Sie sind auf Seite 1von 188

Volumen 8, Año 2008

Publicación oficial de la
Federación Psicoanalítica
de América Latina

ReVISTa
Latinoamericana
de Psicoanálisis
Federação Psicanalítica
da América Latina
ÍNDICE

6 INSTITUCIONES PSICOANALÍTICAS COMPONENTES DE FEPAL


7 COMISIÓN DIRECTIVA 2006-2008
8 COMISIÓN FISCAL
8 COMITÉ EDITOR

9 EDITORIAL
Inés Raitzin de Vidal

11 PALABRAS DEL PRESIDENTE


Juan Pablo Jiménez

PANELES

15 Modelos Teórico-Clínicos en el Psicoanálisis Latinoamericano


Carlos Mario Aslan

23 Hacia una diferenciación entre persona y presencia en la sesión analítica


Isidoro Berenstein

29 El pluralismo clínico y la persona del analista


Enrique Núñez Jasso

39 As filiações analíticas: fidelidades e poder


Claudio Rossi

51 Derechos humanos y Psicoanálisis


Marcelo N. Viñar

PREMIOS

71 PREMIO SIGMUNDO FREUD


Os Tropismos: Parteiros das cesuras.
Matrizes da vida mental
Mario Luiz Prudente Corrêa

91 PREMIO COMUNIDAD Y CULTURA


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas
en la procreación.
Encuentro en la comunidad
Silvia Jadur, Constanza Duhalde, Viviana Wainstein

4 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


107 PREMIO FEPAL
Reflexão sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio
criador de metáforas
José Martins Canelas Neto

121 PREMIO NIÑOS Y ADOLESCENTES


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista
Silvia Flechner

CONCURSOS

143 “En lugar de…” La pulsión y sus desbordes.


Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analitca actual
Cristina Rosas de Salas

163 Comentario sobre el trabajo: “‘En lugar de…’ La pulsión y sus desbordes.
Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analitca actual “
Jaime Spilka

169 O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamen-


to e aproximação no trabalho com os transtornos autísticos: impasses e
nuances
Mariângela Mendes de Almeida

185 Comentario sobre el trabajo: “La investidura deseante del analista frente a movi-
mientos de alejamiento y aproximación en el trabajo con los trastornos autísticos:
impasses y matices”
Nora Woscoboinik de Scheimberg

189 O analista, seu paciente e a Psicanálise contemporânea: considerações so-


bre indução mútua, enactment e “não-sonho-a-dois”
Roosevelt MS Cassorla

209 Comentario sobre el trabajo: “El analista, su paciente y el psicoanálisis contemporá-


neo: consideraciones sobre inducción mutua, enactment y el ‘no-sueño-de-dos’”
Roberto Oelsner

OBITUARIO

213 Una semblanza de León Grinberg (1921-2007)


R. Horacio Etchegoyen

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 5


EDITORIAL, Inés Raitzin de Vidal*

Estimados colegas:

Desde el Comité Editor1 nos complace poder presentarles el octavo volumen de


la Revista Latinoamericana de Psicoanálisis.
Asumimos esta tarea con mucho interés a la vez que conscientes del desafío que
enfrentábamos.La meta alcanzada ha sido posible sólo gracias a la gran colaboración
recibida tanto de parte de los autores publicados como de numerosos otros miembros
de FEPAL.
Nuestro programa editorial cuidó simultáneamente preservar los caracteres dis-
tintivos de esta publicación, lograr desarrollos acordes con los intereses actuales de
nuestras asociaciones componentes y enfrentar los interrogantes que atraviesan hoy al
psicoanálisis en América Latina.
Nos propusimos no sólo incentivar la producción científica escrita sino también
colaborar con el desarrollo del próximo XXVII Congreso de Santiago de Chile.
Para lograr tales objetivos organizamos un Concurso de trabajos sobre un tema
afín al mismo. Las 42 presentaciones recibidas hablan del éxito de la convocatoria y
afianzan el lugar de la Revista como centro de desarrollo y difusión de nuestro pensa-
miento.
También formó parte del proyecto editorial el propósito de promover el diálogo
entre las diferentes regiones de la IPA como vía de consolidar una comunidad científica
abierta. Fue así que invitamos a analistas pertenecientes a asociaciones de Europa y
Estados Unidos a participar con un comentario sobre los trabajos premiados que des-
plegara los acuerdos y las diferencias a partir de sus propios contextos profesionales.
De igual forma, quisimos integrar en este volumen una muestra de los desarrollos
científicos presentados en el XXVII Congreso. Para ello incluimos algunos de los pa-
neles que se presentarán allí, elegidos por temas y/o sub-regiones de FEPAL.
Por último, la sección dedicada a los Premios de FEPAL es parte de la distinción
acordada a sus autores y una forma de dejar documentado nuestro reconocimiento a
sus contribuciones.
Deseamos también aquí destacar, como parte de la política editorial, su plena
integración al programa del Área de Publicaciones de FEPAL y en especial al desarro-
llo de las bases de datos digitalizadas en nuestro Sitio Web –www.fepal.org.
Los avances tecnológicos permiten compensar los obstáculos económicos ac-
tuales y avanzar en la difusión de la Revista a través de su edición virtual. Este volumen
ha sido incorporado a una base de datos informatizada destinada a incluir todos los
ejemplares de la Revista desde sus comienzos.
Hemos comenzado esta tarea desde los números más recientes. Se encuentran
actualmente incorporados, con acceso a los textos completos, los últimos seis ejem-
plares.

* Directora del Comité Editor


1
Julia Braun - SAP; Cintia Buschinelli - SBPSP; Gloria Gitaroff - APA; Inés Vidal (Directora de Publicaciones) -
APdeBA; Susana Vinocur de Fischbain - APA y Silvia Wajnbuch - APdeBA.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 9


Editorial, Inés Raitzin de Vidal

Un gran beneficio de la inclusión de la Revista en esta base de datos digitalizada


es la existencia en la misma de un programa para realizar búsquedas bibliográficas por
autor, título y descriptores que permite una rápida investigación sobre el material dis-
ponible. Su estructura incluye también la incorporación de los trabajos presentados en
diferentes actividades científicas de FEPAL: Jornadas, Congresos, etc. Trabaja, al uní-
sono y en total articulación con la Biblioteca Virtual de Psicoanálisis de FEPAL, en la
construcción y el resguardo de una memoria regional que atesore la producción cientí-
fica de América Latina.
Los altos costos nos han obligado a optar en esta ocasión por una edición im-
presa de tiraje limitado. Será distribuida entre todas las bibliotecas de las Asociaciones
Componentes y en otras instituciones psicoanalíticas y centros universitarios vincula-
dos.
Cada Comité Editorial enfrenta el desafío y el privilegio de dar forma a un nuevo
eslabón en la historia de nuestra Revista. Retoma y amplía el camino trazado por sus
antecesores en búsqueda de plasmar una continuidad creativa.
El fortalecimiento de un programa editorial propio de FEPAL requiere de abre-
var en sus fuentes, dentro de un diálogo abierto hacia los interrogantes presentes y en
pos de un futuro a construir.
Concluimos este editorial reiterando nuestro agradecimiento por habernos con-
fiado esta tarea.

10 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


PALABRAS DEL PRESIDENTE, Juan Pablo Jiménez

Cuando esta Comisión Directiva asumió la dirección de FEPAL después del


congreso de Lima, presentamos un programa de trabajo que incluía 10 puntos. De
entre éstos, el punto 5 se refería a “mejorar el nivel de nuestras publicaciones y comu-
nicaciones”. Planteamos que queríamos apoyar decididamente el proyecto de una bi-
blioteca virtual –lo que implica la digitalización de la memoria psicoanalítica escrita
latinoamericana en un banco de datos accesible desde el PC personal de todos los
miembros de FEPAL– e impulsar una Revista Latinoamericana que represente lo me-
jor de los desarrollos psicoanalíticos de la región.
Al finalizar nuestra gestión de dos años, es tiempo de hacer un balance y de
reconocer la labor efectuada. El equipo dirigido eficientemente por Inés Vidal ha dado
un fuerte impulso a la biblioteca virtual y hoy día nos entrega el octavo volumen de esta
Revista que, como ella dice, pretende enfrentar “los interrogantes que atraviesan hoy al
psicoanálisis en América Latina”. Por vocación y naturaleza nuestra disciplina está per-
manentemente enfrentada a nuevas cuestiones. Después de leer esta revista, ustedes
juzgarán si sus contenidos hacen justicia a la tarea propuesta.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 11


PANELES
Carlos Mario Aslan 1

MODELOS TEÓRICO-CLÍNICOS
EN EL PSICOANÁLISIS
LATINOAMERICANO

1. Los modelos teórico-clínicos (también llamados esquemas referenciales, es-


cuelas, marcos de referencia, etc.) en América Latina incluyen a todos los modelos
psicoanalíticos existentes en el mundo psicoanalítico. Lógicamente han adquirido cier-
tos rasgos generales de la región y también características locales.
Por ejemplo, la distancia de Argentina con Europa y con Estados Unidos (que
recibió la mayor parte de los psicoanalistas europeos emigrantes antes y durante la
Segunda Guerra Mundial), fue un factor que contribuyó importantemente a dos situa-
ciones opuestas:
a) Como aspectos positivos: la lejanía favoreció una apreciación menos parro-
quialista y excluyente de los diversos modelos teórico-clínicos que fueron surgiendo,
favoreciendo una tendencia a la integración de diversos contenidos de ellos, contribu-
yendo así a una concepción pluralista en sus aspectos más constructivos.
b) Como aspecto negativo: la escasez de las posibilidades de una contrasta-
ción vivencial frecuente con los representantes de las teorías en juego, favoreció
idealizaciones que en ocasiones llevaron a posturas teórico-técnicas extremada-
mente cerradas.

A mediados de la década de 1930 se formaron en Buenos Aires dos grupos de


estudios del psicoanálisis, especialmente de la obra de Freud, organizados y dirigidos
respectivamente, por Arnaldo Rascovsky y por Enrique Pichon Rivière. En 1938 llegó
a Buenos Aires Ángel Garma, psicoanalista español formado en el Instituto de Berlín y
ex Miembro (ex porque había renunciado a ella en solidaridad con los miembros judíos
expulsados por el nazismo) de la Asociación Psicoanalítica Alemana. Poco después se
les unió Celes E. Cárcamo que volvía de su formación psicoanalítica en París. Los
cuatro integraron así el primer grupo psicoanalítico.
En esa época Freud vivía, y sus trabajos aparecían periódicamente en las revis-
tas de psicoanálisis junto con las de sus seguidores y continuadores, cada cual con sus
aportes. Esta situación, primum inter pares, compartida vivencialmente a pesar de la

1
Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina con Función Didáctica.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 15


Carlos Mario Aslan

distancia, creaba un clima científico muy presente y actual, desprovisto de una cierta
solemnidad, idealización y lejanía, que otorga la muerte. Los aportes, coincidencias y
discrepancias se daban entonces dentro del Psicoanálisis freudiano, único modelo
teórico-clínico existente en ese entonces.
Otro hecho muy importante para el psicoanálisis latinoamericano fue la muy tem-
prana aparición de la traducción al español de las obras completas de Freud, traduci-
das a sugerencia del filósofo Ortega y Gasset.2 De modo que los psicoanalistas de
habla hispana dispusieron tempranamente de la obra de Freud, y en muchos casos
antes que las traducciones inglesas y francesas.
Con la incorporación al cuarteto inicial de Ferrari Hardoy y Marie Langer (for-
mada en Viena), se constituyó la Asociación Psicoanalítica Argentina, que rápidamen-
te, en 1942, fue reconocida por Jones, presidente de la Asociación Psicoanalítica In-
ternacional. La Revista de Psicoanálisis, publicación de la APA, apareció por prime-
ra vez en 1943. Ya en su primer número se puede constatar la pluralidad de criterios
respecto de lo que serían muchos de los modelos teórico-clínicos posteriores que se
fueron creando a partir del tronco central de la teoría freudiana.
Con posterioridad a la muerte de Freud en septiembre de 1939, dos semanas
después de comenzada la Segunda Guerra Mundial, y luego de la terminación de la
guerra en 1945, se produjo una especie de estallido Big- Bang (¿o fiesta totémica?) de
los modelos teórico-clínicos.
Para tratar de comprimir en un párrafo la evolución posterior latinoamericana
del psicoanálisis, resumiendo décadas podría decir: que hubo en Latinoamérica una
gran expansión y predominio del kleinismo seguida de una más reciente declinación del
mismo. Acompañada ésta por una diversificación de los diversos esquemas teórico-
clínicos existentes, con un resurgimiento del esquema freudiano en sí y sus variantes:
Escuela inglesa no kleiniana (annafreudiana y Middle Group), psicología del Yo, rela-
ciones objetales, psicología del Self y, especialmente, un incremento muy notable de
las ideas de la escuela francesa, lacaniana y no lacaniana.

2. Un modelo teórico-clínico en psicoanálisis (o esquema referencial, o escuela,


etc.) es un conjunto de teorías e hipótesis acerca del psiquismo. De su estructura (es-
tructura en sentido psicoanalítico), de sus funciones y de su funcionamiento. De su
desarrollo, de sus procesos del enfermar y del curar. Todo esto implica ideas acerca
del objetivo a lograr en el tratamiento y de los métodos (técnicas) para obtenerlo.
Estos factores, teoría, clínica y técnica deben (deberían) estar conectados por interre-
laciones mutuas y adecuadas.

3. Los modelos teórico-clínicos como metáforas.


En su discurso presidencial del congreso de Roma (1889), R. Wallerstein deno-
minó metáforas a los diferentes esquemas referenciales. Una metáfora (del griego

2
Traducida por López Ballesteros y Torres al comienzo, y por Ludovico Rosenthal al final de las obras, y editadas
por Santiago Rueda

16 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Modelos Teórico-Clínicos en el Psicoanálisis Latinoamericano

metaphora: traslación) es una figura retórica por la cual se transporta el sentido de una
palabra a otra, mediante una comparación mental. Aunque durante siglos se supuso
que la metáfora era exclusivamente el lenguaje de la poesía, desde hace tiempo se
sostiene que la mayor parte de nuestro lenguaje, y no exclusivamente el lenguaje poé-
tico o figurativo, es metafórico (Lakoff). Aquella parte del lenguaje que no es concep-
tual, metafórico, lo denomina lenguaje literal. Otro lingüista contemporáneo, Reddy,
sostiene que el locus de la metáfora es el pensamiento, y no el lenguaje, y que por lo
tanto, la metáfora es un aspecto importante e indispensable de nuestra manera habitual
de conceptualizar el mundo. Además, y muy importantemente, la posibilidad de varia-
ciones de “[…] la comprensión de un sistema conceptual estructurado metafóricamen-
te hace discutible el concepto de verdad absoluta” (Lakoff).

4. El lenguaje metafórico y el psicoanálisis.


En general, la metáfora en sí presupone el conocimiento de lo metaforizado.
La gran hazaña freudiana fue su descripción de estructuras y funcionamientos
inconscientes, es decir, de algo que no era visible, ni audible, ni tocable, ni medible,
con lo cual, de cierto modo, al describir lo metaforizado, lo creaba. Creó así una
concepción genial de todo un psiquismo –consciente e inconsciente, científico, no
filosófico, no religioso, no exclusivamente biológico– que conceptualmente no existía
antes.
Las metáforas no son una verdad revelada, así como tampoco lo son las diver-
sas escuelas psicoanalíticas. Son aproximaciones a la verdad. Freud mismo nos dio el
ejemplo al complejizar, aumentar, y aun cambiar sus propuestas a lo largo de los años.
Muchas y posteriores generaciones de analistas han seguido su ejemplo, hasta alcanzar
la gran proliferación actual de esquemas referenciales.

5. De un modo muy esquemático podríamos separar, como lo hacen diversos


autores (por ejemplo: Bergman) a esta proliferación en dos grupos: a) los que podría-
mos denominar ampliadores, o profundizadores del esquema freudiano; b) los que
podríamos denominar modificadores. Estos últimos son los que, aun reconociéndose
en cierta continuidad con Freud, a veces partiendo de algún aspecto determinado de la
teoría, crean un esquema propio, esquema que a veces alcanza a ser suficientemente
completo y explicativo por sí mismo.
Quizás sea pertinente en este punto señalar dos corrientes que me parecen influ-
yentes en la actualidad: una que busca y se apoya más en la experiencia clínica como
fuente y justificación de los modelos, y otra que tiende a apoyarse más en ideas origi-
nadas en corrientes filosóficas. La primera es mayoritaria entre las teorías “ampliado-
ras” y la segunda en las teorías “modificadoras”.

6. Llegamos así al actual Pluralismo. Pluralismo de ideas, de modelos teórico-


clínicos, de esquemas referenciales. El pluralismo presenta innegables avances, es prueba
de la vitalidad y riqueza del psicoanálisis. Pero también crea determinados problemas.
El pluralismo surge, a mi juicio, de razones teóricas “internas”: como ya lo seña-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 17


Carlos Mario Aslan

lé, del carácter metafórico de la teoría psicoanalítica, y también y relacionada a la


anterior, de la convicción que no necesariamente toda la verdad está contenida en un
solo esquema. Ya me he referido a algunas razones “externas” (la muerte de Freud, la
Segunda Guerra Mundial, etc.).
No se me escapa que otros factores humanos inevitables también han interveni-
do en la creación de nuevos modelos: excesos de narcisismo, influencias transferencia-
les negativas y positivas, rivalidades, luchas políticas, necesidades excesivas de tras-
cendencia, etc., todos ellos viejos conocidos de los analistas.
Contemporáneamente con los aportes del pluralismo se van perfilando algunas
desventajas y riesgos: del pluralismo al babelismo y a la fragmentación y, como reac-
ción, de la ortodoxia a la rigidificación.
La rigidificación consistiría en considerar algunos textos psicoanalíticos freudia-
nos de un modo cuasi religioso, inamovible y de fijeza absoluta. (Aunque a mi modo de
ver la ortodoxia de Freud fue la heterodoxia).
Para dar sólo algunos ejemplos de la babelización, existen: a) iguales términos
con diferentes significados; b) diferentes términos con igual significado; c) nuevos tér-
minos y conceptos que sólo adquieren significado dentro de un esquema especial y
determinado.
No está de más en este momento recordar a Ferenczi quien comparó la técnica
psicoanalítica a un elástico que se puede estirar en diversos grados, siempre que man-
tenga la posibilidad de recobrar su elasticidad inicial, es decir, su esencia psicoanalítica.
Al comienzo de la aparición de nuevas teorías se buscaba establecer “puentes”
con las de Freud, mostrar sus semejanzas o continuidades. Actualmente, y me parece
una tendencia sumamente positiva, se tiende a establecer también las diferencias, inclu-
sive aquellas que muestran incompatibilidades en sus fundamentos.

7. Me parece observar una gran confusión acerca de lo que en la práctica y su


aplicación es el concepto de pluralismo.
– Ciertamente no se pretende un pluralismo ideológico en los analistas a nivel
individual. Cada analista tiene su teoría a la cual idealmente ha llegado por su pensa-
miento y su experiencia clínico-teórica y teórico-clínica. En ese sentido, individual,
respecto de lo que cree, un determinado analista no es pluralista, se maneja con su
esquema referencial propio. Lo que sí se requiere de un analista pluralista es su
disposición a tener sus oídos y sus ojos abiertos y permeables a otras ideas, para
evaluarlas, integrarlas o desecharlas.
– Una concepción pluralista de las Instituciones Psicoanalíticas, requiere que
ésta ofrezca a sus miembros y a sus candidatos una visión amplia y actualizada de la
panoplia teórica psicoanalítica.
Respecto a estos puntos pueden surgir dos problemas:
a) Un posible diálogo de un analista pluralista con un analista no pluralista. El
diálogo se agota rápidamente.
b) La existencia de instituciones no pluralistas, dogmáticas, donde se enseña y
practica un solo modelo teórico-clínico-técnico.

18 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Modelos Teórico-Clínicos en el Psicoanálisis Latinoamericano

Por éstas y otras razones, me parece imprescindible, para cualquier analista, el


estudio y conocimiento de todo el pensamiento freudiano. Subrayo “todo” ya que
existe, por lo menos en algunas sociedades, una tendencia a desvalorizar o, peor, a
desconsiderar, la teoría estructural –con todo lo rico, modificador y nuevo que ésta
conlleva. El modelo de Freud podría ser considerado como el lenguaje psicoanalítico
compartido.

8. De cierto modo opuesto al babelismo y a la dispersión, me parece observar


contemporáneamente algunas orientaciones generales coincidentes en diversos mo-
delos teórico-clínicos. Algunas de éstas son:
a) Corrientes con diferentes nombres y surgiendo de esquemas teóricos diver-
sos, se refieren al fenómeno de un tipo especial de relación consciente e inconsciente
que se crea en la situación analítica. No voy a personalizar citando autores, pero sí
nombrar algunas de las denominaciones de esta situación: teoría del campo dinámico,
teorías intersubjetivistas, teorías relacionales, teorías interpersonales, etc.
b) El reconocimiento de la subjetividad y de cierta neutralidad imposible por
parte del analista. Sabemos que los analistas debemos esforzarnos en no intervenir con
nuestras ideas, ideologías y opiniones personales en las correspondientes a nuestros
pacientes, pero también sabemos que esto no es totalmente posible. Justamente, por
saberlo, podemos manejarlo mejor, es decir, al mejor nivel consciente posible. Y la
instrumentación técnica de la contratransferencia exige un análisis de la misma, previo a
la interpretación.
c) El rol terapéutico del setting y especialmente del analista, dentro y fuera de él.
Desde hace tiempo se tiene en cuenta el encuadre y la vivencia en las sesiones como
factor de cambio psíquico. La oportunidad privilegiada de un lugar donde hablar de sí
mismo y de todas sus problemáticas, recibiendo una respuesta no judicativa, una acti-
tud de comprensión, de explicación, de acompañamiento, resulta única, conocida y
apreciada por muchos como tal y considerada como mutativa y terapéutica por sí
misma.
d) Más reciente es, sin embargo, la inclusión del analista, de su persona, su
actitud y sus circunstancias, como factor de cambio terapéutico. Esto representa un
giro de ciento ochenta grados respecto de la ortodoxia técnica kleiniana, y de la tenta-
tiva de borrar al analista como persona.
Sin embargo existió contemporáneamente a Klein, en la historia del psicoanáli-
sis, un linaje de analistas importantes que tuvieron una orientación opuesta. Comenzan-
do con Freud que, a mi juicio, intentó vanamente separar su persona y su influencia de
lo que sucedía en su consultorio. Siguiendo por Ferenczi, quien hizo consciente y ex-
ploró esta línea. Luego F. Alexander acuñó el feliz concepto: “vivencia emocional co-
rrectiva” de actualísima aplicación. S. Nacht quien en el título de su libro La presencia
del psicoanalista lo dice todo. M. Balint, discípulo de Ferenczi, Winnicott y muchos
otros pioneros en este sentido, junto con muchos autores contemporáneos cuyos es-
critos y prácticas, explícitas e implícitas, se abren en abanico.
Muchos de estos cambios producidos por diversas circunstancias y vivencias

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 19


Carlos Mario Aslan

durante las sesiones, frecuentemente factores de cambio estructural y que no alcanzan


a hacerse totalmente conscientes en general, se producen por el mecanismo de la
acción diferida (nachträglichkeit, a posteriori, après coup), en forma automática,
inconsciente y permanente, lo que no pocas veces llevan a resignificaciones saludables.
Me parece de absoluta pertinencia señalar que toda esta reevaluación de facto-
res terapéuticos no interpretativos, que favorece a la comprensión de una actitud activa
y positiva del analista como formando parte del encuadre terapéutico, ha estado en
relación con el conocimiento y terapia de las denominadas nuevas patologías y la posi-
bilidad así de su mejor tratamiento.
e) Acerca de las interpretaciones.
Como se acaba de ver, el insight suministrado por las interpretaciones del ana-
lista ya no es más considerado como único factor de cambio psíquico. Inclusive, en la
interpretación misma y más allá de su contenido semántico, la oportunidad, el modo, el
afecto acompañante, el tono de voz, constituye una nueva vivencia emocional correc-
tiva. Hace más de medio siglo Luisa Álvarez de Toledo fue incluso más profundo: “[…]
Al analizarse “el asociar” y “el interpretar” en sí, surge de la primitiva identidad de
acto, imagen y objeto y se realiza en el acto de hablar y escuchar al analista”.3
Otro punto que me parece importante y actual es un cierto feliz abandono del
uso exclusivo de las interpretaciones (kleinianas) de transferencias negativas. Creo que
esta práctica a menudo resultaba iatrogénica por repetir y reforzar las huellas mnémi-
cas de las acusaciones y malos tratos de los objetos primarios.
f) Y finalmente quiero recalcar dos tendencias opuestas pero concurrentes:
1) cierto exclusivo énfasis en diversas variedades y acepciones de “lo negativo” como
por ejemplo alucinaciones negativas, ausencias, faltas, déficits, diversas conceptualiza-
ciones de la pulsión de muerte, etc., 2) más recientemente una tendencia a señalar,
rescatar e incluir “lo positivo”. Para citar solamente tres ejemplos actuales: a) Los
trabajos de J. García Badaracco sobre “recursos yoicos”, las virtualidades sanas, y la
insistencia en rescatar los aspectos sanos, inclusive de los pacientes psicóticos. b) El
libro reciente de Mariam Alizade, Lo positivo en psicoanálisis. Implicancias teóri-
co-técnicas, título que resume perfectamente lo que desarrolla en extensión y profun-
didad: esta tendencia a “la exploración de los aspectos saludables del paciente...” y “la
construcción de la salud...” c) Para citarme a mi mismo, un trabajo presentado en el
Congreso Internacional de Río (2005) sobre la utilidad de la construcción o recons-
trucción, de ciertas características y rasgos positivos de los pacientes, muchos de ellos
previamente considerados como hipomaníacos o narcisistas.

Resumen
Orígenes y características favorables y desfavorables del psicoanálisis latinoamerica-
no. Del esquema freudiano originario a la proliferación de modelos o esquemas referencia-

3
Cursivas en el original.

20 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Modelos Teórico-Clínicos en el Psicoanálisis Latinoamericano

les. Causales internas y externas. Predominio de modelos: 1) Melanie Klein y su escuela,


2) Psicoanálisis Francés, lacaniano y no lacaniano, 3) Dispersión y coexistencia de todos
los esquemas referenciales.
Los modelos teórico-clínicos como metáforas. Su importancia.
El pluralismo, ventajas e inconvenientes.
Corrientes actuales diversas, divergencias y convergencias.
La presencia y persona del analista y del encuadre como factor terapéutico, su evolu-
ción histórica conceptual.

Descriptores: Modelos teórico-clínicos como metáforas – Pluralismo – Corrientes actua-


les – Persona del analista.

Resumo
Origens e características favoráveis e desfavoráveis da psicanálise latino-Americana.
Do esquema freudiano original à proliferação de modelos ou esquemas referenciais. Cau-
sas internas e externas. Predomínio de modelos. 1) Melanie Klein e sua escola, 2) Psica-
nálise francesa, lacaniana e não lacaniana, 3) Dispersão e coexistência de todos os
esquemas referenciais.
Os modelos teórico-clínicos como metáforas. Sua importância.
O pluralismo: vantagens e inconvenientes.
Correntes atuais: divergências e convergências.
A presença e a pessoa do analista e o enquadre como fator terapêutico; sua evolução
histórica conceitual.

Palavras chave: Modelo teórico-clínicos como metáforas – Pluralismo – Correntes atu-


ais – Pessoa do analista.

Summary
Latinamerican Psychoanalysis: Origins. Its favorables and unfavorables characteris-
tics. From the original Freudian frame of reference to the proliferations of theorethical-
clinical models. Its internal and external causes.
The evolution of the predominance of the different models: 1) Melanie Klein and her
school, 2) French psychoanalysis, lacanian and not lacanian, 3) Dispersions and co-exist-
ence of all frames of references.
Theorethical-clinical models as metaphors. Its importance.
Pluralism, advantages and objections.
Present day psychoanalytic currents, divergences and convergences.
The presence and the person of the analyst, and the psychoanalytic setting as thera-
peutic factors. Its historical and conceptual evolutions.

Keywords: Theoretical-clinical models as metaphores – Pluralism – Present time trends –


The analyst as a person.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 21


Carlos Mario Aslan

Bibliografía

Alizade, A. M. Lo positivo en psicoanálisis. Grupo Editorial Lumen, Buenos Aires, Méxi-


co, 2002.
Álvarez de Toledo, L. G. de El análisis del asociar, del interpretar y de las palabras.
Citado en: Ahumada, Jorge, L.: Contexto y Texto de los descubrimientos freudianos, Rev.
de Psicoanálisis (APA), 2006, tomo LXIII, 2.
Aslan, C. M. (2005) “Trauma normógeno y la construcción de la normalidad”, presentado
en el Congreso Psicoanalítico Internacional, Río de Janeiro, 2005.
- (2006) Freud, lenguaje metafórico, vicisitudes biográficas y destinos del pluralismo, Rev.
de Psicoanálisis, tomo LXIII, 2, 2006.
Balint, M. El médico, el paciente y la enfermedad. Libros Básicos, Buenos Aires, 1961.
- “Sandors Ferenczi´s Technical Experiments”, In B. B. Wolman Editor, Psychoanalytic
Techniques, Basic Books, Inc. New York, London, 1967.
Bergman, M. S. (1993) Reflections on the History of Psychoanalysis. Journal of the
American Psychoanalytic Association, 1993, Vol 41,4.
Ferenczi, S. (1928) La elasticidad en la técnica psicoanalítica. In Problemas y métodos
del psicoanálisis, Buenos Aires, Hormé.
Freud, S. (1950 [1887-1902]) “Correspondencias con Fliess”, Los orígenes del psicoaná-
lisis. A. E., I.
García Badaracco, J. E. (2000) Psicoanálisis multifamiliar- Los otros en nosotros y el
descubrimiento del sí mismo. Paidós, Buenos Aires, 2000.
Lakoff, G. Metáfora. In Wikipedia, Enciclopedia Libre.
Nacht, S. La presencia del psicoanalista, Editorial Proteo, Buenos Aires, 1967.
Reddy, M. Metáfora. In Wikipedia, Enciclopedia Libre.
Selesnick, S. T. “The Techniques of Psychoanalysis Developed by Franz Alexander and
Thomas French”. In B. B. Wolman, Editor, Psychoanalytic Techniques, Basic Books, Inc.
New York, London, 1967.
Wallerstein, R. S “One Psychoanalysis or Many?” In R. S. Wallerstein, Editor: The
Common Ground of Psychoanalysis, Jason Aronson Inc. New Jersey, London, 1992.

22 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Isidoro Berenstein 1

HACIA UNA DIFERENCIACIÓN


ENTRE PERSONA Y PRESENCIA
EN LA SESIÓN ANALÍTICA

1. El propósito

De esta breve comunicación es lograr diferenciar la persona de la presencia


(que trataré de caracterizar más adelante) del analista que generan en la sesión
analítica, dos enlaces, que sugerimos llamar “relación analítica” y “vínculo ana-
lítico”. En el primero la persona del paciente se liga con la persona del analista y
en la segunda el paciente como sujeto hace gala de presencia y se vincula con la
presencia del analista. No está de más decir que ambos modos de ligarse a veces
son indiscernibles, de manera tal que por momentos o por sesiones formamos
parte de uno de ellos y en otros momentos o períodos formamos parte del otro.
Varios analistas antes se ocuparon de estos temas, Winnicott (1947), Little (1957),
Klauber (1968)2 y lo que ocurría del lado de lo que llamaron la persona del analista,
lo ubicaron en la contratransferencia que tuvo un desarrollo importante después
de la Segunda Guerra Mundial. Cada uno de ellos pronto sintió que la metáfora
del analista como espejo presentaba algunas inconsistencias y trataron de sacar
del espejo al analista como sujeto, no ya espejando a su paciente sino incidiendo
con su especificidad en la sesión. Pero tiene sentido volver a ocuparse de lo que
otros aparentemente se ocuparon ya que cada cual lo plantea a su manera, en una
discusión que tiene como fondo su época, lo que cada uno percibió y trata de incluir
y explicitar alguna novedad y una diferencia, respecto de la cual otros analistas
no se hayan ocupado. Se requiere cierto coraje para seguir adelante aunque “ya
lo dijo alguien antes”, y ello nos ocurre especialmente con Freud. Voy a seguir
con un ejemplo cotidiano porque contiene, como todos ellos, la complejidad de
1
Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).
2
Klauber menciona que el analista no sólo interpreta sino que ejecuta complejos actos de evaluación y debe decidir (la itálica es mía)
su importancia relativa. Las intervenciones del analista variarán según su personalidad y cultura. Cita a Winnicott para distinguir
las tendencias idiosincrásicas del analista de su contratransferencia. Menciona un paciente que se había analizado con tres analistas
diciendo: ‘Es sumamente instructivo ver cuáles de los hábitos desaprueba cada analista”.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Isidoro Berenstein

las situaciones más humanas.


2. Ejemplo cotidiano

En una reunión social estoy teniendo un diálogo con otra persona. Me dice:
“¿te acordás de J.?” “Sí, lo recuerdo” le respondo. Para ello recorrí mis recuerdos
que eran evocaciones de representaciones construidas de experiencias pasadas
que anidaban en mi interior. Mientras seguimos asociando entre nosotros en base
a las memorias de uno y otro, más la particularidad de que algunas memorias
acerca de mí las tenía él y no yo así como yo tenía algunas de las suyas (Krakov,
2004). Estamos relacionándonos placenteramente, nos basamos en hechos de la
memoria y como acciones estamos desenvolviendo el encuentro, ahora, en base
a tratar, tarea imposible, de compartir un pasado. Ese pasado nos vinculaba en
el presente y quizá sea su valor. Discutimos acerca de la supuesta veracidad de
algunas evocaciones. Si esos encuentros quedan en eso no tienen mucho futuro.
Sigo en la reunión. Se acercó un amigo de mi amigo, hablan y éste me dice: “Te
presento a S.”. Este otro me es nuevo, no tengo registros previos de él, pero tiene
presencia, opacidad, consistencia. A algunas de mis observaciones dice que no,
que lo piensa de otra manera y a esas cualidades se agrega una fundamental: una
presencia dada a conocer por una diferencia no reducible, una ajenidad. Le en-
cuentro algunos parecidos con algunas personas conocidas pero indudablemente
no coinciden. Cuando llega la hora de comer intercambiamos acerca de dónde
sentarnos, el prefiere un lugar y yo otro. Diferimos acerca de los lugares. Se
presenta la alternativa: si separarnos o seguir juntos. En el primer caso cada cual
seguirá su trayecto, en el segundo trataremos de construir un lugar de convivencia.
Damos algunos argumentos a favor de un lugar u otro. Es un gusto (placer) estar
en la misma mesa pero hay una pugna acerca de quién impone su preferencia
(relaciones de poder) por la cual habrá que hacer y pedir concesiones, dicho con
más precisión: hacerle un lugar al otro. Estamos “haciendo” y, al hacer, obligando
al otro y obligándonos con ese otro.3 Es a partir de esa “presentación”, y tomando
como punto de partida la puesta en juego de nuestras presencias, que adquiere
carácter de novedad, pues aunque pueda investirla de imágenes conocidas, algo
distinta en ella obliga a inscribirla. Puedo luego evocarla o no según lo que me
signifique y como registro se inscribirá y tratará de renovarse o se debilitará hasta
formar parte de esos restos que dejan los encuentros no significativos.

3. Repetición y novedad
3
Espósito (1998) al tratar el término comunitas señala que el adjetivo ‘común’ se opone a ‘propio’, es lo no propio que comienza allí
con lo no propio del otro. Lo no propio es lo común. El munus de comunitas incluye la idea de deber, de obligatoriedad, de dar. Este dar
no espera retribución sino otro dar, igualmente obligatorio. Un circuito es dar y devolver y otro circuito es dar por parte de uno y dar
por parte del otro, como figura obligatoria del ser sujeto. “Un ‘deber’ une a los sujetos de la comunidad –en el sentido de ‘te debo algo,
pero no me debes algo’–que hace que no sean dueños de sí mismos. En términos más precisos, les expropia, en parte o enteramente,
su propiedad inicial, su propiedad más propia, es decir su subjetividad”. (Página 30/31)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Hacia una diferenciación entre persona y presencia en la sesión analítica

Tomemos ahora, como fue tomado por muchos ya, el juego del carretel del
nieto de Freud. Niño de un año y medio que ante el alejamiento de su madre, ante
su ausencia, ausencia de una presencia previa, empezó un juego consistente en tirar
sus juguetes debajo de la cama o de los muebles. Decía o-o-o-o que Freud asimiló
a fort (“se fue”). Luego desarrolló su juego con el carretel atado a un hilo. Cuando
lo tiraba más allá de la cuna, el carretel desaparecía de su vista y luego al tirar de
la cuerda volvía a aparecer, a estar presente, a tener presencia. Lo acompañaba
diciendo da (“acá está”). Una peculiaridad es que el carretel no tiene vida propia,
no tiene deseos, no ejerce ninguna imposición, está a merced y hace lo que el niño
quiere, se aleja o se acerca solo según su voluntad. Este juego repetido anuncia
la compulsión de repetición en Freud, y en el niño la diferencia entre un objeto
que él puede accionar y hacerlo desaparecer o aparecer y un sujeto, para el caso
la madre, que el hilo amoroso no puede hacer aparecer o desaparecer. Ellos se
encontrarán no sólo cuando el niño tire del hilo de su deseo, de ese hilo libidinal
que hace aparecer lo ausente como representación, sino cuando ambos decidan
hacerse presentes ante el otro, cuando decidan y tengan presencia. No depende
del otro, no coincide con el deseo, no depende de la buena voluntad o intuición.
Tiene un carácter azaroso y opuesto a la ausencia. Cuando se encuentren, además
del niño haberse “entrenado” con el carretel a las ausencias y presencias de la
madre-representación, cumplirán una serie de acciones para componer un espacio
de convivencia con el hecho de que cada cual hallará al otro en otro lugar que
el que lo dejó, nunca en el mismo. Que encubran esta situación con expresiones
del tipo “es el mismo niño” o “es la misma madre” es a los efectos de encubrir
con representaciones la angustia del encuentro con un sujeto que siempre hace
gala de otredad o, mejor aún, como dije antes, de una ajenidad que los obliga a
un hacer para realizar el encuentro.

4. Persona y presencia

Como se vio en la lista provista por la Comisión Científica de FEPAL hay


un entrelazamiento de ambos términos. Voy a proponer una distinción a sabiendas
de que puede ser un tanto arbitraria. Sugiero llamar persona al personaje, paciente
o analista, aunque más frecuentemente se refiere a éste último, en un sentido más
próximo a una ficción, a la construcción representacional, que es el eje de la transfe-
rencia. Veamos algo del origen etimológico. Como saben, persona viene del griego

4
Deleuze, G., Guattari (1980) hablan de rostridad. En el lenguaje las opciones se guían por el rostro del hablante y lo que le parece al inter-
locutor, si está irritado, si es amigable, si crítico o acusador. “Los rostros no son, en principio, individuales, defienden zonas de frecuencia
o de probabilidad, delimitan un campo que neutraliza de antemano expresiones y conexiones rebeldes a las significaciones dominantes.
De igual modo, la forma de la subjetividad, conciencia o pasión, quedaría absolutamente vacía si los rostros no constituyesen espacios de
resonancia que seleccionan lo real mental o percibido, adecuándolo previamente a la realidad dominante”. (Página 174)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Isidoro Berenstein

ʌȡȩıȦʌȠȞ (prosopon), máscara de actor, pasado al latín persona que lo derivó del
etrusco phersu. La máscara griega tenía una doble función: ampliar el volumen de
la voz y la capacidad de poder ser usada por actores varios que hacían de soporte
del personaje representado. Ese rostro,4 que es donde se pretende encontrar los
aspectos del objeto proyectado, se aproxima a estas consideraciones. Recuerden
otros episodios de la vida cotidiana donde las parejas discuten entre ellos acerca
de la cara: “Tenés cara de…”, dicho con los tonos varios desde la preocupación
hasta el enojo. “Tenés cara de cansado”, “Tenés cara de preocupado”, “¿Por qué
me mirás con esa cara?”. Persona es exterioridad. Excelente para conectar al ana-
lista con la transferencia–contratransferencia, correspondiente al paciente como
persona que evoca y despierta personajes con los que inviste al analista y éste
se inviste y le amplifican la voz y las emociones (enojo, indulgencia, severidad,
etc.) al interpretar al personaje proyectado. En este sentido de persona trata de
dejar afuera la otredad de su subjetividad, de la cual su existencia irrenunciable
marca la presencia de cada sujeto.5 La persona depende del juicio de existencia (si
además de figurar como representación coincide con la percepción de realidad) y
de atribución (regulada por el principio de placer, con una máquina psíquica que
permite distribuir lo bueno y placentero para hacer que me pertenezca y hacer
que lo malo y displacentero sea adjudicado al otro ajeno).

Presencia llamo a la evidencia de otredad, que se presenta como impo-


sición, depende por lo tanto de relaciones de poder, poder que en español tiene
dos formas, como verbo y como sustantivo. El primero habla del hacer recípro-
camente uno con otro en eso imprevisible, que plantea un problema a resolver y
que puede o no producir una novedad. No se trata de un significado a interpretar,
sino de un hacer junto con otro. Se habla de poder sustantivo cuando se acerca
a la supresión o aniquilación del otro, psíquica o físicamente. La presencia es
opuesta semántica y conceptualmente a la ausencia del otro y a la existencia del
objeto interno. De esto nos hemos ocupado Puget, J. (2001) y yo (Berenstein,
2001) en distintas oportunidades Entiéndase bien: ambos ocupan y se entreveran
en el campo de la sesión, como dije al principio. Poder del paciente y poder del
analista, poder de la madre y poder del bebé. Depende del juicio de presencia
(Berenstein, 2001, 2004), de si la percepción del otro en su presencia puede pasar
a ausente o, lo que es más seguro, el otro no ha de desaparecer por efecto de mi
deseo, no coincide con una representación y mi trabajo es hacerle un lugar, ese
“deber” del que habla Espósito, inscribirlo y que halle un lugar diferente junto
con mis otras representaciones.

5
Quizá por este motivo en los ejemplos clínicos tenemos abundantes referencias del paciente, edad, historia previa, sexo, si es casado
o soltero y no tenemos casi datos del analista, no sabemos si es joven o adulto o viejo, si soltero, casado o separado, suerte de figura
un tanto anónima y sostén obligado de la relación entre los dos.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Hacia una diferenciación entre persona y presencia en la sesión analítica

Resumen
Propongo diferenciar la persona del analista en relación con su paciente de la presencia de
uno y otro en la construcción del vínculo analítico. La persona se refiere al personaje, paciente o
analista, en un sentido más próximo a ficción, a construcción representacional, que es el eje de la
transferencia-contratransferencia. Llamo presencia a la evidencia de otredad, que se presenta
como imposición, depende por lo tanto de relaciones de poder, del hacer recíprocamente uno con
otro en eso imprevisible que puede llevar o no a la producción de novedad, que plantea un problema
a resolver y no sólo un significado a interpretar. En la sesión hay momentos de significación y de
interpretación y hay momentos de imposición, de acciones, de un hacer que lleva a que cada sujeto
imponga su presencia y de parte del otro trate de hacerle un lugar que no tenía previamente. En
ella circulan relaciones de deseo en base a la dimensión representacional y relaciones de poder
mediante las cuales se ejercerán acciones que tratarán de impedir las acciones del otro. Muestro
un ejemplo de la vida cotidiana, y comento el “juego del carretel” de Freud.

Descriptores: Persona – Presencia – Relación – Vínculo.

Resumo
Proponho diferenciar a pessoa do analista em relação com seu paciente da presença de um e
outro na construção do vínculo analítico. A pessoa se refere ao personagem, paciente ou analista,
em um sentido mais próximo da ficção, à construção representacional, que é o eixo da transferência-
contratransferência. Chamo presença a evidência de “outridade”, que se apresenta como imposição,
e que depende, portanto, de relações de poder, do fazer reciprocamente um com o outro nesse
imprevisível que pode levar ou não à produção de algo novo, que propõe um problema para ser
resolvido e não só um significado para ser interpretado. Na sessão há momentos de significação e
de interpretação, e há momentos de imposição, de ações, de um fazer que leva a que cada sujeito
imponha sua presença e que a outra parte trate de construir-lhe um lugar que não tinha previamen-
te. Nela circulam relações de desejo na base da dimensão representacional, e relações de poder
mediante as quais se exercerão ações que tratarão de impedir as ações do outro. Apresento um
exemplo da vida cotidiana, e comento o “jogo do carretel” de Freud.

Palavras chave: Pessoa – Presença – Relação – Vínculo.

Summary
In the construction of the analytical relationship, I propose distinguishing between two aspects
of the analyst: as a person, and as a presence. The same two aspects could be distinguished within
the patient in their specificity. I use the term person to refer to a character, either patient or analyst,
in a sense which is closer to fiction, and which depends on unconscious representations and projec-
tions, all of which concern transference-countertransference. In contrast, I refer to presence as the
evidence of otherness. This is manifested as a conscious-unconscious imposition, and is consequently
dependent on power relationships and on reciprocal actions between individuals in the midst of the
unpredictable. This may or may not result in the production of newness, leading to the creation of
a situation which needs to be dealt with, but not solely through the interpretation of meaning. In the
psychoanalytic session, there are moments of interpretation, and there are moments of imposition,

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Isidoro Berenstein

of actions which lead each subject to impose their presence on the other and to try to make a space
there which did not previously exist. In the session, both types of relationship come into play: the first,
based on unconscious desire, with the dimension of representations, and the second based on power
relationships. As regards the latter, one individual performs actions which try to hinder those of the
other. I illustrate this with an example from everyday life and comment on Freud’s “fort-da” game.

Key words: Person – Presence – Bond – Relationship.

Bibliografía

Berenstein, I. (2004) Devenir otro con otro(s). 1ª ed., Buenos Aires, Paidós.
- (2001) The Link and the Other. London, The International Journal of Psychoanalysis,
Vol. 82.
Deleuze, G. y Guattari, F. (1980) Mil Mesetas. 1ª ed., Valencia, Pre-Textos, 1988.
Espósito, R. (1998) Comunnitas: origen y destino de la comunidad. 1ª ed., Buenos
Aires, Amorrortu, 2003.
Freud, S. (1920) Más allá del principio del placer. En O. C., XVIII, Buenos Aires, Amorrortu,
1976.
- (1925) La negación. En O. C., XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Klauber, J. (1968) El psicoanalista como persona. En Dificultades en el encuentro analítico
(1981), 1ª ed., Buenos Aires, Paidós, 1991.
Krakov, H. (2004) Comunicación personal.
Little, M. (1957) “R” –The Analyst’s Total Response to His Patient’s needs. En Transference
neurosis and transference psychosis: toward basic unity (1986), Londres, Free asso-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


1
Enrique Núñez Jasso

EL PLURALISMO CLÍNICO Y
LA PERSONA DEL ANALISTA

El modelo ideal del psicoanalista es aquel que pueda integrar los diferentes roles
profesionales, aunque es difícil desarrollarse en todos: el clínico (experto en psicopato-
logía psicoanalítica), el maestro (supervisor-didáctico), el investigador-escritor de tra-
bajos analíticos ( de investigación conceptual, empírica, narrativa), el administrador-
político (compromiso institucional en sus funciones de presidente, comisiones de ense-
ñanza, actividades externas en la Universidad, ) y que muestre competencias en cada
una de las actividades que realiza en su práctica cotidiana, debiendo completar unas
10,000 horas de sesiones-paciente, cantidad que se logra al tener 40 horas de consulta
por semana en cinco años, y cinco años de posgraduado, acompañado de reflexión
teórica y autoanálisis. (Núñez, 2001; Núñez, 2008)
La elaboración necesita ser transdisciplinaria y globalizada con las bases filosó-
ficas de la verdad en la mente psicoanalítica (Cavell, 2000): la coherencia (hermenéu-
tica), la correspondencia (neopositivismo) con sus consideraciones estéticas y prag-
máticas (Jiménez, 2007) para comprender la realidad, diferenciarla de la fantasía y sus
aplicaciones al arte, cultura y otras áreas del pensamiento complejo (Morin, 1997) y la
Teoría del Caos (Sharff, 2007).
Es necesario que tenga un conocimiento general teórico pluralista del psicoaná-
lisis freudiano y posfreudiano: psicoanálisis del Yo clásico, las teorías de las relaciones
objetales (grupo británico, intermedio y americano), el psicoanálisis del self, ampliado
a los modelos relacionales-intersubjetivos-constructivistas (Stolorow, 2004), la teoría
del apego, la escuela francesa (API y lacaniana), el neuropsicoanálisis (Solms, 2000) y
en FEPAL de los autores latinoamericanos de su sociedad local o regional, con sus
correspondientes líderes en Europa o Norteamérica (Jiménez, 2007; Bleichmar, H.,
2008; Bleichmar, N., 1989; Gabbard, 2004; Cooper, 2006; Mitchell, 2004; Coderch,
2006).
En cuanto a su habilidad como analista debe conocer las bases de estrategia,
táctica y técnica de aplicación con los pacientes (Etchegoyen, 1986; Kernberg, 2007).
La neutralidad, abstinencia y anonimato como parte de la actitud analítica para crear un
1
Miembro Titular Didáctico de la Asociación Regiomontana de Psicoanálisis.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 29


Enrique Núñez Jasso

encuadre; el uso de las intervenciones: silencio, clarificaciones, confrontaciones, vali-


dación empática, interpretaciones generales y específicas, con el uso excepcional de
confesiones contratransferenciales. Las diferencias entre relación real, alianza terapéu-
tica y transferencia en la relación-interacción analítica.
Debe conocer la suma importancia de la confidencialidad, privacidad y secreto
profesional para dar lugar a un encuentro clínico ético, auténtico y comprometido con
los intereses del paciente (analizando); unido con un respeto a los colegas y a la asocia-
ción de pertenencia.
En cuanto a las satisfacciones del analista, tema poco tratado en la literatura
(Langs, 1976), se puede decir que derivan de una profesión que da una forma de
ganarse modestamente la vida, con una estimulante profundidad intelectual y emocio-
nal que permite conocer el mundo interno de una gran cantidad de personas (Mc
Williams, 1994) y ver los resultados en metas de vida (cambio estructural) en los pa-
cientes y en uno mismo con la experiencia acumulada de vida profesional.
En este trabajo quiero mostrar un ángulo de la práctica profesional que es la
base de todos nuestros esfuerzos. Me refiero al Psicoanalista Clínico Pluralista que se
enfrenta a una pluralidad (diversidad) de casos con diferente grado de psicopatología
en este mundo posmoderno, complejo y a veces caótico (Núñez, 1996). Cómo tiene
una gran importancia la persona del analista en cuanto a la forma en que se conduce
(trabaja), cómo lo ven los pacientes (transferencia y rol profesional) y cómo se siente
en su práctica cotidiana (contratransferencia y experiencia personal). Para esto pre-
sentaré varias viñetas clínicas de neuróticos, limítrofes y psicóticos, adolescentes y
adultos, enfatizando estos puntos. En una síntesis final, presentaré las conclusiones
sobre la persona del analista en la pluralidad clínica actual. Particularmente en las vici-
situdes de su experiencia profesional en esta época en que parece que se ha superado
la crisis del psicoanálisis de los 80’s con una enorme oferta-demanda de terapias bre-
ves, fugaces en sus resultados y un desconocimiento general de nuestra actividad por la
hiperrealidad y sobreinformación en Internet en contra de nuestra profesión. Parafra-
seando las conclusiones de una mesa en el Congreso de Niza: “El Psicoanálisis es el
último bastión de la cultura para la libertad personal” (Núñez, 2002).

Caso clínico 1

César, de 54 años, llegó a análisis referido por una amiga de AA (Alcohólicos


Anónimos) hace 10 años. El motivo de consulta era conocerse más (tema rarísimo en
la actualidad) y saber lo que era el amor verdadero. Su madre, a la que estaba muy
apegado, murió de cirrosis alcohólica, así como un hermano menor que por su alcoho-
lismo “quebró” la empresa familiar en el área de las comunicaciones.
En una intoxicación en Las Vegas, “tocó fondo” después de 25 años de alcoho-
lismo, actitud de “junior” con Mustang del año y desobligado laboralmente. Estaba
casado con una mujer fría que lo acusaba de al menos 15 años de suplicio familiar, de
hecho una hija se casó con un pseudoabogado, abusador de alcohol y violento.

30 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


El pluralismo clínico y la persona del analista

Se sentía aprisionado por su esposa quien se adjudicaba el mediano éxito en su


pequeño negocio de avisos de ocasión, pero un giro de la fortuna le hizo triunfar en un
sitio de Internet del cual ahora goza un espléndido bienestar económico. Empezó rela-
ciones amorosas con una empleada y estuvo a punto de divorciarse, pero la presión
social se lo impidió.
Así transcurrió su análisis cuatro veces por semana por casi 6 años. Actualmente
tiene un “equilibrio” con dos amantes, un liderazgo regional en una organización no
gubernamental que promueve la atención a alcohólicos. Me ve como un asesor de sus
negocios e iniciativas de leyes de ayuda a la comunidad. En seguimiento una vez por
semana desde hace 4 años.

Caso clínico 2

Susana, de 17 años, llegó a análisis por la decepción del tratamiento con una
psicoterapeuta de niños sin resultados satisfactorios. Padecía una bulimia intensa con
atracones de comida varias veces a la semana. Su hermana tenía fobia social y mantu-
vo un tratamiento con la misma terapeuta. A un hermano menor se le diagnosticó tras-
torno de la atención con hiperactividad, sin tratamiento. En una ocasión le rompió la
guitarra en la cabeza, pero al ser el preferido de la madre no recibió castigo.
Su madre, una mujer narcisista, vivía en su mundo de relaciones sociales super-
ficiales, frustrada con el marido y mandaba a todos los hijos a terapia. El esposo, un ex
deportista, dedicado a la banca con buen nivel, se quejaba amargamente del trato
despectivo de la esposa y prefería a Susana como hija mayor.
En su adolescencia deseaba casarse como toda “chica bien” y se mantuvo vir-
gen hasta que conoció a su novio, un chico con fobia social que la “secuestraba” para
no afrontar los exigentes compromisos familiares y la acosaba sexualmente, criticándo-
la de frígida, “mocha” (religiosa). Aunque iniciaron una actividad sexual tempranamen-
te, ella nunca sintió un orgasmo y de hecho no le importaba.
Por varios años estuvo en análisis cara a cara, porque nunca aceptó el diván.
Cuando lo intentó, a media sesión se levantó angustiada. Ahora a los 26 años, continúa
con el mismo novio sin definirse para casarse. La bulimia resultó ser secundaria a una
“linda histeria” y se liberó teniendo amigos-amantes cuando está en Europa que sí la
hacen vivir la sexualidad. Viene a un post-análisis cuando está en la ciudad, en los
veranos de su maestría. En terapia de pareja donde espera resolver su conflicto de
dejar al novio acaparador o casarse con él. Su actitud conmigo es de camaradería y
alianza esperanzada a elaborar sus problemas de adolescente desfasada.

Caso clínico 3

Fernando, de 34 años, estuvo en análisis desde la niñez por tener problemas


escolares e hiperactividad y ser hijo de un investigador del Colegio de México. Su

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 31


Enrique Núñez Jasso

abuela materna padeció un trastorno bipolar, así como una tía paterna. Una prima
falleció en un “accidente” al irse a un barranco. Su madre se suicidó cuando él tenía 30
años, quedó en estado de muerte cerebral por seis meses, por lo que también, depri-
mido, amenazó varias veces con quitarse la vida. Su hermana padece enfermedad
bipolar 2, estudia medicina y ha suspendido dos semestres por depresión mayor, abu-
so episódico de alcohol y vida caótica de pareja.
Varios tratamientos previos con psiquiatras no dieron resultados, intoxicándose
con múltiples medicamentos, marihuana y abuso de alcohol. Lo fui a “rescatar” de una
internación en un servicio de pacientes aislados. Mantuvo una relación libre de la que
nació una hija que no conoce. Sufre una seria incapacidad laboral en el campo de la
investigación médica.
Una lenta pero progresiva rehabilitación evitó el suicidio. Se casó con una com-
pañera de la escuela que lo acompañaba en las parrandas de marihuana y tiene un hijo.
Se definió como una enfermedad bipolar 1 desde la infancia. Actualmente estable,
tratado con Litio y Carbamazepina, con sesiones dos a tres veces por semana. Ha
iniciado sus prácticas de “maquila” de proyectos de investigación que le dan una base
para vivir en clase media sin recibir apoyo del padre.
Me dice “Quique” como si fuera un amigo de él y de su padre, o como un maestro
de su carrera que lo guía vocacionalmente, a manejarse en pareja y soportar la obsesividad
de su esposa que lo acusa de “loco” marihuano, culpable del suicidio de su madre y flojo.

Caso clínico 4

Carlos, de 26 años, fue referido por su tía materna para quitarle “lo violento”.
Había golpeado a dos compañeros de la universidad privada de administración en otro
estado por que lo acusaban de “naco” (pobre y maleducado), prieto (moreno) e indio.
Lo hizo sin avisarles y no sabe el destino de uno, temiendo haberlo lesionado seriamen-
te por ser un joven fuerte, experto en artes marciales que aprendió del segundo marido
de su madre, que había sido militar en un país sudamericano.
Carlos nunca conoció a su padre y su madre lo entregó a su abuela y a una tía
materna solterona. Su educación fue férrea con maltratos físicos, acudió a escuelas
japonesas y alemanas. Desde niño lo expusieron a la matanza de animales para
cocinarlos. El de adolescente torturaba gatos para “bajarles su dignidad”. Cuando le
sugerí que lo hacía para vengarse transformado en su abuela no hizo caso aunque lo
comparó con Mishima, el autor japonés que se suicidó.
Varios psiquiatras y psicólogos no le creían, se burlaban de él o no se sentían
“competentes” para el caso, por lo que lo referían. Cuando empezamos tomaba Valproato
y Olanzapina para la impulsividad y se analizaba dos veces por semana.
Su discurso era como una discusión ideológica sobre los “degradados” (pobres,
indígenas, ignorantes), ya que él era un nazi actualizado, lleno de tatuajes de manga
japonesa (femeninos). Odiaba a la “estúpida” autoridad y enfrentaba a los agentes de
tránsito que le pedían cohecho.

32 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


El pluralismo clínico y la persona del analista

Le agradaba que lo escuchara sin reprimirlo ni rechazarlo y con pocas interpreta-


ciones, cuando me dejaba intervenir. Fue conteniéndose, ahora se casó, planea dejar la
violencia porque no le quiere dar un mal ejemplo a sus hijos y me agradece, según dice su
tía, por madurar, aunque falta camino por recorrer a los dos años del tratamiento.

Caso clínico 5

Dulce, de 36 años, acudió a la consulta para apoyar a una cuñada con anorexia
y en proceso de divorcio. Confesó una dispareunia (dolor en el coito) y anorgasmia
desde hacía 16 años y experiencias de haber presenciado o estado expuesta al abuso
sexual de su prima (confirmado) a los 5-7 años, que parecía asociarse con el miedo a
estar con su padre a solas.
Sin saberlo, tenía una severa agorafobia que le impedía salir de la casa, pero ella
se consideraba en desacuerdo con las normas sociales, excepto en las ocasiones de
apoyar a su marido (aparentemente homosexual sadomasoquista), ejecutivo de una
empresa transnacional, ya que ella les caía muy bien a los invitados extranjeros.
Entró a análisis de inmediato 4 veces por semana, por obediencia, durante 4
años. Los últimos dos concurre dos veces por semana desde que prescindieron de su
esposo en la empresa. En el proceso hizo dos intentos de suicidio con pastillas, en un
estado de disociación, recordando al abusador (amigo de su padre) al descubrir el
maletín con los implementos sadomasoquistas del esposo. Un tormentoso proceso de
transferencia erotizada, acusándome de homosexual por no acceder a sus demandas
sexuales, se derivó a varios amantes conectados por Internet que la “curaron” de su
dispareunia pero no de la anorgasmia. Al ser dada de alta por mejoría de su agorafobia
y depresión continuó en contacto por mail, compartiendo sus logros y mensajes de
pensamiento positivo aceptando la no realización del “amor imposible” conmigo pero
suficiente para continuar viviendo.

Otros casos

Dos casos recientes de varios meses de duración están iniciando la creación de


un espacio analítico:
– Una joven de 23 años multitratada desde la adolescencia por ser limítrofe,
dejó el último tratamiento por miedo a ser asesinada por su psiquiatra o violada. Tiene
múltiples síntomas obsesivo-fóbicos, síndrome por atracones sin vomitar, toma varios
medicamentos, incluyendo unos para el apetito que la mantienen oscilando entre in-
somnio, ansiedad difusa y depresión crónica (semanas apática sin ir a la escuela con
actos parasuicidas).
Me dice que yo parecía un experto en borders (por una plática que di en la
asociación local) y sus chequeos frecuentes en Internet sobre la patología, pero en
realidad me ve como un: “viejo, asimétrico por mi cara, con voz grave y tenebrosa y

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 33


Enrique Núñez Jasso

que la he puesto peor”. Con gran dificultad hemos conservado el encuadre usando
recursos de la técnica de la mentalización (Fonagy, 2006). La familia la quiere sacar
pero confía en mí y esperamos que continúe en tratamiento para no pasar a ser uno
más de la lista de analistas y profesionales que la han tratado.
– La otra es una joven estudiante de medicina de 21 años en su segundo episo-
dio psicótico esquizofrénico (que confirmó leyendo los folletos de mi sala de espera).
En el primero tenía la convicción delirante de que la querían acusar de loca y la envia-
ron al psiquiátrico para encerrarla y que la residente que la vio en la consulta era una
cirujana que se hacía pasar por psiquiatra. Mejoró del primer brote con medicamentos
pero desertó sin hacer conciencia de enfermedad.
En el segundo estaba convencida que un maestro quería acosarla sexualmente y
le “borró” las respuestas del examen por lo que reprobó, luego la seguía hasta la casa
y lo confundió conmigo cuando me vió con mi hijo en un restaurant; yo pasé a ser parte
del delirio, por eso no quería venir. Con firmeza hemos logrado una estabilidad frágil,
ya volvió a estudiar y está haciendo conciencia, extrañándose de cómo pudo pensar
tan mal de mí.

Conclusiones

La variedad de psicopatología a la que se enfrenta el analista es plural y los


conocimientos que debe utilizar son amplios en esta evolución de la teoría psicoanalíti-
ca hacia un pluralismo crítico (Coderch, 2006) que le permita comprender-explicar las
dinámicas complejas de sus pacientes. Ser en la actualidad de una sola teoría según
plantea Bateman (1995) es “culpa del análisis didáctico” y lo mantiene limitado para
poder ayudar a los casos con diferentes niveles de organización, síntomas y caractero-
logía.
La persona del analista es multifacética de acuerdo al tipo de patología, el tiem-
po de análisis y la experiencia del profesional, pudiendo ser una relación “real” de
asesor-traductor-maestro (Caso 1 y 3,) una alianza terapéutica en una neurótica estándar
(Caso 2) una transferencia amistosa (Caso 4), erótica o erotizada (Caso 5), o caótica,
psicótica (últimos casos).
Las gratificaciones del analista derivan de ayudar a personas en problemas que
“destruyen” su vida, la posibilidad de producir creativamente, avanzar en su desarrollo
(conquistas) estancado o tener relaciones amorosas estables. Nos permite participar
en encuentros estimulantes intelectualmente si toleramos la incertidumbre y la exigencia
emocional, en un campo que involucra identificaciones proyectivas y co-transferen-
cias, pero que deja al final de la empresa una satisfacción profunda y una identidad
consolidada firme ante los embates de la crítica destructiva de otras corrientes psicoló-
gicas y/o psiquiátricas (Núñez, 2004).

