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La experiencia de alteridad
en la fenomenología trascendental
Colección Excellentia
Número 1
Andrés Simón Lorda
LA EXPERIENCIA DE ALTERIDAD
EN LA FENOMENOLOGÍA TRASCENDENTAL
Caparrós Editores
2001
No se permite la reproducción total o parcial de este libro,
ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión
en cualquier otra forma o por cualquier medio, sea éste electrónico,
mecánico, reprográfico, gramofónico o cualquier otro,
sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo 1
La fenomenología trascendental y el problema del otro . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Capítulo 2
El camino hasta una primera respuesta madura: de Investigaciones
lógicas a Meditaciones cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
I. De Investigaciones lógicas al proyecto de un “Gran trabajo sistemático”
de 1921: primeras tesis sobre la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
II. La fenomenología tras “El nuevo comienzo”: nuevos análisis y
perspectivas de la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 3
Fenomenología de la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
I. Principales aportaciones a una teoría trascendental de la experiencia
del otro efectuadas en Einführung in die Phänomenologie, Lógica
formal y trascendental y Meditaciones cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
II. Intersubjetividad y experiencia del otro en el curso Einführung in die
Phänomenologie (Semestre de invierno de 1926 a 1927) . . . . . . . . . . . . . . 73
III. Intersubjetividad y experiencia del otro en Lógica formal y trascendental 119
IV. Las Conferencias de París: antecedente inmediato de Meditaciones
cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
V. Meditaciones cartesianas: La esfera trascendental del ser como
intersubjetividad monadológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
VI. Las modificaciones de Meditaciones cartesianas proyectadas por Fink en
el verano de 1932 y anotadas por Husserl entre otoño de 1932 y
mediados de 1933 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
Capítulo 4
Horizonte último de problemas que una teoría trascendental de la
experiencia del otro debe abordar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
I. El camino abierto por Meditaciones cartesianas hacia el análisis del
presente vivo estante-fluyente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
II. El análisis del presente vivo estante-fluyente en los manuscritos
Zeitkonstitution als formale Konstitution . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
III. La empatía en la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
IV. La historia monádica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
Capítulo 5
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Capítulo 6
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Capítulo 7
Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de Husserl
citados en el trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
I. Vormeditationen über die Idee der Philosophie. Semestre de invierno de
1922 a 1923. Signatura: B I37. Transcriptor: R. Boehm (1952) . . . . . . . . . 320
II. Einleitung in die Philosophie (auf Grund der vier Londoner
Vorlesungen). Semestre de invierno de 1922 a 1923. Signatura: F I29.
Transcriptor: S. Strasser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
III. Betrachtungen im Ausgang von der angeblichen Frage nach dem Sein des
Seinden in Anknüpfung an Heidegger (Manuscrito BI32, págs. 18a-31b).
Mayo de 1931. Transcriptor: Reinhold N. Smid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
IV. Manuscritos Zeitkonstitution als formale Konstitution (grupo C). 1928-
1934. Transcriptor Steven Spileers . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328
V. Manuscrito A V5: Psychologie mit Beilagen zu den Amsterdamer
Vorlesungen. Menschliche Umwelt (“Lebenswelt”). Welt der Personen… . . . . . . . 339
Capítulo 8
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
I. Obras de Husserl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
II. Literatura secundaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
9
10 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
I. Agradecimientos
II. Introducción
III. Primera parte: papel de la experiencia del otro en el camino hacia la
plenitud de la fenomenología
A. El descubrimiento de la actitud natural (§§ 1 a 5)
B. El universo de lo subjetivo (§§ 6 a 9)
C. Apertura del ámbito trascendental (§§ 10 y 11)
D. La fenomenología como exploración sistemática y última del ám-
bito trascendental (§12)
E. A modo de balance
IV. Segunda parte: La experiencia trascendental del otro
A. Intersubjetividad y experiencia del otro hasta la planificación en
1921 de un “Gran trabajo sistemático”
§ 13. La argumentación de Husserl para lograr una explicación
de la experiencia del otro entre Investigaciones lógicas y el
nuevo “Gran trabajo sistemático” de 1921: elementos fun-
damentales
§ 14. Intersubjetividad y experiencia del otro en Investigaciones
lógicas
§ 15. Intersubjetividad y experiencia del otro en los manuscritos
de Husserl hasta el curso Problemas fundamentales de la fe-
nomenología (Semestre de invierno de 1910 a 1911)
§ 16. Intersubjetividad y experiencia del otro en el curso Proble-
11
12 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
1.Así, por ejemplo, una parte importante del estudio de los cursos Problemas fundamentales de la fe-
nomenología y de Einleitung in die Philosophie (§§ 15 y 22 de la tesis, respectivamente) sirvió de base
para mi comunicación “¿Resuelve la doble reducción fenomenológica el problema de la intersubjetivi-
dad?” en V Congreso de Fenomenología. Signo, intencionalidad, verdad. Cien años de la Fenomenología. Se-
villa, del 6 al 10 de Noviembre de 2000. Actas en preparación.
CAPÍTULO 1
La fenomenología trascendental y el problema del otro
2. Citaré las obras de Husserl en el propio cuerpo del texto de la siguiente forma: 1) los volúmenes
de Husserliana estarán citados conforme al siguiente esquema (número del volumen, texto o Beilage,
número de página, año —si procede). En ocasiones, antes del número del volumen introduciré la abre-
viatura “Hu.”. Cuando cite el tomo primero, si el texto procede de Las conferencias de París, pondré la
abreviatura “CP” después del número del volumen. Lo mismo sucederá al citar textos de El artículo de
la Encyclopædia Britannica o de Amsterdamer Vörtrage, entonces añadiré las abreviaturas EA4 y AV res-
15
16 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
pectivamente tras el número del volumen (Hu. IX). 2) Los volúmenes de la serie Dokumente, los cita-
ré según el siguiente esquema: (HUDO II o III, tomo —si procede—, página). 3) La obra Experiencia
y juicio no está incluida en la edición de Husserliana, se citará conforme al siguiente esquema: (EU, pá-
gina). 4) Los manuscritos, como sigue: Signatura del manuscrito en el Archivo-Husserl, página del ma-
nuscrito, cara delantera (a) o trasera (b) de la página, y a veces el año de redacción. Por ejemplo: B I,
5a, 1922-1923. Para introducir una nota dentro de un texto de Husserl empleo [corchetes] e indico
quién es el autor de la nota. Cuando se trata de la adición de una palabra que falta en el texto alemán
empleo <>. Por último, he dejado en alemán el título de aquellas obras de Husserl que por ahora están
sin traducir.
3. Mi pretensión en esta introducción no es discutir cuáles son los aciertos y posibles insuficiencias
1. La fenomenología trascendental y el problema del otro 17
del método fenomenológico, sino ofrecer una breve caracterización del mismo que permite ubicar el
marco más general de este libro. Cf., para una consideración más detenida de este asunto, entre otros,
los trabajos de GARCÍA-BARÓ, Miguel: Vida y mundo. La práctica de la fenomenología. Trotta. Ma-
drid, 1999, especialmente el capítulo cuarto: “La esencia de la fenomenología”; Husserl (1859-1938).
Ediciones del Orto. Madrid, 1997; y “El programa de la fenomenología: una radicalidad más allá del
sistema de lo exacto” en Miscelánea Comillas LVI (1998), págs. 195-216; HENRY, Michel: Phénomé-
nologie matérielle. PUF. Paris, 1990; LANDGREBE, Ludwig: El camino de la fenomenología. El proble-
ma de una experiencia originaria. Trad. M. A. Presas. Sudamericana. Buenos Aires, 1968; y LEVINAS,
Emmanuel: En découvrant l’existenca avec Husserl et Heidegger. Vrin. Paris, 1988. Uno de los resultados
de este trabajo, cf. infra el capítulo de conclusiones, será que precisamente la experiencia del otro pone
en evidencia la necesidad de profundizar y completar el método fenomenológico.
4. Cf. HENRY, Michel: Phénoménologie matérielle. PUF. Paris, 1990. Pág. 140
5. LEVINAS, E.: De Dios que viene a la idea. Trad. G. Glez. R.-Arnáiz y J.M. Ayuso. Caparrós Edi-
18 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
También habrá una intencionalidad que miente al otro, pero como he-
mos visto habrá que saber si es de la misma índole que la que mienta mun-
do. Adelantemos ya una respuesta. Los análisis que a lo largo de más de
treinta años Husserl dedicó al experiencia del otro tienen como resultado,
en otros, que la intencionalidad que mienta al otro es una “de nueva índo-
le, …, con un sentido de ser mediante el cual trasciende el ego total y ab-
solutamente su ser propio (sein eigenes Sein ganz und gar transzendiert)”
(Hu. I, 135). Husserl para referirse al acto en que tenemos experiencia del
otro empleó inicialmente el término “empatía” (Einfühlung), si bien, con el
paso del tiempo y para evitar confusiones debidas al uso que otro autores
hacían del término, este vocablo desaparece paulatinamente y se decide el
uso de la expresión “experiencia del otro”.
Para referirse de modo concreto a esta subjetividad trascendental abso-
luta que es la inmanencia radical de la vida, con toda esa riqueza de viven-
cias intencionales, Husserl empleó ya desde época temprana (XIII, Beil. III
y IV, 1908) el término mónada, a la que en Meditaciones cartesianas defi-
nió de la siguiente manera: “Del yo como polo idéntico y como sustrato de
habitualidades distinguimos el ego tomado en su plena concreción, que
con el vocablo leibniziano llamaremos mónada, añadiendo aquello sin lo
cual no puede ser precisamente concreto” (I, 102).
Sin embargo, si nos detuviéramos en este punto del camino de la re-
Iso:“Los tres caminos hacia la reducción fenomenológica trascendental en la filosofía de Edmund Hus-
1. La fenomenología trascendental y el problema del otro 21
Así, en la exposición del camino por el mundo de la vida, una vez que
se ha alcanzado el yo trascendental dice Husserl: En esas descripciones
“todo se complica tan pronto como nos hacemos cargo de que la subjetivi-
dad sólo en la intersubjetividad es lo que es: yo que actúa constitutiva-
mente. Para el punto de vista ‘yo’ esto significa los nuevos temas de la sín-
tesis concerniente específicamente al yo y al otro yo (cada uno puramente
como yo), los nuevos temas de la síntesis-yo-tú y, de igual modo pero más
complicadamente, de la síntesis-nosotros. En cierto modo, esto es de nue-
vo una temporalización, a saber: la temporalización de la simultaneidad de
los polos-yo o, lo que es lo mismo, de la constitución del horizonte perso-
nal (puramente yoico) en el que cada yo se sabe. Se trata de la sociabilidad
universal (en este sentido la ‘humanidad’) en tanto que ‘espacio’ de todos
los sujetos-yo. Pero, naturalmente, la síntesis de la intersubjetividad co-ata-
ñe a todo: el mundo de la vida intersubjetivamente idéntico para todos sir-
ve como ‘índice intencional’ para las multiplicidades aparienciales, las cua-
serl”, trad. Andrés Simón, en SERRANO DE HARO, Agustín (ed.): La posibilidad de la fenomenolo-
gía. Editorial Complutense. Madrid, 1997, págs. 259-293.
8. “El yo que alcanzo en mi epojé, el mismo que en la reinterpretación y mejoramientos críticos de
la concepción cartesiana era el ‘ego’, sólo en virtud de un equívoco se denomina yo, a pesar de que se
22 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
trata de un equívoco esencial, puesto que, cuando lo llamo reflexionando, no puedo decir otra cosa que:
yo soy, yo soy el que ejercita la epojé, yo soy el que interrogo como fenómeno al mundo vigente ahora
para mí según ser y ser-así, con todos sus hombres de los que estoy totalmente cierto; así, pues, yo, yo
que estoy por encima de toda existencia que tiene sentido para mí, y que soy el polo-yo de la vida tras-
cendental respectiva, donde en principio el mundo tiene sentido para mí puramente como mundo: yo,
que tomado en concreción plena, abarco todo ello” (VI, 188).
9. Cf. infra, pág. 291.
10. Cf. infra, capítulo 3.
11. Hu. XIII, Einleitung, XXXIX-XL
1. La fenomenología trascendental y el problema del otro 23
12. Sobre las diferentes redacciones del segundo libro de Ideas cf. Hu. IV, Einleitung der Herausge-
24 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
geberin (pp. XVI-XVIII) y Textkritischer Anhang (I. Zur Textgestaltung, pp. 397-401). De ahora en ade-
1. La fenomenología trascendental y el problema del otro 25
psicología
es mundo para todos a partir de mí, del ego, y junto con el contenido co-
rrespondiente. La vacía universalidad de la epojé todavía no esclarece nada,
sino que es tan sólo el portón de entrada con cuyo franqueamiento puede
ser descubierto el mundo nuevo de la subjetividad pura. El descubrimien-
to efectivo es asunto del trabajo concreto, altamente diferenciado y concre-
to” (VI, 260. El subrayado es mío). Cómo Husserl llevó a cabo tal trabajo
es la cuestión que abordan los siguientes capítulos, pero repárese ahora en
que se trata de la constitución del otro como ego, no ya como un fenóme-
no más del mundo.
La subjetividad trascendental por la que se pregunta en el problema tras-
cendental y que está presupuesta en él como base de ser, no es otra que “yo
mismo”, pero no como aquel que me encuentro en la actitud natural de la
cotidianeidad y de la ciencia positiva, apercibido como fragmento inte-
grante del mundo objetivo que para mí está ahí delante. “Evidentemente,
mi yo trascendental es ‘diferente’ del yo natural, pero de ninguna manera
como un segundo yo, como un yo separado de él en el sentido natural de la
palabra, así como, a la inversa, tampoco es un yo unido a él o entrelazado
con él en el sentido natural. Es precisamente el campo (concebido en con-
creción plena) de la experiencia trascendental de sí mismo, que en todo
momento puede convertirse, mediante una mera modificación de la actitud,
en experiencia psicológica de sí mismo. En esta transición se produce ne-
cesariamente una identidad del yo; en la reflexión trascendental sobre él, la
objetivación psicológica se hace visible como objetivación de sí mismo del
yo trascendental, y de esta manera se llega a ver cómo en todo momento de
la actitud natural se ha impuesto una apercepción” (IX, EA4, 294; cf. VI,
267-268).
El acceso a la intersubjetividad trascendental, una vez que se tiene la co-
munidad anímica, viene dado también por el cambio de actitud —siempre
y cuando tal acceso a la alteridad pueda garantizarlo ese trabajo concreto al
que hacía mención—: “La intersubjetividad puramente anímica, tan pron-
to como se somete a la epojé trascendental, conduce igualmente a su para-
lela, a la intersubjetividad trascendental. Obviamente el paralelismo no sig-
nifica en absoluto equivalencia teórica. La intersubjetividad trascendental
es la base de ser concretamente independiente y absoluta, de la cual todo lo
trascendente (incluido todo existente real mundano) extrae su sentido de
ser como ser de un existente en sentido meramente relativo y por ello in-
28 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
lante, cuando cite la introducción del editor de algún tomo de Husserliana lo haré conforme al siguiente
1. La fenomenología trascendental y el problema del otro 31
35
36 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
en su mayor parte no fueron pensados para su publicación. En ellos, Husserl no buscaba explicitar lo
ya sabido, sino ganar conocimientos. Más que resultados son vías y, a veces, extravíos del pensamiento
ante un problema. No están concebidos para leer, sino que son fruto de un monólogo interior. De for-
ma creciente, según avanzan los años, su contenido surge con el correr de la pluma; Husserl pensaba
escribiendo, aunque luego volviera, según los manuscritos, en repetidas veces sobre ellos y los sometie-
ra a una cuidadosa corrección. Sobre ellos se edificaban luego otros textos. En ocasiones se recorren dis-
tintas opciones que más tarde pueden ser rechazadas. Entre estos manuscritos se encuentran desde pa-
peles que corresponden a una tarde de trabajo, hasta los cursos que Husserl dictaba en la Universidad,
pasando por añadidos a esos cursos, breves tratados, etc. (Cf. Hu. XIII, Einleitung, págs. XVIII-XIX.).
20. “La subjetividad, y ésta universal y exclusivamente, es mi tema, y es un tema independiente y
puramente cerrado sobre sí. Que esto sea posible y cómo lo sea lo ha de mostrar la tarea de la descrip-
ción del método de la reducción fenomenológica” (Hu. XIII, Beil. XXIII, 200, 1924).
21. Cf., por ejemplo, este texto del final de la quinta de las Meditaciones cartesianas: Al principio “no
2. El camino hasta una primera respuesta madura 37
puedo, pues, saber aún nada de una intersubjetividad trascendental; yo, el ego, me tengo espontánea-
mente por solus ipse, y sigo todavía considerando a todo el acervo constitutivo —ya una vez que he ad-
quirido una primera inteligencia de los rendimientos constitutivos— como contenido meramente pro-
pio de este ego único. Así, por lo tanto, las amplias exposiciones del presente capítulo serían necesarias.
Es gracias a ellas como se nos hace inteligible el pleno y auténtico sentido del ‘idealismo’ fenomenoló-
gico-trascendental. Se ha disuelto la apariencia de solipsismo” (Hu. I, 176).
22. Traducidas por G. Peiffer y E. Levinas. Librairie Armand Colin. Paris, 1931. 136 págs.
23. HUDO III, t. III, 276 (8-VII-1931).
24. Estas objeciones se han incluido como apéndice en Hu. I.
25. A este grupo de manuscritos se les asignó en el Archivo-Husserl la signatura “C”, por lo que en
la bibliografía secundaria también se los conoce como Manuscritos C.
26. Carta a Ingarden del 25 de Noviembre de 1921 (HUDO III, t. III, 213). En ella le cuenta que
está ocupado en este proyecto desde julio de ese mismo año.
27. He realizado este análisis pormenorizado en mi tesis doctoral: El lugar de la alteridad… (op. cit.),
en las secciones IV. A y B (Véase el índice del trabajo en “Nota a la presente edición”, p. 11), pp. 79-
38 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
254.
28. Estos manuscritos han sido editados en Hu. XIII, Textos 1-4 y Beil..
29. El texto alemán se encuentra en Hu. XIII, Textos 5-6 y Beil.
30. El texto alemán se encuentra en Hu. XIII, Texos 8-13 y Beil.
2. El camino hasta una primera respuesta madura 39
31. “El oyente percibe que el que habla exterioriza ciertas vivencias psíquicas y percibe también, por
tanto, esas vivencias; pero no las vive, y sólo tiene de ellas una percepción ‘externa’, no ‘interna’. Es la
gran diferencia que existe entre la verdadera aprehensión de un ser en intuición adecuada y la presun-
40 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ta aprehensión de un ser sobre la base de una representación intuitiva, pero inadecuada. En el primer
caso tenemos un ser vivido; en el último tenemos un ser supuesto, al cual no corresponde verdad. La
mutua comprensión exige justamente cierta correlación de los dos actos psíquicos, que se desenvuelven
2. El camino hasta una primera respuesta madura 41
36. Cf. los anejos al curso Problemas fundamentales de la fenomenología redactados en el año 1921
2. El camino hasta una primera respuesta madura 43
La experiencia del otro, dado que éste es otro como yo, es experiencia
de un segundo cuerpo vivo. A lo largo de este período de tiempo, Husserl
va perfilando lo más fundamental de sus análisis del cuerpo vivo; sin duda
alguna, Ideas II es el texto fundamental37. La localización de las sensaciones
gracias a las ubiestesias, y más ampliamente, la capa somatológica del cuer-
po vivo, así como el hecho de que el cuerpo vivo sea centro de orientación
de todas percepción, son dos de las características propias del cuerpo vivo
descubiertas, sobre las que Husserl volverá para analizarlas a la luz de la em-
patía: dado que el otro es otro como yo, si yo tengo experiencia del otro,
he de tenerla también de su cuerpo vivo, o mejor dicho, porque lo experi-
un contexto temporal.
46 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
41. Cf. XIII, Texto 1; 2-3; Texto 5, 85-87; Texto 6, 189-190; Beil. XVI, 221 y ss.; III/1, 326-328;
Texto 11, 319; Texto 13, 334, Beil. XLI, 315.
42. Los primeros textos de Husserl, en que se explora esta posibilidad y se señala ya la utilidad del
concepto de mónada para expresar a la subjetividad absoluta fruto de la reducción y de la armonía mo-
nádica para dar cuenta de la pluralidad de yoes, proceden del año 1908 (XIII, Beil. III y IV). En Pro-
blemas fundamentales de la fenomenología, la monadología aparece repentinamente al final del texto
2. El camino hasta una primera respuesta madura 47
(XIII, Texto 6, 191). Es en Ideas II (IV, 111 y 119-120) donde se produce una mayor elaboración del
concepto de mónada y de su relación con el yo puro. De hecho, la definición allí ofrecida coincide con
la que se recoge en Meditaciones cartesianas (I, 102).
43. También su por entonces más querido discípulo, Heidegger, se hace eco de las consecuencias de
la Primera Guerra Mundial. Así, en el curso Grundprobleme der Phänomenologie (Semestre de invierno
de 1919 a 1920) dictado en Friburgo, afirma que la tarea más inmediata es “traer a la ‘vida’ de modo
primigenio y radical a partir de la nueva situación fundamental”, —esto es, la postguerra—, “el desti-
no de la filosofía” que hasta ahora sólo conocíamos bajo los nombres de Platón, Kant y Hegel (Martin
Heidegger: Grundprobleme der Phänomenologie (1919/1920). Gesamtausgabe Band 58. Vittorio Klos-
48 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
este curso, queda arrinconada casi diez años hasta el abandono del plan de
trabajo de Ideas.
2. El camino hasta una primera respuesta madura 49
termann. Frankfurt am Main, 1993, pág. 2). Una vivificación que tendrá consecuencias absolutamen-
te divergentes en maestro y discípulo.
44. HUDO III, t. III, 213.
45. HUDO III, t. III, 208.
46. Carta del 1 de Febrero de 1922, HUDO III, t. V, 147-152, especialmente 151-152. Esta carta
históricamente tiene un valor añadido, puesto que en ella Husserl recomienda a Heidegger para la uni-
versidad de Madburgo, ya que aunque no haya publicado hasta ahora, su valía está fuera de duda. Esta
carta originará la posterior petición de Natorp a Heidegger de una memoria que resumiese sus posi-
50 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ciones. El texto redactado por Heidegger —conocido como el Natorps Bericht— se creyó durante mu-
cho tiempo perdido, pero fue encontrado posteriormente y editado en Dilthey-Jahrbuch Band 6 (1989)
“Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles”. La relevancia del texto estriba en que en él apun-
tan ya las ideas fundamentales de Ser y tiempo.
47. El 14 de Diciembre de 1922, Husserl le cuenta a Ingarden que está trabajando en unas Medita-
tiones de prima philosophia (HUDO III, t. III, 216).
48. Carta a J. Daubert, 22-12-1923, HUDO III, t. II, 80.
49. Más información en. Hu. XV, Einleitung, págs. XXXIV-LI.
50. HUSSERL, Edmund: “Phänomenologische Methode und phänomenologische Philosophie”
<Londoner Vorträge 1922>. Hrsg. von B. Goossens, en Husserl Studies XVI (1999/3), págs. 183-254.
2. El camino hasta una primera respuesta madura 51
53. Así lo testimonia una carta a Ingarden del 26-XII-1927 (HUDO III, t. III, 237) en la que anun-
cia una serie de publicaciones, entre otras fragmentos de Ideas II, que seguirán al artículo para la Ency-
clopædia Britannica.
54. Hu. VIII, Einleitung, págs. XI-XII.
2. El camino hasta una primera respuesta madura 53
rrelativen Erfahrungsarten” (Hu. XIII, Texto 16), Husserl resaltaba las ven-
tajas del camino emprendido en 1910 —y que había recuperado ya para el
curso introductorio a la filosofía impartido en el semestre de invierno de
1919 a 1920— frente al de las Ideas. Hasta aquí la razón mediata para ha-
blar sobre dicha obra sistemática en este trabajo.
Además, este propósito de redactar una obra sistemática posee interés
desde el punto de vista de los análisis de la experiencia del otro, pues, aún
cuando sólo se se han conservado las reflexiones preparatorias del mismo,
las que comenzó a escribir primero —durante el semestre de verano de
1921— surgieron de la lectura y consideración detenida del curso Proble-
mas fundamentales de la fenomenología. Iso Kern comenta al respecto: “El
resultado de este curso [se refiere a Problemas…], la pluralidad fenomeno-
lógica de las mónadas (sujetos de conciencia) que están entre sí en una re-
lación de empatía, parece haber formado el marco y el transfondo sistemá-
ticos de los estudios de Husserl a lo largo de aquellos meses de 1921…
Durante aquellos meses, Husserl intentó pensar consecuentemente la idea
monadológica de manera fenomenológica a través de la reflexión sobre los
nexos de conciencia —y en ello consiste la significación fundamental de los
manuscritos surgidos entonces—”56.
1965. (Hay traducción del tomo VII, sin los apéndice y textos añadidos, en Filosofía primera (1923/24).
2. El camino hasta una primera respuesta madura 55
epojé de una tendencia a la seguridad?” (HUDO II/1, 50). “El concepto de ciencia fenomenológica, por
tanto, la caracterización en su específica peculiaridad del saber que surge de la reducción fenomenoló-
58 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
gica no puede ser subsumido bajo el concepto universal de ciencia que está creado a partir de la for-
malización de la ciencia mundana. Con la ejecución de la reducción trascendemos la situación universal
de patria y origen de todo saber mundano en general: su estar cogido (Befangenheit) en la actitud natu-
60 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ral; realizamos un conceptualizar, un reconocer, un saber y una ciencia de una índole completamente
nueva, de una radicalidad nueva y hasta ahora imposible de representar. Nunca podremos esperar al-
canzar mediante una formalización tan extrema del concepto mundano de ciencia el concepto superior
que comprende bajo sí tanto la ciencia mundana como también la trascendental” (HUDO II/1, 153).
“La reducción fenomenológica no sólo abre una nueva dimensión del ‘ser’; sino también una nueva di-
mensión del saber y de la ciencia” (HUDO II/1, 153-154).
70. Sin duda que en el optimismo profesado por Husserl respecto de la pronta publicación de las
investigaciones en torno a la empatía tuvo una notable influencia el curso —para el que no escribió nin-
gún manuscrito— con el que cerró su actividad docente en la universidad de Friburgo en el semestre
de invierno de 1928 a 1929 —aunque anunció otro curso para el semestre de verano de 1929, lo can-
celó más tarde—. Este último curso se tituló Phänomenologie der Einfühlung in Vorlesungen und Übun-
gen y fue dictado justo inmediatamente antes de la redacción de la mencionada nota y simultánea-
mente, por tanto, a la redacción de Lógica formal y trascendental y a la celabración de Las conferencias
de París (Febrero de 1929). Tampoco debe olvidarse que Husserl tuvo presente a lo largo de este curso
los manuscritos elaborados para Einführung in die Phänomenologie (Semestre de invierno de 1926 a
2. El camino hasta una primera respuesta madura 61
1927).
71. Cf., por ejemplo, Manuscrito C3I, 2a, 1930. El texto puede leerse infra, pág. 263.
72. Propiamente es en Meditaciones cartesianas donde se desarrolla esta reducción, si bien en Lógica
formal y trascendental se puede encontrar un boceto de la misma en el §96, que expone muy resumi-
damente los contenidos de Meditaciones cartesianas, y otro tanto sucede en Einführung in die Phäno-
menologie, si bien aquí no le da ningún nombre a la tarea de determinar en qué consiste el carácter de
propio (cf., por ejemplo, XIV, Texto 24).
73. Que la explicitación sea la manera de llegar a determinar lo mío propio es un dato de no poca
importancia, ya que ésta es un captar activo, y por tanto supone que lo mío propio recibe su sentido
originario como rendimiento de la explicitación (I, 132) a partir de una “materia” (I, 112) dada pre-
65
66 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
cuestión.
Sin embargo, con la consideración conjunta de estos tres escritos tam-
poco se alcanza “la” respuesta de Husserl a este intrincado problema, sino
una primera síntesis, ciertamente decisiva, ya que logra una satisfactoria so-
lución a muchos de los problemas parciales que habían ido surgiendo des-
de que Husserl comenzó a desenredar la “madeja” de la experiencia del otro
en Investigaciones lógicas. Pero no es una síntesis definitiva, pues sus mismos
planteamientos conducen a un nuevo horizonte de problemas que sobre-
pujan el marco planteado y, en consecuencia, exigen, ni más ni menos, una
nueva y definitiva radicalización de la epojé71. Los nuevos análisis ofrecidos
en esta epojé radicalizada ofrecen a Husserl —como espero mostrar— la
oportunidad para alcanzar la culminación de sus análisis.
Así, pues, en este apartado estudiaré los textos con los que se puede lle-
gar a formular una teoría trascendental de la empatía: Einführung in die
Phänomenologie, Lógica formal y trascendental y Meditaciones cartesianas —
incluyo una breve consideración de Las conferencias de París, pues, son el
antecedente inmediato de Meditaciones cartesianas y merece la pena reparar
en qué elementos se introducen para a partir de aquéllas llegar a éstas—.
