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Antecedentes
Hace algunos años, buscando entender el enigma del masoquismo —ese problema
“económico” como decía Freud— quise leer a Leopold von Sacher-Masoch y me
topé con la misma situación relatada por todos aquellos que buscaron encontrar al
verdadero Sacher-Masoch, en sus escritos, en su proyecto literario: la búsqueda fue
totalmente infructuosa. Más allá de La Venus de las pieles (1870) había muy poco,
por no decir casi nada, de su producción. Partí pues del libro de Gilles Deleuze
Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel de 1967,2 quien sosteniendo a
la psicopatología como referencia, introducía la gran novedad: la separación del
sado-masoquismo que quedaban como reverso y anverso de una misma moneda.
Ya Lacan lo había advertido: son cuestiones diferentes.
Tenía algunas referencias del libro de Pascal Quignard L’être du balbutiement.
Essai sur Sacher-Masoch3 de 1969, el cual no ha sido traducido al español y, además,
estaba agotado en francés en el tiempo de mi búsqueda.
En 2001 se publicó el libro de Isabelle Mangou, Une école du balbutiement:
masochisme, lettre et repetition.4 Fue para mí una clave que, junto con la biografía
de Sacher-Masoch de Bernard Michel,5 me permitió hacer un abordaje diferente.
El seminario que en ese entonces impartía en Asunción titulado Masoch(ismo)
1
Trabajo presentado en el Coloquio Internacional Sacher-Masoch: entre la literatura y el
psicoanálisis, Universidad de Córdoba, mayo 3 y 4 de 2010. Tuvo como antecedente
el seminario a mi cargo en Asunción, 2000-2001.
2
Gilles Deleuze, Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel, tr. Irene Agoff, Amorrortu,
Buenos Aires, 2001.
3
Pascal Quignard, L’Être du balbutiement: essai sur Sacher-Masoch, Mercure de France,
París, 1969.
4
Isabelle Mangou, Une école du balbutiement: masochisme, lettre et répétition, Cahiers de
l’Unebévue, L’Unebévue Éditeur, París, 2001.
5
Bernard Michel, Leopold Sacher-Masoch, tr. Mauricio Wacquez, Circe, Barcelona, 1992.
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Pasaje a lo Masoch
Propuesta de trabajo
La idea de retomar mi escrito varios años después, significa un paso más hacia la ela-
boración de un tema que para nada está cerrado sino que, por el contrario, se inscribe
en un devenir: es un trabajo en curso. Actualmente hay un “retorno a Sacher-Masoch”,
un interés profundo por su estilo9 y por las claves que su escritura ofrece para pensar
el “masoquismo” fuera de la psicopatológica de la perversión. Se trata más bien de
trabajar la estructura de un estilo. El interés que promueve esta forma de escribir,
nos da un instrumento más para volver a cuestiones fundamentales de lo que Freud
6
“ismo”: sufijo de sustantivos que significa: “doctrina, sistemas, escuelas o movimientos”.
7
“iana”: (del latín iano, anus) sufijo de adjetivos que significa: “procedencia, pertenencia
o adscripción”.
8
Gilles Deleuze, Crítica y clínica (1993), tr. Thomas Kauf, Anagrama, Barcelona, 1996.
Disponible en: http://bilboquet.es/documentos/critica_y_clinica.pdf
9
La Editorial El Cuenco de Plata, col. extraterritorial, Buenos Aires, ha editado obras clave
de Sacher-Masoch: Don Juan de Kolomea, El amor de Platón, La madre de Dios. Así mis-
mo, Epel ha publicado La Madone à la fourrure, tr. Vianney Piveteau, Postfacio de Jean
Allouch y Vianney Piveteau, París, 2011. Y, acompañando a este número, la Editorial me
cayó el veinte, publica en Textos de me cayó el veinte El derecho del más fuerte y
otros cuentos, presentación de Ana Grynbaum, México, verano de 2012.
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María Eugenia Escobar
y Lacan dijeran acerca del mentado masoquismo. El discurso literario, a decir de Jean
Allouch, “da coraje para el acto teórico, para plantear cierta posición teórica”.10
El recorrido o corte de este texto será así entre la literatura y el psicoanálisis: una
serie de notas y algunas muescas sobre el sistema-Sacher-Masoch donde incluiré la
“vinculación” con eso que Kafka llamó la literatura menor; la cuestión de la repe-
tición tanto en Freud como en Lacan, huella e impronta; la noción del balbuceo y
la legibilidad del texto, rasgo específico en la escritura de Sacher-Masoch; y, final-
mente: un enganche con la cura psicoanalítica incluyendo “el pasaje a lo Masoch”.
10
Jean Allouch, Contra la eternidad: Ogawa, Mallarme, Lacan, tr. Silvio Mattoni, El Cuenco
de Plata, Buenos Aires, 2009, p. 13.
11
Jacques Lacan, Homenaje a Marguerite Duras, del rapto de Lol V. Stein (1965), tr. Julieta
Sucre y Juan Luis Delmont, Manatial, Buenos Aires, 1988, p. 63.
12
Alain Badiou, Justicia, Filosofia y Literatura, tr. Silvana Carozzi, Homo Sapiens, Santa Fé,
Arg., 2007, p. 75.
