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Síntesis conceptual

Podemos definir a los Recursos Naturales como los elementos de la naturaleza que las
sociedades valorizan para satisfacer sus necesidades. Esta valorización depende en
gran medida del contexto histórico, del conocimiento científico, de la tecnología
disponible y del modelo de desarrollo imperante.
Según lo que expresa Reboratti (1999), un elemento cualquiera de la naturaleza es un
recurso en la medida que sea visualizado como tal por parte de la sociedad. La
disponibilidad de algunos elementos naturales ha permanecido invariable durante
siglos, hasta que el mismo es valorizado como un recurso ante un cambio de las
condiciones socioeconómicas y tecnológicas y a la vez, frente a nuevas necesidades
sociales.
En las últimas décadas, la crisis ambiental vigente y los numerosos conflictos en torno
a la apropiación desigual de los recursos naturales ha impulsado el surgimiento de una
nueva conceptualización que se opone a la visión utilitarista que subyace en el concepto
de recurso natural y que lo equipara con una mercancía. En superación, se plantea el
concepto de Bienes Comunes, como el primer paso para contrarrestar la apropiación
simbólica, que comienza desde el lenguaje y que se hace presente al hablar de recursos
naturales.
Los Bienes Comunes son aquellos que se producen, se heredan o transmiten entre los
integrantes de una comunidad. Son bienes que pertenecen y responden al interés y a
las necesidades de todos y cada uno de los integrantes de una sociedad. Las relaciones
políticas, sociales y económicas y en particular los cambios tecnológicos impactan sobre
los bienes comunes. (Ariel Vercelli y Hernán Thomas, 2008). Desde esta mirada, se
cuestiona la explotación privada de los bienes naturales y se pone en valor no solo al
recurso natural sino también los servicios ambientales, considerados ajenos a la lógica
de mercado.
En América Latina, la defensa de los bienes comunes llevó a acciones colectivas
protagonizadas por los movimientos sociales, como manifiesta Seoane (2006) la
defensa del carácter de bien común de los recursos naturales se ha convertido en un
elemento importante de la articulación político-nacional de los movimientos populares.

El caso: La minería en Argentina


En los últimos años, las problemáticas asociadas a la actividad minera en la Argentina
han cobrado relevancia, no sólo en los medios de comunicación sino también en la
esfera de la política y en los ámbitos académicos. Por estas razones, el caso elegido
para profundizar en el control y manejo de recursos naturales es el de desarrollo de la
actividad minera en nuestro país.
Síntesis temática
Si bien muchos lugares de Argentina han sido históricamente valorados por la
disponibilidad de recursos minerales, Argentina nunca ha sido un país minero ni la
minería ha sido una de las actividades más desarrolladas, como sí sucede en otros
países de América Latina como Chile, Bolivia o Perú. Sin embargo, el agotamiento al
que están llegando las reservas minerales en el mundo, hizo que las grandes
corporaciones mineras pusieran sus ojos en Argentina, atraídas por un conjunto de leyes
sancionadas durante los 90 que tenían como objetivo brindar a las empresas ventajas
impositivas y leyes ambientales flexibles.
Los metales, como el oro, la plata o el cobre, se encuentran en Argentina en estado de
diseminación, en partículas muy pequeñas en las rocas de las montañas haciendo
imposible extraerlos con las técnicas tradicionales como la minería de socavón. Por el
contrario, la forma de extraer estos minerales es con la metodología denominada a cielo
abierto que requiere la demolición de toneladas de roca y el lavado de la misma con
sustancias químicas como el cianuro, que mezclado con agua potable permite separar
el metal de la roca, en lo que se denomina proceso de lixiviado.
Los recursos extraídos por las empresas mineras, principalmente de capitales
canadienses y estadounidenses, son enviados al exterior, y solo deben pagar en
concepto de regalías un máximo de 3 % sobre el valor de lo que las mismas empresas
dicen estar extrayendo mediante declaración jurada. Además, las empresas no pagan
impuestos por los servicios básicos que utilizan ni tampoco por el agua potable requerida
durante el proceso de producción. El agua empleada es contaminada al mezclarse con
las sustancias químicas y no puede ser utilizada para la agricultura, el consumo humano
o bien, para los animales de la región.
Estas ventajas son parte del marco legal que permite a las empresas extraer minerales
que son estratégicos por su baja disponibilidad y obtener ganancias extraordinarias. En
Catamarca, por ejemplo, con la producción del yacimiento Bajo la Alumbrera, cada 100
dólares de producción, solo un dólar con veinte queda en la provincia.
El Estado Nacional y el Estado provincial de las provincias mineras, en especial San
Juan, Catamarca y Santa Cruz, entre otras, actúan como los principales promotores de
la actividad, y legitiman la misma a pesar de sus consecuencias económicas y
ambientales, argumentando que la actividad traerá “progreso” a la región, en
concordancia con las promesas de puestos de trabajo y cuidado del ambiente que las
empresas hacen a las comunidades locales. Sólo seis provincias prohibieron mediante
leyes, la minería a cielo abierto con utilización de cianuro (San Luis, Córdoba, Tucumán,
La Pampa, Chubut y Mendoza). Leyes similares sancionadas en La Rioja y Rio Negro
luego fueron derogadas, en 2006 y 2011 respectivamente.
Esta nueva minería de carácter transnacional está en marcha desde 1997, año de la
inauguración de Bajo la Alumbrera en Catamarca, uno de los emprendimientos mas
importantes junto con Veladero en San Juan, Cerro Vanguardia en Santa Cruz y Pascua
Lama, proyecto binacional con Chile, facilitado mediante el Tratado de Integración y
Complementación Minera firmado con dicho país en 1997, el cual crea una región entre
ambos países en el que las mineras cuentan con libertad de acción.

