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LA FILOSOFIA ESPANOLA
BAJO EL CHISTE VOLTERIANO (*)

La voz del Barroco exultante y llena de optimismo que


tan bien había sabido cantar las glorias de la más sutil y
despreocupada de las metafísicas=-fllosofía alegre y con-
fiada si alguna-, va seguida de una época en que domi-
na la razón y el cálculo, en que la historia y la vida dis-
curren tensas tras la conquista de las ciencias físicas. La
. preocupación por el tema del cosmos pasa a primer plano;
la filosofía de la naturaleza se pone de moda, y en gran-
des volúmenes compiladores-por algo se llama al' si-
glo XVIII el siglo de los diccionarios-se exhiben y cantan
los rendimientos científicos de 10'8 pueblos que han sabido
descifrar los enigmas del universo. Y es Newton, el "Eques
auratus" de la portada de la Naturalis Philosophiae Prin-
cipia Mathemaiica, el genio por excelencia. De su libro se
había de decir: la más excelente producción del espíritu
humano; y en su sepulcro quedaba escrito: Humani Ge-
neris Decus!
De este siglo mateinático y naturalista-por lo mismo
unilateral e in-histórico como se le ha dicho-es la prime-
ra gran Historia de la Filasojia (5 gruesos tomos) publica-
da por J. Brucker en Leipzig, 1742-44, 1). Y aunque en la
acumulación de sus múltiples materiales no se haya presta-
do la debida atención al desenvolvimiento ideológico in-
terno que exige después la asignatura, el tratado no deja
de tener valor. Brucker, con sus defectos y todo, es el que
traza los primeros delineamientos del pensamiento huma-
no en su correr Iristórico ; líneas que van a ser retocadas
pero sólo mucho más tarde por Tiedemann, Buhle, Tenne-
mann, De Gérando, Hegel, Cousin, Ritter, etc., .etc.

(*) Continuación, cap. 3, del estudio La Filosofía Espaiiola, 8U Üon»


