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Nombres: Carlos Gómez A.

Fecha: 01-05-2019
Fuente:
Martínez, F. (2001)

Resumen:
El texto comienza desde la premisa de que el lector al leer un texto de carácter novelístico no
asume como anómalo aquello que está leyendo, a pesar de saber que el texto en sí
corresponde a una ficción y que todo lo que se dice en él es “falso”. Luego recurre a la teoría
del discurso para dar muestra de lo que Frenge e Ingarden pensaban, ya que, creían que el
lenguaje de la novela no corresponde a un ni verdadero ni falso, sino que es, son semi-
afirmaciones, y con esto ya no se concibe como una farsa todo lo dicho en el texto, ni se
considera como un loco al autor, puesto que, este lo que hace es hablar desde fuera de la
seriedad. Pero Martínez Bonati difiera de esta perspectiva, ya que, él cree que las frases
novelísticas corresponden a unas frases ficticias hechas por un hablante ficticio, proponiendo
que no difieren de las frases “reales” en su función lógica, sino en su naturaleza óntica.

Se sostiene en Searle, quien creía que la labor del escritor era una labor basada en el fingir,
que se había institucionalizado, haciendo que el lector también forme parte de esta gran
ficción, y cuyo propósito de acción es ese mismo: generar un mundo ficticio que compartan
ambos. Surge la pregunta entonces ¿Por qué no hablar realmente de este mundo ficticio, por
qué fingir hacerlo? La respuesta que da Searle es: porque nadie puede hablar realmente de
algo que sabe es mentira. Entonces Martínez Bonati se cuestiona del por qué, entonces, los
lectores asumen la lectura de un acto que saben falso, y se responde momentáneamente:
porque así son las reglas tácitas del juego novelístico. Y más tarde tras muchos
cuestionamientos sobre el tema llega a una conclusión: el autor no finge el acto de hablar al
escribir, sino que imagina ficciones las cuales traspasa al campo del lenguaje con sus signos,
por lo que no finge hablar al escribir, habla como tal, solo que traspasando imaginaciones.
Cita:
“La regla fundamental de la institución novelística no es el aceptar una imagen ficticia del mundo, sino,
previo a eso, el aceptar un hablar ficticio. Nótese bien: no un hablar fingido y no pleno del autor, sino
un hablar pleno y auténtico, pero ficticio, de otro, de una fuente de lenguaje (…) que no es el autor, y
que, pues es fuente propia de un hablar ficticio, es también ficticia o meramente imaginaria.” (Martínez
Bonati, F. 2001, p. 73).

Importancia de la cita:
La importancia de la cita radica en que configura el parámetro desde el cual se establece la
literatura de Bolaño, ya que, si bien no deja una imagen glorificadora de América, tampoco lo
hace con Europa, puesto que, para Bolaño tanto uno como el otro lugar son sitios perdidos,
tanto como lo son las personas que lo habitan, puesto que la marginalidad está en cada
centímetro del planeta, dejando al vacío del mundo como el único espacio donde nos reunimos
como hermanos.

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