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SUMARJO

ESTUDIO

MARTÍ' Hr.R,ANDEZ, .M• P.: Crmtrib11oú11 .11 <J111-


difl del poblt11111mto del /11° ) .-01111m:.01 del 11
Mi/mio a. de C. en el 11orOfJtt .1al111t11//i110:
Afflltrirtles de superficie
COR 1t.s SANTO:., J. L ; CUADRADO BA~A~. A.:
ÜLIVI RA ARRAN;l, Mª del R.; HI Rt'.ÁNl)l·Z
VAJ.VLRDE, M . V.: Uno forrifiramfu &ltidadll: ti
ra.1111/0 de \lilttllrt (SalomanroJ

Dr Dio~. .: La d(){'tmra sobre el podl'T' 1M prínap.: m


ti doa&rJ 11,111 G11t1lrrez
WERt.AGA PRIETO, A.: Oferta) dt111011ch1 t11 el mg<>-
no del !tbro: Lrbrerías m ltt S11l.1111t111rt1
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PtRCZ PRICTO, M: La rop1//r1 dt 11111uc" di: 111
Parnx¡11iade Sa11 Martí11 di' Salr1111r111m rltm1111e
d p1ríudo 1'00-1750
V Al~ TOIMIL. J. L.: 1\láJ sobre}tmn Gonuíln. de DM

LóPF7. rRRA:\O, R.: Donde las dan lm tf/11101111 &trol


d(Js tatamdlfos de Torres \ 'illarrwl

SALAMANCA At'.'/ HERMIDA. J.: FttetlleJ H1Jtor1ogrtij1<t1J ral-


11111111111m: Las ediaonu del Bernardo Dorad11
REVISTA DE ESTUDIOS
Prnrrcro GARCÍA, M. A.; GARCiA MARTÍN, J.:
/.,Qs reformadorts de la U11i11ersid,Hf dt Sala1111111ra
Núm. 39 m la tm11Jidú11 al liberali11110
1997 MARTfl\ R ODRIGO, R .: Deli1os ) fa/Tris c'Of/IYtl lt11
pt1·so11111 w /,,Sierra de Fro11cit1 m el .lifilo XI X
RlPtRLZ AL\IAJANO. M' N.; CASTRO
A'\TA\IAR1A. A.: El roltg10 t!t s,1111c1 Cm. tlt
Cañ1ZL1m. /\1pcctoI hmrírrm-artÍJllros

H ERRERO GóMEZ, J.: PlaterÍt1 ral111a111in11 t11 l.t


proc moa dt Si>ria
SÁNCllLl, J. M., TOMÁS, c., y DE PAllLO, F.:
A111ílun rlimfltolúgico de lr1 1empem11m1) .omws
moci,ulos. en el obser1,alfTrio dt 1\ l11ftmi11
(S11/11111a11ra). Período 1945-1994

D OCUMEl'>TOS
PORTAi. M O:-..JE, M• R .: Normas doc111111:111t1fu J1Jbrr
lm olmlJ tn Sama i\loría dt la Stdt o C.11..!r,1/
Vu¡11 tk 'iala111a11ra di1raT11e ftJJ sig/oJ XVI-XX

Ml\RTÍI\, Ll IS P. : Texros ) Dor111m111u1 dr /,,


M111om1·ít1 r,1stell11no-lermun (siglos XIX) XX)

R ESEÑAS
SALAMANCA
Revista de Estudios
SALAMANCA
REVISTA DE ESTUDIOS

Número 39
EDICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE SALAMANCA
1997
CUBIERTA: Detalle de un grabado de Antonio Cabracán procedente
de la portada de la "Historia de la Ciudad de Salamanca"
de Bernardo Dorado (1863)

© Ediciones de la Diputación Provincial de Salamanca y los autores.

Para información, pedidos e incercambios dirigirse a:


Ediciones Diputación de Salamanca
Deparramenco de Cultura.
Felipe Espino, n." 1, 2.ª planta.
37001 SALAMANCA (España)
Teléfono: 293218 - Fax: 293129
e-mail: Ediciones@Dipsanet.es.

Diseño de Cubierta: M . Morollón

ISSN: 0211-9730
Depósito Legal: S. 156 - 1997

FOTOCOMPOSICIÓN: EUROPA ARTES GRÁFICAS, S.A.


Sánchez Llevor, l
3 7005 Salamanca

IMPRESIÓN: GRÁFICAS VARONA


Polígono Los Moncalvos, Pare. 49
37008 Salamanca
SALAMANCA
Revista de Estudios

Consejo de Redacción
Dire<tor:
José Luis Martín Martín

Strrdario;
Jesús García Cesteros

Miguel Domíaguez-Berrueta de Juan


Cirilo Flórez Miguel
Antonio García y García
Santiago Goazález Gómez
Javier Infame Miguel-Mocta
Emiliano Jiménez Fuentes
Antonio Llorente Maldonado
Ángel Marcos de Dios
Ramón Marrín Rodrigo
J osé Ramón Nieto González
Manuel Pérez Hernández
Juan Ignacio Plaza G uciérrez
José Luis Rodríguez Diéguez
Manuel Santonja Gómez
Pablo de U namuno Pérez
SUMARIO

ESTUDIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1l
MARTfN HERNÁNDEZ, M ª P.: Contribución al estudio del poblamiento del///º y co111it11-
zo1 del //º Milenio a. de C. en ti noroeste salmantino: Materia/e¡ de superficie . . . . . 13
CORT8i SANTOS, J.
L. ; CUADRADO B ASAS, Á.; OLIVERA ARRANZ, M• del R.; HER-
NÁNDEZ VALV ERDE , M . V.: Una fortificación olvidada: e/ Castillo de Vilvt.Stre
(Salamanca) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
DE DIOS, S.: La d« trina sobre el poder del príncipe en el doctor )11an G11tilrrez . . . . . . . 133
WERUAGA PRIETO, A.: Oferta y demanda tri el neg«io del libro: Librerías en la Sa-
lamanca Tar®barroca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
PÉREZ P RIETO , M : La capilla de mlÍsica de la Parroquia de San Martfn de Salamanca
durante el período / 700- 1750 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
V AU.S TOIMI~ J. L.: Mál 1obrejuan Gonuiln de Dio1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 l
LóPEZ SERRANO, R.: Donde las dan las toman 11 otros ®s tt.stammtos de TorrtJ Villarrot.I . 237
SANZ H ERMIDA, J.: Fuentes HiJtoriográficas salmaminas: Las ediciones del Bernardo
Dorado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 5
PERFECTO GARCÍA, M . A.; GARCÍA MARTfN, J.: Los rtformadort.s de la U11it1trsidad de
Salamanca en la transición al libtralismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
MARTlN R O DRIGO, R .: Delitos y faltas contra las personas m la Sierra de Francia en el
siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
R UPÉREZ Al.MAJANO, M* N.; CASTRO SANTAMARfA, A.: El coltgio de Santa Cruz de
Cañizares. Asp« tos histórico-artísticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
HER RERO GóMEZ, J.: Platería salmantina en la provincia de Soria . . . . . . . . . . . . . . 385
S..\NCHEZ, J. M., TOMÁS, C., y DE PABLO, F.: AruiliJis dimatoldgico de la temperatura y su-
mos as()(iados, en el ob1ervatorio de Matacán (Salamanca). Periodo 1945-1994 395

D OCUMENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443
PORTAL M ONJE, M 1 R.: Noticias d()(mnmtaltJ sobre fas obras en Santa María de la Sede
o Catedral Vieja de Salamanca durante los siglos XVI-XX . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
MARTfN, LUIS P.: Textos y Documentos de la Masonerfa castellano-leonesa (siglos XIX
y XX) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

REsEÑAS 509
Estudios
SALAMANCA, Revma de Estudios, 39. 1997. P'gs. 13-48
IS.SN: 0211-9730

CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO D EL POBLAMIENTO


DEL Illº Y COMIENZOS DEL 11º MILENIO a. de C.
EN EL NOROESTE SALMANTINO: MATERIALES
DE SUPERFICIE•

M" PAZ MARTfN HERNÁNDEZ

RESUMEN: En el presente trabajo se analizan una serie de yacimientos de


la Prehistoria reciente, situados en el cuadrante Noroeste de la provincia de Sa-
lamanca, que se pueden encuadrar desde el Neolítico Final hasta el Bronce
Pleno cubriendo una amplia cronología: desde comienzos del IIIº milenio a. C.
hasta comienzos de la segunda mitad del 11° milenio a. C. Determinados y su-
cesivos hallazgos, siempre de carácter superficial, han dado lugar a colecciones
inéditas y sin duda básicas para revelar el especial interés de bastantes yaci-
mientos. Sobre codo a través de la industria cerámica se ha puesto de manifiesto
la escrecha conexión con el Norte de Portugal , especialmente con los poblados
excavados del Esce de Tras-os-Montes.

SUMMARY: In che present work, we analyse a series of hiscorical sices


from che recen e Prehiscoric period found in che north-wesc pare of che province
of Salamanca; chey can be classified from che Lace Neolichic period co che
Bronce Age covering a large cronology: from che beginning of che third mille-
nium B.C. uncil che beggining of che second middle of che second m illenium
B.C. Cercain posterior discoveries, always ac surface level, have led co unpu-

l. Este trabajo consticuye un resumen de algunos capítulos de nuescra Memoria de Grado de Sala-
manca. Agradecemos la inestimable ayuda de su directora ()" Socorro Lópe-z Plaza, así como la colabora-
ción de los coleccioniscas D. Eduardo Martín y D. Jesús Santos quienes siempre nos atendieron amable y
desinteresadamente. El marerial arqueológico de Fuente Rebolla, Cerro de San Jorge, La Molinera, Airo
del Espía y Cortinas de la Iglesia se encuentra en poder de D. Eduardo Martín de Lumbrales. El conjunto
procedente de La Peña (la mayor parte recogido por D. Jesús Sancos) se halla deposic.do en c:I Museo Pro-
vincial de Salamanca y el Director del mismo, D. Manuel Sanconja, lo puso cordialmenre a nuescra dispo-
sición. Desde aquí agrodecemos su colaboración y buen ánimo, así como las facilidades ofrecidas en rodo
momenco para el acceso y concacro con el material.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 13


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

blished rudimentary works which revea! che special inceresc of many sices.
Above ali, chrough che poccery trade we can clearly see a scrong conneccion
wich che Norch of Portugal, especially wich che villages discovered to che easc
of Tras-os-Monees.

PALABRAS CLAVE: Calcolítico/ Noroeste salmancino/111° e inicios del 11°


milenio

l. MARCO GEOGRÁFICO

El territorio en el que se ubican los yacimientos analizados se sitúa en el No-


roeste de la provincia de Salamanca, en la zona de frontera con Portugal y en el lí-
mite con Zamora al Norte. Comprende las hojas nº 422-423-449-450-475 y 476
del M.T.N., entre las coordenadas 40º05' a 41°20' de latitud y 6º 1 l' a 6º5 l' de lon-
gicud, abarcando cerca de 1.900 Km2 de superficie.
Este cuadrante Noroeste es una zona que carece de fuerces contrastes, salvo en
los Arribes, donde el encajamienco de los cursos fluviales y las escasas altitudes
marcan unas condiciones especia.les. El resto del área presenta escaso relieve en su
topografía, una relativa homogeneidad litológica y una progresiva alteración mor-
fológica hacia el Sudoeste, con relieve suave, cimas por lo general bajas, con parces
más accidentadas, correspondientes al encajamiento de los ríos, sobre todo el Hue-
bra y Yeltes.
Geomorfológicamente esta zona forma parte de la penillanura situada al
Norte de la fosa de Ciudad Rodrigo, entre Salamanca y la frontera con Portugal.
Encontramos una superficie antigua, con testigos en las zonas más alcas, for-
mando replanos con recubrimiento de cuarzo, cuarcita, pizarras ... seguidamente
una zona de enlace con recubrimiento procedente del desmantelamiento de la
superficie antigua y una superficie prefluvial que se encaja por debajo de la zona
de enlace.

2. RESEÑA DE YACIMIENTOS

Se han catalogado 66 yacimientos (figura l) con los que se ha realizado un in-


ventario organizado por términos municipales recogidos en orden alfabético. El
número situado delante de cada yacimiento hace referencia a su emplazamiento so-
bre el mapa. Los yacimientos inéditos, base de este estudio, y que permiten mejor
la adscripción cultural y cronológica, aparecen en versalita. Aquellos poblados re-

14 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


CONTRLBUCIÓN Al ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE 111.º Y COMI ENZOS DEL 11.º MILENIO A. DE C.

feridos por Benito del Rey y Manuel Alfageme2 y con materiales paralelizables con
los anteriores, se muestran en cursiva. Finalrneoce, aunque en general con menos
datos para su caracterización, completan la lista ouos yacimientos a los que hemos
accedido a través de la documenración existente en los fondos del Museo Provin-
cial de Salamanca.
ALDEADÁVILA DE LA RIBERA: l El Encinar
BARRUECOPARDO: 2 Mata Leonardo, 3 Valdemlejero, 4 Cabeza Gejo, 5 Espinazo Cabra, 6
lAs Cabritas. 7 Huerta Montes, 8 Va/depilo, 9 Pnías la N()ria, 10 Los Tres Mojones, l l
Cabeza La ]oy«a, 12 El Praobe.so, l 3 Va/dtjerreros
CABEZA DEL CABALLO: 14 La Cocorra, 15 Las Cocorrinas, 16 La Pizarra, 17 El Sie-
rro
CABEZA DE FRAMONTANOS: 18 Teso del Fenechal, 19 El Muriano, 20 Peña del Casero
CEREZAL DE PEÑAHORCADA: 21 Peña Picada, 22 Teso del Dinero, 23 Copa Pino,
24 Mata El Sierro, 25 E/ Sierrito, 26 Mata la Sierrita, 27 Teso dt Peñahorcada
CERRALBO: 28 Terroña Blanca, 29 LA MOLINERA, 30 CORTINAS DE LA IGLESIA, 31 Al.TO
DEL EsPfA, 32 Las Frieras, 33 Picón del Rey
ENCINASOL.A DE LOS COMENDADORES: 34 Las Eras, 35 Valle dt la Campana
GU.ADRAMlRO: 36 El Tejar, 37 Teso de San Cristóbal, 38 El Villar, 39 El Concejil
HINOJOSA DE DUERO: 40 FUENTE RESOLLA
LA PEÑA: 4 1 Las Carrasqueras, 42 LA PEÑA
MASUECO: 43 Teso del Castillo, 44 Los Humos
MIEZA: 45 Fuence del Valle de Sta. Cruz, 46 Cabezo, 47 Parte de Enmedio, 48 Valdele-
ras, 49 Valle Borracho
OLMEDO DE CAMACES: 50 CERRO DE SAN J ORGE
PEREÑA: 5 1 Cerro de El Cueco, 52 Virgen del Cascillo
POZOS DE HINOJO: 53 Los Castillos
SANCHÓN DE LA RIBERA: 54 Ermita del Cristo, 55 Teso de los Barreros, 56 San-
cbón de la Ribera
SARDÓN DE LOS FRAILES: 57 El Berrocal
VALSALABROSO: 58 Las Uces, 59 La Cabecina
VILLASBUENAS: 60 Moscosa, 61 Monte Nuevo, 62 Calzadita

2. Benico del Rey, Luis; Manuel Alfageme,Juan de. "Reseña de yacimientos eneolíticos en los tér-
minos mun icipales de Barruecopardo y Villasbucnas". En Salamanra, Rtvista Prwinrial tÚ Ei111dios, 18-19,
1985. Salamanca. Diputaci6n, pág. 157-165.
Manuel Alfageme, Juan de; Sánchez Sánchez, Isidro; Benito Del Rey, Luis. "Dos yacimiencos de b
Edad del Bronce en el término de Barruccopardo". En Zephyr11s, XU-XLll, 1976. Salamanca, Universidad,
pág. 299-320.
Manuel Al íagcmc, J uan de; Benito del Rey, Luis. "Un yacimiento del Bronce en el término de Vi-
llasbuenas". En Z'/Jh)NIJ, XXVID-XXJX, 1978. Salamanca. Universidad, pág.215-228.
Manuel Alfagcmc, Juan de; Benito del Rey, Luis. "Ca~z.a Gcjo, un yaci miento del Bronce Ini-
cial en Barruecopardo". En Salamanra, Revista Priwinrial de Es111tlio1, 8, 1983. Salamanca. Diputación,
pág. 105-128.
Manuel Alfageme, Juan de; Benito dcl Rey, Luis. "El yacimiento eneolítico de Valdejcrreros (Barrue-
copardo, Salamanca)". En S111dia Za11111m1Jia. 5, 1984. Zamora. U.N.E.D., pág. 457-470.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 15


M' PAZ MARTÍN HERNÁNOEZ

20

Aldadi\llla
44
11
" Sardón de los Frailes

43 57

00- 41

I? 14 01 55

H 56

Villar de Penlonso
31
30 •...
•Villgudino
.... 4 0

Lumbrales •
.... •! 53

FIGURA 1. Dispersión de los yacimientos en el Noroeste salmantino

VILLASECO DE LOS REYES: 63 El Cotorrino, 64 La Sopera


VILVESTRE: 65 El Sierro
ZARZA DE PUMAREDA: 66 Teso del Dinero

Se trata de asentamientos de hábitat de diversa entidad, localizados sobre pe-


queños cerros amesetados de poca extensión. No faltan, sin embargo, los que
muestran localizaciones más estratégicas al lado de inmensos roquedales o en ce-
rros bien destacados en el entorno.

3. CULTURA MATERIAL

Nos centramos en el análisis de los materiales inéd itos, que además constitu-
yen el conjunto más significativo hallado hasta el momento dentro del numeroso
núcleo de poblados que se ha inventariado en el Noroeste salmantino. Son hallaz-
gos superficiales, con las lógicas limitaciones que esto supone, pero el conjunto es
suficientemente significativo como para permitirnos realizar una propuesta de su
encuadre cronológico y constatar la posible identidad cultural de los yacimientos

16 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUOÓN Al F..STUDIO DEL POBLAMIENTO DE 10.0 Y COMIENZOS DEL 11.0 MILENIO A. DE C.

dencro de la región, comparándolos con los del resto de la Meseca y los del ámbito
peninsular, teniendo muy en cuenca la cercanía y límice con regiones portuguesas
bien estudiados, como Tras-os-Monees y la Beira Alca.

3.1. I NDUSTRIA L(TICA PUUMENTADA>

La Pella Ftc. Rebolla C.$. J o'l!e La Molinera Alto Espía C. Iglesia Total

H acha tipo 1 17 - 3 10
H acha tipo 11
Hacha ?
22
18
4
5
4
1
-
3
3
'-
1
3
5
39
33
32
Azuela tipo 1 13 1 - - - l 15
Azuela tipo II 30 2 1 3 1 2 39
Azuela? 4 1 - - - 1 6
Gubia 2 - - l - - 3
Cincel 2 - - 1 - - 3
Lámina de Azada 1 - l - - - 2
Útil Filo Romo P. L L 2 - - 1 5
Total 110 14 9 14 7 23 177

H emos analizado un total de 177 útiles pulimencados, aunque el número es


mucho más elevado, ya que existen otros que no se han incluido al estar muy mal
conservados o incomp letos. La característica más común es la de ser piezas por lo
genera l poco crabajadas, algo coscas. Esto es debido a que en la mayoría de los ca-
sos no ha habido un pulimento íntegro en coda la pieza, sino que se ha pulido lo
imprescindible para su uso: la zona del filo y el bisel. El número de útiles cocal-
mence pulimencados es escaso, no alcanzando el 30% sobre el conjunto; pero in-
cluso en estos que poseen coda la superficie trabajada, el pulimento es siempre más
cuidado en la zona activa del útil. Otra característica muy frecuence en el conjunco
es la aparición de úciles fragmencados longicudinalmence, hallándose en codos los
yacimiencos objeco de esce estudio. La mayoría de escas piezas fue reutilizada,
siempre y cuando las condiciones del filo hubieran quedado lo suficiencemence in-
caccas como para ser aprovechadas. Suelen ser fracturas limpias y rectas que crean
bordes p lanos, alisados y lla nos. Esto puede deberse a la exiscencia del "plano de
esquiscosidad", que es aquel por el que una roca esquistosa o pizarrosa puede des-
componerse en láminas paralelas.

3 . Para el cstudjo de csu~ upo de útiles hemos segwdo muy de cerca la tipología propuesta en: Fá-
brcgas Valcarce, Ramón; de la Fucmc Andrés, Félix. lt.proxim4Ció" a la n1/t11ra 1114Urial .U/ wugalitümo ga-
llego: la ¡,,dJIStrút lítira p11limmtaria y ti matmal rrrámiro. Colección Arqueohisr6rica , nº 2. Santiago de Com-
l"mcla, 1988.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 17


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

También en ocasiones esrns útiles presentan restos de talla y martillado, epi-


sodio que parece ser frecuente en algunos dólmenes salmancinos y que ya señalaba
Morán4. Por ocra parte, algunas piezas poseen muescas laterales que pueden avi-
sarnos sobre la búsqueda de soluciones para el enmangue del útil.
En cuanto a la materia prima, las rocas utilizadas son de origen local o de sus
proximidades5. La mayoría son piezas correspondientes al grupo de anfibolitas, roca
metamórfica de estructura más o menos esquistosa o granuda, intercalada con otras
también metamórficas y compuesta principalmente de anfíbol, feldespato, cuarzo,
rutilo... En ocasiones escas piezas presentan cristales de turmalina, mineral que ade-
más de formar grandes poliedros, puede cristalizar en forma de diminutas agujas
que se aprecian en la superficie de las piezas, ya que la turmalina posee brillo vítreo.
También algunas veces aparecen nódulos de andalucira, mineral típico de las rocas
metamórficas, con brillo vítreo y que a menudo contiene hierro y manganeso. La
andalucita nos indica que cuando se produjo el metamorfismo de contacto, esta roca
estaba al lado de g ranito. También tenemos otro grupo de piez.as que son ejempla-
res sobre roca meta.sedimentaria o metagrauwáqrtica. Es una roca detrítica, arenosa y
que se forma por la consolidación de los minerales resultantes de la descomposición
del granito: mica, cuarzo y feldespatos alterados. Estas últimas piezas se caracteri-
zan por un color grisáceo, diferente al más negruzco de las piezas anfibolíticas. Por
último cenemos algún ejemplar que se encuentra realizado sobre si/imanita, roca de
desarrollo fibroso, por lo que también se conoce a esca roca como fibrolita. Presenta
brillo vítreo grasiento y color pardusco, gris amarillento o verdoso y se ha reservado
para las piezas más pequeñas y de elaboración más cuidada.
El mayor número de pulimentados procede del yacimiento de La Peña (figura
2), como se aprecia en el cuadro adjunto, siendo además dicho yacimiento el único
que posee ejemplares de todos los cipos de útiles, aunque con claro predominio de
hachas y azuelas sobre el resto de los tipos. Sin embargo, este predominio de ha-
chas y azuelas es generalizado, ya que del total de útiles, 104 son hachas, lo que
viene a suponer una clara hegemonía dentro de los pulimentados, con un 59%. Le
sigue en importancia el grupo de las azuelas, con 60 ejemplares (34%). Como gru-
pos menos representativos tenemos el de los útiles con el filo romo por pulimento
con 5 ejemplares, 3 gubias y 3 cinceles y 2 láminas de azada.
Por lo que se refiere a la clasificación por tipos (hachas y azuelas), genérica-
mente el tipo I corresponde a útiles estrechos y espesos y el tipo II a elementos de
mayor anchura en comparación con el menor espesor, además de diferenciarse en
ocros aspecrns, como son la forma general del útil, su sección ... etc. Sumando los
útiles tipo 1 y tipo 11, tanto hachas como azuelas en ambos casos, obtenemos que

4. Moráo Bardón, César. "Excavaciones en dólmenes de Sala.manca". Enj11111a S11pwi()I' de Exra11ari1>-


nt1 y Antigiieáades, 1931. Madrid. Junta Superior del Tesoro Arcísrico. Memoria nº 113.
5. Agradecemos la ayuda para este análisis de los profesores del Departamento de Pecrología de la
Universidad de Salamanca, especialmenre a D. Miguel López Plaza.

18 SAi.AMANO.., Rev ista de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE lll.0 Y COMIENZOS DEL 11.0 MILENIO A. DE C.


.
.

FIGURA 2.
5

''
~ 8
Industria lítica pulimcnrada de La Peña. l. Hacha; 2, 3 y 5. Azuela; 4. Lámina de Azada;
6 y 7. Cincel

SAl.AMANCA, Revista de Es tudios, 39, 1997 19


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

en conjunto el número de útiles tipo II es superior al I: un 30% de las piezas son


tipo 1 (54) y un 41 % son tipo 11 (72).
Dentro de las azuelas tipo Il, existe el subtipo lla, que además de tener las ca-
racterísticas de este grupo, son piezas que se individualizan por su pequeño tamaño
y su sección transversal muy aplanada. En el Noroeste peninsular, según Fábregas,
parece que comienzan a aparecer aproximadamente medio milenio más carde que
las azuelas tipo 11, estableciéndose así otra diferencia basada en el encuadre crono-
lógico más avanzado para las Ila. En nuestro conjunto de yacimientos no son muy
frecuentes estas piezas, pero hemos constatado tres procedentes de La Peña, La Mo-
linera y el Alto del Espía respectivamente (figuras 2.5, 8.2 y 9.2).
El cincel es un útil significativo, ya que además de ser bastante especializado,
indica un momento cronológico avanzado. En este conjunto de asentamientos he-
mos hallado eres cinceles (figuras 2.6, 2. 7 y 8.4). Las láminas de azada son también
útiles algo tardíos y parece ser que se destinaron para el trabajo de la tierra. En el
conjunto de yacimientos aquí estudiados son muy poco frecuentes, habiéndose do-
cumentado solo dos ejemplares, uno procedente de La Peña (figura 2.4) y el otro
del Cerro de San Jorge. Nos parece significativo el hecho de que este útil aparezca
en los dos yacimientos para los que suponemos una cronología más avanzada, y que
no se documente en ninguno de los que vamos a considerar más antiguos.
Tampoco son muy frecuemes las gubias, útil que parece relacionado con el tra-
bajo de la madera. Solo se han visto tres, procedentes de La Peña y La Molinera
(figura 8.3).
H emos hecho referencia en este conjunto a los útiles con el filo romo por pulimento.
Estas piezas, definidas por Benito del Rey6, las hemos constatado en cuatro de los
yacimientos que estamos estudiando, con cinco ejemplares, uno de ellos represen-
tado en la figura 6.1.
Según Fábregas Valcarce y de la Fuente Andrés7 las azuelas tipo 1 son poco
frecuentes, ya que las relacionan con el contacto debido a corrientes danubianas
que tendrían lugar en el Neolítico. Así, estos útiles aparecen abundantemente en
el Norce y Este de Francia, pero están ausentes en los megalitos de Portugal y del
Sur de la Península Ibérica. En este momento que nosotros estamos tratando, su-
perado ya el N eolítico, este tipo de piezas pudo tener una más vasta extensión de-
bido quizá a una reiteración en los contactos o intercambios comerciales, que pudo
introducir tímidamente esca serie de elementos. Sin embargo es significativo el he-
cho de que de las 60 azuelas del conjunto, sólo 15 se encuadren en el grupo 1, es-
cando además concentrados 13 de estos ejemplares en un único yacimiento, el de
La Peña. Nos parece evidente que el cipo I de las azuelas no va a alcanzar numéri-

6. Benito del Rey. Luis. "El yacimiento eneolítico de 'Tierras Lineras' en Pozos de Mondar (Mara de
Ledesma, Salamanca)". En St11dia Zammvuia. VI, 1985. Zamora. U.N.E.D., pág. 183-221.
7 . Nota 3, pág. 25.

20 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


CONTRlBUOÓN Al ESTUDIO DEL POBL.AMíENTO DE fil .º Y COMIENZOS DEL 11.0 MILENIO A. DE C.

camente a las del cipo II que parecen más propias de esca zona geográfica, y en ge-
neral, de roda la Península Ibérica.

3.2. INDUSTRIA ÚTICA TALLADAS

El conjunto más representativo, como en el resto de los materiales arqueológi-


cos, es el de La Peña. En otros asentamientos la presencia de material lítico tallado
es meramente anecdótica. Del coral de 602 piezas, 507 proceden de La Peña, en
corno a un 84%. El conjunro de La Peña es, por tanto, muy sig nificativo y bascante
numeroso, si tenemos en cuenca su ya repetida procedencia superficial. En el dol-
men de Villarmayor la piedra taHada estaba representada por 534 objetos y en el
de la Veguilla no alcanza los 500, habiendo sido, ambos dólmenes, excavados.

La Peña Fce. Rebolla C.S. Jocge la Molinera Aleo Espía C. Iglesia Toral

R%,dor 2 - - -- - - 2
Pe orador 6 - - - - 6
Buril 4 - - - - - 4
Raclctte
Muesca 8
1 -
-
-
-
-
-
-
-
-- 8
1

Denticulado 12 - - - - - 12
Truncadura 6 - - - - - 6
Raedera
Útil arisca diédrica 1
9 -
-
-
-
-
1
-
1
-
-
9
3
Microlito - - - l l - 2
Puncas de Flecha 90 3 40 - - - 133
Elementos de hoz
Percutor 13
- 2
s
-
l
-
2
-
3
-
-
2
24
Piedra Hoyo 3 6 - - - - 9
Núcleo 3 - - 4 - - 7
Lascas 280 4 3 l - l 289
láminas 33 2 l 3 2 l 42
Restos 36 - 1 - 4 2 43
Toral 507 22 46 12 11 4 602

En cuanto a la materia prima, dominan las locales, sobre codo cuarzo (45%) y
cuarcita (39%). El sílex está representado con un 9% sobre el total, y también se
documentan materiales minoritarios como cristal de roca y pizarra.
Los útiles líricos tallados se reúnen en tres grandes grupos:

8. Parad estudio de escos úciles seguimos la cipología de Forcea Ptrez, J. Lo1 compltjos muTOlamina-
rtJ y geomilriroJ dtl Epipaleolítico Mtdi1erránt0 Espafiol. Salamanca. Universidad, 1973. También usaremos la
adapcaci6n de la ancerior realizada por Arias González, Luis. El do/mm dt "El Tfm'tjón" (Villam1ayor, Sala-
manca): co111rib11rión al t1111dio del fmómtno tMgalftiro tn ti Or<idmtt de la mutla NDl'tt. Memoria de Licenciatura
(inédita). Universidad de Salamanca, 1986.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 21


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

11

&cm.

FIGURA 3. Industria lítica callada de La Peña. 1 a 6. Punras de ílecha; 7. Raedera: 8 . Lámina retocada;
9. Perforador; 10. Buril; 11. Raspador

22 SALAMANC11, R cvisra de Estudios, 39. 1997


CONTRIBUCIÓN Al ESTUDIO DEL POBLAMJENTO DE Ul .º Y COMIENZOS DEL 11.º MILENIO A. DE C.

.& l º Los elementos de tradición paleolítica están representados por 25 piezas


correspondientes a raspadores, perforadores, buriles, raclettes, raederas y U.A.O .
Todos ellos, excepto 2 U.A.O (de La Molinera y Alto del Espía), proceden del ya-
cimiento de La Peña.
Los raspadores son minoritarios (dos ejemplares, fig. 3. 11), al contrario de lo
que ocurre por ejemplo en Vinha da Soutilha9, al norte de Portugal. También apa-
recen en otros yacimientos peninsulares como en Penedo da Penha IO, Cunho y Ba-
rroca! Alto•• y en un contexto más avanzado se constatan en el Cerro de Juan Bar-
bero en Madrid 12. Asimismo son muy numerosos en los dólmenes salmancinos n,
extremeños14, del norte de Porcuga11 5 y del País Vasco meridional16, encre otros.
También están presentes los perforadores (figura 3.9). Estos útiles suelen estar
documentados en la mayoría de Jos yacimientos citados anceriormence: Cunho, Be-
rrocal Alto, Vinha da Soutilha, además de en La Mariselva (Colección P. Belda) y
Foncanillas de Cascro 17.
No faltan algunos ejemplares de buriles (figura 3.10). Parece que sufren un re-
troceso más progresivo y constante que el resco de los útiles de tradición paleolí-
tica, aunque continúan en dólmenes y en contexcos mucho más avanzados como
los Tolmos de Caracena 18.

9. Oliveira jorge, Susana. P-do1 da prt-hi11oria recmu da rtgiao dt ChaveJ-V' P" tk Aguiar. l" ed.
Porco, Inscüuco de Arqueología da Faculdade de lecras do Porro, 1986. Pág. 263
10. Splinder; K.; Trindade, L. A pwoa eneollti<a do Pmtdo. Torro Vtdras. Accas das 1 Jornadas Ar-
queológicas. Lisboa, 1969. Pág. 71
11. Sanches, M' de J.; Dos Sancos Marcos, D. uo povoado pre-hiscorico do Cunho-Mogadouro". En
Arqueología (G.E.A.P.), 12, 1983. Grupo de Esrudos Arqueológicos do Porto. Porto, pág. 141-179. Fig. 3
nº l.
Sancbes, María de Jesus. Pre-hi1toria rnentt no Plana/to flfirantks ( úste dt Tras-os-Montes). 1• ed., Mo-
nografías arqueológicas, Grupo de Escudos Arqueológicos do Porco. Porco, 1992. Pág. 95.
12. Martínei Navarrece, M' Isabel. "El comienzo de la metalurgia en la provincia de Madrid: la
cueva y cerro de Juan Barbero. En Trabajos Je PrthiJtoria, 41, 1984. Madrid. C.S.I.C., pág. 17-119.
Pág. 22.
13. S6ler Díaz, J.A. "La induscria lícica del dolmen de la Veguilla (Salamanca)". En Bolttln tkl Se-
minario dt Arte y Arqueologla, 59, 1991. Valladolid. Universidad, pág. 9-52. Pág. 41.
Nota 8: Arias González, Luis: pág. 37.
14. Bueno Ramfrez, Primitiva. "Los dólmenes de Valencia de Alcántara". En Excavaciones Arqueoló-
gicas m España, 155, 1988. Madrid. M.E.C. Pág. 82.
l 5. Oliveira Jorge, Vícor. ·o megalicismo do Norce de Porrugal". En Artai da Pri~ira /\1esa Rt-
donda sobre o Neolítico to Calcolltico em Portugal. Porto, 1978. Pág. 122.
16. Cava, A.na. "La industria lírica en los dólmenes del País Vasco Meridional''. En Vtltia, 1, 1984.
Pág. 51-145. Pág. 87.
17. l.6pez Plaza, Socorro; Piñel, Carlos. "El poblado eneolícico de Foncanillas de Castro (Zamora);
primera aportación a su escudio". En Ztphyrus, XXXVIII-XXXIX, 1978. Salamanca. Universidad,
pág. 91-206. Pág. 192, fig. 1,8.
18. Jimeno Marcínez, Alfredo. "Los Tolmos de Caracena (Soria). Campañas del977-78-79. En Ex-
cavaciones Arqut0/ógicasm Esparia, 134, 1984. Madrid. M.E.C. Pág. 187.
Jimeno Martínn, Alfredo; Feroández Moreno, J .J. "Los Tolmos de Caracena (Soria)". Campañas de
1981-82. En Excavaciones Arqueológicai m España, 161, 1991. Madrid, M.E.C. Pág. 108.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 23


M' PAZ MARTfN HERNÁNDEZ

Las raederas (figura 3.7) son útiles bastante frecuentes tanto en ámbicos cako-
líticos portugueses del Norte (Cunho, Barroca! Alto y Vinha de Soutilha) como en
la Extremadura portuguesa, sin olvidar la cuenca del Duero española.
Los útiteJ de arista diédrica (U.A.O.) aparecen con marcada profusión en con-
textos megalíticos salmantinos, zamoranos y de otras regiones peninsulares; ade-
más se hallan en lugares de hábitat, como Tierras Lineras 19 y Murganho 120.
Dentro de este mismo primer grupo cenemos cambién los elementos de tradi-
ción paleolítica-epipaleolítica: son las muescas, denticulados y truncaduras, con un to-
tal de 26 representantes.
Las mueJcas simpús o formando denticulados son muy frecuences en algunos con-
textos avanzados, que se encuadran ya en la Edad del Bronce, por ejemplo Los Tol-
mos de Caracena y al igual que los elementos citados anteriormeoce es fácil su
constatación en diversos yacimientos calcolíticos de habitación, por ejemplo Tie-
rras Lineras en territorio salmantino y en la zona lusa en El Buraco da Moura de
San Romao21• También suelen aparecer en dólmenes.
& 'l!'Asimismo podríamos destacar dos posibles microlitos procedentes de La
Molinera y El Alto del Espía: un criángulo escaleno y un peor definido trapecio
rectángulo (figuras 8.5 y 9.3). Estos elementos constiruyen claros indicios de an-
tigüedad. Dentro de los geométricos existentes en los megalitos de los dólmenes
salmantinos, los triángulos se incluyen entre los tipos de mayor antigüedad mien-
tras que los trapecios rectángulos deben aparecer en momentos más evolucionados,
coexistiendo con las puntas de flecha22.
& 3º Útiles más propios del calcolítico como elementos de hoz, puntas de fle-
cha y algunas láminas retocadas.
Los elementos de hoz son bastante escasos, se han documentado dos ejemplares
procedentes de Fuente Reholla (Figura 5.3 y 5.4). Se clasifican dentro del tipo Il
definido por López Plaza23. Estos útiles dentados podrían justificar una actividad
agrícola recolectora. Se documentan piezas semejantes en múlciples yacimientos

19. López Plaza, Socorro; Ari~s Gon:tález, Luis. "Aproximación al poblado calcolírico de 'Tierras Li-
neras', La Mara de Ledesma, Salamanca". En Z1phyr11s, XLI-XLII, 1988-89. Salamanca. Universidad,
p~g. 171-198. Fig. 5 nº 2
20. Valera, Antonio Carlos. "Divem1dade e rel~oes inter-regioruiis no povoamento Calcolítico da
Bacía do Medio e Alto Mondego". En Trabalhos tk Antropologla •Etnología, XXXIV, 1994. Porro. Socicdade
Porrnguesa de Ancropologaa e Ernología, pág. 153- 171 .
2 1. Valera, Anron10 Carlos. · A ocupa~ao cakolírica da 'sala 20' do Buraco da Moura de S. Romao·.
En Trahalhos da Art¡utologia da E.A.J\I.. 1, 1993. Lisboa. Associ~ para o esrudo arqucologico da bacía do
Mondego, pág. 37-H.
22. N ota 13.
23. L6pez Plaza, Socorro. "Hoces de piedra prehistóricas en la provincia de Zamora". En St11dia Za-
mormúa, 1, 1980. Zamora. U .N .E.D . pág. 23-34.

24 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN Al ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE JII. 0 Y COMIENZOS DEL ll.º MILENIO A. DE C.

plenamente cakolícicos de la Meseta como Tierras Lineras 24, Las Pozas 25, El Can-
chal26, Peleas de Abajo, Foncanillas de Castro, Cerro del Ahorcado27 , y Muñoga-
lindo2B y en otros que ya se encuadran en la Edad del Bronce: Castillo de Carde-
ñosa29, pequeños asencamiencos sorianos3o, Cueva del Asno3 1 o Los Tolmos de
Caracena32.
El escaso número de estos elementos dentados puede ser debido a que algunas
de las láminas o lascas retocadas pudieron realizar la misma función (figura 3.8),
hecho sobre el que llama la atención S. Oliveirajorge para los yacimientos que es-
tudia en el Norte de Portugal, como Vinha da Soutilha, lo que parece ser un punto
de conexión entre dichos asentamientos y los que estamos estudiando33.
En cuanto a las puntas de flecha la distribución por tipos es como sigue:

TfPOS LA PEÑA F. RESOLLA C. S. JORGE TOTAL

FOUÁCEA 46 1 15 62
LOSÁNGICA 7 1 5 13
TRIANGULAR 1 1 - 2
BASE CÓNCAVA 3 - 1 4
PEDÚNC. CENTRAL SIMPLE 21 - 13 34
PEDÚNC. C. Y ALER. RUDIM. 7 - 5 12
PEDÚNC. CENTRAL Y ALER. 5 - 1 6
TOTAL 90 3 40 133
24. Nota 6, fig. 2 n" 1.
25. Martín Valls, Ricardo; Delibcs de Castro, Germán. "Hallazg os arqueológicos en la provincia de
Zamora (Il)". En Bole1f11 dtl Seminario de Arte y Arq11eologfa. XL-XLI, 1975. Valladolid. Universidad,
pág. 449-453. Fig. 5.
Del Val Recio, J esús. "El yacimiento calcolícico prccampaniforme de Las Pozas, en Casaseca de las
Chanas, Zamora". En Boletín del Seminario tk Arte y Arq11tologfa, 58, 1992. Valladolid. Universidad,
pág. 47-65. Fig. 5.
26. Martín Valls, Ricardo; Delibes de Castro, Germán. "Hallazgos arqueológicos en la provincia de
Z.amora (IX)". En Boletín ~I Seminario de Artt y Arq11t1Jlogfa, XLVIII , 1982. Valladolid. Universidad,
pág. 62-64.
27. Martín Valls, Ricardo; Delibes de Casero, Germán. "Hallazgos arqueológicos en la provincia de
Z.amora (111)". En Bole1f11 del Stmi110rio ~Arte y Arq11t1Jlogfa. XLJI, 1976. Valladolid. Uni versidad, pág. 422-
426. Fig. !2.
28. Lópe:t Plaza, Socorro. "Materiales de la Edad del Bronce hallados en Muñogalindo (Ávila)". En
Zephyr111, XXV, 1974. Salamanca. Universidad, pág. 121- 143. Fig. 12 y 13.
29. Naranjo Gonzále:t, Candelas. "El Castillo de Cardeñosa. Un yacimiento de los in icios de la Edad
del Bronce en la Sierra de Ávila". En Noticiario Arq11tológiro HiJpá11ico, 19, 1984. Madrid. M.E.C. pág. 37-
84. Fig. 9, nº 14, l5 y 16.
30. Jimcno Martínez, Alfredo, et alii. "Asentamientos de la Edad del Bronce m la provincia de
Soria: consideraciones sobre los contexcos cul turales del Bronce Antiguo". En Notiriario Arq11tológico His-
pánico. 30, 1988. Madrid. M.E.C., pág. 85- 118. Pág. 91.
31. Eiroa, Jorge Juan. " La Cueva del Asno. Los Rábanos (Soria). Campaña 76-77". En ExcavadontJ
Arq11eológiraJ m EJpa1/a, 30, l 979. Mad rid. M.E.C. Pág. 46.
32. Noca 18, pág. 187 y 110.
33. N ora 9. pág. 262.

SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997 25


M' PAZ MARTÍN HERNÁNOEZ

El total es de 133, aunque se encontraron también numerosos fragmentos y


piezas incompletas. Este grupo es muy representativo y abundante en los yaci-
mientos de La Peña y el Cerro de San Jorge (figuras 3 nº 1 a 6 y 6 nº 2 a 7).
La mayoría de ellas están realizadas sobre cuarzo, en torno a un 41 %, por lo
que presentan frecuentemente un aspecto cosco e irregular. También son muy
abundantes las de cuarcita, lo que produce una calla a veces marginal. Las realiza-
das sobre sílex vienen a representar un 12% aproximadamente.
En cuanto a la tipología, responden prácticamente a la misma variedad de ci-
pos y módulos dimensionales a lo que es habitual en contextos calcolíticos mese-
ceños. Sin embargo, las puntas de flecha que aparecen con profusión en yacimien-
cos del Norte de Portugal (región de Chaves, por ejemplo), parecen diferenciarse
de las que se documentan en los asentamientos del Noroeste salmantino, al poseer
unas mayores dimensiones, y módulos también más elevados.
Hay que destacar que las puntas de base cóncava son bastante raras en todo el
contexto meseceño, sólo se documentan excepcionalmente en algunos hábitats de
Salamanca, Zamora y Ávila, aunque es el cipo mayoritario en todo el sudoeste pe-
ninsular. Los cipos de puntas pedunculadas y las que presentan aletas se conside-
ran los modelos más tardíos, documentándose en contextos Calcolíticos finales y
del Bronce Inicial. Por otra parte, S. Oliveira J orge34 cree que dentro de estos ti-
pos existen unas variantes que deben ser interpretadas no solo como modelos re-
gionales sino como variaciones cronológicas. Cree que las puntas cortas, con pe-
dúnculos desarrollados largos y esbozo de aletas suelen asociarse en varias regiones
a cerámica campaniforme. Sin embargo las de pedúnculo estrecho, más corto,
como las que se documentan en Vinha da Soutilha y que nosotros hemos encon-
trado en La Peña y El Cerro de San Jorge, pueden articularse en conrexcos de más
amplia vigencia cronológica. Soler Díaz35 hace esta misma distinción y habla del
estilo bretón, al que pertenecen las puntas con pedúnculos grandes y que suelen
estar asociadas a yacimientos de fases campaniformes incisas como Fuente Olmedo
en Valladolid o la Atalayuela y Collado Palomero I en La Rioja, entre otros. Tam-
bién es frecuente que el cipo Cle pedúnculo y aletas pequeñas se asocie a las de base
triangular q1,1e nosotros hemos clasificado como foliáceas y losángicas.

34. Nota 9, pág. 261.


3S. Nota 13, pág. 49.

26 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


CONTRJBUOÓN Al ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE m.0 Y COMIENZOS DEL 11.0 MILENIO A. DE C.

3.3. INDUSTRIA CERÁMICA

3.3. l . Recipientes
En primer lugar vamos a ver la distribución de este conjunto material:

Cerámica Lisa Cerámica Decorada


270 fragmentos 273 fragmentos
Bordes Fondos Bordes Galbos Asas
110 D 78 186 9

La fuerce proporción de la cerámica decorada podría servirnos en principio de


índice de conexión con los poblados calcolíticos del Norte de Portugal pero cree-
m os que puede explicarse asimismo por la exist encia de una cierta recopilac ión se-
lectiva en los materiales arqueológicos.
A continuación m ostramos la tabla de formas cerámicas:

A 1-r -' I \
8 r-·1 \- J
e ' ¡• J ,- 1 -¡
1

o /~ ~~ ,-- .-----,
1 \

E (
'
En ocasiones se ha podido reconstruir el perfil y el diámetro de los recipientes
cerámicos:

Pequei\os M~diaoos Grand~ Muy Grandes


< lO cm. 10-20 cm. 20-30 cm. TOTAL
> 30cm.

A (esférico) - 7 6 l 14
B (hemisférico) 2 12 5 3 22
e (casquete esférico) - 3 3 1 7
D (globulares con cuello) 7 19 6 7 39
E (paredes alcas y rectas) 12 3 6 3 24
Total 21 44 26 15 106

SALA MANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 27


M' PAZ MARTfN HERNÁNDEZ

La mejor representación de fragmentos se encuentra en La Peña; incluimos un


cuadro de formas cerámicas de este asentamiento:

Pequeños Medianos Grandes Muy Grandes


TOTAL
< IOcm. 10-20 cm. 20-30cm. > 30 cm.

A (esférico) - 6 6 1 13
B (hemisférico) 2 12 3 3 20
e (casquete esférico) - 1 2 1 4
D (globulares con cuello) 7 11 5 7 30
E (paredes altas y rectas) 12 l 3 3 19
Total 21 31 19 15 86

El resto de los fragmentos , no reconstruidos, por el grosor de las paredes pare-


cen corresponder en su mayoría a vasos de tamaño medio o grande. Numérica-
mente sobresalen los recipientes tipo D (globulares con cuello, generalmente ba-
jos y verticales y a veces también exvasados). Esta forma dominante se encuentra
presente en contexcos habicacionales del Calcolítico pleno portugués canco del Su-
doeste (Monee Novo, Corcadouro), Extremadura (Rotura), Norte (Pastoria, Vinha
da Soutilha) y Tras-os-Montes (Cunho y Barroca! Alto) así como en la Meseta es-
pañola (Peña del Águila, Teso del Moral). En cuanto al tamaño dominan amplia-
mente los recipiences medianos cuyo diámetro está comprendido entre 10 y 20
centímetros. De hecho el tipo más numeroso es el de recipientes medianos de tipo
D, con 19 ejemplares.
Con referencia a la tecnología cerámica, encontramos un predominio de tex-
turas compactas con desgrasances en proporción media, de tamaño basto(> lmm.)
y fundamencalmente de mica y cuarzo. Las superficies mayoritarias son alisadas, al-
gunas toscas y otras finas (escas últimas suelen corresponder casi siempre a los frag-
mencos decorados). El tipo de fuego que más frecuentemente encontramos es el re-
ductor, predominando los tonos oscuros de las superficies: pardos, marrones,
grises, negros ...
Por lo que se refiere a la cerámica decorada, nos detendremos más detallada-
mence en cada poblado. Las tablas de técnicas y motivos decorativos se resumen en
las figuras 11 a 16.
3.3.1.1. La Peña (Fig uras 4 y 11).
Destacan las decoraciones cerámicas en relieve (29 fragmentos de distincos re-
cipientes), en sus modalidades de mamelones y cordones. Estos realces nos sugie-
ren la vigencia de este poblado en los comienzos del Bronce, e incluso en el Bronce
Pleno. Hay ocros elemencos cerámicos de La Peña que pudieron ir asociados con
los anteriores como son las incisiones en el labio, los cernas en espiga, algún asa y
fondos planos, aunque estos últimos pueden documentarse en ciertos yacimientos

28 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL l'OBLAMIENTO DE 111.0 Y COMIENZOS DEL II. 0 MILENIO A. DE C.

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- 8 7

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' ' 10

FlGURh 4. Industria cer-.lmica de La Peña. l a 3. Pesas de celar; 4 a 10. Fragmentos cer:ímicos; 4. Cor-
dón en relieve; 5. Tri:íngulo inciso relleno de punteado; 6. Mamelón; 7. Cordón con digiraciones; 8. Im-
presión con punzón; 9. Asociación incisión-impresión; 10. Incisión a peine.

SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997 29


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

01 3

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éIZ!J
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1 12
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fJCVRA ). Materiales de Fuente Reholla. l. Azuela; 2. Hacha; 3 y 4. Elementos de Hoz; 5 y 6. Cerá-


mica impresa; 7. Cerámica con incisión a peine; 8 a 12. Elementos de Telar.

30 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN Al ESTUDIO DEL POBLAMI ENTO DE 111.º Y CO MIENZOS DEL 11.º MILENIO/\ . DE C.

5 cm.

8
-

FIGURA 6 . Materiales de El Cerro de San J orge. l. Útil con el filo romo p<>r puli mento; 2 a 7. Puntas
de Flecha; 8 y 9 . Puncas de mera!; 10. Fragmento metálico; l l. Hacha.

SJ\L/\MANC/\, Revisra de Estudios, 39, 1997 31


M• PAZ MllRTfN H ERNÁNOEZ


3

;' \ 7

~/ 6

FIGURA 7. Materiales de El Cerro de San J orge. 1. Elemenco de telar: 2 a S. Fragmentos cerámicos;


2. Espiga incisa; 3. Incisión a peine; 4. Incisiones paralelas; 5. Asociación impresión-Lncisión; 6. Perfora-
ción; 7 . Incisión; S. Decoración de boquique.

32 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE lll.0 Y COMIENZOS DEL 11.º MILENIO A. DE C.

fondos planos, aunque estos últimos pueden documentarse en ciertos yacimientos


del Calcolícico desde fines del IIIº milenio a.C.
A estos elementos que nos indican la cronología más avanzada del asenta-
miento de La Peña, le siguen en impottancia cuantitativa los fragmentos impresos
(23) y otros incisos (22) que parecen marcarnos el comienzo de dicho poblado. Las
impresiones se realizan a punzón componiendo distintos motivos. El origen de esca
decoración, que remonta al Neolítico, se man.tiene en poblados calcolíticos de la
Meseta Norte y es uno de los patrones estilísticos prioritarios de yacimientos del
Notte de Portugal y sobre todo de los situados en c:l Este de Tras-os-Montes (po-
blados de Cunho y Barroca! Aleo), donde se han fechado desde fi nales del IVº a fi-
nales del JIIº milenio a.C. (Neolítico Final-Calcolítico). La tecnología cerámica y
la morfología nos inducen a situar Jos motivos impresos de La Peña junco con los
que asocian impresión-incisión, como los típicos triángulos incisos punteados, en
el Calcolícico posiblemente pleno-tardío si cenemos en cuenta que entre las inci-
siones no falcan las realizadas a peine.
Efectivamente, la decoración peinada de La Peña, sin olvidar el conjunto de
elemencos Líticos y determinadas formas y decoraciones cerámicas, creemos que
puede centrarse en una fase Cakolítica Plena-Tardía que es cuando esca decoración
predomina, canco en la Meseta como en el Norte de Porcugal, aunque sin excluir
su continuidad en los comienzos del Bronce36.
3.3. 1.2. Fuente Reholla (Figuras 5 y 12).
Se documenta un claro predominio de la decoración impresa a punzón (l l
fragmentos}. seguida por la incisa a peine.
Sin embargo, creemos que lo más destacado del con junco cerámico de Fuente
Reholla son las abundantes pesas de celar (14). Este grupo tan represencacivo de
pesas, junco con los fragmentos impresos a punzón y la cerámica a peine nos evi-
dencian fuerce paralelismo con los elementos considerados calcolíticos de La Peña.
Proponemos por canco, una asignación cultural similar a la del inicio de La
Peña, es decir, el Calcolítico Pleno-Avanzado.
3.3.1.3. Cerro de San jorge. (Figuras 7 y 13).
En general, la mayoría de los fragmencos cerámicos parecen llevarnos a un mo-
mento correspondiente al Bronce Antiguo-Pleno, como son las decoraciones en los
labios, las digicaciones, los cordones aplicados y decorados y La presencia de un asa,
una carena y varios fondos planos.
Un inicio más antiguo del poblado podrían indicar las cerámicas peinadas, un
posible triángulo relleno de punteado y algunos escasos fragmentos que presentan
impresión a punzón. En codo caso, y según la información con la que contamos,
estos serán, junco con la industria lírica, los únicos elemencos que nos permitirían

36. Noca 2 1, pi{g. 47.

SAlAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 33


M' PAZ M.hRTIN l IERNÁNDllZ


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FIGUR A 8. Materiales de La Molinera. l. Hacha: 2. Azuela: 3. Gubia; 4 . Cincel; 5. Posible triángulo es-
cal~no; 6 a 15. Fragmentos cerámico.~ decorados: 6. Arranque de Asa y Orejera perforada; 7 y 9. Acanala-
duras; 8 y 11. Asociación impresión-incisión; 10, 12. 13 y 15. Decoración impresa; 14. Mamelón.

34 SALAMANCA, Rcvisra de Esrudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMl!;NTO DE 111. 0 Y COMIF.NZOS DEL 11.0 MILENIO A. DE C.

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FIGURA 9. Materiales de El Alto del Espía. l. Hacho; 2. Azuela; 3. Posible mi croliro; 4 a 16. Fragm~o­
tos cerámicos decorados; 4, 5, 7, S, 14 y 15: Impresiones; 6. Decoración de boquique; 9. Base plana; 10
y 11. Recícula incisa; 12 y 13. Mamelones

SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997 35


M' PAZ MARTIN HERNÁNDEZ

llevar el origen del yacimiento al Calcolítico (segunda mitad del 111º milenio). El
resto de las decoraciones cerámicas podrían apoyar la cronología propuesta ante-
riormente dentro del Bronce Antiguo e incluso Pleno.
Propusimos para La Peña también su plena vigencia en el Bronce, incluso
Pleno y por tanto habría sido coetáneo, al menos en parte, de este poblado de El
Cerro de San Jorge. Sin embargo, y a pesar de su supuesta contemporaneidad, en-
contramos algunas diferencias encre ellos. En La Peña eran muy abundantes los
cordones en relieve y los mamelones (lisos o decorados), mientras que en el Cerro
de San Jorge no faltan los mamelones y, aunque los cordones están presentes, no
son muy numerosos. Por otra parte, en el Cerro de San Jorge son muy profusos los
labios decorados, más de lo que lo eran en La Peña, y sobre todo dominan las in-
cisiones formando distintos motivos (24 fragmentos): líneas paralelas, líneas en
áng ulo, franjas en espiga...
Dichas diferencias pueden provenir de tradiciones cerámicas distintas. Al-
fredo Jimeno37 habla de dos costumbres en cuanto a la decoración cerámica exis-
tentes en el Eneoütico-Bronce Antiguo: la incisa y la de cordones y digico-ung u-
laciones. Según este autor dichas costumbres se ven reflejadas conjuntamente en
el Bronce Medio, como puede verse en el grupo cerámico procedente de Los Tol-
mos de Caracena.
Anee este dato podría ser que en los comienzos del Bronce de La Peña domi-
nara la tradición de cordones y dígico-ungulaciones, debido a la constancia de es-
tos elementos, y, sin embargo, en el Cerro de San Jorge dominara la tradición in-
cisa. Es bastante prematuro, con los datos actuales, aunque nos inclinamos a
sugerir esta posibilidad.
En definitiva: en el yacimiento de El Cerro de San Jorge algunos elementos ce-
rámicos insinúan un momento Calcolítico, pero al no ser abundantes nos indina-
mos a centrar su máxima vigencia en los comienzos del Bronce. Casi todo el ma-
terial cerámico decorado nos conduce a situar al yacimiento dentro de un Bronce
Antiguo, con probable subsistencia hasta el Bronce Medio, sin descartar, por su-
puesto, su origen o raíz Calcolítica.
3.3. l.4. La Molinera. (Fig uras 8 y 14).
Llama la atención la superioridad cuantitativa de la técnica impresa a punzón
(44 frag mentos) formando motivos muy simples y asociada a líneas incisas. Este
motivo decorativo remonta al Neolítico. Otros elementos que pueden indicar ras-
gos de arcaísmo para La Molinera son la presencia de ungulaciones y acanaladuras,
elementos que también tienen raíces Neolíticas.

37. Noca 30, pág. 93.

36 SAl.AMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAM IENTO DE 111.º Y COMIENZOS DEL 11.0 MILENIO A . DE C.

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FIGURA 1O. Materiales de Corcinas de la Iglesia. 1. Hacha; 2. Azuela; 3 a 8. Frngmencos cerámicos


decorados; 3, ~. 7 y 8. Im presión; 4. Asociación impresión-incisión; 6. Mamelón; 9. Posible ídolo de
piza.rrn.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 37


M' PAZ MARTfN HERNÁNDEZ

Este conjunto podría encuadrarse en la primera mirad del 111º milenio, en un


momento Neolítico Final-Calcolít ico Antiguo sin que la ocupación parezca ha-
berse prolongado más en el tiempo.
3.3.1.5. Aleo del Espía. (Figuras 9 y 15).
Al ser el número de frag mencos cerámicos bastante más reducido que el que
aparecía en el yacimienco de La Molinera, es más arriesgado acercarse a la cronolo-
gía. Sin embargo, en líneas generales, nos parece encontrar una similitud entre los
coojuncos cerámicos de ambos yacimieocos. Aunque en los dos dominan las im-
presiones, la diferencia estriba en que en el Aleo del Espía se documentan elemen-
tos claramente cardias: fragmentos con retículas incisas, boquique y fondo plano.
Estos hallazgos rejuvenecen la cronología del yacimiento, prolongándola durante
la Edad del Bronce, sin descartar su inicio en el Calcolítico.
3.3. l.6. Cortinas de la Iglesia. (Figuras 10 y 16).
La muestra de cerámica decorada de este yacimienco es muy pequeña (seis frag-
mentos) por lo que no caben muchas discusiones, ni se pueden obcener conclusio-
nes. Es un grupo escaso, pero cabe decir que es homogéneo, ya que no existe nin-
gún elemento discordante.
Vamos a destacar que vuelve a dominar la impresión, apareciendo en cinco
fragmentos. Uno de ellos pudo contener una decoración de criángulos incisos re-
llenos de punteado o de doble línea de zig-zag con punteado, mocivos muy fre-
cuences en el Calcolít ico Pleno.

3.3.2. Elementos de telar

LA PEÑA F. REBOLLA C. S. JORGE TOTAL

Ovalada 4 9 - 13
Rectangular 13 2 - 15
Trapezoidal - - 1 l
lncompleca 16 3 l 20
Creciente l l? - 2
Fusayola - 4? - 4
TocaJ 34 19 2 55
P iezas Decoradas 2 - l 3

También dent ro de la industria cerámica se incluye un conjunto numeroso de


pesas de celar. En su mayoría cienen formas ovaladas o rectangulares, y poseen cua-
tro perforaciones. Llama la atención el aleo número recogido en La Peña. Estas pie-
zas están bien representadas en otros yacimientos de la Meseca y también aparecen,
en la zona limítrofe portuguesa, pero no es usual encontrarlas asociadas en g rupos

38 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE 111.0 Y COMIENZOS DF.L 11. 0 MILENIO/\. DE C

ELEHE~TOS DE SUJEC I Ó~

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DECORACIÓN DE BOQUIQUE

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f lGURA 11. Cuadro-resumen de los mocivos y cécnicas dccoracivas de la «rámiaa del yacimienco ~
La Peña

SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39. 1997 39


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

DECORACIÓN EN RELIEVE

DECORACIÓN I~CI SA

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DECORAGIO~ IMPRESA

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FIG URA 12. Cuadro-resumen de los motivos y cécnicas dccorauvas de la ccnlm1ca del yacimiento de
Fuente Reholla.

tan numerosos. La presencia de estos elementos parece responder a una influencia


meridional. Sin embargo en la región portuguesa de la Beira Alta, en el Castro de
SanciagoJS escos elemencos aparecen también con gran profusión y con caraccerís-
ticas similares a las vistas en nuescros yacimiencos. Otros ejemplos aparecen más
dispersos: en el Norce de Portugal, en Pasroria o Cunho, así como en Penedo da
Penha y Murganho l.
En la Extremadura porcuguesa, así como en el Norte de Portugal y las Beiras
se idencifican a lo largo del Calcolícico un tipo de piezas espesas, sobre codo cua-
d rangulares y con cuatro perforaciones. Sin embargo más hacia el Sur se encuentra
una mayor variedad cipológica coexistiendo las p lacas con los crecientes39. La es-
casa muestra de crecientes (un ejemplar en La Peña y un pequeño fragmenco de
Fuence Reholla), conecca escos poblados salmantinos con otros más meridionales

38. V:alera, Antonio Carlos; Al ves Es1evinha. Isabel. .. Castro de Santtago, Fornos de Algodin: uma
abordagcm preliminar da campanm 1(989r. En Trabalho1 tk /\rq11tolog1a da F..J\.M.. 1, 1993. Lisboa. /u-
soci:t~ao para o estudo arqu<'Ologico da b..cia do Mondego, pig. 23-28.
39. Díniz, Muiana. " Pesos de reare <ecdagen no Calcolítico cm Porcugal ". En Traballxn dt ll.mro-
po/ogta t Erno/ogfa. S.P./\.E.. XXXIII , fusc. 1-2, 1993. Porto, pág. 133-146.

40 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMlllNTO DE 111.0 Y COMIENZOS DEI. 11.0 MILENIO A. DE C.

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flGUJl.A 13. Cuadro-resumen de los motivos y ttknicas decorativas de la cerámica del yacimiento de
El ~rro de San Jorge.

SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997 41


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

ELEMENTOS DE SUJECIÓN

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FIGURA 14. Cuadro-resumen de los motivos y técnicas decorativas de la ceramica del yacimiento de
La Molinera

42 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


CONTRlBUCIÓN AL ESTUDIO DEI. POBLAMIENTO DE 111.• Y COMIENZOS DEL 11.º MILENIO A. DE C.

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F1CURA 15. Cuadro-resumen de los morivos y récnicas decorarivas de la cerám ica del yacimic:nco de
El Aleo del Espía.

DECORACIÓN EN RELIEVE

DECORACIÓN IMPRESA

ASOCIACIÓ N

FIGURA 16. Cuadro-resumen de los motivos y técnicas decorativas de la cerámica del yacimienco de
Cortinas de la Iglesia

StJ.AMANCt\, Revisra de Estudios, 39, 1997 43


M' PAZ MARTIN 1IERNÁNDEZ

de la Cuenca del Duero como el Alto del Quemado40 , y marca al m ismo tiempo
una diferencia con los del Norte de Portugal y La Beira donde no se documencan
dichas piezas.
Especial mención merecen las pesas decoradas. Dos de ellas poseen motivos a
los que se les asocia un valor simbólico. Una presenta caracteres solares y la otra
motivos de zig-zag o espiga. Ambas proceden de La Peña (figuras 4. l y 4.2) y de-
coraciones similares hemos visto en yacimientos de la Cuenca media del río Tajo,
en los yacimientos de El Polígono y Alpuébrega4 1 . De otro cipo es la tercera pesa
decorada, procedente del Cerro de San Jorge (figura 7): presenta una incisión trans-
versal al eje de las dos perforaciones, lo que podría darle el aspecto de un ídolo.
Mª J osé Almagro Gorbea42 clasifica las placas de barro como ídolos, dencro de lo
que ella denomina "variante F". Adjudica a estos grabados un valor cultual y reli-
gioso en contacco con ritos y creencias de carácter mágico-religioso y se documen-
tan en numerosas estaciones de España y Portugal.

4. CARACTERIZACIÓN CULTU RAL Y CRONOLOGÍA

Se percibe un gusto generalizado en codos los poblados por la decoración cerá-


mica impresa a punzón, a veces asociada a líneas incisas o triángulos rellenos. Este
patrón decorativo, que hunde sus raíces en el Neolítico, es especialmente predomi-
nance en yacimientos de la vecina región portuguesa del Este de Tras-os-Montes,
encuadrados cronológicamente a lo largo del lllº milenio a.C. desde el Neolítico Fi-
nal-Calcolítico Antiguo hasta los comienzos del Bronce (inicios del 11º milenio
a. C.). Sirven de referencia, en este aspecto, los poblados de Cunho y Barroca! Alto.
Otros poblados del Norte de Portugal, más concretamente de la región de Chaves,
sirven también de referencia (Vinha da Soutilha, por ejemplo), aunque algo más le-
jana, sin olvidar que esca decoración menudea en otros yacimientos calcolíticos cer-
canos del Sudoeste de la Meseta. Es evidente la preeminencia enorme de dicho mo-
delo ornamental en el Noroeste salmantino, sugiriendo un fondo cultural común
con el Norce de Portugal y sobre codo con el Este de Tras-os-Monees.
Tras el predominio cuantitativo de la decoración impresa, sigue en importan-
cia la decoración incisa, estando bien representada la cerámica a peine, que es uno
de los elemencos que parece mostrarnos el Noroeste salmantino como nexo de

40. Lópei Plaza, Socorro. .. El Aho del Quemado, poblado calcolfrico fortificado en el suroesre de la
Meseta Norte española ... En Trabalhos dt lt. rq11tologia da E.lt..M., 2 , 1994. Lisboa. Assoc:ia~ao para o escudo
arqueologico da bacia do Mondego, pág. 201-214. Pág. 206.
4 l. Muño.z, K; García. T; Izquierdo, D. · Aportaciones al estudio de la Edad del Cobre en la Cuenca
Media del Río Tajo-. En Bolttf,, dtl Stminiario dt i\rtt y lt.rqutologla. LXI, 1995. Valladolid. Universidad,
pág. 31-50.
42. Almagro Gorbea, M' José. "Los ídolos del Bronce 1 Hispano ... En Bibliottra Prathist6rica His-
pana, XII , 1973. Madrid, ~g. 181 -223. P:ig. 219

44 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


CONTRrBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE IJl.0 Y COMIENZOS DEL 11.º MLLENIO A. DE C.

unión entre dos importantes focos de desarro llo de esta técnica: el norte de Portu-
gal y la zona suroccidencal meseceña española. Los contextos representativos de
esta decoración cerámica se centran en la segunda m itad del 111º milenio a. C. canco
en el N o rte de PorcugaJ como en el Sudoeste d e la M eseta y en la Beira Alca. So-
bre codo en el último tercio de dicho milenio es cuando adquiere mayor porcen-
taje. Todo esco podría situar a nuescros ejemplares en un momento avanzado del
Calcoütico, a finales d el IIIº milenio a.C.
Destacan también las d ecoraciones en relieve, en sus modalidades de m amelo-
nes y cordones, realces que a su vez pueden encontrarse decorados (dig icaciones,
ungulaciones e incisiones). Estos elementos pueden estar relacionados tanto con la
decoración como con la funcionalidad, pudiendo servir de elemento de sustenta-
ción al vaso. Como verdaderos elementos de suspensión del recipiente, sin descar-
tar su posible función ornamental, se encuentran las perforaciones, orejeras, man-
gos y asas. Los motivos decorativos en relieve propiamente dichos comienzan a
aparecer ya en el N eolítico teniendo gran pervivencia hasta bien entrada la Edad
del H ierro. Creemos que los aparecidos en escos yacimientos (la mayoría en La
Peña) se pueden relacionar con concexcos del Bronce Antiguo, con claros paralelos
en yacimientos del reborde oriental de la Meseta Norre: Parpantique, Torojón, Tu-
rronero, Alto d e la Cueva, Peña Dorada ... con fechas que los sitúan entre los siglos
XJX y XVII a. C. También pueden conectarse con un momento algo posterior al
indicado ya que son muy abundantes en yacimientos del Bronce Medio, del hori-
zonte Pre o Proco-Cogocas, al que apuntan también algunas incisiones en espiga
d e La Peña y del Cerro d e San J orge.
Otra circunstancia que nos lleva a relacionar los motivos en relieve con un m o-
m ento del Bro nce más que como una pervivencia del Neolítico, es un estudio de
M .O . Feroández-Posse43 sobre las diferencias tecnológicas, estilísticas y morfológi-
cas de los cordones en relieve. Dice que parecen corresponder a un ambiente neoü-
cico los cordones menos realzados, de buena ejecución y que lleven, con preferencia
a las ungulaciones y digitaciones, unas incisiones o muescas realizadas limpiamente
con un instrumento. En los cordones objeto d el presente estudio hemos podido ob-
servar codo lo contrario: son bascanre gruesos y realzados, a veces no muy bien cons-
truidos y casi siempre decorados d e forma tosca con incisiones, ungulaciones o di-
gitaciones. Esta misma característica es frecuente en los yacimientos paralelizables
ya aludid os del Castillo d e Cardeñosa y del reborde oriental de la Meseta.
Mucho m enos representativa es la aparición de algunos fragmentos decorados
con la técnica de boquique, de factura relativamente cuidada y bien realizada.
Nos parece difícil asignar a estos fragmentos con boquique un encuadre cul-
tural-cronológico. Sin descartar su posible conexión con el Bronce Pleno, como nos

43. Femández-Posse, M' D. "La cueva de Arevalillo de Cega (Scgovia)". En Notiriario Arqueológiro
Hispánico, 12, 1981. Madrid. M.E.C., pág. 43-84.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 45


M' PAZ MART(N HERNÁNDEZ

sugiere su presencia en algunos yacimientos de la Meseta bien conocidos, como los


Tolmos de Caracena, podrían integrarse bien en un contexto Cakolítico, sobre
codo Pleno-Final relacionado con el Norte de Porcugal.
El poblado salmantino de La Molinera es el que, con los datos actuales, parece
presentar mayores semejanzas con la fase más antigua de los poblados de la zona
limítrofe del Este de Tras-os-Monees. Concretamente muestra ciertos paralelos con
la primera fase de ocupación de Barroca! Alto (inicios IIIº milenio a.C.). Se repiten
los motivos ornamentales en la cerámica, constituidos sobre codo por impresiones
a punzón. A esto hay que añadir que en la industria lítica tallada documentada en
La Molinera, se incluye un U.A.O. y un microlico geométrico con retoque abrupto
y quizá no sea casual la ausencia de foliáceos.
Para el yacimiento de La Peña también nos inclinamos a sugerir una fuerce
vinculación en cuanco a los motivos decorativos cakolícicos con el Norce de Por-
tugal. Además encontramos semejanzas con la zona septentrional portuguesa por
elementos que parecen estar ausentes o son muy minoritarios como por ejemplo las
pastillas repujadas en relieve, las cerámicas pintadas y los morillos o ídolos de cuer-
nos. Ya hemos mencionado nuestra hipótesis acerca de una cronología amplia y una
larga subsistencia para este yacimiento, cuya ocupación pudo originarse en un mo-
mento calcolítico, posiblemente ya Pleno-Avanzado (segunda mitad del 111° mile-
nio), perdurando hasta el Bronce Antiguo-Pleno.
Asimismo, en Fuente Reholla las mayores afinidades, sobre codo en cuanto a
técnicas y motivos decorativos se constatan en el Norte de Portugal y Beira Alca
(Castro de Santiago, Murganho 1 y Corujeira), sin olvidar, por supuesto, su cone-
xión con la cuenca del Duero española. Cronológicamente podría ser paralelo al
inicio del asentamiento de La Peña (segunda mitad del IIIº milenio a.C.), aunque
la continuidad de Fuente Rebolla creemos que es mucho menor.
También el asentamiento del Cerro de San Jorge podría remontar al Cakolí-
cico pero con una prolongación destacada, al igual que La Peña, a comienzos del
Bronce e incluso en el Bronce Pleno, marcada por los caracceres de la decoración
en relieve, labios decorados ... Ya hemos mencionado la posible contemporaneidad
en dicha ecapa del Bronce con La Peña, aunque dentro de dos tradiciones cerámi-
cas diferentes: la incisa y la de cordones y dígico-ungulaciones.
Especial interés tiene el hallazgo de metal de cobre. Las conexiones con Por-
tugal se evidencian una vez más al estudiar el escaso material metálico. Se traca del
hallazgo realmente singular de dos puntas triangulares de base recta de cobre en el
Cerro de San Jorge (figura 6.8 y 6.9) con paralelos hasta el momento en el Casero
portugués de San Bernardo (Moura), en un escondrijo de fundidor que integra gran
número de piezas calcolíticas44. La diferencia con nuestros dos ejemplares se en-

44. Vciga Ferreira, O. da. "Um esconderijo de fundidor no Casero de San Bernardo (Moura)". En O
Arq11t1Jlogo Por111g11es, V, 197 l. Lisboa. Muscu Nacional de Arqueología e Etnología, ~8· 139- 143. Lám. I,
nº 2.

46 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO DE 111.0 Y COMIENZOS DEL 11.0 Mll.ENIO A. DE C.

cuentra en el tamaño, que viene a ser aproximadamente el doble en el ejemplar


portugués. La presencia de escas puntas es indicativa de la inclusión de esta región
meseceña dentro de las redes interregionales de intercambio que a mayor o menor
escala, posiblemente con el eje arterial que marcan los valles fluviales, se hacen no-
tar fundamentalmente a partir del Calcolítico Final en la Cuenca del Duero.

5. CONCLUSIONES GENERALES

Se ha puesto de manifiesto la notable densidad de hábitats del Noroeste sal-


mantino que a través de los materiales recogidos en superficie hemos encuadrado
entre el Neolítico Final y el Bronce Pleno.
Destaca la industria cerámica, con clara proporción mayoritaria de la decora-
ción impresa a p unzón seguida por la incisa dentro de la cual destaca la decorada
a peine, elementos que permiten proponer al Noroeste salmantino como nexo de
unión entre el Norte de Portugal y el Sudoeste de la Meseta Norce española.
La compartida preferencia por la técnica impresa nos ha llevado a relacionar a
esca zona salmantina con la limítrofe portuguesa del Este de Tras-os-Montes (po-
blados de Cunho y Barrocal Alto). El yacimiento salmantino que presenta mayo-
res afinidades con éstos es el de La Molinera, al que atribuimos una cronología más
antigua, encre los estudiados aquí, y que paralelizamos con la primera fase de ocu-
pación de Barrocal Alto (inicios IIIº milenio a.C.).
Este poblado junco con el de El Aleo del Espía, Fuente Rebolla y Cortinas de
la Iglesia se localizan en peq ueños cerros amesetados y de poca extensión (La Mo-
linera aproximadamente V,¡ de hectárea), o bien en laderas, en ondulaciones del te-
rreno poco destacadas, que nos hacen pensar en asentamientos no muy estables, de
cierta estacionalidad o quizás dependientes de otros de mayor entidad.
Por otra parte, hemos constatado otros poblados en los que parece ser más efec-
tiva su sedencarización. Los materiales arqueológicos son más destacados cuanti-
tativamente, presentan mayor variedad tipológica, marcan claramente una mayor
pervivencia en el tiempo y cuentan con emplazamientos mucho más estratégicos.
Se localizan junco a inmensos roquedales que pueden servir de atalaya, como es el
caso de La Peña, o en cerros bien destacados en el entorno, como el Cerro de San
Jorge.
En cuanto a las actividades económicas las azuelas y las láminas de azada para
trabajar la tierra, los molinos y molenderas para manipular las semillas de los ce-
reales45 y los elementos de hoz, son piezas que parecen documentar algún cipo de

45. lógicamenre podrían haber sido ucilizados también en el crirurado de la belloca, hecho bien
conscacado en La Be ira Alca (Senna-Marcínez., Joao Carlos. The late prehistory ofCmtral Pmuga/: a first diacb-
ronií view. Inrernacional Monographs in Prehiscory. In Kacina T. Lilios. ful. The Origins of Complex So-
c icries in Lace Prehiscoric Iberia, 1995).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, L997 47


M' PAZ MARTÍN HERNÁNDEZ

faenas agrícolas. Sin embargo, su escasa presencia nos lleva a pensar en la posibili-
dad de que esta zona haya estado algo más vinculada, en sus tareas económicas, a
la ganadería. Existirían algunas especies ya domesticadas dedicadas a la cría y al
pastoreo, con aprovechamiento de sus recursos (carne, leche y derivados, lana,
piel...). Al mismo tiempo debieron ser pueblos cazadores, circunstancia que parece
ampliamente sugerida por la elevada presencia de puncas de flecha encontradas en
los yacimientos. Por otra parce el hombre debió favorecer la acción del fuego, pre-
tendiendo propiciar los espacios abiertos, para crear pastaderos y facilitar su labor
de cacería, con un control progresivo de los rebaños. Para ayudarse en esta labor
deforestadora y en el trabajo de la madera, contaría con la ayuda de hachas, gubias
y cinceles.
Habría que ratificar a través de la excavación de algún yacimiento sobre codo
ciertos aspectos en relación con la cronología que hemos propuesto, así como la es-
trecha relación arqueológica que se insinúa fundamencalmence por las técnicas y
motivos decorativos de la cerámica, entre esta zona salmantina y el Norte de Por-
tugal en general, y más concretamence con el Este de Tras-os-Montes.
Por último hemos de mencionar las pinturas rupestres de La Palla Rubia en el
valle del río de las Uces, en el término municipal de Pereña. Es el único conjunto
rupestre que no se localiza en el Sur de la provincia y además el soporte sobre el
que están realizadas es granito, dos singularidades que diferencian a estas pinturas.
Convendría recordar aquí las reflexiones de Mª de J. Sanches46 al conectar el
momento de la cerámica a peine con "santuarios" rupestres cuya iconografía pre-
senta influencias meridionales. Habría que tener en cuenca la posible asociación de
diversos asencamiencos con decoración a peine (Penas Roías, Cachao de Rapa y
otros) a pinturas rupestres que muestran antropomorfos de brazos abiertos, en asa,
con penachos, de tipo barra, tectiformes y pectiniformes, constatados en la Palla
Rubia.

46. Noca 11: 1992,pág.84.

48 SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39, l997


SALAMANCA, Revista de Esrud1os, 39. 1997. P'gs. 49-132
ISSN: 0211-9730

UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA:


EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

)ost L UIS CoRrts SANTOS* '· ÁFRICA C U ADRADO BASAS* ,


M* DEL ROSARIO ÜUVERA ARRANZ y MrRYAM V. H ERNÁNDEZ VALVERDE **

RESUMEN: Pr~ncamos los resultados de la invesrigación arqueológica y


documental sobre el yacimiento del castillo de Vilvescre. Aunque conocido a
cravés de d ispersas referencias bibliográficas y documentales no es sino hasta un
hecho forcuico y la consecuente excavación cuando se recupera fís icamente una
parce sustancial de la fortificación. La intervención ha permitido definir la se-
cuencia arquitectónica, revelanto dos fases conscruccivas: inicios de La segunda
mitad del s. XV y mediados del s. XVII. Este marco cronológico nos ha per-
müido relacionar con una serie de acoocecimiencos hiscóricos de índole crans-
fronceriza cada una de escas fases.

SUMMARY: Here we show che resulcs of che archaeological and documen-


tary research dealing wich che "casrillo de Vilvescre" sice. Through ir is know
chrough several differenc bibliographical and documenrary references uncil a
forruicus discovery and ics consequenc excavacion a substantial pare of che forri -
ficacion was nor phisically recuperaced. The excavation allowed us ro define tbe
architeccural secuence which reveals two building scages: che beginning of che
second half oc che fifceench ceocury and mid sevenceenth cencury. This
cronological setting has allowed us ro associate each of chis scages wich a series
of hiscorical evencs coming from cerricories beyond che border.

PALABRAS CLAVE: Arqueología. Documentación. Materiales. Fortifica-


ción. Bajomedieval/Moderna. Castilla/Porcugal. Conflictos fronterizos.

1. • Dcparcnmenco de Arqueología. Tresmedios, s.I.


•• Departamento de Restauración. Tresmedios,s.I.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 49


CORTliS S.,J L . CUADRADO 8., A., OLIVERA A.. M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

l. PRESENTACIÓN

El siguiente cexco es un breve resumen de los trabajos y resultados obtenidos


durante la intervención arqueológica en el Cerro de El Castillo, Vilvestre (Sala-
manca) realizada en el año 1996, y cuya propuesca y financiación correspondió al
Servicio Territorial de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León en Sala-
manca y al Excmo. Ayuntamiento de Vilvestre.
Debemos manifestar nuescro agradecimiento a D . Nicolás Benet Jordana, Ar-
queólogo Territorial de Salamanca, quien coord inó los trabajos, y a O. J osé Manuel
Guarido Maceos, Alcalde de Vilvestre, por su ilusión, iniciaciva y continuo apoyo.
Agradecimiento que debe hacerse extensivo a D . Cristóbal Guitare por habernos
advertido sobre la existencia de un antig uo dibujo del castillo, y a D. Leonardo Vi-
llena, que amablemente nos facilitó una copia de éste.
La intervención comprendió la excavación arqueológica de un pequeño secror
del Cerro y el estudio de los materiales exhumados, intentando obtener unas con-
clusiones de índole cronológica, constructiva, tipológica, evolutiva, funcional, .. .
en definitiva hiscóricas. Para ello resultó imprescindible la consulta de las fuentes
documentales, iniciándose así lo que globalmente no consideramos más que una
vfa abierta a una más amplia y profunda investigación.
Superando el mero interés académico los trabajos comprendieron también un
aspecco generalmente poco cuidado: la recuperación de los rescos del cascillo para
el conocimiento y disfrute de codos los visitantes, pero especialmente de los veci-
nos de Vilvestre.
El tículo del artículo creemos que merece una explicación; primero por el p lu-
ral, pues a dos conscrucciones defensivas nos referiremos. Aunque ubicadas en el
mismo emplazamienco y con un profundo reaprovechamiento, su individualiza-
ción se basa no solo en su diacronía sino en la concepción proyeccual y función di-
ferenciada. El apelativo, desaparecidos, hace hincapié en el hecho de que, aunque
exiscieran referencias documentales y bibliográficas, en su condición accual los cas-
tillos eran de hecho físicamente desconocidos, sepultados por su propia ruina.

2. MARCO GEOGRÁFICO

El cérmino se enmarca en el NO. del conjunto provincial (Fig.-1), en la zona


central de la comarca de Los Arribes, cuyo principal coleccor, el Duero, marca la
frontera con Portugal.
Licoescruccuralmente se corresponde con maceriales precámbricos y cámbricos
del complejo esquisto-grauváquico. Internamente se han diferenciado dos forma-
ciones, que de muro a cecho son: formación Monterrubio, constituida por pizarras
bandeadas y esqu iscos con intercalaciones de conglomerados porfiroides y cuarci-
tas microconglomeráticas (potencia 2000 m.), y la formación de Aldeatejada, cons-
tituida por p izarras verdes bandeadas, areniscas y cakoesquistos, con intercalacio-

so SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


UNA FORTll'ICACIÓN OLVIDADA: EL CASTIUO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

FIGURA l. Localización del cérmino de Vilvestre en el conjunto provincial.

nes de conglomerados y niveles carbonatados brechoides (potencia de 2000 a


3000 m.). Todos estos materiales han sufrido una fase de deformación preordoví-
cica, fase Sárdica, cuyas estructuras tienen dirección predominance NE-SO y O -E.
En conjunto, el rasgo morfológico principal que caracteriza a estos materiales
es la extensa penillanura exhumada, antigua superficie de erosión del zócalo H er-
ciniano, que se desarrolla sobre ellos y que está fuercemente retocada por la red flu-
vial cuaternaria. Dentro de ésta pueden observarse relieves residuales que llegan a
dar sierras, generalmente coincidentes con la presencia de niveles resistentes, cuar-
cíticos o conglomeráticos de la formación Aldeatejada. El g ranito (granito adame-
llítico porfiroide de dos mocas) ocupa más del 80% de la superficie, intercalado
con pequeñas superficies de cuarzo y micacitas, y ya en la zona Suroeste de Los
Arribes con areniscas, micacitas y g neis, y diques de cuarzo (VV.AA., 1988).
Si altitudinalmente buena parte de la provincia está comprendida entre los
700 y los 1000 m., la orla ribereña de Los Arribes marca una zona especialmente
deprimida, con un mínimo de 137 metros s.n.m. (muelle de Vega de Terrón). Di-
ferencia altitudinal q ue se salva en un recorrido muy breve de lo que resultan pen-
dientes med ias del 20%.
Aunque genéricamente se engloba en la zona iberoacláncica, abierta por canco
a la penetración de los vientos y frentes nubosos atlánticos, los faccores locales in-
troducen una variante. Así, si la pluviometría media provincial se encuentra en va-
lores comprend idos entre los 400 y los 1000 mm. esca zona ostenta valores de en-
tre 800 y 1200 mm., aunque igualmente marcados por la esracionalidad. Respecto

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 51


CORTÉS S., ) L , CUADRADO B., A., OLIVERA /\., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

a las temperacuras destaca como una zona cálida, con puntos bajos de la comarca
en los q ue se rebasan los 16"C de media anual. En conjunto, y tomando escas dos
últimas variables, puede incluirse bioclimáticamente en el subtipo subhúmedo
templado (Garmendia, 1966).
H idrográficamente está comprendida en la Cuenca del Duero, el colector prin-
cipal y que precisamente identifica a Los Arribes. Asf los 60 Km. de recorrido de
este río por la provincia de Salamanca, desde su confluen cia con el Tormes en Vi-
llarino hasta el muelle de La Fregeneda, donde se interna en Portugal, discurren
encajados entre rocas hipogénicas y estratos cristalinos, con laderas que descienden
desde los 600 a los 200 m (Cabrero et alii, 1987). Esca condición, históricamente
ha impedido un aprovechamiento agrícola más allá del riego de las huertas ribere-
ñas y la construcción de bancales, y ha resuelto su uso en la generación hidroeléc-
trica a través de dos grandes presas, la de Saucelle -cuya cola pertenece al término
municipal de Vilvestre- y la de Aldeadávila.
La herencia licogénica de la zona condiciona el marcado carácter ácido de los
suelos desarrollados sobre los zócalos paleozoicos y la alta frecuencia de los aflora-
mientos rocosos (VV.AA., 1964). Presentan además las características de poca pro-
fundidad y pobreza en elementos nutritivos, resultando fácilmente erosionables y
con una baja retención hídrica (García Rodríguez, 1984); en defi nitiva, son poco
aptos para la agricultura. Tradicionalmente ésca se ha centrado en las riberas y en
sus laderas, mediante pequeñas parcelas en bancales -hoy prácticamente abando-
nadas- en las que se cultivaban olivos, almendros y vid (VV.AA., 1983).

3. MARCO HISTÓRICO

3.1. Las fi1entes


La intervención arqueológica fijó el marco cronológico -desde finales del me-
d ievo- que ordenaría la investigación archivística y bibliográfica.
Para comprender el proceso repoblador que, sig uiendo el avance cristiano, ori-
g inó el asentamiento medieval de Vilvestre, hemos recurrido a las ya clásicas obras
de ). González (1944) y A. Barrios (1983). Estudios igualmente útiles son los de
).L. Martín (1975) y). Sánchez Herrero (1987) referidos a la actuación de la Igle-
sia en este ámbito espacio-temporal can definido. Y, para conocer la historia de la
población , dependiente desde su origen del arzobispado de Santiago de Compos-
tela, hemos contado con los estud ios de ). Barreiro ( 1987) y M. GonzáJez Vázquez.
(1996)
Para el marco de las relaciones entre las Coronas de Castilla y Portugal en los
inicios de la Época Moderna, y los conflictos transfronterizos, es valiosa la obra de
conjunto editada por A. María Carabias (1994), a la que hay que sumar las com-
pilaciones docu.mentales efectuadas por R . Carande y J. de M. Carriazo (1929-
1968) y A. de la Torre y L. Suárez (1958- 1963).

52 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTfll.0 DE VILVESTRE (SALAMANCA)

Un breve vistazo a la evolución demográfica de los siglos siguientes fue posi-


ble gracias a la existencia de diversas fuentes publicadas: El Censo de la Corona de
Castilla en el siglo XVI, transcrito por T. González (1829); un manuscrito del siglo
XVII referido a la provincia salmantina, comentado por A. Casaseca y J .R. Nieto
(1982) y el famoso Namenclator, cuya elaboración dirigió ea el siglo XVIII el mi-
nistro ilusrrado Conde de Floridablanca. El conocido Diccianario compuesto, un
siglo después, por P. Madoz, también aportó algunos datos.
Como obra colectiva que permite apreciar muchos de los elementos comunes
a las fortificaciones fronterizas debemos citar el / Simposia sabre castillos de la Raya
entre Partugal y España (1984).
Referencias al castillo propiamente dicho hemos hallado en la imprescindible
obra de E. Cooper (1991), en los escritos del P. César Morán (Frades, 1980) y J. de
Vargas y Aguirre (1995. Reed.), y aunque indirecta, conteniendo una valiosísima
pisca como ya comentaremos, en los artículos de L. Villena (1984) y C. Guitart
(1990). Y, desde una venience más bien artística, en el Inventario de A. García
Boiza (1937) y el Catálogo de M. Gómez Moreno (1967).
Recurrimos posteriormente a la búsqueda de documentación inédita. Intentá-
bamos encontrar referencias, dentro de los documentos relacionados con Vilvescre
y/o su entorno, que mencionasen un castillo o siquiera "un muro", términos am-
bos que, usados como meros topónimos, sí existían. En su conjunto la información
obtenida fue escasa, nula en los siguientes archivos:
Archivo Histórico PrOflincia/ de Salamanca.
Archivo General Militar.
Archivo Histórico Nacional:
La primera consulta genérica, referida a la villa, fue infructuosa.
Intentamos ocra aproximación: dado que en el siglo XVIII era propiedad
de un noble -el Duque de Éboli- contactamos con el archivo de Casas No-
bles, de próxima apertura en Toledo. Se nos comunicó que, aunque la Casa
de Osuna, -a la que se incorporaron los Éboli- conservaba bastante docu-
mentación, ninguna se refería a Vilvescre.
Archivo Diocesano de Salamanca.
Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo (Salamanca):
Existen referencias a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, pero no a
éste.
Archivo General de la Administración.

Únicamente dos archivos contenían documentos útiles para nuestro estudio:


Archivo General de Simancas (A.G.S.):
Tras un exhaustivo recorrido por codas las Secciones, muchas fueron esté-
riles, como la de "Tenencias de Fonalezas", "Contaduría mayor" o "Cámara
de Castilla" (Pueblos).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 53


CORTl!S S., J L.. CUADRAOO B.• A.• OLIVERA A.. M' DEL R., HERNÁNDEZ V. , M.V.

Encontramos algunas referencias en otras Secciones. Los documentos que


hemos empleado son:
Dirección General de Rencas, l" Remesa, Libro 529. Catastro de Ensenada.
Generales.
Cámara de Castilla. Diversos. Legajo 8-14.
Mapas, Planos y Dibujos (M.P.D .) V-176.
Guerra Antigua (G.A.) Leg. 1556.
Regiscro General del Sello (R .G.S.) Oct. 1483, folio 293.

Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (A.R.C.):


Los documentos que han aporcado informaci6n, aunque muy puntual, son:
Pleitos Criminales. Caja 142. l y Caja 380-4.
Ejecutorias. Caja 519-10 y Legajo 1263-40.
Pleitos Civiles: Fernando Alonso. Olvidados. Caja 423-3. Legajo 126 y Caja
751 -6. Legajo 201.

3.2. El nacimiento de la población


La presencia en la zona de una población relativamente estable no debe retra-
erse más allá del siglo X. Por aquellas fechas estos lugares carecían de interés es-
tratégico lo que, unido a lo agreste del encarno natural, explica, según A. Barrios
( L983), su escaso crecimiento demográfico. Paulatinamence, con el avance de las
tropas cristianas hacia el Sur, llegará la repoblación. Un largo y amplio proceso,
con avances y retrocesos, que no logra reorganizar este área hasta el siglo XII.
Alfonso VII, rey de Castilla y León, impulsó el avance hacia el Sur. Es posible,
indica J. Barreiro (1987), q ue recibiese ayuda del arzobispado de Compostela para
asediar Coria en 1142. Tras ganar esta localidad donará a Sanciago, como una ac-
ción de gracias por su intercesi6n, ciertos lugares y bienes en torno a Ledesma. Las
donaciones de numerosas tierras encre los alfoces de Salamanca y Toro, con la in-
dicación expresa de que son para poblarlas, señala claramence el deseo real de ace-
lerar el poblamiento. Con el avance cristiano el señorío compostelano se extendió
también por tierras castellanoleonesas; no en vano don Diego Gelmírez había con-
seguido para su sede la d ignidad metropolitana al estar la antigua -Mérida- en po-
der musulmán . De modo que más adelante, cuando se asignen las diócesis sufra-
gáneas a Sanciago, éstas serán Las que correspondían a la emeritense y no las más
cercanas geográficamente a la compostelana, como explica M. González Vázquez
( 1996).
En 115 7, al separarse los reinos de Castilla y León, Santiago de Compostela
será La única sede metropolitana del reino leonés. Su monarca, Fernando II, conti-
nuará con La expansión territorial, apoyándose, entre otros aportes, en Las milicias
concejiles. Las de Salamanca y Ávila, indica A. Barrios (1983), se sublevarán
cuando el monarca leonés decida repoblar y organizar las comarcas de Ledesma y

54 SALAMANCA, Rev1sra de Escudios, 39. 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

Ciudad Rodrigo al margen de la ciudad de salmantina. El rey, buscando frenar la


expansión portuguesa hacia el Este, escimuló el flujo migratorio hacia allí no sólo
con el fin de aumentar la población, sino también su control sobre escas cierras. En
la zona mirobrigense, donde habían perdurado grupos aislados de antiguos habi-
tantes -algunos de cuyos nombres recuerdan incluso a la desaparecida diócesis vi-
sigótica-, se funda un nuevo obispado, que intentará enlazar con la tradición de la
antigua sede.
La diócesis salmantina, restaurada en 1102, pronto se enfrentará con la miro-
brigense, cuya donación real data de 1161. El arzobispo de Saociago, que incluso
tenía derecho a conceder beneficios en Salamanca si su Cabildo no lo hacía en el
plazo reglamentario, se inmiscuía con sumo gusto. La presión de Fernando II, li-
mitando -segúnJ.L. Marcía (1975)- las aspiraciones de los salmantinos sobre el te-
rritorio que ellos habían conquistado, fue definitiva: el rey logra un acuerdo en
1173 entre los dos obispados, que delimitan su territorio desde 1174.
En el área de Ciudad Rodrigo y Ledesma, nuevos vecinos reforzarán los anti-
guos núcleos y fundarán otros. A. Barrios (1983) afirma que en esce arcedianato
(Ledesma se incorpora al obispado de Salamanca) surgen algunos creados por re-
pobladores occidentales y que " ... sin duda procedían del distrito castellano de laca
quienes fundaron Bilvestre" (Jic).
En 1192 Alfonso IX de León dona al arzobispo Pedro y sus sucesores en la sede
compostelana el "dominium et quancum ad regiam percinec uocem in Bilvescre et
in suis terminis et directuris ubicumque potuerinc inueniri". Así impulsaba, desde
Salamanca, la repoblación de varios lugares del campo, afirma]. González (1944).
El documento no indica si se traca de una "villa" o un lugar pero, junco con las do-
naciones de Yecla y la mitad de Herguijuela, provocará conflictos: los concejos de
las villas cercanas, que no pertenecen a Sanciago, se quejarán del trato desigual se-
gún el estudio de M. González Vázquez (1996).
En 1293 Sancho IV confirma la exención del pago de "yantar" a esros eres y al-
gunas localidades más que pertenecían a Santiago, lo que indica que el "trato de
favor" se había mantenido. Pero el turbulento siglo XIV traerá nuevos problemas.
En 1342 el arzobispo composcelano -Martín U- se quejará al rey porque varios va-
sallos de éste coman yancares y comen en diversas villas arzobispales (entre ellas las
tres salmantinas) causando despoblación y trastornos a las poblaciones, que temen
sus saqueos. Según M. González Vázquez "el rey se maravilla de la osadía de sus
vasallos y les exige que guarden el señorío del arzobispo ... " y confirma la exención
del pago de acémilas. La situación de las villas arzobispales en cierras leonesas es
descrita por el eclesiástico como desoladora, pues no se pagan los "vocos de San-
tiago" ni la mayoría de sus cargas y rencas. Este panorama, común a codo el reino,
se agravaba con la despoblación, en un momento de crisis generalizada en que era
difícil hacerse respetar como señor... canco más en un territorio can disperso como
el compostelano. Vilvestre, como las demás posesiones, estudiadas por dicho autor,
debió de organizarse en un concejo en el que el arzobispo elige alcaldes o justicias,

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 55


CORTÉS S., J L., CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R. , HERNÁNDEZ V., M.V.

juez y notario; el señor participa en las rencas derivadas del ejercicio de la juris-
dicción, el conrrol de las transacciones y el abastecimiento, y cobra impuestos "en
reconocimiento de señorío".
Durante el siglo XV Yecla, H erguijuela y Vilvesrre pertenecían aún a San-
tiago, pero las rencas de la tercera -la que más rendía- eran arrendadas por diver-
sas sumas que, en 1453, suponían ya 2000 maravedís según el Registro de Bienes
y Rencas de la Mirra. En 1458 Enrique IV asignará a Vilvestre, Yeda, Palacios y
Aldehuela el pago de 10.470 maravedís para el pedido real (Monsalvo, 1988).
Los arzobispos compostelanos, cargo ostentado habitualmente por influyentes
personajes, se vieron envueltos en los conflictos de su época. Uno de los muchos
episodios fue el protagonizado por don Alfonso de Fonseca y que implicaba entre
otras posesiones, a Vilvestre.

3.3. Un castillo en la frontera


En los albores de la guerra de Sucesión la villa de La Hinojosa fue encargada
de defender su fortaleza y los puertos en.ere Castilla y Portugal. En 1478 sus veci-
nos fueron obligados a colaborar y mantener a las tropas que cercaban el castillo de
Vilvestre, tomado desde dos años anees por los portugueses, lo que originará la pro-
testa de los primeros que consideraban que así dejaban desguarnecida su propia lo-
calidad (Torre y Suárez, 1958-63). Es muy probable que durante esta ocupación, y
como recoge Cooper (1991), los portugueses erigieran la torre mayor o del home-
naje de Vilvestre.
Comando con el apoyo del Duque de Alba el castillo fue recuperado ese mismo
año. Se conserva un documento (del que hemos tenido conocimiento gracias a
J. de Castro) por el que los RR.CC. felicitan al Duque por su acción, y cuyo texto
recogemos:
El rey e la reina. Duque pri1no, por letras de los diputadcs generales de la Hermandad
de nros reynos avemos sabido el favor e ayuda que aveys dado y disteis para el cerco e toma
de Bilvestre e como quiera que de vos no se esperaba otra cosa nos ha mucho plazidc lo
que los dhos diputados nos han escrito e por ello nos aveis encargadc para vos facer mer-
ced. De Guadalupe a 21 dias de diciembre de 78 (Archivo Casa de Alba. C-3-79).

En 1479 firmaban -una vez más- la paz los reyes de Castilla y Portugal. Poco
después el rey Fernando recordaba en un documento (A.G.S., R.G.S., Dic. 1479,
fol. 71) que se había comprometido a derribar las fortalezas levantadas tras la en-
trada de los portugueses en Castilla " desde ... Cibdad Rodrigo fasta ... Lepe". Se
puede deducir, pues, que la frontera al Norte de Ciudad Rodrigo no se consideraba
escratégicamence si, como aún hoy podemos ver, se tiene en cuenca lo inaccesible
del terreno, que no permitiría el paso cómodo de pertrechos bélicos. El corredor
más disputado es el ubicado al Sur del Duero, y de modo general la zona en liti-

56 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: El CASTlllO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

gio es la ribera oriental del río Coa (Martín, 1984), que ya fuera incorporada a la
corona portuguesa con el Tratado de Akañices de 1297.
De modo que, una vez más, Vilvescre quedaba al margen de la historia lo que,
en este caso, evitaría la destrucción del castillo. En el aparcado final retomaremos
la incidencia que Ja guerra de Sucesión de la Corona de Castilla tuvo en esca zona,
confrontación en Ja que debe enmarcarse el origen de la construcción defensiva (o
al menos de una parte significada).
Seguimos pues, investigando la figura de don Alonso de Fonseca. Noble, ar-
zobispo y hombre de acción influyente, se vio envuelto en muchos enfrenta-
mientos tanto con otros nobles como con sus "vasallos". Entre éstos se contaban
los de Puebla del Deán, con quienes entabló pleito cuyo conocimienco nos es
útil. En efecto, en 1483 los Reyes Católicos intervendrán en el caso, y en el do-
cumento, conservado en el Archivo General de Simancas (A.G.S., R.G.S., Oct.
1483, fol. 293) se recoge la queja del arzobispo sobre los ataques de otros nobles
gallegos a sus propiedades y familiares. Les achacaba, además, reunirse para "le
derrocar sus casas de Lobera e Bilvestre e la Rrocha Blanca ... ".
A lo largo del siglo XVI hallamos documentación dispersa con la que recons-
truir someramente la vida en la localidad. El arzobispo era quien nombraba al es-
cribano, que en 1501 era J uan de Dios, contra quien el concejo entabló un pleito
por usar mal de su oficio (A.R.C. Ejecutorias, Caja 519-10). En el entorno de la
población, como en otros lugares de la Corona, los Reyes Católicos ot0rgaron el
monopolio de Ja minería a Cristóbal Suárez, a cambio de un porcentaje; el docu-
mento, de 1514 (A.G.S. Cámara de Castilla Diversos, Leg. 8-14), indica que al-
gunos vecinos habían explotado ya ilegalmente yacimientos de plata y plomo.
De principios de la centuria contamos con dos documentos muy valiosos para
conocer las características y estado del castillo; el primero es un dibujo portugués,
efectuado por Duarce Darmas, pintor de la corte de Manuel 1, y el segundo una vi-
sita que en 1526 realizan los arquitectos Juan de Álava y Juan Gil de Hontañón
para evaluar las reparaciones necesarias (documento del que amablemente nos in-
formó Javier de Castro). Sobre ambos volveremos más adelante.
En 15 34 "Vilbestre" era, de entre los lugares de arzobispado de Santiago, el
que contaba con más vecinos pecheros (298) según el vecindario realizado por Luis
Vázquez. La pertenencia a la mitra compostelana no eximía ya a la villa de la jus-
ticia real, como se ve en el pleito contra unos carniceros acusados de vender oveja
a precio de carnero: el teniente del corregidor -cargo designado por los reyes- fue
quien planteó la acusación en 1545 (A.R.C. Pleitos Criminales, Caja 142-1).
A finales del siglo se produjo un cambio importante: la villa, que en el re-
cuento de "pilas" de la diócesis salmantina, realizado en 1587, se citaba como
perteneciente al arzobispado de Santiago, aparece en el Censo de 1591 entre los
"lugares de la obispalía" de Salamanca. Además en este nuevo recuento se anota-
ban 345 pecheros, lo que indica un sustancial aumento de la población.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, L997 57


CORT~ S.• ) L.• CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R.• HERNÁNDEZ V., M.V.

Entre L604 y 1629, cuando el obispado de Salamanca vuelve a hacer recuento


de sus lugares y aldeas, se recuerda que "Bilvestre ... es uno de los lugares que se
le dieron al obispado de Salamanca de los del ArLobispado de Santiago". La loca-
lidad, en la que se anotan 340 vecinos -no dice de qué condición- es de "buen
asiento" y conserva -a veces a duras penas o en ruinas- una iglesia principal, seis
ermitas, un humilladero y un hospital derruido ... ¿restos de tiempos mejores?. Sus
pobladores tend rían sobre todo ocupaciones agropecuarias, lo que explicaría los
conflictos que llevaron al Concejo a pleitear con la Mesta en 1628 (A.R.C. Ejecu-
torias, Leg. l 263-40).
Durante el siglo XVII la frontera con Portugal volvió a estar en alerta. Es co-
nocido el enfrentamiento entre ambos reinos, lo que explica la preparación en Es-
paña de una expedición contra nuestros vecinos. El duque de Alba se encargó de
reclutar hombres y buscar dinero para la empresa en un "distrito" que incluía las
villas de "condado de Ledesma"; éstas, entre las que se hallaba "Bilbestre", aporta-
rían para la guerra 14.508 reales. Además en todo el distrito logró el duque armar
a 6000 infantes y 360 caballeros, pero se quejaba al rey de esta tropa "bisoña" que
necesitaría veteranos para ser útil. El objetivo, según los documentos (A.G .S.,
Guerra Antigua, Leg. l 556) era penetrar en Portugal ese año de 164 l.
Como apoyo a las posibles rucas de entrada, elaboradas por soldados y confi-
dentes, se dibujó también un mapa (A.G.S., M.P.D., V-176) en el que se detalla la
ubicación de las poblaciones a ambos lados de la frontera. Pues bien, en ningún
momento se cita la existencia de un castillo, fortificación o casa fuerte en Vilves-
cre. Debemos suponer que en ese momento el castillo estaba arruinado hasta el
punto de resultar inútil para la nueva empresa bélica. Pocos años después, y aún
en el transcurso de la guerra, el castillo recobra su cond ición, aunque, como J. de
Vargas (1995. Reed.) insiste, tenía relativo valor como plaza, "acusando más bien
robustez que potencia", lo que confirmaría su asedio y conquisca por D. Rodrigo
de Castro en 1653.
Un siglo después (1 752) el Catastro de Ensenada ofrece un panorama general
de la villa, que ahora es del señorío del duque de ~boli, ignoramos a través de qué
conducto, pues lo último que supimos de ella fue que pasó a Salamanca. Los veci-
nos pagaban poco al nuevo señor -"sólo el derecho de elecciones a su apoderado"-,
pero no olvidaban los diezmos y primicias a la Ig lesia y el "voto de Santiago" (¿re-
cuerdo de su antigua dependencia?). Resulta curiosa la respuesta oº 23: "Esta villa
y su concejo goza en calidad de Propios un fuerce arruinado que se llama el Casti-
llo ... ". Las incógnitas se disparan: las fuentes indican que había pasado del seño-
río de Santiago a Salamanca ¿hay que pensar que sólo en lo espiritual?; esca idea
no parece acercada, pues en este ámbito siempre dependió del ordinario salman-
tino; ¿cómo pasó después al duque de Éboli ? quizá a través de una venta que des-
conocemos; pero, si fue así ¿qué sucedió con el castillo?; quizá no llegó a pertene-
cer al duque, o bien éste, considerando su inutilidad, lo vendió al concejo; aún

58 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39. l 997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

más, si estaba ya arruinado ¿por qué lo compró éste? La documentación no aclara


nada.
Las escasas fuentes que atañen a esta villa hablan de una evolución sin sobre-
saltos, fuera de altercados "locales". Dos años después se citaba en el Nomenc/ator ...
de Floridablanca como "villa de señorío secular", sin más pretensiones.
Ya en el s. XIX no deja de ser significativo que en el diccionario de P. Madoz,
de ordinario can exhaustivo, constatemos una significativa ausencia: ninguna re-
ferencia al casciJlo que, sin embargo, da nombre a una de las ermitas.
Cuando en 1937 se elabora el Inventario monumental de Salamanca, A. García
Boiza indica: "En la Alta (sic) Edad Media (hubo) un castillo que citan muchas ve-
ces los documentos principalmente durante las luchas entre don Pedro el Cruel y
don Enrique. Accualmence el municipio ha silenciado la existencia de escas ruinas,
pero sabemos que existen". Ignoramos qué es lo que le llevó a esca conclusión, aun-
que quizá el Ayuntamiento no contestase a la encuesta, que sirvió de base al ln-
vencario, con la exactitud que el autor deseara. La degradación del antiguo edifi-
cio, que continuó a merced de los eleméncos, debía de ser tal que M. Gómez
Moreno afirmaba "no tiene de obra humana sino algunas paredes de lajas: allí es-
tuvo la población en lo antiguo y se hallan muchas sepulturas".

4. EL YACIMIENTO

4.1. Localización/Descripción del emplazamiento


El yacimiento se extiende en la parte alta del cerro conocido como "El Casti-
llo" o "El Muro" (Figs. 4 y 5), ubicación de un vértice geodésico con designación
29TPF907530, según coordenadas del cuadro adjunto (Hoja 449 M.T.N. E.:
1:50.000 Ed. 1949. Hoja 449-1 E.: 1:25.000 Ed. 1985. Hoja 9-18 S.G.E. Ed.
1985).

Localización cerro de El Castillo


Coordenadas en proyección U.T.M. elipsoide Hayford

X y z
690.786 4.553 .036 648

El cerro culmina hacia el Oeste la ladera en la que se extiende el casco urbano


de Vilvescre, cuya parce más antigua precisamente es limítrofe de la vieja fortifi-
cación. El acceso puede realizarse directamente ascendiendo por la calle principal,
denominada del Castillo, hasta las inmediaciones de la Ermita de N ª Sª del Casti-

SALAMANCA, Revista de Esmdios, 39, .1997 59


CORT~ S.. J l ., CUADRADO B.. A.. OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

llo, para desde aquí tomar el cam ino que bordea el cementerio y alcanzar la plata-
forma artificial creada inmediatamente al Sur de la construcción.
Aunque desde el Este el ascenso es suave y el desnivel absoluto desde su base
supera escasamente los 60 m. (Figs.-2, 3,16), la ladera conc~ia está marcada por
el descenso hasta el curso inmediato del río D uero (Fig.- 26). Este discurre por de-
bajo de la coca de los 200 m ., lo que supone una caída de casi 450 m. respecto del
vértice del cerro y una pend iente media del 22%.
Se erige así un emplazamiento muy destacado con una amplísima incervisual
en prácticamence los 360°, con un campo expedito de unos 6 Km. de media y que
puntualmente alcanza el horizonte. Especialmence significado es el control de un
largo tramo de la frontera portuguesa con centro en la localidad de Freixo de Es-
pada a Cinca (Fig.- 4).
No resulta casual el emparejamiento histórico de los núcleos de población en
ambas márgenes de la frontera, correspondiendo para el caso de Vtlvestre esca locali-
dad, distante en línea recta unos 7 Km. y que cuenca con una ant igua corre, vestigio
de una fortificación medieval, perfeccamence visible desde el cerro de El Castillo. Por
el contrario el propio cerro sirve también de resguardo a la población, no sólo de los
vientos dominantes del Oeste, sino de la perspectiva desde suelo portugués.
Es precisamente el vallejo formado por el arroyo de Los Lagares la vía d e co-
municación más directa encre Las dos poblaciones, con un paso practicable del
Duero, efectuado hasta hace unas décadas mediante una barcaza2 -anees obvia-
mence de La construcción del embalse de Saucelle-. El vallejo asciende con una pen-
diente moderada hasta alcanzar el casco urbano contorneando por el Sur el cerro
del Castillo; así desde éste se puede vigilar un recorrido importante, poseyendo un
control total mediante un segundo enclave en la ladera contraria -esca última hi-
pótesis se basa en las referencias orales sobre la existencia de unos encalles en un
afloramiento de esa vercience, similares a los que en el yacimiento señalan el em-
plazamiento de una batería de fuego-.
La parte alca del cerro aparece como una plataforma de unos 100 m. por 75,
en sus ejes NE.-SO. y NO.-SE. respeccivamence, bien delimitada por La brusca ca-
ída de los afloramiencos rocosos -de hasta 8 m. de altura- que únicamente dejan
practicable la ladera meridional, aquella precisamente en la que se han centrado las
excavaciones y en la que se ha localizado un largo lienzo.
El actual acceso es de muy reciente creación, ya que desde la explanada de la
ermita hasta la mencionada plataforma sólo discurría un estrecho carril flanqueado
por las paredes de las cortinas. Con la ampliación del cementerio y la creación de
un mirador sobre el Duero en el año 1990 se trazó un nuevo camino apeo para ve-

2 . De la existencia de otros J>llSOS sobre el Duero a través de barcazas cenemos conmincia en algún
documenco medieV11l. Es el caso del recogido por A. de la Torre y L. Su,m: (1958-1963) referido a la obli-
gación que el Obispo de Ciudad Rodrigo impuso a los vecinos de Lumbral~ de utilizar sus barcas.

60 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTlllO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

FIGURA 2. Parcial del plano del M.T.N. E.: 1 : 50.000.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 61


CORTÉS S., J L, CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V. , M. V.

FIGURA 3. Parcial del plano del M.T.N. E.: 1 : 25.000.

62 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTIU.0 DE VILVESTRE (SALAMANCA>

hícuios. De cualquier manera suponemos que no era ésce el acceso original al re-
cinco, o al menos el único, sino que ésce discurriría por la vercience oriental si-
guiendo un carril -acondicionado durante la presence intervención- que sube di-
reccamence desde el cenero del núcleo urbano y bordea buena parte del flanco Este
de la construcción. Careciendo de dacos exaccos que avalen tal hipótesis única-
mente aporcamos el indicio que supone la existencia de una rampa natural que
salva en la parte final la barrera de los cantiles del cerro y da paso directo al frente
de la fortificación.

4.2. HiJtoriografía y tvidenciaJ arq11eológicas


Aunque el cascillo aparece mencionado en algunas obras genéricas, como el
Catálogo Monumental de la Provincia, el Inventario Artístico, el estudio de Joa-
quín de Vargas sobre viejas fortificaciones salmantinas, la obra del P. César Morán
o, más recientemente, en el Inventario Provincial de Castillos efectuado por la
Junca de Castilla y León, únicamente se ofrecen referencias vagas y escasamente do-
cumentadas. Gómez Moreno (1967) relata que sólo permanecían en pie algunos
muros de lajas. Las afirmaciones ya referidas de García Boiza (193 7) no han podido
ser contrastadas a pesar de "las numerosas menciones documentales" que para no-
sotros son desconocidas. J. de Vargas (1995 Reed .) más allá de una descripción ba-
sada en ig notos cronistas sólo conoce de primera mano la existencia de la ermita,
recreándose en copos medievales; en canco que en el Inventario paradójicamente
aparece en el listado pero no se adjunta ficha alguna. Algo común a todos ellos es
el tratar el castillo como una obra unitaria sin reparar en el hecho de que la apa-
rentemeoce prolongada pervivencia había constituido en ruina la primitiva cons-
trucción; contradicción que acentúa la sospecha de un conocimiento exclusiva-
mente a través de las fuentes.
El P. Morán (Frades, 1980), siguiendo el discurso del control y avatares fron-
terizos, considera que el de Vilvescre pertenece a una red en la cual se integraban
además los de Hinojosa, Sobradillo, San Felices de los Gallegos y El Payo.
Según el relato de J . de Vargas "sus defensas estaban reducidas a un reducto de
retirada o a corres... "; la muralla, con corres adosadas, cerraba el reci nto, rodeado
todo ello de una barbacana. Considera que " si sus fortificaciones no tenían el va-
lor ofensivo de las de Freixo... por la posición que ocupaban parecían inexpugna-
bles ... y era un g ran vigilante de la plaza portuguesa".
Por E. Cooper 0991), sabemos que el castillo contaba con una corre mayor o
del homenaje.
Si la mención que hace C. Guitare ( 1990) en su artículo sobre Las defensas fron-
terizas es indirecta, valiosísima es su referencia a la existencia de un dibujo en el
que se representa el castillo: "su silueta correada se advierte en los dibujos de
Duarce Darmas", que ya citara anteriormente L. Vi llena (1984). La existencia de

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 63


CORT~S S.. J L.. CUADRADO B , A , OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V, M V

FIGURA 4. Plano de 1ntervisuales desde el cerro de El Camllo.

64 SALAMANCA, Rcvisra de Esrudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE <SALAMANCA)

estos dibujos (cuya fotocopia hemos obtenido g racias a Leonardo Villena), autén-
tica joya bibliográfica, apostilla Guitare, merece una mínima disgresión.
En continuada tradición el rey portugués Manuel I, "El Afortunado" (1495-
1521), pretende la reforcificación de la frontera con España. Para ello necesita co-
nocer mínimamente las características y estado de las defensas. Encarga en 1509 a
su pintor de Coree, Duarce Darmas, que recorra codo el límice, reflejando los cas-
tillos y fortalezas en dibujos. Éste realiza al menos un plano y dos visiones de cada
uno de ellos; muy esquemáticos pero precisos, los dibujos destacan los elementos
principales. Su realismo, y el incerés c:n cuanto a la defensa tiene, le lleva a repre-
sentar en las viseas las fortalezas y castillos que se enfrentan en el lado español. Así
ocurre, por ejemplo, con Valen\ a do Minho y Tuy (L. Villena, 1984), y, afortuna-
damente, con la vista del castillo de Freixo da Espada á Cinca (Fig.-5).
En primer plano representa la población de Freixo (identificada por la cartela:
"Freixo do Espada acynca t irado al naturall do parce do Sul ... ") flanqueada por una
gran fortaleza. Cuenta ésta con un amplio recinto del que emerge la torre mayor
(con anotación "homenagem" a su derecha) y una segunda de grandes d imensiones
y planta octogonal. Un antemural o barrera protege el frente, incluyendo un cubo
con troneras de "cruz y mundo" y alambor. De toda la obra en la actualidad úni-
camente subsiste la torre poligonal (perfecta.menee representada) y el contorno del

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FIGURA S. Libro das Fortalezas. Dibujo de Duarte Darmas del castillo y población de Freixo. Al fondo
a la dertcha el castillo de Vilves1rc.

SALAM ANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 65


CORTÉS S.. J L , CUADRADO B., A., OLIVERA A. , M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

recinto hoy ocupado por el cementerio. Probablemente el castillo sea de raiga.m.-


bre medieval pero ha sido adecuado a los nuevos tiempos, adaptándolo a la acoon
de la artillería pirobalíscica (recordemos que los dibujos se realizan a principios del
s. xvn.
Al fondo y a la derecha se erige la silueta de un segundo castillo (Fig.- 6). Se
localiza sobre un alto cerro al otro lado del río Duero (dibujado y con la leyenda
"ho rio Doiro"). La perspectiva y ubicación respecto a la villa portuguesa es co-
rrecta, como pudimos comprobar, ya que el cerro se localiza al NE. a una distan-
cia aproximada de 7 Km.
Para dilucidar cualquier duda sobre la tenencia, Duarte hace enseí'iorear unas
desproporcionadas enseñas sobre los castillos, la de quinas portuguesa sobre el de
Freixo y la castellana sobre el de Vilvescre. Y, final mente un rótulo lo identifica:
"Bilibestre e castela".
Se distingue perfectamente una gran corre cuadrangular en el centro de un re-
cinto, que lo circunda adaptándose al perímetro y relieve del cerro. La muralla ex-
terior (y en esto disentimos de L. Villena ya que interpretamos que se trata de un
solo recinto y no uno doble) está jalonada a tramos parejos por corres aparente-
mente cuadradas. Todos los elementos se coronan por merlones y almenas, lo que
implica la existencia de adarve. Los vanos son mínimos y sólo los de la corre (una
pequeña ventana por lado, quizás una saetera) aparecen de manera clara. Es posi-
ble que un pequeño trazo sobre la base de la corre de la izquierda del recinto re-
presente una pequeña puerca o poterna; al menos podemos asegurar que la puerca
principal no estuvo en el flanco meridional.
Los d ibujos se recogieron en el llamado "Livro das Fortalezas", que accual-
mente se custodia en el Real Archivo da Torre do Tombo. Publicado por el Conde
de Sabugal, existe una reciente reproducción facsímil anotada por Joao de Almeida
(1943).
El referido códice español se conserva en la Biblioteca Nacional, y fue co-
mentado por González Si mancas (1911). Curiosa es su presencia; la explicación ofi-
cial es que fue un regalo de los embajadores portugueses al Príncipe Felipe. Muy
extraño es que se facilite una información preciosa y confidencial, por lo que es
muy verosímil que fuera obtenido medjante espionaje. El dibujo (Fig.- 7) denota
una mano diferente aunque calca el original en sus rasgos fundamentales.
Con codo lo investigado creemos que son éscas las únicas represencaciones del
cascillo de Vilvestre, pero hemos de recordar que estamos conociendo lo que era la
fortificación bajomedieval, y no el resultado de la reocupación de Época Moderna.
Valiosísimo también para el conocimiento del cascillo medieval es el docu-
mento publicado por A. Rodríguez González (1984) que refiere una visita cursada
por dos ilustres arquiceccos, entre ellos Juan Gil de H oncañón, y cuyo texto re-
producimos a continuación.
En cinco diás del mes de occubre del dicho año ( 15 26), los susodichos Juan
de Alava e Juan Gil de Ontañon visitaron la dicha fortaleza, lo qual hizie-

66 SALAMANCA, Revista de estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

•..

FIGURA 6. Ampliación de la vista del cascillo de Vilvt'Stre en el dfüujo de Duane Damas.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 67


CORT~S S., J L, CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

ron por informacion de testigos que se nombraron Hernando Alonso e Se-


bastian Gonzalez e Pero Garcia vecinos de la villa de Vilbestre, con jura-
mento que para ello hizieron e tasaron los reparos de la manera siguiente:
Primeramente hallaron en la dicha fortaleza que faltan en la primera torre
por donde entran a la puerta un anden de madera e ansymismo el enma-
deramiento del tejado que esta desvaratado e esto tasado cada cosa por sy
hallaron que meresce tres mil e uezientos e diez maravedis.
Otrosi hallaron que esta la pared del valuarte todo a la redonda en muchas
partes cayda e para se caer y de piedra seca y pi~arra y de tres pies en g rueso
el reparo della moderaron en cuatro mil e quinientos maravedís.
Ocrosi hallaron en el ~ercuyco de la dicha fortaleza que estan caydas e para
caer en todo ello cien tapias de pared con sus almenas la qua! pared es de
barro e pi~arra e de ocho pies en g rueso, hallaron que meres~e cada tapia
con sus almenas fozientos e ~incuenta maravedís que monta lo susodicho
veynte e cinco mil maravedís.
Otrosí hallaron una vodega que solía ser estar desvaratada totalmente de
veynte pies de ancho e quarenta de largo e porque esca vodega se sirvia de
la pared de la fortaleza y no falta mas de una pared de cejado tasaronla en
seis m il y cien maravedís.
Otrosí hallaron que un valuarte que solía estar delante de la puerta de la
torre del omenaje que faltan en el ocho tapias de pared de pi~arra e de ba-
rro e de quacro pies en grueso, meresce cada tapia ciento e cincuenta ma-
ravedjs que monean mil e dozienros maravedís.
Otrosí hallaron que la torre del homenaje que hizieron los portugueses fal-
tan en ella quinze tapias de pared que se cayeron de pi~arra e barro e de-
llo de sillería y todo ello de barro meresce cada tapia quinientos marave-
d ís, monea siete mil e quinientos maravedís.
Ocosi hallaron que tenia la dicha torre veinte almenas de las quales no ay
memoria, casaron cada almena en cien maravedís que son dos mil marave-
dís.
Otrosí tasaron lo que falta en el tejado en dos ducados.
Otrosí hallaron en la dicha torre del p~o que esca en valuarce ocho tapias
de pared que faltan de dos pies de grueso de pi~arra e barro, vale cada ta-
pia cien maraved ís que son ochocientos maravedís.
Otrosí hallaron que falta una puerca de madera en la primera puerta rasa-
ronla en ciento e cincuenta maravedís.
Otrosí un cerrojo con su cerradura para la dicha puerca en cinco reales.
Otrosí hallaron que un campanario que avía en la dicha fortaleza que de-
rribo el allqualde de Carrera e segund la ynformacion de los testigos del
tamaño que hera el dicho campanario valía seys mil maravedís porque era
de sillería.

68 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTiflCACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

De manera que montan los dichos reparos de la dicha forcaleza cincuenta


e siete mil e setecientos e noventa maravedis de los quales se cargaron al
tiempo del R vmo. Sr. Patriarca treynta e nueve mil maravedis e al tiempo
del R vmo. señor arzobispo de Toledo dez e siete mil e quinientos e noventa
maravedis e al tiempo del Rvmo. sr. arcobispo de Santiago mil e dozien-
tos maravedis e segund parescio por la informacion de testigos que para
ello ovieron.

Hasta el desmonte efectuado el año 1990 durante unas obras, buena parte de
las estruccuras más relevantes de la fortificación aparecían completamente sepulta-
das (Fig.-18) y el rastro de su memoria se había desvanecido entre la población.
Puede aseverarse que era desconocida su presencia incluso para los vecinos de ma-
yor edad, que a su vez se remitían al testimonio de sus padres. Por ello resulta sor-
prendente que en los años 20, cuando Gómez Moreno realiza el Catálogo, pudie-
ran mantenerse en pie vestigios suficientemente claros. Al contrario, pensamos que
lo q ue detectó fueron los restos camuflados en las paredes de los bancales del perí-
metro del cerro, uniendo el dato a otras evidencias arqueológicas. Es el caso de la
existencia de una zona aproximadamente llana inmediatamente por encima de La
ladera meridional, y que aparece delimitada por una banda muy regular y rectilí-
nea donde la vegetación crece ralamente y hay algunos acúmulos de piedras; a lo
que añadir la presencia de algunos restos de materiales constructivos cerámicos
dispersos en las fincas colindantes.
Complementándolo obviamente hay otros factores manifiestos. Puede comen-
zarse por la propia ubicación estratégica del cerro y su vinculación con una pobla-
ción, repitiendo un esquema muy prodigado en los núcleos medievales. Un se-
gundo dato es el de la toponimia, recuerdo aquí sí de la antigua función, en lo que
se refiere en la denominación genérica del cerro como de "El Castillo", como en su
asociación y pervivencia para el caso de la ermita, y como en el de un elemento pe-
culiar, y ya veremos q ue muy acertadamente, para la de "El Muro". Enlazando con
escas tradiciones relataremos la pervivencia de un romance popular (Docor, 1979)
en el que se le alude:
"Asómate al castillo de la H inojosa,
verás el de Vilvestre cara de rosa"

Si el romance ciene visos de credibilidad, las leyendas no pasan de lo anecdó-


tico. Así podemos citar la que suponía que un majano -localizado junco a los res-
tos de la muralla meridional- era el antiguo emplazamiento de una noria con la
que se extraía agua de un aljibe; o, las mucho más extendidas que refieren la exis-
tencia de pasadizos y g randes tesoros. Estos fueron vistos en sueños por un vecino.
Tras muchos esfuerzos sólo descubrió unas escaleras que talladas en la piedra con-
ducían a ninguna parte. ¿Quién sabe si era el referido aljibe?

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 69


CORTes S.. J L.. CUADRADO 8., A., OLIVERA A., M' DEL R.. HERNANDEZ V., M.V.
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70 SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39, 1997
UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

Desde una perspectiva arqueológica no deja de ser indicativo el hecho de la


proximidad de la Ermita de N1 s• del Castillo -cuyo actual edificio se remonta al
s. XVIII-. En su enromo eran visibles hasta las reciences obras de pavimentación
varias sepulturas antropomorfas. No sabemos si son estas las tumbas que refiere
Gómez Moreno u otras de lajas, hoy desaparecidas, que bordeaban el cerro en sus
otras vertientes. Suponiendo un origen alto o plenomedieval para cales encerra-
mientos, hemos de enlazarlos con el asentamiento de la población accual, creada
durance la expansión del reino leonés. Su existencia, unida a la presunción de que
las fincas que flanquean la calle que desciende al pueblo estuvieron ocupadas anti-
g uamente por construcciones, posiblemente viviendas, y que la parce más antigua
del actual casco urbano es precisamente la más alca, confirma el proceso de expan-
sión del casco urbano hacia zonas menos abruptas; como resultado relegó primero
como residual, y en la actualidad como externa, al área de la ermita y el castillo.
Esta evolución creemos que incluso se refleja y ha perdurado en la indefinición ca-
tastral de todo el cerro, pues si en el censo de los años 40 aparece como zona rús-
tica en la revisión posterior se enmarca como parce del caso urbano.
Una nueva prueba accesoria sobre la planta del castillo creemos que puede co-
legirse del parcelario (recordemos que la concentración está aún pendiente). La dis-
tribución circumperimecral está determinada sustancialmente por la topografía del
cerro, pero curiosamente la parcela central y de mayor superficie es de propiedad
pública -como en la introducción histórica relatamos cenemos la sospecha de que
en Época Moderna avanzada el Concejo adquirió la vieja y ya arruinada fortaleza-.
Ésta tiene una planea oval, ajustándose por el Sur al concomo del lienzo que se ex-
humaría con la excavación, en canco que coincide en el resto con las paredes de los
bancales, en los que parecen haberse integrado viejos muros. En la caída oriental
el murete o pacín se adapta al borde del afloramiento (Fig.- 17), describiendo en
un punto una planea semicircular que· permite ·dibujar un "cubo". Sobre la exis-
tencia de este murete, que cierra codos los posibles accesos naturales a la plata-
forma superior a través de grietas, cabe preguntarse por su funcionalidad ya que
está limitando una parcela que no tiene ni ha tenido explotación agrícola.
Si lo expuesto refleja la carencia de estudios previos, minuciosos y concluyen-
ces, sobre el cascillo, hemos de mencionar ahora las referencias arqueológicas que
sobre el cerro existen, no relacionadas con esca estructura sino con un yacimiento,
polémico en cuanco a su interpretación, de filiación neolícica.
Fue Luis Benito del Rey quien lo publicara por primera vez en el año 1971. El
autor documenta en la cara Norte del cerro, en el conocido popularmente lugar
donde "los moros afilaban sus armas" , un conjunto de ochenta y una cazoletas y ra-
nuras verticales sobre "un banco corrido" que cuenta también con algunos "poci-
llos y canalillos", además de escaleriformes. En una revisión posterior G. D elibes
y M. Santonja (1986) lo interpretan como un taller de pulimento de útiles líticos,
de lo que deducen su pasible filiación neolítica. Más recientemente su descubri-
dor, junco a Ramón Grande, polemiza respecto de tal funcionalidad revistiéndola

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, L997 71


CORT~S S.. J L, CUADRADO B.. A., OLIVERA A., M' DEL R., HliRNÁNDEZ V. , M.V.

de un aire mágico-religioso, enumerando otra serie de indicios presentes en codo


el cerro -escaleras, pilas, una "huella de pie", y más pocetas- que les impulsan a
mantener el caráccer de gran santuario prehistórico para el lugar. Más aún, aven-
turan que el supuesto banco quizá pudiera tratarse de un crono o sitial, y las dife-
rentes ranuras una "clase de código, mensaje o fórmula ritual".
Sin querer inmiscuirnos en este debate, creemos que algunos de los elementos
que L. Benito del Rey no d uda en clasificar como parte del santuario deben ser
reinterpretados. Fundamentalmente es el caso de la llamada "Cama de la Diabla",
que claramente corresponde a un lugar de producción agrícola, ya que se trata de
dos piletas de decancación sucesivas unidas por un estrecho canal. Los paralelos
abundan entre las viejas almazaras del propio cérmino de Vilvestre. O también es
lo que acontece con el conjunto de unas pequeñas marcas excavadas en el aflora-
miento que bordean la plataforma. Son de escasa profundidad, distribuyéndose
cada grupo de forma triangular. Se concentran especialmente en el Lado oriencal in-
mediatamence por encima de los muros. Con cierta base, consideramos que se t raca
de la impronta de los apoyos de armas de fuego de mediano calibre. La misma con-
sideración nos merecen las localizadas junco a la "Cama de la Diabla", al borde
mismo del corcado y en la que se distinguen dos corees paralelos, tanto en vertical
como en horizontal. Estos parecen ajustarse a los cañones de una bacería.
En ningún punto del área intervenida se ha constatado directa o indirecca-
mente la exiscencia de elementos vinculables a un horizonte p rehistórico. Ni du-
rante el proceso de excavación, ni en la prospección del encorno inmediato se ha
recuperado material arqueológico vinculable al caller lítico o un yacimiento aso-
ciado -aunque por referencias del alcalde del municipio sabemos que a media la-
dera del cerro, en su vertiente SE., un vecino localizó "un par de hachas pulimen-
tadas", aunque no hemos tenido oportunidad de corroborar el dato-.
Por el concrario, sí hemos de destacar la documencación de un nuevo conjunto
de cazoletas y rebajes en la zona excavada, que aparentemente no tienen relación
con Ja estructura fortificada y sobre los que insisciremos en el capículo de conclu-
siones.

5. PLANEAMIENTO Y METODOLOGÍA

5. 1. Situación previa
Como se ha mencionado, la aparición de los restos del cascillo fue resulcado de
las labores de desmonce efectuadas en la ladera meridional del cerro, en las que se
exhumaron los rescos de una corre y parce del lienzo de una muralla. En su base los
sedimentos acumulados alcanzaban una altura de más de dos metros, ocultando las
construcciones completam ente en su restante desarrollo. El frente así abierto tiene

72 SALAMANCA, Revista de Estud ios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

una anchura media de unos 20 m. iniciándose desde el reborde rocoso de la ladera,


justo al Norte del camino, habiéndose avanzado aproximadamente 8 m.
La intervención pretendía la exhumación de la cara externa del lienzo, exca-
vando a ambos laterales del desmonte. Adicionalmente se realizaría un sondeo en
el interior del recinto.

5.2. Sistema de registro


Como punto ±0,00 se utilizó la base del vértice geodésico de primer orden,
emplazado en la cima del cerro, al NE. del Seccor de Intervención, de lo que re-
sultan valores negativos superiores a -6 m. para coda la excavación (Fig.- 8 ).
El sistema referencial se trazó sobre una recta, aproximadamente paralela a lo
que se suponía que era el eje del lienzo y en la plataforma interior, orientada en di-
rección SE.-NO. Para la designación de las unidades menores (cuadros de 1 m de
lado) se cifró en número el eje X y en lecra el l. El resulcado fue una cuadrícula ini-
cial de 53 m. de longitud por una anchura media de 15/ 16 m., que para el espa-
cio entre el camino -como base- y la cara de la muralla oscilaba entre 5 y 12 m. La
continuación del trazado obligó a una ampliación de 8 m. lineales hacia el NO.
hasta alcanzar la medianera con la siguiente parcela. Puntualmente, el sondeo efec-
tuado en el extremo Suroriencal de la construcción, obligó a plantear una nueva
ampliación que desbordaba los límites de esos ejes, abriendo un total de 5 cuadros
hacia el Norte (identificados como ZJ49-5 3). El sondeo previsto sobre la torre en
su confluencia con el lienzo -quería verificarse la posible superposición o adosa-
mienco de las estructuras- se sobredimensionó (hasta los 6 x 6 m.) por necesidades
de la documentación (cuadrículas A-F/20-25). Finalmente, superando el propósito
de liberar únicamente la cara externa y como parte del proceso de reconocimiento
de la técnica constructiva de la muralla, se procedió a la excavación de una tercera
zona inmediatamente por encima de ésta que comprende las cuadrículas A-F/ 1-12.
Toda la zona meridional del cerro en la que se intervendría se agrupó en el lla-
mado Sector-! e internamente se subdividió en eres áreas de actuación, ordenadas
por la fecha de excavación.
El sistema de excavación, abierto, es de cipo estratigráfico, levantando cada
uno de los depósitos o escrucruras de acuerdo a sus formas y dimensiones natura-
les, y en el orden inverso en que fueron emplazados, antrópica o nacuralmence, do-
cumencándose de igual modo las diferences incerfases. Cada unidad queda indivi-
dualizada a través de un número de orden correlativo a su documentación -no
necesariamente secuencial-, registrándose en una ficha única en las que se consigna
su caracterización, secuencialización -relación física con las unidades inmediatas-,
hallazgos y muestras tomadas. Se realiza igualmente una primera interpretación
funcional o estructural de la unidad por si misma y en relación con la dinámica ge-
neral del yacimiento, tratando de enmarcarla cronoculturalmence con precisión de
fases y períodos. Se refiere también la documentación g ráfica correspondiente,

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 73


CORTÉS S., J l.., CUADRADO B., A., 01.fVERA A., M" DEL R., HERNÁNOEZ V., M.V.
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74 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997
UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

formada por los clichés fotográficos, los planos individualizados de los concornos
de límite y superficie de las unidades estratigráficas -incluidos en cada fi cha-, los
planos compuestos de fases de período, las secciones acumulativas y el desarrollo
de los perfiles. Como complemento sintético la posición secuencial se representa
en los organigramas o matrices de cada unidad, áreas de excavación (como p.e. la
Fig.-9) y general del yacimiento.
Con posterioridad, las UU.EE. se integran en categorías de mayor eocidad, do-
tadas de un significado cultural propio: períodos ocupacionales, de sedimentación,
etc. Escas categorías se establecen una vez que han sido valoradas en conjunto to-
das las UU.EE que afectan a la composición y estructuración del período o fase, así
como el estudio de los materiales arqueológicos que aportan y las relaciones estra-
tigráficas que se establecen.
Además, este registro arqueológico tradicional se ha conjugado con la lectura
estratigráfica de los paramentos. Al igual que el contexto arqueológico subterrá-
neo, los muros están definidos por una superficie, un contorno, un volumen, una
posición estratigráfica y una cronología absoluta. Datos que pueden ser describi-
bles y registrables mediante una representación gráfica, incluyendo aspectos geo-
métricos, constructivos, espaciales y funcionales. Este estudio específico recoge
más concrecamence las diferentes etapas, sistemas constructivos (técnicas y apare-
jos), composición de los paramencos, nivel técn ico (ejecución y acabados) y tecno-
lógico, sistemas metrológicos empleados, etc. Como paso previo especialmente
importante se efectuó el análisis de los diferentes tipos de adosamiento: simples,
con encastres simples o complejos, coetáneos, etc, q ue ayudan a un primer estudio
evolutivo. Las unidades más amplias o de referencia son los cuerpos de fábrica
(Brogiolo, 1988), subdivididos en ámbitos y entidades paramentales, e indivi-
dualmente en unidades estratigráficas.

6. RESULTADOS DE LA EXCAVACIÓN/CONCLUSIONES

Pretendemos en este aparcado presentar escuetamente La descripción de La se-


cuencia estratigráfica documentada durante La excavación, estableciendo Los dife-
rentes momencos, fases y períodos. Para ello señalaremos paralelos con seriaciones
tipológicas de Los materiales, relacionándolos por inferencia estratig ráfica, y de
modo amplio, contextualizando con Los datos históricos.

Área 1
La excavación liberó la cara externa de la muralla, derruyendo además las es-
tructuras parcelarias que impedían su visión global. Se realizó una ampliación que
se extendía por encima de sus restos para tratar de documentar su entidad y sis-
tema constructivo. Planimétricamente se extiende por las cuadrículas A-0/ de -9

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, L997 75


CORTÉS S.,J l., CUADRADO B., A., OLIVERA A., W DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

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Vaciado Mecánico Actual
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11 Cobertera vegetal Mod./ContempJActu:

111 Derrumbes Finales XVII-


- - mediados xvm
_lV Colapso estructuras Fin XVII-med.XVill
V Refacción piso. 2ª Mitad XVII

Ocupación 2ª Mitad XVII

-- - -
VI

Capas preparado piso 21 mitad XVII.


VII
-- - -
IS VIII Desn_ucci6n estruc. Mediados XVII
antenorcs.
21!

IX Coostr. 2' recinto Mediados XVII


-- --

X Coostr. 1• Recinto 2• Mitad XV

F 1CU RA 9. Organigrama general del área 3

76 SALAMANCA , Revisra de Esrudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALA MANCA)

tema constructivo. Planimétricamente se extiende por las cuadrículas A-0/ de -9


a 17, lo que se traduce en unas distancias máximas de 26 x 15 m .
Desde la torre central, ya exhumada con el desmonte del año 1990, se descu-
brió un paño de 20 m. de long itud, rematado por una torre de planea semicircu-
lar avanzada -un cubo-, que suponía incrementar en 4 m. lineales la construcción
(Fig.- 8). Además de documentarse alg unos elementos y técnicas conscruccivas no
intuidas, como esca última torre o la tipología de la muralla, el "hallazgo" más re-
levante es el de haber constatado la reocupación del recinto defensivo en dos fases
no consecutivas.
Se identificaron un total de 15 unidades estratigráficas, de las cuales cinco co-
rresponden a elementos constructivos, otras cinco a interfases negativas verticales,
eres a derrumbes, una a un acopio antrópico y la última a la formación natural. En
su conjunto señalan 8 fases o acciones, inscritas en cinco períodos que se desarro-
llaron desde el bajomedievo hasta la actualidad.

Área 2
Se evacuaron todos los derrubios que ocultaban la cara externa de la muralla,
despejando hasta la base de la estratigrafía, que coincide con la superficie del aflo-
ramiento rocoso. Esta zona completaba la excavación del área 1, permitiendo así la
visión continua de las construcciones de este flanco del castillo.
El área comprendía todo el espacio siruado al Este de la torre cenera! o de flan-
queo, que ya había exhumado el vaciado mecánico del año 1990, hasta alcanzar los
cantiles naturales de caída de la plataforma superior del cerro. En el eje transver-
sal abarcaba desde el camino de acceso hasta la cara externa de la muralla. Plani-
métricamente se extendía por las cuadrículas A-0/ 24 a 53, de lo que resulta unos
ejes máximos de 15 x 29 m, N.-S, y E.-0, respectivamente. Necesidades en la do-
cumentación obligaron a la realización de una ampliación hacia el interior del re-
cinto, que se verificó en el extremo oriental, sobre las cuadrículas Z-A/49-53.
Se identificaron un cocal de 3 5 unidades estratigráficas, de las cuales 4 corres-
ponden a estructuras, 9 a derrubios o depósitos (uno de origen natural) y 22 a in-
terfases negativas verticales. Marcan un conjunto de 9 fases que se desarrollaron
encre el bajomedievo y la actualidad.

Área 3
Se tracaba del único sondeo planreado inicialmente en el interior del recinto
fortificado.
Planimécricamente se extendía por las cuadrículas A-F/20-25, aunque poste-
riormente se amplió mínimamente hacia el Sur, sobre los cuadros G-H/23-24.
Se han individualizado un total de 21 unidades estratigráficas, de las cuales 8
corresponden a estructuras conscruccivas, 10 a depósitos o derrubios, y 3 a interfa-
ses negativas verticales o de destrucción. Señalan un conjunto de 10 acciones o fa-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 77


CORT~ S., J l•.• CUADRADO B., A., OUVERA A., M' DEL R .. HERNÁNDEZ V., M. V.

ses encuadrables en tres períodos que abarcan desde el bajomedievo hasta la actua-
lidad (Fig.-9).
Evaluando la intervención consideramos que desde la perspectiva arqueológica
e historiográfica el resultado más decisivo es el haber documentado una doble ocu-
pación defensiva no continuada, que justifica ciertas superposiciones en las estruc-
turas e identifica cada elemento en su contexto.
Buena parte de las construcciones mejor conservadas pertenecen al período
más moderno, como parece obvio, pero el reaprovechamienco de algunos cuerpos
de fábrica antiguos generaba cierta confusión.

Trataremos ahora de ofrecer una visión g lobal, interrelacionando cada una de


las áreas de intervención, ofreciendo una síntesis de las fases homogéneas y perío-
dos, que creemos pueden extrapolarse para el conjunto del yacimiento.

• Sobre 1111 supuesto yacimiento neolítico


La existencia del taller o santuario neolítico en la ladera opuesta del cerro, obli-
gaba a extremar las precauciones en la documentación de cualquier vestigio co-
rrespondiente a esce período.
Si la identidad de ese supuesto yacimiento determinara unas evidencias de
poca entidad, como es el caso de un taller al aire libre, o una baja concentración
de éstas, y además hubiera sido profundamente alterado por las remociones de las
obras defensivas posteriores, siempre cabe la posibilidad de que algún material ar-
queológico hubiera pervivido en posición secundaria. Salvo que asignemos cal
atribución a unas piezas de dudosa cronología como son dos manos (Fig.- 15 .2) y
un molino amigdaloide, sobre granito gris, ningún ocro material, ni de la pros-
pección del entorno de la plataforma superior, ni de la excavación, remonta el me-
dievo.
A lo largo de coda la zona ubicada entre la muralla y la plataforma artificial se
ha documentado un conjunto extenso de rebajes rectangulares y hoyos circulares
(Área-2. U.U.E.E.- 19 a 29 y 32 a 35. Fig.- 8.) que fueron excavados en el aflora-
miento, y una ranura vertical realizada en un pequeño escarpe natural, y muy si-
milar a las del taller neolítico. El contexto estratigráfico se había perdido en buena
parte de ellos con el vaciado del año 1990, pero en las zonas intactas únicamente
podía deducirse que su formación era anterior a los diversos derrumbes de la mu-
ralla del castillo.
Significativo nos parece lo documentado con tres de estos hoyos (U.U.E.E.-
23, 24, y 25. Fig.- 24) y la zona de su entorno inmediato, ya que se detecta una
tangencialidad en los corees indicativa de una secuencia. Así, tras varios tanteos en
el terreno marcados por el puntero, se inicia la excavación de un pequeño hoyo
(U.E.-23). Debe abandonarse rápidamente y sin haber alcanzado una mínima pro-
fund idad, comenzando la de un segundo de mayor diámetro (U.E.-24) que corta

78 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA- El CASTlllO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

la planea del primero. También puede considerarse como inacabado ya que las pa-
redes tienen escasa profundidad y el fondo no se ha regularizado, estando surcado
por las vetas de la roca. Al Este, corcando también al anterior, se realiza un tercer
hoyo (U.E.-25), este sí perfectamente terminado. Quizás esca seriación es el resul-
tado de la búsqueda de zonas fáciles de excavar por la presencia de lisos o vetas en
el afloramiento; pero además demuestra un método de ensayo y error, y evidencia
una búsqueda selectiva y unos requerimientos exigentes, que deben responder a su
función.
Inicialmente supusimos que podrían tratarse de hoyos de posee de una cons-
trucción tardía adosada exteriormente a la muralla, pues dos de ellos se ubicaban
en el eje de su teórico cierre occidental, pudiendo haber servido como soporte de
un pie derecho u otro elemento portante. La existencia de un con junco mucho más
nutrido a cierta distancia invalidaba tal explicación.
Cierta disposición, aparentemente repetida, de los hoyos entre sí y respecto a
los lienzos de las murallas, nos llevó a teorizar sobre su remota vinculación. Po-
drían tratarse de las huellas del sistema de andamiaje utilizado en la construcción,
con apoyo además de puntales en disposición oblicua a la vertical de los muros, y
"frenos" conscicuídos por troncos o vigas encastrados en los rebajes rectangulares
(unidades 30 y 3 1). Y parece lógico suponer que para el alzado fue necesario el con-
curso de algún medio para ascender las piedras y colocarlas. Si en la cara interna,
la menor altura relativa, puede que lo hiciera innecesario, al exterior la pendiente
exige cal concurrencia. Además podemos aseverar que el material se trajo de algún
punto externo al recinto, en cuyo interior no se observan vestigios de extracción de
piedra. Si esta técnica auxiliar fue la empleada, podrían haber quedado huellas en
las paredes, cal como mechinales -aun luego caponados-, que finalmente no han
sido detectados. El aleatorio emplazamiento de alguno de los hoyos, que rompía
cal esquema, y en general la excesiva distancia respecto de los lienzos, convierten
en inviable esa iocerprecación.
Una tercera hipótesis versaba sobre una supuesta barrera de la muralla o em-
palizada adelantada, pero igualmente algunos de los hoyos quedaban fuera de esa
hipotética línea, más aún los localizados en los afloramientos meridionales del
cerro.
Si algunos de los rebajes que L. Benito del Rey utiliza para afirmar el carácter
de gran santuario prehistórico del cerro creemos que corresponden a otro tipo de
actividades no cultuales, y además de cronología histórica (ver capítulo V), para los
ahora documentados no encontramos una explicación funcional, ni conocemos su
contexto cronocul tural.
En conclusión, no contamos con datos que avalen la presumible existencia -o
antigua existencia- de un yacimiento neolítico en la parce alca del cerro.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 79


CORTÉS S.,J L., CUADRADO B., A., OUVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

• La primera fortificación
Bajo los paramentos de la muralla del recinto "principal" se localizaron los res-
tos de estructuras murarias (la U.E.-5 del área l. Figs.- 8, 10, 21), parece que in-
cencionalmence desmochadas, de difícil explicación dinámica en un emplaza-
miento defensivo más allá de su reaprovechamiento parcial. Podrían interpretarse
como un zócalo o refuerzo de la cimentación para solventar las diferencias d e nivel
de la ladera del afloramiento, a la vez que actuaba como defensa antimina. Desde
el punto de vista de la arquitectura militar tal zarpa es difícilmente justificable,
pues facilita el acercamiento a la parte alca de la muralla.
Pero redundando en esa "imperfección" habría que mencionar que los planos
de esa cimentación y la muralla no son paralelos, resultando de esa ligera d iver-
gencia que los extremos de la primera quedaban ocultos bajo el paramento supe-
rior (Figs.- 8, 21).
En el área 2 se repiten las evidencias de una primera ocupación; lo forman la
base de un lienzo y el arranque de una estructura (la U.E.-18. Fig.- 8) en el ex-
t remo oriental. El primero, signado como U.E.-15 (Fig.- 23), ofrece una traza li-
geramente curva, sirviendo igualmente de cimentación a la muralla moderna, en
canto que sus extremos quedaban subsumidos.
En el caso de la torre cuadrangular ya exhumada se apreciaba la superposición
de la muralla exterior a través de un encuentro simple o adosamiento hasta cierta
altura y la sobreposición en la parte al ta (Fig.- 25). En el interior se constataba un
cambio de técnica constructiva y de planos sobre lo que parecía una misma mura-
lla (formada por dos hojas externas, la U.E.-6, y un relleno de pequeñas lajas, la
U.E.-3. Figs.- 11 , 26, 27), y que no era sino el resultado de la reconstrucción per-
fectamente t rabada de un viejo lienzo.
En la dependencia anexa al interior de la corre (área 3) se localizó un muro (la
U .E.-11. Figs.- 8, 11, 29), cortado y parcialmenee derribado en su alzado, que
interfería en el ordenamiento del espacio al no ajustarse a la compartimentación
general.
Igualmente era contradictorio que las cabeceras de los canales de d renaje do-
cumentados al exterior del recinto (Área- 1. U.E.-12. Figs.- 8, 21) quedaran inte-
rrumpidas por la muralla, impidiendo así el avenamiento del recinto.
Aunque desde la cara externa no pueda apreciarse la conexión física entre los
restos de los dos lienzos reaprovechados (la U.E.-5 del área 1 y la U.E.-15 del
área 2), sus trazados convergen sobre la corre central (Fig.- 8). Para el primer caso
la dirección del muro permite afirmar que formaría un ángulo casi recro con la co-
rre, por más que ésce se encuentre tras el revestimiento de la muralla más reciente
(U.E.-6. Fig.- 8). En el lado contrario cierta incurvación de ese "zócalo" nos hace
intuir que conectaría con los restos (U.U.E.E. 3 y 6) de la vieja muralla documen-
tados en el área interior. Aunque la distancia sea mayor, unos 8 m., consideramos
que el arranque de la estructura más oriental (U.E.-l8) y el lienzo U.E.-15 del

80 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

área 2, son un mismo cuerpo de fábrica, debiendo unificarse, aún como elementos
correlativos. La referida escrucrura se ha incerpretado como el arranque de una
conscrucción avanzada y hueca, una corre, que accuaría como esquina del cierre su-
roriencal de la plataforma superior.
El aparejo, módulo y técnica constructiva de esca última escructura y de los dos
paños ubicados a ambos lados de la torre son similares; dato que incrementa la ve-
racidad de su identificación como una misma fábrica.
Conjuntando estos inconexos elementos se perfila una gran construcción con-
tinua que cierra de lado a lado el flanco meri<lional del cerro. De la planea así de-
finida puede deducirse, y como seda lógico si se pretendía cerrar íntegramente la
ladera, que la construcción debía enlazar los cantiles naturales, por lo que la dis-
tancia original debía acercarse a los 63 m.
Es pues una construcción formada por un largo lienzo correado, o expuesto de
otra manera, de paños entre torres de flanqueo (Figs.- 8 y 12).
Toda la obra está asentada directamente en la superficie del afloramiento ro-
coso, aunque puncualmence se nivela con una pequeña capa de barro para ajustar
la primera hilada. Sólo en el revestimiento (A/3. U.E.-20) de la corre de flanqueo
central se aprecia un pequeño rebaje a modo de caía o zanja de cimentación.
Tampoco en la parte exterior, como es lógico, ya que es cara visea, se puede dis-
ting uir la cimentación del resco del alzado (Figs.- 33, 34). De nuevo la diferencia
se presenta en el muro (U.E.-6) del área 3, ya que se traca de la cara interna. Aquí
de los 2 m. de alzado conservados el inferior se encuentra lígeramence avanzado
respecto a la vertical, emplea bloques más grandes y las hiladas son menos regu-
lares (Fig.- 30).
En la fábrica, salvo el revestimiento de la corre, se emplea mampostería ordi-
naria de bloques esquistosos y cuarcíticos, junco a alguna laía de pizarra. Son pie-
zas de medianas dimensiones que se eraban con barro (paredes de "barro y pi~a­
rra" en la terminología de Hontañón). Se noca un intento por buscar siempre el
mejor lado de las piezas para formar la cara vista, ordenándose en hiladas aproxi-
madamente regulares en las que se mata la junta; a la vez muchos mampuestos se
disponen a tizón para afirmar mejor la obra (Figs.- 20, 21, 22).
De entre este panorama homogéneo nítidamente destaca la mencionada corre
central. Recordemos que la actual cara (A/3. U.E.-20) es un revescimienco que ro-
dea a una primera corre (A/3. U.E.-19). Del análisis secuencial hemos concluido
que únicamente ese trasdosamienco puede cifrarse durante la primera ocupación,
pero lo que no podemos determinar es si desde sus orígenes se diseñó así o es el re-
sultado de un reforzamiento o una refacción. Por única vez se emplean grandes pie-
zas de granito bien escuadradas, definiendo así las ariscas y cajones rellenos de
mampostería de cuarcitas y esquistos (Fig.- 25). Cabe preguntarse si esa diferen-
ciación es la que apreció Honcañón al hablar de que la "pared del valuarte codo a
la redonda ... (es) de piedra seca y pi~arra''. Algunas piezas son material reaprove-

SAJ.AMhNCA, Revista de Escudios, 39 , 1997 81


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FIGURA 10. Área l. Sección transversal en la línea de 6 m. A la derecha los sucesivos muros del recinto en época Moderna y bajo ellos los restos del
muro bajomedieval (U.E.-5). E.: Gráfica.
UNA FORTIFICAOÓN OLVIDADA: EL CASTIUO DE VLLVESTRE (SALAMANCA)

chado, como uno de los bloques del ángulo SO. en el que se aprecia un rebaje o ca-
nalillo que discurre por el eje central de una de Las caras.
No hemos cenido posibilidad de certificar la anchura rocal de los paños, que
Hontañón cifrara en ocho pies (224 cm.), puesto que escán parcialmente ocultos
bajo la nueva muralla. El espesor parcial constatado oscila entre los 90 cm . del oc-
cidental y el 1,25 m . del oriental (Fig.- 8). Igualmente no podemos establecer si
estaban realizados a una o dos caras viseas.
Estos datos sí son conocidos para alg unos de los muros documentados en el
área 3, tras la torre de flanqueo central. El de mayor entidad, y que inicialmente
catalogamos como parte de la muralla, está formado por dos hojas con relleno
(Figs.- 26, 27), de Las cuales La exterior no se documentó complecamence. La inte-
rior tiene una anchura de 2 m. y el relleno 3 m . (Fig.- 11). De mantenerse esca pro-
porcionalidad y hasca alcanzar el plano que une los ángulos de la corre, el muro po-
dría alcan:zar 7 m . de espesor. Tal sobredirnensionamiento y la divergencia de su
orientación respecto a Las caras de la torre y de los lienzos son quizás indicativos de
que corresponde a otro cuerpo de fábrica. La secuencia conscrucciva, como es nor-
mal , sigue el orden de comenzar alzando las hojas para a continuación rellenar. No
deja de sorprender que las caras que posteriormente quedarían ocultas con el re-
lleno sean muy regulares (Fig.- 27), trazadas siguiendo un tendel.
El segundo de los muros documentados en esca área es de menor entidad
(U .E.-1 l. Figs.- 11, 29). Dispuesto en paralelo al perfil Norce de la excavación,
ciene continuidad hacia el Esce en canco está cortado en su otro extremo. Reali:zado
a dos caras viseas, tiene una anchura uniforme de 40 cm.
El tercer elemento conocido es el revestimiento de la corre de flanqueo (U .E.-20.
Figs.- 8, 32), obviamente realizado a una cara visea. La anchura media es de 80 cm.,
ampliando así La planea de la corre a la que rodea, cal como un forro o chapado.
La construcción se adapca a las líneas del relieve, buscando mantener una coca
aproximada en su base, por lo que la planta es mixcilínea (Figs.- 8 y 12), combi-
nando tramos rectos con otros levemente curvos -algo que la distingue nítida-
mente de la muralla moderna, perfectamente recta-. A pesar de esa nivelación al-
cimécrica en la cimentación sería inverosímil que la cumbrera se mantuviera
hori:zoncal, por cuanto entre un extremo y ocro hay una diferencia cercana a los 6
m. de altura, lo que sumado a la propia edificación supondría que la corre occi-
dental y el paño tendrían que superar los 9 m. como mínimo. Obviamence el sis-
tema empleado fue otro, con un descenso paulatino, bien a t ravés de un plano in-
clinado continuo, o, como es más habitual, mediante eramos escalonados. Escos
eramos seguramente escaban señalados por las corres como puede verse en el dibujo
de Duarce Darmas (Fig.- 6).
Debido a su arruinamiento, y fundamentalmente a su derribo parcial, la alcura
conservada de los paramentos es reducida, con un máximo de 51 cm. para el paño
Oeste y 2,6 m. para el oriental. Solo el reaprovechamienco tardío de la corre per-
mitió que se respetase en coda La altura que había conservado, 2,1 m. (Fig.- 25).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 83


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UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA. El CASTUJ.O DE VILVESTRE (S.Al.AMANCA)

En función de este dato podemos deducir que la altura mínima estaba compren-
dida entre 2,2 y 5,5 m. Está úJtima cifra se obtiene de una sencilla operación: si
trasladamos la altura (x) conservada en la torre central al punco más alto del ex-
tremo oriental, que corresponde a la superficie del afloramienco sobre el que se
apoyaba la construcción, se obtiene un plano que corresponde a la altura mínima
en esca zona. Trasladado el plano sobre los restos de la corre central se obtiene una
d iferencia de altura (y) que sumada a la conservada (x) nos dará la altura mínima
cocal de este tramo y de las dos corres que lo definen (que como ya hemos men-
cionado debía ser horizontal en su cumbrera). Repitiendo la misma operación en
el paño occidental el resultado es de unos 4 m.
Tomando el dibujo de Duarce Darmas (Fig.- 6) podemos apreciar el remate
con merlatura tanto de los paños como de las torres de flanqueo. Posiblemente,
ya que en la descripción de Hontañón no se precisa canco, y como ocurre en el cas-
tillo de Freixo, se trace de merlones prismáticos sin remate. Su presencia implica
la existencia de un adarve o camino de ronda que circunvalara paños y corres, y a
su vez la existencia de escaleras, quizás de fábrica, adosadas por el interior de los
lienzos (más extrañamente en el interior de las torres). Salvo que cada tramo ubi-
cado a diferente nivel fuera un compartimento estanco, debería existir una co-
municación entre paños a través de las torres. Recordando, como se ha documen-
tado en la excavación, que las corres se adosan al exterior de un muro, es fácil
imaginar que existiera un camino d e ronda a media altura y por detrás de las mis-
mas, desde el que se podría acceder además a su terraza superior. Menos factible
nos parece que las torres fueran cuerpos huecos, a partir de cierto nivel, o que es-
tuvieran perforadas por un pasadizo que comunicara cada tramo del adarve. Re-
dundando en esta idea hemos de mencionar como en el d ibujo las torres no tie-
nen ningún vano. Tampoco en los paños se representan vanos en altura -ya sean
aspilleras, saeteras o troneras-. Quizás, de interpretar correcramence el texco de la
visita de 1526, la única excepción fuera la torre en la que se abría el acceso al re-
cinto. Los arquiceccos mencionan además del "enmaderamiento del tejado" unan-
dén de madera por el que se accede a una puerta. Es posible, por canco, que con-
tara con un cuerpo de paso alto a través de su interior.
Tampoco aparecen representados elementos estrictamente concebidos para el
control vertical: alambores para el tiro por reboce, balcones amatacanados, ladro-
neras, cadalsos, etc.
Significativa es también la carencia de elementos adaptados a la incidencia de la
artillería pirobalíscica (como el cubo del castillo portugués de Freixo, dotado de tro-
neras); cuanto más si consideramos que la fortaleza se erigió en una fecha en La que
la artillería había alcanzado una amplia d ifusión, e incluso se trataba de una plaza ar-
tillada (como se desprende del reconocimiento de los materiales arqueológicos).
Improductivo sería intentar dilucidar si la localización de Las corres responde
exclusivamente a un rígido diseño previo, determinado por la ingeniería militar, o
a una adaptación a las condiciones del relieve, o a una combinación de ambas.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 85


CORTts S.. J L., CUADRAOO 8., A., OLIVERA A .• M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M. V.