Desde el desembarco de las corporaciones mineras en Argentina y los primeros efectos


de su actividad en Catamarca, las comunidades locales comenzaron a organizarse y las
consecuencias económicas y ambientales que Bajo la Alumbrera comenzó a provocar,
funcionaron como caso testigo para los habitantes de cualquier localidad del país en
donde una empresa minera quisiera instalarse. Uno de los casos mas destacados
ocurrió en Esquel, donde la organización comunal logró frenar mediante plebiscito la
instalación de la minera “El desquite”, cuya producción alteraría de manera irreversible
la vida en dicha ciudad. De allí en más, el conflicto entre las comunidades locales, por
un lado, y las empresas y el Estado por el otro, se reproduce en cada rincón de la
Argentina minera.
Las comunidades locales se enfrentan, en un conflicto asimétrico, a corporaciones con
gran poder económico que intentan frenar las protestas con ofertas de empleos y obras
de mejoramiento de espacios públicos en el pueblo. Por otra parte, las empresas
cuentan con el apoyo del Estado, quien dispone de las fuerzas de seguridad o del poder
judicial para frenar las acciones de las comunidades locales. Estas últimas defienden el
derecho a trabajo digno, al ambiente sano y se resisten a que las empresas, con
complicidad del Estado, dispongan de recursos naturales de vital importancia como el
agua potable a muy bajo costo, y pongan en riesgo las producciones locales y la salud
de sus habitantes.
Fuente: Adaptación de Estrella, M. ““La apropiación de los Recursos Naturales en la minería metalífera en
Argentina” En: Flores, F. (2010) Geografía 12: El espacio geográfico argentino. Editorial Longseller. Buenos
Aires.

Minería a cielo abierto y sus impactos en el medio ambiente

La minería a cielo abierto es una industria que origina inmensos impactos ambientales,
visuales, humanos y culturales, se basa en la explotación de recursos no renovables
encontrados debajo de la corteza superficial de la tierra, su grado de impacto dependerá
directamente del tipo de mineral que se pretenda extraer.
Existen diversas técnicas para ejecutar la actividad minera. Una de ellas y sobre la que
vamos a tratar, es la aplicación de químicos para la lixiviación del terreno mediante el
uso de cianuro, mercurio y ácido sulfúrico. Estas sustancias son altamente tóxicas y se
encargan de disolver los compuestos indeseados, con el objetivo de obtener los
minerales que se desea extraer de la tierra. Se ejecuta en extensas áreas de terreno,
creándose cráteres de grandes diámetros y profundizando a medida que se avanza en
el proceso.

