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La palabra dislalia viene del griego “dys”, que significa “dificultad”; y “lalein” que quiere
decir “hablar”. Se trata de una dificultad para producir ciertos sonidos o grupos de
sonidos de la manera que se considera adecuada. Puede detectarse, por ejemplo,
cuando un niño recurre con frecuencia a la omisión de un sonido determinado por medio
de un silencio o alargamiento vocal. O si el niño sustituye siempre el mismo sonido por
otro similar, lo que se trata de un caso de sustitución.
Así mismo puede hacerse visible por distorsión, es decir, cuando el niño recurre con
frecuencia a la emisión de un sonido aproximado, pero que no es el que encaja con su
conversación. Finalmente puede pasar que el niño inserte un sonido como apoyo.
Fisiológica o evolutiva
Se considera una dislalia evolutiva al caso en el que el niño no repite por imitación
aquellas palabras que escucha, aun cuando su desarrollo y edad cronológica se
considera adecuada para esto. Su desarrollo por lo tanto se debe a una maduración
determinado del cerebro y el aparato fonoarticulador. Suele presentarse alrededor de
los 4 años de edad y se hace visible por una repetición fonéticamente incorrecta.
Orgánica
Se trata de una dislalia de tipo funcional cuando la articulación está relacionada con
los órganos periféricos que controlan el habla. En este caso los niños utilizan con
mayor frecuencia la sustitución, la omisión o la distorsión del sonido que se espera
pronunciar.
Audiógena
Como su nombre lo indica, se trata de la dislalia que es consecuencia de una
deficiencia auditiva.
Funcional
Resulta del funcionamiento del sistema de reconocimiento gnóstico y el sistema de
producción práctico, por lo que su etiología se relaciona con el desarrollo de los
procesos cognoscitivos.
Mixta
Como su nombre lo dice, una dislalia mixta es aquella en la que se presentan de
manera simultánea las manifestaciones de los tipos anteriores.
Según la pronunciación
De acuerdo con las dificultades específicas para la pronunciación según el alfabeto,
Peña-Casanova, 2014 (cita en Hernández y Rubalcaba, 2017), nos dice que la dislalia
puede dividirse de la siguiente manera:
Betacismo: en la pronunciación de la B
Deltacismo: pronunciación de la D
Gammacismo: pronunciación de la G
Kappacismo: pronunciación de la K
Mistacismo: pronunciación de la M
Rotacismo: pronunciación de la R
Sigmatismo: pronunciación de la S
La dislalia tiene un desarrollo y un curso multicausal. Es decir, que está causado por la
presencia de distintos elementos, entre los que puede encontrarse alguna función
orgánica determinada, y también un estilo de crianza que no esté favoreciendo la fluidez.
Etimológicamente significa dificultad en el habla, del griego dis, dificultad lalein, hablar,
pudiendo definirse como
los trastornos de la articulación en los sonidos del habla (pronunciación).
También se le conoce como las alteraciones en la emisión de ciertos sonidos de
vocales y consonantes, causadas
por disfunciones en los órganos fonoarticuladores las cuales pueden ser originadas
por evolución anómala en su
crecimiento, en su forma o en su posición.
Antecedentes históricos.
El suizo Schulter en los años 30 del siglo XIX comenzó a utilizar el término de dislalia
para diferenciarlo de la alalia
(sin lenguaje); posteriormente los estudios realizados por diferentes autores como A.
Kussmaul (1879), Berkan (1892), H. Gutzman (1927), P. Liebmann (1924), Froschels
(1928), y otros hicieron posible el significado hasta hoy.
Etiología.
Es necesario tener en cuenta que la pronunciación de los fonemas puede estar alterada
de diferentes formas, por
sustitución, distorsión y omisión; a su vez pueden variar de acuerdo con el número de
fonemas afectados, pudiendo
ser simple, múltiple y generalizada. Además, la nomenclatura del trastorno
correspondiente se determina con el
uso del nombre griego del fonema, al que se une el sufijo (ismo). Para alteración de la /
r/: rotacismo, de la /s/
Sigmatismo, etcétera si el fonema no está incluido en el alfabeto griego, se utiliza dislalia
de nombre del fonema en español.
