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JUEVES 14/03
Clasificación de las costumbres. Modo de prueba y carga de la prueba. Casos de jurisprudencia
costumbre internacional
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que aquélla es coercible, se puede obligar a otro a obedecerla, en tanto que los usos sociables no son
coercibles. Esto se puede trasladar mutatis mutandi al DIP.
En el fallo la CIJ admite la existencia de costumbres formadas en un lapso relativamente corto, aún muy
breve siempre que la práctica que les da base haya sido frecuente y prácticamente uniforme.Los tratados
de codificación y los textos de resoluciones normativas de la ONU pueden producir, respecto a la
costumbre, tres efectos:
1. uno declaratorio de una costumbre ya existente a la que aporta una expresión escrita,
2. otro que cristaliza una costumbre naciente, cuyo proceso de maduración como regla consuetudinaria
es llevado a término mediante la elaboración, la negociación y la adopción del tratado, de forma que
la regla consuetudinaria y su reflejo codificado terminan su recorrido al mismo tiempo
3. y un tercer efecto generador de una nueva costumbre.
Delimitacioó n de la plataforma continental entre Alemania y Dinamarca, por un lado, y por otro entre
Alemania y Paíóses Bajos. Las partes decidieron que sea la CIJ la que determine los principios y normas
del DI aplicables y que delimitara el territorio sobre esa base.
FALLO: Rechazoó la alegacioó n de Dinamarca y Paíóses Bajos de que esas delimitaciones debíóan hacerse
con arreglo al principio de equidistancia, art. 6 de Conv de Ginebra sobre la Plataforma Continental de
1958:
1. Alemania no habíóa ratificado la Convencioó n por lo que no estaba obligada.
2. El principio de equidistancia no era consecuencia necesaria del concepto de plataforma continental
ni era una costumbre internacional:
- El principio de equidistancia previsto en el art. 6 de la Conv de Ginebra sobre P.C. establece que eó ste
se encuentra supeditado a la obligacioó n primaria de efectuar la delimitacioó n por acuerdo entre los
Estados.
- El propio art. 6 no generoó per se una costumbre internacional por varias razones: la cantidad de
Estados que ratificaron o adhirieron no era suficiente, los Estados en general ni los del caso actuaron
en base a este principio convencidos de su obligatoriedad por ser una costumbre internacional.
Finalmente, las pruebas no eran concluyentes para demostrar que fuera una costumbre.
3. Resolvioó que las líóneas de delimitacioó n entre las partes del Mar del Norte debíóan trazarse por
acuerdo entre las partes y con arreglo a principios de equidad, pero que la Corte no lo decidiríóa en
base al principio ex aequo et bono.
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Respecto de los sujetos, las costumbres se originan principalmente entre Estados, pero también los
organismos internacionales pueden participar en configurarlas, sobre todo en cuanto a sus prácticas
internas.
Hechos: Asilo concedido en 1949 por el Embajador de Colombia en Lima al dirigente de un partido
políótico PERUANO VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE.
1948: rebelioó n militar en Peruó . El dirigente es perseguido por ser considerado como instigador y
dirigente de la misma.
Fue procesado y acusado de rebelioó n militar.
1949: se asila en la Embajada de Colombia en Lima. Poco antes una junta militar habíóa tomado el
poder en Peruó y publica un decreto que preveó el establecimiento de consejos de guerra para juzgar
casos de rebelioó n, sedicioó n y motíón. Esto no se le aplica a Haya de la Torre. Mientras tanto, Peruó estaó en
estado de sitio.
El Embajador colombiano notifica del asilo y pide a Peruó que el asilado pueda abandonar el paíós
(extradicioó n). Informa ademaó s que califica a Haya como “refugiado políótico”.
El Gobierno de Peruó denegoó el pedido de extradicioó n y negoó la calificacioó n de refugiado políótico,
alegando que Haya de la Torre habíóa cometido delitos comunes y no podíóa beneficiarse del asilo. No se
pusieron de acuerdo los gobiernos de Peruó y Colombia y decidieron someterlo ante la CIJ.
Fallo:
1. Colombia no teníóa derecho a calificar unilateralmente y de modo obligatorio para Peruó la íóndole
del delito. Es decir, no porque Colombia dijera que era refugiado políótico debíóa serlo.
