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l'knclil del bien y del mal. no ha dicho aún 111úllilll:1 pubh';1


\'.1\ lo ciencia de las últimas causas.

La primera filósofa que s~rge en la historia es Dtotlma. que.


según se nos dice, era sacerdotisa, natural de Mantlnca. Se 1111
es real o sólo ideal. Sea ti
EL PUESTO DE LA MUJER EN LA discutido si esta figura peregrina
ello lo que se quiera, en uno de los Diálogos mas bellos que
ha regalado Platón a la literatura universal. cuando díaloqun-
FILOSOFIA. tes tan ilustres como Sócrates, Fedro y Aristófanes han cinc!
su parecer sobre el Eros que anima la pervivencia de los gér-
menes todos corporales y espirituales, entra ella disertando so-
bre la hermosura creada e increada, sobre la hermosura en-sí
Lo mujer ha sabido ser artista, pedagoga, ingeniera, qui- y no en-sí, Menéndez Pelayo, como tantos otros, trascribe el
111Icn, física, bióloga; pero ... ¿filósofa? Premios Nobel hay entre pasaje íntegro en su Historia de las Ideas Estéticas, exclaman-
.'11m;: dos en química, las Curie; una en física, la Curie madre; do que no recuerda haber leído trozo tan bello en autor hu-
ClIlCO en literatura, la Laqerlof, la Deledda, la Undset, la Pearl mano. En alas del amor, dijo Díotíma. sube el espíritu de las
liuck y la "Místral": tres por servicios en favor de la paz, bellezas de este mundo, más o menos partícipadas, bellezas de
In Suttner, la Adams y la Green Balch. Hasta podemos de- orden físico o moral; y sube tanto que da con la Hermosura
ctr que en los anales de los Nobel la única persona que apa- fuente de todas las hermosuras. Hermosura que es dentro y
rece galardonada dos veces, premio de física y premio de quí- fuera, aquí y allá, ahora y siempre, es decir, la Hermosura in-
mica, es una mujer, la Curie. No obstante tan altas glorias cien- mutable, increada, origen de toda Belleza o Hermosura.
tíficas femeninas, se pregunta otra vez: ¿Hay entre ellas pre- Figura es esta de Díotima que cruza como un meteoro el
mios Filosofía? ... escenario de la filosofía heléníca, pasando a ser la personifica-
ción de su gracia mental. Aunque de lejos y "servatis servan-
Las líneas que anteceden, leídas ante un público de señorí- dís", puede quedar comparada con aquellas otras personifica-
tas universitarias, apenas desentonarían. Tal vez en alguno de ciones de la Sapiencia, tan frecuentes en el Viejo Testamento,
los puntos que tocan, exigieran ellas detalles o mayor pre- y que la Iglesia tiene buen cuidado de recordar, vgr. en la Epís-
Isión, pero en general. dan bastante bien el cuadro cultural tola de la santa Misa de Santo Tomás de Aquino, como la Be-
de la mujer a través de los siglos. Le está costando bastante lleza que subyugó su mente y le abrió los tesoros de la filosofía
ti sexo débil llegar a filósofo, si no se quiere decir que no le y de la teología. Las frases sapienciales, en figuras como ésta,
interesa el serlo, y que en consecuencia tampoco lo ha procu- acusan influjos helénicos, sobre todo cuando pintan a 'la Sabi-
rudo. O que acompañándole su inteligencia, despierta siempre duría llamando a los ansiosos de saber al banquete que les ha
y ágil para el estudio, no le acompaña la voluntad, que en el preparado. Hambre de saber, curiosidad inextinguible, afán de
trabaje filosófico ha de estar sometida a pruebas de tensión y conocer los secretos del mundo y de la vida, es un fenómeno
ílrmeza extraordinarias. griego. En Grecia, dice Huarte de San Juan, que ha estudiado
Por mi parte, con la Historia de la' Filosofía en la mano, el punto, 10 mismo mujeres que hombres, se perecían por la
lile propongo hacer un recorrido por el campo de sus éxitos in- ciencia. Oiqámosle en su "Examen de Ingenios": "Pero lo que
rvlcctuales, tratando de poner en claro, no ya lo que ha podido, más espanta de Grecia es, que siendo el ingenio de las mujeres
sino lo que ha sido en filosofía, con lo que, en el peor de los tan repungante a las letras (como adelante probaremos) hubo
rusos, qued-an a salvo y bien respetadas las energías latentes tantas Griegas y tan señaladas en ciencias, que vinieron a com-
qm' aún posee y que pudiera ir desenvolviendo en cualquier mo- petir con los hombres muy racionales; como se lee de Leoncia,
1I1\'nto. Porque si el porcentaje femenino de los premios Nobel mujer sapientísima que, siendo Theophrastro el mayor filósofo
4'~ xupcrior al de los registros similares de épocas pasadas. por que hubo en su tiempo, escribió contra él notándole de muchos
111 rnzón sencilla de que se interesa cada vez mas la mujer en errores en filosofía" 1). Más que Leoncia, fué su condiscípula
Id vldu clcntlflca, ¿quién quita que, en virtud de una mayor con-
I\P'ill'1<"11l 11 In fllosofta, no mejore su calificacíón en esta disci-
pl/ntl I HViI. In prlmern en dejarse seducir por el Fruto de In 1) {,p. X ,'1, 1. :l').I, ,·d. I ~'!l.
IRt'\ J. I1HAlfl'E, S. 1. I!I. I'llUS'!'C) 1m r./\ MlI) rm HN r,A 1111,0SOIII/\ t ~~l

