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de su
cipite,
a Do-
¡alista HISPANIDAD
n él:
tanto. UNA VOZ CON ECOS EN LA FILOLOGIA,
?l rna-
bién EN LA DIPLOMACIA Y EN UN SISTEMA DE
NACIONES UNIDAS

Si le dijéramos a Quíntíliano que se le debe la voz Hispani-


in" dad, nos diría que no; que ni la usó ni le pasó por las mientes la
idea de tan audaz neologismo. Sin embargo, es Quíntílíano, pre-
claro hijo de 'Calahorra y preceptor en la Roma de los Césares
de su lengua imperial, quien está o anda en los orígenes del vo-
cablo. Es él quien ocasiona su primera existencia y su primer
significado, malévolo por cierto, allá por el 1440, hace ya qui-
razón nientos diez años, aunque sea ayer, como quien dice, cuando
"0.
Mgr. Vízcarra 10 pronuncia en un más recto sentido, para que
Maeztu lo difunda con su libro Defensa de la Hispanidad. An-
terior a Mgr. Vízcarra empleó y aun aireo la palabra Unamuno,
como luego veremos; y la Real Academia, lo que también vere-
mos, la guardó largo' tiempo, desde 1803, aplastada entre las
hojas de su Diccionario como una flor venenosa que esperara allí
el día de su purificación. Verificada ésta, se la rehabilitó en la
plenitud de sus derechos y franquicias.
Es curiosa, en efecto, la génesis del vocablo Hispanidad; cu-
riosa y digna de comentario, pues, según un tratadista insigne
de la literatura contemporánea, habría que dar a quien lo en-
contró calificativo de inventor. Lo han encontrado varios, nos lo
dirá el ensayo. N. González Ruiz, que es el tratadista acabado
de aludir, escribe en 1943:
Este verdadero breviario del nuevo patriotismo español (habla del libro
de Maeztu) comienza proclamando la nueva palabra "Hispanidad", para
sustituir la dé raza. La invención de elIa se debe al sacerdote español don
Zacarías Vízcarra, pero Maeztu la enarboló, la prohijó y Iué el que le dió
un contenido y una significación altísima. Nuestra comunidad (la de España
y la de los pueblos hispánicos de América) no es racial ni geográfica, sino es-
piritual. Es en el espíritu donde halIamos al mismo tiempo la comunidad y el
ideal. Y es la Historia quien nos lo descubre. En cierto sentido está sobre
la Historia, porque es catolicismo (1).

(1) La Literatura Española, Madrid, 1943, p. 85.