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Pasaje a lo Masoch
Asociar libremente, ¿qué es lo quiere decir esto? ¿Es una garantía que el sujeto que
enuncia va a decir cosas que tengan un poco más de valor? […] ¿Qué tiene que ver
el enunciado con una proposición más verdadera? Habría que tratar de ver, como
lo enuncia Freud, sobre qué está fundado ese algo que no funciona sino para la usu-
ra, cuya verdad está supuesta. Habría que abrirse a la dimensión de la verdad como
variable, de lo que llamaré la varidad [varité] con la e de variedad tragada [varieté].13
Hay una cosa que permite forzar ese autismo —esto es, que lalengua es un asunto
común. Es ahí justamente donde soy capaz de hacerme entender por todo el mundo
aquí. Es esto la garantía —por eso puse a la orden del día la transmisión del psicoa-
nálisis— la garantía de que el psicoanálisis no se encaje irreductiblemente en ese
autismo de a dos.14
13
Jacques Lacan, L’insu que sait de lune-bévue s’aile à mourre (1976-1977), sesión del
19 de abril de 1977, tr. Susana Sherar y Ricardo Rodríguez Ponte, Escuela Freudiana
de Buenos Aires (en adelante: EFBA), Buenos Aires, p. 53.
14
Idem.
15
Cfr. María Eugenia Escobar Argaña, “Una lectura sobre la escritura de Lewis Carroll”,
Revista Conceptual. Estudios de Psicoanálisis, Año 10, Nº 11, La Plata, Arg., noviembre
de 2010. Hago ahí en ese artículo un desarrollo basándome en el mismo razonamiento.
16
Cfr. Gilles Deleuze y Felix Guattari, Kafka. Por una literatura menor (1975), tr. Jorge
Aguilar Mora, Era, México, 1978.
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María Eugenia Escobar
asunto común que es lalangue. El entre también habla de la tensión, del estiramiento
entre los sexos,17 entre las clases, entre los países… El entre es el litoral, hecho de
literal, ese algo oscuro, turbio y marginal que nos caracteriza a los humanos, a los
parlêtres. Y hay escritores que saben qué hacer con ese algo.
Sacher-Masoch, como veremos, es un maestro en ese sentido, sabe cómo hablar
de un objeto que no existe y lo hace ciñéndolo, bordeándolo, hasta hacerlo surgir
como un suspiro o un balbuceo. Su escritura está ubicada dentro de lo que se co-
noce como literatura menor, o “literatura pequeña”, es decir, de enclave.18 Escribe,
justamente, desde ese territorio incluido y a la vez excluido de otro, con diferentes
características políticas, ideológicas y administrativas, étnicas y geográficas.19
Deleuze se refiere a la llamada literatura menor de la siguiente manera: “Una
literatura menor no es una literatura de un idioma menor, sino la literatura que
una minoría hace dentro de una lengua mayor”.20
La primera característica es que este idioma se ve afectado por un fuerte coefi-
ciente de des-territorialización. En este sentido Kaflka define la situación de los
judíos que, al verse impedidos de escribir en alemán, entran en un callejón sin
salida: su literatura se vuelve imposible, lo que a su vez paraliza una lucha por una
conciencia nacional, esa lucha que sólo puede darse a través de la literatura. “Las
luchas literarias adquieren una justificación real en el nivel más amplio posible”.21
Y la imposibilidad de escribir en alemán constituye la des-territorialización de
la población alemana misma, minoría opresora que habla un idioma ajeno a las
masas. Así, el alemán en Praga es una lengua des-territorializada, adecuada para
extraños usos menores.
La segunda característica de las literaturas menores es que en ellas todo es
político. La politización pasa por el esfuerzo de romper con la formalidad de la
lengua culta y clásica de la novela mayor.
La tercera característica es el dispositivo colectivo de enunciación, es decir,
cuando la expresión sobrepasa y se adelanta a los contenidos, cuando el ejercicio
de la literatura se vuelve una “máquina colectiva de expresión” y permite salirse del
vocabulario rígido y culto, haciendo que el discurso vibre en intensidad. Por eso
puede decirse que se trata de una literatura marginal y popular.
17
Lacan también utiliza el “entre” al referirse a no hay relación sexual: “el Otro es entonces
un entre, el ‘entre’ del que se tratará en la relación sexual, pero desplazado y justamente
por Otro-plantearse […] este Otro no concierne más que a la mujer”. Cfr. Jacques Lacan,
...Ou pire (1971-1972), sesión del 8 de marzo de 1972, tr. Ricardo Rodríguez Ponte, EFBA,
Buenos Aires.
18
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, op. cit., p. 97.
19
Cfr. Yuri Andrujovich, El último territorio, tr. Iury Lech, Acantilado, Barcelona, 2006.
20
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, op.cit., p. 29.
21
Franz Kafka, “Carta a Brod, junio de 1921”, en: Gilles Deleuze y Félix Guattari, ibidem,
p. 28.
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22
“La literatura no es tanto un asunto de la historia literaria como un asunto del pueblo”.
Cfr. Franz Kafka, “Diario, 25 de diciembre de 1911”, en: Gilles Deleuze y Félix Guattari,
ibidem, p. 30.
23
Outlandish: extravagante, estrafalario.
24
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, op. cit., p. 31.
