él en un verdadero suplicio, no se le puede
obligar a seguir viviendo.

1.- FUNDAMENTOS POLITICO CRIMINALES Y DESCRIPCIÓN DEL


SUICIDIO COMO UN PROCESO DE AUTO-ELIMINATIVO DE LA
PERSONA
£ Conceptuamos al homicidio a petición, como aquella acción homicida
que un tercero ejecuta sobre la vida de una persona que padece de una
grave enfermedad, a fin de que cesen los interminables dolores que
atacan la propia dignidad humana, propiciando una actitud solidaria por
parte del autor; entonces, es la muerte que un tercero propina sobre la
víctima. Pero, la muerte no siempre obedece a la conducta deliberada de
un individuo o, bajo un móvil piadoso.

Considero que el Homicidio a petición acontece cuando el sujeto no está


en capacidad de organizar su propia muerte, cuando psíquica o
fisiológicamente no está en posibilidad de auto-eliminarse; en cambio
cuando ésta decide por sí misma, lograr dicho resultado, aparece el
llamado «Suicidio».

La misma vida humana significa muchas veces enfrentar circunstancias


de la más variada naturaleza, lamentablemente no siempre son gratas,
cómodas, felices, pues aparecen sucesos que por su naturaleza adversa
provocan una serie de reacciones negativas en el individuo.

Las frustraciones de no haber alcanzado un proyecto personal, el drama


por la muerte de un ser querido, el continuo e inevitable desempleo, la
ofensa de ser ultrajado de la formas más indigna, el resentimiento hacia
el ser amado que nos dejó, la baja autoestima, el menosprecio del
colectivo, traumas que nunca pudieron ser superados; son todas estas
situaciones que en ciertas personas puede propinar un estado agudo de
crisis emocional, que a ciertas personas puede llevar al suicidio, como la
forma más fácil de huir de los problemas, pues en vez de enfrentarlos, se

6
decide por la muerte; aunque se dice que no puede mantenerse que el
suicidio es sólo una decisión adoptable en casos de grave depresión u
otra alteración psíquica, pues la historia y la sicología nos muestran
repetidamente casos de muerte voluntaria decidida por personas
plenamente capaces, que deciden libremente haber concluido su ciclo
vital5.

Algunos deciden su muerte, por cuestiones de honor, a través de una


decisión, debidamente razonada.

En el Perú, los índices del Suicidio, revelan índices alarmantes, todos los
días en las noticias, nos enteramos de la autoeliminación de un
conciudadano, ora por una depresión sentimental ora por una situación
económica agobiante, pero lo más grave a todo esto, es que muchos de
esos suicidas son también a su vez homicidas, antes de propinar su
propia muerte, ultiman a sus supuestos seres queridos. Muy por lo
general, en el caso de los homicidios pasionales, cuando un miembros de
la pareja es dejado por el otro, primero mata al ser amado, y luego sigue
el suicidio. Así también, las madres abandonadas a su suerte con sus
menores hijos, propicia no sólo su propia muerte, sino también la de los
infantes. En ambos casos, se advierte una total cobardía, primero porque
los sentimientos no conceden derecho alguno, a dar muerte a la pareja,
nadie se puede reputar dueño de nadie, tampoco de los hijos; segundo,
ninguna persona tiene la potestad de disponer la vida de otra persona.

Según estadísticas del Ministerio de Salud (MINSA), a septiembre del


2018, se reportaron más de 1,300 casos de intentos de suicidio,
Exactamente, serían 1,384 el total de casos que se ha contabilizado y, de
ese total, se tomaron 489 casos para utilizarlos como muestra de estudio
para determinar las características de las conductas de suicidio en 12
regiones del país (Fuente: diario Perú 21 del 07/09/2018).

Son en realidad, situaciones fatales que requieren de todo un estudio


psicológico (algunos casos: psiquiátrico), para poder analizar las causas
y/o factores que llevan al hombre a organizar su propia muerte. Lo que

5 ZUBIRI DE SALINAS, F.; Colaboración al suicidio y eutanasia, cit., p. 61.

7
interesa al Derecho penal es cuando terceros intervienen para
coadyuvar al suicida y así alcance su propósito.