cepto y su Va.lor. Of. Números diciembre (1944), pp. 525 y ss.; febrero
(1945), pp. 325 y ss.
1) En la. segunda edición de 1766-6,7. que es la que manejo, se añadió
el vol. VI 'con apéndices y rectificaciones. Un tomo en cuarto de más da mil
páginas. Quien quiera hacerse cargo de la copiosa producción historiográfica
del siglo XVIII en materias filosóficas, consulte a Tennemann : Gru~
del' Geschsclite der Philosophie, Leipzig, 1812.
K ,JOAQIJíN Jil1AII'I'I':, H, J,
LA fo'ILOSOI"ÍA ESPAÑOLA .,1)
Y. ¿ cómo valora el esfuerzo mental de nuestros grandes csculástica que le opnime y quita la paz a Bruckcr, Tumbién
pensadores? ¿ Cómo es el primer retrato que de su filoso- desfilan por el libro A. de Villanova y Pedro Hispano. Y
fia tiene España?
retrocediendo atrás en la historia, resuena potente elnom-
En el volumen V. el destinado a los anales del reflo- breespañol con los preclaros cordobeses y béticos que il us-
recimiento filosófico 'moderno, el que "abandonando el
traron las dos culturas extra-cristianas de la Península
amor sectario de escuela entra con santa libertad en la in- (cf. vol. III. y n.). Averroes destaca en la arábiga como
vestigación de la naturaleza de las' cosas con principios Séneca en la romana, y se llevan sendas disertaciones en
autónomos", España no tiene mención. La tienen en cam- el Tratado. He ahí la delineación general de nuestra car-
bio Italia con Bruno, Cardano y Campanella; Inglaterra ta geográfica.
con Bacon, Hobbes y Locke; Francia con Descartes y Ma- Hay, como se ve número entre los escolásticos; alguna
Iebranche ; Alemania con Leibniz, Thomasio y otros; .Ho- calidad pero muy poco número entre los que preparan la
landa con Grocio y Spinoza. El balance nos es tanto más nueva y auténtica filosofía; número y calidad entre los de
desfavorable cuanto que, al uso de entonces, en ese tomo cultura, no-cristiana. . .
de honor andan barajadas con la filosofía las ciencias mé- Los irreflexivos, lo veremos pronto, atentos solo a la le-
• dicas y físico-astronómicas con sus hombres más repre- tra de estas páginas de Brucker, especularán sobre el es-
sentativos desde Copérnico y Galileo hasta .Harvey, Boyle píritu in-filosófico español. Hasta harán chacota de él con
y Newton. España está borrada del mapa; algunos que frases como "la Península escolástica", "el mar muerto de
figuran, Gómez-Pereira, Mariana, van muy cursoriamente la filosofía". Sin negar apariencia de razón a sus asercio-
nombrados y nada significan.
nes y burlas-dentro claro está del presente cuadro Bruc-
En el vol. IV. anterior, el que m'ás o menos prepara kcriano-, vaya extraer del mismo más que la letra el es-
la gran floración filosófica, nuestra producción está sí re- píritu, y observar si entre lo que deja entrever hay algo po-
gistrada .. pero con no pocas reservas. El grupo principal, sitivo y valioso. Si esa gran corriente escolástica en la que
integrado por miembros de las Ordenes dominicana, cis- no se cree y de la que 'se apartan los ojos, 110 acabará de
terciense y j esuítica, va inserto en un capítulo que dice : imponerse con el tumulto de sus aguas encerradas y cons-
"De los filósofos aristotélicos-escolásticos recientes", calífl- treñidas a. ir baj o tierra.
cados de partidistas por su espíritu de clase y subordina- "Hdspania ut ferax fuit philosophorum" se lee en la
ción a las imposiciones dogmáticas de Roma, cuando las p. 195 (vol. IV.) y eso que se ha hecho caso omiso de los pla-
mentes querían ir resueltas-Cano entre otros--a una re- tónicos, místicos y naturalistas, de porciones muy distingui-
novación de la filosofía. Fuera de este capítulo figura na- das de la Orden agustiniana, franciscana y carmelitana.
turalmente y bien clasificado Vives, magnífico ejemplar del Hay según eso filón especulativo en la patria de Suárez, lo
renacentismo pero que no cultiva la filosofía sino indirec- que ya hizo decir a Morhof (1688) que por la salubridad del
tamente. Vives como crítico no tiene par, se levanta sobre cielo y salud anímicaconsiguiente tiran los naturales a la
el mismo Erasmo, y en los párrafos que estudian la trans- alteza teológica, a la especulación sutil 2). Más aún; cuan-
formación del pensamiento europeo (s. XV y XVI) está él do habla de la falange escolástica, Soto y Vitoria (en este
entr'üZlizado con Cisneros y Nebrija; mas es figura precur- orden van puestos) quedan enaltecidos como los iniciadores
sora, no llega a con tenido; actitud, no sistema; "elanguit" de la ciencia del Derecho con base filosófica, y Vitoria es
diría Cano 'en la labor constructiva, Sepúlveda se lleva además si no fundador del Derecho de Gentes, inspirador