'I'rl/dl1tll, de 10 que nos dice Cícerón, otro sorprendido por el mlnndo el canto del cisne de la fllosoñu pOS/llnu qiu: yn 11\10
Ir 1l(¡lllt'tlO griego, hay escritos tantos volúmenes, que se admira nízaba.
11110 que pudieran ocuparse de ella, en vez de estar escribiendo Hipathía escribió y publicó tratados de matcmátlcns y ;1:
.obre cnpitanes y repúblicas. Condiscípulas de las dos anterio- tronornia, hoy perdidos. A pesar de ser joven. le mercrln WillI
I'I:~ Iueron Nícodíona y Mammaríona, y cabe suponer que no respeto al gobernador augustal Orestes, que hnbln u-nldo V,I
rinden registradas todas las intelectuales que cursaban en El rios choques de orden polítíco-relíqioso con San Cldlo: y 1'1\
[ardín de Epícuro, centro de estudios que hoy nos suena como uno de los motines populares, entonces Irecucntca, en d qlll'
menos recomendable, pero que en los primeros tiempos de la tomaron parte activa los partidarios de San Círílo, t'IIY(l In po
escuela, cuando funcionó ésta en espléndidos parques atenien- bre ' asesinada. La culpabilidad del Santo en el hecho nu lIu
ses, albergaba gente muy selecta. La academia de Epícuro se podido demostrarse. Hípathía ha sido cantada en el !{!\I!o Jl;l
abrió con un alto sentido de cerebralismo igualitario, dando por sado por el novelista inglés Ch. Kínqsley, que: la ha cdlJldo
supuesto que, donde brotaban Safos, Corinas y Erinas en poe- en símbolo de las víctimas de la intransigencia.
sía, podían surgir émulas suyas en filosofía. Con Hípathía terminan las heroínas de la filosofía que bm
Algunas otras celebridades griegas que nos salen al paso, camos, ya que Salonina, esposa de Galieno, tiene D este re:
vgr. la Aspasia que, según [enofonte, osó discutir con Sócrates pecto personalidad mas desvaída. Igual que su marido, prole
ante un auditorio de sabios, y las dos Laís, relacionada la pri- gió a Plotino en sus planes de fundar en Nápoles una ciudnd
mera con el filósofo Aristipo, no acaban deconvencernos; me- según las normas de Platón, que llevaría nombre de Platonó
nos todavía las que, como Príne, son puramente decorativas y polís, y que podría ser un germen de restauración social y cul
en cierto sentido recusables; pero el mundo de las mujeres en tural para el Imperio. Queda pues su nombre asociado al de
Grecia, como dice Huarte, es admirable, y sentimental o cere- Plotino, el gran ideólogo. Haremos notar de paso que si Gn
bralmente-según hiciera falta en cada caso-fué infiltrándose lieno y Salonina se distinguen por sus afanes filosóficos, C0l110
en los órdenes todos de los conocimientos humanos. Y como antes de ellos Marco Aurelio y' después de ellos Juliano l\p6H
hetaíras llegaron a más; figuraron al lado de casi todos los ge~ tata, es porque se habían helenízado, esto es, habían dejado de
nios de las artes y de las ciencias, de la filosofía y de la ora- ser intelectualmente romanos, entre los cuales nunca tuvo favor
toria. Sus listas en el Pauly-Wíssowa vgr., dan que pensar, y el estudio teórico, sobre todo por parte de las mujeres. Las ma ...
se pregunta uno si en Grecia, al lado de cada hombre ilustre. tronas romanas pudieron ser modelo de dignidad, de sentido
debía permitirse un desliz moral por .la sola razón de animar del hogar, de patriotismo, pero no de amor al estudio. Cuando
o "embellecer" el cuadro, detalle que estimó siempre imprescin- los escritores latinos, un Marcial, un Catulo, un Ovídio, un Cí-
dible aquella raza enamorada de lo bello. cerón, hablan de algunas letradas más o menos descollantcs.
La última y mayor intelectual de la cultura helénica pagana es siempre refiriéndose a las de Grecia. La madre de los Gra
es Hípathía, Surge ella en el siglo V. después de Xto., reinan- cos, Cornelia; Lelía, tan alabada de Cícerón, y Helvía, madre
do Arcadio en Costantinopla, cuando languidecía ya el paqa- de Séneca o Paulina su mujer, rozan hasta cierto punto la His,
