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ISBN 978-987-46038-8-3
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Tapa por Jack&Cooper Books
Impreso por LA IMPRENTA YA SRL MAYO 2019
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INTRODUCCIÓN
Los antiguos pobladores 13
La conquista del pastizal 15
El choque de las culturas 19
Exploradores y colonos de las costas del Sur 30
La sed de la Sal 46
Las alianzas de las pampas 49
En los últimos días del dominio español 55
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El punto de partida para una nueva nación 59
Relevamiento de la Frontera y
expedición a las Salinas Grandes 61
El deterioro de la línea de Frontera 66
Medidas para el adelanto de la Frontera 71
Episodios nacionales entre 1810 y 1819 75
El mundo entre 1810 y 1819 90
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De las cenizas de la anarquía 101
Martín Rodríguez asume el gobierno de Buenos Aires 107
Primera campaña 112
Segunda campaña 115
Tercera Campaña 122
La obra de gobierno de Martín Rodríguez 128
Episodios nacionales entre 1820 y 1823 130
El mundo entre 1820 y 1823 133
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MALONES, PARLAMENTOS Y
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Malones 139
Parlamentos 143
Toldos Viejos 146
Primera campaña Rauch 149
Segunda campaña de Rauch 150
Episodios nacionales entre 1824 y 1827 152
El mundo entre 1824 y 1827 160
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Dorrego adelanta la Frontera 163
Lavalle desata la violencia en la campaña 173
Episodios nacionales entre 1828 y 1829 184
El mundo entre 1828 y 1829 187
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A mis amadas Claudia y Verónica
A MODO DE PRÓLOGO
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sucesos que hicieron posible la total integración de las diferentes
regiones del país en nuestro actual territorio, enfocando ese proce-
so desde la perspectiva y análisis de lo que por siglos constituyó un
obstáculo para su logro: el problema del indio.
Obra de largo aliento, en este primer volumen queda historiado
cómo se desarrolló la lucha contra los salvajes en el lapso que va
desde el descubrimiento de estas tierras por los españoles, pasan-
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etapas hasta consolidarse en la organización virreinal y concluyen-
do con las primeras expediciones militares organizadas en la se-
gunda década del siglo XIX. Enmarcando cada uno de esos momen-
tos en el contexto del mundo de entonces, es decir lo que también
acontecía en otras latitudes.
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de un trabajo de tales características.
Primero y principal, pone en valor un tema que en los últimos
años recuperó vigencia en razón de las noticias, más o menos co-
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gizado de un indigenismo
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espurios y en ningún caso inocentes. Porque utilizando, literalmen-
te, como punta de lanza el reclamo de comunidades autóctonas que
subsisten esgrime reivindicaciones que exceden, con mucho, lo to-
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logía de sucesos contenidos en estas páginas da un mentís a tanto
desatino. Porque no poca sangre costó la lenta y trabajosa coloni-
zación de la Argentina en el contexto de lo que bien llamó Vicente
Sierra sentido misional de la conquista de América, que eso fue en
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nan en negar la obra redentora de la Cruz y la Espada.
8 ELIAS EMANUEL MARKIN
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blación censada (210.190 habitantes), mayormente extranjeros de
procedencia europea, se había radicado en zonas urbanas para de-
dicarse al comercio, tareas de intermediación o al cuentapropismo
degradando el proyecto inmigratorio que, convertido en política de
estado, quería direccionarlos hacia el poblamiento interior y de-
sarrollo de explotaciones regionales. Esa realidad que el censo tan
descarnadamente mostraba exponiendo el tremendo potencial te-
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cuadrados, también explicaba la causa: todavía el mismo estaba en
poder del indio.
De todo eso y más nos ilustra esta obra que, como valor agregado,
suma el criterio didáctico con que fue pensada y escrita. Tarea no
menor cundo se busca facilitar la comprensión en un tema arduo, e
incluso que la información brindada pueda ser tenida como indicia-
ria para la profundización en algún aspecto, episodio o personaje,
referenciado siempre con un estilo donde la síntesis predomina y
el eje temporal se marcan nítidamente, acompañados por el dato
multiplicado en numerosas notas. No incurre por tanto el autor en
el yerro al uso de querer culturalizar desde perspectivas sesgadas y
anacrónicas, que no trepidan incluso en ocultar fuentes o adulterar
hechos, buscando presentarlas como enfoques novedosos cuando
en realidad solo implican un forzamiento que distorsiona la verdad.
