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Luego el documento ofrece una lectura del Contexto del 2018 en el que se busca salir de la
versión, que es bastante cómoda para la izquierda, donde Piñera solo trae malestar para la
población y quiere eliminar las garantías sociales del “legado de Bachelet”. Se considera que
muchos elementos de su programa (con el que salió electo) representan profundizaciones
de soluciones neoliberales que componen el “legado de Bachelet”, por lo que la manera de
enfrentarlas va a requerir más contenido que el que se plantea desde el progresismo.
Luego se hace una lectura sobre ¿Qué rol le cabe al Movimiento Autonomista? donde nos
hacemos cargo de que ocupamos un rol de liderazgo que debemos asumir con
responsabilidad e iniciativa, a la vez que se analizan las características que esta iniciativa
debería tener. Por último, se invita a discutir sobre propuestas para concretar esto durante
el año, ante lo que creemos que va a ser un aporte tener un Congreso por una Nueva
Educación con características que nos ayuden a cumplir los objetivos ya planteados, de
momento se propone que sea participativo, contingente y movilizador.
Diagnóstico
Desde los inicios del periodo de transición a la democracia hasta ahora hemos vivido ciclo de
movilizaciones sociales que ha tenido diversas expresiones. Dentro de ellas destaca el
movimiento estudiantil, el cual se ha consolidado como uno de los actores con mayor
continuidad a lo largo de este proceso desde las movilizaciones pingüinas del 2006, las
masividad no antes vista del 2011 y la estela de movilizaciones que ha producido esa
experiencia desde entonces.
Este movimiento ha dejado grandes aprendizajes para el mundo social. Dentro de ellas
destaca la capacidad de poner temas en la agenda pública desde la movilización social y que
es posible movilizar el malestar que ha generado el Chile neoliberal. No obstante, también
nos ha dejado como lecciones, como que es posible desarticular a los movimientos sociales
desde las instituciones y que la capacidad de movilización es algo que requiere mucho más
que convicción, requiere “hacer sentido” y aprovechar las características del momento
político.
Desde el 2012 hasta la fecha hemos caído en la “profecía del 2011” que durante muchos
años consistió en que movilizando y exigiendo una reforma que se hiciera cargo del
problema se podía conectar con el gran conjunto de la población y hacerse cargo de los
grandes dolores de la sociedad en su conjunto. No obstante, la profecía no se cumplió y
durante años el movimiento estudiantil ha pecado de conservadurismo al negarse a cambiar
de rumbo ante un camino ya conocido que consiste en movilizar durante el primer
semestre, generar pautas de discusión y volver a impulsar los contenidos de la “fórmula
secreta”: gratuidad, fin al lucro, marco regulatorio, entre otros.
El ciclo de reformas de la Nueva Mayoría que está terminando nos debe dejar grandes
lecciones para el nuevo ciclo que viene. La primera tiene que ver con que la institucionalidad
tiene distintas formas de procesar los conflictos sociales. Esta lección que tuvo el
movimiento estudiantil del 2006, y que el del 2011 pareció haber superado al imponer su
agenda pública, se vio materializada cuando desde el ejecutivo en vez de iniciar un acuerdo
se instala una agenda de reformas que permite tecnificar, dividir y resignificar el conflicto.
La tecnificación permite legitimar la iniciativa del gobierno a la vez que hace entrar al
movimiento en esa disputa, donde deja de importar el “hacer sentido” o la capacidad de
solucionar los problemas. Esto termina haciendo que el movimiento estudiantil se distancie
de sus bases y de los problemas que supo interpretar alguna vez.
A fines del 2017 las elecciones representan una disputa por la interpretación del malestar,
dentro de las cuales el Frente Amplio surge como una explicación desde la movilización
social, con lo que el cerco institucional de la transición parece ceder ante la iniciativa
política. No obstante, no queda clara la relación que el Frente Amplio tendrá con los
movimientos sociales, hace falta una lectura de porqué la propuesta de Piñera supo
interpretar el malestar (en base a trabajo, familia y crecimiento) y si el hecho de que el FA
entre en la institucionalidad termina siendo un avance para las demandas del mundo social.
Estos aprendizajes serán los más relevantes del nuevo ciclo político que comienza.
Este nuevo ciclo político no será similar al que dio origen al 2011, y con esto queremos
plantear de forma explícita que el hecho de tener a Piñera en frente no va a resolver las
debilidades que actualmente tenemos. Hacerse cargo de estas es un desafío que debe
plantearse cualquier esfuerzo responsable que busca ofrecer conducción al movimiento
educacional.
Es más, dentro de la agenda que este gobierno va a impulsar en educación nos encontramos
con una ampliación del concepto y la cobertura de la gratuidad a CFT e IP, además de la
posibilidad de incrementar la gratuidad en Universidades según el crecimiento económico.
Una agenda de este tipo no puede ser leída sino como una profundización del “legado de
Bachelet”, la cual busca conectar conectar con el problema de endeudamiento que tienen
cientos de miles de chilenas y chilenos. Por lo que acá se presenta la primera necesidad: No
se puede generar movilización desde lo educacional si no se establece un proyecto que,
conectando con necesidades sentidas de la población, sea capaz de anteponerse a las
soluciones neoliberales, incluso las que forman parte del “legado de Bachelet”.