Para el tramo oriental (área 2) se puede certificar que al menos en los L7 pri-
meros metros a parcir de la torre central no hubo ninguna otra estructura avanzada,
quedando un ínterin de 8 m ., hasta alcanzar la torre de esquina. Distancia que con-
sideramos insuficiente o muy reducida como para que se hubiera construido otra
corre intermedia. Por canto aquí el módulo entre corres se establece en unos 25 m.
En el tramo occidental (área L) cenemos constancia de que en los primeros 21
metros a parcir de la corre central no hay huellas de otra (Figs.- 21, 22). Hasca el
cantil occidental que obligadamente suponía un cambio de planos quedan 4 m.
Por tanto la d istancia rotal repite el módulo de 25 m. En este punto encontramos
los restos de la cimentación de una estructura avanzada (la U.E.-18) que debe co-
rresponderse con una tercera corre (Figs.- 8, 12, 22), aunque bien esca sea del re-
cinto más moderno, y por canco, quizás suplante a otra anterior.
Lo descrito hasta ahora no es más que una parte de la fortificación. El trazado
se completaría con el cierre de coda la plataforma superior del cerro (el "~erc uyco"
del que hablara Hontañón), bordeada por los cantiles naturales. (Fig .- L7). Prácti-
camente la totalidad de las grietas naturales que comunican con esta terraza están
cerradas por muretes de mamposcería, y muchos de ellos escán reaprovechando o
recreciendo muros anteriores. En el flanco oriental la conscrucción pertenece cla-
ramente al recinto defensivo, sin lugar a equívoco respecto a los cierres de parce-
las, conservándose una estructura de planea redondeada (Fig .- 17), que avanza la
zona útil.
Queda así definido un recinto de plano aproximadamente oval, truncado en su
Lado meridional por un cierre recto, cuyos ejes máximos alcanzan 100 x 75 m.,
NE.-SO. y NO. -SE., respectivamente, con una superficie de algo más de media
hectárea.
Puede definirse como un castillo roquedo, ya que al menos en eres de sus la-
dos la caída es vertical a través de paredes de piedra, en canco el flanco meridional
aunque más suave, terminaba también cayendo abruptamence, por más que la pla-
taforma artificial (el mirador) haya desvirtuado el relieve. Al menos aquí se detecta
un incremento de La pendiente, hasta hacerse casi vertical en algunos eramos, ya en
el límite entre la p lataforma y el afloramiento. Quizás fuera innecesario reforzar
mediante un foso la defensa, pero tampoco es improbable que se incrementara la
profundidad artificialmente; de cualquier manera no hay comprobación pues el
área se encuentra sepultada por los escombros vertidos en el año 1990.
En el interior la pendiente asciende de Sur a Norte, enlazando a través del aflo-
ramiento la plataforma que bordea la muralla correada con la parcela instalada en
la zona más alca.
No contamos con ningún dato arqueológico para ubicar el acceso o accesos al
interior del recinto, y más aún de salidas alternativas (difíciles en un castillo cuasi
roquedo). Para la zona excavada podemos descartar que existiera una puerca prin-
cipal y aún incluso un pequeño portillo. Parece lógico suponer que no se abriera
en la zona naturalmente más desprotegida, la ladera meridional, en la que, por la

86 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


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val. Abajo: recinto moderno. E.: Gráfka.


coRrtsS .• J L , CUADRADO B., A.• OLIVERA A., M' DEL R. HERNÁNDEZ v., M.V.

misma razón, se volcó el mayor esfuerzo en la construcción de defensas artificiales.


De todos los elementos arquitectónicos documentados ninguno parece cumplir la
función de resguardo de un acceso. Falta la barbacana, los fosos son innecesarios en
eres de los lados, y en el dibujo de Darmas no se representan ven canas y/o balcones
amatacanados destinados aJ control vercicaL Éste y el de acercamiento o "aproche"
se efectúan desde lo aleo de los muros y las corres de flanqueo, más pensadas para
la defensa ante un ataque d irecto.
Del texto de la visita de los arquitectos se desprende que la puerca se locali-
zaba en una de las corres, no sabemos de qué flanco, y que presumiblemente era de
pequeñas dimensiones y se emplazaba en altura. Esto presupone cierta precariza-
ción, haciendo descartar la existencia de una puerca de suficiente anchura -doble
hoja- para permitir el ingreso de carruajes.
Para este particular el d ibujo d e Duarte Darmas (Fig.- 6) no aporta una solu-
ción definitiva. Ninguno de los crazos parece corresponder a una puerca de cierto
tamaño. Únicamente una pequeña "mancha" vertical, muy parecida al sistema por
el que se represencan las ventanas de la torre mayor, que aparece en la base de la
torre ubicada a la izquierda podría intentar reflejar una poterna. Como se com-
prueba para el dibujo del castillo de Freixo, Duarre no podía olvidar representar
un daco de la relevancia de la ubicación y cipo de acceso. De ahí.que queramos in-
tuir que en el de Vilvestre no era visible desde la posición en la que realizó la visea,
y por tanto se localizaría en cualquiera de los ocros lados que quedan ocultos.
En la excavación se documentó, y así aparece en el dibujo, cómo coda la zona
exterior estaba exenta de ocro cipo de construcciones, que hubieran dificultado
además la defensa de la plaza. Posiblemente, y dada la pendiente y superficialidad
del afloramiento, la capa vegecaJ que lo recubriera fuera mínima. Un daco que re-
frenda tal hipótesis es que el sistema de canales únicamente sería operativo si la la-
dera se encontraba limpia de cierras y vegetación. Esca red (designada por la U.E.-
12 del área l. Fig.- 8, 21) la forman un cana! secundario que une transversalmente
la muralla con el canal principal que discurre a lo largo de unos 14 m. en direc-
ción Este - Oeste hasta alcanzar una vaguada natural. Están realizados aprove-
chando fisuras del afloramienco, retallándolas ligeramente, y debían avenar el re-
cinto, quizás recogiendo el agua expulsada a través de atar jeas (como la detectada
para la segunda ocupación).
Por las condiciones naturales parece casi innecesario drenar las aguas al exte-
rior del recinto; quizás su presencia responda a la necesidad de recoger y canalizar
las aguas hacia algún cipo de depósito. Recordemos que en el interior del recinto
no hay ningún manantial; cal carencia podría suplirse mediante pozos -como el
mencionado en el texto de Honcañón- y aljibes. En la intervención no se ha docu-
mentado ninguna obra de este tipo, pero recordemos que existen leyendas sobre la
existencia de "una noria" en una zona inmediata a la muralla.
No obstante los canales se dirigen hacia el SO. de la fortaleza. Es posible que
recogieran el agua sobrante de ese aljibe interior para su almacenamiento ladera

88 SALAMANCA , Revisca de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: El CASTILLO DE V!LVESTRE (SALAMANCA)

abajo. Dilucidar cual era el propósito es entrar en el campo de las hipótesis. Quizá
se destinaba al riego de las parcelas, pero es significativo que se oriente hacia un
área en la que existen indicios de que hubo anteriormente edificaciones pertene-
cientes al barrio altomedieval de Vilvestre.
Los resultados que se pueden inferir de la excavación respecto a la distribución
y compartimentación interna son mínimos (recordemos que ésce no era el objetivo
de la intervención). Sólo una de las áreas, la 3, arroja algún dato, ya que en la l la
ampliación hacia el interior documentó únicamente los restos de la potente mura-
lla de Época Moderna, y el pavimento localizado en el interior del recinto en la am-
pliación NE. del área 2 corresponde también a ese período.
En el espacio ubicado sobre la corre central se localizó un pocentísimo muro (la
U.E.-6), que, como ya referimos, con sus dos hojas y relleno alcanza los 7 m . de
anchura. También indicamos nuescras dudas en su identificación como parce del
lienzo, pues además de su sobredimensionamiento -que debe responder a las nece-
sidades de una gran construcción-, su orientación divergía respecto del teórico
plano que debía unir los ángulos formados con la corre. Ya apuntábamos que qui-
zás pertenezca a otro cuerpo edilicio, que sólo en uno de sus ángulos cocaba con la
caca interna de la muralla.
El segundo muro perteneciente a esca fase (A/3. U.E.- 11 . Fig.- 11, 28, 29) se
localiza unos 2 m . ladera arriba desde la cara interior de esa construcción. En este
estadio de la investigación no podemos pasar de las hipótesis respecto a su función.
Quizá sea el cierre meridional de alguna construcción de planta regular, que se ex-
tendería más hacia el Norte. Si tiene algún nexo con la U.E.-6, podríamos supo-
ner que delimita alguna dependencia adosada, cuyo fondo formaría este último
muro. Extrañamente dibujaría una planta casi triangular, pues hacia el Oeste am-
bos muros se encontrarían. Una segunda, aunque más remota, posibilidad, es que
el murete U .E. -11, sea parte de una escalera de fábrica. Conocemos algunos para-
lelos, como el de la estructura inscrita en el ángulo NO. del recinto A del castillo
de Fuenteungrillo (Sáez, 1986).
De cualquier manera, y aún siendo inexistences los niveles intermedios entre
ambas escruccuras -ya que fueron exhumados con la reocupación de la fortaleza-,
podemos anotar que la coca de uso o circulación es la misma paca esce ámbito. Así
se desprende de la coincidencia entre la altura a parcir de la cual finaliza la cimen-
tación del muro principal y la base del murece U.E.-11 (Fig.- 11), asentado más
arriba en el afloramiento.
En el dibujo de Duarte Darmas se representa en el interior del recinto una gran
corre mayor. Es de planta cuadrangular se remata con merlatura, y en cada uno de
sus lados se abre una pequeña ventana en alcura. Por la descripción de la visita de
15 26 sabemos que su acceso estaba protegido mediante un "valuarce", posible-
mente un pequeño recinto o barbacana, y que al menos tenía dos plantas y tejado.
Su orientación parece coincidir con el flanco meridional del recinto, o al menos su
cara Sur guarda cierto paralelismo. Sería una hipótesis sugerente relacionar los res-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 89


CORTÉS S., J L., CUADRADO B., A., OUVERA A., W DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

cos del imponente muro del área 3 con esca corre del homenaje; pero según el di-
bujo parece que se encontraba más hacia el Oeste, asentando además en un plano
superior de la ladera.
Dos elementos más aparecen en la relación documental: una bodega, que "se
sirvia de la pared de la fortaleza", y un campanario de sillería. Este elemento, abre
el campo a una sugerente hipótesis; si bien es el sistema de señales y avisos más ha-
bitual -constatemos su presencia en el castillo de Freixo- también está relacionado
con lugares de señorío eclesiástico, marcando el momento del pago del diezmo. En
refuerzo de esca suposición hacemos notar el hecho de que las cargas de las repara-
ciones que proponen los arquitectos se reparten entre eres d ig nidades de la Ig lesia.
En ninguna zona d e la excavación se han localizado niveles relacionables con
la fundación u ocupación del recinto. Ello es debido, en parce, a la superposición
de las estructuras correspondientes a la refortificación de Época Moderna y a las
profundas remociones que esce hecho acarreó.
Se plantea así la duda sobre la cronología de esce período constructivo. La se-
cuencia indica una anterioridad relativa de estos restos en relación con la fortifica-
ción de Época Moderna avanzada, sin ninguna fase o período intermedio. Igual-
mente no hay datos que permitan concluir que hubo un asentamiento anterior a
éste, que por tanto surge ex-novo.
Los materiales arqueológicos recuperados en el exterior de los recintos, son es-
casos, incompletos, fragmentarios y, muchos de ellos, presentan huellas de una
prolongada exposición a la intemperie. Su carácter residual parece obvio, más aún
si consideramos la naturaleza de derrumbes y derrubios de ladera que tienen la
práctica totalidad de las unidades estratigráficas.
Pero incluso esta situación se repite en el área sondeada al interior, donde los
materiales arqueológicos son mucho más abundantes. Además de derrumbes, los
depósitos están formados por capas de nivelación y preparado, en cuya composi-
ción entran tierras extraídas en las proximidades y del mismo punto en que la obra
de Época Moderna avanzada se estaba realizando. Por tanto la carga de materiales
puede haber sido intencionalmente arrojada, pero en una proporción importante
delatan una redeposición involuntaria. Incluso en las unidades que forman la su-
perficie de ocupación de un ámbito habicacional (U.U.E.E.-9, 10 y 12) puede ase-
verarse que no hay ninguna pieza in situ (sobre este hecho pueden extraerse algu-
nas conclusiones que abordaremos al estudiar el siguiente período del castillo, en
el que deben encuadrarse).
En definitiva debe estimarse que la totalidad de los materiales se encuentran
en posición secundaria, redepositados. Son, por tanto, un elemento anterior, des-
concextualizado, respecto al momento de formación de la unidad que los contiene,
otorgando, tan sólo para los más modernos, una fecha a partir de la cual pudo ha-
berse formado.
Del análisis de los materiales se extrae la conclusión de que están polarizados
entre dos focos cronoculcurales; el más reciente puede cifrarse con seguridad en

90 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICAOÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

Época Moderna avanzada, retrayendo el más antiguo a un horizonte medieval, más


concretamente bajomedieval.
Entre las piezas cerámicas cuya dacación es más fi able podemos citar un pe-
queño conjunto perteneciente al servicio de mesa compuesto por platos decorados
en Verde y Morado (p.e. Fig.- 14.6) y cazas polilobuladas o saleros de tradición
mudéjar.
Destinadas fundamentalmente al servicio de mesa, como piezas de cierta cali-
dad y estima, la cerámica verde-morada parece iniciarse en los alfares levantinos a
fi nales del s. XIII (Pascual y Maní, 1986). Su éxito acarrea una amplísima distri-
bución que incluye ·codo el territorio peninsular, y la secuela de las producciones
imitativas en ceneros del interior. Si hasta hace pocos años la extinción de las cerá-
micas Verde-Morado o Verde-Manganeso, en anterior terminología, se cifraba en
la segunda mitad del s. XN (Pascual y Martí,1986. Pág. 136), las investigaciones
más actuales lo retrasan en aproximadamente un sig lo (Martín Monees, 1995. Pág.
22 1). El paralelo tiene aún mayor valor de referencia pues se refiere a un punto de
esta misma Región, lo que minimiza las divergencias en cuanto a distribución, o
efectos recardacarios.
Por lo que respecta a las cazas polilobuladas debemos recordar que el tipo era
conocido ya de antiguo, aunque su adscripción cronoculcural había sido dudosa.
Así, p.e., Lucas de Viñas (1 971) remite al horizonte repoblador para las piezas re-
cuperadas en las laderas del Castillo de Peñafiel. Será con la documentación de las
producciones de los antiguos alfares de la C/Olleros de Valladolid (M oreda y
Nuño, 1986), cuando se vinculen a la tradición mudéjar. El incremento de las in-
tervenciones en medio urbano dio cuenta de la proli jidad y difusión de estos cipos
cerámicos, en mercados de ámbito comarcal (ver el caso de Peñafiel. Cortés, 1992).
Según Moreda y otros autores la serie se iniciaría a finales del s. XIII o inicios del
XIV; apreciación que rebaten Morati nos y Sancamaría (l 99 l), retrotrayéndolo un
sig lo. Esta d ivergencia se repite para la supuesta fecha de ext inción, mediados del
XV y finales del XIV, respectivamente.
Obviamente la pieza del yacimiento del Castillo de Vilvestre no pertenece a las
producciones vallisoletanas, tanto por su distancia con respecto al cenero produc-
ror como por la falta de uno de los elementos más significativos de éste, el engobe
metalescente. Pero aún así manciene una filiación muy clara con toda esta tipolo-
gía mudéjar y con el cipo concreto mejor estudiado. Paulatinamente se está defi-
niendo un horizonte general en toda la Meseta Norte que repite, aún con peque-
ñas modificaciones, esos rasgos técnicos, morfológicos y cipol6gicos. Indicador
también de la segura existencia de otros ceneros productores, posiblemente ubica-
dos en los núcleos urbanos de cierta entidad, que repuntan en época bajomedieval
esos patrones. Contamos para el caso de León con la excepcional muestra de la co-
lección Torvado del Museo de León (Gutiérrez, 1993. Pág. 123), o con un ejem-
plar muy semejante localizado en La excavación arqueológica del berciano castillo
de Corul16n (Cortés, 1995), fechado en la segunda mitad del s. XV. Cronología

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 91


CORTéS S.,) L., CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

término que H . Larrén (1989. Pág. 276) precisa también para las piezas bitronco-
cónicas localizadas en el relleno del foso del primer recinco amurallado de Zamora
(Fernández, 1984) y que relaciona cambién con el prototipo "Duque de la Vic-
toria".
En definitiva, puede ofrecerse un amplio elenco de producciones muy simila-
res a la pieza recuperada en nuestra intervención, y que remiten siempre a un con-
texto bajomedieval.
El grupo de los grandes contenedores es menos preciso en su cronología por
falca de una seriación cronológica fiable; pero intuimos que alguno de los frag-
mentos de las grandes tinajas (el tipo abrumadoramence mayoritario) puede asi-
milarse a esca fase (p.e. Fig.- 14.5). También son usuales las piezas para el trans-
porte y contención de líquidos, como los cámaros y cántaras.
En una proporción significativa pueden reconocerse las piezas destinadas al
servicio de cocina, compuesto en su mayoría por orzas y ollas. Únicamence quere-
mos reseñar, por lo inhabitual, la presencia de lo que interpretamos como un mor-
tero (Fig.-14.4). De algo más de 7 cm. de altura y 19 cm. de diámetro en el borde,
morfológicamente se compone de un fondo plano, de considerable espesor (2,2
cm.), del que parte la pared, exvasada y convexa, que sin solución de continuidad
enlaza con un borde simple. El labio es plano, suavemente moldurado al interior.
No cuenta con tratamiento original de sus superficies, aunque el uso ha generado
el desgaste del interior.
Los morteros cerámicos han sido hasta la accualidad una pieza poco frecuente,
remedo de los fabricados en metal. Su producción, como cercifica P. González
(1989. Pág. 297), era esporádica o por encargo.
La forma está bien seriada para la alfarería árabe o mudéjar, en tanto que en los
reinos cristianos, donde hemos de suponer que fuera al menos tan frecuente, está
menos estudiada. Roselló incluyó el almirez entre las cerámicas árabes mallorqui-
nas (1978. Págs. 74-75), advirtiendo ya de su larga pervivencia formal. Publica un
tipo bastante sencillo, anotando cómo muchos de los ejemplares están vidriados,
especialmente los de pequeño tamaño, para impermeabilizar y proteger la cerá-
mica. Es lo que constata también M. Mesquida para los talleres de Paterna ( 1987.
Págs. 552-554).
Los morteros se modifican mínimamente en época bajomedieval, manteniendo
la forma tipo, con variantes en función no sólo de la cubierta sino de la presencia
de asas y refuerzos más o menos decorativos. Los ejemplares valencianos más sim-
ples, como el publicado por Pascual y Marcí (1989. Pág. 608. Lám. 11, nº 12) tie-
nen cierto parecido a la pieza estudiada, situación que se repite con los barcelone-
ses recuperados en las bóvedas de la Catedral (Bassegoda, 1978), y que se fechan
en pleno s. XIV (Coll, 1989. Pág. 367. Fig.-2. Nº 9). De nuevo en el XV convi-
ven ejemplares sin vidriar, como los recuperados en Paterna (Amigues y Mesquida,
1987), con otros decorados en Verde y Manganeso, como los Turolenses (Alvaro,
1987), cuya producción se mantuvo varios siglos.

92 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTlflCACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

No podían fa ltar las tan comunes fichas cerámicas, cuyo uso sigue d iscucién-
dose: unjdades de cuenta, piezas de juegos, tapaderas circunstanciales. Si destaca-
mos la procedente de esca excavación es por haberse dececcado una serie de inci-
siones en una de sus caras. Está realizada sobre la pared de una pieza común de
cocción oxidante. Bastante regular en su recorte circular, puede incluirse entre las
de tamaño medio con sus 6,2 cm. de diámetro. En el anverso muestra el trazado
de una retícula incisa , en la que claramente se diferencia un "casillero" formado
por el corte transversal de cinco corras líneas (Fig.-14.2).
Significativa es la muescra de elementos vinculados al armamento, algo nor-
mal dado el carácter militar del emplazamiento. Así, contamos con una panoplia
de restos de armas de defensa personal de la infantería. Es el caso de la hoja de una
partesana (Fig.-15. l), del regatón de una pica y de una puma de una ballesta
(Fig.-15.6). Pero también, con lo que de hecho trascendente tiene no sólo para di-
lucidar la cronología sino el tipo y uso de la fortificación, con piezas relacionadas
con las armas de fuego y la artillería pirobalística, como un molde de fundición
de balas (Fig.-15.3) y un bolaño.
Por numerosas descripciones, cuadros e incluso relieves como los tableros de la
conquista de Oran de la Catedral de Toledo, sabemos que el armamento ofensivo
de la infantería de los ejércitos de finales del s. XV (marco cronológico que pro-
ponemos) se componía de espadas, dagas, puñales, ballestas, espingardas, etc, y
varios cipos de lanzas. De mayor a menor longitud éstas eran la pica, la lanzas de
armas, la lanza de mano, venablo, dardo o azagaya, la alabarda y la partesana (Vi-
gón, 1968. Pág.-216). La pane metálica de escas dos últimas medía hasta 30 cm.,
y en el caso de la partesana la hoja era simétrica (los cabos de veleta son iguales).
Es el caso del ejemplar recuperado en Vilvescre. Realizada en hierro forjado, es
triangular con una nervadura central (fig.-15 .1).
El regatón se recuperó casi completo. D e hierro forjado, escá formado por una
lámina curvada y ofrece una sección córnea, maciza en su extremo basal, con una
perforación en la parce superior destinada seguramente al enmangue. Escas piezas
eran el remate inferior de las llamadas lanzas de armas, y especialmente de las pi-
cas. Arma de la infantería, la pica con sus más de l l palmos de longicud (entre
5,25 y 5,75 m.), se clavaba en el suelo enfrentándose al pecho de la caballería aca-
cance (Vigón, 1968. Pág.-216).
La punta de ballesta es de cabeza piramidal maciza y enmangue cilíndrico, con
una longitud rotal de 5 5 mm.(Fig.- 15 .6). Conserva restos de madera en el incerior
de éste. El marco cronológico de la primera fase de ocupación nos reitera en la ads-
cripción funcional planteada, pues ya desde finales del s. XIV el arco había sido
paulatinamente sustituido por las ballestas de corno o de plancha, manteniéndose
como residuo para las mesnadas concejiles, peor dotadas de armamento, o como
elemento de significación -caso del ejército inglés (Vigón, 1968)-. Desde media-
dos de la centuria siguiente la competencia de las armas de fuego iría relegando a
las ballestas, que se mantenían en canco que poco evolucionadas las primeras. Men-

SALAMANCA, Rcvisca de Estudios, 39, 1997 93


CORrts S., J L. CUADRADO B.. A., OLIVERA A., M' DEL R., H ERNÁNDEZ V., M.V.

cionemos como anécdota que un buen ballestero podía disparar unas cuatro veces
por minuto, y hacer blanco a 250 m. de cliscancia con un poder de penetración de
3 ó 4 cm.
Único en coda la intervención es el bolaño o bala de cañón recuperado. Labrado
a cincel sobre granito es prácticamente esférico ( 15 cm. de diámetro) y tiene un
peso de 3'940 Kg. Si suponemos que pertenece a la primera fase de ocupación de-
fensiva del cerro debemos relacionarlo con la artillería bajomedieval (algo lógico
pues paulatinamente fueron suplidos por las balas de hierro). El diámetro del pro-
yectil implica que serviría a una pieza d e mediano calibre, cal como un Pasavo-
lante. Este "cañón" de tiro recto (Vigón , 1968. Pág.-232) es una pieza ligera que
puede emplazarse sobre un soporte de madera con objeto de basculado y cener una
amplia cobertura, algo lógico para la defensa de un emplazamiento. Las piezas de
calibre inmediatamente superior son fijas sobre un caballete, caso de las can fre-
cuentes bombardas o lombardas (de 20 a 40 cm. de calibre), o los ribadoquines o
búzaros, empleados especialmence en el cerco a plazas fuerces. Las de ciro curvo
como las lombardas crabuqueras, y los morteros son de mayor diámetro. Por el
peso del bolaño también debemos descartar otras piezas de mediano calibre como
los cañones serpentinos o los pedreros • ya que arrojaban proyectiles de entre 40 y
80 libras, los primeros, y de hasta 110 (unos 50 Kg.) los segundos (Arántegui,
1987).
De un molde bivalvo de fundición de balas conservamos una de las parces
(Fig.-15.3). Elaborado sobre una piedra metamórfica (de 89 mm. de longitud por
54 de anchura máxima), la cara útil es plana y aparece finamente pulimentada; en
su eje central existen cuatro rebajes hemiesféricos ( 12 mm. de diámetro) unidos
entre sí por un canalillo; en el excremo de ese eje aparece el cono de vertido tam-
bién retallado. En uno de los lados largos una muesca quizá debía servir para pa-
sar el cabo que uniera las dos parces.
El diámetro de las balas, seguramente de plomo, no permite descifrar a qué
tipo de arma serviría este balero o bodoque, pues canco mosqueces como arcabuces
y arcabucillos, escopetas-revólveres y pistolas tienen un calibre que oscila entre los
11 y los 13 mm . Si aceptáramos que la pieza procede del contexto más antiguo,
podíamos limitar la lista a mosquetes y arcabuces, ampliamente difundidos desde
el s. XV en su versión de llave de serpentín (Marco Rodríguez, 1980. Pág. 17). Un
claro secundario que quizá permita reforzar esa adscripción de la pieza a la ocupa-
ción es el hecho de estar realizada en piedra, pues desde el s. XVII se populariza la
turquesa o molde de tenaza en hierro o bronce.
Anecdótica podemos considerar la presencia de vidrio, destacando una pe-
queña e informe parce de la pared de un vaso aparencemence globular y decorado
con costillas, realizado con un vidrio soplado -son visibles algunas burbujas- de co-
lor verde azulado.
Por el contrario son abundantes los fragmentos de molinos. El alto g rado de
desgaste de su superfi cie útil determinó que fueran desechados, sirviendo posee-

94 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, l 997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

riormeme como material de construcción en la nueva muralla. Todos ellos son del
mismo cipo: de mediano tamaño, rotación manual, circulares y realizados sobre
g ranito.
Una primera conclusión puede extraerse de la gama de materiales existentes en
el yacimiento: que se trata de un establecimiento que pretende ser autosuficience.
Podemos detectar actividades relacionadas con la transformación de cereales (los
molinos), el almacenamiento de víveres (la vasta colección de tinajas), y la elabo-
ración y consumo de alimentos (con una imporcance muestra de piezas de cocina).
Pero también una actividad "metalúrgica", o al menos la de un taller de pequeña
fundición y forja, delatado por las escorias y el molde para balas, dedicado segura-
mente más al mancenimienco o reparación de los útiles. Ese intento por abarcar
múltiples actividades -y recordemos, no es un núcleo de población o un lugar des-
tinado a una producción específica- es una seña de identidad de un emplazamiento
militar, que debía estar preparado para actuar en un territorio hostil -si tenía un
sentido de ocupación- o ser capaz de soportar asedios.
De este breve repaso a los materiales asimilables a la primera ocupación de-
fensiva hemos dejado para el úlcimo lugar la única pieza monetal localizada en la
excavación. Y ello no sólo por el aleo valor para la concexcualización cronológica
que se supone para las monedas, sino por su origen, lo que enlazará con una dis-
gresión sobre el porqué del castillo. Se trata de una unidad de cuenca menor, una
moneda de vellón (algunos autores lo catalogan como una aleación de cobre sin re-
calar en el plateado de sus superficies), un ceitín porcugués3. Está acuñada a nom-
bre de Alfonso V "El Africano", rey de Portugal entre 1432 y 1481. Éste contrajo
segundas nupcias con su sobrina Juana "La Beltraneja", lo que ocasionó la inter-
vención directa del reino en la g uerra de Sucesión de la corona de Castilla, entre
los años de 1475 y 1476. Confrontación que como veremos puede tener g ran im-
porcancia para la interpretación de la primera obra de fort ificación del cerro.

3. Cuya ficha es la que sigue:


MONEDA: Ceí rín de Alfonso V de Portugal ( 1432-1 481)
AXIS: Í (12) -PESO: 1,47 gr. -GROSOR: 0,7 mm. -MOD ULO: 19 mm.
ANVERSO: Casrillo de tres torres (o eres torres) bañadas por el mar.
-Leyenda; Ilegible.
-Marca de valor. No.
-Fecha: No.
REVERSO: Escudo de quinas cantonadas por cuatro castillos.
-leyenda: Ilegible.
-Marca de valor: No
-Fecha: No
-Marca de ceca: Lisboa? >I<
BIBLIOGRAFIA: Tcixera de Aragao (1867). Págs. 45-46. (1874). T.I l.ám. VIII. Ferraro Vaz
(1969). Págs. 149-151. Casa Martínn (l 992) Pág.1113. Fernándn lbáñez (1995). Pág. 117.

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997 95


CORTÉS S., J L., CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M. V.

Creemos que la pieza no tiene valor residual respecto al circulante, ni es uno


de los conocidos tipos inmovilizados, por lo que su presencia debe responder a una
pérdida casual, lo que refuerza su valor cronológico.
En conjunto, los materiales pueden enmarcarse a mediados o inicios de la se-
gunda mitad del s. XV. Ahora bien, ¿corresponden a la fase de construcción o a la
de ocupación del recinto defensivo? Si consideramos que no se han documentado
materiales más antiguos y que hasta Época Moderna no se reutiliza el enclave, po-
demos concluir que esas fechas marcan el breve lapso que comprende su construc-
ción y su ocupación, necesariamente muy breve. Con garantías podemos presumir
que ésta no alcanzó ni siquiera las décadas finales de la centuria.
¿Qué circunstancia histórica puede justificar el gran esfuerzo de construcción
de un castillo y su casi inmediato, y por tanto obligado, abandono? Posiblemente
una confrontación. Si podemos afirmar que no se trata de un castillo señorial, de-
bemos descartar una revuelta o una lucha nobiliaria. Si, cómo algunos autores han
supuesto, era un punto de control fronterizo muy posiblemente nos encontremos
envueltos en una guerra entre el Reino de Castilla y el de Portugal. Como afirma
J.L. Martín (1994) los sucesos propios de la guerra -cambios de bando de los se-
ñores, ocupación de fortalezas, etc- eran objeto de negociación eras los enfrenta-
mientos retornando a una situación similar a la del conflicto, lo que implicaba el
abandono o la destrucción de los castillos.
Sucintamente repasemos la situación política en el reino de Castilla a media-
dos del s. XV.
Los turbulentos años finales del reinado de Enrique IV están marcados por el
desprestigio del monarca, lo que es utilizado por una parte de la alta nobleza para
enmascarar su abierta rebelión como un conflicto sucesorio. De esca manera debe
encenderse la llamada "Farsa de Avila", por la que Enrique IV es depuesto, siendo
nombrado nuevo rey el Infante Alfonso, su hermanastro de 11 años. Según el
acuerdo con el monarca, el infante debería contraer matrimonio con Juana, la hija
del Rey. Pero la alta nobleza alega que no es hija suya sino de D. Beltrán de la
Cueva, y por tanto no es la legítima heredera del trono, pasando así a apoyar a la
hermana del rey, Isabel.
Por el acuerdo de Guisando (1468), se acepta a Enrique IV como único sobe-
rano de Castilla, pero como condición se le exige que reconozca a Isabel como
única heredera, y por tanto desherede a su hija. Para reforzar este triunfo la alta no-
bleza requería encontrar un "marido conveniente" a Isabel. El elegido fue el mo-
narca portugués Alfonso V, quien además aceptó las condiciones del marqués de
Villena para abandonar el gobierno de Castilla en manos de la oligarquía nobilia-
ria.
La intervención de Juan II de Aragón, apoyado por una facción castellana, de-
terminó que Isabel aceptara como marido a Fernando (1469). El resultado fue un
cambio drástico de las alianzas. Ahora la alta nobleza intenta anular los acuerdos

96 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFCCACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VJLVESTRE (SALAMANCA)

de Guisando y proclama la legitimidad de Juana, lo que no es sino el inicio de una


larga guerra sucesoria (1475-1479).
Entretanto Juana es desposada con el Rey de Portugal, quien alegará derechos
dinásticos para reclamar la corona de Castilla, iniciando su participación en la gue-
rra. La amenaza de invasión se extendía por toda la frontera, pero la presión se con-
centraba en la Beira y Tras-os-Monees. Finalmente, y tras la aprobación de las Cor-
tes de Évora, en Febrero de 1475, Alfonso V reúne su ejército en Estremoz.
Penetrando por Alcántara conquista Plasencia. Desde aquí asciende en paralelo a
la frontera hasta t0mar Ciudad Rodrigo, que se consrimirá en la base de su reta-
guardia, para trasladar poco tiempo después el grueso de su ejército hasta Arévalo
(señorío de D. Alonso de Stúñiga, franco partidario del monarca portugués).
Se sucede ahora una fase en la que no hay un enfrentamiento directo, pues am-
bos ejércitos se eluden. Conocedor de que la Reina Isabel se encontraba en Palen-
cia, Alfonso V ataca Baltanás pero se retira a Peñafiel (Vigón, 1968). Se dirige
ahora a Zamora a la que cercará sin conquistarla. Simultáneamente, el Infante
D. Joao -reunido con su consejo en Castelo Rodrigo- pone en marcha un sistema
de protección de la frontera (Baquero, 1994), batiendo además desde Ciudad Ro-
drigo toda la zona de San Felices de Gallegos y Ledesma (Veríssimo, 1978). La fa-
cilidad con que transitan y ocupan vastas extensiones del occidente salmantino las
fuerzas portuguesas se debe en gran medida al apoyo, explícito u oportunista, de
algunos grandes señores. Tan flagrante llega a ser la actuación que incluso son re-
probados por los Reyes CatóliCQS encarando su posición ambigua o de flagrante en-
tendimiento. Es lo sucedido con D. Beltrán de la Cueva, que amparó el paso del
ejército del infante portugués ·en su Villa de Ledesma (Del Pulgar, 195 3).
La iniciativa corresponde finalmente al ejército castellano, nutrido con refuer-
zos de tropas aragonesas, que lentamente va recuperando territorios. Así en Di-
ciembre de ese mismo año liberan del cerco a Zamora, en Febrero recuperan el con-
trol del castillo de Burgos -en manos de los Stúñiga-, preparándose en Toro la
"definitiva" batalla. En auxilio del Rey portugués desde Ciudad Rodrigo acude su
hijo, pero no puede evitar que el día 2 de Marzo de 1476 las tropas portuguesas
sean derrotadas.
Se cierra así la primera fase de la guerra entre los reinos, pero la paz no puede
considerarse completa por falcar un acuerdo no sólo sobre cuestiones dinásticas
sino también económicas (entre otras la disputa del comercio atlántico y el control
de numerosos archipiélagos).
Para intentar frenar los ataques del corso castellano el nuevo Rey portugués,
Joao II lleva de nuevo la guerra a territorio castellano. Para ello se vale de las riva-
lidades de la nobleza gallega y extremeña, y el descontento del arzobispo toledano
y del marqués de Villena.
Las operaciones se desarrollaron fundamentalmente en territorio extremeño.
La victoria castellana (1479) en las proximidades de Badajoz permitió iniciar las
conversaciones de paz, la "Vista de Alcántara", que culminarán con la firma de los

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 97


CORT~S S., J L . CUAORAOO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

tratados de A lca~obas, ratificados un año después en Toledo (1480). Entre ocras


cláusulas se recoge la devolución mutua de las ciudades, villas y lugares conquis-
tados por ambas parces y la demolición de ciercas fortalezas (Silva de Sousa, 1994).
Como se comprueba, coda la zona oriental de la Meseta N orte y parce de Ex-
cremadura estuvo en manos de los Porrugu eses al me nos durance un año compleco.
Las accividades del infame se concencraron en el NO. de la accual provincia de Sa-
lamanca, precisamente en el entorno de Vilvescre.
Por el documenco publicado por A. de la Torre y L. Suárez (1958-63. doc. 108)
sabemos que los portugueses mantuvieron ocupado el castillo entre 1476 y 1478,
por ca nco incluso después de la derroca en Toro, construyendo en ese lapso la torre
del homenaje. También se deduce una existencia previa de la plaza, pero, salvo que
hubiera sido conscruída pocos años anees, no contamos con evidencias arqueológi-
cas rocundas que nos permitan fechar su construcción. En esce punco sería necesa-
rio abordar una nueva y más amplia investigación documental, para t ratar de lo-
calizar cualquier dato que esclareciera escos supuescos; precensión que desbordaba
la finalidad y posibilidades de esce trabajo. Algo que cambién ocurre con el estu-
d io de las soluciones tecnológicas y de la tipología de la construcción, recurriendo
a la cracad íst ica de la Época o a la búsqueda de paralelos. Sólo apuntaremos algu-
nos de los incerrogaoces que suscita la fortificación. Si está comprobado por con-
cexco histórico, e incluso por la presencia de alg unas piezas, que hay una impor-
tante influencia de la artillería pirobaüstica, ¿Por qué se adopta un cipo
ciercamence vulnerable?.
Ya desde mediados de la cencuria se ha ido produciendo una continuada adap-
tación de la construcción militar a los nuevos requerimiencos, que desem bocarán
en la arquitectura abaluartada. Si en el caso de la planea hay un fuerce condicio-
nante copográfico ésce no hubiera determinado que se arrastrara una poliorcécica
claramence p lenomedieval (salvo que acepcernos una mayor antigüedad que la pro-
puesta hasta ahora). Ya se había comprobado lo inadecuado de la construcción de
paños rectos o de corres cuadrangulares avanzadas. Su función de flanqueo escá di-
señada para otro tipo de ataque, pues no permiten una cobertura adecuada para el
tiro con arma de fuego y los ángulos reccos cienen una baja resistencia a los im-
paccos. Otro canco sucede con la alrura del recinco, y especialmence con la de la co-
rre mayor.
¿Es quizá el doble revescimienco de las corres un incenco de suplir esa carencia
de ingeniería?. Como se documencó, la corre central, está formada por un cuerpo
cuadrangular adosado exteriormence a la muralla (la U.E.-19 del área 3). Pero a su
vez se reviste o se recrece en unos 80 cm. con una nueva fábrica (la U .E.-20). Qui-
zás la función era la de ofrecer un doble paramenco, un ''muro falso" que actuara
independ iencemence y que en el caso de sucumbir anee los ataques de la artillería
garantizaba la subsistencia de la torre (algo si milar a lo que se verificará para el re-
cinto moderno).

98 SALAMANCA, Revista de Esrud1os, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE vrLVESTRE (SALAMANCA)

• El final de la primera fortificación


Como los materiales arqueológicos abonan, la ocupación de la plaza debió ser
muy breve. Muy probablemence, eras la recuperación para Castilla, eras el cerco y
asalco de los vecinos de La H inojosa y las tropas bajo el mando del Duque de Alba,
el castillo pasaría a dotarse con una pequeña guarnición.
Su establecimiento debió prolongarse durante los siguientes años, en los que
la amenaza de invasión subsistía, y que se verificará con la segunda fase del con-
flicto. Si bien Vilvescre quedó fuera de la zona de operaciones, es seguro que como
punto fronterizo se mantuviera o asegurara su vigilancia.
La derroca porcuguesa de Badajoz y la firma de los tratados de Paz eran garan-
tía suficiente para considerar innecesario el mantenim iento de guarniciones en la
frontera, y permitir así destinar los recursos a otras campañas como las de la gue-
rra de Granada. Pero aún así no puede cifrarse una completa pacificación, y son ha-
bituales las represalias a través de asaltos y saqueos al amparo de la "desmoviliza-
ción". Podemos relatar, para este marco geográfico, el ataque a vecinos de Freixo
que protagonizó el señor de Sobradillo (A. de la Torre, L. Suárez, 1958-63). Tam-
bién debemos considerar que la devolución de las fonalezas y territorios ocupados
en el reino contrario no fue un proceso automático, e incluso d io lugar a desa-
cuerdos que obligaban a la intervención de los delegados reales (Martín, 1994).
De todas maneras, hasta tal punto se estima asegurada la frontera que en 1479
Fernando recuerda en un documento (A.G.S., R.G.S., D ic. 1479, fol. 71) su com-
promiso a derribar las fortalezas erigidas eras la entrada de los portugueses "desde
... Cibdad Rodrigo fasta ... Lepe".
Es sincomático que toda la raya hacia el Norte quede fuera del acuerdo, segu-
ramente por su escaso incerés estratégico; algo que fucuros enfrencamiencos darán
por bueno, ya que las invasiones siempre cruzarán al Sur de Los Arribes, concen-
trándose en un eje cuyo extremo será Lisboa. Ni Portugal considerará las fortale-
zas exentas del acuerdo como una amenaza, ni Casti lla tendrá especial interés en su
mantenimienco. El resultado para el enclave de Vilvescre será el de su abandono.
Es esta una situación repetida en otros muchos puntos, como afirma J .L. Martín
(1994), en los que circunstancialmente se construyen fortalezas nuevas para el con-
trol de pasos durante la guerra y que tienen una existencia efímera.
Por el dibu jo de Duarte Darmas, sabemos que a principios del XVI el castillo
se encontraba aún íntegro, sin evidencias de una gran ruina, aunque seguramente
se había iniciado ya su deterioro, como pocos años después constatan los arquicec-
cos Juan de Alva y Juan Gil de H oncañón. Su visita obedece a un interés por el
mantenimiento de la plaza, aunque no tenemos datos de que cales reparaciones fue-
ran llevadas a efecto. Al contrario, arqueológicamente se comprueba un prolon-
gado hiato en el que no se constata actividad alguna, y que se prolongará hasta la
siguiente refortificación del cerro.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 99


CORT~SS.,J L., CUADRAOO 8., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M .V.

• La ref()rtificación de Época Moderna


No es sino hasta un momento avanzado de Época Moderna cuando se asista a
una nueva ocupación defensiva del enclave.
Las estructuras del recinto mejor conservadas pertenecen a este período, a la
vez que se mantienen e integran algunos elementos de la fortificación bajome-
dieval.
Así (Figs.- 8 y 12), para el área 1 puede mencionarse un largo paño de la mu-
ralla rematado con un cubo (conocido en menos de la mitad de su p lanta); para el
área 2 la continuación de éste hasta los cantiles del flanco oriental del cerro; y para
la 3 un corto tramo de un gran muro (quizás también de la muralla) y una depen-
dencia adosada a su cara interna.
En toda la obra se reaprovechan de diferente manera los restos anteriores, bien
respetándolos en la altura que conservaran, incluso reconstruyéndolos, bien inte-
g rándolos en el nuevo paramento cuando ambos trazados coincidan, o bien des-
mochándolos hasta una cota predeterminada y pasando a funcionar como parte de
la cimentación.
H emos de suponer por canco que cuando se decide la refortificación del enclave
todavía subsistían numerosas estructuras del período anterior, aunque con un
grado d iferente de conservación, reconociéndose entonces, y aún ahora, como un
recinto defensivo.
Cada una de escas acciones ha sido reconocida en la excavación. Así, en el caso
de la torre de flanqueo puede apreciarse como la nueva muralla (A/3 . U.E.-21) se
adosa en encuentro simple hasta determinada altura, la que mantenía el viejo
cuerpo constructivo (A/3 . U.E.-20), para a parcir de ahí sobreponerse (Figs.- 21,
25). En otros casos se reconstruye, incluso mimécicamente, ya que se emplean los
materiales de la zona con una técnica muy similar; es lo constatado en la prolon-
gación hacia el Este del gran muro (U.E.-6. Fig.- 11) del área 3, en la que se enjarja
perfectamente la nueva obra (Fig.- 30). La integración de ambos paramentos sólo
se verifica cuando su trazado coincide en un mismo cramo; es lo que ocurre en fa
zona de la atarjea ubicada al Este de la corre (Fig.- 31). Por último, donde no hay
coincidencia, los viejos paños se rebajan quedando como una especie de zarpa, o ci-
mentación adelantada, aproximadamente a nivel; o son enrasados hasta la nueva
coca de uso. La destrucción queda manifiesta en las interfases negativas verticales
que corcan a los anteriores muros. Sería ésta una primera labor de "explanación y
acondicionamiento poliorcécico", previa a la construcción de los elementos descri-
tos a continuación.
En la primera de las zonas intervenidas se documentó un lienzo que unía la to-
rre cuadrangular con una torre de planea ulcrasemicircular o peraltada, ya en el ex-
tremo occidental de la parcela (Fig.- 22). La Longitud encre los ángulos así forma-
dos es de 20,5 m., que hasta el eje cenera! del cubo se incrementa en 4 m. más.

100 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


UNA FORTlFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

Éste se adelanca algo más de 2 m. respecto a la cara externa d el paño, en un áng ulo
de casi 150°.
La altura máxima conservada del conjunto es de 2, l m. Pero lo sorprendente
es la anchura y la técnica de construcción. Oscila entre 4,5 y 5 m. y está formada
por la adición de 3 muros ·(U.U .E.E.- 6, 9 y 1 1. Figs.- 8, 10 , 20, 21) levantados
sucesivamente desde el interior. Esce dato se infiere del hecho de que salvo el pri-
mero, todos están realizados a una cara vista, pudiendo desmontarse pan e de uno
exterior encontrando ínteg ra la cara del inmediatamente anterior. Aunque apa-
rentemente sean paralelos hay cierta convergencia por la que en el punto de unión
se conviercen en una única fábrica, ind icio inequívoco de su sincronía.
El más externo, identificado como U .E.-6 (Figs.- 8, 2 1, 22), tiene continuidad
hacia el Este, fuera ya del área de intervención, sobreponiéndose a los restos de la
corre de flanqueo, en canco que en su otro extremo remata al encontrar el lateral
del cubo, perteneciente al siguiente muro (U .E.-9). Actúa pues como cara visea de
la muralla uniendo dos escruccuras ya existentes, una perteneciente a la ocupación
anterior, y otra encuadrable en este momento, pero previa en la secuencia cons-
tructiva. En buena parce de su recorrido se apoya sobre los restos de la muralla an-
terior (U.E.-5).
En el área 2 encontramos la continuación de la muralla (U .E.-16. Figs.- 8, 33),
q ue enlazará la corre central con los cantiles nacurales de la zona Esce, a lo largo de
un recorrido, incompleto, de 31 m.
Finalmente, en el área 3 además de un muro de compartimentación interna (la
U.E.-8, que describiremos al relatar la d istribución interior del recinto}, comamos
con la prolongación (U .E.-2 1) hacia el Este del and g uo muro U.E.-6. La repara-
ción supone prolongar éste hasta enlazar con la muralla externa (Fig.- 11).
En suma, se d ibuja así u n g ran lienzo de al menos 62 m. (Figs.- 8 y 12), que
cierra completamente la ladera meridional del cerro. Cuenca, al menos, con dos co-
rres, La cuadrangular procedente de la fortificación medieval, en la parce cenera!, y
un cubo emplazado en el extremo occidental -posiblemente donde anees se alzó
ocra de las corres bajomedievales-.
En el extremo contrario, el SE., se asientan los restos del arranque de una co-
rre (A/2. U .E.- 18. Fig.- 8). Hasta ahora, y salvo error en la interpretación de la se-
cuencia arquitectónica, hemos supuesto que es parce de un cuerpo cuadrang ular
del primer recinto, pero no podemos descartar rocundamence que no se trace de
parce de otro cubo (como la curvatura parecía indicar). Si la asignación es correcta,
creemos que para esca fase nunca hubo construcción alguna. Además de lo redu-
cido del espacio que quedaría libre desde el punto en que desaparece la muralla
hasta los cantiles (5 m.), se conservan unos pocos mampuescos en un hueco de la
roca, que se encuentran perfectamente alineados (cuad rícula C/54).
Los muros y el cubo asientan bien direccamence sobre el afloramiento rocoso o
apoyan sobre los restos anteriores, sin que se hayan documentado cajas o zanjas de
cimentación.

SALAMANCA , Revísra de Esrudios, 39, l 997 101


CORTÉSS.•J L.• CUADRADO B., A., OLIVERA A.. M' DEL R.• HERNÁNDEZ V., M.V.

El hecho de que cerrara a media altura la ladera y actuara de barrera para la


escorrencía de las aguas fue tomado en consideración. Para ello se abrió al menos
una atarjea en la zona cenera!, hacia la que convergían por la disposición de varios
muros.
Como aparejo en la fábrica se utiliza mampostería de cuarcitas y esquistos, y
más esporádicamente bloques de granito y lajas pizarrosas, todos ellos de mediano
camaño. Se incenca ordenar en hiladas más o menos regulares, colocando la mejor
cara hacia el exterior, a la vez que se matan las juncas y se disponen tizones. Para
trabar se utiliza barro, acuñando puncualmence con ripios.
En algunos tramos se crata de un auténtico chapeado que recubre la vieja mu-
ralla, recreciendo ángulos muertos formados por la nueva traza rectilínea (es el caso
del lacera! occidencal de la torre, en el tramo sobre la atarjea, hasta que a una dis-
tancia aproximada de un metro "reaparece" la vieja muralla).
La altura mínima de la muralla debía ser de 3 m., si consideramos la diferen-
cia encre la cora de los puntos situados más arriba en la ladera o de las parces me-
jor conservadas y la cumbrera de la cara externa (y suponiendo como parece lógico
que el remate de cada tramo estuviera al mismo nivel). UciHzando la misma fór-
mula que aplicamos para el primer recinto podemos incremencar esa cifra hasta los
4,5 m .
Al igual que en el viejo recinto, las diferencias en la base, obligaron a su divi-
sión en secciones de diferente alcura relaciva respecto a un teórico plano, indivi-
dualizadas por las corres.
Nada podemos precisar sobre su remate: merlacura, existencia de un camino
de ronda, ecc, ni sobre los posibles vanos en altura, y más específicamence de los
destinados al tiro como las croneras.
Aunque repite muy de cerca el trazado del viejo recinto, en su flanco Sur, la
nueva obra destaca por la mayor rectitud de los paños, menos condicionados por
mancener una misma ünea alcimécrica.
No contamos con evidencias que supongan que la obra cerró por completo la
plataforma superior; en el ángulo SE. por haber desaparecido por efecto de la ero-
sión la zona de unión, y en el contrario porque la excavación arqueológica no su-
peró los límites de la parcela pública. No obstante, como ocurrió con la "cerca"
medieval, los restantes lados cuentan con defensas naturales merced a la caída en
pared del cerro, suficientes además para soportar un ataque artillero. Posiblemente
los rescos de muros imbricados en los patines actuales deban asignarse a la primera
obra de fortificación, y no a ésta, más centrada en proteger el único flanco accesi-
ble. De ahí que su apariencia fuera mas la de un "imponence muro" que la de una
fortificación , por lo que consideramos bascance acercada la denominación alterna-
tiva de "El Muro" para el lugar (e igualmente la de Cerro del Cascillo, aunque re-
mita a una realidad diferente).
El teórico recinto así definido en nada incrementa las dimensiones de la forta-
leza respecto a la anterior -media hectárea aproximadamente-.

102 Si\J..AMi\NCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE <SALAMANCA)

Para las supuestas vías de acercamiento a la cumbre nos remitimos a lo ya ex-


puesto para el caso de la primera construcción . Como ya ocurriera con ésta, tam-
poco conocemos el punto en que se abrieron los accesos al interior. Al menos las
evidencias arqueológicas indican que ninguna poterna, y aún menos una puena
principal, se emplazara en el flanco meridional.
Si la organización interior es mínimamente conocida, para el exterior podemos
afirmar que hasta su abandono no contó con njnguna dependencia, adosada o ais-
lada. La ladera debía presentar el aspecto de una amplia superficie exenta, en la que
directamente y en toda su extensión, sin acúmulos, aparecía el afloramiento rocoso.
Los puntos sondeados en el interior del recinto (ampliación NE. del área 2 y
el área 3) se localizan inmediatamente tras la muralla, y ladera arriba no hay ves-
tigios en superfi cie. De ésto se infiere que cualquier dato que aportemos sobre su
compartimentación o la presencia de otros cuerpos edificados es sólo una dubita-
tiva intuición basada en la proyección de la zona documentada.
Toda esa zona entre el interior de la "cerca" y la reaparición del substrato geo-
lógico, ladera arriba, muestra cierra planicud, seguramente por un acúmulo de de-
rrubios frenados por la estructura, lo que es a la vez garantía de preservación de la
estratigrafía orig inal. Puede definirse como una amplia plataforma intermedia que
se extiende de lado a lado de la vertiente.
En la ampliación NE . del área 2, por debajo de la capa vegetal se localizaron
dos niveles sucesivos de derrumbe (U.U.E.E.-9 y 10). El material procede de un
punto indeterminado del interior, ladera arriba, en el que se debió localizar alguna
estructura arquitectónica (pues están compuestos fundamentalmente por mam-
postería). Por debajo del inferior se documentó una unidad muy nivelada y regu-
lar, que se refuerza con alguna gran laja de pizarra emplazada en horizontal (o que
son el último vestigio de las que existieron). l.a U.E.-11 asienta sobre niveles de
formación geológica a la vez que cubre la cara interior de la muralla (U.E.-16) y es
muy posible interpretarla, si no como un pavimento de cierra, al menos como la
superficie de uso y circulación de la zona. Se destaca por tanto una intencionalidad
de adecuar el espacio interno, fac ilitando el tránsito. Más d ifícil es intentar juzgar
la función de tal espacio en la organización interna, si no es únicamente un corre-
dor para acceder al supuesto adarve.
Algo más precisa es la información extraída de la excavación del área 3. Con la
nueva ocupación se adecua este punto para una dependencia anexa a la muralla
(U.E.-6. Figs.- 11, 29), delimitada también por un murete transversal (U.E.-8.
Figs.- 29, 30 ). Para ello se reconstruye el viejo paramento -lo q ue seguramente
obligó a vaciar los antiguos depósitos-. Ahora se dota de un sistema de evacuación
de aguas con una atarjea y una pequeña construcción que Las encauzan por el inte-
rior (la U .E.-17. Figs.- 11, 30, 31). Ésta y todo el ámbito interior se cubre con una
potente capa de nivelación y preparado del piso. Con diferencia fue esta unidad
(U.E.-1 3. Fig.- 28) la que más restos materiales aportó, en número absoluto y en
proporción al volumen excavado. Gran parce debe provenir de los anteriores depó-

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39. 1997 103


CORT~ S., J L . CUADRADO 8., A.• OLIVERA A.• M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

sitos que fueron removidos, o de aporres de cierras extraídos de otros puncos pró-
ximos del interior del recinto, y que obviamente contenían algunos maceriales;
pero no podemos descartar que intencionalmente se vertieran fragmentos cerámi-
cos, especialmente pertenecientes a g randes tinajas, quizá con la intención de oror-
gar compacidad a la capa, pero también estanqueidad frente a la humedad por ca-
pilaridad.
Con la nueva compartimencación algunos viejos elementos no sólo son inúti-
les sino que entorpecen. Es el caso de un viejo muro (U .E.-1 1. Figs.- l 1, 28) que
es cortado en uno de sus extremos para encajar el muro U.E.-8 y rebajado hasta
unos pocos centímetros por debajo de la nueva cota de uso.
Sobre esta capa de nivelación se emplaza un pavimento de cierra apisonada (la
U.E.-9. Fig.- 29), que a su vez cuenca con un área de fuego, la U.E.- 10. La caren-
cia de un contorno definido de la unidad y de estruccuras aéreas asociadas, nos im-
piden clasificarlo como un hogar, fogón o chimenea. Pero su carácter no aleatorio
y cierta pervivencia queda demostrada por la potencia del área de carbones y ceni-
zas, y por la existencia de una subestructura, una cama de lajas de pizarra (U.E.-
14 Figs.- 11, 29).
Anees de quedar sepultado por el derrumbe el suelo de este espacio sufre una
refacción, no sabemos si motivada por el desgaste o por la realización de alguna
obra. El resultado es que se completa en los puntos perdidos por una nueva capa
(la U .E.- 12).
El ámbito, de función desconocida, avanza fuera del área de excavación, tanto
hacia el interior (al Norte) como en paralelo de la muralla (hacia el Este). Las di-
mensiones mínimas documentadas son de 4 x 2,6 m . de media, de lo que resulta
una superficie, reiteramos que parcial, de unos 10 m.2.
El murete transversal (U.E.-8) seguramente accúa como medianera, tabiquería
o compartimentación del interior inmediato a la muralla, lo que presupone la exis-
tencia de otro ámbito como el descrito en el lado contrario. El sistema multipli-
cado daría por resultado la probable existencia de una batería de dependencias ado-
sadas perpendicularmente a la muralla, con funciones diferenciadas: almacenes,
establos, talleres, zonas de habitación, etc.
En definitiva estos son los limitados resultados de la limitada excavación del
interior del recinto, del que no podemos presuponer que contara con otros cuer-
pos edificados. Es el caso, p.e., de la torre del homenaje bajomedieval (de la que
en la accualidad no hay evidencias en superficie), para la cual en esca fase no hay
datos - ni a favor ni en contra- que signifiquen que subsistiera.
Trataremos ahora de ofrecer un marco cronocultural para la reconstrucción del
castillo.
Como para el período anterior mencionamos, ningún material se ha localizado
"in situ"; por el contrario se traca siempre de restos fragmentados e incompletos
en posición secundaria, y no sólo, como parece obvio, en los diferentes derrumbes

104 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39 , l997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: El CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

sino también en los depósitos del interior. Por canto únicamente pueden ofrecer
una fecha a parcir de la cual se formó la unidad que los contiene.
Desechando los de raigambre medieval, se destaca un polo alternativo y único:
Época Moderna avanzada.
Entre el material cerámico podemos mencionar como más significativos para
una correcta adscripción algunos fragmentos correspondientes al servicio de mesa.
Entre los platos contamos con producciones talaveranas, y otros procedentes de "al-
fares populares", como los de ala ancha . Ejemplo de las primeras es la pieza deco-
rada en azul y naranja. El tipo cerámico nos remite a las series tricolores de Época
Moderna originalmente producidas en Talavera, y que con carácter más popular se
imitaron en Puente del Arzobispo y Sevilla (Seseña, 1975. Pág. 143). La serie se
inicia en la segunda mitad del s. XVI, prolongándose a lo largo de codo el s. XVII
(López Fernández, 1982. Pág. 31), siendo especialmente frecuentes la realización
de platos con la zona central cóncava y ala suavemente convexa, sin arista exterior
(Marcínez Caviró, 1984. Pág. 22). Los segundos pertenecen a una forma concreta
de plato frecuente a parcir de las últimas décadas del s. XVII. La simplicidad y la
falta de decoración permiten integrarlo en el grupo de las llamadas "lozas popula-
res", trasunto en muchos casos de producciones talaveranas. Un claro ejemplo de
esca imitación la encontramos en los alfares vallisoletanos de la C/Sanca María, con
abundaoces platos muy similares a ésce (Moracinos, 1990).
También en la tradición de Talavera debemos encuadrar el pequeño fragmento
de un jarro decorado en azul. La aplicación del óxido de cobalto es característica de
las producciones talavecanas y de Puente del Arzobispo durante la segunda mirad
del S. XVII (Martínez Caviró, 1984. Págs.-23-24), con réplicas algo más tardías
en otros ceneros. El origen de tal serie es la imitación de la loza holandesa, que a
su vez repetía esquemas de la porcelana de la dinastía Ming 0368-1643). Muy
abundantes fueron los encargos de piezas para·monasterios, de cuyo repertorio des-
tacamos los jarros de dos asas o "jarros borrachos" por pertenecer el fragmento es-
tudiado a una de escas piezas. Las cartelas con el nombre del monasterio, de los car-
gos o de sus miembros, permiten ajustar al máximo la cronología. Es el caso de
alguno de los jarros procedentes de las Descalzas Reales de Madrid que publica
Marcínez Caviró (1984. Lám. 23 B). Incluso vemos representadas piezas análogas
en obras pictóricas de la Época, como en el cuadro de Zurbarán "San Hugo en el
refectorio".
Los cuencos también están presentes a través de un ejemplar de orejeras (Fig.-
14.3) y otro con asa moldurada (Fig.- 14.1). La combinación de cal asa sobre cuen-
·cos y escudillas semiesféricas define un cipo bien fechado en su inicio para la Me-
seta Norte en la segunda mitad del s. XVI, con algunos ejemplares publicados. Es
el caso del recuperado en las excavaciones de la "Casa Galdo" de Valladolid, como
parce del material de la colmatación de un silo. Es un fragmento del borde de un
cuenco semiesférico de "borde sin señalar" (Moreda ec alii, 1991. Págs. 253-258 .
Fig.-13.6). La asociación con otras piezas cerámicas, permite a los autores adscri-

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, L997 105


CORTf:S S.•) L., CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., MERNÁNDEZ V.• M.V.

bir el conjunto a la segunda mitad del XVI. Una pieza semejante fue locaüzada en
el interior de la Torre Mayor del Castillo de Corullón (León), en una unidad for-
mada por el derrumbe de los pisos, y que fue fechada en las dos últimas décadas
del s. XVI (Cortés, 1991. Pág . 53 y 54. Fig.-10. 9 1/25). Esta suspensión parece
derivar, mediante seriación o repetición, de una forma más sencilla como son las
asas replegadas de pequeño tamaño o apéndices aplicados. Ejemplares de tal ante-
cedente se hao documentado en contextos bajomedievales de Zamora (Turina,
1994. Págs. 84-85. Fig.-25.9) y Valladolid (Moreda et alii, 1991. Pág. 280. Fig.-
25. N º 3, 4), el cual nos remite a su vez a ciertas producciones del azul arcaico le-
vantino.
Con especial detenimiento debemos analizar el pequeño fragmento de borde
decorado (Fig.- 14.7) de una producción ciertamente peculiar, como es la cerámica
bucarina de tipo orfebre -según la catalogación recientemente propuesta por Fer-
nández Nandares (1995)-.
Conservamos una mínima parte de lo que debió ser uo plato, fuente o frutero
muy abierto, de unos 16 cm . de diámetro en el borde. Está elaborado con una pasta
muy bien decantada, en la que los desgrasantes, muy tamizados y de oacuraleza
cuarcítica, pasan casi desapercibidos. Bien corneado, consiguiendo paredes bas-
tante finas (menos de medio centímetro), está cocido en una atmósfera oxidante,
arrojando una coloración anaranjada intensa. No cuenta con tratamiento de sus su-
perficies. Morfológicamente parece cracarse de un borde simple, exvasado y con-
vexo, rematado con un labio redondeado. El elemento singular es la decoración
plástica emplazada sobre el borde. Se trata de una figuración zoomorfa, una cabeza
de un animal fantástico. El modelado manual ha remarcado los ojos, aplicados, y
la lengua, que saca en actitud burlona, señalándose el hocico mediante incisiones
acanaladas.
Inicialmente y basándose en la naturaleza de los barros y en la utilización de
unas técnicas decorativas de inspiración clásica esce cipo cerámico fue catalogado
sucesivamente como producto romano (Virgilio, 1978) y como imitación tardía o
"pseudosigillaca" (Rodríguez, 1980). Más acertadamente se ha explicado la deri-
vación filológica a partir de documentos medievales en los que se identifica a cier-
tas piezas pa.ra beber agua como "Púcaros" (Vasconcellos, 1921). Ya en época mo-
derna por extensión de la acepción pasará a denominarse a toda una serie de
producciones que tienen en común un determinado tipo de arcilla ("barro buca-
rioo").
En general son piezas de adorno, ricamente decoradas, y cuya arcilla, especial-
mente tratada adquiría ciertas cualidades: excelente olor y capacidad de refrescar
el ambiente, buen sabor para el agua, e incluso ciertas propiedades profiláctico-
medicinales. Hasta tal punto se hizo una cerámica apreciada que comenzaron a po-
seer un carácter valioso, considerándose como elementos de lujo y ostentación. Tal
es así que habitualmente se incluían en los bienes testados. Es el caso p.e. del de

106 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILV ESTRE (SALAMANCA}

Dª Juana, hermana de Felipe 11, cuyo inventario de 15 7 3 describe púcaros portu-


g ueses y algunos de origen español (Ciudad Rodrigo).
Y parte de la especial atracción por este tipo de producciones eran esas men-
cionadas cualidades medicinales. Debido a la gran porosidad de la pasta las pie-
zas absorbían prácticamente la totalidad de los líquidos contenidos, mantenién-
dolos frescos y "perfumando el ambiente". Derivado de éstas fue moda muy
común entre la nobleza de los s. XVI y XVII la bucarofagia. Se suponía que la
ingesta de la cerámica tras masticarla tenía poderes curativos y permitía detec-
tar los venenos.
La denominación bucarina es enormemente amplia incluyendo especies pinta-
das sobre engobes rojos, neg ros o cremosos, bruñidos e incluso barnizados. La va-
riance aparentemente ornamental, en la que se aplican motivos en relieve y se in-
crustan pequeñas piedras cuardticas, permite la definición de un subgrupo
específico que por su similitud a las labores de platería, se ha denominado como
de orfebre. La decoración es la principal seña; incluye varias técnicas, muchas ve-
ces combinadas simultáneamente: línea incisa, impresiones simples y estampilla-
das, incrustación de pequeños gránulos líticos o de pasta vítrea y decoración en re-
lieve. La temática también es extensa, pudiendo mencionar como más habituales
el escamado, las líneas de puntos incisos, las rosetas en las escampillas, y una gama
amplia de inspiración plateresca para los relieves: palmetas, columnas abalaustra-
das, medias esferas , arquerías a candelieri, pámpanos, vides, bucráneos y represen-
taciones humanas y zoomorfas.
En Castilla y León los materiales publicados de este tipo son bastante escasos.
Entre los conjuntos más numerosos podemos citar la colección recopilada por el
P. Belda -expuesta en el convento de los P.P. Reparadores de Alba de Tormes-, la
colección d el Museo Provincial de Salamanca -recuperada durante las obras de re-
modelación en el año 82 del solar que hoy ocupa-, el de las excavaciones sistemá-
ticas del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid (Fernández et alii, 1995),
los fragmentos recuperados en intervenciones en el casco urbano de Zamora (Tu-
rina, 1994. Págs. 106-107. Fig.-3 1. N º 4-6. Lám. XII), y el procedente de "La
Fuente del Diablo" en la Dehesa de San Miguel de Grox, Toro (Zamora) y que fue
estudiado por Virgilio Sevillano (1978).
Del primero hemos de destacar la presencia de un plato, de pequeño tamaño,
fondo plano y ala horizontal desarrollada que queremos suponer que tiene cierto
parecido con la pieza de Vilvestre, a pesar de que la pequeña parte conservada no
permite ninguna precisión formal más allá de lo ya descrito.
De la colección de la Dehesa de S. Miguel de Grox nos interesa destacar algu-
nos motivos de bulto redondo emplazados como apéndices en el borde de las pie-
zas, cuya función ha de ser la de asideros. Sevillano los denomina "gorjas" , en tanto
que Fernández (1995) destaca que por su tosquedad aparentan ser "cabezas de mo-
nigote", más grotescas que monstruosas. El modelado se completa con líneas inci-
sas para marcar los rasgos e incrustaciones de cuarzo para resaltar las pupilas y los

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 107


CORT~ S., J L. , CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

dientes. Y debemos destacarlo no por su similitud representativa sino por la


constatación de la existencia de esos remates figurados cual es el caso del fragmento
procedente de Vilvestre.
Superado el equívoco de su vinculación exclusiva con ceneros productores
americanos (p.e. Natá), se ha confirmado su origen peninsular, y más concreta-
mente porcugués. Si Lisboa se especializó en las piezas más elaboradas, otros cen-
tros, especialmente los alencejanos, dominaron las versiones más populares. Es el
caso de Évora, después desbancada por Moncemayor (Montemoor-o-Novo), San-
d oal, Pombal y especialmente Estremoz. El éxito y aleo valor de la cerámica bu-
carina llevó a su imitación en ceneros alfareros próximos a Portugal. Son las lla-
madas producciones "contrahechas", procedentes de Talavera y Ciudad Rodrigo,
entre otras.
Respecto de la cronología de la cerámica bucarina, considerada hasta ahora
como Moderna en un sentido amplio, la investigación arqueológica y documental
ha permitido precisar algo más su contexto. Para las piezas recuperadas en las ex-
cavaciones del complejo de San Benito de Valladolid, se apunta siempre un marco
comprendido en el siglo XVI y primer cuarto del XVII, asociado a lozas popula-
res y talaveranas de las series esponjillada, tricolor y de encargos de monasterio. Ya
hemos mencionado la referencia documental del inventario de bienes que en 1573
realiza Dª Juana, viuda de D . Juan de Portugal y hermana de Felipe II, y que se
completa con el que se realizó a la muerte de su madre, la emperatriz Isabel, mu-
jer de Carlos l , en 15 39. Como fuente de información complementaria muy valiosa
y detallada puede mencionarse el recurso a la comparativa con el g ran número de
pinturas de la Escuela Bodegonisca Española del XVII en la que aparecen con asi-

FIGURA l3. Muesrra de porcencajes de los ripos cerámicos (Áre 3 - U.E.·13).

108 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 19<)7


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: El CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

duidad representaciones de cerámicas bucarinas. A pesar de que en su versión po-


pular piezas de cierta similitud se siguieron produciendo, puede afirmarse que el
cambio de gustos a partir de mediados del s. XVII supuso la extinción de las pro-
ducciones bucarinas de tipo orfebre. En conclusión puede cifrarse como marco para
este cipo el comprendido desde el primer cuarto del s. XVI con un término a me-
diados de la centuria siguiente, con una etapa de eclosión que no sin causa coin-
cide con la reunificación de los reinos peninsulares bajo Felipe II.
Si se documenta el servicio de mesa inevitable debe ser la presencia de cipos
<lel servicio de cocina. Así se recoge una amplia panoplia de ollas y orzas de cerá-
mica común. Pero por encima de codos ellos destacan, numéricamente, los frag-
mentos de piezas destinadas a la contención (ver a modo de ejemplo la estadística
correspondiente a una de las unidades del área 3. Fig.- 13). Si puede argumentarse
que al ser formas de mayores dimensiones comparativamente dan lugar a un ma-
yor número de fragmentos, el conteo de piezas no deja lugar a dudas. Repetitiva-
mente aparecen las grandes tinajas, como p.e. la de borde perforado y decorado con
una acanaladura, completándose la muestra con cántaros y cántaras, y otras piezas
menores, como una botija vidriada en verde.

Entre los elementos metálicos, dejando de lado piezas destinadas a la cons-


trucción en madera, encontramos algunos elementos peculiares. Si se recuperó un
útil corriente como es una tijera de doble hoja y pivote central sobre hierro (Fig.-
15 .4), tenemos también su versión más refinada, de menor tamaño y decorada
(Fig.- 14.5). Es de pivote cenera!, pequeño tamaño y ojales ovalares. Estos están
decorados con elementos vegetales en relieve siguiendo la curvatura de la zona. Es
muy posible que coda la pieza estuviera recubierta por un dorado -seguramente
realizado mediante mercurización-. Tanto el tamaño como la delicada decoración
permiten suponer un uso especial para escas tijeras, ya sea el cuidado personal o el
bordado y la costura (Sánchez, 1993).
Con cierta reiteración aparecen unas placas de hierro (como la representada en
la figura 36.4), rectangulares y levemente curvadas, remachadas con pasantes de
cabeza esférica, habitualmente también de hierro pero que pueden ser de bronce.
A falca de paralelos, cautelarmente las hemos clasificado como placas de cinturón,
fundamentalmente por la presencia de restos de tejidos mineralizados que identi-
ficamos corno una tarlatana de lino o de lana -habitualmente con una trama l : 1 y
con cierto g rosor en sus hilos-.
Como comprobamos hay elementos de uso común junco a otros que denotan
cieno poder adquisitivo, piezas que remiten a un uso habitacional junco a otras de
almacenamiento, características que perfectamente definen la actividad de un
asentamiento defensivo (para el que se pone especial interés en el avituallamiento
y la acumulación de reservas de alimentos).
Del análisis conjunto puede extraerse una cronología moderna, más concreta-
mente mediados y primeras décadas de la segunda mitad del XVII . De nuevo,

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 109


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como ocurrió con el asencamiento medieval, un lapso muy breve que señala fun-
damentalmente la fase de construcción y adecuación de la forc.aleza, pero que, a
falta de otros elementos, marca también los límites de su ocupación. Recordemos
que la temporalidad esta mínimamente sugerida por acciones como la refacción del
piso interior (A/3. U .E.-12).
La ausencia de materiales "in sicu" puede interpretarse como el resultado de
una abandono premeditado, y no el resultado de un hecho accidental o violento.
En conclusión, la utilización de esta reforcificación del cerro es breve, deter-
minada seguro.menee por condicionantes de índole geopolítica que obligaron a su
desalojo o que hicieron innecesario su mantenimiento. Surge así la pregunta, que
también nos hiciéramos para el castillo medieval, de porqué el impoccance esfuerzo
que supone la construcción de un recinto militar se desaprovecha con una breví-
sima ocupación. Obviamente la explicación la encontraremos en los sucesos histó-
ricos, rebasando el marco local e incluso nacional, pues de una zona fronteriza se
traca.
Repasemos sucintamente el marco hisc6rico de las relaciones con Portugal en
Época Moderna.
En 1580 Felipe II (nieto de Manuel I por vía materna) es proclamado Rey de
Portugal. El pretendiente, Amonio Prior de Craro, huye anee la entrada del Ejér-
cito del Duque de Alba y la amenaza de la escuadra del Marqués de Sanca Cruz,
garantizando así la incorporación a la corona española; hecho que ratificarán las
Corees de Tomar al año siguiente.
Las tendencias independentistas se acrecientan con la política de castellaniza-
ción de Felipe III, culminando con el fin de la mínima autonomía que impone la
política centralista del Conde-Duque de Olivares. Desde los motines de Oporto de
1628 y durante 32 años se extenderá la inestabi lidad y diversas revueltas que cul-
minarán con el levantamiento general del año 1640. El Duque de Braganza es pro-
clamado Rey de Portugal con el nombre de Juan IV (Chanca, 1960), iniciándose
la guerra de restauración o independencia portuguesa, que durará hasta el año
1668.
Durante los primeros años del conflicto, y gracias al apoyo de Inglaterra y
Francia, los portug ueses log ran resistir el embace del ejército español, propiciando
una serie de victorias como la de la bataJJa de Moncijo (1644).
Con la Paz de Westfalia las principales potencias europeas reconocen la inde-
pendencia de Portugal. En 1659 con la Paz de los Pirineos, España obtiene la re-
tirada del apoyo francés, lo que impulsa una escalada en la confroncación . Ya bajo
el reinado de Alfonso VI la alianza portuguesa con Inglaterra permite cambiar el
rumbo de la guerra en la que se sucederán victorias frente a las tropas españolas.
Así ese mismo año vencen en Elvás; en 1663 en Ameixal derrocan a J uan de Aus-
tria, incorporando toda la zona de Évora; al año siguiente el Duque de Osuna es
vencido en Ciudad Rodrigo; y en 1665 el Marqués de Marialva vence al Marqués
de Caracena en Montesclaros.

112 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, l 997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTlllO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

La monarquía española tardará aún tres años en aceptar la derrota y reconocer


la independencia de Portugal, que no se rubricará hasta el Tratado de Lisboa del
año 1668.
Vilvesrre, como antiguo punto fronterizo, permaneció alerta, e incluso fue una
de las zonas en las que el Duque de Alba reclutó hombres con el propósito de pe-
netrar en Portugal al inicio de la guerra (A.G.S. Guerra Antigua, Legajo. 15 56).
Su posición se detalla en el mapa de la frontera que fue elaborado por soldados y
confidentes (A.G.S., M.P.D., V-176) para facilitar las rutas de penetración, pero
p recisamente no se informa sobre la existencia de ninguna fortificación. No debe
tratarse de un olvido o error sino que seguramente en esas fechas sólo quedaban las
ruinas no operativas del castillo medieval.
Sabemos que a medida que la guerra fue siendo más desfavorable para la co-
rona española, la zona de operaciones paulatinamente fue acercándose a la antigua
frontera, rebasándose en el año 1664, en que precisamente se produce una decisiva
batalla en Ciudad Rodrigo, lo que no libró a esta ciudad de incursiones y cercos ya
desde el primer año de la guerra (Rodríguez de la Flor, 1987).
Podría suponerse que si en las primeras fases de la guerra no se refortifica el
cerro de Vilvestre es debido a que se trata de una zona de retaguardia, no estricta-
mente fronteriza, dada la unificación de los reinos; en esa misma línea argumental
cabría plantear que esas labores se demorarían hasta el momento en que se perci-
biera la futura reinstauración de la antigua frontera, cuando el territorio portugués
se ha convertido en su totalidad en abiertamente hostil, y se requiere tener garan-
tizada la seguridad de la retaguardia. Los hechos históricos creemos que invalidan
tal supuesto por cuanto reiteradamente la amenaza de incursiones se verificó desde
el inicio de la sublevación, y tal desprotección no era sino el resulrado de la penu-
ria de la Corona Española -recordemos que en esas mismas fechas gran parte del
esfuerzo se había volcado en la campaña de Cataluña-. Sirva de ejemplo lo ocurrido
en una plaza notoriamente más importante, como es Ciudad Rodrigo, cenero neu-
rálgico sobre el que basculaba la defensa de una a~plia zona, y cuyas dramáticas
solicitudes de ayuda, desatendidas o mal atendidas, se suceden desde 1641 (Ro-
dríguez de la Flor, 1987).
Igualmente puede servirnos de referencia lo ocurrido algo más al Sur, en la ca-
becera del río Turones, una zona de paso fronterizo mucho más abierta que la de
Los Arribes. No es sino hasta el año 1663 cuando comienza la construcción del
Real Fuerte de la Concepción, por mandato del Duque de Osuna (Rodríguez de la
Flor, 1986). Se trataba con ello de contrarrestar las fuerzas pormguesas (recorde-
mos la cercanía de la plaza de Almeida}, sirviendo de avanzadilla para la protec-
ción de Ciudad Rodrigo, al Sur, y San Felices de los Gallegos, al Norte. Las obras
se ejecutan rápidamente contando con una fuerza de trabajo de más de eres mil
hombres (López Carretón, 1992).
En 1664 desde aquí parten las fuerzas que pretenden conquistar Almeida y Fi-
guiera de Castelo Rodrigo (visible desde el castillo de Vilvestre). Su derrota im-

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 113


CORT~S S., J L., CUADRADO B., A., OLIVERA A., M• DEL R., HERNÁNDEZ V.. M.V.

plica no sólo la retirada de la plaza sino su desmantelamiento para impedir servir


al enemigo, replegándose hacia Ciudad Rodrigo y otras plazas -recordemos que el
fuerte actual es fundamentalmente una obra del s. XVIII-.
Obviamente las cualidades estratégicas de la zona de Los Arribes, y más con-
cretamente de Vilvestre son otras. No es un punto de paso franco, ni es ruta hacia
puntos neurálgicos del interior.
El viejo emplazamiento militar vuelve a elegirse ahora por su capacidad para
el "control" de un, relativamente, amplio territorio, y esp ecialmente por el domi-
nio de un acceso como es el vallejo del arroyo de Los Lagares, comparativamente
fácil para la naturaleza del entorno. No debemos olvidar que justo enfrente se en-
cuentra una población de la entidad de Freixo que contaba, o al menos había con-
tado, con un establecimiento militar.
Como las propias dimensiones del recinto permiten deducir, y su papel secun-
dario imponía, la plaza no pudo contar mas que con una pequeña guarnición.
En conclusión, creemos que hay elementos suficientes para suponer que el en-
clave se refortifica durante esca guerra, ya que ni inmediatamente anees ni después
se suscitarán conflictos transfroncerizos que justifiquen su presencia. Más aún, po-
demos suponer que se construyó en un momento avanzado de la confrontación,
cuando las campañas se tornan abiertamente desfavorables para España y se percibe
el riesgo inminente de peoetraci6n masiva de tropas portuguesas en el territorio
español. La fecha de esa ruptura es 1661, cuando Portugal comienza a recibir el
abierto apoyo de Inglaterra.
Por el contrario, una vez terminada la guerra, y reconocida la independencia
portuguesa, no tendría sentido el mantenimiento de la guarnición en Vilvestre. Si
acaso se concentrarían las tropas en los puntos más vulnerables o estratégicos, evi-
tando una contraproducente dispersión.
Analizar la tipología de la construcción en el contexto de la ingeniería militar
de la época consideramos que es un esfuerzo q ue rebasa las posibilidades de este
trabajo, que al menos ha sentado las bases para cal estudio documentando un des-
conocido fuerce. Sólo apuntaremos unos mínimos daros.
Únicamente desde la adecuación a la amenaza real puede encenderse que se
consideren aún operativos, y por tanto se integren a la fortificación, elementos ta-
les como las corres de flanqueo cuadrangular de origen medieval. Además de una
economización del esfuerzo revela que el ataque artillero direcco se consideraba
poco probable, pues es una estructura especialmente vulnerable.
Pero tampoco se descartaba como demuestra el extraordinario espesor del
lienzo en el área 1 (Fig.-20), o la construcción de corres semicirculares, más ope-
rativas. El primero es otro ejemplo de adecuación y rencabilización a las posibili-
dades constructivas del lugar. Se emplean los materiales procedentes del mismo ce-
rro y de las anteriores estructuras, sin modificarlos, centrando todo el esfuerzo en
la construcción. Extraño es que se levante un paramento recco, igualmente frágil.
Quizás está condicionado por la topografía de la ladera y la intención de reaprove-

114 SALAMANCA, Rcvisca de Escudios, 39. 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

char las viejas estructuras, con lo que se ganaba velocidad en la terminación, o por
considerar, como hemos mencionado, que el ataque artillero era una amenaza le-
jana. Sea como fuere se tomaron ciertas precauciones y se suplió ese defecto con una
ingeniosa técnica. Además de la desorbitada anchura se utilizó una batería adosada
de muros que, de hecho, funcionan de manera independiente en su dinámica. Se
trataría de varios "muros falsos", si así puede denominarse, que en el caso de su-
cumbir uno de ellos dejaba intacto al siguiente, evitando el desmoronamiento de
todo el lienzo.

• l.A utilización reJidual del cerro


Al exterior del recinto, en el área 2, se localizaron un con junto de evidencias
que parecen definir una pegueña construcción. Así se conservan los restos de un
muro (la U.E.- 13. Fig.- 8), ubicado en paralelo y al Sur de un rebaje (U.E.-8. Figs.-
8, 23) efectuado en el Nivel Geológico, con un supuesto piso de tierra apisonada
(U.E.-14) entre ambos.
El rebaje aprovecha un cantil natural de 1 m . de altura provocado por una dia-
clasa, con dos lados prácticamente perpendiculares. El más largo, con 4,70 m., dis-
curre de Oeste a Este, donde cambia de d irección orientándose hacia el Sur, avan-
zando con una trayectoria de 4,50 m. hasta enlazar con el murete U.E.-13. Esce
cerraría el tercer lado, q uedando abierto hacia el Oeste. Esca línea de rotura, al me-
nos su flanco Norte, ya fue explotado con la construcción de los recintos. Así el
medieval se emplaza inmediatamente por encima y el moderno discurre aproxi-
madamente en paralelo un poco más arriba (Fig.- 8). Algo semejante debió ocurrir
con esta edificación, pues el derrumbe que lo cubre (U.E.-6. Fig.- 26) procede de
la parte alta del terreno, por encima del cantil natural. Ésto permite suponer que
p rocede de algún murete formado por barro -tapial o adobe- que se alzaba al res-
guardo de las viejas murallas.
Tal construcción no parece tener un carácter habitacional, sino que posible-
mente sirvió como dependencia agrícola (quizá destinada a la producción, lo que
relacionaría las ruedas de molino aparecidas con estructuras como las piletas cono-
cidas como "La Cama de la Diabla").
Su mera presencia es contradictoria con el establecimiento militar, ya que va
en menoscabo de su defensa. Consideramos que únicamence pudo instalarse a par-
cir del momento en que ésce quedó abandonado a parcir de las décadas finales del
s. XVII . No obstante su pervivencia fue corca pues quedó sepultado por los de-
rrumbes procedentes del colapso de la muralla moderna.

• El definitivo abandono y la mina del castillo.


Salvo esca mínima ocupación, residual respecto a la función del lugar, y tran-
sitoria, por la dinámica de ruinificación, podemos considerar que el castillo estaba

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 115


CORT~S S.,J L., CUADRADO B., A., OLIVERA A.. M' DEL R., HERN..\NDEZ V. , M.V.

abandonado desde Ja finalización de la Guerra de Independencia de Portugal en


1668.
Desde este mismo momento comienza el deterioro de las escruccuras. Aunque
sin duda hubo una actuación ancrópica por la cual se convirtió en cancera de ma-
teriales constructivos, parece deberse fundamentalmente a factores naturales, acen-
tuados por la falta de mancenimienco: la meteorización, el debilitamiento de la ci-
mentación por las aguas de escorrentía que debían quedar embalsadas en Ja
muralla, la disgregación de la trabazón de barro, la acumulación de depósitos eó-
licos y derrubios de ladera, ecc.
Redundando en esa no incencionalidad de la ruina constatamos cómo en el ex-
terior se va depositando una fina capa de cierras (la U.E.-1 3 del área l. Fig.- 10)
que inutiliza por colmacación la red de canales de drenaje. Será ésca la capa base de
la estratigrafía en esce sector, que ocultando paulacinamence el afloramiento -que
recordemos era la superficie exterior de las fortificaciones-, se verá a su vez sepul-
tada por los derrumbes (U.E.-3. Figs.- 10, 19) de la construcción.
Aunque obviamente hay unos ritmos en la degradación, y una marcada esta-
cionalidad, podemos suponer que el proceso se aceleraría hasta culminar con el co-
lapso general de los muros. Colapso que está señalado por varias superficies de ro-
tura, las interfases negativas verticales.
Aunque marcados por la pendiente narural y ubicación de cada elemento, el
derrumbe "vuelca" hacia el exterior, y es desplazado por fenómenos poscdeposicio-
nales ladera abajo. En unos casos, esa superficie quedará temporalmente a la in-
temperie; en otros se ocultará por los derrumbes de estructuras ubicadas más arriba
en la ladera; Y, sólo cuando se han conservado importantes estructuras que nivelan
relativamente la caída, el derrumbe cubre a los propios elementos de los que pro-
cede.
Hay una escrecha correspondencia entre la calidad constructiva y el grado de
afección; así los param entos de mampostería ordinaria (toda la nueva muralla) es-
tán mucho más afectados, y por eso en la actualidad aparecen peor conservados que
la corre de flanqueo cenera! (revestida por auténticos sillares de granito que re-
fuerzan las esquinas y forman cajones), y que, recordemos, ya había soportado el
mismo fenómeno desde el abandono del recinto bajomedieval. Pero obviamente
hay una relación directa también con el relieve; y así la parte central, donde la pen-
diente es suave se han conservado mejor que en los extremos, donde hay taludes
prácticamente verticales.

Por las respuestas del (acasero del Marqués de la Ensenada (1752) sabemos que
el castillo todavía podía reconocerse, aunque ya como una ruina. El proceso no
puede considerarse com o un hito cerrado, y evidentemente continuará hasta que
en la siguiente fase se pierda completamente la noción de su identidad e incluso
de su existencia.

116 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

• La "desaparición" de los castillos.


Las ruinas del castillo son ya propiedad del Concejo, y para rentabilizarlas pro-
cederá a la venta de parcelas.
Como ya comentamos, la parcelación fosiliza en cierta medida la planta de la
fortificación. Ello es indicativo de que cuando se realiza la delimitación algunas de
sus estructuras son aún visibles. Es más, dentro de la zona de intervención se com-
probó como el patín (A/1- U .E .-7. Fig.- 8) de una cortina discurría en paralelo al
lienzo de la muralla, e inmediatamente por encima se ubicaba el majano (U.E.-8)
con las piezas desechadas. La localización de éste no es aleatoria: si el material uti-
lizable procediera de la parce baja jamás habría sido acumulado por encima de la
tapia en construcción, por el contrario debe haberse recogido de un punto por en-
cima de la ladera. Si no hay evidencias de extracciones en el afloramiento, la "can-
tera" sería los derrumbes y los restos de los alzados conservados de la misma mu-
ralla.
La considerable encidad constructiva del pacín está justificada por el impor-
tante volumen de tierras que debía contener. La obra actuó como freno en el des-
plazamiento de los escombros del exterior del recinto; dato éste que en la seria-
ción cronológica se deduce también por el hecho de estar construido corcando a
la U.E.-3 o derrubio principal. Por canco sabemos que la cortina se cerró después
no sólo del abandono del castillo y del cambio de titularidad sino del desplome
general del recinto, y que su final coincide con la recompra del terreno por el
Ayuncamienco de Vilvescre y la apertura del camino. Ese marco está comprendido
pues encre mediados del s. XVIII y finales de los años 80 de este siglo.
Todavía en esta fase sigue completándose el arrastre de materiales más finos
desde la parce alca, con pequeños derrumbes. Es el origen de depósicos como la
U.E.-3 del área 2 (Fig.- 23), o de la U.E.-4 del sondeo interior que recubrirá la de-
pendencia adosada a la muralla (Fig.- 26 ), ocultando el suelo (U.E.-9).
El proceso finalizará con la formación de la nueva cobertera vegetal (identifi-
cada por la U.E.-2 en codas las áreas. Figs.- 10, 23). Todos los restos de las estruc-
turas constructivas, y aun sus derrumbes, se irán paulatinamente cubriendo por se-
dimentos que se asentarán y serán colonizados por las planeas, conformando así la
nueva superficie de la ladera meridional del cerro del Castillo.
De esta manera se ha perdido cualquier evidencia significativa de la obra prin-
cipal del castillo, su cierre Sur. Hasta tal punto es irreconocible que los propios ha-
bitantes de Vilvestre no recuerdan su antigua existencia, por más que algunos in-
vestigadores lo afirmen, basándose para ello en la documentación (el P. Morán o
García Boiza), o en pruebas muy circunstanciales o indirectas (Gómez Moreno).
No será hasta la extracción de tierras del año 1990 cuando recobremos física y
patentemente su entidad, y hasta la conclusión de esta investigación cuando recu-
peremos su identidad.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 117


CORTÉS S.,J L , CUADRADO B., A.• OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNOEZ Y., M.V.

7. CONSOLIDACIÓN Y ADECUACIÓN DEL YACIMIENTO

En el proyecto presentado por el Excmo. Ayuntamiento de Vilvestre se in-


cluían los trabajos de adecuación y limpieza del cerro del castillo. El objetivo era
el de dignificar la construcción y su entorno, convirtiéndolo así en un polo de
atracción patrimonial junto al taller neolítico.
Se pueden diferenciar las labores de acondicionamiento y las referidas estricta-
mente a las estructuras arquitectónicas, descubiertas en el año 1990 y documenta-
das con la actual excavación.
Entre las primeras podemos mencionar la limpieza de matorrales y la mejora
de los caminos que circundan el cerro, con especial atención al camino peatonal
que une el mirador artificial con el taller.
En cuanto a las estructuras, se buscaba una reintegración volumétrica parcial,
que facilitara la lectura de los lienzos y torres, a la vez que se consolidaban las rui-
nas y se regulaba el acceso al interior del recinto.
Para ello se planteaba la reconstrucción de los lienzos en los eramos más dete-
riorados, con especial incidencia en el corte efectuado con el desmonte del año
1990. El recrecimiento emplearía un aparejo y técnica similar a las de la muralla
de Época Moderna, levantando un mínimo de hiladas, diferenciadas por la inclu-
sión de ripios y fragmentos de cejas en la superficie de rotura original. No se tra-
taba de reconstruir el perfil o alzado de la muralla en toda su entidad, sino única-
mente de enlazar eramos discontinuos, ofreciendo la sensación de obra única. Por
ello en algunos puntos se reconstruyeron sólo una o dos hiladas (Figs.- 33, 34).
El descenso notable del afloramiento en dirección S.SE./N.NO. determinaba
diferencias de más de 6 m. de la base de la muralla entre puntos extremos. Por ello
resultaba desacercado intentar nivelar las cabeceras de los muros, algo que ni can
siquiera debió ocurrir en la construcción original. Las soluciones pasaban por d i-
bujar un perfil quebrado, con descensos escalonados, que hubieran incrementado
su comprensión como ruina, o, por el enrasamiento en un plano inclinado conti-
nuo, que es la que finalmente se adoptó.
Como aparejo se empleó la mampostería procedente de los derrumbes, junco a
alguna pieza de mayores dimensiones -que trabaría el muro hacia el interior al co-
locarse a cizón- traída ex profeso. Fundamentalmente se trata de bloques de cuar-
cita de mediano tamaño y alguna laja pizarrosa, sin desbastar. Se colocó hacia el
exterior la mejor cara, ordenándolo en hiladas de altura regular, procurando matar
las juntas. Como trabazón se empleó barro, que si bien en la actualidad destaca en
las juntas, el lavado por lluvia igualará a la obra original.
Las esquinas de la torre cuadrangular se levantaron en varias hiladas, utili-
zando piezas de granito escuadradas, pero manteniendo siempre el perfil escalo-
nado que caracterizaba su estado previo.
La inexistencia de un acceso en estos paños y su reconstrucción, impedían un
cómodo acceso a la parce alta de la muralla y al interior del recinto. Para solven-

118 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

tarlo se habilitó una subida escalonada en el espacio existence encre el cubo origi-
nal y la medianera con la siguience parcela.
Finalmence, las áreas de excavación interior fueron rellenadas con la tierra eva-
cuada, compactándose y regularizando su perfil respecco a la ladera.
No queremos terminar sin mencionar la repercusión favorable con la que co-
dos los trabajos realizados fueron acogidos por los vecinos de Vilvescre, e incluso
el eco que tuvieron en la prensa, como una parce más de un proyecto de revitali-
zación patrimonial asumido por la represencación del pueblo, cual es su Ayunta-
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CORTés S., J L , CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

FIGURA 16. Visea del cerro de "El Castillo" desde el Esce.

FIGURA 17. Placaforma supecior del cerro.


Caaciles del llaneo Escc.

124 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


UNA l'ORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VU.VESTRE (SALAMANCA}

FIGURA 18. Área l. EsDdo previo. A la izquierda, en primer plano, parce del dcsmonce del año 1990.

fK;URA 19. Áru l. Derrumbe (U.E.-3) cubriendo las csuucruras mumias (U:U:E:E. 5, 6 y 9)
del ~tillo.

ALAMANCA, Revista de Escud1os. 39, 1997 125


CORT~S .• J L. CUJ\DRJ\00 8 .. J\ .. OLIVERA J\., M• DEL R . HERNÁNOEZ V.• M.V

FIGURA 20. Áre11. l. Cumbrero de los restos de la muralla de Época Moderna.

flGlJRA 2 1. Área l. Restos de los muros adosados del recinto moderno. A la derecha el canal de avena-
miento (A/ 1. U.E.-12) y a l fondo la torre de flanqueo

126 Al..AMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

FIGURA 22. Área l. Lienzo y cubo del recinto


de Época Moderna.

F IGURA 23. Árc-d 2. S«ci6n de la cobercera vegetal y derrumbes que oculcaban los rescos de los dos re-
cintos. El muro bajo corresponde al paño de la fortificaci6n bajomcdicval.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39. 1997 127


CORTÉSS.,J L, CUADRADO B., A., OLIVERA A., M' DEL R., HERNÁNDEZ V., M.V.

.FIGURA 24. Conjunco de hoyos excavados en el afloramienco (U.U.E.E. 23. 24 y 25)

FIGURA 2:>. Frence de la romo de flanqueo central correspondieme al recinco medieval y reaprovechada
en Época Moderna.

128 SAJ.AMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


UNA FORTIFICACIÓN OLVIDADA: EL CASTILLO DE VJLVESTRE (SALA MANCA)

FIGURA 26. Área 3. Inicio de la excavación en la dependencia inrerna de la muralla

FIGURA 27. Área 3. Sección de la muraJJa. Se observa su hoja inrerior (U. E.-6) y el relleno de lajas
(U. E.-3).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 129


CORTÉS S.. J L . CU ADRADO B.• A . OLIVERA A .. M' DEL R .. HERNÁNDEZ V.• M V.

FIGU RA 29. Área 3. Dependencia interna en la que se observan los rescos del muro de comparcimenca·
ción (U .E.-8). el pavimenco de rierra apisonada (U. E.-9), su capa de preparaci6n y nivelado (U .E.- 13),
y un muro bajomed1eval parcial mente derribado con In reforc ific:aci6n de ~poca Moderna.

FIGURA 30. Área 3. Dependencia interna tras su excavaci6n. Se aprecia el cambio de técnica en la cara
interna de la muralla.

130 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


UNA FORTIFICAOÓN OLVIDADA· EL CASTILLO DE VILVESTRE (SALAMANCA)

FIGURA 31. Área 3. Decalle de la obra de encauzamicnco y arar1ca ab1erG1 en el muro moderno.

FIGURA 32. Zona de encuentro encrc la muralla moderna (en primer t~rmino) y la corre de ílanquto 1>2-
jomedicval. En 6ca se aprecia el "chape:wlo" o forro txcerno.

SALAMl\NCA, Revisca de Escudios, 39. 1997 13 1


CORTÉS S.,J L, CUADRADO B.. A., OLIVERA A., llf• DEL R., HfRNhNDEZ V., M.V.

flGUllA 33. Área 2. Escado final eras las labores de adecuación y la. rei ntegración volumétrica.

FIGURA 34. Área l. Estado final.

132 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


SALAMANCA. Rnistadc Estudios, 39, 1997. Págl. 1}3-18}
ISSN: 0211-97 30

LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCIPE


EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ ·

. SALUSTIANO DE OJOS

RESUMEN: El doctor )W:O Gutiérrez fue uno de los juristas más relevan-
tes del tn0.1 italiílls cardfo en Castilla a fines del siglo XVI y com ienzos del XVII.
y
Aunque no fue muy innovador en materia del poder del príncipe sigui6 las
pautas usuales de su tiempo en defensa del orden social de privilegios.

SUMMARY: The doctor Juan Gutiérrn was one of che most relevant ju-
rists of the late mos italiC111 in ·Castile at the end of the sixteenth cenrury and the
begioning of the sevemeenth. However, he did not innovate too much, and in
che matter of the prince's power, followed che main rules of chis rime in defense
of the social privileged order.

PALABRAS CLAVE: Soberano / Absoluto / Dere~ho de terceros.

l. INTRODUCOÓN

Dentro de la larga nómina de juristas que se desarrolla en la Corona de Casti-


lla entre fines del siglo XV y la primera mitad del siglo XVII, Juan Gutiérrez
ocupa un lugar muy notable, tanto poc la amplitud de su obra como por la calidad
de la misma, sin olvidar su "Valor práctico. Del prestigio que adquirió hablan las
continuadas ediciones de sus libros, en España y fuera de ella, hasta bien entrado
el siglo XVlll, en diversas ocasiones bajo la forma de obras completas.
Civilista y canonista, dotado de una sólida formación académica, que tuvo
luego ocasión de poner a prueba en sus tareas de abogado y consulente, sus pre-
ocupaciones se extienden a todos los campos del saber jurídico de su tiempo, de
modo que podemos ver en las publicaciones de Juan Guciérrez un compendio de
ciencia del derecho, dirigidas a teócicos y a prácticos, más a estos últimos. Por
otro lado, la generosidad de sus citas, y en particular la mención de la casi toca-

SA1AMANCA, llcvi.sta de Estudios, 39, 1997 133


SALUSTIANO DE DIOS

lidad de los juristas castellanos, entiéndase desde Moncalvo hasta el segundo de-
cenio del siglo XVII, hacen del doccor Gut iérrez un guía indispensable para el
conocimiento de la jurisprudencia en los reinos de Castilla y León durante más
de una centuria.
No obstante, debemos asimismo decirlo de antemano, no es Guciérrez un
jurista especialmente innovador, pues se inserta en el seno de la corriente ma-
yoritaria del pensamiento jurídico castellano, que es la del mos ita/icus tardío y
la de la plena ortodoxia de la iglesia romana, entonces tridentina. Ello no sig-
nifica tampoco falta de personalidad, anees, por el contrario, en numerosísimas
ocasiones se manifiesta el autor discrepante de otras opiniones de jurisconsul-
tos, por afamadas que fueran, razonando su propia postura. Una cosa no empece
la otra.
Por lo que se refiere a su doctrina sobre el poder del príncipe, nuestro cerna es-
pecífico de estudio, hemos de decir que no se enfrenta de forma expresa con la
cuestión de la soberanía o el poder absoluco del monarca, ni en él encontramos un
tratado más o menos monográfico sobre la potestad del rey o del papa, e incluso
en ocasiones se muestra deliberadamente evasivo en sus pronunciamientos. Pero
dicho esco, debemos señalar que el poder del príncipe está omnipresente en su
obra, en todos sus escritos, a propósito de los más variados asuntos, aunque apa-
rece sobre todo en los relativos a dispensas, licencias, legitimaciones, beneficios,
exenciones o privilegios, de decisiva incidencia en una sociedad como la señorial
que venía caracterizada por la desigualdad anee el derecho de escamemos, corpora-
ciones y territorios.
Los planteamientos de J uan Gutiérrez en torno al poder del príncipe se sit úan,
como luego verem os, en los términos clásicos de qué puede y qué no puede hacer
el príncipe, o de las relaciones entre potestad y voluntad, con predominio en su
caso de los criterios limitativos, en defensa de los derechos adquiridos o de terce-
ros. La distinción de naturaleza entre derechos y la doctrina de la causa son p iezas
claves en su argumentación al respecto, como lo venían siendo ya para la mayor
parte de juristas.
Adelantado el objeto, con algunos de sus caracteres más .llamativos, voy a alu-
dir al esquema expositivo del trabajo. Es bien simple, pues para una mejor com-
prensión del autor se comenzará por unas cuantas palabras sobre su biografía, a
continuación haré referencia a la obra juríd ica, método y características de la
misma, y ya eras esto me centraré en el análisis de su doctrina acerca del poder del
príncipe. De inmediato vamos a relatar lo que se sabe de su vida.

2. NOTAS BIOGRÁFICAS

Todavía quedan muchas lagunas por cubrir acerca de la vida de J uan Gucié-
rrez, para comenzar no sabemos las fechas precisas de su nacimiento y de su

134 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

muerte, aunque ocros daros sí los conocemos mejor 1• N ace en la ciudad de Plasen-
cia, al parecer entre 1535 y 1540, en el seno de una familia perteneciente a la hi-
dalguía urbana y alü realiza estudios de G ramática y Humanidades2. De su patria
nativa siemp re se sintió muy orgulloso, en las portadas de sus obras y en las licen-
cias para imprim ir aparece como abogado p lacenrino, y q uizá por ello le dolió más
la falca de comprensión hacia su obra de un conciudadano suyo, el también céle-
bre jurista Alonso de Azevedo, cuando él canco citaba3.
Fue legista y canonista. Por lo que se refiere a su formación de civilista, pro-
funda y p rolongada, la recibió en la Universidad de Salamanca durante los años de
15 54 a 1566, llegando a grad uarse en ella d e bachiller y licenciado en Leyes eras
seguir los cursos y exámenes de rigor4. Entre los maescros de la academia salman-
tina sintió g ran admiración por Antonio de Padilla y Meneses, a quien dedica uno
de sus libros) y alaba en diversos momencos6.
Menor cerceza tenemos respecto a los estudios de derecho canónico de Juan
Guciérrez. Sabemos que fue bachiller, licenciado y doctor en cánones, pero no hay
constancia de la Universidad donde se graduó y sig uió los preceptivos cursos.
Hasta es posible q ue simultaneara en la Universidad de Salamanca las enseñanazas
de leyes y cánones pero que se g raduara en derecho canónico en otra Universidad,
cosa nada infrecuente en su época, por los costes que acarreaba obtener los grados
en Salamanca, principalmente el título de doctor' .
Si estos fueron sus estudios y g rados, a semejanza de otros muchos que sobre-
salieron en el mundo del derecho, q ue también tuvieron La condición de civiliscas

l. No he hecho ninguna invescigación de archivo sobre la vida del aucor, por lo que cuanro sobre
ella d iga está basado en fuences impresas, en especial en el trabajo de ). García Sánchez: «Juan Guciérrez:
J urisconsulto español del siglo XVI , intérprcce del derecho romano en materia financiera~, en /111 Comm11nt,
XIV (1987), pp. 57-99. He de apunca1 cambi~n que continúa siendo muy útil, a pesar de sus errores, lo
que sobre la vita ti 1rrip1is del autor escribiera Antonio N assarre y Perriz como p reliminar al primer volu-
men de la Opera Omnia. Civilia, Canonira ti Crimina/ia, In XIV Tom1s comprehensa, D. Joannis Gucierre:t,
). C. H ispe.ni, Ginebra (Colonia Allobroguum), 1731. En cambio, tiene menor inm~s N . Antonio, Bi-
bliotbtxa Hupana Nova, 1, Reimp., Turín, 1963, pp. 708-709, cuya biografía de Juan Guciérrez se incor-
pora igualmente en los preliminares del vol. 1 de las mencionadas obras complecas.
2. García Sáncha, •J uan Guciérrcz•, pp. 58- 59.
3. De Aievedo, conciudadano suyo, como le llama, se queja de que no le ci te a propósito de una
cuestión, si los estatutos de una ciudad o vi lla necesitan confirma.ción regia. Puede verse en Prar1icar11m
Q111U1tion11m Civi/i11m. S11per Libro Sato ti S1p1imq Stntntl.u PartiJ ti aliis legib11s prtadm1ib111 Libror11m, Nwae
Co//tl(lionis Rtgis Hispaniae. Li/Jcr IV, Amberes, 1618, Quaescio 53, n. 1.
4. Lo expone documencadamence Gascía Sánchez, •Juan Gucifrrcz•, pp. 60-73.
5. A su maestro Anconjo de Padilla Meneses, presidente del Consejo de las Ordenes, con sus más
enceodjdos elogios, como que sus méritos y vi rtudes eran conocidos no sólo en España sino en coda Eu-
ropa. le dedica Trarta/1111.-iparti1111. De iJ1ramtn10 confirmatorio, ti aliu in l11rt varii1 rtJolJ1tiontb111, Amberes.
1618, pero con primera edición en Plasencia, 1H3.
6. Mtrito dixir dominus '"'us don llnron, argumenta para defender la tesis de la necesidad de entregar
precio a cambio de la expropiación por el rey de un bien a algu no. En Rtpdititiones Stx 11 A//1ga1iont1 IJ1riJ, sivt
Comi/ia P/11.-a, Amberes, 1618. En concreco, Repccicio Solemnis L Nemo pocesc, ff. de lcgacis primo, n. 73.
7. Como hipótesis planee.a la cuestión García Sánchez, •Juan Guciérrez•, p. 59.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 135


SALUSTIANO DE DIOS

y canonistas, sí sorprende su carrera profesional, ya que se limitó a dos facetas: la


de abogado en Plasencia y la de canónigo doctoral en la catedral de Ciudad Ro-
drigo. Ambos menesteres aparecen recogidos en portadas de sus obras y están su-
ficientemente contrastados. El oficio de la abogacía lo ejercería de forma estable
desde 1566 basca 1577, año en que pasó a obtener por oposición la canongía doc-
toral civicacense, o mirobrigense, beneficio que desempeñaría hasta el fin de su
vida~.
la exccañeza viene dada porque no sisuió el cursm hont>rum habitual, ya que ni
fue catedrático de ¡tlgu~ de las tres Universidades de mayor renombre: Salamanca,
Valladolid y Alcalá, ni ocupó un cargQ en Audiencias y Consejos, al servicio del
monarca, ni tampoco se vio proroocionado a un obispado. Si bien es verdad que no
le falcaron valedores .para alcanzar un puesto de justicia o alguna prelacía, según
revela la súplica .que en su favor eleva al papa en 1597 Martín de Salvatierra,
obispo <Je Ciudad Rodrigo, ponderando las virtudes y ciencia jurídica de Juan Gu-
"cié~rcz9. Nuesuo autor, por su partÓ',"tambiéo hacía méritos con las dedicatorias de
sus libros, dirisidas a prelados'º• presidentes de Consejosll, validos y otros altos
disnacacios del rey•2, e incluso al propio monarcat3.
En cualquier <;aso, el doctor Gutiérrez fue muy valorado como jurista, en su
tiempo y después de su muerte, que hubo de acaecer hacia fines del segundo de-
cenio del siglo XVII, dado que por entonces deja de publicar14. Que en su tiempo

8. Garct. Sándwz. •Juan Gut~nn•, pp. 6o y 68.


9. Para la ci tada súplica, García Sinchcz, •Juan Guti~rrez•, pp. 68-69.
10. A Pedro Puertocatttt0, obispo ck C6rdob., le dedica su libro Consilionn. 1ive rrspo11sontlfl w/11-
._ .,,.,., Ambern, 1618. A w vez, a Antonio de Idiaqua M.anriquc, obispo de Ciudad Rodrigo, le di-
rige otra obra: Prllllkanm Q1111ts1io- tiru Ltgcs RtgÍAI Hispa"úu S-,,J,,e Partil NOVM Coll«tiMiJ IUgiM,
Tr4'1dl111 áe G11/xllis, Amberes, 1618.
11. Si • i u maescro Antonio de Padilla Meneses, presidente del Consejo_de las Ordenes. le dedica el
TrtKllllllJ IÚ i11r-"'º <tmfi"11d/Mio, a Pablo de laguna, presidente del Consejo de Indias, le dirige en l )97
oao de sus libros: C.-,,,iunt11 Q1111cs1ion1111J, 11triMsqMfari. "'"' exttrioris q1111"' inltl'Wris ,.,,¡_ Lil/lri IÚto, Am-
beres, 16 18. De modo semejante, Juan de Acuña, presidence del Consejo de Cascilla. sen objtto de 002
dedicacoria, la hallamos en; Pr«tÍunn!I QMMStio"""' Civili11111- SllPW Libro SQClo á Stpti- StatNiM P11niJ á
aliiJ ltgib11J pr~tibMS LibrwMM, Norw C#ltiaiais Rt«is HiJf"'•Í«, Amberes, 1618.
12. A Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, duq~ de Lerma. le dedica sus C1111oniUnt• tfllMtlitr
"""' N1ri11.1q111 fon, ldtrr tXterioris ,,,,,.,,, intwi<wit a11ill'lllL Likr Tmi111. Q11i 101111 ci1'C4 sJ>OtlSlllu áe /U111ro á 11111-
triwwnia llt'r1a111r, Amberes, 1618. Dentro de la misma fam ilia, a Bernardo ck Rojas y Sandoval, cardenal
de Toledo y del Consejo de Estado de Felipe UI, ie dirige otra obra: Traaa111J llWllJ. áe 1111Jis a atris tniu.
n1m. e/u¡1a effi<io d obligatiOM T11lontlfl ti Clll'lllontlll, ipsqn""I"' mermú, Ambefts, 1618. POf otro lado, a Juan
Gómez, del Consejo y Cámara ck Felipe 111, va dedicada la obra Pranit'4r11t11 Q11Mt1i- Civili11m s11per
pri11111 pat1t f....tg11tn Ntn'M Coll«tio11ü RtgiM HiJpaniJU. Li'- ll/. IV á V, Amberes, 1618.
13. AJ Fh1/1p11., 11 Rtgll1fl ""''"""'"' <111holint•. hispa11iar11111 d illlliant,,, i11 orit!llU á otriámu "-ituttr
mn dedica una de sus obras: Prani<11l'11"' Q11aestio1111• <ivi/ix,,,, S11per q11i"'11a priorib11s libriJ Pri""" P11rtis Lt-
g11m NovM CJl«tiones Regiae HispaniM Li'- I ti 11, Ambttcs, 16 18.
14. P6'tuma, en 1634, aparece en Salamanca su obra: Pr11Xis cri11tinalis rivilis ti ca11111i<11 in lilmlm ot-
tavum n<>11111 RtJfopiL11io11is Rtgúu, siw P,-llCtÍ{(Jl'lltn Q11t11i01111m Criminali11,,,. Poc esta circunscancia no pudo re-
cogerse en la edición de sus obras completas efectuada en Amberes en 1618, aunque sí se hau, poc su-
puesto, en rttopilaciones posteriores.

136 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997


LA DOCTJUNA SOBRE EL PoDER DEL PRfNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTJgRREZ .

.fue muy apreciado lo podemos éomprobar por la citada suplicación de Martín de


Salvatierra, obispo de Ciudad Rodrigo, en 1597 . .También es. otro testimonio la:
aprobación que en 1616 lleva a cabo el Consejo Real respecto del libro tei:cero de.
sus Canonicarum q11aestionum, en términos de g~n e.logio aLautor1'.
Pero de su fama· como jutiscolisufro son espléndid~ muestras sus dictámen~
en casos de gran trascendencia en que se requirió su opinión en 9erecho. Una de
sus ·intervenciones se produjo en defensa de la condición originaria de noble2a de·
l~ nacup.les del Señorío.de Vizcayá, en oposición a Juan García.de Saavedra, que.
decía· qu~ .-era adquiridat6. De gran entidad a5imismo en una sociedad de privile:
gio se ha de considerar la información, un dictamen suyo, que po'i encargo y apro- .
baci6n de la Congregación ·de las ·Iglesias de los reinos de Castílla y León, e islas a .
ell0$ adyacentes, se eleva al rey Felipe 11 y a su·Consejo en defensa de la inmuni-
dad de l<>S clérigos, de no ser obligados a pagar si5as ti otras contribuciones, o los
millones concedidos por el reino, a no ser con. licencia del papa. A 'e sta: Congrega-
ción acudió Gutiérrez en calidad de procurador de la Catedral de Ciudad Ro-
drigot 7. Pqr no hablar de otros casos importantes f!n los qµ~ intervino .como con-
suleote en cuestiones relativas a la noble28ts.
.su prestigio .se mantuvo con posteriocidad a su mucne, para apreciarlo basca
con atender a las alabanzas que le presta Nicolás Antonio, a .fines del siglo XVII,
y más tarde, en el..siglo XVIII, Blas·Antonio Nassarre y Ferriz 19. Aunque en tOdas
las ediciones de .sus libros aparecen notidas·que ensalzan la alta calidad de jurista.
de Juan Gutiérrez.

15. Aprobando rl libro, sm.ala el Consejo cri sus hojas prdimin~ que es •muy docto y digno de
auror ran conocido por sus grandes letras en estos Reynos, como estimado en los exrraños ... Cito por C11-
m. ya
mmií4Nlm Q111usti111111m, Lib. mencionado.
16. u incervenci6n del jurisra placentino se produce a petici6n·del Señorío de Vizcaya, que lleg6 a
quc:rclluw contra Juan García de Suvedra, fiscal a Ja sazón en la Chancilkría dr Valladolid, porque rn una
obra suya sobre la nobleza de Espaila había escrito en perjuicio de la antigüedad y nobleza i:lel Señorío, ·SC'-
gún d«ía su procurador. El rey Felipe 11 y su Consejo Real aceptarían la tesis sostenida por el Señorío y
defendida por Juan Gutifon, hasta rl punto de que en una provisión drl Consejo, fechada en 31 de Enero
~ 159 1, se manda expurgar de la obra de Garda de Saavedn las rorrespoodientes páginas. Estas nocicias
y su .dicramen, en forma de lrlldahll sobre la nobleza de Vi:r.a.ya, se encuentran recogidos en Prlldi'4rltm
QllMStiotut•, Lib. 111 y IV, Quacst. 17.
17. El dictamen está fechado en Madrid en 1591 y 1.o incluyó en Dt GahtlliJ, Quaestio 92, que am·
püa con ooricias biográficas, así como del servicio de millooes, sobre el que llegaría aw:orizaci6n por Breve
del papa Urbano-VD pan que contribuyeran los eclesiásticos mediante demminadas aisas. Con anteriori-
dad al libro se había publicado el dict~n eo forma exenta.'
18. Me voy- a referir a un JOlo e.so, por no alargarnos, y es en punto a una cunri6n de gran tras-
crndencia para la ·n obleza, la legirimacióo por el papa de los hijos incestuosos con efectos suct30rios de ma-
yorazgo. Mú en concreto, la consulta a Gutiürn se produjo respecta a dos nobles sevillanos constituidos
en segundo grado de consanguinidad, habidos los hijos c-on promeia de d ispensa papal del matrimonio, y
fue resuelta por el papa ~n 1615, con dispensan r#ict del matrimonio. Dio motivo a un exhaustivo cra-
tamirnto docrrinal de la cuestión por parce del autor, como puede verse en C1111tmi'1lrü,,, Q111W1iem111r1, Lib.
111, cap. 74.
19. Mencionamos a estos autores ~n la nota l .

SALAMANCA , Rcviscade Estudios, 39. 1997 137


SALUSTIANO DE DIOS

3. OBRA Y Ml!TODO

3.1. Relación de la obra


Abundante es la obra del doccor Guciérrez, escrita a lo largo de más de cua-
renta años e impresa repetidamente, también fuera de España, en lugares como
Amberes, Venecia, Lyón, Frankfurc o Ginebra. Existen diversos trabajos donde se
mencionan sus libros, aunque hoy por hoy todavía falca un estudio que recoja co-
das las ediciones del aucor, que en vida acostumbraba a someterlas a revisión20. Por
fortuna comamos con diversas versiones de sus obras completas y siguiendo a una
de ellas, La realizada en Amberes en 1619, vamos a hacer un simple elenco de la
producción jurídica de Juan Gutiérrez, prescindiendo de denominaciones, fechas y
lugares de las sucesivas ediciones, carea que sobrepasa el cometido de este artículo,
que no debe ser ocro que la exposición de su doctrina sobre el poder del príncipe.
Según se ha ap untado seguiré para esca relación la edición de su Opera Omnia
efectuada con este nombre en Amberes en 1618, la cual está dividida en ocho vo-
lúmenes, acompañados codos ellos de generosos índices 21 • En el primer volumen
de Amberes se recogen sus Practicarum Questíonum ávílium. Super quinque priqribm
libris Primae Partís Legum N011ae Collectionis Regiae Hispaniae. Liber I et II. In qrúhus
centum octoginta duae Q11aestiones admodum utiles in praxi continentur. El segundo vo-
lumen, por su parce, con una mala distribución originaria de libros, contiene en
primer lugar las Practícarum Q11aes1ion11m civilium. S11per prima parte Ltg11m N011ae Co-
llectionis Regiae Hispaníae. Liber III. N et V. In quibus d11ae post cen111m Q11at.Stíones ad-
modum utíles in praxi co111ine11111r, que no recoge el libro IV, pese a decirlo en la por-

20. Una rclací6n de sus obras se encuencra canco en Nicolás Anconio como en Bias Anconi o de Nas-
sarre y Ferri2. La de ésre último es m~ decallada, pues cica varias ediciones de las obr~ complecas y
ariende- con numerosas imperfecciones- a la fecha de aparición de cada una de las obras, según puede com-
probarse en el vol.1 de la Opwa Om11i11 edmada en Ginebra en 1731. Aunque deouo de preocupacioOt'S de
ámbito madrileño, y dado que muchas de sus obras las edita Gucifrrez en Madrid, inceresa C. Pfrez Pas-
tor: Bibliografl11 Nu1drileiia o Desrripción tÚ las obraJ imJWtllls m M11drid (Sig/JJ XVI). Madrid, 1891; 81blio-
grll{Ú1 Madrtltila o DtsrriP<ión tÚ laJ obr111 improa1 m Madrid, P11rt1 Seg11nda ( 1601 111 1620), Madrid, 1906;
Bibliograf/11 Madrileña o Deirripci6n tÚ lllJ obras impresas m Madrid, Parte Ttrnra (1621al1625), Madrid,
L907. Por lo mismo, pero ahora en relación con Salamanca, es de gr.m interés L. Ruiz Fidalgo, La imprenta
m Salamanra (1501-1600), Madrid, 1994, en donde observumos que las dos primeras obras del autor: Rt-
pttition11m alltga1ion11""111t <ommmtariim1 y TranalltS tk i11ramtnto ronji""11ltono son del periodo placentino y
llevan las fechas de 1570 y 1574 (vol. JI, pp. 683-684 y 774-775, respectivamentt'). También, y a pesar de
las deficiencias, no deja de ser útil. sobre codo para las ediciones de fuera de España, A. Palau y Dulcer,
/11an1111/ dtl Lilwtro Hisp#11011rnai<J1no, VJ, G-H, Barcelona, 1953. Igualmente, y pese asimismo a sus caren-
cias, puede consultarse una obra en ciernes: Catálogo rolt1t1ivo tk obrllJ impresas m 101 siglos XVI 111 XVIII,
M.E.C., D.G.A.B., Sección 1, Siglo XVI, letra G, Madrid, 1974. En fin, no podemos olvidar las referen-
cias del único esrudioso de la obra del auror: García Sánchc2, «Juan Gutiérrez•, pp. 74-77.
21. A pesar de lo dicho, cambién urilizamos la edición de sus Oper11 Omnia de Ginebra, 1731, aun-
que sólo su vol. 1, por los preliminares, así como el vol. VI , el úlcimo, en razón de su magnífico índice ge·
ncral de materias.

138 SALAMANCA, Rev ista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PlÚNCJPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

rada, y luego en el cuerpo del texto se engloba como un todo el libro III-IV, que
en realidad es el III. En segundo lugar incluye Practicar111n Quaestionum Civilium.
Super Libro Sexto et Septimo Secundae Partís et aliis legib11s praecedentibus Librorum, No-
vae Collectionis Regiae Hispaniae. Liber N. In quibus LXXIII Quaestiones admodttm uti-
les in praxi continentur, que ahora sí es el libro IV.
En el tercer volumen encontramos esce equívoco rótulo: Canonicarum Questio-
num, utriusque fori, tam exterioris quam interioris animae. Libri duo. Cum eiusdem Repeti-
tionum, Allegationttm, et Consilior11m. Volumine Uno. In q11ib11s m11/tae q11aestiones in praxi
admodum utiles continentur. Equívoco porque sólo se hallan en este volumen los dos
primeros libros de sus cuestiones canónicas y no las repeticiones, alegaciones y con-
sultas. Las cuestiones canónicas tienen su continuación en el volumen cuarto, que
es más monográfico: Canonicarum Q11estion11m 11triusque fori, tam exterioris quam inte-
rioriJ animae. Liber Tertius. Qtli totus circa sponsalia de futuro et matrimonia versatur22.
El quinto volumen, misceláneo, se cicula: Repetitiones Sex, et A/tegationes lllris,
sive Consilia plura, a lo que se añaden escas palabras, signo de su reelaboración y re-
edición: post secundam editionem hispanicam iam prima in Germania edita, recognita et
auctore reddita, que no son Las únicas precisiones, pues se recogen otras: Omnium iu-
riJ cons11/tor11m, tam Theoricorum quam Practicorum commodo, et bomno prostant23. El vo-
lumen sexro es un tratado: Tractatus tripartitus. De iuramento confirmatorio, et aliis in
Jure variis resolutionibus24. También contiene un tratado el séptimo: Practicarum
Quaestionum circa Leges Regias Hispaniae Secundae Partís Novae Co/tectionis Regiae.
Tractatus de Gabe//is25. Por fin, el octavo es un nuevo tratado: Tractat11s nov11s. De
Tute/is et Curis minorum, deque officio et obligatione Tutor11m et Curatorum, ipsor11mq11e
mercede26. Al margen de la edición de Amberes de 1618 sólo quedó una obra pós-
tuma: Praxis Crimina/is Civilis et Canonica in Libr11m octavum novae Recopilationis Re-
giae, sive, Practicarum Quaestionum Criminatium, Tra.ctatio nova. Omnibus iurisconsultis
t11m in Scholis versantibus apprime utilis et nece.ssaria27.

22. Tan monográfico es que la paginación viene encabezada por esre r6culo: Tractt:ttus ~matrimonio.
23. Pero campoco son las únicas adven:encias que debemos hacer en relación con este volumen, ya
que aparece como obr:a separ:ada, no obstante el cículo incial, su Consiliorum si11t rtsponsorurn volumen unu111,
con esca adición: In quo mu!tt:tt, aequat gravissimae Quae.rriones in praxi pasim obviat, non accurate min11s, q11am
solide disso/v11ntur. Onmia nunc demo hoc postrema editione recognita. necnon imegris d11odecim ComiliiJ loc11ple1ata.
La edición separada está justificada, porque originariamente eran dos libros distintos.
24. A. lo que sigue esca leyenda: Universam mattriam, satis amplam 11 difmsan quidam, nunquam tamm
ita rongt.rtam, arta quadam mt1hodo, miro ordim rontexem. Omnibus iurisronsultis, tum in foro. tum in Scholis Vtr-
J4ntihUJ apprinu uti/is ti neassariUJ.
25. A. lo que sigue la conocida recomendación: Universam mattriam, satis amp/am ti diffUJam quidnn,
nunq11am lamm ita (Qngestam. certa quaáam ffUtho<ÍfJ, miro ordint (()JlftxnlJ. Omnibus lurisronsultiJ, tum in foro, lum
in Scholis VtrSantibus appriTM urilis ti m«tsarius.
26. Que no deja de recoger tampoco la consabida coletilla: Universam materiam, satis amp/am ti dif-
fUJam quidnn, num¡uam tamm ita ronge.rtam. Omnibus lurisconsultis, tum in foro. tum in Srholis versantibus apprin~
urili1 ti neassarius.
27. En esca ocasión seguiré la edición de Lyón de 1660.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 139


SALUSTIANO DE DIOS

3.2. MIJ<Jáq y características de su obra


No es Juan Guciérrez un aucor muy preocupado por el método, como no lo era
la inmensa mayoría de los juriscas cascellanos coetáneos. Encontrar en la Corona de
Castilla de su ciempo un jurisconsulto que haga expresas y detenidas profesion~
de fe de cacáccer metológico no es moneda usual y Guciérrez no se encuenu:a entre
las excepcionesl28. Aunque algún pronunciamiento sí hizo, en sencido conservador,
de preferir el orden a la novedad, ya que en su opinión es más difícil la ordenación
que la invención. En este m ismo orden de cosas criticará con durez.a a los que él
denomina modernos sutiles, que buscando cosas nuevas e inauditas se dejan llevar
con frecuencia por la agudeza de ingenio y se deslizan fácilmente en el error. Pre-
fieren la brillantez ~ la solidez, insisce, hasta el punto de que consideran como
mágníficos y singulares a los que con este género de sutileza se alejan profunda-
mente de la verdad. Es cal su fantasía, sentencia, que codo lo quieren revolver y
tanto lo quieren sucílizar que a sí mismos no se encienden29.
Otro indicio de la escasa voluntad innovadora del placentino nos lo propor-
ciona el análisis de los géneros literarios empleados en su amplia obca. Si recorda-
mos los títulos convendremos en que los géneros de literacura jurídka utilizados
por Juan Guciérrcz estaban ya más que consolidados, herederos de la g losa y el co-
mentario, así como de la canonística clásica, y seguidos con fidelidad por los ju-
ristas del mos italicus tardío. En efecto, en las obras de Juan Guciérrcz sobresalen
las qUMStio11es y los tractatus, pero no dejan de aparecer las repetitiowes, las Jkgatio-
wes y los consi/i4.
u finalidad práctica es otra de las nous que caracterizan la obra del autor,
como butn representante del mos ilalictts tardío. Los propios géneros literarios ya lo
revelan30. Las allegationes y los co11Jili4 son cipicos exponentes de la actividad fo-
rense y no podemos olvidar la profesión de abogado de Gutiérrcz en Plasenc~
como también debemos recordar su posterior oficio de coosulente, ya can6nigo de
Ciudad Rodrigo, momento en que emite numerosos informes y dictámenes a pro-
pucsu de parte interesada.
Las qll4estiones no obedecen a preocupaciones muy distintas, ya que en ellas se
discuten asuntos, negocios o problemas surgidos en la práctica diaria, mediando

28. Quico sí se enf~ca de funna directa con el método fue un coetáneo suyo, Gttgorio L6prz Ma-
dera, en Íllvor de pcl'lUl'aS rrnovadoras, aunque luego se quede m una vía media e~ d - illJiau y d
humanismo. A ace aucor le he dedicado un pequeño atudio: •U doctrina sobre el poder del ptincipe m
Grrgorio Lópcz Madera•, a aparecer en H-je ,J Prfl/t1iw F.-llMiS<'O TMllÚ y V,Jiatú, AHDE, 67 (1997).
29. C•#(}"ic'r11., Q11«11i..... Libri D1111, en su ¡wcliminar A.ti /Kt.,_.
3-0. Y las autoridades del momento alaban tlll actirud, según se ~ja en aprob.ciones de su obra.
En panicular, y respecto de sus Ca~_..,,,, Q111UJtio,,11m. Lib. 111, en la aprobación dd obispo de Ciudad
Rodrigo se dice que •por ser materia qw: canto se pcact ica será de mucha utilidad y provecho•. El Con-
sejo Real , por su parce, en la aprobación de la m isma obra. tras ponderar lo admirable de la muma, la ca-
lifica de necesaria para los tribunales cclcsiúcic~.

140 SALAMANCA, Revista de &rudi.os, 39. 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRINCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

posiciones contradictorias en corno a los mismos, por una de las cuales debe comar
partido en derecho el jurisperito, de acuerdo con la dialéctica escolástica31 . E in-
cluso los tractatus tienen vocación práctica, en buena medida están destinados a
ilustrar a jueces y abogados sobre una materia determinada, que tiene su origen en
casos concretos, en no pocos de los cuales Gutiérrez ha intervenido como abogado
o consulente. En fin, que en la obra del autor está muy presente una orientación
práctica se constata por los propios títulos de sus libros, varios de ellos rotulados
practicarum quaestionum, además de los subtítulos de casi todos, donde se advierte
cuán útiles son para la práctica. Y si de las portadas de los escritos pasamos a su
interior, comprobaremos las frecuentes alusiones del autor a lo que acontecía en las
Chancillerías, los Consejos, la Curia o la Roca Romana, cuyas sentencias y decisio-
nes son objeto de comentario32.
Su método, en consecuencia, era inductivo y casuístico, a partir de supuestos
de la práctica, aun en los tractat111. Esto es propio de la corriente doctrinal donde
él se inscribe, como propio del mo1 italicus tardío era el recurso escolástico a las ci-
tas de autoridad y a la communis opinio en el curso de las argumentaciones. Los li-
bros de Juan Gutiérrez son en este punto extraordinariamente generosos, pues en
ellos encontramos referencias a multitud de juristas, castellanos y foráneos, casi
siempre de cultivadores del mo1 italicus, como también es ordinaria la alusión a la
común opinión33.
La ortodoxia católica de su doctrina, entonces conforme a Trenca, es otra ca-
racterística de su obra, común, por lo demás, a los juristas de su entorno, lejos de
cualquier veleidad o disputa en este ámbito, lo que de por sí ya podía coartar pre-
tensiones novedosas. El sometimiento a la autoridad de la iglesia aparece en explí-
citas confesiones suyas34, por si no fueran suficientes las aprobaciones de sus libros

31. El propio Juan Guriérrez cree conveniente justificar en las Ca11011icar11m Q11amion11m.Li/Jri duo,
en su advertencia Ad ltctorem, su preferencia por las q11at.1tifJnt1, género que había utili:iado en las Practica-
rum Q11aation11m Ci11ili11m después de los primeros comentarios sobre rtpetitionu, a/Jegationu y consilia. En
síntesis podemos decir que a él le convence el estilo de la disputación, de exponer en controversia lo ver-
dadero y lo falso, porque disputando se encuentra más fácilmente la verdad, al tiempo que tambíen con
mayor facilidad se pone al descubierto el talento del escritor, dado que del sabio es ordenar y no proceder
desordenada y confusamenre.
32. Tam importantes se juzgaban sus comentarios a la decisiones de la Rora Romana que, en la edi-
ción de sus obras completas efectuada en Ginebra en 1731, en su como XV, vol. VI, se publican unas Sa-
crat Romanae DedsiontJ novúsimat tt rtctntisJimat. Nullo in alío Libro 11sq11t nun imprtsSllt, relativas a supuestos
del sig lo XVIII, aunque los comenrarios se mantuvieran dentro del espíritu doctrinal de Juan Gutiérrez.
33. Aunque el autor muestra su preferencia en algun momenro por unos juriscas determinados. Me
refiero a su mencionada advertencia lid l«tortm, de sus Canonicarum Q11aution11m. Libri 0110, donde pone
como ejemplos del estilo de disputa que propugna, por una parre a Accursio, el Specularor, Juan Andrés,
Bártolo, Angelo, Jas6n y Felines, y de otra- de nuestros cohispanos, según dice- a Rodrigo Suárez, Grego-
rio López, Covarrubias, Antonio Gómez, Pedro Peralta, Amonio de Padilla y Luis de Malina.
34 . Salvo censura de la Sanca Madre Iglesia, y de la Sede Apostólica, a la que en codo me sujeto, o
no obstante esto, y salvada la censura y corrección de la Iglesia, a la que me somero, son frases que encon-
tramos, por ejemplo, en sus Cantmicarum Q11aestion11m, Lib. 111, cap. 74, núm. 10, 19 y 32.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 141


SALUSTIANO DE DIOS

por parce de los censores, siempre en términos muy favorables a la incegridad de


su doccrina35.
O ero daco de encidad para conocer el alcance y caracteres de la obra de Juan
Guciérrez es su ámbito espacial, que es el de los reinos de Castilla y León, o Co-
rona de Castilla. A pesar de ser un jurísta, y bastante relevante por cierto, del ius
commune europeo, sus preocupaciones se centran en los problemas jurídicos que
acontecen en este territorio y a ellos pretende dar respuesta. Este parcjcularismo,
la atención a los i11ra propria, no es al fin y al cabo más que uno de los rasgos que
distinguen a muchos de los juristas del mos italicus tardío.
No será de admirar entonces que Juan Gutiérrez, como su pajsano Azevedo, se
encuentre entre los principales comencaristas de la Nueva Recopilación de Casti-
lla; sus cuestiones civiles giran en torno a la misma36. Aunque quizá pueda sor-
prender en un mundo jurisprudencia! la importancia que ocorga el autor a la ley
como fuente del derecho: cuando la ley lo dice no hay que dudar más, no cabe in-
terpretación, apunta en alguna ocasión37. Más aún, siguiendo la línea apuncada, de
importancia de la ley y de ámbito propio, el canónigo mirobrigense se pronuncia
con reiteración por la primacía del derecho del reino, al que llama común, frente
al derecho civil de los romanos, que en codo caso también sería postergado en el
reino en favor del derecho canónico. El derecho romano sólo tendría valor como de-
recho de sabios, en cuanco se aprehende por la razón38. Con ello no haría sino con-

35. Por recu rrir de nuevo a sus Ca11011icar11111 Questiommi, Lib. III, véanse las aprobaciones que de la
obra hacen en 1616 el obispo de Ciudad Rodrigo y el Consejo Real, y en particular los juicios de éscos so-
bre la adecuación de la obra a la Fe, los Sagrados Cánones y la doccrina moral. Pero lo mismo sucede en las
edjciones de sus obras complecas, en Amberes, Lyón o Ginebra.
36. Y su Tractat11s nov11s. De t11telis et mris minor11111, según el mismo <lice en una advertencia al lec-
cor, versa sobre las leyes regias del cit. 16 de la Parrida 6.
37. Pra<ticarum Quaes1ion11m, Lib. 1, Quaesc. 88, n.1. Pero de forma semejanre: Cuando cenemos de-
cerminación del escaruco no se ha de investigar más allá , o es inane la disputación cu.ando cenemos decer-
minación del estacuto, según se recoge en Prar1icar11m Q11aestio1111111, Lib. 111 .ec IV, Quaest. 17, n. 40.
38. He aquí algunos de estos pronunciamientos: El derecho regio es común en escos reinos, de
donde falcando el derecho canónico en el foro eclesiástico se ha de acudir al derecho regio, puesto que es
derecho común en esros reinos, y no el derecho civil de los romanos, con citas concordames de Palacios Ru-
bios, Salredo, Diego Pérez y Marcínez de Olano (Practirar11m Q11aestionum, Lib. IV, Quaesc. 29, n.3); Fal-
cando el derecho regio, que es común en escos reinos, se ha de acudir más bien al derecho canónico que a l
civil de los emperadores o de los jurisconsultos. Palacios Rubios lo prueba porque el derecho canónico es
inherence al derecho divino, pero el derecho de los emperadores no está vigence en codos los lugares, y prin-
cipalmente en la Corre regia, donde el derecho civil no se alega como autoridad sino sólo como razón, y
prueba que faltando el derecho común las leyes no rechazan imicar a los sagrados cánones (Practicar11m Q11a-
estion11m, Lib. IV, Quaesc. 67, n. 3); En España las leyes de los emperadores romanos no cienen fuerza de
leyes, a no ser en cuanto se apoyan en la razón nacural (Ca11onicar11m Q1111estio11um, Lib. HI, cap. 108, núm.
11-12); Falcando el derecho canónico se ha de recurrir a1 derecho común c.ivil, y en nuestro reinos al de-
recho regio, que es derecho común enrre nosotros, no sin embargo a l d erecho civil antiguo de los romanos;
aquel derecho regio cota!meme en las decisiones de las causas falcando el derecho canónico se ha de obser-
var, como bien prueba Diego Pérez (Canoni(l:lrum Q11aation11m, Lib. IU, cap. 9L, n. 17); Falcando el dere-
cho regio se ha de acudir más bien al derecho canónico que al imperial. Los derechos recopilados por los

142 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PR{NCIPE EN EL DOCTOR J UAN GUTffiRREZ

tinuar la postura mantenida por diversos juristas castellanos, comenzando por Pa-
lacios Rubios, aunque tal posición escaba lejos de ser unánime39, aparte del valor
en sí de los dichos de sabios, de los aforismos y sentencias, que con valor de cópi-
cos o de axiomas consticuían un elemento fundamental en la argumentación esco-
lástica y desde luego fue un recurso muy utilizado por Guciérrez.
Las características descritas, más bien restrictivas, no son sin embargo sinóni-
mas de falta de originalidad y calidad intelectual. Cometeríamos un grave error si
así pensásemos. Juan Gut iérrez tiene una notoria personalidad y es capaz de soste-
ner sus tesis frente a los juristas más afamados, se llamen éstos Martín de Azpil-
cueta, Decio, Covarrubias o Menochio4o. Esto sucede a pesar de alguna declaración
de humildad, que podemos considerar como coherente táctica de estudioso, sabe-
dor de que sus escritos serían sometidos a crítica ciéncifica, e incluso política, si
atañían al poder del príncipe4 •. Otros testimonios lo confirman42.
Por otra parce, la finalidad práctica de sus escritos no está reñida con la cali-
dad y el rigor en el tratamiento de los problemas. Su argumentación es poderosa,
domina muy bien las cécoicas de la lógica escoláscica y es un jurista muy culto, cita
con la misma solvencia a civilistas y a canonistas, a españoles y a foráneos. Al mar-
gen de que si sus obras están d estinadas a ser úciles para el mundo del foro, no por
eso dejan de ser recomendadas para los estudiosos, para los teóricos y escolares, se-

emperadores romanos no se coosideNn entre nosotros como derechos sino como dichos de sabios, pero pue-
den aleg~ y seguirse en juicio en cuanto se aprehenden por la ru.ón y confirman el derecho regio ( De
i1mrmm10 mifinnatwio, P•m 1, cap. 73, n. 2 y Pan. 3, cap . 14, n . 5 y cap. 17. n. 8).
39. El propio J uan Guci~rrez se hace eco en algún pasaje de ocras accicudcs más maciudas, te6ricas
y prácticas. En efecto, si es verdad que el aucor d ice que en España las leyes de los emperadores romanos
no esrán vigentes, a no ser en cuanto reflejan la razón nacural, luego señala que de o rdinario no cienen
fueria de leyes. Más aún, advierte que ese enunciado general fallaría desde el momento en que por cos-
cumbre de este reino eran recibidas como leyes, según ocurrfa cada día en la práctica en los tribunales re-
gios, en los cuales se alegaban como leyes y los jueces dictaban sentencia conforme a ellas c~ndo expresa-
mente decidi:fo un caso y no había derecho regio en contrario, por lo que no corregían el derecho regio. De
ello ampliamente trataban, concluye, Burgos ck Paz, Pinel, Cifuences, Antonio Góma, Molina el ce61ogo,
Tomás Sánchez y Diego Pérez. Esce pasaje lo contemplamos en Canonirar111tr Quamionxm, Lib. 111, cap. 108,
núm. 11y12.
40. Como ocurre en Canonirar11m Q11aes1ion11m, Lib. 11, cap. 15, núm. 49-50.
4 1. He aquí el inicio del cexco, en su liceralidad latina: Ego proftno minim111 srripuwum sub «nsura me-
li11J ar r-«1i111 m 11itnti11m. mm vidtam difflrilim11m i11dirart, qua/is/11tm in1t111io Prinripis in gratia ab to ronassa.
Era una materia verdaderamente de entidad, según confiesa también : HaK 11n11. qllAt in 111bsta111ia pro 111ra-
q11at partt in bar dif/id/1 ti sumnu nt«rJaria Ca11onira Q11aettiont srripta invtnio. Y no exageraba la importan-
cia del asunto, he aquí su enunciado: Dt falsitalt, 111/mptiom ti obrrptiont r1111.s11tt jiMliJ a impulsfrat in prni-
bm Prinripi /a<lis rommisa du¡ut vtritau in tisdmr tarita. Puede verse en Canonirarum Q11au1ion11m, Lib. 11, cap.
15, enunciado y o. 4 1.
42. VéaR si no como él mismo aprecia su obra, según observamos en la advertencia al leccor de
su Tracta/111 nov11s. De 11111/is tt <11ril minor11m. En ella cuenca la motivación del escrito, lo ha llevado a
cabo porque se lo ha pedido una persona muy amiga, así como el trabajo que le ha conado, más de
cinco años, pero cambién su valor profesional: lo considera muy útil para codos los esrudiosos y peri-
cos de derecho.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39. 1997 143


SALUSTIANO DE DIOS

gún se dice en las mismas porradas de los libros43 y según también afirma el pro-
pio autor44. El casuismo y el mécodo inductivo, típicos del mos italícUI, no le im-
piden hacer formu laciones doctrinales y recrearse en el análisis de las distintas po-
siciones, en realidad en cada cuestión que se plantea.
Además, ese sentido práctico, esa atención a los casos debatidos en los tribu-
nales, no significa tampoco alejamiento de las fuentes clásicas del derecho. J uan
Guciérrez había gozado de una solvente formación académica en Salamanca, y en
esca Universidad, como método de estudio, se utilizaban directamente las fuentes,
de la compilación de J ustiniano y de la canoníscica clásica, además de las leyes re-
gias. Del conocimiento de estas fuentes dan testimonio todos sus libros, y parti-
cularmente las Repetitiones, género escolástico que se desarrollaba tomando como
cabecera de la repetitio una ley romana o un texto canónico, en torno a los cuales gi-
raba el comentario del aucor.
En fin, y para acabar estos apuntes sobre los caracteres de la obra del doctor
Gutiérrez, cabe preguntarse por la influencia del humanismo jurídico en él. En mi
opinión, no es muy grande, a pesar de que cite a Akiato, Charles du Moulin, Arias
Pinel, o Covarrubias, y pese también a la directa utilización de las fuentes clásicas
del derecho. Sus preocupaciones no son de orden filológico, histórico o de método,
sino que, de modo distinto, están volcadas fundamentalmente hacia la práctica45.
Las características reseñadas con anterioridad inclinan a considerar al canónigo de
Ciudad Rodrigo como un buen exponente del mos italicus tardío, a semejanza de
otros muchos que habían estudiado en las Facultades de Leyes y Cánones de la U ni-
versidad de Salamanca, donde ciertamente no habían dejado de conocerse las ten-
dencias humanistas46.

4. SU DOCTRINA SOBRE EL POD ER DEL PRÍNCIPE

4. 1. Entre voluntad y potestad


Juan Gutiérrez no se plantea de forma explícita el estudio del poder del prín-
cipe, en él no encontramos un tratado sobre su naturaleza y alcance, y ni aun si-

43. Remíto al leccor a la relací6n que anres hicímos de sus obras, y en pa.rtícular a (05 subtítulos de
sus Rtptti1iones ti A.lltga1i~nes, así como de su Praxis Crimi11t1/i1.
44. En concreco, en la advertencia a1 lector de su Tractalm tÚ 1111JiJ ti '14rÍJ minonnn, mencíonada en
nora 42.
45. Que escas no sean las preocupaciones que priman en Guríérrez no quiere decir que en algún m<>-
menco el aucor no recurra a la historia para confirmar sus tesis, como sucede en su Dt GabtlliJ, Quaest. 2,
núm. 4-11, o que no haga cierras referencias de orden metodológico, como descubrimos en algunas adver-
tencias Ad lectorem.
46. Más cercano a1 humanismo jur(dico sitúa García Sánchez al canónigo mirobrigense: •Juan Gu-
tiérrez,., pp. 83-99.

144 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PR(NCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

quiera descubrimos en sus libros una cuestión o capítulo cuyo rótulo esté desti-
nado a exponer deliberadamente su opinión acerca de la soberanía y el poder abso-
luto del príncipe, entendiendo por príncipe el emperador, el papa o el rey. Eso no
significa, como ya anticipamos en la introducción, q ue el placentino no aborde el
poder del príncipe, ya que sí lo hace, de forma continuada, además, al hilo de sus
comeocarios sobre distintos supuestos surgidos en la práctica, o en codo caso de va-
lor pa.ra la práctica, las más de las veces referidos a gracias, dispensas y privilegios.
¿ Eri qué terminos concibe Guciérrez el poder del príncipe? El autor se mani-
fiesta de forma encontrada al respecto, bien de acuerdo con la dialéctica escolástica,
pues si por una pane exalta la potestad del príncipe, no es menos cierto que por
otro lado insiste en sus límites. Así no es raro que en el estudio de una cuestión dé
a conocer primero los argumentos favorables al poder del príncipe y a continuación
los que lo restringen47. Por lo mismo nos encontramos con afi rmaciones aparence-
mente contradictorias, como son l~ de afirmar que el rey, o el papa, disponen de
plenitud de potestad48, o que de su potestad no se puede dudar49, pero también,
con formulación bien distinta, que la plenitud de potestad se dice odiosa50, o que
el rey o el papa no pueden usar libremente de su plenitud de potestad en deter-
minados supuestos y condiciones5• . No es infrecuente tampoco que declaraciones
que aseveran el g ran poder del príncipe sean matizadas a renglón seguido5 2 • Aun-
que algunas veces se muestra receloso el autor a la hora de postular límites al po-
der regio, o del papa, como si no se atreviera a pronunciarse en contra de la pree-

47. Como se observa en Ctmonirar11m Q1tau1ion11m, Lib. III, cap: 74, o en De GabtlliJ, Quaest. 92.
48. Algunas referencias can s6lo, y muy laudatorias de la pocesrad del príncipe: para el rey, Prarti-
rantm QlilllSti11n11m , Lib. IV, Quaesc.7, n. 17; pata el papa, Canoniran1111 Q114ation11111, Lib. 111, cap. 74, núm.
6 y 7.
49. Praairarum Qlilllltionum, Lib. IV, Quaest. 7, n. 17. En el índice, aun con el mismo sentido, tiene
expresión distinta: Potesta1 PrinripiJ in dubi11m rn;oranda non u1.
50. Canonirarum QMatJtionum, Lib. 1, cap. 2, n. 8 . Y antes, en o. 6, nos había recordado que en la
duda no se presume que el príncipe usa de la plenitud de potestad. En ambos casos coa apoyo de distintos
juristas.
51 . Así en Pranúarum QuatStionum, Lib. IV, Quaest. 11, n . 12, o en Rtpttitiona Sa, Rep. L. Nemo
Potcsr, núm. 81-83. En la primera cica se traca de que sin causa pública, aunque sea de plenitud de po-
testad, de ningún modo puede el príncipe derogar el derecho de los llamados a la sucesión, con referencias
en este sentido a Paolo di Castro, Covarrubias, Menchaca, Burgos de P:u, Mol ina, Simancas, Antonio G6-
mez, Sarmiento y Pclkz. En la segunda, en un orden de marerias semejante, ahora con alusión a Covarru-
biu, se dice que sin causa no puede el príncipe de plenitud de potestad qui car a los hombres la facultad de
tes car.
52. Como ocurre con el valor de la chiusula non "'11111n11, que sólo puede utilizar el príncipe. Ea Re-
pttili- Sex, Rep. L. Nemo Potest, núm. 157-178. También lo descubrimos en Otro pasaje, pues después
de la afirmación de que a las palabras y dcclarac16n del sumo pontífice plena fe se les ha de dar cuancas ve-
ces su gracia e intención se funda sobrt aqu~llas, lo que es extensivo al emperador o rey que no reconoce
superior, añadir.{ los Hmites. Y 6tos son que no procede lo dicho cuando se trata de grave perjuicio de otro.
En Praai<arum Quautionum, Lib. IV, Quacst. 11, núm. 19-2 l .

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 145


SALUSTIANO DE DIOS

minencia del príncipe53. Aparte de que siempre parece encontrar una justificación,
una causa, que deje a salvo la potestad del príncipe54.
El príncipe no lo puede todo, en cualquier caso. Los propios índices de sus li-
bros lo reflejan. Si examinamos algunas de sus voces, así las de papa, princeps o rex,
comprobaremos cómo están redactadas en términos de qué puede y qué no puede
hacer el príncipe55. Según era habicual en los libros de otros juristas, por lo demás,
que en esto tampoco supone novedad.
Pero Gutiérrez precisa algo más, porque nos djce que la validez de los privile-
gios del príncipe, como de cualquier otro acto, se mide por dos elementos, volun-
tad y potestad56. O expresado por él de otro modo: tanto se extiende la voluntad
del príncipe cuanto su potestad tiene lugar57 • En suma, el rey, o el papa, no pue-
den hacer todo lo que quieren, ni todo lo deben de querer58.
Si la validez de los actos del príncipe depende de la voluntad y potestad, de
aquí se explica que el autor estudie, y lo hace con alguna sistemática y compleji-
dad, los vicios de voluntad del príncipe, que impiden el debido conocimiento de
causa y pueden originar la nulidad de los rescriptos. Los vicios de voluntad deri-
van sobre todo de las preces de los demandantes, mediando obrepción y subrep-
ción, a pesar de las cláusulas recogidas en las concesiones, a al menos presumidas.
La cláusula presumida es la de si preces veritate nitantur, mientras las que suelen ex-

53. Me limitaré a dos supuestos. Lo dicho ocurre, por ejemplo, en una cuestión relativa al modo
como debe encenderse la facultad regia de conceder a caballeros armados inmunidad, Libertad y exención
de contribuciones y moneda forera, y más en particular, al hacer referencia a una opinión de Soco en rela-
ción a la venta de honras por parce del rey, que al entender del teólogo debería tener dos condiciones: que
no llevara aparejada función de justicia y que no fuera en perjuicio de otro. Pero él, habla Guciérrez de sí
mismo, no sabe si esto en la práctica se admite, como por elJo se ve derogar la libre potestad concedida al
rey por el derecho. En Prafticarum QuaeJtionum, Lib. IV, Quaesc. l, n. 11. El segundo caso, de más clara eva-
sión, lo como de una imporcante cuestión, acere.a de si el papa puede dispensar i11 radice el matrimonio írrito
contraído, de modo que la dispensación se retrotraiga y se legitime a la prole anees habida en cuanto a lo
temporal y lo espiritual. En esca ocasión, por coda respuesta dice Guciérrez que de esto erara ampliamente
Tomás Sánchez y que a él se puede acudir cuantas veces fuera preciso. Se encuentra en Canonicarum Quaes-
tio1111m, Lib. III, cap. 74, n. 33.
54. Valga como prueba esca afirmación: La legitimación de los hijos o La dispensa del papa no se ha
de entender en perjuicio de tercero, ni de los sucesores, a no ser que expresamente es ro lo dispusiera el prín-
cipe de plenitud de potestad. Se recoge en Canoniramm Quaestio111m1, Lib. IJI, Quaesc. 74, núm. 26 y 32-
35. Pero rambién vale esta orca: El príncipe no puede quitar aquellas cosas que son de derecho de gentes a
no ser con causa legítima. Lo expone en RepetitioneJ Sex, Repet. L. Nemo Pocesr, n. 71. Véanse rambién al
respecto los supuestos citados en nota 51 .
55. Para su comprobación véanse las citadas voces en el índice de cosas y materias de la edición en
Ginebra de su Opera 011111ia, vol VI, c. XVI. Pero lo mismo ocurre en los índices de sus obras particulares.
56. Practicamm Quaestion11m, Lib. IV, Quaesc. 33, n. 4.
57. Practicarum Quamio1111111, Lib. IV, Quaest. 7, n. 17.
58. Así, en defensa del macrimonio, dirá Gutiérrez que aunque la dispensa acerca de los impedi-
mentos del matrimonio depende de la voluntad del príncipe, puesto que se traca de una cosa graciosa, se
ha de presumir sin embargo difícil e imposible, por mucho también que suele acostumbrarse a conceder
por el papa, parcicularmence en terce ro y cuarto grado de consanguinidad y afinidad. En Canonicarum Qua-
eJtionum, Lib. II, cap. 15, núm. 108-109.

146 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PIÚNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

presarse como signo de la voluntad del príncipe son las de motu proprio y ex cerra
scientia. Por otro lado, dentro de este mismo orden de cosas, ha de preguncarse Gu-
ciérrez en la concesión de las gracias si éstas se perfeccionan por la mera voluntad
del príncipe o si, por el contrario, es precisa la escritura y otros requisitos de forma.
De lo dicho, igualmente se enciende que se detenga el doccor Guciérrez en la
potestad o poder del príncipe, bien que de forma dispersa y casuística, a lo largo
de sus distintas obras, como vamos a comprobar proncamence. Del poder del prín-
cipe valora su condición de supremo, de no reconocer superior en su reino, de la
que emanan sus facultades de jurisdicción, de dar leyes y de otorgar gracias y dis-
pensas. También aprecia el autor la plenitud de potestad del príncipe, en virtud de
la cual el príncipe estaría desligado del derecho positivo, ya que no de los derechos
divino, natural y de gentes, que escapan a su control. Escas últimas distinciones
vienen provocadas por la defensa de los derechos de terceros, de los derechos ad-
quiridos, o de los privilegios, a decir verdad, sobre los que se sustenta la sociedad
señorial y que por consiguiente constituyen los auténticos límites para la actividad
del príncipe. En defensa de estos mismos derechos también se emplea como obs-
táculo al libre ejercicio del poder regio la doctrina de la causa, de la causa pública
y legítima. No obstante, en el supuesto de la causa no deja de ucilizarse su doc-
trina como escapatoria para el propio poder del príncipe, ya que por urgente nece-
sidad, o por causa pública o común, el príncipe puede actuar incluso contra el de-
recho natural y de gentes e interpretar el derecho divino.

4. 2. ¿Es soberano el príncipe?