De igual forma a lo dicho en el artículo anteriormente, la vida humana


no es un bien jurídico disponible6, no lo es tampoco para su titular, pues
si no fuese así, no se explica por qué la participación del tercero en el
marco de una decisión –libre y responsable- del suicida, haya de ser
penalizada, tal como también se advierte en el caso del homicidio a
petición.

Fundamentos político criminales abogan por la despenalización de la


actuación del suicida 7, la cual no es por tanto típica 8; la pena, con arreglo
a sus finalidades preventivas han de colapsar, si es que dicha conducta
fue penalizada. No se puede sostener racionalmente, que se deba
intimidar al colectivo, cuando una persona conscientemente intenta
auto-eliminarse, no se puede pretender disuadir a costa del sufrimiento
de un ser humano; por su parte, incidir en la prevención especial es todo
un despropósito, de recluir al desviado, a fin de que se rehabilite de qué,
encerrarlo en prisión no es de ninguna forma la solución, sino de
sugerirle que se someta a un tratamiento psicológico 9, claro está cuando
el suicida no ha logrado su cometido.

Los cometidos que deben desplegar las normas jurídico-penales, han de


consistir en evitar que los individuos cometan actos reprobables, para
con los intereses ajenos, de que respeten los bienes jurídicos de sus
congéneres. Requisito que no se cumple en el caso del suicidio. A decir
verdad, la punición del suicidio intentado no ha sido del todo abandonada
por ciertas legislaciones, anota MONTOVANI, mientras que por otro lado
el suicida frustrado puede ser sometido –cosa propuesta incluso por

6 En contra GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 79; V ALLE MUÑIZ, J.M.;
Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 72; G ARCÍA ARÁN, M.;
Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p. 20.
7 Vide, al respecto, NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, III, cit., ps.
140-141: Vid., GARCÍA ARÁN, M.; Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p.
20.
8 Así, V ALLE MUÑIZ, J.M.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 70.
9 Así, ZUBIRI DE SALINAS, F.; Colaboración al suicidio y eutanasia, cit., p. 62.

8
algunos autores- a medidas psicoterapéuticas de seguridad parcialmente
limitativas de la libertad personal, al considerárseles sujetos que, no
teniendo necesariamente una patología psiquiátrica, sí que presentan
una personalidad particular, que puede hacerlos peligrosos para otras
personas, teniendo en cuenta la demostrada conexión entre
autoagresividad y heteroagresividad (ejemplo: el típico homicidio-suicidio
del depresivo que mata a sus hijos o a su cónyuge por no soportar que
sigan viviendo sin su amparo o en su mundo que es tan solo
sufrimiento10. Mantener una penalización –así concebida-, importa una
suerte de irracionalidad punitiva, que no se condice ni es coherente con
la dignidad que debe preservar un orden jurídico humanista y
democrático.

Entre nosotros como en otras partes del mundo, se alega en la doctrina


especializada, el suicidio es una conducta atípica; se trata -como subraya
VALLE MUÑIZ- de un acto libre y jurídicamente no desaprobado; por lo
tanto, no es delito11. No es delito para el suicida, más sí para quienes lo
indujeron a tomar dicha fatal decisión, como aquellos que colaboraron a
tal fin.

Ahora bien, de todas formas, no respondemos aún, el porqué de la


conducta de terceros que colaboran y/o instigan a la autoeliminación de
una persona, deban responder penalmente; en todo caso, como un
suceso que no es típico ni antijurídico para su titular, sí lo puede ser para
el instigador y para el cómplice. Por lo que se dice, que la intervención
del tercero en el suicidio de otro, no se reprime a título de participación
en dicho injusto, sino adquiere sustantividad propia, cuando el autor
ayuda o instiga a otro para que se suicide 12. Constituye la única vía para
que dichos comportamientos puedan ser penalizados, adquiriendo
tipicidad penal específica; según las reglas generales de autoría y

10
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio…, cit., p. 87.
11
. Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 163.
12 . Así, NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, III, cit., p. 142.