25
Bernard Michel señala que tanto la obra de Kafka como la de Sacher-Masoch son impul-
sadas por el problema de las minorías austro-húngaras. Comenta, además, la influencia
de Sacher-Masoch en la obra de Kafka. Por ejemplo, el nombre mismo del personaje
central de La metamorfosis, Gregorio Samsa, es probablemente un homenaje que Kafka
le hiciera a Sacher-Masoch. Gregorio es el seudónimo que adopta el héroe de La Venus
de las pieles, y Samsa parece efectivamente ser un diminutivo o anagrama parcial de
Sacher-Masoch. Cfr. Bernard Michel, Leopold Sacher-Masoch, op. cit., p. 378.
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Obcecado en mi dolor, quería ver cómo bajaba a su tumba, no sé por qué pero lo
quería absolutamente. […] Más allá de aquella verde colina, la sombría tierra abierta
esperaba a su víctima, una virgen muerta, recién núbil, mitad niña, mitad mujer. […]
Lo que me trasportaba fuera de mí era el recuerdo de la muerte que había mirado de
frente. El recuerdo del cementerio, de la tumba, de las sombras huidizas.28
§ Toda su vida fue un apasionado del teatro que le ofrecía una realidad superior,
deformada y sublime. Su imaginación y su pasión barroca por lo extraño, su
atracción por los vestidos y el transformismo le impulsaban a imaginar el
cuerpo femenino con extravagantes ropas, atuendos, disfraces, pieles y velos.
Fascinación por el pie.
26
Angelika Aurora Rümelin, que cambió su nombre por Wanda (como el personaje en La
Venus de las pieles), fue esposa de Sacher-Masoch. [N. del E].
27
Gilles Deleuze, Crítica y clínica, op. cit., p. 78.
28
Bernard Michel, Leopold Sacher-Masoch, op. cit., p. 140.
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Pasaje a lo Masoch
∞∞∞
Hay, pues, un fondo fantasmal, personal y ritual muy arraigado en sus obras que
tiene que ver definitivamente con leyendas, fábulas y cuentos infantiles (se señala la
importancia de su nana Handscha, que le contaba los cuentos populares rutenos).29
Pura memoria de comunidades en minoría.
Voy a detenerme un poco más en este procedimiento de des-territorialización
de la lengua, porque nos permite captar mejor el estilo de Sacher-Masoch. Estas
líneas de fuga que atraviesan el lenguaje comprensible, permiten llevar una materia
viva expresiva que habla por si misma y que no tiene necesidad de estar formada.
Ese lenguaje arrancado del sentido ya no encuentra su dirección sino en el acento
de la palabra, una inflexión, una atonalidad: los ruidos y silencios, la musicalidad de
la estepa, el canto de los campesinos, o los sonidos sordos de los látigos; son un
recurso muy usado por Sacher-Masoch. Acerca de esta operación o procedimiento,
dice Deleuze: “uso intensivo a-significante de la lengua, hacer vibrar secuencias,
abrir la palabra hacia intensidades interiores inauditas, ya no hay sujeto de la
enunciación ni del enunciado”,30 sino un circuito de estados… demoledores, que
lleva a que el uso de la metáfora prácticamente desaparezca. Y por lo mismo, queda
abolida cualquier función paterna.
Permanentemente, Sacher-Masoch hace tender su literatura hacia el límite, hacia
un más allá irreversible, es decir se des-territorializa en forma absoluta. El lenguaje
deja de ser representativo para tender hacia sus extremos o límites. Estas líneas de
fuga siempre terminan así: el silencio y la muerte.
Es el límite de lo representable: es el límite del sentido. Presente en Freud y
formalizado por Lacan, es el litoral entre el lenguaje y la pulsión: el campo de la
lengua con sus efectos de significación y comprensión; y la pulsión, verdadero “re-
presentante” del real del cuerpo, frontera que separa y une (bisagra entre palabra
y goce). Cito a Deleuze:
29
Ibidem, p. 33.
30
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, op. cit., p. 37. (Deleuze
está citando a su vez a Vidal Sephiha en: “Introduction à létude de lintensif”, Langa-
ges, Revista trimestral, Año 5, Nº 18: L’ethnolinguistique, Didier/Larousse, París, 1970,
pp. 104-120; de donde toma el concepto).
31
Ibidem, p. 33.
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María Eugenia Escobar
Leer a Sacher-Masoch es una experiencia fuerte. Se siente “el estilo rápido, en-
trecortado, típico de su obra: actos simples, sensaciones puras”.32 Su escritura
es clara, lisa, cruel y violenta. Frases breves, nerviosas, sin transiciones inútiles,
increíble agilidad en los diálogos. Nada que remita a una psicologización de los
personajes, ni un intento de adivinarles intenciones; menos aún intentos de in-
terpretación. Su literatura es marginal, exótica y erótica. Describe un yo extraño
y desconocido. Como ningún escritor, otorga un lugar a las máscaras, a los tra-
vestidos, a las falsas identidades. Las cartas (con seudónimos) hacen descubrir
personajes imprevisibles.
Sacher-Masoch logra con su escritura poner de relieve la sustancia “literal y
patética” del lenguaje, eso que Quignard llama balbuceo, ya que al “balbucear”33 se
está expulsando a la palabra y se está llamando al silencio. Deleuze lo dice también:
“cuando la lengua está tan tensada que se pone a balbucir, o a susurrar, farfullar,
todo el lenguaje alcanza el límite que dibuja su exterior y se confronta el silencio”.34
Balbuceando se convoca o se suscitan los hiatos, los agujeros, y por lo mismo
se abre el camino del horror y de la muerte. “Como si el lenguaje se volviera ani-
mal, Sacher-Masoch hace ‘balbucear la lengua’”.35 Balbucear es una suspensión…
Es un estilo.