(111 jOAqlllN 1\1JAtl'lI!. 11. l. 1I1!lI'J\NIIIi'\1I h

Evidentemente. nos hallamos ante un. vocablo que ha nacido UOIlW. alno en In CIII!" Clllidpinn. \:1\ Id cludr«] dI' Jlndll,' 11
on horóscopo por demás afortunado. y que tiene ya su historia. PII('lIvitlln. y por ende pudunnc o putuvlno. Alnbándole cunut
sus pequeños avatares. El oído, hecho a la voz hispanismo. equi- 'I'a justo, deja correr unu Irasc. que no se sobe In hnf):1 /lIlyll,
valente casi a un simple modismo de lenguaje. siente que algo pNO que es de un alto personaje y da color y gracia 1\ su t:H
nuevo o alto se ha removido o remozado al decir Hispanidad. a rito. a la vez que delinea un rasgo estilísticc del gran hlstcríuclor.
la manera de Maeztu. Como que la calidad cultural hispánica. Tito Lívío, decía Polión-anota Quintiliano-, sabe a no sé qu
hecha haz de luces. esencias. 'recuerdos y viejas glorias. no se putavínídad (nescio quam patavinitatem). '
pronuncia hasta que se pronuncia Hispanidad; y las fuertes reso- Téngase en cuenta que la formación de estos abstracto
nancias. no todas favorables. algunas positivamente adversas. terminados en "itas", tan comunes en los nombres (bonitas.
que ha suscitado su empleo. demuestran su valor y poder de ventas, unítas ), es rara con los propios. De Cícerón, como gran
sugestión. Podía escribirse un libro con lo que en torno a este cosa. anotan los latinistas que formó los neologismos "Appíe-
blando neologismo se ha debatido estos últimos dieciocho años. tas" y "Lentuleítas", teniéndose presente que la voz "romani-
Con no ser voz militante. ningún grito de guerra. sino venir en- tas", calidad de la civilización romana, suena por vez primera
vuelto en la feminidad de una abstracción y como de entelequia con Tertuliano, siglo III. y la voz "Iatínítas", como expresión
pura. las circunstancias - pasajeramente, a lo que creemos-le de la cultura romana, no es de los clásicos, Cicerón la emplea
han hecho descender a la palestra y al periodismo. La voz. eví- como propiedad de su lengua, y, cuando más. del derecho roma-
dentemente, es erudita. fría de consiguiente. y reclama callados no. La voz ..chrístianitas" (= cristiandad), como agrupación de
estudios para su contenido cultural. es decir. para los valores los pueblos cristianos. y como carácter de su ser religioso. data
religiosos. literarios, artísticos. científicos, morales, que simbo- del siglo V. y. según otros. del IX, No llegan todavía los anti-
liza. y que serenamente han de analizarse y académicamente guos a la modulación que hacemos hoy emitir a nuestros térrni-
difundirse. Lo que hasta el presente ha ocurrido con ella es. re- nos, que adquieren en nuestras plumas la flexibilidad de los
petimos, circunstancial, vgr., la Alta Entidad Cultural. consti- conceptos espirituales que representan.
tuída en Madrid con ese nombre para abandonarlo en seguida "Patavínitas", de todas formas entra en el léxico de Quin-
por la malicia de los tiempos. que confundieron cultura y polí- tilíano, si no como algo propio suyo. como alegación de un gran
tica de expansión. Eso y cuanto en América. Sur y Norte, haya personaje. romano conspicuo. castizo en el decir, voto índíscu-
podido pasarle, repútese transitorio, que el término, 10 sabemos tible en la materia, es decir, Polión. Quintiliano, por si acaso.
bien, no sólo ha cuajado. sino que en América es donde mejor le hace el cumplido de citarle y de repetir su frase dos veces
ha prendido y está dando más juego. El autor iberoamericano (lib, l. cap. 5, y lib. VIII. cap, 1). Dos veces para que mejor
es el que, a imitación suya. escribe más veces peruanídad, meji- se fijara en las mentes. lo que. efectivamente. hubo de suceder.
canidad, argentinidad, y alguna vez, Galicidad, cuando ha que- pues catorce siglos más tarde tiene todavía virtud excítatíva,
rido que la cultura francesa haga valer sus fueros en el He- fuerza fecundan te para la formación de la voz Hispanidad, que
misferio occidental. ahora nos oc,+pa.
Dejemos, de consiguiente. la historia (le los hombres en torno
al nombre como algo circunstancial. y vayamos a la historia del En el "Quattrocento". tras el Petrarca y Poggio. sobre todo.
nombre mismo. Quedémonos, pues solos con el nombre y su brota un impulso reivindicador de los autores griegos y romanos
contenido. que prepara la vuelta a los valores culturales de la antigüedad
y que se llama Renacimiento. La bíblíomanía que acomete en-
La voz Hispanidad tiene lejanas y ocultas raíces. queda in- tonces es notable. y una pléyade de personajes eruditos se dedica
sinuado ya. en la Roma del siglo de Augusto, cuando Quíntí- a resucitar y anotar la producción mental de los pasados. Uno
liano enseñaba a los latinos el rotundo hablar de Marco Tulio. de los humanistas de primera hora es el tolentino Francisco
Tiene. pues. ejecutoria bien datada, lejanamente datada, ante- FileHo (I398~I481), quien. deseoso de helenizarse, pasa a Bí-
rior a los godos, como suelen querer los más exigentes de los zancio (I 420~27). y se sorbe allá lo que quedaba de las letras
linajistas, los que, de tanto datar, no datan, como diría "Saínt- griegas próximas a fenecer. Este Fílelfo, personaje bastante mo-
Cyran". Nos va a ser dado sentir su primer latido tenue e ím- vido y aun turbio. retórico y bandido. poeta y político. queda en
perceptible, cuando no ha salido aún a luz, y vive todavía oscuras la historia del Renacimiento como autor. más o menos celebrado.
horas prenatales. por sus poemas. odas, colecta de, epigramas y por los "Convivía
En su celebrado tratado de las Instituciones Oretoties, está Medíolanensia", es decir, Simposíos Mílaneses. Es. se ha dicho.
hablando Quíntilíano del historiador Tito Lívío, nacido no en
retórico. o sea de los que hubieran impuesto al mundo la die-
Mi OAQtllN mIAR'!'I!, S. 1.
IIlSJ'I\NlIl}\1> Ilól)