34 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


El pluralismo clínico y la persona del analista

Resumen
El Psicoanalista ideal necesita cumplir varios roles: clínico, investigador, maestro-su-
pervisor y administrador. Sus conocimientos deben derivar de una reflexión teórico-clínica
que incluya la comprensión hermenéutica y neopositivista en la investigación adecuadas
al pensamiento complejo. El psicoanalista en formación requiere aproximadamente de
diez mil horas de práctica clínica (en diez años, cinco en el proceso formativo y cinco de
posgraduado) que se complementan con la crítica selectiva sobre el pluralismo teórico
posmoderno (psicoanálisis comparado), pueden lograr así un entrenamiento básico para
comprender la diversa clínica contemporánea.
La persona del analista puede comprenderse en varias vertientes: como un objeto
“real”, como parte de la alianza terapéutica, en el proceso transferencia-contratransferen-
cia. También debemos considerar las satisfacciones y frustraciones de la profesión.
En este trabajo se presentan viñetas clínicas que reflejan los diferentes aspectos de
los roles del analista como persona, la complejidad de la clínica en la actualidad y la
manera integrada en que el analista es visto por sus pacientes en los diferentes roles, el
manejo que requiere hacer para obtener resultados positivos (tan exigidos por las demás
ciencias y la cultura popular) y las gratificaciones que se obtienen de la práctica del
psicoanálisis.

Descriptores: Pluralismo clínico – Analista como persona – Psicoanálisis.

Resumo
O Psicanalista ideal precisa exercer vários papéis: clínico, investigador, professor-
supervisor e administrador. Seus conhecimentos devem derivar de uma reflexão teórico-
clínica que inclua a compreensão hermenêutica e neopositivista na investigação, adequa-
das ao pensamento complexo. O psicanalista em formação requer aproximadamente de
10.000 horas de prática clínica (em 10 anos, cinco no processo de formação e cinco de
pós-graduação) que se complementam com a crítica seletiva sobre o pluralismo teórico
pós-moderno (psicanálise comparada), podendo levar então a uma formação básica para
lidar com a diversidade da clínica contemporânea.
A pessoa do analista pode ser compreendida sob várias vertentes: como um objeto
“real”, como parte da aliança terapêutica, e no processo transferência-contratransferên-
cia, incluindo as satisfações e frustrações no exercício da profissão.
Neste trabalho apresentamos vinhetas clínicas que refletem os diferentes aspectos
dos papéis do analista como pessoa, a complexidade da clínica na atualidade e a manei-
ra integrada como o analista é visto por seus pacientes nos diferentes papéis, o manejo
que precisa fazer para obter resultados positivos (tão exigidos pelas outras ciências e
pela cultura popular) e as gratificações obtidas na prática da psicanálise.

Palavras chave: Pluralismo clínico – Analista como pessoa – Psicanálise.

Summary
The model of ideal psychoanalyst needs accomplish some roles: clinical, researcher,
teacher-supervisor and administrator. His knowledge must be getting from a theoretical-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 35


Enrique Núñez Jasso

clinical reflextion that includes hermeneutic and neopsitivistic comprehension in investiga-


tion adapted to complex thinking. Candidate in training requires approximately ten thou-
sand hours of clinical practice (in ten years, five in formative process and five in postgradu-
ate time) completed with selective critics concerning theoretical postmodern pluralism
(comparative psychoanalysis) to get a basic training to cope with diversity in contemporary
clinical practice.
The analyst as personae can be understand in some areas: as an “real” object, as a
part of therapeutic alliance, in the transference-countertransference process. Including
proffesional satisfactions and frustrations.
In this paper will be presented some clinical abstracts showing different roles of analyst
as personae, complexity in contemporary clinical work and integrated mode how analyst be
seeing in roles, required management to get positive outcomes (demanding by other sci-
ences and mass media) and gratifications obtained in the psychoanalytic practice.

Key words: Clinical plurality – Analyst as a person – Psychoanalysis.

Bibliografía

Bateman, A. and Holmes, J. (1995) Introduction to psychoanalysis. London, Routledge.


Bleichmar, H. (2008) Some subtypes of depression and their implications for psychoanalytic
treatment. Int. J. Psychoanal, 77:935-961. (citado en la revista de divulgación de la API).
Bleichmar, N. (1989) El psicoanálisis después de Freud. México, Paidós.
Cavell, M. (2000) La mente psicoanalítica. México, Paidós.
Coderch, J. (2006) Pluralidad y diálogo en psicoanálisis. Barcelona, Herder.
Cooper, A. (2006) Contemporaries theories in psychoanalysis. Washington, Am Psych
Pub.
Etchegoyen, H. (1986) Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires,
Amorrortu.
Fonagy, P. (2006) Mentalization treatment of bordeline personality disorder. Washington,
Am Psych Pub.
Gabbard, G. (2004) Long-term psychodynamic psychotherapy. Washington, Am Psych
Pub.
Jiménez, J. P. (2007) El pluralismo y la pluralidad en psicoanálisis. Sesión científica de
ARPAC, Febrero de 2007.
Kernberg, O. (2007) Controversias contemporáneas de las teorías psicoanalíticas, sus
técnicas y aplicaciones. México, Manual Moderno.
Langs, R. (1976) The therapeutic interaction. New York, Jason Aronson.
Mc Williams, N. (1994) Psychoanalytic diagnosis. New York, Guilford Press.
Mitchell, S. (2004) Más allá de Freud. Barcelona, Herder.
Morin, E. (1997) La naturaleza de la naturaleza. Madrid, Cátedra.
Núñez, E. (1996, 2001, 2002, 2004, 2008) El modelo pluralista secuencial en pacientes
graves (FEPAL, Monterey 1996); El impacto de las nuevas tecnologías en psicoanálisis
(Congreso de Niza 2001); El Psicoanalista Clínico (Congreso de APM 2001 y ARPAC
2002); Competencias del Psicoanálisis y del Psicoanalista (FEPAL, Guadalajara 2004),

36 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


El pluralismo clínico y la persona del analista

Seminario de Supervisión, la escala de competencias del psicoanalista, 2008).


Sharff, D. (2007) Chaos theory in psychoanalysis. Congreso de ARPAC 2007.
Solms, M. (2000) Clinical studies in Neuropsychoanalysis. London, Karnac.
Stolorow, R. (2004) Los contextos del ser. Barcelona, Herder.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 37


Claudio Rossi 1

AS FILIAÇÕES ANALÍTICAS:
FIDELIDADES E PODER

Os Impermanentes Ideais
Se para a relação bi-pessoal a Psicanálise tem como utopia a genitalidade, para
os grupos, pode-se dizer, que seu ideal é o pacto fraterno (Freud, 1913-1914). Em-
bora inatingíveis como bens sustentáveis e sempre presentes, esses ideais se realizam
periodicamente mostrando suas virtudes e estimulando o desejo de que fossem per-
manentes. Nas relações entre duas pessoas as organizações sincréticas/simbióticas
(Bleger, 1972a), orais, anais e fálicas estão sempre disputando espaço com a aspirada
genitalidade e nos grupos o pai da horda primitiva ressuscita com grande freqüência
assumindo com alegria seu poder brutal até ser novamente assassinado pela fratria.
Nessas idas e vindas a humanidade respira e evolui.
Na genitalidade as diferenças individuais são comemoradas e são causa de prazer.
No pacto fraterno impera o contrato entre as partes, contrato que visa à distribuição
eqüitativa de poderes, direitos e prazeres. Na genitalidade as diferenças são fecundantes
e no pacto os limites individuais são a condição de possibilidade da construção coletiva.
Os grupos psicanalíticos, como todos os outros, estão sujeitos a essas vicissitu-
des e passam por períodos de melhor distribuição de poderes e por outros em que os
mesmos ficam mais concentrados e assumem características hegemônicas e autoritári-
as. Quanto mais concentrado é o poder e mais autoritária é a organização menos
oportunidade existe para a genitalidade, pois as diferenças são temidas e as novas
concepções são vistas como desestruturadoras e decadentes. Por outro lado nos pe-
ríodos autoritários acontece a consolidação do já vivido e conhecido, havendo uma
“paz” obtida pela repressão e neutralização de tudo o que é desestabilizador. Os con-
troles, a burocracia, a ordem passam a imperar. O prazer do contato com o já conhe-
cido, bem organizado e limpo, fica no lugar da turbulência gerada pelas novidades,
pela aventura da busca do desconhecido, pela excitada vertigem causada pelo movi-
mento rápido e audaz da conquista de novos territórios.

1
Membro efetivo da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo.
Presidente da Federação Brasileira de Psicanálise (Febrapsi).

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 39


Claudio Rossi

Os grupos analíticos tendem a se pensar e a se definir como revolucionários que


transmitem a “peste” que é a Psicanálise viva. Muito comumente, porém, são, na prá-
tica, bastante conservadores, controladores e burocráticos. Os comportamentos
controladores, em geral, são justificados como defesa dos aspectos revolucionários da
Psicanálise, que estariam sempre ameaçados por uma maioria composta por todos
aqueles que não pertencem ao grupo que se percebe como o defensor da “liberdade”
e da Psicanálise verdadeiramente inovadora, com potência suficiente para enfrentar o
“Inconsciente”. Um conservadorismo que estaria a serviço do revolucionário, o que
não deixa de ser um curioso paradoxo.
Paradoxo semelhante, porém, acontece na prática psicanalítica na qual um
“setting” extremamente rigoroso, normatizado, regular e previsível é essencial para que
os fenômenos psicanalíticos ocorram com toda a sua explosividade (Bleger, 1967). A
criatividade em geral, também, consiste em superações discretas do existente através
de um trabalho metódico que leva em conta todo o conhecimento acumulado, caso
contrário será, não criatividade, mas, bizarria.
O compromisso assumido e consciente das associações de psicanalistas, é aci-
ma de tudo, com o desenvolvimento da Psicanálise, isto é, com o progresso no conhe-
cimento do Inconsciente na condição de fator determinante da vida humana em todas
as suas dimensões. Pode-se dizer que essa é sua fundamental fidelidade. Fidelidade ao
que Freud expressou como: “Wo Es war, soll Ich werden”. (1932-1933)

As Múltiplas e Contraditórias Fidelidades

Amigo é aquela pessoa que quando alguém diz: –matei um homem! Ele pergun-
ta: –o que vamos fazer com o cadáver? As pessoas querem e precisam de amigos fieis.
A fidelidade das pessoas que viveram, trabalharam, se amaram, lutaram lado a lado é
algo bastante forte, pelo menos naquelas que são capazes de sentir gratidão. As rela-
ções íntimas que se mostram confiáveis promovem apego, estima, simpatia e lealdade.
Quando alguém passa por um processo de formação analítica, estabelece com seu
analista e supervisores relações extremamente íntimas, mais íntimas, às vezes, do que
relações familiares e de amizade. Durante anos a fio os mais delicados segredos, as
inseguranças e vergonhas mais profundas, os sonhos e pesadelos mais estranhos são
compartilhados ao mesmo tempo em que emoções intensas, nem sempre dentro dos
padrões éticos e estéticos da sociedade, acontecem na relação. Muitos desses acon-
tecimentos são transferenciais, é verdade e, espera-se, serão resolvidos no desenvol-
vimento da análise, mas, nem todos. A pessoa do analista, por mais neutro e técnico
que ele seja, está presente todo o tempo e estabelece vínculos reais e atuais com o
analisando que, também, é alguém que não se reduz às transferências que é capaz de
estabelecer. O mesmo acontece nas supervisões onde, por não haver o recurso da
interpretação transferencial, as transferências não são elucidadas. Assim, termina-se a
formação, mas, os vínculos estabelecidos durante a mesma permanecem, assim como
as fidelidades que os acompanham. Os contatos entre colegas que têm empatia entre si

40 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


As filiações analíticas: fidelidades e poder

ou que comungam pontos de vista, também, geram relações estáveis que perduram.
Nada mais natural do que as relações desenvolverem amizades e as amizades serem
fiéis. Mas, o amigo fiel, como na definição acima, é cúmplice e não pode “servir a dois
senhores” ao mesmo tempo. O amigo ajuda a esconder o cadáver, mas, não pode
chamar a polícia. A fidelidade a pessoas, virtude indiscutível, causa, por isso, inúmeros
problemas institucionais e gera contradições importantes nas organizações.
A fidelidade a ética das relações sociais e às normas estabelecidas, necessária
para que o “pacto fraterno” prevaleça e com ele não se retorne à barbárie, como
vimos, nem sempre é compatível com amizade e com a fidelidade à pessoas que a
merecem. Mas, tampouco é fácil combiná-la com a ética própria da Psicanálise: a
busca incansável da descoberta do Inconsciente. Não que haja uma incompatibilidade
essencial entre as duas, mas, estão longe de ser sincrônicas e no dia a dia das organi-
zações as contradições se multiplicam. Como proteger as normas de convívio e de
distribuição de poder, restringindo e reprimindo situações e pessoas, sem que se cause
prejuízo ao psicanalítico propriamente dito?
O conhecimento, que está entre os principais objetivos das organizações psica-
nalíticas é, também, objeto de fidelidades. No que se refere ao conflito entre a produ-
ção de conhecimento e a preservação do conhecimento adquirido, as questões são as
que todas as sociedades científicas têm. O método científico é infiel ao conhecido, pois
é fascinado pelo “a conhecer” e para encontrar este precisa demolir aquele. Nisso
Freud é paradigmático. Se a aplicação do método científico nas “hard sciences” é
atravessado pelo Inconsciente, nas humanas isso é muito mais significativo. A Psicaná-
lise, por sua vez, ao se dedicar à pesquisa das entranhas do psiquismo, ao investigar as
matrizes da mente –como acontece com os exorcistas que correm o risco de ficarem
endemoninhados– precisa enfrentar, em suas próprias linhas, as mais altas resistências
ao conhecimento. Essas resistências, freqüentemente, se expressam como uma forte
fidelidade ao corpo de conhecimentos já acumulados em detrimento da busca de no-
vos achados (Herrmann, 1991). Poucos projetos são tão ambiciosos quanto o psica-
nalítico e, por isso mesmo, ele é tão sujeito a esse tipo de vicissitudes.

Os Limites da Consciência e da Construção Psíquica

A capacidade que o homem tem de conhecer as bases de sua atividade mental é


muito reduzida. A consciência, no sentido psicanalítico, é como uma vela acesa num
imenso edifício. A área iluminada é ínfima e a escuridão prevalece na maior parte,
quase na totalidade, da estrutura. A pequena potência luminosa da vela serve como
analogia para a reduzida capacidade de penetração que tem a consciência humana.
Muitos séculos são necessários para que o Homem faça pequenos progressos a res-
peito do conhecimento de si mesmo.
A concepção de um inconsciente dinâmico, porém, pedra fundamental do edifí-
cio psicanalítico, põe em evidência os limites da pessoa humana quanto à sua possibi-
lidade de manter na consciência uma série de informações, não pelo que se acabou de

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 41


Claudio Rossi

mencionar, mas, porque as funções integradoras não suportam todos os dados já dis-
poníveis. Para poder pensar e não ficar inundado por informações, o Homem precisa
fazer escolhas bastante restritivas a respeito daquilo que pode ou não saber. (Bion,
1987)
Os mecanismos que fazem a seleção daquilo que pode ou não estar presente
num determinado contexto da consciência, constituem, talvez, o mais básico e íntimo
dos poderes. Ao atravessar as defesas e trazer para a consciência informações bani-
das, a Psicanálise enfrenta e altera esse poder interior.
Quando alguém procura a psicanálise é porque está insatisfeito quanto ao poder
que tem em relação a si próprio. Ou não faz o que quer, ou não comanda o que sente,
ou se sente perdido entre opções que não consegue fazer ou é invadido por pensa-
mentos, vivências e impulsos que não consegue evitar e compreender. Busca o auxílio
do analista para recuperar esse poder que lhe falta. Muitas vezes isso está projetado
no ambiente e ele busca recuperar o poder sobre o mundo externo ou sobre seu corpo
(Bleger, 1972b) que sente estarem fora de seu controle.
A construção da mente é hierarquizada de tal maneira que não apenas certas
informações não podem nela entrar, como, as que entram obedecem a um rígido pa-
drão em que umas prevalecem sobre outras. Graças a isso se torna possível a constru-
ção de conhecimentos organizados. Os conhecimentos organizados passam a ser refe-
rências para futuras construções. Os novos aportes têm passagem livre quando são
coerentes com o já conhecido e encontram resistências importantes quando contradi-
zem ou são heterogêneos a ele. Não houvesse as limitações psíquicas para a organiza-
ção das informações, não seriam necessárias as defesas e não haveria inconsciente. A
associação livre com a atenção eqüiflutuante pode ser entendida como uma política de
inclusão na qual não existem hierarquias, na qual o poder e as hierarquias são suspensos.
Como as informações heterogêneas ao sistema causam tensão, eliminá-las, ao
reduzir essa tensão, causa prazer. O estabelecimento de grupos que compartilham das
mesmas idéias, baseadas em experiências semelhantes, por essa razão, são prazerosos e
tendem a se manter e a evitar o diferente. Se essa característica dos grupos restringe o
crescimento e impede uma grande quantidade de informações novas, exatamente por
isso permite que a construção continue sendo feita. Lentamente, com limites, ela prosse-
gue e pode se tornar muito grande. Quanto maior e mais significativa for, mais restritiva se
torna e mais lentas e problemáticas serão as modificações em sua estrutura.
A construção do conhecimento, portanto, exige a preservação do já conhecido
e estruturado. A seleção do novo acontece de tal maneira que pequenas quantidades
dele vão sendo inseridas paulatinamente, caso contrário acontecerá a confusão e a
instabilidade do sistema. A “fidelidade” ao conhecido e a “filiação” a um grupo que o
mantém, na tradição, na memória, em arquivos, é necessária. Sem isso não existe o
que se chama de espírito humano (Comte-Sponville, 1999). A identidade individual e
grupal são baseadas nas memórias e nos cabedais de conhecimentos acumulados. A
representação da realidade depende da experiência acumulada por milhares de gera-
ções e que formam uma grande biblioteca ou museu interior. As limitações inconscien-
tes da percepção e da elaboração contribuem para a necessidade da existência do

42 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


As filiações analíticas: fidelidades e poder

inconsciente dinâmico que como dissemos antes é hierárquico. A manifestação dessa


hierarquia no mundo externo é a política “científica” de uma organização que detém e
constrói um determinado tipo de conhecimento. Da mesma forma que no mundo inter-
no são selecionadas as informações que podem entrar no campo da consciência, no
mundo social, pensamentos diferentes serão restringidos e grupos com outras referên-
cias teóricas serão evitados ou reprimidos.
Até aqui, vimos que as limitações da elaboração do pensamento e, portanto, da
construção das representações psíquicas de realidade e de identidade são uma das
causas das filiações a grupos de pessoas ou a conjuntos organizados de idéias e cor-
pos teóricos mais complexos. Surgem, assim, as fidelidades que são formas de restrin-
gir a emergência descontrolada do novo que desestabilizaria o conjunto. Na sua mani-
festação social isso se manifesta como a existência de pessoas ou grupos que selecio-
nam, restringem, reprimem ou privilegiam certos tipos de informações em detrimento
de outras. Resulta dessa atividade política a criação de ideologias, preconceitos, cren-
ças infundadas ou com fundamentação ultrapassada, que ao serem compartilhadas
pelo grupo ganham grande estabilidade e passam a ser percebidas como verdades
indiscutíveis.

Fatores afetivos

No encontro humano, não se encontram pensamentos, mas, corpos que, também,


pensam. Desse encontro, o pensamento só conhece uma pequeníssima parte e esse
conhecimento está atravessado por tudo que acabamos de considerar. Antes de serem
capazes de pensar os seres humanos se relacionam com os outros e estabelecem víncu-
los afetivos, que lhes são vitais. Esses vínculos de extrema dependência erigem as expe-
riências primárias como padrões, grandemente inconscientes, que estruturam a percep-
ção. A percepção do mundo é filtrada e estruturada pelos objetos internos, constituintes
da identidade do sujeito (Grinberg y Grinberg, 1971; Baranger, 1971). Esse filtro é in-
consciente de tal maneira que aquilo que é percebido é vivenciado como a realidade ou
a verdade. A psicanálise ao permitir algum insight sobre esses fenômenos permite que o
sujeito ganhe a capacidade de relativisar os dados de sua percepção.
O insight sobre os objetos internos, porém, é obtido através da transferência
que como todos os acontecimentos do encontro é apenas parcialmente passível de se
tornar consciente. O esclarecimento e a superação radical da transferência é impossí-
vel. Quanto mais existir ressonância, similaridade, entre os objetos internos do anali-
sando e os do analista, menos possibilidades haverá de discriminação entre o que é
interno e histórico e o que é externo e presente. Em outras palavras as características
pessoais do analista tendem a reforçar os aspectos dos objetos internos do analisando
que lhes são semelhantes ou sintônicos. Como a identidade é também um equilíbrio de
tendências e características, pode-se admitir que a relação analítica pode promover
uma alteração identitária no analisando de tal maneira que ela se aproximará das ca-
racterísticas da identidade do analista. Esse tipo de transformação identitária é desejá-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 43


Claudio Rossi

vel e torna possível a formação analítica, na qual espera-se que haja a introjeção da
função analítica.
A introjeção dos objetos, porém, inclui maneiras de pensar dos mesmos. A iden-
tificação é acompanhada, portanto, de estruturas cognitivas que, como conhecimentos
sistematizados, passam a funcionar como descrevemos na seção anterior. Relações
afetivas íntimas e com emoções intensas, tendem a “abrir a cabeça” dos participantes
para as maneiras de ser do outro e para seus valores e sistemas ideativos. Aqui a
palavra filiação encontra uma aplicação bastante precisa. A pessoa fica filiada à sua
análise e analista de uma forma semelhante àquela em que os filhos ficam filiados a sua
família e a seus pais. Pode-se argumentar que isso acontece quando uma análise fra-
cassa na elaboração da transferência e que isso, portanto, seria um resultado indesejado
e patológico. Teoricamente o argumento seria respeitável se pudéssemos admitir que o
insight da dupla fosse total. Isso não é verossímil. Muito pelo contrário, os fenômenos
vinculares transbordam e são abarcáveis pela análise de maneira muito limitada. Os
fenômenos aqui descritos são predominantemente identificações nucleares (Wisdom,
1961), inconscientes e estruturantes da percepção do analisando.
O vínculo afetivo entre o analista em formação, seu analista e seus colegas, não
se restringe, porém, ao que acabamos de abordar. Simpatias, intimidades, gratidões,
ressentimentos, invejas, paixões as mais variadas, também, ocorrem. Tudo isso permi-
te a formação de vivências semelhantes às que se tem nos grupos familiares e nos clãs.
Nos grupos onde acontece o que se chama de formação, porém, a tendência gregária
aumenta e adquire uma importância maior do que nos grupos onde acontece a trans-
missão da informação como conteúdo e não se espera a modificação na maneira de
ser dos que as recebem.
Na formação, além da aprendizagem propriamente dita, aspectos não pensáveis
e não conscientes são introjetados e passam a fazer parte da personalidade do sujeito.
Essas modificações dificultam sua sintonia afetiva com seus grupos naturais de origem
e a facilitam com grupos de pessoas que passaram por experiências equivalentes. Como
relações afetivas empáticas são vitais para o ser humano, os “formados” tenderão a
estabelecer vínculos especialmente significativos com outros “formados”. Como a análise
didática é a principal experiência formativa, os colegas que tiveram o mesmo analista
tenderão a se atrair reciprocamente. O grupo psicanalítico tende a investir intensamen-
te as relações profissionais entre colegas, que se tornam sociais e de amizade, possi-
velmente, em parte, por causa desses fatos.
Os grupos de psicanalistas têm a característica de se assemelharem a grupos fami-
liares com todas as vantagens e complicações que lhes são inerentes. A psicanálise pes-
soal, com a integração da personalidade que promove, contribui para que essas relações
sejam mais elaboradas de acordo com as características da posição depressiva (Baranger,
1971), mas, não diminui a tendência a super investir o grupo profissional.

A formação analítica, portanto, sendo processo muito longo e profundo baseado


em contatos íntimos interpessoais muito freqüentes e intensos, deixa marcas e estabelece
vínculos sociais permanentes. A negação desse fato, que resulta de uma idealização da

44 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


As filiações analíticas: fidelidades e poder

eficiência das análises pessoais, dificulta o desenvolvimento de estratégias institucionais


necessárias para o bom funcionamento e equilíbrio das organizações psicanalíticas.

Fatores políticos

Nos grupo psicanalíticos, embora sejam bastante assediados e ameaçados por


forças externas, em geral, as disputas pelo poder ocorrem mais no âmbito interno.
Uma fonte importante de conflitos é a luta pela definição dos procedimentos a serem
adotados para a formação de novos analistas. Os candidatos vêm de fora, mas, são
vistos como futuros membros e logo passam a fazer parte da “família”. Embora, em
princípio, a Psicanálise vise ao público em geral e seus conhecimentos se dirigem à
humanidade, a principal preocupação intra-grupal é com os ataques que colegas pos-
sam fazer contra a Psicanálise deturpando-a, abastardando-a e diluindo-a. Isso pode
aparecer como preocupação para com o público externo na forma de uma desconfi-
ança de que os colegas não exerçam ou transmitam a Psicanálise de uma forma ade-
quada. Mesmo nessa última situação, porém, a questão é interna. Embora a formação
analítica seja considerada excelente, a fantasia predominante no grupo é a de que a
Psicanálise está sempre em perigo.
O saber o que é a Psicanálise e o saber praticá-la é o valor mais alto do grupo e
isso transfere para os analistas em funções didáticas, que em princípio não são ativida-
des políticas, um grande poder. Um poder político que decorre da crença de que eles
detêm esse saber.
Não saber, implica então, perda de poder institucional. Esse tipo de coisa é
comum nas organizações que se dedicam à ciência e ao conhecimento como principal
atividade. Aqui, porém, a disputa não se organiza de maneira quantitativa –quem sabe
mais ou menos– mas, qualitativa, ou seja, existiriam os que sabem, e os que não sa-
bem. Não se sabe mais ou menos sobre Psicanálise, mas, se sabe ou não se sabe o que
é Psicanálise. Nem mesmo a pressão externa de grupos não pertencentes à organiza-
ção garante a união interna a respeito do assunto.
Como em qualquer grupo, nos grupos psicanalíticos a dedicação à organização,
a competência em questões práticas, a capacidade de trabalho, a habilidade de resol-
ver conflitos interpessoais, a capacidade administrativa e outras qualidades, também,
conferem poder, mas, o prestígio máximo é obtido por aqueles que “sabem” o que é a
Psicanálise.
Essa situação causa grande ansiedade em todos os componentes do grupo,
pois, correm permanentemente o risco de serem desqualificados em algo que é o cerne
de sua vida profissional e, como vimos antes, que tem grande importância afetiva e
social. Estar próximo de quem sabe, ser seu discípulo ou correligionário, ser seu ana-
lisando ou supervisionado passa a ser uma defesa importante para evitar o isolamento
e a desqualificação. Isso não evita que haja desqualificação, pois, o grupo grande se
divide em sub-grupos que se desqualificam reciprocamente, mas, pelo menos, o sujei-
to ao pertencer a um sub-grupo, nele se sente seguro.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 45


Claudio Rossi

O poder e suas hierarquias é inevitável. Nas organizações em que o saber é o


produto principal, o que sabe mais pode mais e na luta pelo mais saber se organiza a
luta pelo poder. Nas organizações prestadoras de serviços, por outro lado, quem de-
tém o “know-how” é o poderoso. As organizações psicanalíticas têm as duas dimen-
sões. Trata-se nelas de identificar qual saber é o mais valioso ou verdadeiro e qual é a
forma certa de se trabalhar. Pelo fato de não se dispor de critérios objetivos para
avaliar com precisão essas qualidades, formam-se grupos que escolhem uma forma e
a elegem como sendo a correta ou verdadeira. O poder instalado dessa maneira tende
a engessar a troca de idéias entre os grupos, pois, torna-se necessário que o saber do
grupo ao qual alguém pertence seja superior ao dos outros, tornando inválida a troca,
por definição.

O amor pela Psicanálise

Cada psicanalista passou pela experiência de ter sido analisado por muitos anos,
muitas vezes com mais de um analista. Sentiu na pele a intensidade da experiência,
sofreu, teve prazer, amou, odiou e percebeu que mudou. Verificou que a psicanálise
que fez o modificou profundamente. Acredito que a maioria daqueles que se formaram
analistas e se filiaram às organizações psicanalíticas considera que o processo ao qual
se submeteram foi positivo e útil. Essa grata lembrança, conservada na memória dessa
forma, é a principal manifestação de fidelidade à Psicanálise existente entre os psicana-
listas. Essa fidelidade é uma manifestação de amor, pois é apoiada na lembrança das
virtudes da relação analítica e da importância que teve em suas vidas. Não é idealização,
é experiência vivida, elaborada e integrada.
A experiência psicanalítica na formação, porém, não é um processo entre duas
pessoas. A imersão no grupo que inclui os supervisores, professores e colegas é muito
grande e intensa. Tudo isso se mistura com os estados emocionais provocados pelas
análises pessoais. Se a análise tem como característica principal a desestabilização do
conhecido para dar margem às novas visões que dela emergem, na experiência com os
grupos, o analista em formação tem como atividade principal a recepção de conheci-
mentos acumulados, cristalizados e adotados por eles. A adesão a esses conhecimen-
tos e atitudes promove um sentido de pertinência e proteção. Esses fatos, também,
promovem gratidão e fidelidades. Se a análise é uma aventura, um mergulho no desco-
nhecido, a convivência com a instituição é um abrigo, uma acumulação de aprendiza-
gens e, não raramente, uma “catequese”. (Rossi, 2001)
O curso pode ter a função de ser um apoio para a aventura analítica, mas,
potencialmente, o grupo pode atenuar e abafar a experiência analítica que, nesse caso,
corre o risco de passar a ser uma componente da ideologia grupal tornando-se “didá-
tica”, ou seja, uma parte de um “aprendizado” (Meyer, 2003). Existe, por isso, uma
contradição entre a fidelidade à Psicanálise como mergulho na realidade psíquica e a
fidelidade aos aspectos didáticos da formação.

46 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


As filiações analíticas: fidelidades e poder

O Movimento das Instituições

As “fidelidades” no contexto do título desta comunicação e no que escrevemos


até aqui podem ser entendidas como defesas das fronteiras do saber instituído dentro
do sujeito e no âmbito organizacional. Essas fronteiras não podem ser alargadas ultra-
passando certa velocidade sem desestabilizar o conjunto (Herrmann, 1998). Os indi-
víduos dependem do conhecimento organizado acumulado, pois, ele é constitutivo de
sua visão da realidade e de sua identidade (Herrmann, 2001). Essa visão de realidade
e identidade funcionam como mapas, referências, necessários para o estabelecimento
de estratégias de sobrevivência e adaptação à vida física, psíquica e social. A manuten-
ção desse corpo de informações, em parte conscientes e em grande parte inconscien-
tes, é cuidadosamente feita, pois sua desorganização deixa o indivíduo à mercê das
forças do meio sem que ele possa ter condutas organizadas, o que é incompatível com
a sobrevivência.
Quando esse conjunto começa a falhar surgem as restrições, as soluções de
compromisso, as divisões do ego com a finalidade de evitar a confusão e a falência
geral. É impossível, porém, reorganizar o sistema sem que as “soluções” precárias
sejam desmontadas. A desmontagem das mesmas mesmo provisoriamente desorgani-
za a adaptação e promove, por isso, ansiedade. Essa é a fonte da resistência. Desse
ponto de vista as “fidelidades” poderiam ser consideradas como manifestações da
inércia do sistema. Pelo raciocínio feito fica claro que elas são inevitáveis por serem a
conseqüência dos limites de funcionamento do aparelho psíquico.
A Psicanálise, porém, precisa enfrentar as resistências (fidelidades ou apegos)
caso contrário não pode fazer sua desconstrução. O trabalho psicanalítico sobre as
defesas (em última instância são elas as que são protegidas pelas resistências), porém,
tem critérios bem estabelecidos, sendo o conceito de “timing” uma espécie de síntese.
Não é possível, sem sérios problemas, remover defesas sem que se dê condições para
a reorganização da personalidade em melhores bases. O que na psicologia individual
acontece com as resistências, defesas, etc., tem alguma equivalência com o que, na
dinâmica das organizações, ocorre com as instituições. Se pensarmos as instituições
do ponto de vista da estabilidade necessária para o grupo, elas são necessárias e
benignas (Bleger, 1975). Se as olharmos comprometidos com projetos de reformas ou
de progresso, elas passam a ser resistências.
Instituições importantes nas organizações psicanalíticas são o corpo teórico da
Psicanálise subdividido em escolas ou conjuntos organizados de idéias, os paradigmas
da formação e a prática analítica estandardizada e controlada. Qualquer tentativa de
alteração nessas instituições provoca uma grande ansiedade no grupo e imediata rea-
ção política que visa à preservação do sistema. Ou seja, o grupo reage de uma forma
semelhante à que reagiria o indivíduo. A preservação das instituições permite o funcio-
namento agregado do grupo e sua adaptação social mais ampla. À medida, porém,
que as instituições começam a se tornar insatisfatórias a pressão pela “reforma” au-
menta e elas passam a ser vistas como escolhos ao progresso.
Essas tendências se alternam e são a expressão de grupos políticos que, tam-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 47


Claudio Rossi

bém, se alternam no poder. Na alternância das visões e dos grupos a organização


respira. Se ao invés da alternância acontecer a fixação na fidelidade a algum tipo de
conhecimento tradicional acontecerá a estagnação. Se, pelo contrário, a busca do
novo e do desconhecido se impusesse de forma rígida, aconteceria uma expansão
descontrolada e catastrófica.
O método psicanalítico por buscar o inconsciente e se opor, portanto às resis-
tências e defesas pode levar aqueles que o praticam à idealização da desconstrução e
a um certo preconceito quanto ao saber consciente e constituído. Essa idealização
causa um efeito paradoxal que é a transformação do “nada saber” num valor em si
mesmo. Não é a consciência socrática do “nada saber” que decorre da humildade
diante do ainda desconhecido, mas, uma espécie de bandeira que é exibida com orgu-
lho. Outra conseqüência é a sacralização da abertura e da liberdade de ser e de pensar
que desqualifica a adoção de critérios e regras para a avaliação crítica de fatos, idéias
e pessoas. Isso dificulta muito a manutenção de um território profissional baseado em
qualidade assim como a aplicação de uma epistemologia consistente no desenvolvi-
mento dos conhecimentos.

A endogamia e a auto-análise

A especificidade extrema da atividade psicanalítica, a formação baseada em


relacionamentos íntimos, os processos identificatórios comentados acima, a busca de
compreensão e ressonância entre pares pelo fato de elas serem difíceis com estranhos
ao meio, a rejeição de amplas esferas da sociedade à psicanálise e às sociedades
psicanalíticas estão entre os fatores que estimulam a endogamia nos grupos psicanalí-
ticos. A motivação para a pesquisa interior, de olhar para dentro de si, que faz parte da
vocação de muitos analistas se transmite para as atividades grupais fazendo com que
as comunidades psicanalíticas se interessem bastante em se auto-examinarem e se
auto-analisarem. A auto-análise é possível. Grande parte das descobertas psicanalíti-
cas, desde Freud, dependeram das auto-análises. Não é possível, porém, pensar que
a Psicanálise existiria se não houvesse a dupla analítica. O confronto de subjetividades,
a multiplicação dos pontos de vista é fundamental para que o próprio objeto psicana-
lítico aconteça. (Ogden, 1994)
Organizações não psicanalíticas, como as empresas, grupos de profissionais,
universidades e outros, hoje contam com a possibilidade de contratar especialistas em
dinâmica organizacional para assessorar seu funcionamento, identificando problemas,
ajudando na elaboração de conflitos e na busca de soluções. Esse tipo de recurso, em
geral, não é usado pelas organizações psicanalíticas. Quando isso é feito, é feito por
membros do próprio grupo que não têm distanciamento suficiente, nem neutralidade,
para que possa acontecer uma análise institucional com maior profundidade. Os gru-
pos externos, em geral, não são considerados adequados para realizarem a tarefa. É
possível que com a abertura para outras especialidades e esferas do conhecimento que
vem se manifestando como uma tendência crescente nas organizações psicanalíticas se

48 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


As filiações analíticas: fidelidades e poder

torne possível, em médio prazo, análises institucionais exogâmicas que poderiam favo-
recer muito a criatividade das mesmas.

Resumen
El compromiso, asumido y consciente, de las asociaciones de psicoanalistas es,
sobre todo, con el desarrollo del Psicoanálisis, es decir, con el progreso del conocimiento
del Inconsciente en la condición de factor determinante de la vida humana en todas sus
dimensiones. Es posible decir que esa es su fidelidad básica. La fidelidad a lo que Freud
expresó como: “Wo Es war, soll Ich werden”.
Otras fidelidades, sin embargo, existen, resultando de necesidades y de límites
cognoscitivos, afectivos y sociales de las personas y de los grupos. La tensión entre esas
fidelidades diferentes, a veces contradictorias o paradójicas, promueve una pulsación cons-
tante en la cual grupos, ideas, vínculos se alternan cambiando las jerarquías y las estruc-
turas del poder. Las organizaciones dependen de esta pulsación para ser capaces de
permanecer animadas y creativas.

Descriptores: Formación psicoanalítica – Identificación – Institución psicoanalítica – In-


consciente grupal – Campo psicoanalítico.

Resumo
O compromisso, assumido e consciente, das associações de psicanalistas é, acima
de tudo, com o desenvolvimento da Psicanálise, ou seja, com o progresso do conheci-
mento do Inconsciente na condição de fator determinante da vida humana em todas as
suas dimensões. Pode-se dizer que essa é sua fundamental fidelidade. Fidelidade ao que
Freud expressou como: “Wo Es war, soll Ich werden”.
Outras fidelidades, porém, existem, decorrentes de necessidades e de limites cognitivos,
afetivos e sociais das pessoas e dos grupos. A tensão entre essas diferentes fidelidades,
às vezes contraditória ou paradoxal promove uma pulsação constante na qual grupos,
idéias, vínculos se alternam modificando as hierarquias e estruturas de poder. As organi-
zações dependem dessa pulsação para poderem se manter vivas e criativas.

Palavras chave: Formação psicanalítica - Identificação psicanalítica - Instituição psica-


nalítica - Inconsciente grupal - Campo psicanalítico.

Summary
The conscious commitment of the associations of psychoanalysts is mostly with the
development of Psychoanalysis, that is, with the progress of the knowledge of the Uncon-
scious as a determinative factor of the human life in all of its dimensions. They are faithful
to what Freud expressed like: “Wo Es war, soll Ich werden”.
Nevertheless, they also have other loyalties as a consequence of their necessities and
cognitive, affective and social limits. The contradictory or paradoxical tension between
these different loyalties, promotes a constant pulsation with alternation of groups, ideas

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 49


Claudio Rossi

and bonds that changes the hierarchies and the structures of power. The organizations
depend on this pulsation to be able to remain alive and creative.

Key words: Psychoanalytical training – Identification – Psychoanalytical institution – Groupal


unconscious – Psychoanalytical field.

Bibliografia

Abraham, K. (1927) Teoria psicanalítica da libido. Imago, Rio de Janeiro, 1970.


Baranger, W. Posición y objeto en la obra de Melanie Klein. Kargieman, Buenos Aires,
1971.
Bion, W. Aprendiendo de la experiencia. Paidós, México, 1987.
Bleger, J. “Psycho-analysis of the psycho-analytic frme”. International Journal of
Psychoanalysis, 48, 511-519, 1967.
- (1967) Simbiosis y ambigüedad. Paidós, Buenos Aires, 1972a.
- (1963) Psicologia de la conducta. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1972b.
- (1971) Temas de psicologia-entrevista y grupos. Nueva Visión, Buenos Aires, 1975.
Comte-Sponville, A. Pequeno tratado das grandes virtudes. Martins Fontes, São Paulo,
1999.
Freud, S. (1914[1913]) Totem e tabu. Edição Standard Brasileira, vol XIII, Imago, Rio de
Janeiro, 1975.
- (1933[1932]) “A dissecção da personalidade psíquica”, conferência XXXI, in Novas confe-
rências introdutórias sobre psicanálise. Edição Standard Brasileira, vol XXII, Imago, Rio de
Janeiro, 1976
Grinberg, L. y Grinberg, R. Identidad y cambio. Kargieman, Buenos Aires, 1971.
Herrmann, F. (1979) O método da psicanálise. Brasiliense, São Paulo, 1991.
- Psicanálise da crença. Artes Médicas. Porto Alegre, 1998.
- Introdução à teoria dos campos. Casa do Psicólogo, São Paulo, 2001.
Meyer, L. “Subservient analyse”. International Journal of Psychoanalysis, 84, 1241-1262,
2003.
Ogden, T. Subjects of analysis. Karnac books, London, 1994.
Rossi, C. “Supervisão e análise didática, complementaridades e contradições”. Jornal de
Psicanálise, São Paulo, vol.34 (62/63), 151-160, 2001.
Wisdom, J. O. “A methodological approach to the problem of hysteria”. International Journal
of Psychoanalysis, 42, 224-237, 1961.

50 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Marcelo N. Viñar

DERECHOS HUMANOS
y PSICOANÁLISIS

¿De qué hablamos cuando hablamos sobre DDHH? La definición no es obvia.


Es necesario construirla y reformularla cada vez en diferentes contextos históricos.
Mientras las cosas (o los entes) de la naturaleza son pasibles de definiciones estables y
precisas, para las construcciones discursivas se hace necesario reformularlas cada vez,
en cada coyuntura espacio temporal, en una semiología de afinidades y contrastes.1
Freud tomaba términos del lenguaje corriente, por ejemplo transferencia, y los
trabajaba para reapropiárselos y adecuarlos a su contexto de trabajo y al desarrollo de
sus ideas. Voy a intentar imitarlo; la sola salvedad es la diferencia entre un hombre
común y un genio. El psicoanálisis no sólo describe y descubre sino que inventa su
propia lógica de pensamiento.
En el lenguaje habitual, DDHH tiene tal resonancia de cercanía e inmediatez con
las tragedias históricas de causa humana –guerras, genocidios, tortura sistemática, pri-
sión arbitraria, desapariciones forzosas..., man made disasters– no vale la pena pro-
longar el inventario del horror... Se habla de DDHH cuando éstos son violados o
violentados.
Aunque esta lista de oprobios pesa ya varias toneladas, a la crueldad humana en
la esfera pública se podría agregar la abyección en la esfera íntima (abuso incestuoso,
maltrato y prostitución infantil, niños trabajando como esclavos) y aquellos que vienen
de la indigencia y la pobreza extrema, que muchas veces derrumban en la promiscui-
dad las reglas elementales del parentesco y con ello desmoronan el orden simbólico
que sostiene nuestra mente. Y en este último rubro no es suficiente describir y atender
el horror manifiesto (la atención y rehabilitación de las víctimas): sino atisbar las causas
estructurales que conducen a su producción.

Dirección del autor: Joaquín Núñez 2946 C.P. 11300; Tel. (5982) 711 7426; Montevideo – Uruguay

1
En este posicionamiento radica una diferencia fundamental del modo de pensar en ciencias naturales que difiere
del mismo propósito en ciencias humanas o ciencias del hombre, o ciencias del sujeto. Como indica Braudel en
Historia de la Civilización, los conceptos en Ciencias Humanas no son fijos y perpetuos. No se debe darles la
precisión que tiene un triángulo o un compuesto químico, deben ser locales y transitorios de acuerdo a cada autor
y contexto histórico.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 51


Marcelo N. Viñar

Mi amigo Bertrand Ogilvie llama la atención de que en el primer documento relevan-


te sobre el tema: La Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Cuidadano,
producido hace ya más de dos siglos, durante la Revolución Francesa, existe la aparente
tautología o redundancia entre hombre y ciudadano. Arriesga la hipótesis, que me parece
elocuente y compartible, de que hombre releva allí algo inmanente, que procede de la
biología o la teología, una referencia al derecho natural, o algo inherente al genoma o la
morfología del cuerpo, mientras que ciudadano, subraya o enfatiza la condición del hom-
bre político, organizado en sociedad y apunta a centrar el asunto en el perpetuo combate
histórico por la emancipación y la justicia, o contra la opresión y la injusticia.
El derecho natural siempre señala la asíntota de una utopía irrealizable de una
meta ideal inalcanzable. Es una realización alucinatoria (“wishfull thinking”). En con-
traste, el derecho del ciudadano es combate cotidiano. Contiene la pugna de intereses
contrapuestos, y señala la coyuntura histórico política concreta, que se dirime en la
lucha para la realización de los anhelos republicanos, siempre amenazados, siempre
atropellados, siempre defendidos.

***

A mí no me gusta hablar de DDHH porque en general se habla de ellos cuando


han sido violados. Y la violación me parece una forma repugnante y poco satisfactoria
de realización erótica. Aunque la utopía de una sociedad justa y ecuánime en la distri-
bución de sus bienes y oportunidades se haya mostrado históricamente irrealizable,
podemos constatar empíricamente que el grado de oprobio, de un posicionamiento
insano y criminal de una comunidad de hombres sobre otra comunidad de congéneres,
muestra una gran variabilidad. Mientras unas violaciones son trágicamente grotescas y
visibles, trayendo el infierno y apocalipsis a la realidad cotidiana, otras son sordas y
silenciosas (estructurales se dice), en un sistema productivo que por un lado prodiga la
opulencia hasta el hartazgo, con un correlato de hombres superfluos o descartables,
excluidos desde el nacimiento a una factible integración a los sistemas hegemónicos de
producción material y simbólica.
Prefiero entonces hablar de la frontera entre psicoanálisis y sociedad, o psi-
coanálisis y ciudadanía, de la interfase entre el sujeto político y el así llamado
sujeto del inconsciente. Así el tema se universaliza y no se restringe y confina a las
situaciones extremas de violencia y abyección. El cambio no es retórico, tiene la misma
distancia que hay en medicina entre prevención primaria y terciaria.

***

En los tramos finales del marathon de la vida no puedo sino asombrarme


que los DDHH sean un eje temático de un Congreso de FEPAL. Quiero com-
partir con ustedes ese asombro con reconocimiento y gratitud a quienes así lo
concibieron, y ya que –citando a Mafalda de Quino– “La historia comienza
cuando yo me doy cuenta”– quiero decirle a los jóvenes que no siempre fue así.

52 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

La articulación de la escena analítica con el espacio ciudadano ha sido y sigue


siendo una bisagra problemática, una zona de frontera que conviene explorar prolija-
mente. Para buena parte de los colegas esta interrogación es necesaria, imprescindible,
para otros es una amenaza a la especificidad del método, y aducen (el argumento no es
menor) la extraterritorialidad y atemporalidad del inconsciente. De modo que el ciuda-
dano, inserto en una cultura y un espacio socio-político, y el sujeto del inconsciente que
emerge en la experiencia psicoanalítica, son dos sujetos que tienen poco que ver entre
sí. De todos modos la creencia de un inconsciente abierto al mundo u otro encerrado
en el hervidero de su caldero pulsional, no es más que eso, una creencia y un debate
abstracto y retórico. En lo personal me gusta más asomarme a las fronteras y todos
saben que nos divertimos más en la transgresión que en la obediencia. Como sea,
incluir los DDHH como tema a pensar desde el psicoanálisis implica reinterrogar y
cuestionar, quizás descentrar ciertos pilares básicos del edificio teórico de nuestra dis-
ciplina, y eso siempre hay que hacerlo con cuidado.
Es a interrogar esta aparente aporía que voy a dedicar las páginas que siguen.
Contra las apariencias, este asunto o territorio de reflexión no ha sido
fundado para este congreso, el matrimonio de DDHH y Psicoanálisis no es el
invento de Margarita, Mariam o Juan Pablo, sino del padre fundador. ¿Matri-
monio amoroso o mal avenido? La pregunta lleva un siglo. Cuando Freud em-
pezó a especular con la pulsión de muerte, con el “Malestar en la Cultura” y el
“Porvenir de una Ilusión”, y antes con “Psicología de las Masas” (¿en español
es masa, o grupo o multitud?) y con “Tótem y Tabú”, y culminó después con el
“Moisés”; pero estos textos son poco trabajados en congresos e institutos de
formación y parecen tener poca incidencia en la clínica ordinaria. Extenso y
fecundo recorrido que Laplanche llama el eje socio-antropológico de la obra
freudiana.
En la clínica ordinaria, donde trabajamos con la clase media y alta, quedamos
inmersos y atrapados en la intimidad de la sexualidad infantil y la peripecia edípica,
y difícilmente nos ocupamos de las multitudes del planeta y sus avatares. Hasta que
llega el Totalitarismo, la Tiranía, el Genocidio o la Tortura sistemática o la pobreza
extrema, y lo que expulsamos por la puerta nos entra por la ventana.
Entonces, si los organizadores no se pueden arrogar el mérito del invento
porque éste es freudiano, deben ser homenajeados por el coraje de traerlo al
centro de la escena de la reflexión psicoanalítica, de no hacerlo un pariente pobre
y marginal sino darle el estatuto de problema psicoanalítico a pensar, con lo que
se arriesgan –como le ocurrió a Freud– a la vituperación. Por ejemplo la de
abandonar la sana clínica que se ocupa del bienestar y adaptación de los pacien-
tes para ir a territorios que no conciernen al psicoanálisis sino a la política, a lo
sumo a otras ciencias humanas.
Pero el tema de las articulaciones de DDHH y Psicoanálisis no se circunscribe y
limita a la violencia política. Abarca zonas mucho más extensas donde se juegan aspec-
tos cruciales de democracia, de ciudadanía, de diversidad cultural. Y me parece perti-
nente que los psicoanalistas asomemos allí el hocico, no tanto para enseñar o predicar,

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 53


Marcelo N. Viñar

sino sobre todo para aprender. Al menos aprender cómo cuestiona y sacude a nuestro
oficio y tarea, la mutación civilizatoria que estamos viviendo.
¿Acaso la peripecia de la iniciación sexual es la misma en nuestros adolescentes
de hoy de lo que fue en nuestra generación, o en la moral victoriana de los tiempos de
Freud? Yo no dudo que la causalidad inconsciente y la peripecia edípica sean decisivos
en la elección de objeto sexual. Pero entre decisivo y exclusivo hay una distancia cua-
litativa fundamental, e interrogar cómo la cultura actual irrumpe y modela los patrones
comportamentales, en nada empobrece la especificidad del enfoque freudiano. La in-
timidad que se produce y despliega entre el diván y el sillón al amparo de la regla de
oro, no puede confinarse al aquí y ahora conmigo, que postulaban ciertos enfoques
bionianos. Que las brisas o vendavales de la ciudad atraviesen el consultorio no es una
amenaza al método sino algo a celebrar, y en la escucha analítica se puede alternar en
cómo se estructura y organiza la intimidad del aquí y ahora, y dónde son bombardea-
das y perforadas por los misiles de modas cambiantes. Los referentes de norma y
trasgresión mudan a velocidad vertiginosa –lo que se llama modernidad líquida (Bau-
man - Leucowicz) y sería arrogante no confesarnos un poco atónitos y perplejos ante
los bruscos e intensos cambios de mentalidad que se producen.
Cada teoría, más allá de las condiciones geniales de su inventor, es subsidiaria
de la mentalidad o sensibilidad prevalentes o hegemónicas en sus condiciones históri-
cas de producción. El lugar de la mujer, su emancipación, que algunos autores consi-
deran como el hecho societario más relevante del siglo XX, la noción de familia, de
sexuación, filiación, función paterna y materna, no tienen hoy la misma vigencia y valor
que tuvieron en las condiciones históricas de producción de la teoría clásica. ¿Cómo se
conciben hoy los ritos de cortejo e iniciación sexual, nuestra posición frente a la homo-
sexualidad, el divorcio, el adulterio, si en el freudismo la bisexualidad y la diferencia de
sexos es la diferencia fundadora?, ¿es acaso lo mismo hablar de función materna y
paterna en la familia tradicional y en la contemporánea?, ¿qué variación histórica hay
en estos conceptos? Son preguntas que también conciernen a la bisagra entre socie-
dad, D.D.H.H. y Psicoanálisis.
La subjetividad se construye y reformula cotidianamente y somos continuamente
colonizados por el lenguaje a través de los discursos hegemónicos. No propongo una
polarización entre conservadores y revisionistas de la teoría freudiana, cuyos funda-
mentos siguen incólumes, sino interrogar las variaciones que el cambio epocal nos
impone. Stephen Gould postula que la mayor revolución del conocimiento en la mo-
dernidad es el cambio de la noción de esencia por el de variación.
En tiempos de Freud la delimitación del espacio íntimo o privado, respecto al
espacio público, era más nítido. En el mundo mediático que hoy prevalece, la nitidez de
esta frontera está cuestionada o desmoronada. El sujeto sujetado a la norma y la tras-
gresión impuestos por el código de un otro mayúsculo (representado por el estado y la
religión), está basculando a un sujeto que se pretende autoengendrado, cuyo eje
axiológico está centrado en el derecho a ser lo que se es. Dice Bauman, que antaño el
conflicto se planteaba entre lo permitido y lo prohibido, hoy, entre lo imposible y lo
posible. Trueque donde el referente ético queda devaluado.

54 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

Una dirección –que me parece errónea– pocas veces creativa y a veces diabólica
es usar la herramienta psicoanalítica –sus descubrimientos, su saber– para explicar fenó-
menos sociales. El mismo Freud usó parricidio e incesto y teoría de las pulsiones en sus
textos sobre la guerra, y una frase muy citada es considerar los problemas sociales como
la reproducción del conflicto íntimo en una escena más amplia. Como me dijo en Berlín
en un extremo de ridículo una analista neoyorquina, que Bush-hijo había invadido Irak
ahora como expresión de rivalidad con su padre quien no había penetrado en Bagdad
una década antes. O el libro verdadero o apócrifo sobre el Presidente Wilson. ¡En fin, si
ni en Freud, dios padre, se puede confiar, no me exijan a mí el tino y la mesura! Yo no
creo que se pueda ni se deba usar el psicoanálisis para “explicar” los fenómenos socia-
les: psicoanálisis que explica es psicoanálisis aplicado y eso no es operante. Es con otro
enfoque (perspectiva) que me acerco a la interfase de lo psicoanalítico con lo social. No
basta ni es pertinente la conjunción copulativa psico-social, sino tratar esa frontera
como un espacio problemático, turbulento, enigmático y a descifrar.
En la modernidad el requisito de un proceder científico era delimitar un objeto
de conocimiento y una metodología para abordarlo y esta conjunción de método y
objeto definían el territorio específico de una disciplina. Si uno se salía del redil, venía el
anatema: “Eso no es psicoanálisis”. Más allá de quien tuviera razón, el acusador o el
acusado, lo que importa relevar es la certeza dogmática de la imputación: lo que tras-
lada el debate a la zona de la creencia. Tratando de superar el combate de opiniones y
situar el problema en un plano epistemológico, recordemos que los paradigmas de la
modernidad –nos lo enseñó en FEPAL José Luis Calabrese, al trazar axiomática-
mente el perímetro del objeto y el método de una ciencia– separaban para com-
prender mejor: sexualidad infantil, trauma, fantasma y peripecia edípica, pulsiones y
constelaciones identificatorias, delimitaban el territorio freudiano. Todos aprendimos la
lección, sino no estaríamos aquí. Dada además la atemporalidad del inconsciente, este
saber era pensado como universal y perpetuo.
Hoy, en lo que se ha dado en llamar el pensamiento débil de la post-moderni-
dad, trabajamos con causalidades y determinismos múltiples, exploramos a tientas
mundos posibles sin las certezas con que la ciencia positiva de la modernidad quería
explicar al mundo tal cual es. De consiguiente, hoy la sanción de lo que es y lo que no
es psicoanálisis, no tiene la fuerza condenatoria de antaño y la diversidad amenaza
menos la excomunión. El desafío no está en el demostrar, sino en el mostrar cómo tal o
cual fenómeno tiene que ver o no con la causalidad inconsciente, y si es posible de ser
pensado dentro de las coordenadas freudianas del padecimiento psíquico.
Yo creo (y lo propongo a la controversia y debate), que en la medida en que el
descubrimiento freudiano ganó en auge y prestigio y trocó su condición de “peste”
subversiva por la de verdad oficial y prestigiosa, ese saber anticipado puede marchitar
el asombro y la sorpresa del insight. No se trata de refutar ni de poner en jaque las
tesis freudianas de la importancia de la sexualidad infantil, de los avatares de la
pulsionalidad y de las constelaciones identificatorias de esa época de la vida. Se trata
de cuestionarlo como determinismo lineal y exclusivo y abrirse a la peripecia de una
multicausalidad.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 55


Marcelo N. Viñar

Yo abrevo diariamente en la clínica –como lo hacemos todos– de la fecundidad


del enfoque freudiano. De lo que se trata es de no usarlo como verdad religiosa, como
verdad revelada que todo lo explica. Se trata de no reificar los referentes freudianos,
como exclusivos y eternos y arriesgarse a confrontarlos, con el menor prejuicio posi-
ble, a la primacía de la clínica y a los emergentes de una actualidad social distinta a la de
los tiempos de Freud, para interrogar el malestar en la cultura en el mundo de hoy.

***

Volvamos al tema de los efectos de la violencia política. Quisiera utilizar una


viñeta como disparadora de nuestra reflexión.
Dos analistas israelíes, supervisora una, supervisanda la otra, forman parte de
una red humanitaria por la conciliación entre judíos y palestinos. Una de sus tareas
consiste en su presencia militante en los puestos aduaneros donde los palestinos ingre-
san a Israel. Presencia que busca evitar o mitigar los abusos o prepotencias con los
palestinos “trabajadores” entre los cuales pueden infiltrarse eventuales “terroristas”.
Soldados que, entre el miedo y el odio se pueden volver agresivos, trocando la inspec-
ción en maltrato.
Un día un palestino amigo de la supervisanda llega llorando porque su casa fue
saqueada y quemada, y es ella la única judía con quien puede compartirlo empática-
mente. La futura soñante es hija y nieta de judíos alemanes, a quienes setenta años
atrás, su casa les fue confiscada por el nazismo y debieron huir en pocas horas, aban-
donando todas sus pertenencias para evitar lo peor.
Esa noche ella hace un sueño de angustia donde tiene la convicción pesadillesca
de ser ella misma la ladrona y apropiadora de la casa del palestino.
Esta historia me fue narrada vívidamente por un colega francés durante el recien-
te congreso de Berlín, y había sido tema de debate en la sociedad de París. Globaliza-
ción mediante, la transculturación y sus efectos de desfiguración están asegurados.
Sería vanidoso y pueril pensar un material onírico fuera de la escena transferencial.
Sólo lo traigo para problematizar la posición del analista, ante un material significativo
que conjuga y condensa una actualidad política quemante y acuciante, con un trauma-
tismo histórico que trasciende a la soñante y atraviesa las generaciones, y es reveladora
de una culpa colectiva que trasciende la constelación individual. ¿Qué caminos elabo-
rativos habrá que transitar, qué caminos interpretativos habrá que recorrer? No pre-
tendo traer respuestas sino abrir interrogantes. ¿Cómo descondensar el trabajo de
condensación obvio y elocuente que el sueño despliega? No es que tenga la respuesta,
sino justamente porque me encuentro desmunido es que lo traigo a la reflexión.
Yo fui joven alguna vez y alumno obediente de la doxa freudiana: el material
infantil es el “capitalista” del sueño, el “resto diurno” un modesto operario que transfor-
ma el material para hacerlo presentable (trabajo de figurabilidad). Llevando esta orto-
doxia al extremo, ¿será pertinente traducir una violencia actual y acuciante a términos
edípicos de sexualidad infantil...? Sin duda nadie es tan torpe, pero la primacía de lo
infantil que fue tan importante y decisivo en aquel contexto de descubrimiento que

56 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

merece hoy ser recuestionado y actualizado a la luz de lo que el mismo Freud y los post
freudianos han aportado sobre temporalidad psíquica y rehistorización.
Del flash clínico lo que quiero rescatar para pensar, es el anudamiento que se
produce en la soñante entre psicología individual y colectiva, con el trueque de la
condición de víctima a la de victimaria: es ella, en el texto manifiesto, la que se convierte
en perpetradora del acto ominoso, se convierte en ladrona y apropiadora del mismo
objeto –la casa– que le fue sustraído a su familia dos generaciones antes. ¿Cómo se
trabaja ese nudo?
En la sesión analítica –que cultiva la psicología de las profundidades en un ámbi-
to de intimidad– hay poca cabida para considerar aquella condición del sujeto donde
está atrapado por la psicología de las multitudes: en este caso la israelí solidaria, atra-
pada en la coyuntura histórica de un pueblo tan agredido como opresor. ¿Cómo resca-
tar la neutralidad analítica y no ser ni pro-palestino ni antisemita? En condiciones de
pluralidad democrática y libertad de expresión parece más factible y menos riesgoso el
hacerlo. Aun así solemos rebatir el conflicto hacia la esfera íntima. Es nuestro hábito y
tradición.

***

La memoria del terror

Ya somos reiterativos en sostener que homologar la tortura y el genocidio a las


generalidades de la Neurosis traumática es desconocer su especificidad, la que radica
en que es otro humano –un semejante– el que tramita racionalmente nuestro oprobio o
destrucción. A partir de allí –y a perpetuidad–, la pregunta de quién es el prójimo se
planteará sin cesar con otra intensidad, con otra incertidumbre, con otra congoja.
Quebrada la identificación originaria a lo humano –que es constitutiva de todas
nuestras ficciones teóricas sobre el origen del sujeto psíquico– éste queda fragilizado o
fisurado.
¿Quién es el prójimo? ¿Qué es la especie humana?, como plantó Antelme hace
cincuenta años y retoma Samuel Gerson en El tercero está muerto. Sin ese espejo
amistoso del semejante –lo sabe cualquiera que haya leído las reflexiones freudianas y
post freudianas sobre el desvalimiento originario, la Hilkfloschiskeit– algo de lo cons-
titutivamente humano queda averiado. Y es allí que debe apuntar la elaboración, even-
tualmente la reparación cuando la Prioridad del Otro es ocupada por un enemigo, que
quiere nuestro oprobio y destrucción. Nunca restitutio ad integrum (restitución inte-
gral), como pretende la idea de resciliencia. La víctima, sostiene Antelme, no es la
abolición de la singularidad, sino por el contrario, su realización plena. Es esta singula-
ridad que debe transitar el proceso terapéutico lo que jamás se logrará con la Neurosis
Traumática como referente.
Para hacer más explícito a qué llamamos perlaboración del trauma extremo, la
descripción que me parece más comprensiva y penetrante en las lecturas llevadas a
cabo es la que nos dejaron los Baranger y Mom en su relato de 1988.2

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 57


Marcelo N. Viñar

Llaman “trauma puro” a la desorganización psíquica producida por la violencia


del acontecimiento que al principio se produce por una angustia masiva, una experien-
cia apenas comunicable, porque la confianza en el otro está destruida y el interior es
desolación y desconsuelo. La desorganización es tal, que la angustia es masiva, de
causa indeterminada y sin objeto representable. (Esto me evoca como paralelo las
angustias sin nombre de las agonías primitivas de Winnicott, que ocurren en un psiquis-
mo primitivo y creo que es a ese nivel de regresión que lleva la experiencia extrema).
En un segundo tiempo vienen del trauma representaciones fragmentarias, imágenes,
olores u otras formas primitivas y fragmentarias de representación que no se integran
de modo coherente. Es la presencia del analista, del testigo, apoyados por la disposi-
ción genérica del aparato psíquico de buscar causas y sentidos, que en una tercera
etapa los fragmentos se van integrando en frecuencias de sentido; se va historizando en
la historia del sujeto y de su linaje, y en lugar de tener en la mente el carácter de cuerpo
extraño y aislado, los recuerdos se van integrando en secuencias lógicas e inteligibles,
que toman la dinámica de recuerdos encubridores, para ir desentrañando paso a paso
algo de la veracidad originaria buscada y de su significación. Esta evolución favorable,
saludable, no depende sólo del trabajo en la intimidad del par terapéutico. Concuerdo
con Werner Bohleber,3 con que el desenlace es diferente cuando en el espacio social
prevalece el silencio, la indiferencia o la desmentida (y los traumatizados cargan en
exclusividad con la tarea reparatoria o con la culpa del sobreviviente) que cuando el
espacio social se abre a la memoria colectiva y transgeneracional de reconocimiento
del evento horroroso acontecido y se tramitan sus consecuencias en el espacio ciuda-
dano.

