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Boletín Oficial de Castilla y León

Núm. 82 Viernes, 29 de abril de 2016 Pág. 18483

I. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN


C. OTRAS DISPOSICIONES
CONSEJERÍA DE ECONOMÍA Y HACIENDA

ORDEN EYH/353/2016, de 26 de abril, por la que se aprueba la Estrategia global de


lucha contra el fraude fiscal y en materia de subvenciones.
La Hacienda Pública de la Comunidad de Castilla y León es definida en el artículo 3
de la Ley 2/2006, de 3 mayo, de Hacienda y Sector Público de la Comunidad de Castilla y
León como el conjunto de los derechos y de las obligaciones de contenido económico cuya
titularidad corresponde a la Administración General de la Comunidad y a sus organismos
autónomos.
A su vez, el artículo 21 de la Ley 2/2006, de 3 de mayo, define los derechos de
la Hacienda de la Comunidad como los recursos financieros previstos en el Estatuto de
Autonomía y cualquier otro que se le atribuya u obtenga.
La defensa de la efectividad de los derechos de la Hacienda Pública constituye una
tarea esencial para el funcionamiento de las Administraciones Públicas, debido a que los
derechos de la Hacienda Pública son el medio para financiar los servicios públicos que
prestan estas Administraciones.
Mediante la presente orden se aprueba la Estrategia global de lucha contra el fraude
fiscal y en materia de subvenciones y se prevé su evaluación.
En el ejercicio de las atribuciones recogidas en el apartado 1, letra b) del artículo 26
de la Ley 3/2001, de 3 de julio, del Gobierno y de la Administración de la Comunidad de
Castilla y León,
DISPONGO
Primero.– Aprobación de la Estrategia.
Se aprueba la Estrategia global de lucha contra el fraude fiscal y en materia de
subvenciones 2016- 2018, que se recoge en el Anexo de esta orden.
Segundo.– Evaluación de la Estrategia.
En el plazo de un año, los órganos de la Consejería de Economía y Hacienda con
competencias sobre las materias que son objeto de la estrategia evaluarán su ejecución y,
en su caso, propondrán modificaciones en su contenido.

Valladolid, 26 de abril de 2016.


La Consejera
de Economía y Hacienda,
Fdo.: María del Pilar del Olmo Moro

CV: BOCYL-D-29042016-9
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ANEXO

ESTRATEGIA GLOBAL DE LUCHA


CONTRA EL FRAUDE FISCAL Y EN MATERIA DE SUBVENCIONES

I. INTRODUCCIÓN.

La definición de las conductas que menoscaban los derechos de la Hacienda


Pública se encuentra en el Código Penal, aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre. Sin perjuicio de los tipos penales que son específicos para quienes manejen
caudales públicos, existen dos grandes grupos de conductas que perjudican a la Hacienda
Pública:

– El fraude fiscal, que consiste en eludir el pago de tributos o disfrutar indebidamente


beneficios fiscales. Esta conducta se define en el artículo 305 del Código Penal.

– El fraude de subvenciones, que consiste en obtener subvenciones o ayudas


de las Administraciones Públicas falseando las condiciones requeridas para su
concesión u ocultando las que la hubiesen impedido. Esta conducta se define en
el artículo 308 del Código Penal.

II. ESTRATEGIA DE LUCHA CONTRA EL FRAUDE FISCAL.

1.– Introducción.

a) La conciencia fiscal en España en relación con las comunidades autónomas.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) desarrolla todos los años una


encuesta sobre «Opinión pública y política fiscal», en la que se realizan preguntas a
los entrevistados sobre su actitud respecto de los impuestos. La última encuesta se ha
realizado en julio de 2015.

A su vez, el CIS ha realizado con cierta regularidad diferentes estudios sobre el


Estado Autonómico a lo largo de los últimos años, el último de ellos en el año 2012. De
estos estudios pueden obtenerse datos útiles para evaluar el grado de conciencia fiscal de
los ciudadanos españoles.

La siguiente información ha sido extraída de las citadas encuestas:

a) El 54% de los encuestados a nivel nacional opina que los impuestos son
necesarios para que el Estado pueda prestar los servicios públicos, frente a un
32% que opina que el Estado nos obliga a pagarlos sin saber muy bien a cambio
de qué. Los porcentajes que resultan de las encuestas de años anteriores
son: 48%/ 38% en 2014, 47%/ 39% en 2013, 48%/ 38% en 2012 y 54%/ 34%
en 2011.

b) El 56% de los encuestados a nivel nacional opina que la sociedad se beneficia


poco de los impuestos que pagamos los ciudadanos y el 62% opina que las
Administraciones Públicas le dan menos de lo que paga. Los porcentajes que
resultan de las encuestas de años anteriores son: 57%/ 65% en 2014, 58%/ 67%
en 2013, 57%/ 65% en 2012 y 54%/ 59% en 2011.

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c) En una ordenación de 0 a 10 respecto a la pregunta de si considera que deben


incrementarse los impuestos para pagar más servicios públicos (punto 0) frente a
disminuir los impuestos aunque suponga tener que reducir los servicios públicos
(punto 10), el valor medio en 2015 fue de 4,34. En las encuestas de años
anteriores fue de 4,52 en 2014, 4,63 en 2013, 4,68 en 2012 y 4,79 en 2011.

d) La pregunta del apartado anterior aparece recogida en el barómetro autonómico,


por lo que se dispone de datos del año 2012 para Castilla y León. El valor medio
en nuestra Comunidad ese año fue de 5,07.

e) El 53% de los encuestados opina que los españoles en general son poco o muy
poco conscientes y responsables a la hora de pagar impuestos, mientras que el
90% opina que ellos mismos son bastante o muy conscientes. Los porcentajes
en los años anteriores fueron: 51%/ 89% en 2014, 50%/ 88% en 2013, 48%/ 89%
en 2012 y 48%/ 87% en 2011.

Los datos anteriores muestran lo siguiente:

– Se puede observar una leve mejora de la conciencia fiscal en los datos relativos
a la opinión de que los impuestos son necesarios para financiar los servicios
públicos y en la opinión de si deben incrementarse los impuestos para pagar más
servicios públicos.

– En cuanto a conciencia fiscal, en los términos anteriores, se observa una mayor


grado de conciencia en Castilla y León que en el conjunto de España, con los
únicos datos disponibles a nivel autonómico (año 2012).

– Por otro lado, puede argumentarse que todavía hay una insuficiente conciencia
fiscal en la sociedad española. Cerca de una de cada tres personas dice no
saber muy bien qué recibe por los impuestos que paga y cuando se le pregunta
por la responsabilidad a la hora de pagar impuestos, hay 40 puntos de diferencia
entre lo que opina de uno mismo y lo que opina del conjunto de los españoles.

La información que proporcionan las encuestas del CIS plantea importantes


desafíos a la Administración tributaria, debido a la relación directa que existe entre una
baja conciencia fiscal y un elevado fraude fiscal.

b) Principios para una Estrategia de lucha contra el fraude en la Comunidad.

El fraude fiscal constituye una conducta reprobable y una injusticia respecto de los
ciudadanos que cumplen con sus obligaciones tributarias, ya que los defraudadores dejan
de aportar a la Hacienda Común la parte que legalmente les corresponde y que debe ser
cubierta por los ciudadanos cumplidores.

En primer lugar, corresponde delimitar el ámbito de competencias de la Administración


tributaria autonómica. De acuerdo con el vigente sistema de financiación de las comunidades
autónomas, la Comunidad de Castilla y León tiene competencias para gestionar:

– Los impuestos cedidos por el Estado: Sucesiones y Donaciones (ISyD),


Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITP y AJD) e
Impuestos sobre el Juego (IIJJ).

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– El Impuesto sobre el Patrimonio (IP), salvo la presentación de las


autoliquidaciones.

– Los impuestos propios de la Comunidad.

La gestión del resto de impuestos, entre los que se encuentran el IRPF, el IVA y
el Impuesto sobre Sociedades, le corresponde a la Agencia Estatal de Administración
Tributaria del Estado.

En el marco de este ámbito de actuación, se plantea el diseño de una estrategia


de lucha contra el fraude cuyo objetivo básico es incrementar el grado de cumplimiento
tributario por parte de los ciudadanos de Castilla y León respecto de los tributos gestionados
por la Administración autonómica.

Para alcanzar este objetivo, común a todas las Administraciones tributarias, existen
dos grandes grupos de actuaciones: El incentivo al cumplimiento voluntario y la persecución
y regularización de las actuaciones infractoras.

La mejor forma de luchar contra el fraude fiscal es evitar que éste ocurra. La
persecución de las conductas infractoras siempre es más costosa, en términos de medios
personales y materiales, que la gestión de los expedientes que nacen de las declaraciones y
autoliquidaciones voluntarias y correctas de los obligados tributarios. Como consecuencia,
merece especial atención en el diseño de la Estrategia de lucha contra el fraude el conjunto
de línea de actuación dirigidas a mejorar el cumplimiento voluntario de las obligaciones
tributarias ante la Administración de la Comunidad.

La lucha contra las actuaciones infractoras se divide en dos tipos de actuaciones. El


primero incluye todas las actuaciones destinadas a prevenir y detectar los incumplimientos
de las obligaciones tributarias, centradas en tareas de cruces de datos y de gestión
tributaria, sin perjuicio de la participación de los órganos con competencias inspectoras
de la Administración tributaria. El segundo tipo de actuaciones está formado por aquellas
orientadas a castigar las conductas defraudatorias y a recuperar los recursos económicos
debidos a la Administración.

La Estrategia de lucha contra el fraude fiscal no surge del vacío, ni en términos de


planificación de actuaciones ni en términos de información pública sobre las actuaciones
desarrolladas por la Administración tributaria autonómica.

El artículo 116 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria (LGT)


establece que «la Administración Tributaria elaborará anualmente un Plan de control
tributario que tendrá carácter reservado, aunque ello no impedirá que se hagan públicos
los criterios generales que lo informen». En cumplimiento de esta norma, con periodicidad
anual se diseña un Plan de control tributario y se publican sus directrices generales en
el «Boletín Oficial de la Comunidad». El hecho de que la actualización del plan tenga
periodicidad anual no significa que los planes de control tengan vigencia limitada al año
natural, ya que tanto la AEAT como las comunidades autónomas que publican la directrices
generales lo hacen bien entrado el año.

En cuanto a la información pública sobre los resultados de la gestión tributaria, el


artículo 45.2 de la Ley 22/2009, de 18 de diciembre, por la que se regulan las medidas
fiscales y administrativas del sistema de financiación de las Comunidades Autónomas
de régimen común y ciudades con estatuto de autonomía y se modifican determinadas

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normas tributarias establece el sometimiento de la Administración tributaria autonómica a


la inspección anual para rendir informe sobre el modo y la eficacia en el desarrollo de las
diversas competencias asumidas por delegación, respecto a los tributos cuyo rendimiento
se haya cedido a la Comunidad. Esta inspección anual se realiza por la Inspección General
del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas y tiene como resultado un informe
que se hace público con la documentación del proyecto anual de Presupuestos Generales
del Estado.

A su vez, la Administración tributaria autonómica publica todos los años una Memoria
de Gestión Tributaria, disponible en el portal tributario de la Junta de Castilla y León.

c) Finalidad y estructura de la estrategia.

La finalidad de la presente estrategia es determinar las líneas estratégicas del


desarrollo de la lucha contra el fraude fiscal, que serán complementadas y desarrolladas a
través de los planes específicos de control anuales.

La estrategia se estructura en seis apartados. El primer apartado lo constituye esta


Introducción, a la que sigue un apartado dedicado a explicar los medios personales con
que cuenta la Administración tributaria autonómica.

Los siguientes cuatro apartados del documento se dedican, respectivamente, a:

– las actuaciones relativas a la mejora de la eficiencia de estos medios


personales,

– las actuaciones orientadas a facilitar el cumplimiento voluntario de las obligaciones


tributarias,

– las actuaciones para prevenir y detectar los incumplimientos tributarios, y

– las actuaciones para castigar los incumplimientos tributarios y resarcir a la


Hacienda Pública.

En cada uno de estos cuatro apartados se presenta la orientación general de las


actividades y las líneas de actuación a desarrollar en el marco de esta Estrategia.

2.– Los medios personales con que cuenta la Administración tributaria autonómica.

La Administración tributaria autonómica está constituida por:

– Los servicios de Gestión Tributaria, Inspección y Valoración Tributaria,


Recaudación, Administración de Aplicaciones Tributarias, y Organización y
Análisis, encuadrados en la Dirección General de Tributos y Financiación
Autonómica.

– Los Servicios Territoriales de Economía y Hacienda.

La organización interna de la Dirección General de Tributos y Financiación Autonómica


está regulada por la Orden HAC/1016/2008, por la que se desarrolla la estructura orgánica
de los Servicios Centrales de la Consejería de Hacienda.

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La estructura de los Servicios Territoriales de Economía y Hacienda se regula en la


Orden de 18 de julio de 1996 de las Consejerías de Presidencia y Administración Territorial
y de Economía y Hacienda.

A 31 de diciembre de 2015 el personal integrante de la Administración tributaria


autonómica sumó 339 efectivos. La distribución entre las áreas de gestión era la
siguiente:

Área Personas
Jefatura 8
Gestión Tributaria 190
Recaudación 39
Inspección 20
Valoración 48
Servicios Generales 34
Total 339

3.– Actuaciones de mejora de la eficiencia de los medios personales.

La mejora en la lucha contra el fraude fiscal exige que los medios personales y
materiales que componen la Administración tributaria sean utilizados con la mayor
eficiencia posible. Para ello, es necesario dotar a la organización de estructuras y métodos
de trabajo basados en una utilización racional de los recursos personales y materiales.

En este ámbito, pueden definirse tres grupos de actuaciones:

– La disminución de los plazos de tramitación de los expedientes tributarios.

– El seguimiento de las resoluciones judiciales.

– La evaluación y mejora de las normas, instrucciones y criterios administrativos en


materia tributaria.

a) La disminución de los plazos de tramitación de los expedientes.

La Administración tributaria de la Comunidad de Castilla y León viene apostando


desde hace años por mantener unos tiempos mínimos en la gestión de los expedientes
tributarios. En el año 2015 los tiempos medios de tramitación de expedientes se han
situado en 2,4 meses para el ITP y AJD y 3,7 meses para el ISyD. En comparación con el
resto de Comunidades Autónomas, la Administración tributaria de Castilla y León se situó
en el tercer puesto en tiempo medio tanto en el caso del ITP y AJD como en el ISyD.

