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IIL El corpus setérico mis habitual de decir las cosas. Dicho todavia mas brevemente, es una manera de hablar apartada del modo comin y espontineo. Por ejemplo, puede anunciarnos el hombre del tiempo cualquiera de estos dias: Este fin de semana habra Iluvia en todo el territorio peninsular. Pero puede también dar una especial expresividad a sus palabras: «Durante este fin de semana habré Iluvia y mas Iluvia. Ante esta duplicacin expresiva nos enconttamos con una figura, una figura de diccién. Si bien el tropo tiene una manifestacién puntual, como una espe- cie de pincclada especialmente colorista en el cuadro expresivo general, su repercusién se extiende a todo el discurso. Esto sucede con todos los procedimientos conocidos como procedimientos ornamentales, pero muy especialmente queda de manifiesto en los tropos, y sobre todo en la metafora. Aunque el deleite sea el aspecto que todos relacionamos por tradicin con el ornato, estos mecanismos de deleite tienen impor- tantes consecuencias en los animos de los que escuchan, y pasan de contener un simple p/us emotivo a convertirse en importantes soportes ideolégicos, como sucede con las metaforas de ciertos discursos xené- fobos o racistas, en los que se habla de ratas refiriéndose a personas de otro color o de otra religién, Una vez mas nos enfrentamos con los ites del concepto de sermo ornatus. suas I1T.b.3.1.1. Los tropos Tropo es un cambio {un traslado] mejorador [con virtud] de la significa cién propia de una palabra o de una locucién (Inst. orat. VIII 6 3). Los tropos son mutaciones, traslados significativos, que atafien bien a una palabra bien a una locuci6n, y que se realizan para su mejora expresiva. Ese me- joramiento expresivo ha sido interpretado durante siglos como exclusi- vamente ornamental, lo que es Iégico que se piense, pues se define el tro- po como un procedimiento de ornamentaci6n en el ambito de la tercera operacién retérica (elocutio). El siglo xx ha acabado, como ya hemos re- terido repetidamente, con la distincién entre lengua literario/poética y Jengua estndar por razones de cuantificacién ornamental; llegando a la firme consideracién de que Ja lengua poética es cualitativamente distin- +2. Ello ha hecho que el viejo concepto de sermo ornatus procedente de la ret6rica se ponga en tela de juicio. @Sirve esta reflexién para la propia 203 = David Pujante / Manual de retorica 204 ~ retorica? Ciertamente si. A ello hemos de unir la revitalizacién de la vie- ja idea de construccién discursiva como construccién de significado. Estos nuevos planteamientos obligan a reconsiderar antiguas definicio- nes como Ia de tropo, y nos hacen replantearnos el alcance de las muta- ciones tropoldgicas épara dar virtud nueva al discurso? (cum virtute muta- tio, dice en latin Quintiliano)® éEn virtud de qué podemos seguir garantizando hoy, como lo ha hecho la exégesis tradicional, que ese cum virtute se refiere s6lo a lo artistico? (Hace referencia s6lo a virtud expre- siva frente a vicio expresivo?’? Cualquier cambio en el discurso hemos de contemplarlo no como un lavado de cara 0 como un simple arreglo (maquillaje) para una nueva presentaci6n sino como un cambio cualitati- Yo, un cambio en su designio final. Fueran mas 0 menos conscientes de ello los antiguos tratadistas (precisamente para dilucidarlo es necesario un estudio detenido desde nuestra perspectiva de la rhetorica recepta), el problema esta ahi y se impone. Es inevitable la relacién entre procedi- mientos tropoldgicos y contenido (subrayado de ciertos significados, in- dicacién de cudles son los mas importantes aspectos a retener, contribu- ci6n asia crear una mentalidad determinada). Dice van Dijk: La funcién principal de esas estructuras y estraregias retéricas es mancjar los procesos de comprensién del receptor e indirecta- mente, en consecuencia, las estructuras de los modelos mentales. Una opinion negativa especifica puede enfatizarse con una mets fora pegadiza de un dominio conceptual negativo (por ejemplo, describiendo a los miembros del otro grupo en términos de ani- males {...). En la época de Quintiliano no es asunto decidido (que es Jo mis- mo que decir que no lo habia sido en ningéin momento del desarrollo de la retérica) cuales son los géneros de tropos, sus especies, su ntimero * Cf. para una interpretacién actual de la definicién de tropo que ofrece uintiliano: David PUJANTE, El hijo de la persuasiin, Quyintiliano y el estatuto retirico, cit., pags. 199 y ss. Dice Lausberg que ef tropus es un «cambio» de la significacién, pero un cambio cum virtute, por tanto no es ya un vitium de improprietas (EH. LAUSBERG, Ma- nual de Retorica literaria, cit., § 552, pag. 58). “© Teun A. van DIK, Ideologia. Una aproximaciin multidisciplinaria, Barcelona, Gedisa, 1999, pag. 340. IIL. El corpus retérico © en qué grupo hay que situar a cada uno. A él le debemos un intento de poner orden en el caos por medio de la division que propone ents 1) tropos por razén del significado y 2) tropos por adorno de la expre- sin, por razén de la belleza. Aunque Quintiliano pretendiera poner coto a las divergencias respecto al ntimero de tropos, éstas han perdu- rado a lo largo de la historia. En la tradicién espafiola, por ejemplo, Jiménez Patén (1604) considera cuatro tropos, y Correas (ca. 1626), en cambio, da un inyentario de catorce™. Para Quintiliano la mutacién que da entidad a lo que llamamos tropo no sélo se da entre palabras que se intercambian una por otra en el texto, sino que él llama mutacién también a la mutacién de pensa- miento y a la de composicién. Por ejemplo, en una alegoria hay una mutacién de pensamiento, como cuando dice Herrera: Quebrantaste al criiel drag6n, cortando Las alas de su cuerpo temerosas, Y sus brazos texribles no vencidos; y en un hipérbaton hay mutacién de composicién, como en el archico- nocido endecasilabo gongorino: Un monte era de miembros eminente. Este amplio modo de considerar las mutaciones tropolégicas nos permite entender su amplio inventario. Quintiliano sefiala catorce tro- pos: metéfora, sinécdoque, metonimia, antonomasia, onomatopeya, ca- tacresis, metalepsis, epiteco, alegoria, enigma, ironia, perifrasis, hipérba- ton e hipérbole. En realidad podrian reducirse a trece, si consideramos el enigma como una variante de la alegoria: la alegoria mas oscura. Comparemos las diferencias con Ja lista que ofrece en el siglo xx Laus- berg (las disparidades se sefialan en cursiva): * Cf José Antonio MAYORAL, Figuras retéricas, Madrid, Sintesis, 1994, pag. 224. 205 +

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