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GUIA PARA LA ELABORACIÓN DE UNA RESEÑA

Con esta guía nos dirigimos no solamente a los conocimientos sustantivos de los autores,
sino a la manera como trabajan y las dificultades que encuentran en su labor de
investigación.

De acuerdo a lo anterior dividimos el ejercicio en tres aspectos:

1. Presentación inicial: Ubicamos el nombre del autor y le dedicamos al menos un


párrafo a la presentación del artículo a partir de lo que nos quiere decir con el
título: su pertinencia y/o actualidad y si podemos dar su enfoque teórico ¡Mucho
mejor!
2. Críticas de competencia: Examinamos como el autor ha conocido los hechos (a
partir de un trabajo fundamentalmente teórico o empírico), y hasta qué punto
da muestra de conocerlos muy bien. Es decir, responder a las siguientes
preguntas: ¿Cómo alcanzó los conocimientos en la investigación? ¿Qué
implicaciones tienen las modalidades de las fuentes utilizadas? En pocas
palabras, se trata de examinar el aparato crítico de referencias que ofrece el
autor.
3. Crítica de interpretación: En este punto se busca reconocer el planteamiento
central del investigador –en lenguaje coloquial la idea principal-, puntualizar en
las ideas que sustentan dicha premisa haciendo uso de las citas textuales, como
en las parafraseadas (Aplicando la norma respectiva). En este aspecto se deben
tener en cuenta cuestionamientos como: ¿Qué ha dicho y que ha querido decir
el autor? ¿Cómo agrupa los hechos en el desarrollo temático? ¿Qué
controversias de enfoque teórico y metodológico constata?
4. Cierre: Podemos terminar con un breve párrafo conclusivo del aporte del autor
o la importancia para los estudios del área en donde se inscribe el texto. Con
estos aspectos es suficiente para dar cuenta de un artículo, no nos queda más
sino ¡voluntad, reflexión y escritura!

Notas aparte sobre la lectura activa:

Sería útil revisar la bibliografía del texto, consultar la autoridad del autor, su actualidad
–cuidado con lo que está de moda-, comparar con otras publicaciones afines, identificar
el propósito del autor, fijarse un propósito propio, reconocer el vocabulario usado y
finalmente sintetizar las ideas por escrito o visualizarlas por medio de dibujos o cuadros.

No pasemos por alto que la posición activa del lector implica reflexionar, criticar, asentir
o disentir acerca de los contenidos que lee. Una actitud pasiva, por el contrario se limita
pasar los ojos sobre los grafemas, mientras se piensa en otra realidad, se ve la televisión,
se escucha el disco preferido, se recuerda a su compañera (o)… ¡y se pregunta por qué
no ha llamado!

Atentamente,
Richard Ducon Salas
Docente Investigador

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