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TEMA 1
RELECTURAS DE LA BIBLIA

Fr. Luis López de las Heras

1. La Historia es como un río, que fluye a lo largo del tiempo. La Biblia misma es la
“Historia de la Salvación” escrita por inspiración del Espíritu Santo para llevar a
los hombres, Sujetos de la historia humana, a Dios y a su Reino. Su mensaje,
pues, es para todos los hombres. Y ese mensaje va con la fe de la Iglesia, su
depositaria, y con la fe de los creyentes: una y otros llevan consigo la Biblia, que
es la palabra de Dios. Así es que la palabra de Dios, la revelación en su fuente
primaria y fundamental, fluye también en el río de la historia de los hombres,
habiéndose de reflejar por fuerza en ella, como se reflejan también en los
miembros del Pueblo de Dios las preocupaciones y problemas humanos de cada
período. Esto se ve especialmente en algunos aspectos que quisiéramos
destacar y que pueden etiquetarse bajo el nombre de “cultura”. Mas, como es
sabido, el concepto de “cultura” es muy complejo y en todo caso polivalente:
en él pueden caber hasta los deportes. Aquí, sin embargo, habremos de
restringirlo a ciertos valores de la historia que en general se aceptan como
“cultura” en un sentido más estricto, como pueden ser el pensamiento humano
y la literatura con artes como la música, la pintura y la escultura.
2. Podían entrar aquí también otros aspectos profundos de la vida humana cuales
son la santidad y la vida espiritual, que se han basado y se basan en la Biblia.
Pero esto, amén de ser muy conocido, rebasaría los límites de estas lecciones.
3. Y podríamos referirnos a otros aspectos, cuales pueden ser las ciencias
naturales, la antropología, las ciencias sociales y el derecho. La antropología
aparecerá de alguna manera en la “teología bíblica”, que sí nos atañe. En
cuanto a las ciencias naturales habremos de tener en cuenta que Dios no ha
querido enseñarnos con su palabra “cómo va el curso del cielo, sino cómo se va
al cielo”: nadie va a ir a la Biblia estudiarlas. Si bien hemos de tener en cuenta

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que, según la misma Biblia, el Universo es “obra del Creador”: un hermoso


libro, por el que podemos descubrir la grandeza del Creador y sus atributos (cf.
Rom 1, 20; Sap 13, 1-9), que contemplan entusiasmados algunos hagiógrafos:
cf. Sam 19, 2-7 y Eclo 43, 1ss. Este último concluye: “ El Señor lo hizo todo -
todas esas maravillas- y dio a los piadosos la sabiduría”(Ibd. v.33). Cf. también
el Salmo 104; 33, 6-9; etc..“El Señor es cariñoso con todas sus criaturas”, dirá
otro salmista (cf. Salm 145,9).. Todo esto debe movernos a no destruir la
naturaleza; a estudiarla, aun para nuestro provecho (cf. Gén 1, 28ss); a
respetarla y a amarla.
Es un pecado destruir la naturaleza. Los ecologistas encontrarán razones fuertes
en la Biblia para defenderla. La Biblia no concibe un paraíso sin plantas y
animales; ni una Palestina próspera sin ellos: cf. Os 14, 6-9 y Jer 31, 12; Is 35, 1-
2; 51, 3..
Las cosas en el A. T. mismo son “dabar” (= palabra) de Dios. El científico debería
estudiarlas con sentido religioso; en todo caso, con gran interés y admiración.
Más aún; ante el mundo en que estamos todo hombre en algún momento de su
vida terminará por hacerse la gran pregunta: “¿ por qué existe esto y no la
nada?”- Un mundo y un hombre sin Dios sería el mayor de los absurdos . Frente
a este absurdo y para librarnos de él está la revelación de la Biblia, que nos
habla del “Dios eterno, vivo y verdadero” (Jer 10, 10), Creador del Universo, que
se interesa por nosotros, nos revela sus planes, nos ama y hasta quiere
incorporarnos a su propia vida en el cielo.
4. En la Biblia misma, ya en el AT, puede y debe apoyarse el Derecho
Internacional: el hombre ha sido creado “a imagen y semejanza de Dios: varón y
mujer los creó“ (Gén 1, 27) y todos los hombres según la Biblia proceden de la
misma pareja. Dios protege especialmente a los más débiles y a los mismos
hebreos les mandaba no oprimir al extranjero que vivía con ellos, sino tratarle
justamente, como a un miembro de la Alianza, pues extranjeros fueron ellos en
Egipto (cf. Éx 23, 20; 23, 9; Núm 35, 15s; etc.). Pero un principio más alto, en el
que se apoyará Francisco de Vitoria, “ padre del Derecho Internacional”, como
también el P. Bartolomé de las Casas, el “defensor de los indios”, es que , según
el N.T. todos los hombres son “hijos de Dios” por Cristo o están llamados a
serlo. Esto también lo dejaremos de lado.
5. Otra cosa quisiéramos destacar aquí de pasada: que la Biblia, frente al
agnosticismo, el materialismo y otras concepciones que de una manera u otra
nos llevan al nihilismo y la destrucción del hombre mismo, nos invita a un sano
progreso.