Las alteraciones de los órganos periféricos del lenguaje, quedan comprendidas en tres
grandes grupos: las dislalias labiales, las dentomaxilofaciales y las linguales.
Los sigmatismos dentomaxilomandibulares pueden ser de tipo labiodental, donde la “s”
suena como silbido lo
cual puede deberse a prognatismos mandibulares, así como a protrusiones maxilares.
El sigmatismo interdentario produce un sonido de la “s” semejante a la “th” inglesa. Esta
situación afecta la producción de los sonidos
de la “t”,” d” y la “n”.
En el sigmatismo postdentario la lengua no se apoya en el paladar, pero sí en todo
ancho sobre la cara
palatina de los incisivos superiores; se produce entonces un sonido débil de las
consonantes mencionadas anteriormente. Este trastorno se asocia con deformidades
de la mandíbula y malposiciones dentarias.
Para hablar se precisan unas ideas que transmitir y un cuerpo para emitirlas: función
del hablante-vertiente expresiva del lenguaje. Y para que la comunicación sea efectiva
ha de llegar al oyente; éste recibe las ideas en forma de palabras y las entiende
(vertiente comprensiva). El cuerpo del sujeto emisor (hablante) y el del sujeto receptor
(oyente) son los instrumentos a través de los cuales la comunicación oral se efectúa.
Para la producción y la recepción del lenguaje se precisan los siguientes órganos y
estructuras:
Producción:
Percepción:
Dislalia funcional.
Alteraciones en la articulación de la
palabra, debidas a una mala coordinación de los movimientos que son necesarios para
articular ciertos fonemas.
No existe ningún trastorno físico ni orgánico que las justifique, sino sólo una incapacidad
funcional, fundamentalmente inducida por: educación deficiente, circunstancias sociales
desfavorables e incoordinación motora.
•Sustitución. El niño pronuncia un fonema otro, por ejemplo, convierte las 's' en 'z'.
•Omisión. La letra que crea dificultades no se pronuncia.
•Distorsión. Se pronuncia el fonema correcto, pero de manera distorsionada.
•Inserción. El niño introduce un nuevo fonema y en lugar de decir 'tractor' dice, por
ejemplo, 'taractor'.
Dislalia audiógena. Una buena audición es imprescindible para un buen desarrollo
psicolingüístico. Si la falta de
audición es parcial (hipoacusia), en función del momento de aparición (antes o después
de establecido el lenguaje),
pueden aparecer trastornos en la articulación. Una hipoacusia dificulta el
reconocimiento y la reproducción de
sonidos con similitud fonética. El habla del niño hipoacúsico se caracteriza por la
predominancia de los armónicos
graves y una reducción de la melodía de la palabra.
Dislalia orgánica. Son los trastornos de la articulación originados por alteraciones
orgánicas (anomalías anatómicas malformaciones.
Diagnóstico
Tratamiento
Terapia miofuncional
.
Ejercicios
Ejercicios de soplo:
•Soplar una corneta o silbatos.
•Aprovechar el baño para soplar las burbujas del jabón.
•Inflar globos.
•Hacer bolitas de papel y pedirle que las sople en una
superficie plana a manera de juego.
Ejercicios de labios:
•Apretar los labios y aflojarlos sin abrir la boca.
•Separar ligeramente y juntar los labios con rapidez.
•Sonreír sin abrir la boca y posteriormente reír.
•Proyectar los labios hacia la derecha y hacia la
izquierda.
•Oprimir los labios uno con otro, fuertemente.
•Sostener un lápiz con el labio superior a modo de
bigote.
•Inflar las mejillas y al apretarlas con las manos hacer
explosión con los labios.
•Abrir y cerrar la boca como si bostezara.
Ejercicios de lengua:
•Sacar la lengua lo máximo posible y volverla dentro de
la boca en movimientos repetidos a distintos ritmos.
Ahora bien, se señala que existen diversas causas que pueden generar los trastornos
articulatorios, dentro de los cuales se encuentran las dislalias de origen funcional
descritas por Pascual (1984) como un defecto en la articulación por una función anómala
de los órganos periféricos sin que existan trastornos o modificaciones orgánicas en el
sujeto, sino tan solo una incapacidad funcional.