Dejo para el próximo capítulo la exposición de esa epojé radicalizada y sus
resultados.
viamente. De esta forma queda abierta la posibilidad de un campo previo a la “consciencia” de yo, pa-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 67
riencia del otro, tanto de la constitución de uno como de la del otro. Esta
clara separación del plano natural y del trascendental no se mantiene siem-
pre; inadvertidamente, sobre todo en Meditaciones cartesianas, los análisis se
deslizan hasta el plano natural, y después, sin ulteriores comprobaciones,
las conclusiones obtenidas también se aceptan para el plano trascendental.
Si el otro es otro trascendental, quiere decir que en el ámbito trascen-
dental se halla una pluralidad de sujetos trascendentales que se articula en
un nosotros, en una comunidad; de forma que el mundo, lejos de ser mi
rendimiento privado justificable en la esfera primordial, se revela como co-
rrelato de esta vida intersubjetiva —que es constituyente, por tanto, de todo
ser en cualquier sentido (XIV, Beil. XLVII)—. Dicho de otro modo: la cons-
titución mundana es un rendimiento intersubjetivo, puesto que la inter-
subjetividad por ser trascendental es previa al mundo (I, 181), o como tam-
bién dice Husserl, el mundo se convierte en uno entre-subjetivo (XV, Beil.
LIII). Desde luego que no deja de sorprender que Husserl, habiendo llega-
do hasta estas conclusiones, plantee en Meditaciones cartesianas la investi-
gación de la constitución mundana como un proceso egológico. A estos es-
tudios les da el nombre de estética trascendental (I, 173), y de sus cimientos
excluye expresamente a la experiencia del otro. Los análisis posteriores,
como es lógico, cambiarán esta concepción de la estética trascendental y
afirmarán que la constitución mundana es un proceso intrínsecamente in-
tersubjetivo. Uno de los asuntos que ayudará a asentar esta posición serán
las investigaciones en torno a la empatía en el recién nacido, que sorpren-
dentemente están ya mencionadas en Meditaciones cartesianas y en Einfüh-
rung in die Phänomenologie. Desde luego que el establecimiento definitivo
del camino por el mundo de la vida como una vía de acceso a la subjetivi-
dad trascendental que garantiza más plenamente el correcto entendimien-
to de la reducción trascendental y, en general, de la trascendentalidad, tuvo
también que desempeñar un papel decisivo en la modificación de la com-
prensión de la estética trascendental.
Cuando se llega a descubrir este nosotros trascendental se alcanza lo que
Husserl también denominará verdadera trascendencia. Y en este ámbito de
verdadera trascendencia, además de producirse una constitución intersub-
jetiva del mundo, se produce una actuación recíproca entre los sujetos tras-
cendentales gracias a la empatía trascendental (XIV, Beil. LXIII). Por des-
gracia, no se encuentran análisis dedicados a esta peculiar empatía. Será
3. Fenomenología de la experiencia del otro 69
Ahora bien, los textos que estudiaré a continuación tienen una impor-
tancia decisiva para la fenomenología trascendental porque no se limitan a
desarrollar las ideas recién expuestas, sino que ofrecen un conjunto de aná-
lisis fenomenológicos que refrendan estas tesis. Este grupo de investigacio-
nes, como no podía ser de otra forma, se ocupan de la experiencia del otro.
De hecho, se puede afirmar que Husserl obtiene unos resultados que ya no
se verán alterados en nada sustancial por los textos redactados con poste-
rioridad a Meditaciones cartesianas —así se podrá comprobar en el análisis
del más significativo de todos ellos, las modificaciones a las cinco primeras
meditaciones redactadas por Fink a petición de Husserl con vistas a reali-
zar una edición alemana de la obra, que nunca llegó a término—.
Como resultado de estos tres escritos, el análisis de la experiencia del
70 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
sivo, y que suministra los materiales para la construcción primigenia de la identidad; pero que también
podría ofrecer igualmente los materiales para la construcción primigenia de la alteridad. Los elementos
conceptuales para explorar tal posibilidad se desarrollan con la categoría de pasividad en Analysen zur
passiven Synthesis (1918-1926), Experiencia y juicio y Einführung in die Phänomenologie.
74. Si bien las páginas finales del manuscrito FI33 contienen ya parte de estas investigaciones desa-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 71
nunca se produjo.
76. Dado que no he tenido ocasión de leer el manuscrito de la primera parte del curso, sigo para ex-
74 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
81. Con estas palabras, Husserl está aludiendo de forma bastante clara a la doble reducción feno-
menológica. De hecho, repite casi literalmente los términos en los que ésta fue introducida en ocasio-
nes anteriores (Problemas fundamentales de la fenomenología, Einleitung in die Philosophie o Erste Philo-
sophie) se expresaba casi en los mismos términos. Y, sin embargo, la única laguna importante en los tres
76 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
textos que analizaré en este apartado precisamente estriba en que en ningún momento se introduce ex-
presamente esta doble reducción. Como se verá en el último parágrafo, si se dejan a un lado las estra-
tegias de exposición de algunas problemas y la polémica con Heidegger —pues esta polémica es poste-
rior a la redacción de estos tres escritos—, la introducción de la doble reducción fenomenológica —si
bien bajo otro nombre— será la única enmienda metodológica de verdadero alcance que Fink consi-
dera necesaria en el texto de las cinco primeras Meditaciones cartesianas, cuando lo revisa entre 1932 y
3. Fenomenología de la experiencia del otro 77
nario de cómo sea posible una ciencia universal de lo existente con una cla-
ridad radical. Una ciencia que no se pierda en seres especiales, como si un
ámbito particular del ser fuera independiente del todo. “Las ciencias como
las modernas, … no nos dan en su especialización y en el tipo entero de su
fundamentación ningún saber radicalmente auténtico y claro acerca de qué
sea últimamente lo que es” (XIV, Texto 20, 395). Se cayó en la cuenta de
la necesidad de practicar una epojé respecto de todas las ciencias conocidas
y “retrotraernos al suelo universal de experiencia sobre el que se mueve la
vida precientífica y transcientífica” (XIV, Texto 20, 396). A partir de en-
tonces el objetivo del curso fue estudiar “la estructura universal del mundo
puramente como mundo de la experiencia” (XIV, Texto 20, 396). Para ello
la epojé no sólo debe efectuarse respecto de la ciencia, sino también respec-
to de nuestra herencia cultural.
Manteniéndome en este puro mundo de la experiencia puedo clasificar
a sus objetos en dos grandes grupos: inanimados y animados (XIV, Texto
20, 398). Surge entonces el problema de saber si los objetos animados pue-
den formar una unidad cerrada en sí como la forman los inanimados y en
la que podemos, además, incluir también a los animados, ya que si abstrai-
go de su vida anímica se quedan reducidos a corporeidad física, esto es, a
mero objeto inanimado. Este problema primero se enfrentó “‘egológica-
mente’, es decir, cada uno para sí en experiencia pura de sí mismo, ya que
precisamente, cada uno sólo tiene experiencia efectivamente original de sí
y de su vida consciente, ante todo tiene percepción de sí mismo” (XIV, Tex-
to 20, 399). Para alcanzar una experiencia pura de sí mismo libre de co-po-
siciones se puso en práctica el método de la reducción fenomenológica.
Gracias a la epojé de toda objetividad válida para mí conscientemente al-
canzo como temas de experiencia mi subjetividad pura y mi vida pura de
sujeto como vida intencional.
Pero la insuficiencia de un planteamiento solipsista salta a la vista tan
pronto como se observa que “después de la apertura del método de la ex-
periencia pura de sí mismo está dado sin más dificultad también el méto-
do de la experiencia ajena puramente subjetiva en hombres y animales. Ex-
perimento al otro hombre como mi igual, incluso si no tengo de su vida
de conciencia una experiencia original, tengo sin embargo una experiencia,
la del entender sus manifestaciones corporales como notificaciones de una
vida subjetiva. Puedo traer este entender a la forma de una re-presentación
78 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
1933 a petición de Husserl, con vistas a su siempre aplazada publicación en alemán. En esta ocasión es-
taba planeada la inclusión de una nueva sexta meditación redactada por Fink (HUDO II/1).
82. Carta a Ingarden, 26 de Mayo de 1929, HUDO III, t. 3, 248.
83. Así, ya uno de los primeros textos escritos con tal finalidad (Hu. XV, Texto 5) lleva por título
“Zum Problem der Intersubjetivität in den Cartesianische Meditationen”. Los ejemplos podrían multi-
plicarse.
84. Cf. Hu. XI, Beil. XXVI, 487. El texto allí recogido es de un anejo redactado en 1926. El texto
que a continuación cito es de Enero de 1927.
85. Husserl se refiere al caso en el que me someto a la voluntad del otro (Hu, XIV, Texto 21, 401).
86. Recuérdese que entre los textos preparatorios de la obra sistemática de 1921 se encontraban dos
textos dedicados a este concepto (Hu. XIV, Textos 9 y 10, y anejos).
87. Un concepto que ya apareció en el curso Phänomenologische Psychologie (cf. Hu. XI, Beil. XXVI,
487) y que se recuperará en textos posteriores a Meditaciones cartesianas.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 79
sin duda uno de los problemas a los que deberá atender Méditations carté-
siennes, pues el tratamiento ofrecido en las Conferencias de París le parecía a
Husserl insuficiente82, y al que dedicará todavía numerosas reflexiones en
las revisiones efectuadas con vistas a redactar Cartesianische Meditationen,
la versión alemana de aquella obra83.
No deja de ser sorprendente la continuación del texto antes citado, co-
mienza con una de esas vacilaciones constantes de Husserl respecto de lo
acaba de decir, como si hubiera ido demasiado lejos y hubiese de retroce-
der, de aplicar otra vez un movimiento en zigzag: afirma que en el ámbito
de la reducción fenomenológica la experiencia, también la del ser del otro,
pertenece a lo mío propio. Sin embargo, añade Husserl, lo que descubro,
lo que conozco, en mi conciencia como otro me obliga a coponer otra sub-
jetividad, surgiendo entonces unos vínculos un tanto peculiares, ya que sal-
van a mi y al otro de nuestro respectivo aislamiento. Pero lo sorprendente
es que no se queda ahí, al contrario, llega aún más lejos, pues, afirma que
se alcanza un vínculo puramente subjetivo, un hecho inmediato de la ex-
periencia puramente intersubjetiva [sic], que se funda en lo puramente sub-
jetivo, para el que a la hora de buscar una explicación tendrá que echar
mano de los instintos, como ya ocurriera en el curso Phänomenologische
Psychologie84. Si bien, y ése es el constante elemento restrictivo que Husserl
siempre introduce, no se aclara definitivamente hasta dónde haya que to-
mar en serio términos como “puente desde mí al otro”, “salvarme de mi ais-
lamiento”, puesto que se vuelve a insistir en que todo eso tiene su funda-
mento en lo puramente subjetivo, sin aclarar si se ha llegado a trascender
efectivamente esa esfera en la que está fundamentado o incluso sin aclarar
si eso puramente subjetivo es una dimensión intersubjetiva que, por decir-
lo de algún modo, fuera emergente y, por tanto, autónoma, cerrada en sí y,
además, imposible de reducir a las solas fuerzas, rendimientos, del yo, de
mi yo.
Conforme a lo dicho, se comienza por recordar que “todo esto, en tan-
to que perteneciente al marco de mi vida de conciencia, resulta ser en la re-
92 En un texto datado por Kern entre 1925 y 1928, Husserl sí que caracteriza ya la reducción al
ámbito de experiencia original en términos muy parecidos a los que usará después en Meditaciones car-
82 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
tesianas para hablar de la reducción a la primordialidad: “Si pregunto qué llega y puede llegar a una do-
nación consecuentemente experimentada en la reducción al ámbito de mi experiencia original, enton-
ces debo contestar: no sólo mi naturaleza exterior a mi cuerpo vivo, sino también mi cuerpo vivo, pri-
mero como cuerpo físico de la naturaleza, luego yo como sujeto de conciencia, como gobernando
3. Fenomenología de la experiencia del otro 83
objeto que es mi cuerpo vivo. A través de este cuerpo vivo yo puedo perci-
bir —revelándose como el centro de orientación de toda percepción—;
además, puedo gobernar en él, etc. Pero de ninguna manera, así reducido,
yo me experimento como hombre, es decir, como subjetividad encarnada
en dicho cuerpo vivo. El primer hombre que descubro es el otro; sólo des-
pués puedo descubrirme a mí mismo como tal. En mi esfera original en-
cuentro el soma ajeno como una de mis experiencias. Esta experiencia no
lo es sólo de un cuerpo físico, de un objeto externo más, sino que además,
y formando una estructura que sólo abstractamente puedo separar en mo-
mentos, apresenta una vida de conciencia concreta que no es la mía. Esa se-
gunda subjetividad está re-presentada y pertenece a esa cosa de allí como
coexistente. Hablar de “subjetividad” supone una transformación re-pre-
sentante de lo que para mí es mi yo, mi referencia de conciencia a mi cuer-
po vivo y a mi mundo de cosas, de lo que para mí todavía no es alma por
no estar localizado en un cuerpo físico dado para mí objetivamente. Así,
pues, gracias a la experiencia de lo ajeno alcanzo tanto el concepto de alma
como la posibilidad de denominar a aquel cuerpo físico de allí cuerpo vivo,
y, en consecuencia, la de igualar mi propio cuerpo vivo con cualquier otro
cuerpo físico (Cf. Hu. XIV, Texto 22, 414-416; Beil. XLVIII, 417-418;
Beil. IL, 420-421).
Husserl, en un texto apenas un mes posterior (6 de Febrero de 1927,
Hu. XIV, Texto 34 y Beil. LXX-LXXII), recuerda, a propósito de una revi-
sión de sus manuscritos de 1914 y 1915 sobre la experiencia del otro, que
para poder afirmar que mi cuerpo vivo es igual que cualquier otro cuerpo
físico tengo que lograr una identificación de la aparición externa de mi
cuerpo vivo —que mientras me sitúe en una esfera solipsista sólo puedo te-
ner re-presentada— y de su aparición interna, así como recuerda las difi-
cultades insalvables a que se ve abocado cualquier intento de conseguirlo
mediante un análisis de mi desplazamiento en el espacio (Cf. especialmen-
te Hu. XIV, Beil. LXX, 515-516).
Asimismo en otro de los escritos de esta época se recordará que, como
ya quedó demostrado por las investigaciones de 1914 y 1915, la fantasía
tampoco sirve para dar cuenta de otro yo a partir exclusivamente de mí mis-
mo: “El concepto de lo accesible en sí mismo, de lo captable en sí mismo
y posible de captar también se transfiere a la fantasía. En el fantasear origi-
nal, yo fantaseo lo mío propio: es visto como si me perteneciera. Lo subje-
86 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
tivo ajeno no está ni una sola vez representado en el modo del ‘cuasi sí mis-
mo’ como lo fantaseado, sino del ‘cuasi empatizado’, ‘cuasi ser y vida aje-
nas’” (XIV, Beil. LI, 437).
experimento por tanto también mi cuerpo vivo como cuerpo vivo, como cosa protopráctica, como ór-
gano, etc. Además, respecto de las cosas exteriores experimento no sólo las cosa inertes, sino expresio-
nes lingüísticas, obras de artes y similares; que ellas se me aparecen y valen como tales, lo experimento
88 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
originalmente. Pero no puedo juzgar acerca de sus propiedades específicas culturales, éstas quedan fue-
ra de tema, porque yo no las puedo experimentar originalmente… Además, que yo estos cuerpos vivos
ajenos los aperciba no como meros cuerpos físicos de la naturaleza, sino como cuerpos vivos animados
en los que gobiernan sujetos ajenos, esto pertenece a lo experimentable por mí de forma original. Pero
los sujeto ajenos mismos y su vida de conciencia, su gobernar en el cuerpo vivo, el cuerpo vivo como
cuerpo vivo, como órgano de ese yo, eso permanece fuera de tema. En mi experiencia original cae de
mí en tanto que objeto no sólo mi cuerpo vivo, sino también mi vida entera de conciencia; en la limi-
tación reductiva también mis apercepciones de las obras de arte referidas a sujetos ajenos y válidas in-
tersubjetivamente, mis apercepciones de la subjetividad ajenas, etc.” (XIV, Beil. LV, 445-446).
93. La inmanencia de la esfera de lo mío propio afecta, en principio, a todo lo que se presenta en
ella: “También algo nuevo que casualmente entre violentamente en la experiencia es algo que aparece a
partir de una motivación que procede de protofundaciones más tempranas” (XIV, Beil. LIII, 442).
94. “La experiencia consecuente y puramente subjetiva, que está absolutamente libre de posiciones
naturales simples, es [primero] sólo constituible como egológica. La experiencia consecuente y pura-
mente natural, absolutamente libre de posiciones de la subjetividad, es (primero) sólo posible en la for-
ma de la experiencia original de mi naturaleza” (XIV, Beil. LIV, 443).
95. No se puede dejar de señalar la sorprendente coincidencia con el pensamiento de Martin Buber,
quien ya en 1923, en su obra Yo y tú, designaba al fundamento de la relación yo-tú como esfera del en-
tre. Cf. BUBER, Martin: Ich und Du en Das dialogische Prinzip (Lambert Schneider. Heidelberg 19845,
pág. 41. Yo y tú. Trad. C. Díaz. Caparrós. Madrid 19983, pág. 41). En Ideas II ya apareció una analo-
gía conceptual entre ambos autores a propósito del empleo del término Gegensubjekt para designar el
resultado de la empatía, puesto que el otro no es un objeto (Gegenstand). En el caso de Buber, el fruto
del encuentro no es la posesión de un objeto, sino la actualidad/presencia (Gegenwart).
3. Fenomenología de la experiencia del otro 89
luego también como pasado y futuro de la vida. Sin quedarnos en estas co-
sas tan intrincadas y sólo desarrollables con dificultad, atendamos a lo si-
guiente: yo no soy mi vida, sino que vivo en mi vida y experimentando, vi-
viendo a fondo esta vida o contemplándola en una mirada, estoy cierto,
constantemente y volviéndolo a experimentar otra vez, de mí como el mis-
mo yo, y como este mismo tengo más allá de esto momentos fluyentes de la
vida y atravesándolos peculiaridades, habitualidades, permanentes. También
éstas las tengo antes de su captación, me pertenecen como yo actuante”
(XIV, Texto 24, 430-431; Beil. LI, 435-436).
Esta caracterización de lo mío propio divide lo existente en dos: el no-
yo y, por otra parte, yo mismo y lo que me pertenece como mío. Respecto
del no-yo puedo representar la posibilidad de que su ser fuera suprimido,
no así respecto de mi propio ser: “Yo soy; esta enunciación tiene su funda-
mento en la posibilidad constante de experiencia temática de sí mismo que,
por su parte, remite apodícticamente, en un modo que es posible hacer evi-
dente, a una vida permanente no-temática que es posible hacer temática
como una reflexión evidente cuyo carácter fundamental es una captación
original. La primera reflexión, la que da fundamento último, es la reflexión
de presente: yo soy presente, ahora, soy en una vida de presente, tengo un
campo de presente. Mirando hacia esto no lo puedo suprimir, es antes de
toda enunciación y determinación más detallada de sus contenidos, es im-
posible de suprimir en concordancia con una experiencia no desplegada
(unentfaltet). Lo que yo capto ahí originaliter, y por cierto como presente
original, es mi presente, más exactamente, mi vida presente” (XIV, Texto
24, 433). O, como dice en otro de los textos, ahí alcanzo la “corriente pro-
toviva de conciencia originalmente experimentada” (XIV, Beil. LI, 436).
Esta determinación de la esfera de lo mío propio conduce al total aisla-
miento: “La reducción de lo existente para mí a mí y a mi vida (mi ‘con-
ciencia’) en originalidad pura es una reducción a mi existencia pura en su
carácter esencial propio imposible de suprimir y su ‘individualidad’, es de-
cir, irrepetibilidad absoluta de la existencia. Una repetibilidad del yo, del
absolutamente idéntico en la irrepetibilidad de su vida, es un sin sentido”
(XIV, Texto 24, 434). Un aislamiento, una irrepitibilidad, que en definiti-
va vienen dados por la recuperación de los motivos cartesianos en los análisis.
La búsqueda de la esfera de lo mío propio, se acaba por identificar con la
búsqueda de aquello de lo que estoy absolutamente cierto, esto es, apodíc-
90 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
damente el acto de empatía, pues las consecuencias que este acto compor-
ta conforme a lo dicho en los últimos textos, son de una relevancia extra-
ordinaria al dejar al descubierto que la fenomenología sólo alcanza su ver-
dadera madurez cuando consigue acceder a la intersubjetividad.
La revisión del trabajo realizado comienza por la descripción de la per-
cepción del propio cuerpo vivo. Los textos escritos con tal propósito reco-
rren durante un largo trecho los mismos caminos que Husserl transitó en
Ideas II (Hu. IV): el cuerpo vivo es centro de orientación, medio de per-
cepción, órgano en el que gobierno y mediante el cual actúo en el mundo.
Gracias a él, puedo decir de mi yo, aunque esté inatendido, que está fren-
te a los objetos. Y tanto tiempo como mantenga la restricción solipsista po-
dré afirmar que entre el cuerpo vivo y mi yo se produce un vínculo induc-
tivo, pero no una “encarnación”. De ahí que correlativamente también
haya de afirmar que tampoco tengo dado a mi yo como alma; menos aún
me tendré dado como hombre. Todas estas características hacen que yo no
pueda decir que mi cuerpo vivo sea un cuerpo físico como los demás (cf.
Hu. XIV, Texto 25 y, sus anejos, Beil. LVI-LVIII; Texto 26 y Beil. LX).
Los elementos novedosos de estas investigaciones surgen cuando Hus-
serl considera, tanto en el plano natural como en el trascendental, la aper-
cepción del cuerpo vivo y descubre que ésta tiene como ingrediente un ele-
mento intersubjetivo. Lógicamente, para poder hacer tal cosa el
rendimiento de la empatía tiene que estar ya presente.
Situado en la actitud natural, me experimento directamente como “yo”
de mi vida de conciencia, pero, como acaba de recordarse, sin estar localiza-
en Meditaciones cartesianas, como ha puesto de manifiesto Klaus Held, cf. infra, pág. 199n.
98. Lógicamente no se trata ahora de justificar esta afirmación. Cf. infra el parágrafo dedicado a Me-
ditaciones cartesianas (en concreto, pág. 190 y ss) y el parágrafo dedicado al estudio del co-presente en
el último apartado de esta segunda parte (pág. 283 y ss.).
99. Cf. respectivamente supra, pág. 82 e infra, pág. 115.
100. Recuérdese que tal era la descripción de contenido del primer punto del plan de trabajo de
1926. Cf. supra, pág. 76.
101. Una edición de lo más fundamental de los mismos se ha realizado en la edición de Husserlia-
na (tomo XI) con el título de Analysen zur passiven Synthesis (1918-1926).
102. Sigo para este resumen a KERN, Iso: Los tres caminos…, op. cit., págs. 284-285.
103. Aquí comenzaría el § 96 del que Husserl dice en su “Epílogo a mis Ideas” (Hu. V, 150n) que
es un resumen de lo expuesto en Meditaciones cartesianas.
104. Recuérdese las investigaciones sobre monadología desarrolladas entre 1920 y 1922 (Hu. VIII,
Beil. XXXII; Hu. XIII, Beil. XXVII, XXVIII y XXX; y Hu. XIV, Textos 1, 2, 4 y 13, con sus respecti-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 93
dad… Esta intersubjetividad, que por tanto para mí está dada previamen-
te…., me da constantemente la forma aperceptiva del «yo soy miembro de
una comunidad de yoes como una comunidad-‘nosotros’»” (XIV, Beil. LIX,
468). Y que “el mundo originalmente experimentado no es, si apagamos la
empatía, un mundo espacial normal, como lo llega a ser por la empatía. A
la apercepción objetiva pertenece por tanto un horizonte intencional que
se refiera al otro y que supone la conexión con el otro que se lleva a cabo en
la creencia experimentadora” (XIV, Beil. LX, 470).
¿Qué es entonces lo que ocurre cuando ejecuto la epojé? El sentido de la
epojé aquí introducida está en consonancia con los desarrollos de la prime-
ra parte del curso, así que con ella lo que gano es la vida experimentadora
de mundo, la vida que rinde mundo como su correlato: “todo lo que yo
hube experimentado en la experiencia ingenua del mundo y eventualmen-
te describiendo traje a expresión, vuelve otra vez, pero en el contexto de la
experiencia y descripción de la subjetividad concreta, del único ser puesto
absolutamente, con la vida que le pertenece, y especialmente de la vida ex-
perimentadora de mundo con el cómo entero de su discurrir unitario, con
todas las estructuras pertenecientes y esencialmente necesarias según una tí-
pica universal” (XIV, Texto 26, 466). De ahí que Husserl pueda decir que
“el yo de la nueva actitud no tiene predonaciones (mundanas), se crea nue-
vas a partir de su nuevo rendimiento temático” (XIV, Texto 26, 467).
Como ya sucediera en Problemas fundamentales de la fenomenología, en
Einleitung in die Philosophie y en Erste Philosophie, Husserl constata que ini-
cialmente puedo experimentar esta vida trascendental de forma ingenua:
“Pero es claro que la nueva vida que yo pongo en juego al ‘negar la infan-
cia mundana’, al practicar la epojé y hacer temática de la subjetividad pura,
pertenece ella misma, aunque primero es otra vez una vida ingenuamente
vivida, a la subjetividad pura, o me pertenece a mí, al polo de yo puro idén-
tico que es el único polo en toda mi vida ingenua y reflexionante. Esto lo
reconozco yo mismo por reflexión que siempre puedo volver a realizar”
(XIV, Texto 26, 466).
Y, sin embargo, a diferencia de estos cursos, la ingenuidad de la vida
trascendental no es tanto la de la empiría trascendental entonces descrita,
cuanto una ingenuidad de mayor calado que afecta en parte al contenido
de dichos cursos, y que no es otra que no haberse percatado de la ambi-
güedad que comporta el término reducción trascendental y que fácilmente
3. Fenomenología de la experiencia del otro 95
resto del curso la pregunta por la experiencia del otro sea la pregunta acer-
ca de qué es lo que motiva en mi esfera primordial la experiencia del otro.
Considerado en el ámbito natural, el fundamento de la motivación es la es-
fera primordial, mientras que lo motivado es lo ajeno. Por tanto, desde esta
perspectiva, es un contrasentido contar entre las experiencias primordiales
(vivencias) del ego a las experiencias de lo ajeno, puesto que precisamente
se trata de comprender cuál es el fundamento de motivación de estas expe-
riencias de lo ajeno, o lo que es lo mismo: se trata de encontrar qué expe-
riencia primordial motiva la experiencia de lo ajeno.
Esta confusión de planos también se producirá después en Meditaciones
cartesianas, donde se afirmará que con el análisis constitutivo de la empatía
en tanto que hilo conductor de la donación natural óntica del otro necesa-
riamente alcanzo a los otros en tanto que otros trascendentales (Hu. I, 175).
Este logro se justifica porque dicho análisis constitutivo lo he llevado a cabo
yo en tanto que ego trascendental, y por tanto una vez que he introducido
la reducción trascendental. Una justificación bastante endeble comparada
con la que podría haber ofrecido para explicar esta ampliación a los otros
ego si se hubiera apoyado en la teoría de la doble reducción, de la que no se
hace mención alguna en Meditaciones cartesianas —y que ya estaba desa-
rrollada en Problemas fundamentales de la fenomenología y recuperada des-
pués por Einleitung in die Philosophie y Erste Philosophie—. Un grave in-
conveniente de esta confusión es que confiere un carácter ambiguo a la
argumentación, puesto que no se sabe bien si se trata de alcanzar al otro na-
tural o al otro trascendental. Esta ambigüedad se hace más palpable en Me-
ditaciones cartesianas que en el presente curso.
Los resultados fundamentales de esta investigación acerca de la dona-
ción natural del otro son que la empatía es, en realidad, un momento que
da nombre a una experiencia estructuralmente una, experiencia que ofrece
un nuevo tipo de objetualidad: “La empatía tiene el carácter de una expe-
riencia; es un componente dentro de la experiencia de los hombres (expe-
riencia del tipo de objeto hombre), del tipo fundamental experiencia de un
hombre. Un primer análisis de esta experiencia muestra el componente ‘ex-
periencia del cuerpo físico’ y un componente apresentativo, como siempre
fundado en aquél, a este componente apresentativo lo llamamos empatía
(comprehensio —Komprehension— en tanto que ‘interpretación’ —Interpre-
tation— de lo corpóreo-corporal como cuerpo vivo de otro yo, referido me-
98 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
por ejemplo, en los textos del año 1914 y 1915 sobre la experiencia del
otro, a saber, que el otro no puede explicarse como una copia de mi yo ob-
tenida mediante la conciencia de imagen (XIV, Texto 28).