***

No olvidar..., de acuerdo. El silencio es ofensa a las víctimas y a los muertos. Es


ofensa a lo más humano que tiene el ser humano: su inscripción en una genealogía.
Abolición de los ancestros como tesoro significante. Ancestros a quienes queremos
imitar o refutar, en la búsqueda incesante y desasosegada de nuestro modo propio y
actual de estar en el mundo.
Nunca se busca solamente dar cuenta del pasado, sino simultáneamente indagar
qué procesos y transformaciones hacen posible la configuración del presente. Pero
cuando se trata de persecución, genocidio y tortura, es decir de un origen mancillado,
de oprobio y humillación... ¿cómo recordar?... ¿para qué recordar?
La respuesta no es obvia ni es fácil. El tobogán patético, adornado de llantos y
escalofríos, es una pendiente peligrosa y un cortocircuito del que todos hemos sido
víctimas. La monumentalización del horror es una forma de eludirlo y caer en la hipo-
cresía.

2
Baranger, M.; Baranger, W.; Mom, J. (1988)“The infantile trauma from us to Freud: pure trauma, retroactivity and
reconstruction”, Int. J. of Psychoanal, 69: 113=128.
3
Bohleber, W. “Recuerdo, trauma y memoria colectiva. La lucha por el recuerdo en el psicoanálisis”, en Revista de
A.P.A., Tomo LXIII, Nº 4, Dic-2006, “Trabajos centrales del congreso internacional de Berlín 2007”.

58 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

Los modos de mirar el pasado son múltiples y problemáticos. No toda memoria


es saludable y salvadora, puede ser incluso fuente de odios y resentimientos y anclarnos
en un pasado sagrado y falsamente idílico que nunca existió.
La operación memoriosa y la operación historiadora deben estar siempre ama-
rradas a algo viviente de la peripecia actual y nutrir un anhelo y un proyecto del presen-
te. Aquello que se alude con la consigna freudiana de recordar para no repetir.
Explorar el pasado –del grupo íntimo y de la comunidad de pertenencia– siem-
pre comporta el riesgo de exaltarlo y sacralizarlo, lo que como la mirada a Gorgona
nos deja ciegos e inertes. Nutrirse de la tradición, en la ambivalencia que Freud relevó
entre el reconocimiento y el resentimiento, es buscar el punto de apoyo y la plataforma
desde donde podemos inquirir los enigmas del presente y dibujar la polaridad de lo
que buscamos y lo que tememos, de lo que queremos lograr y lo que queremos evitar.
Esto vale para individuos, grupos y comunidades y anuda en el mismo gesto el pasado
y el futuro; la reflexión retrospectiva con la prospectiva.
Debemos volver a la memoria del espanto, no para llegar al estremecimiento y el
temblor, sino para mantener abierta la interrogación que lúcidamente formuló R. Antelme:
¿cuál es el sentido último de pertenecer a la especie humana? Aunque sepamos (antes
y durante la interrogación) que una respuesta definitiva nunca llegará. La única justifica-
ción y el sólo sentido creativo de volver a la memoria del horror, a palpitar con ella, es
reabrir la cuestión de quién es mi prójimo, si es mi semejante o si es mi enemigo.
Remendar ese desgarro donde el prójimo pueda volver a ser un amigo, no definiendo
la amistad como valor o virtud –dice Antelme– sino como el lugar imprescindible y
único donde se pueda seguir siendo humano. Y Humano no como resultado de un
juicio de valor y atribución, sino precediéndolo, como necesidad y soporte de la pala-
bra necesaria para explorar lo desconocido. Como expresa con belleza Carlos Fuen-
tes: sin la amistad externa, la morada interna se derrumba. El hombre necesita del
prójimo para poder ser humano. Ubuntu, se dice en alguna lengua africana.

***

El tema de la Memoria del Horror y su representabilidad, ha sido tratado mil


veces en la literatura psicoanalítica y fuera de ella. Insistencia reveladora de su dificul-
tad. Según J. L. Nancy4 se remonta al viejo testamento (Éxodo 20.4) en la problemá-
tica entre idolatría (eidolon = imagen) y monoteísmo, es decir un dios que sólo es
palabra, visión del corazón y movimiento (de acompañar a su pueblo). El dios que
entrega su verdad en el retiro de su presencia.
Es famosa la lapidaria sentencia de Adorno: “No puede haber poesía después
de Auschwitz”. Jean Luc Nancy busca la réplica en Adorno y el poeta de Hans Sahl,
“Sólo el poema puede decir aquello que de otro modo burla toda descripción”.
Con palabras diferentes Antelme postula la misma cuestión: “Para dar testimonio,
hay que inventar una máquina de expresar”.

4
Nancy, J. L. “La representación Prohibida”. Amorrortu, Bs. As., 2006.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 59


Marcelo N. Viñar

Dilema pues entre la presencia plena de la imagen, amurallada en su inmediatez,


y el intervalo –creativo– de la re-presentación. Porque el re, de representación no
implica –no puede implicar– el retorno del acontecimiento originario. No es copia ni
repetición de aquello. Por eso la representación plena y directa que busca el enfoque
catártico-abreactivo es pura apariencia y espectáculo. Tiene la estupidez del ídolo.
El re de representar, de recordar, se despega, se desprende del hecho originario
y se centra en cómo el sujeto lo trabaja y es trabajado por el trauma. Esta es la distan-
cia o intervalo entre la facticidad de la catarsis y la perlaboración (Durch-arbeiten)
como iteración e intensificación de una experiencia a trabajar nota por nota, surco por
surco, hasta llegar a la melodía y a la canción propia. La catarsis captura en una imagen
estática, paralizada. La idea elaborativa es un camino perpetuo y sin fin que conforma
los bordes del sentido y del sin sentido. En francés, Maurice Blanchot trabaja la distan-
cia entre sentido (sens-) y sin sentido (ab-sens), jugando con la homofonía entre au-
sencia y sin sentido.
La verdad del terror nunca puede ser una presencia plena –salvo que se quiera
ir al simulacro o al espectáculo. El trabajo de elaboración es la construcción del objeto
traumatógeno para modelarlo y domesticarlo. Es la metonimia de un hecho original
inalcanzable, de sus deformaciones y desfiguraciones. De cómo el acontecimiento se
anida en nuestra historia y anuda esta historia hasta amarrarla y estrangularla.
Éste es el nudo filosófico y psicoanalítico de la representabilidad del trauma extre-
mo en el intervalo entre lo sensible y lo pensable. Lo pensable –lo sabemos con Freud–
se constituye a partir de una ausencia (no de una presencia).5 De un sentido que se crea
a expensas de una falla o fracaso de una significación totalizante. La representación (del
horror) no es inmediatez sino intervalo o distancia mediada por un sujeto, de allí su singu-
laridad y su falencia, su invalidez ante la ambición de producir un sentido pleno.

***

¿Cómo pensar entonces la relación entre el psicoanálisis –su práctica y reflexión–


con los derechos humanos? (Violados y sin violar)
Respecto a estos últimos sólo diré que cuando los psicoanalistas salen a los
márgenes, no deben hacer análisis aplicado de la experiencia del consultorio donde se
trabaja la intimidad, la sexualidad infantil y la peripecia edípica, sin previamente asegu-
rarse de que su interlocutor o paciente participa de los códigos normativos de un orden
simbólico. Y cuando no es así procurar pacientemente instalarlos. Antes de desenca-
denar la aventura freudiana de la libre asociación y la atención flotante, es menester
registrar si nuestro paciente puede disponer del contrato narcisista, que le otorga un
lugar en la genealogía y en el grupo, y una definición de lealtades y pertenencias donde
se pueda desplegar y tramitar el conflicto entre su erotismo e impulsividad, en pugna
con la génesis de una moral y sus mandatos superyoicos. Un fuero interior cuya textura
permita diferir la descarga y el pasaje al acto.

5
Ver por ejemplo, Freud, S. “Los dos principios de funcionamiento psíquico” (1911).

60 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

Respecto a la violación de derechos humanos en la violencia política del siglo


XX –siglo del Psicoanálisis y del progreso– lo fue también de barbarie y genocidios, lo
que nos da abundante material a pensar. Pero para el horror no hay la buena
distancia, consigna Maurice Blanchot. El horror espanta o fascina. Esta regla se cum-
ple en la comunidad analítica donde también se da la dicotomía entre atrapados y
evitativos. Durante décadas muchos colegas se atrevieron a imitar al Dante, visitando
el infierno y crearon una clínica de situaciones extremas. Freud escribió sobre neurosis
de guerra en el epílogo de la Primera guerra mundial y Bion hizo otro tanto en la
Segunda.
El enfoque clínico habitual, el modelo de la neurosis traumática, me parece in-
adecuado, insuficiente y reductivo para el afectado por un traumatismo extremo y co-
lectivo, esto es la tragedia de hombres destruidos por la acción racional, metódica e
intencional de sus congéneres.
En la novela del neurótico el proceso analítico conduce a conectar el síntoma o
el malestar con la historia íntima del paciente para que éste se apropie y se responsabilice
de su sentido. Este gesto es erróneo y nocivo para la víctima de un traumatismo histó-
rico, que no es una enfermedad del sujeto sino del lazo social, donde más que sentidos
hay una bancarrota de la significación, que es lo opuesto a la construcción de leyendas
coherentes que hagan polea de transmisión de valores y creencias entre las generacio-
nes y –por el contrario– generan lagunas y silencios en la transmisión. Permítanme un
desvío o disgresión. En las últimas décadas, a partir de los trabajos memorables de
Abraham y M. Torok,6 retomados por Käes y Faimberg,7 se ha subrayado lo transge-
neracional como fuente de patología. Los mensajes enigmáticos que trabaja Jean
Laplanche en las identificaciones más precoces y decisivas, en su teoría de la seduc-
ción generalizada, ponen el énfasis en la inscripción que el adulto imprime en el niño. Yo
pienso que el ámbito de estos procesos de inscripción-intrusión no deben limitarse al
ámbito del enlace erótico sexual e inconsciente de adultos a niños, sino que es necesa-
rio tender un puente con la antropología. En la asimetría niño-adulto es donde se pro-
ducen los procesos de subjetivación, y es conveniente incluir los efectos del terror
político como fuente perdurable de angustia. Esta extensión no hace perder la especi-
ficidad del psicoanálisis.
En la neurosis traumática, el sujeto se ve asaltado y asediado de modo recurren-
te e insistente por el evento traumático y fracasa la normal discriminación entre pasado
y presente. El reloj de la vida se detuvo en el trauma y se enquista y encapsula como un
cuerpo extraño en la vida psíquica. Algo de esto puede ocurrir en el torturado, o en el
sobreviviente del campo de concentración, o del desplazamiento forzoso y en el entor-
no de sus familiares y descendientes. Muchos terapeutas limitan su acción a procedi-
mientos catártico abreactivos como meta del proceso. Pero confinar el problema al
mundo interno y a la constelación íntima del sujeto, que suele ser nuestro gesto habitual

6
Abraham, N.; Torok, M. L’écorce et le noyau, Anasémies II, Ed. Flammarion, París, 1987.
7
Faimberg, H.; Kaës, R. Transmission de la vie psychique entre générations. Dunod, París, 2003.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 61


Marcelo N. Viñar

e insistente en la práctica ordinaria, va por un camino erróneo y dañino al confirmar el


insoportable desvalimiento y culpabilidad de la víctima como causante de su soledad
catastrófica, por no poder confiar en el semejante.
La bibliografía del trauma extremo puede llenar bibliotecas, donde hacen relieve
conmovedoras historias pero también insidiosas repeticiones: esa pobre gente llena de
secuelas, minusvalías y discapacidades... Es de este enfoque y perspectiva que quiero
desmarcarme, de la escatofilia del horror y la victimología, porque allí comienza el
abismo entre el que padece y el testigo. “Yo no soy un enfermo, sino la expresión
de mi tiempo y coyuntura”, clamaba David Rousset, al salir de la experiencia del
campo de concentración. En los crímenes históricos se anuda el padecimiento personal
con la destrucción de una cultura y una pertenencia. La reparación debe tomar en
cuenta este carácter del daño. El descubrir o reinventar los espacios de reciprocidad
arrasados o desertificados por el crimen colectivo es un paso decisivo del encuentro
terapéutico. La espera confiante, la empatía que preside el encuentro humano o tera-
péutico está averiado o destruido y su remiendo no se logra por una mirada samaritana,
requiere tiempo y un bordado cuidadoso, no para asomarse al abismo y al terror al que
invita el gesto catártico, sino a las metonimias y desplazamientos a que han dado lugar
las agonías sin nombre del trauma original. Yo creo que nombrar el terror (lo que me
parece axiomáticamente no pensable) lleva a la incandescencia e interrumpe la perla-
boración (el working through). Es en las vecindades pero a distancia del espanto que
eventualmente se produce la reparación.
A esta alternativa de poder distinguir entre recauchutar un traumatizado (una
víctima) y restituir su confianza en el semejante y su capacidad de pertenecer a la
especie humana, voy a destinar las páginas que restan de este texto. Felizmente no me
siento el llanero solitario y más allá de los colegas compatriotas que trabajan en la
misma dirección que a riesgo de omisiones no voy a citar, sí quiero citar los últimos
trabajos de Samuel Gerson,8 y de W. Bohleber sobre “Memoria personal y colec-
tiva”, leídos en el último congreso de IPA. También mi gratitud a Janine Altounian en
su libro Sobrevivir y más allá de nuestra cofradía el aporte invalorable de los autores
de la literatura del mundo concentracionario (R. Antelme, Primo Levi, Sarah Kofman,
Paul Steinberg, David Rousset, Imre Kertez, Zygmun Bauman, Carlos Liscano). Auto-
res con quienes he adquirido la convicción de que más allá de la reparación del tejido
íntimo de la persona afectada, es menester el reconocimiento y la sanción pública del
acontecimiento que causó el traumatismo de la violencia política, ahorrándole al afec-
tado una parte de la carga que designamos con el nombre de culpa del sobrevi-
viente.

***

Con los autores citados, en el diálogo con colegas y en mi propia experiencia he


adquirido la convicción de que ningún terapeuta sale indemne de esta excursión, que

8
Gerson, S. “Cuando el tercero está muerto”.

62 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

vencer los pactos de silencio y los aspectos indecibles de lo vivido, de sus desplaza-
mientos, desfiguraciones y retranscripciones, requiere un fino trabajo elaborativo. No
hay –como en la catarsis– una copia de un hecho original sino resignificaciones sucesi-
vas del mismo. En el itinerario de acompañar el traumatismo extremo –el horror inima-
ginable– ocurre –en paralelo con las patologías graves y las psicosis– que el tratante
realice un arduo trabajo consigo mismo. Es lo que en la tradición Kleiniano-rioplatense
(y me complace contravenir el hábito de citar prevalentemente autores europeos),
Racker, Bleger y Baranger han llamado el autoanálisis de la contraidentificación pro-
yectiva. Tema retomado por Bion en Ataques al vínculo y más tarde por Searles (El
empeño en volver loco al otro). O dicho en términos simples y de lenguaje corriente:
como el texto del paciente, trabaja, corroe y eventualmente desmorona al tratante. De
consiguiente, trabajar la propia emoción y congoja es una dimensión primordial de la
escucha.
Privilegiar el enfoque del individuo afectado conduce a la creación de centros
especializados de tratamiento –lo que está muy bien–, pero exime a la sociedad
bienpensante de sentirse involucrada y concernida en el tema –lo que es un grave error.
La violación flagrante de los derechos humanos básicos no sólo crea víctimas y afecta-
dos –individuos enfermos– sino que es una enfermedad del lazo social y por consi-
guiente afecta a toda la sociedad. Del mismo modo que en el campo jurídico se ha
creado la figura imprescriptible de los delitos de lesa humanidad, a cuyo respeto nues-
tros países están subordinados por la firma de tratados internacionales, los psicoanalis-
tas y trabajadores de salud mental, más allá de asistir a los afectados, tenemos que
buscar en nuestra clínica y en nuestra teorización, por qué caminos se gesta este cáncer
del lazo social que lleva a esa disociación entre afectados e indemnes, ente las víctimas
y aquellos que Michel de Certau definía como los que no pueden oír y no quieren
saber, camino por el que se vuelven, sin saberlo o sabiéndolo, cómplices tácitos y
pasivos del advenimiento de nuevos totalitarismos, impidiendo los sistemas de alerta
precoz para abortarlos.
Tuvimos esta epidemia en América Latina hace pocas décadas y sus efectos
persisten –quizás en todas partes– aunque de modo más flagrante o manifiesto en
Colombia y Guatemala, algunos dicen que también en Cuba y Venezuela.

***

Es cierto que estos temas –que tocan lo sagrado y lo irracional y colindan con la
violencia política–, son zonas de riesgo para la pérdida de la sagrada neutralidad. Es
obvio que suscribo la regla de que las líneas de orientación del proceso analítico las fija el
paciente y que el analista es sólo un partero de lo que trae quien está en el diván. Sabe-
mos desde siempre que nuestro trabajo privilegia la intimidad. Se trata simplemente –pero
lo simple es siempre difícil– de no sustraerse a la escucha del ruido y la violencia que viene
de la cuidad (drogas, secuestros, drogadicción, fanatismos, sectas, pandillas) y que están
hoy mucho más presentes que en la novela del neurótico de los años 60. Expreso mi
convicción de que una mejor articulación del “Análisis del yo y las Psicologías de las

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 63


Marcelo N. Viñar

multitudes o Masas”, para nombrarlo con el título de Freud, es decir la inclusión de los
fenómenos societarios y macrosociales en el campo de la escucha psicoanalítica es uno
de los desafíos del Psicoanálisis en el siglo que comenzamos. Es posible que en las
condiciones de vida democrática y de reconocimiento del pluralismo, la dimensión
macrosocial pueda ser tomada como invariante. Pero cuando se es psicoanalista en si-
tuaciones extremas de violencia social, desconocer este factor es incorrecto.

***

Tomemos el eje freudiano de “El Malestar en la Cultura” y “El Porvenir de una


Ilusión” (vale la pena pensar los títulos mismos, de por sí elocuentes). Freud es un pensa-
dor de las antinomias y las paradojas. Activo-pasivo, pulsión-prohibición, agreguemos a
la serie: ilusión y malestar. ¿Antónimos o anverso y reverso de la misma moneda? Me
inclino radicalmente por esto último, el par antinómico es parmenídeo, busca la oposición
estática entre dos invariantes o esencias, mientras que malestar e ilusión sugieren el equi-
librio dinámico, inestable, de dos fuerzas antagónicas en constante tensión y variación.
Una discusión –a mi entender retórica– es la aporía que heredamos sobre la
dicotomía individuo y sociedad. Es la alternativa de que el conflicto entre el anhelo
pulsional y el de prohibición cultural sea endógeno (constitutivo del individuo) y que
luego contamina y corroe el lazo social y la convivencia, o que son las condiciones
sociales las fuentes de la miseria individual. En lugar de este combate abstracto entre
socio-génesis y psico-génesis, me parece más productivo una lectura situacional que
procure leer o semiotizar ambos factores, ya que la misma lectura –cuando es adecua-
da y sagaz– propone los ingredientes de la transformación. Diagnóstico y tratamiento
se hacen pasos solidarios de una misma operación que rompe la dicotomía entre cogi-
tación académica y gesto pragmático o altruista.
Imaginar un cambio –cultural o psíquico– comporta imaginar o construir un an-
tes, probablemente más mítico que real. Como lo es el mito freudiano de la Horda
primitiva o el Leviatán de Hobbes. En ambos se pone en juego la interrogación entre el
individuo (el sujeto consigo mismo y el mismo en la comunidad: el sujeto en su relación
con los otros, su vínculo a los grupos, a la sociedad). ¿Cómo imaginar un individuo que
todavía no es miembro de una comunidad? “Antes de” o “todavía no es”, supone la
previatura de un Hombre natural, lo que es una ficción del espíritu.
Hay que destruir la entelequia del individuo aislado, un falso recurso retórico de
la argumentación que desconoce los efectos de la indefensión originaria. Tanto si lo
pensamos en términos de ontogénesis como si lo pensamos en términos de anteriori-
dad lógica, la noción del nosotros y de cultura precede y marca al sujeto individual.
Este posicionamiento no resuelve los enigmas pero nos pone en el surco correcto.
Porque si uno le da a la noción de humanidad un carácter consumado, lo humano como
algo de origen natural o divino, se ahorra de pensar como se construye esa humanidad
a partir de la inmadurez y precariedad de los comienzos.
Y es en esta perspectiva constructivista que radica todo el interés del asunto que
hoy nos concierne: el nudo para articular derechos humanos y causalidad inconsciente.

64 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

Intentemos un telegrama para formular un boceto de lo que sabemos y lo que ignora-


mos. El edificio teórico-clínico del psicoanálisis se funda en la brecha entre biología y
cultura. Por un lado el cuerpo erótico (hedonismo o principio del placer), el llamado de
los impulsos que sin demora ni renuncia piden la satisfacción, y por otra la coerción
externa, la prohibición cultural que regula los intereses supraindividuales. ¿Dónde em-
pieza esta causación circular? ¿Cuál es su aleph? Construyéndose en la mediación de
los primeros vínculos con el otro, el sujeto no sólo socializa su erotismo y su moralidad
como fue siempre el énfasis en la obra freudiana, sino que se constituye además por la
transmisión interiorizada de la historia y la cultura. Este punto de articulación del psi-
coanálisis con la antropología puede permanecer tenue o silencioso en condiciones de
estabilidad, de pluralismo democrático, pero su desconocimiento tiene consecuencias
ominosas en condiciones políticas extremas o en la mutación cultural acelerada como
acontece en el mundo actual. La dicotomía entre el espacio público del ruido ciudada-
no y la intimidad del caldero pulsional no pueden desconocerse recíprocamente. Se
puede inventar el mito de la Horda, el parricidio original y la comida totémica como
origen de la convivencia fraternal, los individuos creando la fraternidad. Otro Zygmunt,
–Bauman–,9 razona de otro modo. ¿Será que uno es sociólogo y el otro psicoanalis-
ta?, ¿será una controversia de opiniones o modos de pensar de épocas diferentes,
aunque haya menos de un siglo de distancia entre ambos? Bauman propone como
inicio la inclusión en lo comunitario, lo cual es demasiado evidente como para ser
advertido cuando es celebratorio y la inclusión es exitosa, y el problema del individuo
y sus grupos sólo revela su existencia cuando es problemático, cuando la armonía falla
y se permuta en malestar. La diferencia entre Sigmund Freud y Zygmunt Bauman no
concierne a las respuestas, sino al modo de plantear el problema. Consiste en devolver
historicidad al modelo atemporal de civilización, producto de la reflexión freudiana. El
esquema freudiano es causalista y explicativo en el sentido en que busca un origen, o un
nacimiento: la ficción de un inicio en la prehistoria. Bauman piensa individuo y comuni-
dad en términos de simultaneidad, no hay un “antes con individuos solitarios, flotantes
y mutuamente hostiles que luego se socializan, sino que lo comunitario es primero pero
demasiado evidente para ser advertido y sólo se hace ostensible en la experiencia de
su crisis, cuando el vínculo se hace problemático, cuando la incertidumbre de su impo-
tencia lo desmorona. Así se dialectizan ilusión y malestar en una dinámica de equilibrio
inestable y se historiza a perpetuidad la atemporalidad del modelo freudiano.
En su retorno a Auschwitz casi cuatro décadas después de la experiencia en
Campo de Concentración, le preguntan a Primo Levi si es posible lograr el aniquila-
miento de la humanidad del hombre. Su respuesta es contundente y de una frescura y
candor que vale la pena citar literalmente: “Desde luego que sí!, y de qué manera! Me
atrevería incluso a decir que es la característica del Lager nazi: la reducción a la
nada de la personalidad del hombre, donde todo pasa a segundo plano ante las
necesidades imperiosas: el hambre, defenderse del frío y de los golpes, con ate-
nuación de todos los recuerdos afectivos y familiares”.

9
Zygmunt, B. Vida de consumo. Fondo de cultura económica de Argentina, Bs. As., 2007.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 65


Marcelo N. Viñar

El mito de la Horda es un mito originario y fundante que subraya su perpetua


actualidad: la humanidad del hombre se construye en cada sujeto y en cada generación
y su derrumbe o desmoronamiento es siempre posible. Lo que es escuchar como
alerta y no como fatalismo del pesimismo freudiano.
Reitero: “Sin la amistad externa la morada interna se derrumba”, nos dice Car-
los Fuentes. El ser con los otros es condición de existencia psíquica. Lo que nos
lleva a distinguir si los otros configuran un grupo de afiliación, donde podemos
reconocer nuestras pertenencias y lealtades, o son una multitud que nos propone
una convivencia anónima. Bauman invoca a E. Renan en su noción de ciudada-
nía: ésta sólo puede existir y sobrevivir gracias al plebiscito diario de sus miem-
bros. O son enemigos que quieren mi destrucción.
Lo que distingue grupo y multitud no es sólo cuestión de número, sino que
en el primero hay intercambio, conflicto, complementariedad y cooperación o
disenso y rebelión. En la multitud todo esto se apaga y sólo hay proximidad anó-
nima. El prójimo personalizado como socio modelo, rival o adversario, no es el
mismo que el prójimo anónimo, distante y ajeno. El efecto de la expansión de la
urbe y la multiplicación y velocidad de los transportes, trae consigo una frag-
mentación de los vínculos y una discontinuidad en la convivencia. Muchos seres
humanos transitan esta coyuntura sin trastorno e incluso lo tramitan como un
enriquecimiento en la diversidad. Para otros, sospecho que en una proporción
significativa, los efectos son nefastos y trae la desolación, es decir el estar sólo
ente muchos. Entre el yo y la masa, entre el individuo y la multitud, se dibuja lo
que Rene Kaës ha llamado el conjunto trans-subjetivo, los grupos de afiliación y
pertenencia, donde nos reconocemos como uno entre otros. UBUNTU.

Resumen
Se desarrollan tres perspectivas:
1. Nos preocupa pensar cómo se articula en la narrativa clínica la vida social y el
espacio político (y las mentalidades que condiciona) con la causalidad psíquica propia de
la experiencia analítica. En otros términos, cómo el vértigo de la mutación civilizatoria
afecta los hallazgos del descubrimiento freudiano.
2. Los crímenes del siglo (Nazismo, Stalinismo, y otros estados totalitarios) masificaron
la cantidad de víctimas y sobrevivientes. La noción de Neurosis traumática y la nosografía
de Stress Post-Traumático y la de Resiliencia son enfoques insuficientes para el psicoa-
nálisis.
3. Pensar los temas de violencia social extrema desde el psicoanálisis requiere la
intervención de una perspectiva de la teoría. Se esbozan algunas propuestas de reflexión.

Descriptores: Derechos Humanos – Violencia Política y Psicoanálisis – Memoria del


Terror Político.

66 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Derechos Humanos y Psicoanálisis

Resumo
Três perspectivas são desenvolvidas:
1. Preocupa-nos pensar como se articula na narrativa clínica a vida social e o espaço
político (e as mentalidades que condiciona) com a causalidade psíquica própria da expe-
riência analítica. Em outras palavras, como o vértigo da mutação civilizatória afeta os
achados do descobrimento freudiano.
2. Os crimes do século (Nazismo, Stalinismo, e outros estados totalitários)
massificaram a quantidade de vítimas e sobreviventes. A noção de Neurose traumática e
a nosografia do Stress Pós-traumático e, a Resiliência são enfoques insuficientes para a
psicanálise.
3. Pensar os temas de violência social extrema a partir da psicanálise requer a inter-
venção de uma perspectiva teórica. Esboçam-se algumas propostas de reflexão.

Palavras chave: Direitos Humanos – Violência Política e Psicanálise – Memória do


Terror Político.

Summary
Three perspectives are developed:
1. Our concern is to think about how social and political life ( and the mentalities which
condition such) relate to the psychic causality inherent to the analytical experience in the
narrative space of the session. In other words, how the rapid changes in our civilization
affect the Freudian discovery.
2. The crimes of the last century ( Nazism, Stalinism and other totalitarian states) have
multiplied the number of victims and survivors. The notion of Traumatic Neurosis, of Post-
Traumatic Stress (PTS) and that of Resilience are insufficient approaches for psychoanalysis.
3. To think about the subject of extreme social violence from the psychoanalytical
perspective requires the intervention of a theoretical perspective. Some proposals are out-
lined for reflection.

Key words: Human Rights – Polytical violence and Psychoanalysis – Memory of Political
Terror.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 67


PREMIOS
OS TROPISMOS: PARTEIROS DAS
CESURAS
Matrizes da vida mental

Mario Luiz Prudente Corrêa1

A SEGUNDA VINDA

Retorna a escuridão; mas ora eu sei


Que vinte séculos de sono pétreo
Vexou o pesadelo de um bercinho;
E que rude animal, chegado o tempo,
Arrasta-se a Belém para nascer?
W. B. Yeats

“O passado não é importante, por que


não há nada que podemos fazer a esse
respeito; aquilo com que lidamos são
os remanescentes, os vestígios do
passado, de remotos estados de mente
... nossa simiesca ancestralidade —
mas é possível fazermos uso desses
vestígios que são discerníveis no
presente se nos permitirmos discerni-
los”.
Taming Wild Thoughts
Wilfred Bion

“... por que não haveria de existir o


que denominaríamos vestígios mentais,
ou elementos arcaicos, operantes de
um modo alarmante e perturbador por
Picasso romperem a linda, calma superfície
que nós comumente vemos como
comportamento são e racional?”.
Clinical Seminars and other Works
Wilfred Bion

1
Candidato da SBPSP
Resumo:

O texto constitui-se de cinto itens, sendo cada um deles uma pré-concepção do item
posterior, bem como uma realização do anterior. Assim, por exemplo, o item II contém (♀)
pré-concepções do item III, sendo realização (♂) do item I, e assim sucessivamente.

Item I: Tem a função de uma hipótese definitória. Partindo da experiência emocional na


sessão analítica, investiga a constelação de fenômenos que o termo personalidade une ou
aproxima. Questiona os horizontes do indivíduo, e dos pensamentos, sentimentos e idéias
que este possa conter. Propõe que o humano contido nele seja um processo em trânsito,
ainda indeterminado, ainda em gestação.

Item II: A hipótese definitória do item I evolui para um mito. Aqui, a idéia de um mundo
interno em trânsito, retorna na versão mitologizada de uma metamorfose primitiva. Propõe-
se a extensão do conceito de cesura e catástrofe de maneira a incluírem duas modalidades
de continente mental com os quais o indivíduo contém sua experiência emocional.

Item III: O mito evolve para uma teoria psicanalítica conhecida, os Tropismos, propostos
por Wilfred R. Bion. Baseando-nos na observação clínica, propomos a ampliação da teoria
dos tropismos de forma a conter (♀) os nastismos, como denominamos os tropismos que se
tornam desorientados.

Item IV: Contém o relato clínico: uma realização dos itens anteriores. Tentaremos
demonstrar a ação e os efeitos dos tropismos projetados na personalidade do analista — o
destino dos tropismos. Expomos o que vem a ser a matriz da vida mental, a levar os
tropismos até o que então denominamos um caminho de cesuras. Sugerimos o conceito de
matriz invertida, responsável pela transformação dos tropismos em nastismos, devolvendo
a vida mental ao vazio e à catástrofe. A parte final do relato aspira ser uma aplicação
clínica do trabalho teórico de Bion sobre a cesura.

Item V: Aqui, o relato clínico evolui para uma nova hipótese definitória, diferente daquela
do item I, iniciando um novo ciclo de transformações. Investigamos o universo borderline
em contraposição ao universo em expansão como duas modalidades de experiência
emocional.

Todos os cinco itens ou círculos são falhos e limitados em sua expansão. Nenhum deles
busca ou alcança saturação.

2
RESUMEN:

Constituyen el texto cinco ítems, siendo cada uno de ellos una pre-concepción del ítem
posterior así como una realización del anterior. Así, por ejemplo, el ítem II contiene (♀)
pre-concepciones del ítem III, siendo realizaciones ( ♂ ) del ítem I, y así sucesivamente.

Item 1 : Tiene la función de una hipótesis definitória. Partiendo de la experiencia emocional


en la sección analítica, investiga la constelación de fenómenos que el término personalidad
une o aproxima. Cuestiona los horizontes del individuo, y de los pensamientos,
sentimientos e ideas que este pueda contener. Propone que el humano contenido en él sea
un proceso en transito, todavia indeterminado, todavia en gestación.

Item II: La hipótesis definitória del ítem I evoluyó para un mito. Aquí la idea de un mundo
interno en tránsito, retorna en la versión mitologizada de una metamorfosis primitiva . Se
propone la extensión del concepto de cesura y catástrofe de manera de incluir las dos
modalidades de continente mental con los cuales el individuo contiene su experiencia
emocional.

Item III: El mito evoluye para una teoria psicoanalítica conocida, los Tropismos, propuestos
por Wilfred R. Bion . Haciendo la base en la observación clínica, proponemos la
ampliación de teoria de los tropismos de forma de contener (♀) los nastismos , como
denominamos los tropismos que se tornan desorientados .

Item IV: Contiene el relato clínico: una realización de los ítems anteriores. Tentaremos
demostrar la acción y los efectos de los tropismos proyectados en la personalidad del
analista — el destino de los tropismos. Exponemos lo que viene a ser la matriz de la vida
mental, a llevar a los tropismos hasta lo que entonces denominamos un camino de cesuras.
Sugerimos el concepto de matriz invertida, responsable por la transformación de los
tropismos en nastismos, devolviendo la vida mental al vacio y a la catástrofe. La parte final
del relato aspira ser una aplicación clínica del trabajo teórico de Bion sobre la cesura.

Item V: Aquí, el relato clínico evoluye para una nueva hipótesis definitoria, diferente de
aquella del ítem I, iniciando un nuevo ciclo de transformaciones. Investigamos el universo
borderline en contraposición al universo en expansión como dos modalidades de
experiencia emocional.

Todos los cinco ítems o círculos son con fallas y limitados en su expansión. Ninguno de
ellos busca o alcanza saturación .

3
ABSTRACT:

The text comprises five items, being each one a pre-conception of the posterior item, as
well as a realization of the previous one. Thus, for instance, the item II contains (♀) pre-
conceptions of the item III, being a realization (♂) of item I, and so on.

Item I: It has the function of a definitory hipothesis. Starting from the emotional experience
in analytic session, it investigates the constellation of phenomena that the term personality
joins or links. It questions the horizons of the individual, as well as thoughts, feelings and
ideas that he might contain. It envisions the human contained by the individual as a process
in transit, yet undetermined yet incomplete.

Item II: The definitory hipothesis of item I evolves to a myth. Here, the idea of an inner
world in transit returns in the mythologized version of a primitive metamorphosis. It is
proposed the extension of the concept of caesura and catastrophe in order to include two
modalities of mental container with which the individual contains the emotional
experience.

Item III: The myth evolves to a known psychoanalytic theory, the Tropisms, proposed by
Wilfred R. Bion. Based on clinical observations, we propose the expansion of the theory of
tropisms in order to contain (♀) the nastisms, as we named the tropisms that get
disorientated.

Item IV: It contains the clinical report: a realization of the previous items. We will try to
demonstrate the action and the effects of the tropisms projected in the analyst’s personality
— the destiny of the tropisms. We propose a matrix of mental life, which will lead the
tropisms through what we named, a path of caesuras. We suggest the concept of inverted
matrix, which is responsible for the transformation of the tropisms into nastisms, the
process that takes the mental life back to the emptiness and the catastrophe. The final part
of the report intends to be a clinical application of the theoretical work of de Bion on
caesura.

Item V: Here, the clinical report evolves to a new definitory hipothesis, different from that
in item I, starting a new cycle of transformations. We investigated the borderline universe
in comparison to the expanding universe as two modalities of emotional experience.

All the five items or cycles are insufficient and limited in its expansion. None of them seeks
or reaches saturation.

Endereço para contato:


marioprudentecorrea@uol.com.br
Avenida Presidente Vargas, 2001. Conj.126. Fone:16-36208183
14096030

4
PREMIO COMUNIDAD Y CULTURA
Silvia Jadur,1 Constanza Duhalde,2
Viviana Wainstein

CONCEBIR LA POSICIÓN ANALÍTICA EN UN


GRUPO DE PACIENTES CON
PROBLEMAS EN LA PROCREACIÓN.
ENCUENTRO EN LA COMUNIDAD

El desarrollo médico-bio-tecnológico permite aliviar el dolor de muchas perso-


nas con problemas en la reproducción y/o diagnóstico de infertilidad. Ninguna pareja
supone que el día que se proponga suspender los cuidados contraceptivos el embara-
zo deseado no llegará. La no fertilidad/esterilidad es un saber conocido, aceptado en
los otros, pero no pensado para sí. El primer o segundo año de demora en la concep-
ción, plantea la necesidad de una consulta médica. Con los diversos diagnósticos po-
sibles acerca de aquello que obstaculiza el embarazo esperado, el proyecto vital de
una pareja sufre un quiebre que debe ser elaborado intrapsíquicamente. Surgen así
temores: a no lograr la mater/paternidad, a la pérdida de la continuidad genética, a no
recuperar el control sobre el propio cuerpo. La primera demanda, entonces, recae
sobre la figura del médico. Se depositan masivamente sobre éste la angustia y las
expectativas por tener un hijo. En tanto el cuerpo no responde, la consulta es a las
ciencias médicas, no al psicoanálisis.

Psicoanálisis - Salud - Salud Mental

Las actuales problemáticas humanas, sociales, económicas, políticas, en este


mundo globalizado, han complejizado progresivamente las demandas en salud y salud
mental. Como psicoanalistas, es conveniente re-pensar algunas conceptualizaciones
metapsicológicas y plantearnos intervenciones reconociendo la existencia real de situa-
ciones que ponen en riesgo la subjetividad de las personas y de grupos poblacionales.
Los escritos sociales y sobre la cultura de Freud no han perdido vigencia. Nos
llaman a corrernos de lo que denominamos “modelo psicoanalítico hegemónico”, ya
que justamente la extraterritorialidad del diván permite seguir poniendo a trabajar las
teorías fundamentales. En la medida en que no haya palabra psicoanalítica, se deja
librado el campo del pensamiento al surgimiento de ideas que evitan la interrogación,

1
Miembro asociado de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
2
Afiliada al Instituto de Formación de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 91


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

obstaculizan el conocimiento, el enlace del afecto-pensamiento-acción, los cambios en


la subjetividad.
Ante las críticas casi permanentes al psicoanálisis, especialmente frente a estos
temas, vale poner en debate, siempre abierto, la función y posición del analista contex-
tualizando su praxis geográfica, política y culturalmente. El campo de la demanda actual
incluye la valorización extrema del tiempo, sin contemplación de fines, sin compás de
espera. Se cabalga sobre la acción, directamente desde la idea, con ausencia de proce-
samiento. No alcanza con contemplar la renovación de paradigmas de la modernidad
para justificar la existencia de terapias alternativas con soluciones mágicas y rápidas que
no resuelven, ni satisfacen, los pedidos de ayuda formulados. Tampoco se delibera sobre
las consecuencias de los cambios vertiginosos de la tecnología. Es por ello que acuñamos
como frase: “Los desarrollos científico-bio-tecnológicos avanzan más rápidamente que
la capacidad que tienen las personas y la comunidad para asimilarlos”.
El psicoanálisis y el sufrimiento desplegado en la demanda, nos exigen cuestio-
nar de forma permanente nuestro posicionamiento y sus efectos en la transferencia.
Recordemos el artículo donde Puget y Wender (1982-2005) mostraron el impacto en
lo personal y en la función analítica de los sucesos de la realidad. En este caso pode-
mos referirnos a los avances médicos y los tratamientos de fertilización asistida. El
material que traen los pacientes en las sesiones/consultas puede, en ocasiones, invadir
los procesos transferenciales, la atención flotante, la asociación libre. La ideología del
analista, concepciones prejuiciosas, e incluso desinformación científica, atentan contra
la escucha del dolor y la perplejidad que proviene de hombres y mujeres que desean
un hijo. Lo dilemático y dificultoso es articular la realidad externa y las consecuencias
tramitables intra-intersubjetivamente en el análisis y en el interjuego transferencial con
quienes construimos una vincularidad. Berenstein y Puget (1997) comentan además, lo
intrincado de definir y caracterizar las representaciones inconscientes de los aspectos
socioculturales a los que denominan “lo transubjetivo”.

Relato de los comienzos

La historia es la de un pequeño grupo de mujeres, actuales madres, que transita-


ron el camino de diversos tratamientos hasta lograr gestar el hijo deseado. Haciéndose
eco de sus pares, nos convocaron para pensar qué podían hacer desde su lugar como
pacientes. Les propusimos armar un grupo de ayuda como los que funcionaban en
otras latitudes. Trabajando con el “grupo fundador” se acordaron objetivos y motiva-
ciones que sustentaran el nuevo emprendimiento. Surge así, en 1995, “El grupo X”:
asociación civil (ONG, organización no gubernamental) sin fines de lucro, independien-
te de centros privados y públicos especializados en reproducción, siendo en Argentina
el único grupo con dichas características. En un principio, como asesoras psicológicas,
ofrecimos a las co-coordinadoras pacientes conocimientos elementales de dinámica
grupal. Nos reuníamos con ellas periódicamente para acordar la planificación de los
encuentros, elaborar estrategias, evaluar el trabajo, proponer tareas, preparar las pre-

92 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

sentaciones en congresos de pacientes y médicos, tanto nacionales como internaciona-


les. Además mantuvimos contacto con profesionales de la salud, con la industria far-
macéutica, con legisladores, abogados.
Desde ese momento fundacional, hace 12 años, venimos colaborando con un
grupo de apoyo a parejas con trastornos en la reproducción. ¿Por qué un grupo de
pares? Al igual que en otras cuestiones donde el cuerpo y el dolor están en juego, la
comprensión, en primera instancia, deviene de la identificación con un semejante. La
posibilidad de encuentro con otras personas que sufren, rescata a estas parejas del
aislamiento y la discriminación. Habitualmente, esto es lo que sucede con grupos de
pacientes con cáncer, VIH, esclerosis múltiple, afasia, diabetes, obesos, drogadepen-
dientes, alcohólicos. Es que fuera de la pareja y de la relación con el médico y/o equipo
especializado, suele ser difícil abordar el problema. Las presiones familiares y de los
amigos por la falta de un niño, son una carga cultural y afectiva complicada de soportar.
En el transcurso de los estudios diagnósticos, de los diversos tratamientos posibles, el
esclarecimiento de las dudas y la contención, son imprescindibles y no se pueden re-
solver tan sólo en la consulta médica. Para tramitar las consecuencias del problema
reproductivo en la subjetividad y ante la presencia perturbadora de síntomas en la vida
cotidiana, el espacio más pertinente es el psicoanalítico/psicoterapéutico. Sin embar-
go, un grupo de pares puede convertirse en un ámbito complementario no excluyente
de otros abordajes.

Los talleres

Centramos la labor en talleres de reflexión mensuales, que son abiertos y hetero-


géneos. Antes de concurrir por primera vez, los interesados se comunican telefónica-
mente con alguna de las pacientes co-coordinadoras, recibiendo información básica
sobre el funcionamiento del grupo. Habitualmente hay asistentes estables con recam-
bio periódico. Además del taller general en el que participan parejas que atraviesan el
proceso diagnóstico, o las circunstancias que se dan durante y después de los trata-
mientos, funciona un taller de donación de gametas y recientemente, se incorporó otro
de adopción.
Es interesante observar que la población que asiste a las reuniones fue cambian-
do a lo largo del tiempo. En este momento, parte de las parejas que concurren, son
aquellas que cuentan con recursos económicos bajos y/o medianos, algunas no están
incluidas en sistemas de salud y recurren a los servicios de ginecología o andrología de
hospitales públicos. Ciertas parejas que ya tienen la indicación de tratamientos de alta
complejidad, posponen su inicio a la espera de protocolos con presupuestos reduci-
dos, cupo en el único hospital público donde se realizan estos tratamientos, o bien,
solvencia financiera.
En el intercambio grupal se teje una trama de identificaciones que facilita la pues-
ta en palabra de sentimientos, miedos, deseos. Uno de los pilares de los talleres y
objetivo fundamental de la organización, es la circulación de información, conocimien-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 93


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

to y actualización de los avances científicos en reproducción humana. Adquirir manejo


y comprensión de terminología técnica disminuye la ansiedad que provoca lo descono-
cido. Es por ello que en ocasiones, se invita a reproductólogos, biólogos o bioquími-
cos, con el fin de aclarar dudas, escuchar alternativas novedosas y elegir cuándo,
dónde y qué sugerencia médica suscribir.
Es de importancia desmitificar los fantasmas y equívocos que encierra la palabra
infertilidad/ esterilidad, tanto para los propios pacientes como en la comunidad. Por
consiguiente, cada participante se desempeña como agente modificador en el medio
donde se desenvuelve, generando una imprescindible apertura de pensamiento, rom-
piendo dogmatismos.
Desde su función como co-coordinadoras, las psicoanalistas no utilizan la inter-
pretación como herramienta. Un señalamiento, una palabra o una idea, incluso de cual-
quier miembro, son generadores de movimientos intrapsíquicos que aparecen en per-
mutas vinculares, en la expresión verbalizada, en las conductas y actitudes. Además, es
de destacar el peso de las transferencias múltiples en la comprensión de los fenómenos
que se desencadenan.
Aunque en el grupo se exponen aspectos de la privacidad, los integrantes se
sienten protegidos emocionalmente, en tanto el sostén profesional garantiza la circula-
ción de sentimientos y el despliegue de fantasías. Como psicoanalistas, apuntalamos
también los aspectos yoicos de los sujetos, afianzando y fortaleciendo “lo posible” de
las realidades puntuales. De esta manera, se adueñan como sujetos de sus propias
capacidades.
En cada taller se introduce un tema consensuado colectivamente, se reflexiona
sobre el acontecer dinámico, sobre las particularidades de las parejas y de cada inte-
grante. La dinámica tiene resortes propios de regulación, siendo el analista quien inter-
viene ante la tensión afectiva intensa en momentos confusionales, en ciertas aclaracio-
nes informativas y realiza una síntesis temática. Posicionarse analíticamente sin utilizar
la interpretación, renunciando narcisísticamente a un lugar de supuesto saber, evitando
discursos didácticos, es un trabajo de borde, de límite. Los participantes tienen en
claro que no se trata de un grupo psicoterapéutico, construyen de este modo un “foro
de discusión” al que recurren para asesorarse, buscar refugio y defender sus derechos
como pacientes.
El territorio que se construye en conjunto, es un espacio de juego con las pala-
bras y las representaciones, en el que se crea una atmósfera transicional (Winnicott)
donde será posible la emergencia de la fantasía de un niño futuro que, tal vez, podrá
desarrollarse en el interior de sus cuerpos. Si esto no se diera, el ejercicio de pensar
vínculos con un niño desde imagos maternas y paternas, abre caminos hacia otras
resoluciones ligadas al deseo de hijo, como la adopción.
Por otra parte, se revisan las significaciones de: ser padre/madre y/o tener un
hijo para nuestra cultura y para cada estructura familiar. ¿Cuál es entonces, el peso de
las representaciones y exigencias familiares, sociales que nos llevan a ser padres bioló-
gicos? Es preciso apropiarse del deseo de hijo como motor de la mater-paternidad,
eligiendo los variados caminos que resultan asequibles. En este trabajo de elaboración

94 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

los integrantes del grupo se enfrentan asimismo con síntomas de larga data, interrogan-
tes singulares, a elucidar solamente en la intimidad del ámbito analítico.
Los juegos dramáticos, las técnicas que provienen de otros marcos referenciales
teóricos, son empleadas como disparadores del acontecer del trabajo grupal. La escu-
cha de los coordinadores y de los compañeros va instalando un clima propicio para
desgajar los temas, siendo el entretejido afectivo grupal el que brinda las energías para
nutrir el pensamiento que les permitirá afrontar los embates de los tratamientos.
Como en toda institución, en la ONG se vivencian las consecuencias del contex-
to socio- histórico: las crisis económicas y el medio adverso a estas técnicas, invaden a
veces con desesperanza. La libertad de los sujetos para analizar las disímiles situacio-
nes de la no fertilidad, los enfrenta a la conflictiva de la realidad sanitaria, donde ni los
sistemas pre-pagos de salud, ni las obras sociales cubren los elevados costos en alta
complejidad (FIV, ICSI, PGD, donación de gametas, etc.), ya que la infertilidad no es
reconocida como enfermedad. Alrededor del 15% de la población general de parejas,
pertenecen a la categoría de “infértiles” según la OMS. En Argentina, la falta de ley que
regule dichas prácticas, desampara a los pacientes. Por lo tanto ejercitar la viabilidad
de un cambio de roles modifica la mirada sobre sí mismos y el mundo externo. El
trabajo grupal permite que el lugar de pasividad de los pacientes se vaya transforman-
do en participación activa y crítica, en las elecciones y decisiones.

Temas frecuentes

La sexualidad, las psicosomatosis, los vínculos con las familias y amigos, la rela-
ción médico-paciente, el momento de interrumpir o concluir los tratamientos, la dona-
ción de gametas, filiar un niño. Planteamos algunos elementos fenomenológicos y posi-
bles conceptualizaciones, pues son las preocupaciones que motorizan la tarea y sobre
las que tratamos de conectar la reflexión y los sentimientos.
a) La sexualidad, en las parejas “sufre” profundas modificaciones. El condi-
cionamiento más duro de tolerar es el hecho de que “una práctica de la órbita de lo
estrictamente íntimo”, pasa a ser pública. La sexualidad al servicio de un estudio o
monitoreando el momento preciso de la ovulación, funciona como amenaza de des-
erotización vincular, atenta contra el deseo de encuentro amoroso. Muta el deseo sexual
placentero en “obligación reproductiva”, hombre y mujer van perdiendo la posibilidad
del disfrutar del juego de la seducción, la libertad erótica, la diversión. El cuerpo a
cuerpo, la envoltura erótica que apacigua el malestar doloroso, se desvanece. Poder
recuperar el vínculo erótico permite inscribir el deseo de hijo en otra dimensión. Los
cambios en la disponibilidad de la libido y las disfunciones en la sexualidad aparecen
como síntoma, corriendo el riesgo de cronificarse.
Es interesante comentar que la “sexualidad”, es raramente contemplada en las
consultas médicas, excepto por la anamnesis realizada con el fin de establecer diag-
nósticos diferenciales. Hay consultas que encubren disfunciones sexuales, “matrimo-
nios no consumados”. Al analizar una encuesta realizada hace tres años, con 180 con-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 95


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

currentes a los talleres y a las Jornadas anuales de la Asociación, no encontramos


datos estadísticamente significativos que indicaran que la sexualidad fuera considerada
como problema para estos pacientes. ¡De eso no se habla! En contraste, en los grupos
de reflexión, el tema surge en forma insistente, reflejándose, por ejemplo, en la solicitud
de invitar a sexólogos para que los asesoren y “expliquen el cómo descubrir los secre-
tos” de la sexualidad humana. La vergüenza impide exponer la intimidad de las altera-
ciones en el deseo, la poca asiduidad de las relaciones, ocasionalmente la dispareunia,
la eyaculación precoz o la impotencia. Sin embargo, en los talleres y en la vida cotidia-
na de estas parejas, el humor aparece como la vía regia que otorga un salvoconducto
para despejar la angustia y re-encontrarse con el placer sin el mandato reproductivo.

b) Las psicosomatosis, se presentan habitualmente, más en mujeres que en


hombres sin constituirse específicamente en enfermedades psicosomáticas. De todas
maneras, como cualquier enfermedad orgánica, esto tiene su correlato en el psiquismo.
La no fertilidad, aparece como síntoma independientemente a la estructura de los suje-
tos. Por lo tanto, la respuesta ante el diagnóstico es absolutamente individual y singular.
En la medida que la palabra discurre y es escuchada, el sufrimiento deja de vehiculizarse
sólo a través del cuerpo.
Hemos realizado una investigación sobre sintomatología que presentan hombres
y mujeres, antes de comenzar un tratamiento de fertilización asistida. (ICSI. Lyon.
2007, SAMER 2007) Los observables cuantitativos eran marcadamente diferentes
según el género. Las mujeres presentaban valores significativamente más elevados en
los síntomas orgánicos. ¿Obedecerán las disímiles respuestas a los modelos y manda-
tos culturales sobre lo que debe, puede y se espera de un hombre o una mujer?
Las variadas corrientes psicoanalíticas que se ocupan de las enfermedades
psicosomáticas y los efectos psíquicos de las enfermedades orgánicas, dan cuenta
de la conexión de los afectos con los procesos de salud y el enfermar. No podemos
dejar de reconocer la interrelación mente-cuerpo-vínculo cuando hablamos de le-
siones en el organismo. La resonancia de lo que sucede en el cuerpo, podrá ser
mentalizada, integrada en el sujeto desde el afecto desencadenado, o bien disociada
y transformada en dolor/síntoma orgánico, excluyendo la palabra. El cuerpo se
presentifica constantemente, adquiriendo estatuto en la economía psíquica. Es así
que la noción de existencia del cuerpo surge a partir de la falla. La tolerancia y
manejo del dolor físico es una pregunta y queja corriente, pues hay estudios diagnós-
ticos –como la histerosalpingografìa, que se utiliza para conocer el estado de las
trompas–, que producen un dolor intenso. Sea el factor masculino o femenino la
causa de la patología, la mujer es la que por la biología “pone el cuerpo” en mayor
medida.
Freud dice, en “Inhibición, Síntoma y Angustia” (1926), “El paso del dolor cor-
poral al dolor anímico corresponde a la mudanza narcisista, investidura de la represen-
tación de la parte lesionada del cuerpo en investidura de objeto, investidura del amado
perdido”. El dolor en el cuerpo tiene inscripción en el inconsciente, a través de cantida-
des de energía que dejan huella. En el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos”,

96 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

Freud acota: “El dolor deja como secuela en el sistema de neuronas impasaderas unas
facilitaciones duraderas, como traspasadas por el rayo”. Además, la memoria incons-
ciente nos remite a vivencias traumáticas dolorosas, a un dolor originario primero.
Podemos hablar de cargas energéticas, en tanto que el sujeto tiende a recuperar la
quebrada homeostasis, habiendo una redistribución de contrainvestiduras sobre la re-
presentación del órgano lesionado, del cuerpo dañado.
En este proceso de duelar la fertilidad, se da una pelea tanto consciente como
inconsciente, entre la pasión por el hijo deseado y franca hostilidad al cuerpo que no
responde, no se puede dominar. Es por esto, que en las mujeres, cada menstruación
reactiva los sentimientos de anclaje al cuerpo no pensado. Curiosamente, la no fertili-
dad, discurre silenciosamente, sólo el deseo marca la presencia de una función dañada.
Por lo tanto, la investidura de la representación y el dolor están en relación proporcio-
nal. El dolor corporal sería entonces, la manifestación de la investidura representacio-
nal del daño en el cuerpo, en tanto que el dolor psíquico lo es del objeto perdido. Es
sumamente importante la libidinización del cuerpo infantil, la palabra materna que haya
quedado instalada en la representación del cuerpo y el dolor, que por otra parte mar-
cará las reacciones y acomodación ante la enfermedad.
Consideramos como llamativo que en el decir de las pacientes, la identidad se
subsuma al diagnóstico. Es por esto que se presentan, en algunas situaciones, como
infértiles o estériles, no como portadoras de un problema. ¿Podremos entonces rela-
cionar proceso de duelo, dolor narcisista y dolor corporal? ¿Cómo afecta a la identi-
dad femenina? ¿Qué se altera en la masculinidad?

c) Otra cuestión es la de comunicarse acerca del problema con las familias de


origen y con los amigos. Los usuales comentarios, acerca de la falta de descendencia
en parejas con cierto tiempo de convivencia los aloja en una franja de respuestas
formales, que no dan cuenta del dolor que los invade. En los talleres, la comodidad
entre pares, les permite ratificar los sentimientos, sensaciones, que no pueden compar-
tir con “los fértiles”. Se proporcionan así, entre ellos, elementos para delimitar con
quiénes hablar y de quiénes esperar acompañamiento según sus necesidades e incluso
comentar las condiciones adecuadas para que la ayuda que se reciba, no sobrecargue
las tensiones durante el curso de los procedimientos.
Las parejas, sobre todo las mujeres, tienden a evitar concurrir a eventos sociales
donde la no maternidad provoca opresión y presión. Se sienten excluidas y se autoaislan
en la medida que los intereses por las obligaciones de crianza de los niños no forman
parte de su mundo. ¿Será la vergüenza el sentimiento que conmueve al desnudar su
castración ante la mirada del otro? No olvidemos una norma instaurada, un deber ser,
cuya finalidad es el control de la sexualidad y la fecundidad, a partir de la capacidad
reproductora de las mujeres. El ejercicio de la maternidad es un rasgo fundamental del
sistema género-sexual, estableciendo una determinada ideología, su naturaleza, perpe-
tuando fórmulas de los roles masculinos y femeninos. De tal manera que las diversas
representaciones establecen una ecuación: mujer = madre. Las figuras de la madre que
circulan en el imaginario social reducen todos los deseos al deseo de hijo, no dando

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 97


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

lugar a posibles diferencias individuales con respecto a lo que se puede y quiere ser.
¿Cómo mostrarse sin la capacidad reproductiva esperable?
No podemos soslayar el tema de la maternidad que involucra a miradas desde
las ciencias, la sociología, la historia, el psicoanálisis, la economía, la filosofía, la políti-
ca. No es un acontecimiento de la naturaleza intemporal y universal, está en modifica-
ción constante. Por esto es que anclarse sólo en la maternidad como reproducción
biológica soslaya la tarea social, simbólica y ética de posibilitar la constitución de un
nuevo sujeto humano en una comunidad.

d) El deseo de hijo es abordado en la literatura psicoanalítica muy especialmen-


te en presencia de trastornos en la concepción, ante los cuestionamientos a la tecnolo-
gía. Aunque históricamente fue naturalizado, unido a la función y destino femenino,
tiene múltiples conceptualizaciones. Pensamos que es un entrecruzamiento entre el tra-
bajo del inconsciente y las representaciones sociales. El resultado de la constitución del
ideal del yo se desvanece a favor del yo ideal narcisista formado a partir de las identi-
ficaciones primarias. El decir “quiero, o queremos, tener un hijo”, en algunos casos,
encubre sentimientos que pueden ser ambivalentes o contradictorios pues requiere de
la caída de la omnipotencia narcisista de las fantasías infantiles y la aceptación de la
castración.
Deseo de hijo –deseo de maternidad–, oscilación que aparece incluso en las
mujeres sin dificultades procreativas. Siendo las particularidades vivenciales la expre-
sión de las marcas de género. El lugar de hijo/hija que se ha ocupado en las familias de
origen, los modelos vinculares asimilados, entretejen la trama del deseo. La infertilidad
entraña un deseo pasional que va a suturar a todo precio la reparación del narcisismo
herido inaceptable. No es solamente deseo de un niño, sino un deseo de maternidad
que insiste para realizarse. El ideal de una madre privada de falta, inscripto en la rela-
ción madre-hija, de donde la mujer se ha originado, y que desea reencontrar para
devenir ella misma madre fálica. Por lo que el niño no es deseado por él mismo, sino
que porta una cualidad fálica. Igualmente, el deseo de maternidad y de paternidad,
representan maneras diferentes de relacionarse con el hijo soñado, con el ideal de
familia, que habitan en las fantasías con anterioridad a un embarazo.
Repetidamente hemos registrado el pre-concepto de que todo hijo concebido
“naturalmente” es deseado. Situación rebatida a partir de sintomatología, incluso orgá-
nica de riesgo, en bebés, en niños pequeños, que remiten a dificultades en la vinculari-
dad, carencia de libidinización, a la falta de un espacio psíquico para un hijo. Aunque
existen, además, embarazos inesperados, inoportunos, no planificados, éstos, pueden
adquirir una significación deseante en el momento que el niño es sostenido por los
padres y se entrecruzan las miradas.
Recordemos que en la década del 60, la contracepción química, aliándose con
las necesidades y reivindicaciones feministas, sostuvieron la ilusión de controlar las
concepciones. La mujer pudo decidir tener o no tener un hijo, escuchar su deseo, o
postergarlo. Por otra parte, decimos que el deseo de un niño, es la traducción natural
del deseo sexual en la función colectiva de asegurar la reproducción de la especie,

98 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

transmitiendo la historia personal, familiar y cultural. No podemos eludir el llamado que


la biología propone, como tampoco acercarnos a la obra freudiana que da cuenta de
ello. Desde las teorías sexuales infantiles, el deseo de hijo va mutando en equivalencias
y sustituciones logrando alcanzar el estatuto simbólico de pene; y justamente en el
marco del erotismo anal se equipara pene-heces-regalo-hijo. Los deseos infantiles
quedan depositados en el sin tiempo del inconsciente.
El hijo como sustituto simbólico, se ubica en el lugar de la falta. La mujer nece-
sitaría así, engendrarlo para cubrir la carencia, fundante de una estructura. La mujer-
madre-fálica, ingresa al universo deseante para que, vehiculizada por la maternidad,
logre adquirir una subjetividad femenina. Pensamos que la maternidad no puede adhe-
rirse sólo a la biología, pero tampoco la femeneidad se subsume al deseo de hijo. De
todas formas, la realidad del cuerpo, es freno y trampa para el deseo de niño, pues en
la mujer coexisten multiplicidad de deseos. Únicamente en el análisis individual, pode-
mos acceder al enigma singular inconsciente que impulsa demandar a las ciencias el
cumplimiento de mandatos normativos.

e) Son habituales los temas sobre las emociones que emergen como efecto de
los avatares que lesionan los lazos sociales, los estilos y calidad de vida.
Pensamos a lo no fertilidad como duelo a elaborar, en tanto que hay pérdida de
una ilusión, pérdida de la imagen inconsciente de cuerpo sano, a veces, renuncia genética.
El proceso de aceptación del problema comprende etapas a recorrer, que se incluyen en
la cotidianeidad al igual que sucede en patologías orgánicas severas. Es así que
extrapolamos la descripción realizada por Kübler Ross (1972) respecto de los pasos a
desandar que encontró en pacientes hemato-oncológicos y terminales, hasta que éstos
logran asimilar la información sobre los diagnósticos, pronósticos y adherir a los trata-
mientos: 1°) Sorpresa: “¡Cómo me puede estar pasando esto!”, “¡Por qué!”. 2°) Nega-
ción: “¡No es cierto esto que me dicen, se equivocaron!” Este es el momento en que son
posibles las consultas con otros especialistas para confirmar el supuesto error. 3°) Enojo
con médicos y medio familiar-social: “¡¿Qué he hecho de malo para que justo a mí me
pase?!” “¡¿Por qué a mí?!” 4°) Negociación o regateo cuando ilusoriamente se cree que
con voluntad se puede conseguir un cambio: “Si hago una promesa, me sacrifico por
algo, seguramente lo lograremos”. 5°) Depresión y aceptación. Sólo luego de la depre-
sión, los pacientes pueden comenzar a pensar en las soluciones disponibles.
Por otra parte la rabia, fastidio, bronca, ira, furia, cólera y enojo son sinónimos
frente a la situación de frustración, temor a lo desconocido, incertidumbre. El dolor
físico y el dolor psíquico se presentan como una constante en estos casos.

f) La relación médico-paciente es un motivo de conflicto que insiste en las


discusiones grupales. ¿Qué preguntar a los especialistas? ¿Cómo establecer un vínculo
de confianza? ¿Con quién y dónde consultar siendo reconocidos como sujetos? ¿Cómo
reconciliarse con un cuerpo que se torna desconocido? El no tener un diagnóstico y
manejarse sólo con hipótesis o fantasías, aumentan la ansiedad. El mayor acceso a
información vía Internet, la participación en foros en la web, perfila pacientes más

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 99


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

exigentes, con más conocimiento, con códigos y lenguajes que paulatinamente van
aprehendiendo una vez que entran al nuevo mundo de la no fertilidad.
Habiendo distintos estilos de médicos, los pacientes se van acomodando y eli-
giendo según sus propias expectativas, pero lo que remarcan como fundamental no es
sólo la solvencia científica, sino sentirse reconocidos como personas que padecen,
respetados en sus decisiones y orientados en las perspectivas reales. En esta especia-
lidad, la depositación de necesidades y dependencia en la figura del médico es mayor
que en otras, ya que imaginariamente en ese vínculo se apuesta a un futuro familiar.
La inversión de roles, pone en movimiento las escenas temidas de situaciones
que evidencian la disimetría en la relación médico-paciente. No pudiendo soslayar el
lugar de poder del médico en el imaginario social que inhibe la pregunta y la crítica. La
visión del bio-poder médico, entonces, desenmascarada, transforma el vínculo, coloca
a médico y pacientes en el mismo andarivel, donde es factible un encuentro de sujetos
con funciones diferenciadas. Los pacientes, de esta forma contemplan sus derechos,
atienden sus necesidades y pueden aceptar la ayuda de un tercero con quien decidirán
las estrategias a seguir. Con esta modalidad, la reflexión se antepone a la elección y a la
acción.

g) ¿Cuándo descansar o abandonar los tratamientos? Los fracasos reitera-


dos en los tratamientos, traen aparejados sufrimiento, mayor incertidumbre y dudas
sobre si continuar y, de hacerlo, en qué circunstancias. Las respuestas son individualísimas,
teniendo peso el perfil de cada uno, pero centralmente la elaboración intrapsíquica del
problema de la fertilidad. La autorización que se otorguen los pacientes, a sí mismos,
para interpelarse acerca de lo que pueden, más allá de los ofrecimientos médicos, de
las presiones de los estereotipos normativos a quienes satisfacer.
Justamente, si los pacientes consiguen correr el centro de atención exclusiva-
mente puesto sobre el embarazo deseado, podrán hallar los medios para elegir el tiem-
po oportuno y continuar con los tratamientos. Como también tomarán en cuenta otras
vías para ser padres y otros proyectos como pareja, incluso no tener hijos.

h) Donación de gametos –ovodonación y donación de esperma–, es un


taller manejado por pacientes que han devenido padres a partir de este recurso, y del
que participan pacientes infértiles que han recibido esta indicación como alternativa
para lograr un embarazo. Algunos de los que concurrieron, aceptaron este trayecto,
otros optaron por el rumbo de la adopción.
Se trabaja sobre los sentimientos que implican el recibir una donación, el impac-
to sobre el hijo por nacer y en la pareja, propiciando el debate abierto sobre los
temores y preocupaciones que frecuentemente aparecen en estos procedimientos. Pre-
cisamente, se abren las puertas a interrogaciones a ser efectuadas en otro ámbito. No
hay dudas que no es suficiente este espacio para tramitar la renuncia genética. Es
imprescindible el análisis en pareja e individual.
En definitiva, la donación de ovocitos permite que la mujer tenga la posibilidad
de gestar, portar un embarazo, experienciar el parto y el amamantamiento. El hombre

100 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

suele avalar el recurso a un banco de semen, en su deseo de conceder a la mujer la no


renuncia al hijo biológico. De aquí se desprende, el tema de la filiación de un niño. La
antropóloga Francoise Heritier (1993 ) dice: “hasta nuestros días no existen socieda-
des humanas fundadas en la única consideración del egendramiento biológico o que le
reconozcan el mismo alcance que la filiación socialmente definida. Todas consagran lo
social, de la convención jurídica que fundamenta lo social, sobre lo biológico puro. La
filiación no es, pues, jamás un simple derivado del engendramiento”. Siguiendo a Heritier,
no se desconoce el papel de la sexualidad y de las gametas de hombre y mujer nece-
sarias en la procreación, sino que la filiación social avala el estatuto del hijo, de los
derechos y deberes del individuo en una sociedad. Se inscribe a un niño en la línea de
descendencia según las pautas establecidas, identidad- marca reconocida por el nom-
bre que se le asigna.
La identidad de hombres y mujeres tramitada para alcanzar la paternidad y ma-
ternidad, posibilitará ligar los problemas de la concepción, a la propia historia vincular.
De esta manera, anuda el hijo al deseo de descendencia, como testimonio del vínculo
amoroso de la pareja. La palabra funda, entonces, la filiación y establece la irrevocabi-
lidad vincular padres-hijo. Reconocimiento y designación apelativa independiente a
que el niño haya sido concebido naturalmente, por tratamientos de fertilización asistida,
por donación de gametos, o haya sido adoptado. Se van determinando los derechos y
deberes desde las funciones de la parentalidad.
Remarcamos como eslabón condicionante en estas formas de construir una fa-
milia el derecho del niño a conocer su origen, teniendo en cuenta la declaración interna-
cional sobre los derechos del niño. Se constituye así un sujeto humano, sexualizado, un
otro, diferente, en tanto que el adulto lo libidiniza, lo alimenta con nutrientes, con el
contacto y la palabra significante. Sobre todo, no como objeto de goce, de satisfac-
ción exclusivamente narcisista de los padres.

i) El taller de adopción es la más reciente actividad de la asociación y el equipo


a cargo de ella, se está constituyendo. Este grupo está integrado únicamente por aque-
llos que ya transitaron por los otros talleres, realizaron algún tratamiento y decidieron
abandonar los intentos de mater-paternidad biológicas.
Elegir la adopción, no es un atajo. Es necesario renunciar a los tratamientos,
para pensarse como padres y recibir un futuro hijo de otros genitores. Los aspectos
legales y la complejidad de los pasos requeridos por la ley, son puntos a desentrañar
para no solamente legalizar, sino legitimar el proceso de la adopción.
La diferencia generacional es motivo de la pregunta sobre el origen, de dónde
venimos, quiénes somos, a dónde vamos, la fantasmática aporta respuestas, donde los
mitos se transforman y racionalizan en sistemas de creencias. El cómo construir la
paternidad, la maternidad, la vincularidad con los hijos, son las cuestiones que compe-
ten a la función del psicoanalista.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 101


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

Efectos de la existencia del grupo.