La seguridad jurídica de los ciudadanos y la eficacia en la gestión tributaria se


encuentran ligadas a un permanente esfuerzo para reducir el tiempo que transcurre entre
la presentación de las declaraciones y autoliquidaciones por los obligados tributarios y
el momento en que se concluyen las tareas de comprobación administrativa de estos
expedientes.

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Líneas de actuación:

– Mantener unos plazos de tramitación de expedientes tributarios entre los más


bajos del conjunto de las comunidades autónomas.

– Identificar y corregir las causas que producen retrasos en la tramitación de los


expedientes.

b) El seguimiento de las resoluciones judiciales.


La eficacia en la gestión tributaria y la correcta aplicación de las normas tributarias
exige actualizar de forma permanente los procedimientos tributarios y los criterios
interpretativos de la normativa tributaria al contenido de las resoluciones judiciales en
materia tributaria. Los órganos jurisdiccionales con competencia para resolver sobre
asuntos tributarios de la Comunidad son el Tribunal Económico Administrativo Regional y
el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Castilla y León. En casos específicos,
también resuelven asuntos autonómicos el Tribunal Económico Administrativo Central y el
Tribunal Supremo.
Por otro lado, en los supuestos en que quepa recurso ante las resoluciones de los
tribunales económico administrativos o ante las sentencias de los tribunales de justicia
desfavorables a la Administración, el interés de la Hacienda Pública exige estudiar la
posibilidad de interponer estos recursos y, en su caso, prepararlos.
Líneas de actuación:
– Mantener permanentemente actualizada la base de datos de resoluciones
judiciales y administrativas que afecten a los expedientes tributarios
autonómicos.
– Mejorar los procedimientos de comunicación de resoluciones desfavorables a la
Administración a los órganos encargados de su análisis y agilizar el proceso de
decisión sobre la interposición de recursos.
c) La evaluación y mejora de las normas, instrucciones y criterios administrativos en
materia tributaria.
La actividad de la Administración tributaria autonómica está sujeta al principio de
legalidad, esto es, el sometimiento de los órganos tributarios a la normativa tributaria
vigente en sus actuaciones.
Esta normativa está constituida por la Ley General Tributaria (LGT), por los
reglamentos de desarrollo de la LGT y por el texto refundido de las disposiciones normativas
en materia de tributos propios y cedidos de la Comunidad. Las normas anteriores se
encuentran desarrolladas, en el ámbito de las competencias de la Comunidad de Castilla
y León en materia tributaria, por Decretos dictados por la Junta de Castilla y León y por
Órdenes de la Consejería de Hacienda.
Para una mejor aplicación de las disposiciones citadas, la Dirección General
competente en materia de tributos dicta instrucciones y establece criterios de aplicación,
que vinculan a los órganos tributarios autonómicos.
Por otro lado, la Administración tributaria realiza una importante función interpretativa
de las normas a instancias de los obligados tributarios. Esta interpretación puede tener
carácter de vinculante para los órganos tributarios, en el caso en que se formule por el
interesado cumpliendo los requisitos establecidos en la LGT.

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Líneas de actuación:

– Mantener permanentemente actualizada la base de datos de consultas tributarias


y mejorar su accesibilidad tanto para los operadores tributarios como para el
público en general.

– Revisar de forma continua los criterios interpretativos de las normas tributarias,


atendiendo a la jurisprudencia vigente en cada momento.

– Estudiar y poner en práctica las medidas oportunas de gestión centralizada de


actuaciones, cuando se mejora la eficiencia sin perjuicio de los derechos de los
obligados tributarios.

d) La inspección de las oficinas de distrito hipotecario.

La normativa reguladora del ISyD y del ITP y AJD contempla que las comunidades
autónomas puedan encomendar a las oficinas de distrito hipotecario a cargo de registradores
de la propiedad funciones de gestión y liquidación de estos impuestos.

Esta encomienda se consolidó mediante el Decreto 3/2010, de 14 de enero, por el


que se encomienda a las Oficinas de Distrito Hipotecario a cargo de Registradores de la
Propiedad Funciones de Gestión de los Impuestos sobre Transmisiones Patrimoniales y
Actos Jurídicos Documentados y sobre Sucesiones y Donaciones, y se determina en el
Convenio de colaboración firmado entre la Junta de Castilla y León y los representantes de
los registradores a cargo de Oficinas de Distrito Hipotecario. En el marco de este Convenio
se atribuyen a las oficinas de distrito hipotecario funciones en tres ámbitos:

– Recepción de documentación tributaria.

– Información y asistencia a los contribuyentes.

– Gestión de expedientes tributarios, dentro de los límites fijados por la Dirección


General de Tributos y Financiación Autonómica.

Corresponde a la Dirección General de Tributos y Financiación Autonómica la


coordinación, supervisión e inspección de las actuaciones realizadas por las Oficinas de
Distrito Hipotecario de Castilla y León.

Líneas de actuación:

– El mantenimiento y, en la medida de lo posible, el refuerzo de la supervisión


sobre las actuaciones de las oficinas liquidadoras de distrito hipotecario.

– La aprobación de un nuevo Convenio de colaboración que sustituya al que tiene


vigencia hasta el final del año 2016, siempre que se salvaguarden los intereses
de la Comunidad de Castilla y León.

4.– Las actuaciones relativas a facilitar el cumplimiento voluntario de las obligaciones


tributarias.

La mejor lucha contra fraude es el incentivo del cumplimiento voluntario de sus


obligaciones tributarias por los ciudadanos. A la hora de abordar las actuaciones orientadas
a facilitar este cumplimiento voluntario hay que tener en cuenta que los impuestos

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autonómicos que afectan a la generalidad de los ciudadanos presentan una diferencia


esencial con las principales figuras de la Hacienda estatal (el IRPF y el IVA): son impuestos
que se pagan de manera muy esporádica y no continua en el tiempo. En el caso del ISyD
aparece la obligación de pagarlo solamente en los casos de adquisición de bienes por
herencia o por donación y en el caso del ITP y AJD la casi totalidad de los supuestos que
afectan a los particulares son la compra de vivienda o de vehículos de segunda mano.
Frente a estos supuestos, el IRPF es un impuesto que se liquida anualmente y el IVA lo
pagamos los ciudadanos cada vez que adquirimos un bien o servicio sujeto.

Esta característica, junto con el hecho de que son impuestos que deben ser
autoliquidados por el sujeto pasivo, y que son impuestos complejos en cuanto a su
normativa, especialmente el ISyD, explica el nivel de desconocimiento de estos impuestos
por parte de los ciudadanos.

Este nivel de desconocimiento provoca dos tipos de efectos negativos:

– La necesidad de que los ciudadanos sean asesorados en el cumplimiento de sus


obligaciones tributarias.

– Un rechazo al pago del impuesto, que muchas veces es contemplado como una
formalidad legal sin sentido que, además, cuesta dinero.

La Administración tributaria autonómica ha centrado sus esfuerzos en el


asesoramiento a los ciudadanos a través de dos actuaciones principales: El suministro
de valoraciones de bienes a efectos tributarios y la potenciación de las Tecnologías de la
Información y de la Comunicación (TIC).

Junto con estos dos ámbitos tradicionales de actuación, sobre los cuales es necesario
mantener un esfuerzo de permanente mejora, resulta necesario potenciar en el futuro la
mejora en el conocimiento de la Administración tributaria por parte de los ciudadanos de
Castilla y León, para disminuir el rechazo al pago de los impuestos.

a) La mejora en el conocimiento de la Administración tributaria autonómica por parte


de los ciudadanos.

La principal herramienta con la que cuenta la Administración tributaria para mejorar


el conocimiento de los impuestos autonómicos es el portal tributario de la Junta de Castilla
y León. En la actualidad, este portal contiene un variado y amplio volumen de información
tributaria, desde la normativa actualizada hasta los modelos de autoliquidación, pasando
por estadísticas y memorias tributarias y herramientas de tramitación telemática.

Líneas de actuación:

– Incorporar material de carácter didáctico que pueda ser empleado tanto por los
escolares de Castilla y León como por la generalidad de los ciudadanos a la hora
de acercarse a conocer la Hacienda Pública autonómica.

– Actualizar la carta de servicios de la Administración autonómica.

– Analizar la posible mejora tanto en contenido como en presentación de la


información estadística tributaria.

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b) La valoración de bienes.

La principal fuente de conflicto en la gestión tributaria y lo que genera más actuaciones


de control es la comprobación de los valores declarados por los sujetos pasivos. Este hecho
resulta de la normativa de los impuestos gestionados por la Comunidad, que establece
la obligación de valorar los bienes y derechos sujetos a gravamen conforme a reglas y
criterios establecidos en la ley. En concreto, la normativa de los impuestos gestionados
por la Comunidad establece que la base imponible está constituida por el «valor real» de
los bienes transmitidos.

Los órganos de gestión tributaria comprueban la valoración declarada por los


contribuyentes en la totalidad de los hechos imponibles declarados en la Comunidad. Los
datos del ejercicio 2015 muestran que el incremento medio del valor comprobado sobre el
declarado por los particulares se situó en un 13,4%.

La Administración tributaria autonómica realiza un gran esfuerzo para propiciar la


realización por parte de los obligados tributarios de declaraciones de valor de los bienes
transmitidos ajustadas a los requisitos legales. Este esfuerzo tiene dos frentes: La puesta
a disposición de los particulares de herramientas de valoración y la actualización de los
valores administrativos.

Los datos sobre incremento de de valores comprobados sobre declarados a los


largo del tiempo muestran que los contribuyentes declaran unos valores cada vez más
ajustados a los valores que resultan de la comprobación que realiza la Administración,
por lo que se reducen tanto el número de liquidaciones complementarias como su importe
medio. Como se ha explicado, en el año 2015 el incremento medio fue del 13,4%, mientras
que en 2014 fue del 13,8% y en 2013 del 14,9%.

1.– Las herramientas de valoración de bienes.

Los particulares pueden utilizar un sistema de valoración automático basado en los


precios medios de mercado, accesible a cualquier persona a través del Portal Tributario.
Con esta herramienta se suministra la información necesaria para la correcta valoración
tributaria de los bienes con carácter previo a la adquisición o transmisión de bienes
inmuebles, conforme lo previsto en el artículo 90 de la LGT.

El uso por los ciudadanos de la herramienta de valoración de bienes a efectos


tributarios a través de internet en el ejercicio 2015 ha sido la siguiente:

• Bienes urbanos, 411.144 valoraciones.

• Bienes rústicos, 264.604 valoraciones.

• Vehículos, 132.580 valoraciones.

El sistema de valoración automático se complementa con la posibilidad de obtener


información sobre valores tributarios mediante solicitud de valoración previa vinculante.
Este suministro de información se realiza mediante la solicitud de información por el
interesado a los órganos de la Administración tributaria, con los efectos previstos en el
artículo 90 de la LGT y en el artículo 44 del texto refundido de las disposiciones legales de
la Comunidad de Castilla y León en materia de tributos propios y cedidos por el Estado.

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2.– La actualización de los valores administrativos.

Los órganos de valoración de la Administración tributaria realizan un continuo trabajo


de ajuste de los valores administrativos a los valores de mercado, de forma que los precios
medios de mercado calculados por la Administración reflejen de forma muy correcta la
situación en cada momento del mercado inmobiliario.

Para la obtención de los precios medios de mercado, los órganos de valoración de


bienes inmuebles de naturaleza urbana y rústica efectúan actualizaciones anuales de los
valores tipo y valores unitarios medios respectivos, mediante el análisis de los valores
declarados por los obligados tributarios y de los precios del mercado.

Líneas de actuación:

– Incorporar las herramientas que desarrolle la Dirección General del Catastro del
Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas en los procedimientos de
valoración administrativa de bienes inmuebles.

– Analizar e incorporar de forma permanente mejoras en los procedimientos de


actualización de los precios medios de mercado.

c) La potenciación de las Tecnologías de Información y Comunicación.

La Administración tributaria autonómica viene incidiendo desde hace ya muchos


años en la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación. El uso de las
TIC tiene como objetivo principal el incremento de la calidad del servicio que se presta a
los ciudadanos en los trámites administrativos relacionados con el cumplimiento de sus
obligaciones tributarias.

La Oficina Virtual de Impuestos Autonómicos (OVIA) comenzó a funcionar en el


año 2004 y está diseñada como una ventanilla virtual desde la que el contribuyente puede
realizar sus gestiones tributarias y está integrada en el portal tributario de la Junta de Castilla
y León. El uso de internet consigue economizar el tiempo que el ciudadano en general y
otros colectivos, principalmente gestores, dedican a sus relaciones con la Administración
Tributaria, así como ampliar la disponibilidad horaria de los servicios ofrecidos por la
misma. En 2015 se presentaron a través de OVIA un total de 271.589 autoliquidaciones,
entre las que están incluidas las que corresponden a las tasas por servicios prestados por
la Comunidad.

Uno de los instrumentos con que cuenta OVIA es el programa de ayuda para la
realización de autoliquidaciones (PADIA). En 2015 se efectuaron mediante PADIA un total
de 275.913 autoliquidaciones en ISyD e ITP y AJD, un 68% del total de autoliquidaciones
presentadas en la Comunidad.

Para facilitar el acceso a los servicios telemáticos de la Administración tributaria


autonómica, la Consejería de Economía y Hacienda tiene a disposición de los colegios
profesionales y asociaciones un modelo de convenio de uso de la plataforma electrónica
para la asistencia a terceros. Los miembros de los colegios y asociaciones firmantes
del convenio están autorizados a presentar telemáticamente autoliquidaciones en
representación de los contribuyentes.

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Líneas de actuación:

– La mejora continua de las herramientas informáticas que se ponen a disposición


de los contribuyentes para facilitarles el cumplimiento de sus obligaciones
tributarias.

– La ampliación del número de colegios y asociaciones suscriptores del convenio


para el acceso a los servicios telemáticos y el incremento de su uso por los
profesionales.

5.– Actuaciones para prevenir y descubrir las conductas contrarias a la ley.

Las características de los tributos que gestiona la Administración tributaria


autonómica hacen que las áreas de riesgo fiscal se hayan concentrado tradicionalmente
en dos:

– La falta de declaración a la Administración de hechos imponibles gravados por


los tributos gestionados por la Comunidad.