Tras todo lo dicho, cabe formular la pregunta por la analogía o seme-
janza entre el otro y yo en términos que resaltan más claramente lo pecu-
liar de la empatía: “¿Cómo es posible una apresentación que, como la empatía,
lleva más allá de mi esfera original? En la empatía es apresentada una subje-
tividad ajena, esto es, una esfera original ajena por entero, y en ella objetos
originales ajenos, un mundo entorno ajeno. Y se puede decir como una ob-
viedad que cualquier objeto no original sólo es posible ponerlo para mí por
una apresentación que apresente una esfera original ajena por entero. Con
certeza sólo puede ser para mí lo que está exigido en mi esfera original, por
así decirlo, a partir de lo dado originalmente” (XIV, Beil. LXIV, 482).
vos Beilagen), y las consideraciones sobre nacimiento y muerte que aquí se inician.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 109
9. Parificación
El curso Einführung in die Phänomenologie, además de explicar la expe-
riencia del otro mediante la representación “si yo estuviera allí”, introduce
otro concepto que también aparecerá en Meditaciones cartesianas, a saber, la
parificación. Este nuevo elemento supone trasladar el análisis al campo de
la asociación. La empatía, por ser una re-presentación interpretativa, lleva,
al igual que toda re-presentación, a la asociación, pues “el contenido de
toda re-presentación retrotrae a la experiencia original, cada una de ellas es
una transformación de la experiencia original, lo objetivo de ellas está ne-
cesariamente constituido como un modo, como una transformación modal
de algo experimentable para mí originalmente. Sólo a partir de mi propia
experiencia original creo el original para el yo y el cuerpo vivo, cada uno en
su unicidad, y del todo de una experiencia original y experimentabilidad,
de una subjetividad concreta, y conforme a esto de un mundo orientado
que aparece. Todo lo representable para mí está contenido en las transfor-
maciones de mi propia subjetividad y sus contenidos, transformaciones que
tienen su primera figura en las libres transformaciones de la re-presentación
rememorante y co-rememorante, por tanto en la forma del fantasearme a
110 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
mí mismo y mi esfera” (XIV, Texto 35, 526). De ahí que una re-presenta-
ción como la de la empatía, por la que experimento algo que está más allá
de mi esfera original, tenga que ser suscitada asociativamente, y más con-
cretamente mediante semejanza, la que va desde el soma de allí hasta mi
soma.
Si examino la empatía, esto es, “el intracomprender (Einverstehen) re-
presentante, encuentro representado el soma de allí como un cuerpo físico
cero re-presentado, pero en una relación con mi cuerpo vivo que no puedo
describir sino como identificación recubriente. No tengo a ambos disocia-
dos, pero tampoco separados con diferencias resaltadas por mí, si esto quie-
re decir que yo soy consciente de la particularidad (Sonderheit), a la que
debo estar atento. Si el otro existe para mí mediante esta re-presentación,
él es el otro —y no yo—, y conmigo comparable y diferenciable de mí me-
diante una diferencia. Pero no es sentir a una (Einsfühlung) como si me em-
patizara y viviera en el otro, me aviniese a él, etc., y sin embargo el otro no
es otra cosa que una transformación de mí mismo, y experimentándolo me
experimento a mí mismo en una transformación” (XIV, Texto 35, 527).
Meditaciones cartesianas, en vez de continuar sus análisis con la compa-
ración con otras re-presentaciones, como hace Husserl en este curso —y
enseguida mostraré—, adopta otro enfoque en la solución del problema y
sitúa a la parificación en el debe de una síntesis pasiva asociativa previa a la
propia constitución yoica98. Una solución que podría haber encontrado ya
un primer punto de apoyo en el fragmento recién citado —pero que en este
curso pasó desapercibido—, cuando se afirma que “no tengo a ambos di-
sociados, pero tampoco separados con diferencias resaltadas por mí, si esto
quiere decir que yo soy consciente de la particularidad (Sonderheit), a la que
debo estar atento” (XIV, Texto 35, 527). Asimismo, la introducción de la
vida instintiva efectuada al comienzo de la segunda parte del curso y recu-
perada en su clausura99 habría que colocarla en esta misma línea argumen-
tativa, que aquí no pasan de ser meras indicaciones aisladas.
Así, pues, el análisis prosigue en otra dirección: indaga qué supone el he-
cho de que en la parificación mi cuerpo vivo esté en cierto modo allí en
tanto que un fragmento de la interpretación del cuerpo vivo de allí, pero
que esté re-presentado. Para aclararlo Husserl examina primero qué ocurre
105. Cf. Hu. XV, Texto 5; Hu. I, 181 y 239; Ms. BI10, 142b citado en Hu. XV, Einleitung, XX-
XIVn..
3. Fenomenología de la experiencia del otro 111
106. Así lo ha declarado explícitamente Husserl unas páginas antes: “Todo lo que existe para el fi-
lósofo, todo lo que sea esto o aquello para él, es decir, todo lo que pueda tener para él sentido y vali-
dez, tiene que presentársele a la conciencia en forma de un rendimiento intencional propio, que corres-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 113
ponda al carácter particular de ese ente (Seienden), a partir de un acto propio de ‘donación de sentido’
114 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ren a una única cuestión: “en qué medida sería, o ha sido previamente, po-
sible una vida concreta previa a la trascendencia de la empatía —y a los ins-
tintos intersubjetivos que traspasan la esfera original, pero cuyo descubri-
miento presupone la empatía—” (XIV, Texto 37, 560; cf. Beil. LXIII, 479).
Un asunto que lleva a su vez a tener que analizar con detenimiento el acto
de empatía.
Los análisis de la empatía, como ya se dijo, se llevan a cabo desde un
punto de vista de psicología fenomenológica, sin llegar a aclarar hasta dón-
de llega el paralelismo con la fenomenología trascendental. En ellos se fra-
guan los conceptos que se usarán después de forma más elaborada en Me-
ditaciones cartesianas. Fundamentalmente, el de la representación “como si
yo estuviera allí”, como término intermedio para la analogía en la expe-
riencia del otro entre la percepción de mi cuerpo vivo y la re-presentación
del cuerpo vivo del otro, y el de parificación, como explicación de la aso-
ciación que en última instancia sustenta la experiencia. Si bien, también es
preciso señalar que, aún cuando en Meditaciones cartesianas no se encuen-
tra ninguna mención de los instintos como explicación del surgimiento de
la experiencia del otro, sin embargo, estos se recuperarán en los textos es-
critos en el cuarto decenio con vistas a encontrar una redacción satisfacto-
ria de la versión alemana de las Meditaciones cartesianas.
Aunque los manuscritos redactados durante de la segunda parte de Ein-
führung in die Phänomenologie tengan un carácter fragmentario, no por ello
dejan de poseer una enorme importancia para la filosofía de Husserl. Cier-
tamente, las descripciones del acto de empatía estarán mejor perfiladas en
lo que al acto mismo se refiere en Meditaciones cartesianas, sin embargo, la
verdadera dimensión a la que abre la experiencia del otro y sus repercusio-
nes sobre la fenomenología trascendental en general están sin duda mejor
entendidas en aquel curso que en este escrito. De ahí que no creo que sea
erróneo afirmar que si Husserl detectó tanto en Las conferencias de París
como en Meditaciones cartesianas lagunas e insuficiencias fue debido a que
en Einführung in die Phänomenologie cristalizó una visión del problema de
la intersubjetividad que venía apuntándose ya en textos anteriores y que su-
pone un planteamiento de la cuestión que estaba por encima de la altura
que después alcanzará Meditaciones cartesianas.
Para terminar un último apunte. No deja de sorprender que, salvo en
una ocasión (XIV, Beil. XLVII, 409), estos textos en ningún momento se
116 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
(como también decía en mis Ideas)” (XVII, 251). Eso supone no quedarse en la generalidad vacía de la
palabra “conciencia” y pasar a tener ojos para “la intencionalidad como propiedad esencial de la vida de
3. Fenomenología de la experiencia del otro 117
riencia y juicio.
La redacción de Lógica formal y trascendental supuso variar el rumbo de
las reflexiones que Husserl había emprendido en el semestre de invierno
de 1926 a 1927, con el curso Einführung in die Phänomenologie, y en el de
verano de 1927, con Natur und Geist, en un renovado intento de ofrecer
un texto sistemático de carácter introductorio, toda vez que habían fraca-
sado las tentativas de transformar Londoner Vorträge, Einleitung in die Phi-
losophie y Erste Philosophie en una obra de tal índole —Meditationes de pri-
ma philosophia—. Como ya se dijo, estos cursos del final del tercer decenio
suponen el puente entre el camino de acceso a la subjetividad trascenden-
tal por la ontología, trazado ya en 1922, y la forma definitiva de esta vía
como camino por el mundo de la vida, dibujada en La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental. En ellos, Husserl no tomaba
como punto de partida la idea de un conocimiento apodíctico y la reduc-
ción al ego cogito apodíctico, sino la idea de una ciencia universal y, a la
vista de la falta de claridad de los conceptos científicos fundamentales, ini-
cia su trabajo con una meditación sobre lo que precede a toda ciencia, a
saber, el puro mundo de la experiencia, lo que luego denominará como
“mundo de la vida” (Lebenswelt). Este mundo, luego de una “epojé” con
respecto a las ciencias, se somete en primer lugar a un análisis estructural,
alcanzándose en un primer momento una contraposición entre naturaleza
y espíritu, entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, que Hus-
serl habría intentado superar situándose en la conciencia trascendental y
mostrando a la fenomenología trascendental como la consumación de la
idea de la filosofía en tanto que ciencia universal. Lógica formal y trascen-
dental, ciertamente, supone una variación en el rumbo de las reflexiones,
porque se ocupa de un problema parcial, pero no un total alejamiento, ya
que sus resultados acaban por desembocar en la necesidad del análisis del
mundo de la vida.
En Lógica formal y trascendental102, y más concretamente en su segunda
sección, se lleva a cabo el giro desde la lógica y la ontología objetivas a la
lógica trascendental, es decir, a la fenomenología trascendental. En la pri-
mera sección Husserl señala que una lógica puramente objetiva, al orien-
tarse directamente hacia su esfera de objetos, “permanece sumida en una
ingenuidad que le obstruye el acceder a la primacía filosófica de una com-
prensión radical y de una justificación fundamental de sí misma, o lo que
3. Fenomenología de la experiencia del otro 119
conciencia o, en cualquier caso, para la intencionalidad como función teleológica, esto es, como ope-
ración constitutiva. La conciencia se puede descubrir metódicamente, de forma que uno puede ‘ver’ di-
120 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
rectamente en su rendir donante de sentido y creador de sentido en modalidades de ser” (XVII, 251).
122 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
los míos. Por principio, pues la constitución del otro debe ser distinta a la
constitución de mi propio yo psicofísico” (XVII, 246). Pero, sin embargo,
yo atribuyo necesariamente al otro en las vivencias y experiencias ajenas que
le pongo no sólo un mundo análogo sino el mismo mundo que yo experi-
mento; y a su vez él me experimente en ese mundo y me refiera al mismo
mundo de experiencia, etc. Aspecto que también debe entrar en el campo
de las preocupaciones iniciales.
Pero, en segundo lugar, habrá que explicar la constitución no ya de un
alter ego psicofísico, esto es, natural, sino la de un alter ego trascendental.
“Si estoy cierto, si comprendo ya por la clarificación trascendental que mi
alma es una autoobjetivación de mi ego trascendental, también el alma aje-
na remite a un ego trascendental ajeno: el ego que el otro debería captar, en
su ‘reducción fenomenológica’, al retrotraerse a partir de sí mismo desde el
mundo dado previamente para él en su experiencia hasta la vida constitu-
yente última” (XVII, 246). De forma que el problema del otro se transfor-
ma también en el de “comprender cómo mi ego trascendental, protofunda-
mento de todo lo que tiene para mí existencia válida, puede constituir en
sí otro ego trascendental y también, por tanto, una pluralidad abierta de ego
semejantes: de ego ‘ajenos’, absolutamente inaccesibles para mí en su ser ori-
ginal y sin embargo reconocibles por mí como siendo y siendo de tal o cual
manera” (XVII, 246). En pocos lugares plantea Husserl de forma tan níti-
da esta doble constitución del alter ego, y, en consecuencia, los diferentes
planos en que se ha desarrollar la explicación de una u otra constitución.
Una distinción que ya se entreveía en Einführung in die Phänomenologie, a
propósito de las reflexiones entorno a los análisis genéticos y estáticos. Pero
entonces sólo se apuntó que lo que se reclama para un plano psicológico
había de reclamarse también para un plano trascendental.
El paso siguiente consiste en introducir la reducción primordinal, pues,
pese a todo ha de ser mi ego el protofundamento de la reflexión. En esta es-
fera, lo objetivo todavía no está constituido, porque en ella no se albergara
nada ajeno al yo: “Comprendemos ahora que esta primera naturaleza o
mundo, esta primera objetividad que aún no es intersubjetiva, se constitu-
ye en mi ego en un sentido eminente como propiamente mía, por cuanto aún
no alberga en sí nada ajeno al yo, es decir, nada que rebase, debido a la in-
clusión constitutiva de los yoes ajenos, la esfera de la experiencia efectiva-
mente original, efectivamente directa (mejor dicho, de lo que procede de
3. Fenomenología de la experiencia del otro 127
ella). Por otra parte está claro que en esta esfera de lo primordinalmente pro-
pio a mi ego trascendental debe encontrarse el fundamento motivante de la
constitución de esas auténticas trascendencias que la rebasan (überschreitern-
den); esas trascendencias surgen, por lo pronto, como ‘otros’ —como otros
entes psicofísicos y otros ego trascendentales— y mediante ellos resulta po-
sible la constitución de un mundo objetivo en el sentido corriente: un
mundo del ‘no yo’, de lo ajeno al yo. Toda objetividad con este sentido está
referida, desde el punto de vista de la constitución, a lo ajeno-al-yo prime-
ro, a lo que tiene la forma del ‘otro’, es decir, del no yo en forma de ‘otro
yo’” (XVII, 248).
109. Estas revisiones se encuentran ahora publicadas en HUDO II/2 y Hu. XV, partes I y III.
110. Éste es uno de los asuntos en los que ha quedado constancia de la participación de Fink en el
proceso de transformación. Cf. el apéndice crítico de Meditaciones cartesianas (Hu. I, 236).
111. La limitación a la propia subjetividad era, como se recordará, uno de los principales defectos
del camino cartesiano.
132 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
4. Valoración final
El interés de Lógica formal y trascendental respecto del estudio de la ex-
periencia del otro no reside tanto en aquellos puntos que suponen un an-
ticipo del contenido de Meditaciones cartesianas, cuanto en la clara formu-
lación del problema de la constitución del otro trascendental y, fruto de
ello, en la clara delimitación de algo así como una exterioridad trascenden-
tal: una “verdadera trascendencia” —en palabras textuales de Husserl—
que supone la afirmación de una actuación directa de los sujetos trascen-
dentales absolutos entre sí. Estas tesis, desde luego, acarrean fuertes tensio-
nes en la fenomenología trascendental. Para solucionarlas, Husserl ofrece
una categoría: la mónada; si bien no entra en absoluto a explicar cómo pue-
da solventarse las tensiones que han aflorado.
El anticipo del contenido de Meditaciones cartesianas en lo que se refie-
re a la experiencia del otro se limita a dos elementos fundamentales: la ne-
cesidad de comenzar por uno mismo cualquier reflexión trascendental y la
introducción de la reducción primordinal como artificio para intentar es-
tudiar la constitución del otro. La reducción primordinal está expuesta úni-
camente en sus trazos más gruesos, de ahí que no revista especial interés.
Sin duda, de mayor relevancia resulta la precisa distinción que se reali-
za entre lo que quiere decir constituir al otro ego natural y trascendental-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 133
Husserl dictó lo que hoy se conoce como Las conferencias de París —el
título de las mismas fue Einleitung in die transzendentale Phänomenologie—
en el Anfiteatro Descartes de la Sorbonna los días 23 y 25 de Febrero de
1929. De regreso a Alemania, a petición de un antiguo alumno, Jean He-
ring, repitió las sesiones en Estrasburgo, si bien su contenido ya no fue una
mera repetición de lo expuesto en París, ya que Husserl comenzó su reela-
boración y expuso sin usar ninguna anotación una ampliación del trata-
miento dado en París a la intersubjetividad y del que estaba sumamente in-
satisfecho.
Ya en Friburgo, desde mediados de Marzo hasta el día 8 de Abril —día
de su septuagésimo cumpleaños— se dedica intensamente a confeccionar
una nueva redacción de las conferencias. Para entonces ya había añadido un
quinto capítulo dedicado al problema de la intersubjetividad107. Sin embar-
go, esta versión todavía no le pareció a Husserl satisfactoria y nuevamente
vuelve al trabajo entre el 15 de Abril y el 15 de Mayo de 1929. Durante
este tiempo sobre todo se dedica a perfilar la última parte dedicada al pro-
blema de la intersubjetividad, que amplía notablemente. A esta nueva ela-
boración Husserl la denomina ya Meditaciones cartesianas. Éste es el texto
que envía a París para su traducción al francés, y es también lo que se ha
editado en el primero de los volúmenes de Husserliana como Cartesianische
Meditationen.
Durante el mes de Junio de 1929, Husserl se dedicó a corregir las gale-
radas de Lógica formal y trascendental. Y en Julio y Agosto de 1929 se con-
centró en el estudio de las obras de Heidegger, que hasta entonces había ido
retrasando por diversos motivos. Las obras a las que consagra Husserl su
atención en este tiempo son Ser y tiempo, Kant y el problema de la metafísi-
ca y De la esencia del fundamento. A los que hay que añadir la lección inau-
gural —¿Qué es metafísica?— dictada por Heidegger el 24 de Julio de 1929
al suceder a Husserl en su cátedra, y a la que como es lógico asistió. De la
amarga decepción que produjo en Husserl el trabajo de Heidegger da tes-
timonio la carta a Pfänder del 6 de Enero de 1931 (HUDO III, t. II, 180-
184). Una decepción que, por otra parte, supone tomar conciencia de la si-
tuación del panorama filosófico alemán del momento y de la necesidad de
3. Fenomenología de la experiencia del otro 135
Metaphysik?, con la que le sucedía en su cátedra de Friburgo. Además, durante ese mismo mes de Julio
138 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
y el de Agosto se dedicó a estudiar Ser y tiempo, Kant y el problema de la metafísica y De la esencia del
fundamento, esto es, los textos de Heidegger impresos hasta la fecha. Las anotaciones de Husserl en su
3. Fenomenología de la experiencia del otro 139
entre los hombres que son uno más entre los objetos mundanos. De esta
forma soy también portador de la validez de ser en la que, como sucede
para todos, mi vida psíquica es justo para mí algo existente, y en ella de
aquella vida de conciencia en la que yo, este hombre, vive vivencias psíqui-
cas del experimentar, del pensar, etc., realiza actos de validez ser, que son
mis (al igual que para los otros) actos humanos, en tanto que aquí perte-
necientes al mundo universal espacio-temporal, pertenecientes a ellos como
‘estados anímicos’. Al mundo universal, que tengo en general en vigencia,
que pongo como válido en tanto que sujeto de validez constantemente ab-
soluto” (BI32, 28a). Sólo así se hace evidente la diferencia fundamental en-
tre ambos: “Diferencia fundamental: vivir en la ejecución y tener temas ón-
ticos, preguntas y respuestas ónticas, y ejercitar la reflexión sobre esto que
se extiende universalmente. Epojé fenomenológica —reducción” (BI32,
29a).
Sin embargo, Husserl sí que llegó a publicar un escrito —el prefacio a
la traducción inglesa de Ideas I redactado entre Septiembre y Octubre de
1929— en el que discutía en torno a las relaciones entre fenomenología y
psicología con Heidegger, aunque sin nombrarlo. Bien es cierto que en el
prólogo a este texto, que Husserl añade en 1930 a la versión alemana que
publica con el título “Epílogo a mis Ideas” en el Jahrbuch für Philosophie
und phänomenologische Forschung118 (ahora disponible en Hu. V, 138 ss.),
las alusiones a Heidegger —y a Misch— son clarísimas. De hecho, du-
rante un tiempo Husserl llegó a considerar seriamente la opción de volver
a escribir Ideas I para así rebatir las críticas de Heidegger, si bien final-
mente se decidió por la opción del prefacio119. Asimismo esta polémica con
Heidegger influyó en los trabajos de revisión de Meditaciones cartesianas
que había reemprendido en ese mismo Septiembre de 1929. De hecho en
una nota del prefacio, que hoy sólo se conserva en la traducción inglesa de
Ideas I, Husserl comentaba sus planes de publicación y anuncia que ha re-
dactado una segunda introducción para Meditaciones cartesianas que aña-
dirá a la versión alemana, según decía entonces, de próxima aparición.
De esa segunda introducción únicamente se ha conservado su prólogo,
ejemplar de Ser y tiempo y de Kant y el problema de la metafísica han sido publicadas en Husserl Studies
11 (1994-1995), págs. 3-48 y 49-63 respectivamente.
117. Carta a Ingarden, 2. XII. 1929, HUDO III, t. III, 254.
118. IX (1930), págs. 549-570.
140 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
aludido y muy de pasada en las Conferencias (Hu. I, 12) si se considera el texto paralelo de Meditacio-
nes cartesianas (Hu. I, § 14, 70-71). Asimismo, en las Conferencias no se encuentra texto paralelo, por
ejemplo, a los §§ 16 y 35 de Meditaciones cartesianas que se ocupan específicamente con este asunto.
121. Cf. Hu. XV, Einleitung, págs. XXVII-XXVIIIn.
122. Cf. Hu. VIII, 144 y las anotaciones posteriores de Husserl al mismo: Hu. VIII, Beil. II, 317-
318.
142 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
126. Cf. GAOS, José: “Historia y significado” en HUSSERL, E.: Meditaciones cartesianas. FCE. Mé-
xico, Madrid, Buenos Aires 1985, pp. 31-33. Ahí Gaos cuenta los avatares de la publicación de la tra-
144 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ducción que fue rescatada de su casa bombardeada durante la Guerra Civil española.
127. Husserl, en carta a Dorion Cairns del 21-III-1930, le aconseja que sólo lea sus propias obras
ya que “la fenomenología se ha convertido en una equivocidad” (HUDO III, t. VI, 23-24).
128. El curso Natur und Geist del semestre de verano de 1927, Husserl explica en qué sentido la fe-
nomenología es filosofía de la vida (F I32a, 110). Ahora en Hu. XXXII, pero no he tenido ocasión to-
davía de consultar este tomo.
129. Ofrezco la traducción de este texto en el apartado referido en la nota anterior.
130. En este apartado no desarrollaré una exposición minuciosa del contenido de las cuatro prime-
ras meditaciones, sino que me limitaré a dar cuenta de aquellos elementos novedosos e imprescindibles
3. Fenomenología de la experiencia del otro 145
de decir que Husserl adopta el mismo proceder con Las conferencias de Pa-
rís y su transformación en Meditaciones cartesianas. Es más, en la introduc-
ción de esta obra se afirma: “¿No estamos en una situación semejante a
aquella con que se encontró Descartes en su juventud? ¿No será tiempo,
pues de renovar su radicalismo de filósofo que inicia su actividad, …, y, en
fin, de empezar con nuevas Meditationes de prima philosophia?” (Hu. I, 47).
Una mención que no es casual si se recuerdan las palabras del propio Hu-
sserl, en relación con sus últimos trabajos, en una carta remitida a Hicks —
promotor de las conferencias de Londres— el 15 de Marzo de 1930: “Un
primer, y no el más importante, fruto de esta cosecha de mi vida fue mi li-
bro de lógica… Más importante es para mí la revisión literaria definitiva y
la realización concreta del curso de mis pensamientos de mis… cursos lon-
dinenses que tuve como base también en mis lecciones de Febrero de 1929
en la Sorbona” (HUDO III, t. VI, 179). Y tras anunciarle que pronto apa-
recerá una versión ampliada de las mismas traducida al francés, añade: “la
reelaboración alemana más ampliada ofrecerá, eso espero, un cabal com-
pendio de mi filosofía fenomenológica en una forma fácilmente accesible.
Las dificultades para entrar que necesariamente permanecen residen en el
asunto mismo” (179-180).
Como ya sucediera con el anterior intento, tampoco éste vio nunca la
luz. También aquí los problemas que presenta el camino cartesiano, y sobre
todo tras las precisiones introducidas que a continuación paso a analizar,
obligan a nunca darse por satisfecho con los resultados obtenidos.
131. Hu. VII y VIII, Einleitung y KERN, Iso: Los tres caminos…, op. cit.
132. De todas formas, las dificultades para clasificar el camino emprendido en Meditaciones carte-
sianas son bastante grandes, ya que, por ejemplo, la reflexión preparatoria de lo que haya de ser una
ciencia, no se realiza en esta obra a partir de una idea de ciencia, sino de lo que vive aquella persona
que, situada en el terreno precientífico (lo que se será luego el mundo de la vida), quiere hacer ciencia.
Otra dificultad estriba en las consideraciones sobre la evidencia apodíctica y adecuada, y los problemas
que acarrea la temporalidad.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 147
133. El texto dice: “Las unidades que aquí por todas partes consideramos, como, por ejemplo, el co-
gito idéntico, en cuanto unidades de una duración, transformándose en ésta así o asá, son justo ellas
mismas ya unidades conscientemente constituidas; esto es, se constituyen en una ‘conciencia’ de otro
sentido, más profunda, correspondientemente múltiple, en la cual todo lo que hasta aquí llamábamos
‘conciencia’ o vivencia no figura efectivamente, sino como unidad del ‘tiempo inmanente’, con el que
ella misma se constituye. Esto más profundo, el tiempo inmanente y todas las unidades de vivencias
148 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
que tienen lugar en él, incluida toda conciencia que constituye un cogito, lo hemos dejado deliberada-
mente fuera de consideración en este ensayo y hemos mantenido nuestra investigación por completo
en el interior de la temporalidad inmanente” (IV, 102-103).
134. A lo largo de todo este apartado, el término “objeto” vierte el alemán “Gegenstand” y nunca
3. Fenomenología de la experiencia del otro 149
“Objekt”.
135. Cf. sobre esta limitación el parágrafo primero (“Die methodische Begrenzheit der bisherigen
Meditationen”) de la VI. Cartesianische Meditation (HUDO II/1, 3-10).
136. Un resumen de las principales discusiones que esta meditación ha suscitado puede leerse en
KOZLOWSKI, Richard: Aporien der Intersubjektivität. Königshausen und Neumann. Würzburg 1991,
págs. 5-58. Mucho más selectiva, pero con la ventaja de que aborda las posturas de los autores con mu-
cho mayor detenimiento, es la obra de AGUIRRE, Antonio F.: Die Phänomenologie Husserls im Licht
ihrer gegenwärtigen Interpretation und Kritik. Wissenschaftliche Buchgesellsschaft. Darmstadt 1982.
137. “Tenemos que conseguir mirar en la intencionalidad explícita e implícita en que, sobre el sue-
lo de nuestro ego trascendental, se manifiesta y se verifica el alter ego; tenemos que conseguir ver cómo,
150 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
(1) La constitución del objeto en general y del objeto propiamente real, así
como del mundo
Sólo gracias a este descubrimiento se alcanza a comprender “cómo pue-
den llegar a entrar en la inmanencia de la vida de conciencia, y en qué mo-
dos de conciencia de este interminable río de conciencia formados, algo así
como unidades objetivas estables y permanentes, y en particular cómo tiene
lugar esta maravillosa obra de la constitución de objetos idénticos en cada
categoría de objetos, es decir, qué aspecto tiene y no puede menos de tener
en cada una la vida de conciencia constituyente, en cuanto a las correlati-
vas variantes noéticas y noemáticas del mismo objeto” (I, 85-86).
Para llevar a cabo estas investigaciones constitutivas puedo tomar como
hilo conductor un objeto134 intencional real o ideal del que tengo concien-
en qué intencionalidades, en qué síntesis, en qué motivaciones se forma en mí el sentido ‘otro ego’ y,
bajo el título de ‘experiencia unánime de lo otro’, se verifica como existiendo —y, a su modo, incluso
como estando ahí él mismo—. Estas experiencias y sus rendimientos son en efecto hechos trascenden-
tales de mi esfera fenomenológica: ¿puedo exponer íntegramente el sentido de ‘otro que existe’ de al-
guna manera que no sea consultándolas a ellas?” (I, 122).
3. Fenomenología de la experiencia del otro 155
cia como “objetivo”, pero también puedo preguntar por “los tipos de los ob-
jetos meramente subjetivos, como todas las vivencias inmanentes, dado que
tienen su ‘constitución’ cada una y todas juntas, en cuanto objetos de la
conciencia interna del tiempo. En todas direcciones destacan problemas re-
lativos a las especies de objetos consideradas cada una por sí y problemas
universales. Estos últimos afectan el ego en la universalidad de su ser y de su
vida y en su referencia a la correlativa universalidad de sus correlatos obje-
tivos (gegenständlichen). Si tomamos el mundo objetivo unitario como hilo
conductor trascendental, nos retrotrae a la síntesis de las percepciones ob-
jetivas y de las demás intuiciones objetivas, síntesis que se extiende a través
de la unidad de la vida entera, y por virtud de la cual esta unidad está pre-
sente a la conciencia y puede tornarse tema en todo momento como tal
unidad. Así, pues, el mundo es un problema egológico universal, y de igual
manera al mover la mirada en una dirección puramente inmanente, la vida
entera de la conciencia en su tiempo inmanente” (I, 89). Pero entonces las
descripciones de los tipos de conciencia desde los tipos de objetos son con-
gruentes, no se pierden en descripciones inconexas sino que se organizan
según razones esenciales: “ Todo objeto, todo objeto en general (incluso el
inmanente), significa una estructura regular del ego trascendental” (I, 90), y
lo mismo, correlativamente, se puede decir de la subjetividad: “La subjeti-
vidad no es un caos de vivencias intencionales. Pero tampoco es un caos de
tipos constitutivos, organizado cada uno en sí por referencia a una especie
o forma de objetos intencionales” (I, 90). Todo ella apunta, pues, “a una
síntesis constitutiva universal, en que todas las síntesis tengan juntas su fun-
ción de un modo exactamente ordenado, y en que por ende se hallen com-
prendidos todos los objetos efectivos y posibles, en cuanto objetos para el
ego trascendental, y correlativamente, todos los modos efectivos y posibles
de conciencia de ellos” (I, 90). Tarea ingente, pues, la de la fenomenología
que haya de poner de manifiesto este sistema ordenado.