Según venimos señalando, en el doctor Gutiérrez no encontramos un trata-
miento específico sobre el tema de la soberanía, en él no se halla una respuesta di-
recta al interrogante ahora enunciado, a d iferencia de algún jurista castellano de su
época, que sí se preguntó sobre la cuestión59, aunque no fue lo habitual60. De
forma distinta, parece como si el autor diera el asunto por supuesto, sin necesidad
de expresa argumentación. Sea como fuere, en los escritos de Juan Guciérrez hay
suficientes elementos de juicio para no dudar de q ue el canónigo de Ciudad Ro-
drigo atribuyó la condición de soberano tanto al rey como al papa, si bien sin ni n-
g ún afán innovador, sino desde presupuestos y vocabulario tradicionales.
Para empezar, es excepcional en Gutiérrez el empleo de la palabra soberano.
Sin embargo, sí la encontramos en relación con Vizcaya, y por vía negativa, de no
reconocimienco de soberano antes de que los vizcaínos se encomendaran a los re-

59. De nuevo me remito a Gregorio L6~t Madera, en quien se observan influencias de Boclin al
respecco. Cicé al jurisca madrileño en noca 28.
60. Para un estudio más amplio sobre el pensamiento de los juriscas castellanos sobre el poder del
príncipe, puede verse mi crabajo: · El absolutismo regio en Cascilla durante el siglo XVI .. , !tu Fugir, 5,
1996.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 147


SALUSTIANO DE DIOS

yes de Castilla bajo ciertas leyes y condiciones61 . La expresión de soberano en este


caso, aplicada a la «nación» o «provincia» de Vizcaya6 2, es sinónima de indepen-
dencia, de no reconocimiento de superior, o señor63. El mimo sentido se encuentra
en otro pasaje, donde afirma que no bastan para dar nobleza ni el mayorazgo por
vía de pariente transversal ni los vasallos habidos de quien no es príncipe sobe-
rano64.
No son éstas las únicas veces que el placentino utiliza el vocablo soberano,
pues también lo descubrimos en otra ocasion, cuando afirma que el príncipe es su-
premo y soberano, equiparando ambos términos. Esto ocurre en un tema de enti-
dad, de gracia y merced, como era el otorgamiento del privilegio de nobleza, que
se reservaba el príncipe en exclusividad65. El poder soberano y supremo como po-
der no sometido a otro alguno es un poder exclusivo, pues.
Ya es más cotidiano en Guciérrez que llame supremo al príncipe, rey o papa,
o que de él predique la condición suprema, de suprema jurisdicción o suprema
potestad, en el mismo sentido, por cierto, de poder que no reconoce superior, y
es por tanto exclusivo, dotado de propias regalías. Así, nos dirá, que el príncipe
supremo puede por justa causa prohibir la caza a sus súbdicos66. También acep-

61. En dos pasajes sucesivos, ambos en castellano: «Quando se perdio Espanna y la ocuparon los
Moros, que como hemos dicho fue en el an. 714, hallose la provincia de Vi:zcaya libre, soberana y sin Sen-
nor»; «Y en este mesmo anno( 850, cuando los vizcaínos habrían derrotado a Ordoño, hijo del rey Alfonso)
los Vizcaynos levantaron por su Sennor, o caudillo a don Zuria nieto del rey de Escocia, y le dieron ciculo
de sennor no absoluto ni soberano, sino con c iertas capitulaciones y condici.ones... En Praaicarum Quaestio-
num, Lib. IIJ y IV, Quaest. 17, núm. 23 y 25 respectivamente.
62. En su discurso habla de la nación vizcaína, situada en el centro de otras eres muy nobles, leales
y muy fuerces naciones, como son las de los Montañeses de Castilla la Vieja, Alaveses y Guipuzcoanos, en
Praaicarum Quaestionum, Lib. 111 y IV, Quaest. 17, núm. 36 y 37, y anees, nu. 14 y 15, siguiendo a Este-
ban de Gacibay, en su obra Compendio Historial de España, referirá que Cantabria es provincia septen-
crional de España, en la que a su vez hay diversas provincias, cuatro las más notables: Guipúzcoa, Vizcaya,
Alava y la Moncaña. Por otro lado, dencro de la misma cuestión, núm. 26-34, pero romándolo ahora de
Andrés Poza, de su libelo sobre el antiguo lenguaje de España, señala las capitulaciones y condiciones, hasta
el número de diez, con las cuales los vizcaínos se adhiriernn a Castilla. Este punto era vital en su dictamen
para la defensa de la nobleza originaria de los vizcaínos, no adquitida por privilegio gracioso del rey, ya que
si hubiera sido así quedaba somecida a revocación regia.
63. Que luego perdería su soberanía al adherirse voluncariamence a Castilla. Desde luego, el respeto
por parce de los reyes de Castilla de las condiciones con que los vizcaínos los acepcaron por señores , y que
continuaba con el rey Felipe 11, que al decir del autor los tenía «muy honrados y regalados y favorecidos•..,
no iba en menoscabo del poder regio, según cabe deducir de las palabras de Juan Guciérrez inmediatas a
la descripción de las diez capitulaciones. En ellas aparece el tópico imperial, en sus cierras ni can sólo un
punto pierde de vista al sol, y se recogen unos versos en extremo laudatorios para el rey, que comienzan
así: 11.d Philippum semndum, attatum ac sae;-11ltn'1Jm Regum maximum. En Praaic-arum Q11aestion11m, Lib. lli y IV,
Quaesc. 17, n. 35.
64. Practicarum Quaestionum, Lib. III y IV, Quaesc. 16, n. 90.
65. .-Sólo el príncipe supremo puede dar plena y universal nobleza-, «sólo e l príncipe soberano
puede dar la plena, cumplida y universal nobleza,,, dice en casrellano, en un libro escrito en latín. Puede
verse en Practicamm Quaestionum, Lib. III et IV, Quaesc. 16, n. 110.
66. Canonicarum Quamionum, Lib. II, Quaesc. 27, n. l.

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LA DOCTRrNA SOBRE EL PODER DEL PR(NCJPE EN El DOCTOR JUAN GlJTitR REZ

tará que el príncipe supremo de plenitud de potestad puede legitimar a las hi-
jos naturales, espurios, incestuosos y adulterinos para suceder en feidecomisos y
feudos con exdusi6n de los sustitutos, aunque para esto se requiere expresa in-
cención del papa, único que puede hacerlo, dado que en la duda no se presume
que en las concesiones graciosas se quiera perjudicar a un terccro67. Lo mismo
parece sugerir otro aserto de Gutiérrez, que es supremo el rey y en virtud de su
plenitud de potestad puede conceder la gracia de la segunda suplicación; sin
abandonar la g racia pero adentrándose ahora en el ámbito de la superior juris-
dicción68. No es distinto en otro supuesto, donde se mezclan en el príncipe fun-
ciones de justicia y de legislador. Se traca en particular de hacec curador de bie-
nes a un aduleo contra su voluntad por parte del príncipe. Según la doctrina del
autor, no se puede dar curador de bienes en contra de la voluntad de éste, a no
ser de mandato y precepto especial del príncipe supremo, al cual codos los súb-
ditos están obligados a obedecer. Aunque sí le cabe al mandado tutor dirigirse
al príncipe para que lo exonere, ya que el príncipe que es vigor de la justicia, y
la misma justicia, y ley animada, no soporta que se le cargue por encima de sus
fuerzas, concluye Juan Gutiérrez69.
De la condición suprema del rey hablará en otras ocasiones. Sin apartatse del
cerceno de la justicia, dirá el aucor que la jurisdicción suprema del rey de hacer jus-
ticia eo defecto de otros sefiores, la mayoría de justicia, no puede prescribir70. Con-
tinúa en la misma línea cuando recoge la afirmación de que la suprema jurisdic-
ción y lo que afecta a la regia dignidad se enciende exceptuado en lannajenaciones
que haga el rey de alguna ciudad o forcaleza7•. No abandona este campo la admo-
nición de que el príncipe de ningún modo puede conceder su suprema jurisdicción
ni donar las llaves del imperio o reino, ni desentrañar el corazón del imperio, pues
entonces sería homicida de su dignidad72.
Pero quizá se muestre más enérgico en defensa de la supremacía regia a la hora
de negar a los súbditos capacidad de interpretar las leyes, con motivo de las leyes
de tasas de granos, momento en que vemos reiterada la palabra legislador con re-
ferencia al príncipe. En opinión de Gutiérrez, sólo corresponde interpretar a quie n
pertenece dar las leyes y no a los súbditos de las mismas. El súbdito no puede in-
terpretar las leyes ni la voluntad del legislador, ¡ino que debe observar las palabras
de la ley, especialmente porque el príncipe, consultado sobre ello, suele proveer de

67. C1tr1tmÍ<1mn11 Q11Aatitmtnn, Lib. 111, cap. 74, n. 32.


68. En caso de injusticia notoria de la ejecución, recomienda G utiérrcz que acucia la parte agra-
viada a nuestro supremo rey en solicitud de concesión de la gracia de la ~gunda suplicac16n, que el rey
lo podría hacer de equidad y de plenirud de potcst2d. En Prdl'fl(111rttm QMMJIÍOlflllft, l ib. 111 et rv. Qua-
csr. 38; n. 2).
69. DI 1111tlis t i ruris, PU[. 1, cap. 19, n. 16.
70. Praaitarum Quaestitmum, Lib. 1, Quusc. 88, n. l.
71. Dt Gabtllís, Quaesr. 4, núm . 2 y 12.
72. De Gabtlli1. Quaest. 4, núm. 21.

SALAMANCA, Revisu de Estudios, 39, 1997 149


SALUSTIANO DE DIOS

remedio competente. Si el particular pudiese por propia voluntad exceder la tasa


de las leyes regias, sería muy pernicioso para la república y originaría confusión.
Gutiérrez rechaza de plano esca libertad de los súbditos, porque en su decir sería
contra el derecho natural y divino que los inferiores y súbditos por esta vía quita-
ran la potestad a los superiores, o al menos se hicieran iguales a los príncipes. Re-
sultaría, continúa, que se darían dos cosas contradictorias y al mismo tiempo ver-
daderas, pero es absurdo y repugnante que acerca de lo mismo fuera a la vez
inferior y superior, y tendería en derogación de la suprema potestad, y sería muy
pernicioso para la república. Si todos los súbditos constituyesen ad libitum la ley
por la que vivimos, revocando también la dada por un superior, no habría orden ni
buena gobernación en la república, sino máxima confusión, y mil injusticias y gra-
vámenes resultarían. En la duda sobre si una ley es razonable y justa, se ha de pre-
sumir que aquella es razonable y justa, y se ha de estar a aquella en conciencia,
puesto que a los superiores en la duda se ha de obedecer y a la prudencia y juicio
de aquellos se ha de estar antes que a la de los súbditos. Sólo pertenece al legisla-
dor interpretar la ley y voluntad del superior, insiste, y al legislador se ha de acu-
dir previamente en consulta, porque es él quien tiene poder de alterar las leyes,
atendiendo a la variedad de los tiempos y las cosas73.
Junto a las expresiones de soberano y supremo, referidas al príncipe, encontra-
mos también en Juan Gutiérrez el título de majestad, que cabe entender como si-
nónimo de los precedentes. Así parece deducirse en una cuestión graciosa, sobre si
el rey tiene libre voluntad de conceder o denegar hábitos e insignias de las ódenes
militares, de modo que no sean exclusivos de la nobleza originaria o de sangre sino
que puedan extenderse también a la positiva y dativa. En opinión del autor el rey
puede conceder esca gracia indistintamente a los nobles de privilegio y a los no-
bles de nacimiento o de sangre, porque es algo que depende de su voluntad y de
los del Consejo de las Ordenes Militares, como quiera que de parte de Su Majes-
tad este beneficio sea gracioso y no está obligado de rigor de justicia74.
En otras circunstancias la denominación de majestad aparece como mero título
atribuido al rey. Esto ocurre, por ejemplo, en otra cuestión de gracia, cuando se
plantea si conviene al príncipe quitar, mudar y declarar pro libitu et motu suo los pri-
vilegios y exenciones concedidos por reyes y emperadores a los clérigos que no tie-
nen su origen en el derecho divino o en los sagrados cánones y concilios, sino que
se deben a la regia o imperial largición. Su creencia es que no se deben hacer escos
actos ni conviene a la Majestad reg ia derogar o revocar su propio privilegio, según
prueba entre otros el jurista Molina, porque como cristianísimos reyes siempre
suelen mirar al bien de las iglesias y de los clérigos y procuran aumentar los pri-

73. Pracricarum Q11an1ion11m, Lib. IV, Quaesc. 61, núm. 14-18 y 23.
74. Practicamm Quaes1ion11m, Lib. IV, Quaest. 7, núm. 22.

150 SALAMANCA, R evista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODE R DEL PRÍNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

vilegios que los han concedido como verdaderos proceccores de ella 7 ~. Pero hay más
ejemplos de este uso como título de la dignidad regia76.
Aún queda ocro empleo del nombre de majestad, que es el relacionado con la
especial procecci6n procesal de que gozan la persona del príncipe y sus actos. Me
refiero al crimen de lesa majestad, de vieja raigambre romanista. He aquí sus for-
mulaciones en Guciérrez, manifestadas en materia de salvaguardas y salvoconduc-
tos concedidos por el rey, que sólo puede otorgar él: El que infringe la tregua es
alevoso y cae en pena de lesa mejescad; comete crimen de lesa majestad el que
ofende al que tiene seguridad del emperador, papa o príncipe que no reconoce su-
perior; si la ofensa es en desdoro del príncipe y se hace con ánimo de injuriarlo, en
esce caso incurre en pena de lesa majescad77.
Pero si codas escas denominaciones, de soberano, supremo y m ejescad, como
expresiones de la soberanía del príncipe, de su independecencia y superioridad, es-
taban ya consolidadas en la doctrina, no menos clásica es otra representación, he-
redera de los glosadores y comentaristas medievales, y ya bien asentada en la obra
arribuida a Alfonso X . Se traca de la equiparación entre la persona del rey y la del
emperador, de pleno reconocimiento en el canónigo civitatense. Esca equivalencia
no era superflua, precisamente, porque atribuía al rey la condición política de em-
perador, de no reconocer superior en su imperio, de la que se derivaban unos atri-
butos, las llamadas regalías. Aunque en Castilla más que con palabras de regalía se
expresaba con vocablos de señorío.
En efecto, según Guciérrez, los reyes tienen la misma potestad en el reino que
los emperadores en su imperio7s, que no reconocen superior79. Y, por descontado, el
rey de España se llama emperador80 y no reconoce superior en las cosas cemporalesª'·

75. Más aún, llega a afirmar con lnocencio que los príncipes tempora les no pueden proceder a la re-
vocación, porque la derogación o revocación máximamence redundaría en disminución de la libercad ecle-
siáscica. En dt Gakllis, Quaesc. 92, núm. 57-59.
76. Así: Esta información de derecho se dio por la Coogregaci6n de las Iglesias de Cascilla y Lron,
y de las islas a ellas adyacences, con su memorial a su Majesrad del rey don Felipe 11; o cambifo: de lo cual
se agravió el Es cado edesiistico anee su Magesrad; o de modo semejance: fue cambién en esca congregación
eclesiástica suplicado a la Real Majestad. En De Gakl/iJ, Quaesr. 92, núm. 6~-67.
77. Praxis <rimi11ali1, Quaesc. 112, núm. 7, 8 y 16. También habla del crimen de lesa majestad a
propósito de las diferencias exisrences encre los mayorazgos de tercio y quinto, consricuidos por autoridad
de las leyes, y los que se hacían por fuculrad regia, que exceden de ese valor. En estos últ imos, p roducién-
dose los supuestos de crimen de herejía, lesa majestad y concra natura, podían ser confiscados los bienes.
De ello erara en Prani<ar11m Q114tstion11m, Lib. 11, Quaesr. 66, núm. 2 y 3.
78. Prartirar11m Qll4tstionxm, Lib. IV, Q uaesc. t t , n. 17.
79. A las palabras y declaración del Sumo Ponrffice plena fe se le ha de dar, y esco cambién sucede
en el emperador o rey que no recon<>«n superior, dice en Prarticar11m QMat11ion11m, Lib. IV, Quaest. 11,
n. 19. También, con genérica alusión al príncipe o rey que no reconoce superior, váse Pramrar11m Q11aa-
1ionJ1t11, Lib. IV, Quaesr. 34, núm . l y 2.
80. Practirar11m Q11aation11m, Lib. IV, Quaesr. 11, n. 18.
81. A nuestro rey, que en las cosas temporales no reconoce superior, y así es legislador, pertenece
conceder las honras, privilegios y exenciones según su libre voluntad, en virtud de su plenitud de potes-
tad. Lo afirma en Prartirar11m Q11amion11m, Lib. IV, Quacst . 7, n. 17.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 151


SALUSTIANO DE DIOS

O lo que. es semejante,, los reyes de España tienen dominio en su cierra y se llaman


señores de.ella82. En sentido. contrario, los séñores -y jueces- que reconocen ·supe-
rior no gcnan·de los mismos derechos que los que son independientes de cualquie.r
poder .cempora183.
Una última .formulación de la soberanía regia podría rastrearse todavía eq _el
doctor Gutiérrez, .aunque· para nuestra' desilusión el autor no profundiza en ella,
sino que cai;i sólo la.enuncia. El.enunciac!o sí es claro, desde luego, pues afirma que;
el imperio fue trasladado.desde el pueblo _al rey, así como que la traslación del im-
perio en el rey fue hecha por utilidad de la república, pero esto es todo84. En cual-
quier caso, y a falta de m~yores precisiones del autor, la tramlatio imperii es un
nuevo argumento en ~vor de la soberanía del .prín('.ipe, por cuanco en principio
significa que si el pueplo entregó.el poder al rey, éste puede actuar con indepen-
dencia del pueblo, como po.c otra pa~e parece dar a entepder ~utiérrez en distin-
tos pasajes, por ~jemplo en los supl,!estos de a quién corresponde dar leyes, _inter-
pretarlas o dispeo~.das, función reservada al .príncipe.

4. 3. Manifestaciones de la soberanía
Si antes dijimos que el"canónigo mirobrigense no se planteaba de forma ex-
presa el tema de la ;soberanía, otro ta~to debemos decir ahora de .sus manifestacio-
· ries, llamadas de 'órdinario reg'alías por la doccrina85. Gutiér:rez no cansagra un li-
bro o uo capítulo específico a describir cuáles eran las expresiones del . poder
soberano- o supremo- del príncipe, sino que será con ocasión de supuestos concre-
tos cuando se pronuncie en sus escritos sobre las regalías del príncipe. El problema
para eJ estudioso consiste en intentar exponer con alguna sistemática una materia
tratada por el autor de forma casuística, aunque las dificultades no eximen de la
tarea, cienamente.
A la hora de dar cuerfra de las facultades del príncipe, según la obra de Jtian
Gutiérrez, es preciso. comenzar por la de jurisdicción, entendida por el autor como

82. PrrKtiunnR Q-.itiO#Ntlf, Lib. IV, ~c. 11, o. 16. .


· 83. Sólo l.os príncipes que no reconocen supcrioc pueden dar salvoconduccos a los condenados. Lo
dice en Praxis CritninaliJ, Quaest. 113, núm. 2-4. .Asimismo Kñala Gutiérrez que el seilor temporal que
rccoooc:e supacior, aunque renga potcscad de ordcnar,.no puede hacer pragmáticas contra la disposici6n de
derccho común, corc:io ~el caSC>de los monopolios de ir a moler al molino del concedente, o a cocer el pan
en su horno, a diferencia del que no rcconoce superior,.que sí puede otorgar este privilegio y es tícuJo I~
gícimo. De esto habla en P.rtKtil'4nnn Q11t1ationJtn1, Lib. IV, Quaest. 32, n. 11 y Quacsc. 34, núm. l y 2. En
fin, si quien m:oncxe señor en lo temporal cicne una villa o ciudad con los dcrechof reales no puede ena-
jenar tstos, a difcrtoci& de los rey« y príncipes, que tienen poccstad para ello. En maceria de los derechos
de alcabalas, conforme se comprueba en ~ Gabtllis, Quaest. 4, núm. 13 y 22.
84. De IN1tli1 ti NfrÍJ, cap. L8, n. 10. En el índice, voz JmptriNm, se d ice escuetamente esto: Jmptri11111
tran1/a111111 / 11i1 a P.op11/o in Rtgttn.
85. El rambifu habla de i11ra rrr,alia en alguna oportunidad, en conc reto al preguntarse si los seño-
res que reconocen superior pueden proceder a enajenar los derechos reales que tienen en un.a ciudad o vi·
lla. En ~ Gabellis, Quacsc. 4 , n . 13.

152 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


'LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEt PRfNCrPE EN EL DOCTOR JUAN GUTI~RREZ

suprema, sin asomos de duda. Se debe em~zar por- ella porque es la fuente de toda ·
la potestad del príncipe, hasta el punto de que en la doctrina y en la práctica se
identificaban con frecuencia jurisdicción regia y'potesrad regia86. Aunque por ju-
risdicción también cabe entender otra· acepci6n más estricta., y progresivamente
más utilizada~ que es la que ahora paniculartnenre interesa, referida al·ejercicic» de
l~ justicia, de jueces y tribunales, por ·afectar a intereses contrapuesros ·de partes,
distinta de las actividades de gobierrto· y de la gracia. Sin embargo, y esto quizá
pueda sorprender, el jurista placentino no habla mucho 'de jutisdlcció.ñ, al colicra-
rio de lo que suc;ede con la ley, entre otras· c6SaS porque en·sus qutUitiones sobre la
Nueva Rei:opilación comentaba las leyes del reino, pero pr~babletnente también
por el valor que atribuía a la condición de legislador del príncipe87 .
En efecto, es poco lo que dice el doctor Gutiérrez de la ·furiSdi~ción regia, pero
a pesar de ello será contundente. En el autor' la jurisdjcción del príncipe aparece
caracterizada como suprema, inhereºncé ~i'ia'nro a l~ 'pote5tad reai, a Ia dignidad'
regiass, y como tal no puede ser objetó de prescÍpción89 .n'i de. enaj~nación?o.: Pe~
por lo inismo es superiot a la de los señores, de Q'ÍOdo que el. tey pu.ede' ejercer jus- .

86. El propio Gutiérrcz suscribirá este aserto: Stall/Ja. '11111/en al'i11riJdiaieniJ. En Canoniitm1m Qru-
estitmum, Lib. 11, cap. 4, n. 7. Pero que en sentido amplio hay identidad entre potestad y jurisdicci6n se ob:
serva en otra ile sus afirmaciones, referida en eSte caso al rey menoc de !!dad: Ra'mi11o'1 vert tituú"'' tYgni, ti
Regiam iuriuiictionm1 habtl, non tamm att11alem administrationt1fl, neque exn-riii11m i11riuliaio11is. En De tute/is ti
euris.• cap. 18, n. 6.
87. Es bien indicativo de lo dicho el índice de sus obras complecas de 17 31, pues mientras ·a la voz
iuriulietio no le dedica más que la página 174, a la voz /ex {e coñsagra las páginas 185 a ·200. ·
88. El príncipe, que es_vigor de la justicia, y la misma justicia; y' ley aniinada, no· soporta que se le
cargue por encima de las fuerzas del que es hecho ettrador coorra. su voluntad. por mandato especial del
príncipe, dirá en De tuJe/is ti C11ris, ~att. 1, cap. 19, n. ·16. J:>t.moclo semejante,~ con relaci6o a la de-
fensa de la nobleza en propiedad de los vizcaínos aborig~nes. apela· al rey Felipe II, de quien dice que no
consiente se haga ·a nad.ie agravio, y mucho mmos a una nobkr:a tan notoria y antigua como la dd Seño-
río de Vizcaya. En Practicarum Q1UWtionum, Lib: III y IV, Quust. l7, n. 310.
89. Iurisdiaio s11pmna Regís facimdi iustititiam, in lkftJC11111f a/iUrt1m d<Min<>r11111, Ó«.eJt '4 rtUIJOf''Í4, pra-
eicribi non poteit, escribe literalmente. En su apoyo acude a Nueva Recopilaci6n, ICY, l, t ít. 15. lib. 4, con l.a
apostilla de que cuando la ley lo dice no hay que dudar más. En Prwiuzn1111 Q111Wtion11m, Lib. l , Quaest.
88, n. l . Sin embargo, sí admite la prescripción inmemorial contra d príncipe de la jurisdicci6n civil y cri-
minal no suprema. Y respecto a si se necesita ¡»ra ello la ciencia- d conocimiento- del príncipe o de sus
oficiales, se inclina porque basca que lo supieran los oficiales del rey, pese a ~r este 61timo punto un tema
controvenido, según revelarían las opiniones encontradas de Covarrubias, Diego Pércz, Antonio de Padi-
lla, Juan Bautista de Villalobos, Ignacio de Salzedo, Avend.año y Palacios Rubios. En Practfr.rrum QutUJfio-
num, Lib. 1, Quaest. 85 y 86, o . 2.
90. Con expresas alusiones a la dignidad regia, en De Gabe/li1, Quust. 4, parriculannence núm. 2,
12 y 21. También, con referencia no sólo a la dignidad regia, sino al juramento regio de la tor002ción, De
iuranunto confirmat<wio, Part. 1, cap. 53, n. 7. No obstante, y en materia de enajenac.i6n de los derechos de
alcabalas y otros impuestos, Gutiérre:r: se pronuncia de ~rdo con Soto y con lo que su.c edía en la prác-
tica, en el sentido de que de ningún modo se puede rescringir a reyes y príncipes la potestad y faculrad que
cienen de derecho para conceder privilegios de impuestos en favor de particulares y universidades pot ra-
zón de méritos, servicios o precio, con justa causa. En sentido negativo se pronunciaban El Abad, Palacios
Rubios, Covarrubias, Menchaca y Azevedo. Puede verse en De GabtJJiJ, Qwestio 4, núm. 2, 4 y 22.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 153


SALUSTIANO DE DIOS

cicia en defecco de ellos, que es lo que se conocía como mayoría de justicia91• Por
lo m ismo, igualmente, en las cierras de los magnaces y señores podía apelarse al rey
y a la chancillería regia omisso medio, omitiendo la instancia del señor9 2 . En fin, la
misma valoración de suprema debe merecer el hecho de que el rey se reserve la po-
sibilidad de conceder una tercera instancia judicial en la Coree, la segunda supli-
cación93.
El rey es soberano, supremo, no reconoce superior, y como tal es el juez su-
premo en los reinos, pero también es supremo legislador. Las afirmaciones del au-
tor tampoco dejan lugar para la duda en esca oportunidad. En efecto, para Gutié-
rrez el rey tiene fundada intención para crear leyes94, es Legislador95. Más aún, es
ley viva o animada, de él depende el derecho positivo o humano, siguiendo los di-
chos de los juristas96.
No sólo el rey crea leyes, sino que por su condición de legislador las puede in-
terpretar, extender, limitar, corregir y abrogar97. La interpretación de las leyes es

9l. Véase nora 89.


92. Cica en su favor a Nueva Recopilación, ley. 1, tít. 1, lib. 4 y Partidas, ley 18, rit. 23, Pare. 3,
mienrras dice que la ley de Guadalajara que podía interpretarse en sentido diferenre, de apelación previa
al señor, sólo procedía acumulacivamence, ya que no privacivamence. También apoya su pnmmsión en las
opiniones concordantes de Gregorio L6pez, Covarrubias y Azevedo. Lo recoge en Practicarum Quaes1ionum,
Lib. 1, Quaest. 42, núm. 1 y 2.
93. Remico al leccnr a la noca 68.
94. Practicarum Quae11ionm11, Lib. IV, Quaesc. 42, n. 4.
95. Ex:plícitamente emplea el aucor la palabra legislator referida al príncipe, o al rey. Con reiteración
la utiliza en la cuestión donde se plantea quién puede interpretar la leyes de casas de granos. En Practica-
rum Q11aes1io11um, Lib. IV, Quaesc. 61, núm. 5, 14, 17, 18 y 23. También la descubrimos en otra cuestión,
si el rey puede conceder hábitos y encomiendas de órdenes militares a nobles de privilegio, nacidos plebe-
yos. En Practicarum Quaestionum, Lib. IV, Quaesc. 7, n. 17. Y de nuevo en una cuestión semejante a la úl-
tima citada, si los efectos de la nobleza de sangre pueden venderse y adquirirse por privilegio del príncipe.
En Practicar11m Quat11io1111m, Lib. IV, Quaesr. 8, n. 15.
96. Sin embargo es verdadera la precedente resolución, dira Gutiérrez refiriéndose a la facultad re-
gia de conceder insignias de órdenes militares a nobles de privilegio, porque a nuestro rey, que en lasco-
sas temporales no reconoce superior, y así es legislador, pertenece las susodichas honras, privilegios y exen-
ciones conceder pro libi111 suo, por la plenitud de potestad que posee, ya que dichas honras y privilegios
fueron introducidas por costumbres y leyes positivas, y así nada es de admirar si es /ex viva que pueda con-
ceder las mismas honras a los no nacidos nobles. En Practicarum Quaestior111m, Lib. IV, Quacsc. 7, n. 17. Por
su parce, con ocasión de recordarnos que por mandato del príncipe supremo se puede dar curador de bie-
nes contra su voluntad, dice del príncipe que es vigor de la justicia, y la misma justicia, y kx animara. En
Dt tute/is ti curis, Pare. 1, cap. 19, n. 6, ya mencionado. Y algo semejante referira del papa, en corno a la
legitimación de hijos incesruosos: puesto que lo que puede justamente hacerse por el canon humano puede
hacerse por el papa, como él m ismo sea padre y aucor del canon. Más aún, es canon vivo, es canon animado
como el emperador es ley animada en sus rierras. En Canonicarum Quaes1ionum, Lib. 111, cap. 74, n. l.
97 - Eius est interpmari. o<lt11túrt, ampliare ti limitare r11i11s es/ rondere, rum possir Cfffrigere, ti in totum
abrogare. Recoge esca afirmación en Practicarum Q=rio1111m, Lib. IV, Quaesc. 8, n. 40. Pero que el legis-
lador es quien sólo tiene poder para alterar, mudar e interpretar la ley, o que a sólo pertenece interpretar
a quien corresponde dar las leyes, lo dice también en Pra+ticar11m Q11at11io1111111, Lib. IV, Quaesc. 61, núm.
14 y 18.

154 SAI.AMANCA, Revista de Escudios, 39. 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCI PE EN EL DOCTOR JUAN GUTlÉRREZ

atendida con detalle por el autor, que la hizo objeto de una quaestio específica, ade-
más de tratar de ella en otros instantes. La cuestión se refería a la interpretación de
las leyes de tasas de g ranos y vinculaba directamente la interpretación de las leyes
con la suprema potestad del príncipe, como ya hicimos ver en un momento ante-
rior. Si el súbdito cuviera facultad para interpretar las leyes se igualaría a la condi-
ción superior del príncipe, lo cual, ser inferior y superior a la vez, sería una mani-
fiesta contradicción, argumenta. En la duda lo único que cabe al súbdito es acudir
al rey, que es quien tiene poder para alterarla, mudarla e incerpretarla98,
La dispensa de las leyes es otra vertiente de la condición de legislador del prín-
cipe, y por ende de su poder soberano. Aunque en este caso, por su naturaleza de
d isposición contra ius, de relajamiento del derecho, es igualmente una manifesta-
ción del poder absoluto, o de la plenitud de potestad del príncipe, quien no estaba
atado al derecho positivo, fuera civil o canónico. La dispensa tenía una extraordi-
naria importancia en el derecho canónico, de manera singular en torno a los im-
pedimentos del matrimonio y la legitimación de los hijos, y es justamente en re-
lación con el papa y estos temas como Gutiérrez desarrolla por extenso la doctrina
sobre la dispensa99. También traca Gutiérrez de la legitimación por el príncipe se-
cular de los hijos no naturales o espurios, pero sólo en cuanto a los efectos tempo-
rales, de sucesión 100.
Otro campo dentro de las atribuciones regias estaba constituido por la facul-
tad de privilegiar, de conceder g racias, beneficios, privilegios y exenciones o in-
munidades'º', e incluso dispensas y licencias o faculrades 102, que ocupa un lugar
central en la doctrina del doctor Gutiérrez sobre el poder del príncipe, como no
podía ser de otra manera, habida cuenta de su trascendencia en una sociedad de
privilegio, de desigualdad jurídica. En varios momentos dirá el autor que el rey de
España tiene potestad, plenitud de potestad, para conceder privilegios a particula-
res o universidadesl03.

98. Como se sabe, se trata de Pra<tirar11m Quaestionum, Lib. IV, Quaest. 61.
99. Canonirarum Quaesti1Jnum: Lib. I, Clip. 15; 11, cap. 15, núm. 98-1 36; 111, cap. 74.
100. Pra<titarum Quatstionum, Lib. IV, Quaest. 73, núm. 21-23 y Rtpttitio Sex, L. Nemo Potest,
núm. 69 y 75. El auror precisa que en estos casos de hijos no narurales más q ue de legitimación se debe
hablar de dispensación.
1O1. Es muy normal que se empleen varios térmi nos acumulativamente. Así en las palabras de con-
cesión de hidalguía, que reproduce el autor, se hablaba de «gracias, honras, franquezas, libertades, pree-
minencias y beneficios». En Pra<tirarum Quaestion111n, Lib . IV, Quaesr. 7, n . 17. Aunque algunos juristas,
como Baldo, introducían diferencias enrre gracia y privilegio, seg ún refiere Gutiérrez, ya q ue la concesión
del príncipe que sigue derecho no se diría privilegio sino gracia o beneficio. En Pra<tirarum Quaes1ion11m,
Lib. 111 y IV, Quaest. 28, n. 8.
102. No obstante, tampoco la terminología era aquí muy precisa, como podemos juzgar en el caso
de las licencias o facultades dadas por el rey para enajenar bienes de mayorazgo, que el propio Guciérrez
las llama g racias y dispensaciones. En Practirarum Q11aestion11m, Li b . U, Quaest. 74, núm . 1-2.
l 03. Así, en Pra<ticarum Quaesliqnum, Lib. IV, Quaest. 7, n. 17 y De Gabt/liJ, Quaest. 4, n. 22.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, I 997 155


SALUSTIANO DE DIOS

No deja de corresponder al póncipe interpretar los privilegios, declararlos y


hasta derogad os. Aunque en esca carea distingue el placentino los supuestos de los
privilegios estrictamente graciosos de los concedidos por remuneración, servicios
o precio, según que en definitiva existiera o no perjuicio de tercero o derecho ad-
quirido104.
En fin , toca también al príncipe confirmar los privilegios, lo cual no era nada
secundario, como se esfuerza en demostrar en la cuestión relativa a la nobleza de
los vizcaínos. Porque, según revela Gutiérrez, la nobleza inmemorial de los vizcaí-
nos no sólo no ha sido impugnada por d príncipe, sino que ha sido confirmada por
él en diversos momentos, prueba de que ya existía el derecho. En efecto, los fue-
ros, usos, costumbres, franquicias, privilegios, libertades e inmunidades del Seño-
río de Vizcaya fueron confirmados por diversos reyes, desde Isabel la Católica en
14 7 3, hasta Felipe JI en 157 5, con las cláusulas proprio motu, et ex certa scientia et de
poteslate abso/111a, además de utilizar Ja confirmación de la reina Isabel la expresión
«y si necesario es de nuevo otorgoio, de acuerdo con los testimonjos que aporta. Y
dado el valor qne tendría Ja confirmación con estas cláusulas, que es la de quien
confirma parece que da y concede y él mismo de por sí hace, conforme habían
apuntado Bánolo, Decio o Rolando, y tenjendo en cuenta además las palabras de
la reina Isabel, sin duda lo contenido en la confirmación quedaba concedido, se-
gún refiere el autor. Es decir, que la confirmación de los reyes con las cláusulas de
ciencia ciena y poder absoluto venía a añadir todavía más fuerza a la nobleza ori-
g inaria de los vizcaínos10S .
Dentro de la capacidad de privilegiar del príncipe destaca sobremanera en una
sociedad señorial la facultad de crear nobles, de dar títulos de nobleza a gentes de
condición plebeya. No es extraño que Juan Gutiérrez insista una y otra vez en que
sólo compete al príncipe la concesión de nobleza, la plena y universal nobleza•06,
así como también es facu ltad del príncipe otorgar encomiendas y hábitos militares
a los ya nobles, fueran de privilegio o de sangre101.
Las licencias o facu ltades para fundar mayorazgos de todos los bienes, así como
las licencias para enajenar bienes de mayorazgo, son otro de los renglones donde

104. El rema dt' la interprttación de los privilegios y beneficios lo craca reiteradamente en sus Prac-
lirarum Qu«Jtiom1t11: Li b. U, Quaesc. 74; Lib. 111 y IV, Quaest. 22; Lib. IV, Quaesc. l, 2, 7, 8 , 9 , 10, 11 y
56. También en Cammic11ru111 Quamion1"11:•Lib. 11, cap. 17 y 2 1; 111, cap. 74. Asimismo, en Allegatioms, Ter-
cia allegacio, o en Dt G11btllis, Quaesc. 4.
105. Pranicar1m1 Q11<1Uti()11um, Lib. IJJ y JV, Quaesc. 14, n. 32 y especialmente Quaest. 17, núm. 38-
7 1 y 120.
106. ~ compruebca en Prartirarum Quaestiomnn, Lib. lJ1 y IV, Quaesc. 14 y 16, dentro de un con-
jumo más amplio ded icado a la nobleza de España o hidalguía, que comprende las cuestiones 13 a 17. Pero
que la nobleza proc«lt del príncipe, o que ti príncipe p uede hacer noblt a un plebeyo, aparece en otros pa-
sajes, como ocurre en Prartirar111n Quaestionw111, Lib. l V, Quaesc. 2, n úm. 2-3. Quaesc. 7, n. 1, o Quaesc. 8 ,
n. 10, decmo a su vez de otro conjunto más amplio de cuestiones destinado a la nobleza, que abarcaría prin-
cipal menee las cuestiones 1, 2, 7 y 8 del citado libro.
107. Practirarum QN«stion11m, Lib. JV, Qt-st. 7.

156 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


L\ DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRINCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

mejor se expresa la capacidad del príncipe para privilegiar, en ambos casos en fa-
vor de la nobleza. Aunque en el supuesto de las licencias para enajenar bienes de
mayorazgo tanto se pueden considerar gracias com o dispensas, pues si dependen
del príncipe como gracias suyas, concedidas por quien tiene potestad de conceder-
las, según se dice, no dejan de ser dispensas en cuanto disposiciones contra el de-
recho, por ir contra la voluntad de los restadores que prohibían la enajenación lOB.
No es cuestión de seguir persiguiendo las manifestaciones de la soberanía del
príncipe, de las materias a él reservadas, dada la naturaleza de los escritos del au-
tor. A varias de ellas hemos hecho ya referencia, como la de conceder curador de
bienes contra su voluntad 109, o salvaguardias y salvoconductos en circunstancias
varias 11 o, o monopolios de molino y hornol 11. Pero podíamos relatar otros supues-
tos en materia de gracias y dispensas del príncipe, como por ejemplo hacer que la
viuda que pase a segundas nupcias retenga la tutela de sus hijos, contra lo dis-
puesto en las leyes 11 2 , o conceder cartas de naturaleza a extraños al reino pa.ra ob-
tener beneficios eclesiásticos, no obstante las leyes que lo prohibían 11 3. En muchas
de estas ocasiones el poder soberano aparece también como absoluto, desligado del
derecho positivo.

4.4. ¿Es absoluto el poder del príncipe?


Una vez más hemos de constatar que el canónigo de Ciudad Rodrigo no se
hace preguntas sobre La naturaleza del poder del príncipe, en esca oportunidad so-
bre si el príncipe es absoluto, o dicho de otra forma, si el príncipe está desvincu-
lado del derecho, de acuerdo con la ley princeps y el protagonismo atribuido a Ul-
piano, cuando muchos juristas castellanos sí se interrogaban acerca de la cuestión
y daban respuestas variadas l 14. Pero de nuevo podemos verificar que en Gutiérrez
hay suficientes testimonios para afirmar que aceptaba La doctrina de que el prín-
cipe no estaba sometido a las leyes, aunque con muchos límites, derivados de la
distinción de derechos, entre derecho divino, natural, de gentes y positivo, para
proteger los derechos de terceros ·o derechos adquiridos, como para lo mismo ser-

108. Sobre ello, Prartirar11m Q11atJtion11m, Lib. 11, Quaesc. 74. También para la facultad regia de
conscicución y enajenación de mayorazgos, Canonicar11m Q11atJtion11m, Lib. Il, cap. 14 y asimismo cap. 15,
núm. 94-96.
109. De t11telis el c11ris, Pare. l , cap. 19, n. 16.
110. Concedidos a los vasallos concra sus señores por razón de licigios, o en favor del delincuente,
unos y ocros reservados al príncipe que no reconoce superior. En PraxiJ CrinJinaiiJ, Quaesc. l 12 y 11 3, res-
peccivamence.
111. Prac1icar11m Q11atJtiomm1, Lib. IV, Quaesc. 32, n. 11 y Quaesc. 34, num l-2.
11 2. De t111elis tll'11ris, Pare. l, cap. 9, n. 18
113. Prarticar11m Q11atJtion11m, Lib. IV, Quaesc. 17, n. 17.
114. Para su comprobación me remiro a un trabajo mío, ya citado, cEI absolutismo regio en Casti-
lla,., aunque escá lejos de hacer una encuesta exhausciva.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 157


SALUSTIANO DE DIOS

vía la doctrina de la causa, amén de ciertos requisitos en la expedición de los res-


criptos, de voluntad y de forma.
Uno de los testimonios que confirman lo antedicho es el repetitivo uso que
hace el auror de la expresión plenicud de potestad atribuida al rey o al papa,
cuando no habla de potestad absoluta, como término equivalente. Un ejemplo lo
cenemos en su dictamen sobre la nobleza de los vizcaínos, donde a propósito de la
confirmación por los reyes de sus privilegios encontramos reiteradas las cláusulas
proprio motu et ex certa scientia et de plenitudine potestatis, y también esta última bajo
la denominación de poderío real absoluto o de pote.ttate absoluta 11 5. Observamos lo
mismo cuando recoge la afirmación de Malina, según la cual el príncipe no puede
derogar el derecho de los sustitutos a la sucesión, ni siquiera en expectativa, in spe,
a no ser por causa legitima, de modo que no debe emplear las cláusulas ex certa
scientia et de plenitudines potestatis, porque el príncipe no lo puede hacer esto ni de
potestate absoluta. Aunque Gutiérrez sí admite que el príncipe supremo pueda ha-
cerlo, pero de plenitud de potestad y con expresa declaración de su mente en
cuanto a la exclusión de los suscicucos116.
Las negaciones no escasean en el uso de estas cláusulas: el príncipe ni de ple-
nicud de potestad puede derogar el derecho de los llamados a la sucesión, salvo con
causa y dando un bien a cambio 117; el príncipe no puede habilitar a una mujer para
la sucesión de un feudo ni de potestad absoluta, a no ser por causa pública 11 8; el
ejercicio de la jurisdicción no puede competerle al rey infante o impuber, y este
defecto de naturaleza no puede ser suplido ni de plenitudine potestatis absolutal 19. En
otras ocasiones, en cambio, Gutiérrez parece mostrarse más comprensivo. Así, dirá,
que por equidad y de plenitud de potestad puede el rey conceder la gracia de la se-
gunda suplicación en caso de injusticia en la ejecución1 20. De forma semejante sos-
tiene que el rey puede otorgar insignias de las órdenes militares a nobles de privi-
legio, porque no reconoce superior en las cosas temporales, es legislador y a él
pertenece conceder las susodichas honras, privilegios y exenciones pro libitu suo ex
plenitudine potestatis 12 1 • También defenderá que nadie salvo el papa puede alterar la
voluntad de los testadores, para lo que se requiere que sea de plenitud de potestad,
ya que no de potestad ordinaria, aunque no sólo esto, porque tratándose de la com-
muración de la última voluntad se exige justa y necesaria causat22.

115. Practicar11m Q11amiomm1, Lib. IIl y IV, Quaesc. 17, núm. 39-40, 47 y 69-71.
116. Canonicart1111 Q11a~tion11m, cap. 74, núm. 27-28 y 32.
l 17. Prarticar11111Q11amio1111m, Lib. rv, Q\!aest. ll, n. 12.
118. Practicar11m Q11at11ior111m, Lib. rv, Quaesc. 11, núm. 14-15, con c ica de Molina.
119. De tute/is et mril, Pare. J, cap. 18, n. 6.
120. Practirarum Q11a1.11ion11m, Lib. 111 y rv, Quaest. 38, n. 25.
121 . Practicar11m Q11aestio111m1, Lib. rv, Quaesc. 7, n . 17 .
122. Reperitiones Sex, L. Nemo Pocesc, núm. 81- 83.

158 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PIÚNOPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

No falcan tampoco reglas acerca del empleo que debía hacerse por el príncipe
de la plenitud de pocescad, bien contradictorias, por cierto, con afirmaciones y res-
triciones de manera consecutiva, siguiendo los axiomas de los juristas, que res-
pondían fielmente al papel que debía jugar el príncipe en una sociedad de privile-
gio. He aquí estos dichos: el príncipe, en la duda, no se presume que usa de la
plenitud de potestad; esto falla, no obstante, cuando de otra manera, sin plenitud
de potestad, el acto no tuviese validez; y sin embargo la plenitud de potestad se
dice cosa odiosa 12 3.
Pero no sólo nos remite al poder absoluto del príncipe, a su desvinculación del
derecho, el uso de la cláusula de plenitud de pocescad o de potescad absoluta, ya
que existe otra cláusula quizá aún más concluyence, la cláusula non ohstante lege, o
11011 obstantibus, que afecta directameoce al contenido del poder absoluto y solía em-
plearse en todo tipo de dispensas y de rescriptos contra i11J. Se trata de una cláusula
reservada exclusivamente al príncipe, pues como recuerda Guciérrez no es lícito
usarla a cualquiera en sus disposiciones, sino sólo al príncipe, a quien únicamente
esta facultad se concede, porque como todos los demás a las leyes están sometidos
no las pueden derogar1 24. El príncipe, pues, no estaba sometido a las leyes y las po-
día derogar, o relajar su cumplimieoco, aunque como bien se encarga de precisar a
renglón seguido el placentino la utilización de esca cláusula por pane del rey, o del
papa, estaba sujeta a mil cautelas y limitaciones•n. Muy restrictivo se muestra
desde luego con las dispensas, por su condición de disposiciones contra iUJ, contra
el derecho común, y específicamente en materia de dispensas para contraer matri-
monio. Las d ispensas son odiosas y de estricta interpretación, dirá, de modo que
no caben extenderse de un caso a otro, ni siquiera vale en ellas el argumento de
mayor a menor• 26. O como igualmente apuntará con un viejo aforismo de la cano-
nística clasica, la dispensa que se hace sin causa no se dice dispensación sino disi-
pación• 21.

4. 5. Absoluto y limitado. Límites provenientes de los ordenamientos no positivos


¿ De qué derecho estaba desligado el príncipe ? ¿ Cuál es el contenido del po-
der absoluto ? El príncipe está desvinculado de las leyes12s, pero no de todas. Juan
Gutiérrez lo señala con empecinamiento, en multitud de oportunidades. El prín-

123. Can1J11ican1111 Q11aation11111, Lib. l, cap. 2, núm. 6-8.


124. Rtpttitiones Stx, L. Ncmo Pocesc, n. 1H. ampliado en nú m. 158 - 160.
125. Rtpttiliones Stx, L. Nemo Pocesc, núm. 161-1 78.
126. Canonitar11m Q11aationx•, Lib. 11, cap. 15, núm. 124 - 128.
127. Disptmatio q1UU sin~ ta11sa sit, non diá1,,,- di.spmsario, s«i po1i111 diJ1ipa1io, según expone en Cano-
nlfar11111 Q11aali01t11m, Lib. 1, cap. 17, n. 4 3.
L28. O escá {tiene pocescad) sobre el derecho, según expres16n que vemos utilizada por él en un pa-
saje donde recoge las dos formas de legi cimaci6n: una por disposición d el derecho, por subsiguiencc ma-
trimonio, y ocra por rescripco del príncipe, q111 s11pra illl, q110 inhabilitatts illtglli1'1'Wllnl in1rod11r1as s11nr, po1t1-
1a1t111 habtt. En Canonicar11111 Quaes1io1111n1, Lib. 111. cap. 74, n. 24.

SAL\MANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997 159


SALUSTIANO DE DIOS

cipe, sea rey o papa, no está sometido al derecho positivo, civil o canónico, pero en
cambio está sujeto al derecho divino, al natural y al de gentes. En defensa de la re-
ligión y de los clérigos, de la familia y el matrimonio, de la dignidad monárquica,
del reino y demás corporaciones territoriales, de la nobleza, de la propiedad y de
codos los derechos adquiridos, de modo que el príncipe pudiera reproducir el or-
den de privilegio pero no pudiera abolirlo.
La distinción en la naturaleza de los derechos, de los ordenamientos, aparece
de forma nítida en la cuestión de si el príncipe puede conceder hábitos y enco-
miendas a nobles de privilegio. Para Guriérrez no hay duda de que lo puede hacer.
Este es uno de sus argumentos: si el príncipe dijera a alguno que se tuviera como
ciudadanol29, todavía gozará de todas las honras y privilegios de los que gozarían
aquellos que son nobles de sangre, puesto que en estos privilegios y honras que
descienden de la ley positiva, o de las costumbres y usos humanos, nada hace que
se diga que alguien sea noble o por noble se tenga, pues la naturaleza a todos los
hombres los hizo libres e iguales. Las honras, sin embargo, la nobleza y los privi-
legios que competen a algunos, por costumbres, leyes positivas o por el principe
fueron introducidos, de donde nada hay que admirar si por los mismos príncipes
y por las leyes de este modo pueden ser concedidos a los plebeyos las honras y pri-
vilegios.
Hay otros argumentos en la misma cuestión y de mayor fuerza. En particular,
tomando una nueva semejanza: la de quienes obtienen carcas de naturaleza para
prebendas y beneficios eclesiásticos, no obstante las leyes que prohiben conferir a
los extranjeros tales dignidades, con la consecuencia de que se les admitiría como
a los originarios de los reinos. A él le parece verdadera esta resolución, y procede
de derecho, puesto que a nuestro rey, que en las cosas temporales no reconoce su-
perior, y así es legislador, pertenece conceder las dichas honras, privilegios y exen-
ciones, pro /ibit11 Juo ex plenit11dine potestatÍJ, ya que dichas honras y privilegios fue-
ran introducidos por costumbres y leyes positivas, y él es ley viva 130.
En cambio, también sostendrá en la misma cuestión, si la razón puede abolir
los derecho civiles, no lo puede respecto a los derechos nacurales 131 . Más aún, el rey
no puede suplir los defectos naturales ni quitar los derechos de sangre, pues aun-
que el príncipe sea cabeza del derecho civil, está sin embargo bajo los pies del de-
recho nacural, conforme decía Baldo, bien que sí puede conceder los efectos, los
cuales son concedidos por derecho civil a la nobleza y cabe extenderlos a los no na-

129. Dencro del tema enunciado, como argumento para reforzar su opinión, somete a crítica esta
afirmación: El que no nació ciudadano, si para codas las cosas es hecho ciudadano, puede ser prior o con-
sul de la ciudad o del colegio de doctores, así como si fuera ciudadano originario, especialmente cuando di-
jera el estatuto que fuera como los originarios. En Practicarum Q11autio1111m, Lib. IV, Quaest., Lib. IV, Qua-
est. 7, n. 14.
130. lbükm, n. 17.
l31. lbidem, n. 20.

160 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRfNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTJéRREZ

cidos nobles, como argumento definitivo en favor de su tesis, de distinción esco-


lástica132. Precisamente sobre la concesión de los efectos de la nobleza de sangre a
los que la han adquirido por privilegio del príncipe, siendo no nobles de naci-
miento, volverá en otra oportunidad y con la misma resolución, esco es, que el
príncipe como legislador los puede otorgar porque son de derecho civil133.
La materia de leg itimación de hi jos sirve a Guciérrez para reafirmar sus pos-
tulados. De este modo, de acuerdo con Juan García, dirá que el legitimado -habla
de los hijos espurios- es propiamente legítimo por lo que afecta a los efectos de de-
recho, que los príncipes pueden quitar o conceder, pero no en cuanto a los efectos
naturales• }4.
Si bien el autor se mostrará todavía más expresivo en relación con el papa, y
en la misma materia de legitimación, de hijos incestuosos ahora, pero que llevaba
consigo también la dispensa de impedimentos matrimoniales entre consanguí-
neos, ya que se trataba de prole nacida de coito matrimonial. Arranca Gutiérrez
de una afirmación ya conocida: codo lo que justamente puede hacerse por un ca-
non humano puede hacerse por el papa, como el mismo sea padre y autor del ca-
non, y del mismo modo que el emperador es ley animada el Sumo Pontífice es ca-
non animadon>. Luego recuerda que cuantas veces el impedimento de
matrimonio es de derecho positivo, esto es canónico, precisa, si el papa usa de la
palabra legitimación y no dispensación, el papa podría hacer legítima a la prole
en cuanto a uno y otro foro, puesto que puede quitar el impedimento inducido
por el canon, y así puede el matrimonio validar. Otra cosa sería si el impedimento
fuese de derecho divino, pero en codo caso los actos de derecho positivo puede el
papa dispensar y retrotraer aJ momento de su celebración •36, pues el papa acerca
de aquellas cosas que son de derecho positivo tiene potestad de revocarlas ex tune,
esto es retro• 37.
Pero el autor insiste y precisa más la cuestión. Porque, según pone de relieve,
tanta es la potestad del papa respecto a los efectos de derecho positivo que puede
quitar la constitución también en cuanto a los efectos pretéritos. E incluso, según
dirían las clementinas y Juan de Imola, y concluiría el Cardenal, el papa puede, en
cuanto al efecto, que no sólo se rengan por no hechas aquellas cosas que son he-
chas, sino que también lo no hecho se tenga por hecho. Tanta es la plenitud de po-
testad del papa, continúa, que puede revocar codas las leyes dadas por sf o por sus
predecesores con todos sus efectos, así que se juzguen revocadas desde el tiempo en
que fueron hechas. Pero, eso sí, y aquí entran las limitaciones, siempre que los im-

132. lbi@n. n. 21.


133. Praniramm QJ1at1tion11m, Lib. IV, Quacst. 8, núm. l ~ y 36.
134. Prartirar11111 Q11at11ion11m, Lib. IV, Quacst, 73, n. 22.
135. Canonirar11m Q11at1tion11m, Lib. 111, cap. 74, n. l.
136. lbidm1, n. 3.
137. lbitkm, n. 4.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 161


SALUSTIANO DE DIOS

pedimentos fueran establecidos por leyes emanadas del papa y no se debieran a le-
yes naturales y divinas. Caso de que emanen del papa, éste puede revocarlas con co-
dos sus efectos, hasta el punto de que se consideran revocadas no sólo desde ahora,
ex nunc, sino desde el tiempo en que fueron hechas, ex t11ncl38.
En otros muchos pasajes del autor queda reforzada esta doctrina de la desvincula-
ción del príncipe respecto del derecho positivo y del simúltaneo sometimiento a los
derechos divino, natural y de gentes. Así ocurre cuando habla de la tutela del rey me-
nor y rechaza opiniones de Bánolo, Baldo y El Abad, quienes distinguían en relación
con la capacidad del rey puber entre accos de simple jurisdicción y otros que afectaban
a la administración del reino, cuando para él, siguiendo a Charles du Moulin, también
en la administración de simple jurisdicción y en el juzgar se requieren ciencia y ma-
durez de menee y consejo, pero no sólo por derecho positivo, al cual en cuanto tal no
están sometidos los reyes, sino asimismo por derecho natural y divinol39.
De nuevo observamos estas ideas cuando trata del alcance de la intervención
del príncipe en los testamentos, donde con una táctica netamente escolática pri-
mero expone los argumencos más favorables al poder del príncipe y luego los que
lo restringen, utilizando en uno y ocro caso los mismos instrumentos, pero mien-
tras en un caso se amplía el ambito del derecho civil, en el otro se cercena, excen-
diendo por el contrario el campo del derecho natural y de gentes. En este sentido,
referirá el aucor la opinión de que el príncipe puede hacer que ni por adición se ad-
quiera la herencia, o que los herederos no representen al difunto, como también
puede quitar todos los defectos del testamento, puesto que todas estas cosas se in-
ducen del derecho civil140. De forma semejante relata el parecer, entre otros de
Paolo di Castro, y Currio Junior que la llama común, según la cual puede el prín-
cipe legitimar al espurio en perjuicio de los que vienen ab intestato, dado que la su-
cesión y la adquisición de la herencia son de derecho civil141. Más aún, esto ocu-
rriría no sólo delata la herencia, sino también adita, e incluso possesione aprehensa,
conforme sostiene Decio, porque esce dominio es de derecho civil y el príncipe lo
puede quitar ya que está sobre todo derecho positivol42.
Para Guciérrez, sin embargo, es falso que el príncipe pueda quitar la herencia
después de aprehensa, puesto que aunque el modo de adquirir sea de derecho civil
según la común opinion, el dominio ya adquirido es de derecho de gentes. Y lo
mismo se ha de decir respecto de la herencia ya adita, concra Jasón, puesto que con
Ja adición de la herencia el dominio de la herencia se nos ha transferido y el prín-
cipe no puede quitar aquellas cosas que son de derecho de gentes, a no ser con causa
legítima, conforme entre otros sostienen Bernardo Díaz de Lugo y Martín de Az-

138. Canonícarum Q1111es1íon11m, Lib. lll, cap. 74, núm. 6-7.


139. De 1111tlis et (J(rÍs , cap. 18, n. 5.
140. Rtj>etítíones Stx, Repcririo L. Nema poresr, n. 68.
14 l. Ibídem, n. 69.
142. Ibídem, n. 70.

162 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRINCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RRE.Z

pilcueta l43. Pero aun enconces, cesando la causa por la que el príncipe quita a uno
su cosa debe hacerse restitución de la mismat44, y desde luego cuando el príncipe
quita a uno un bien debe encenderse entregando precio a cambio, según defendían
Arias Pinel y su maestro Antonio de Padilla, como también decían Arias Pinel,
Juan de Orozco y Gregorio López que esto ocurría incluso cuando la causa por la
que el príncipe quita a uno una cosa fuera justísima 1 4~.
Por otro lado, el príncipe no puede legitimar a un espurio en perjuicio de los
que vienen ab intestato si la herencia ya ha sido adquirida, ha.ereditate iam quaesita,
a no ser también por causa legítima y dando un bien a cambio, y no puede porque
por la adición se han convertido en señores de ella, de modo que una vez adquirida
es ya de derecho de gencest46. La herencia, después de adita, no se dice más heren-
cia sino patrimonio del heredero y de ninguna manera puede quitarla el príncipe
en perjucio del derecho y del dominio adquirido por el heredero, salvo por causa
pública, según el autor•41.
No obstan a estas tesis los problemas derivados de la falta de las solemnidades
requeridas por el derecho, que para algunos probarían que el testamento es de de-
recho civil. En esca línea, Baldo pensaba que del testamento menos solemne no se
origina obligación civil ni natural, puesto que el testamento pende del derecho ci-
vil en su forma y origen. Otra opinión sostenía, en cambio, que si la facultad de
testar es de derecho civil en relación con la forma y solemnidad, en cuanto al ori-
gen y sustancia es de derecho de gentes y natural. Bárcolo y Fortún García, desde
luego, hacían hincapié en la condición de derecho de gentes y natural del testa-
mento. A Guciérrez le parece más correcta esca segunda postura, de modo que del
testamento menos solemne de derecho civil, pero perfecto de derecho de gentes o
natural, se deriva obligación natural, partiendo de la distinción anees apuntada, se-
gún la cual en cuanto a la forma y solemnidad el testamento es de derecho civil,
mientras que atendiendo a su origen y sustancia es de derecho natural. En este con-
texto Guciérrez no deja de traer a colación el parecer de Covarrubias, que decía que
el príncipe sin causa no podía quitar a los hombres la facultad de testar, puesto que
les compete por derecho de gentest4s.
Los contratos son otra muestra magnífica, como el propio dominio o propie-
dad y los testamentos. En varios momentos se refiere a la cuestión, pero donde más
explicitamence lo trata es a propósito del privilegio de recaudar alcabalas conce-
dido por el rey, que para el autor no puede ser revocado puesto que pasó a fuerza
de pacto y convención. El príncipe, precisa, a no ser con justa causa no puede qui-

143. Ibídem, núm . 70-7 l.


144. Ibídem, n. 72.
145. Ibídem, núm. 73-74.
146. lbidttr1, n. 75.
147. Ibídem, n. 76.
148. lbidttr1, núm. 77-81.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 163


SALUSTI.ANO DE DIOS

tar el derecho adquirido por contrato, incluso en expectativa, ius quaesitum ex con-
tractu, etiam in spe, de forma muy distinta a lo que ocurre con los privileg ios gra-
ciosos, que sí los puede revocar, incluso sin causa. Pero si el príncipe puede revo-
car los privilegios graciosos y no los privilegios que pasaron a fuerza de contrato y
convención, por causa onerosa o por servicios prestados, se debe a que no puede el
príncipe quitar aquellas cosas que son de derecho de gentes, corno son los contra-
tos, salvo con causa legítima y aún entonces entregando un precio o bien a cam-
bio. Más todavía, el privilegio concedido por el príncipe que pasó a fuerza de con-
trato, mediante precio o prestación de servicios, no puede derogarse por la cláusula
general non obstantibus, lo cual es muy verdadero y conforme con el derecho natu-
ral, según concluyet49.
Muchos otros ejemplos hay en la obra de Gutiérrez que aseveran esta limita-
ción del poder del príncipe derivada de su sometimiento a los derechos divino, na-
tural y de gentes. Así ocurre con la citación de la parce en juicio concradictorio, en
el proceso, pues como sea defensión se considera de derecho natural, si no es que
no tiene su origen en la divinidad, y el príncipe no la puede quitar, de modo que
ni él mismo puede conocer y juzgar sin citar a la parce. Si bien Loazes decía que el
príncipe podía quitar la defensión y la citación con justa causa 150. Esta limitación
del príncipe se movía dentro de un tenor más amplio de raciocinio, según el cual
el príncipe ha de administrar justicia por razón natural, ya que de otra manera, si
no diera su derecho a cada uno, sería un tirano, de acuerdo entre otros con Diego
Pérez y Antonio Gómez 151.
Todavía expondré un nuevo supuesto, el de la legítima, o competentes ali-
mentos en su defecto, que de derecho natural se debían dejar a los herederos, y no
podían quitarse in totum por rescripto del príncipe. Cosa distinta ocurría con su
cuota o cuantía, que era de derecho civil o positivo y podía disminuirse o mode-
rarse. Tanto era esto así, que según Gutiérrez no valía la facultad regia para fundar
mayorazgo de todos los bienes si no se dejaban congruos alimentos a los demás hi-
jos, o la legítima, atendiendo para su cuantía a la cualidad de las personas y al va-
lor de los bienes. Su postura, que era mayoritaria, venía avalada por muchos nom-
bres: Tiraquello, Menochio, Paolo d i Castro, Alciato, Arias Pinel, Palacios Rubios,
Gregorio López, Antonio Gómez, Molina, Rodrigo Suárez, Mieres, Montalvo, Ro-
jas, Cifuences, Bernardo Díaz de Lugo o Covarrubiasl52.

149. De Gabellis, Quaesc. 4, núm. 6-9. remiciéndose a sus Rtpetititfonts Sex, Rep. L. Nemo pocesc,
núm. 71, 73 y 175. Véase asimismo: De iurammto confirmatorio, Part. 1, cap. 5, n. 34 y Praftirarum Quau-
1ion11m, Lib. II, Quaesr. 75, n. 6.
150. Pratticarum Quautionum, Lib. lII y IV, Quaesr. 17, n. 230 y Canonicar11m Q11aution11m, Lib. U,
cap. 16, núm. 4-7.
15 l. Canonicarum Q11aes1ion11m, Lib. Il, cap. 16, n. 5.
152. Sobre todo ello, Pratticarum Q11aestion11m, Lib. V, Quaesr. 82, núm. 9-16, y ya más específica-
mente para el mayorazgo, Canonicarum Q11atstion11m, Lib. 11, cap. 14, núm. 1, 29 y 37-43.

164 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


LA IX>CTRlNA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

En fin, de los límites del poder del príncipe derivados de la distinta naturaleza
de los órdenes normativos nos habla una afirmación más general del doctor Gu-
tiérrez, de conformidad con la cual el rey o príncipe no puede disponer algo acerca
del matrimonio o de otras cosas espirituales porque el inferior no puede desatar la
ley del superior 15?. De forma semejante, por cierto, según se recordará, a como el
propio autor negaba a los inferiores y súbditos capacidad de interpretación de las
leyes del príncipe, pues a su entender iba contra el derecho natural y divino, ade-
más de la contradicción que llevaba consigo ser a la vez inferior y superior• 54. Bien
que al príncipe no se le dejará sin escapatorias, lo veremos a propósito de la doc-
trina de la causa, ya que con causa, de condición pública, el príncipe podía actuar
contra el derecho natural y de gentes, y también lo observarnos con relación al de-
recho divino, porque al decir de Gutiérrez, en tesis muy compartida por los juris-
tas, aunque el príncipe no puede disponer contra la ley divina, sin embargo sí la
puede distinguir, interpretar y declarar 1ss. O dicho de otro modo, aunque el dere-
cho civil no puede quitar el derecho divino, puede no obstante distinguirlo y de-
clararlol56. E incluso más, puesto que con causa, con causa racional, con apea causa,
puede el papa dispensar acerca del derecho divioom.

4. 6. Absoluto y limitado. La defensa de los derechos adquiridos o de terceros


Si el príncipe está limitado en su actuación por los ordenamientos no positi-
vos, como superiores a él, lo es por la defensa de los derechos de terceros o dere-
chos adquiridos, que está obligado a salvaguardar y proteger, fueran particulares o
corporativos, y cuanto más antiguos, mejortss, como garante del orden de privile-
gio en el que se sustentaba la sociedad señorial, que esa era la función de la mo-
narquía.
Que el príncipe estaba obligado a respetar los derechos adquiridos o de terce-
ros, de manera nada incompatible con la concesión de gracias y privilegios, se com-
prueba por distintas formulaciones, bajo capa de axiomas o de tópicos, en sentido
positivo o negativo, que Gutiérrez reitera en sus escritos, siguiendo las máximas
del ius commrme. En otras ocasiones, en cambio, la misma doctrina aparece más di-
fuminada en el cuerpo de sus argumentaciones sobre distintos supuestos que afec-
tan al poder del príncipe.

153. Pr1Utirarum Qwus1ian11m, Lib. 11, Quaesc. 1, n. 6.


154. Prarti<Arum Q11ae.Stian11m, Lib. IV, Quaesc. 61, n. 18.
15 5. Y pone un conocido ejemplo, el de los eeseigos, que por derecho divino valen para prueba dos
o eres, mieneras que para el derecho civil se exige un mayor número de ellos. En Prarticarum Q11aeslion11m,
Lib. II, Quacsc. 1, n. 18.
156. Dt i11ramento confinnarqriq, Prim. Pare .. cap. 1, n . 73, con e l m ismo supuesco de los testigos.
157 . Canonicar11m Q11ae.rtion11m, Lib. 1, cap. 17, n . 43.
158. En Prarticar11m Q11ae.rtiun11m , Lib. III y IV, Quaesc. 14, n . 26, enconccamos esce principio: No-
bilitaJ q11anlo antiq11or tanto nobilior, perf«tior et honoratior.

SALAMANCA, Revisea de Escudios, 39, 1997 165


SALUSTIANO DE DIOS

De esce modo, nos encontramos en Gutiérrez con el d icho de que la gracia he-
cha por el príncipe, que a sólo el príncipe perjudica, en perjuicio del concedente
se ha de incerprecar amplísimamencel59. Con el mismo sig nificado se expone otras
veces de forma positiva: Los privilegios se deben interpretar amplia y favorable-
mente cuando no dañan el derecho de tercero ni de alguno hacen perjuicio 160. O
con una expresión más sencilla: El beneficio del príncipe o privilegio se ha de in-
terpretar latísimamencel61. En cambio, de manera discinca, dirá también que los
beneficios del príncipe se han de interpretar estrictamente para que no perjudi-
qúen a cercero162. Si bien es quizá más habitual que el placentino utilice una for-
mulación algo más compleja, donde junco al aspecto positivo en favor de la facul-
tad de privilegiar del rey, se recojan también Las cautelas en defensa de los derechos
de terceros. Suena así: Los beneficios del emperador o del p ríncipe se han de in-
cerprecar lacísimamence, principalm ente cuando se traca de un privilegio que va en
solo perjucio del concedente, y se limita cuando va en perjuicio de tercero 163. No
falca en Gutiérrez tampoco una presunción general en favor de los derechos ad-
quiridos, de los derechos de terceros: En la duda no se juzga que el p ríncipe quiera
perjudicar el derecho adquirido por ocro 164. Pero también es general orca presun-
ción: La ficción no procede en perjuicio de cercero 1 6~.
Esca doctrina la expresa Gutiérrez en muchos supuestos. La observamos hasca
la saciedad en una cuest ión que coma su mocivo de si los privilegios de nobleza, de
inmunidad, concedidos por el emperador Carlos, como em perador, a sus súbditos
y originarios de sus reinos, se encendían, o no, solamente concedidos en las cierras
del imperio; por lo que pudieran perjudicar a los derechos adquiridos de los reinos
de Castilla, que Guciérrez interpreta, y p retende probar, que no es el caso166. En
esca cuesci6n encontramos el aserto de que en la duda no se juzga que el príncipe
quiera perjudicar el derecho adquirido por ocro 167. También se recoge la afirma-
ción de que el príncipe no puede derogar el derecho de ocro adqu irido de gences 168,
y ni siquiera el dominio adquirido de derecho civil, salvo con causa169. Asimismo

159. Prart1C<tn1111 QMaariqn11n1, Lib. 11, Quacsc. 75, n. 3.


l 6o. Praxis Crimina/is, Qu~sr. l 13. n. 17.
161. lilltgationu, Tertia Allegario, n.4, Canonicar11n1 Q11at1tion11m, Lib. J, cap. 2. n. 3 y Praxis Cri-
111i11ali.r, Quncsc. 11 3, núm. 16 y l 9.
162. En Prac11car11m Q11atJtio1111111: Lib. llJ y IV, Quaesr. 22, n. 11; Lib IV, Qu~c . 11 , n. 37; Lib. IV,
Quaesc. 56. n. 4. Asimismo, Ca11011icarMm Q11amio1111m, Lib. 111, cap. 74, n. 32.
163. Puede verse, con mínimas variantes de redacción, en Pramcar11n1 Q11au11onMm: l ib. Jll y IV,
Quaesc. 22, n. 1O: Lib. IV, Quaest. 11 , n. 2 y Quacst. 56. n. 4. Tambit'n en Ca11011iC<trMtn Q11t1tS1ionxn1,
Lib. 11, cap. 21, núm. 5 y 121-123.
164. Praaicar11m Q11MS1ÍqnJ1m, Lib. IV, Quaesr. 11, núm. 9 y 38.
165. Dt ga~llis, Quaesc. 88, n . 22.
166. PrartiC<tr11m Q11=tio111u11 1 Lib. IV, Quaesc. 11 .
167. lbidem,n. 9.
168. lbidn11, n. 10
169. lhida11, n. 11.

166 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CXX:TRINA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIÉRREZ

aparece en ella otro postulado: De ningún modo, incluso de plenitud de potestad,


puede el príncipe derogar el derecho de los llamados a la sucesión del mayorazgo,
aun cuando no renga ius delatum a la misma, a no ser por causa públical70. De lo
cual infiere, por semejanza, que la legitimación concedida por el príncipe en per-
juicio de los sustitutos llamados requiere causa pública, que conste la citación de
los mismos y que se les de un bien a cambio 17 1• Naturaleza restrictiva tiene otro
de sus dichos, que a las palabras y declaración del Sumo Pontífice - extensible al
emperador y rey que no reconoce superior - plena fe se les ha de dar cuantas veces
su gracia o intención se funde sobre aquéllas, si bien no procede cuando se trata de
g rave perjuicio de orrol72. En la misma línea se mueve otro de sus argumentos:
Que pese a que los beneficios del príncipe y del emperador se han de interpretar
ampliamente, los privilegios del príncipe no se han de interpretar de modo que se
hagan contra la voluntad del concedente, o para que concluyan muchos especiales,
porque aunque una dispensa sea favorable muchas son odiosas. Y en el supueco de
que trata, el privilegio se ha de interpretar escriccamenre, de modo que el empe-
rador no quiso extender el privilegio a las tierras de España, de Castilla, que para
eso lo podía haber dicho de forma expresa 173. En fin, con esco finali za, los benefi-
cios del príncipe se han de interpretar estrictamente cuando se trata de perjuicio
de tercero, de perjuicio público de los súbditos de estos reinos. Porque aparte de
que en la duda nunca parece que el príncipe quiera perjudicar el derecho de otro,
dichos privilegios- de inmunidad- no tienen derecho adquirido en nuestra especie
en cuanto a los reinos de Castilla, que perjudicarían a la pública utilidad de estos
reinos. Por tanto ha de juzgarse q ue por sus privilegios no quiso perjudicar el em-
perador y se han de restringir para que a los bienes y hombres de estos reinos no
perjudiquen 174.
En la cuestión acabada de referir Gutiérrez defendía los derechos adquiridos de
los reinos de Castilla frente a las cierras del imperio, aunque no deja de hacer alu-
siones a la defensa de la familia y de la propiedad. En otras ocasiones volverá el au-
tor sobre estos grandes temas, según observamos en una cuestión donde se mezcla
el limitado alcance que a su juicio debe tener la intervención del papa en las cosas
temporales de fuera de las cierras de la iglesia con la defensa más firme del matri-
monio y de la familia. En efecto, se trataba de una legitimación papal con efectos
temporales y sucesión de mayorazgo en Castilla, como también se trataba de una
legitimación de hijos incestuosos y de la dispensa de los impedimentos de matri-

170. Ibídem, n. 12, con citas de Paolo di Castro, Covarrubias, Menchaca, Burgos de Paz, Molina, Si-
mancas, Amonio Gómez, Sarmiento y Peláez.
17 l. lbid~t, n. 13.
172. lbükm, núm. 19-2 1, y 22-24, donde se defiende el í111 qlkUJí111m de rerceros, al que no pueden
perjudicar las declaraciones del príncipe.
173. Ibídem, núm. 35 y 36.
174. lbídm1, núm. 37-38.

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997 167


SALUSTIANO DE DIOS

monio entre consanguíneos de segundo grado 17 ~. Pues bien, en esca situación, y a


lo largo de dist intos números del capítulo, Gutiérrez nos ofrece de nuevo la doc-
trina de los derechos adquiridos o de terceros, que tendrá uoa peculiaridad respecto
del caso precedente, y es que no sólo se ocupa de los iura iam quaesita, sino que
también dedica su atención a los perjuicios que se podían ocasionar a los iura in spe
quaesita 116.
En los mismos términos se manifiesta el autor en otro episodio, que no aban-
dona los ámbitos de la familia y de la sucesión hereditaria y se centra en los hijos
espurios. De acuerdo con el placentino, el príncipe no puede legitimar a un espu-
rio en perjuicio de los que vienen ab intesta/o, hatreditate iam quaesita, a no ser por
legítima causa y dando un bien a cambio. Pero el príncipe, sin causa pública, tam-
poco puede derogar el derecho, incluso quaerendo, de los llamados a la sucesión del
mayorazgo después de la aceptación del primer llamado, porque se entiende que lo
hace en nombre de toda la familia177.
No son distintos los enunciados en materia de contraeos, que como la sucesión
hereditaria sirven para adquirir la propiedad. Según Gutiérrez el príncipe no puede
quitar sin justa causa el derecho adquirido por contrato, incluso en expectativa, de
modo distinto a lo que ocurriría con los privileg ios graciosos 178 •
Podíamos seguir narrando otros casos en beneficio de la dignidad regia, o de
particulares, sin embargo, para finalizar este apartado, voy a hacer hincapié en un
aspecto de los derechos adquiridos muy valioso en una sociedad de privilegio. De-
seo referirme al significado que atribuye Gutiérrez a la posesión inmemorial, cos-
tumbre inmemorial o prescripción inmemorial, en realidad otro modo de adquirir
la propiedad, ahora por el transcurso del tiempo, por antigüedad, siempre que sea
sin contradicción. Al decir del canónigo de Ciudad Rodrigo, la posesión inmemo-
rial tiene fuerza de título y privilegio obtenido legítimamente del príncipe179. O
con otras palabras, la costumbre inmemorial ciene fuerza de privilegio•so. De va-
lor, pues, cuando menos equivalente a un privileg io formal del príncipe, pero te-
nía notables peculiaridades a su favor, como es que en la posesión inmemorial no

n.
1 Canonicar11m Q11aurion11m, Lib. 111, cap. 74.
176. lbidtm, núm. 8-10, 26-27 y 32.
177. Rtpttirionu Sex, Repec. L. Nemo potcst, núm. 69, ny 76.
178. Dt Gabt/lis, Quaesr. 4, n. 7. O como también dirá: Los contratos, aunque inicialmcnre son vo-
luntarios, despu~ de hechos son necesarios, y no es lícito aparra~ del conrrato una vez que de él se ha de-
rivado dt>r«ho adquirido para otro, a q110 sttntl illJ tSI quaai111m alttr'i. En Praairan1m Q11aur111n11m, Lib. IV,
Quant. 73, n. 3. Por otro lado, que los privilegios graciosos pucdt> de ordinario, rrg11'4riltr, quitarlos ti
príncipt" sin causa, de.- conformidad con la opinión de Moüna, Covarrubias y Azevtdo, lo afirma en Praai-
canm Q11aes1ion11m, Lib. IV, Quaesr. 11, n. 30 .
179. Prar1tcar11m Q11atStion11m, Lib. 111 y IV, Quaesr. 14, n. 70. Luego, en números 70-79, lo repite
con diversas cxpresiont"S: La coscumbrc inmemorial tiene fuerza de asentimiento y privilegio dt>l rey; ciene
fuer.i:a de ley y tiene fuera de título y concesión; se cient" por verdadero y solemne privilegio; tient" fuerza
de conct-sión expresa por aquel qut> puede darla.
180. D1 Gabtlli1, Quacst. ~. n. 2.

168 SALAMANCA, Revista de Esrudi0$, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRINCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

se requiere cierta ciencia del príncipe 18t, o que goza de presunción en contrario,
incluso contra disposición com únl82.
En varios momentos Gutiérrez traca de la costumbre inmemorial, como ocu-
rre en el caso de las regalías, y especialmente respecto a la percepción de alcabalas,
si prescribe o no contra el rey, que él sostiene que not83. También toca el tema con
ocasión de la nobleza inmemorial de los vizcaínos, pero esta vez se muestra muy
favorable, ya que no sólo no ha sido impugnada por el príncipe, sino que además
ha sido confirmada por él, según expone 184. Pero aún más, el aucor resalta la anti-
güedad de los privilegios de la nobleza vizcaína como un supuesto especial dentro
de la defensa de los derechos de terceros que corresponde al rey. En palabras de Gu-
tiérrez, el rey -Felipe II- no consiente se haga agravio a ninguno, y menos a una
nobleza can notoria y antigua como la vizcaína185. El poder soberano y absoluto del
rey, parece obvio a la luz de escas plabras, no era incompatible con la existencia de
fueros y privilegios, por muy inmemoriales que fueran, que no sólo no abolía sino
que confirmaba el monarca, y con cláusulas de plenitud de potestad o de potestad
absoluta, según ya expusimos.

4. 7. Absoluto y lfmitadíJ. La doctrina de la causa


La doctrina de la causa tiene varias vertientes en la obra del doctor Guciérrez,
como en toda la escolástica. Una de ellas se refiere a la formación de voluntad del
príncipe y afecta a la validez de los actos, ya que para la validez de los rescriptos se
necesita por parte del príncipe conocimiento de causa, que a menudo venía defor-
mado por la falsedad en las preces de los solicitantes, mediando obrepción y su-
brepción. De ahí las cláusulas de los rescriptos, una tácita, presupuesta en todos
ellos, si preces veritatt nitantur, relacionada con los peticionarios, y otras expresas, las
de motu proprio y ex ctrta scientia, de parce del príncipe, que tenían la virtualidad de
dejar constancia de que el príncipe actuaba de forma consciente, sabiendo lo que
hada.
A cales efectos Gutiérrez disting ue dos tipos de causas: la causa final y la causa
impulsiva. la causa final es aquella que mueve principalmente al agente y hacia la
cual se dirige la menee fi nal del mismo. Esca causa final es la úlcima en cuanto a
la ejecución y la primera en cuanto a la intención. Por ocro lado, causa impulsiva
es aquella que fuera del fin último mueve al agente, da causa al acto y sin la cual
no se llevaría a cabo el acto, llamada vulgarmente imp ulsiva porque impulsa a
obrar y menos acertadamente por otros causa eficiente. La causa propiamente d i-

181. PractiC1Zr11m Q1111t.1tion11111, Lib. 111 y IV, Q uacsc. 14, n. 71. Cosa que dice en relación con la pres-
cripción inmemorial, en Practican1111 Q1111t.11io1111m, Lib III y IV, Quacst . 85-86, núm. 1-2.
182. PrattÍC1Zr11m Q11at.11ion11m, Lib. lll y IV, Quaest. 14, n. 77.
183. De Gabúlis, Quaesc. '.> .
184. Praairannn QlúUStion11m, Lib. 111 y IV, Quaest. l 7, n. 120.
l85. Practicar11n1 Q11aesrion11m, Llb. 111 y IV, Quaest. 17, n. 310.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 169


SALUSTIANO DE DIOS

cha es la final, es causa de causas, es sustancia y forma. Por el contrario, la causa


impulsiva es abusiva e impropia. Se presume final aquella que según el orden de
derecho debe ser final. En la dispensa, la causa expresa se presume que es siempre
final.
La falsedad o defecto de causa que viciaría el rescripto, gracia o privilegio del
príncipe sería por falsedad y defecto de la causa final. De modo distinto, no vicia-
ría la disposición o concesión del príncipe la falsedad o subrepción de la causa im-
pulsiva. Aunque reconoce que es cuestión dudosa y controvertida la común sen-
tencia, según la cual la falsedad o subrepción y defecto de causa impulsiva, que no
levemente mueve al príncipe, pero que si ella fallase sería más difícil la concesión,
haría nula la misma gracia y disposición. El autor, después de largos raciocinios y
de pasar revista crítica a las opiniones de Decio, Menochio, Azpilcuera y Covarru-
bias opca por una nueva distinción escolástica, de modo que si la falsedad o su-
brepción de la causa impulsiva grave o notablemente moviera al príncipe para con-
ceder la gracia, el rescripto o el privilegio viciaría la misma gracia, rescripto o
privilegio, cosa que no ocurririría si solamente moviese al príncipe levemente186.
Conforme puede apreciarse, los defectos de la causa final, si es que no eran
también los de la causa impulsiva, se convierten en otros límites al poder del prín-
cipe, por vicios en su voluntad de obrepción y subrepción, que podían llevar con-
sigo la nulidad de sus gracias, privilegios y rescriptos. Pero además de este sentido
de la causa, en Gutiérrez se descubre otro, que atiende a su justicia y afecta a la po-
testad del príncipe. Se erara de la justa o legítima causa, o causa de utilidad pu-
blica, que contemplamos en las más diversas cuestiones en que interviene el prín-
cipe. Porque Gutiérrez se muestra muy exigente con el príncipe, hasta el punto de
poner en cuarentena la regla de que en el príncipe se presume justa causa, parci-
cularmence cuando anda el derecho divino de por medio187. Si bien, ha de quedar
claro, esa es al menos mi intención, la doctrina de la justa causa resulta en el fondo
ambivalente, pues si es cierco que limita la potestad del príncipe, igualmente sirve
para amparar su poder, para justificar su actuación. En efecto, la existencia de la
justa o pública causa es un requisito que se exige al príncipe en su iocervención en
los asuntos relativos a intereses de terceros, o derechos adquiridos, que normal-
mente gozaban de la condición de derecho natural o de gentes. Sin embargo, no es
menos verdad, si se da justa causa el príncipe está legitimado para actuar en esos

186. Para lo dicho sob~ la docrrina de la causa impulsiva y final, Ca1t0nican1m Q111UStion111n, Lib. 11,
Quacst. 1 '.5, principalmente núm. 1-41 y 104, y para la cláusula Ji Jwtns iwitatt mtant11r, oúm. '.52, 110·
l 13, 122, 126 y 130. También sobre las mismas causas, en materia de dispensa de matrimonio entre con-
sangufneos o afines, Camm1rar11m Q11,m1ion11m, Lib. 1, Quaest. 15, núm. 12-23. Para el valor de las clásu-
las nro111 proprio y ex cma Jfimtia, véase, por ejemplo, Pr(J(tirar11m Q11atJtion11m, Lib. 111 y IV, Quaest. 17,
n. 40 y SS.
187. Se trata de l:i dispensa por el papa del matrimonio rato y no consumado, y dice que en este
caso no procede la cu:ada regla porque el inferior no debe violar el cstaruro del superior sin apta caUS:I. En
Canomcan1m Q11at11ion11m, lib. 1, cap. 17, n. 43.

170 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRINCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTIBRREZ

supuescos, incluidos algunos de derecho divino. Al príncipe, en definitiva, no se le


dejaba sin salidas en el uso de su poder, por más límites que se le impusieran. En
la naturaleza del orden social de privilegio, de cuyo mancenimienco era su garance,
que para eso tenía atribuida la faculcad de privilegiar, se encuentra la última ex-
plicación de eUotss.
La ell:igencia de justa causa, causa legítima o necesaria, causa racional, o causa
pública, que codas escas expresiones emplea Gutiérrez, recorre codas sus obras y se
expresa tanto de forma positiva como negativa, de modo que unas veces se nos dice
que con causa el príncipe puede actuar contra el derecho y en otras ocasiones re-
fiere que el príncipe no puede hacer algo que afecta al derecho de partes salvo con
causa. En suma, en términos de qué puede y qué no puede hacer el príncipe. Los
testimonios son abrumadores. Vamos a referirnos a algunos de ellos.
De este modo señalará Gutiérrez que por causa, de méritos o servicios, puede
el rey hacer a alguno hidalgo y otorgarle privilegio de libertad e inmunidad res-
pecto a contribuciones y moneda forerat89. Por jusca causa, por causa de remune-
ración, algunas cosas pertenecientes a la dignidad real puede el príncipe transferir
a alguno por título de donación, haciéndole de este modo benemérico de la repú-
blica, expone Gutiérrez 190. También sostiene que por causa, como l~ carestía,
puede el príncipe aumentar la tasa de los granos19t. Por justa causa puede el prín-
cipe supremo prohibir la caza a sus súbdicost92. Asimismo con justa causa puede
el rey dar licencia o facultad para excraer algunos bienes del mayorazgo y proceder
a su enajenación193. Hasta con justa causa podría el príncipe quitar la citación y
defensión t94.
Por lo que atañe de forma específica al papa, con justa causa puede éste eximir
a algunos del pago de la décima de los frutos , y eso que las décimas fueron insti-
tuidas de derecho divino y natural para sufragar a los ministros de la iglesia por
sus trabajos espirituales y cuidado de las almas195. El papa, si se da causa apta y ra-

188. A mi entender, es muy concluyente al CC$pccto un pQS&je del autor donde se cuestiona si el rey
puede de derecho apartar de sí, de la regia dignidad, las alcabelas y demás dertehos reales. GuriérttZ ~ ma-
nifiesta limi tativo, pero no obscame nos dice que de ningún modo ~ sigue de eJlo resrringir a los reyes y
príncipes la pocescad y facultad que de derecho tienen de conceder por jusca causa privilegios de impues-
tos a particulares y universidades por m~ritos, servicios, o prttio, o d e otra manera. La ci ta se encuentra en
DtGabtllis, Quaest. 4, núm. 21-22.
189. Aunque sin causa pod ía el rey hacer simple hidalgo a uno que no era de linaje, pero sin liber-
tad e inmun idad de tributos, dado que esta aftttaba a interereses de terceros. Por eso considera que es más
pleno el privilegio de nobleza que el privilegio de m ilicia armada. En PrtUticanlfn Q11atsti01111m, Lib. rv,
Qua6t. l , núm. 9-11.
190. Dt Gabtllis, Quaesc. 4, núm . 11 - 12. V~ también nota 187.
191. Pra<Ticarum Q11aestion11m, Lib. fV, Quaest. 61, n. 19.
192. Canonicar111'1 Q11a1S1io1111m, Lib. 11, Quaesr. 27, n. l.
193. Pra<TÍC4rum Quaarionum, Lib. U, Quaest. 74, n. 1.
194. Según probaría Loucs, dice Gutiérrei: Canonicar'"" Q11aa1ion11m, Lib. 11, cap. 16, o. 6.
19). Ca11onicar11111 Q11aestionum, Lib. U, cap. 20, núm. 26-28.

SALAMANCA , Revis ta de Estudios, 39, 1997 171


SALUSTIANO DE DIOS

cional puede dispensar acerca del derecho divino 196. Con causa, regularmente
puede dispensar contra el derecho común, siempre que la causa sea legítima, apro-
bada por el derechol97. También el papa puede dispensar en el voto solemne de cas-
tidad o de religión para con el religioso con gran causa, júzguese por razón de la
conversión del reino o de la paz, de modo que pueda tomar esposa198 .
Con expresión negativa, en cambio, habla de que no vale la habilitación de las
mujeres para la sucesión de un feudo, ni siquiera de potestad absoluta, a no ser que
fuera concedida por el príncipe por causa públical99. Asimismo refiere que nadie,
salvo el papa, puede alterar la voluntad de los testadores, y para eso de plenitud de
potestad, ya que no ordinaria, y con justa y necesaria causa, por ser la facultad de
testar de derecho de gentes200. Tampoco puede el papa sin causa dispensar el ma-
trimonio rato y no consumado, ni aun de potestad absoluta y voluntad de ambos
cónyuges 2 1• º
La cláusula general non obstantibus, dirá en otro pasaje, no quita los privilegios
del príncipe que pasan a fuerza de contrato, precio mediante o por servicios, o para
pías causas, pues aquéllos sin justa causa el príncipe no puede derogar202. De ello,
al igual, se infiere una práctica singular, prosigue, como es que si el rey o príncipe
revoca todos los privilegios, gracias y concesiones hechas de todos los oficios de re-
gidurías o escribanías, incluso con la cláusula non obstantibus, por esta revocación y
empleo de tal cláusula no se juzga que derogue los privilegios y gracias de estos
oficios en los que intervino algún precio, o fueron concedidos por servicios, puesto
que aquellos privilegios pasaron a contrato. Esto se prueba por el título de conce-
sión del oficio, donde suele ponerse y declararse, asegura203. Más aún, perfila su
opinión, el rey sin justa causa no puede quitar estos oficios y la revocación de los
privilegios y oficios del príncipe o rey antedichos sólo se ha de referir a aquellos
privilegios que gracuitamente fueron concedidos y con nombre de privilegio sola-
mente permanecieron, pero no a aquellos que pasaron a fuerza de contrato o para
pías causas. En concreto, y es un ejemplo de la práctica, respecto a los oficios de
nuevo creados por Enrique IV, no se debe entender la derogación si intervino al-
gún precio o fueron otorgados por servicios, puesto que semejantes privilegios pa-
saron a contraco204.
Aunque todavía vuelve sobre la cuestión del contrato en otro episodio de su
obra, remachando estas ideas. En concreto, según defiende Gutiérrez, el privilegio

196. Canonirantm Q11áestio11Nm, Li b. I, Cap. 17, n. 41.


197. lbükm, n. 43.
198. Ibídem, n. 5.
199. Prartirar11m Q11aestíonNm, Li b. IV, Quaest. 11 , núm. 14-15.
200. Rtpetítío11es Sex, Rep. l. Nemo potest, núm. 81-83.
20 l. Ibídem, n. 42.
202. Ibídem, n. 175.
203. Ibidtm, n. 176.
204. lbíd(m, n. 177.

172 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA IX>CTRINA SOBRE EL PODER DEL PRÍNCIPE EN EL IXXTOR JUAN GUTIÉRREZ

de recolectar alcabalas concedido por el príncipe no puede ser revocado puesto que
pasó a fuerza de pacto y convención205, y más aún, el derecho adquirido por con-
trato, incluso en expectativa, no puede quitarse por el príncipe sin justa causa, al
contrario de lo que sucede con los privilegios graciosos 206. Desde luego, opina Gu-
tiérrez, a lo dicho acerca de que el príncipe no puede revocar el privilegio de re-
caudar alcabalas concedido por el príncipe, no obsta que se sostengan otras cosas,
como que el príncipe puede moderar, quitar y revocar el privilegio por él conce-
dido207, pues esto procede en los privilegios graciosos, que puede revocar, pero no
en los privilegios que pasaron a fuerza de comraco y convención, por causa onerosa
o por servicios prestados, ya que éstos no pueden ser revocados, porque no puede
el príncipe quitar aquellas cosas que son de derecho de gentes, en cuanto que son
contratos, sin causa legítima, y entregando entonces un precio o bien a cambio.
Además de que el privilegio concedido por el príncipe que pasó a fuerza de con-
trato, mediante precio o prestación de servicios, no puede ser derogado por el prín-
cipe por la cláusula general non obstantibus, sentencia verísima y conforme al dere-
cho natural, concluye2os.
No son éstos los únicos supuestos en que anda de por medio la exigencia de
justa causa en el obrar del príncipe, pues también hay otros con carácter de prohi-
biciones, pero ahora más reforzadas. Así, en Gutiérrez nos encontramos con la afir-
mación de que ni de plenitud de potestad puede el príncipe derogar el derecho de
los llamados a la sucesión del mayorazgo, incluso si no tienen ius delatum, salvo con
causa pública y dando un bien a cambio209. Otro aserto es que el príncipe no puede
legitimar a un espurio en perjuicio de los que vienen ab intestato, adquirida ya la
herencia, a no ser por causa legítima y dando un bien a cambio, puesto que al ser
ya derecho adquirido, al ser señores de ella, al ser dominio, es derecho de gentes 21 º.
Asimismo apunta Gutiérrez que sin causa pública no puede el príncipe derogar el
derecho, incluso todavía no adquirido sino quaerendo, de los llamados a la sucesión
del mayorazgo una vez que ha aceptado el primer llamado, puesto que parece he-
cha en nombre de toda la fami lia. Y si es capaz el heredero no debe rescindirse el
testamento hecho de derecho por la autoridad del rescripto regio, salvo por causa
pública y con un bien a cambio211. En fin, con un carácter más general, referido a
la expropiación, no deja de advertir Gutiérrez que el príncipe no puede quitar
aquellas cosas que son de derecho de gentes, o no puede quitar a uno su cosa, a no
ser por causa y entregando precio, incluso si la causa es justísima2l2.

205. De gabellis, Quaest. 4, n. 6.


206. lbükm, n. 7.
207. Lo decfan, entre orros, lnocencio y Angelo. En lbidern, n. 8.
208. lbidem, 9.
209. Pranicarum Quamionum, Lib. IV, Quaest. 11, n. 12.
210. Repetitiones Sex, Rep . L. Nemo potest, n. 75.
211. lbidem, n. 76, con citas de Paolo di Casero, Covarrubias, Menchaca, Burgos de Paz y Malina.
212. Ibidem , núm. 71-74.

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 173


SALUSTIANO DE DIOS

Pero, ¿qué es la causa pública, o la utilidad pública? Es un interrogante que


no carece de importancia, como comprobaremos de inmediato, ya que ayuda a cla-
rificar la naturaleza de los límites del poder del príncipe, o dicho de otra manera,
a qué intereses debía servir el príncipe según la doctrina de Gutiérrez.
En principio, pública utilidad se opone a utilidad privada o particular. Así se
deduce de una pregunta que se hace el autor sobre cómo se ha de entender la pú-
blica utilidad o necesidad que debe preferirse a la utilidad privada. Se está refi-
riendo a los estatutos de las ciudades, y dice que se puede proceder de pública uti-
lidad y necesidad cuando la universidad algo ordena que a sí principalmente
aprovecha, de lo cual notable y considerable utilidad se recibe por el conjunto, per-
cipit in universum, aunque algún pequeño daño infiera a los súbditos particulares 21 3.
El mismo sentido observamos en un pasaje donde habla de los privilegios de mo-
nopolio de molino y horno ororgados por el príncipe, pues si los considera títulos
legítimos, no deja de hacer una consideración restrictiva, y es la de que los reyes y
príncipes deben advertir al conceder estos privilegios que no los den contra la uti-
lidad pública, no sea que por beneficiar a uno destruyan a los ocros21 4.
Parecido significado encontramos en una cuestión que plantea la licitud de las
leyes regias sobre la tasa de pan. Al canónigo mirobrigense le parecen justas por-
que responden, encre otras cosas, a la esencia de lo que debe ser una ley. Al sentir
de Gutiérrez, las leyes no deben mirar a las cosas particulares, sino a lo común. De
donde, continúa, no se dice ley injusta porque no sea de provecho particular, sino
porque no sea para común utilidad de todos. La esencia de la ley, insiste, es que
mire al bien común y a él tienda como un fin215.
Sin embargo, no nos deben despistar escas declaraciones, que parecen de carác-
ter general y abstracto, y menos aún afirmaciones como que el privilegio de inmu-
nidad se ha de restringir como nocivo a la utilidad pública216, o la de que aunque
una dispensación sea favorable muchas son odiosas2I7. No nos deben desorientar
porque han de valorarse en su contexto, que es el de la sociedad señorial, de privi-
legio, discriminación y desigualdad jurídica, defendida por Guciérrez sin ambages.
En su obra, los propios privilegios señoriales se consideran como de utilidad pú-
blica. Pruebas voy a aportar de ello.
En una sociedad de privilegio como era la sociedad señorial castellana, los pri-
meros privilegios que había que atender eran los del señorío del reino y de su rey.
Se llamaban regalías o derechos reales y aparecían como expresa manifestación de
la soberanía regia, o de la dignidad regia. Por eso, estos derechos se decían im-
prescriptibles, y por lo mismo la persona del rey se consideraba sagrada, objeto de

2 13. Pracrirarom Q11atstionum, Lib. IV, Quaesc. 33, n. 17.


214. Practicam m Q11atstionum, Lib. IV, Quaesc. 34, núm. 1-2.
215. Prarticarom Q11atstion11m, Lib. IV, Quaest. 61. núm. 21-22.
216. Practicarum Quatstio11111n, Lib. IV, Quaesr. L l, n. 32.
217. lbidem, nu. 35-36.

174 SAl.AMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE El PODER DEL PRÍNCIPE EN El DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

especial protección procesal, la que le otorgaba el crimen de lesa majestad. No voy


a repetir ahora lo que antes se expuso a propósito de la condición soberana del rey,
pero sí deseo manifestar que estas regalías se amparaban bajo la condición de uti-
lidad pública, como una ideología justificativa. En particular, hay un supuesto
donde de forma explicita manifiesta esto el placentino. Se trata del derecho del
monarca a percibir alcabalas en su reino, Gutiérrez parce de la idea de que los tri-
butos son injustos si se imponen sin causa, hace historia de esca gabela y afirma
que si la causa de la concesión de alcabalas con Alfonso XI, por la lucha contra los
infieles, fue jusca, mucho más urgía y escaba vigente en su tiempo, por las perver-
sas gences de Flandes y de Inglaterra, pertinaces en la herejía, aunque Felipe 11 era
muro y ancemural concra canea inundación de infieles218, La lucha concra los in-
fieles, pues, servía de justa causa para legitimar la recaudación de alcabalas por
parte del rey, al tiempo que expresaba cómo la defensa de la religión era un fin p ri-
mordial de la monarquía.
No sólo eran los derechos del señorío del rey, las regalías regias, lo que era ob-
jeto de amparo, porque también se protegían los derechos y privilegios de otros se-
ñoríos territoriales, caso del Señorío de Vizcaya. De la justicia de su causa dicta-
minó el autor y resolvió en el mismo sentido el rey y su Consejo. Felipe 11, que no
consience se haga agravio a ninguno, mucho menos lo va a permitir con una no-
bleza tan antigua y notoria como la del señorío de Vizcaya, concluye2t9.
Los señores laicos, la nobleza, son objeto de obsesiva preocupación y justifica-
ción por parce de Guciérrez. De la nobleza afirmará, siguiendo a Bárcolo, que es a
semejanza de aquella nobleza que está en Dios220, y como aquel para Dios es no-
ble, al que Dios por su g racia le hizo grato para sí, del mismo modo es para noso-
tros noble al que el p ríncipe por su g racia le hace graco para sí221. Los nobles go-
zan de p rivilegios y libertades, como las de no ser presos por deudas222, la exención
de cribucos223 o la de no ser somecidos a tormento ni a penas infamances224. Pero
no se crea que escas libertades las tenían para provecho particular, porque según
Guciérrez, hablando del privilegio de los nobles de no ser apresados por deudas ci-
viles, la ley regia que concede este privilegio a los nobles pública utilidad y no p ri-
vada contiene, hasta el punco de que el noble d e nacimiento no puede renunciar a
este privilegio, por su condición de derecho p úblicom.

218. De Gabe/lis, Quaesc. 2, núm. 2- 11 y 25.


219. Prat'IÍUJNIJtt Q11aa1ion11m, lib. 111 y IV, Quaesc. 17.
220. Pranicanmt Q11aa1ion11m, Lib. 111 y IV, Quaesc. 14, n. 34.
22L. lhidem, n. 35.
222. Prartirarum Quaationum, Lib. 111 y IV, Quaesc. 13, núm. 103-108 y Lib. JV, Quaesc. 14,
núm. 1-7.
223. Prartirarum Quaestioml!f1. Lib. 111 y IV, Q uaesc. 14 , núm. 37-38.
224. Praairarum Q11aa1ion11m, Lib. IV, Quaescio 15, núm. 1 y10- 14 y Quaesc. 16, núm. 1-7.
225. Dt iurammlo ronfirma/orio, Part. 1, oip. 16, n. 57.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 175


SALUSTLANO DE DIOS

Los privilegios de los nobles han sido establecidos por razones de utilidad pú-
blica y otro tanto dice Gutiérrez de su forma privilegiada de sucesión y dominio,
el mayorazgo. Porque si es verdad, señala Gucierrez, que los derechos nunca indu-
cen y obligan a hacer mayorazgo o mejora, sino solamente lo permiten, esto lo es
por el bien público y por pública ucilida<;i¡26. De este modo, si la facultad regia
para instituir mayorazgo se concede con ~quella condición, que se dejen conve-
nientes alimentos a los demás hijos, aquella facultad será justísima. La causa pú-
blica que se observa en las instituciones de mayorazgo, continúa, es suficiente para
justificar estas facultades y no se requiere otra causa extraña22 7. En cambio, las li-
cencias regias para enajenar mayorazgos son odiosas, porque van contra la volun-
tad de los testadores, que prohiben la enajenación, dado que parece que por ella se
disuelve el mayorazgo, cuya conservación goza de favor público22 ª.
¿ En qué consiste esta utilidad pública del mayorazgo ? Para Gutiérrez la pri-
mogenitura encuentra su fundamento tanto en el derecho divino como en el natu-
ral, de gences y civil, regio y consuetudinario, y canónico, y sería introducida para
la conservación de la fami lia229. En opinión de Gutiérrez, en la institución de ma-
yorazgo la nobleza y dignidad de la familia se sostiene, lo que interesa máxima-
mente a la república, y en particular sirve para que el nombre y memoria de los
nobles se conserve, o el nombre y armas de los fundadores230. E incluso vincula el
autor la suerte del mayorazgo a la suerte del reino, pues de él derivaría, como su
cabeza, y cuantas veces hubiera duda en la sucesión del mayorazgo la interpreta-
ción se ha de recibir de la sucesión del reino231.
En fin, como bien público también considera la inmunidad de la iglesia y de
los. eclesiásticos. Porque para Gutiérrez, hasta los privilegios y exenciones que no
tienen origen de derecho divino concedidos por reyes y emperadores a los clérigos
no conviene derogar, porque como cristianísimos reyes siempre suelen mirar al
bien de las iglesias y de los clérigos y aumentar los privilegios que les han conce-
dido como verdaderos protectores de ellas. Más todavía, según sentencia de todos
los doctores, de acuerdo con Gutiérrez, la derogación y revocación de escas excep-
ciones redundaría de manera máxima en disminución de la libertad eclesiástica,
que no puede disolverse por los príncipes temporales232. La suene de la monarquía

226. Canonicarum Q11aestion11m, Lib. ll. cap. 14, n. 27.


227. lbidern, n. 40.
228. Pra<ticarum Q11aestion11m, Lib. ll, Quaest. 74, n. 2. De hecho, muchos eran los requisiros que
se exigirían para enajenar bienes de mayorazgo que habían sido vinculados con facultad regia. Porque para
la licencia regia de enajenaci6n se requiría previo conocimiento de causa en el rey, que los bienes vincula-
dos tuvieran más valor que el censo, que fue.ca necesario la redención del mismo y que- anres se vendieran
los. bienes libres que los vinculados. En ello sigue a Molina, para quien la licencia no debe concederse para
destruir el mayorazgo, sino para que se preserve y conserve. En Consi/ium, Consilium 18, núm. 79-83.
229. Canonicarun Quaestionum, Lib. 11, cap. 14, núm. 23, 24 y 28.
230. Ibidem, núm. 8- 1O.
231. lbidem, núm. 25-26.
232. DeGabe/lis, Quaest. 92, núm. 57-59.

176 SALA.MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRfNCIPE EN El DOCTOR JU.AN GUTIBRREZ

estaba igualmente ligada a la suerte de los privilegios de la ig lesia, de los que era
su protector el rey.

4. 8. Absoluto y limitado. Límites dt forma


Otro género de límites afecta a la validez de los rescriptos del príncipe y tiene
su origen en defectos de forma. En concreto, hablando de la concesión de gracias y
privilegios, se pregunta Gutiérrez si éstos se perfeccionan por la mera voluntad del
príncipe, o si por el concrario se precisa la escritura, es necesaria la expedición de
las cartas. El autor responde con una distinción escolástica: En cuanto a la perfec-
ción de la esencia y sustancia, es perfecta la gracia por la sola palabra del príncipe,
pero no respecco de Ja forma y de la prueba, para lo que es necesario la escricura2H .
O como dice en otro pasaje: En cuanto al ser de la gracia no se requiere la escri-
tura, la expedición de las carcas, ya que la gracia será inmediatamente perfecta si
se pone en la suplicación la paJabrafiat, o concedido lo que se pide. Sin embargo,
para hacer prueba en juicio se requiere la expedición de la gracia234 •
Cuestión de forma es el tiempo en que se adquiere el beneficio del prfncipe, si
desde el momento de la concesión o de la ciencia, del conocimiento, pensando en
la idea de que los beneficios del príncipe se han de interpretar de Ja manera más
amplia posible. De acuerdo con Bártolo, recuerda el autor, si se habla de los privi-
legios generaliter es desde la ciencia, mientras es distinto el caso de Ja restitución
del deportado, que se adquiere desde la concesión . La gracia del papa hecha en las
cosas beneficiales no se ha de extender al beneficio del príncipe en el indulco de los
delitos, resalta Guciérrez. Por otra parte, continúa, no parece que el papa o el em-
perador quieran alterar la forma de derecho en el rescripto, a no ser que esto lo ha-
gan ex certa scientia235.
¿Expiran con la muerte del concedente las licencias otorgadas por el príncipe?
Es una nueva pregunta que se formula principalmente en corno a las licencias o fa-
cultades regias para hacer mayorazgo. El placentino, de conformidad con Molina,
piensa que no expiran con la muerte del concedente, aunque aquellos a quienes se
les concediera no las usaran, siempre que las cartas de gracia, esto es las facultades,
sean expedidas, pues cosa distinta sería si oo lo hubieran sido. La fuerza de esto
escá, señala Gutiérrez, en que se crata de gracia concedida por el rey, que tiene po-
testad de concederla, por lo cual, cuando es perfecta por parce del rey, dura después
de su muerte, aunque la parce no hubiera usado de la misma. Además de otro re-
quisito, a añadir a la expedición de las licencias en vida del concedente, y es que
se trate de licencia concedida en nombre de la dignidad regia y no sólo bajo el
nombre del rey que dio La facultad , pues en este ú ltimo caso expiraría con la

233. Pradicar11m Q11atstion11m, Lib. IV, Quaest. 9, núm. 1, 3 y 6 y Quaesc. 10, n. 10.
2}4. Consili11m , Consilium 9, n.6.
235. lilltgationtS, Tertia Allegatio, núm. 6-20.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 177


SALUSTIANO DE DIOS

muerte del concedente, mientras no se extinguiría si fue efectuada en nombre de


la dignidad regia. Pero la sede apostólica oo muere, y lo mismo ocurre en estos su-
puestos, conforme defendía Peláez. En las leyes de Castilla se hablaría siempre de
las licencias de primogenitura en términos de la d ig nidad regia236.
Sobre el mismo tema de la pervivencia de las gracias, establece una d istinción,
que dice ser máxima, entre g racia concedida por la palabra fiat y gracia otorgada
para hacer algo. La diferencia estaría en que mientras las g racias otorgadas con la
plabra fiat no expiran con la muerte del concedente, las otorgadas ad aliq11id fa-
ciendum sí lo hacen237. Tampoco la dispensa que se dice g racia expiraría con la
muerte del concedence238.
¿ Deben recoger las segundas gracias y licencias del príncipe el contenido de
las primeras ? Es otra cuestión que afecta a la validez de los rescriptos regios, o
cuando menos a su justicia. Según Guciérrez, la gracia o remisión del homicidio
impetrado del príncipe debe hacer mención del p rimero, que ha de contener el per-
dón de la parte, pues si de otra manera accúa el príncipe peca morcalmente239. Por
su parce, la segunda facultad regia para fundar mayorazgo debe hacer m ención de
la primera, pues de lo contrario no valdría240, cosa que también ocurriría, sería
nula, si la segunda facultad regia para enajenar o hipotecar bienes de mayorazgo
no hace mención de la primera24 t .
En cambio, es ya asunto distinto el cerna de si es preciso que en la licencia re-
g ia para instituir mayorazgo se recoja de forma expresa el número de hijos, o basta
que se refieran genéricamente. A su encender, es válida y no subrepticia la facu l-
tad que atiende de manera genérica al número de hijos, porque escas facultades de
constituir mayorazgo el príncipe está más acostumbrado a hacer en honor del nom-
bre, linaje y familia. Eso sí, siempre con la condición de que a los demás hijos se
les deje congruos alimeocos242.
Con la referencia a estos límites, de naturaleza formal, pero que afectaban a la
validez de los rescriptos, y por consiguiente suponían otro obstáculo al poder ab-
soluto del príncipe, damos por finalizado el análisis que hemos llevado a cabo de
la doctrina del doctor Gutiérrez sobre el poder del príncipe. Ahora sólo queda con-
cluir, poniendo de relieve una vez más las apariencias contradictorias de sus tesis,
sobre la condición soberana y por encima de las leyes del príncipe, que no dejaba
de estar sujeta simultáneamente a numerosas restricciones. Por exigencias sociales,
por razón del privilegio.

236. Practirar11m Q11atstion11m, Lib. 11, Quacsc. 74, num l-2.


237. Canonirar11m Q11atJ1ion11m, Lib. 11, cap. 17, n. 4.
238. Ibídem, n . 8.
239. Canonirarum Q11ms1ion11m, Lib. 11, Cap. 15, núm. 86-89.
240. lbidm1, n . 94.
241. lbidmt, n. 95.
242. Ibídem, n . 96.

178 SAUMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PIÚNOPE EN EL DOCTOR J UAN GUTIÉRREZ

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

No siguió una carrera típica de terrado Juan Guciérrez. Por fortuna, ya que eso
le permitió dedicarse con ahinco en su larga vida al estudio del derecho, o mejor
de ambos derechos, civil y canónico, pues en uno y otro se graduó y a los dos de-
dicó sus desvelos doctrinales y de consulenre, compaginando ceoría y práctica, aun-
que en él primó la preocupación práccica. Sus libros fueron muchos, son un au-
téntico compendio del saber jurídico de su tiempo, y le dieron gran prestigio, que
se extendió fuera de España, donde se editaron sus obras todavía en el siglo XVIll.
No es injusta su fama, porque podemos considerar al canónigo de Ciudad Rodrigo
como uno de los juristas más notables del mos italicus tardío en los reinos de Cas-
tilla, que además, por sus numerosas citas, nos sirve de excelente orientación para
conocer las corrientes doctrinales del ius commune en este territorio durante más de
cien años, desde 1480 hasta 1620.
En Gutiérrez no se encuentra un estudio específico sobre el poder del príncipe,
sea el papa o el rey, aunque el tema está presente de continuo a lo largo de sus es-
critos. Surge ante codo a propósito de la gracia y el privilegio, de las dispensas,
exenciones, beneficios y licencias, inscrumencos fundamentales en manos del prín-
cipe para la reproducción de la desigualdad jurídica sobre la que reposaba la so-
ciedad señorial y corporativa de la llamada Edad Moderna. Piénsese en su exclu-
siva facultad de crear nobles a parcir de gentes de condición plebeya, pero también
en las legicimaciones, perdones, cartas de naturaleza y licencias para fundar mayo-
razgos o enajenar bienes de los mismos, por mencionar algunos de los supuestos
más llamativos.
¿Es soberano el príncipe? Pese a no enfrentarse directamente con la cuestión,
en Guciérrez hay sobrados elementos de juicio para decir que así lo consideraba.
De hecho el placentino habla en ocasiones de soberano, pero en su obra hay más
referencias a la condición de supremo y majestad, que podemos considerar térmi-
nos equivalences e indicativos de la superioridad e independencia del príncipe.
Como en él hay alusiones a la exención del imperio y a la equiparación entre el rey
de Castilla y el emperador, por su no reconocimiento de superior en las cosas tem-
porales. Incluso no falca en sus libros alguna mención de la translatio imperii, desde
el pueblo hasta el rey, que reforzaría esa idea de independencia y superioridad. Este
poder soberano y supremo tenía ocasión de manifestarse en los derechos reales o re-
galías, de entre los cuales destaca Guciérrez las facultades de legislar y de privile-
giar, atendiendo menos a la jurisdicción, pese a que en un sentido amplio abarcaba
a las anteriores.
¿Es absoluto el príncipe? Tampoco lo afirma de forma expresa, mas como en la
situación anterior encontramos en sus volúmenes materiales suficientes para poder
soscener que así lo creía el aucor. De hecho, en varios momentos señala que el prín-
cipe no escá sometido a las leyes, o que escá sobre el derecho. A la misma conclu-
sión llegamos por el empleo reiterado que hace Guciérrez de determinadas cláusu-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, l 997 179


SALUSTIANO DE DIOS

las, indicativas del poder absoluto del príncipe. Al margen de las de mo111 proprio y
ex rerta srientia, tocantes más bien a la voluntad del príncipe, hallamos las de ex ple-
nitudine potestatis, o de potestate absoluta, contrapuestas a la potestad ordinaria, y asi-
m ismo la cláusula non obstantibus, que como Gutiérrez señala estaba reservada al
príncipe y se incluía en los rescriptos con la significación de que las disposiciones
en ellos recogidas eran contra ius, contra el derecho, que para ese caso quedaba de-
rogado. G racias a este poder por encima del derecho el rey podía privilegia.e y dis-
pensar contra lo dispuesto por las leyes.
Absoluto era el príncipe en la doctrina de Juan G utiérrez, pero también li-
mitado, sim u ltáneamence y sin más contradicciones que de pura apariencia.
Limitado estaba, para empezar, por los ordenamiencos superiores al derecho po-
sitivo, fuera civil o canónico. El rey, o el papa, no podían d ictar leyes y d isposi-
ciones particulares contra el derecho d ivino, el natural y el de gentes, que ampa-
raban el derecho de la iglesia y de los clérigos, del reino y la d ignidad regia, de
la nobleza, de la fam ilia, de la propiedad, de la sucesión y de los contraeos. Con
una peculiaridad, que para salvaguardar estos elementos esenciales para la con-
servación de la sociedad señorial se ampliaba el campo de los ordenamientos no
positivos al t iempo que se estrechaba el á m bito del derecho posit ivo, civil y ca-
nónico. Juan Guciérrez es de los q ue extiende el espacio del derecho natural y de
gences frence al civil.
Los derechos adquiridos o de terceros, los iura quaesita y hasta quaere11da o i11
spe, donde se concreta el contenido de los ordenamientos no positivos, const ituyen
otra formulación utilizada para obstaculizar el desarrollo del poder absoluto del
príncipe. La defensa de los derechos adquiridos, de los derechos de terceros, apa-
rece en Gutiérrez con obst inación, a través de diversos aforismos o axiomas, posi-
t ivos o negativos, pero igualmente en el cuerpo de sus arg umentaciones. Llegará
a sustentar como uno de estos dichos que en la duda no se presume q ue el pr íncipe
quiera perjudicar el derecho adquirido por otro. Por orra parte, se ha de destacar
que en la defensa de estos derechos se valora su antigüedad, La costumbre o privi-
legio inmemorial, como ocurre con los privilegios y libertades de los vizcaínos ori-
ginarios, que son objeto de confirmación por los reyes de Castilla.
La doctrina de la causa, de la causa justa o de utilidad pública, es en Juan Gu-
riérrez, como en orcos juristas, la verdadera vara de m edir el alcance de la potestad
del príncipe, de su poder absoluto. Sin embargo, debemos apuntar que esca doc-
trina se torna ambivalente, pues si por un lado se dice por el autor que sin justa
causa el príncipe no puede actuar en contra de los derechos adquiridos, por orro se
señala con reiteración que con causa justa le cabe al príncipe dictar d isposiciones
cont ra esos derechos adquiridos, no obstante que deriven de ordenamientos supe-
riores al civil y al canónico. El príncipe en este sencido puede hasta distinguir, in-
terpretar y declarar el derecho divino, si no dispensar en el caso del papa, conforme
recoge en sus escritos Guriérrez. Al príncipe no se le quieren cerrar las puertas en
su función de garante y reproductor del privilegio.

180 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SO.BRE EL PODER DEL PRÍNCIPE EN EL DOCTOR J UAN GUTiéRREZ

Otras restricciones al poder absoluto del príncipe, que afectaban a la validez


de los rescriptos, venían dadas en fin por defectos de voluntad o por problemas de
forma. Los vicios de voluntad del príncipe, en la causa final e impulsiva de obrar,
estaban motivados por la falsedad en las preces de los peticionarios, mediante
obrepción o subrepción, que se pretendía conjurar por el uso de ciertas clásulas,
una tácita y siempre presumida, si preces veritate nitantur, y otras expresas, motu pro-
prio y ex certa scientia, que indicaban que el príncipe actuaba con conocimiento de
causa, sabiendo lo que hacía. Los principales problemas de forma se referían a la
necesidad de la escritura para la prueba judicial de las gracias, al tiempo preciso en
que se adquiere el beneficio del príncipe, a la pervivencia de las gracias o licencias
más allá de la muerte del príncipe concedente, al significado de la palabra fiat en
los rescriptos, o a si deben recoger las segundas gracias y licencias del príncipe el
contenido de las primeras.
Absoluciones y límites aparecen pues conjuntamente en Gutiérrez al tratar
del poder del príncipe. El canónigo de Ciud~d Rodrigo es hombre de su sociedad
y defiende las ideas imperantes en la misma. Si el príncipe era absoluto y al
tiempo limitado era por exigencia social, porque para eso estaba puesto el rey,
para garantizar el orden de privilegio, de desigualdad jurídica, de modo que po-
día contribuir a su reproducción, mediante la concesión de gracias y privilegios,
así como a su mantenimiento, para lo que confirmaba privilegios y libertades,
pero no podía proceder a su abolición, eso sería revolucionario. Los privilegios,
una vez concedidos, y siempre que lo fueran por méritos, servicios o precio, y lo
eran casi todos, no los podía derogar el rey, porque pasaban a fuerza de contrato
y entraban en la esfera del derecho natural y de gentes, superior al ordenamiento
positivo o civil, del que únicamente estaba él desligado. Es doctrina reiteada en
Guciérrez. Como es constante en el autor la idea de que el rey es protector de la
nobleza y de la iglesia.
Además, si cuando actuaba el rey contra los derechos mediante licencias, fa-
cultades, dispensas, exenciones o privilegios se exigía causa para ello, de necesi-
dad pública, no era casualidad que solía estar casi siempre a favor de la propia mo-
narquía, de la iglesia o de la nobleza. Si el rey puede recaudar costosos tributos,
sean alcabalas o millones, siempre podía justificarse por la causa pública de de-
fensa de la fe. El privilegio de los nobles ·de no ser presos por deudas está también
justificado por razones de utilidad pública. En motivos de favor público se funda
asimismo la sucesión y propiedad privilegiada del mayorazgo, para realzar la no-
bleza y el linaje de los fundadores. Pero otro tanto sucede con las exenciones e in-
munidades de la iglesia. Gutiérrez sostiene estos criterios sin la menor vacilación
por su parte.
Pero el privilegio, ya en sí mismo desigualitario, convive con la discrimina-
ción, que no sólo tolera sino que justifica el autor, como la inmensa mayoría de los
juristas de su tiempo. Discriminación que unas veces es de cariz religioso, en con-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 181


SALUSTIANO DE DIOS

era de sarracenos y judios243, y otras afecta al sexo, en menosprecio de la mujer244 ,


pero no deja tampoco de referirse a la condición social y al crabajo245. Cierto que,
en contrapartida, es más benigno con el mundo de las letras, puesto que recoge el
dicho de los sabios antig uos, según el cual la sabiduría de los doctores es otra ma-
nera de caballerfa246, que se traducía en una nueva sentencia, los privilegios de los
caballeros se extienden a los doccores247. De hecho, como Gutierrez refleja, los ma-
estros, doctores y licenciados, g raduados en las Universidades de Salamanca, Va-
lladolid, Alcalá y Bolonia gozaban del privilegio de exención de tributos 248. H asta
los escolares salmantinos tenían el privilegio de acudir anee el Maestrescuela para
convenir a sus deudores civiles249.
Eran los valores de su época, si bien, haciendo un balance de la doctrina sobre
el poder del príncipe en el doctor Gutiérrez, hemos de indicar que sobresalen los
esfuerzos del placentino por limitar el poder absoluto y defender los derechos ad-
quiridos o de terceros. No es un crítico con el poder absoluto del príncipe, no niega
que el rey o el papa estén por encima del derecho positivo, como necesario para la
pervivencia del privilegio, pero acentúa su sujección respecto a los derechos divino,

243. Según sotiene Gutiérrez el rey puede conceder encomiendas y hábitos de órdenes militares a
nobles dativos, hechos por privilegio, mientras no sean sarracenos o judío.s, o descendientes de ellos. En
Practicarum QUMJtion11m, Lib. [V, Quaest. 7, núm. 10 y 21.
244. Po r mucho que se pretenda encubrir, como ocurriría con la norma de la licencia marital para
que puedan contraer las mujeres, que habría s ido incroducida no en favor del marido sino de la mujer, por
la imbecilidad o fragilidad de ésta, a fin de que no sea engañada con faci lidad. Reza así en su lireralidd la-
tina: S1a111111m de praesta11da licmtia a viro 11111/ieri ad contrahendum, 11ed11m e.st i11trod11ct11m fawre mariti, std et
ipsi111 11xorir propter ipsi11.s imb«ilitatem, tt 11e fadlitate tkcipia111r. En De i11ramm110 .-011ftmuztorio, Pare. I, cap. l,
n. 49. Pero en ocras ocasiones no llega a encubrirse, como si fuera obvia La preferencia de la naturaleza por
el varón frence a la mujer, dada la mayor perfección del primero. He aquí su cexco: Natura potius indi11at11r
ad id quod perftcti111 tSI, tt sic ad nuzsr11/or11m procreationem quam fom1inar11111. Y eso a pesar de que los médicos
no podrían determinar anees del parco si el nacido sería varón o mujer: A11amm impossihili1 e.sr stc1md11n111a-
t11ram, ttiam ex Mtdirorum judirio, a11 par111s vm1ri1, ant«¡11a1t1 in l11ctm prrxleat, lit masc11/111 ve/ foemi11a. Lo re-
coge en Praaicarum Q11at1tio1111m, Lib. 2,Quaesc. 87, núm. 2-3.
245. Compárese el distinto traro que da a nobles y labradores en sus respectivos privilegios de no
ser presos por deudas civiles. Si en el caso de los nobles ve este privilegio como irrenunciable y justificado
por causa de utilidad pública, que no privada, en el supuesto de los labradores, y sólo para el tiempo de co-
secha y semencera, de julio a diciembre, afi rma que debe ser interpretado estriccamemce, para que no se
perjudique el derecho de terceros acreedores. Para los labradores, Practicar11111 Q11aesrio11u111, Lib. IV, Quaest.
56, n. 4. Para los nobles, De i11rame11to conftm14torio, Parr.I, cap. 16. n. 57. Por otro lado, cambién considera
que si los nobles desempeñan oficios viles no deben gozar de los privilegios nobi liarios, por público decoro
de la propia dignidad. En Practicar11m Q11ae.stion11m, Lib. l, Quaesr. 137, núm. 21 -22.
246. Practicar11m Q11aestion11m, Lib. [, Quaest. 21, n. 2.
247. Practicarum Q11ae.stio1111m, Lib. rv, Quest. 16, n. 5. Y de los doctores pasarían a los licenciados,
pues según ocro decir, sustcnrado por Palacios Rubios, el licenciado se equipara en las cosas favorables al
docror y así goza del privilegio concedido a los doctores. En De i11rame1110, cap. 6, n. 7.
248. Aunque él, atendiendo a la costumbre y pránica del reino, es parcidario de restringir la exen-
cion a los graduados de esas Universidades que in act11 leyeran y enseñaran o desempeñaran un oficio de
juez y de abogado. En Practicamm Q11aes1ion11m, Lib. I, Quaesc. 21 y 22.
249. Practicarum Q11aestio1111m, Lib. lII y IV, Quaest. 9, n. 3.

182 SAI.AMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997


LA DOCTRINA SOBRE EL PODER DEL PRfNCIPE EN EL DOCTOR JUAN GUTl~RREZ

natural y de gentes, con lo que se alejaba el príncipe de la condición de tirano. Por


razón natural, asegura, se ha de administrar la justicia por cualquier príncipe, ya
que de otra manera el príncipe sería tirano si no diera su derecho a cada uno 250. In-
cluso en alguna oportunidad, a la hora de establecer cortapisas al poder del rey, va
más allá de lo que decía su maestro Antonio de Padilla y de lo que se hacía en la
práctica25 t, aunque no siempre se atrevía a proponerlo abiertamence 252 .

250. Ctmo11icarum Q11atJtio1111m, Lib. 11, cap. 16, n. 5.


251. Se erara en concreto del valor de la cláusula 11011 obs1a111ibus, si vale como rnl general o es pre-
ciso que el príncipe haga mención expresa de la ley, escaruco o capículo que quiere derogar. Para Amonio
de Padilla se requería que se dijera 11011 obsta11tt aliqua ltge, no embargante cualquier ley que vaya en con-
trario, ya que esas eran las palabras que entonces se ponían por el rey cuando usaba de esca cláusu la. Gu-
ciérrez, de modo d istinto, establece hasta seis limitaciones a esca que llama común scnrencia, de modo que
exigirían expresa mención del precepto o derecho derogado. En Repetitio11u Sv:, Repet. L Nemo pocesc,
núm. 157- 178. La mención de A. de Padilla se encuentra en el n. 162.
252. Más receloso se muescra en efecto, aunque con scmejance intención de acorar el poder del prín-
c ipe, en el supuesco de la venta de honras por parre del rey, que al sentir de Soco debería llevar consigo dos
condiciones: que no implicase función de justicia y que no fuera en perjuicio de ocro. Aunque él, el doc-
tor Guciérrez, no sabe si esto se admire en la prácrica, como por csco se ve derogar la l!bre pocescad conce-
dida al rey por el derecho. Me referí a esce supuesto en nota 53.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 183


SALAMANCA, Rcvisca de Estudios, 39, 1997. P'gs. 18~-200
ISSN: 0211-9730

OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL LIBRO:


LIBRERÍAS EN LA SALAMANCA TARDOBARROCA

A. WERUAGA PRIETO

RESUMEN: El estudio del libro y las librerías en la Salamanca clásica aún


está sin hacer, por ello este artículo pretende dar una breve idea de las relacio-
nes económicas y cuJcurales que podrían establecerse entre los libreros y sus
clientes mediante el estudio de los fondos bibliográficos de seis librerías sal-
mantinas de entre 1650 y 1725. Aunque el tamaño y composición de cada ne-
gocio variaban, son bastante representativos del mundo cultural de la época. La
comparación encre las lecturas que se ofrecían en las tiendas con las que real-
mente contaban los salmantinos en sus bibliotecas, nos lleva a la conclusión de
que la presencia de la Universidad provocaba una amplia demanda de libros
universitarios, mientras que a su vez los libreros ofertaban una muy variada
gama de obras, sin reflejo en las bibliotecas particulares, seguramente como
modo de atraer a su clientela.

SUMMJ\.RY: The research abouc book and bookshops in the clasic Sala-
manca is someching to do, so chis article tries co give a short idea abouc the eco-
nomic and culcural relacions chat could be becween che booksellers and cheir
cuscomers by che scudy of che bibliographical stocks of six Salamanca's book-
shops from 1650 to 1725. In spice of the differences in che size and che com-
posicion of each shop, chey are enough representacives of che cultu ral world of
thac age. The comparisoo berween che read ings chac were offered in rhe shops
and chose ones thac were in che privare libraries of Salamanca, cakes us co che
conclusion thac che presence of che famous Universicy caused a wide demand of
scholar books, when ac che same cime che booksellers supplfod a very varied
raoge of works, wichouc refleccioo in che prívate libraries, as a way of drawing
cheir cuscomers.

PALABRAS CLAVE: Libros/ librerías / Siglos XVII-XVIII I Salamanca.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 185


A. WERUAGA PRIETO

La importancia del negocio del libro en la Salamanca clásica y sus conexiones


con la insticución universicaria se manifiescan de forma clara y pacente en la per-
vivencia en el actual entramado urbano de una estrecha calle llamada «Libreros»,
la cual discurre por encre los edificios más emblemáticos del Estudio. Ya en la
Edad Media dichos comerciances habían aposentado sus reales en esce lugar y en
las vías adyacentes, escracégicas para su negocio, continuándose esce hecho durante
coda la Edad Moderna. Rescos de un asociacionismo gremial que aún subsistía en
el siglo XVIII, cuando el estrafalario Diego de Torres Villarroel rememoraba su na-
ci miento «entre las cortaduras del papel y los rollos del pergamino en una casa
breve del barrio de los libreros,.•.
Sin embargo, poca cosa sabemos acerca de la actividad real que allí desarro-
llaron durante siglos varias generaciones de libreros e impresores 2 salmantinos.
Durante mucho tiempo la única obra sobre el cerna de la imprenta en Salamanca
fue el avance de Luisa Cuesca3: un tículo que sólo pretendía esbozar las líneas ge-
nerales, centrándose especialmente en sus orígenes y en el auge del siglo XVI. Esto
es nacural, ya que fue en ese momento cuando Salamanca se convirtió en un im-
portante centro impresor de la Corona de Castilla, aupado por las especiales nece-
sidades que imponía su universidad . Pero debido a ello, el Seiscientos era despa-
chado en pocas páginas gracias a la habitual apelación a la decadencia, mas sin
intentar averiguar las causas internas de esa larga crisis de la imprenta salmantina,
que llega hasca el presente siglo. Todo lo contrario de lo que han realizado Philippe
Berger para el caso de Valencia y, especialmente, Christian Péligry para el conjunto
de la Corona de CastiUa4.
El reto investigador de Cuesta no fue recogido hasta 1994, en que se publicó
la segunda monografía imporcante sobre la imprenta salmantina, la cual abarca de
manera exhaustiva todo el siglo XVP. Pero al menos algo hay hecho, lo que no po-
demos decir acerca de los libreros, quienes práccicamenre permanecen en el limbo
historiográfico que, en gran medida, ha resultado ser la ciudad de Salamanca6.

1. TORR ES VlllARROEL, Diego de. Vida aKmdmria, narimimto, rrürnu y ewtnt11raJ tkl dtxtor don
Diego tÚ Toms Vtllarrotl, catedrátiro de pruna de Matemáticas de la U11i11rr1i"4d de SalaP1anra. mrit11 por i/ P1ismo.
Parre l. Madrid, l 743.
2. Para evitar confusiones, uti lizaremos los nombres de - libreros• e •impresores• en su acepción
accual.
3. /..4 1111prt111a 111 Salanumra. "'"'"" 111 utudio dt la t1J16gra/la salmantina ( 1480-1944). Salamanca,
L960 (publicado en 1981 ).
4. BERG ER. Libro J l«t11ra m la V11únri11 ~I rtnarimitnto. 2 vol. Valencia: Edicions Alfons el Magni-
nim, 1987; P~UGRY. Les difficultés de l'edicion cascillane au XVlle s. a cravers un documenc de l'épo-
que. En • /lltlanga dt la Casa dt Vtltiu¡un•. Vol. XIII , 1977, pp. 257-284. Es increíble que este impor-
rancísi mo artículo aún no haya sido craducido al cascellano.
5. RUÍZ FIDALGO, Lorenzo. La impm11amS11kmanc<1 1501 - 1600. 3 vols. Madrid: Arco Libros, 1994.
6. Por forruna parece ser que esca situación se ha remediado algo con la labor de la joven investi-
gadora salmancina Marca de la Mano, quien ha basado su tesis de doccorado sobre el estudio de varioo li-
breros de lll ciudad en la Edad Moderna.

186 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


OFERTA Y DEMANDA EN .EL NEGOCIO DEL LIBRO

Intentar rellenar esta laguna, aunque sea someramente, es algo que ni nos he-
mos planteado al redactar estas líneas, pero sí aproximarnos al mundo de los li-
breros de la Salamanca tardobarroca, intentando desentrañar cuál era la relación
entre ellos y sus clientes, es decir, cómo se desarrollaba el juego de la oferta y la
demanda en un negocio que, desde fuera, parece que cuviera can poco que ver con
las vilezas del dinero. Porque, como d ice Álvarez Santaló, este hecho cultural «nos
pone crudamente al descubierto una realidad económica: lo que allí se inventaría
está para ser vendido» 7.
Esto es evidente, ¿pero hasta qué punto es cierto? No codos los fondos biblio-
gráficos de una librería se podían vender, aunque estuvieran allí para ello. Porque
en una ciudad universitaria, como Salamanca, los libreros estaban también al servi-
cio de la institución docente, y la variedad de su mercancía era consecuencia de una
demanda de literatura de calidad, pero que no implicaba una compra masiva de di-
chos fondos. Como veremos, cuando comparamos los títulos que existen en las li-
brerías y los que aparecen en las bibliotecas particularesª, los porcentajes ni se ase-
mejan, y sin embargo es lógico pensar que el librero poseía libros para venderlos y
no para que cogieran polvo. Una posible explicación es que la variedad y calidad de
los fondos de un determinado librero podían servir para atraer clientes, aunque
luego éscos se decidieran normalmente por übros más comunes, al estilo de los que
se usaban como manuales universitarios. Pero tampoco podemos descartar la espe-
cialización temática o clientelar de estos negocios, aunque aun así nos surgen di-
vergencias notables (en cuanto a tít ulos y cernas) entre las librerías y las bibliotecas.
Roben Mandrou y Álvarez Santaló9 consideraron a las librerías como una
«maqueta de lec curas populares», lo que quizá debamos macizar. No es sólo que
una librería nunca puede ser algo popular cuando únicamente lee un 10 o un 15 %
de la población, sino que ni siquiera en los fondos de estos negocios predominaban
los libros que podemos considerar más leídos. Al menos ésta es la impresión que
nos da el analizar seis inventarios de librerías - muy diferentes unos de otros-,
una cifra bastante más representativa que las de otras investigaciones. A pesar de
ello, el tema que nos ocupa obliga siempre a excremar la prudencia y a evitar ge-
neralizaciones y rorundidades.

La principal y casi única forma de comprobar la incidencia de la oferta biblio-


gráfica entre los lectores es mediante la comparación con las bibliotecas privadas

7. ÁLVAREZSA?\TA LÓ, úón Carlos. Librerías y bibliocecas en la Sevilla del siglo XVIII. En ·la
donnnmra<idn notarral y 111 hmoria•. Vol. JI . Santiago de Compostela, 1984, p. 169. Un ejemplo que nos re-
cuerda, con humor, la impon:anc ia de lo económico en el anual un iverso culruraJ es la obra de Gabriel
ZAID. Las tkmasíados lilmH. Barcelona: Anagrama, 1996.
8. Las referencias que hagamos a los niveles cuamirativos y cualiracivos de la lectura en Salamanca
están basados en nu~tra obra LibrOJ y lertura t11 Salamanra. Del Barroro a la ll111traáó11 ( 1650-J725). Sala-
manca: Junta de Castilla y León, 1993. 11sca se basa en el análisis de los fondos notariales salmantinos.
9. ÁLVAREZSANTAlÓ, noca 7.

SALAMANCA, Rev1sca de Estudios, 39, 1997 187


A. WERUAGA PRIETO

que éstos poseían. Bibliotecas privadas que podían ir de uno hasta mil volúmenes,
pero que son las que verdaderamente reflejan lo que se leía (o al menos lo que se
poseía) y, por tanto, lo que se compraba. Únicamente los pliegos de cordel, escam-
pas y almanaques no se aprecian con claridad en los inventarios de las bibliotecas,
pero sí en los de las librerías, y éstos nos muestran una importancia dentro del ne-
gocio mucho menor de lo que hasta ahora sabíamos.
Por ejemplo, en 1712 el librero salmantino Francisco Diego de Torres hacía un
inventario y casa de sus bienes (es decir, una escritura de capital) al pasar a segun-
das nupcias con una tal Jerónima de Ávila Martfn de LacereraLO. Sólo el 15,4 %
del valor de la librería correspondía a este tipo de fondos. Sin embargo, el negocio
de D. Lucas Martín de Hermosilla (el caso sevillano que estudia Álvarez Santal6)
de 1720 se basaba en un 40 % en las posibles ventas de pliegos de cordel, come-
dias, coplas y demás papeles 11. ¿Significa esto que en Salamanca se leía menos de
esta literatura popular? No, en absoluto. El hecho de que, por ejemplo, las pre-
dicciones de Torres Villarroel alcanzaran un gran éxito al ser publicadas apunta a
que el consumo de este género durante el siglo XVIII no había decaído lo más mí-
nimo en la ciudad del Tormes. Lo que sí significa es que la presencia de la pobla-
ción universitaria provocaba la demanda de una oferta distinta, en la que no falta-
ban estos impresos ni la literatura religiosa más tradicional y popular
(hagiografías, libros de horas, devocionarios ...), pero que se nutría principalmente
de libros «cultos». Al menos ésta es la conclusión a la que llegamos después de
examinar esos seis inventarios, de los cuales sólo en uno de ellos los volúmenes de
Literatura y espiritualidad son mayoría (más de un 60 %), mientras que en el resto
no llegan ni a un veinte por ciento del total.

LO. Archivo Histórico Provincial de Salamanca (AHPSA), leg. 4. l 3 l.


11. ÁLVAREZ SANTALÓ, are. cit., pp. 170-171.

188 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL UBRO

CUADRO 1
1 2 3 4 5 6 7
TEO LOGÍA - 16.1 7.3 24.1 28.1 6.2 1.8
RELIGIÓN 23.2 o 28.9 14.l 4.8 8. 1 0.9
DERECHO 40.2 58.9 5.5 33.8 32.9 2.4 o
POLÍTICA 0.7 o o 0.6 0.4 o o
CIENCIAS 3.5 o 0.3 1.64 5.1 2.4 93.7
Narurales 0.2 o o 0.6 0.4 0.5 o
Medicina 1.8 o o 0.7 4.4 1.6 93.7
Matem./Astronom. 1.3 o 0.3 0.3 0.1 0.3 o
T écnica 0.2 o o 0.04 0.2 o o
HUMANIDADES 14.5 25 45.4 14.44 7.7 10.4 0.9
Clásicos 5.7 17.9 2.4 3.9 0.8 2.1 o
Historia 3.7 o 0.2 2.2 0.9 0.5 o
Filosofía 1.5 5.3 0.2 0.6 2.9 l.l o
Ortografía 1.7 1.8 7 2.5 0.9 1.9 0.9
Literatura 1.6 o 34.9 5.2 2.2 4.8 o
EMPRESAS 0.3 o 0.7 0.04 o o o
OTROS 1.3 o l.4 0.4 0.3 0.3 o
SIN IDENTIFICAR 16.6 o 11.2 10.9 20.6 70.2 2.7

PORCENTAJES TEMÁTICOS DE LAS LIBRERÍAS SALMANTINAS


1: Porcentajes generales de la lectura en Salamanca; 2: Barbota Núñez; 3: José Gómez de los Cu-
bos; 4: Francisco Comán; 5: Francisco González de Feáns; 6: Francisco Diego de Torres; 7; Antonio
Rico.- En la columna nº l los porcentajes de Teología y Religión forman en realidad un mismo bloque.

Como vemos en el CUADRO 1, los porcentajes de lecturas en Salamanca en-


tre 1650 y 1725 se corresponden en líneas generales con lo que ofertan los libre-
ros. El Derecho -canto el civil como el canónico-- es claramente predominante
en el conjunto de las bibliotecas salmantinas, lo cual tiene su reflejo en la mitad
de las librerías halladas. Sin embargo, los índices de las bibliotecas privadas son en
cierto modo engañosos, ya que están deformados por los tículos de los universita-
rios y prelados, quienes hacen de las obras jurídicas la base de sus lecturas. En no
todos los hogares había libros de Derecho, pero sí los relig iosos, los espirituales.
Pero, a pesar de esa característica unificadora de la religión, lo que diferencia a Sa-
lamanca de otros lugares es la importancia del Derecho, aunado a la Teologfal2. Y
esto es lo que confirman las librerías.
Esta coincidencia de las existencias libreras con los fondos de las bibliotecas
privadas -a nivel general, subrayemos- se da sólo en los porcencajes más eleva-
dos. Por ejemplo, la escasez de Literatura (novela, poesía ...) entre la lecturas de los

12. En el índice general salmancino no hemos dividido la Teología y la Religión, más o menos un
S y un 15% respeccivameoce.

SALA MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 189


A. WERUAGA PRIETO

salmancinos no se ve traducida del mismo modo en los inventarios de los negocios:


más de un tercio en uno, un 5,2 % en otro (por delante de temas como los clási-
cos, la H istoria o La Ciencia) o un 2,2 en un tercero apuntan a que la oferta litera-
ria era mayor de lo que podríamos esperar según los niveles de consumo. O la re-
lativa escasez de obras grecolatinas y humanísticas (excepto en el negocio de
Barbola Núñez), frence al tercer puesto que ocupaban en las bibliotecas privadas.
Vemos así cómo en conjunto reconocemos las librerías sal mantinas por el predo-
minio jurídico, aunque luego cada una presente divergencias, atribuibles única-
mence a la diversidad de la cliencela.

En Febrero de 1666 el escribano Pedro de Mendoza Carrillo se trasladaba a la


vivienda de Barbota Núñez13 para proceder al inventario de sus bienes. La difunta
era viuda de un tal D. Laurel, pero anees había estado casada con Juan Comán, li-
brero, de quien sabemos que en 1605 había editado, que no impreso, el sermona-
rio del cisterciense fray Ángel Manrique, Láurea evangélica14. Lo que nos importa
son los 56 volúmenes que dejó al morir. No sabemos si los libros eran lo que que-
daba del negocio de Juan Comán, o si ella seguía a cuestas con la tradición. Tene-
mos sospechas de que en realidad lo que hizo fue liquidar poco a poco las existen-
cias que había heredado, aunque pudo haber continuado realizando algunos
trabajos menores, como podría ser la encuadernación de libros.
Su librería estaba modelada en gran medida según los gustos de una clientela
universitaria o de un cierto nivel cultural (v. CUADRO 1): no hay una sola con-
cesión a la Literatura, la espiritualidad o los pliegos de cordel; en cambio, el De-
recho, los clásicos, la Teología, la Filosofía y la Filología (gramáticas y dkciona-
rios) dominan por completo, y en este orden, la composición de La librería. Prueba
de escas relaciones con el gremio universitario es que sus testamentarios fueron el
Dr. D. Juan Rodríguez de Armenceros, catedrático de prima de Cánones, y Pedro
Fernández Tello, administrador del H ospital del Estudio.
Los cerca de treinta y ocho títulos consistían en su mayoría en obras jurídicas:
varios C01Jus del Derecho canónico y del civil (entre ellos una lnstituta) y las Siete par-
tidas, según La edición y glosa de G regorio López, dan paso a obras, tanto canonfs-
cicas (un comencario a las Decreta/es, el De cen.ruris ecclesiasticis de Esteban de Ávila),
como civiles, especialmente civiles: el De hispanorum primigeniomm de Luis de Molina
-un estudio sobre las leyes de los mayorazgos muy utilizado a lo largo de codo el
XVII-, la Curia filípica de J uan Hevia Bolaños -uno de los libros fundamentales
de La jurisprudencia hispana y que no faltaba en coda biblioteca salmantina que se
preciara- , una Práctica de Salcedo, un De succesionibm de Rojas, la Praxis ecclesiastica
et seculare de Cristóbal de Paz o un «Arle legal para estudiar la jurisprudencia». Como

13. AHPSA, leg. 3.015, fol. 895.


14. Nota 3, pag. 59.

190 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39. 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL LIBRO

vemos, excepto la Práctica de Salcedo, que era «criminal» (penal), el resto son obras
de lo que hoy llamaríamos «Derecho civil». Los «cánones» permanecen aquí en des-
ventaja frente a las «leyes», que realmente e.ran las subordinadas en los planes de es-
tudio de la Universidad basca la reforma ilustrada de Carlos III.
Una parte importante de los libros de doña Barbota la constituían los de los
autores clásicos, entre los que destacan Esopo, Valerio Máximo y Virgilio (las Églo-
gas), puesto que sus círulos se repiten. Sin embargo, permanecen solicarios Cicerón
(De orationes), Tácito, César y Sueconio, aunque no quepa duda de que los dos pri-
meros gozaban de mayor predicamento en la cultura tradicional del Barroco: Ci-
cerón por la elegancia de su lacín y sus reflexiones filosóficas y Tácito por las en-
señanzas para la poütica que de su lectura se derivaban. Esopo resulcaba también
apreciado por su moralismo, muy afín a una sociedad donde la moralización cons-
tituía una actitud constante, aunque su presencia en las bibliotecas salmantinas
fuera más bien escasa.
El siguiente bloque temático era el de la Teología: los Commentaria allegorica et
moralia de Christo figurato in Veteri Testamenti y Commentaria mora/ia in tt1angelicam
hiJtoriam del jesuita Diego de Baeza, unas Contrwersiae sobre la Biblia del bene-
dictino Juan Alfonso Curiel, varias obras de Domingo de Soco (entre ellas el De na-
tura et gratia), una «Suma de predicadores», un De predicadores de Sarmiento (que
quizá sea el Promptuarium conceptu11m ad formandaJ conciones totius anni del cister-
ciense así apellidado) o un tomo «de letra antigua» de (¿Francisco?) Suárez.
Quizá no podamos hablar de los libros de la viuda de Juan Comán como de
una verdadera librería y sí de los restos de una. Pero podemos pensar que ella con-
tinuó al frente del negocio, ya que aunque cincuenta y seis volúmenes sean pocos
para una tienda, son demasiados para conservarlos sin intentar siquiera su venta, y
más desde los años que debieron de transcurrir tras la muerte de Comán. Esce ca-
ráccer de negocio-en-liquidación es el que provoca que las obras sean can dispares
y que sólo del Derecho - lo que más abunda- haya de codo un poco, desde los
corpus legales hasta sus comencarios.

Esta situación no nos volverá a aparecer. Por ejemplo, las existencias del librero
e impresor José Gómez de los Cubos abultan sólo casi seiscientos volúmenes y
cerca de dos folios del legajo notarial correspondiente 1~, pero son mucho más com-
pletos y responden a un negocio en activo. Los títulos vienen enumerados por jue-
gos o por varios comos, no como en el caso anterior, donde a lo máximo se llegaba
a los cuatro volúmenes de las Partidas de López.
Esca librería gozaba de un carácter bastante popular, en el sentido de que los
libros religiosos y Ja Literatura (incluidas las comedias y las sueltas) eran mayoría,
casi un 64 %. Había desde obras del prolífico jesuita Juan Eusebio Nieremberg

15. AHPSA, lcg. 3.574, fol. 1.387-l.388 (año 1669).

SAU.MANCA , R~isra de Esrudios, 39, 1997 191


A. WERUAGA PRIETO

hasta las leidísimas obras del espiricual y pragmático (fue virrey de Nueva España
y fiscal del Consejo de Indias) Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla de los
Ángeles (México) y Osuna; de Sea. Rosa de Lima (tres comos) y de Cristóbal de Lo-
zano (Soledades de la vida, un juego del David perseg11id<J), de Sta. Teresa (un com-
pendio) y de fray Luis de Granada (el Libro de la oración y unos «ejercicios»),. .. Tí-
tulos como Corte Santa, Peregrinaciones del Hijo de Dios, Maravillas de Dios, Diferencia
entre lo temporal y lo eterno, Crisol de desengaños, De bien morir, El perfecto cristiano o ser-
monarios y libros de oración y de la doctrina (cuatro docenas de estos catecismos)
poblaban las escamerías de la tienda. De las obras propiamente teológicas, Gómez
de los Cubos no ofrecía las grandes sumas, sino que se detenía más en las de los
confesores, a medio camino encre el Derecho canónico y la Moral (Busembaum,
Bellarmino, Villalobos). De codas formas, los mayores fondos pertenecían al apar-
tado puramente literario: seis juegos de las Epístolas familiares de Amonio de Gue-
vara (que también se pueden incluir en el aparcado 'clásicos' por ser una obra que
se inscribe en los cánones del humanismo más típico), el Día y noche de Madrid de
Francisco Santos, la tercera parte de El criticón, dos juegos de obras de Quevedo 16,
un libro de romances y la variopinta oferta de la literacura de cordel (comedias,
treinta y cinco manos de romances y más de trece resmas de coplas varias).
Por último, diccionarios de codo· tipo, una antigua obra de Pichardo, otra de
Menda, de Vinnius y Covarrubias (¿y Leyva?), la Aritmética de Moya, «estilos» de
cartas y Cicerón y Esopo completan este rápido panorama.
Debemos insistir orca vez en el carácter «popular» de esca librería, aunque, en
realidad, lo popular entonces era no saber leer. No hay obras teológicas o filosóficas
de alto tono, y el predominio de los libros religiosos, literarios y clásicos, además de
la firme presencia de esa efímera literatura de cordel, nos reafirman en esta creen-
cia. Qué volumen del negocio suponían los romances, coplas, escampas y mapas es
difícil de precisar, ya que no comamos con la tasa de todo ello, aunque posiblemente
fuera algo menor del ya citado 15 % de Francisco Diego de Torres: éste contaba con
unos 372 volúmenes, mientras que los fondos de Gómez de los Cubos superaban los
seiscientos, y la cantidad de impresos menores era similar en uno y otro librero.

Francisco Comán debía de ser pariente de Juan Comán y, por canco, de Barbola
Núñez, sin embargo su negocio no se le parecía demasiado. Con sus aproximada-
mente 2.314 volúmenes es, sin dudarlo, la mayor librería que hemos enconcradol7.

16. No hay que olvida.r el fuerce componente filosófico y político de gran parte de las obras de Que-
vedo; a pesar de ello las hemos considerado en general como literarias.
l 7. AHPSA, leg. 3.783, fol. 407v.-432r. Por otro lado, solamente hay una biblioreca en este perío-
do que supere este ramaño: la del obispo de Salamanca, D. Francisco Antonio Díez de Cabrera (tI662),
con 2.439 volúmenes. Existía otra biblioteca privada que sobrepasaba los mil ejemplares, pero era menor
que la de nuestro librero. Se traca de la del presbítero José de Plasencia <t l 670), con l .200 volúmenes y
valorada en 5.000 reales.

192 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL UBRO

El negocio se hallaba divid ido en dos escancias, denominadas la rienda y la cras-


cienda. Parece ser que la primera daba al porcal de la calle, miencras que la segunda
paraba en un pacio. Seguramerice, la habitación de la tienda era grande, puesco que
además de «cantidad de libros enquadernados y otros papeles de ynprera (sic) por
enquadernar», se hallaban también codos los enseres utilizados en las encuaderna-
ciones:
«- Ycen, dos celares del oficio de librero.
- Quacro prensas de madera del oficio.
- Vn ynjenio de madera con su leogüeca del oficio.
- Vnas cijeras grandes del oficio.
- Y ten, algunos tableros, plegaderas, pun~ones y ocros ynscrumencos del oficio
de librero ... » 18

Sin embargo, era la crastieoda la que encontramos con los muebles propios del
local comercial :
«En La trastienda de la dicha casa, donde está gran cantidad de librería, se
alló un bufetre de pino forrado en baqueta colorada; vnas escaleras de mano; vna
papelera de pino con su rapa, cerradura y llabe, con libros de diferentes (sic), que
a su ttienpo se pondrán los que son; un bufette de pino; más una mesa de pino;
una saca llena de Lana; vn banquillos (sic) raso de pino; vn aparador de castaño
entrepañado grande; yten, rhodos los estanttes de madera de pino donde escá Ja
librería que escá en dicha trastienda, que a su rhienpo se pondrán por menor; seis
almohadas de cabritilla; vn par de alforjas de lana basta listada vlanca y negra.» 19

Pese a esta diferencia no parece que los libros difiriesen mucho en uno y otro
lugar, aunque en la trascienda nos encontramos con libros sin encuadernar desti-
nados a papel viejo2o.
El elenco de tículos que ofrecía Comán a sus clientes era bastante amplio, pero
orientado especialmente hacia un público universitario y culto: un 33,8 % de li-

18. Nota 17, fol. 407v.-408r.


19. Nota 17, fol. 407v.
20. "Y nem, vn estante lleno de papeles y libros, que llega desde el suelo asca el cecho y está a mano
derecha tras Ja puerta de la trastienda como se encera por el portal, con seis encajonados que, al parecer,
eran libros por enquadernar, no cabales, que por estar en esce con~imientto y excussar plorigidad (sic) res·
pecCto del poco vtil que se espera de ellos, sino sólo el valor del papel viejo, no se espressan los que son,
dejando su cassa para que la aya de hacer el que tasare los demás libros enteros y vsuaJes.
- Asímesmo, se ponen por ynuenttario quatcro encajonados de papel con diuersos paquettes de la ca-
lidad de los referidos, que coronan y escán por cauec;a en lo alro de la demás librería enquadernada que
ocupa los dos lados de dicha trastienda, codos llenos.
- Ynem, ocnos quaCtro encajonados de a dos órdenes cada vno, que están en lo bajo de dicha librería
enquadernada sólo en el lado de mano derecha como se entera, chodos llenos de paquetes grandes y pe·
queños de papel y libros de calidad del de arriba, al pare\er». Nota 17, fol. 432v.-433r. La casa no llegó a
realizarse.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 193


A. WERUAGA PRIETO

bros jurídicos, un 24, l de reológicos y un 3,9 de clásicos. A pesar de que la oferta


se basaba en lo que pedían unos grupos inreleccuales plenamente instalados en el
sistema ideológico y cultural imperante, este comerciante desplegaba un extenso
muestrario de autores y títulos, lo que le hacía salirse de las fronteras peninsulares
para recalar en escritores extranjeros de prestigio, sin ceñirse exclusivamente a los
autores más conocidos y divulgados, los «de manual». Es el ejemplo de los libros
jurídicos, donde, además de la Nueva recopilación, las Siete partidas, las leyes de la
Mesta o las decisiones del tribunal eclesiástico de la Rota, nos encontramos con
obras de Maceo Wesembeck, Guillaume Budé, Pierre Rebuffe, Ancoine Favre (o
Faber), Andrea Akiati, Giacomo Menocchio o Paolo da Castro. Por supuesto, un
aucor salmantino, como era Antonio Pichardo Vinuesa, no podía dejar de reposar
en los estantes de la t ienda.
Sin embargo, encre los autores de Teología las aportaciones foráneas son me-
nores. Podemos citar a los moralistas Diana o Busembaum, a Durand de Saine
Poun;ain o al asceta Louis Blois, pero el resto, amén de los grandes (S. Agustín,
S. J erónimo, Seo Tomás, etc.), son apellidos españoles o portugueses (Soto, Suárez,
Azpikueca, Baeza, Pinto, Vega, Toledo, etc.). Esca circunstancia se debe, sin duda,
al mayor peso del mundo ibérico en la ciencia teológica que en la jurídica durante
la Edad Moderna. Un ejemplo es la abundante presencia del curso teológico de los
Complucenses en las páginas del inventario de Comán.
Nos encontramos también con varios ejemplares de la Biblia, un libro que no
solía abundar en las bibliotecas salmantinas, e incluso con algunos de la guía de
campo inquisitorial de la brujería, el Malleus maleficarum. Esta presencia del Sto.
Oficio se advierte también en el catálogo de libros prohibidos de Gaspar de Qui-
roga (1583) o en un viejo expurgatorio de dicho tribunal.
La única presencia ajena a este panorama es la de Caramuel. Su Regula theolo-
gica (quizá se trate de su Theologia fundamenta/is) aporca unos aires laxistas que, sin
embargo, ya habían anticipado ofros teólogos españoles. Mas la importancia de
este personaje se debe a su carácter de anticipador de los novatores, gracias a su g ran
predicamento en varios círculos intelectuales hispanos. De todas formas , tres rícu-
los son muy poco para que representen realmente un indicio de que la cultura ofi-
cial estaba cambiando. De hecho, no fue así. Y, por otra parte, debemos llamar la
atención sobre el que una obra consistía en un tratado de gramática, aunque la otra
era fundamentalmente filosófica (Dialexis de non certitudine).
Las obras clásicas son numerosas, aunque no siempre se nos indican los títulos.
Autores como Cicerón (De offitiis y Epistolae, .. .), Séneca (Tragmdiae) y Ovidio (Me-
tamorphoseon libri) son los presentes en mayor número, a pesar de que no podamos
dejar pasar los nombres de Virgilio (Eneida y Georgicae), Apuleyo, Platón, César,
Horacio, Marcial, Suetonio, Valerio Máximo y Plutarco. Incluso hay algunas obras
de humanistas, como unas «elegancias» de Lorenzo Valla y una epístolas (no sabe-
mos de quién) editadas por el hijo del famoso Aldo Manuzio, Paolo.

