Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Bienvenidos alumnos y alumnas, comenzamos otra etapa en el ascenso por avanzar en tu conocimiento y tu
desarrollo personal. Entonces manos a la obra y que tengas éxito en este año y módulo que se inicia.
Pues, recorramos la historia de la filosofía para ver qué nos dice. Nos servirá como guía uno de los más antiguos
términos filosóficos: el término griego lógos. Para los primeros filósofos, este término significaba mucho:
Y pensaron que estas tres cosas coincidían entre sí: realidad, razón y palabra son una misma cosa designada
por un mismo término (lógos).
Así, en el s. VI-V a. C. Parménides afirmó que “Lo mismo es pensar y ser”; y Heráclito: “El lógos es común”.
Fueron, pues, muy audaces y confiados: creyeron que el orden del universo podía ser descubierto por la razón y
expresado por la palabra.
Por eso, es fácil imaginar qué enorme escándalo intelectual se produjo cuando un siglo después el sofista
Gorgias dijo: “Nada existe; si existiera, no lo podríamos conocer; y si lo pudiéramos conocer, no lo podríamos
expresar”. ¡Alguien pretendía que realidad, razón y palabra no coincidan!
Este período abarca desde el S. VI a de C. hasta el S. XVII de nuestra era. Los griegos inician la marcha:
insatisfechos con las explicaciones míticas, están llenos de un gran “deseo de saber” (philo-sophía) y se ponen a
investigar acerca de la “naturaleza” (Physis) del cosmos.
Los filósofos griegos distinguieron muy claramente entre “simple opinión” (dóxa) y “verdadero saber” (episteme,
que se puede traducir también por “ciencia”). Con ello querían decir que la investigación debía ir “más alla” y “más
al fondo” de las simples “apariencias” (o “fenómenos). Se trataba de conocer la esencia (eidos) de las cosas (a
las que llamaron “substancias”); es decir, algo así como la “idea” o estructura íntima que hacía que las cosas sean
tal y como son. Además, querían conocer también las causas últimas que lo producían todo. Escribió Aristóteles:
“Examinemos de qué causas y de qué principios se ocupa la filosofía como ciencia; cuestión que se aclarará mucho mejor
si se examinan las diversas ideas que nos hacemos del filósofo. Por de pronto, concebimos al filósofo principalmente
como conocedor del conjunto de las cosas, en cuanto es posible, pero sin tener la ciencia de cada una de ellas en
particular. En seguida, el que puede llegar al conocimiento de las cosas difíciles, aquellas a las que no se llegan sino
venciendo graves dificultades, ¿no le llamaremos filósofo? En efecto, conocer por los sentidos es una facultad común a
todos, y un conocimiento que se adquiere sin esfuerzos no tiene nada de filosófico. Por último, el que tiene las nociones
más rigurosas de las causas, y que mejor enseña estas nociones, es más filósofo que todos los demás en todas las
ciencias. Y entre todas las ciencias, aquella que se busca por sí misma, sólo por el ansia de saber, es más filosófica que
la que se estudia por sus resultados […]. De aquí resulta la definición de filosofía que buscábamos. Es la ciencia teórica
de los primeros principios y de las primeras causas…[…]. Y es indigno del hombre no ir en busca de una ciencia a la que
puede aspirar” (Metafísica, I, 2. Nótese que Aristóteles incluye en el término “causa”, no sólo la causa productora, sino
también la “esencia” y el “fin”.)
Con diversas matizaciones, el concepto aristotélico de filosofía se mantiene vigente durante todo este período:
1. Es el saber más general y elevado, ya que versa sobre las esencias y causas últimas de todas las cosas
(o “substancias”); aunque no en particular (este hombre), sino en su conjunto (“el ser humano”,”el
universo”,”el ser”).
2. Por ello, es un saber que va “más allá”(metá) de las apariencias sensibles físicas. En efecto, las esencias
de las cosas no son perceptibles, sino sólo “inteligibles”; y las causas últimas tampoco lo son (el alma,
como causa de la vida; Dios, como causa del universo). Por eso este saber tiene carácter metafísico.
3. Se afirma que este saber es el fundamento último de todo otro conocimiento.
Los términos ciencia (episteme) y filosofía son durante este período prácticamente intercambiables. Ello significa que
las que hoy llamamos “ciencias” todavía se consideraban partes de un saber único, llamado “filosofía”. Entre estas
partes, lo que hoy llamamos “filosofía” fue denominado por Aristóteles filosofía primera, y más tarde “metafísica”. Es
así como hay que entender el siguiente texto de Descartes:
“Toda la filosofía es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física y las ramas que salen de este
tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir a tres principales: la medicina, la mecánica y la
moral. Quiero decir, la más elevada y perfecta moral, que, al presuponer un completo conocimiento de las otras
ciencias, es el último grado de la sabiduría”
4. El presupuesto general de este saber es la racionalidad de lo real, la coincidencia entre realidad y razón.
Este presupuesto es fundamental en todo este período de la filosofía. Escribirá Spinoza: “El orden de las
ideas y de las cosas es el mismo”. Y Hegel (el último gran metafísico, ya en el s. XIX): “Todo lo real es
racional, y todo lo racional es real”. Confianza absoluta en la razón: “racionalismo”.
Este período se inicia en el s. XVIII y llega hasta nuestros días. Pero sus raíces se encuentran en un
acontecimiento transcendental: la llamada Revolución científica, que condujo a la independencia de las ciencias
respecto a la filosofía.
“La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos-quiero decir, el universo-, pero no se
puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, los caracteres en que está escrito. Está escrito en lengua
matemática, y sus caracteres son triángulos, círculos y figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una
palabra. Prescindir de estos caracteres es como girar vanamente en un oscuro laberinto”
La metáfora galileana es expresiva: ya no buscamos el saber en los libros de los filósofos antiguos; el único en
que tenemos que investigar, es la naturaleza; y para leerlo nos bastan las matemáticas. Las matemáticas son,
pues, el lenguaje del mundo, lo cual basta para asegurar la racionalidad de la investigación científica.
