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CAPÍTULO VIl

LAS PRÁCTICAS SOCIALES Y

$ (}/ll)FU{fJfi)L.r 117 1¡~~./~¡ 4_ ~ &t¡11iV~MJ. CULTURALES DE LA CLASE OBRERA.

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En las páginas anteriores se ha estudiado el protagonismo de la cla-


se obrera durante los años que median entre el golpe de estado de 1955 .
· y las vísperas de los comicios electorales de marzo de 1973. En esas dé-
cadas, el proletariado industrial desempeñó un papel.político de primer
orden. Si bien esta investigación se concentró en la actividad gremial en
el área metropolitana de Buenos Aires, ésta no puede entenderse si no
se consideran otras perspectivas de abordaje.
Dichas prácticas gremiales adquieren una mejor comprensión si se
..las analiza como una parte integrante y esencial de la cultura_ de los tra-
bajadores de esos años. 1 La conflictividad de la época no se debe enten-
der como el mero result3.do de una conducta economicista. Se trata de
demostrar que la actividad de los obreros no estuvo motivada sólo por
factores económicos sino que intervinieron ideas y valores desarrollados
a partir de la experiencia hecha como st.Ueto colectivo. Como ha sido ob- ¡:
servado a lo largo de este estudio, en el despliegue de tales actitudes in-
tervinieron características y atributos propios de la clase obrera
Así, este apartado intenta lograr una mayor captación del mundo la-
boral a partir del análisis de algunos de esos rasgos sociales; para acer-

Del mismo modo que lo subraya Eric Hobsbawm, en su ensayo sobre la cla-
se trabajadora británica, el vocablo "cultura" se lo utiliza aquí en su "senti-
do más amplio". Eric Hobsbawm. "La formación de la cultura obrera britá-
nica"; en Eric Hobsbawm. El mundo del trabajo. Estudios históricos so- ~ •• :. • !

bre la formación y evolución de la clase obrera. Barcelona, Crítica, 1987,



p. 227. ;..
357
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Alejandro Schneider
tas experiencias comunes separan a la clase trabajadora de la clase i::
carse a esa meta, se ha estimado necesario aprehender esa riqueza des- política. "4
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de una aproximación microrregional. De este modo, se creyó oportuno
examinar dicha experiencia desde un ámbito local: el Gran Buenos Ai- No conforme con esa definición, Petras subraya cinco característi-
res. Se ha seleccionado este espacio geográfico por dos razones. En pri- cas nodales de la clase trabajadora argentina:
mera instancia, por ser un área masivamente obrera con una importan- ·
te y continua presencia industrial en el transcurso de esas décadas. Co~ 1) ésta manifiesta una singular capacidad de "solidaridad" y de "or-
roo se ha demostrado en el primer capítulo, la radicación y la ocupación ganización clasista".
de establecimien tos manufacturer os en el cinturón bonaerense tuvie- 2) presenta un "rechazo" generalizado al "estado" y a "la domina-
ron un significativo peso en el aparato productivo del país. Y segundo, ción y los valores de la clase gobernante".
en esas jurisdiccione s se conform;u-on pautas culturales y sociales .es- 3) expresa un claro interés en "no sacrificar su nivel de vida" en pos
pecíficas generadas por ese desarrollo econÓmico y por la forma parti- de un ficticio "desarrollo capitalista".
cular que adoptó la urbanización del lugar. 4) posee "potentes lazos informales" manifestados "a través de la fa-
milia", el vecindario y "el lugar de trabajo", lo que le permite refor- r.

zar la unidad de la clase "en contra de la clase gobernante". j.

. TRABAJADORES CON CONCIENCIA DE CLASE 5) tiene "altos niveles de confianza y apoyo mutuos existentes den-
tro de las comunidades locales" que se expresan en "los lazos pri-
· Distintos enfoques sociológicos consideran a la clase obrera argen- marios" que les provee "seguridad para las organizaciones clasistas
tina como una clase madura. Según Torcuato Di Tella, en un clásico en- y los activistas locales", a un nivel que "ninguna organización formal
sayo influido por el pensamiento de Gino Germani, su "grado de madu- puede igualar". 6
rez" está "medido" por su "capacidad para hacer funcionar" distintos ti-
pos de asociaciones voluntarias: sindicatos, cooperativas de consumo, Como se puede apreciar, para· Petras, estas característica s explica-
2
asociaciones de fomento, entre otras. Por su parte, Juan C. Torre defi- . ron los rasgos esenciales de la clase obrera de esos años. Las opiniones ~ ~ ·.
ne esa maduración sobre la base de dos magnitudes: una "demográfica sociológicas vertidas destacaron diferentes atributos, incluso contra-
o socio-económica", la otra, "política". La primera está dada porque dictorios, a la hora de definir la maduración de la misma. Dentro de es-
"sus miembros poseen un alto grado de homogeneida d en su origen so- te debate, la presente investigación se inclinó a pensar que el grado de
cio-cultural y sus experiencias de vida"; en ta.Il.io, la segunda dimensión madurez se expresó en el alto nivel de actividad gremial desplegado y
responde al hecho de que "los trabajadores" han sido del todo incorpo- en las fuertes redes de sociabilidad y solidaridad que hicieron posible
rados "a la comunidad política nacional".
3
· tales prácticas. Ahora bien, en vez de esta con~eptualización, preferi-
Desde otra perspectiva ideológica, James Petras afirma que la clase rnos subrayar que los trabajadores en tanto que empezaron a ser cons-
obrera posee una cultura propia muy fuerte, que ordena su vida alrede- cientes de que eran privados de sus condiciones de existencia por el ca-
dor de "redes sociales, políticas y familiares". El sociólogo estadouni- pital, en el desarrollo y proceso de sus luchas contra la patronal, fueron :.:::·¡
dense advierte, además, que "las relaciones, actividades, valores y posi- cobrando una clara conciencia obrera -y por momentos- anticapitalis- ::'.,·1
ciones" de los trabajadores son distintos de los de· sus dirigentes, pese ta. '¡.'..
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a que éstos participen en "organizaciones comunes" y "compartan la . Aunque estas cualidades se han subrayado en los capítulos anterio- ¡!:.,,

res; el comportamie nto desarrollado por la clase obrera durante esas ¡:,!,
conducta electoral". El elemento diferenciador es que existe :1:.,
décadas adquiere una mejor comprensión si se lo analiza desde una '\::
"una subcultura col1lún que une a la clase trabajadora independien- perspectiva más vasta. El accionar de los trabajadores se ha nutrido no ¡:l

temente de la organización formal, \ma subcultura que abarc;a el pa- sólo de las relaciones de producción en la que están sometidos, de la ::·/:\
rentesco, la vecindad, el lugar de trabajo y .los clubes sociales. Es- explotación y de la experiencia laboral sino también de diferentes as-
::1
1
4 James Petras. "El terror y la hidra: el resurgimiento de la clase trabajadora
2 Torcuato Di Tella. El s~tema político argentinO y la clase obrera. Buenos argentina"¡ en James Petras. Clase, Estado y Poder en el Tercer Mundo.
Aires, EUDEBA, 1964, pp.11·12. México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 290.
Juan C. Torre. Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976. Buenos Aires, 5 Idem., pp. 290-292.
,ii;
3 :·:¡
CEAL, 1983, pp. 10-11.
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Alejandro Schneider
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
pectos de la vida cotidiana que· trascendie ron a la estructura producti-
va Los banios y los vecinos, el entramado urbano que rodeaba a las fá- obrera netamente urbana Asimismo, la actividad laboral en las fábricas
bricas, fueron esenciales tanto en la conformación de una cultura, de homogeneizó la conciencia pese a los diversos orígenes migratorios.
una identidad como de una conciencia obrera 6 En otras palabras, am- · Por otra parte, estas experiencias externas que se elaboraban al.
pliar el estudio hacia la "comunidad" permite un entendimiento más margen del procesQ productivo influían en este último. La cohesión pa- ·
acabado del período. En otro contexto histórico, John Rule afirmaba: ra la realización de las medidas de fuerza no sólo se creB.ba en los esta-
blecimientos fabriles y en los talleres sino que también ésta se solidifi-
"Muchísimas comunidade s ocupaciona les se podían describir como caba y se nutría de la vida cotidiana de los barrios. Nuevamente, la si-
comunidade s obreras en el sentido objetivo de que estaban com- guiente reflexión de Rule ayuda a comprende r este rico fenómeno:
puestas por personas que compartían la experiencia común de ven-
der su fuerza de trabajo a capitalistas que no pertenecían a la comu- "Si un hombre que duda acerca de participar o no en una huelga, sa-
nidad."7 be qu~,debe vivir apartado de la vida entre sus compañeros , tiene
desde luego su elección constreñida por el hecho de pertenecer a
E:n este sentido, los ámbitos de sociabilidad que tuvo la clasé obre- una comunidad, pero al menos parte de esta constricción depende
ra junto con sus familias durante esas décadas fueron de extraordina- de la experiencia compartida y la solidaridad de una comunidad de
ria riqueza. Éstos se expresaron tanto en entidades formales como en obreros."8
asociacion es no institucionalizadas. Las primeras cobraron forma en
sindicatos (nacionales y seccionale s locales), juntas vecinales, clubes,
sociedades de fomento, bibliotecas populares, asociaciones mutuales. LA IMPORTA NCIA DE LAS ENTIDADES GREMIALES
La segunda se plasmó en los bares cercanos a la fábiica, el "picado" en
el potrero, las plazas, las esquinas, las veredas. Estas instituciones (ma- Como se ha intentado demostrar en las páginas anteriores, las orga-
nifiestas y tácitas) colaboraro n en dotar un sentido de pertenencia_y de nizaciones gremiales conformaron un factor de poder indiscutible en
identificación con el barrio y con las propias pautas culturales de la cla- esas décadas. La mayoría de los estudios históricos subrayaron este
. se trabajador a La solidaridad, la búsqueda de asociarse en pos de ob- punto. Su fuerza social no solamente descansó en el número y en la ca-
jetivos comunes, la constante recreación de mecanismos que.conducen pacidad de integrar a su esfera de acción a una proporción significati-
a la colaboraci ón mutua y hasta la propia necesidad humana de encon- va de la población, también en el impacto de sus demandas económicas
y políticas en el conjunto de la sociedad argentina Sus funciones esca-
trar tiempo para el esparcimiento fueron elementos que intervinieron
paron al simple marco reivindicativo. Su presencia se materializó, en la
para conformar una homogeneidad.
vida cotidiana de los trabajadores, en los reclamos diarios dentro de los
Dichos factores contribuye ron a generar espacios de actividad espe-
lugares de empleo y en sus actividades asistenciales, sobre t<;>do, en la
cífica con indicios simbólicos precisos. Éstos pemLitieron constituir
salud y en la recreación. 9 Por último, no por eso menos importante, su
una base mínima de supuestos comunes que ayudaron a establecer una
peso se hizo sentir en las decisiones gubernamentales. Al respecto, Ru-
cultura muy peculiar, la que fue alimentada por costumbre s y compor-
bén Zorrilla considerab a que,
tamientos consensuales. Tampoco estuvieron ausentes las normas con-
suetudinar ias que se elaboraron en oposición y en distinción de otras
"desde 1955 no existía para la clase trabajadora una organización
clases sociales. La tendencia a asociarse en diferentes entidades barria-
política legal que canalizara sus apetencias políticas. Por ende, el
les o laborales demostró el grado de madurez alcanzado por esta clase sindicalismo se convirtió en la organización institucional encargada
de hacerlo." 10 ·

6 Daniel Walkowitz, en su investigació n sobre los obreros industriales de las 8 Idem., p. 233.
ciudades de Cohoes y Troy, en el estado de Nueva York, observa que lastra- 9 No faltaron aquellos gremialistas que, en la década de 19~0, advirtieron so-
diciones y los acontecinüe ntos locales pueden afectar las formas en que se bre el papel empresarial que podía desempeñar el sindicalismo. Por ejem-
llevan a cabo las protestas. Daniel Walkowitz. Worker City, Company plo, Juan J. Taccone, dirigente de Luz y Fuerza, aludió en un libro de su au-
Town. !ron and Cotton-Worker Pro test in Troy and Cohoes, New York, toría como "altamente beneficiosa" la participació n del sindicato en el Di-
1855-84. Chicago, University of Illinois Press, 1981. rectorio de las firmas de Segba e Ítalo de energía eléctrica Juan J. Tacco-
7 John Rule. Clase obrera e industrializ ación. Historia social de la revolu- ne. Crisis ... Respuesta Sindical. Buenos Aires, s/e, 1971, p.84.
ción industrial británica, 1750-1850. Barcelona, Crítiea, 1990, p. 232. 10 Rubén Zorrilla. Estructura y dinámica del sindicalismo argentino. Bue-
nos Aires, La Pléyade, 1974, p. 110.
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Alejandro Schneider Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
Más allá de su insoslayable lugar, algunos· asnntos -como, por ejem- to. Este proceso, a su vez, fue favorecido por un marco jurídico que
plo, la tasa de sindicalización- hap. sido temas de debate. 11 Según Torre, otorgó al empleador la facul~d de retener un porcentaje de los haberes
habría que considerar las cifras proporcion adas por el Censo Nacional para el pago de la cuota smdical. Estos indicadores numéricos y la for-
de Asociaciones Profesionales de 1965 y los padrones de la Confedera- ma en que se producía la incorporac ión a las asociaciones profesiona-
ción General del Trabajo (CGT) con ciertas limitaciones: en la estadísti- les refuerzan nna de las hipótesis qqe explicita este libro: la importan-
ca oficial, el relevarniento hizo hincapié en determinad as áreas conflic- cia que tuvo la actividad gremial en la clase obrera en este país.
tivas, como por ejemplo los ingresos económico s de los sindicatos, que No siempre los sindicatos industriales lideraron el proceso de afilia-
pudieron hacer disminuir los cotizantes; por el contrario, en el segundo ción. En la década de 1930, el predominio correspond ió a los gremios
registro, los datos de la ceritral obrera se abultaron, en reiteradas oca- del transporte (Unión Ferroviaria, La Fraternida d y marítimos) y de ser-
siones, en pos de la distribución de los cargos de delegados para la par- vicios (municipales, comercio, empleados de la administración públi-
ticipación de sus congresos. 12 No obstante, se pueden extraer algunas ca). Este panorama numérico~te revirtió al calor del desarrollo fabril y
conclusiones; entre otras, la notable presencia de los sindicatos enrola- de la modificación del papel del estado en el tratamiento de la cuestión
dos en la categoría de "Industria Manufacturera" y, dentro de ésta, de sindical, máxime, con el advenimiento del peronismo. Durante el perío-
los gremios metalúrgicos, alimentación y textiles, así como también la do de estudio de esta investigación, como se ha obseiVado, el movi-
amplia gama de sPrvicios sociales que prestaban las entidades. 13 La en- miento obrero organizado estuvo encabezad o por la Unión Obrera Me-
cuesta realizada IJ;.ljo la presidenci a de Arturo lllia resumía: talúrgica (UOM)~ Esto se debió tanto a la capacidad y la significación so-
cial de su movilización como a sus recursos fmancieros, cantidad de ad-
"1°) Que sobre 274 escuelas sin~cales y técnicas, 244 corresponden herentes, trabajador es cubiertos por contratos colectivos, centraliza-
a la actividad 'Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones'. Es- ción y proyección en la arena política 16
tas escuelas pertenecen al gremio d~l transporte ferroviario. 2°) La · Pese a no disponer de una cifra exacta acerca de la cantidad de afi-
'Industria Manufactw:"era'. se destaca en la proporción que alcanza liados en el área metropolitana, se puede considerar -según los diferen-
sobre el· total de: Bibliotecas, Colonias de Vacaciones, Farmacias,
tes testimonios relevados- que hubo un categórico índice de sindicali-
Gestorías de Jubilación, Proveedurías, Sanatorios y Talleres. ni4
zación. Un número importante de trabajador es estaba enrolado en los
grandes gremios nacionales como los metalúrgicos, textiles, mecánicos
Al margen de estas apreciaciones estadística s habría que considerar
que las cifras, tanto las brindadas por Torre como las del Censo, indi- y ferroviarios, entre otros, que tenían sus propias se<;-fionales ~n el co-
nurbano. Además, se hallaban entidades pequeñas éomo las que agru-
can nna alta tasa de sindicalización en comparaci ón con otras naciones
de occidente ·donde, al igual que en la Argentina, la adhesión no era paban a los obreros de FATE en el sindicato del neumático (SUTNA) o los
obligatoria". La afiliación a nna entidad laboral representó un hecho ca- ceramistas (FOCRA) de Lozadur. Tampoco fal,taron las organizaciones la-
si natural. El trabajador que se incorporab a en nn establecim iento in- borales por fábricas, como el SOERM que nucleaba a los obreros de Re-
dustrial o en el ferrocarril, inmediatamente se enrolaba en nn sindica- finerías de Maíz, o la que reunía a los operarios de Standard Electric,
que a su vez estaba enrolada dentro de los telefónicos (FOETRA). Este
encuadre gremial no fue homogéneo. En algunas empresas industriales
-por ejemplo, en Ford Motor o Del Cario- los trabajador es estaban de- 1
11 La tasa de sindicalización es el resultado de una relación porcentual entre sagregados entre mecánicos y metalúrgicos. En Astarsa, la separación
la cantidad de afiliados y la masa total de trabajadores potenCialmente sin- se daba entre este último gremio y los navales. Sin embargo, estas dis-
dicalizables. tinciones organizativas no impidieron que -en varias oportunidades,
12 Juan C. Torre. "La tasa de sindicalización en la Argentina"; en DesarroUo como se ha indicado anteriorme nte-, iniciado un conflicto, _dicho divor-
Económico, vol. 12, n°.48, Buenos Aires: enero-marzo 1973, pp. 904-905. cio desapareci era y se enfrentara al capital en forma conjunta
13 .En este sentido, esta investigación coincide con la siguiente apreciación: Algunas de estas entidades realizaron actividades ligadas a los ba- .
"el liderazgo sindical de la época asentado en los grandes sindicatos de in- rrios. De este modo, los sindicatos facilitaban los vínculos de los traba-
dustria expresaba una fuerza social mucho más intensa que lo que el puro jadores entre las unidades de producción y los vecindarios que habita-
dato de afiliación permite suponer." Julio Godio, Héctor Palomino y Achim
Wachendorfer. El movimiento sindical argentino (1880-1987) Buenos
Aires: Puntosur, 1998, p. 73. 15 Zorrilla considera que fueron "las grandes inversiones" industriales de 1958
14 Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Censo Nq,cional de Asociaciones las que permitieron elevar "a un primer plano" a esa entidad gremial. Ru-
.Profesionales. Agosto de 1965, p. 7. bén Zorrilla, op.cit., p. 153.