buenos elogios en el cap. que estudia a los arístotélicos de Grocio que lo fué. El ilustre taranconense Cano no figu-
enemigos de la escolástica enteca; y a él como a Vives se ra aquí por anti-escolástico--y como tal muy alabado en
le dedican un par de páginas. (Descartes tiene 134.) Fox otro lugar-, pero sí aquel mondragonense que fué a enla-
Morcillo ha hallado mención en el grupo de los eclécticos zar los altos vuelos de S. Agustín y del Aquinate en el pro-
por haber intentado una fusión del platonismo con el aris- blema de la predeterminación física y que llamamos Báñcz.
totelísmo ; de sus atisbos olltologistas nada se dice. Lul1io Del grupo j esuítico, el más numeroso con mucho-y
que se ha llevado más espacio que ninguno (9-21 pp.) es eso que no entran Fonseca y Molina-, est'án citados los 111-
un héroe en el orbe filosófico, toda vez que se propone in-
troducir nuevas artes y métodos y acabar con la plúmbea
2) or, Polyhisior ... 1, IV, c. 4.
liO ,JOAQuíN nuxnru, ~. l. 1)1
LA FILOSOl¡ÍA ESPAÑOLA

millares mayores Vázquez, Suárez y Toledo con Hurtado


de Mcndoza (P.), Arriaga y otros astros de segunda mag- cion y la superstición perpetuaron los errores escolás-
nitud. En el cultivo de la escolástica son ellos los que se lle- ticos ... "
van la palma; son su símbolo y representación, los pilares Así escribía Voltaire en 1756, diez años después de la
que la sostienen. Las Dis puiaiiones M'etaphysicae del Exi- obra de Brucker y veinte de la de Deslandes (Landius) que
mio tienen mención honorífíca, siendo rasgo principal del al hablar de Aristóteles comentado por Vives se había per-
grupo la sutileza o penetración como se hace notar particu- mitido un inciso que negaba voz y voto en filosofía a los
larmente en alguno, y en frase de tono más general al ter- connaciona'les del egregio valentino 3). Y lo escribía, tén-
minar el recuento e iniciar la transición al párrafo si- gase presente, en su abra más famosa, en la filosofía de la
guiente. historia que al menos con ese flamante rótulo la inaugura-
De la sección cisterciense con Caramuel a la cabeza ba su pluma. El dato es muy digno de consignarse. La ne-
suenan los nombres de Manrique-el atlante de la acade- gación que tan arbitrariamente .nos suprime del orbe filo-
mia salmanticense-, Gómez, Vázquez (.M.) y Oviedo. Ca- sófico empieza en la historia de la filosofía y se consuma
ramuel es un portento de ingenia. Sus conatos de innova- en la fílosof'ía de la historia, esto es en una negación que
ción son celebrados, la nueva configuración que quiso dar de los hechos va a su constitución misma, a sus razones
al saber muy ensalzada. últimas. y con la gran difusión que le confiere la obra de
un ingenio magníficamente frívolo, la mejor conjugación
Tenemos ya datos suficientes para unas primeras con- de fuerzas que se ha conocido para la propaganda eficaz.
clusiones. Según Brucker-y Brucker es un antiescolásti- Voltaire es el que con su literatura y talento pone alas al
co juramentado-hay en este país fecundidad .mental con ponderoso Brucker y lanza sus críticas al mercado con re-
copia de obras como para detener la caída de la escolásti- sultados por demás demoledores. De él es el chiste que re-
ca, es decir que hay cuantía, peso. Hay además un rasgo corre después las libros: el español no piensa sino. le da
común o cuasi-común a todos: la agudeza, la penetración y antes licenciael fraile. Ahí, donde esa frase burlonamente
labor abstractiva que en los dos sentidos que el vocablo la sitúa quedará para muchos la cuestión durante el siglo.
envuelve, peyorativo y encomiástico, se irá repitiendo siem- Esfuerzos rehabilitadores no faltarán, pero flojos en los
pre al hablar de la mentalidad hispánica. Igualmente ad- más, serán .impotentes aun en los mejor intencionados. La
mítese, que los mismos que completaron antes el orbe geo- apologética que surge por entonces concentra sus fuerzas
gráfico completan más tarde el orbe jurídica con el des- en la defensa del pasado literario y científico; del meta-
cubrimiento del Derecho internacional. Con estas conclu- físico tiene menos cuenta. El torso filosófico hispano no es
siones bien anotadas como el asunto se merece y sin dejar que ande tirado por el suelo y cubierto de polvo corno ha
de repetir lo arriba dicho de que todavía son hij as de un de estarlo en el siglo siguiente (primera mitad); pero cier-
catálogo muy deficiente, vamos a dejar a Brucker para tamente es una estatua abandonada "del salón en el ángu-
continuar con los que vienen después y en pos de él. . lo oscuro". Sigamos adelante: .