9
participación, la ayuda e instigación al suicidio no deberían ser objeto de
punición.

Debemos partir que las decisiones autónomas de los ciudadanos no


pueden ser valoradas de forma aislada o dígase de forma absoluta; es que
cuando la vida humana está de por medio, otros intereses –dignos de
protección-, deben ser también puestos en valoración.

Siendo la vida humana un bien jurídico indisponible, sin embargo no


resulta punible la conducta de quien se decide matar. Por criterios de
política criminal, a fin de no devaluar dicho interés jurídico, es que se
prohíbe penalmente que terceros coadyuven a tal decisión, pues las
relaciones humanas se basan en el fiel respeto por los valores superiores;
todo lo contrario, los individuos deben de buscar persuadir al potencial
suicida para que abdique en tan drástica determinación. Máxime,
tomando en cuenta la propia naturaleza humana, que a su veces tiende
a aprovecharse de la desgracia ajena.

Quien sabe que el amigo está fatalmente deprimido por la muerte de su


mujer y su menor hijo, pero ansía a su vez a quedarse con el control total
de la empresa que ambos comparten como socios mayoritarios, lo instiga
a su autoeliminación o simplemente colabora en el suicidio ya decidido
por su titular. Por eso que sea deseable cerrar la posibilidad de que
terceras personas puedan manipular un proceso tan delicado, evitando
eventuales abusos que en materia de protección a la vida deben ser
firmemente atajados13.

Se incrimina en todo caso, la participación de terceros, en vista de que la


autoeliminación de una persona, por las circunstancias en que ésta se
produce, en vista del particular estado anímico del suicida, en cuanto a
un estado de vulnerabilidad, podría dar concreción a conductas
manipuladoras, por lo que su no incriminación podría dar lugar a un
debilitamiento en las funciones tuitivas que ha de desempeñar el Derecho

13 GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 79; Para VALLE MUÑIZ, se debe
acudir a fuentes cercanas, a la ética o a la religión, para justificar la existencia de
este precepto; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 73.

10
penal. La intervención de terceros, anota GONZÁLES RUS, puede
convertir en irreversible un proceso en el que siempre debe dejarse el
control final, la decisión última, hasta el postrer instante, al propio
suicida, sin dar pie a que la posibilidad de interrumpir o continuar el
proceso se vea condicionada por la interferencia de terceros 14.

En otras palabras el mensaje es el siguiente: “si quieres propicia tu muerte


por tus propios medios, pero en la materialización de dicha decisión no
pueden involucrarse terceros, pues para ellos dicha intervención resulta
prohibida penalmente”.

Cuestión distinta, es que no existe el deber de los ciudadanos de evitar


que otros se suiciden, si eso sucede dicho tercero no puede ser objeto de
punición, pues no se da una complicidad por omisión, y tampoco sería
una omisión de peligro, en vista que se descarta la situación de garante.
No obstante, se advierta una relación de parentesco entre ambos, pues
la reprobación ético-social que ello puede significar no puede dar lugar a
una reprobación jurídico-penal; a menos que se trate de una persona que
no está en condiciones psíquicas normales. Ejemplo particular, sería
quien deja una pistola cerca de otra, de quien ha oído su deseo
irrevocable de matarse.

Recapitulando, si bien insistimos en que la vida humana no es un interés


jurídico disponible –como bien vital que no puede ser considerado de
forma absoluta-, sí ha de advertirse cierta relatividad de disponibilidad
por parte de su titular, lo cual no alcanza a terceros; pareciese un doble
mensaje, pero que en realidad encierra un fin legítimo: la tutela de la vida
humana. En suma: desde el punto de vista constitucional, cabe
perfectamente admitir la licitud de ejecutar la propia muerte, pero
establecer que la disponibilidad sólo es ejercitable por terceros
(sustituible) en caso de imposibilidad del titular de la vida o en otros
supuestos excepcionales15.