A fin de cuentas, el modelo de segregación en educación superior sigue vigente, incluso con
la gratuidad. Lo que hacen las soluciones neoliberales es que alivian el endeudamiento, lo
que atiende al dolor que siente la población, pero mantiene el sistema de segregación y
provisión privada que es el que estructuralmente nos convierte en consumidores de
educación.
En el mundo social por otro lado, nos encontramos con un movimiento estudiantil bastante
desarticulado en todos sus niveles y donde es muy probable aparezca con fuerza la idea de
que este es un escenario tipo 2011, ante el cual, nuevamente, hay que aplicar la receta
mágica, esta especie de “profecía 2011”.
Una de las ideas a transmitir en esta ponencia es que no existen recetas mágicas ni profecías
que se hagan cargo del estado actual, y es en este contexto donde debemos salir a proponer
un plan que nos permita construir movimiento social y articulación, logrando ser oposición a
las políticas neoliberales y trazando un camino de salida de ellas. Ese camino de salida
incluye reconstruir el tejido social, recuperar lo público para las comunidades y proponerle a
la gente un país con derechos sociales en contraposición al neoliberalismo con rostro
humano (y a veces ni tan humano).
Objetivos
El plan que buscamos para este 2018 debe hacerse cargo de estos 3 objetivos:
Debemos ser profundamente críticos con nuestros espacios de organización. ¡Hoy en día
hay problemas! Hay una crisis de representación, diferencia entre bases y dirigentes, nuevas
generaciones que no se conectan con la “estela del 2011”. Es un escenario distinto y los
nuevos actores deben tomar sus propias decisiones, incluso contrariando las de la “receta
2011” si es necesario. Un desafío fundamental para este ciclo político es generar una
apertura que nos permita integrar a nuevos sectores del conflicto. Si no somos capaces de
conectar el movimiento con CFTs e IPs, será Chile Vamos quién los convoque en lo que
viene.
Hay Universidades Privadas que están cerrando porque el negocio se hace poco rentable,
los colegios municipales cada año disminuyen su matrícula y entregan educación con la que
no se puede entrar a la Universidad y la desigualdad sigue siendo la tónica del sistema. En
resumen, la educación de mercado sigue causándole estragos a mucha gente en nuestro
país y nuestro deber es mostrarles que una solución es salir de la lógica neoliberal.
Además es necesario repensar cuál es el rol que tiene el movimiento por la educación
dentro del movimiento social. Hoy en día existen diversos actores emergentes que se
movilizan de forma esporádica y articulan nuevas formas. El movimiento estudiantil debe
proponer una forma de articularse con estos procesos que buscan otro modelo de sociedad.
Además, Movimiento Autonomista tiene el deber de marcar la pauta sobre lo que será el
espacio social del Frente Amplio, sobretodo en educación. Esto implica que debemos ser un
esfuerzo que genere contenidos, que busque ampliar la base social y sea capaz de poner el
Frente Amplio a disposición de la lucha social.
Además, un buen proceso de articulación del sector educacional durante el 2018 podría
servir para afianzar las confianzas del mundo social con el Frente Amplio y con Movimiento
Autonomista en particular, lo que permitiría ir concretando la nueva forma de hacer política.
Para que esto no sea nuevamente (como dice la famosa receta) un acuerdo entre las
cúpulas que acuerden un petitorio, necesitamos proponer un nuevo mecanismo. El
problema no es que los acuerdos cupulares sean malos en esencia (o tal vez sí), sino que si
queremos integrar a nuevos actores a la discusión que no están constituidos (CFT, IP, ITP,
bases desarticuladas, etc…) necesitamos un mecanismo de apertura. Este congreso debe
sacudir la orgánica educacional y movilizar nuevos sectores, aunque hoy en día no estén
articulados.
Queremos que este congreso sea participativo, donde podamos usar las nuevas tecnologías
para orientar la discusión de manera centralizada, pero ampliarla de manera
descentralizada. La idea es que en cualquier institución educativa de Chile se pueda
participar de este congreso y que sirva para generar una nueva red que nos convoque. Es
necesario que diversos movimientos y organizaciones sociales puedan ir generando
documentos y dar aportes a las discusiones que vayamos teniendo.
Queremos que este congreso sea contingente, que de manera centralizada podamos ir
poniendo sobre la mesa las cosas que vayan ocurriendo mientras este se realice, siendo un
congreso conectado con la realidad. A la vez que existan debates de personajes influyentes
que permitan aumentar la discusión interna. También buscamos un carácter cultural, que
diversos artistas puedan mostrar su apoyo a esta causa y generar impacto mediático.
Queremos que este congreso sea movilizador, que durante el transcurso de este congreso
se propongan acciones a las unidades congresales (¡ucones otra vez!) para intervenir sus
territorios, difundir ideas y a la vez ir construyendo encuentro social y movilización.
Firmas:
Alfonso Mohor - Presidente FECh
Katty Lilay Adasme - Vicepresidenta FEUTAL
Catalina Castillo - Vicepresidenta FEPUCV