tuduru de la gramática y de un hablar artificial. Tiene, como


d mudo e incierto vuelo de las golondrinas, podrá apreciar en
s de suponer, su manojito de cartas eruditas, lo que entraba en
\1 Justo valor. Hispanidad es, en su estructura sonora, blanda,
1 modo de ser de tales humanistas. El 6 de los idus de julio 1,,·l1n, de la más pura formación; mas condenada a ser un in-
(10 de julio) escribía esta carta, que pasa aquí íntegra como el
ulto y contra una colectividad nacional, ¿podía prosperar?
registro del primer empleo de la voz Hispanidad. Dice así a su
amigo Tuscanelli: ra demasiado mortífera para irla repitiendo sin más ni
111M. Algo entraña do en la esencia misma de la patria de Quin-
Lo que de las Declaraciones de Quintiliano siento yo, hélo aquí en breve.
Illlnno. definicional o proverbial en ella, sería ser áspero, "bar-
Apruebo y muy de veras lo de la invención en el preceptista. Sobre ello hnrle manifiesta", como declara la glosa aneja; de unos rudos
discurre él aguda y saqazmente. Mas el hilo discursivo de su oración no me vcltlbensmos que recordasen a la brava Numancia o los recios
place, pues que sabe a no sé qué Hispanidad, es decir, a cierta como bar- pnisajes carpeto-vetónícos. Cierto que Fílelfo hablaba del mundo
barie manifiesta (sapit enim hispanitatem nescio quam: hoc est barbariem
plan e quandam). Y en lo que más se exige en el orador, lo que en él vale
Intlguo, de una literatura y lenguaje pasados; pero, para quie-
más, Quintiliano me parece desmañado y soñoliento. A lo que de sus 1/(~1l no distinguían las culturas-y entonces era ese el caso-
escritos puedo colegir, tiene Quintiliano algunos. oportunos preceptos de ,'11 entidades diversas, y hablaban aún latín en todo intercambio
retórica, recuerda mil cosas, recoge mucho. Pero es tan desigual. que lo que utclectual, no valían esos distingas, y aplicaban o aplicarían la
enseña a otros, parece ignorarlo él mismo. Concedámosle fondo doctrinal, cnrucreríaacíón sin matices ni reservas. Surgió entonces, muy en
si así gusta; pero fuerza de conmover y deleitar, no; lo que si se le quita
al orador, queda convertido en arador (ex oratore fit arator). Vale (2). xmsonancia con esta expresión Iilelfiana, el ir diciendo que los
tutores hispánicos de la Edad de Plata, los Lucano, Quintiliano,
No cabe ser más tacaño con el Calagurritano, conocedor SI'~J1eCa,Marcial, etc. llevaron a Roma el énfasis y la hinchazón,
si alguno de las elegancias de la dicción latina, y que mejor que 111 degeneración y el mal gusto, lo más opuesto a la gracia y
nadie supo analizar las bellezas de la retórica clásica. "Quln- ebriedad clásicas. Manía que de los filólogos y literatos tras-
tiliano, dirá Lorenzo Valla, es el más elegante de cuantos han i lcnde a los políticos y embajadores florentinos, venecianos.. ro-
escrito." Hay, pues, para todos los gustos, si gusto es y no más mnnos. que vienen a la corte de los Reyes Católicos y de Car-
