Sie sind auf Seite 1von 4

Viernes 28 de noviembre de 2014 Introducción a la Filosofía

Pontificia Universidad Javeriana Cali Alejandro Montoya Silva

Filosofía y Crisis Colombiana


La actitud filosófica como salida de la incoherencia

Todos los colombianos que tenemos acceso a las noticias que a diario arrojan los medios de
nuestro país, recibimos con frecuencia una cantidad numerosa de titulares con información: “Se
reduce la pesca en San Andrés…”, “General secuestrado…”, “Niños desaparecidos en Cauca…”,
etc. Y digo información, con la intención de diferenciarlo del conocimiento; pues el conocimiento
debe estar inscrito en nuestra identidad, y no se reduce a un ligero saber que se olvida
rápidamente. Por esto, es información lo que recibimos, ya que finalmente no toca nuestras fibras
y no nos moviliza de la manera que debería hacerlo.

¿Con tantos años de seguido escuchando las mismas noticias de terror, por qué continúan las
grandes problemáticas de nuestro país?, seguramente la respuesta no está en la información de la
televisión y la radio, pues esta sólo se estanca en la superficialidad y no expone la raíz de las
problemáticas.

Por esta razón, el presente texto intentará aproximarse a la crisis colombiana desde la búsqueda
de lo hondo, y de esta manera proponer la actitud filosófica como posible solución.

Alfredo Gómez-Müller en su texto “Reconstruir la convivencia”, aborda la crisis colombiana


desde el trasfondo. Aunque lo que se ve claramente es la inseguridad del país y las consecuencias
de la guerra, lo que no se ve tan claro es la dificultad que tiene el colombiano para convivir.

Un inicio incoherente

En sus orígenes, Colombia se ha constituido con la ideología republicana liberal. Esta ideología
marcó las pautas para el pensamiento y la acción de los fundadores, y definió al país con
discursos de ciudadanía universal, de libertad y de igualdad. Pero en la práctica, esta ideología no
impidió la práctica de una matriz ideológica racista por parte de los fundadores de la república.

El racismo propio de los colonizadores españoles encabezados por Cristóbal Colón, se transmitió
a las personas “blancas” que gobernaron los inicios del país. Las políticas de inmigración, que
promovían la inclusión de europeos y la exclusión de negros e indígenas, fue una clara muestra de
la ideología racista que encaminó la construcción de una república liberal colombiana
paradójicamente exclusiva para una pequeña parte de la población compuesta sólo por individuos
“blancos”. El etnocentrismo de los colonizadores impidió el reconocimiento de las culturas ya
existentes en el territorio y se impuso una estructura política menospreciadora de gran parte de los
habitantes de la república.

Alfredo Gómez-Müller, después de una descripción de estos inicios de la república Colombiana,


afirma que “(…) por esta exclusión de las mayorías de la realidad de la cosa pública, los
detentores del poder político, económico y social en Colombia no lograron nunca establecer las
bases de una verdadera convivencia entre ciudadanos iguales en derecho, esto es, las bases de
una auténtica república liberal.” (Gómez-Müller, pp. 201)

El que parte de la injusticia para buscar la justicia, la buscará eternamente. “No tiene ningún
sentido hablar de justicia allí donde reinan la parcialidad y el privilegio.” (Gómez-Müller, pp.
196)

Así, el país lleva desde sus inicios un pasado en el que nunca existió una convivencia real entre
todos los sectores pertenecientes. Y aún hoy en día, el racismo y la sed de superioridad que lo
caracterizó, se encuentra presente en nuestra manera de proceder como sociedad, instaurándose
en lo profundo de nuestro sistema: El modelo económico.