Las precedentes apreciaciones formuladas en serio tra- El 1763 es una fecha memorable en nuestra historiogra-
tado escolar y latino, pasan a otro m'ás frívolo escrito en fía fllosófica. Por obra del jesuíta Pou (Povius) sale ese año
francés y no por un autor cualquiera sino por el más ce- nuestra primera ("veri nominis") Historia de la filosofía,
lebrado de las ingenios de la época, quien va a denunciar- por cierto que dedicada al que poco después había de ser
nos como valor negativo en el mundo filosófico. Es en el
Ensayo sobre las Costumbres y el Espíritu de las nacio-
nes-título como se ve prometedor y de grandes pretensio- 3) Histoire Cr-itique de Phiwsophie, n, p. 278 (1730-36).-A Voltuire
nes en nuestra argumento-donde se dice entre otras cosas y Deslandes les precedió Bayle en su celebrado Diccionar·io (1698), donde
"ad vocem" Decid. (Forlneus, dice : "En§ per se, ens per accidents sont des
(cap. CLXXVII): phrases inexplicables, un vrai [argon des Logíciens Espagnols qui ne signific
"Los españoles desde el tiempo de Felipe II hasta el de ríen." También Montesquieu había tenido antes de ellos frases tan punzan-
tes como éstas: "En los españoles podrás hallar ingenio y buen sentido; pero
Felipe IV se señalaron en las artes del ingenio. [... J . Mas ninguna de esas cosas busques en sus libros. Toda su biblioteca es: novelas
lo sana filosofía les fué siempre desconocida. La inquisi- a un lado, escolástica a otro; no parece sino que ha andado por nllí la 11('-
gra mano del enemigo de la razón humana." Oartoe perscs, LXXVIlt (1721).
(j~
.JOAQUÍN IRIAnTE, S. 1.
LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA r.:\
héroe de novela en el París elegante, el jovencito Marqués Hacia el 1780 hay dos ataques contra la cultura putriu
de Mora 4).
que alarman sobre manera, uno del enciclopedista Masson
De cada tres palabras que al hablar de la filosofía es- de Morvilliers y otro de Tiraboschi. El primero es un (',,-
pañola pronuncia el forastero, una es bárbara o barba- critor de significación nula en materias filosóficas, literato y
rismo, anota dolorido Pou, y se dispone a hacer algo por autor de poesías y epigramas-e-nos dirá Larouse. Pero ('1'-
la rehabilitación nacional. ¿ Llegará según eso aenuclear y
cribía también de .geogra~ía y 11? ~al a lo .que parec;,. PU(\~ 'V \\ "r\
defender la noción que tanto nos interesa? ¿ Querrá darnos en la famosa Enciclopedia Metodica de B!deIol 'J D .dC-lIIT-· \ ~t'\C
en rasgos sintéticos el valor de la realización hispana? De- ~ es el encargado de redactar el Discurso Preliminar él
masiado pedir es eso tratándose de un Pou que, además de los tomos de Geografía y encargado asimismo de no pocos
falto de técnica filosófica, en ]0 de casa, por muy bri1lante de sus artículos. Y por aquí, por la ciencia de Ptolomeo y
que lo suponga en siglos pasados, se propone insistir me- Estrabón viene a atravesarse coma antes Mercator en la
nos. Recuerda, es cierto, que en Cervera le hablara un ilus- magna cuestión. Hie aquí cómo. .
tre varón que por todas las trazas es Finestres, de la vuel- Desaprensivo y audaz da suelta a la pluma en el articu-
ta a los grandes pensadores antiguos, pero por su parte lo España diciendo: "El español tiene aptitud para las cien-
recomienda la amplia visión histórica 'que sola da una His- cias, posee libros, y con todo es acaso del país más ignoran-
toria de la Filosofía. Siguiendo a Brucker enumera a nues- te de Europa. ¿ Qué se puede esperar de un pueblo que ha
tros grandes escolásticos deteniéndose en Suárez aunque de pedir al fraile la libertad de leer y pensar?" Siguen
para decimos bien poca cosa. Ensalza a Vives y a Morcillo, otros duros calificativos de que hacemos' gracia al lector, y
pone mala cara a la filosofía arábiga (a pesar de ser pai- viene la que Forner ha dicho "insolente y necia pregun-
sano de Lu1lio), señala vagamente a los precursores de ta": "Hoy Dinamarca, Suecia, Rusia, Polonia misma, Ale-
Grocio, y apunta la penetración ("acumen") como rasgo mania, Italia, Inglaterra y Francia, todos estos pueblos ene-
nacional, como el punto en que España "vence sin duda a migos, amigas, rivales, están que se abrasan en una gene-
los extraños". Hoy mismo, acota, la filosofía no está tan rosa porfía por el progreso de las ciencias y artes. Cada
prostergada como se dice en nuestra patria. cual busca modos de alternar con las otras naciones en las
Todo lo cual con ser algo, es aún muy poco en historia conquistas, y cada una de ellas tiene algún descubrimiento
que podía y debía ser amplio registro del pensamiento na- útil que ha realizado en bien de la Humanidad. Pero, ¡,qué
cional. ¡Tan bien como planteara la cuestión, tan apto íns- . se debe a España? Al cabo de dos siglos; de cuatro, de diez,
, trumento como tenía para tratar de resolverla enIa asig- ¿ qué ha hecho ella por Europa?" 6).
natura precisamente que suministra los puntos de compa- Interrogantes que coma mortíferos dardos quedan flo-
ración para tales esclarecimientos, y nos deja casi en blan- tando sobre el cielo de Europa, dirigidas sus puntas en-
co! Ni con Pou que era un humanista y no muy bueno venenadas al corazón de España, la qae se conmueve tan
como ya lo anotó Mayans y su rebuscado latín y los dis-, hondamente que hace intervenir al propio gobierno de Ma-
creteos de la larga y preciosista dedicatoria con Mora drid. Masson representa a la intelectualidad francesa y el
lo evidencian 5), ni en los días de Pou podía llegarse a abate Tiraboschi a la italiana, cuando en una magnífica
nociones concienzudamente trabaj adas de una filosofía que obra sobre la Literatura de su país insinúa, aunque sin la
por su misma normalidad y falta de estridencias es muy aviesa intención del anterior, que la patria de Séneca y
poco llamativa. Lo más que nos dará el siglo de la razón Lucano ha llevado la decadencia a las letras latinas y en
serán atisbos y estudios indirectas por el rodeo de la polé- parte a las italianas, aventurando de paso la peregrina es-
mica; y, prueba al canto: pecie de que hay algo en este clima y suelo que a'in-9j ama
. las ingenios y los empuja fatalmente a las arideces de la
especulación 7). A Tíraboschí vien e a hacerle eco otro ilus-
4) In8titutionum Historiae Philosophicae LVbri XII, Ca]utayud. 17133,
24[; págs. en cuarto. Como curiosidad bibliográfica quede aquí adv~rtido que tre abate, Bettinelli, cuando subraya la propensión sutilizn,
otros ejemplares de la misma edición están dedicados a D. Luis Ant. Córdo-
ba, Cardenal Arzobispo de Toledo.
5) Aunque la dedicatoria sea de otro Padre, al fin está incorporada 6) aéographie (1782) 1., pp. 554-568. El párrafo transcrito Véll/lC NI ln
al libro. Comparaciones
tado, entre Brucker y Pou nunca debieron haberse inten- página 565.
7) H18t01"ia... II., Disertación preliminar.
(j~ .1O.\(JlJ j N lI11AHTE, S. 1. I.A 1·'lI.0S01tÍA ESI'AN()J.A

