Sie sind auf Seite 1von 6

UNIVERSIDAD DEL VALLE

FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE ESTUDIOS LITERARIOS
PROGRAMA DE LITERATURA
LITERATURA CONTEMPORÁNEA I
PROF. Fabio Martínez
ESTUDIANTE: Miguel Ángel Arredondo Guerrero
CÓDIGO: 1427105
FECHA: 07 de Junio, 2017

Fraternidad de la amargura.

“Cuando la vida se torna rutinaria y la realidad no ofrece las

posibilidades deseadas, el personaje cortazariano logra el acceso a su mundo

imaginario.”

Mónica Tamborenea

El sentimiento de tragedia e irrealización total en la cuentística de Onetti es un aspecto


notable que se repite constantemente en la mayoría de sus cuentos y suele ofrecer una
apertura a un final estremecedor, donde la miseria triunfa y la esperanza de seguir
existiendo se desvanece de manera efímera, como la vida misma del personaje. Pero
esto no significa necesariamente la perdición completa de los impulsos vitales porque
en esos cuentos y en la misma vida del autor, los instintos no cesan en invitar a dar otro
paso para saltar hacia los terrenos de la angustia y la creación artística. Asimismo, lo
ilustra Julio Cortázar en sus cuentos, al ser una característica presente en la mayoría de
los personajes o situaciones1 en una trama: el “salto que provoque extrañamiento”.

Es por esto que vemos en Onetti y Cortázar la formulación de caminos alternos a partir
del reconocimiento de la miseria inevitable que contiene la ficción y la realidad. Como
en “El posible Baldi”2, donde el personaje se encuentra preso de una irremediable
angustia, al reconocer que lleva “una lenta vida idiota, como todo el mundo” (pág. 53)

1
Porque en Cortázar sucede que las situaciones se entrecruzan con los personajes y el velo que
los separa se desvanece.
2
ONETTI, Juan Carlos (1994) “El posible Baldi”. En: Cuentos completos. Editorial Alfaguara.
Madrid. 2007.
aterradoramente vacía y monótona, al compararse con una personalidad más aventurada
y llena de riesgos.

Por otra parte, en Julio Cortázar también podemos encontrar estos aspectos en relación
con sus cuentos. Al escritor argentino le gustaba alternar la vivencia de sus personajes.
Parecen estar inventándose a cada paso, buscando establecerse en un centro y alejarse
de cualquier extremo engañoso. Así, sus personajes crean una discontinuidad de la
rutina, y el narrador sigue alimentando la narrativa con imágenes y sonidos
(provenientes, a veces, de lugares impensables) haciendo parecer que el mismo
personaje se encuentra en medio de un delirio impertérrito. Y va más allá, logrando
formular otra voz que puede, o entrar en conflicto, o establecer relación con el lector.
Estas características nacen de un impulso por recrear la realidad en que están
estacionados para dar un salto hacia algo más. El mismo Cortázar lo aseguraba al decir
que “lo verdaderamente interesante no son las leyes sino las excepciones”. Como
Onetti, Cortázar no parece estar muy conformado con lo que se le presenta, con los
hechos crudos, sea porque le inspira cierta duda o porque la ataraxia de un mundo real
le quita sus ganas por descubrir más.

La pesadumbre y la satisfacción; la ignorancia y el saber; el menosprecio y el


reconocimiento; la sin-razón y la lucidez. Parece que viviéramos en un entorno
fragmentado donde los individuos no encuentran unión entre sí y la comunidad entre
diferentes está apartada de toda posibilidad realizable. La felicidad, ese “bien” tan
deseado, es producto de un constante vaivén entre la falta y el exceso de algo. La
amargura, sentimiento del cual se debe huir al instante (según la mayoría), ha sido presa
de la indiferencia social, y para aquellos que prefieren regodearse en ella les es
impuesto un exilio emocional del cual parece imposible salir; por ejemplo: siempre,
cuando decidimos expresar esa emoción a una porción de amigos o familiares, abundan
las palabras que pretenden revivir en nosotros esa supuesta cualidad final denominada
‘felicidad’. Pero es inevitable no tratar de alcanzar ese término, debemos establecer
cierto orden y diferencias para no perder los hilos que mantienen este teatro que
representa la vida en función, sea para la construcción o destrucción propia.

Juan Carlos Onetti, el escritor uruguayo quien vivió el siglo XX junto a otros grandes en
la literatura latinoamericana, y considerado como uno de los pocos existencialistas de la
literatura en lengua castellana, fue un hombre que defendía la idea de que uno posee la
libertad para regodearse en su propia tristeza. Al retratar escenarios lúgubres, insufribles
para los personajes que los habitan, nos construye un camino alterno por el cual
podemos deslizarnos sin necesidad de apelar al miedo. Por medio de la invención, la
ficción o, vulgarmente llamado, la mentira, Onetti se propuso llevar a cabo la gran tarea
de subvertir la realidad misma, pulirla (de cierta manera) y yuxtaponerla frente a otras,
para poder comprender qué hilos se cruzan entre las tantas realidades que operan en
nuestras sensaciones.

Mi noción de realidad es más cercana a la de Julio Cortázar, aunque es en sí misma un


punto de vista. Quien lee esto en este mismo instante no es el mismo que lo escribió, es
fáctico, e incluso puede parecer absurdo por su indudable obviedad; pero es aquí donde
se vislumbra muy claramente el término de la realidad. Si no coincidimos lector y
escritor, es porque nuestras realidades se interponen.

