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El redactor de un contrato debe entender exactamente lo que desean las partes y también conocer de manera práctica la
operación del negocio que se pretende realizar. Esto permite tener exactitud, integridad y precisión en el documento base
de las obligaciones y prerrogativas.
Esto es lo ideal, sin embargo suele ocurrir que el contrato no esté del todo claro, y en caso de controversia se requerirá
acudir a la interpretación de las cláusulas que lo integran.
Cabe recordar que el Código Civil Federal (CCF), y sus correlativos en las entidades federativas, establece en los artículo
1851 a 1857 las normas de interpretación de los contratos. Por regla general siempre se tiene presente la intención de las
partes, pero si esta no es clara de la redacción de las diferentes cláusulas, el juzgador deberá analizar aquellos
elementos externos al acuerdo de voluntades que hayan sido probados por los litigantes.
Los principios de interpretación de los contratos civiles los podemos identificar en el siguiente cuadro:
Regla Sentido
Sin embargo, tanto el Com como el CCF (art. 1856) --de aplicación supletoria en esta materia, según el artículo segundo
del ordenamiento que nos ocupa-- se tendrán en cuenta para interpretar las ambigüedades de los contratos de esta
naturaleza los usos y costumbre del país.