Así, el punto del suspenso abierto por el balbucir que lleva al silencio, termina
siempre en la nada. En la desaparición de la palabra y por lo tanto de todo sentido
posible.
A través de imágenes como la súplica, la genuflexión al pie de la déspota, Sacher-
Masoch logra contener algo en lo visible, aunque ese contorno se deshace por un
desplazamiento de lo decible y visible hacia el silencio. De ahí que para Quignard
la percepción se juegue en una escena y en un texto sin eco al que califica como
“puro objeto. Texto sin eco, puro legible”.36
Precisamente, otro de los problemas que plantea el texto de Sacher-Masoch es
que muchas de sus imágenes fueron tomadas como prototipos o metáforas (des-
tinos, modelos, comparación, índice semiológico). Y se trataría de trascenderlas
—o lavarlas como decía Quignard— proponiendo así un “establecimiento de texto”
para poder recortar las imágenes que golpean y se relacionan con el tiempo y con
la muerte.
32
Bernard Michel, Leopold Sacher-Masoch, op. cit., p. 99.
33
Cfr. Pascal Quignard, L’Être du balbutiement: essai sur Sacher-Masoch, op. cit.
34
Gilles Deleuze, Crítica y clínica, op. cit., p. 158.
35
Ibidem, p. 81.
36
Isabelle Mangou, Une école du balbutiement: masochisme, lettre et répétition, op. cit.,
p. 35. La traducción es mía aquí y en las citas subsecuentes de esta obra.
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Pasaje a lo Masoch
Milena le oyó gemir. (Lo tomó de los cabellos y los brazos y lo arrastró hacia la fosa).
—Ahora me perteneces.
Se escupió en las manos y empezó a llenar la fosa. Mientras las paladas de tierra
caían pesadamente con sonido sordo, volvió a cantar su horrible canción:
—Te saludo silencioso visitante
Aquí hallarás la paz eterna
¿Oyes cómo graznan los cuervos?
Tienes que apurarte azada mía
Por eso cava hondo, cava siempre.
Oyó que él resollaba con el sonido propio de los moribundos, después reinó otra vez
el silencio. Todavía faltaban algunos golpes de azada para terminar el trabajo. Milena
bebió otro trago de aguardiente y empezó a cavar la tercera fosa. Siniestramente
sonaba la azada en la noche, acompañada por aquel terrible canto.
Por el oriente apareció la primera señal de la aurora, pálida y fría como el rostro
de un muerto.37
Notable: No hay rostro, ni mirada; finalmente, tampoco voz. Y menos aún eco.
El puro cadáver, el puro objeto.
Los golpes (de palas, azadas, fuetes, látigos) que surgen muy seguido en la escri-
tura de Sacher-Masoch están ligados, dice Quignard, a la expectación, al suspenso
que ahoga la repetición y que coloca a la palabra sin eco. Cada final de cuento
en Sacher-Masoch trasmite eso: un final rotundo. Brutalidad y fuerza que golpea.
¿Se podría decir que la lectura de Sacher-Masoch convoca o evoca, o hasta suscita
ese vacío que opera como un intervalo, una figura del objeto a? En el sentido en que
su manera de escribir coloca la palabra en el límite. Ese “resollar del moribundo” es
una escritura que más que hacer borde y designar, vacía y descarna.
Para hacer contrapunto y mostrar la diferencia entre la gran literatura y la lite-
ratura menor, recuerdo aquí a Shakespeare, quien decía en Sueño de una noche de
verano, que hay que darle a la nada aérea de la imaginación una habitación local y un
nombre. Sacher-Masoch, al revés, trabaja a la intemperie y detrás de lo que envuelve
ese vacío insoportable, hay una fuga o pérdida permanente que lleva a la nada.38
37
Leopold von Sacher-Masoch, “La hija del sepulturero”, El derecho del más fuerte y otros
cuentos, op. cit. p. 45. Historias de amor y sangre, traducción, prólogo y edición de José
Luis Sampedro, Editorial La Máscara, col. Malditos heterodoxos, Valencia, 2000, p. 78.
38
“El sentido huye como el agua del tanque perforado”, decía Lacan. Cfr. Jean Allouch,
Contra la eternidad: Ogawa, Mallarme, Lacan, op. cit., p. 50.
90
María Eugenia Escobar
Si hay que establecer una relación entre ellos [se refiere a la dispersión de estos
objetos que van desde la muerte del yo, del pensador, del si mismo; muerte de la
persona, del poeta, etc.] ésta no podría ser del orden de una sustitución metafórica,
sino que más bien derivaría de la metamorfosis. ¿Qué modo de desaparición es invo-
cada y efectuada por la metamorfosis? Esta es una pregunta nunca antes planteada
en el psicoanálisis. 40
Párrafos antes Allouch resalta que la forma en que Bersani lee “la muerte per-
fecta” de Mallarmé, deja intuir una modalidad inédita de subjetivación.
La metamorfosis es lo contrario de la metáfora, “ya no hay sentido propio ni sentido
figurado, sino distribución de estados en el abanico de la palabra”.41 En las intensi-
dades que Sacher-Masoch hace jugar a los sonidos entrecortados de los latigazos y
los murmullos no se trata de ningún juego de palabras, sino del juego continuo de
intensidades y flujos que llevan al desbordamiento de un límite, caída de la palabra.