dora de los hispánicos 8). Y tenemos con esto la lista com- 1" j IIl'hllll·udcncia. Hablan de Lullio y Vives, cuando u este
pleta de nuestros detractores, el bloque de "los Massones, último le han hecho precursor de Bacon, creen haber hecho
Tiraboschis y Betinellis" que dice Forner 9). In apología máxima. Vives para los setecentistas ha ido cre-
Estamos, repito, en el 1780. El ambiente no puede estar ciendo tanto que terminará reclamando una edición de sus
más enrarecido .. Se va a erigir en axioma que en la Euro-- obras que se la dará cumplida Mayáns. Lo curioso es que
pa sabia no cuenta España, que ni siquiera su labor filo- aquel meridional aventurero y amigo de Federico 11 que se
sófica ha de tomarse en consideración, fruto como fué de llama Denina, se levante a defendernos en la academia de
una cruel geografía que arrastra al desvelo mental. Y como - Berlín, y tenga el acierto-de señalar puntos tan vitales como-
del desierto se ha dicho que es monoteísta, se irá a decir el siguierite: Dirá Voltaire que los libros no influyen tanto
de la Península ibérica que es metafísica, con incapacidad como los caprichos de los reyes en la constitución de los
reconocida para la observación científica y el cultivo artís- Estados y en las condiciones jurídicas de los pueblos, mas
tico. Conceptos en verdad hirientes, mas, j si después de siempre será cierto que "los magistrados encargados de
todo tienen la virtud de despertar los espíritus de aquellos ordenar y corregir los Códigos se forman en libros de gran,
buenos amigos de la Ilustración 1 reputación. Y sea.Io que fuere; los más celebrados autores
La reacción efectivamente se produce; en favor de las de esta clase se han formado en libros españoles. Pues sin
letras y de las ciencias naturales es considerable y tendrá contar a los Suárez, los V ázquez y los otros escolásticos
quien la recuerde. Entresaco sólo lo que se escribe en fa- que Grocio ha leído y citado tanto, tiene España a los Mor-
vor de la filosofía. cilla y los Mariana con unos cuan tos más' que han supera-
, Señalo los dos grupos de apologistas conocidos, uno que do a Hobbes y Grocio, adelantándose a Bodin que induda-
impugna a Masson y está integrado por el abate Cavani- blemente es de los primeros y más profundos" 10).
Iles (París), el abate Denina (Berlín), y Forner (Madrid). Este es el tono de la apología del piamontés Denina,
En el que rectifica a los ex-jesuítas Tiraboschi y Bettinelli abate muy siglo XVIII hasta en sus citas de Voltaire y
toman parte otros ex-jesuitas (miembros de la extinta Com- aptísimo por lo mismo para la revalorización de la cien-
pañía de Jesús), abates Serrano, Andrés, Llampillas y Mas- cia española acometida en su Discurso, uno de los más ca-
den (J. F.), confinados en Italia por la ilustrada política de bales documentos hispanófilos de todos los tiempos. Sin que
Carlos In para mejor servir los intereses culturales patrios. siquiera le falte el diplomático gesto de señalar la in-
El primer grupo publica folletos, Cavanilles y Denina en corrección de que en una Enciclopedia poco menos quena-
francés; el segundo obras de más tomo y en italiano--ver- cional hubiera dado cabida Francia a la pregunta escar-
tidas pronto al español-menos el primero que escribe en necedora de Masson. Forner que en su apología ostenta-
latín. En lo que convienen casi todos ellos es en ser abates, ba cargo oficial conferido a su bien probada hispanidad
en dar a la escena la vistosa decoración de unos amables por Floridablanca ministro del Rey, en el punto concreto
rostros enmarcados en abundante y bien. rizada cabellera de la filosofía no raya a gran altura. Convencido bacouía-
con el pulcro distintivo suh-mentonal de los almidonados no desde sus días de Salamanca, tiene es verdad párrafos
"raha ts". valientes al denunciar la vana ciencia, pero' demuestra es-
Ninguno de los del grupo primero tiene conciencia fir- caso sentido filosófico. El parangón que hace en las prime-
me del esfuerzo mental del siglo de oro. Quien más quien ras páginas entre el Quijote de Cervantes, el Mundo de
menos-Cavanilles por añadidura es botánico-son los tres Descartes y el Optimismo de Leibniz, con fallo a favor del
hijos del siglo de la razón que no supo entenderse con el primero (p. 13-14), no es para darle mucho prestigio. Se-
de la tradición al menos en el campo metafísico. Insisten ñala bien con todo' los méritos hispánicos en la cultura
en las glorias literarias, artísticas y científicas bajo epígra- romana y arábiga, mas cuando habla de los escolásticos
fes en que la filosofía sólo va presentada como parte de -que interpretando mal a Aristóteles fundaran una nueva
ciencia-, lo hace sin decisión y sin conocimiento de causa,
como si les perdonara el haberlo sido por su mayor cultivo
S) Bestauracion. (le Ltalia, parto 2, p. 58.-Esta cita y la anterior están
tomadas de Llampillas: Enscpyo Histórico-apologético, 1., p. 4. Deben añadir-
seles otras citas y alusiones del mismo autor en el curso de la obra.
H) Para las figuras secundarias de la polémica Masson, véase Cotarelo: 10) Págs., 9-10 en la ed. de Forner, "ad calcem" de la Ora.aión .A.p~lo.
J riurte V su Epoca. 1897, pp. 312 y ss. géticll {17S6). .