nismo. Surge en Alejandría, ciudad mas bien semita de sangre, toria de la Filosofía, la Helvia sobre todo porque una de las
aunque convertida en gran centro cultural helenístíco. Hípathía " obras de Séneca está a ella dedicada, pero se nos quedan fuero
era hija del matemático Theón, y viviendo entre cristianos sí- después de todo. Son brotes magníficos de estoicismo Iemc
guió siendo pagana, según nos dicen multitud de datos en torno nino, mas no doctrínales, sino vividos, si se quiere ejemplar-
a su persona, que, por otra parte, están ampliamente verifica- mente vividos 1). y pasamos a las intelectuales del mundo cris
dos. Mentalidad 'privilegiada, supo por lo visto ser vida asimis- tiano.
mo privilegiada, dechado de honestidad, sin sombra de mácula
moral. Profesora de filosofía, tuvo entre otros de alumno al que
después había de ser obispo, Sinesio,' quien por cierto ha de- Podría creerse que, con el Evangelio, el sentido rclnttv.i
lndo constancia de la admíración que le merecía. Cultivaba la mente antifeminista de los romanos, iba 'a acentuarse, El qtll'd;lI'
Illosoña neo-platóníca, es decir, lo más elevado que cabe den- erigido en dogma. Nada menos cierto. Quien haya oído 11 S,III
('('0 de las doctrinas paganas, influenciadas ya entonces por con- Jer6nimo exhortar a Paula-y en ella a las viudas y vII'Hl'IIl:'
(ildOll cristianos. El neo-platonismo, creado por Plotíno, discí- cristianas-al estudio de las letras sagradas y' de cuanto pu
pulo (le un cristiano relapso, está hoy mismo considerado como
1·1 I'Hflll'I'ZO máxime del paqnnismo intelectual. y ha sido deno ... (J) n, 1':, CAWI"':I Al<; Mllj.'I'I'S ('~/"'lI'rs, t. 5 y 6.
J. IIHM'I'E, S. 1.
111. JlIII~S'I'n IlIt 1,/\ 1\1lljlW I!N 1,/\ JIII ()!;,Wl¡\ lB
d'II,1 n,l"dol1ilJ'!iC con ellas, comprenderá que la mentalidad crís-
11111101,11'los de cerrarse al estudio, fomentaba el cultivo íntelec- IllodtslkllS, llnmados crcacíoues, creen hnbcr PlIC:,(O Id/, jlltll'~11
111.11dI' lo joven. Más; a las vírgenes-véase un ejemplo de ello bO('IH\:> dosis de genialidad y de buen gusto.
el1 111vinjcra Eteria-se les exigirá saber leer y escribir, por Se nos dirá que la historia de Santa Catalina que (l(.d,íI ti!
1/\ 'Il'lH"ill" razón de que lo necesitaban para la psalmodia y de- darse aquí, tiene mucho de legendaria. En historias vrt'¡dkol-l,
Iltd!'! I'(~ZOSdel Oficio divino. La Iglesia que tanto hizo por me- vgr. en la de Eusebío de Cesarea, se habla sólo de unn [uv.u
10/'01' la condición social de la mujer, elevó a ésta a los altares cristiana que, salud, riqueza, poder, lo pospuso todo a lo ..,0111
y (1 los tronos como Virgen, Santa y Reina, y a la cátedra de duría, y fué desterrada de Alejandría en tiempo de M mell1!!tHI~
In filosofía como la Beldad inspiradora de las confortaciones in- Pues, aun dejándola en su ser semí-leqendano, una COS[Iqtlt'dd
telcctuales, cuando espíritus atribulados han menester de ellas, en claro, que en la Iglesia de Dios se canonizó la f('lIlllljd~1l1
Curioso a este propósito ver al gran romano Boecio que, culta, la mujer filósofa, y se la aureoló llevándola (1 101i 01(1111',4.
n su "Consolación por la Filosofía"-uno de los libros mas Lo contrario de lo que, dada la austeridad de época, se huhi\'l':1
leídos en los siglos medios, aunque escrito en la edad antigua supuesto, al imaginarse que la mujer medieval era para )'l'/¡II'
todavía-,se representa a fa filosofía en forma de una matrona en la iglesia o para criar hijos que fuesen buenos soldados. E"
que le visita en la cárcel donde yace aherrojado por el rey Teo- esos siglos medios, repetimos, podían pensar las hijas en Sl'J'
dorico. La amable aparición le sugiere consuelos que mucho ne- buenas esposas o buenas religiosas, pero también, si les plac.n,
cesita, pero que son todos de orden intelectual; hace pasar ante en ser cultas damas. El que en realidad hayan sido ellas pocas.