Articulaciones con los discursos jurídicos y médico

La Argentina carece de leyes que reglamenten las prácticas científico médicas en


reproducción asistida de alta complejidad. Como analistas colaboramos con los pa-
cientes en permitirse transmitir a los legisladores la importancia de una ley a partir del
deseo de hijo y del deseo de construir una familia, a pesar del obstáculo que hace la
biología a su concreción. En el marco de nuestra participación en la ONG intentamos
meditar sobre las significaciones de la falta de ley en las decisiones de tratamientos y
que remiten a lo prohibido y permitido en el inconsciente. Establecimos diálogos con
abogados, diputados y senadores, tratando de articular aspectos jurídicos, necesida-
des de los pacientes y oportunidades científicas para solucionar los problemas de sa-
lud.
En las comisiones de salud de ambas cámaras, los legisladores impulsaron pro-
yectos posibles, amplios y democráticos. Pero también se redactaron proyectos res-
trictivos que, de haber prosperado, impedirían la efectivización de casi todos los trata-
mientos existentes. Los pacientes, representados por la ONG presentaron, oportuna-
mente, un proyecto que hoy descansa cómodamente en un cajón.
La asociación presentó también, en el año 2005, una medida cautelar donde se
incluye el cumplimiento en el Plan Médico Obligatorio, de la asistencia en todo el
territorio nacional del embarazo, parto y cuidados neonatales de los pacientes que
realizaron tratamientos de fertilización asistida. Hasta ese momento, cuando prospera-
ba un embarazo a través de estas técnicas, la pareja debía ocultar celosamente el
origen del mismo, so pena de quedar excluidos por completo del sistema pre-pago de
salud. Sostuvimos a los pacientes, en los avatares legales, donde defendieron sus dere-
chos ciudadanos. Se continúa en tribunas jurídicas, periodísticas y en diversos medios,
comunicando sobre las peculiaridades de los problemas que a diario entorpecen el
acceso a la atención, mitos, e incorrecta información circulante sobre la no fertilidad y
los tratamientos. Tanto los derechos reproductivos y el respeto por las libertades indi-
viduales, son objetivos permanentes de esta organización. Anualmente se organizan
jornadas de difusión con la participación de profesionales especialistas reproductólogos,
legistas, psicólogos, formando parte de la misión institucional.
El contacto con las instituciones asistenciales movilizó la atención hacia una ne-
cesidad explicitada por los pacientes: el acompañamiento y espacio psicológico duran-
te los procedimientos. Los médicos crearon tanto gabinetes como capítulos científicos
para contemplar los aspectos psico-sociales involucrados. Aunque muchos no adhie-
ren al psicoanálisis, cabe comentar que desde nuestro accionar analítico tendimos re-
des para articular discursos psicológicos y médicos que generen cambios en el pensa-
miento epistemológico y en las prácticas asistenciales, como cuestionamientos en los
pacientes.
Se ha participado en congresos nacionales e internacionales de la especialidad,
presentando la experiencia grupal con una modalidad que difiere de las asociaciones
de otros países. Consideramos conveniente transmitir en otros ámbitos, la efectividad

102 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

del sostén teórico psicoanalítico para concretar el desafío del trabajo en la comunidad.
Señalamos también que al igual que los pacientes, estamos atravesados por las
viscisitudes histórico-culturales en la sociedad. Esto nos obliga, de algún modo, a agu-
dizar la creatividad para contemplar las realidades en la variada geografía latinoameri-
cana de donde surgen las demandas.
Volviendo a los grupos, la participación en ellos, habilita a los pacientes a llorar,
reír, conectarse con el niño de los sueños, pedir ayuda, esperar. Hay un tiempo para
metabolizar los fracasos hasta llegar a una posible donación de gametos que implica un
proceso de duelo por la transmisión genética que no será. Se ha consensuando que la
filiación de un niño, está en el orden de las representaciones simbólicas en una cultura
y no se relaciona con la biología. Aceptar y asumir el derecho de los niños a conocer su
origen posibilita el compartir y elaborar estrategias para informarlos sobre su historia
familiar. Elegir la adopción, la donación de óvulos o esperma, decidir constituirse en
pareja sin hijos, exigen una elaboración individual y de pareja. Los obstáculos en la
procreación no deberían infertilizar otros aspectos del desarrollo vital. Poder re-en-
causar proyectos postergados, recobrar la sexualidad a servicio del placer y cimentar
nuevos modelos vinculares prepara las condiciones más adecuadas para el futuro fami-
liar y de un niño. La eficacia del psicoanálisis nos proporciona los elementos para
pensar preventivamente en el futuro psíquico de los niños.
Siguiendo a Graciela Zaldúa (2000) pensamos a la prevención como un proceso
que intenta asegurar, dentro de lo posible, las condiciones mínimas para que el destino
de cada sujeto pueda permanecer incierto. Donde preservar la incertidumbre es un
objetivo ético de la prevención frente a lo irreparable o irremediable de un destino que
puede parecer signado por la certeza.

“En la empresa científica no debería haber espacio para el horror a lo nuevo. Por
su carácter eternamente incompleto e insufuciente, la ciencia está condenada a confiar
para su salud en nuevos descubrimientos y concepciones. A fin de no sufrir frágiles
desengaños, hará bien en abroquelarse en el escepticismo y no aceptar nada nuevo
que no haya resistido un riguroso exámen. No obstante en ocasiones este escepticismo
exhibe dos caracteres insospechados. Se pone rígido frente a lo nuevo que llega, en
tanto tiene por sacrosanto a lo ya consabido y creído, contentándose con desestimar
aquello aún antes de someterlo a indagación” (S. Freud, 1924).

Resumen
El desarrollo médico-bio-tecnológico permite aliviar el dolor de personas con proble-
mas en la procreación e infertilidad. En tanto el cuerpo no responde, la consulta es a las
ciencias médicas, no al psicoanálisis. Un grupo de pares puede convertirse en un ámbito
de sostén complementario, no excluyente del espacio analítico-psicoterapéutico donde
se tramita la no fertilidad y sus tratamientos. Así se organiza una ONG de pacientes, con
talleres de reflexión co-coordinados entre una analista y un miembro líder. Posicionarse

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 103


Silvia Jadur, Constanza Duhalde,Viviana Wainstein

analíticamente sin utilizar la interpretación, renunciando narcisísticamente a un lugar de


supuesto saber, evitando discursos didácticos, es un trabajo de borde. Se necesita de
diferentes miradas disciplinares en la conceptualización de los efectos intra-intersubjeti-
vos de la procreación médicamente asistida.
Las temáticas de los talleres son propuestas por los participantes. Se aborda la rela-
ción con los médicos, la sexualidad, los lazos sociales. Existen diversas posibilidades
para construir una familia a partir del deseo de hijo que llegan a la adopción o a la donación
de gametas. Como la filiación de un niño pertenece al orden simbólico, elaborar la dificul-
tad en la concepción, habilita las condiciones favorables para el niño por venir. Destaca-
mos el derecho del niño a recibir información sobre su origen.

Descriptores: Esterilidad – Fertilidad asistida – Deseo de un hijo – Maternidad – Lugar del


psicoanalista.

Resumo
O desenvolvimento médico bio-tecnológico permite aliviar a dor das pessoas com pro-
blemas na procriação e infertilidade. No entanto, quando o corpo não responde, a consulta
é das ciências médicas e não da psicanálise. Um grupo de pares pode se transformar
num âmbito de sustentação complementar, que não exclui do espaço analítico-
psicoterapêutico, no qual realiza-se a não fertilidade e seus tratamentos. Assim organiza-
se uma ONG, de pacientes, com palestras de reflexão co-coordenados por uma analista e
um membro líder. Posicionar-se analiticamente sem utilizar a interpretação, renunciando
narcisisticamente a um lugar de suposto saber, evitando discursos didáticos, é um traba-
lho de extremo. Necessita-se de diferentes pontos de vista disciplinares na conceituação
dos efeitos intra-intersubjetivos, perante a procriação médica assistida.
As temáticas são propostas pelos membros, abordando a relação com os médicos, a
sexualidade, os laços sociais. Diversas possibilidades para construir uma família a partir
do desejo de ter um filho, podem levar à adoção ou doação de gametas. Como a filiação de
uma criança pertence à ordem simbólica, elaborar a dificuldade na concepção habilita as
condições favoráveis da criança por vir. Destacamos o direito da criança a receber informa-
ção sobre sua origem.

Palavras chave: Esterilidade – Fertilidade assistida – Desejo de ter um filho – Maternida-


de – Lugar do psicanalista.

Summary
Medical and biotechnological development helps relieve pain in people with procreation
and infertility problems. Insofar as the body does not respond, the issue is for medical
sciences to tackle, rather than for psychoanalysis. A peer group may become a space of
additional support independent from the analytical-psychotherapeutic framework where
non-fertility and its treatments are addressed. Thus, an NGO is organized, involving pa-
tients, discussion workshops coordinated by a psychoanalyst and a leading member.
Boundary work is required in order to analytically place oneself without resorting to inter-
pretation, by narcissistically waiving a position of alleged knowledge and avoiding didactic

104 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concebir la posición analítica en un grupo de pacientes con problemas en la procreación...

speeches. Perspectives from different fields are needed in the conceptualization of intra-
and intersubjective effects of medically assisted procreation.
Issues are brought for discussion by members, regarding relationship with doctors,
sexuality, social bonds. Family-building possibilities led by the desire for a child may
include adoption or gamete donation. Since a child’s filiation belongs to the symbolic
realm, elaborating on the conception problem enables the favorable conditions for the com-
ing child. Children’s right to learn about their origin deserves a special note.

Key words: Infertility – Assisted fertility – Desire for a child – Maternity – Psychoanalyst’s
role.

Bibliografía

Berenstein, I.; Puget, J. (1997) Lo vincular. Clínica y técnica psicoanalítica. Paidós.


Freud, S. (1895) Proyecto de Psicología. AE, vol. 1.
- (1905) Tres ensayos de teoría sexual. AE, vol. 7.
- (1912-13) Tótem y tabú. AE, vol. 13
- (1914) Introducción del narcisismo. AE, vol. 14.
- (1915a) Pulsiones y destinos de pulsiones. AE, vol. 14.
- (1917 (1915)) Duelo y melancolía. AE, 14.
- (1920) Más allá del principio del placer. AE, vol. 18.
- (1921) Psicología de las masas y análisis del yo. AE, vol. 18.
- (1926) Inhibición, síntoma y angustia. AE, vol. 20.
Héritier-Augé, F. Del engendramiento a la filiación. Psicoanálisis con niños y adolescen-
tes. Nº3, Giensa, Bs. As., 1993.
Puget, J.; Wender, L. Analista y pacientes en mundos superpuestos. 1982, Rev. APde-
BA, Vol. 4, Nª 3.
- El mundo superpuesto revisitado al cabo de los años. Revista de la Asoc. Esc. Argentina
de Psicoterapia para Graduados, N° 30, 2005/6.
Winnicott, D. (1958) Escritos de pediatría y psicoanálisis. Barcelona, Laia, 1979.
- (1971) Realidad y juego. Buenos Aires, Gedisa, 1972.
Zaldùa, G. Género y salud. Eudeba, Bs. As., 2000.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 105


PRÊMIO FEPAL
1
José Martins Canelas Neto

REFLEXÃO SOBRE O VAZIO


DENTRO DA PSICANÁLISE:
DO HORROR DO VAZIO
AO VAZIO CRIADOR DE METÁFORAS

“A fala não saberia encontrar o poder do seu dizer se


ela se escapasse em atos e fugisse do silêncio. Mas o que a
fala encontra primeiro nela ao se abrir é o vazio”.
(Fédida, P., 1978, p. 304)
“O vazio é conceito metapsicológico enquanto ele é
referido ao de espaço psíquico, o qual só vale, metapsi-
cologicamente, pela sua operatividade técnica: esta é a
função criadora (reconstrução) da metáfora. É porque
podemos dizer que o vazio é o espaço psíquico da
metáfora.”
(idem, p. 320)

Uma clínica do vazio?

Minha reflexão pessoal sobre o vazio em psicanálise inicia-se pela revisão e pelo
questionamento do que é chamado atualmente, por vários autores contemporâneos,
de clínica do vazio. Coloca-se juntamente com essa idéia a questão de uma “aborda-
gem clínica do vazio”.
A quais organizações psíquicas a noção de vazio nos remeteria? Certamente a
uma série delas, bastante diversas. Numa primeira aproximação, diremos que aquilo
que as uniria numa “clínica do vazio” seria sobretudo a conexão com uma idéia descri-
tiva, fenomenológica, de vazio enquanto sintoma, queixa, cujo exemplo mais límpido é
o do ‘sentimento de vazio’.
Nessas diferentes organizações psíquicas encontramos desde o vazio ligado à
inibição e aos recalcamentos neuróticos, até vazios muito mais aterrorizantes, como
nas melancolias (dentre elas, a mais impressionante em minha opinião é a síndrome de
Cottard, na qual o doente apresenta uma melancolia delirante pela qual nega seus

1
Membro Efetivo da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo.
Endereço electronico: josecanelas@uol.com.br

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 107


José Martins Canelas Neto

próprios órgãos, seu corpo, sua mortalidade ou até mesmo sua existência!), nas psico-
ses brancas (Green, 1973), nos casos de pacientes borderlines, na psicossomática, na
esquizofrenia, etc. Como vemos, uma gama extensa de organizações muito diferentes
entre si. Logo, o vazio, de um ponto de vista da descrição fenomenológica, pode ser
relacionado a quase todas as organizações mentais. Vejamos alguns exemplos:
Um primeiro, muito interessante, é o descrito por Jean Cournut, sob o nome de
“neurose do vazio” (Cournut, J., 1975). Trata-se de um quadro em que a questão não
é a de uma carência constitucional associativa, mas de um mecanismo regrado pelo
recalcamento, às vezes, com intensa inibição. O autor relatou o caso de um paciente
que apresentava no início uma queixa de vazio. Quando a análise começou foi o ana-
lista quem passou a vivenciar esse sentimento, o qual havia sido transferido pelo paci-
ente. Uma mudança significativa no modo de funcionamento se fez após o analista ter-
lhe evocado uma palavra, aparentemente banal, o que confirmou a hipótese de organi-
zação neurótica.
Uma descrição de uma organização psicopatológica original foi a da “psicose
branca” de André Green e Jean-Luc Donnet, publicada no livro O filho disso
(L’enfant de ça, 1973). Dez anos depois, um dos autores (Green, A., 1983) acres-
centou algumas precisões quanto a essa idéia de “branco”, que penso podermos
aproximar da de vazio: essa metáfora pela cor vem do inglês, da palavra “blank”,
retirada da sessão de uma paciente que fazia com ele sua análise, provavelmente em
inglês. Nessa acepção, o branco vai nos remeter a idéia de espaço inocupado, va-
zio. Em sua análise, o autor nos mostra que se abre uma bifurcação na rede de
sentidos ligados à palavra “branco”, “blank”, bifurcação esta entre a cor e a idéia de
vazio. Desse modo, diz-se de um “sonho branco”, ou “em branco”, que é um sonho
sem representações, vazio de representações, muito embora podendo ter afetos.
Em outro momento, B. Lewin (citado por Green, A., 1983) falou em “tela branca”
do sonho, fazendo dela uma representação onírica do seio após um adormecimento
que sucede uma mamada satisfatória.
Esses exemplos são interessantes por mostrar as diferentes concepções que
podemos nos fazer desse branco, segundo nosso olhar se dirija mais para a descrição
de um funcionamento psíquico, no caso do sonho branco, ou mais para um vértice
metapsicológico, como na tela branca do sonho.
No caso específico da psicose branca não farei um resumo da finíssima descri-
ção do autor, mas gostaria de assinalar que o que é branco é o Ego, o qual “procede a
um desinvestimento das representações que o deixam se confrontar com seu vazio
constitutivo. O Ego se faz desaparecer diante da intrusão do excessivamente-pleno
de um barulho que é preciso reduzir ao silêncio” (Green, A., 1983, p. 156). Trata-se
de “uma impossibilidade de pensar, acompanhada de um sentimento de separação
total, de solidão intolerável e de impulsão corporal”. (Green, A., 1983, p. 157)
Em pacientes borderlines também encontramos essa falha na representância,
uma carência de palavras, provocando freqüentemente uma passagem imediata da
linguagem à ação e ao objeto. Green descreve a relação entre esse branco e a moção
pulsional como a interação de um corte radical em relação ao objeto, e de “um

108 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

desinvestimento da representação que ocorre simultaneamente à intrusão no espaço


desinvestido (inocupado, vazio) de uma moção pulsional proveniente da parte do Id
que está mais ligada à esfera somática” (Green, A., 1983, p. 157). Enfim, temos aqui o
aspecto mais característico desses modos de funcionamento mental no desapareci-
mento da mediação, oferecida tanto pela representação, quanto pela identificação.
Com a idéia de alucinação negativa, Green fundamenta metapsicologicamente
boa parte de sua descrição dessa clínica borderline, sem trabalho de representação,
em que até a concepção de um “mundo interno” está por ser construída. A idéia de
alucinação negativa remete-nos à constatação da relação profunda entre a descoberta
da ausência do objeto e a vivência de sua perda, relação essa que não deve nos levar
a confundir ausência e perda.

Se Freud coloca como contemporâneos a perda do seio e o mo-


mento no qual pode ser apreendida a pessoa total da mãe, o que precede
essa apreensão deve incluir potencialmente o conteúdo da apropriação
ulterior. Não sob a forma de uma percepção, uma vez que nesse caso seu
objeto estaria do lado de fora e que a representação dessa percepção
seria então uma cópia cuja função de replicação não seria congruente
com a virada de posição que centra no Ego o esforço de unificação, mas
ao contrário sob a forma de uma alucinação negativa dessa apreensão
global. O auto-erotismo pelas portas do corpo assinala a independência
em relação ao objeto, a alucinação negativa assinala, com a percepção
total do objeto, a colocação fora do eu deste último, ao que se sucederá
o eu-não-eu sobre o qual se fundará a identificação. (Green, A., 1983, p.
125-126)

A construção de uma “estrutura enquadrante”, ligada à alucinação negativa do


objeto, deve ser feita nesses casos em que as carências do pensamento são muito
importantes. Com muita paciência, o analista é obrigado a lidar o tempo todo com a
distância, pois é submetido ao seguinte paradoxo: se estiver perto será intrusivo de-
mais, se estiver distante, abandona e desampara o analisando. Nas análises desses
pacientes o enquadre terá de ser construído. O analista, aos poucos, graças a sua
criatividade, procura criar espaços de mediação da relação com o paciente, “tecendo”
uma rede de representações e de significações. Isso exige um constante movimento
por parte do analista de, ao mesmo tempo, interagir numa boa distância com o anali-
sando e também poder se retirar, se retrair, para “ver de fora” aonde adentrara.
Penso que muitas técnicas do que chamo psicanálise aplicada, como por exem-
plo o psicodrama analítico, as técnicas corporais e de relaxamento, etc, podem ser
úteis na abordagem psicoterápica desses casos por criarem um suporte mediador que
facilite a formação dessa estrutura enquadrante.
Na situação analítica, o retraimento e a não visão do analista favorecem o apa-
recimento de outro tipo de vazio, um vazio que não remeteria forçosamente ao nada e
aos ataques contra o pensamento, mas teria um potencial criador de metáforas e de

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 109


José Martins Canelas Neto

novas formas de expressão do inconsciente. Isso nos leva agora a uma reflexão sobre
o vazio dentro da análise, e da grande resistência que nosso contato com ele pode
levantar.

O vazio dentro da análise

Convido agora o leitor a voluntariamente se afastar das “aparências”


fenomenológicas da noção de vazio e, por conseqüência, fazer uma análise crítica da
idéia de uma “abordagem” de uma suposta clínica do vazio, clínica essa que preenche
bem certos critérios descritivos, mas que não nos permite avançar em direção a uma
abordagem mais metapsicológica da noção de vazio dentro da situação analítica.
Façamos então uma pequena digressão por outros campos do saber.
O vazio. Mas o que é o vazio? Durante muito tempo o problema do vazio permeou
todo pensamento filosófico ocidental. Com Aristóteles, por exemplo, se delimita o pro-
blema do vazio como um problema da physis (no sentido de natural, pertencente ao
mundo dos fenômenos e que pode ser objeto de conhecimento a partir da experiência).
A esta, o filósofo contrapõe a figura do geômetra, o qual não lida com um espaço vazio,
mas concebido, abstrato e irreal, povoado de objetos concebidos, abstratos e irreais.
Surge então um primeiro problema: o espaço do físico não seria simultaneamente con-
creto e abstrato, atual e presente no instante mesmo e também estando em lugar nenhum,
em tempo algum? Como mostra Yvon Belaval (1975), há uma antinomia que mantém
durante séculos na história da ciência o conflito entre o pleno e o vazio por meio da
concepção do horror vacui (horror ameaçador do vazio) que a Natureza teria.
Aristóteles afirmava que o vazio é real e sem resistência. Sendo Real, ele não é
o nada, pois dizer que o vazio é nada equivaleria a dizer que ele não existe, que ele não
é. Ele não é nem nada, nem alguma coisa. Assim, apesar dessas discussões filosóficas
poderem nos parecer distantes para nós psicanalistas que temos que dar conta de
nossa clínica quotidiana, elas são fundamentais para situarmos a noção de vazio dentro
de certo campo epistemológico mais geral, o qual se relaciona, a meu ver, com o
campo epistemológico que nos é mais particular, o da metapsicologia freudiana.
Desse modo, o vazio se coloca entre o nada e o ser. Se o vazio pode ser
ocupado por um corpo, nós o pensamos como “o não ocupado por um corpo”. Se o
pensamos incorporal, o pensamos por negação.
Assim, até o século XVII, o fato de um líquido subir por um tubo que aspiramos
(como com um canudo) era explicado pelo horror do vazio que a Natureza teria.
Depois disso, com a matematização da Física, esse conceito é abandonado. Ao vazio
absoluto sucede então o vazio relativo, o qual é relação de rarefação, de pressão,
enfim, de relação mensurável.
Na Física contemporânea, o problema do que é o vazio ainda levanta inúmeros
enigmas. O vazio é menos entendido como região do espaço privada de matéria e mais
como o estado de base de um reservatório de potencialidades. Num instigante livro
sobre as questões que a Física quântica trouxe para nossa concepção do real e suas

110 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

relações com a filosofia do espírito, Michel Bitbol (1998) propõe uma nova concep-
ção do vazio que nos inspirou na tentativa de elaborar metapsicologicamente tal ques-
tão. Ele utiliza a noção de vacuidade, oriunda do budismo da “Via do meio”, que
supõe a co-emergência relativa (ou dependente) de tudo aquilo que aparece. Citando
J. Garfield (Garfield, J., 1995, citado por Bitbol, M., 1998, p. 272), “a vacuidade, ela
mesma, é vazia. Ela não é um vazio existindo em si por detrás de um véu de ilusão
identificado à realidade convencional (das aparências); ela é uma marca característica
dessa realidade convencional”. Trata-se de um vazio que traz potencialidades criati-
vas, não tendo um estatuto ontológico: “Este vazio não tem em suma nenhum estatuto
ontológico. Ao contrário, ele visa preencher uma função terapêutica diante das escleroses
existenciais que tendem a se instalar sob o leito das petrificações ontológicas”. (Bitbol,
M., 1998, p. 272)
Podemos estabelecer um paralelo entre essa visão proveniente da epistemologia
da Física contemporânea com a noção de vazio dentro da situação psicanalítica. A
limitação do ponto de vista metapsicológico que vemos nesse vazio da “clínica do
vazio” se funda no fato de que ele apresenta um caráter ontológico. Inspirado por
Bitbol, estou interessado num vazio que traga potencialidades criativas e não tenha
nenhum estatuto ontológico. Uma reflexão do vazio operando dentro da situação ana-
lítica, nas sessões, poderá então nos abrir a via para uma reflexão metapsicológica
sobre o vazio.
Numa das concepções do vazio em física quântica, ele não seria tão vazio assim,
pois existiriam flutuações quânticas, de partículas virtuais ou partículas e antipartículas
que se anulam. Um vazio que é potencialidade criativa em movimento. Estranha idéia
para nosso senso comum. Porém fiquei surpreso ao me dar conta que havia nessa idéia
do vazio uma grande semelhança com a crença de Freud na capacidade criativa do
Inconsciente.
Pierre Fédida (1978), num texto consagrado ao que chama o “vazio da metáfo-
ra”, evoca o sentimento de vazio expresso muitas vezes pelos analisandos, como sen-
do “a experiência psíquica da instância, até mesmo da espera de sentido, própria a
manter toda a existência em suspenso, como em condição de não existência”. Pode-
mos relacionar essa idéia de Fédida com o problema filosófico descrito acima. O vazio
vivenciado dentro da sessão analítica só é possível se pudermos ficar suspensos no
tempo do intervalo, entre nada e ser. Isso nos remete sempre, a partir do ponto de
vista psicanalítico, a um trabalho de negação de um corpo real que não deve ocupar o
espaço analítico. Esse corpo real é o do analista.

“É por esse paradoxo que se figura o corpo do analista: uma


presença que funda a linguagem no ato de escutar a ausência”. (Fédida,
P., 1978, p. 294)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 111


José Martins Canelas Neto

Sandrine, ou da plenitude da paizão ao horor do vazio

Sandrine iniciou uma psicoterapia em face a face logo após dois anos de trata-
mento para uma doença muito grave. Tem cerca de 40 anos, é casada e tem filhos.
Minha impressão nas primeiras entrevistas era a de alguém muito desvitalizado, tendo
um discurso de aspecto totalmente operatório, o qual me evocou o funcionamento
descrito por Marilia Aisenstein (Aisenstein, M., 2006): o ataque contra a mentalização
ou anti-pensamento.
O mundo de Sandrine era sem graça, sem brilho, onde tudo era muito limpo e
bem organizado. Este aspecto contrastava fortemente com o relato de inúmeros ele-
mentos traumáticos em sua história recente e passada. À medida que vou mostrando a
ela certos fatos que a tocavam muito emocionalmente, esse quadro inicial evolui rapi-
damente para uma transferência amorosa em relação a mim. No início, essa transfe-
rência me parecia ser um elemento de bom prognóstico para esse processo analítico
que se iniciara com uma paciente tão desvitalizada.
Minhas intervenções iniciais iam provavelmente num sentido de “vitalização” da
paciente. Eram intervenções psicoterapêuticas de minha parte, as quais poderíamos
aproximar da noção de “holding” (Winnicott). Seguindo Fédida, “psicoterapêuticas
são sem dúvida as reparações! Mas elas não toleram o vazio do paciente e o
psicoterapeuta não tarda a se dar ele mesmo como objeto imaginário de incorporação
ideal.” (Fédida, P., 1978, p. 307). Foi assim que, numa das sessões logo após as férias
de verão, Sandrine, ao se despedir no final da sessão, subitamente me abraçou bem
forte e tentou me beijar. Ela me disse: “Preciso de você pra mim!”. Eu, tentando contê-
la fisicamente (e me conter também naquele turbilhão), disse-lhe: “tenha calma, vamos
poder conversar sobre isso na próxima sessão”.
Na sessão seguinte, Sandrine, falando de maneira totalmente apaixonada, tenta-
va me mostrar que poderíamos ter uma relação amorosa, e em dado momento ela
disse: “Preciso muito de você, você me dá vida!” Lembro-me de ter dito a ela que,
falando assim, era como se ela me colocasse no lugar de Deus. Isso vinha após um
período no qual falara de suas buscas e crenças religiosas.
Nas sessões posteriores, inicialmente ela vai se mostrar muito envergonhada de
ter-me “agarrado”, como ela mesma disse. Em seguida e durante vários meses mante-
ve-se entre nós um clima sedutor e erotizado durante um bom tempo, como se “namo-
rássemos” um pouco em cada sessão. Dessa maneira, apaixonando-se pelo analista,
ela mergulhava na transferência e no processo analítico, pedindo que seu analista fosse
esse alguém único, muito firme, capaz de ser objeto ideal e resistir à violência de suas
seduções e ataques destrutivos. Tratava-se de um desafio colocado ao analista quanto
a sua capacidade de se manter numa posição analítica de neutralidade cuidadosa.
Obviamente esse desafio colocava intensamente para mim a questão do lugar que a
interpelação dessa demanda da paciente viria ocupar em mim.
Retomando esse movimento inicial espetacular da análise de Sandrine, pode-
mos dizer que as coisas se passaram mais ou menos assim: após um período inicial,
que descrevi como “vitalização”, ocorrera um movimento transferencial muito intenso

112 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

e violento no qual o corpo do analista era chamado a ocupar a cena. A transferência


amorosa evoluiu para uma paixão e uma demanda de erotização por parte da paciente.
Esse movimento apareceu de maneira bastante violenta durante uma sessão, exigindo
muita determinação e criatividade para me manter na situação de retraimento e neutra-
lidade, sem negar o efeito sedutor e atraente que ela produzira em mim. Durante um
tempo, manter a posição analítica exigiu de mim um enorme esforço.
Octave Manoni (Manoni, O., 1982), num interessante artigo sobre o amor de
transferência, após retomar o texto de Freud, o qual se atém a uma reflexão quanto às
questões técnicas levantadas por essa forma de resistência à análise, mostra que a
paciente tem uma espécie de convicção de que realmente aconteceu algo, enquanto o
analista deve ficar no plano do imaginário. “É aqui, numa certa relação entre um certo
real e um certo imaginário que se coloca a verdadeira questão. Mas, mesmo se não
agrade ao analista, é ele que está do lado do imaginário e a dama do lado do real”.
(Mannoni, O., 1982, p. 10)
Em outro trecho de seu artigo, esse autor mostra que seria sem fundamento o
analista invocar a situação analítica como algo real, e falar do amor de sua paciente
como de algo ilusório. Em seguida, ele lembra uma fala de Freud em 1907, numa das
reuniões da Sociedade Vienense de Psicanálise, na qual Freud fala do “terreno de jogo
da transferência”, explicando que na análise há “suspensão da realidade, como no
teatro” (Freud, S., citado por Mannoni, O., 1982, p. 11):

O terreno de jogo da transferência, aonde a realidade num sentido


não conta mais e não tem mais seu lugar, o que é? Bem, evidentemente
simplesmente o espaço analítico. Não o consultório da Bergasse, que é
bem real. Mas o estatuto que ele recebe, como espaço de fala. (Mannoni,
O., 1982, p. 11)

Foi nesse “terreno de jogo da transferência” que se desenrolou uma fase do


processo analítico com Sandrine, que chamei de “namoro”. Foi nesse clima que pôde
ser criado um espaço de fala associativa.
Não pretendo comentar mais em detalhes esse período do “namoro”, mas diria
resumidamente que um outro corpo aos poucos foi surgindo em meio a todas as turbu-
lências passionais comigo, o corpo de um pai sem limites e com comportamentos com
forte conotação incestuosa no passado. Algumas falas da paciente me faziam pensar
(no sentido de imaginar) que Sandrine vivera momentos abusivos por parte de seu pai.
Nesse período se delineou, em suas falas, uma imago paterna. Um pai alcoolista
grave, “Bon vivant”, extremamente imaturo, tendo acabado com os recursos que her-
dara de seu pai, nunca tendo desempenhado nenhum papel paterno e estruturante na
família. Desde cedo Sandrine começou a desenvolver uma espécie de obsessão por
ordem e planejamento que perdura até hoje. Numa sessão mais recente, ela associou
a necessidade de sempre estar planejando e preenchendo completamente sua agenda
com bastante antecedência, querendo que tudo se desenrole de maneira perfeita, com
a lembrança de que, durante sua infância e adolescência, passava muito tempo preo-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 113


José Martins Canelas Neto

cupada em ajudar sua mãe para que tudo corresse bem com a família, apesar das
enormes dificuldades que o pai colocava a ela, a sua mãe e a seus dois irmãos.
Poderíamos fazer a hipótese, segundo a qual, não havendo para Sandrine uma
sólida referência ideal, resultado da falência da função paterna, ela se voltara para a
referência objetal. Foi transferido ao analista esta última referência, ele se tornou obje-
to de amor e paixão. Entretanto, e é isso que gostaria de salientar neste artigo, para
chegarmos a esse outro corpo mencionado acima, corpo paterno, tivemos de criar e
suportar um vazio, o qual pôde começar a ser dito, falado por ela nas sessões.
Diante de minha firmeza em ficar na posição analítica, penso que a paciente
conseguiu constituir, por meio do trabalho analítico na transferência, a referência ideal
paterna, sem se sentir desamparada nem abandonada. Depois de uns meses, numa
sessão em que ela me pareceu autêntica, Sandrine me agradeceu por não ter cedido a
suas seduções e pressões. Disse-me que por isso me admirava bastante.
Embora ainda parecendo apaixonada (e sofrendo por isso), ela começou, sem
que eu houvesse interferido, a se deitar no divã, como que para não me ver e assim
conseguir dominar sua paixão. O clima emocional mudou a partir desse momento.
Surgia freqüentemente um afeto do tipo de “inquietante estranheza” e ela chegava, às
vezes, a ficar apavorada com a sensação de vazio que lhe vinha, a tal ponto que, por
vezes, precisava interromper a sessão antes do final. Sandrine parecia, nesses momen-
tos, estar privada de imagens, palavras e afetos. Era incapaz de se fazer um lugar em
seu mundo psíquico para um vazio que fosse tempo (intervalo) e silêncio.

O retorno dos rostos à sombra é ao mesmo tempo um fator de justo


reasseguramento e uma ameaça de despersonalização completa. Mas é
sobretudo da descoberta (ou construção) do vazio como espaço “entre”
que provém no analista e no paciente a percepção comum do intervalo
necessário entre dois corpos para a fala e sua escuta. (Fedida, P., 1978)

Entre a analisanda, Sandrine, e o analista começou a se desenrolar a aná-


lise. O analista teve que ser firme em seu papel de guardião da lei da análise,
sendo ele também, da mesma maneira que seu analisando, simbolicamente sub-
metido a essa lei. Essa lei, como mostra Fedida, é concebida como “lei da inter-
dição do incesto: ela funda o intervalo. Como tal, ela permite ao desejo de inces-
to e de assassinato de se produzirem somente dentro da fala”. (Fedida, P., 1978)
O exemplo de Sandrine mostrou-me a violência e o horror que o contato com o
vazio pode acarretar. Violência inicialmente exercida contra minha função de analista,
exigindo a presença real de meu corpo erótico. Ela não conseguia exercer esse traba-
lho de negação por parte do pensamento necessário para criar, estar num vazio, o “não
ocupado por um corpo”. Penso que tocamos aqui na problemática (central em toda
análise) da “ausência na presença” do analista. Numa linguagem greeniana, diria que a
análise transcorria–se como se a construção de uma estrutura enquadrante, a partir da
alucinação negativa do objeto primário, se fizesse (ou se fortalecesse) durante o de-
correr mesmo do processo analítico.

114 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

O período precedente, que chamei de “namoro”, fora então um processo


transicional (Winnicott), de realização alucinatória, criando um espaço no qual sujeito e
objeto não estão distintos. Foi necessário que eu me dispusesse a entrar nesse espaço
para que, aos poucos, ela se desfizesse desse uso alucinatório da fala. Para isso, penso
que foi importante todo o trabalho de reconstrução dessa imago paterna da qual fiz
menção acima.
Todavia, além da criação desse espaço transferencial, e sobretudo na passagem
do face a face para o divã, Sandrine se confrontou também com o vazio do tempo.
“Perda de consciência, esquecimento, intervalo, espaço intemporal. No vazio, estamos
nessa “tensão entre um passado perdido e um futuro que pode nos perder, entre uma
“physis” materna e um universo não humano...” (Belaval, Y., 1975)

Evoquei acima neste texto, numa tentativa de definir uma linha de abordagem
dessas situações clínicas, que é preciso que o vazio se torne um espaço para se jogar,
brincar, por meio de um devaneio (reverie) ou de um sonho. Se esse jogo não conse-
gue se instalar, a depressão melancólica paira no ar. Para André Green (1975), esse
espaço transicional do jogo caracteriza um tempo transicional, ao qual ele opõe o
tempo morto, equivalente do espaço vazio, onde o poder de suspensão do
desinvestimento estaria operando.
Green descreve o tédio, a espera na qual nada se espera (lembro o exemplo
impactante da peça Esperando Godot, de Samuel Beckett), o abandono da luta, como
afetos anunciadores da depressão e de sua lógica da desesperança. Assim, o risco
nessa cronificação do tempo morto é que o mundo melancólico se instale, mundo imóvel,
como um tempo parado, uma lentificação do psiquismo, podendo chegar até ao estupor
e à morte. Se o vazio se fixa, ele deixa de ser a base para o surgimento das metáforas e
paciente e analista correm o risco de soçobrar no mar gelado da depressão.
A análise poderia ser então esse lugar –espaço e tempo– apropriado a acolher e
receber o vazio? Diz Masud Khan (Khan, M., citado por Fédida, P., 1978): “o analista
cria o vazio e a ausência pela sua presença”.
Sim, a análise é o espaço de acolhimento do vazio, primeiramente com a condi-
ção do analista poder deixá-lo surgir, graças a seu retraimento e sua reserva de silên-
cio. Em seguida, por poder abrir por meio da fala analítica ao espaço-tempo transicionais
da metáfora. E, como Fédida, podemos perguntar: mas “onde está o vazio na análise?
Ele está no silêncio da fala. Não de uma fala que se cala ou que –como dizemos– faz
silêncio. Mas silêncio que está por debaixo dela. Silêncio também que assombra a
fala” (Fédida, P., 1975, p. 289). Não há silêncio vazio ou pleno, o silêncio é o “tempo
implicado da palavra”. “O vazio pode ser silencioso, mas ele não é por causa disso o
silêncio: ele é a abertura da fala sobre ela mesma. A fala se conhece a partir de seu
vazio quando as palavras não garantem mais nada”. (Fédida, P., 1978)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 115


José Martins Canelas Neto

Roberto ou o horror do vazio e o luto do duplo narcísico

O exemplo do caso de Roberto vai nos mostrar essa luta do paciente para
poder entrar em contato com o vazio, conseqüentemente, a percepção da ausência do
objeto e do luto do duplo narcísico, no decorrer do processo analítico.

“A boca é a cavidade primeira do vazio: a fala sofre de sua fome.


Ela continuará por muito tempo, “mamante, mordante”, ávida de rostos,
insaciável. Os detalhes de expressões não faltam para dizer com que evi-
dência se impõe o vazio no tratamento analítico. Trata-se de deixá-lo se
instalar com sua fala, de não procurar nem evitá-lo, nem preenchê-lo”.
(Fédida, P., 1975, p. 290)

Roberto não fala do vazio, não tem medo dele, não se queixa de ter nem a
cabeça, nem o pensamento e nem a vida vazios. No entanto, durante um longo período
no início da análise, Roberto preenche toda possibilidade de aparecer um vazio na
sessão, falando o tempo todo, enquanto anda sem parar na sala, deixando-me como
que paralisado e sem poder pensar, o que descreveria assim: o clima que se instalou
desde nosso primeiro encontro era intenso, pesado, carregado de muita angústia. O
peso me colava na poltrona. Roberto tinha uma excessiva urgência para falar. Eu sen-
tia, preocupado, que essa urgência vinha de uma necessidade imperiosa para ele de
assegurar sua continuidade psíquica e, por meio desta, alicerçar sua identidade. Fora
criada então uma possibilidade de ali estar, diante de um outro investido simbolicamen-
te para ele do poder de reconhecimento de sua singularidade.
Nesses casos saliento a necessidade para o analista de abrir um “espaço de
representação”, uma brecha por onde olhar, enfim, de criar uma possibilidade de con-
tato com o vazio, o qual é defensivamente o tempo todo preenchido por Roberto nas
sessões. As imagens (e o imaginário) dele não têm valor de representação, mas sim de
apresentação, de “presentificação”. Este paciente está sempre ávido por objetos que
possam satisfazer seu orifício visual. Parece evidente o papel da alucinação em sua
fala, por exemplo, nas inúmeras vezes que descreve, quase como se vivenciasse real-
mente, a cena imaginária de um filme, ou de uma situação de sua vida amorosa.
Outro aspecto interessante dessa análise é que em certos momentos da fala de
Roberto eu via a cena por ele descrita. Poderíamos falar de um poder em convocar o
alucinatório na escuta do analista, o que, a meu ver, tinha uma função de que eu ficasse
aderido a sua fala; no fundo, numa extrema e estranha proximidade com o paciente.
No decorrer do processo analítico, Roberto vai, aos poucos, esbarrando de
leve em seu próprio vazio. Assim, após quase dois anos de tratamento, o paciente
começa a se deitar no divã, não falando mais o tempo todo com a urgência que carac-
terizara o período anterior. Vejo aparecer então em sua fala, pausas, silêncios, inter-
rupções, quase sempre permeando o relato de um sonho. Agora ele traz sonhos para
as sessões, como diz, “para ter o que falar aqui”.
“Deitar-se no divã, recolher seu rosto à sombra para deixar seu sonho se contar,

116 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

depois falar” (Fédida, P., 1992, p. 18), eis o que Roberto raramente pode fazer na
análise. No divã há uma mudança de temporalidade da fala. Quando Roberto se deita
e esboça um trabalho associativo por alguns minutos, isto ocorre em momentos
‘depressivos’, nos quais tenta abandonar essa fala alucinatória onde sujeito e objeto
estão aderidos. O trabalho analítico volta-se então para se tentar um acesso à posição
depressiva, a qual é fracassada diante do horror do vazio. A posição depressiva coin-
cide com o momento criativo da constituição temporal da ausência.
Na atividade associativa ocorre fragmentação das imagens que vão se dissol-
vendo e é preciso suportar a angústia do vazio do qual, como disse Fedida “a fala se
pressente quando não sabe o que vai dizer, como num salto no desconhecido” (Fédida,
P., 1978, p. 294). Penso que a vivência da alteridade, durante períodos mais associativos,
traz a Roberto um sentimento de profunda solidão, um horror do vazio; então ele vai se
desanimando, no sentido de perda de vitalidade. Quando chega neste ponto, em geral
se levanta do divã para reencarnar, aqui e agora, em sua narração, um de seus heróis
conhecidos.
Podemos supor que Roberto parece preencher o vazio nele, fabricando indefi-
nidamente (nos seus sonhos e devaneios) outros iguais, outros si-mesmos. A temática
de seus sonhos, por exemplo, quase sempre gira em torno de sua luta de resistência no
papel de um herói épico. Sinto-me, em relação a esse paciente, próximo da idéia de
Fedida, segundo a qual o vazio seria “a amnésia de um luto: o luto do duplo imaginário
da infância” (Fedida, P., 1975). Roberto ainda não cessou de necessitar reencarná-lo
em certos momentos das sessões, evitando dessa forma esse luto. Tudo parece se
passar para ele como se, ao se deparar com o vazio, ele se refugiasse na vivência
desse mundo narcísico imaginário.

Um vazio criador de mtáforas

O horror do vazio tanto em Roberto como em Sandrine sustenta suas ativida-


des projetivas. Como diz Fedida (1975, p. 295), nesses casos a atividade projetiva é
concebida como restituição reparadora de um duplo narcísico. Sandrine na paixão
amorosa transferencial e Roberto em sua encenação transferencial diante de mim.
O vazio vai adquirir um estatuto metapsicológico quando ele aparece na situa-
ção analítica constituindo-se progressivamente em espaço interior, o qual “é instalado
pela análise nesse lugar chamado sessão e pelo intervalo que é designado a partir da
relação da fala a seu silencio”. (Fedida, P., 1975, p. 99-100)
Quais conseqüências podemos apontar dessa concepção do “vazio dentro da
análise” para a escuta analítica? A escuta analítica não vem substituir um ausente, nem
preencher o vazio de seu lugar, mas sim fundar a relação de ausência. O caminho é
muitas vezes árduo e pode esbarrar no horror do vazio, como vimos nos casos acima.
É necessário então que o analista possa ter claro para si uma noção de vazio, não
como um nada, mas como vacuidade, vazio criador potencial de metáforas.
Chegamos ao final de nossa reflexão com uma concepção metapsicológica de

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 117


José Martins Canelas Neto

“vazio dentro da análise” muito semelhante ao que foi dito acima, da noção de vacui-
dade em física. A tensão criada entre a fala e o silêncio na sessão, mais que um vazio
existindo em si, é vacuidade, potencialidade de sentidos, fonte do novo que surge das
profundezas da alma. Para que isso ocorra é necessária uma estrutura enquadrante
operando tanto no Ego do paciente, quanto na capacidade do analista em ocupar esse
“sítio do estrangeiro” (Fedida, P., 1996) que é o seu lugar.

Resumen
El autor desarrolla una reflexión sobre algunos impases y paradojas durante el trata-
miento psicoanalítico con pacientes de diferentes organizaciones que constituyen lo que
se llama “clínica del vacío”.
Se retomaron algunas de dichas organizaciones no-neuróticas. Fenomenológicamen-
te hablando, podemos decir que el vacío se encuentra en casi todas ellas. Como destaca-
ron varios autores y entre ellos André Green, con la noción de alucinación negativa, es de
fundamental importancia la construcción de una “estructura encuadrante” en el análisis de
dichos pacientes.
Posteriormente, el autor se pregunta sobre el vacío desde el punto de vista metapsico-
lógico actuando dentro de la sesión analítica. A partir de dos ejemplos clínicos, muestra el
horror y la resistencia que se manifiestan contra el surgimiento del vacío en la sesión
analítica. En el caso de Sandrine, describe la constitución de esta estructura encuadrante
y la emergencia de la problemática del “horror al vacío” dentro de la sesión.
En una reflexión inspirada en la noción de vacío en la Física contemporánea, el vacío
es considerado como “vacuidad”, como potencialidad de surgimiento de sentido, o sea,
como un vacío potencialmente creador de metáforas.

Descriptores: Vacío – Estructura encuadrante – Horror al vacío – Metáfora.

Resumo
O autor desenvolve uma reflexão sobre alguns impasses e paradoxos dentro do trata-
mento analítico de pacientes que constituem o que por vezes é chamado de “clínica do
vazio”. Retoma algumas organizações psíquicas, as quais são sobretudo diferentes orga-
nizações não-neuróticas. Fenomenologicamente falando, podemos dizer que o vazio se
encontra em quase todas elas. A noção de alucinação negativa de Green salienta a impor-
tância da construção da “estrutura enquadrante” na análise desses pacientes, estrutura
esta necessária ao aparecimento do vazio na sessão.
Em seguida, o autor se interroga sobre o vazio do ponto de vista metapsicológico,
atuando dentro da sessão analítica. A partir de dois exemplos clínicos, mostra o horror e
a resistência que se manifestam contra o surgimento do vazio na sessão analítica. No
caso de Sandrine, descreve a constituição dessa estrutura enquadrante e a emergência
da problemática do horror do vazio durante a sessão.
Em reflexão inspirada na Física contemporânea, considera o vazio,
metapsicológicamente falando, como “vacuidade”, como potencialidade de surgimento de
sentido, como um vazio potencialmente criador de metáforas.

118 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Reflexäo sobre o vazio dentro da Psicanálise: do horror do vazio ao vazio criador de metáforas

Palavras chave: Vazio – Metáfora – Estrutura enquadrante – Horror do vazio.

Summary
The author sets forth a reflection on some impasses and paradoxes encountered during
the psychoanalytic treatment of patients with different psychic organizations, constituting
what is known as “clinic of the emptiness”.
Some of these psychic organizations were re-examined, that is to say non-neurotic
organizations. In phenomenological terms, we can say that emptiness is present in almost
all of them. As stressed by several authors, André Green among them, with the notion of
negative hallucination the construction of a “frame of reference” in the analysis of these
patients is of utmost importance.
Further, the author speculates over the emptiness from the metapsychological point of
view operating within the analytical session. Considering two clinical examples, he dis-
plays the horror and the struggle rising against the emergence of emptiness in the analyti-
cal session. In Sandrine’s case, he describes the constitution of the frame of reference and
the problematics of the “horror of emptiness” manifested in the second stage of the analyti-
cal session.
Inspired by the notion of void in Physics, emptiness here is considered as “vacuity”, as
potentiality for the rise of sense, therefore as a void with the potential to create metaphor.

Key words: Emptiness – Frame structure – Horror of emptiness – Metaphor.

Referências Bibliográficas

Aisenstein, M. (2006) Entrevista: o anti-pensamento e a psicossomática. Ide, no. 43, São


Paulo, p. 142-145.
Belaval, Y. (1975) L’horreur du vide. Nouvelle Revue de Psychanalyse, V. 11, p. 181-193,
Paris, Gallimard, 1975.
Bitbol, M. (1998) L’aveuglante proximité du réel. Paris, Flamarion, 1998.
Cournut, J. (1975) Névrose du vide. Nouvelle Revue de Psychanalyse, V. 11, p. 79-89,
Paris, Gallimard, 1975.
Fédida, P. (1975) Une parole qui ne remplit rien. Nouvelle Revue de Psychanalyse, V. 11,
p. 91-101, Paris, Gallimard, 1975.
- (1978) Le vide de la métaphore et le temps de l’intervale [O vazio da metáfora e o tempo
do intervalo]. In: Fédida, P. (1978) L’absence. Paris, Gallimard, 1978.
- (1996) O sítio do estrangeiro – a situação psicanalítica. Saõ Paulo, Editora Escuta,
1996.
Green, A,; Donnet, J. L. (1973) L’enfant de ça. Paris, Les Éditions de Minuit, 1973.
Green, A. (1975) Le temps mort. Nouvelle Revue de Psychanalyse, V. 11, p. 103-109,
Paris, Gallimard, 1975.
- (1983) Narcissisme de vie,narcissisme de mort. Paris, Les Éditions de Minuit, 1983.
Mannoni, O. (1982) L´amour de transfert et le réel. Études freudiennes, Nos. 19-20, p. 7-
13, Paris, Evel, 1982.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 119


PREMIO NIÑOS Y ADOLESCENTES
1
Silvia Flechner

PACIENTES ADOLESCENTES
EN RIESGO:
UN DESAFÍO PARA EL ANALISTA

Introducción

El deseo de descubrir y cambiar el mundo, la curiosidad y sensibilidad, la crea-


tividad, imaginación y fuerza vital adolescente, pueden en cierto momento descentrarse
de su andar de forma tal, que todo deseo se trastoque en padecimiento y se evaporen
o confundan las alternativas que sugerían una momentánea e ilusionada grandeza, ca-
yendo así en un doloroso y fulminante sinsentido anticipando un inexorable final.
Considerar la vida psíquica como una forma de funcionamiento dinámica alta-
mente compleja, nos incita a comprender las dificultades de nuestro trabajo como
psicoanalistas. Ubicados en la problemática adolescente, diríamos que ésta logra fas-
cinarnos e inquietarnos.
Las coyunturas socio-políticas y culturales se han modificado en este nuevo si-
glo; somos testigos de las transformaciones de la civilización, sin embargo somos tam-
bién testigos de sus permanencias. Lo cierto es que los avances tecnológicos y cientí-
ficos no parecen haber logrado lidiar afectivamente con algunos hechos que apuntan a
la subjetividad en momentos dramáticos de la vida. Nos referimos en este caso al
trance de la muerte, específicamente cuando de intentos y suicidios de adolescentes se
trata, preguntándonos qué dimensión cobran estos hechos hoy en día.
El suicidio es un fenómeno universal que alcanza a todas las edades, niveles
sociales y culturales. La ideación suicida puede ser definida por su proyecto, en cam-
bio el intento de suicidio y el suicidio que difieren por sus consecuencias, serán siempre
diagnósticos retrospectivos.
Los intentos de autoeliminación y el suicidio son una preocupación que compar-
timos cuando trabajamos con pacientes adolescentes. Se trata de un denominador
común sumamente frágil, ya que su estatuto depende de una evaluación clínica que
varía no solamente de un país a otro sino de un examinador a otro –un diagnóstico de
“accidente” en puerta de emergencia, tendrá una significación diferente al atenderlo en
nuestro consultorio–, es entonces frecuente encontrar en el medio hospitalario varias

1
Miembro de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay (APU)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 121


Silvia Flechner

versiones descriptivas de una misma historia. El transcurso de la adolescencia nos


confronta a situaciones críticas donde es difícil predecir si se trata de situaciones pasa-
jeras, que corresponden básicamente a la crisis adolescente o si estamos frente a pro-
cesos ya integrados a una cierta estructuración mucho menos reversible.
La vida psíquica está compuesta por numerosas variables que a su vez se multi-
plican en el interjuego constante entre mundo interno y mundo externo, entre construc-
ción y deconstrucción, entre identificaciones ideales y mecanismos de defensa que se
dirigen hacia una incesante transformación a través del tiempo hasta la muerte. ¿Qué
variables privilegiar en el paciente adolescente?
El psiquismo adolescente muestra algunas peculiaridades entre las que se des-
taca el actuar. Así como en el niño destacamos el juego y en el adulto el pensamiento,
podríamos decir que el acto es característico del tránsito adolescente (Blos, 1998).
El aspecto imprevisible del psiquismo humano, queda en evidencia en la adolescen-
cia cuando ciertas causas, aparentemente menores, terminan desencadenando situa-
ciones inesperadas; toda previsión más allá de un breve lapso, entra dentro del rango
de lo imprevisto. Por lo tanto será en un momento posterior donde intentaremos
descubrir algunas de las alternativas de los inicios, que originaron determinada
acción.
Las transformaciones de la pubertad sobre las cuales Freud (1905) ha insistido,
provocan a partir de esta nueva situación, una reactivación de los deseos edípicos. La
resexualización de las figuras parentales moviliza los mecanismos de defensa que han
permitido dominar la angustia asociada a la situación edípica, pasando de su forma
infantil de pérdida del amor de los padres a su forma madura de angustia de castración.
Avizoramos el comienzo de la explosión puberal, destacándose la desorganización
psíquica y la regresión a expresiones infantiles de la sexualidad anal y oral.
La agitación y desórdenes psíquicos y corporales de la pubertad, los dinamis-
mos pulsionales, la desorganización y reorganización de las excitaciones en la intensa
búsqueda de las defensas más adecuadas, hacen de la adolescencia un período de
gran perturbación, para el propio adolescente, así como también para todos los invo-
lucrados en esta situación: padres, educadores, el propio grupo de pares.

Sobre la adolescencia

La clínica de pacientes adolescentes muestra que las manifestaciones de la ado-


lescencia tienen una significación diferente de la infancia o la edad adulta. Es un mo-
mento crítico del desarrollo humano y al mismo tiempo expresión de un trabajo psíqui-
co que se encuentra al servicio de este desarrollo en el que el adolescente puede llegar
a sentirse extranjero a sí mismo. Momento a su vez de reorganización psíquica, en el
cual la sexualidad infantil, las modalidades de investimento inicien el proceso que hará,
al decir de Kestemberg (1988): que todo se prepare en la infancia y se juegue en la
adolescencia. Nuevas adquisiciones tales como la apropiación de un pensamiento pro-
pio, herramienta indispensable para la constitución del yo y como correlato la apropia-

122 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

ción de un cuerpo sexuado y una identidad sexual, tendrán una importancia fundamen-
tal a lo largo de este período.
El tránsito adolescente deja al descubierto un cierto malestar que se expresará
tanto a nivel del psiquismo y a su vez a nivel corporal, adquiriendo diversas formas:
angustia de castración, angustia de muerte, estados depresivos, dolor, duelo. Ya que el
adolescente nos convoca a vivir y re-vivir un tiempo que da origen a una tensión pro-
ducida por un cambio excesivamente rápido por un lado, vivido a su vez como doloro-
samente lento.
Tiempo “de tránsito”, que podrá dirigirse posteriormente hacia múltiples desti-
nos, por ello resulta difícil en muchas situaciones, hablar de diagnóstico durante el
período crítico en sí, ya que en este tránsito los parámetros corporales y espacio-
temporales que se enmarcaban de forma referencial en la infancia, irán sufriendo varia-
ciones constantes que impiden su control, generando cambios intrapsíquicos incom-
prensibles para el propio adolescente y también para su entorno.
Expresados en forma de conflictos internos, contradicciones y ambivalencias,
bajo el riesgo de adquirir también otras formas más severas que se manifiestan en
ataques al cuerpo y al pensamiento, serán la violencia, la angustia y el dolor, en el
actuar del intento suicida o el suicidio mismo, algunas de las facetas que nos permitan
acercarnos –aún a modo de interrogante– a esta problemática impactante, que obser-
vamos con alarmante frecuencia.

Adolescencia y muerte

¿Qué extraño nexo encontramos entre adolescencia y muerte?


La antropología, la sociología, la literatura,2 exponen el fino entramado existente
entre la experiencia de vacío propia de la adolescencia y la profunda cesura que puede
transformarlo en un vacío de discontinuidad donde la muerte es un final frecuente.
Quizás sea la adolescencia uno de los períodos de la vida donde se percibe con
claridad el conflicto entre tendencias al cambio, desplazamientos y movimientos de la
vida psíquica en plena reorganización en oposición a una tendencia a la calma
inmovilizante característica de ciertas problemáticas narcisistas. Es que en algunos ca-
sos graves de adolescentes en riesgo, será indispensable aplicar la inmovilidad ante la
falla de los mecanismos de control omnipotente. La adultez se vuelve inexorable, sólo
la inmovilidad parecería en la fantasía poder detenerla, sin embargo esta inmovilidad
puede convertirse también en un camino sin retorno.
La aplicación de la inmovilidad –caracterizada por una extraña y llamativa quie-
2
La literatura universal, en su calidad de imaginario colectivo ha contemplado esta temática a través de las
diferentes épocas, reflejando el problema desde distintas perspectivas. La posibilidad de pérdida o fracaso del amor
ha originado inolvidables historias de jóvenes amantes que han buscado la muerte como forma de eternizarlo. El
mito de Romeo y Julieta de Shakespeare, nos presenta la tragedia de dos adolescentes que eligen estar unidos en la
muerte antes que vivir separados. También la experiencia de amor no correspondido y el suicido de un amigo
cercano, inspiraron a Goethe de 24 años a escribir en cuatro semanas Werther, donde la propia aparición de la
novela provocó en Europa una ola de suicidios.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 123


Silvia Flechner

tud que se opone al actuar– nos remite a una situación en la cual la cohesión yoica
puede encontrarse altamente amenazada y esta amenaza es de muerte. Digamos que
toda amenaza sobre el psiquismo debe traducirse como una amenaza que lo involucra
en su integridad y unidad; ante ella, el yo reacciona con angustia, sin embargo el yo
inmóvil, estaría prácticamente imposibilitado de expresarla. Podríamos sugerir enton-
ces que la ausencia (casi) de angustia, que en este caso vinculamos a la inmovilidad,
haría referencia a un peligro y dicho peligro sería de muerte.
La angustia es prueba de la existencia de vida psíquica, surge ante la amenaza de
la representación de la propia muerte, esta angustia moviliza la defensa del yo negando
así la muerte. A su vez, la pulsión de muerte a través de la desligazón3 se constituiría en
amenaza sobre el yo y su unidad.
Freud (1920) plantea la muerte propia como irrepresentable en el inconsciente
¿se trataría entonces de un análogo de la angustia de castración, sobre todo cuando el
complejo de castración no puede dar en estos casos la significación ordenadora de la
vida psíquica que habitualmente le otorga? Rosenberg (1997) nos plantea que detrás
de la amenaza de castración se encuentra la pulsión de muerte amenazante sobre la
unidad del yo.
Momentos significativos donde el sufrimiento psíquico se hace presente ponien-
do en juego por un lado el deseo del no deseo por la vida y por otro la penosa búsque-
da por aferrarse a ella, a los objetos de deseo. El yo de estos jóvenes parece bascular,
sacudido desde la base, partiendo desde su doble trama o escritura, narcisista y obje-
tal, planteándonos un interrogante fundamental: ¿podrán acaso darse las condiciones
que hagan surgir un cambio que finalmente unifique al yo y lo impulse hacia la vida?
El adolescente nos impondrá muy seguido de una u otra forma los fantasmas “de
muerte”, enfrentándonos al peligro que comienza a desplegarse, enmascarándose bajo
la forma de toxicomanías, alcoholismo mortífero, el modo de uso del auto o la moto,
las desviaciones mortíferas de las conductas alimentarias, así como también las sexua-
les, los diferentes tipos de agresiones, la violencia y los comportamientos suicidas. Si
bien nos arriesgamos a dejarnos llevar por el sendero del sentido aparentemente mani-
fiesto y generalizador propuesto por estos hechos, no habrá otra alternativa que buscar
el sentido latente presente en el actuar de cada uno de estos jóvenes.4

3
La amenaza sería tesitimonio de la pulsión de muerte que tiene como efecto dividir, fraccionar, descomponer,
desgarrar, como consecuencia de la desligazón. La destrucción–muerte del yo equivaldría a una amenaza de muerte
psíquica puesto que la constitución del yo es el punto de partida de la vida psíquica (Rosenberg, 1997). La pulsión
de muerte amenaza al yo provocando su angustia, es una amenaza de desorganización–regresión, por lo tanto una
amenaza de aniquilamiento.
4
Los trabajos de F. Dajas y col. (1994, 1997) demuestran que los adolescentes constituyen un grupo en riesgo en
lo referente a conductas suicidas en nuestro país, observándose un porcentaje elevado de desesperanza en el mismo
grupo. El estudio a efectos de investigar la posible relación entre la desesperanza, las conductas suicidas que la
acompañan y el uso de alcohol y drogas en jóvenes de enseñanza secundaria en Montevideo, muestra los altos
porcentajes que se dan respecto a la ideación suicida y también a la realización de los intentos.