14
. Gonzáles Rus, J.L.; Curso de derecho penal español. Parte especial, T. I. Director Cobo
del Rosal, cit., p, 79.
15 G ARCÍA ARÁN, M.; Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p. 22.

11
En lo que la legislación nacional abarca al respecto, dando lugar a la
instigación y al ayuda al suicidio, sólo la primera de ellas revela un
desvalor suficiente para poder ser penalizado, en cuanto a la necesidad y
merecimiento de pena, situación tal, que no acontece en el caso de la
colaboración, pues sólo prestar una ayuda a quien ya está decidido a
matarse, no adquiere relevancia suficiente de desvalor. Al igual el suicida,
puede alcanzar su objetivo, mediando cualquier otro tipo de ayuda.
Presentes todas las garantías, cautelas y requisitos precisos para
asegurar la auténtica naturaleza suicida de la decisión, la opción de
criminalización no es más que una burla a la efectiva vigencia y
trascendencia de los derechos constitucionales del más alto rango,
escribe MORALES PRATS16.

2. ANÁLISIS TÍPICO DEL SUICIDIO, CONCEPTO

El suicidio consistiría en la muerte que su propia titular organiza, sea


mediando una colaboración de un tercero para poder lograr concreción
típica o, cuando la decisión suicida obedezca a la inducción de otro. Es
decir, la causación de la muerte se configura como un hecho propio, no
como un hecho ajeno aceptado17. TORIO LÓPEZ define al suicidio como “la
muerte querida de una persona imputable”.

La definición propuesta por el penalista español, da lugar a una premisa


fundamental: sólo puede ser reputado o dígase calificado como "suicidio",
aquella decisión que emana de un sujeto libre y responsable, desprovisto
de cualquier coacción, intimidación y/o violencia, pues dichos vicios e la
voluntad pueden llegar a convertir a dicha acción en una autoría mediata
por el tipo penal de asesinato, según las bases normativas y materiales
que rigen la autoría y participación. Un individuo que se encuentra
mermado en sus facultades psico-motrices, puede erigirse en presa fácil
de terceros –en un instrumento-, para manipularlos a voluntad (dominio),

16 VALLE MUÑIZ, J.M.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 77.
17 MORALES PRATS, F.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 75.

12
y lograr su propia muerte, configuración de las cosas que no puede ser
reconducida al tipo penal de suicidio. DICHO EN OTRAS PALABRAS: el suicida
siempre debe mantener el dominio del hecho. Debe tratarse de una
persona con capacidad de discernimiento.

Deberá, pues excluirse la calificación de suicidio si el sujeto es menor de


edad, incapaz, enfermo mental- a los que habría que asimilar, a estos
efectos, cualquier perturbación psíquica depresiva que conduzca al
“síndrome presuicial”- o cuando el consentimiento es objetivo por
violencia, engaño o cualquier otro vicio 18. En el caso de nuestro derecho
positivo me inclino porque el consentimiento a los menores de edad, se
reduzca a los catorce años, en vista de la sistematicidad que se sigue en
el caso de los delitos sexuales, al margen de la irracional modificación
producida por la Ley Nº 28704, derogada por la Ley N° 30076, luego de
la declaratoria de inconstitucionalidad declarada por el Tribunal
Constitucional peruano.
Al respecto se proponen fórmulas interpretativas que han de incidir, en
una respuesta diferenciada, cuando un imputable relativo se trata, de
que la mínima capacidad de comprender el alcance del acto que está
realizando, sea constitutivo de suicidio y no autoría mediata de
homicidio. Ello debe abocar, como afirma MORALES PRATS, al intérprete
a utilizar complementariamente el criterio de la capacidad natural de
comprensión y juicio, o más específicamente, la capacidad para
comprender el sentido y trascendencia de la resolución de voluntad en
relación con el bien jurídico protegido 19. En todo caso, será el juzgador,
que en el caso concreto deberá valorar con suma parsimonia, si el
suicida contaba o no con facultades mínimas de aprehensión intelectiva
de la actividad que dio marcha con su propia conducción.
Cuestión importante, ya en orden a configurar el suicidio, resulta de
aquel suicidio en simultáneo, cuando ambos amantes, se ponen de
acuerdo, en que cada uno de ellos organizará y ejecutará su propia