5
.'()"~l\rlr-. II\1A/I'1 i., ti. l. I,A .'·U,OSO"'¡A gSI'ANOJ.A ti

do las humanidades, y suponiéndolos en lo (IUl' se udclan- 1,,!'Ios con la gloriosa universidad de Cervcru y que no ha
tan a Grocio deudores de Vives (!) 11), al que es de buen perdido la convicción de la perennidad de los escolásticos,
tono alabar, y a quien llama "restaurador de la ciencia y gloria de España y del pensamiento cristiano. Por eso da
el hombre de mayor juicio en estas últimas edades" 12). sus listas con los Concilios y universidades que hall ilus-
Forner, lo sabemos por otros escritos suyos, tenía idea muy trado. No se olvida tampocode los Séneca, Vives y Gómez
elevada del genio filosófico de Inglaterra y Alemania para Pereira, tan del gusto de la época, aunque le falta la men-
tenerla exacta del de su patria. Ingeniosos llama a sus ción explícita de los que prepararon el Derecho de Gentes.
compatricios, pero la profundidad es atributo de los En cambio tiene bien presente nuestros prestigios canonis-
otros 13). Su misma exaltación de Cano en párrafos dig- tas y juristas (los Peñafort, los Navarro, etc.) amén de lo
nos de pasar a una antología hay que ver si no obedece que la jurisprudencia mercantil debe-lo dice con palabras
a que Brucker le tuvo por anti-escolástico. de W. Robertson-a las Leyes Marítimas de Barcelo-
Así y todo-si ya no fué más bien por esa misma inde- na (15).
cisión, por no haber visto un latir potente en su aprecia- Está convencido Llampillas de que la profundidad y al-
cíón del alma filosófica patria y no haber llegado a una teza, como lo han dicho los críticos de la Academia de Tré-
visión.sintetizadara de aquel esfuerzo mental-demues- voux (j esuítas franceses), es la característica de nuestro
tran los impugnadores de Forner-"El Censor" y "Cartas 'pensamiento, denotando en ello na haber transigido toda-
de un Español. .. " para sólo citar a los principales-s-que no vía con el sensismo de su siglo que hacía befa de la especu-
se quería nada con los escolásticos 14). Una y otro se ríen lación pura. No tiene de malo sino que se contenta con di-
de cuanto se diga en favor de su inútil especulación y se vagar por nombres y autores sin un enfoque premeditado
lamentan de la falta de filósofos naturales. En el gallarda e íntimo al alma filosófica que las produce y al modo que
ramo de la filosofía natural esdonde nos vemos forzados los produce. La falta esa convicción de quien ha medi-
a sellar los labios y baj ar los oj os, insiste "El Censor". tado bien el objeto y busca enunciarlo con frases de tona
Para contestarle, precisaba desenterrar las glorias natura- y valor sintético, difíciles de elaborarse porque requieren
listas del siglo de oro, haciendo con ellas lo que estaban ha- austeras disciplinas previas, pero que de una vez por to-
ciendo con Vives; pero los rehabilitadores no surgen to- das nas burilarían la verdadera fisonomía mental. No es
davía. . pensador, es retórico.
Tampoco fueron más sus hermanos de orden y apolo-
y los apologistas de Italia, ¿ qué perfil de la filosofía gética, los Serrano, Andrés y Masdeu que como impugna-
hispánica nos elaboran? Mencionaré sólo a Llampillas y nadores de literatos o derivaron al punto de las letras o
Masdeu, ya que Andrés y Serrano se van por las rumbos de na tenían sentido filosófico, si ya no fuese que teniéndolo,
la España Iiterania. Llampillas, después de muchas disqui- tal es el caso de Hervás, Arteaga y Eximeno, hicieran con-
siciones sobre el cielo y los aires patrios acepta para los cesiones al espíritu antiescolástico de los tiempos.
suyos el rasgo de sutiles, porque lo son, afirma, cuantos Al igual de Llampillas toma en serio Masdeu lo de las
tienen prendas singulares de profundidad, perspicacia, eru- influencias climatológicas que Tiraboschi y Bettinelli aso-
dición y sublimidad. Es un jesuíta extinto que tuvo con- ciaran a los trabajos mentales, y que hoy acaso se nos an-
taje un caso de ingenuidad, sin reflexionar que uno de los
Í1) Pág. 148. tópicos que por parte nuestra se ha repetido posteriormen-
12) Cf. Di1álogos Filosóficos. te y no con poca ligereza es lo de cierta filosofía, diz que
13) Reflexiones ,sobre el -modo de eSC'l'ibú' la Historia de Espa,i.a (1816),
pag .. 55, apud Cotarelo, o. c. extraída de las brumas que flotan en las regiones de su na-
14) El Censor. T. VIII, Discurso CLXV, Oración Apologética por el cimiento. Masdeu especula largo sobre el tema 16), y vie-
Afl'ica. Véase también el Discurso anterior y otros varios de los tomos VII
y VI. Onrtas de 1m El,'PGJÍÍol"esicknte en Pw1'Ís a Sl¿ hermano residente en
Madrid sobre la Or,ación Apoloqébico. por Espaffk¡, y Sl¿ mé,'ito ·litem,"¡o. (En 15) el. sobre todo Disertaciones I, VII y VIII del Ensayo... antes
la Imprenta Real, 1788); es libro de Ant. Borrego para muchos, aunque en cltado.c-rPa.ra el P. Isla-e Isla representa a un importante sector-, el filó-
su inspiración pueda serlo de Domingo Iriarte. Véanso a nuestro propósito sofo naturista por excelencia, el original de todos los físicos modernos, de
Cartas III, IV, VIII, IX.-El punto de una España escindida en ante y los "revolvedores de la naturaleza que ahora meten tanto ruido", es Gómez-
post-newtonianos está bien destacado en el F,'ay Gerundio (Il, c. V y VI) Y Pereira (o y L. c.), R. Campoamor un siglo más tarde se dará la mano con.
Sil censor "R. A. de Cogollor" (Los Aldwnos C,.,íticos), carta III. Con este Isla en la exaltación de Gómez.
último iban naturalmente los Olavide, Blanes, el abate Marahena y "servatis 16) Hietoria de E8'pMia y Culincr« Esp ati ola. En 1826 incluido en el
servandis" el mismo Feijóo. Indice de los Libros prohibidos "donec corrigatur", debido a exageraciones
en la apreciación de la Iglesia nacional.
f~ ,JOAQuíN lllIAH'I'Ii, S. 1. 00
LA I'IJ.OSOI'iA ESPAÑOLA

