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Concepto
Un gobierno de facto (de hecho o non de iure) es aquel que, si bien en la práctica
ejerce como tal, no está reconocido oficialmente por alguna norma jurídica. Puede
haber diversos motivos para que exista un gobierno de facto:
El gobierno que se forma tras haber tomado el poder tras un golpe de Estado. En
este caso, durante un tiempo, y hasta que se restablece el orden institucional u otro
gobierno lo reemplaza, el gobierno que se forma está en funciones, y no es oficial.
Por ocupar un vacío de poder. En este caso, el gobierno oficial no es operativo por
algún motivo (exilio forzado, incompetencia, etc) y, por necesidades prácticas, surge
algún sistema de gobierno no oficial que toma las riendas.
Otro sentido del término sería aquel que designa a una persona que ejerce el mando
efectivo del poder aunque oficialmente no tenga un título de gobierno formal.
Origen
Cuando los cónsules, hacia 500 a. C. propusieron el alistamiento de los plebeyos en el
ejército para responder a la amenaza que suponía para Roma la alianza entre los
pueblos del Lacio y los Tarquinos, se encontró con su negativa. Como todo el poder
recaía en los patricios, eran ellos los que poseían las riquezas y a ellos tenían que
acudir los plebeyos para obtener los préstamos con los que subsistir; sin embargo, los
patricios abusaban de las leyes contra los deudores insolventes que permitían al
acreedor incluso hacer esclavo suyo al deudor. No resulta extraño, entonces, que los
plebeyos se negaran a defender con su vida a aquellos que tan mal les trataban, a no
ser que fuera a cambio del perdón de todas o parte de sus deudas. Ante esta situación,
el Senado, para poder repeler al enemigo exterior y satisfacer las demandas de los
plebeyos propuso, por iniciativa de Tito Larcio, el nombramiento de un magistrado
superior a los demás y a las mismas leyes, a lo que el pueblo accedió esperando quizá
algún alivio de la novedad.
Funciones y atribuciones
El magistrado supremo recibía los títulos de dictador y senador del pueblo (dictator,
magister populi) y ejercía su autoridad por espacio de seis meses a lo sumo, período en
el que quedaban en suspenso todos los procedimientos ordinarios, los magistrados,
excepto los tribunos de la plebe, se abstenían en el ejercicio de su jurisdicción y nadie
podía criticar, censurar ni discutir las órdenes del dictador. Para demostrar su superior
magisterio, el dictador marchaba precedido de 24 lictores, frente a los 12 que
acompañaban a los cónsules.
De la traducción del título de "magister populi" como capitán de infantería, por analogía
con el magister equitum que el dictador nombraba como su lugarteniente para
capitanear la caballería, parece inferirse que en un principio el cargo estaba destinado a
hacer frente a crisis militares que difícilmente podían abordarse con el mando conjunto
de los dos cónsules anuales. No obstante, con posterioridad afirman
tanto Cicerón como Claudio que la represión de revueltas civiles también pudo ser una
de las causas por las que se instituyó la dictadura, y aunque ésta no estuviera en su
origen, llegó a ser función del cargo como atestigua, por ejemplo, el nombramiento de
un dictador durante las revueltas causadas por las leyes Licinias (367 a. C.). También
parece que se nombraron dictadores para asuntos menores con ocasión, por ejemplo,
de la celebración de juegos o festivales o la organización de las elecciones al Senado.
Aunque a lo largo del tiempo las atribuciones del dictador se fueron ampliando, entre
ellas se encontraban el hacer la paz y la guerra y condenar a muerte sin posibilidad
de apelación. No podía, sin embargo, disponer del Tesoro Público sin la autorización
previa del pueblo, ni abandonar Italia, y estaba obligado a rendir cuentas de sus actos
tan pronto terminaba en el ejercicio de su autoridad. Además, durante su mandato se
hallaba bajo la vigilancia de los tribunos que conservaban toda su autoridad y que, cabe
esperar, se ocuparían con esmero y escrupulosidad en la tarea de poner coto a la
ambición y prepotencia de los dictadores, especialmente cuando uno de ellos
concentrara en sus manos todos los poderes.