Es en este sentido que Pascual (1984) refiere que existe una relación directa entre el
grado de retraso motor y el grado de retraso del lenguaje en los defectos de
pronunciación. Por tanto, estos defectos irán desapareciendo al mismo tiempo que se
va desarrollando la motricidad fina, pues el niño irá adquiriendo la agilidad y
coordinación de movimientos que precisa para hablar correctamente. …
Por un lado, encontramos las dislalias como trastorno en la articulación de los fonemas,
o bien por ausencia o alteración de algunos sonidos concretos o por la sustitución de
éstos por otros de forma improcedente.
DIAGNÓSTICO
Teniendo en cuenta la clasificación inicial, las dislalias orgánicas, pueden interesar los
diferentes órganos articulatorios,
siendo la toma dependiente de cada zona
específica.
La dislalia labial puede verse en los casos de parálisis facial y en el labio leporino.
La parálisis facial unilateral de los músculos de la cara produce en el paciente una
dificultad subjetiva para articular las sílabas que contienen las consonantes labiales.
Dentro de las dislalias de origen lingual debemos mencionar al frenillo sublingual, pues
se le atribuye, aun entre personas cultas, ser el responsable de las dislalias más
variadas, así como también otras afecciones del habla como la tartamudez y la disartría;
se ha demostrado que pocas veces el frenillo es tan corto como para dificultar la
articulación, y cuando sucede sólo están comprometidos los fonemas /r/ y /l/. (Trabajo
de terminación de Residencia Regal, 1984).
Las dislalias nasales y palatales, pueden incluirlas en el mismo grupo pues sus
patologías se caracterizan por modificar la
resonancia de los fonemas, por aumento (rinolalia abierta), o una disminución (rinolalia
cerrada). En los casos más leves
no se trata en realidad de dislalias, porque no está afectada la articulación, sino sólo en
los casos más acentuados hay verdadera dislalia (fisura palatina); en la rinolalia cerrada,
las causas fundamentales son por obstrucción de la cavidad nasofaríngea (pólipos,
vegetaciones adenoideas, tumores, etcétera), mejorando en la mayoría de
las veces con el tratamiento quirúrgico correspondiente.
Ésta se efectuará teniendo en cuenta las líneas generales de tratamiento, para los
trastornos articulatorios.
- Utilización de articulaciones o cualidades de articulación, que lleve implícito el
esqueleto funcional del fonema afecto.
- Movimientos biológicos con similares bases de funcionalismo.
En las dislalias orgánicas se debe realizar la corrección de la deformidad o malformación
anatómica, y valorar posteriormente la terapia logopédica.
El logo terapeuta evocará las posiciones y los mecanismos normales de los distintos
fonemas, enseñará al sujeto a repetir el movimiento correcto. Se valdrá para esto de la
imitación visual, acústica y cinestésica de su propia articulación, que solicitará al
paciente como fonema aislado en un principio, para sumarla luego en sílabas y
sucesivamente en palabras.
Dentro de los factores que influyen en la evolución se encuentran, el coeficiente
intelectual, la atención acústica, la cooperación individual y las características del
ambiente sociofamiliar. Se plantea que esta terapia debe ser presentada al niño, como
un entretenimiento, en el cual encuentre gusto y justificación instructiva, repitiéndolo
diariamente hasta llegar a la automatización de los fonemas aprendidos.
Una nota publicada en el Periódico La Jornada en enero del año 2012 da a conocer que
la dificultad para emitir fonemas (sonidos) a causa de la imposibilidad para gesticular es
clínicamente conocida como dislalia y representa 90 por ciento de los trastornos del
habla en el niño, aseguró la especialista Elizabeth González Flores, fonoaudióloga del
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco.
Señaló que alrededor del año y medio de vida el niño empieza a hablar, y si en esa
etapa no ha alcanzado el esquema articular para lograr la función del lenguaje, puede
sospecharse de un problema de dislalia.
La especialista dijo que para tratar los problemas del habla existe una amplia
clasificación de los fonemas; el rotasismo refiere dificultad con la R, el sigmatismo con
la S, el lalaísmo con la L y el dadaísmo con la D. Estos son los más difíciles de
pronunciar para el menor.
La primera etapa consiste en determinar las cuatro funciones básicas de la cavidad oral;
es decir, la capacidad de succionar, soplar, masticar y deglutir.
