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FERVOR DE BUENOS AIRES: JORGE LUIS BORGES Y LA NOSTALGIA

JOSÉ EDUARDO LIMA ÁGUILA

Al pensar en las vanguardias artísticas, suelen surgir conceptos e ideas propias de la

modernidad o asociadas a ellas: rapidez, urbanidad, futuro, progreso, desarrollo, dejar atrás

lo viejo, la novedad, lo cosmopolita. Entonces, encontramos un libro como Fervor de Buenos

Aires, escrito por alguien que ha pertenecido a una vanguardia, el ultraísmo, y en el cual

varias de estas ideas asociadas a las vanguardias están ausentes en la composición de los

poemas, cuando no en franca oposición a las mismas.

La familia de Jorge Luis Borges viaja en 1914 a Europa, cuando éste tenía alrededor

de 15 años, con la idea de tratar la ceguera de Jorge Guillermo Borges, padre del escritor.

Comienza la Primera Guerra Mundial, que parece no afectar en demasía a la familia Borges.

El joven autor realiza sus estudios y en 1919, ya concluido el fragor bélico, se trasladan a

Barcelona y al año siguiente a Madrid, donde Jorge Luis, ya en la veintena de años de edad,

entrará en contacto con el ambiente literario de la región y formará parte del movimiento

ultraísta. De regreso a Buenos Aires, en 1921, abandera el ultraísmo en un manifiesto que

publica en la revista Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi, que dotará al movimiento, de

acuerdo a Amelia Barili (68), de un programa y condensando los rasgos de estilo del mismo.

Entre estos rasgos destacan la “reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora”

(Barili 68), eliminando así lo que denomina “adjetivos inútiles”. Esto es contario al estilo que

Borges trabajó en su prosa en la misma época, de acuerdo con Jaime Alazraki, para quien
“todos o casi todos los rasgos distintivos de la prosa manierista aparecen en la prosa del

primer Borges”.

El regreso de Borges a su tierra natal y causa en él una honda impresión, dando lugar

a un proceso de búsqueda de identidad. Los poemas de Fervor de Buenos Aires son parte y

resultado ese proceso complejo y sumamente peculiar de aquellos que han estado alejados de

su lugar de origen por un tiempo. En el poema “La vuelta” se expresa esta búsqueda, este

afán de encontrarse con la tierra natal:

Al cabo de los años del destierro

volví a la casa de mi infancia

y todavía me es ajeno su ámbito. (38)

La voz lírica anhela el reencuentro no sólo físico, sino espiritual con su tierra, que ésta vuelva

a ser parte de su vida cotidiana, del paisaje que ve todos los días.

José Emilio Pacheco, en un libro publicado a partir de las conferencias que dio en El

Colegio Nacional por el centenario del autor argentino, señala que Borges “no muestra interés

por esa capital en que se impone la modernidad grata a otros vanguardistas […] La ciudad

que le gusta recorrer a pie y de la que quiera apropiarse en sus poemas es el lugar de las

orillas, los barrios que limitan con la llanura” (63). Así, encontramos en su poesía arrabales,

carnicerías, jardincitos, calles que huelen a mate, campos en el atardecer. Todos elementos

de una ciudad que parece alejada del cosmopolitismo que tanto fascinaba a muchos

vanguardistas. Amelia Barili rescata los versos de un poema que fue suprimido en la última

edición del Fervor, y que por lo tanto no se encentra en su Poesía completa, titulado “Calles”,

cuyos versos iniciales dicen:


No las calles enérgicas

molestadas de prisas y ajetreos,

sino la dulce calle del arrabal

enternecida de árboles y ocasos

y aquellas más afuera. (ctd en Barili 83)

Borges ha vivido en algunas de las ciudades más importantes de Europa, las más

cosmopolitas, y sin embargo prefiere la tranquilidad de las cosas pequeñas, de los sitios que

significan un refugio. Y estos sitios han estado desde el principio y lo estarán siempre, como

en “La ciudad” de Constantino Cavafis, donde sentencia “No hallarás nuevas tierras, no

hallarás otros mares./ La ciudad te seguirá” (95), así en “Arrabal” se presenta a Buenos Aires

como el sitio donde la vida queda marcada, signada para siempre:

Esta ciudad que yo creí mi pasado

es mi porvenir, mi presente;

los años que he vivido en Europa son ilusorios

yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires. ( (34)

Como el verso con el que T. S. Eliot comienza el segundo de sus cuartetos, “En principio

está mi fin” (25).