18 C ARBONELL MATEU, J.C.; Homicidio y sus formas (y III):…, cit., p. 99.


19 VALLE MUÑIZ, J.M.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 76.

13
muerte, pero en el ínterin, uno de ellos desiste, dándose muerte sólo uno
de ellos. ¿Cuál sería la problemática? Si al suicida frustrado se le puede
atribuir algún tipo de responsabilidad penal por el suicidio del otro; en
principio por intentar su propia muerte, de ningún modo podrá ser
reprimido, pero con respecto al otro, podría darse la punibilidad, siempre
y cuando, el sobreviviente esté incurso en algunas de las formas que
describe el artículo 113º del C.P., determinando dicha decisión suicida o
de haber colaborado en ella20; en cambio si ambos deciden dispararse
uno al otro, y por obra del azar, el disparo no da en el blanco en el caso
de uno de ellos, el sobreviviente será reprimido a título de autor de un
homicidio simple.

2.1.- INSTIGACIÓN AL SUICIDIO

En términos generales la instigación es concebida en la doctrina, como


una presión psicológica intensa que ejerce el instigador, sobre el
instigado, para que éste último dé concreción material a un hecho
punible determinado. No puede ser un mero consejo, sugerencia e idea,
debe ser un acto demostrativamente inequívoco, de llevar al autor a la
realización de un delito, que no hubiese realizado 21, si es que el instigador
no le hubiese provocado la decisión determinativa (dolo); finalmente la
instigación sólo resulta incriminable a título de dolo22.

La presión psicológica no puede dar lugar a una coacción, pues de esta


forma se pierde el poder conductivo de la esfera decisoria del sujeto,
dando lugar a un homicidio. Importa en todo caso incidir, en los juicios
de valor que ha de tomar en cuenta una persona, para optar por una
deliberación delictiva. No podrá hablarse que hay instigación, cuando el
autor está ya casi decidido a cometer el delito, y la persona de atrás no
hace más que darle el empujón final, para que el primero se decida.

20 Así, PEÑA CABRERA, R.; Estudios de Derecho Penal. Delitos contra la vida…, cit., p. 213.
21 Así, CARBONELL MATEU, J.C.; Homicidio y sus formas (y III), cit., p. 99.
22 Así, ALONSO DE ESCAMILLA, A.; Del Homicidio y sus formas, cit., p. 56.

14
Para que la instigación pueda ser eficaz, sólo podrá entenderse
concurrente cuando la inducción se dirija a una persona que no ha
adoptado la decisión de suicidarse, de modo que se excluirá del ámbito
típico las conversaciones entre un tercero y la persona que ha adoptado
la decisión de suicidarse, o que está en la fase de elaboración personal
de tal decisión, y ello fuera cual fuese la opinión que al respecto expresase
el tercero: el ordenamiento jurídico no impone un deber de tratar de
disuadir al suicida, ni de impedir comportamientos que no son lícitos, y
que entra dentro del “agere licere” (…)23.

El hecho de que existan ciertas personas proclives a cometer ciertos


delitos (omnido factorus), no obsta a que éstos sean susceptibles de ser
instigados, basta para ello, de otro, que ejerza la influencia determinativa,
tal como lo señalamos en el análisis del asesinato por lucro. Eso sí, la
instigación debe ser directa, del instigador al instigado, siendo suficiente
que venga precedido por la voluntad de que se ponga en peligro un bien
jurídico –penalmente tutelado-.

En el caso del suicidio, el acto del instigador debe estar dirigido


directamente a que la persona, -no vale la instigación en cadena-, tome
la decisión de auto-eliminarse; cuestión a saber, es que el instigador de
ninguna forma puede intervenir en los actos ejecutivos del suicidio, si lo
hace a título de colaborador, concurriría una superposición de eventos
participativos, que habría de inclinarnos por la instigación, al constituir
en una modalidad más intensa; y si dicha intervención adquiere ya la
forma de ejecución típica, es decir, es él quien dé propia mano produce
la muerte del otro, será un caso de homicidio.