194 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL LIBRO

El tamaño del negocio de Francisco Comán permitía que éste pudiera ofrecer
de todo un poco. Por ello, nos encontramos con unos dieciséis volúmenes medici-
nales, de entre los que brilla con luz propia el Ortus medicinae del flamenco J an Bap-
tista Van Helmont, una obra clave en la historia de la Medicina.
En la Literatura Quevedo, extrañamente, resulta ausente, aunque hay una obra
de Lope de Vega (su San Isidro) o la adaptación de la Gerusa/emme liberata de Tasso
en la Sevilla restaurada de Juan Antonio de Vera y Figueroa, una obra dedicada, en-
tre otras cosas, a la gloria de Olivares.
No podríamos terminar este breve repaso a los fondos que acumulaban polvo
en las estanterías del local sin señalar la existencia de dos gramáticas y un diccio-
nario portugueses, así como de un manual de oración en francés. Algo, esto último,
realmente insólito en el panorama cultural salmantino, puesto que no hemos en-
contrado ningún libro galo en las bibliotecas salmantinas privadas, aunque sí al-
g unos portugueses e italianos.
Pese al tamaño del negocio, no suele haber muchos ejemplares de un mismo
título. Únicamente las obras más utilizadas como manuales universitarios --es de-
cir, libros de Derecho y Teología- son las que se cuentan por juegos o por doce-
nas. Del resto generalmente hay uno, dos o tres volúmenes.

Al inicio de la primavera de 1702 se llevaba a cabo el inventario de los bienes


del mercader de libros y vecino de Salamanca, Francisco González de Feáns21. El
total de libros que poseía posiblemente superara los dos mil volúmenes, pero, al
contabilizar en numerosas ocasiones las obras por medio de los juegos (el conjunto
de tomos que componían·una obra), la cifra exacta se nos escapa22.
Al igual que el de Comán, el presente negocio también parece que iba dirigido
a una clientela universitaria y con posibilidades de acceso a una cultura superior.
Grosso modo, casi un tercio de los fondos consistían en obras jurídicas, un 28 % en li-
bros teol6gicos y casi un cinco por ciento eran libros de Medicina. Por supuesto, hay
obras religiosas (un 5 %), pero éste es un porcentaje muy pequeño para lo que sabe-
mos que se leía en el conjunto de la población. Sin embargo, un 20,65% de volú-
menes sin identificar nos lleva a no considerar estos datos como fijos e inamovibles.
González de Feáns pensaba en la población universitaria hasta el punto de que
acumulaba numerosos ejemplares de un mismo título, generalmente · manuales
universitarios u obras científicas muy populares. Es el caso de la lnstituta, de la
cual ofrecía hasta 26 volúmenes, los Pandectas (un juego), las Partidas (ocho to-
mos) o el corpus completo del Derecho civil (seis tomos). Y esto por citar sólo los
libros básicos del Derecho. Si examinamos los autores, comprobamos que había
hasta 27 juegos de Vinnius. En cuanto a la Teología, el Cursus theologicus salman-

21. AHPSA, leg. 3.043, fol. 940v.-956r.


22. Escas observaciones también pueden hacerse extensibles al resto de las librerías.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 195


A. WERUAGA PRíETO

ticensis se hacía presente con treinta y cuatro volúmenes, posiblemente por tratarse
de una producción local, aunque con una proyección que superaba ampliamente
los estrechos límites de la ciudad. Las obras de Busembaum aparecían en diez vo-
lúmenes, las de Leandro en veintinueve o las de Cabassut en ocho tomos, por ci-
tar algunos ejemplos.
Las obras médicas eran bastante variadas: Richard Morton, Bernardo Gordo-
nio, Martín Arredondo, Luis Oviedo, Jerónimo de la Fuente Piérola, Juan Calvo,
Dionisio Daza Chacón, Girolamo Fabrizio y Gaspar Bravo Ramírez de Sobre-
monte, •el divino»23, son algunos de los autores más representados.
En el campo de la hagiografía y de las obras espirituales hay que destacar es-
pecialmente los crece volúmenes del De imitatione Christi de Tomás de Quempis,
quien dos siglos después de su muerce aún seguía teniendo una g ran demanda (o
al menos una gran oferta). La mística concepcionista María de Jesús de Ágreda des-
tacaba también con nueve volúmenes, aunque de la Leyenda dorada de ]acopo da
Varagine nos enconcramos coo eres juegos.
La Literatura no es muy abundante. Es más, oi siquiera consta en el inventa-
rio la existencia de comedias o de coplas. A cambio, González de Feáns ofrecía en
su local la posibilidad de comprar la obra cumbre de Cervantes (dos tomos), e in-
cluso sus NovelaJ ejemplares. Quevedo sólo se hacía presente con eres comos, pero
también nos encontramos al Guzmán de Alfarache, de Maceo Alemán, las Novela.r
amarosa.r y ejemplares de la escritora y poetisa María de Zayas y Sotomayor, y el ejer-
cicio manierista de una novela sin vocales (aquéllas que se escribían con palabras
que carecieran de una determinada vocal).
Encre los libros más o menos curiosos se acumulaban, entre otros, el De revo-
l11tionib11s orbi11m c<Ele.sti11m de Copérnico, las Metaphysicae disputatione.s de Francisco
Suárez, las Regla1 de los cinco órdene.s de la arquitectura de Vignola, los Ejercicios de Sao
Ignacio y un Tesoro de la lengua ca.rtellana, que se trata, sin duda, de la obra de Co-
varrubias. El libro de Copérnico no era desconocido en Salamanca, aunque se uti-
lizaba más por sus tablas que por una adhesión firme a sus postulados científicos.
En cuanto a la Metafísica de Suárez, pese a su altura incelectual, no era un libro
muy difundido entre las bibliotecas salmantinas. Seguramente se prefería el Suá-
rez teólogo en vez del filósofo.

Las dos librerías que nos quedan por examinar proceden de escrituras de los
bienes que se aportan al matrimonio: una escritura de capital para el caso de Fran-
cisco Diego de Torres, un viudo que se casa en segundas nupcias con Jerónima de
Ávila Martín 24 ; y una carca de dote a IY Mariana Rodríguez de Valdés, que se des-

23. Podría tratarse tambi!ln de Juan Bravo, un médico del s. XVI, aunque nos hemos inclinado por
el primer autor debido a su enorme prestigio en todos los círculos médicos hispanos. Al menos, el nombre
de Bravo es el que más nos aparece en el inventario: cuatro juegos y nueve comos suelcos.
24. V. 111Jwa, noca 10.

196 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOCIO DEL UBRO

posa con el también viudo y librero Antonio Rico 25: un caso típico de endogamia
profesional26. A diferencia de las bibliotecas privadas, en las que este tipo de es-
crituras nos las desvelan aún en formación, sin fosilizarse por la muerte del pro-
pietario, las librerías así inventariadas se pueden estudiar perfectamente, puesto
que su composición deriva fundamencalmence de los gustos del público, no de los
del propietario. En las bibliot·ecas privadas es mejor su estudio una vez muerto su
dueño, ya que entonces su tamaño suele ser mayor y se nos muestran mejor las ten-
dencias de un arco cronológico también mayor. De todas formas, la comparación
del inventario de una escritura de capital y del de uno post-mortem puede ser muy
interesante para analizar la evolución de la biblioteca, aunque hasta el momento
no ha aparecido ningún caso similar.
Retornando al examen de los fondos librarios, al menos un 47 ,5 % de los que
poseía De Torres eran libros usados, de los que no se nos aclara ni tema ni autor. Son,
en cambio, los libros nuevos los que sí se nos detallan, indicando además del precio
(recordemos que era una tasa) si el libro es un infolio, es en cuartilla, en octavo o en
dieciseisavo. Así, los infolios son únicamente misales, evangelios o breviarios. Por su-
puesto, son los que más dinero cuestan, ascendiendo el total a 665 ,5 reales. A desta-
car los 300 reales en que se valoraban dos misales, o los 100 que costaba otro.
Entre los libros de cuartina («de Madrid», especificaba el escribano) la varie-
dad era mucho mayor. Desde la Teología de Busembaum hasta la Aritmética de
Moya, pasando por los Pandectas, una vida de S. Nicolás de Bario de S. Vicente Fe-
rrer, un catecismo romano, las obras de Quevedo y de Gracián o las novelas de Ma-
ría de Zayas y la Medicina de Ayala y otros.
El tamaño en octavo era mucho más popular, por lo cual la relación está po-
blada de libros espirituales (dos «gritos del Purgatorio» y otros dos del infierno,
un Centinela contra judíos o El Pastor de Nochebuena de Juan de Palafox), clásicos
(Virgílio, Ovidio, Cicerón,), literarios (Día y noche de Madrid de Francisco Sancos,
una «Galattea», eres «Carlomagno», un romancero de Ortiz, la novela caballeresca
de los doce pares de Francia o unos entremeses), educativos (cinco catones, dos es-
tilos de cartas) o «populares» (un par de lunarios). Sin embargo, los libros en 16°,
los más pequeños, son fundamentalmente espirituales.
La mayor parte del peso económico del negocio de Francisco de Torres
(v. CUADRO 2) recaía en el conjunto de los libros, que ascendían a 2.141,5 rs.:
un 72,9 % del total del valor de la tienda. De ellos, el 65 % correspondían a los
libros nuevos y el 35 % restante a los usados. La literatura de cordel -ya lo he-
mos dicho-- se valoraba en un 15,4 % (454 rs.) y el papel y el pergamino para en-

25. AHPSA, leg. 3.593 (año 1714).


26. Sin embargo, no podemos asegurar con precisión que ella ejerciera la misma profesión que su
marido. No sin acudir a otras fuentes que no sean únicamente estos invencarios. Por el tamaño y compo-
sición de la librería podría trata= de la herencia de un médico o de un boticario, y no de los fondos de
una profesional del libro.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 197


A. WERUAGA PRIETO

cuadernar ascendían a 202 rs. (un 6,9 %). El resto correspondía a las herramientas
y a la madera -los estantes- del local.

CUADRO 2
TASA DE LA LIBRERÍA DE FRANCISCO DIEGO DE TORRES

Reales %
LIBROS 2141.5 72.9
Nuevos 1401.5 47.7
Usados 740 25 .2
LIT. CORDEL 454 15.4
PAPEUPERGAM. 202 6.9
HERRAMIENTAS 100 3.4
MADERA 40 1.4
TOTAL 2937 .5 100

En resumidas cuentas, la librería del futuro esposo no era una maravilla


(2.93 7 ,5 reales), pero con el tiempo podría
. suponer un buen negocio . si sabía ga-
narse a la clientela, tal y como lo hacía el padre de Torres Villarroel27. Y más, si,
como vemos, el negocio tenía un mucho de popular, aunque sin descuidar aspec-
tos como la Teología. Del Derec ho prácticamente ni rastro.

La librería de Mariana Rodríguez era mucho más pequeña y limitada. Estaba


valorada únicamente en 716 rs. y más del noventa por ciento de sus 111 volúme-
nes correspondían a libros médicos. ¿Podríamos hablar entonces de librerías espe-
cializadas en un determinado tema? No cabe duda que cada negocio se orientaba
de diversas formas, presentando algunos una oferta más popular y otros otra más
dirigida a una clientela universitaria, pero porque la librería de D" Mariana fuese
sólo de Medicina no creo que podamos sentar con rigor la existencia de negocios
tan especializados. Al menos no mientras no encontremos más casos parecidos.
Las obras que ~sta mujer ponía bajo inventario suponían un amplio repaso por
la tradición médica más consolidada, sin atisbos de abrirse a alguna que otra in-
novación, como la iatroquímica. Recordemos que Francisco Comán poseía el Ortus
Medicinae de Van Helmont, el autor que consolida este pensamiento científico. Por
contra, Rodríguez Valdés parece ser una defensora del galenismo, al igual que lo
era la Universidad --o los médicos-, a la que servfa esta comerciante. Por ejem-

27. «Fue mi padre hombre muy gracioso, de agradable trato y de conversación entretenida y varia-
mente docta. No salía de su tienda comprado o vendido libro alguno, antiguo o moderno, que no lo leyese
anees con cuidado e inteligencia. En la historia fue famoso y puncualísimo, y en las Íllcultades escolásticas en-
tend ía más que lo que regularmente se presume de un lego, con atención a otros cuidados». Véase Noca l.

198 SAl.AMANCA, Revista de Estudios, 39 , 1997


OFERTA Y DEMANDA EN EL NEGOC10 DEL LIBRO

plo, no sólo guardaba la obra de Galeno (cinco comos valorados en 60 rs.), sino
también la de Avicena (un tomo por 24 rs.), la de uno de los dos Mesué, la de Abe-
rroes o la de Hipócrates, por citar a los autores más antiguos. Otros, como Gian
Michele Savonarola (no confundir con el reformador, Girolamo), Guy de Chauliac,
Mateo Silvático o Tadeo eran autores medievales que -pese a estar desfasados en
muchos puntos de la teoría y la práctica- seguían siendo consultados asidua-
mente por los profesionales del ramo. El caso de Tadeo, un médico italiano del si-
glo XIII es, por otra parte, sintomático: fue el fundador de la escolástica grequi-
zance, que sustituyó al empirismo en Medicina por la Lógica y la Dialéccica28•
El resto de las obras nos ofrecen apellidos más o menos coetáneos: Gallego de
la Serna, Gómez Pereira, Gordonio, Manardo, Mercado, Vallés de Covarrubias o
Vigo. Sin duda alguna, sobresale de entre ellos el De humani corporis fabrica de Ve-
salio, que es el libro más caro (90 reales), pero que no supone ninguna novedad al
comienzo del siglo XVIII. Por supuesto, al lado de coda esca mercancía no podía
falcar un diccionario bilingüe, como era la Cornucopiae de Ambrogio Calepino, una
obra que se hallaba en toda biblioteca que se preciara.
¿A dónde hemos llegado después de este largo análisis? En primer lugar, po-
demos concluir que los negociios del libro en Salamanca estaban ampliamente de-
terminados por la presencia de la Universidad: gran número de librerías centraban
su oferta en lecturas claramente universitarias. Sin embargo, no todo el panorama
era éste, y los títulos de obras religiosas o literarias ocupaban amplios espacios en
los estantes de algunas tiendas. Y los ocupaban en mayor medida de lo que lo ha-
cían en las bibliotecas privadas; al menos en lo que concierne a la Literatura.
En segundo lugar, teniendo en cuenta todo ello, debemos recelar de la afirma-
ción de que los fondos de una librería nos proporcionan una visión real de las lec-
turas populares de esta época. El análisis de éstas se basa primordialmente en los
resultados que arrojan los inventarios de las bibliotecas privadas, mientras que los
negocios son únicamente un complemento de esta visión. Por otro lado, resulta
casi imposible establecer una relación directa entre los títulos de uno y otro lugar
sólo por el examen de los fondos29.

28. No en vano, durante codo el siglo XVI, el XVII y buena parte del XVIII, las clases de la facul-
tad de Medicina se basaban en la explicación de cexcos de Avicena, Hipócrates, Galeno, Mesué y Guy de
Chauliac. No fue hasra la reforma iluscrada de 1771 cuando el plan de escudios se acomodó a los avances
científicos realizados: v. RODRÍGUEZ CRUZ, Ág ueda. Régimen docente. En AAVY. La Universidad de
Salamanca. 11. Docencia en imJeJtigación. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1990, pp. 456-
458. Y otra prueba de la simonía de ideas de la medicina oficial española con los presupuestos de Tadeo
son las conclusiones a las que llega Anastasio ROJO VEGA tras el estudio de las bibliotecas privadas de
los médicos vallisoletanos durante los siglos XVI y XVII: bibliotecas más filosóficas que médicas; v. Cien-
cia y <u/tura en Valladolid. Estudio de las bibliot«as pri11adaJ de los siglos XVI y XVII. Valladolid: Ediciones
Universidad de Valladolid, 1985.
29. Que es lo que ha hecho Santaló afirmando que las buenas bibliotecas «no parecen surtirse• de
las librerías. Desde luego, conocemos de la existencia de otras vías de abastecimiento, como podían ser las
suscripciones o el envío del material por libreros radicados en ciudades con una producción editorial ma-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 199


A. WERUAGA PRIETO

Aunque una librería es en primer lugar un ente económico, no creemos que to-
dos sus fondos supusieran un buen negocio. La existencia de Libros raros, libros que
prácticamente no se dan en la bibliotecas privadas, y esa ofena -a veces desme-
surada para lo que conocemos ac.erca de su consumo en la Salamanca de esros
años- nos llevan a pensar que muchas obras posiblemente pudiesen actuar en rea-
lidad como reclamos de venta, más que como objetos de venta en sí mismos (pese
que a priori se pensaran como cales): una técnica de marketing. Lo que sí parece claro
es que la literatura de cordel era un aspecto del negocio que no comportaba un
gran valor económico, aunqut: tampoco se pueda desdeñar. Y un librero no sólo
vendía libros: también los encuadernaba30.
Por último, los libreros no debían de incentivar demasiado las conductas cul-
turales, sino que más bien respondían a ellas31• Pero el incentivar no tiene por qué
suponer renovar o progresar. El estudio de las ediciones salmantinas tendría que
centrar pane de sus esfuerzos en ello, en investigar el papel que desempeñaron los
libreros dentro del mundillo culcural de la ciudad, especialmente como editores de
obras de codo cipo32.

yor, como era el caso de Madrid. Un uso muy exrendido en el siglo XVIII y que sólo se da en ciertas gran-
des bibliorecas. Pero hacer esra afirmación sólo porque los círulos no son los mismos es un canto arriesgado,
y más si consideramos que el universo intelecrual sevillano no se nurría de una única librería: v. SAN-
TALÓ, nota 7, p. 181.
30. ~sra ero labor de los libreros, y pocas veces de los impresores, a menos que fueran títulos im-
portados. Así, en los inventarios de Francisco Comán (v. JNJwa. nota 18) y Cristóbal de la Plau (AHPSA,
leg. 3.786, ful. 23lr., año 1683), ambos libreros, se detallan diversos aparejos destinados a la encuaderna-
ción, un aspecto de sus negocios muy lucrattvo:
• Ytem, en la tienda de librería se alió vna prensa de corrar con su yngenio. Y orrr-as dos prensas de
enlomar¡ y unas rigeras grandes y vn ma~o de barir de yerro.
Yrem, vn telar en que se cosen libros.•
Pero también un impresor (al menos así viene definido por el escribano de turno) tiene estos enseres.
Además de •la ynprentca con trodos sus marteriales con dos prensas•, José Gómez de los Cubos (ya lo he-
mos visto) poseía en la librería orras cuarro prensas, que segurameme utilizaba para encuadernar, ya que a
ellas se les unen dos ingenios viejos, un celar y un cazo de cobre para •la cola•, entre otras cosas.
31 . •El an1Uisis de la librería me parece confirmar la hipótesis de que el control ideológico, el me-
canismo de autocensura y los inrercses económicos hacen que la librería simplemente responda a las con-
ductas culrurales en vez de incent ivarlas•. SANTALÓ, nota 7.
32. Un imprt$0r o un librero podían participar como editores y los primeros, en ocasiones, vendían
directamente los producros salidos de sus talleres. Pese a la oncrosidad de los gastos eran muchos los par-
riculares que, solos o asociados remporalmenre, financiaban por su cuenta la publicación de una obra. En
numerosas ocasiones los gasros corrían a cosra de los propios autores, como en el caso del caredrático de
prima de Teología, D. Juan Cano. tsre dejó al morir en 1705 la suma de 160.502 reales de vellón (cerca
de 14.600 ducados) en libros sin encuadernar que cenía almacenados en el Colegio Mayor del Arzobispo
Fonseca, y de los cuales él mismo era autor. Eran algo menos de seis mil seiscienros volúmenes de obras fi-
losóficas, de los que casi un tercio resultaban inservibles para la venca y se dcsrinaron a papel viejo. Esto
prueba que el fallecido había corrido con rodos los gasros de la edición, por lo cual poseía cierra canridad
de las ediciones (no sabemos si eran completas). ¿Cómo las vendía? Posiblemente enrregara a los libreros
de la ciudad algunos ejemplares, o quizá se vendieran en el Colegio mayor, valiéndose de su auroridad aca-
démica y de que el recror de aquél era 50brino suyo. Par.A lo referente a las funciones profesionales de los
libreros, editores e impresores, vfase la obra citada de Philippe Berger (nota 4).

200 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


SALAMANCA, Rtvisca de Estudios, 39. 1997. Págs. 201 -219
ISSN: 0211-9730

LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA


DE SAN MARTÍN DE SALAMANCA
DURANTE EL PERÍODO 1700-1750

MARIANO PÉREZ PRIETO

RESUMEN: En este artículo pretendemos dar a conocer una de las capillas


musicales salmantinas: la de la Parroquia de San Martín. Fundada en 1676, ocupó
un lugar importance en la Salamanca ceremonial y fesciva del período que hemos
esrudiado (1700-1750). Describimos aquí sus características principales: historia,
escructura, función, organización económica y social, y música que interpretaba.

SUMMARY: In chis arride we intend make known one of che musical


chapels salmantinas: that of che parisb ofSan Ma.rtín. Founded in 1676, occu-
pied an importanc place in che Salamanca ceremonial and festive of che period
rhat we have scudied (1700-1750). We describe here ics principal characteris-
tics: hiscory, srruccure. function, social and economic organizacion, and music
chac was incerpreced.

PALABRAS CLAVE: Salamanca I Capilla de Música I Parroquia de San


Manín (1700-1750).

l. HISTORIA

la capilla de música d e la Parroquia de San Martín fue fundada en 1676 por


Juan Muñoz del Castillo y su esposa, María de la Cruz y Guerra, destinando para
su financiación los réditos d e cinco casas que ellos construyeron sobre unos solares
propiedad de San Martín y del ayuncamienco de la ciudad.
"Relación de propiedades y rentas que cocan a la fundación de la música
sita en esca iglesia de S. Martín.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 201


MARIANO P~REZ PRIETO

1. Primeramente una casa en el corrillo de S. Martín que está inmediata a


la confitería que está pegada a la puerta de esta iglesia, que sale a dicho corrillo
a mano izquierda como se va a dicha puerta, que la vive Antonio Hernández.
2. Ycen otra casa pegada a dicha iglesia en la esquina como se va de la pla-
zuela de la yerba a mano izquierda antes de llegar a la puerta de dicha iglesia,
que corresponde al alear mayor, que vive al presente J ulio Martín, dorador.
3. Icen otra casa al mismo sirio, junco a d icha puerta de la iglesia, en que
al presente vive J erónymo Pereda y Hontiveros, cerero.
4. icen otra casa que está pegada a dicha iglesia a mano derecha como se va
a dicha puerta en que al presente vive Joseph de Coca, cerero.
S. icen otra casa, inmediata a la de arriba, en que al presente vive J ulio Fer-
nández Carrerudo, cerero.
6. De unos suelos que eran de dicha iglesia y de la ciudad, que dieron para
fábrica, dichas casas se fabricaron haziendo la cosca Juan Muñoz del Castillo y
María de la Cruz y Guerra, su mujer, parroquianos, los cuales ycieron de ellas
expontánea donazión a dicha yglesia, fundando sobre dichas posesiones la mú-
sica que al presente tiene dicha yglesia por tratado de escripcura de pacto que
se trajo anee Marcías de Zamora, escribano real y del número de esca ciudad, año
de mil seisziencos y setenta y seis, con poca diferencia. Es boluntad.
7. Es boluncad de dichos fundadores que los réditos de las casas se discri-
buian en cada un año encre los que compusieren la música, conforme la abeli-
dad de cada uno, graduando su salario a disposizión de los fundadores, y patro-
nos que quedaren nombrados, después de los días de dichos vienhechores" 1.

Hasta 1722 la Parroquia de San Martín, cuando necesitaba asistencia de músi-


cos para la fiesta de su patrón, llamaba a la capilla de música de la Catedral y como
mucho a dos músicos de la fundada por Juan Muñoz, y es que esta última tenía unos
cometidos concretos entre los que no estaba el oficio en la fiesta de San Martín. El
que los mayordomos de la Parroquia llamasen a la capilla de música de la Catedral
en vez de contar con la existente en su propia iglesia se debía, posiblemente, a que
la primera era una capilla más numerosa y mejor dotada, hecho evidente que pode-
mos comprobar comparando las plantillas de ambas durante esos años2.
En 1722 la Universidad propuso a la Parroquia de San Martín fundar una ca-
pilla de música para el servicio de ambas inst ituciones. La agrupación se formó en-
tre abril y mayo de ese año aporcando la Parroquia, con ese fin, el presupuesto que

l. Archivo Diocesano de Salamanca (ADS) 423/44. Libro de fundaciones, posesiones y rencas de la


Parroquia de San Martín (LFPR), f. 294r.
2. Ver PÉREZ PRIETO, Mariano. ··r.a capilla de música de la Catedral de Salamanca durante el pe-
ríodo 1700- 1750: historia y estrucrura"". Rt11ista de Mmirología, 18, 1995. Madrid, Sociedad Española de
Musicología, pp. 145- 173. Del mismo auror: "La capilla de música de la Universidad de Salamanca du-
rante el período 1700-1750: Historia y estructura (empleos, voces e instrumentos)"". Salamanca, Rl!llista d4
Es111dio1, 3 7, 1996, pp. 159-17 3. Y "Función y organización económica y social de la capilla de música de
la Universidad de Salamanca durante el período 1700-1750"". Salamanra, Rl!llista Je EJtudios, 38, 1996.

202 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPILLA DE MúSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTfN DE SALAMANCA

destinaba de ordinario a la música, es decir, las rentas de la fundación de Juan Mu-


ñoz y lo que la fábrica gastaba en el organista y en los músicos que asistían a las
funciones de sus fiestas:
"En el año de 1722, siendo mayordomo de la fábrica Joseph Nabarro, se
concordó con la Y glesia y los patronos de esca memoria para nueba fundación
de música, y por parte de los comisarios nombrados por dichos patronos, y con
lizencia del señor obispo, se ofrezió a los señores comisarios del gremio y claus-
tro de esca Y glesia, entre otras cosas conzerniences a concordia, las pare idas si-
guientes que oy subsisten por renta fija y anual de la música de San Marcín, que
son las siguientes:
Casa. Primeramente, seiscientos y sesenta reales que rrenta al año la casa
que dicha memoria t iene a la plaza maior, y trae arrendada Cayetano Román,
lienzero.
660 [rs)
ftitn. Más seiscientos rs. que renta la casa en que bibe Jerónimo de Pereda,
zerero.
. 600 [rs]
ldm. Más setecientos reales que renta la casa que traía Joseph de Coca, ze-
rero ( ...)
700 [rs)
/den. Más quinientos reales que renta la casa que bibe Julliana Alonso,
viuda zerera.
500 (rs)
!den. Más quacrocientos y setenta reales que renta la casa tienda al Corrillo.

476 (rs)
2.936 (rs)

Cuias cantidades se pagan a los m úsicos por mesadas, según el reparti-


miento establezido a cada músico y unos y otros comisarios. Con cuio mocibo
an zesado las quemas por pagar lo mesmo que se cobra.

Asimismo la fábrica y sus maiordomos contri buyan a la música en cada un


año con seiscientos y cinquenca y quacro rs. en esta forma.: los 400 rs. por rrenca
del salario que se pagaba al horganisca; los 134 por el coste que tenía cada año
la m úsica por la fiesta del d ía de San Martín; y los 120 restantes que así mismo
tenía de costa la música por la fiesta d e las quarenra horas.
654 {rsJ

Que importa todo tres mil y quinientos y nobenta reales, los que se repar-
ten por mesadas a los músicos en cada un año como consta de sus recibos que
cada mayordomo guarda. "3
3.590 (rs)

3. Libro de bienes y reocas de la capilla de música de la Parroquia de San Manín (LBC), ff. 48r-57r.

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 203


MARIANO PÉREZ PRIETO

La Universidad aportaba un capital mayor que la parroquia: 7. 5 59 reales, que


prodecían de la suma de tres conceptos de su presupuesto: la cantidad que de or-
dinario se pagaba a los músicos que asistían a las funciones universitarias (4.259
reales), el gasto en refrigerios y propinas para los miembros de la Universidad en
determinadas fiestas (3.240 reales) y sesenta reales del caudal del arca4• Esca desi-
gualdad en la financiación suponía la prioridad de la Uniiversidad sobre la Parro-
quia de San Martín a la hora de recibir los servicios de la capilla de música; esto
explica los continuos roces entre las dos instituciones, que reflejados en las quejas
de los músicos por el traro recibido en San Martín, llevaron a las dos partes a rom-
per el acuerdo de cofinanciación en abril de 1738.
La Universidad se quedó con.Ja plantilla de músicos de la capilla y la Parro-
quia inició, desde esa fecha, los trámites para la formación de una nueva, que no se
consolidó definitivamente hasta 1742. Durante el período de 1738 a 1742, la igle-
sia de San Martín llamaba para su fiesta unas veces a la capilla de la Catedral y
otras, a la de la Universidad5.
A parcir de 1742 la Parroquia contaba con una nueva capilla de música. Según
los Libros de cuentas de fábrica, su financiación se hizo, como desde 1722, sumando
todo el capital disponible para la música. Sus obligaciones eran las mismas que las
de la formación anterior: las impuestas por los fundadores y las de la Parroquia. En
realidad, es la primera vez que puede hablarse de la capilla de música de la Parro-
quia de San Martín, ya que la que hubo hasta 1722 era para el servicio de sus fun-
dadores y no estaba asumida por la Parroquia, como demuestra el hecho de concar
para su fiesta con la de la Catedral; y la nacida del acuerdo con la Universidad (1722-
1738) estaba dedicada principalmente al servicio del Estudio salmantino.

2. ESTRUCTURA DE LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE


SAN MARTÍN

2.1 . EMPLEOS

En la capilla de San Martín, durante el período 1700-50, los empleos eran en ca-
lidad de músicos asalariados. Los de maestro, compositor y organista, eran desempe-
ñados por una misma persona desde 1722; anees de esa fecha no hay constancia del
empleo de composiror, sí del de maestro, que podía serlo el organista o el arpista. El
resto de los empleos los ocupaban los músicos de voz e instrumentos. Había también
plazas de mozo de coro y contrataciones eventuales de organero y afinador.

4. Archivo de la Universidad de Salamanca (AUS) 189, ff. 22v-23r. Ver también: PÉREZ PR1ETO,
Mariano. "La capilla de música de la Universidad de Salamanca durante el perfoclo 1700-1750: hiscoria y
estructura". Salamanca, Revista de Estudios, 37, 1996, pp. 159-173.
5. ADS. Libro de cuentas de fábrica de la Parroquia de San Martín (LCFP) (1716-40), ff. 432v-433r,
459r. LCFP 1740-68, 15v-16r.

204 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPfllA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTfN DE SALAMANCA

2.2. CANTORES

De 1722 a 1730, los cantores de la capilla de San Martín eran los mismos que
había al servicio de la Universidad. En 1730 hubo una voz de tiple menos en San
Martín.
A parcir de marzo de 1738, fecha en la que se rompe el acuerdo entre las dos
instituciones, la Parroquia de San Martín fue dotando poco a poco su plantilla
hasta alcanzar, en 1740, el número de cuatro cantores; no sabemos nada sobre sus
tesituras, ya que las fuentes no lo especifican.

2.3. INSTRUMENTOS DE LA CAPlllA

-ÓRGANO
En la iglesia de San Martín se construyó un órgano nuevo entre agosto de 17 14
y octubre de 17 15. El mecanismo lo hizo J oseph Hernández y la caja Joaquín de
Churrig uera. El coste total fue de l 0.3 19 reales de vellón: 7 .303 por el órgano pro-
piamente dicho y 3.016 por la caja6. En 1728 fue afinado por el franci scano Simón
Fontana7.
-OTROS INSTRUMENTOS
En el gráfico sig uiente presentamos la aparición y presencia de los instrumen-
tos que componían la capilla d e música de San Martín; entre corchetes señalamos
el período de cofinanciación de la capilla con la Universidad (1 722-1738).

1702 ·20 ·22 '22 '26 '38 '38 '40 '45 '50
(San Martín-Univers.}

1Chüimt ----~---
BaJ6n
11 -------------------------
---------------------------
11 ------------------------------.
----------------------------------1
-----

1 Violín ----------------- 1 1 ----------------- 1


1 Violón
1 Oboe--······-··-·--- 1
1 Clarín ---------------------------- 1
1 Órgano -------- 11 --------------------
Arpa----------- -------------------------
11 ------
----------------------------------
-- ----------------
1
(San Martín-Univers.)
1702 '20 '22 '22 '26 '38 '38 '40 '45 '50

6. ADS. LCFP (1714-15), f. 435v


7. AOS. LCFP ( 1728-29). f. 239v.

SALAMANCA , Revista de Esrudios, 39, 1997 205


MARIANO P~REZ PRIETO

En La siguiente tabla se muestra el número de instrumentistas que hubo en la


capilla de San Martín durante el período 1700-50, independientemente del nú-
mero de unidades por cada tipo de instrumento.

Bajón Chirimía Violín Violón Oboe Clarín Órgano Arpa


1702 o 2 o o o o l l
1704 o 2 o o o o 1 2
1710 o l o o o o l l
17 15 o l o o o o l l
l 720 l L o o o o l 1
1721 1 l o o o o 1 l

Universidad-San Martín
1722 2 1 2 o o o l l
1726 2 l 2 l o o 1 2
1738 l l o o o l l o
1740 l 2 2 o l 2 l l
1745 l (l) (2) o l 2 l 1
1749 2 (1) 2 o 1 2 l l

A parcir de 1738 dejó de usarse el violón y no se incorporó la trompa, instru-


mentos que sí estaban presentes, con posterioridad a esa fecha, en las capillas de
música universitaria y catedralicias. Este hecho es indicador de una menor capaci-
dad de financiación de la capilla de San Manín, que se traduce en una menor con-
tratación de músicos, y no ta.neo un índice de mayor o menor modernidad en
cuanto al uso de instrumentos ya que los intercambios de la capilla parroquial con
las otras dos capillas mencionadas eran frecuentes a lo largo del período.

2.4. PROVISIÓN DE PLAZAS

Las plazas de la capilla de música eran provistas mediante oposición pública


canco durante el período 1722-38 como en el resto de los años estudiados. En los
documentos hay pruebas de ello:
Ayuda fil costa. Más da rreyma reales que de horden de los patronos pagó a
un bajón que yzo oposiciones, se le mandaron dar por ayuda de cosca9.

8. Ver Nota 2.
9. LBC, f. 39v.

206 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTfN DE SALAMANCA

Durante el curso de 1749-50, algunos músicos de la Catedral y de la Univer-


sidad asistieron, como miembros de un tribunal, a las pruebas de admisión de mú-
sicos para la capilla de San Marcía:
RefrtJco. Ytten ueynca reales de vellón que dicho mayordomo expresó aber
rcenido de cosce el refresco que de orden de dichos pattronos se dio a diferenc-
ces músicos de cathedral y universidad que se aliaron presencces a1 examen y
prueba que se yzo en dicha iglesia a los preccendiences músicos, a que concu-
rrieron algunos de dichos patronos 10

3. ÁMBITO DE EJERCICIO

De nuevo, al hablar de los cometidos de la capilla de música de San Martín,


cendremos que referirnos a las tres etapas que marcaron su actividad durante la pri-
mera mitad del siglo XVIII.
En el período 1700-22, al ser una capilla financiada por la fundación de Juan
Muñoz y su esposa, su función quedaba establecida por los fundadores como po-
demos ver en las escrituras:
8. "Es obligazión de los músicos la asistencia a los divinos oficios en esca
conformidad: que los días de Nuestra Señora, Apóstoles, Pasquas, Semana
Sancta, y codos los días de primera y segunda clase, festivos y de guardar, asis-
tan a los Divinos Oficios. Y los miniscriles y bajón sean obligados a asistir con
sus ynscrumencos a codas las salidas de el Sanccísimo Sacramencco, sin que pue-
dan llevar ni pedfr a los maiordomos de dicha cofrad ía más que un real cada
uno, y por cada bez que falcare se le saque de su renca y multe en un real cada
uno, aplicado por dicha cofradía.
9. Ycen es obligazión de dichos músicos hazer decir en cada un año dos
misas canteadas con diácono y subdiácono y responso los días de Sancta Cruz de
maio y San Juan de Junio de cada un año, y por cada una de dichas misas son
obligados a dar a los benefiziados diez y ocho reales y al sacristán, por mandar
cocar las campanas, y a los monazillos quacro reales, que aze por codo el esti-
pendio de cada misa beince y dos reales, y a ellas an de asistir y ofiziar dichos
músicos con sus instrumentos" 1 t

"Consta por el libro de las cuencas de fábrica de esca Yglesia de Sr. San Mar-
tín y de las que dio Diego de Sopuerca, su maiordomo, de los años de seiscien-
tos y noventa y seis asca el de setecientos, aver fundado en esca Yglesia de San
Manín y en la capilla de Nra. Sra. de las Angustias la pía memoria y jubileo de
las quarenca oras que se celebra los tres días de Carnestolendas de cada año, ce-

10. LBC, f. 126v.


11. AOS 423144. LFPR, f. 294rv.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 207


MARLANO PéREZ PRrETO

lebrando cada un día misa cantada con diácono y subdiácono, y poniendo a su


Magescad patente asca por la carde, y con sermón cada una de las eres cardes, y
con asistencia de música a la misa, y cubrir a Su Magescad y para codo su coste
y de la cera, dejó de doce y capital Juan Muñoz del Castillo, su fundador, dos
mili ducados de vellón, que entregó a dicho Diego de Sopuerca, como mayor-
domo de la Yglesia, a cuio cargo y de su fábrica .escá el cumplimiento de dicha
pía memoria". 12

La Parroquia no podía imponer ninguna asistencia a la capilla de música, ya


que en ese período no la financiaba.
D e 1722 a 1738 la capilla asistía a las funciones de la Universidad, priorita-
riamente, y a las de la Parroquia de San Marcín, la cual desde esa fecha sumó el ca-
pital de la fundación de J uan Muñoz y el que, por su parce, se gaseaba habitual-
mente en la m úsica. Los servicios que, desde ese momento, d icha capilla prestaría
en la Parroquia debieron ser los mismos que prestó en exclusiva desde 1738 y que-
dan bien explicitados en el siguien te documento:
"En virtud de la comisión que a mi, Phélix Garzia de la Fuente, me está
dada por los Sres. paccronos de la memoria de música que en la yglesia parro-
quial del Sr. San Marccin de esca ziudad fundaron los vienechores Juan Mufioz
del Castillo y María de la Cruz, su mujer, para arreglarla conforme a la funda-
zión y sus renttas, para cumplir con ella y las conziencias de los paccronos, cengo
avenccado con los que se dirán que an de componer la capilla de música desea
yglesia del Sr. San Marrcin, el que ha de ser de su cargo las asiscenzias en la
forma que se expresan, a saber:
Cargas de los 11uísicos que componen La capilla. Ha de ser de su obligación zele-
brar las vísperas y la fiesrca del Glorioso Paccrón San Martín, esto es, la misa lo
más solemne con sus dos villanzicos, y siesta desde las dos, con villanzicos e yns-
crumentos asta rreservar a Su Divina Majestad.
Idem, zelebrar con su asistenzia las Pascuas de Narcibidad, las Vísperas, sus
ma.itcines, con villanzicos y ccodos ynstrumencos, y las misas con villanzicos,
asca yncluso el día de ynocences.
Idem, zelebrar con su asiscenzia la fesribidad de las Cuarenrca horas los
ttres días de Carnestolendas en la capilla de Nra. Sra. de las Angusccias, que
conscruieron los fundadores, y en que están entterrados, con villanzicos, a las
misas y siesta, asca las eres que empieza el sermón, y acabado, se rreserva a Su
Majestad con villanzico.
Idem, zelebrar la Semana Sancta asisttiendo el domingo de Ramos a la Pa-
sión, misa y prozesión; Miércoles Sancto a las tinieblas; Juebes Sanco a la misa
y ccinieblas por la carde, y por la noche a rezibir la prozesión, en la que en

l2. ADS 423/44. LFPR, ff. 107-LOSv.

208 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPll.l.A DE MÚSICA DEL\ PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE SALAMANCA

cuancco pasa por la yglesia están cannando el "Miserere"; el Viernes sanco, a los
ofizios, y lo mismo el sábado sanco.
Idem, zelevrar los ccres días de Pascua de Resurreczión y la del Espíritu
Sancto con la dezenzia que fuere correspondiente, y en la misma conformidad
los días de Nra. Sra. y Sancos Apóstcoles, y a sus vísperas.
ldem, zelebrar con su asisccencia las dos misas con villanzicos que en los
días de Sancta Cruz de mayo y San Juan Baptista se dizen en dicha capilla por
los fundadores.
A ccodas las dichas fesccibidades han de asisctir, prezisamencre, ccodos los
q ue componen la capilla de música, boces e ynstrumenccos.
Los domingos y demás fiestas de encere el año ande concurrir a zelebrarlas
los músicos de vozes, y de los ynsrrumencos, sólo el bajón y obue, asiscriendo
así mismo ttambién a sus vísperas.
Los dichos músicos de vajón y obue, en cumplimiento a la fundazióo, de-
ben asistir a rcodas las salidas de Nuestro Señor en público, y de lo conccrario
les ympone La multca de un real por cada bez que falten, y que se la quiere de
su salario.
..
(. )

Prebiene que las falcas que yziesen por ellas, yo, Félix García de la Fuenrce,
comisario de música, les he de ympooer la muleta que me pareziese por lo que
reoca a las fuleras que biziesen en la Yg lesia según los capirrulos de arriba, y por
lo que reoca a Las que crubiesen en las pruebas, desde luego se les ympone la de
un real de cada una, y éstas quedan al cuidado de Anccooio Gómez, arpista, el
apuntarlas y dar memoria de ellas al señor maiordomo, para que se las des-
cuencce de sus salarios, y escas queden con la aplicación de vez para los gasrcos
de las pruebas y de ccodo lo aquí conctenido, son norciziosos y están combeni-
dos de su obserbanzia y cumplimienco." 13

4. ORGANIZACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LA CAPILLA


DE MÚSICA

4.1. FlNANClACIÓN

Durante el período 1700-22 la capilla d e música de San Martín se fi nanció


principalmence con el capital de la fundación d e Juan Muñoz d el Castillo. La do-
tación consistía, como hemos visto en las escrituras de conscicución•4, en los rédi-

13. LBC, ff. 97r-98v.


14. Archivo Diocesano de Salamanca (ADS) 423144. Libro de fundaciones, posesiones y rentas de la
Parroquia de San Martín (LFPR), f. 294r.

SAJ.AMANCA, Revista de Esrud ios, 39, l 997 209


MARIANO PÉREZ PRIETO

tos de cinco casas construidas por ellos en el Corrillo, cuyo capital era de unos
2.936 reales al año, y parte de los 120 reales anuales que los mismos benefactores
donaron para los gastos de la celebración de la festividad de las Cuarenta Horas 15.
Como ya hemos visco, la Parroquia de San Martín no contribuía directamente
a la financiación de la capilla; en su presupuesto de gastos generales había una can-
tidad que pagaba al organista de la iglesia, que lo era también de la capilla, y otra
para el día de la fiesta de San Martín, para la cual llamaban, hasta 1722, a la capi-
lla de la Catedral.
Aunque la capilla de San Martín tenía un presupuesco de unos 3.056 reales ve-
llón al año, la cantidad gastada durante el período 1720-21 en realidad fue dife-
rente:

Coste de la capilla de música de San Martín (1700-21).

1700-02 4.890 rs.


1702-04 4.130
1704-06 5.401
1708-09 2.750
1709-10 2.890
1710-11 2.782
1711-12 2.970
1712-13 2.230
1713-15 4.737
1715-16 1.050
1716-18 2.130
1718-19 2.400
1719-20 2.130
1720-21 2.210 reales
Valor medio 3.050 reales anuales.

(Fuenre: LBC, fols, 2r-4lrv)

Como puede verse, la tendencia general es la disminución paulatina del gasto.


En una época de alza de precios, esto suponía claramente una depauperación de la
capilla, fenómeno que puede confirmarse si vemos su evolución en ese período: de
9 miembros en 1702, a 5 en 1721. Posiblemente, la incapacidad de la Parroquia
de San Martín para mantener una capilla de música competente fue la razón de fir-
mar un acuerdo para cofinanciar una para su servicio y el de la Universidad.

LS . ADS 423/44. LFPR, ff, 107-106v.

210 SA.I.AMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE SALAMANCA

La capilla de música compartida tendría un presupuesto total de unos 11.140


reales el año: 7.559 serían aportados por la Universidad, contribuyendo San Mar-
tín con unos 3.590 rs. procedentes de la fundación de Juan Muñoz y lo que la Pa-
rroquia gastaba en el sueldo anual del organista (400 rs.) y la fiesta de San Martín
(134 rs.)
"Prebiénese en las quemas que en adelante se ycieren que se a de acer cargo
el mayordomo administrador, además de la renta de las cinco casas que tiene di-
cha música, que ymporta esta rema: dos mil nobeziemos y creynta y seis rrea-
les vellón. De quatrozientos rreales que ace buenos la fábrica del salario del or-
ganista, y asimesmo de ciento y treynca y quatro rreales que dicha fábrica ace
buenos por la fiesta de Señor San Martín que se pagaban a los músicos de la ca-
tedral, y asimesmo ciento y beynte rreales que dicha fábrica ace buenos de la
fiesta de dicha parroquia, por estar recibida la nueba música, agregan a dichas
eres partidas con el cargo. Más que lo que se la tiene señalado por dicha parro-
quia." 16

Sin embargo, la Parroquia de San Martín a partir de 1729 aportaría sólo 3.150
reales al año, lo que explicaría la diferencia de una o dos voces menos en la planti-
lla a su servicio. En 1732 esta cantidad sube a 3.440 anuales, pero en vez de asis-
tir todos los cantores que asistían en la Universidad, se contrató a tres mozos de
coro 17. Posiblemente, la insuficiente aportación económica de la Parroquia, y el no
contar con alguno de los músicos de los que actuaban en la Universidad, fue la base
de los problemas que acabaron en 1738 con el proyecto común.
A partir de ese año, la Parroquia de San Martín, sin separar ya el capital de la
fundación y el de la fábrica, inició los trámites para crear una capilla de música
propia. Quedaría consolidada durante el ejercicio 1743-44 como prueban las can-
tidades gastadas en música a partir de ese año, las cuales estaban muy cerca de la
cantidad de 3.590 reales anuales, inicialmente presupuestada en 172218.

4.2. SITUACIÓN LABORAL Y SOCIAL DE LOS MÚSICOS

El control de la capilla de música se ejercía desde una instancia superior, te-


niendo los músicos la condición de empleados a sueldo. De ordinario, era gober-
nada por los patronos de la fundación de Muñoz del Castillo, o los comisarios de
música o el mayordomo de la Parroquia; había también un músico encargado de
anotar las ausencias de los demás19.

16. LBC, f. 5 lr.


l 7. LBC, ff. 48r-80v.
18. LBC, ff. 82r-126v. LCFP (1716-40), ff. 431 v-467v. LCFP (1740-68), ff. 14r-158r.
19. ADS 423144. LFPR, f. 294rv. ADS 423144. LFPR, ff. 107-IOSv. LBC, ff. 97r-98v.

SALAMANCA, Revisca de Escud ios, 39, 1997 211


MARIANO PtREZ PRIETO

Durante el período de cofinanciación (1722-1738), se formó una Comisión en


la que había dos representantes de la Parroquia de San Marcín y tres de la Univer-
sidad20.

Salarios: en el articulo 7 de la fundación de la capilla dice: "se distribuyan en cada


un año entre los que compusieren la música, conforme a la habilidad de cada uno"21.
Parece que lo previsto se cumplió, como demuestra la documentación revisada:

Salarios an uales 1700-22


- un músico a 600 reales.
- 3 cantores a 440 rs. cada uno.
- un organista: 440 rs.
- un músico arpista y chirimía: 440 rs.
- un músico de chirimía a 400 rs.
- dos músicos a 320 rs. cada uno

Salarios anuales 1722-38

- maestro y organista: 713 rs.


- concralco: 535 rs.
- tenor: 535 rs.
- contralto: 356 rs.
- bajón: 356 rs.
- violín 1°: 285 rs.
- chirimía: 214 rs.
- violín 2º: 142 rs.
- (desde 1732) 3 mozos de coro a 350 rs. los 3.

Salarios anu ales 1743-50


- cantor: 720 rs.
- organista y compositor: 700 rs.
- un músico clarín, oboe y otros instrumentos: 700 rs.
- un músico clarín y bajón: 500 rs.
- cantor: 365 rs.
- violín 2° y bajón: 176 rs.
- arpista: 120 rs.
- violín l º: 100 rs.
(Fuenre: LBC)

20. Archivo de la Universidad de Salamanca (AUS) 188, Libro de Claustros (LC) ( 1720-21).
ff. 27 r-30r.
21. ADS 423/44. LPFR, f. 294v.

212 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTfN DE SALAMANCA

Se observa claramente un escalaf6n salarial que puede ser indicador de la valo-


raci6n profesional y social de la especialización profesional de los miembros de la
capilla de música.

Escalafón salarial durante el período 1743-50.


1) - Cantor solista.
- Organisca/composicor/macscro
- Instrumentista de varios instrumcncos ........ . 700 a 720 rs.
2) Un músico clarín y bajón ...... ........................ . 500 rs.
3) Resto cantores ............................................... . 365 rs.
4) Resto instrumentistas: bajón 2°,
dos violinistas y arpa.. ......... ............ ............... 110 a 176 rs.

Igual que en ocras capillas estudiadas, en La de San Marcín había, además de


los salarios, propinas, ayudas de costa y mulcas 22 •

5. OBRAS MUSICALES INTERPRETADAS POR LA CAPILLA DE MúSICA

No se conserva ninguna obra musical entre la documentación de archivo de la


Parroquia de San Martín . Probablemence, la capilla de música cuvo, como la ma-
yoría, un archivo de obras musicales, pero hoy no cenemos ni muescras ni noticias
del mismo; por lo tanto, la aproximación a la música interpretada por la capilla la
cendremos que hacer de forma muy general y mediante referencias a documentos
no musicales.
De la escritura de fundación de la capilla23 y del documento fechado en 174 2
sobre cargas y obligaciones de la misma24, se deduce que la capilla de música de la
Parroquia de San Martín interpretaba:
- Polifonía clásica, o "a facistol". Lo deducimos del LBC cuando dice "los do-
mingos y demás fiestas de entre el año han de concurrir a celebrarlas los músicos
de voces, y de los instrumentos, sólo el bajón y obúe, asistiendo asimismo también
a sus vísperas"25.
- Polifonía moderna, o "a papeles". Presente en las festividades donde son
frecuentes "las vísperas y m isas" con "villancicos y codos instrumentos" 26.

22. Múltiples ejemplos en d LBC. Ver anículos ci tados en noca 2.


23. ADS 423/44. LFPR, f. 294rv.
24. LBC, ff. 92r-98v.
25. LBC, f. 98v.
26. LBC, ff. 97r-98v.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 213


MARIANO PéREZ PRJ ETO

- Música instrumental: interpretada, posiblemente, en las "siestas" 21 de las


fiestas de San Martín y Cuarenta Horas, y en las procesiones del Santísimo Sacra-
meoco28.
- El canco llano o de alear estaba a cargo de los beneficiados de la Parroquia29.

APÉNDICE 1

PLANTILLAS DE LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN


MARTÍN DURANTE EL PERÍODO 1700-1750.

La fuente principal para determinar las plantillas de la capilla de música de San


Martín es el Libro de bienes de la capilla de música (LBC).

- 1702-04:
- organista: Esteban García.
- cantor: Polinaro de Silva.
- cantor: Andrés Estévez.
- arpista y chirimía: Benito García.
- chirimía: Isidro Ma.r tín.
- músico: Francisco Arellano.
- músico. Francisco Bamba.
- músico: ).E. L6pez de Cárdenas, presbítero.
- músico: Martín de Ochoa.

- 1710-11:
- organista.
- cantor: Andrés Estévez.
- arpista y maestro: Juan Amonio Martín Orig üela
- chirimía: Isidro de Coca
- músico: Francisco Arellano.
- músico: Jacinto Gabriel Robleda
- músico: J.Alvárez Gudino
- músico: Francisco Martín del Corral.

27. Las "siesras" eran "conciercos ucros en los que comaban parte los can cores y min iscrilcs, bien
juncos o bien alcernánd~. durante la octava del Corpus, en que se cen ia el Sancísimo Sacramenco expucsco
durance codo el d ía". LOPEZ C ALO, J. HiJtO'l'ia de la mlÍsiCll tSpaíiola. Siglo XVII. Madrid: Alianza Mús ica,
1988, pág. 120.
28. AOS 423/44. LFPR, f. 294 rv. LBC, ff. 97r-98v.
29. ADS 423/44. LFPR, f. 294 rv.

214 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39 , 1997


LA CAPIUA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTIN DE SALAMANCA

- 1720-21.
- músico cantor: Andrés Estévez.
- chirimía: Isidro de Coca
- bajón: Antonio García.
- músico: Matías Oses
- músico: Mig uel de Abarca.

- abril-octubre de 1722 hasta 1729: durante esos años las plantillas de la capi-
lla de la Universidad y la de San Martín coinciden30. La principal y casi única di-
ferencia es que, durante el período de cofinanciación (1722-1738), los maestros de
capilla eran distintos: en la Universidad el catedrático de música y en San Martín,
el organista.
- 1729-1738. A partir de 1729 posiblemente hubo algunas pequeñas dife-
rencias entre las plantillas que actuaban en la Universidad y en San Marcín31• En
los documentos de la Universidad no tenemos una descripción completa d e la
plantilla que sirvió allí durante esos años, sin embargo, en el Libro de Bíenes de la
Capilla de Música de San Martín hay listados de los músicos que actuaron en lapa-
rroquia durante el mismo período.

Plantilla de músicos en la asistencia a la Parroquia de San Martín du-


rante el período 1729-1738.

-1729-32:
- organista, arpista y maescro: Francisco Alfayate.
- contralto: Benito Abango
- contralto: Gaspar de Villalobos.
- tenor: N icolás González.
- violín 1º: Juan de Corominas.
- violín 2º: Francisco de Corominas.
- bajón y chirimía: Isidro de Coca.
- bajón: Atilano Rodríguez.

- 1732:
- organista, arpista y maestro: Francisco Alfayate.
- contralto: Benito Abango.
- contralto: Gaspar de Villalobos.
- tenor: Nicolás González.

30. Ver artículo citado en nora 4 .


31. Ver anículo citado en nora 4.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 215


MARIANO PéREZ PRIETO

- violín 1°: Juan de Corominas.


- violín 2°: Francisco de Corominas.
- bajón y chirimía: Isidro de Coca.
- bajón: Acilano Rodríguez.
- 3 mozos de coro.

- marzo de 1738 (plantilla anterior a la ruptura con la Universidad):


- organista y maestro: Juan Amonio Aragüés.
- contralto: Benito Abango.
- contralco: Gaspar de Villalobos.
- cenor: Nicolás González.
- violín l º: Manuel Fernández.
- violín 2º: Francisco de Corominas.
- chirimía: Juan Prieto.
- bajón: Jacinto García Robleda.
- 3 mozos de coro.

- abril de 1738: la Universidad se quedó con la plantilla de la que había sido


la capilla cofin anciada por ambas inscicuciones, y en la Parroquia de San Martín se
iniciaron los crámices para la formación de una nueva capilla. Plantilla al servicio
de la Parroquia:
- organista: Juan de Sotomayor.
- clarín y chirimía: Manuel Marín.
- bajón: Antonio Araujo.

-1743-44:
- organista y maestro: J uan de Sotomayor.
- cantor: Roque Vicente.
- cantor: Francisco Martín.
- cantor: Nicolás Agustín.
- cantor: Ig nacio García.
- arpista: Antonio Gómez.
- violín l 0 : Juan Antonio Díez.
- violín 2°: Lucas Alvárez.
- clarín, oboe y chiri mía: Manuel Marín.
- bajón, chirimía y clarín: Bias Gómez.

- 1749-50:
- organista, compositor y maestro: Juan de Socomayor.
- cantor: Francisco Martín .
- cantor: Ignacio García.

216 SAUMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


LA CAPlll.A DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE SALAMANCA

- camor: Joachim Frombeta.


- arpista: Amonio Gómez.
- violín 1º: J uan Amonio Dfez.
- violín 2º: Joseph Ag ustín Martínez.
- clarín, oboe y otros instrumemos: Francisco Panero.
- bajón y clarín: Francisco Antonio Fernández.

APÉNDICE 2

NOMINA DE LOS M ÚSICOS QUE PERTENECIERON A LA CAPILLA


DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DURANTE
EL PERÍODO 1700-1750.

- Abarca, Miguel: músico; de 1719 a 1722.


- Alcántara, Pedro: músico; 17 15.
- Alonso, Roque: músico de voz; 1742-43.
- Alvárez Gudino, J oseph: músico; 1706-1715.
- Alvárez, Lucas: violón 2°; 174 1-17 4 5.
- Araujo, Amonio: bajón; 1738-1 744.
- Arellano, Francisco: bajón; 1702-1712.
- Arcoyén, Juan de: bajón; 1718-19.
- Bamba, Francisco: músico; 1702-06.
- Buscos, Francisco: bajón; 1736-38.
- Caballero Vallesteros, Francisco: organista; 1713- 15.
- Díez, Juan Amonio: violín l º; 1741-1750.
- Estévez, Andrés: cantor, bajón desde 1721; 1702- 1722.
- Fernández, Francisco Amonio: clarín, bajón y otros inscrumemos;
1744-50.
- Frombeta, J oachim: cantor; 1750.
- García, Antonio: bajón; 17 18-22 .
- García, Benito: arpista y chirimía; 1702-05.
- García, Esteban: organista; 1702-04.
- García, Ignacio: músico de voz; 17 41-17 50.
- Gómez, Amonio: arp ista; 1741-50.
- Gómez, Bias: bajón, chirimía y clarín; 1741-1745.
- López, Manuel: músico; 1712.
- López de Cárdenas, Juan Esteban: músico; 1703-04.
- María, Manuel: clarín, oboe y chirimía; 1738- 1745 .
- Martín, Amonio: organero y afinador; 1743-50.
- Martín, Francisco: músico de voz; 1741-50.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 217


MARIANO P~REZ PRI ETO

- Martín, J oseph Aguscín : violín y bajón; l 747-49.


- Martín del Corral, Francisco: músico; 1709-13.
- Martín y Coca, Isidro: chirimía y bajón; l 702-22; después aparece
como Isidro de Coca.
- Mendo, Alonso: organista; 1 715- l 7.
- Marrínez Origüela, Juan Anconio: arpista y maestro de capilla.

1705-171 3.
- Nicolás Agustín: músico de voz; 174 1-46.
Ochoa, Martín de: músico; 1702-05.
Oses, Marías de: músico; 1718-22.
Panero, Francisco: clarín, oboe y otros inscrumenros; 1744-50.
Piedra, Julián de la: tiple; 1705-10.
Pérez, Antonio: músico; 1713-16.
Rodríguez, J erónimo: organista; 1742-44.
Rodríguez, J oseph: músico; 1718-19.
Sabio,Joseph: músico de voz; 174 1-43.
Sánc;hez, Juan Antonio: organista, 1717- 19.
San Miguel, Antonio: arpista; 17 14.
Sancos, Manuel: cantor; 1722.
Silva, Polinaro de: cantor; 1702-06.
- Sotomayor, Juan de: músico de voz e inscrumencos, organista y com-
positor; 1738-50.
- Vicente, Roque: músico de voz; 1741-49.

Nómina de los músicos que pertenecieron a la capilla compartida por la Pa-


rroquia de San Martín y la Universidad, y de los cuales hay información más com-
pleta en el Archivo de la Universidad de Salamanca 32:

- Abango, Benito.
- Alfayate, Francisco.
- Aragués, Juan Antonio.
- Billán Diego, Francisco.
- Corominas, Francisco (Tomás] de.
- Corominas, Juan Francisco de.
- Díez, Francisco.
- Fernández, Ignacio.

32. Ver: P~R EZ PR IETO, Mariano. "Función y organi:cación económica y social de la capilla de
música de la Universidad de Salamanca durante el período 1700-1750". Salamanca. Rl!lliJta dt Es111dios, 38,
1997.

218 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA PARROQUIA DE SAN MARTfN DE SALAMANCA

- Fernández, Manuel.
- García Robleda, Jacinto.
- González, Nicolás.
- Piedra y Coca, Isidro de la.
- Prieto, Juan.
- Rodríguez, Atilano.
- Villalobos, Gaspar de.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 219


SALAMANCA, Rcvis1a de Escudios, 39. 1997. Págs. 22 1-23~
JSSN: 0211-9730

MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

)OSÉ LUIS V J\LLS TOIMIL

RESUMEN: En este nuevo trabajo sobre Juan González de Dios, se preci-


san, corrigen y amplían muchas cuestiones de las tratadas en el anterior, a la vez
que se aportan novedades sobre la vida y la obra de este catedrático salmantino del
siglo XVIII. Este artículo se cenera, entre otros aspectos destacables, en la sobre-
saliente participación de J uan de Dios en la renovación de las inscripciones que
adornan el claustro de las Escuelas Mayores y en la reapertura de la biblioteca uni-
versitaria; además, se completa (en lo posible) la producción bibliográfica de este
profesor. Unas tablas de los salarios percibidos por De Dios cierran el artículo.

ABSTRACT: This new work on J uan González de Dios correccs, excends


and specifies many quescions dealt wich in che former work, ac che same time
concributing new elemencs on che life and work of chis 18th century Salaman-
can professor. The chrust of chis anide centres on h is oucscanding participacion
in che renovation of che inscriprions adorning che cloiscer of che Upper Schools
and in che reopening of rhe university library. T his arride also completes (as far
as possible) che bibliography of De Dios and ic eods with cables of che salaries
chac he received.

PALABRAS CLAVE: Salamanca/Universidad/Torres Villarroel/Goozález


de Dios.

1. INTRODUCCIÓN

D espués de publicado mi artículo sobre Juan G onzález de Dios 1 , mientras


trabajaba en otros temas más o menos relacionados con este personaje, fui en-

1. J osé Luis VAU.S T OJMI L, • Juan G onz.ález de Dios, maescro de Torres Villarroel y catedrático de la
Universidad de Salamanca.. , Salamanca (RtviJta tú EJruáios), 35-36, 1995, págs. 123-148. (En adelante,
}GD.)

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39 , 1997 221


JOSÉ LUIS VAU.S TOIMll

contrando nuevos datos sobre él, algunos de verdadero interés no sólo -como es
de suponer- para ampliar nuestros conocimientos sobre De Dios, sino también
sobre la vida universitaria salmantina en el siglo XVIII . Paso ahora a presentar
tales datos.
En el primer apartado de mi artícuJo2, ya resaltaba que este catedrático era per-
sona muy estimada por sus compañeros, aprecio que perdura después de su muerte;
la prueba de esa estima es patente en los tres testimonios que aporto ahora. Así, los
miembros del Colegio de Humanidades de la Universidad, en el plan de estudios
que redactan en 1773, recomiendan una de las obras de nuesrro latinista con estas
palabras: «( ...] si al maestro pareciere, podrá explicárselas (las reglas) por el mé-
todo de oraciones que escribió el célebre don Juan de Dios, uno de nuestros vene-
rados antecesores (. ..)» 3.
Por otra parte, escribe Miguel Antonio Salgado4(en este caso, es una alabanza
colectiva): «No necesita mis elogios el Seminario Trilingüe, que, con chiste, lla-
maban los muchos eruditos que entonces tenía este pueblo el Colegio de la Sa-
piencia»; y, en nota, añade: «Chafreon, Borrull, Miranda, Cid, Losada, Ribera, Bo-
tello, Bayer, Dios, Villarroel, Robles, con otros muchos varones consumados en
erudición y bellas letras vivían a un mismo tiempo en esta Universidad por aque-
llos años, que no faltará quien los llame de ignorancia».
Todavía en el siglo XlX la fama de nuestro maestro persistía; así, La Fuente\
refiriéndose a De Dios, consigna: «Los catedráticos ancianos de Salamanca, a quie-
nes trataba yo como amigos y compañeros en 1852, en especial el Decano de Filo-
sofía, Sr. Ortiz, hablaban siempre de él con encomio por lo que habían oído a sus
padres acerca del mismo».

2. ESTUDIOS DE JUAN DE DIOS

No se sabe dónde estudiaría Juan la gramática, pero sí queda constancia de su


examen de latín, al que los estatutos obligaban para poder encrar en alguna facul-
tad: «Juan González, natural de Negrilla, diócesis de Salamanca, de 14 años, afi-

2. }GD, pág. 124.


3. AUSA, 237, fol. 623r".-v". El plan se copia en las actas del claustro pleno de 22 de marzo de
l 77 3, fols. 62 1vº.-629vº.
4. En el •Dictamen• (fechado el 26 de noviembre de 1779) a la Oración f1Íntbrt q11t. tn '4J txtq11iaJ
ron q11t la U11iiw1itlad dt Salamanra honf'Ó la piadlJSa manoria tú donj1111n Ptralbo dtl Corral(... ), dijo ti RR. P.
Mro. u rmarrlo Htrrtro (... },Salamanca, Domingo ~ro. 1779. Las palabl'llS reproducidas estin en los pre-
liminares (sin numerar).
5. Vi~nre de LA FUENTE, Hi1t0f'1a dt las 11nrvmitlaeln, <Oitg101 y dnnáJ es1abledmim101 tk tnJtñanza m
Espaffa, Madrid, lmpr. de la viuda e hija de Fuenrt"nebro, 1884-1889, 4 vols .. en el como 111, pág. 241,
nora L
6. AUSA, 553, Libro tk exáme11u dt los est11diantu q111 pa.sa11 a oír <imáa elntk d1dm1brt dt 1679,
fol. 342v".

222 SALAMANCA, Revísca de Estudios, 39, 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

lado de nariz, con un lunar debajo de el ojo izquierdo, poblado de cejas, pasa há-
bil a oír ciencia en 20 de diciembre de 1698; eJt not11s»6. Matriculado el mismo día
en primero de Artes, ya sabemos7 que cursa esta carrera y que aparece, por lo me-
nos dos veces, en las listas de la facultad de Cánones; el hecho es que sólo termina
Artesª, estudios que realiza en el convento de San Francisco de Alba de Tormes9.

3. ORDENACIÓN SACERDOTAL Y EJERCICIO DE SU MINISTERIO

Aunque no se conoce la fecha exacta de su ordenación sacerdotal {la cual fijá-


bamos anees de 1720 1º), lo cierto es que ahora podemos adelantarla en unos años.
En 1714 ya era presbítero, según se lee en las actas del claustro de diputados de
6 de noviembre de dicho año. Vacantes tres capellanías (dos en la capilla de San
Jerónimo y una en la del Hospital), las solicitan Nicolás Cubilano, Juan Díez
Martín y González de Dios. Se provee la primera capellanía, de la Capilla Real,
en Cubilano; la segunda,- en Díez Martín; la tercera, en De Dios. Aunque no se
especifica cuál corresponde a los dos úlcimos, es la de San Jerónimo la que le toca

7. )GD, pág. 126.


8. AUSA, 656, Cursos de las /a<ultadu dt Teología, Medidna y Artu dude ti año tk J704 hasta ti año de
J 720, fol. 182v".: «En 4 de noviembre de 704,. _
»Don Juan González de Dios, natural de Negrilla, diócesis de Salamanca, con cédula de veince de
diciembre de seisciencos y noventa y ocho, prueba ha.b er oído en San Francisco de Alba tres cursos de Ar-
ces en Súmulas, Lógica y Filosofía, comenzados San Lucas de noventa y ocho y acabados San J uan de sete-
cientos y uno, con Andrés de Alaexos, natural de Salamanca, y Amonio de Campos, natural de Linares, dió-
cesis de Salamanca. Juraron y firmaron . [Debajo, la firma de los eres.]»
9. Agueda M'. RODRIGUEZ CRUZ, Historia de la Univel'lidad tk Salaman<a, Salamanca, Congregación
de Sanco Domingo- Fundación Ramón A reces, 1990, escribe a propósi to de los franciscanos : • No se conoce
con precisión la fecha en que se incorpora [el estudio franciscano] al claustro universirario, pero sí consta
que ya a pcincipios del siglo XV era efectiva. De modo que, en este siglo, el convenro franciscano, ya en
pleno auge, era no s6lo un esrudio g eneral de la Orden sino un colegio universitario incorporado a la sal-
mantina• (pág. 227). Y líneas más abajo: «Eran frecuentes los actos de escuela en el convento sal mantino,
en los que actuaban los estudiances, lo mismo que en los de la Un iversidad, los cuales eran por lo general
colegiales de Alba de Tormes~.
Por su parce, Daniel SIMÓN REY, Las farultadu de ArttJ y Teología de la Universidad tk Salamanca en el
siglo XVIII, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1981 , pág. 73, dice de los estudios de Arces: •En Sa-
lamanca se i ncorporaban desde hace muchos años cédulas de curso obrenidas en otras f aculrades, Colegios,
Conventos, Pasantías y Esrudios privados, así como los grados de bachiller, doctorado, maesrro, excepro el
g rado de licenciado. Pa.ra obtener este último era condición i ndispensable sufrir el examen de la capilla de
Sanca Bárbara, con el que se obtenía el licenciado.
«Hay que decir que uno de los grandes males de la Universidad estaba eo la incorporación de esras
cédulas de cursos, ya que se daban roda clase de fraudes, suplantaciones y mentiras. [ ... ]• .
«En Salamanca se impartían clases de filosofía en codos los conventos, en muchos colegios mayores y
menores había pasantías y estudios privados, y los cursos aquí realizados podían ser incorporados en la Uni-
versidad para obtener el bachiller o pasac a Facultad mayor•.
10. }GD, pág. 128.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 223


JOSÉ LUIS VAU.S TOIMll

a González de Diosll, según se colige de las actas del claustro de diputados de 19


de abril de 1720.
En efecto, en este claustro, al quedar vacante una capellanía de la Real Capilla
por «haber pasado don Nicolás Cubilano, que la tenía, a beneficiado del lugar de
Carbajosa de la Sagrada• , el comisario de la Universidad, Pedro Car rasco, informa
a esca de que «tres capellanes, que hoy hay existentes, ninguno cumple con las ca-
lidades del estatuto, y que dos, que son el sacristán de la capilla y don Juan de
Dios, faltan a decir muchas misas de su obligación en la hora y sirio; que su mer-
ced las t iene apuntadas para que se les saque la multa; que hay mucha relajación
que pide remedio, mayormente cuando pide cursantes, y ninguno lo es, son ad nu-
111m; y que ninguno coma sobrepelliz en las fiestas de la Universidad y honras,
como lo manda un estatuto del círulo cincuenta y dos [ ...] .. 12. Anee esto, el claus-
tro da por vacas no sólo la capellanía de Cubilano, sino también las de Manuel del
Pino, Juan de Dios y J uan Martín, por ser ad nut11m y no ser ninguno cursante. En
cuanto a las multas, «Suponiendo las dirían eo otra parte por la intención de la fun-
dación, se mandó se les diese por cada misa dos reales, y el real hasta eres que es la
limosna de cada misa quedase por caudal del arca.. 13. En el claustro de diputados
de 3 de junio del mismo año, anees de proveerse las nuevas capellanías, los anci-
guos capellanes, entre ellos González de Dios, piden a la Universidad que les man-
tenga en sus cargos, pues «estaban prontos a cumplir exactamente con su obliga-
ción»; pero se rechaza su súplica por no ser cursantes 14. El 29 de octubre de 17 21,
se opone a una de las capellanías vacantes Juan de Dios, junco a otros; en el claus-
tro de diputados de 10 de noviembre, se acuerda dejar las capellanías como están
y no proveer ninguna «entre los sujetos que se han opuesto a ellas hoy.U.

4. OPOSICIÓN A LA CÁTEDRA DE PRIMA DE HUMANIDAD (1726)16.

La cátedra de Prima de Humanidad estaba vacante desde el 22 de julio de


1716, por muerte de su propietario, Martín Cubilano. Fijados los edictos para su

11 . AUSA, 183, fols. 92v".-93r". En los esrarutos, se decallan el funcionamiento de la capilla de San
Jerónimo y las obligaciones de sus ocho capellanes; el salario anual -sin duda, el estímulo principal para los
pretendientes- era de 6.000 maraved ís desde 1561 y de 10.000 a partir de 1594. Por su parte, el Hospital
del Estudio tenía tres capellanes: uno de ellos, que vivía en el Hospital, era, en realidad , el administrador;
los otros dos se alternaban semanalmente para decir mjsa, a las ocho en verano y a las nueve en invierno, y
se les daba de limosna un real por cada misa (ni siquiera llegaban a los 1.000 maravedrs al año). En 1720,
se les daban cm males por mi.sa. V. Ei1a1111os h«hos por la Uniimidad tk Salama!1<4. Rtnpilados n11n:a1t1mte.
Año tk 1625, Estudio y edición facsimilar de Luis Enrique RooRICUEZ-SAN PEORO BEZARES, Salamanca,
Ed. de la Universidad, 1990. tirulos 52 y H. cspecialmenrc el esmuto 14. (En adelante, RKOpilarión.)
12. AUSA, 188, fols. 22v".-23r".
13. AUSA, 188, fol. 23r".-v".
14. AUSA, 188, fol. 42v".
15. AUSA, 189, fols. 141 v". y 148v".
16. }GD, págs. 131 - 132.

224 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

provisión, se entabla un pleito entre los opositores porque uno de ellos no cum-
plía, al parecer, los requisitos necesarios. El Consejo Real, anee el que se eleva el li-
tigio, ordena en 1719 que se suspenda, de momento, la oposición17. Siete años
después, en el claustro pleno de 9 de marzo de 1726, se lee una carta orden en la
que se manda, entre otras cosas, que se pongan edictos a las cátedras raras vacan-
tes. Sobre la de Humanidad, el Consejo afirma que no hay litigio, pues uno que
quiso ser opositor no tenía el requisito esencial: ser bachiller en Arces, .-.y haber
muchos días que desertó de esca ciudad »; por canco, nada impide que se pongan
edictosl8, El 26 de marzo, en claustro pleno, se lee otra carta orden en la que se
obliga a la Universidad a fijar edictos a la cátedra de Prima de Humanidad; y así
se hace, con término de treinta días naturales. Es el momento en que Juan de Dios
(el 8 de abril) y los otros pretendientes se oponen a la cátedra.

5. ACTIVIDAD ACADÉMICA

Una vez conseguida la cátedra universitaria, la actividad académica de Gonzá-


lez de Dios es la esperable dada su condición. Como ya dejábamos conscancia19, se
le nombra examinador de Gramática y visitador de Escuelas Mínimas el 19 de oc-
tubre de 1726. Este cargo, que se asigna por riguroso turno, lo desempeñará cada
tres años a partir de esta fecha20. En el curso de 1738-39, le corresponde ser tam-
bién visitador del Hospital del Estudio. En el de 1741-42, simultanea la visita a
Escuelas Mínimas con el cargo de «Comisario florinisca para la asistencia a cuencas
generales». Como se verá más abajo, le coca ser obrero mayor en 1749, empleo que
ejerce a satisfacción de la Universidad. El 3 de octubre de 1750, en claustro pleno,
sale comisionado, por la facultad de Arces, para visitar a los reyes en Alba de Tor-
mes21. Y, en fin, en el curso de 1758-59, es nombrado visitador de la biblioteca.

6. PARTICIPACIÓN EN HONRAS FÚNEBRES REALES

Además de tener el honor de participar en la preparación de las exequias rea-


les dedicadas a Luis 1, Luisa Isabel de Orleans, Felipe V y María Amelía de Sajo-
nia22, Juan González de Dios recibió más encargos de esca clase de la Universidad.

17. Asf se asegura en informe de la Universidad al Consejo, págs. 4-5. Cosido al final del libro de
claustros CAUSA, 187). el informe lleva Í«ha de 30 de junio de 1719.
18. AUSA , 194. fols. 191'°.-v°. y 21v°.
19. JGD, pdg. 132.
20. Por canco, los nombramientos son del 19 de occubre de 1729. 1732. 1735, 1738, 1741, 1744,
1747, l 750, 1753, 1756 y, excepcionalmente, 1760. Era segundo visitador cuando muri6, en agosto de 176 l.
21. AUSA, 218, fol. 80r".
22. JGD, págs. 132-134.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, l 997 225


JOS~ LUIS VAUS TOIM!t

En el claustro pleno de 27 de julio de 1740, se informa de la muerce de la reina


Mariana de Neoburg, cía de Felipe V y viuda de Carlos II. Se acuerda que se le ha-
gan las mismas honras que a María Luisa de Saboya, mujer del rey. Entre los co-
m isarios nombrados, figura De Dios23, quien no asiste a la junca24 de 29 de julio,
pero sí a la de 2 de noviembre, en la que se determina que las honras se celebre n
el d ía 7 y que sean como las de María Luisa25; en La junta del 18, se decide que se
impri ma el sermón, pronunciado por Juan Ladrón de Guevara26.
En el claustro pleno de 19 de septiembre de 1758, se lee la cédula real en la
que Feri¡ando VI comunica a la Universidad la muerte de su esposa, María Bárbara
de Portugal. Se nombran comisarios para dar el pésame al rey, entre los que está
G onzález de Dios; ocros, para disponer las honras reales; y se elige predicador a
Santiago Mier 27. En La junta de H onras Reales de 3 de octubre, se comisiona a De
Dios «para que cuide del adorno de la madera que ha de servir para el cúmulo, y
que se valga del llamador para lo que se ofrezca». En el segundo acuerdo, se de-
termina «que dicho señor prevenga, de orden de la junca, a los señores catedráti-
cos de Lengua H ebrea y Griega, Latinidad y Retórica, que, comando cada uno
asunto diferente, procure hacer algunos versos para adornar el túmulo, juntándose
anees todos para repartir el asumo, y, en caso de no convenirse, se les reparta el di-
cho señor maestro González de Dios»2s. Tras las juntas de 7 y 24 de occubre29, y
celebradas las honras el 30 y 3 1, en la reunión del 8 de noviembre, se encarga a
Juan (a quien, por cierco, se le regala, como g ratificación por su trabajo, «Un boce
de tabaco de eres libras») el cuidado de la impresión de las honras3º.

7. OTROS COMETIDOS POR RAZÓN DE SU CÁTEDRA

Pero no es sólo de honras reales de lo que se ocupa Juan G onzález de Dios. Así,
en el claustro de diputados de 14 de mayo de 1737, el secretar io informa de que
De Dios le ha pedido testimonio del estatuto 29 del título 63 -el que prohíbe en-
señar latín a preceptores particulares- y de algunos acuerdos sobre la misma cues-
tión para enviárselo al cacedrácico de Latinidad de Alcalá, el cual se los ha solici-
tado a su compañero epistolarmence; la Universidad ordena que se dé el

23. AUSA, 208, fols. 15v".·19r".


24. AUSA, 208, fols. 62v".-63r".
25. AUSA, 208, fols. 87v".-88r".
26. AUSA. 208, fols. 9lv".-92r".
27. AUSA, 226, fols. 104r".-105r".
28. AUSA, 226. fol. 111 r".·vº.
29. AUSA, 226, fols. l l lv".-1 121". y 121r".-v".
30. AUSA , 226, fols. 121v".- 122r". A pesar de su experiencia en estos cometidos, sorprendente·
menee no se le nombra com1sllrio para las de Femando V, muerro el 10 de agosto de 1759 (AUSA. 227,
clausrro pleno de 4 de septiembre).

226 SAl.AMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

testimonio31 • Y en el claustro p leno de 30 de junio de 1744, González de D ios dice


que un catedrático de Humanidad de Alcalá le pide que le envíe «testimonio de
un estatuto y lo que se ha practicado en virtud de él»; por no venir en cédula, se
deja para otro claustro; y es en el pleno de 21 de julio en el que se manda dar el
testimonio pedido32.
Una comisión que se encarga -en el claustro pleno de 7 de enero de 1739- a
Juan de Dios y a Manuel del Peralbo, por ser ambos catedráticos de Prima de Hu-
manidad, es la de contestar al médico del rey, Francisco Fernández Navarrete,
quien había suplicado que se le aprobase un libro de medicina que había escrito.
Se dice a los comisarios que concesren en latín y se añade que no es costumbre de
la Universidad dar dictámenes ni aprobaciones, aunque los que habían leído la
obra consideran «estar muy buena, curiosa y útiI>, 33. En el pleno de 15 de enero,
Peralbo informa del asumo: dice, en resumen, que el libro que había remitido Fer-
nández N avarrece se reducía a una carca general a todos los médicos del Reino para
que observaran las epidemias34.
En 1744, ve frustrado su empeño en conseguir una capellanía y el cargo de
examinador. Por muerte de Miguel J oli, se mandan colocar edictos (en el claustro
pleno de l O de febrero) para proveer la capellanía fundada por el doctor Graña; se
opone a ella, el 17, González de Dios; el 24, la provisión recae en José Martín Pé-
rez, en canco que Juan queda el tercero de los opositores35. En el pleno de 27 de
junio, por otra parce, deja el oficio de examinador de Gramática, por enfe rmedad,
Alonso de Quirós. Solicitado por varios cacedrácicos, lo obtiene, con 37 vocos (sólo
2 1 logró De Dios), J osé Sanz de la Carrera36.
Ya jubilado, el 19 de octubre de 1749, en claustro de d ipucados37, se nombra
a Juan de Dios obrero mayor, esco es, visitador de obras de la Universidad38. Su la-
bor queda reflejada en los libros de claustros: el 25 de noviembre del mismo año,
se lee al de diputados un memorial sobre las casas y obras del Estudio salmantino,
firmado , encre otros, por Juan39. Interviene en el de 18 de julio y en el de 6 de oc-
tubre de 17 50 por asuntos relacionados con su cargo40. El 19 de octubre, en el
claustro de diputados, tocaba ser obrero mayor a Manuel Sánchez Gavilán, pero
• leídos los dichos turnos, se dijo que el señor maestro don Juan de D ios, obrero

31. AUSA, 205, fol. 77 r".


32. AUSA, 212, fols. 68r". y 72v".
33. AUSA, 207, fols. 15r".-1 6r".
34. AUSA, 207, fols. 20v".-2 l r".
35. AUSA, 2 12, fols. 26r".-v", 29r". y 30r".-3 lr".
36. AUSA, 212, fol. 65r".-v".
37. AUSA, 2 17.
38. V. Rtropilorión, tírulo 54. En los esraruros de Covarrubias (1561 ), se asignan de salario anual
doce pares de gallinas.
39. AUSA, 2 17, fol. lOlvº. y ss.
40. AUSA, 2 18, fols. 45r".-vº. y 881".-v".

SALAMANCA, Reviscade Estud ios, 39. 1997 227


JOS~ LUIS VALLS TOIMIL

mayor que había sido este próximo año, era muy inteligente y estaba muy actuado
en este encargo, y se había reconocido mucho beneficio a favor de la Universidad
en lo gaseado en obras, por lo que fuera conveniente el que dicho señor continuase
en la obrería mayor si el señor maestro don Manuel Sánchez, a quien tocaba por
turno de g rado mayor, conviniese en ello(... ]»; y convino4t. Al año siguiente, to-
davía algunos pretenden que se le reelija por su buen quehacer, pero se sigue el
curno y se nombra a Sánchez42.
En su condición de examinador para proveer t res becas del Trilingüe, el 6 de
noviembre de 1750, en claustro de cabezas, examina -junto con fray Manuel Vi-
da!- a Vicente García de la Huerta, «natural de Zafra, de edad de 16 años cumpli-
dos ... Corresponde leer Justino, libro 16, en el capítulo que empieza «Post Casan-
dri Regis... »; la beca -de retórica o griego- la gana García de la Huerca con 20
votos, frente a 4 y 2 de los otros precendientes43.
Tuvo González de Dios una participación destacada en la renovación y nueva
redacción de las inscripciones que ennoblecen el claustro de La Universidad. El 18
de marzo de 1755, en claustro de diputados, después de cierta información del
obrero mayor, se toman diversos acuerdos, entre ellos el siguiente: •Que se re-
nueven Los rótulos que están en las paredes del patio de Escuelas Mayores, y fi-
guras, y con especial idad el del señor rey de León don Alfonso, fundador de esta
Universidad, que está junco al general mayor de Cánones, poniéndoles en pizarras
embutidas en las paredes que hagan correspondencia con la que está junco a la
puerca de la capilla de San Jerónimo, puesta a pedimento del señor maestro don
Pedro Samaniego, asistiendo a la ejecución de esta última obra y asiento el señor
maestro don Juan González de Dios, para que vaya con codo acierto y sin defecto
alguno,,44. Las nuevas leyendas y las enmiendas a las ant iguas las escribió Juan de
Dios, las cuales fueron recogidas en libro, impreso, sin fecha, por Antonio J osé
Villargordo y Akaraz45.

41. AUSA , 218, fol. 96,..


42. A USA, 219, fol. 54vº .. clawcro de dipucados de 19 de octub~ de 1751.
43. AUSA, 218, fols. l 16,..- 1l7v". En el claumo de caboas de5 de febrero de l 753(AUSA, 221),
el visitador del Trilingüe cdijo que don Vicence Cñrcía Huerca, colegial en el Trilingüe de esca Universi-
dad en una de las becas de rec6rica o griego, había sido llamado por el Excmo. Sr. Duque de Huesca, y le
había hecho su bibliotecario, por lo que se había dapedido de su beca• (fols. 14vº.-I 5r".).
44. AUSA , 223, fol. 35v". Águeda María RooRIGUEZ CRUZ, op. rit., pág. 51, dice esto de los rótu-
los primicivos; • En el claustro bajo hay varias inscripciones -lcyrndas de los grnerales y lryendas conme-
morativas-, algunas acri bu1das a Fcrn:in Pérez dr Ol iva, cacedrático de la Universidad y rector en 1529, por
su sobrino Ambrosio de Morales.
•Entre las inscripc iones se descaca la famosa y cantas veces cranscrica, relativa a la fundación de la
Universidad de Salamanca:
...
•{ ]
• Durante el reccorado de P~~1 de Oliva se acordó renovar los tírulos de los generales y ponerles en
latín, con buen gwco•. No hace referencia alguna a la ~forma del siglo XVIII.
45. V.]GD, págs. 145 y 147.

228 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

La biblioteca universitaria, que escuvo cerrada durante largas temporadas, re-


cibe por estos años un nuevo impulso, en el que también interviene González de
D ios. En el claustro pleno de 24 de mayo de 1754, se traca por extenso de la bi-
blioteca, los libros, los comisarios, el estacionario ... , se pide que se nombren visi-
tadores de la librería por San Lucas, etc. El interés por este asunto no decae: en los
plenos de 10 y 19 de octubre y de 8 de noviembre y en la junta de Comisarios de
Librería de 1O de occubre, se sigue hablando de cuestiones relacionadas con la bi-
blioceca46. El 6 de diciembre de 1755, en claustro pleno, se elige bibliotecario a
José Pereda Velasco, bachiller en Leyes47. En el pleno del día 19, el nuevo estacio-
nario pide que se nombre a los señores a quienes dar la fianza propia del empleo y
de quienes recibir las órdenes precisas para el desempeño de su función . La Uni-
versidad «acordó de nombrar, como nombró, por comisarios para recibir las fian-
zas necesarias al dicho electo estacionario, otorgar la escritura, asignación de días
y horas que deberá asistir y tener abierta la librería, y demás cosas que les parezca
conducentes para las seguridades y mayor servicio de la Universidad y debido
cumplimiento en dicho oficio de estacionario por parte del citado don J osé Anto-
nio Pereda Velasco a los señores reverendísimo padre maestro fray Manuel Vida! y
maestro don Juan González de Dios» 4s. El 3 de enero de 1756, en el salón de la li-
brería, a las diez de la mañana, se reciben del bibliotecario las fianzas, se le da es-
critura de ellas ... y le entregan los libros «con arreglo a la nómina de ellos•; en la
entrega también «Se halló presente el Rmo. padre maestro fray Manuel Abad
Yllana, quien ejecutó el índice y la nómina de dichos libros de orden y encargo de
Jos señores comisarios de la dicha librería,.49. En el claustro pleno de 4 de febrero,
los comisarios dan cuenca de su comisión; luego piden que se pongan, en la bi-
blioteca, brasero, tinteros, salvaderas, plumas ... , pero no papel. La Universidad
manda a los comisarios de librería habituales -no a Juan de Dios y Manuel Vidal-

46. AUSA, 222, fols. 33v".-35r"., 49r".-50v°., 5 l v"., 54vº.-55r". y 69r".-70v°.


47. AUSA, 223, fols. 12l r".-l 22r". Con enemigos en la Universi<hd, tiene que defenderlo de las
acusaciones de impureza de sangre el padre Manuel Bernardo de Ribera, quien, en el claustro pleno de
19 de dic iembre, dijo que •era sabedor que alguno o algunos de los ministros de la Universidad propa-
laban indecorosamente contra el honor y sangre de dicho Velasco, lo que se debía castigar, máxime cuando
este era can bueno y bien nacido que cualquiera de dichos ministros, cuya verdad le constaba a su Rma. ,
pues sabía era de la villa de Medina de Pomar, de sangre ooble e hidalgo notorio[ ...}• (AUSA , 224, fols.
4v".-5r".).
48. AUSA , 224, fol. 4r".-v°.
49. AUSA, 224, fol. 5r".-v"., •Junra y enrrega de libros de la librería a don J~ Pereda Velasco, es-
tacionario de ella•. En el ms. 41 de la Biblioteca Uoiversiraria de Salamanca, en una • Memoria de los li-
bros que en su bibliorcca ciene la Universidad de Salamanca en los estantes de ella, dispuestos y separados
por facultades, según consta por el índice general que de ellos se ha formado, y son los siguientes•, firman
la diligencia de entrega Manuel Vidal,Juan González de Dios y J~ Antonio de Pereda Velasco (fol. 35v".).
En el ms. 22, p4g. 44, figura en •Escacionario•, 1756, ·Recupertdo, se le cmregan los libros y varias dis-
posiciones para él: se le aumentó el salario 1759 y 176-0...

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 229


JOS~ LUIS VAU.S TOIMIL

que se encarguen de ello)O. Todavía, en el curso de 1758-59, Juan será nombrado


visitador de la bibliocecaH.
Como cacedrático de Prima de Latinidad, es uno de los comisarios nombrados
por la Universidad para elaborar el informe solicitado por el Consejo Real sobre la
recién aprobada Sociedad de Latinidad y Elocuencia, en Madrid. El 21 de febrero
de 1756, en claustro pleno, se lee la carca del Consejo, en la que, además de pedir
el dictamen, se adjuncan copias de los informes del fiscal del Consejo y del rector
y del prefecto del Colegio Imperial de Madrid. Junco a De Dios, se designa para
que informen al Consejo a Manuel Yllana, Manuel Bernardo de Ribera y Maceo
Lozano, cambién, este último, catedrático de Latinidad . El 24, se reúne la junta de
señores comisarios sobre la Sociedad de Latinidad en la Coree. Escos acuerdan, en-
tre otras cosas, escribir al secretario del Consejo para que les mande «una copia de
las constituciones que dichos preceptores han compuesto y presentado al Real
Consejo para, en su visea, arreglar el parecer que pide su Alteza». La resistencia de
los comisarios es advertida por el Consejo, como lo prueba él que, en la junca de 9
de junio (sin la asistencia de González de D ios), se lea una carta del secretario del
Consejo, el cual les dice que no es necesaria para el informe la copia de las consti-
tuciones y que envíen rápidamente el dictamen solicitado)2, lo que acabará ha-
ciéndose, «formado» por fray Manuel Bernardo de RiberaH.

8. PRECEPTOR DE TORRES VILLARROEL

Poco hay que agregar a lo que ya dij imos enconces)4, pero al menos se puede
añadir algún detalle. Pese a tener Torres poca afición al estudio, Juan de Dios lo-
gró que su discípulo aprendiera la gramática. En esa labor, el maestro se sirvió, sin
duda, del método expuesto en el memorial de 1703)): según se deduce de lo es-
crito por Torres, anees de entrar él en el pupilaje de González de D ios, pasó dos
años (entre 1704 y 1706) en las aulas de las Escuelas M ínimas)6. Por fuerza, tuvo

50. AUSA, 224, fols. l Ov".-11 r".


5 1. AUSA , 226, clauscro pleno de 19 de ocmbre de 1758.
52. AUSA, 224, fols. l5r".- 16r". , L9r". y 38v".-39i".
53. Luis GIL FERNÁNDEZ , Po111wama J()(ial dd h11manismo espa17ol ( J500-1800), Madrid, Ed. Alham-
bra, 1981 , lo uciliza con frecuencia como fuenre documencal.
54. )GD, pág. 137 y ss.
55. )GD, págs. 141-143.
56. •[Al salir di." la escuela, cumplidos los diez años,] p~ a los generales de la gramática latina en
el Colegio de Trilingüe, en donde empecé a trompicar nominauvos y verbos con más miedo que aplica-
ción • ( Diego de TouIS VJLLAllROl:t, Vtáa, edición de Russcll P. SE80LD, Madrid, Taurus, 1985, pág. 133).
Como esto sucedía en l 704 y como no entra en el pupilaje de Juan de Dios hasca 1706, par«e cv1dence
que, durante estos dos años, estudia latín en las Escuelas Mínimas. En consecuencia, su afirmación de que
fue su •primer maesrro y conductor en los pr«epcos de Antonjo de Nebrija.. (pág . 135) ha de encl."nderse
en relación con esms dos años en el Colegio de Gramácica.

230 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

que aprender los rudimentos del latín con De Dios, entonces maestro de primera
clase, quien estaba obligado a aplicar el método aprobado por la Universidad. Y es
presumible que, salvando las diferencias, lo seguiría en su pupilaje. Por otra parte,
tampoco hay que olvidar que Torres Villarroel entra con una beca en el Trilingüe
en 1708, donde permanece hasta 1713, y que la relación entre este Colegio y las
Escuelas Mínimas es indiscutible.

9. ESCRITOS

Aunque no es mucho lo que hay de nuevo con respecto a las obras de Gonzá-
lez de Dios, sí es cierto que se pueden añadir a su bibliografía algunos escricos de
ocasión y, lo que es más imporcante, se puede dar como suyo algún título que an-
ees sólo cabía atribuirle.
Decíamos en nuestro artículo57 que en el comico58 en el que se reúnen varias
obras de Juan de Dios había otras sin nombre de autor que, muy probablemente,
eran suyas; ahora hay datos nuevos que parecen corroborarlo. Así, según se lee en
el manuscrito 41 de la Biblioteca Universitaria, entre los libros regalados por sus
autores a la librería de la Universidad, figuran «sus obras (las de González de Dios)
en 16º.»59.
Por si fuera poco, en el método60 de 1773, ya mencionado a otro propósito, los
autores del plan recomiendan una de las obras de nuestro catedrático para los
alumnos de la primera clase; esta es la cita completa: <<Explicará el maestro las ora-
ciones según se vayan ofreciendo, y, de esca suerte, se evita el que se carguen de re-
glas, como hasta aquí; aunque, si al maestro pareciere, podrá explicárselas por el
método de oraciones que escribió el célebre don Juan de Dios, uno de nuestros ve-
nerados antecesores continuadamente, porque en ellas se encuentran codos los mo-
dos de oraciones de que usan los autores latinos, y con esca luz entran los jóvenes
con más gusto en ellos,,6 1 • Esca obra no puede ser otra que la Noticia breve de modos
y tiempos, explicación compendiosa de las uraciones, principales r11dimentos de la gramática.
Según el uso y método de los Estudios del Colegio Trilingiie de la Universidad de Sala-
manca. ATiádense unas advertencias muy útile.r y importantes para la cabal inteligencia de
esta explicación. Dase a la luz pública para la común utilidad, Salamanca, Antonio José

57. ]GD, págs. l44-145.


58. Perteneció, entre orros, a José G2tcía Torralba, Miguel Sánchez y José Peralbo.
59. La primera encrega de libros, como se ha dicho más arriba, ciene luga.r el 3 de enero de 1756.
Además de los «libros añadidos después de csra enrrega•, en los «dados por sus aucores•, según consta al
margen, es encre los que aparecen las obras de Juan, en di eciseisavo, y las Satyrae de Bocell o y Dia1riba
(ms. 41 , fol. 36r".), libros en los que también escribe De Dios.
60. V. más arriba, especialmente la noca 3.
6 1. AUSA, 237. fol. 623r°.-v".

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 231


Jost LUIS VAUS TOIMlL

Villargordo, 17 31. Si aceptamos que esca obra es de Juan de Dios, no queda razón
alguna para no admitir q ue también lo sea Rudimenta, quas Ot'atione.r vocant, heroicis
carminibus reddita, et in breviorem methodum redacta, Salamanca, Nicolás José Villar-
gordo, s. a.
H ay que incluir, pues, estos dos títulos encre los nueve q ue ya poníamos a
nombre de González de Dios62, con lo que la relación de obras queda así:
l . Explicación y commto breve de la sintaxis... , s. a., pero escrita entre 1710 y
1714, tiempo durante el cual desempeñó la precepcoría de m edianos o se-
g unda clase63.
2. Manual de ortografía casteltana ... , 1724.
3. Tratado del ace1110 latino.. ., 1725.
4. Tratado breve del acento latino, s. a., pero posterior al número 2.
5. Noticia breve de modos y tiempos ... , 1731.
6. Diatriba. Epistolarum fasciculus ... , 1737.
7 . Las Notae a la Satyra de Francisco Bocello de Moraes, 1737.
8. Las Notae a las Satyrae tquitis ... de Francisco Botello de Moraes, 1738.
9. Rudimenta, qUaJ oratione.r vocant ... , s. a. No es posible saber el año de com-
posición, pues no hay indicio alguno que permita determinarlo. Sin em-
bargo, la fecha de publicación puede establecerse aproximadamente. N i-
colás J osé Villargordo y Alcaraz, casado por cierto con Catalina, sobrina
de González de Dios64, comienza su actividad de impresor en Salamanca
en 1738 y la acaba, al menos, en 1780. Entre 1744 y 176 1 (obsérvese que
este último año es el de la muerte de Juan de Dios), hay un vacío en su
trabajo65. Por canco, los Rudimenta... tuvieron que ser publicados entre
17 38 y 1744 (recordemos que el autor regaló sus obras a la librería uni-
versitaria en 1756).
10. Compendio dt la ortografía castellana .. ., 1754.
11. lndex contractus iconem .. ., s. a. Probablemente, de 1755; en todo caso,
nunca anterior a este año66.

62. )GD, pág. 146.


63. Por otra parte, la fecha de publiaaci6n de esra obri ta se ha de situar a partir dt 1729, año en ti
que, según J ulián MAP.TfN ABAD, C11n1rihllri611 a "1 hibliografía JalmallliM tkl siglo XVlll: la Oratoria Sa-
frt«Ía, Salamanca, Edkiones de la Universidad, 1982, pág. 31, •ape.tteen los primeros imprtSOS de Anto-
nio J~ Villargordo y Alcaraz• .
64. )GD, pág. 136.
65. V. Jul ián MARTIN ABAD, op. rir., págs. 31-32, para estos y Otros datos.
66. V. más arriba ti pa~l d~mpeñado por Juan en la enmienda y adición de inscripciones en el
edificio de la Universidad.

232 SALAMANCA, Revisen de Escudios, 39, 1997


MÁS SOBRE JUAN GONZÁLEZ DE DIOS

El comenido67 de los Rudimenta ... es de escasísimo interés. Escrito en latín,


consta de 20 reglas, breves la mayoría, y una Admonitio final. Las reglas están de-
dicadas al verbo Jllm, a las voces y modos del verbo, a los relativos, etc.
La Noticia brtvt de mod-0s y tiempos ... es mucho más consisteme. Se advierte en
«Al que leyere» que «este tratado se divide en dos partes. La primera contiene con
la brevedad y claridad posible las reglas que conviene al estudiante aprehender de
memoria para la inteligencia de las oraciones. ( ...) En la segunda, se ponen algu-
nas advertencias para mayor claridad y confirmación de lo que se enseña. A estas
remitimos al lector que quisiere informarse más a la larga de razón de las reglas y
de lo que puede echar menos en La primera parte, como hallará advertido en sus
lugares»68.
El texto está formado por casi cuatro páginas de reglas; el resto (hasta la pá-
gina XXXII) son 16 explicaciones. Las Advertencias ... cumplen lo que se había ade-
lamado en «Al que leyere»: amplían extensamente la Noticia ...

Por otra parce, cabe agregar una poesía latina y una aprobación a sus escriros
de encargo:
-Epig rama latino («Vt castis Apibus solercia prima virencem ... »), en los preli-
minares a La obra de Juan de Ja Cruz, Sermón panegfrico gratulatorio en la solemnefiesta
que dedicó el Colegio de S. Elías de Salamanca a la Translación de la Milagrosa Imagen
de Nuestra Señora de Atocha. {.. .}, Salamanca, Eugenio Amonio García, 171269.
-Aprobación, en la obra de José Antonio de la Bandera Reyero, Anuncio feliz de
el Nacimiemo de un Príncipe deseado en el de una Princesa aplaudida. Sermón gratulato-
rio a la Princesa de el Cielo Marfa {... ), Salamanca, Amonio Villargordo, 17467°.

67. } GD, págs. 146-148, para los dculos ya conocidos.


68. Pág.11, si n numerar.
69. En MARTIN ABAD, nº. 75.
70. En MARTIN ABAD, nu. 195.

SALAMANCA, Revista de Estudjos, 39. 1997 233


]OStl LUIS VALIS TOJMJL

Tablas de salarios percibidos por Juan González de Dios·7•.

Catedrático de Escuelas Mínimas12


Maestro de primera clase:
1703-1710 .............................................................. . 52.360 maravedís
Maestro de segunda clase:
1710-1714 ............................................................. .. 62.700
Maestro de tercera clase:
1714-1726 .............................................................. . 72.420

Catedrático de Prima de HJJmanidad


1726-1 727 ............................................................. .. 125 .800
1727-1728 .............................................................. . 120.700
1728-1729 ............................................................. .. 132.700
1729-1730 ............................................................... 130.600
1730-1731 ............................................................. .. 135.900
1731- 1732 .............................................................. . 124.000
1732- 1733 .............................................................. . 101.600
1733-1734 ............................................................. .. 117.800
1734-1735 ............................................................... 174.700
1735-1736 .............................................................. . 194.100
1736-1737 .............................................................. . 122.400
1737-1738 .............................................................. . 189.500
1738-1739 .............................................................. . 214.200
1739-1740 .............................................................. . 161.900
1740-1741 .............................................................. . 164.600
1741-1 742 .............................................................. . 189.100
1742-1743 .............................................................. . 187.800
1743-1744 .............................................................. . 138.600
1744-1745 .............................................................. . 125.600
1745-1746 .............................................................. . 134.100
1746-1 74773 ........................................................... . 145.900
1747-1748 .............................................................. . 128.450
1748-1749 .............................................................. . 142.750
1749-1750 ............................................................. .. 135.550

71. Por falra de documentación, no se puede saber el salario real de González de Dios mientras fue
precepcor de Escuelas Mínimas, pero no es probable que difiriese mucho del que se consigna arriba. Sus re-
tribuciones como catedr:ícico de Prima de Humanidad son exactas para los años que van de 1758 a 1761
(se conservan los libros de salarios) y aproximadas paro el período de 1727 a 175 7 (sólo se dispone de los
libros de multas y rencas).
72. Las siguiences cancidades son el resulcado aproximado de añadir a los salarios estatutarios (los
37.500, 44.000 y 50.000 maravedís que corresponden a cada una de las clases) los incrementos aprobados
en 1700 y rarificados en 1703 (15.000, 18.750 y 22.500 maravedís, respectivamente).
73. A parcir de su jubilación, se le descuentan 4.000 maravedís para el sustiruco. Por canto, hay que
sumárselos a las cantidades de urriba para obtener el tocal de la renta.

234 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


MAS SOBRE JUAN GONZALEZ DE DIOS

1750-1751 ............................................................... 166.400 maravedís


1751-1752 ······························································· 154.150
1752-1753 ······························································· 185.500
1753- 1754 ............................................................... 186.400
1754-1755 ............................................................... 250.000
1755-1756 ............................................................... 191 .600
1756-1757 ............................................................... 140.800
1757-175874 ............................................................ 158.651
1758-1759 ······························································· 167.591
1759-1760 ............................................................... 178.825
1760-176175 ............................................................ 215.564

74. Las cantidades de los cuatro últimos cursos son las que realmente cobró.
75. En la última cantidad, van incluidos 7.480 maravedís por haber sido 2º. visi tador de Escuelas
Mínimas.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 235


SALAMANCA, Revista dt Enudios, 39, 1997. Págs. 237·273
ISSN: 0211 -9730

DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS


TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

R ICARDO LóPEZ SERRANO

RESUMEN: El artículo escudia dos testamentos literarios y satíricos, am-


bos firmados por Torres Villarroel. Éste es autor de uno de ellos pero el otro fue
escrito por el jesuita Luis de Losada para zaherir a Torres. Tras analizar el por-
qué de la enemistad de Losada contra D. Diego se estudian las causas concretas
de la redacción del testamento del jesuita y se cambian justificadamente las fe-
chas de composición. Se analizan luego ambos testamentos para ver sobre qué
1
aspectos se lanzan las burlas y qué relación puede haber encre ambos testamen-
tos, llegándose a la conclusión de que Losada escribe el testamento que "hace"
firmar a Torres en medio de la insania de una enfermedad mental. Más carde To-
rres escribe el suyo haciendo ver que acepta la autoría del anterior, que revoca
como efecto de su transitoria locura y que sustituye por el nuevo en el que, a su
vez, ataca a sus enemigos. En conjunto, el :mículo pretende emitir alguna luz
sobre unas páginas poco conocidas de Torres -las de su testamento literario- y
sobre algunas de las escaramuzas que entretenían, a veces sangrientamente, los
ocios de la vida de la Salamanca clerical y universitaria del siglo XVIII, que así
vivía la implantación en España de las ideas de la Ilustración. Es la lucha entre
el espíritu del Barroco y la renovación ilustrada la que subyace bajo la anécdota
de las puyas de estos dos personajes.

ABSTRACT: This arride studies rwo sacirical licerary wills, bocb of which
were signed by Torres Villaroel. He is che actual author of one of them, bue che
other was wricren by che Jesuit Facher Luis de Losada in order to sharply criti-
cize Torres. After an analysis of che reasons behind chis emnity che specific cau-
ses of che writing of chis will by che Jesuit are examined and che dares of com-
position are changed with juscificacion. Both wills are chen analyzed ro see
which aspeccs are ridiculed and what relationship chere may be berween che rwo.
It was concluded that Losada wrote one will and "made" Torres sign it during a
bouc of insanicy. Torres Jacer wroce his own will clarifying chat he accepred aur-
horship of che former one, which he then revoked based on ics being che produce
of his cemporary insanicy. H e rhen replaced it with a new one which in tu.rn ar-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 237


RICARDO LÓPEZ SERRANO

cacked his enemies. In ics cotality, che arride aims ac clarifying these little
known pages wrircen by Torres -chose of his licerary will- and also sorne of che
somecimes bloody skirmishes chac occupied che leisure hours ofSalamanca's cleri
cal and universiry life in che 18th cencury, which experienced in this way che
implantacion of che ideas of the Enlighcenmenc in Spain. Whac underlay che
anecdotal badgering ac T hese rwo figures was accually che scruggle berween che
spirit of che Baroque e.ra and che renewal of the EnJighcenment.

PALABRAS CLAVE: Clero/ Salamanca. S. XVIII / Torres Villarroel


/ Tescamencos.

En mi libro Los tes/amentos d~ Torres Villarroell creo haber exhumado coda la pro-
ducción cestamentaria legal del escritor salmantino además de otros documentos
integrantes del corpus testamentario corresano. A los siete testamentos reales que
otorgó añadí como apéndice otro testamento, éste literario2 en el que bajo la es-
tructura de tal documento legal, D. Diego ponía en solfa una vez más a sus ene-
migos, se jactaba de sus méritos humanos y literarios y alardeaba de sus log ros.
Nada que no hubiese repetido a lo largo de las numerosísimas páginas de sus obras.
En el texto no se hace referencia -ni figuradamente- a la fecha en que se "otorgó",
aunque sí se hace de la circunstancia motivadora: una enfermedad que le tenía pri-
vado de juicio, tal como le ocurriría realmente en 1_745, cuando otorgó su primer
testamento real. Anee la lectura de este cescamento literario cabría pensar que
D. Diego, burlándose una vez más de sí mismo y riéndose de la enfermedad que le
cuvo a las puertas de la muerte, uciliza la autoburla para reirse de sus enemigos y
defenderse de sus ataques, adoptando la fórmula testamentaria, una de las muchas
formas literarias que utilizó en su dilatada obra.
Hace poco, leyendo el libro El siglo XVIII en la Pre-ilttstración salmantina. Vida
y pensamiento de Lttis de Losada (1681-1748) 3, encontré referencias y fragmencos de
ocro testamento, aparentemente firmado por Torres, en el que se le atacaba con las
mismas armas literarias. Conseg~í el texto completo4 y la hipótesis inicial de que

l. López Serrano~ Ricardo: Les testamentos ~ Torres Villanwl. Salamanca, Diputación Provincial,
1994. 227 p. Serie Humanidades, 16.
2. Vid. ibid. ps.215-220. Este cescamento ocupa las páginas 279 a 292 del como XI de las Obras
Completas de Torres, 2' edición, publicadas en 15 tomos en Madrid, entre 1774 y 1779. En mi libro se
deslizó una errara y aparece la fecha de edición como 1974-79. Discúlpese.
3. Cortina lceta, Juan Luis: El siglo XVIII m la Pr1-ilustraci6n st1lmantin11. Vida y ptmamimto ~ L1ús
de Losada ( 1681-1748). Mad rid, Consejo Superior de lnvescigaciones Científicas, Inscituco Enrique Flores,
1981. Monografías de Historia Eclesiástica, 11. XXIII + 77 pgs.
4. Este testamento fue impreso en la Real Chancillería de Valladolid, sin año, y en la imprenta de
Diego López de Haro, de Sevilla, sin año también. Francisco Aguílar Piñal en su exhaustiva obra: Bihlio-
grafla de autores españoles del siglo XVII/ (Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto

238 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VLllARROEL

entre ambos testamentos no mediaba más que una relación de coincidencia (un
toma y daca de ataques bajo similar disfraz testamentario), soscenida por el citado
jesuita padre Cortina y por otros escudiosos, dio paso a la evidencia de que entre
los dos testamentos existía una relación muy estrecha: la de ser uno respuesta al
otro, pudiéndose aventurar incluso cuál de ambos textos pudo abrir las hostilida-
des testamentarias. Por ahora baste decir que, testamentos mediante, alguien las
dio primero y las recibió -y cumplidas- después.

Aut()r del testamento: Si el testameoco que recogí en mi libro ya citado es ine-


quívocamente de Torres, el citado por Cortina Iceca no parece serlo. Aunque apa-
rece encabezado como: "Testamento del reverendo don Diego de Torres y Villa-
rroel, cacedrático de Astrología en la Universidad de Salamanca", es evidente que
el autor no es D . Diego. Nadie arroja piedras contra su propio tejado, ni siquiera
Torres, can ducho en propinarse autoacaques certeramente defensivos. Alguien
usurpó su nombre y le hizo aucor del tescamento y no con buenas iocenciones.
Para el padre Cortina Iceca, el autor es indudablemente el jesuita Luis Losada.
Tan evidente considera la atribución que, en su ya cicado libro y bajo el epígrafe:
"Obras del padre Luis de Losada. I sección: Obras identificadas cronológicamente",
recoge con el número 56 este cescamenco y lo data en 1745 apoyándose en que en
el ejemplar del archivo del Colegio de Loyola aparece una nota marginal, segura-
mente casi contemporánea del documento, que dice: "Dicen que lo escribió el P. Luis
de Losada, con otros papeles contra el Dr. Torres".
También una de las magnas obras de la bibliografía jesuítica acepta cal atribu-
ción. Nos referimos a la del P. Eugenio Uriarte, jesuita, que analiza las bases de
las atribuciones que establece~ . Al parecer, jesuitas casi contemporáneos del P. Lo-
sada ya le atribuyeron la autoría de este cescamenco. Afirma, además, que era pú-
blicamente conocida, en la Salamanca de la época, la inquina de Losada por Torres
y su afición a las sátiras y a los panfletos publicados anónima o pseudónimamente.
Escos datos ya han sido tratados por los estudiosos torresanos6 .

de Filología, 1989) ofrece dos entradas bibliográficas sobre esre rescamenro (romo V, ~gina 240), ~gún las
cuales de la edición sevillana quedan 3 ejemplares (2 en la Universidad de Sevilla y orro en la Biblioreca Na-
cional de Madrid) y OCIO$ 3 de la edición de Valladolid (1 en el archivo de la Compañía de J esús en el Co-
legio de Loyola y 2 en la Biblioccca Nacional). Uno de escos dos úlrimos ejemplares es el que he manejado.
5. Uriarcc, José Eugenio de: Catálogo razonado tÚ obraJ an6nimas y pu11d6n;,nas tÚ a111orn tÚ la Compa-
ñia tk}tslÍJ ptrttntritnta a la an1ig1111 Asisttnria d1 EJpat7a. Con un apéndice de 01ras de los mismos, dignas
de especial estudio bibliográfico (28 de sepriembre de 1540- 16 de agosro de 1773). Madrid, /s. cd J, 1904-
1916. AJ rescamenro se refiere la entrada 2148 , 1omo 11.
6. Manuel María Pérez Lópa en 5u edición de la Vida de Torres dest:aat el -despiadado ensaña-
m ienco (del P. Losada) contra Torres, conrra quien lanzó -e$CC>ndiendo la mano y hurtando el rosrro- sáti-
ras cruelmence insulcanies" (Cfr. Diego de Torres Villarroel: Vida. Madrid, Espasa-Calpe, 1989, p. 25).
Por su parre, Anronio García Boiza, en su arcículo: Dacos paro el esrudio de la personalidad del P. Luis
de Losada (Bolerín Teresiano 2 ( 1945), pgs. 272-282 y 307-317), habla de la veintena de pseud6nimos que
us6 el jesuita solo o compartiéndolos con orros escricores. Se le atribuyen, enrre orros, los de "Recua de Juan

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 239


RICAROO LÓPEZ SERRANO

No parece, pues, descabellado admicir como autor de esce cestamenco al P. Lo-


sada, cuando ya desde sus días era manifiesco que una de sus aficiones favoritas era
el tiro a Torres.
Luis de Losada nace en Quiroga (Lugo) en 1681. Es, pues, crece años mayor
que Torres. Pese a su origen gallego, el jesuita va a estar muy vinculado a Sala-
manca, pues en ella vive gran parce de su vida7 y en ella muere en L748.
Encra muy joven, a los L7 años, en la Compañía de Jesús y a ella dedica coda
su vida. En la Compañía militan cambién dos hermanos suyos, muercos ambos en
t rágicas circunstancias -uno tísico galopante y ahogado ocro- y en plena juventud,
pues ambos habían muerto ya en 1708. Es de suponer que escas muertes debieron
afectar mucho al joven Losada e influir en su caráccer.
También debió influir en su caráccer un defecto narural, quizá tartamudez.
Como dice el P. J acinto Yebra: "Sencía muchas veces embarazada la pronunciación
con una especie de freni llo, que parece le falcaba aliento, y hacía esfuerzos lasti-
mosos para articular del codo las dicciones, que tenía ya encre labios y dadas a en-
cender por sus iniciales, no podía acabar de proferirlas ... Sólo en las conversaciones
casuales y en el calor del argumenco... sentía más la molestia del frenillo"S. Sin em-
bargo, este defecto debió superarlo La férrea voluncad del jesuita pues no sólo fue
profesor coda su vida, eras superar las rigurosas "pruebas de expedición" a que los
jesuitas sometían a sus aspirances, sino famoso orador sagrado, muy solicitado in-
cluso en Salamanca, no precisamente yerma de buenos oradores sagrados y profa-
nos9. Quizá este defecco le animó a ejercitar más sus doces de escriror.
Si su vida no debió de ser fácil por lo indicado, tampoco debió de serlo por su
salud. Ya desde los veinte años comenzó ésta a decaer. Yebra lo achaca al estudio
continuado e incenso y a su riguroso ascetismo, y llega a decir que a los veinte años
"... se le adelantaron Las señales de la vejez"IO. Mala salud general a La que se unie-
ron enfermedades concretas, como una grave afección estomacal que le crucificó
coda su vida. "Entre las muchas y g raves enfermedades con que Dios le acrisoló, la
más habitual y frecuente fue un acerbísimo dolor de estómago, precedido de hu-
mor atrabiliario que, difundiéndose por la región inferior, le ponía en un tormento
y crujía inexplicable. Tenía experiencia de las fatigas y molestias que le causaba un
recio y peligroso tabardillo (clase de tifus especialmente dolorosa), y con todo de-

Arriero", '"Buenaventura del Fresno", " Renaco Balduino Gallo", "joS«!p de la Mar"', "Gonzalo de Atalaya" y
'"Luis L6pcz, cura de Morille··, quizá el alias más conocido. Con el P. Isla compartió las atribuciones de "Jorge
Pitillas" y "Hugo Herrera de J asped6s". Como vemos, un buen arsenal de máscaras y refugios.
7. En Salamanca csraba cuando, en 1698, pide su ingreso en la Compañía. Vuelve a la ciudad en-
cre los años 1704 y 1708 para csrudiar Teología y ordenarse de sacerdote. Finalmente, es destinado en Sa-
lamanca en 1717 y permanece en ella hasta su mUttte.
8. Yebra, Jacinto: Bmv Mttria de la vida, pmulm y virtuda tkl P. /,.11i1 tÚ losm/a, tÚ la Compañia tÚ
}tslÍ.S. Salamanca, 1748, pp.9-10.
9 . Cfr. Yebra, Jacinco: Op. cit., p. 11.
10. Cfr. Ycbra,Jacinto: Op. c it., p 25.

240 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES Vll.l.ARROEL

cía que le sería más tolerable padecer escas molestias por un mes que la tortura de
aquel dolor rabioso por una noche"t t. Para buscar alivio a esca dolencia viajó a Ta-
mames (Salamanca) en 1728 para tomar sus afamadas aguas. Poco tiempo anees, en
1726 ó 1727 y quizá por motivos de salud o por deseo de retiro para sus estudios
o ya cansado de la tenaz lucha que había sostenido con la pluma -pues no hubo
asunto que concerniese a la Compañía en que no participase-, dejó la ciudad y se
retiró a la dehesa de Miguel Muñoz, que los jesuitas poseían muy cerca de Sala-
manca. En ella permanece, aunque sin abandonar sus obligaciones en la ciudad,
hasta su muerte, ocurrida el 27 de febrero de 1748 y causada por su dolencia gás-
trica: "Excicáronsele los dolores de estómago... con cal tenacidad que... no se llegó
a deponer la causa. Volvían a atormentarle de nuevo y con cal mordacidad que...
(pedía) constancia y fortaleza para no desmayar en tal cormento" l2.
La valetudinaria salud del jesuita no le impidió trabajar arduamente ense-
ñando, predicando, ejerciendo su ministerio y escribiendo, pero quizá le afectó al
carácter, ya de por sí propenso a la severidad, incrementada sin duda por el rigor
de la formación jesuítica. En este sentido acierta Torres Villarroel cuando, pese a
sus enconadas luchas mutuas, dice beoévolamence de él: "Vivía afligido este in-
signe Padre de una melancolía hipocondríaca desesperada, de las que capitulaban
los médicos de íncurables... " 13 .
Todos los datos de la vida de Losada los hemos obtenido de las obras citadas de
Cortina y de Yebra. De todos es sabido el gran "compañerismo" de los miembros
de la Compañía entre sí•4. Creemos innegables la inteligencia, la laboriosidad, el
tesón, el ascetismo y otras buenas cualidades del P. Losada, pero también, pese a
las edulcoraciones fraternas, su ferocidad para con los que consideraba enemigos,
no tanto suyos como de la Compañía, pues no cejó como polemista en su defensa.
El P. Cortina lo afirma claramente: "... Losada fue un batallador nato. La lucha fue
una constante de su trayectoria vital. Sintió en su carne las acusaciones de que fue
víctima la Compañía de J esús, más que si hubiesen sido dirigidas a su misma per-
sona, según propio testimonio muchas veces repecido" 1S.
No obstante, los datos sobre el carácter del P. Losada son tan sospechosos que
el P. Cortina se siente en la obligación de referirse a él directamente. Los superio-

11. Cfr. Yebra, Jacinto: Op. cit., pp. 29-30.


12. Cfr. Yebra,Jacinco: Op. c it., p. 30.
13. Apd. Garcfa Boi:z:a, Amonio: Are. cic., pp.275-276.
14. Un simple daco meramenre anecd6rico. En el rescamcnro base de C$Ce estudio, Losada acusa S<>-
lap¡ldamence a Torres de judalsmo acllCllndo su físico. Esrima Losada que ral retrato debe colocarse en algún
J>l50 de Samana Sanca junco a los sayonC$ , pero, si aún así molC$ca a los ficlC$, " ... desde allí se craslade ... en
casa de las Corcesanas y se coloque a las cabeceras de las camas, donde cendni su lugar propio.. .". l.a lecrura
es inequívoca y a varias personas se la solicité, pero el P. Cortina, quizá pensando que Losada se había pa-
sado, sustituye pacatamenre la frase y ltt -... en casa de los CorcC$3nos" (Cfr. Op. cir ., p. 336). Teme tal vez
el buen padre que el lecror piense que Losada conocía demasiado el percal de las casas de corccsaní a.
15. Cfr. Cortina lccca, Juan Luis: Op. cic., p. 4.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, L997 241


RJCAROO LÓPEZ SERRANO

res jesuíticos solían informar anualmente acerca de la condición de los frailes, en


los Catálogos Privados, sobre datos como inteligencia, prudencia, caracter, expe-
riencia, aprovechamiento en el estudio, salud, aptitud mayor... Casi todos son lau-
datorios en grado sumo para Losada, pero hay uno, el de 1720, que dice que era
"bastante tétrico" y con una manera de ser "vívida sed prudencia temperata",16 Al
parecer, esta viveza de genio y ese caracter tétrico se le exacervaban cuando se ata-
caba a la Compañía. Entonces, dice Cortina: "Poseído de un amor sin límites ha-
cia la Compañía de Jesús, demostró siempre una radical intolerancia con quienes
tenían la audacia de atacarla ... Su amor a la Compañía y fogoso temperamento le
llevó a implicarse en agrios debates, los cuales sobrepasaron muchas veces los lí-
mites de la ponderación, hasta el punto de señalarle públicamente como el autor
de papelones anónimos, muy ajenos a su religiosidad y prudencia, por ser ofensi-
vos a personas determinadas y algunas de caraccer". El P. Cortina cita, además, pa-
labras del P. Yebra, agiógrafo más que biógrafo de Losada, aunque cree gue el buen
Yebra defiende lo indefendible: "Es claro el esfuerzo de Yebra por salvar de toda
acusación de inmoderación y agresividad a su maestro. Pero cenemos la impresión
de que defiende una causa perdida. Las expresiones que emplea Yebra me parece
que chorrean por todas parces eufemismos a raudales. Losada fue un gran satírico
cuyos sangrientos versos tienen a veces un corte quevedesco. Este era el gusto y el
estilo de la época y todos somos hijos de los que nos coca vivir. Por otra parte, quie-
nes atacaron a la Compañía de J esús no le fueron a la zaga en el empleo de los te-
mas y términos más agresivos"t7. Pero mucho nos tememos que Cortina sea tam-
bién eufemístico al justificar a Losada defendiendo solapadamente que "hacer
como hacen no es pecado" (gusto y estilo de la época, los que atacan a la Compa-
ñía no eran mejores, etc... ), que el fin justifica los medios y que este fin es la de-
fensa de la intocable Compañía.
Los jesuitas siempre defendieron a Losada, al que llaman "oráculo de Sala-
manca'', "antorcha de Israel" y "oráculo de toda nuestra provincia de Castilla, ve-
nerado de todos los eruditos y sabios de España". Quien esto último dice es el P. Ma-
nuel de Larramendi, coetáneo de Losada, que añade: "Temido por los enemigos de

16. Otro Informe Privado dice que es "austero y adusto". No son palabras de un Informe Privado,
pero puede decirnos algo del caracter de Losada Jo que afirma el P. Francisco José de Isla, autor del Fray Ge-
rundio de Campazas y compañero del amerior, con el que colaboró en alguna obra y con el que, como ya
hemos dicho, compartió algún pseudónimo. Dice el P. Isla: " ... soy de Jos pocos que entraban rarísima vez
en su aposeoro, porque frecuentarle ninguno Je frecuentaba, siendo un castillo roquero, impenetrable a coda
conversación que no fuese absolutamente necesaria y, aun para lograr ésrn era menester mucha estrechez, in-
religencia , presunción anterior y contraseña" . (Apcl. Cortina lceta, Juan Luis: Op. cic., p. 76. Claro que,
para el bondadoso P. Yebra, esto no era más que otro rasgo del ascetismo de Losada que "...siendo de genio
afable, entretenido, inclinado a la sociedad ... comó la determinación de cohibir y anular esca tendencia al
craco con los prójimos... condenando su genio a la privación del comercio que naruralmente aperecía y su
persona a la cárcel y reclusión casi perperua de su aposemo". Apcl. Yebra, Jacinro: Op. cit., pp. 23-24.
17. Cfr. Cortina lcera,Juan Luis: Op. cic., pp. 64-65.

242 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VfLLARROEL

la Compañía, que los hay en todas partes; y en España, si no hay jansenistas ni


apelantes, hay una continua frailomaquia o guerra de frailes y sus clientes contra
nosotros en papelones, sátiras, manuscritos y empresas, y todos ellos llenos de ca-
lumnias. Por eso creo que a muchos, nada devotos nuestros, no les habrá pesado
mucho el que el P. Losada se hay ido al otro mundo, porque tenía siempre bien cor-
tada su pluma contra la calumnia" IS.
Pero no todos los estudiosos defienden de igual modo al P. Losada. Alguien,
en plena polémica de la alternativa de cátedras, le llam ó "toro lidiador" por la in-
cansable fiereza con que defendió la postura jesuítica. Otros estudiosos más mo-
dernos son más severos con él. Manuel María Pérez L6pez 19 habla de los muchos
panfletos que contra Torres lanzó "el agresivo y rencoroso P. Luis Losada". En otra
ocasión califica como despiadado y denigratorio otro panfleto, de 1739, contra To-
rres como si éste hubiese solicitado el diaconado, cuando D. Diego, que lo recibe
en 1745, seguramente no había ni pensado en solicitarlo. Este mismo estudioso
opina que el testamento que nos ocupa es una nueva y cruel muestra del irreduc-
tible rencor de Losada contra Torres.
Cierto es que la Compañía de Jesús estaba pasando por una de sus épocas más
amargas, que culminaría años más carde, en 1767, con su expulsión de España.
Cierto es también que los ataques contra ella menudeaban desde todos los lados,
pero al defenderse no fue modelo de religiosidad. Los excesos del P. Losada en sus
escritos, su evidente falta de caridad cristiana y hasta de buen gusto literario en
ocasiones pudieron deberse al ambiente, a su caracter sombrío y quizá -pensamos-
hasta a su voto de obediencia20 . En un símil muy del día, los jesuitas salmantinos
ficharon a Losada como un delantero rompedor para que se lanzara de hoz y coz en
medio de las luchas que tanto en la Universidad como en la ciudad libraban, en
medio de aquella "frailomaquia'', que no era un conflicto religioso sino de intere-
ses. Por ello, dejando su docencia de Teología y de Moral en el vallisoletano cole-
g io de S. Ambrosio viene a Salamanca en 1718 a explicar estas mismas disciplinas

18. Apd . Cortina keta,Juan Luis: Op. cic. p. 81.


19. Cfr. Torres Villarroel , Diego: Vu/11. Edic. de Manuel María PEre~ L6pez cic. pp. 118, 136 y 243.
20. Vamos a poner algún ejemplo para que no se nos acuse de exageración. A un adversario en la
almnaciva de cátedras, el seglar José de Arguelles, carcdrático de Digesto Viejo, le dice: " Arguelles des-
cogotado,/ hecho de hieles y furias, / cara de por quien Asturias /sigue pleito malparado, / en el semblante
atezado I traslada el cinre del pecho; I su concebi r cootrahecbo, / su querer es desabrido, I siendo Doctor
en torcido I más que Doctor en Derecho-. Al catedrárico de vísperas de Teología, el benedictino Juan An-
tonio de Haro le llama: " Haro, corre frases pomposas, I ¿qué será? Gallego en suma, I que en borbollones
de espuma I sude articular ventosas: I con embestidas ruidosas, /su golpe es débil y flaco: I buen hijo de
Meco y Caco, / cuyo primor, cuya gala I es ser mosquetón sin bala / y ser pólvora sin caco... A Torre, eras
llamarlo pobre diablo, le ensarta un buen lote de insultos: • ... coplas muy de ciego I compuso moscnndo I
presunción de cisne I realidad de ganso. I Loco a rodos visos, / ntcio a todos lados, I ronro hasra la nuca, I
lerdo hasta el zancajo .../" . El remate de estos versos es de antología: "A este libertino I y a otros de su palo I
no se les responde I se les echa un gargajo".
Apd. Cortina lceca,Juan Luis: Op. cic., pp. 149-151 y 295.

SAUMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 243


RICARDO LÓPEZ SERRANO

en el Real Colegio de la Compañía de Jesús y, sobre codo, a luchar en la pelea de


la alternativa de cátedras, que ya había estallado. Losada no perceneció nunca al
g remio universitario, aunque incervino concinuamence en sus líos.
El P. Cortina justifica esce traslado, en pleno curso, no tanto por los méritos
docences de Losada sino por sus ya probadas doces de polemista: "Fue cal vez la ne-
cesidad de la Compañía de Jesús de defenderse lo que determinó a los superiores
jesuitas a colocar a su mejor baluarte en el centro mismo de la polémica. Tal fue
esa la razón de que Losada llegase en la fecha indicada al Real Colegio a pesar de
haberse desarrollado ya más de medio curso... A mayor abundamiento de lo que
venimos diciendo, es significativo que Losada come parce en la polémica sobre la
alternativa de cátedras de filosofía en la Universidad de Salamanca desde su resi-
dencia de Valladolid . Estaba algo aparcado del cenero de los acontecimientos y, sin
duda, podría actuar con mayor rapidez estando presence en la misma Salamanca.
Veremos que la celeridad en rebatir a sus adversarios fue una de sus constantes ca-
racterísticas, llevando casi al día el coma y daca de las dispucas" 21 • Si Losada viene
a Salamanca a participar en las frecuentes polémicas entre órdenes religiosas, es na-
tural que Torres no fuese el único blanco de sus puyas. Y así fue, pues el jesuita se
enzarzó con unos y con otros.
En cuatro grandes polémicas interviene Losada. En la de la alternativa de las
cátedras de Filosofía de la Universidad de Salamanca, en una general en torno a la
Compañía de Jesús, en la de los asuntos acaecidos en el Colegio de los Irlandeses y
en la de los bolandistas, especialmence en lo referido a la nobleza de estirpe de Seo.
Domingo de Guzmán y a ciertos episodios de la vida de S. Bernardo de Claraval.
Tan directa, asidua y rápidamence interviene en todas que su salud, siempre vale-
tudinaria, sufre menoscabo. ·~ ·
El asumo de la alternativa de cátedras, es decir, de la pretensión de los jesui-
tas de que se explicase la Filosofía escolástica en su versión no sólo comisca sino
también en la visión del P. Suárez en años alcemos, ya venía desde finales del siglo
ancerior, pero se desencadena con mayor virulencia en 1716, cuando varias perso-
nas vinculadas a la Universidad y no jesuitas {aunque seguramente bajo su in-
fluencia) solicitan la alternativa, aprovechando que el confesor de Felipe V era un
jesuita, el P. Guillermo Daubencon. Las primeras votaciones claustrales las pierden
los jesuitas. Como en el fondo no se traca de una polémica doctrinal sino de una
lucha por el poder universitario y social en general entre órdenes religiosas, no se
zanja así el tema. Hay réplicas y conrrarréplicas.
Limitándonos a las intervenciones de Losada22 , que ya interviene desde Valla-
dolid, hay un primer escrito, un memorial a los miembros del Real Consejo, fir-

21. Cortina Iceu1, Juan Luis: Op. cit., p. 61.


22. Cuando afirmamos que una obra es de Losada nos apoyamos en la auibuci6n que hace el P. Cor-
tina basándose en otras, muy fundadas, de jcsuicas, contemporáneos algunos de Losada, como es el caso
del ya citado P. Uriane.

244 SM.AMANCA, Revista de Estudios, 39, l 997


DONDE L\S DAN L\S TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

mado por "un apasionado de la verdad", que se le atribuye23 . Recibe una respuesta
anónima donde ya comienzan a perderse las buenas formas y menudean los ata-
ques. Catorce órdenes religiosas solicitan del Rey que no intervenga su influyente
confesor. Responde el P. Losada con una "Carta de un profesor de Salamanca... " que
firma con el pseudónimo de "Rafael Escudero" y que se considera suya sin error 24.
Nuevos anónimos virulentos en respuesta. Pero Felipe V, en 1718, da la razón a los
jesuitas, que ganan pero que no se dan por satisfechos con su largamente soñada
viccoria (ni las otras órdenes con la derrota). Se envían, por ello, varios memoriales
al Rey para revocar la dccisi6n real. Surge en este momento otro escrito inequívoco
de Losada, que se regodea de la victoria en la obrita en prosa y verso de "La alter-
nativa resucitada. Conversación-diálogo entre Perico y Marica " 2 ~. Perico es un mo-
zalbete projesuita bajo el que se esconde Losada. que ataca con nombres y apelli-
dos, y en décimas y exasílabos asonantados, a veintiún personaje de la vida
universitaria y religiosa salmantina, entre ellos a Torres. Con el escrico se reaviva
la polémica y se reanudan las hostilidades.
Sobre la intervención de Torres en la lucha de la alternativa de cátedras, que le
supuso ya algún ataque de Losada, nos habla él mismo en su Vida26. Al parecer,
intervino más bien como víctima, aunque ya sabemos que no se puede uno fiar del
todo de lo que Torres diga. Inicia su versión destacando las alceraciones y distur-
bios que el conflicto ocasionó, pues implicó a profesores, maestros y escolares e
incluso a personas ajenas a la Universidad. Pocos pudieron permanecer al margen
del problema. Como dice Torres: "Padecieron muchos el rencor particular de sus
valedores, y con él, atraso de sus conveniencias, y otros daños desgraciadamente
molestos a la quietud y a la reputación" (p. 137). El fue uno de los que se vieron
involucrados, quizá" ... por más desvalido, por más mozo o por más inquieto'', y pa-
deció seis meses de prisión, entre marzo y agosto de 1717, dos de ellos muy duros
en la cárcel y cuatro en el convento de S. Esceban, donde los dominicos se porca-
ron bien con él, que defendió siempre las posiciones de estos en sus conflictos con
los jesuitas. La causa de la sentencia, según Torres fue " ... la necia y mentirosa voz
(sin poderse descubrir la voraz boca por donde había salido) que me acusaba aucor
de unas sátiras que se extendieron en varias coplas y su argumento era herir a los
que votaron en favor de la dicha alternativa" (p.138). Ya conocemos el relativismo
de las afirmaciones de Torres, pero en este caso debe de ser sincero, pues fue ab-
suelto "libre y sin cargas" de la autoría del panfleto y compensado con el nombra-
miento de vicerrector accidental de la Universidad (o rector en funciones), cargo
que ejerció durante el mes de noviembre del mismo año "con gusto de pocos y es-
pecial congoja y resentimiento de muchos "(p. 138). En la Vida prefiere dar el

23. Archivo de la Universidad de Sa.lamanca. Sec. Papeles Varios, 70.


24. Archivo de Loyola Societatis lesu. Sec. Colegio de Salamanca.
25. Archivo de Loyola Sociecatis lesu. Sec. Colegio de Salamanca.
26. Cfr. la edición de la Vida que venimos citando.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 245


RICARDO LÓPEZ SERRANO

tema por zanjado "porque viven hoy infinitos interesados a quienes puede produ-
cir algún enojo la dilatada relación del suceso" (p. 138).
En la relación de las obras de D. Diego no se encuenrra -si es que existió- la
sátira que se le atribuyó. Quizá lo injusto de la acusación hizo que Torres, zaherido
por los efectos de su participación en la polémica de la alternativa y por su breve
gestión rectoral, estime que hubo una verdadera y "caudalosa conjuración" contra
su persona y decidió responder a la persecución con la insolencia y la burla, ha-
ciéndose "por segunda vez, insolente, libre y desvergonzado... ", dando en la "ex-
trema locura de fiar de mí y de aburrir a ésta y a toda especie de personas. Volvíme
loco rematado y festivo, pero nada perjudicial..." (p. 138). Aunque no fuese real-
mente perjudicial, mala forma de reaccionar fue esa para aplacar los ánimos de sus
enemigos y, en concreco, de los g raves jesuitas.
En conjunto, pues, quizá haya que pensar que la primera andanada de los je-
suitas contra Torres no tuvo más base que la maledicencia, pero sí alguna conse-
cuencia, como pudo ser el exilio voluntario de Torres en Madrid, efecto cambién
-no hay que engañarse- de las enemistades que Torres concicó con su provocada
reacción y su "segunda insolencia". Desde luego Torres debió poner las bases para
lo que, según algunos estudiosos, fue la grao tragedia de su vida: el no conseguir
ser respetado ni aceptado por la mayoría de sus colegas universicarios, especial-
mente los jesuitas. Dámaso Chicharro destaca claramente "... la inquina que codo
el claustro universitario, y en panicular los jesuitas, tuvieron siempre a Torres".27
Entre 1720 y 1725 se enzarza Losada en otro cruce de libelos contra quienes
atacan a la Compañía, persistiendo el cerna de la alternativa de cátedras y otros
anrijesuíticos. Pocos de los escritos de esta nueva polémica ofrecen ponderación y
mesura, ya que son sangrientos ataques literarios los que se cruzan. Losada entra
en liza ahora con ocra "Carca al P. General de la Merced" que firma en esca oca-
sión como "un apasionado suyo sevillano, Antonio de Robles" y fecha en 1720, ca-
lentando más el ardiente cotarro28 .
Aparece una furibunda respuesta donde Losada aparece casi nominalmente y
hay nuevas réplicas del jesuita que ya contradicen ampliamente la caridad cristiana
y el decoro.
La primera es una "Carca de corrección fraterna al Rvdo. P. Fr. Juan de Sando-
val, del Gremio y Claustro de la Universidad de Salamanca, catedrático de Vísperas
en infusión"29 , del 14 de abril de 1722, que Conina Iceta atribuye a Losada, aun-
que éste había jurado solemnemente -anee la polvareda levantada- que no era suya30.

27. Torres Villanocl , Die&'<>: Vida. Edici6n crítica de DámasoChicharro. Madrid, Cátedra, 1894, p. 23.
28. Archi vo de l.oyola Sociccaiis l~u. Scc. M iscelánea, t . I, pp.83-99.
29. Archivo de Loyola Socieram r~u. Scc. Real Colegio de Salamanca.
30. El P. Corcina piensa que Losada no perjuró porque el juramento de que no era el autor de la
carca fue proferido bajo la sutileza moral de la restricción mental.

246 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES Vfl.l.ARROEL

La segunda es el opúsculo "Protesta y declaración, declaración y protesta que


hago yo el doctor José García de Sarmiento... y catedrático de Retórica, jubilado,
etc ... contra un poeta desconocido que me puso por ataharre de un papel desbo-
cado, el cual corrió sin freno por Salamanca el martes día 14 de abril del año 1722,
dejándome descubierto a las carcajadas de todo mono bribón"31 . Se publica cua-
tro días después de la anterior y en ella se propone como auror a un personaje real,
clérigo secular, que con seguridad no es su autor, pero al que, al aparecer atacado
en la "Carta de corrección ... " anterior, se le atribuye este texto como respuesta,
cuando es una burla contra su persona32. Algo exactamente igual que lo que ocu-
rre con el testamento que nos ocupa y que Losada hace otorgar a Torres. Los estu-
diosos también hacen autor del texto a Losada, que tenía preparada coda una bate-
ría de textos de ataque (el anterior, éste, el siguiente... ) que sacó cada poquísimos
días. El P. Cortina acepta la atribución realizada por el P. Uriarte, quien afirma
que, no obstante figurar en el ejemplar que conserva la Universidad una nota al
margen de la misma época con la atribución a Losada, existen otras posibilidades
de atribución y cita a Vicente de la Fuente33, que se inclina a creer, y eso parece lo
más cierto, que debe de ser "cosa de Torres"34.
Casi inmediatamente aparece otro panfleto: "Defensa de la verdad contra una
pública mentira que infama al Sumo Pontlfice, al Rey Católico, a la Sagrada Reli-
gión de los Predicadores, a la Compañía de Jesús y a otras personas religiosas y g ra-
ves. Impreso en la Vera-Cruz, en casa de Juan, que es boca de Verdades. Vive en Ja
calle de la Paciencia, junto a Zurradores"35. En él ataca Losada al P. J uan de San-
doval, dominico, autor de textos contra los jesuitas ya desde la polémica de la al-
ternativa y, sobre todo, de uno contra las "calumnias" antijesuícicas más frecuen-
tes. La argumentación de la "Defensa... ", que pretende firme el autor, aún deja
resquicios para los insultos en forma de "explicación del abecedario", donde tilda
a los enemigos de los jesuitas de asesinos (A), basiliscos (B), canes rabiados (C),
dragones (0 ), etc. .. Tras este cexco, que cree contundente -y lo es-, Losada promete
un descanso.
En este conflicto no aparece Torres muy claramente, aunque no debía estar
muy lejos del asunto, como hace pensar la atribución de la autoría de la "Protesta

31. Archivo de Loyola Societatis Icsu. Papeles Varios del P. Manuel Luengo, F. XX, pp.315-317.
32. Peculiarísima persona, pero no dada a polémicas. Torres en su Vida (cfr. la cdici6n de la Vida de
Manuel María Pér~ Lopez que venimos citando, p. 104) nos habla del famoso personaje, D. Pedro José
García de Samaniego de La Serna, profesor suyo de Retórica. lncompecencísimo y poco cumplidor, no sa-
bemos por qué merece este ataque de Losada, salvo porque no simpatizaba con los jesuitas, cosa que era pe-
cado grave para Losada.
33. La Fuente, Vicente de: His1oria de las Universidades, colegios y demás mablerimien1os de mset1anza en
España. Madrid, 1869, t . 111, p. 246,
34. Uriarte, José Eugenio de: Op. cit., c.III, p. 104.
35. Archivo de la Universidad de Salamanca. Sec. Papeles Varios, nº 46, pp. 235-269.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 247


RICARDO LÓPEZ SERRANO

y declaración ... ", a no ser que se le atribuyese cualquier escrito ancijesuítico, cosa
no excraña, pues Torres no ocultaba su postura en concra de la Compañía.
Desde 1722 se viene arrastrando un problema interno de la Compañía en re-
lación con el Colegio de los Irlandeses, regido por ella, pero que aviva los ataques
a los jesuitas no sólo por dar pie a sus avisados enemigos sino porque incluye el
asumo del derecho a la exención de diezmos anee el obispado salmantino. De
nuevo surge la polémica y Losada tiene que salir a la palestra. Antes no lo había
hecho por tratarse, como hemos dicho, de un problema interno de la Compañía.
Ahora insiste con eres escritos breves que comparten cículo: "Carta de uno de la
cerrulia de Burgos a uno de las alcobas de Salamanca''36 en los que Losada va su-
biendo el cono de ataque desde la primera carca, más mesurada, o la segunda, con
un humor caústico y grosero37, hasta la tercera que uciliza la descalificación de los
adversarios como forma apologética. Sus fechas de aparición, muy cercanas, son: el
3 de enero, el 12 de enero y el 2 de febrero de 1723.
A partir de este momento, el problema se interioriza en la propia Compañia y
Losada, que sige interviniendo en él, no publica ningún ocro escrito al respecto.
Pero en 1725, por si los ánimos escaban ya calmados, aparece de nuevo Losada con
otro escrito de defensa de los jesuitas, más mesurado y genérico, con el título de
"Papel de capa y espada, donde la fuerza de la razón defiende a la sagrada religión
de la Compañía de Jesús, escrito por don José Antonio Rodilla y Chacón, del há-
bito de S. Juan, caballero aragonés. En Cosmópoli, año de 1725"38.
En la utilización ancijesuícica del asunto del Colegio de los Irlandeses no pa-
rece haber intervenido Torres para nada, pese a que nos enconcramos en fechas muy
cercanas a la aparición del tescamenco que nos ocupa. ¿Cabe pensar, pues, que en
sus racos líbres, Losada aguzaba su pluma satírica con ejercicios de escilo ancico-
rresanos?
Pero surge otra gran polémica en la que canco Torres como Losada intervienen,
cruzándose, naturalmente, escricos y puyas, pero la creemos posterior a los cesca-
mencos que nos ocupan. El asumo nos parece ahora irrelevante, pero levantó una
enorme polvareda. Los jesuicas de Amberes, bajo la dirección del padre Bolland (y
por eso llamados bolandistas), acometieron la ciclópea carea de revisar, siguiendo
el calendario, el santoral general de la Iglesia para expurgarlo de micos, leyendas,
fábulas, imprecisiones y falsedades y mantener sólo lo hiscóricamence comprobado
de las biografías de los sancos. La carea es cocalmence encomiable, pero, por venir
de los jesuitas y pensar sus opuescos que lo que pretendían era menoscabar a otras

36. Archivo de Loyola Societacis le$u. Sec. Miscelánea, c. 1, pp. 16 1- 164, 199-206 y 209-231.
37. Un ejemplo: Paniendo de que el signatario de un documento que defendía los derechos del obis-
pido a los diezmos, el Dr. Orduña, debía de padecer algún defecto ocular, Losada, al modo del Quevedo más
cscato16gico, Uega a decir que su ojo es tan penoso que más que órgano de la visión es un ojo del culo.
38 . Archivo de Loyola Sociemis Jesu. Sec. Miscelánea, c. 1, pp. 115-155.

248 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39. 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES Vll.J.ARROEL

órdenes religiosas empequeñeciendo a sus sancos y atacando casi el dogma, se sus-


cita de nuevo la lucha, que fue larga y encarnizada39.
Losada, pese a su salud y a sus años, intervino denodadamente. Torres, a quien
personalmente nada le iba ni le venía en el tema, salvo su devoción por algún sanco
de los "expurgados", su agradecimiento a los dominicos o su deseo de pagar a los
jesuitas y a Losada con la misma moneda, también interviene.
Hemos dicho que creemos que esta polémica es posterior a los testamentos
que escudiamos4o y no nos detendremos en ella. Baste decir que el P. Losada lu-
cha contra dominicos y cistercienses y publica sus acostumbrados ditirambos. Con-
tra los primeros edita al menos tres textos (que acarrean las consiguientes répli-
cas airadas) bajo su pseudónimo más famoso, el de "Luis López, cura de Morille".
Losada lo emplea varias veces porque sus adversarios identifican el pseudónimo con
él4 1 • Desde ahora Losada lo emplea sin rebozo. Lo curioso del caso es que Luis Ló-
pez fue un personaje real de la época, que antes de ser cura de Morille lo fue de San
Pedro de Rozados. Por qué usurpó Losada su nombre y por qué el cura de Morille
permitió que se usase es un enigma.
En esta polémica terció Torres con una obra publicada en 17 38, o sea, al co-
mienzo del conflicto, en la que defiende la nobleza familiar de Seo. Domingo4 2 •
También se le atribuyó, sin auténtico fundamento, uno de los escritos que replica-
ron a la "Cana familiar a Mesa" de Losada, con la que éste rompió las hostilidades
contra los dominicos43 . Quizá la única razón de esta atribución es que Losada
pensó que podría ser de Torres.

39. En Salamanca fue can incensa y furibunda como la de la alcernaciva de las cácedras. No obscance,
la polémica fue ecuménica, como el santoral que los bolandistas querían limpiar. La obra, los .. Acta Sane·
torum", prosiguió hasta alcanzar en 1770 los 49 volúmenes, eres de los cuales se publicaron en España eras
la expulsión de los jcsuiras en 1767.
40. La polémica conocida como la de los bolandistas transcurrió desde 1738 a 1744, aunque coleó
hasta 1760. Ya en 1695 la lnqujsición prohibió 14 comos de las • Acta Sanctorum", que fueron autorizados
de nuevo con ligeros retoques en 1716. Entre las órdenes religiosas, las más belicosas fueron los carmelitas,
los dominicos y los cistercienses. Los primeros porque seguían defendiendo su origen directo en el profeta
Elías, los segundos porque se dudaba de la extirpe noble de Sto. Domingo de Guzmán y los terceros porque
se dudaba de la historicidad de unas tórridas centaciones vencidas por S. Bernardo de Claraval.
41 . Una de las réplicas de Losada fue prohibida por la Inquisición en junio de 1741. El en recurso
que el jesuica eleva, emplea una vez más, si es que no miente, la restricción mental. La Inqujsición parece
que no arredró al polemista, que no baja el cono de sus escritos, debiendo ser amonescado por sus propios
superiores y por un compañero, Miguel de Sagardoy, que en un escrito a favor de los bolandistas defiende
las tesis de Losada pero le censura por su descemplanza.
42. Se traca de "Soplo a la justicia, alentado por el general escándalo y panicular miedo producido
por los excusadas disputaS e impercinences d ispuradores de la innegable e indeleble noble-m del Excmo. y
Smo. Padre Domingo de Guzmán·. Salamanca, 1738.
43. Se rraca del escrito. firmado bajo el pseudórumo de ..el sacriscán de Canarias.., personaje que re-
plica al cura de Morille, que se titula: .. Honra de los muertos, luz de los vivos y entierro de la Carca Fa-
miliar del cura de Morille en favor del glorioso sanco Domingo de Guzmán y sus ilustres parientes... Sala-
manca, quizá en 1738.

SAl.AMANCA, Revista de Estudios, 39, l 997 249


RICARDO LÓPEZ SERRANO

Repasando estas polémicas observamos que, al menos de cara, no participó


tanto Torres en ellas como para suscitar la inquina de los jesuitas en general y de
Losada en particular.

Razones de la enemistad: Está históricamente comprobada la animosidad que


la Compañía de Jesús sintió por Torres y ya hemos dado algún indicio de ella. No
es menos cierta la enemistad que Losada sintió por D. Diego. El tan citado P. Cor-
tina lo dice claramente: "Sin ningún riesgo de error podemos afirmar ( ... ) que no
hubo adversario con quien Luis Losada mantuviese batalla más larga y por tanto
más sangrienta como la que sostuvo con el insigne "piscator" salmantino ... "44. No
hay estudioso de Torres que no destaque la inquina jesuítica contra el salmantino,
dentro y fuera del ámbito universitario45, y ya hemos mostrado algunas de las es-
caramuzas de este enconado combate, con ocasión de las cuatro polémicas referi-
das, una de ellas posterior a los testamentos de este estudio.
Un ejemplo más, por claro y porque coincide con la fecha que proponemos
para el testamento de Losada. En 1727 la Compañía celebra en Salamanca las ca-
nonizaciones de S. Luis Gonzaga y de S. Estanislao de Kostka con una serie de ac-
tos muy solemnes, entre los que destaca una procesión bufa, mascarada o mo-
jiganga. La crónica de los actos y sobre todo de la mascarada es el tema de una obra
en verso, La juventud Triunfante.. ., escrita por Losada en colaboraci6n con los pa-
dres Francisco José de Isla, Butrón, Mújica y Francisco Javier Idiáquez. Como se
ve, una obra casi colectiva dirigida por Losada46.
Aunque no venga a cuento, a lo largo del texto hay algún ataque a Torres, pero
hay _que destacar en este sentido la descripción de la mojiganga o procesión bufa,
pues es en ella donde más se ataca a Torres.
La procesión consistió en un desfile laudatorio para la Compañía con persona-
jes alegóricos referidos a las "dotes" (o cualidades) de la misma y a los "trofeos" (o
elementos malos que ella vence). Uno de los "trofeos'', el Desvarío, estaba encar-
nado tan inequívocamente por Torres, que los espectadores se fijaron tanto en el
personaje concreto que no captaron su simbolismo47. La obra afirma claramente
que el Desvarío se creó representando a Torres.
En otro crofeo, el del Estudio Filosófico, aparecen dos astrólogos. Como vere-
mos en el testamento de Losada, la dedicación de Torres a la Astrología, tanto en

44. Corcina keca,Juao Lu is: Op. cic., p. 287.


45. Un ejemplo de entre los muchos que podrían aducirse. Cuando la lnquisición prohibe en 1743
el libro de Torres Vida Na.t ura/ y Católica, publicado crece años antes, lo hizo por las denuncias presenta-
das en Valladolid por los jesuicas Bazcerrica, colega de Torres en la Universidad, y Casani, miembro del
Sanco Oficio.
46. Cfr. Cortina lceca, Juan Luis: Op. cit., pp. 298-305.
47. El rexco cuenca gue D. Diego vio la procesión y, con una reacción muy típica en él, se incorporó
a ella al lado de su personaje. La gence, señala la obra, no discinguía cuál era el personaje real y cuál el ale-
górico.

250 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VíllJ\RROEL

su cátedra como en sus almanaques, es uno de los frentes de ataque de Losada a


D . Diego por aquel entonces. Torres, pues, aparece de nuevo en la mascarada, ahora
sólo aludido, aunque la descripción de los astrólogos, en la juventud triunfante.. ., se
traza curiosamente sobre los mismos elementos que Losada usa en el tescamento.
No hay, pues, error. También los escenógrafos de la mascarada crearon las figuras
de los astrólogos pensando en Torres.
Pero no acaba aquí la presencia de Torres. En el cestamenco de Losada se le fus-
tiga por mal poeta varias veces. En la mascarada, como otro "trofeo", aparecen dos
poetas: Mingo Revulgo y el Poeta de los Pícaros. Este, de nuevo, es sin duda To-
rres, que cu.lciva una vena poética popular escrita en dialecto charro, con gran di-
fusión y éxico encre el público salmancino. La alusión a Torres es clara, pues el texco
de la mascarada se burla de "las musas cerriles vestidas a la usanza de la cierra".
Al día siguiente de la mojiganga referida se celebró ocra donde, junto a perso-
najes del Quijote, desfila "un astrólogo estrafalario" (de nuevo e inequívocamente
Torres) que mide a compás las proporciones pintadas en un trasero humano. Pero
no para aquí esta procesión y como personaje aparece D. Diego nuevamence, ahora
mero símbolo de sí mismo: "Otro remedaba en el vestido, en el gesto y en los ade-
manes a un loco llamado Diego, muy conocido en Salamanca ... ". Los autores del
texto se hacen lenguas de la "propiedad del remedo", cal "que pasó por identidad
la imitación".
Tal protagonismo de Torres en un festejo oficial de la Compañía sólo se explica
porque se corresponda con similar protagonismo en la inquina jesuítica. Pero, ¿por
qué? No parece que la razón sea la destacada intervención del salmantino en los
ataques a la Compañía. En las polémicas citadas no es D . Diego, como hemos visco,
ni el adalid d e sus enemigos ni el más agresivo de ellos. Tampoco su relevancia aca-
démica era canea como para constituirse, él solo, en enemigo firme de la poderosa
y bien unida Compañía.
Tampoco parece razón el enquiscamienco del rencor mucuo entre la Compañía
y Torres durante años. Aquella es un colectivo demasiado numeroso para mante-
ner una lucha can desigual con un solo enemigo. La animosidad de los jesuicas con-
tra Torres fue cierta, pero creemos que duró canco y que fue can virulenca porque
Losada la asumió como cosa personal. Es decir, independientemente de que Torres
molestase a la Compañía -y creemos que es lo más que pudo hacer, teniendo en
cuenca que a D. Diego a menudo se le iba la fuerza por la boca- fue Losada quien
sintió más aversión por Torres. Aversión no correspondida en el mismo g rado, pues
el propio padre Cortina afirma que, frente a la animosidad de Losada, D. Diego no
reacciona con la violencia que se podría presumir y cica incluso algunas frases, más
bien laudatorias, del salmantino sobre Losada, del que dice que es "maniático,
triste y mesurado" y que, tras esperimencar las virtudes salutíferas de las aguas de
Tamames, las aconsejaba "con su juicio, discrección y ciencia"48. Pero tampoco de-

48. Cortina lceca,Juan Luis: Op. Cit. pp. 288 y297.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 251


RICARDO LÓPEZ SERRANO

bemos engañarnos, pues Torres lanzaba fuego graneado a veces, aunque el calibre
de su munición siempre fue menor que el de Losada. Enemigo pequeño Torres
contra la poderosa Compañía, Losada no participa en la lucha tanto como artillero
de los jesuitas cuanto como enemigo personal. Téngase en cuenta que esca ene-
mistad no se basa, por ejemplo, en rivalidades profesionales directas, pues Losada
no perteneció nunca a la Universidad, aunque defendió continuamente los intere-
ses de los jesuitas en ella.
Tampoco creemos que la inquina sea la visceralizacion de posturas científicas
antagónicas, en un siglo en el que las diferentes actitudes científicas devenían rá-
pidamente en apologética cuando no en simple disputa. No lo es porque, pese a
todo, las posturas científicas de Losada y Torres no fueron tan diametralmente an-
tagónicas, aunque hay un factor "científico" que pudo encender desde el principio
la mecha del odio de Losada. Recien llegado a Salamanca, se encuentra con que un
joven de 23 años, con fama de alocado, comienza a publicar algo tan anticientífico
como los almanaques. A un Losada ya maduro -37 años- y educado en el rigor un
tanto esclerotizado de la Escolástica, esto debió escandalizarle e indignarle corno a
otros muchos (por no decir a todo el claustro universitario) que atacaron a Torres
por ello durante toda su vida, sin darse cuenca de la sutil ambigüedad que tales
pronósticos encerraban y de que seguramente el propio autor no creía en ellos aun-
que de ellos medrase. Menudearon desde entonces las polémicas encre D. Diego y
contrincantes tan poderosos como Feijoo, Martín Martínez, Mañer, el padre Isla,
etc ... Los almanaques, que acarrearon a Torres riqueza y desprestigio intelectual,
quizá también sembraron la semilla de la inquina de Losada, indignado por la
osada superchería -él tan ahormado en el rigor jesuítico- de las adivinaciones de un
joven tan irreverente con la ciencia.
Pero, como hemos dicho, las posturas científicas de Losada y de Torres no eran
tan absolutamente contrarias, pues ambos tienen clara la decadencia de la ciencia
española y la necesidad de cambiarla desde la raíz de sus supuestos filosóficos y
científicos. En este sentido, ambos conectan con los llamados "novatores". Losada
desde sus condicionamientos jesuíticos, siendo en palabras de Manuel María Pérez
López uno de los pocos "defensores no asilvestrados" de la Escolástica, y Torres pro-
moviendo, aunque visceral y desordenadamente, la crítica contra una Universidad
hueca y anquilosada y contra una ciencia inane, limitada a defender con uñas y
diences su exoesqueleto. Losada apuntalando en su Curso Filosófico lo que cree sal-
vable de la Escolástica. Torres, sin pizca de nostalgia por el pasado y sin abrir ca-
minos científicos, denunciando per fax et nefax que los anteriores no llevaban a
ninguna pane y divulgando, corno luego los ilustrados, por lo menos los rudi-
mentos de algunos aspectos de lo que intuye que debe ser la ciencia renovada49 .