A propósito, es importante hacer mención que el Fervor fue modificado por Borges

de manera importante. En el prólogo a la edición de 1969, Borges escribe: “No he reescrito

el libro. He mitigado sus excesos barrocos […] he sentido que aquel muchacho que en 1923
escribió ya era esencialmente –¿qué significa esencialmente?- el señor que ahora se resigna

o corrige” (15). Sin embargo, de acuerdo con numerosos autores, en algunos poemas, las

modificaciones llegan a ser tan profundas que puede hablarse de dos textos distintos y

demuestran que el “trabajo de reescritura sería una constante en la obra de Borges; Fervor,

al cual no cesó de reelaborar hasta el final, es quizás el libro que mejor ilustra este proceso”

(García 207).

Sin embargo, el Fervor no se limita a ser una oda a la ciudad idealizada de Borges.

Como bien señala el mismo autor en su prólogo de 1969, “Para mí Fervor de Buenos Aires

prefigura todo lo que haría después” (15), están presentes poemas en los cuales es posible

hallar profundos cuestionamientos o temas que fueron tratados por el escritor con mayor

profundidad en textos posteriores. En “Final de año”, la voz lírica va desmenuzando la

futilidad del cambio de números en el calendario o el evento astronómico que este implica,

pues en ello no se encuentra la fascinación que el ser humano, sino en que algo tenga

permanencia en nosotros:

La causa verdadera

es la sospecha general y borrosa

del enigma del Tiempo;

es el asombro ante el milagro

de que a despecho de infinitos azares,

de que a despecho de que somos

las gotas del río de Heráclito,


perdure algo en nosotros:

inmóvil (32)

Heráclito estará presente a lo largo de toda su obra. En Elogio de la sombra publicará un

poema así titulado, en donde dirá “De una materia deleznable fui hecho, de misterioso

tiempo” (297).

Como en “Final de año” hace mención de uno de los autores que marcaron su vida,

Heráclito, así también en “Amanecer” alude a Schopenhauer y Berkeley y en “Líneas que

pude haber escrito y perdido hacia 1922” a Walt Whitman, “cuyo nombre es el universo”

(Borges 56). Una de las mayores constantes que Borges mantuvo a lo largo de toda su obra,

fue ese diálogo perpetuo con otros libros, con otros autores. En buena medida puede decirse

que gran parte de los libros de Borges son libros sobre libros.

“Inscripción sepulcral” está dedicada a su bisabuelo, el coronel Isidoro Suárez, que

marcará otra obsesión suya: la de los hombres de armas. La idea de la muerte heroica en

batalla, la cual le está vedada, siempre estará presente en su literatura y alcanzará un punto

cumbre en el cuento “El Sur” de Ficciones, donde puede despojar, al fin, al hombre de letras

de su letargo y convertirlo en hombre de armas.

Mención particular merece el poema “Sábados”, dada su temática amorosa, no muy

común en la poesía borgeana, entre cuyos escasos ejemplos podemos mencionar “El

amenazado” de El oro de los tigres (1975) o “Two english poems”. Dedicado a C.G., está

conformado por cinco poemas pequeños, en los cuales se evoca a la persona amada, mas el

amor entre ambos no es posible: “En nuestro amor hay una pena/ que se parece al alma” (51)
Muchas cosas podrían decirse ya no de Borges, sino de un solo libro, poema o verso

suyo. En este pequeño trabajo se ha intentado mostrar a rasgos muy generales, algunas

particularidades de Borges en sus primeros textos poéticos.

Referencias
Alazraki, Jaime. «Los dos estilos del primero Borges.» 25 de Julio de 1999. El Cultural. Digital. 30 de
Diciembre de 2018. <https://www.elcultural.com/revista/letras/Los-dos-estilos-del-
primer-Borges/14537>.

Barili, Amelia. Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes: la cuestión de la identidad del escritor
latinoamericano. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1999. Impreso.

Borges, Jorge Luis. Poesía completa. México, D.F.: Debolsillo, 2014. Impreso.

Cavafis, C. P. Poesía completa. Trad. Pedro Bádenas de la Peña. Quinta. Madrid: Alianza Editorial,
2003.

Eliot, T. S. Cuatro cuartetos. Trad. José Emilio Pacheco. Ciudad de México: Ediciones Era; El Colegio
Nacional, 2017. Impreso.

García, Carlos. «La edicion princeps de Fervor de Buenos Aires.» Variaciones Borges: Revista del
Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges 4 (1997): 177-210. Digital.

Pacheco, José Emilio. Jorge Luis Borges. Una invitación a su lectura. México, D.F.: Raya en el agua ,
1999. Impreso.

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