Tema a destacar, es la especial caracterización psico-física, en que se


encuentra el supuesto suicida, en el sentido que una merma significativa
en sus capacidades cognitivas y sensitivas, lo podría convertir en un
instrumento (carente de imputabilidad) en el hombre de atrás, por lo que
ya no se trataría de un suicidio, sino un homicidio por autoría mediata24.

23 ZUBIRI DE SALINAS, F.; Colaboración al suicidio y eutanasia, cit., p. 65.


24 . Así, GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 84.

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El suicida siempre debe tener el dominio del hecho. Debemos reconocer
-apunta BUOMPADRE-, que solo habrá suicidio y, consecuentemente, un
acto impune, cuando la decisión de matarse haya provenido de una
persona voluntariamente libre, es decir, de una persona con capacidad
suficiente de decisión para llevar a cabo un acto de esta trascendencia,
pues, de no ser así, vale decir, de tratarse de una persona menor de edad,
incapaz, enferma mental o cuando el consentimiento es obtenido por
violencia, engaño o cualquier otro vicio, deberá descartarse la calificación
de suicidio por la de homicidio por autoría mediata25.

En el ejemplo de una pareja que se encuentran en el automóvil del


hombre, quien maneja a una velocidad desmedida con toda la intención
de caer en un despeñadero –a fin de ultimar su vida-, siendo que la mujer
va en el asiento del co-piloto, sin haberlo acordado con ella, más bien ella
le pide que pare, pero no le hace caso y finalmente mueren ambos. Sería
un caso de suicidio atípico para el hombre, y homicidio con respecto a la
mujer, claro que procesalmente hablando, ya no hay nada que hacer; y
si hubiese mediado acuerdo de la mujer, a lo más, un Homicidio
Consentido, que no es lo mismo que un Homicidio a ruego. Para que
pueda haber una instigación, uno de ellos tendría que haber convencido
al otro, siempre y cuando el instigado fuese quien dominó la acción que
dio curso a la causación de su propia muerte.

2.2.- AYUDA AL SUICIDIO

El artículo 113º del CP, no sólo penaliza la instigación al suicidio, sino


también reprime penalmente aquellas conductas colaboradoras 26, que

25
. Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 162.
26 En el caso del C.P. español de 1995, en su artículo 143º se hace alusión a la
Cooperación necesaria al suicidio; entendemos que ello importa una complicidad
primaria, según nuestra opinión, en el sentido de que la contribución del tercero,
tiene que haber sido imprescindible para que el suicida haya podido lograr su
muerte, no cualquier contribución.

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coadyuven de forma efectiva para que el suicida pueda conseguir su
propia muerte. A diferencia de la instigación al suicidio, se advierte una
persona ya decidida a propiciar su propia autoeliminación, sólo que para
consumarlo requiere de la colaboración de un tercero, quien dolosamente
presta su auxilio.

Primero la colaboración al suicidio, debe presentarte mediante una


aportación efectiva e idónea para que el suicida pueda perpetrar su
eliminación, debe ser aquella que efectivamente utiliza el suicida para
configurar su muerte, pues si ésta no era idónea para el suicida y logra
su muerte, valiéndose de otros medio, no resultaría punible dicha
intervención, siendo ésta idónea para la consecución del fin, pues si
colabora con un palito de fósforo o con una pistola de aire, no podrá
hablarse de una ayuda eficaz. Segundo, dicha colaboración no puede ser
de orden psicológico, en todo caso daría lugar a una instigación al
suicidio27. Tercero, no puede darse ayuda alguna, si el suicidio ya se
consumó, a pesar del compromiso previo, y cuarto, debe tratarse de una
complicidad primaria, aquella que imprescindible para que se pueda
consumar el suicidio.