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6. Mas aún; nuestra consideración se limitará la “cultura occidental” con la del


Oriente cristiano. De todos es sabido que el Corán, el libro sagrado del Islán,
está inspirado en la Biblia y por ende que ya habrá un cierto influjo de la misma
en el amplio mundo musulmán. Y ¿ por qué no extender nuestra consideración
más allá: hasta el Extremo Oriente? – Porque sería muy difícil calibrar ese
influjo. Aunque sí hemos de notar que últimamente el “best seller” o libro más
vendido en el Japón actual, con todo su progreso científico y tecnológico, es la
Biblia, que ciertamente está influyendo en sus gentes, si bien sean pocas las
conversiones al cristianismo hasta el presente.
7. Vamos a estudiar el “influjo de la Biblia en la cultura” dentro de los límites
susodichos. Pero quisiéramos precisar todavía más. La Biblia misma ha ido
creciendo con el fluir de la Historia: El mismo A. T. no ha surgido en un período
todo él. Considerada la Biblia desde el Génesis al Apoc vemos que ha sido
objeto de Relecturas, las cuales han influido en el Pueblo de Dios. La Catequesis
misma, que ha contribuido a que los fieles conocieran mejor la S. Escritura, ha
sido un factor a tener en cuenta en este sentido, como también lo han sido la
Liturgia, la Predicación y la Teología . Todas estas realidades nos revelan el
influjo de la Biblia en nuestra cultura. Y, por supuesto, habremos de verlo
también ya en zonas más estrictamente culturales, como son el Arte con la
Música, la Literatura y las artes plásticas, cuales son la Pintura y la Escultura.
Con ello hemos indicado los temas de este nuestro Curso.

He aquí un ancho campo, que podía llevarnos muy lejos. Trataremos de


reducirlo a lo fundamental.

El hombre es un ser “en movimiento” busca muchas cosas y en definitiva, la


felicidad.. Es un ser “en busca de sentido” (cf. el famoso libro de Víctor Frankl
titulado así). Siempre ha sido así y seguirá siendo.. Busca sobre todo cuando tiene
algún problema grave o está inquieto. Será dichoso el que diga con S. Agustín: “ Nos
hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”1. El
hombre desde luego busca salvarse de los peligros. Así ocurría en tiempo de Amós:
muchos iban a buscar una “salvación” similar a los ídolos y sus santuarios: a Betel y

1 Confesiones, I, 1, PL 32, 661;, Obras completas, Ed. de la BAC, vol. II(n. 11), p. 73.

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a Guilgal. Pero el profeta en nombre de Dios les dice: “Buscadme a Mí y viviréis”. ¡