De esos falsos historiadores supo decir clarividente el ya citado
Vicente Sierra confunden restaurar con rehacer. Pues rehacer el pa-
sado es un absurdo que escapa a todo sentido de la realidad histórica;
mientras restaurar – esto es retener los testimonios – es posible cuan-
do salido un Pueblo de su propio destino torna de nuevo a él. Suscri-
biendo esa enseñanza que nos legara nuestro maestro de juventud,
entendemos que estas hojas que prologamos y que abordan un
asunto aun controversial se encuadran en un marco de probidad
intelectual.
Dr. Ismael R. Pozzi Albornoz
Magister en Historia de la Guerra
PRESENTACIÓN
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La conquista del pastizal
Los primeros ganados traídos al Río de la Plata fueron los ca-
ballos, llegados con Pedro de Mendoza4 en 1536, y de los que algu-
nos ejemplares quedaron al abandonarse esta primera población
de Buenos Aires en el 15415; cuya descendencia formó el ganado
cimarrón o bagual de la llanura pampeana.
Los indios de las pampas rápidamente los hicieron suyos y los do-
mesticaron utilizando una técnica propia, mimética y simbiótica que
vinculaba al indio con el caballo, al que consideraban sagrado, y lo
usaron como transporte, para la guerra y también como alimento6.
Con el paso del tiempo, se fue conformando un animal casi sin com-
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mente a la vida en libertad pero sufriendo un entrecruzamiento cons-
tante cuyo resultado fue la aparición de morfologías muy diversas7.
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ción cultural para el indio; ampliando las extensiones que recorría,
mejorando sus técnicas de caza (utilización del fuego y el rodeo de
animales), conformando grupos más numerosos, llegando a alcan-
zar hasta los quinientos integrantes, mientras que en el plano béli-
co implementaron la lanza, las boleadoras y una protección confec-
cionada a modo de camisa hecha con cuero de caballo.
Para la repoblación de Buenos Aires, en el 1580, Juan de Garay8
trajo desde Asunción unos quinientos vacunos, mil caballos y al-
gunos ovinos; el clima favorable y la abundancia de buenos pastos
naturales permitieron una fácil multiplicación de estos ganados.
El vacuno cimarrón, formado a partir de ejemplares que se es-
caparon de las poblaciones hacia el campo, pudo multiplicarse sin
obstáculos en los pastizales, ya que los indios disponían de las caba-
lladas salvajes y no prestaron demasiada atención a estos animales.
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peana y sin contar con cercados, el estanciero elegía un campo alto,
con algo de declive para evitar estancamiento de aguas, y provisto de
aguada natural. La única mejora era un poste de ñandubay clavado
en medio del campo (el rascadero), poderoso atractivo para el vacu-
no que lo utilizaba para rascarse frotándose contra él. Gente de a
caballo recogía el ganado a la entrada del sol, rondaba toda la noche
y a la aurora lo dejaba ir a la aguada; el resto del día lo pastoreaba
bajo vigilancia constante. Para aquerenciar la hacienda –vale decir,
18 ELIAS EMANUEL MARKIN
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ĎćĊėęĎǡĔėĆĈĎĔǤǤ, Historia económica de la ganadería argentina, Buenos Ai-
res, Hyspamérica Ediciones Argentina S.A., 1986, p. 52.
ǧHISTORIAS DE LA FRONTERA INTERIOR 19
10
ĎćĊėęĎ, op. cit., p. 51.
11 Funcionario designado por el Cabildo, ejercía funciones judiciales en la Campaña.
12 Sistema por el que se asignaba un número de indios a un encomendero, para
quien eran obligados a trabajar, mientras este debía instruirlos en la fe cristiana.
13 En otras regiones de américa los indígenas llevaban un modo de vida seden-
tario, lo que facilitó la implementación del sistema de encomiendas, realidad muy
diferente a la de nuestras pampas.
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