bien estrechez de miras lo que le pasaba a Fílelfo y a no pocos los V, vgr., un Guicciardini, Castiqlione, Contarini, Navaggero
de sus connacionales de entonces, que no concebían lejos de y demás, que el lector puede ver en el libro de García Mercadal
Italia clasicistas de mérito. No insistamos en esto. Tampoco en n~paña vista por los extranjeros. Al visitar, por ejemplo, Navaq-
precisar que la primera obra que señala Fílelfo en su carta, la \Jero las tumbas de los Reyes Católicos en Granada, dirá par-
de las Declamaciones, está bien censurada, como que para la lmoníoso: "[Harto hermosas para España!" Guicciardini es to-
crítica posterior no es de Quintiliano, sino atribución que equivo- elnvla mucho más duro.
cadamente se le hizo. Fijémonos solamente en que la voz Híspaní- Tan fuerte y tan constante se hizo lo de la barbarie hispano-
dad surge hablando de Quintiliano, en estudio que se hace de su ""0111ana, que en el siglo XVII-en su primer decenio-tuvo que
dicción, y en pasaje calcado al de la "patavinidad" de Tito Livio: ~nllr Quevedo a combatirlo contra Mureto y Scalígeto (hijo).
viene, puede decirse, por la fuerza del consonante. Lo que de Tito y, adelantado el siglo XVIII, contra Tíraboschí y Betinelli,
Livio dice Quíntílíano traslada Fílelfo al propio retórico. Un neo- hubo de hacer lo mismo Juan Pablo Forner. El Iilelfísmo echó,
logismo consuena a otro neologismo. El primero adolece de pata- IH/{'S, hondas raíces. Y aunque no sabemos que se esgrimiera
vinidad; el segundo, de hispanidad. Rudeza o provincianismo III/lS su voz ni su glosa, se esgrime, sí, su espíritu y su sentido.
en un caso, y. en el otro, no menos. Ni por un momento cabe 1),· todas formas, va a resonar su palabrita de nuevo en las pos-
dudar que la voz "Hispanidad" nace de la "Patavínldad". que trlmcrias del reinado de Carlos V y, para mayor sarcasmo, en
es una repercusión directa de este provincianismo. A una y otra In culta y clasicista Complutense.
se opone la "latinidad", que es 10 que vale, la cifra y patente
del buen decir. Queda, pues, resuelto 10 de la paternidad indi- :onocida es la Narración Apolo-gética o de la Erudición de
recta de Quintiliano respecto al vocablo filelfiano. Espeñoies, escrita por el cordobés García Matamoros y pu-
hllcnda en Alcalá, año de 1553. Este discurso ha sido llamado
y la voz así creada, ¿qué vicisitudes tiene? Pregunta es ésta por Menéndez Pelayo "el himno triunfal del Renacimiento es-
que el filólogo, acostumbrado a seguir la accidentada trayecto- jlllllol". En realidad, el discurso va a abrir brecha en la cerra-
ria de las palabras, caprichosa y sugestiva muchas veces, como ')11 exlstente en ciertos medios europeos para el reconocimiento
It- 11111 qlonas humanísticas de Alcalá, Salamanca, Valencia, etc.
J )lhuJlldo en el mapa de Europa, región central sobre todo, ve
(2) Jlpistolat·;o (ed. D. Roce, París, 1513), lib. IIr, última carta, fol. LXII.
MIII/IJl\oros el espectro de la opinión pública, formada, entre
1
o JOAQUÍN IRIARTE, S. l.
I1ISP .l\NIOAO