Consecuencias ambientales de la minería a cielo abierto


El método de minería a cielo abierto genera enormes impactos ambientales en el
territorio sobre el cual se desarrolla, algunos de estos son:
Daños a la superficie de la tierra, destruye y cambia la forma de la corteza terrestre,
formando grandes cantidades de material de desecho, alterando la morfología local.
Contamina el aire, durante esta actividad se generan grandes cantidades de materia
fina “polvillo” tóxico, constituidos por químicos pesados que son absorbidos por animales
y seres humanos.
Contaminación de las aguas superficiales, si los residuos químicos no son
debidamente tratados y almacenados pueden filtrarse hasta los caudales de agua
fresca, contaminándolos y disminuyendo la vida presente en los mismos.
Daños a acuíferos subterráneos, los desechos contaminados suelen ser lavados por
el agua de lluvia, la cual se filtra hacia el subsuelo, ocasionando la contaminación de los
yacimientos de agua subterráneos.
Impactos sobre la flora y fauna, el proceso de excavación elimina todo tipo de flora
existente en la corteza terrestre, además los animales se ahuyentan por el ruido,
cambios en su hábitat y contaminación de fuentes de agua.
Conflictos entre comunidades y empresas de minería, las comunidades aledañas se
ven afectadas y pueden generarse disputas por el uso indebido de las tierras, además
de la posible sobrepoblación debido a la nueva fuente de trabajo.
Cambios visuales, luego de terminada la explotación quedan inmensos cráteres en el
área, disminuyendo el atractivo de la zona, afectando negativamente el turismo.

Consecuencias ambientales de la explotación a cielo abierto

En general, la explotación minera a cielo abierto tiene un gran impacto ambiental en la


zona en la que se lleva a cabo. Las características específicas del impacto dependen
fuertemente del contexto local de explotación. Señalaremos algunos aspectos generales
de tal impacto:
Suele provocar cambios importantes en la morfología del terreno pues se devasta la
estructura del suelo y se reseca la zona circundante, lo que disminuye la producción
agrícola y ganadera. La actividad minera impacta intensamente sobre la flora existente,
muchas veces modificándola o eliminándola.
Otras consecuencias de esta explotación minera son la alteración paisajística por la
devastación material del lugar a explotar y la contaminación sonora, pues las
operaciones mineras producen mucho ruido (trituración y molienda, carga y transporte
de los minerales, generación de energía, entre otras fuentes de ruido).
Otro medio ambiental afectado es el aire, que se nutre de impurezas sólidas
provenientes de polvos y combustibles tóxicos que quedan suspendidos en el aire,
vapores y emanaciones de cianuro gaseoso, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno.
Estas sustancias afectan las vías respiratorias de personas y animales generando daños
a su salud.
La explotación minera puede contaminar las aguas superficiales y subterráneas si los
residuos finos que se producen pasan a formar parte de los sedimentos de los ríos y
arroyos de la zona. En especial, si se vierten aceite usado, reactivos químicos, sales
minerales y sólidos residuales al suelo y a los cuerpos de agua.
El caso: El petróleo y los conflictos entre Estados

Para el abordaje del caso del petróleo como recurso energético estratégico, se optó por analizar
su situación en el marco del actual escenario internacional; es decir, se buscó poner el foco en
los conflictos entre Estados surgidos en las últimas décadas por el control y la explotación de
este recurso y que tuvieron a Estados Unidos como uno de los protagonistas centrales.

Síntesis conceptual

Los recursos naturales son elementos de la Naturaleza que la sociedad utiliza para satisfacer
sus necesidades, algunos de ellos son recursos energéticos, es decir, fuentes de energía que
se hallan en la Naturaleza y son explotados por la sociedad. Dicha explotación de los recursos
varía a través del tiempo en función del modelo de desarrollo dominante, del contexto socio-
histórico y de la tecnología que se disponga.

Dado que muchos de los recursos naturales, entre ellos los energéticos, se encuentran en una
cantidad limitada y los procesos geológicos de síntesis son muy lentos en relación con el ritmo
de explotación por parte de la sociedad, se convierten en recursos limitados recibiendo el
nombre de recursos no renovables.

Dentro del grupo de recursos energéticos se encuentran el petróleo, el carbón y el gas natural.
Ellos dependen de los procesos geológicos internos para su formación, los cuales se iniciaron
hace millones de años a partir de materia orgánica tanto animal como vegetal que sufrió un
proceso de fermentación.

En cambio, otros recursos energéticos se consideran recursos renovables dado su carácter


ilimitado, ya que conforman un sistema en el que sólo hay entradas por síntesis, puesto que las
salidas por consumo de la sociedad resultan despreciables en comparación con la ingente
magnitud de las entradas. El origen de todos estos recursos renovables se encuentra en el Sol
la principal fuente de energía que a su vez activa en la Tierra la dinámica atmosférica, por tanto
es el responsable de recursos renovables como el viento.

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