124 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

El actuar en la adolescencia

Hemos hecho hincapié en el actuar como característica de la adolescencia, así


como lo es el juego durante la infancia o la comunicación a través del lenguaje en la edad
adulta. El actuar adolescente se encuentra en estrecha relación con la prueba de realidad.
Es la acción la que adquiere la función de reconocimiento acerca de la existencia de las
cosas no solamente en el adentro sino también en el afuera, forjando así un concepto
sobre las condiciones reales en el mundo externo con la finalidad de poder ser modifica-
das. Si consideramos la acción como una adquisición adolescente, tendremos que tener
en cuenta la pulsión sexual en su deslizamiento de la descarga motriz hacia la acción. La
conjunción del autoerotismo y del período de latencia, hacen que la verdadera conquista
objetal sea diferida, lo cual impondrá sus dificultades durante la pubertad. La pulsión
sexual “contenida” de este modo, se prepara durante mucho más tiempo bajo el dominio
del principio de placer. El advenimiento de la adolescencia requiere nada menos que la
renuncia a este dominio del principio de placer en beneficio del principio de realidad
(Ladame, 1998). El abandono de la vía “corta” de la satisfacción autoerótica en benefi-
cio de la vía “larga”, consistirá en la búsqueda en el afuera de la satisfacción erótica.
Si bien la condición adolescente lo favorece, no toda actuación adolescente
connota un riesgo, en este caso haremos referencia a aquellas actuaciones que por sus
características connotan un peligro sobre el cual subyace un riesgo de vida. En estos
casos, el actuar se aparta de la vía de la renuncia dirigiéndose en busca de la satisfac-
ción inmediata, dejando así suspendidos los parámetros espacio-temporales en lo que
atañe a la representación. La capacidad de espera, necesaria para generar la ilusión, se
vuelve incontrolable y la descarga motriz se hará presente. Acto y representación que-
darían entonces en franca oposición. El trauma precoz puede ser considerado como un
prerrequisito para el actuar en la adolescencia, motivo corriente de repetición en la
puesta en acto, sin embargo tendremos que considerar también otras posibilidades.
La ausencia –de límites, de madre suficientemente buena– dejará en evidencia
las fallas narcisistas acaecidas por las fallas precoces en el establecimiento de la rela-
ción de objeto. El trabajo psíquico es entonces rechazado, debido a que un resurgir del
sufrimiento es factible al revivir aquellos primeros momentos donde predominó la au-
sencia, por lo tanto, pensar sería homologable a dolor.
Las decepciones consecutivas, causadas por profundos sentimientos de pérdida
y aislamiento vividas precozmente, las dificultades identificatorias, la pobreza en el
proceso de simbolización, inducen a la predilección por las manifestaciones volcadas
al mundo externo, expresadas a través de la actuación en detrimento de la elaboración
mental. El riesgo de ruptura con la realidad es posible, ya que el mundo externo es
paradojalmente vivenciado como imagen en espejo de su realidad interna, con sus
amenazas y conflictos pero experimentada como externa.5
5
Muchos lectores jóvenes adolescentes seguidores de E. Sábato, encuentran en el autor afinidades en las respuestas
a sus propias búsquedas, a sus interrogantes, sus pensamientos sobre la soledad y la desesperanza, la angustia y sus
sentimientos sobre la vida y la muerte. Entre los seres de ficción de Sábato (1964) se encuentra Martín, el
personaje adolescente de Sobre héroes y tumbas quien tenía en mente suicidarse, hasta su encuentro con una
modesta limpiadora en un hotel de marineros, quien lo salvará del suicidio.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 125


Silvia Flechner

En la teoría psicoanalítica clásica, el acto violento más característico es la muerte


edípica del padre. P. Fonagy y M. Target (1999) toman en consideración otro aspecto
del papel del padre: aquél que le da al niño un punto de vista suplementario sobre sí
mismo, permitiéndole pensarse en relación al otro.
Se preguntan: ¿por qué los hombres agresivos dirigen más frecuentemente su
hostilidad contra los otros, mientras que la automutilación es más corriente en las mu-
jeres? Estas dos formas de violencia, sugieren una tentativa de liberarse de un fantasma
que le es insoportable al sujeto. El desequilibrio entre los sexos reflejaría –según estos
autores– un deseo de atacar el pensamiento del padre del mismo sexo, aquel con el
cual la identificación es potencialmente más dolorosa e inevitable. Una predisposición
a la violencia resultaría probable en los casos en que la identidad del niño se desdibuje
en forma difusa, insuficientemente separada de aquella de la madre. El yo frágil, es
fácilmente asediado y amenazado; la agresividad, como acto, puede entonces advenir
como la única alternativa de subjetivarse frente al otro.

El pasaje al acto

El pasaje al acto engloba aquellos actos compulsivos, indomables, donde queda


implicado el sí mismo o el otro: fugas, agresiones, intentos de autoeliminación, recu-
rrencia al alcohol, drogas, medicamentos, conductas de riesgo de todo tipo (alimenta-
rias, sexuales, deporte extremo, etc.), suicidios, homicidios.
El desborde excesivo de la realidad interna, conduce al adolescente a situacio-
nes que denominamos de pasaje al acto con la singular característica de una inversión
del movimiento pulsional sobre la persona propia (Chabert, 2000). Esta inversión es
determinada por los movimientos de odio dirigidos contra los objetos, hacia las figuras
parentales, aun cuando a nivel manifiesto es el adolescente el agredido, generalmente a
nivel corporal por acciones autodestructivas. Estas acciones condensan la experiencia
violenta de una agresividad que despedaza y que, junto con la culpa agregada, configu-
rarán un cuadro intensamente desbordante.
En lo que atañe específicamente al intento de suicidio, notamos que son diferen-
tes máscaras las que podrá adoptar el intento suicida en el adolescente; sabemos que
la depresión puede ser una condición necesaria, pero no suficiente para ello. Las de-
presiones severas están frecuentemente vinculadas con intentos de suicidio, sin embar-
go, encontramos en la clínica la ideación suicida sin que necesariamente implique un
pasaje al acto. ¿Qué condiciones deben darse entonces para que tal hecho ocurra?
Parece fundamental aclarar que el intento de suicidio o el suicidio, se convertirá
en un momento en el cual un quiebre entre pensamiento y acto se hará presente. El
actuar se apartará de la vía de la renuncia dirigiéndose en busca de la satisfacción
inmediata, dejando así suspendidos los parámetros espacio-temporales en lo que ata-
ñe a la representación. La capacidad de espera para generar la ilusión se vuelve incon-
trolable desencadenándose la descarga motriz.
Un momento o rapto ansioso en el sentido de una emergencia impulsiva dirigirá

126 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

al adolescente en riesgo a realizar dicho acto, para ello cierto estado de pavor y deses-
peración deberá haberse apoderado del joven. El pavor o terror, marca el desmem-
bramiento de los procesos psíquicos habituales de forma tal que dejará en suspenso la
posibilidad de representación, o sea la producción de imágenes mentales. La desorga-
nización mental puede dar lugar a la búsqueda de la inmovilidad que mencionábamos
anteriormente, de forma tal que lleve a la extinción de la actividad psíquica y por lo
tanto de la vida; ya que dicha inmovilidad, tanto en el mundo interno como en los lazos
familiares debe a veces ser mantenida en forma absoluta, aun a costa de la vida. La
desorganización podrá ceder el lugar a otras formas de organización, donde aparece-
rán principalmente mecanismos de clivaje, negación e identificación proyectiva.
El terror 6 sin duda connota una dimensión traumática que mostrará claramente
el grado de vulnerabilidad o fragilidad narcisística a la cual el adolescente se encuentra
sometido. La dimensión traumática será aquélla que sumerja las capacidades del apa-
rato psíquico en la imposibilidad de efectuar su actividad de ligazón –siendo esta última
una función primordial de la actividad psíquica– generando entonces una angustia y un
sufrimiento psíquico insoportables.
El traumatismo ocupa un lugar privilegiado en la obra de Freud (1910, 1920,
1925) indisociablemente unido al concepto de aprés-coup en sus concepciones res-
pecto de la etiología sexual o la versión del traumatismo de guerra. Sin lugar a dudas el
arribo de la pubertad enfrentará al sujeto a un trabajo elaborativo indispensable en lo
que atañe a los cambios (tanto a nivel corporal como psíquico), las pérdidas y las
separaciones, que podrán aparecer como fantasmas arcaicos, así como la confronta-
ción a la muerte tanto real como fantaseada. Quizás lo más traumático trate justamente
de la confrontación con la finitud, cuando poco tiempo atrás era la omnipotencia la que
pautaba el camino. Este será siempre un tránsito difícil, especialmente para aquellos
adolescentes en riesgo, cuyas bases podrían haberse establecido de manera suma-
mente frágil, de forma tal que su resignificación en la adolescencia cobre una dimensión
excesiva e incontrolable.
En el caso del adolescente suicida, F. Ladame (1995) plantea la hipótesis de un
“vértigo de identidad” que conduce a la sideración de la función primordial de la acti-
vidad psíquica. Esa vacilación de la identidad llevará a que el sujeto se descubra bru-
talmente como otro distinto de aquel que él se imaginó, otro de una manera inaceptable
para él mismo, sea por el carácter excesivo, incestuoso u homosexual de la pulsión, sea
a causa de las exigencias del Superyo o porque el yo no logra fundar un sentimiento de
existencia propio. El intento de suicidio sería entonces un ensayo desesperado y para-
dójico de anular el traumatismo intentando “corregir” de alguna manera una identidad
que ha devenido extranjera e inaceptable. Es un momento de quiebre en el cual el lazo

6
M. Viñar y M. Ulriksen han hecho importantes aportes en relación a este punto (Fracturas de la memoria,
1993). También puede profundizarse este punto en la ponencia ofrecida por M. Viñar en el Congreso de IPA en
Chile 1999, sobre la película “Fernando ha vuelto”.
J. Bégoin (1996) hace referencia al sufrimiento psíquico, expresando que en determinados pacientes este sufri-
miento está referido a una angustia de aniquilamiento psíquico que provoca terror, modalidad extrema de la
angustia persecutoria.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 127


Silvia Flechner

del individuo a la realidad se encuentra tan modificado, que el anclaje a la autoconser-


vación que está en la base de la inscripción a la vida, no resiste más.
La vulnerabilidad psíquica del adolescente suicida será uno de los elementos
fundamentales a tener en cuenta. J. Ottino (1995) plantea que hoy en día el acto suicida
es menos pensado como un momento delirante (Laufer, 1998) sino más bien como una
“negación de la realidad”. Una realidad frente a la cual el adolescente suicida se hunde,
mostrando mucho más las características de un rapto ansioso que francamente psicó-
tico. Es por lo tanto esencial para nuestro trabajo, tener presente el papel preponde-
rante de las fallas narcisistas que muestran la incapacidad del psiquismo de enfrentar
situaciones ansiógenas concomitantemente internas y externas.
Por un lado se encuentra el papel del cuerpo en este proceso, que Laufer (1998)
tanto ha destacado mostrando la importancia del cuerpo sexualmente maduro como
pantalla proyectiva del odio por el desarrollo puberal. Por otro lado nos encontramos
con el papel de los objetos internos del suicida, de sus raíces infantiles, retomamos
también estos aspectos desde las teorizaciones de O. Morvan (1995) en lo que ha
llamado “la muerte en tanto objeto psíquico”, lugar inmóvil y fascinante que permite a la
vez la negación de la pérdida del objeto primario y la reconciliación con el ideal. Ilusión
o espejismo, ya que es a costa de una negación masiva de aquello que será un quiebre
real, el reencuentro con el objeto primario, espejismo de fusión en el pasaje al acto
suicida.
La muerte simbólica y la muerte real parecen entrelazarse en el curso de la ado-
lescencia y es difícil muchas veces determinar clínicamente, con certeza, su valor meta-
fórico o concreto. Mientras que la muerte simbólica implica un cambio radical que
dramatiza el conflicto propio de este período entre los viejos lazos y una nueva identi-
dad, la búsqueda de la muerte real, por el contrario, lleva a cabo un proyecto pautado
por el quiebre producido entre pensamiento y acto, un camino sin retorno que encon-
trará la eterna inmovilidad en la obturación última y definitiva de la actividad mental que
impedirá cualquier posibilidad de cambio.
Las variadas formas de presentación a través de las cuales nos llegan los pacien-
tes adolescentes no nos permitirán nunca perder nuestra capacidad de asombro, esto
fue lo que me sucedió con André.

Un recorte de su historia

Una noche de invierno hace ya unos años atrás recibí una llamada de teléfono de
una mujer que me pidió una hora para el ex novio de su hija. Me comentó en forma
clara cómo llegó hasta mí y de dónde me conocía. Me puso en antecedentes de la
situación. Me explicó que se trataba de un chico de 18 años que hacía aproximada-
mente dos semanas había regresado de un país bastante alejado del nuestro donde
vivía con su familia. Por motivos laborales su padre se fue a trabajar a este otro país
decidiendo llevarse consigo a toda la familia.
No era la primera vez que esto sucedía. Su padre, desde muy joven había incur-

128 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

sionado por diferentes trabajos y destinos, así conoció a su actual mujer, madre de sus
3 hijos, que no era de nacionalidad uruguaya. André, el menor de 3 hermanos, tampo-
co lo era, a pesar de tener la nacionalidad de la madre, no sucedía lo mismo con el
resto de sus hermanos. Sin embargo, luego de algunos años vinieron a vivir a nuestro
país donde estuvieron radicados por un período lo suficientemente prolongado como
para permitirle a André decidir volver, considerándose más “XXXX” que el resto de
sus otras nacionalidades.
Le pedí a la señora para hablar directamente con él, André tomó el teléfono y me
dijo con un tono amigable y simpático:

P: Acá te habla André ¿podría verte hoy?

Le respondí que sí, que nos veríamos a última hora.

Encuentro a un chico morocho de ojos grandes, pelo largo, con vestimenta típi-
camente norteamericana, pantalones muy anchos, remera de manga corta a pesar del
invierno y un gorro con la visera para atrás. De trato amable y simpático, sonreía
permanentemente como queriendo agradar.
Relata algo de su historia, que nació en un país latinoamericano, que es el menor
de tres hermanos, de padre uruguayo y madre peruana. Cuando tenía tres años vino
con su familia a vivir a Uruguay. Hace un año y medio su padre, por temas laborales,
fue trasladado a otro país bastante lejano y decidió llevarse a toda su familia, de ese
lugar dirá André:

P: Nunca me pude adaptar, estuve un año y medio allá, hice todos los esfuer-
zos, pero quería volver, extrañaba a mi novia, a mis amigos, mis lugares, mis cosas,
mi casa aunque ya no tengo casa, bueno... ...tampoco tengo novia. Pero me quedo
en lo de ella porque la madre me dio un lugar, ella se preocupa por mí.
En el último mes, el deseo de abandonar su casa paterna en el exterior se hizo
cada vez más fuerte, pidió autorización a sus padres para venir de regreso a Uruguay.
A pesar de reconocer los padres que lo notaban raro y triste, pensaron que extrañaba
mucho y por lo tanto autorizaron su regreso que era considerado solamente una visita.
Hacía dos semanas que había llegado y vivía en casa de amigos o en lo de su ex novia,
dado que la madre de ésta lo trataba como un hijo. No tenía casa, ni familia en Uru-
guay, sólo tenía la convicción de que al nuevo destino de su padre no quería volver
más.
Cuando comienza a hablar lo hace de manera fluida, angustiado pero sin inte-
rrupciones.

P: Hace unos meses mientras vivía con mis padres empecé a ponerme tris-
te, sin ganas de salir, más bien con miedo de salir, cada vez estaba más cansado,
pero cuando me dormía empezaba a soñar, uno de esos sueños se me repetía y era
peor dormirme y soñar que estar despierto y cansado. Te pedí si podía venir hoy

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 129


Silvia Flechner

porque estoy muy angustiado y hoy me animo a contarte el sueño, capaz otro día
no me animo.
En el sueño yo estoy con mi hermano, el que me sigue, él está encima mío,
a punto de penetrarme y en ese momento entra la madre de mi ex novia y nos
mira, siempre me despierto en ese momento. El otro que también me acuerdo
porque lo soñé muchas veces de distintas maneras es que voy manejando por un
lugar oscuro, un laberinto de calles y árboles, de repente llego a una especie de
parador, me bajo angustiado para preguntar dónde es la salida y el que atiende
es un gay que me hace caras como invitándome a tener sexo con él. Me despierto
traspirado, asustado, más de una vez venían mis padres al cuarto a despertarme
porque me escuchaban que yo gritaba de noche.
No entiendo nada, en realidad siempre me gustaron las mujeres, siempre
estuve convencido de ser heterosexual, pero estos sueños ¿qué significan? ¿que
soy bisexual, que soy gay?, primero fueron los sueños y ahora ando tan asustado
de mí mismo y de los demás que vivo apretando el culo por miedo a que alguien,
o algo se me meta por detrás. Vivo aterrorizado. Yo antes pensaba en mi novia y
me excitaba, tenía una erección, ahora es como que algo me está traicionando y
se me cambian las imágenes, me excito con la imagen de una mujer, tengo una
erección y aparece la imagen de un hombre y tengo ganas de matarme. Es horri-
ble, como una pulseada con mi mente.
Quiero hacerte una pregunta, ¿el rencor y la furia pueden traer estos tras-
tornos sexuales?

Cuando le señalo a qué se debe su pregunta, por quién siente rencor y furia,
habla de sus padres. Relata que su padre es un hombre muy exitoso del punto de
vista profesional, que dice que prefiere ser amigo de sus hijos, por tal razón ha tenido
numerosos affaires con diferentes mujeres, en los cuales lo ha usado a André de
cómplice. Unos años antes de la partida para este nuevo destino, sus padres se
separaron, su padre se fue de casa con la amante de turno y la madre hizo un intento
de suicidio grave que lo dejó a André muy perturbado. En ese tiempo tenía alrede-
dor de 15 años y según él lo superó con alcohol, drogas y mujeres. André recuerda
que las primeras sensaciones físicas claras de miedo comenzaron luego de este epi-
sodio que fue descrito por el padre como parte de todo el problema de debilidad de
la madre. Finalmente el padre volvió a la casa, André sostiene que el padre siempre
hizo lo que quiso, nunca puso límites a sus hijos ni tampoco a sí mismo. Todo se
hacía posible, especialmente lo material, sin embargo la pauta esencial era que las
cosas se realizaban cuando él quería y así lo disponía, controlando de esta manera la
vida de toda su familia.
La madre, según André, significaba para el padre un cero a la izquierda, éste
había logrado convencer a los hermanos acerca de la fragilidad de la mujer, por lo
tanto no servía para nada, no poseía ninguna autoridad y cuando intentaba marcar un
límite, el padre lo quitaba. André perdió el año de liceo antes del traslado al exterior, su
madre decidió castigarlo no permitiéndole las salidas ese verano, mientras que su pa-

130 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

dre, como “premio” le compró una moto espectacular para usarla ese mismo verano.
Desde que llegó a nuestro país, hacía dos semanas, se iba todos los días caminan-
do hasta al edificio de apartamentos donde vivieron cuando recién llegaron a XXXX por
primera vez desde Perú donde nació. Se quedaba allí mirando el hall de entrada, hablaba
con el portero, le preguntaba quién vivía en el departamento que había sido de ellos y
dice que allá fue feliz por última vez. Aún era un niño, pero ahí tenía una madre que le
cocinaba y un padre que volvía de trabajar a la noche como si alguna vez hubiesen sido
una familia normal. Luego fue haciendo una recorrida, enumerando una infinidad de mu-
danzas, que si bien implicaban una mejora en el nivel de vida, para él coincidían en forma
clara con un distanciamiento cada vez mayor del lugar de sus afectos.
Mi consultorio queda a pocas cuadras de ese edificio de apartamentos de sus
buenos recuerdos, cuando pasaba por allí antes de venir a la sesión, André podía traer
recuerdos (¿encubridores?) donde todo parecía haber funcionado más o menos bien.
Dormían en un dormitorio los tres hermanos, la madre siempre en la casa y el padre no
llegaba hasta la noche tarde porque su vida era el trabajo.
La pérdida de su hogar, de sus puntos de referencia, sumado al hecho de sentirse sin
un lugar propio en el que él considera su país, acrecentaban sus sentimientos de abandono
y desprotección, a su vez también crecían las fantasías de ser homosexual, bisexual, o estar
expuesto a riesgos constantes de ser penetrado por un hombre o por algo.
Sus padres le insistían permanentemente para que volviera a vivir con ellos y yo
insistía en tener aunque sea una conversación con cualquiera de sus padres. Me llama-
ba la atención que no se pusieran en contacto conmigo a pesar de haber accedido a
que André comenzara un tratamiento con una alta frecuencia de 4 sesiones semanales
que en definitiva eran 5 dado que el día que no tenía sesión él igual pedía para venir. Lo
notaba confundido, confuso, errante. Las sesiones organizaban relativamente su vida y
algo de su tiempo, pero cuando se iba, nunca sabía qué haría después ni dónde dormi-
ría. A la segunda semana decidí ponerme en contacto con sus padres, ya que era
evidente la necesidad de que fuera controlado también por un psiquiatra, su estado de
angustia y abatimiento iban en aumento en forma clara.
Le pedí a André el teléfono de sus padres, me dio sólo el de su padre, me dijo
que su madre no tenía ni voz ni voto, y que era su padre quien resolvía todo en la
familia. No tuve necesidad de hacerlo, un rato después de la sesión su padre me llamó.
Con tono soberbio y altanero me aclaró que André era un chico totalmente normal,
que no necesitaba tratamiento y que estaba en desacuerdo que lo enviara a un psiquia-
tra en caso de tener que medicarlo. Fue duro, pero a juzgar por mi estado de conmo-
ción después de la conversación, yo fui dura también: o iba a ser visto por un psiquiatra
o no había más tratamiento.
Acordamos que la semana siguiente vendría uno de los hermanos mayores de
André a alquilar un departamento. Me resultaba extraño pensar por qué esta madre no
daba alguna señal de preocupación por su hijo, así se lo hice saber a André, quien me
respondió que la madre no se alejaba del padre como forma de controlarlo para evitar
más infidelidades. No opinaba porque sólo el padre opinaba, solamente se acataba lo
que éste indicara.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 131


Silvia Flechner

Las sesiones se centraban básicamente en hablarme de la personalidad del pa-


dre, al cual se sintió sometido ya desde pequeño, pero también comenzaba a asociar y
relacionar otras actitudes del padre que hablaban de cómo todos estaban sometidos.
Un ejemplo de ello, que sirvió luego para vincularlo a sus sueños, tiene que ver con las
decisiones del padre que siempre tomó sin consultar, ellas van desde cosas simples:

P: Te doy un ejemplo, mamá está mirando televisión con él, él abre un


bombón para él y se lo mete a la boca, a su vez abre otro para mamá, le hace
abrir la boca y se lo mete a la boca también, sin preguntarle si desea realmente
comerlo, mamá solo tiene que abrir la boca, no puede opinar si lo quiere o no.

Actitudes del padre que fueron interpretadas por André como continuas viola-
ciones, asociaba ahora sus sueños a sentirse violado, pero a su vez con una contracara
sumamente peligrosa. ¿Se encontraba André preparado para librarse de esta viola-
ción? Su dificultad para armarse un esquema mental de actividades por sí mismo, para
salir de la confusión, alertaban sobre una situación para nada alentadora.
Antes del mes, André tenía ya su departamento instalado, también había sido visto
por un psiquiatra quien consideró que estaba francamente deprimido y que además pa-
decía de un trastorno obsesivo-compulsivo, por lo cual resolvió medicarlo. A mi criterio
la medicación iba a ayudar un poco pero no resolvería un problema central, André había
entreabierto algunas puertas que pretendían ser las puertas hacia la comprensión de parte
de sus conflictos y angustias, parecía sentirse un poco más libre para pensar. Sin embar-
go, a pesar de que su familia se encontraba a miles de kilómetros de él, seguía con la
sensación de ser dirigido por su padre, sentía que su camino estaba ya marcado, y esas
marcas internas lo acompañaban fuera donde fuera, cerca o lejos de su familia.
Habían pasado pocas semanas desde que André comenzó a vivir solo en su
departamento, un cuarto piso de un barrio residencial, a decir de él:

P: Ni lindo ni feo, nunca viví solo, es muy raro, no hay quien me diga que
me tengo que levantar ni que me tengo que acostar, ni que tengo que comer y por
lo tanto me estoy olvidando de comer, tampoco me estoy bañando, los fines de
semana estoy bajando las cortinas y no sé si es de día o de noche.

Yo seguía insistiendo por la presencia de alguno de sus padres. Su padre me


mandó avisar que llegarían en dos semanas, esto provocaba cierto alivio en mí, sin
embargo el tiempo parecía pasar muy lento.
Pasaba demasiado tiempo solo, sus amigos lo visitaban en el departamento, el
cual se transformó en una especie de club de encuentro, para tomar y transcurrir sin
adultos presentes. Un lunes, primera sesión de la semana, André llegó al consultorio
con una campera de algodón con capucha, su mirada me resultaba extraña, le pedí que
se quitara la capucha, la primera parte de la sesión no quiso hacerlo, hasta que me
percaté que se había cortado el pelo en forma total, se había rapado y su abundante
cabellera había desaparecido.

132 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

Le pregunté por qué. Me respondió que no sabía. Se había mirado en el espejo,


tomó la tijera para recortarse el pelo y sin querer terminó en eso. Pero “eso” no era
todo, también le pedí que se sacara la campera que traía y me encontré con heridas en
sus brazos, cortes hechos con un cuchillo Así como también quemaduras de cigarro.

Su única explicación fue:

P: No sé, sólo te puedo decir que esto me duele menos que el alma, es una
forma de sentir que estoy vivo. Yo tenía el cuchillo en la mano y mi mente me decía
clavátelo, otra parte de mi cabeza me decía que no lo hiciera, pero yo tenía en claro
que estaba peleando con una fuerza que está adentro mío y que me quiere lastimar.

Con André frente a mí decidí llamar al psiquiatra, lo vio inmediatamente, también


a sus padres para que finalmente adelantaran el viaje. La falta de control, la tendencia
a la actuación así como la violencia que mostraba contra sí mismo dejaban abierta la
posibilidad de que sucediera lo peor. El psiquiatra comenzó con antipsicóticos y a su
vez solicitamos a un amigo que se quedara con él en el departamento hasta el momento
de la llegada de sus padres. Por alguna razón el amigo, la noche en que André me
llamó, no estaba durmiendo con él, todavía no había llegado. Cerca de las 2 am sonó
el teléfono en mi casa, su voz era clara como si fuera pleno día, me decía:

P: Silvia, estoy acá en el balcón, tengo una pata afuera y quiero alcanzar
una rama que está un poco lejos, hay un hombre abajo que me mira, creo que
piensa que me quiero matar.

Una sensación de náusea me subió a la garganta, llegué a preguntarme si podría


hablar, sin embargo mi voz parecía calma.

Le pregunté: ¿Estás allí en el balcón porque te querés matar?

P: Sí, pero es que no estoy seguro de tirarme

Sumamente angustiada le pregunté:

A: ¿Podrías entrar la pierna que está afuera así hablamos un poco?

Su respuesta fue para mí una lenta agonía, le pedía que me hablara, que quería
escuchar su voz, hasta que lentamente comenzó a llorar.

P: No quiero vivir más, mi vida no tiene sentido, tengo miedo de ser gay
pero más miedo tengo de no poder enfrentar la vida, hace dos días que no como,
no sé qué hacer con mi vida, cómo se hace, nadie me enseñó cómo se hace…
¿cuál es la cura?

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 133


Silvia Flechner

Mientras seguíamos hablando logré avisar al psiquiatra para que llegara hasta su
casa y fue así que internamos a André. Esa madrugada contactamos a su padre y por
primera vez pude hablar con su madre, quien era totalmente ajena a la grave situación
de su hijo, mientras hablaba y repetía frases tales como... “siempre lo mismo...” Lo
último que escuché fueron las palabras de la madre diciéndome: “Voy para allá, voy
camino al aeropuerto, no sabía nada, salgo en el primer avión que encuentre y me lleve,
por favor manténganlo vivo”. La internación de André tuvo una finalidad fundamental,
que se hacía eco con el pedido de su madre: mantenerlo vivo, darle un lugar que lo
protegiera de sus propias agresiones y evitar sus constantes actuaciones que se iban
convirtiendo en situaciones que nos ubicaron al límite.
Luego del arribo de su madre, de conocer a sus padres, a sus hermanos, su entor-
no familiar, podría decir que comenzó otra etapa del tratamiento. Sin embargo esta situa-
ción vivida con André llevó en mí un largo y angustiante procesamiento interno.

Algunas reflexiones

El material clínico de André, ilustra algunas de las múltiples e intrincadas facetas


que ponen en evidencia la problemática del adolescente en riesgo, tomando en cuenta
varios ejes fundamentales: uno de ellos estará vinculado con el espacio psíquico y el
cuerpo adolescente, se hará presente también la problemática familiar enlazada a la
transgeneracional y un tercer eje vinculado a la relación con el ambiente y el espacio
social.
El cuerpo de André se encontraba en esos momentos ligado al cuerpo de su
padre, con quien mantenía un vínculo dual, arcaico e indiscriminado. Se destaca una
identificación alienante de escisión y desmentida. Invadido, en su interior, por este
padre, deja en claro que su problema no tiene que ver en este momento con la homo-
sexualidad, sino con la situación de intrusión. Dicha intrusión parece haber provocado
un borramiento de las diferencias (de sexo, generacionales, etc.) dejando en evidencia
la imposibilidad de marcar los límites (Schkolnik, 2005).
Nos preguntamos: ¿volver en busca de lo que parecen ser sus únicos lazos de
afecto, sus únicos anclajes? (¿novia, amigos, la casa donde vivió más tiempo en toda
su vida, los lugares familiares?) ¿O es una huida desesperada de esos sueños-fantasías
homosexuales, que tienen un carácter sumamente angustiante y persecutorio y que
están marcados por lo incestuoso?
De todos modos, los intentos de André de manejar o defenderse ante su reali-
dad psíquica, resultan inoperantes, dice: “Ando tan asustado de mí mismo y de los
demás que vivo apretando el culo por miedo a que alguien o algo se me meta por
detrás”. S. García (2005) señala el “algo”, porque no es necesariamente una persona
que lo penetra, dando cuenta así de las fallas objetales, ¿serían objetos parciales, los
que se están jugando en el espacio psíquico de André? Esto indicaría que no estamos
en el ámbito de una elección objetal homosexual (García, S., 2005).
Es así que su cuerpo, sus cortes, sus marcas, van esbozando una forma propia

134 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

de delimitarse que es aquella que André puede expresar a través de su cuerpo, procu-
rando a la vez, inmovilizar su psiquismo. Tal como lo hemos dicho anteriormente, el
intento de aplicación de la inmovilidad a su psiquismo, nos habla ya de una situación en
la cual la cohesión y unidad yoica puede encontrarse altamente amenazada y esta ame-
naza es de muerte.
La conmoción que trae consigo el período puberal, el empuje de los dinamismos
pulsionales sumado a la desorganización de las excitaciones intentando la reorganiza-
ción de defensas adecuadas, hacen de la adolescencia un período de gran perturba-
ción que convoca no sólo al adolescente, sino que también provoca a todos aquellos
que se encuentran involucrados en su entorno, reactivando así viejos demonios que
hasta entonces habían quedado silenciados.7 El papel que juega el ambiente, teniendo
en cuenta sobre todo las etapas infantiles precedentes, es fundamental. Las actitudes
parentales pueden oscilar entre las angustias excesivas hasta las dramáticas negacio-
nes, éstas nos alertan acerca de la reactivación de viejos conflictos transgeneracionales
inscriptos muchas veces en el registro de la violencia.

El analista confrontado al trabajo con pacientes


adolescentes en riesgo

Para intentar comprender la significación del impulso suicida y el camino interior


que lo ha determinado, disponemos de un instrumento privilegiado: la relación analítica.
Si el paciente acepta el tratamiento después de uno o varios intentos de suicidio
manifiestos o encubiertos, nos permitirá comenzar a trabajar sobre algunas hipótesis
que hemos de formularnos a partir de la comprensión de las áreas más frágiles que
expresará su mundo interno, alrededor de las cuales gravitan las tendencias suicidas.
Liberarlo de su fascinación por la muerte implicará ayudarlo a comprender algo de lo
que ha intentado llevar a cabo, esto significa integrarlo y para ello será indispensable
trabajar el momento traumático, de forma tal que éste no se constituya en un punto de
permanente negación o de excesiva atención y espanto, intentando impedir así que
reaparezca en forma repetitiva en otros actos. Lograr que el terror no anule el pensa-
miento, sino que se convierta en verdadera alarma –expresada en forma de angustia–
como primer punto de anclaje, que pasará necesariamente por la figura del analista
será un primer desafío.
La reactivación del dolor psíquico, de la angustia y depresión que determina la
expresión consciente e inconsciente del odio hacia el analista, representante del objeto
amado y odiado en la relación transferencial, constituye una dura prueba que pone en

7
Novelas tales como Las vírgenes suicidas de Jeffery Eugenides (2000) donde cinco hermanas adolescentes se
suicidan en un típico suburbio de Estados Unidos, muestran en forma clara la interacción del adolescente suicida y
su entorno. Lo mismo sucede con Los suicidas de Di Benedetto (1969) donde se plantea la cuestión de la muerte
como salida ante la insoportable vida organizada de antemano por la sociedad, formulando una pregunta directa:
“La cuestión no es por qué me mataré, sino por qué no matarme”. Desde otra perspectiva lo vemos también en
el cine con La sociedad de los poetas muertos dirigida por Peter Weir en 1989.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 135


Silvia Flechner

juego aspectos contra-transferenciales. Los sentimientos hostiles, así como la angustia


de muerte que los acompaña, pueden ser proyectados o volverse autodestructivos,
requiriendo por parte del analista, de su capacidad para recibir y contener los aspectos
negativos a fin de comprenderlos e interpretarlos. Al decir de M. Casas de Pereda
(2003), agresión y destrucción son inherentes a todo trabajo psíquico e indican a su
modo, tanto la impronta estructurante de la pérdida, como el abanico de vicisitudes
que incluyen su patologización, donde desposesión y privación, señalan el sufrimiento
psíquico presente en el amplio margen de la neurosis, así como en las patologías graves
que tienen en un extremo el temor al derrumbe (ya acontecido).
Interpretar la conflictiva adolescente que muestra de manera desgarradora los
conflictos de amor y de odio puede resultar a veces difícil, al ligarse nuestras propias
resistencias contra-transferenciales para aceptar las proyecciones hostiles del anali-
zando y su destructividad hacia nosotros, analistas, representantes culpables y respon-
sables de despertar el dolor psíquico. Será el analista con cada paciente quien encon-
trará la forma –a través de la contra-transferencia– de establecer un nuevo nexo que le
permita al paciente, transitar con menos sufrimiento el camino del análisis que decidió
emprender. Aún así, parece fundamental haber analizado aspectos que tocan directa-
mente la propia adolescencia del analista y las angustias respecto a nuestra propia
muerte.
La clínica de la adolescencia nos interroga de manera intensa con cuestiona-
mientos sobre los que a veces no tenemos más que respuestas ambiguas, algunas sur-
gen de nuestra propia historia, nuestros orígenes sociales y profesionales, partiendo
también del sentido que le hemos dado a nuestra formación, a nuestra práctica y a los
grupos de pertenencia a los cuales nos hemos adherido. Habitualmente, los cuestiona-
mientos anudados a nuestras dificultades y riesgos estarán siempre presentes.
La atención hacia estos pacientes será continua y sostenida, debido a la perma-
nencia e intensidad del cuadro, a la transferencia y también por el control de la regre-
sión. La problemática familiar se suma como una situación de complicado abordaje.
Intentar borrar totalmente el hecho acaecido o negar el valor de las señales que puedan
expresarse en momentos de riesgo son actitudes usuales con las cuales debemos ma-
nejarnos.

A modo de conclusión

Hablar sobre intentos de suicidio y suicidios en la adolescencia nos impregna de


una cierta amargura en nuestra labor, ya que hay adolescentes por los cuales nada
puede hacerse, otros, sin embargo, nos permiten contactar con su dolor mental, aun al
transmitirnos que la muerte es su única alternativa de silenciar al enemigo interno que
los atormenta. Esta situación nos desafía a dar un paso más, que implica poner en
juego nuestra creatividad.
Al decir de Freud (1923) “Es la muerte la mayor crisis que enfrenta el hombre
inexorablemente. Pone a prueba su aparato psíquico y el intrincado manejo del narci-

136 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

sismo”. Tal vez nosotros, psicoanalistas, en nuestra propia dimensión humana nos en-
contramos mal preparados frente a esta problemática tan dolorosa, ya que hablar de la
muerte es siempre hablar de sufrimiento y dolor. M. Alizade (1996) dirá: “Cuando de
morir se trata, todo el sistema narcisista se ve conmocionado... El yo se enfrenta al
cuerpo, ese extraño al yo, ese poderoso limitador. Frente al espejo (espejo de azogue
pero también espejo en el rostro del semejante), el narcisismo enraizado en el cuerpo
se desmorona”. Parecería indispensable integrar dentro de nuestros propias referen-
cias teórico-clínicas la dimensión de la muerte, ya que de otra forma seríamos nosotros
mismos quienes estaríamos negando o anulando una problemática que también es nuestra.
Nos preguntamos entonces, ¿se trata de la misma muerte? ¿Cuál es la dimensión
a la que nos confronta la muerte del adolescente en relación a la perspectiva de nuestra
propia muerte?
Si nos conformamos con “tirar hacia la vida”, o flexibilizar los mecanismos de
defensa, o volver al preconciente más eficaz, ocultamos preguntas que son fundamen-
tales para la comprensión de estas situaciones. La muerte produce también una cierta
fascinación, por su carácter incognoscible e impensable. El acto suicida por lo tanto,
nos sumerge en el misterio de la vida y de la muerte, del origen y el fin. Lo incompren-
sible tocará también al analista, imposibilitado de dar una significación allí, donde sólo
hay lugar para un simple y dramático balbuceo: “es que esta muerte no tiene sentido”.

Resumen
Los intentos de autoeliminación y el suicidio son una preocupación que compartimos
cuando trabajamos con pacientes adolescentes. El tránsito adolescente nos confronta a
situaciones críticas donde es difícil predecir si se trata de situaciones pasajeras que
corresponden a una crisis o son procesos ya integrados a una estructuración menos
reversible. Analizaremos el actuar en la adolescencia, el pasaje al acto, así como también
el nexo entre adolescencia y muerte. A través de una viñeta clínica se tomarán aspectos
vinculados a la situación del analista confrontado al trabajo con pacientes en riesgo.

Descriptores: Adolescencia – Intentos de suicidio – Suicidio – Muerte – Actuaciones.

Resumo
Tentativa de suicídio e o suicídio com uma preocupação que compartilhamos quando
trabalhamos com pacientes adolescentes. O trânsito adolescente confronta-nos a situa-
ções críticas onde é difícil predizer que se trata de situações passageiras que correspondem
a uma crise e falamos dos processos integrados a uma estrutura menos reversível. Anali-
saremos o atuar na adolescência, a passagem ao ato, assim como também o nexo entre
adolescência e a morte. Uma vinheta clínica tentará mostrar os aspetos do analista liga-
dos na situação do analista confrontado ao trabalho com pacientes em risco.

Palavras chave: Adolescência – Tentativa de suicídio – Suicídio – Morte – Atuações.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 137


Silvia Flechner

Summary
Suicide attempts and suicide in adolescence are a distress matter that we share when
we work with adolescent patients. The adolescent transit makes us face risky situations
and it is difficult to predict if they are temporary situations due to crisis or processes
integrated to a less reversible structure. We will analyze the acting out in adolescence, the
path to action, and also the link between adolescence and death. A clinic vignette will show
aspects connected to the analyst situations confronted to patients in risk.

Key words: Adolescence – Ssuicide – Death – Suicide attempts – Actings.

Bibliografía

Alizade, A. M. (1995) Clínica con la muerte. Amorrortu Ed., Bs. As.


Blos, P. (1998) The second individuation process of adolescente. En Adolescence and
Psychoanalysis, Edited by Maja Perret and F. Ladame, Karnac Books, London.
Bégoin, J. (1996) Depresión y destructividad en la vida psíquica del niño. Rev. Psicoaná-
lisis con niños y adolescentes, Nº 9, Bs. As.
Cahn, R. (1991) “Du sujet rapport”. Rev. Fr. Psychanal., 6: 1371-1390.
Casas de Pereda, M. (2003) La paradoja de la destrucción organizante. Panel Violencia
y desamparo, XII Encuentro sobre el pensamiento de Winnicott, Montevideo.
Chabert, C. (2000) “Le pasage á l’acte, une tentative de figuration”. Adolescence,
Monographie, ISAP.
Dajas, F.; Hor, F.; Viscardi, N. Alta tasa de suicidio en Uruguay II. Evaluación de la
desesperanza en Adolescentes, Rev. Med. Uruguay, 1994, 10.
Dajas, F.; Bailador, P.; Viscardi, N. Desesperanza, conducta suicida y consumo de
alcohol y drogas en adolescentes de Montevideo. Rev. Med. Uruguay, 1997.
Di Benedetto, A. Los suicidas. Adriana Hidalgo Editora, Argentina, 1969.
Freud, S. (1910) Contribución para un debate sobre el suicidio. A.E., 11.
- (1920) Más allá del Principio del Placer. A.E., 18.
- (1925) Inhibición, síntoma y angustia. A.E., 20.
- (1923) El Yo y el Ello. A.E., 19.
Fonagy, P.; Target, M. (1999) Towards understanding violence: The use of the body and
the role of the father, in Psychoanalytic Understanding of Violence and Suicide, The New
Library of Psychoanalysis.
García, S. Comentarios a propósito del material clínico “André: Una forma de actuar en la
adolescencia”, Jornadas sobre Violencia Social y adolescencia, Torre de los Profesiona-
les, Montevideo, Uruguay, 24 y 25 de junio de 2005.
Goethe, J. W. Las desventuras del joven Werther. Ed. Manuel González, Cátedra, Letras
Universales, Madrid, 1995.
Eugenides, J. Las vírgenes suicidas. Anagrama, Barcelona, 2000.
Kestemberg, E. (1998) “A Note on the Crisis of Adolescence” translated from the French
by permission of Presses Universitaires de France from: Revue Francaise de Psychanalyse,
44 (1980), 523-530. En: Adolescence and Psychoanalysis, the story and the history: Maja
Perret Catipovic and Francois Ladame, H. Karnac, London.

138 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Pacientes adolescentes en riesgo: un desafío para el analista

- (1999) “Identité et identification chez les adolescents”. En: L’adolescence á vif. Paris,
PUF pp 7 - 96.
Ladame, F. (1997) Adolescence et psychanalyse: une histoire. Delachaux et Nestlé S.A.,
Lausanne, Paris.
- (1995) Adolescence et suicide, quelles perspectives thérapeutiques? Masson, Paris,
1995.
Ladame, F.; Ottino, J. (1996) Las paradojas del suicidio. Rev. Psicoanálisis con niños y
Adolescentes, Nº 9, Bs. As., 1996.
Laufer, M. (1998) El adolescente suicida. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid.
- (1984) Adolescence and developmental breakdown. New Haven: Yale University Press.
Maggi, I.; Flechner, S. “Secret de la violence, violence du secret”, Adolescence,
monographie, ISAP, p. 259-271.
Morvan, O.; Alléon, A. M. “Je voulais en finir”. Adolescence et suicide. Masson, Paris,
1995.
Ottino, J. (1995) Suicide et psychopatologie: regard actuel. Masson, Paris.
Rosenberg, B. (1997) Quelques réflexions sur l’angoisse de mort. En Le mal – étre,
Revue française de psychanalyse.
Sábato, E. Sobre héroes y tumbas. Los libros de Mirasol, Argentina, 1964.
Schkolnik, F. Comunicación personal en Jornadas sobre violencia Social y adolescencia.
24 de junio de 2005, Torre de los Profesionales, Montevideo, Uruguay.
Schmidt – Kitsikis, E. (2004) La pasión adolescente. Promolibro editorial, Buenos Aires.
Viñar, M.; Ulriksen de Viñar, M. (1993) Fracturas de la memoria, crónicas para una
memoria por venir. Montevideo, Trilce.
Winnicott, D. (1972) Realidad y juego. Ed. Granica, Bs. As.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 139


CONCURSOS
Concurso
1
Cristina Rosas de Salas

“EN LUGAR DE…”


LA PULSIÓN Y SUS DESBORDES.
REELABORACIÓN (DURCHARBEITEN)
Y LA PRÁCTICA ANALÍTCA ACTUAL

Como consecuencia de demandas que antes quedaban fuera de nuestros con-


sultorios se han conmovido en el psicoanálisis ideas que parecían inamovibles y el
riesgo de dilución, que con criterio plantean los más cautos, tendrá que ser escuchado.
El tema preocupa desde hace tiempo...
Ya en 1984 en el trabajo “Corrientes actuantes en el pensamiento psicoanalítico
latinoamericano” W. Baranger y J. Mom decían sobre su posición entre expansionistas
y los “guardianes de las tablas”: “No somos fanáticos. Somos expansionistas circuns-
pectos. Ya dijimos en otra parte, expansión sin dilución y con precisión”.
Guiada por esta posición el tema elegido es repensar el desafío que implica
la pulsión y sus desbordes en el marco del contrapunto freudiano: repetición-
reelaboración.
Por último, con el propósito de poner a trabajar la teoría y de debatir ideas
sobre el encuadre y el lugar del analista, se presenta el caso del Sr. Q.

Repetición y reelaboración: hipótesis iniciales

La trascendencia de una concepción no patológica de lo inconsciente reprimido


se ha puesto de relieve al transitar las fronteras tanto de la teoría como de la práctica.
Por esto se elige como concepto bisagra, tanto para las elaboraciones metapsicológi-
cas, como para las cuestiones referidas a la práctica, el de representación (entramado
de intercambios significativos pulsión-objeto). Se considera que este “destino” intrap-
síquico del encuentro pulsión-objeto preserva tanto la disponibilidad pulsional (en el
sentido de disponible para el trabajo psíquico), como la contingencia del objeto (en
cuanto a sus posibilidades de sustitución y desplazamiento), aun con los límites y el
esfuerzo que les impone lo que las desborda.
Una primera hipótesis es que en los “casos difíciles” el núcleo del problema gira
en torno, no de lo irrepresentable sino de lo “no representado”. Dicha denominación

1
Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 143


Cristina Rosas de Salas

invita a pensar en otros “destinos” del encuentro pulsión-objeto a partir de considerar


que, luego de la primera tópica, la representación no es el único posible.
Considero que luego de 1923, las identificaciones, la desmentida y la forclusión
(casi no tratada por Freud) permiten pensar en formas de inscripción y borradura
diversas de la represión. Como señala A. Green (1993), se trata de analizar el impacto
en la teoría y la clínica de un trabajo de lo negativo que va más allá de la sola conside-
ración de la neurosis como negativo de la perversión.
Entonces la problemática cambia y gira en torno a ser o tener el objeto; las
fronteras del yo, sus deformaciones y angustias. Implica considerar las consecuencias
intrapsíquicas de mecanismos diferentes de la represión y los traumas tempranos, y
las funciones de los objetos originarios nuevamente pasan a ocupar el centro de los
debates.
En la práctica el dispositivo clásico se ve conmovido, y lo sabido sobre el lugar
y las funciones del analista, tiene que ser revisado.
Existen argumentos de peso para sostener desde la metapsicología diferencias
entre, la puesta en acto, como posibilidad de los procesos inconscientes reprimidos,
de lo que es la repetición en acto, y a partir de ahí analizar los diferentes procesos de
reelaboración que implican.
Recuerdo que en el Diccionario de Psicoanálisis de J. Laplanche y J. Pontalis
(1971) se señala que lo que Freud denomina agieren se traduce en ingles como to act
out (forma sustantiva: acting out) pero que la palabra out situada detrás del verbo,
contiene matices que parecen importantes de diferenciar.
Dichos matices están en estrecha relación con si se cuenta o no con un “capital
representacional” al que la pulsión pueda entramarse en su empuje. Por esto en una
primera caracterización propongo discriminar: repeticiones presentes en el discurso y
su puesta en acto en la transferencia (ligadas a complejos representacionales) y repe-
ticiones en acto o más cercanas al acto (ligadas a destinos no representacionales del
encuentro pulsión-objeto). Dicha discriminación considera la relación entre el “qué” se
repite y el “cómo” se repite.
En la obra freudiana haya su sustento según se tomen los trabajos anteriores a
“Más allá...” que dan cuenta de una repetición que no contradice el Principio de placer
o los posteriores a 1920, donde Freud se plantea la repetición aun de acontecimientos
que nunca fueron placenteros pero en busca de ligadura. Este cambio del principio
de placer por la ligadura y la combinatoria ligadura vía repetición sin duda es
rico en consecuencias, y es uno de los motivos por los que se elige esta perspecti-
va para pensar sobre la pulsión y sus desbordes.
En cuanto a la reelaboración, esta denominación (durchanbeiten) da idea de
ese “esforzado trabajo” sobre la repetición en tanto “están las mociones pulsionales
reprimidas que la alimenta y de cuya existencia y poder el paciente se convence en
virtud de tal vivencia” (Freud, 1914). Ahora, si pensamos a partir de “Más allá...”, sin
duda se torna más compleja la pregunta sobre las posibilidades de su reelaboración, al
ser la repetición un intento de ligadura. Un modo de acotar la pulsión en su empuje
incoercible.

144 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

Por otra parte, es un esforzado trabajo que involucra a analista y analizado, y


que ambos emprenden no siempre en igualdad de condiciones; Freud (1914) dice:
“ardua tarea para el analizado y prueba de paciencia para el médico”. Pienso que,
como el titulo del libro de Skarmeta, se trata, en todo caso, de una “ardiente paciencia”
en tanto no la imagino sólo como una espera, sino como un “trabajo” que se desplie-
ga en el campo analítico (Baranger, W. y M., 1961-1962) comprometiendo tanto
al analista como al analizado.
Es que, por más que apostemos a las posibilidades de elaboración del psiquis-
mo, o por el contrario nos dediquemos a señalar sus limites, lo cierto es que en el
trabajo analítico, como en la vida, se intrincan pulsiones de vida y de muerte, de trans-
ferencia positiva y negativa, deseos y posibilidades de cambio junto con poderosas
fuerzas que tienden a que todo siga igual. Y que, para desazón nuestra y del analizado,
incluso no siempre es igual, sino que puede ser cada vez un poco peor, junto con el
malentendido de que esta vez va a ser diferente y mejor.
Incluyo al analista en los procesos de reelaboración, también para señalar en el
mismo una posición que imagino: atento a la repetición pero también a los cambios. No
siempre que el analizado nos dice “usted siempre me dice lo mismo”, es que se resiste
a reconocer sus resistencias. Estimo que las resistencias del analista, también las epis-
temológicas (Roussillon, 2007) son de particular importancia.
Un punto que quisiera dejar planteado, es el trabajo que le queda al analizado,
con las resistencias que generan sus cambios en aquellos que formaron parte de los
“guiones” que intenta cambiar. En mi experiencia clínica, el análisis muchas veces hace
tope en esta contingencia y la neutralidad benevolente también vale para estos casos.

Repeticiones en el discurso, y reelaboración

Antes de pasar al acto y su reelaboración, es preciso recordar las repeticiones


que aparecen en el discurso en la que la pulsión se conjetura ligada a complejos repre-
sentacionales inconscientes y reprimidos, que se despliegan en el campo de la situación
analítica fundamentalmente a través de la palabra.
Se trata sin embargo, de un actuar que “está en consonancia con la atemporali-
dad y la capacidad de alucinación de lo inconsciente” (Freud, 1912) y que permite
sostener que hay, en lo primariamente reprimido una “reserva” de sentido y de deseos.
Reitero que esta concepción no patológica de lo inconciente reprimido, ha sido
uno de los aportes que fueron puestos en primer plano al empezar a considerar las
fronteras de lo analizable.
A los fines de su reelaboración resulta trascendente que pueden organizarse en
una neurosis de transferencia creando un “reino intermedio”, pero que al mismo tiempo
es un “fragmento del vivenciar real-objetivo”, aunque de naturaleza provisional.
Dice M. Baranger (trabajo inédito): “Me parece que aquí nos alejamos (al ha-
blar de reelaboración) un poco de la elaboración de las resistencias y que tanto la
elaboración como el insight ya no tienen tanto que ver con recuerdos a recuperar, sino

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 145


Cristina Rosas de Salas

con mociones pulsionales (y fantasías o situaciones que la involucran) que hay que poder
reconocer como propias y pertenecientes a otra temporalidad. […]Y la transferencia
como potencialidad temporalizadora, en búsqueda permanente de actualizaciones”.
Reino intermedio, espacio y tiempo de transición, que permiten ver cómo se
articulan: la emergencia de contenidos representacionales reprimidos que, al ser “apro-
piados”, son transferidos sobre el analista, lo que suele producir, dice Freud, una de-
tención en las ocurrencias.
La palabra parece desbordarse por la transferencia aunque se hable de ella
porque el enfermo, “quiere actuar (agieren) sus pasiones sin atender a la situación
objetiva (real)”. Así Freud reconoce que algo de la pulsión es contenida por la
palabra y un resto “Abr-agieren”, lo que determina que a partir de ahí, esta
denominación tome una significación más compleja que la simple catarsis.
En este caso, la repetición da cuenta y cuenta el deseo de reencuentro con un
objeto, de reproducir una experiencia de placer, de sus tropiezos y de cómo en esa
búsqueda, también se invisten, o se crean, objetos nuevos (también el analista). Dis-
curso que “habla”, aun sin saberlo, de esa búsqueda y creación con un grado de singu-
laridad que se sobrepone a cualquier generalidad.
Términos como reencuentro o reconocimiento llevan a recordar la subversiva
concepción que Freud otorga a lo inconsciente al adjudicarle una temporalidad Zeitlos,
“Fuera de tiempo”.
Como sostiene Julia Kristeva (2005): “Nunca se ha hablado de una herida en un
tiempo que no temporaliza como lo hizo Freud, y dicha afirmación se hizo, sin duda
para asentar las bases de la heterogeneidad del inconsciente pulsional, pero también,
como necesidad terapéutica –tal como es cierto que los síntomas y las estructuras
psicopatológicas pueden aparecer como imposibilidades diversas de integración de lo
intemporal”.
En este punto, considero que la reelaboración, apuesta a inaugurar o reabrir una
categoría de temporalidad: la transitoriedad. El propio Freud (1916[1915]) desarrolla
esta categoría de tiempo al hacer “un complemento” a su teoría sobre el duelo. Allí
señala que, además del trabajo que implica el retiro de las investiduras de objeto per-
dido, éste supone la instalación o aceptación de la transitoriedad.
No dejo de advertir que dicho trabajo es contemporáneo a “Duelo y melanco-
lía” y de “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico”, lo que hace
pensar que el tema de la temporalidad y la repetición lo convocaba por esos tiempos.
Así la reelaboración y los duelos que implican instaurar un tiempo que supone la
aceptación, pero también la libertad que implica la transitoriedad. Será transitorio el
placer, pero también lo es el dolor.
La demanda de análisis surge entonces relacionada con los “tropiezos”, con el
deseo de “ajustar” el tiempo y la distancia entre lo buscado y lo esperado (inconscien-
te) o entre lo buscado (inconsciente) y lo encontrado que se actualizaría de manera
conflictiva en el síntoma. Y donde el “demasiado cerca” o el “demasiado lejos” (entre
la nostalgia y la esperanza, decía Leclaire) aparece denunciado por el grado de angus-
tia que lo acompaña.

146 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

Será entonces un trabajo sobre un tiempo y una memoria que coagulados en un


guión hace que se comprometan tanto la disponibilidad pulsional como la contingencia
del objeto, aun cuando se trate de la regresión y la repetición propia de las neurosis.
Considero que el registro de este tipo de repetición en el discurso y su despliegue
en la transferencia, es de un valor clínico inestimable. Superficie del discurso que hace-
mos permeable a partir de la instauración de la regla fundamental, y que requiere de un
analista que “supuestamente sabe” escuchar un tiempo que pasa, junto a uno que no
pasa. La regla que propone el “asocie” y un determinado encuadre para que ocurra dan
cuenta de la expectativa de producir una palabra en transferencia y de transferencia.
Desde esta perspectiva, el trabajo de reelaboración apunta entonces a producir
modificaciones intrapsíquicas que permitan hacer más “fluido” el acceso a la palabra, a
desarmar los “tropiezos” de la pulsión y del deseo. A despejar o reconstruir el camino
largo, que va del deseo a una palabra que lo exprese de la manera más genuina y
entonces poder decir con el poeta: …sólo quedan los sueños que delibero tener.
Tanto del dispositivo clásico (con mayor o menor flexibilidad) como sobre el
lugar del analista ya hay abundante bibliografía, por lo que sólo voy a señalar que en
este tipo de repetición no se ven notoriamente cuestionados y es posible esperar que
se tornen en un espacio y una presencia potencialmente propicias para el despliegue de
procesos de transferencia intrapsíquica e intersubjetiva.

Repetición en acto y reelaboración

En cambio las repeticiones en acto o más cercanas al acto (es el caso de los
desbordes afectivos con escaso contenido de representación palabra) son las que más
desafían nuestra práctica clínica porque sortean la cadena de trabajo psíquico que va de
la pulsión al pensamiento y la palabra, siendo la evacuación en el soma y en el mundo
externo contingencias esperables. Es decir, entramos al terreno del acto y sus desafíos.
Sin embargo como son sólo intentos de ligadura, necesitan de un tercero que los
“escuche” ¿Estamos preparados para escuchar el acto y sus demandas?
Con relación a “qué” se repite en acto se trata básicamente de injurias
narcisistas o de huellas que no alcanzaron a conformar un complejo representa-
cional y se conjetura la intervención de mecanismos diversos de la represión. En
cuanto a “cómo” se repite, la idea es que al quedar la pulsión sin anclaje repre-
sentacional aparece el acto comprometiendo tanto la disponibilidad pulsional
como las posibilidades de desplazamiento y sustitución del objeto.
En este campo se ubican los llamados casos “fronterizos”, en los límites de lo
analizable, que ponen en el centro del problema cuestiones como: los traumas tempra-
nos; el yo, su grandor y sus fronteras; sus defensas y la cuestión de su discriminación
con el objeto entre otros. Y la palabra, empobrecida de sutilezas, aparece: o en una
función meramente informativa, en general sobre actos ya realizados... O atrapada en
teorías, creencias y racionalizaciones que a poco de ser puestas en análisis, generan
situaciones de máxima resistencia.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 147


Cristina Rosas de Salas

La complejidad del tema merece hacer algunas puntuaciones tanto sobre la re-
petición en acto de injurias narcisistas, como de huellas que no alcanzan a conformar
representaciones y sus posibilidades de su reelaboración.