Un ejemplo en Sacher-Masoch de dicha caída:
39
“Las metáforas son una de las muchas cosas que me hacen desesperar en mi actividad
literaria”, en: Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, op. cit.,
p. 37. Kafka elimina deliberadamente cualquier metáfora, simbolismo, significación o
designación.
40
Jean Allouch, Contra la eternidad: Ogawa, Mallarme, Lacan, op. cit., p. 49.
41
Gilles Deleuze y Félix Gauttari, Kafka. Para una literatura menor, op. cit., p. 37. El de-
venir animal en la literatura kafkiana implica esa des-territorialización que constituye
una salida, una línea de fuga. A lo inhumano responde lo subhumano de un devenir
animal. Devenir cucaracha, devenir perro, devenir mono, no tiene que ver con ningún
arquetipo ni sustituto paterno. Los animales de Kafka nunca remiten a una mitología,
corresponden exclusivamente a “gradientes superadas”, a zonas de intensidades liberadas
en donde los contenidos se deshacen de sus formas, así como también las expresiones
se deshacen del significante que las formalizaba. El animal no habla “como” un hombre,
sino que “extrae del lenguaje tonalidades sin significación”.
91
Pasaje a lo Masoch
Notamos ese puro juego de imágenes donde lo sonoro juega un papel preponde-
rante, ya que reenvía a lo “espectral”: ladridos, chasquidos, tiros de fusil, aullidos
de lobos, silbidos del viento, fuetazos: una sonoridad rítmica y ritual.
Los obligaba a subir a un árbol y a gritar como pájaros para bajarlos a tiros sin mi-
sericordia. […] Sonó un disparo inaudible en la tormenta. […] A lo lejos las campanas
del trineo sonaban como el último suspiro de un moribundo.43
Sobre la repetición
Otra de las características del estilo tan notable en los cuentos e historias de Sacher-
Masoch, son los núcleos que se repiten: lo que organiza la repetición, ese machacar
una y otra vez, es la noción de suspenso que funciona como combustible que
posibilita tal repetición.
Para explicar dicha cuestión, Quignard utiliza el término “expectación” de San
Agustín.44 Expectación quiere decir atención, curiosidad, impaciencia. “La expec-
tativa, dice Mangou, no es una falta, ni un deseo, ni un retener un pasado que se
esquiva, o una tensión concerniente a un futuro incierto”. Tampoco es algo movido
o borroso o indefinido. “Es eso que se inscribe en el ‘ver’ de una manera privilegiada.
Ni visible, ni horizonte, ni eco... es eso que salta a la mirada.”45
Cuando se lee, la expectación que sostiene el acto de leer coloca al lector en
una posición de estar como aislado en un invisible y silencioso acecho de un vacío.
Hay como un tiempo anticipado que sostiene el leer un tiempo de expectación que
atraviesa la mirada del lector y vuelve al libro no especularizable, casi no visible,
pero sí legible. Y esta composición secreta, que es lo que no se ve, ese artífice que
implica la escritura, como dice Quignard, da a la lectura una experiencia autónoma,
única, fantasmal. Esta expectación es la dimensión misma de lo fantasmático que
produce el espacio de lo legible y en ese ejercicio del palabreo ya no hay rostro ni
voz ni mirada. La expectación se sostiene en los ruidos que bordean los silencios o
42
Leopold von Sacher-Masoch, “Warwara Pagadine”, El derecho del más fuerte y otros
cuentos, op. cit., p. 123.
43
Leopold von Sacher-Masoch, “Los osos de la princesa Lubomirska”, ibidem, p. 131.
44
Para San Agustín —Las confesiones— es impropio hablar de tres tiempos: pasado, pre-
sente y futuro. Precisa que lo correcto es decir: presente del pasado (memoria), presente
del presente (visión directa) y presente del futuro (es la atención: expectatio).
45
Isabelle Mangou, Une école du balbutiement: masochisme, lettre et répétition, op. cit., p. 29.
92
María Eugenia Escobar
El contrato en Sacher-Masoch
La invención del contrato es quizás una de las particularidades del sistema Sacher-
Masoch que más se conoce; es la pieza clave de sus tentativas para innovar totalmente
las relaciones entre el hombre y la mujer.
Quignard hace notar dos cuestiones relevantes en el contrato inventado por
Sacher-Masoch: una tiene que ver con la paradoja que implica “hacer un contrato
de esclavitud”, y la segunda con el hecho de que en tal contrato las reglas del juego
están explicitadas desde el comienzo, por lo tanto no hay trasgresión alguna. El
“esclavo” ya está perdido.
Es interesante comentar la diferencia que se planteó entre Deleuze y Quignard
en relación al contrato en Sacher-Masoch. Para Deleuze, en sus escritos de 1967,
el contrato masoquista expresa no sólo el consentimiento de la víctima, sino la
persuasión pedagógica y jurídica mediante la cual la víctima adiestra a su verdu-
go. Para Quignard, por el contrario, en el contrato de Sacher-Masoch no existe lo
contractual que generaría una ley.47
En 1993 Deleuze responde a Quignard, sin renunciar a su posición: “la comple-
mentariedad contrato/suspenso infinito, desempeña en Sacher-Masoch un papel
análogo al del tribunal y el ‘aplazamiento ilimitado’ en Kafka: un destino diferido,
46
Ibidem, p. 31.
47
Ibidem, p. 33.
