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SCORPIONES

Los escorpiones (Scorpiones, del latín scorpio, -õnis) o alacranes (del árabe al'aqráb) son un
orden de artrópodos de la clase de los arácnidos. Están provistos de un par de apéndices en
forma de pinza (pedipalpos) y una cola acabada en un aguijón provisto de veneno.1

Se conocen unas 1400 especies en todo el mundo. Alcanzan tamaños entre los nueve milímetros
de Typhlochactas mitchelli y los 21 centímetros de los escorpiones emperador (Pandinus
imperator) o de Hadogenes troglodyes.

Habitan preferentemente en terrenos arenosos o rocosos o en las superficies tropicales y


desérticas. Una minoría son arborícolas trepadores, erráticos o cavernícolas y mantienen
relaciones comensalistas o sinantrópicas en las cercanías de moradas humanas, para quienes
solo una insignificante cantidad de especies puede resultar mortífera.

Las especies peligrosas para el humano, por la toxicidad de su veneno, pertenecen a la familia
Buthidae, de los géneros Androctonus, Buthus, Leiurus, Mesobuthus y en África y Medio
Oriente, Centruroides principalmente en México y sur de EE. UU. y Tityus en América del Sur.

Origen y evolución

Representan el grupo más primigenio dentro de los arácnidos y se consideran por tanto un
grupo hermano dentro de todos los demás. Como habitantes terrestres con una capa de quitina
relativamente delgada, solo muy raramente dejan restos fósiles, por lo que se sabe poco de su
evolución. La mayoría de los conocimientos provienen de investigaciones filogenéticas. Así,
basándose en su posición en la base de los arácnidos, puede suponerse que provienen de
formas marinas contemporáneas de los xifosuros y los extintos euriptéridos. Todas las especies
marinas respiran todavía mediante branquias, que en los xifosuros estaban situadas en la zona
interior trasera de las extremidades. Los pulmones en libro de los escorpiones han evolucionado
de las branquias de sus ancestros.

Los primeros fósiles inequívocamente suyos datan del periodo Silúrico, entre 430 y 390 millones
de años atrás. Estas primeras especies eran probablemente formas anfibias, provistas de
branquias y adaptadas a la vida costera.

Así mismo comenzó en este tiempo una división de las formas que quedó ya resuelta para el
Carbonífero o como muy tarde en el Devónico, hace algo más de 325 millones de años. De este
tiempo son casi todos los escorpiones conocidos por sus restos fósiles, los mayores de los cuales
llegaban a medir más de ochenta y cinco centímetros.

Anatomía

Anatomía externa

Su cuerpo se estructura vagamente en dos segmentos (tagmas): un tronco (prosoma) y un


abdomen (opistosoma) claramente bipartito.

Prosoma

El tronco, la región corporal anterior (a veces, cefalotórax), incluye la boca, los ojos, el cerebro,
los quelíceros, pedipalpos y patas y sostiene las extremidades. Puede dividirse a su vez en seis
segmentos (tergitos), a ellos pertenecen las garras trimembres relativamente pequeñas
(quelíceros) con las que trituran los alimentos apoyándose en los imponentes pedipalpos
acabados en pinzas con las que cavan cuevas y pasadizos subterráneos, además de cazar y
agarrar a sus presas, la mayoría de ellas otros artrópodos o vertebrados. Con los quelíceros,
junto con los pedipalpos y el siguiente par de patas constituyen la frontera inferior del espacio
bucal (gnatobases). A los pedipalpos les siguen cuatro pares de patas ambulatorias compuestos
de ocho segmentos (artejos).

El segundo segmento abdominal porta los órganos genitales y en último lugar, ostentosos
pectenes o peines, unos órganos sensoriales exclusivos de los escorpiones. En el abdomen se
sitúan, como en las arañas, los pulmones laminares o filotráqueas. El ano está en el quinto
segmento abdominal.

A sus presas las perciben fundamentalmente mediante un órgano denominado tricobotrio con el
que reconocen las vibraciones de, por ejemplo, una cucaracha cavando a un máximo de
cincuenta centímetros de distancia. El tronco está provisto además de un par de ojos mediales y
hasta cinco ojos simples menores, que solo le proporcionan una orientación básica: posición
solar, luz lunar, etc.

Opistosoma

El abdomen se compone de trece segmentos anulares de quitina, unidos flexiblemente entre sí.
De esa manera son a la vez rígidos y mantienen una extrema movilidad. Los cinco últimos, al
igual que en los extintos euriptéridos, se estrechan y forman el metasoma, la otra parte se llama
mesosoma.