49. Para lo referido a la acticud inceleccual de Torres, vid.: Torres Villaroel, Diego de: Vida. Edición
de Manuel María Pérez López. Madrid, Espasa Calpe, 1990. Pp. 9-29.

252 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORR ES VIU.ARROEL

Torres, como debelador intuitivo de la pseudociencia del momento, no tenía


necesariamente que haberse enfrentado con Losada, que iocenta también expurgar
la Escolástica de las adherencias espúreas acumuladas a lo largo de siglos de rutina
filosófica y de dogmatismo. D. Diego no fue un ilustrado, ni creó un corpus cien-
tífico nuevo con el que oponerse al sistema dominante, ni aportó nada personal al
avance científico, pero Losada tampoco fue un pionero, pues el corpus filosófico de
su Curso no fue otra cosa que una releccura de la Escolástica del P. Suárez. Nin-
guno defendió la renovación científica atacando el bastión conservador del otro.
Creemos, pues, que el odio de Losada por Torres y el menor de éste por aquel se
debió más que a la incompatibilidad científica a la de caracteres y a la de educa-
ción. Torres autoeducado a saleo de maca y por ello contradictorio y desordenado,
y Losada educado en un sistema pedagógico sin resquicios de duda y por ello mo-
nolítico.
Opinamos, aun a riesgo de equivocarnos, que la enemistad no estribó en las
posiciones científicas de ambos ni, del codo, en sus enfrentamientos en asuntos
concernientes a la Compañía (ni cantos ni can virulentos, al menos por pacte de To-
rres). La causa de la antipatía debió ser visceral, "cuestión de química", como se di-
ría ahora, y surgió primero en Losada, que ve en Torres un adversario de la Com-
pañía y, sobre codo, un prototipo de lo que él no quiso o no pudo ser, con sus
"genialidades", sus excentricidades, sus contradicciones, sus bufonadas, su corro-
sivo humor, su agresivo descaro, su audacia, su extroversión, su popularidad y su
ambición. Que este cúmulo de insoportables defectos, de los que encima parece
alardear, se opusiese además a la Compañía, fue la gota que hizo manar la irascibi-
lidad del jesuita e inagotables sus inquinas y sus ataques.
Por visceral el odio, los ataques menudearon no sólo con ocasión de polémicas
públicas y doctrinales, sino en cualquier ocasión y con cualquier pretexto. Algo
como si Losada -más que Torres- ejercitase sus armas contra D. Diego para cuando
se las exigiesen más arduas empresas. Posiblemente Torres fue una obsesión para el
rencoroso jesuita, como éste debió ser un doloroso tábano -uno de los más insis-
tentes y dolorosos- en la asendereada persona de D . Diego.

Fecha del te.rtamento: Cortina Iceta y, tras él, otros estudiosos de Torres piensan
que el testamento de Losada tiene que ser posterior a agosto de 1745 y lo basan en
que el jesuita aprovecha la gravísima enfermedad que D . Diego padeció por esas f~
chas y que inició la serie de los testamentos reales del salmantino. Enumera el
P. Cortina, siguiendo las páginas de la Vida de Torres, una serie de circunstancias
adversas5° que no sólo provocaron en éste una profunda desolación espiritual (efecto

50. Escas circuoscancias adversas fueron la orden de recogida y expurgo por parte de la Inquisición
(l 743). seguramente por insrigaci6n de los jesuitas, de su libro Vida Natural y Católica pese a haber sido
publicado, como hemos dicho, carorce años ames. Ese mismo año mucre su amigo y proceccor Juan de Sa·
lazar, con el que Torres sufrió descierro en Francia. A finales del mismo año muere cambi~n el cardenal

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 253


RICARDO LÓPEZSERRANO

de la cual fue el retiro que efectuó el salmantino en el convento de capuchinos de


Sala, donde tenía una celda dotada por él y a su disposición, y la decisión de orde-
narse sacerdote) sino que quebraron su salud. En febrero de 1745 recibe el diaco-
nado, en abril el presbiterado y este mismo mes cae gravísimamente enfermo con
una dolencia intestinal que le pone en peligro de muerte hasta septiembre del
mismo año, pues le provoca en agosto una grave apoplejía. Torres otorga su primer
testamento real y afirma en su Vida, siempre verdad-mintiendo y magnificando lo
que cree que le favorece, que "dicen que me confesé ... y que puse en buena disposi-
ción mi testamento". Ese testamento que otorgó, según le dijeron, casi en la in-
consciencia es el primer testamento real que otorga, pues, aunque Torres en él dice
que está convaleciente y en su "sano juicio y entendimiento natural", lo otorga el 9
de agosto en plena enfermedad. Lo del sano juicio es una fórmula legal garante de
la cordura del otorgante. Pudo ocurrir también que el testamento se redactase
cuando la enfermedad le dio un respiro, pues la crisis más grave ocurrió el 20 de
agosto. Lo que ocurre es que Torres equivoca, con intención o sin ella, la circuns-
tancia del testamento en relación con el momento álgido de su enfermedad.
Basándose en estos hechos y en que el testamento está encabezado como "del
reverendo don Diego de Torres ... ", Cortina propone una fecha posterior al fatídico
mes de agosto referido. También se apoya Conina en que, en el testamento de Lo-
sada, Torres hace llamar como notario al personaje fi cticio ··non ) usto Vero de la
Vencosa, escribano de Apolo". Reconociendo en el P. Losada g ran habilidad para
elegir nombre a los personajes ficticios que creaba, piensa que le llama Justo y Vero
para dar fidedignidad al testamento y de la Ventosa por alusión a las innumerables
ventosas gue le pusieron a D. Diego durante su enfermedad y que éste calcula en
su Vida que fueron al menos trescientas doce.
Toda Salamanca conoció la enfermedad de Torres, pues éste se jacta en la Vida
de que las gentes del pueblo le visitaban y consolaban y de que seguían atenta-
mente el proceso de la enfermedad y sus avatares (extremaunción, testamento, sín-
cope ...). Evidencemence también la conocería el P. Losada. Pensar, como hace Cor-
tina, que su hermano en religión aprovechó la auténtica enfermedad y el
owrgamienco del testamento real para fingir otro literario y fustigatorio, es hacerle
un flaco favor, porque dice mucho de la alevosía del jesuita y muy poco de su ca-
ridad cristiana. No casa el constante afán laudatorio de Cortina por Losada con este
grave error, que memoscaba grandemente la imagen del P. Losada. Afortunada-
mente el testamento de éste no puede ser de esa época, que hemos de retrotraer
veinte años antes, proponiendo la fecha de 1727 por varias razones.
El P. Cortina Iceta y con él algunos estudiosos de Torres51 se apoyan además,
para la datación del testamento en que, en el quinto trozo de su Vida, publicado

Diego de Molina, uno de sus protectores más ilustres, y en 1744 enferma casi mortalmente D. J osé de Car-
vajal y Lancaster, un noble también amigo y protector de D. Diego.
51. Cfr. Torres ViUarroel, Diego: Vida. Edic. de Manuel María Pérez Lópe2 cit., p. 243.

254 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VIUARROEL

en 1750, D . Diego alude a "las exequias que me hizo en unas coplas el año pasado
un poeta macarrónico, can hambriento que no encontró para comer él otra inven-
ción que la de matarme a mí". Pérez López aventura que estas palabras pueden re-
ferirse aJ P. Losada o si no a este testamento. No lo creemos, porque el testamento
no está en verso ni puede ser de 1749. Torres afirma, además, que este panfleto ver-
sificado, "en las historias de los novelescos y ociosos que viven atisbando mi vida,
ésta es mi cuarta muerte". Alude naturalmenee aJ testamento de Losada, pero ¿qué
muerte cuenta el testamento? La cuarta, no.
H ay un aspecto ajeno al testamento, pero que creemos interesante. En 1745
Losada cuenca ya con 64 años y está muy quebrantado de salud. No es verosímil
que a esas alturas de su vida y en tan doliente estado, el jesuita se dedique, por
mucho odio que profese a Torres, a estos juegos ofensivos, y más si tenemos en
cuenca que la ú ltima polémica en la que ambos terciaron, la de la nobleza de es-
tirpe de Seo. Domingo de Guzmán o de los bolandistas, se da ya por liquidada un
año antes.
Pero hay datos en el mismo testamento que nos hacen anticipar la fecha. To-
rres aparece como catedrático de Astrología de la Universidad de Salamanca. Aun-
que D . Diego no enrra realmente en posesión de la cátedra hasca 1732, ya era ca-
tedrático desde 172552 • En el testamento se d ice que al otorgante se le olvidan en
él algunas menudencias "con el afán de la cátedra", lo que parece indicar que el es-
fuerzo de la oposición a la misma debía ser aún reciente como para no haberse To-
rres recuperado de su cansancio.
A Torres se le llama también reverendo, pero este tratamiento no tiene por qué
limitarse a los presbíteros. D . Diego es ordenado diácono y sacerdote en 1745, pero
ya en 1715 había recibido las órdenes menores y el subdiaconado y era, por tanto,
reverendo desde ese año.
Algunos de los ataques de Losada en el testamento se centran en los libros pu-
blicados por D . D iego. Todos los citados o aludidos en él son de 1726 o anterio-
res. Y no es que Torres colgase la pluma por ese tiempo, pues la siguió usando con
canea o mayor asiduidad, o que a Losada los libros posteriores de Torres le parecie-
sen bien. Los libros citados son, pues, sólo los editados antes de 1727, fecha del
testamento: Viaje fantástico (1724)53, Cátedra de morir ( 1726), El ermitaño y Torres
(1726) y S11ma medicina o Piedra filosofal del ermitaño (1726). También se ataca,

52. Esro se debió a dos razones. Torres no cumplió los requisitos académicos para la ~ión hasta
aquella Í«ha. Estos requisitos eran ser licenciado y maestro en artes. Otra razón es el propio sistema de
provisión de las plazas de profesor universitario, según el cual una cltcdra se cubría a la jubilación del pro-
pietario, pero no se posesionaba plenamcn1c el sucesor basca la muerte del primero. En d caso de Torres,
el P. Navarro, que fallece en 1732. Esto se hacía para no cener que dividir los escasos emolumencos de las
cácedras universicarias.
53. Esra obro la refundió Torres en l 738 bajo el título de A11ntomfn de todo lo 11iJible t it11JiJible. Lo-
sada no alude para nada a este hecho ni a este nuevo t ítulo, que le podrían haber dado pie a mayores ata-
ques.

SALAMANCA, Rev1Sta de Esrudios, 39, 1997 255


RJCAROO LÓPEZ SERRANO

como no podía ser menos, a Torres por astrólogo y tanto por sus pronósticos y al-
manaques, que comenzó a publicar en 1718, como por alguna obra sobre el cerna
a la que parece aludirse en el testamento, como es el Entierro del juicio final y Vivi-
ficación de la Astrología (1726), respuesta a una polémica entre científicos, sobre
todo entre Torres y Martín Martínez.
Por otra parte, Losada no aprovecha el filón de ataques que le hubiese propor-
cionado la Vida de Torres, cuyos cuatro primeros trozos hubiesen estado a su dis-
posición si el cescamenco fuese de 1745, pues se publicaron en 1743; ni la prohi-
bición por la Inquisición, en 1744, del libro de D . Diego, ya citado, Vida natural
y católica. Hemos de pensar, pues, desde lo que estos datos sugieren, que el testa-
mento de Losada fue escrito en 1727 y no en los últimos meses, pues, aunque se
ataca a D . Diego por sus largas estancias en Madrid, no se alude a un título d e To-
rres que se refiere a la vida madrileña: Visiones y visitas~ Torres con D . Francisco de
Quevedo en la Corte", edicado en el mismo año.
En el testamento parece decirse que la "enfermedad " que ocasiona el cesta-
menco que Losada hace otorgar a D . Diego ocurre en Madrid, pues las cantáridas
que le prescribieron los médicos se las remiten desde Salamanca; el escribano Justo
Vero de la Ventosa, que Losada crea, lo es de Madrid; los sufragios encargados para
el alma del restante pueden ser establecidos a "voluntad de los cortesanos"; Torres,
en conjunto, reconoce que se ha dedicado úlcimamence "a mentir por minutos y
por instantes a esca Coree"; encre los excluidos del tescamenco figuran "codos los
médicos de esta Coree", ecc ... Es, pues, evidente que Losada hace enfermar y testar
a Torres en Madrid y ocurre que éste, desde los años 1718 ó 19 hasta 1724 6 25
vivió canto o más tiempo en Madrid que en Salamanca, lo que no ocurre con pos-
cerioridad a estas fechas y, sobre codo, en corno al año 1745.
En estas estancias en Madrid D. D iego se procura muy úciles relaciones con la
nobleza, se siente atraído por la Medicina y la estudia basca considerarse capaz de
ejercerla mejor que los médicos oficiales, se enzarza en agrias polémicas y se hace
famoso por el ensalmo con que conjura a los fantasmas -ahora se diría presuntos
fantasmas- del palacio de la condesa de Arcos. De codos estos cernas echa mano Lo-
sada para fustigar a Torres. Si el testamento fuese de 1745, el jesuita hubiese re-
currido a ocros asuntos que, a buen seguro, el vitalísimo D . Diego le habría pro-
porcionado. Si se limita a estos es porque debían de ser los más recientes.
Losada ataca a Torres en el cescamenco por ser un parásito de la nobleza. Así
encomienda su alma a Dios "como he hecho siemp re con las encomiendas de mis
amigos y conocidos, que debiendo tener encera confianza del que nos da codas las
cosas, h icieron muy mal en encomendármelas a mí... ". Más tarde se arrepiente de
haber vivido "engolondrinado en los estrados de este suelo mortal". Luego, al pe-
dir sufragios dice que no se debe espantar nadie porque pide una vez más "quien
ha pedido tantos". Torres es para Losada un sablista servil de la nobleza y un ta-
caño para sus iguales. Cuando más se arrima a los nobles es precisamente durante
las escancias en Madrid antes de 1727.

256 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

También parece aludir el testamento al novelesco episodio de los fancasmas del


palacio de la condesa de Arcos, cuando hace ·legar a Torres "las cuatro palabras de
arrancar espíritus de resistencia de los cuerpos miserables; son a saber: mi alma, mi
vida, mi bien y mi dueño, que son de mucha eficacia... ", con lo que Losada retruca
muy ingeniosamente, pues los únicos espíritus que libera Torres son los de las per-
sonas cuyas finezas pide, y le acusa de paso, si no de mujeriego, de libertino (anees
el otorgante se ha lamentado de haber "apetecido libertad (ójala no hubiese sido
canta)" y de poeta cursi. También los estudios torresanos de medicina provocan, de
pasada, alguna puya al decirse que Diego ha vivido más entregado a las cosas del
cielo (como astrólogo) que "no como médico en lo más caduco de la tierra".
Por lo que se refiere a las polémicas en que Torres se enzarzó en Madrid, hay
datos más concretos en el testamento. Es famoso el hecho de que Torres, en su al-
manaque de 1724, parece que pronosticó acertadamente la muerte de Luis 1 de
Francia. En el testamento lo que más ataques y burlas provoca es la actividad de
Torres como pronosticador. Losada une al catedrático de Astrología con el escritor
de almanaques y se despacha a su gusto en todo el testamento. Ese acierto con-
creto de Torres encendió los debates sobre la Astrología en general y sobre Torres
en particular. Entre los atacantes, que fueron varios, destaca el doctor Martín Mar-
tínez, médico famosoS4, y el jesuita P. Francisco J osé de Isla, discípulo de Losada.
Según éste, Torres no sale bien parado de la disputa (algo muy distinto de lo que
luego D . Diego contará en su VidaP~. pues afirma en el testamento que el sal-
mancino está envenenado de "las repetidas pesadumbres que me han dado de balde
los Críticos del Año veince y seis". Entre estos críticos no se alude, naturalmente,
al P. Isla, pero sí al doctor Marcínez, del que dice que sabe mejor que Torres quién
es éste. Aparece también como beneficiario, eras perdonarle como enemigo público
suyo, de una manda de cien ducados que se le han de entregar el día del Corpus,
o de doscientos si el Corpus se celebra dos veces. Si el testamento es de 1745, la
polémica quedaría ya muy lejana, por olvidada, para servir de ataque, y más si To-
rres y Martínez se hicieron luego amigos. Pero si es de 1727, la polémica es re-
ciente y el doctor madrileño un enemigo de Torres del que se puede echar mano
en el testamento.
Finalmente, un dato aún más claro. Torres deshereda a todos los médicos de la
Coree porque le han tratado can mal en "sus malditas respuestas" (seguramente las
de la polémica de 1726) que son los responsables de que se vea en el estado de pos-

54. Fue además cacednitico de Anacomía, Médico de Omara y uno de los componences del tribu-
nal que ocorgó a Torres la licencia para ejercer de médico. Hombre abierto y roleranre, muchos esrudiosos
lo cuencan encre los º'novarores" o iluscrados del momenco, en este caso entre los ··novacores.. sevillanos,
pues perteneció a la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla.
55. Torres afirma que la polémica se enfrió cuando amenazó al doccor Marcínez con publicar cada
semana los pacientes que se le morían. El doctor se asustó, pidió perdón y Uegó a ser amigo del salman-
tino, si hemos de creer a éste. Desde luego, si esca amiscad fue cierra y el cescamenco es de L745, no cen-
dría objeto que Losada utilizase al doctor Martínez contra Torres en el cesramento.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 257


RlCARDO LÓPEZ SERRANO

tración que ocasiona el testamento, y "es una lástima que un mozo, como yo, de
can buenas esperanzas, se vea así maltratado ... ". Si el cescamemo es de 1745, To-
rres ya tiene 51 años y no es tan mozo, pero si se escribió en 1727, Torres lo es más,
pues ciene 33 años.
En resumen, creemos seguro que el testamento lo escribió Losada en la primera
mitad de 1727, el mismo año en que se publicó, como hemos dicho, La}uventud
triunfante.... ¿Por qué este año en que no había ninguna polémica abierta entre am-
bos contendientes? Quizá porque Losada entretenía sus ocios en fustigar a Torres.
Otras razones son difíciles de aventurar.

Testamento del P. Luis de Losada:


El testamento, de estilo desenfadado y ligero, ensarta referencias lesivas para
Torres, basadas canco en su temperamento y en su aspecto físico como en su dedi-
cación intelectual, contrapuestas todas a su condición de catedrático y de eclesiás-
tico, condiciones de las que evidentemente Torres no es digno para el jesuita, in-
dignidad que se percibe hasta en la rafa de la enfermedad que le hace testar, que
no es física sino un "ahico filosófico y moral", d el que se recupera pero no del todo,
pues sólo lo hace en "el habla de una suela".
Entre los elementos de burla a Torres figuran, en primer lugar, los referidos a
su físico con una carga de profundidad: el judaísmo de D . Diego que su aspecto
evidencia. Torres es por éste un sayón de paso de Samana Santa. Si ni a eso se presta,
porque puede molestar a los buenos cristianos, su cabeza debe recalar en las taber-
nas -por tacaño y pronosticador de malas cosechas- o sobre las camas de las casas
de las cortesanas -por sus engaños astrológicos y por su afán de figurar-. Téngase
en cuenta que en el siglo XVIII si no hay, quizá, un rebrote de antijudaísmo en la
sociedad española sí puede decirse que se mantiene el antisemitismo. P recisamente
por ataques como éste, D . D iego en su Vida destaca mucho la humildad de su es-
tirpe, pero también su clarísima condición de cristianos viejos.
Ataca luego Losada su temperamento frívolo y alocado, pese a su clerecía, con
palabras como pícaro y orate (el juego verbal más ingenioso del testamento). Tam-
bién se le acusa de aficionado al baile y a las mundanidades, y de narcisista y pro-
clive a la popularidad, sobre codo entre las mujeres56.
Esca vida frívola la ejerce sobre todo en los "estrados de la Corte" y conecta con
la acusación de su interesado servilismo anee los nobles frente a la tacañería con sus
iguales. Tacañería -S. Pedro Regalado- y mundanidad -S. Pascual Bailón- le hacen

56. Quizá por esto destaca Torres en su Vida que uno de los pecados que no comeci6 fue el de lu-
juria, pues sobre el origen de la grave enfermedad que sufrió en 1745 afirma rotundamente que no es de
origen venéreo "ni en herencia, ni en hurto, ni en cambio, ni en empréstito había recibido semejantes mue-
bles" (p.224).

258 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


OONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES Vll.LARROEL

elegir sus patronos a este personaje que, pese a ser judío, es "más cristiano que ge-
neroso".
Otro defecto del que se le acusa es de vanidad, que condiciona las disposicio-
nes sobre el destino de sus restos que, si gozan de la incorruptibilidad que Torres
cree lógica, han de exponerse a la admiración popular, aunque menos frecuente-
mente que en su vida. Pero apostilla que, si la incorrupción no se logra, ni los pro-
pios gusanos han de querer sus carnes, amargadas por los ataques que sufrió en la
ya aludida polemica de 1726.
Mentiroso también es y por ello Las misas que se le apliquen deberán estar más
llenas que de ordinario de verdades, para contrarrestar las pocas que D. Diego dijo
en vida. Acostumbrado a pedir siempre y de todo, pide también sufragios, pero
más almuerzos y meriendas, porque estos, más que las oraciones, son los que sacan
a su alma de penas. Gorronería y gula también, por lo visto, le caracterizan.
El testamento también dice de él que es valiente, discreto y galán, pero con el
mismo sentido con el que se dicen estas palabras en jácaras, sainetes y coplas de
ciego de los ahorcados)7.
Respecto a su vida intelectual, sobre mentiroso, mal poeta y mal escritor (se
citan, como se dijo, títulos concretos de obras de Torres). se Le acusa sobre codo por
su dedicación a la Astrología y por la redacción de almanaques. Esca es la acusa-
ción principal que entrevera de principio a fin el testamento de un lunático por
loco y por astrólogo. Tan mal escritor es que, para salir pronto del Purgatorio, no
tendrá más que escribir, por no aguantar las ánimas "el mal olor de mis postdatas".
Lo de astrólogo se califica por sí mismo por ser profesión de locos y mentirosos, y
lo de pronosticador, aunque acierte aparencemence, es baladí porque los animales
también pronostican el tiempo, aunque no publican sus pronósticos por conside-
rarlos "de menos valer".
Creemos que los disparos no son meras salvas y ya hemos citado algunos frag-
mentos de la Vida de Torres en que se defiende de estos o de otros ataques similares.
Algunas alusiones hay a personajes reales o inventados, tales como la Dama
Curiosa, que no hemos identificado, Paracelso y el doctor Martínez. Los eres po-
drán, según el tesramenco decir mejor que el propio Torres quién es. El doctor
Martínez ya ha aparecido en estas páginas como el principal contrincante de
D . Diego en la citada polémica de 1726. Teofrasto fue un filósofo y naturalista ale-
mán, muerto en el siglo XVI, perseguido por sus ideas y más por su práctica de la
Medicina. Evidencemence Torres no estaba muy de acuerdo con sus ideas, como pa-
recen indicar los dos testamentos que estudiamos. Se cita como beneficiario de una

57. A esra acusación quiz;I se refiere D. Diego en la Vida (p.199). Si ello es así, el salmancino de-
bió senrirse herido por el resramenro de Losada y no lo olvida, put:s dice que .. un tropel de ingenios ham-
brones, presumidos y desesperados ..... malmetieron .. mis cosrumbres con las de Pedro Ponce, el hermano
Juan y orros embusteros y foragidos de esta casta". Ambos personajes eran bandidos popularizados en ro-
mances y coplas de ciego.

SALAMANCA, Revista d e Esrudjos, 39, 1997 259


RICARDO LÓPEZ SERRANO

silla de monear al autor de una Carta de Paracelso, pero tampoco conocemos su


identidad, ni las de J osé Minayo e Isidro López, albaceas en el testamento. El otro
albacea, el doctor Aquenza, es Pedro Aquenza, médico y escritor español de la
época, médico de Cámara de Felipe V y quizá uno de los protectores de Torres en
la Corte.
Alonso de Madrigal, el Tostado, no necesita identificación. El Sarrabal de Mi-
lán, en cuya ausencia Torres pronostica, fue un astrólogo m ilanés del s. XVII, pre-
cursor de D. Diego como almanaquero. Sus obras se d ifundieron en España, in-
cluso tras de su muerte, y no quizá sin la intervención de Torres, que luego tuvo
con los editores algún rifirrafe por supuesta competencia desleal.
No queremos dejar de referirnos a dos ingeniosas alusiones. Losada llama a To-
rres Esférico Alcides porque, como otro H ércules, creyó sostener sobre sus hom-
bros la esfera del universo con sus pretendidos saberes, contrarios a los rectos co-
nocimientos de los expertos. En otro lugar del testamento, el fing ido otorgante
pide q ue su cuerpo -su canal- se embalsame no con bálsamo sino con "aceite de los
Ursinos", ingeniosa y malévola alusión q ue puede referirse a A na~- de la Tre-
mouille, princesa de los Ursinos (1641-1722), influyente anee Luis XIV y en la
Guerra de Sucesión española. Se sospechó de ella en relación con la muerte de va-
rias personas por envenenamiento (¿por el aceite?). Al morir a los 81 años su espí-
ritu y más su cuerpo habían resistido sorprendentemente bién los ataques de los
años (¿por los aceites o afeites?). Par ambas razones la alusión vale para Torres, que
envenenó a los lectores con sus obras y que quiere que su cuerpo no se destruya
para consuelo de sus cursis admiradoras.
El testamento en conjunto, pese a su malevolencia, no deja de ser ingenioso,
muy en el gusto del barroco decadente de la época.

TESTAMENTO DEL REVERENDO DON DIEGO de Torres y Villarroel, Cate-


drático de Astrología, en la Universidad de Salamanca.
En el nombre del Señor. Sea a todos manifiesto y notorio que yo den Diego de Torrres y
Vi//arroel, por la gracia que tengo en todas las cosas Astrólogo en entrambos Derechos, en to-
des los Reinos de España, y en los adyacentes, así en la tierra cqmo en el Cielo, y en ausen-
cia del Sarrabal de Milán, judiciario, ultramarino, y del Consulado del Mar: hallándeme
agravado, en grande manera, de un ahíto filosófico y moral que pasó, como dicen los fari-
seos de mi cámara (que por arte del diablo saben lo que pasa dentro de cuatro paredes), a le-
targo que me tiene sin esperanzas de vida, me restauraron el habla de una suela, no más, las
cantáridas que me remitieron de Salamanca y me hallé dispuesto alglÍn tanto para ordenar
mis cosas. Y por cuanto no es lo mismo hacer Viajes Fantásticos que hacer el viaje de la
muerte, hice llamar a D. J ttsto Vero de la Ventosa, escribano de Apolo en su real Parnaso y
domiciliado en esta Corte a pleitos de juicio con un cachipoeta; y pagado y requeride de su
cierta ciencia y oficio, escribió las siguientes postrimerías conforme al tenor de las Ordenan-
zas de Caballeros Aventureros.

260 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VIUARROEL

Primeramente, como cristiano temeroso de Dios, encomiendo esta pícara alma en las ma-
nos del Criadqr, como he hecho siempre con las encomiendas de mis amigos y conocidos, que
debiendo tener entera confianza del que nos da todas las cosas, hicieron muy mal de en-
comendároielas a mi, que me precio máJ de cristiano que de generoso. Por tanto, Señqr, atento
que siempre he vivido todo entregado a las cosas del Cielo y no, como médico, en lo máJ ca-
duco de la tierra, segunda vez os encomiendo mi alma; y supuesto, Señqr, que lo mismo será
dejar mi alma las prisiones terrenas de este cuerpo que irse retozando a los trigos, os suplico
que, como buen Pastqr, la tireis piedras de gloria con la honda de vuestra piedad para que
se vaya derechamente al peso de san Miguel, pese lo que pesare, que yo sé que lo máJ que ten-
drá de falta será un escrúpulo. Y por el instante físico en que con notable riesgo me hallo,
hago propósito firoie, si de este accidente convalezco, mudar de vida con toda verdad de co-
razón conforme a la doctrina que di a España en mi Cátedra de Morir, ofreciendo para este
fin vender la esfera, el compás, los anteojos y el candil y comprar un saco, un cilicio y unas
disciplinas que domen este cuerpo traid.or, tan engolondrinado en los estrados de este suelo
mortal, Para este fin quiero y deseo que sean mis intercesores san Pedro Regalado y san Pas-
cual Bailón, a quienes siempre he sido muy devoto; pero si esto no conviniere, mando todo mi
cuerpo a la tierra, hasta los ojos azules, y quiero que primero lteven el menudo y después la
canal, preparada en lugar de bálsamo con aceite de los Ursinas para que no se les alborote
la madre a las afligidas damas que sobre este malogrado Narciso viniesen a desatar las co-
rrientes aljofaradas de sus ojos.
ltem, si falleciese en crecientes de luna, es mi voluntad que guardando respetos a los do-
cumentos matemáticos, se dilate mi entierro hasta el menguante, a fin de /.a conservación, no
siendo justo que dil todo perezca el que ha dado con su pluma vidas y 1nuertes a todas las
plantas en el concierto de sus estaciones y desconcierto de mi juicio, residenciando los podero-
sos del tribunal de mi chanza. Por tanto, libre mi cuerpo de la común corrupción, con la di-
cha providencia se podrá manifestar al pueblo y a los c11riosos devotos de los peregrinos, no a
todo trapo, como ahora me doy a ver, sino en días señalados; es a saber: los días en que des-
mayanda pálidas las esferas, se eclipse el sol u otro astro, sea de hambre el eclipse o de dar-
mir al sereno, y todos los días o noches que granizase o padeciesen alguna sediciosa altera-
ción los cuatro elementos, que a 11ista de mi esqueleto sosegarán atentos sus indignadas
cóleras. Y si as{ no se lograse mi incorrupción, es mi placer que juntamente con mi cuerpo se
les deje de comer a los gusanos, porque no han de querer comer mis carnes, tan envenenadas
con las repetidas pesadumbres que me han dado de va/de los críticos del año 11eintiseis sin
1

que yo pudiese ni prevenirlo ni saberlo, pues no quisieron decínneio los astros o yo no supe en-
tender sus bellaquerías.
ltem es mi voluntad que mi cuerpo sea enterrado en iglesia, que se camen minuetos y re-
citados y haya violines y violones y que lleven mi cuerpo entre seis maestros de danzar. Quiero
también que la caja en que ha de ir mi cuerpo sea adamada con las insignias de mi arte,
por lo que irá pintada, como trasera de coche, de signos y planetas y las nueve musas, excepto
el signo de virgo, que éste irá pintado en la delantera.
ltem es mi voluntad que la piedra de mi sepulcro se corte de los montes de la luna y sea
endeble porque aun el papel me es pesado en el sistema presente. No quiero que en ella se es-

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 261


RJCARDO LÓPEZ SERRANO

criban epitafios epicenos, que vienen bien a todo pícaro, C()TJlO es: Aquí yace, aq11í descansa,
aq11í duerme, detente peregrino, o ttí cualquiera, ni séate la tierra liviana, que bien liviana
ha sido para mí, sino que se ha de poner: Aquí calla y ya no da malas respuestas. Hic ia-
cet et nihil mali respondet. Y al pie de estas tristes sílabas, como al Tostado en la iglesia
may()Y de Avila se le puso: Orate pro anima eius, por cuanto yo no escribí tanto como el Tos-
tado, se me pondrá solamente a secas: Orate. Y si replicase algún médico graduado en epita-
fios cómo se compone el callar y el Orate, se le responda de parte del Calaverismo, que callar
cuando se debe hablar es caracter de los orates.
ltem es mi voluntad que por mi alma se diga cuanto fuere voluntad de los cortesanos, a
quienes en esta parte dejo a todos por mis albaceas. Y respecto a las misas, debo decir que,
como mi pobre alma espere todas sus penas por haberme probado el tiempo tantas mentiras en
mi cara, es preciso que las misas que por mi alma se dijeren sean todas de las que traen mu-
chas profecías, como las de la vigilia de Pentecostés y las del Sábado Santo. Y con licencia
del Papa se ingerirá en ellas todo lo que escribieron los cuatro evangelistas, porque, si yo he
de salir de penas, ha de ser a fuerza de muchas verdades. Y es preciso que sepan cuantos son
llamados a esta última disposición que, si mi alma viniese a pedir sufragios, primeramente
ni se ericen ni se espanten de ello, que esto de pedir lo tengo por costumbre, como consta de mis
poesías, y aJÍ no debe espantar que venga una vez a pedir quien ha pedido tantas. A más de
eJto, no Je me ha de decir "de parte de Dios te pido", que yo no daré de parte ninguna, y en
lugar de pedirme a mí Jerá máJ razón pedir a DioJ. A más, no se me diga "de parte de Dios
te pido que me digas quién eres", porque a más de ser llaneza yo no sé quién soy, pero podrán
preguntárselo a Paracelso, al doctor Martínez y a la Dama Curiosa, Ji no Je ha casado.
AJimismo será muy del caso Jaber que si pido sufragios no me den sino almuerzoJ y merien-
das, que solamente con éstas sale todoJ los días mi alma de pena. Y el que así me Jepa en-
tender nunca irá al templo sino a pedir dinero a censo y a sacar niñoJ de pila. De cabo de
año no dejo cosa alguna dispuesta, porque yo no pienso cumplir el año entero en el Purgato-
rio, porque Jengo grandes obras en mi descargo, y si éstas, bien pesadas, no me bastan, escri-
biré papeles conlra todas las ánimas del Purgatorio y con esto me echarán de él por no poder
aguantar el mal olor de mis poJtdatas.
Item, p()Y cuanto está empeñada la fama en celebrar mis escritos por las cuatro plagas
del mundo, con las dulces armonías de su clarín, y 110 puedo consentir en la hora presente ins-
trumento de tanto júbilo, es mi voluntad que en lugar de clarín inspire su robusto aliento
tristes sordinas, a fin de que Jepan todos que la haza1ia mayor de este Esférico A/cides fue
hacerse sordo a todos los ingeniosos rectos de cortesanos papelistaJ. Y aunque cede en gloria
mía haber desafiado a 11n médico, no tengo q11e desvanecerme sino acepto, porque mayor ha-
zaña eJ mirar de hito en hito u11 orinal, c()Tno se miran dos tiernos amantes y las águilas al
sol, que responder a cuatro entimemas de un licenciado vestido de negro en Salamanca. P()Y
ser así verdad, serán mis aplausos cobardes respiraciones de rma sordina y no festivos alien-
tos del clarín. Mas si quisieren creer a un hombre como yo, en hora tan desengañada, sobra
para holgar mi alma y crecer mis aplausos que canten los ciegos en una jácara mis valien-
tes adelantamientos con las tres partidas de los ahorcados en jácara: galán, valiente y dis-
creto.

262 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

ltem, por cuanto sé que después de muerto yo han de alabar mis prendas y han de pre-
dicar mis honras, conociendo que no soy digno de tanta memoria en la muerte, pido que me
digan en vida, bueno o malo, lo que hay prevenido para mis exequias, menos lo de gran pro-
nosticador, porque todos los animales saben lo mismo, como saben los filósofos del delfín, de
la golondrina, del gallo, de la rana, y hasta el buey pronostica lluvia levantando el hocico
y oliendo el aire. Y si ellos no escriben sm pronósticos es porque tienen este ejercicio por menos
valer.
ltem mando que mi retrato, que está en el retablo de la primera hoja de mi pronóslico,
por señas: que tiene unas tijeras en la mano con las cuales, remendf5n de los cielos, corto de
la piel del firmamento truenos y relámpagos para la tierra y quito la vida en cifra a qrtien
se me antoja, se lleve juntamente con mi estatua a una estación del vía crucis y sirva para
un sayón de los que están midiendo a palmos la santa cruz. Otrosí repugnasen mis amigos
porque p11ede mover a risa al devoto pueblo, es mi voluntad que se acomode de suerte que so-
lamente sirva sacando por un lado a medio perfil la nariz, que es propiamente de sayón; y
quitarla del Calvario es quitarle el galio a la Pasión. Y en caso que el wsodicho retrato
no haya Pasión que le quiera por estar ya cumplidas todas sus malas visiones, es mi volun-
tad que se clave en una pared de taberna para que a todos le brinden y sirva de templanza,
acordándoles a todos el compás que deben usar en el gasto y tirar las líneas rectas tomando
la lección del mundo de rayas hechas para que otro pague otro día. Pero si, irritado todo
borracho de las malas cosechas de vino que tengo pronosticadas desde que propuse mentir por
oficio en todos los campos que dan fruto con la bendición del Señor, quisiese ultrajar mi ver-
dadera imagen, es mi voluntad q11e de allí se traslade, acompañada de otras tantas hachas
como ardieron desde Coimbra a Alcobafa en el entierro de doña Inés de Castro cuello de
garza, en casa de las cortesanas y se coloque a las cabeceras de las camas, donde tendrá su
lugar propio por ser sitio donde siempre se está alzando figura a rojo y be/loso, a diestro y
siniestro, conforme al tenor de mis alzaduras astrológicas. Y quiero que asimismo se ejemte
para que quede estampada mi fama para modelo de todas las raras figuras y misteriosos fan-
tasmas que sobrevinieren a mentir por minutos y por instantes a esta Corte donde se compra
en letra el juicio ajeno y se guarda el propio para pedir prestado.
Item mando que todas mis deudas, habidas y por haber hasta que mi alma vaya de saco
o contrarresto al otro mundo, sean pagadas. Y es mi voluntad que todas las dichas deudas,
que dejo apuntadas en mi esfera a la plaga meridional junto al cáncer a seis grados de virgo
en letra gótica, se paguen en dos términos: el uno será víspera de Nuestra Señora de la Es-
pectación, y el otro el día de los difuntos por la mañana, para que se puedan encontrar mis
herederos y albaceas en ésta. Para cuyo fin dejo a mayor satisfacción dos libranzas: la una
en el hortelano del Huerto de Getsemaní y la otra en el angel que guarda con la espada de
fuego la entrada del Paraíso. Y .ri no alcanzasen éstas<> hubiesen fallecido estos, que puede
ser que no hayan tenido estos aún las viruelas, dejo otra libranza en Saturno que, si le pi-
den fuera de la conjunción con Venus, pagará más punt11al que el sol. Mas en el ínterin de
la conjunción, estará emperrado el cielo y no habrá blanca, salvo si hubiere alguacil que sepa
Astrología, que éste podrá embargar hasta los cuatro cuartos de la luna. Mas advierto que
se excluyen de mi obligación toda deuda femenil, pues todas quedan pagadas con mil exm-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 263


RICARDO LÓPEZ SERRANO

sabarajas de sonetos, rimas, redondillas, endechas, ecos, esdrújrtlos, etc... , que me han cos-
tado muchas velas de sebo y panillas de aceite. Solamente debo de esta cuenta el papel en una
tienda de al lado de mi casa y la tinta a un sombrerero.
ltem, por cuanto la memoria es frágil y con el afán de la cátedra, que Dios tome a pulso
en descuento de mis culpas, se me olvidaban algunas menudencias, es mi voluntad se ingie-
ran en las demás partidas. Es a saber: una bula del año diecinueve, más un puente para una
vihuela, un bocado para mi Rocinante, más veinte reales de hojaldres, más dos pares de pies
de puerco, más un parche para las caderas de mi ama, más un braguero algo usado, más de
echar unos gavilanes a una espada de mi bisabuelo.
ltem quiero y nombro por mis albaceas y tutores a don José Minayo, al doctor Aquenza
y a don Isidro López, los cuales mirarán por mi alma con el mismo celo que han mirado
hasta de aquí mi cuerpo y todas mis cosas. Y porque ya siento helados todos mis extremos,
passo brevemente a ordenar mis bienes: Ante todas las cosas, es mi voluntad de todo mi cora-
zón perdonar a todos mis enemigos, por cuanto ha sido pública la enemistad. Y en fe de ser
así verdad, para mayor testimonio, dejo al doctor Martínez cien ducados de anua pensión,
que se le han de pagar el día del Corpus y, si cayese d-Os veces en el año, doscientos. Mando
también al autor de la Carta a Paracelso una silla que fue de mi Rocinante con sus estri-
bos cerrados, que siendo tan verdadera química, la puede convertir en un coleto para abri-
garse, y para este fin, le dejo todo .el importe de carbón, estropajos, soplos y paciencia que
puede gastar, con rodillas y tenazas. A la Dama Curiosa le dejo sesenta ducados para que
entre en religión, que habiendo sid-0 tan públicas nuestras quimeras ya no ha de hallar quien
la lleve al templo sino una misión.
ltem, por cuanto siempre he apetecido libertad ( ójala no hubiera sido tanta) no quiero
para mis bienes herederos forzosos ni prohibidos por la Ley, sino todos libres por naturaleza,
habidos adrede como pecados mortales, ordenando estas y todas mis disposiciones conforme a
la ley de las estrellas, y no segr;n las civiles. ltem, excluyo de esta y cualquiera otra volun-
tad mía expresamente, fuera de los mencionados arriba, a todos los mldicos de esta Corte y
demás físicos, pues por sus malditas respuestas me hallo en este estado tan miserable, siendo
lástima q11e un mozo como yo, de tan buenas esperanzas, se vea así maltratado con las plu-
mas como otro mártir san Casiano. Solamente libro de esta exclusión al doctor Aquenza, por
ser físico que, si mate, antes lo mira muy bien y es muy puesto en razón en el coste, conforme
a los aranceles del Monte Santo.
ltem, es mi voluntad que entre todos mis herederos se partan mis satisfacciones haciendo
partes iguales, de suerte que, para que se sepa si alguno ha llevado mayor porción, se han de
juntar todos y, si alguno se arrojase a escribir con más inconsideración que otro, a éste se le
quite y se le dé a otro que se halle tan cobarde que no se atreva a decir una mentira ni en
verde ni en seco ni un disparate impreso; y en estando todos iguales, se conocerá que son le-
gítimos herederos míos, en que, si escriben algunos papelillos y les contradicen, no dan sino
contriciones por respuestas, como si fueran Cristos de Miserere los apologistas.
También es mi voluntad que hereden toda la redondez del mundo, los cuatro elementos
y todos los vacíos del cielo para que en ellos hagan leña para abrasar el mundo a cometas,
rayos y relámpagos y para sembrar más estrellas y aumentar las cosechas de pataratas y

264 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VlllARROEL

agiieros. Item, les mando las cuatro palabras de arrancar espfrit/JJ de reJistencia de los cuer-
pos miserables, son a saber: mi alma, mi vida, mi bien y mi dueño, que son de mucha efica-
cia diciéndolas con un suspiro antes y un tierno mirar tÚ ojos después, para conseguir roa/-
quiera fineza que se pide, y están probadas. Las saqué del Parnaso de mano tÚ mi Talía,
que dijo haberlas hallado en unos calzones viejos de Apolo que estaba remendando. También
les dejo infinitos caudales de paciencia para sufrir las persec11ciones de los críticos enristra-
dos, y por todo les suplico que no me olviden ingratos, pues yo les doy y daré/as ocasiones de
acordarse tÚ mí. Y porque sé que toda la Corte ha de llorar amargamente mi fallecimiento,
careciendo tÚ quien le diga las 11erdades tan desnudas, que por mejor las desuello, dejo al co-
mún, en pago tÚ lágrimas tan leales, dos papelillos rancios, es a saber: La Piedra Filosofa/
y El Ermitaño, para limpiarse los ojos, si no hay ningún Herodes que me los pase a cuchi-
llo. Pasó ante mf, don}usto Vero de la Ventosa, que le firmé y sellé con mi sello, siendo a
todo lo dicho testigos los doce Pares de Francia, que dijeron no podían fim1ar por estar de
mano armada y juraron defender a lanzadas lo mandado en esta última voluntad. Y luego
inmediatamente pidió la santa unción y, no encontrándola, se espera que algún piadoso se la
administre de caridad al reverendo don Diego. Goce tÚ Dios su alma sobre los cuernos de la
luna, rogando por los que tanto bien le han hecho en este mundo.

Testamento de Torres:
La respuesta de Torres no se hizo esperar. Cuando hablamos en nuestro libro ya
citado de este testamento lo situábamos emre 1727 y 1730. Ahora, eras conocer el
de Losada precisamos que ambos debieron escribirse en 172758.
Como Torres en su cescamenco intenta contrarrestar el de Losada, no se limita
a escribir otro cestamenco, sino que lo envuelve entre frases que lo enmarcan en las
circunstancias de su otorgamiento, de modo que anule el del jesuita. Parte de no
negar su "paternidad" en el de Losada porque sería inútil dentro de la convencio-
nalidad que impone su caracter literario. Lo que hace es asumirlo y anularlo revo-
cándolo en éste como efecto de su enfermedad, es decir, de la inconsciencia o "ahíto
filosófico y moral" que le llevó al letargo. De esca forma admite que lo "escribió"
en su "primer delirio", pero que lo anula, al cobrar la razón, por dos motivos: por-
que nadie creería que tales despropósitos habían salido de D. Diego y porque lo
injurioso del testamento (lo autoinjurioso, claro, en la ficción) podría perdurar. El
retorno al uso de la razón le da ocasión para anular "la herencia fingida o deli-
rante", auténtico "atentado" contra su cordura, y la revoca.
Es, pues, muy ingenioso el modo en que Torres desbarata el texto de Losada:
Es suyo, pero como otorgado cuando "las locuras del delirio usurpaban el uso ra-
cional a las potencias", de lo que dice no es responsable el Torres cuerdo, que es-

58. Hay en este testamento un dato que por sí solo determina que ambos testamentos tíenen que
~r anteriores a 1734. Torres declara en ~I que deja escritos calendarios hasta 1734, lo que supone que el
testamento es anterior, seguramente en algunos años.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 265


RICARDO LÓPEZ SERRANO

tando en su sano juicio dicta el único cextamemo que debe considerarse, también
en la ficción, como único auténtico.
No se limira a esro. Para evirar en el futuro que Losada u orros vuelvan a im-
putarle otros testamentos literarios como suyos, acaba el propio revocando "otros
cualesquiera testamentos anteriores o posteriores, los que desde luego doy por nu-
los y de ningún valor y efecto". Pero el ingenio de D. Diego no cesa. Para que no
le acusen de haber entrado al trapo del juego de los testamentos fingidos, en las lí-
neas finales de las que rodean el testamento hace decir a los discípulos que le aten-
dieron en la enfermedad que. fueron ellos los que decidieron darlo a la luz "porque
su verdadero contenido fuera destierro de imaginados errores". A Losada se le cie-
rra, por tanto, la puerta para poner en boca de Torres nuevos testamentos, porque
los dos que hay "son" de Torres y el definitivo invalida cualquier otro. Son además
los discípulos de éste, no él mismo, los que le dieron publicidad.
Lógicamente el testamento de Torres sigue muy de cerca las claúsulas del an-
terior y en él no aparece Losada casi ni aludido (al fin y al cabo su testamento no
es suyo sino de Torres), aunque hay una fuerte andanada contra "los renacuajos pig-
meos que, con broqueles de malas hojas y escoques de paja, capándose los hocicos,
quisieron hacerme la guerra, cuando dormido... ". A estos les obliga a ir en su en-
cierro "a cara descubierta" y sin miedo porque ya está muerto. Conociendo la afi-
ción del P. Losada a los panfletos pseudónimos o anónimos, la alusión es clara.
Torres no se refiere en su testamento a los ataques a su físico judío (aunque lo
hará en su Vida, pues hay cosas que mejor ni tocarlas en una época nuevamente an-
ti judaica -excusatio non petira... -, pero sí al destino de sus restos, que ni cree in-
corruptibles (como le hace decir Losada) ni quiere que se exhiban, porque los con-
sidera "herencia del pobre" y propiedad de la tierra. En cuanto al entierro, no
quiere que le trasporten bailarines entre músicas de baile (Losada) sino Paracelso y
otros personajes seguramente fingidos. Sufragios no pide (pese a su afán pedigüeño
en el otro testamento) porque le bastan los de la Iglesia.
En la caja no quiere pinturas alegóricas (como en el otro testamento) sino ver-
sos que incitan a los asistentes a reírse de todo, como se rió el yacente, hasta que
les llegue su hora. Cambia también su epitafio (lo más lesivo del otro testamento)
y propone como tal u n soneto en el que defiende su actividad de geómetra y de as-
trólogo, su relevancia intelectual, la inmortalidad de su fama y su deseo de tran-
quilidad, amenazando con responder, incluso muerto, a los que escriban contra él.
Hace luego profesión inequívoca de su fe de carbonero y de perdón a sus enemi-
gos, que realmente no lo fueron porque jamás le quitaron el sueño, quizá porque,
utilizando polisémicamente la palabra crédito, afirma que "nada me deben los que
se hicieron cargo de mis créditos, pues nadie me la hizo que no la pagase". La arro-
gancia como arma de combate.
No estaba, sin embargo, D. Diego tan tranquilo ante sus enemigos. Al co-
mienzo del quinto trozo de su vida, resume el cuarto (que abarca de sus treinta a
sus cuarenta años, precisamente la época en que ocurre lo de estos testamentos) con

266 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VU.LARROEL

una serie de metáforas mortuorias que pueden aludir a los testamentos o a los otros
textos exequiales, hasta cuatro, con las que le macaron sus enemigos: "Después que
encerré el cuarto trozo de m i vida y que encerré los huesos de mis cuarenta años en
Madrid, donde los atrap6 la guadaña del tiempo... y después que escucharon mis
zangarrones en la tumba del nulla est redempcio el último requiescat de mi olvido
(p. 207). Irónicamente o no, D . Diego al escribir su Vida t iene presentes estos tex-
tos funerales. Recuérdese lo dicho en escas páginas sobre dichos textos en que sus
enemigos le mataron cuatro veces.
Respecto a su economía, se excusa de dispendioso, pero también de tacaño,
como le tildaba Losada, y se declara autosuficiente por el fruto de sus trabajos, es
decir, de sus calendarios.
En la p rimera parte del t estamento, más bien autoexculpatoria, casi no ataca
más que d e pasada a sus enemigos haciéndoles comparsas de su encierro, pero lo
hace directamente en la segunda, al dictar las mandas y donaciones. Como en el
testamento de Losada, aparecen personajes reales y de fi ccción. Fingidos pueden
ser, salvo que respondan a un mote que no hemos podido ident ificar, el doctor Zo-
quete, el doctor Virote y el licenciado Brandalagas, aunque quizá sean pseudóni-
mos de enemigos de Torres, como inequívocamente lo son Benecerta (el que lucha
bien), D. J erónimo el de las Monjas y el Gacetero. Si los primeros son pseudóni-
mos, lo fueron de enemigos muy significados del otorgante, pues han de portar el
féretro jutamente con Paracelso (personaje histórico ya aparecido en el testamenco
del jesuita) y su hi jo. Los otros personajes sólo habrán de ir en el encierro a cara
descubierta, ahora ya sin m iedo a Torres.
También deben ir en el encierro, como plañideros, la ya conocida Dama Cu-
riosa y el benedictino P. Benito Feijoo, uno de los intelectuales españoles más va-
liosos de su sig lo, enfrentado con Torres en varias polémicas. Como se ve, encre
unas cosas y otras, sus enemigos más señalados han de ir en el cortejo fúnebre de
Torres.
Pero cuando el salmancino extrema su mordacidad es a la hora de las mandas
y las donaciones. El primer beneficiado es Juan de Corominas, tampoco identifi-
cado, que debió de ser un detestable músico salmantino. El doctor Zoquete, otro
ilustre no idencificado, debe ser un antagonista de Torres en saberes astrológicos y
un huero escolástico. También heredan Paracelso y su hijo. Todos ellos reciben
mandas muy intencionadas y acordes con sus merecimientos, pues afirma D. Diego
que es cosa "bien acordada dar a cada uno lo que le coca". Alguna de sus perte-
nencias, en cambio, no las lega, sino que las manda destruir por peligrosas, como
ocurre con los tres tomos del Teatro Critico Universal del P. Feijoo.
Que este testamenco es evidente respuesta al de Losada lo hace indudable el
que al doctor Marcínez se le revoque la manda asignada en el cestamenco del je-
suita, 100 ducados, y se cambie por ocras bien alusivas. D ice de Marcínez que está
escribiendo un tratadito concra la Astrología, que evidencemence no puede ser el
Juicio Final rk la A1trologfa, obra con la que terció en la polémica de 1726 a la que

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, t 997 267


RICARDO LÓPEZ SERRANO

Torres respondió con su Entierro del Juicio Final y Vivificación de la Astrología... ,


obras ambas ya aparecidas en dicho año.
También aparece como heredero un misterioso anónimo, quizá poco viril, "ti-
ple de fauces, bajo de narices, tenor de partes y contralto de todo capón, con voz
en capilla y voto en el claustro parroquial de Salamanca y su cierra ... ", al que le
dona bigotes y otros adminículos masculinos.
¿Tras cuál de estos se esconde losada? ¿Tras el doctor Zoquete, tras el que tiene
voz en capilla y voto en el claustro parroquial de Salamanca? Es impensable que
quien motivó el testamento no reciba su merecido en él. ¿O aparece más de una vez
eras alguno de estos pseudónimos, teniendo en cuenta que llegó a utilizar más de
veinte no todos bien identificados ahora? Quizá alguien más experto lo descubra.
En resumen, un testamento más ingenioso y directo que el de Losada y mejor
y más sencillamente escrico. Si a Torres se le tilda de barroco trasnochado, Losada
debió conocer a Fr. Gerundio.

LETARGO, ME}ORIA, VERDADERO, JUICIOSO TESTAMENTO Y RE-


PARTIMIENTO DE LOS BIENES DE DON DIEGO DE TORRES VILLARROEL.
Finge que lo escribieron y sacan a luz dos discípulos myos, asistentes y practicantes en
Sii enfermeJad.
(... )y pues ya (gloria a Dios) me hallo mejorado de discurso, y con éste conozco los
errores de una última disposición que, según su desvanecimiento, sólo pudo ser hecha en tiempo
del primer delirio, sea la primera diligencia revocarla, pues, según los gravám~nes que en la
herencia fingida o delirante quedaban, ninguno la aceptaría, pues después de mi muerte se
mantendría con los ecos de la injuria¡ y pues de semejantes atentados me permite la ocasión
encontrar el atajo, no quiero desperdiciar tan fugitivos momentos; y así llamadme un escri-
bano, que ya que mis bienes son pocos,los quiero dejar bien repartidos. Nosotros, que jamás
fuimos perezosos a s11 voz, llamamos un vecino secretario; y enterado de la voluntad del pa-
ciente, ejercitó su oficio al pie de la letra, en esta forma:
TESTAMENTO
In Dei nómine, amen. Sepan que yo D. Diego de Torres, vecino de la ciudad de Sala-
manca, catedrático de Prima de Astrología de aquella Universidad, que piadosa madre,
como el alba al sol, me previno por mantillas sus antig11as losas, libre de aquel indigno
afecto, a quien bautizó con el nombre de letargo, en la pila del mediquismo, el cura Montes
H ipócrates, y que confirmaron los demás sacristanes de su secta: Estando en mi sano juicio,
y conociendo que otorgué yo el testamento ante N. a tiempo q11e las locuras del delirio 11Sur-
paban el /ISO racional a las potencias, le anulo y revoco, dando sólo entero valor y crédito al
qne ahora hiciere, para descanso de mi conciencia; y poniéndolo por efecto, en la mejor forma
que baya lugar en derecho, ordeno y mando:
Primeramente revoco la manda de mi alma y cuerpo, por no poder disponer de ellos, por-
que el alma no es mía, que es de Dios, y mandar a Dios tiene muchos visos de llaneza. El
ct1erpo, desde que se empezó a formar, es herencia del podre, y hacer a la tierra obsequio ~ lo
que no es propio es excusado plato, cuando ella lo hará de mí para golosina de los gusanos.

268 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

ltem mando, porque no puede alcanzar lo corto de mis caudales a la más diminuta li-
nea de los sufragios, no negándo11ll a lo piadoso de las obras (empleo que siempre mantuve en
vida y guardará hasta la muerte), quiero después de ella que sólo se me diga la misa de
cuerpo preJente, que así libro a los monigotes del Verba mea de andar a la cuarta, y confío
en Dios que supla del tesoro de su Iglesia las que faltasen para alivio de mis penas.
ltem mando que carguen con el asco de mi cadáver los cuatro principales hermanos apo-
logéticos, cofrades de la envidia; es a saber: Martín con su Rocín, el doctor Virote, el licen-
ciado Brandalagas y el Paracelso. Y por cuanto éste (en consideración de sus años y acha-
ques) puede estar, cuando yo puedo morir, tan muerto como yo, mando que supla el cuarto
puesto su hijo que, pues le ayudi a deshonrarme, que será satisfacción a Dios y a mí que le
ayude en la última honra que espero de uno y de otro.
ltem quiero que en la parte anterior de la caja de mi asqueroso cadáver, en una tarjeta
pintada al fresco, se ponga este mote:
Este túmulo que espanta
del Gran PiscatQr es tumba:
tente, peregrino, y zumba,
pasa, pasajero, y canta.
Sea tu rechifla tanta
que silbes hasta no más,
y si carcajadas das
hoy te permite el teatro
q11e en cabeza de estos cuatro
te rías de los demás.
En la parte posterior de dicha tumba se pondrá este otro:
En aq11e.rta caja yace
el q11e el tiempo que vivió
de ti y de todos se rió;
ríete tú. Vade in pace.
Y en la cima éste:
Caminante, el vil desvelo
de tu vanidad destierra
p11es que ve.r cuán sin cons11elo
el q11e /11e gusto del Cielo
ya es hediondez de la tierra.
ltem es mi voluntad que el demás resto de anónimos, v.g. Benecerta, don jerónimo el de
las Monjas, el Gacetero y toda la confusión de renacuajos pigmeos, que con broqueles de ma-
las hojas y estoques de paja, tapándose los hocicos, quisieron hacerme guerra cuando más dQr-
mido, a estos se les vista de colorado con cascabele.r y que vayan bailando delante del cuerpo

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 269


RICARDO LÓPEZ SERRANO

a cara descubierta; que muerto yo, bien puede sacar todo avechucho la cabeza y esta mo-
giganga sirva de música en mi entierro.
ltem, mplico a la señora Dama Curiosa y al reverendo Feijoo que asistan de llor~nes
detrás del acompañamiento; la señora con su ofrenda y no lleve cande/itas porque no parezca
bruja, que así me pagará parte de las ofrendas y obsequios que hice a todas las de su sexo;
y el padre Feijoo lleve el S(}mbrero del fundador y procure ir bien cubierto porque no le ape-
dreen m1ísicos y físicos.
ltem, porque a mi impresor y Librero no es necesario mandarles vestir de plañidores, que
ellos me l/(}rarán sin que yo se lo mande, es mi voluntad que no se les estorbe ir en el acom-
pañamiento en el lugar que quisieren. Y también mando que ninguno lleve hachas, velas ni
candelas sino, que echando por la otra cera, sólo me alumbren los pegotes que intentaron apa-
gar mis lucimientos en vida.
ltem, mando que el podridero en que se haya de vaciar el último estiercol de mi hedion-
dez (que será el osario más ocioso porque no gusto que me entierren de priesa), en la losa que
sirva de tapón al hueco se ponga el epitafio que a este fin ha días tiene hecho mi disclp11/o
don Zenón de A znar, y para que conste cuál es lo pongo aquí, que es del ten(}Y siguiente:
Aquí huelga, oh tunante, un escritor
que en poquísimas hojas supo dar
noticias de los orbes, a pesar
de todo malandrín mormurador.
Este es, oh pasajero, el Piscator
de España, s11 primero luminar,
que discreto ha sabido eternizar
con la luz de los cielos sr1 esplend(}r.
Aunque descansa muerto sin morir
(pues no se llama muerte el renacer)
pisa/o, que no se ha de rebullir.
Lo puedes descubrir, hablar y ver,
pero guárdate, amigo, de escribir,
pwque ha de incorporarse a responder.
P(}r cuanto agonizo sin hacer sacramentos, habiendo recibido los que me manda mi Ma-
dre la Santa Iglesia, digo: Que creo y venero todo lo que me tiene revelado a pies juntillas,
sin que me est(}Ybe ser hombre blanco para morir con la fe del carbonero; y en muestras de la
quitud con que me voy, sin que se preJ11ma rencor en mi buena y última voluntad, perdono y,
ya qrte estiro la pata, echo mi bendición a todos mis enemigos (aunque nunca los haya te-
nido, porque siempre he dormido a sueiío suelto ni jamás me camaron desvelo; porque de los
noct11rnos y anónimos me quedl a buenas noches acostándome temprano, y de los claros me des-
pavilo a todas luces).
No puedo decir que ni me deben ni debo, pues, aunque tomo, no doy ni presto p()r no an-
dar en dares y tomares y perder con el dinero el amigo; nada me deben los que se hicieron
cargo de mis créditos, pms nadie me la hizo que no me La pagase, y así nfJ andarán mis he-

270 SALAMANCA, Revisca de Esmdios, 39, 1997


DONDE LAS DAN LAS TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

rederos en demandas ni respuestas con mis de11dores. Aunque nada ttmo, debo mucho, pero no
hago concurso, aunque me he purgado; y así mando se paguen todas mis deudas por plazos
señalados, al principio del mes de cada uno, del producto de mis calendarios, que dejo escri-
tos hasta el año 1734 inclusive, a ruegos de malos médicos y saldo de buenos camina111e.r, y
suplico a los impresores, que hasta ahora me pintaron muy al vivo, me estampen en adelante
muerto, porque a costa de la mortificación de que les den en rostro mis memorias se metan en
prensa las malas 110lun1ades, y compungidos me encomienden a Dios los que antes me daban
al diablo.
ltem por cuanto es bien acordado dar a cada uno lo que le toca, mando mi bandurria,
que no es mala guitarra para una noche de toros, con dos sinfonías que se glosarán en su ca-
beza (cuando lo sea de su casa) a juan de Corominas, aserrador de tripas, hurón de solfas,
primer violín de concordia entre parroquia y Universidad, segundo chiflo del colegio del cuero
y tercer pito de la academia de los flatos. Más de miJ obras las poesías y en especial las li-
ras del gato para que arañe las cuerdas del rabel a compás de sus cromáticos disones. Tam-
bién le dejara mi caballo, tan entero como está, si no hubiera tantos con quien partir, para
que pareciera mrísico de más monta en las fiestas de Cabrerizos y Tejares; pero se contentará
con la cola, que no es mala floja para s11 arco. Y la remanente se dividirá m partes, unas
viriles y otras hereditarias, haciendo cuartos sus miembros para que los demás tomen Lo que
les cupiere.
ltem, mando al doctor Zoquete una astilla de las tablas de Argolio que hice rajas con
mi compás en los cálculos del letargo para que sirva de cuña a su mollera y, cerrado de cas-
cos, como pie de muleto, haga en ad.e/ante mejor juicio de aprobados méritos en astrológicos
cómputos, dando, como es justo, al tmor de la distributiva, con proporción aritmltica o geo-
métrica, el voto que no tiene de justicia y sólo se le debe de gracia por la de un buleto que ob-
tuvo en derecho.
Item, le mando, en pago de las cantáridas o pegote de pez griega con que el señor Coro-
minas despierta las modorras de sus violines para adormecer los sentidos de su amo, una caja
de parches de tacamaca con que se tocaba mi abuela, que Dios haya, único preservativo a sus
jaquecas. Y en reconocimiento de las enfermas conjeturas y sanas presunciones del genérico ac-
cidente de mis obras, un específico de palabras sobre el interrogante problema: Quid es homo?,
que es argumento sin cuestión para ajar presumidos.
ltem, de mi caballo le dejo la panza que, bien mrtida, podrá servirle de indulgmcia y
ahorro de pergamino en la traducción de las Basílicas; y le encargo, por lo mucho que deseo
su aplicación y aumentos, tenga en su memoria mi Viaje Fantástico, pues no sabe por dónde
irá y puetk ser que lo lleve en su fantasía por esos m11ndo1; y le aconsejo no sea logrero en ma-
teria de usuras, q11e es mucha civilidad, mando pueda sacar más fruto de los 11at11rales.
ltem, mando al doctor Paracelso una tabla impresa de 101 difuntos que han despachado
entre él y su hijo, que es tan grande como la que ponen en sm sacristías y claustros 101 pa-
dres de la Merced, nómina de los cautivos de Argel y Tunez, para que a la claridad de este
espejo miren sus fealdades, enc<lmienden a Dios a los malogrados y restit11ya11 el dinero de las
curaciones, p11es estos lo dieron por sanar y no por morir.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 271


RICARDO LÓPEZ SERRANO

ltem, para desengaño de los dolientes para que fuesen llamados de hoy en adelante, les
man® a uno y a otro (que ésta es manda y demanda) una tabli/La de altar privilegiado
que heredé yo de un sacristán amigo, donde dice: Hoy se saca ánima, para que saquen uno
o más traslados de ella y las fijen en los c11erpos de los que pulsan, como señal cierta de que
a pocas visitas en aq11el retablo saldrá un alma.
Item les mando, pues son perdigueros de sales y sulfures, las cuencas de mi caballo para
que cada uno haga un salero, y buen provecho. Y últimamente les mando de mis obras Jos des-
precios prácticos para que hagan más aprecio de los especulativos.
Item, por cuanto Jos libros químicos no son bienes que se han de mandar sino males de
los que se debe huir, es mi voluntad que los tres tomos del Teatro· Químico (¡jesús mil veces,
arredro vayas, demonio, que iba a decir Crítico!) se quemen y esta diligencia sea luego y
ante mf, que no quiero morir con ese escrúpulo.
ltem, revoco y desmando la donación de los cien ducados que hice mortis causa al doctor
Martínez cuando me tenía fuera de juicio el letargo, p11es aunque no me pesa de lo hecho ni
tengo esperanzas de sobrevivir/e ni menos de escapar de sus uñas, hoy, q11e estoy en mi sano y
entero juicio, conozco que nadie da lo que no tiene y ahora le mando muy poco porque ya en
Ja vida le dejé bien puesto. Sólo le ®y mis postdatas y le encargo que las estime mucho.
ltem le man® una linterna y un candil de garabato con cuya luz rondaba yo toeúJs·los
fenómenos que le tienen tan deslumbrado, para que saq11e a /11cir el tratadito que está escri-
biendo a oscuras contra los influjos, negando su poder a las estret/as, cuando está Mercurio
impaciente porque los químicos gastan su calor natural introduciéndose con artificio en su
jurisdicción.
Item mando a mi criado Pedro de Frades, por su limpieza y buenos servicios, se lepa-
guen los salarios atrasados y le señalo ración para toda la vida en la portería de 11n con-
vento y por finca la hortera en que traía nieve en el verano, máJ unos botines de corte, unas
calzas de montar y 11nas alforjas de caminante que se me escurrieron de la mula en los cam-
pos de Baraona, y más la censura del conde Maurepaf, cuyas partes hizo en esta Corte y su
papel en la librería del Monje. Y porque no tengo cama que dejarle, por dormir en ei/a al-
quilada cuanto tiempo ha que me echo en mu/Jido, mando que Le den una buena manta Jos
Lanudos del hospital y, de mis obras, el Correo del Otro Mundo, como a volantes de éste, que
/Levará una carta al médico más remoto de la más cercana academia por sólo el porte de que
haga rma sangría a su pei/ejo.
ltem, al tiple de fauces, bajo de narices, tenor de partes y contralto de todo capón, con
voz en capi/Ja y voto en el claustro parroquia/ de Salamanca y su tierra, que clueco de tri-
nados y gorgeos ha salido a cacarear entre las den1ás ga/Jinas al corral del Galio Español,
para que pueda parecer como hombre y sin vergüenza en todas partes, Je mando los bigotes del
Gran Visir, que heredé de Jos triunfos de mi tatarabuelo, que muchos se pelaran las barbas
si Jos vieran al ojo, y con ellos podrá cantar villancicos en presencia del mismo Barbarroja;
y, si estuviesen apolillados, en su defecto le mando las barbas de un ZQN'O macho con que sa-
cuda el polvo a sus narices. De mis obras, una póstuma sobre la pregunta que hizo Sánchez
a la Academia de París y, de mi cabailo, las vainas.

272 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DONDE LAS DAN U.S TOMAN U OTROS DOS TESTAMENTOS DE TORRES VILLARROEL

ltem, por cuantofalta la circunstancia de albaceas, quiero que lo sean cuatro colegiales,
que es la gente dt más cumplimientos y buscarán el más pronto de su obligación en mi vo-
luntad, con la protesta dt no gastar tll ceremonias. Sólo se fu permite el uso dt mi montante
por si acaso los maldicientes, viéndose libres del revés de mi pluma, tirasen tajos a mi mar-
tandad, den a cada uno su carta dt pago. Esta es mi voluntad, la que quiero sólo tenga
fuerza, revocando, como desde luego revoco, otros cualesquiera testamentos anteriores o poste-
riores, los que desde aquí doy por nulos y de ningún valor ni efecto.
Aquí llegaba 1111estro amado maestro cuando la fatiga de sus discursos le incitaba al
ape1ecido descamo. Emregadas al s11eflo sus potencias, se ahogaron en su /amasia 111tÍJ de cua-
tro legados dt gUJto, que fueran imán dt las voluntades. Y nosotros, que fuimos testigos de
vista de me s11 última, nos pareció sacarla a todas luces, porque su verdadero contenido fuese
destierro dt imaginados errores.

P. S.: El tiempo codo lo cura. Si los jesuitas y Torres se odiaron cordialmente,


la última descendiente salmant ina de éste, doña María Luisa Orciz Gallardo, biz-
nieta, creo, de Judas Tadeo Orciz-Gallardo Villarroel, sobrino segundo de
D. Diego, dejó coda o parte de su herencia a la Compañía de J esús, cuando falle-
ció por los años cincuenta. Ahora los jesuitas conservan, con codo cuidado, el re-
trato más seguro que queda de D. Diego, un estimable óleo de la época, con otros
papeles de la familia. No hay mal que cien (o doscientos) años dure.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 273


SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997. Págs. 275-294
lSSN: 0211 -9730

FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS:


LAS EDICIONES DEL BERNARDO DORADO
) ACOSO SANZ H ERMIDA

RESUMEN: El presente estudio pretende pasar revista a las diferentes


ediciones que desde el último tercio del siglo XVIII se imprimieron de la obra
de Bernardo Dorado, el Co"1pedio histórico de la ciudad de Salamanca. A la vez se
aprovechará para volver sobre algunos aspectos olvidados de la vida de este cura
de la Mata de la Armuña, así como para analizar su concepción historiográfica.

SUMMARY: The following scudy was designed to review che differenc


edicions which have been princed since che last chird of che igch cencury of
Compendio histórico de ia ciudad de Salamanca by Bernardo Dorado. At che same
rime I will cake advaocage of che opportunicy to re-examine certain less weJl-
remembered aspeccs of che life of chis priesc from Maca de la Armuña, and co
analyse his hiscoriographic concepcion as well.

PALABRAS CLAVE: Historiografía salmancina/Producción impresa/Bio-


grafía.

Por esco no pienso formar Historia, sino sólo un dibujo y breve plan, que sirva
de recuerdo a los hijos de tan distinguidos cuerpos de la obligación en que es-
tán de hacer conocer al mundo sus cymbres y sus glorias.

Pese a su intención, el cura de la Mata d e la Armuña, cítulo con el que se nos


presenta Bernardo Dorado en la porcada de su obra, hizo historia aunque fuese,
como él mismo afirma, en un «ceñido Compendio». Pues, de hecho, su obra ha
visco dos impresiones coetáneas, una continuación decimonónka con adiciones, y
una reproducción facsimilar reciente, lo que en verdad es una excepción en el con-
junto de la producción historiográfica salmantina. Pero tal vez convenga empezar
por la historia más cercana.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 275


JACOBO SANZ HERMJDA

Hace no muchos años que Fernando Jiménez explicaba en el prólogo a la edi-


ción facsímil del "Dorado", el por qué de q ue un texto del Ochociencos viera luz a
fines del siglo XX:
Los aficionados a nuestras cosas tenían noticia de esta historia y de este
historiador. Pero haber tenido en sus manos «el Dorado» era raro p rivi-
legio de pocos. Y, por otra parte, sin que se supiera muy bien por qué,
la H istoria de Dorado tenía un cierto prestigio poco menos que mítico,
y por ello, tal vez, había suscitado la actualización decimonónica, y poco
afortunada, del periodista R . Barcal.

Se unía, pues a un interés en principio sentimental, la necesidad imperiosa de


tener fácil acceso a uno de los textos más notables de la h istoriografía salmantina.
En este sentido se ha cumplido el vaticinio de Jiménez, por cuanco hace apenas tres
años salía a la luz la reproducción facsimilar de la Historia de las Antigüedades de la
Ciudad de Salamanca, del diácono y racionero, G il González Dávila2 • Así, contamos
por fin con reproducciones modernas -aunque algunas de ellas, por cierto, ya raras
en el mercado-de las obras más notables de las crónicas de Salamanca3. Con todo,
creo que conviene volver de nuevo sobre la figura y obra de Bernardo Dorado, pues
el paso del tiempo ha desd ibujado, cuando no olvidado, algunos aspectos de este
personaje q ue sería bueno tener presences.

1. CURA DE LA MATA DE LA ARMUÑA

Ya desde la portada de su obra, Dorado nos facilita noticia de su nombre y pro-


fesión: «Escrita por don Bernardo Dorado, Cura proprio de el Lugar de la Mata de
la Armuña». Y dentro del texto vuelve a redundar sobre su curato: « ... y final-
mente el que esto escribe log ra sin méritos ser Cura de la paroquial de San Pelayo
en el Lugar de la Maca de la Armuña» (pág. 86). E incluso nos aporta otro dato al
indicar que Narros dependía asímismo de su curato. Poco más sabemos en princi-
p io de la vida de este personaje. De hecho, Fernando J iménez se pregunta por el
lugar y fecha de su nacimiento, y llama la atención sobre la dedicatoria que Do-
rado hace al «Ilustrísimo y Reverendísimo señor, D. Juan Manuel Argüelles»,
O bispo de Palencia, pues en ella se nos señala que ambos fueron paisanos y com-

l. El facsímil fue publicado en Salamanca por Europa Artes Gráficas en 1985, y venía ilustrada con
dibujos de Antonio CAJIRACÁN y Antonio MARCOS. La ci ta está sacada de la página 8 del Pr6logo.
2. Esca edici6n, impresa en 1991, fue realizada por la Diputación Provincial y la Universidad de Sa-
lamanca en coedici6n, y va precedida de un magnífico estudio introductorio de Balrasar Cuarr Moner.
3. Me refiero, además de los dos textos citados, a la Historia ek Salamanra de Manuel VILLAR Y MA-
CIAS (Salamanca: Graficesa, 1975); a la Reina del T&mres de Fernando ARAUJO GóMEZ (Salamanca: Caja de
Ahorros, 1984), e incluso podemos incluir en el mismo grupo el Dictionario Gtt1gráfiro-Estadístiro-His1órico
ek Salamanca de Pascual MADOZ (Salamanca: Diputaci6n Provincial, 1994)

276 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO DORADO

pañeros de estudios: «Las particularidades de ser bautizados en una misma pila,


condiscípulos en Gramática, Arces y Teología, separándonos sólo el distinto rumbo
a la que la Divina Providencia destinó ... ». Pero referencia can parca no sirve para
alumbrar a este investigador, que se duele del hecho de que Esperabé no diga nada
de nuestro personaje en su Diccionario de salmantinos ilustres.
En escas mínimas nocas biográficas que aduce Jiménez se echa de menos la no-
ticia nada desdeñable que sobre nuestro autor nos proporciona Villar y Macías en
su conocida Historia de Salamanca (Salamanca: Imprenta de Francisco Núñez Iz-
quierdo, 1887):
Don Bernarda Dorada, recibió el bautismo en la iglesia parroquial de Sao Julián y
Sanca Basilia; estudió cánones y teología en la Universidad; fue cura propio del
lugar de la Mata de Armuña, donde murió, de unos setenta años, el 26 de marzo
de 1778, siendo encerrado al día siguience, en su iglesia, junto al altar mayor4.

Sabemos por lo tanto que Bernardo Dorado era salmantino, que, según Villar
y Macías, debió nacer hacia l 708 e incluso se nos facilita la parroquia en la que fue
bautizado~. Ahora bien, mis pesquisas por el Libro de bautizados de la parroquia de
San Julián y Santa Basilia de aquella época han resultado totalmente estériles. Y si
bien es verdad que he encontrado en los años que van de 1700 a l 7 15 algunos Ber-
nardos, ninguno de ellos responde al apellido de Dorado - Un tanto de lo mismo
se puede decir del Obispo de Palencia, Juan Manuel Argüelles-. No obstante lo
que sí creo que resulta necesario es precisar aún más la fecha de su nacimiento. El
dato ofrecido por Villar y Macías se nos presenta un tanto impreciso, «de unos se-
tenta años», pues de hecho es posible indicar con total exactitud el día -y con él
la edad-, en el que murió nuestro historiador. Así, leemos en Libro de difuntos del
Lugar de la Mata de la Ar11111ña (libro 2º, Sgt. 254.8, fol. 142):
En veince y siete de marzo de mil setecientos setenta y ocho años, falleció en esta
parrochiaJ de San Pelayo de la Mata de la Armuña, el Señor Don Bernardo Do-
rado, su proprio cura beneficiado, habiendo recivido los sancos sacraroencos de
Penitencia, Viático y Extrema Unción, y testado en la forma siguiente: primera-
mente mandó obras pías lo acostumbrado. ltem mandó, por descargo de su
conciencia, cinqüenta misas rezadas. Icem por relevación otras cinqüema misas

4. La cica esrá sacada d el como III, página 194. Esca noricia es aprovechada por ALOEA VAQUERO ec
alii, en el segundo volumen de su Diedonario de Historia EduiáJtira de España, Madrid: CSIC, 1972,
pág. 772; y más carde por Francisco A.GUILAR PIÑAL, en el sucinro apunre cronólogico que nos facilica en
su Bibliografía de Altf()f'tJ Españolu del siglo XVIII, lll, Madrid: CSIC, 1984, pág. 11 3.
5. Por otra parre parecía bastante evidenre su adscripción a Salamanca, pues de hecho a lo largo de
su obra habla constantemenre de la ciudad del Tormes como su Pacria -enciéndase "chica"-, como cuando
señala por dos veces en el P rólogo (pág s. 4 y 6 respectivamenre): "··· he resuelto sacar a luz un Compen-
dio Historial de este gran Pueblo, por ser mi Pacria" y "··· oo quiero que me qui ren el honor de ser amanee
de mi Parria...»; o como cuando trata al maescro Argaiz Benediccino y fray Marcelo del Espíritu Santo,
como «nuescros paisanos• (pág. 54). entre otros muchos lugares.

SALAMANCA, Revista de Estudi os, 39, 1997 277


]ACOSO SANZ HERMIDA

cambién rezadas. Item los oficios parrochiaJes con Novenario y su cabo de año.
ltem misas Vorivas en esca Yglesia las siguientes: una a San Pelayo; otra de
Ánima en el altar privilegiado; ocra a nuescra Señora del Rosario; otra a San Jo-
seph; ocra al Santísimo Christo; otra a San Antonio; otra al santo de su nombre;
otra al santo Ángel de la Guarda; finalmente ocras dos a San Joaquín y Sanca Ana,
que todas son diez misas votivas rezadas. Irem que a la Yglesia se le satisfaga la
morcaja de casulla y demás cosas, excepto el aJba que ya se la tenía dada. ltem su
ofrenda la dexa en los términos siguientes: que aunque su ofrenda pudiera ser
completa como la de qualesquiera feligrés de mediano caudal, mas para dexar lu-
gar a las obligaciones en que se ha puesto por sus atrasos para dar primero cum-
plimienro a éscos, mandó que Pedro López e Ysidora Guerrero le asistan con la
mitad de la ofrenda durante un año, si ellos buenamente pudiesen asistirle. Dexó
por sus testamentarios a don Amonio Ganvoa, vicario del Graoo, a don Sevastián
de Casero, vezino de Salamanca, y Bernardo prior, vezino de esce lugar. Su cuerpo
yace en la sepultura que está al lado del evangelio en el mismo presvicerio6.
Y para que consce, lo firmo de mi nombre en veinre y ocho de dicho mes y año,
111111pra.
Fray Andrés de la Concepción, pro Econome.

Y al inicio de este apunte, en el margen izquierdo, encontramos una glosa es-


crita por el mismo fray Andrés de La Concepción7, en donde se nos indica la edad
del difunto: «Don Bernardo Dorado, beneficiado de la Mata, que iba a cumplir se-
senta y seis años, día de San Marcos». Así pues, Dorado habría nacido en Sala-
manca el 25 de abril de 1712, y moriría con bastante probabilidad en la misma
Mata de la Armuña el 27 de marzo de 1778. Su muerte le viene eras una corta en-
fermedad, y así comienza a ser sustituido en sus funciones parroquiales a partir del
30 de enero de 1778 (Vid. el Libro de bautizados en el Lugar de la Armuña. Lib. 2°,
Sgr. 254-1, fol. 243).
En lo que respecta a su formación académica, no le he localizado en los Libros
de matrículas del Archivo Universitario de Salamanca como alumno de Gramática,
Arces o Teología, disciplinas a las que alude explícitamente Dorado, y que según
Villar y Macías, tal y como he recogido más arriba, estudió en la Universidad del
Tormes. En cambio sabemos que al menos desde el 18 de julio de 1762 ejerce ya

6. En la accual iglesia de San Pelayo no se conserva, o al menos no aparece visible, su lápida, aun-
que es posible que permanezca rapada bajo la racima del presbiterio.
7. De esre fraile sabemos que pertenecía al antiguo Convento de franciscanos descalzos de Sala-
manca, más conocido encre el vulgo como ti Calvario, y que desde febrero de 1778 ejercía por comisión el
curaro de la Mara de la Armuña anee la morral enfermedad de &rnardo Dorado (Una noticia de esce con-
vento y de sus prohombres puede verse en las páginas 433-437 del Compendio). Es de nocar que todos los
que sustituyen a Dorado por ausencia o enfermedad a lo largo de su curato son franciscanos descalzos a ex-
cepción de un agustino y un capellán de los Villares.

278 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


PUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO DORADO

FIGURA l .

SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997 279


JACOBO SANZ HERMIDA

su curato en la iglesia de San Pelayo de la Mata de la Armuña, pues en cal fecha


realiza su primer bautizo (Figura 1').
Pocos daros más poseemos sobre nuestro personaje. Su hacienda no debía de ser
muy abundante, pues, como ya hemos visto, solicita asistencia de un matrimonio
para que le ayuden a dar cumplimiento a las ofrendas religiosas que se ha impuesto
como «qualesquiera feligrés de mediano caudal». Tan sólo podemos espigar algu-
nas referencias personales en el interior de su Compendio pero en su mayoría aluden,
bajo el clásico tópico de la "falsa modestia", a su limicación inteleccual para llevar
a cabo la difícil carea de hacer una historia de Salamanca. Limicación que se ve sol-
ventada por su amor patrio:
Bien concemplo mi corto talento incapaz de tamaña empresa, pero como buen
patriota quiero que mjs borrones muevan a los eruditos a ilustrar con sus sóli-
dos y útiles trabajos las grandezas de este Pueblo.

2. EL COMPENDIO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE SALAMANCA

No pocos problemas bibliográficos plantea la obra histórica de Dorado. El pri-


mero de ellos, cal vez el más destacable, es q ue, si bien sabemos por la porcada, que
fue impresa en el taller salmantino de Juan Antonio de Lasancas, en cambio nada
se d ice del año de impresión. No obstante se ha comado como fecha bastante pro-
bable la de la Licencia del Real Consejo, dada «en Madrid a doce de febrero de mil
setecientos setenta y seis». En p rincipio no existe traba alguna que permita supo-
ner otra fecha que, en todo caso, siempre sería post quam a la de la Liceocia9.
Ahora bien los continuadores de la historia de Bernardo Dorado, Manuel Barco
López y Ramón Girón , presentaban al inicio de su obra una "Advertencia" que nos
informaba del p roceso editorial del Compendio, que según afirman se acabó de es-
cribir en 1763, a la vez que aludían a la dificultad del acceso a él ya a mediados
del siglo pasado :
A poco tiempo de publicar su libro el Sr. Dorado, le fue preciso hacer una se-
gunda edición por haberse agotado la primera. Tuvo lugar esta segunda en

8. Para una revisión de la actividad de este impresor salmantino que ejerce desde 1766 a 1791, con-
súltese la breve referencia que le ded ica MARTfN ABAD, Julián, en su Contribución a la bibliografía salmarr-
tirra dtl siglo XVIII: la Oratoria Sagrada, Salamanca: Universidad, 1982, pág. 30.
9. Ademti no conviene perder de visea el grabado calcográfico de las monedas que se incluye tras el
Catálogo de algurta.l ptnorta.l ilustro... , anees del Índice, obrn del salmantino Félix Prieto, en donde se corro-
boraría la datación: «Salmanticae anno 1776•. Respecto a la labor de este insigne grabador de la Real Casa
de la Moneda y director de grabado de la Academia de San Femando, a quien se debe un intento de crear
una escuela de grabadores de letra de imprenta en la Salamanca del último tercio del siglo xvm, puede vol-
verse a las notas de CUESTA GUTl~RREZ, Luisa, La imprtnta m Salamanca. /\~'flnce al estudio de la tipografía
salmantina ( 1480-1944), Salamanca: Biblioteca Nacional-Diputación Provincial, 1960, págs. 65-69.

280 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO OORAOO

1776, y es ya tan ra.ra, que en vano se buscan sus ejemplares, no sólo en esta Ciu-
dad, sino en las librerías de la Corte; por este motivo, y para pagar un tributo
de respeto y admiración a las glorias de nuestra patria y de su antigua iglesia,
nos atrevemos a acometer la presente edición, sin otras aspiraciones que conser-
var el recuerdo de la importancia de nuestra Ciudad en las épocas en que su
nombre era conocido y proverbial en todo el mundo culro 1 º.
Inadvercido debió pasarle este dato a Femando Jiménez pues nada nos señala al
respecto. No así a Francisco Aguib.r Piñal quien recoge dos ediciones del Cumpen-
dio, una de 1768 y otra de 1776, quien además nos ofrece la ubicación de los ejem-
plares localizados de ambas ediciones• 1 • Pero tanto los continuadores de Dorado,
como tan ilustre bibliógrafo cometen sendos errores fácilmente explicables. En el
caso de los primeros, me parece más que obvio que debieron servirse para su obra
del ejemplar que en 1882 pertenecía al Dr. D . Pedro Manobel, Presbítero, según se
indica en su ex /ibris, y que hoy día se conserva en los anaqueles de Biblioteca de San
Esteban (Sgc. 378.1 DORA comp.), en donde leemos en la porcada, con letra de fi-
nes del siglo XVIII principios del XIX: «Escrita el año 1763, la l ªedición. Esta 2ª
edición es de 1776». La coincidencia creo que es más que significativa12.
En lo que se refiere a la edición de 1768 que compila Aguilar Piñal, la expli-
cación es bastante más simple, pues sin lugar a dudas la fecha está cornada de la
cana enviada por el Arzobispo de Toledo a Juan Manuel Argüelles que transcribe
en la dedicatoria Dorado -«Toledo y setiembre, 13 de 1768»-, y que por error ha-
brá sido fácilmente tenida como el año de impresión del Compendio en las fi chas ca-
talográficas de los dos ejemplares que de esta ficticia edición se reseñan 13.

10. Véase su Historia iÚ la riiulaá iÚ Sala111a"'ª q11~ acrihió D. Bmrartlo Dorado, a>rngida m algunos
p11ntos, a11mm1ada y rontinllalla hasta nl/OtYOJ días f'>I' varios escritores nat11ra/11 iÚ tSttl ti11dad, Salamanca; lm -
prenca del Adelante a cargo de Juan Scmllo, 1861.
11. Se traca de los números 798 y 799 de la obra ya ~ñada. Por su parte PALAU Y OULCET can sólo
describe una edición de •hacia 1776•, de la que descaca su abundancia, en contna de lo indicado por Barco
L6pe2 y Girón: •Esta historia se considera mejor que la de Gonzálcz I>.ivila, pero es corriente en el co-
mercio. 100 prs. Verusra, 1945. 300 pts. Bardón, 1948,. (Vb.sc su Ma11114/ tkl librtro hispa,,oamerirano, IV,
Barcelona: Palau, 1951 , n• 75.667).
12. Me imagino que el anónimo autor de esta anotación debió de cencr muy presente el aipítulo
LXXXIV, "Don Felipe Bertrán, que oy rige esro Santa Iglesia desde Sccic:mbrc de 1763" (págs. 534-535),
pclra llegar a cal aseveración, aunque ciertamente, como se veni más abajo, obvió 105 muchos aconteci-
mientos hiscóricos contcmponineos sucedid05 en los añ05 siguientes a esta fecha, que en algunos casos se
describen con gran prolijidad.
13. A esto cabría sumar ocras cuestiones de índole interna que no hacen más que confirmar lo in·
dicado. Así, si se piensa en la aistencia de dos ediciones, una primera amerior a la de 1776 tendríamos
que reconscruir un Compmdio con las siguientes variames: poseería orna Licencia del Consejo con fecha di-
ícrence a la que conocemos; cal'l!Cerfa del grabado de Félix Prieto, y por úlC1mo, lo que parccc más impor-
rance, se rracaría de un tato que tend ría algunas ausencias de hechos históricos contemporáneos que se rc-
salcarían en la segunda edición. En esce sentido, valga como ejemplo ran sólo la referencia que hace al final
de la obra a la reforma de los Colegios mayores hecha por Carlos lll: «Havicndo resuclco nuestro Rei, el
se~or D. Carlos llI (que Dios guarde) rcfOrmar los seis Colegios llamados Mayores de España, cometió a

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 281


JACOBO SANZ HERMIDA

Con codo no es falso que existan dos ediciones dieciochescas, o para ser más
exactos dos emisiones del Cqmpendio de Dorado, salidas ambas de los mismos tór-
culos salmantinos de Lasanta, seguramente con apenas unos meses de diferencia.
La primera impresión, que podríamos llamar "A", estaría compuesta de 8 hojas sin
foliar, más 568 páginas y el grabado en cobre de Félix Prieto inserto entre las pá-
ginas 562/563. Encre esas primeras 8 hojas, estaría la Portada en cuya parte infe-
rior, entre dos bandas tipográficas, se incluye el nombre d e la ciudad donde se ha
impreso «EN SALAMANCA:», para rematarse con el nombre del impresor: «POR
JUAN ANTONIO DE LASANTA» (Figura 2ª). Ésta sería pues, la primera edición
del Compendio, cuya fecha de impresión hay que suponerla, según lo que se ha se-
ñalado más arriba, a partir del 12 de febrero de 1776.
La segunda emisión, "impresión B", sería una copia a plana y renglón de la
anteriormente descrital4, pero con dos notables diferencias: la primera aparece ya
en el Portada, en donde se eliminan las bandas tipográficas, y a cambio se inserta
una simple línea que separa el título de la obra y el autor de los referentes tipo-
gráficos. Pero además se añade un párrafo junco al lugar de impresión: «EN SA-
LAMANCA CON LAS LICENCIAS NECESARIAS:» (Figura 3"). Más destacable aún
es la nueva hoja, página de enmiendas, que debía insertarse al final de la Licencia
del Real Consejo, ames del Prólogo en donde se inicia la paginación (Figura 4ª).
Digo debe insercarse porque esta hoja suelta, que no forma parce de ningún pliego,
repite el reclamo «PRO» que ya encontramos en la hoja anterior 15 (Figura 5"). Con
ella esca segunda emisión se caracterizaría por una recomposición del primer
pliego, con la modificación señalada de la Porcada, y aumentaría su volumen en 9
hojas previas a las 568 páginas. En lo demás ambas emisiones serían idénticas.
A la vista de escas dos emisiones del Compendio surge la lógica pregunta del por
qué de las mismas y sus posibles fechas. La respuesta más evidente, y que daría ra-
zón a lo indicado por los continuadores decimonónicos, es que su rápido éxito mo-
tivó su reimpresión en un corto plazo de tiempo, añadiéndose la reforma de la Por-
tada y una página de erratas. No obstante no considero esta explicación del codo
satisfactoria, porque hay algo que llama poderosamente la atención desde el prin-

nuestro Prelado la de los quatro de esca ciudad, dándole absoluras facultades por su Real Cédula de marzo
de 1771... ~ (pág. 535).
14. Un notorio ejemplo de que lasanra reutiliza sin modificar las planchas en esta "impresión B" -
e incluso puede Llegar a pensarse que recompone esca nueva emisión sobre pliegos ya impresos-, queda
constatado en el lardón que introdujo en la página 333 de la primera emisión para corregir el error de fe-
cha en la que los Padres Trinitarios se asenraron en la Iglesia de San Juan el Blanco, que se sigue solven-
tando con un pequeño p-.ipel que restituye las dos últimas cifras movidas durante la composición lipográ-
flca -de 1480 se pasa a 1408-.
15. No siempre debió cumplirse esta disposición, pues de hecho el ejemplar que se conserva en la
Biblioteca de la Ponciflcia (Sgr. 25-A/ 6-15 bis) incluye la página de erratas rras la Portada, con el consi-
guiente descabalgamiento del reclamo. Más ilustrativo aún es el caso de uno de los ejemplares conservados
en la Biblioceca de la Universidad de Salamanca (Sgr. 72.711). en donde se aúnan la página de enmien-
das y el grabado de Félix Prieto anees del Prólogo, perdiendo con ello sentido el reclamo que antecede.

282 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO DORADO

>!(

COMPENDIO
H-I STORICO
DE LA CIUDAD
·~ DE
SALAMANCA~
SU ANTIGUEDAD,
LA DE SU SANTA IGLESIA,
SU FUNDACION,
GR.ANDEZAS,Q1J~ ~AILUSTR.AN,
• 1

ESCRITA
POR DOÑ BERNARDO DORADO,
C11ra proprio de el Ltl[,llr de la il1attl

". de A .J
J.ir11111n11.

"')-~~T-)~~Eo~!:~,-~~ EN SALAMANCA: •~(-;~~~(-)~:!{•


fCJ{ ]V{lN ANT01V/O DE LASA,VTA•
.,
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FIGURA 2.

SALAMANCA. Revisra de Estudios. 39. 1997 283


JACOBO SANZ HERMIDA

)le
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COMPENDIO·
HISTtlRII! CO
¡

®E LA CIUDAD
DE

SALAMANCA,
SU ANTIGUEDAD,
·.. LA DE ·su
/
SANTA IGLESIA> ..
$U F·U NDACION,
.GRANDEZAS,Q1.JE LA ILUSTRAN,
ESCRITA
~ -
POR DGN BERN.dRDO DORADO,
·Cura proprio Je ti .Li1tar de la Mata . ·
de Ármuña.
. EN SAt.ANAN,,CA CON tAS l1CENCtAS NU:ESARIAS:

POR JVJN ANTONIO _DE elASANJ:.J.

FIGURA 3.

284 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO DORADO

DEBE EMEND.AR~E LO SIGVJENTE.

PAG.z. 9. ~no· de 1 1 2.~. lege· 12. J.6.


Pag. 40. linca 1 6. Lorenzo ltge Leonardo.
Pág. 46. Cap. X. linea 6. Arg:m lege Arg:aiz.
Pag., 48. linea 1 8. in tvlinisccrios lege Ministerio;
P~g. 6 6. linca i 8. ComrJdicion /<'ó<' Tr:H\icion.
P:ig. 8 3. linea_3: como succdio lr,~e como s~ccd:do.
I>:ig. a 53.l:1 firrna D. Funamlo d~· Lcou, )' G.tf,cj,,
debe ser b primcrJ. ·
P:ig. 1 8 t. linea :. 9. Juan ll. lrg,t Ju:m XX.
Pag. ~44. linc:i 6. Alfonso \X.lrg" XI.
P:lg. 3 0 0. linea 6. cosa~ /rgr c;\s;is.
Pag. 3o 5. ~· ll. linc!\ 5. indita lrge inculca.
P.lg. 407. linc:i 1. Monciza· l!'g1.• Moncoya.
P:ig ...p o. linea 7. R:ino frge Ram.
P:ig. 4 i 6 . linc~ 1 7. Dc~pucs en esta lege Dcspua,
y csra, &c•.
P3~. 48 s.C:i p. L~Xlll. Don .~nconio Pe~ lege PiÁa.
P.1g. 508. lincJ ultimo, Aldcalcngu:i leg~ Aldea fra.

PRO-

FIGURA 4.

SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39. 1997 285


JACOBO SANZ HERMIDA

Juez de Imprentas , otro para el Censor , y los dos


rcscanccs para las Bibliotecas de S. M. y el &corial,
ysin que resulte poc Ccrti6cacion acontinuacion de
esca Licencia havcrsc cumplido con lo que queda
mandado el Impresor no entregue la Obra , ni se
a
proceda su venta > pena de que sera denunciada.
Y para qae conste lo firmo en Madrid adoce de
Febrero de mil sccccientos setenta y seis.
Don Ántonio Marrinez. Salaz.ar.

PR.0-

FIGURA 5.

286 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39. 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNAROO OORAOO

cipio, y es la abundancia de ejemplares de la "impresión B'', o segunda emisión, en


bibliotecas públicas y privadas, y la casi total ausencia de la "impresión A" 16. Con
codo podría pensarse que la razón se encuencra en el diferente ciraje de ambas emi-
siones, y que con facilidad el éxito de la primera impresión propiciaría una tirada
mucho más abundante en la segunda, y por ello el que se hayan conservado más
ejemplares de esca última.
Sin embargo creo que puede buscarse otra razón, en principio más compleja,
pero que a mi parecer justificaría mejor el problema de la gran rareza de la "im-
presión A". De nuevo Vil lar y Macías es el que nos aporca la luz necesaria para sa-
tisfacer esta duda. Hablando este historiador del Compendio, señala:
De la primera edición -se refiere a la de 1776 frence a la 1861- poseímos un
ejemplar que regaló a un amigo el autor; estaban enmendadas de su mano in-
numerables erratas, que según advierte no quiso poner el impresor.

La noticia me parece muy elocuente, pues considero que no resulta muy des-
cabellado pensar que Dorado mostraría abiertamente su queja anee el poco cuidado
que puso el impresor en trasladar su historia, y que precisamente esco podría ha-
ber sido el motor propiciatorio para que se realizase la segunda impresión 17 . De
esra forma quedaría resuelto el problema de la escasez de la "impresión A", sobre
la que posiblemente se podría haber formado la segunda emisión, con un simple
cambio del primer pliego. De ser así, La distancia temporal entre ambas impresio-
nes d ebió ser pequeña, e incluso pudieron escamparse en el mismo año de 1776.
Sea como fuere, al margen de la hipótesis anteriormente expuesta, lo que está
claro es que la página de enmiendas debió de apaciguar el ánimo del cura de la
Maca, sobre codo si cenemos en cuenca que las 16 erratas que se corrigen alteran
notablemente el sentido de algunos párrafos del texto, y con ellos de La historia.

t6. Además de la larga lista que proporciona AG Ull.AR PIÑAL en su catálogo ya reseñado, valga
como iluscracivo daco el becho de que codos los ejemplares que he podido consultar en las bibliotecas pú-
blicu de Salamanca perceoecen a la segunda em isión, frente a un única versión de la "impresión A-, loca-
lizada en una biblioteca privada. De hecho el facsímil que circula en el mercado se ha realizado sobre la
"impresión B".
17. Incluso se puede llegar a pensar en una incervenci6n más directa de Dorado, que podría haber
obligado a retirar del mercado los ejemplares de la "impcesi6n A", hasca que fuese incluida la página de
erraras. Al fin y al cabo no debe olvidarse que el Real Consejo concedía la Licencia a ·Don Ekrnardo Do-
rado, pcesbycero, cura propio del Lugar de la Maca de la Armuña, para que por una vez pueda imprimir y
vender el libro que ha compuesto, ti rulado Compendio Históriro de la Ciudad de Salamanca. En csce sentido
Dorado actuaría como auror-edicor, corriendo a su cosca, por ello, los gastos de impresión, mientras que
Juan Antonio de Lasanta sería can sólo el impresor.

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 287


JACOBO SANZ HERMIDA

111. UNA CONTINUACIÓN DECIMONÓNICA

Como ya he tenido ocasión de indicar en varios momentos, en la segunda mi-


tad del siglo XIX, el periodista salmantino Ramón Girón en compañía de su amigo
Manuel Barco López emprenden la ardua labor de publicar «un Dorado», con las
correcciones y adiciones necesarias, tal y como se indica expresamente al fin de la
obra, en el capítulo dedicado a los "Antecedentes del presente libro":
Al observar que muchas ciudades de España han compilado su hiscoria con los
datos descubiertos por el movimiento progresivo de nuescros días, ocurrió la
idea a D . Ramón Girón de publicar un Dorado, corregido y adicionado. Este
pensamiento lo comunicó a su amigo D. Manuel Barco López, y sin pérdida de
tiempo, llenos de fe, emprendieron la publicación en Agosto de 1861, a fin de
sacar en parce a nuestra patria del olvido en que parece sumida por la decaden-
cia de su comercio e industria y después por sus estudios (págs. 573-574).

Movidos por este interés, los continuadores del Dorado ofrecen en los prime-
ros días de agosto de 1861 un prospecto en que se da noticia al público de la emi-
nente aparición de su hiscoria 18. No he podido localizar ninguno de estos prospec-
tos informativos, lo que sin lugar a dudas hubiera sido muy iluscracivo. Como
consuelo a esta carencja, tal vez no esté de más traer a colación la reseña que a once
días del mes y año señalado, le dedica el periódico científico y literario, el Adelante:
Libro bueno.- Con gusto hemos visto el prospecco de la «Historia de Salamanca
que escribió D. BernartÚJ DoratÚJ, corregida m algunoJ puntos, aumentada y conlin11ada
hasta nuestro¡ días por varios escritores naturales de esta Ciudad». Sin perjuicio de
ocuparnos a su tiempo de esca obra, no podemos menos de aplaudir el pensa-
miento de publicarla, y deseamos que el público fomente con suscricciones (sic)
el proyecto concevido por personas que se interesan en recordar las glorias de
nuestra Ciudad. (Año II, n" 136, pág. 3).

La aparición de esca breve nota en este periódico bisemanario tiene mucho sen-
tido, dado que ambos, periódico e Histr>ria de Salamanca, se imprimen en el mismo
establecimiento tipográfico salmantino regentado por Juan Sotillo.
El interés de esta obra en relación con el Compendio no sólo viene dado por el
hecho de que se trace de una reedición revisada y aumentada, sino que además po-
see también ciena complejidad en lo que respecta a su difusión. En principio po-

18. Estos prospectos además de anunciar al público la aparición eminente de una obra, solían ~ga­
larse junco a la primera entrega de una colección que los lectores podrían adquirir direcrameme o por sus-
cripción a lo largo de varias semanas, meses e incluso años. Una buena revisión de la literarura por entre-
gas puede verse e n el arcículo de Jean-Fran~ois 8oTREL, «la novela por entregas: unidad de creación y de
consumo», en Creación y público m la literatura española, ed. de J. F. Botrd y S. Salaün, Madrid: Castalia,
1974, págs. 111-1 l S.

288 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁ FICAS SALMANTINAS. LAS EDICJONES DE BERNARDO DORADO

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HISTORIA
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CILDA.D DE S.r\L1\i\f~A.NCA~
OUE ESCRIBIO

D. BERNARDO DORADO,

D. RA MON GIRDN.

FIGURA 6.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 289


JACOBO SANZ HERMIOA

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290 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


FUENTES HISTORIOGRÁFICAS SALMANTINAS: LAS EDICIONES DE BERNARDO DORADO

dríamos señalar que la Historia de la ciudad~ Salamanca... , fue impresa por primera
vez en 1861 en la imprenta del Adelante. Más tarde en 1863, en la misma ciudad
e imprenta, parece ser que se reimprimiría. Entre la edición y la reimpresión la
única diferencia radicaría en el cambio de porcada, más simple en el primer caso
(Figura 6ª), y bellamente ilustrada con grabado de Antonio Cabracán, en el caso
segundo (Figura 7ª). Por lo demás, una y otra poseen una idéntica disposición tex-
tual a lo largo de sus 586 páginas. O mejor dicho, la impresión de 1863 sería una
copia a plana y renglón de la de 1861, a excepción de la portada. Coincidirían pues
a grandes rasgos la historia editorial del Compendio y la de su continuación deci-
monónica.
Pero, por desgracia, la cosa resulta más compleja de lo expuesto anteriormente.
A la luz que arrojan los dacos -piénsese en el prospecto-, habría que hablar de una
sola edición que debió de cardar casi dos años en acabar de imprimirse, cuya d ifu-
sión se realizaría por entregas. D e esca manera se explicaría la siguiente noca apa-
recida en las últimas hojas de esca obra:
Creemos, sin o rgullo ni amor propio, haber cumplido lo ofrecido en el
prospecro. Tal cual es la Historia de Salamanca que concluimos, ha sido juzgada
ya por la prensa y por el público. De diferentes puntos de España y del escran-
gero se nos han dirigido felicitaciones. Tampoco nos ha faltado alguna queja,
como por ejemplo una por parte de la familia del Ilmo. Vareta, referente a lo
poco que digimos en su biografía, tomado del episcopologio inserto en el Bolt-
lín edesiáttico y lo que sabíamos de pública voz... (pág. 575).

De igual modo daría razón de la laguna textual que se manifiesta en esca His-
toria, pues si bien en el vuelco de la porcada de 1861 se lee: «Al final del tomo se
pondrá una lista de los escritores que hayan contribuido a su publicación», no se
cumple ta l promesa. Y de forma pareja se explica el que la mayoría de los ejem-
p lares que se conservan de este texto posean dos portadas, o mejor dicho, la por-
tada de 1861 con la anteportada grabada de 1863. En este último aspecco es inte-
resante que, mientras que en la porcada aparece el nombre del editor, D. RAMÓN
GJRÓN, en la anreporcada aparece ya el nombre de los dos autores, D. MANUEL
BARCO LÓPEZ Y D. RAMÓN GJRÓN, modificación que cal vez pueda relacio-
narse con la laguna m ás arriba c itada, en cuanto no haría ya falca indicar el nom-
bre de los autores, al quedar incluidos en la porcada. Así pues, nos las habemos
con una única edición de la Historia ~la ciudad de Salama11ca, con una doble por-
cada.
Una úlcima consideración respecto a esca obra. Fernando Jiménez, como se in-
dicó m ás arriba, juzgaba la versión decimonónica como «poco afortunada• . Y así
es, pues su corca difusión hay que relacionarla con la aparición, pocos años después,
de las grandes crónicas salmantinas del siglo XIX - me refiero ciertamente a la
Reina ~I Tormes de Fernando Araujo (1884) y la Historia de Salamanca de Manuel

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 291


JACOBO SANZ HERMIDA

Villar y Macías (1887}-, que sin lugar a dudas fueron responsables muy directas
del eclipse en el que se vio sumida la conrinuación del Dorado 19.

IV. ARDUA TAREA HISTORIOGRÁFICA

Tardó muchos años en dar por finalizado su Compendio Bernardo Dorado, pues
de hecho a lo largo de su obra encontramos varias referencias a fechas concretas que
nos permiten corroborar la larga tarea de compilación y redacción. Así, cuando ha-
bla del escudo de Salamanca, se cenrra en la fundaci ón del puente romano para se-
ñalar:
... y codo esto lo comprueba una medalla, que con mocivo de la compostura que
se hizo en dicho Puence de orden de esca Ciudad en el año pasado de l 767, fue
hallada en una caxa baxo una de sus losas... (pág. 18)20.

Aunque a veces en alguna de escas puntualizaciones cabe tan sólo pensar en una
errata, pues suscitan una clara imposibilidad cronológica, como cuando se trata de
los diferentes santuarios de la Villa de Vitigudino y se alude a una fecha en la que
nuestro autor no podría en modo alguno, dada su temprana edad, estar compilando
su obra:
... y el de Nuestra Señora de el Castillo de el Lugar de Pereña: de el portento y
milagro que se dignó hacer el Todopoderoso a ruegos de su Santísima Madre el
año pasado de 172 l... (pág. 4 5).

Aparte de los varios años que debió dedicar Dorado a compendiar su historia,
tal vez lo más interesante sea pasar revista al concepto historiográfico que maneja
este autor, así como a los diferentes materiales que utiliza y el uso que hace de los
mismos. Eo este sentido Fernando Jiménez ya llamó la atención sobre algunos as-
pectos concretos, haciendo especial hincapié en el abierco planteamiento que se
muestra ya desde el Prólogo ante la validez histórica de las diferentes fuentes y los
problemas de su consulta:
... Los pocos que escribían carecieron de el reposo y asiento necesario para el exa-
men de los hechos que no veían, y trasladaban las noticias que llegaban a ellos,

19. Es necesario no olvidar que los continuadores decimonónicos demostraron desde el inicio de su
obra un gran rigor científico al distinguir al lector sus diferentes actuaciones en la corrección y adición de
su H imwi11, como ~ñala.ban clanmence en la · Advertencia" p~liminar: • Para mayor claridad, tos capftu·
los aumentados se ind icarin con una A, los corregidos con una C y con la D los que ~ copiados de Do-
rado, con leves modificaciones, en esra forma: Capítulo l. A que significa aumencado, ere....
20. Esca fcc:ha vu,lve a poner de manifiesto lo imposible de que Ool'llldo hubiera acabado su obra'º
1763, según afirmaban los continuadores decimonónicos, y cal vez explique la cronología editorial reco-
gida por AGUILAR Pn'lAL.

292 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


FUENTES HISTORJOGRÁFICAS SAI.MANTfNAS: LAS EDJOONES DE BERNARDO DORAOO

desfiguradas por los rumores del vulgo. La estrechez de unos Cronjcones, la fal -
sedad y suposición de otros, el sumo descuido en La conservación de los instru-
mentos, aumentado por la frequente mutación de dueño, priva a los H istoria-
dores del mejor medio de asegurar la verdad de sus escritos. Añádeseles otra
dificultad no pequeña, nacida de la antigüedad misma de los instrumentos, que
por forcuna nos han quedado en los Archivos. Las abreviaturas frequentes son
ocasión a diversas lecciones y a equivocarse y oponerse los copiantes; lo desca-
ído de La tinta por el transcurso del tiempo; las frases enteramente ignoradas a
el presente; Las roturas que la humedad y demás contrarios de los Originales han
causado en los instrumentos, son otros tantos escollos insuperables a todo His-
toriador (pág. 3).

El texto no posee desperdicio alguno, y nos pone en aviso del rigor histórico con
que pretende trabajar el autor. Rigor que se constata a lo largo de los diversos ca-
pítulos cuando Dorado tiene que corregir errores de datación , como hablando de
las "Beatas de Santa Ana", rectifica el año de una donación:
... la fecha allí puesta es año de 1030, la que no puede subsistir, porque no era
rey D . Fernando por entonces, lo empezó a ser el año de 1037 (pág. 89).

O más adelante, cuando se enmienda el año de la muerte del Obispo don VidaJ ,
corrigiendo a Gomález Dávila:
El Maestro Gil Gonz.ález dice que murió nuestro don Vidal en el año de L194,
yo tengo documentos de donde se saca e infiere que vivía en el de L198 (pág.
161).

Y de forma análoga vuelve a poner en entredicho lo señalado por González Dávila


en su Historia de las Antigiiedat:ks.. ., al hablar de la sucesión del Obispo, don Diego
Domínguez:
Para dar sucesión en esta Dignidad Episcopal a Don Diego Domínguez, con-
fieso con ingenudidad que me falcan luces (... ]
Todo lo referido tiene contra sí, lo primero porque la prueba que da para su
existencia en la Dignidad es poco ajustada a verdadera Cronología, pues el Papa
Bonifacio VIII no lo fue en 25 años después, por lo que mal pudo darle la co-
misión que cita en el año de 1269 ... (págs. 228-229).

Asimismo resulta inceresance cómo D orado muestra cierta preocupación hacia el


lector al aclararle el significado d e aquellos términos que pueden resultarle obs-
cu ros:
Havieodo mencionado muchas veces el Corral de San Marcos, se hace preciso el
declarar qué significa este nombre de "corral"; y digo, que en observación del
Reverendísimo Padre Maestro fray J oseph Cubero de el Orden de nuestra Se-
ñora de el Carmen, hijo ilustre de este Pueblo, significa Dominio, J urisdici6n y

SALAMANCA, Reviscade Escudios, 39, 1997 293


JACOBO SANZ 1-lERMrDA

Señorío sobre algún determinado y limitado territorio, al modo que mucho:


distinguidos cavalleros alcanzaron de los reyes por sus servicios y hazañas la con-
cesión de semejantes corrales... (págs. 169- 170).

Se podrían traer a colación otros muchos puntos que irían desde el uso de la bi-
bliografía histórica -principalmente la España Sagrada del padre Flórez a la que se
remite al lector abundantemente en las notas a pie de página, pasando por histo-
rias particulares como la del Convento de San Ag ustín de Salamanca de fray Ma-
nuel Vidal (Salamanca: Eugenio García de Honorato, 1751), y un largo etc.-, a la
descripción pormenorizada de algunos acontecimientos notables, contemporáneos
al autor, que se relatan con gran profusión de detalles - Véase, entre otros, el capí-
rulo dedicado al "Monasterio de monjas de S. Pedro" en donde se refiere el mila-
g ro del cuerpo que fue exhumado incorrupto en 1727 (pág. 376)-. Pero tal labor
requeriría un nuevo y amplio trabajo que excede los límites de lo que aquí se p re-
tende.

Valgan pues, como colofón, las palabras con las que finalizaba Dorado su his-
toria, en las que una vez más se recurre al amor patrio como disculpa ante los nu-
merosos errores que podría presentar una obra semejante:
Aquí concluyo el Compendio histórico que ofrecí de las cosas memorables de
esca noble Ciudad y su Obispado. Apenas puede pasar por un leve dibuxo de co-
das ellas, pues así la Ciudad, como la Iglesia y Universidad han sido y son de las
más célebres de nuestra Península. Conozco la cortedad de mis talentos para ha-
cer d elogio de can respetables Cuerpos, pero disculpárame la pasión de Ciu-
dadano y el deseo de contribuir a el honor de mi Patria. Éste ha sido el objeto
de esta obra ... (pág. 536).

294 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


SALAMANCA, R1:Vis1a dt> Estudios, 39, 1997. P(gs. 295-3 19
ISSN: 0211-9730

LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE


SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

MIGUEL ANGEL P ERFECTO GARCÍA


J AVIER GARdA MARTIN

RESUMEN: En esce trabajo hemos pretendido analizar las razones que hi-
cieron posible el resurgimiento inceleccual de la Universidad de Salamanca en
el último tercio del siglo XVIII , y estudiar la posible conexión del reformismo
universitario salmantino con el cambio político del siglo XIX.
Desde nuestro punto de vista, lo que pretendía el grupo renovador salman-
tino era terminar con el cradicionalismo -escolasticismo- vigente en la Univer-
sidad, todavía en la segunda mirad del s. XVIII, incorporando las enseñanzas de
la nueva filosofía y ciencia europeas. Una filosofía que ponía en cuestión las ba-
ses sobre las que se fundamentaba el Antiguo Régimen, esto explica la necesi-
dad para los reformistas españoles de conocer el nuevo pensamiento europeo,
como forma de fundamencar sus críticas aJ poder establecido.
La introducción de esa nueva escala de valores expresa un empeño, no es-
crietamence académico, sino también político, de consecuencias fructíferas, años
después.

SUMMARY: The aim of chis arcicle was co analyze che reasons behind che
incelleccuaJ reviva! of che Univerisicy of Salamanca in final chiord of che 18th
cencury and to scudy che possible conneccion becween Salamanca universicy re-
formism and che policical changes of che l 9ch cenrury.
From our point of view, che Salamanca reformers wanced to put an end to
che tradicionalism -scholascicism- scill prevailing in che Universicy in che se-
cond half of che 18ch cencury by incorporacing che ceachings of che new Euro-
pean philosophy and science. This philosophy quescioned che foundacions of
che ancien regim~, which explaíns why che reformiscs wanced co learn che new
European choughc -ic would serve as a foundacion for cricici:zing che escablis-
hed power el ice.
The incroduccion oc chis new ser of values was noc only an academic bue
also a political undertaking, one which would have fruicful consequences years
Jacer.

PALABRAS CLAVE: Reformismo/ Ilustración / Liberalismo/ S. XIX.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 295


M. A. PERFECTO GARCfA ·JAVIER GARCÍA MARTfN

1. INTRODUCCIÓN

Al iniciarse el siglo XIX, la U niversidad de Salamanca experimentó una fuerte


crisis caracterizada canto por la disminución del número de sus escudiances, como
por la reducción de las rencas de su pacrimonio 1•
Dos décadas anees, sin embargo, había registrado un renacer de su actividad,
cuyos parámetros fueron la reforma y modernización de los planes de estudio de las
Facultades de Artes y Medicina, y una mayor difusión de las matemáticas y la fí-
sica experimental, recuperándose de la crisis sufrida, en el número de sus matricu-
lados en el siglo XVII. Ello llevó a Esperabé de Arteaga a afirmar en su historia de
la Universidad que: «a fines del siglo XVIII, la Escuela de Salamanca no tenía par
en España y podía rivalizar con muchas famosas de Europa»2.
Nuestro objetivo en este trabajo consiste en analizar las razones que hicieron
posible el resurgimiento intelectual de la Universidad de Salamanca en el último
cercio del siglo XVIII, y estudiar la posible conexión del reformismo universitario
salmantino con el cambio político del siglo XIX.
La reforma de los Planes de estudio, que realizó Carlos lll en 17713, tuvo un
papel importante en el resurgimiento universitario de Salamanca, pero en el pro-
ceso reformador, incidió, igualmente, una minoría de profesores que -formados en
el espíritu reformista de la época- lucharon por descerrar de la Universidad los mé-
todos y doctrinas escolásticos que imperaban en las Universidades de la época4.

L. Vid. J . GARCÍA MARTÍN· M. A. PERFECTO GARCÍA: • Evolución y rcgionaliz.ación de la


macrícula salmanrina encre 1769-1770 y 1814- 1815. La Universidad de Salamanca a finales del Antiguo
Régimen• en 1 Congreso dt H i1toria dt Salaman<a. Salamanca, Dipuración, 1992 págs. 265-289.
El número de alumnos de Cánones pasó de 184 en 1770, a 5 en 1815; El de Leyes de 354 a 12 en los
mismos años; el número de estudiantes de Arres y Filosofía se redujo de 493 a 43; y los escudianres de Gra-
mática, Retórica y Humanidades pasaron de 96 a l; finalmente, los alumnos de Medicina que en 1770 eran
30 se redugeron a 13, y los de Matemáticas y Algebra de 1 a ninguno.
Puede consultarse rambién: L E. RODRÍGUEZ SAN-PEDRO y orros: "Declive y regionalización
de la matrícula salmanrina de los 55. XVII y XVIll. Aproximación descriptiva .. en St11dia Hi1torita Mo-
derna, lll. 3. Salamanca, 1985, págs. 143-162.
2. E. ESPERABÉ DE ARTEAGA: Historia pragmátira e inrerna tk la Universidad de Salamanra. Im-
prenta de Núñez Izquierdo, Salamanca 1914-1917.T.l. pág. Vil.
También J. BENEYTO PÉREZ: La eJmela il11minista salmalltina. Dimmo de apertura del <11r10 académico
de 1949 a 1950, Sa.lamanca, 1949, quien señala «Si brilla Salamanca en el último tercio del siglo XVIII y
en el primero del XIX es porque sus hombres esruvieron en relación con el ambiente europeo, cuya evo-
lución cultural fue propio estímulo para sus obras..... págs. 30
3. M. y J. L. PESET: La Uniwnidad apa;wla (s. XV/ll-XIXJ. Despotismo il111tra® y m11Jl11ri6n liberal.
Madrid, Taurus, 1974, págs. 147 y ss. También. G.M, ADDY.: The mlightmmmt in the UnivtrJity of Sala-
manca. D urkham, Dulce University Press, 1966, pág. 138.
4. • En los últimos años del siglo XVIII - señalan H . Dávila y sus colaboradores- se notó un gran
impulso en los estudios de Salamanca... por existir en ella profesores notables, que formados sobre la li-
teratura francesa y las doctrinas de los enciclopedistas, supieron aprovechar la época de expansión y tole-
rancia inaugurada por Fernando VI y conrinuada por su sucesor Carlos 111...•, H , DÁVIlA y otros :Reseña
histórica r.k la Univerlidad tk Salamanca. Sa.lamanca, lmpr. Juan José Morán, 1849, pág. 174.

296 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERAUSMO

El papel desempeñado por este g rupo de profesores fue canco más relevante,
cuanto que algunos de ellos acabaron formando parce, en palabras de Menéndez
Pelayo, de «los legisladores de 1812 y de los conspiradores de 1820»~.
Desde nuestro punto de vista, hay una serie de rasgos que definen al conjunto
de reformistas de la Universidad.
1. En primer lugar, forman un grupo con entidad propia, es decir, un grupo
coherente que partiendo de unos intereses y objetivos comunes luchó por imponer
una jerarquía de valores diferente a la establecida hasta entonces6.
Uno de los elementos, no el único, pero sí el que fac ilitó una cierta unión en-
tre ellos fue el componente generacional. Casi codos eran jóvenes profesores, edu-
cados en el espíritu reformista de 177 1, que bien por pertenecer a una Facultad
considerada Menor, como Artes, o bien, g racias a una formación autodidacta al
margen de la Universidad, decidieron defender las doctrinas nuevas, frente a los
sostenedores de la tradición 7.
En esca línea coincidimos con M. Moreno .Alonso al defender, refiriéndose al
grupo reformista liberal en su conjunto, que «la generación en su sentido más laco,
no es canto cuestión de edades, como de una común voluntad histórica anee un
tiempo sentido comúnmente ...»ª.
En esce sencido, se puede afirmar que lo que unía al grupo de reformistas sal-
mantinos, no era, inicialmente un proyecto de acción común, sino la negación o el
rechazo de lo establecido. Lo cual explica que, como afirma Sandalio Rodríguez «la
táctica educativa de los profesores progresistas para introducir materias vigentes en
el mundo culcural e intelectual europeo, no pueda cifrarse en planteamiencos teó-
ricos sobre su necesidad o congruencia, dada la presumible probabilidad de ser re-

No falcaron refoanadorcs de id~ más avanzadas -como el fururo liberal !Umón de Salas- conrrarios
a una reforma impuesca desde el poder real que no ruviesc en cuenca las aspiraciones de la propia Univer-
sidad. • puesro que ellos -afirmaba- conocen mejor que nadie las deficiencias y necesidades que existen en
la enseñania• ..., S. RODRÍGU EZ: El rmarimimto 11niwrsilario salmantino a finales dtl siglo XVH L ltkologla
liwal dtl Dr. Ramón de SaltJJ y Cortés. Salamanca, Universidad, 1979, pág. 145.
5. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: Historia de los HtttrOáoxos pañoles. Mad rid, librería de Vicroriano
Suárez, 1930.T.V, pág. 293.
6. Como inruyó E. Terrón: • En d nuevo complejo de la culrura tC'nían que ser asimiladas transfor-
maciones demasiado bruscas, y de órdenes muy d iferentes que precipitaron a un grupo a establecer la racio-
nalidad de sus proyecros y a demostrar que estos dimanaban de la verdadera naruralcza de las cosas; el orro
grupo se ve obligado a destacar y exalrar la vencrabilidad de los viej05 usos y la justicia de coda la rradición•
(E. TERRÓN: Soritdaá t itkologfa m los orfgmts Je la E.spaña ronttmJ#tÍ~. Barcelona, 1969, pág. 78).
7. La impomancia que alcanzó el factor generacional en la reforma implantada en la Facultad de Ar-
ces y Filosofía fue puesra de manifiesto en su d ía, por Bernardo Dorado, al señalar que: •los jóvenes ani-
mados de la reforma cenían el consca nre designio de combarir y descerrar el cscolascicismo, elevando los es-
tudios filosóficos a la alrura que se enconcraba en ocras naciones. Los viejos, por e l concrario, sosrenían que
no reconocía arraso la Universidad en la Facultad de Artes o curso de Filosofía y ju:tgaban precisa la con-
cinuaci6n de este esrudio como cscaba en todas sus parces •(B. DORADO: Hut1Wia de la d udad de Sala-
11t4nca qut escribi6 Btn111rtio Drwath corregida m alg1tnos p11nto1, a11tmntada 7 <rmtin-Ja hasta n11utros álas ptJr n1-
rios tStrit- natura/a de ata ri11daá. Salamanca, Imprenta de El Adelanto, 1861, pág. 465.
8 . M. MORENO ALONSO: La gmerari6n tspañola de J808, Madrid, Al ianza Edirorial, 1989, pág. 12.

SALAMANCA, Revista de Estudios , 39, 1997 297


M. A. PERFECTO GARCÍA - JAVIER GARCfA MARTÍN

chazados. Se impone, por lo tanto, la actitud individual y la táctica concreta del


hecho consumado»9.
El grupo reformista coincide en oponerse al escolastismo vigente, pero cada uno
evoluciona de una manera diferente en su oposición. Así, mientras unos se mantu-
vieron fieles, hasta el final, a la ideología del Despotismo Ilustrado, otros, se atre-
vieron a dar un paso más que los condujo al liberalismo y a la ruptura con el An-
ciguo Régimen.
2. En segundo lugar, el mencionado grupo se decantó por un cambio lento, sin
sacudidas bruscas, fundamentalmente, por las dificultades derivadas de la defensa
de un libre pensamiento, prohibido por la Inquisición y también, por la depen-
dencia de coyunturas políticas favorables a la expansión de las reformas.
3. Por último, el grupo reformista es claramente minoritario frente al inmovi-
lismo de la mayoría del profesorado salmantino de entonces. Su vocación reforma-
dora se alimentó de unas inquiecudes personales que pretendían descubrir el desa-
rrollo de las nuevas ciencias que se extendían en Europa : «lejos de ser ayudados y
formados por la Universidad -señaló en su día J. Sarrailh-, tienen que formarse en
contra de ella, y sacudirse, por principio de cuentas, la cultura con que ella los ha
torturado» 10.
A pesar de que la Inquisición había intentado impedir la entrada y difusión de
las obras de Voltaire, Bayle, Diderot, etc -antes incluso de la Revolución Francesa-
lo cierto es que su empeño fracasó y, como constató R. Herr, los libros prohibidos
circulaban en España con bastante facilidad, con la condición de que no se hablara
mucho de ellos 11 •
Por otra parte, en el ámbito universitario, la introducción de este tipo de obras
se reveló como una auténtica necesidad, dado que suponían la base filosófica y
científica para oponerse al tradicionalismo imperante en aquellos añosl 2.
Ahora bien, no deja de ser sorprendente el hecho de que en la Universidad de
Salamanca, anclada desde hacía años en el más rancio tradicionalismo, y emplazada
en una ciudad cuya población predominante la constituían clérigos, criados y bu-
rócratas•}, hubiese profesores que fueron capaces de crear, como ha afirmado De-

9. S. RODRÍGUEZ: El Rt11aci111ie1110....op. cit., pág. L39.


10. J. SARRAILH: La España il1mrada de la segunda mitad del siglo XVIII. Madrid, F.C.E., 1985,
pág. 119.
José Cadalso, en el tiempo que estuvo desterrado en Salamanca se convirtió en «patriarca de aquellas
gemes jóvenes deseosas de orientación en las lecras..... ]. BENEYTO: La tsC11ela iluminiJta. op. rit. pág. 8.
l l. R. HERR: EJpaña y la mJOlurión dd siglo XVIII. Madrid, Agu.ilar, 1966, pág. 67. Vid. también
M . DEFOURNEAUX : Inquisición y n11Jura tk libros t11 la Efpaña del siglo XVlll. Madrid, Taurus, 1973,
pág. 210
12. A, ELORZA.: La itkologfa liberal tÚ la ilNStración española. Madrid, 1974, págs. 1-3.
13. Para el análisis de la ciudad de Salamanca a fines del sig lo XVIII, vid.: ) -GARCÍA MARTÍN
Y M. A. PERFECTO GARCÍA: «Salamanca y las Corees de Cádiz: Estudio polftico-social de los dipuca-
dos salmantinos,. Rev. Salamanca. Rn1ista provincial tÚ EJ1udi01. Nº29-30 Salamanca 1994. Ed Diputación
Provincial. págs. 201-242.

298 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN Al LIBERALISMO

rozier : «un hogar ideológico nuevo del que se benefician sus alumnos, que inten-
tan, a su vez, rivalizar con ellos... » 14
Será precisamente la Biblioteca Universitaria de Salamanca el medio que nos
va a permitir conocer el g rado de renovación académica alcanzado, así como la re-
cepción de las nuevas ideas reformadoras. Y junto a ella, la famosa librería de Ale-
gría y Clemente, mencionada por el propio Jovellanos en sus D iarios.

2. LA RECEPCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS REFORMADORAS


Y LA BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

La primera referencia historiográfica a la existencia, dentro de la Biblioteca


Universitaria, de un conjunto numeroso de libros prohibidos por la Inquisición, es
la Historia de la Universidad de Salamanca escrita por H. Dávila, S. Ruiz, y Diego
Madrazo. En ella se afirma que: «el 19 de junio de 1761 da licencia el Inquisidor
General para que puedan conservarse en la Biblioteca de la Universidad los libros
prohibidos, si bien en sitio separado, no pud iendo servirse a los que no estén au-
torizados para su lectura... » n .
Este cipo de licencias se concedía además de a algunas instituciones, a «perso-
nas doctas y piadosas» - en su mayoría eclesiásticos - con el fin de q ue pudiesen re-
futar los libros considerados impíoJ. Sin embargo, el control que se hizo de los per-
misos de lectura no fue nunca excesivamente riguroso, de cal forma que, en última
instancia, fue la propia Inquisición quien abrió como señaló M. Defourneaux «una
brecha en el dique levantado contra los malos libros, pequeña en un principio, pero
que acabó dejando pasar una abundante oleada de obras de toda especie» ... 16.
Entre las instituciones salmantinas autorizadas para disponer de libros prohi-
bidos figuraba el Colegio de los J esuitas. Y al producirse la expulsión de estos en
1761, todos los fondos bibliográficos allí contenidos pasaron a la Universidad. Esa
es la razón de que algunas de las obras prohibidas, en especial las de carácter jan-
senista, se encuentren a partir de la segunda mitad del S. XVIII en la Universidad
de Salamanca.
Con todo, hasta 1771 no se elaborará un catálogo de los libros prohibidos exis-
tentes en la Biblioteca Universitaria. Dicho catálogo, en tres volúmenes -conser-
vado en el Archivo de la Universidad- y obra del bibliotecario J osé Ortiz de la
Peña 17 , es la fuente fundamental de la que disponemos para analizar la difusión de
la ideología reformjsta y revolucionaria en Salamanca y en la propia Universidad.

14. A. DEROZIER: Q1úntana y el nacimiento del primer liberalismo en Erpaiia. Madrid, Ed. Turner,
1978, pág. 58.
15. H . DÁVIL\, S. RUIZ, S. DIEGO MADRJ\ZO: RtJtña his1kira de...op. cit. pág. l >9.
16. M. DEFOURNEAUX: lnquisiridn y censura de... op. cit.. pág.175.
17. J. ORTlZ DE LA PEÑA: Biblioth«a salmantina stu inekx libror11m omnium qui in pub/ira salman-
tiunsis Academiae adstn1an111r per classtJ et materias dispositas in 11.1um Jtudiosae in 1Jt1t latís. ' vols. Salmanticae

SAL\MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 299


M . A. PERFECTO GARC{A - JAVIER GARCÍA MARTfN

En este catálogo encontramos una significativa referencia al libro de Justino


Febronio De statu Ecclesiae et legítima potestate Romani Pontificis, una obra clásica en
la querella jansenista; libros sobre Derecho Natural, de enorme influencia en el
pensamient0 renovador de la época, como el libro de Hugo Grocio Tractatus de jure
belti et pacú o las obras de Pufendorff, editadas en el siglo XVII en Londres. Por su-
puesto, encontramos una amplia relación de las obras de Descartes, Galileo, Co-
pérnico, Newton, Buffon, Boyle o Wolfius, todas ellas dedicadas a la nueva Geo-
metría, la Cosmografía, la Astronomía, la Mecánica o la Matemática.
Sin embargo, a pesar de la importancia de estas obras, incluidas en los cita-
dos tres volúmenes, es de mayor interés, para nosotros, el contenido de un como
especial, editado en 1776, del Catálogo de Orriz de la Peña, en el que se expone,
por orden alfabético de autores, la relación de t0dos los libros prohibidos conte-
nidos entonces en la Biblioteca. A este manuscrito han hecho referencia, tanto
M. Defourneaux, como G. M. Addy 18, aunque sin poner de manifiesto que no
todas las obras y autores que en él figuran fueron originalmente incluidas en la
edición de 1776. A nuestro modo de ver, sin embargo, el diferente tipo de letra
y de tinta observados, en algunos casos, ponen de manifiesto la existencia de aña-
didos posteriores, unos de entre 1776 y 1814 y otros aún más tardíos, de 1823-
1824.
Teniendo en cuenta esta observación, distinguiremos entre los libros prohibi-
dos incluidos en la edición de 1776 y los incluidos después.
Entre los primeros se pueden destacar opúsculos jansenistas, editados en el si-
glo XVII, en Ruan, como la obra de J . Alrhusio Política methodice digesta, o la Apo-
logía de las cartas provinciales de Monta/to contra la respuesta de los jesuitas intitulada en-
tretenimientos de Cleandro y Eudoxia.
También se encuentran los libros de Bossuet editados en 1737, las obras de
Erasmo de Rotterdam, Maquiavelo, Ockam, Piscator, Jonatham Swift, Hugo Gro-
cio, Montesquieu, Helvecio, 11 volúmenes de obras de Rousseau editados en 1772
en Amscerdam, la colección completa de Voltaire -25 volúmenes editados en
1764-, Los Ensayos de Montaigne, obras de Racine, Condillac, Fleury, etc.

apud N. Villagordo, anno 1770. También Bibliotheca salmanticensii tJOI. IV. Indice mathematimm c1Jmplecten1.
B. U. S. Biblioteca Universiraria de Salamanca. Ms. 1634. ff. 8, 27, 29-29 v 33v, 47, 48, 51 v, 58v.
]osé Orriz de la Peña había sido, según se dice en el cacálogo, alumno del Colegio Trilingüe y Doc-
tor en Derecho Civil. Pero además Defourneaux lo menciona como el primer auror que tradujo al español
la obra Droit de.r Gens de WATEL, publicada en 1774 y prohibida por la Inquisición en 1779. Vid. ram-
bién M. DEFOURNEAUX: Inquisici6n y censura de libroi... op. cit., pág. 193.
Dicha traducción se conserva igualmence en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca bajo el rí-
tulo BATEL: Derecho de geme.r . ..
Sobre la incroducción de las enseñanzas de Copérnico en Salamanca puede consulrarse: E. de BUSTOS
TOVAR: «la incroducción de las teorías de Copérnico en la Universidad de Salamanca» en Rwista de la
Real Academia de Cienáas Exactas, FíiicaJ y Naturales 67, 2 Madrid 1973, págs. 235-252.
18. M. DEFOURNEAUX: op. cit., págs. 190-191; y G. M. ADDY,: op. cit., pág. 139.

300 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

La relación de obras prohibidas recogidas en el catálogo de Ortiz de la Peña


prueba tanto la circulación de dichos libros prohibidos entre el profesorado de la
Universidad salmantina, como la estima que éste merecía al poder regio.
Así lo prueba, encre otras cosas, el que la Universidad fuese requerida en 1778
por el Consejo de Castilla, según señala Addy•9 para emitir un juicio de valor so-
bre el libro de un eclesiástico mejicano Gamarra, titulado Elementa recentionis Phi-
losophiae.
El resultado fue un completo informe en el que se hacía referencia a las fuen-
tes originales, utilizadas por Gamarra para confecdonar su libco ,lo cwJ no hacía
sino poner de manifiesto que los miembros de la Comisión designada por el Claus-
tro para elaborarlo -algunos de ellos, recalcitrantes reaccionarios como el padre
Leonardo H errero- conocían sobradamente las obras científicas y filosóficas más
avanzadas de la época.
Por sí solo, este hecho vendría a confirmar que tales obras eran ya conocidas
por los profesores universitarios salmantinos diez años antes del comienzo de la re-
volución francesa.
Pero, hay otro hecho que permite asegurar que la Biblioteca salmantina fue
una de las principales de España en cuanto a recepción de libros prohibidos. Nos
referimos al proceso de adquisición de nuevos libros censurados y prohibidos, a
parcir de los ai'ios 80 del siglo XVIII, para engrosar la Biblioteca, que contó con el
apoyo, más o menos explícito del propio rey Carlos m 20, y con el permiso implí-
cito de la Inquisición; sobre todo en el período en el que fue Inquisidor General
Felipe Benrán - obispo de Salamanca, conocido por sus tendencias reformadoras y
«regalistas» _21.
Por otra parce, a partir de 1788, la comisión encargada de elaborar la lista de
libros que la Universidad pretendía adquirir estaba compuesta por algunos de los

19. G M. ADDY: op. rit., p:ig. 140- 141.


20. En cs1e sentido, es impcmanre la Real Provisi6n de Carlos JII de 9 de Julio de 1778 •que con-
firma y amplia 01ras dirigidas al fomento de la imprenta y comercio de libros que contribuyen a la cul-
1ura y propagaci6n de las ciencias• C. M". AJO GONZÁLEZ DE ZÚÑIGA: W de la1 Uni1Jtrsid4des his-
pánicas. Orfgmes y desarrollo desde s11 aparirión a n11estros días. 10 vols. Madrid, Imp. Tom¡Ú Sánchez, 1966.
e.V. págs. 87.
21. Felipe Bcrtrán publi có un edicro que exrendía la licencia •de leer y retener libros p rohibidos a
los individuos de los cuerpos Literarios a fin de que en los asu ntos de su cargo e Instituto puedan cumplir
más cabalmente el desempeño de las luces que suminis1rascn, pudiendo servirse de los libros que existen
en las mismas Academias en sus bibliotecas•... S11plnnm10 al lndirr exp11rgatorio del año 1790 tksdt ti editado
de 13 tÚ diritmlm de 1789 hasta ti 2' de agosro dt 1805. Madrid, Imprenta Real, 1805, pág. 3 y ss.
El padre Benigno Hernández localiz6 hace unos años el archivo del obispo Berirán que consta de unas
6000 piezas, en su mayoría manwcricas. Cfr. 8 . HERNÁNDEZ: .. Los Anciguos Colegios de Salamanca en
el archivo del obispo Bcrtrán.• Misnlania Comillas 39 1981, p6gs. 189-197. Vid. 1ambi~n M- C TOM-
SICH : El ja11Jmismo español. Est11diosobrt lm idtaJ rtligiosaJ m la stg11nd4 mitad tkl siglo XVlll Madrid, S. XXI,
1972; y J. SAUGNIEUX: La Il11strari~n Cristiana española. Escritos tÚ Antonio Tavira (1737-1807). Sala-
manca, Universidad, 1986.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 301


M. A. PERFECTO GARCÍA -JAVIER GARCfA MARTÍN

reformistas más comprometidos con las nuevas ideas, sobresaliendo entre ellos,
ilustrados como Meléndez Valdés, o José Recacho -profesor de física experimental-,
y fucuros liberales como Diego Muñoz Torrero, entonces Rector de la Universidad,
Ramón Salas y Corrés, J uan Justo García o J osé Mintegui 22 .
En el fondo, la introducción en la Universidad de ese cipo de obras obedecía a
una necesidad inceleccual: la justificación doctrinal de las nuevas formulaciones
ideológicas. Por ello, la adquisición de libros prohibidos por la Biblioteca univer-
sitaria continuó, incluso después de iniciada la revolución francesa23.
Por último, una segunda vía de penetración de las ideas renovadoras en Sala-
manca fueron, además de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, las librerías.
Como se ha puesto de manifiesto por diferentes autores, a finales del siglo
XVIII, existían en algunas ciudades españolas - Sevilla, Madrid, Valladolid y Sa-
lamanca, entre otras- una serie de librerías en las que resultaba fácil adquirir libros
censurados o prohibidos. La instalación de estos establecimientos, decisivos para la
expansión de las ideas reformadoras, tiene que ver, como es lógico, con la existen-
cia de una cliencela culta con preocupaciones renovadoras, próxima a los centros
universitarios más importantes de la época.
La librería salmantina a través de la que se introducía buena parce de este cipo
de libros era la de los editores Alegría y Clemence, que llegó a ser bastante popu-
lar, no sólo en Salamanca, sino en otras ciudades españolas; como lo prueba el eco
que de ella se hace J ovellanos en sus Diarios, al comentar que en varias ocasiones
había acudido a este establecimiento para comprar diversos libros, encre otros, «un
libro de Tamburini, defensor de teorías contrarias a la primacía papal». Un siglo
más carde, el propio Menéndez Pelayo no dudaría en atribuir a dicha librería un
carácter «exclusivamente francés»24 ..

3. CAUCES DE DIFUSIÓN Y CONFRONTACIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS


REFORMADORAS EN LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

La penetración de la ideología reformadora en la Universidad de Salamanca


implicó una notable confrontación interna dado el carácter minoritario de los re-

22. AUS. Archivo de la Universidad de Salamanca Libro tÚ Claustros nº 244 bis (178 7-1789),
ff. 570-588
23. Las compras de libros catalogados como prohibidos continuaron en l 789, 1802 y 1803, según
consta en la propia Biblioteca universitaria dencro de las adiciones al catálogo de Orriz de la Peña, ya men-
cionado.
24. G. M. de JOVELLANOS: Diarios. Estudio preliminar de Angel del Río. Oviedo, Instituto de
Estudios Asturianos, l 954, c.l pág. 228 y ss.
Vid. también F. HURTADO RODRfGUEZ: Salamanca m ti siglo XVIll. La Salamanca qut cot111Ció)o-
vt!lat1os. Salamanca, Universidad, 1985. pág. 65. M. MENÉNDEZ PELAYO: Historia tÚ /01 Hetmxloxos, op.
cit., c. VI, págs. 295.

302 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMAOORES DE U UN IVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

novadores, según hemos señalado anteriormente-, ya que si bien no hay duda de


que las reformas ilustradas se gestaron «en el Consejo de Castilla o en los círculos
próximos al monarca», para su ejecución -como han señalado J. L. y M. Peset- «Se
requería el concurso de profesores, claustros y autoridades académicas» 25.
El escenario de la contienda será, por tanto, en palabras de Sandalio Rodríguez
«la concurrencia de los claustros universitarios»26. En este marco general, las re-
formas de la estructura académica, la creación de nuevas cátedras universitarias y
las disputas o actos universitarios fueron los medios principales que permitieron la
introducción de unas ideas inspiradas, en su mayoría, desde el poder.

1. LA REFORMA DE LAS ESTRUCTURAS ACADÉMICAS

La escruccura administrativa de la Universidad de Salamanca se había distin-


guido, desde siglos anteriores, por un alto grado de descentralización de la autori-
dad, repartida entre el Rector y el Maestrescuela, controlados ambos, a su vez, por
los Claustros.
1.1. El Claustro pleno era el lugar por excelencia en el que estaban representados
los intereses más dispares. Allí podían expresarse libremente las m ás diversas opinio-
nes en las reuniones semanales que se venían celebrando desde el siglo anterior.
Por ello, en el último tercio del siglo XVIII se convirtió en el lugar idóneo
donde el sector reformista, deseoso de hacer oir sus ideas se enfrentó abiertamente
a los partidarios de la tradición27.
En este contexto, cobra sentido la pretensión de los profesores de la Facultad
de Artes -los más renovadores, y a la vez, los menos influyentes- de acabar con la
distinción existente, todavía en 1787, entre Facultades Mayores y Menores.
Esta distinción permitía que el profesorado de aquéllas -Teología, Cánones y
Leyes- tuviese prioridad a la hora de exponer sus opiniones en el Claustro, con lo
que, en cierta manera, predisponían a los indecisos a la hora de votar una cuestión.
La propuesta planteada no fue aceptada entonces. Sin embargo, en años posterio-
res, es posible constatar una mayor influencia de las opiniones reformadoras en los
Claustros universitarios, sobre todo, a principios del s. XIX, cuando los Catedrá-
ticos «tracen de adueñarse de su estudio, al despoblarse la ciudad, por miedo a la
fiebre amarilla ... »2s.

25. PESET, M. y J. L.: «Política y saberes en la Universidad Ilusrrada» en V.V. J\.J\ .: /\etas <kl Con-
greso internacional iolm Carlos 111 y la llustraci6n. Madrid, Ministerio de Cultura, 1989, t. Ill, pág. 34.
Un análisis en profundidad de la reforma de 1771 en ÁLVAREZ DE MORALES, A.: La l111Jtraci6n y
la reforma eú la Univmidad en la España dtl s. XVI11. Madrid, Ed. Pegaso, 1985, págs. 69-164.
26. S. RODRÍGUEZ :El Rt11acimimto... op. cit., págs. 22 y ss.
27. G. M. J\DDY:T~ Enlightenmmt.. op. rit., pág. 13. También J. L. y M. PESET: La Univerúdad es-
pañola ...op. cit., págs. 124 y ss.
28. Ibidem. pág. 125. Vid. también D. SIMÓN REY: Las Facultades eú J\rtes y Trologfa de la Univer-
sidad de Salamanca tri el siglo XVJJ/. Salamanca, Universidad, 1981, y N. CUESTA OUTARI: Fi/010/la Na-
tural y pugna de Facultades m la Uniwsidad de Salama11ca 1779-1796. Salamanca, l 971.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 303


M . A. PERFECTO GARdA - JAVfER GARCfA MARTfN

1.2. Por otra parce, junco al Claustro, juega un importante papel la figura del
Rector, que entre otras facultades tenía la de asignar los candidatos a las cátedras
vacantes -con lo que suponía de control sobre el profesorado-, y la de impulsar o
ralentizar las reformas académicas o pedagógicas. Por ello, el Consejo de Castilla,
sobre codo a parcir de 1770, se decidiría a intervenir cada vez más en su elección,
empujado no sólo por el espíritu centralista que animó a los gobiernos ilustrados
sino sobre codo, con el fin de llevar a cabo la reforma de los planes de estudio de
1771; reforma que necesitaba contar con rectores capaces y afectos al reformismo.
Con tal finalidad , Carlos IlI dictó dos medidas que contribuyeron al forcaleci-
mieoco del cargo de Rector. La primera, una Real Cédula de 11 de diciembre de
1770 que determinaba la ampliación del mandato del Rector de uno hasta los «dos
años continuos»29. La segunda, la Real Provisión de 20 de diciembre del mismo
año, por la que se ordenaba que se eligiese como Rector a «un manteísta bachiller
por Facultad Mayor e idóneo para ejecutar el plan de escudios»3o.
Tales medidas permitieron que profesores reformadores, más tarde futuros libe-
rales, accediesen al cargo de Rector de Ja Universidad -es el caso de Diego Muñoz
Torrero, Ramón de Salas y Cortés, o Martín de Hinojosa-, lo cual favoreció la mo-
dernización de las enseñanzas impartidas en Salamanca y la aproximación del Estu-
dio salmantino a las teorías y formulaciones científicas más innovadoras de la época.
1.3 Las reformas de la estructura académica de la Universidad no se agoraron
en la potenciación del cargo de Rector; la reforma de los planes de estudio de 1771
impulsó la transformación de otra de las instituciones tradicionales de la Univer-
sidad: las Academias.
Las Academias habían sido uno de los componentes más característicos del Es-
tudio salmantino. Su misión era la de «enseñar a disputar» a los futuros graduados.
Pero los nuevos planes de estudio les asignaron un papel discinco, en consonancia
con el fomento de las enseñanzas prácticas por parte de los ilustrados. Es decir, in-
tentaron convertir a las Academias en seminarios prácticos que pennitieran trans-
formar, en el menor tiempo posible, la enseñanza tradicional de tipo especulativo y
escolástico en una enseñanza con un componente mucho más práctico3t .

29. C . M . AJO: op. cit., c. V, pág. 87


30. lbitkm, págs. 87-88.
Años más carde, en 1820, se plamearía una nueva reforma d el Plan de Estudios a cargo, preci.s amente
del ljbenal MARTfN de Hinojosa: Vid. M . de HINOJOSA y ocros: lnfltl'ntt tk la UnilJtl'Juiad tk Salalll411<a
sobre 1/ Plan tÚ estudios 1sobrt111 f11nda<Un, alt1m1 y dt<admáa , y sobre /41 tMjoras tÚ qw es 111i«ptiblt; <on aryo
motil/O u promta 1111 ~'(J(to tk úy tÚ butrJl«i¿n Plihli<a Salamanca, 1820.
3 1. Pana J . L. y M . Pcsec, las Academias significaron el •hacer, o al menos el ver de los disccnccs...
Creemos que n:presencabao el paso de ése.a a aqu~lla forma; cuando la clínica se desarrolle o se perfeccio-
nen las academias de práctica forense o de onacoria... oos hallamos en el umbcal de un •hacer• direcco, ccapa
úlcima de la historia del saber acad~mico ... •.J. L. y M . PESET: La Universidad apaño/a... op. rit., pág. 162.
Una exposición más derallada de estos cambios en M . PESET: •La formación de los juristas y su ac-
ceso al foro, en el tránsito de los siglos XVIll al XJX• en Rtvista eú ugis/11rión yj11risprutknci11 nº 62, 1971,
págs. 605-672

304 SALA.MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAM/\NCA EN LA TR/\NSICIÓN Al LIBERt\USMO

Desde esta perspectiva, parece lógico pensar que las más conocidas Academias
-las de Derecho32 - desempeñaran durante esta época, la misión de servir de com-
plemento práctico para los futuros juristas, aunque la realidad fue que la mayoría
de los estud iantes prefirieron asistir a la pasantía de un abogado conocido como
forma de completar sus estudios teóricos.
Este despego estudiantil, hizo necesario, en las décadas finales del siglo, una
reforma de las Academias de Derecho como una forma de impedir que «el estu-
diante se aparte de los intereses universitarios que le ofrece la pasantía, a la que se
intenta sus~ituir proporcionándole los mínimos conocimientos que precisa para la
práctica de la abogacía,,33. Estas reformas permitirán la creación entre 1785 y
1795, en las Facultades de Leyes y Cánones -no obstante el triunfo que parece
observarse en estos años de la reacción conservadora- de un ambiente muy perme-
able a las ideas más avanzadas.

2. CREACIÓN DE NUEVAS CÁTEDRAS UNIVERSITARIAS Y LOS DEBATES EN


ACTOS PRO UNIVERSITATE

A lo largo del siglo XVIll se extendió en los ambientes ilustrados el estudio


de la llamada Economía Política, rama del pensamiento económico ligada a la fisio-
cracia y a las posiciones de Adam Smi ch. Se trataba fundamentalmente de una en-
señanza «Útil », que pretendía analizar los problemas relacionados con la agricul-
tura, la industria, o el comercio, buscando soluciones -académicas- a los mismos.
En esta línea, los profesores más innovadores del Claustro salmantino -Melén-
dez Valdés entre ellos- propondrían, en las últimas décadas del s. XVIII, la crea-
ción de una cátedra de Economía Política. Dicha pretensión no tendría éxico hasta
1807, cuando el Gobierno del Marqués de Caballero apruebe la puesta en marcha
de un nuevo Plan de estudios en el que incluía dicha cátedra.
A pesar de ello, y como ocurriría también con el Derecho Natural, la Econo-
mía Política penetró, de hecho, mucho antes de su reconocimiento académico.
En este sentido, el profesor Sandalio Rodríguez recuerda cómo ya desde 1788-
89, Ramón de Salas había impartido cursos de Economía Política en línea con las
teorías de Adam Smith34, lo cual constituye un dato de cómo los profesores inno-

32. Como es sabido, hasta mediados del siglo XVIII, existieron en la Universidad de Salamanca dos
Academias de Derecho: Una de Derecho Romano y ocra de Derecho Canónico. Pero el incerés del gobierno
ilustrado -desde 1771- por promocionar los estudios de «Der«ho patrio.. , hicieron necesaria la creación de
una tercera Academia de Derecho Real y Práctica Forense, con un plan de escud ios elaborado por el libe-
ral Ramón de Salas en 1786, en el que se incluían cernas como: Las causas de la decadencia de la agricul-
tura y el comercio en España y las formas de remediarlo; los impuest0s y formas de r«audación; o los prin-
cipios generales de las conscicuciones de diferences naciones. Vid. C. M, ADDY: op. cit., págs. 181 y ss. y
S. RODRÍGUEZ: op. rit., pág. 127.
33. S. RODRíGUEZ: op. ri1., pág. 124.
34. lbidem, págs. 133 y ss.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 305


M. A. PERFECTO GARCfA - JAVIER GARCfA MARTl'N

vadores, no sólo «Se instruían a sus solas», según afirmaba Cadalso, sino que di-
fundían las doctrinas más avanzadas entre sus alumnos35.
Junto a la Economía Política, otras materias modernizadoras que se introdu-
cen paulatinam ente en las enseñanzas salmantinas fueron el Derecho Natural, el
Derecho Penal, y el llamado Derecho Público.
En cuanto al Derecho Natural, hasta 1807 no se aprobaría por el Consejo de
Castilla -como en el caso de la Economía Política- una cátedra en esca materia. Sin
embargo, desde los años 80 es posible detectar defensas encendidas de un Derecho
Natural racionalista, muy distinto del propugnado hasta entonces por la escolás-
tica. En concreto, ya en diciembre de 1781, tuvo lugar un Acto Pro Universitate, de
defensa de conclusiones, titulado «De defensione hominis ergo se ipsum bonorum
naturae er forcunae iure naturali inspecto».
Desde entonces, y hasta 1794, año en el que Carlos IV p rohibió de manera ta-
jante la enseñanza del Derecho Natural en las Universidades, no faltaron distintos
actos universitarios que trataron del tema36.
La renovación del Derecho Penal, sobre todo desde la introducción del libro
del marqués de Beccaría De los delitos y de las penas, publicado en 1764 y traducido
al castellano por primera vez en 1774, causó un gran impacto entre los círculos re-
formadores. Sus tesis, basadas en la abolición de la pena de muerte y la elimina-
ción de la tortura, junco con la propuesta de dulcificar las penas, conocieron nu-
merosos adeptos, incluso antes de su traducción al castellano, e incluso después de
su prohibición por la Inquisición en junio de 177737.
Así se explica que se desarrollaran numerosos actos universitarios que plante-
aron cuestiones relacionadas con el Derecho Penal. Es el caso del profesor Antonio

35. Entre los actos universitarios más significativos que cuvieron lugar se pueden cicar los titulados
•De compraventa» (5 agosto de 1787). «De economía política» (30 de junio de 1787), «De la libertad de
comercio~ (7 de julio de 1791 ), ·De educación y economía política» (15 mayo de 1794 ). A. U.S. Libro tk
Actos Pro Uni11trsitate en Dmrhos nº 723 (Sep. 1785-Mayo 1799) f. 27; A.U.S. Libro tk Actos Pro Uniwrsitate
en Dmrhos nº 723 (Sept. 1785-Mayo 1799) f. 38, A.U.S. Libro tk Actos Pro Universitate en Dmrhos nº 724
(1787-1806), L 23 A.U.S. Libro de Artos Pro Univmitattm Dm<hos nº 723 (Stpt. J78j-Mayo 1799), f. 121.
36. A.U.S. libro ck PruebaJ Univmitaria111° 722 (1778-1787) f. 22v.
En 1785, José A. Caballero, ministro de Carlos IV en 1807, defendió en un acto semejance la im-
portancia del nuevo Derecho Natural, cfr. A.U.S. libro de Pruebas U11illt1'Ji1aria.s nº 722 (1778-1787), L 45.
lgualmencc, hay constancia de un acto en el que participó en 1786 Melénde2 Valdés A.U.S. Libro dt Pr11t-
baJ Uniwrsitaria.s n° 722 (1778-J 787), f. 47, y orro del mismo Ramón de Salas A.U.S. Librotk Pruebas Uni-
wrsitariaJ nº 722 (1778-1787) f. 45v.
Encre 1791 y 1794 hemos contabilizado 5 Actos universitarios sobre djsrincas cuestiones relaciona-
das con el Derecho Narural, encre ellas: ·De los modos de adquirir el dominio por el derecho de gentes .. ,
«De suicidio p rohibido por el Derecho Natural», •Principios del Derecho Nacural »; o · De proprieta per-
sonali et reali secundum ius naturale ac civilc~.
37. C. BECCARlA: De 101 delitos y tk la.s pmas. Con el commtario tk Voltairt. Introducción. Apéndice y
notas de Juan Anconio Delval. Madrid, Alianza ed., 1986, págs. 136 y ss. Sobre la influencia de Beccaría
en Melénde2 Valdés: F. TOMAS Y VALIENTE: El Derttho Penal tk la Monarqula Absoluta. Madrid, Tecnos,
1992, pág. 324.