– La declaración de valores de los bienes sujetos a gravamen por valores inferiores


a los reales.

A estas dos áreas tradicionales se le ha añadido una tercera en los últimos años,
como consecuencia de la diferente tributación en el Impuesto sobre Patrimonio entre las
Comunidades Autónomas a partir de su reimplantación: Los cambios de domicilio fiscal de
los contribuyentes que no responden a cambios reales de residencia.

Las distintas actuaciones de la Administración tributaria vinculadas a la prevención y


descubrimiento de los incumplimientos tributarios son las siguientes:

a) Las actuaciones de obtención y tratamiento de información relevante a efectos


tributarios.

La detección de riesgos fiscales y la selección óptima de aquellos obligados tributarios


que sean susceptibles de ser objeto de comprobación tiene como instrumento fundamental
el uso de los datos sobre los bienes, derechos, rentas o actividades económicas de
los ciudadanos. Estos datos pueden ser obtenidos bien a partir de las declaraciones
presentadas por los propios interesados, bien a través de actuaciones selectivas de
captación de información.

La Ley 22/2009, de 18 de diciembre, consagra como principio esencial la colaboración


entre las administraciones tributarias del Estado y de las comunidades autónomas,
en particular, el fomento y desarrollo de intercambios de información y la planificación
coordinada de las actuaciones de control sobre los tributos cedidos.

El Consejo Superior para la Dirección y Coordinación de la Gestión Tributaria


(CSDGT) es el órgano colegiado de coordinación de la gestión de los tributos cedidos al que
se atribuyen, entre otras, las funciones de concretar criterios uniformes y procedimientos
comunes de intercambio de información.

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Todos los años, el CSDGT aprueba el calendario de intercambio de información en el


que destacan los siguientes envíos de información desde la AEAT a las administraciones
tributarias autonómicas:

– La información completa de las declaraciones del Impuesto sobre el Patrimonio.

– El Censo Único Compartido.

– La información completa de las declaraciones del Impuesto sobre Transmisiones


Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados presentadas ante la AEAT
(supuestos no cedidos a las comunidades autónomas, como los documentos
que lleven aparejada acción cambiaria).

Por otro lado, la Dirección General del Catastro proporciona información catastral sobre
los bienes inmuebles situados en Castilla y León a los órganos tributarios autonómicos.

La normativa reguladora del ISyD y del ITP y AJD establece las obligaciones
de información de los notarios y registradores respecto de los documentos que estén
sujetos a estos impuestos. Estos suministros de información constituyen una herramienta
esencial para el conocimiento de los hechos imponibles sujetos a tributación en nuestra
Comunidad.

El tratamiento de la información que proporcionan las bases de datos anteriores,


mediante investigación y cruces, que se realiza por los órganos centrales de la
Administración tributaria da como resultado la identificación de supuestos de posible
incumplimiento tributario. Estos supuestos son comunicados a los órganos de gestión para
que realicen las actuaciones de comprobación y regularización que resulten procedentes.

Líneas de actuación:

– La constante mejora de los intercambios de información con la AEAT de utilidad


para el control de las figuras tributarias gestionadas por la Administración tributaria
autonómica.

– La constante mejora de los procesos de análisis de la información suministrada


por otras Administraciones públicas y por terceros para la identificación de
posibles supuestos de incumplimiento de obligaciones tributarias.

b) Las actuaciones de control en vía de gestión:

La gestión tributaria tiene carácter masivo o extensivo, a diferencia de las actuaciones


de inspección tributaria, y se concreta en la comprobación de las declaraciones y
autoliquidaciones presentadas por los obligados tributarios y en el control del cumplimiento
de las obligaciones tributarias.

Dentro de los procedimientos tributarios de gestión destacan los siguientes:

a) El control de presentación de declaraciones.

b) La comprobación de las obligaciones formales.

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c) La verificación de los datos proporcionados por los obligados tributarios,


incluyendo la valoración de bienes.

d) La comprobación limitada.

Los órganos de gestión desarrollan las actuaciones recogidas en las tres primeras
letras del párrafo anterior respecto de la totalidad de las declaraciones, autoliquidaciones,
comunicaciones y demás documentos con trascendencia tributaria que se presentan en la
Administración tributaria.

Las actuaciones de comprobación se desarrollan sobre los supuestos en los que


concurren los perfiles de riesgos definidos en el plan de control de gestión tributaria,
incluido en el plan anual de control tributario.

En el ejercicio de las actuaciones de comprobación, los órganos de gestión pueden


llegar a identificar supuestos en los cuales las actuaciones deben ser realizadas por los
órganos de inspección. En estos casos, debe suspenderse la actuación en vía de gestión
y poner los expedientes en conocimiento de los órganos inspectores.

Líneas de actuación:

– Mejora continua de la eficacia en el control y comprobación de los datos con


trascendencia tributaria.

– Estudio permanente de procedimientos alternativos y de mejora de los


procedimientos vigentes, como vía del incremento de la eficiencia de la
Administración tributaria.

– Acercamiento progresivo de la fecha de comprobación a la fecha de presentación


de las autoliquidaciones.

– Mejora de la coordinación inspección-gestión para reducir al mínimo los tiempos


de suspensión de las actuaciones de comprobación.

c) Las cargas en plan de inspección.

La inspección tributaria es definida en la LGT como el ejercicio de las funciones


administrativas previstas en el artículo 141 de esta ley, que son las relativas a la
investigación y regularización de la situación de los obligados tributarios. Para el ejercicio
de estas funciones, la LGT atribuye a los órganos inspectores facultades específicas,
establece los medios para la documentación de estas actuaciones, entre los que destacan
las actas, y regula un procedimiento propio de la inspección.

Los planes de inspección son los instrumentos de planificación de las actuaciones


inspectoras. El origen de cualquier expediente inspector se produce a través de la carga
en el plan de inspección de un supuesto de posible incumplimiento de obligaciones
tributarias.

La carga en plan se produce generalmente a través de la selección realizada por


el órgano de selección del servicio de inspección tributaria o por los propios órganos
inspectores. Adicionalmente, esta selección puede tener su origen en el traslado de un
expediente por un órgano de gestión o por otra Administración. En este último caso, el
supuesto más habitual es la comunicación de los órganos inspectores de la AEAT.

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Dentro del conjunto de competencias de la Administración tributaria autonómica,


constituyen actuaciones propias y específicas de la inspección tributaria, entre otras, las
siguientes:

– En el Impuesto sobre el Patrimonio, identificar a los contribuyentes no declarantes


del mismo y que estuvieran obligados a ello, así como a la localización de
diferencias entre el patrimonio declarado y comprobado.

– En el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, detectar sujetos con obligación


de declarar e ingresar que no hubieran autoliquidado el impuesto y comprobar las
declaraciones en las que existan diferencias entre el caudal hereditario declarado
y el patrimonio del causante.

– En el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos


Documentados, comprobar la veracidad de las operaciones declaradas exentas,
la adecuada aplicación de tipos reducidos y todas las operaciones en las que
existan indicios de repercusión indebida en el IVA y posible tributación por este
impuesto.

Líneas de actuación:

– La continúa mejora en la eficiencia en el uso de los medios inspectores a través


de la selección de los expedientes que se cargan en plan.

– El estudio de cambios en los procedimientos y en la distribución de competencias


de los órganos territoriales para incrementar la eficiencia en el uso de los
recursos.

d) Especial referencia al control de la aplicación de los beneficios fiscales


autonómicos.

La Comunidad de Castilla y León tiene establecido un amplio conjunto de beneficios


fiscales, aplicables tanto en aquellas figuras tributarias gestionadas por la Comunidad
como en el IRPF.

Respecto de los tributos gestionados por la Comunidad, los órganos de gestión


comprueban la correcta aplicación de todos los beneficios fiscales declarados por los
obligados tributarios. En el caso de aplicación incorrecta de estos beneficios, se inicia un
procedimiento de liquidación administrativa.

A su vez, los órganos de inspección tienen como uno de los campos prioritarios de
investigación la aplicación de los beneficios fiscales autonómicos.

Respecto de los beneficios fiscales en el IRPF, la Administración tributaria


autonómica realiza tareas de cruce de datos a partir de la información de gestión del
impuesto proporcionada por la AEAT y de las bases de datos autonómicas que son
relevantes a efectos de estos beneficios fiscales. Los resultados de estos cruces de
información se comunican a los órganos responsables de la AEAT y en el Consejo Territorial
de Coordinación de la Gestión Tributaria de Castilla y León se analizan las actuaciones a
realizar a partir de esta información.

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Por último, a partir del año 2015 se ha puesto en marcha un nuevo procedimiento
para abonar a los contribuyentes del IRPF el importe de las deducciones familiares que
no hayan podido deducirse en el año de generación y en los tres siguientes. Los órganos
de gestión tributaria comprueban que los datos proporcionados por los interesados son
correctos y tramitan la devolución.

Líneas de actuación:

– La reducción del tiempo medio que transcurre entre la presentación de las


declaraciones y autoliquidaciones con aplicación de beneficios fiscales y la
comprobación de la correcta aplicación de estos beneficios fiscales.

– La mejora de los procedimientos de cruce de datos que permiten identificar los


supuestos de aplicación incorrecta de beneficios fiscales autonómicos.

– Continuar y, en la medida de lo posible, incrementar la colaboración con los órganos


responsables de la AEAT en el control de los beneficios fiscales autonómicos en
el IRPF.

6.– Actuaciones para castigar las conductas contrarias a la ley y recuperar las
cantidades debidas a la Hacienda Pública.

La identificación por parte de la Administración tributaria de conductas que suponen


incumplimientos de las obligaciones tributarias lleva aparejado el inicio de actuaciones
dirigidas, por un lado, a castigar estas conductas y, por otro, a resarcir a la Hacienda
Pública autonómica de los perjuicios que se le hayan podido ocasionar.

La LGT prevé que puedan realizar actuaciones de regularización tributaria y de


imposición de sanciones tanto por los órganos de gestión como por los órganos inspectores.
A su vez, estos procedimientos deben desarrollarse conforme los principios generales del
procedimiento administrativo y, además, aplicando la regulación específica recogida en los
Títulos III y siguientes de la LGT y en sus Reglamentos de desarrollo.

a) Las actuaciones realizadas por los órganos de gestión.

El artículo 117 de la LGT atribuye a los órganos de gestión tributaria competencias


en materia no solamente de investigación sino también de regularización e imposición de
sanciones.

Por lo tanto, en el marco de las actuaciones desarrolladas por los órganos de gestión
de la Administración tributaria a las que se refiere la letra b) del apartado anterior de esta
Estrategia, cuando el órgano administrativo no esté conforme con el valor real atribuido a
los actos liquidados, con la calificación dada a los hechos imponibles, con la consideración
de los actos sujetos que se contengan en el documento presentado, o con las operaciones
aritméticas de la autoliquidación, procederá a practicar las propuestas de regularización
que consideren procedentes, girando la correspondiente liquidación complementaria.

Además, si en el curso de dichos procedimientos los órganos de gestión detectan


la comisión de determinadas infracciones tributarias, iniciarán el procedimiento
sancionador.

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Líneas de actuación:

– Mejora de los procedimientos de regularización tributaria desarrollados por


los órganos de gestión tributaria, para incrementar la eficiencia de los medios
disponibles.

– Estudio y, en su caso, implantación de reformas para la centralización de


actuaciones, cuando esta centralización incremente la eficiencia de los órganos
de gestión.

b) Las actuaciones realizadas por los órganos de inspección.

Como se ha señalado en el apartado dedicado a las actuaciones de investigación


realizadas por los órganos de inspección, el principal papel de estos órganos es la ejecución
de aquellos procedimientos que la LGT reserva a la inspección tributaria.

Una vez seleccionado el contribuyente y cargado en el Plan de inspección, el actuario


comprueba e investiga el adecuado cumplimiento de sus obligaciones tributarias mediante
el desarrollo del procedimiento inspector. En el supuesto de que el actuario no detecte
indicios de irregularidades y estime que la situación del obligado tributario es correcta,
dicta una liquidación que coincidirá con la del obligado tributario en su autoliquidación.

Cuando el actuario considere que no se han cumplido adecuadamente las


obligaciones tributarias realiza las regularizaciones oportunas en los impuestos propios y
cedidos, girando una o varias liquidaciones. También inicia el procedimiento sancionador
si considera que las actuaciones desarrolladas por el obligado tributario son constitutivas
de una infracción tributaria.

Líneas de actuación:

– Desarrollar instrumentos de ayuda a los órganos inspectores en materia de


captación de información y cruce de datos que les permitan a éstos desarrollar de
la forma más eficiente posible los procedimientos inspectores que se les hayan
asignado.

– Analizar y, en la medida de posible, mejorar los sistemas de seguimiento de la


gestión de los procedimientos inspectores por parte de los órganos centrales de
la Dirección General de Tributos y Financiación Autonómica.

– Analizar y, en la medida de lo posible, mejorar los mecanismos de control técnico


de las propuestas de liquidaciones y sanciones tributarias realizadas por los
órganos inspectores.

c) Las comprobaciones administrativas de valores:

Como se ha comentado anteriormente, el principal foco de conflicto entre la


Administración tributaria y los contribuyentes lo constituye la correcta valoración de los
bienes sujetos a tributación.

La declaración a efectos tributarios de valores inferiores al valor real constituye un


supuesto de defraudación tributaria. La Hacienda autonómica ingresa un importe menor
al legalmente establecido, el transmitente oculta eventuales plusvalías sujetas a impuesto

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(IRPF) y el adquirente oculta patrimonio, por la diferencia entre el precio pagado y el valor
declarado.

El artículo 57 de la LGT establece que el valor de las rentas, productos, bienes


y demás elementos determinantes de la obligación tributaria podrá ser comprobado por
la Administración tributaria y regula los medios para realizar la comprobación. A su vez,
el artículo 134 de la LGT regula el procedimiento específico que se aplica cuando la
Administración no está conforme con el valor declarado por el obligado tributario.

La Administración tributaria autonómica utiliza los siguientes criterios de valoración,


de los previstos en la LGT:

– La valoración por precios medios de mercado.

– La tasación por perito de la Administración.

A su vez, cuando los contribuyentes no están de acuerdo con la valoración realizada


por la Administración, pueden acudir a la tasación pericial contradictoria, regulada en el
artículo 135 de la LGT.