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Alejandro Schnei der
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
ban; Éstos servían de puente y comunicación para que determ
inados Las organizaciones formales en los barrios tuvieron distint
aspect os de la clase obrera trascen diesen del lugar de trabajo os oríge-
y llega- nes. Algunas se remitieron a las agrupaciones creada s por inmigr
sen a la comunidad. Por ejemplo, en 1952 se creó un Ateneo antes
Sindical, europeos, en su época de arribo masivo,· como el Centro Social
que agrupó a varios sindica tos locales de San Fernan do y Tigre Sirioli-
con el banés, la Sociedad Italiana Unione e Benevolenza, la Sociedad
fin de "fomentar la educac ión y la cultura" entre los vecinos del1ug 16 Españo-
ar. la de Socorr os Mutuos (todas de San Fernando); la Sociedad
También difundían sus propue stas y reclamos en los periódicos Española
regio- de Socorr os Mutuos de San Isidro, la Torre Catalana (Vicente
nales, a la vez, invitaban a partici par a los trabaja dores de la zona López),
en los entre otras. Estas entidades, por lo general, se establecieron
diferentes encuen tros gremiales. 17 En cierta forma, esto se resume en las
en la áreas de asentamiento más antiguo; en las adyacencias del Ferroc
breve reseña-que hizo· la Socied ad de Obreros Aserradores y Anexo arril
s de Mitre (ramal Retiro-Tigre) a fines del siglo XIX y principios del
San Fernan do, Tigre e Islas en:· ocasió n de su cincuenta-aniversari XX. Su in-
o: cidencia vecinal fue decayendo durant e los años estudiados.
Décad~.más tarde, algunas asocia ciones se
"[... ]clausu rado varias veces, persegu idos sus dirigentes en las originaron basánd ose
épo- en reclamos para obtene r o mejora r s~~cios elementales de
cas ya superad as por la policía brava [... ]·pudo campea r los tempo- infraes-
tructura. Preocupaciones tales como el pavimento, los desagü
rales para que los trabaja dores, hoy corno ayer, tengan en-ella
su se-
es pluvia-
les, la limpieza de calles, el alumbrado, fueron canalizadas
gundo hogar y la segurid ad de la defensa de sus derechos. r~ .. ]
Fuer- por estas
te por la cantida d de sus adheren tes y por la místi,ca que cada instituciones. -Un sinnúmero de estas organizaciones surgió al
uno calor del
de ellos pone en defensa de su querido sindicato. La. Socieda crecimiento industrial y del poblamiento de los barrios. Por ejempl
d de o, la
Obreros y Aserrad eros [... ] merece el público reconocimiento Unión Vecinal General Pueyrr edón de San Isidro se encargó de
por tramita r
su contrib ución al progres o de la zona norte. "18 la pavimentación de algunas calles de ese distrito; por su parte,
los ve-
cinos ·de la Sociedad de Fomen to El Zorzal de El Talar de Pachec
o co-
labora ron con la instalación de agua y de energía eléctri ca 19
LAS ORGANIZACIONES BAR.RIAlES Otros fines sociales que persiguieron fueron la constr ucción de
cen-
Y LA CLASE TRABAJADORA tros de esparcimientos (canchas, pistas de bailes) y culturales
(biblio-
tecas, conferencias) y el mantenimiento de establecimientos escolar
es.
Los sindica tos no fueron las únicas entida des que agruparon Así, la. Unión Vecinal de Munro sostuv o económicamente a la
a los escuel a
trabaja dores como tales. De hecho, éstos traslad aron sus experi infantil del barrio homónimo y la Sociedad de Fomen to Carlos
encias Gardel,
a· los vecindarios que habita ban. El obrero que partici paba de en colaboración con la municipalidad de San Isidro, construyó
activida- la escue-
des colectivas en la fábrica, y en algunos casos podía llegar a la no 30 de Becca r con ayuda de vecinos, mediante "pruebas de
convertir- regula-
se en activista, arrastr aba dicho saber hacia sus lugares de residen ridad de automóviles" entre dicha localidad y Escobar, y la realiza
cia. ción
La sociabilidad adquirida, cotidianamente, en el taller -y que de "carrer as de bicicletas". 20 En estas instituciones tambié n
cobró for- funciona-
ma en un sindic ato- la recrea ba en el barrio. Ésta. no sólo ron centro s de salud, las denom inadas "salitas del barrio", que
se dio en se dedi-
aquellas áreas que contab an con filiales locales de los gremio caron desde la medicina preven tiva hasta la atención de primer
s naciona- lios.21 os auxi-
les o en los sindica tos de fábrica, sino tambié n en socieda:des
de fomen- En las villas, al igual que en los barrios, existieron juntas vecina
to y juntas vecinales. Los tipos de vivienda, los lugares donde les,
se insta- socied ades de fomento; comisiones de madres. Algunas tuviero
laron, la compl eja relació n mante nida con los establecimientos n un
fabriles funcionamiento regular en torno de las dificultades del lugar. Otras
reflejaron (y fueron fruto) del régimen de explot ación nacido fue-
en el ám-
bito laboral. Las relacio nes de fuerza entre las clases tuvieron
su expre-
sión fuera del trabajo; de este modo, entre ambos espacios existió
una 19 La Ribera no 12.166, 27 de marzo de 1963 y El Comercio
manifiesta homog eneida d de.clase. de San Fernando
n° 606, 30 de septiembre de 1961.
20 Vicente López no 144, octubre de 1946 y La Ribera no 12.161,
21 de marzo
de 1963.
21 En la Sociedad de Fomen to de Virreyes, calle Las Tropas
16 Nueva Época no 19, 7 de abril de 1952. y avenida Avella-
neda, funcionaba el centro de salud N°31 que cubría las necesid
17 El Comercio de San Fernando no 608, 3 de octubre y rt0 638, ades de
16 de noviem- treinta y nueve manzanas. Por ese entonces, se daban cerca de
bre de 1961. mil vacunas
por mes y se atendía de treinta a cuarent a consultas diarias. Nueva
18 En Nueva Época no 6, 31 de agosto de 1951. Época
no 267, 6 de julio de 1960.

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Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
Alejandro Schneider

ron centros de actividades políticas regenteadas por futuros candidatos LOS ÁMBITOS DE SOCIABILIDAD
a concejales o a intendentes, y sólo funcionaron durante una coyuntu-
ra electoral. En 1958, algunas de éstas comenzaron .a confluir en la Fe- El agrupamiento, las actividades realizadas en común, la homoge-
deración de Barrios y Villas de Emergencia, una organización de dife- neidad nacida con la experiencia laboral, reproducidos tanto en las uni-
rentes comisiones vecinales encargada de intermediar con autoridades dades de producción como en los ámbitos de residencia, y las luchas
gubernamentale s. Durante los primeros años de la década de 1970, desarrolladas contra el capital fueron factores importantes para crear y
esencialmente con el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y. el reelaborar una conciencia obrera. Los gremios y las asociaciones inter-
regreso del peronismo al gobierno, las organizaciones villeras cobraron medias barriales se convirtieron en las instituciones formales contene-
una mayor relevancia y una fuerte politización con el Movimiento Ville- doras de esa identidad y de esa práctica obrera. Paralelamente a ellas
ro Peronista (MVP). La política represiva del Proceso de Reorganización hubo otros mecanismos informales que contribuyeron a ese proceso.
Nacional hizo que regresaran a un segundo plano. Por fuera de los sindicatos y de las sociedades de fomento, la clase
Los trabajadores participaron con un alto grado de organización y trabajadora mantuvo una rica práctica social en otros ámbitos espacia-
compromiso en todas estas actividades. Un posible motivo para ello les, por ejemplo, los bares y billares cercanos a las fábricas. En general,
.quizá se encuentre en la valoración dada al ámbito de residencia como éstos funcionaban como un sitio de encuentro, de recreación y, a veces,
un territorio que se debe defender de agresiones externas a su clase. En de discusión de los problemas laborales, primordialmente , cuando ésta
consecuencia, como producto de que dicho espacio era considerado no podía llevarse a cabo en los establecimiento s fabriles ni en las sedes
como parte integrante de sus pertenencias, con el que se sentían iden- gremiales.
tificados, el esfuerzo colectivo tendía a ser más eficaz. No sólo por el Tampoco faltaron los encuentros en los partidos de fútbol en las ca-
beneficio material obtenido, sino por el grado de conciencia que podía lles de tierra o en los terrenos descampados. En distintas circunstan-
llegar a generar la propia acción. cias se realizaron campeonatos internos, jugaban los fines de semana,
24
De esta manera, los reclamos por la mejora en la calidad de vida se entre equipos de las diferentes secciones del establecimiento. Algunas
llevaron a cabo en las fábricas y en los espacios residenciales. Las de- empresas poseían campos de deportes como Standard Electric o FATE;
mandas clasistas asumieron otras formas, pero sus contenidos y sus otras, como Del Cario, no contaban con un lugar propio, pero sus obre-
e
exigencias de impugnar a las instituciones de gobierno) no difirieron. ros realizaban campeonatos en alguno de los predios de la municipali-
Por ~jemplo, en marzo de 1959, numerosos barrios de dapital Federal y dad de San Isidro. Hubo ocasiones en que los eventos se llevaron a ca-
Gran Buenos Aires, a través de sindicatos y sociedades de fomento, rea- bo entre operarios de distintas fábricas del gremio (La Hidrófila, Grafa,
lizaron manifestaciones en protesta por el aumento de las tarifas de Muller) con el objetivo de preparar listas opositoras sindicales. Para
electricidad. 22 • eso se reunían en "zonas neutrales", como la villa Las Flores en Villa
25
En esas prácticas, desarrolladas por fuera de las unidades de pro- Martelli, lejos de "los dirigentes, los patrones y el gobierno". Ésta era
ducción, se halla uno de los elementos centrales que explica la relación la única actividad deportiva que practicaba la mayoría de los trabajado-
entre obreros y vecinos en los conflictos mencionados en los capítulos . res. Otros entretenimiento s muy difundidos fueron las bochas o las par-
precedentes. La actividad obrera involucraba a la familia, al barrio y a tidas de truco. Por lo general, este último se hacía en el empleo, sobre
una extensa red social que compartía una experiencia en común, corno todo durante el turno nocturno, debido a que en ese horario "el trabajo
26
clase trabajadora, en contraposición a los intereses y objetivos de los era menor" y porque "se encontraban muy pocos supervisores".
empresarios y el estado. De este modo, esta "conciencia práctica", en Esto muestra el interés de recrear las pautas y las costumbres naci-
palabras de Raymond Williams, era más importante que las lealtades das en el ámbito laboral en otros sitios. Hay un gusto por compartir con
23
políticas o los valores ajenos a su clase. Esto no niega ni desconoce la otros la cultura, los valores, las ideas y las normas. A su vez, esta prác-
presencia y el impacto que tuvieron aqu~llas ideologías propias de la
clase dominante en este proceso.
24 En menor medida se ha registrado la existencia de equipos femeninos de
fútbol por secciones. Testimonio de Gladis, mayo de 1990. Durante la en-
trevista, Gladis mostró una Joto donde tenía puesta la camiseta de su equi-
po junto con otras trabajadoras de la sección.
22 Palabra Obrera no 74,4 de marzo y no 75, 11 de marzo de 1959. 25 La Verdad, 5 de junio de 1967.
23 Raymond Williams. Marxismo y literatur_a. Badalona, Ediciones Penínsu- 26 Diversos testimonios lo mencionan, entre otros, Francisco, julio de 1992 y·
Ariel, octubre de 1992.
la, 1980, p. 153.