Repetición del “desaire” y reelaboración

En estos casos, la repetición en acto está relacionada con lo que está “Más allá
de principio de placer”, con el narcisismo herido en un gradiente que va del “desaire”
Freud (1920), hasta las injurias que deja la crueldad... Dan cuenta de marcadas
inadecuaciones pulsión-objeto en lo que debieron ser las primeras experiencias de
placer, en el narcisismo primario, pero también llevan a pensar sobre el peso traumáti-
co que en ocasiones tiene la realidad.
La reelaboración de este tipo de repetición en acto, supone pensar cómo “tra-
tar” con la desmentida, sus modos de retorno o con las identificaciones que estructuran
las instancias del ideal y el Súper-yo. O con la compleja conjunción de ambos, como
cuando el ideal opera como contracara de la desmentida. Es decir analizar el amplio
campo en que se articulan el perjuicio, los ideales y las prohibiciones. (Assoun, 2001)
Ejemplo de ello es que su reelaboración frecuentemente implica desarmar el
círculo idealización-desidealización-injuria, que con “demoníaca” insistencia, sólo sue-
le concluir en más resentimiento o resignación. Es decir, supone el duelo por ideales
imposibles (yo ideal) de alcanzar, pero que se “defienden” (a veces a muerte) porque
repararían la injuria sufrida. Un eterno malentendido parece capturar la fuerza de la
pulsión, hasta comprometer la vida misma. Ya no estamos en el terreno del conflicto
entre deseo y prohibición, sino de las tensiones entre el yo y el Ideal, y de una pulsión
que se consume en ellas.
Cabe señalar también que en la repetición de injurias narcisistas sobresalen el
odio y la vergüenza como los afectos predominantes, cumpliendo los mismos un papel
de afecto-señal de inestimable valor clínico, en tanto es la “tonalidad” afectiva la que
nos orienta sobre la investidura de la pulsión. En ocasiones aparecen operando como
desencadenantes, en otras acompañando el acto.
Ahora bien, con relación a su reelaboración, hay un tema que cobra trascenden-
cia sobre todo cuando las injurias han sido de una magnitud que va “más allá” del
desaire edípico.
Me pregunto ¿cómo se reelabora el desamor? ¿Y el no deseo? ¿Y el deseo de
muerte? ¿Y la desvalorización por no haber sido el sueño que soñaron para nosotros?
¿Y la extrema pasivización frente a la crueldad del otro?
Este tema que ha sido muy estudiado a nivel socio-político (repercusiones del
holocausto, de los campos de detención clandestina, de la desaparición forzada, de las
guerras, etc.) me llena de interrogantes en el caso por caso. ¿Cómo pensarlo en el
ámbito más personal? ¿Cómo “tratarlo” en la privacidad del consultorio?
En una interesante entrevista de Catherine Portevin a T. Todorov (2003), al
preguntarle sobre el tema de la memoria, él recuerda un eslogan de la época del con-

148 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

flicto en Irlanda que decía “ni olvido ni perdón”. Expresión que resulta conocida ya que
también tuvo vigencia en algunos períodos de nuestra historia.
Allí Todorov sostiene que, como esta alternativa implica la venganza, nos acerca
a la barbarie y propone sustituirla por la justicia. Es decir que sean las obligaciones de
la ley, las que reemplacen y se impongan por sobre las de la memoria. La pacificación
de la ley por sobre el resentimiento y la venganza, por sobre los abusos de la memoria
y del olvido.
Y en el día a día, basta leer los diarios o mirar televisión para comprobar que aun
en los casos particulares, el reclamo de ley y de respeto de los pactos sociales y
jurídicos, también se hace escuchar incluso en casos donde el horror nos sobrecoge.
Ya en el campo del trabajo analítico, si bien construir o reconstruir una historia
importa, pero no resulta suficiente. Como dice Todorov en la entrevista citada: “la
memoria puede ser lo mejor o lo peor de las cosas; pero es sólo un instrumento”.
Y en cuanto al perdón, el debate es más complejo. En un interesante trabajo
sobre el perdón y lo imperdonable, se propone: “Este perdón (que se corresponde con
lo que Derrida denomina ‘perdón absoluto’) puede dar lugar a un olvido genuino: el
que permite al sujeto dar eficazmente vuelta la página, para habilitar entonces un ‘nue-
vo comienzo’ [Arendt, 1958]. Es lo que traza diferencias con el ‘olvido’ propio de la
represión, que por su misma lógica promueve repeticiones, y eterniza al sujeto en la
misma página de su historia”. (Alberto Cabral, 2007)
Estimo que la recompensa de una “memoria feliz” o de un “olvido feliz” (Ricoueur,
2000) está presente en el planteo.
Por mi parte considero que el perdón, trae al campo del psicoanálisis, un tema
con fuertes connotaciones religiosas y su impacto en la contratransferencia del analista
merecería ser cuidadosamente evaluada.
Estimo que incluir otras perspectivas de análisis: históricas, éticas, jurídicas, so-
ciales o filosóficas, resulta imprescindible en estos temas y nos compromete a aportar
nuestros conocimientos. “Preguntémonos solamente si, sí o no, lo que se llama psicoa-
nálisis no abriría la única vía que permitiría, si no saber, si no pensar incluso, al menos
interrogar lo que podría significar esta palabra extraña y familiar, ‘crueldad...’”(Derrida,
2001)
La idea que pongo en debate, es que en el caso por caso, tampoco se trataría de
olvidar o de perdonar.
Mi propuesta se inclina por pensar en el esforzado trabajo (similar al del duelo)
que implica el reconocimiento de lo irremediable como momento inaugural e insoslaya-
ble del trabajo de reelaboración... Reconocimiento del límite absoluto con que en oca-
siones nos enfrenta la acción del otro o lo azaroso de la vida (¿Por qué a mí?) como
punto de partida (y de llegada) de un trabajo que permita desanudar la pulsión de lo
traumático y atemperar la condena del resentimiento o la pasividad de la resignación.
Trabajo inevitable de reelaboración que supone enfrentar lo que está “más allá” de la
castración, en las fronteras de lo analizable y de lo decible.
Pero en la clínica, además de este doloroso reconocimiento de lo irremediable,
también está lo difícil que resulta enfrentar y reconocerse (¿reconciliarse?) en las posi-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 149


Cristina Rosas de Salas

ciones que se tuvieron o que finalmente se tendrán frente a lo acontecido. Por esto
también habrá un tiempo para analizar la “posición” que cada sujeto asumió, asume o
asumirá frente a la historia construida. ¿Perdonar? ¿Culpar? ¿Olvidar? …Es decir de
aquello que le da un sello propio al trauma, aunque haya sido vivido por otros.
Pienso en las palabra de David Grossman en su discurso en el último congreso
del Pen Club, realizado en Nueva York en el 2007 (La Nación, domingo 20 de mayo).
Refiriéndose a la situación de guerra en Israel y sobre todo a la muerte de su hijo dice:
“Escribo y siento que el uso correcto y preciso de las palabras es a veces como la
cura de una enfermedad… Y también escribo sobre lo que no puede recuperarse.
Y sobre lo inconsolable. Entonces, también de una manera que me resulta inexpli-
cable, las circunstancias de mi vida no se cierran sobre mí para paralizarme.
Muchas veces, cada día, sentado ante mi mesa, toco el tema del dolor y de la
pérdida como quien toca la electricidad con las manos desnudas, y sin embargo
no muero. No entiendo cómo se produce el milagro. Tal vez cuando termine de
escribir esta novela intente entenderlo…”
Cómo no pensar que hay también en el análisis, en el “uso correcto y preciso de
las palabras”, una alternativa de reelaboración.
En este punto considero que una línea interpretativa que sólo ponga el acento en
la responsabilidad pulsional en lo acontecido, implica desconocer la trascendencia del
objeto y sus posibles efectos traumáticos. Y no se trata de pensar sólo en la asimetría
de los vínculos en los albores de lo psíquico, sino también de reconocer el peso trau-
mático que en ocasiones adquiere la realidad. Basta repasar la historia de nuestra
Latinoamérica para encontrar sobrados ejemplos.
Sin embargo, y a pesar de las dificultades, coincido con sostener que el análisis
ofrece un espacio y un tiempo para nuevas e infinitas (¿interminables?) posibilidades de
representación de lo acontecido, aun para los casos en que el hiperrealismo del acon-
tecimiento parezca haber detenido toda posibilidad de reelaboración. Sin duda los
procesos sublimatorios y el arte se nutren de esta posibilidad.

Repetición de huellas (no representacionales)


y reelaboración

Pero el acto no sólo tiene que ver con las injurias, sino también con repeticiones
que convocan la imagen de agujero en la trama representacional, de urgencia económi-
ca, y por otro la de una pulsión que, desatada, busca el camino corto del acto. En este
caso la hipótesis es que la pulsión al no encontrar redes representacionales a las que
enlazarse, busca el camino de la descarga directa
Afinando el planteo, considero que en este tipo de repeticiones deberían
investigarse las diferencias clínicas entre: la repetición en acto relacionada con restos
de lo forcluido (fallas en la represión primaria) y la repetición de otro tipo de huellas,
como las del tiempo primordial, previas a la instalación del lenguaje.
En su trabajo para el Congreso de Berlín, N. Marucco (2007) se pregunta:

150 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

¿Qué es eso arcaico que se repite? ¿Algo que surge en acto desde el empuje regresivo
hacia un estado casi previo al encuentro con el otro? ¿O algo que es producto de la
fuerza intrusiva de un objeto que imprimió la huella destructiva de la desligadura allí
donde debieron abrirse los caminos hacia la posibilidad de representación?
Considero que de lo forcluido resultan huellas que hacen posible conjeturar gra-
ves desencuentros pulsión-objeto en momentos y tiempos centrales de la estructura-
ción del psiquismo.
Pero también es posible pensar en la presencia de huellas, previas a la instala-
ción del lenguaje que no necesariamente se deben a un repudio del objeto.
Aún no encuentro mejor descripción para esas huellas que la que hace Leclaire
y que cité en un trabajo anterior “son pedazos de recuerdos fuera de la memoria,
aleación de piel y de palabras acuñadas con el sello de un fragmento de abrazo,
de un ligero dedo en la comisura de un labio, de una palabra tonta sobre un soplo
de placer. Moneda sin curso legal, piezas grabadas sobre nada en la plenitud del
encuentro, cada una firmada con un monograma diferente, se van a unir en la
reserva fuera de cuenta de toda memoria contable”.
Mi hipótesis, es que las huellas que resultan de la forclusión por graves desen-
cuentros pulsión-objeto, tienen un grado de potencialidad alucinatoria y traumática,
que convierte los estímulos perceptivos y pulsionales en una fuente de excitación en
ocasiones imposibles de tolerar. En cambio a las del tiempo primordial, marcas de
los “millares de lazos con el objeto” como dice Freud en “Duelo y melancolía”,
tendrían una potencialidad representativa que hace posible procesos de figurabilidad
en el analizado y en el analista.
De todas formas, no puede ignorarse que llegados a este punto, las aguas se
dividen entre quienes pensamos que esto es posible o por lo menos debe ser investiga-
do, y aquellos que sostienen que sólo se trata de un entusiasmo omnipotente sobre los
alcances de la teoría y de la práctica. Tal vez se necesite de todos para seguir siendo
“expansionistas circunspectos”.

Clínica del acto y su reverso pensado: la metapsicología

Como dije al comienzo, la expresión, aparentemente sencilla, “En lugar de...”


implica la propuesta de retomar y repensar, el contrapunto freudiano: repetición-reela-
boración (durcharbeiten) haciendo foco en el acto y sus complejidades. Es decir,
pensar acerca del rico campo de investigación de la pulsión y sus desbordes. Con
este propósito, y para proponer algunas ideas sobre el lugar que le caben al ana-
lista y el encuadre, presentaré el caso del Sr. Q.

El acto, el lugar del analista y la reelaboración

Una noche de hace tres años y medio, me llama una colega para derivarme

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 151


Cristina Rosas de Salas

el esposo de una paciente porque, dice, cree que yo puedo hacerme cargo. Lo
describe como una persona violenta, descontrolada, un “manejador” y que, si
bien no lo puede afirmar, cree que puede ser adicto. Al día siguiente, él me llama
y acordamos una hora para el viernes de esa misma semana.
Llega puntual a la hora convenida y cuando lo veo avanzar por el pasillo
que conduce a mi consultorio, me llama la atención el gesto de su cara. Es una
persona delgada. Muy bien vestido y algo rígido en su andar.
Me aparece una imagen que se refiere a un episodio del último fin de año...
Estaba con mi familia y amigos festejando, cuando a la hora de los fuegos artifi-
ciales llega de la calle un gran perro negro herido, por lo que pensamos sería una
bengala. En ese momento me impresionó el “olor del miedo” y la actitud entre
asustada y amenazante que tenía. Queríamos ayudarlo pero si nos acercábamos
parecía querer atacarnos. Esa fue la primera impresión que me causó el señor Q.

Esta breve viñeta muestra lo que interpreté en mí, como una regresión del pensa-
miento a la imagen, producida por una serie de actos-signos que me llevaron a percibir
y a pensar sobre lo que el paciente aún no podía pensar. Estos actos-signo como los
llama R. Rousillon (1995) son variantes del acto algo más elaborativas destinados a
“hacer sentir”, a “hacer vivir” al analista (como contenedor potencial) lo que el sujeto
no puede representarse o figurarse. “Después de haberse identificado con lo percibido
y con quien percibe, [el analista] se convierte en algo más que un ‘decodificador’: es un
verdadero ‘codificador’” (J. Kristeva, 2005).
En este sentido, es frecuente que el analista y sus posibilidades de pensar lo que
es actuado, aparezcan en primer plano en gran parte de los trabajos, lo que lleva a
tener que analizar no sólo lo referente a su intervención en el proceso, sino también
sobre las cuestiones éticas que esto genera.
Esta función de codificación como la llama Kristeva, si bien resulta alentadora
para el trabajo analítico, requiere al mismo tiempo considerar el no imponer nuestras
construcciones. No sólo por una cuestión ética, sino porque podemos caer en “leer
con nuestros códigos”, con nuestra “neurótica”, lo que todavía es una historia por
construir. Por esto, a pesar de reconocer esta poiesis de la nominación sensorial, con-
sidero que debe tenerse en cuenta que también indican zonas de fragilidad psíquica que
le marcarán el tiempo y el modo de hacerlo.
Por mi parte, si bien no pude dejar de considerar este recuerdo en imagen,
pienso que en el analista el registro de este tipo de acontecimientos le aportan una idea
de lo “por trabajar”.
Regresión del pensamiento para captar y pensar lo que aún no puede ser pensado,
pero también para saber de su dolor y operar con delicadeza. Y saber que aquello perci-
bido y emitido en formas de actos-signos, plenos de sensaciones, deberá sufrir en el
analizado un proceso de metamorfosis que haga posible su acceso a la palabra.
También delicado trabajo del analista consigo mismo, en tanto le implica aden-
trarse en las fronteras de su propio psiquismo para encontrarse allí con imágenes in-
quietantes.

152 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

A diferencia de los anteriores, hay otro tipo de actos que permiten al analista
trazar una secuencia de repetición. Especie de dramatización actuada que en ocasio-
nes sorprende al mismo analista y casi siempre al analizado. Convocan el recuerdo de
esas películas que con pocas palabras, pero con una serie de “guiños”, guían al espec-
tador que es quien tiene que descubrir y armar la trama. Acá, es el analista quien arma
la escena y la ofrece al analizado como objeto de análisis.
La hipótesis es que a partir de la repetición en acto, es posible armar una escena,
una secuencia, una conjetura para ser puesta como interrogante a trabajar en la sesión.
Así, la contundencia de lo repetido se hace visible y por otra parte permite mostrar la
correspondencia entre lo construido y lo actuado.

Vuelvo al Sr. Q y la primera entrevista.


Lo primero que cuenta es que su vida cambió hace 10 años con la muerte
de su hermano menor con el que tenia una relación muy estrecha. El hermano
tenia 25 años y se lamenta de no haber podido hacer nada ya que la muerte fue
instantánea y no dejaron que lo viera. Aparentemente, venía corriendo una ca-
rrera con otro auto y tuvo un choque.
Le pregunto qué lo trae a la consulta y me dice que tiene accesos de furia.
Que últimamente busca pelea y relata dos episodios graves, En ambos casos se
trata de clientes que le deben dinero y a quienes golpea con gran violencia.
En ese momento aparece lo que creí era e deel motivo de la consulta. Dice:
“el problema es que si mato a alguien voy a ir a la cárcel pero antes de estar en
una cárcel, me mato”.
Entonces y aunque es la primera entrevista, me sorprendo señalándole que
escucho una secuencia que se repite: situaciones en las que se siente estafado,
tomado por tonto, accesos de furia con riesgo de matar y luego la idea de matar-
se antes de ir a la cárcel.
Se queda mirándome y tengo la impresión que está sorprendido, pero que
acuerda con el señalamiento. Que lo haya podido escuchar me parece un dato
alentador.

Destaco que es luego de la muerte del hermano que aparecen los actos violentos
relacionados con pérdidas (económicas) y con una secuencia: pérdidas, matar y ma-
tarse. Se trabaja con la hipótesis que dicha muerte ha resignificado injurias narcisistas
de las que se siente víctima. Esto lleva al Sr. Q., a adoptar actitudes en búsqueda de
excepciones y resarcimientos tal como describe Freud en el trabajo del 16. Excepcio-
nes y resarcimientos buscados desde el lugar de víctima pero que, como en los episo-
dios relatados, toman una magnitud que hace que otros pasen a serlo.
Un punto a destacar. Cuando pensamos en las fronteras de lo analizable, la
regresión, de aliada del proceso y propiciada por las condiciones del encuadre en el
análisis de las neurosis, pasa a ser un mecanismo defensivo que es necesario desarmar
si se quiere ampliar el campo del psicoanálisis más allá de las mismas En “Inhibición,
síntoma y angustia” Freud ubica a la regresión (de la relación de objeto a la identifica-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 153


Cristina Rosas de Salas

ción y de la pulsión al yo, incluso en la sublimación) como un mecanismo de defensa del


yo (que puede dañar la pulsión más que la represión) asociándola con los procesos de
desexualización y de desmezcla pulsional y por tanto trabajando a favor de la pulsión
de muerte. Así, tres obstáculos pueden aparecer como consecuencia de la regresión
de la pulsión al yo, como límites al trabajo analítico: el narcisismo, el masoquismo y el
acto.
Se hace necesario entonces imaginar como punto de partida, formas de “allega-
miento” (Bollas, Ch., 1991) que faciliten primero la apertura de procesos de
repulsionalización objetal. Sólo si el analista puede constituirse en objeto para la
pulsión se podrá pensar en cómo crear un objeto de análisis en el campo analítico.
Imagino entonces un analista que “escucha” la repetición, pero la propone como
interrogante para ser pensada por ambos integrantes en la situación analítica concebida
como campo dinámico.
También es posible pensar en actos que tienen que ver con experiencias no
vividas y que encuentran en el análisis la posibilidad de ser experimentadas como algo
nuevo o diferente, y que entiendo deben ser cuidados en tanto “ensayos” de acerca-
mientos menos precavidos al objeto, o de reinvestidura pulsional. Es posible pensar
que en esas circunstancias, la expectativa es que el analista funcione como un espejo y,
de lo que se trata, es de encontrar una imagen valiosa de sí, a diferencia de la que
encontró en sus objetos originarios.

Así interpreté el siguiente episodio del Sr. Q.


En una mano traía una caja con una importante cantidad de productos de
los que fabrica y en la otra un sobre para que lo lea. Es una fotocopia de una nota
necrológica que ha salido sobre el padre. En ella se resaltan sus logros profesio-
nales y sus cargos políticos. Le agradezco el regalo, me recomienda cómo comer-
lo y le digo que voy a leer la nota. A la sesión siguiente me pregunta con verdade-
ro interés qué me ha parecido lo que me regaló. Le agradezco el regalo, le digo
que es muy rico y no hago en ese momento ninguna intervención. Se lo ve com-
placido.

Pensé que en forma todavía de acto, me estaba haciendo saber que se daba
cuenta sobre lo que estábamos trabajando. En una mano traía al “hombre de papeles”
como llamaba al padre, el que quería que él también lo hubiese sido, y en la otra sus
realizaciones. Tuve presente que ninguno de sus padres, menos aún el padre, le habían
reconocido sus éxitos empresarios o económicos. El Sr. Q. no había sido el sueño que
soñaron para él. Y, puede discutirse, pero consideré que haber hecho una interpreta-
ción por ejemplo sobre la significación del regalo hubiese sido una torpeza técnica y
una repetición de la injuria ocasionada por sus objetos originarios. Todavía no era
tiempo de metáforas.
Por otra parte el Sr. Q había definido nuestro trabajo: vengo porque vos me
enseñás a pensar. No era el caso entonces de adelantarme a sus pensamientos.
Quiero decir que recursos intrapsíquicos, con que cuenta el analizado también,

154 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

deben ser considerados para conjeturar el lugar que se le otorgará al analista y sus
intervenciones. Me refiero a la necesidad de tomar en cuenta, no sólo los argumentos
que avalan la necesidad de su presencia e intervenciones, sino también los que nos
advierten acerca de los procesos de idealización o sometimiento que pueden generarse
en estos casos. Por ejemplo si pensamos en la posibilidad de actos en el mundo exter-
no o de desbordes pasionales en un objeto, por qué no considerar que esto también
pueda ocurrir con el analista y sus intervenciones.
Me pregunto ¿no deberemos considerar que estamos con un analizado también
más vulnerable a nuestras vacilaciones en la neutralidad? La repetición del círculo idea-
lización-desidealización-injuria o pulsión-acto es un riesgo a considerar...
Pero también es necesario reconocer que “los casos difíciles”, ponen en consi-
deración temas metapsicológicos tales como la percepción y la memoria, que habían
quedado fuera del interés del psicoanálisis, y que se han realizado aportes que han
modificado nuestras conjeturas teóricas y nuestras intervenciones clínicas.
Vuelvo al Sr. Q. para mostrar el impacto de lo perceptivo y la identificación con
el analista, y cómo las ideas metapsicológicas pueden cambiar la perspectiva desde la
que se “califican” algunos actos del analizado.

El Sr. Q. tiene el horario de sus sesiones a la mañana temprano. A partir de


un determinado momento reparo que ha empezado a llegar con el tiempo sufi-
ciente para verme llegar. Ha descubierto que mi casa está cruzando la calle.
También observo que charla con el joven de la verdulería de la esquina y que ha
establecido una amable relación con la señora que ordena el consultorio. Como
llega temprano, siempre la encuentra. Aunque no puedo corroborarlo, tengo la
impresión además, que las charlas le permiten averiguar cosas sobre mi vida. Me
siento observada y recuerdo que la colega que me lo derivó me había dicho que
era un “manejador”.

Estos actos hacen recordar lo planteado por A. Green en la supervisión del caso
llamado Bernardo (1995) donde el analizado preguntaba si había un departamento
libre en el edificio del analista. Allí sostiene que éste en un comportamiento frecuente en
estructuras no neuróticas y que puede relacionarse con diferentes posibilidades. Una
es familiarizarse con el espacio, con el entorno, hacerse una idea de la vida del analista
para acercarse sin temores y desconfianza a lo desconocido. Otra posibilidad es la
captación mágica de los atributos del analista vía una identificación de tipo primaria, sin
mayor discriminación sujeto-objeto.
Ambas ideas me sirvieron para pensar que el calificativo de “manejador” que usó
la colega que derivó al Sr. Q., en realidad tenía que ver con estos modos precavidos de
acercamiento a los objetos. Es decir me permitieron darle a estos actos una significación
diferente a la que podrían tener por ejemplo en un funcionamiento neurótico.
Otro punto a considerar es que al estar comprometidas las posibilidades de
transferencia intrapsíquica, la presencia del analista cobra una trascendencia que re-
percute en el encuadre. Se intensifica la demanda a su presencia o por el contrario se

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 155


Cristina Rosas de Salas

evita el contacto. O cobran llamativa importancia detalles de su persona real o de su


entorno familiar como consecuencia del marcado desajuste percepción-representa-
ción, es decir, al no encontrar los datos perceptivos una trama representacional que les
permita incluirse en una producción fantasmática. Entonces, ya no se trata de preservar
la figura del analista de interferencias para favorecer las proyecciones del analizado,
sino de considerar el impacto del dato perceptivo pero no sólo como favorecedor, sino
también como obstáculo para el trabajo analítico.
En el caso del acto y sus posibilidades de reelaboración, también considero que
es de particular importancia considerar el grado de tolerancia al dolor y a lo enigmáti-
co, al humor y lo estético, menguados por la presencia de defensas y resistencias
diferentes a la represión y que en muchas ocasiones encubren núcleos melancólicos.
La experiencia clínica me ha mostrado la falta de sentido del humor en este tipo
de analizados, por lo que cualquier comentario en ese tono puede ser tomado como
una burla. Es más, en ocasiones las mismas interpretaciones o señalamientos pueden
ser tomadas de esa manera. Vuelvo al Sr. Q.

Tiene un accidente con el auto. Venía viajando cansado, enojado, hablan-


do por teléfono porque no le entregaban un auto que había encargado y que
deseaba de manera llamativa. Cuando viene a la sesión hablamos del episodio
pero no puede explicar cómo pasó.
Dice: de golpe vi que se me venía un auto negro encima, recuerdo la cara
del que manejaba y después me fui por la banquina. Le pregunto por qué está tan
ansioso con el auto. Y dice que podría tener cualquier otro, pero quiere ése. Mi
papá también tenía autos con esa marca.
Entonces le digo que quizás desea tener un auto, algo, como el padre.
La imagen de lo que ocurrió fue como la de haber “tocado” una zona
dolorosa. Se levantó como un resorte, se enojó muchísimo e insultándome, se fue.

Pensé que no volvería y que si esto ocurría era porque el señalamiento había
sido disruptivo, porque todavía no era el momento para ser tomado como tal. El “logo”
del auto era aún un signo lejano, pero doloroso, de la añoranza por el padre. Tuve la
impresión de la furia de haber sido descubierto en su vergüenza. Sin embargo volvió y
hemos trabajado sobre su reacción: lo había interpretado como una burla.
También, como en el Sr. Q., son notables en estos analizados el déficit o la falta
de intereses culturales y estéticos juntos con considerables éxitos profesionales que
suelen disfrazar, para la valoración social, las dificultades que aparecen en el análisis. El
Sr. Q. nunca había leído un libro, ni iba al cine o al teatro. Sólo practicaba algún
deporte que cumpliera con dos condiciones: competir y hacerlo sudar, es decir al ser-
vicio de la descarga
Quisiera señalar también, que no es infrecuente que la sexualidad misma cumpla
funciones de descarga ante la perentoriedad de una pulsión desatada de fantasías. En
ocasiones resulta llamativo lo claro que expresan la diferencia entre la pulsión y el
deseo y el amor.

156 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

El acto y el encuadre y la reelaboración

Por otra parte hay en las repeticiones en acto, un tratamiento de los Zeitlos, de
lo fuera del tiempo, que conlleva un grado de fijeza e intempestividad que ponen en
cuestionamiento los parámetros temporales del análisis como el número de sesiones y
su duración.
La teoría avalaría una frecuencia más alta para “cercar” en la medida de lo posi-
ble, el tiempo intempestivo del acto e reinstalar la transitoriedad altamente comprome-
tida. Sin embargo, son justamente estos analizados los que más se resisten a conside-
rarlo, por lo que la imaginación del analista se pondrá en juego para pensar un encua-
dre que incluya la paradoja de ser rigurosamente flexible.
El Sr. Q. comenzó con tres sesiones semanales pero rápidamente empezó a
pedir excepciones, como dos sesiones juntas o sesiones más largas.
El criterio fue dejar abierta la posibilidad de repactar el número de sesiones y en
cuanto a la duración se mantuvo los cincuenta minutos. Daba la impresión que le cos-
taba salir de sus estados de retracción pulsional defensiva y cuando lo lograba, le
resultaba difícil terminar en los tiempos pactados. Además estaba acostumbrado a
hacer valer su poder en el mundo de los negocios y el dinero.
Pero, conciliar la pretensión de excepcionalidad y acto no es sencillo, y la pre-
gunta por los parámetros temporales como la frecuencia de las sesiones toma un lugar
de importancia. O que se considere la pertinencia o no de los llamados “suplementos
del encuadre” (teléfono, mensajes, etc...).
Considero que hay un punto central que nos aleja de cuestiones meramente
ideológicas y que es: cómo hacer “la transformación lo más extrema posible del apara-
to psíquico en aparato del lenguaje, y recíprocamente” (Green, 1995). El tema será
entonces observar, caso por caso, cómo “esa transformación extrema “se ve favoreci-
da o no por el número de sesiones. Estimo que sería inadecuado quedarnos con la idea
de un número ideal y que todas las variantes son sólo acomodaciones forzadas por
circunstancias ajenas al proceso analítico o manifestaciones resistenciales.
Considerar por ejemplo las conceptualizaciones sobre la angustia de intrusión y/
o de pérdida y su posible emergencia en el campo analítico pero reducirlas a meros
conceptos teóricos instala, en ocasiones, llamativas diferencias entre lo que se sostiene
en la teoría y cómo se trabaja en la clínica. Un ejemplo sencillo: se sostiene en la teoría
la angustia de intrusión pero se interpreta toda puesta de distancia del analizado como
transferencia negativa. Entiendo que pensar en angustias diferentes a la de castración,
permite considerar de otro modo los vaivenes en el acercamiento o no con el analista y
el análisis.
En mi experiencia clínica, cuando se dan las condiciones de una adecuada capaci-
dad de transferencia intrapsíquica e intersubjetiva, incluso más allá de la sesión analítica
es factible trabajar con una frecuencia más baja de sesiones. Se conjetura que lo trabaja-
do en sesión continúa más allá de la misma. Es el analizado que viene a la sesión siguiente
diciendo “me quedé pensando…” o “no estoy de acuerdo con lo que dijiste...”
En los limites de lo analizable en cambio, todas las condiciones del encuadre

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 157


Cristina Rosas de Salas

serán pensadas para que “En lugar de…” el acto surja la palabra con el debido cuida-
do de sortear todas aquellas prácticas que no puedan ser adecuadamente fundamenta-
das. Es en estos momentos donde la metapsicología, la supervisión y el intercambio
con los colegas, se hacen fundamentales.
En cuanto a la duración de la sesión, considero que sobre todo necesita guardar
correspondencia con la idea que cada analista tiene del trabajo analítico. Por lo plan-
teado hasta aquí, se entiende que mi posición se inclina por un tiempo “pactado” de
trabajo analítico y reelaboración de manera de ir observando, sesión por sesión, la
emergencia de procesos de transicionalidad, temporal, espacial y objetal que den cuenta
que donde era el acto, ahora es la palabra o el pensamiento.
Pienso que el “soporte” para dicho trabajo de reelaboración será prefe-
rentemente una palabra que facilite que en lugar del acto surja otra, inédita o
más genuina, pero que dé cuenta que la pulsión, su fuerza, ha encontrado puntos
de anclaje para el trabajo psíquico. La idea es que la construcción emergente del
campo analítico, anclada en figuras del acto y como representación-oída, sirva de
enlace a lo pulsional. Es decir opere como objeto de análisis, lazo para la pulsión y
generadora de sentido.

Resumen
En 1984 en el trabajo “Corrientes actuantes en el pensamiento psicoanalítico latino-
americano” W. Baranger y J. Mom decían:
“No somos fanáticos. Somos expansionistas circunspectos. Ya dijimos en otra parte,
expansión sin dilución y con precisión”.
Enmarcada en esta idea la expresión “En lugar de...” lleva implícita la apelación de
retomar y repensar el contrapunto freudiano: repetición-reelaboración (durcharbeiten) a
partir de las demandas a las que se ve convocada nuestra práctica.
Con este propósito se proponen “hipótesis auxiliares” que tienen un objetivo: repensar
los obstáculos en la cura. Y una intención: hacer un “enlace” entre ideas metapsicológi-
cas y la clínica psicoanalítica actual. Y una expectativa: que es posible investigar sus
fronteras y revalidar al mismo tiempo su vigencia.
Dichas hipótesis se centran especialmente en el estudio de formas de repetición: en el
discurso y desplegadas en la transferencia (ligadas a complejos representacionales) y en
acto (desligadas de complejos representacionales), analizándose sus posibilidades de
reelaboración.
Se analiza en particular la repetición en acto, sus diferentes grados de complejidad y
su articulación con la metapsicología, para luego poner en debate ideas sobre el encuadre
y el lugar del analista en el trabajo de reelaboración que implican. Concluye con la presen-
tación con un caso clínico.

Descriptores: Representación – Elaboración psíquica – Repetición – Lugar del analista –


Encuadre.

158 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

Resumo
No 1984 no trabalho “Corrientes atuantes no pensamento psicoanalítico latinoamericano”
W. Baranger e J. Mom diziam:
“Não somos fanáticos. Somos expansionistas circunspetos. Já temos em outra parte,
expansão sem diluimento e com precisão”.
Enquadrada nesta idéia a expressão “Em vez de...” leva implícita a apelação de
retomar e repensar o contraponto freudiano: repetição-reelaboração (durcharbeiten) a par-
tir das demandas às que se vê convocada a nossa prática,
Com este propósito se propõem “hipóteses auxiliares” que têm um objetivo: repensar
os obstáculos na cura. E uma intenção: fazer um “enlace” entre idéias metapsicológicas
e a clínica psicoanalítica atual. E uma expectativa: que é possível pesquisar suas frontei-
ras e revalidar ao mesmo tempo a sua vigência.
Estas hipóteses concentram-se especialmente no estudo de formas de repetição: no
discurso e espalhadas na transferência (ligadas a complexos representacionais) e no ato
(desligadas de complexos representacionais) analizando-se suas possibilidades de
reelaboração.
Analiza-se em particular a repetição em ato, seus diferentes graus de complexidade
e sua articulação com a metapsicologia para logo debater idéias sobre o enquadre o lugar
do analista no trabalho de reelaboração que implicam. Conclui com a presentação de um
caso clínico.

Palavras chave: Representação – Elaboração psíquica – Repetição – Lugar do analista –


Enquadre.

Summary
In 1984, in the work “Trends Involved in Latin American Psychoanalytic Thought”, W.
Baranger and J. Mom asserted: “We are not fanatics. We are circumspect expansionists.
We have mentioned it elsewhere, expansion without dilution and with accuracy”.
Framed within this idea, the term “In the place of” implies the appeal to retake and
rethink the freudian counterpoint: repetition-re elaboration (durcharbeiten) in view of the
demands our practice must face.
With this purpose, “auxiliary hypotheses” are put forward with an aim: to rethink the
hindrances of the cure. And an intention: to establish a “link” between meta-psychological
ideas and current psychoanalytical clinics. And one expectation: that it is possible to
research into its bounds ad to revalidate its current force at the same time.
Such hypotheses especially focus on the study of forms of repetition: in the discourse
and displayed in the transference (attached to representational complexes) and in action
(not attached to representational complexes) analyzing its possibilities of re-elaboration.
Repetition in act –its various degrees of complexity and its articulation with meta-
psychology– is analyzed and further on, ideas about the analyst´ s framework and function
in the work of re-elaboration are posed for debate. It concludes with the presentation of a
clinic case study.

Key words: Representation – Psychic elaboration – Repetition – Place of the analyst –


Setting.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 159


Cristina Rosas de Salas

Bibliografía

Assoun, P. L. (1999) El perjuicio y el ideal. Hacia una clínica social del trauma. Cáp. 1, 2,
3 y 4, Ed. Nueva Visión, Argentina, 2001.
b) (2003) El Vocabulario de Freud. Ed. Nueva Visión.
Baranger, M. (1969) “Regresión y temporalidad en el proceso analítico”. Revista APA, Nro 2.
- (1992) La mente del analista, de la escucha a la Interpretación. Tomo 49, Nro. 2, Revista APA.
- Recordar, repetir y elaborar: un desafió para el psicoanálisis en los tiempos actuales.
Trabajo inédito.
Baranger, W. y M. (1961-62) “La situación analítica como campo dinámico”. Revista
uruguaya de psicoanálisis, Tomo 4, 1961-1962.
Baranger, W. y Mom, J. (1984) “Corrientes actuantes en el pensamiento psicoanalítico
de América Latina”. Tomo XII, Nro. 4, Revista APA.
Bollas, Ch. (1987) La sombra del objeto. Psicoanálisis de lo sabido no pensado. Ed.
Amorrortu, Argentina, 1991.
Cabral, A. El perdón y lo imperdonable. La “vía Stael” y la vía freudiana. Panel APA,
2007.
Deleuze, G. 1968 Repetición y diferencia, Introducción Ed. Amorrortu, Argentina, 2002.
Derrida, J. (2000) Estados de ánimo del psicoanalisis. Lo imposible más allá de la sobe-
rana crueldad. Ed. Paidós, Argentina, 2001.
Donnet, J. L. (2000) De la regla fundamental a la situación analizante. Tomo 57, Nro. 3/4
Revista APA.
Freud, S. (1912) Sobre la dinámica de la transferencia. A. E., Vol. 12, 1914, Recordar,
repetir y reelaborar, A. E., Vol. 12.
- (1915 [1914]) Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. A. E., Vol.12.
- (1914) Introducción del narcisismo. A. E., Vol. 14.
- (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. A. E., Vol. 14.
- (1915) La represión. A. E., Vol.14.
- (1915) Lo inconsciente. A. E., Vol.14.
- (1915) Duelo y melancolía. A. E., Vol.14.
- (1920) Más allá del principio de placer. A. E., Vol.18.
- (1921) Psicología de las masas y análisis de yo. A. E., Vol.18.
- (1923) El yo y el ello. A. E., Vol. 19.
- (1926) Inhibición. Síntoma y angustia. A. E., Vol. 20.
- (1927) Fetichismo. Vol. 21.
- (1937) Análisis terminable e interminable. A. E., Vol. 23.
- (1937) Construcciones en el análisis. A. E., Vol. 23.
- (1940 [1938]) La escisión del yo en el proceso defensivo. A. E.,Vol. 23, 1980.
Green, A. (1986) La pulsión de muerte. Pulsión de muerte, narcisismo negativo y función
desobjetalizante, Ed. Amorrortu, Argentina, 1981.
- (1993) El trabajo de lo negativo. Cáp.5, 6 y 7, Ed. Amorrortu, Argentina, 1995.
- (2000 )El tiempo fragmentado. Cáp. 8, 9, y 10, Ed. Amorrortu, Argentina, 2001.
- (2003) Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Ed. Amorrortu, Argentina,
2005.
Kristeva, J. (1994) El tiempo sensible. Proust y la experiencia literaria. Eudeba, Bs. As.,
2005.

160 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


“En lugar de...” La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten) y la práctica analítica actual

Laplanche, J. y Pontalis, J. (1987) Diccionario de Psicoanálisis. Ed. Labor, Barcelona,


España.
Laplanche, J. (1987) Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. Ed. Amorrortu, Argenti-
na, 1989.
- (1992) La prioridad del otro en psicoanálisis. Cáp. 1 y 5, Ed. Amorrortu, Argentina, 1996.
Marucco, N. (1998) Cura analítica y transferencia. Cáp. 2, 15, 16 y posfasio, Ed. Amorror-
tu, Argentina, 1999.
Portevin, C. (2002) Deberes y delicias. Fondo de Cultura Económica, Cáp. 9, Argentina,
2003.
Rousillon, R. (1991) Paradojas y situaciones fronterizas del psicoanálisis. Tercera parte,
Ed. Amorrortu, Argentina, 1995.
- Configuraciones transferenciales límites. Conferencia APA, 2007.
Socci de Gómez - Rosas de Salas “Subjetividad, realidad psíquica y contratransferen-
cia”. Encuentro APA., SPI. Tomo 62, Nro. 4, Revista APA, 2003.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 161


Comentario
Jaime Spilka

“‘En lugar de…’


La pulsión y sus desbordes
Reelaboración (Durcharbeiten)
y la práctica analítca actual”

El trabajo de la Lic. Cristina Rosas de Salas es sumamente interesante por la


claridad de su exposición y por la generosidad que implica el riesgo de tomar partido
definido por una determinada posición y de exponerla además con un material clínico.
Y es desde el respeto que inspira tanto la calidad del trabajo comentado como la
frase de W. Baranger y J. Mom, que prácticamente lo encabeza, donde se postulan
como no fanáticos sino expansionistas circunspectos, es decir expansionistas pero sin
dilución y con precisión, que quisiera discutir algunos aspectos del mismo.
Así la autora, apoyándose en A. Green, se refiere en ciertos “casos difíciles” a un
destino distinto del encuentro de la pulsión con el objeto, donde se destaca un trabajo
de lo negativo que va más allá de la sola consideración de la neurosis como negativo de
la perversión. Así los traumas tempranos y las funciones de los objetos originarios
pasarían a ocupar el centro de los debates. ¿Estaríamos entonces en la posición de que
hay traumas sin fantasmas en lugar de sostener que no hay fantasmas sin traumas o que
el mismo fantasma es el trauma? ¿Y no podríamos caer en un error metodológico
donde podríamos suponer una inversión y una empirización de los tiempos de determi-
nación, donde lo anterior en una simple cronología lineal sería lo esencial en lugar de
plantearnos un tiempo circular de apres-coup?
Así se postula una diferencia esencial entre la puesta en acto, como posibilidad
de lo inconsciente reprimido, ligado a complejos de representación, de la repetición en
acto, uno de cuyos matices puede ser el destino de lo no representado en el encuentro
pulsión objeto. Así se considera la cuestión de qué se repite y de cómo se repite.
Estaría de acuerdo en que no se trata de lo irrepresentable –ese concepto que
no conduce a ninguna parte– pero no lo estaría en cambio en relación con lo no repre-
sentado, sino más bien me preguntaría sobre distintos procesamientos de la represen-
tación misma. Habría que plantear en primera instancia toda la complejidad de la cues-
tión de la representación inconsciente, que como tal ya implica un complicado pasaje
por la castración simbólica, con toda la delicada discriminación entre Sachvorstellung
Wortvorstellung y Dingvorstellung, y de la interdicción de goce en lo real introduci-
da por la mítica profecía paterna “ésta es tu madre”, que inaugura el campo de la
significación inconsciente, justamente más ligado a una desnaturalización subjetiva que

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 163


Jaime Spilka

a cualquier significación empírica natural. Así toda significación implicaría monótona-


mente lo mismo, una interdicción de goce con lo real, y en esa restricción desnaturalizante
se jugaría tal vez toda la operación del pasaje del instinto a la categoría de pulsión.
Así sería difícil plantearnos una semiología psicoanalítica en donde el problema
de la representación inconsciente y el de la significación psíquica en general pudiera
comprenderse fuera del campo de la estructura ética que el Edipo implica y que genera
en una sucesión de retroactividades a partir de una represión secundaria a una repre-
sión primaria en una represión originaria. Todo lo del antes sería así lo edípico de antes
del Edipo, puro bla bla bla gozoso, por ejemplo el niño que dice cándidamente que
quiere casarse con mamá y matar a papá, donde la palabra no se transformó aún en
una palabra cuyo significado va más allá de la referencialidad banal y que no abre al
misterio infinito del sentido y del sinsentido. Todo esto para decir que el problema de la
relación entre pulsión y representación es a mi juicio muy complejo y tal vez necesitado
de más desarrollos.
Tampoco compartiría plenamente sin más las consecuencias que la autora remite
a “Más allá del principio de placer”. Creo que la pulsión de muerte y el más allá del
principio de placer implican en Freud un salto hacia la comprensión de que el conflicto
humano no puede comprenderse en términos de una racionalidad animal en torno a
fines de supervivencia, sino que sufre una complejización fundamental por quedar cap-
turado por la estructura significante que se transforma en su pasión. Tanto en el capítulo
III como en el capítulo V de “Más allá del principio de placer” Freud reduce la impor-
tancia de la desligazón-ligazón –que sí valoraba en el juego y en las neurosis traumáti-
cas– y en cambio se refiere a la especificidad de una repetición más allá del principio
de placer en relación con el retorno de pulsiones que nunca tuvieron la posibilidad de
realizarse y que por ende no tienen ninguna huella de satisfacción posible. Y allí es
cuando encuentra en el complejo de Edipo la famosa escara narcisista –la sexualidad
infantil sufre un Untergang yéndose a pique Zugründe gehen– de los neuróticos y la
repetición inevitable de un placer en el displacer. Como que el más allá del principio del
placer es más bien un más allá de la conjunción del placer con el bien del sujeto, un
placer en el displacer, un mal en el bien, propios de la captura significante y de la
mortificación del sujeto natural por mor de lo simbólico, y de allí que lo más importante
de lo reprimido no pueda recordarse, porque no es nada ocurrido sino lo que no pudo
ni podrá ser nunca jamás por efecto de esa captura.
Y en el capítulo V aparece el famoso factor pulsionante, Triebhaft en relación a la
diferencia entre lo esperado y lo hallado por obra de la represión. La repetición es la
esencia de lo pulsional mismo en la búsqueda de un mítico estado anterior. Y lo pulsional
es tal porque está destinado a no realizarse en lo real. ¿Podríamos entonces postular que
la pulsión de muerte es el precio que paga el sujeto humano en el desgarro instintivo
natural por el acceso al campo de la significación inconsciente merced a la interdicción del
goce fálico incestuoso en función de la interdicción paterna? Podríamos decir que la
pulsión de muerte es lo que se resiste e insiste como pulsión –efecto de una diferencia y
búsqueda de su anulación– en función de la represión hominizadora del Edipo, dando

164 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario sobre el trabajo: “‘En lugar de...’ La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten)...”

cuenta de lo desligado que insiste y se resiste a ligarse en función de la ligazón que insiste
en efectuarse. No sería así lo desligado sin más, con lo cual entraría a formar parte como
una de las figuras del incesto. Todo esto para decir que tampoco en el más allá del
principio de placer podemos encontrar sin más tan fácilmente las razones para una dife-
rencia nuclear entre la puesta en acto y la repetición en acto.
La autora se pregunta sobre el destino de las injurias narcisistas que van más allá
del desaire edípico. ¿Cómo se reelabora el desamor, el no deseo, el deseo de muerte,
la desvalorización por no haber sido el sueño soñado por los otros y la pasivización
frente a la crueldad del otro? Si bien todas las cuestiones no entran en la misma catego-
ría, creo importante interrogarnos sobre si podemos separar un tiempo de Narciso de
un tiempo de Edipo. Narciso es mudo sin Edipo y Edipo no sería conflictivo si no
hablara sobre la sombra de Narciso herido. En el capítulo III de “Introducción del
Narcisismo” Freud es taxativo cuando afirma que las perturbaciones a las que está
expuesto el narcisismo originario del niño y todas sus reacciones defensivas y las vías
por las que se efectúan, tienen una pieza fundamental que puede ponerse de relieve
como complejo de castración –angustia por la pérdida del pene en el varón y envidia
del pene en la niña– y que debe abordarse en su trabazón con el influjo del primer
amedrentamiento sexual. El falo sería así el único índice del narcisimo logrado. Por otro
lado Freud insiste en que el destino del narcisismo solamente se puede entender por lo
que él llama la psicología de la represión. Lo que antes era idealidad infantil en función
de la ilimitación, de la no sujeción a las leyes naturales y sociales, de la posibilidad de
realizar todos los sueños y deseos edípicos de los padres, deviene ahora idealidad
parental justamente en sentido contrario, en función del límite, la medida y la ley que
como modelo imponen. Si el narcisismo es siempre de alguna manera narcisimo del
otro, siendo His majesty the Baby la mejor manera de visualizar el mito del narcisismo
primario, en la clínica implicaría la necesidad de buscar siempre la sujeción al otro cuyo
narcisimo fálico el sujeto debe sostener en la más profunda e ignorada de las subordi-
naciones. La mejor confesión de la incompletitud yoica y de la falta en ser por el
atravesamiento del orden simbólico sería la impostura del Yo ideal, donde la omnipo-
tencia muestra su rostro verdadero al asumirse el absoluto poder de otro en forma de
ser su objeto. Por eso la pregunta por no haber sido Yo ideal para el otro, His Majesty
the Baby es muy pertinente pero de muy delicada respuesta, y que tal vez no puede
darse sin más desde ningún suceso empírico. ¿Y cómo pensar entonces en los desaires
narcisistas más allá de lo edípico sin más?
Es interesante la cuestión de analizar la posición que cada sujeto asume respecto
a lo “traumático”. ¿Perdonar, culpar, olvidar? Hace pensar mucho en la “reacción tera-
péutica negativa” donde la cura implicaría un perdonar y abandonar a los objetos del
sufrimiento edípico. Se ve claramente en los sujetos que han sufrido abusos manifiestos
en la infancia, donde “curarse” supone tanto perdonar al Superyó como renunciar al
trazo sadomasoquista de “mi padre me pega mi padre me ama”, como si al curarse se
perdonara al torturador del campo de concentración, al violador o maltratador de los
traumas sexuales. Como que curarse significaría dejar de denunciar al aparente Bien
del Superyó como un Mal, porque si el sujeto se cura, el torturador ni fue tan cruel ni

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 165


Jaime Spilka

causó finalmente tanto daño, y esto sería susceptible de sospecha, de haber gozado en
connivencia con la maldad del otro. Y algo de esto explica tal vez el diferente destino
de sujetos que han sido expuestos a grandes sufrimientos, algunos pueden rehacer sus
vidas y crear mientras que otros sucumben a la melancolía o aun al suicidio como
supremo intento de no dejar de denunciar el Mal del otro. Pensemos simplemente en
los diferentes destinos frente al campo de concentración de un Jorge Semprún o de un
Primo Levy. Aunque en realidad nos encontramos aquí con la caricatura exagerada de
lo que implica curarse en general para un ser humano atravesado por la homización
edípica y que tiene que “perdonar” al Otro por haber sido artífice del desgarro del
mundo natural, capturándolo en el orden simbólico y en la estructura significantey por
ende condenándolo al dolor de existir y a la infelicidad de la vida cotidiana.

Finalmente una referencia al caso clínico que la autora presenta con generosi-
dad, y evidenciando su fineza en el abordaje clínico y en la toma de consideración de
los diferentes sentimientos y fantasías contratransferenciales. El “perro negro herido”
es algo que el señor Q. hace sentir y vivir a la analista que se convertiría así más en
codificadora que en decodificadora. Me parece importante la referencia a la ética de
no imponer al paciente los propios códigos, y el “saber que aquello percibido y emitido
en forma de actos-signos, plenos de sensaciones, deberá sufrir en el analizado un pro-
ceso de metamorfosis que haga posible su acceso a la palabra”. Aunque me pregunto
si eso no vale en realidad para los diversos momentos de cualquier cura psicoanalítica.
También me planteo si el señor Q. entra realmente en la categoría de pacientes tan
distintos a los que la autora se refiere. Me parece que es un paciente con un gran monto
de sufrimiento dentro de una estructura narcisista o falonarcisista clásica, que se ha
descompensado frente a lo traumático de la muerte de un hermano menor, y que tal vez
actúa una exigencia sádica reclamando una deuda de amor del padre, o siendo él
mismo el superyó paterno sádico reclamando en el espejo del otro la deuda impagada
de la propia castración simbólica con el padre. Pero independientemente de todo eso
coincido ampliamente con la actitud de la psicoanalista, su contención, su capacidad
de espera, su seguir la superficie psíquica del paciente, su timing, su preocupación por
sostener y promover un vínculo de confianza afianzando la transferencia positiva subli-
mada, su falta de rigidez en relación al setting clásico ideal, etc., me parecen de mucha
valía. Y también suscribiría plenamente lo que la autora menciona de Green respecto a
la transformación más extrema posible del aparato psíquico en aparato de lenguaje y
recíprocamente. Pero también me pregunto si esas mismas posiciones no deberían ser
sostenidas para cualquier cura psicoanalítica, aunque sea en estas estructuras narcisis-
tas más complicadas donde se nos plantee con más intensidad lo que es nuestro pan
cotidiano.
En ese sentido me gustaría abogar que tanto en las situaciones traumáticas extre-
mas, como en los trastornos psicosomáticos o borderline, o incluso momentos psicó-
ticos de la cura, no debemos dejar de tener en cuenta que cuando hay conflicto huma-
no no podemos sustraernos sin más a la boya de la represión. Es útil en ese sentido
seguir a Freud en “Análisis terminable e interminable”, cuando nos dona el ejemplo de

166 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario sobre el trabajo: “‘En lugar de...’ La pulsión y sus desbordes. Reelaboración (Durcharbeiten)...”

los libros que en la antigüedad se tachaban en las partes censuradas y que en las copias
nuevas mostraban lagunas en las tachaduras. Pero para evitar cualquier huella de la
mutilación del texto se procedía a su desfiguración y dislocamiento, omitiendo palabras
o interpolando frases nuevas, o mejor aún suprimiendo el pasaje lacunar para inscribir
en su lugar otro que dijese absolutamente lo contrario. Los copistas sucesivos podían
así producir textos completos, fuera de toda sospecha, pero falsos. Así si la represión
concierne al olvido, la pura falta, los otros mecanismos inciden en el olvido del olvido o
en el disimulo de la falta. Y es alrededor de esas alteraciones textuales que Freud nos
enseña en qué consisten fundamentalmente las alteraciones del yo. No podemos en
todo caso prescindir en un conflicto catalogado como humano de lo que la represión
implica, ese núcleo fundante de histeria de angustia detrás de todos los síntomas, sea
como conflicto desencadenado en la retroactividad de la represión originaria devenida
represión primordial, sea en una hipotética represión originaria no advenida aún a la
primordialidad, ya que es casi imposible representarnos al conflicto sin un espacio
mínimo donde lo originario se primordializa por la palabra. Porque si no ¿conflicto de
qué? Así edipizar o histerificar devendrían casi una condición de la cura.
Con esta complejización espero contribuír dialécticamente al magnífico esfuerzo
de la autora para simplificar y delimitar cada vez más los campos que se propone y
honrar a la vez lo que al comienzo destacaba de W. Baranger y J. Mom, “No somos
fanáticos. Somos expansionistas circunspectos. Expansión sin dilución y con precisión”.

Descriptores: Representación – Pulsión de muerte – Narciso -Edipo – Represión.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 167


Concurso
1
Mariângela Mendes de Almeida

O INVESTIMENTO DESEJANTE
DO ANALISTA FRENTE A MOVIMENTOS
DE AFASTAMENTO E APROXIMAÇÃO NO
TRABALHO COM OS TRANSTORNOS
AUTÍSTICOS: IMPASSES E NUANCES
“Amo tanto e de tanto amar
acho que ela é bonita,
tem um olho sempre a boiar
e outro que agita.

Tem um olho que não está


meus olhares evita
e outro olho a me arregalar
sua pepita…”
“Tanto amar”
Chico Buarque de Holanda, 1981

Introdução

A partir de experiência clínica direta com os Transtornos Autísticos, da partici-


pação em espaços de acolhimento terapêutico, e em grupos de reflexão acerca deste
trabalho, venho me deparando com algumas questões que insistem, tecendo redes de
inquietações e condensando áreas de interesse para investigação. Seminários sobre
transtornos autísticos e estados primitivos da mente, combinados a grupos de estudo,
trabalho e investigação sobre os transtornos globais do desenvolvimento, têm construído,
neste momento de meu percurso, uma confluência estimulante.
Como fundamentos para estas reflexões consideram-se os desenvolvimentos pro-
duzidos pela investigação psicanalítica de aspectos psicóticos da personalidade, a partir
de Bion, dos estados primitivos da mente a partir de Klein, Bick, Meltzer, Tustin, Mitrani
1
Psicóloga Clínica com Mestrado em Observação Psicanalítica pela Tavistock Clinic e University of East
London. Associada Clínica do Departamento de Criança e Família da Tavistock Clinic de 1988 a 1993 (curso Child
Psychotherapy). Membro filiado ao Instituto de Psicanálise da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo,
participante do Grupo de Trabalho e Investigação em Transtornos Globais do Desenvolvimento, coordenado por
Paulo Duarte. Atualmente desenvolve atividades clínicas e didáticas em consultório e no Setor de Saúde Mental do
Departamento de Pediatria da Universidade Federal de São Paulo (UNIFESP). Membro do Instituto Sedes Sapientiae,
docente do Curso de Intervenção Precoce na Relação Pais-Bebê.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 169


Mariângela Mendes de Almeida

e Korbivcher, e dos desdobramentos da clínica psicanalítica com crianças com transtor-


nos autísticos por Alvarez e Reid, além das iluminações clínicas de Ferro quanto ao
constante exame da mente do analista enquanto trabalhamos. Tem sido interessante o re-
contato com as idéias clínicas de Frances Tustin a luz destes desenvolvimentos e interfaces
atualmente presentes no campo.
As questões que mais têm me mobilizado são relacionadas aos instrumentos e
dispositivos clínicos de acesso ao mundo interno da criança com transtornos autísticos.
Tais reflexões têm sido ampliadas, principalmente a partir do contato com o trabalho
de Korbivcher, para se pensar sobre momentos de retirada autística em pacientes
necessariamente não tão autistas.
Neste artigo, transito também por criações de Chico Buarque de Holanda e de
Flávio Palmeira.
É provável que este último nome não encontre o mesmo reconhecimento em
nosso repertório psicanalítico ou cultural que as outras ilustres figuras, mesmo por-
que se trata de uma denominação fictícia para um paciente para mim muito significa-
tivo para a instigação, formulação e acompanhamento de algumas das questões em
foco. Aliás, foi através do cantar de Flávio Palmeira, em recente sessão, que revisitei
e re-signifiquei versos de Chico Buarque, que ilustram de forma surpreendente, sutis
movimentos de aproximação e afastamento que vivenciamos com estes pacientes.
Na dita sessão, entre períodos de intensa sustentação de olhar, interrompidos por
(ou entrelaçados com?) momentos de ansiedade, agitação ecolálica e evitação, Flá-
vio cantou a canção cujo início reproduzo no começo deste artigo, falando dos olha-
res em duas trilhas, em duas metades, um olho sempre a boiar e o outro que agita,
um olho que não está, que evita olhares e o outro que arregala a pepita, um que
chama pra luta aflita e o outro que se larga, um que atura, outro que chora, um que
pestaneja, outro que fita.
Como se desenvolve este fluxo de aproximação e afastamento? Seria possível
identificar os componentes psíquicos dos momentos de ruptura (que chamarei aqui de
pontos de choque, ou pontos de corte?) Quais seriam os gatilhos, os disparadores da
oscilação? Haveria paralelos entre este fluxo oscilatório num garoto como Flávio e
movimentos de oscilação entre estados mais conectados e menos conectados, ou mesmo
desconectados, em indivíduos não autistas? O que o trabalho com estes estados em
crianças autistas podem nos ensinar sobre tais movimentos em nós mesmos e em nos-
sos pacientes com funcionamentos mentais aparentemente mais articulados? Como o
analista acompanha estes movimentos? Quais os dispositivos clínicos de que lança
mão? Como “reclamamos” (Alvarez, 1992) nossos pacientes em seus momentos de
distanciamento? Qual a presença de nosso desejo impulsionante neste resgate?
Muitos autores consideram este investimento desejante, denominado por Marucco
(2007) de “aposta pulsional do analista” como ingrediente presente em qualquer pro-
cesso analítico, mas nos casos em que se manifestam aspectos de retraimento autístico,
tal investimento configura-se como instrumento estruturante do contato analítico, ferra-
menta terapêutica por excelência na construção de uma possível subjetivação (a preci-
osa noção de “reclamação”, de Anne Alvarez (1992), presente no repertório pais-

170 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

bebê e expandida para a clínica dos aspectos autísticos, como ingrediente nas tentati-
vas de engajamento do indivíduo num circuito relacional).
Considerando a noção de técnica de maneira ampliada, não ligada a formas
pré-estruturadas do fazer analítico, envolvo-me, em minha prática e aqui neste artigo,
com o registro de vivências “in loco” e reflexões “a posteriore”, do quê em nossa
função pode ir, nas experiências de sintonia psíquica expressas também nas minúcias
interativas, reconfigurando aspectos tão sutis de possibilidades de um “dialogismo”
(Fonseca, 2005).

Transitando pelas narrativas de Flávio Palmeira

De certa forma acompanho Flávio Palmeira desde muito cedo. Atualmente com
14 anos, esteve em tratamento desde os 3 anos e 8 meses com uma colega,2 encami-
nhado pelo serviço em que eu trabalhava como psicóloga. Fez parte do grupo de
alunos de uma Pré-escola Terapêutica que eu coordenava, desde os 6 anos. Está
agora comigo em análise desde os 8 anos.
Revendo seu acompanhamento através da intervenção inicial pais-criança, se-
guida de análise, da intervenção multidisciplinar na pré-escola terapêutica, (com alguns
vídeos que ilustram seu “desenvolvimento”), e seu seguimento analítico, venho também
refletindo sobre a relevância do trabalho inicial, cada vez mais precoce, envolvendo os
pais junto à criança para plantar as bases de um trabalho analítico profícuo e “susten-
tável”. No contato com Sue Reid e no Workshop de Autismo da Clinica Tavistock por
quase seis anos, acompanhei e me convenci profundamente da relevância indispensá-
vel das avaliações iniciais prolongadas mobilizando os pais para o trabalho analítico
com a criança com transtornos autísticos.
Refiro-me também, portanto, ao investimento desejante dos pais e do analista
(ampliada para a rede de profissionais envolvidos) e desta dupla pais-analista/profissi-
onais como casal parental e rede-base de continência, gerando condições de desen-
volvimento para a criança-filho-paciente, incluindo elementos que caracterizam a fun-
ção parental de gerar esperança e amor, tolerar angústia depressiva e promover a
capacidade de pensar (Meltzer e Harris, 1986).
Além disso, dou-me conta que tenho um verdadeiro “álbum de recordações”
deste paciente, tal qual os pais tem dos filhos, durante as várias etapas de sua vida.
Outra manifestação do investimento desejante? Interessante pensar que não se trata
de um paciente que se mostrou inicialmente particularmente cativante. Pelo contrário,
inicialmente Flávio evocava na equipe e nas crianças da Pré-escola Terapêutica em
que o conheci pessoalmente, aos 6 anos, uma reação de irritação e cansaço frente a
seus movimentos agitados e constantes solicitações verbais e insistentes perguntas, em
que importava muito mais a repetição ecolálica do que a eventual resposta.
Percebo também com a ajuda das discussões clínicas sobre este paciente, que

2
................., que realizou inicialmente uma intervenção terapêutica conjunta pais-criança, prosseguindo com a
criança em análise individual.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 171


Mariângela Mendes de Almeida

hesito em registrar que o tempo passa para Flávio Palmeira e para nós, e que ele já tem
14 anos, apesar de dizer que tem 11. Combinar a dedicação de uma relação de analista/
mãe de uma mente-bebê com uma relação do tipo analista/mãe de aspectos que estão
tendo que “adolescer” no contato com o mundo externo, tem sido um constante desafio.
Passamos também por fases em que o registro de nosso contato analítico era
tão fragmentado, que eu dificilmente conseguia escrever uma sessão, pois não localiza-
va fios de reconstrução da experiência e de suas manifestações esparsas e caóticas,
com intensas manifestações motoras e sonoras que não pareciam ter nenhum encade-
amento como representação em minha mente, mesmo mantendo ativo meu radar
contratransferencial.
Voltando às imagens evocadas por Flávio com a canção de Chico, o contato
com esta criança vem, portanto, me intrigando quanto à coexistência destas trilhas
entrelaçadas, de mudança psíquica possível ramificando-se em constante expansão, e
de núcleos autísticos arraigados que parecem se “reformar”, se adaptar às mudanças,
“incorporá-las”, mas manter-se como um refúgio ( talvez cada vez mais encapsulado –
para o benefício do paciente quem sabe???) que talvez também evolua com as novas
aquisições de habilidades sociais, desenvolvimento da linguagem formal e possibilida-
de de decodificação dos afetos.
Pergunto-me: quando percebemos mudanças significativas nestes nossos paci-
entes, estariam ocorrendo mudanças estruturais destes núcleos autísticos ou redução
da preponderância destes aspectos frente a um maior desenvolvimento de aspectos de
conexão? Poderíamos dizer que o trabalho analítico se dá nesta fronteira, expandindo,
amplificando sutis áreas de transformação, buscando captar o interesse de nossos
pacientes pela vivência de tais possibilidades, como alternativas possíveis a núcleos
autísticos ora dominantes do espaço psíquico?

Revisitando os constituintes da função analítica continente:


aspectos do investimento desejante?

No texto “Construções iniciais da capacidade simbólica: contribuições a partir


da clínica dos transtornos autísticos infantis” busco o intento de detalhar os aspectos
constitutivos dos processos de continência em atividade na clínica, e possíveis aspec-
tos técnicos – os tais dispositivos clínicos de acesso, aspectos presentes no repertório
relacional pais bebê, amplificados na relação analítica (discutidos principalmente a partir
da experiência de contato com as idéias de Susan Reid, Anne Alvarez, do Workshop
de Autismo e da tradição Tavistock de inter-relação com a Observação Psicanalítica
das relações iniciais e com as novas investigações em Psicologia do Desenvolvimento).
Retomando-os resumidamente, destaco como constituintes da função analítica de con-
tinência a estados primitivos de mente os aspectos de:

a) atenção aos mínimos sinais e tentativas de comunicação expressos pela


criança (estado de mente disponível a receber e registrar incipientes manifestações e
observar impactos emocionais)

172 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

b) amplificação dos sinais e tentativas de comunicação (fornecimento de


continuidade através da observação, manifestações de surpresa e dúvida, nomeação,
investigação e agregação de estados emocionais rudimentares às manifestações auto-
máticas)
c) favorecimento de um senso de agência (ampliação da experiência da crian-
ça de evocar algo em alguém, de ter suas manifestações recebidas e pensadas por
alguém)
d) atitude de relação com uma mente que virá a ser (suposição de um já
sujeito onde ele está ainda sendo construído, tal com a mãe faz com seu bebê, num
delicado jogo de investigação e atribuição de possíveis intencionalidades; o nosso falar
pelo paciente, dando voz e representação a possíveis estados em construção)
e) favorecimento do desenvolvimento de um senso de espaço mental inter-
no (o nosso muitas vezes intuitivo “pensar alto”, como se estivéssemos dialogando
com um interlocutor interno, demonstrando à criança que há um espaço/mente em que
conteúdos como sensações, percepções, mesmo que em estado fragmentado, podem
ser registrados, processados ou talvez adquirir algum valor compartilhado)
f) integração de diferentes níveis e registros de experiência (associação en-
tre elementos pré-verbais e verbais, entre descarga e transformação simbólica pela
linguagem, entre a experiência sensorial através de um sentido dominante e a integra-
ção de várias modalidades sensoriais, entre a experiência concreta e a transformação
através da continência emocional)
g) regulação de distâncias (oferecimento de espaço para que os ritmos da
criança se desenvolvam sem sobrecarga ou invasão de necessidades projeções e ex-
pectativas narcísicas do adulto, sendo, porém, como sugerem Alvarez e Reid, gentil-
mente ativo sem ser intrusivo, captando o interesse do paciente, em qualquer lugar que
ele esteja).
Acredito que estes aspectos caracterizam também a maneira como o investi-
mento desejante do analista se orienta em relação ao paciente, assim como a figura
materna subjetiva o bebê desde os primórdios de seu desenvolvimento.