No obstante, los filósofos del s. XVII que también se dedican a la ciencia continúan fieles a la subordinación de la
ciencia a la filosofía. Por ejemplo, Descartes. Pero ésa será justamente la debilidad de la física cartesiana: su
fundamentación meta-física. Así, Descartes basó los principios físicos de “inercia” y de “conservación de la
cantidad de movimiento” en principios metafísicos (la inmutabilidad de Dios, primera causa del movimiento del
universo). Por eso, más tarde ironizará Newton: “ ¡Yo no invento hipótesis (metafísicas)!”.
a) Subperíodo “crítico”
Ya vimos cómo los filósofos del período anterior partían de la identificación entre realidad, razón y palabra, lo
cual les permitía entregarse con absoluta confianza a la investigación de la realidad. Pero esta confianza se
vio sacudida en el tránsito al s. XVIII, cuando se comprobó el avance de la ciencia y el estancamiento de la
filosofía. Algunos-como Descartes y Leibniz- pensaron que ello se debía únicamente a que la filosofía carecía
de un método adecuado, por lo que bastaría encontrar un buen método para que la filosofía entrase también
en “el camino de la verdad”. Pero otros pensaron que las causas podían ser más graves. Uno de ellos fue
Locke el que cerró un período de la filosofía y abrió otro nuevo:
“Estando reunidos en mi despacho cinco o seis amigos discutiendo un tema bastante lejano a éste (probablemente,
de metafísica), pronto nos vimos en un punto muerto por las dificultades que, de todos lados, aparecían. Después de
devanarnos los sesos durante un rato sin lograr aproximarnos a la solución de las dudas que nos tenían sumidos en la
perplejidad, se me ocurrió que habíamos equivocado el camino y que antes de meternos en discusiones de esta
índole era necesario examinar nuestras actitudes y ver qué objetos están a nuestro alcance o más allá de nuestro
entendimiento. Así lo propuse a la reunión, y como todos estuvieran de acuerdo, convinimos que ése debería ser el
primer objeto de nuestra investigación.” (Ensayo sobre el entendimiento humano. Epístola al lector. Madrid. Ed.
Nacional, 1980, pp. 60-61).
Locke intuyó, pues que la filosofía había andado siempre por “un camino equivocado” al escoger: al suponer
que la realidad y la razón coinciden, es decir, que la razón puede conocerlo “todo”. Había que empezar, por
tanto, por aquí: examinar las posibilidades y límites de la razón. A partir de este momento, la filosofía se
convierte en crítica (examen crítico) del conocimiento.
La obra más importante de este período es la Crítica de la razón pura (1781) de Kant. El prólogo de la
segunda edición (1787) define bien el programa de la investigación: puesto que la matemática y la física han
encontrado “el camino seguro de la ciencia”, averiguar qué camino es ése; y puesto que la metafísica no
aparece haberlo encontrado todavía.
Las conclusiones a que llega Kant suponen una nueva concepción de la razón: La razón ya no se identifica
con la realidad, y no es capaz de conocer las cosas tal y como son en sí mismas. Por otro lado, la razón se
encuentra encerrada en unos límites muy estrechos: sólo puede conocer aquello que puede experimentar. Ir
más allá de la experiencia- es decir, de lo que percibimos sensorialmente – es imposible. Por ello la
Metafísica es imposible.
Hegel construyó después de Kant un admirable sistema metafísico. Pero después de los ataques del
positivismo y de Nietzche, ya muy pocos filósofos se atrevieron a volver a la reflexión metafísica.
b) Subperíodo “lingüístico”
En el subperíodo crítico la filosofía abandona el estudio de la realidad- el estudio de la realidad “meta-fisica”,
por considerarlo incognoscible; y el estudio de la realidad “física”, por ser ya campo exclusivo de las ciencias-
y se concentra en la crítica del conocimiento (y de la sociedad).
Pues bien, avanzando el s. XX la filosofía desplaza de nuevo su campo de investigación y realiza un giro
lingüístico al estudio del lenguaje. Con ello se completa el ciclo: de la realidad a la razón, y de ésta a la
palabra.
Kant había fijado unos límites del conocimiento muy estrechos: sólo podemos “conocer” aquello que podemos
experimentar (percibir de algún modo). Pero había admitido que era posible “pensar”-y, por tanto, “hablar”-
acerca de objetos no experimentales, como Dios, el alma y su destino, el sentido de la vida, etc. Sobre tales
cuestiones no podía haber, por supuesto, “ciencia”, pero sí “creencias” racionales.
Una de las últimas corrientes filosóficas, el neopositivismo (Russell, Wittgenstein, Carnap), afirmó que
también el lenguaje tiene sus límites. Y estableció esos límites en el mismo lugar donde los había puesto Kant
para el conocimiento: sólo tienen sentido los términos que son empíricamente “verificables”. Todos los demás
términos –aunque los empleemos-carecen por completo de sentido. En consecuencia, las cuestiones
metafísicas no sólo son incognoscibles, sino también impensables e inexpresables.
Sobre esas cuestiones nada se puede “decir” (con sentido) y, por tanto, lo mejor es callarse:
“El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir,
las proposiciones de la ciencia natural-algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien
quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus
proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás-pues no tendrían el sentimiento de que estábamos
enseñándoles filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.[…] Sobre lo que no se puede hablar, mejor es
callarse”. (L. Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus. Madrid, Alianza, 1973, p. 203.)
Posteriormente, el mismo Wittgenstein se dio cuenta de que esos términos que en principio parecían carácter
de significado-por no ser empíricamente verificables, como la expresión “sentido de la vida”- seguían siendo
usados, sin embargo, en el lenguaje “corriente”. Por tanto, debían tener algún sentido, y ese sentido debía
estar dado por uso. De este modo, la filosofía derivó hacia el análisis del lenguaje ordinario.
Quizá hoy este último “camino” de la filosofía (el “giro lingüístico”) se esté convirtiendo en un “callejón” sin
salida”. Pero, entonces, ¿qué? Agotada la secuencia realidad-razón-palabra, no parecen más “caminos”. ¿Se
debe anunciar ya el fin de la filosofía?
Algunas de las publicaciones más recientes parecen darlo a entender. Así, los posmodernos (Lyotard, Vattimo) sólo
quieren hablar de un “pensamiento débil”, muy lejos del pensamiento “profundo” o “fundamentor” de los filósofos “de
toda la vida”.