Líneas de actuación:

– Disminuir la litigiosidad que actualmente existe en materia de comprobaciones de


valores, sin perjuicio de la defensa de los intereses económicos de la Hacienda
autonómica.

– Disminuir el plazo de comprobación de los valores mediante dictamen de perito.

d) La recaudación tributaria.

En el ámbito de la lucha contra el fraude fiscal es indudable la importancia que juegan


las funciones administrativas tendentes al cobro de las deudas, las sanciones tributarias
y demás recursos de naturaleza pública que deban satisfacer los obligados tributarios,
puesto que sin ella todas las actuaciones anteriores no tendrían sentido.

La actividad recaudatoria de la Comunidad se realiza tanto de forma directa como


indirecta.

Se gestionan directamente por los órganos recaudatorios de la Comunidad:

– Las deudas tributarias vencidas, líquidas y exigibles que las entidades locales
tengan con la Comunidad de Castilla y León, que son compensadas con las
cantidades que la Comunidad tuviera que transferirlas.

– Las cantidades que la Comunidad tuviera que transferir a particulares, que serán
compensadas con las deudas tributarias que éstos tuvieran pendientes con la
Administración.

– Los avales que se hubieran aportado en garantía del cumplimiento de obligaciones


tributarias.

En el resto de supuestos, la recaudación en vía ejecutiva de las deudas originadas


por la aplicación de los tributos que no hayan sido ingresadas en periodo voluntario se

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lleva a cabo por la AEAT en virtud del convenio de colaboración en materia recaudatoria
suscrito con la misma.

Los órganos de recaudación de la Administración tributaria autonómica desarrollan


una función de investigación patrimonial, con el objeto de verificar las insolvencias
declaradas y, en el caso de que se detecte que el obligado tributario vuelve a ser solvente,
poner en marcha los mecanismos recaudatorios tendentes al cobro de las cantidades
pendientes.

Por otro lado, la concesión de aplazamientos y fraccionamientos de pago requiere de


un control por los órganos de gestión al objeto de verificar que, llegada la fecha prevista,
dichas cuantías se hacen efectivas.
Por último, en los supuestos en que se declare la insolvencia de los deudores
principales, se valora la posibilidad de iniciar procedimientos de derivación de
responsabilidad. Estos procedimientos permiten a la Administración aumentar el número
de sujetos a los que se puede exigir el pago de la deuda tributaria e incrementar las
probabilidades de cobro.
Líneas de actuación:
– La mejora de los procedimientos de selección de supuestos en que se gestiona
de forma directa la recaudación, con la finalidad de incrementar los supuestos de
recaudación en vía directa.
– Mejora de los sistema de información utilizados para el seguimiento de las deudas
inicialmente declaradas como incobrables.
II. ESTRATEGIA DE LUCHA CONTRA EL FRAUDE EN MATERIA DE
SUBVENCIONES.
1.– Introducción y contexto general.
Durante estos años las subvenciones públicas se han configurado como una de
las formas de gasto público más extendido dentro de las Administraciones Públicas que
redundan en un beneficio directo para el conjunto de los ciudadanos de la Comunidad.
Se considera como uno de los instrumentos más relevantes de los que dispone la
Administración para promover políticas públicas. Por ello, están sometidas a la realización
periódica del control financiero de las subvenciones públicas, que se dirige, en un sentido
amplio, a verificar la adecuada y correcta obtención, aplicación, y justificación de los fondos
recibidos por los beneficiarios, y si procede, formular recomendaciones a fin de mejorar
su gestión.
Más concretamente en el ámbito de los fondos comunitarios, la Intervención General
ha llevado a cabo controles de acuerdo con los Planes de auditoría de las anualidades
2013, 2014 y 2015.

Es evidente, que unos sistemas de control sólidos y eficaces pueden reducir


considerablemente el riesgo de irregularidad y por consiguiente el riesgo de fraude; sin
embargo, tales sistemas no pueden eliminar completamente el riesgo de que el fraude se
produzca o de que no se detecte. Por este motivo, los sistemas deben garantizar además la
existencia de procedimientos de detección del fraude y la adopción de medidas adecuadas
cuando se detecta la existencia de posibles casos de fraude.

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Para el diseño de la estrategia nos hemos basado en la normativa comunitaria, estatal


y autonómica, notas orientativas, directrices y guías prácticas de la Comisión, compendios
de la OLAF y diverso material doctrinal, así como en las normas internacionales de
auditoría. La mayoría de sus conceptos, medidas y conclusiones no son solo aplicables
a las subvenciones cofinanciadas con fondos europeos sino que son mayoritariamente
extrapolables a las subvenciones financiadas exclusivamente por fondos nacionales.

La posibilidad de que exista fraude no puede ignorarse y debe contemplarse como


una serie de riesgos que hay que gestionar de forma adecuada, al igual que sucede con
otros riesgos empresariales o acontecimientos que pueden tener efectos perjudiciales. La
evaluación del riesgo de fraude puede, por tanto, llevarse a cabo utilizando los principios
y herramientas de gestión de riesgo ya existentes. Unos sistemas de control sólidos,
ejecutados de forma eficaz, pueden reducir el riesgo de que el fraude se produzca o de
que no sea detectado, pero no pueden eliminar la posibilidad de que ocurra. El objetivo
general debe ser abordar los principales riesgos de fraude de forma específica, sin olvidar
que el beneficio de cualquier medida adicional contra el fraude debe ser mayor que su
coste (principio de proporcionalidad), teniendo siempre presente el alto coste que suponen
el fraude y la corrupción para la reputación de las instituciones.
El resultado final de la evaluación del riesgo de fraude debe ser la identificación de
aquellos riesgos específicos sobre los que no se están haciendo suficientes esfuerzos para
reducir a niveles aceptables la probabilidad de impacto de las actividades potencialmente
fraudulentas.
2.– Marco jurídico en materia de lucha contra el fraude.
2.1. Normativa de la Unión Europea y normas internacionales de auditoría.
El artículo 317 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea establece que
el principio de buena gestión financiera se aplicará en la ejecución del presupuesto de la
UE por los Estados miembros en colaboración con la Comisión Europea. También dispone
«las obligaciones de control y auditoría de los Estados miembros en la ejecución del
presupuesto, así como las responsabilidades que de ello se derivan».
Los artículos 310 y 325 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea exigen
a la UE y a los Estados miembros luchar contra el fraude y contra cualquier actividad
ilegal que afecte a los intereses financieros de la UE. A fin de combatir el fraude que
perjudique a los intereses financieros de la UE, los Estados miembros deben adoptar
las mismas medidas que las que adopten para combatir el fraude que perjudique a sus
propios intereses financieros nacionales.
Para el nuevo período de programación 2014-2020, el artículo 125, apartado 4,
letra c), del Reglamento (UE) n.º 1303/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo de
17 de diciembre de 2013 por el que se establecen disposiciones comunes relativas al
Fondo Europeo de Desarrollo Regional, al Fondo Social Europeo, al Fondo de Cohesión,
al Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural y al Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca,
y disposiciones generales relativas al Fondo Europeo de Desarrollo Regional, al Fondo
Social Europeo, al Fondo de Cohesión y al Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca, y por
el que se establecen disposiciones generales relativas al Fondo Europeo de Desarrollo
Regional, al Fondo Social Europeo, al Fondo de Cohesión y al Fondo Europeo Marítimo y
de la Pesca, y se deroga el Reglamento (CE) n.º 1083/2006 del Consejo, (en lo sucesivo,
el «RDC») requiere que las autoridades de gestión pongan en marcha medidas efectivas y
proporcionadas contra el fraude que tengan en cuenta todos los riesgos identificados.

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El artículo 59 del Reglamento (UE Euratom) n.º 966/2012 del Parlamento Europeo
y del Consejo de 25 de octubre de 2012 sobre las normas financieras aplicables al
presupuesto general de la Unión y por el que se deroga el Reglamento (CE, Euratom)
n.º 1605/2002 del Consejo (en adelante «Reglamento Financiero») y el artículo 127 del
RDC establecen tres tipos principales de auditorías en el marco de la gestión compartida:
1. Las auditorías de sistemas sobre el correcto funcionamiento del sistema de
gestión y control del programa operativo;
2. Las auditorías de operaciones a partir de una muestra apropiada de operaciones
sobre la base del gasto declarado;
3. Las auditorías de las cuentas financieras anuales y las declaraciones de
fiabilidad.
Los órganos de auditoría responsables de las mismas, como la Intervención General
en el ámbito de la Comunidad de Castilla y León, deberán ser independientes y desempeñar
su función y emitir un dictamen acorde con normas de auditoría internacionalmente
aceptadas. Este dictamen deberá incluir la garantía de la legalidad y la regularidad de los
gastos y del correcto funcionamiento de los sistemas de control.
Como novedad, se incluye ahora por primera vez un requisito clave que cubre
las acciones de lucha contra el fraude de las autoridades de gestión y los organismos
intermedios. Las autoridades de auditoría tendrán que evaluar si se ha cumplido el
requisito clave n.º 7 («Aplicación eficaz de medidas proporcionadas contra el fraude»).
Esto significa que los sistemas de control establecidos para la prevención y detección
de fraude requerirán una atención y una información más específicas que en el anterior
período de programación.
No obstante, una deficiencia grave en el requisito clave de las medidas de lucha
contra el fraude, en sí misma, no será suficiente para determinar la existencia de una
deficiencia grave en el funcionamiento efectivo del sistema de gestión y control, sino que
deberá combinarse con pruebas de una deficiencia en cualquiera de los otros requisitos
clave.
La Comisión Europea ha publicado diversos documentos que sirven de referencia
para los agentes implicados en la lucha contra el fraude y que se han utilizado para la
elaboración de esta estrategia:
– Directrices para las estrategias naciones de lucha contra el fraude en el caso de
los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (Fondos EIE).
– Guía práctica – El papel de los auditores de los Estados miembros en la prevención
y detección del fraude, en el caso de los Fondos Estructurales y de Inversión de
la UE. Experiencia y práctica en los Estados miembros.
– Orientaciones para los Estados miembros y las autoridades responsables de los
programas – Evaluación del riesgo de fraude y medidas efectivas y proporcionadas
contra el fraude (EGESIF_14-0021-00).
– Nota informativa sobre indicadores de fraude para el FEDER, el FSE y el Fondo
de Cohesión.
– Compendio de casos anónimos. Acciones estructurales.

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Asimismo, conviene mencionar que el presupuesto de la Unión Europea subvenciona


una gran variedad de programas y proyectos para mejorar la vida de los ciudadanos de
la UE y de otros países. El uso inadecuado de los fondos del presupuesto o la evasión
de los impuestos, derechos y aranceles que lo financian perjudican directamente a los
ciudadanos y a todo el proyecto europeo.

Para ello en 1999 se creó la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF),
cuya misión es triple:

– Proteger los intereses financieros de la Unión Europea investigando el fraude, la


corrupción y otras actividades ilegales;

– Detectar e investigar casos graves relacionados con el desempeño de actividades


profesionales por parte de sus miembros y su personal que puedan dar lugar a
procedimientos disciplinarios o penales;

– Colaborar con las instituciones de la UE, en particular con la Comisión Europea,


en la elaboración y aplicación de la normativa y las políticas de lucha contra el
fraude.
La OLAF contribuye al esfuerzo de las instituciones de la UE por garantizar la mejor
utilización del dinero del contribuyente. Basándose en su conocimiento y su experiencia,
la OLAF ayuda a las autoridades responsables de la gestión de los fondos de la UE, tanto
dentro como fuera de ella, a entender los tipos, tendencias, amenazas y riesgos de fraude
y a proteger los intereses financieros de la UE mediante la prevención de cualquier tipo
de fraude.
Finalmente, el marco jurídico europeo exige que se tengan en cuenta «las normas
de auditoría internacionalmente aceptadas» cuando se realicen auditorías, tal y como
establece en el artículo 127.3 del RDC. Existen tres corpus principales de normas de
auditoría internacionales:
– Las normas del Consejo de Normas Internacionales de Auditoría y Aseguramiento
(IAASB, por sus siglas en inglés), en el marco de la Federación Internacional de
Contables;
– Las normas internacionales ISSAI de las Entidades Fiscalizadoras Superiores,
publicadas por la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras
Superiores;
– Las normas del Instituto de Auditores Internos.
Todas estas normas destacan dos funciones distintas para los auditores:
a) Una función de auditoría: los auditores, como entidades independientes, son
responsables de ofrecer garantías sobre la regularidad y la legalidad de las
operaciones y las cuentas de los organismos auditados y sobre el correcto
funcionamiento de un sistema en línea con los requisitos especificados;
b) Una función consultiva: los auditores pueden formular recomendaciones para
mejorar o corregir las deficiencias o fallos en las operaciones, las cuentas y
los sistemas, entre las que pueden figurar recomendaciones para mejorar la
legislación.

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Esas distintas funciones en materia de prevención y detección del fraude por parte de
los auditores serán objeto de desarrollo en los apartados 6 y 8 de la presente Estrategia.

2.2. Normativa nacional.

La definición de las conductas que menoscaban los derechos de la Hacienda


Pública se encuentra en el Código Penal, aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre. Sin perjuicio de los tipos penales que son específicos para quienes manejen
caudales públicos, existen dos grandes grupos de conductas que perjudican a la Hacienda
Pública: el fraude fiscal y el fraude de subvenciones.

En la Disposición adicional vigésima quinta de la Ley 38/2003, de 17 de noviembre,


General de Subvenciones se crea el Servicio Nacional de Coordinación Antifraude para la
protección de los intereses financieros de la Unión.

El Servicio Nacional de Coordinación Antifraude (AFCOS), integrado en la


Intervención General de la Administración del Estado, coordinará las acciones
encaminadas a proteger los intereses financieros de la Unión Europea contra el fraude.

Las autoridades, los titulares de los órganos del Estado, de las Comunidades
Autónomas y de las Entidades Locales, así como los jefes o directores de oficinas públicas,
organismos y otros entes públicos y quienes, en general, ejerzan funciones públicas o
desarrollen su trabajo en dichas entidades deberán prestar la debida colaboración y apoyo
al Servicio.

Habrá que tener en cuenta las previsiones que en materia tributaria se recogen en
la LGT, en la que se intensifican las medidas de prevención y lucha contra el fraude, que
podrían aplicarse en algunos casos por analogía al ámbito de las subvenciones.