366 367

;iat
Alejandro Schneider

tica fue reforzando la identidad, la cohesión social y la conciencia co-


,
1
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera

-Impartieron instrucciones verbales precisas para disuadimos de


mo clase en oposición a otras. De este modo, los lazos horizontales que este tipo 'de ideas 'perniciosas', explicándonos las desVentajas que
se establecían tanto en las unidades de producción como en los barrios nos acarreaiia la afiliación sindical.
tendían a crear y sostener la solidaridad y la organización en el seno de -Llamaron severamente la atención a los delegados para que deten-
la clase trabajadora 1 gan su accionar y efectuaron a la vez una denuncia en tal sentido an-
Éste no fue un proceso sencillo, hubo límites que superar. En casi ~ te el Ministerio de Trabajo. [... ]
todas las fábricas, excepto en los momentos de protesta (y en forma li- 1 ¿Hay algo más desagradable que mientras los obreros de mameluco
mitada), hubo una marcada división entre empleados administrativos y· l que trabajan. a nuestro lado, hacen un paro gremial o pelean recla-
obreros. En numerosas oportunidades, tanto empresarios como sindi-
i mando justas mejoras salariales o beneficios sociales, nosotros los
catos alimentaron esa separación. No obstante, hubo intentos por supe- empleados de camisa blanca y corbata, nos crucemos de brazos es-
perando obtener migajas que la empresa nos arroje después de di-
rarlas. Por ejemplo, los trabajadores de Santos Vega, un taller metalúr-
chos reclámos?"28
gico de Vicente López, describieron el siguiente cua.dro:

"Después de más de dos años de desorganización, y al compás del


Otro problema, aunque de menor importancia, fue la diferenciación
vigoroso avance de toda la clase obrera, los obreros de Santos Vega que se hacía entre los propios obreros, por pertenecer a diferentes sec-
hemos emprendido nuestra reorganización. Hemos designado un ciones. Por ejemplo, en la fábrica Standard Electric, si bien existía esta
cuerpo de delegados obreros, al igual que los empleados, que cree- distinción, en parte debido a que cada una de ellas se hallaba en edifi-
mos van a representar auténticamente a nuestros intereses.[... ] cios separados, no era tan pronunciada como la que se daba entre ope-
Los delegados de empleados de fábrica recientemente nombrados rarios y administrativos. Pero, en momentos de lucha, dicha diviSión
o

han sido desconocidos como representantes de la UOM debido a una desaparecía, como recordaron algunos trabajadores consultados. 29 En
arbitraria interpretación de la dirección del establecimiento, que otras palabras, la común identificación como sujeto colectivo -someti-
bus·ca impedir la unión de los obreros y los empleados en un solo do a la explotación del capital- actuaba cohesionanélo sus intereses, a
frente. la vez, le permitía saltar diferentes barreras.
¡Compañeros de Santos Vega!: a luchar por nuestros derechos. ¡De- Por fuera de estas dificultades, hubo una serie de comportamientos
bemos todo nuestro apoyo a los delegados obreros y empleados! Va simbólicos que ayudaron a gestar y reforzar las redes de solidaridad y
a ser la única manera de ajustar cuentas con la patronal, después . de organización. Por ejemplo, para los metalúrgicos, el asueto del 7 de '(j
que hayamos terminado de darle el gran sacudón del 22 y 23 [de oc- se~tiembre, fecha en que se celebraba el día del gremio, era una joma-~· C! f ~
J.
o

tubre].'127 da muy particular de diversión, donde participaban todos los obreros /1(' Jt
junto con sus familias. Similar ambiente ocurría cuando se producía ~ ' '''
Éste no fue el único caso. Los empleados de Ford Motor intentaron una despedida de soltero o en las comidas para fin de año. La participa- { 4
organizarse, pero se encontraron ante un fuerte obstáculo empresarial; ción de las mujeres en estas actividades era menor, acompañaban a sus
una carta denunció estas dificultades: esposos en algunos festejos cuando iban otras mujeres; o bien, cuando
~1
,r,
se reunían con otras familias en la casa de algún compañero para com-
"Trabajo como empleado administrativo en Ford Motor Argentina en partir un asado.
1
Gral. Pacheco, allí el personal jomal.izado está afiliado al sindicato of
¡ Este proceso se repitió y se reprodujo en la convivencia cotidiana en
SMATA, mientras que nosotros, que somos alrededor de 2.000 personas ! los barrios. En ellos, el trabajador compartió ese espacio con su espo-
no estamos afiliado a gremio algtmo, y esto no es porque no lo desea- sa y sus hijos. Facilitó la comunicación entre los propios compañeros
mos, sino porque existen pruebas concretas de que ante cualquier in- 1 los fines de semana, que las viviendas se hallaban establecidas en las
tento de hacerlo, las cabezas audaces rodaron por el suelo.[... ]
1 cercanías de las fábricas. Fueron frecuentes los encuentros para disfru-
Los altos directivos de la empresa que desde hace años vienen bre-
gando por impedir esta unión [... ] tomaron las siguientes medidas
tar un asado o, como recordaba José Luis "era común ir un domingo a
represivas:
la casa de un compañero para tomarse unos vinos". 30

28 Carta enviada a la redacción de la revista Militancia n° 1( 13 de septiem-


bre de 1973.
27 Reproducida en la sección de correo de lectores de Palabra Obrera n° 13, 29 Testimonios de Gladis y Cayetano, mayo de 1990 y Francisco, julio de 1992.
12 de octubre de 195~. Destacado en el original. 30 Entrevista con José Luis, mayo de 1990.

368' 369
Alej andr o Schneider

Al ser part e inte gran te


r ¡z:-AA.-011) ¡t_{/j.-"->7
~ ~ ~ r -({,? " ' Las prácticas sociales y culturales de
la clase obrera

ea "El verdadero club social que nucl ea


realizó sin reglas estr ict ació n se a las familias de la veci ndad
or med io de com unic acio nes no verb obrera, lo constituye el negocio mino
Como se ha subr ayad o, las con dici one ales. rista, a veces-la feria y el mer-
s roa en es e exp otación, ori- · cado, dond e se estab lece n estre chas
ginadas en el luga r de trab ajo, se tras relaciones entr e los clien tes
lada ron a las zon as de resi den cia entr e sí y entre ésto s y el comerciante.
e inte rvin iero n en la con form ació n Además de los negocios es-
de esas rede s locales. A su vez, co- tá el cine de barr io -con sus mati nés
dedi cada s a las mujeres, muy
mo obse rva Wally Secombe, la exp erie conc urrid as ante s de la apar ición de
ncia com ún de vivir en un mismo la telev isión -, suce dáne o fe-
barr io cont ribu yó tant o a la iden tida menino del alma cén con desp acho
d de la prop ia clas e trab ajad ora co- de bebi das dond e jueg an a las
mo a aten uar las diferencias eng end carta s los mari dos o del café con billa
r dond e se reún en sus hijos. "34
rada s por la afiliación a dist into s
gremios y por las jera rquí as ocupacio
nales. 31
En los ban ios, las rela cion es prim aria Esta s actividades comunales de espa
s esca pab an a los límites im- rcim ient o refo rzar on las rede s
pue stos por la típic a familia nuclear. de relaciones y el entr ama do social,
Los vínculos se e.xpandian a gru- alim enta ron la subc ultu ra homogé-
pos cerc ano s (padrinazgos, tíos post nea que men cion a Petr as. Se esta blec
izos ) pert enec ient es al ámb ito la- ió un siste ma no-verbal de com u-
bora l y al residencial. Esto se con soli nicación que, de man era perm anen te,
dab a a diario, de man era imper- estr uctu ró una form a de compor~ ·
ceptible. La prop ia calle, "hac er vere tarniento acep tado en la clase, acei tand
da" en verano, "con vers ar mie ntra s o los vínculos entr e individuos,
se rega ban las calles de tierra", com familias, grupos de amigos y asoc iaci
o espa cio cotidiano. de sociabiliza- ones voluntarias. : 1
ción, imp lica ba un luga r de encu entr 32 Por otra part e, serí a un erro r con side
o. En cier tas circ unst anci as, esos rar que ésta era la únic a étic a
vínc ulos se man ifes taba n cob rand exis tent e en el seno de la clas e obre ra.
o iden tida d cole ctiv a propia; por Junt o con ella convivían algunas
ejemplo, en las fiestas, se exp resa ban aspiraciones individualistas, com o el
gun as junt as vecinales que orga niza
por med io de entidades, com o al-
ban una Navidad ban ial o una mur-
sied ad de logr ar una mej or posi ción
dese o de un talle r prop io o la
social, entr e otras. La exis tenc ia de
an-
ga. A títul o de ilustración, vari as barr formas de vida alternativas, prop ias
iada s de San Isidro y de San Fer- de una soci edad estructUrada en
nand o, para carnaval, com petí an en clases antagónicas, hici eron que muc
desfiles en las avenidas cént rica s has vece s entr aran en tensión. Sin
de esos distritos, part icip and o con elem embargo, esto no nieg a los atrib utos
ento s case ros y una rúst ica or- y las cara cter ístic as ante s mencio-
namentación. 33 nados.35
Esta visión de los barr ios obre ros, en
part e, se com plem enta con la
desc ripc ión realizada por Juan J. Sebr
eli:
ALGUNAS PECULIARIDADES DE LA
CULTURA
"Las relaciones fuer a del barr io se redu
cen para la familia obre ra a Y DE LA CONCIENCIA OBRERA
los parientes, en tanto que las relac
ione s de vecindad, contraria-
men te a lo que ya vimos en el Barr Un rasgo fund ame ntal que identific
io Norte, se hace n inevitables. ó a la cult ura obre ra fue la soli-
Donde no se pued e paga r a otro para
que solucione las dificultades,
daridad, que se exp resó en las fábricas
o en los barr ios, tant o en laS lu-
se hace nece saria la ayud a del vecino.
[... ]la puer ta de casa perm a- chas com o ante los prob lem as natu rale
nece simbólicamente abie rta en los hoga
s y las crisis cotidianas. Exis ten
res proletarios: Jos veci nos muc hos ejemplos que testi mon ian el
entr an y salen libremente y los prob apoyo a diferentes cuestiones. Un
lema s de la vida priv ada son trab ajad or del frigorífico Bancalari reco
com parti dos sin ninguna reserva. Esta rdaba:
aper tura provoca, por un la-
do, la pérd ida de la intimidad y por otro "Mi padre, en la fábr ica de calzado,
, favorece la espontaneidad, organizó la ayud a solidaria pa-
la franqueza y la solidaridad. [... ] ra la Espa ña Republicana [... } se man
dó dinero, zapatos, ropas, de
todo .[ ... ] Recuerdo que se hací an rifas 36
por la República."

31 Wally Secombe. Weathering the


Storm. Working Class Families from
Indu stria l Revolution to the Fert ility the 34 Juan J. Sebreli. Buenos Aires, vida
Decline. New York, Verso, "1995, p. cotidiana y alienación. Buenos Aires,
139.
Siglo Veinte, 1965, pp. 172-173.
32 Entr evis ta con Raquel, marzo de 35 Esta prob lemá tica se pres entó
1990. en diferentes coyu ntur as hlstóricáS
33 Testimonio de Ramón, junio de otro s países; al resp ecto , se pued e cons y en
1990 y de Lalo, noviembre de 1998. Tam ultar Leon Fink. In Search of the
bién se encu entra n registrados en un - Working Class. Essays in Ame rica n Labo
perió dico local los ensayos murgue- r History and Political Culture.
ros realizados en la calle por los veci
nos de un barr io de San Fern ando . Chicago, University of lllinois Press,
Véase Nueva Época no 16, 18 de febr 1994. ..¡
ero de 1952. 36 Testimonio de Juan, octu bre de 1992 ·( \
.
t:¡
370 371 (\:·¡
](:
L,.,.
Alejandro Schneider Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
La solidar idad tambié n se hallaba present e ante el fallecimiento de to impact o naciona l -como las de los obreros metalúr gicos (1959),
un compañ ero de fábrica, o en el de algún cónyug,e; Era común, entor:t- fe-
rroviari os (1961), carne (1962), portuar ios (1966)- como las suscita
ces, que los compañ eros más cercano s concur riesen al velorio y, das
ade- en el plano local -Autoa r, 1956; portuar ios de San Fernan do y Tigre,
más, recaud asen dinero para ayudar en los gastos ftmerarios. Semeja 1960; Sima, 1964- generar on un masivo apoyo de la poblaci ón. 43
n-
te proced er se repetía en los barrios , donde "los vecinos juntaba n En general, este tipo de enfrent amiento present ó elevado s grados de
plata
para una corona o para ayudar a los deudos . "37 Tampo co faltó la aceptac ión y cumplimiento, ya fuese que se origina ran desde el lugar
cola- de
boraciÓn ante las cíclicas inunda ciones de los ríos. Por ejemplo, la trabajo o porque lo disponí a el gremio. Esto último implica ba un alto
mu- ni-·.
nicipali dad de San Fernan do agradec ió a "divers os sectore s de la pobla- vel de confian za en los sindica tos; había un respeto por la organización,·
ción" con motivo de "las inunda ciones que sufriero n las riberas del más allá si el trabaja dor estaba afiliado. Por debajo de estas práctic
río as
de la Plata, Luján y Reconq uista, afectan do a villas de emerge ncia" subyac ía una fuerte identid ad obrera que se hallaba latente todo
de el
la zona. 38 tiempo y que cobrab a forma en los momen tos de conflicto. Por
Al igual que el resto de las caracte rísticas cultura les, la solidar idad· otra
parte, esto no niega, como ha sido subraya do en este libro, que varias
tendió a forjarse en el lugar de trabajo y de ahí se extendi ó hacia los reivind icacion es fueron llevada s a cabo al margen de los propios
es- diri-
pacios residen ciales; en ambos sitios se vio reforza da y retroali menta- gentes laboral es. Así, la medida de fuerza se realizab a indepen diente-
da por la presión grupal. 39 En otros capítul os se han indicad o las nume- mente de quien la convoc ase.
rosas protest as origina das en apoyo a algún trabaja dor suspend La solidar idad se expresó en un lenguaj e que manife stó una serie de
ido,
desped ido o sancion ado. Un obrero entrevi stado recorda ba que concep tos y valores éticos con fuerte conteni do clasista. De acuerdo
"si a
uno lo metían en cana, el gremio paraba" . 40 Si bien todos los gremio con los testimo nios relevad os, las más revelad oras de estas represe
s las nta-
ejercier on, de acuerdo con diversa s fuentes y testimo nios, los ferrovia ciones fue la noción de "compa ñerismo ". En un sentido estricto
- , un
rios fueron los que en mayor medida las llevaro n a la práctic a. Según compañ ero era aquella person a que trabaja ba aliado de uno.
un No obs-
ex dirigen te de este sector, los trabaja dores que operab~ el control tante, la identifi cación se extendi ó hasta abarcar a los miemb ros
de . del
cambio (por ejemplo, los telegraf istas) eran los ferrovia rios más solida- sindica to o hacia el col\iun to de los trabaja dores. Era un término forja-
rios, no sólo con los obreros del riel, sino con la gente en general 41 do al calor de compartir, durante década s, similar es experie ncias
. La y
concien cia sindica l gestada en los talleres y los galpone s se traslad perspec tivas en el lugar de trabajo y en el barrio. Un ex obrero metalúr
aba -
a todos los ámbito s del riel, indepen dientem ente del oficio o de la gico de Tigre trató de definir este tema:
filia-
ción gremial.
Las medida s de fuerza por solidar idad gremial surgier on en toda es- "Pregunta: ¿Qué significa ser buen compañero?
ta etapa, hasta en años críticos por la situació n econ6m ica y política Respuesta: Y... ¡buen compañero!
co-
mo 1962. Los ceses de activid ades no sólo se produje ron en el interior P.: ¿Algo qué has aprendido en otras fábricas?
de los establ~cimientos sino tambié n fueron zonales o en el col\iun R.: Y bueno... buen compañero significa por sobre todas las cosas
to de
un sindica to. 42 De este modo, tanto las protest as que present aron un ser buena persona, vos si sos buena persona, sos buen compañero
al-
dentro de tu empleo, donde estás ocho horas ahí laburando y bue-
no ... buen compañero no es ir a vigilantearle al capataz, o si el otro
hace una cagada ayudarlo.
37 Entrevista con Raquel, marzo de 1990.
P.: ¿Cómo se aprende a ser buen compañero?
38 La Ribera no 13.320, 30 de septiembre de 1963.
R.: Y no te digo, para mí, para mí, ya se nace de la persona, más allá
39 Por su parte, Gregario Flores, ex dirigente del SITRAC (Sindica
to de Traba- de que el sistema te trata, de ... ¿viste? de ... trepar algún puesto, no;
jadores de Fiat Concord), relata similares experiencias en Córdoba a co- para mí esta no, en decir no, loco ... que sé yo, si uno rompió una me-
mienzos de la década de 1970. Esto hace suponer que dichas prácticas co- cha, bueno, se rompió y a la mierda. Pero no ir y vigilantear, para
lectivas eran comunes a la clase, independientemente del espacio geográ-
nada." 44
fico. Gregario Flores. SITRAC-SITRAM. Del Cordobazo al Clasismo. Buenos
Aires, Ediciones Magenta w., 1994.
40 Testimonio de Luis, julio de 2000. 43 Entre otros, un diario local informó que fueron recaudados
200.000 pesos
41 Entrevista con Juan Carlos, julio de 2000. en artículos alimenticios para los obreros portuarios de la zona que se en-
42 Por ejemplo, trabajadores de dos empresas de la región, Sedalan contraban en huelga. El Comercio·de San Fernando na 177, 5 de marzo de
a y Vuco-
textil, anunciaron medidas de fuerza en solidaridad con la textil La Berna- 1960.
lesa de Quilmes. La Nación, 26 de julio de 1962. 44 Entrevista con Carlos F., febrero de 1996.