Desde luego que los análisis trascendentales desarrollados hasta ahora
138. Algo que Husserl había señalado ya en otras ocasiones, por ejemplo, en Ideas II (Hu. IV, 81).
139. Cf. el apartado “Análisis estático y análisis genético de la esfera original” en el parágrafo dedi-
cado a dicho curso, supra, pág. 97.
140. Este paralelismo de los análisis con Ideas II no debe extrañar, ya que Husserl a principios de
1928 estuvo barajando la posibilidad de publicar parte de esta obra, lo que testimonia que el trabajo
156 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
realizado en los últimos años de la década anterior no estaba arrinconado. Cf. carta a Ingarden del 26-
XII-1927 (HUDO III, t. III, 237).
160 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
tesis pasiva (en que también entran, pues, los rendimientos de la activa), un
contorno de ‘objetos’ (Gegenstand). A ella se debe ya el hecho de que cuan-
to afecta a mi yo en el ego desarrollado sea apercibido como un ‘objeto’,
como un sustrato de predicados que descubrir. Pues ésta es una posible for-
ma de meta (Zielform) conocida de antemano para posibilidades de la ex-
plicitación en cuanto actividad que da a conocer, en cuanto actividad que
constituiría un objeto como propiedad permanente, como algo siempre ac-
cesible de nuevo; y esta forma de meta es comprensible de antemano como
oriunda de una génesis. Ella misma nos remonta a una prístina fundación
de esta forma. Todo lo que ya es conocido remite a un primigenio entrar
en conocimiento de ello. Lo que llamamos desconocido tiene, sin embar-
go, una forma estructural de cosa ya conocida, la forma de objeto (Gegens-
tand), o más precisamente la forma de cosa espacial, objeto (Objekt) de la
cultura, herramienta, etcétera” (I, 113).
enunciado las necesidades esenciales que salían a la luz en ellas? ¿No se tor-
nará vacilante, al no haber perfilado el bosquejo metódico hasta resultar
comprensible, conforme a lo universal de la esencia (Wesensallgemeinheit),
la posibilidad (muy extraña, todos la sentimos) y la índole exacta del ser-
para-nosotros de los otros, y hasta haber expuesto los problemas referentes
a tal posibilidad y tal índole?” (I, 120).
siempre al mundo constituido —ella es la subjetividad constantemente fungente, ejerciendo los rendi-
mientos constituyentes de mundo, realizando los actos, ganando mediante éstos las habitualidades,
siempre en y a partir de una mancomunación. Yo, el ego, tengo por tanto el mundo a partir de un ren-
dimiento en el que, por una parte, me constituyo a mí y mi horizonte de los otros, y a una con esto la
comunidad-nosotros homogenea; y esta constitución no es una constitución de mundo, sino el rendi-
miento que podría designarse como monadización del ego (Monadisierung des ego) —como el rendi-
170 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
144. YAMAGUCHI, Ichiro: Passive Synthesis und Intersubjektivität bei Edmund Husserl. Martinus
Nijhoff. The Hague, Boston, London 1982, pág. 85.
174 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
(como correlato) el mundo existente para mí, bajo el título ‘yo’ —en el sen-
tido habitual del yo personal humano—, he llevado a cabo en síntesis cons-
titutivas correspondientes, dentro del mundo constituido total, una aper-
cepción de mí mismo humanizadora, y la mantengo en constante vigencia
y desarrollo. Todo lo trascendentalmente mío propio (de mí en tanto que
este ego último) se incorpora a mi alma a título de ser psíquico en virtud de
esta mundanización. Yo me encuentro con la apercepción mundanizadora,
y entonces puedo remontarme, desde el alma como fenómeno y parte del
fenómeno ‘hombre’, a mí en cuanto el ego absoluto, universal, el ego tras-
cendental” (I, 130).
Cuando Husserl vuelve a recuperar este ego último, y por tanto la re-
ducción primordial, pues ya no se trata de eliminar abstractivamente de mi
experiencia mundana lo ajeno para de esta forma poder averiguar cómo se
motiva la experiencia de lo otro, esa experiencia del otro se incluye de nue-
vo dentro del acervo del ego: “Si nos mantenemos en el ego trascendental
último y en el universo de lo constituido en él, le pertenece a él de modo
inmediato la división de su campo trascendental entero de experiencia en
la esfera de lo suyo propio
—con el estrato conexo de su experiencia reducida a lo propio de él (en la
cual está apagado todo lo ajeno)— y la esfera de lo ajeno. Pero es que, ade-
más, toda conciencia de lo ajeno, todo modo de aparecer lo ajeno pertenece a la
primera esfera. Todo lo que el ego trascendental constituye en ese primer es-
trato como no-ajeno —como ‘propio’—, todo ello pertenece de veras a él
como componente de su esencia propia en concreto, según se habrá aún de
mostrar; es inseparable de su ser concreto. Mas dentro de esto propio suyo
(y con los medios de ello) constituye el ego el mundo ‘objetivo’ como uni-
verso cuyo ser le es ajeno, y, en el primer grado, constituye lo ajeno del
modo alter ego” (I, 131, el subrayado es mío).
Husserl, de forma sorprendente, no introdujo aquí ninguna considera-
ción acerca de si esta reducción había sido ejecutada con verdadera radica-
lidad. Dejando a un lado la cuestión de que esta reducción no se ha lleva-
do a cabo con el debido cuidado y haya dado entrada a sedimentaciones
sobre el mundo de la vida —como mostrará en la introducción de Expe-
riencia y juicio—, al referirme aquí a radicalidad lo hago pensando en que
conforme a lo dicho en el texto podría parecer que el yo solipsista es capaz
por sí mismo de dar cuenta de la vida natural, o dicho de otro modo, este
3. Fenomenología de la experiencia del otro 175
145. Husserl ya lo había descubierto en 1921 cuando volvió a trabajar su curso Problemas funda-
mentales de la fenomenología. Cf. Hu. XIII, Beil. XXVI, XXVII y XXX. Sobre todo (Beil. XXVII, 224-
176 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
225).
146. Cosa que ya entonces se mostró imposible.
147. Como ha señalado Held, la expresión alemana “wie wenn ich dort wäre”, “supone gramatical-
mente la contaminación de dos frases totalmente diferentes, que no sólo se diferencian por los conjun-
178 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
pio, pues gracias a la intencionalidad dirigida al alter ego, yo llego a tener co-
nocimiento del otro, un otro que, como ya se ha mostrado, queda fuera de
la esfera primordial. De ahí que ahora la tarea de exponer fenomenológica-
mente la intencionalidad dirigida al alter ego sea la de exponer una inten-
cionalidad de nueva índole, “con un sentido de ser mediante el cual tras-
ciende el ego total y absolutamente su ser propio (sein eigenes Sein ganz und
gar transzendiert)” (I, 135). Dicho de otra forma, el ego no sólo está centra-
do en sí mismo, en lo más propio de él encontramos un movimiento de so-
brepasamiento, de trascendencia, sin el cuál no se puede dar cuenta total-
mente de su realidad propia.
Como ya señalé al comienzo de este apartado, en una revisión posterior
del manuscrito Husserl calificó esta reducción a la primordialidad como
“conducente al error”, pues, “en cuestión no están los otros hombres, sino
cómo llega el ego, tal y como lo experimenta trascendentalmente el espec-
tador trascendental, a constituir en él la diferencia yo y otro-yo. División
que se presenta primero en el fenómeno mundo como la división entre mi
yo humano, mi yo en el sentido corriente, y otro yo humano, otro yo” (I,
241).
tivos diferentes, sino también por las conjunciones que las introducen. El ‘como si’ es la mezcla equí-
voca de un ‘como’ que indica la irrealidad (en el sentido de ‘si’ als ob) con un ‘cuando’ (wenn) de sig-
nificado temporal”. (HELD, Klaus: “Das Problem der Intersubjektivität und die Idee einer phänome-
nologischen Transzendentalphilosophie” en CLAESGES, U. y HELD, K. (Hrsg.): Perspektiven
transzendental-phänomenologischer Forschung. Für Ludwig Landgrebe zum 70. Geburtstag von seinen Köl-
ner Schülern. Martinus Nijhoff. Den Haag, 1972. pág. 35).
148. Dado que estos análisis permanecieron inéditos hasta 1973, pronto se dirigieron críticas con-
tra esta laguna de Meditaciones cartesianas, un conocido ejemplo es el ensayo de Alfred: SCHÜTZ: “Das
Problem der transzendentalen Intersubjektivität bei Husserl” (en Philosophische Rundschau V (1957),
págs. 81-107), en el que se puede leer lo siguiente: “El otro cuerpo físico es un cuerpo físico visual-
mente percibido, pero mi cuerpo vivo está percibido visualmente por mí sólo de modo excepcional, y
entonces sólo parcial. En tanto que órgano que protofunda está siempre presente (präsent) y dado, pero
presente (präsent) como percepción interna de sus límites y de su fungir, mediante la vivencia de las ci-
nestesias, por tanto en un modo que es tan desemejante como sea posible del de la percepción externa
del soma ajeno y de ahí que nunca pueda conducir a una aprehensión analogizante” (pág. 90).
149. HELD, Klaus: “Das Problem der Intersubjektivität und die Idee einer phänomenologischen
3. Fenomenología de la experiencia del otro 183
dad, tiene una esfera intersubjetiva propia suya, en la que constituye inter-
subjetivamente el mundo objetivo y en la que es, pues, en tanto que el ‘no-
sotros’ trascendental, subjetividad respecto de este mundo y también res-
pecto del mundo de los hombres —en cuya forma se ha hecho
objetivamente real (sich verwirklicht) a sí misma—” (I, 137). El mundo ob-
jetivo pasaría a ser algo así como el correlato de la intersubjetividad, ya que
éste “ya no trasciende (transzendiert) en el sentido propio a esta intersubje-
tividad —o, respectivamente, a lo suyo propio intersubjetivo—, sino que
la habita como trascendental ‘inmanente’. Dicho con más precisión: el
mundo objetivo como idea, como correlato ideal de una experiencia inter-
subjetiva realizada (y por realizar) de modo ideal e incesantemente unáni-
me (una experiencia intersubjetiva mancomunada), está referido por esen-
cia a la intersubjetividad constituida ella misma en la idealidad de una
apertura sin fin; intersubjetividad cuyos sujetos singulares están provistos
de sistemas constitutivos que se corresponden y conexionan los unos con
los otros. Según esto, a la constitución del mundo objetivo le pertenece por
esencia una ‘armonía’ de las mónadas: precisamente, esta constitución sin-
gular armónica en las mónadas singulares; y, por consiguiente, le pertene-
ce también una génesis que transcurre armónicamente en las mónadas sin-
gulares” (I, 138).
La armonía de las mónadas, de acuerdo con Husserl, no es una hipóte-
sis metafísica, sino fruto de la exposición del “acervo intencional que se
haya en el hecho del mundo empírico existente para nosotros” (I, 138).
Sólo este camino permitirá demostrar que la realización de la fenomenolo-
gía trascendental es ya la del idealismo trascendental.
como cosa cierta que ya se ha puesto la base necesaria, a saber, la esfera pri-
mordial (“muy importante en sentido trascendental”), lo cual permite
afrontar las auténticas dificultades planteadas por el paso hasta al otro. Por
tanto, las auténticas dificultades “se encuentran, pues, en la aclaración tras-
cendental de la experiencia del otro en el sentido en el que el otro no ha ac-
cedido aún al sentido ‘hombre’” (I, 138). Una forma poco feliz de expre-
sarse ya que el sentido “hombre” es algo que yo adquiero precisamente
después de la experiencia del otro. Ni en la reducción primordial ni en la
reducción solipsista yo poseo dicho sentido. A esta cuestión Husserl había
dedicado ya extensos análisis en el segundo y tercer decenio: situado en la
esfera original —recuérdese que el empleo técnico del término “primordia-
lidad” comienza a surgir en 1926— nada hay que me lleve a afirmar una
vinculación, una encarnación, de mi yo en el cuerpo vivo, sólo gracias a la
experiencia del otro llevo a descubrirme como hombre, así dirá Husserl en
el curso Einführung in die Phänomenologie —repitiendo los análisis de 1914
y 1915—: “el otro es el primer hombre, no yo” (Hu. XIV, Beil. XLVIII, 417-
418; cf. Texto 22, 414-416; Beil. IL, 420-421). Tras esta precisión se en-
tiende mejor por qué la expresión de Husserl —“la aclaración trascenden-
tal de la experiencia del otro en el sentido en el que el otro no ha accedido
aún al sentido ‘hombre’” (I, 138)— no es muy afortunada, pues con su uti-
lización puede parecer que haya algún caso en el que yo me pueda llamar
“hombre” antes de que lo sea el otro, cosa del todo imposible, porque uno
de los rendimientos de la experiencia del otro en el ámbito natural es el de
la categoría “hombre”. Quizá hubiera sido mejor decir: en el sentido en que
ni el otro ni yo hemos accedido aún al sentido “hombre”.
Pero estas palabras iniciales tienen todavía un segundo aspecto que es
necesario recoger ya que sitúan la argumentación en el ámbito de la pri-
mordialidad y por tanto afectada de una cierta ambigüedad: ¿se trata de
aclarar la experiencia del otro trascendental, es decir, de cómo alcanza mi
mónada una intencionalidad dirigida a otra mónada, para lo cual me sitúo
en la reducción primordial, o más bien lo que busco es saber qué me mo-
tiva en mi naturaleza primordial para llegar a tener una experiencia de otro
cuerpo vivo y a una con ella de otro yo, y en consecuencia de un hombre,
(1) La apresentación
Si se quiere explicar cómo es posible la experiencia del otro como tal es
necesario reconocer en la intencionalidad a él dirigida un cierto carácter
mediato, si no dicha experiencia se convierte en imposible, o mejor dicho,
el otro acaba por ser yo mismo. A esa peculiar manera de hacer presente que
se puede encontrar, entre otras experiencias, en la del otro, Husserl la lla-
ma “apresentación”: “Tiene que haber aquí una cierta mediatez de la in-
tencionalidad (y que parte del estrato inferior ‘mundo primordial’ —que,
en todo caso, está constantemente sirviendo de fundamento—), que hace
objeto de representación un ‘co-ahí’ que sin embargo no está él mismo ahí,
que jamás puede llegar a estar él mismo ahí. Se trata, pues, de una especie
del hacer copresente (Mitgegenwärtig), de una especie de ‘apresentación’” (I,
139).
La apresentación está ya formando parte de la percepción externa, ya
que la cara anterior de una cosa apresenta siempre y necesariamente la pos-
terior. En este caso la apresentación no resulta problemática, pues pertene-
ce a su esencia la posibilidad de verificarla mediante una presentación que
3. Fenomenología de la experiencia del otro 187
(2) La parificación
Para explicar el segundo tipo de apercepción, la asemejadora o aprehen-
sión analogizante, se introduce el concepto de parificación. Esta apercep-
ción tiene dos características de una importancia decisiva: en primer lugar,
“el original de la protofundación es de continuo aquí algo presente de
modo vivo (lebendig gegenwärtig); o sea, que la propia protofundación per-
manece constantemente realizándose viva (in lebendig wirkendem Gang). Y,
en segundo lugar, nos encontramos con la propiedad (que ya se nos ha
dado a conocer en su necesidad) de que lo apresentado gracias a esta ‘ana-
logización’ no puede jamás venir realmente a presencia, o sea, a percepción
auténtica” (I, 141-142).
En la apercepción asemejadora el ego y el alter ego están dados en pari-
ficación primigenia. Husserl define como sigue la parificación: “dilucide-
mos ante todo lo esencial de la ‘parificación’ (o de la constitución de ‘va-
rios’) en general. Se trata de una protoforma de la síntesis pasiva que, frente
a la síntesis de la ‘identificación’, designamos como ‘asociación’. En una
asociación parificadora, lo característico es que, en el caso más primitivo,
están dados, en la unidad de una conciencia, destacados intuitivamente,
3. Fenomenología de la experiencia del otro 189
dos datos, y que, sobre la base de su aparecer como distintos —por esencia,
ya en la pasividad pura, o sea, con indiferencia de que estén o no atendi-
dos—, fundan fenomenológicamente una unidad de semejanza; esto es,
que, justamente, están siempre constituidos como par” (I, 142. El subraya-
do es mío). “En un análisis más preciso, encontramos que se halla presen-
te, por esencia, un ‘contagio’ (Übergreifen) intencional, que aparece genéti-
camente tan pronto como (y ello, por esencia) los datos que se parifican se
hacen conscientes simultánemente y destacados. Visto más de cerca, se tra-
ta de un mutuo suscitarse vivo, de un solaparse, por lo que hace al sentido
objetivo, que va del uno al otro… Como rendimiento de tal solapamiento,
se efectúa en los objetos de la parificación una transferencia de sentido, o
sea, la apercepción del uno según el sentido del otro (en tanto que partes
del sentido realizado en lo que se experimenta no anulen esa transferencia
en una conciencia de ‘diferente’)” (I, 142-143).
Como ya sucedió en el curso Einführung in die Phänomenologie, Husserl
sitúa la experiencia del otro en el campo de la pasividad. El contagio in-
tencional, rendimiento activo del yo, se produce sobre la base de un par ya
constituido de forma pasiva, sin una intervención “consciente” del yo, o,
como se dice en Experiencia y juicio (EU, 62), que me esta dado previa-
mente como preconstituido. Así, pues, no es primigeniamente un rendir
activo por parte del yo lo que me conduce a poner al otro, sino que éste me
viene dado de una forma pasiva. Aquí está el gran giro en el planteamien-
to de Husserl con respecto al tratamiento del problema que hasta el curso
Einführung in die Phänomenologie había venido desarrollando. Ahora bien,
explicar cómo sea posible tal cosa resulta laborioso, e incluso, es preciso re-
conocerlo, hay partes de la argumentación para las que Husserl en esta obra
no ofrece el necesario fundamento —cuando los análisis ya estaban hechos
en el curso mencionado—. Pero además de estos necesarios desarrollos, re-
mitir la experiencia del otro a la génesis pasiva supone suscitar una serie de
problemas que Husserl comienza a entrever nada más terminar la redacción
de la obra —ellos serán objeto de estudio de un apartado posterior—. A
continuación examinaré cómo sea posible justificar la parificación entre el
otro y yo.
En el caso de la asociación y apercepción del alter ego por el ego, las co-
sas son de la siguiente manera: “Si en mi esfera primordial surge destacado
un cuerpo físico que es ‘parecido’ al mío —o sea, de tal índole que ha de
190 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
cuerpo vivo.
Tras la consideración de cómo se me da el otro en la apercepción, Hus-
serl afirma que de él no tengo simplemente “un duplicado de mí mismo, o
sea, dotado con mi esfera original —o con una igual— y, entre otras cosas,
con los modos fenoménicos espaciales que me son propios desde mi aquí;
sino, consideradas las cosas de más cerca, son tales como yo mismo los ten-
dría iguales si fuera yo allí y estuviera allí” (I, 146)147.
A esto se suma un segundo elemento peculiar de la apresentación del
otro, el que esté dado “como ‘yo’ de un mundo primordial, o de una mó-
nada, en que el cuerpo vivo de él está primigeniamente constituido y ex-
perimentado en el modo del aquí absoluto, justamente como centro de ac-
ción para su gobierno. Por tanto, en esa apresentación, el cuerpo físico que
surge en mi esfera monádica en el modo ‘allí’, que está dado en apercepción
como soma ajeno, como cuerpo vivo del alter ego, es índice del ‘mismo’
cuerpo físico en el modo ‘aquí’ como aquel del que el otro tiene experien-
cia en su esfera monádica. Pero ello en concreto, con toda la intencionali-
dad constitutiva que obra y rinde en él este modo de darse” (I, 146).
Se alcanza de esta forma una primera descripción de cómo se pueda
efectuar la asociación que constituye el modo “otro”, una asociación que
no es inmediata: “El cuerpo físico que pertenece a mi mundo circundan-
te primordial (el del que luego será el otro) es para mí cuerpo físico en el
modo ‘allí’. Su modo fenoménico no se parifica en asociación directa con
el modo fenoménico que efectivamente tiene en cada caso mi cuerpo vivo
(en el modo ‘aquí’), sino que evoca reproductivamente otro inmediatamen-
te semejante de entre los fenómenos que pertenecen al sistema constitui-
do de mi cuerpo vivo como cuerpo físico en el espacio. Recuerda al as-
pecto de mi cuerpo físico ‘si estuviera yo allí’. También así, aunque la
evocación no llega a ser una intuición rememorativa, se lleva a cabo una
parificación. Entra en ella no solamente el modo fenoménico de mi cuer-
po físico evocado en primer lugar, sino él mismo en tanto que unidad sin-
tética de éste y de sus otros múltiples modos familiares de aparecer. Se hace
así posible y recibe fundamento la apercepción asemejadora por la que el
cuerpo físico externo de allí recibe analógicamente del mío propio el sen-
tido de cuerpo vivo, y, luego, el sentido de cuerpo vivo de otro ‘mundo’ en
analogía con el mundo mío primordial” (I, 147. El subrayado es mío).
Este texto es de suma importancia, ya que en él Husserl expone cómo
194 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
tiene lugar aun cuando en este caso “la evocación no llega a ser una intui-
ción rememorativa” (Hu. I, 147)—. En aquel curso se afirmaba que “como
si yo estuviera allí” es “una asociación, una directamente demostrable como
un fenómeno intencional (XIV, Texto 35, 529) y también se decía: “Las ci-
nestesias indican el movimiento corpóreo, y éste a su vez las cinestesias.
Pero esta indicación está siempre cumplida en una percepción (Perzeption)
original, a la vez pre-presentando y remitiendo conforme a los horizontes.
Y así bajo todo punto de vista, la localización del campo táctil, mejor di-
cho, la sensibilidad del cuerpo vivo, …” (XIV, Texto 33, 511). “De forma
que el ‘si yo estuviera allí’ no es una rememoración del yo, que estuvo an-
tes o estará en el futuro allí, sino una percepción parificadora inmediata,
una aprehensión de la situación de coexistencia, de la simultaneidad de am-
bos cuerpos vivos en el presente vivo, y por cierto ya con la conciencia de
la diferencia del aquí y allí”151. “Con esto, opino, la diferencia entre el aquí
de mi propio cuerpo vivo y el allí de otro cuerpo vivo funciona ya implíci-
tamente en la parificación; esto se explica a través de que esta diferencia es
primigenia y ‘conscientemente’ (bewusst) vivenciada en la formación de la
propia corporalidad durante la infancia temprana sin un yo autoconscien-
te sobre la base del yo corporal anónimo previo a la actividad reflexiva, y
fungirá en la parificación de la corporalidad sin más, inmediatamente, con-
forme a la ley de la síntesis afectiva, independientemente de la actividad
yoica de reflexionar, y no sólo mediante rememoración del ‘si yo estuviera
allí’”152. Ya he señalado anteriormente que Husserl dedicó a finales del ter-
cer decenio y principios del cuarto una serie de análisis a este asunto153.
Si se aplica lo dicho hasta ahora sobre la parificación al caso del alter ego
entonces las cosas se presentan como sigue: “Ahora es evidente que lo que,
del lado de aquel ‘cuerpo físico’ de allí, está apresentado, no es, en mi ‘mun-
do en torno’ primordialmente, mi psique, ni en general nada que proven-
ga de la esfera de lo mío propio. Por lo que hace a mi cuerpo vivo, yo es-
toy aquí; soy centro de un ‘mundo’ primordial orientado en torno de mí.
Con ello, todo lo mío propio primordial en tanto que mónada posee el va-
lor de ‘aquí’, y no el de ‘allí’ alguno que varíe con cualquier ‘yo lo puedo y
lo hago’ que irrumpa; luego tampoco el de aquel allí determinado. Una
cosa excluye a la otra; no pueden ser a la vez. Pero al entrar el cuerpo físi-
co extraño en el allí en una asociación parificadora con el mío en el aquí y
convertirse —puesto que está dado perceptivamente— en un núcleo de
196 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ción; y luego, consideradas las cosas de modo más concreto y radical, entre
mi ego monádico y el suyo” (I, 149). “Lo primero constituido en la forma
de la comunidad y el fundamento de todas las otras cosas en común inter-
subjetivas es el carácter común de la naturaleza, que se constituye a la vez
que el cuerpo vivo ajeno y el yo psicofísico ajeno en parificación con el yo
psicofísico propio” (I, 149).
Frente a estas dos afirmaciones de Husserl se podría esgrimir la siguien-
te objeción: el cuerpo vivo del otro en tanto que se presenta en mi esfera
primordial es un elemento de mi naturaleza primordial y por tanto insepa-
rable de mí mismo, pero, si actúa apresentando, yo tomo a la vez concien-
cia, además de tal cuerpo vivo, del “otro” (Anderer), con su cuerpo vivo y
dado para él en el modo fenoménico de su “aquí absoluto” (allí, para mí).
Y entonces, “¿cómo se explica que pueda yo hablar del mismo cuerpo, que
aparece en mi esfera primordial en el modo ‘allí’ y en la suya y para él en el
modo ‘aquí’? ¿Acaso no están ambas esferas primordiales —la mía, que es
para mí en tanto ego la original; y la suya, que para mí está apresentada—
separadas por un abismo que yo no puedo realmente cruzar (pues cruzar-
los significaría obtener experiencia original, y no apresentante, del otro)? Si
nos mantenemos en el ámbito de la experiencia fáctica del otro —esto es,
de la que a cada paso está realizándose—, encontramos que el cuerpo físi-
co sensiblemente visto está efectiva y verdaderamente experimentado sin
más como el del otro, y no meramente como una señal del otro. ¿No es aca-
so un enigma este hecho?” (I, 150).
La respuesta de Husserl a este problema viene de la mano de una nueva
consideración del acto de apresentación: “La apresentación es una re-pre-
sentación unida por asociaciones a una presentación, a una percepción au-
téntica; pero es una re-presentación tal, que está fundida con la presenta-
ción en la función particular de la co-percepción. Dicho con otras palabras:
ambas están tan fundidas, que se hallan en la comunidad funcional de una
percepción que, en sí, presenta y apresenta a la vez y que, sin embargo, pro-
duce, para el objeto total, la conciencia de que está ahí él mismo. Hay,
pues, que distinguir noemáticamente en el objeto de tal percepción pre-
sentante-apresentante —el cual aparece en el modo de ‘ahí él mismo’— en-
tre lo propiamente percibido de él y el suplemento (Überschuß) de lo no
percibido propiamente en ese acto y, sin embargo, justo ‘estando ahí tam-
bién’. Así, pues, toda percepción de este tipo es trascendente: pone como
‘ahí ello mismo’ más de lo que ella ‘efectivamente’ hace presente” (I, 150-
151). Por tanto, si se ha de producir una “comunidad funcional” entre lo
percibido y el suplemento, esto supone que ambos han de pertenecer a la
unidad del mismo cuerpo vivo ahí apresentado. Es decir, “que ni ocurre ni
puede ocurrir que el cuerpo físico de mi esfera primordial que es para mí
indicio del otro yo (y, por lo tanto, de la esfera primordial totalmente otra,
o del otro ego concreto) pudiera apresentar la existencia y el está-también-
ahí del otro, sin que ese cuerpo físico primordial adquiera el sentido de
cuerpo físico primordial también para el otro ego —luego, según la índole
de todo el rendimiento asociativo-perceptivo—, el sentido de cuerpo vivo
ajeno y, en primer lugar, el de soma ajeno mismo” (I, 151). Pero afirmar
esto, es lo mismo que decir que el cuerpo físico de allí en mi esfera pri-
mordial no permanece separado del cuerpo vivo corpóreo del otro, “como
si fuera cosa así como una señal de su análogo (en una motivación eviden-
temente impensable155) y, por tanto, al ensancharse la asociación y la apre-
sentación permanecieran separadas mi naturaleza primordial y la naturale-
za primordial apresentada del otro —y, en consecuencia, mi ego concreto y
el otro—” (I, 151). De esta forma, Husserl encuentra el punto de conexión
que le permite hablar de una naturaleza común, sólo que con distintas pers-
pectivas. Únicamente se trata de extraer las consecuencias de lo afirmado.