306 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES D E LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TR ANSICIÓN AL LIBERALISMO

Reyrruard, quien el 14 de febrero de 1788 defendió públicamente el tema titu-


lado: «De la inutilidad de la tortura para probar los delitos e igualmente que
siendo la tortura verdaderamente pena, no se puede imponer si no al reo verdade-
ramente dedarado»38.
En la década siguiente, se van a celebrar numerosos actos universitarios que re-
flejan la influencia de Beccarfa en la Universidad salmancina39 con círulos tan sig-
nificativos como: «De las penas en todo género y qué cualidades ha de tener esta
pena»; «De reorum tortura»; o «De penas y corcura», acto éste defendido el 8 de
febrero de 1795.
Por último, nos vamos a referir a los actos que guardan relación con el llamado
Derecho Público. Dichos actos de debate universitario fueron bastante tardíos, en-
tre otras cosas porque expresaban la recepción de las doctrinas de Rousseau en Es-
paña, cuyas obras fueron concinuamence perseguidas por la Inquisición. Sin em-
bargo, entre 1791 y 1795 tuvieron lugar, al menos, 4 actos universitarios en los
que el tema de discusión es el «Contrato de la sociedad • 4 º.
A la vista del conjunto de actos universitarios con un contenido innovador lle-
vados a cabo en la Facultad de Leyes -una de las más aferradas a planteamientos
tradicionalistas basta 1770-, no dejan de ser representativos los resultados de las
transformaciones realizadas por el Plan de Estudios de Carlos 111, hasca el punto de
que a fi nales de los 80, dicha Facultad se había convertido en uno de los focos de
discusión más avanzados de la época.
Por último, junco a la Facultad de Leyes y las Academias de Derecho, otra de
las Facultades que impulsaron la difusión de las teorías reformadoras fue la Facul-
tad de Arces. En ella destacan por su carácter innovador los temas que hacen re-
ferencia al Derecho Natural, la Filosofía racionalista, la vida en Sociedad, la Liber-
tad del Hombre, etc.41, pero también, es en esca Facultad donde se llevan a cabo
estudios de Física experimental y de nuevas Matemáticas, en linea con los avances
científicos europeos.
La Facultad de Arce, integrada -como ya hemos señalado- por profesores refor-
mistas, desafió en más de una ocasión las prohibiciones inquisitoriales o guberna-

38. A.U.$. Libro de Attos Pro Univmitate de Demhos n° 724 (J 78 7- 1806) l.S.
39. A.U.S. Libro de Prt1eba1 de Anos 11º 723 (Sept. J 785 -Mayo 1799)[82; lbídem.f 96 v; Jbídnn.f 114
v: Jbídnn.f 118 v; y lbídnn. f J28.
40. Los actos a que hacemos referencia fueron: .. De Sociecace• ( 1O abril de 1791); •De Derecho pu-
blico• (11 mano de 1792 ); • De contraco de la sociedad" ( 14 mayo de 1795); •De contraco societ:acis che--
sis• (23 de Octubre de 1796). CT. A U.S. Libro de Anos Pro U11iiw1itatt nº 724 ( 1787-1806), L2; A.U.$.
Libro dt Pr11tbas de liaos 11° 723 (Stpt. 1785 -Mayo 1799) f. 71 v. lbídnn, (. 89; Jb(,k,,,, Ll 29 v.
41. A.U.$. Libro de J>nttbaJ de linos nº 723.(Stpt. 1785-MaJO J 799). • De la moralidad y ley naru-
ral• (12 de febrero de 1795) ibídem l.i 33; · De la promulgaci6n de la ley nacural• (4 de febrero de 1786)
ibídem í. 139; • Mechodo carces1ano" (6 Julio de 1788) ibídem f.37 v; .. De la necesidad de vivir en socie-
dad• (30 mayo de 1793) Ibídem, í. 1O1; •Sobre el estado social del hombre• (30 mano de 1797) Ibídem,
í. I 57 , •De la libertad del Hombre• (17 mano de 1803). A.U .S. Libro de jJrJJtbaJ de ArtoJ Mayoro m Mtdi-
d 11a, tmgt1as y Fi/010fía nº 726 (1802/3- 1836 ). f. 51 v Jblrkm f J85 11

S ALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 307


M. A. PERFECTO GARCÍA - JAVIER GARCÍA MARTÍN

mentales, como en 1794, al seguir impartiendo en sus aulas, tras la prohibición


gubernamental, el Derecho Natural y de Gentes desde la cátedra de Filosofía Mo-
ral regida por el clérigo y futuro liberal Miguel Marte!.
De esta forma, no puede sorprendernos la celebración, en esta facultad, de diver-
sos accos universitarios sobre cuestiones relacionadas con el Derecho Natural, como el
celebrado el 12 de febrero de 1795 con el título «De la moralidad y ley natural», el
de 4 de febrero de 1796 «De la promulgación de la ley natural», o el 8 de mayo del
mismo año sobre «Del origen y principios de la moralidad y de la Ley natural,,42.
En dicha Facultad tuvieron lugar, ig ualmente, actos universitarios sobre cues-
tiones científicas que pretendían introducir al estudiante en nuevos conocimien-
tos. Es el caso de la exposición de las ceorías copernicanas, de la física de la grave-
dad, etc.43. Este impulso a los nuevos conocimientos tuvo mucho que ver con el
hecho de que dos importantes profesores reformadores, el liberal J uan Justo Gar-
cía, profesor de Algebra, y J osé Recacho, profesor de Física Experimental, ejercie-
ran su docencia en la Facultad de Artes 44.
En resumen, todos estos actos universitarios, que hemos mencionado ponen de
manifiesto cómo en el último tercio del siglo XVIII codos aquellos profesores y ba-
chilleres reformadores pudieron debatir, intercambiar y defender las nuevas ideas
filosóficas, jurídicas y científicas más avanzadas del momento, creando un clima
favorable a la ideología «liberal-reformista».
La Universidad de Salamanca se convertirá así, en un centro de difusión y for-
mación de una generación de reformistas, generación que la coyuntura posterior
-crisis definitiva del Despotismo ilustrado e invasión napoleónica- contribuiría a
dividir, al menos nominalmente, entre liberales y afrancesados.
Por otra parte, esta relativa libertad de expresión contribuye a poner de mani-
fiesto algo que, a nuestro juicio, reviste particular importancia: la continuidad que
parece observarse entre las ideas reformistas expuestas en los años 90 con las de-
fendidas en los inicios de nuestro constitucionalismo, y las mantenidas en la época
del Trienio Liberal45.
Y es significativamente en la Universidad salmantina donde mejor puede
comprobarse este aserto.

42. A.U.S. Libro rk pr11tbas de Actos nº 723 ff.133 v, 139 y 144 v.


43. A.U.S.Libro rk pmthas rk Actos nº 723 f 148 v.; A.U.S. Libro de pr11tbas dt Acto1 Ma)'om m Medi-
cina, u ng11as y Filosofía n°726 1802/3- 1836 ). f 56 v;
44. N. CUESTA DUTARI: El maestro}11an)usto Garda, pre.rbíttro 11a111ral rk Zafra ( 1725 -1 830), st-
g11ndo cattdráJito dt Algebra de la Univtrsidad rk Salamanca rkide 1774 y creador rk s11 rolegio de Filoso/la m
1792. Salamanca 1974, 2 vols. También del mismo autor: LaJ ma1tm;i1iras tn Europa y España m litmpos rk
Torres Villarrotl Salamanca, 1984.
45. «l.a nueva generación, apuntaba Moreno Alonso, se debía a una línea de Ilustración y refor-
mismo de la que aquélla es hija .... Doceañistas y Veinccaiiistas son hombres que, con una diferencia de va-
rios años, pertenecen a la misma generación» M. MORENO ALONSO: op. ri1., págs. 198-205.

308 SAU.MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

En primer lugar, porque cuando los visitadores nombrados por Fernando VII
en 1815, con el fin de hacer efectiva la depuración política de la Universidad soli-
citaron una recopilación de las Actas de los Claustros, los años a los que se remon-
taron fueron los de 1790-1792, pidiendo, además, las copias de todos los Actos Pro
Universitate defendidos en las Faculrades salmantinas «desde el 19 de noviembre
de 1792 hasta el presente»46.
Y, en segundo lugar, porque los actos universitarios defendidos en las Faculta-
des de Derecho, durante el Trienio Liberal, es decir años después, presentan una
estrecha semejanza -con mayores dosis de radicalismo- con los cdebraJos e n la dé-
cada de los años 90 del siglo XVIII. .
Así constatamos la defensa de temas como «De derecho publico» (15 mayo
1821); «que la potestad suprema reside en el pueblo» (27 junio 1821); «Sobre la
facultad de los obispos» (2 abril 1822); «Sobre el derecho de imponer la pena de
muerte» (2 abril 1822), etc. 47.

4. CONCLUSIONES. LAS BASES IDEOLÓGICAS DEL REFORMISMO SAL-


MANTINO

En conclusión, lo que pretendía el grupo renovador salmantino era terminar


con el tradicionalismo -escolasticismo- vigente en la Universidad todavía en la se-
g unda mitad del s. XVIII, i~corporando las enseñanzas de la nueva filosofía y cien-
cia europeas, filosofía que ponía en cuestión las bases sobre las que se fundamen-
taba el Antiguo Régimen.
Como ha señalado con justeza Moreno Alonso «España no dejaba de ser, por
entonces, un país en que no había apenas burguesía, y en la que no había habido
voces suficientemente poderosas -como Vico, Kant, Locke, o Montesquieu- que
hubieran dicho que la libertad consistía en poseer leyes propias reguladoras libre-
mente del poder48, lo cual explica la necesidad para los reformistas españoles de co-
nocer el nuevo pensamiento europeo, como forma de fundamentar sus críticas al
poder establecido.
La introducción de esa nueva escala de valores nos indica un empeño, no estricta-
mente académico, sino también político, de consecuencias fructíferas, años después.
La celebración de actos universitarios sobre el «Methodo cartesiano» o «De
Racione naturali» cobra un nuevo sentido, igual que los actos que pretenden de-

46. A.U.S. libro tk Cla11Jlros 1t0259 (1815). ClaN.Jtro Plmo ti~ 10 tk)11/10 tk 1815, f. 138.
47. A.U .S. Libro tk Pr11tbas tk A('fos Mmom"º 725 ( 1803-1824). L : 42-47.
48. M. MORENO ALONSO: op. m .. pág. 208. Tambi~n S. RODRlGUEZ: El Rmacimimto. ..op. l'it.,
pág. 86, quien apunta c6mo Ram6n de Salas afirm6 en su lib ro U«tones tk {)trtJ(ho piblil'O y CJJ11Slit1mona/,
publicado en 1821, que no p udo acct<ler a dichas rrorías dir~tamente sino a cravés de la obra de Heinec-
cio, auior considerado • menos pel igroso• que aquellos.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 309


M. A. PERFECTO GARCfA - JAVI ER GARCfA MARTfN

fender las doccrinas de Grocio o Puffendorf -cuyas obras, como hemos visco, po-
dían consultarse en la Biblioteca Universitaria-.
Además de Descartes, Grocio y Puffendorf, penetraron las ceorías contraccua-
listas sobre los orígenes del poder de Hobbes y Locke dando lugar a la recepción,
no sólo del racional ismo europeo, sino de las m ás modernas teorías empiristas in-
g lesas, teorías que encajaban ciercamence, en el empeño iluscrado de conocer la rea-
lidad a través de la experiencia.
Parece, sin embargo, que la recepción del empirismo británico -por lo menos,
en alguno de los mas significados reformadores, como el liberal Ramón de Salas-
llegó a través d e Condillac, autor francés que se atrevió a llevar hasta el extremo la
ep istemología de Locke, afirmando que «las sensaciones solas explican toda la vida
mental,.49.
En cuanto al Derecho Penal, la penetración de las ideas del Marqués de Bec-
caría es incuestionable, como hemos visco, por los accos universitarios celebrados
en escos años finales del XVIII, si bien la radicalidad de Ramón de Salas será ma-
yor incluso que la de aquél, al rechazar la pena de muerte, incluso en los supues-
tos aceptados por Beccaria, como prueban sus comentarios a la obra De los tklitos y
las penas publicados en 183650.
En el orden de la ceoría política, la influencia más importante fue la de Mon-
tesquieu, cuya presencia se detecca ya -a pesar de la prohibición de 1756-, hacia la
mitad del siglo XVIII, influencia que concinúa en la época del Trienio Liberal, pe-
ríodo en el cual, accos universitarios como «Sobre la distribución de los Poderes
públicos», o «Sobre la perfección del Gobierno Representativo .. , ponen de mani-
fiesto su pervivencia5t .
Claro que no fueron Montesquieu o Condillac los únicos autores franceses que
penecraron en el mundo académico salmantino.
Junco a ellos, se constata la influencia de Rousseau -en temas referentes, sobre
todo, como hemos visto, al contrato social- y del propio Volcaire, una de cuyas
obras - Diálogos del ABC - fue craducida por el citado Ramón de Salas, influyendo
además, decisivamente, sobre un notable ilustrado salmantino del momenco: Me-
léndez Valdés52.
En definitiva, codas escas influencias apuntan a demostrar la continuidad ma-
nifiesta entre los principios filosóficos y doctrinales de los reformadores ilustrados
y los de los renovadores liberales, continuidad que se extiende desde los años an-
teriores a la Revolución Francesa hasta los correspondientes al Trienio Liberal.

49. S. RODRÍGUEZ: op. cit.• pág. 186


50. «Como las obras de Locke no habían sido publicadas en csra fecha -1787- 1790- lo que los es-
pañoles llegaron a conocer enronccs del sensualismo, salió de la versión excrcmada de Condillac• R .
HERR: op. cit., págs. 58-59.
~l. A. U. S. /1brotÚ Pn«haJ tÚ t\cto1 Mmom tt0 725 ( 1803-1834). Actos Mmora át l tÚ A.lwil tk 1822
y I tÚ Mayo tÚ 1822. f. 45.
52. F. LAFARGA: Voltaire m Espaila ( 173 4-1835). Barcelona, Universidad, 1982, págs. 175 y ss.

310 SALAMANCA, Rcvisra de Escudios, 39, 1997


LOS REFORMAOORllS DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

El período de recepción, difusión y máxima influencia de dichas ideas se loca-


liza encre 1787 y 1796, si tenemos en cuenca la defensa de conclusiones en algu-
nos actos universitarios, realizados en las distintas Facultades salmantinas.
Corresponde el primer período al Rectorado del liberal Diego Muñoz Torrero,
y el segundo, al del también liberal Ramón de Salas. Es cierto que, a parcir de esos
momentos, tendrá lugar una fuerte ofensiva conservadora impulsada por la Inqui-
sición y los profesores más reaccionarios que paralizará todo el movimiento reno-
vador recuperándose sólo fugazmente a principios del siglo XIX, durance el man-
dato del ministro J. A. Caballero, antiguo estudiance de la universidad salmantina.
Sin embargo, la semilla ideológica estaba ya planeada.
Como han señalado M. y J. L. Peset «desde los años anteriores a la Revolución
francesa hasta los correspondientes al Trienio Liberal, junto a la Arcadia poética
surgió -en Salamanca- un grupo de pensadores que a través del empirismo y del
sensualismo de Locke y Condillac, llegaron al pragmatismo y liberalismo de Ben-
tham en los inicios del siglo XJX,,53.
H aciendo nuestra la tesis de M. Moreno Alonso para el conjunto de los libera-
les gaditanos, se puede afirmar que la minoría reformadora salmanti na se puede
encuadrar, en definitiva, en una generación de transición 54 -con control efímero del
poder- que formada en los principios ilustrados de fines del XVIII, apostó en todo
momento, por el más avanzado de los reformismos, evolucionando, en la mayoría
de los casos, hacia el liberalismo político, como una forma de instaurar ese refor-
mismo desde el poder por ellos siempre defendido.

53. J . L. y M. PESET: Carlos IV y la Uni11tNidaá áe Saiama11ra. Mad rid, 198 3, pág. 8.


Sobre J. Bcncham y la Universidad de Salamanca puede consulcarse: A. E. PÉREZ LUÑO: •Jcremy
Bencham y la educación jurídica en la Universidad de Salamanca durante el p rimer tercio del siglo XJX .. :
en L ' ed11caziont gí11rídira. Perugia, L979, págs. 158-1 84.
54. Según M. Moreno Alonso •los hombres de la nueva generación son •en esencia reformistas, mu-
cho más que revolucionarios..... M. MORENO ALONSO: op. cit., pág. L97.

SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997 311


M. A. PERFECTO GARCÍA - JAVIER GARCÍA MARTÍN

APÉNDICE DOCUMENTAL

COPIA DE UN IMPRESO ANÓNIMO RECIBIDO POR LA UNIVERSIDAD


DE SALAMANCA EL NUEVE DE AGOSTO DE 1799 EN EL QUE SE DE-
NUNCIA EL REGLAMENTO DE REUNIÓN DE CIRUJÍA Y MEDICINA
COMO INSPIRADOR DE UN PLAN QUE REVOLUCIONARÍA LA NACIÓN.

A. U. S. Papeles históricos de Salamanca, leg. 2124.

Copia de un Impreso anónimo que en el correo de 9 de Agosco de 99


se recivio bajo una simple cubierta . . .

Delacion del Plan revolucionario de España.

Propo1icion
Habilitarse ciertos sugecos para revolucionar a España con el mando
que se les clara y el poder direcco que cendra en la salud y vida del Rey y
el influxo en la opinion publica de las capitales de las mas arrinconadas Po-
blaciones de la Armada y del Exercito.

Resolucion
La proposicion antecedente quedara realizada adoptandose el Regla-
mento de Reunion de la Cirujia con la Medicina maquinado por D. Anto-
nio «inbernac y D. Leonardo Galli, y firmado sin el debido examen por D.
Francisco Martíne:z Sobra! y D. Pedro Custodio, presentado por la vía de
Gracia y Juscicia,y remitido por ella a ~xamen del Supremo Consejo de
Castilla en tres de Diciembre de 1798 como se va a demostrar.
Con este reglamento se establece un Directorio --execucivo com-
puesto de los primeros Medicos y Cirujanos del Rey con su Secretaria que
ha de seguir siempre en esca Corte quias ideas podra así expiar de concí-
nuo. A este Directorio se le ponen bajo su mando inmediato cindo Depar-
camencos, dirigidos por otras caneas municipalidades con el nombre de
Colegios en Madrid, Cadi:z, Barcelona, Pamplona, y Ferro!.
Cada una de escas municipalidades no sólo cendra a su disposicion un
crecido numero de jovenes, con el nombre de Alumnos, si que mandara
cambien a unos Comisarios y Populares con el nombramiento de tenientes
establecidos en los Corregimientos, y cabezas de partido que les Corres-
pondan. Los Municipalistas llamados Cacedraticos compondrían una Junta
gubernativa municipal, que dirigira las operaciones políticas de los Jove-

312 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39. 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNfVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

nes o Comisarios Populares, que con los que a su ciempo preparan los ani-
mos de los pueblos por medio de conversaciones revolucionarias en las
ciendas de Barbería y ocros puescos de su respeccivo Partido. Los Comisa-
rios populares se encenderan directamente con las Municipalidades, y es-
tas con el Directorio de esta Corte que manejara el Govierno de codo el
syxcema revolucionario con confidentes en la Armada y Exercito bajo el ti-
tulo de Cirujanos de estos Cuerpos, y a fian de que puedan pagarse
conspiraciones con toda seguridad y disimulo, sin que la mucha correspon-
dencia del Direccorio, 6 Junta general infunda sospecha en la Adminiscra-
cion de Correos, queda prevenido que todo Cuerpo Facultativo, o indivi-
duo subalterno deba acudir al crono precisamente por vía del Directorio,
con cuio medio este los tiene cambien mas dependientes. Así mismo por
no oponerse a que el Secretario sospeche y descubra la correspondiencia re-
volucionaria del Direccorio de esta Coree, aunque escrita en cifra, se le im-
pide leer todas las cartas, disponiendo que las reciva cerradas con segunda
cubierta.

Escolio:
Es imposible trazar un Plan revolucionario que llene todas las condi-
ciones de la Proposicion con tanta precision y exactitud con el Reglamento
de Reunion de la Cirujia con la Medicina; y puesco en practica no habra
en el Reyno Cuerpo Polícico que pueda facilitar una repentina y general
revolucion como el Directorio que se establece por el citado Reglamento,
ni los capitanes, ni las Audiencias, ni las Universidades jamas tener un in-
fluxo can extendido, y tan popular como el expresado Directorio por me-
dio de sus Municipalidades, comisarios Populares y demas dependientes,
todo quanco prescribe nuestra legislacion para evitar que se fraguen y
comuniquen proyectos sediciosos quedara sin efecto una vez establecido el
nuevo Directorio en esca Coree, sus Municipalidades y tenientes en los
nuevos Departamentos. Podra aquel comunicar, ordenes, y circulares revo-
lucionarias a todo el Reyno sin que los Capitanes Generales, Audiencias, y
sus Fiscales sepan las conspiraciones que se fraguan en los pueblos de su
Jurisdiccion. En una palabra el nuevo Directorio de esca Corte reunira la
doble ventaja de ser arbitro de la salud y vida de los Monarcas, teniendo
en la mano la administracion de la triaca o del tosigo y de tener el influxo
inmediato en la opcion de los pueblos con los Millares de dependientes
que cendra a su devocion circunstancias las mas oportunas para la idea pro-
puesta.
A la misma siguen las calidades y caracter de los sugetos que compo-
nen actualmente el Directorio de esca Coree, juntan entre codos las condi-
ciones mas precisas el desempeño del empleo a que con tanto afan han as-
pirado a saber la ambicion y despotismo. Son imperiosos hasta el extremo

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 313


M. A. PERFECTO GARCÍA. JAVIER GARCfA MARTÍN

de quitar a los prefesores de Medicina y Cirugía la natural libertad de exer-


cer aquella de las dos prefesiones a que los llevan su talento, su genio, o su
inclinacion. Son notoriamente ambiciosos; rompen y execucan resuelta-
mente sin pararse en inconvenientes; no dudan por su negocio particular
sacrificar el bien publico; no reparan por un doblon que les han de valer
las firmas de los títulos de medicos, Cirujanos y Sangradores (que seran
unos de dos mil al año) en crear impuestos, ni se paran en venderlos ahora
a ignorantes, sin preceder examen, a a costa de muchas vidas; teniendo por
una debilidad, y falta de fortaleza de espíritu el serio examen que hacen las
Salas del Crimen, anees de condenar los delincuentes a muerte y las dili-
gencias escrupulosas de las Juntas de Sanidad para preservar la salud pu-
blica.
Su nueva peculiar Filosofia les ha enseñado a despreciar la vida (de los
otros) considerandola bajo el punto de visea que el morir no es mas quepa-
sar de un estado a otro, o una cosa transicoria que no debe impedir la ad-
quisicion del bien fisico real y permanente, como es el doblon de cada
firma apreciable bien de que no disfrutan ni los primeros Ministros. Su
ilustraciones tan sobresaliente que las ha hecho conocer hasta donde puede
llegar la autoridad de un Monarca, y por lo mismo se reservan en el Re-
glamento facultad para deshacer lo que el Rey hace. Solo por disimulo le
dejan proveher las plazas de los Municipalistas, llaman catedras; pero ello
se quedan la libertad de suspenderlos perperuamente, esto es, de despe-
dirlos quando no hagan a sua intentos revolucionarios. Las gracias que los
Reyes actuales, sus antecesores, y el Supremo Consejo hayan concebido a
cuerpos científicos son de poco valor en el concepto de los Directores de la
República Hispana y así se han propuesta recoger de las Universidades,
Colegios de Medicina, y Academias los títulos originales de los favores de
los Monarcas, que disfrutan por sus meritas, logrando de este modo supi-
mir cuerpos ilustrados, y agradecidos, que siempre serian Realistas, y to-
mar Posesion del acto Democrático de recoger Diplomas y privilegios con-
cedidos por los Reyes y que serviran algun día para encender la hoguera en
que han de dar fin Los Grandes de España y de la Nobleza. Para mantener
en algun modo cierta igualdad entre el Directorio y el Rey y hacer que
aquel tenga Vasallos pecheros, exigan de codos los Facultativos del arte de
curar una concribucion de los reales anuales para fondos revolucionarios,
con sola la diferencia de que el Soberano en estos tiempos de guerra no
quiso granar al asallo y los Directores lo hacen, porque entra cambien en
el plan Revolucionario, fomentar el descontento en el Reyno. Y para ha-
cer ver lo que un Direccorio puede en comparacion de un Monarca atacar
las propiedades legitimamence adquiridas y arropellar la pacífica posesion
de Siglos en que estaban los Medicos y Cirujanos de exercer solos la Me-
dicina y Cirugía, bajo la proceccion de las leyes, y en este concepto y buena

314 SALAMANCA, Revisra de Estud ios, 39, 1997


LOS REFORMADOR ES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

fe gasearan en los estudios y en graduarse; adquirida esca propiedad se ca-


saran y mantenían a sus mugeres e hi jos; pero el Directorio de esca Corte
con su espíritu revolucionario y verdaderamente Robesperriano atrope-
llando la buena fe, las propiedades, las leyes, y las vidas de los españoles,
vende a ignorantes títulos de Medicos y Cirujanos, arruuinando las fami-
lias de aquellos Vasallos utiles y perjudicando notablemente la poblacion
de espana; pero conviene para las ideas revolucionarias adquirir el concepto
de los ignorantes por ser mas populares, y para otros fines. Mucho mas
puede decirse en esca demostracion; pero basca atender a que por el Re-
glamento de Reunion se crea un Direccorio en esca Coree por sugecos am-
biciosos de mando y de dinero: Que tienen influxo en las vidas de la Fa-
m ilia Real: Que mandaran a Municipalidades y a Comisarios populares en
las Provincias, y a confidentes en la Real Armada y Exercito: que conse-
guiran tener infinitos agradecidos en los millares de empleados por su me-
dio: Que cendran una correspondencia general secreta en España, por
ahora, y despues de America: Que sus corresponsales tienen por su profe-
sion libre entrada desde el Palacio hasta la mas ínfima choza: Que cienen
resolucion para no respetar leyes, costumbres, derechos de propiedad, pri-
vilegios concedidos por los Monarcas etc., para conocer que el Reglemento
de reunion de la Cirugía con la Medicina llena y satisface todas las condi-
ciones de la proposicion.
Debe advertirse que los Authores del Reglamento viendo que el Con-
sejo meditab las consecuencias de el, y que oía las parces perjudicadas, le
han hecho aprobar a lo menos interinamente casi todo á pedazos con los
Decretos de 12 de Marzo y 20 de Abril ultimos, salidos por la vía de Es-
tado; aprovechando la oportuna ocasion de hallarse fuera de esca Corte el
Exmo. Sr. D. Fay Antonio Valdes, que fundado en sus ideas ariscocracicas,
y haciendo el escollo insinuado, y otros quito a los Cirujanos y Medicos de
Camara la intervencion en el Colegio de Cadiz, donde reunio la enseñanza
de Ja Medicina, yCirujia con las sabias Ordenanzas aprobadas por S.M. en
S. Lorenzo a crece de Noviembre de 1791 Are. 11 pag. l.
¿En los estudios Medicos y Chirurgicos de las Universidades porque
nuestros mayores no dieron mando a los Medices y Cirujanos del Rey?

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 315


M. A. PERFECTO GARCfA - JAVlER GARCÍA MARTfN

COPIA DE LA REAL ORDEN DADA POR EL REY FERNANDO VII EN


SEMTIEMBRE DE 1816 POR LA QUE SE PROHIBE VOLVER A LA UNI-
VERSIDAD DE SALAMANCA A LOS PROFESORES QUE EMIGRARON
CON LAS TROPAS FRANCESAS Y SE APARTA DE ELLA A LOS QUE
ABRAZARON LA CAUSA LIBERAL.

A.U.S. Libro de Claustros num 260 (1815.16). Claustro Pleno de 23


de Septiembre de 1816 f. 373

«En seguida se leyó la Resolución de S.M. comunicada por D. Gon-


zalo Josef de Vilches, relativa a algunos lndiviuos del Claustro cuya real
resolución a la letra dice así».
El Señor Secretario de Estado y del despacho de Gracia y Justicia, me
dice con fecha de 2 del corriente lo que sigue.
Illmo. Sr: Conformandose el Rey Nuestro Señor con lo propuesto por
los Comisionados encargados por la visita de la Universidad de Salamanca
en el informe, que han dado a S. M. a consecuencia de su comisidn se ha
servido mandar que no se permita ni de licencia jamas para volver a la
Universidad de Salamanca a ninguno de los sujetos que se hallan fuera de
ella y se emigraron con los enemigos, y son D. Francisco González Cádamo
Catedrático, el Dr. D. Antonio Casaseca, el Dr. D . Manuel Antonio Prieto,
Catedrático de Filosofía, el Dr. D. Josef Méndez, Catedrático de Retórica,
el P. M. Fr. Pedro Arrieta, Benedictino Catedrático de Vísperas de Teolo-
gía, el Dr. D. Antonio Tabira fraile ordenado insacris de la O rden de San-
tiago, el Dr. D. )ose López Isidoro, el Dr. D. Juan Martínez Duro Cate-
drático de Física experimental y Química y D. Fernando Chaves,
Catedrático de Geometría y asimismo que se separe de dichas escuelas a D.
}uan}mto García, D. Miguel Marte/ y D. Toribio Núñez, a los que se les dará
un destino en otros pueblos. De orden del Rey lo participo a V.I. para su
mas pronto cumplimiento. Lo que traslado a V.S. para su noticia y puntual
cumplimiento en la parte que le toca de lo mandado por S.M. en esca Real
resolución. Dios g uarde a V.S. muchos años, Madrid 16 de Septiembre de
1816.Gonzalo J osef de Vilches, al Sr. Rector y Claustro de la Universidad
de Salamanca.

3 16 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL UBERAUSMO

MUESTRA DE ADHESIÓN DE LA UNNERSIDAD DE SALAMANCA A LAS


CORTES CONSTITUYENTES DEL TRIENIO LIBERAL

A.U.S. Papeles historicos de Salamanca, leg. 2124.


Señor:
La Universidad de Salamanca llena del mas puro placer y regocijo a la
vista de los grandiosos acontecimientos que en estos afortunados días tan
cranquila como felizmente han mudado la faz política de la heroica nacion
espafiola se apresura hoi/a unir su voz con la de codo buen español en justo
homenaje de alabanza y honor a los autores de can portentosa mudanza.
Loor inmortal al magnanimo pueblo que ha sabido conmover hasta los ci-
mientos de sus existencia política, de un modo tan compasado y tranquilo.
¡Eterno parabien al -generoso Monarca, que lanzando de su lado los viles
aduladores que por tantos días le ocultaron la verdad y la luz acaba de dar
jurando la constitucion ante la nacion entera el testimonio mas autentico
de un alma generosa y g rande; testimonio que le hara eterno en la memo-
ria de los españoles. Animos de gratitud y de gloria a los sabios Represen-
tantes del Pueblo, que sentados ya en el augusto nacional congreso van a
poner cima gloriosa a la empezada obra de nuestra libertad y engrandeci-
miento.
Esta Corporacion literaria tan ilustre por la antigüedad de viudas
como por su constante celo en La enseñanza de los mas uciles conocimien-
tos apenas puede explicar el dulce jubilo de que se alla hesparcida al ver
cumplidos sus votos y realizadas sus esperanzas en la constatacion bajo tan
felices auspicios, del Soberano Congreso, objeto unico y fi n deseado que en
su gloriosa resurreccion se propuso, y en el cual afianza las esperanzas
alahueñas de prosperidad y g randeza.
La Universidad por lo mismo os felicita, Padres de la Patria, y se feli-
cita así misma al ver aproximarse el siglo de oro de los españoles, Los días
de luz, de verdad y de gloria. Desaparezcan para siempre los infaustos dias
de opresion y de tiniebla; execracion eterna los siga por inconcibible serie
de generaciones futuras.
La Universidad de Salamanca Señor que en sus constantes desvelos por
el bien de la enseñanza hecho siempre contra el error la prepotencia y la
supersticion que por su franca conducta en manifestar claramente y sin
disfraz la verdad ha sufrido muchas veces especialmente, en escos ultimos
años desaires, persecuciones y atropellamientos es tanto mas interesada y
sabea apreciar cual se merece unas instituciones sabias que poniendo por
fundamental base la Representacion Nacional apenas, ni aun en las conti-
nuas vicisitudes de las Naciones y los Gobiernos es de temer produzcan in-
faustos resultados. Y si este cuerpo literario abundo siempre y manifesto
aun en circunstancias críticas y arriesgadas las mismas ideas y sentimien-

SALAMANCA, Revista de Estudios, ,9, 1997 317


M. A. PERFECTO GARCfA. JAVIER GARCIA MARTÍN

tos que hoy publica si en los días obscuros de arbitrariedad y despotismo


promovio, enseño y difundio con noble entereza, y serenidad utiles cono-
cimientos sobre las ciencias naturales y exactas, designando en las morales
y Políticas los solidos principios en se apoyaban proscribiendo opiniones
absurdas, restos miserables de los negros ciempos de estupidez y barbarie.
Si en codo tiempo supo imperar en sus aulas a los jovenes ydeas sanas de
religion, amor a la Patria y al Rey, obediencia a la ley, respeto a las auto-
ridades; con cuanto mas g usto con qué emocion can tierna y viva no pro-
movera can nobles, can uciles conocimientos en estos faustos días en que el
in genio y La razon recobraron sus derechos. No hay Espanol Señor, que no
abriga en su pecho dulces esperanzas de su futuro bien; no le hay que no
m ire en vos Padres de la Patria los reparadores de tantos males e infortu-
nios que han afligido y afligen todavía a esca nacion tan desgraciadamente
abatida como notablemente heroyca: Esperan de vuestros penosos desvelos
un Sistema de Hacienda que rehanime la gricultura y la industria y haga
respetar la libertad del comercio: esperar un p lan vigoroso y economico de
fuerza armada que le ponga a cubierto de Inemigos extraños y domesticas;
esperan cuanto les es dado g rato, y posible esperar. A tan justas como fun -
dadas esperanzas la Universidad como peculiar de su profesion e inscicuco
añade que no puede menos de implorar a nombre de la juventud Española
y en favor de la Enseñanza publica los paternales cuidados del Soberano
Congreso un plan general y uniforme de Educacion unico medio crear el
espíritu publico de la Nacion necesario siempre, y mucho mas en el día en
que una ley fundamental nos une a codos y bajo la cual codo debe marchar
uniforme; en el es donde las ideas morales, reliogiosas, y políticas deben
d irigirse a la union de la Religion con el Govierno, al progresivo fomento
de las ciencias y las arce; un codigo legal dictado por la justicia, la razon y
la humanidad que en lo penal nos presente hasta en la persona de las vic-
timas desgraciadas de la ley el respeto debido a la cualidad de hombre y
en los negocios civiles haga desaparecer para siempre ese caos de leyes obs-
curas, complicadas, contradictorias y barbaras cuya incoherencia y
multiplicidad pone concinuameoce en conflicto la p rudencia de los Jueces
yluscrados y beneficos abriendo un vasco campo a ignorancia y a la iniqui-
dad para cebarse en la sustancia de los que se presentan en el sanncuario de
la ley a reclamar su proceccion.
La Universidad, Señor no acabaría jamas si hubiera de espresar sus de-
seos, su gratitud, y su jubilo a la vista de las esperanzas que la ha hecho
concibir la reunion en Cortes de unas diputados que parecen designados
por el genio t utelar de España para alivio y consuelo de sus pasadas des-
gracias. Hacer feliz, floreciente y rica a una nacion digna de serlo: la ge-
neracion preseoce y una larga sucesion de generaciones futuras os colmara

318 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


LOS REFORMADORES DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA EN LA TRANSICIÓN AL LIBERALISMO

en recompensa de bendiciones y honrara vuestra memoria hasta mas alla


del Sepulcro.
Nuestro Señor guarde vuestra imporcanre vida muchos años para ho-
nor y prosperidad de la nacional espanola.

Salamanca, 29 de Julio, de 1820.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 319


SALAMANCA, R~ista de Esmdios, 39, 1997. Págs. 32 1-3)6
ISSN: 0211-9730

DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS


EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

R AMÓN MARTIN RODRIGO

RESUMEN: Este trabajo recoge un centenar de actos delictivos cometidos


en eJ siglo XIX en la Sierra de Francia (Salamanca). También aporta las re-
ferencias escritas sobre los habitantes de la zona. El artículo comenta y explica
el proceder "antisocial" de aquellos serranos. A la vez se analiza la ripología de
los delitos y sus posibles causas.

SUMMARY: This work compiles a hundred of criminal accs which have


been committed during che 19ch cenrury in "Sierra de Francia" (Salamanca) and,
in che same way, ic srudies wricten references about che inhabicancs of che zone.
The artide comments on and cxplains antisocial behaviour of highlanders, ac che
same time as che cypology of che crimes and possible causes are anaJysed.

PALABRAS CLAVE: Just icia Penal / Sierra de Francia IS. XIX I Historia
Social.

l. I NTR O D UCCIÓN: ÜBJETIVO DEL TRABAJO, CAMPO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO


DE ESTUDIO Y PUENTES DOCUMENTALES.

Este trabajo es una aproximación a la criminalidad de la Sierra de Francia (Sala-


manca) en la pasada centuria. Recoge los sucesos delictivos más relevantes q ue mo-
tivaron la acción de la justicia. En realidad no codos, sino tan sólo aquellos (hasta reu-
nir un centenar) que la investigación de las fuentes documentales más a mano depara:
protocolos notariales, sección judicial del Archivo H istórico provincial y El Ade-
lanto1. En más de un caso los acontecimientos y sus resultados dejan ver las causas

1. Aunque las fuenres concrems de los hechos deliccivos van n ir exponiéndose en las cicns, se ade-
lanr.a que en general han sido: Prococolos Notariales de Sequeros, Miranda del Cascañar, Villanueva del

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 321


RAMÓN MARTfN RODRIGO

propias e inmediacas de los hechos delictivos. Pero otras causas, quizás las más pro-
fundas, pudieron radicar en el concexco socioecoo6mico. Por canco, para dar a saber
la situación escrucrural en que se cometían los actos punibles se expone una somera
visión de la misma para lo que se ha acudido a la documencacióo percinence2 y a di-
versos escritos del siglo pasado que aporcan dacos geográficos, costumbristas, econó-
micos, etc. Inversamente, la presentación y siscemacización de las agresiones físicas
que se ha logrado, y va puesta como anexo, permite una aproximación al conoci-
miento sociológico y psicológico de las gentes serranas en el siglo XIX.
La hipótesis inicial de trabajo comprende dos parces:
A ) En ti siglo XIX, los tklitos y las faltas dt agmión conlrfl las personas físicas
/11eron un hecho frte11emfiimo t11 la Sierra tÚ Frflncifl.
8 ) La mayor parte tÚ estos actos tklictiws brotaron en el mrso tÚ reyertaJ o actos tk
acaloramiento, sin que m ellos se diera darammte la agravante de premeditación.

Es, pues, otro objecivo de esce arcículo investigar y deducir en lo posible qué
tenían de cierco cales supuestos, pues la plena demoscración resulta muy d ifícil.
Parece ser que, al menos, la primera parce de la hipócesis ha sido durante mu-
cho ciempo asumida a nivel provincial, posiblemente fundada en la repecición de
los hechos delictivos, lo que contribuiría a su difusión y a fomencar la correspon-
dience mala fama de los serranos. Esta cuestión, aforcunadamence, fue quedando
olvidada con el paso del ciempo y, lo que es mejor, fue reduciéndose conforme ocras
circunstancias demográficas y socioeconómicas iban propiciando una convivencia
más humana y civilizada.
Hoy, al referir cales hechos, la distancia secular que nos separa de los mismos,
no debe dar motivo para herir ninguna sensibilidad. En cualquier caso, los hechos
de referencia no han sido previamence preparados, sino viscos en el curso de la in-
vestigación, y por eso van expuestos con la mayor objecividad posible. Si alg unas
cosas quedan omitidas y otras resaltadas se deberá únicamente a las conringencias
de la documencación y de la investigación que se ha seguido3. Ni se precende des-

Conde y Papeles de la ~ci6n judicial, codo esco en el Archivo Hisc6rico Provincial de Salamanca; Acra.s
del Archivo Municipal de Sequeros; Libros de difuntos de los pueblos estudiados; periódico cirulado Sie-
rra de Francia; y El Adelanco. No he consulcado ningún archivo de Juzgados ni Audiencias. La docwnen-
caci6n del Juzgado de Primera lnscancia de Sequeros se crasladó a Béjar a fines de los años sesenra . La no-
ticia oral que cengo es que no perduran los documentos del siglo pasado. En cualquier caso, no debe darse
codo por perdido, por cuanro lo normal es que exiscao los papeles "duplicados" de ciras , mulras, requeri-
mientos, ecc. El inceresado en profundizar debe invescigar en los J uzgados de Paz y las Audiencias, pues
en ésas solía haber exrraccos o resúmenes. Utilizo l.as siguientes abrcv1aruras: AHPRSA (Archivo H iscó-
rico Provincial de Salamanca), P.N. ( Protocolo Nocarial), s• de P (Sierra de Francia).
2. Esca documentación es diStinra de la ancerior: Carastro de Ensenada, amillaramienros, censos, ac-
tas municipales, diccionarios, ecc.
3. Para la primera mitad del sig lo he acudido a los libros de diíuncos y a los prococolos notariales.
Las heridas no suelen aparecer en los primeros. En los segundos no se regisrran codos los delicos sino aque-
llos que mocivan fianzas, poderes o insrrumencos relacionados. Como no se conservan protocolos nor:uia-

322 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN U. SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

calificar a nadie, ni, como podrá verse, ningún pueblo serrano se vio entonces li-
bre de delitos, ni ha de quedar culpado o santificado en este trabajo.
Posiblemente en otras comarcas o ciudades también se pueda hallar un aleo ín-
dice de criminalidad. Y, quizás pudiera afirmarse, que, hecho recuenco de lo delic-
tivo, como aquí se hace, más de una zona no iba a la zaga de la Sierra de Francia en
cuestión de criminalidad. Pero este trabajo, por su extensión, no puede entrar en
comparaciones de la criminalidad entre comarcas, ni encre delincuentes, en general4 .
Siempre se pensó que la mayor parte de aquellos hechos socialmente reproba-
bles cometidos por los serranos obedecían a actos derivados de riñas, discusiones y
altercados espontáneos entre los habitantes. A priori se admitía que, en general,
esas acciones reprobables surgieron sin premeditación ni alevosía. No obstante,
esos supuestos habrá que demostrarlos. Por eso aquí también se da cabida a los de-
litos efectuados con previas circunstancias agravantes, resentimiento, venganza u
otras. Sin embargo quedan descartados en este estudio todas las faltas y todos los
delitos de ofensa moral. Es dec ir, solamente se han recogido los delitos y faltas que
produjeron muerte o heridas. Dicho de otro modo, los acros punibles que ocasio-
naron derramamiento de sangre.
El ámbito geográfico de estudio se concreta en trece pueblos5, cuyo nombre y
extensión superficial expresa el cuadro N. º 1. E ilustra su situación la figura 1.

CUADRO N . º l. EXTENSIÓN SUPERFICIAL


Municipios Has
Alberca ( la) 6.165
Casas del Conde (las) 120
Cepeda 1.066
Garcibuey 1.260
Herguijuela de la Sierra 3.222
Madroñal 162
Miranda del Cascañar 2.092
Mogarraz 915
Monforce 444
San Martín del Castañar 1.533
Sequeros 669
Soroserrano 5.759
Villanueva de.l Conde 1.271
Total 24.678

Fuence: Realización propia, dacos del Censo agrario.

les de todos los pueblos, de ahí que la investigación resulce incompleta. Por otros objetivos han sido más
consultados los prorocolos de Scc¡ueros y de ViHanueva, eso puede explicar que el número de casos resulce
especialmente llamativo para Villanueva.
4. Como hizo, por ejemplo, G. Tarde en La criminalidad Comparada.
5. Quedan voluntariamente fuera de estudio otros municipios, aunque lleven e l apelativo de se-
rrano. Por ejemplo, San Esteban de la Sierra y Valero, que aunque suelen considerarse englobados en la Sie-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 323


RAMÓN MART(N RODRIGO

1 FIGURA
SITUACIÓN DE LA SIERRA DE FRANCIA EN LA PROVINCIA
DE SALAMANCA

7. Miranda del C.
l. La Alberca 8. Mogarru
2. Casas del C. 9. Monforre
3. Upcda 10. San Martín
4. Garcibucy 11. &qucros
5. Huguijuela 12. Socoserrano
6. Madrona( 13. Villanueva

El período histórico elegido para estudio es el siglo XIX. No obstante, del pri-
mer cuarto de la centuria resulta más difícil el estudio y la concreción de datos6.
Hasta 1834 encendían en los procesos las respectivas Justicias de la cada una de las
villas, la Justicia de Miranda del Castañar y la Chancillería de Valladolid, según
los casos. Desde 1834 en adelante lo hacían los Juzgados de Paz, el Juzgado de Pri-
mera Instancia de Sequeros y la Audiencia Provincial.

2. CAUSAS REMOTAS DE LA CRIMINALIDAD EN LA SIERRA DE


FRANCIA

Se especifica el adjetivo "remotas", y no próximas, porque escas últimas, que


interesarían en su momento al juez, a las partes, y al jurado, cuando lo hubo a fi -

rra de Francia, se hallan si ruados periféricos del más caracrerístico cerrirorio serrano. Oc ro canco ocurre con
Cereceda de la Sierra, El Cabaco y Nava de Francia. Y en cuanco a San M.i guel del Robledo (anees Arroyo-
mueno) su sisrema económico, más próximo a los pueblos del Campo que a los serranos (cereal y ganade-
ría, ausencia de viñedo) se manifiesca como claro dctcrminance pora excluirlo del g rupo.
6 . Porque la documentación que debió obrar en Mi randa del Castañar no existe, y la Sección judi-
cial conservada en el Archivo Hiscórico Provincial de Salamanca es muy limirada y de pocos años.

324 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XJX

nes del siglo, aquí son más difíciles de determinar y no importan para el estudio
que se hace, puesto que quedan fuera de la doble hipótesis.
Sin embargo, al buscar las causas remotas ni se pretende ser tan simplista como
algún Libro antiguo que todos los actos delictivos los hacía derivar de la "maledi-
cencia" humana7 , ni tampoco se intenta lograr un trabajo can profundo que tenga
como guía el de los principales penalistasª.
No se ha de aceptar ciegamente la influencia del medio9 porque la reiteración
de hechos delictivos pudo no deberse en muchos casos al medio geográfico, eco-
nómico y social. Tampoco hay que admitir que todas y cada una de las acciones de-
lictivas que se dieron en la Sierra brotaría de la psique personal del serrano'º· Au-
tor hubo que explicaba la reciedumbre serrana diciendo que "el carácter lo da la
sangre". La sangre en este caso sería esa exteriorizada valentía y furia con que los
serranos se daban mutuamente ejemplo desde pequeños. Veamos seguidamente
cuáles eran los componentes del contexto comarcal.

2. l . P RESIÓN DEMOGRÁFICA CON RELACIÓN A LOS RECU RSOS

No resultan fiables los datos demográficos hasta 1867. Atendiendo a los habi-
tantes que reseña el Diccionario de Sebasrián Miñano, en 1828 la población de estos
pueblos ascendía a 14.128 habitantes. Como según los datos de mediados del siglo
sólo alcanza los 9.976, resulta admisible que en los primeros censos debió de haber
una cierta ocultación, quizás para precaverse en lo posible de medidas fiscales, pero
aún así, parece encenderse que la población habría sufrido una caída señalada.
En 1887 los efectivos demográficos suman 12.840 habitantes. Puede adver-
tirse un crecimiento total de 2.864 habitantes, es decir ha crecido un 28,71 % res-
pecto a 1850. El ritmo de expansión demográfica se ha acelerado conforme avanza
la cencuria habiendo sido muy fuerte en las últimas décadas, época en la que se die-
ron más hechos criminales. El aumento demográfico sin duda se debió frenado oca-
sionalmence con las epidemias de cólera un par de veces y la difteria y sarampión
en otras ocasiones más puntuales. Sin embargo, dado los cortos recursos econó-
micos que obtenían los serranos, se puede ver que los pueblos caminaban hacia la
superpoblación, de la que en parte se aliviaron por la fuerte emigración , que ya en
1900 se deja sentir con fuerza 11. Cuadro N . 0 2.

7 . Así se explicaba a mediados de la cencuria pasada un Cattcúfll()po/1íiro-penal escriro por Francisco


Paula Pére2 Berrocal: la maledicencia produce el deseo de dañar al prójimo, el orgullo, la ambición y el
egoísmo. Y luego seguía dando derivados de cada uno de esos males.
8. Cirando, por ejemplo, a los que fueron profesores en la Universidad de Salamanca: Dorado Mon-
cero, Manuel Gil Maescre. O bien, Alfonso de Castro. G . Tarde, ecc.
9 . Según algunos penalistas del siglo pasado. Ideas parcia lmente acepradas por Cesare Beccaria,
Lombroso...
10. Según ceoría de Lombroso en l...IJs criminales.
J 1. Hay otras referencias como el número de vecinos y nocicias diversas sobre la em igración, aun-
que en general clandestina vía Vigo hasca H ispanoamérica.

SALAMANCA, R evista de Estudios, 39, 1997 325


RAMÓN MARTfN RODRIGO

0
CUADRO N . 2. HABITANTES EN LAS ÉPOCAS DE RE FERENCIA

Municipio AÑO

1828 1850 1877 1887 1900

Alberca (la) 2.086 1.6 17 1.844 L.836 l.709


Casas del Conde 748 478 490 489 492
Cepeda 2.100 1.108 1.560 1.537 1.461
Garcibuey 653 354 642 717 756
H erguijuela 800 619 714 746 7 13
Madroñal 160 11 2 240 273 253
Miranda del C. 1.700 1.150 1.4 14 1.595 I.667
Mogarraz 1.220 988 1.068 1.095 1.065
Monforte 700 4 17 729 420 373
San Martín 943 7 11 825 866 842
Sequeros 739 747 925 1.042 875
Sotoserrano 859 767 775 l .005 883
Villanueva del C. 1.420 91 1 1.122 l.219 l.194
T OTAL 14. 128 9.976 12.048 12.840 12.283

Diferencia de 1850 a 1887 • 2.864


Extensión 246,78 km2 . Densidad de población en 1887 ,. 52 h/km 2.

F~nte: Rraliución propia. D.uos del Diccionario de M1ñano para 1828 y de los Censos de Población para
las resumes fechas.

2. 2. EL SIST EMA ECONÓMJCO: LA PRODUCCIÓN DE VINO Y AGUA RDIENTE.

La dedicación fundamental de los serranos fue la agricultura12. El culcivo de la


vid, del olivo y de los frutales, juntamente con el crabajo de los huercos ocupaba
cradicionalmence a los habicances. La cosecha principal fue, al menos desde el si-
g lo XVII, el vino, y la vid acaparó la mayor dedicación. El castaño debió ir ce-
diendo sirio a la vid conforme fueron pasando los siglos. Esca cuvo predomino en
todos los municipios excepco en La Alberca. Y su cultivo tuvo franca expansión
desde fines del siglo XVIII.
El olivo se hizo plenamence caracceríscico en los municipios más meridionales,
sobre todo Sotoserrano y H ergu ijuela. El cultivo del lino estaba presente en codos
los pueblos. Por lo mismo en cada lugar había, por cérmino medio, entre cuatro y

12. Hay mucha documentación para comprobarlo: Contribución territorial, Amillaramientos, Car-
tillas evaluatorias. Prouxolos Notariales, etc.

326 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO X1X

seis tejedores con sus respectivos telares artesanales, amén de que en cada casa hi-
laban y aún tejían para su uso particular.
Las patatas, de las que ya a fines del siglo XVIII consta que su cultivo no es
esporádico ni ocasional, fueron desplazando paulatinamente al lino sembrándose
no sólo en los huertos de regadío, sino también en secano e incluso encre las vides.
Como ejemplo de las producciones prototípicas, semejantes en todo los pueblos del
conjuncot3, se escriben las de Villanueva del Conde en 1813, que es un pueblo de
tamaño grande en el conjunco. Cuadro N. º 3.

CUADRO N.0 3. PRODUCCIONES DE VILLANUEVA DEL CONDE EN 1818

Trigo 365 fanegas


Cenceno 16 ..
Garbanzos 46 ..
Castañas 660
Frutas 100 arrobas
Legumbres 30
Patatas 600
Vino 26.800 cántaros
Aguardiente 500
Aceite

Fuente: Amillaramiento de 181 3, P. N .: 63.)4. AHPRSA .

La ganadería carecía de importancia. Destacaba el ganado equino, pero estaba


destinado a la labor, y a la arriería particular, como medio de transporte de las fre-
cuentes salidas a los pueblos del "Campo" que los serranos efectuaban para vender
parce de sus cosechas 14. Ocupaba el segundo lugar del sector pecuario el ganado
porcino, pero respondiendo a una d istribución celular de uno dos o eres cerdos por
vecino acomodado, que no codas las familias del pueblo podían hacer la matanza
anual. Finalmente hay que añadir que criaban algunas cabras y explotaban unas
pocas colmenas. Así pues la cabaña ganadera rendía muy poca "utilidad moneta-
ria", salvo contadas ocasiones como la vendimia, o con ocasión de las guerras en
que bastantes acémilas eran "arrendadas" por el servicio del ejercito•5.

13. Diccionario de Pascual Madoz:, 1845-1850.


14. V&= para esto, y la mulciaccividad de los sern.nos en LLORENTE PINTO, J.M.: Tr11diri6n y
rrisis m los sisltmas d~ txplo1aci6n sm-11nos. Dipucaci6n de Salamanca, 1995. Aunque el libro craca de la lla-
mada Sierra de Francia Alta, en la Sierra Baja era canco o más cuacceríscico.
15. INFANTE MIGUEL-MOTIA, Javier: -Mulas, dehesas y otros negocios: Los Soriino (1824-
1928)"" en Salamanca. Rt11i1111 d1 Es111dios, Núm. 33-34, Diputación de Salamanca, 1994.

SALAMANCA, Reviscade Estudios, 39, 1997 327


RAMÓN MARTfN RODRJGO

La industria prácticamente era inexistente, a excepción del ya referido tejido de


lienzos y de la fabricación de aguardiente, que en cada pueblo se efecruaba por me-
dio de alquitaras, y que no producía más que una corta ayuda en algunos casos.
En torno a los sesenta se sucedieron unos cuantos años de escasísimas, cuando
no nulas cosechas. Los reiterados testimonios son sumamente elocuentes. Ya por
entonces culpaban de la pérdida de la cosecha al oidium. Y como años más tarde
se repitieran los desastres, y aún se agravaran, se dijo que estaban ocasionados por
la anterior enfermedad, más la del mildeu, además de la climatología adversa, pues
cualquier tormenta, principalmente si ocurría en septiembre, dejaba arrasado los
viñedos•6. A estos frecuentísimos males, se añadió, ya a fines de la centuria pasada,
el peor de todos, la filoxera. El Boletín de la Provincia (de 1 de julio de 1898) con-
tiene la extensión de viñedo que en la Sierra de Francia necesitaba de protección a
causa de la filoxera:

CUADRO N.º 4. HAS. DE VID DECLARADAS EN 1898

Pueblo Has de viñedo


Casas del Conde 38, 1963
Cepeda 229,8563
Garcibuey 17, 0676
Herguijuela de la Sierra 43, 3832
Madroñal 8, 2414
Miranda del Castañar 284,8613
Mogarraz 65,3136
Monforce 25,4894
San Martín del Castañar 95 , 6990
Sequeros 73,3395
Sotoserrano 203,8077
Villanueva del Conde 244,0170
Total 1.329, 4741

Fuenre: Elaboración propia según datos del Boletín Oficial de la Provincia de Sala.manca.

En esa misma fecha el viñedo provincial computado, sumando el existente en


110 pueblos, alcanzaba las 9.933, 9692 has. El viñedo de zona serrana estudiada
significaba el 13,38 % del total, lo que quiere decir que proporcionalmente el cul-
tivo de la vid no destacaba por su extensión, suponiendo que las estadísticas fue-

16. Actas del Ayuntamiento de Sequeros. Periódico úz Uga Agraria, año 1898, artículo "Sierra de
Francia".

328 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

ran fiables. Otra cosa es si la producción vitivinícola guardaba relación con cal ex-
censión, y lo mismo si el vino se vendía o se consumía.
La falta de comunicaciones agravaba la situación al añadir dificultad a la venta
del vino, pues siendo tan excenso el cultivo en la provincia, los años de abundan-
cia se abarataban los caldos, resultando que, fuera grande o pequeña la cosecha, ésta
no sacaba de apuros a la mayoría de los serranos.

2. 3. POBREZA GENERAL

Es cierto que la inmensa mayoría de los vecinos de escos pueblos tenían sus pe-
queños predios en propiedad. Un huerco, unos parrales, algún pequeño crozo de
mata. También es evidente que ello no les proporcionaba más que una insignificante
ayuda económica. Hechas las labores de la propiedad particular en los días festivos
o bien antes o después de las horas de trabajo remunerado no quedaba ocra salida
que ir a jornal. El crabajo asalariado era el medio más común de ganarse la vida. El
problema radicaba en encontrar "amo" que proporcionara trabajo. En la vendjmia
no falcaba, como tampoco en primavera cuando se realizaba la cava , pero en los días
invernales no había quien pudiera coscear un trabajo can poco rentable como la roza
de maleza. Entonces se intentaba mitigar el paro corcando leña, fabricando carbón,
y haciendo alg una que otra tarea econ6micamente poco rentable 11.
La matanza d el cerdo, cuando la había, no llegaba más que para primeros
meses del año. En muchas casas serranas entraba poco dinero en metálico. Nece-
sariamente había que acudir a los préstamos. Como de éstos no se daba fe públi-
camence, resultaba que aparentemente no existía tanta pobreza. Pero indiscutible-
mente había mucha necesidad en la Sierra de Francia. Los testimonios de la época
que lo confirman son frecuencfsimos. Algunos pincaban un panorama dramácico.
Isidoro Mendoza se expresaba en El Adelanto, el 12 de sepciembre de 1897, en es-
tos términos:
(Dirijo este ruego a laJ aut<>ridatks prwinriales) m nombre de una rtgión tan poco
contxida como mal calificada, en demanda de prottcdón a su inminente miseria, come-
cuencia inmediata de la larga serie de calamidades y contratiempos que nos agobian y
entris1t:cen el camino a todas... para Cf»llbatir la espantosa miseria que comienza a cer-
nirse sobre estos desgraciados, faltos de recursos, con las cosechas perdidas por la pertinaz
sequía y el mildeu, con la elevación de Jos prtcios de los cereales que importan de otras re-
giones y con Ja absoluta carencia de jornales que los pequeños como 101 grandes propieta-
rios no pueden suministrar j>Dr laJ caUJaJ indicadas. No prttendemos r«argar ti colorido
del cuadro Ji decimos que en laJ actulaes circunstanciaJ cmtenares de f amiliaJ no comen
pan semanai y semanas. ¿Qul 1uc«krá en los mtJes crudos del i1111imto, en los que ter-
minadas las existencias de legumbres qia hoy le suministran el alimento se encuentren mi-
les de familias sin r«ursos ni medios po1ibles de proporcionárselos nadie?

17. Nota 14.

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 329


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

(Esperamos que las autoridades coady1111tn a la pronta tramitación de 101 trozos~


carretera que les sirva) para proporcionar el pan a 1111mtrosas familias de esta tksgra·
ciada región. (Co11fiamo1 que ti Prelado interponga cerca de /01 AltoJ Poderei su valiost.
i11fl11mcia) para que se comiga rmudio a tantaJ miserias y lenitivo a tantaJ trib11lacio-
11es como en la !poca presente, y aún más en otra muy próxima han de cernirse sobre 110-
sotro11 pue.r jmto y j111tísimo e.s que la región q11e ha enviado millares de h()lllbreJ, conu
de recursos a nuestraJ colonias tengan remedio a Jus grandes infortunios 18.

El cexco es largo, pero substancioso, pues además de referir la situación dej ~


constancia de la fuerce emigración, hecho que indudablemente acenuó el creci·
miento demog ráfico, y que es un claro exponente de las dificultades y nivel de vid~
que atravesaban las gences.
Efectivamente basca examinar documentos como las accas municipales, peti·
ciones de exención de contribuciones, libros parroquiales, contratas de médicos }
otros para comprobar que muchos serranos vivían pobremente, malvivían subsis·
tiendo y trampeando.
La carestía de lo más necesario, el andar descalzos los chiquillos, el pedir pres·
cado unas pesetas hasta la vuelca de La siega, las compras a fiao, ere. no provenían d€
la ociosidad de los serranos ni can siquiera de un año de sequía, heladas o nieblas.
Radicaba en buena media en la mala estructura de la propiedad que comportaba un
minifundio muy poco eficaz, en la insuficiencia de mercado para sus frucos, en la
inercia y métodos tradicionales de cultivo, en la falca de industrias, etc.
La miseria por sí misma no parece que fuera causa de accos penales, pero se ha-
brá de admitir que de la necesidad brotaba el tener que cometer pequeños huecos
de leña o de frutos, los que siendo descubiercos y penalizados podían generar re-
sentimiencos. Asimismo la necesidad inclina a las personas al lado de quienes pue-
den remediarla. De esca suene se hace comprensible que los vecinos de cada pue-
blo estuvieran divididos entre sí de cuando en cuando, y que algunos "valentones"
se encontrasen con una serie de "fieles" seguidores o cómplices en altercados y pen-
dencias.
Casi dos años después del referido artículo anterior, otro periódico titulado Sie-
rra de Francia insistía en lo mismo, pero dando a entender que de la pobreza pro-
venían alg unos actos delictivos:
"La verdad, a11nq11e amarga". Con difirultad se mcumlra en España una zona
más dejada de la mano de loJ hombres. Esta uma tan desgranada da importancia a la
A.udimcia de Ci11dad Rodrigo, Jirviendo su bochornosa estadística criminal para JOJ/t-
ntr aq11el tribunal colegiado. Aquí está sola, abando,urda a ms f11erzaJ /al como el di-
l1111io la dejó, com11mientÚJ JUS energíaJ en eJtlriles e improductivaJ labores, Jirviendo a
los fines de los otros partidos, su1 vecinoJ, entregada a sus ímpetus y a los tribunales de

18. El Adelanto, 12 dt' Septiembre de 1897. "Una necesidad apremianrc". Isidoro Mendoza era abo-
gado de Sequeros y accuó de juez accidental en alguna ocasión.

330 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

justicia entre ruyos archivos y papeles se va quedando la vida y la honra dt los se-
rranos 19,

N o resulta fácil comprobar estadísticamente el nivel económico que tenían


cada uno de los delincuentes del conjunto recopilado. Pero en cambio si es incui-
civamente apreciable que, en general, casi todos pertenecían a las clases humildes,
trabajadores asalariados en muchos casos, nunca maleantes ni vagos de oficio.

2. 4 . AT RASO E INCULTURA

Todos los autores y escricos que en su momentos expusieron algunas caracte-


rísricas de los pueblos de la Sierra de Francia llamaban la atención sobre el atraso
y la ignorancia en que vivían los serranos. Hacían notar la falca de comunicaciones
y achacaban la pobreza de las gentes a la difícil venta de sus cortas cosechas. Lo de
"montañas inaccesibles" caneas veces repetido tenía más de tópico que de verdad,
pues los serranos, avezados arrieros, sabían perfectamente los atajos. De hecho ha-
bía caminos, y algunos de ellos se arreglaron y además se hicieron carreteras20.
Había maest ros y escuelas, y con el siglo se fueron creando más ceneros, de suerte
que g ran parte de los niños podían recibir la enseñanza elemental de las primeras le-
tras y las cuatro reglas, si bien, en la comarca como en otras parces el número de ni-
ños por profesor era elevadísimo. Además, los niños dejaban de asistir a escuela can
pronto se podía realizar determinados trabajos. Igualmente los sacerdotes uno o va-
rios por pueblo fomentaban con su predicación la práctica de la virtud y la realiza-
ción del bien. No faltaba en la cuaresma el predicador, especialmente de los eres con-
ventos de la zona, ni periódicamence las misiones a cargo de religiosos2t. Tampoco
era rara la presencia de personas civilizadas y sensatas. Porque no codos los serranos
eran como se deja encender desde un sólo punto de vista. Un conocido escritor sal-
mantino Francisco Fernández Villegas que visitó la Sierra en 1889 dice:
Creía encontrar un pueblo inculto y halll en la Sierra muchúimas personas <k va.Ita
erudición y <k tliucada inttligmda, y putk medir lo extenso. mttódiro y a rerlado dt su
instrucrión22.

2. 5. EL CARÁCTER DE LOS SER RANOS

No resulta difícil encontrar los adjetivos empleados en cien ocasiones para de-
fin ir a los serranos. En primer lugar, ya tenía connotación el mismo gentilicio "se-
rrano", con el cual prácticamente un lugareño de la comarca quedaba definido,

19. Periódico Sitrra de Franáa, al\o 1, 26 de mayo de 1889.


20. Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca. Varios años.
21. Libros de fábrica de las respectivas parroquias. También PeriódicoS" tú P', diciembre de 1889.
Los conventos eran los de Gracia, de la Peña y de las Batuecas.
22. Periódico S" de F'', 1889.

SALAMANCA, Revi sta de Estudios, 39, 1997 331


RAMÓN MARTfN RODRIGO

pues comúnmente se encendía como sujeto trabajador, afanoso, sufrido y, sobre


codo, recio. Al parecer, esa reciedumbre era moldeable, porque no estaba exenta de
franqueza y nobleza. Nadie podría dudar de que no fueran trabajadores ocupándose
La mayor parce del año de sol a sol. Y en cuanto humildes o pobres no hace falta
acudir a demasiados testimonios pues se confirma por doquier según se viene ex-
poniendo 23.
Junco a escas características hubo otras no menos significativas como las de ser
ruidosos y bullang ueros, abiertos y generosos. Adjetivo este último que en algún
pueblo, como Mogarraz, se sustituyó por "rumbosos" 24.
Pud iera creerse que tales cualidades, expuestas ahora, son subjetiva e incencio-
nalmence laudatorias. Pero no. Encre las muchas citas que podrían recogerse, he
aquí algunas:
"Al lado dtl pacifico y reflexivo habitante dtl campo se enc-r1en1ra el alegre y exal-
lado Jtrrano".
"Sen1imien1os generosos que son inna/os en los pobladores dt la Sierra".
"Tierra valienlt y franca, lrabajadqra como pocas, hospilalaria y crm1unicativa"25.

También los mismos serranos se vieron a sí mismos con defectos y virtudes: los
serranos somos malos, pero tenemos buen corazón, reza el dicho popular. Además añadían
ser impetuosos y a veces fanfarrones. Las mismas canciones populares vienen a re-
flejar su manera de ser:
Los mocilos dt Sequeros son brutos como animales I que retiran los escalones y arran-
can los rigiitiiaJtJ26.

Parece también que una mal encendida escala de valores venía a colocar en el
primer puesto la valentía, el ser más "echao pa lance" que el oponente. Factor que
probablemente se ponía en acción de modo más radical cu ando se operaba en
grupo.
La "re-acción" había sido siempre fuerte, inmediata y ag resiva. La segunda mi-
tad del siglo XVIII lo deja patente como se puede comprobar comando ejemplo
Villanueva del Conde 21.

23. Los comraros de médicos señalan que han de acender a varias familias pobres.
24. DORADO, Nicolás: H olflbrtJ y paisaps Ja/1114nfinos. Dipucaci6n de Salt.manca, 1982. Págs.
14-27.
25. Cir;is del periódico S' rk f"' y de E./ Amianto.
26. fuenres orales. También son fuences orales las que arribuían el caráccer serrano a la perduración
en la comarca de elemencos moriscos.
27. En esce pueblo se adviercen las discordias y las enemiscades de modo claro en la segunda mirad
del siglo xvm. resulra.n do ocho o diez del iros de sangre.

332 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, l997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XJX

2. 6. LAS COSTUMBRES

Se ciene aceptado que era costumbre el acudir los hombres a la taberna y allí
pasar el tiempo jugando a las carcas en tanto que se consumían algunos vasos de
vino. La taberna tenía fama de ser un lugar reservado para los hombres, de tal
suerte que era muy mal visco que una mujer entrase en el establecimiento, y mu-
cho más que pasarse un rato en él. De ahí, que andando el tiempo, en este siglo se
abrieran cafés y casinos, y que en ellos fuera donde primeramente entraron las mu-
jeres.
Entre otras diversiones cuentan el baile y el coro. Como queda reflejado con
mucha frecuencia, en la Sierra estaba muy enraizado el gusto por la música de tam-
boril, siendo el baile suelto diversión puntual rodos los domingos, a excepción de
los de cuaresma28.
Mucha más importancia tuvieron los toros, sobre codo por lo que toca a la pre-
sencia de gentes foráneas. La afición al toro era tan grande que superaba a codas las
demás29. Con harta frecuencia los delitos ocurrieron con ocasión de las fiestas, en
especial la del toro. No era extraño el temor a los sucesos aciagos que ocurrían en
las fiestas, por lo que las gentes de paz estaban deseando que pasasen tales días. Un
Artículo de 1890 titulado La Sierra se 1ransfom1a se expresa del modo que sigue:
LaJ diversiones públicas han perdido el carácter rudo que laJ distinguía, y si no nos
engañamos no está lejano el día en que la diversión fawrita del país revista formas más
suam. Antes las fiestas mayores de cada pueblo más bien eran temidas que deseadas¡
ellas comtituían una justa alarma para las madres y para las esposas; la curia siempre
tenía sus participación en ellas, y los bolsillos de los curiales las esperaban con amia. Ex-
cepto el delito de robo o hurto, siempre extraños a ellas y al país, nunca faltaba en laJ
funciones públicas un muerto, mando no dos o tres lesionados, dejando abiertas las hos-
tilidades entre dos pueblos por el pueril motivo de ocupar determinado puesto en la plaza
por coger una garrocha30.

Completaba el esparcimiento de los serranos la afición al teatro. En todos los


pueblos se representaban comedias en los días festivos más señalados, actuando
como los accores los mismos vecinos. Finalmente hay que hacer mención de los
juegos más usuales como la pelota, la rayuela, el tirobarra, etc.3 1•

28. Con relación al baile aparece claro el delito comerido el 10 de agosto de 1892 , N º 6 7 del lis-
tado.
29. Respecto de la afición al coro véase el del ito del 6 de agosto de 1892, Nº 66. De cómo se solían
llevar toros grandes y de muchos años informan canco el periódico S' de F" como El Adelanlo.
30 . Nota 29. Además en versos escritos como "Crónica del toro en Mogarraz" (S' de F") se lee: la
presidmcia muy débil m reprimir los txet:tOJ; solammte 11110 cogida h11bo que lammJar. Y en la "Crón ica d el coro de
Sequeros" (S' de F') se dice: sirva fÚ tj tmplo a todos los p11eb/os serranos para qut, tn vez de lle11ar eomo acost11m-
bra11 t()r()S fÚ siete años a SUJ plazas, pr()(uren traer nwillos. También con ocasión de las fiesras solían disparase
infinidad de cohetes.
3 1. MARTÍN RODRIGO, Ramón. Seq11eros. Historia, Arte y Tradiciones. Salamanca, 1991.

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997 333


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

2. 7. CONFLJCTOS ENTRE LOS PUEBLOS. IMPLICACIONES DE TIPO POLfTICO

Si las personas de un pueblo o de varios reñían encre sí, también con frecuen-
cia surgían conflictos encre unos pueblos y ocros. No consta que de los cales bro-
tase Ja sangre, si en cambio, la inquietud, el acaloramiento y la tensión.
Hubo conflictos intercomunitarios por cuestiones de límites encre términos
municipales, por el aprovechamiento de monees comunales y de baldíos y por las
aguas de riego. Todo esto históricamente se presenta como algo hasta cierto punco
usual entre pueblos vecinos. Larguísimo fue el pleito por cuestión de límites entre
Villanueva y Miranda, y otro canto, aunque más leve, había sucedido con ocasión
de la exención de Miranda de la mayor pane de los pueblos 32•
En el primer tercio del siglo XIX los conflictos entre los pueblos aún tenían
como fondo el incumplimiento de las normativas (quizás preceptos del fuero me-
dieval) de la cabecera del Partido Miranda, por ejemplo el inicio de la vendimia.
La cuestión, aunque repetida no fue importante. Va a ser en el segundo tercio de
la centuria cuando brote entre algunos municipios una tensión por algo que hoy
día nos parece insignificante: la custodia de la Virgen de la Peña de Francia. Na-
turalmente no era sólo por la imagen, sino por la romería y feria de septiembre que
llevaba consigo, amén de cierto prestigio. Mogarraz, y sobre todo. La Alberca y Se-
queros se implicaron en sus litig ios hasta la misma reina Isabel II 33 ,
Otro asumo en litigio fue el de la cabecera del Partido J udicial. Resignada a
la fuerza Miranda del traslado de la cabecera a Sequeros, la capitalidad comarcal va
a ser reclamada en repetidas ocasiones por La Alberca y por Tamames, que la soli-
citan y ponen empeño en conseguirla, motivando alarmas y rechazos de otros mu-
nicipios.
El último tercio del siglo aún continuaban los dos problemas anteriores, pues
el primero se complicó con el robo de la imagen, y en el segundo no habían dis-
minuido los deseos. Entonces aparecen dos nuevos cernas de fricción. La construc-
ción de carreteras y ferrocarril, y las elecciones de políticos.
La construcción de carreteras se solucionó más o menos satisfactoriamente por
cuanto dependía de las autoridades centrales o provinciales más que de los munici-
pios, y porque, aunque carde codos los pueblos fueron teniendo carretera que les
diera comunicación34. No sucedió igual con el ferrocarril. Nació un proyecto y le
siguieron otros. Los municipios entraron en contradicción al preferir unos el trazado
de la vía férrea por un lugar y otros por sitio distinto, persiguiendo que las estacio-
nes quedasen lo más cerca posible de cada pueblo. La posible junta de accionistas

32. Protocolos nouriales de Villanueva del Conde y de &queros, siglos XVW y XJX.
33. Actas del Ayumamienco de &queros.
34. Se consiguieron algunas a fines del siglo pasado, lo que se acribuía a las gestiones e influencia
del general Pando, diputado nacional por el paccido de Se<¡ueros. Entre ocras se hizo la carrccera Vicigu·
dino-Sequeros. Ya en esce siglo se amplió mucho la red de comunicaciones debido al celo y logros del cam·
bién dipucado nacional Eloy Bullón.

334 SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN El SIGLO XIX

no llegó a reunir los suficientes fondos, y el ferrocarril se fue posponiendo hasta bien
entrado el siglo accual, para finalmente quedar como simple recuerdo ;5 .
El último mocivo de roce, las elecciones de reprcscncances políticos en los va-
riados niveles, se explica, entre ocros factores, porque en coda España se daba el ca-
ciquismo y Ja compra de vocos, lo que se podía radicalizar en comarcas falcas de di-
nero como la Sierra de Francia. En codo caso, también incidiría en ello "el
individualismo reinante" que caraccerizaba a los serranos, siempre poco propensos
a ceder parre de lo propio en aras de una cooperación económica y social.
Posiblemente los conflictos relacionados con la política no se recogieron por
escrico fidedignamente. H ay que presumir q ue unos altercados de una vez añadi-
dos a otros de la ocasión siguiente irían creando una opinión de fondo, que se su-
maba a los ocros problemas expuestos. De esas turbulencias y desórdenes polícicos
dejó la prensa varias referencias, como las que sig uen:
La administraddn de los bients que pertenederon al Condado de Miranda tropieza
con serias dificulrfllks. Asumo lste que tkht meditarse mucho anlts tk tomar una resol11-
ddn contraria a las prácticas y apr011eChamim1os tk aquellos bients. TodaJ las comien-
das mire los pueblos suelen Jtr fimtstas, pero tratándose tk la Sierra tk Franda, pueden
por su carácter violento ser fimestísimas. Recomendamos a las autoridades prwinciales
que conrncan tsle asunto "pr11tknda" m su.¡ acuerdos y ruol11cione.s36.

Los aprovechamientos a que hace alusión eran los de la comunidad de paseos y


leñas, especialmente los de Ja zona llamada Ja Fuente Castaño.
Cuando una regidn entera como la Sierra ha conseguido por sí misma modificarse tk
una manera radiral, no hay que echar mano para abandonarla al descrldito; no hay que
dtcir con Martín Sánchn que se encendería la guerra civil entre loI p11eb/o¡ porque unos
tuvieran la vía tk comunicacidn a las puertas tk su casa y otros no37.

Como se ve, se ha puesto el acento en las comunicaciones. La cica que sigue ha-
bla de la división a la hora de votar.
He notado una y otra vez la poca prosperidad y atklanto que ya tkbiera Jmer mi
hermoso, rico y pintortsco país digno por todos los conceptos tk mejor suerte. ¿Sabéis p()r
qué? Por ambicionu tk 111ando unos, apatía tk otros y pasidn política tk los más. EI ne-
ctsario, es urgente , amigos, parientes y serranos todos, poner coto a e.slos maltS q11e nos de-
primen y unido¡ en amable y estrecho lazo hagámoslt prdJpero y feliz38.

35. Diversos artículos en la prensa de fines del siglo y comienios de éste, encre los firmados por Isi-
doro Mendoia. También en Historia tkl San111arío de N11estra Smora dt la Peña tÚ Franr1a del P. Alberto Co-
lunga. Salamanca, 1968.
36. El litklat110.
37. Peri6clico S' tÚ P, 11 de octubre de 1890.
38. Periódico S' dt P-, 27 de octubre de 1890.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 335


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

Finalmente el tercer texto se refiere a Las elecciones de 1898, que al parecer no


trajeron los tradicionales altercados que el escritor recuerda.
Ud. sabe, porque esto es sobradamente público y notorio como aquí están divididos
en bandos todos los pueblos, compromisos no políticos, sino de banderías a los que ya es di-
fícil sustraerse. Si se hicieran muchas elecciones como éJtas se acabarían los bandos en la
Sierra39.

Lógicamente alguien podrá argumentar que las cosas referidas, y otras que se
saben y no van contadas, como la compra de votos, sucedían de forma general. Pero
es preciso señalar que en la comarca serrana también tuvieron encendida presencia.
Estamos hablando de lo que puede exaltar los ánimos y agriar las pasiones, aunque
él sea un fútil motivo. Así pues, también con esto el contexto de la crjminalidad
serrana queda someramente señalado.

3. LA CRIMINALIDAD, CIRCUNSTANCIAS Y EXPLICACIONES


QUE CONSTAN ESCRITAS. CONSIDERACIONES PERTINENTES

'El alto índice de criminalidad se hizo saber en más de una ocasión por las au-
coridades locales. El Ayuntamiento de Sequeros recoge en el acca de la sesión del
1 de junio de 1867:
También se dijo que, a consecuencia de las re/omkls hechas en el Ministerio de Gra-
cia y]usticia, corrían voces de que iba a ser suprimido este Partido]udiciai, por lo que,
como consta a la Corporación, se había dirigido un instancia a S. M. la Reina, que
D. G. , exponiendo lo perjudicial que sería a la administración de J11Sticia, por ser uno
de los Partidos en que la estadística criminal es de bastante consideración... 40.

La certeza de la alta criminalidad también se colige por lo que quedó escrito


en la prensa repetidas veces. Así, por ejemplo El Adelanto escribió el 10 de Agosto
de 1892:
La Sierra da un contingente numerosísimo de criminales que matan por matar, sin
que la navaja ni la pistola las dirija, ni el odio antiguo ni el rencor enconado. Las di-
rigen el alcohol de que imprudentemente hacen uso en aquel pafJ, que envilece las concien-
cias y atrofia los sentimientos generosos que son innatos en los pobladores de la Sierra4 1•

39. El A<klanto.
40. Actas del Ayunramienco de Sequeros.
41. El AMlanto. LO de agosto de L892. También añade el anículo como causa la falca de vigilancia
policial, pues, por ejemplo, en Miranda no había aún Guardia Civil. Palabras semejantes se repiten con fre-
cuencia. Así, El Atklanto vuelve a decir el 16 de octubre de 1900: de lamentar es que con tanta frecuencia ()(11-
rran en me parti~ he<hos que pQ1' lar circunstancias que los rO<kan tienen tan triste alebridad en los analer de la cri·
minalidad.

336 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XJX

Según se observa, el articulista da como causa de los delitos el consumo de al-


cohol. El mismo periódico, después de haber reflejado varias veces opiniones se-
mejantes, ofrece en 1900 un artículo titulado "El Penal de Santoña", que firma
Manuel Revilla Cascán, y dice:
la mayor parte de los penados que habitan el penal de Santoña consiguieron fijar
la atención de los salmantinos por ladrones y homicidas. Béjar y Sequeros tiene en el pe-
nal una representación bastante numerosa por desgracia. Es ya cosa frecuente mando se
penetra en e/ patio principal preguntar a un recluso a qué pueblo pertenece. Si responde
que a Cepeda, Endrinal, Santibáiiez, El Cerro, Mogarraz, Va/verde o cualquier caserío
de la Sierra, la cuestión no ofrece duda: ¡homicidio seguro/
Los pícaros serranos tienen una fama terrible. Hay quien supone que por un "quí-
tame allá esas pajas" le endosan cuatro tiros al propio León Xlll, y no van muy desca-
rriados. Hoy la guardia civil los va metiendo en cintura, pero hace algún tiempo, cuando
los que habitaban en este penal andaban por el mundo, en la Sierra un homicidio era
cosa tan vulgar como el salto de una pulga.
Interrogando a los presos por la causa de su reclusión se saca en consecuencia que en
la mayoría de los casos el perverso Cupido metió e/ cuarto a espadas en el asunto...42.

Ya se va viendo que entre las causas apuntadas figuran la pobreza y el atraso,


las fiestas y los amores o la mujer. Veamos la visión optimista y exculpatoria que
se dio en 1890 bajo el título de "La Sierra se transforma":
Aquellos ímpetus pendencieros que eran causa de mu/Jit11d de delitos gravísimos,
aquellas intransigencias y espíritu local de pueblo a pueblo, origen de multitud de con-
flictos van desapareciendo... la criminalidad en nuestro distrito siempre ha revestido un
carácter franco, y si no pareciera una paradoja, diríamos que leal y noble. No han dado
al } uzgado de Sequeros mucho que ptmar los procesos tenidos en él como máJ célebres, por-
que los hechos criminales perpetrados no han ofrecido esa complicación procesal y jurídica
que revisten los que son producto de una preparación detenida, nacída a 1u vez de un tem-
peramento nativamente criminal. Esos delitos complejos del h()11licidio y robo, esas ven-
ganzas crueles que llevan el dolor de la víctima hasta un refinamiento increíble por in-
humano no se han conocido en esta tierra...
Aquí los delitos han sido hijos de /as circumtancias de/ momento, que alejaba de
ellos toda repugnancia, todo horror, que no todo delincuente es perverso, ni son lo mismo
los arrebatos de las pasiones que esa meditación fría y alevosa de los criminales de profe-
sión.
Pues bien, esa frecuencia de delitos contra /as personas, lamentados y execrados por
nosotros cualquiera que fueran las circumtancias que le rodearan van desapareciendo,
aquellas colisiones entre los pueblos han concluido43.

42. El lt.eúlanto, 22 de junio de 1900. Capítulo 5. Conclusión.


43. Periódico S" tÚ f•, 11 de octubre de 1890. El artículo no se firma, por lo que debe correspon-
der a lo que se entiende como Editorial. Por tanto debe atribuirse a Manuel Salamanca Bellido, que fue di-
rector del periódico y abogado de Sequeros y de Ciudad Rodrigo.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 337


RAMÓN MARTfN RODRIGO

Aq uí el arciculista apunta como causas de la criminalidad a las circunstancias


y el carácter franco. Pero también deja ver que ha habido colisiones entre los pue-
blos y espíritu local.
No concluyeron como deseaba el polícico que cal lo escribía, sino que incluso
se aumentaron en la década que quedaba del siglo. Con codo se intuye, más que se
demuestra, que la criminalidad también ofrece momentos altos y bajos. Quédese
para los científicos investigar si eso obedece a factores cales como tipo de alimento,
clima, astros y otros factores de los que hoy parece que se ríe la ciencia penal.
Teniendo en cuenca los hechos que más adelante se unen como anexo y cono-
ciendo ya el contexto y lo que se dice de las causas, procede hacer algunas consi-
deraciones para ver si se puede tomar por válido todo ello.
Si la pobreza hubiera sido factor claramente determinante habría que encon-
trar bastantes delitos cuyo móvil fuese el robo, o bien más delitos en días ordina-
rios que festivos, o acciones cometidas por grupos familiares al menos como cóm-
plices o encubridores, pero no fue así. Nadie de los que escriben argumenta que
un sujeto por ser más pobre era más macón. Otra cosa es, q ue una persona poco
alimentada estuviera más predispuesta a la embriaguez con un vaso de vino. Sa-
bido es que un cipo de diversión, gamberrada se diría hoy, consistía en emborra-
char a aquellos que, por cierra debilidad o glotonería, lo consentían con tal de
beber cuando la ocasión se lo propiciaba de modo gratuito, como solía hacerse en
las fiestas.
Se ha visco que se producía relativamence mucho vino, y también consta que
gran parce del mismo se destinaba al aucoconsumo44, y otro canco sucedía con el
aguardience. Por consiguiente, deducción lógica es enconcrar causa de los delitos
en el alcoholismo, sobre todo si éste pasaba como secuela a la descendencia. La ob-
jeción que podría ponerse es que también sufrirían los efectos del alcoholismo las
mujeres, y sin embargo los delitos que las implican son los menos.
Echar la culpa a la falta de educación tampoco es asumible para la mayoría de
los casos, porque como se ha visto la escuela, el ceacro y la formación religiosa te-
nían que incidir directamente, sino en los sujetos activos de los delitos, sí en las
familias. Y no cabe rechazar el peso familiar, porque implícitamente se intuye que
encre las familias de los implicados en las reyertas cuvo que mediar el arreglo, la
componenda (no la talla) o el perdón, pues de lo contrario en cada uno de los pue-
blos se habría terminado con coda convivencia. Pero la rudeza de las costumbres se
advierte bien claramente en los t ristes sucesos que han tenido lugar con ocasión de
los coros 4).

44. ROORfGUEZ ARZÚA, Joaquín: "'Las alcabalas como fuenre de información económica. El
ejemplo de San Esteban de la Sierra", en Salama"ra. Rt11is1a dt Euudios, Núm. 38, Oipuraci6n de Salamanca,
1997. También se deduce de otros aspectos, como el de conocer que a los jornaleros se les daba cada día
aproximadamente dos litros de vino.
45. NocllS 29 y 30.

338 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

Achacar caneas acciones antisociales a la ocasión y al carácter evidentemente es


también pecar de ingenuo. Si los q ue acudían a una fiest a, taberna o bodega ya iban
provistos d e navaja o de arma d e fuego es porque en ellos, aunque de modo latente,
exist ía un determinado ánimo, q uizás no sim p lemente defensivo, sino animus la-
edendi, e incluso animus necandi46. ¿Cómo explicar de otro modo, la formación de
las diversas cuadri llas de jóvenes q ue actúan en g rupo con ocasión de fi estas, o bai-
les? ¿Cómo explicar los visos de deleite en el su jeto activo, el serrano, de frases ta-
les como "dar una mojaína" a cualquiera por un "quíram e allá esas pajas"?, según
expresó el periodisca47. Si en algún momento y pueblo hubo bandas enfrentadas
(aunque no nos consta q uien estuviera detrás de las m ismas) eso dem uestra que en-
tre las causas no contaba sólo la circunstancia, la "ocasión que hace al ladrón", por-
que en determinados accos delictivos había preincencionalidad 48.

4. LA ESTADÍSTICA CRIMINAL

Las "Memorias Carceleras" de cada año (si quedan en algún lugar) no han sido
t rabajadas. El D iccionario de Mado:z recogió la estadística criminal por Panidos
J udiciales, cuadro N.º 5.

CUADRO N . 0 5. ESTADÍSTICA CRIMINAL EN 1843 EN TRES PARTIDOS JUDICIALES

Acusados Absuelcos Penados H ombres Mujeres


presentes
Sequeros 69 13 55 63 6
Alba de Tormes 50 11 49 47 3
Vicigudino 95 4 87 86 9

Furnte: rtaliuci6n propia con los daros del Diccionsrio de P. Madoz: en los respectivos ankulos.

Como se puede ver, hecha com paración de los datos de delincuencia en tres
partidos jud iciales, aproximadamente de igual categoría en número de vecinos, se
observa que el Partido de Sequeros no es el que más acusados tenía. Posiblemente
las cosas cam biaron a fin del sig lo.
En este t rabajo se ha recogido un centenar de casos correspondientes a toda la
centuria decimonónica y que tuvieron lugar en los crece m unicipios arriba dichos.
El número de delitos y faltas fue bastante mayor, dado que, como va dicho, no que-

46. Véanse las explicaciones en Delito IÚ lesiones, de Alfonso Arroyo de las Heras y Javier Muñoz
Cuesca. Ed. Amnudi, Pamplona, 1993.
47. El Adtla1110, 22 de junio de 1900.
48. Como se deduce, por ejemplo, de los delitos Nº 38 y N° 106.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 339


RAMÓN MARTIN RODRJGO

dan registrados todos. El total de casos da una media de unos 8 delitos por pue-
blo. Lo que a su vez significa casi un hecho punible por década y pueblo.
Los delitos se acumulan a final de siglo, destacando los años 1890 con 13,
1898 con 14, y 1899 con otros 13. Así que en escas fechas habría una media de un
delito por año y pueblo. Y si a los delitos conocidos se unieran los que se supone
que hubo y no se han registrado, probablemente la media subiría bastante.
Atendiendo al corpus delicti resultan causados por arma blanca 15, por armas
de fuego 19 y por otros instrumentos 5. Figura 2. Cabe preguntarse cómo es que
había tantas armas de fuego, siendo así que estaban prohibidas, cal como se ve en
un par de ejemplos que han sido recogidos ex profeso. No consta respuesta, como
no sea relacionarla con la historia del siglo XIX can movido en guerras civiles y
pronunciamientos, sucesos en que habría soldados serranos, o bien admitir que el
aumento general de la fabricación de armas de fuego facilitó su adquisición.

F IGURA 2
ARMAS EMPLEADAS, Y CAMINO DEL DELITO: REYERTA

REYERTAS
2
ARMAS DE
FUEGO

A RMAS
BLANCA S

OTRAS

o 10 IS 20

Fuent~: rttlizaci6n propia.

En total hubo 44 muertes, 51 resultados de lesiones (unidas, en cómputo, las


graves y las leves) y en 1O casos no consta. Se especifica o se enciende que al me-
nos 22 casos, esto es, una cuarta parte, se debieron a quimera o reyerta. Gráfico III.
Se deja ver que hubo alevosía, premeditación o circunstancias agravante en
contados casos, como los de Marcelino Hemández, María González, Tiburcio Her-
nández y María Hemández (números 9, 23, 38 y 77).
Fue muy notorio y sumamente ruidoso el caso del Tiburcio en Miranda del
Castañar, cuya acusación y sentencia han quedado publicadas demostrando el nú-
mero de implicados, y cómo no se pueden admitir sin más que todos los delitos
brotaban en el curso de una ocasional reyerta.

340 SALAMANCA, Revísta de Estudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XJX

Finalmente atendiendo a los delitos cometidos en cada pueblo, se halla una co-
rrelación clara entre el número de casos y la dimensión demográfica del lugar. Los
núcleos mayores son los que más veces aparecen señalados. Cepeda, Miranda, La
Alberca, pues si Villanueva hace excepción con 15 casos, puede deberse a que su
documentación ha sido más estudiada, según se dijo en la nota N. º 3. Figura 3.

FIGURA 3
TIPOS DE DEUTO SEGÚN EL RESULTADO

HERIOAS-
LESIONES

MUERTES

NO CONSTA

OTROS

10 zo so
30

Fuente: realizaci6n propia.

FIGURA 4
ACTOS DELICTIVOS EN CADA PUEBLO
Alberca (La) 10
Casas del Conde ~ l
Cepeda 14
Garcibuey 3
Herguijuela ~2
Madronal . . . . 2
Miranda del Castanar 15
Mogarraz 14
Monforte 5
San Martln 3
Se<JJeros 8
Sotoserrano 3
Villanueva del Conde 15
o 6 8 10 12 16

Fuente: realizaci6n propia.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 341


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

5. CONCLUSIONES

Visto el número de falcas y de delitos, y las citas alusivas a los mismos, no queda otra
opción que la de aceptar el argumenco caneas veces repetido, y aquí expuesto como primera
parce de la hipótesis: efectivamente la Sierra dió un concingence g rande, de accos ag resivos
y punibles concra las personas con carácter frecuence y reiterativo
La segunda pacte de la hipótesis, la de que en su mayoría los accos punibles brotaron
sin premeditación, no es igualmence sostenible, tal como se ha avanzado en el punco 5 de
las consideraciones. En las agresiones ilícitas se advierten circunstancias anceriores y con-
comicances, y sólo en dos o eres casos circunstancias posceriores49. En el listado de delitos
no aparece nioguoo de omisión, ni de envenenamiento, ni de ocro cipo como infancicidio,
aborto, etc.
También eo los puntos 3 y 4 se exponen otras consideraciones que podrían pasar a este
capfculo de conclusiones.
Si fue característica serrana la riña de palabra, el alboroto festivo, el andar mecido en
procesos judiciales por diversos motivos incluidos los concernientes al código civil, todo
ello, "escuela de costumbres", pudo ser asimilado como algo hasca cierco punto normal, de
manera que el delito de lesiones también quedase rebajado de valor5° al ver las gentes se-
rranas que el lesionado curaba en unos días, y que el delincuente quedaba libre relaciva-
mence en poco t iem po.
Los letrados que defendieron a los serranos debían conocerlos perfectamence. Hasta
mediados del siglo se acudiría a las Partidas5 t, luego se aplicó el código penal de 1848 y
por último el de 1870. La presencia de la curia, la atención de facultativo y la cárcel mu-
nicipal o comarcal son hechos suficiences para dar a encender a codo sujeto la existencia de
alguna ley penal, por lo que "la ignorancia de la ley" no puede tomarse como excusa para
eximir a los autores, cómplices y encubridores. Habrá en su día que leer algunas de las de-
fensas que perduren para ver las alegaciones expuestas. En codo caso, aunque cada deliro es
singular en causas y resultados, visco el conjunto de ellos parece aceptable que en g ran me-
dida se explican por la conjunción de factores: concexto socioeconómico, costumbres y ca-
ráccer52.

49. Por ejemplo, en el parricidio del 12 de agosto de 1897 y en alguno ocro en donde el aucor se
dio a la fuga.
50. Explicaba R. Guaíalo en fu111dio solwr ti delilo y solm la teoría dt la rtproi6n que ejerce un gran
influjo sobre los deJjncuenccs un determinado ambieme social, por los prejuicios que en él corren. Tun-
bién las convicciones obran sobre el ánimo.
51 . Se citan en Ar11J11NÓ11 /Jltl'1Ír11lar, m la ra111a stg11ida por la m11trlt y s11nso1 q111 t11vitn11 l11gar m Mi-
ranáa dtl CtUtañar m la nocbt tkl 1 áe flOl!Ímúm dt 185 7 ... , cuando se tenía que haber aplicado el Código
Penal de 1848.
~2. El citado R. Ganfalo anahu que la criminalidad no proviene exclusivamcnce de la muaci6n
económica, ni del alcoholismo, ni de la falta d e cul tura. Explicación que ha de tenerse presente para los ca-
sos de la Sierra de Francia.

342 SALAMANCA, Revista de Estud ios, 39. 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE PRANCIA EN EL SIGLO XIX

Frence a las muchas alabanzas prodigadas a la Sierra de Francia acerca de su hospira-


lidad tradicional y carácter franco de sus habitantes, queda demostrado que en la centuria
pasada hubo eo ella una criminalidad que podría calificarse "epidémica", mejor que "en-
démica". El camino hasta hoy, cuando apenas queda el recuerdo de aquellos actos delicri-
vos, es largo y merirorio.

6. ANEXO: R ELACIÓN DE DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS

FECHA LUGAR CALIFICACIÓN

1 Año 1807 Monforte Heridas


La Sala del Crimen de la chancillería de Valladolid pide un exorto a la jusricia de
Monforte con relación a la causa que se sigue sobre los heridos Fernando Gonzá-
lez y Francisco Hernández. (Secc. judic. AHPRSA, caja 37).

2 9 - Septiembre - 1808 Villanueva H eridas


Francisco Acera del Moral, vecino de Vi llanueva del ümde, se halla preso por la
herida que causó a su convecina María Sánchez de la Cereza. (Secc. J udic.
AHPRSA, caja 37).

3 29 - Marzo - 1811 Miranda Heridas leves


D. Juan Nieto, alcalde de Miranda por el esrado noble y j uan Rebollero, uno de
los vecino más acomodados, tuvieron una fuerce agarrada, entre insulcos y voces
desaforadas. (AHPRSA, P.N. 6276).

4 Año 1812 Miranda Muerte


Rafaela Hernández murió de resultas de unas cuchillás en que intervino la justi-
cia. ( Lib. de Dif. de Miranda).

5 9 - Junio - 1815 Vtllanueva Heridas


Francisco Sánchez Maldonado, vecino de Villanueva, recibió fuertes golpes, dados
con un garrote por Tomás Gómez, soldado miliciano del Regimienro Provincial
de Ciudad Rod rigo, y a su vez vecino de Villanueva. (AHPRSA, P.N. 6333).

6 16 - Agosto - 1816 Sequeros Heridas leves


En la carde de ese día ha ocurrido una quimera en el sitio del Barrero de escapo-
blación al riempo de finalizarse la corrida del roro. Se le impura a Alfonso Her-
nández ser motor de dicha quimera eo la que recibieron varios golpes Ignacio Ra-
mos, Manuel González y Agustín Priero, vecinos de Miranda y escanees al
presente en Sequeros. (AHPRSA, P.N 6276).

7 23 - Mayo - 1821 Villanueva Heridas


En esa fecha se devolvió a la justicia de Villanueva del Conde la causa seguida en
la Sala del Crimen de la Chancillería de Valladolid contra Salvador Felipe, vecino

SALAMhNCA, Revista de Estudios, 39, 1997 343


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

de dicha villa, sobre heridas hechas con arma de fuego a Andrés H idalgo.
(AHPRSA, P.N . 6334).

8 2 l-Mayo-1822. Villanueva Muerte.


Francisco Sánchez, soltero, murió como resultado de un tiro. (AHPRSA, P.N .
6335).

9 Año 1822. Monforce Muerte.


Varios vecinos de Monforce otorgan un poder a Juan Lugones para la averiguación
de los que causaron la muerte atroz y violenta de Marcelino Hernández, hijo po-
lítico de Manuel Panchuelo, escribano de Miranda del Casrafíar. (AHPRSA, P.N .
6335).

10 Año 1824 Villanueva Muerte


Rafael López, condenado por la Sala del Crimen de la chancillería de Valladolid a
8 años de presidio a África, se fuga de la cárcel. Es acusado de cómplice su padre
Agustín López Martín. (AHPRSA. P.N . 6335).

11 Año 1825 ViUanueva Muerte


Hay una reyerta en la que intervienen Marcos Martín Clavo; Bernardo Acera; Es-
teban Alonso, oriundo de Garcibuey; Francisco Sánchez de la Cereza; y ocros. Re-
sultó mueno J oaquín Herrero. (AHPRSA, P.N . 6335).

12 17 - Marzo - 1825 Villanueva Heridas


Francisco Sánchez de la Cereza fue herido por arma ofensiva por su hermano Da-
vid Sánchez de la Cereza. (AHPRSA, P.N . 6335).

13 Año 1832 Sequeros Heridas


J uan H uerta está preso en la cárcel, y se solicita llevarlo a curar a casa (AHPRSA,
P.N . 6284).

14 Año 1832 ViUanueva Heridas


Salvador Felipe hirió con armas de fuego a Andrés Hidalgo, pero la fecha del de-
lito es anterior. El test imonio viene de la Sala del Crimen de la Chancillería.
(AHPRSA, P.N . 6924).

15 Año 1839 San Martín No consta


J erónimo Pico, se encuentra en la cárcel del Parcido. No consta nada más.
(AHPRSA, P.N . 6889).

16 1839 Sotoserrano No consta


Mateo López, sólo consta como implicado en un delito. (AHPRSA, P.N . 6889).

344 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCA EN EL SIGLO XIX

17 1 l-Diciembre-1839 Miranda Muerte


Pedro Gutiérrez, natural de Miranda, labrador, de 74 años, viudo, apareció asesi-
nado en su casa. ( Lib. de Dif. de Miranda).

18 Noviembre-1841. Cepeda H eridas


Andrés Gascón y Andrés Ciudad dieron golpes a Atanasio Sáncbez. Están presos
en la cárcel del Partido. (AHPRSA, P.N. 6890).

19 9- Octubre -1840 Mogarraz Muerte


En dicho día Luis Hemández causó la muerte violenta a Manuel Núñez su con-
vecino. El aucor fue condenado a 10 años de presidio en el de Ceuta. (AHPRSA,
P.N . 6890).

20 12-Noviembre- 1842 Las Casas Heridas


Lucas Martín hiere en una quimera a Manuel González Palomino. El 5 de di-
ciembre del 43 se hallaba en libertad. (AHPRSA, P.N. 6890).

21 2-Abril-1843. Mogarraz Muerte.


Nicolás Maíllo y Juan Maíllo hieren en una reyerta a Jesús Criado, por cuya causa
le provino la muerte. Quedan en libertad bajo fianza en octubre de ese año.
(AHPRSA, P.N. 6890).

22 3-Diciembre-1843 Sotoserrano No consta


Fianza carcelera en Sotoserrano. (AHPRSA, P.N . 6890).

23 21-Mayo-1845 . Villanueva Muerte


Juan Alonso, murió en garrote vil, por haber asesinado en despoblado a María
González, casada. ( Lib. de Dif. de Sequeros).

24 12-Julio- 1845 Mogarraz No consta


Juan Manuel Herrera tuvo unas disputas y cuestiones con la Justicia de la villa
(AHPRSA, P.N . 6941).

25 9-Enero-1847. ¿La Alberca? Heridas


Pablo Sánchez, Valentín Sánchez, Miguel Monje y Valentín Monje hieren en una
reyerta a Juan Hernández y Fernando Sanz. (AHPRSA, P.N. 694 1).

26 25-Febrero-1847 Miranda Heridas


Manuel Lugones, natural de Miranda del Castañar, labrador, de 35 años de edad,
consorte de Manuela González, falleció el día 24 de febrero de un cólico según de-
claraciones del facultativo, aunque el vulgo atribuye la muerte a una herida que
dos o eres días anees había recibido en el vientre. (lib. de Dif. de Miranda).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 345


RAMÓN MARTIN RODRIGO

27 4- Marzo - 1847 San Martín Heridas


Rafael Cuesta y Marcos Cuesta golpean a Felipe Guzmán. Están presos en la cár-
cel del Partido (AHPRSA, P.N. 6941).

28 6- Agosto - 1847 Miranda Her idas


Juan Curró causó heridas en una quimera a su suegro Francisco Baras. (AHPRSA,
P.N. 6941).

29 Año 1847 Garcibuey Lesiones


Rosa Sánchez y María Pércz tuvieron una agarrada. ( AHPRSA, P.N . 694 1).

30 28- Abril- 1849 Garcibuey Herid as


Rogelio Montero causó heridas a Flora Maíllo. El hecho ocurrió en una quimera.
(AHPRSA. P.N. 6941).

31 Año 1850 Miranda Heridas


José María Acera Alonso, natural de Villanueva del Conde, vecino de Miranda del
Castañar, casado, zapatero, de 35 años de edad, sobre lesiones entre él y su con-
vecino Tomás Muñoz. (AHPRSA, P.N. 9868).

32 20-D iciembre-1850 Garcibuey Heridas


Antonio Andrés y Francisco Andrés causaron heridas a Miguel Martín vecino de
Villanueva del Conde. (AHPRSA, P.N. 6942).

33 7- Enero- 185 1 Miranda Heridas


Santiago Lucas hiere a Joaquín Coca, por eso está en la cárcel. (AHPRSA, PN.
694 2).

34 5- AbriJ - 1854 Mogarraz Heridas


Fernando Parra, vecino de Mogarraz, preso en las cárceles de Sequeros por causa
que se le sigue sobre heridas graves causadas a Trinidad Maíllo y otros, en la no-
che del 5 de Abril último. (AHPRSA, P.N. 6943).

35 1854 Sequeros No consta


Procedimiento criminal contra el alcalde de la cárcel de Sequeros, Sandalio Ro-
dríguez. (Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca).

36 12- Abril-1855 Cepeda Her idas


Pedro Cobaleda, natural de Herijo (Galicia) causó herida a su connatural Carva-
llino, en Cepeda. (Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca).

37 2- Junio- 1856 Miranda Muerte


En Miranda del Castañar, a 2 de junio de 1856, yo don J erónimo Hernández, cura
párroco de dicha villa, recibí el oficio que copiado a la lecra dice: "Juzgado de Ins-
trucción de Sequeros en su respectivo sello. Puede V. dar disposiciones necesarias

346 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTllA LAS PERSONAS EN lJ\ SIERRA Dfi FRANCIA EN EL SIGLO XIX

para que se dé sepultura eclesiástica al cadáver de Santiago González, muerro vio-


lenramente en la carde de ayer, y fallecido en su noche a resultas de las heridas
que le infirieron, según el resuJcado de las diligencias. Dios guarde a V. muchos
años. Miranda del Castañar y junio, 2, de 1856. José Marrín Rodríguez Sr. Cura
párroco de esca villa ... Miranda". En cuya virrud mandó dar y se dio sepultura...
era mozo soltero, de edad de 20 años cumplidos, narural de esca villa, hijo legí-
timo de Casimi ro González, difunto, y de Vicenta Marcos. Recibió bajo condi-
ción la absolución. Mandó además a Agustín Rubio, sepulrurero, que señalase
ésta con nocas claras y distintas, para lo que pudiese ocurrir. (Lib. de difuntos de
Miranda del Castañar, signatura 260/29; folio 157. Archivo Diocesano).

38 l - Noviembre - 1857 Miranda Muerte


En la noche del l de noviembre de 1857 resultó muerto el teniente de alcalde
Manuel Tapia, cuando iba a ejercer funciones de tal en apaciguar el alboroto que
había y tranq uilizar al vecindario, siendo acometida la patrulla. Resultaron heri-
dos Andrés Rebollero, Joaquín Coca y Manuel Sánchez Corral, Santiago Lugones,
J uan Lugones Tiburcio H ernández y Juan Emilio Momero. Se causaron heridas
graves a tres individuos de la patrulla. Principal acusado Tiburcio H ernández
(Acusación y senrencia en la causa de T iburcio H ., R. Escalada. Ver nota 51).

38 b 5- noviembre - 1857 M iranda Muerte


"Dígnese V. disponer se le dé sepultura eclesiástica al cadáver de D. Manuel Ta-
pia, que fue de esta vecindad, avisándome de quedar enterado a la mayor breve-
dad, que así interesa a la buena administración de justicia... En cuya virtud
Mandó y asistió a dar sepultura eclesiástica en el cementerio de esca parroquia al
cadáver de dicho señor D. Manuel Tapia, que murió en el m ismo día las cinco y
cinco minutos de Ja mañana... era natural de esta villa y labrador, de edad de 52
años poco m ás o me nos, viudo de naMaría de Tapia e h ijo de D . Pedro y na Isa-
bel Sánchez ... Fueron testigos de su encerramiento, cuya sepulrura mandó seña-
lar, D. Pedro Hemández, alcalde en el triste y aciago día, y casi codos los vecinos
de esta villa. (Lib de Dif. de Miranda).

38 c 7- Diciembre- 1857 Miranda Lesiones


Procesados Manuel Hernández y su hijo José María a consecuencia de las ocu-
rrencias habidas el primero de noviembre último. (Acusación y sentencia. Op.
Cit. en nota 51).

39 Año 1866 Madroñal Lesion es


Tomás Manía Marcos, vecino de El Madroñal, causó a Ramón Guinaldo lesiones
que tardaron más de rreinta días en curar. (AHPRSA, P.N. 8968).

40 10- Agosto - 1868 Madroñ al Lesiones


Antonio Gómez Gascón, jornalero, de 24 años, se encuentra procesado sobre le-
siones graves que se le atribuye infiriera a su connatural Amonio Gujnaldo la ma-
ñana del 10 de agosto último. (AH PRSA, P.N. 8968).

SALAMA~CA. Revista de Esrudios, 39. 1997 347


RAMÓN MARTíN RODRIGO

41 Año 1866 Monforte Im prudencia


temeraria
D. Manuel Martín Hernández, de 66 años, casado, vecino y notario de Monforce
se halla condenado a 7 meses de prisión correccional en la cárcel del partido
(AHPRSA, P.N.8968).

42 21- Febrero - 1870 La Alberca Lesiones graves


Telesforo Sanz y Luis Manuel García Roncero, vecinos de La Alberca causaron le-
siones graves a H ilario Pérez Puerco (AHPRSA, P.N. 8973).

43 Año 1870 Miranda Lesiones graves


Francisco Sánchez Rodríguez, de Villanueva del Conde, causó lesiones graves a
Engracia Garcfa, vecina de Miranda, por disparo de un arma de fuego por casua-
lidad. (AHPRSA, P.N. 8973).

44 Año 1870 No consta Les iones


Serafín de Arriba Hernández, de 41 años, se consticuye en fiador, porque se ins-
truye causa contra Aureliano y Antonio Maceo sobre lesiones graves inferidas a su
convecino Ventura García Sánchez en la noche del 24 de julio. Las lesiones car-
daron más de 30 días en curar. (AHPRSA ,P.N. 8973).

45 Año 1873 Mogarraz No consta


Ambrosio Sáncbez está en la cárcel por haber atentado contra la autoridad.
(AHPRSA, P.N . 8976).

46 28- Enero- 1888 Cepeda Muerte


En el pueblo de Cepeda se ha perpetrado el 22 del actual un crimen horrible. A
las dos de la madrugada del día predicho fue bárbaramente asesinado el vecino
Antonio Sánchez, sin que hasta ahora se sepa el autor del asesinato.( S' dt F'').

47 17- Julio - 1888 Cepeda Muerte


Dos vecinos de Cepeda tramaron en el sitio de la calleja del Agua una reyerta
por cuestión de amores. De la reyerta resultó uno de ellos muerto de un tiro
es·de F').

48 1- Enero - 1889 San Martín Muerte


En San Martín del Castañar ha resultado muerto de muerte violenta Rafael Neila.
(S' <k F').

49 3 1- Mayo - 1889 Cepeda Heridas


La Guardia Civil que presea servicio en el pueblo de Cepeda comunica hoy al Sr.
Gobernador Civil de la Provincia lo siguiente: "A las dos de la madrugada del
jueves próximo pasado un vecino de este pueblo entró en su domicilio con ánimo
de recogerse, mas al cerrar la puerta de su casa se le disparó una pistola que lle-
vaba en la faja, produciéndole una grave herida en el abdomen, a consecuencia de

348 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, l997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

la cual se halla dicho sujeto en estado de peligro inminente. El Juez Municipal ha


comenzado a ioscruir las primeras diligencias en averiguación de este hecho".
(El Adel4nto)

50 21- Diciembre - 1889 Sotoserrano Muerte


El sábado cacorce del accual por la noche, al penetrar en su casa el juez municipal
de Sotoserrano, recibió dentro de la misma dos balazos que con una pistola le dis-
paró su mismo criado que ignoraba si su amo estaba fuera, y en la inteligencia de
que eran ladrones los que en aquella hora entraban. El herido falleció el manes
último, no sin antes perdonar solemnemente a su criado. Este, sin embargo con-
tinúa preso en la cárcel del Partido y a disposición del Juzgado de Sequeros.
(S" de P').

51 20- Febrero - 1890 La Alberca Lesiones


En la carde del veinte de los corrientes fue herido en la Alberca Román Alonso
por su convecino Anastasio García quien le disparó un tiro por la espalda. Según
dictamen facultativo la herida no ofrece gravedad . ( El Aeklanto ).

52 22- Mano - 1890 La Alberca Muerte


Angel Maíllo Marcos, de la Alberca, se ha conformado por consejo de su defensor
con la pena de un mes y un día, la que le pedía el Ministerio Fiscal, por homici-
dio cometido por imprudencia temeraria en la persona de D. J erónimo Panchuelo
de Sotoserrano. ( S' de P' ).

53 2- Abril - 1890 Sequeros Heridas


El domingo último de Pascua pegó el mulero de Sequeros un t iro a orro mozo. El
Juzgado de Instrucción ha empezado a instruir las diligencias. ( S' de P' ).

54 2- Abril - 1890 Cepeda Heridas


Ha sido detenido el vecino de Cepeda BaJrasar Herrero, autor de una herida
grave, inferida con un podón en la parce media de la región frontal, a su conve-
cino Domingo Ciudad Arriba. ( S' ek F" ).

55 3- Mayo - 1890 Cepeda Heridas


El domingo último fue herido de un t iro de pistola un mozo de Cepeda llamado
Manuel Pérez por otro de la misma vecindad con quien se andaba divirtiendo en
el juego de pelota. ( S' ek F" ).

56 22- Mayo - 1890 La Alberca Heridas


Se tramó una reyerta entre varias personas, como consecuencia de la cuaJ salio un
sujeto herido en el brazo derecho de una navaja (El Aeklanto). Todo los restantes
testimonios también corresponden al periódico Adelanto, por lo que ya no se re-
pite la cita.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 349


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

57 13- Julio 1890 No consta No consta


Manuel Sánchez Gascón, sólo se han tomado referencia de su implicación en acto
delictivo.

58 20- Julio- 1890 Monforte Muerte


A la una de la tarde de ayer apareció asesinado en el sitio denominado Carrascal
del Hortigal el vecino de Monforte Lorenzo García Hernández. La guatdia civil
ha preso a un individuo de Mogarraz por suponerle autor del crimen, ocupándole
la escopeta con la que se cree mató de dos tiros al Gascón.

59 3- Octubre- 1890 Cepeda No consta


La guardia civil de Sequeros ha detenido a Martín Pérez, vecino de Cepeda, quien
estaba reclamado por el Sr. J uez del Partido para extinguir una prisión de 25 días.

60 5- Noviembre - 1890 La Alberca Heridas


A las doce de la noche del sábado última tramaron una reyerta en la plaza de la
Alberca los vecinos de aquel pueblo Tomás Mancebo y I.aureano Pérez, saliendo
herido gravemente este último de una puñalada que le infirió el Tomás. El agre-
sor fue detenido y puesto a disposición del J uzgado, ocupándole el puñal, y el he-
rido fue trasladado en grave estado a su domicilio.

61 6 - Noviembre - 1890 Sequeros Heridas


Los vecinos de Sequeros Manuel Acera y Pedro Huerta Sánchez tramaron antea-
yer una reyerta a consecuencia de la cual salió el primero de los sujetos citados he-
rido de un tiro que le disparó el segundo. Inmediatamente fue preso el agresor y
puesto a disposición del Juzgado de dicho pueblo.

62 Noviembre -1890 Cepeda No consta


La guardia civil de Sequeros ha detenido al vecino de Cepeda Ambrosio Díez, re-
clamado por el Juez del Partido para cumplir una condena de dos años de prisión
que le impuso la Audiencia de esta capital.

63 30- Noviembre -1890 Sequeros Heridas


La guardia civil de Sequeros ha puesto a disposición del Juzgado a David Gonzá-
lez por herir con una navaja a Pedro Hernández Díaz con quien tuvo una reyerta
en la taberna de dicho pueblo.

64 9- Enero - 1891 La Alberca Heridas


A consecuencia de una reyerta promovida en la plaza de la Alberca el domingo
último entre varios vecinos, uno de ellos, llamado Francisco Gómez Mancebo, re-
cibió un herida en la región hipogástrica inferida con un puñal por su convecino
Ignacio Laso.

350 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN U. SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

65 29- Enero -1891 Villanueva Muerte


En el sitio del Maregil de Villanueva del Conde fue muerto Antonio Núñez Maí-
llo de Mogarraz, por Lorenzo Sánchez Núñez. El móvil parece ser que fue un re-
sencimienco de familia por cuestiones de herencia.

66 6- Agosto - 1892 Mogarraz Muerte


Este día se celebraba en Mogarraz una corrida de novillos con su coro de muerte.
Un joven presenciaba desde un rabiado la corrida. Varios moz.albeces le exigen
cinco céntimos por beber vino. El joven se niega. Los aludidos mozos lo arrojan
del tablado. Al atravesar la plaza es perseguido por el coro, lo alcanza y lo arroja
violentamente contra una pared. Cuando le levantaron era cadáver.

67 10- Agosto -1892 Miranda Muerte


El día de referencia dispucaron dos vecinos, Santiago González y Bernabé Sanz,
casado el primero y con eres hijos, el mayor de 3 años de edad, y soltero el se-
gundo. El motivo fue que el Bernabé se negaba a pagar los 5 céntimos del baile
del tamboril. Surgió la reyerta y salieron las armas a relucir. El Bernabé disparó
un tiro de pistola a Santiago González en el muslo, de lo que resultó muerto. Un
cuñado de Santiago, ciego de ira se arrojó sobre el Bernabé y le infirió con un es-
coque dos heridas mortales (que a esca hora le habrán causado la muerce al infor-
tunado).

68 10- Agosto - 1892 San Martín Muerte


Recibimos noticia de que en San Marcía del Castañar se ha cometido otro homi-
cidio.

7- ocrubre - 1892 Herguijuela No hay delito


El alcalde de Herguijuela de la Sierra da cuenca ayer al Sr. Gobernador Civil de
haber recogido dos pisrolas de dos cañones a los vecinos J osé Bravo Rivero y Eloy
Rivero Hoyos que carecían de licencia de uso de armas. A cada uno de dichos su-
jetos se les ha impuesto una mulca de 10 pes. Se escribe para ver la proh ibición
de armas de fuego.

69 17- Noviembre -1892 Villanueva Heridas graves


Anteanoche en una taberna del pueblo de Villanueva promovieron una cuestión
varios vecinos porque uno de ellos se negó a pagar dos vasos de vino que había
perdido en el juego. Salieron desafiados con dicho mot ivo a la calle, resultando
gravemente herido el promotor de la reyerta Antonio Fernández. El agresor se d io
a la fuga, siendo capturado a los pocos momentos y entregado al Juzgado.

70 19 - Mayo - 1897 La Alberca Lesiones


Por la guardia civil del puesco de la Alberca ha sido detenido y puesto a disposi-
ción del juez el vecino de dicho pueblo Manuel Prieto, quien con una piedra pro-
dujo algunas lesiones a su convecino Marcfn Becerro. La causa de la riña fue que
el primero creyó que el segundo le había ocasionado daños en su propiedad.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 351


RAMÓN MARTÍN RODRIGO

71 12 - Agosto -1897 Miranda Muerte


La guardia civil de Miranda ha esclarecido el crimen cometido en aquel pueblo
en la persona de José Hernández Leonés, vecino del mismo. Primero se hallaron
varias prendas de vestir perceneciente al muerto, y luego, a corca distancia, se en-
contraron cubiertos los carbonizados restos del infortunado José. El asesino ha re-
sultado ser el propio hijo del inrerfecro, J osé del Corral, de 23 años de edad, quien
manifestó que habiendo disputado con su padre, a últimos de junio, dio a Éste
varios golpes en la cabeza que le produjeron la muerte. Después de la cual, dese-
oso de borrar las huellas de su horrendo crimen abrió una zanja en la que metió
los restos del autor de sus días y les prendió fuego. El criminal convicro y confeso
ha sido puesto a disposición élel Juzgado de Instrucción de Sequeros. La opinión
pública de Miranda del Castañar hállase excitadísima en contra del criminal, re-
probando tan execrable crimen, propio sólo de un salvaje o de un loco.

72 6- Noviembre - 1897 Miranda Heridas


La guardia civil del puesto de Miranda del Castañar ~omunica la detención efec-
tuada de Antonio Pavón Sánchez, de 17 años de edad, como autor de las heridas
causadas con armas de fuego a José Martín.

73 14- Noviembre- 1897 H erguijuela Muerte


En Herguijuela de la Sierra ha tenido lugar un sangriento suceso que ha dado por
resultado la muerce de un hombre. Parece ser que por cuestiones de oficio me-
diaban antiguos resentimientos entre Nicanor Iglesias Expósito y Antonio Araba
García, aserradores de oficio y vecinos de dicho pueblo. En la noche del 7 actual,
encontrándose ambos, disputaron y se arremetieron con arma blanca, resultando
el Expósito con dos heridas en el vientre y pecho, a consecuencia de las cuales fa-
lleció a la mañana siguiente.

74 1 - Enero - 1898 No consta Lesiones


Mañana se verá en la Sección 20 de esca Audiencia la causa instruida por el Juz-
gado de Sequeros por el delito de lesiones contra Manuel Puerto.

75 15 - Febrero -1898 No consta No consta


Proceso incoado en Sequeros contra Manuel Arroyo y otra persona.

76 7 - Marzo - 1898 Cepeda Muerte


Dos penas de muerte: A las dos de la noche dictó sentencia el tribuna del J uzgado
que ha encendido en la causa seguida a los hermanos Antonio y Andrés Sánchez
Martín, por el asesinato cometido en Cepeda en la persona de Esteban Marcos.

77 Jueves Sanco de 1898 Mogarraz Muerte


La procesada, María Hernández, de 24 años, natural de Monforce, refirió el hecho
del modo siguiente: Al anochecer, hallábase en la iglesia de Mogarraz y fue invi-
tada por María Concepción para ir a rezar el calvario al cementerio, y así lo hi-
cieron en compañía de otras. Al regresar del cementerio, cinco mozos la acome-

352 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, L997


DEUTOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

rieron con intención de deshonrarla. Cuando uno de ellos se disponía a realizar el


deliro, la procesada sacó una navaja y con ella le infirió una herida que le produjo
Ja muerce, hiriendo también a otro de ellos. El Adelanto trae las declaraciones de
testigos y de la procesada.

78 4 - Agosto -1898 Monforte Lesiones


Causa instruida por el Juzgado de Sequeros contra Basilio Cascón Lobato y
Alonso Cascón Martín, que en la noche del 2 de mayo de 1897 en una de las ca-
lles de Monforte, con disparo de arma de fuego, acometieron contra la persona de
Gregario Maceo, vecino de Mogarraz.

79 13 - Agosto -1898 No consta No consta

Se vio el juicio contra Antonio Acera y su cuatro compañeros.

80 14 - Agosto -1898 Mogarraz Lesiones graves


Se ha visto el juicio oral y público contra Daniel Lozano Maíllo, vecino de Mo-
garraz, de 16 años de edad, por delito de lesiones en la persona de Jacinto Cabrero
Campos, vecino del mismo pueblo. El Ministerio Fiscal calificó el hecho de le-
siones graves, y de "autor" al procesado. Pena: dos meses y un día.

81 21 -Septiembre -1898 ¿Miranda? Lesiones


Juicio contra Pedro Coca por deliro de lesiones.

82 25- Septiembre- 1898 No consta Lesiones


Juicio contra Ambrosio Martín, procesado por el delito de lesiones.

83 25 - Septiembre -1898 Miranda Lesiones graves


Juicio contra Pedro González, alias Caero, natural de Miranda del Castañar, por
delito de lesiones producidas a Luis Hernández, el cual necesitó, por efecro de
ellas, la asistencia de facultativo algunas semanas.

84 21 -Noviembre -1898 No consta Muerte


Causa contra Antonio Azabal García por homicidio.

85 26 -Noviembre - 1898 No consta Muerte


Causa contra Daniel Hernández Ezequiel, por homicidio.

86 2 - Diciembre - 1898 No consta Muerte


Causa contra Francisco Hernández Corral, por homicidio.

87 3- Diciembre -1898 No consta Muerte


Causa contra Benito Roya García y dos compañeros por homicidio.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 353


RAMÓN MARTÍN ROORJGO

88 2 - Febrero - 1899 Vallanueva Muerte


En una riña que en La carde del 29 del próximo pasado cuvo lugar encre varios ve-
cinos de Villanueva del Conde resulcó muerto Manuel Sánchez Hemández, de 50
años de edad , a consecuencia de una herida de arma blanca. Hallándose en el
juego de pelota Manuel Sánchez Hernández y Enrique Marcín Girnénez, sobre-
vino encre am bos una cuestión por haber llamado cobarde el Manuel Sánchez a
un hermano de Enrique Martín, a cuya defensa salió Éste q uien dio a Manuel una
puñalada.

89 18 - Mano - 1899 Cepeda Tentativa


Se ha presentado en el Juzgado Municipal de Cepeda Miguel Sánchez Sánchez,
vecino del mismo pueblo, denunciando a D. Ángel Gil y su esposa María Luisa
Arias, por el hecho de haberle ambos acometido con un cuchillo con intento de
matarle.

90 7 - Abril - 1899 ¿Mogarraz? Lesiones


En el proceso que se ha visco contra Manuel Maíllo Criado, por deliro de lesiones,
la Sala 20 le ha impuesto la pena de un mes y un d ía de arresto mayor y la in-
demnización de 40 peas. a Leovigildo Maíllo.

91 15-Abril -1899 La Alberca Muerte


En La Alberca se ha comet ido un crimen el jueves a las diez y media de la ma-
ñana. Fue la víctima un vecino del citado pueblo al que le disparó un ciro de es-
copeca el monear.u de Herguijuela de la Sierra. No se han podido averiguar los
móviles del delito.

92 16 - Mayo - 1899 ¿Mogarraz? Lesiones


Abdón Maíllo ha resultado acusado de un delito de lesiones. Se le ha impuesto la
multa de un mes y un día y 20 pes de indemnización a Juan Bello de la iglesia.

93 23 - Junio - 1899 La Alberca Muerte


Ha sido hallado en La Alberca el día 14 el cadáver de Tomás Esteban que pre-
sentaba seis hachazos en la cabeza, uno de los cuales le había destrozado el lado
izquierdo del cráneo, cara y cuello. Parece ser que se erara de un asesinato, pero
aún no existen indicios de que el móvil del crimen haya sido el robo. El hecho,
según se cree, fue ejecutado de noche, en despoblado, y, acaso, escando dormida
la víctima. Han sido decenidos como sospechosos del crimen Casco Marcelo Ho-
yos, R. Martín, y dos hermanos de Ésre.

94 5 - Julio - 1899 No consta Muerte


Se ha dictado sencencia condenando a Manuel del Río Domínguez, como aucor de
un deliro de lesiones, a la pena de un año y un día de prisión correccional y pago
de 160 pes al perjudicado, más el pago de las coscas.

354 SALAMA NCA, Revista de Estudios, 39, 1997


DELITOS Y FALTAS CONTRA LAS PERSONAS EN LA SIERRA DE FRANCIA EN EL SIGLO XIX

95 18 - Agosto - 1899 Villanueva Muerte


En una riña que ha tenido lugar en Villanueva del Conde ha sido muerto Pedro
Hidalgo. Recibió eres puñaladas, que instantáneamente le causaron la muerte,
dadas por José Manuel Montero que también resultó herido. La causa de la reyerta
fueron cuestiones de intereses familiares. Se vio esca causa en la Sala Segunda de
la Audiencia Provincial el 10 de marzo de 1900. El veredicco fue de "culpabili-
dad", apreciando que habían concurrido dos requisitos de defensa propia, pero
también la circunstancia agravante de reincidencia.

96 19 - Octubre - 1899 Cepeda Muerte


Sentencia contra Francisco Conde Domingo, vecino de Cepeda, que al sacar una
pistola del cinco se le disparó produciendo una herida mortal a su hija María Ca-
talina.

97 20 - Octubre 1899 Villanueva Muerte


En el juego de pelota de Villanueva del Conde se entabló un disputa sobre una
jugada enrre Manuel Sánchez por un lado, y Amador Martín y J osé María Mar-
tín, por ocro. El primero cracó de agredir a sus adversarios con piedras, pero no
pudo, porque el procesado Enrique Martín, hijo Amador Martín, acometió a Ma-
nuel Sánchez por la espalda ocasionándole una herida que le produjo la muerte.
El veredicto reconoció la culpabilidad del procesado, y por fin se le condenó a la
pena de doce años de a rresto, a la indemnización de 2.000 pes a la fam ilia del
muerto y al pago de las coscas procesales.

98 25 - Noviembre - 1899 Sequeros Heridas leves


En la carde del 22 del accual riñeron en Sequeros el médico titular D. Pedro Her-
nández y D. Manuel Rodríguez Prieto, resultando el primero con ligeras heridas
en la cara causadas por el fogonazo de un arma de fuego que se disparó en la con-
tienda.

99 2 - Diciembre - 1899 Cepeda Muerte


En Cepeda, en la noche del jueves último fue víctima de un asesinato Cesáreo Gó-
mez, de 31 años de edad, vecino de aquella localidad. Convicco y confeso del cri-
men ha sido detenido Agustín Gascón, alias "Redondo", de 25 años, también sol-
tero, el que causó la muerte a Cesáreo Gómez disparándole a boca jarro un
piscolecazo que le atravesó el muslo derecho. Parece que entre el ag resor y la víc-
tima existían anreriores resentimientos, y que el crimen se cometió al enconrearse
ambos en una calle, y sin que mediaran palabras ni provocación alguna. El arma
que sirvió para la comisión del delito fue encontrada en poder de Esperanza Mar-
tín, novia del matador, a la que ésce se la entregó.

100 23 - Dic iembre - 1899 Mogarraz Lesio nes


Sentencia condenando a la pena de un mes y un día de arresco a Rafael Martín
Dfaz, vecino de Mogarraz, procesado por lesiones inferidas a su sobrina Isabel
Martín Criado.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 355


RAMÓN MARTfN RODRJGO

1O1 22 - Mayo - 1900 Villanueva Heridas


En el pueblo de Villanueva del Conde riñeron el domingo pasado algunos mozos,
resulcando uno de ellos llamado Fructuoso Sánchez con dos heridas de arma de
fuego. El Juzgado enciende el asunto.

102 12 - Octubre - 1900 Monforte Muerte


A las 9 de la mañana del día 11 de los corrientes tuvo lugar la muerte violenta de
la sirvienta Luzdivina, criada de don Adrián Gascón, resultando, al parecer, amor
del crimen Sebascián Benico Hernández, hijo político de don Adrián, quien fue
detenido convieto y confeso.

103 Fecha sin precisar Cepeda Muerce


Gabriel Fernández Gascón, vecino de Cepeda. Se hallaba cumpliendo condena en
el año 1900 en el presidio de Sancoña. Había sido condenado a 29 años por haber
muerco a puñaladas a uno de sus vecinos, por obstáculos que éste puso a las rela-
ciones con su hermana, a la que también mató del mismo modo y en el mismo
día.

l 04 Fecha sin precisar Mogarrraz Muerte


Antonio de Bias, de Mogarraz, se hallaba cumpliendo condena en el presidio de
Santoña en 1900. En Julio de ese año cumpliría los 20 años de condena por ha-
ber muerto a puñaladas, en un baile, a un vecino del mismo pueblo a causa de la
novia. Agustín de Bias, cómplice del citado deliro se hallaba igualmente recluido
cumpliendo una pena de la misma gravedad.

105 Fecha sin d eterminar Cepeda Muerce


Miguel Martín, de Cepeda, se hallaba cumpliendo condena en el presidio de San-
coña en 1900. Su condena fue de 24 años, por 3 atentados contra el alcalde, que
"por fin" apareció cierto día "cosido" a puñaladas.

106 Fecha sin determinar Herguijuela H omicidio


Celestino García Sánchez, de Herguijuela de la Sierra, se hallaba en 1900 cum-
pliendo condena en el presidio de Sancoña. Fue condenado a 17 años, por homi-
cidio.

107 Fecha sin determinar No consta Homicidio


Bonifacio Lamberto se hallaba en el presidio de Santoña en 1900 cumpliendo una
pena de 15 años, por homicidio.

RAMÓN MARTÍN RODRJGO

356 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


SALAMANCA. Rtvisu de Esiudios, 39. 1997. Págs. 357-383
lSSN: 0211 -9730

EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES.


ASPECTOS HISTÓRlCO-ARTÍSTICOS

Mª NIEVES R UPÉREZ Al.MAJANO


ANA CASTRO SANTAMARÍA

RESUMEN: Este artículo pretende desentrañar la historia del edificio del


Colegio de Santa Cruz de Cañizares, recientemente recuperado para Conserva-
torio Profesional de Música. Esca reconstrucción abarca desde la adquisición de
los solares a principios del siglo XVI hasta nuestros días, y en ella se da a co-
nocer a los arriscas que intervinieron en las dos partes más relevanres del cole-
gio, que aún se conservan: la antigua capilla y la porrada de la rectoral. La pri-
mera ha sido documentada como obra del maestro de canrerfa Juan de Alava,
encre 1525 y 1527, y la segunda se atribuye a los colaboradores de los Churri-
guera, Domingo Díez y Francisco Estrada en 1734.

SUMMARY: This arride tries co gec co che bottom of che hiscory of the
building of Santa Cruz de Cañizares College, recen ti y recove red for a Professional
Music-School. This reconscrucrion cakes in from che acquisicion of che sice in che
beginning of the Sixceench Ceorury uncil nowadays. We find out che
arcists who built the chapel and che fa~ade, che rwo mosc imporcanc pares of
che College, chac scill exisc. The firsc one has been documenced as a work of the
master mason Juan de Alava and the second one is actríbuced co Domingo Díez
and Francisco Estrada -who collaboraced with the Churriguera brothers- in 1734.

PALABRAS CLAVE: Colegios Universitarios / Salamanca / Siglos XVI-


XVIII / Arquitectura.

El carácter monumental de una ciudad no se puede medir sólo por algunas


obras singulares, sino también por la proliferación de éstas y por la incidencia que
sus modelos tienen en otras construcciones más modestas, que logran un nivel ar-
tístico superior al que podría esperarse de sus posibilidades. El ejemplo lo cenemos
en muchos de los Colegios Menores que surgen en Salamanca al amparo de la Uni-

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997 357


M' NIEVES RUPl\R EZ Al.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMAR{A

versidad. Algunos, como el de los Verdes, el de Monte Olivete o el de Huérfanos


tenían una p lanea cuadrílonga, usual en los edificios destinados a La enseñanza, y
se construyeron con esa finalidad. Pero la mayoría no eran mucho más grandes que
la vivienda de una familia acomodada -en ocasiones una antigua casa del fundador-
adaptada para colegio y a veces ampliada mediante la compra de Las casas conci-
guas. Esce era el caso del Colegio de los Niños de la Doctrina, en la calle a la que
da nombre, o el de Sanco Tomás, ubicado junco a la iglesia, cuya casa no se distin-
guía de las contiguas más que por un pequeño escudo del fundador, que faltaba in-
cluso en el Colegio de "Pan y Carbón" que ocupaba las casas que su fundador -don
Gutierre de Toledo- poseía en la calle de la Rúa. Lo mismo se podría decir del Co-
legio de Cañizares, pero en esce caso algunas de las reformas que se hicieron en el
inmuebl_e superaron Las meras labores de adaptación y trascendieron también a la
calle. Cabe pues dedicar atención a esca construcción menor en la que no sólo se
reflejan los gustos artísticos de su fundador, sino que incorpora una original por-
cada barroca.

1. DON JUAN DE CAÑIZARES Y LA FUNDACIÓN DEL COLEGIO


DE SANTA CRUZ

Don] uan de Cañizares, fundador del Colegio de Sanca Cruz, era arcediano de
Cornada, canónigo de la Catedral de Salamanca y miembro de una pequeña corre
que rodeaba al arzobispo Fonseca en Salamanca. Fue secretario del Patriarca de
Alejandría y de su hijo el arzobispo de Toledo, y llegó a ser vicario de la audiencia
merropolicana de Santiago y arzobispo electo de esca sede 1• Cañizares actúa a ma-
nera de mayordomo y administrador de aquellos; así, le vemos ocuparse de los di-
neros para construir el claustro de la Catedral de Santiago y también, de~de 1524,
del Colegio fundado por el arzobispo Fonseca en Salamanca, concrolando cuentas,
contraeos e incluso supervisando las obras, junco con Fernán Pérez de Oliva2 .
Debía ser don Juan de Cañizares un hombre acreditado por sus conocimientos
artísticos, pues asimismo el cabildo de la Catedral recurre a él para supervisar las
obras que se iban a realizar en la casa del entonces racionero don Diego de Cova-

l. La primera vez que encontramos su nomb~ vinculado a don Alonso de Fonseca -entonces ano-
bispo de Santiago- es el 2 de mayo de 1505, en que aquel manda que le pag uen 25.000 maravedís "por mu-
cho fabor e ayuda que en su merced fallaba". A.C.Sanc. (Archivo Catedralicio de Sanciago), libro 3º, Actas
Capitulares (A.C.), fol. 4 39v.; libro 10", A.C. ff. 9 3r. y 103v.-104r. A.U .Sa. (Archivo Universitario de Sala-
manca), leg. 2424, fol. 28 1v. El nombre de .. Cornado .. aparece en algunos documencos como "Coronado ...
2. A.C.Sanc., li bro 4º, A.C., ff. 197r. y 228 v.; A.U.Sa., lcg. 2419, fol. l r.; A.H .P.Sa. (Archivo His-
tórico Provincial de Salamanca), pror. 292 2, fol. 630r y v. Alude a ello también SALA BALUST, Luis.
Com1i111rionts, EI1a111tOJ y CtmlUJnias dt los amig11os Colegio1 J«11/am de la Universidad de Salamanca. Salamanca:
Universidad , 1962, como 1, pág. 24.