372 373
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
Alejandro Schneider
ción para todos, ni descargaba el esfuerzo sobre los otros. Én general,
Esta concepción convivía con la percepción de que existían dos uni- ·'
parecería que un mal compañero era aquella persona que socavaba a
versos distintos: el de "nosotros" frente al de "ellos". La noción de com- otra de cualquier forma y, por lo tanto, no era merecedora de respeto,
pañerismo era defmida por sus opuestos: los sacerdotes conocidos e apoyo o solidaridad del resto de los obreros. Claro que, en términos cul-
como cuervos), la policía (botones), el ejército (milicos), los empresa-
turales,. esta noción se tradujo en una sustancial definición de clase, lo ~ ;..:
rios (trompas) y "la burguesía" en general son "los otros". Estos indi- que implicaba su aceptación una seria disputa con la gerencia en fun-
:r:i

cios simbólicos tuvieron también su expresión en la localización de los ción del control de la producción. ,.¡:
i

barrios. En el transcurso de los años, se fueron delimitando espacios


Los trabajadores usaban como acepción la palabra compañera para
clasis~ respectivos: Acassuso, La Lucila fueron vistas como localida-
dirigirse a su esposa. Si bien existe en el obrero una cultura bastante
des distintas de Boulogne y Carupá. La distinción no sólo pasaba por el machista, acentuada en numerosas ocasiones, había una consideración
'i
vecindario, se manifestaba en el habla y en una ética diferente. favorable hacia su cónyuge .~.omo compañera; por ende, en las fábricas,
El concepto de compañerism o parecía implicar toda una serie de
se diferenciaba entre las esposas de los compañeros y otras mujeres.
criterios tanto dentro como fuera del trabajo. Según los entrevistados, Las primeras eran tratadas con respeto, hasta el punto de no utilizar un
un compañero jamás denunciaba a otro trabajador a la policía. Mostrar- lenguaje soez en su presencia. Se mencionaba que se "tenía una buena
se amistoso con el empleador era comportarse como un alcahuete. Un compañera" cuando la esposa llevaba adelante el hogar y apoyaba al
compañero acataba la disciplina gremial y no era un rompehuelga. Era
marido cuando éste tenía dificultades en el trabajo. Al mismo tiempo,
una norma colectiva que se encontraba incorporada a la actividad coti- no pocos consultados testimoniaron el compromiso de la mujer traba-
diana, se la consideraba una parte integrante de la dignidad de las per- jadora durante los conflictos. Un ex operario de Standard Electric re-
sonas. Implicaba una actitud hacia los empleadores. La denuncia con- flexionó que "las compañeras eran difíciles para arrancar, pero cuando
tra el empleo de esquiroles fue constante, ésta quedó reflejada en algu- lo hacían, nadie las paraba. "
46
nos medios. En ocasión del paro general de cuarenta y ocho horas del La noción cultural de compañerism o fue fundamental para cohesio-
22 y 23 de octubre de 1957 convocado por las 62 Organizaciones, Línea nar la solidaridad entre los trabajadores, combinaba -en forma tácita-
Dura acusó la utilización de conscriptos como "carneros":
razones de prestigio y de dignidad ante el colectivo obrero.
Todo esto conduce a otras cuestiones. La primera de ellas es la fuer-
"EL SERVICIO MlllTAR te conciencia que se tenía de su condición social y que había sido ex-
Escuela de hombría
propiada sus condiciones de existencia por el capital. Había una clara
CIUDADANA, CIUDADANO
Asegure un brillante porvenir a sus hijos, creándole conciencia de percepción en cuanto a sentido de pertenencia a una clase que era ex-
la utilidad que reporta el servicio militar: Aprenderá a manejar tran- plotada en las fábricas y que sus condiciones de vida eran producto de
vías y ómnibus-Con ducirá trenes-Vende rá boletos-Estib ará en dicho entorno. Como ha observado John Kelly, la conciencia de clase
el puerto-Recol ectará basura-Atend erá centrales telefónicas- debe ser esencialmente entendida tanto en función de la relación perci-
Repartirá cartas y telegramas-P erseguirá, masacrará a honrados bida entre un individuo y su clase como la relación percibida entre su
trabajadores. propia clase y otras. 47
EN DEFINITIVA: APRENDERÁ A SER CARN:ERO En segundo lugar, poseer determinadas profesiones obreras provo-
NOS PREGUNTAMOS: có un elevado grado de orgullo entre los propios trabajadores. Más aún,
En caso de estar en conflicto los trabajadores del servicio domésti- a medida que avanzaban en su calificación se afianzaba el aprecio por
co ¿Cambiará el sagrado uniforme, custodio de la gloria de San Mar- el oficio que se ejercía. Ocupaciones como conductores de locomoto-
tín y Belgrano por el clásico delantal de las mucamas y el fusil por ras, metalúrgicos, ferroviarios, lucifuercistas, telefónicos generaron
el plumero? 45
una fuerte identidad entre sus miembros. Un ex maquinista ferroviario
Y. .. CON ESTOS GOBIERNOS DE AURA. .. !" recordaba que
Aunque a los supervisores no se los provocaba, tampoco se los tra-
taba de manera amigable. Un ex obrero textil de Tibat explicó que un"
compañero no trabajaba demasiado, aumentando el ritmo de produc-
46 Testimonio de Cayetano, mayo de 1990.
47 John Kelly. Trade Unions and Socialist Politics. London, Verso, 1988, pp.
86-88.
45 Línea Dura no 3, 25 de noviembre de 1957.
375
374

,iil
Alejandro Schneider :¡ Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
"los conductores se encargaban, juntamente con el foguista, de ve-
unificaron al resto de la clase trabajadora en cuanto aspiraciones y po-
nir los días francos para ver cómo les hacían las reparaciones a las
locomotoras, se dedicaban a limpiarles bien los bronces, de mane-
ra que cada uno trataba de mantener su locomotora en su mejor es-
i sibilidades reales de negociación y de lucha.
Parte de la conciencia obrera, que le otorga un alto grado de digni-
tado."48 dad, es el rechazo a considerarse como integrante de una única familia
donde cohabitan con empresarios y supervisores. Al respecto, una
En algunas profesiones había una fuerte consustanciació n con el obrera metalúrgica de San Isidro recordaba que eran pocos los que con-
oficio: maquinista, calderero, tornero, matricero. Por ejemplo, cuando currían al almuerzo o a la cena de fm de año organizados por los due-
se presentaban decían: "¿Qué tal?, soy fulano, soy ferroviario, soy guar- ños de su fábrica. 52 Esta concepción cultural convivió con otras, como
da". En más de una oportunidad, la identidad como trabajador y afilia- 1 los chistes contra capataces, gerentes y empleadores o los daños a al-
do a un sindicato fue superior a la lealtad política partidaria; incluso, gunos de sus bienes personales. Esas formas de pensar (y proceder) im-
realizando paros contra el gobierno que apoyaba. Dos informantes, el plican un~· cierta aceptación de que el trabajo es una relación social
compuesta por clases con intereses antagónicos. Por ende, los trabaja-
anterior conductor de locomotoras y un ex obrero de Segba, comenta-
ron acerca de este asunto:
1 dores -en el proceso de producción, bajo la explotación del capital-
adquirieron un sentimiento de identificación con los suyos y de exclu-
"[ ... ] nosotros teníamos un grupo peronista que tenía una gran fe en 1 sión hacia los otros.
Perón; de todas maneras, por sobre todas las ·cosas, era fraternal La presencia de una fuerte cultura que valore el compañerismo no
[de La Fraternidad]. Por sobre todas las cosas defendía al sindicato, simula olvidar ni desconocer la existencia de trabajadores "alcahue-
los intereses del sindicato. "49 tes", "cameros", "forros de la patronal"; las actitudes individualistas
53
conviven, en tensión permanente, con las colectivas. En un contexto
"[ ... ]tenía un gran quilombo en la cabeza, como radical, cuando le l estructurado en clases, es inevitable que coexistan conflictos que pro-
hacíamos los paros a Illia. Pero yo tenía que parar con el gremio. "50 1 voquen normas múltiples y contradictorias. Sin embargo, la experiencia
1 -fruto de las relaciones sociales de producción y el enfrentamiento
Las organizaciones sindicales contribuyeron a la construcción de contra el capital- hace que se genere una cultura y una conciencia
esa identidad de la clase trabajadora. Los convenios colectivos, las per-
¡ obrera que impone lúnites al individualismo, tendiendo a reforzar el po-
manentes discusiones que acarreaba su negociación, el objetivo de me- lo colectivo. La tirantez propia de un sitio de trabajo en una específica
jorar la categoría dentro del oficio fueron factores que intervinieron en 1
,l coyuntura puede subordinarse y desaparecer, privilegiando una solida-
la conformación de una representación obrera colectiva. En el caso de ¡ ridad clasista, ante agresiones externas. Apreciaciones y valores simila-
los conductores de locomotoras, ésta se retroalimentaba a diario con- res identifica el historiador David Montgomery en el movimiento obre-
viviendo en la comuna: ~ ro estadounidense:

"La comuna era una pieza[... ] donde pernoctamos[... ] también ahí


discutíamos el escalafón y la ley de trabajo, cada maquirústa era un
leguleyo, se conocía todo el reglamento. "51
l! "El manejo de más de una máquina por parte de un hombre, el so-
cavar la posición de un compañero, el emplear a más de un ayudan-
te al mismo tiempo, el tener que soportar la vigilancia del propio
trabajo por parte del supervisor, la producción de un volumen supe-
r
A esos elementos hay que añadir que, en el caso metalúrgico, el or- rior a la cuota fijada por el grupo y[ ... ] el aceptar cualquier tipo de
gullo se reforzó por el impacto que tuvo el sindicato en el ámbito nacio-
nal. En esos años, la UOM fue el principal gremio d~l movimiento obre-
ro argentino y su convenio colectivo era utilizado como parámetro an-
te el conjunto de los asalariados industriales¡ sus acuerdos salariales
52 Ella lo fundamentaba aludiendo que no se "sentía cómoda". Testimonio de
Teresa, enero de 1996.
48 Entrevista con Luis, julio de 2000. 53 Uno de los apodos que se empleaba, a comienzos de 1960, para identificar
49 ldem. a los trabajadores que tenían posturas empresariales era el de "Alsogaray".
50 Testimonio de Marcelo, abril de 1999. Testimonio de Lalo, noviembre de 1998. En numerosos periódicos peronis-
51 Entrevista con Luis, julio de 2000. tas y de izquierda se lo presentaba al ex ministro y ex diputado, como un
personaje muy odiado y antipopular.
376
377
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
AlejaruJ,ro Schneider

sistema de remuneración según rendinúento, se consideraban for- apellido y sección en los boletines de huelga, hasta el apercibimiento
56
mas de conductas 'sucias' y 'poco caballerosas'... "
54 mediante un castigo físico.
Estas identidades culturales fueron transmitidas, en muchos casos,
Esta noción se encontró reforzada con castigos para aquellos que junto con un oficio a las nuevas generaciones. Esta herencia inmaterial,
quebraban las normas de comportamiento. Los trabajadores que eran en algunas circunstancias, comenzaba en el propio hogar. Expresiones
considerados malos compañeros se convertían en el blanco de chistes, · tales como "veníamos de familia ferroviaria, para nosotros el ferrocarril
robos y hasta agresiones. Un ex obrero de Astarsa comentaba estas ac- era... que sé yo ... casi la vida misma .. lo sigue siendo todavía"; "una co-
titudes: sa muy común entre los lucifuercistas era heredar el oficio"; "cuando yo
era chico me llevaban de la mano de mi abuelo a protestar" o "nosotros
"Pregunta: ¿Había malos compañeros en la empresa? nos fuimos formando en un hogar obrero" se reiteraron en numerosos
Respuesta: Y siempre están... y siempre hay un forro. testimonios orales. Estas~representaciones tenían su continuidad en la
P.: ¿Y qué es un forro? fábrica o en el taller: los operarios ''viejos" ayudan a los "nuevos" a in-
R.: Y, el forro, es ese que te digo, que quiere trepar, a costilla de cual- tegrarse, enseñando las tareas, el trato con los supervisores y la geren-
quier cosa, que quiere sobresalir, que, que si vos poné... eh... ponele cia, y a tener un adecuado comportamiento. Los "nuevos", a su vez,
annás... diez vasos... el tipo dice que 'hay que annar doce' y bueno aceptaban estas pautas no sólo porque les permitía incorporarse al co-
está. .. , o sea, en la producción, orejea al capataz... se hace el amigo . lectivo obrero, evitando conflictos, sino también porque les enseñaba
con el capataz y qué se yo, y generalmente... eso me parece medio · tanto a resistir a la explotación como a lidiar con la empresa preservan-
forro ... , ¿no?, porque el tipo viene con instrucciones precisas de de- do el empleo. Un ex trabajador metalúrgico recordaba la forma en que
cir 'que hay que hacer esto, que hay que hacer lo otro'. aprendió su oficio de soldador:
P.: ¿Cómo lo ven el resto de los compañeros?
R.: ¿A quién? "Los mismos compañeros te enseñaban a soldar, tipos que sabían
P.: Al forro. trabajar, ellos mismos te enseñaban, con tal de no trabajar ellos,
R.: Y ¡como un forro! ellos te decían hacé esto, hacé aquello... [risas] y nosotros que íba-
P.: Y, por ejemplo, ¿le hacían alguna broma?, ¿lo jodían? mos desesperados por aprender, no veíamos la hora de terminar
R.: No, no ... le dicen sobrenombres... , qué sé yo, sobrenombres. Ahí, nuestro trabajo, para meternos en la soldadura[ ... ]
cuando a la noche, nos cagábamos tanto de frío, siempre los com- "Los muchachos nos daban una mano para la prueba de soldadura
pañeros se la ingeniaban para pasar bebida alcohólica, ¿viste?, en- [... ]teníamos que rellenar una chapa grande de espesor. La primera
tonces chupeteaban algo, una petaca y bueno... pasada la daban ellos, mire lo que era la gente antes, la primera pa-
P.: ¿Y el forro? sada, porque era la que más valía .. La primera y la última, la vista
R.: ¡Y al forro, nada!"55 que le daban ellos, la terminación. Nosotros estábamos escondidos,
nosotros teníamos que estar ahí, escondidos, mirando si pasaba el
El término, utilizado en reiteradas ocasiones, para referirse a aque- capataz... Así nos fuimos haciendo de operario a medio oficial, de
llos trabajadores percibidos como pro-empresa contiene a la vez una medio oficial a oficial. "
57