otros, por Erasmo, que habla de una España aún reacia al hu- con voces que revelaran significaciones ultrarrecónditas. Por otro
manismo; y con unos modos áticos, rebuscados, atento a cons- IIIJO, tal como se habla acuñado el vocablo, con un sentido híríen-
truir frase latina, ingeniosa, cargada de recuerdos clásicos, Il' y de insulto, no era para que la Academia, si se percató
tímido en el fondo, aunque aparentemente agresivo, repasa la le su existencia-y sí parece que se percató-le diera asilo en
historia desde Tubal, quinto hijo de Jafet, hasta sus días, en 1.1 Diccionario. Le decretó más bien la cuarentena.
un empeño patriótico y reivindícador. Tras las bellas leyendas Pero las cuarentenas, como todo en este mundo, también se
del rey Beto-que da su nombre a la Bética-y de Maya, hija rcaban. Desde la cuarta edición del Diccionario de la Lengua,
~I'I. 1803, figura Hispanidad entre sus voces. Figura o está allá,
de Atlante, hace un recorrido de los méritos literarios de los
hispanorromanos, de los visigóticos, de los arábigos y, por fin, IMJor, como una flor mustia, apenas visible, tratada de vieja y
de los renacientes, contemporáneos suyos. Matamoros aprecia mtlcuada. haciéndole soltar o perder el hálito emponzoñado que
no mal la renovación clásica existente en torno a Alcalá y otros le insufló FileHo, Por todas las trazas, la Academia la quiere
centros; pero, con sus prandes fervores erasmianos, hace conce- dnr malos tratos, en vista, así parece, de que su presencia, hace
siones a la crítica extranjera, subestimando, según ella, al pro- tiempo advertida, resulta molesta y desagradable. He aquí la
pio Vives. icepcíón o valor que le da:
En lo más férvido de la apología, tras de cantar las glorias Edición 4.n, 1803: Hispanidad Femenino =
anticuado de
de Nebríja, que "acabó con la barbarie que desde los días de l Itspanismo.
Boecio nos aquejaba"-guerra atroz y cruel la que tuvo él que y a la voz Hispanismo, se lee: 1. Giro o modo de hablar
librar con los bárbaros escolásticos, anota-, pasa a hablar de propio y primitivo de la lengua española. 2. Vocablo o giro de
Ludovíco Vives, ornamento raro de Valencia, filósofo de gran 1'lIto lengua empleada en otra. 3. Empleo de vocablos o giros
reputación y eminente en tantos aspectos. Lástima, continúa di- pañol es en distintos idiomas.
cien do, que Vives haya escrito con esa dureza o hispanidad que - omo se ve, la Academia sabe que ha sido empleada la voz,
dijera Fílelfo al hablar de Quintiliano. y ocaso en más pasajes que los arriba señalados (3).
Así se estampa por segunda vez la voz Hispanidad, valien-
do una censura, y lanzada nada menos que contra el gran Vives. Así las cosas, llega a las letras hispanas un romanista
Antes contra Quintíliano y ahora contra el pulcro y atildado va- dI' primer orden, que, bien impuesto en las lenguas romances Y
lentino. Históricamente, es· cierto, pero con claras concesiones 1111 romances, Y preparado, de consiguiente, para toda labor de
a quien se atrevió a emplearla asertívamente. y todo porque tIluparación lingüística, revaloriza, innova, rescata del pueblo
Erasmo, el ídolo de Matamoros, dijo en su Ciceronienus que voces y expresiones henchidas de vida, y, con un oído que se
ni Vives ni Nebrija habían alcanzado la perfección latina. Le 1111 hecho proverbial por lo fino, da sonoridad, morfología a cada.
tenían subyugado a Matamoros, se ve por su discurso, los prí- 111\,1 de las letras de que se componen las voces, y si pu~
mates ultrapirenaicos del humanismo. dkl'O les daría hasta conciencia, haciéndoles sentir cómo y qué
Resonancias, que sepamos, no encontró esta "Hísparntas" hís- on y el lugar que ocupan. Unamuno, a quien me refiero, es el
panizada, quiero decir repetida por labios españoles, ya que la ,plt' está en los orígenes de muchas palabras castizas, hechas se-
Apología no pasó de la primera edición de 1553, al menos du- IÚll el genio de la lengua de Cervantes, que otros manejarán con
rante el siglo XVI. En 1603 la reedíta el jesuíta A. Schottus 111(1/1 gracia y soltura, pero difícilmente con mayor conocimiento
en su compilación Hispania Ilustiete (Francfort). Nueva edición di' BU valor etímolóqíco y semántico. Contra la voz "krausístizar"
llega a tener en Madrid, año de 1736 y 1769. Posteriormente en di. Menéndez Pelayo, dirá Unamuno "kcausízar". y tuvo razón
nuestros días, 1945, ha tenido una quinta edición, latín y cas- ti lo que a la sonoridad respecta; contra el "conservadurismo"
tellano, exornada de muy erudita introducción y notas copiosas, di Cánovas y de otros anteriores a Cánovas, empleó Unamuno
debidas una y otras al Pbro. José LópezToro. ""tlllIlcrvatorismo" Y también tuvo razón, ya que no hace perder
La trayectoria del vocablo ha sido, pues, demasiado normal ti uhsn-acto la morfología primitiva. Pocos como él habrán practi-
y tranquila, llamando la atención que su primer autor, Fílelfo, (lIdo el "husserlísmo". esto es, el saber pronunciar los vocablos
haya escapado impune. Covarrubias lo silencia en su Tesoro de pllllll'l'ldo entre paréntesis el significado manoseado que tienen y
la lengua (1627). También Terreros (1787). Otro tanto los Die-
cionarios de la Real Academia en sus tres primeras ediciones (',\1 110 1I¡¡\lr un caso, tardramente a mí llegado. E';' un documento dirigido al 'Rey,
1 11, M,. In dice: "Guarde Dios a V. M. los muchos afios que la Hispanidad desea y
(1726 ss.}. Y en parte se comprende. Estaban ya las voces "hís- l. ,I••I'IIMI\ di' In Jglesia Cat6lica." Cf. El Brigadier COfld" de Araale]» ...• por M. C,'n
o