No vayáis a los ídolos!
¡Hay que buscar a Yahvé! Un tema muy importante, que se reflejará un poco
en toda la Biblia en adelante.
El contexto histórico en que aparece aquí el tema es el de la gente de Israel
que buscaba la “salvación” (de los peligros, de la vida). Lo hacía yendo a los
santuarios a través de sus prácticas religiosas. “¡ No busquéis a Betel—sus ídolos--:
buscad-- en hebr. “darás”—a Yahvé”. Hay que buscar “el bien no el mal” (Am 5,
14). En general se buscaba a la divinidad para hacer su voluntad o al menos para
conocerla. Y al efecto le interrogaban por un hombre de Dios (Gén 25, 22; Ex 18, 5;
1 Sam 9, 9 ; 1 Rey 22, 8) o buscando su palabra (1 Rey 22, 5: ya por un libro , Is 34,
16, ó por un profeta , 1 Rey 22, 7).
A veces también hablan de buscar -hebr. “biqquésh”-.el rostro de Yahvé o su
presencia : cf. Os 5, 15; 2 Sam 21, 1; 1 Crón 16, 11; Salm 24, 6; 27, 8..Ambas
expresiones parecen sinónimas.
La “búsqueda de Yahvé” viene a ser ya en el AT “una actividad religiosa
esencial” : lo será en todos los tiempos. En el NT Jesús la resumirá en una expresión
equivalente: “Buscar el Reino de Dios” (Mt 6, 33).
Como vemos una de las maneras de buscar desde que hay libros sagrados, es
precisamente ir a ellos. Algunos lo hacen hoy mismo, abriendo al azar su Biblia. A
veces acaso acierten. Otras es de suponer que no. En todo caso ya desde muy
antiguo se recurrió a “escritos inspirados” –a los existentes de la Biblia—para
iluminar ciertas situaciones nuevas o difíciles.

Situación nueva extraordinaria que, aunque era luminosa, había que


corroborar con el A. T.: hay toda una relectura del AT. en el N. T. para esclarecer a
los ojos del pueblo judío que Cristo era el Mesías o Salvador mesiánico, prometido
por Dios desde antiguo. Pero vayamos despacio.
El Apoc de S. Juan es un libro escrito para alentar a los cristianos de fines del
s. I que pasaban por la persecución o estaban amenazados por ella. Pues su autor
va a beber tan ampliamente en el A. T.. De tal manera que su libro puede dar la
impresión de ser un centón de pasajes del A.T.. Véase ya un texto que tenga en
negrita todas sus citas.. “ Se ha estimado -dice un autor- que 278 vv del total de
(sus) 404 contienen referencias al AT. Hace uso frecuente... de los libros proféticos,
con Is, Ez y Dan entre sus favoritos. Es deudor de los Salmos y del Pent,
especialmente de Gén y de Éx, y usa otros muchos libros también. Ningún autor del

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NT muestra de hecho una familiaridad más íntima con el AT, aunque nunca
menciona explícitamente la S. Escritura y rara vez la cita literalmente (M. Rist,
Interpreter‘s Bible, 12, 358).
Algo semejante cabe decir de la carta a los Hebr, con sus citas de los Salmos y
demás libros del AT, a donde acude para ilustrar el misterio de Cristo, Hijo de Dios y
Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza
Igualmente recurren al AT los otros escritos del N, empezando por N. Señor
mismo y siguiendo por S. Pablo. Tenían que probar a los judíos que Jesús era el
Mesías predicho por los Profetas, prometido por Dios; que en Él se cumplían las
antiguas profecías; en una palabra que era “el Sí de Dios” a todas sus Promesas” (cf.
2 Cor 1, 20.)
S. Mt, ya a propósito de la “concepción sobrenatural del Hijo de Dios”,
recurrirá a la profecía del Enmanu-el, nacido de la Virgen: en él se cumple al pie de
la letra la concepción de una “Virgen”—y sin intervención de varón—y es “Dios con
nosotros”, también al pie de la letra, cosa que los rabinos no pudieron entender,
sin una luz sobrenatural, más que metafóricamente (cf. Mt 1, 23 con Is 7, 14). A lo
largo de su Evangelio repetirá 14 veces la frase : “para que se cumpliese la
Escritura”. La misma lógica vemos en los otros Evangelios. En su relato de la Pasión
S. Juan dirá: “ Y. Todo esto sucedió para que se cumpliese la Escritura; No se le
quebrantará hueso alguno . Y también otra Escritura dice: Mirarán al que
traspasaron” (Jn 19 36s).
S. Pablo ve la vida del cristiano sometida a las mismas peripecias que la
de los hebreos camino de la Tierra Prometida : todo eso les acontecía “ en figura” -
tipikós- (cf. 1 Cor 10, 1-11) ; y a su vez el autor de Hebr concebirá la vida cristiana
como una peregrinación hacia la Jerusalén celeste al modo de la también de la del
Éxodo de Israel.
S. Juan mismo se inspirará en los Sapienciales y el Pent para explicar la
condición y grandeza del Hijo de Dios encarnado. S. Agustín dirá que “el NT está
latente en el AT y que el AT está patente en el Nuevo” 2.
N. Señor en el Sermón de la Montaña aduce tres casos de falsa “justicia” de
los escribas y fariseos, que no deben imitar sus discípulos, sino rectificando su
cumplimiento. Aquí, como en otras ocasiones, puede ser que se remita a las
prácticas judías, y no a textos escriturísticos; en todo caso cf. en el Sermón de la