sus ojos, en visión de lejanía, altísimos conceptos del tiempo sin debe achacarse a .las condiciones culturales de la edad, no a que
tiempo. es decir de una eternidad e inmortalidad que al filósofo estuviera cerrado a la mujer el acceso a las letras y a Ins
le ponen al abrigo de las arbitrariedades de los poderes, de las ciencias, como vamos a verlo en el caso de la sobrina del cauó-
injusticias de los reyes. Sería ello confortador en extremo para nigo Fulberto, la primera celebridad, en el tiempo, de la hístorín
el atribulado espíritu de Boecio, pero al mismo tiempo era una de París.
especie de consagración de la feminidad filosófica, en lo que Dicha joven es de los primeros decenios del siglo XII, esto
se fué todavía más lejos, porque se fué a la canonización mis- es de los rudos tiempos de las Cruzadas, de los austeros días
ma de la filosofía. Santa Catalina de Alejandría es la prueba de San Bernardo, como quien dice, de los dorados tiempos del
evidente de lo que acabamos de decir. oscurantísmo. Era cultísima, admiración de París por su her-
Santa Catalina es una valerosa mentalidad que luchó con mosura y por su saber, si hemos de creer al que fué primero
los tiranos a los 18 años. Hubo de hacer frente a las 'impug~ amante suyo y después esposo, Abelardo, el rey de la dialéc-
naciones -de los filósofos que, por orden del emperador Maxí- tica, el héroe de las controversias de los universales, y también
mino, vinieron a dialogar con ella, a rebatirla mejor dicho. Los de ciertas arrogancias caballerescas. Eloísa, que tal era el norn-
más doctos de eritre ellos quedaron confundidos, y la mujer del bre de la joven, era alumna aventajada cuando la conoció Abc-
propio Maximino fué una de las víctímas de su "vis" persua- lardo, y después fué creciendo aún en multitud de conocimíen-
siva, al oírle 'y pedir ser cristiana. Todo lo cual y varias otras tos. No son suyas las cartas que corren con su nombre; fueron
peripecias gloriosas que en este sentido' ocurrieron, fueron parte forjadas luego de su muerte; pero es ya bastante que se la cre-
para que el tirano la condenara al tormento de las ruedas den- yese capaz de haberlas escrito. Terminó d~ abadesa en el rno-
tadas, y no sufriendo daño en ellas, a la segur, por los años nasterio de El Paracleto, dejando, si se quiere, muchos temns
de 303~12. El glorioso cuerpo de la mártir fué trasladado por de divagación y hasta escándalo para la literatura frívola; pero
los ángeles al monte Sinaí, donde el emperador [ustiniano 1 siendo, a pesar de todo, la mejor prueba de la estima que k
edificó en su honor el famoso monasterio de Santa Catalina. La merecieron a la sociedad medieval las letras y ciencias femeninas.
fuma de la Santa Filósofa cundió por oriente y occidente; y en Ya hemos dicho que, si son escasos los ejemplares de doctas
la Edad Media, hasta tuvo a su servicio una Orden de Caba- en aquella época, fué debido a las condiciones generales de li!
\1(.1'OS, resultando de las heroínas más populares en el arte, la vida cultural. La Beatriz del Dante o la Laura del Petrarcn no
lturntura y ciencias sagradas, La Facultad de filosofía de Pa- pasan de ser meras idealizaciones. Más tarde vino Santa Cllld
I'iH Ir eligió patrona suya, ejemplo que fueron imitando otras lína de Sena, talento iluminado por la fe, pero que por lo 1111'1
Illtivl:t'sldndes. Su fiesta se celebra el 25 de nov.; y seguramente mo se sale del marco de este estudio.
(¡ti,! titl pntronato. adoptado además por las modistas católicas
d,~1 11t1l1Hlo,obedece a razones filosóficas, ya que en sus modelos En 101i comienzos de In edad moderno nos enCOnll'I1I1HlS1:(111
l., Vl!tOl'il1 Colonnn. In MOJ'Hlldto de flJ'II11Clu, In 7.:(.'I\I'lI' , '" S
IHR , IIHAlfl'E, s. 1. 1:1. JlIII!S'1'() nH 1,1\ MliJI!1I HN 1 A J1li.Cl~;()JlII\ IRi)