2.3. Normativa autonómica.

El artículo 242 de la Ley 2/2006 de 3 de mayo, de la Hacienda y del Sector Público


de la Comunidad de Castilla y León, se refiere a que el control de la gestión económico
financiera realizada por la Intervención General de la Administración de la Comunidad de
Castilla y León, se ejercerá en los siguientes términos:

a) El control interno sobre la totalidad de los órganos o entidades del sector público
autonómico.

b) El control financiero de subvenciones sobre las entidades colaboradoras y


beneficiarios de subvenciones y ayudas concedidas con cargo a los presupuestos
generales de la Comunidad Autónoma o a fondos extrapresupuestarios.

Por su parte el artículo 243.e) de la misma norma establece como uno de los objetivos
de dicho control verificar el cumplimiento de los requisitos y condiciones derivados de
la normativa que resulte de aplicación a los beneficiarios de subvenciones y ayudas y
entidades colaboradoras.

En materia de lucha contra el fraude la Intervención General puede actuar en virtud


de lo dispuesto en el artículo 249, según el cual: «Los datos, informes o antecedentes
obtenidos en el desarrollo de las funciones de control reguladas en este título sólo podrán

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utilizarse para los fines del control y, en su caso, para la denuncia de hechos que puedan
ser constitutivos de infracción administrativa, responsabilidad contable o de delito».

3.– Conceptos y definiciones.


Con carácter general, el término «irregularidad» es un concepto amplio que cubre
tanto los comportamientos intencionales como los no intencionales (y, por tanto,
conceptualmente incluye el fraude), mientras que, para calificarse de «fraude», una
sentencia penal judicial firme debe declarar como tal el presunto fraude. Así pues, lo que
distingue el fraude de la irregularidad es el componente de conducta dolosa o engaño.
A continuación, se recogen las definiciones que las normas europeas han dado de
cada uno de los conceptos.
3.1. Irregularidad.
A efectos del Reglamento (CE, EURATOM) n.º 2988/95 del Consejo, de 18 de
diciembre de 1995, relativo a la protección de los intereses financieros de las Comunidades
Europeas, el término «irregularidad» es un concepto amplio, que abarca las irregularidades
cometidas por los agentes económicos, ya sean estas intencionadas o no.
El artículo 1, apartado 2, del Reglamento (CE, EURATOM) n.º 2988/95 define
irregularidad como: «toda infracción de una disposición del Derecho comunitario
correspondiente a una acción u omisión de un agente económico que tenga o tendría
por efecto perjudicar al presupuesto general de las Comunidades o a los presupuestos
administrados por éstas, bien sea mediante la disminución o la supresión de ingresos
procedentes de recursos propios percibidos directamente por cuenta de las Comunidades,
bien mediante un gasto indebido».
3.2. Fraude.
El Convenio establecido sobre la base del artículo K.3 del Tratado de la Unión
Europea, relativo a la protección de los intereses financieros de las Comunidades Europeas
define «fraude» en materia de gastos como cualquier acción u omisión intencionada
relativa:
– «A la utilización o a la presentación de declaraciones o de documentos falsos,
inexactos o incompletos, que tengan por efecto la percepción o la retención
indebida de fondos precedentes del presupuesto general de las Comunidades
Europeas o de los presupuestos administrados por las Comunidades Europeas o
por su cuenta;
– Al incumplimiento de una obligación expresa de comunicar una información, que
tenga el mismo efecto;
– Al desvío de esos mismos fondos con otros fines distintos de aquellos para los
que fueron concedidos en un principio».
4.– Organización y funciones.
De acuerdo con el Decreto 41/2015, de 23 de julio, por el que se establece la
estructura orgánica de la Consejería de Economía y Hacienda, la Intervención General de
la Administración de la Comunidad de Castilla y León (IGACYL) queda encuadrada como
centro directivo dentro de esta Consejería de la que depende orgánicamente.

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El organigrama de la IGACYL en relación con el control de fondos comunitarios está


compuesto por las siguientes unidades:
– Interventor General.
– Viceintervención.
– Servicio de Control Financiero de la Administración General.
– Intervenciones delegadas en las Consejerías.
– Intervenciones delegadas territoriales.
– Intervenciones delegadas en organismos autónomos.
El artículo 245 de la Ley 2/2006, de 3 de mayo, dispone que la IGACYL ejercerá sus
competencias a través de sus servicios centrales y de sus Intervenciones Delegadas y de
cualquier otro órgano que dependa de aquélla en los servicios centrales y periféricos de la
Administración General y en los organismos autónomos y otras entidades del sector público.
Las Intervenciones Delegadas ejercerán bajo la dependencia funcional de la Intervención
General aquellas funciones que les sean atribuidas por el Interventor General.
El Decreto 87/2007, de 23 de agosto, regula la dependencia de las intervenciones
delegadas y territoriales de la Intervención General de la Administración de la Comunidad
de Castilla y León, de modo que todo el personal que preste sus servicios en ellas depende
orgánica y funcionalmente de dicha Intervención General.
El artículo 45 de la Ley 38/2003, de 17 de noviembre, se refiere específicamente al
control financiero de ayudas y subvenciones financiadas total o parcialmente con cargo a
fondos comunitarios, estableciendo que los controles serán realizados de acuerdo con sus
respectivas competencias por los órganos de control interno de las Administraciones de
las Comunidades Autónomas.
Asimismo, el Título VII de la Ley 2/2006 de 3 de mayo, se refiere al control de la
gestión económico-financiera realizado por la Intervención General de la Administración
de la Comunidad de Castilla y León, cuyo artículo 243 establece los siguientes objetivos
del control:
– Verificar el cumplimiento de la normativa que resulte de aplicación a la gestión
objeto de control.
– Verificar el adecuado registro y contabilización de las operaciones realizadas, y
su fiel y regular reflejo en las cuentas y estados que, conforme a las disposiciones
aplicables, deba formar cada órgano o entidad.
– Evaluar que la actividad y los procedimientos objeto de control se realizan de
acuerdo con los principios de buena gestión financiera y, en especial, los previstos
en la Ley General de Estabilidad Presupuestaria.
– Verificar el cumplimiento de los objetivos asignados a los centros gestores del
gasto en los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma.
– Verificar el cumplimiento de los requisitos y condiciones derivados de la normativa
que resulte de aplicación a los beneficiarios de subvenciones y ayudas y entidades
colaboradoras.

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5.– Evaluación de riesgo de fraude.

La evaluación de riesgo de fraude está orientada específicamente a la detección de


condiciones que pueden indicar la existencia de incentivos, presiones o posibilidades de
que los individuos se vean implicados en fraude y otras irregularidades, y a la detección de
situaciones que pueden dar lugar a casos de irregularidades y de fraude. Hay que adoptar
un enfoque muy conservador para evaluar la probabilidad de que se produzca un fraude,
y tener en cuenta el principio de «tolerancia cero».

Para evaluar los riesgos de fraude utilizaremos la metodología de la nota orientativa


de la Comisión Europea para la evaluación del riesgo de fraude y medidas efectivas y
proporcionadas contra el fraude (EGESIF_14-0021-00), según la cual el riesgo de fraude
puede evaluarse de la siguiente forma:

1.º Identificación de los riesgos de fraude: Los riesgos de fraude pueden identificarse
y evaluarse gracias a los conocimientos adquiridos en anteriores casos de fraude
detectados, así como sobre la base de mecanismos de fraude generalmente reconocidos
y recurrentes. Los posibles fraudes podrían clasificarse en función del tipo de programa
o línea de subvenciones, el importe de la ayuda, la duración de la actuación, la fase
del procedimiento de gestión de la subvención, el tipo de actividad financiada, el lugar
geográfico o el tipo de beneficiario, o el tipo de fraude. Esta labor permitirá identificar los
ámbitos de riesgo más alto.

2.º Evaluación de los riesgos de fraude: Teniendo en cuenta las medidas ya


introducidas para reducir estos riesgos. Esta evaluación se basa en los dos indicadores
siguientes:

– Probabilidad de que se produzca fraude; y

– Repercusión de dicho fraude en caso de que se produzca.

El riesgo de fraude puede evaluarse de la siguiente forma:

Evaluación Probabilidad Significado


1 Baja La probabilidad de que se cometa fraude es
casi nula o es muy baja, y hay un número muy
reducido de casos anteriores en que se ha
cometido.
2 Media Existe cierto riesgo de que se produzca fraude.
Esta conclusión se ve respaldada por el hecho
de que se han producido casos similares
anteriormente. Existe cierto conocimiento de
esas situaciones.
3 Alta Existe un riesgo elevado de que se produzca
fraude. Esta conclusión se ve respaldada
por el hecho de que se han producido
anteriormente casos similares de manera
reiterada y frecuente. Estas situaciones son
bien conocidas.

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Evaluación Efecto Significado


1 Baja En caso de que se cometiera fraude, las tareas
y actividades previstas o en curso no se verían
afectadas, o se verían afectadas mínimamente, y no
serían necesarios recursos adicionales.
2 Media En caso de que se cometiera fraude, produciría un
efecto perjudicial significativo sobre las actividades
en el presente y podría resultar necesario asignar
recursos adicionales para garantizar que se cumplen
los objetivos de estas actividades.
3 Alta En caso de que se cometiera fraude, produciría un
efecto perjudicial significativo sobre las actividades
en el presente y sería necesario asignar recursos
adicionales para garantizar que se cumplen los
objetivos de las actividades. Esta categoría también
se utiliza en los casos en que, incluso con recursos
adicionales, ya no sería posible alcanzar los objetivos
establecidos.

3.º Clasificación del riesgo de fraude: Esto implica jerarquizar los riesgos de fraude,
sobre la base de la exposición total al riesgo y del tipo de riesgos. Los riesgos de fraude
más importantes deben abordarse como una cuestión prioritaria.

De acuerdo con las Orientaciones de la Comisión Europea, hay cuatro elementos


fundamentales en el ciclo contra el fraude: la prevención, la detección, la corrección
y la actuación judicial. La combinación de una minuciosa evaluación del riesgo de
fraude, medidas adecuadas de prevención y detección, y una investigación coordinada
en el momento adecuado por parte de organismos competentes, puede reducir
considerablemente el riesgo de fraude y constituir además un importante método
disuasorio.

5.1. Prevención.

Teniendo en cuenta la dificultad de probar el comportamiento fraudulento y de reparar


los daños causados a la reputación de las instituciones, normalmente es preferible prevenir
la actividad fraudulenta a tener que actuar cuando esta ya se ha producido. En general, los
métodos de prevención consisten en reducir las posibilidades de cometer fraude mediante
la implantación de potentes sistemas de control interno, junto con una evaluación del
riesgo proactiva, estructurada y específica; sin embargo, las actividades de formación y
concienciación y el desarrollo de una «cultura ética» también pueden resultar de ayuda
para combatir cualquier posible «racionalización» del comportamiento fraudulento.

La mejor defensa preventiva contra el fraude es la puesta en marcha de un


potente sistema de control interno, que debe diseñarse y ejecutarse como una respuesta
proporcionada a los riesgos que se hayan identificado en la evaluación. No obstante, los
organismos deben trabajar también en la creación de las estructuras y la cultura adecuadas
para ejercer un efecto disuasorio en lo que respecta a los posibles comportamientos
fraudulentos.

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Algunos de los elementos que debe abordar este sistema de control interno son:

– Cultura ética: Desarrollar una cultura contra el fraude es fundamental para


disuadir a los defraudadores y para conseguir el máximo compromiso posible del
personal de las autoridades para combatir el fraude. Esta cultura puede crearse
mediante la combinación de estructuras y políticas específicas contra el fraude,
pero también mediante la puesta en marcha de mecanismos y comportamientos
de carácter más general, tales como: La existencia de una declaración de
intenciones que llegue a todas las partes interesadas; la actitud correcta desde
los puestos más altos, tanto por parte del personal como de los beneficiarios
(por ejemplo, en las resoluciones de concesión de ayudas), un código de conducta
al que todo el personal debe declarar periódicamente su adhesión. En resumen, el
personal debe cumplir los principios básicos de integridad, objetividad, rendición
de cuentas y honradez.

– Reparto de responsabilidades: De este modo se garantiza que todas las partes


interesadas comprendan perfectamente sus responsabilidades y obligaciones, y
que se transmita el mensaje, dentro y fuera del organismo en cuestión, a todos los
beneficiarios potenciales, de que este ha adoptado un planteamiento coordinado
para combatir el fraude.

– Formación y concienciación: Todo el personal puede recibir formación, tanto


teórica como práctica, para aumentar su nivel de concienciación con respecto
a la cultura contra el fraude de las autoridades, y también para ayudar a esta a
identificar los casos sospechosos de fraude y, en su caso, a dar una respuesta
adecuada. Estas actividades pueden incluir información pormenorizada sobre
las políticas contra el fraude, la función de cada una de las partes interesadas
y sus respectivas responsabilidades, y los mecanismos de notificación. La
concienciación también puede llevarse a cabo utilizando canales menos oficiales,
como los boletines informativos, los carteles o intranet, o bien incluirse en el
orden del día de las reuniones oficiales.

– Sistemas de control interno: La mayor defensa contra los posibles casos de fraude
es un sistema de control interno bien diseñado y correctamente gestionado, en
el que los controles se centren en paliar con eficacia los riesgos que se hayan
identificado. La verificación de la gestión debe ser exhaustiva y los controles
sobre el terreno deben centrarse en los riesgos y llevarse a cabo con la cobertura
suficiente. La probabilidad de detectar los posibles casos de fraude aumenta
cuando las verificaciones de la gestión son exhaustivas.