2 Cf. Cuestiones sobre el Heptateuco, II, cuest. 73, PL 34, 623; Obras completas, Ed. de la BAC, vol. 28
(n. 504), p. 230 y cf. también su Serm. 160, PL 38, 876; Obras completas, Ed. de la BAC, vol. 23 (n.
443), p. 516.

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Montaña los tres casos de “la limosna, la oración y el ayuno” (Mt 6, 1ss ) con Tob
12, 8 .
Puede así mismo ocurrir que en algún caso se trate de una mera
coincidencia o se deba a un común sentir, vgr. cuando dice Jesús que “todo el que
obra mal aborrece la luz y no va a la luz” (Jn 3, 20) : vemos que hay un óptimo
paralelo en Job 24, 13-17 de tres grandes pecados, cuyos fautores procuran
cometerlos durante las tinieblas de la noche: tales son los asesinos, los ladrones y
los adúlteros.

Pero lo que sí pude serlo, al menos más, es el hecho de que los mismos
autores del AT hagan algo similar respecto de sus predecesores. Los
contemporáneos de Jeremías, que acaba de predecir la destrucción del Templo de
Jerusalén ante el escándalo de muchos, recuerdan la profecía similar hecha por
Miqueas un siglo antes (cf. Jer 26, 18 con Miq. 3, 12). Esto parece normal.

Veremos cómo autores posteriores reflejan a sus predecesores y con


frecuencia ensanchan o explican más ampliamente lo que dijeran aquellos. Esto es
fácil de comprobar si atendemos a ciertos conceptos fundamentales, como pueden
ser las ideas del Resto, del Día de Yahvé, del Mesías y de los tiempos mesiánicos o
últimos, Yahvé Dios de los ejércitos, la de que Dios es Esposo de Israel, etc.
Si leemos el libro de Zac , el penúltimo de los profetas escritores del AT, nos
sorprenderá la frecuencia con que designa a Dios como “el Señor de los
ejércitos”Zac 3, 7; 4, 6; 6, 12; etc.). Tal expresión la encontramos por primera vez en
el relato de la vocación de Isaías (cf. Is 6, 7) y nosotros la repetimos día tras día en
el “Sanctus” de la misa.. “Yahwéh Tsebaot”. “Tsebaot “(= ejércitos). “Yahvé, Señor
de los ejércitos” es una definición de Dios . Esos “ejércitos” pueden ser los
invisibles (el ejército de los ángeles) y los visibles (el ejército de los astros).
Podemos, pues, decir, que es una gran definición del Señor de los cielos, de los que
depende también la tierra: ¡ del Señor Todopoderoso!
La idea del “ Resto” es frecuente en Isaías: cf. Is 4, 3: 10, 20; 11, 11. 16; 15, 5:
etc. y aparecerá luego en otros profetas: cf. Jer´3, 14, 5, 18; etc... Pero la
encontramos ya antes en Amós (cf. Am. 3, 12; 5, 15; 9, 8-10 ).
Según Isaías, del mismo siglo que Amós, el “Resto”, que permanece en
Jerusalén y será fiel, se convertirá en una nación poderosa.