ne u reconocer que por el clima y otros faclores-genio, Feijóo, que teniendo ocasiones magníficas de afirmada, no
proporción-el fuerte de Italia es la Filocalia (culto de la lo hace. Apenas se lo reprocho, porque él con Sarmiento,
belleza) y el de España la Filosofía. De ahí que dominen Piquer 19), Ulloa, Cadalso, Martínez, Jovellanos y ólro.c¡
en España las otras ciencias, "las sagradas, las prudentes, prohombres tenían que insistir en el estudio de la natura-
las abstractas y se vea en Italia una inclinación universal leza y abogar por Copérnico y Newton. Pero las oca-
a las bellas rimas, a las estatuas primorosas y a las músi- siones fueron magníficas en aquellos temas suyos de "Glo-
cas regaladas" 17). El pasaj e aunque aislado es de los más rias de España", "Ingenio de las Naciones", "Mapa inte-
precisos en nuestra materia. Masdeu nos cree un pueblo lectual", etc., etc., no hay duda. Ahí está por ejemplo "el
consagrada por la sabiduría-dicho en voz baja para 110 espíritu filosófico de Inglaterra" abiertamente proclamado
ofender la modestia de mis lectores.
en sus Discursos. Leyéndole se ve que es baconista corno
Pero aquí hace punto final; tras muy doctas disquisicio-
entonces se decía; pero se ve asimismo en el no escaso pú-
nes climatológicas se va por su obra de 20 tomos a buscar
blico que tiene, que se acepta su postura. Tiene contra-
los' adversarios de España en los varios rincones de la Cul-
tura y a presentarles batalla. Y coma ér---:-lotengo dicho-e- dictores es cierto, y tras su Teatro viene un Amti-teatro, mas
Andrés y Serrano que impugnan a los atacantes en el te-'- es dif'ícil negar que en su unilateral tendencia por el es·
rreno literario, sin apenas parar mientes en el filosófico. tudío de la naturaleza 0, lo que es lo mismo, en su falta de
No desconociéndolo totalmente, pues también Andrés re- sentido para la alta .especulación indígena-reconoce, sin
gistra ilustres nombres de las pensadores del siglo, de oro, embargo, la alteza de Suárez-dej aran de acompañarle en
pero con insistencia escasa 18). Entre otras cosas porque las clases sociales cultas casi todos y bastantes en lasuní-
el aspecto filosófico apenas ha entrado a formar parte del versidades. Hay que hacer acaso alguna excepción con Ma-
gran patrimonio nacional. Creer, ya que se cree en algo; yans, que tan cuerdamente reacciona contra las invecti-
y por entre jirones de blanca bruma emergen algunas cum- vas de Deslandes 20), Y que pudo ser de los sostenedores
bres que caracterizarán más tarde la orografía mental de más inteligentes del pasado, aunque para juzgarle sólo
la nación; pero, ¿cuán lejos todavía de un sentir claro y tengo pruebas muy indirectas, sacadas de la elocuencia
firme? No es conciencia nacional la que solo despierta en patria por él bien vindicada. He dicho sostenedores inte-
frente del adversario, conciencia como se ve indirecta y ligentesporque hablamos de una conciencia ilustrada, sin
forjada polémicamente, sino el convencimiento pleno e in- la actitud inculta de quien profesa la filosofía de sus ma-
conmovible de quien ha contemplado con fruición su supre- yores nada más que por ser contraria a las nuevas corrien-
ma gloria doméstica, la más alta manifestación del genio tes, como paliativo de su pereza intelectual y de su psi-
de SU pueblo. El vuelo metafísico, arco de triunfo tendido cología amedrentada. De los que creían que toda filosofía
sobre las pensadoras sienes de la nación, una vez defíni-'. moderna era crimen de Estado y se. aferraban al pretérito
do conceptualmente por los estudiosos para que se 'haga hasta con sus ptolomeísmos, hay por lo demás hartos ejem-
valer entre otras fisonomías filosóficas yuxtapuestas que plos. Lo que hay que hacer ver es que lo hicieran por una
se pongan de moda o traten de invadir los confines pa-. visión clara de estar sosteniendo el brillo científico de la
trios, ha de actuar en sus palpitaciones todas, en sus libros nación y por ir a aumentar su patrimonio sagrado.
y en sus gestas, en su pintura y plástica, en sus costumbres Esta es la complicada realidad que el razonador si-
y dichos populares. Entonces como prueba decisiva de la glo XVIII hubiera sido capaz de darnos si en examen di-
concientización que decimos ocurrirá, se hizo notar ya en recto, y no sólo como mera recurso polémico, se hubiera
el caso de Vives, que surjan no tanto estatuas y medallo- puesto a ello. Conciencia contrastada sí en los valores filo-
nes, cuanto escuelas, institutos, ediciones monumentales. sóficos extranjeros-cuando tanto se preciaban del exotís-
mc=-, pero nunca invadida y dominada 'por ellos. No ya
Buena prueba de la debilidad de esta conciencia y de Jovellanos, seglar al Jin, que se extasiaba ante "el sublí..
este aspecto indirecto que se ha insinuado es el .caso de