panísmo", "españolísmo", que llenaban las necesidades expresio- 1111u ,Iu "11I,.lIn, 1948, p. 19. Tiene, pues, nqu] la palabra In accpclén mna triuuíul
nlgtag de entonces; no se sentía afán de matizar el pcnsamlcnto '1110 h~ \Ia tener m&a tarde.
}oJ\uIIIN llIlAIn'H. :•• 1,
IIIS PANUl¡\! I/.~

yo J1C1c!n dice, poro hacerles dar su prístino y esencial son, qul-


todos las costras o adherencías que los envolvían. Y pocos ha. III1~fI~ ll\dhnl.tllu.:nlc, t'ClIlICI ¡¡1\lO '1114: IIdvl~l1dl'lll pOI' ti! "d~"II)
brán sabido pronunciarlos con la peculiar sonoridad de la lengua. ti ti VII uclo prhnero 11111 Indtvlduucíones.
con la castellanía, como él diría. hecha voz y sonido. Lo vamos iqu! es donde el invento de Mgr. Vlzcarrs I!
a ver de modo elocuente en el vocablo Hispanidad, que estu- !\11 dI' l l nnmuno. De aquí sus derechos a una verdadero proplc-
diamos. Escribe en el ensayo titulado Sobre la Arqentinided, I(ld tutvlcctuel con respecto al vocablo. Porque sí una vez lHf¡~
hacia e! año 1910, en sus líneas iniciales: 11/\1 VII Hect componere magnís" (se nos permiten comparaciones
1, 111 Ill'nnde en lo pequeño), América tiene, por lo menos, dos
"En mi correspondencia anterior. primera de las que dedico al libro de d''lll1bl'ic.lol'es: uno, Eríco el Rojo, siglo X, y otro, Colón,
Ricardo Rojas: La restauración nacionalista (Argentina), libro también hen- 11 I '192. El primero es un descubridor para los eruditos, que no
chido de sugestiones. usé dos palabras que ignoro si han sido o no usadas Ilr-I/II o hacerse sentir en la marcha de la Historia. El segundo
ya, pero que ciertamente no corren mucho. Son 1<lB palabras "americanídad"
y "arqentínídad", Ya otras veces he usado la de "españolídad" y la de "his- lince sentir.
panidad". Y los italianos emplean bastante la voz italianidad." (Posterior- (Jable, pues, Maeztu. Estamos en el capítulo 1 de su libro
mente. con Mussolini, Romanidad.) I k[('nsll de la Hispanidad, bajo el epígrafe "Hispanidad y Su
I)!lipcrsión" ...
No vamos a seguir transcríbíendo, aunque el ensayo podía '" El día 12 de octubre, mal titulado del Día de la Raza, de-
pasar aquí entero, pues va muy dentro de nuestro propósito. Mas 111'.'(1 ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad.' Con estas
hemos de decir que buena parte del mismo se dedica a pensar pulabras encabezaba su extraordinario del 12 de octubre último
y repensar la formación y significado preciso de los vocablos (1933) un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de Es-
innovados, 10 que nos hace ver que Unamuno no sólo los in ven- 11I1,la. La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que
ta-y con antelación al escrito de 1910 que ahora.nos ocupa-, vn la Argentina reside, D. Zacarías Vízcarra (4). Si el concepto
sino que los airea y propaga. Y tanto los propaga, que ese mis. dc Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los
mo Ricardo Rojas, aquí por él citado, se dió prisa a escribir pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra,
unos libros con el título sugerido por Unamuno: De la Argen. :omo esta de la Hispanidad, que comprenda también y caracte-