Y Rorty, por su parte, después de afirmar que “no hay peligro de que la filosofía llegue a su fin”, no le asigna más que
esta tarea: “el interés moral del filósofo ha de ser que se mantenga la conversación de Occidente, más que el exigir
un lugar, dentro de esa conversación, para los problemas tradicionales de la filosofía moderna” (R. Rorty, La filosofía
y el espejo de la naturaleza. Madrid, Cátedra, 1989, p. 355). En efecto, Rorty niega que la tarea del filósofo sea
“descubrir esencias”, ya que es un error concebir el alma o el conocimiento como “un espejo de la naturaleza”. Por
otro lado, “tampoco los filósofos poseen ningún especial conocimiento sobre nada”. De modo que aparecería que ya
sólo se trata de mantener la conversación (¿sobre qué?). Pero el diálogo en sentido estricto habría dejado de tener
sentido: ya no habría espacio para el antiguo lógos: realidad-razón-palabra de los griegos.
Necesidad de la filosofía
El “fin de la filosofía” fue ya anunciado por comte y los positivistas del s. XIX. El anuncio fue renovado por el
neopositivismo del s. XX. Y otros autores se han unido a esa voz. Curiosamente, esos anuncios se han hecho
desde posturas filosóficas, dando así la razón a lo que ya dijo Aristóteles: “Hasta para dejar de filosofar es
necesaria la filosofía”. Se ha de examinar aquí qué fundamentos tiene tal anuncio, y si no habría que replicar
aquello de “Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”.
“Estudiando el desarrollo total de la inteligencia humana en sus diversas esferas de actividad, desde su arranque
primero y más simple hasta ahora, creo haber descubierto una gran ley fundamental….Dicha ley consiste en que cada
una de nuestras concepciones principales, cada rama de nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres
estados teóricos diferentes: el estado teológico, o ficticio; el estado metafísico, o abstracto; el estado científico, o
positivo. En otros términos, el espíritu humano, por su naturaleza, emplea sucesivamente en cada una de sus
investigaciones tres métodos de filosofar, cuyo carácter es esencialmente diferente e incluso radicalmente opuesto:
en primer lugar, el método teológico, después el método metafísico y por último: método positivo. De ahí, tres clases
de filosofía o de sistemas generales de concepciones sobre el conjunto de fenómenos, que se excluyen mutuamente:
la primera es el punto de partida necesario de la inteligencia humana; la tercera, su estado fijo y definitivo; la segunda
está únicamente destinada a servir de transición” (A. Comte, Curso de filosofía positiva, I, 1.)
El positivismo recogía una idea clave de un filósofo del s. XVIII, Hume: el conocimiento de la realidad sólo
puede ser conocimiento de hechos. Los neopositivistas del s. XX van incluso más lejos: “No hay sino una
clase de objetos, los acontecimientos físicos” (Carnap). Por tanto, el lema del positivismo es: ¡Atengámonos a
los hechos! ¡Sólo la ciencia! La metafísica corresponde sólo a una etapa “adolescente” de la humanidad.
Pero a comienzos de nuestro siglo el positivismo y la ciencia (en su concepción positivista) entraron en crisis.
Ya a finales del s. XIX, científicos como Mach y Hertz reconocieron expresamente los límites de la ciencia, lo
cual significaba abrirle terreno a la filosofía. Los científicos se volvieron, así, más modestos, y aún más
cuando las nuevas teorías relativista y cuántica, hicieron temblar los aparentemente sólidos cimientos de la
ciencia.
Uno de los ataques más furibundos contra el positivismo procede de un filósofo de gran renombre, Husserl,
quien hizo ver sus contradicciones y peligros. El positivismo, dice, nos roba el “mundo de la vida”, el mundo
de nuestra experiencia – en definitiva, el mundo real- y lo substituye por el mundo abstracto de la ciencia. Y,
peor aún, al no tener en cuenta sino los “hechos”, ignora lo que más importa el hombre:
“La exclusividad con la que en la segunda mitad del siglo XIX se dejó determinar la visión entera del mundo del
hombre moderno por las ciencias positivas y se dejó deslumbrar por la prosperity hecha posible por ellas, significó
paralelamente un desvío indiferente respecto de las cuestiones realmente decisivas para una humanidad auténtica.
Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos. El viraje en la estima y valoración públicas resultó
inevitable después de la guerra y en la generación más joven se produjo, como es sabido, un sentimiento claramente
hostil. En nuestra indigencia vital- oímos decir- nada tiene esta ciencia que decirnos. Las cuestiones que excluye por
principio son precisamente las más candentes para unos seres sometidos, en esta época desventurada, a mutaciones
decisivas: las cuestiones relativas al sentido o sin sentido de esta entera existencia humana. En su universalidad y
necesidad para todos los hombres, ¿no requieren acaso reflexiones generales y respuestas racionalmente
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
5
fundamentadas? Son cuestiones que afectan, en definitiva, al hombre en cuanto ser que en su conducta respecto del
entorno humano y extrahumano decide libremente, en cuanto ser que es libre en sus posibilidades de configurarse a
sí mismo en forma racional y de conformar no menos racionalmente su entorno. ¿Qué tiene la ciencia que decirnos
sobre razón y sinrazón, qué sobre nosotros, los seres humanos, en cuento sujetos de esta libertad?” (E.Husserl, La
crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental. Barcelona, Crítica, 1991, pp 5-6.)
Actualmente, superado el positivismo, los científicos ya no pretenden poseer “la verdad”, y, menos todavía,
“toda la verdad”. Quedan todas aquellas cuestiones que – en expresión de Husserl- “desbordan el mundo en
cuanto universo de los meros hechos”, es decir, “las cuestiones supremas y últimas”. Tales cuestiones –
como, por ejemplo, el sentido de la vida- no son cuestiones “sin sentido”; son sólo cuestiones que carecen de
sentido para la ciencia, pero no para el hombre. La ciencia exige, pues, una reflexión que vaya más allá de la
misma ciencia. Pero esto no quiere decir que la filosofía actual pueda volver, sin más, a sus orígenes, y
reconstruir alegremente la metafísica. Las críticas de Hume, Kant y el positivismo no pueden ser ignoradas.