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Mas tras la catástrofe del 587 el Resto adquiere un nuevo aspecto. Desde
luego se encuentra entre los deportados (Ez 12, 16; Ba 2, 13); se convertirá en su
destierro (Ez 76, 8-10) y luego Dios lo congregará para la restauración mesiánica
(Jer 23, 3; 31, 7; 50, 20; etc.). Aunque, vuelto del destierro e infiel aún, se verá
diezmado nuevamente y purificado (Zac 1, 3; 8, 11; Ag 1, 12; etc.).
Estamos, pues, ante otro concepto teológico importante, objeto de
relecturas a lo largo de la historia. Hoy mismo, ante la pérdida del sentido cristiano
de muchos en la cristiandad, hablamos del “pequeño Resto”.
Algo análogo ocurre con “los pobres de Yahvé”, un concepto que con
Sofonías, en el s. VII, viene a asumir un colorido moral y escatológico, adquiriendo
grandes resonancias en la Biblia, hasta la primera Bienaventuranza de Jesús en el
N.T.: ha sido, pues, objeto de relecturas ya en el AT con su historia.
El texto de Sofonías dice: “Buscad – en hebr. Baqqshú”—vosotros los
humildes...buscad la humildad” (Sof 2, 3 ). Los “pobres”(= anawím”) tienen gran
importancia en la Biblia. Si los Sabios tienden a ver la pobreza como efecto de la
pereza (cf. Prov 10, 4) , los Profetas ven a los pobres de distinta manera: saben que
son “los oprimidos” –van “encorvados (= aniyyim), son los “debiles” (=dallim) o
faltos de seguridad; son los que no tienen medios económicos (= los “ ebioním). Ya
los tres términos hebreos vienen a indicar tres formas de “pobreza”, que con
frecuencia van juntas: la económica, la social y la psicológica. Los Profetas saben
que los pobres son ante todo los oprimidos” y los defienden, exigiendo que se les
haga justicia: cf. ya Amós 1, 6-7; 4, 1; 5, 12. Con Sofonías la pobreza asume un
“colorido moral y escatológico”: cf. 3, 11s; Is 49, 13; 66, 2; Salm 22, 27; 34, 3s; 69,
34; etc. Y luego en el NT: cf. Mt 5, 3; Lc 1, 52; 6, 20; 7, 22. Los “anawím” en fin son
“los israelitas sumisos a la divina voluntad”. Y el Mesías será enviado a “los pobres”
(Is 61, 1 y cf. Lc 4, 18). Él mismo será “humilde y dulce” (Zac 9, 9 cf. Mt 21, 5) y
hasta “oprimido” (Is 53, 4).
Otro objeto de relecturas fue lo del “Día de Yahvé”, que encontramos por vez
primera en Amós 5, 18. Vemos cómo eso, que en Amós ocupa tres vv., lo desarrolla
bastante ampliamente en el siglo siguiente Sofonías (cf. Sof 1, 1- 2, 3) y seguirá
hasta los apocalípticos del tiempo mismo de Jesús.
La expresión “ el Día de Yahvé” en principio podía ser ambivalente: con ella
podía indicarse una “intervención divina favorable o de castigo: cf. ya en Is 7, 16 –
8, 8.
En los días de Amós Israel, confiado en ser “el Pueblo elegido”, esperaba una
intervención divina favorable para sí. Mas el profeta les advierte que no va a ser así:

