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HORA SANTA

1. ALABANZAS

2. ADORACIÓN
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.
Sea para siempre bendito y alabado (3 veces)

Señor, queremos darte gracias en este momento, porque


nos das la oportunidad, de poder adorarte, de poder
bendecirte y de poder glorificarte, en este momento,
vamos a disponernos solemnemente, vamos a comenzar
a adorarte, a bendecirte y a glorificarte Señor, tu que has
querido quedarte en este pedazo de pan, para
alimentarnos en la Santa Eucaristía, bendito seas Señor.
Señor creo firmemente que estas aquí, que me ves, que
me oyes y que me amas, te adoro con profunda
reverencia, te pido perdón de mis pecados, pero sobre
todo te pido tu gracia, para hacer con fruto, este
momento de adoración, creo, espero, adoro y amo.
Estamos delante de Jesús Sacramentado, el Señor está
expuesto de manera solemne, te invitamos a que tomes
conciencia, de su presencia, aquí esta Jesús, para EL no
existe el tiempo, para EL todo es presente, ahí donde
estas, te invitamos a que tomes conciencia, de esta
presencia de Jesús, es el Señor, es su cuerpo, es su
alma, es su humanidad, es su divinidad, es el mismo de
ayer, hoy y siempre, bendito seas Jesús.

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Señor que crea, Señor que descubra tu presencia, Señor
que hoy pueda contemplar tu rostro, bajo las apariencias de
ese pedazo de pan.
¡Oh Jesús, estás vivo y presente entre nosotros en este
sacramento del amor! Yo te amo en unión con todos los
ángeles y santos del cielo. Yo te alabo con toda la Iglesia
peregrina y con todas las almas del Purgatorio. Yo te amo y
te adoro en todas las Iglesias del mundo. Hazme una hostia
viva y santa, para que viva siempre en unión contigo, mi
Jesús sacramentado. AMEN.

3. ESPIRITU SANTO.

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre


amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que
penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro


esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de
fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los
duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.


Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el
poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las


manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu
indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu


bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

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4. LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO (9,1-8):

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra


orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico,
acostado en una camilla.

Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus


pecados están perdonados.»

Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.»

Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué


pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están
perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues, para que
veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en
pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»

Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente


quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres
tal potestad.

Palabra del Señor

5. PERDÓN

Ahora es el momento de pedir perdón a Dios por todos tus


pecados. Clama al Señor pidiendo para ti, en el nombre de
Jesús, la asistencia del Espíritu Santo. Que no haya duda
en tu interior, en tu mente, en tu alma, en tu corazón; acerca
de la presencia de Jesús Vivo y de su poder sanador hoy.

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Señor, he pecado. Con el corazón hecho pedazos vengo a
pedirte perdón. Sé que no hay maldad tan mala capaz de
impedirte amarme.

Mírame, soy débil, vulnerable, pecador. Yo, miseria. Tú,


misericordia. Tú que puedes sacar bien del mal, levántame,
Señor. Sáname. Restáurame. Hazme un hombre nuevo.
Desde la altura del cielo nos viste sufrir y con el estandarte
del amor viniste al encuentro del hombre que sufre.

Por más vergüenza y dolor que sienta, siento también la


confianza de venir a pedirte perdón con la certeza de que
siempre, siempre, encontraré la mirada del Buen Pastor.

Tus ojos están puestos en los que esperan en tu


misericordia (Salmo 32) Por eso estoy aquí, una vez más de
rodillas ante ti. Vengo a declararme débil, miserable,
pecador. Vengo a pedirte perdón.

(Guarda silencio, escucha que te absuelve y que te dice: Te


sigo amando igual. Déjate amar.)

Gracias, Señor Jesús, Te suplico, Señor, que hoy y cuando


tenga la desgracia de perder la gracia, no olvide jamás que
tú, Dios, moriste crucificado para salvarme; que no pierda
nunca la esperanza de tu misericordia.

Como el ladrón que paga sus culpas en el Calvario, también


yo te suplico: acuérdate de mí a la hora de mi muerte y
consérvame a tu lado para siempre. Amén

6. SANACIÓN INTERIOR

Ahora coloca en manos de Jesús Sacramentado, tu alma, tu


mente, tu corazón, tus heridas y pídele al Señor que te de la
sanación interior:

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Padre Eterno, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo me
presento delante de ti. Con tu Santo Espíritu, con su Divina
Luz ilumíname y descubre Señor las heridas que hay en mi
corazón, sáname Señor, en el Nombre de Jesús, que tu
misericordia me invada, te doy gracias por mi existencia, tú
me has creado, sáname Señor de toda herida que haya
alcanzado mi corazón emocional, que haya afectado mi
sensibilidad, mi memoria, mi imaginación, mi voluntad, mi
alma, mi cuerpo, mi ser; libérame de toda atadura, de toda
cadena que me tenga esclavo.

Jesús mi Señor: para Gloria del Padre Eterno, yo me


entrego completamente a ti, en mente, cuerpo, alma,
espíritu y corazón, con todos mis sentidos, con todo mi ser,
con todo lo que soy, con todo lo que hago, con todo lo que
tengo, tuyo soy, te pertenezco.

Padre Eterno por el poder de tu Hijo Jesús, por su Nombre,


por su Sangre Redentora y por su Santa Cruz, por el poder
de tu Santo Espíritu, yo te pido Señor, libérame y sáname
en las profundidades de mi ser, hasta mis raíces.

Libérame y sáname de todo el mal que hay en mí y que Tú


conoces Señor, te doy gracias Señor, por la liberación y
sanación que tú me das ahora; gracias por tu Amor, yo sé
que Tú estás aquí, que has tocado mi ser; Yo creo en tus
promesas Jesús, son verdaderas; haz dicho “Todo lo que
pidan al Padre, en mi Nombre, sea lo que fuere, yo lo haré”.
En ti confío Padre Eterno, en ti confío Jesús y Espíritu
Santo, te alabo Trinidad Santa, te exalto eternamente.

Y a ti, María Santísima, Madre Celestial, gracias, por ser mi


Madre intercesora, mi compañía. Alcánzame de Jesús, las
misericordias del Cielo. Amén.

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7. SANACIÓN FÍSICA ( Peticiones)

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos para que


tengas compasión de ellos. Padre Eterno, te pedimos en el
Nombre de Jesús que extiendas tu mano, no des el Espíritu
Santo para convertir los corazones y liberar a tu pueblo, por
el poder del Nombre de Jesús, bendícelos a todos y haz que
muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se
vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que
también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que


han pedido oración y te pedimos que los alivies en su
enfermedad y que les des la salud. Haz que crezca en la fe,
en la esperanza, y que reciban la salud para Gloria de tu
Nombre. Para que tu Reino se siga extendiéndose más y
más en los corazones, a través de los signos y prodigios de
tu amor. Amén.

8. GRACIAS AL SEÑOR y SALUDAR A LA VIRGEN.

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