La racionalidad instrumental
La racionalidad filosófica
Frente a la racionalidad instrumental de los “medios”, es necesaria una racionalidad de los fines y de los
valores; es decir, una investigación acerca de qué fines y de los valores; es decir, una investigación acerca
de qué fines debe ser perseguidos y qué valores apreciados.
Una sociedad dominada por la razón instrumental y por la ideología consumista y del “progreso a toda
costa” termina por olvidar las cuestiones más importantes: si se respetará mejor la dignidad humana, si se
hará al hombre más libre y más feliz, si no se destruirá el medio ambiente. Si un día la humanidad llegase a
abandonar definitivamente la reflexión filosófica, ese mismo día habría perdido su libertad: ya no poseería
medio alguno de escapar ni del universo cerrada de la ciencia, ni de la dominación de una tecnocracias
“desalmada”, ni de los desvaríos de la superstición y la credulidad. Por eso, la filosofía es necesaria.
En el siglo XVIII, un filósofo alemán llamado J. C. Wolf. (1754), que era discípulo de Leibniz, elaboró una división
de la filosofía que es la siguiente:
1. Propedéutica: Lógica (incluye la Teoría del conocimiento).
2. Teorética o Metafísica:
a) General: Ontología (sobre el “ser” en general y sus propiedades)
b) Cosmología o Física (sobre el mundo; se le llamará también Filosofía de la naturaleza)
c) Psicología (sobre el alma)
d) Teología natural o Teodicea (sobre Dios)
3. Práctica
a) General: Derecho natural.
b) Filosofía moral o Ética
c) Filosofía civil o Política
d) Economía
e) Filosofía de las artes (Gramática, Retórica, Poética).
En esta división, el núcleo principal es la Metafísica. Por “Metafísica” se entiende el estudio filosófico de las
“cosas en sí mismas” (o “substancias”); es decir, es un intento de llegar a conocer lo que las cosas son,
traspasando su simple apariencia (o ”fenómeno”).
El abandono de la metafísica por los filósofos de la ilustración (s XVIII), y el interés por responder a los
problemas de la época, traslada la temática hacia los problemas estrictamente humanos: el conocimiento, la
moral, la sociedad, la educación, la política, la ciencia…y, en resumidas cuentas, el hombre. Un famoso texto
de Kant revela muy bien ese centrarse la filosofía en el hombre, ese renunciar a la metafísica y ese enfocar
los temas de un modo problemático (el problema de los límites y posibilidades):
La filosofía, por consiguiente, debe poder determinar: 1) Las fuentes del saber humano. 2) los límites del uso
posible y útil de toda ciencia. 3) Por último, los límites de la razón”. (Lógica, introducción, 3.)
Actualmente, los filósofos se mantienen, en general, dentro del planteamiento Kantiano de negar que exista
una filosofía ya hecha y terminada:
“La filosofía es la mera idea de una ciencia posible que no está dada en concreto en ningún lugar, pero a la que trata
de aproximarse por diversos caminos […]. Mientras esta meta no haya sido alcanzada, no es posible aprender
filosofía, pues, ¿dónde está quién la posee y en qué podemos reconocerla? Sólo se puede aprender a filosofar, es
decir, a ejercitar el talento de la razón siguiendo sus principios generales en ciertos ensayos existentes, pero siempre
salvando el derecho de la razón a examinar esos principios en sus propias fuentes y refrendarlos o rechazarlos.” (I.
Kant, Crítica de la razón pura, II, 3.Madrid, Alfaguara, 1978, p. 651.)
Se concibe entonces la filosofía, ante todo, como una actividad. Por eso existe “una tendencia cada vez más
fuerte a borrar la separación de las disciplinas filosóficas” (T.W.Adorno, Terminología filosófica. Madrid,
Taurus, 1983, I, pp. 57 – 58). Así, mejor que hablar de “Tratados” hay que hablar de “temas” de la filosofía. O-
incluso mejor – de tareas de la filosofía.
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
7
¿Cuáles son esos “temas” o tareas? Volvamos de nuevo al esquema conceptual que utilizamos al principio de
este capítulo: realidad-razón-palabra. Probablemente, el estudio directo de la realidad empírica fenoménica
es el campo propio de la ciencia; y las “esencias y causas últimas” de la realidad fueron el objeto de
investigación de la antigua metafísica que hoy (casi) nadie se atreve a reconstruir. Quedan la razón y la
palabra, o –quizá, únicamente, como dijo el poeta-“nos queda la palabra”. Que no es pequeña tarea: el
examen del discurso racional sobre la realidad (el ser humano y el mundo).
De este modo, algunas las tareas de la filosofía en la actualidad serían las siguientes:
4ª Interpretación de la historia
La filosofía debe responder también a una de las más imperiosas necesidades humanas: la necesidad de
comprender el mundo en que vivimos. Pero el mundo es sobre todo la historia, y ésta es concebida como un
“texto” que necesita interpretación. Ésta es la tarea de una de las corrientes más importantes de la filosofía
actual, la hermenéutica. Por eso “la hermenéutica es un aspecto universal de la filosofía” (Gadamer). Sin este
trabajo que nos “abre” el significado de las cosas y los acontecimientos, y nos ayuda a “comprender” nuestro
pasado y nuestro presente, los seres humanos viviríamos como seres ciegos en un mundo absurdo. La
“Historia de la filosofía” puede entenderse como una parte de esta tarea hermenéutica general: como una
“interpretación de la interpretación” (filosofica) de la historia.
Pero interpretar no significa “aceptar”, sin más o justificar lo que hay. Debe permitir la crítica del presente y la
apertura del futuro: “Los filósofos, hasta ahora, únicamente han interpretado el mundo de modos diversos; ahora se trata de
transformarlo” (K. Marx, Tesis sobre Feuerbach,11).
¿Cómo se adquiere o moldea este êthos, esta manera de ser? El hombre la construye mediante
la creación de hábitos, unos hábitos que se alcanzan por repetición de actos.