Después se pasa a la fase que consiste en enseñar la anatomía del cuerpo. En la tercera
etapa se induce al menor a detectar movimientos e imitarlos.
Durante la cuarta fase se recibe estimulación con base en campos semánticos para
generar vocabulario variado y, por último, se practican ejercicios para cada uno de los
fonemas, en sus tres posiciones gramaticales.
González Flores recomendó empezar el tratamiento en los primeros años del menor,
debido a que representa un problema a nivel social, emocional y de aprendizaje que
suele agudizarse en la etapa escolar.
Moreno, J.M. (2004) indica que son numerosos los acontecimientos que pueden
repercutir en el lenguaje infantil, padecer un trastorno como la dislalia puede provocar
dificultad en un niño para interaccionar con otro, una baja autoestima, dificultad escolar,
rechazo o burla por parte de sus mismos compañeros, falta de aceptación personal,
conflictividad, frustración, aislamiento, timidez, reducción del contacto con otras
personas o sentido de inferioridad. Berko (2010) define la Dislalia de la siguiente manera
“Proviene del griego que significa, dificultad, alteración, y palabra” (p. 14). De tal manera
que podemos decir que la dislalia es una alteración en la articulación de las palabras.
Del mismo modo Lexus (2010), realiza su definición de dislalia que nos viene a decir
que “es una alteración producida por causas orgánicas o fisiológicas” (p. 15). Diferentes
investigadores como Pascual (2007), Jiménez y Obispo (2006), Artigas, Rigau y García
(2008) definen la dislalia como “un trastorno de articulación de la palabra que puede
estar asociada a otros problemas del habla como la omisión de sonidos y algunas
alteraciones de la sílaba” (p. 20). Nos dejan un llamativo dato que dice que este trastorno
es hasta cuatro veces más frecuente en el sexo masculino, presentándose con mayor
frecuencia en la infancia, y puede ser pasajero o en ocasiones permanente. Uribe, Arana
Chacón y Lorenzana Pombo (2002) definen la dislalia como “alteraciones de los rasgos
fonológicos observados en la evaluación del habla actualizada durante el desarrollo del
lenguaje” (p. 20). De manera que los problemas que presenta la dislalia son debido a la
articulación de las palabras.
Podemos concluir que las dislalias orgánicas son aquellas que se originan debido a
daños anatómicos, por lesiones físicas o lesiones en el sistema nervioso central. Hay
autores que las clasifican en distintos tipos, de forma que las dislalias que afectan a los
órganos articulatorios las conocen como disglosias, las dislalias que se deben un fallo
en el control motor las llaman disartrias y, por último, las causadas por problemas de
audición las tachan de dislalias audiógenas. Clasificación que produce en el usuario un
mejor entendimiento y comprensión. En cuanto a las dislalias funcionales, Moreno-
González y Ramírez-Villegas (2012) las entienden como una alteración de los órganos
sin ningún tipo de causa que los justifique. Lo que enlaza nuestra conclusión con el
primer artículo, que viene a dejar entrever que la existencia de la dislalia funcional es
fruto más de una incapacidad para encontrar una verdadera causa o razón que dé una
explicación al sujeto, que de un tipo de dislalia propiamente dicho.
Toja y Peña-Casanova (2014) nos añaden un tipo de clasificación más acerca de las
dislalias:
Según Solomon (1961) los niños con dislalia se diferencian de los niños con un
desarrollo normal del habla en sus relaciones fraternales y en sus tensiones, angustias
y miedos.
Sussman (1975) considera que la dificultad articulatoria infantil puede estar ocasionada
por la inmadurez del niño, bloqueos emocionales, conductas inestables, etc. En 1990,
Perelló mantiene que la dislalia es más frecuente en niños con determinadas
características de la personalidad. Según él, estos niños durante la exploración se
muestran intranquilos, inconstantes, distraídos, tímidos, a veces apáticos y faltos de
interés por aprender. Asimismo, plantea que las madres de estos niños son más
neuróticas y altivas que las madres de los niños con un desarrollo normal del habla.
Bruno y Sánchez (1994), plantean que entre los factores favorecedores de la aparición
y/o mantenimiento de la dislalia se encuentran las presuntas características
psicopatológicas del niño. Es decir, que la personalidad del niño podría actuar como un
factor etiológico indirecto en la alteración articulatoria.