93
Pasaje a lo Masoch
una jurisdicción, una jurisdicción extrema, una justicia que en ningún modo se
confunde con la ley”.48
Quignard y Deleuze, los dos que más hicieron por salvar la obra Sacher-Masoch
del olvido, se reconocen y dialogan desde sus posiciones diferenciadas.
Respecto al contrato que debe efectuarse, es muy conocido, por ejemplo, el
acordado entre Fanny von Pistor y Leopold von Sacher-Masoch,49 donde el señor
Sacher-Masoch acepta ser esclavo de la Señora von Pistor y obedecer incondicio-
nalmente todos sus deseos y órdenes durante seis meses.
Por su parte la Señora von Pistor no debe exigirle nada degradante, nada que pueda
comprometerlo como hombre y como ciudadano. También debe dejarle disponer de
seis horas diarias para que trabaje y no pedirá estar al tanto ni de su correspondencia
ni de sus escritos. Por cada infracción, desmayo o crimen de lesa majestad, el amo,
(Fanny Pistor) tiene derecho a infligir a su esclavo (Sacher-Masoch) el castigo que
juzgue apropiado. En resumen, que el tal Gregor debe servir a su amo con sumisión
de esclavo, recibir los favores que ella tenga a bien concederle como una gracia mi-
lagrosa, sin que espere de ella ningún tipo de amor y no pudiendo formular ninguna
exigencia como amante. En cambio Fanny Pistor promete vestirse de pieles lo más a
menudo posible, pero sobre todo cuando demuestre crueldad.
Cuando expiren los 6 meses, los dos suscritos podrán considerar que este con-
trato entre amo y esclavo ha quedado nulo comprometiéndose a no aludir jamás
a él. Olvidarán todo lo que el contrato les ha impuesto y reanudarán sus antiguas
relaciones amorosas.
Este periodo de 6 meses puede tener interrupciones, puede comenzar y terminar
a voluntad del amo.
Querido maestro:
Si me amáis como decís, debéis firmar el texto adjunto, anotando algunas palabras
que confirmen que aceptáis todas mis condiciones y dais vuestra palabra de honor de
ser mi esclavo hasta vuestro último suspiro. Probad que tenéis el valor de convertiros
en mi marido, mi amante y mi perro. ¡Mi esclavo!
48
Gilles Deleuze, Crítica y clínica, op. cit., p. 79.
49
Estos contratos fueron incluidos en la Psychopathia sexualis del Dr. Krafft-Ebing en 1890.
50
Bernard Michel, Leopold Sacher-Masoch, op. cit., p. 197.
94
María Eugenia Escobar
Las condiciones bajo las cuales os acepto como esclavo y os soporto a mi lado
son las siguientes:
Renuncia total a vuestro yo.
Con excepción de la mía no tenéis voluntad.
Sois en mis manos un instrumento ciego, que lleva a cabo todas mis órdenes sin
discutirlas. En el caso en que olvidéis que sois esclavo y en que no me obedezcáis
absolutamente en todo tendré derecho a castigaros y corregiros según me plazca,
sin que podáis quejaros.
Todo lo que os concederé de agradable y feliz será una gracia de mi parte, y
por tanto la acogeréis agradeciéndomela. Respecto a vos actuaré siempre sin falta y
no tendré ningún deber.
No seréis ni un hijo, ni un hermano ni un amigo; no seréis más que un esclavo
yaciente en el polvo.
Al igual que vuestro cuerpo vuestra alma también me pertenece, y aun cuando sufráis
mucho, deberéis someter a mi autoridad vuestras sensaciones y vuestros sentimientos.
Me está permitida la mayor crueldad, y si os mutilo, lo deberéis soportar sin queja-
ros. Debéis trabajar para mi como un esclavo y si yo nado en lo superfluo dejándoos
en las privaciones y pisándoos con los pies, tendréis que besar sin murmurar el pie
que os habrá pisado.
Podré alejaros de mí en cualquier momento, pero no tendréis derecho a abandonar-
me en contra de mi voluntad y si os ocurriera huir, reconoceréis el poder y el derecho
que tengo de torturaros hasta la muerte mediante todos los tormentos imaginables.
No tenéis a nadie más que a mí; para vos, lo soy todo, vuestra vida, vuestro futuro,
vuestra desgracia, vuestro tormento y vuestra alegría.
Debéis realizar todo lo que os pida, tanto si está bien como si está mal y si exijo
que cometáis un crimen, deberéis convertiros en criminal para acatar mi voluntad.
Vuestra felicidad me pertenece, al igual que vuestra sangre, vuestro espíritu
y vuestra capacidad de trabajo. Yo soy vuestra soberana, dueña de vuestra vida y
de vuestra muerte.51
Estos contratos están basados en una ritualidad donde hay un cierto juego que
es repetido al interior del mismo a partir del terror, en una forma cerrada, totali-
zante.52 Se trata de una figura erótica fuerte, estremecedora.
Esto nos recuerda a Foucault y su noción de “intensificación del placer” (equi-
parable al plus de gozar, como lo demuestra Allouch).53
51
Ibidem, cap. VII. Es muy ilustrativa la manera en que Sacher-Masoch, según su diario,
crea el personaje Wanda (asumido por Aurora Rümelin) al cual luego se somete: caso
límite entre el novelista y sus personajes.
52
Isabelle Mangou, Une école du balbutiement: masochisme, lettre et répétition, op. cit., p. 34.