J10I, 1" y otros más cantadas por Matamoros, pero que


()HO"¡O drhll de constltucíón pero conllndo en uno hlSJil'l1c cuu 1)111
1I1111 IH IlO nos pertenecen, ya que son de otros aspectos de la llqJIII' n los cien años, en unos climas casl POIUI'('H, 111,110 ;¡lI"
i Idllll'i1, Nos pertenece en cambio la Oliva Sabuco, que tanta , entonces cuando menos-de los campos de cultivo de ¡,)II 11I~1I
1I11'IH lnn iba logrando en los Manuales de la Historia de la snmientos filosóficos, Sucumbió víctima de unas excelsas () 11111
PilllliOfin Española, Su esplendor sin embargo, va eclipsándose; ycstátlcas veleidades, que recuerdan las de cierta drnnn, lilft'l'/I
d('hl'I' doloroso de la crítica ha sido desposeerIa de los títulos de cascos, que puso a prueba el afecto de su g<11(111, (kJlllldo
lit- autora y doctriz, que le tributa la portada del libro que se caer en el patio de los leones un guante que obligabn 1\ 1111 1111110
J¡. atribula: "Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre", temerario por su rescate,
publicado en 1587, En vez de madre, es hermana de dicho libro, Cayó Descartes, mas quedando nimbado por la pel'~ClII.dltllld
ya que su verdadero autor es Dn. Miguel, padre de Oliva, que egregia de aquella admiradora suya, poderosa reina ('11 1" F"
en un rasgo de humorismo paternal, hubo dé publicado a nom- ropa de entonces, romántica en sus gustos, alma que bllm •.1101
bre de ella, -y llegó a encontrar-la luz de la ciencia y de la religión ver
Por 10 demás, en el gran movimiento renacentista, que tan- dadera; sucumbió decimos, pero /dejándonos demostrado 111111
tas doctas y literatas ilustraron, no hay filósofas dignas de men- verdad muy importante, a saber, que el filósofo, pese a cunnto
ión, pues Santa Teresa, grande como doctora, lo fué por sus se escriba en desprestigio de su peregrina fisonomía, es y se
cscntos ascétíco-místícos, no por pujos de bachillera o por pru- guirá siendo en toda sociedad culta, y para grandes y chicos.
rito de intelectual que tuviese, Los filósofos harán bien en estu- lo más digno de admiración y afecto,
diar la rica' interioridad de su alma, analizando feminidad tan Vamos a verlo así en otro caso, en el de la amable reino
auténtica como extraordinaria, pero no cabe en las Historias de Prusía, Sofía Carlota, con el talento filosófico de su tiempo,
de la Filosofía, . Leíbníz, cuya admiradora fué, pero con unos modos por demás
Luego del renacimiento propiamente dicho, en el siglo XVII, gloriosos, Había escrito Bayle en su famoso diccionario, fíncs
como efecto de una mayor difusión de la cultura entre los hom- del siglo XVII, que no cabía justificar la bondad de Dios ante
bres y las mujeres, entre las hijas como diría Vives, empiezan tanto mal físico y moral que angustia a la humanidad, por lo
las filósofas de los tiempos modernos, al principio entre la alta que, en aras del concepto mismo de Dios-Bondad Suma, Bien
nobleza; más tarde, en la clase media, Isabel de Bohemia es su Sumo-, era preciso negar su existencia, La pía reina Sofía
primera representante, y a fe que con no poco lucimiento para Carlota pidió a Leíbníz que saliera al paso de tales soflsmas,
sus representadas, , y defendiera la providencia divina. Leibniz accedió, y escribí
Hija de Federico V, elector palatino y' rey de Bohemia, entonces su celebrado libro de la Justificación de Dios o Teo-
muerto su padre se retiró a La Haya, 1629, donde entró en rela- dicea, demostrando que el mal ni es tan cuantioso como se dice
ción con Descartes. Sus cartas le ocasionaron a éste vigilias muchas veces, ni deja de tener su razón de ser en los planes
largas para poder contestar a las preguntas de metafísica y geo~ generales del mundo y de la historia, sobre todo después del
metría que le hiciera; y, proclamándola la más inteligente y prí- pecado original, aunque en cada caso y persona nos abrume y
mera de sus discípulos todos, varones o hembras, dedicó a ella sobrecoja, Dicho tratado queda en la historia como verdade-
el libro de los Principios, escrito por supuesto en latín, 'para que ramente clásico, y no hay estudiante de filosofía que no sep.
se vea una vez más los puntos que calzaba la buena princesa asociar su existencia a la gestión de Sofía Carlota. Ella, Cris-
en cultura lingüística, Poseía las lenguas cuItas todas. Más tar- tina de 'Suecia e Isabel de Bohemia están pues presentes en In.!!
de fundó una especie de academia filosófica, que' fué la primera Historias que nos ocupan; presentes como alentadoras del tn
y más celebrada de las escuelas cartesianas. lento de egregios varones, en lo que pudieran compararse t'O/l
Rival de la princesa Isabel en sus entusiasmos cartesianos, aquellas otras reinas de la primera hora de la evanqc 11ZIlI:lón
Iué la reina de Suecia, Cristina, hija de Gustavo Adolfo, que, de los pueblos bárbaros que llamamos Clotílde, Baddn, Bl'I'llt.
prcndada de la alta sabiduría del solitario francés, arrancó a y que tan bien supieron ínfluír en los corazones de SU.'! l:1I)lOM1,'I.
\'HI(' de su retiro de Holanda y se 10 llevó a Estocolmo, donde Menos afortunado que Descartes y Leibniz Iué el 1'('I'l'\'1"II
('Olllt'nZó a oír sus lecciones a unas horas por demás íntempes- de los grandes sistemáticos del siglo XVII, Baruch SpiIlOZO,qlll'
I ~VII"', 11 lns cinco de la mañana, en pleno invierno septentrional. nunca 'se ganó el favor de las reinas y altas damas. Eu Jloll'lt'
hl 11l()~Hlfode las estufas y de las escondidas sendas de las porque era alma religiosamente opaca; no se le podum 111'11"1
fl·lllj/l'1 de los Países Bajos, corrió la más extraña aventura quienes necesitan ver luminosidad al mismo tiempo flIoHófk" y
'1111' 1I'\lil\ll'.\ In lustorln de In Filosofía, metiéndose a los 56 años, n:JiHiosn en el que vnynn o hacer objeto de sus H"llriolll y dI
1 '-)() J, lI11AIt'I'I\, s. ¡, 1(1,1'llllrl'l'rl IIlt lA to.llI J Ill~ ilN I,A I'IUX,I,'II:I¡\ I !J I