– Análisis de datos y las herramientas informáticas: La sofisticación cada vez mayor


de los procesos de obtención, almacenamiento y análisis de datos representa una
importante oportunidad para la lucha contra el fraude. Teniendo siempre presentes
los límites de la legislación, y sin sobrepasar esos límites, en esta fase se puede
emplear el análisis de datos para enriquecer de forma significativa el proceso de
evaluación del riesgo, cruzar datos con otros organismos públicos o privados del
sector (como la Administración fiscal, otros organismos de las administraciones
públicas, o las autoridades responsables de la comprobación de crédito) y
detectar posibles situaciones de alto riesgo incluso antes de la concesión de los
fondos. En el contexto de la lucha contra el fraude (y las irregularidades), existen
herramientas de prospección de datos con este fin específico, como:

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• ARACHNE: Tiene como finalidad identificar los proyectos que pueden


ser susceptibles de presentar riesgo de fraude, conflicto de intereses o
irregularidades. ARACHNE es una herramienta de clasificación del riesgo que
puede aumentar la eficacia de la selección de proyectos, las verificaciones de
gestión y las auditorías, y así reforzar la identificación, prevención y detección
del fraude. Elaborada por la Comisión, está especialmente adaptada para
identificar y evaluar el riesgo de fraude en los Fondos, lo cual incluye, entre
otros ámbitos, el de la contratación pública, un ámbito especialmente propenso
al fraude y a las irregularidades, como la licitación colusoria. Esta herramienta
se encuentra pendiente de implantación en España.

• Base de Datos Nacional de Subvenciones (BDNS): El artículo 20 de la


Lay 38/2003, de 17 de noviembre, reconoce explícitamente la utilidad de esta
herramienta para promover la transparencia, servir como instrumento para la
planificación de las políticas públicas, mejorar la gestión y reforzar el control
y la lucha contra el fraude de subvenciones y ayudas públicas. A partir de
1 de enero de 2016 se exige la publicación en esta base de datos de todas las
convocatorias y todas las subvenciones concedidas por las administraciones
públicas españolas, en caso de obviar su remisión a la BDNS se prevé su
anulabilidad.

La Base de Datos Nacional de Subvenciones permitirá de forma preventiva en


la obtención y justificación garantizar el control específico de las denominadas
ayudas de Estado, al objeto de velar por el cumplimiento de las normas
europeas relativa a la competencia. Debe prevenir y detectar:

– Que se vulnere el régimen de incompatibilidad de participación financiera


de los diferentes fondos europeos.

– Que la subvención, considerada individualmente, vulnere los límites


máximos de intensidad de la ayuda previstas por las decisiones de
autorización de la Comisión Europea o Reglamento de exención por
categoría a que se acoja.

– Que la subvención, considerando otras subvenciones acumulables


concedidas con anterioridad, vulnere los límites máximos de intensidad
de la ayuda previstas por las decisiones de autorización de la Comisión
Europea o Reglamento de exención por categoría a que se acoja.

Los efectos de la Base de Datos Nacional de Subvenciones en la prevención


y detección de la incompatibilidad y acumulación de ayudas también son
aplicables cuando son impuestos por la normativa nacional o autonómica.

El registro de los reintegros y las sanciones en la Base de Datos Nacional


de Subvenciones permitirá que los terceros implicados sean considerados
como una bandera roja en la gestión de la subvención.

El registro de las inhabilitaciones para la obtención de subvenciones ya sea


en virtud de la Ley 38/2003, de 17 de noviembre, o de otras normas distintas
prevendrá del riesgo en la obtención de ayudas por los inhabilitados.

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5.2. Detección y notificación.

Las medidas de prevención no pueden proporcionar una protección absoluta contra


el fraude y, por tanto, las autoridades necesitan sistemas para detectar a tiempo los
comportamientos fraudulentos. Estas técnicas incluyen procedimientos de análisis que
puedan poner de relieve las anomalías (por ejemplo, herramientas de prospección de datos,
como ARACHNE o la BDNS), mecanismos de notificación consistentes y evaluaciones de
riesgo en curso.

Una sólida cultura ética y unos sistemas eficaces de control interno no pueden
proporcionar por sí solos una protección absoluta contra los defraudadores.

Por lo tanto, una buena estrategia contra el fraude debe tener presente que puede
seguir habiendo casos de fraude, para los cuales es preciso diseñar y ejecutar medidas de
detección del fraude, tales como:

– Desarrollo de una mentalidad adecuada para abordar el riesgo de fraude con


técnicas de detección especializadas y específicas, y con personas designadas
para su aplicación. Además, todas las personas involucradas en la aplicación de
un ciclo de financiación tienen una función que desempeñar en la detección de
actividades potencialmente fraudulentas y en la actuación correspondiente. Para
ello es necesario cultivar una mentalidad adecuada. Debe fomentarse un nivel de
escepticismo saludable, junto con una concienciación constante de lo que puede
constituir señales de advertencia de posible existencia de fraude.

– Indicadores de fraude (indicadores de alerta «red flags»): los indicadores de fraude


son señales más específicas o «indicadores de alerta» de que está teniendo lugar
una actividad fraudulenta, en la que se requiere una reacción inmediata para
comprobar si es necesaria alguna acción. Los indicadores también pueden ser
específicos de las actividades más frecuentes en los programas de financiación,
como los costes contractuales y laborales.

– La creación y el fomento de mecanismos de notificación claros constituyen un


elemento fundamental para la prevención y la detección. Cualquier mecanismo
de este tipo debe facilitar la notificación tanto de las sospechas de fraude
como de puntos débiles en el control que puedan aumentar la vulnerabilidad al
fraude. Se debe contar con mecanismos claros de notificación, que garanticen
una coordinación adecuada en los asuntos relacionados con la lucha contra el
fraude con los auditores y con los organismos responsables de la investigación,
incluyendo las autoridades responsables de la lucha contra la corrupción.

5.3. Investigación, corrección y actuación judicial.

Una vez planteada y notificada debidamente una sospecha de fraude, se debe


transmitir el caso a la autoridad competente, incluyendo a las autoridades responsables de
la lucha contra la corrupción, si procede, e informar si se trata de actuaciones cofinanciadas
a la OLAF en consecuencia.

Una vez detectado un caso de presunto fraude, el organismo competente pueda


valorar si es preciso abrir una investigación y si procede emprender la recuperación de los
importes indebidamente percibidos y la acción penal.

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Una vez concluida la investigación por parte de las autoridades competentes, o


transferida a las autoridades pertinentes para su seguimiento, debe llevarse a cabo la
revisión de cualquier proceso, procedimiento o control relacionado con el fraude potencial
o probado. Esta revisión debe ser objetiva y autocrítica, y debe tener como resultado
unas conclusiones claras con respecto a los puntos débiles detectados y a las lecciones
aprendidas, con acciones claras, responsables y plazos rigurosos.

Debe garantizarse la absoluta cooperación con las autoridades responsables de la


investigación y del cumplimiento de la ley y con las autoridades judiciales, especialmente
en lo que respecta a la conservación de los archivos en un lugar seguro y a las garantías
de su transferencia en caso de cambios en el personal.

6.– Medios de prevención y detección de fraude.

Se han identificado dos aspectos principales de la función que desempeñan los


auditores en la prevención y en la detección del fraude: Una función de auditoría, que
se dirige a ofrecer garantías sobre la regularidad y la legalidad de las operaciones y las
cuentas de los organismos auditados y sobre el correcto funcionamiento de un sistema
que se ha de ajustar a los requisitos especificados en las normas; y una función consultiva,
por la que los auditores pueden formular recomendaciones para mejorar o corregir las
deficiencias o fallos en las operaciones, las cuentas y los sistemas, y también pueden
incluir aportaciones para adaptar la legislación.

Los auditores de IGACYL disponen de dos tipos de herramientas para realizar sus
actuaciones en el ejercicio de las funciones que tienen encomendadas. Estas herramientas
son, las auditorías de sistemas y las auditorías de operaciones. A través de ellas se pueden
adoptar medidas concretas para la prevención y detección de casos de fraude.

6.1. Auditorías de sistemas - prevención del fraude.

6.1.1. Función de auditoría.

Una auditoría de sistemas tiene por objeto obtener garantías razonables de que los
sistemas de gestión y control funcionan de manera eficaz y eficiente para prevenir errores
e irregularidades (incluido el fraude), y que, en caso de que se produjeran, el sistema sería
capaz de detectarlos y corregirlos.

Al llevar a cabo su trabajo, los auditores pueden detectar en el sistema puntos débiles
que exijan la adopción de medidas en los propios sistemas. Los auditores desempeñan un
papel fundamental a este respecto.

Los auditores podrán proceder en circunstancias que indiquen que se ha cometido


fraude. En esos casos, deberán informar sin demora a la autoridad pertinente para que
adopte medidas, pudiendo tratarse de los órganos gestores, los servicios policiales
o si procede la OLAF, dependiendo de las características del presunto fraude y de los
procedimientos nacionales pertinentes a efectos de notificación del fraude. Esto contribuirá
a la detección del fraude.

Con arreglo a la ISSAI 1240 y a la NIA 240:

– Los responsables del gobierno de la entidad y la dirección son también los


responsables de la prevención y detección del fraude;

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– Los auditores deben, por un lado, valorar los riesgos de incorrección material en
los estados financieros debida a fraude; y, por otro,

– Informar de los casos de presunto fraude a los responsables del gobierno


de la entidad y a la dirección, así como a las autoridades reguladoras y de
supervisión.

En particular, si puede considerarse que el entorno de gestión y control presenta un


riesgo elevado, se recomienda que los auditores soliciten a las autoridades de gestión sus
opiniones sobre el riesgo de fraude, a fin de evaluar las medidas antifraude existentes.

Otro de los instrumentos para que la prevención y detección del fraude dentro de los
organismos de ejecución estén cubiertas adecuadamente por la autoridad de auditoría, es
la Estrategia de Auditoría (artículo 127.4 del RDC) cuyos principios se pueden extender a
las subvenciones de carácter nacional.

En 2014, la Comisión elaboró unas Orientaciones para los Estados miembros sobre
estrategia de auditoría (EGESIF 14-0011-02final). En la sección 3 de esa nota orientativa,
relativa a la evaluación de riesgos, se aconseja a las autoridades de auditoría que
desarrollen un sistema de evaluación del riesgo. Se recomienda que la evaluación global
del riesgo se realice utilizando el cuadro de evaluación de riesgos que incluye tanto los
factores de riesgo inherente como de control, lo cual desde la IGACYL se tendrá en cuenta
para la elaboración de la estrategia de auditoría para el marco 2014-2020, incluyendo la
aplicación de medidas eficaces y proporcionadas de lucha contra el fraude, respaldada por
una evaluación del riesgo de fraude.

Para la evaluación de los sistemas de gestión y control, el artículo 72, letra h), el
artículo 122, apartado 2, y el artículo 125, apartado 4, letra c), del RDC, así como el
cuadro 1 del Anexo IV del Reglamento Delegado (UE) n.º 480/2014 de la Comisión de
3 de marzo de 2014 que complementa al Reglamento (UE) n.º 1303/2013 (RDC), se refieren
al requisito clave n.º 7, que trata sobre la «Aplicación eficaz de medidas proporcionadas
contra el fraude». Este requisito clave se ha subdividido en siete criterios principales:

1. Realizar una evaluación del riesgo de fraude: Antes de comenzar la ejecución


de los programas, las autoridades de gestión deben realizar una valoración del
impacto y la probabilidad de riesgos de fraude para los principales procesos en
la ejecución de los programas operativos. Lo ideal sería que esta evaluación
del riesgo de fraude se repitiera cada año o cada dos años, en función de los
niveles de riesgo. Los resultados de la evaluación del riesgo de fraude debería
aprobarlos la alta dirección de la autoridad de gestión.

2. Las medidas antifraude deben estructurarse en torno a cuatro elementos


principales en el ciclo de lucha contra el fraude: la prevención, la detección, la
corrección y el enjuiciamiento.

3. Medidas preventivas adecuadas y proporcionadas, adaptadas a las situaciones


específicas: estas medidas deben estar en vigor para mitigar el riesgo de fraude
residual a un nivel aceptable. (Pueden incluir una declaración de principios,
un código de conducta, el tono establecido por la comunicación de la alta
dirección, la asignación de responsabilidades, la formación y las acciones de
sensibilización, análisis de datos y el conocimiento actualizado de indicadores de
alerta y fraude).

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4. Existencia de medidas adecuadas de detección de indicadores de alerta y se


aplican con eficacia.

5. Adopción de medidas adecuadas cuando se detecta un caso sospechoso de


fraude: Estas medidas garantizan unos mecanismos claros de presentación
de la información para las sospechas de fraude y las deficiencias de control,
lo cual requiere una coordinación adecuada con la autoridad de auditoría, las
autoridades encargadas de la investigación en los Estados miembros, la Comisión
y la OLAF.

6. Procedimientos adecuados para el seguimiento adecuado de posibles reintegros


de subvenciones gastadas de forma fraudulenta.

7. Procedimientos de seguimiento adecuados para revisar procesos, procedimientos


y controles conectados a fraude potencial o real: Deben existir procedimientos de
seguimiento para revisar los procesos, procedimientos o controles relacionados
con fraude potencial o real que alimentarían las posteriores revisiones de la
evaluación del riesgo de fraude.

Los auditores deben tener en cuenta que los órganos gestores deben adoptar un
planteamiento proactivo, estructurado y específico para gestionar el riesgo de fraude y
poner en marcha medidas de lucha contra el fraude eficaces y proporcionadas teniendo
en cuenta los riesgos encontrados.

Esto significa que los auditores deberán:

– Comprender las actividades del organismo auditado y el entorno en que las lleva
a cabo;

– Hacer un seguimiento de las recomendaciones de auditorías anteriores;

– Evaluar el sistema de control interno del organismo auditado;

– Identificar y evaluar los riesgos, entre ellos el riesgo de fraude.

De manera más específica, entre las preguntas clave que hay que plantear sobre el
fraude están las siguientes (lista no exhaustiva):

– ¿Existe un proceso específico de evaluación del riesgo de fraude? ¿Con qué


frecuencia se realiza?

– ¿Cuál es el enfoque general con respecto al fraude? ¿Procede de la alta dirección


(por ejemplo, tono de la comunicación procedente de la misma)?

– ¿Existe una política específica, recogida en la legislación nacional o autonómica,


en materia de fraude, abuso y desviación de subvenciones? ¿Cuáles son las
consecuencias si se descubre fraude, abuso o desviación de subvenciones?
¿Existen sanciones en esos casos?

– ¿El procedimiento de selección de los candidatos o proyectos se realiza de


manera objetiva?

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– ¿Se presta especial atención a la detección del fraude en los controles de la


gestión?

– ¿El organismo auditado evalúa adecuadamente el riesgo de fraude? ¿Se han


puesto en marcha medidas adecuadas para contrarrestarlo?