Ilustração Clínica:
Um dia na vida analítica de Flávio Palmeira - aproximações e afastamentos

Apresento agora uma vinheta do trabalho clínico com Flávio, na tentativa de


ilustrar algumas nuances e impasses relacionados às questões anteriormente levanta-
das. Espera-se que os aspectos constitutivos da função analítica no contato com esta-
dos primitivos, mencionados acima, também encontrem na narrativa clínica uma via
mais viva de presentificação.

Assim que entra na sala, certeira e rapidamente Flávio toca o interruptor ao lado
da porta para acender a luz, estendendo a mão para o lado, quase sem olhar. É a
primeira vez que faz isso e me surpreendo com a sua rapidez e precisão, parece que

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 173


Mariângela Mendes de Almeida

algo do ambiente imediatamente o mobilizou (alguma característica sensorial de dife-


rença de luminosidade?), antes mesmo de estarmos nele. Imediatamente, se dirige
para o armário de panelinhas, abre e pega algumas, manipulando-as de forma aparen-
temente automática (não olha muito para elas, parece uma atividade estimulatória tanto
pelo aspecto motor quanto pelo sonoro – os movimentos e barulhos das panelinhas se
chocando parecem ser um atrativo).
Vou falando, anunciando o que vou fazendo (a la mãe-bebê). Comento que vou
pegar sua caixa de brinquedos e a coloco na mesa. Digo que vou abrir as cortinas (que
são leves) para termos mais luz. Flávio presta atenção e fixa o olhar por mais tempo em
meus movimentos enquanto abro as cortinas, parece notar que algo mudou. Olha de
longe, mas bem nos olhos quando comento que ele logo acendeu a luz quando chegou
e agora abrimos a cortina, estamos com nossa sala bem iluminada. Flávio responde
com um “É” baixinho, reflexivo(?), que me faz pensar naquele tipo de intrigante con-
tato em duas vias em que às vezes nos vemos envolvidos. (A voz baixa, meio enrustida,
que parece quase sair sem querer, responde ao diálogo, enquanto olhos desviam ou
uma voz alta gritada entoa ecolalias).
Aproximo-me de Flávio, que está de pé e com uma manutenção de olhar mais
constante que de costume. Comento algo sobre a gente estar hoje conversando com o
olhar, “eu olho para você, você olha para mim, eu olho de volta...” (atenção e
amplificação dos mínimos sinais de contato e comunicação).
Flávio sorri olhando bem nos olhos. Comento sobre ele sorrir, parecer conten-
te... Como ele se sente? (pergunto)
Flávio: (diz rápida e de certa forma automaticamente) “Feliz!”
Na tentativa de promover a possibilidade de um contato menos automático,
conectando, aos poucos, estados internos com nomeações e manifestações aos outros
(integração de diferentes registros da experiência), comento de uma forma pausada,
que vai aos poucos se tornando rítmica: “Quando a gente se sente feliz, contente a
gente sorri, a gente ri. É bom estar aqui junto, é bom conversar, o meu olhar vai
pra você, o seu olhar pra mim, o seu sorriso vem pra mim, o meu sorriso vai pra
você...”
Acompanhando o ritmo desta fala, começamos a juntar um movimento corporal
de vai e vem, ilustrando com as mãos esse vai pra lá e pra cá (tipo/ritmo de brincadeira
infantil de serra-serra serrador, o que alude à tentativa de integração de vários níveis e
registros da experiência, o motor, o verbal, o emocional, o lúdico e o relacional). Flá-
vio responde com entonação de sorrisos acompanhando o movimento, às vezes se
deixando levar por minhas mãos, às vezes sendo ele próprio o ativador da brincadeira,
puxando com suas mãos o vai e vem. Acompanho com falas rítmicas de “vai e vem...
prá você e prá mim...”
Vamos nos movimentando pela sala e Flávio comenta algo sobre dança, digo
que parece mesmo que a gente está dançando, brincando junto, quando a gente dança
a gente fica bem perto e se diverte junto.
Paramos perto das cadeiras, Flávio se senta (inédito). Sento-me na cadeira ao
seu lado. Continua a manter bastante contato visual e digo que Flávio está muito inte-

174 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

ressado em conversar com o olhar (verbalizo algumas de suas possíveis falas, numa
atitude de relação com uma suposta-mente que virá a ser: “Como é que está essa...
(nome da analista) hoje? O que se passa com ela? O que se passa comigo? O que
a gente pode fazer junto?”)

Ponto de choque

De repente, Flávio fala numa voz alta e bem enfática (sugerindo uma ecolalia
tardia): “Não quero dormir, quero ficar acordado!” (Repete algumas vezes alto em
tom de lamento reclamatório e veemente protesto...) Reproduz um diálogo: “Junior,
mas você tem que dormir, é de noite...! Não eu não quero dormir, quero ficar
brincando...!” (se agita enquanto repete, cada vez mais alto e insistentemente).
Penso, intrigada, no que será que disparou esta mudança de rumo, o que o teria
agitado? A manutenção do olhar terá sido demais? Terá a minha atribuição de uma mente
pensante com alto grau de interesse e curiosidade se adiantado ao ritmo de Flávio?
M: “Às vezes você fica agitado e não dá muito pra descansar, não é?”
Flávio faz balanceios batendo as costas na cadeira, agita e enrijece os braços e
dedos, às vezes acompanhados com um som contínuo (iiiiiiiih!).
Comento que às vezes ele fica agitado aqui, em casa e pede que eu, a mamãe,
que a gente possa ajudá-lo a conseguir descansar.
Flávio faz um movimento de escrever no ar, como se estivesse empunhando um
lápis imaginário que ele maneja muito rápida e agitadamente.
M: “Olha! Você está escrevendo alguma coisa! Que será que você está es-
crevendo? Vamos pegar uma folha?” (levo-lhe uns lápis de sua caixa)
Meu interesse e entusiasmo verbalizados enfaticamente funcionam como ampli-
ficação e tentativa de subjetivação de seus sinais, como alternativa à repetição auto-
mática puramente motora. Flávio pega a folha que lhe entrego e leva para cima de um
dos armários da sala. Começa a desenhar bem forte em movimentos rápidos, acalcando
bastante com o lápis de cor preto.
M: “Você estava falando da sua agitação no escuro da noite... Aqui parece
o escurão da noite...”
...(Silêncio, Flávio continua fazendo traços fortes de vai e vem com o lápis
preto).
M: “O Flávio está aqui no escurão da noite?”
(desenho um menino-Flávio)
Pergunto como o Flávio está, se está com alguém, se está sozinho, o que está
fazendo?
F: “Tá sozinho, tá brincando”.
M: “Puxa, como será que o Flávio está se sentindo sozinho no escurão da
noite?”
Com determinação, Flávio pega o lápis azul e desenha com movimentos rápidos
as palmeiras (tais figuras são comuns no repertório gráfico e verbal cotidiano de Flá-

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 175


Mariângela Mendes de Almeida

vio, anteriormente com conotação mais ecolálica e repetitiva, como foco de atenção
ritualizada de admiração e interesse estereotipado, agora aparecendo de forma menos
freqüente e mais diversificada).
F: (Diz alto, com entonação ecolálica) “É um palmeira, não precisa ter medo
dela, é uma palmeira da ‘articiais!’” (Entendo que ele quer dizer “artificiais”)
F: “Essas palmeiras são de brinquedo no Shopping super... (nome da analista).”
M: “Dá pra gente conversar, brincar, tentar conhecer melhor este medo,
sem ele te assustar de verdade aqui na nossa sala do Shopping super...?”
F: “É de brinquedo!”

Ponto de choque

Flávio vira a folha para baixo num movimento brusco, se mantendo em volta do
armário em barreira de impedimento, com os braços abertos bem tonificados, um
pouco de balanceio com os pés, dizendo:
F: “Não tem mais palmeira...! Agora mudou a cena! (misturando ansiedade
com um pouco de faz de conta)... Agora é o circo...! (desenha no verso do papel de
maneira agitada, que parece evacuatória). Acabou a palmeira!”
M: “O medo tem que acabar, tem que ir embora? Agora é o circo do movi-
mento?”
Flávio protege o espaço com o papel virado como uma fortaleza, cercando-o
com seus balanceios e braços rígidos. Parece estar envolvido numa tentativa deses-
perada de manter um equilíbrio à beira de colapso, uma auto-regulação do que é
possível a ele tolerar nesta esfera das trocas de interesse pelo outro e pelos senti-
mentos de si e do outro. Parece vivenciar em turbulência motora, acionando o circo
do movimento, incipientes rudimentos de aspectos que assustam, que talvez possam
ser metabolizados, podendo até ser brinquedo, mas que contém o risco de conge-
lar-se em “arti(fi)ciais”. Ao mesmo tempo, parece ser tomado por puro pavor em
estado bruto, do qual não pode se aproximar, nem tocar nem olhar, e do qual tem
que poupar a si e a mim.
M: “Cadê o Flávio? Cadê o medo? Será que dá pra gente junto ir chegan-
do perto deste medo, ir vendo como ele é, conversando sobre ele?” (brinco de ir
chegando aos poucos perto do papel, devagarzinho, tentando trazer o Flávio). Flávio
me impede com bastante vigor, mantendo a cerca e não deixando que o papel seja
virado. (a tônica maior é de ansiedade, mas aparecem uns lampejos de uma atmosfera
lúdica que me lembram brincadeiras tipo “achou!”, ou antecipatórias tipo formiguinha
que sobe pelo braço e faz coceguinhas).
F: “Agora um pano tampou tudo, tamparam as palmeiras lá dentro!” (Faz
os traços contínuos por cima do desenho).
Flávio faz também uma figura que ele depois diz ser uma pessoa subindo a
escada, mas que também é coberta pelo pano que tampa tudo. (Penso no nosso cami-
nho para a sala do consultório).

176 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

F: “As palmeiras foram embora...


Agora não é mais o Shopping super..., agora é o Shopping Ibirapuera, ago-
ra é o Mac Donald´s”. (agitado, riso meio escancarado tipo alucinado)
M: “Agora está difícil poder ficar com o medo, mas a gente pode sempre
aqui tentar ficar mais perto do que a gente sente. As palmeiras podem voltar
outro dia, quando a gente se encontrar de novo. Sempre que a gente se encontra
a gente pode junto ficar mais perto do que a gente está sentindo...” (Após um
tempinho, Flávio parece se acalmar um pouco, e a atmosfera de faz de conta parece
conseguir alguma preponderância frente à atmosfera de terror).
F: “Vamos comigo? (Dando a mão e me puxando para se aproximar do dese-
nho, virando a folha para o lado das palmeiras). É de brinquedo!”
M: “É, mas a gente sente o nosso medo de verdade... Mas a gente pode
conversar sobre ele, pensar sobre ele, até fazer um faz de conta com ele... chegar
perto como a gente está chegando agora, aí ele não assusta tanto a gente...”
Pergunto sobre algumas figuras do desenho e escrevo o que Flávio havia dito ou
diz sobre elas. Flávio faz um relógio de pingar areia e comento que estamos mesmo
perto da hora de irmos embora.

***

Flávio cantarola uma melodia que reconheço (e que eu adoro! –“Tanto amar”
do Chico Buarque de Holanda), com algumas palavras misturadas e pronunciadas
como se fossem uma língua meio estrangeira, meio “português esburacado”, mas em
afinação e ritmo comoventes. Penso na dupla Flávio pai e Flávio filho, que se encon-
tram nos momentos de música, o pai gosta, Flávio acompanha e parecem se sintonizar
nesta identificação.
Lembro também que a música fala de dois olhares –um que fita, outro que
evita– o que parece fazer muito sentido para a gente ali. Canto com ele a melodia,
colocando a letra em alguns pedaços que lembro, “amo tanto e de tanto amar,
acho que ela acredita... tem um olho a… e outro que agita...”, “tem um olho
que não está, meus olhares evita”, “e outro me fita”, “é na soma do seu olhar,
que eu vou me conhecer inteiro...” Me empolgo: “Amo tanto e de tanto amar,
em Manágua temos um chico, já pensamos em nos casar, em Porto Rico” (nesta
hora sinto que talvez tenha me entusiasmado um pouco demais...) Flávio, que no
início se mostrara curioso, sorrindo, surpreso, aparentemente com eu ter reconheci-
do a música e cantado com ele, diz, sorrindo agora de forma mais provocativa: Para
de me imitar!

Leve ponto de choque

Flávio recua um pouco quando eu canto a estrofe do casar.


Comento: “Cheguei perto demais, não é, Flávio? Talvez essa seja uma das

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 177


Mariângela Mendes de Almeida

coisas que dá medo e faz você querer se afastar, lá pra ilha, pro circo do movi-
mento, da agitação”.
F: Quero ficar no consultório da... (nome da analista), não quero ir lá pro
mundo da fantasia.
Repete esta fala de maneira lamuriosa, com um leve tom ecolálico, demonstran-
do dificuldade de suportar a quebra da continuidade, porém sem que seja necessário
passar a se agitar e se acalma quando comento que depois de amanhã a gente se
encontra de novo pra continuar conversando destas coisas.

Comentários: uma tentativa de reflexão sobre os passos do dueto


analista-paciente

Acompanhando o movimento da sessão observamos ritmos gradativos de aproxi-


mação e sintonia, em sutil intercurso (dialógico?), facilitados por recursos de continência,
interesse e leitura dos sinais expressos pelo paciente, rompidos por momentos de afasta-
mento. Tais rupturas parecem se manifestar como pontos de corte, ou como chamei
aqui, pontos de choque, se enfatizarmos a mutualidade da relação, e as manifestações
gestuais e verbais. Assim, surgem sutis curto-circuitos interativos, e mudanças de rotas na
atmosfera do contato, marcados por agitação, ansiedade e evitação, com descargas
motoras e verbais em alto volume e insistente repetitividade. Nosso choque e diferenças
de ritmo dificultando a regulação? Sobrecargas somatopsíquicas e choque de Flávio
frente à intensidade de movimento proto-vincular num contexto de precariedade de seu
aparato mental para modular tais movimentos? A articulação entre os aspectos neuropsi-
cológicos e emocionais vem sendo cada vez mais alvo de investigação e interesse para os
psicanalistas, conforme demonstra Guimarães Filho (2007). Será que poderíamos aqui
localizar esta delicada interação?
Poderíamos dizer que o choque se dá nos momentos de aproximação excessi-
va, ou seja, o contato é ao mesmo tempo desejado, mas temido? Nestes momentos fui
longe demais? Ou faz parte da função analítica ir flexibilizando estas barreiras e ampli-
ando o espaço de representação para que Flávio possa se aproximar dos medos-
palmeiras e torná-las algo que se possa “imaginar/brincar” sem que precisem se tornar
as rígidas “articiais” palmeiras de brinquedo/medo negado?
No momento em que me encanto com a melodia de Flávio, com o meu
apaixonamento pela canção e pela percepção da sincronicidade entre nosso momento
e a escolha da música, talvez tenha me envolvido mais com minhas próprias represen-
tações e satisfações narcísicas do que com os rudimentos de construções de Flávio.
Após cantar a estrofe sobre o casamento e filhos, me pego pensando: “Nossa! Acho
que exagerei, estamos começando a chegar mais perto e eu já falo em casar e ter
filhos!” Apesar desta formulação um tanto conteudística, sinto-me inegavelmente emo-
cionada com a evolução da situação. Percebo-me também mais sintonizada com Flá-
vio quando percebo que ele recua levemente, demonstrando perplexidade e posso lhe
dizer que cheguei perto demais, relacionando tal aproximação com seus movimentos
de oscilação para o afastamento.

178 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

Por que imagino que aqui tenha se dado um leve choque, diferente dos outros
apontados anteriormente? Apesar de minha sensação de interferência ser mais consci-
ente aqui do que nos outros momentos, Flávio pôde manejar a distância possível fisi-
camente, com o olhar e com toques verbais que me ajudaram a refletir sobre a situação
de proximidade e possível tendência a engolfamentos por minha extrema empolgação.
Será que o trabalho analítico ao longo da sessão terá facilitado a Flávio não ter que
recorrer agora ao circo do movimento e poder regular a distância possível, comunicando
suas fronteiras sem se desmantelar e se descompensar? Interessante que dos três mo-
mentos de choque, a minha surpresa e inconsciência sobre minhas possíveis ultrapassa-
gens das linhas de proteção coincidiram com as mais “espalhafatosas” e desintegradas
reações do paciente, enquanto que quando houve algum senso de ultrapassagem de
minha parte, houve também por parte do paciente, uma melhor condição de manejo.
A intensidade da ultrapassagem em si parece não ter sido o fator principal, ou
pelo menos a intensidade da intrusão não pode ser determinada por nossas referênci-
as. (Me senti, por exemplo, muito mais invasiva e inundando a relação com aspectos
muito próprios na terceira situação do que nas outras precedentes). Ao mesmo tempo,
me senti muito mobilizada emocionalmente por algo evocado em nosso contato ali, e
penso que algo desta atmosfera pode ter sido comunicado, não como invasão, mas
como sintonia afetiva e proximidade emocional, que nos permite até perceber as nuances
dos próprios movimentos.

Conclusão
Antenas parabólicas em contradança

No momento de elaboração e próxima da conclusão deste artigo, sonho com


duas antenas parabólicas de consideráveis dimensões, em posição “conversadora”,
uma de frente para a outra, como um face-a-face. Essa cena me aparece como um
“flash”, ao acordar, como resquício de um contexto de sonho maior, que embora exis-
tente em sensação, me permanece inconsciente (como muitas vezes nos é comum em
lembranças de sonhos). Em vez de material sintético ou metálico, “articial” como diria
Flávio Palmeira, as antenas mostram uma trama tecida em fibra natural, com alguns
pontos de esgarçamento, em que levemente se transforma a coloração, e a textura
parece mais desgastada. Este detalhe lembra um aspecto de gaze, após permanecer
um tempo como curativo, um pouco desfiada e com leve tintagem de sangue e fluídos
corporais do tipo água e pus.
Alfabetizados por esta imagem onírica, que parece corresponder à formulação
teórica de analistas contemporâneos da contratransferência, aqui já mencionada como
radar no contato com nossos pacientes, poderíamos dizer que nosso radar-antena
parabólica “conversa” com o radar-antena parabólica dos pacientes. Tal contradança
de olhares e sinais, às vezes dueto, às vezes balé esquisito e dança rústica, inclui nossas
texturas naturais e sensíveis aos estados de sofrimento em nós e no outro, acompa-
nhando o processo interno de intensa luta travada entre nossos recursos/anticorpos de

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 179


Mariângela Mendes de Almeida

proteção e as ameaças de desagregação, combinada com a possibilidade de experiên-


cia, mesmo que rudimentar, de contato com o emocional e a dor psíquica. Como
ilustração metafórica, a definição de contradança é interessante, enfatizando a idéia de
pares que se colocam frente a frente a executar uma série de movimentos contrários e
complementares.
Neste contexto e levando em conta a ilustração clínica de Flávio Palmeira, po-
deríamos dizer que a percepção do analista acerca de seus estados internos, constitui-
se no fator diferencial para promover maior capacidade e espaço para o paciente
poder lidar com seus aspectos desintegrados sem precisar expulsá-los ou evacuá-los.
Assim, os recursos contratransferenciais do analista firmam-se como os instrumentos
mais preciosos para fortalecer a construção de rudimentos de simbolização nos esta-
dos primitivos de mente a nível processual ao longo da análise. Entretanto, nestes
casos, vemos também como a cada micro-situação tal expansão se faz ou não possí-
vel, não se instalando logo como um aprendizado garantido, mas dependendo sempre
de um novo re-investimento do analista em seus estados mentais, nos estados do outro
e nos movimentos emocionais da dupla, para que possa ir se tornando pouco a pouco
mais consistente, ou para que possa se configurar como via alternativa.
Parece que, seja qual for nosso próprio movimento, mesmo que sentido como
“tendo ido longe demais”, com pernas enroscadas num balé esquisito, temos nossa
função analítica maximizada quando podemos continuar ressonantes ao impacto emo-
cional deste movimento em nós mesmos e no outro com o qual estamos trabalhando.
Neste aspecto, como nos versos de Chico a que alude Flávio, é na soma dos
olhares do outro que o conhecimento de si vai se dar (“É na soma do seu olhar, que eu
vou me conhecer inteiro, se eu nasci prá enfrentar o mar, ou faroleiro”).
Tal como a mãe e seu bebê e tal como antenas parabólicas naturalmente sensí-
veis face a face “em conversação”, o paciente se vê no olhar do analista e nós também
nos vemos analistas no olhar do paciente. É inerente à nossa função sustentar esses
olhares, no sentido de podermos manter em mente, como expressão do investimento
subjetivante, o olhar para o nosso interno, para o interno do outro e para os movimen-
tos da dupla nesta dança e contradança.

Resumen
Partiendo de reflexiones acerca de estados primitivos de la mente y de desarrollos
clínicos en la técnica psicoanalítica con transtornos autísticos infantiles, este artículo
discute la cuestión de la convocatoria del paciente por el analista, nuestro deseo por
contacto, e impases y matices que emergen en nuestra práctica. A partir de la descrip-
ción detallada de una sesión de trabajo analítico, se resalta la importancia de nuestros
sensores contratransferenciales internos para acompañar tanto el movimiento de los
pacientes como los nuestros, en oscilaciones de aproximación y alejamientos. Una
canción conducida en sesión por el paciente y un sueño del analista participan de la
interlocución.

180 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

Descriptores: Psicoanálisis de niños – Barreras autistas – Deseo del analista – Contra-


transferencia – Interacción comunicativa.

Resumo
Partindo de reflexões acerca de estados primitivos da mente e de desenvolvimentos
clínicos na técnica psicanalítica com transtornos autísticos infantis, este artigo discute a
questão do investimento do analista no contato com o paciente, seu desejo impulsionante,
e impasses e nuances que emergem em nossa prática. Utilizando-se do acompanhamen-
to detalhado de uma sessão de trabalho analítico com um garoto autista, ressalta-se a
importância de nossos sensores contratransferenciais internos para acompanhar tanto o
movimento dos pacientes quanto as nossos próprios, em oscilações de aproximação e
afastamentos. Uma canção trazida em sessão pelo paciente e um sonho da analista
participam da interlocução.

Palavras chave: Psicanálise de crianças – Transtornos autísticos – Investimento desejante


do analista – Contratransferência – Interação comunicativa.

Summary
Considering reflections regarding primitive states of mind and clinical developments
within psychoanalytic technique with children within the autistic spectrum, this paper dis-
cusses the issue of the reclaiming function of the analyst, his investment in the contact
with his patient, the impasses and nuances emerging in our practice. Making use of a
detailed report of an analytic session with an autistic boy, the relevance of our counter-
transference is emphasized, to contain the patient’s movements and our own, oscillating
between closeness and withdrawal. A song brought by the patient during the session and
a dream the analyst had during the process of writing this paper take part in the dialogue.

Key words: Child Analysis – Autistic spectrum – Reclaiming function – Countertransfer-


ence – Communicative interaction.

Bibliografia

Alvarez, A. (1992) Live Company: Psychoanalytic Psychotherapy with Autistic, Borderline,


Deprived and Abused Children. London and New York, Tavistock/Routledge.
Alvarez, A. and Reid, S. (1999) Autism and Personality - Findings from the Tavistock
Autism Workshop. London, Routledge.
Bick, E. (1964) Notes on Infant Observation in Psychoanalytic Training. In Collected Papers of
Martha Harris and Esther Bick. Ed. M. H. Williams, The Rolland Harris Education Trust, 1987.
- (1967) The Experience of the Skin in Early Object Relations. In Collected Papers of
Martha Harris and Esther Bick, Ed. M. H. Williams, The Rolland Harris Education Trust,
1987.
Bion, W. R. (1962) Learning from Experience. London, Karnac.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 181


Mariângela Mendes de Almeida

Ferro, A. (1995) A Técnica na Psicanálise Infantil. Rio de Janeiro, Imago.


Fonseca, V. R. (2005) “As relações interpessoais nos transtornos autísticos: uma abor-
dagem interdisciplinar da psicanálise e da etologia”. Tese de Doutorado pela Instituto de
Psicologia da Universidade de São Paulo.
Guimarães Filho, P. D. (2007) Associações e separações do neurológico e do psicológi-
co no espectro autista: é preciso discriminá-las? Trabalho apresentado no I Encontro
Latino Americano de Psicanálise de Crianças e Adolescentes da SBPSP, São Paulo.
Korbivcher, C. F. (2001) A teoria das transformações e os estados autísticos: transforma-
ções autísticas: uma proposta. Rev. Brás. Psicanál, Vol. 35, Nº 4, p. 935-58.
- (2006) A mente do analista e as transformações autísticas. Rev. Brás. Psicanál, Vol. 39,
Nº 4, pp.113-130.
Marucco, N. C. (2007) “Entre a recordação e o destino: A repetição”. Conferência na
Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo, em março de 2007.
Mélega, M. P. (1999) Pós-autismo: uma narrativa psicanalítica. Rio de Janeiro, Imago.
Mélega, M. P. & Mendes De Almeida (2007) Echoes from overseas: Brazilian experiences
in psychoanalytic observation, its developments and therapeutic interventions with parents
and small children. In Innovations in Parent-Infant Psychotherapy, Maria E. Pozzi Monzo
(ed), London, Karnac.
Meltzer, D. & Harris, M. (1986) Studies in Extended Metapsychology. Scotland, The Clunie
Press.
Mendes De Almeida, M. (1998) “A Contribuição da Observação da Relação Mãe-Bebê e
do Estudo das Relações Iniciais à Clínica das Perturbações Graves na Infância”. Trabalho
apresentado no II Colóquio Internacional Esther Bick- Observação de Bebês, Lisboa. No
prelo para publicação no livro “O olhar e a escuta para compreender a primeira infância”,
org. por Mélega, M. P., São Paulo, Casa do Psicólogo.
- (2000) Processos de Subjetivação e Inclusão - A Evolução de uma Criança Psicótica na
Pré-Escola Tangram. In A Psicanálise, a Educação e os Impasses da Subjetivação no
Mundo Moderno, Anais do II Colóquio do Lugar de Vida/Lepsi, USP.
- (2002) “Observação de bebês e seus desenvolvimentos: repercussões na clínica dos
transtornos autísticos infantis”. Trabalho apresentado no VI International Congress on Infant
Observation according to the method of Esther Bick, “New discoveries and applications”,
Centenary of Esther Bick´s birth, Cracóvia, Polônia. No prelo para publicação no livro “O
olhar e a escuta para compreender a primeira infância”, org. por Mélega, M. P., São Paulo,
Casa do Psicólogo.
- (2003) “Construções iniciais da capacidade simbólica: contribuições a partir da clínica
dos transtornos autísticos infantis”. Artigo ainda não publicado.
- (2006) “Algumas considerações acerca das concepções de Freud sobre os processos
psicóticos – Expansões e realizações a partir da clínica psicanalítica infantil”. Trabalho
apresentado no Congresso da Fepal em Lima, Peru.
Miller, L.; Rustin, M. and Shuttleworthh, J. (1989) Closely Observed Infants, London,
Duckworth.
Pires, L. (2007) Do Silêncio ao Eco – Autismo e Clínica Psicanalítica. São Paulo, Edusp.
Reid, S. (1988 a 1993) Colocações durante o Workshop semanal de Autismo da Clínica
Tavistock, Londres – Notas pessoais da autora do presente artigo, enquanto participante
do Workshop neste período.
- (1997) Introduction: psychoanalytic infant observation. In Reid, S. Developments in Infant

182 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O investimento desejante do analista frente a movimentos de afastamento e aproximação no trabalho...

Observation - The Tavistock Model. Ed. S. Reid, London, Routledge.


Silva, L. A. de O. & Mendes De Almeida, M. (2007) Estados primitivos da mente–
Poema e polêmica. In Revista IDE, SBPSP, Vol. 45, Linguagem II, 2007.
Stern, D. (1985) The Interpersonal World of the Infant. New York, Basic Books.
Tustin, F. (1986) Autistic barriers in neurotic patients. London, Karnac.

Anexo 1:
Desenhos
Frente: Flávio sozinho na escuridão da noite
Palmeiras articiais, de brinquedo no Shopping super...
Verso: Um circo, o circo do movimento
O pano tampou tudo, tamparam as palmeiras lá dentro
Relógio de pingar areia

Anexo 2:
Tanto amar
Amo tanto e de tanto amar
acho que ela é bonita,
tem um olho sempre a boiar
e outro que agita.

Tem um olho que não está


meus olhares evita
e outro olho a me arregalar
sua pepita.

A metade do seu olhar


tá chamando prá luta aflita
e a metade quer madrugar
na bodeguita.

Se os seus olhos eu vou cantar,


um seu olho me atura,
e o outro olho vai desmanchar
toda a pintura.

Ela pode rodopiar,


e mudar de figura,
a paloma do seu mirar
vira miúra.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 183


Mariângela Mendes de Almeida

É na soma do seu olhar,


que eu vou me conhecer inteiro,
se nasci pra enfrentar o mar
ou faroleiro.

Amo tanto e de tanto amar,


acho que ela acredita,
tem um olho a pestanejar,
e outro me fita.

Suas pernas vão me enroscar,


num balé esquisito,
seus dois olhos vão se encontrar,
no infinito.

Amo tanto e de tanto amar,


em Manágua temos um chico,
já pensamos em nos casar,
em Porto Rico.
(Chico Buarque de Holanda, 1981,
lembrado por Flávio Palmeira, 2007)

184 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario
1
Nora Woscoboinik de Scheimberg

“La investidura deseante del


analista frente a movimientos
de alejamiento y aproximación
en el trabajo con los
trastornos autísticos:
impasses y matices”

En este artículo, la autora reflexiona de manera profunda, con gran sentido clíni-
co y extrema sensibilidad, sobre el rol del analista en el trabajo con niños autistas.
Si bien contiene el relato de una sesión personal con un niño de 14 años, pone de
relieve la importancia fundamental del trabajo terapéutico inicial, realizado con el niño
y sus padres, que fue encarado lo más precozmente posible (en este caso a los 3 años).
Hoy es indiscutible que las intervenciones en el vínculo temprano del bebé con su
entorno primario son esenciales para el futuro de estos niños en el proceso de subjeti-
vación.
En este sentido, pensamos con Marie-Christine Laznik,2 que el trabajo del ana-
lista con niños autistas se efectúa en sentido inverso que la cura analítica clásica: el
objetivo del analista no es interpretar los fantasmas de un sujeto del inconsciente ya
constituido sino de permitir a un tal sujeto de advenir. El analista se hace “intérprete”,
en el sentido de traductor de una lengua extranjera, tanto del niño como de sus padres.
Muchas son las veces en que las conductas estereotipadas y las reacciones paradoja-
les de estos niños desorganizan a los padres. Ese primer trabajo de traductor va a
permitir al padre y/o a la madre poder mirar al niño de otra manera; poder recuperar la
ilusión anticipatoria descripta por Winnicott: poder escuchar una significación allí don-
de sólo hay una masa sonora.
Un analista accede a escuchar las producciones sonoras de un niño autista inclu-
so cuando no tienen una función de comunicación. El bebé también está en una situa-
ción fundamentalmente asimétrica con el Otro (ocupado por la madre), Otro gracias al
cual deviene sujeto. Cuando un analista decide tratar a un niño autista, su apuesta
fuerte es que toda producción del niño, ya sea gráfica, verbal o gestual posee un valor
significante y se constituye en destinatario de lo que él va a considerar como un mensa-

1
Miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Paris.
2
Laznik, M. C. Vers la Parole. Trois enfants autistes en psychanalyse, Ed. Denoel, Paris, 1995.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 185


Nora Woscoboinik de Scheimberg

je. Gracias a lo cual el niño va a poder reconocerse “a posteriori” como emisor de ese
mensaje.
Bien lo dice la autora de este artículo, el analista, estando atento a las señales y
tentativas de comunicación expresados por el niño, anticipa al sujeto. Al interpretar
toda producción como un acto del niño para tratar de advenir a un orden simbólico que
lo preexiste, lo está pensando precisamente como sujeto. De la misma manera que el
grito del bebé debe ser traducido en el tesoro significante del Otro materno para poder
devenir demanda.
Como segundo constituyente de la función analítica continente la autora nos ha-
bla de la “amplificación de las señales y tentativas de comunicación” y da como ejem-
plo, las manifestaciones de “sorpresa”. Estas manifestaciones nos parecen relacionarse
con lo que Freud describe en “El chiste y su relación con lo inconsciente”.3 El analista,
expresa también Laznik, puede ocupar el lugar que Freud describe como la “dritten
Person”, la tercera persona. Esta última, escuchando una “formación defectuosa como
algo ininteligible, incomprensible, enigmática”, lejos de rechazarlo como no pertene-
ciente al código, luego de un tiempo de estupefacción se deja llevar por la sorpresa y
reconoce allí un chiste. Estupefacción y sorpresa son los términos utilizados por Freud
cuando cita el famoso “familionario”. Frente al neologismo, el otro puede rechazarlo,
“eso no quiere decir nada” (suele ser muchas veces el discurso de los padres de niños
con trastornos autistas frente a sus emisiones sonoras), o puede poner en juego a una
tercera persona en la constitución de un lapsus o de un chiste. Es la persona que se
deja “sorprender”. Lacan4 señala que en ese caso el otro se deja desbordar: el enun-
ciado desborda al código y al sujeto. Esa estupefacción así provocada es el testimonio
de un vacío interno, de una falta, de una incompletud en ese otro.
La “sorpresa” descripta por Freud sería el placer pulsional de la tercera perso-
na, placer comunicado por la sonrisa y por el deseo de comunicar a otros lo que se
acaba de escuchar.
Lo mismo sucede con los enunciados de los niños autistas. Al principio es un
enunciado que lo atravesó y que sale de él sin tener destinatario. Pero si el analista se
deja sorprender y lo devuelve como teniendo una significación, como siendo mensaje,
algo puede inscribirse en el niño. A posteriori el niño podrá identificarse con y como la
fuente de ese placer sentido por el Otro.
Esto ubica al analista, muy bien lo destaca la autora, en un lugar donde se pien-
san las producciones lingüísticas del niño como significantes y portadoras de lo que se
esboza en ellos como formación del inconsciente.
Así, en el caso clínico relatado, la autora-analista nos muestra cómo en cada
momento de la sesión, otorga a cada gesto, cada movimiento y cada palabra de Flavio
una significación, ubicándose como la destinataria de los mismos.
Este caso revela también con gran claridad cómo desde el inicio de la sesión se
desarrolla un proceso con un hilo conductor: ver-no ver, el día-la noche, acercamien-

3
Freud, S. Le mot d’esprit et sa relation à l’inconscient. G. W. vol VI, 9, Ed. Gallimard, Paris, 1988.
4
Lacan, L. Les Formations de l’Inconscient. 1957, Ed. Seuil, Paris.

186 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario sobre el trabajo: “La investidura deseante del analista frente a movimientos de alejamiento...”

to-alejamiento. Flavio comienza la sesión con un gesto que nunca había realizado an-
tes: toca el interruptor de la luz (ver-no ver; un ojo que mira y el otro que evita). Esto
sorprende a su analista que abre las cortinas para “tener más luz”. Y Flavio se siente
“feliz”. Nos preguntamos: ¿habrá sentido el efecto “sorpresa” que produjo en su ana-
lista con su gesto y el diálogo sostenido ojo a ojo?
Se crea entonces un clima de acercamiento entre paciente y analista que desem-
boca en un “punto de choque” o impasse. Justamente, Flavio reproduce un diálogo en
el que no quiere dormir, no quiere que sea de noche. Luego de otra manifestación de
sorpresa de su analista, Flavio puede “representar” en una hoja, la oscuridad de la
noche. Pero está “solo”, expresando así quizás su gran desamparo frente al acerca-
miento de su analista. Y nuevamente un impasse se produce. Flavio parece aterroriza-
do frente a su analista que le propone hablar de sus miedos. Y al final de la sesión, luego
de otro momento de emoción y sorpresa de su analista (con la canción de Chico
Buarque), Flavio vuelve a repetir su deseo de quedarse despierto, de no soñar, de no
“ir al mundo de la fantasía”.
La autora se pregunta si esos “puntos de choque” están relacionados con mo-
mentos de aproximación excesiva, momentos de “apasionamiento”. Esto nos recuerda
lo que Horacio Etchegoyen escribió (1991): 5 “En el impasse está siempre involucrado
el eje transferencia-contratransferencia. No se puede hablar de un impasse del pacien-
te o del analista, ambos están involucrados, es de los dos”. El sueño que nos cuenta la
autora va también en este sentido….
Para terminar, la autora muestra cómo la clínica con bebés nos enseña sobre el
trabajo con estos niños: el bebé se mira en la mirada de su madre, la madre se mira en
la mirada de su bebé; de la misma manera, el paciente se mira en la mirada de su
analista y el analista en la mirada de su paciente.
Winnicott, luego de la publicación del “Estadio del Espejo” de Lacan, escribió un
capítulo titulado “El rol de espejo de la madre en el desarrollo del niño”.6 Allí postula que
es en la mirada que la madre dirige a su bebé donde se va formando su imagen con la cual
podrá identificarse. Si preguntáramos “El bebé, cuando mira a su madre: ¿qué ve?”,
contestaría: “A sí mismo”. Y, en este hermosísimo texto, Winnicott desgranará todos los
avatares que esa mirada le puede proponer al bebé y de qué modo éste reaccionará.
Pensamos que de esta mirada fundadora de la madre, en la que el bebé puede
mirarse como “Su Majestad el bebé”, dependerá algunos meses más tarde el destino
del estadio del espejo, que el niño pueda percibir anticipadamente su propia imagen en
el espejo y empezar a decirse: “ése que está ahí soy yo”.
Es importante subrayar que muchas veces esta capacidad materna, esta preocu-
pación materna primaria, parece opacarse o perderse. Lo que puede ser causa o con-
secuencia de los trastornos del niño ya que un bebé que no llama, que no contesta, que
no mira puede desorganizar completamente a su madre, instalándose así un círculo que
hay que romper.

5
Etchegoyen, H. Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. 2da edición, Amorrortu, 1991, Argentina.
6
Winnicott, D. W. Juego y Realidad. Paris, Gallimard, 1990.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 187


Nora Woscoboinik de Scheimberg

En nuestra clínica con bebés y con niños hemos comprobado que gracias al
trabajo terapéutico con la madre y el niño, se ha podido reestablecer en ella su capa-
cidad de ilusión anticipatoria y de reverie.
Asimismo, el analista debe, en un momento de la cura, poder ocupar el lugar de
ese Otro capaz de ilusión y por ende soportar la falta, la pérdida del objeto, en otras
palabras la imagen de una incompletud radical. La constitución de un no-yo es la expe-
riencia mutiladora, desgarrante, el daño imaginario por excelencia de todo niño. El
analista debe poder ofrecer al niño la experiencia del pasaje de la frustración, vivida
como mutiladora, a un segundo registro donde el objeto de la frustración devino objeto
simbólico, marca de amor: “Amo y de tanto amar...”
Es indudable, bien lo dice este artículo, que el trabajo del analista desde la pers-
pectiva de la contratransferencia es esencial e indispensable para poder ocupar (so-
portar) los lugares a los que el trabajo con niños con trastornos del espectro autista nos
convocan.
En este sentido, habiendo realizado la formación de la observación psicoanalíti-
ca de bebés según el método de Esther Bick puedo decir, una vez más, que los bebés
son nuestros maestros.
Para concluir, nos parece importante subrayar que la cura de niños con trastor-
nos autistas permite lugares de encuentro y experiencias que podemos compartir a
pesar (o gracias) a nuestras diferentes referencias teórico-clínicas psicoanalíticas.

Descriptores: Clínica precoz – Trastornos autistas – Estadio del espejo – Advenimiento


del sujeto.

188 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Concurso
1
Roosevelt M. S. Cassorla

O ANALISTA, SEU PACIENTE E A


PSICANÁLISE CONTEMPORÂNEA:
CONSIDERAÇÕES SOBRE INDUÇÃO
MÚTUA, ENACTMENT E
“NÃO-SONHO-A-DOIS” 2

A ênfase na intersubjetividade em psicanálise, naquilo que ocorre entre paciente


e analista, é bem presente na psicanálise contemporânea. O objetivo deste trabalho é
aprofundar a discussão, iniciada em estudos anteriores, sobre indução mútua entre os
membros da dupla analítica (Cassorla, 2000, 2003a, 2003b, 2004, 2005a, 2005b,
2007, 2008). Em particular abordaremos idéias sobre enactment,3 “não-sonho-a-
dois” e a pessoa “real” do analista.
A abordagem intersubjetiva inicia-se pioneiramente na América Latina, nos países
do Rio da Prata. Racker (1948,1953) na Argentina (concomitantemente a Heimann,
1950, na Inglaterra) mostra como a contratransferência pode tornar-se valioso
intrumento de investigação. Essa idéia, não sem resistências, fertiliza novas vertentes e
atualmente considera-se a contratransferência como terreno comum a diferentes
concepções teóricas (Gabbard, 1995).
Essas concepções enfatizam a “psicologia de duas pessoas” (Balint, 1979), “coisa
de dois” (Grinberg, 1996), em oposição à “psicanálise clássica” que buscaria o
intrapsíquico de “uma pessoa”. Na verdade essa diferença é fluida, já que a análise
clássica considera a outra pessoa e a posição intersubjetiva extremada poderia não
diferenciá-la. Atualmente as duas abordagens tendem a aproximar-se (Dunn, 1995)
valorizando-se a influência mútua na investigação do intrapsíquico. O reconhecimento
do conceito kleiniano “identificação projetiva” por analistas independentes e da
psicologia do ego ampliou o interesse pelo estudo da intersubjetividade.
Money-Kyrle (1955) utiliza esse conceito quando descreve a contratransferência
normal, fruto da oscilação adequada, no analista, entre identificações projetivas e
introjetivas. Na Argentina, nesse momento, Pichon-Rivière (1980) caminhava na mesma
1
Membro Efetivo e Didata – Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo. Endereço: R. Alferes Domingos 9/
111. 13015-031 Campinas-SP-Brasil. E-mail: rcassorla@sbpsp.org.br

2
Trabalho selecionado pelo Concurso “Nuevas Direcciones en el Psicoanálises en América Latina- desarrollos
téoricos, clínicos y técnicos” da Revista Latinoamericana de Psicoanálisis.
3
Tradução descritiva de enactment seria “colocação em cena patológica da dupla”. Em espanhol tem-se usado
“puesta en escena”.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 189


Roosevelt MS Cassorla

direção. Esses autores antecipam Rosenfeld (1965) e Bion (1962b), que nomeará
como identificação projetiva “realística” ou normal àquela que serve à comunicação e
reconhecimento de objetos.
Grinberg (1957) mostra, através do conceito “contraidentificação projetiva”,
como projeções do paciente podem atingir o analista, provocando-lhe algo real, para
além de seus próprios conflitos. O estudo da indução mútua se impõe. Logo se percebe
que o analista pode aproveitar o fato para captar aspectos expelidos do paciente
(Grinberg, 1982). Por esse época Liberman (1962) inicia descrição de estilos narrativos
e sua influência no trabalho da dupla. Joseph (1989) irá descrevendo, minuciosamente,
como o paciente pode “recrutar” o analista para determinados papéis no sentido de
manter o status-quo, o equilíbrio psíquico.
Bion (1962b), sem conhecer os trabalhos de Grinberg, descreve a “tela-beta”,
constituída de elementos que são expelidos através da identificação projetiva. Ela tem
a capacidade de despertar emoções no analista, promovendo a reação que
inconscientemente o paciente deseja. O modelo continente/contido permite compreender
disfunções na relação dual.
Nesse momento surge a clássica descrição do “campo” analítico (Baranger 1961-
62) onde nenhum membro da dupla analítica é inteligível sem referência ao outro. Ambos,
por sua vez, mascaram estruturas multipessoais. O campo se constitui no conjunto de
estruturas espaciais e temporais incluindo a “fantasia inconsciente da dupla” –algo que
se cria entre ambos e é radicalmente diferente do que são separadamente. Tudo o que
ocorre no campo, por ocorrer em novo contexto, não será mera repetição.
Os Baranger descrevem o “baluarte”, termo militar que indica obstáculo frente à
progressão do processo analítico. O encontro com baluartes remete a paralisias no
campo, sensação que nada ocorre, relatos estereotipados. O baluarte é um “precipitado”
de campo que somente pode ocorrer entre esse analista e esse analisando e “implica
zonas importantes da história pessoal de ambos...., e que atribui a cada um, um rol
imaginário estereotipado” (p.116). O baluarte pode parecer um corpo estranho estático,
enquanto o processo analítico aparentemente segue seu curso, ou invade todo o campo,
que se torna patológico. Nessas idéias estão contidas as sementes dos trabalhos atuais
sobre intersubjetividade (Ogden, 1994; Ferro, 1992,1996) e a importância da pessoa
“real” do analista.
A ruptura do baluarte provoca a destruição do status quo, permitindo
ressignificação das partes cindidas, que voltam a fazer parte do mundo emocional. É
interessante verificar a similaridade entre essas descrições e o que veremos adiante
como enactment.

Enactment

Nos anos ‘90 o termo enactment inicialmente utilizado por analistas


estadunidenses é aceito do outro lado do Atlântico. Trata-se de conluios, colusões da
dupla analítica fruto de indução mútua. Esses fatos já vinham sendo reconhecidos nas

190 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

décadas anteriores mas sua nomeação chama a atenção sobre eles. Concomitantemente,
a influência da pessoa real do analista é mais valorizada.
Controvérsias sobre o novo termo são amplamente discutidas num simpósio
publicado em 1998 (Ellman & Moskovitz, 1998).4 O primeiro trabalho latino-americano
sobre o tema foi apresentado em Santiago, no Congresso Internacional de Psicanálise
(1999) e publicado no Uruguai (Cassorla, 2000).5
O enactment se manifesta por comportamentos ou ações que envolvem ambos
membros da dupla, formando uma colusão obstrutiva, sem que eles tenham consciência
do fato. O processo analítico fica paralisado na área em que ocorre. O enactment
somente será conhecido a posteriori, porque ele é identificado no momento em que se
desfaz e ele se desfaz no momento em que é identificado. Adiante discutiremos essa
concomitância.
A etimologia da palavra (McLaughlin, 1991) indica fatos com forte poder de
influenciar, com força de lei. O enactment se aproxima das idéias de baluartes, relações
continente/contido estéreis, recrutamentos mútuos efetivos. Ele é fruto da impossibilidade
de externalizar situações através da simbolização verbal, já que ela se encontra
prejudicada.
Um exemplo é da analista principiante que solicita um horário de supervisão
urgente. Chega transtornada. Afirma que passara a noite anterior em claro pensando
se realmente queria ser psicanalista, foi ‘uma loucura’. Nunca supervisionara esta
paciente porque ia ‘bem’ ainda que fosse ‘psicótica’. A paciente abortou há 3 meses e
agora imagina que está grávida. Ontem, durante a sessão, a paciente afirmara, em tom
misterioso, que a analista iria perder seu bebê. A analista, que não está grávida, vivenciou
essa fala como extremamente ameaçadora, um calafrio ‘em sua alma’, ainda que
soubesse que lidava com aspectos psicóticos. Hoje à tarde resolveu dormir antes de
atender a paciente, ‘para recuperar o sono’ e não acordou em tempo perdendo o
horário. Sentiu-se muito culpada e solicitou ansiosamente a supervisão.
À medida que o relato avançava o supervisor identificou, com facilidade, um
conluio em que aspectos aterrorizantes da paciente vinham atingindo a analista há algum
tempo mas esta não o percebia. Agora ela toma consciência do conluio quase sem
necessidade do supervisor mostrá-lo. Nesse momento, sem graça, lembra que antes
de atender a paciente se percebera menstruada indicando que não havia engravidado,
fato que perseguia há três meses. Ficara decepcionada. Agora a analista sabe que
vivenciara um ‘abortamento’ e que desejos e terrores próprios se mesclavam,
imperceptívelmente, com os da paciente.
A perda da sessão por parte da analista é considerado, para a maioria dos
autores, fruto de enactment. Aspectos da paciente, através da massividade de
identificações projetivas eliciaram aspectos próprios da analista. Não é impossível que
4
Dele participam os principais estudiosos do tema tais como Chused, McLaughlin, Jacobs, Boesky, Renik,
Sandler.etc.
5
Os autores latinoamericanos que usaram o termo enactment como descritor são: Barros & Barros, Barugel &
Mantikow de Sola, Bush de Ahumada, Carneiro, Cassorla, Castro, D’Abreu, Figueiredo, Galvez, Gus, Jabur, Leon de
Bernardi, Maldonado, Marucco, Nepomuceno, Ribeiro et al, Rocha, Rouco, Sanchez Grillo, Tutté & Wieliwis
(Base de dados Psique – www.sbpsp.org.br)

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 191


Roosevelt MS Cassorla

a paciente houvesse intuído áreas vulneráveis da profissional. E, que esta houvesse,


inconscientemente, mobilizado aspectos da paciente, constituindo-se um processo
circular de indução mútua.
Interessante é o fato desse conluio sadomasoquista não ter sido identificado
antes. Na verdade a analista sabia dos ataques que a paciente lhe fazia mas imaginava
que lidava corretamente com eles, sem sentir-se atingida. A sensação de estar
trabalhando “bem” encobria o conluio.6
Penso que esse conluio anterior também faz parte do enactment. Será adjetivado
como “enactment crônico”. A perda da sessão faz parte do “enactment agudo”.
Compreenderemos melhor a relação entre os dois se considerarmos que duran“te
o enactment crônico” são vividas ou revividas situações terroríficas, interação de
aspectos de ambos membros da dupla, impossibilitadas de acesso à rede simbólica.
Não só não se tem consciência do que ocorre como uma das funções do enactment é
justamente essa: impedir o pensamento e a emergência do sofrimento que causaria o
contato com a realidade. A analista perde a sessão assustada com o esboço de contato
com seus conflitos, assemelhados aos da paciente. A percepção de ansiedade, antes
tamponada, revela entrada em terreno perigoso. Isto é, ocorre uma agudização do
conluio anterior que, por sua intensidade incomoda a analista e a estimula a pensar e/ou
buscar ajuda para tal. Em referencial bioniano (Bion, 1962a) elementos não pensáveis
(antes sequer percebidos) se manifestam buscando urgentemente um pensador que os
pense –o analista. Mas, essa manifestação já indica esboço de pensamento, como
veremos adiante.
Identificam-se variados graus de severidade nos enactments. No extremo
benigno teríamos atualizações (Sandler, 1976), gratificação de desejos transferenciais
em relação ao analista. No mais maligno o processo analítico pode deixar de o ser. Na
situação descrita, a analista aterrorizada poderia abandonar a paciente, por ex.
A diferença entre enactment e acting-out é que neste o analista não se inclui e
apenas observa as descargas do paciente. No enactment o analista é levado pela
relação em vez de acompanhá-la (Bateman, 1998).
Penso que no enactment sempre está envolvido algum aspecto do analista que
o torna mais vulnerável à indução pelo paciente. Este, por sua vez, sofre indução do
analista e comumente não se sabe quem iniciou o enactment. Espera-se,
preferencialmente, que não seja o analista. Estes fatos diferenciam enactment de
“contraidentificação projetiva” (Grinberg, 1957), ainda que ambos possam sobrepor-
se. Alguns autores (Gabbard, 1995) enfatizam mais o papel do analista, utilizando o
te“rmo enactment contratransferencial.”
Outra proposta de classificação dos enactments os diferencia em “normais e
patológicos”. Quando o analista capta os aspectos comunicativos de identificações
projetivas normais e patológicas (não se deixando recrutar por estas) ele se identifica
momentaneamente com seu paciente. Disso resultam “enactments normais” já que
eles são desfeitos no mesmo momento em que ocorrem. Esta idéia nos aproxima dos

6
Faz parte do enactment essa reversão de perspectiva (Bion, 1963).

192 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

baluartes pois “Há processo à medida que se vão detectando os baluartes e vão se
desfazendo-os”. (Baranger et al, 1982, p.130). Dessa forma, podemos considerar
baluartes (quando envolvem a dupla analítica) e enactments, como similares. Ou, se
levamos em conta etimologias, considerar os baluartes como espaços-tempos onde
ocorrem enactments.
Em resumo, enactments “patológicos” ou simplesmente enactments, fruto de
identificações projetivas massivas somados a fatores próprios do analista, são
considerados: “crônicos” quando se prolongam sem serem identificados, ou redundam
em impasses; “agudos” –quando se manifestam mobilizando agudamente a dupla analítica
e durando instantes se compreendidos. Na literatura enactment, em geral, se refere
aos agudos.
Evidentemente o analista poderá dar-se conta de “enactment crônico” sem
que ocorra agudização dramática. Mas, por ser um fato marcante, sua percepção é
vivenciada intensamente.

Sonho e “não-sonho-a-dois”

O enactment pode ser compreendido a partir da teoria do pensamento de Bion


(1962b). Temos acesso à capacidade de pensar do paciente através de sua manifestação
no campo analítico. Fantasias, objetos, relações objetais internas, funções da mente,
emergem como afetos, atos, cenas, narrativas, tanto em forma positiva quanto através
de sua ausência. Esses dados permitem que o analista entre em contato tanto com o
mundo interno do paciente como com seu aparelho de pensar.
O funcionamento desse aparelho se manifesta através de um continuum, que
revela o desempenho da função-alfa:
1. Quando a função-alfa está preservada é possivel pensar, dar qualidade psíquica
a fatos não mentais (chamados elementos beta), que são transformados em elementos
alfa. Estes elementos se manifestam, num primeiro momento, através de imagens
predominantemente visuais, pictogramas afetivos (Barros, 2000). As conexões entre
esses pictogramas formam cenas e enredos, com forte pregnância visual, que, em sentido
amplo são chamados “sonhos” (tanto da vigília, como do sono). Esses “sonhos” são
relatados e vivenciados no campo analítico. O analista, frente a eles, deduz que está
em contato com funcionamento da parte não psicótica da personalidade (Bion, 1957),
capaz de formação de símbolos.
Os “sonhos”, como formações de compromisso, revelam e escondem, ao mesmo
tempo, aspectos do mundo interno e do funcionamento mental. O analista,
transferencialmente, é incluído no “sonho” do paciente. As formas como essa inclusão
é efetuada revelam como a realidade é processada e as vicissitudes das relações entre
mundo interno e mundo externo.
Portanto, em área de funcionamento não psicótico, o paciente coloca seu sonho
no campo analítico, estimulando a capacidade analítica do profissional. Este usa sua
“intuição analiticamente treinada” (Sapienza, 2001) para captar aspectos do “sonho”

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 193


Roosevelt MS Cassorla

do paciente que, ainda que fazendo parte da rede simbólica do pensamento, foram
deformados ou bloqueados pelas defesas. O analista então “re-sonha” o sonho, em
outras vertentes, permitindo novas conexões simbólicas e ampliando significados. Analista
e paciente se envolvem num “sonho-a-dois”.
2. Quando a função-alfa do paciente não está disponível ou foi destruída não é
possível pensar o mundo. Os estímulos que dele provêm são vividos sem qualidade
psíquica, como elementos beta, sem significado. Por não poderem ser simbolizados
são vivenciados como “terror sem nome” cuja expulsão é buscada através de
identificações projetivas. Essa expulsão pode incluir partes do aparelho de pensar,
funções mentais, constituindo-se objetos bizarros. Estamos em área de funcionamento
da parte psicótica da personalidade, onde não é possível sonhar.
O produto das identificações projetivas se manifesta no campo analítico através
de descargas em atos, fala sem sentido, sintomas corporais, sonhos evacuativos,
alucinações, crenças, delírios e outras transformações em alucinose (Bion, 1965). Trata-
se de “não-sonhos” (Cassorla, 2005a,b). O prefixo não indica que, potencialmente,
esses não-sonhos poderão ser sonhados desde que se encontre função-alfa. Quando
o analista supre essa função ele “sonha os não-sonhos” do paciente, dando-lhes
significado e incluindo-os na rede simbólica do pensamento.
Por vezes, no não-sonho podem manifestar-se pictogramas que, no entanto,
não podem ser seqüenciados ou articulados. Quando existem esboços de cenas ou
enredos, eles são estanques. O material não tem significado, não há espaço para ligações,
não existe ressonância emocional.7
Na verdade, os dois extremos citados (“sonho e não-sonho”) são abstrações
hipotéticas. Na prática encontraremos situações intermediárias ou mistas, já que o
funcionamento psicótico oscila e coexiste com o funcionamento não psicótico, assim
como PS<->D (Bion, 1963). Por exemplo, “não-sonhos” que buscam tornar-se sonhos,
quase-sonhos, sonhos que relutam em ampliar seu significado, “sonhos” transformando-
se em “não-sonhos, sonhos” interrompidos (Ogden, 2004), estados confusionais
mesclando “não-sonhos e sonhos”. Nesse continuum encontraremos diversos graus
de simbolização, por ex., não-símbolos (elementos brutos), símbolos precários com
pouca capacidade de conexão, equações simbólicas (Segal, 1957), redes simbólicas
obstruídas ou sofisticadas, etc.
Consideramos que a situação analítica se constitui num sonho-a-dois (ou se
bloqueada, num possível “não-sonho-a-dois”). Essas idéias derivam dos trabalhos de
Bion, e tem sido desenvolvidas por vários autores (Meltzer, 1984; Ogden, 1994, 2003;
Ferro, 1992,1996; Caper, 1998; Grinberg, 1996; Grotstein, 2000; Junqueira Filho,
2003).
Nas palavras de Meltzer (1984): “O que acontece [...] é que o analista escuta o

7
Helen Keller descreve sua vida como um não-sonho: “Vivia num mundo que era um não mundo.[...]. Eu não sabia
que não sabia nada, que vivia, agia ou desejava. Não tinha nem desejo nem intelecto. Era conduzida entre os objetos
e atos por um certo ímpeto natural cego. [...]. Minha vida interior, então, era sem atrativo, sem passado, presente
ou futuro, sem esperança ou antecipação, sem interrogante, prazer ou fé.” (Keller, 1909, apud Tyson, 2000, p. 65)

194 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

paciente e observa a imagem que surge na sua imaginação. Poderíamos, portanto,


afirmar que o analista deixa que o paciente evoque um sonho em si mesmo [no analista].
“Este sonho, certamente, será seu [do analista] e estará influenciado pelas vicissitudes
de sua própria personalidade” [...] Desse ponto de vista poderíamos imaginar que
toda tentativa de formular uma interpretação de um sonho de um paciente implicaria no
seguinte preâmbulo: ‘Enquanto ouvia seu sonho, tive um sonho na minha vida emocional
que significaria o seguinte, algo que desejaria compartilhar com você com a esperança
que lance alguma luz sobre o significado que o sonho tem para você”.Concurso (p.
100, grifos e tradução meus).
Quando Meltzer deixa claro que o sonho sonhado pelo analista, ainda que
tentativa de sonhar o do paciente, é um sonho próprio, do analista, fica evidente que
fatores próprios, da pessoa real do analista entram em jogo. Eles serão tanto mais
exigidos quanto menor a capacidade de simbolizar do paciente e ainda mais se essa
função não se formou.
Quando o analista ouve o sonho do paciente e tem um sonho próprio, ele está
predominantemente em contato com funcionamento não psicótico. Ocorre um “sonho-
a-dois”. Já em área psicótica o analista também ouve, mas principalmente sofre em si
mesmo a ação das identificações projetivas massivas do paciente, seu não-sonho que,
como vimos, tentam recrutar o analista para evitar mudança psíquica. O analista deve
deixar-se recrutar, num primeiro momento, vivenciando os aspectos que o paciente
procura eliminar. Mas, ao mesmo tempo ou em seguida, ele deve discriminar-se da
identificação massiva, pensando e interpretando o que está ocorrendo. Essa interpretação
poderá tornar consciente o funcionamento mental do paciente que agora pode ser
pensado. Isto é, o analista sonha o não-sonho do paciente.
No entanto, o analista pode deixar-se engolfar pelas identificações projetivas
massivas (não-sonho) do paciente, perdendo sua capacidade analítica. Isto é, ele
também pode ter sua função-alfa prejudicada, atingida pelos “projéteis” do paciente.
Dessa forma, o não-sonho do paciente não pode ser transformado em sonho pelo
analista, e ambos passam a não sonhar, na verdade a anti-sonhar. Nessas situações
analista e paciente permanecem indiscriminados, simbiotizados, em área de
funcionamento mental mútua estagnada. Estamos frente a um “não-sonho-a-dois” que
considero ser a matéria prima para o enactment.
As identificações projetivas eliciam, também, fatores próprios do analista. É
possível também que participem do enactment outras facetas identificatórias além das
descritas acima (Sandler, 1993; Mello Franco, 2000) e, ainda, formas de contato com
áreas primitivas de ambos membros da dupla.
Os desenvolvimentos descritos devem muito à descrição de Bion (1962a) da
rêverie, estado mental necessário para que analista vivencie o que ocorre com seu
paciente. Ela se refere à capacidade de devanear do analista, seu sonho diurno enquanto
trabalha. Ela é ativada quando se deixa de lado memória e desejo e desemboca em
“intuição analíticamente treinada”. Através da rêverie o analista entra em contato não
só com identificações projetivas provindas do paciente mas também com processos
tais como supressões, vazios e restos de marcas que fazem parte da mente primordial

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 195


Roosevelt MS Cassorla

(Green, 1998). Ao mesmo tempo, o analista intui elementos de “sua própria” mente,
mobilizados ou não pela mente do paciente.

“O analista, feliz consigo mesmo, vai receber seu próximo paciente. Ao abrir a
porta bate com força o cotovelo no batente. Sente dor. O paciente entra. O analista
fecha a porta e olhando para o divã percebe que não trocara o guardanapo onde seu
novo paciente apoiará a cabeça. Adianta-se e retira o guardanapo usado. O paciente
observa, de pé. O analista retira um guardanapo novo, dobrado, da embalagem. Ao
procurar abri-lo a tarefa se lhe revela complicada. Seus dedos não conseguem encontrar
espaço entre as folhas de papel. Quanto mais tenta mais difícil a tarefa se torna. O
analista pensa: “está difícil” e não sabe se somente pensou ou se sua voz se fez ouvir.
Esses fatos mal foram percebidos pelo analista ainda que o tivessem constrangido
por alguns segundos. Somente após o final da sessão ele tomará consciência deles –
por enquanto são não-sonhos.
O paciente fica em silêncio... não sabe o que falar... está tenso... constrangido....
Ontem... ficou decepcionado com o analista... o achou distante....
O analista se lembra, instantaneamente, da sessão de ontem: o paciente havia
contado de um ataque de pânico, uma recaída inesperada após muitos meses... A
sessão fora muito difícil... o paciente decepcionado e triste... o analista decepcionado
e triste... nenhuma idéia na mente do analista... a impotência de ambos...
O analista se lembra, porém, que no final da sessão conseguira, a muito custo,
articular uma idéia mostrando como situações criativas do paciente haviam acionado
um objeto interno invejoso... filicida... que atacara o paciente por dentro... e o paciente
associou... e parecia pensar... e ambos terminaram a sessão algo satisfeitos...
Agora, esta sessão: ...o paciente se culpa e culpa o analista. Está certo que o
decepcionou...., etc. O analista concorda silenciosamente com seu paciente enquanto
ele descreve, em detalhes, o que o analista sentira ontem. Percebe, também, que nada
é dito sobre as interpretações no final da sessão.
Em silêncio o analista se lembra delas e passa a desconfiar que eram téoricas,
fruto de idéias sobre pânico... que vem entretendo... já há algum tempo... Pensa
então se o paciente não se deixou “encaixar” em sua teoria para não decepcionar
ainda mais seu analista.... Ou, estaria ele, analista, atacando suas próprias idéias? O
desenrolar do processo lhe mostrará que sua primeira hipótese estava correta.
Somente quando o paciente saiu, ao trocar o guardanapo para a próxima sessão
(o que foi fácil) o analista se lembrou de sua dificuldade anterior e como se machucara
ao abrir a porta. A frase “está difícil” se lhe tornou clara e se referia ao seu bloqueio
frente às mentes fechadas da dupla analítica. Poderia ter entrado em “pânico” se não
conseguisse abrir... o guardanapo...? O analista ficou ainda mais grato ao paciente
quando este lhe traz, na sessão seguinte, um artigo teórico sobre psicanálise do pânico
e diz: “é isso que eu tenho”, elogiando o autor.
Agora o analista tem certeza que, entre os fatores constituintes de conluios
anteriores, se encontrava também uma disputa pessoal (no momento por teorias), que
por vezes se alternava com idealização mútua. No decorrer do processo ficou claro

196 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

que esses aspectos não-sonhados encobriam situações mais primitivas, de desamparo


e terror”.