JUSTIFICACIOÓ N: Analiza los Tratados invocados por Colombia.
- El acuerdo Bolivariano relativo a la extradicioó n se limita a reconocer en un artíóculo al asilo, pero
en verdad fija las normas para la extradicioó n. Conclucioó n: no pueden aplicarse las reglas de la
extradicioó n al asilo diplomaó tico porque son temas totalmente distintos.
- La Convencioó n de La Habana no reconoce el derecho ppara calificar unilateralmente (ni de forma
explíócita ni implíócita).
- La Convencioó n de Montevideo, relativa al asilo políótico no puede aplicarse a Peruó porque no ha
sido ratificado.
-Derecho internacional americano: Colombia no pudo probar que existiera regional o localmente,
un uso constante y uniforme de calificacioó n unilateral como un derecho del Estado de asilo y una
obligacioó n para el Estado territorial.
CONCLUSIOÓ N: Colombia no era competente para calificar la naturaleza del delito mediante la
decisioó n unilateral y definitiva de obligar a Peruó . La claó usula sobre asilo de Conv de la Habana soó lo
era aplicable si el E territorial pedíóa que el hombre abandonara el paíós. Solo asíó podríóa pedir el
Embajador el salvoconducto para que abandone el paíós. Esto no ocurrioó con Peruó , que queríóa
juzgarlo.
2. Peruó no estaba obligado a expedir un salvoconducto al asilado que le permitiera abandonar el
paíós.
3. Rechazoó la tesis de Peruó seguó n la cual Haya de la Torre estaba acusado de delitos comunes: la
uó nica acusacioó n era por rebelioó n militar, lo que no constituye un delito comuó n.
JUSTIFICACIOÓ N: Peruó pide que se declare que el asilo se otorgoó en violacioó n a la Convencioó n de La
Habana, toda vez que se lo acusaba de un delito comuó n y no políótico y que ademaó s no habíóa la
urgencia que es necesaria para justificar el asilo.
La Corte rechaza que sea delito comuó n porque se trata de rebelioó n militar.
Auó n asíó, no hay urgencia en tanto entre la rebelioó n y la concesioó n de asilo pasaron tres meses.
El peligro de Haya era en realidad enfrentarse a un proceso judicial.
El solo hecho de ser acusado por delitos políóticos no da derecho a asilo.
En Peruó en ese momento habíóa garantíóas judiciales.
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Convencioó n de La Habana: bajo el principio de no intervencioó n, o sea, no puede sacar a acusados
por delitos políóticos de la justicia nacional.
4. Las condiciones necesarias para poder conceder el asilo de conformidad con los tratados
pertinentes no se daban cuando el Embajador acogioó a Haya.
CONDICIONES: inminencia o persistencia de un peligro para la persona del refugiado. En este caso
el peligro es enfrentar a la justicia ordinaria por el delito de rebelioó n (políótico), o sea, no se da el
requisito. Darle asilo significaríóa darle impunidad.
5. Seguó n la Convencioó n de La Habana, no puede imponerse el asilo al proceso presentado ante las
autoridades judiciales que funcionan conforme a la ley.
CONCLUSIÓN: no puede asilarse a una persona acusada ante las autoridades judiciales que funcionan
conforme la ley, cuando ademaó s no hay para la misma urgencia frente a un peligro inminente o
persistente.
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JUEVES 28 DE MAZO
ACTOS UNILATERALES – TEORIA Y JURISPRUDENCIA
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Gobierno Real Danés respecto de la soberanía sobre la totalidad de Groenlandia... no
encontrarían dificultades por parte de Noruega”.
El problema de la soberaníóa de Groenlandia se remonta a su vez a 1815, cuando el Reino de Dinamarca
y Noruega se dividioó en dos, y el territorio de Groenlandia comenzoó a ser disputado por los dos nuevos
reinos. La situacioó n de la enorme isla no alcanzoó faó cil resolucioó n y Dinamarca tuvo que acudir a la
Corte Permanente de Justicia Internacional (tribunal ya extinto que fue creado por la Sociedad de las
Naciones y al que sucedioó la actual Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya). En su
demanda contra Noruega, Dinamarca pidioó a la CPJI que declarase invaó lida una declaracioó n de
Noruega del 10 de julio de 1931, por la cual tomaba posesioó n de la parte oriental de la gran isla.
