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- APUNTES PRELIMINARES
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recordado penalista san Marquino. (Peña Cabrera, R.S.; "Objeciones
Doctrinarias a la Pena de Muerte". Lima - Peru, pag. 4).
La especie humana es la única que sabe que debe morir y ella lo sabe por
experiencia” ha dicho Voltaire, apunta magistralmente el jurista nacional
PEÑA CABRERA. En efecto, el animal solo adquiere un presentimiento
incierto de la muerte, como resultado de una percepción inmediata. Esta
suerte de conocimiento sensible no es un saber propiamente dicho,
puesto que este tipo de saber pertenece exclusivamente al hombre. La
comprensión de que la muerte del individuo forma parte de la esencia de
la especie, y que el nacimiento y la muerte están indisolublemente
unidos, es atributo y privilegio del hombre. (Peña Cabrera, R.S.;
“Objeciones Doctrinarias a la Pena de Muerte”).
2
. Vide, Peña Cabrera Freyre, A.R.; Derecho Penal. Parte Especial, T. I, 4ta edición,
IDEMSA, Lima, 2018.
2
Todos tenemos corazón, pulmones, cerebro, hígado, vasos sanguíneos,
riñones, vesícula, etc., lo que en conjunto permite que el ser humano
pueda desarrollar su vital existencia; empero, la verdadera condición de
ser humano, requiere más que ello, un hombre u mujer portador de todos
estos órganos, pero se dedica a aniquilar a sus semejantes, a oprimir al
pueblo, a abusar del cargo público, a dejar huérfanos a niños inocentes,
a maltratar a los más vulnerables, será persona, pero no posee ese don
divino que dios y no la naturaleza nos dio, que es la bondad, la
solidaridad y la afección por el otro. Esto es algo, que debe destacarse
ante una sociedad más llevada a la obtención de los logros más
materiales y santuosos, dejando de lado la fina espiritualidad que se
alcanza con la verdadera solidaridad humana.
Se dice lírica y prosaicamente, que nacemos para ser felices, pero dicha
felicidad es muchas veces muy difícil de alcanzar, por una serie de
factores y circunstancias. Puede que sea obra de la misma sociedad que
nos exige estándares muy altos de competencia, por las obligaciones que
nos impone nuestros propios progenitores o ante los defectos que cada
uno puede presentar para alcanzar ese óptimo desarrollo.
Esta vida, se dice debe ir aparejada de algo que nunca debe dejarse de
lado, nos referimos a la «dignidad», un don y condición que viene dada
por la propia condición de ser humano, desde una consideración
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ontológica hasta su recogimiento normativo. No es digno pues mantener
a personas a condiciones de "esclavitud", de colocarlos en depósitos
humanos a perpetuidad, que lastimosamente caracterizan a unas
cárceles de nuestros tiempos, no es digno tampoco llevar una vida que se
ha convertido en un suplicio para su titular, aquella persona que padece
de una grave enfermedad incurable, aquel que gravemente accidentado
pierde todas sus facultades orgánicas sensitivas, quedando parapléjico,
aquel que es abandonado por sus seres más queridos en el momento más
difícil de su vida, aquel que agobiado por sus deudas morales y
materiales, toma la determinación de auto-eliminarse.
3
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio (Traducción de Jesús Barquín
Sanz). En: Eutanasia y Suicidio. Cuestiones dogmáticas y de Política criminal. ARA
EDITORES, 2008, cit., p. 85.
4
Lo cierto y concreto, es que tomar esa decisión no es empresa fácil,
porque algunos optarán de que otros lo maten, llámese a ello "homicidio".
Es muy sencillo para el público, dar calificaciones de tal calibre; nos
preguntamos –por tanto-, si los críticos y aquellos que apabullan al que
decidió auto-eliminarse estarían dispuestos a hacerlo, de seguro que no.
4
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio, cit., p. 85.
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humanos, de manera que el dogma de la vida eterna, es después de la
muerte, y no antes; si la propia persona dejo de amarse a sí mismo y, la
vida se ha convertido para él en un verdadero suplicio, no se le puede
obligar a seguir viviendo.
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decide por la muerte; aunque se dice que no puede mantenerse que el
suicidio es sólo una decisión adoptable en casos de grave depresión u
otra alteración psíquica, pues la historia y la sicología nos muestran
repetidamente casos de muerte voluntaria decidida por personas
plenamente capaces, que deciden libremente haber concluido su ciclo
vital5.