Y Massana y Artal (1997) señalan que entre las causas que pueden motivar la dislalia
se encuentran características psicológicas tales como la falta de aceptación del niño, la
baja autoestima y las perturbaciones afectivas y emocionales. Sobre esta descripción y
tras los escasos recursos y estudios previos sobre las características de la personalidad
de los niños con el trastorno dislalia. Podríamos identificar una serie de ellas que
presentan en común todos los individuos afectados por dicho trastorno:
Factores psicoafectivos: donde el niño es sobreprotegido por los padres, consecuencia
que, va a desarrollar en el niño cierto grado de sensibilidad, entre otros, además de,
crear dependencia hacia el adulto padres o maestros.
Factores de facilidad a perder el control emocional: los niños con dislalia presentan
dificultad para asociarse con los demás, se muestran inhibidos, manifiestan ansiedad,
al ser conscientes de la patología que padecen, tienden a comportarse con
características de ansiedad, tensión e inseguridad.
En conclusión, se habla de un trastorno del habla. Los niños que tienen esta patología
del lenguaje tienden a presentar características tales como, tensión, inseguridad,
sensibilidad, dependencia, timidez, apatía, bajo nivel de autoestima, miedo al rechazo
y burla, etc. además de que, son niños que pueden ser más tendenciosos a perder el
control y difícilmente pueden relacionarse con los demás niños de su entorno social o
escolar. Son pocos los recursos y estudios que se encuentran acerca de este trastorno,
por lo tanto, supone una barrera a la hora de delimitar si los rasgos de personalidad de
estos niños causan el desorden lingüístico o, por el contrario, son un defecto del mismo.
Es de necesidad un mayor conocimiento e indagación sobre los comportamientos,
factores y características que desarrolla la personalidad en los trastornos del lenguaje,
ya que, el mayor suceso se da en la etapa infantil, durante el periodo escolar del niño y
esto puede ser poco beneficioso en esta época de vital importancia del desarrollo
cognitivo infantil.
Como se ha comentado con anterioridad, es muy importante tener en cuenta los
aspectos y características personales y, en general, el contexto del cual el niño es
participé, ya que, estos factores tienen importancia en la aparición y en el mantenimiento
de la dislalia. Para poder facilitar que el niño supere su trastorno del lenguaje de una
manera natural, total y sin dificultades y para que, en ningún momento, pueda llegar a
ocasionar o ser algún tipo de inconveniente a la hora de las relaciones interpersonales,
con sus iguales, en su contexto de desarrollo y de comunicación, es necesario tener en
cuenta dichos factores.
Según el criterio de Cristina Rivera (2009) en su artículo, debemos tomar dos corrientes
para realizar una intervención acerca de la dislalia, división en la que coincide con otros
autores como Estefanía Fernández (2014), Elisabeth Rodríguez (2010), etc. y que viene
a plantearnos lo siguiente:
Intervención directa: tiene como objetivo enseñar al niño a emitir todas las
articulaciones e integrarlas en su expresión y diálogo, intentar una articulación fonema-
problema y su generalización en el lenguaje espontáneo a través de actividades
articulatorias.
Intervención del docente
Basándonos en las diferentes opiniones de autores que han estudiado y trabajado sobre
el tema, nos encontramos ante varias formas y estrategias de actuación ante el
alumnado que presenta este trastorno. María Ramírez (2011) y Cristina Rivera (2009)
proponen una serie de ejercicios clasificados de la siguiente forma:
1. Trabajar por medio del juego: utilizando sonidos auxiliares para que llegue a articular
los fonemas bien, siempre teniendo en cuenta diseñar actividades en función a los
intereses del alumno.
2. Enseñar a la vez todas las consonantes: siempre dentro de los límites que suponen
el grado de madurez y la preparación previa de la enseñanza directa de cada
articulación. Realizar la enseñanza de forma análoga ya que al presentar el mismo
mecanismo de ejecución facilitará su aprendizaje.
5. Dichos ejercicios deben componerse de corta duración para evitar fatigar al niño,
además se fomentará su capacidad para corregir fonemas alterados y el aprendizaje de
otros aún desconocidos.
6. Las estrategias de intervención irán dirigidas a aumentar la discriminación auditiva,
mejorar la voz o realizar ejercicios respiratorios entre otros.