El valor de la mentira cobra vida. Hay un aspecto curioso de la escritura: una persona es
quien lleva a cabo el acto. La capacidad para inventar hechos no ocurridos es una
cualidad intrínseca de nosotros los seres humanos. Yo puedo estar mintiendo en estas
palabras, como también puede hacerlo el lector al convencerse de que me comprende.
Onetti sabía cuán provechoso resultaba hacer uso de la ficción, pese a que su vida haya
sido una guarida de miserias, desgracias y abandonos.

En un magistral cuento, titulado “El posible Baldi”, Onetti nos abre las puertas a la
alternancia, a intentar destejer los hilos de las experiencias que ya hemos tejido y
desandar los caminos ya recorridos. Todo iniciándolo con el bello proverbio que hace a
su vez de llave para las otras posibles caras: “Y si él quisiera…”(pág. 47) Baldi, un
hombre que siente a la felicidad posada en su cercanía, se ve presto a crear una
personalidad alterna, un posible Baldi, frívolo y de trabajos ilegales, que le ayude a
evadir una chica rubia que, por causas desconocidas para él, se interesa por su
apariencia y carácter; debido a esto, se siente invadido de impaciencia hacia la
“institutriz alemana” (como la ha denominado) y empieza a inventar una vida ajena con
el fin de evadirla. Al final de esta trama (me disculpo por retratarla tan someramente) el
personaje se ve en la trágica situación de reconocerse, enterarse de que “comparaba al
mentido Baldi con él mismo, con este hombre tranquilo e inofensivo que “contaba
historias a las Bovary de plaza Congreso” (pág. 53) La mentira ocupa un rol muy
importante en el mismo auto-conocimiento.
La amargura, como lo señalé en un principio, es un sentimiento evadido por la mayoría
de personas. Muchos prefieren resguardarse entre seguridades prefabricadas con tal de
evitar ese clavo metafísico que representa la tristeza o la melancolía. Pero, ¿qué
sucedería si en vez de evadirla nos dejáramos adentrar en los nuevos terrenos que
ofrece, donde hallemos una especie de portal que permita verse a uno mismo como otro
ser? Un poco peligroso, puede parecerlo. Es lógico que muchos deseemos la seguridad
primeramente, en relación a muchas situaciones o personas. Lo que planteo es que en
medio de tanta felicidad aparentada y deseada, deberíamos repensar todas las
construcciones cognitivas que hemos hecho sobre de los sentimientos pues, como
mencionaba Cortázar, “el mundo está lleno de falsos felices” que temen a enfrentarse
consigo mismos y con las otras formas de percibir el mundo, teniendo en cuenta que
existe una gran variedad de estas formas.

Siguiendo con el argentino, encontramos un admirable cuento titulado “El otro cielo” en
el que se vislumbra claramente ese “derrumbar barreras para dar acceso a un orden de la
realidad que está del otro lado de la experiencia cotidiana. No es ni puro juego verbal ni
una simple metáfora, sino una ruptura.”3 El personaje, un hombre de trabajo en la bolsa,
parece tener la capacidad de viajar entre Buenos Aires (ciudad de la convención y el
deber) y Paris (espacio del deseo de ser otro, de la otredad) por medio de unas Galerías
ubicadas en lugares secretos de cada capital. Pero no sólo ocurre una metamorfosis del
espacio geográfico, sino del mismo personaje porque, de ser un trabajador dedicado y
aburrido en Buenos Aires, pasa a sus tiempos de estudiante en Paris, con poco dinero y
con los deseos y sueños a flor de piel. Entonces, este personaje retrata de manera clara
la tentativa de escape por causa de la amargura. Se ve encerrado en una existencia
monótona, sin interrupciones y estricta, y empieza a añorar el amor idílico que tuvo en
Paris (o tiene) y que, a pesar de regresar a los tiempos de estudiante donde siempre se
andaba con poco dinero y una mirada curiosa, desea con ímpetu volver a las dificultades
que le hacían feliz.

Como conclusión, en la bella literatura de estos dos autores encontramos una enseñanza
(y varias también) que pueden ser útiles, dependiendo cómo se analicen, para seguir

3
HARSS, LUIS. (2012). Julio Cortázar o la cachetada metafísica. En:Los nuestros.Madrid:
Alfaguara.(pág. 270)
teniendo ánimos de existir. Onetti, bajo las ruinas de la mentira y la miseria, edifica
nuevos templos de arquitectura innovadora, para salirse de la repetición generada por la
cotidianidad. Cortázar, subrepticio, entre el juego y el humor, interroga a lo que se
declara a sí mismo como absoluto y verdadero, para lograr entrever por los intersticios
que contiene toda aparente solidez y así adentrarse a un mundo (o varios mundos) de
innumerables posibilidades.

Sigo y seguiré teniendo la esperanza de que, algún día, caminando tranquilo o furtivo
por un puente, me encuentre a Julio-Denis, Cortázar, el enormísimo cronopio, el
epiléptico metafísico, el afrancesado- al otro extremo, saludándome con un ademán
amable y curioso, invitándome a terminar de cruzar ese puente que es sólo uno, entre
tantos existentes en la vida misma. Y también les puede suceder a ustedes.
Bibliografía:

ONETTI, Juan Carlos (1994) “El posible Baldi”. En: Cuentos completos. Editorial
Alfaguara. Madrid. 2007.

CORTÁZAR, J. (2006). Casa tomada y otros cuentos. Bogotá: Alfaguara.

LÓPEZ CÁCERES, A. J. (2010). Pasión crítica: ensayor sobre literatura


latinoamericana contemporánea. Cali: Colección La tejedora, Universidad del valle.

LUIS, H. (2012). Los nuestros. Madrid: Alfaguara.

Das könnte Ihnen auch gefallen