Así, pues, este cuerpo físico de allí apresenta en mi naturaleza primordial
al otro yo, gracias a la asociación parificadora con mi cuerpo vivo corpóreo
y con el yo que gobierna en él psicofísicamente. Como ya se dijo, apresenta
en primer lugar el gobierno del otro yo en ese cuerpo físico de allí y, “de
modo mediato, su gobierno en la naturaleza que le aparece perceptivamen-
te —la misma a la que pertenece ese cuerpo físico de allí; la misma que es
mi naturaleza primordial—. Es la misma, sólo que en el modo fenoménico
‘como si estuviera allí yo, en lugar del cuerpo soma ajeno’. Y toda la natura-
leza ‘mía’ es la misma que la del otro. Está constituida en mi esfera primor-
dial como unidad idéntica de mis múltiples modos de dárseme: … Todo
esto tiene para mí el carácter original de lo mío propio, de lo directamente
accesible mediante exposición primigenia de mí mismo. En la apresentación
del otro, los sistemas sintéticos son los mismos, con todos sus modos feno-
ménicos, luego con todas las percepciones posibles y sus contenidos noemá-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 199
ticos. Sólo que las percepciones efectivas y los modos de darse realizados
efectivamente en ellas —y, parcialmente, también los objetos efectivamente
percibidos— no son los mismos, sino, precisamente, los que pueden perci-
birse desde allí, y tal y como son desde allí” (I, 151-152).
Desde aquí se abre la puerta para entender cómo se llega a captar una
naturaleza objetiva156, ya que yo no tengo otra esfera primordial, otra “na-
turaleza” que luego haya de saber cómo es posible que ambas lo sean de una
misma naturaleza objetiva, “sino que, mediante la apresentación misma y
su unidad —necesaria para ella en tanto que apresentación— con la pre-
sentación que coactúa con y para ella (en virtud de la cual existe para mí
ahí otro y, en consecuencia, su yo —ego— concreto), está ya necesaria-
mente producido el sentido de identidad de ‘mi’ naturaleza primordial y la
otra re-presentada” (I, 152). Así, aunque todo discurra dentro de mi esfera
primordial, puedo hablar de la percepción del mundo objetivo. Y, a su vez,
que pueda hablar de percepción del mundo objetivo en mi esfera primor-
dial, no supone negar que la intencionalidad trascienda “total y absoluta-
mente su ser propio” (I, 135), es decir, “que mi ego constituya en sí otro ego,
y justo en tanto que existente” (I, 152-153); ya que “lo que efectivamente
veo yo no es un signo, ni un mero analogon, ni una imagen en ningún sen-
tido natural, sino el otro; y lo captado ahí en originalidad efectiva, esa cor-
poreidad de allí (e, incluso, tan sólo este único lado superficial suyo), eso es
el cuerpo físico del otro mismo, sólo que justo visto desde mi sitio y por
esta cara; y es, según la constitución de sentido de la experiencia del otro,
cuerpo vivo corpóreo de un alma que por principio no me es accesible ori-
ginaliter (los dos en la unidad de una realidad psicofísica)” (I, 153).
Desde ahora, tanto el otro como yo mismo, existimos en una naturale-
za objetiva, de forma que en la percepción del otro puedo establecer ya una
distinción entre mi esfera primordial y la esfera del otro, sólo re-presenta-
el importante papel de la primera infancia para la constitución pasiva y de la corporalidad, cf. LAND-
GREBE, Ludwig: Faktizität und Individuation…, op. cit., págs. 71-116; “Das Problem der Teleologie
und der Leiblichkeit in der Phänomenologie und im Marxismus” en WALDENFELS, B.; BROEK-
MAN, J. M. und PAZ̆ANIN, A.: Phänomenologie und Marxismus. Band I: Konzepte und Methoden.
Suhrkamp. Frankfurt a. M. 1977, págs. 71-104 (sobre todo págs. 80-97); Phänomenologie und Me-
taphysik. Marion von Schröder Verlag. Hamburg, 1949, págs. 121-131. Y, STRASSER, Stephan:
“Grundgedanken der Sozialontologie Edmund Husserls” en Zeitschrift für Philosophische Forschung
XXIX (1975), págs. 3-33; “Das Problem der Leiblichkeit in der phänomenologischen Bewegung” en
TYMIENIECKA, A.-T. (ed): Analecta Husserliana, vol. XVI (1983), págs. 19-36.
154. Una exposición de los problemas que se han de afrontar para alcanzar al otro como ego y lle-
gar a formar luego un nosotros se puede encontrar en SCHÜTZ, Alfred: “Das Problem der transzen-
dentalen Intersubjektivität bei Husserl” en Philosophische Rundschau V (1957), págs. 81-107. Schütz
cree que Husserl no llega a conseguirlo.
155. Cf. Hu. I, 150.
156. El parecer de Husserl mostrado aquí acerca de la intersubjetividad de las apariciones coincide
con lo dicho en Ideas II (Hu. IV, 168-169) o en otros manuscritos (Hu. XIV, Textos 1, 13, 14 y 15), si
bien ésta no era la opinión mantenida en el primer borrador de Ideas II (respecto de la evolución de
202 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Husserl en este punto cf. la nota de Iso Kern, introducida en Hu. XIV, Texto 13, 250-251n).
157. El más temprano de estos manuscritos, el C8, data de Octubre de 1929 y en él se comienzan
a investigar las relaciones entre la constitución de la naturaleza primordial, la de la temporalidad y la
del mundo intersubjetivo.
158. Desde que en 1908 Husserl echó mano de la monadología para expresar los resultados de la
reducción, no cejó asimismo en el intento de expresión, igualmente en términos de monadología, de
las consecuencias que tiene para una subjetividad trascendental llegar a descubrir a otra subjetividad
trascendental. Algunos estudios importantes, cuya referencia comleta se encuentra en la bibliografía fi-
nal, de la apropiación y transformación del pensamiento de Leibniz en la obra de Husserl son: VAN
BREDA, Herman Leo: “Leibniz’ Einfluß auf das Denken Husserls”; KAEHLER, K. E.: “Die Monade
in Husserls Phänomenologie der Intersubjektivität”; ibidem: “Die Leibniz-Rezeption in der Phänome-
nologie Husserls”; ibidem: “Wie ist Monadologie möglich?”; STRASSER, Stephan: “Der Gott des Mo-
nadenalls. Gedanken zum Gottesproblem in der Spätphilosophie Husserls”; CRISTIN, Renato: “Phä-
nomenologie und Monadologie. Husserl und Leibniz”; LANDGREBE, Ludwig: Faktizität und
Individuation. Studien zu den Grundfragen der Phänomenologie.
159. Ya he indicado que Alfred Schütz en su ensayo “Das Problem der transzendentalen Intersub-
jektivität bei Husserl” discute que tal cosa sea posible. Al respecto, resulta bastante clarificador un ex-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 203
4. La intersubjetividad monadológica
La parte final de la quinta meditación está dedicada a sentar las bases de
la compresión de la intersubjetividad en términos monadológicos. Ya en la
cuarta meditación (I, 102) se ha empleado el término “mónada” —digo
“término” y no “concepto”, porque el uso que de la mónada hace Husserl
no se corresponde exactamente con el de Leibniz158— para dar cuenta de la
concreción del ego trascendental. Ahora se trata de ver cómo se haya de en-
tenso parágrafo redactado por Fink para incluirlo en este punto de la quinta meditación titulado “Die
höherstufigen Probleme der transzendentale Theorie der Einfühlung” (HUDO II/2, Texto 17, 256-
204 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
275).
160. Este concepto de Urmonade desempeña en los análisis posteriores sobre este asunto un impor-
tante papel. Asimismo, uno no puede dejar de pensar en el importante §54, b de La crisis de las cien-
cias europeas y la fenomenología trascendental donde se dice: “Este proto-yo (Ur-Ich) se hace a sí mismo
3. Fenomenología de la experiencia del otro 205
ción ‘de otros’) está constituida como la misma comunidad, sólo que en
otro modo fenomenológico subjetivo —y en tanto que llevando en sí ne-
cesariamente el mismo mundo objetivo—. Es evidente que pertenece a la
esencia del mundo trascendentalmente constituido en mí (y lo mismo en
toda comunidad de mónadas concebible para mí) el ser también, por ne-
cesidad de esencia, un mundo de hombres; el estar constituido en cada
hombre singular más o menos perfectamente dentro de su alma en viven-
cias intencionales, en sistemas potenciales de la intencionalidad, que, ya a
su vez, a título de ‘vida anímica’, están constituidos como existiendo en el
mundo” (I, 158).
Gracias a todos los desarrollos de estas meditaciones acerca de lo que
está motivado en mi ego, y desde un punto de vista eidético, en todo ego,
se puede apreciar que “la estructura fáctica universal del mundo objetivo
dado, su fábrica en tanto que mera naturaleza, animalidad, humanidad, so-
cialidad de diversos grados y cultura es en muy amplia medida (y quizá mu-
cho más de lo que podemos ya ver) una necesidad esencial” (I, 164). La ta-
rea de una ontología apriórica del mundo real consistiría en sacar a la luz
una cierta universalidad del mundo que le presta una inteligibilidad relati-
va al factum óntico, pues descubre las leyes esenciales por las que se rige,
pero no le confiere la inteligibilidad última, la verdaderamente filosófica, es
decir, la trascendental. Para ello era necesario descubrir el enraizamiento
esencial de todo mundo objetivo en la intersubjetividad trascendental, y
llegar así a comprender concretamente qué sea el mundo en cuanto senti-
do constituido.
De aquí al final de esta meditación Husserl, por un lado, expresa los re-
sultados metafísicos de las investigaciones emprendidas y, por otro, hace un
pequeño boceto de los análisis genéticos que permitirían dar todavía un
paso más hacia atrás para alcanzar así una radicalidad todavía mayor.
das las mónadas y a todos los grupos de mónadas que se han de pensar
como coexistentes. Por lo tanto, sólo puede haber en realidad una única co-
munidad de mónadas: la de todas las mónadas coexistentes; y, en conse-
cuencia, no puede haber más que un único mundo objetivo, una sola na-
turaleza” (I, 167).
Ese pensar como coexistentes a las otras mónadas viene predelineado
por el universo composible, un “mundo de mónadas” que toda mónada
traza; “y reconozco que dos mundos de mónadas son incomposibles del
mismo modo que dos variantes posibles de mi ego (e, igualmente, de cual-
quier ego en absoluto que se presuponga pensado)” (I, 168). Se comprende
entonces que el “factum ‘yo soy’ prescribe si hay mónadas que sean para mí
otras y cuáles otras lo son. Yo no puedo más que encontrarlas, pero no pue-
do crear a las que ha de haber para mí” (I, 168).
En esta última frase vuelve a aparecer el carácter pasivo de la experien-
cia del otro: mi protomónada es constituyente con respecto a las demás,
esto delimita unas ciertas posibilidades para las mismas, pero eso no signi-
fica que pueda crearlas (schaffen), sino que me vienen dadas, he de encon-
trarlas (finden).
Gracias a estas meditaciones, en opinión de Husserl, se habría disuelto
la apariencia de solipsismo que amenazaba a la fenomenología trascenden-
tal, pero sin por ello renunciar a la afirmación de ésta como idealismo tras-
cendental, es decir, a “la tesis de que todo cuanto es para mí puede única y
exclusivamente extraer de mí mismo, de mi esfera de conciencia, su senti-
do de ser. Este idealismo ha resultado ser una monadología que, con todas
sus reminiscencias intencionadas de la metafísica de Leibniz, extrae su con-
tenido puramente de la exposición fenomenológica de la experiencia tras-
cendental dejada al descubierto en la reducción trascendental; lo extrae,
pues, de la evidencia más primigenia en la que tienen que basarse todas las
evidencias concebibles” (I, 176-177).
Ahora bien esta concepción de la constitución como donación de senti-
do, rendimiento, en estos últimos años de la producción filosófica de Hus-
serl se verá confrontada con otra comprensión diferente, a saber, la consti-
tución como creación, una confrontación que Husserl no llegó a dejar re-
suelta, y que aparecerá en esta investigación más adelante.
Esta pregunta excluye que el interés por estos análisis sea únicamente psi-
cológico, pues están remitiendo a problemas constitutivos de la fenomeno-
logía. Una remisión que, por otra parte, no carece de fundamento, ya que,
gracias al camino por la psicología intencional, Husserl sabe que para pasar
de ésta a la fenomenología trascendental sólo se necesita “una última refle-
xión sobre su sentido para efectuar el giro copernicano, que no cambia en
el contenido a sus resultados intencionales, sino que tan sólo los retrotrae a
su ‘sentido último’” (I, 174).
Esta orientación de los análisis supone entrar de lleno en el campo de la
fenomenología genética. Aquí “el nivel fundamental es, desde luego, el de
‘mi’ ego en la esfera primordial de lo que es por esencia suyo propio. Perte-
necen a este lugar la constitución de la conciencia interna del tiempo y toda
la teoría de la asociación; y cuanto encuentra mi ego primordial en exposi-
ción intuitiva primigenia de sí mismo se transfiere sin más, y por motivos
esenciales, a todo otro ego” (I, 169).
Sin duda, la primera tarea para poder llegar al “esclarecimiento consti-
tutivo del sentido óntico (Seinssinnes) del mundo objetivo es empezar por
aclarar el origen de esta ‘naturaleza’ primordial y de las unidades psicoso-
mátcias primordiales, su constitución en tanto que trascendencias inma-
nentes” (I, 169-170). Ello requiere nada menos que abordar el problema
del origen psicológico de la representación del espacio, tiempo y de la cosa
—problema del que no ha conseguido dar cuenta la física, la fisiología y la
psicología—, pues “se trata, del todo exclusivamente, de problemas de
constitución intencional para fenómenos que nos están dados de antema-
no (…) en tanto que ‘hilos conductores’, pero que sólo pueden ser inter-
pretados y explorados con el método intencional y en los nexos universales
275)— una de las cuestiones que se plantean, precisamente, es el tránsito hacia esta dimensión, ya que
los problemas de la generatividad de las mónadas no se pueden abordar en este nivel constitutivo, como
ya se indicaba en Meditaciones cartesianas (I, 169). También en la VI. Cartesianische Meditation
(HUDO II/1) se encuentran indicaciones al respecto.
163. Así afirma Husserl en la conclusión: “Pero dentro de la esfera fáctica de las mónadas —y, como
posibilidad esencial ideal, en toda esfera monádica pensable— surgen todos los problemas de la facti-
cidad accidental, de la muerte, del destino (de la posibilidad —exigida, en una acepción especial, como
‘plena de sentido’— de una vida humana ‘auténtica’; y, entre estos problemas, también los del ‘sentido’
de la historia) y así en progresión ascendente. Podemos decir también que son los problemas ético-re-
ligiosos, pero planteados sobre la base sobre la que tiene justamente que ser planteado todo cuanto haya
de poder tener posible sentido para nosotros” (I, 181).
164. Por ejemplo, el ya referido “El niño. La primera empatía” de Julio de 1935 (XIV, Beil. XLV,
3. Fenomenología de la experiencia del otro 211
604-608).
165. Eso sí, como ya se ha dicho en el §9, y repetido en los §§ 12, 46, 62 y 63, toda la exposición
está pendiente de una crítica de la propia experiencia trascendental que decida acerca del alcance apo-
díctico de la misma.
166. Lema del frontón de Delfos y máxima que rigió la vida de Sócrates: PLATÓN: Alcibíades I
212 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
(124a-b).
167. “No quieras ir fuera, vuélvete a ti mismo; en el hombre interior habita la verdad”. De vera re-
ligione, 39, 72.
168. Como se recordará el texto dice: “En cuanto hombre (en actitud natural), estoy ‘en’ el mundo,
me encuentro determinado como tal, determinado de múltiples modos desde fuera (desde una exte-
rioridad espacio-temporal). Aun como ego trascendental (en la actitud absoluta) me encuentro deter-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 213
minado desde fuera; ahora ya no determinado como realidad espacio-temporal, por una exterioridad
real. ¿Qué significan ahora las expresiones ‘fuera de mí’ y ‘estar determinado desde fuera’? En sentido
trascendental, es patente que sólo puedo estar condicionado por algo ‘exterior’, por algo que rebase lo
mío propio (Eigenheit) limitado, en la medida en que esa trascendencia tenga el sentido de ‘otro suje-
3. Fenomenología de la experiencia del otro 215
en este curso donde Husserl llega a afirmar por vez primera el carácter pa-
sivo de la experiencia del otro por medio del concepto de parificación. Son
muchas las coincidencias entre ambos escritos: en ambos se analiza la ex-
periencia del otro en términos de apresentación, parificación, correlación
aquí-allí, etc. En este ámbito de los análisis el completo más importante
que el curso aporta a Meditaciones cartesianas son los análisis del cuerpo
vivo en términos de asociación pasiva. Ya he indicado que sin estas investi-
gaciones es imposible llegar a justificar adecuadamente la parificación. La
separación entre constitución del otro natural y del otro trascendental, aun-
que no expresada tan claramente como en Lógica formal y trascendental, y
el planteamiento de qué tipo de relación haya de atribuirse a la relación que
se establece en la intersubjetividad, si la experiencia del otro es pasiva y la
intersubjetividad es además previa al mundo, son otros dos puntos en los
que este curso ayuda a perfilar mejor los desarrollos de Meditaciones carte-
sianas. Además, en este curso, se puede encontrar un elemento diferencia-
dor con respecto a los otros dos escritos: se trata de la inclusión de los ins-
tintos (XIV, Texto 21, 405-407) como una posible respuesta al problema
de la formación de la comunidad monádica. Una inclusión que no pasa de
ser una mera indicación, pero que pone en la pista de una de las líneas de
trabajo que va a seguir Husserl en las investigaciones posteriores.
Pero Meditaciones cartesianas también realiza importantes aportaciones
con vistas a lograr una teoría globalmente coherente de la experiencia del
otro. La monadología es una ellas, a las que se debe añadir los análisis de la
constitución de la propia subjetividad, así como el haber encuadrado la sín-
tesis pasiva dentro del marco de la síntesis temporal más primigenia. A tra-
vés del análisis de la constitución de la propia subjetividad en términos de
génesis pasiva temporal, en un primer momento, y posteriormente de ex-
plicitación de lo mío propio, Husserl deja expedito el camino para que la
experiencia del otro también se puede analizar en términos de pasividad.
Pero aún era preciso remover otro obstáculo para poder situar la expe-
riencia del otro en el ámbito de la pasividad; era preciso mostrar que la es-
fera primordial no es autosuficiente. Esta mostración se ha realizado ya en
parte en Meditaciones cartesianas, puesto que la experiencia del otro se me
da como un factum que trasciende completamente la primordialidad. Pero
serán, los análisis de la estética trascendental, que ya se pueden encontrar
de forma dispersa en el curso Einführung in die Phänomenologie, y que en
216 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Meditaciones cartesianas se señalan como tarea pendiente, los que darán una
prueba mucho más contundente al mostrar que la constitución mundana
es siempre un proceso intersubjetivo. La fuente última de estas afirmacio-
nes está también en los análisis de la conciencia interna del tiempo o tem-
poralización (Zeitung) —si se prefiere usar la terminología más tardía de
Husserl— más primigenia.
Por consiguiente, la reflexión posterior a Meditaciones cartesianas que in-
teresa para el presente trabajo se orienta en tres direcciones diferentes, que
pese a todo son complementarias: la monadología, la estética trascendental
y la temporalización. Aquí ya no habrá un curso o un escrito al que refe-
rirse, sino que se trata de manuscritos de investigación interrumpidos por
la muerte de Husserl. Se trata de un material que explora las nuevas di-
mensiones afirmadas como necesarias para llevar hasta el final el análisis de
la experiencia del otro. Por ello, las afirmaciones que de aquí en adelante se
puedan realizar tendrán que colocarse en todo momento bajo un cierto ín-
dice de provisionalidad, pues, en muchas ocasiones Husserl no llega a con-
clusiones claramente perfiladas, y aún en caso de haberlo hecho tampoco
se puede afirmar que éstos fueran la posición definitiva.
Me referiré a estas tres direcciones del análisis, toda vez que, y esto es
importante no perderlo de vistas, en estos manuscritos posteriores170 a Me-
ditaciones cartesianas, no he llegado a encontrar nada que modifique sus-
tancialmente171 la descripción de la experiencia del otro y de la intersubje-
tividad que se desprende de Meditaciones cartesianas, Einführung in die
Phänomenologie y Lógica formal y trascendental.
Un ejemplo muy relevante de lo que acabo de decir lo constituyen las
correcciones a las cinco primeras meditaciones que Eugen Fink, a petición
de Husserl, redacta entre el año 1931 y 1932 con vistas a la edición alema-
na de Meditaciones cartesianas. A lo largo de estas propuestas de modifica-
ción se producen ampliaciones y se señala la necesidad de elevar un grado
más la altura de los análisis, pero no se produce ninguna modificación esen-
to’ que, de modo enteramente comprensible, adquiere y compruebe en mí su validez de otro ego tras-
cendental. Así se esclarece la posibilidad y el sentido, no sólo de una pluralidad de sujetos absolutos co-
existentes (‘mónadas’), sino también de sujetos que actúan (wirken) trascendentalmente unos sobre otros
y que constituyen en actos comunitarios productos comunes, sus obras” (XVII, 281-282).
169. Como ya se vio a la hora de estudiar estos dos textos, la monadología no está totalmente au-
sente en ellos, ya que a través de la referencia a las mónadas se hace presente en los lugares cruciales de
ambos textos, pero fuera de su mención no hay ningún desarrollo explícito de una monadología. En
3. Fenomenología de la experiencia del otro 217
versations with Husserl and Fink. Martinus Nijhoff. Den Haag, 1975.
174. FINK, Eugen: “Die phänomenologische Philosophie…” en Studien zur Phänomenologie 1930-
1939, op. cit., “Vorbemerkung”, pág. VIII (Publicado por vez primera en Kant-Studien XXXVIII
(1933), págs. 321-383, con un prólogo de Husserl, aquí recogido como Vorbemerkung).
175. Cf. Hu. I, “Textkritischer Anhang”, págs. 221-244.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 219
176. Información sobre los planes de elaboración de este trabajo puede consultarse en Hu. XV, Ein-
leitung, p ágs. XV-LXX. Así como en IJSEELING, Samuel: “Vorwort” en HUDO II/1. El proyecto de
220 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
ginal. Sin lugar a dudas ésta es la propuesta de cambio más radical de las
proyectadas por Fink.
La meditación de Fink empieza por plantearse el problema del comien-
zo de la filosofía, pues la actitud de la filosofía hacia la voluntad del cono-
cimiento más radical ya siempre está supuesta cuando se pregunta por el
inicio mismo de la filosofía. Así, pues, Fink no recupera directamente el
motivo cartesiano, sino que comienza por indagar cómo se produce esa ac-
titud filosófica. Esto ocurre en una u otra medida por una ruptura de la
confianza habitual en el mundo que lleva a ponerlo en un cuestionamien-
to universal y a adoptar la pura meditación sobre sí mismo como método,
lo cual supone una desconexión de todo saber presente o pasado.
A continuación se pasa a intentar delimitar la idea de ciencia viviendo
sus tendencias, tal y como se hace en Meditaciones cartesianas. Y se procede
a establecer en qué consiste una evidencia apodíctica. El paso siguiente,
considerado por Husserl como confuso y alocado como consideración ini-
cial, consiste en mostrar la imposibilidad de llevar adelante la pretensión
cartesiana de fundamentar el conocimiento a partir del yo soy, porque con
este proceder se sigue teniendo la familiaridad previa del mundo como ho-
rizonte de cualquier exposición.
Se da entrada entonces a la reducción fenomenológica, siendo el resto
de la meditación la explicación de cómo se ha de poner en práctica dicha
reducción. La definición ofrecida por Fink es calificada por Husserl con un
“bien”: “La reducción fenomenológica debe su nombre a su tarea esencial
de ser un devolver (Zurückleitung) a una subjetividad por principio no-
mundana, que siempre queda oculta. Se alza con el propósito de preparar
a esta subjetividad nunca encontrable en el horizonte de la donación pre-
via del mundo como un campo de investigación temática del conocimien-
to filosófico. A la vez que pretende haber encontrado en un retroceso —
que transciende la donación previa del mundo— a la subjetividad
trascendente al mundo, o como decimos con nuestra terminología, a la
subjetividad trascendental, el fundamento de ser y de conocimiento últi-
mo, y último por principio, para el mundo; y en consecuencia poder reali-
zar la posibilidad de una comprensión absoluta del mundo” (HUDO II/2,
la obra, así como un primer borrador, redactado por Fink y anotado por Husserl, correspondiente a la
sección primera del libro primero puede leerse en HUDO II/2, 3-105.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 221
158-159). Para llegar aquí es precisa una ruptura de la actitud natural que
lleva a dejar de hacer uso de la creencia de mundo.
Fink detalla a continuación los pasos necesarios, que sólo abstracta-
mente se pueden separar, para llegar a una completa realización de la re-
ducción fenomenológica. Lo primero será la desconexión de las apercep-
ciones objetivas presentes, pasadas y transmitidas por los otros, luego la de
la corporalidad aperceptiva externa y finalmente la desconexión del carác-
ter mundano, de su sentido aperceptivo, de la experiencia interna, gracias
a que me doy cuenta que éste es un ropaje de dicha experiencia producto
de mi propia subjetividad. Sólo así es posible llegar a la producción del es-
pectador trascendental, que no pertenece en absoluto al mundo. Se intro-
duce así la teoría de los yoes fenomenológicos181, que Fink presentará en su
ensayo “Die phänomenologische Philosophie Edmund Hussserls in der ge-
genwärtigen Kritik” (1933), que contó con una expresa aprobación de
Husserl en forma de prólogo. Sin embargo, en este proyecto de nueva me-
ditación las explicaciones sobre cómo se efectúa la reflexión fenomenológi-
ca tienen una extensión y detalle muchos mayores182.
La meditación se cierra con la consideración de la compresión tras-
cendental, ya que no se trata sólo de establecer la reducción trascenden-
tal sino que es preciso saber cómo se procede en ella. Aquí únicamente se
ofrecen algunas indicaciones al respecto, ya que el propio sentido del sa-
ber se transforma cuando uno es capaz de abandonar la apercepción
mundana y colocarse en la verdadera actitud trascendental. Ése saber se
transforma en uno trascendental, pero por el momento qué quiera decir
trascendental sólo se puede determinar negativamente como no-munda-
no. Una cierta idea de las cuestiones que se presentarán se pueden entre-
ver cuando uno cae en la cuenta de que la fenomenología no se queda en
177. En diversas cartas informa Husserl de este cambio de planes. Cf., por ejemplo, las cartas a Gus-
tav Albrecht del 22-XII-1932 (HUDO III, t. IX, 77-82) y a Roman Ingarden del 10-II-1932 (HUDO
III, t. III, 283). También en la obra de Cairns, op. cit., hay una anotación del 9-XI-1931 en la que se
recoge dicho cambio de planes.
178. Anotación que se habría pasado por alto en la edición de CAIRNS, Dorion: Conversations …,
op. cit., y que Kern, tras consultar el diario original, ofrece en Hu. XV, Einleitung, pág. LIV.
179. Esta introducción debía de ocuparse de las relaciones entre fenomenología trascendental y psi-
cología fenomenológica, y ha de ser enmarcada dentro de la polémica con Heidegger, y en general, con
la Lebensphilosophie. Cf. supra, pág. 141.
180. Cf. la carta a Roman Ingarden del 11 de Junio de 1932 (HUDO III, t. III, 284-287).
222 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
el estudio de las estructuras del tener mundo, sino que lo que quiere co-
nocer es precisamente ese tener, esto es, el problema de la constitución
(HUDO II/2, 191).
De las modificaciones propuestas por Fink para esta primera medita-
ción, lo que primeramente salta a la vista es la pérdida del sabor cartesiano
que tenía la redacción original de Husserl, no sólo por la tangencial men-
ción de Descartes, sino porque el motivo inicial en una y otra versión es
distinto: en Husserl la aspiración a un saber absoluto, esto es, la ciencia, en
Fink la indagación de cómo sea posible que se presente tal aspiración.
El abandono de los motivos cartesianos, y su desarrollo a través de la
duda, y la exposición más detallada de cómo se ha de llevar a cabo la re-
ducción fenomenológica ayuda a que ésta no se contemple como una pér-
dida del mundo, sino como el descubrimiento de la vida trascendental que
está en la base de toda experiencia de mundo, así como a que tampoco se
tenga la sensación de no saber muy bien qué hacer una vez que se ha al-
canzado esta vida trascendental. Estos son los inconvenientes mayores que,
como se recordará, Husserl señala en La crisis de las ciencias europeas y la fe-
nomenología trascendental (Hu. VI, § 43).
Con respecto a discrepancias importantes en el contenido que afectan a
lo expuesto en el apartado dedicado a Meditaciones cartesianas, hay que des-
tacar que si bien Fink introduce la apodicticidad como una perfección de
la evidencia, no se pregunta, como hará Husserl, por su alcance, aunque
avisa que en el momento en que uno se mueve en el ámbito trascendental
los términos “mundanos” cambia de sentido —lo que lleva a que propia-
mente la cuestión del alcance de dicha evidencia carezca en cierta forma de
sentido183—. Además, la pregunta por el alcance de la evidencia apodíctica
absoluta de la subjetividad trascendental no se presenta, porque por el mo-
mento la dimensión temporal de los análisis no se aborda.
181. Ya presente en Erste Philosophie (VIII, 91 y ss.; Beil. II (ad 87-11), 313).
182. Cf. HUDO II/2, 174-184.
183. Cf. lo dicho sobre la reducción de la idea de evidencia en la VI. Cartesianische Meditation en el
capítulo 2.