Dinamarca ya poseíóa colonias a lo largo y ancho de Groenlandia y reclamoó el ejercicio de soberaníóa
plena, aduciendo que no se la podíóa dividir en dos, pues los tratados internacionales reconocíóan a la
isla “como un todo” desde 1814. El Gobierno daneó s adujo tambieó n que demostroó permanentemente la
voluntad e intencioó n de ejercer soberaníóa en toda la isla, al punto que otorgoó concesiones para el
ejercicio del comercio y emitioó legislacioó n sobre la extensioó n del mar territorial, situaciones que eran
de perfecto conocimiento de Noruega y de otros Estados.
La CPJI emitioó su sentencia en 1933 acogiendo los argumentos de Dinamarca y las pruebas que aportoó
para demostrar la plena posesioó n y soberaníóa de Groenlandia. Una de las pruebas que maó s peso tuvo
para la Corte fue precisamente la declaracioó n del Ministro noruego formulada despueó s de concluida la
Primera Guerra Mundial (22 de julio de 1919) ante el Embajador de Dinamarca, a quien en una
entrevista le ratificoó que el Gobierno de Noruega no representaríóa dificultad alguna en la resolucioó n de
dicho asunto, refirieó ndose asíó explíócitamente al pedido del embajador de no objetar las pretensiones
soberanistas de su paíós. El propio canciller Ihlen labroó un acta de esa reunioó n y la suscribioó .
La prueba fue tan contundente que la Corte emitioó el siguiente razonamiento en su sentencia: “Una
declaracioó n unilateral en forma de promesa hecha oralmente por el Ministro de Relaciones Exteriores
de un paíós al ministro de otro, en nombre de su Gobierno y en respuesta a un pedido del representante
diplomaó tico de un gobierno extranjero, cuando ha sido registrada en una minuta de la conversacioó n,
con las iniciales del autor de la misma y su autenticidad y exactitud ha sido admitida por el Gobierno
cuyo ministro la ha hecho, es internacionalmente obligatoria”.
Desde entonces, la Declaracioó n Ihlen es asumida como un caso importante que dio lugar a la
jurisprudencia internacional a los efectos de interpretar la validez juríódica de los actos o declaraciones
unilaterales de los representantes de un Estado. Sin embargo, para que una declaracioó n produzca por
síó sola y sin necesidad del concurso de la voluntad de otros sujetos un efecto de creacioó n de una
obligacioó n de caraó cter internacional, deben concurrir ciertas condiciones, como el de la voluntad no
viciada, la publicidad o notoriedad y que emane de una persona que por el cargo que ostenta
representa las relaciones internacionales de un determinado paíós (Jefe de Estado o ministro de
asuntos exteriores). Ademaó s, la jurisprudencia sobre actos unilaterales se ha enriquecido a partir del
caso Ihlen con fallos de la CIJ como el de Ensayos Nucleares de Francia en el Pacíófico (1974) y la
Controversia Fronteriza entre Burkina Fasso y Mali (1986)
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- Francia se defiende diciendo que (declaro) la producción de materia radioactiva era mínima y
que el alcance a Australia y Nueva Zelandia era mínimo y no nocivo para la salud. Y además |
Francia alega que el conflicto no competía a la corte y que los ensayos no violaban el Derecho
Internacional y anuncia nueva manera de ensayos y pronto fin al experimento.
Fallo - Principalmente los hechos fue que Francia en 1966 a 1972 realizo pruebas atmosfeó ricas con
armas nucleares en su centro de experimentacioó n del pacifico sur. El fallo que se dio en el caso de
los ensayos nucleares (por parte de Nueva Zelandia contra Francia) fue por 9 votos en contra y
6 declararon que carecía de objeto por lo tanto no tenían que dictaminar al respecto, porque el
objeto de la demanda esta abstracto porque Francia se obligo públicamente a terminar con
estas prácticas. Es asíó que tenemos la BUENA FE DE FRANCIA, la corte dice que no tiene que
fallar, que no es necesario hacerlo.