connotación peyorativa y el concepto de algo que se utiliza y es descar-


tado, lo cual resalta la percepción que no respetar la disciplina colecti- Así, el ser compañero fue un comportamiento aprendido en el lugar
va no implica recompensa ni lealtad por parte del empleador. Esta des- de trabajo, que acarreó beneficios materiales y morales concretos. Co- 1
. i

calificación hacia los malos compañeros se agravaba en el transcurso mo se ha indicado, esa actitud se t;ransmitía en los barrios. Varios entre-
de una protesta; algunos de ellos se podían convertir en esquiroles. La vistados recordaron haber ingresado en una fábrica gracias a la ayuda
sanción ante tal comportamiento variaba desde la publicación de su de algún vecino, por ser conocido de algún miembro de la comisión gre-
;1
¡
1
56 Por ejemplo, los apellidos de los "carneros" fueron publicados en los bole-
tines de. huelga del conflicto ferroviario (1961), portuario (1966), Chrysler
54 David Montgomery. El control obrero en Estados Unidos. Estudios sobre
la historia del trabajo, la tecnología y las luchas obreras. Madrid, Minis-
(1971), etcétera Aluden a los castigos físicos varios testimonios, entre
otros, Nora, octubre de 1997 y Cabezón, mayo de 1998. .!
terio de Trabajo y Seguridad Social, 1985, p. 144.
55 Testimonio de Carlos F., febrero de 1996. 57 Entrevista con Víctor, enero de 2000.
·.i
378
379
_j
Alejandro Schneider

mial, de algún obrero "viejo" o de un supervisor..Al respecto, Osear, ex


delegado de Del Cario, evocaba esos años:

"-Pregunta: ¿Se entraba por agencia?


IR
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera

En este sentido, tanto el trabajo en las unidades de producción co-


mo la explotación cotidiana del capital, los enfrentamientos diarios con
supervisores, gerentes y empresarios y una sólida práctica gremial inci-
dieron en la conformación de una experiencia y una conciencia obrera.
"-Respuesta: No, no había gente por agencia, se desconocía, jamás Sobre el particular, Carlos Marx anticipó este movimiento dinámico:
hubo o entró gente por agencia [en Del Cario}. En. el 74 había agen-
cia en ese momento· en otro lugar, pero ahí no había agencia Se en- "Las condiciones económicas transformaron primero a la masa de
traba direétamente.
la población del país en trabajadores, la dominación. del capital ha
"-P.: ¿Cómo se ingresaba?
1 creado para esta masa una situación común, intereses comunes.
"-R.: Entrabas recomendado, de dos formas. La empresa tomaba re- Así, pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero
comendados por personal que trabajaba ahí o por capataces, ante- aún no-~ una clase para sí. En la lucha [... } esta masa se une, se
riormente eran los capataces los que rec9mendaban y, en el último constituye como clase para sí. Los intereses que defiende se con-
tiempo, recomendaban compañeros o de la comisión. Generalmen- vierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es
te no convenía ir como [risas} que lo recomendáramos nosotros."58 una lucha política,61

A diferencia del presente, el trabajo por agencias de empleo -duran- 1 Este proceso se complementa con la intemalización de la experien-
te esos años- no fue una modalidad muy extendida, ya que muchas ve- cia adquirida en el transcurso de un conflicto. Su resultado no hay que
1
ces la propia empresa poma los avisos en los diarios sin necesidad de medirlo en términos cuantitativos de "triunfos" o "derrotas". Asimismo,
intermediarios. Por otra parte, no pocos testimoniantes comentaban vale aclarar que el sentimiento de enajenación no implica una corres-
que era "común" cambiar de trabajo si uno no estaba conforme. 59 pondencia inmediata con la idea de destruir al capitalismo. En este sen-
tido, es sugerente la apreciación realizada por John Rule:
LA CONCIENCIA OBRERA FORJADA ~ "También es posible aceptar el desarrollo de una conciencia de cla-
EN LA LUCHA DE CLASES se obrera como autoconciencia de una identidad de clase separada
l~
Estos comportamientos y representaciones culturales conducen a
esbozar algunas cuestiones acerca de la conciencia de los obreros. Co-
mo se ha indicado en otra ocasión, su estudio científico debe alejarse
'
~
~
1,
y unos intereses, sin aceptar que la conciencia fuese 'revoluciona-
ria' y con el objetivo de derrocar el capitalismo, sino una adaptación
no conflictiva dentro del sistema "62

de una interpretación realizada en términos mecánicos; dicho de otra 1 La mayoría de las veces, los trabajadores fueron conscientes de las
forma, si ij
j relaciones de fuerza y el ánimo en que se encontraba la clase obrera pa-
¡~
ra desarrollar o continuar una medida de protesta. El siguiente relato,
"avanza o retrocede, o es .socialista y revolucionaria o aburguesada · correspondiente a un paro protagonizado por metalúrgicos de Gefuna
~
y conservadora, o es 'verdadera' o es 'falsa'. [... } la conciencia del l
¡ en Vicente López, ilustra este punto:
ser humano refleja numerosas cosas, contradictoria y dialéctica-
i.
mente. Además, no es ni lineal ni estática Su dinamismo se basa en ~
~ "Pregunta: ¿Cuándo se levanta la huelga?
la realidad de la existencia material del ser humano. La experiencia Respuesta: El miércoles en el Sindicato, en asamblea La empresa
vivida en el lugar de trabajo, en el vecindario y en la familia se arti- propone reincorporar a todo el mundo, menos a los 11 primeros.
cula, a través de pautas culturales, en una interpretación de la rea- Pero acepta pagarles el 90% de la indemnización. Durante el conflic-
lidad y de los problemas que rodean al trabajador. "60 to había dicho que no pensaba pagar nada; el martes ya ofrecía el
50% y el último día, el 90. Nosotros habíamos pedido el100%.
58 Testimonio de Osear, enero de 1992.
59 Entre otros, hacen referencia a esta cuestión: Raquel, marzo de 1990; Caye-
tano, mayo de 1990; Juan, octubre de 1992 y Marcelo, abril de 1999.
60 Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. Combatiendo al capital. Crisis y re- 61 Carlos Marx. Miseria de la Filosofía. Moscú, Ediciones en lenguas extran-
composición de la clase obrera argentina (1983-1993). Buenos Aires, El jeras, s/a, p. 165.
bloque editorial, 1994, p. 170. 62 John Rule, op.cit., p. 555.

380 381
Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera
Alejandro Schneider
bricas surge un vago sentimiento de que los obreros deberían ser 1:
P.: ¿Por qué se aceptó el despido de esos 11 trabajadores?
R.: Y, porque ellos estaban de acuerdo en irse si les daban el 90% de -
dueños totales de la producción, que deberían expulsar a los ajenos
65
¡:\!. !
indignos, a los capitalistas que dan las órdenes... " !;
la indemnización. Mientras la empresa no ofreció eso, nosotros los ;;
defendimos, y hubiéramos seguido si no se conseguía el 90%.
El empleo de esta metodologí~ planteaba la rtecesidad de una férrea
P.: ¿Por qué no se peleó directamente la reincorporación?
R.: Porque ellos no quisieron. Nosotros el miércoles, ante la propo-
disciplina para disponerla y una clara coordinación de tareas para im-
sición de la empresa, les preguntamos si querían seguir la lucha o plementarla. No se trataba solamente de ocupar U!la planta sino que ha-
aceptaban el 90%. Ellos prefirieron irse, porque pensaban que la bía que planificar la vida interna de los huelguistas, los "carneros", los
gente estaba un poco cansada "63 supervisores y los gerentes mientras se preparaba un eventual desalojo
policial. Las tomas con rehenes y su posible funcionamiento sin inje-
En cada tipo de enfrentamiento, cualquiera haya sido, los trabajado- rencia empresarial repre~~ntaron un claro cuestionamiento al sistema
res mostraron un determinado nivel de conciencia de su disposición co- político y económico imperante:
mo clase para poder llevarlo adelante. En los hechos, las distintas me-
didas de fuerza, desde los trabajos a reglamento pasando por las huel- "Las huelgas con ocupación de fábrica, una de las manifestaciones
gas y los paros hasta las ocupaciones fabriles, indicaron rasgos singu- más recientes de esta iniciativa, rebasan los límites de los procedi-
mientos capitalistas "normales". Independientemente de las reivin-
lares de su condición obrera. En mayor o en menor grado, la ejecución
dicaciones de los huelguistas, la ocupación temporaria de las em-
de tales acciones implicó la previa existencia de una organización, de
presas asesta un duro golpe al fetiche de la propiedad capitalista
una asociación surgida al calor del· embate. 64 Como se ha mencionado Toda huelga con ocupación plantea prácticamente el problema de
en el cuarto capítulo, una de sus expresiones más nítidas fue las tomas saber quién es el dueño de la fábrica: si el capitalista o los obre-
de establecimientos con rehenes y, en algunas circunstancias, su pues-
ta en producción. Sobre el particular, Anton Pannekoek observa que ros."66

En particular, en el primer lustro de la década de 1960, las ocupacio-


"La ocupación de una fábrica no equivale a su expropiación. Es só- nes de fábrica terminaron convirtiéndose en un hecho tornado con na-
lo una suspensión momentánea de la disposición de la propiedad turalidad; su puesta en práctica fue internalizada corno una herramien-
por parte del capitalista [... ] Sin embargo, la ocupación es algo más.
ta más de las que disporúan los trabajadores a su favor. Un ex metalúr-
En ella, como un relámpago que brilla en el horizonte, surge un atis-
bo del desarrollo futuro. Mediante la ocupación de las fábricas los gico recordaba:
trabajadores demuestran, involuntariamente, que su lucha ha entra-
do en una nueva fase. Cuando toman esa actitud aparece clara su. "Pregunta: ¿Cómo era wta toma?
firme y recíproca unión como organización de fábrica, en una WÍi- Respuesta: Era muy respetada, era muy bravo, muy duro estar ahí...
yo participé en todas, a mí me gustó pero había otros que no la so-
dad natural que no se disuelve en individuos aislados. Los trabaja-
dores cobran conciencia de su íntima vinculación con la fábrica Pa- portaban.
ra ellos no es el edificio de otro donde sólo van a trabajar a las ór- P.: ¿Qué hacían?
denes de éste y para él, hasta que los echa Para ellos la fábrica con R.: Se tomaba la fábrica, así común. La tomamos, las tomamos con
sus máquinas es un aparato productivo que ellos manejan, un órga- los jefes, los encerramos en una parte, en wta oficina arriba, noso-
no que sólo forma parte viviente de la sociedad gracias a su traba- tros custodiamos todo. \
P.: ¿Presionaban para sacarlos?
jo. No es nada que les sea extraño; se sienten como en su casa, mu-
cho más que los propietarios jurídicos, que los accionistas, que ni si- R.: Sí, se presionaba, presionaban todos, pero estábamos organiza- :¡
dos con los delegados. Todo era muy bueno. Eso era una lucha fran- • 1
quiera saben dónde queda la fábrica [... ] Con la ocupación de las fá-

63 Resistencia Metalúrgica, abril de 1971.


65 Anton Pannekoek. Los consejos obreros. Buenos Aires, Proyección, 1976,
64 Desde otra perspectiva teórica y metodológica, Edward Shorter y Charles
Tilly sugieren que la "organización" es un importante prerrequisito para el p.142.
66 León Trotsky. "Los sindicatos en la era de transición"; en León Trotsky. So-
desarrollo de un conflicto laboral. Edward Shorter y Charles Tilly. Las
bre los sindicatos. Buenos Aires, Plmna, 1975, p. 39. El destacado corres-
huelgas en Francia, 1830-1968. Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social, 1985. ponde al original.
383 J
382