184. Cf. el excursus final del apartado III (Las conferencias de París) dedicado a la relación entre
Husserl y Heidegger.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 223
185. Para ampliar la articulación de la fenomenología en regresiva y constructiva (cf. las páginas de-
dicadas a esta cuestión en la sexta meditación, HUDO II/1, 7-8, 10-13). También en el índice elabo-
rado por Fink en Agosto de 1930 para un “System der phänomenologischen Philosophie” de Edmund
3. Fenomenología de la experiencia del otro 225
Husserl (cf. HUDO II/2, 3-9) se hablaba fenomenología regresiva y progresiva. En ninguna ocasión
Husserl se opone a esta terminología.
226 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
186. Cf. supra, el apartado “Un nuevo punto de partida” del apartado anterior de este capítulo, pág.
188.
187. Fink propone además otros cambios, suprimir una parte del texto final del parágrafo 55 (I,
154, líneas 1-34), que está dedicado al problema de las anomalías, y pasar el primer párrafo del pará-
grafo 56 al final del 55. Seguramente el texto suprimido, o al menos las ideas del mismo, habría de ser
incluido al final del nuevo parágrafo que redacta Fink, puesto que éste se interrumpe con un apartado
del que sólo se ofrece su título: “C. Normalidad” (HUDO II/2, 275).
188. Cf. del apartado anterior “La experiencia del otro” (pág. 190) y “La intersubjetividad mona-
dológica” (pág. 210).
3. Fenomenología de la experiencia del otro 227
189. Es muy interesante confrontar este texto con las objeciones presentadas por Alfred Schütz en
su artículo “Das Problem…” (op. cit., , págs. 81-107), precisamente acerca de los problemas para se-
guir avanzando cara a la formación de un nosotros y una comunidad.
190. Entre ellos estará el problema de los instintos trascendental que ya había aparecido en el curso
Einfürung in die Phänomenologie en relación con el problema de la intersubjetividad.
191. De este parecer es, por ejemplo, Roman Ingarden (Cf. Briefe, op. cit., págs. 176-177).
192. Aunque sí pensó en ello durante algún tiempo, como lo demuestra una nota al pie incluida du-
rante la corrección de pruebas de Lógica formal y trascendental en Junio de 1929, en la que anuncia que
a la publicación de Meditaciones cartesianas ha de seguir la de las arduas investigaciones que constitu-
yen una teoría de la empatía (Hu. XVII, 250).
193. La mayoría de ellos están agrupados en el Archivo-Husserl dentro del grupo C: “Zeitkonstitu-
tion als formale Konstitution”. Algunos otros manuscritos importantes no incluidos en dicho grupo son
el AV5 y el E III9. Sin duda la mejor exposición de las cuestiones más fundamentales abordadas por es-
228 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
cia vigente para mí, por tanto, preguntar cómo puede recibir mi propia
constitución trascendental de mundo suplementos de sentido a partir de las
experiencias de ‘otros’” (HUDO II/2, 230). Sin duda, la modificación más
sorprendente es esta última afirmación de que el otro está incluido en la
constitución egológica.
tos escritos es la obra de Klaus HELD: Lebendige Gegenwart (Die Frage nach der Seinsweise des trans-
zendentalen Ich bei Edmund Husserl, entwickelt am Leitfaden der Zeitproblematik. Phænomenologica
230 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
poral.
Todas ellas vienen posibilitadas por la habitualidad más fundamental
del ser-yo idéntico. “La unidad del yo no es un resultado de una donación
sintética de sentido, sino que precisamente es la posibilitación de la multi-
plicidad sintética de las vivencias y con esto de toda formación sintética de
unidad en general. El estar-en-el-tiempo del yo, el mantenerse del yo a tra-
vés de todas las vivencias es algo fundamentalmente diferente del persistir
de un objeto, de su durar en el tiempo” (HUDO II/2, 235).
El texto propuesto (Texto 10) como nuevo comienzo del parágrafo 34
resulta sin duda de mayor interés, porque está dedicado a presentar las ta-
reas fundamentales de la fenomenología regresiva. Comienza por un resu-
men del camino recorrido y culminado con la introducción del concepto
de mónada en el parágrafo anterior. Con este título de “mónada” se abarca
tanto la unidad de la vida del ego trascendental como las objetualidades
constituidas en su vida. “Si mediante la reducción nos topamos lo primero
de todo con la mónada egológica trascendental en la situación determina-
da de la actualidad (Gegenwärtigkeit) reductiva, entonces, en la donación
previa, precisamente, de este tiempo inmanente y en las habitualidades del
ego tenemos una guía para la comprensión general del presente trascenden-
tal como una ubicación del ahora (Jetztlage) en el acontecer del autodesa-
rrollo de las mónadas, como un presente en la historia monádica” (HUDO
II/2, 236-237). Así, pues, se puede hablar de una fenomenología genética
como de aquella que se ocupa del “proceso de génesis de la autoconstruc-
ción, de autodesarrollo de la vida trascendental” (HUDO II/2, 237). Pero
tanto la fenomenología genética, como la estática son ramas185 de la “feno-
menología regresiva”, que consiste en un “preguntar constitutivo a partir de
la facticidad del yo dado en la reducción”, o lo que es lo mismo “la analíti-
ca constitutiva del factum reductivo ‘subjetividad trascendental’. Esto quie-
re decir que todas las preguntas constitutivas parten de una subjetividad
trascendental que está en la situación del descubrimiento reductivo, por
tanto, de una tal que está ya en el proceso de constitución de mundo. A
partir del factum de la subjetividad experimentadora de mundo y que tie-
ne mundo en validez de la experiencia orientamos las preguntas sistemáti-
cas en las profundidades de la vida subjetiva, oculta, propiamente consti-
tuyente y realizadora de mundo, y por cierto en la doble dirección del
cuestionamiento ‘estático’ y ‘genético’” (HUDO II/2, 237). Ahora bien en
3. Fenomenología de la experiencia del otro 231
los procesos genéticos, en tanto que medio temporal en el que todos ellos
discurren, también podemos decir que el problema del preguntar genético-
genético constitutivo es el problema de la génesis de los decursos genéticos.
‘Protofundación’, ‘habitualidad’, ‘constitución por sí mismo del ego’ son tí-
tulos para indicaciones de preguntas específicamente constitutivas”
(HUDO II/2, 240).
El ego trascendental, “en el primer nivel de su explicitación, muestra una
cierta donación previa, a saber, la de la articulación de su vida intencional
y del tiempo inmanente como forma de su vida. A la donación previa tras-
cendental le corresponde como paralela la donación previa de la inmanen-
cia humana. Ambas coinciden, más bien son idénticas, sólo que en una la
apercepción de sí mismo de la humanidad ha desaparecido por la epojé”
(HUDO II/2, 241).
Pero el tiempo inmanente humano no sólo está predado en su estructu-
ra temporal sino también en sus límites. Y esto a través de que la donación
previa de la “inmanencia” está articulada en la donación previa abarcante del
hombre para sí mismo. De modo que el tiempo objetivo se ordena en el
tiempo del mundo objetivo en el que el hombre se sabe insertado por el na-
cimiento y la muerte. Y aunque uno no tenga memoria de ese comienzo, los
demás hombres se lo pueden facilitar.
Pero esto no ocurre con la donación previa trascendental del tiempo in-
manente, a ésta no la puedo insertar en un nexo de ser abarcante, en virtud
del cual tenga un saber previo de sus límites. Antes bien, “la totalidad del
tiempo inmanente trascendental permanece completamente oculta y en
consecuencia también la extensión temporal del ego” (HUDO II/2, 241).
¿Cómo seguir adelante en los análisis? O mejor dicho, ¿cómo retroceder?
Son cuestiones que sólo más tarde se pueden responder.
El último de los textos redactados como modificaciones de la cuarta me-
ditación (Texto 13) establece una conexión con la siguiente meditación no
en términos de dirimir si la fenomenología trascendental es idealismo tras-
cendental capaz de dar cuenta de la objetividad del conocimiento, preten-
sión a la que heriría mortalmente, de ser cierta, la acusación de solipsismo
que parece cernirse sobre la fenomenología, sino en términos temporales y
en estrecha relación con la cuestión abordada en el parágrafo anterior refe-
rente a la falta de un saber previo acerca de los límites del tiempo inma-
nente trascendental.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 233
6. Constatación final
Independientemente de que en este o aquel detalle Fink, a través de sus
propuestas de modificación, pudiese alterar el contenido de las Meditacio-
nes cartesianas, está claro que en el año 1932 tanto Fink como Husserl no
consideraban necesaria una sustancial modificación de la obra, puesto que
en caso contrario Fink la habría recogido. Un ejemplo de que tal cosa su-
cedería se encuentra en la polémica con la filosofía de Heidegger introdu-
cida en la segunda meditación. Además, en el caso concreto de la quinta
meditación, se ve que los añadidos escritos tienen como objetivo establecer
un marco más claro para los análisis, pero que en nada los modifican. Ade-
más, el hecho de que fueron anotados por Husserl, sin mostrar mayores re-
paros a los mismos, supone una amplia aceptación por su parte.
Otro tanto sucedería si se analizara el resto de los textos redactados por
Husserl con vistas a la elaboración de Meditaciones cartesianas191. He esco-
gido estas propuestas de Fink porque son los escritos más tardíos dedicados
expresamente al intento de conseguir una versión definitiva en alemán de
Meditaciones cartesianas. Recuérdese que en la edición de Husserliana de los
manuscritos de Husserl confeccionados con tal propósito, éstos se agrupan
cronológicamente en dos grupos: Marzo de 1929 a Marzo de 1930, y Julio
de 1931 a Primavera de 1932.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 241
242 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
3. Fenomenología de la experiencia del otro 243
244 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
3. Fenomenología de la experiencia del otro 245
1968, págs. 169-170. Luego se volvió a imprimir junto con el índice elaborado por Eugen Fink en Hu.
XV, Einleitung, p ágs. XXXVI-XL. Y finalmente se ha vuelto a imprimir, añadiendo el texto que Fink
246 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
redactó desarrollando los primeros apartados y las anotaciones de Husserl a los mismos, en HUDO
II/2, 3-105.
198. Una relación detallada de la correspondencia que hace referencia a este proyecto se puede en-
contrar en HUDO/III, t. X, 138. La obra, que nunca llegó a publicarse, estaba concebida en dos vo-
lúmenes. El primero de ellos, editado por Fink, recogería los manuscritos de Bernau; el segundo con-
tendría la nuevas investigaciones efectuadas por Husserl desde 1929. Prácticamente hasta su muerte
Husserl albergaba aún esperanzas de que al menos el primero de los tomos estuviese acabado. Así, F.
3. Fenomenología de la experiencia del otro 247
Kaufmann, en una carta remitida el 2 de Marzo de 1937 (HUDO III, t. IV, 239), muestra su alegría
por la noticias transmitidas por Schütz tras visitar a Husserl de que el libro sobre el tiempo se publica-
rá pronto. Una publicación que Husserl creía ya posible en 1936 (cf. Carta a D. Cairns, 7-I-1936
248 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
(HUDO III, t. IV, 53), y a F. Kaufmann, 21-VII-1936, HUDO III, t. IV, 228).
199. Cf. Hu. X, Einleitung. Así como como el “Textkritischer Anhang” de dicho volumen décimo
3. Fenomenología de la experiencia del otro 249
200. Este grupo de manuscritos está repartido en el Archivo Husserl entre la signatura D y L, sien-
do esta última la principal. Es un material que todavía permanece inédito; aunque ya se están prepa-
rando las pruebas del correspondiente tomo de Husserliana, que está al cuidado de Dieter Lohmar.
201. BERNET, Rudolf: “Einleitung” en HUSSERL, Edmund: Texte zur Phänomenologie…, op. cit.,
251
252 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
pág. LVII. También los textos de comienzos del tercer decenio publicados en Analysen zur passiven Synt-
hesis (Hu. XI) muestran también una vinculación del análisis del tiempo con el interés por la investi-
gación de la fundamentación de un proceso de constitución trascendental-genético estructurado en co-
rrelación con diferentes regiones del ser objetual (Cf. BERNET, op. cit., LVII-LVIII).
202. Recuérdese que el texto en alemán de los fragmentos de los manuscritos citados se ofrece en el
anejo final del trabajo.
203. HELD, Klaus: Lebendige Gegenwart. Martinus Nijhoff. Den Haag 1966, pág. 11.
204. Cf. GARCÍA-BARÓ, Miguel: Husserl (1859-1938). Ediciones del Orto. Madrid 1997, págs.
41-44, y Vida y mundo. Trotta. Madrid 1998, §44.
205. A lo largo de este apartado traduciré los términos alemanes Gegenwärtigung y Vergegenwärti-
gung por “presentificación” y “re-presentificación”, y no por “presentación” y “re-presentación” como
hasta ahora, pues considero que de esta forma se vierte mejor el carácter temporal de estos vocablos.
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 253
206. Cf. HELD, Klaus: Lebendige Gegenwart. op. cit., págs. VIII-IX y 4; FINK, Eugen: “Operative
Begriffe in Husserls Phänomenologie” (1957), págs. 199 y ss. y “Die Spätphilosophie Husserls in der
Freiburger Zeit” (1959), págs. 221 y ss., ambos recogidos en Nähe und Distanz. Alber. Freiburg/Mün-
chen 1976.
207. Meditaciones cartesianas se preocupa especialmente por los objetos efectivamente reales (terce-
ra meditación), pero lo mismo se podría mostrar con respecto a la temporalización de los demás tipos
de objetos, en los que también habrían de incluirse las noésis, puesto que éstas también pueden con-
vertirse en objeto de una vivencia, la reflexión. Una completa exposición de la temporalización de los
distintos tipos de objetos, incluidos los ideales, se encuentra en la primera parte de la obra: HELD,
Klaus: Lebendige Gegenwart. op. cit.
208. En esta misma dirección insistía Fink en sus propuestas de modificación, cf. HUDO II/2, 237.
209. El fragmento está citado más arriba. Cf. supra, pág. 255.
210. “El ‘protofenómeno’ del fluir es el fenómeno de todos los fenómenos, de todo lo existente para
nosotros en algún sentido; porque todo es por causa del fluir fenomenal como ‘dándose’ en él y es, en
el sentido más amplio, en los modos fluyentes una unidad persistente como lo igual (Selbiges)” (C2 I,
2b, 1932).
211. “El retroceso, partiendo de la epojé, al fluir primitivamente estante —en cierto sentido el nunc
stans, ‘presente’ estante, donde la palabra ‘presente’ en tanto que remitiendo a una modalidad temporal
254 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
vida del yo, en afección y acción, en el llegar a ser suscitado el yo sentiente etc.” (C16 VI, 84b, 1932).
215. Además de en este fragmento Husserl se refiere a la apodicticidad en los manuscritos C3II,
256 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
C2III y en C11 (ahora publicado en Hu. XV, Texto 11, 148-170). Si bien, sólo en el texto recién cita-
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 257
manente del tiempo que tiene la corriente de las vivencias, ya que ésta es
una “estructura universal y apodíctica de la experiencia del yo” (I, 67). La
experiencia trascendental se puede analizar en términos de correlación no-
ético-noemática, pero también puede fijarse la atención en el modo como
se conectan las vivencias para constituir el ego cogito, es decir, atender a la
síntesis privativa de la región conciencia que, como ya se dijera en Ideas I,
no es otra que “la forma de la continua conciencia interna del tiempo” (I,
79 y 81), que, por supuesto, transcurre pasivamente. Así, pues, la vida to-
tal de la conciencia está sintéticamente unificada, ya que “hay un cogito
universal que recoge sintéticamente en sí cuantas distintas vivencias se des-
tacan en la conciencia”, “una conciencia total siempre supuesta ya unita-
riamente” (I, 81). Así, pues, la conciencia interna del tiempo es la síntesis
universal que posibilita todas las demás síntesis y a cuyo correlato, la tem-
poralidad inmanente misma, se debe que cualesquiera vivencias del ego se
presenten temporalmente ordenadas, con un comienzo y un final en el
tiempo, de forma simultánea o sucesiva, dentro del horizonte constante e
infinito del tiempo inmanente (I, 90). Como se recordará, también Fink,
en sus propuestas de modificación de Meditaciones cartesianas, afirmaba
que este horizonte del tiempo es una de las donaciones previas que se dan
en la esfera trascendental abierta por la reducción fenomenológica, pero
“esta donación previa trascendental del ego y de su temporalidad interna de
ningún modo se debe contemplar como el horizonte [añadido de Husserl:
pleno] en el que se debería mantener constantemente la investigación feno-
menológica del ego” (HUDO II/2, 218). De modo que estudiar estas es-
tructuras generales del ego que está en la donación previa trascendental es
un primer paso necesario que habrá de completarse con “la analítica de la
subjetividad trascendental, cuya relevancia estriba en el indagar, partiendo
de la experiencia trascendental de mundo y sus estructuras dadas previa-
mente, en las profundidades de la vida trascendental propiamente consti-
tuyente y no-predadas” (HUDO II/2, 219).
Pero si se intenta penetrar un poco más en esta síntesis temporal primi-
genia en seguida surgen dificultades que parecen conducir a un regreso in-
finito, pues, no podrían considerar a las vivencias que forman parte de la
conciencia interna del tiempo como entidades temporales, ya que el tiem-
po de la propia vida trascendental es el rendimiento constitutivo de estas
vivencias sui generis (Hu. I, 81)204. Esta paradójica situación, en Meditacio-
258 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
nes cartesianas sólo mencionada, será abordada por los manuscritos del gru-
po C: Zeitkonstitution als formale Konstitution.
Pero si toda vivencia se presenta dentro del horizonte del tiempo, y no
sólo eso, sino que sólo se puede presentar dentro de dicho horizonte, se po-
drá decir asimismo que la presentificación (Gegenwärtigung)205 es conditio
sine qua non para que acontezca la notificación intencional de lo trascen-
dente; pero el hacer posible tal referencia intencional es a lo que Husserl lla-
ma constitución, pues, en su época tardía, Husserl entiende la constitución
trascendental de un objeto como temporalización206.
Ahora bien, como dirá posteriormente en Experiencia y juicio, “la con-
ciencia del tiempo es la protomorada de la constitución de la unidad de
identidad en general. Pero es sólo una conciencia que establece una forma
en general. Lo que la constitución temporal rinde es únicamente una for-
ma universal de ordenación de la sucesión y una forma de la coexistencia
de todas las donaciones inmanentes” (EU, 75-76). “Pero la forma no es
nada sin contenido. Un dato inmanente que dura es sólo duradero en tan-
to que dato de su contenido. Así, las síntesis que fabrican la unidad de un
campo sensorial son ya, por así decirlo, un piso superior de los rendimien-
tos constitutivos” (EU, 76). Dos serían los tipos fundamentales de estas sín-
tesis: “las síntesis más universales, por lo que hace al contenido, de donaciones
sensoriales destacadas, las cuales están unificadas en el presente vivo de una
conciencia, son aquellas según parentesco —Verwandtschaft— (homogenei-
dad) y extrañeza (heterogeniedad)” (EU, 76-77).
De este forma, encuentra su lugar de un modo más fundamentado un
importante concepto de la fenomenología genética, el de asociación, cuya
introducción en Meditaciones cartesianas se producía bruscamente. Ahora,
“lo que en una descripción puramente estática se da como igualdad o se-
mejanza, se ha de considerar ello mismo ya como un producto de un tipo
u otro de las síntesis de coincidencia, de una síntesis de coincidencia que
designamos con la expresión tradicional de asociación, si bien con una
transformación del sentido. El fenómeno de la génesis asociativa es el que
domina esta esfera de la donación previa pasiva, elevado a partir de las sín-
tesis de la conciencia interna del tiempo” (EU, 77). Y así, de una forma
muy parecida a Meditaciones cartesianas (I, 113-114), se afirma que “el tí-
tulo asociación designa en este contexto una forma esencial, perteneciente
a la conciencia en general, de la legalidad de la génesis inmanente… La aso-
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 259
do y en C3II, 22a (citado supra pág. 255) hace alguna reflexión de carácter sistemático que permita una
respuesta al problema planteado.
216. Citado en HELD, Klaus: Lebendige Gegenwart, pág. 103. Los corchetes son añadidos de Held.
217. Husserl dedicó a la constancia del yo a través del flujo de conciencia unos análisis ya bastante
detallados en Ideas II (Hu. IV, 101-103). Pero estos análisis se refieren a lo que el fragmento llama
"identificación" y no a la "protounificación".
218. No se puede olvidar que "constante", y sus derivados, y "estante" son formas verbales, o deri-
vados, de un mismo verbo alemán "stehen", de lo contrario el paso de la constancia al ser estante pue-
de parecer un tanto brusco.
219. “Pero yo alcanzo la subjetividad concreta, en que consiste mi existencia en la reducción feno-
260 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
menológica, mediante una renovada reflexión temática; me experimento como la subjetividad que es
en la vida fluyente y que en esta vida me constituye en la primera temporalidad. Mi ser inmanente-tem-
poral en el primer sentido mencionado está, entonces, constituido en el ser de la capa de ser reflexiva-
mente superior; en aquella en la que yo, en tanto que yo, viviendo en el presente fluyente y en él me-
diante los múltiples modos de aparición que a dicho presente le pertenecen esencialmente, me
constituyo en el ser inmanentemente temporal como unidad sintética. Con otras palabras, retrocedo a
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 261
mi ser subjetivo más radical que no está sobrepuesto, en un sentido literal (el sacado de la esfera de ser
espacio-temporal), al ser inmanente temporal en primer sentido, sino que a éste, en tanto que ‘consti-
262 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
1. La epojé radicalizada
Gracias a la epojé fenomenológica me reduzco al ego para el que el mun-
do es un fenómeno de validez. La puesta entre paréntesis de mí mismo en
tanto que hombre permite descubrirme como vida fluyente-existente en la
que en unos modos de aparición fluyentes soy consciente del mundo y de
mí mismo como ente mundano, como hombre entre otro hombres. De
esta forma el presente fluyente-existente se convierte en el suelo absoluto de
todas mis vigencias. “Me quedo únicamente con este suelo si rechazo toda
pregunta acerca de qué sea el mundo (que ya está presupuesto como exis-
tiendo y en una vigencia activa) y pregunto finalmente cómo en este ser
protofluyente, en este presente protofluyente, llega a una vigencia perma-
nente lo mundano y el mundo mismo” (C3 III, 31b, 1931). Sólo entonces
estoy en condiciones de “observar este ego trascendental, o de observarme,
en tanto que yo estoy antepuesto a todos mis prejuicios, a todo lo existen-
te para mí, en tanto que protocondición para su sentido de ser para mí, así
me encuentro en tanto que presente fluyente” (C3 III, 31b, 1931). Sólo así
se habrá alcanzado entonces, la reducción trascendental plena: “Una re-
ducción al presente protofluyente ejecutada de modo radical es equivalen-
te a la reducción trascendental” (C3 I, 2a, 1930). Un presente fluyente al
que es inherente una duplicidad que Husserl se esforzará en describir en
este grupo de manuscritos: “El yo soy… es un ‘yo soy’ en el fluir vivo, y éste
es un tener-presente fluyentemente y el presente fluyente mismo. Una du-
plicidad al principio difícilmente aprensible, como resultan difíciles las des-
cripciones analíticas en esta protoesfera sus dificultades” (C3 III, 32 a-b,
1931). Eso sí, como de esta forma alcanzo en las descripciones la verdade-
ra “protoesfera”, también puedo decir que he llegado así al “protofenóme-
no” (C7 II, 38a, 1932209; C2 I, 2b, 1932210), es decir, a la fuente de todo lo
que pueda llamarse “fenómeno”; de ahí que la pregunta por algo previo a
este protofenómeno sea un sinsentido. Un protofenómeno que en este ma-
nuscrito se describía como “el estante-fluyente presente de sí mismo, mejor
dicho, el yo absoluto él mismo fluyentemente presentificado en su vida es-
tante-fluyente” (C7 II, 38a, 1932). En términos parecidos se refiere a este
protofenómeno en otros manuscritos, así en C3 III (46a, 1931), lo califica
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 263
tuido’, lo porta en sí. Esta in-existencia debe entenderse y contemplarse en su peculiaridad. Pero esto, lo
constituido, no está como ingrediente (reell) en lo constituyente; el percibir no tiene en sí a lo percibi-
do como un cosa sus pedazos” (C3 II, 21b, 1930).
264 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
220. “Bajo el título ‘vida de conciencia y adquisición de la vida de conciencia’ se abrirá infinitud tras
infinitud, que se notifica en el plano del presente vivo y en tanto que notificaciones, en tanto que me-
diateces que en éste se construyen, exponiéndose conforme a la re-presentificación, de modo vertigi-
noso una sobre otra y una en otra” (C16 VI, 85a, 1932). “El modo como el presente vivo discurrien-
do protooriginalmente traza de antemano, el modo como éste, en tanto que conciencia de mundo,
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 265
tiene ya sus esbozo de horizonte, conduce al conocimiento de una potencialidad —que se fundamen-
ta ulteriormente en el fluir, pero que está ya siempre previamente fundamentada y es suscitable de nue-
266 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
vo— para unas estructuras de re-presentificación demostrables, para una construcción oculta de lo opri-
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 267
mido —en la vida de conciencia, a partir de sus pasividades y actividades— en tanto que adquisición
permanente de sentido, de lo descubrible y comprensible en forma de suscitaciones, re-presentificacio-
nes intuitivas y actividades realizables en ellas” (C16 VI, 85a, 1932).
221. “Yo soy en mi vida fluyente, yo no soy, como hasta aquí era evidente, esta vida fluyente mis-
ma; pero sólo en este forma de ser de la vida fluyente y en las capacidades, anhelos y realizaciones úni-
camente a ella referidos, soy el que soy. Sin embargo, la vida fluyente, como dijimos, está ella misma a
su vez sólo siendo como unidad de una multiplicidad de conciencia, o dicho de otro modo, temporali-
za la primera esfera inmanente, pero ella misma es en una temporalización, y así siempre —estamos en
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 269
una iteración y uno habrá de cuidarse de no ir a parar en un regreso al infinito inevitablemente con-
tradictorio” (C3 II, 22a, 1930). El subrayado es mío.
222. “El preguntar retrospectivo partiendo de la epojé conduce al fluir primitivamente estante: en
cierto sentido, al nunc stans, ‘presente’ estante, donde la palabra ‘presente’ propiamente no es adecuada
270 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
que funciones transformadas que efluyen, y que <son> ‘sin embargo’ fun-
ciones vivas. El yo constante, constante protomanar, idéntico no mediante
un ‘identificar’, sino en tanto que ser protounificado (ureinig), existiendo
en el pre-ser más primitivo” (A V5, 6b, 1933). Así, pues, la constancia del
yo217, su ser estante218 es quien fundamenta el que el presente fluya. Pero
para que el ser estante consista en un protomanar, en un fluir, debe haber
una distancia que constantemente salva la protounificación, una síntesis
previa a cualquier reflexión, y que permite que posteriormente, el yo insti-
le la intencionalidad, “identifique”.
en tanto que remite a una modalidad de tiempo” (C7 I, 14a, 1932). “La prototransformación no está
—hablando de modo absoluto— en ningún tiempo, tiempo que se origina en ella en primer lugar”(C2
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 271
I, 15b, 1932).
223. Cf. supra, págs. 274-275.
224. “Mi presente fluyentemente vivo, el protomodal, porta en sí todo lo imaginable, es la ‘tempo-
ralidad’ prototemporal y supratemporal que porta en sí todo tiempo como un orden temporal y una
plenitud temporal persitententemente-existentes” (C2III, 24b, 1932).
225. “Pero el fungir y el yo fungente, mientras son lo primigeniamente vivo, están escondidos, son
272 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
del todo que está enfrente, por su parte el yo no está ‘enfrente’, como lo está
la casa. Y pese a todo, puedo dirigirme a mí mismo [Nota de Husserl: Re-
flexión]. Pero entonces otra vez está divido lo que está enfrente, en el cual
se presenta el yo junto con lo que a él estaba enfrentado, por tanto enfren-
te para él está el yo que se presenta enfrentado y lo que a éste se le enfren-
taba. En esto, yo, el ‘sujeto’ de este nuevo enfrente, estoy ‘anónimo’” (C2 I,
2b-3a, 1932). “Yo, en este constante dividirse del yo y luego identificarse
de nuevo, encuentro un proto-yo, el yo como protopolo, un yo designado
como yo primigeniamente fungente y el que se ha convertido en su en-
frente para el proto-yo, en existente y el entorno de aquello que para éste y
para mí, en tanto que yo anónimo, existe como no-yo, entre ello, el mun-
do fuera de mí, en éste encuentro otros yoes gobernando mundanamente
en tanto que corporales, con cuerpos físicos de la naturaleza, vinculados a
los cuerpos vivos corporales, y encuentro todo lo demás perteneciente al
mundo, que es pero que no porta en sí un yo” (C2 I, 3a-3b, 1932).