7. Sería interesante grabar el habla del niño durante la práctica y al comienzo del
proceso de intervención, para comparar los avances que alcanza el alumno.
Sin embargo, Elisabeth Rodríguez (2010) formula una serie actividades y funciones que
podría realizar el maestro para la intervención:
5. Coordinarse con tutores y demás profesionales que intervengan con los alumnos con
dislalia.
En cambio, Regina Fernández (2008) opta por ir un paso más allá y se decantaría por
la realización de una adaptación curricular. Esta la clasificaría en adaptación curricular
del centro, adaptación curricular en el aula y adaptación curricular individual. Siempre
realizando una evaluación previa para acercarse a las necesidades educativas
especiales del alumno. 1. Adaptación curricular de centro: un centro que escolarice
alumnos con dificultades en la adquisición del lenguaje hablado debe contener una
educación compartida por la comunidad educativa.
El proyecto de centro: debe incluir que dentro del centro están siendo educados
alumnos con dificultades en la adquisición del habla, contemplando un concepto
integrador y de aceptación a la diversidad educativa.
Una adecuada ubicación del alumno con dislalia en cuestión y disponer de material
adaptado. Plantear unos objetivos y contenidos en la programación que fomenten la
solidaridad y el respeto entre los compañeros, contenidos válidos para todo el grupo,
desarrollando actividades que fomenten la socialización, la autoestima, la integración,
etc. potenciando contenidos relativos a aspectos fonológicos. 3. Adaptaciones
curriculares individuales: a. Elementos de acceso al currículo:
Selección de aquellos momentos en los que el alumno deba salir del aula para ser
tratados por los profesionales del centro.
Existen bastantes problemas para lograr una clasificación de los tipos de dislalia que se
dan, ya que cada autor realizaba un orden diferente, añadiendo más tipos o suprimiendo
y eliminando otros, se ha elegido aquellos en los que los autores más de acuerdo
estaban y las que dé más ayuda nos han servido para el desarrollo del tema.
Es primordial que el docente pueda contar con los elementos básicos sobre este tema
y sus características, para que se pueda realizar un descubrimiento temprano y poder
intervenir cuanto antes. Él es quien pasa día a día con el alumno, por lo que es él quien
en primer lugar podrá darse cuenta de si el alumnado sufre algún tipo de trastorno,
estando en el esta responsabilidad. Se descubrieron varios aspectos que
desconocíamos de la dislalia, siendo muy enriquecedora su realización y considerando
que a todo maestro le vendría bien para su formación conocer la información ofrecida
en este estudio, ya que, como dije con anterioridad, cada día nos encontramos estos
casos y la solución más común y habitual no es otra sino la de ser enviados a los
especialistas, sin margen de actuación por parte del docente debido al desconocimiento
o la escasez de recursos existentes sobre como obrar.
BIBLIOGRAFÍA
“Dislalia”
“Un trastorno de articulación de la palabra que puede estar asociada a otros problemas
del habla como la omisión de sonidos y algunas alteraciones de la sílaba” (p. 20).
Jean (2011): “La dislalia viene causada por que el niño no ha adquirido de forma
correcta los patrones de movimiento que son necesarios para la producción de algunos
sonidos del habla” (p. 26).
Ajuriaguerra y Marcelli (1982), Serón y Aguilar (1992), Ramos y Manga (1996), Busto
(1998) y García-Valdecasas (2000): “Existe una estrecha relación entre trastornos
psicoafectivos en la primera infancia y perturbaciones en el habla” (p. 136).
Dr. Alfredom Cordero, Rosa M. de Quantin (1974): “La dislalia es una perturbación del
lenguaje que se caracteriza por la incapacidad de pronunciar bien ciertos fonemas; es
decir, colocar los órganos fonatorios en la posición correcta” (p. 3).
Aguilar (1991): “Los trastornos del lenguaje como efecto de las condiciones de
aprendizaje, personalidad, motivación y situación, las dislalias múltiples funcionales” (p.
136).
“Intervención dislalia”
Del Rio (1987): “El intercambio comunicativo entre padres/madres e hijos/as determina
la forma en la que el/a niño/a aprende y desarrolla su comportamiento verbal” (p. 2)