– ¿Son vulnerables algunas de las medidas de control del organismo auditado


a condiciones que hagan que el fraude sea más probable (incentivos/presión,
oportunidad, actitudes/racionalización)? ¿Se adoptan medidas para reducir el
impacto potencial de las mismas?

– ¿Cumple el sistema de control interno los requisitos legales sobre medidas de


lucha contra el fraude? ¿Existen procedimientos para reducir la posibilidad de
fraude (por ejemplo: existencia de listas de control detalladas, participación de
más personas implicadas en el proceso de toma de decisiones, aplicación del
«principio de los cuatro ojos» a los controles que se llevan a cabo, etc.)? Ver
ejemplos de factores de riesgo de fraude en la NIA 240, apéndice 1.

Podrían ser fuentes útiles de información (lista no exhaustiva):

– las reuniones con los altos directivos y los funcionarios responsables de la gestión
de subvenciones del organismo auditado;

– los manuales de procedimiento del organismo auditado;

– el examen de la lista de control de las verificaciones de la dirección utilizada para


garantizar que se realizan adecuadamente la prevención y detección del fraude;

– el examen de los sistemas de subvenciones del programa operativo que no sean


objeto de convocatorias de propuestas abiertas;

– la información facilitada al auditor por los servicios policiales y las autoridades


reguladoras sobre los ámbitos de riesgo relacionados con el funcionamiento
del organismo auditado (una buena práctica para los auditores podría ser
la celebración de acuerdos con dichas autoridades para el intercambio de
conocimientos, información, resultados de sus actividades, etc.);

– la información del procedimiento de denuncia de irregularidades;

– el examen de las posibles relaciones entre distintas operaciones y organizaciones


participantes;

– la información procedente de instrumentos de calificación de riesgos (p.e.


ARACHNE);

– la base de datos «Sistema de gestión de irregularidades» (IMS) donde se


almacenan los informes de irregularidades realizados por los Estados miembros
para la OLAF.

– La BDNS.

Al seleccionar una muestra de pruebas de control para recorrer el funcionamiento


práctico del sistema de gestión y control, los auditores deberían utilizar métodos de

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muestreo aleatorio (u otros métodos que figuran en las normas internacionales de


auditoría). No deberían tratar de seleccionar posibles casos de fraude (por ejemplo sobre
la base de información facilitada por los servicios policiales y las autoridades reguladoras).
Esto podría dar una visión errónea del funcionamiento del sistema de gestión y control del
organismo auditado, ya que la muestra podría estar sesgada hacia los casos de fraude.
Pero estos tipos de casos podrían ser seleccionados como muestra complementaria, para
evaluar de manera específica los procesos de gestión del fraude.
Las autoridades de auditoría deberían realizar su trabajo de auditoría de sistemas
sobre las medidas de lucha contra el fraude en la fase más temprana posible del periodo
de programación y con la frecuencia que sea necesaria. También deberían estudiar
sistemáticamente la aplicación de medidas efectivas y proporcionadas contra el fraude
en el nivel de los organismos intermedios, como parte de su programa de auditorías de
sistemas.
Ejemplos de deficiencias del sistema que pueden tener repercusiones en el fraude:
– Falta de formación para el personal de las autoridades de gestión sobre la
identificación de indicadores de alerta («banderas rojas»): esto podría dar lugar
a que se pasaran por alto documentos falsos, inexactos o incompletos (como
facturas, garantías bancarias, certificados de obras, certificados fiscales, cuentas
financieras, documentos técnicos, etc.).
– Falta de controles específicos sobre la cuestión de si una persona que participa
en el proceso de toma de decisiones tiene un interés personal o económico
en la decisión que debe tomarse (por ejemplo, en una situación en que los
trabajadores de una autoridad de gestión favorecen de forma deliberada e injusta
a un beneficiario específico, infringiendo las normas y procedimientos aplicables
y permitiendo al beneficiario recibir financiación no reembolsable a la que no
tenía derecho por no cumplir los criterios jurídicos para la financiación).
6.1.2. Función consultiva.
La NIA 240 exige que los auditores señalen las deficiencias existentes en el sistema
de control interno del organismo auditado e informen de esas carencias a los responsables
del gobierno de la entidad. Gracias a su experiencia y conocimiento del entorno, los
auditores pueden identificar las medidas y las soluciones correctoras para subsanar las
deficiencias. También pueden aprovechar su amplia experiencia para determinar cuáles
son las lecciones que aprender y cualquier nueva señal de alerta. De este modo, podrán
compartirse los conocimientos sobre la forma de detectar casos potenciales de fraude
entre los auditores y el personal de las autoridades de gestión y de certificación.
Sobre la base de estas «lecciones aprendidas», los auditores también pueden
asesorar y contribuir de forma efectiva a la lucha contra el fraude cuando se elabora nueva
normativa y ayudando a otros organismo a elaborar sus análisis de riesgos, indicadores de
alerta, política y medidas de lucha contra el fraude y formación.
6.2. Auditorías de sistemas - detección del fraude.
6.2.1. Función de auditoría.
Si los auditores tienen indicios de la existencia de fraude al realizar su trabajo de
auditoría de sistemas, deben reaccionar inmediatamente para proteger los presupuestos
de la UE y los nacionales. Un procedimiento ya existente y conocido puede facilitar la toma
de decisiones de los auditores al hacer frente a un posible caso de fraude.

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Las medidas existentes y los mecanismos internos de control y supervisión, si


se aplican adecuadamente, deberían reducir la posibilidad de fraude, pero no lo harían
imposible. La frecuencia de las auditorías y una cuidadosa selección de las mismas en
áreas sensibles son un instrumento útil para los auditores. Pueden ayudar a identificar
deficiencias sistémicas en las medidas de lucha contra el fraude y también contribuir a
detectar casos potenciales de fraude. Así pues, las auditorías temáticas son instrumentos
de gran utilidad.
Cualquier auditoría tiene un riesgo inherente de que no se detecten deficiencias
significativas del sistema de control interno, aunque la auditoría se haya planificado y
realizado correctamente. Los auditores deben mostrar probada vigilancia profesional
específica y juicio analítico riguroso, puesto que el fraude incluye acciones llevadas a cabo
para ocultar su existencia, como acuerdos secretos entre varias personas, falsificación de
documentos, ocultación o no presentación de los mismos, de datos o de información.
El escepticismo profesional es un elemento clave. Las pruebas de auditoría deben
ser objeto de una evaluación crítica. Por ejemplo, los auditores deben prestar atención a:
– Las pruebas de auditoría que estén en contradicción con otras pruebas de
auditoría obtenidas;
– Información que ponga en duda la fiabilidad de documentos y respuestas a
solicitudes de información que se vayan a utilizar como prueba de auditoría; y
– Condiciones que puedan indicar un posible fraude (NIA 200, punto A.18).
En caso de que un auditor, basándose en su juicio profesional (de acuerdo con la
definición de la NIA 200), crea que hay indicios de un posible fraude, debe profundizar en
la investigación. Podrá decidir efectuar pruebas y controles complementarios, ampliar el
segmento auditado, etc.
El auditor puede llegar a la conclusión de que el fraude puede afectar potencialmente
al sistema en su conjunto o solo a una parte, o puede llegar a la conclusión de que hay uno
o varios casos potenciales de fraude aislados. En todos los casos, deberá reaccionar con
rapidez e informar a las autoridades pertinentes, teniendo en cuenta todas las circunstancias
que rodean al caso. El auditor, basándose en las pruebas descubiertas, deberá analizar
la situación con rigor y exhaustividad, estructurar las pruebas en que se basa y decidir a
quién informar de ello.
En primer lugar, lo más probable es que las personas adecuadas a las que informar
sean los responsables del gobierno de la entidad auditada, si no hay motivos para pensar
que están implicadas en el asunto. De lo contrario, el auditor deberá notificar el asunto
directamente a las autoridades judiciales, sin perjuicio de la legislación nacional relativa a
la confidencialidad de la información obtenida durante una auditoría.
Los auditores, en su caso, también deben informar a las autoridades nacionales
responsables que deben notificar a la Comisión (OLAF) las irregularidades y los casos de
presunto fraude.
6.2.2. Función consultiva.

Si un auditor llega a la conclusión de que el fraude puede afectar al propio sistema


de gestión, deberá informar a los responsables del gobierno de la entidad, a menos que
puedan estar implicados en el posible fraude. De conformidad con lo dispuesto en el

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artículo 127, apartado 5, letra b), del RDC, debe emitir un dictamen sobre las medidas
propuestas y correctoras, si fueran necesarias. Los auditores pueden tener una contribución
muy importante a este respecto, y sus dictámenes serán especialmente útiles para los
responsables del gobierno de la entidad a la hora de adaptar o corregir las medidas ya
existentes, si fuera necesario.

Como se indica en la sección 6.1.2, los auditores podrán utilizar los informes
elaborados a la hora de realizar sus auditorías para tener conocimiento del ámbito
y determinar los elementos clave que les ayuden a comprender mejor las condiciones
del fraude y los métodos para combatirlo con eficacia. Los auditores también pueden
remitirse a las buenas prácticas identificadas durante las auditorías que no hayan revelado
ninguna deficiencia. Pueden utilizar todas las «lecciones aprendidas» para compartir sus
conocimientos con las partes interesadas.

Los auditores pueden aportar asesoramiento a diferentes niveles. Pueden ayudar a


las autoridades de gestión, a los organismos intermedios y a las autoridades de certificación
a elaborar sus análisis de riesgos, indicadores de alerta; política y medidas de lucha contra
el fraude; formación.

No obstante, el apoyo de los auditores no debe poner en peligro su independencia.


Los auditores no deben formar parte del proceso de toma de decisiones en relación con
ningún documento que tengan que evaluar durante su auditoría.

6.3. Auditorías de operaciones - prevención del fraude.

Los auditores deberán realizar estudios adicionales cuando los problemas


detectados parezcan ser de carácter sistémico y, por tanto, entrañen un riesgo para otras
subvenciones de la misma línea o para otras operaciones del programa operativo. Lo
complementa el artículo 28, apartado 12 del Reglamento Financiero que dice lo siguiente:
«Allí donde se hayan detectado irregularidades o un riesgo de irregularidades, la autoridad
auditora decidirá sobre la base de un juicio profesional, si es necesario auditar una muestra
complementaria de operaciones adicionales o partes de operaciones que no fueron objeto
de auditoría en la muestra aleatoria con el fin de tener en cuenta los factores de riesgo
específicos identificados».

Por lo tanto, la opción de auditar una muestra complementaria puede servir de


instrumento a los auditores para contribuir activamente a la prevención del fraude en los
casos en que se sospecha de la existencia de actividad fraudulenta.

6.3.1. Función de auditoría.

Cuando realicen una auditoría de operaciones, los auditores también podrán:

– Identificar y evaluar todos los riesgos y amenazas internos y externos que puedan
afectar negativamente a la elegibilidad y subvencionabilidad de los gastos o
provocar una irregularidad o fraude;

– Revisar el entorno y el contexto de la entidad auditada centrándose en ámbitos


con un mayor riesgo de fraude, entre otras cosas revisando la información sobre
las partes interesadas, los proveedores, y utilizando instrumentos de análisis de
riesgos (por ejemplo ARACHNE) o herramientas informáticas similares;

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– Identificar posibles conductas fraudulentas; y

– Si fuera necesario, intercambiar información con los servicios encargados de


velar por la aplicación de la Ley (por ejemplo: Servicios policiales, agencias
encargadas de la aplicación de la Ley, la OLAF, etc.) de conformidad con las
normas nacionales, internacionales y de la UE.

6.3.2. Función consultiva.

La función consultiva de los auditores complementa su función de auditoría. Si


los auditores identifican buenas prácticas de prevención al realizar sus auditorías de
operaciones, deben plantearse recopilarlas y compartirlas entre las partes interesadas
pertinentes. Las personas que aplican buenas prácticas en su trabajo cotidiano con
frecuencia no se dan cuenta de la buena calidad del mismo, por lo que es poco probable que
las compartan con otras personas. Los auditores pueden desempeñar un papel esencial
en ese ámbito. Como realizan muchas auditorías, tienen una buena visión de conjunto de
las buenas prácticas, por lo que deberían ayudar a detectarlas y compartirlas.

Los auditores también deben recomendar medidas correctoras cuando detecten


problemas. Las partes interesadas contarían con una recopilación de prácticas fraudulentas
detectadas en el país, o en fondos, regiones, o empresas concretas, y posibles medidas
correctoras o medidas de aplicación muy útiles. Una recopilación de este tipo contribuiría
a difundir el conocimiento compartido basado en auditorías anteriores, incluso entre
autoridades investigadoras y organizaciones que intervengan en el proceso judicial.

6.4. Auditorías de operaciones - detección del fraude.

6.4.1. Función de auditoría.

A la hora de planificar las auditorías, los auditores podrían decidir realizar auditorías
específicas de operaciones basadas en el riesgo de fraude, con el fin de mejorar la
detección del fraude.

La preparación de cada auditoría de operaciones es muy importante. Puede


comprender las siguientes etapas:

– consulta de otros auditores que han estado trabajando en el mismo ámbito;

– comprobación de la existencia de incumplimientos detectados de controles


existentes y utilización de las herramientas de extracción de datos disponibles;

– realización de controles externos utilizando fuentes de datos de internet, de los


ministerios y otras de que se disponga (por ejemplo: ARACHNE o herramientas
informáticas similares);

– contacto con los equipos y organizaciones que participan en la gestión y control


de la ejecución de la operación;

– recopilación de los informes, observaciones y dictámenes disponibles de estos


equipos y organizaciones;

– contactos con los equipos responsables de todos los aspectos de la operación y


de la investigación del fraude;

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– desarrollo y actualización de los conocimientos de las tendencias, resultados de


las investigaciones o nuevos controles implantados relacionados con el fraude,
así como toda prueba de indicadores de fraude;

– comprobación de las relaciones con otras operaciones.

En función de la legislación nacional y de las actuaciones previas a la auditoría, los


auditores podrán considerar la posibilidad de realizar visitas de auditoría sin previo aviso o
con corto plazo, si hubiera motivos importantes de preocupación. También pueden analizar
sus planes con un investigador antes de organizar la auditoría.

6.4.2. Función consultiva.

Como resultado de sus auditorías de operaciones, los auditores adquieren una gran
cantidad de conocimientos generales y técnicos del entorno, condiciones y situaciones en
que puede producirse el fraude. Es muy importante que compartan estos conocimientos.
Para ello, los auditores pueden actuar a distintos niveles.