19) Piquer escribió una Filo8ofí(D 1/I¡,o1'u.l pfJ,I'(J, la juventu(Z c,~pafl.()l()


17) Pág. 64. (1755) en que no suena, en estudio directo y específico al menos, 111 tecla
18) 01'igen y Proqresos y Es1;ado aciJzuvl de toda. lite1'atlWtl (1785) nacional que aquí se busca.
c. XlII. Es autor de un tratadíto de filosofía (17173). 20) Cf. Ini'l'oducciówVid(! n Ias obras de Vivos.
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o JOAQUÍN 1l\lAIlTE, S. 1. LA l'ILOSOFíA ESPAÑOLA

me genio de Bacon" y "condillaquizó" en grande según cum", donde tu espíritu bien impuesto y metido en boti-
Eixalá, pero Hervás, Arteaga y Eximeno a pesar de su for- nes españoles ("in spanische Stiefeln eingeschnürt") se
mación en la estricta observancia sucumbían tristemente moverá seguro en pos del errátil pensamiento" (verses
al entrar en contacto con el pensamiento de la Europa cen- 1910-1917). .
tral. Es nada lo que el primero toca los méritos nacionales Parecido juicio de nuestra filosofía envuelve esta otra
en el libro IV., cap. 1. de la Historia del hombre, yeso que frase que se hizo corriente en la Alemania setecentista de
era magnífica la ocasión que se le brindaba. Algo más hay Goethe: "Metaphysicationes hispanae" o espiritamiento
conceptual hispano, y que, según nos dice el hispanista
en el cap. VI.; alusiones incluso a la prioridad más o
Eschweiler, solía contraponerse a las ciencias experimen-
menos discutida de Vitoria con respecto a Grocio----punto
tales y a filosofías de sentido más práctico y casero.
que ni siquiera tiene en cuenta Eximeno en la erudita y
antiescolástica Introducción a sus Instiiutiones Philosophi- JOAQUÍN IJ\IAJ\TE, S. l.
cae cuando nos habla de Pufendorf y Grocio-; pero con
no ser mucho está además recargado de concesiones al es-
píritu empirista de la época. Y, ¿el Filósofo Rancio?
De habérselo propuesto, hubiera podido contrarrestar
Alvarado, retrasado por otra parte en su física casi pre--
newtoniana, la débil escolástica de los anteriores. En las
Aristotélicas (1786-87) llega a rozar varias veces nuestro
tema; hay allí enumeraciones de las lumbreras del siglo
de oro y referencias a la labor reívindicadora de los Llarn- \

pillas, Cavanilles, Masdeu y Andrés; hasta se encara una


vez con la pregunta de Masson (Carta XVIII). Pero al sa-
ber patrio, que seguramente tuvo en él un defensor egre-
gio (cf. Carta VII), y del que fué él exponente y hasta tex-
to- vivo, no dió que yo sepa la expresión escolar y directa
que buscamos, tal vez ni plenitud de conciencia, como irá
trasluciéndose en el decurso de este estudio.

Del otro lado del Rhin-paraseguir fieles a nuestro pro-


pósito de oír a .los extraños-, al filo del Décimonono el
conceptode filosofía hispánica va desmereciendo. Loshis-
toriadores Tiedeinann, Buhle, Tennemann-los tres de la
última década-, son eco cada vez más apagado del his-
panismo contrahecho que 'representa Bruckery a quien
iban a hacer ellos bueno. Tiedemanncon todo dedica a
Suárez frases de alta estima. A Suárez, que sabe ser hijo de
los tiempos modernos, dice él, buen restaurador de la es-
colástica medieval y que supo tener en cuenta los avances
de la ciencia 21).
Bien expresaba Goethe esta desestima de la filosofía
española en un pasaje de la primera parte del Fausto (ha-
cia el 1793); "Caro amigo, dice maliciosamente Mefisto a
su discípulo, te aconsejo que estudies el "Collegiurn Logi-

21) Geist de>!' 8poov.latwen· PhilQ8ophi.e, t. 5, p. 388.

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