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Desde que los Reyes Católicos toman conocimiento del descubrimiento del
Nuevo Mundo, a la Corona Española se le conceden diversas concesiones,
que les reconocen los derechos sobre las tierras descubiertas y sus habitantes,
mediante una donación del Papa. El Papa, procedió a repartir América entre
España y Portugal. De esta manera a partir de 1493 los papas Alejandro VI,
Adriano VI y Julio II emitieron las bulas Inter Caetera, Eximiae devotionis,
Romanus Pontifex, Dudum siquidem, Universalis Eclesiae, Sublimis Deus y
Omnímoda, mediante las cuales les concedieron los territorios, les encargaron
la evangelización de los habitantes indígenas que en ellos moraban,
prohibiendo que fueran esclavizados a la vez que determinaron ciertos
derechos y obligaciones de la Corona.
De esta manera la Corona Española, pasó a adquirir una serie de derechos
que anteriormente eran exclusivos de la Iglesia católica, tales como: organizar
la presencia de la iglesia en las colonias de América, cobrar el diezmo,
organizar la distribución y presencia de misioneros, decidir en cuanto a la
ubicación y oportunidad de construir iglesias y catedrales, presentar posibles
candidatos para cargos eclesiásticos. Estos derechos y responsabilidades
quedaron definidas bajo el Patronato Real y el Vicariato Regio, las cuales le
conferían a la Corona española la supervisión y protección de la Iglesia.
Las órdenes religiosas que llegaron al Perú tuvieron diferentes métodos para
evangelizar a los indígenas:
Otra importante orden religiosa que llegó en los primeros años de la conquista
fue la franciscana. La orden llega al Perú recién en 1542. Esta orden destacó
entre las demás por su vocación misionera. Los franciscanos llegaron hasta los
lugares más recónditos del virreinato con la finaliad de llevar la palabra de Dios
a todos los indígenas, ya que no se conformaban con los centros de enseñanza
ubicados en las parroquias o en las reducciones. La labor franciscana no se
centró solo en la evangelización, sino también en la enseñanza de labores
agrícolas y al aprendizaje del castellano.
A lo largo de los años la orden jesuita amasó una gran fortuna debido al
usufructo de sus haciendas, estancias y a los préstamos que hacían a
particulares. Su poder y vínculo con la santa sede inquietó a la corona a tal
punto que ésta ordenó la expulsión de la orden en todo el imperio español en
1767. La orden jesuita regresó al Perú recién en 1871.