Construimos nuestra manera de ser o êthos
La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y
significaba costumbre. Con la palabra moralis, los romanos recogían el sentido griego de êthos:
las costumbres también se alcanzan a partir de una repetición de actos. A pesar de este
profundo parentesco, la palabra moralis tendió a aplicarse a las normas concretas que han de
regir las acciones.
Ahora bien, junto al nacimiento de la filosofía apareció otro tipo de interés, el de reflexionar
sobre las normas o códigos ya existentes, comparándolos o buscando su fundamento.
Estos dos diferenciados niveles de interés o de actividad humana constituyen lo que conocemos
hoy, respectivamente, por moral y ética. Veamos.
Ejemplos
Estamos a nivel moral cuando: Estamos a nivel ético cuando:
Ayudo voluntariamente a un compañero Me pregunto sobre qué tiene más valor moral,
de clase si bien me arriesgo a herir su la intención que inspira un acto o los resultados
orgullo. que con él se obtienen.
Decido si tengo que ser o no sincero con Reflexiono sobre valores, preguntándome si el
un compañero de clase que parece quiere valor de la autenticidad es preferible el valor de
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
12
ser amigo mío. la amistad.
Moral: La moral es un conjunto de normas y valores. La sociedad se rige por un código moral. El individuo debe aceptarlo si
quiere formar parte del grupo.
Dimensiones de la moral
La moral tiene diferentes dimensiones. Diferenciaremos una dimensión social y otra dimensión personal
A nivel social debemos tener en cuenta que toda sociedad tiene un código moral
El modo en el que los miembros de la sociedad aceptan esas normas y las practican es lo que llamaremos
MORALIDAD
Lenguaje normativo: Palabras como Deber, tener, no poder, no está permitido, indican las razones porque
hay que actuar de una manera, se utilizan términos como: deber, tener que, no poder, etc.
Lenguaje Valorativo: Términos como bueno, malo, justo, bien, moral. expresiones que indican que se han
satisfecho o no determinadas exigencias y se recibirá sanción o aprobación.
Los códigos morales carecen de valor si las personas no las aceptan y no las practican.
El individuo tiene libertad para aceptar una norma que le dice lo que debe de hacer.
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
13
El hacerlo o no, es una responsabilidad del individuo.
Las normas son generales. La aplicación a cada caso debe ser hecha por el individuo.
En las sociedades modernas incluso puede existir normas contrarias. Entonces es el individuo quien tiene
que decidir cómo actuar.
Que regulan Las costumbres y tradiciones de una comunidad y La vida personal en función de
constituyen un modo de vida valores
Quién las La sociedad a través de las tradiciones, las costumbres y la La persona misma
promulga moda
Conflictos morales
Cuando se produce una divergencia en el juicio moral, pueden sobrevenir entonces conflictos morales que dividiremos en
tres grupos:
Conflictos entre normas (Deber)
ACTIVIDAD I
Caso 1: ¿Quién podía ayudarle a elegir?
“Citaré el caso de uno de mis alumnos que me vino a ver en las siguientes circunstancias: su padre se había peleado con
su madre y tendía al colaboracionismo; su hermano mayor había muerto en la ofensiva alemana de 1940, y este joven, con
sentimientos un poco primitivos, pero generosos, quería vengarlo. Su madre vivía sola con él, muy afligida por la
semitraición del padre y por la muerte del hijo mayor, y su único consuelo era él.
Este joven tenía, en ese momento, la elección de partir para Inglaterra y entrar en las fuerzas francesas libres, es decir,
abandonar a su madre, o bien permanecer al lado de su madre y ayudarla a vivir. Se daba cuenta perfectamente de que
esta mujer sólo vivía para él y que su desaparición, y tal vez su muerte, la hundiría en la desesperación. También se daba
cuenta de que en el fondo, concretamente, cada acto que llevaba a cabo con respecto a su madre tenía otro
correspondiente en el sentido de que la ayudaba a vivir, mientras que cada acto que llevaba a cabo para partir y combatir
era un acto ambiguo que podía perderse en la arena, sin servir para nada. Por ejemplo, al partir para Inglaterra podía
permanecer indefinidamente, al pasar por España, en un campo español; podía llegar a Inglaterra o Argelia, y ser puesto en
una oficina para redactar documentos.
En consecuencia, se encontraba frente a dos tipos de acción muy diferentes: una concreta, inmediata, pero que se dirigía a
un solo individuo; y otra que se dirigía a un conjunto más vasto, a una colectividad nacional, pero que era por eso mismo
ambigua y que podía ser interrumpida en el camino. Al mismo tiempo dudaba entre dos tipos de moral. Por un lado, una
moral de simpatía, de devoción familiar; y por otro, una moral más amplia, pero de eficacia más discutible. Había que elegir
entre las dos. (J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo. Buenos Aires, Sur, 1977, pp. 28-30.)
Entonces se ha entrado en una discusión ética. La ética se clasifica en tres grandes estudios:
Descriptiva: Tiene por objeto la descripción de los fenómenos morales, para cual puede utilizar las aportaciones
de la psicología, la sociología, la antropología, etc.
Normativa: Tiene por objeto el establecimiento y justificación de principios o criterios muy generales que puedan
ser recomendados como preferibles y que permitan una fundamentación racional de las normas morales concretas.
Metaética: Tiene por objeto el estudio de los métodos y procedimientos de justificación de la ética. También se
ocupa del análisis de la significación de los términos y enunciados éticos.
ACTIVIDAD II
1. ¿Nivel ético, nivel moral? Indica, marcando con una cruz, dentro de qué nivel se encuentra cada una de las
siguientes expresiones: nivel ético, nivel moral o ninguno de los dos.
4. “El hombre que se guía por la razón es más libre en sociedad, donde vive según leyes que obligan a todos, que en la
soledad, donde sólo se obedece a sí mismo” (Spinoza)
6. ¿Se puede resolver un problema moral del mismo modo que un problema matemático?
7. “Cada uno debe tener su propia moral”. ¿De acuerdo? ¿En qué sentido? ¿Por qué?
8. Hacer sufrir a un animal o destrozar una planta, ¿son actos moralmente indiferentes?
9. Suele decirse que la frase maquiavélica “El fin justifica los medios” es inmoral. Sí pero ¿por qué?
Relativismo moral
El hecho de que no haya prácticas culturales universales provoca que hablemos de relativismo cultural
¿Qué entendemos por relativismo moral?