111, III"IIII,'!I, LIl 1'l'lln1os1dnd, lo está demostrando la experiencia ((l1l1O [ruto de sus COJ'J'CríMI le bnllan ('11 el c\'I'C'I",o, Con ~II UlIlI
IllfHII'I'IIII, e:¡ pode de In buena filosofía. JlIIIlVJ'l) 11. Stccl Oscott funda en Nuevo YOJ'k (1875) ItI [l.uu.ru
1,.1 m.u'qucsa de Chatelet, notable matemática y patrocina- 1(' Sociedad Teosófíca, y en una obra de cuatro volumcnc
1\(11'11 dI' V oltuíre: las protectoras o amigas de Rousseau, pueden zxplana su "Doctrina Arcana", centón o "cocktail" de sahcrv«
1~I"t"I' cu este ensayo, pero con algunas reservas, toda vez que sobre el Gran Maestro y su doctrina, sobre el origen mistcriosc
1',11'11j>lIsnr a la Historia de la Filosofía es condición índispen- de la humanidad y del planeta en que vivimos, sobre la séptuplv
"Iille In alteza moral. Nunca ha tenido esta asignatura ambiente
naturaleza del ser del hombre y del Cosmos, la estructura espi~
,I¡' Irlvolídad. mucho menos de escándalo-hecha como está para
ritual de la Tierra y del sistema solar, las leyes de la re-cncar
Iuvorecer la elevación doctrinal y moral del hombre=-, ni siquíe-
nación del espíritu humano, los misterios de ultratumba, el pro-
I'U cuando las hetairas griegas llegaban a infiltrarse en las acade- ceso íntimo de la evolución, el alcance de la fraternidad univcr
mías, ya que su participación resultaba mínima en la vida ínte-
sal. el dolor y la enfermedad, la pobreza y su supresión, todo
Icctual, y por paganas, además, eran dichas hetairas hasta ello con abundantes gotas de magnetismo, hipnotismo y espiri-
cierto punto más' perdonables. tismo, Muerta Blavatski, le sucedió en la dirección de la Socie-
dad la inglesa Ana Besant, y con ella siguió la Teosofía difun-
En los albores del siglo XIX, con las Staél, Carolina Mi- diendo unos humanitarismos sentimentales, ya se supone que de
chaclís. Bettina von Arnim, "Jorge Sand", "Fernán Caballero" muy poca inervación filosófica,
y tantas otras literatas, artistas, pintoras, pedagogas, ínvestíqa-
doras como van brotando de colegios y universidades, el nuevo Así llegamos a los tiempos nuestros, cuando, tras la primera
estatuto cultural de la mujer queda promulgado. Desde enton- guerra mundial (1914~19), la mujer ha conquistado multitud de
ces han sido muchas las que han tomado parte en los seminarios puestos en la .vida civil, sin excluir la diplomacia y la política,
de las Facultades filosóficas, han escrito brillantes disertaciones, y en la académica no quiere ser menos. Sabe todo el mundo,
aclarado puntos históricos y doctrínales, intervenido en el mo- cómo, por la carencia de hombres, necesitados en los campos de
vi miento filosófico, pero no basta. Sólo queda memoria de las batalla, entraron ellas a desempeñar cargos y oficios, a los que
que han hecho un esfuerzo mayor, una conquista ideológica, se aficionaron tanto-o los cumplieron tan bien-, que fué im-
algún ensayo de especial valor o de alcance más universal, y, posible desposeerlas de la colaboración profesional, industrial y
en el peor de los casos, han tenido la suerte de quedar asocia- política que -ello suponía. Paralela con estos hechos e ideas de
das a personajes descollantes. Tal es el caso de esa Clotilde reivindicación, vino una mayor acentuación de las actividades
de Vaux que nos sale ahora al paso. Criatura misteriosa, en- del sexo débil en el campo científico y en las tareas docentes.
fermiza casi, _hacia el 1845 salta al público del brazo de Comte La mujer inundó la universidad y se hizo sentir en las carreras
que era ya de antes famoso por otro episodio cerebral. Dicha superiores, alguna vez en la ingeniería misma. Y cuando tras
Clotilde es para Comte la personificación un tanto nebulosa de una generación de pensar y de obrar así, estalló la segunda
sus ideas positivístas, de su amor a la humai:1idad- y de la "mis- guerra mundial, hizo ella acto de presencia en el movimiento
tica" con que acompañó este amor. La Vaux nunca ha sido científico del día con una Curie (hija) en química, una Meitncr
debidamente explicada: constituye ella misma un problema filo- en física, una Hertwig en biología, una Bühler en psícoloqía,
sófico, sin' que su solución como ha solido decirse en casos se~ una Montessori en pedagogía, y, .. ¿en filosofía?
mejantes, sea un niño. Desde que la conoció, asume Comte una En esta rama del saber observase igual participación, cuan-
forma de ensoñación mental, con extravagancias que le llevan títatívamente al menos, como fué fácil observar en las lecciones
u creerse Sumo Sacerdote de una nueva religión, para la que de un Bergson, para las que las elegantes de París se hacían
ompone un calendario con los santos de la fe positivista, y en coger los puestos de las aulas del Colegio de Francia desde
cuya cima está su famosa trinidad: el gran s~r, el gran. medio, horas muy tempranas. El hecho se ha ido repitiendo luego en
el gran fetiche. Toda esta última parte de la vida de Comte es los "halls'' de grandes hoteles, donde formaban parte del com
un dcsesencíarse de sí propio para llenarse de las vaporosas plc]o de las charlas filosóficas joyas, sombreros y peinados en
¡d\'llH que personificaba la Vaux. PI'Of\lHi6n y gracia anímadoras.
'I'I'UH ella, una rusa, viajera del Asia central, llamada H. Pe- Mns' en la participación de la mujer no faltan casos de en
fl'IlWIIII Blnvatskt (1851~91) entra en escena. Ha visitado los Ild/lll, -y varnos a mencionar algunos. Sea el primero el de 1"
1I111Il"lot¡'I'iosbudístas del Hímalaya, respirado aires exóticos, y Illt hl'ld"d europea Sírnona de Beauvoír. amiga de Sartrc. mícm
1111 '1l1lw '111('hacerse con las representaciones místico-mágicas que htll di' tl'dlll'ción de su scmanarto "Tiempos N'lIC.'vos " , que I~,
lí ), IIIIAlnl\, s. 1, In, I'UI\S'I'() DH I.A MlIJI/,1( UN I.A J/JU)!lopl" 111