En el Perú, los índices del Suicidio, revelan índices alarmantes, todos los
días en las noticias, nos enteramos de la autoeliminación de un
conciudadano, ora por una depresión sentimental ora por una situación
económica agobiante, pero lo más grave a todo esto, es que muchos de
esos suicidas son también a su vez homicidas, antes de propinar su
propia muerte, ultiman a sus supuestos seres queridos. Muy por lo
general, en el caso de los homicidios pasionales, cuando un miembros de
la pareja es dejado por el otro, primero mata al ser amado, y luego sigue
el suicidio. Así también, las madres abandonadas a su suerte con sus
menores hijos, propicia no sólo su propia muerte, sino también la de los
infantes. En ambos casos, se advierte una total cobardía, primero porque
los sentimientos no conceden derecho alguno, a dar muerte a la pareja,
nadie se puede reputar dueño de nadie, tampoco de los hijos; segundo,
ninguna persona tiene la potestad de disponer la vida de otra persona.
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interesa al Derecho penal es cuando terceros intervienen para
coadyuvar al suicida y así alcance su propósito.
6 En contra GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 79; V ALLE MUÑIZ, J.M.;
Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 72; G ARCÍA ARÁN, M.;
Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p. 20.
7 Vide, al respecto, NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, III, cit., ps.
140-141: Vid., GARCÍA ARÁN, M.; Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p.
20.
8 Así, V ALLE MUÑIZ, J.M.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 70.
9 Así, ZUBIRI DE SALINAS, F.; Colaboración al suicidio y eutanasia, cit., p. 62.
8
algunos autores- a medidas psicoterapéuticas de seguridad parcialmente
limitativas de la libertad personal, al considerárseles sujetos que, no
teniendo necesariamente una patología psiquiátrica, sí que presentan
una personalidad particular, que puede hacerlos peligrosos para otras
personas, teniendo en cuenta la demostrada conexión entre
autoagresividad y heteroagresividad (ejemplo: el típico homicidio-suicidio
del depresivo que mata a sus hijos o a su cónyuge por no soportar que
sigan viviendo sin su amparo o en su mundo que es tan solo
sufrimiento10. Mantener una penalización –así concebida-, importa una
suerte de irracionalidad punitiva, que no se condice ni es coherente con
la dignidad que debe preservar un orden jurídico humanista y
democrático.
10
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio…, cit., p. 87.
11
. Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 163.
12 . Así, NÚÑEZ, R.; Derecho Penal Argentino. Parte Especial, III, cit., p. 142.
9
participación, la ayuda e instigación al suicidio no deberían ser objeto de
punición.
13 GONZÁLES RUS, J.J.; Formas de Homicidio (II), cit., p. 79; Para VALLE MUÑIZ, se debe
acudir a fuentes cercanas, a la ética o a la religión, para justificar la existencia de
este precepto; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 73.
10
penal. La intervención de terceros, anota GONZÁLES RUS, puede
convertir en irreversible un proceso en el que siempre debe dejarse el
control final, la decisión última, hasta el postrer instante, al propio
suicida, sin dar pie a que la posibilidad de interrumpir o continuar el
proceso se vea condicionada por la interferencia de terceros 14.
14
. Gonzáles Rus, J.L.; Curso de derecho penal español. Parte especial, T. I. Director Cobo
del Rosal, cit., p, 79.
15 G ARCÍA ARÁN, M.; Eutanasia y disponibilidad de la propia vida, cit., p. 22.
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En lo que la legislación nacional abarca al respecto, dando lugar a la
instigación y al ayuda al suicidio, sólo la primera de ellas revela un
desvalor suficiente para poder ser penalizado, en cuanto a la necesidad y
merecimiento de pena, situación tal, que no acontece en el caso de la
colaboración, pues sólo prestar una ayuda a quien ya está decidido a
matarse, no adquiere relevancia suficiente de desvalor. Al igual el suicida,
puede alcanzar su objetivo, mediando cualquier otro tipo de ayuda.
Presentes todas las garantías, cautelas y requisitos precisos para
asegurar la auténtica naturaleza suicida de la decisión, la opción de
criminalización no es más que una burla a la efectiva vigencia y
trascendencia de los derechos constitucionales del más alto rango,
escribe MORALES PRATS16.
16 VALLE MUÑIZ, J.M.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 77.
17 MORALES PRATS, F.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., p. 75.
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y lograr su propia muerte, configuración de las cosas que no puede ser
reconducida al tipo penal de suicidio. DICHO EN OTRAS PALABRAS: el suicida
siempre debe mantener el dominio del hecho. Debe tratarse de una
persona con capacidad de discernimiento.