El mesosoma alberga los órganos reproductores, el sistema digestivo, y en él se articulan los


peines (pectenes) exclusivos de los alacranes, un par de órganos especializados en quimio y
mecano-recepción. El dorso está cubierto por siete placas transversales (tergitos).
El metasoma es la región abdominal estrecha y cilíndrica. Está formada por cinco segmentos y el
telson, la última estructura, que contiene las glándulas venenosas y el aguijón, una espina hueca
con forma de aguja situada en la parte distal con la que intoxican a presas o posibles
depredadores.

La cutícula brilla bajo radiación ultravioleta. Además se estimulan bajo beta-carbolino y 7-


Hidroxi-4-metilcoumarino. Con ayuda de estas lámparas puede localizárselos fácilmente en la
oscuridad, incluso tras el fallecimiento del animal.

Anatomía interna

Sistema muscular y nervioso. Como todos los artrópodos, sus músculos comienzan en la
superficie interior así como en la horquilla del esqueleto de quitina. Están inervados mediante
fibras que irradian de un ganglio ventral central con siete nudos nervales; hay además un
cerebro de dos grandes ganglios, situados en la zona capital y que rodean el esófago.

El aparato digestivo comienza con una zona bucal provista de unas musculosas fauces. Bombea
la comida predigerida en la boca y la redirige a los intestinos delantero y medio, que
desembocan en varias glándulas secretadoras de las enzimas (amilasas, proteasas y lipasas). Los
nutrientes se almacenan como glucógeno. Como órgano de almacenamiento funciona un gran
hepatopáncreas, correspondiente a una combinación del hígado, y el páncreas, que puede llegar
a representar hasta un quinto del peso total del animal. Pueden engordar hasta un tercio de su
peso corporal con una sola comida, lo que, unido a su gran eficiencia asimilativa y a su baja tasa
metabólica, les permite ayunar durante hasta doce meses.

La excreción sucede, como en otros artrópodos, por los tubos de Malpighi, que finalizan en el
paso entre los intestinos medio y final y emiten compuestos nitrogenados. Esta excreción se
produce con muy poca pérdida de agua; los residuos se depositan como ácido úrico con las
heces.

El aparato circulatorio es abierto, con excepción del tubo cardíaco dorsal, la sangre o hemolinfa
flota libremente en el cuerpo y los senos sanguíneos en los tejidos del animal. Respiran
mediante pulmones laminares o filotráqueas, situados en la parte inferior del cuerpo. En ellos se
deposita el oxígeno en la hemolinfa.

Las gónadas, en ambos sexos, están dispuestas parejas como una red de mangueritas, a simple
vista inapreciables. Los machos producen en las suyas el esperma, que será almacenado en
órganos especiales (parciales) espermatóforos. Las hembras producen huevos, con o sin reserva
o yema, según la especie. Los huevos apoicogénicos tienen yema que los embriones aprovechan
como nutriente. Por el contrario, las crías nacidas de huevos catoicogénicos se nutren asiéndose
con sus quelíceros a divertículos alimenticios de la anatomía de las hembras.

Difusión y espacio vital


Se encuentran mundialmente en todos los continentes con excepción de la Antártida. En
América viven desde Canadá hasta la Sudamérica más meridional. En Europa tienen una
distribución meridional, alcanzando por el norte el sur de Austria y en Suiza. En Gran Bretaña y
Nueva Zelanda se introdujeron como neozoos. La máxima diversidad se da en las regiones
tropicales y subtropicales con un máximo en las regiones desérticas mexicanas. Se encuentran
en la mayoría de los espacios vitales, desde desiertos y zonas semiáridas, las herbosas sabanas,
los bosques tropicales, las costas en las zonas con marea, aislados en las alturas. Muchos se
entierran en el subsuelo, mientras algunas especies viven en los árboles. Hay varias especies
cavernícolas y algunas que puede encontrarse hasta a más de 800 metros bajo la superficie.
Tradicionalmente se los considera especies que prosperan en ambientes secos, sin embargo,
muchas especies están adaptadas a humedades ambientales elevadas. Sin embargo, la mayoría
de las especies habitan en la superficie. En 1968 McDaniels las clasificó en cuatro tipos básicos:

Los psammófilos habituados a hábitats arenosos. Son muy veloces sobre esta superficie y están
bien protegidos contra la deshidratación.

Los litófilos habitantes preferentemente en ambientes rocosos y la mayoría son de complexión


plana, para poder moverse con facilidad entre las piedras.

Los cavadores viven sobre todo bajo tierra en cuevas hechas por ellos mismos. Solo las
abandonan para cazar y reproducirse.

Los erráticos cambian su espacio vital y están por lo tanto menos especializados a un ambiente
específico.

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