Esta institución fue sin duda alguna de gran importancia y utilidad en los tiempos de
la República, unas veces salvándola de la ruina y otras facilitando grandes conquistas
que sometieron a la Ciudad Eterna pueblos más civilizados que los romanos y cuyos
conocimientos científicos y literarios contribuyeron a dar un fuerte impulso a la
civilización romana. Sin embargo, andando el tiempo, las virtudes cívicas y abnegación
de los primeros dictadores cedieron ante la corrupción de las costumbres y las
ambiciones desenfrenadas de poder convirtiendo la dictadura en instrumento de tiranía
en la persona de Sila y obrando la transformación de la República en Imperio en la
persona de Julio César.
Magister equitum
Junto con el dictador había siempre un magister equitum ("maestro de Caballería"),
para servir como oficial de más alto rango del dictador. El nombramiento de los magister
equitum se dejaba a la elección del dictador, a menos que
el senadoconsultoespecificase, como a veces era el caso, el nombre de la persona que
iba a ser nombrada. El cargo derivaría en Condestable.
El dictador no podía ejercer sin un magister equitum que le asistiera, y, en
consecuencia, si el magister equitum fallecía durante los seis meses de la dictadura,
tenía que ser designado otro para sustituirlo. Al magister equitum se le concedía
el imperium de un pretor, por lo tanto estaba sujeto al imperium del dictador pero, en
ausencia del dictador, se convertía en su representante y ejercía las mismas funciones
que el dictador. El imperium del magister equitum no estaba considerado como superior
al de un cónsul. Se solía considerar necesario que la persona que iba a ser nombrada
magister equitum debía previamente haber sido pretor, pero no era requisito
indispensable. En consecuencia, el magister equitum tenía las insignias de un pretor:
la toga praetexta y una escolta de seis lictores. El magister equitum fue originalmente,
como su nombre indica, el comandante de la caballería, mientras que el dictador estaba
a la cabeza de las legiones: la infantería. Cuando el dictador finalizaba el periodo de su
magistratura, el maestro de caballería cesaba inmediatamente.
Los dictadores podían ser plebeyos desde el 398 AUC, pero si era plebeyo el jefe de la
Caballería debía ser patricio. Los jefes de la Caballería (magister equitum) pudieron ser
plebeyos desde el 386 AUC, pero si era plebeyo el dictador, caso de haberlo, debía ser
patricio. De esta manera las dos principales magistraturas excepcionales no podían ser
monopolizadas por ninguno de los estamentos.
Dictadores
Entre los dictadores de Roma figuraron Tito Larcio, Cincinato, Camilo y Papirio, todos
los cuales dimitieron del cargo antes de que expirase el plazo máximo que señalaba la
ley. Lucio Cornelio Sila modificó el plazo máximo y se hizo nombrar dictador de forma
indefinida, aunque a los dos años dejó voluntariamente el cargo. Sin embargo, el cargo
de dictador sufrió mucho tras los abusos que Sila cometió contra sus adversarios
políticos. Julio César, tras ganar la guerra civil, se hizo nombrar dictador vitalicio, y la
animadversión que eso produjo en la sociedad republicana llevó a su asesinato.
Fin de la dictadura
Dado que la dictadura representaba la autoridad suprema de Roma, era el mecanismo
natural mediante el que se podían fundar las monarquías. Con el ostensible propósito
de evitarlo, Marco Antonio promulgó una ley aboliendo esta forma de gobierno. Más
adelante, César Augusto, el heredero de César, logró un poder similar aunque huyendo
del cargo de Dictador, que no volvió a ser ocupado por nadie.
GOBIERNOS DE FACTO EN BOLIVIA