IIllClllfI pUde 1\ }\m(>l'ico en viaje de conferencias, que como tlll"oI 1\\'1>1 de lo Importnnte rcvlsta "Dialcctlcu", llO t!l-lIlo:¡(nlll"
plllllldlll'il 111interior de Africa. Cerebro potente como lo ('1\ /111CJ'iI'Icn conocer bien las leyes y In mecánica cid COIHHj
11[1dl"lllolltl'ndo en su extensa obra "El segundo Sexo". cerca de III\!-n[o, Mícntras cultiva flores o se intereso por los nlño» 111111
IlIiI Jl"\I'llIl~, en que ha recogido primero cuanto sobre la valo- frlllinldncl contenta con su suerte-, discute con los P1'Oft'HOI'I'
1,11 iÚI\ de 1" mujer ha dicho la literatura, la sociología y la psi- d,· In Pollrécnica de Zucích, Bernays y Gonseth, puntos de JIIII
lOlllHill' ,"Hechos y Mitos"-, para consignar después en el se~ Irlnftl'JcRS y de ciencias exactas, No se trata de una Icmlnldnd
111111dotomo, cuanto la propia autora halla que decir tocante al nhcldc, a pesar de su robusta constitución gel'mllnlcII ·"nl[1I
WlUl problema, es decir, la realidad y la situación de la mujer. 1~1l[lItU1'nque diría Tácito, ojos celestes y cabellera de urn''
Voz de franquicia la que ha lanzado a este respecto el pecho "1110 de una fémina que se afirma en sí misma, y g~tl' Id 111:'
de esta "mademoíselle", aunque de acentos un tanto estridentes, "pero, no se altera, ¡Qué más gloria para ella que el hlll't'I'Hi
y que, en un afán de emancipación exagerada, parecen bordear" U/I' cn congresos de filosofía como una voz autorizada, llena ti ••
el amor libre 1). ' 11l:/lO y autoridad! Si el estatuto filosófico de la mujer debe m:
Esta misma Beauvoir ha publicado una moral que titula de dlfl'[\l'se; si está ya mcdífícándose, lo está antes con la fr¡¡:-¡l'
la Ambigüedad, exponente de nuevo de su potencia intelectual. ponderuda de la Aebí, que con la airada de la Beauvoír. Ambn:
en la que preconiza, la libertad por la libertad misma, no por el vnu 11 lo promoción de las de su sexo; ambas han irrumpido con
deber o una perfección que determine su uso' Para Beauvoir la flll'I'Za, pero con más la segunda, la de menos grito feminista,
moralidad no tiene sentido fijo, de donde esa su expresión "am- /\<.'bJ para coronar su obra, prepara otro libro que complete su
bigüedad", lo que, según ella, tampoco es decir que carezca mtcríor de crítica, y que, en estudio constructivo, afirmativo,
su Moral de sentido. Se le ha objetado que, dejado el hombre Intente restablecer la soldadura de la ciencia y de la moral. del
al uso de la libertad por la libertad misma, ..a la angustia de una suber y del sentir, que Kant dislocó para tanto mal de la cultura.
decisión libre" en frase suya, sin contenido, sin fin u' objeto,
queda sin ordenación o norma, y en consecuencia sin sentido,
es decir, a merced de una moral absurda. Beauvoír, que es dia- Notable entre las Iilósofas contemporáneas, aureolada hoy
léctica, forcejea por desenredarse de éstas y otras dificultades on la corona de la persecución-por mártir la veo saludada en
pero acaso en vano, Está haciéndose sentir y mucho, pero en lino antología filosófica alemana-es Edíth Steín, en religión Te ..
el campo de las cabezas audaces, de las teorías revolucionarias. rcsa Benita de la Cruz, carmelita descalza, Nació en Breslau,
1Cuán distintamente ha entrado por la puerta grande otra tic ascendencia judía, año de 1891. Alumna aventajada de Hus ..
coetánea de la Beauvoír, nacida en los verdes valles suizos, al scrl, es luego asistenta de él, y colabora en su Revista o Anua-
rumor de las cascadas de su escenario privilegiado! Me refiero do, Católica en 1922, por la lectura de las obras de Santa Tere-
a Maqdalena Aebí, doctora distinguida de las uníversídades sui- so. se consagra a la enseñanza, primero en Espira y después en
zas y alemanas; autora de un libro voluminoso, revolucionario Münster de Westfalía, mientras estudia a fondo a Santo Tomás,
también, pero en fuerza de su potente análisis y sus atreví- tratando de penetrar en los tesoros de la filosofía cristiana, y
mientos en medirse con Kant y su Crítica de la Razón Pura, de hacerlos valer en el cuadro de las corrientes y métodos que
Fráuleín Aebí, hoy en la madurez de su pensamiento, em- de su maestro fuera aprendiendo, En 1933, renunciando a todo,
pezó cursando música en la que llegó a la composición y el con- se esconde en el Carmelo de Lindenthal, cerca de Colonia. Ter ..
trapunto, cultivó luego filología, arte y arqueología en .Zurích mina el noviciado, y acomete la redacción de su gran obra sis ..
y Muních, y ha terminado analizando las consecuencias Iunes- temática que titula "Ser finito e Infinito" (1), que inmediatamente
tos de la filosofía kan ti ana en la cultura occidental. Sus profe- posa a las prensas en su ciudad natal, pero cuya impresión, muy
sores fueron Cassirer y Gorland, y bajo ellos primero, y en adelantada, suspende el gobierno por hallar a su autora de HIII1-
meditación callada después, con labor de aguja íntelectual-e-aqu- qrc no-aria. En 1938 Sor Teresa Benita huye a esconderse 11
jn de oro como la que Fulvia clavó en la lengua de Ctcerón=-, Echt, en Holanda, A:llí la alcanza le qestapo de Hlmmlcr'
1111 lelo destejiendo punto por punto la urdimbre abstrusa y en- (1942), que la deporta y la hace desaparecer sin que quede J'I\I1
rcvesnda de la obra de Kant, examinando la clase de sus hilos tro de su persona, creyéndose que fué inmolada en Aufschwllz,
vuntextura, de sus suturas y empalmes, y la ha convencido Sus manuscritos se han salvado milaqrosarnente, y dos cnHiI:
111-111111 Ideada y ejecutada, díaléctícamente inadmisible, Redac-

