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Iglesias-Saludables.com
No todas las iglesias gozan de buena salud. Algunas están gravemente enfermas. Todas están en proceso,
pero ¿hacia dónde? ¿Cómo puede una iglesia enferma sanarse si ni siquiera sabe qué es salud? ¿Qué es una
iglesia saludable? Aunque no exhaustiva, la siguiente es una lista de características que las iglesias saludables
comparten.
1. Evangelismo bíblico
La palabra “iglesia” proviene de una palabra griega que significa “una asamblea de los llamados”.
Esto implica que antes de que una iglesia se pueda reunir, las personas primero deben escuchar el
llamado (Rom. 10:14-15). Las iglesias se construyen a través de la ferviente y fiel proclamación del
evangelio. La responsabilidad de la iglesia es llamar a todos los que han de responder al
arrepentimiento y a una nueva vida. Pero el caminar del nuevo creyente apenas comienza al
responder al llamado.
2. Discipulado bíblico
De acuerdo a Mateo 28:16–20, el mandato de “hacer discípulos de todas las naciones” se resume
en dos actividades: “bautizándolos” y “enseñándoles a obedecer”. Una vez que el creyente declara
lealtad a Jesús por medio del bautismo, es la responsabilidad de la iglesia local de ser el lugar donde
puede aprender a obedecer los mandatos de Jesús. Una iglesia saludable es un grupo de personas
que vive intencionalmente las eternas verdades del evangelio en el contexto de una definida
comunidad local.
3. Membresía bíblica
Casi todas las veces que se usa la palabra eklesia (iglesia) en el Nuevo Testamento, se refiere a la
reunión de un grupo de cristianos en particular en un lugar específico. Describe a personas que se
conocen y comparten sus vidas. Ellos saben y celebran que son parte de algo más grande, la iglesia
universal. Pero también tienen una membresía identificable y local, con claras expectativas sobre
el amor y el servicio mutuo, y la participación en la misión de Dios. Cada miembro está llamado y
equipado con una variedad de dones y habilidades (1 Cor. 12), que se juntan para conformar una
unidad.
4. Liderazgo bíblico
Ninguna iglesia puede gozar de un estado saludable sin el liderazgo de los pastores que Pablo
describe en pasajes como 1 Timoteo 3 y Tito 1. La idea nunca fue que esos líderes fueran tiranos
sino pastores que “preparan al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la
iglesia” (Efe. 4:2). Los miembros de la iglesia que tienen los dones y el llamado para servir como
líderes también deben equipar a los demás miembros con lo que necesitan para ser aquello a lo que
Cristo los ha llamado.
6. Ordenanzas bíblicas
Las iglesias saludables observan con regularidad el bautismo de los nuevos creyentes y la Cena del
Señor como parte de sus cultos de adoración. Ambas celebraciones declaran y afirman nuestro
compromiso con Cristo y con su cuerpo. Algunas iglesias celebran la Cena del Señor semanalmente,
y otras mensualmente. Hay iglesias que tienen bautisterios y otras van al río. Hay libertad de
expresión siempre y cuando se lleven a cabo de acuerdo a las Escrituras y dentro del contexto de la
adoración bíblica.
7. Adoración bíblica
Los miembros de las iglesias locales se reúnen para exaltar a Dios, cantar, compartir testimonios de
la gracia de Dios, animarse unos a otros hacia Cristo y su Palabra y enviarse mutuamente al servicio.
Siempre y cuando los miembros estén siguiendo las instrucciones bíblicas sobre la adoración (1 Cor.
11 y 14), la iglesia tiene la libertad de expresar diversidad y creatividad en la adoración.
8. Oración bíblica
Cada uno de los grandes avances del evangelio en el libro de Hechos se produce como respuesta al
clamor del pueblo de Dios. Si deseamos lo mismo para nosotros, debemos abocarnos a la oración
regularmente (Hechos 2:42) unos con otros con dedicación y ansiedad de comunión con Dios. Una
iglesia saludable no solo anima a sus miembros a orar a solas, sino que también provee de
oportunidades para hacerlo en comunidad.
9. Compañerismo bíblico
La camaradería descrita en la Biblia encierra todos esos “juntos en armonía”: amor, servicio,
cuidado, enseñanza, amonestación, reconocimiento y paciencia mutua. La comunión bíblica implica
compartir nuestras vidas de tal modo que hay una conexión que incluye todos los aspectos de la
vida. Ningún cristiano debe vivir aislado de los demás. Se secará en su soledad y pronto tropezará
en desobediencia.