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IMPUNIDAD”
ESCUELA DE ECONOMÍA
CICLO: III
IQUITOS-PERÙ
2018
INTRODUCCIÓN
El inmenso territorio del virreinato del Perú abarcó gran parte del territorio de
Sudamérica, incluida Panamá. Quedó fuera de él, también como bien realengo,
Venezuela y Brasil, que sobre el océano Atlántico, pertenecía a Portugal. Entre
los años 1580 a 1640, Portugal compartió el mismo monarca que España en
una unión dinástica aeque principaliter bajo la Casa de Habsburgo siendo, por
lo tanto durante ese tiempo, parte del inmenso Imperio español. Brasil,
entonces, integró este imperio. Sin embargo, durante el transcurso del siglo
XVIII su superficie sufrió tres importantes mermas al crearse -con parte de su
territorio- dos nuevos virreinatos de la corona española: el Virreinato de Nueva
Granada y posteriormente el Virreinato del Río de la Plata. Al mismo tiempo el
Brasil lusitano extendía sus fronteras hacia la Amazonia.
Este mismo decenio ve la entrada en escena del otro metal precioso de vital
importancia para el virreinato peruano y que marcará para siempre el destino
de la economía y de la sociedad colonial del continente. La documentación
colonial da cuenta de los trabajos que Gonzalo Pizarro llevaba a cabo hacia
1538 en los yacimientos argentíferos incas de Porco. Siete años más tarde y a
tan solo 30 kilómetros de ahí, los españoles descubrieron lo que se convertiría
en los yacimientos de plata más importantes de América: las minas de Potosí.
Estos yacimientos no fueron explotados por los incas; pero, a nuestro parecer,
no fueron desconocidos, ya que el Cerro Rico de Potosí era considerado una
huaca y sabemos, gracias a los trabajos pioneros de J. Berthelot (1978), que
un cierto tipo de minas prehispánicas eran consideradas como tales.
De ahí que
sea
Por ejemplo:
En el siglo XVI se hallaron otras minas de plata, entre las cuales cabe destacar
el descubrimiento de los yacimientos de Castrovirreyna, en 1555, en el Perú
central; y el de las de Berenguela, cerca de Cochabamba, cuyos yacimientos
comenzaron a ser explotados ese mismo año. Se hicieron otros hallazgos en el
Alto Perú, principalmente en la provincia de los Lipes, al suroeste de Potosí.
Pero la explotación argentífera no hubiera cobrado la importancia que tuvo sin
el descubrimiento, en el Perú, de las minas de mercurio, elemento
indispensable en el beneficio de los minerales de plata.
- Sicasica (1600)
- Tupiza (1602)
- Garcimendoza (1603)
- Esmoraca (1606)
- Tatasi (1612)
- Chocaya (1633)
- San Antonio del Nuevo Mundo (1648)
- San Antonio de Papua (1652)
El yacimiento de Oruro, cuya explotación importante se inició en 1606, fue el
más productivo de todos los citados. Tanto que —según afirma Bakewell—, en
1607 se estableció allí un oficial del tesoro especial (Caja Real) para recolectar
los derechos sobre la plata producida.
TECNOLOGÍA
Durante la formación de la cordillera de los Andes en el Terciario, las fisuras de
la roca fueron llenadas con minerales metálicos, entre los cuales se encontraba
la plata. Las vetas se formaron a grandes alturas; por ello, gran parte de los
centros mineros del Perú, en general, estaban localizados a gran altura. Tal es
el caso del Cerro Rico, ubicado a más de 4,000 metros de altura.
Por el contrario, el oro fue trabajado a niveles más bajos, dado que la mayoría
se encontraba en depósitos aluviónicos debajo de la cadena de montañas, de
donde tenía que ser removido por acción hidráulica. Gran parte del oro se
encontraba localizado en el piedemonte amazónico y era difícil de extraer
debido a las condiciones de vida que esta tarea implicaba.
MODALIDADES DE TRABAJO
En la minería argentífera y tomando una vez más el ejemplo de Potosí, se
puede decir que la gran división a nivel de trabajo era la que existía entre
trabajadores del interior de la mina y los de superficie.
Sobre las condiciones de trabajo de esta mano de obra, las peores en los
yacimientos argentíferos en lo que se refiere al trabajo subterráneo, eran las de
los apires, pues estaban expuestos a constantes cambios de temperatura
(calor en el interior y frío a la salida), además de tener que transportar pesadas
cargas de mineral sobre sus espaldas y de correr el peligro de una caída que
podía ser fatal. Otras eran las dificultades en los ingenios: en primer lugar, los
trabajadores recibían el polvo resultado de la trituración del mineral en los
molinos, lo que ocasionaba enfermedades tales como la silicosis. Pero el
peligro más importante era el envenenamiento con el mercurio, sobre todo,
para aquellos que trabajaban removiendo la mezcla con los pies o que se
ocupaban de la destilación de la pella y la quema del lavado para recuperar
mercurio.
YANACONAS EN POTOSÍ
En cuanto a la mano de obra que laboró en las minas de Potosí, los primeros
trabajadores fueron en gran medida yanaconas, enviados y conservados allí
por sus amos españoles. ¿Quiénes eran estos indios yanaconas? El concepto
de yanacona pertenece a tiempos prehispánicos. Al parecer, la calidad de
yanacona hacía referencia a una persona que estaba aparte del cuerpo social,
compuesto principalmente por la gente del común.
Hasta los años setenta del siglo pasado, la literatura histórica insistió
abundantemente sobre la importancia de la mano de obra forzada —la mita—
en la labor minera; sin embargo, desde hace casi media década y gracias a los
trabajos de historiadores de Potosí y en particular a los de P. Bakewell,
conocemos la importancia y el peso de la mano de obra voluntaria en las
principales actividades mineras del Cerro Rico. Desde fines del siglo XVI, los
mingas, es decir, aquellos trabajadores indígenas que sellaban
“voluntariamente” un contrato con los señores de minas de Potosí parecen
haber tenido un papel fundamental en las actividades productivas. Para las
tareas de purificado se contrataban mingas entre los hombres que estaban en
huelga en la mita. Por lo general, los mingas desempeñaron las tareas
especializadas, mientras que los mitayos ejercían los empleos puramente
físicos. Las pagas al contado de los mingas eran más altas que la de los
mitayos: por trabajar en la mina, 4 reales por día más mineral, frente a los 3.5
reales de los mitayos; y en el purificado, 4.25 reales por día más la coca en
algunos casos, frente a los 2.75 reales de los mitayos.