Se entiende que las normas pueden variar de una sociedad a otra
Las normas van dirigidas exclusivamente al ser humano: Normas para el hombre
Parece ser que no varían los principios sino que lo que varía es la aplicación de estos
ACTIVIDAD III
1. Nombre una semejanza y una diferencia entre Ética y Moral.
Moral Ética
Semejanza
2. De las normas de convivencia del liceo nombra dos que sean sociales y dos morales. Justifíquelas.
N. Social N. Personal
1.- 1.-
2.- 2.-
Razón Razón
Si no las acato,
recibo:
………………….
4. Cree un diálogo en el cuál a lo menos contenga cuatro expresiones del lenguaje moral.
5. Imagínate que eres una empresaria. Un día conoces a un inmigrante sin papeles, el cual se encuentra en una
situación desesperada puesto que no tiene casa ni medios para vivir. Decides ser comprensivo con él y le ofreces
un trabajo, aun sabiendo que estás cayendo en la ilegalidad al contratar a un trabajador en situación irregular. Un
día pasan los inspectores de trabajo por tu empresa y te informan de que puede caerte una multa económica
importante en el caso de que existan trabajadores ilegales en tu empresa, salvo que tú, antes de empezar la
inspección, denuncies a los trabajadores irregulares con la finalidad de que sean detenidos y expulsados de Chile.
En ese momento, se te plantea la duda acerca de denunciar o no al inmigrante al que ofreciste trabajo. Por un
lado, te dices que has intentado ayudarle todo lo que has podido, pero que esto ya es demasiado; por otro lado, en
cambio, te planteas que tú ya sabías que estabas cometiendo una irregularidad por la que te podían multar y que,
a pesar de saberlo, decidiste continuar: tal vez fuera más lógico asumir la multa y no denunciar a tu trabajador con
el fin de poder avisarle a tiempo para que no fuese detenido y expulsado del país….¿Qué decisión tomarías?
Fundamenta.
a.- El sociologismo: esta concepción defiende que las normas morales se originan en la sociedad, y de ella reciben
la fuerza y el vigor para imponerse a los individuos.
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
17
b.- Marxismo: según Marx, la ideología, es decir, las ideas y creencias sociales y, por lo tanto, las leyes y normas
morales son invenciones de la clase dominante para intentar defender sus intereses y controlar a la clase
dominada. Pero ésta debe rechazar aquellas ideas y tratar a su vez, de elaborar otras de carácter contrapuesto y
conducentes a la unión de todos los individuos pertenecientes a dicha clase para llevar a cabo su emancipación
mediante la lucha revolucionaria, que lo consigan o no dependerá de la conciencia de clase de dichas personas.
c.- Historicismo: esta posición proclama que, a lo largo de la Historia y según un ritmo variable, la sensibilidad vital
de unas generaciones es sustituida por la de otras y, de acuerdo con este proceso, al mismo tiempo que unos
principios cobran vigencia, otros desaparecen.
d.- Teologismo: esta corriente propugna que las normas morales tienen origen divino. Podemos encontrar una
postura teológica, con relativa frecuencia, en los pueblos primitivos, por ejemplo, en Israel y su moral de los
profetas: en Egipto y su moral de los faraones, etc. pero actualmente, se encuentra también el integrismo vigente
en Irán.
e.- Teoría de la Ley natural: existe una amplia pluralidad de teorías que fundamentan sus opiniones éticas y las
normas morales en la Ley Natural. De entre ellas, sin duda alguna, la más importante es la teoría escolástica,
según la cual todas las personas poseen una idéntica naturaleza, que es la naturaleza humana. Esta guarda una
profunda relación de orden con el resto de los seres y, sobre todo con Dios, el Ser Supremo. Debido a esta
relación, la misma naturaleza humana posee en sí su propia teleología, una ordenación hacia un fin adecuado, el
cual constituye su perfección. Pues bien, desde esta ordenación natural de todos los seres humanos hacia su fin o
hacia su perfección se originan y cobran su fundamento las normas morales.
La conducta animal tiende a ser programada, automática: el estímulo y la propia biología determinan unívocamente y sin
error la respuesta.
La conducta humana a menudo es parecida a la conducta animal, pero el ser humano —un organismo bastante más
complejo— necesita hacerse cargo de la situación y escoger una de les diferentes posibilidades. Con su libertad y
responsabilidad, le es preciso decidir y justificar su acción.
En las acciones humanas confluyen elementos como motivos, intenciones y fines, resultados y consecuencias; todos
queremos que nuestras acciones tengan sentido y que éste sea comprensible por quienes nos rodean. Por todo eso, nos es
preciso justificar o «hacer justa» nuestra elección. Por otra parte, los humanos podemos cerrar los ojos a esta necesidad de
nuestra especie y vivir de una forma típicamente animal, sólo nos es preciso «pasar» de justificar las acciones todo
olvidando la propia racionalidad.
2. Tipos de personas
Toda sociedad (conjunto de personas que comparten una cultura) cuenta con un código de normas morales, es decir, con
una moral. El modo como los miembros aceptan esas normas y las practican se llama moralidad.
Según como asumamos nuestra posibilidad de escoger y justificar nuestras acciones podemos hablar de diferentes tipos de
personas.
a) Personas morales. Personas que se plantean problemas morales, que quieren justificar su comportamiento,
razonando su decisión y actuación.
b) Personas inmorales. Personas que reconociendo las normas y los valores de su sociedad, los infringen y viven de
espaldas a ellos, poniendo el propio interés por delante de todo. Sólo respetan las normas si de eso se desprende
un beneficio. Para los inmorales es imprescindible que los además sí respeten las normas, del contrario tendrían
que replantear su actuación.
d) Personas desmoralizadas. Personas que habían aprendido y asumido pautas morales pero que ahora, por factores
como falta de coraje o de resistencia, por desorientación en un mundo cambiante o por simple contagio social, se
han devaluado o soterrado sus exigencias. Se ha difuminado el norte que antes guiaba sus vidas.