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Amós contrapone ese Día de Yahvé esperado, al Día de cólera de Dios (cf. Sof 1, 15;
Ez 22, 24): será un día de lágrimas, de sufrimientos, de espanto.
Tal idea del “ Día de Yahvé” terrible la encontramos más desarrollada en los
profetas posteriores, vgr. en Sof 1, 4–18 y Joel 1, 15-20; 2, 1-11.
Durante el Destierro se aplicará a las naciones opresoras: cf. Is 13, 6.9; 34, 8;
63, 4; etc.. Y después del Destierro el “ Día de Yahvé” tiende a convertirse en “Juicio
divino”, que asegura el triunfo de los buenos y la ruina de los pecadores (Ml 3, 19-
23)); y finalmente vendrá a ser sinónimo del Juicio final (Mt 24, 1).
En la descripción de la “restauración” de Israel parece también que los
posteriores se han inspirado en sus antecesores: cf. Am 8, 11-13 y 7, 11-12 y más
tarde Zac 12, 3 y Mal 4, 1-5.
La visión optimista de “los días últimos” en Is 2, 1ss y M;iq. 4, 1-5 es idéntica
en Is 2, 2-4 y cf. Is 60 y 45, 14. Miq. 5, 2 parece referirse a la profecía de “la Virgen,
Madre del Enmanuel” de Is 7, 14.
El tema de las relaciones de Yahvé con su Pueblo, concebidas como las
relaciones de una unión matrimonial, aparece por primera vez en Oseas (cf. Os 1 –
2) y va a ser recogido por otros profetas. Esta idea de que “ Yahvé es el Esposo de
Israel” es sin duda metáfora atrevida, que difícilmente nadie hubiera osado a
inventar si no es por revelación. Oseas describe la Alianza de Dios con su Pueblo
como la alianza humana más íntima: la matrimonial. Esta metáfora, con una idea
tan alta, la van a recoger y desarrollar más otros profetas. Isaías sólo alude
brevemente a ella (Is Is 1, 21-26); Jeremías repite el tema en diversas ocasiones (Jer
2, 2; 3, 1..6-12); lo desarrolla especialmente Ezequiel (Ez 16 y 23); vuelven a él los
discípulos de Isaías (Is 50, 1; 54, 6-7; 62, 4-5) y seguramente hay que leer en esa
clave el Cantar de los cantares y el el Salmo 45. La consagrará N. Señor mismo (cf.
Mt 22, 1-14; 25, 1-13; etc. y cf. Ef 5, 25- 33; etc.) y terminará en el Apoc para
describir la felicidad ultraterrena como “las bodas del Cordero con la Iglesia”,
teniendo un gran éxito en la mística cristiana.
Y la idea que principal , que empezara con el “ Proto-Evangelio”, “Primera-
Buena Nueva” y “ Primera Promesa” es la del Salvador, el Mesías Redentor , que irá
creciendo hasta desembocar en el N. T. con la realidad de Cristo, el “En-manuel” o
“Dios con nosotros, hijo de la Virgen, Dios Fuerte y Príncipe de la Paz, como nos dirá
Isaías en el libro de Enmanuel (cf. 6-12). Isaías, a quien debemos estas profecías, es
el profeta mesiánico por excelencia. Su discípulo el Dt-Is. nos le presentará como el
“Siervo de Yahvé Paciente”, cuya expiación “vicaria” será a favor de todos los
hombres (cf Is 52, 13ss y los otros poemas del Siervo de Yahvé: cf. Is 42, 1 y paral.).

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Otros profetas contribuirán a completar la imagen del Mesías: cf. la profecía


del Germen en Jer 23, 1-6; la del Buen Pastor, en Ez 34, 23-31; la del misterioso
“traspasado” de Zac 12, 10, con la gracia y el espíritu que fluyen de Él; la de las
Setenta Semanas de Dan 9...

 El término “ midrásh” proviene de “darásh” (= a “buscar, interpretar”). El “


midrásh”, pues, es una “búsqueda de sentido”. Un comentario de “hechos
históricos”, más o menos adornados para edificación del lector. Un
comentario tal lo tenemos en el libro de la Sabiduría , cuando nos habla del
maná (Sab 16, 20-21) y de la plaga de las tinieblas de Egipto (Sab 17, 1 – 18, 4).
En la 2 Cor también S. Pablo nos ofrece un midrásh sobre lo del “velo de
Moisés” (cf. 2 Cor 3, 7-16).
 El “pésher”, de “peshár” (= explicar, interpretar) es un comentario de algún
texto “profético”, que se aplica a una nueva situación. Es famoso el “ Pésher
de Habacuc”, encontrado en Qumrán: en él se lee el libro del profeta,
aplicando al presente de los Esenios e Israel y los Romanos, los opresores
actuales, lo que el profeta dijo con respecto al Israel de su tiempo y los
babilonios, que eran sus injustos opresores.

La primera es que cuanto mejor se conozca el AT, más fácilmente se


penetrará el Nuevo. Con ella va la conveniencia de las Biblias modernas bien
editadas, con sus múltiples notas, tanto al margen como al pie de página, fruto de
generaciones de lectores y puestas por especialistas, que han estudiado los libros
concretos de la Biblia a veces durante años. La segunda es que “la palabra de Dios”
ha sido realmente “lámpara del hombre” en el pasado, especialmente ante
situaciones difíciles o nuevas, y debe serlo también para nosotros (cf. Salm 109,
105): lo será cuanto más la conozcamos.
Para un conocimiento más detallado y técnico de todo esto nos remitimos a
los estudios especializados al respecto. Dichos estudios, partiendo del vocabulario
de los escritores sagrados y atendiendo a sus ideas, giros y frases peculiares
intentan descubrir las posibles relecturas de los mismos 3.

3 Cf Mig. ÁLVAREZ BARREDO, Relecturas deum eronomistas de Amós, Miqueas y Jeremías, Ed.
Espigas, Murcia, 1993, 229 pp.

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