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Buena Mar y Buen Viento

Buenas tardes a todos los aquí presentes.

Han pasado ya once veranos desde que muchos de nosotros emprendimos este difícil
camino que se llama la educación, una travesía casi inexplicable con palabras, pero con un
sin fin de sentimientos. Hace diez meses que habíamos ingresado con nuestro maletín y
cuadernos a un nuevo año lectivo, que quizás muchos llegamos a tener la convicción de que
sería un año “fácil”, sin embargo, esa idea se nubló con el pasar del tiempo. Un nuevo curso
escolar que supondría una cantidad infinitas de nuevas expectativas, retos, dificultades y
nuestro primordial martirio: el ICFES.

Este logro significativo, lo tenemos merecidos todos los aquí graduados, ya que fueron
centenares de lágrimas derramadas en las vestiduras del fino papel de los cuadernos, miles
de reproches coherentes de nuestros padres, obstáculos que quizás en su tiempo se
asemejaban al Muro de Berlín o a la Gran Muralla China, y que son hoy simplemente
memorias del ayer, decenas de trasnochadas haciendo alguna tarea de Matemáticas, Inglés
o Lenguaje, o estudiando para cualquier examen. Es por esto y por muchos otros
argumentos que alcanzar esta consecución representa una meta finalizada, una meta que
supone otra gran meta, la cual es continuar con nuestros estudios, pues es la educación el
gran pilar de una sociedad que tiene como obligación construir la paz, esa paz que le ha sido
tan arrebatada al pueblo colombiano, una paz de la que todos debemos ser partícipes, esa
paz a la cual únicamente se alcanza mediante la educación.

Hoy tú, yo y cada familiar podemos sentirnos triunfantes, y resta darles las gracias,
especialmente a nuestros acudientes, porque fueron ellos quienes se arrancaron una por
una cada pluma para que nosotros pudiéramos tener alas y volar lo más alto posible. Del
mismo modo gracias a nuestros maestros, quienes se convirtieron en nuestros mentores,
gracias a cada uno de ellos por preocuparse para que cada uno de los hoy graduados,
pudiéramos estar allí sentados; gracias porque muchas de sus enseñanzas quedarán
perpetuadas en nuestros subconscientes, gratitud infinita porque siempre, aunque tal vez
nunca lo vimos, quisieron lo mejor para nosotros. Continúen haciendo esa bonita labor, que
es formar y sigan esparciendo sus enseñanzas como el rocío que se esparce en las plantas
después de un día lluvioso, esas enseñanzas tan necesitadas en esta cultura tan violenta y
abatida por la guerra, la soledad y la desigualdad.

Hoy miramos con nostalgia a cada uno de nuestros compañeros, quienes pasaron de ser
simples conocidos a grandes amistades quizás para toda la vida. Gracias a ustedes,
estudiantes, por convertirse en mis hermanos de otros padres, gracias por escucharme en
mis des amoríos, en mis experiencias, en mis aventuras, en mis travesuras, gracias por ser
cómplices e intérpretes de mi crecimiento personal, gracias porque cuando llegaba
somnoliento, triste, desesperado, decaído, enojado a clases, ustedes me alentaban con sus
ocurrencias y travesuras. Hoy ya no podremos decir “qué pereza, no quiero ir a clases”. Tal
vez muchos de nosotros recordaremos el primer día que pisamos ésta institución, con
innumerables fantasmas y prejuicios aterrorizándonos en nuestra mente, pero ustedes,
amigos, fueron para muchos de nosotros esa inminente calma que apacigua una tormenta
después de terminada. Y así podría quedarme toda la tarde, pero el agradecimiento no tiene
límite y mi afecto hacia todos ustedes, tampoco.

En este día, solo me queda expresarles mi sincera gratitud, espero quedar grabado en los
recuerdos de cado uno de los aquí presentes. Quiero que emprendan este nuevo camino
que apenas empieza con la mejor actitud, con las mejores expectativas. Será un tramo
bastante largo y difícil, como un velero que atraviesa las tempestivas olas del Pacífico, o
Ulises intentando divisar su tan anhelada Ítaca, eso es la educación, una compleja aventura
oceánica que al tocar tierra significará un logro más, solo me resta decirles a los futuros
bachilleres de la Institución Educativa Nuestra Señora de Chiquinquirá… Buena mar y buen
viento.

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