¿Con cuál de estos tipos de persona querríamos ser identificados? Quizás sea el momento de hacernos otra pregunta:
"¿por qué hemos de ser morales si no serlo parece ser que puede comportar ventajas?" Es la misma pregunta que de una
forma más concreta ya se formulaba el pequeño Wittgenstein: "¿por qué tendría que decir la verdad si me puede ser
beneficioso decir una mentira?" Es una cuestión que todos los filósofos se han planteado.
Puede darse el caso que las normas pierdan valor y en este caso la sociedad estaría en una situación de anomia.
La anomia cuyo sentido literal es ausencia de ley, hace referencia a una situación en la que existe un conflicto de normas,
de manera que el sujeto no sabe cómo actuar.
Se utiliza comúnmente para referirse a la situación en que se encuentran las sociedades modernas en las que las normas y
los valores tradicionales se ven socavados sin ser reemplazados por otros.
Se da una situación de anomia cuando no hay unos patrones claros que guíen el comportamiento social. A la hora de
organizarse o de decidir las personas cuentan con las posibilidades que la sociedad les ofrece, por ello los seres humanos
que se desarraigan de su cultura de origen pasan por crisis sociales, pasan por períodos de desorientación acerca de lo
que se puede o se debe hacer.
Ante normas diferentes e incluso contradictorias, los hombres se encuentran en una situación de vacío normativo porque
no hay ninguna que establezca con precisión como actuar.
Las sujetos viven la anomia como una situación confusa tanto moral como mentalmente.
Ejemplo: “Una estudiante en un examen ha de comportarse de acuerdo a las normas de la institución y no comunicarse con
sus compañeros, sin embargo, estos le piden ayuda, que pase información. En este caso la estudiante vive una situación
anómica de duda y conflicto y tiene que violar uno u otro código de conducta el de la escuela o el del compañerismo.
Otro ejemplo es la situación que viven los emigrantes del ámbito rural que se instalan en el medio urbano, o los extranjeros.
En ambos casos los valores, las normas de la cultura de origen que daban sentido a la vida y que permitían saber cómo
actuar no sirve en la nueva sociedad y los de las nuevas se ven ajenas.
b. Por contradicción entre los valores sociales y la posibilidad de realizarlos: Ejemplo: no logro el éxito
económico, entonces, robo. No tengo jeans Lee, los robo.
c. Por masificación: la masa libera sus impulsos. Ejemplo: decir groserías, gritar.
2. Por desorganización, este origen es patológico. Según Freud la personalidad está constituida por el ello
(quiero) el yo y el súper yo (debo) y ambos quiero y debo forman la conciencia.
Freud nos dice que las funciones del súper yo en la toma de decisiones son:
a. auto observación: el yo vigila al yo desde dentro del yo
El niño actúa de acuerdo al ello pero el padre impone prohibiciones y forma en el niño el súper yo que es la moral y el
poder de control de nuestros actos, pero en el caso del demente siente que estas restricciones y las órdenes no
vienen de su interior sino que del exterior.
Pero en el caso del demente no hay una reflexión, una elección pues siente que desde fuera le ordenan lo que debe
hacer. Si el yo lo hace, el súper yo siente que es correcto, cree que es así, por ejemplo copiar en las pruebas, robar,
estas acciones son acompañadas por un sentimiento inconsciente que se transforma con el tiempo en moral
inconsciente. Actúa cuando la persona realiza actos sin reflexionar, sin libertad ni responsabilidad.
ACTIVIDAD IV
b) Para ganar un concurso, una persona agrega a su currículum cursos y talleres inventados.
2. De dos razones que expliquen el por qué los animales no tienen moral y el hombre si.
6. El mito de Giges
El ejemplo más claro que Kohlberg ofrece para distinguir entre los niveles es el de tres soldados involucrados
en la matanza de los civiles de Mylai (Vietman) Kohlberg analiza el pensamiento moral de Paul Meadow,
soldado; William Calley, oficial, y Michel Bernhardt, soldado.
Meadow recibió órdenes de su oficial, Calley, para disparar sobre los civiles, y las cumplió. Justificó su
comportamiento diciendo que su deber era el de obedecer órdenes y que si no cumplía con su deber, hubiera
sido castigado. Además, mantuvo que era justo matar a los civiles para compensar la muerte de algunos
soldados americanos.
Calley, el oficial encargado, sostuvo que tenía órdenes y que se esperaba de él que las cumpliera. Quería ser
un buen oficial. Pertenece al mando superior dictar quién es el enemigo. Su deber se limitaba a cumplir las
órdenes de arriba, no a discutirlas. Lo bueno y lo justo está definido por los oficiales superiores, y si él no
estuviera de acuerdo, sólo protestaría después de haber cumplido órdenes.
Bernhardt no cumplió las órdenes de Calley, y disparó al aire. No entendía por qué tenía que matar a los
civiles, y para él lo importante no era cumplir órdenes, sino que primero tenían que ser justas y razonables.
Bernhardt se guiaba por principios morales, comentaba que los civiles tenían derecho a seguir viviendo.
Kohlberg señala que en este caso el “conflicto moral” no era difícil de resolver: las leyes militares y la ley
internacional prohíben maltratar a los civiles, y cualquier individuo que hubiera estado en el estadio 5 de
desarrollo moral hubiera considerado la orden como ilegal. Pero los juicios morales tienden a ser un reflejo del
modo habitual de pensar y enjuiciar moralmente, y eso es lo que sucedió aquí.
No justificamos todas nuestras decisiones del mismo modo, ni uno mismo —a lo largo de su vida— argumenta con razones
idénticas: nuestra conciencia moral sigue un proceso de crecimiento o de madurez.
Una de las funciones de la conciencia moral es la de formular juicios sobre lo que debemos hacer o tenemos que
rechazar. Lawrence Kohlberg, psicólogo contemporáneo discípulo de Jean Piaget, ha estudiado el desarrollo de la
conciencia partiendo del análisis de los juicios morales, especialmente a partir de los razonamientos que todos
formulamos ante dilemas morales. Kohlberg llega a la conclusión que si bien las normas morales o los valores de una
cultura pueden ser diferentes de los de otra, los razonamientos que los fundamentan siguen estructuras o pautas parecidos.
Todas las personas seguimos —defiende— unos esquemas universales de razonamiento y, vinculados a la propia
psicológica, evolucionamos de esquemas más infantiles y egocéntricos a esquemas más maduros y altruistas.