(1) I1l/c/lirllrJ II1lel rlviurs Srin, VN',wrl. r{tlrs I1l1fs/iras rl/m Sitlll rTrs Sl'Íll.r, "gil
11 V~.,"I \"111. I J, JI(l, 20 1; 327; 377; 567.
11, NlIl/wt'l¡"'rtl,J,ot¡v¡tln Vl'I'!1\1I"lfcrc1~I',Jln'lh"r¡¡: XVI I 4"7 ¡¡(l,
194 J. IRIARTE, 5. 1.

editoras, Nauwelaerts de Lovaina y Herder de Friburgo, se han


propuesto complacer al mundo sabio que reclama insistentemen-
te su presta publicación. El segundo de los tomos publicados,
pasta blanca de seda-tela de tenues irisaciones es la del tomo
de la Aebi-, contiene la obra sistemática antes mencionada, un
grueso volumen de 500 pp. en cuarto. Le seguirán todavía otros
tres más.
Y, ¿qué es esta gran meditación de la "santa" fenomenóloga
a lo Husserl? Un análisis del Ser con la profundidad de los
tratados de ontología escolásticos y los horizontes vados de las.
filosofías modernas. El ser Infinito y el finito lo mismo en sus
notas afines que en las diferenciadas, en sus predicados, díví-
siones y escalas entitativas, van pasando ante la sabia carme-
lita, hasta donde el Misterio de la Trinidad vela su contempla-
ción con santas profundidades ínescrutables, y hasta donde el
ser natural esconde los secretos de su constitución última a ul-
teriores deducciones. Edith, en fuerza de la ciencia de la Cruz
que cursó en el claustro y de los métodos de su maestro de Iilo-
sofía, ha forzado la visión de las esencias cuanto es posible; y,
en estructura sabiamente concertada, nos da un modelo de filo-
sofía cristiana, filosofía vista desde Dios, y que es científica
tanto como religiosa, fenomenóloga tanto como metafísica.
Edith ha pasado así a la Historia de la filosofía y creemos.
que, como Sócrates, por doble título: por mártir y por sabia.

La presencia de la Beauvoír, de la Aebi y


de la' Stein en la
filosofía no debe separarse de la de las antes citadas en la físi-
ca, química, psicología, pedagogía, biología. Todas ellas con-
vergen en' urr punto, en ser un gran signo anunciador de nuevos
tiempos; testimonian el hecho de que se va a'Ia elevación cientí-
fica de la mujer. Por cierto, que con no pocas ventajas para las.
Iílósofas sobre sus compañeras científicas, toda vez que el pensa-
miento filosófico de última hora, desechando intelectualismos o
. racionalísmos, se ha pronunciado por el instinto, la emoción, la
vida, en todo lo cual tienen algo que decir las hijas de Eva.
Aunque a ellas, igual que a los varones hoy tan antí-íntelec-
tualístas, hay que recordarles que la vida como fuente de cono-
cimiento, la emoción como origen de saber, la mística como ins-
trumento de captación, deben tenerse por muy insuficientes,
como muy inseguras. Dichas maneras de cognición necesitan
andar ayudadas, de modo que la razón presida; y, sólo en se-
gundo término y a ella subordinadas, entren a colaborar las otras
fuentes de conocimiento hoy tan apasionadamente reclamadas.

J. IRIARTE, S. 1.

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