53
Jean Allouch, El sexo del amo. El erotismo desde Lacan, tr. Silvio Mattoni, Ediciones Li-
terales, Córdoba, Arg., 2001, p. 197.
95
Pasaje a lo Masoch
El poder no es el mal. El poder consiste en juegos estratégicos. ¡Es bien sabido que el
poder no es el mal! Pongamos por ejemplo las relaciones sexuales o amorosas: ejercer po-
der sobre el otro en una especie de juego estratégico abierto, en el que las cosas se
podrían invertir, esto no es el mal, forma parte del amor, de la pasión, del placer sexual.54
En Foucault la intensificación del placer tiene que ver con el juego estratégico
que implica desajustes de poder y resistencia. Transformaciones de contextos y
de posiciones, donde también puede leerse el diseño de nuevas formas de placer.
En las novelas y en los cuentos de Sacher-Masoch el juego incluye a la muerte.
Y la mujer que es contratada, la mujer frente a la que se somete, adquiere la
dimensión de madre que conjura la sumisión con total potestad. Por ejemplo, este
fragmento de La pescadora de almas:
54
Michel Foucault, “La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad”, Estética, ética y
hermenéutica, Obras esenciales, tr. Ángel Gabilondo, Paidós, Barcelona, 1999, t. III, p. 413.
55
Leopold von Sacher-Masoch, La pescadora de almas, citado por Isabelle Mangou en: Une
école du balbutiement: masochisme, lettre et répétition, op. cit., p. 34.
56
Pascal Quignard, L’Être du balbutiement: essai sur Sacher-Masoch, op. cit., citado por
Isabelle Mangou en: idem.
57
Cfr. Leopold von Sacher-Masoch, La madre de Dios (1883), tr. José Amicola, El Cuenco
de Plata, Buenos Aires, 2010.
96
María Eugenia Escobar
Amor, ¡abandono total! Un lugar donde las palabras no caben, donde todo pasa
por la desaparición de lo decible y la atracción del silencio. El camino hacia la
muerte, eso que Lacan llama el goce.
58
Leopold von Sacher-Masoch, “Una tragedia de Helgoland”, Historias de amor y sangre,
tr., prólogo y edición de José Luis Sampedro, Editorial La Máscara, col. Malditos hetero-
doxos, Valencia, 2000, p. 64.
59
Finalmente, como señala Deleuze, “Sacher-Masoch no es siquiera un personaje particu-
larmente relevante del masoquismo. Lo que hay que considerar en Sacher-Masoch son
sus aportaciones al arte de la novela”. Cfr. Gilles Deleuze, Crítica y clínica, op. cit., p. 78.
97
Pasaje a lo Masoch
60
Cfr. Sigmund Freud, “Más allá del principio del placer” (1920), Obras completas, tr. José
Luis Etcheverry, t. XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 1; § y, Sigmund
Freud, “El problema económico del masoquismo” (1924), Obras completas, op. cit., t.
XIX, p. 161.
61
Jacques Lacan, La angustia (1962-1963), sesión del 6 de marzo de 1963, tr. Irene Agoff,
versión inédita de la EFBA, Buenos Aires.
62
“[…] el sujeto juega con la proporción que se sustrae, aproximándose al goce por la vía
del plus-de-goce”. Cfr. Jaques Lacan, De un Otro al otro (1968-1969), sesión del 22 de
enero de 1969, tr. Ana María Gómez y Sergio Rochietti, versión inédita para circulación
del grupo Verbum y de la EFBA, Buenos Aires.
98
María Eugenia Escobar
El sujeto está marcado a fuego por el rasgo unario, y por eso la relación del
sujeto al goce es intrínsecamente masoquista. ¿Y la del amor?
Cuando Lacan define finalmente el masoquismo como “goce del real”, dicha
definición toca de lleno la estructuración del sujeto constituido alrededor del vacío
o agujero, efecto del simbólico.
El goce sólo se caracteriza, sólo se indica en este efecto de entropía, en esta mengua. Por
eso lo introduje en un principio con el término mehr-Lust, plus de gozar. Precisamente
porque se capta en la dimensión de la pérdida; algo que tiene que compensar, digamos
lo que de entrada es un número negativo; ese no sé qué que golpea, que resuena en
las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir.64
Para Lacan, la “ejemplaridad” de la posición masoquiana tiene que ver con esa
manera de manejarse (de saber hacer) con la pérdida de goce constituida por el
agravamiento de la hiancia entre el cuerpo y el goce. A nivel del plus-de gozar,
el sujeto toma de manera específica esta posición de pérdida, de desecho, que está
representada por el petit a.
La cuestión de lo legible
63
Jacques Lacan, El reverso del psicoanálisis (1969-1970), sesión del 14 de enero de 1970,
tr. Enric Berenguer y Miguel Bassols, Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 52.
64
Ibidem, p. 53.
99
Pasaje a lo Masoch
65
Leopold von Sacher-Masoch, “La domadora”, Historias de amor y sangre, op. cit., p. 159.
100
María Eugenia Escobar
Lucía no desperdició palabras. Antes que el desdichado pudiera darse cuenta de lo que
le esperaba, lo agarró por el pelo con una mano y con la otra le cortó la oreja izquierda.66
Cada vez que la lengua se ve sometida a tratos creadores semejantes, todo el lenguaje
en su conjunto es llevado a su límite, música o silencio. Esto es lo que Quignard
muestra; Sacher-Masoch hace que la lengua balbucee, y empuja así al lenguaje has-
ta su punto de suspensión, susurro, grito, silencio, canto de los bosques, grito de la
aldea, silencio de la estepa. […] El suspenso del cuerpo y el balbuceo de la lengua
constituyen el cuerpo-lenguaje, o la obra de Sacher-Masoch.67
66
Leopold von Sacher-Masoch, “Bandidos sicilianos”, ibidem, p. 41.
