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Muerte constante más allá del amor

Gabriel García Márquez

El texto viene desde Muerte constante más alá del amor de García Márquez
(http://www.literatura.us/garciamarquez/constante.html) y ese, a su vez, viene de Quevedo
en Muerte constante más allá del amor: http://www.poesi.as/fq48078.htm

Lo que hace la muerte es robarnos las posibilidades, lo he meditado. El dolor que causa una
muerte es directamente proporcional al tiempo que esperábamos pasar con ese otro que muere, a
los deseos que poníamos en el tiempo y que ya no están más allí, porque como el sueño la muerte
detiene las nociones, para quien llora la partida y para quien parte.

Cuando Onésimo Sánchez sabe de su enfermedad, decide enfrentar la muerte de las posibilidades
en soledad. La vida es estar caminando en la cuerda floja, lo único que cambió para Onésimo con la
sentencia de los médicos fue que él, a diferencia de nosotros, sabía cuántos pasos le restaban para
caer. Siguió caminando, y eso lo hace distinto.

Para mí el elemento más fuerte de las dos lecturas, que están atadas por la magnífica
secuencialidad de la literatura, es ese que Quevedo quiere traspasar y que García Márquez coloca
cerca al silencio, al deseo y un poco también a la soledad: La muerte.

¿Qué está más allá de la muerte? ¿El amor? Lo más factible es que luego de la muerte no haya
nada, ni conciencia. Pensar que el amor está por encima de nuestra condición de mortales es una
quimera, un alivio para eso que sentimos detrás del pecho. Lo más parecido al amor cerca de la
muerte es la escena final del texto de García Márquez, que retrata a un hombre solo que cede al
deseo febril y se abraza al cuerpo de una mujer que es compañía y no el fin de un deseo.

Siempre es doloroso enfrentarse a la muerte, porque somos pretenciosos y entendemos la muerte


como el final de la vida de otro, que amamos o no, pero que no somos nosotros. Contemplar la
posibilidad, que no es posibilidad sino destino, de nuestro propio final es más que doloroso,
irritante. Es enfurecernos por las cuentas sin saldar que hemos de dejar al irnos. Enfurecernos
porque todo queda en continuará. Enfurecernos, como Onésimo Sánchez porque la muerte no nos
lleva por pares ni nos garantiza un encuentro en el edén. Enfrentarnos a nuestra propia muerte es
renunciar al amor, porque se excluyen. No hay amor más allá de la muerte ni muerte más allá del
amor. Todo lo que queda para amar luego de la expiración de nuestros cuerpos es un recuerdo.
Todo lo que hay cuando se vive y se ama es el momento, el deseo.

El amor es la cuerda floja sobre la que caminamos, la muerte es la caída.

Diana Carolina Becerra B.


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