Tipos de “não-sonhos”

Em trabalhos anteriores propus a existência de um continuum entre “não-sonho”


e sonho, refletindo um mesmo continuum entre elementos beta rumo aos alfa e vice-
versa. Próximos a um extremo poderíamos ter um paciente autista ou um catatônico
que absolutamente não conseguem expressar-se, ou um paciente somatizador cujo
“não-sonho” se manifesta através de queixas físicas repetitivas. Ao analista comumente
nada lhe ocorre e seu trabalho costuma iniciar-se sonhando sonhos de outras áreas
mais acessíveis. Outro paciente jorra palavras sem significação mas juntamente estimula
imagens visuais que parecem movimentar-se em busca de um enredo. Sonhos e enredos
com rico potencial simbólico indicam o outro extremo.
Neste trabalho posso iniciar a difícil tarefa de propor uma classificação mais
elaborada dos “não-sonhos”.
O “não-sonho” da parte psicótica da personalidade envolve elementos beta frutos
da reversão da função alfa. Isto é, ele contém escombros de objetos e de partes da
mente que se manifestam como cenas estanques, sem coerência, por vezes bizarras. O
analista sonha a partir de sua vivência desses escombros.
Estes sonhos contêm áreas traumáticas, que eventualmente podem emergir em
forma mais limitada. Como o tecido mental está destruído ou sequer se formou por
falta de provimentos ambientais não é possível pensar. O que se manifesta são escombros
de áreas adjacentes ao trauma que buscam revivê-lo tanto para controlá-lo como
buscando elaboração. O núcleo traumático nada revela, ou melhor, indica a existência
de um vazio (Winnicott, 1974), um blank (Green, 1983). O analista deverá sonhar
esse vazio e isso é mais difícil que na situação anterior. Comumente ele terá que usar
como “remendos” “construções” (Freud, 1937) que lhe exigem maior aposta pulsional
(Marucco, 2007).
É possível que em áreas arcaicas anteriores à formação do aparelho mental o
vazio, a não representação, se manifeste na relação analítica estimulando desistência
do analista. O analista se encontra frente a áreas de não-existência comumente
tamponadas por barreiras autísticas (Korbivcher 2007).8 Quando o analista não desiste
suportando “a sua própria condição de não-existência” (Barros, 2004) podem, em
algum momento, ocorrer-lhe imagens (seguidas de atos e/ou palavras) que dão
significado ao vazio. Não são construções nem podem ser compreendidas totalmente
por teorias sobre identificação. Posteriormente o analista verificará que utilizou aspectos
próprios, alguns que sequer conhecia. Esse trabalho de figurabilidade, de criação de
pictogramas, envolve identificação profunda do analista com seu paciente e um trabalho
regrediente consequente a forte aposta pulsional (Marucco, 2007). O analista se sente

8
Essa autora propõe a existência de elementos autísticos, anteriores aos elementos beta.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 197


Roosevelt MS Cassorla

obrigado a representar frente ao terror consequente à não representação (Botella &


Botella, 2003).
Nem sempre é possível diferenciar áreas psicóticas, traumáticas e áreas sem
representação. Micro-traumas continuados podem somar-se ou ser estimulados por
outros traumas ocorridos em diferentes etapas do desenvolvimento mental. Certamente
área psicótica sempre inclui elementos de trauma e áreas adjacentes ao trauma se
comportam como psicóticas. Ao mesmo tempo áreas vazias irrepresentáveis permeiam
essas manifestações. Esses “não-sonhos” fazem parte de um continuum epistemológico
mas, na clínica, eles emergem no campo analítico alternando-se, interpenetrando-se,
em forma paralela, misturando-se, etc. Os “não-sonhos” que envolvem déficit ou vazio
representacional podem tentar “carona” nos “não-sonhos” traumáticos, psicóticos ou
nos sonhos não psicóticos, sendo uma das tarefas do analista não se deixar enganar
pelo não-sonho manifesto que encobre o vazio.
Lembremos que uma das funções do enactment, do “não-sonho-a-dois” é
tamponar o sofrimento e evitar o contato com a realidade, e vice-versa. O terror e o
vazio subjacentes são mascarados e substituídos por não-sonhos estéreis que enganam
o analista fazendo-o imaginar que os está sonhando. Tenho observado freqüentemente,
nesses “não-sonhos-a-dois” pseudo-enredos com características sadomasoquistas ou
de idealização mútua. Não raro uma alternância entre ambos. Ainda que no primeiro o
analista possa dar-se conta da violência (que substitui o terror) ele imagina que está
trabalhando “bem” em ambas as situações. O trauma é, dessa forma, tamponado pelo
objeto (analista) imobilizado. Eventualmente esse conluio pode desfazer-se,
abruptamente, através da compreensão de um “enactment agudo”, revivescência
atenuada do trauma.

“Enactment agudo” e trauma atenuado

O “enactment crônico” pode ser compreendido como regressão para uma


relação dual, simbiótica, cuja função é evitar o contato com o terceiro e a realidade.
Não é difícil identificar como o enactment esconde situações traumáticas iniciais que
não puderam ser simbolizadas. Por isso são comuns na análise com borderlines. O
paciente imobiliza o analista, como faz um afogado que se “agarra” a seu salvador,
símile de “escudo protetor” (Freud, 1920). O analista paralisado não pode abandonar
o paciente nem ser intrusivo, as duas situações traumáticas por excelência. Mas,
tampouco pode pensar, o que impede contato com a realidade supostamente traumática.
Espera-se que o analista, em algum momento, se dê conta do que está ocorrendo
e desfaça o enactment. Isso ocorre quando ele se permite um segundo olhar sobre o
material, escrevendo-o ou discutindo-o com colegas. Não raro o analista leva o material
clínico para discussão por sentir dificuldades em outras áreas e a descoberta do
“enactment crônico” é uma surpresa.
Como vimos, por vezes, antes que o analista identifique o conluio ocorre uma
espécie de descarga abrupta, o “enactment agudo”. O analista se sente incomodado

198 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

com ela e a atribui a falha pessoal. No entanto, observando o que ocorre em seguida
ele se surpreende: 1. ao dar-se conta que, antes da descarga, existia um “enactment
crônico” ignorado; 2. que ela é fruto da agudização desse mesmo “enactment crônico”;
3. que, graças ao “enactment agudo”, o analista se dá conta do conluio e ele se
desfaz. Dessa forma o analista conclui que a aparente descarga abrupta inclui, na
realidade, busca desesperada de pensadores e também esboço de capacidade de
pensar que permitiu início de contato com a realidade. Esse contato mobiliza ansiedade
e é ela que dá o caráter da descarga. O analista é estimulado, então, a tentar entender
como e porque agora esse contato é possível.
O estudo clínico dessas situações me fez supor que, durante o “enactment
crônico”, em áreas paralelas à obstrução, o analista acolhe seu paciente, inoculando
função-alfa implícita que recupera, aos poucos, área traumática lesada. Quando há
suficiente recuperação o trauma pode ser revivido, em forma controlada, porque há
esboço de simbolização. Isto é, o “enactment agudo” nada mais é que o trauma
sendo revivido em forma atenuada. Essa revivescência revela, ao mesmo tempo, contato
com a realidade, desfazimento da relação dual e início da capacidade de pensar,
situações que ocorrem ao mesmo tempo.9

A analista conta, em seu grupo de supervisão, sobre uma paciente interessante


que atende há dois anos. É uma psicóloga que vem de família muito pobre e que tem
dificuldades em usufruir de seus recursos. Queixa-se muito de problemas financeiros e
parece viver em condições precárias.
O material apresentado é monótono e se refere, em detalhes, a uma situação
agradável, de encontro com amigos, onde a paciente brincou com crianças e depois
sondou seu marido sobre a possibilidade de engravidar. A analista se mostra satisfeita
com o aparente progresso da paciente. Os colegas do grupo, no entanto, estavam
desinteressados. Ao aproximar-se o final da sessão inicia-se uma discussão entre analista
e paciente. A paciente afirma que sua mãe não a apoia em relação à gravidez e a analista
insiste com a paciente que ela quer que todos concordem com ela. A paciente diz que a
analista não está entendendo. Esta ataca a paciente dando-lhe exemplos de outras sessões
em que ela queria ter sempre razão em relação ao marido. Etc. A discussão somente
termina quando a paciente diz que teme deprimir-se e que o marido a abandone por
problemas financeiros.
Ao supervisor lhe parece óbvio que a analista queria que a paciente concordasse
com ela e sua agressividade fez a paciente ficar com medo de ser abandonada. Ao
assinalar-lhe algo sobre isso a analista confessa que, realmente, terminou a sessão
incomodada sentindo que atacara a paciente, mas não se lembrara do fato ao iniciar o
relato. A conversa continua e se descobre que a analista cobrava muito pouco da
paciente, porque sentia pena dela. A analista, aos poucos, se dá conta que vinha se

9
A função-alfa explícita do analista não será útil porque sua discriminação (como outro) será vivenciada como
insuportavelmente traumatizante pelo paciente, que fará de tudo para manter a relação dual indiscriminada.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 199


Roosevelt MS Cassorla

sentindo espoliada financeiramente pela paciente, mas sem ter muita consciência do
fato. Isso lhe fica mais claro quando se lembra que a paciente comprara um automóvel
caro. Na verdade, a analista descarrega na paciente sua culpa por ter-se deixado
recrutar por seu lado miserável.
Então a analista conta que, ao final da sessão, a paciente pagou todas as sessões
sem reclamar. Antes, a todo pagamento reclamava da quantia, queria diminuir o número
de sessões e isso deixava a analista com medo de ser abandonada. A analista conta,
finalmente, que logo que a paciente saiu pensou em aumentar o preço das sessões.
O estudo do caso mostrou que inicialmente paciente e analista constituíram um
“enactment crônico”, ambas identificadas com miserabilidade. Aos poucos, porém, a
paciente utiliza seus recursos, quase sem dar-se conta, mas a parte miserável de ambos
membros da dupla continua ativa. O “enactment agudo” ocorre quando a analista
discute com a paciente. A analista mal percebe o que está fazendo e não tem idéia que
seu não-sonho esconde seu incômodo por ter-se deixado identificar com miserabilidade.
Esse não-sonho toma abruptamente o campo analítico exigindo sonhadores e a analista
traz o material para supervisão, sem ter clareza sobre os motivos. Ao apresentar o
caso o não-sonho é sonhado, amplia-se a rede simbólica e a analista pôde perceber
como ambas estavam envolvidas num não-sonho-a-dois que encobria situações
traumáticas de abandono e intrusão. A paciente utilizava um enredo estanque miserável
no intuito de estimular pena e neutralizar inveja projetada. A analista se deixara recrutar,
tornada miserável e não percebendo os ataques que fazia contra si mesma.
No entanto, algo ocorreu durante o “enactment crônico” (função-alfa implícita)
que permitiu que a paciente começasse a usar seus recursos e isso surge na sessão. A
melhora da paciente faz a analista sentir-se abandonada em sua miserabilidade, mas ao
mesmo tempo, a faz reclamar por ter-se deixado enganar. A analista pode fazer isso
(ainda que sem ter consciência) porque a paciente está menos frágil. Ocorre discriminação
entre ambas. Isto é, o trauma está sendo revivido, mas em forma atenuada. A dupla,
agora mais fortalecida, poderá lidar com a realidade.
Posteriormente a analista perceberá como fatores pessoais – possivelmente seu
desejo de casar-se e ter filhos – adiados esperando melhor situação financeira, se
engancharam nos aspectos trazidos pela paciente. Fatores mais íntimos ela terá que
investigar em sua análise pessoal.

Sonhando aspectos primitivos

O analista despertara sentindo-se “mal”. Não sabia nomear o “mal”. Palavras


como tédio e cansaço não eram satisfatórias. Mas suficientes para que se preocupasse
com a vitalidade de sua função analítica da qual teria que dispor durante o dia.
Agora o analista vai atender seu primeiro paciente e percebe que seu “mal”
desapareceu. Trabalha bem. No meio da manhã, num intervalo mais longo, se lembra
da paciente S. Seria seu último atendimento nessa manhã. Nota que está preocupado.
Enquanto toma café percebe-se revendo seu trabalho com ela. No início se
queixava muito, sintomas corporais, mal-estares indizíveis, pavores de doenças

200 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

mortíferas. O analista se surpreendera com a resposta rápida de S a suas tentativas de


nomear os terrores e sonhar seus não-sonhos. O trabalho, ainda que difícil, era
agradável.
No entanto, algo ocorrera nas últimas semanas e parecia que todo o trabalho
efetuado desmoronara. S voltara a se queixar e sofrer, de uma forma diferente. O analista
se sentia perdido e impotente. Suas intervenções, antes úteis, não funcionavam. Aos
poucos percebeu que se sentia sonolento, como que adormecido pela cantilena repetitiva
de S. Tinha que esforçar-se para manter-se acordado e parecia que sua potência analítica
estava “morrendo”. Sentia dificuldades em perceber seus sentimentos. Somente adiante
perceberá que quase se desligara de S.
A estranheza do gosto faz o analista adoçar mais o café. Percebe que está intrigado
com uma mudança em seus sentimentos. Se até algumas sessões atrás lutava para
manter-se acordado agora sente algo como... mêdo. Aumentando. S agora chora um
choro... assustador. A nomeação do afeto faz o analista perceber que ambos, ele e S,
estavam aterrorizados. Agora sabe porque sua sonolência se transformara em alerta.
O analista percebia esboços de sonhos que, no entanto, não se desenvolviam.
Eram aglomerados confusos, algo apavorante... morte... suicídio.... De repente o analista
entendeu: a idéia de finitude, de nada-pós-morte era intolerável. Frente a ela jogou fora o
restante do café amargo e desviou o pensamento para seus filhos.
O analista fora assolado pelo impensável de sua própria morte. Tanto a física
como, principalmente, a psíquica, a não-existência. Mas isso somente lhe ficou claro
posteriormente.

Façamos aqui uma pausa. Podemos dizer que o processo analítico, antes
produtivo, estagnara. Ambos membros da dupla não podiam sonhar. O analista passara
por duas fases nas últimas semanas: na primeira vivenciara sintomas, sonolência, quase
desistência; agora vive mêdo, terror e se mantém alerta. Elementos beta em busca de
sonhadores. O analista intuía suas dificuldades mas não conseguia transformá-las em
pensamento. No entanto, nessa manhã sua capacidade de observar-se aumentara e
pudera até nomear algo, desajeitadamente, como desânimo, terror, morte...
Como vimos, o analista ficara bem com os pacientes anteriores. Agora, após o
café, está preocupado. Seus esboços de pensamento não eram suficientes para eliminar
sua preocupação e sabe que ela pode deformar sua percepção do campo analítico.
Disciplinadamente força, ativamente, seu “não desejo e memória” para ativar sua intuição.
Mas, não será fácil.
Quando abre a porta para S o analista, se prestasse atenção, observaria sua
frequência cardíaca acelerada. Ela diminui quando vê S. Viva. Fantasias sobre morte,
suicídio, se tornam claras quando olha seu rosto, o de prisioneira de campo de
concentração, esperando a morte e não se matando por falta de força.
S se dirige penosamente ao divã. O analista substitui sua preocupação por
desânimo e mêdo de desesperar-se. Percebe-se questionando a adequação do
tratamento psiquiátrico que S efetua concomitantemente com a análise. Posteriormente
perceberá que jogara para a psiquiatria sua própria impotência, culpa e desesperança.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 201


Roosevelt MS Cassorla

S se arrasta em direção ao divã. O analista a segue sentindo sua capacidade


analítica também se arrastando. A narrativa poderia continuar e seria similar às de
sessões anteriores. Mas, nesta ocorreu algo diferente. Antes que S chegasse ao divã, o
analista se surpreende pedindo que S não se deite, indicando-lhe uma poltrona para
sentar-se.
S pára, olha para o analista, e vacila. A seguir, penosamente, recua e se senta na
poltrona. O analista senta-se frente a ela. Ambos, analista e paciente, sabem que algo
diferente está ocorrendo, mas não sabem o que.

O episódio revela uma ação do analista, certamente não pensada


conscientemente, um possível acting-out. Mas, retomemos a situação.
Lembremos o estado do analista ao acordar. Não seria descabido supor que
tivesse tentado, durante a noite, sonhar “não-sonhos” estimulados pelo trabalho com
S. O mal-estar matutino indicara que isso não ocorrera em forma suficiente. A tentativa
de sonhar continuou durante a manhã e as dificuldades se tornam manifestas enquanto
tomava seu café.
Ao abrir a porta para S o analista amplia percepção de seu difícil trabalho de
sonho. S, por sua vez, revela seu sofrimento não-sonhado. O estímulo do analista para
que S sentasse poderia dar a impressão de impotência descarregada, tentativa de
mudar o enredo estagnado alterando a situação analítica. Talvez o analista tentasse
aproximar-se de S de forma não analítica, através de uma conversa informal. Poderia,
dizer-lhe, frente a frente, que não seria mais possível analisá-la ? Ou estaria buscando
contato sensorial ? Essas hipóteses passaram pela mente do analista, posteriormente,
ao rever a sessão.
Vejamos, agora, a seqüência.
O analista olha para S, à sua frente. Mal consegue ver seu rosto, desviado para
baixo, escondendo-se. Mas, esse esconder-se chama a atenção. De relance podem
ver-se as mãos e os pés de S, retorcendo-se. Posteriormente o analista pensará nessa
imagem como a de um corpo que tenta esconder/comunicar seu conflito sobre existência
e inexistência.
Sem saber porque o analista fixa o olhar no rosto semi-escondido de S, e fica
em silêncio. Impotente, não tem idéia do que falar. Ao mesmo tempo está temeroso
sobre as consequencias do convite para sentar.
Nesse momento, o analista percebe S chorando. Aos poucos seu rosto se torna
mais visível, e as lágrimas que rolam por suas faces emocionam o analista. Seu temor
desaparece, substituído por uma tristeza imensa. As lágrimas como que “lavam a alma”.
De ambos os membros da dupla... Em seguida, S busca palavras, entre soluços. Olhando
profundamente dentro dos olhos do analista S fala: “É a primeira vez que alguém olha
para mim..., é a primeira vez que alguém olha para mim...”. Em seguida, ora desviando
o olhar, ora fixando-o no analista, conta vacilante, entre soluços, como sua mãe nunca
a considerava, lhe dava atenção, não a ouvia, mas, principalmente, nunca a olhava.
Fica claro que buscava o olhar para sentir-se viva e não encontrar o “não-olhar” que
quase a aniquilava.

202 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

Esse fato rompe o enredo estanque anterior. Agora o analista pode dar-se conta
que S também não se sentia “olhada” por ele. S vinha revivendo situações de vazio, de
não-existência, por falta de contato com seres vivos. Essa falta de contato, colocada
no campo analítico como elemento bruto, exigia do analista função-alfa (olhar) para
além do disponível. Constituira-se um “não-sonho-a-dois”, na verdade “vazio-a-dois”,
assombrado pelo ruído dos sintomas e da destruição mental.
O analista, revendo o início do processo analítico (aparentemente produtivo)
conclui que, sim, ele sonhava “não-sonhos”, mas em áreas aquém do vazio. Alguns,
talvez fossem “falsos sonhos”, que S tomava como verdadeiros na ansiedade de
preencher seu vazio e/ou agradar seu analista, para que.... ele a visse.10 A ação do
analista, permitindo olhar, indicava ruptura do “enactment crônico” através de sua
manifestação como “enactment agudo”.
O analista não sabe exatamente porque convidara S a sentar-se. Pode, no entanto,
supor que durante a noite e a manhã sua mente buscava sonhar... rateando...
continuando... quase desistindo (quando a idéia da própria morte o assolou...) ...insistindo
...resultando no convite ...que parecia uma descarga não-sonho..., mas era mais que
isso.... Manifestação de função-alfa implicita anterior? Estimulando regrediência,
figurabilidade, alfa-betização?
Agora o analista tem contato com a influência de fatos próprios, de sua pessoa
real, no que ocorrera. Seus pensamentos, antes bloqueados, transitam facilmente por
complexa rede simbólica que o faz lembrar-se e intuir vivências pessoais. Perdas e
mortes terríveis... por gerações... morte de pai... não-olhares.... buscas de sentido...
de ser... a impotência da medicina... da política... o encontro com a psicanálise... o
difícil aprendizado de aceitar as perdas... a realidade... sem deixar de indignar-se....
Percebe, também, fatores pontuais que, talvez, dificultaram e, adiante, facilitaram seu
trabalho com S.

Conclusões

Evidentemente um analista pode cegar-se frente ao material do paciente por


dificuldades próprias. Neste caso ele é responsável por um eventual enactment. Neste
trabalho, no entanto, discutimos situações em que o enactment também permite contato
profundo com áreas lesadas e não-existentes. Sua compreensão permite ampliação da
rede simbólica possivelmente para além do que ocorria antes de sua obstrução.
Não se sabe precisamente como a função-alfa funciona. Neste texto a associamos
a profunda comunicação inconsciente entre os membros da dupla e efetuamos a hipótese
que o enactment pode ter essa função, para além de seus aspectos obstrutivos. Como
vimos parece que o sonho inconsciente do analista, sua função-alfa implícita, é captada
pelo paciente e isso merece maiores investigações. Stern et al (1998) efetuam hipóteses

10
Haverá que observar, no futuro, se falsos sonhos são conceitos úteis. Na situação descrita poderiam estar
funcionando como objetos autísticos – úteis mais pelas sensações despertadas que pelos conteúdos.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 203


Roosevelt MS Cassorla

sobre movimentos intersubjetivos implícitos, que coexistem com o conhecimento


explícito da relação transferencial. Esses movimentos desembocam no que esses autores
chamam “momentos de encontro” (“moments of meeting”), que ocorrem quando cada
participante (principalmente o analista) manifesta “algo único e genuíno de si como
indivíduo” (p. 912, tradução minha), para além de seus papéis terapêuticos rotineiros.
Esses momentos de encontro alteram o contexto intersubjetivo permitindo re-arranjos
nos processos defensivos.
Essas idéias são similares ao que supomos que ocorre quando o “enactment
agudo” rompe o “não-sonho-a-dois” crônico.
Dessa forma, enactments correspondem a processos obstrutivos em que ambos
membros da dupla estão envolvidos e que redundam em prejuízos e impasses ao
processo analítico. Mas, que podem tornar-se muito úteis quando são desfeitos e
compreendidos, mais ainda se sua presença permitiu introdução de função-alfa implícita.
Os ganhos e os prejuízos decorrerão de fatores envolvidos em cada enactment e, da
possibilidde de um “segundo olhar” (Baranger & Mom, 1982).
Os fatos apresentados neste trabalho são fruto de observações e especulações
e somente o intercâmbio com os colegas permitirá que eles sejam validados ou
invalidados. Contribuições em qualquer das duas direções são indispensáveis para que
eles possam continuar a ser pensados.

Resumen
La visión del proceso analítico como algo intersubjetivo que ocurre entre los miembros
de la dupla analítica ha ido surgiendo como una contribución fértil en el psicoanálisis
contemporáneo. En este trabajo son discutidos factores involucrados en ese proceso, en
particular la inducción mutua entre paciente y analista, hecho ya estudiado en forma
pionera por psicoanalistas de América Latina. Obstáculos al proceso analítico, inicialmente
descriptos como “baluarte”, pasan a ser estudiados y comprendidos dentro de varios
referenciales teóricos. El concepto de enactment, que se refiere a la connivencia obstructiva
de la pareja analista-paciente, pasa a ser reconocido por la mayoría de los psicoanalistas.
A partir de la presentación de material clínico se demuestra que el enactment puede ser
considerado un “no-sueño-a-dos”, en el cual “sueño” es entendido según la teoría bioniana
sobre el pensamiento. Se propone una clasificación de los “no-sueños” como psicóticos,
traumáticos y productos del vacío representacional y se enfatiza la importancia de tener
en cuenta la persona real del analista como un factor fundamental que va a influir en el
proceso analítico. Se muestra que no-sueños-a-dos traumáticos pueden involucrar, también,
la elaboración implícita del trauma.

Descriptores: Enactment – Intersubjetividad – Psicoanalista – Sueño diurno – Técnica


psicoanalítica.

204 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

Resumo
A visão do processo analítico como algo intersubjetivo ocorrendo entre os membros da
dupla analítica vem fertilizando a psicanálise contemporânea. Neste trabalho são discutidos
fatores envolvidos nesse processo, em particular a indução mútua entre paciente e analista,
fato já estudado em forma pioneira por psicanalistas da América Latina. Obstáculos ao
processo analítico, inicialmente descritos como “baluartes”, passam a ser estudados e
compreendidos a partir de vários referenciais teóricos. O conceito enactment, referido a
conluio obstrutivo da dupla passa a ser reconhecido pela maioria dos psicanalistas. A
partir de material clínico demonstra-se que o enactment pode ser considerado um “não-
sonho-a-dois”, onde “sonho” remete à teoria bioniana sobre o pensamento. Propõe-se
uma classificação dos não-sonhos em psicóticos, traumáticos e produto do vazio
representacional e se enfatiza a importância de considerar-se a pessoa real do analista
como fator importante influenciando o processo analítico. Demonstra-se que não-sonhos-
a-dois traumáticos podem envolver, também, elaboração implícita do trauma.

Palavras chave: Enactment – Intersubjetividade – Psicanalista – Sonho diurno – Técnica


psicanalítica.

Summary
The view of the analytical process as something intersubjective occurring between the
members of the analytical dyad has been fertilizing contemporary psychoanalysis. In this
paper some factors involved in this process are discussed, particularly the mutual induction
between the patient and the analyst which have originallly been studied by Latin American
psychoanalysts. Obstacles to the analytical process, at fist described as “bastion”, are
studied and understood from most of the psychoanalytical referentials. The concept
enactment, referred to an obstructive collusion of the analytical dyad is recognized by
most of the psychoanalysts. Based on clinical material it is shown that enactment can be
considered a non-dream-for-two, where “dream” is linked to bionian theory of thinking. A
classification of “non-dreams”, as psychotic, traumatic and result of representational blank
is proposed. The importance of the real person of the analyst as a factor in the analytical
process is emphasized. It is shown that traumatic “non-dreams-for-two” can also involve
implicit elaboration of the trauma.

Key words: Enactment – Intersubjectitivy – Psychoanalyst – Day-dream – Psychoanalytical


technique.

Bibliografia

Balint, M. (1979) The Basic Fault. Therapeuthic Aspects of Regression. Tavistock, London.
Baranger, M. & Baranger, W. (1961-62) “La situación analítica como campo dinámico”.
In Baranger, W. & Baranger, M. Problemas del Campo Psicoanalítico, Kargieman, Buenos
Aires, 1969.
Baranger, M. & Baranger, W. & Mom, J. (1982) “Proceso e não processo no trabalho

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 205


Roosevelt MS Cassorla

analítico”. Revista FEPAL, s/n., pp. 114-131, 2002, Revista de Psicoanálisis 39(4):527-49.
Barros, E. M. d R. (2000) “Affect and pictographic image: The constitution of meaning in
mental life”. International Journal of Psychoanalyisis, 81:1087-99.
Barros, I. G. (2004) Comunicação pessoal. In Korbivcher, (2007).
Bateman, A. W. (1998) “Thick and thin-skinned organisations and enactment in borderline
and narcissistic disorders”. International Journal of Psychoanalyisis, 79, 13-25.
Bion, W. R. (1957) “Differentiation of the Psychotic from the Non-Psychotic Personalities”.
In Second Thoughts – Selected Papers on Psycho-Analysis. Heinemann, London, 1967,
pp. 43-64.
- (1962a) “A Theory of Thinking”. In Second Thoughts – Selected Papers on Psycho-Analysis.
Heinemann, London, 1967, pp. 110-119.
- (1962b) Learning from experience. Heinemann, London.
- (1963) Elements of psychoanalysis. Heinemann, London.
Botella, C. & Botella, S. (2003) La figurabilidad psíquica. Amorrortu, Buenos Aires.
Caper, R. (1998) Tendo mente própria. Rio, Imago, 2001.
Cassorla, R. M. S. (2000) “Enactment (puesta en escena) agudo como recurso para el
desvelamiento de una colusión de la dupla analítica”. Revista Uruguaya de Psicoanalisis,
92: 35-61. (Também como “Acute enactment as resource in disclosing a collusion between
the analytical dyad”. International Journal of Psychoanal, 82:1155–70, 2001).
- (2003a) “Ações, descargas, evacuações, acting-out e enactment: desafios em técnica
analítica”. In Sociedade Brasileira de Psicanálise de S. Paulo. Panorama SBPSP 2003,
São Paulo, Depto. de Publicações SBPSP, p.301-329.
- (2003b) “Estudo sobre a cena analítica e o conceito de ‘colocação em cena da dupla’
(‘enactment’)”. Revista Brasileira de Psicanálise, 37:365-92.
- (2004) “Procedimentos, colocação em cena da dupla (“enactment”) e validação clínica
em psicoterapia psicanalítica e psicanálise. Revista de Psiquiatria do Rio Grande do Sul,
(Brasil), 25(3):426-435.
- (2005a) “From bastion to enactment: The ‘non-dream’ in the theatre of analysis”. International
Journal of Psychoanalysis, 86:699-719. (Também em L’Anneé Psychanalitique
Internationale, 4:67-86 y L’Annata Psicoanalitica Internazionale, 3:74-94).
- (2005b) “Considerações sobre o sonho a dois e o não-sonho a dois no teatro da análise”.
Revista de Psicanálise da Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre, 12:527-552.
- (2007) “The analyst, his “Mourning and Melancholia”, analytical technique and enactment”.
In: Fiorini, L. G.; Bokanowsky, T.; Lewkowicz, S. (eds). On Freud’s “Mourning and
Melancholia”, p.71-89. IPA Publications (Contemporary Freud: Turning Points and Critical
Issues Series), London.
- (2008) “The analyst’s implicit alpha-function, trauma and enactment in the analysis of
borderline patients”. International Journal of Psychoanalysis, 89:161-180.
Dunn, J. (1995) “Intersubjectivity in psychoanalysis: a critical review”. International Journal
of Psychoanalysis, 76:723-738.
Ellman, S. J. & Moskovitz, M. (1998) Enactment: Toward a New Approach to the
Therapeuthic Relationship, Jason Aronson, Northvale.
Franco Filho, O. M. (2000) “Quando o analista é alvo da magia do paciente: considerações
sobre a comunicação inconsciente do estado mental do paciente ao analista”. Revista
Brasileira de Psicanálise, 34 (4):687-709
Ferro, A. (1992) A técnica na psicanálise infantil. Rio, Imago, 1995.

206 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


O analista, seu paciente e a psicanálise contemporânea:...

- (1996) Na sala de análise. Rio, Imago, 1998.


Freud, S. (1920) Além do princípio do prazer. Obras Completas, T. 18.
- (1937) Construções em análise. Obras Completas, T. 23.
Gabbard, G. O. (1995) “Countertransference: the emerging common ground”. International
Journal of Psychoanalysis, 76: 475-485.
Green, A. (1983) Narcissisme de vie, narcissisme de mort. Minuit, Paris.
- (1998) “A mente primordial e o trabalho do negativo”, In Livro Anual de Psicanálise.
Escuta, S. Paulo, 2000, pp.133-148.
Grinberg, L. (1957) “Perturbaciones en la interpretación por la contraidentificación
proyectiva”. Revista de Psicoanálisis, 14:23.
- (1982) “Más allá de contraidentificación proyectiva”. Actas XIV Congreso Latinoamericano
de Psicoanálisis.
- (1996) El psicoanalisis es cosa de dos. Promolibro, Valencia.
Grotstein, J. S. (2000) Who is the Dreamer Who Dreams the Dream? A study of Psychic
Presences, Analytic Press, Hillsdale.
Heimann, P. (1950) “On countertransference”. International Journal of Psychoanalysis,
31:81-84.
Joseph, B. (1989) Psychic Equilibrium and Psychic Change. By Betty Joseph (Feldman,
M. & Spillius, E. B. ed), Routledge, London.
Junqueira Filho, L. C. U. (1986) “Valor psicanalítico do equivalente mental visual”. In
- (2003) Sismos e acomodações: a clínica psicanalítica como usina de idéias. Rosari, S.
Paulo, pp. 15-42.
Korbivcher, C. F. (2007) Os fenômenos autísticos e o referencial de Bion. Revista Brasileira
de Psicanálise, 41(2):54-62.
Liberman, D. (1962) “La comunicación en terapéutica psicoanalítica: aplicaciones de la
teoría de la comunicación al proceso transferencial”, (1962), Eudeba, Buenos Aires.
Marucco, N. (2007) “Entre a recordação e o destino: a repetição”. Revista Brasileira de
Psicanálise, 41(1): 121-136.
McLaughlin, J. T. (1991) “Clinical and theoretical aspects of enactment”. Journal of the
American Psychoanalytical Association, 39:595-614.
Meltzer, D. (1984) Dream-life: a Re-examination of the Psycho-Analytical Theory and
Technique. Clunie Press, London.
Money-Kyrle, R. E. (1955) “Normal counter-transference and some of its deviations”.
International Journal of Psychoanalysis, 37:360-366.
Ogden, T. (1994) Os sujeitos da psicanálise. S. Paulo, Casa do Psicólogo, 2003.
- (2003) “On not to being able to dream”. International Journal of Psychoanalysis, 84:17-
30.
- (2004) “This art of pychoanalysis – Dreaming undreamt dreams and interrupted cries”.
International Journal of Psychoanalysis, 85:857-877.
Pichon-Rivière, E. (1980) Teoría del Vínculo. Nueva Visión, Buenos Aires.
Racker, H. (1948) “La neurosis de contratransferencia”. In Estudios sobre Técnica Analítica,
Paidós, Buenos Aires, 1977, p. 182-221.
- (1953) “Los significados y usos de la contratransferencia”. In Estudios sobre Técnica
Analítica, Paidós, Buenos Aires, 1977, p. 222-295.
Rosenfeld, H. (1965) Os estados psicóticos. Zahar, Rio de Janeiro, 1968.
Sandler, J. (1976) “Countertransference and role-responsiveness”. International Review of

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 207


Roosevelt MS Cassorla

Psycho-Anaysis, 3:43-47.
- (1993) “On communication from patient to analyst: not everything is projective identification”.
International Journal of Psychoanalysis, 74:1097-107.
Sapienza, A. (2001) “O trabalho de sonho-alfa do psicanalista na sessão: Intuição-atenção-
interpretação”. In França MOAF, Thomé, M. C. I.; Petricciani, M. Transformações e
Invariâncias: Bion<->SBPSP. Seminários Paulistas, Casa do Psicólogo, São Paulo, pp.
17-25.
Segal, H. (1957) “Notes on symbol formation”. International Journal of Psychoanalysis,
38:391-397.
Stern, D. N.; Sander, L. W.; Nahum, J. P. et al. (1998) “Non-interpretative mechanisms
in psychoanalytic therapy: the ‘something more’ than intepretation”. International Journal
of Psychoanalysis, 79:903-921.
Tyson, R. (2000) “Helen Keller: un enigma psicoanalítico”. Revista Latinoamericana de
Psicoanálisis, 4(1): 57-71.
Winnicott, D. W. (1974) “Fear of breakdown”. International Review of Psychoanalysis,
1:103-7.

208 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario
Roberto Oelsner 1

“El analista, su paciente y


el psicoanálisis contemporáneo:
consideraciones sobre inducción mutua,
enactment y el ‘no-sueño-de-dos’”

El Dr. Cassorla ha merecido sin lugar a dudas el premio de la Revista FEPAL


por su excelente trabajo. En él hace una revisión de las contribuciones contemporá-
neas sobre la teoría y práctica del psicoanálisis como psicología de dos, tema muy en
boga en las escuelas intersubjetivas y relacionalistas en los Estados Unidos y otros
lugares del mundo.
Comienza por recordarnos que Racker, Pichon Rivière, Willy y Madeleine
Baranger, Grinberg y Liberman en Argentina entre otros han sido pioneros en sus in-
vestigaciones sobre la naturaleza de la relación analista/analizando. Contratransferen-
cia, campo analítico, contraidentificación proyectiva, estilos complementarios, son to-
dos aportes conceptuales originales de estos autores. Mientras en Londres Paula
Heimann, cuatro años después que Racker, escribió su clásico trabajo sobre contra-
transferencia, seguido de otro diez años después. También Winnicott, Rosenfeld, Money-
Kyrle han hecho importantes aportes al tema.
Si bien Klein simpatizaba poco con el uso de la contratransferencia por el abuso
al que podía dar lugar, sin embargo al postular en su trabajo “Notas sobre mecanismos
esquizoides” (Klein, 1946) la tempranísima y urgente relación del infante con el pecho
en busca de alivio para el instinto de muerte, también vio la intersubjetividad como
esencial e inevitable desde los comienzos de la vida. Lo mismo puede decirse con más
razón de Bion con su concepto de “identificación proyectiva realista: ...conducta ra-
zonablemente calculada para despertar en la madre sentimientos de los que el infante
desea liberarse” (Bion, W. R., 1962). Grotstein (2007) ha dicho por eso que Bion fue
el primer intersubjetivista!
El tema del enactment que Cassorla sigue describiendo ha tenido desarrollos
algo distintos en los Estados Unidos que en Inglaterra. Pero todos coinciden que es un
elemento importante en la comunicación entre paciente y analista de formas no verba-
les y pre-simbólicas y que tiene un status semejante al tipo de comunicación que se
establece según Klein y Bion entre el bebé y su madre.

1
Seattle, EEUU.
Miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, residente en el exterior.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 209


Roberto Oelsner

La diferenciación que el trabajo hace entre enactment crónico y agudo es de


relevancia clínica. Asimismo las otras clasificaciones que el autor propone, grados de
severidad, enactments benignos y malignos, todas categorías que aportan modelos
para organizar la comprensión de la relación paciente/analista y tener un instrumento
que permita al analista estar atento a su propia vulnerabilidad al ocupar el lugar de la
transferencia.
Cassorla nos recuerda que un enactment ocurre precisamente por la colusión
de conflictos del paciente y del analista en áreas a las que ambos son sensibles. Cabe
preguntarse si la captación intuitiva no ocurre siempre sobre áreas no simbolizadas del
analista que por tanto son sensibles al impacto proyectivo de contenidos no simboliza-
dos del paciente. En tal caso es función del analista hacer insight de la situación dra-
matizada inconscientemente por la dupla y dar voz (representación verbal) a la misma.
A esta función se refiere Cassorla al decir que “elementos no pensados (ni percibidos)
se manifiestan buscando urgentemente un pensador que los piense –el analista”. Esta
definición permite al autor avanzar a la segunda y más novedosa parte de su trabajo
“sueño” y “no sueño de dos”.
Aplicando la epistemología de Bion (1962), los sueños soñados son evidencia
de la función alfa, función mental que transforma estímulos internos y externos al self
(elementos beta de Bion) en elementos (elementos alfa de Bion) capaces de ligarse en
una narrativa representacional que clásicamente aparece como un sueño nocturno o
como fantasía inconsciente diurna. En estos casos el analista entrenado captará aspec-
tos del sueño o de la fantasía del paciente para ampliar o llevar a la conciencia sus
significados. Esto ocurre en el terreno de las neurosis.
Pero son posibles dos eventualidades más severas. En una, la función alfa ha
sido revertida y los sueños o fantasías han sido degradadas a un producto que Bion
denomina objetos bizarros y Meltzer ha bautizado como B-E-T-E-S (siglas en inglés
de “elementos beta con trazas de yo y superyó”). Esta fragmentación es similar a la
rotura de un cristal cuyos fragmentos y astillas ya no se pueden restaurar sin dejar
marcas o fisuras. Esta es el área del funcionamiento psicótico.
Aun otra alternativa es que la función alfa nunca haya tenido lugar (si bien es
poco probable que aun en patologías muy severas nunca haya ocurrido para nada).
Acá estamos en el área de las patologías autistas. Es a esta última área que Cassorla se
refiere cuando habla de “no-sueños”. En estos casos la situación que tiende a consti-
tuirse no tiene la dimensión de “un sueño de dos” si no de un “no-sueño-de-dos”. En el
área psicótica prima la identificación proyectiva de material no simbolizado (o mejor
dicho “des-simbolizado”) y el analista está en una posición vulnerable a entrar en un
enactment con el paciente. Sólo a posteriori podrá descubrir el significado de la esce-
na en la cual ha sido reclutado a actuar. Hanna Segal una vez dijo que no hay posibili-
dad de hacer el trabajo analítico sin enchastrarse las botas,2 es decir sin entrar en un
enactment.

2
Hanna Segal Conference, Londres, Dic. 2007.

210 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Comentario sobre el trabajo: “El analista, su paciente y el psicoanálisis contamporáneo..”.

En el área autista, es la habilidad del paciente de ejercitar la identificación pro-


yectiva misma la que está impedida. Esto requiere del analista la misma creatividad
imaginativa que en pacientes con pensamiento operatorio. En este caso Cassorla nos
dice que el analista no sólo se encuentra con un vacío representacional del paciente
sino que él mismo no tiene existencia/representación en la fantasía del paciente. Enfren-
tado a la angustia del borramiento de su identidad se siente “obligado a representar”
(Botella y Botella, 2003). Creo que éste es un ejemplo de enactment que tal vez
Cassorla acordaría conmigo en denominar “instrumental”. Un ejemplo de esto es su
viñeta clínica de la analista que impensadamente (enactment) pidió a su paciente que
se quedara sentada y que sólo luego entendió que la paciente nunca se había sentido
mirada por la madre y que experimentó ser mirada por primera vez en la hora analítica.
Una comunicación de inconsciente a inconsciente? Inducción mutua? Reverie?
En conclusión, el autor nos muestra que el enactment es un fenómeno muy
amplio, con diversas cualidades, contenidos y propósitos (como lo es también la Iden-
tificación Proyectiva) y que per se no es ni bueno ni malo, ni siquiera evitable o a ser
evitado. Estamos en la posición del Enfermo Imaginario de Moliére que nunca se había
dado cuenta que hablaba en prosa pero es lo que estaba haciendo todo el tiempo. Lo
identifiquemos o no, estamos siempre en un enactment cuando estamos analizando a
un paciente. La naturaleza de la o las escenas actuadas puede variar –al menos es lo
deseable en un análisis que progresa– o puede cronificarse en una escena fija –impas-
se. En este último caso un enactment agudo puede ocurrir –como el autor también nos
muestra– y salvar la situación. La técnica de interrupción del análisis propuesta por
Meltzer (1968) y también usada por Freud (1920) con su paciente homosexual feme-
nina son, a mi entender, extrapolaciones de estos conceptos para destrabar el enactment
crónico que no ha podido resolverse de ninguna otra manera.
Me resta felicitar al Dr. Cassorla por su excelente trabajo.

Descriptores: Relación analista/analizando – Identificación proyectiva realista – Intuición –


Des-simbolización – Enactment instrumental.

Bibliografía

Bion, W. R. (1962) “A Theory of Thinking”. En Second Thoughts – Selected Papers on


Psycho-Analysis. Heinemann, London, 1967, pp. 110-119.
Botella, C. & Botella, S. (2003) La figurabilidad psíquica. Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S. (1920) The psychogenesis of a case of homosexuality in a woman. Standard
Edition, 18:145-172.
Grotstein, J. (2007) Comentario personal en el EBOR conference, en Seattle, Oct. 2007.
Klein, M. (1946) “Notes on some schizoid mechanisms”. The Writings of Melanie Klein,
vol.3, pp. 1-24.
Meltzer, D. (1968) “An interruption technique for the analytic impasse”. En Sincerity and
other works, Karnac, Londres, 1994.

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 211


Obituario
R. Horacio Etchegoyen

UNA SEMBLANZA DE
LEÓN GRINBERG (1921-2007)

Me causó un vivo dolor en su momento la enfermedad de León Grinberg, que lo


abatió el 28 de diciembre de 1997 en Barcelona, y se renovó ahora con su muerte el
25 de septiembre. Pasó diez años inhabilitado, al cuidado amoroso de su esposa y de
sus hijos, Daniel y Alberto, con los que sólo podía tener un intercambio emocional, lo
mismo que con los amigos que lo visitaban, como Mariano y Silvia Dvoskin, Valentín
Barenblit y yo mismo. Se había puesto renuente a recibir visitas que le llegaban de
continuo, seguramente por pudor. El diálogo vivo y estimulante que mantuvo por déca-
das con todos los psicoanalistas se había interrumpido para siempre.
Grinberg escribió en colaboración con su esposa Rebeca el prefacio para la
edición francesa de los Estudios de Racker, que había publicado Paidós en Buenos
Aires en 1960. Esta versión apareció en “Collection Psychanalyse, d’autres horizons,
Césura”, dirigida por José Luis Goyena y Claude Legrand, con el título Études sur la
technique psychoanalytique. Transfert et contre-transfert, con pie de imprenta en
noviembre de 1997, un mes antes del infausto accidente cerebral de León. Esta publi-
cación saldó una deuda de muchos años de los psicoanalistas francófonos con un libro
que recorrió literalmente el mundo entero. El prólogo es el último escrito de un psicoa-
nalista notable y era también la culminación de su obra, porque los Grinberg –como
ellos mismos dicen– fueron discípulos y amigos de Racker y recibieron sus enseñanzas
de viva voz no sólo en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) sino también en
Escobar, donde pasaban los fines de semana. Con su fértil idea de la “contraidentifica-
ción proyectiva” Grinberg completó y amplió los conceptos de contratransferencia
concordante y complementaria de Racker, utilizando más decididamente que él la idea
de identificación proyectiva. Haber subrayado el valor comunicacional de este meca-
nismo, que el genio de Melanie Klein no tuvo nunca demasiado en cuenta, es un rele-
vante mérito de Grinberg.
Es mucho lo que yo le debo a Grinberg. Fue en primer lugar mi profesor de
seminarios en APA y todavía siento la conmoción que me produjo aquel hombre joven,
simpático y erudito, que enseñaba el psicoanálisis como nadie. Grinberg me hizo par-
ticipar, después, en el libro que escribió con Marie Langer y Emilio Rodrigué en 1979,
El grupo psicológico; y también me convocó para los tres valiosos volúmenes que

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 213


R. Horacio Etchegoyen

organizó con el título de Prácticas psicoanalíticas comparadas en las neurosis, en


la psicosis y en niños y adolescentes, que publicó Paidós en 1977. Allí supo reunir,
una vez más, un grupo destacado de estudiosos. Un don que todos le debemos agra-
decer a Grinberg fue su notable empeño para hacer del psicoanálisis una empresa
intelectual común. Su generosidad, su versación y su autoridad lo hacía posible.
Cuando volví de Londres en 1967, Bernardo Árensburg y yo supervisamos un
tiempo largo con Grinberg (y también con Liberman), y fue en ese momento que León
me recomendó para ser relator del Tercer Congreso Panamericano de Psicoanálisis,
que tuvo lugar en Nueva York en 1969 y fue el último de su serie. Allí discutí nada
menos que con Elizabeth Zetzel “La primera sesión de análisis”. (De regreso a la Ar-
gentina, tenía yo entonces varios analizados recientes y León pensó que era el más
indicado para esa difícil tarea).
Pasaron los años y nuestra amistad se hizo cada vez más estrecha, más íntima.
Alguna vez dijo él desde España que yo era su mejor corresponsal.
Cuando lo visité en Madrid en 1987, y Rebe nos albergó a Élida y a mí en su
bello departamento de la calle Francisco Gervás, León había sido designado profesor
de la cátedra de psicoanálisis por la Junta de Gobierno del histórico Ateneo de Ma-
drid, que entonces presidía don José Prat García. El profesor Grinberg organizó una
serie de conferencias de Introducción a la teoría psicoanalítica, y me concedió el
privilegio de inaugurarlas. A mi disertación “El nacimiento del psicoanálisis” siguió la de
Grinberg y Juan Francisco Rodríguez “La influencia de Cervantes sobre el futuro crea-
dor del psicoanálisis”. Este bello ensayo había sido presentado en el panel sobre “Don
Quijote, Freud y Cervantes” en el XXX Congreso Internacional de Psicoanálisis, cele-
brado en Madrid en julio de 1983, donde cautivó al auditorio por su elegancia y su
erudición. Este escrito muestra concluyentemente la influencia de Cervantes en el joven
Freud, que había leído el Quijote y las novelas ejemplares y se había quedado arroba-
do por “El coloquio de los perros”. Con un amigo de su juventud encarnan a Cipión
(Freud) y Berganza (Silberstein), en una conversación en que está en germen el diálogo
psicoanalítico. Es un aporte original de este texto afirmar que, con la “Academia caste-
llana”, el psicoanálisis ya existía en la mente de Freud mucho antes de que aparecieran
en escena Breuer y Anna O. Los autores afirman, también, que Don Quijote y Sancho
Panza abordan temas típicamente psicoanalíticos, como la dialéctica entre realidad y
fantasía, sueño y vigilia y, entre otros más, la locura como un fenómeno complejo pero
comprensible en términos de motivos humanos. A este espléndido escrito siguen otros
no menos interesantes de José Rallo, Enriqueta Moreno, Mercedes Valcarce, Jaime
Tomás, Rafael Cruz Roche, María Luisa Muñoz, Isabel Luzuriaga… Los presentó en
forma de libro la Colección Continente/Contenido, dirigida por Mercedes Velo.

***

Es difícil resumir en unas páginas la rica vida de un analista sobresaliente como


Grinberg. Nació en Buenos Aires el 23 de febrero de 1921 en un hogar de emigrantes

214 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Una semblanza de León Grinberg (1921-2007)

judíos y sus padres se esmeraron mucho por su educación. Estudió medicina en la Uni-
versidad de Buenos Aires y ya entonces mostró vocación por el psicoanálisis, como su
compañero de estudio David Liberman. Los dos fueron amigos entrañables y ambos
llegaron a sobresalir notoriamente. Es un milagro del amor y la amistad que estos dos
colosos nunca sucumbieran a la rivalidad fraterna que el destino parecía depararles.
A poco de recibirse, Grinberg ingresó a la APA, en la que llegó a miembro
adherente en 1952, a los 31 años. Su carrera fue meteórica y en cuatro años llegó a
profesor del Instituto de Psicoanálisis y a analista didáctico. Ya dije que asistí a su
seminario como candidato y pienso con fundadas razones que fue el primero que dictó
en su vida.
Grinberg pertenece a una segunda generación de analistas de la APA, como
Resnik, Bleger, los Baranger, Rodrigué, Zac, Arminda Aberasturi, Campo, Rebe Álvarez
de Toledo, Mauricio Abadi, Jorge y Teresa Mom, Rolla y desde luego Liberman. Se
analizó con Arnaldo Rascovsky y, cuando éste se fue a Estados Unidos, siguió con
Marie Langer hasta terminar su carrera; llegó a ser, después, su colaborador y amigo.
Con ella y con Emilio Rodrigué, escribió dos libros sobre psicoterapia grupal. El
primero, Psicoterapia del grupo. Su enfoque psicoanalítico, fue publicado por Pai-
dós en 1957. Agradable y riguroso, fue el primero en su género escrito en español y
tuvo una gran influencia en América Latina y España, que todavía perdura. El eje con-
ceptual de esta obra es que el grupo es una unidad y que ese conjunto psicosocial debe
abordarse con una definida actitud interpretativa de base psicoanalítica.
Por razones de oportunidad, de tiempo y discreción, este libro no se había
extendido en otros campos y en él sus autores no se habían animado a presentar un
material clínico completo. Estas limitaciones pronto fueron subsanadas cuando la
Editorial Nova publicó en 1959 El grupo psicológico. En la terapéutica, ense-
ñanza e investigación. Grinberg, Langer y Rodrigué dividen el texto en varias sec-
ciones, que parten de los dinamismos y aspectos teóricos de la psicoterapia del
grupo, para extenderse a diversas áreas y considerar por fin sus aplicaciones a la
enseñanza y la investigación. Colaboran en esta empresa más de veinte especialistas
latinoamericanos.
Sin duda la electrizante dinámica del grupo fue uno de los incentivos que llevaron
a Grinberg en aquellos años a estudiar con especial énfasis los mecanismos regresivos
del funcionamiento mental, que a veces el grupo expresa con diáfana claridad. Los
primeros trabajos propiamente psicoanalíticos de Grinberg se dirigen a la magia y al
animismo, con especial énfasis en la negación como mecanismo de defensa. Un texto
sobresaliente de estos años es “Aspectos mágicos en la transferencia y la contratrans-
ferencia”, que leyó en la APA el 27 de marzo de 1956 y se publicó dos años más tarde.
En este trabajo Grinberg introduce el concepto de contraidentificación proyectiva, al
cual se va a referir en muchos otros escritos.
Como él mismo lo dice en su recordado artículo “Pasado, presente y futuro de
una trayectoria psicoanalítica”, escrito para el XXX aniversario de la APA en 1974,
cuando María Isabel Siquier dirigía la Revista de Psicoanálisis, en sus comienzos la
investigación de Grinberg se dirige al estudio de los procesos regresivos, la magia, la

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 215


R. Horacio Etchegoyen

omnipotencia y los mecanismos psicóticos. La negación ocupa un lugar principal, al


lado de los mecanismos esquizoides y la identificación proyectiva. Un primoroso ejem-
plo de aquellos años es “Sobre algunos mecanismos esquizoides en relación con el
juego de ajedrez”, publicado en 1955.
El primer libro que lleva a Grinberg como único autor es su perdurable Culpa y
depresión. Estudio psicoanalítico, que publicó Paidós en Buenos Aires en 1963. Era
un momento en que se debatía ardientemente en Buenos Aires (y en muchas otras
comunidades psicoanalíticas) el lugar de la culpa en el proceso psicoanalítico. Había
analistas que defendían a capa y espada que el centro del conflicto neurótico era la
negación de la culpa por los impulsos agresivos contra el objeto amado, mientras otros,
con similar porfía, buscaban liberar a los pacientes de una culpa que los condenaba en
la dialéctica de un superyó sádico y un yo sometido y masoquista. Grinberg zanja esta
polémica al darse cuenta que hay “dos” tipos de culpa (y no una): la culpa persecutoria
y la culpa depresiva, que relaciona lúcidamente a dos clases de duelo, normal y pato-
lógico. La culpa persecutoria está ligada a la posición esquizoparanoide, pero no es lo
mismo que la ansiedad persecutoria; la culpa depresiva, ésta sí, es la que se refiere a
los sentimientos de pena y preocupación por el objeto, que hace posible la reparación.
La diferencia entre culpa persecutoria y depresiva es un aporte teórico de gran
envergadura, que lleva a diferenciar, también, el duelo patológico del duelo normal. En
un paso audaz, Grinberg propone que el duelo no sólo implica la pérdida del objeto
sino también de las partes del yo (self) que están depositadas en él. Esto da una visión
más amplia de lo que se pierde en el proceso de duelo.
Culpa y depresión incluye un capítulo de Rebeca Grinberg sobre el duelo en los
niños, donde se muestra claramente cómo afecta a los pequeños la pérdida de sus
seres queridos y la percepción de la muerte.
Obra de perdurable influencia, su segunda edición de 1971 introduce algunas
modificaciones importantes, señalando el peso de los factores sociales en la culpa
persecutoria, dado que la sociedad la inocula en las personas y no siempre compren-
de, además, los factores positivos en la rebelión de la juventud. (Estamos en los um-
brales de los conflictos entre Perón y los montoneros y los comienzos de la Triple A).
En 1971, León escribe en colaboración con Rebe, Identidad y cambio, que
publicó Kargieman en Buenos Aires. Ya su título plantea un gran problema, que puede
remontarse a Parménides y Heráclito. ¿Cómo es posible el ser con el cambio? Los
Grinberg lo estudian definiendo tres vínculos: espacial (individuación, el yo distinto del
otro), temporal (ser siempre uno mismo a pesar de los cambios) y social, en cuanto a
la pertenencia al grupo (o a los grupos). La identidad queda definida como la capaci-
dad de sentirse uno mismo en la sucesión de cambios que proponen los azares de la
vida. El cambio implica aceptar lo desconocido, lo imprevisible; y la enfermedad men-
tal puede entonces definirse como un intento (desesperado) de mantener la unidad
frente al cambio, para que todo siga igual. Al evitar lo nuevo se asegura la identidad y
se evitan la angustia y la depresión; pero al precio de no vivir realmente. Como dijo
José Enrique Rodó en sus Motivos de Proteo, renovarse es vivir.
Identidad y cambio discrimina cuidadosamente entre yo y self echando mano

216 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Una semblanza de León Grinberg (1921-2007)

concienzudamente a Freud, Klein, Bion, Erikson y otros psicólogos del yo. Los Grinberg
parten de las ideas de Hartman sobre el self (como persona) y el yo (como instancia) y
las desarrollan a partir de Edith Jacobson, Wisdom y Erikson. En la segunda parte de
este libro se estudian las perturbaciones de la identidad, con especial atención a la
despersonalización y las migraciones, que abre el camino a otro libro de los Grinberg
sobre la migración y el exilio, lleno de belleza y nostalgia, que Alianza Editorial publicó
en Madrid en 1984, titulado Psicoanálisis de la migración y el exilio.
Identidad y cambio es, a mi juicio, el natural desarrollo de la idea de duelo por
las partes perdidas del yo (self), y conduce a otro libro de Grinberg, Teoría de la
identificación, que Paidós publicó en Buenos Aires en 1976. Texto breve y penetran-
te, expone el desarrollo del concepto de identificación a partir de Freud y sus discípu-
los, así como también de la escuela kleiniana. Estudia a fondo el concepto de identifi-
cación proyectiva, que Melanie Klein introdujo en 1946, y discute después los aportes
de sus discípulos Bion, Rosenfeld, Meltzer y el mismo Grinberg, con especial referen-
cia a su concepto de contraidentificación proyectiva. Grinberg estudia la identificación
proyectiva en sus aspectos cuantitativos y en especial cualitativos y pone el énfasis en
los procesos de comunicación que subyacen a este fértil concepto. Siguiendo de cerca
los estudios de Racker, Grinberg emplea la identificación proyectiva para dar cuenta
de los complejos y sutiles efectos que ejerce en la relación analista-paciente, lo que
culmina con su teoría de la contraidentificación proyectiva, que aceptan actualmente la
mayoría de los autores.
Poco después de aparecido este libro, los Grinberg deciden exiliarse en Madrid
en octubre de 1976, cuando era el comienzo de la nefasta dictadura de Videla.

***

Si fue brillante la trayectoria científica de Grinberg no fue menor su desempeño


en la gran política del psicoanálisis. Fue presidente de la APA por tres períodos (1961,
1962, 1963) y el primer psicoanalista de América Latina que ingresó al Comité Ejecu-
tivo de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API), como secretario asociado
(1963-1965) y después como vicepresidente por dos períodos, de 1965 a 1967 (Con-
greso de Ámsterdam) y de 1967 a 1969 (Congreso de Copenhague). Le ofrecieron
ser presidente pero declinó ese honor. Quien había mostrado poco interés por ese alto
cargo, fue después en el XXXVII Congreso Internacional de Buenos Aires en 1991,
cuando se eligió el primer latinoamericano para presidir la API, mi más ardiente parti-
dario. Sentado al lado de Rebe en la primera fila, seguía atentamente mi presentación y
hasta me mandó un papelito: “Más despacio”, porque yo leía demasiado aprisa.
Su influencia como maestro de muchas generaciones de analistas es notable. Es sin
duda el modelo de psicoanalista porteño, que sigue la ruta de Freud y Melanie Klein, pero
abarca a los analistas franceses y en general europeos, a los psicólogos del yo de Viena,
Londres y Estados Unidos, interesado siempre por los problemas de la identidad, los me-
canismos de defensa y la identificación. Fue amigo de los grandes analistas de su época,

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 217


R. Horacio Etchegoyen

como Leo Rangell y André Green, Jacob Arlow y Charles Brenner, Harold Blum, Bion,
Hanna Segal, Donald Meltzer, Edward Weinshel, Robert Wallerstein, Riccardo Steiner,
Salomón Resnik, Betty Joseph, Esther Bick y muchos otros no menos significativos.
Un año antes de su exilio publicó un libro muy interesante sobre la supervisión
psicoanalítica y, todavía en Buenos Aires, presentó Psicoanálisis. Aspectos teóricos
y clínicos, que publicó Alex Editor, un emprendimiento del hijo de David Liberman.
Como dice el mismo Grinberg en el prólogo, este libro reúne una serie de trabajos que
van desde 1955 hasta 1976 y cierra un ciclo de su producción. Con algunos agregados
y otro formato, fue presentado por Paidós (Barcelona) en 1981. No me resulta fácil
escoger algunos de estos trabajos para mencionar en esta nota, porque todos me
parecen valiosos. “Los sueños del día lunes” (1960), en colaboración con Rebe Grin-
berg, siempre me pareció una perla; pero ¿cómo no mencionar los trabajos en que
Grinberg habla de la indentidad, del conflicto y la evolución, de los mecanismos obse-
sivos de control omnipotente y realista, de la creatividad y tantos otros?
A comienzo de los años sesenta Grinberg se puso a estudiar en serio la obra de
Bion con un grupo de estudio, al que siguieron otros (en uno de ellos estuve yo con
Benito López). Estas inquietudes culminaron en su conocido libro Introducción a las
ideas de Bion, que escribió con dos de sus estudiantes, Darío Sor y Elizabeth Tabak
de Bianchedi, que habrían de ser después analistas sobresalientes. Este libro fue publi-
cado por Nueva Visión en 1972. Escrito metódico, ameno y riguroso se difundió lite-
ralmente en el mundo entero: se lo tradujo al inglés, al francés, al italiano, al portugués,
al sueco y hasta al japonés. Se reeditó en 1991 como Nueva introducción a las ideas
de Bion, con algunas modificaciones y un capítulo sobre las últimas contribuciones del
gran pensador inglés. En los diez y ocho años que van de la primera edición a ésta, el
libro se fue expandiendo y modificando, hasta que la Colección Continente/Contenido,
de la incansable Mercedes Velo, lo publicó en Madrid.
La historia de Grinberg tiene muchos momentos culminantes, pero tal vez el más
elevado es el de relator del Congreso de Copenhague (1967), donde discutió con
Anna Freud el concepto de acting out. Fueron dos presentaciones brillantes y Grinberg
se lució cuando puso en relación el acting out con las angustias de separación y la
identificación proyectiva. Terminó definiéndolo con acierto y con gracia como un sue-
ño que no pudo ser soñado.
Los Grinberg permanecieron en Madrid cerca de veinte años, en los que León
ejerció un gran magisterio en la Asociación Psicoanalítica de Madrid, donde enseñó
teoría y técnica psicoanalítica y la obra de Klein, Bion y Meltzer.

The goal of psicoanálisis: identification, identity and supervision (1990),


publicado por Karnac, abarca buena parte de la obra de Grinberg en inglés. Como
dice Grinberg en su prólogo, Riccardo Steiner y otros amigos, deseosos de tener su
obra más a mano, lo estimularon en este emprendimiento.
En 1993, en mi carácter de presidente de la API, tuve el gusto de nombrarlo
secretario científico (chair) del Comité de Programa del Congreso de San Francisco
(1995), donde mostró una vez más su inteligencia y su capacidad.

218 Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008


Una semblanza de León Grinberg (1921-2007)

La Editorial Promolibro de Valencia publicó en 1996 dos libros que resumen su


labor en esos veinte años en Europa: El psicoanálisis es cosa de dos y Psicoanálisis
aplicado.
En septiembre de 1995 los Grinberg decidieron dejar Madrid para instalarse en
Barcelona, donde vivían sus hijos y sus nietos. Allí pronto reinició su enseñanza con un
grupo extendido de alumnos y allí lo encontré en el Congreso Internacional de 1997
con que terminé mi mandato. León y Rebe hicieron una hermosa recepción, sin que
nadie supiera, por cierto, lo que iría a pasar poco después.
Lo visité en agosto de 2000 después del Congreso Internacional de Historia del
Psicoanálisis de Versalles y fue nuestro último encuentro.
El 29 de julio de 2003 la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA),
de la que fue fundador, lo nombró miembro honorario y él gozó este homenaje, aunque
aquel insuperable orador no lo pudo agradecer con palabras.
Tengo la vanidad de pensar que, si el riguroso crítico que fue siempre Grinberg
leyera estas notas, se sentiría satisfecho.

Buenos Aires, 6 de diciembre de 2007

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 8/2008 219

Das könnte Ihnen auch gefallen