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FICAYA
Ingeniería Agroindustria
Fecha: 1/07/2019.
Es uno de los temores más recurrentes cuando se habla de seguridad alimentaria: los
“químicos” –ese concepto que abarca prácticamente todo y que da tanto miedo a
algunos– que pueden pasar del envase a la comida. Un reciente artículo de OCU –
Organización de Consumidores y Usuarios– lanzaba la pregunta al aire con la
consiguiente dosis de advertencia sea cual sea la respuesta: ¿nos comemos los tóxicos
de los envases? La buena noticia es que en general podemos estar tranquilos con
nuestros tuppers, botes y demás, pero es cierto que merece la pena aclarar algunas ideas
sobre la migración entre envases y alimentos. (Vanguardia, 2018)
Es uno de los temores más recurrentes cuando se habla de seguridad alimentaria: los
“químicos” –ese concepto que abarca prácticamente todo y que da tanto miedo a
algunos– que pueden pasar del envase a la comida. Un reciente artículo de OCU –
Organización de Consumidores y Usuarios– lanzaba la pregunta al aire con la
consiguiente dosis de advertencia sea cual sea la respuesta: ¿nos comemos los tóxicos
de los envases? La buena noticia es que en general podemos estar tranquilos con
nuestros tuppers, botes y demás, pero es cierto que merece la pena aclarar algunas ideas
sobre la migración entre envases y alimentos. (Vanguardia, 2018)
Los “químicos” son uno de los temores más recurrentes cuando se habla de seguridad
alimentaria
Algo que abre las puertas a otro de los grandes temores: la toxicidad acumulada. Es
decir, las pequeñas dosis que podrían llegar a los alimentos son inocuas, pero se
desconocen los efectos de la suma a lo largo de los años y hay quienes incluso lo
relacionan con el aumento de probabilidades de padecer cáncer o problemas de
infertilidad. (Vanguardia, 2018)
Explicado así da bastante miedo. ¿Es para echarse a temblar?, le preguntamos a Lluis
Riera, de la empresa de seguridad alimentaria SAIA. Ni mucho menos, nos asegura
antes de enumerar todos los matices que este tipo de alarmismos muchas veces pasan
por alto. (Vanguardia, 2018)
Hay estudios que afirman que hay sustancias que pueden ser perjudiciales que pueden
migrar del envase al alimento, entendiendo por “migración” el paso de compuestos
químicos de estos envases a los alimentos que contienen. La seguridad toxicológica
debe garantizar que ninguna de las cualidades del alimento debe verse alterada a causa
del envase.
Hay algunos alimentos más susceptibles de ser contaminados que otros, como:
EL VIDRIO:
Dentro de los más seguros, se destaca el vidrio. Y entre la variedad de vidrio que hay, se
señala los vidrios bolosilicatos y sódico-cálcicos como los indicados para el envase
independientemente del contacto con el alimento ya que aguantan bien la esterilización
y cocción. En cambio el cristal está más indicado para artículos de uso doméstico que
puedan tener un breve contacto con los alimentos. El vidrio es estable químicamente y
no se descompone en sustancias químicas. De hecho se recomienda que se caliente la
comida en microondas en un envase de vidrio y de cerámica. (Dietético, 2017)
Lo malo del vidrio es el lubricante que se emplea una vez fabricado el envase para
procurar el deslizamiento entre ellos. (Dietético, 2017)
EL ALUMINIO:
Uno de los materiales más usados para envasar alimentos es el aluminio. Confiere
ventajas importantes a considerar, como proteger el alimento de la luz, la humedad, el
oxígeno y la contaminación. Sin embargo en algunos países como Alemania, Francia,
Bélgica y Reino Unido se está limitando su uso por la migración de sustancias que
pueden suponer un riesgo para la salud. Según un estudio de la Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria un alimento en contacto con un recipiente o papel de este
material puede aumentar su aporte de este mineral, sobre todo los alimentos ácidos.
(Dietético, 2017)
El aluminio es soluble en medios ácidos y podrían erosionar la lata, de ahí que se diga
también que las latas abolladas pueden conferir mayor cantidad de aluminio al alimento
y en ese caso, deben desecharse. Hay estudios que demuestran que la cerveza enlatada
aumenta la cantidad de aluminio con el tiempo. También hay otros estudios que dicen
que en refrigeración esta cantidad de metal en el alimento es menor. (Dietético, 2017)
LA HOJALATA:
Normalmente los envases de hojalata suelen tener una cobertura de estaño que evita la
erosión externa e interna. Sin embargo el estaño puede tener impurezas, por eso es
necesaria la aplicación de un barniz atóxico. Cuanto más agresivo es el alimento, mayor
ha de ser la capa de revestimiento. Aunque el estaño crea una capa que protege al
alimento del proceso oxidativo, hay otros alimentos que no requieren de recubrimiento
interno del envase, como aquellos con alto contenido en ácido. Podría producirse una
corrosión debajo de la película de barniz. (Dietético, 2017)
EL PLÁSTICO:
Aquí hay que hacer una distinción entre el PVC y el polietileno (presente en la mayoría
de los envases de plástico).
Habremos observado que en las botellas de plástico, así como en tupper y otros envases
del mismo material, suele aparecer un triángulo y un número. Cuando aparece el 1, 2, 4
y 5 sabremos que no debemos reutilizarlas, pero que el material es seguro; en cambio, el
3, 6 y 7 deben evitarse: los que van con un 3 son de PVC; los que van con un 6 son de
polietileno; los que van con un 7 son de policarbonato y otros plásticos no reciclables.
(Dietético, 2017)
EL PAPEL Y CARTÓN:
EL BISFENOL (BPA):
He dejado para el final este último material por todos los estudios que se han generado
contra él. El bisfenol se utiliza para fabricar plásticos duros y ligeros que sirven de base
para la fabricación de latas de bebidas y alimentos, empastes, cristales de gafas, CDs,
recibos de compra y extractos bancarios y biberones. El Centro de Estudios para el
Control y Prevención de Enfermedades afirmó que más del 90% de los estadounidenses
tienen en el organismo trazas de este producto, aunque bajo el límite de la dosis diaria
recomendable. (Dietético, 2017)
El grupo poblacional más sensible son los niños de entre 3 y 10 años, ya que el
consumo de alimentos en contacto con el bisfenol es alto en relación a su peso corporal.
De hecho en países como Francia y España se ha prohibido el uso de este material en la
fabricación de materiales que estén contacto con alimentos para niños. Entre los efectos
nocivos para la salud relacionados con el bisfenol se pueden destacar: mayor riesgo de
obesidad, cáncer, arterias más estrechas, diabetes, infertilidad, problemas dentales y
problemas neurológicos y de comportamiento. La Agencia de Alimentos y
Medicamentos de EEUU ha lanzado 5 recomendaciones para disminuir la exposición
del consumidor al bisfenol: (Dietético, 2017)
Bibliografía
Dietético, T. R. (26 de febrero de 2017). Recuperado el 1 de julio de 2019, de
https://turincondietetico.wordpress.com/2017/02/26/que-toxicos-transmiten-los-
envases-a-los-alimentos/T