– Pueden alertar a los legisladores si aparecen periódicamente casos de fraude


por la existencia de lagunas en la legislación.

– Pueden asesorar sobre el desarrollo o enriquecimiento de manuales, directrices


y documentos que pueden ser utilizados por las partes interesadas, incluidas
las autoridades de gestión y de certificación, las autoridades de auditoría, las
unidades de investigación, la policía y las autoridades judiciales.

– Pueden ayudar a desarrollar una política de formación adecuada y los módulos


de formación pertinentes.

La recopilación de prácticas fraudulentas detectadas por los auditores y la elaboración


de un registro a través de herramientas como la Base Nacional de Datos de Subvenciones,
podrían resultar muy útiles para todas las partes interesadas. Las etapas de este proceso
podrían ser las siguientes: tratamiento de la información inicial, identificación de los
indicadores de alerta, identificación de los potenciales comportamientos fraudulentos,
adopción de medidas por los auditores o investigadores, resultados del caso y aplicación
de sanciones. Compartir esta información podría ayudar también a mejorar la coherencia
de las decisiones profesionales adoptadas por los auditores en su trabajo diario.

El sistema podría ser más eficaz si se crearan plataformas estructuradas que


permitieran el intercambio de ideas, información, experiencia y conocimientos entre todas
las partes interesadas.

Estas reuniones profesionales podrían constituir una ocasión para procesar y


compartir las experiencias de auditoría periódicamente.

7.– Supuestos de fraude e indicadores.

La Asociación de Examinadores Certificados del Fraude (ACFE) clasifica los fraudes


en tres tipos, para que las organizaciones puedan identificar qué ámbitos son vulnerables
al fraude:

– La manipulación intencionada de los estados financieros (por ejemplo, la


comunicación incorrecta de los ingresos);

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– Todo tipo de malversación de activos materiales o intangibles (por ejemplo,


reembolsos fraudulentos de gastos);

– La corrupción (por ejemplo sobornos, colusión en procedimientos de licitación,


conflictos de intereses no revelados, desfalcos, etc.).

La Nota informativa sobre indicadores de fraude para el FEDER, el FSE y el FC


(COCF 09/0003/00) presenta los mecanismos de fraude comunes y recurrentes en el
ámbito de los contratos y la contratación pública y en materia de subvenciones.

En el «Compendio de casos anónimos – Acciones estructurales» de la OLAF se


reflejan ejemplos de supuestos de fraude y los indicadores de alerta. Dicha información
puede hacerse extensiva en su mayoría a las subvenciones de carácter nacional.

Esta información se estructura de la siguiente forma:

• Ámbito: El compendio contiene casos investigados por la OLAF en el ámbito de


las acciones estructurales relativas al FEDER, el FSE, el FEOGA ORIENTACIÓN
y el IFOP correspondientes a los períodos de programación 1994-1999 y
2000-2006.

• Clasificación de la irregularidad: El tipo de fraude o irregularidad se clasifica


en categorías, utilizando una lista en función de los siguientes criterios que
pueden afectar a las actuaciones gestionadas mediante subvenciones o ayudas
públicas:

1. Declaración falsa - documentos falsos o falsificados o ausencia de


justificantes.

2. Doble financiación.

3. Conflicto de intereses.

4. Acción no ejecutada, no completada o no realizada de conformidad con las


normas.

5. Infracción en relación con el sistema de cofinanciación.

• Peligro (evaluación global): amarillo — naranja — rojo. Los casos anónimos se


han evaluado por la magnitud de la amenaza que suponen para el presupuesto
de la UE o la reputación de las instituciones de la UE entre los ciudadanos de la
UE y los operadores económicos. La evaluación se centra en:

– el impacto de la irregularidad,

– la dificultad de detectarla o de adoptar medidas preventivas, y

– si existe una pauta recurrente.

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MEDIDAS DE PAUTA IMPACTO EN


PREVENCIÓN RECURRENTE no LOS INTERESES
DEL FRAUDE necesariamente FINANCIEROS O EN LA
ESTABLECIDAS en una medida IMAGEN DE LA UE
específica
Amarillo BAJO Control sistemático Caso aislado Impacto limitado (por
ejemplo, un elemento de
coste subvencionable,
pero inflado)
Naranja MEDIO Control si se Número limitado de Impacto medio (por
identifica un riesgo casos operativos de ejemplo, fraude en
específico la OLAF relación con los importes
de prefinanciación)
Rojo ALTO Inexistencia Número Impacto sustancial (por
de medidas considerable de ejemplo, la totalidad del
preventivas casos operativos de proyecto es falso)
la OLAF

• Descripción del modus operandi (pauta de fraude, irregularidad): Este campo


contiene una descripción anónima de la irregularidad, presunto fraude, actividad
ilegal o corrupción, y de cómo se cometió. Expone información que debe tener en
cuenta el personal financiero a lo largo del ciclo de vida del gasto.

• Vulnerabilidades detectadas: Este campo describe cualquier vulnerabilidad de


los sistemas de gestión o control en el marco nacional, etc. detectada por la
OLAF, que haya permitido la comisión de irregularidades o contribuido a ello.

La consecuencia no es que la OLAF considere que el servicio ordenador o el


Estado miembro deba prever controles adicionales u otras medidas, sino que
señala puntos de vista sobre cómo podrían haberse evitado las irregularidades.

Es responsabilidad del ordenador o del Estado miembro tomar todas las medidas
necesarias y proporcionadas al riesgo.

• Indicadores de alerta («red flags»): Son indicadores que sirven para poner de
relieve situaciones o acontecimientos en que podría haber irregularidades o
presunto fraude.

Unas bases muy estrictas en una convocatoria de propuestas, por ejemplo, podrían
apuntar a una «convocatoria a medida» para un beneficiario concreto. Un gran
número de evaluaciones realizadas por el mismo evaluador, o la existencia de
vínculos entre el evaluador y la organización que solicita la financiación, podrían
apuntar a una situación de conflicto de intereses.

• Recomendación (en su caso): A raíz del análisis de algunos casos o grupos de


casos, la OLAF tiene la intención de realizar recomendaciones específicas o
generales. Varios casos de prevención del fraude podrían estar cubiertos por
una sola recomendación.

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8.– Plan de acción y medidas a adoptar.

8.1. Plan de acción.

En función de los resultados de la evaluación de riesgos y de lo que establezca


la Estrategia Nacional de Lucha contra el Fraude, en cada Plan Anual de Auditorías se
recogerá el plan de acción de lucha contra el fraude, en el que se concretarán las prioridades
y medidas específicas, indicando a qué organismos se asignan, y dar las fechas en que
deben lograrse los objetivos. Las tareas deben dividirse en áreas correspondientes a los
implicados en la estrategia de lucha contra el fraude.

A modo de ejemplo, se indican algunas de las prioridades estratégicas y sus


correspondientes objetivos (lista no exhaustiva) que podrían incluirse en el Plan de
acción:

1. Prevención del fraude:

– Formación de los auditores en prevención del fraude y medidas correctoras.

– Sensibilizar en la detección, prevención y medidas correctivas a las autoridades


responsables de la gestión, ejecución y control de ayudas y subvenciones en
la Comunidad Autónoma de Castilla y León, teniendo en cuenta los recursos
disponibles.

– Intensificar el diálogo con otras Administraciones sobre políticas antifraude e


incrementar la implicación de los responsables políticos en la lucha contra el
fraude.

– Reforzar la capacidad de la Administración regional para evaluar el riesgo de


fraude e intensificar las medidas anti-fraude proporcionando una metodología
concreta para ello.

2. Detección del fraude:

– Proporcionar asesoramiento más proactivo en el trabajo de detección del


fraude por los auditores, incluyendo el uso de herramientas específicas (como
ARACHNE, IMS o BDNS) y asegurarse que los procedimientos y las medidas
son las adecuadas para informar sobre los casos de fraude.

– Proporcionar formación sobre indicadores de fraude y corrupción (red flags),


en particular en materia de subvenciones.

3. Medidas correctoras:

– Sanciones a beneficiarios u otros agentes implicados en los casos de fraude.

– Procedimientos que aseguren la recuperación de los importes irregulares.

8.2. Medidas a adoptar.

Las posibles medidas a incluir en un Plan de acción para una adecuada lucha contra
el fraude desde el punto de vista de los responsables institucionales de la Administración
Pública podrían ser:

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1. El establecimiento de una política de denuncia de irregularidades que incluya


un procedimiento para tratar las irregularidades detectadas y las sospechas de
fraude;

2. El fortalecimiento de la coordinación y la cooperación entre las autoridades


nacionales competentes, en particular en lo que se refiere al intercambio
de conocimientos sobre las modalidades de fraude, así como la mejora de la
coordinación entre Administraciones nacional, regional y europea que evite el
riesgo de doble financiación;

3. El refuerzo de la legislación y las directrices metodológicas;

4. La sensibilización de la opinión pública;

5. El desarrollo de la capacidad de las herramientas de extracción de datos y


calificación de riesgos para ayudar a identificar los factores de riesgo a nivel de
proyectos individuales;

6. El refuerzo de la integridad y la lucha contra los conflictos de intereses en la


gestión de subvenciones;

7. La elaboración de un manual para los funcionarios encargados de la gestión que


les oriente sobre su papel en la lucha contra las irregularidades, el fraude y la
corrupción en el ámbito de la gestión y el control de las subvenciones;

8. El refuerzo del intercambio de experiencias entre las autoridades nacionales y los


socios europeos (la OLAF, las direcciones generales pertinentes de la Comisión,
otros Estados miembros);

9. Iniciativa de transparencia destinada a hacer públicos los nombres de los


beneficiarios de subvenciones, debe incluir los nombres de las empresas que
realizan efectivamente los proyectos (es decir, que reciben los mayores importes
de financiación) en nombre del beneficiario final;

10. Creación de «líneas telefónicas directas» nacionales o regionales para que las
personas comuniquen sus sospechas;

11. Llevar a cabo más (y más eficaces) controles sobre el terreno de los proyectos;

12. Sensibilizar más al personal respecto de los indicadores de alerta y los sistemas
de fraude;

13. Establecimiento de sanciones específicas por irregularidades ocasionadas por


negligencia;

14. Reducción de las amenazas a la independencia de los sistemas de gestión y


auditoría causada por una influencia externa;

15. Imposibilidad de que el beneficiario final presente los gastos realizados en


efectivo; y

16. Mejora y refuerzo de los controles de primer nivel (gestión) incluyendo objetivos
específicos, medibles, alcanzables, realistas y acotados en el tiempo (SMART).

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Medidas concretas de la actividad auditora.

Función de los Prevención del fraude Detección del fraude


auditores
AUDITORÍAS DE SISTEMAS
 Probar y evaluar las medidas  Determinar indicadores de
de lucha contra el fraude fraude.
existentes;  Introducir auditorías de
 Probar y evaluar la respuesta sistemas específicas (auditorías
dada por los órganos gestores horizontales), sobre la base de
ante un posible fraude; los riesgos de fraude.
Función de  Identificar indicadores de alerta  Incluir en el expediente de
auditoría cuando existe riesgo de fraude auditorías de operaciones una
(red flags). ficha que identifique las posibles
 Incorporar a la evaluación de irregularidades y/o sospecha de
riesgos un factor intrínseco fraude.
relativo a las irregularidades y/o
casos o sospechas de fraude
identificadas en auditorías
anteriores.
 Participar y colaborar con la  Comunicar puntos débiles o
IGAE en la elaboración de una deficiencias sin demora a la
estrategia nacional de lucha autoridad competente o, al
contra el fraude, compartiendo menos, tan pronto como sea
sus conocimientos; dar consejos posible;
para mejorar la legislación en  Si procede, elaborar
vigor; recomendaciones para evitar el
Función
 Participar en la formación sobre fraude en el futuro.
consultiva
la base de sus conocimientos y
experiencia.
 Emitir un informe de casos de
irregularidades y/o sospechas
de fraude detectados durante
sus auditorías a efectos de
concienciar sobre el fraude.
AUDITORÍAS DE OPERACIONES
 Identificar y evaluar todos los  Determinar indicadores de
riesgos internos y externos que fraude;
pudieran dar lugar a fraude;  Incluir en el expediente de
Función de
auditoría  Utilizar sus conocimientos para auditorías de operaciones una
identificar los indicadores de ficha que identifique las posibles
fraude; irregularidades y/o sospecha de
 Cooperar con las autoridades fraude.
y con los responsables de
investigar el fraude, facilitando
información, conclusiones y
resultados para mejorar la
prevención del fraude.
 Utilizar su experiencia para  Comunicar los puntos débiles
difundir sus conocimientos o deficiencias sin demora a
a las partes interesadas y la autoridad competente o, al
Función sensibilizar respecto al fraude; menos, tan pronto como sea
consultiva posible;
 Si procede, elaborar
recomendaciones para evitar el
fraude en el futuro.

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III. EVALUACIÓN Y ACTUALIZACIÓN DE LA ESTRATEGIA.

La estrategia regional de lucha contra el fraude debe ser un documento abierto que
se adapte y se actualice de forma continua para tener en cuenta tanto los principales
cambios estructurales como los organizativos que puedan producirse y las tendencias
observadas en las modalidades de fraude.

Por lo tanto, es necesario llevar a cabo una evaluación periódica que garantice que
las acciones emprendidas van por el buen camino y los objetivos van a conseguirse a su
debido tiempo. La evaluación contribuirá a determinar en qué medida se han alcanzado
los objetivos, si el enfoque adoptado hasta la fecha ha demostrado ser el adecuado y si es
necesario actualizar la estrategia.

Debe elaborarse un informe anual para hacer balance de los progresos realizados.
Sería útil considerar si es necesario actualizar la estrategia para garantizar la consecución
de los objetivos fijados.

Al término del periodo objeto de la Estrategia global debe llevarse a cabo una
evaluación final que cuantifique los resultados de la ejecución y siente las bases de la
siguiente estrategia.

La actualización y la adaptación de la estrategia pueden dar lugar a: la actualización


o revisión de los objetivos; la adaptación de los indicadores; la actualización de los plazos;
y la introducción de nuevas medidas o la adaptación de las medidas existentes.

http://bocyl.jcyl.es D.L.: BU 10-1979 - ISSN 1989-8959

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