Quien tiene el dominio del hecho es el suicida, donde el colaborador


presta una aportación, para que el primero alcance su cometido, por lo
que el segundo debe saber que está coadyuvando a la autoeliminación de
un tercero. Si un vecino, de forma tranquila, le solicita a otro que le preste
un cuchillo, quien se le da, pensando que es para usarlo en cuestiones
de cocina, no será punible, a pesar de la muerte del requirente, en tanto,
su colaboración debe ser reputada como un acto inocuo, carente de
relevancia jurídico-penal. Siendo así, la ayuda al suicidio debe de darse
siempre a título de dolo.

Estos actos en ningún caso pueden estar constituidos por acciones


directas sobre el cuerpo del sujeto, consistentes en lesiones28. Deben ser

27 Así, SOLER, S.; Derecho penal argentino, T. III, cit., p. 109; NÚÑEZ, R.; Derecho Penal
Argentino. Parte Especial, T. III, cit., p. 146.
28 SOLER, S.; Derecho penal argentino, T. III, cit., p. 108.

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actos que no rebasen el límite de la complicidad29. En efecto, la
colaboración debe ser entendida como la entrega del arma, del veneno o
de cualquier otro objeto, idóneo para que el suicida pueda lograr su
objetivo, si ya se produce un acto que recae sobre la integridad del cuerpo
humano, daría lugar a un caso de lesiones consentidas.

Sólo resulta admisible la forma comisiva, pues el tipo penal exige la


efectiva contribución por parte del colaborador al suicidio, por lo que no
resulta válido la modalidad omisiva30.

3. LA MUERTE DEL SUICIDA – LA PUNICIÓN O NO DEL DELITO


TENTADO

Se ha puesto en cuestión en la doctrina, si la instigación en el suicidio,


para ser punible requiere que se produzca la muerte del suicida. JORGE
BARREIRO, entiende como requisito para el castigo del inductor que el
instigado haya ejecutado la acción suicida, excluyéndose las formas de
imperfecta ejecución31; ello con respecto a la legislación penal española
conforme el artículo 143º del C.P. español. El artículo 113º del C.P.
peruano es claro, al disponer que será reprimido: "el que instiga a otro al
suicidio o lo ayuda a cometerlo, sin embargo de su propia redacción típica,
ha de verse que también resulta punible las formas de imperfecta ejecución
(tentativa)".

Consideramos de lege ferenda que la punición debería estar


condicionada a la realización efectiva del resultado, la sustantividad
singular del injusto de este tipo penal así lo aconseja, tomando en
cuenta el carácter impune de la conducta de quien sería autor del mismo
(suicida), de acuerdo a criterios de Justicia Material; lo que no puede
dar a entender que se trata de una condición objetiva de punibilidad 32,

29 NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, cit., p. 145.


30 En contra NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, T. III, cit., p. 146.
31 Citado por ZUBIRI DE SALINAS, F.; Colaboración al suicidio y eutanasia, cit., p. 65; Así,
GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 83; En contra C ARBONELL MATEU,
J.C.; Homicidio y sus formas (y III):.., cit., p. 102.
32 En contra SOLER, S.; Derecho Penal Argentino, T. III, cit., p. 109.

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pues la muerte es un elemento que está dentro del marco del injusto
típico (desvalor del resultado). En palabras de PEÑA CABRERA, en este
delito hay una exigencia: la obtención parcial o total del resultado
querido33.

Finalmente, -cabe indicar-, que la actuación antijurídica del autor,


impulsado por un móvil «egoísta», es reprimida por el legislador con una
pena más severa. Escudriñar en los ánimos que motivan al imputado
cometer tal o cual delito, es una tarea harto complicada por el juzgador,
tomando en cuenta las limitaciones probatorias que acontecen en el
Proceso penal. Considero que basta que el agente haya actuado en
contra del precepto normativo, contraviniendo la función motivadora de
la sanción, con ello el dolo, sin necesidad de requerirse bajas pasiones o
motivos fútiles; de acorde a un proceso penal acusatorio, donde la
culpabilidad que debe acreditarse, debe ser en puridad jurídica.