Niveles y estadios
Kohlberg considera que el desarrollo moral de una persona pasa por tres grandes niveles —el Preconvencional, el
Convencional y el Postconvencional— cada uno de ellos contiene dos estadios o etapas. En total seis estadios de madurez
creciente y con razonamientos morales diferentes.
1 Nivel Preconvencional
El nivel Preconvencional es un nivel en el cual las normas son una realidad externa que se respetan sólo atendiendo las
consecuencias (premio, castigo) o el poder de quienes las establecen. No se ha entendido, aún, que las normas sociales
son convenciones por un buen funcionamiento de la sociedad. Este nivel integra a los dos siguientes estadios.
2 Nivel Convencional
En este nivel, las personas viven identificadas con el grupo; se quiere responder favorablemente en les expectativas que los
otros tienen de nosotros. Se identifica como bueno o malo aquello que la sociedad así lo considera. Este nivel integra el
estadio 3 y el estadio 4.
3 Nivel Postconvencional
Es el nivel de comprensión y aceptación de los principios morales generales que inspiran las normas: los principios
racionalmente escogidos pesan más que las normas. Le componen el estadio 5 y el estadio 6.
ACTIVIDAD IV
1. El dilema de Heinz
Kohlberg presentaba dilemas morales para descubrir el estadio evolutivo de ls personas. En la respuesta y en su
argumentación se manifiesta claramente el estadio de desarrollo moral. Uno de los conocidos es el «dilema de Heinz».
«Una mujer se está muriendo de un extraño cáncer. Hay un fármaco que, a parecer de los médicos, puede salvarla, una
forma de radio que un farmacéutico de la ciudad ha descubierto recientemente. Pero el farmacéutico cobra cuatrocientas
cincuenta mil pesetas por una pequeña dosis, un precio debe veces superior al coste del fármaco. El marido de la enferma,
Heinz, pide dinero a amigos y familiares, pero no consigue sino la mitad del precio de la medicina. Heinz suplica al
farmacéutico que le venda a precio más bajo o que le deje pagar más adelante. El farmacéutico se niega recordando que
con mucho de esfuerzo ha descubierto el fármaco y ahora quiere sacar beneficio. Finalmente, Heinz, en un ataque de
desesperación, entra a la fuerza en la farmacia y roba la medicina que su señora necesitaba».
Heinz ha robado la medicina. Pero, ¿debía o no robarla? Se te ofrecen diferentes respuestas a este dilema. Señala a qué
estadio de desarrollo moral corresponde cada una de ellas.
b) No he de enemistarse con este compañero, todo el mundo espera que me sepa comportar.
Filosofía y psicología Docente: Marco Pitriqueo
24
c) Yo no miento, tal vez no me caerán los dientes pero sí que me pueden castigar
d) He de tolerar los que son diferentes, hablando llegaremos a un acuerdo en beneficio de todos
f) He de tolerar los que son diferentes, porque todo el mundo tiene unos derechos que ninguna ley no ninguna costumbre
ha de violentar.
3. Supón que te han encargado el dinero que habéis recogido para el viaje fin de curso. Has visto un Playstation último
modelo que te gusta mucho y, por un momento, se te pasa por la cabeza que podrías disponer de un poco del dinero
común para satisfacer tu deseo. Sin embargo, lo rechazas por razones de diversa índole.
b) Porque si administras bien el dinero, ganarás popularidad ante tus compañeros y tus profesores
f) Porque sería apropiarte indebidamente de unos fondos que no son tuyos y eso está prohibido
4. "El comandante nazi del campo de concentración al que acusan de una matanza de judíos intenta excusarse diciendo
que 'cumplió órdenes', pero a mí sin embargo, no me convence esa justificación; en ciertos países es costumbre no
alquilar un piso a negros por su color de piel o a homosexuales por su preferencia amorosa, pero por mucho que sea
habitual tal discriminación sigue sin parecerme aceptable; (...) ¿No opinas lo mismo que yo en estos casos?".
5. Aunque Manuel no tiene nada en contra de los gitanos, temía que muchos de sus clientes dejaran de serlo si un gitano
trabajaba en la estación de servicio. Así pues, Manuel decidió no contratar a la persona de raza gitana.
6. Juan es un muchacho de 16 años que desea ir a un campamento. Su padre le ha prometido que puede ir si consigue
ahorrar el dinero él mismo. Juan ha trabajado mucho repartiendo periódicos y ha ahorrado el dinero que le cuesta ir, y
un poco más. Pero justo antes de empezar el campamento, su padre cambia de idea. Algunos de los amigos de su
c) No le da el dinero porque el padre le hizo una promesa y las promesas se deben cumplir
7. ¿Cómo argumentarían su “NO a las Drogas” diferentes personas que están en contra del consumo de
drogas pero se sitúan en cada uno de los seis estadios de desarrollo moral?
Estadio Nº 1
Estadio Nº 2
Estadio Nº 3
Estadio Nº 4
Estadio Nº 5
Estadio Nº 6
SOLUCIÓN ACTIVIDAD I
Este caso no es tan sencillo de analizar ni de resolver, porque implica un conflicto múltiple:
1.- conflicto entre normas: ayudar a la madre o servir a la patria.
2.- conflicto entre norma e interés: o entre deber y querer: debo cuidar a mi madre pero quiero servir a la patria.
3.- conflicto entre intereses, deseos o quereres: deseo estar con mi madre pero quiero servir a la patria.
En efecto, dos normas, aparentemente del mismo rango, están exigiendo conductas distintas; por otro lado, la norma puede
oponerse al deseo o interés del individuo; incluso, el individuo puede luchar entre intereses y deseos contrapuestos
SOLUCIÓN ACTIVIDAD II
LIBRO SUGERIDO
Ética para amador. F. Savater. Barcelona, Ariel, 1991
PELICULAS SUGERIDAS:
Incendiere
Pelotón
Savior
BIBLIOGRAFÍA:
Introducción a la Filosofía, Cesar Tejedor Campomanes
www.monografias/filosofíaypsicología
http://www.educatina.com/
Editado por el Docente Marco Pitriqueo