358 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


~~~~~~~~~~
a. COLtGIO Ot SANTA CRUZ Dt CAÑl7..ARl:S ASPECTOS HISTÓRICO-ARTISTICOS

FIGURA 1. D. J u;in Je Cañizares. Fundador del Colegio.

SALAMANCA, Revista de Estudio~. 39. 1997 359


M' NIEVES RUP~REZ AJ.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMAR1A

rrubias3. Consta además que el propio arzobispo solía conversar con él acerca de
distintas cuestiones anísticas, como refleja Fonseca en su testamento a propósito
de las sillas de coro que se proyectaba poner en el monasterio de las Ursulas4• Muy
revelador de la formación aníscica de Cañizares es la compra para el Colegio, pro-
bablemente por encargo suyo, de un ejemplar del "De re aedificacoria" de Alberci5 .
Esta sensibilidad del arcediano no pudo menos de reflejarse en la fundación que él
mismo realizó, posiblemente movido por el ejemplo del arzobispo Fonseca, aun-
que condicionada por su menor disponibilidad económica.
Así, el 21 de septiembre de 1527 don Juan de Cañizares recibía licencia para
erigir un Colegio con el nombre de Santa Cruz que pasará a incorporarse a la Uni-
versidad, haciendo realidad un deseo de años atrás. Se estableció en la propia casa
del fundador y los beneficiarios serían exclusivamente cuatro presbíteros pobres,
dos estudiantes de derecho canónico y dos de teología. El arcediano les daba el
mantenimiento necesario, y los presbíteros, aparee de cumplir con el estudio, de-
bían celebrar dos misas diarias en la capilla del colegio, por el fundador y sus fa-
miliares difuntos6.
Más adelante, el 11 de agosto de 15 30, solicita nueva licencia del canónigo
de la Catedral de Salamanca don Alonso de Lobera, para ampliar el número de
becas a otros dos presbíteros (uno que estudiase derecho canónico y otro teolo-
gía) y para hacer constituciones, lo que le es concedido7 . En total habitarían en
el colegio durante siete años estos seis colegiales y los tres familiares que les ha-
bían de servir.

3. la licencia para labrar en las casas de la Aldehuela se dió en abriJ de 1528, a visea del arcediano
Cañizares y el racionero Alfaro. A.C.Sa. (Archivo Cacedralicio de Salaman ca), libro 26°, A.C., ff. 262r. y
436v. Diego de Covarrubias, hijo del arquitecco Alonso de Covarrubias, tenía entonces s61o 16 años; lle-
garía a ser obispo de Segovia, Cuenca y Ciudad Real y Presidente del Consejo de Castilla (Cfr. SANTAN-
DER, Teresa. Aproximación a la biblioceca de Don Diego de Covarrubias, en •salaman(a y SN frroY«ción m
el m11nt/q. EstNJios hiJtÓ'rÍ(OJ m honor tk D. Flormcio Marrosn. Salamanca: Cenero de Escudios Salmancinos,
1992, pp. 183-212).
4. Se anota cextualmence: "levantadas del suelo como no ynpidan la capilla, aún algo más como es-
cán en la capilla del condestable de Burgos, como lo platicamos con e l arcediano Cañizares". El cestamenco
se ocorgó el 23 de diciembre de 1531. SENDIN CAl.ABUJG, Manuel, El Colegio Mayor del Arzobispo Fon-
1eca en Salaman(a, Historia y Arte. Salamanca: Universidad, 1977, pág. 218.
5. A.U.Sa., leg. 2421, fol. 9r.
6. A.U.Sa., leg. 2418, ff. IOr., 10lr.- 103r. El documenco cica cextualmence: .. movido al servicio de
Dios y acr~encamienro del culto divino y de las letras sagradas... ovo eregido en sus casas propias de mo-
rada un colegio de quacro presbíteros pobres escudiantes los dos en derecho en derecho (sic) canónico y los
dos en cheología". GONZALEZ DAVILA, Gil. Thtatro rclaiásti<o ek la Iglesia y ciNJaá de Salamanca. Sala-
manca, 1618, pág. 146 y VILLAR Y MACIAS, Manuel. HistoriadtSalamanra. Salamanca, 1887, como JI ,
pág. 304, adelancan un año la fundación, pero Sala Balust indica la fecha correcca. Noca 2, pág. 24.
7 . A.U.Sa., legs. 2418, ff. 103r.-107r., y 2417, documento origi nal. La bula aprobando y confir-
mando las conscicuciones lleva fecha de 13 de occubre de 1588. Según Sala Balusc -nora 2, pp. 315 y ss.-
coincidían tocalmence con las del Colegio de Santa María, y carnbién copian sus Escacucos, mienrras las ce-
remonias eran un excracco de las del Colegio mayor de Cuenca.

360 SALAMANCA, Revísra de Estudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CArlllZARES. ASPEcros HISTÓRICO-ARTISTICOS

La erección formal del Colegio se retrasó hasta 15 348 . Tras la muerte del fun-
dador, en 15 39 el rector del mismo tomó posesión de los beneficios de Aldearru-
bia y Espino de la Orbada, según bulas de unión perpetua y anexión concedidas
por el papa Paulo III , que constituirán las principales rentas del Colegio, comple-
tadas con algunas donaciones y censos posteriores9.

2. EL PROCESO CONSTRUCTIVO

2. 1. El solar~/ Colegio
Seguramente el arcediano don Juan de Cañizares empezó a madurar la idea de
fundar un Colegio desde 1509, en que comienza a comprar varias casas y solares
situados en lo que se conocía como "corrales de don Payo Maldonado", en lapa-
rroquia de San Benito donde se agrupaban los de este linaje. Era una zona muy
próxima a esta iglesia y a una de las esguevas que atravesaba la ciudad, limitada
por la calle Guardianes -posceriormence conocida como Cañizares- que se dirigía a
San Benito, la calle "nueva" que conducía a San Francisco y recibirá después el
nombre de "Tahonas Viejas" y otra calle pública que acabará incorporándose el Co-
legio con permiso de la Ciudad. Allí además de dos casas del cal Payo 1º, se habían
construido otras de menor tamaño que estaban gravadas con censos que recorda-
ban al anciguo propietario del terreno.
La casa principal sobre la que se fundó el Colegio fue la de Juan Guedeja, ad-
quirida en julio de 1509 por el doctor Alonso del Castillo en 67 .000 maravedís y
traspasada poco después al arcediano. Por el precio debía ser una buena casa. En oc-
tubre del mismo año ya habitaba en ella don Juan de Cañizares y comenzaba a ha-
cer "hedifi~io nuevo" en la parce del corral o establo que lindaba con otras casas "de
los censos de Payo Maldonado" 1 1. Para "ensanchar" aquélla, cuatro años más tarde,

8. Sala Balust. Nota 2, pág. 24. Figura por primera vez en la matrícula universiraria en 1554. *
gún la visica realizada al Colegio en 1777, don Juan de Caífüares acudió a la silla apostólica solicicando
confirmación y aprobación de la fundación en los mismos cérminos que la había obtenido del obi.spo de Sa-
lamana, don lu is Vaca, que lo fue de 1530 a 153 7. En la misma visiu se indica que su incorporación a la
Universidad se realizó el 31 de julio de l 562 (A.U.Sa. leg. 24 18, ff. 111 r. y l l 3r.).
9. A.U.Sa., leg. 2420, ff. lr., 4r., 6r. y lOv. Documentos originales en legs. 2417 y 2418, ff. 107v.-
l 10v.; l 11 v., l 16r. y v. y 230 y ss. La toma de posesión lleva fecha de 9 de mayo y 1O de julio de 1539.
Encre otras donaciones destacan las de Bias González, ant iguo colegial, pero cuando el Colegio logró ro-
mar posesión de la herencia estaba tan disminuida que apenas alcan:zaba para cubrir las misas que pedía a
cambio. Los documencos están reproducidos por Sala Balust. Nota 2, pp. 338-339. Desde 1624 se unirán
a esras posesioncs las que tenía el Colegio de San Adrián, mayoritariamente de cipo rústico (Entre otros,
A.U.Sa. legs. 2418, fol. l 16r., y 24 19, ff. 226 y ss.).
10. Se traca de uno de los principales personajes de la oligarquía salmantina en esros momencos, ori-
gen de un ampüo lina1e. Cfr. LOPEZ BENITO, Clara Isabel. La 11oblu.a s11/m11111ina """la vida y la 11111trte
(1476-1535). Salamanca: Diputación, 1992, pág. 419.
l l. A.U.Sa., leg. 2419, ff. lr.-6r.; leg. 2420, fol. 3v. Pretendía al menos hacer alguna construcción
en la rapia de medianía.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 361


IW NIEVE RUPfREZ AL.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMARfA

......
.. ;¡.. ,

fKoURA 2. Comprobación de las visuales desde el colegio de Caii1zares a la casa del marqués de
Cardeiiosa (plama). Joaquín de Chumguera y Domingo Díaz 1720 Incluye l2s ubic:tc1ones de
ocros edificios de la zona (convento de las Agumnas, de los Jesu1ras, 1gles1a de San Benico).

362 SAJ.AMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997


EL COLEGIO DE SANTA CR UZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

flGURJ\ 3. Comprobación de las visuales desde el colegio de Cañizares a la casa del marqués de
Cardeilosa (alzado). Joaquín de Churrigucra y Domingo Díaz.1720.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 363


M' NIEVES RUPÉREZ ALMAJANO - ANA CASTRO SANTAMAJÚA

en 1513, se compraban por 40.000 maravedís dos casas de este último con sus co-
rrales y los censos que grababan las casas de Alvaro de Salcedo y María Sánchez, ad-
quiridas respectivamente en 1511 y 1514, por menos de 8.000 reales. En los dos
años siguientes el arcediano incorpora a sus propiedades un solar de Alvaro de Sal-
cedo y la casa de Mari López viuda de un agujecero 12. El desembolso realizado hasta
ahora alcanzaba los 138.200 maravedís y los solares adquiridos eran suficiences para
disponer el Colegio. Sin embargo, en 1526 todavía se compra otra casa que había
quedado aislada entre escas propiedades 13 y finalmente, en 15 3 7, después de ha-
berse realizado la fundación , se adquieren cuatro casas más de los descendientes de
don Alvaro de Salcedo y la huerta grande que salía al arroyo de San Francisco, por
48.000 maravedís y un censo perpetuo de 1.500 que se pagaba a Payo Maldonadol4.
No obstante, todas estas casas no se incluyeron en el futuro colegio: unas se derri-
baron para ampliar la huerta, otras se arrendaron y otras acabaron vendiéndoseI 5.
Formaban en total un solar muy irregular, de tendencia trapezoidal, con un án-
gulo que peqetraba en la calle Guardianes escrechándola. No constituía una man-
zana aislada,' pues buena parte de las posesiones adquiridas lindaban con las casas
de don García y don Rodrigo de Ledesma, niecos de don Payo Maldonado. La
forma y alzado de la construcción, así como su situación, aparecen reflejados some-
ramente en los dibujos realizados por Joaquín de Churriguera y Domingo Díez en
1720, con motivo de la comprobación de las visuales desde el Colegio a la casa del
marqués de Cardeñosa, heredero del mayorazgo de don Pedro Maldonado de Es-
pino, cuyas casas principales estaban enfrentel6.

2.2. La construcción de la capilla


Todo hace pensar que don Juan de Cañizares no edificó su colegio completa-
mente de nueva planea, sino que fue realizando las reformas precisas para adaptar
las casas compradas -especialmente la de Juan Guedeja- a sus propias necesidades

12. El Colegio compra cambién los censos con que estaban grabadas o los obtiene por donaciones.
A.U.Sa., leg. 2418, ff. 1Slv.-155 v.; ff. l63 r.- l 64 r.; ff. l74r.-l7Sr.; ff. 177r.- 178v.; ff. 187r.-188v.; ff. 238
y ss. Leg . 2420, ff. lr.-2r., 6r. y 7r. ·
13. A.H.P.Sa., Prot. 2920, ff. 873r.-874v. En 1513 el arcediano ya había adquirido un censo que
g rababa esca casa (A.U.Sa., leg. 24 18, ff. l 77r.-l 78v.).
14. A.U.Sa., leg. 24 18, documento núm. 29, legs. 2420, fol. 2 r., y 242 1, ff. 5r. y 17v.
15. Así consta en la visita efecrnada por el racionero Juan de Covarrubias el 25 de sepriembre de
1539. A.U .Sa., leg. 2421, fol. Sr. También, leg. 2420. En 1649 los colegiales acordaron descruir una casi-
lla de su propiedad siruada junto a su puerca falsa, fundamenralmence porque necesicaban sus materiales
para re¡xirar el colegio, pero rambién porque se esraba cayendo y era di fícil alqu.ilarla, y mucho más a
"gente honrada" (leg. 2424, fol. 93v.). Sin embargo, conservaban una "casa grande- junco al colegio, en la
actual calle de Tahonas Viejas, q ue era "de las mejores de Salamanca" según el visitador Cristóbal Rodrí-
guez en 1576 , y se alqujlaba regu larmenre (legs. 242 1, ff. 43v., 7 1r., enrre orros, y 2425, fol. l 72v.). En
l 760 se vendió una parte de la huerta al administrador de la rahona (leg. 2427, ff. l08v.-109r.)
16. A.H.P.Sa., prot. 3597, ff. 535 r.-54lv. Reproducidos por RUPE REZ ALMAJANO, M" Nieves.
Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII. Salamanca: Coleg io de Arquitectos, 1992, pág. 276.

364 SALAMANCA, Revi sta de Estudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRU7. DE CAÑIZARES. ASPECTOS HJSTóRJCO· ARTfSTICOS

y a las de su fundación, pues no se aprecia una regularización del solar ni siquiera


en las fachadas exceriores como habría sido normal. Con codo, los gascos fueron
cuanriosos, y el arcediano se vió obligado a pedir algún préscamo y a vender una
cruz de placa dorada para hacer frente a las deudas concraídas por las obras y la
compra de casast7. Encre las dependencias nuevamente conscruídas destaca de ma-
nera especial una: la capilla.
El l de mayo de 1525 el vicario don Juan Berna! es informado de que el arce-
d iano don Juan de Cañizares "quiere labrar e hazer una capilla e oratorio de bóbeda
y cal y canco en las casas prin1;ipales de su morada, que son en la percocha de San
Benito, a la calle de Guardianes" IS. Enconces no cenía todavía muy perfilada la idea
definitiva de la fundación, pues en esca ocasión se habla de hacer un hospital para
pobres, a la vez que de acoger a clérigos estudiantes. Sin embargo, esco último pa-
rece un deseo muy claro de don Juan de Cañizares, y justifica por sí mismo la im-
portancia que concede a la capilla, pieza fundamental para cumplir uno de los fi-
nes de su fu cura fundación: asegurarse un elevado número de misas por su alma de
manera permanence 19. La licencia le es concedida enconces, por lo que puede con-
siderarse como fecha de arranque de las obras de la capilla.
El momento de la final ización escaría en corno al 20 de abrí 1de 15 27, pues esce
día se concede licencia para bendecir la capilla y para decir misa en ella. Unos me-
ses más carde, el L4 de septiembre de 1527 -día de Ja Exaltación de la Cruz, ad-
vocación de la misma-, don Pedro de Soco, obispo de Trípoli, bendijo con coda so-
lemnidad la capilla que había hecho el arcediano "dencro de sus casas de
morada"20. Sólo siece días después cenía lugar la erección del Colegio.
Aunque las referencias son muy escasas, nos permiten suponer que Juan de Ca-
ñizares elig ió a Juan de Alava para realizar las obras que cenía previsto hacer en dis-
cincas dependencias de sus casas20bis, y luego para trazar y dirigir la edificación de
su capilla, lo que no es extraño dada su participación en caneas obras del arzobispo
Fonseca supervisadas por el arcediano, y en ocras muchas que se levantaban en la

17. El Cabildo le prestó 196.630 muav~ís el 2 de diciembre de 1523 "para una gran necesidad",
que devolvió en enero de 1526. A.U.Sa., legs. 2418, ff. 24r.-25 v., y 2421, fol. 4r.
18. A.U.Sa., lcgs. 2418, fol. 52r, y v., y 2420, fol. l Ir.
19. Como mínimo 730 misas anuales, y al aumcncar el número de becas 1095. Responde por orro
lado al compormmiento habitual de las oligarquías salmancinas. Otro colaborador directo de Fonseca, don
Francisco de Ribas, del que será testamencario el arcediano Cañiiares, pretende asegurarse un número pgre-
cido de mi sas con la fundación de cinco capellanías. Noca 10, págs. 3 14-31 7 y 362.
20. A.U.Sa., leg. 2418, fol. 54r. Estuvieron presences el arc~iano Cañizares, el licenciado Simón
Rodcígua -del consejo del arzobispo de Toledo-, el ceólogo licenciado Oncafa, Benito Abrojo, Francisco
Hernándn y Malpartida, clérigos capellanes de la capilla, y 0 1ras muchas personas.
20b1s. Ya el 25 de diciembre de 152 1 hay referencias a J uan de Alava en la documencación del cole-
gio. De esta fecha datd un recibo manuscrito dirigido al arcediano Cañimres en e l qut: Alava afirma que
éste le debe 20 ducados de un total de 60, a los que se deban añadir 3.209 mrs. de los descargos del di-
fumo licenciado Manzanedo, lo que suma un total de 10.709 mrs. que el maestro afirma haber recibido.
A.U.Sa., leg. 2434 bis.

SALAMA!l:CA, Rev1S1a de Estudios, 39, 1997 365


M" NIEVES RUPÉREZ ALMAJA.NO - ANA CASTRO SANTA.MARÍA

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FIGURA 4. Plano de las excavaciones arqueológicas previas a la construcción del Conservatorio


Profesional de Música (según Lión Bustillo).

366 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIU.RES. ASPECfOS HISTÓR ICO-ART[STICOS

ciudad y le proporcionaron justa fama21. Debió de encargarse de ejecutarlas el can-


tero Mekhor o Michel de Algoybar, pues en agosto de 15 27 paga a Juan de Alava
4.000 maravedís, "por razón que vos los quedé deviendo de <;ieno alcan<;e de <;iena
obra que hize en casa del ar<;ediano Cafüzares" 22 • Por canco, parece que esa "cierra
obra" que hizo en 1527 Algoibar debía corresponder a la capilla. Este documenco
notarial nos permite conocer también la intervención en las obras del cantero Mar-
tín de !barra, hermano de Alava, que vuelve a aparecer como testigo, igual que en
1526, cuando se compró la casa de Nuño Sánchez23 comenzada ya la capilla.
Sin embargo, esca construcción no estuvo exenta de p roblemas. Juan de Alava
puso pleito al Colegio por impago de ciertas cantidades, "diziendo estar engañado
en el hedefi~io de la capilla desee colegio en más de la mitad del justo pre<;io". Se-
gún un inventario de finiquitos y carcas de pago de deudas, finalmente se llegó a
un concierto entre el maestro y el Colegio, acordando pagarle 10.000 maravedís,
aunque desconocemos en qué fecha. A estos hay que añadir otros 5.600 maravedís
que Juan de Cañizares mand6 pagar a J uan de Alava en su testamento -otorgado
el 18 de junio de 1536-, seguramente en concepto de deuda24. Sin embargo, to-
davía el 21 de julio de 1537 -poco anees de morir Juan de Alava- esta manda tes-
tamentaria del fundador no se había cumplido, pues el maestro reclama esa m isma
cantidad (5.600 mrs.) ante la audiencia del juez escolástico del estudio salmantino,
ya q ue no se cumplía la sentencia signada de escribano público por la que se obli-
gaba al Colegio a pagarle aquel dinero. El juez ordinario vicescolástico condenó al
rector y colegiales a saldar la deuda, bajo pena de excomunión2~. juan de Alava no

21. Por escas fechas Juan de Alava era el maestro más solicitado por las instituciones civiles y reli-
giosas de Salamanca. Entre los áños 1525 y 1527 en que se edifica la capilla de este Colegio, Alava estaba
realizando obras impor~antes en la iglesia de San Esteban, en el monasterio jer6nimo de la Victoria y en los
Colegios mayores de Cuenca y Santiago (Colegio Fonseca)¡ pero al mismo tiempo era maestro mayor de las
Catedrales de Plasencia y Santiago de Compostela, en las que se encargará, respectivamente, de la edifica-
ción de la nueva sede y del claustro. Cfr. CASTRO SANTAMARlA, Ana.Juan tk Alava. Tesis doctoral iné-
dica. Unjversidad de Salamánca, 1994 .
22. A. H .P.Sa., prot. 2921, fol. 626r. y v. Citado también por Send ín CALABUIG, n. 4, pág. 189.
BARBERO GARCJA , Andrea y MIGUEL DIEGO, Teresa de. D()(11mm1os para la historia del arte tn la pro-
vincia tk Salamanca. Siglo XVI. Salamanca: Diputación, 1987, pág. 28. Seguramente este Michel de Algoi-
bar sea el mismo Michel, cantero, con quien trabaja Alava en la construcci6n de la sacristía de la capilla de
la Universidad en 1504. Por los años de l 507- 1509 está ocupado e n la obra de la Casa de los Doctores de
la Reina. Le encontramos también trabajando desde 1513 en la ig lesia y colegio de San Millán, con Fe-
rrando de Mogru~a, de quien será. testamentario en 1524, pero siempre como mero ejecutor. Su figura no
riene mayor trascendencia. A.U.Sa. , libro 4, fol. 83r. y v. A.U.Sa., leg. 2622. A.H .P.Sa., prot. 2919, fol.
2 l 9r. y v. !li11sto tk Salamanca. Sección de Bellas Artes, J unta de Casrilla y León, 1995, pág. 11. Referen-
cias al mismo en BARBERO y MIGlJEL, ob. cit., pág. 28.
23. Martín de lbarra intervino en otras obras que düigía su hermano, como en el monasterio de la
Victoria en que recibe dinero de los destajos en nombre de su hermano, y seguramente también en el Co-
legio de Cuenca. Archivo Hist6rico Nacional (A.H.N.), Clero, leg. 10945, ff. 15v.-17r. A.H .P.Sa., prot.
2923, ff. 14 r.-l 5v.
24. A.U.Sa., leg. 2421, ff. 9v. y L6r.
25. A.U.Sa., leg. 2434 bis.

SAl.AMANCA, Revista de Esrudjos, 39, 1997 367


M• NIEVES RUPÉREZ l\LMl\JANO - l\NA Cl\.STRO SANTl\Ml\lÚI\

FIGURA 5. Rescos conservados de la antigua capilla del Colegio.

368 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTÓRICO-ART(STICOS

era hombre de fácil conformar, y sabemos que no reparaba ante la cualidad de sus
contrincantes, pues llegó a enfrentarse con el señor de la Mota.
Parte de esta capilla subsiste todavía integrada actualmente en el auditorio del
nuevo Conservatorio Profesional de Música. Estaba situada en la parte norte del
edificio, entre la calle Cañizal y una calleja que acabará cerrándose, con su cabecera
orientada al este. Como han demostrado las excavaciones, tenía planta rectangular,
de algo más de cinco metros de ancho y el doble de largo, dividida en dos tramos,
más una tribuna a los pies. En altura abarcaba las dos planeas del edificio, e incluso
las superaba, como se aprecia en el desnivel existente en la cornisa exterior. Sus
muros estaban labrados en mampuesto26, Los restos conservados pertenecen a la ca-
becera, con una hornacina poco profunda que abarca casi la totalidad de la pared
del fondo, que probablemente cobijara el retablo. Rodea la hornacina un arco de
medio punto con pilastras que no llegan al suelo, es decir, colgado, como tantas fa-
chadas contemporáneas salmantinas. El arco va soportado sobre dos ménsulas que
llevan como única decoración dos calaveras, cerna muy usado por Juan de Alava,
como se ve, por ejemplo, en la cercana Casa de las Muertes.
Se conservan también dos de los pilares de la nave 27 -que sería única-, muy en
la línea de los que hace Alava, puesto que llevan baquetones redondeados que apo-
yan en basecillas góticas y que prescinden del capitel, para mostrar la continuidad
entre nervios y baquetones. Las bóvedas, por tanto, serían estrelladas. Otro ele-
mento conservado fragmentariamente es una ventana, larga y estrecha, de medio
punto y baquetonada, abierta hacia un callejón que conducía a la puerca de los ca-
rros o puerta falsa del Colegio, cerrado por éste en el siglo XVIII.
Muy interesantes son los grutescos y cernas decorativos que se emplean en el
arco de la cabecera, que nos recuerdan por su temática, tratamiento plástico e in-
cluso por los restos de policromía, a los grutescos de las ventanas de las capillas de
la Epístola de la Catedral Nueva que llevó a cabo Juan de Alava en su destajo de
152 1 a 1523. Aparecen motivos animales, vegetales, humanos (a veces monstruo-
sos) o inanimados en torno a ejes que marcan la simetría, es decir, esquemas de can-
delero. Entre los temas se encuentran figuras humanas tañendo instrumentos mu-
sicales, que también aparecen en otras ocasiones (Escuelas Menores, por ejemplo).
Como los grutescos de la Catedral, están finamente tallados, tienen poco relieve y
presentan escasa densidad, es decir, poco abigarramiento.

26. Incluyendo el grosor de los muros, la capilla mediría 13 mecros de longirud por 7 ,9 de anchura.
LION BUSTILLO, Francisco Javier. Excavaciones arqueológicas en el Colegio de Santa Cru2 de Cañizal
(Sala.manca). En l Congreso de Historia tk SalamaMa. Salamanca, L992, como ll, pp. 263 y 265.
27. Asimismo, en las excavaciones previas a la conscrucci6n del Conservatorio aparecieron dos ba-
sas de arenisca semici rculares en el muro norte, lo que confirma la existencia de dos eramos, más el coro y
cribuna a los pies. También se descubrieron rescos de un suelo formado por pizarras circulares combinadas
con areniscas cruciformes, que producen un efecco de bicromía. Noca 25, pág. 263.

SALAMANCA, R evista de Estudios, 39, 1997 369


M' NIEVES RUP~REZ ALMAJA NO - ANA CASTRO SANTAMARÍA

FIGURA 6. Deralle de los grucescos en el arco de la capilla.

370 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

En este arco iría un rico retablo de pintura provisto de guardapolvo, con la his-
toria de la Pasión, desde el Prendimiento hasta la Resurrección; además poseía eres
esculturas de bulto: un crucifijo que presidía -en consonancia con la advocación del
Colegio-, una imagen de Nuestra Señora y un San Juan, según los inventarios que
se conservan desde 1539. También a través de ellos podemos conocer que la capi-
lla tenía tribuna y coro, seguramente a los pies. Cerraba el espacio del alear mayor
una verja de hierro culminada por un crucifijo. Además había un "altar baxo" pre-
sidido por un retablo con la imagen de Nuestra Señora y en las puercas dos imá-
genes de Sanca Catalina y Santa Inés, y otro retablo más "de pincel" debajo de la
tribuna dedicado a Sama Elena "y otras imágenes"28.
Terminada la capilla y después de haber muerco canco el fundador como Juan
de Alava, todavía continuaban las obras. En 1541 -según carta que remire don
Diego Maldonado, canónigo de Toledo y antiguo camarero del arzobispo Fonseca,
al reccor Juan Fernández y a los colegiales- se estaban haciendo las paredes de la
huerta. Como "dexaron la calle muy llena de tierra y piedras", Diego Maldonado,
apelando a la buena vecindad, les ruega "lo manden limpiar y sy oviere algo de la
calle desenpedrada, que lo enpiedren, pues yo lo enpedré codo a mi costa". Así de-
bió hacerse, pues "se pagaron a un enpedrador por enpedrar las casas nuevas, pa-
tios e porcales y ~ierca parce en las espaldas del colegio" 2.066 aravedís.29.

2.3. La vivienda colegial


Además de la capilla, el Colegio fundado por Cañizares, una vez terminadas las
reformas de adaptación de las casas y solares comprados, constaba de las dependen-
cias propias de esce cipo de instituciones, que se organizaban en torno a un pequeño
patio central como en casi codos los edificios con fines docentes, que se fue deco-
rando con inscripciones o vítores que recordaban a sus colegiales más ilusrres30. En
este caso sería el pario correspondiente a la antigua casa, de forma trapezoidal y pe-
queñas dimensiones, con corredores en la segunda planta. Además, como se puede
deducir por documentos dispersos que corroboran las excavaciones del solar3•, el
edificio se prolongaba hacia el noroeste formando coda un ala que daba a una huerta,
con otro corredor de madera en el piso aleo y una escalera que permitía bajar direc-
tamente a aquélla3 2. Toda esta ala estaba ocupada por la capilla con su sacristía en

28. lnvenrarios de 1539 y 1606. A.U.Sa., leg. 2421 , ff. 3v., 36r. y 277r. También, legs. 2426, fol.
33r., y 24 37, fol. 51r. También había una arquita de reliquias bajo una de las imágenes de la Virgen. Las
pinturas de: la capilla se recocaron en 1697.
29. No consta fecha. A.U.Sa., leg. 2421, fol. t6v.
30. En 1767 se sacó uo liStado de rodos escos vítores. Uno de ellos, por ejemplo, era el de don Pe-
dro Vi llegas, que formó parte del Consejo de Castilla, pintado en 17 52. A.U .Sa., leg. 2437, fol. 50v. y lcgs.
2420 y 2535 bis.
31. Noca 25, pp. 262-263.
32. A.U.Sa. leg. 2427, fol. 51 r. Se rcaliia una reforma importante en el corredor entre l 593 y 1594,
ya que el Colegio se ve obligado a tomar un censo de 42.000 maravedís en favor del convento de Sancri

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 371


M' NlEVES RUPÉREZ Al.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMARfA

la parte más oriental y en la occidental se situaban la mayoría de las dependencias


de servicio: la despensa, la cantina con varias tinajas para agua y vino, la cocina con
su chimenea y un albañal que salía al callejón, otro aposento junto a ella y el cuarto
del ama. En el piso alto había eres cuarcos para colegiales con sus recámaras o alco-
bas y otro de familiares, y al parecer también estaba allí el refectorio -"sobre la co-
cina"-, con un asiento destacado para el rector bajo una imagen de la Virgen como
principal mobiliario. En esta parte estaba situada la puerta falsa o puerta de los ca-
rros que daba a un callejón. Sobre ella había un aposento abierto al exterior por una
ventana33. En esta zona había también una carbonera34.
El acceso principal al colegio se realizaba a través de una sencilla puerta en arco
de medio punto, posiblemente de tradición gótica, situada ea la calle de las Taho-
nas Vie jas, haciendo esquina con la de Cañizal, que se reformará en el siglo XVIII
al levantarse la portada barroca de la que hablaremos más adelante. Traspasada la
puerta había un amplio zaguán enchinarrado35 y a mano izquierda se construyó
una panera en 1652, ea una antigua habitación que necesitaba urgente reparo36.

Spíritus para afronta.r esta obra que, según la información recibida, había sido tasada en más de L.000 re-
ales (A.U.Sa., leg. 2419, ff. 240r.-255v.). Poco debió durar el arreglo, pues en 1619 se señala que "los co-
rredores que salen al corral están muy maltratados de suerte que están para caerse de lo qua! se seguiría a
este Colegio muy grandes gastos". Aunque se acuerda arreglarlos junto a todos los rejados de esca parte, se
vuelven a realizar reparaciones en este corredor y en las escancias inmediatas en 1622 -entre ellas las letri-
nas- a cargo del carpintero Martín González y del albañil Alonso de Aguilar. A. U.Sa., lcgs. 2423, fol. 14v.;
y 2421, ff. 236v. y 240v. A.H.P.Sa., prot. 2975, ff. 1670r.- 167lv.
33. La descripción más completa que hemos encontrado procede de un inventario de 1600, donde
se dice cexrualmence: "Este collegio, la capilla con sacrescía, el azaguán de la puerca principal, dos aposen-
tos en el quarto de la capilla altos con su recámara entrambos, y en correspondencia, abajo, el coro, con sus
asientos de madera, el general con su cachcdra y assientos alrededor de pino. Otro aposento con su recá-
mara y debajo la despensa, dos aposencos adonde ay eres tinajas, dos de agua y una de vino, un arca sin cu-
bierta, unas valan~as de pino con cordeles de cáñamo sin lo demás del peso para pesar el pan. Más a la ca-
lle principal, la sala rectoral con otros aposemos sobre el a\3guán. La c~ina baja con su chimenea y ocro
apost>nto junto con ella. Enzima el reficorio, y otro aposento de familiares, un corredor que sale a la guecca
con su vcncana sobre la puerca falsa y debajo el aposenco del ama, un aposento bajo y otro alto. La guerra
con su puerta al collegio y ocro a la calle de las casas de Maldonado llega al arroyo de Sane Francisco:·
A.U.Sa., leg. 2421, fol. 278 r. y v. Hay referencias a estas mismas dependencias, especialmente por refor-
mas realizadas en las mismas, en diferentes legajos: 2427, ff. 38r., 47v. y 5 1r.; 24n, fol. 14v.; ere. En 1663
el Colegio de Cañi zares inició un p leico contra el Convento de las Agustinas, porque al proseguir éstas la
obra de su edificio le quitaban la luz a estos cuartos y a la capilla (A.U.Sa., leg. 2425, fol. 69r. y v.)
34. A.U.Sa., leg. 2427, fol. 5lr.
35. Nota 25, pág. 263. Lión Bustillo señala erróneamente que e l acceso principal al Colegio se ha-
ría a través de la escancia contigua al zaguán. Id., pág. 266.
36. Se acordó construirla para poder recoger y guardar en ella el trigo y otros frutos que tenía el Co-
legio de sus rencas, pues el tenerlos fuera de su casa les ocasionaba mayores gastos. Su construcción servi-
ría también para reparar un cuarto que según los alarifes estaba a punco de venirse abajo (en 1602 ya hubo
necesidad de realizar en él grandes reparos -A.U.Sa., leg. 2421, ff. 164v.- 165r.). Declararon sobre su nece-
sidad Gerónimo González, maestro de cantería, el alarife Cristóbal Marrín y Francisco G6mez, carpintero,
y calcularon su coste en 1.500 reales, cuyo gaseo fue autorizado por el maestrescuela. Se trabajó en esta obra
desde julio de 1652 a marzo de 1653. A.U.Sa., leg. 2425, IT. 14v., l 5r., l6v. y 19r.

372 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


EL COl.EGIO DE SANTA CRUZ DE CA!\llZARES. ASPEC.TOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

Sobre el zaguán estaba la sala reccoral con su cuarco de estudio que se extendía
hasta la capilla, ocupando parte del lienzo oriental que da a la calle Cañizal. Es de
suponer que esca sala fuese la más digna del colegio después de la capilla. Estaba
toda esterada en invierno y su mobiliario se fue enriqueciendo con los años, espe-
cialmente en el siglo XVIII. Siempre debió tener una silla de ceremonia y el re-
trato g rande del fundador sin marco, que se adecentaron notablemente en 1769;
se puso al cuadro un marco callado y dorado y un dosel de damasco verde, y se fo-
rró la silla de terciopelo verde y galones dorados con las armas del colegio bordadas
en el respaldo, a la vez que se renovaban las tres cort inas de las ventanas, pocúendo
ot ras también verdes con pabellones dorados. En 1777 había también en la habi-
tación un brasero con caja de nogal , adquirido en 1729, un bufece grande de no-
gal con barrotes de hierro que se compró en 1738, otro bufece igual más pequeño
de 1769, docena y media de sillas de nogal nuevas forradas en damasco de lana
verde -como las cortinas- con fu ndas de cabrecilla, que se compraron en 1772 y
1774 y una docena de sillas de baqueta viejas37 .
El ala occidental del pario escaría ocupada por otras habitaciones, las precisas
para acomodar individualmente a cada uno de sus colegiales, como mandaban las
conscicuciones. Iban enlucidas y su mobiliario escaba constituido fundamen-
calmence por mesas con sus bancos y estanterías para concener algunos libros38,
además de los jergones con los colchones. Q uizá también se enconcraban en esta
zona del edificio el llamado "aposento de la campana" -con una alcoba y provisto
de ventana que se abrió en 1653- y la librería, que no tenía más de treinta libros39.
La escalera principal que comunicaba las dos plantas era sencilla, de madera, aun-
que ignoramos su ubicación40.
Lógicamente el colegio d isponía también de necesarias o letrinas y caballe-
riza41 . Concaba además con una extensa huerta que llegaba hasca el arroyo de Sao
Francisco, con una puerca hacia el exterior; al menos en parce se había acondicio-
nado formando una especie de jardín para recreo de los colegiales. Allí se planea-
ron rosales, alguna parra, ecc.42. En la huerta, muy cerca de la puerca falsa, en un
patinillo había un pozo43. El terreno escaba cercado por tapias, que en 1651 se ele-

37. A.U.Sa., legs. 24 18, fol. 141 r.¡ 2427, ff. 24r. y l l 6v.; 2435 y 2435 bis, recibos de los gascos.
Aunque según el libro de capillas parece que se acordó hacer estos arreg los en 1770, en realidad los pagos
efectuados por esros conceptos, bastante elevados, llevan fecha de 1769.
38. A.U.Sa., leg. 242 1, fol. 48v. (Visita de don Juan Bautista de úbnado, chantre de SaLunanCll, en
1552).
39. A.U.Sa. , legs. 2425, fol. 20r. y v.; 2421, ff. 36r. y v. y 38r.; y 2418. ff. 141v.-142r.
40. Se reparó completamente en 1765, gracias al d1nero que obtuvo el Colegio de la venta de una
parte de su huerta. A.U.Sa., legs. 2435 bis, recibos y 2427, ff. l08v.-109r.
41. A.U.Sa., leg. 242 1, ff. 240v. y 267v.
4 2. A.U.Sa.. lcg. 243 5, recibos.
43. A.U.Sa., legs. 2'1 21, fol. 233r.; 2437, fol. 5lv.; 2427, fol. 51r. y 24 35. recibos.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 373


M' NIEVES RUP~REZ Al.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMARfA

varon para evitar "registros", y también para poder jugar a la pelota, "por ser un
juego tan l i~ ito y dél no seguirse perxuicio alguno"44.

Desde mediados del siglo X VI el Colegio acusa un empobrecimiento progre-


sivo, hasta el punco de no poder mantener a más de dos o tres esrudiances y tener
que solicitar en varias ocasiones la reducción de las misas disp uestas por el funda-
dor45. En enero de 1624 se unió con el Colegio de Sanca Cruz fundado en San
Ad rián por doña Isabel de R ibas en 1543, q ue se encontraba en su misma situa-
ción, con el fin de poder sostener entre las rencas de ambos a más colegiales y aho-
rrar los sirvientes del Colegio que se suprimía. Se gobernaron desde entonces por
las constituciones y el ceremonial del Colegio de Cañizares, hasta que en l 758 se
formaron nuevas constituciones46.
Sin embargo, los fondos del Colegio no lograron recuperarse, como podía ha-
ber suced ido de p rogresar la propuesta de patronato del Conde de Moncerrey47.
Así, aunque en 167 l defiende ante el Consejo q ue su patrimonio no sólo no pre-
sencaba decadencia sino que se había acrecentado, en 1676 se anota en el libro de
capilla una propuesta de unión con el Colegio de Pan y Carbón, debido a la "te-
nuidad de las rencas del Colegio que no alcanzan a sustentar la mitad del número
de colegiales que pide la constitución"48. La situación era tan difícil que en algu-
nas temporadas tenían que marcharse codos los individuos del Colegio a sus casas
para poder hacer frence a los gastos. Para evitar el cierre a que se veían abocados la
mayoría de los Colegios Menores como consecuencia de la disminución de sus reo-
cas, a lo largo del siglo XVIII hubo varios intencos de unión entre ellos. En 1700
firmaron una concordia de apoyo mutuo en bienes y personas los Colegios de los

44. A.U.Sa., leg. 2425, fol. 7v.


45. Ya en la visita de Antonio de Loarrc de 1547 constan ran sólo rres colegiales, '"por razón que la
renca del collcgio no es tanta con que se puedan sustentar" (A.U .Sa, leg. 2421, fol. 38v.). La reducción de
misas viene impuesta también en cierto modo al no cumplirse en la mayorfa de los casos la cláusula del
fundador de que fuesen sacerdores los colegiales ni dar las rentas para pagar el estipendio a otros. Por este
mismo motivo no se cumplía la indicación de que m tiempo de Cuaresma pasase un colesial a Aldearru-
bia para predicar y confesar. El 4 de abril de 1588 el provisor don Diego M uniz de Godoy auroriza redu-
cir el número de misas mandadas por el fundador a una diaria; de nuevo en 1613 hay otra reducción a co-
dos los domingos, fiesras de la Virgen, de la Cruz y de San Pc:dro, y el 22 de man o de 1777 se autorizó
que sólo se dijese una misa todos los días de fiesta y el de la exalcación de la cruz (A.U.Sa, leg. 2420, fol.
l2r. y refutación del colegial Antonio Díu López; les. 2418, ff. 64 y ss. y 13h.-136r.; nota 2, pág. 338).
46. A.U.Sa., leg. 2420, fT. 12r. y v., 16v. y Defensa del hccociado don francisco Delgado en el
pleito del Colegio de Cañizares contra el cancelario de la Universidad por el derecho de visita, s . f.; lcg.
2423. libro de capillas, ff. 65r. y 67r.; y leg. 2418, fol. 114v. La escricuca de unión se realizó anee Diego
L6pez el 1Ode enero. La licencia aucorizindola llegó más tarde y se ratificó en enero de 1625.
47. Esca propuesta se realizó en 1627 y habría aportado al Colegio 1.000 ducados libres de carga,
pero suponía alterar significativamente aspectos de la primitiva fundación. Las gestiones no acabaron de
prosperar y en enero de l 631 se anuló la escritura de parronazgo. A.U.Sa., leg. 2423, ff. 1OOv.-102r., l 09r.,
l 22r. y l 24r.
48. A.U.Sa., leg. 2426, fol. l ~ r.

374 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTóRICO-ART(STJCOS

Angeles, Pan y Carbón, San Millán, Cañizares y Monte Olivece, que se rarificó en
170349, y hay un nuevo intento de unión de cinco Colegios en uno solo bajo la ti-
tularidad de Nuestra Señora y San Millán en l 74Pº.
Anee esta situación económica, las únicas obras que puede permitirse el Cole-
gio de Cañizares son las imprescindibles para mancener el inmueble, aunque siem-
pre a costa de dejar vacantes algunas becas) 1. La mayor parce de las veces se refieren
a reparaciones de los cejados, o diversas obras de albañilería. Se acusan ya a finales
del siglo XVJ52, y son frecuentes también las referencias en el XVIIH. Así, por
ejemplo, en 1621 fue necesario hacer una reparación más profunda, pues según se-
ñala el rector en la capilla del 5 de agosto, "el colegio se está cayendo por muchas
parres y es for~oso repararlo porque no acabe de caerse". Se procura reunir el dinero
necesario para arreglarlo recurriendo a codos los medios, por el riesgo que suponía
vivir en una casa en cal escado)4. Unos veinte años después, la mag nitud de las go-
teras amenazaba con hundir los techos, y se ve necesario y urgente "gasear mucho"
para hacer una buena reparación de los cejados, pues de lo contrario nunca podían
quedar bien. Realizó esta obra el albañil Cristóbal Martín, sirviéndose de los ma-
teriales de una casa del Colegio que se derribó ante la falta de otros recursos55. En-
tre 1652 y 53 ya señalamos que se construye la panera y se reforma el cuarto de la
campana, entre ocras cosas, y en 1683 se cuvo que ir cada colegial a su casa para
que el Colegio pudiera desempeñarse por las obras realizadas en el cuarco reccoral,
en el aposento de la campana y en codos los cejados del colegio56. En 1700 se hizo
un cuarto nuevo y para ayudar a costear las obras pujaron por él los colegiales que
querían ocuparloH. En suma, hasta 1780 los libros de capillas y los de cuencas no
reflejan en la mayoría de los casos más que reparos menores que carecen de tras-
cendencia -pequeños arreglos en cejados o en los suelos, paredes o techos de la des-
pensa, cocina, panera, refeccorio, cuartos, etc.- y que, a juzgar por los materiales

49. A.H .P.Sa., proc. 5404, fí. 1188 y ss.; proc. 5407, ff. 873 y ss.
50. En este año los Colegios que intencan unirst" son t-1 dt- los Angdes, Pan y Carbón, San Millán,
Cañizares y Sanro Tomás. A.H.P.Sa., prm. 5808, ff. 56r.·61v.: A.U.Sa., leg. 2427, fol. 141 r. En años pos·
teriorcs el ConS4!jo de Casrilla llegó a rratar S4!riamenre la unión que deseaban los Colt-gios Menores, pero
el maestrescuela se encargó de que no prosperase. Nota 2, pág. 32.
51. .A.U.Sa., leg. 2426, fol. 102r.
52. .A.U.Sa., leg. 2421, ff. 86r. y ss. y 158r. y ss., 175r. y ss., 236v y ss., ecc. Hay numerosas noti-
cias de reparos menores a lo largo de todo el legajo, aunque muchas veces ni siquiera especifican donde se
realizan. También recibos sueltos en A.U.Sa., legs. 2434 bis, 2422, fí. 62r. y 87v.; y 2419, fol. 90.
H. En 1643 se hacen diversos reparos en el colegio por el mal!Stro de cantería Francisco Gonúlez
que se escricuran anee notario. A.H .P.Sa., proc. 3906, ff. 416r.-41 7v.; A.U.Sa., legs. 2421, fol. 226v. y
2426, ff. ! Ir. y l 7r.
54. .A.U.Sa., leg. 2423, fol. 30r. y v. Emplean hasta el dinero de alguna dispensa de colegial. Según
cuatro oficiales llamados para exarnin:arla, la obra podía ascender a 1.000 reales y apenas cenían 600.
55. A.U.Sa, leg. 2424, ff. 93v.-94r. A pesar de ello, tanto ames como después de esca obra siguen
apareciendo cominuamenre referencias a pagos realizados por reparar los cejados.
56. A.U.Sa., legs. 2425, ff. 14v.- l 5r., 16v. y 20r.; 2426, fol. 33.
57. .A.U.Sa., lcgs. 2426, fol. 62v. y 63v.-64r., y 2437, fol. 60.

SALAMANCA, Revista de Escudfos, 39, 1997 375


M' NIEVES RUPÉREZ ALMAJANO - ANA CASTRO SANTAMARÍA

utilizados -ladrillo, arena y barro, cal, tablas-, dejan advertir la escasa calidad de la
mayor parre de la construcción5B.
Lo único que cabe reseñar, por la relevancia que le dió también el Colegio, fue
una pequeña reforma urban ística: la incorporación para su uso del pequeño calle-
jón que terminaba en su puerta falsa, y mediaba encre sus posesiones y el convento
de las Agustinas descalzas59. En esta calleja se habían producido algunos robos al
amparo de la oscuridad y daba cierro temor a los transeunces, pero además impe-
día al Colegio el uso de su p uerta accesoria, por la g ran inm undicia que se arrojaba
a ella aprovechando su situación apartada. En 1724 el Coleg io de Cañizares soli-
citó permiso del Ayuncamienco para cerrar el callejón, poniendo en el extremo una
puerca. Tras un informe favorable, le fue después denegado por la oposición del
marqués de Cardeñosa60, con quien había mancenido un pleito cuatro años anees
el Colegio de Cañizares al oponerse a varias obras que aquel estaba realizando en
aquella parte de su casa que caía frente a su edificio, como se refleja con detalle en
los dos planos que se levancaron con este motivo6 1• Volvió a insistir el Colegio en
su solicitud en mayo de 1726 y se le autorizó, por fin, a cerrar la calle de esquina
a esquina y a usada en su provecho con la condición de que se indicase sobre la
puerta que era calle pública. D e "gran triunfo" califica esta g racia el Colegio, aun-
que todavía hubo sus más y sus menos por una cruz que también pusieron y fue
interpretada pot la Ciudad como un intento de apropiarse el terreno. Se aprovechó
la ocasión para hacer una nueva carbonera, un albañal desde la cocina y reparar la
escalera que conducía a la huerta, encre otras cosas62. Se ocupó de ejecutar todo esto
el cantero Domingo Franco con su compañía, pero el coste no superó los 350 rea-
les63. El portalón que se construyó en el lugar, de arco rebajado, todavía se podía
ver antes de la edificación del Conservatorio.

58. A.U.Sa., legs. 2427, ff. 38r. y 47v.; 2426, ff. 99r. y 123r.; 2435 y 2435 bis, recibos. Las can-
tidades pagadas por estos conceptos, canco en materiales como en jornales, rara vez superan los doscien-
tos reales.
59. En 1663, cuando las Agusrinas descalzas tiraron dos casas de su propiedad que estaban en la ca-
lle de los Moros (o Cañizal) para proseguir su obra, el Colegio trató de impedírselo porque quitaría la luz
de sus cuarros y de la capilla, y les puso pleito amparándose en que p retend ían incorporar la calle que me-
diaba ent re ambas posesiones. A.U.Sa., leg. 2425, fol. 69r. y v. Ángela Mad rusa alude a la obra pero no
reseña nada relativo a esta oposición del Colegio Cañizal. MADR UGA REAL, Angcla. /!.rquittet11ra barroca
salmantina. Las /!.g11s1inaJ de Momerrey. Salamanca: C-.entro de Estudios Salmancinos, 1983, pág. l 16.
60. Archivo Municipal de Salamanca (A.M.Sa.), Libro Consistorial (L.C.) de 1724, ff. 95v.-96r. y
105r. y v. Sobre el cierre de callejas públicas, cfr. nota 16, pp. l27-L28.
61. Fueron realizados por Joaquín de Churriguera y Domingo D iez, llamados por las autoridades
para realizar la visea de ojos, a la que se oponía el Colegio. A.H.P.Sa., prot. 3597, ff. 548 y ss. A.U.Sa., leg.
2427, fol. 25v. Sobre escas cuestiones de medianías, cfr. noca 16, pp. 276-277.
62. A.M.Sa., L.C. de L726, ff. S l r. y v., 95v.-96r. A.U.Sa., leg. 2427, ff. 37v.; 50r.-5lr. y 2l4 t. y v.

376 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CANIZARES. ASPECTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

2 .4. La nueva fachada


Unos años después de este suceso el Colegio se decide a reconstruir la fachada
principal, que es lo mejor conservado del antiguo edificio. La reforma vino exigida
por el nivel de deterioro que había alcanzado el lienzo de pared donde se encon-
traba. En 1720 el único colegial que habitaba en el Colegio hizo socalzar todo el
edificio, desde la casa inmediata a él hasta la puerta falsa, para asegurar los ci-
m ientos, pero no se atrevió entonces a tocar la portada que ya estaba "desplomada"
y amenazaba ruina por la magnitud que suponía la obra64 . En 1725 se abrió una
ventana en el cuarto rectoral, pero la reforma total de la fachada no se acomete
hasta 1733 y entonces, frente a lo que cabría esperar, no se reparará en gastos para
proporcionar al edificio un aspecto completamente renovado, aun a costa de ma-
yores endeudamientos.
El rector y los colegiales llamaron primero a los arquitectos Domingo Díez y
Francisco Estrada para que examinasen la fachada y calculasen el coste que tendría
arreglarla. Posteriormente, comenzaron las diligencias para poder suscribir un
censo de 8.000 reales que les permitiese hacer frente a los gastos, dada la endémica
falta de medios que padecía el Colegio. En la información de utilidad que mandó
recibir el juez escolástico el 6 de agosto de 1733, tanto aquellos dos maestros como
Antonio Sexto, oficial de cantero que trabajaba en las obras que tenía Domingo
Díez, declararon que la pared estaba amenazando ruina, y que de no remediarse a
tiempo haciéndola de nuevo jumo a otros reparos, peligraría "la sala rectoral de él
y parce de la capilla de dicho collegio"; mientras tanto era urgente poner apoyos
para asegurar la pared y que no llegase a derribarse6S. Hay, pues, que descartar la
opinión que se ha venido manteniendo de que esta fachada correspondía a la capi-
lla, pues las fuentes, que en otros aspectos son menos explícitas, dejan claro que
esta puerta era la entrada al colegio y sobre ella estaba "la sala principal de la rec-
toral", aunque su ruina afectaría también a la capilla al estar contigua.
Dada la urgencia y la evidencia del deterioro, el maestrescuela concedió la li-
cencia el 11 de agosto y unos días después -el 23- el Colegio de Cañizares suscri-
bía un censo de 8.000 reales en favor de la cofradía de Animas de San Justo y Pas-
tor. Es este el único hecho que queda reflejado en el "libro de capillas" del Colegio
de todas las diligencias realizadas entonces, y además con g ran brevedad66.

63. A.U.Sa., leg. 2435, recibos.


64. A.U.Sa., leg. 2426, capilla de LO de febrero, fol. 25r. Legs. 2435, recibos y 2426, fol. 33v. En
realidad, en septiembre de 1719 Francisco González, maestro cantero de origen gallego, ya se había obli-
gado a realizar el socalzo hasta "el arco de la portada del colegio" y a empedrar de guijarro lo que se nece-
sitase. En 1720 se ajustó la parte del lado de la capilla.
65. A.H.P.Sa., prot. 5431, Información de utilidad, ff. 2 l 2r.-2 l 5r.
66. A.H.P.Sa., proc. 543 1, fT. 205r.-210v. Los réditos del censo fueron al 3% porque la co&adía se
neg6 a entregarlo al 2,5, lo que exigió una nueva autoriiación del juez escolástico. En 1757 lo redimió tO·
mando para ello un censo de la Universidad de 22.000 rea les, pero a un interés más bajo, del 2,5%.
A.U.Sa., leg. 2427, fol. 65r. y leg. 2419, ff. 408 y ss.

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997 377


M' NIEVES RUP~REZ Al.MAJANO - ANA CASTRO SANTAMARÍA

El g rueso de las obras, sin embargo, parece que se retrasó hasta la primavera si-
guiente. El 26 mayo de 1734, el rector solicita permiso del Ayuntamiento para sa-
car los cimientos de la fachada principal que se estaba ejecutando dos pies más de lo
que tenía la ancigua, para su mayor seguridad y "por ser sitio que se halla en posi-
tura de que ahora ni en otro tiempo puedan pasar coches, carros nj aún caballerizas
por no tener salida en la parte correspondiente", dado que sólo servía de paso para la
alberca. Despúes del informe de su carpintero, Banolomé de Coca, la Ciudad dió su
aucorización considerando que quedaría "más hermosa la pared y sin imperfec-
ci6n"67. En esca fecha, por canco, todavía no se había empezado a levantar la fachada.
Según el libro de cuencas de estos años, los maestros que declararon y recono-
cieron que era precisa la obra fueron los mismos que formaron su traza y, después
de construida, juzgaron que estaba bien realizada68. Por consiguiente el diseño de
esca fachada corresponde a Domingo Díez y a Francisco Estrada. Ambos maestros
escán muy unidos a la actividad de los Churriguera. Domingo Díez, de unos 77
años, era desde 1718 aparejador del Colegio de Calatrava y quien llevará todo el
peso de la construcción una vez muerco Joaquín de Churriguera69. Francisco Es-
trada era un arquicecco mucho más joven , pues contaba entonces con unos 30 años.
Desde los 26 era aparejador de la obra de la plaza mayor, a las órdenes de Alberto
de Churriguera, y posteriormente llegó a alcanzar cierto prestigio en la ciudad70.
la ejecución corrió a cargo de un maestro de cantería, que posiblemente fue
Antonio Sexto. El mjsmo abrió el escudo sobre la ventana del balcón, realizó un
socalzo en la pared de la panera, situada a mano izquierda de la entrada, y reparó
el arco grande del zaguán. Por codo su trabajo recibió 2.704 reales. Aparee se com-
praron los materiales: piedra cosca para los cimientos de la pared y los zócalos, pie-
dra franca, bien labrada, para la porcada, pizarra para el piso del balcón, cal y arena.
Otros maestros se ocuparon de los trabajos correspondientes a albañilería, carpin-
tería y rejería -un balcón, la reja para la ventana que da a la calle Cañizal y los he-
rrajes de las puercas. El coste total de esca reforma ascend ió a casi 12.000 reales71

67. A.M.Sa., L.C. de 1734, ff. 96r.-97r.


68. A.U.Sa., leg. 2438, fol. 129v.
69. RODRÍGUEZ G . DE CEBALLOS, Alfonso. E.srtdios tú/ bamxo sa/111011ri110. El Coltgio tú la Or-
den Milirar de Calatrava tú la U11i11midad dt Sala111011ra. Salamanca: Cenero d e Estudios Salmantinos, 1972,
pp. L6-1 7 y 20-21 . Es llamado para realizar condiciones o informes en numerosas obras de la ci udad , al-
gunas de las cuales también se encarga de ejecutar. Aparte de la espadaña del edificio de la Universidad, a
él se deben las trazas y la dirección de las ob ras del Colegio de San Cayetano, comenzado a ed ificar en 1702.
70. RODRiGUEZ G . DE CEBALLOS, Alfonso. úi Plaza Mayor d1 Salama11U1. Salamanca: Cenero
de Esrudios Salmantinos, 1991, pp. 6'1, 124, 147-149, 152, 154. Intervino también en diversas iglesias
de Salamanca (Sanca María de los Caballeros, San Isidoro, San Cristóbal, San Benito, capilla del Colegio de
la Magdale02) y de la provincia (Cabezas del Villar, Canillas de Abajo, Calzada de Dondiego, Barbadillo.
obras del coro de Ciudad Rodrigo, etc.). así como en numerosas obras particulares. PAREDES GIRALDO,
M' del Camino. DOC11mmfos para la Hist(Jria dtl Ane m la prwinria dt Salaman<a. Seg11nda mirad dtl siglo
XVIII. Salamanca: Diputación, 1993, pp. 123, 289-291.
71. En total 11.887.3 reales. A.U.Sa .. leg. 2438, ff. l 29v.- l 3 Ir.

378 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

FIGURA 7. Fachada principal del Colegio anees de la rescauración.

SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39. 1997 379


M' NIEVES RUPéREZ ALMAJANO • ANA CASTRO SANTAMARÍA

FIG URA 8. Deralle de la fachada.

380 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


El COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES ASPECTOS lilSTóRICO-ART(STICOS

-incluido el refresco con que se celebró su conclusión-, que parece que se prolongó
hasta mediados de l 7 37.
La fachada se organiza en dos cuerpos, separados por una cornisa. En el pri-
mero, se abre una puerca de formas mixtilíneas remarcadas por un grueso bocelón.
Escá flanqueada por dos pilascras cajeadas y sobre ella, colgando de la cornisa se
dispone una placa recortada recubierta con minuciosa decoración de hojarasca y
guardamallecas.
En el segundo cuerpo el paño central se estrecha para disponer a los lados dos
volutas de fuerte plasticidad terminadas en cejas escarpadas y sobremontadas por
florones que se prolongan en un g rueso placado de formas quebradas flanqueando
las pilastras que sostienen el frontón triangular en que remara la portada, de líneas
muy enérgicas y salientesn. Culmina aquel una especie de acrótera con cartela ve-
getal en el centro y sendos pináculos de arqueta en la prolongación de las pilas-
tras, que vuelven a flanquear volutas de talla vegetal.
Este segundo cuerpo está ocupado casi por completo por un balcón enrasado,
cuyo marco dibuja orejeras y una pequeña curvatura en el centro donde se coloca
una cabeza de querubín, motivo que aparece en varios edificios salmantinos y en
concreto en la ventana camarín de Santa María de los Caballeros, obra documen-
tada de Francisco Estrada73. Más arriba, rompiendo el frontón, se dispone el escudo
del Colegio, labrado en una única pieza bajo la que está grabado el año del co-
mienzo de la obra. En los cuarteles segundo y cuarto aparecen representadas las ar-
mas de don juan de Cañizares, a quien se debe también el sombrero que timb ra el
escudo y las borlas episcopales propias de su condición, pero las correspondientes
a los cuarteles primero y tercero pensamos que son las de doña Isabel de Ribas,
fundadora del Colegio de Santa Cruz de San Adrián que se unió al de Cañizares en
1624. Entre los acuerdos de la unión se dice que el Colegio se llamará de Sanca
Cruz de Cafiizares, pero q ue se habrían "de confund ir las armas de los sellos ha-
ciendo de entrambas armas unas, y nos convenimos en que no se use más de sola-
mente de las armas del collegio de Santa Cruz de Cañi~ares sin poner otras en parte
alguna, sino que se entienda que se conserva la memoria de la señora doña Ysabel
de Ribas"74. El escudo está bordeado por motivos vegetales, que sin embargo no

72. Este tipo de volutas se emplean en la porcería del cercano Colegio de Jos J csuftas realizada por
J erónimo García de Quiñones, qui! asimismo empica un grueso placado de conroroo, exagerando uno de
los motivos caracrerfscicos de su padre. RODRfGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso. Es111dios dtl Barroco
Salmantmo. El Coltgio Rtal de la Compaiifa dtjtJIÍJ ( 1617-1779). Salamanca: Cenero de Esrudios Salmanti-
nos, 1985, pág. 13 L.
73. HERNÁ NDEZ MARTÍN, María Jesús. Capil/aJ camarfn tn la prwinna de Salamanca. Sala-
manca: D iputación, 1991 , pag. 55. Este morivo aparece en las puerras de muchos edificios salmaminos,
como en el convemo de Sa nra Clara, la hospedería del Colegio Fonscca, la porrada del Seminario Conciliar
en el Colegio real de los Jesuitas, etc.
74. A.U.Sa., leg. 2423, fol. 67r. Por orra parte, ~ras umas - una cruz floreteada y un castillo- son
las que aparecen en el escudo de don Diego Maldonado callado en su casa de La ronda de San Benito y en

SALAMANCA, Revista d e Estudios, 39. 1997 381


M' NIEVES RUPÉREZ ALMAJANO - ANA CASTRO SANTAMARÍA

FIGURA 9. Vise.a del Colegio hacia la calle Cañizal ames de la resraucación. Se aprecia la puerca
con que se cerró el callejón.

alcanzan el resalte y vigor dado a todos los elementos arquitectónicos, que son los
que dominan realmenre en esra fachada proporcionándole su fuerza plástica y su
barroquismo.
Toda la disposición tiende a enfatizar la verticalidad recordando, a pesar de sus
claras diferencias, el mismo efecto que produce la fachada de San Sebasrián, cons-
truida poco antes por Alberto de Churriguera, de quien proceden también muchos
de los elementos utilizados. El conjunto se completa por una cornisa en forma de
gola o buche de paloma que remata codo el edificio acentuando su terminación.
El resto del edificio presenta una sencilla construcción de mampostería que en
su día iría revocada, como aparece tras la restauración. La sillería sólo vuelve a apa-
recer en los marcos de las ventanas y en la línea de imposta que marca la división
de las dos plantas. La distribución de los vanos responde a un criterio más funcio-
nal que estético, y por ello carece de regularidad. Había una sola ventana hacia la

la capi lla del Colegio del arzobispo Fonseca, de quien fue mayordomo, en relación con su segundo apellido,
que era Ribas, como ha sido señalado por ÁLVAREZ VILLAR, Julián. De heráldica Ja/111ami11a. HiJtoria de
la ciudad m el arte de sus blasones. Salamanca, 1966. Sin embargo, diferimos de la opinión de esre autor que,
eo el caso del Colegio de Cañizares (Heráldica 1111iversi1aria sal111at11i11a. Salamanca: Universidad, 1994,
p:íg. 77), interpreta esras armas como las del obispo don José Sancho Granado, pues aunc¡ue la reforma se
realizase en.su tiempo no tuvo ninguna intervención en la misma que jusrificase esce honor, y tampoco co-
rresponden a sus apellidos, y sí a los de Doña Isabel de Ribas.

382 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39. 1997


EL COLEGIO DE SANTA CRUZ DE CAÑIZARES. ASPECTOS HISTÓR ICO-ARTÍSTICOS

calle Cañizal, que se convertirá en balcón a finales del siglo XVIIF~ y cuatro más
en la fachada que da a Tahonas Viejas, dos en la planta baja con rejas y otras dos
en la alta junto a un pequeño ventanuco.

2.5. Los epílogos


Por Real Orden del 10 de septiembre de l 780 el Colegio de Cañizares se une
definitivamente a los de San Millán, Monte Olivete y Santa María de los Angeles
en el edificio de este último76. Esta medida supone el abandono de los antiguos
edificios y la pérdida de su fu nción . En el caso del Colegio de Cañizares parece que
se arrendó inicialmente a algún particular. Posteriormente, durante la ocupación
francesa, el Colegio pasó a formar parce de los bienes nacionales, y por orden del
general Thiébault en 1811 fue arre ndado a las monjas benitas de Sanca Ana, cuyo
convento habían destruido los franceses un año antes para defender su fuerte77. Se
hizo con este motivo obra en el edificio del antiguo Colegio que costó 9.000 rea-
les. Aparte de las remodelaciones necesarias en las dependencias, debió hacerse
también alguna intervención en la capilla pues, según señala Zaonero, "el 22 de
diciembre se bendijo el templo nuevo del convento que se hizo para las monjas de
Santa Ana". Al d ía siguiente lo ocuparon las monjas, que temporalmente habían
sido alojadas en el convento de Santa Ursula78. Allí permanecieron hasta su extin-
ción, siendo trasladadas las religiosas que quedaban a las benitas ,?e Alba79. Aco-
gerá después los usos más diversos, desde viviendas de clases sociales bajas hast a
algún establecimiento comercia1so, que ocasionarán un grave deterioro en su fá-
brica y alteración de su planta, alzado y distribución origina1s1. En estado ya rui-
noso, sus restos hao sido consolidados e incorporados en el nuevo conservatorio de
música proyectado por los arquitectos José Carlos Marcos Berrocal y Angel León
Ruiz, que fue inaugurado en 1992.

7 5. A.M .Sa., L.C. de L797, fol. 167v.


76. Noca 2, pág. 37. Dice Sala Balusc que se unieron primero provisionalmente en el edific io del
Colegio de Mame Olivece y en 1786 pasaron al de los Angeles, donde se llamó Coleg io unido de los An-
geles, incorporándose al año siguiente el Colegio de la Concepción de Te6logos.
77. ZAONERO, Joaquín. Libro d~ noriciaJ q11etmpina" njir el año de 1796 (hmta 1812). Bibl ioreca
de la Universidad de Salamanca (B.U.Sa.), ms. 673, fol. 98v. Señala que en 20 de enero se mudaron a Las
Ursulas porque iban a derribar el convenco. N oca 6, como 1, pp. 208-209.
78. Noca 76, fol. 132r.
79. Noca 6, romo l, pág. 209 y como 11, pág. 304.
80. Un bar había en esce lugar en 1930 cuando escribía ESPERASE DE ARTEAGA , Enrique. Sa-
lamanc11 en la mano. Salamanca, 1930, pag. l 21.
81 . Por ejemplo, justo en el cesccro de la capilla se abrió una puerca hacia la calle y se dispuso un
segundo al eo, i lumi nado por ocro balcón, cuyas huellas, sin em bargo, se han mantenido en la rcscauraci6n.

SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997 383


SALAMANCA. Rcvi.sra de Estudios, 39, 1997. P~gs. 385-394
ISSN: 0211 -9730

PLATERÍA SALMANTINA EN LA PROVINCIA DE SORIA

JAVIER HERRERO GóMEZ

RESUMEN: En este artículo, se dan a conocer siete piezas de placa inédi-


tas fabricadas en la ciudad de Salamanca, que se conservan en Sotillo del Rin-
cón, Vinuesa, Casarejos y San Leonardo de Yagüe, todas ellas localidades de la
provincia de Soria. Dos parces componen el estudio. En la primera, se habla de
los artistas que las realizaron: los años que se mantuvieron activos, otras obras
suyas, marcas utilizadas, cargos que ocupa.ron, etc. Entre ellos, aparecen impor-
tantes figuras de la platería salmantina, como Antonio Sánchez, Antonio Ro-
dríg uez Rincón o Juan Manuel Sanz de Ve lasco. Las obras estudiadas suelen pre-
sentar también las improntas de los marcadores de la ciudad de Salamanca, que
verificaron la calidad de las piezas: Ignacio Momero, Juan Ignacio Montero,
J uan Sánchez Delgado y Antonio Román, entre otros. En la segunda parce, se
estudian las piezas. Se anota, en primer lugar, la ficha técnica (medidas, marcas
y cronología). Después se describe la obra, señalando características formales,
marcas, estilo y relación con orcas piezas. Entre las presentadas, destaca espe-
cialmente la custodia de Vinuesa, que responde a un modelo de custodia carac-
terístico de Salamanca. Se pretende con ello, profundizar en el conocimiento de
la orfebrería salmantina, a la que ya se habían dedicado otros estudiosos de este
rema como Manuel Pérez Hernández o Mónica Seguí.

SUMMARY: The aim of chis article is co deepen in che knowledge of Sa-


lamanca silversmirhing through che scudy of seven hicherto unknown silver
pieces, manufactured in che city ofSalamanca. They have been preserved in So-
tillo del Rincón, Vinuesa, Casarejos and San Leonardo de Yagüe, ali of them
cownships locared in che province of Soria. Two parts make up chis srudy. The
first one deals wirh che artisrs thar accomplished them: working years, ocher
pieces rhey worked on, stamps they used, positions rhey held, ere. Sorne signi-
ficanr Salamanca silversmiths appear among them, as Amonio Sánchez, Anto-
nio Rodríguez or Juan Manuel Sanz de Velasco. Most of these pieces, usually
have, che official scamps of Salamanca ciry hallmarkers who verified che qualicy
of che pieces: Ignacio Montero, Juan Ignacio Montero, Juan Sanchez Delgado

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 385


JAVIER HERRERO GóMEZ

and Antonio Román, among sorne others. ln a second part, che pieces chemsel-
ves are scudied: on a cechnical card, measures, haJlmarks and chronology are puc
clown. Then a descripcion of che piece of work is given, poincing ouc formal
characceriscics, hallmarks, scyle and relacionship co ocher pieces. Among chem,
che monscrance of Vinuesa deserves co be especially mencioned, for ir fits in a
characteriscic monscrance pattern of Salamanca. Ocber srudious had formerly
been devored ro chis same copie, Salamanca silversmiching, such as Manuel Pé-
rez Hemández or Mónica Seguí.

PALABRAS CLAVE: Orfebrería, placería, Salamanca, Soria, marcadores,


placeros, custodia.

En el curso de nuestras investigaciones sobre orfebrería soriana, ha sido loca-


lizado un pequeño grupo de obras que fueron realizadas en la ciudad de Salamanca
y que hoy, por razones desconocidas para nosotros, se encuentran en diversas loca-
lidades de la provincia de Soria.
Es posible que, en las relaciones entre sorianos y salmantinos, tuviera algo que
ver la actividad de la carretería, que durante siglos desarrollaron los primeros. So-
rianos de la Zona tk Pinares (San Leonardo, Casarejos, Molinos de Duero, Vinuesa,
Salduero.. .) visitaron habitualmente cierras charras, enviando sus bueyes a pasar los
duros inviernos a sus dehesas.
Nuestra intención es dar a conocer, a través de este artículo, siete piezas de
plata salmantina desconocidas hasta la fecha. Para ello, nos referiremos, en primer
lugar, a todos aquellos artífices y marcadores cuyas improntas aparecen en escas
obras (actividad, cronología, marcaje, otras piezas... ) para pasar después a descri-
birlas.
De la orfebrería salmantina se ha encargado, fundamentalmente, Manuel Pé-
rez Hernández 1, aunque también son importantes las aportaciones de otros auto-
res como José Carlos Brasas2, Mónica Seguí3 o Santiago Samaniego4.

l. Orfebrtría religiosa tri la DióroiJ de Salamanca. Siglos XV-XIX, Salamanca, Dipucación de Sala-
manca, 1990; La congregación de plateros de Salamanca (aproximación a la pla1erfa salmantina a través del ar-
chivo de la cofradía J el punzón de s11J artfjices), Salamanca, Cenero de Estudios Salmantinos, 1990; "Marca-
dores y contrastes salmantinos (Siglos XVI al XlX)", en Sala111a11UJ, Revi11a Prwincial de &111dios, 1987.
Salamanca, Diputación, 165-199 y "Nuevas aportaciones sobre la conerastía en Salamanca", en Salamanc11,
ReviJta Provincial de EJ111dios, Salamanca, Diputación, 1990, 15 7- 166.
2. La platería 11a//iJolt1ana J su dif11sión, Valladolid, lnsticuci6n Cultural Simancas, J 980.
3. La platería en la1 catedrales de Salamanca, Salamanca, Cenero de Estudios Salmaneinos, 1986.
4. La pla1ería rrligiosa tri F11tr1saúco y comarca, Zamora, Diputación de Zamora, 1987. Publican un
buen número de marcas salmantinas FERNÁNDEZ, A., MUNOA, R. y RABASCO, J., en E11cidofl'dia de
la plata ttpa17ola y virreinal americana, (2ª ed.), Madrid, 1985 , 196-203.

386 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


PLATERÍA SALMANTINA EN LA PROVINOA DE SORIA

l. PLATEROS y MARCADORES

MONTERO, Ignacio (1693-1758)


Fue contraste-marcador de Salamanca, activo entre 1750 y 1758.
La marca de localidad utilizada en su etapa de contraste, presenta coro de per-
fil derecho, sobre puente de eres ojos. Con él, se introduce en el troquel del mar-
cador la cifra relativa al año. Su marca (52/MTO), que aparece en numerosas obras
fabricadas en Salamanca5, la hemos encontrado nosotros en una custodia de la lo-
calidad soriana de Vinuesa (Soria).

MONTERO, Juan Ignacio (1714-1782)


Ocupó el cargo de contraste-marcador encre 1758 y 1781, utilizando varias
marcas en el ejercicio de esta ocupación. Una de ellas, con lectura 59/MTR06, la
vemos en dos cuartos lunares que se conservan en la iglesia parroquial de Casare-
jos (Soria).

PEREJRA, juan José (1802-1840)


Placero natural de Oporto (Portugal). Obtiene el título de maestro en 1802.
Por un censo de 1804, sabemos que era parroquiano de San Martín, iglesia a la que
pertenecían casi todos los plateros de la ciudad en este momento. Desde esta fecha
y hasta 1840, fue uno de los orfebres más activos de la Congregación de Sala-
manca. En 183 5, ce nía taller abierto en la calle de la Nebería.
Se han localizado obras de esce placero en varias localidades salmantinas: Bue-
namadre, convento de Agustinas, Cabeza de Diego G6mez, Santiz, Zamay6n, Po-
zos de Hinojo.. .7.
Su marca nominal (J ./PEREIRA) aparece en dos portapaces de la parroquial de
San Leonardo de Yagüe (Soria).

RooRfGUEZ RINCÓN, Amonio (1730-1806)


Placero natural de El Maíllo, en el obispado de Ciudad Rodrigo. Obtuvo el
grado de maestro en 1767 y falleció en 1806.
Utilizó una marca personal que muestra la siguiente lectura: R.N ./CON (con
la N invertida). Esca marca, aparece en una naveta de Aldeadávila de la Ribera y
en un cáliz de Cabeza de Diego Gómez8. Nosotros, la hemos hallado en un cuarto
lunar de Casarejos (Soria).

5. PtREZ HERNÁNDEZ, Orftbm-la .. ., 42-43, 45.


6. Nota 5.
7. P~REZ HERNÁNDEZ, La rrmgrtgadón M plateros.... 82, punzón 86 y Orfebrtrla ... , 28, 315 y 316.
8. PtREZ HERNÁNDEZ, La rongrtgaridn... , 77, punzón 56 y Orftbrttia ... , 263.

SALAMANCA, Revista de Esrudjos, 39, 1997 387


JAVIER HERRERO GóMEZ

RODRÍGUEZ, José (1798-1825)


Platero salmantino. En el censo de 1804, figura como miembro de la parro-
quia de San Martín.
Fue el autor de un cáliz de la parroquia de San Juan de Sahagún, de una na-
veta del convento de Santa Clara de Salamanca y de un incensario d e Cantalpino,
todas ellas llevan su marca personal, con lectura RDRIGZ9.
En una salvilla de la Iglesia parroquial de San Leonardo de Yagüe (Soria), apa-
rece acompañada por una de las que utilizó el contraste Antonio Román y por la
de Salamanca.

ROMÁN, Amonio (1791-1807)


Platero salmantino. En 1804 figura en un censo y cuenta, en estos momentos,
con cuarenta y dos años.
En su trayectoria profesional realizó bastantes obras, casi codas contrastadas
por Enrique de Silva (cruz de Villar de Peralonso, cáliz de Macotera, custodia de
Alba de Tormes, incensarios de Ahigal de Villarino y Masueco y concha de Va-
lero)1º.
Utilizó diferentes marcas. Una de ellas, con lectura 802/ROM, es la que mues-
tra una de las obras que presentamos hoy, la salvilla de San Leonardo de Yagüe (So-
ria). En las vinajeras que hacen juego con esta salvilla, vemos otra diferente, con
lectura ROMAN. Este placero ejerció cargo de concrasce-marcador encre el tres de
mayo de 1798 y el veincisiece de septiembre de 1807.

SÁNCHEZ DELGADO, Juan (1809-1816)


P latero salmantino. Ejerció de forma interina el cargo de contrasce-ma.rcador
entre 1809 y 1816.
Conocemos varias marcas que han sido relacionadas con su persona. La que
presentamos hoy, con lectura ¿/GDQl l, aparece en una salvilla de la iglesia parro-
quial de San Leonardo de Yagüe (Socia). acompañada por la del contraste Antonio
Román.

SANCHEZ SÁNCHEZ, Antonio (1642-1689)


Placero de Salamanca. Esruvo por largo tiempo vinculado a la cofradía de San
Eloy salmantina, desempeñando el cargo de mayordomo, diputado y secretario.

9. PÉREZ HERNÁNDEZ, La rongrtgaci6n..., 77 y Orfebrtrfa... , 28 y 273, cae. nº 193.


10. Nora 9. 28 y 264.
11 . P~REZ HERNÁNDEZ declara sus reservas al arribuir ~ca marca a Juan Sánc:ba Delgado (Or-
febrtría ... , pun;ion~ ~3 y 46 y La rong"t,ad6n... , 83).

388 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997


PLATERÍA SALMANTINA EN LA PROVINCIA DE SORIA

Se han localizado obras suyas en La d iócesis de Coria y, lógicamente, también


en Salamanca (cáliz de Pedrosillo el Ralo, naveta de Calvarrasa de Arriba, cáliz de
Paradinas de San Juan ... ). Además, se conocen bastantes noticias de obras suyas
desaparecidas. Falleció en 1689 y su periodo de mayor actividad se sitúa entre
1645-1689.
Su marca personal presenta lectura Aº.S.Z., y suele ir -como en el copón de So-
tillo del Rincón que publicamos hoy- acompañada solamente de la de localidad 12 .

SANZ DE VELASCO,Juan Manuel (1717-1786)


Nació en la villa de Ampudia (Palencia), hacia 1717. Alcanzó el grado de ma-
estro en 1746 y falleció en 1786.
Su marca OVAN/SANZ) ha sido localizada en las siguientes obras: custodia de
Linares de Riofrío, cruz de alear de la parroquia de Rágana, sacras de la catedral de
Salamanca, vinajeras de La Vellés y naveta de Armenceros 13.
Nosotros, la hemos localizado en un cuarto lunar de la iglesia parroquial de
Casarejos (Soria).

2. LASOBRAS

l. COPÓN. SoTillO DEL RINCÓN (Fig. 1).


- medidas: 12,1 x 22,6 x 10,8.
- marcas: Aº·S·Z y de localidad, correspondiente a Salamanca.
- cronología: S. XVII (h. 1670-1680).

Este copón muestra base circular compuesta por peana saliente, zona de perfil
convexo y una tercera que lo tiene liso. El astil se apoya en un cuerpo cilíndrico,
sigue otro troncocónico y moldura saliente. El nudo es ajarronado y se une a la
copa por medio de un cuello interrumpido por varias molduras. La copa es ancha
y presenta tapa con varias zonas, alternándose perfiles convexos y rectos. Termina
en cupulilla y remate, sobre el que se elevaría una cruz que ha desaparecido. Es una
pieza lisa, sin decoración.
Presenta únicamente un marca personal, con lectura A º.S.Z, apreciándose cla-
ramente la p rimera y úlcima letra. Esta marca ha sido identificada con la que uti-
lizó el artífice Amonio Sánchez, activo entre 1642 y 1689. También aparece la

12. PÉREZ HERNÁNDEZ, Orfebrn-ía ... ,180 y La rongregació11 ... , 70.


13. PÉREZ HERNÁNDEZ, La co11grtgarión ..., 77, punzón 59 y Orfebrería ..., 266-267. SEGUÍ
GONZÁl.EZ (Nora 3) nos habla de orras piezas localizadas por varios investigadores en las provincias de
Ávila, Zamora, Tcrucl, Toledo, Orense..., (133-135).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 389


JAVIER HERRERO GóMEZ

marca de localidad de la ciudad de Salamanca que, Pérez Hernández, cacaloga con


el número diez•4.
La obra, guarda relación con piezas como el cáliz de Paradinas de San Juan,
punzonada por el mismo aucorl 5, y habría que enmarcarla den ero de las fabricadas
entre la séptima y la ochava décadas del siglo XVII.

2. CUSTODIA. VINUESA (Fig. 2).


- medidas: base, 25,5 x 19,5; aleo 64; sol, 32, ángel, 19,5.
- marcas: 52/MTO y 5/M; de localidad (Salamanca) dos improntas.
- cronología: S. XVIII (1752).
La pieza se alza sobre un basamento polilobulado que se apoya en cuacro pa-
cas, a modo de volutas, sobre el que se levanta un cuerpo de perfil convexo. Sobre
él, se eleva el astil, que parce de un cuerpo ovoidal y sirve de asiento a un serafín.
Este ángel, a manera de atlante, sostiene una gloria compuesta de nubes, cabezas
de ángeles y la efigie de Dios Padre, que queda enmarcada por un haz de rayos de
distinta longitud. En la base y en la gloria aparecen motivos decorativos con raci-
mos, flores, espigas, guirnaldas, etc.
Este modelo de custodia fue bastante habitual en la placería salmantina y, una
vez codificado, apenas sufrió varianres. La obra que presentamos hoy guarda
enorme parecido con la custodia del convento de Madres carmelitas de Peñaranda
de Bracamonce, realizada en 1766, por el placero Manuel García Crespol6, artista
que defiojó esca tipología.
Nuestra obra muestra dos improntas correspondientes al contraste Ignacio
Montero (52/MTO) y otras dos correspondientes a la ciudad de Salamanca 17.

3. CUARTO LUNAR. CASAREJOS (Fig. 3).


- medidas: ancho 5,5. diám., 34,5.
- marcas: 59/MTRO; JVAN/SANZ; Salamanca.
- cronología: S. XVIII (1759).

14. P~REZ HERNÁNDEZ, Oiftbrn-Fa ... , 42.


15. Noca 14, C11C. n• 138.
16. Noca 14, 281-282. También es parecida a Ja custodia de Salmor11J, sobre todo en el querubín,
aunq11t esca obra se hizo aprovechando algún elemenco de otra pie:za (cae. nº 223). Numerosos investi~·
dores se han hecho eco de la difusión que alcanzó este cipo de custod ias: BRASAS EGrDO (Noca 2);
GA RCÍA MCXJOUÓN, F. J.: La orfebrrrú rtligiosa m la dióm11 tú Coria (sig/., Xll-XJX), Cáceres, 1987;
CARRETERO REBES, S.: Plarería rtligiosa tú/ bamxo m Canralwia. Sanconder, Institución Cultural de
Cantabria, 1987; KAWAM URA, Y.: Ar1t dt la plarwfa m llsrNrias (ptrfod() bamxo). Oviedo, Real lnstituco
de Esrudios Asrurianos, 1994. Sobre Manuel García Crespo, véase. RODRÍGUEZ G . DE CEBAUOS, A.:
ús plattroi tkl iiglo XVIII. Manutl y LMi1 Garría Ctv;o y JN obra t1t tierras tk Ltón (T.L., 1979) y ESTERAS
MART1N, C.: -obras inéditai de Manuel y Luis García Crespo en Badajoz.", en Adas dtl VII Congmo tk
T!.J111dioJ Extrtmtiios, Cáceres, 1983, 5 3-92.
17. PáREZ HERNÁNDEZ, 45, puniones 13 y 24.

390 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


PLATERÍA SALMANTINA EN LA PROVl:-ICl.r\ DE !IORIA

F1G. 1. Copón. Socillo dd Rincón (Soria). F1G. 2. CuscO<lia. Vinucsa (Som). Isn~cio
Amonio Sánchc.t ( 1642 y 1689) Monccro (1752)

F1G 3. Cuarco lunar. Cnsarejos (Sona). F1c.. 4. Cuarro lunar. Casarejos (Soria).
Juan .anz de Ve lasco (1759) Amonio Roclríguel Rincón ( 1759)

SAl.i\b!ANU, Revisca <le Esrudios, 39, 1997 391


JAVIER HERRERO GóMEZ

Pieza lisa, sin decoración. El único elemento que rompe la sobriedad de la obra
es una pequeña gloria de nubes (de plata sobredorada) que se instala en la parte
más ancha de la luna, donde aparecen las cabezas de dos ángeles.
Advertimos la presencia de tres marcas diferentes: una de las marcas corres-
ponde al autor, Juan Sanz de Velasco, y tiene lecruraJVAN/SANZ. Esce placero se
mantuvo activo entre 1746 y 1786.
La marca del contraste corresponde a Juan Ignacio Montero (59/MTRO), que
ocupó el cargo entre 1758-1781, aunque en esca ecapa utilizó varias marcas como
contrasteIS.

4. C UARTO LUNAR. CASA.REJOS (Fig. 4).


- medidas: ancho 4,5; diám. 32.
- marcas: 59/MTRO, R.N./CON y de localidad (Salamanca).
- cronología: S. XVIII (1759).

Obra muy similar a la anteriormente catalogada. La única d iferencia la encon-


tramos nuevamente en la g loria, que se sitúa en la parte inferior de la pieza. Esta
vez la gloria es bastante más algodonosa y, en lugar de aparecer dos ángeles, vemos
solamente uno.
Presenta tres marcas, dos de ellas salieron del mismo punzón que las impues-
tas en la obra anterior. Es diferente, sin embargo, la marca del autor, con leccura
R.N./CON (N invertida), propia de Antonio Rodríguez Rincón, platero salman-
tino activo entre 1767 y 1806.
Esta obra es muy parecida a la presentada por Samaniego Hidalgo19, conser-
vada en Fuensaúco, realizada por F. García y contrastada por Juan Díez (contraste,
1864-1869).

5. VINAJERAS Y SALVILLA. SAN LEONARDO DE YAGÜE (Fig. 5).


- medidas: salvilla: 15,6 x 21,6; vinajeras: alto, 9,3; diám. base, 4,4; diám.
boca, 3,2.
- marcas: en la salvilla, de Salamanca, de contraste, 802/ROM, de artífice
DRIGZ (frustra) y burilada. En las vinajeras, de artífice, ¿/GDO y de con-
traste, ROMAN.
- cronología: S. XIX (1798-1807).

18. Nora 17, 46, punzones 16 y 27.


19. SAMANIEGO, (Nora 4), 268-269.

392 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


PLATERfA SALMANTINA EN LA PROVINCIA DE SORIA

F1c. 5. V11Y.11eras y salvilla. San Leonardo F1c 6. Portapaz.. San Leonardo d e Yagüe
de Yasüe (Soria). Juan Sánchez Delgado y (Sorta) Juan José Perttra (1 817 -1818)
José Rodrísuez. <1798-1807)

La salvilla es de perfil sinuoso, con ancha orilla moldurada, p resentando, en los


cuarro lados mayores, orras caneas incerrupciones con mocivos decorarivos de roca-
lla. El campo, sin embargo, es liso.
L'lS vinajeras son de forma piriforme invertida, muestran ligera panza, pico
curvo poco saliente y asas de cornapunca, destacando. en la rapa, un remate en
forma de florón20.
La salvi lla presenca eres marcas: la correspondience a la ciudad de Salamanca, en
perfil oval coronado, coro pasante a la izquierda sobre puente de eres ojos; la im-
puesta por el concrasce, con lecrura 802fROM, propia de Amonio Román, que ejer-
ció dicho cargo encre el eres de mayo de 1798 y el veintisiete de septiembre de
1807. Por último, apreciamos también la marca de autor DRIGZ, que corresponde
al artífice salmantino José Rodríguez, activo en los primeros años del siglo XIX.
En las vinajeras aparece la marca ¿/GDO que, seguramente, fue impuesta por
el orfebre Juan Sánchez Delgado, acompañada de ocra variante que uciliz6 el con-
traste Antonio Román (ROMAN).
Este juego de vinajeras aparece documencado en las cuencas de 1803-1804, in-
dicando que por él se pagaron cuatrocientos reaJes2I,

6. P ORTAPACES (DOS). SAN LEONARDO DE YAG ÜE (Fig. 6).


- medidas: aleo, 15, I; ancho 9,4; cenero, 4.
- marcas: ?/?EIRA y ?/REIRA.
- cronología: S.X1X (L8l 7-l818).

20. Advercimos dC' su C'XtstC'ncia en "Platería", en RUBIO DE LA IGLESIA , (coord .), Sa11 úo11ardo
Jt Yagüt, historia y mlt11r11, Soria, Ayuntamiento dC' San Leonardo/Diputación dC' Scma, 1996, (237-250).
2 1. Archivo D10«Sano de El Burgo de <Xma; Libro de F~br1ca de San Leonardo de Yagüe, 1793-
1827. Reí. 404 30, sJ f

SALAMANCA . Revisca de Esrud1os. 39. 1997 393


JAVIER HERRERO GÓMEZ

En forma de ave posada, presentan decoración de rocalla y vegetal y están re-


matados por flores y hojas. En el centro vemos un espacio ovoide donde aparecen
relieves con el cerna de la Piedad.
Presentan dos marcas nominativas, propias del placero afincado en Salamanca
pero natural de Oporto, Juan José Pereira, (1802-1840?).
Hemos documentado escas obras gracias a las noticias que nos brindan los li-
bros de fábrica. En el último de los conservados, se anota el gaseo de quinientos
cuatro reales "que costaron los portapaces de plata", en las cuentas correspondientes al
periodo 1817 / 18 1822.

22. Noca 2 1.

394 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


SALAMANCA. Revistad~ Estudios, 39. 1997. P4gs. 395-441
lSSN: 0211 -9730

ANÁLISIS CLIMATOLÓGICO DE LA TEMPERATURA Y


SUCESOS ASOCIADOS, EN EL OBSERVATORIO DE
MATACÁN (SALAMANCA). PERÍODO 1945 -1994

SÁNCHEZ LLORENTE, J. M.. T OMÁS SÁNCHEZ, C., y D E PABLO D ÁVII.A, F.


Departamenio de Física General y de la Atmósfera.
Facultad de Ciencias. Universidad de Salamanca.

RESUMEN. En esce crabajo se analizan climacológicamence los valores de


Las cemperacuras medias, máximas y mínimas del Observacorio de Matacán, que
posee regiscros desde 1945. El estudio de escas variables meceorológicas se cen-
era en los datos mensuales, escacionales, anuales y por décadas. Los resulrados
obtenidos muesrran una tendencia de disminución de la temperatura hasta co-
mienzos de los años serenca, seguida de un aumento hasta el final del período
estudiado; y confirman el carácter continental próximo al extremado del clima
de Macacán, con inviernos largos y rigurosos, y veranos coceos y cálidos.

SUMMARY. ln ch is paper we analize che records of mean, maximun and


minimun cemperatures regiscered in Matacan scacion (Salamanca - Spain),
whose observacions begin in 1945. The srudy of chcsc meteorological variables
is centered in che daca by monchly, seasonal, annual and decade periods. The
obtained resulcs show a crend coa decrease in che cemperature uncil che begin-
ning of sevencies, followed by an increase in che crend uncil che end of analyz-
ed period. T he resulcs confirm che concioencal near to che extreme limics of che
climace in chis observacory; chese faces imply rigorous, long wincer and shon,
warm summers.

PALABRAS CLAVE. Temperaturas. Tendencia. Cambio climático.

l. INTRODUCCIÓN

La cemperatura es una de las variables más importantes en el estud io del clima.


La apreciación subjetiva que el hombre tiene de la temperatura, sensaciones de frío
o calor, permite un primer acercamiento a dicha variable, aunque esta aproxima-
ción resulta a codas luces relativa e insuficiente. El concepto físico de cemperacura

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997 395


J. M. SÁNCHEZ · C. TOMÁS · F. DE PABLO

viene ligado a la energía cinética promedio de un con junto de moléculas. Así, la


mayor velocidad de éscas, determinará una mayor cemperatura. Basada en este ra-
zonamiento, la escala Kelvin asigna "su cero" a la sicuación en la que las molécu-
las carecen de movimiento. La climatología requiere La medida de la temperatura
del aire, lo cual conlleva dificulcades, pues es, a menudo, influenciada por nume-
rosos factores. Estos factores im piden una exacta determinación.
Las series de temperat ura q ue a continuación se tratarán vienen expresadas en
ºC y pertenecen a una garita modelo O .C M . del observatorio meteorológico de
Matacán (Salamanca). La garita posee, (entre otros aparatos de medida), un cermó-
mecro de máximas y mínimas así como un cermógrafo, codos ellos del cipo están-
dar para el Instituto Nacional de Meteorología.

2. TEMPERATURA MEDIA

La temperat ura media diaria se obtiene promediando las temperaturas máxi-


mas y mínimas en cada día. La cemperarura media mensual se determina a partir
de la media de las máximas y media de las mínimas. La cemperacura media anual
es el promedio de los valores mensuales medios.
La temperatura media anual de Salam anca ( L945 - 1994), es 12,8 ºC. En la ta-
bla 1 se presenta la temperat ura media correspondiente a cada mes del año. La
curva anual de temperaturas medias aparece en la figura 1. Se aprecia con claridad
el concrasce entre los meses fríos y los cálidos. Cinco meses del año presentan tem-
peraturas medias inferiores a 10 °C, mientras que Abril, Mayo, Junio, J ulio,
Agosco, Septiembre y Occubre superan esa cantidad. Única.menee dos meses, J ulio
y Agosto, tienen temperaturas medias superiores a los veinte grados.

T ABLA 1
TEMPERATURAS MEDlAS MENSUALES EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA AÑOS

E F M A My J JI Ag S O N 0 Año

T(Máx - Mín) 3.9 5,7 8,5 11,0 14.9 19,6 23,4 22,3 18,7 12,9 7,6 4,6 12,8

La temperatura media mensual más baja se dio en el mes de Febrero de 1956


con -0,2 ºC, y la más alta fue en Julio de 1947 y de 1949 con 25,6 ºC. Los años
con mayor temperatura media fueron 1945 y 1948 , con 14,1 °C, mientras que por
el contrario, 197 1 con sólo 11,4 ºC fue el más frío.
El valor de La temperatura media q ue corresponde a cada mes e n cada década
es la siguiente:

396 SALAMANCA, Revisca de Em1dios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

20 .......................................................... ··························· ·······································

I! 15

t
! 10

5 ··-· . .................. ······························ ················································· ················

o +-~-t-~-t-~t----1f-----t~-1-~-t-~-t-~-t-~-t---1
E F M A My J JI Ag S O N O
mes

F1G. 1. Temperaturas medias mensuales en la serie de los cincuenta años.

TABLA 11
TEMPERATURAS MEDI AS MENSUALES POR DÉCADAS

D~cada E F M A My J JI Ag s o N D

1945 -1954 3,0 5,6 9,1 12.2 15,0 20,7 24,3 22,8 19,0 14,0 8,7 4,7
1955 - 1964 4,4 5,6 8,7 11 ,3 16,4 19,9 23,8 22,7 19,3 12,7 6,8 4,1
1965 - 1974 4,6 5,3 7,4 10,8 14,8 19,0 22,8 21 ,7 17,6 12,6 7,2 3,5
1975 - 1984 3.9 5.9 8,0 10,4 13,3 19,1 22,2 2 1,4 18,5 12,5 7,5 5, 1
1985 - 1994 3,6 6,3 9.3 10,2 15,2 19,4 23,7 23,0 18,9 12,8 8,0 5,5

En la tabla III se presenca la temperatura media de cada década:

TABLA Ill
TEMPERATURAS MEDIA DE CADA DÉCADA

Década 1945- 1954 1955- 1964 1965-1974 1975-1984 1985- 1994


Temperatura 13,2 l3,0 12,3 12,3 13,0

Por años, el valor de la temperatura media es el que se presenta en la tabla IV.

SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39, L997 397


J. M- SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

TABLA rv
TEMPERATURAS MEDIAS ANUALES EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA ANOS

Año T media Año T media Año T media AJ\o T media Allo T media
1945 14,l 1955 13.9 1965 13, 1 1975 11,7 1985 13,0
1946 12, 1 1956 11,5 1966 12,9 1976 12,0 1986 12,7
1947 13,6 1957 12,7 1967 12,6 1977 12,2 1987 13,3
1948 14, l 1958 13,0 1968 13,0 1978 12,2 1988 12,7
1949 13,8 1959 13,2 1969 11 ,9 1979 12,3 1989 13,9
1950 13.6 1960 13,0 1970 12,4 1980 12,1 1990 13.5
1951 12,5 1961 13,8 1971 11 ,4 1981 12,9 1991 12,9
1952 12,8 1962 13,0 1972 11 ,7 1982 12,9 1992 12,8
1953 13,2 1963 12,6 1973 11 ,9 1983 12,8 1993 11,8
1954 12,6 1964 13.0 1974 11 ,9 1984 12,1 1994 13.4

15.0 . , . . . - - - - - -- - -- - - -- - -- - - - - - - ,
14.5
'I'" o.0017x> - o.ooe1x+ 13,822
14,0

--<>-- T. mecia
- - Lineal
- Pol. (W. 2)

11.S
11.0
'I = -0,012811 + 13,081
10,5
10,0
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N

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lllo

Ftc. 2. Temperatura media anual y tendencia, 1945 - 1994.

3. TENDENCIA DE LA TEMPERATURA

Del examen de las tablas III y IV se extrae que la temperacura media sufre un
descenso hasca alcanzar el valor más bajo de la serie en 197 1 y posteriormente se
recupera aunque no se llegan a alcanzar los valores iniciales. En La figura 2 se han
representado los valores de la tabla IV. Posteriormente se ha buscado La tendencia
intentando ajustar La serie a una cecea y a un polinomio de segundo orden.
La aproximaci6n a una recta en dicha representaci6n , muestra una tendencia
descendente, lo cual conduce a una disminuci6n de la temperatura media anual,
superior a seis décimas, al cabo de los cincuenta años estudiados.

398 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATU RA Y SUCESOS ASOCIADOS

El intento de búsqueda de la cendencia de la cempcracura medfa anual según


una ecuación de segundo grado revela Ja misma caracceríscica de descenso térmico.
Sin embargo, se aprecia, que eras un mínimo alcanzado a principios de los años se-
cenca, (concretamente hacia 1974, según la curva; 1971 según los dacos), las tem-
peraturas medias anuales se recuperan al final del período estudiado. Puede ha-
blarse, por canco, de dos períodos con tendencia claramente opuesta. En el
p rimero, 1945 - 1974 el descenso térmico producido es cercano a 1,5 ºC. Los úl-
timos veince años del período estudiado suponen un ascenso en las temperaturas
medias anuales, lo cual hace que fi nalizados los cincuenta años de estudio, la tem-
peratura media anual haya tenido un descenso aproximado de 0,6 ºC.
Estos resultados obtenidos para el O bservatorio de Matacán pueden compa-
rarse con los estudios realizados para la g lobalidad del planeta. Desde 1880 hasta
1940 el clima de la Tierra cendi6, en general, a volverse más templado. El aumento
mundial de la temperatura a lo largo de este período fue aproximadamente de 0,5
ºC. En zonas como el Ártico, este incremento fue de varios grados encre los años
1920 a 1940, haciendo que el hielo de sus mares d isminuyera en un 1O % y su es-
pesor en 113.
Después, durante los 25 ó 30 años posteriores, la tierra se enfría, alcanzándose
en 1960 su valor mínimo (una década anees que en Matacán). Esta disminución de
temperatura es la más prolongada que se ha conocido desde que existen registros,
pudiendo añadir también que encre 1945 y 1950 se observó una d isminución gra-
dual de la intensidad de la radiación solar global.

1- T.meda
- 5 per. meda m6tt (T. meda)
:i
14,5

14,0 .. .. . - -----..--r
13,5 1-

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al\o
F1G. 3. Temperatura medía anual y medias móviles de período cinco años.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 399


J. M. SÁNCHEZ • C. TOMÁS • F. DE PABLO

Las variaciones que experimenta la temperatura de un año para otro, pueden


enmascarar los cambios graduales que son los que marcan la tendencia. Para ana-
lizar escas fluctuaciones de otra forma se ha aplicado el método de las medias mó-
viles a las temperaturas medias anuales tomando como período o intervalo, cinco
años. El resultado se muestra en la figura 3. Sabiendo que la temperatura media
anual en el período considerado es 12,8 ºC, se observa una etapa inicial con tem-
peraturas medias superiores aunque con tendencia a disminuir. Esta etapa se pro-
longa hasta 1960, ya con una temperatura media por debajo de 12,8 ºC.
Tras un pequeño ascenso de la serie, se inicia, a parcir de 1962 aproximada-
mente, un descenso térmico de más de 1,5 ºC. El mínimo, (11,7 °C según medias
móviles), se alcanza en 1975, comenzando posteriormence una recuperación tér-
mica culminada hacia 1991, donde se ha llegado a la misma temperatura de 1962.
El comienzo de la década de los noventa parece indicar (acaso), otro período de des-
censo térmico.

4. TEMPERATURA MÁXIMA MEDIA

La temperatura máxima media mensual se obtiene promediando las tempera-


turas máximas diarias. La media de las temperaturas máximas registradas en el
Observatorio de Matacán durante el período 1945 - 1994 es 18,0 °C. En la tabla
V se presentan los valores medios mensuales de las temperaturas máximas medias.
TABLA V
TEMPERATURAS MAXIMAS MEDIAS MENSUALES EN LA SERIE DE LOS
CINCUENTA AÑOS

E F M A My JI Ag S O N D
T Máx. 7,7 10,2 13,6 16,2 20,2 25,6 29,8 29,0 24,9 18,5 12,4 8,3

30

25
!
aI! 20
& 15
j 10

o -+---+---t-+ -1 - - - t - + - - t - 1 -- t -- - t-
E F M A My J JI Ag S O N O
mes

FtG. 4. Temperatura máxima media mensual.

400 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIAOOS

Julio (29,8 ºC) y Agosto (29,0 °C) son los meses de mayor temperatura má-
xima media. Por el contrario los meses de Enero (7, 7 ºC) y Diciembre (8,3 ºC) mar-
can los mínimos mensuales a lo largo del año. En la figura 4 se presentan los va-
lores de la temperatura máxima media, poniéndose de manifiesto la gran diferencia
entre meses estivales y meses invernales.

En Julio de 1947 se obtiene la mayor temperatura máxima media mensual,


33,1 ºC. En 1945 se registra, en Enero, la menor máxima media mensual, 4, 1 ºC.
La tabla VI expresa la temperatura máxima media por años.

TABLA VI
TEMPERATURAS MÁXIMAS MEDIAS ANUALES EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA
AÑOS

Año TM Año TM Año TM Año TM Año TM


1945 19,9 1955 18,8 1965 18,I 1975 16,8 1985 18,3
1946 17,9 1956 16,7 1966 18,0 1976 17,1 1986 17,8
1947 19,2 1957 17,9 1967 18,0 1977 16,8 1987 18,4
1948 20,l 1958 18,0 1968 18,4 1978 17,l 1988 17,9
1949 19,3 1959 17,9 1969 16,9 1979 17,0 1989 19.6
1950 19,2 1960 17,6 1970 18,0 1980 17.3 1990 19,l
1951 17,4 1961 19,0 1971 16,8 1981 18,4 1991 18,5
1952 18,0 1962 18,5 1972 16,5 1982 l 7,9 1992 18,5
1953 19,l 1963 17,8 1973 17,6 1983 17,9 1993 17,2
1954 18,1 1964 18,6 1974 17,0 1984 17,0 1994 18,9

En 1972 se obtiene la menor temperatura máxima media, con 16,5 ºC. 1948
es el año coa mayor temperatura máxima media, con 20, 1 ºC. El promedio men-
sual por décadas es:

TABLA VII
PROMEDIO MENSUAL POR D~CADAS
(TEMPERATURA MÁXIMA MEDIA)

Década E F M A My J Jl Ag s o N D
1945 - 1954 7,0 10,3 14,5 17,9 20,l 27,3 31, 1 29,8 25,9 19,9 13,7 8 ,3
1955 - 1964 8,0 10,1 13,4 16,'.:i 21,8 25,4 29,7 29,2 25,2 18,2 11,6 8,0
1965 - 1974 8,0 9,6 12,5 16,l 20,2 25,0 29,'.:i 28,3 23,8 18,4 11,7 7, 1
1975 - 1984 7.8 lO,O 12,9 15,5 18,3 24,8 28,4 27,7 24,5 17 ,8 12,1 8,5
1985 - 1994 7,8 11,0 14,8 15,2 20,9 25,4 30,5 29,9 25,3 18, l 12,8 9,4

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 401


J. M. ShNCHEZ - C. TOMAS - F. DE PABLO

Por escaciones climáticas resulta la siguiente tabla:

TABLA VIII
PROMEDIO ESTACIONAL POR DÉCADAS

O«ada Primavera Verano Ocoi\o Invierno


1945 - 1954 17 ,) 29.4 19,8 8,5
1955 - 1964 17,2 28,J 18,3 8,7
1965 - 1974 16,3 27,6 18,0 8,2
1975 - 1984 15,6 27,0 18,l 8,8
1985 - 1994 16,9 28,6 18,8 9,4

Los veranos con cemperacuras máximas medias más elevadas se produjeron en


la década de 1945 - 1954. Los inviernos con máximas medias más bajas ocurrie-
ron en el decenio 1965 - 1974. El promedio por escaciones se resume:

TABLA IX
TEMPERATURA MÁXIMA MEDIA POR ESTACIONES EN LOS CINCUENTA AÑOS
ESTUDIADOS

Primavera Verano Ocoño Invierno


16,7 28,l 18,6 8,7

Para concluir el estudio sobre las temperaturas máximas medias, la tabla X


presenta el valor por décadas.

TABl..A X
TEMPERATURA MÁXIMA MEDIA POR DÉCADAS EN LOS CINCUENTA AÑOS
ESTUDIADOS

O«ada 1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 1975 - 1984 1985 - 1994
18,8 18,1 17,5 17,3 18,4

Se observa un descenso en las cuatro primeras décadas y una recuperación cér-


mica en la última.

402 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

5. TEMPERATURA MÍNIMA MEDIA

La temperatura mínima media mensual es el promedio de las temperaturas


mínimas diarias. En el período 1945 - 1994, se obtiene un promedio anual de 5,6
ºC, y los siguientes valores mensuales:

TABLA XI
TEMPERATURAS MÍNIMAS MEDIAS EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA AÑOS

E F M A My J JI Ag S O N D

Tmín. -0,5 0,2 1,9 3,7 7,0 10,6 12,9 12,4 10,2 6,3 2,3 0,3

14 ...--~~~~~~~~~~~~~--,

12
10
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4
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OX=.-.---1~-+--+---li---+-- --+~---+-->r

~ -'--~~~~~~~~~-~~~~~

E F M A ~ J ~ ~ S O N O
mu
F1G. 5. Temperatura mínima media mensual.

I · ~ Tmed. -O Tmin.mect ·6-Tmax."'°ª'1

E F M A - J ~ ~ S O N D

flG. 6. Temperatura media y media de máximas y mínimas.

SALAMANCA, Revista de Escudíos, 39, l997 403


J. M. SÁNCHEZ - C. TO.MÁS - F. DE PABLO

Enero es el mes con mínimas medias más bajas pues no superan en media los
cero grados. Así mismo Febrero (0,2 ºC) y Diciembre (0,3 ºC) presentan tempera-
turas mínimas medias inferiores al grado Celsius. Julio y Agosto representan el
caso contrario, al superar los doce grados, concretamente 12,9 ºC y 12,4 ºC res-
pectivamente.
Febrero registró en 1956 una mínima media de -4,8 ºC. Por el contrario el año
1949 en el mes de Julio se obtiene la mínima media más alta de los cincuenta años
estudiados, 15,0 ºC.
En la tabla XII se presentan las temperaturas mínimas medias anuales. De su
análisis se extrae que 1973 (en Enero, Febrero, Marzo, Abril, Noviembre y Di-
ciembre no se superaron los 2 ºC de Tmío> resultó el año con más bajo valor, 4,2 ºC
y que 1955 (no cuvo ningún mes con Tmín por debajo de O °C), es el de temperatura
mínima media más alta, 7 ,2 °C.

TABLA XII
TEMPERATURAS MÍNIMAS MEDIAS ANUALES EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA
AÑOS

Año Tm Ailo Tm Ailo Tm Año Tm Año Tm


1945 6,3 1955 7,2 1965 5,8 1975 4,7 1985 5,7
1946 5,3 1956 4,5 1966 6,1 1976 4,8 1986 5,7
1947 6,8 1957 5,4 1967 5,0 1977 5,6 1987 6,6
1948 6,4 1958 5,8 1968 5,7 1978 5,3 1988 5,8
1949 6,2 1959 6,6 1969 5,3 1979 5,7 1989 6,8
1950 5,8 1960 6,4 1970 5,0 1980 4,8 1990 6,5
1951 6,0 1961 6,5 1971 4,7 1981 5,2 1991 5,6
1952 5,8 1962 5,6 1972 4,8 1982 5,7 1992 5,5
1953 5,4 1963 5,6 1973 4,2 1983 5,2 1993 4,9
1954 5, 1 1964 5,6 1974 4,5 1984 5,4 1994 6,1

La temperatura mínima media mensual por décadas es la siguiente:

Tabla Xlll
PROMEDIO MENSUAL POR DÉCADAS

Década E F M A My J JI Ag s o N D
1945 - 1954 -1,2 -0,2 2,3 4,4 7,2 11,0 13,2 12,5 10,3 7,0 3,3 0,8
1955 - 1964 o.s 0,3 2,9 4,0 7,8 10,9 13,0 12,6 11,3 6,2 1,6 -0,1
1965 - 1974 -0,l 0,1 0,9 3,3 6,5 9,9 12,6 ll,8 9.2 5,8 1,9 -0,8
1975 - 1984 -0,7 0,6 1,4 3,3 6,0 10,2 11,9 11,9 9,7 5,9 1,9 0,8
1985 - 1994 -1,2 0,4 1,9 3,5 7.S 11,0 13,7 13, 1 10,7 6,7 2.8 1,0

404 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


ANÁLJSIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

Los meses de Enero de la primera y última décadas ofrecen los promedios más
bajos y, además, iguales. El valor más elevado corresponde al mes de Julio de la úl-
cima década.
Si se escudian las temperaturas mínimas medias por estaciones climáticas a tra-
vés de las cinco últimas décadas se obtiene la siguiente tabla.

Tabla XIV
PROMEDIO ESTACIONAL POR DÉCADAS, (TEMPERATURA MÍNIMA MEDIA)

Dkada Primavera Verano Oioño l nVlt'rllO

1945 - 1954 4,6 12,2 6,9 -0,2


1955 - 1964 4,9 12,2 6,4 0,2
1965 - 1974 3,6 11,4 5,6 -0,2
1975 - 1984 3,5 11,3 5,8 0,3
1985 - 1994 4,3 12,6 6,7 0, 1

A la vista de la rabia anterior se concluye que las temperaturas mínimas me-


dias más bajas se produjeron en los inviernos de Ja década 1945 - 1954 y en los de
1965 - 1974. El decenio con mínimas más elevadas en verano es el de 1985 - 1994.
La media por estaciones es:

TABLA XV
TEMPERATURA M1NJMA MEDIA POR ESTACIONES EN LOS CINCUENTA AÑOS
ESTUDIADOS

Primavera Verano Otoño Invierno


4,2 12,0 6.3 o.o
En relación con la temperatura mínima media solo falca incluir la media de
cada uno de los decenios escucliados.

TABLA XVI
TEMPERATURA MÍNIMA MEDIA POR DÉCADAS EN LOS CINCUENTA AÑOS ESTU-
DIADOS

1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 1975 - 1984 1985 - 1991
5,9 5,9 5, l 5,2 5,9

Los valores resulcances son constantes (5,9 °C), salvo desde 1965 hasca 1984,
donde se aprecia un notable descenso.

SAL\MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 405


J. M. SÁNCHEZ. C. TOMÁS· F. DE PABLO

6. TEMPERATURA MAXIMA ABSOLUTA

La temperatura más alta que se produce a lo largo del año se localiza en los me-
ses de verano. En los cincuenta años estudiados los máximos anuales se registraron
en los meses siguientes:

TABLA XVII
MESES EN LOS QUE SE REGISTRA LA TEMPERATURA MÁXIMA ANUAL,
FRECUENCIA Y %

MES Frecuencia 'K:


Jun io 3 6
Julio 32 63
Agosco 14 27
Septiembre 2 4

Tanto la frecuencia como el % están hallados respecto a 51 máximos a pesar de


sólo estudiar 50 años. Ello se debe a que la temperatura máxi ma de 1952 se ob-
tuvo en los meses de Julio y Agosto. La temperatura máxima absoluta registrada
en el Observatorio de Matacán durante el período 1945 - 1994 es 39,8 ºC, que se
alcanzó enjulio de 1947.
La máxima absoluta que se ha dado en cada una de las cinco décadas estudia-
das ha sido:

TABLA XVIII
MÁXlMA ABSOLUTA EN CADA UNA DE LAS CINCO D~CADAS ESTUDIADAS

1945 · l9H 1955. 1964 1965. 1974 1975. 1984 1985-1994

Año 1947 1958 1966/1968 1981 1993


Mes Julio Julio J ulio/J uní o Junio Julio
TM 39,8 39,5 38,0 36,6 38,2

La máxima absoluta en cada uno de los cincuenta años (1945 - 1994) se mues-
tra en la tabla XIX:

406 SAJ.AMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁUSIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPEJV.TURA Y SUCESOS ASOCJAOOS

TABLA XlX
TEMPERATURAS MÁXIMAS ABSOLUTAS ANUALES EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA AÑOS

Año (mes) T máx. Año (ml.'s) T m:!x. Año (mes) T máx Año (mes) T máx. Año (mes) T máx .
1945 (JI) 38,4 1955 (Ag) 35,6 1965 (Ag) 37,0 1975 (Ag) 35,0 1985 (JI) 36,0
1946 (JI) 39,0 1956 (JI) 35.3 1966 (JI) 38,0 1976 (Ag) 35,6 1986 (JI) 36,0
1947 (JI) 39,8 1957 (Ag) 39.0 1967 (JI) 36,5 1977 (Ag) 32,6 1987 (Ag) 38,2
1948 (JI) 38,2 1958 (JI) 39,5 1968 (J) 38,0 1978 (JI) 35,5 1988 (S) 37,2
1949 (JI) 39,6 1959 (JI) 38,6 1969 (JI) 36,5 1979 (JI) 35,0 1989 (JI) 37,2
1950 (J) 38,6 1960 (JI) 36,0 1970 (JI) 34,2 1980 (Ag) 35,l 199001) 37,2
1951 (JI) 39,6 1961 (Ag) 34,5 197 1 (S) 33,6 198 1 O> 36,6 199 1 (Ag) 37 ,3
19)2 (Jl-Ag) 35,6 1962 (Ag) 36,0 1972 (JI) 33,4 1982 (JI) 35 ,5 1992 (JI) 36,8
195 3 (Ag) 36,6 1963 (JI) 35,0 1973 (JI) 35,6 1983 (JI) 34,0 1993 (JI) 38,2
1954 (JI) 38,3 1964 (JI) 36,0 1974 (JI) 35,4 1984 (JI) 36,0 1994 (Ag) 35,6

Los 39,8 °C de 1947 marcan el máximo de la serie mientras que los 32,6 ºC de
1977 son el mínimo.

y= o.005oc2 -o,29931c • 39,93


39

l! 38
-- o - T. máldlTm a .
t 37 -Linea
l 38 - P d. (g. 2)
¡ 35

y= -0,0461x + ':IT;T':t!J
33

F1c. 7. Temperaturas máximas obsolutas anuales y tendencia, 1945 - 1994.

En la figura 7 se representan las temperaturas máximas absolutas anuales de la


serie escudiada. La aproximación a una recta en dicha representación, muestra una
tendencia descendente, lo cual conduce a una perdida de cemperatura máxima ab-
soluta anual, al cabo d e los cincuenta años estudiados, de 2,3 ºC. Este descenso tér-
mico se pone igualmente de manifiesto si se sustituye la serie por una función po-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 407


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

linómica de segundo orden. Así mismo se adivina una recuperación en las tem-
peraturas máximas absolutas anuales que se produce a parcir de mediados de los
años setenta.
La curva de la tendencia de las cemperacuras máximas absolutas anuales pre-
senta un mínimo hacia el año 1975. Al igual que ocurre con las cemperacuras me-
dias anuales, existen dos períodos de tendencias opuestas. En el primero, 1945 -
1975, la serie es descendente, con una pérdida de cuatro grados y medio. En el se-
gundo período, 1976 - 1994, se produce una recuperación térmica, (de casi dos
grados). que lleva a una pérdida final, al cabo de los cincuenta años, de casi dos
grados y medio.

Los valores absolutos máximos de temperatura alcanzados por cada mes son los
mostrados en la tabla XX. Todos los meses tienen valores superiores a los 15 °C.
Hay que destacar el carácter térmico excepcional del año 1947 pues en él cuatro
meses presentan el máximo de temperatura en la serie de cincuenca años.
En la figura 8 se presentan las temperaturas máximas absolutas mensuales.

TABLA XX
TEMPERATURAS MÁXIMAS ABSOLUTAS MENSUALES EN LA SERlE DE LOS
CINCUENTA AÑOS

E F M A My J JI Ag s o N o
TM 17,4 25.0 25,8 31,0 34,5 38,6 39.8 39.0 37,2 30,5 24,8 18,6
Año 1969 1960 1990 1947 1947 1950 1947 1957 1988 1946 1947 1994

<45

40 ···---
35 ..•
:!!
:s
1í 30
l 25
j
20

15

10
E F M A My J JI Ag s o N o
,,..
F1c. 8. Temperaturas máximas absolutas mensuales.

408 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


ANÁLJSIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

Como dato curioso puede compararse la temperatura máxima absoluta regis-


trada en Matacán (39,8 ºC) con la máxima en todo el p laneta, (datos hasta 198 1),
que fue 57 "C, alcanzados en 1922 en Azizia (Libia).

7. TEMPERATURA MÍNIMA ABSOLUTA

La temperatura más baja que se produce a lo largo del año se localiza en


los meses otoñales e invernales, concrecamente en los meses de Enero, Febrero,
Mano, Noviembre y Diciembre. En la cabla XXI se presentan los meses con mí-
nimos anuales así como su frecuencia y tanto por ciento.
La frecuencia y el % están hallados respecto a S 1 mínimos a pesar de sólo es-
tudiar SO años. Ello se debe a que la temperatura mínima de 1965 se obtuvo en
los meses de Enero y Febrero.
La temperatura mínima absoluta registrada en el Observatorio de Matacán du-
rante el período 194 5 - 1994 es - 20,0 °C, que se alcanzó en Febrero de 1963.
La mínima absoluta que se ha dado en cada una de las cinco décadas estudia-
das se expone en la tabla XXII .

TABV. XXJ
MESES EN LOS QUE SE REG ISTRA LA TEMPERATU RA M.ÍNIMA ANUAL,
FRECUENCIA Y %

Mes Frecuencia %

Enero 22 43
Febrero 10 20
Mano 4 8
Noviemb~ 2 4
Diciembre 13 25

TABV. XXII
MÍNIMA ABSOLUTA EN CADA UNA DE LAS CINCO DÉCADAS
ESTUDIADAS

Década 1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 1975 - 1984 198 5 - 1994
Año 1948 1963 1972 1983 1985
Mes Febrero Febrero Enero febrero Enero
Tm -16,2 -20,0 -13,0 -12,6 -10,6

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 409


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

La mínima absoluta en cada uno de los cincuenta años (1945 - 1994) se mues·
era en la tabla XXIII:

TABLA XXIII
TEMPERATURAS MÍNIMAS ABSOLUTAS ANUALES EN LA SERIE DE LOS
CINCUENTA AISJOS

Ai'io (mes) Tmix. Año (mes) Tmáx. Año (mes) Tmáx Año (mes) T máx. Año (mes) T mix.
1945 (E) - 10,9 1955 (M) -6,2 1965 (E-F) -8,0 1975 (D) -8,0 1985 (E) -10,6
1946 (E) -15,6 1956 (0) -10,6 1966 (0 ) -6,2 1976 (E) -7,2 1986 (F) -5,7
1947 (E) -10,0 1957 (E) -1 1,5 1967 {E) -9.6 1977 (M) -6,0 1987 (E) -7 .5
1948 (F) -16,2 1958 <E> -7,2 1968 (E) -7,4 1978 (F) -8,0 1988 (N) -8,0
1949 (D) -8,6 1959 (E) -5,5 1969 (D) -8.4 1979 (0 ) -6,2 1989 (E) -6,6
1950 (0 ) -10,0 1960 (E) -7,5 1970 (0) -9,0 1980 (0) -9.0 1990 (D) -7,2
1951 (E) -4,0 1961 (0) -6,5 197 1 (E) - 11, 1 1981 (E) -8,4 1991 (N) -7,1
1952 (E) -13,0 1962 (D) -10,2 1972 {E) - 13,0 1982 (M) -3.4 1992 (D) -9,5
L953(E) -7,9 1963 (F) -20,0 1973 (D) -7,2 1983 (F) -1 2,6 1993 (F) -9,4
1954 (F) - 10,2 1964 (F) -8,0 1974 (F) -5,5 1984 (M) -6,5 1994 (E) -7,6

Como ya se ha indicado, el valor mínimo de esta serie se alcanza en Febrero de


1963 con -20,0 ºC. Por el contrario el valor más alto se obtiene en Marzo de 1982
con -3,4 ºC de temperatura mínima absoluta anual.
En la figura 9 se representan las temperaturas mínimas anuales del período
1945 - 1994. La tendencia de dicha serie puede estudiarse aproximándola a una
función lineal. Ésta informa de un sentido ascendente en la serie, que puede valo-
-1...----- -- - - - -- - - - - - - - - ,
-3
-6

-7LJIDJ~~~n
1:
-17
y= O,OBac- 10,524
-111

111\o

F1c. 9. Temperaturas mínimas absolutas anuales y tendencia.

41 O SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


ANÁUSISO.JMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

rarse, a1 cabo de los cincuenta años estudiados, en un aumenco de la temperatura


mínima absoluta de 3,4 ºC. El ajuste de la serie a través de una función polinómica
de segundo o tercer orden no aporca gran información respecro a la recta citada.
Los valores absoluros mínimos de temperatura alcanzados por cada mes son los
mostrados en la tabla XXIV. Destaca el año 1974, en el cual, los meses de Agosto,
Septiembre y Octubre marcan las temperaturas mínimas absolutas en los cin-
cuenta años estudiados, (1945 - 1994).
Únicamente en cuatro meses del año, Junio, Julio, Agosco y Septiembre no se
han regiscrado temperaturas iguales o inferiores a cero grados.

TABLA XXlV
TEMPERATURAS MÍNIMAS ABSOLUTAS MENSUALES EN LA SERIE DE LOS
CINCUENTA AÑOS

E F M A My J JI Ag S O N D
Tm -15,6 -20,0 -8,5 -5,5 -2,2 2,0 5,0 4,5 0,4 -4,7 -8,5 - 10,6
Año 1946 1963 1993 1975 1991 1962 1954 1974 1974 1974 1971 1956

La temperatura mínima registrada en la Tierra, (datos hasta 198 L), ha sido de


-87 ,4 ºC, registrados en la Estación Antártica Soviética de Voscok.

En la figura 10 se presentan las temperaturas mínimas absolutas mensuales.

-2 •.
i
i -7
E
• -12

-17

E F M A My J JI Ag S O N D
m..

FtG. 10. Temperaturas mínimas absolutas mensuales.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 411


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

8. OSCILACIONES EXTREMAS: RANGO DE TEMPERATURAS.

La oscilación es la diferencia existente entre las temperaturas máximas y mí-


nimas absolutas. En el Observatorio de Matacán la oscilación extrema que se ha
dado ha sido 59,8 °C, diferencia entre el valor máximo alcanzado de 39,8 ºC enju-
lio de 1947 y el mínimo, -20,0 º C en Febrero de 1963.
En la tabla XXV figura el rango de temperaturas para cada uno de los cin-
cuenta años estudiados.

TABLA XXV
RANGO DE TEMPERATURAS EN LA SERIE DE LOS CINCUENTA AÑOS

Año Rango Año Rango Año Rango Año Rango Año Rango

1945 49,3 1955 41 ,8 1965 45,0 1975 43,0 1985 46,6


1946 54,6 1956 4 5,9 1966 44,2 1976 42,8 1986 41,7
1947 49,8 1957 50,5 1967 46,1 1977 38,6 1987 45,7
1948 54,4 1958 46,7 1968 45,4 1978 43,5 1988 45,2
1949 48,2 1959 44,l 1969 44,9 1979 41,2 1989 43,8
1950 48,6 1960 43,5 1970 43,2 1980 44,l 1990 44,4
1951 43,6 1961 41,0 1971 44,7 1981 45,0 1991 44,4
1952 48,6 1962 46,2 1972 46,4 1982 38,9 1992 46,3
1953 44,5 1963 55,0 1973 42,8 1983 46,6 1993 47,6
1954 48,5 1964 44,0 1974 40,9 1984 42,5 1994 43,2

80 . . - - - -

y= -0, 1141x +48,259

Ftc . 11. Rango de temperaturas y tende ncia, 1945 - 1994.

412 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁUSIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

El año con mayor rango es 1963 con 55,0 °C (ello es debido a la baja tem-
peratura mínima de ese año, -20,0 ºC). El caso contrario es 1977 con un rango de
38,6 ºC. El promedio de oscilaciones extremas anuales es 45,4 ºC.
En la figura 11 se representa el rango anual de temperaturas. El ajuste a una
recta de dicha serie muestra una tendencia claramente descendente. Este descenso
térmico se cuantifica en 5,7 ºCal término del período 1945 - 1994.
Estudiando la figura 11 y su tendencia, se concluye que los años son cada vez
más suaves, menos extremos. En la figura 12 se muestra, en un gráfico de colum-
nas, las desviaciones del rango respecco al rango medio al final de los cincuenta
años (44,5 °C). Destaca significativamente el año 1963 por ser el más extremo de
la serie. En las figuras 13 y 14 se han realizado g ráficos similares. Las desviaciones
son de la serie obtenida con el procedimiento de medias móviles de período 3 y 5
respectivamente. De esta forma se evitan peculiaridades de años concretos y puede
estudiarse más estrictamente la tendencia. La figura 14 muestra tres períodos di-
ferentes. En el primero, aproximadamente hasta 1973, la desviación es positiva,
años extremos. Desde 1973 hasta 1987 aproximadamente, aparece otra erapa de
años suaves. Se concluye la serie, hasta 1994, con otro período de años con rango
superior a la media, aunque sin llegar a las desviaciones de la primera etapa. En las
figuras 15, 16, 17, 18, 19 y 20, se analizan desviaciones en períodos de 30 años,
por ser éste el número de años aconsejado por la O. M. M.

12

10

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2

o
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·•
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~ ~ 8 ~ ~ ~ ..."'~
. ...
- ~ i 1 i ! ! ~ -¡¡¡
Frc. 12.
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Desviación anual del rango de temperaturas, 1945 - 1994.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39 , l997 413


J. M. SÁNCH EZ - C. TOMÁS - P. DE PABLO

12

10

11
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2

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·11
¡ ¡ ¡¡ ~ i ~ i 1 f!
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F1G . 13. Desviación anual del r.tngo de temperatura sobre medias móviles, período 3.

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2

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·•
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~ 1 !
- ----------~

Flc. 14. Desviació n anual del rango de temperatura sobre medias móviles, período 5.

La figura 15 represenca Ja desviación del rango de temperaturas respecto al


rango medio del período 1945 - 197 4. Éste, 46,4 "C, es algo superior al de los cin-
cuenca años. Dicha figura puede compararse con la número 16, donde se analiza el
mismo período temporal pero las desviaciones son respecto a medias móviles de
período 3. No se ha utilizado período 5 al considerar que treinca años son pocos
para dicho período. Se observa que los años cencrales de la serie tienen desviacio-
nes variantes mientras que los iniciales son positivos y los finales negativos.

414 SALAMANCA , Revista de Estud ios, 39. 1997


ANÁUSIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

La figura 17 refleja desviaciones del período 195 5 - 1984. A pesar de contar


con el año (1963), el de mayor rango en el coral de los cincuenta años, el rango me-
dio de la treintena es inferior al del medio siglo, aunque sólo en dos décimas. En
la figura 18, con desviaciones sobre medias móviles, se aprecian desviaciones posi-
tivas hasta el año 1973 y negativas hasta 1984.
La figura 19 analiza el período 1965 - 1994, cuyo rango medio, 44,0 ºC, es in-
ferior al de la serie completa. Se aprecia en dicha figura, y más en la 20 (desvia-
ciones sobre medias móviles) que el rango de temperaturas es más constante y ho-
mogéneo, sin grandes desviaciones ni positivas ni negativas respecto a la media.
En la figura 21 se muestran las oscilaciones máximas y medias mensuales:

12 ---·--- - 12
'O o
a
1
• e

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• i • 2

1 ~
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.. ...______________.....
-4

i i ; i i ~! i i i i ! ' §g

L ! i ! ~ i 1i~'1, i 1 § g
F1c. 15. Desviació n del rango de T, F1c. 16. Desviación sobre medias
1945 - 1974. móviles (3).

------------
o
- -- -- -- -- - -

e
u
• 2

o '1
-4
lP ..
·-----
1 ! 1 ! @' ! ' ; § ~; ªi 1 • '--------~-~~
' ¡ 1i i 1i 1; ; ; § ªi 1
• •
F1G. 17. Desviación del rango de T, f1G. 18. Desviación sobre medías
1955 - 1984. móviles (3).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 4 15


]. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

1)
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i 1! 1i ~

F1G . 19. Desviación del rango de T, F1G . 20. Desviación sobre medias
1965 - 1994. móvi.les (3).

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o
t!
l -<>-R. medo
E 25
B -A- R. mí!Dcimo

20 ·············· ····················· .............................................. ...............

E F M A - J ~ ~ S O N O
mes
FrG. 21 . Rango mensual de temperaturas, medio y máximo.

La gráfica correspondiente a la oscilación media es una curva suavizada, con


máximo, Qunio, 27,9 ºC), en los meses cálidos y mínimo, (Diciembre, 19,6 ºC),
en los invernales.
Las oscilaciones extremas presentan una d istribución menos uniforme con tres
máximos d iferenciados: Febrero, 34,4 ºC, Mayo, 35,1 ºC y Septiembre, 34,5 ºC.
Por meses, la oscilación extrema media es la siguiente:

416 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 199i


ANÁLISIS O.JMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

TABLA XXVI
OSCILACIÓN EXTREMA MEDIA MENSUAL

E F M My J JI Ag S O N D
R 20,4 21,9 24,2 25,2 26,9 27,9 27,8 27,5 27,3 25,l 22,6 19,6

El rango máximo en la serie de los cincuenta años para cada mes se presenta
en la tabla XXVII, así como el año en que se produjo.

TABLA XXVII
OSCILACIÓN EXTREMA MENSUAL Y AÑO DE SU REGISTRO

E F M A My J JI Ag S O N D
RM 28,4 34,4 30,8 32,2 35,l 33,6 33,3 33,0 34,5 3 1,0 28,5 27 ,3
Año 1946 1948 1955 1970 1953 1968 1954 1946 1945 1956 1988 1985

D e los doce máximos, uno correspondiente a cada mes, de la t abla XXVII, seis
pertenecen a la primera década, que es, por canto la más extrema. La oscilación ex-
trema mensual máxima registrada en cada una de las cinco décadas estudiadas ha
sido la siguiente:

TABLA XXVIII
OSCILACIÓN EXTREMA MENSUAL POR DÉCADAS

Década E F M A My J JI Ag s o N D
1945 - 1954 28,4 34,4 29,7 30,0 35,l 31,9 33,3 33,0 34,5 30,0 27,8 22,5
1955 - 1964 25,0 3 1,8 30,8 30,2 29,2 31,6 32,2 32,2 3 1,9 31,0 23,9 24,6
1965 - 1974 25,6 24,8 29,6 32,2 32,0 33,6 30,0 30,5 32,7 28,8 28,l 21,2
1975 - 1984 23,3 28,1 29,4 30,9 30,8 32,2 30,3 29,4 31,4 29,6 27,8 23,5
1985 - 1994 22,3 25,4 30,l 31,8 32,7 31,4 32,6 32,9 34,2 27.8 28,5 27,3

La oscilación extrema de cada década ha sido:

TABLA XXIX
OSCILACIÓN EXTREMA EN CADA DÉCADA

Década 1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 1975 - 1984 1985 - 1994
Rango 56,0 59,5 51,0 49,2 48,8

Para concluir, y como noca curiosa, puede compararse el mayor rango en el pe-
ríodo 1945 - 1994 del O bservatorio de Matacán , (59,8 ºC) con la mayor oscilación

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 417


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMAS - F. DE PABLO

registrada en el planeta (datos hasta 1981) que es de 101,3 ºC. Dicho rango per-
tenece a la ci udad siberiana de Verkhoyansk, en donde las temperaturas máximas
llegan a alcanzar 31,5 ºC, mientras que las mínimas descienden hasta -69,8 ºC.

9. TEMPERATURAS A LAS 7 - 13 y 18 HORAS

Medir las temperaturas en estas tres horas es importante pues ofrece una re-
ferencia del amanecer, punto medio y crepúsculo de cada día. La cemperacura me-
dia anual, correspondiente a cada una de escas horas es: a 7 horas: 7 ,O ºC, a 13 ho-
ras: 16,2 ºC, a 18 horas: 15,0 ºC.
La temperatura media anual a partir de las observaciones a las 7, 13 y 18 ho-
ras es 12,7 ºC, algo inferior a la media obtenida al hacer la media aritmética de má-
ximas y mínimas, cuyo valor es 12,8 ºC.
La temperatura media de cada mes, a las 7, 13 y 18 horas es la siguiente:

TABLA XXX
TEMPERATURA MEDIA MENSUAL A LAS 7, 13 Y 18 HORAS

E F M A My JI
) Ag s o N D
a 7 h. 0,9 1,4 2,8 4,9 8,9 13,0 15,0 13,7 ll,l 7,3 3,5 l,8
a 13 h. 6,l 8,4 l l,8 14,3 18,2 23,2 27,6 26,8 23,l 16,8 10,9 6,8
a 18 h. 4,8 7,4 11,013,6 l 7,5 22,7 27,4 26,5 21 ,6 14,5 8,5 5,l

La figura 22 presenta los valores térmicos medios en cada mes del año a las 7,
13 y 18 horas.
30 - -- - - - -·- -·------- - -
25

10 ·-·

F1G. 22.
M A ~ J

-~ ~ S O N

Temperatura media mensual a 7, 13 y 18 horas.


D

418 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39. 1997


ANÁLISIS CLJMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIAOOS

La temperatura media anual a las 7, 13 y 18, queda reflejada en la tabla XXXI.

TABLA XXXl
TEMPERATURA MEDIA ANUAL A LAS 7, 13 Y 18 HOR AS

Año a 7 h. a 13 h. a 18 h. Año a 7 h. a 13 h. a 18 h.
1945 7,9 17,7 16,8 1970 6,2 16,2 14,9
1946 6,8 15,3 14,3 1971 5,8 15, l 13,3
1947 8,1 17,2 15,5 1972 6,4 15,1 13,5
1948 8,0 18,1 15,9 1973 5,4 16,3 14,0
1949 8,0 17,5 15,9 1974 5,9 15,6 14,1
1950 7,7 17,5 15,7 1975 6,0 15,5 13,9
195 1 7,6 15,6 14,2 1976 6,2 15,6 14,2
1952 7,5 16,2 14,2 1977 6,9 15,5 14,2
1953 6,9 17,2 15,6 1978 6,5 15,7 14,5
1954 6 ,7 16,3 14,8 1979 7,0 15,5 14,4
1955 8,5 17,4 15,9 1980 6,1 15,6 14,5
1956 6,0 15,2 13,4 1981 6,6 16,5 15,6
1957 7,0 16,5 14,7 1982 7,1 16,0 15,5
1958 7,5 16,6 14,9 1983 6.4 16,1 15,1
1959 8,3 16,2 14,9 1984 6,6 14,9 14,7
1960 8,0 16,l 14,9 1985 7 ,1 16,2 15,8
1961 8, 1 17,3 16,0 1986 6,9 15,6 15,5
1962 7,0 16,6 15,3 1987 7,9 16,l 15,8
1963 7,1 16,0 14,8 1988 6,9 15,8 15,2
1964 7,2 16,6 15,4 1989 8,0 16,9 16,8
1965 7,3 16,4 15,4 1990 7,7 16,4 16,3
1966 7,4 16,l 15,3 1991 6,9 16,l 15,7
1967 6,5 16,2 15, l 1992 6,8 15,9 15,9
1968 7,0 16,8 15,3 1993 6,5 14,6 14,5
1969 6,6 15,2 13,9 1994 7,4 16,5 16.3

10. ESTACIONES TÉRMICAS

Teniendo en cuenta los promedios de las temperaturas medias diarias podemos


señalar el comienzo de las estaciones del año. Se toma el criterio de llamar verano
a la época del año en que el promedio de la temperatura diaria, considerada ésta
como la media entre las temperaturas máxima y mínima del día, es igual o supe-
rior a 17 ,O ºC: llamamos estación de invierno a la constituida por el período de
tiempo en que dicho promedio es inferior a 10 °C. Las estaciones de otoño y pri-
mavera están comprendidas entre ambas estaciones extremas. La primavera y el

SALAMANCA, Revista de Est udios, 39, 1997 419


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - I'. DE PABLO

ID Otono
9% lil Invierno
4E)OA,

11 Veraio
29%
D Primavera
16%
f1G . 23. Oul"'.tción de cada estación climatológica.

otoño climático cienen una escasa duración, ya que entre ambas estaciones sola-
mente ocupan eres meses al año. Por el contrario, canco el verano, y sobre codo el
invierno, son largos.

En la tabla XXXII se muestra el intervalo de temperatura media correspon-


diente a cada estación así como el período abarcado y duración en días, (datos re-
feridos exclusivamente al período 194 5 - 197 4).

TABLA XXXJI
ESTIMACIÓN DE LA D URACIÓN Y LOCALIZACIÓN DE LAS ESTACIONES

Esraci6n climarol6gica Intervalo de ("C) Período de cada escnción Duración (días)


Invierno < 10 28 -X a 11 - IV 167
Primavera 10 a 17 12 - IV a l O - VI 60
Verano > 17 l l - VI a 23 - IX 105
O coño 17 a 10 24 - IX a 27 - X 34

11 . HELADAS, DÍAS CON TEMPERATURA MÍNIMA $ O"C

Un día de helada es aquel en el que la temperatura mínima es igual o inferior


a O ºC. Este valor de cemperacura puede alcanzarse por diversos factores, lo cual im-
plica que las heladas se clasifiquen en eres cipos en función de la causa que las pro-
duzca.
El primer cipo escá constituido por las heladas de irradiación, son locales y ca-
racterísticas de cielos despejados, viento en calma, aire frío y seco e inversión de
temperatura junco al suelo. Cuando el cielo esca despejado el aire se calienta du-
rante el día por la acción de la radiación solar (onda corca) y se enfría durante la
noche (onda larga). Al enfriarse el suelo, se produce una inversión de cemperacura,

420 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

estabilizando el aire y pudiendo existir grandes diferencias de temperatura entre


capas próximas superpuestas. Son heladas con mínimas temperaturas de madru-
gada.
El segundo tipo está constituido por las heladas de evaporación. El agua de-
positada sobre las plantas o el suelo se evapora rápidamente produciendo una ba-
jada brusca en la temperatura. Escas heladas se producen después de noches des-
pejadas y encalmadas, cuando a la salida del sol se evaporan los rocíos y escarchas.
Otra situación es cuando sopla viento después de chubascos de agua.
El tercer tipo de heladas son las de advecci6n. Vienen asociadas a olas de frío.

En los cincuenta años estudiados, período 1945 - 1994 se han registrado 3633
días de helada, promediando 7 3 días al año.

TABLA XXXIII
NÚMERO DE DÍAS DE HELADA POR MES Y PROMEDIO MENSUAL, 1945 - 1994

E F M A My J JI Ag S o N D Año
Toral 886 689 488 215 27 o o o o 76 486 766 3633
Media 17,7 13,8 9,8 4,3 0,5 o.o o.o 0,0 º·º 1,5 9,7 15,3 72,7

Enero es el mes con mayor número de días de helada, promediando aproxima-


damente 18. A continuación, el segundo mes es Diciembre, con 15 y el tercero,
Febrero, con catorce. Destaca que los promedios de Noviembre y Marzo son muy
similares. De estos cinco meses destacados, solo Enero ha tenido días con tem-
peratura menor o igual que cero todos los años en el período estudiado. Febrero ca-
reció de ellos en 1966, Marzo en 1948, Noviembre en 1950 y Diciembre en 1989.

La tabla XXXIV presenta el número de días con helada en los cincuenta años
analizados. El año con m ayor número de días de helada fue 1973 con 112, produ-
ciendose éstos en los meses de Enero, Febrero, Marzo, Abril, Octubre, Noviembre
y Diciembre. Tres años 1956, 1964 y el citado 1973 sobrepasaron las cien heladas
anuales.
En 1948 únicamente se produjeron 34 días de helada, menos de la mitad del
promedio anual. En dicho año se produjeron 9 heladas en Enero, 7 en Febrero, una
en Mayo, (nota curiosa que en el año con menor número de heladas se produzca
una en el mes en el que sólo ba habido días de helada en 17 de los cincuenta años
estudiados), 9 en Noviembre y 8 en Diciembre.
La tabla XXXV presenta el número total de días de helada por décadas. Tras
dos primeras décadas muy similares, en la tercera se experimenta un aumento sig-
nificativo, que posteriormente va disminuyendo en las dos décadas posteriores,
aunque continuado, el número de días de helada, por encima del ocurrido en los
dos primeros decenios.

SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997 421


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

TABLA XXXIV
NúMERO DE DÍAS DE HELADA ANUALES, 1945 - 1994

Año N" de días Allo N º de días Ai'lo N" de días Año N" de días Año N" de días

1945 56 1955 51 l96S 64 197S 98 1985 72


1946 62 1956 103 1966 6S 1976 93 1986 77
1947 SS 1957 79 1967 76 1977 42 1987 61
1948 34 19S8 74 1968 61 1978 56 1988 75
1949 81 1959 48 1969 80 1979 65 1989 52
1950 75 1960 4S 1970 90 1980 88 1990 68
1951 53 1961 so 1971 98 1981 93 1991 82
1952 76 1962 83 1972 61 1982 73 1992 85
1953 98 1963 46 1973 112 1983 91 1993 90
1954 85 1964 101 1974 88 1984 64 1994 58

100

J eo
.,,
i

20

! i ~ ! ~ ~ i ~ i i ! i 1~ ~
lfto

F 1G. 24. Número de días de helada en el período 1945 - 1994.

T ABLA XXXV
NÚMERO DE DíAS DE HELADA POR DÉCADAS, 1945 - 1994

Década 1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 19n - 19s4 1985 - 1994
Nv de días de helada 67S 680 795 763 720

422 SALAMANCA, Revisra de Esrudios, 39, 1997


/\NÁLISIS UIMÁTICOS DE U. TEMPER/\TURA Y SUCESOS ASOCIADOS

12. DÍAS GLACIARES, DfAS CON TEMPERATURA MAXlMA ~O ºC.

Un día g laciar es aquel en el q ue la temperatura máxima es igual o inferior a


OºC. En los cincuenta años escudiados, período 1945 - 1994, han existido 74 días
glaciares, con lo cual, cada dos años, hay eres días en los que la cemperacura no as-
ciende de los OºC.

TABLA XXXVI
NÚMERO DE DÍAS GLACIARES POR MES Y PROMEDIO MENSUAL, 1945 · 1994

E F M A My J JI Ag s o N o Año
Total 27 14 l o o o o o o o l 31 74
Media 0,5 0,3 o.o o.o o.o o.o 0,0 0,0 o.o 0,0 o.o 0,6 1.5

Los días g laciares sólo se han producido en los meses de Enero, Febrero, Ma.rzo,
N oviembre y Diciembre. Éste último mes es el que mayor promedio presenta, 0,6
días, seguido por Enero con 0,5.
Al igual que sucedía con los días de helada, Marzo y Noviembre resultan ser
dos meses muy similares respecto a número de d ías glaciares.
La tabla XXXVII presenta el número de días g laciares en los cincuenta años
analizados.

TABLA XXXVII
NÚMERO DE DfAS GLACIARES ANUALES, 1945 · 1994

Año N" de días Año N"~ días Año N" de días Afio N" dt días Año N" de días
1945 5 1955 o 1965 1 1975 6 1985 l
1946 3 1956 5 1966 o 1976 1 1986 o
1947 3 1957 5 1967 2 1977 o 1987 l
1948 l 1958 o 1968 o 1978 l 1988 2
1949 l 1959 o 1969 1 1979 o 1989 o
1950 l 1960 o 1970 l 1980 1 1990 l
1951 o 1961 L 1971 l 1981 o 1991 o
1952 l 1962 3 1972 3 1982 1 1992 3
1953 l 1963 5 1973 1 1983 2 1993 1
1954 5 1964 o 1974 3 1984 o 1994 o
El año con mayor número de días glaciares fue 1975 con 6 (codos ellos en Di-
ciembre). Tres años 1958, 1959 y 1960 constituyen el período temporal más largo
sin d ías glaciares. Coincide este trienio con preceder el bienio de mayor número de
días glaciares en años consecutivos: l O en 1956 - L95 7.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 423


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

La tabla XXXVIII presenta el número total de días glaciares por décadas. Su


estudio muestra una tendencia claramente descendente, no acorde con la mostrada
por el número de días de helada, a pesar de que éstos están incluidos en aquellos.

6 ... . ..... ·- ......................................................--·········

5 ........................- -

J,. ..

~ 3

-"o
F1c. 25. Número de días glaciares en el período 1945 - 1994.

TABLA XXXVIII
NÚ MERO DE DfAS GLACIARES POR D~CADAS, 1945 - 1994

Década 1945 - 1954 1955 - 1964 1965 - 1974 1975 - 1984 1985 - 1994
Nº de días glaciares 21 19 13 12 9

13. DÍAS DE BOCHORNO, DÍAS CON TEMPERATURA MÍNIMA~ 20 °C

Un d ía de bochorno es aquel en el que la temperatura mínima es mayor o igual


a 20 °C. En el Observatorio de Matacán este tipo de días son muy poco frecuentes.
En los cincuenta años estudiados, período 1945 - 1994 se han reg istrado 8 días de
bochorno, por lo tanto, el promedio, 0,2, indica lo escaso de esca situación.
Únicamente en los meses de Julio y Agosto han existido d ías con temperatura
mínima mayor o igual que 20 ºC. Julio ha tenido en el período 194 5 - 1994, eres
días de bochorno, en los años 1951, 1961 y 1992. Agosto, en d icho período, re-
gistra cinco días, en los años 1946, 1947, 195 7, 1987 y 1993.
La tabla XXXIX presenta el número total de días de bochorno, por mes, ocu-
rridos durante los cincuenta años, así como su promedio.

424 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


ANÁLISIS CLI MÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCJAOOS

TABLA XXXIX
NÚMERO DE DÍAS DE BOCHORNO POR MES Y PROMEDIO MENSUAL, 1945 - 1994

E F M A My J JI Ag S O N D Afio

Total O o o o o 3 5 o o o o o 8
Media 0,0 o.o o.o o.o o.o 0, 1 0,1 º·º 0,0 o.o o.o o.o 0,2

La tabla XL presenta el número cocal de días de bochorno por décadas. Mien-


tras que el número de días es aproximadamente el mismo en la primera, segunda
y quima década, aparece un período, 1965 - 1985, en el que no se han producido
días con temperatura mínima menor o igual a 20 ºC. Desde 1961 hasta 1987 hay
un período de 25 años (mitad del total de años estudiados), en los que no se pro-
duce ningún día de bochorno.

TABLA XL
NÚMERO DE OÍAS DE BOCHORNO POR D~CADAS, 1945 - 1994

Década 1945 - 1954 19~5. 1964 1965. 1974 1975. 1984 198) . 1994
N" de días de bochorno 3 2 o o 3

14. DÍAS DE VERANO, DÍAS CON TEMPERATURA MÁXIMA~ 25 ºC

Los días en los que la temperatura máxima supera los 25 °C se llaman días de
verano. Son frecuentes en los meses estivales, aunque en Matacán, en el período de
cincuenra años estudiado, se han registrado en codos los meses salvo en Enero, No-
viembre y Diciembre. En el período 1945 - 1994 ha habido 4784 días de verano,
resulcando 96 días al año en promedio.

TABLA XLI
NÚMERO DE OÍAS DE VERANO POR MES Y PROMEDIO MENSUAL, 1945 - 1994

E F M A My J JI Ag S O N o Allo

Total o 2 51 308 851 1387 1305 770 109 o o 4784


o.o o.o o.o
Media
º·º 1,0 6,2 17,0 27,7 26, l 15,4 2,2
º·º 95,7

Julio es el mes con mayor número de días de verano, (1387), pues sólo eres
días, (en promedio), de dicho mes pueden no considerarse como de verano. Desta-
can los meses de Febrero y Marzo. El primero en el año 1960 y el segundo en 1965
y 1990 tuvieron días de verano.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 425


J. M. S.ÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

La tabla XLII presenta el número de días de verano en los cincuenta años ana-
lizados.

T.-.av. XLII
NÚMERO DE DÍAS DE VERANO ANUALES, 1945 - 1994

Año N º de días Ailo N" de días Año N" de días Afio Nº de días Año N" de días
1945 117 1955 115 1965 105 1975 76 1985 111
1946 98 1956 77 1966 100 1976 82 1986 102
1947 112 1957 91 1967 84 1977 65 1987 98
1948 108 1958 93 1968 105 1978 83 1988 81
1949 108 1959 81 1969 71 1979 92 1989 111
1950 115 1960 92 1970 102 1980 89 1990 114
1951 91 1961 106 1971 73 1981 92 1991 107
1952 88 1962 119 1972 74 1982 88 1992 94
1953 110 1963 91 1973 94 1983 99 1993 85
1954 103 1964 118 1974 89 1984 87 1994 98

120

100

¡ 80

'
~ 60

<40 .. ..

afio

F1c. 26. Número de días de verano en el período 1945 - 1994.

El año con mayor número de días de verano fue 1962 con 119, (33 % del año),
seguido de 1977.
En 1977 únicamente se produjeron 65 d ías de verano. Esce año está incluido
en un grupo, desde 1971 hasta 1982, en los cuales el número de días de verano
está por debajo de la media hallada para los cincuenta años y constituyen el mayor
grupo de años seguidos en los que esto ocurre.

426 SALAMhNCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

La cabla XLIII presenta el número total de días de verano por décadas. La pri-
mera década marca el número máximo de días de helada, número que desciende
significativamenre para volver a recuperarse en la década 1985 - 1994.

TABLA XLIII
NÚMERO DE DÍAS DE VERANO POR D~CADAS, 1945 - 1994

1945-1954 1955 - 1964 1965-1974 1975 - 1984 1985 - 1994


N" de días de verano 1oso 983 897 85 j 1001

15. CONCLUSIONES

Los resultados de este trabajo permiten delimitar la sucesión de dos períodos


térmicos bien diferenciados en Matacán.
El primero, con tendencia negativa, hasta com ienzos de los años setenta, ca-
racterizado por: un descenso de la temperatura media anual de 1,5 ºC, el valor mí-
nimo ( 16,5 ºC) en 1972 de la temperatura máxima media, el valor mínimo (4,2
ºC) en 1973 de la temperatura mínima media, la cemperarura máxima absoluta
(39,8 °C) en Julio de 1947, la temperatura m ínima absoluta (-20,0 ºC) en febrero
de 1963, el mayor número de días de helada de la serie (1 12) en 1973 y el carác-
ter térmico excepcional del año 194 7.
El segundo con tendencia positiva hasta el final del período, caracterizado por:
un aumento de la temperatura media anual de 0,6 ºC, un aumento próximo a los
2 ºC en la tendencia de la cemperacura máxima absoluta anual, el valor más aleo (-
3,2 ºC) en Marzo de 1982 de la temperatura mínima absoluta y un claro aumento
del número de días de helada con respecto al primer período.

16. BIBLIOGRAFÍA

JANSÁ GUARDIOLA, J. M"., "Curso de Climatología". lnsticuco N acional d e


Meteorología, Madrid, 3, (1969).
MÉGRÉOITCHIAN, G . D. , "Le traicement scacistique des données mulcidimen-
sionelles: Aplicacion a la météorologie". École Nationale de la Météorologie,
come 1, ( 1992).
SNEYERS, R., "Sur l'analyse staciscique des séries d'observations". Organizacion
Météorologique Mondiale, ( 197 5).
WHEELWRIGHT, S. C., McGEE, V. E. and MAKRIDAKIS, S., "Forecascing:
Methods and Appl icacions". J ohn Wiley & Sons, (1983).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 427


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

WILKS, d. S., "Statistical methods in the atmospheric sciences". Academic Press,


(1995).

16. AGRADECIMIEN TOS

Deseamos expresar nuestro agradecimiento al personal del Observacorio


Meteorológico de Matacán (l. N. M.) por proporcionarnos los datos necesarios para
la realización de este trabajo.

428 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

17. ANEXO: CUADROS CUMATOLóGICOS

CUADRO N" 1
Obwrvarorio Mtrcorológico de Maracán, Período 1945 • 1994
TEMPERATURAS MEDIAS MENSUALES

año E F M A My J JI Ag s o N o
1945 1,1 7,2 10,I 16,7 16,7 22,5 23.1 22, 1 20,4 14,9 9,2 ),)
1946 2.1 ).4 7,7 10,6 11,6 18,6 23.3 21,9 18,3 14,7 7,3 3,6
1947 3.2 S,7 9.2 13,5 15,4 22, l 25.6 23,0 18.9 13.9 9.7 2,8
1948 6,S 7 ,1 11,9 10,9 13,8 20,3 24.4 23,0 20,6 14,2 9.3 6,7
1949 3.6 6.6 7.9 14,7 14,8 21,0 25,6 25,4 18,8 14,2 7,9 4,9
19)0 3,0 6,7 9,6 11 ,8 15.0 21,7 25. l 22,8 19,6 14.9 10,4 2.9
19)1 4,4 4,5 7,8 11 ,4 12,0 20,4 24,4 2 1,6 19,2 11 ,7 7,8 5.3
19)2 2,2 5,0 10,9 11,4 16,8 2 1,2 22,6 2 1.3 16,0 14,I 7,6 4,6
19H 2.3 3,7 8,4 11,0 18,7 19.3 23,8 25,3 18,8 l l ,9 8,4 7,3
1954 l ,8 4,1 7,9 9.9 14,7 19,6 24,6 21,3 19.3 l 5,1 9, l 3.S
1955 7,4 5,7 7,0 14,2 18,4 20,0 24,6 24,7 19,0 12,6 7,2 6.3
1956 5,1 -0.2 7,7 9,7 l 5,2 18,8 22,7 2 1.4 17,8 12,2 5,1 2,2
19H 0,9 7,4 11 ,7 10,2 14,5 19,0 24,0 23,9 20,3 12,5 5,8 2,4
1958 4,7 7,3 7,9 10,5 16,4 18,4 23,1 22,7 20,8 12,3 6,2 6,0
1959 6,1 5,2 9.0 11,0 15,0 20,0 2),4 22,4 18,2 13,0 7. 1 5.9
1960 4,8 6,6 9.0 11 ,9 16,5 22,3 22,7 21,0 18,6 10,9 8,5 3.4
1961 3.5 9,2 11,6 12,5 l7,0 20,6 22,6 23,0 19,9 12,l 7,5 6,3
1962 5,2 4,8 7,7 11 ,0 15,6 21,0 23,5 23,8 20, I 14,8 5,1 2.9
1963 4,4 3,5 7.9 10,8 15.7 19,3 23,8 2 1,6 17,3 15,0 8,8 3.2
1964 2,3 6,0 7,7 11 ,3 19,8 19.9 25,2 22,7 21,0 11 ,4 6,9 2.3
1965 3.3 3.5 8,9 11 ,9 18,2 22,1 22.2 23,2 16,6 13,5 7,3 6,0
1966 7,5 8,1 7,6 10,8 16,9 17,2 23.4 22,7 20.6 11 ,4 5,0 3.8
1967 3,6 6,0 9.8 10,6 13.0 18,7 24.9 21,8 17,9 14,7 7,5 2,6
1968 4,0 5,9 7.4 11,l 14.3 21,5 23, l 22,0 17.7 15.9 8,8 4 ,8
1969 4,8 3.5 7.3 10,3 13,8 18,2 24,3 21,9 15,5 13,4 6,1 3.3
1970 6,6 5,6 6,3 11,3 15,1 19,l 22.3 20,8 19,9 11,2 10.1 0,9
1971 3,1 ),4 ),0 10,5 12,2 16,7 21,8 20,1 18,5 14,4 4.9 4.3
1972 2,8 5.4 8,1 10,4 13,4 185 21,9 19.9 15,4 11.3 8,4 4,3
1973 4.2 4,6 7,0 11,1 14,9 18,6 21,3 23,4 17,5 11 ,2 6,4 2,3
1974 5.9 5.2 6,9 9.6 15,9 19,2 22,8 21,4 16,5 9.3 7,6 2,9
1975 4,7 6,5 5.9 10,3 12.8 18,5 23.3 21,5 15.9 13.8 6.9 0,8
1976 1,2 6,1 8.2 9,5 16.9 21,5 22,1 20,9 15,7 10,5 5.4 5,6
1977 4,0 7.3 9.0 11,7 13,1 16.3 18,8 19,5 18,9 13,1 7,0 7,5
1978 3.1 6,5 8,6 9,1 12,6 16,5 22,9 22,4 19,0 l 1,8 7.0 7,2
1979 5.3 6,3 6,4 9,0 14,6 20.5 22,8 21,5 17,4 11 .7 6.4 5,6
1980 4,2 7,0 7,8 9,8 13,0 18,l 21,3 22,6 19,7 12,4 6,7 2,2
1981 2.4 4,5 10.1 10,0 13,4 21,0 22,6 22.4 18,8 13,4 9,3 6,7
1982 6,1 6,5 8,6 11.5 16,3 19,8 22,6 22,2 17,8 11 ,5 6.9 4,8
1983 3.4 4,3 9,8 9,2 11 ,5 20,4 22.3 20, l 23.6 13,9 10,8 4,6
1984 4.9 4,2 5.6 13,6 9,2 18,2 23,5 20.8 17,9 12,6 8.3 5,8
1985 2,2 7,7 6,9 11,6 13, I 19,9 24,l 22.1 21,9 14,8 6,6 5,3
1986 4,6 5,2 8,4 7,0 16.4 20,I 24,3 21,2 18,8 l4,2 7,1 4,8
1987 3,3 6,2 9,9 12,3 15,2 19.9 21,9 23.5 21,5 10,9 8,1 6,4
1988 6,5 6,0 8,9 10,7 13,9 16.8 21,8 22,7 18,9 14,0 9,0 2,6
1989 3,2 7,0 10,3 8,9 17,0 19,I 25,2 23,5 18,0 15,2 10,1 9,2
1990 3.7 9.4 10,4 9.8 15.6 21,1 24,5 23,7 20,7 12,8 6,9 2,8
1991 4,0 4.4 9,0 10,0 14,9 21,0 23.5 24,6 19,7 11 ,I 7,8 4,8
1992 1,4 5,9 9,1 11 ,9 17,6 16,3 24,5 23,0 18,4 11 , I 9.2 5,7
1993 2,6 5.2 8,3 9,7 13,5 19,3 22,8 22,6 15,3 9.8 6,4 6,6
1994 4,1 5.9 11.4 10.3 15,1 20,4 24,7 23,3 16,1 13,7 9.2 6,3

SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997 429


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

CUADRO N"2
Observatorio Meteorológ ico de Matacln, Período 194 5 - 1994
TEMPERATURA MÁXIMA MEDIA

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 4,1 l2,0 l 7.4 22,6 22,0 28,7 3 1,2 28,7 28,3 2 1,0 13,2 9,2
1946 5,8 10,4 11,8 14,4 15,6 28,6 32,l 29,6 26,6 20,9 12,4 6,5
1947 7,4 8,9 13,1 19.9 20,8 29,0 33,1 30.0 25,2 20,0 16,5 6,8
1948 9,9 12,8 18.0 16,7 18,0 27,7 31,6 30.2 28,0 20,7 16,6 10,4
1949 7,6 12,6 13,2 21,l 20,3 27,0 32.3 32,9 23,9 20,2 12,8 8,0
1950 8,3 11 .9 15,9 18,6 20,6 28.1 29,2 29,7 26,2 20,5 14,6 6,2
1951 7,3 7,7 12,1 16,8 16,7 26,0 30,1 27,7 26,0 17,0 11,1 9,7
1952 5,8 10,0 16,1 16,3 20,7 27,2 28.9 28,0 22,4 19,7 12,8 8,2
1953 7,5 8,4 15,4 16,9 25,0 24,7 30,5 32,7 25.0 16,9 14,2 11 ,5
1954 5.9 8.2 12.4 15.3 21,1 25,6 31.9 28, 1 26,9 21,8 13,0 6,8
1955 9.5 9.2 12,0 20,0 23,6 24,9 30,5 31,2 25 ,0 18,2 11,5 10,3
1956 8,2 4,4 12,5 14,0 20,2 25, 1 28,2 27,5 23.4 18,4 11 ,0 7,7
1957 4,9 11.3 l 7,2 15,7 19,2 24,6 29.3 30,7 26,3 18,8 11,2 5,5
1958 8.3 l 1,7 12,2 15,7 21,8 22,6 29,2 28,7 27,1 17.5 12,l 9,0
1959 9,6 10,8 12,7 16,1 19,8 25.6 3 1,3 28,2 22,6 17,7 11,2 9,0
1960 8,9 10,3 13,3 17.3 2 1,5 27,9 28,8 27,1 24,2 14,2 11,8 6,4
1961 6,6 15, I 18,2 17,4 22,4 25,9 28,4 29,5 25,7 16.9 11 ,6 9,9
1962 8.9 10,6 11,8 16,0 2 1,4 27,5 30.1 3 1, I 26,6 20,5 9.4 8,4
1963 8,2 6,9 12,5 16,I 2 1,8 24,7 30,5 28, 1 23,3 22,6 12,1 6,7
1964 7,3 10,5 11,6 16,6 26,0 25,6 30,5 29,6 27,7 17,2 13,8 6,8
1965 7.3 7,6 13.3 17,6 24,4 28,4 28,5 30,2 22,5 1.7,7 10,3 9.0
1966 9,9 11 ,3 13,3 15,0 23.5 23,7 30.0 29,5 27,6 15,2 9.4 7,8
1967 7,8 10,8 15,2 16,1 18,0 24,8 3 1,8 28,7 24,2 20,I 11,5 6,4
1968 9,8 9,5 11 ,8 15,7 20,1 28.3 29,9 28,4 23,4 22,9 12,9 7.8
1969 8.4 7,5 11 ,1 15,2 18,6 24,2 3 1,2 28,6 20,2 19,l 10,5 7,6
1970 9.1 10,3 11,7 17.6 20,8 24,6 29,8 26,9 27,1 18,8 15,3 4,l
197 1 7,0 11,0 9.9 14,9 16.3 21 ,9 28,0 26,5 25,7 2 1,6 9.8 8,4