- BASES CONCLUSIVAS

£ Pueden ser muchos los factores, causas y circunstancias que pueden


llevar a una persona a la decisión de su propia auto-eliminación. Un
hombre o mujer sumido en una tragedia interna, en una agobiante
depresión o sumido en situaciones de extrema conflictividad -externa e
interna-, es propenso a generar su propia muerte. Conducta harta
complicada de emprender, pero puede en algunos casos ser válvula de
escape a problemas irresolubles o como única vía de liberación, ante una
opresión inadmisible de aceptar. En palabras de MUÑOZ CONDE, el
suicidio es, ciertamente, la consecuencia de una situación psíquica
conflictiva, pero también de una forma racional de respuesta a los
problemas de la vida, un acto supremo de libertad 34.

33 PEÑA C ABRERA, R.; Estudios de Derecho Penal. Delitos contra la vida…, cit., p. 213.
34
. Citado por Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 165.

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A los mortales no nos incumbe calificar dicha conducta, como un acto de
"cobardía" o de "valentía", ese es el derecho de todo ser humano de llevar
una vida digna, dependiendo de su propio juicio moral.

Sea cual sea el factor que lleva a un ser humano a caer en tal fatalidad,
su emprendimiento y realización requiere de cierto valor interno, a menos
que estemos ante alguien, que de tiempo perdió su interioridad volitiva.

Podría decirse que personas caracterológicamente débiles, baja auto


estima serán más propensos a cometer suicidio, sin embargo, individuos
de un alto ego, de personalidades fuertes y egocéntricas, pueden caer
también en el desembalse de la auto eliminación. Estos últimos,
entienden a la muerte como el único camino para evitar el deshonor,
como lo perciben los miembros de la yakuza japonesas; como una suerte
de liberación ante la posibilidad de una vida deshonrosa y
indefectiblemente tormentosa. Si altamente reprochable, que la auto
eliminación, llamada "suicidio", sea consecuencia de haber afectado
intencionalmente la vida de terceros inocentes, eso sí es "cobardía".

El suicidio puede obedecer también a episodios traumáticos, generadores


de secuelas, de heridas muy difíciles se cicatrizar; v. gr., la mujer violada
por su propio padre, la mujer que tempranamente pierde a su amado
hijo, el padre de familia que pierde a su esposa e hijos en un accidente
de tránsito que el provocó, como aquél que sacrifica para permitir una
subsistencia digna de sus familiares más amados.

Siguiendo a MONTOVANI, diremos que una de las opciones, es reconocer


la legitimidad, incluso constitucional, del expresado sistema normativo
del suicidio, tanto de iure condito como de iure condendo y, en
consecuencia, es necesario concluir coherentemente que el suicidio es
jurídicamente desvalioso y, por tanto, tan solo tolerado, lo que implica la
punibilidad de toda actividad de instigación y de favorecimiento 35. Lo
otro, la despenalización total de las formas de intervención periféricas del

35
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio…, cit., p. 90.

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Suicido, no resulta jurídicamente admisible, al ser la vida humana un
bien jurídico aún indisponible.

Mientras que la vida siga constituyendo en nuestros estatutos jurídicos,


un bien jurídico indisponible por su titular, la instigación y la ayuda al
suicidio merecen ser sancionados punitivamente. Cuando la «autonomía
de la libertad», prime ante la obligación del Estado y la sociedad, de
proteger la vida humana a toda consecuencia, podremos postular su
despenalización, mientras debemos seguir abogando por su
acriminación.

Por lo demás, -todos desde nuestra concepción-, desde que venimos a


este mundo, estamos condenados a la finitud de nuestra existencia
biológica. De manera, que todos tenemos el derecho a una vida «digna»,
cuando esto no es así, aparece el derecho a «morir», pues nadie puede
obligarnos a vivir en contra de nuestra voluntad, de no ser así, estaríamos
cortando la libertad primaria y elemental de todo ser humano, en una
sociedad mínimamente civilizada.

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