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Sobre el concepto de necesidad

Carlos García Manzano


Son varias las perspectivas que han tratado de abordar el problema de las
necesidades, desde Maslow(1) y su escala de necesidades instintivas hasta
Marcuse(2) y su diferenciación entre necesidades verdaderas y falsas dependiendo
de los intereses que las crean. La dificultad para establecer con concreción el
carácter y límite de las necesidades humanas reside en que éstas, lejos de ser
autónomas o naturales, surgen del contexto concreto en que los individuos se
desenvuelven. En palabras de Alonso: "Es la estructura social la que determina
el orden de prioridad de las necesidades"(3). Esta dificultad se ve además
agudizada por el propio carácter del sistema productivo, necesitado de crear
artificialmente necesidades cuya satisfacción (mediante el consumo) dé salida a
lo producido, completando así un círculo cerrado perfectamente descrito por
Galbraith: "Las necesidades no poseen un origen que sea independiente de la
producción. Son creadas por el mismo proceso que contribuye a incrementar la
producción"(4).

De los Santos, a su vez, denomina Tecnocracia a cierta ideología que se


caracteriza por “el sentido de racionalidad que atribuye a sus concepciones, por
el hecho de presentarlas como la síntesis de lo racional y de lo definitivo; pero
sobre todo por su papel justificativo del dominio de grupos sociales
particulares” (5); y que pretende, por tanto, erigirse en un realismo racional cuya
finalidad es la superación de los conflictos y luchas del pasado, en un intento por
hacer converger los intereses de la Sociedad en su conjunto con aquéllos que
justifican la existencia del propio sistema tecnocrático, dentro de la economía de
mercado. Señala también De los Santos que uno de estos supuestos intereses, “la
creencia de que el aumento de la producción es un objetivo social válido, resulta
ser de hecho casi universal y absoluta. (...) De ese modo la organización
económica, aunque dice acomodarse a los deseos del hombre, acomoda de hecho
el hombre a sus intereses, y lo hace cada vez más ampliamente. Así el control, la
gestión y manipulación de la demanda se ha convertido en una enorme industria
de rápido crecimiento”(6) .

Esta creación interesada de necesidades, imprescindible para el mantenimiento de


un sistema económico en constante crecimiento, se ve agudizada (y
convenientemente promovida por la publicidad) por la emulación como
generador de aspiraciones y deseos nunca del todo satisfechos y siempre
crecientes. Es lo que Alonso ha denominado producción para el deseo: "La
producción para el deseo es la producción característica y dominante en el
capitalismo avanzado, esto es, es una producción derivada de la creación de
aspiraciones individualizadas por un aparato cultural (y comercial); el deseo se
asienta sobre identificaciones inconscientes y siempre personales (aunque pueden
coincidir en miles de millones de seres) con el valor simbólico de determinados
objetos y servicios habitualmente hoy en día en el campo socioeconómico
manipulados por los mensajes publicitarios"(7).

Frente a todo lo anterior, un proyecto de evaluación de necesidades que trate de


identificar las carencias reales de una población ha de centrarse en las
necesidades producidas por las propias relaciones sociales, tanto comunitarias
como productivas; en palabras nuevamente de Alonso: "La necesidad surge,
pues, del proceso por el cual los seres humanos se mantienen y reproducen como
individuos y como individuos sociales, es decir, como seres humanos con una
personalidad afectivo-comunicativa en un marco socio-histórico concreto"(8).

Identificar estas necesidades en el contexto social concreto en el que surgen


exige, en primer lugar, atender al aspecto subjetivo, sentido y experimentado por
los individuos de sus propias necesidades en función de sus relaciones sociales y
de su experiencia vivida. En consecuencia, el planteamiento de este estudio ha
de centrarse en reconocer las carencias y los espacios no cubiertos que las
personas perciben desde su propia posición social y enmarcadas en un haz de
relaciones y procesos que en la práctica les constituyen como individuos, pero
sobre todo como individuos sociales. En segundo lugar, se trata de aprehender el
contexto en que tales individuos se desenvuelven, lo que implica desentrañar el
marco socioeconómico y estructural del cual surgen directamente las necesidades
para que su conocimiento permita la integración comprensiva de estas
necesidades en la realidad social en la cual las personas se hallan insertas.