Para que este anonimato del proto-yo se pueda mantener, éste de forma
ininterrumpida debe temporalizarse a sí mismo, ser un “presente” de índo-
le totalmente peculiar, que de ninguna manera cae bajo las modalidades
temporales, pues él es el origen de éstas. En múltiples lugares Husserl se re-
fiere a esta situación: “Si expongo de esta forma, puedo con la mirada del
yo, mientras lo expuesto fluye y en el fluir constituye temporalizando una
identidad inmanente, mirar panorámicamente, recorrer; en toda ocasión
puedo reflexivamente reflexionar sobre lo ‘yoico’, además también cuasi-vi-
vir en el respectivo presente y, mientras éste se transforma retencionalmen-
te, observarlo como el único y puedo encontrar, al recorrer los presentes
continuamente diferentes, su identidad: la identidad ‘presente fluyente’
como forma idéntica persistente en absoluto, pero una forma individual en
la mudanza del contenido. Por una parte, entonces puedo seguir el presen-
te en tanto que el mismo, ‘sólo’ transformado en el modo temporal de los
lugares de tiempo: recién, hasta aquí, etc., pero en tanto que identidad con-
tinuamente vinculada con el presente inmodificado actualmente fluyente,
que ahora es caracterizado aperceptivamente como aquel que tiene el sen-
tido para tal exposición, por tanto, como el que continuamente de modo
implícito se transforma a sí mismo en su ‘recién’ —que después se ha de te-
matizar—, y siempre es y permanece idéntico consigo mismo. Es fluyente,
fluyente idénticamente consigo mismo —consigo mismo, en la medida
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 273
que emana y otra vez fluye de nuevo—, recibe contenido a partir del futu-
ro preproyectado, es decir, ‘ante’ sí tiene como lo que se acerca un nuevo
presente, etc.” (C3 III, 42 a-b, 1931). La misma idea está recogida en el si-
guiente texto: “Yo soy en tanto que presente fluyente, pero mi ser para mí
está él mismo constituido en este presente fluyente. El presente vivo está
constituyéndose a sí mismo como presente vivo y eventualmente constitu-
yéndose de un modo científico” (C3 III, 44b, 1931).
Que la denominación de presente no ha de confundirse con un lugar del
tiempo es algo que —independientemente que uno lo afirme explícita-
mente222— queda muy claro cuando se afirma que el “presente” es la reali-
dad efectiva absoluta que al temporalizarse a sí misma, se ontifica, pues sólo
así adquiere un ser temporal. Una temporalización que es la más primige-
nia de todas y que en definitiva, al facilitar la constitución de la vida in-
manente de conciencia, mejor dicho, del yo trascendental, es la responsa-
atemáticos; sólo llegan a ser accesibles mediante una reflexión por completo peculiar, mediante el pro-
tométodo de todos los métodos filosóficos: la reducción trascendental” (C2 II, 19a, 1932).
226. Cf. supra, nota al pie 222, pág. 278.
227. Cf. supra, págs. 274-275.
228. “Todo esto se ha de contemplar en protovivacidad en el protofenómeno, porque todo ello es
ya una adquisición, y ha de ser expuesto, es decir, constituido otra vez —constituyendo y simultánea-
mente en la conciencia de la reactivación” (XV, Texto 20 [C17 I], 348, 1931).
229. Publicado en Hu. XV, Texto 38, 666-670. Este texto ha sido calificado por Iso Kern como el
"'testamento' de Husserl, su visión filosófica de conjunto, que tiene como 'centro de ser' el 'presente'
primitivamente estante del todo de las mónadas internamente propio'" (KERN, Iso: "Einleitung des
Herausgebers" en Hu. XV, pág. LXX). Y con más motivo aún se puede considerar a este escrito como
resumen de los manuscritos del grupo C.
230. FINK, Eugen: “Die Spätphilosophie…” en Nähe und Distanz, op. cit., pág. 223.
231. FINK, Eugen en la “Discusión” de la ponencia de Schütz recogida en VV.AA.: Husserl. Cahiers
de Royaumont. Trad. del francés A. Podetti. Paidós. Buenos Aires 1968, págs. 322-323.
232. Cf. capítulo 2, apartado I, de este libro: De Investigaciones lógicas al proyecto de un “Gran tra-
bajo sistemático”.
233. Cf. también lo que se conoce como escrito preparatorio de dicho curso (Hu. XIII, Texto 5, 85-
86), redactado en 1910, donde se efectúa ya esta comparación.
234. cf. Hu. XV, Texto 20 [C17 I], 342, 1931; Texto 32 [C16 VII], 576, 1933.
235. Fragmento que repite casi literalmente lo dicho veinte años atrás en Problemas fundamentales
de la fenomenología: “Más aún, el uno no pertenece al entorno del otro y viceversa. Y tampoco ningún
camino posible de continuidad conduce de uno a otro, a diferencia de como en todo caso semejante
camino conduce de un ahora pasado re-presentificado al ahora actual” (Hu. XIII, Texto 6, 189-190).
236. cf. Hu. XV, Texto 32 [C16 VII], 1933; Texto 20 [C17 I], 344, 1931.
237. Este fragmento está publicado dentro del prólogo que Iso Kern escribe en el tercero de los to-
mos que recogen las investigaciones de Husserl en torno a la fenomenología de la intersubjetividad .
Cf. Hu. XV, Einleitung, págs. XLVIII-L.
274 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
238. Iso Kern transcribe: “la cual es ella misma de modo concreto un presente viva y fluyentemen-
te concreto” (H. XV, pág. XLVIII).
239. El juego de palabras utilizado por Husserl en esta frase es imposible reflejarlo en castellano, al
usar los términos “Mit-erinnerung”, “Wieder-erinnerung” y “Selbst-er-innern” que he traducido por “co-
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 275
tico de mi vida temporal como el mismo yo existente de todos mis pasados, de mi vida que transcurre
dentro de la continua forma de unidad del tiempo y todavía ahora fluye, vida que fluyendo constituye
siempre de nuevo en sí y para sí un pasado como persistente” (XV, Texto 20, 348, 1931).
241. Cf. HELD, Klaus: Lebendige Gegenwart, pág. 156; LANDGRBE, Ludwig: Phänomenologie
278 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
und Metaphysik. Marion von Schröder. Hamburg 1949, págs. 175 ss.
242. LÉVINAS, Emmanuel: De Dieu qui vient a l’idée. Vrin. Paris 19862, pág. 221 (De Dios que
viene a la idea. Trad. G. Glez. R.-Arnaiz y J. M. Ayuso. Caparrós Editores. Madrid 1995, pág. 233).
243. Cf. supra, 220.
244. BUBER, Martin: Yo y tú. Op. cit., pág. 7.
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 279
yente” (C3 III, 42a, 1931; Cf. Hu. XV, Texto 20 [C17 I], 348, 1931228).
Otro escrito de esa época insistía en esta idea “el eidos del yo trascendental
es impensable sin el yo trascendental como yo fáctico” (XV, Texto 22 [E
III9], 385), una postura que por lo demás vuelve a asumirse en años suce-
sivos (K III12, 34-35, 1935; C13 III, 5, 1934). Tal declaración convierte a
la relación entre factum y eidos en el caso del yo trascendental en una pe-
culiar, y única en su género, pues el eidos se supone que sería independien-
te de las contingencias que sufran los casos que caen bajo él. Una inversión
que Husserl explicaba en un texto de la siguiente manera: “En toda esta
marcha yo soy el protofactum; yo reconozco que mi capacidad fáctica de va-
riación de esencia, etc., en mi fáctica indagación retrospectiva, depara tales
y cuales protocomponentes míos propios, como protoestructuras de mi fac-
ticidad. Y reconozco que llevo conmigo un núcleo de lo ‘protocontingente’
(Urzufälligem), en formas esenciales, en formas de las operaciones de que
soy capaz y en que luego se fundan las necesidades de esencia del mundo.
Yo no puedo transcender mi ser fáctico, no puedo trascender el coexistir de
los otros encerrado intencionalmente en mi ser fáctico; es decir, no puedo
trascender la realidad absoluta. El absoluto tiene en sí mismo su funda-
mento, y en su ser sin fundamento su absoluta necesidad como la única
‘sustancia absoluta’. Su necesidad no es la necesidad de esencia que deje
abierta una contingencia. Todas las necesidades de esencia son momentos
de su factum, son modos de su operar en relación consigo mismo —modos
suyos de entenderse a sí mismo o de poder entenderse—” (XV, Texto 22,
386, 1931). En otro texto añadía: “Lo absoluto que nosotros descubrimos
es el ‘hecho’ absoluto” (E III9, 55, 1931).
Así, todas estas reflexiones llevaron a Husserl en el manuscrito229 C1 a de-
nominar al yo últimamente fungente como ‘factum absoluto’ (XV, Texto 38,
669, 1934). En un par de ocasiones, Eugen Fink se ha referido a esta posi-
ción más tardía de Husserl: “En los manuscrito de investigación de los últi-
mos años de la vida de Husserl se encuentra un pensamiento peculiar: la
profundidad más primigenia de la vida de la conciencia no se encontraría ya
mediante la diferencia entre essentia y existentia, aquélla sería más bien el
protofundamento únicamente a partir del cual surgiría la dicotomía de fac-
tum y esencia, realidad efectiva y posibilidad, ejemplar y especie, uno y mu-
cho”230. En los Coloquios de Royaumont decía: “En los manuscritos tardíos
de Husserl, posteriores a las Meditaciones cartesianas, el autor considera pro-
280 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
blemas que están en relación con todas las aporías que usted ha señalado.
Husserl ve las dificultades que resultan del haber traducido al lenguaje tras-
cendental simples estructuras que pertenecen a la pluralidad intramundana
de los sujetos; se da cuenta del peligro que se corre al trasponer las estructu-
ras de una subjetividad mundana al nivel trascendental, y llega a la curiosa
idea de un yo-originario, de una subjetividad-originaria que precedería a la
distinción entre la subjetividad primordial y la subjetividad trascendental de
las mónadas ajenas; en consecuencia, Husserl intenta, en cierta forma, en es-
tos, suprimir la pluralidad en la dimensión de lo trascendental, lo que le
conduce a una problemática análoga a la del último Fichte. Es preciso vin-
cular entre sí los pasajes donde intenta superar la diferencia entre esencia y
hecho suponiendo una facticidad originaria de la vida trascendental que
constituiría primero la posibilidad, luego las variaciones, y en cuanto obje-
tualización de las variedades de variaciones, la esencia misma. Así, según es-
tos manuscritos tardíos, habría para Husserl una vida originaria que no se-
ría ni una ni múltiple, ni fáctica ni esencial, sino más bien el fundamento
último de estas diferencias, una vida originaria trascendental, que se plura-
lizaría y se estructuraría ella misma por la distinción entre el hecho y la esen-
cia. Así, pues, desde este punto de vista, muchas dificultades señaladas por
usted, tomarían otro aspecto, aunque en verdad las dificultades reales no ha-
rían sino incrementarse”231.
La aparente paradoja revela que por detrás del yo últimamente consti-
tuyente no se puede retroceder a un yo constitutivamente más primigenio.
El yo últimamente fungente es lo que es no para el yo, sino el yo mismo
(IV, 252). Por ello es constante y anónimo. Los conceptos de factum y ano-
nimato nombran el enigma del yo fungo desde distintas perspectivas. El
anonimato se descubre respecto de la posible objetualización de algo colo-
cado enfrente; el carácter de factum al atender a la actividad o pasividad del
conocimiento.
Los últimos textos han introducido de pasada una referencia a la expe-
riencia del otro. ¿Sirve la experiencia del otro para profundizar más en los
análisis?
davía ningún mundo de la representación en ningún comienzo todavía tan ínfimo” (XIV, Texto 16,
334, 1924).
250. Algunos de estos lugares son: Hu. XIV, Beil. LXII; Hu. I, 168; Hu. XV, Texto 10, Beil. IX, Beil.
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 283
sentificación directa del otro (Hu. XV, Beil. XX [C16 VI], 354, 1932), ya
que la empatía, a diferencia de las demás re-presentificaciones, que perte-
necen “a la unidad sintética de mi propio ser”, “rompe la universalidad del
yo en todo lo suyo propio, lo existente de modo inmanente” (Hu. XV, Beil.
XX [C16 VI], 358 y 359, 1932), en definitiva, porque “ninguna continua-
ción conduce desde mi polo de yo al del otro, desde mi basamento, desde
mis actos, etc. a los del otro” (C16 VII, 100a, 1933)235. Cosa que sí ocurre,
por ejemplo, con la rememoración, ya que el horizonte de futuro de la vi-
vencia pasada me trae hasta mi presente236.
Estas peculiaridades de la re-presentificación por medio de la cual ten-
go experiencia del otro son las dificultades a las que Husserl una y otra vez
se ha enfrentado cuando ha querido dar cuenta de la experiencia del otro.
En este grupo de manuscritos no se trata tanto de entender cómo llego a
tener experiencia de otro cuerpo vivo, sino cómo es posible que tenga en
mí experiencia de un segundo presente vivo. Precisamente uno de los tex-
tos (C3 III, 44a-45b, 1931)237 que mejor expresa este problema se encuen-
tra tras efectuar un detenido análisis del presente vivo en su originalidad úl-
tima y darse cuenta que el otro “está constituido en mí en tanto que
subjetividad fluyentemente co-presente, que es ella misma concreta, un
presente vivo concreto” (C3 III, 44a, 1931)238. El otro está co-presente en
mí, que soy absolutamente. Apresentativamente el otro se notifica en mí
como siendo él mismo, pero además como teniendo noticia él en sí de mí,
al igual que yo la tengo de él, es decir, en su presente vivo yo estoy consti-
tuido en la forma de co-presente. De ahí que se llegue a la siguiente des-
cripción de la situación: “Yo soy sujeto para todo lo que es y sujeto para to-
dos los sujetos, los cuales a su vez son sujetos para todo lo que es, incluido
en ello yo mismo. Los sujetos absolutos no reflejan meramente, sino que
portan en sí a los otros mismos, pero en tanto que sí mismos apresentados;
así como yo, y en consecuencia cada uno, porto en mí el ser pasado mis-
mo, pero en tanto que pasado. Y así <como> el pasado no es nada sin el
presente vivo (y el mundo, en tanto que siendo a partir del presente vivo,
no es nada con toda su temporalidad objetiva como infinitud extensiva, y
por consiguiente el presente para él es y permanece como un modo mun-
dano), así también el ser-copresente de los otros en la primigeneidad de la
empatía es un co-recuerdo y no una rememoración, un recuerdo-de-sí-mis-
mo de los otros239. El ser de los otros, en tanto que ser de otro presente vivo,
284 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
gativa de la comunidad del ‘uno con otro’ como una comunidad que care-
ce de distancia extensiva, podría haber añadido alguna de las consecuencias
de esta tesis. Así, si se recuerdan algunos de los resultados obtenidos en los
análisis precedentes como que el copresente del que yo tengo noticia en la
experiencia del otro no está constituido, temporalizado y que la comuni-
dad que está a la base de la empatía no es entre polos de yo ontificados (XV,
Texto 20, [C17 I], 348, 1931)240, ya que entre ellos existiría distancia, se
puede afirmar también que la protomancomunación supone que para po-
der explicar la estructura de la experiencia del otro se ha de contar a priori
con la evidencia del otro, del tú241. Esta evidencia es, pues, un dato de la
descripción tan originario, o quizá sería más adecuado decir protoorigina-
rio, como el propio yo: “El diálogo vendría a ser un acontecimiento del es-
píritu tan irreductible y tan antiguo al menos como el cogito”242.
Antes de proseguir, conviene detenerse en la argumentación de Hus-
serl para que no surjan dudas acerca de la prolongación de la misma que
acabo de proponer. Nuevamente es preciso moverse en las descripciones
en el resbaladizo terreno del presente, para cuya duplicidad constituido-
constituyente falta una terminología adecuada. La situación es muy simi-
lar a la que acontecía con mi presente vivo: sólo es posible entender el
presente vivo estante-fluyente si se afirma que al fluir, el yo últimamente
fungente, se unifica, en un proceso que es pre-temporal y pasivo, aunque
por ello no deja de contar con una participación del yo; esta unificación,
por tratarse de un proceso pre-temporal, nada tiene que ver con la “iden-
tificación”, en la medida en que ésta remite a una asociación, a una ex-
tensión en el tiempo. A esta unificación también se le puede denominar
“constante constituir primitivo” (C13 II, 24a, 1934), ya que en él se
constituye la “corriente de conciencia” en su temporalidad primitiva. Un
proceso, pues, del que sólo se puede hablar indirectamente, dado que
todo lo que pueda decir al respecto se sitúa en un plano ya ontificado,
yoes) como correlato del universo mundano (el todo de los objetos, el mundo objetivo, el mundo de las re-
alidades —Realitäten). En el marco natural del mundo objetivo, la subjetividad ‘realizada’ (realisierte),
naturalizada, que por su parte siempre presupone como en sí primera a la subjetividad actuante y cap-
tada como función pura. La mayor dificultad para la fundamentación de una filosofía pura es la dis-
tinción entre la subjetividad que actúa puramente (intersubjetividad) como constituyente (konstitui-
rend) de todo ser en cualquier sentido, y el todo del mundo de las realidades (Realitäten), incluido en
ello la subjetividad realizada (realisierte) y todo tipo de espiritualidad objetiva” (XIV, Beil. XLVII, 409).
257. “Ya que el mundo objetivo ya no trasciende (transzendiert) en el sentido propio a esta inter-
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 287
subjetividad —o, respectivamente, a lo suyo propio intersubjetivo—, sino que la habita como trascen-
dental ‘inmanente’. Dicho con más precisión: el mundo objetivo como idea, como correlato ideal de
una experiencia intersubjetiva realizada (y por realizar) de modo ideal e incesantemente unánime (una
experiencia intersubjetiva mancomunada), está referido por esencia a la intersubjetividad constituida
ella misma en la idealidad de una apertura sin fin” (Hu. I, 137-138).
258. Husserl, en estos últimos años de su vida, dedica bastantes esfuerzos a profundizar sus análisis
sobre la teleología; sin lugar a dudas, “Teleología” (Hu. XV, Texto 22, 378-386, 1931. Magníficamen-
te traducido y anotado por A. Serrano) es uno de los textos fundamentales de esta época. Asimismo, el
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 289
volumen vigésimo noveno de Husserliana que recoge textos complementarios a La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental es un irrefutable testimonio de la creciente preocupación de
Husserl en sus últimos años por ahondar aún más en la exposición de la teleología.
290 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
crates. Será en Apología 20e-23d donde Sócrates relata cuál es su oráculo délfico personal y cómo lo ha
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 293
madre-hijo (XV, Texto 33, 582, 1933). Ahora bien, como el propio Hus-
serl reconoce, decir que los instintos son el motor del desarrollo del infan-
te no es decir demasiado, ya que “el instinto es antes de nada un título para
hechos caracterizables externamente, pero que observados internamente
mantienen su incomprensibilidad” (XV, Beil. X, 183, 1934).
El segundo texto es una anotación —que se ha de fechar entre el año
1924 y el 1928— a la última redacción de Ideas II, en la que Husserl anti-
cipa su tesis fundamental acerca de la empatía en el infante: “El papel fun-
damentalmente esencial de la articulación de la propia voz generada con es-
pontaneidad, perteneciente a las propias cinestesias de los músculos de la
voz dadas primigeniamente. Esto también falta en la doctrina de la empa-
tía originalmente esbozada, que tuvo que ser desarrollada primero. Con-
forme a mis observaciones, en el niño la voz generada espontáneamente y
luego oída analógicamente parece entregar primero el puente para la obje-
tivación del yo, mejor dicho, la conformación del ‘alter’, antes de que el
niño tenga y pueda tener ya una analogía sensible de su cuerpo vivo visual
con el del ‘otro’, y con más razón antes de que pueda atribuir al otro un
cuerpo vivo táctil y un cuerpo vivo con voluntad” (Hu IV, 95n, Anotación
entre 1924-1928).
Este texto soluciona el problema surgido en el año 1921, pues ahora no
es preciso tener constituido un cuerpo vivo visual y táctil para que exista ya
una cierta empatía. Es más, incluso se da una cierta prioridad a “la confor-
mación del ‘alter’” sobre la objetivación del propio yo. Un proceso que se
efectúa sin una clara conciencia yoica, aunque no por eso deja de ser un
acto del yo, que se desarrolla, por tanto, en la pasividad. Claro que en tales
circunstancias habría que preguntarse hasta qué punto tal acto se puede en-
cuadrar dentro de la empatía. En más de una ocasión Husserl se queja de
la ambigüedad del término “empatía”, aquí podría haber reiterado su ma-
lestar, puesto que más bien habría que hablar de experiencia del otro, para
deslindar esta experiencia de aquella a la que se refieren con el término
“empatía” los análisis clásicos de Husserl. De hecho cuando en la tardía fe-
cha del año 1935 (XV, Beil. XLV) desarrolle un poco más minuciosamen-
te esta valiosa intuición incluida como nota en Ideas II, dirá que propia-
mente no se produce una empatía en el infante. Los textos que hacen
mención250 de la empatía en el infante, redactados entre la nota de Ideas II
y el texto escrito en 1935, no pasan de ser indicaciones del carácter pro-
294 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
puesto en práctica.
262. Recuérdense las palabras finales de Meditaciones cartesianas (I, 182) en las que Husserl afirma
haber logrado conferir una nueva significación a este lema délfico.
263. Precisamente, uno de los tomos de Husserliana en preparación está dedicado a ofrecer las dis-
tintas vías de acceso a la subjetividad trascendental ensayadas por Husserl que se encuentran dispersas
296 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
266. La distancia extensiva a la que se refiere Husserl es precisamente ese estar fuera del tiempo, esa
carencia de duración que tiene el proto-yo.
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 299
267. LEVINAS, Emmanuel: De Dios que viene a la idea, op. cit., pág. 233. En esta misma dirección
también se pronuncian Held en Lebendige Gegenwart (op. cit., 156) o Landgrebe en Phänomenologie
und Metaphysik (op. cit., págs. 175ss).
268. GARCÍA-BARÓ, Miguel: “Fenomenología” en MORENO, M. (ed): Diccionario…, op. cit.,
págs. 534-535.
269. GARCÍA-BARÓ, Miguel: Ibid, pág. 535.
270. Una primera aproximación la he realizado en la comunicación “Vida y alteridad: ¿Acerca-
miento entre E. Husserl y M. Henry?” en las VI Jornadas de Filosofía de Comillas. Pensar la vida. 25-27
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 301
272. A lo largo del trabajo no siempre he seguido las traducciones de la obras de Husserl aquí indi-
cadas.
4. Horizonte último de problemas que una teoría trascendental… 303
307
308 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Los puntos principales que hallan una respuesta definitiva en esta pri-
mera parte de los análisis de la experiencia del otro son:
a) La insuficiencia de la primordialidad para dar cuenta de la experien-
cia del otro. La intencionalidad que mienta al otro es totalmente peculiar,
ya que con ella trasciendo total y absolutamente mi ser propio y alcanzo la
verdadera trascendencia: la intersubjetividad trascendental. Si ejecuto una
reducción solipsista en el ámbito de lo mío propio, encontraría un “mun-
do” que podría justificar con un rendimiento propio, pero en el acervo de
ese peculiar “mundo” no se encontrarían los otros. Y, sin embargo, es un
dato innegable de la descripción de mi subjetividad trascendental que ten-
go dada como un factum una intencionalidad dirigida al otro que sobrepu-
ja los límites de lo mío propio.
b) La experiencia del otro es una re-presentación absolutamente singu-
lar. La empatía, al igual que la fantasía, la rememoración, la expectativa, es
una re-presentación. Al igual que las demás re-presentaciones se caracteri-
za porque en ella no se da lo re-presentado, esto es, el otro en el original,
en una presentación efectiva. Pero lo que convierte a la empatía en una re-
presentación absolutamente singular es que por principio lo re-presentado,
el otro, nunca podrá ofrecerse en una presentación en el original; ya que si
se produjese tal circunstancia, las vivencias re-presentadas tendrían necesa-
riamente como polo yoico a mi yo y, por tanto, el otro dejaría de ser otro,
para pasar a ser yo mismo.
c) La experiencia del otro es un acto estructuralmente unitario, sólo abs-
tractamente separable en elementos, y en el que no media razonamiento o
inferencia algunos. Es decir, en mi experiencia de otro no tengo una expe-
riencia de un cuerpo físico delante de mí, que luego veo que recuerda a mi
cuerpo vivo, y entonces acabo por descubrirlo como análogo de mi propio
cuerpo vivo al que, entonces, le atribuyo otro yo que gobierna en ese cuer-
po vivo análogo al mío. No, en mi experiencia sencillamente experimento
a otro de forma inmediata: se me da el otro. Ahora bien, en esa experien-
cia sí que puedo distinguir elementos: tiene que haber una presentación, un
auténtico darse de la cosa misma: en este caso, el cuerpo físico del otro; ade-
más, con esta presentación se entreteje una apresentación de su subjetivi-
dad como co-presente. Pero únicamente con estos elementos no se llega a
dar cuenta de la experiencia del otro, de ahí que, en el curso Einführung in
die Phänomenologie y en Meditaciones cartesianas, Husserl añada otros dos:
310 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
sicos situados allí. Pero para que el problema se solucione de verdad, lo ex-
puesto debe completarse con el análisis de mi cuerpo vivo, porque, gracias
a la unidad asociativa en que se encuentran la exterioridad del comporta-
miento corpóreo de mi cuerpo vivo y su vivacidad interna (XIV, Texto 29,
491), la representación como si yo estuviera allí puede evocar también mi
cuerpo vivo; de modo que se hace posible la apercepción asemejadora por
la que el cuerpo físico recibe analógicamente de mi propio cuerpo vivo el
sentido de cuerpo vivo, y por tanto el de un segundo yo gobernando en él.
f ) La intersubjetividad trascendental como monadología. La meditación
radical sobre sí mismo ha conducido a descubrir la presencia de otro ego
trascendental en mí, y por tanto ha descubierto la dimensión intersubjeti-
va como inherente a la subjetividad trascendental. El otro no es otro natu-
ral, sino trascendental; lo que supone una dignidad de ser igual a la mía. El
otro es, pues, absoluto, previo al ser del mundo, y alguien que actúa sobre
mí. Además de las minuciosas investigaciones concretas efectuadas sobre la
experiencia del otro, para poder llevar a cabo la ampliación de la reducción
hasta la intersubjetividad, Husserl desarrolló un complemento metódico
fundamental: la teoría de la doble reducción fenomenológica. Para expre-
sar esta pluralidad de yoes trascendentales que no son un mero agregado
sino que están en relación formando una comunidad, Husserl echa mano
de la monadología. El empleo de la misma difiere en puntos esenciales del
que Leibniz realizó: por ejemplo, para Husserl las mónadas tienen venta-
nas, las empatías trascendentales. La armonía es una idea inherente a la mo-
nadología, que en el caso de Husserl ayuda perfectamente a entender el
proceso de constitución intersubjetiva del mundo. Sin embargo, la móna-
da divina en tanto que garante de esta armonía es algo que queda excluido
del planteamiento de Husserl, ¿cómo se garantiza, entonces, la armonía? La
respuesta ofrecida ya con posterioridad a Meditaciones cartesianas es la tele-
ología. universal inherente a cada mónada.
con la física, se podría decir que es una situación parecida a la descrita por
el principio de indeterminación de Heisenberg: si quiero conocer la ener-
gía de un electrón modifico su posición, y viceversa. Otro tanto sucede
con este presente último —que nunca debe confundirse con una modali-
dad temporal como el pasado o el futuro: éstas se constituyen en aquél—
, si presto atención a su dimensión estante se desdibuja la fluyente, y vi-
ceversa. Esta peculiar unidad conduce a la paradójica afirmación de que el
presente fluye por ser estante. El resultado de ese fluir, y esto es un dato
sumamente importante en los análisis, es la constitución de la temporali-
dad de mi propia subjetividad trascendental, o lo que es lo mismo: “este
yo trascendental, y esta vida trascendental propia de él, es ya un producto
constituido y como tal ha de ser puesto entre paréntesis. Esto quiere de-
cir, mediante esta reducción alcanzamos un proto-yo trascendental y una
protovida trascendental, en la que se temporaliza aquel yo trascendental
concreto…, en la que gana ser en una temporalidad inmanente-trascen-
dental” (C2 I, 8 a-b, 1932). La gran dificultad estriba en que mi reflexión
se desenvuelve siempre en esa temporalidad inmanente-trascendental en la
que ya siempre se ha temporalizado el proto-yo o, como Husserl lo deno-
mina en otras ocasiones, el yo anónimo últimamente fungente, el nunc
stans. Cuando intento hacer presa en él, ya se ha temporalizado, ya se ha
“congelado” en la temporalidad; y en consecuencia permanece en el ano-
nimato y fuera del tiempo, “existiendo en el pre-ser más primitivo” (A V5,
6b 1933). Para terminar, hay un último dato que resulta fundamental to-
mar en consideración: la identidad de este yo se logra no por “identifica-
ción” —activa— de los presentes en que se temporaliza, sino mediante
protounificación —pasiva—.
c) Analogía entre co-presente y presente de uno mismo. Estos escritos
sobre la temporalización sin lugar a dudas poseen un incalculable valor en
lo que respecta al análisis de la propia subjetividad trascendental. Un as-
pecto de estas investigaciones que sólo ha sido considerado en sus trazos
más gruesos, con vistas a ganar así los elementos conceptuales necesarios
para afrontar otra dimensión de estos manuscritos también de inestimable
valor: la vinculación entre temporalidad y alteridad.
