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En el ámbito intelectual la llamada Filosofía de la liberación latinoamericana es el

acontecimiento de mayor significación en la década de los setentas,


concretamente surge en 1971 en Argentina, a partir de la toma de conciencia de la
injusticia estructural que entonces oprimía a nuestro continente. En dichas
condiciones la filosofía de la liberación se constituye como un movimiento,
asumiendo dos dimensiones de primera importancia en cuanto a su labor, a saber:
la opción teórica y ético-política por los pobres, articuladas en la praxis de
liberación.

La filosofía de la liberación estipula como punto de partida de las actividades


jurídicas la libertad y la dignidad, primando sobre el respeto por las leyes, también,
la responsabilidad por la exterioridad ante el sistema, es decir por el agredido,
para que sea testimonio de la destrucción del antiguo orden y el surgimiento de
un nuevo orden.

Asimismo, es necesario la transformación de las funciones de instituciones, lo cual


permita el relanzamiento del sistema y redifición en el funcionamiento institucional,
por lo que es un factor indispensable la libertas del oprimido para cumplir nuevos
roles.

La filosofía de Dussel, destaca dimensiones entre las cuales se debe mencionar:


primero, la filosofía de la liberación, definida como una necesidad de formación
cultural e ideológica de los pueblos discriminados, marginados y empobrecidos;
segundo, la praxis es la manera en la que se relaciona el hombre en el mundo de
la vida; tercero, la política es la más relevante, debido a que debe existir un nexo
entre gobernantes y gobernados que permita a las naciones la convivencia
pacífica; cuarto, la erótica descrita como la relación hombre-mujer sutil
dominación se sigue haciendo sentir; quinto, la pedagógica argumentando a la
relación padre-hijos y maestros-discípulos, extendiéndose a la sociedad en
general con las instituciones educativas y por último la dimensión arqueológica
definido como origen, arjé de las cosas.
Sin embargo, arguye a un método denominado analéctico que permite mayor
capacidad crítica a los perturbados por la opresión capitalista, es decir, engendrar
una nueva concepción filosófica, dejando a un costado su anterior filosofía, lo que
complemente a la dialéctica.

La metafísica de la alteridad es el contradiscurso de la filosofía moderna, el cual


irrumpió como pensamiento crítico del eurocentrismo y la modernidad, desde
finales de la década de los sesenta del pasado siglo XX. Su desarrollo e influencia
han sido notorios en el mundo, especialmente en Latinoamérica. Si algo ha
caracterizado al eurocentrismo es la capacidad para justificar y fortalecer el poder
de los países dominantes en el mundo, y debilitar y someter a las naciones débiles
y dependientes en sus pretensiones hegemónicas en todos los campos de la vida.
Este propósito le ha impedido ver la realidad de la economía, la política y sus
efectos: Pobreza y miseria, vulnerabilidad del equilibrio de la vida en la tierra

En conclusión, parece que es posible filosofar en la periferia, en naciones


subdesarrolladas y dependientes, en culturas dominadas y coloniales, en una
formación social periférica, desde las clases explotadas y populares, sólo si no se
imita el discurso de la filosofía del centro, sólo si se descubre otro discurso. Pues
cuando nos volvemos a la realidad, como exterioridad, por el solo hecho de ser
una realidad histórica nueva, la filosofía que de ella se desprende, si es auténtica,
no podrá menos que ser igualmente nueva,estamos ante un acontecimiento de
significación mundial, la filosofía de la liberación en tanto opción por los excluidos
y oprimidos abre la posibilidad de una praxis teórica, ético-política capaz de
subvertir el orden de cosas vigente.
El autor destaca tres vertientes diferentes: 1) la vertiente ontológica, también
llamada "americanismo filosófico", que reflexiona sobre la identidad nacional o
continental; 2) la vertiente historicista, que busca una comprensión filosófica de la
historia de América Latina y la formulación de una historia de las ideas en el
continente; 3) la vertiente liberacionista, más conocida como "filosofía de la
liberación", que reflexiona sobre las condiciones para la emancipación política,
económica y cultural de los pueblos latinoamericanos.

El movimiento surge al calor de los regímenes opresores de las dictaduras


militares de las décadas de los 60´s y principios de los 70´s; sus antecedentes
teóricos principales y que ejercieron mayor incidencia en éste son: 1) La Teología
de la liberación y su opción preferencial por los pobres, que reinterpretaba las
sagradas escrituras a partir del contexto y situación concreta de nuestro continente
latinoamericano en tanto oprimido, tomando como punto de partida la situación de
miseria y pobreza de nuestros pueblos, y 2) la Teoría de la dependencia, que
interpretaba la situación de subdesarrollo de nuestro continente no como un
estadio atrasado del desarrollo capitalista, sino como efecto dialéctico del
superdesarrollo de los países centrales, superdesarrollo generador de un
capitalismo dependiente y periférico. En este sentido la liberación como el opuesto
dialéctico de la opresión y la dependencia, sería la condición de posibilidad del
desarrollo, pero no entendido éste en términos estrictamente económicos; la
liberación, abordada por la teología y la filosofía, se la recomprendió como
liberación humana integral (Scannone, 2009). Es la filosofía de la liberación una
filosofía genuina que surgida en la situación concreta de opresión y dominación de
nuestro continente, asume desde dentro todos sus problemas e inquietudes dando
cuenta de ellos y comprometiéndose a fondo en la respuesta (Ardiles, 1973), se
posiciona así como el fruto más representativo de la toma de conciencia de las
problemáticas que aquejan a nuestro continente.

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