~i~
.... ·• ¡
.~

Alejandro Sckn eide r


Las prácticas sociales y cultural
ca, en ese tiem po[ ... ] Esas luchas es de la clase obrera
eran sanas, yo me acuerdo que
nosotros teníamos, había casi 500 todo . El ante rior obr ero entr evis
metros cubiertos de fábrica, que tado rela tó su ingr eso en el asti ller
todavía quedaba, más o menos, para tars a: o As-
la vía, a la fábrica había como
dos cuadras. Esa parte se llenó de
policías, sabés lo que era... pare-
cían cuervos. [... ] "Recuerdo que el capataz le decía alje
"Nosotros éramos un grupito que fe [Braun Cantilo] 'cuando yo
estábamos encerrados dentro de recomiendo a alguien, usted me lo
un galpón. A todos los jefes los tezú tiene que tomar. Este hombre yo
amos en el segundo piso, ence- lo recomendé. ¿Por qué no me lo
rrados. Nos presionaban, nos· daban tomó, qué pasó?' El tipo hacía y
plazo de media hora, veinte mi- deshacía. "68
nutos, había que tene r huevos, hab
ía que estar...
"Nuestras armas, que teníamos, eran Asimismo, su pre sen cia en la pro
unos elásUcos, que eran así duc ción cob ró form a en los con
[hace gesto de grande] teníamos una tant es lím ites qu.~ se imp onía cua s-
s mangueras con ceniza, carga- ndo sup ervi sore s y gere ntes inte
da de ceniza, eran mangueras a aire,
cuando le abrías la llave, sabés ban increm~ntar ios ritm os de nta-
cómo salía. .. También ahí se hací trab ajo o se mod ific aba la org aniz
an locomotoras de ferrocarriles, del sist ema labo ral. No obs tant ació n
había una sección que hacían loco e, en las med idas de fuerza, los
motoras. Vio que las locomoto- dem ostr aro n un efec tivo con trol obr eros
ras, llevaban agua... nosotros hervíam en cier tas área s fabr iles , hac iénd
os agua. Nos traían perros, pa- func iona r, incl uso , sin la pre sen olas
ra hacernos sacar, entonces esa loco cia gere ncia l. Incu mbe sub ray ar
motora, al abrirle la llave, saca corr elat o de esta con cien cia e -co mo
con presión agua caliente, los hací iden tida d con su con dici ón obr
amos cagar a los perros [risas] en esto s con flic tos no hub o des era - que
Ésas eran las ann as del obrero, bien truc ción de máq uina s o herr ami
auté ntic as[ ... ] Tezúamos una trab ajo. Por el con trar io, tant o enta s de
sirena cuando ellos se movían, cuan las fuen tes escr itas com o los test
do ellos se acercaban, le pren- nios oral es con sult ado s alud en imo -
díamos la sirena, había más de uno a la per man ente pre ocu pac ión
que perdía el culo [risas] la pu- serv arla s, en espe cial , dur ante por pre-
ta, qué feo que era [... ] duró casi las ocu pac ione s. Sob re el part icul
una semana, porque no nos paga- obr ero entr evis tado refl exio nó: ar un
ban el aguinaldo y parte del sueldo.
[... ]
"Habíamos subido tanques de 200
litros de gas ofl., pero no tenían "[ ... ]vo s podés tener problemas con
gas oíl, ellos creían que sí, era agua la empresa, pero las herramien-
, pero arriba el trapo estaba em- tas son las fuentes de tu trabajo, si no
papado con gas oíl. 'Cuando caiga las cuidás vos, quién te la va
alguno de nosotros, iba caer uno
de ellos' decíamos y había una soga a cuidar. "69
para colgarlo. Lo teníamos al
que era gerente, un seño r Mestre, que
era francés, a ellos no les con- En un ámb ito más amp lio, esta
venía que lo tengamos al francés con cien cia, seg ún la coy untu ra
ahí, porque se le armaba. .. con la tóri ca polí tica , se exp resó a trav his-
embajada, se le armaba la podrida és de dive rsas form as. En algu
. cun stan cias , sus man ifes taci one nas cir-
"El viejo se enloquecía a los grito s que dar on opa cad as por las pos
s cuando venía el jefe cie policía, de par tido s polí tico s, máx ime , tura s
lo poníamos en la ventana para que por la ideo logí a y el disc urso just
hable, el policía abajo,.para que ta. De alú que en bue na par te icia lis-
hable, no le permitíamos que subi de la bibl iogr afía exis tent e se
era, que se acercara a la ventana pro duz ca
y hablara. Exigía por favor, o si no una aso ciac ión exp líci ta o táci ta
iba a hablar por teléfono a la em- entr e el acc ion ar y el com por tam
bajada, pero nosotros le cortamos obr ero com o sinó nim o de iden ient o
todo, le cortamos toda la comu- tida d per oni sta Dec lara cion es
nicación, los teléfonos, teníamos todo com o el Pro gra ma de la Fald a, púb lica s
muy bien hecho. "67 el de Hue rta Gra nde , el men saje
de may o de 1968 de la CGT de los del 1o
Arg enti nos , entr e otra s, estu vier
En sínt esis , esta coo rdin ació n preg nad as por repr esen taci one on im-
no surg ió de la nad a, sino que s ideo lógi cas y valo res pert ene cien
sult ado de la exp erie ncia y de fue re- pero nism o. No poc as pro clam as tes al
los sald os que dejó cad a con flic del mov imi ento obr ero estu vier
mem oria de la clas e obr era. Por to en la ñida s y lim itad as por una pos ició on te-
otra part e, tale s emb ates refl ejar n de con cili ació n de clas es, coh
part icip ació n cole ctiv a en el pro on la con la labo r des emp eña da por Jua eren te
ces o de trab ajo. Si bi.en la com n D. Per ón dur ante su prim er man
· de los sist ema s pro duc tivo s, la plej idad to pres iden cial . Est a con cep ción da-
org aniz ació n por dep arta men tos , en don de no se atac aba el cap itali
cion es, hizo que los trab ajad ore y sec- sino que se trat aba de tene r una smo
s no con trol aran el con jun to de may or part icip ació n en él, fue aco
duc ción com o en la épo ca arte la pro - ñad a por otra s exp resi one s pro mpa -
san al, ésta no term inó per dién pias de la doc trin a just icia lista ,
dos e del defe nsa de la sob eran ía esta tal com o la
de dete rmi nad as emp resa s púb
lica s o en

67 Testimonio de Víctor, enero de 68 Idem.


2000.
69 Entrevista con Lalo, noviembre
de 1998.
384
385
Alejandro Schneider Las prácticas sociales y culturales de la clase obrera

el notorio nacionalismo y rnacartisrno imperante de sus dirigentes. Es- Sa.I'Í:Os) abrevaba de, elementos que se encontraban en la conciencia y
to último quedó ejemplificado en los discursos de Amado Olmos de Sa- en la identidad de los obreros corno sujeto social. Numerosos volantes,
nidad y Ricardo De Luca de Obreros Navales, enrolados en los sectores pintadas, cartas y, sobre todo, la propia práctica cotidiana gre~al, re-
"duros" del peronismo. El primero de ellos manifestó, en un acto de las flejaron en forma nítida estas características. Valga el siguiente ejem-
62 Organizaciones, en 1958: plo. Los trabajadores de Siam Di Tella de Munro, ante problemas coti-
dianos y elementales en las fábric~, redactaron una nota quejándose
"[ ... ]nuestras intervenciones en problemas políticos, económicos y de su situación:
sociales, y que hagan a nuestro destino, responden al profundo sen-
tido nacionalista que anima a la clase obrera argentina. Aceptamos "En relación con el aumento del personal que ha habido en el esta-
que, hace muchos años, la influencia de ideas comunistas y socialis- blecimiento, -hoy somos :más de 300- no contamos todavía con un
tas hizo apartar a los trabajadores de.toda preocupación por el país, cuerpo de Delegados lo sili'icientemente fuerte y numeroso que nos
difundiendo la consigna de que los obreros no tienen patria; es por represente como es debido frente a la patronal. [... ]
eso que nosotros recalcamos que nuestras inquietudes están anima- Los problemas que tenemos que enfrentar, y que se podrían solucio-
das de un deseo de salvación de nuestra tierra, pero que esa salva- nar mucho más fácilmente si estuviéramos mejor organizados, son
ción, esa liberación, en todos sus órdenes deben ser soluciones ar- muchos, y algunos de ellos graves.
gentinas y para los argentinos, y no fríos esquemas mentales que Como ser en la cuestión de premio, vemos que la patronal divide al
puedan hacer el juego a imperios de derecha o izquierda. Nos guía personal, al fJjar premios de montos totalmente distintos de una
una sola bandera, la azul y blanca, y un objetivo: ver grande y pode- sección con respecto a otra. Mientras que en Bobinaje se cobra al-
rosa a nuestra patria, con un pueblo laborioso, que pueda volver a rededor de un 50 por ciento, en Maquinarias no llega ni al 25 por
reír.n70 ciento, en Tomos al 30 por ciento, en Montaje al 20 por ciento, los
peones apenas si llegan al 10 por ciento y Manutención el 7 ú el 8
Por su parte, De Luca declaró en un C01túté Central Confedera! de por ciento.
la CGT de 1963: Aquí tendríamos que conseguir que todos los obreros y. todas las
Secciones ganaran más o menos lo mismo, partiendo lógicáme~te
"Jamás vamos a permitir ser un teatro de guerra de los imperialis- de los que ganan los compañeros de Bobinaje, que son los más el~- .
mos. No queremos aquí tampoco una inyección castrista ni al impe- vados.
rialismo inglés ni al norteamericano, y menos al rojo. Somos argen- En cuanto al trato que se nos dispensa, estamos ya hartos de sopor-
tinos y vamos a hacer la revolución social netamente argentina. "71 tar los insultos y prepotencias de los 'señores' jefes Luenfo, Costa y
Brosqui. Es hora que le hagamos entender a la casa de que nosotros
no somos animales ni mucho menos, y que se aplique a dichos "se-
Por fuera de estas declaraciones y proclamas que respondían a diri-
ñores" el correctivo que se merecen.
gentes gremiales que bregaban por un espacio dentro del peronisrno, la
Pese a que hace ya meses que se ha solicitado por medio de los de-
más significativa expresión política y sindical alcanzada por los traba- j. legados que la casa ponga agua caliente en los baños, la patronal no
¡
jadores, durante ese período, fue el programa propugnado por el clasis- 1 se ha dignado aún a satisfacer tan justo pedido. Pareciera que la ge-
mo a comienzos de la década de 1970. Como se ha expresado, este mo- 1 rencia opina que el obrero no tiene derecho a irse a su casa limpio
vimiento elaboró y puso en práctica medidas con un claro sesgo antibu- de la grasa y de la mugre que junta en el trabajo. Pero parece que la
rocrático, anticapitalista y antiirnperialista mientras enfrentó a la dicta- patronal opina que la limpieza no debe existir para nosotros porque
dura de Alejandro Lanusse. De este modo, las expresiones presentadas mantiene baños que son realmente un asco, a más de insalubres.
escaparon del chaleco ideológico del justicialisrno virando hacia el ¿Es que no pueden destinar una pequeña parte de las enormes ga-
marxismo. nancias que obtienen a costa nuestra, para poner los baños en con-
En última instancia, el clasisrno (y su propuesta de independencia diciones?
sindical y política de la clase trabajadora frente al estado y a los ernpre- No sólo en esto es mezquina la patronal de Siam, pues hasta en .el
pago de los días feriados, no hace los promedios para liquidar de
acuerdo al salario real, con premio incluido.
70 Mayoría no 73, 1o de septiembre de 1958. Frente a la insalubridad de numerosas secciones, ya la Comisión In-
71 Confederación General del Trabajo. Comité Central Confederal. Sesiones tema, ha puesto la proa para solucionarlo, pues se ha pedido ins-
de los días 15, 16, 17 y 18 de abril de 1963. Buenos Aires, Ediciones de la
CGT, 1963, p. 165.

386 387
Las p'rácticas sociales y culturales de la clase obrera
Alejandro Schneider
"Ni bien ingresé al ferrocarril me incorporé al sindicato de La Fra-
pección sanitaria para Fundición, Pintura, Banúz, Inspección y Sol- ternidad, me comprometí (a] ser socio de La Fraternidad para que
dadura Eléctrica después me acepten ir a la escuela [del gremio].[ ... ]
Compañeros de Siam, tenemos que comprometemos a ir a la próxi- "Fue el gremio más democrático del país, por sus propios estatutos,
ma Asamblea para elegir delegados. Una fábrica como la nuestra y porque, además, todos los lunes hacían asambleas, [... ] en las
debe tener por lo menos 20 delegados, y no 4 ó 5 como ahora Sólo asambleas se discutían todos los problemas[ ... ] [con énfasis] todos
organizándonos podremos dar solución satisfactoria a todos los los afiliados pedían la palabra y tenían derecho a votar, a ser elegi-
problemas que hemos enumerado más arriba Hay que ir a la próxi- dos y a participar de las asambleas." 74
ma Asamblea, apoyar a los delegados que elijamos; no podemos
quedar atrás de todo el gremio que se está reorganizando a pasos Esta concepción de las entidades gremiales' se conformó de modo
acelerados después de haber arrojado a la Intervención fuera del independient e de las prácticas poco democráticas de la mayoría de sus
Sindicato. burócrata&. nacionales. A pesar de su presencia, los trabajadores -en
Obreros y obreras de SIAM DI TELLA Ltda Munro" 7.2 numerosas circunstanci as- se valieron de diferentes mecanismos insti-
tucionales legales, que servían de respaldo a esos dirigentes, para tra-
Cuestiones tales como la necesidad de la organización, la solidari- tar de desplazarlos. El sindicato era considerado como un espacio pro-
dad, el orgullo de un oficio, la igualdad en las remuneracio nes, la digni- pio que se defendía y un ámbito donde se participaba a través de dife-
dad de las condiciones de labor y el reconocimie nto que los trabajado- rentes instancias, al margen de sus ocasionales representant es. Asimis-
res constituyen una clase distinta, con diferentes intereses, fueron algu- mo, por fuera de la conducta de estos hombres, se avalaba su pertenen-
nos de los rasgos culturales que contribuyero n a su identidad como su- cia a dicho ámbito a través de un alto nivel de acatamiento y disciplina
jeto social. De ahí que dichaS percepcione s fueran propias de la clase a las órdenes emanadas por los cuerpos orgánicos. Esta centralizació n
obrera, independien temente de las ideologías políticas que profesaba o se dio tanto en aquellas instituciones que adoptaron la forma de una fe-
adhería. Esto también se expresó en una profunda conciencia de la ne- deración como las que asumieron la estructura de una unión. En este
cesidad de pertenecer a un sindicato y de contar con diferentes órga- sentido, Torre subraya que
e
nos de base comisiones internas, cuerpos de delegados) para hacerse
escuchar y poder obtener sus reivindicacio nes. Como explicaba un "los sindicatos cuentan, como lo demuestra la amplitud que alcan-
obrero de la carne consultado: zan sus movimientos de protesta, con un formidable poder de con-
vocatoria, el cual es reforzado adicionalmente por la disciplina que
1
75
"Los delegados eran muy buenos tipos, muy buenos tipos, hablando garantizan sus vastos y eficaces aparatos."
desde fmes del 50, más o menos, hasta la época de... , hasta el 70, ha-
bía delegados muy buenos. Delegados que enfrentaban realmente al Aunque este centralismo fue eficaz para la realización de acciones
patrón y lo que se hacía ver, lo hacían valer, no dejaban al obrero so- conjuntas, muchas veces la rígida disciplina derivó en conductas verti-
lo, que lo jodan... pero lo bueno dura poco." 73 calistas. Por otra parte, valga aclarar que no siempre los sindicatos ac-
tuaron canalizando las demandas; hubo momentos, como lo sucedido
Como se indicó anteriorment e, al igual que en la conformadó n de la con algunos gremios que respondían a los Independien tes en el Plan de
cultura y la conciencia obrera, la explotación capitalista en las fábricas, Lucha de 1964, en que la fuerza de los reclamos laborales fue superior
producto de las relaciones de producción, fue la base primigenia que a las órdenes emanadas por los dirigentes.
permitió consolidar la identificació n y la pertenencia a un sindicato. En síntesis, no es una tarea sencilla realizar un análisis acerca de las
Con el tiempo, los trabajadores fueron adoptando la organización gre- ·característica s sociales y culturales que presentó la clase obrera duran-
mial como una herramienta básica e indispensabl e en su labor; ya fue- te esas décadas. En este apartado se han esbozado algunos rasgos que
se para la defensa de sus intereses materiales o como un instrumento ha tenido la clase obrera en esos años; éstos permiten una mejor apro-
que le servía para mejorar su desempeño. Sobre el pruticular, un ferro- ximación y comprensión de la conflictividad del período. Sus prácticas
viario recordaba: sociales y culturales, tanto en sus lugares de producción como en los

74 Entrevista con Luis, julio de 2000.


72 Palabra Obrera no 8, 16 de septiembre de 1957. 75 Juan C. Torre. La tasa de ... op.cit., p. 911.
73 Testimonio de Juan, octubre de 1992.
389
388
.l.~llf:;,JUII,\AJI V U'-'ICIIC tGCtUIG I

todo este proceso. La experien- CONCLUSIONES


barrios que habitaban, intervinieron en
imientos fabriles se hizo pre-
cia forjada cotidianamente en los establec una med ida de fuerza. Como
paña r
sent e a la hora de organizar o acom
tes, este libro se concentró, es- la vida tal como viene;
se ha expuesto en las páginas preceden ''Me ha interesado la may oría que toma
que la clase obre ra dio en esas , al lame ntar la falta
pecialmente, en las distintas resp uest as aqueUos a los que algu nos líder es sindi cales
burg uesía y sus respectivos go- gran mas a apática'; a
décadas a los diferentes embates de la de interés en su mov imie nto, llam an 'la
las hipó tesis que. se sugiere es que la iona rt en sus canc iones como 'la
biernos. En este sentido, una de quienes los compositores menc
zaron.no. se la. pued e cons ider ar gente sencilla', y a quienes la prop ia clase
obre ra describe, más
impugnación que los trabajadores_reali y corriente'~'.
ctos culturales; en gran medi- 'la gente com ún
plenamente si no se subr ayan esto s aspe seriamente, como
cia con su conciencia. Richard :ijoggart
da, su efectividad estuvo en corr espo nden
.. ~"-!"