tinidad, año de 1910.16. rice a la totalidad de los pueblos hispánicos? [ ... ] Hispánicos
y, ¿qué siqnifícaría para Llnamuno "Hispanidad"? Lo díre- son, pues, todos los pueblos que deben la civilización o el ser a
mos con sus palabras. aunque un poco traslaticiamente tomadas: los pueblos hispanos de la Península. Hispanidad es el concepto
Hispanidad es "hablar de aquellas cualidades espirituales, aque- que a todos abarca.
lla fisonomía moral- mental, ética, estética y religiosa - que "Veamos hasta qué punto los caracteriza. La hispanidad.
hace al español, español". Es sacar a flor de conciencia colee. desde luego, no es una raza. Tenía razón El Eco de España
tiva la hispanidad para que se robustezca, para que robustezca para decir que está mal puesto el nombre del Día de la Raza al
y defina y acreciente el aire de la vida civil y de la historia. Es 12 de octubre. Sólo podría aceptarse en el sentido de evidenciar
decir, para que se fragüe la hispanidad espiritual. que los españoles no damos importancia a la sangre. ni al color
Así, la Hispanidad es espíritu, es eterna, en manera alguna de la piel, porque lo que llamamos raza no está constituido por
accesible a insidia s o asechanzas. Le pasa lo que a las esencias, aquellas características que puedan transmitirse a través de las
a los perfumes, a las beldades, que se levantan sobre el tiempo y oscuridades protoplásmicas, sino por aquellas otras que son luz
el espacio, y no pueden ser víctimas de las balas. de espíritu, como el habla y e! credo. La Hispanidad está com-
Hay que añadir, para que se vea que e! invento de Llnamu- puesta de hombres de las razas blanca, negra, india y malaya, y
no no es el de Mgr. Vízcarra, que para el primero Hispanidad se sus combinaciones: y le sería absurdo buscar sus características
contrapone en algún modo a la argentinidad, a la mejicaní- por los métodos de la etnografía.
dad, etc., y deberían una y 'otras cultivarse, lo dice él mismo, "También por los de la geografía. Sería perderse antes de
como unidades diversas, como un sistema de pueblos o coleen- andar. La Hispanidad no habita una tierra, sino muchas y di-
vídades pariguales, una "Commonwealth" espiritual. hispanidad versas. La variedad de! territorio peninsular, con ser tan·grande.
quí, arqentínídad allá, peruanidad más .allá, bien que en último es unidad si se compara con la del que habitan los pueblos
término sean dichas abstracciones reducibles a una unidad su.
pcrtor que abrace a todas. Es lo que no dice Unamuno y lo dicen. (4) Se comprende el que Maeztu olvidara a su fraternal amigo Unamuno en lo
n cnmbío, Mgr. Vizcarra y Maeztu, al menos 10 dicen en primer que dice del vocablo. Pero este pasaje, como el resto del libro, lo leería Unamuno,
que, como se sabe, no transigfa' en concesiones que tocaran a sus prioridades lexico·
II~rllllno y como directamente íntendído, mientras que Unamuno lógicas. ¿ Protestó de la atribución hecha en alguna forma? j Bueno era él para asumir
papeles secundarios, para ser un Erice el Rojo en filología y el manejo de las palabras!
HISPANIDAD
575
OAQUfN IRIARTE, S. l.