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muerte, pero en el ínterin, uno de ellos desiste, dándose muerte sólo uno
de ellos. ¿Cuál sería la problemática? Si al suicida frustrado se le puede
atribuir algún tipo de responsabilidad penal por el suicidio del otro; en
principio por intentar su propia muerte, de ningún modo podrá ser
reprimido, pero con respecto al otro, podría darse la punibilidad, siempre
y cuando, el sobreviviente esté incurso en algunas de las formas que
describe el artículo 113º del C.P., determinando dicha decisión suicida o
de haber colaborado en ella20; en cambio si ambos deciden dispararse
uno al otro, y por obra del azar, el disparo no da en el blanco en el caso
de uno de ellos, el sobreviviente será reprimido a título de autor de un
homicidio simple.
20 Así, PEÑA CABRERA, R.; Estudios de Derecho Penal. Delitos contra la vida…, cit., p. 213.
21 Así, CARBONELL MATEU, J.C.; Homicidio y sus formas (y III), cit., p. 99.
22 Así, ALONSO DE ESCAMILLA, A.; Del Homicidio y sus formas, cit., p. 56.
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Para que la instigación pueda ser eficaz, sólo podrá entenderse
concurrente cuando la inducción se dirija a una persona que no ha
adoptado la decisión de suicidarse, de modo que se excluirá del ámbito
típico las conversaciones entre un tercero y la persona que ha adoptado
la decisión de suicidarse, o que está en la fase de elaboración personal
de tal decisión, y ello fuera cual fuese la opinión que al respecto expresase
el tercero: el ordenamiento jurídico no impone un deber de tratar de
disuadir al suicida, ni de impedir comportamientos que no son lícitos, y
que entra dentro del “agere licere” (…)23.
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El suicida siempre debe tener el dominio del hecho. Debemos reconocer
-apunta BUOMPADRE-, que solo habrá suicidio y, consecuentemente, un
acto impune, cuando la decisión de matarse haya provenido de una
persona voluntariamente libre, es decir, de una persona con capacidad
suficiente de decisión para llevar a cabo un acto de esta trascendencia,
pues, de no ser así, vale decir, de tratarse de una persona menor de edad,
incapaz, enferma mental o cuando el consentimiento es obtenido por
violencia, engaño o cualquier otro vicio, deberá descartarse la calificación
de suicidio por la de homicidio por autoría mediata25.
25
. Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 162.
26 En el caso del C.P. español de 1995, en su artículo 143º se hace alusión a la
Cooperación necesaria al suicidio; entendemos que ello importa una complicidad
primaria, según nuestra opinión, en el sentido de que la contribución del tercero,
tiene que haber sido imprescindible para que el suicida haya podido lograr su
muerte, no cualquier contribución.
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coadyuven de forma efectiva para que el suicida pueda conseguir su
propia muerte. A diferencia de la instigación al suicidio, se advierte una
persona ya decidida a propiciar su propia autoeliminación, sólo que para
consumarlo requiere de la colaboración de un tercero, quien dolosamente
presta su auxilio.
27 Así, SOLER, S.; Derecho penal argentino, T. III, cit., p. 109; NÚÑEZ, R.; Derecho Penal
Argentino. Parte Especial, T. III, cit., p. 146.
28 SOLER, S.; Derecho penal argentino, T. III, cit., p. 108.
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actos que no rebasen el límite de la complicidad29. En efecto, la
colaboración debe ser entendida como la entrega del arma, del veneno o
de cualquier otro objeto, idóneo para que el suicida pueda lograr su
objetivo, si ya se produce un acto que recae sobre la integridad del cuerpo
humano, daría lugar a un caso de lesiones consentidas.
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pues la muerte es un elemento que está dentro del marco del injusto
típico (desvalor del resultado). En palabras de PEÑA CABRERA, en este
delito hay una exigencia: la obtención parcial o total del resultado
querido33.
- BASES CONCLUSIVAS
33 PEÑA C ABRERA, R.; Estudios de Derecho Penal. Delitos contra la vida…, cit., p. 213.
34
. Citado por Buompadre, J.E.; Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, 1, cit., p. 165.
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A los mortales no nos incumbe calificar dicha conducta, como un acto de
"cobardía" o de "valentía", ese es el derecho de todo ser humano de llevar
una vida digna, dependiendo de su propio juicio moral.
Sea cual sea el factor que lleva a un ser humano a caer en tal fatalidad,
su emprendimiento y realización requiere de cierto valor interno, a menos
que estemos ante alguien, que de tiempo perdió su interioridad volitiva.
35
. Montovani, F.; Sobre el Problema Jurídico del Suicidio…, cit., p. 90.
20
Suicido, no resulta jurídicamente admisible, al ser la vida humana un
bien jurídico aún indisponible.
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