La relación entre alteridad y temporalidad se consigue cuando no se
busca tanto entender cómo es posible que tenga experiencia de otro cuer-
po vivo, cuanto de que yo llegue a tener en mí experiencia de un segundo
314 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
317
318 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
vados. Así no hay problemas para utilizar original para original, originario
para originär, primordial para primordial. He optado para traducir ständige
por constante, para strömende por fluyente, para stehende por estante271,
para bleibende por permanente, para verharrende por persistente y para ur-
tümliche por primitivo.
El prefijo Ur- lo he traducido siempre por proto-, igual que para All-
siempre he usado omni-, mientras que para fremd, como prefijo o en adje-
tivo… he preferido traducir por ajeno.
Aunque Gegenstand lo he traducido por objeto, y cuando sea preciso di-
ferenciarlo de Objekt se hace constar el vocablo alemán, no he seguido este
criterio para traducir sus derivados (gegenständlich…), a los que he vertido
por objetual… Se logra así una fácil distinción con el alemán objektiv…,
traducido por objetivo…, que, pienso, es de gran utilidad.
Para wirlick y sus derivados he optado por efectivo. En el caso de Wri-
klichkeit, a veces se añade el alemán y otras se traduce por realidad efectiva.
Esta opción permite distinguir sin problemas el uso de real, que traduce
real y sus derivados. Realizar traduce tanto el verbo realisieren como ver-
wirklichen; si el contexto no sirve para diferenciarlos, añado el término ale-
mán que corresponda.
He creído conveniente distinguir entre Phänomen, que he traducido por
fenómeno, y Erscheinung, para la que he reservado el término aparición y
derivados.
Finalmente, en algunas ocasiones Gültigkeit, sobre todo en plural, lo he
traducido por vigencia, y no por validez como suele ser habitual. Para Leis-
tung y leisten he empleado los términos de rendimiento y rendir. Fungir
vierte el alemán fungieren.
CAPÍTULO 7
Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de
Husserl citados en el trabajo
Advertencia preliminar
319
320 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
“Demgemäß zeigt sich von einem letzten Standpunkt aus, daß wir un-
ter dem Titel Philosophie auf eine einzige Wissenschaft von der einen ver-
nünftigen Subjektivität kommen, und von der einen universalen Vernunft,
die nur ihre verschiedenen voneinander untrennbaren Seiten hat, aber
nicht Teile” (B I37, 32b).
“Hier ist, wenn Philosophie überhaupt nicht ein sinnloses Vorhaben be-
deuten soll, offenbar nur eins möglich. An der Spitze der Philosophie muß
ein Gedankengang stehen, in dem der Philosoph vom vorphilosophischen
Standpunkt der Naivität, als werdender Philosoph, sich in freiem Denken
einen neuen Boden erschafft und ihn in Evidenzen festlegt, die in der Re-
flexion sich als absolut zu rechfertigende ausweisen; und daß er, in solcher
Art absoluter Selbstrechfertigung fortschreitend, den Weg, die Methode
findet zu einer systematischen Aufstellung der absolut gerechtfertigten
Prinzipien für die Rechtfertigung aller Erkenntnis bzw. für die absolut
standhaltende Begründung aller Erkenntnis und für einen systematischen
Aufbau der echten Erkenntnis und Wissenschaft selbst. Es gehört also zum
System der Philosophie selbst als Anfang eine <Vor->Zeichung für das phi-
losophischen Werden oder, vom philosophierenden Subjekt aus gespro-
chen: für die in eigener freier Selbstbesinnung des philosophischen Anfän-
gers sich vollziehende Selbstentwicklung zum Philosophen. Jeder echte
Philosoph muß sich als Anfänger denken und für sich zum Philosophen
werden werden, und darin muß eine Form der Notwendigkeit liegen, die,
objektiv fixiert, den Anfang der Philosophie selbst bildet. Jeder Philosoph
muß nachher, diesen Anfang überdenkend, in ihm das Selbstportrait seines
Werdens finden und es immer wieder bestätigen können” (B I37, 34 b).
“Wir werden in der Tat den Begriff der Reduktion vervielfältigen müs-
sen. Zunächts aber scheiden wir 1) transzendentale Reduktion schlechthin
als Reduktion auf die transzendentale Subjektivität überhaupt; 2) Die apo-
diktische Reduktion: Das ist die Reduktion auf die transzendentale Sub-
jektivität, aber unter Einschränkung auf festgestellte Apodiktizität. Danach
vollziehen wir die phänomenologische Reduktion genau so, wie wir sie
früher beschrieben, aber wir vollziehen sie in den Wiedererinnerungen und
überhaupt in den vergegenwärtigenden Erlebnissen soweit nicht, als darin
irgend transzendentale Subjektivität zur Setzung kommt, und ganz unge-
fragt, ob diese Setzung eine apodiktische ist oder nicht. Das soll sogleich
verständlich werden” (F I29, 14 b).
“Nicht so leicht ist, nun klarzulegen, daß es noch eine Erweiterung der
phänomenologischen, obschon nicht apodiktisch gereinigten und über-
haupt kritisierten Reduktion gibt, und zwar dadurch, daß in der Tat alle
vergegenwärtigenden intentionalen Erlebnisse, also auch die Einfühlung,
in gleicher Weise bekundet werden. Mit anderen Worten: Statt die trans-
zendentale Reduktion als Reduktion auf mein, des Phänomenologen, Ego
zu verstehen, vollziehe Ich, dieses Ego, auch eine universale Reduktion an
den anderen Subjekten in Richtung auf ihre einfühlungsmäßige Innerlich-
keit und ihre transzendentale Subjektivität” (F I29, 17 a-b).
“Eine zweite Naivität, eine transzendentale, ist die in dem schon be-
gonnen Verfahren liegende und nun auf die Intersubjektivität zu erstrec-
kende” (F I29, 17b).
“…, so erweitert sie den in sich geschlossenen Zusammenhang meiner
wirklichen und motiviert möglichen Erlebnisse (…) um einen zweiten
ebensolchen Zusammenhang, nämlich um eine ganze zweite Subjektivität”
(F I29, 20a).
“Genau so wie mein eigener rein egologischer Erlebniszusammenhang
mit seinen wirklichen und für mich möglichen Erlebnissen ein erfah-
rungsmäßig gegebener ist und diese Gegebenheit <den> natürlich-naiven
Rechtsgrund für Urteilen abgibt, so ist der Zusammenhang zwischen mei-
nem ganzen transzendentalen Leben und dem eines anderen als Erfah-
rungszusammenhang gegeben und kann empirisch transzendental beurteilt
werden” (F I29, 20a).
322 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
“… und zwar aus demselben Grund, weil die Ausschaltung der objekti-
ven, auf das reales Dasein des anderen Menschen gerichteten Erfahrung
unberührt läßt die freie Möglichkeit der in phänomenologischer Reflexion
zu vollziehenden transzendentalen Wendung der Einfühlung. Das System
der einfühlenden Vergegenwärtigung, das dem innengewendeten System
der Wahrnehmungen und Wahrnehmungsmöglichkeiten vom fremden
Leib entspricht und ihm überlagert ist, ist ein System transzendental reiner
Erfahrungen vom Typus der Vergegenwärtigungen. Also wäre es falsch zu
sagen, daß die transzendentale Reduktion mich auf […] meine eigene
transzendentale Subjektivität reduziert. Sie reduziert mich, wo immer ich
in meiner Erfahrung fremde Subjektivität dieses und jenes oder eine Mehr-
heit von Alter egos habe, auf eine sozusagen vielköpfige transzendentale
Subjektivität, die mit meiner eigenen all diese Alter egos mit all ihrem Le-
ben, mit all ihren Erscheinungen und intentionalen Korrelaten umspannt”
(F I29, 22 a-b).
“Anstelle des Weltalls habe ich und jedes transzendental reduzierende
Ich ein Ichall” (F I29, 23a).
“So findet jedes Ego, wenn es einfühlend das Ichall umspannt (und
wenn man so will, das Ichall in jedem Ego), zum All gehörig eine transzen-
dental-soziale Zeit als die allgemeinsame Zeit, in der all die Zeiten der ein-
zelnen Ego sich decken und in der alle Bewußtseinsströme der einzelnen
Ego sich zu einem verbundenen transzendental-sozialen Bewußtseinsstrom
einigen. Dieser soziale Bewußtseinsstrom ist nach den vielen Ego’s geglie-
dert, aber in den parallelen Verläufen ist er ein einzig geordneter Verlauf ”
(F I29, 23b-24a).
“Ich habe ihn noch, nur daß dieses ‘noch haben’ und ‘noch im Griff ha-
ben’ nicht die Ursprünglichkeit der Urimpression hat. Es ist also in gewis-
sen Sinn abnehmende und immer weiter abnehmende Ursprünglichkeit
und immer geringere Originalität” (F I29, 29a).
“Man könnte allerdings fragen: Ist nicht vielleicht eine allgemeine
Struktur der Intersubjektivität gegeben, ähnlich wie hinsichtlich der Zeits-
truktur in der inmanenten Sphäre des ego? Zum Ego gehört eine Zukunft
mit irgend einem Inhalt, während kein bestimmt antizipierter, vorerwarte-
ter Gehalt apodiktisch ist. Ist nicht vielleicht ein “Ichall” apodiktisch gewiß
als Ichall überhaupt, während ich doch keinen bestimmten ‘Alter’ apodik-
tisch setzen kann[?]” (F I29, 42a).
7. Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de Husserl citados 323
zwei- oder mehrmal als bloß Gleiches haben, sondern daß dies als idealer
Pol numerisch identisch ist” (F I29, 120a).
“Jedes neue Ich bin ich nicht, wie ich bin, sondern Ich als ob ich das
wäre” (F I29, 121a).
“Jedes Apriori ist mir ‘eingeboren’. So habe ich das Universum der für
das Ego zugänglichen eidetischen Gestalten in prinzipieller Weise umgrenzt
und <zwar> als Reich eingeborener Ideen. Sie sind nur gemein mit allen
Egos überhaupt, die meine eidetischen Abwandlungen sind” (F I29, 121b).
“Der Urbegriff ist hier die konkrete Gattungsidee oder konkrete Region
Ego, der höchste Begriff, zu dem ich von der konkreten Individualität Ego
durch freieste Fiktion kommen kann. Diese Region umgrenzt als Gebiet
die egologisch-eidetische Philosophie, die Phänomenologie. Es ist absolut
in sich geschlossen; da es das Ego in seiner Unendlichkeit ist. Wie jedes
Konkretum seine konkreten Strukturen hat, so hat die Region ihre regio-
nalen Strukturen, und diese liegen als unmittelbar apriorische Wesenei-
genheiten in jeder konkreten Möglichkeit eines Ego dieser Deckungsman-
nigfaltigkeit darin, sie können als deskriptive Wesensallgemeinheit jeder
solchen Moglichkeit sozusagen abgelesen werden” (F I29, 121b).
“Das Ego hat die merkwürdige Eigenheit, daß für es absolutes Konkre-
tum und Individuum zusammenfällt, daß die niederste konkrete Allge-
meinheit sich selbst individuiert” (F I29, 122a).
“Aber anstelle des sinnlosen Welträtsels, desjenigen, das den Streit von
Realismus und Idealismus bestimmt, tritt nun das wahre Welträtsel, das
mit der radikalen Selbstbesinnung auftritt, in die ich, aus welchen Motiven
immer hineingeratend, in apodiktischer Gewißheit dessen innewerde, daß
ich der letzte, absolute Geltungsträger für alles und jedes für mich Seiende,
für alles nach Sein und Nichtsein von mir zu Erfragende bin, und so für
das, was ich Welt nenne, als Universum der Realitäten in der universalen
Raum-Zeitlichkeit, als Allheit der Menschen, de bekannten oder unbe-
7. Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de Husserl citados 327
kannten, darunter was ich in der Alltäglichkeit ‘ich’ nenne, ich eben als die-
ser Mensch, einer unter den Menschen, die unter den sonstigen mundanen
Objekten sind. Ich bin damit auch Träger der Seinsgeltungen, in welchen
wie jedermanns so mein psychisches Leben eben für mich Seiendes ist, und
darin desjenigen Bewußtseinslebens, in welchem ich, dieser Mensch, psy-
chische Erlebnisse des Erfahrens, des Denkens, etc. durchlebe, Akte der
Seinsgeltung vollziehe, die meine (wie ähnlich anderer) menschlichen Akte
sind, als das zugehörig zur universalen raum-zeitlichen Welt, ihr zugehörig
als ‘seelische Zustände’. Zur universalen Welt —die ich überhaupt in Gel-
tung habe, in Geltung setze als ständig absolutes Geltungssubjekt” (BI32,
28a, pág. 143).
“Grundunterschied: im Vollzug leben und ontische Themen, ontische
Fragen und Antworten haben und die darüber sich universal breitende Re-
flexion üben. Phänomenologische Epoché —Reduktion” (BI32, 29a, pág.
143).
328 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
1. MANUSCRITO C1
Título: “Zeitigung-Monade” (21/22 de Septiembre de 1934). Publicado
íntegro en Hu. XV, Texto 38, págs. 666-670.
sind; also eine ungebrochene Zeitigung umspannt alle für mich seienden,
die so alle auf mich bezogen und in dieser Beziehung einig sind” (C2 I, 4a,
1932, pág. 277).
“Ich —das sagt hier zunächst nur der Urpol ‘seines’ Lebens, seines Urs-
tromes, worin alle Einheiten, die da seiend heißen, als verharrende Einhei-
ten sich zeigen” (C2 I, 4a, 1932, pág. 277).
“Der Urstrom der lebendigen Gegenwart ist die Urzeitigung, in welcher
der letzte Ursprung der raumzeitlichen Welt und ihrer Form der Raumzei-
tlichkeit liegt” (C2 I, 5a, 1932, pág. 277).
“Zeiten, Gegenstände, Welten jedes Sinnes haben letzlich ihren Urs-
prung im Urströmen der lebendigen Gegenwart —oder, besser, im trans-
zendentalen Ur-Ego, welches sein Ur-Leben als urströmende Gegenwärti-
gung und Gegenwart lebt, und so in seiner Weise Sein hat, Sein in einer
Urzeitigung, welche im Strömen eine Urzeit und <eine> Urwelt konsti-
tuiert” (C2 I, 5a, 1932, págs. 277-278)
“… während Aktivität überhaupt und als solche doch ihre ‘Vorausset-
zungen’ hat; ‘Bedingungen ihrer Möglichkeit’, die nicht selbst durch Akti-
vität entspringen” (C2 I, 6b, 1932, pág. 270).
“Eine fundierte intentionale Leistung ist aber das universale Bewußt-
seinsleben bzw. Bewußtseins-Ich, das durch eine transzendental-immanen-
te Zeit sich als ‘Bewußtseinsstrom’ hindurchzieht. Zunächst sind wir naiv
genötigt, dieses Ich als das absolute Subjekt der universalen transzendenta-
len Erfahrung, in der die Welt (und darin der Mensch und alles menschli-
che Erfahren) erfahren ist, vorauszusetzen. <8b> Aber dieses transzenden-
tale Ich und dieses ihm eigene transzendentale Leben ist schon ein
konstituiertes Gebilde und als das einzuklammern. Das besagt, wir kom-
men durch diese Reduktion letztlich auf ein transzendentales Ur-Ich und
ein transzendentales Ur-Leben, in dem jenes transzendentale konkrete Ich
(mit dem transzendentalen Leben, in dem es aktives und affiziertes, in dem
es überhaupt in seiner Weise leistendes ist) gezeitigt wird, Sein gewinnt in
einer immanent-transzendentalen Zeitlichkeit. Diese, wie Zeitlichkeit
überhaupt in allen Stufen, ist strömend nach Zeitmodalitäten der Gegen-
wart, Vergangenheit und Zukunft derart, daß in diesem zeitmodalen Strö-
men in sich konsituiert ist eine starre Zeitordnung mit individuierenden
Zeitstellen” (C2 I, 8a-b, 1932, pág. 272).
“Der urphänomenale konkrete Gegenwartsstrom, die transzendentale
330 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
2. Manuscrito C2 II:
“Das Fungieren und fungierende Ich ist aber, während es das ursprün-
7. Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de Husserl citados 331
“Die Reduktion auf die lebendige Gegenwart ist die radikalste Reduk-
tion auf diejenige Subjektivität, in der alles Mir-Gelten sich ursprünglich
vollzieht, in der aller Seinssinn für mich Sinn ist und mir erlebnismäßig als
geltend bewußter Sinn. Es ist die Reduktion auf die Sphäre der Urzeiti-
gung, in der der erste und urquellenmäßig Sinn von Zeit auftritt. -Zeit
eben als lebendig strömende Gegenwart. <gestr. in der> Alle sonstige Zei-
tlichkeit, ob nun subjektive oder objektive, welchen Sinn dabei diese War-
te auch annehmen mögen, erhält aus ihr ihren Seinssinn und ihre Geltung
<gestr. erst erhält>“ (C3 I, 4a, 1930, pág. 251).
274-275).
“Da ist auch jeder Andere, jedes andere Ego Transzendental-strömend-
Gegenwart-Sein, in mir konsitutiert als strömend mit-gegenwärtige Sub-
jektivität, die konkret selbst ist, strömende lebendig konkrete Gegenwart
<von Subjektivität, die bis konkrete Gegenwart Einf.am Rande>” (C3 III,
44a, 1931, pág. 286).
“Ich bin als strömende Gegenwart, aber mein Für-mich-Sein ist selbst
in dieser strömenden Gegenwart konstituiert -lebendige Gegenwart ist sich
selbst als lebendige Gegenwart konstituierend und eventuell sich konsti-
tuierend in wissenschaftlicher Weise” (C3 III, 44b, 1931, pág. 265).
IV. MANUSCRITO C5
Título: Zur Strukturlehre der lebendige Gegenwart, von der Weltepoché
rückfragend (1930)
“Im urphänomenalen Strömen der Urpräsenz transzendiert sich dieses
Leben selbst [Erste Transzendenz], es konstituiert die immanente Zeit, den
Erlebnisstrom mit seiner Vergangenheit und Zukunft, und eine erledigte
seiende, vergangenheitliche Sphäre verharrend-identischen Seins, die sich
ständig bereichert” (C5, 7a, 1930, pág. 266).
heißen mag und in welchem Sinn immer, seine Quelle hat. Es ist die ste-
hend-strömende Selbstgegenwart bzw. das sich selbst strömend gegenwärti-
ge absolute Ich in seinem stehend-strömenden Leben, einem Leben, das
ständig strömendes Erleben ist, Intentionalität, Bewußthaben ist, stehend-
strömende Seinsgeltung in vielerlei Modalitäten und Modalitäten sehr vers-
chiedenen Charakters und Sinnes in sich tragend, Seinsgeltung mit Inhalt
oder Sinn [hat?], der selbst in den Gehalt des Strömenden hineingehört”
(C7 II, 38a, 1932, pág. 276).
“Das ständige Ich, ständige Urquelle, identisch nicht durch ein ‘Identi-
fizieren’, sondern als Ureinig-Sein, seiend im urtümlichsten Vor-sein, das
da entquellende und entquollene Fungieren ein ständiges Strömen, in der
Ständigkeit wieder jetzt, der Strom der Selbstausquellungen des Urquell-
punktes, des Ur-Selbst” (A V5, 6b, 1933, pág. 271).
340 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
CAPÍTULO 8
Bibliografía
I. Obras de Husserl
341
342 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Haag, 1965.
Husserliana XII: Philosophie der Arithmetik. Mit ergänzenden Texten (1890-
1901). Hrsg. L. Eley. Nijhoff. Den Haag, 1970.
Husserliana XIII. Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem
Nachlass. Ester Teil. 1905-1920. Hrsg. Iso Kern. Martinus Nijhoff. Den
Haag, 1973.
Husserliana XIV. Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem
Nachlass. Zweiter Teil. 1921-1928. Hrsg. von I. Kern. Nijhoff. Den
Haag, 1973.
Husserliana XV. Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem
Nachlass. Dritter Teil: 1929-1935. Hrsg. von I. Kern. Martinus Nijhoff.
Den Haag, 1973.
Husserliana XVI. Ding und Raum. Vorlesung 1907. Hrsg.. U. Claesges. Nij-
hoff. Den Haag, 1973.
Husserliana XVII. Formale und transzendentale Logik. Hrsg. P. Janssen. Nij-
hoff. Den Haag, 1974.
Husserliana XVIII. Logische Untersuchungen. Erster Band: Prolegomena zur
reinen Logik. Hrsg. von E. Holenstein. Nijhoff. Den Haag, 1975.
Husserliana XIX/1 y XIX/2. Logische Untersuchungen. Zeiter Band: Unter-
suchungen zur Phänomenologie und Theorie der Erkenntnis. Hrsg. von U.
Panzer. Nijhoff. Den Haag, 1973.
Husserliana XXI: Studien zur Arithmetik und Geometrie. Texte aus dem
Nachlass (1886-1901). Hrsg. I. Strohmeyer. Nijhoff. Den Haag, 1983.
Husserliana XXII. Aufsätze und Rezensionen (1890-1910). Hrsg. B. Rang.
Nijhoff. Den Haag, 1979.
Husserliana XXIII: Phantasie, Bildbewusstsein, Erinnerung. Zur Phänomeno-
logie der anschaulichen Vergegenwärtigungen. Texte aus dem Nachlass
(1898-1925). Nijhoff. Den Haag, 1980.
Husserliana XXIV: Einleintung in die Logik und Erkenntnistheorie. Vorlesun-
gen 1906/1907. Hrsg. U. Melle. Nijhoff. Boston/London/The Hague,
1985.
Husserliana XXV. Aufsätze und Vorträge 1911-1921. Hrsg von H. R. Sepp
y T. Nenon. Nijhoff. Boston/London/The Hague, 1986.
Husserliana XXVI: Vorlesungen über Bedeuntungslehre. Sommersemester
1908. Hrsg. U. Panzer. Nijhoff. Boston/London/The Hague, 1986.
Husserliana XXVII: Aufsätze und Vorträge 1922-1937. Hrsg. T. Nenon y
8. Bibliografía 343
(probablemente 1932).
C02 III: “Ich” durchdacht von der lebendigen Gegenwart aus. Fecha: 14. IX.
1932.
C03 I-VI: Urströmende Gegenwart. Weltzeitigung durch Zeitmodalitäten.
1930
C04: Sín título. Agosto de 1930.
C05: Zur Strukturlehre der lebendige Gegenwart, von der Weltepoché rückfra-
gend. -Erste Einführung der ürtumlichen Gegenwart -strömende Urzeiti-
gung und Zeitigung… 1930
C06: Erster Anfang eines methodischen Abbaus der urphänomenalen Gegen-
wart… Agosto 1930.
C07 I: Von der Epoché aus eine Reduktion auf das primordiale Sein del Ego
als urtümliches Strömen. Junio y Julio de 1932.
C07 II: Über Reduktion auf lebendige Gegenwart durch “reine Selbstwahr-
nehmung”. Junio 1932.
C08 I-II: “Zur Konstitution der intersubjektiven Welt in den universalen Zu-
gansformen der “unendlichen” Zeit und des “unendlichen” Raumes… Oc-
tubre de 1929.
C09: Ad Vorgegebenheit der Welt hinsitchlich der Zeitmodalitäten… Sin da-
tar
C10: Das gehörte zum komplex der ürtumliche Gegenwart!. 1931.
C11 II: Zeitigung. Welt des Menschen. Seiendes und Zeit. Zeitigung der für
den Menschen seinden zweckhaften Welt. Mensch und Tier. Sept/Oct
1934.
C11 IV: Ichaktivität und Apperzeption als Seinskonstitution. Wichtig… 25.
XII. 31
C11 V: Sehr wichtig. Konstitution von der elementaren Struktur der lebendi-
gen Gegenwart zur Konstituion von Einheiten in ständiger Zeitigung, dann
zu Substratenheiten mannigfaltiger Erscheinungen in einer Welt mit Welt-
zeit… Diciembre (Navidades 1931)
C13 I: Bekannheit und Neuheit. Wiedererkennen. Assoziation. Instikt-Urak-
tivität. Instinkt und universle Teleologie sich auswirkend als Weltkonstitu-
tion. Enero-Febrero de 1934.
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364 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo 1
La fenomenología trascendental y el problema del otro . . . . . . . . . . . . . . . . 15
1. Excursus: papel de la experiencia del otro en el camino por el
mundo de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
2. Excursus: papel de la experiencia del otro en el camino por la
psicología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3. Etapas del estudio de la experiencia del otro en la obra de Husserl . .30
Capítulo 2
El camino hasta una primera respuesta madura: de Investigaciones
lógicas a Meditaciones cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
I. De Investigaciones lógicas al proyecto de un “Gran trabajo sistemático”
de 1921: primeras tesis sobre la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
II. La fenomenología tras “El nuevo comienzo”: nuevos análisis y
perspectivas de la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
1. Un poco de historia: el “nuevo comienzo” y su repercusión en la
obra de Husserl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
2. Nuevos análisis y perspectivas de la experiencia del otro:
panorámica general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Capítulo 3
Fenomenología de la experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
I. Principales aportaciones a una teoría trascendental de la experiencia
del otro efectuadas en Einführung in die Phänomenologie, Lógica
formal y trascendental y Meditaciones cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
II. Intersubjetividad y experiencia del otro en el curso Einführung in die
Phänomenologie (Semestre de invierno de 1926 a 1927) . . . . . . . . . . . . . . 73
1. Nota previa: Manuscritos conservados del curso . . . . . . . . . . . . . . . . 73
2. Un nuevo camino de acceso a la subjetividad trascendental . . . . . . . . . 74
3. Del nuevo camino de acceso a la subjetividad trascendental a los
análisis sobre la experiencia del otro y la intersubjetividad . . . . . . . . . . 77
369
370 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
.................
(2) La autoconstitución de la subjetividad trascendental 162
..............
(3) Asociación: principio universal para la constitución pasiva 166
5. La fenomenología como idealismo trascendental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
3. La quinta meditación cartesiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
1. La epojé como reducción a lo mío propio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
(1) El otro como “hilo conductor” trascendental lleva a la introducción de la
reducción primordial .................................. 171
(2) La reducción primordial ................................ 172
(a) Determinación negativa de la primordialidad: la reducción solipsista . . . . . . . . 174
(i) La ejecución de la reducción solipsista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
(ii) Problemas de la reducción solipsista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
(b) Determinación positiva de lo mío propio mediante la explicitación . . . . . . . . . 183
(i) La explicitación de un objeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
(ii) Aplicación al yo de la reducción primordial . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
(iii) El objeto intencional también pertenece a la concreción monádica plena
de lo mío propio................................ 186
(3) Desde la primordialidad no se explica la experiencia del otro ............. 187
2. Un nuevo punto de partida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188
3. La experiencia del otro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
(1) La apresentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
(2) La parificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
(3) Como si yo estuviera allí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
(4) El descubrimiento de la objetividad del mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
(a) La comparación de la constitución temporal y la de objetos ideales con la
.................................
constitución del otro 208
4. La intersubjetividad monadológica ........................... 210
(1) Resultados metafísicos de la exposición de la experiencia del otro . . . . . . . . . . 214
(2) Análisis constitutivo de la apercepción mundana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
4. Conclusión: Palabras finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
5. Valoración crítica de Meditaciones cartesianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
VI. Las modificaciones de Meditaciones cartesianas proyectadas por Fink en
el verano de 1932 y anotadas por Husserl entre otoño de 1932 y
mediados de 1933 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
1. Las modificaciones de la primera meditación cartesiana: En que se
recorre el camino que lleva al ego trascendental . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
2. Las modificaciones de la segunda meditación cartesiana: En que se
explora el campo trascendental de la experiencia en busca de sus
estructuras universales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
3. Las modificaciones de la tercera meditación cartesiana: La
problemática de la constitución. Verdad y realidad efectiva. . . . . . . . . . 234
372 La experiencia de alteridad en la fenomenología trascendental
Capítulo 4
Horizonte último de problemas que una teoría trascendental de la
experiencia del otro debe abordar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
I. El camino abierto por Meditaciones cartesianas hacia el análisis del
presente vivo estante-fluyente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
II. El análisis del presente vivo estante-fluyente en los manuscritos
Zeitkonstitution als formale Konstitution . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
1. La epojé radicalizada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
1. Descripción del nunc stans . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . 272
. . . . . . . . . . . . . 278
2. ¿Cómo es posible alcanzar descriptivamente el nunc stans?
2. Analogía entre co-presente y presente de uno mismo . . . . . . . . . . . . . 283
1. El proto–yo y su relación con los otros en La crisis de las ciencias europeas
y la fenomenología trascendental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
III. La empatía en la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
IV. La historia monádica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
Capítulo 5
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Capítulo 6
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Capítulo 7
Anejo: Fragmentos —en alemán— de los Manuscritos de Husserl
citados en el trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
I. Vormeditationen über die Idee der Philosophie. Semestre de invierno de
1922 a 1923. Signatura: B I37. Transcriptor: R. Boehm (1952) . . . . . . . . . 320
II. Einleitung in die Philosophie (auf Grund der vier Londoner
Vorlesungen). Semestre de invierno de 1922 a 1923. Signatura: F I29.
Transcriptor: S. Strasser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
III. Betrachtungen im Ausgang von der angeblichen Frage nach dem Sein des
Seinden in Anknüpfung an Heidegger (Manuscrito BI32, págs. 18a-31b).
Mayo de 1931. Transcriptor: Reinhold N. Smid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
Índice general 373
Capítulo 8
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
I. Obras de Husserl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
II. Literatura secundaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
Colección Esprit