Metodología

En base a todo lo expuesto, se considera necesaria la utilización de técnicas


cualitativas de investigación social. Éstas nos permiten acceder al conocimiento
de la realidad a través del análisis de los discursos sociales y de las
representaciones simbólicas manifestadas por medio del habla como significador
de discursos ideológicos intersubjetivos y como expresión de los deseos y valores
de los sujetos de la investigación; el uso de tales técnicas va a facilitar la
identificación de las necesidades que los individuos objeto de estudio perciben en
función de la situación concreta que viven y experimentan diariamente, de su
imagen particular del entorno, de lo que sienten y a lo que anhelan: sus carencias
y aspiraciones originadas por la experiencia vivida. Se trata, en suma, de hacer
factible lo manifestado por Marcuse: "En última instancia, la pregunta sobre
cuáles son las necesidades verdaderas o falsas sólo puede ser resuelta por los
mismos individuos, pero sólo en última instancia; esto es, siempre y cuando
tengan la libertad de dar su propia respuesta"(9).

Las técnicas a desarrollar propuestas son la entrevista individual abierta


semidirectiva y los grupos de discusión, dos técnicas de investigación cualitativa
que permiten integrar los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales
manifestados por medio del habla (como manifestación de un lenguaje nunca
neutro, siempre portador de sentido, significaciones latentes y releciones
inconscientes) dentro de un proceso vital determinado y un medio social
concreto, aspectos que por otra parte sería imposible concentrar en cuestionarios
cerrados con items de respuestas establecidas e inevitablemente ajenos a los mil y
un matices del lenguaje verbal y no verbal presentes en las entrevistas.
Igualmente, dichas técnicas pueden facilitarnos el acceso a los discursos sociales
emanantes de una población en su conjunto, más allá de la imagen dada por la
ideología dominante, en función de su pertenencia a determinados grupos de
referencia con similares perspectivas y motivaciones(10).

En concreto, a través de las entrevistas abiertas nos adentraremos en la búsqueda


de experiencias personales y de identidades concretas, pero no en busca de
un yo puramente individual y objetivo, sino "de un yo especular o
directamente social que aparece como un proceso en el que -como señaló en su
día el clásico Georges H. Mead- el individuo se experimenta a sí mismo como
tal, no directamente, sino indirectamente desde los puntos de vista particulares de
otros individuos miembros del mismo grupo, o desde el punto de vista
generalizado del grupo social al que pertenece"(11). Es, por tanto, una experiencia
individual pero siempre dentro de unas relaciones sociales y de un ámbito
concreto que es lo que va a conferir sentido a la experiencia de cada sujeto.

Mediante los grupos de discusión, el propósito es acceder al sistema de


representaciones sociales y a la construcción de universos simbólicos que tienen
lugar, se institucionalizan y se legitiman a través de la interacción comunicativa y
conductual en los grupos sociales de pertenencia(12).

NOTAS:
1
Maslow, A.H.: Motivación y personalidad, Sagitario, Barcelona, 1975. (Volver)
2
Marcuse, Herbert: El hombre unidimensional, Ariel, Barcelona, 1987. (Volver)
3
Alonso, Luis Enrique: “La producción social de la necesidad”, en Economistas,
núm. 28, 1993. (Volver)
4
Galbraith, John K.: La sociedad opulenta, pág. 242, Ariel, Barcelona,
1992. (Volver)
5
De los Santos, José María: Sociedad Tecnocrática, pág. 66, Alfar, Sevilla,
1985. (Volver)
6
De los Santos: Op. cit., pág. 77, 1985. (Volver)
7
Alonso, Luis Enrique: Op. cit., 1993. (Volver)
8
Ibid., 1993. (Volver)
9
Marcuse, Herbert: Op. cit., pág. 65, 1987 (Volver)
10
Una aproximación especialmente brillante a las prácticas cualitativas de
investigación social puede verse en Ortí, Alfonso: "La apertura y el enfoque
cualitativo o estructural: La entrevista abierta semidirectiva y la discusión de
grupo", en García Ferrando et al. (comps.): El análisis de la realidad social,
Madrid, Alianza Universidad, 1992. (Volver)
11
Alonso, Luis Enrique: La entrevista abierta en las prácticas de la sociología
cualitativa (fotocopias), Curso de verano de la UNED: "Las prácticas cualitativas
de investigación social: la entrevista abierta y el grupo de discusión", Ávila,
1993. (Volver)
12
Respecto al fundamento, constitución y funcionamiento de los grupos de
discusión, véase Ibáñez, Jesús: Más allá de la sociología. El grupo de discusión:
teoría y crítica, Siglo XXI, Madrid, 1979; Alonso, Luis Enrique: "El grupo de
discusión en su práctica: memoria social, intertextualidad y acción
comunicativa", en Revista Internacional de Sociología, núm. 13, 1996; Ortí
Aflonso, Op. cit., 1993.

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