67
Gilles Deleuze, Crítica y clínica, op. cit., p. 81.
101
Pasaje a lo Masoch
De repente me di cuenta que sólo éramos dos locos abandonados por la naturaleza.
Cuando en el momento del éxtasis, el hombre y la mujer parece que formaran un
solo ser, la naturaleza no piensa en ellos. No se preocupa por su dicha; sólo piensa
en la conservación de la especie. Vivo ante un abismo abierto entre el hombre y la
naturaleza y comprendo que los hijos son la carne que suelda uno y otro, el padre
y la madre, como condenados del infierno de Dante y al mismo tiempo son el agua
fuerte que disuelve las afinidades electivas.
Fue como un relámpago que conmovió mi alma y tal como el rayo fertiliza la
tierra, según los campesinos, ese relámpago depositó en mi espíritu la semilla de
la cual germinó la historia de Don Juan de Kolomea que trata de la incompatibilidad
entre el hombre y la mujer.70
68
Referida por Bernard Michel en: Leopold Sacher-Masoch, op. cit., p. 174. [Hay una edición
reciente en francés de esta autobiografía (publicada en alemán en la Revista Deutsche
Monatsblätter en junio de 1879), véase: Leopold von Sacher-Masoch, Écrits autobiogra-
phiques et autres textes. Sacher-Masoch inédit, tr. del alemán y Prefacio por Michel-Fran-
cois Demet, Éditions Léo Scheer, París, 2004].
69
Leopold von Sacher-Masoch, Don Juan de Kolomea, tr. José Amicola, El Cuenco de Plata,
Buenos Aires, 2007.
70
Leopold von Sacher-Masoch, citado por Bernard Michel en: Leopold Sacher-Masoch, op.
cit., p. 174.
102
María Eugenia Escobar
del otro. Uno se cree muerto. Uno quiere rebelarse para volver a encontrarse con
uno mismo.71
Pasaje a lo Masoch
El pasaje a lo Masoch es ese pasaje hacia el fin de las palabras que produce a este
“ser del balbuceo”.
Sacher-Masoch, que con su estilo hace que los signos boqueen, remite al resto
que queda de lo escrito, ese resto, desecho que Quignard llama “lo legible”. Se toma
la palabra y al mismo momento se la pierde. Esto remite a una instrumentalización
de una expresión, de una expectación que se abre a la muerte. Es a esta profundidad
que puede ser tomado Sacher-Masoch en tanto que palabra balbuceante.
Podríamos decir que la “maniobra masoquista”, o la situación masoquista (que
aparece bien recortada en La Gradiva… de Freud),74 es una condición necesaria
que organizaría la cura analítica. Lacan marca: “uno no es sujeto del amor, uno es
ordinariamente, uno es normalmente su víctima”.75
71
Leopold von Sacher-Masoch, Don Juan de Kolomea, op. cit., pp. 180-181.
72
Sacher-Masoch se refiere a su concepto de “felicidad como ideal” en La Madone à la
fourrure, op. cit., supra n. 9.
73
Cfr. Sacher-Masoch, La madre de Dios (1883), op. cit. Mardona, la madre de Dios, debe
ser adorada como representante de Dios en la tierra según los relatos de la secta de los
dukhobors. Se trata de un grupo que rechaza todo clero, sea regular o secular y adopta
como guía de oración a un miembro de dicha comunidad habitado por el espíritu santo.
Mardona, pese a ser analfabeta, dirige, juzga y condena todos los asuntos de la comuna.
Son repetidas las frases como: “¡Humíllate! Arrodíllate ante mí y adora en mí a Dios”,
frente a lo que Sabadil (joven campesino de una aldea vecina que se integra a la comuna
por amor a Mardona) sólo podía balbucear: “dime que no me desprecias”. Finalmente
termina crucificado y muere en la cruz por orden de Mardona. Posiblemente sea la
más terrible de todas las mujeres soberanas creadas por Sacher-Masoch. Su voluntad
de dominio exige la mutilación y la muerte de las víctimas. Su crueldad contrasta con la
tranquilidad de la naturaleza y la apacible imagen de la comunidad campesina próspera
y feliz.
74
Cfr. Sigmund Freud, “El delirio y los sueños en la ‘Gradiva’ de W. Jensen” (1907 [1906]),
Obras completas, op. cit., t. IX, p. 1.
75
Jacques Lacan, La identificación (1961-1962), sesión del 21 de febrero de 1962, versión
inédita de la EFBA, no se especifica el traductor, Buenos Aires.
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Pasaje a lo Masoch
76
Jean Allouch, Contra la eternidad: Ogawa, Mallarme, Lacan, op. cit., p. 15.
77
Jacques Lacan, “Proposición del 9 de octubre de 1967”, tr. Irene Agoff, Ornicar? – Publi-
cación periódica del Champ Freudien, Nº 1: El saber del psicoanálisis, Petrel, Barcelona,
1981, p. 11.
78
Jean Allouch, Contra la eternidad: Ogawa, Mallarme, Lacan, op. cit., p. 82.
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