a través de un estudio de ca-


En las páginas prec eden tes se exploró,
la clase obre ra en la sociedad
so, el destacado protagonismo que tuvo
hinc apié en su proc eder en el ám-
argentina entre 1955 y 1973. Se hizo. j
el período. De este modo, un .!
bito fabril ante los cambios ocurridos en
describir y explicar las diver-
prim er paso de observación consistió en
nturas históricas, compren-
sas prác ticas gremiales en diferentes coyu
ondi eron frente a escenarios
der las formas en que los trabajadores resp
mod o en que se enfrentaron al capi-
y reiVindicaciones específicas, y el
esfe ra de la prod ucci ón o por
tal, ya sea por motivos suscitados en la
ndo lugar, se sugirieron diver-
decisiones ajenas a ese ámbito. En segu
la sindical. Se la examinó des-
sos matices sobre la actuación de la cúpu
er y part e del comportamien-
de otra perspectiva, y se expuso que el pod
ecue ncia de la prop ia fuerza y di-
to que ostentó la dirigencia fue cons
te, la investigación puntualizó
nám ica del movimiento obrero. Finalmen
ado industrial no fue generada
y advirtió que la actuación del proletari
políticos, sino que su interven-
sólo por condicionantes económicos y/o
to colectivo.
ción fue fruto de su experiencia como suje
intentaron modificar el mo-
Los sucesivos mandatarios del período
te hast a entonces. Los emplea-
delo de acumulación de capital imperan
rnam entales) buscaron, en
e
dores con el apoyo de las autorida des gube
ucci ón sobr e la base de un ma-
particular, aumentar los ritmos de prod
Si bien este objetivo fue perse-
yor rendimiento laboral de los obreros.
indagación privilegió la situa-
guido en distintas ramas industriales, la
por ser el gremio de may or im-
ción de los trabajadores metalúrgicos ·¡
la ofensiva empresarial se hizo
port anci a en el lapso estudiado. Aunque . .,'
391

l
390
Alejandro Schn~ider
Conclusiones
prese nte en todo s los gobiernos, ésta se incre
ment ó bajo las gestiones jadora. En prim er lugar, el escrito se alejó de
de Pedro Aramburu, Arturo Frondizi y Juan la visión tradicional que
C. Onganía. En esas presi-
dencias, las corp oraci ones fabriles anhe laron identificó como equivalente el accio nar de los
camb iar la organización obre ros de la ciudad de
del proc eso manu factu rero con el prop ósito Buenos Aires con lo que aconteció en el conju
de alter ar las condiciones nto del país. Un segundo
de producción. Los empleadores del secto r abor aspe cto que se debe tene r en cuen ta es que el
daro n tres ejes proble- prese nte estudio no se va-
máticos: la incor pora ción de nuevas paut as lió únicamente de los datos brindados por la
de trabajo, la eliminación Secr etarí a de Trabajo, si-
de traba s que afect an a la productividad, y la no que también consideró otras calificadas
presencia, definición y al- fuentes prim arias que per-
canc e de los cuer pos de delegados y las comi mitieron ahon dar en la situa ción reinante en
siones internas. En ese áreas donde la entid ad ofi-
contexto, el libro se conc entró en estud iar las cial no registraba los conflictos. Haciendo esta
discusiones y los acuer- salvedad, esta investiga-
dos estab lecid os en los-convenios colectivos ción se prop uso enten der las prote stas del año
de 1960 y 1966. A pesa r de 1959 corno una situación
que ambo s se deba tiero n y firmaron en circu excepcional, atípica, en cuan to a las jorna das
nstan cias negativas para el no trabajadas. Fuer on di-
proletariado, los punt os acord ados y los resul lucidados lgs acontecimientos previos y poste
tado s logrados no fueron riore s a esa fech a como
los que se menc iona n en la historiografía que prod ucto de una suma de factores, en particular
versa sobr e el tema. Su , se rep.aró en las trans-
cumplimiento tamp oco fue homogéneo, el respe formaciones acaecidas bajo la gestión de Fron
to de su articulado de- dizi.
pend ió de las relaciones de fuerza en cada La presi denc ia de Frondizi formuló un plan
coyu ntura histórica. En la cohe rente de medi das
práctica, la innovación de las condiciones de políticas, a diferencia de lo sucedido bajo
labo r no resultó una tarea la Revolución Libertadora.
sencilla, los empr esari os tuvieron que enfre Tanto la privatización de la explotación petro
ntar a urna clase obre ra con lera como el Plan de Es-
elevados niveles de coordinación colectiva. tabilización de diciembre de 1958, fueron las
evidencias más acab adas
Con respe cto a los organismos de base, distin de una fuerte ofensiva sobr e la clase obre ra
tos secto res de la cla- El enton ces magistrado no
se dominante busc aron atomizar, disgregar titub eó en utilizar las fuerzas de seguridad (a
y debilitar estas entidades través de movilizaciones
sindicales. Para los empleadores, éstas fuero militares, detención de trabajadores, procesam
n un s6lido obstá culo que iento por medio de la ju-
se debía sorte ar a la hora de aplicar los nuev risdicción castr ense ) para garantizar su prog
os plane s de producción. rama desarrollista. En lo
Por lo general, en ocasión de las negociaciones coyuntural, las disposiciones cambiarlas reper
colectivas, se impugnó cutie ron en una caída del
la perm anen cia de estas organizaciones de pode r adquisitivo de los asalariados que, unido
planta. Pese a los inten tos a la
de erradicarlas, tanto los diferentes gobierno versión pública, se tradu jeron en una retra cción redu cción de la in-
s corno los empleadores del nivel de la activi-
debieron cons entir su presencia. Los empr esari dad productiva. A esto se sumó el comportam
os acep taron el pape l de iento de la buro craci a sin-
las comisiones inter nas corno prod ucto de la dical. Los líderes gremiales no estab an dispu
fuerza y no de la debilidad estos a malo grar los privi-
de los traba jado res en el punt o de la producció legios obtenidos por la ley de Asociaciones
n. Al no pode r eliminar- Profesionales o prop iciar
las, se las institucionalizó otorgándoles algun con sus acciones una nuev a intervención gube
os principios básic os de rnamental de sus entida-
funcionamiento. De esta manera, por medi des, en el marc o de un merc ado laboral pertu
o de acuerdos, se inten tó rbad o por u.ña inten sa re-
amor tizar los conflictos irremediables entre cesión.
capital y trabajo.
En íntim a corre spon denc ia con lo anterior, · A parti r de entonces, entre 1960 y 1963, las
dura nte esos años los medidas de prote stas
traba jador es prote giero n las conquistas obten continuaron, pero bajo un pano rama defensivo.
idas en la déca da de 1940. La clase traba jado ra no
Los asalariados industriales no sólo enfre ntaro sólo ~uvo que recla mar por dificultades salar
n los inten tos por cam- iales, sino tamb ién por el
biar las condiciones de labor, sino que tamb ién resguardo de la fuente de empleo. Más aún,
pugn aron por aume ntos teniendo prese nte la exis-
en· sus habe res y defendieron las fuentes de empl tenci a de un notorio enco no con las cuestione
eo. La pesq uisa ha ana- s gremiales en amplios
lizado estos acon tecim iento s objet ando la mira secto res del estab lishm ent, se pudo observar
da historiográfica tradi- que estos enfrentamien-
cional que se ocup ó de la déca da de 1960. Com tos no redu ndar on en una significativa pérd
o se ha indicado en la in- ida de conquistas obreras.
troducción, en dicha perspectiva, la actividad Como se ha subrayado, num erosa s prote stas
de la clase obre ra fue sos- fueron originadas en
layada; o bien la refer encia a ésta se limitó al tomo de las negociaciones por la renovació
pape l que habí a exhibido n de los convenios colecti-
la dirigencia sindical bajo las respectivas presi vos de trabajo. En ellos se discutieron increment
denc ias de esa etapa. Por os en los habe res para
su parte , en los poco s ensayos en que los traba los distintos escalafones, categorías o tarea
jado res apare ciero n en s, y tamb ién se acord aron
esce na fuero n menc ionad os en un cont exto norm as que tendieron a regular las relaciones
de derro ta y desmoviliza- laborales en las unidades
ción tras las huelgas efectuadas en 1959. fabriles. En ninguna opor tunid ad se lograron
desmantelar las comisio-
La desc ripci ón y el análisis de los suce sos de nes inter nas y los cuerp os de delegados, pese
la déca da de 1960 su- al conte xto industrial re-
gieren una conclusión distinta acerc a de la cesivo. En el caso de la parit aria metalúrgica
situa ción de la clase traba- aquí analizado quedó esti-
pulad o el reconocimiento de las organizaciones
de planta, admitiendo
392
393
,!
I..J U"l ~¡;¡¡u,;y~u 1 ~t;.:l