dicho vocablo un himno. compuesto por el propio Prelado. y


hhífl:1Ult WI. Mílgollanes, al sur de Chile, hace pensar en el norte aquí concluye la parte más episódica y festejable del natalicio
ih~ 1~·lll1l1cllnnvla... Los climas de la Hispanidad son los de todo
1'( 1IIIIIUI(). Y esta falta de características geográficas y etnoqrá- de la nueva criatura.
11rl\1l no c.leja de ser uno de los más decisivos caracteres de la Para terminar: La acepción refrendada por la Real Acade-
l ltspnnldad. Por 10 menos es posible afirmar, desde luego, que mia ha perdido concentración e intensidad con respecto a la
In J Itspantdad no es ningún producto natural. y que su espíritu acepción que le diera Llnamuno. Acaso ha ganado en amplitud
no es de una tierra, ni el de una raza determinada. y dinamismo. aunque también ha aumentado el área de sus ríes-
"¿Es entonces la Historia quien 10 ha ido definiendo? Todos gos y albures. De ello tengan quizá formado algún juicio nues-
los pueblos de la Hispanidad fueron gobernados por los mismos tros diplomáticos de América. De todas formas, 10 que empezó
monarcas desde 1580, año de la anexión de Portugal. hasta modestamente por la filología, 10 hemos visto pasar a un sistema
1640, fecha de su separación, y antes y después por las dos mo- de naciones espiritualmente' unidas con o sin una en puesto o
narquías peninsulares, desde 105 descubrimientos hasta la sepa- titulares de honor. como una "Commonwealth" o como una
ración de los pueblos de América. Todos ellos deben su cíví- "Brítísh Commonwealth". para terminar solemnemente en la
lización a España y Portugal..." Hasta aquí Maeztu. Historia. Ella nos habrá de decir dónde estuvo el acierto má-
La sentencia. de ser Mgr. Vízcarra el padre o inventor del ximo: si en la primera o en la segunda de las acepciones se-
vocablo que estudiamos, tuvo nueva confirmación a raíz de la ñaladas.
aparición del libro de Maeztu. Dijo el cardenal Gomá en su
discurso del teatro Colón, Buenos Aires, 12 de octubre de 1934, JOAQUÍN IRlARTE. S. 1.
y que con el rótulo de "Apología de la Hispanidad" ha pasado
a los Apéndices del libro de Maeztu:
"Ramiro de Maeztu acaba de publicar un libro en defensa de
la Hispanidad, palabra que dice haber tomado del gran patriota
Sr. Vízcarra, y que ha merecido el placet del académico D. Julio
Casares; pero ¿podem0s levantar bandera de Hispanidad a la
faz de Europa, del mundo entero. enamorado, lleno de codicias
como está. de todas estas Américas opulentas?" ...

Añadamos que la Academia, efectivamente, sancionó la nue-


va acepción de la voz Hispanidad desde la edición de 1939 de
su Diccionario. He aquí la inserción:
Hispanidad = Carácter genérico de todos los pueblos de
lengua y cultura española. .
y en el suplemento de 1947 se añade: Conjunto y comuní-
dad de los pueblos hispánicos.

No creemos en el culto de la palabra-por muy regia que


ella sea-o signo muchas veces de decadencia en los pueblos.
Realidades, contenido, antes y por encima de las músicas lexí-
coqráfícas. Pero en el caso presente trátase de un "nomen" que
ha sido "omen", una palabra de valor singularísimo. Lo esta-
mos verificando en esto mismo que anotamos del Díccíona-
1'10, donde, de voz anticuada que era, surge, según los cono-
Idos versos de Horacío, rejuvenecida. adoncellada (otra ex-
presión unamuníana}, animando las perspectivas del porvenir
hispanoamericano. Además del Diccionario y la Academia. la
.Prensa nacional rindió, a su modo, homenaje a Mgr. Vízcarra
por la creación o formación del vocablo. Tuvo a continuación

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