Un modelo incoherente

Gómez-Müller en su texto, trae a colación un fragmento que expone los deseos del partido liberal
en la época de los orígenes de la república. En dicho fragmento se puede observar el objetivo que
desear trazarle a la república liberal: “que los derechos individuales y sus garantías sean
realidades (…), que todos los granadinos sean ricos (…), que las leyes den libertad y seguridad y
que no pongan obstáculos de ninguna clase a la producción y a la circulación de la propiedades
(…).” (Rojas, 1848; en Gómez-Müller pp. 193)

Una ideología que promueve el enriquecimiento sin límites, promueve una población orientada al
beneficio individual y la búsqueda de satisfacer sus intereses individuales; y como único
principio, parte de la tolerancia a la libertad de cada cual. Pero una verdadera convivencia no
puede florecer en una sociedad que sólo se preocupa por respetar la libertad del otro sin
emprender una construcción o una búsqueda en conjunto, pues no hay universalidad donde el fin
último se encuentra en el enriquecimiento particular. “Dejar-ser a los otros, o no-negar la
libertad (poder comenzar) de lo otros no equivale a no-negar su humanidad.” (Gómez-Müller,
pp. 209)

La ideología del liberalismo republicano que se estableció, predica por la igualdad para ser libres
en la obtención de una desigualdad económica. Observando el panorama de racismo y de
superioridad que existía en la época del nacimiento de la república, no sería extraño que las
decisiones políticas estén orientadas al beneficio en la obtención de riqueza de unos y la
exclusión y el empobrecimiento de otros.

La preocupante es que este modelo económico de finalidad codiciosa, está muy arraigada en
nuestra sociedad. Se puede afirmar que hoy el país, se mueve al ritmo del lucro monetario.
Formando personas con las capacidades necesarias para la obtención de este fin.

Una actitud coherente

Debido al sistema establecido y a las profundas huellas que ha dejado la “limpieza de sangre” de
la época colonial española, se ve la necesidad de pensarse de manera crítica y profunda la cultura
y los principios que determinan nuestra manera de convivir.

Autores como Leonardo Tovar González, afirman que la educación para la democracia debe ser
una educación crítica capaz de desenmascarar la pseudodemocracia actual en Colombia. Si las
problemáticas se entienden buscando en profundidad, se requiere de una actitud de reflexión y
crítica constante. Tal vez la filosofía es la disciplina propicia para la propagación de esta actitud,
porque además de su posición crítica basada en el estudio del conocimiento, el filósofo puede
estar en la capacidad de dialogar con el otro, generando vínculos que permitan fortalecer las
relaciones entre las diversas culturas colombianas y construyendo una convivencia real que
unifique el país en la búsqueda de un bienestar equitativo.

Alfredo Gómez-Müller propone al filósofo ciudadano, o al ciudadano filósofo, como vía propicia
para recrear la cultura que carga con los malestares de nuestro pasado. “El filósofo ciudadano, o
el ciudadano filósofo, parte del principio, muy socrático, de que no detenta la verdad en sí.
Precisamente porque es ciudadano, esto es, porque convive con otros, sabe que las verdades que
rigen el quehacer humano deben ser recreadas perpetuamente por la escucha recíproca y el
diálogo, esto es intersubjetivamente” (Gómez-Müller, pp. 215).

Propone también que el filósofo debe acercarse de manera creativa a los otros, idea que comparto
y que considero fundamental en la reconstrucción de una sociedad más crítica y reflexiva. Una
sociedad capaz de instaurar en su identidad la actualidad del país y de trabajar conjuntamente en
la creación del país deseado por todos.

Referencias

Tovar Gonzáles, L. (2008). ¿Una educación para la democracia sin democracia? Un informe
bibliográfico. En Sierra Mejía, R. (Ed), La crisis colombiana, reflexiones filosóficas (pp.
132-123). Colombia: Editorial Universidad Nacional de Colombia.

Gómez-Müller, Alfredo. Reconstruir la convivencia. (No pude encontrar los detalles de esta
referencia, es el texto que estaba en la fotocopiadora).

Das könnte Ihnen auch gefallen