Alejandro Schneider
dinación de tareas: aspectos que identificaron, por entonces, a la clase
su presencia jurídica y su facultad en la discusión en la determinación
de los problemas laborales. En otras palabras, en sus reiteradas aspira- obrera.
Aunque estas protestas fueron procedimientos que ejercieron los
ciones de incrementar los mveles de producción, los órganos .de base trabajadores en resguardo de su mvel de vida, causaron una amplia per-
Siguieron constituyendo una sólida valla frente al capital. turbación en distintos sectores dominantes. En varios análisis contem-
El horizonte económico recesivo en el campo manufacturero impu- poráneos, como en escritos posteriores, se discutieron argumentos re-
so que cuantiosas luchas se suscitaran por este tema. En la naturaleza feridos a la violación de la propiedad privada, la factibilidad de que los
de este reclamo estuvieron presentes dos instancias en pugna. En pri- trabajadores pudieran producir sin la gestión de los empleadores y la
mer lugar, estas acciones evidenciaron una abierta defensa de la fuen- posibilidad de que la operación en sí derivase en una escalada de difícil
te de empleo. Dicha tutela no sólo reflejó un problema meramente eco- contención. Los componentes de espontaneidad, generados por las to-
nómico, sino que también estuvieron implícitos aspectos inherentes a mas, superaron todos los límites de lo que era aceptable.
la cultura de la clase obrera, como la digrudad y el derecho al trabajo. Estos acontecimientds, junto con otros móviles históricos que se re-
Un segundo componente que es necesario enfatizar, y en estrecha rela- montaban a divergencias irresueltas desde 1955, fueron temdos en
ción con esto último, fue que este tipo de protesta conllevó un elevado cuenta en el momento de prepararse y decidirse el golpe de Estado de
grado de solidaridad con aquellos trabajadores que resultaron afecta- 1966. Así, se observó la forma en que la Revolución Argentina preten-
dos por los despedidos y las suspensiones. Las muestras de apoyo, en dió -no sin repercusiones en su seno- implantar nuevos vínculos con
algunas circunstancias, escaparon tanto a los límites estrictos de los el universo gremial. Con ese propósito, la gestión de Onganía procuró,
gremios en conflicto como a las directivas emanadas por un sindicato. durante sus primeros meses, interrumpir el panorama conflictivo rei-
En otros términos, el accionar de los obreros fue consecuencia de una nante bajo la presidencia de Arturo lllia. Paralelamente, el régimen pre-
toma de conciencia de su condición colectiva generada por la propia toriano intentó establecer una tendencia sindical afín a sus postulados
producción como fenómeno social. filosóficos. Sin embargo, éste no fue un camino sencillo de transitar.
Ahora bien, la recesión. en el ámbito manufacturero posibilitó que el Los objetivos institucionales que se había propuesto hicieron desbor-
proletariado comenzase a implementar las ocupaciones de fábricas co- dar este esquema imcial.
mo un certero método de lucha. A lo largo de las diferentes experien- En este sentido, a fin de cumplir con sus metas "revolucionarias",
cias, estas medidas de fuerza se enriquecieron con la incorporación de el gobierno militar desplegó una fuerte ofensiva sobre los trabajadores.
otros elementos, como la toma con rehenes y las pocas, pero efectivas, A pesar de los embates desarrollados (las luchas de los azucareros, por-
puestas en ejecución de la producción por fuera de la voluntad de los tuarios, ferroviarios y mecánicos fueron una muestra acabada de ello),
empleadores. Si bien dichos embates se illiciaron -independientemen- el Poder Ejecutivo Nacional impuso un grave revés en el movimiento ·¡
te de la cúpula sindical- durante el segundo semestre del año 1962, las obrero en el verano de 1967. Este desmán tuvo su correlato en el seno
ocupaciones cobraron relevancia con la aplicación de la segunda etapa de la dirigencia laboral: el retiro de la personería gremial a importantes
del Plan de Lucha de la CGT, en mayo y junio de 1964. organizaciones ind~triales evidenció el desmoronamiento del poder
Como se ha explicado cada enfrentamiento resultó ser diferente; sin sindical. Por primera vez, desde los sucesos de 1955, estas entidades
embargo, fue posible distinguir algunos elementos en común. En los he- sintieron una expresa derrota en sus acostumbrados métodos de movi-
chos, dos rasgos evidenciaron la alteración del orden fabril: el empleo lización y de negociación colectiva.
de rehenes y, en algunas ocasiones, el alto grado de autonomía en las La investigación ha expuesto cómo el proletariado, durante 1967 y
decisiones de los órganos de base. En reiteradas oporturudades, los em- 1968, tuvo que enfrentar varias complicaciones luego del fracaso del
presarios se pronunciaron, de manera alarmante, por estas cuestiones. Plan de Acción de marzo de 1967. De este modo, lejos de adoptar una
Las tomas fabriles no sólo significaron una ruptura de la subyugación visión triunfalista que niegue los procesos históricos, se advirtió lama-
patrón-obrero, sino que la medida con la retenCión del personal jerár- nera en que la protesta obrera se concentró básicamente en el ámbito
quico implicó un grave impacto en función de la práctica adquirida y de de las unidades de producción. Al igual que en otras coyunturas histó-
su simbolismo, tanto para los trabajadores como para los dueños. La re- ricas, el contexto de repliegue obligó a los órganos de base a convertir-
sistencia silenciosa, y muchas veces individual, se sintetizó en una nor- se en los últimos bastiones de defensa de las conquistas de los trabaja-
ma y en una práctica de carácter colectivo. Para alcanzar sus resulta- dores. En esas circunstancias, las medidas de fuerza procuraron tanto
dos, la ocupación demandó una orgamzación previa que permitiera pla- resguardar la estabilidad en el empleo como amortiguar los aumentos
nificar en forma clandestina la medida de fuerza, ésta úllicamente se en la productividad. Esto hizo que los conflictos fueran circunscriptos,
pudo haber concretado con una maciza disciplina y con una clara coor- materializándose la mayoría de ellos en acciones de sabotajes, quites
395
394
Aleja ndro Schn eide r
Conc lusio nes
de colaboración y paro s parciales. No
obstante, de esto s enfrentamien-
tos quedó un valioso sald o organizativo. En prim er lugar, en el seno de la clase
Poco a poco, mientras crec ía dominante, durante esas dé-
un abierto sentimiento de rechazo a la cadas, confluyeron dos posiciones resp
cúpu la laboral, los distintos ca- ecto de la actit ud que se adop-
nales del movimiento obre ro com enza taría frente a los dirigentes y a los sind
ron a convertirse -nec esar ia- icatos. Por un lado, estuvieron
men te- en instrumentos de luch a alter aquellos que, de man era permanente,
nativos y radicalizados. De esta sost uvie ron que la cúpula y sus
forma, se fueron dando los prim eros organizaciones repr esen taba n un obstácul
paso s que (tras el Cordobazo) o para el libre entendimiento
anun ciaro n el ocas o de la adm inist ració de los trabajadores con los empleadores
n castrense. . Por el contrario, al calor del
Los acontecimientos ocur rido s en may fracaso de diferentes medidas de corte
o de 1969 abrieron una pecu- represivo y, en algunas ocasio-
liar situación en los asalariados y en el nes, ante un aum ento en los niveles de
estu dian tado argentino. A part ir conflictividad, hubo sect ores
de esa fech a se inició una olea da mas iva que estimaron nece saria la existencia
de prot esta s que abarcó a nu- de esto s líderes y de sus entida-
mer osos pueb los y ciudades del inte rior des para que se encargasen de regular
del país. Corno es sabido, so- los
bre esto s hech os hubo un sinfín de títul En segu nda instancia, en contraste conantagonismos de clase.
os historiográficos. Sin descui- una serie de ensayos acadé-
dar sus apor tes al conocimiento del micos, este libro sugirió que la dirigenci
período, la pres ente exposición a gremial que capitalizó la di-
quiso cont ribu ir al estudio de esos años recc ión del movimiento obrero dura nte
observando la conflictividad la Revolución Libertadora se
gremial en el área metr opol itana de Bue nutrió de hom bres que poseyeron una
nos Aires. vast a expe rien cia en la adminis-
Durante esos años, la may oría de los enfr trac ión de las entidades y en sus vinculac
entamientos, de modo len- iones· con los pode res del es-
to pero continuo, giraron en torn o de los tado. Cabría acla rar que, si bien estos indiv
incr eme ntos salariales y el re- iduos no dominaron las rien-
conocimiento (empresarial y gremial) das del sindicalismo dura nte los gobierno
del nuevo activisrno obrero en s peronistas, su aprendizaje
los organismos fabriles. Asimismo, la data de sus actividades como dirigente
actividad huelguística pres entó s medios-altos de esa etapa. La
tácti cas cada vez más combativas, enco ante rior afm naci ón tamp oco niega la exis
ntrá ndos e alim enta da por ma- tenc ia de noveles figuras en
yore s instancias democráticas de part la cúpu la laboral que se fueron incorpor
icipación. Este fenómeno se ex- ando en el lapso de esos años.
pres ó en ocupaciones fabriles y en man Su consolidación como repr esen tante s
ifestaciones callejeras. Así, los sindicales s~ cimentó en una se-
paro s -a diferencia de lo suce dido en los rie jerarquizada de activistas y delegado
prim eros años del gobierno de s que robu stec iero n su presen-
Ong anía - emp ezar on a adop tar un cont cia dent ro de los sindicatos tant o a part
enid o más activo. Corno resul- ir del horizonte abierto con la
tado, la conciencia sindical de los trab expe rien cia obte nida durante la Resisten
ajad ores tendió a queb rar la pa- cia com o con el reacomodo
sividad imp uest a por la burocracia. A trav estru ctur al que se prod~o con Frondizi.
és de la dinámica de la lucha, En este sentido, más allá del
por la prop ia cara cterí stica que asum origen de estos líderes, la pesquisa hizo
iero n esta s modalidades de pro- hincapié en que las prácticas la-
testa s, el movimiento obre ro fue supe bora les de la cúpu la fueron el corolario
rand o los esquemas clásicos de de una situación histórica dis-
enfrentamientos. Por otra part e, esta s acci tinta. Su proc eder fue resultado de una
ones gene raro n un ascenden- síntesis de las lecciones incor-
te radicalismo en sus post uras políticas pora das en el tran scur so de las prot esta
y en su conc epci ón de la prác- s cont ra el Gobierno Provisio-
tica gremial. nal por una parte, y de los beneficios que
obtuvieron con la gestión de-
Paralelo a este cambio en el com port amie sarrollista, por otra. En esta última circu
nto laboral, con notables nsta ncia se favorecieron no só-
desigualdades en el ámbito nacional, se lo con el aumento de la actividad indu
prod ujo un extendido cuestio- strial, sino tamb ién con la recu-
nam ient o al régimen de facto. Éste, preo pera ción de una serie de facultades corp
cupa do por salvaguardar las orativas que habí an sido perdi-
instituciones, fue concediendo, poco a das bajo la pres iden cia de Aramburu.
poco , algunas de las demandas
laborales exigidas. No sólo eso. Des pués En íntima relación con lo anterior, com
de diversas contramarchas, o terc era cuestión, se expli-
prod ucto del incremento de la conflicti có la form a en que la dirigencia laboral
vidad social, la Revolución Ar- fue ganando una mayor autono-
gent ina se vio obligada a convocar, perm mía dent ro de la sociedad. En un prim
itien do la part icipa ción del pe- er momento, el destierro obliga-
ronismo, a una elección presidencial. do de Juan D. Peró n y su partido deja
ron un may or grado de libertad
Si bien el objetivo específico de la pres para su actu ació n en la vida pública. Lueg
ente investigación no fue ex- o, sus meta s se encaminaron
plica r el proc eder de la dirigencia sind a pres erva r las conquistas corporativas
ical, ésta ha sido teni da en cuen- logradas con las gestiones de
ta por trata rse de una refe renc ia indiscut Frondizi y José M. Guido: el manejo de
ible en el análisis del período. las entidades obreras, la ley de
Del mismo modo que la liter atur a histo Asociaciones Profesionales y la recu pera
riog ráfic a que vers a sobr e la ción de la Confederación Ge-
época, el pres ente estudio coincidió en neral del Trabajo. Posteriormente, algu
afirm ar el peso que tuvo la cú- nos de sus miembros -en espe-
pula gremial dura nte esos años. Sin emb cial, Augusto Van dor- busc aron disputar
argo, com plem enta riam ente a un may or espacio de. pode r en
lo escrito sobr e el tema, se han suge rido el entr ama do político de la década. Con
una serie de observaciones. dich a finalidad, los líderes
obre ros no vacilaron en desafiar a los otro
s grupos dominantes y al ge-
396
397
Conclusiones
Alejandro Schneider
hábitat, dando lugar a la coexistencia de antagónicas clases sociales.
neral exiliado. En ese camino, la segunda etapa del Plan de Lucha y los Todos los vecindarios adquirieron, desde la construcción de sus vivien-
enfrentamientos protagonizados contra el gobierno de lllia fueron los das hasta la forma de relacionarse en su seno, criterios clasistas que
hitos que marcaron el cenit de la cúpula sindical. Empero, esta autono- fueron apuntalados por numerosos componentes simbólicos. En el ca-
mía encontró sus límites cuando se estrelló con el proyecto institucio-
so de la residencia de los trabajadores hubo una sólida vinculación en-
nal de la Revolución Argentina. El régimen castrense, encabezado por
tre la localización de las fuentes de producción y el lugar de morada.
Onganía, condicionó severamente la independencia que gozaban hasta
Esa relación, en parte, pautó las condiciones de sociabilidad de los
entonces los jefes gremiales.
obreros. Los barrios, al erigirse en las adyacencias de los estableci-
Por último, la investigación matizó la tradicional concepción histo-
mientos laborales, aportaron una específica identidad que fue reforza-
riográfica que hace referencia al rígido dominio ejercido por la dirigen-
da gremial sobre la clase obrera. En los hechos, durante esas décadas, da por elementos culturales nacidos en la matriz de las estructuras pro-
la burocracia debió concebir incontables ardides para salvaguardar su ductivas. '·:'
autoridad. A tal fin se valió del control de los procedimientos electora- Ahora bien, el último capítulo se orientó a exponer estas caracterís-
les, de distintas prácticas de persuasión y de la obtención de varias de ticas. Para eso se examinaron algunos rasgos sociales que estuvieron
las demandas solicitadas por sus bases. No obstante, más allá del em- encadenados. Complementándose con otras interpretaciones, el libro
pleo de estos mecanismos, se registraron cuantiosas medidas de fuerza consideró que el estado de madurez de la clase obrera se manifestó en
soslayando la voluntad de los dirigentes. el elevado grado de actividad gremial desarrollado y en las fuertes re-
En resumen, el protagonismo que tuvieron los representantes labo- des de sociabilidad que hicieron posible tales prácticas. Junto con esta
rales no se puede llegar a discernir si no se lo considera como fruto de conceptualización, preferimos subrayar que los trabajadores en tanto
la capacidad de movilización de la propia clase trabajadora. La adop- que empezaron a ser conscientes de que eran privados de sus condicio-
ción de diferentes medidas de fuerza sirvió tanto para solucionar de- nes de existencia por el capital, en el desarrollo y proceso de sus luchas
mandas insatisfechas de los asalariados como para satisfacer sus pro- contra la patronal, fueron cobrando una clara conciencia obrera -Y por
yectos corporativos y, en algunas oportunidades, también políticos. Si momentos- anticapitalista.
la cúpula gremial fue contemplada como un actor de importancia en Los sindicatos desempeñaron un papel de primerísimo orden. Más
esos años fue porque detrás de ~lla estaba, apuntalándola, un movi- allá de las acciones reivindicativas que cumplieron, las organizaciones
miento obrero con altos niveles de organización sindical. gremiales fueron parte cotidiana en la vida de los trabajadores. Sosla-
Tan importante como el análisis de la conflictividad laboral fue el yando los datos numéricos, que de por sí fueron lo suficientemente sig-
hecho ~e sistematizar algunos asuntos referidos a las condiciones de la nificativos, a lo largo de la investigación se ha demostrado la forma en
sociabilidad obrera. Las incontables protestas no pueden llegar a com- que la pertenencia a una asociación profesional fue un hecho casi natu-
prenderse, en toda su dimensión, si no se lo acompaña de un estudio ral. Existía una profunda conciencia de la necesidad de ser miembro de
más íntegro del mundo laboral. Se trata de explicar la forma en que el e
una entidad y de contar con diferentes órganos de base comisiones in-
comportamiento de los trabajadores no estuvo originado sólo por prin- ternas, cuerpos de delegados) para hacerse oír y poder conseguir los re-
cipios económicos, sino que participaron ideas y valores madurados a clamos. Asimismo, la inclusión superaba el ámbito restringido de las fá-
partir de su experiencia como sujeto colectivo. Las prácticas sociales bricas y talleres extendiendo su presencia a distintas actividades asis-
adquiridas, de manera diaria, tanto en los lugares de producción como tenciales donde participaban los obreros con sus familias.
en los barrios donde residían, ayudaron a fructificar en todo este pro- Como se ha explicado, la solidaridad fue un componente esencial en
ceso. En otros términos, las réplicas que los obreros manifestaron en la cultura laboral. El respaldo mutuo entre trabajadores fue sustancial
esa etapa a las ofensivas de la clase dominante no se alcanzan a vislum- en función de crear una cohesión de clase, sostener conflictos y definir
brar completamente si no se recalcan estos rasgos culturales. identidades. Los lazos horizontales que emergieron en el seno de las es-
Con este propósito se consideró beneficioso aprehender esas expre- tructuras productivas se extendieron y se reprodujeron en otros me-
siones del mundo del trabajo desde un estudio microregional. Así, pre- dios. La solidaridad se articuló en las fábricas y en los vecindarios, tan-
viamente, en la primera sección de la pesquisa se describieron algunas to durante las medidas de fuerza como frente a las catástrofes natura-
características de las <::ondiciones materiales del Gran Buenos Aires y les y las dificultades cotidianas. Las protestas suscitadas por cuestio-
de su zona norte. Se examinó el desarrollo histórico de la región obser- nes laborales fueron abundantes en toda la etapa, incluso en momentos
vando algunos indicadores económicos y sociales alrededor del avance críticos de recesión económica y bajo gobiernos militares. En los he-
industrial. Las transformaciones acarreadas impactaron no sólo en la chos, se reflejó la presencia subterránea de un profundo entramado de
urbanización del área sino también en la conformación de diferentes
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Ale jan dro Sch nei der

sociabilidad que mo stró la


o

exi ste nci a de sól ida s cos tum


arraigadas ent re los obr ero s. bre s cla sist as
Por otr a parte, jun to con las
red es de apo yo convergieron
rac terí stic as me nci ona das en otr as ca-
el tran scu rso de la pesquisa.
nes colectivas intervinieron, En las accio-
ade má s, el orgullo de eje rce
igualdad en las rem une rac ion r un oficio, la
es, la dignidad de las con dic
bor, ent re otr os asp ect os. Así ion
, los múltiples enf ren tam ien tos es de la-
ron distintos grados de exp evidencia-
erie nci a com o cla se trabaja
paros, huelgas, trab ajo s a reg dora; ya fue sen
lam ent o u ocu pac ion es fabrile
noc ion es pec ulia res de su idio s rev ela ron
sin cra sia obr era . La pue sta en
cualquiera de est as pro tes tas ma rch a de
des nud ó la pre via disposició
ganización de fuerzas que bro n de una or-
tab a al cal or de cad a lucha.
do, la ant icip ada coo rdi nac ión De est e mo-
de un em bat e term inó con vir
una condición ine luc tab le par tién dos e en
a su realización.
Por último, cab ría acl ara r dos
cue stio nes . La pri me ra de ella
el libro se ha con cen trad o en s es que
det erm ina dos pun tos , reh usa
sob re otr as pro ble má tica s com ndo tran sita r
o los asu nto s de género y el
to gremial, la act uac ión empre movimien-
sarial, las ide ntid ade s étnica
lo ent re los obr ero s y sus lea s o el víncu-
ltad es políticas, tem as que me
po de indagación. Se quiso ret rec en otr o ti-
om ar exp res am ent e a una his
cie ra énfasis en la obs erv aci tor ia que hi-
ón de los trab aja dor es y sus
el cam po laboral, en un per íod vicisitudes en
o poc o est udi ado des de est a
En seg und a instancia, en opo óptica.
sic ión a una per spe ctiv a abs
rre spo nde advertir que el esc trac ta, co-
rito fue con sci ent e de que
pre sen cia de un suj eto soc ial se est aba en
ins erto en una soc ied ad de cla
nicas, por ende, su com por tam ses antagó-
ien to exp res ó disímiles alte
ralelamente al pro ced er gru rnativas. Pa-
pal convivieron pre ten sio nes
tas y pos tur as apá tica s que se individualis-
exp res aro n en la aus enc ia de
ció n en los conflictos o, en me par tici pa-
nor magnitud, interviniendo
roles. Asimismo, el est udi o com o esqui-
pre ten dió con cep tua r a la cla
mo un fenómeno his tór ico y se obr era co-
dinámico, no corno una catego
e inmutable en el tiempo. De ría est átic a
ahí la pre ocu pac ión de exa
ces os de cambio y de con tinu ininar los pro -
ida d que los trab aja dor es fue
do ant e las diversas ofensivas ron realizan-
des ple gad as por la clase dom
instituciones estatales. Lo ina nte y las
inte res ant e fue dis cer nir la
fre nte a la imposibilidad de forma en que
imp ugn ar -en su tot alid ad-
y la dominación, la cla se obr la exp lota ció n
era las recibió, las condicion
ficó en el ma rco de su pro pia ó y las modi-
rea lida d ma teri al y cultural.
dem ost rar la ma ner a en que Nos inte res ó
los trab aja dor es ado pta ron
te situaciones con cre tas que decisiones an-
se les fue ron planteando. A
contradicciones que afloraro pes ar de las
n, fue pos ible ext rae r rasgos
enc ont rar las con sta nte s en genéricos y
la diversidad: las leyes genera
per mit iero n est abl ece r rela cio les que nos
nes comunes.

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