1972 5,5 8,9 12,I 16,3 19,3 24,6 28,5 26,4 21,0 15,9 11 ,8 7,5
1973 6,6
1974 9,0 'º·º
8.8
14,5
12,0
17,8
14,6
20.5
20,6
24,7
24,8
27,8
29.4
30,1
28,0
23.9
22,8
17,l
15,2
12,5
12,6
6,0
6,4
1975 9.3 11,2 9.8 15,5 17,6 24.2 30,0 28,0 21,5 19,7 11.3 3,7
1976 6,5 10,l 14,3 14,7 23,0 28.0 28,I 26,6 2 1,5 14.6 9,3 8,5
1977 6,2 10,J 13,8 17,3 18,3 2 1,2 24,2 25,3 25,8 17,8 11,4 10,7
1978 5,8 10,1 13.4 13,5 17,2 2 1,4 29.2 29,6 26,5 17,8 11.4 9.7
1979 7,9 9.2 10.3 13,8 19,8 26,3 28,8 28,0 23,2 15,5 11,9 9,1
1980 7,6 11,l 12,2 15,2 17,5 24, I 27,8 29,3 26,6 18,0 11 ,1 7,6
1981 7,9 9,7 14,8 14,6 18.3 27,2 28,6 28,8 24,6 19,1 16,9 9,7
1982 9.9 10,7 14,l 17,6 22,1 25, 1 28,7 28,6 23.6 16,3 11 ,0 7,3
1983 8,8 8,8 15,8 14,1 15,7 26,6 28,4 25,8 27,l 20,2 14,4 9 ,3
1984 8,0 8,7 10,1 19,1 13,1 23,7 30,0 27,1 24,6 18,6 ll,8 9.5
1985 6,2 11,7 11,3 16.4 18,2 25,3 30,4 29,2 29.3 21,7 10.6 9.4
1986 8.3 8,2 13,0 11 ,3 22,3 26,4 31,3 27,6 24,0 19,6 12.5 9,3
1987 7,4 10,3 15,3 17, l 20,9 25 ,7 28.3 30,2 27,9 15,6 12,7 9.5
1988 9,2 10,3 14,9 14,8 18,0 22,0 27,8 29,7 26,4 20.5 14,6 6,7
1989 9,0 12,5 16,2 13,1 23.0 26,5 32,3 30.3 24,4 21,9 13,5 12, l
1990 75 14,I 16,7 14,6 22,9 27,2 31.6 30,6 27.3 17,2 11.7 7,3
1991 8,0 8,7 13, 1 15,7 2 1.3 27,7 30.3 3 1,9 26,4 16,0 12,8 10,l
1992 6,2 12,7 15,8 17,9 23,5 21,2 31,4 29,5 25, l 15,l 13,8 9,4
1993 7,8 l l,2 13,9 14.9 18,5 25,2 29,9 29.6 20,5 14,l 11,4 9.9
1994 8,1 10,5 17,5 16, 1 19,9 26,6 31,6 30,2 22,0 19,l 14,8 10.1

430 SAl.AMhNCA, Revisra de Escudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLI MÁTICOS DE LA TEMPERATU RA Y SUCESOS ASOCIADOS

CUADRONº3
Observatorio Meteorológico de Matacán, Período 1945 - 1994
TEMPERATURA MfNTMA MEDIA

año E F M A My J JI Ag s o N o
1945 -0,8 0,1 0,4 7,4 7,8 12,0 12,4 11,6 10, l 6,7 4,9 2,4
1946 -2,l - 1,5 3,4 5,7 6,2 9.7 11,5 12,3 9,9 7,9 1,4 -0,6
1947 - l ,O 2.2 5.5 5,2 8,0 11,6 14,7 13,6 11,4 8.3 2,7 -0.6
1948 2,3 1,5 4,2 4,4 7.9 10,5 11,7 12,2 10,6 6.7 2,1 2,7
1949 -1 ,0 -1,2 0,0 5,9 6,6 11 ,4 15,0 14,l 12,5 7,1 2,6 1,3
1950 -2,6 0,7 1.6 1,5 7,3 12,0 14,7 12,2 9,5 7,6 5,5 - 1,0
1951 1,3 1,0 2,6 4,2 5,2 10,8 14,I 12, 1 10,7 5,5 4,2 0,7
195 2 -1,7 - 1,1 4,1 4,4 8.5 11,9 13.4 11 ,6 7,9 7,8 1,8 0,4
1953 -3.3 -2,4 -1.3 3.8 7.9 10,2 12,7 14, 1 11,6 6,2 2,4 3,2
1954 -2,7 -0,8 2,1 1,8 6,8 9,5 12,0 11,5 8,9 6,6 5,3 -0,3
1955 4,9 2,0 1, 1 ":>,7 10,0 11,3 14,5 14,4 10,8 5,7 3,3 2,1
1956 1,7 -4,8 1,7 4.3 7, 1 9.8 11 .7 11,9 10,1 5,8 -1,8 -3,9
1957 -3.6 2,9 4,3 2,5 6,3 10,1 13,0 13,3 11 ,9 5,2 0,4 -1,3
1958 0,2 2,1 2,9 2,4 7,9 10,0 11 .4 12,7 11,8 ":>,9 -0,3 2,2
1959 2,0 -1.6 3,9 3,5 7,6 10,8 14.7 13,6 12,2 7,2 2,3 2,6
1960 0.9 2.3 3,8 3.8 8,4 12,6 12,4 11 ,4 10,6 6,4 4.6 -0,4
1961 -0,3 1,5 2, 1 6,0 7,8 11,2 13,0 12,I 11,9 7,0 2,6 2,6
1962 1,1 - 1,5 3,1 4,5 6,6 10,5 11,9 12,5 l 1,5 8,5 0,6 -1,9
1963 0,5 -0,9 2,9 3,9 6,0 10,9 12,9 11,6 9,5 5,7 5,0 -0,3
1964 -2,5 0,7 3. 1 3.8 9,8 11 ,7 14,3 12,7 12,6 4,5 -0.9 -2,5
1965 -1,5 -2,0 3.7 3,1 7,7 11,8 11 ,7 12,5 8,6 8,0 3,4 2,6
1966 4,8 4,2 -0,3 5,5 7,3 10,1 12,8 12,1 10,9 6,8 -0,2 - 1,4
1967 -1 ,7 0,1 2,0 3.0 5,5 8,9 13,5 11 ,5 9,0 7,5 2,5 -2,0
1968 -2,6 1.5 1,9 4 ,3 5,7 10, 1 12,1 12,6 10,I 7,2 3,6 1,5
1969 0,4 - l ,1 2,4 4,0 7, l 9.l 13,4 12,0 9,1 7,2 0,9 - 1,3
1970 3,0 -0,2 - 1,":> l,9 6.4 10,8 13,2 12,0 10,4 2,5 4,3 -3,0
1971 -0 ,7 - 1,6 -1.4 5,1 7,5 9,3 13,7 10,8 9,1 6,4 - 1,6 -0,4
1972 -3,0 1,4 2,1 1,6 4,7 9,1 12,l 10,3 8,5 6,2 4 ,2 o.o
1973 -1,0 - 1,9 -1,0 1,5 6,7 9.9 11,2 13,2 9.0 4,8 0,1 -2,3
1974 1,8 0,2 1, 1 2,7 6,3 10,3 \1 ,8 10,6 7,2 1,8 1,3 -1,2
1975 o.o 0,7 0.3 3,0 5.9 10,0 11 ,5 11,8 8,6 6,2 1,0 -2,5
1976 -4,4 0,5 -0,-1 2,5 7,4 11 ,5 12,7 12.3 7,8 "J,3 0,5 2, 1
1977 0,6 3,5 2,2 3.8 5,7 8.6 10,4 10,3 9,7 7,3 1,7 3,4
1978 -0.3 1,9 2,1 3.3 6.0 9,1 1 1,1 11,2 9,2 4,3 1,8 3,6
1979 1,8 2,6 1,8 2,2 6,2 10,9 13,1 11,6 10,4 7 ,1 0,4 0,8
1980
198 1 º·º
-3.9
1,4
-2,3
2,2
4,2
2,1
3,7
6,1
5,6
9,0
10,6
10,3
12,1
12,9
12,8
10,8
11,0
5,8
6.o
1,1
0, 1
-3.7
2,2
1982 1,5 1,3 0,4 2,7 7.2 11,2 13.0 12,5 10,4 5,6 1,8 1,3
1983 -2,4 - 1,7 0,9 2,8 5,0 10,6 12,6 12,1 10,8 5,9 6,5 -0,9
1984 0,6 -1.5
1985 -2,6 3,0 º·º
0,8
6,9
4,7
4,4
5,8
10,5
11 ,5
12,6
14,2
11,4
11 ,1
8,7
11,8
5,3
5,4
4,3
2,1
1,3
0,3
1986 -0.3 1,4 2,2 1,0 7,6 10,I 13,5 11,7 12,5 7,8 l, I -0,5
1987 -1,7 1,2 3,1 5,6 6,2 11,I 13,7 14,1 13,L 7,1 2,8 3,0
1988 3.0 0,4 0,5 5.5 8,5 l0,3 12,2 12,0 8,8 7,0 2,8 -1,8
1989 -2,8 -0,2 2.3 3.5 8,7 11 .9 14,7 14,3 9,9 7,4 6,0 6,l
1990 -0,I 3.7 2,4 3.6 8,5 12,4 14,4 13,9 12,4 7,6 1,6 -1.9
1991 -0,5 -0,4 3.9 2,0 5,2 11 , I 13.9 14,3 11,6 5,0 1,9 -0.6
1992 -4,I - 2,8 0,3 3,5 9,2 9,5 14,7 13,8 9.4 6,5 4,3 1,8
1993 -2, I -2,7 0,5 3,3 7,0 11.0 l 1,8 12,5 8,9 5,3 1,3 2,0
1994 -0,4 0,2 3,3 2,2 8,2 10,7 14,1 13,3 8.5 7,5 4,0 1,5

SALAM AN CA, Revisca de Estudios, 39, l997 431


J. M. SÁNCHE.Z - C. TOMÁS - F. DE PABLO

CUADRONº4
Observacorio Mcccorol6gico de Maracln, Período 1945 - 1994
T EMPERATURA MÁXIMA ABSOLUTA

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 13,0 17,0 22,0 29,8 27,5 36,0 38.4 35,0 35,0 27,8 19,5 13.4
1946 12,8 15,0 18,8 20,8 19,0 34,6 39.0 39.0 35.5 30.5 20,5 12,5
1947 15,0 13,6 21,0 31,0 34.5 36,0 39.8 37,0 32,0 25,6 24,8 14,5
1948 17,0 18.2 22,0 22,8 23,0 35,4 38,2 38,0 34.5 27,5 21,6 17.4
1949 12,5 16,8 20,3 28,5 30,6 32,0 39.6 36,8 30.5 27,5 22,0 13.5
1950 14,0 19,7 23,0 26,4 27,5 38,6 36,5 35,0 33,6 26.5 21,0 12,5
19H 12,9 12,7 22,2 25,5 25,4 34,0 39,6 34.2 33.8 23.0 14,5 13.4
1952 10,6 17,4 22,7 24,3 26,7 35,2 35,6 35,6 28,5 27,8 17,5 14,6
1953 15,0 lM 22,6 22,0 34,4 33,5 36.3 36,6 35.3 22,7 17,8 18,5
1954 12.2 15,0 18,2 20,8 28,3 36,0 38,3 36,0 31,5 29,l 23,8 12,8
1955 14,2 14,7 24,6 26,7 28,0 32,2 34,8 3).6 30.0 26,6 16,6 13,6
1956 14,4 10.5 19,4 19.4 27,5 32,5 35.3 33.5 34,7 28,4 16,0 14,0
1957 13.5 18,0 24.5 23,2 27.5 36,0 38.9 39,0 34,2 23,7 17,0 13.4
1958 14,0 17,6 19.6 27,0 29,4 31,5 39,5 37,0 31.8 23.5 18,5 14,5
1959 15,5 15,5 19,2 20,2 27,0 30.6 38,6 34.0 28,6 23,2 16.5 14,8
1960 13,5 25,0 21.6 22,8 32,0 35,4 36,0 33.0 32,5 18,2 16,l 9.5
1961 11,8 19.0 21.5 22,8 30,2 32,8 33.5 34.5 3 1,5 24,8 17,0 16.0
1962 13.0 16,4 16,5 20.3 28,0 33.6 35.4 36.0 34.8 27.0 14,0 13.5
1963 12,0 11,8 18,0 21,0 26,0 33,0 35,0 34,0 28,5 25,6 16,0 11,5
1964 14,0 15,0 20,0 25,5 32,2 34.0 36,0 34,8 32,4 26,0 19,5 11.0
1965 15,0 15,0 25,0 22,5 33,4 36.0 34.2 37,0 30,0 23.4 19.5 12,8
1966 14,6 16,6 18,4 23,0 30.2 H.2 38,0 36.0 36,2 22,0 13.5 11,4
1967 16,0 18,6 21,0 23.8 26,0 34,0 36,5 33.6 30,8 27,6 17,5 14,0
1968 15,0 15,2 20,0 23.8 29,6 38,0 35,8 35.5 32.9 29.7 20,2 13.0
1969 17,4 12,4 15,8 23,0 29,5 33.6 36.5 33.6 26,2 24 ,2 19,5 11,4
1970 14,0 17,4 18.6 27,4 30.6 32.0 34,2 32.8 33.9 25,6 23,2 9,8
1971 12,6 17,0 16.6 22.3 24,o 32,0 33,0 32,6 33,6 27,4 19,6 13,8
1972 10,8 12,4 19.0 23,8 31,0 3 l,4 33.4 32,0 26,4 21,3 15,2 12,2
1973 12,2 15,2 19.4 25,3 29,2 30,5 35.6 34,2 32,0 21,2 17,8 10,4
1974 13,2 13,5 18,0 19.6 30.6 30.3 3M 35.0 27,5 22,5 17,6 13,2
1975 14,6 16,2 15,0 24,6 23,5 30,0 34,6 35.0 28,2 26.5 17,6 9.2
1976 11,0 15,4 23,6 22.6 28,6 32.3 33.4 35.6 27,0 24 ,4 13,6 14,7
1977 12,2 15,8 21,0 27,4 26,2 29,7 30,8 32,6 3 1,4 26,4 20,6 17.5
1978 ll ,2 16.o 19,8 23.0 23.8 27,0 35,5 34.0 3 1,5 26,0 18.6 15,4
1979 11.5 14,o 17,2 19.9 29,2 32,0 35,0 34,4 30,0 24,0 19,5 14,7
1980 16,o 16,4 23.6 20,8 22,9 31.4 34,8 35,1 31,4 27,0 21,8 14,5
1981 14,0 17,8 22,7 18,8 26.0 36,6 35,8 32,6 .?2,5 26,6 22,4 14,6
1982 15,6 16,4 19,8 23,5 30,2 33,2 35,5 34,5 30,5 21,8 19,5 12,5
1983 15.5 15,5 21.2 24,8 23,0 32,5 34,0 32,5 32,8 27,4 18,2 15,3
1984 14,0 15,8 16.) 2),4 20,0 30,5 36,0 32.5 33,4 24,6 16,) 16,8
1985 lt,4 17,2 17,8 25,0 26,4 32,0 36.0 35,0 34,0 26,8 21.4 18,5
1986 14,5 15,2 17,2 19.1 29,4 30,9 36,0 33.1 32,5 24,8 18,8 15,0
1987 13,0 17,0 22.3 2).0 28,2 34,8 33.7 38,2 35.0 20,8 18,6 18,4
1988 12,6 17.8 22,5 22,6 23,6 29,5 34,0 35,7 37.2 26,7 20,5 12,2
1989 13.0 19.0 23.5 19,6 28,8 33,4 37,2 36,0 29,6 28,2 20,5 15, 1
1990 12,6 21,0 25,8 21.3 31,0 34.5 37,2 36.4 32,I 25.0 19,5 13,7
1991 13,4 16,2 22,2 22,8 30,5 34.2 37.0 37,3 33,4 24,5 20.0 14,8
1992 12,8 16.6 22,8 25,5 32,4 30,0 36,8 36,0 33.5 24,0 18,8 14,2
1993 12,5 16,0 21,6 23.5 24,4 33,5 38,2 38.2 3 1,4 18 ,4 18.4 14,5
1994 12,6 15,2 23,2 27,8 28,4 34.6 35,0 35,6 3 1,6 25,2 19,6 18,6

432 SALAMANCA, Rev ista de Estudios, 39, 1997


ANÁIJSIS OJMÁTICOS DE LA TEMPERJ\TURJ\ Y SUCESOS ASOCIAOOS

CUADRO N"5
Observatorio Mcrroro16gico de Maracán, Período 1945 - 1994
TEMPERATURA MfNlMA ABSOLUTA

allo E F M A My J JI Ag s o N D
1945 -10,9 -3.0 -4,0 1,5 -1,0 8,0 8,0 5,5 0,5 1,0 -1 ,0 -5,0
1946 -15,6 -4,7 -1,6 -0,4 0,6 4,2 7,0 6,0 6.5 2,3 -7,0 -7.5
1947 -10,0 -5,4 - 1,2 1,0 2,0 6,5 8,5 7,0 3.1 3.8 -2,2 -5,8
1948 -3,0 -16,2 0,4 0,6 -0,6 5,4 6,5 9,5 5,5 0,2 -3,4 -4,0
1949 -5,5 -8,0 -8,0 0,8 0,8 3.8 9.0 10,8 8.0 -2.5 -4,4 -8,6
1950 ·7,5 -3.4 -3,0 -3.0 3.6 6,7 10,9 5.3 2,6 -0,7 0,2 -10
1951 -4,0 -2,8 -3,6 -2,0 -0,8 6,5 9.4 7,6 6,4 -4,0 -0,5 -2,6
1952 -13,0 -5,4 -1,0 -3,1 2,5 8,0 7,6 7,0 4,2 0,2 -5,3 -5,4
1953 -7,9 -6,6 -7, I -2,8 -0,7 3.4 8,5 10,8 3.5 0,7 -2,0 -3,6
19H -7,0 -1 0,2 -3.0 -3.6 -o.6 5,8 5.0 5,4 2,3 0.2 -4,0 -4,0
1955 -2,0 - 1,8 -6,2 -0,6 4.9 6,0 10,2 11,0 5,2 -1,8 -4,0 -3.0
1956 -4,5 -10,4 -0,7 -0,7 1,5 3,4 7,5 6,5 2,8 -2,6 -6,2 - 10,6
1957 -11,5 -0,5 -0,1 -3.5 1,0 5,0 9,0 9,5 6,5 0,4 -4,4 -6,2
1958 -7.2 -4,4 -3.7 -3.2 1,5 5,6 7,3 4,8 7,4 -0,2 -4,5 -3.0
1959 -5,5 -5,4 -1,8 -1,0 o.o 3.6 10,5 10,4 8,2 -1,0 -1,2 - 1,6
1960 -7,5 -5,2 o.o -2.0 3.2 7,2 7.8 7,5 6.2 0,8 -1.5 -4,5
1961 -5,5 -3.0 -0,5 1,5 1,0 4,3 7,0 7,7 8,0 l ,O -2,6 -6,5
1962 -6,0 -4,5 -4,5 -0,6 2,0 2,0 8,5 8,5 6,6 1,6 -5.0 -10,2
1963 -7,0 -20,0 -4,0 -1,5 -0,6 6,0 7.5 6,0 5.7 2,2 -2.8 -8.2
1964 -7,8 -8,0 -7,0 -1,6 6,0 7,2 8.6 6.8 9.0 -2,5 -4,4 -7,2
1965 -8,0 -8,0 -4,6 -1,0 2,0 3,8 8,0 6,5 2,6 3,9 -5,5 -3.6
1966 -1,2 1,0 -3,5 0,2 0,2 6,0 8,0 7,6 3.5 -2,2 -4,6 -6,2
1967 -9,6 -6,2 -3.0 -1,6 -2,0 3.8 10.6 8,0 4,8 -1,0 -2.0 -6.4
1968 -7,4 -6,6 -2,6 -1,6 -0,6 4,4 6,4 8,5 3,4 3.6 -2,5 -5,7
1969 -7,6 -6,4 -4,2 -0,5 l ,3 3,0 7,0 6,6 4,8 0,8 -5,6 -8,4
1970 -3,2 -3,4 -7,1 -4,8 0,2 6,6 7,0 7,4 4,4 -3,2 -0,4 -9,0
1971 -l 1, 1 -4,8 -7.9 0,8 1,6 3.5 11,0 6.6 3.6 2,6 -8,5 -7,4
1972 -13,0 -2,5 -4,0 -3.5 - 1,0 4,6 7,5 7,0 3,0 -0,8 -3,8 -5.0
1973 -6,4 -6,4 -6,4 -4,5 0,8 5,8 7,8 7,6 1,5 -2,0 -6,4 -7,2
1974 -4,6 -5,5 -5,4 -0,6 0,7 6,6 7,0 4,5 0,4 -4,7 -4,4 -4,3
1975 -6,0 -3.8 -3.6 -5.5 -0,8 4.5 7,8 5,6 3,4 -2,4 -6,0 -8,0
1976 -7,2 -5,2 -5.8 -1,4 1,0 4,6 9,8 9.5 3.1 1.0 -4,6 -4,4
1977 -4,6 -l,6 -6,0 -3.5 0,2 4,5 5,8 4,8 4,2 4,5 -5,0 -1,5
1978 -4,2 -8,0 -1,4 -3.6 2,3 4,6 5.2 6,6 2.6 -0,2 -3,0 -6,3
1979 -3.0 -4,8 -3.0 -1.5 1,0 6.9 7,4 6,7 2,5 1.5 -4,5 -6,2
1980 -6,6 -4,0 -3.6 -2.4 2,6 5,4 5,2 8,0 5.5 -0,8 -6,0 -9.0
1981 -8,4 -8,0 -2,4 -2,0 2,6 4,4 7,3 9,2 4,0 - 1,8 -3.0 -6,6
1982 -2,8 -2,6 -3.4 -3,0 -0,6 8,0 9.6 9.6 6,2 0,7 -3,2 -3.0
1983 -7,8 -12,6 -2,8 -3,4 o.o 4,4 10,0 8,8 5.6 -2,2 -1.8 -5,2
1984 -4,6 -6,l -6,S 1.5 0,2 3,0 9.2 7,8 2,0 0,5 -1,0 -4,2
1985 -10,6 -l,6 -3,0 1,0 -0,l 7,2 8,5 6,0 7,2 -1,0 -4,6 -8,8
1986 -3.6 -5,7 -2,8 -4,8 -0,5 4,6 7,7 6,4 6,8 1,6 -3.7 -5,6
1987 -7.5 -5.6 -2,8 o.o -1,7 3,4 8,6 8,0 10,2 1,8 -5,8 -4,6
1988 -1,8 -6,8 -5.4 - 1,8 5,4 5,5 7,4 8,0 3.0 2,4 -8,0 -6.2
1989 -6,6 -6,2 -4,0 - 1,6 3,4 6,5 12,0 10,4 5,5 2,6
1990 -5,0 -2,0 -3,0 -2,0 4,0 8,0 9,6 9,2 8,0 1,0 º·º
-5,2
1,6
-7,2
1991 -6,8 -5,6 -0,5 -1 ,4 -2,2 6,4 9,0 8.6 4,2 -1,2 . 7. 1 -6,2
1992 -9.5 -6,2 -3,8 -1,6 0,4 4,0 9.8 8,2 4,8 1.4 -1,5 -2,6
1993 -6,8 -9,4 -8,5 -1,8 1,6 5,4 5.6 5.3 1,3 -2,5 -6,0 -4.0
1994 -7,6 -4,S -0,2 -4,0 3.4 5,8 11,4 10,2 2,0 0,8 -2,2 -6,6

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 433


J. M. SÁNCHEZ. C. TOMÁS · F. DE PABLO

CUADRONº6
Observatorio Meteorológico de Matacán, Período 1945 - 1994
OSCILACIÓN EXTREM A: RANGO D E TEMPERATURAS

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 23,9 20,0 26,0 28,3 28,5 28,0 30,4 29,5 34,5 26.8 20,5 18.4
1946 28,4 19,7 20,4 21,2 18,4 30,4 32,0 33.0 29,0 28,2 27,5 20,0
1947 25.0 19,0 22,2 30,0 32,5 29,5 31,3 30,0 28,9 21,8 27,0 20,3
1948 20,0 34,4 2 1,6 22,2 23.6 30,0 31.7 28,5 29,0 27,3 25.0 21,4
1949 18,0 24,8 28.3 27.7 29.8 28,2 30.6 26.0 22,5 30,0 26,4 22,l
1950 21,5 23,1 26,0 29.4 23,9 3 1,9 25,6 29.7 31,0 27,2 20,8 22,5
1951 16,9 15,5 25,8 27,5 26,2 27 ,5 30.2 26.6 27,4 27,0 15,0 16.0
1952 23,6 22,8 23,7 27,4 24,2 27,2 28,0 28,6 24.3 27,6 22.8 20,0
1953 22.9 22.2 29,7 24,8 35,l 30,l 27,8 25,8 31,8 22,0 19,8 22,l
1954 19,2 25,2 21,2 24,4 28,9 30,2 33.3 30,6 29,2 28,9 27,8 16,8
1955 16,2 16,5 30.8 27,3 23,l 26.2 24,6 24.6 24,8 28,4 20,6 16,6
1956 18,9 20,9 20, l 20,1 26.0 29,1 27.8 27,0 31,9 3 1,0 22,2 24,6
1957 25.0 18,5 24,6 26,7 26,5 31,0 29,9 29.5 27,7 23,3 2 1,4 19,6
1958 21,2 22,0 23,3 30,2 27,9 25,9 32,2 32.2 24.4 23,7 23,0 17,5
1959 21.0 20,9 21,0 21,2 27,0 27,0 28,I 23.6 20,4 24,2 17,7 16,4
1960 2 1,0 30,2 21,6 24,8 28,8 28,2 28,2 25,5 26,3 17,4 17,6 14,0
1961 17,3 22,0 22,0 21,3 29,2 28,5 26,5 26,8 23.5 23,8 19,6 22,5
1962 19,0 20,9 21,0 20,9 26,0 31,6 26,9 27,5 28,2 25,4 19,0 23,7
1963 19,0 31,8 22,0 22,5 26,6 27,0 27.5 28,0 22.8 23,4 18,8 19,7
1964 21,8 23,0 27,0 27,1 26,2 26,8 27,4 28.0 23,4 28,5 23.9 18,2
1965 23,0 23,0 29,6 23,5 31,4 32,2 26,2 30,5 27,4 19.5 25,0 16,4
1966 15,8 15,6 21.9 22.8 30.0 27,2 30,0 28,4 32,7 24,2 18, l 17,6
1967 25,6 24,8 24,0 25,4 28,0 30,2 25,9 25,6 26,0 28,6 19,5 20.4
1968 22,4 21,8 22,6 25,4 30.2 33,6 29,4 27,0 29,5 26,I 22,7 18,7
1969 25 ,0 18,8 20,0 23,5 28,2 30,6 29,5 27,0 21,4 23,4 25,1 19,8
1970 17,2 20,8 25,7 32,2 30,4 25,4 27,2 25,4 29,5 28,8 23,6 18,8
1971 23,7 21,8 24,5 21 ,5 22,4 28,5 22.0 26,0 30,0 24,8 28,1 21,2
1972 23,8 14,9 23,0 27,3 32,0 26,8 n.9 25,0 23,4 22,1 19.0 17,2
1973 18,6 21,6 25,8 29,8 28,4 24,7 27,8 26,6 30,5 23,2 24,2 17,6
1974 17,8 19,0 23,4 20.2 29,9 23,7 28,4 30.5 27,1 27,2 22,0 17,5
1975 20.6 20,0 18,6 30, 1 24.3 25,5 26,8 29.4 24,8 28,9 23.6 l 7.2
1976 18,2 20,6 29,4 24,0 27,6 27,7 23,6 26,1 23.9 23,4 18,2 19,l
1977 16,8 17,4 27 ,0 30,9 26,0 25,2 25,0 27,8 27,2 21,9 25,6 19,0
1978 15,4 24,0 21,2 26,6 2 1,5 22,4 30,3 27,4 28.9 26,2 21,6 21,7
1979 14,5 18,8 20,2 21,4 28,2 25,1 27,6 27,7 27,5 22,5 24,0 20,9
1980 22,6 20,4 27,2 23,2 20.3 26,0 29,6 27,1 25,9 27,8 27,8 23,5
1981 22,4 25,8 25, l 20,8 23,4 32,2 28,5 23,4 28,5 28,4 25,4 21,2
1982 18,4 19,0 23,2 26,5 30,8 25,2 25.9 24.9 24,3 21,1 22,7 15,5
1983 23.3 28, l 24,0 28,2 23,0 28,1 24,0 23.7 27,2 29.6 20,0 20,5
1984 18,6 21,9 23,0 23,9 19,8 27,5 26,8 24,7 31,4 24,l 17,5 21,0
1985 22,0 18,8 20,8 24,0 26,5 24,8 27,5 29.0 26,8 27,8 26,0 27,3
1986 18,l 20,9 20,0 23,9 29.9 26,3 28,3 26,7 25,7 23.2 22,5 20,6
1987 20,5 22,6 25, l 25,0 29,9 3 1,4 25,1 30,2 24,8 19,0 24,4 23,0
1988 14,4 24,6 27.9 24,4 18,2 24,0 26,6 27,7 34.2 24,3 28.5 18,4
1989 19,6 25,2 27,5 2 1,2 25,4 26,9 25,2 25,6 24,1 25,6 20,5 13,5
1990 17,6 23,0 28,8 23.3 27,0 26.5 27,6 27,2 24,l 24,0 24,7 20,9
1991 20,2 21.8 22,7 24,2 32,7 27,8 28,0 28.7 29,2 25,7 27, l 2 1,0
1992 22,3 22,8 26,6 27,1 32,0 26,0 27,0 27,8 28,7 22,6 20,3 16,8
1993 19,3 25,4 30,l 25,3 22,8 28, l 32,6 32.9 30,1 20,9 24,4 18,5
1994 20,2 19.7 23,4 3 1,8 25 ,0 28,8 23,6 25,4 29,6 24,4 21,8 25,2

434 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

CUADRO N°7
Observacorio Meceorológico de Macacln , Período 194 5 - 1994
TEMPERAllJRA MEDIA MENSUAL A 7 HORAS

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 - 1,6 0,8 1.3 8,8 J0,6 16,1 13,7 16,4 11,2 7,6 5,9 3,5
1946 -0,5 0 ,8 4,1 7,7 8,4 11.5 13,1 13.5 10,0 9,2 2.3 1,2
1947 -0,1 3.7 6,5 6.1 9,8 14,4 16,9 15,0 12,2 9.1 3,4 o.o
1948 4,2 2,7 4,9 5,7 9,6 14,6 15.3 14,2 11,4 7,4 2,4 3,9
1949 0.3 -0.2 1.1 7.5 9.2 14.9 18.2 16.8 13.7 8.2 4.0 2.7
1950 -1,4 2,0 2,7 3,2 9,8 15,4 17,8 1'1,7 11,I 8,8 7,0 0,8
1951 2.4 1,8 3,5 5,2 7,4 14,l 16,9 13,8 ll,8 6,7 5,6 2,2
1952 -0.5 o.o 5,5 6,2 10,9 15,4 16,1 13,l 9,3 8,8 2.9 2,0
1953 -2,1 - 1,5 -0,4 5,2 10,9 13,3 15,4 15,7 12,6 6,8 3.1 4,3
1954 - 1,3 0,4 3,8 3,2 9,2 12,6 14,7 13,2 10.0 7,4 6,0 0,6
1955 5,8 2,7 l,6 6.3 12,l 14,3 16,9 16,I 11,5 6,6 3.7 3.9
1956 2,9 -3.6 2,6 5.3 9,4 12,5 14,2 13,5 11 ,3 6,4 -0,5 -2,3
1957 -2,1 3.9 5,5 3,9 8,7 13,0 16,2 15,2 12,8 5,7 1,3 -0,l
1958 2,3 3.0 3,8 4,0 10,4 12,8 14,9 14,5 12,6 6,8 1,0 4,0
1959 3,4 -0,9 5,3 5,5 9,6 13,8 18,l 15,4 13,7 8,4 3.6 4,2
1960 2,1 3,6 4,6 5,2 10,6 15,3 16,1 12,6 11,l 7,7 6.1 l,l
1961 1,1 3,0 2,7 7,2 J0,3 14,6 15,4 13,8 13,2 8,0 4.3 4,1
1962 2,5 -0,9 3.9 5,4 8,9 13,4 14,6 13,9 12,0 9.3 1,8 -1.1
1963 1,8 0,5 3,5 4,8 8,0 13,4 15,6 13,0 10,6 6,2 7,0 0,7
1964 - 1,6 2,0 4,2 5,0 11,8 13,4 19,6 13,7 13,7 5,6 0,2 -1,5
1965 0,2 -0,9 4,6 4,6 10,3 14,3 13,6 13.9 9,3 9,0 5,0 3.8
1966 6,1 5.2 0,1 6,6 9,1 12,2 14,4 13,3 11 ,9 8,1 1,0 0,5
1967 0,4 1,3 2,9 3.8 7,1 11,3 15,3 12,7 10,3 9,1 4,2 -0,5
1968 -1 ,4 2,8 2,9 5,8 7,5 12,2 13,8 13,5 10,8 8,1 5,3 2,7
1969 1,8 o.o 3,2 4,7
1970 4,6 0,7 -0,6 2,9
9,5
8,1
ll,3
12,7
15,2
14,9
12,9
12,9
10,5
11 ,3
7,8
3.1
2,0
5.5 º·º
-1,7
1971 0,5 -0,7 -0,6 6,0 8,8 10,9 15,0 12,0 9,7 6.9 0,4 0,9
1972 1.2 2,7 3,0 3,1 6,8 ll,0 13,7 ll ,3 9,3 7,6 5,7 1,4
1973 0,4 -0,8 -0,4 2,6 8,8 11,7 12,9 14,0 9,7 M 1,2 -0,7
1974 3,6 1,5 2,0 3,9 8,5 12,2 13,6 12,0 8,l 3,0 2,6 -0,1
1975 1,3 1,6 1,6 4,0 7,6 11 ,9 13,3 12,8 9.4 7,1 2,5 -1,5
1976 -3,6 1,7 0,5 3.8 9.2 13,7 14,4 13,4 8,7 6,6 2,1 3,6
1977 2,2 4,8 3.2 4,8 7,3 10,5 11,9 11,4 10,3 8,3 3.0 5,0
1978 1,2 3,2 3.3 4,8 7,4 10,8 12,8 11,7 9.6 s.o 2,6 5,4
1979 3.3 3.9 2,6 3,3 8,1 12,8 14,7 12,4 11,l 8,0 1,5 2,6
1980 1,5 3,0 3,1 3,0 7,7 11,0 12,0 13,6 11,1 6.9 2,6 -2.5
1981 -2,6 -0,8 5,1 4,8 7,7 12,9 14,1 13,7 1 L.6 7,2 0,8 4,4
1982 2,6 2,4 1,5 4,0 8,9 13,7 14,9 13,4 11 ,3 6,7 3,3 2,9
1983 - 1,6 -0,6 1,8 4,3 6,9 12,7 14,1 13,1 11 ,5 6,8 7,6 0,5
1984 2,5 -0,4 0,7 7,6 5,6 11 ,9 14,3 12,2 9,2 6,6 5.9 3,0
1985 -1, 1 4,1 1,8 6,0 7,4 13,3 15,8 12,S 12,5 6,6 3,2 2,7
1986 1.3 2,6 3.0 2,2 9,3 11 ,9 IS.O 12,7 13,I 8,9 2,2 1,1
1987 -0,l 2,4 3,7 6,9 8,0 12,9 15.1 15 ,0 13,7 8,2 4,0 4,5
1988 4,4 1,8 1,2 6,4 9.6 11,8 13.9 13,2 9,4 7,9 4,1 -0.S
1989 - 1,8 1,0 3. 1 4.9 10,4 13,6 16,3 15,0 10,3 8,1 7,3 7,5
1990 1,0 4.9 3,0 4,7 10,1 13,9 15,8 14,8 13,0 8,8 2,8 -0,5
1991 0,7 0,5 5,2 3,2 7,0 12,9 15,5 15,4 12,I 6.2 3.6 0,4
1992 -2,7 -1,7 1,0 4,6 10,7 11,1 16,2 15,2 10,l 7,5 5,7 3,4
1993 -1, I -1.5 1,6 4,7 8,8 13,2 13,9 13,9 10,0 6,9 2,8 4,3
1994 1,3 1,8 3,7 3,7 9,6 12,8 15,7 14,2 9,2 8,4 4,8 3.5

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 435


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

CUA DRONº8
Observarorio Mercorológico de Matacán, Período 1945 - 1994
T EMPERATURA MEDIA MENSUAL A 13 HORAS

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 3,0 10,8 15,0 20,9 20,7 26,1 27,3 24,8 25,3 19,8 11 ,7 7.3
1946 4,2 7,9 10,0 12,4 13,6 22,I 28,2 25,6 23,2 18.9 11 ,3 5,6
1947 5,9 7,3 11,3 17,4 19, l 26,l 30,5 27,7 23,4 17,0 15, I 5,3
1948 8,1 9,7 16,2 14,1 16,4 25,2 29,5 28,2 26,3 19,3 15,1 9,5
1949 6,2 ll.O 12,3 19,0 17,6 24,7 29,8 30,2 22,2 18.8 11,0 6,8
1950 6,5 10,l 14,0 16,6 18,3 25,9 29.4 27, l 24,3 19,4 13,4 5,1
1951 6,0 6,3 10,5 15,0 14,8 23,9 28,0 25,6 24, 1 15,5 9,8 8,1
1952 4,1 8.3 14 ,7 14,4 18,6 25,0 26, 1 25,8 20,3 18,0 11,7 7,0
1953 5,6 7,0 13,7 14,8 23,I 22,7 28,2 30.5 23,3 15,5 12,4 10,l
1954 4,4 6,7 10,4 14,0 18,8 23,3 29.4 25,6 24,8 20,3 ll,8 5,9
1955 8,7 7.7 10,4 18,7 22,3 23,3 28,9 29,7 23,8 16,7 10,4 8 ,2
1956 6,8 2,8 10,7 12,4 18,6 23,2 28,1 25,9 21,9 16,l 9,6 5,7
1957 2,8 9.8 15,7 13,7 18,4 22,5 28,4 29,0 25,2 17,7 9.7 4,5
1958 6,5 10,1 10,7 14,2 20,3 22,0 27,4 27,3 26,1 16,6 10,3 7,9
1959 8,1 7,0 11,6 14,4 17,9 23,7 29,3 26,6 2 1,4 16,7 9,9 7,5
1960 7,1 8.9 11 ,9 15,6 20,0 26,2 26,7 25,2 22.9 13.3 10,5 5,4
1961 5,0 13,l 16,5 15,7 20,8 24,1 26,6 28,l 24,l 14,7 10,3 8,2
1962 7, 1 8,3 10,1 13.9 19,2 25,6 28,2 29, 1 25,0 19.0 7,7 6,3
1963 6,6 5,4 10,6 14,1 19,9 23.0 27.9 26,0 21,2 21,3 10,6 4,9
1964 4,8 8,5 lO, I 14,8 24,2 23,7 28,2 26,9 25,4 15,3 11,9 5,0
1965 5,4 5.8 11 ,3 15,9 22,4 26,3 26,5 28,1 21,0 16,7 9,4 7,6
1966 8,6 10,2 11,5 12,8 21,3 18,5 28,0 27,5 25,9 13,9 8,0 6,5
1967 6,0 8,9 13,7 14.3 16,4 22,7 30,0 26,4 22,4 18,7 10,1 4,8
1968 7.8 8,2 10, 1 13,9 17,8 26,6 28,1 26,8 22, 1 21,5 11,7 6,6
1969 6,8 5,8 9,8 13,5 16,5 22,0 29 ,5 26,7 19,0 17,7 9,3 5,8
1970 8,2 8,7 10,2 16,0 19, 1 22,8 25,4 25,0 25,7 17,0 13,7 2,9
1971 5,0 8,7 8,2 13,2 14,2 20,4 26,2 24,8 24,2 20,5 8,5 7,1
1972 4,3 7,5 10,8 14,6 17,4 22,9 26,6 25,0 19,8 14,4 10,9 6,6
1973 8,4 8,3 12,4 16,3 18,9 23,2 26,3 28,9 22.6 15,6 10,7 4,5
1974 7,8 7,5 9.5 13,2 19,3 23,2 28,2 26,7 21.5 13,8 11 ,3 5,1
1975 7,7 9,8 8,8 14,0 16,0 22,5 28,4 26,4 20,2 18,6 10,5 2,6
1976 4,7 8,8 12,5 12,9 21,5 26,5 26,2 24,9 20, 1 13.3 8,2 7,3
1977 5.3 9,1 12,2 15,6 16,5 19,8 22,7 23,8 24,3 16.6 10,1 9,5
1978 4,4 8,7 11,7 ll ,8 15,6 19,6 28,0 28,2 24,9 16.3 10,2 8,7
1979 6,7 8,0 8,9 11,9 18,l 24.4 27,3 26,0 2 1,6 14,3 10,3 7,9
1980 6, l 9.2 10,5 13,3 15,9 22,2 25,8 27,5 24,9 16,3 9.8 5,8
198 1 5,4 7,3 13, I 12,7 16,3 25,2 26,4 26,9 22,8 17,6 15.3 8,8
1982 8 ,4 8,6 12,2 15,6 20,2 22,8 26,3 26,5 21,7 14,6 9,3 6,3
1983 6,5 7,2 13,8 12,1 13,9 24,7 26,5 23,7 25,6 18,4 13,2 7,7
1984 6,5 6,6 7,9 16,8 10,8 21,0 27.3 24,5 22,I 16,5 10,4 8.1
1985 4,4 9,9 9.4 14,3 16,1 22.8 27.5 26,1 27,0 19,8 9,3 7,5
1986 6,6 6.4 10,9 9.0 19,9 23,6 28, 1 24,6 21,6 17,7 10,8 7,7
1987 5,8 8,4 13,2 14.9 18,3 23,0 25,6 27,4 25,7 11 ,7 ll,3 7,8
1988 8,0 8,4 12,3 12,8 16,0 19,5 25,4 26,7 24, I 18,5 13,0 4,9
1989 6,3 10,6 13,4 10,9 20,4 20,1 29,3 27,4 21,8 19,9 12,2 11,0
1990 5.5 11,5 14,2 12,5 16,6 24,3 28,4 27,9 24,8 15,4 10,0 5,4
1991 6.1 6.4 10,7 13,2 18,5 24,6 27,2 29,0 23,9 14,0 11,2 8, 1
1992 3,9 9,9 12,7 15,0 20,9 18.4 28,3 26,7 22,2 13,5 11,7 7,2
1993 4,7 8,8 11.3 12,0 15,7 22,3 26,4 26,5 18,3 ll,8 9,0 8,3
1994 5,8 8,4 15,0 13,4 17.6 23,8 28,4 27,3 19,5 17,I 12,6 8,6

436 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


ANÁLISIS CLIMÁTICOS DE LA TEMPERATU RA Y SUCESOS ASOCIADOS

CUADRO N"9
Obsc,rvarorio Meteorológico de Maracán, Período 1945 • 1994
TEMPER ATURA MEDIA MENSUAL A 18 HORAS

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 2.0 10,1 14,0 20,4 18,8 25,4 28,2 25.2 24,6 17,2 9.9 5,7
1946 2,7 7,6 9,0 11 ,7 12,7 22,3 28,7 26,7 21,8 15,9 8.3 4,0
1947 3.9 6,0 9.9 16.9 17,2 25,9 29,5 26,3 21,0 15,5 10,7 3,0
1948 6.4 8,8 14,4 12,9 15,4 21,1 28.4 26,6 23.9 15,8 10,5 6,8
1949 4,4 9.1 10.4 17.7 175 23,4 28.8 29.3 20,S lS,S 8,8 5,2
1950 4,0 8,0 12.0 15,7 17,0 24.9 28,0 26.7 22.5 16,4 10,7 2,9
1951 4,8 5,4 9,5 14,0 13,7 23,3 26,4 24,S 21,8 12,9 7,9 5,7
1952 2,9 6,8 12,6 13,4 14,I 23,2 25,7 24,9 18,S 15,5 8,3 4,9
1953 3.4 5,5 11,8 13,l 22,2 22.0 27,8 29,8 20,S 13,4 9,8 7,5
1954 2,3 5,4 9.5 12.6 16,J 22,8 29.8 n.2 23,2 17,5 9.6 4,1
1955 7,7 6,6 9,1 17,5 20,7 22,5 27,9 28,3 2 1,6 14,4 7,5 6,8
1956 5,5 1,3 9.9 11 ,3 17,5 20,7 25,7 24,8 20.3 14. 1 6,2 3,1
19n 1,9 8,6 13.8 12,9 16,4 21.5 27,4 27,6 23.0 14,2 6,5 2,9
1958 5,2 8,8 9,1 13.2 18,5 20,4 26,9 26,3 23.6 13,5 7,2 6,3
1959 6.7 7,5 10,1 13,2 17,5 22,6 28,7 25,3 19,1 14,0 7,9 6,0
1960 M 7,3 10,6 14.9 18,8 25,5 25,5 25,1 21,7 11,8 8,9 3,8
1961 <1,3 115 15,6 1..i.s 20.0 23.0 25.9 27,1 22,3 13.5 7,9 6,6
1962 6,1 7,0 9,1 13,7 18,7 23,9 27,6 28.4 23.2 16,2 S,6 3.6
1963 4,8 4,5 9,6 13,4 19,2 21,5 27.8 25.9 20,1 17,5 8,9 4,0
1964 3.7 7.4 8,7 14.0 23,5 22,7 27,8 27,4 23.9 13,3 8,6 3,2
1965 4.2 4.8 10,7 1s.1 22,0 25,8 26,S 27,7 19,S 14,8 7,6 6,4
1966 1,9 8,9 11 ,l 13,0 20,3 21,0 27.9 27,2 23.9 12,l 6,0 4,5
1967 4,3 7,6 12,8 13.8 15,4 22,2 29,4 26,2 2 1,0 16,4 8,1 3,4
1968 5.7 6.8 9,3 12,6 17,5 25,7 27.4 25.8 20,1 18,2 9.3 S, I
1969 5,8 4,6 9.0 12,8 15,4 2 1,4 28,3 26.2 17, 1 14,8 6.9 4,2
1970 6,9 7,5 9,4 1S, I 18,I 2 1,9 26,6 2tl.4 22.7 13,6 11,1 1,4
1971 4,0 8,1 7,5 12.2 13,6 18,9 24,3 23.4 21,5 IS,9 5,7 4,9
1972 2.9 6,1 10.6 13.5 16,0 21,6 25,5 23,S 17,I 11,9 8.5 4,8
1973 3.7 6,3 10,7 14,3 17,0 20,8 24,8 27.2 20,2 12,3 7.4 3.0
1974 6,S 6,5 9.2 11,7 18,1 22.1 26,7 25.5 19.9 11,I 8,8 3,6
1975 5.6 8,0 7.4 12.9 14,9 21,0 28,I 25.4 18,1 15,8 7,8 1,4
1976 2,6 7,9 11,5 11,9 20,1 24,2 25,7 24,3 18,4 11.6 6,0 5,9
1977 4,4 8,1 11,6 14,8 15,4 18,5 21,8 23.2 22,1 14,5 8.0 8.0
1978 3.8 7,6 10,9 10,8 14,7 19,0 27.9 27.3 22.6 14,1 8,1 7,S
1979 6,0 7,1 7,8 11.8 17,5 24,2 26,S 26,1 19.6 12,8 7,5 6.2
1980 5.1 8,9 9.9 13,0 1S.4 21,1 26,1 26.7 23, 1 13.9 7,8 3.4
1981 4,4 7,1 12,2 12,4 16.2 25.0 27,2 26.6 22,0 15 ,3 11,9 6.9
1982 7,4 8,5 12.1 IS.O 19.7 23,0 26,7 26,6 20,S 13, 1 8,0 5,1
1983 5,3 6,2 13,7 11.2 13,7 23,9 26,4 23,S 23,8 16.4 11 ,5 5.5
1984 5,6 6.3 8,1 16,tl 11,3 21,7 28,9 25.6 22,4 14,7 8,6 6,4
1985 3,2 9,2 9.6 14,5 15,8 23.5 28,9 27,8 26, l 17,9 7.4 5,6
1986 5.8 6,5 11.3 9.7 20,0 24,8 29.8 26,2 21,7 15,9 8,3 5,7
1987 4,2 7,9 12.9 IS.O 19,2 23.7 24.9 28,1 25,2 12,8 9.0 6.9
1988 7,0 7,9 13,I 12.9 16,0 19,0 26,1 28,2 23.3 15.5 10,0 3,3
1989 5,0 9.5 14.4 11.0 20.2 23.7 29.9 28,0 22,0 17,6 10,7 9,2
1990 4,7 11.8 14,0 12,I 20.0 25,I 29,2 28,3 24,3 14,3 8,0 3.6
1991 5,1 6,2 11,2 13,5 19,2 25,S 27,9 29.3 23.0 13.0 8,7 5.8
1992 2,9 9,6 13,6 16,1 21,2 19.3 29,0 27,2 22,9 12,3 10,3 6.5
1993 4,3 8,4 11,9 12,4 15,9 22.5 28,2. 27,3 17,5 10,6 7,5 7,1
199tl 5.3 7,4 15.5 13.9 18,2 24,6 29.9 28,4 19,6 15.5 10,2 6,8

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 437


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

CUADRO N-10
Obscrvacorio Mnt'Orológico de MatllC'án, Período 1945 - 1994
NÚMERO DE DÍAS CON Tm$O "C, D(AS DE HELADA

año E F M A My J JI Ag s o N o
1945 19 13 14 o 1 o o o o o 1 8
1946 17 19 3 1 o o o o o o 8 14
1947 20 6 2 3 o o o o o o 6 18
1948 9 7 o o 1 o o o o o 9 8
1949 23 19 16 o o o o o o 5 8 10
1950 24 12 9 11 o o o o o l o 18
1951 10 10 9 6 2 o o o o 4 1 11
1952 23 21 3 2 o o o o o o l3 14
1953 27 23 18 6 l o o o o o 12 11
1954 27 14 5 13 1 o o o o () 5 20
1955 4 9 15 1 o o o o o 4 8 10
1956 12 28 11 2 o o o o o 4 22 24
1957 28 3 2 6 o o o o o o 17 23
1958 17 13 11 9 o o o o o 2 16 9
1959 8 20 2 2 1 o o o o 1 7 7
1960 12 8 2 4 o o o o o o 1 18
1961 18 12 2 o o o o o o o 7 11
1962 16 22 8 4 o o o o o o 13 20
1963 13 9 3 3 1 o o o o o 1 16
1964 25 ll 7 6 o o o o o 8 22 22
1965 20 21 6 3 o o o o o o 5 9
1966 2 o 23 o o o o o o o 19 21
1967 20 12 7 3 2 o o o o 1 6 25
1968 23 9 11 3 l o o o o o 4 10
1969 13 19 10 3 o o o o o o l3 22
1970 5 17 21 11 o o o o o 9 2 25
1971 15 23 22 o o o o o o o 22 16
1972 13 7 7 8 2 o o o o 2 6 16
1973 17 21 22 10 o o o o o 3 19 20
1974 13 12 9 2 o o o o o 13 15 24
1975 17 13 18 10 2 o o o o 1 13 24
1976 29 13 22 5 o o o o o o 14 10
1977 15 3 7 4 o o o o o o 10 3
1978 21 9 5 3 o o o o o 1 10 7
1979 9 11 8 8 o o o o o o 13 16
1980 18 12 8 10 o o o o o 2 11 27
1981 29 20 5 3 o o o o o 8 17 11
1982 12 11 L7 3 4 o o o o o 10 16
1983 29 18 11 5 1 o o o o 3 2 22
1984 14 19 17 o o o o o o o 4 10
1985 19 7 13 o 1 o o o o l 15 16
1986 18 10 7 9 1 o o o o o 13 19
1987 21 11 11 1 1 o o o o o 11 5
1988 5 15 16 2 o o o o o o 11 26
1989 29 13 5 4 o o o o o o 1 o
1990 19 4 10 2 o o o o o o 9 24
1991 20 16 1 7 4 o o o o 2 14 18
1992 28 27 15 3 o o o o o o 3 9
1993 24 24 14 3 o o o o o 1 14 10
1994 17 13 1 11 o o o o o o 3 13

438 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLJSIS a.JMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIADOS

CUADRO N" 11
Observatorio Meccoro16gico de Matacán, Período 194' • 1994
NÚMERO DE DfAS CON T M SO °C, DÍAS GLACI ARES

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 5 o o o o o o o o o o o
1946 2 o o o o o o o o o o 1
1947 1 o o o o o o o o o o 2
1948 o 1 o o o o o o o o o o
1949 o o o o o o o o o o o 1
19'º o o o o o o o o o o o 1
195 1 o o o o o o o o o o o o
1952 1 o o o o o o o o o o o
19'3 1 o o o o o o o o o o o
1954 2 3 o o o o o o o o o o
1955 o o o o o o o o o o o o
1956 o 4 o o o o o o o o o 1
1957 3 o o o o o o o () o o 2
1958 o o o o o o o o o o o o
1959 o o o o o o o o o o o o
1960 o o o o o o o o o o o o
1961 o o o o o o o o o o o 1
1962 o o o o o o o o o o o 3
1963 o 4 o o o o o o o o o 1
1964 o o o o o o o o o o o o
1965 o 1 o o o o o o o o o o
1966 o o o o o o o o o o o o
1967 1 o o o o o o o o o o 1
1968 o o o o o o o o o o o o
1969 o o o o o o o o o o 1 o
1970 o o o o o o o o o o o 1
197 1 1 o o o o o o o o o o o
1972 2 o o o o o o o o o o 1
1973 o o o o o o o o o o o 1
1974 o o o o o o o o o o o 3
1975 o o o o o o o o o o o 6
1976 1 o o o o o o o o o o o
1977 o o o o o o o o o o o o
1978 1 o o o o o o o o o o o
1979 o o o o o o o o o o o o
1980 1 o o o o o o o o o o o
198 1 o o o o o o o o o o o o
1982 o o o o o o o o o o o 1
1983 1 1 o o o o o o o o o o
1984 o o o o o o o o o o o o
1985 o o o o o o o o o o o 1
1986 o o o o o o o o o o o o
1987 1 o o o o o o o o o o o
1988 o o o o o o o o o o o 2
1989 o o o o o o o o o o o o
1990 o o o o o o o o o o o 1
1991 o o o o o o o o o o o o
1992 3 o o o o o o o o o o o
1993 o o 1 o o o o o o o o o
1994 o o o o o o o o o o o o

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 439


J. M. SÁNCHEZ - C. TOMÁS - F. DE PABLO

CUADRO N" 12
Observarorio Meteorol6gico de Matacán, Período 194 5 - 1994
NÚMERO DE DÍAS CON T m ~ 20 "C, OfAS DE BOCHORNO

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 o o o o o o o o o o o o
1946 o o o o o o o 1 o o o o
1947 o o o o o o o 1 o o o o
1948 o o o o o o o o o o o o
1949 o o o o o o o o o o o o
1950 o o o o o o o o o o o o
1951 o o o o o o l o o o o o
1952 o o o o o o o o o o o o
1953 o o o o o o o o o o o o
1954 o o o o o o o o o o o o
1955 o o o o o o o o o o o o
1956 o o o o o o o o o o o o
1957 o o o o o o o 1 o o o o
1958 o o o o o o o o o o o o
1959 o o o o o o o o o o o o
196o o o o o o o o o o o o o
1961 o o o o o o 1 o o o o o
1962 o o o o o o o o o o o o
1963 o o o o o o o o o o o o
1964 o o o o o o o o o o o o
1965 o o o o o o o o o o o o
1966 o o o o o o o o o o o o
1967 o o o o o o o o o o o o
1968 o o o o o o o o o o o o
1969 o o o o o o o o o o o o
1970 o o o o o o o o o o o o
1971 o o o o o o o o o o o o
1972 o o o o o o o o o o o o
1973 o o o o o o o o o o o o
1974 o o o o o o o o o o o o
1975 o o o o o o o o o o o o
1976 o o o o o o o o o o o o
1977 o o o o o o o o o o o o
1978 o o o o o o o o o o o o
1979 o o o o o o o o o o o o
1980 o o o o o o o o o o o o
1981 o o o o o o o o o o o o
1982 o o o o o o o o o o o o
1983 o o o o o o o o o o o o
1984 o o o o o o o o o o o o
1985 o o o o o o o o o o o o
1986 o o o o o o o o o o o o
1987 o o o o o o o l o o o o
1988 o o o o o o o o o o o o
1989 o o o o o o o o o o o o
1990 o o o o o o o o o o o o
1991 o o o o o o o o o o o o
1992 o o o o o o 1 o o o o o
1993 o o o o o o o l o o o o
1994 o o o o o o o o o o o o

440 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


ANÁLISIS QIMÁTICOS DE LA TEMPERATURA Y SUCESOS ASOCIAOOS

CUAORON" 13
Ol=rvator10 Mmorológico de Maracán, Período 194 5 • 1994
NúMERO DE DÍAS CON T M ~ 25 "C. DÍAS DE VERANO

año E F M A My J JI Ag s o N D
1945 o o o 8 10 21 29 23 21 s o o
1946 o o o o o 18 29 24 19 8 o o
1947 o o o 6 7 22 29 31 16 1 o o
1948 o o o o o 22 29 28 23 6 o o
1949 o o o 7 4 22 29 31 12 3 o o
1950 o o o 4 8 19 31 28 21 4 o o
1951 o o o 1 1 IS 31 26 17 o o o
1952 o o o o 7 20 26 24 8 3 o o
1953 o o o o 18 18 30 31 13 o o o
1954 o o o o 9 14 30 23 23 4 o o
1955 o o o 2 14 17 31 31 18 2 o o
1956 o o o o 4 17 23 20 12 1 o o
1957 o o o o 3 12 30 28 18 o o o
1958 o o o 1 7 11 25 26 23 o o o
1959 o o o o 3 18 30 26 4 o o o
1960 o 1 o o 9 22 25 21 14 o o o
1961 o o o o 12 19 26 30 19 o o o
1962 o o o o 8 23 31 30 21 6 o o
1963 o o o o 4 16 30 26 8 7 o o
1964 o o o 3 20 16 28 26 23 2 o o
1965 o o 1 o 14 23 27 27 13 o o o
1966 o o o o 14 8 30 26 22 o o o
1967 o o o o o 13 31 25 9 6 o o
1968 o o o o 7 22 30 26 10 10 o o
1969 o o o o 3 9 30 27 2 o o o
1970 o o o 4 9 16 29 22 22 o o o
1971 o o o o o 9 2S 21 16 2 o o
1972 o o o o 7 19 27 18 3 o o o
1973 o o o 2 10 13 26 31 12 o o o
1974 o o o o 10 19 26 25 9 o o o
1975 o o o o o 15 27 25 5 4 o o
1976 o o o o 7 24 25 20 6 o o o
1977 o o o 2 2 6 14 18 21 2 o o
1978 o o o o o s 27 29 21 1 o o
1979 o o o o 6 23 26 27 10 o o o
1980 o o o o o 12 24 27 23 3 o o
1981 o o o o 1 21 22 29 17 2 o o
1982 o o o o 7 15 26 26 14 o o o
1983 o o o o o 21 31 21 20 6 o o
1984 o o o 3 o 18 28 24 14 o o o
1985 o o o 1 1 17 28 28 29 7 o o
1986 o o o o 13 22 30 26 ti o o o
1987 o o o l 6 17 27 28 19 o o o
1988 o o o o o 6 22 30 18 5 o o
1989 o o o o ti 20 31 30 12 7 o o
1990 o o 1 o 3 23 31 29 26 1 o o
1991 o o o o 9 21 26 29 22 o o o
1992 o o o 2 13 7 30 25 17 o o o
1993 o o o o o 27 28 25 5 o o o
1994 o o o 4 7 18 31 28 9 1 o o

S11t.AMANCA, Revistad~ Estudios, 39. 1997 44 1


Documentos
,·.
SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997. P~8s. 445-457
ISSN: 0211-9730

NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBRAS EN


STA. MARÍA DE LA SEDE O CATEDRAL VIEJA
DE SALAMANCA DURANTE LOS SIGLOS XVI-XX

Mª REYES YOLANDA PORTAL

RESUMEN: El objeto de este trabajo es dar noticia sobre las obras que se
han llevado a cabo en la Catedral Vieja de Salamanca desde el S. XVI hasra la
actualidad, limitándonos a da.r una escueta información de escas obras basándo-
nos en los documentos encontrados sobre ellas y dejando para posteriores tra-
bajos un escudio más profundo sobre algunas de ellas,como las discincas repara-
ciones de la corre de las campanas,la construcción del nuevo clausrro,archivo y
contaduría etc ... Para ello hemos consultado codas las Accas Capiculares extra-
yendo de ellas codas las referencias que había sobre el cerna. Así hemos podido
conocer codas las remodelaciones,reparaciones y reformas sufridas por Sanca Ma-
ría de la Sede.

SUMMARY: The objecr of chis work is to ioform abouc che rescoracions


thac are caking pare ac che O ld Cachedral ofSalamaoca since S. XVI uncil now,
we are only giving a concrec informacion abouc chis works caking inco accounc
che documencs founded abouc chem, and leaving for a lacer and deeper study
someone of chem. Like che differenc rescoracion in che Bells Tower, che Buil-
ding of a New Cloiscer, Archive, che Counc Chapel (Concaduria). In order to
achive chac we've been consulting ah che Church Accs (Accas Capitulares) ta-
king of chem ah che references abouc chis copie. For thac we could know ali che
differenc rescorations, reparacions, and reforms supporcd for Sanca María de la
Sede (Old Cachedral).

PALABRAS CLAVE: Arce. / Restauración artiscica. / S. XVI-XX / Ca-


tedral.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 445


M' REYES YOLANDA PORTAL

A fines del S. XV las preocupaciones del cabildo salmantino se centraron en


la construcción de una nueva catedral'· porque Santa María de la Sede les quedaba
pequeña debido al g ran crecimiento de la ciudad.
la edificación de la Catedral Nueva no implicó la destrucción de la Vieja. las ra-
zones de la conservación de esta última no fueron estécicas, pues dos de los tres em-
plazamientos elegidos, implicaban se destrucción. Fueron más bien razones prácti-
cas, aunque nunca suficientemente aclaradas, las que decidieron su conservación.
Sólo se tomaron en consideración:el sitio elevado que no necesitaba ningún terraplén,
la configuración del trazado de las calles y la posibilidad de aprovechar la corre de las
campanas para ambas cacedrales. Por lo canco, la Catedral Vieja se conservó casi en
su coralidad, sólo el muro norte y el tramo septentrional del bra2.0 norte del crucero
desaparecieron, pues allí se adosó el muro meridional de la Catedral Nueva.
Aunque en el S. XVI el cabildo dirigió sus esfuerzos a la construcción de la Ca-
tedral Nueva, no desatendió por eso la Catedral Vieja, que servía para el culto du-
rante la edificación del nuevo edificio.
Así sabemos que el 10 de Marzo de 1507 se nombró una comisión, formada
por D . Alonso González Madaleno y Alonso García, para limpiar y arreglar la igle-
sia. Se pagaron por dicha limpieza 4000 reales2. El 2 de Octubre de 15 70 deci-
dieron suprimir el coro de la Catedral Vieja y venderlo todo por 150 ducados3. A
los pocos años, el 7 de Julio de 1581, mandaron arreglar la sacristía vieja4 •
Pero es a finales del S. XVl, exacramente en 1586, cuando hacen importantes
obras en el pacio de las cadenas de Sanca María de la Sede. Para ello, en Diciembre
del mismo año, tracan de derribar unas casas con objeto de ensanchar dicho patio.
las obras continúan durante varios años, pues en 1587 derriban una casita con el
mismo objeco. Dicha casita se tasó en 300 maravedís5.
Al año siguiente mandaron cerrar una ventana de la iglesia vieja, poniéndole
una puerca con su llave6. No conocemos, sin embargo, el emplazamiento exacco de
esca ventana, pues sólo nos dice el texto que daba sobre una casa del canónigo Pe-
dro de Sauceda.
A principios del S. XVII, Santa María de la Sede fue objeto de serias e impor-
tantes reparaciones, promovidas por el interés que hacia ella atrajo Gil González
Dávila, prebendado encargado del archivo, que comenzó como canónigo de la ca-
cedral y finalizó su carrera como cronista del rey, cargo que se le concedió en 16177.

1. las siglas que se van a emplear en este trabajo son A.C.S. (Archivo de la Catedral de Salamanca)
y A.C. (Actas Capitulares) A.C.S.·A.C.-1490-1491.-Fol. 45-45 vuelto.
2. A.C.S.-A.C.- 1507-1539.-Fol. 171 vuelto-172y1 76 vuclto.
3. A.C.S.-A.C.- 1568-1579.-Fol. 111.
4. A.C.S.-A.C.- 1580-1590.- F. 67.
5. A.C.S.-A.C.-1580-1590.-Fol. 34 2 vuelto, 356-358-408-409, 415-415 vuelto.
6 A.C.S.-A.C.- 1580-1590.-Fol. 461 .
7. MillARES CARLO, A. "Tns ts111di01 hibliográftcos•. Maracaibo. 1961 Pá&s. 115-192. Dedicada a
Gil Gonúle2 Dávila.

446 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBRAS EN STA. MARfA DE LA SEDE

Jugó un importante papel en la difusión del culto al Cristo de las Batallas en Sa-
lamanca y fue un g ran admirador del primer obispo salmantino D . Jerónimo de
Perigord, a quien tenía como sanro.
Pretendió haber hallado el cuerpo de Jerónimo de Perigord en 16078, bajo un
arco pequeño en la nave de la epístola de la Catedral Vieja. Esto hizo que los sal-
mantinos aumentaran su interés por dicha catedral.
En esta época fue atribuido un milagro al Cristo de Las Batallas. Si podemos
sospechar de la autenticidad de éste, no podemos hacerlo de la causa que lo pro-
dujo. Sabemos que el 14 de Marzo de 16149 el canónigo encargado de la conser-
vación de los edificios, D . Luis de Castilla, comunicó al cabildo que "la igleJia vieja
se moxaba toda porque con la antig11edad della estaba la canterla y bobedas malparadas y
era necesario cubrilla de texa" y pidió al cabildo que diera autorización para recoger
los materiales necesarios "de manera que no se llueba la iglesia ni reciba mas daño el edi-
ficio". Parece, pues, que las bóvedas de la Catedral Vieja estaban muy dañadas, ya
que llueve en la misma iglesia, y hay que cubrirlas de tejas.
Es en este momento de la reparación cuando se produjo un hecho, que fue atri-
buido a un m ilagro del Cristo de las Bar.alias. Un obrero de los que trabajaban en
la reparación, llamado Alonso de Paz Gallego, recibió sobre su cabeza y espaldas
una piedra de seis arrobas, que se desprendió de lo alto de la bóveda, y quedó sin
sentido. Al volver en sí, invocó al Cristo de las Batallas y al día siguiente se in-
corporó al trabajo como si nada hubiera pasadolO.
Los canónigos vieron en esto la ocasión de exaltar los méritos del crucifijo y
presentaron al obispo D. Luis Fernández de Córdoba una solicitud para que reco-
nociese este hecho como uno de los dieciocho milagros del Cristo de las Batallas.
Este lo hizo de bastante mala gana el 24 de Marzo de 161 S, víspera de su partida
a Sevilla, de donde había sido nombrado arzobispo. Seguidamente el cabildo hizo
pintar sobre el muro norte de la Catedral Vieja los dieciocho milagros atribuidos
a dicho Cristo de las Bacallas, encargándosele a un tal José Sánchez, a quien se le
pagaron, el 8 de Noviembre de 161 S, 542 reales por su mediocre trabajo 11 •
El 16 de Diciembre de 1641 se mandó cerrar la reja de la Capilla Mayor de la
Catedral Vieja 12. Aunque ya tocios los oficios y ceremonias se realizaban el la cate-
dral Nueva vemos que, cuando en ésta hay que hacer obras o arreglos, utilizan
Santa María de la Sede. Así, el 1 de Agosto de 1653 se mandó bajar el coro a la

8. GONZALEZ DAVILA, G. "Historia dt la.r lintigíitdadtJ de la ciudad dt Salamanra. Vidas tlt 11t1
obi1pos y rosas s11rrdidaJ tn i11 tiempo". Salamanca 1606. Págs. 99-1 OO.
9. A.C.S.-A.C.-1600- 1616.-Fol. 872 vuelco.
10. A.C.S.-Caj. 4 3.-Leg. 2.-Nº 75.
l 1. A escas pinruras hace reíertncia entre otros ARAUJO. F. "La rtina dtl Tormei". Salamanca 1984.
Págs. 199-200.A.C.S.-A.C.-Caj.43.-Leg.2. Nº 57.
12. A.C.S.-A.C.-1640-16'18.-Fol. 127.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 447


M' REYES YOLANDA PORTAL

Catedral Vieja 1 3, y el 31 de Julio de 1679 ordenaron decir en ella las misas mien-
tras durara la rogativa en Ja Catedral Nueval4.
A mediados del S. XVII, el 24 de Mayo de 1658, tuvieron que repararse las
bóvedas de la Cated ral Vieja, a pesar de que, como hemos visto, pocos años anees
había sido arregladas. El 9 de Septiembre del mismo año se mandó que la piedra
sobrante de la reparación se empleara en arreglar las puertas de Sanca María de la
Sede 1 ~.
Vemos, pues, que a lo largo del S. XVII la Catedral Vieja fue objeto de las
atenciones del cabildo en un momento en q ue los trabajos de la Catedral Nueva
iban a un ritmo muy lenco.
Ig ualmente en este siglo atrajo varias veces la atención y los desvelos del ca-
bildo la torre de las campanas, pues su chapitel tuvo que ser reparado en 1621,
1634 y 1658 16.
A comienzos del S. XVIII, concretamente en 1705, la Catedral Vieja necesi-
taba nuevas reparaciones. El 27 de Febrero se comunicó al cabildo que una nave
del claustro amenazaba ruina y era necesario demolerla y construirla de nuevo.
Pero el cabildo no tomó ninguna decisión al respecto, esperando la llegada del
maestro de obras D. Pantaleón Pontón de Setién l7. No se volvió a hablar nada del
asunto, lo que nos hace pensar que el cabildo no trató de arreglarlo, probablemente
por falca de dinero.
Pero el realidad lo que en este año y el siguiente atrajo el desvelo de los canó-
nigos y de todos los salmantinos fue la torre de las campanas, en la que el 14 de
Mayo se produjo un gran incendio. Quedó reducido a cenizas todo el chapitel, sue-
los de madera, mazas de las campanas, se cayó a la calle la campana del reloj, se de-
rritieron parte del cimbalillo y una campana pequeña, y las demás no podían usarse.
El cabildo q uedó consternado por el suceso y porque no contaba con medios
financieros para arreglarlo. Los principales autoridades de la ciudad, la Universi-
dad y el Obispo, ofrecieron su ayuda y, junco con el Consejo de los Seises, decidie-
ron pedir a todos los nobles, clérigos, religiosos y religiosas de la ciudad limosnas
para poder reparar el campanario. A lo largo de esce año y del siguiente se reco-
gieron numerosas limosnas con las q ue se pudo realizar la obra, que dirigió el
maestro del cabildo D . Pancaleón Pontón de Setiénl8.
En 1733 se mandaron reparar las vidrieras y tejados de toda la catedral, claus-
tro y capillast9.

13. A.C.S.-A.C.-1648-1654.-Fol. 639 vuelto.


14. A.C..A.-A.C.-1675- 1681.-Fol. 559 vuelto.
15. A.C.S.-A.C.-1655-1660.-Fol. 450 vue.lro, 498-498 vuelto.
16. PORTAL MONGE, Y. "IA lorrt dt las Campanas de la Cat«lral de Salamanca". Salamanca.1988.-
Págs. 42-45
17. A.C.S.-A.C.-1700-1705.-Fol. 528.
18. Nota 16. Págs. 46-50, 55-7 1
19. A.C.S.-A.C.-1730-1740.-Fol. 389-389 vuelco.

448 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBRAS EN STA. MARIA DE LA SEDE

En Agosto de 1737 D . Antonio Baños, comisario de fábrica del cabildo, in-


formó de que el terrado sobre la fachada de la Catedral Vieja se filtraba el agua,
humedeciendo las bóvedas y paredes de la vecina torre de las campanas. Rápida-
mente subió D. Alberto de Churriguera, maestro de obras del cabildo, acompa-
ñado por otros maestros de la ciudad para percibir los deterioros ocasionados. Es-
tos debían de ser considerables cuando el cabildo, alarmado, decidió llamar a
maestros de fuera de la ciudad y se mostró dispuesto a gastar hasta "mili doblones"
en la reparación. Se consultaron varios maestros, entre los que destacaban el inge-
niero militar D . J osé Barcia y otro ingeniero que trabajaba en el Fuerte de la Con-
cepción. El arreglo de la torre se convirtió en comidilla de todos los salmantinos,
que temían su desplome. Por fin llegó a Salamanca, en Octubre del mismo año,
D. Pedro de Ribera, maestro de obras del Ayuntamiento de Madrid, que fue el en-
cargado de arreglar la torre. El maestro del cabildo, D . Alberco de Churriguera, se
sintió humillado y presentó su dimisión20.
El 29 de Noviembre de 1745 se mandó hacer un cancel para la puerta de la
Catedral Vieja. que comunica con el claustro, por la corriente que entraba por
ella21 . El 17 de Marzo de 1756 se mandó componer la puerta del claustro porque,
con el cancel, no se podía pasar para las procesiones, y asear y arreglar la iglesia y
el arco de la capilla mayor, que estaba muy desconchado. No debieron de hacer
caso y el 21 de Mayo se repitió la orden de retirar el cancel de la puerta del claus-
tro para poder hacer las procesiones sin estorbo alguno22.
Con el terremoto de Lisboa de 1755 la Catedral Nueva sufrió importantes res-
quebrajaduras, así como la torre de las campanas, que hicieron que se realizaran
obras de reparación. El cabildo ordenó el 12 de Enero de 1756 que se celebraran
codos los oficios en la Catedral Vieja, mientras duraran los trabajos en la Nueva23.
Al año siguiente, la situación en la Catedral Nueva se agravó y el 28 de Fe-
brero se mandó cerrar y que el maestro de obras revisara asimismo la Vieja, por si
corría algún peligro. El 4 de Marzo se presentó el informe del maestro, asegurando
que Sanca María de la Sede estaba libre de cualquier ruina24.
A lo largo de los años siguientes, 1758, 1763 y 176525, se repitieron las órde-
nes del cabildo mandando celebrar las principales fiestas eo la Catedral Vieja, pues
se estaba arreglando la cúpula de la Nueva. Por fin, el 15 de Abril de 1765, ya arre-
g lada la media naranja, se volvieron a celebrar los oficios en la Catedral Nueva26.

20. Nota 16. Págs. 77-82


21. A.C.S.-A.C.-1745- 1750.-Fol. 26-26 vuelto.
22. A.C.S.-A.C.- 1755-1760.-Fol. 81-81 vuelco, 108-108 vuelto.
23. A.C.S.-A.C.-1755-1 760.-Fol. 57-58.
24. A.C.S.-A.C.-1755-1 760.-Fol. 219-220 vuelto.
25. A.C.S.-A.C.-1755-1760.-Fol. 453-453 vuelto, 480-480 vuelco, 825-825 vuelco.
26. A.C.S.-A.C.-1765-1770.-Fol. 30 vudto-31.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 449


M' REYES YOLANDA PORTAL

Inmediatamente después de terminar los trabajos de reparación de la cúpula


de la Catedral Nueva, se comenzó a arreglar la torre de las campanas, que habfa su-
frido importantes grietas y resquebrajaduras.
El 2 de Agosto de 1765 se desprendió una piedra de la esquina meridional de
la corre. D. Juan de Sagarvinaga, maestro mayor del cabildo, subió a revisarla y en-
contró que junco a la piedra, que se había caído, había otras también a punto de
desprenderse y una profunda grieta que penetraba hasta la casa del campanero. In-
formado el cabildo, mandó hacer los preparativos necesarios para su arreglo.
El 13 de Agosto se mandó llamar a Madrid a O . Francisco Moradillo para que
diera su opinión sobre la torre. Este llegó a Salamanca el día 19 y ese mismo día
D . Juan de Sagacvinaga dio su dictamen sobre la obra. El 2 de septiembre, Mora-
dillo emitió su dictamen mostrándose bastante de acuerdo con lo dicho por Sagar-
vinaga. Cuando Sagarvinaga fue a poner en práctica los remedios dados por los dos
maestros, se encontró con que las hendiduras de la corre se habían agrandado.
Alarmado el cabildo, el LL de Julio de 1766 mandó llamar a Fray Antonio de
San José Pontones para que la reconociese. El 28 de Julio, Sagarvinaga comunicó
al cabildo que había notado nuevas g rietas en la corre y, en vista de la novedad,
mandaron llamar de nuevo a D. Francisco Moradillo. También se llamó al religioso
Francisco Cabezas, que dirig ía las obras de Sao Francisco en Madrid, y al capuchino
Fray Antonio de Manzanares. Reunidos los cuatro, se les pidió su dictamen. Asi-
mismo, el 18 de Agosto se mandó enviar el dictamen de Sagarvinaga sobre las
quiebras de la corre a un maestro francés, que había arreglado la corre de Córdoba,
llamado Baltasar Drevetón.
El Padre Pontones dictaminó que la corre no tenía remedio. Sus colegas opi-
naron que no era inminente el peligro de la ruina, aunque aconsejaban que se des-
montaran los pináculos del ochavo y se bajaran las campanas. El Cabildo, anee la
disparidad de criterios, decidió llamar a D . Ventura Rodríguez, que llegó a Sala-
manca y dio su parecer el 2 1 de Septiembre, diciendo que era segura la ruina de la
corre y que aconsejaba demolerla rápidamente El cabildo le propuso levantar dos
corres en los ángulos de la cabecera de la Catedral Nueva.
El 24 de Noviembre mandaron llamar a Balsar Drevecón para que diera su pa-
recer. Este llegó a Salamanca a finales de Diciembre y presentó su dictamen el 8
de Enero de 1767, comprometiéndose a reparar la corre. El día 16 se le nombró di-
rector de la obra y él dejó encargado de realizarla, bajo sus instrucciones, a Jeró-
nimo García de Quiñones y a Ríos. Las obras de restauración se comenzaron el 15
de Febrero de 1768 y quedaron prácticamente terminadas al año siguience27.
De nuevo en 1772 Sanca María de la Sede sufrió reparaciones. El 18 de Sep-
tiembre se mandó cegar la escalera de caracol del coro y arreglar el cejado para que
el agua no calara las bóvedas y las paredes28.

27. Noca 16. Págs. 87-90, 92-96, 98-107, 117-119, 125-1 29, 140- 154, 158-160.
28. A.C.S.-A.C.- 1770-1 775.- Pol. 366 vuelro-367.

450 SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBRAS EN STA. MAR1A DE LA SEDE

Pero fue en 1783 cuando comenzó una nueva campaña de trabajos importan-
tes, esta vez en el claustro de la Catedral Vieja, seriamente dañado a consecuencia
del terremoto de Lisboa.
El 17 de Enero se informó al cabildo de que se había concluido el socalzo de
la Catedral Vieja y construido arriba dos viviendas decentes para refugio o castigo
de los señores capitulares. También se comunicó que, con el paso del tiempo, se
había resentido y resquebrajado la pared de la iglesia que baja por la calle de Ten-
tenecio y que los tejados de la Capilla de Anaya tenían rotos los tirantes y con pe-
ligro de ruina. Igualmente amenazaba desplomarse el tramo del claustro donde es-
taba la imagen de San Cristóbal y necesitaba repararse.
El cabildo mandó pedir opinión a Jerónimo García de Quiñones, maestro de
obras del cabildo. El día 20 Quiñones presentó su dictamen y el proyecto de los
arreglos necesarios. El cabildo decidió consultar a Sagarvinaga y Román. El 1O
de Febrero emitió su dictamen Román, mandando desmontar las crujías del
claustro. El cabildo ordenó a los dos maestros que hicieran los planos 29. El 7 de
Abril mandaron que se apoyara todo lo que amenazaba ruina, suspendiéndose
por ahora las obras, excepto en la Capilla del Canto, que ordenaron que fuera re-
parada30. El 12 de Septiembre se volvieron a comunicar nuevas quiebras en los
tejados del clauscro31.
En Febrero del año siguiente, el cabildo de nuevo se preocupó por el asumo y
pidió su parecer a los maestros.
El 7 de Marzo , ambos maestros dieron su opinión, viendo como muy necesa-
rias las obras por el peligro de ruina y la falta que hacía construir la Contaduría y
el Archivo. El cabildo acordó que se comenzaran rápidamence las obras, empe-
zando por la nave de Nuestra Señora del Pilar, sobre la que habría que construir la
Contaduría y el Archivo32.
El 6 de Junio se informó al cabildo sobre los sepulcros que se habían descu-
bierto en el claustro33. Las obras continuaron y en Marzo de 1787 se mandó cerrar
el claustro. El 23 de Abril de 1790 se comunicó al cabildo que ya estaban con-
cluidos el Claustro, Contaduría y Archivo y que era indispensable componer la Ca-
pilla del Canto y quitar de ella la madera sobrante de la obra. Pero esto último no
debió de cumplirse, pues al año siguiente la orden se repitió34 .
En la ocupación francesa de 1812 la Catedral Vieja jugó un importante papel.
Cedieron la Capilla de Anaya para que en ella se guardaran efectos de otras igle-

29. A.C.S.-A.C.-1 780-1785 .-Fol. 311-311 vuelto, 312 vuelto-313 vuelto, 319-320, 322-322
vuelco.
30. A.C.S.-A.C.-1780-1785.-Fol. 337 vuelco-338, 343.
31. A.C.S.-A.C.-1780-1785.-Fol. 390 vuelto.
32. A.C.S.-A.C.- 1780-1785.-Fol. 633 vuelto-634, 635-635 vuelto, 646-646 vuelto.
33. A.C.S.-A.C.-1780- 1785.-Fol. 682 vuelto.
34. A.C.S.-A.C.-1 785-1789.-Fol. 193-193 vuelco, 662-662 vuelco. A.C.- 1790-1795.-Fol. 1SO
vuelto-151 vuelto.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 451


M' REYES YOLANDA PORTAL

sias destruidas por éstos y sirvió de iglesia mientras duraba el fuego en los fuertes
de la ciudad. Sufrió los saqueos y abusos de las fuerzas ocupantes, como puede
apreciarse en el deterioro de varias capillas, y los capitulares se vieron obligados a
retirar los cinchos de las cadenas del Patio Chico para que no fueran robadas por
los franceses. El 18 de Mayo se recibió una carta del Jefe de Esrado Mayor pidiendo
se retirase el reloj de la corre y se desalojase la capiUa de San Martín, pues iban a
fortificarla. La orden se cumplió y la Capilla de San Martín se macizó y se tapió la
puerta de comunjcación de la t0rre con la iglesia35 .
En 1816 se procedió a reparar algunos de los destrozos de las tropas enemigas.
Así, el 29 de Enero se mandó reparar la corre;el 22 de Abril se hicieron colocar de
nuevo las cadenas en el atrio de la iglesia, el 17 de Mayo se mandaron arreglar los
rejados, pues había gran número de goteras36.
En 1818 se volvieron a realizar obras en Santa María de la Sede. El l de Abril
se comunicó al cabildo que era necesario reparar los cejados y pisos de algunas ca-
pillas y, sobre codo, de la de San Banolomé. El cabildo ordenó que el arquitecto
presentara un informe de las obras precisas. El 10 de Abril, D . Bias de Vega Gar-
cía presentó un informe y d ijo que, entre otras obras, era necesario reparar la bó-
veda de la catedral Vieja q ue estaba sumamente deteriorada porque se filtraba agua
del fregadero de la casa del campanero. Se mandó arreglar rápidamence37 •
Sin embargo los arreglos de La Capilla de San Banolomé no se realizaron y el
24 de Octubre de 1825 el señor.Maestrescuela volvió a llamar la atención del ca-
bildo sobre su reparación. El Deán dijo que avisaría al señor Intendente encargado
de la capilla para que la arreglara. Pero éste no hizo caso y el 20 de N oviembre de
1826 se volvió a repetir la propuesta. El 21 de Julio de 1828 el problema no se ha-
bía solucionado y, además, parece ser que se había agravado, pues avisan al cabildo
que la Capilla de San Bartolomé amenazaba ruina por la parce que da al claustro.
Se mandó avisar de nuevo al Intendente y, en caso de .que éste no respondiera, re-
currir a la superioridad. El 18 de Agosto el Intendente mandó un ofi cio responsa-
bilizándose de la obra y diciendo que la repararía urgentemente38 .
En los años siguientes la Catedral Vieja y su claustro sufrieron algunos pe-
queños arreglos. Así, el 23 de Abril de 1838 se mandaron poner vidrieras en la
Catedral Vieja. Ese mismo día se mandó hacer la puerca del claustro, que habían
robado. El 25 de Octubre de 1839 se mandaron pincar las paredes del claustro.
El 7 de Marzo de 1842 se mandaron quitar los cuadros del "Via Crucis" del claus-
tro por la inseguridad en que se hallaban, ya que falcaba uno y, según el texto, ce-

35. A.C.S.-A.C.-1810-181 5.-Fol. 227 vuelto, 246 vuelto-247, 234-234 vuelco, 239-239 vuelto,
240-240 vuelco.
36. A.C.S.-A.C.- 18 15- 1820.-Fol. 38 vudro-39. 75 vuelco-76, 83
37. A.C.S.-A.C.- 1815-1820.-Fol. 369-369 vuelco, 373 vuelco-376.
38. A.C.S.-A.C.- 1825- 1830.-Fol. 15- 15 vuelco, 147 vuel ro- 148, 353-353 vuelco, 362 vuelco-363.

452 SM.AMANCA, Revisra de Estudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBMS EN STA. MARIA DE LA SEDE

nían gran valor, pues eran de Gallego, y en su lugar pusieran otro "Vía Crucis" de
menos valor39.
A part ir de 1840 en Santa María de la Sede solamente se decían los oficios
cuando se estaba limpiando o reparando la Catedral Nueva, como vemos por al-
gunas notas de los años 1840, 185 1, 1858 y 18774°.
El 6 de O ctubre de 1857 cayó un rayo en la torre de las campanas, causando
daños considerables a la veleta y cascarón del linternín. Al día siguiente el arqui-
tecto del cabildo, Sr. Cafranga, informó a éste de los desperfecros. Al ver que la
obra de reparación iba a ser considerable, se pidió al Gobernador que informara al
Ministro de lo sucedido.
El 2 1 de Noviembre de 1877, de nuevo tuvo la torre que ser reparada, como
se desprende de la información que dio el arquitecto de la diócesis, D. José Secal,
al cabildo. El 6 de Diciembre se mandó comunicar con rapidez al Obispo, Junta
de reparación de Templos y Comisión de Monumentos. Al año siguiente, el Obis-
po comenzó a pedir limosna para poder costear las obras de la corre. Las obras du-
raron hasta 188041.
En los años finales del S. XIX y principios del XX se hicieron varias obras y
arreglos en la ig lesia, claustro y capillas.
Así, el 15 de Noviembre de 1890, el Ayuntamiento solicitó al cabildo que ce-
diera para vía pública La sacristía de la Capilla de Talavera y el cuarto de los votos
de la Sala Capitular. El Cabildo acordó cederlos gratuitamente con la condición de
que el Ayuntamiento cerrara los huecos, alisara las paredes y pusiera canalones;
obras que habían de ejecutarse bajo la dirección del arquitecto d iocesano42 .
El 16 de Junio de 1902 se mandó limpiar la Capilla de San Martín o del Aceite
y se acordó se trasladaran a otra bodega de la iglesia las tinajas43.
El 30 de Agosto se notificaron al cabildo los descubrimientos de sepulcros e
inscripciones en el claustro, con motivo de las obras promovidas en dicho claustro
por el Padre Cámara. El 15 de Noviembre se presentó la memoria de dichos se-
pulcros«, que habían quedado tapiados en las obras de construcción del nuevo
claustro en el S. XVIII, dirigidas por Quiñones.

39. .A.C.S.-.A.C.- 1835-1840.-2"- Fol. Fol. 123-123 vuelto, 233 vuelto.A.C.-1840-1850.-Fol. 1-5
vuelto.
40. A.C.S.-A.C.-1835- 1840.-2' Fol. Fol. 260 vuelto-261. A.C.- 1846-1864.-Fol. 46-46 vuelco.
A.C.- 1850- 1860.-Fol. 37 vuel ro-38 ..A.C. 1860-1870.-Fol. 305-305 vuel to, 6 18 vuel co.
41. Nora 16. Pgs. 172-1 74, 177- 180.
42. .A.C.S.-A.C.-1879-1890.-Fol. 359-359 vuelto; A.C.- 1890-1901.-Fol. 3-3 vuelto.
43. A.C.S.-.A.C.- 1902-19 18.-Fol. 6.
44. A.C.S.-A.C.- 1902- 1918.-Fol. 10-10 vuelto. Bolttín Eduiáitico de 1902. Págs. 287-290. Ver
BRAVO, R.: "Epigrafía sepulcral en el claustro de La Caredn.I Vieja". BaJílica Tnviana. 1902. Págs. 270-
275; RODRÍGUEZ MIGU EL, L.: "Descubrimicnros en el claumo de la Catedral Vieja de Salamanca". Ba-
sílira Ttrtsiana. 1902. Pg. 257-261; REPULLÉS Y VARGAS, E.M' "El clauscro de la Catedral Vieja de Sa-
lamanca y sus sepulcros". B.S.E.E. l 903. Págs. 241-245 y del mismo autor: "Los sepulcros descubiertos en
el claustro de la Catedral Vieja de Salamanca", Basílica Tmsiana. 1902. Págs. 295-299. A.C.S.-A.C.-1902-
1918.-Fol. 18 vuelto-21 vuelto.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 453


M' REYES YOLANDA PORTAL

El 15 de Noviembre de 1909 se mandaron reponer los cristales que falcaban


en la Catedral Vieja y capillas del claustro. El 15 de Enero de 1913 propusieron
hacer desaparecer las pinturas murales del los milagros del Cristo de las Batallas,
que ocupan la pared norte de Santa María de la Sede, pero decidieron conservar-
las, porque eran símbolo de una época. El 15 de J unio del mismo año mandaron
que desapareciera el "Via crucis" del claustro, los retablos laterales de la Capilla
de Talavera y la mesa que cubría el sepulcro del obispo Lucero en la Capilla de
Sanca Bárbara45.
Pero, en realidad, la obra de más importancia que se llevó a efecto a partir de
este año fue la restauración de la Torre del Gallo. Ya a fines del S. XIX, el 14 de
Julio de 1883, D. José Secal, arquitecto del cabildo, presentó un presupuesto para
el arreglo de dicha torre, que se encontraba en muy mal estado. El presupuesto as-
cendía a 7.141 pts. La Junta de Reparación de Templos daba 4.400 pes. y la fábrica
debía añadir las otras 2.750 pes. A pesar de que el cabildo mandó comprar rápi-
damente los materiales para el arreglo, éste no se llevó a efecto, y el 16 de No-
viembre de 1896 se comunicó que había habido ciertos desprendimientos en la cú-
pula de la Catedral Vieja y otros desperfeccos en las naves. Anee ello se decidió
ponerlo en conocimiento del Obispo para que éste determinara si tenía medios y
consultara al arquitecto.
A principios del año siguiente, el Sr. Repullés dio su dictamen sobre el estado
de la Catedral Vieja. Dijo que los tejados estaban arruinados y el agua empapaba
y calaba las bóvedas, produciendo desprendimientos. Habría, pues, que limpiarlos
y reponer las tejas. En cuanto a la Torre del Gallo, aseguraba que estaba dañada por
el terremoto de Lisboa y el presupuesto necesario para arreglarla era bastante alto,
aunque no precisaba la cantidad exacta. Sin embargo, no se decidió nada al res-
pecto y de nuevo el 28 de Enero de 1906 se avisó al cabildo del estado ruinoso de
la torre linterna.
El 15 de Febrero, el Obispo mandó comunicaciones al Ministro, al Arquitecto
y al Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos, informándoles del pe-
noso estado de la Torre del Gallo. Pero parece ser que tampoco entonces se resol-
vió nada. Por fin, el 15 de Junio de 1913, se informó que el Sr. Repullés y un ar-
quitecto de Astorga habían inspeccionado el estado cada vez más deplorable y
ruinoso de la cúpula de Sanca María de la Sede. Se mandó colocar un andamio in-
terior mientras se instruía el expediente oportuno y se sacaban fotografías. Tam-
bién decidieron abrir una puerta que comunicara las habitaciones del campanero
con dicha torre y desescombrar la escalera pegada al ábside para que por ella se pu-
diera bajar desde la corre lincerna46.

45. A.C.S.-A.C.-1902-1918.-Fol. 269-269 vuelto, 321 vuelro-322, 330 vuelco.


46. A.C.S.-A.C.-1879- 1890.-Fol. 111; A.C.-1890-1901.-Fol. 199, 203 vuelto, 205; A.C.-1902-
1918.-158- 158 vuelro, 197 vuelto-198, 329 vuelto-330, 330.

454 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOB RE LAS OBRAS EN STA. MARIA DE LA SEDE

Las obras de reparación, no obstante, no comenzaron47 hasta Junio de 1919, en


que se desmontó la corre y se mandó resguardar el retablo mayor para que no su-
friera deterioro. Los trabajos debían de ir demasiado lentos, ya que el 15 de No-
viembre de l 925 la Comisión Provincial de Monumentos, de acuerdo con el ca-
bildo, envió una comisión a Madrid para acelerar la restauración.
Al año siguiente, el Sr. Artero indicó al cabildo que se debía revisar el plan
de las obras, con el fin de que, con los escasos recursos concedidos por el Estado,
se realizara lo mejor posible. Añadió que había observado algunas irregularidades
en dicho plan y el presupuesto, y que se debía pedir un informe a un arquitecw
de confianza. El cabildo aceptó la propuesta y el Obispo hizo algunas gestiones al
respecto.
El 26 de Julio de 1927, el Prelado comunicó alarmado que los obreros que tra-
bajaban en la reparación de la Torre del Gallo, al picar en el arco de la bovedilla
del ábside, habían desprendido y deshecho parce de la pintura al fresco del J uicio
Final, y que el resto de la pintura corría serio peligro de desprenderse si no se to-
maban las medidas oportunas.
Ese mismo año se llevaron a cabo otras obras en Santa María de la Sede:se des-
montó la cubierta del claustro cosa que al cabildo no parece que le hizo mucha gra-
cia48 y se repararon los tejados. García Guereta en un memorial49, fechado en No-
viembre de 1927, afirma que la antigua cubierta de la Catedral Vieja estaba
formada por lanchas de piedra poco consistentes, que estaban rotas y agujereadas
por el paso del tiempo, dando lugar a grandes goteras, y añade: "Hace unos cincuenta
años se ha recubierto tk una colcha tk tierra para ganar la pendiente y se colocaron encima
tejas curvas. La tierra se ha amontonado irregularmente en los huecos tk las tejas engen-
drando así goteras todavía más grandes que las anteriores. Hay una enorme encima tkl
tramo occitkntal tk la nave lateral tk la epístola, que ha prwocado la descumposición de la
clave tk la b6veda. AtkmáJ, esta elevación dada a las cubiertas ha tapado en gran parte las
velllanas tk la nave central, que presentan un aspecto desolador".
Los obreros que trabajaban en la obra, parece ser que sin permiso alguno, des-
montaron también el tejado de la nave sur de la Catedral Nueva, y se produjo una
fuerte tormenta que caló y estropeó codas las capillas. El Cabildo, muy disgustado,
acudió al Ministro presentándole sus quejas por los enormes abusos que se estaban

47. Ver Manín JIMENEZ, J.L.: "Reparación de la Torre del Gallo". Arq11irec111r(I. Nº 106.1928.
Págs. 35-4 1; TORRES BALBAS, L, ''Los cimborrios de Zamora, Salamanca y Toro··. Arq11iltc111ra. 1922.
Págs. 137-l 53; GARCIA GUERRERO, R.: "La Torre del Gallo··. Arq11i1e,·111rfl. 1922. Págs. 129-136.
Se puede ver cambién el Dossier de rcscauración de Ricardo García Guereca, consciruido de cinco do-
cumenros, cinco planos, una memoria de 11 páginas y cuatro focografías en las que se aprecia el espacio
que había enrrc el exrradós de la cúpula y el inrrad6s de su cubierta, los gastos detallados y el coral gene-
ral que asciende a 7 1.930'35 pes. Esce cuaderno se encuencra en el Archivo General de la Adminism1ción
Cenrral de Alcalá de Henares con el No- 13224-2 (21 de Julio de 1925).
48. A.C.S.-A.C.-1919-1945.-Fol. 4, 72, 93-93 vuelto, 115-115 vuelto, 115 vuelco, 116 vuelco.
49. Archivo General de Administración Cenrral.Cuaderno 13224-8 (12 de Noviembce de 1927).

SALA.MANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 455


M' REYES YOLANDA PORTAL

cometiendo. Rápidamente un arquitecto del Ministerio de Instrucción Pública y


Bellas Arces realizó una visita de inspección a las obras de la catedral. El 16 de
Abril de 1928 se recibió una carca del arquitecco que dirijía las obras, prometiendo
al cabildo que éstas ya estarían terminadas y despejada toda la catedral para la ve-
nida del rey Alfonso XIIl. Añadió, además, que había conseguido de la Dirección
de Bellas Arces autorización para consolidar la bóveda del ábside. Efectivamente,
ésta fue rehecha con gran cuidado para no estropear los frescos del cascarón50.
En 1930 las cejas del resto del edificio fueron reparadas y modificadas, reti-
rándose la masa de cierra acumulada sobre las bóvedas, conservándose las lanchas
originales, protegidas por cejas, colocadas sobre una argamasa de ladrillos y yeso51•
Por esca misma época, exactamente el 15 de Julio de 1929, el arquitecto Sr. Gue-
reca presentó el proyecto de restaurar algunas capillas de la Catedral Vieja, hacer
desaparecer las pinruras de mal gusto que estaban sobre el retablo de la Capilla de
Talavera, raspar la pintura azul chillona de la bóveda de la Capilla de Anaya, qui-
tar las estrellitas (que eran de escayola) respetando la de los nervios y escudos,
levantar el retablo para ver si ocultaba alguna pintura de mérito y, en caso nega-
tivo, colocarlo más bajo, quitando dos gradas de la subida al altar, para dejar más
libre el mausoleo del arzobispo y, por último, hacer desaparecer la Sala Capitular,
que existía en la parte alta del corredor, para que se pudiera ver bien el rosetón del
crucero52.
Hasta 1950 no volvió a haber ninguna obra de imponancia en la Catedral Vieja.
Ese año, el cabildo y las autoridades salmantinas decidieron restaurar codas las pin-
turas de Sanca María de la Sede e instalar un museo para recoger los objetos anísci-
cos dispersos por las dos catedrales. El 15 de Junio se recibió una cana de D. José
Bordolec de Barcelona ofreciéndose a restaurar las pinturas a condición de poder es-
coger algunas para él. El cabildo, irritado, le contestó negativamente. El 15 de No-
viembre, el Gobernador ofreció 50.000 pts. para dicha restauración y anunció su vi-
sita y la del Vicedireccor del Museo del Prado, Sánchez Cancón. Al mes siguiente se
nombró como restaurador de codas las pinturas a D. Joaquín Ballescer Espí.
También por escas fechas hicieron su anunciada visita el Gobernador y Sánchez
Cancón y proyectaron hacer dos museos:uno, en la Capilla de Sanca Catalina y otro,
en la antigua Sala Capitular. La Comisión Provincial de Monumentos presentó el
17 de Julio de 1951 el proyecto de reformas de la Catedral Vieja53.
En 195 3 se decidió comunicar las dos catedrales por la Capilla de San Lorenzo,
inutilizando la entrada y escalera existentes. En 1956 se mandaron arreglar las vi-
drieras y retirar la cancela de la anterior puerca de comunicación entre ambas ca-

50. A.C.S.-A.C.-1919- 1945.-Fol. 120- 120 vuelco, 12 1, 142. Archivo General de Adminimación
Central.Cuaderno 13223-13 (20 de Marzo de 1928).
51. Archivo General de Administración Central.Cuaderno 13233-11 (6 de Diciembre de 1929).
52. A.C.S.-A.C.- 1919-1945.-Fol. 169-169vuelto.
53. A.C.S.-A.C.-1946-Actualidad.-Fol. 73, 78-78 vuelto, 81vuelco,82, 88-90.

456 SAI.AMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE LAS OBRAS EN STA. MARÍA DE LA SEDE

redrales. Al año siguiente se pidió que se cubriera el hueco de la puerta de


comunicación actual con un tapiz o una puerca provisionaP4.
En 1960 se proyectó poner calefacción en la Catedral Vieja. En 1966 se volvió
a hablar del asunto y el arquitecto se opuso, pues alegó que la calefacción despe-
diría humos, que la perjudicarían, y propuso que fuera eléctrica. Pero la cosa quedó
sólo en proyecto, seguramente por la carestía del presupuesto.
En 1965 se mandó hacer un nuevo alear para celebrar la misa cara al público. Al
año siguiente decidieron colocar el coro en la capilla mayor y el nuevo altar bajo el
cimborrio. Pero, de nuevo, el arquitecto se opuso y lo colocó en la capilla mayor55.
En 1986 fue reparada de nuevo la Torre de las Campanas ya que su parte su-
perior se encontraba en muy malas condiciones, todas sus balaustradas tenían pe-
ligro de desprendimiento y el enorme pináculo de remate presentaba una gran
oscilación. Se procedió a sujetar las piedras con peligro de derrumbe y se consoli-
daron las balaustradas. florones, los cuatro pináculos de la cúpula y el pináculo de
coronación, cruz, veleta y bola. El arquitecto que efectuó la restauración fue D . Pío
García Escudero56.
En 1990 se han reparado todos los tejados de la catedral Vieja.
En 1997 se han hecho gradas nuevas en el presbiterio y se está reparando la
casa del campanero.

54. A.C.S.-A.C.- 1946-Accualidad.-Fol. 112, 131 vuelco, 145.


55. A.C.S.-A.C.- 1946-Accualidad.-Fol. 163, 228 vuelco, 231, 222 228 vuelco, 231.
56. Noca 16. Pg. 25.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 457


SALAMANCA, R~llta ~Estudios. 39, 1997. Pigs. 4)9-)08
ISSN: 0211-9730

TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA


CASTELLANO-LEONESA (Siglos XIX y XX)
Notas para su interpretación

LUIS P. MARTfN

RESUMEN: La selección de cexcos y documencos que presentamos son


una muestra de la complejidad de la sociedad masónica. Desde la organización
interna hasca la formación del hombre, pasando por la defensa de los principios
democráticos, codos estos elementos modelan una sociabilidad rica y polémica.

SUMMARY: T he proposed select ion of documencs constitues a celling


sample of tbe complexicy of Masooic sociecy. T he inner organisacion, che for-
ming of che personalicy, che defense of democracic principies. Ali chese ele-
menrs make upa rich and concroversial sociabilicy.

PALABRAS CLAVE: Masonería, documentos, Castilla, León.

Una de las m últ iples d efiniciones q ue se hao d ado a la Masonería es la de ser


una sociedad de ideas. Este término, de por sí eq uívoco, o al menos ambiguo, ces-
cifica una de las verciences de la sociedad masónica; no obscance, es u na d efin ición
reductora e insuficience. Aquí no vamos a adentrarnos por los vericuetos de la de-
finición, ya lo hicimos en u n t rabajo recience 1 y no consideramos que pueda apor-
car noved ades a escas nocas. La masonería comporta dist intos aspectos anees de ser
una sociedad de ideas: es u na forma depurada de sociabilidad , t iene un compo-
nente cultura l elevado, ya que el sim bolismo que practica procede d e u na cultura
y u na filosofía entroncadas en el pensamienco occidencal2. Ahora bien, al incrodu-

1. Cf. Luis P. Martín: la Mas0ntrfa m Ca11illa y U6n m ti Jiglo XIX, Salamana, ed. Dipu tación,
1996, pp. 19-26. También un C$tudio imporunce el de M". J. l.acalzada: "Sob~ idealC$ y actividad poli·
tica de la Masonería y los masones C$peñoles em~ 1902-1936", La M aio11n'fa upaiiola tkl Jiglo XX, Toledo,
CEHME, Universidad de Castilla-La Mancha/Cort(S de Casulla-La Mancha, 1996, pp. 329-349.
2. Vid. Luc Nefonraine: S)mbolu ti SJmboliJnus da111 la Franf-MJ1fonnw1t, BnMlas, Universidad Libre
de Bruselas, 1994.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 459


LUIS P. MARTfN

cida como sociedad de ideas, nuestra pretensión es darle una imagen que revela su
originalidad, diferenciándola de otros modelos de sociabilidad. Esca originalidad
es también el producto de un d iscurso, de una manera de recitarse y de reprodu-
cirse texcualmente. Las logias masónicas practican la oralidad como método de ex-
presión, y dentro de las asambleas, los discursos (escritos y leídos) y los debates, re-
crean un saber, una transmisión de conocimientos que se plasman directamente en
sus textos y en sus documentos internos. Uno de los fundamentos de esca litera-
tura viene dado por la tradición masónica, la cual tiene -entre ocras caraccerísticas-
la de servir de referencia cultural a una sociedad de hombres diferenciada. Así pues,
podemos considerar sin riesgo que la masonería crea encre sus miembros, por me-
dio de este soporte cultural que es "lo escrico", una identidad muy marcada que,
evidentemente, lo refleja en sus textos.
Los textos y documentos que hemos escogido, se desmarcan por su nitidez ex-
posit iva, su pertinencia contextual y su interés histórico. Como en toda selección,
la parte subjetiva existe y nosotros no esconderemos nuestras preferencias. Sea
como fuere, la selección responde a criterios eminentemente históricos, canco por
su rigor como en su compilación. Por escas razones, no hemos deseado caer en el
"codo ideológico", o en el "codo político". Hemos establecido secciones claramente
divergentes, pero que se integran por medio de textos que son a La vez internos y
externos, aunque estos no se exterioricen. Por un lado, los textos y documentos que
abordan cuestiones masónicas y por ocro lado, aquellos que tratan cuest iones so-
ciales, políticas o religiosas. Los primeros porque nos parecen fundamentales para
encender la sociabilidad masónica: instalación de una logia., las elecciones de sus
dirigentes, las cuesciones financieras, los problemas internos ecc. Los segundos por-
que son la conscancia escrita de las ideas que se fueron forjando en las logias, que
es como decir que la masonería es una escuela donde se forjan los hombres 3 o dónde se
suscitan ideas. De aquí, que también sea una sociedad de ideas. Ideas que no siem-
pre son idénticas, ni uniformes, ni están destinadas (salvo en ocasiones precisas) a
servir a otro panido que el del propio masón.
Los documentos masónicos se pueden observar desde d iferentes perspectivas. La
adhesión a la masonería, es un acco de voluntad personal, que supone un conoci-
miento más o menos preciso de lo que es la masonería. Por esca razón, y con la ex-
cusa de un d iscurso de iniciación realizado por el padrino del nuevo masón, nos ha
parecido importante dar una visión de lo que es la sociedad masónica. Algunos pa-
sajes de esce primer documento, hay que situarlos en su contexto (1933), para no
distorsionar lo que a nosot ros nos interesa resaltar. En cualquier caso, los elementos
sim bólicos que contiene este texto se insertan perfectamente con un cipo de discurso
bastante generalizado en la masonería española del siglo XX, que combina con efi-

3. P. Alvue2 Lúaro: La MasoT1tda, ur11ela dt formarióTI dtl ri11dadaT10. (La td11rarión i11ttrna dt 1011114-
srmu apaño/a m ti último tmio dtl siglo XIX ). Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1996.

460 SALAMANCA, Revisca de Esrudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

cacia lo absrracto de una filosofía esotérica con una racionalismo aplicado. Basta leer
la sugestiva revista masónica Lat()mia4 para cerciorarse de ello. Otra de las formas de
acercarse a la sociedad masónica, para no caer en tópicos groseros, consiste en estu-
diar la existencia cotidiana de las logias. Se debe tener en cuenca que la instalación
de una logia no es un acto espontáneo y que reguiere múltiples condicionantes que
son a la vez individuales, ideológicos, sociológicos y materiales. También, entran
una serie de ponderables organizativos que son el substrato de unas actividades: te-
ner recursos financieros, encontrar un local, comprar mobiliario para la decoración,
etc. Además, los masones deben crear un mundo social nuevo con codos sus incon-
venientes (reglamentos de convivencia colectiva, reuniones, sanciones, etc.) y sus
ventajas (amistades, redes sociales, ayudas mutuas, etc.). Estos documentos, nos
muestran bien lo que era ser masón en la España de finales del siglo XlX. A partir
de estos datos cada lector podrá extraer su opinión, limitada al texto y no generali-
zar, puesto que en la reconstrucción de la vida de la masonería entran otros pará-
metros que completan los textos aquí presentados.
Uno de estos parámetros que deseamos resaltar, ya que a nuestro parecer tiene
un gran interés por lo innovador, es que las logias se comportan como auténticos
núcleos sociales, en donde se entrelazan la convivencia y el humanismo. De la pri-
mera surge naturalmente un proceso de socialización que es muy distinto de los
que emanan de la escuela o del sindicato, por ejemplo. Esta socialización es el re-
sultado de una voluntad común, ya que las logias buscan una armonización social
que sólo pueden conseguir aplicando unas reglas de comportamiento estrictas. Así
vemos que las relaciones son respetuosas y las discusiones equilibradas: la sociali-
zación es potente y la sociabilidad es democrática. Aquel masón que falta a estos
principios es, naturalemente, juzgado y expulsado. Por lo tanto, la masonería es
una sociedad que se dota de medios de protección para alcanzar sus objetivos. Una
noción de justicia es fundamental para practicar el igualitarismo, sin el que no po-
dría existir. Por esta razón, hemos deseado mostrar en dos documentos que la ma-
sonería considera con seriedad tanto la finalidad humana que busca, como la forma
de alcanzarla entre sus miembros. Otros aspectos que redundan en lo q ue avanza-
mos son también causa de la práctica de la socialización: ésta desarrolla un espíritu
de solidaridad que ahonda el sentimiento de identidad de los masones. Las ayudas
materiales que, de forma regular, dedicaban a la beneficencia ajena o propia (cf. do-
cumentos 8 y 9) daban un sentido humano a lo que de especulativo tenía la cons-
trucción del templo de la humanidad, metáfora que indica la finalidad de la ma-
sonería.

4. Esra excelente revisra masónica fue editada por la logia .. Unión.. de Madrid, enrre 1932 y 1934.
Dirigida por Carlos Malagarriga, que fue presidente de la Liga Española de los Derechos del Hombre, ruvo
una acogida muy importante en los círculos masónicos, tanto por su pertinencia como por su altura inre·
lectual. La revista necesita un estudio monográfico, que nos ofrezca más elementos sobre su alcance e in-
fluencia.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 461


LUIS P. MARTfN

El humanismo masónico se comprende porque la Masonería "forma a los hom-


bres"; es una institución formadora y educadora. Pero estos adjetivos enmarcan un
tipo de educación humanista que en el contexto decimonónico español entraña se-
veras puntualizaciones. Hay que recordar que la propia evolución social y política
de España impuso condiciones que perturbaron, cuando no desviaron los objetivos
espirituales de la Masonería hacia otros más cercanos de las cuestiones sociales y
políticas5. En Las logias se encontraron hombres de talento liberal que los distin-
cos regímenes fueron marginalizando. Así pues, la formación humana tomó carac-
teres que eran el fiel reflejo de las inquierudes de un colectivo frente a la situación
del país. Cuando estudiamos esta cuestión, nos percibimos que las logias practica-
ban un cipo de educación política que no implicaba una militancia concreta y prác-
tica. Siempre nos pareció que, por el modo de explicar y extender los "objetos de
d iscusión" políticos, las logias se erigieron en centros de formación cívico-demo-
cráticos, que ya de por sí era una ruptura con el ambiente exterior6. No obstante,
el hecho de multiplicar estos objecos de discusión, acercaron a los masones a tratar
las cuestiones de la sociedad de su tiempo sin vacilaciones.
La formación y práctica de un concepto político que suponía la liberalización
de la sociedad de codo aquello que manruviera los hombres atados a una doctrina,
a una visión uniforme del mundo, de la religión y de la sociedad, fue a chocar fron-
talmente con las instituciones que deseaban conservar sus privilegios e influencias
(la Iglesia), con el sistema pseudo-democrático de la Restauración. Los documen-
tos que presentamos son una muestra de ello. La secularización y la educación laica
forman parce de un mismo elenco; el republicanismo, como identidad política di-
fusa e inconclusa y mico entre los masones creyentes en el poder reformador de un
modelo de Estado que ellos mismos (en parce) llevaron al fracaso en 1874, forma-
ron parte de toda una actividad formadora, que era también un instrumento de-
mocrático fundamental. Estos textos contienen una cosmovisión política que
emana directamente del universo masónico, de los debates en las logias que, na-
curalemence, eran continuados en el círculo o en el casino local. En realidad la so-
ciabilidad democrática de la Masonería servía a formar demócratas y a re-crear un
discurso menos obtuso que el propuesto por los partidos republicanos que funcio-
naban con sus propios caciques y notables'. Ahora bien, las logias castellano-leo-

5. Cf. J. Baylor: La wit s11bs1i111k. Rtt:hmhe s11r la déviation dt la Frat1c-Maronnerie en Frat1ct ti tn E11-
rope. París, Dervy, 1985.
6 . Sobre este aspecto, consultar nuestro trabajo .. La logia y la tribuna: los políticos masones de
Castilla y León (1868-1900)'', Masonería. Rtv0f11ciót1 y Rtacá6n, Alicante, Instituto Juan Gil-Albert, 1990,
pp. 157-167
7. Hemos defendido la tesis que las logias mas6nicas tuvieron un comporcamienro modernizador
tanto por sus relaciones democráticas internas como por el papel que asignaba a cada uno de sus miembros
en esta conducta. Vid. Luis P. Martín: "Intentos de modernización de una sociedad: la masonería en Casti-
lla y León a finales del siglo XIX", lnvt.1tigacionts Hist6riras, nº l6, 1996, Valladolid, Universidad de Valla-
dolid, p.173.

462 SA!.AMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELLANO-LEONESA

nesas nunca funcionaron como comicés electorales excepco en el caso del capítulo
Pelícano - de León): la diversidad de opiniones era real y los masones que ejercie-
ron la polícica formaron parce de codas las familias políticas: desde el republica-
nismo fede ral al liberalismo conservador.
Entroncar el interés de la masonería por la secularización y el hecho de que
adoptara una cultura republicana, no denoca una originalidad propia. Si la sociali-
zación política de algunas logias se realizó también dentro de un tipo de educa-
ción/formación (cf. documento nº 10) ello no implica una realización política. La
masonería cascellano-leonesa nunca obcuvo éxitos políticos sonados. Su trabajo,
como el de otros grupos afines -librepensadores, krausistas, etc.- fue un trabajo en
profundidad, puesto que la multiplicación de iniciativas, ya fuera educativas (cf.
documentos 12 y 13) o sociales (cf. documento nº 15) iban encaminadas a cambiar
la sociedad . No creemos que los masones fueran can poco lúcidos como para espe-
rar un pronto rescablecimienco de la República; prueba de ello es que después del
pronunciamiento de Villacampa en 1886, modificaron sus acciones dando priori-
dad a aspeetos más específicamente socio-educativos. Aspectos que federaron g ran
parce de los grupos y fanúlias políticas que, convencidos de su función y aporre,
creyeron en el hecho benefactor de sus actividades a medio plazo. Todos, incluso
los masones, pensaron en rencabilizar políticamente algún día su labor. No obs-
tante y en lo que concierne nuestra región, la rentabilidad fue escasa por no decir
nula: la dinámica política de la Rescauración les excluyó prácticamente y sólo el
ideario fue recogido parcialmente por hombres como Macías Picavea que plasmó
en sus crabajos algunas de las inquiecudes masónicasª.
Lo que exponemos, nos induce a criticar el republicanismo masónico. El docu-
mento ( n° 14) que presentamos es suficientemente elocuente de la indigencia or-
ganizativa de un partido atomizado. Las actitud de Ja revista La Acacia que abordó
la cuesción, nos muescra una intención unificadora de las distintas tendencias re-
publicanas que coexistían en el seno de la masonería: forzosamente, la revista ce-
nía la obligación de federar a todos los republicanos. Una lectura más precisa de
los textos nos dan una imagen pasiva que resulta de la inconfortable situación del
republicanismo salmantino y castellano, muy dividido entre zorrillistas y salme-
ronianos. De aquí a decir que este asunco paralizó el republicanismo masónico es
exagerado; pero también lo es insinuar que era el único sentimiento político
existente en las logias.
Para final izar escas nocas, unos breves comentarios sobre la masonería durante
los treinta primeros años del siglo XX. A raíz de la sublevación de los indepen-
dentistas cubanos y porcorriqueños, el gobierno de Sagasta clausuró la masonería
española en 1896, postrándola en un letargo coral y sólo logró levanta cabeza en

8. Sin atrevernos a ser categóricos, en ciertos textos masónicos emergen postulados que bien se pue-
den considerar como pre-regeneracionisc11S. El caso de Picave-.i no es casual: pcrccncci6 a la logia "'Reforma"
de Valladolid co 1883. lbídnn, p. 176.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 463


LUIS P. MARTÍN

los años centrales de la primera década. La mayor parce de las regiones, salvo An-
dalucía, Cataluña, Levante y Madrid, hubo que espera al advenimiento de la IIª Re-
pública para conover un desarrollo espectacular, pero muy inferior al que se dió en-
tre 1880 y 1895. En Castilla y León, la implantación fue lenta e insuficiente,
podemos incluso hablar de fracaso, aunque León, Salamanca y Valladolid tuvieran
logias de relativa importancia. En el resto de las provincias, la presencia masónica
fue inexistente o muy precaria (hubo triángulos en Burgos, Astorga, Palencia). Es-
tas dificultades, que gráficamente expone el documento nº 16, nos hace concluir a
varias tesis en cuanto a la implantación. Primera, el escaso poder de convocatoria
de la sociedad masónica que diluía sus objetivos en propuestas políticas y sociales
recogidas en otros grupos "públicos". Segunda, las duras condiciones materiales de
los talleres masónicos. Tercera, en la ruptura humana que se dió eras 1896 que al
paralizar sus actividades, durante veinte años, no encontró la renovación necesaria
para planificar y ordenar su devenir.
Evidentemente, mucho se ha hablado de la policización de la masonería espa-
ñola; sin contar que toda la sociedad espeñola del primer tercio del siglo XX es-
taba fuertemente politizada. A los masones de los años 20 les marcó profunda-
mente la dictadura de Primo de Rivera; no sólo porque se ensañó con ellos, sino
porque las logias adoptaron posturas cercanas a la clandestinidad, cuando no al "ca-
maleonismo"9. La contestación y oposición a la monarquía fue siempre un leit mo-
tiv masónico, en canco aquélla no fuera plebiscitada democráticamente. La dicta-
dura la condujo -como a tantos otros- a la conclusión de que no había retorno
posible y las actividades masónicas se convirtieron en una caja de resonancia de la
sociedad y política española. Querer ver en estos aspectos trazas de complots no
tiene fundamento documental.
El periodo de la IIª República estuvo marcado por una agitación masónica sin
precedentes. Las logias regionales empezaron a funcionar hacia 1932-33 y se en-
contraron inmersas desde su creación con la crisis de 1934 (gobierno de la CEDA,
sucesos de Asturias en octubre, represión, juicios militares, destierros y encarcela-
mientos abusivos). Además la división en el radicalismo republicano, al que per-
tenecían gran parce de los masones, fomentó luchas internas y expulsiones de tipo
político (cf. las opiniones de J. Peñalver en el documento nº 19). El endureci-
miento de la postura de algunos coincidió con la más absoluta falca de atractivo
político de otros (las pocas posibilidades de expansión del partido de Martínez Ba-
rrio, la poca implantación del radical-socialismo entre los masones de la región,
etc.). La unidad masónica, por último, se vió saboteada por injerencias personales
y la falca de crédito terminó por destruir lo que apenas se había construido: la lo-
gia de Salamanca cerró sus puertas en febrero de 1936, la logia de Valladolid fue

9. Esca cualidad la practicó la logia vallisoletana "La Amistad" que se reg istró anee el gobierno ci-
vil como ateneo. Posteriormente se descubrió el asunto y la logia fue cerrada por las autoridades de la dic-
tadura. Ver supra, doc. 16.

464 SALAMANCA, Revista d e Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONER(A CASTELLANO-LEONESA

clausurada por su obediencia: la Gran Logia Regional del Centro y la log ia "Emi-
lio Menéndez Pallarés" de León trabajaba con intermitencias.
La contextualización de estos documentos nos desvela la desproporción entre
la realidad y el poder de La masonería regional y La violencia brutal de su liqui-
dación. Respecto a este punto hemos deseado aportar tres documentos que nos pa-
recen importantes para encender la máquina represora y la ideología de la repre-
sión. No vamos a entrar en la falsificación y los errores de bulto que contienen, lo
que nos importa es subrayar el carácter maniqueo, la impronta ideológico-judi-
cial y la existencia de toda una tradición ancimasónica que se remonca hasta el an-
glicanismo. En los documentos nº 20 y 2 1, se recogen y recortan codos los pen-
samientos que fundamentaron la represión: lo antiespañol, lo antinacional, lo
ancireligioso, lo antisocial, lo criminal, etc. La ordenación legal corrió a cargo del
juez Sánchez Tejerina, el cual visiblemente estuvo agobiado para encontrar visos
de crimi~alidad masónica en un Código Penal que no lo concemplaba 10 . Así pues,
hemos recogido los dos aspectos de la represión: el discurso y la acción. El último
documento (cf. nº22) referente a una sentencia atenuada, no debe hacernos creer
que fue lo normal. No hubo normalidad en la represión: codos los masones de
Burgos y de Valladolid , fueron fusilados o "paseados"; el venerable maestro de la
logia de Salamanca, Atilano Coco, también fue asesinado 11 . De este documento
nos interesa mostrar cómo los mecanismos de la represión fueron construidos pro-
gresivamente desde 1936 hasta 1940, con la creación del Tribunal para la Repre-
sión de la Masonería y el Comunismo, y como se fueron tipificando delitos y pe-
nas a parcir de las Ley de Responsabilidades; de aquí que el documento nº 21
adquiera codo su significado.

* * *
La historia de la masonería española es una historia polémica y se da porque
hay un exceso de palabra; los textos nos pueden ayudar a limitar los excesos de una
interpretación orientada. Bien es cierto, que la historia existe en cierta manera por-
que hay exceso de palabra, pero también porque hay una ciencia histórica que ha
escrito sobre la huella de lo que ya fue escrito12. La dificultad que entraña lo es-
crito, para aquel que escribe la historia, es que dentro de cada texco hay una in-
terpretación, hay una "política de la incerpretación" 13. La presentación de estos do-

10. ~nchez Tejerina se "inspiró" en la cipificación de crimen de lesa pacria en un panfleco del pa-
dre Juan Tusquecs publicado en 1937 y 1i1ulado La frantma10Mrla '1'Ítnm ~lesa pa1,-ia (Burgos, ed. Anti-
S«rarias).
11 . Este aconrecímienro fue una de las C'&usas que provocó la reacción encolerizada de Unamuno
anee Milláo Ascray en la c~lebre apertura del año universitario de 1936. Efectivamente, el pastor protes-
cancc Acilano Coco era un conccrtulio de Don Miguel.
12. J. Ranci~re: 1...eJ noms de /'hisroirt. 1!11ai de poitiqut du savoir, París, Seuil, 1992, p. 177.
13. H . Whice: El conttni® tÚ la forma. Narrativa, di.Jnmo y rtfwtstnlación hi11órica, Barcelona, Paidós,
1992, p.75 y SS.

SALAMANCA, Revistll de Estudios, 39, 1997 465


LUIS P. MARTfN

cumentos aislados de su propia interpretación, nos obliga a envolverlos en unas no-


cas interpretativas, ajustadas y orientadas a la "política de la incerprecación"; ya
que el conocimiento de la biscoria no se limita a la explotación de las fuentes .
Como acertadamente indica el profesor Julio Ar6stegui: "una fuente histórica es
fueoce "para" alguna historia; pero una misma fuente, indudablemence, puede
contener informaciones para varios problemas o puede interpretársela de diversas
formas" 14. Valgan esta palabras para restituir a la historia de la masonería el lugar
del que nunca debieron salir.

Clasificación th los Textos y Doc11me11tos

l. SER MIEMBRO DE LA MASONERíA: LA INICJACIÓN


doc. 1: Di10mo de iniciad6n. Logia "Constancia" dt Valladolid ( 1933)
U. INSTALACIÓN DE UNA LOGIA
doc. 2: Ctrtmonia de inagurari6n ~Templo t instalari6" logia "A11rora del Progrr.so" dt F11mtt de
San Emhan (1889)
lll. ASPECTOS DE LA VIDA DE UN A LOGIA
A.- Una sociabilidad democrácica
doc. 3: Noro1ativas, eüccionts, cargos y disrNsione.s en logia "Progreso" Valladolid ( 1888)
doc. 4: Elerri6n repre.sentantu para aJamblea nacional logia "Hijos dt la H11111anidad" Sala111anca
(1888).
B.- Confl ictos y problemas incernos
doc. 5: Incidentes y dificultada «0r16mica.s logia "Hijos de la Lllz" Alba de Tqnnu ( 1890).
doc. 6: lrrtg11/aridadts, conflictos y prottSlas logia ''Reforma" Valladolid(l889)
doc. 7: Exp11/1iones miembros logia "Luz de Ltón" (1891 )
C.- La solidaridad masónica
doc. 8: Pttici6n oficial de ayuda tro116mica para la familia dt 11n miembro fallecido dt la logia "For-
ralaa" (1891)
doc. 9: Reca11dación fo11dos para dicho somro ( 1891)
IV. LA MASONERÍA Y LA SOCIEDAD DEL SIGLO XJX
A. Manifescaciones del anuclcricalismo masónico
doc. 1O: Reacción de la rt11ista "La A caria• a la o:romuniófl prommciada por ti obupo dt Salamanca
In su contra ella (l 888)
doc. 11 : El Capf111lo "Ptlfca110" dt León contra la exp1111sión de las órdenes rtligio1as, a fawr del de-
sarme y la paz, y la clase obrtra (l 892)
B. La eduación laica y libre
doc.12: Proyt<to de EJCtula de Párwdos logia "Progrrso" Valladolid (1888)
doc. 13: Una tsna/a pop11lar y laica para Salamanca (1888)
C . la masonería, la polítia y la cuesci6n social
doc. 14: El rt1p11blicanis1110 111a1óniro m la Acacia dt Salama11ca ( 1888)
doc. 15: Los problemas de la rlt1st obrtra (1888)

14. in La ini'tJtigarión hist6rica: tt«ía y milo®, Barcelona, ed. Crícica, 1995, p.329.

466 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCU MENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

V. ORGANIZACIÓN DE LA MASONERÍA REGIONAL EN EL SIGLO XX


doc. 16: Difirultatks de la logia Conscancia de Vallada/id (1934)
doc. 17: Rtncilla! entre la logia de Salamanca y la logia de Valladolid ( 1935-36)
VI. ACTITUDES Y RELACIONES POLÍTICAS EN LA u• REPÚBLICA
doc. 18: La imtalación del Parti~ Radical Demócrata en Val/a~lid (1934)
d oc. 19: La crisis de 1934 y sus consecuencia, 11i1ta1 por el Triángulo Libercador de B11rgos (1934
y 1934) .
VII. LA LIQUIDACIÓN DE LAS LOGIAS Y LOS MASONES EN LA GUERRA CIVlL
doc. 20: El primer pa!o de la represión: la deJcalificación ( 1939)
doc. 2 l: Orígenes judiciales de la represión de la 111a10nería ( 1938)
doc. 22: Sentencia del Tribunal Elpecial para la Represión dt la Masonería y el Comuni11110 contra
un miembro de la kgia Conscancia de Valladolid ( 1946).

l. SER MIEMBRO DE LA MASONERÍA: LA INICIACIÓN

Doc. l. Discurso de Iniciación pronunciado por un miembro de la logia "Constancia" de


Valladolid

Venerable Maestro y Queridos H ermanos:


Cuando lanzados en el torbellino social, nos encontramos envueltos en esa lu-
cha inhumana de bajas pasiones e intrigas que hacen de la vida una tortura, por
arte de una sociedad ineducada e inculta, pensamos con frecuencia si los hombres
son fieras y si la vida es un castigo. Pero cuando encontramos una tregua y unos
labios nos hablan de amor y unos brazos de bondad, surge en nosotros la convic-
ci6n de que entre el monstruo social aún hay personas, y de que la vida es bella. Y
consciente o inconscientemente buscamos en el piélago humano, con nuestra lin-
terna simbólica, como Di6genes el Can, buscando al hombre.
Es mentira que el hombre, como se han empeñado los mercachifles deístas con
miras a sostener un plácido vivir que a difundir el bien, nazca con inclinación al
mal. Es una característica de la vida, que se da desde el insecto y la fiera al hom-
bre, el amor al bien.
Cuando ninguna injusticia coarta la libertad de la fiera o del hombre y en un
ambiente natural sienten fluir la vida, con esa placidez y satisfacción que los clí-
nicos llaman euforia, lo mismo que la fiera, aman; y el amor es bondad.
El hombre es bueno. La lucha incruenta, el ambiente nefasto, lo hacen malo.
Pero hasta el criminal sale de la placidez de las lágrimas.
Dentro de cada hombre hay un filósofo de la bondad, que, si fuéramos g rega-
rios, llamaríamos un ángel. Pero pesa sobre la sociedad un cúmulo de atavismos
viles, de morbos quizás inyectados en los cormencos de la inquisición, en los ne-
potismos feudales en las luchas de clases, de los tiempos medievales, que cubren
con una corteza detrítica la médula noble de la bondad que codos llevamos dentro.

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 467


LUIS P. MARTfN

Es necesario raspar la nobleza, esa roña moral con que las circunstancias adver-
sas suelen revestir a los hombres, para descubrir la parte noble, la médula, el cora-
zón.
Y no es, querido hermano, la Masonería: la linterna de Diógenes el Can que
busca un hombre y el cincel de Fidias que hace de rocas un Parcenón.
Habéis prometido cumplir los deberes que la Masonería os impone; habéis su-
frido triunfal las pruebas preliminares dejándoos iluminar por la simbólica lin-
terna para descubrir al hombre, y quedáis sometido al deber de los golpes del cin-
cel metafórico, que modelando vuestra psique con las formas bellas de la bondad,
al hacer de vosocros un masón, os permita manejar las herramienras del espíritu
para que, sembrando el bien con el ejemplo, seáis desde ahora un filósofo más que
empuje a la Humanidad a la soñada acracia que simbolizan los micológicos para-
cios (sic).
Os concedemos la suficiente penetración para haberos percatado del valor sim-
bólico de codos los accos a que habéis sido sometidos. Habéis permanecido en las
tinieblas y habéis visco la luz. Que esca luz os haya penetrado hasta lo más pro-
fundo de vuestra psique y os permita andar por la vida con los pasos firmes del ma-
són iluminado por los descellos de la bondad, la justicia, la rectitud y el espíritu
humanista que sellen y rubriquen la promesas que habéis hecho.
Habéis permanecido en la •cámara de reflexiones, donde la elocuencia de los
símbolos han debido de llevar a vuestro ánimo la última convicción de la fugaci-
dad de la vida. Ante la vida de un sol, la nuestra es un relámpago; ame la vida de
una nebulosa, la de un sol es efímera. En el gran concierco universal la Tierra es un
átomo, y de este átomo, residuo fragmentario de una pígmea porción de polvo cós-
mico, somos los hombres una fugaz secreción. Juzgad, querido hermano, de nues-
tra modestia.
Anee reflexiones de esta índole que son el cincel de Fidias, inmacerial que se
llama Filosofía, sopesad la consistencia de las grandezas humanas y hallaréis que
son ridículas. Analizad el orígen de los hechos que convierten en bestias a los hom-
bres entenebreciendo la vida y veréis que escá en alcanzar esas mentiras y g rande-
zas. Y marchad así, de eslabón en eslabón en un análisis de la vida y terminaréis
por convenceros de que no hay más g randeza nj más tesoro, ni más gloria, ni más
fel icidad que la salud del cuerpo y la grandeza del espíritu.
Ser bueno sin esfuerzo es escar sano y un marchamos de felicidad . Creo que fue
Agustín, el santificado por la secta católica, quien decía: "Experimento placer de
hacer el bien... , no soy bueno". Y es que la bondad debe fluir de un cerebro sano,
como la luz de un sol: sin violencia, como un efecto cuya causa es la armonía bio-

* Cámara donde se aísla un profano anees de ser iniciado para que mcdicc y redacte su cest2mcnto
filos6fico.

468 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO.LEONESA

lógica. Y para alcanzar esta armonía, es un factor primordial sacudir a golpes de


cincel las pasiones que nos envenenan.
La envidia, el odio, el menosprecio, la traición, son venenos que si no tiene un
orígeo en un morbo semántico, son con frecuencia causa de él; cuántas veces un hí-
gado enfermo, una insuficiencia endocrina, son el punro de partida de las bajas pa-
siones.
Pero el masón ha de tener buenas costumbres y medio digno de vida.
No significa esto de ninguna manera, que el pobre o enfermo sean indignos de
nuestra confraternidad; significa que debemos ponerle en condiciones materiales y
morales de poderse someter al modelado masónico, pero que mientras no alcance-
mos esto, no podrá ser útil como parce activa de nuestra magna aspiración.
Los masones sabemos, que la política por sí misma jamás resolverá definitiva-
mente el problema social. Confiamos como puncos de apoyo en la Ciencia y en el
esfuerzo individual de los elegidos. Por eso, sin ser políticos dentro de la Masone-
ría admitimos todos los idearios como instrumento, puesto que en todos se halla
algo bueno. Pero nuestra aspiración culminante es la perfección individual. Por eso
usamos los si m b6licos inscrumenros físicos de que las Ciencias y la Arces se auxi-
lian para alcanzar la perfección de sus obras. Además que si codos los hombres son
malos, siendo yo bueno, habrá un malo menos.
No penséis, querido hermano, que la Masonería ha de serviros para alcanzar
elevadas posiciones sociales, la Masonería no halaga, no fomenta vanidades. Po-
dréis, sí, llegar a las más alcas dignidades masónicas y profanas; pero entonces la
Masonería no habrá sido el escalón que os elevará: habrá sido la luz que os descu-
briera y La justicia que os colocara es el lugar que os correspondiera. Grandes ven-
tajas éstas, reservadas a los masones, muy difíciles de encontrar en la sociedad pro-
fana que eleva a los ineptos y deprime o deja morir en el ostracismo a los que valen.
D esde hoy el m undo se ha agrandado para vos. Sobre la Tierra coda cenéis her-
manos henchidos de elevado espíritu de bondad y justicia que os protegerán y a
quienes tenéis el deber de proteger.
No olvidéis en ningún momento que sois masón y sabréis practicar sin esfuerzo
virtudes que os harán gustar la vida con su nuevo sibaritismo.
Los sacrificios que os cuesta la Masonería os serán compensados con la t ran-
quilidad del espíritu del deber cumplido y la satisfacción de no hallaros solo en el
m undo.
En vuestras penas, en vuestras enfermedades, en vuestros trances difíciles, siem-
pre cendréis al lado hermanos que sabrán compartirlos, consolarlos y ayudarlos.
Anee un hermano podéis abrir de par en par vuestro espíritu, no encontraréis
censuras, sino consejos. Es así como debéis aprender a perdonar las flaquezas de los
otros y a exaltar sus virrudes.
Y no olvidéis que hasca el nombre de nuestra querido logia madre ciene un va-
lor simb6lico que os ayudará a triunfar en vuestra conquista de perfecc ión masó-
nica: "Constancia".

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 469


LUIS P. MARTfN

Termino felicitándoos y felicitando a nuesra querido Logia y a la Masonería


universal, que desde ahora cuenca con un hermano más.- He dicho.
Diógenes
7 Febrero 1933
Fuente: Archivo H istórico Nacional, sección Guerra Civil. Salamanca (AHNS).
Expedientes Personales, Legajo l 14A/2.

II . INSTALACIÓN DE UNA LOGIA•

Doc. 2. Ceremonia de inaguración del templo e instalación de la Logia "Aurora del Pro-
greso" de Fuente de San Esteban (Salamanca) (1889)
A La Gloria del Gran Arquitecto del Universo•
Respetable Logia Simbólica "Aurora del Progreso"
al Serenísimo Gran Oriente* Nacional de España
Salud - Fuerza - U nión

Ilustres y poderosos H ermanos sabed: Que esta Respetable Logia celebró la inagu-
ración de su templo e instalación de la misma al tenor siguiente: al Oriente* de
Fuente de San Esteban a los veinte días del mes de julio de 5889 (era antigua* ) y
162 de la Orden en España, se personaron en la Estación del ferrocarril los Her-
manos V. S. (Galileo)*, L. B. (Cervantes), R. G . (Sócrates) y M. G . (Cervantes) con ob-
jeto de esperar las comisiones invitadas al efecto y que se fueron presentando por
el orden siguiente: primero el Atisartha del Soberano Capítulo "Villalar nºl4",
hermano J. M. (Maldonado), el tesorero del mismo S. B. (Padilla) y su esposa D. T.
hermana (María Pacheco). Segundo, el Acisarcha del Soberano Capítulo de Rosa
Cruces, G. R . (Giordano Bruno); el Orador, A. G . (Holtinger); el Tesorero, J. A. (Mu-
rillo); J. L. T. (García-Vao 2) y hermana J. R . (Lur:recia) esposa del citado Orador.
Tercero: los Obreros de la Respetable Logia "Hijos de la Humanidad", J. L. (César

* Grupo de masones que son reconocidos por una obediencia (aucoridad masónica superior) por me-
dio de una carra consriruriva. Pa.ra q ue sea regular debe escar formada por siete maesrros masones (grado
3°). También se designa eJ lugar donde se reunen los masones.
* Símbolo de Dios para algunos masones; el principio creador para ocros, para codos la ley.
* El Gran Orience es la reun ión de cuerpos masónicos que forman su gobierno.
* Ciudad en donde se escablcce una o más logias. Simboliza el punco cardinal de donde proviene la
luz masónica. El Orience ecerno se sitúa más allá de la muerce.
* Tradicionalmence los masones cenían la costumbre de fechar sus crabajos y escricos con el año de
la creación del mundo, que se suponfan 4000 años anees de la era cristiana.
* Nombre simbólico del masón. Es un nombre adopcado en el momenco de la iniciación y por el
que se le reconocerá en el futuro en sus trabajo simbólicos. Es una cradición española que no se da en ocras
masonerías europeas.

470 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


TEXTOS Y IX>CUMENTOS DE LA MASONERfA CASTEUANO-LEONESA

Augusto); T. R.; F. S. (César 2); D.G. (Bravo); V. L. (Padilla J) y N. L. (Marte). Y


por último, el hermano A. B. (Mlndez Núñez) Arisartha y Venerable Maestro ho-
norario del referido Capítulo "Villalar" y la Respetable Logia Capitular "La Miro-
brigense" con su esposa la hermana (Fabio/a). Se cruzaron todos los abrazos más
sig nificativos y las más acentuadas demostraciones del cariño fraternal que une a
codos los franc-masones de estos vaJles; y pasados los primeros momentos de ex-
pansión (sic) y algunos minutos de descanso se procedió a la

lnaguración del Templo


Presidió el acto el hermano Méndez Núñez y oficiaron de ler. Vigilante el Ati-
sarcha del Capítulo "Hijos de la H umanidad" y de 2° Vigilante el del Capítulo
"Villalar", con el que el Venerable Maestro• de la logia a la izquierda del presidente
precedidos de dos hermanos con bandejas de flores y una estrella encendida (no pu-
dieron llevar estandarte por carecer de él) y seguida de las comisiones y demás her-
manos se presentaron en la puerta del Templo, en cuyo recinto se encontraban (sic)
eres obreros de la logia que recibieron el cortejo con rodas las forma lidades del rico•
y del mismo modo se continuaron los trabajos, hasta que terminada la presente ce-
remonia concedió el presidente diez minutos de recreación pasados los cuales se
procedió a la

Imtalación de la Logia
Reunidos todos los hermanos sin excepción y practicada la recepción de los visita-
dores y comisiones; ordena el Venerable Maestro a los Maestros de Ceremonias pro-
cedieran a reconocer la comisión instaladora que se hallaba en el vestíbulo del
Templo, lo cual verificaron y sabido que los componían los hermanos Méndez Nrí-
ñez y los Atisarthas* de los Capítulos "Villalar" e "Hijos de la Humanidad", des-
cendió de su crono el Venerable y acompañado de los Vigilantes y Oficiales se acer-
caron a la puerta del Templo invitando la comisión pasase adelance haciendo
entrega de los tres mazos* al Presidente, les condujo al trono bajo la bóveda de
acero, mientras los demás hermanos les tributaban las reiteradas baterías.
Abiercos los trabajos por el Presidente y dada lectura por el Venerable Maestro a
la carca constitutiva provisional , por carecer de la efectiva prestaron éste y los Vi-
gilantes la promesa solemne que establece el rico y seguidamente los hicieron los
hermanos de Taller firmándose por unos y otros las fórmulas provisorias de las cua-
les que entregada una al Venerable Mesero por el Presidente de la comisión. Este
dirigió algunas frases a la concurrencia elogiando al Serenísimo Gran Oriente,

• Presidente de una logia.


• Actos y ceremonias cuyo formalismo esaí regulado según su finalidad.
• Presidence de un Capítulo.
• Todo trabajo escrito que se expone en una tenida (reunión).

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39. 1997 471


LUIS P. MARTfN

dando las gracias al Taller y haciendo una breve reseña de los fines que se propo-
nen la francmasonería, proclamando la instalación, ordenó a los Vigilante pusieran
en posesión de su cargo a los del nuevo Taller y haciéndolo él al Venerable Mesero
dio las vivas de ordenanza dejando su puesto para que lo ocupase el nuevo Venera-
ble Maestro. Este dio las gracias a la comisión y concedió la palabra a los herma-
nos que quisieron hacer uso de ella. Tomándola en primer término el hermano Cer-
vantes *(LB) para mostrar su gratitud tanto a la comisión inst.aladora como a los
demás hermanos que honraron el acto con su presencia, lamentándose que no es-
tuviera ningún miembro de la Respetable Logia "Luz Bejarana" a quien por olvido
(sic) involuntario no se les había pasado invitación. El hermano Mérukz Núñez par-
ticipó también a este mismo sentimiento y propuso al Venerable Maescro se hiciera
constar en el acta y se les participara a los miembros de aquélla que para perdonar
en pacte esta falta imperdonable se les tributara una entusiasta triple batida. Los
hermanos G. Bruno 2, Bravo y otros también usaron de la palabra para fe licitar al
nuevo taller por los múltiples trabajos que en una sola noche habían emprendido.
Por último el hermano Mlndez Núñez dio lectura a un brillante trozo de arquitec-
tura• trazada por el hermano Napoleón, aprendiz de Ja logia "La Mirobrigense" en
el que con correctas frases encomiaba la propaganda de la Francmasonería.
Siendo hora avanzada se corrió el tronco de beneficencia• que produjo la medalla
profana de ocho pesetas y cinco céntimos, y se cerraron los trabajos codos conten-
eos y satisfechos.
Los miembros de la logia "Hi jos del Progreso" (sic) obsequiaron a las comisiones
y visitadores con una espléndida cena a la que no se le puede dar el carácter de ban-
quete masónico porque el fondista encargado y la sirviente eran completamente
ajenos a la institución. Brindaron, no obstante los brindis más significativos y el
hermanos Méndez Núñez resumió en uno solo los siete de ordenanza envozándolo
(sic) tan acertadamente que sólo pudo ser comprendido por los hermanos.

El Presidente de la Comisión
Méndez Nríñez, grado 32

El ler. Vigilante de la Comisión - El 2° Vigilante de la Comisión


Giordano Bruno 2 Maldonado

El Venerable Mesero de la logia


Galileo, grado 4

El ler. Vigilante - El 2º Vigilante


Cervantt.J, grado 2 Sócrates, grado 2

• Caja donde se deposita el óbolo para la beneficencia. Todos los masones tienen la obligación de
entregar una cantidad al finalizar cada tenida.

472 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELLANO-LEONESA

El Orador El Secretario
Holtinger, grado 31 César, grado 2

Fuente: AHNS, Masonería. Legajo 732A, expediente 8.

111. ASPECTOS DE LA VIDA DE UNA LOGIA

A: UNA SOCIABILIDAD DEMOCRÁTICA

Doc. 3. Normativas para la elección de dirigentes y regulación de los debates en la logia


según el Reglamento Interior de la logia "Progreso" de Valladolid. (1888)

Capítulo Segundo
De las Dignidades, Oficiales y demás miembros de la Logia,
atribuciones de sus cargos e elecciones

Are. 11. Esta Respetable Logia se compondrá de las Dignidades sefialadas por la
Constitución, de los Oficiales que considere necesarios, de las comisiones perma-
nentes y de un número ilimitado de obreros.
Are. 12. Los derechos y deberes de las Dignidades, Oficiales y Comisiones de las
Logia son las consignadas en el capítulo 3º de la Constitución de la Masonería sim-
bólica del Serenísimo Gran Oriente Nacional de España.
Are. 13. Las Comisiones permanentes serán la de rigor, la de hacienda y la de be-
neficencia y especiales las que sean necesarias, presididas todas por el Venerable de-
biendo constar cada una de un número de Obreros que no baje de tres, ni exceda
(sic) siete, y todos nombrarán en su primera sesión un Vicepresidente y Secretario.
Are. 14. Las elecciones de Dignidades, Oficiales y Comisiones permanentes, se ve-
rificarán por vocación secreta en la primera quincena de Diciembre y los electos to-
marán posesión de sus cargos el 27 del mismo mes.
Are. 1 S. Son elegibles para todos los cargos y Comisiones los miembros activos de
la Logia que pertenezcan a ella desde eres meses ames de hacerse la elecciones. Para
Venerable, Vigilantes, Orador, Secretario y Primer Experto han de elegirse los que
estén en posesión del grado de Maestro por lo menos.
Are. 16. No podrán ser elegidos para cargos del Taller los que deban al Tesoro las
cuotas de tres meses o hayan asistido a dos terceras parces de las tenidas celebradas
durante el año.
Are. 17. Las elecciones se verificarán en Cámara de Aprendiz*, en sesión extraor-
dinaria y por papeletas que se depositarán en una urna colocada sobre la mesa del

• Tenida a la que pueden asistir todos los miembros de una logia.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 473


LUIS P. MARTiN

Orador, bajo la cusrodia del Vigilante de su columna, efectuándose el escrutinio


por el Maestro de Ceremonias acompañado de los Expertos cuyo resultado concor-
dará con las anotaciones del Orador y Secretario.
Are. 18. Será válida la elección en que concurran los sufragios de la mitad más uno
de los Obreros del Taller existentes en el Valle.
Are. 19. Para que sea válida la elección de Venerable ha de reunir el agraciado dos
terceras parces de los vocos emitidos y para los demás cargos sólo se necesitan la
mitad más uno.
Are. 20. Los empates se resolverán por nueva elección encre los empacados, decla-
rándose suspendido el acco hasta la próxima tenida y será libre la elección en el caso
de que se repitiese el empate.
Are. 2 1. El desempeño del cargo para que fuere elegido un hermano es obligato-
rio; la reelección es permitida; pero no obliga a la admisión del cargo.
Art. 22. Los cargos de Tesoreros y Limosnero son incompatibles con los de miem-
bros de la Comisión de Hacienda y Beneficencia.

Capítulo Tercero
De los Trabajos del Taller
Discusiones

Are. 27. Todo obrero tiene derecho a emitir libremente su pensamiento; pero siem-
pre debe hacerlo con moderación, respetando las opiniones de los demás, acatando
las decisiones de la mayoría y guardando en todo caso las formas propias de un
buen masón.
Are. 28. Cuando un hermano esté en el uso de su palabra, sólo podrá ser ince-
rrumpido por el Venerable o Vigilante de su columna para llamarle a la cuestión y
al orden, debiendo cubrir el templo durante la tenida el hermano que llamado por
segunda vez al orden reincidiese.
Art. 29. El hermano que suscite d iscusiones agitadas, califique duramente a los
hermanos, ridiculice las opiniones emitidas por otros, promueva rumulcos, de-
muestre impaciencia o marcado disgusto por el resultado de alguna vocación, será
objeto de censura, la cual consistirá, según los casos, en ordenarle cubra el templo
hasta que en la próxima tenida reconozca su falca, en consignar sus palabras en el
acca como fundamento del oporruno proceso, o declararle excluido del cuadro de
la Logia sin prejuicio del procedimiento penal a que sea acreedor.
Arr. 30. Gozan de preferencia los Vigilantes en el uso de la palabra, cuando la pi-
dan en cumplimiento de su cargo, y el Orador siempre que lo haga en representa-
ción de la ley. Todos los obreros pedirán palabra para un mismo asunto, eres her-
manos en pro y eres en contra, y estos sólo dos veces, una para rectificar, a no ser
que el taller acuerde ampliar la d iscusión. El autor de la proposición puede hablar
una segunda vez en réplica.

474 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTEUANO-LEONESA

Art. 31. Las proposiciones que se tomen en consideración en una tenida, no pue-
den discutirse hasta la siguiente que se celebre, a no ser que los hermanos lo acuer-
den urgente.
Are. 32. Recaído el acuerdo sobre una proposición, no se suscitará nuevo debate
sobre la misma hasta transcurridos eres meses.

Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 730A, expediente 9.

Doc. 4. Elección de rm Representante -y suplente- de la logia "Hijos de la Humanidad"


de Salamanca, para la asamblea del Gran Oriente Nacional de España (1888)

A La Gloria de Dios Gran Arquitecto del Universo

Nos, Lucio Almaraz Bazán, Voltaire, Maestro Masón*, Secretario Guarda-Sellos de


la Respetable Logia "Hijos de la Humanidad" número 386 al Oriente de Sala-
manca
Certifico: Que en el acta de la tenida extraordinaria celebrada por esca Res-
petable Logia con fecha catorce de los corrientes, consta lo siguiente:
"Entrándose en el orden del día, el Venerable Maestro manifestó que,
como todos los asistentes sabían por citación hecha para esta tenida, el ob-
jeto de la misma era conferir nuestra representación para la g rao Asam-
blea Constituyente que se proyecta celebrar en Madrid el día cuatro de
Abril , a cuyo efecto, y con arreglo al Decreto de convocatoria del Direc-
torio masónico su fecha quince de Febrero último, cada Logia ha de elegir
un representante y un suplente.- Dada lectura de dicho Decreto y de las
carcas remitidas a la Venecacura por los hermanos que han escusado (sic)
por causa legítima su asistencia a esta sesión , el hermano Platón significó
al Taller a la vista del Cuad ro-lógico* del mismo, que el número de miem-
bros activos de que se compone es el de cincuenta y cuatro, de los cuales
están suspendidos de sus derechos masónicos por diferentes causas, quince
residen habitualmente fuera de estos Valles y treinta y tres son vecinos de
esca Capital; de este último número han asistido a la sesión los veinticua-
tro que se expresan al margen, se encuentran en la actualidad forasteros
dos, el hermano Ruiz Zorritla 2°, el hermano Colón, enfermo, los herma-
nos ArqrlÍmedes, Scévola, Galileo l º , César y Hugo han justificado la causa
que les impide concurrir a esta tenida, y el hermano Rochefort que no ha

* Corresponde al grado 3° y último del simbolismo. Viene a culminar la formación masón ica, aun-
que el masón debe pensar que nunca ha rerminado su formación.
* Conj unco de miembros que componen un log ia.

SALAMhNCA, Revista de Estudios, 39, 1997 475


LUIS P. MARTÍN

presentado escusa (sic) alguna.- Llenas Las prácticas reglamentarias, el Se-


cretario, previa venia de la presidencia, llam6 uno por uno a codos los asis-
tentes por el orden de antigüedad en que figuran en el cuadro-L6gico,
quienes depositaron su voto por papeleta cerrada en el ánfora colocada al
efecto sobre la mesa del hermano Orador, y habiendo preguntado el Ve-
nerable Maestro si algunos de Los presentes que no hubiese sido llamado
si ninguno respond iera, se procedió al escrutinio, en el que ejercieron el
cargo de censor los hermanos Muril/o y García-Vao I 0 , resultando veinti-
cuatro papeletas, igual al número de votantes, distribuidas en la siguiente
forma: Para representante. Hermano Antonio García, Holtinger, grado 30 ,
veinte vocos; H ermano Eduardo Covo, Platón, g rado 33, dos votos; Her-
mano José León Torres, García-Vao 2°, un voco; Hermano Lucio Almaraz,
Voltaire 1° , un voco. - Para Supleoce: Hermano Gaudioso Ruiz Cacho,
Giordano Bruno 2°, doce votos; Hermano Ramón Barco, Do/ave/a , tres vo-
tos; Hermano Antonio García, dos votos, Hermano J uan Maeso, Giordano
Bruno 3°, d os vocos; Hermano Julio Maceos, dos votos; H ermano Isaac de
Cabo, un voco, Hermano Teodoro Campo, un voto, H emano Manuel Pe-
riañez, un voto.- En visea del anterior resultado y no apareciendo con
mayoría absoluta ning uno de los votados para el cargo de Suplente, se pro-
cedió a nueva elección para ésce, en la que se guardaron idénticas forma-
lidades, y celebrado el escrutinio dió el resultado siguiente: Para Suplente.
H ermano Gaudioso Ruiz Cacho, Giordano Bruno 2°, diez y siete votos;
Hermano Ramón Barco, Do/ave/a, cuatro vocos; Hermano Julio Matess,
un voto; H ermano Juan Maeso, un voco; H ermano Manuel Periañez, un
voto.- El Venerable Maestro preguntó a los asistentes si cenían que hacer
alguna observación sobre las prácticas llevadas a cabo en escas elecciones,
y no habiendo pedido la palabra ninguno d e ellos, proclamó Represen-
tante de esca Logia en la Asamblea Conscicuyente que ha de celebrarse en
Madrid el día cuatro de abril próximo, al Hermano ANTONIO GAR-
CIA, HOLTINGER, grado 30 , Orador de este Respetable Taller; y Su-
plente de dicho Representante al Hermano GAUDIOSO RUIZ CACHO,
GIORDANO BRUNO 2°, maestro masón, 2° Vigilante de esce Cuadro.-
Los Hermanos elegidos les de la confianza que la misma le ha merecido
invistiendo con can elevados cargos.-
(... ) Concuerda a la letra con su original a que me uno y para que conste
y en cumplimiento de lo acordado por esca Respetable Logia, expido la pre-
sente, visada por el Venerable para que surca los efectos prevenidos en el De-
creto del Directorio masónico de quince de febrero último".

476 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. l 997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

Oriente de Salamanca, veintidós de Marzo de mil ochocientos ochenta y


ocho (edad vulgar).
VºBº Lucio Almaraz
El Venerable Maestro
Eduardo Covo

Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 732A, expediente S.

8: CONFLICTOS Y PROBLEMAS INTERNOS

Doc. S. Incidentes y dificultades económicas de la logia "Hijos de la Luz" de Alba de


Tormes (1890)

A La Gloria de Dios Gran Arquitecto del Universo


Nos Venerable, Dignidades, Oficiales y demás Obreros de la Respetable Logia
"Hijos de la Luz" n°88 al Oriente de Alba de Tormes bajo los auspicios del Gran
Oriente Nacional de España al Oriente de Madrid
Enviamos
Al Ilustre Gran Comendador del Serenísimo Gran Oriente Nacional de España
Salud - Fuerza - Unión

Querido Hermano: Recibí vuestro certificado del grado 9° para entregar al her-
mano Salmerón, el cual obra ya en su poder. El motivo, o mejor dicho, los motivos
que han ocasionado el no escribir dándoos conocimiento del nombramiento del re-
presencance que habrá de trasladarse a esos Valles para la asamblea que cendrá lu-
gar en los primeros días del mes de octubre, han sido los muchos disgustos e inci-
dentes que han surgido por varios de los hermanos; vos no ignoráis lo que sucede
en estos casos, pero no obstante voy a daros una idea exacta de los hechos ocurri-
dos.
Al proponer en tenida ordinaria la incorporación al Gran Oriente Nacional de
España, como veréis por el Cuadro-Lógico que remitimos a ese cenero, codos escu-
bieron (sic) conformes con mi proposición a excepción del hermano MuriJ/o; pro-
cediese a la vocación (sic) y resultó una gran mayoría a favor del Gran Oriente,
visto el favorable resultado fue el motivo de escribiros, pero posteriormente se de-
clararon completamente opuestos los hermanos Amadeo, Prim, Che/, MuriJ/o y Cer-
vantes bajo pretexto de que no supieron de seguro que la Gran Federación no exis-
tía, no acudirían a trabajos, pidiendo sus planchas de quite• , no habiéndoselas
concedido a los hermanos Che/, Prim y Cervantes por no hallarse a cubierto con el

* Documento por el que se da de baja a un masón.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 477


LUIS P. MARTÍN

tesoro* de la Logia, estos siguieron como buenos hermanos transcurrieron varios


d ías después de botar (sic) la incorporación a ese Gran Oriente; pero ¡oh fatalidad!
no esco lo que en limpio tiene a resultar sino que (después) antes habían votado
(sic) los gastos para la instalación del nuevo Templo en casa de este vuestro her-
mano cuyos gastos ascienden poco más o menos a la suma de 676 pesetas y los in-
gresos desde su creación a la de 456 pesetas (previos diez anticipos de dos herma-
nos) quedando un resultado a pagar de 220 pesetas, las que después de muchas
gestiones con dichos hermanos y llamarles al orden para que entre todos se abonara
(sic) esta mezquina cantidad, que para todos no es nada y para este vuestro herma-
nos es un sacrificio, no es posible conseguirlo, valiéndose de medios poco pru-
dentes.
Se fijan mucho en que este pueblo está invadido (sic) de frailes y monjas, pero
nada de esto les impresionó cuando se iniciaron en este Taller.
Creo muy oportuno y hasta conveniente, si a vos os parece, mandéis un dele-
gado para q ue en sesión examine las cuencas y pueda apreciar la veracidad de todo
lo expuesto, y armonizar en codo lo posible los ánimos, con el fin de volver a los
erabajos con la fraternidad y armonía que empezamos al levantar Columnas*.
(...) Trazado en Secretaría a los 30 días del mes de Sepcembre de 5890 (edad
antigua) y 1890 (edad vulgar).
Vº Bº El Secretario-Guarda Sellos
El Venerable Maestro Angel Corellano
Silverio Anguita El Orador adjunto
Cecilio Dueñas

Fuente: AHNS, Masonería, legajo 732A expediente 9.

Doc. 6. lrreg11laridades1 conflictos y protestas en la logia "Reforma" de Va/lat/()/id


(1889)

A La G loria del Gran Arquitecco del Universo


Salud- Fuerza - Unión
En vista de los importantes incidentes que han tenido lugar en la tendida ce-
lebrada en este día por la Respetable Logia Capitular "La Reforma" nº 45 al
Oriente de estos valles, los hermanos que suscriben en reunión preparatoria acor-
daron levantar la siguiente

* Expresión que indica que se ha pagado (o no) las cocizaciones mensuales a la logia.
* Expresión q ue indica la instalación de una logia.

478 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


TEXTOS Y CXX:UMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

ACTA
A los diez y ocho días del mes de Enero de 1889 (edad vulgar) abiertos los tra-
bajos de dicha citada Logia al Oriente de Valladolid y después de cubiertos los
puestos de rito, el Venerable Maestro ordenó la lectura de las planchas o actas co-
rrespondientes a las dos tenidas anteriores, expresándose en la l ª haber quedado
aprobado por unanjmidad y mayoría respectivamente el arcículado de un proyecto
de presupuesto presentado por la Comisión nombrada al efecto, votación cuyo re-
sultado hizo al Venerable presentar de su aleo cargo y cubrir el Templo sin las for-
malidades del ritual. El Venerable Maestro hizo presente al Taller haber sido revo-
cado dicho acuerdo por la Cámara de Maestros en vocación de cinco contra cuatro,
por lo que debía modificarse la redacción del acta que se acababa de leer en cuanto
se refería al primer acuerdo y votación.
El Hermano Adam, miembro del triángulo firmante del proyecto de presu-
puesto, hizo la defensa de la validez y fuerza de un acuerdo tomado en tenida de
aprendiz en el que tienen acceso codos los grados simbólicos y filosóficos de la Ma-
sonería y del taller demostrando ser anticonstitucional lo propuesto por el Venera-
ble Maestro y éste contestando a lo dicho por el H ermano Adam en forma personal
y antimasónica, suspendió la votación, cerró el debate no concediendo la palabra
sino en concra y ordenó la entrada de Visitadores a lo que opuso el H ermano M11-
cio Scevola, por el momento, pues anunciaba la presentación de una plancha• g ra-
bada que pudiera tener carácter de fami lia.
El Venerable insiste en ordenar la entrada de Visitadores y así de verifica.
Circulado el saco de proposiciones produjo tres planchas d ándose lectura a las
dos primeras que comprendían la plancha de quite pedida por el hermano Gari-
baldi por las irregularidades del Taller y el estado económico mesual rendido por
el Hermano Tesorero guardando el Venerable la tercera presentada por el Hermano
M11cio Sct110la que dice a la lecra:
"A La Gloria de Del Gran Arquitecto del Universo. Salud-Fuerza-
U nión. Venerable Maestro y queridos hermanos. Habiendo p resen-
tado en el acto de reconocimieoro de Gran Comendador de la Orden
a favor del ilustre hermano Vizconde de Ros una protesta sobre la
forma empleada para dicho reconocimiento, suplico al Taller que en
visea de la ilegalidad de ésce, por haber contrefiido un derecho innato
a codo masón cual es la elección y reconocimiento directo de sus Dig-
nidades, Oficiales, sea declarado nulo el acuerdo exclusivo de la Cá-
mara de Maestro sin el concurso de las de Compañero y Aprend iz,
volviendo a tratarse este asumo en tenida de codos los g rados cual es
de Conscicución, admitiendo las opiniones y el voco de codos los
miembros de esce Taller. Así os lo pido queridos hermanos solici-

• Todo documento escrico, ya sea un informe, una carca, un discuno .

SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997 479


LUIS P. MARTIN

tando la urgencia por ser justicia que de codos pienso alcanzar. Tra-
zado en Logia a los diez y ocho días del mes de Enero de 1889 (edad
vulgar). U n miembro activo. Mucio Scevola, grado 2°".
En visea de la citada omisión el hermano referido indicó al Venerable Maestro,
haberse dejado de leer un plancha presencada por él, a lo que éste concestó que
"cuando no la había puesto a discusión es porque no lo creía oportuno", en vista de lo cual
dicho hermano como codos los que exponen después de enérgica p rotesta abando-
naron el templo separándose de la obediencia de dicha Logia teniendo en cuenca:
1°.- Que el referido Venerable Maestro había, en forma bascance brusca, hecho di-
misión de su alto cargo y vuelto a tomar posesión de él sin acuerdo del Taller, ni
dar satisfacción a éste; 2°.- Que convocó a Cámara en medio* mistificando las vo-
taciones, el espíritu y las aspiraciones de aquél para conseguir una derogación en
la que se encontraba personalmente interesado; 3°.- Que hizo reconocimienco, con
una minoría que le era afecta, excluyendo a la mayoría del Taller en forma anti-re-
glamentaria y que constituya como todos los anteriores actos delito grave masó-
nico, a favor dél Vizconde de Ros, no teniendo ni pudiendo tener autoridad legal
suficiente para ello; 4°.- (ilegible) do de la perturbación en ella; 5°.- Que tomó la
palabra anual y semestral no directamence siquiera del pretendido Gran Comen-
dador Vizconde de Ros, sino de una logia a su obediencia dencro de estos Valles
sin conocer el espíritu del Taller ni escar autorizado a ello, anees de verificarse el
reconocimienco en Logia estableciendo por sí un prejuicio que es también consti-
tutivo de delito; 6°.- Que abusaba de la autoridad de que se encontraba investido,
corcando discusiones, suspendiendo votaciones que han de hacerse constituciona-
lemente y rehuyendo codo lo que pudiese restablecer la legalidad, que un perso-
nalismo desmedido y una conducta desatenta dan, tanto por parce de dicho Vene-
rable como del lec. Vigilante había anulado, lo que es así mismo materia de delito;
y por último, otros actos que aún de menor o idéntica importancia, quitaba a nues-
tra Orden augustísima el carácter que siempre ha revestido y bajo el cual en tiem-
pos más calamitosos que los que atravesamos consiguió hacerse grande.
Y a los efectos de que dichos acros como su protesta, sean consignado de una
manera legal, firmamos la presente dándole por el común y rotal asentimiento el
referido carácter, remitiendo el asunco al ilustre hermano Morayra como Gran Co-
mendador que reconocemos desde esce momento, significándole también el
acuerdo tomado de levantar columnas a su obediencia.
Al terminar esta sesión preparatoria era media noche en punto.
Doy fe, el secretario interino, Afucio Scevola, gr. 2°.
El Venerable Maestro, Luis Crespo, Cazalla, gr. 18.
Fuente: AHNS, Masonería, legajo 730A, expediente, 10.

• Cuando la logia trabaja en el grado de maestro. Los orcos miembros de grados inferiores: apren-
dices (grado 1º) y compañeros (grado 2°) no pueden asist ir.

480 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELI.ANO-LEONESA

Doc. 7. Exp11/sión de varios miembros de la logia '" Luz de León" (1891)

A La Gloria del Gran Arquitecto del Universo


La Respetable Logia Capitular "Luz de León" nº 57 a los Valles de León, envía
Al Ilustre y Poderoso Gran Comendador del Serenísimo Gan O riente Nacional
de España.
Salud - Fuerza - Unión
Ilustre y Poderoso H ermand:
Reunida la Comisión de J usticia el 29 de Marzo último para tratar lo prece-
dente respecto a diversos hermanos sobre los que se habían promovido quejas ver-
bales y escritas de su mal cumplimiento masónico, y agorados todos los medios
conciliatorios, acordó por unanim idad que fueses irradiados de nuestro Cuadro los
que a continuación se detallan y que de ello se os diera conocimiento, así como de
las causas que motivaron dicho acuerdo, a fin de que se publique en la Gaceta Ofi-
cial del Gran Oriente Nacional de España para los fines oportunos.
Y el Taller aprobó por unanimidad el referido acuerdo de la Comisión de Jus-
ticia, en tenida ordinarias de 4 de Abril y 30 de Mayo últimos; en virtud del cual
formamos a continuación la relación de los hermanos a quienes afectan los referi-
dos acuerdos, con expresión de sus circunstancias y motivos de su irradiación*.
Baltasar Juste Creus (Topete) grado 3º , militar, por malversación de fondos y viola-
ción de secretos.
Emilio González Torres (Demófilo) grado 1°, sastre, por falta de pago de cuotas.
Emilio Saiz Rodríguez (Cid) grado l º,empleado, por ídem.
Marcelo G iménez García (Azcárate) g rado 3°, comerciante, por ídem.
Ecequiel Martínez Esdosal (Ciriaco) grado 1°, por ídem.
Lucas H ernández Rodríguez (Garibaldt) grado 3°, ídem, por ídem.
Isidro Ordax Cabrero (Giordano Brrmo) grado 2°, peluquero, por ídem y mala con-
ducta.
J uan Armenta Cano <Jaén) grado 3º, empleado, por ídem.
Filomeno Bouneré (L11is Blanch), ingeniero, por ídem.
l aureano Rueda Alonso (María Rivero) grado 2°, comerciante, por falta de asisten-
cia y desobediencia.
J uan Gómez Salas (Casdet) grado 30, ídem, por falta de pago de cuotas.
Isidro Velasco (Lincoln) grado 18, ayudante de obras públicas, por ídem y otros de-
litos masónicos.
De las preinsertas irradiaciones se ha d ispuestos tomar nota en los oportunos
expedientes de referencia, quedando en los mismos acordado que los hermanos,
Demófilo, Cid, A zcárate, Ciriaco, Garibaldi, Jaén y L11is Blanch están en aptitud a

* Exclusión de un masón de su logia, juzgado indigno o que no ha respetado sus compromisos.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 481


LUIS P. MARTfN

reingresar en el Cuadro can luego se pongan a plomo con el Tesoro, puesco que no
aparecen ocros cargos en concra de los mismos; y que no debe admicirse el rein-
greso de los hermanos Topete, Giordano Bruno, María Rivero, Cas<kt y Lincoln, por
no satisfacer al Taller la conducca masónica de dichos hermanos ni conceptuarlos
dignos de continuar dentro de nuestra augusta Orden.
Lo que ponemos en vuestro superior conocimienco a fin de que puedan ser re-
gularizados por ninguna otra Logia del Oriente.
( ...)Trazado en Secretaría a los 29 días de mes de Agosto de 1891 (edad vul-
gar). El Venerable Maestro, Francisco A. Morán (Virgilio) grado 30.- El Secretario-
Guarda Sellos, Frutos Prieto (Gambttta) g rado 30.

Fuente: Gaceta Oficial <kl Gran Oriente Nacional de España. 20-IX-1891 (n°47,
p. 404).

C: LA SOUDARIDAD MASÓNICA

Doc. 8. Petición de ayuda económica para la familia de 11n miembro fallecido de la logia
"Fortaleza" de Valladolid ( 1891 ).

Expedimte de Socorros para La viuda y huérfanos del inolvidable hermano Antonio Torrado
Falagán, simbólico J uan Bravo.fallecido en estos Valles el 5 de Marzo último.

Los que suscriben designados por la Respetable Logia "Fortaleza" n° 83 al


Oriente de Valladolid, para tramicar en forma de derecho el expediente necesario
a fin de obcener socorros masónicos con destino a la viuda y huérfanos de aquel ma-
logrado hermano, manifiestan:
Que al hacerse la fusión de la Respetable Logia "Hijos de García Vao" nº 62 de
escos Valles con la no menos Respetable Logia "Fortaleza" nº 83 aún continuaba
en el Cuadro de la logia de aquel Taller como miembro accivo, el hermano Anto-
nio Torrado FaJagán simbólico juan Bravo g rado 3º .
Que aJ fallecer, dicho hermano, hallábase en el pleno goce de sus derechos ma-
sónicos lo cual aseguran a continuación el ex-Venerable de "Hijos de García Vao"
y el Venerable de la "Fortaleza" con objeto de que el Gran Consejo de la Orden no
renga mocivos de oponer reparo alguno a lo que se pretende.
Que el causante era casado con Manuela Martínez Hervás y que ha dejado a su
fallecim iento cinco hi jos, dos de ellos menores de edad, todo se comprueba con las
precedentes certificaciones.
Así pues los manifescances creen estar ajustada a derecho la petición que en-
t raña este expediente (sic), esperando del Gran Consejo el dkcamen favorable que
es Ley en estos casos.

482 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONEIÚJ\ CASTELLANO-LEONESA

Trazado en lugar oculto a las miradas profanas, en Valladolid a los 20 días del
mes de Julio de 5891 (edad aceptada).
S. Cernuda, Cmtilla, gr. 2º - Pedro Vázquez García, Méndez NIÍñez, maestro
mas6n.

"Nos el Venerable Maestro de la Respetable Logia "Fortaleza" nº 83 al Oriente


de Valladolid y el ex Venerable Maesto de la extinguida (sic) Logia "Hijos de Gar-
cía Vao" nº 62 de escos Valles, declaramos:
"Que es exacto cuanto por los queridos hermanos Cmrilla y Méndn Núñez se
dice en precedente escrito con referencia al querido hermano Amonio Torrado Fa-
lagán, simbólico juan Braw, g rado 3º y en prueba de verdad suscribimos la pre-
sente refrendada en los Valles de Valladolid a los 21 días del mes de J ulio de 1891
(edad vulgar).-
"Luis Crespo, Cazalla, grado 32 - Dámaso Díez, Quevedo, grado 31 ".

Fuente: AHNS, Masonería, legajo 730A, expedience 3.

Doc. 9 Recaudación de fondos para dicho socorro

A La Gloria del Gran Arquitecto del Universo


Masonería Universal - Familia Española
Gran Oriente Español
Nos Venerable Maesuo, Dignidades, Oficiales y Obreros de la Augusta, Benemé-
rita y Respetable Logia "Fortaleza" nº 83 al Orience de Valladolid, bajo los auspi-
cios del Serenísimo Gran Oriente Español
Envía
Al Ilustre y Poderoso Gran Secretario del Gran Oriente Español
Salud - Fuerza - Unión
Os suplicamos resperuosamente la publicación de esta plancha en el Boletín Ofi-
cial del Gran Oriente para que por ese conducto (aunque nosotros ya los hemos he-
cho particularmente) llegue a conocimiento de las Logias la inversión de los fon-
dos que se han dignado remitirnos con destino a la viuda y huérfanos del hermano
Antonio Torrado Falagán, grado 3º.
En nombre de la Logia y especialmente en el de la viuda y huérfanos del her-
mano Torrado, damos las gracias a los Talleres que se han dignado socorremos,
prestándonos un gran lenitivo anee la irreparable pérdida del hermano.
En análogas ocasiones cumplimos nuestros deberes con las Logias que han co-
rrespondido a nuestro llamamienco estrechando una vez más con este motivo nues-
tras relaciones fracernales y agradeciendo en el alma el favor q ue esas mismas Lo-
gias nos han dispuesto tan cariñoso y espontáneamente (sic).

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 483


LUIS P. MARTIN

Recibid Ilustre y Poderoso H ermano nuestro abrazo fraternal


Oriente de Valladolid a 20 de Junio de 1892.

Estado demostrativo tÚ las Logias que mandaron socorros

nº ~ Yilk fw ill

l Perseverancia J erez de la Frontera 10 00


2 Luz de Fraga Fraga 5 25
3 Patricia Córdoba L2 00
4 Martín Marche na ll 50
5 Regeneradora Beas de Segura 7 20
6 Valencia Valencia 9 00
7 Lealtad Jaén 5 00
8 Progreso Porc-bouense Porc Bou L5 00
9 J ovellanos Luarca 2 00
10 Alona Alicante 15 00
11 Carbajal Algeciras 9 00
12 Volcaire Ferro! 5 50
13 García Vao Casero del Río 2 50
L4 Firmeza Cádiz 10 00
15 Luz de Mocrera Villamartín (Cádiz) 6 75
16 Ibérica Madrid 17 00
17 Lealtad Barcelona 20 00
18 América Ubrique (Cádiz) 7 50
19 Esencia, Vida y Amor T íjola 1 00
20 J esús Igualada 1 80
21 Estrella Flamígera Córdoba 4 00
22 H ijos del Trabajo Barcelona 7 00
23 Luz de la Sierra Bélmez 12 00
24 Hijos de la Humanidad Mahón 20 00
25 Fortaleza Valladolid 92 70

Sum a Total 308 95

Vº Bº el Venerable Maestro, Juan Cantillo, g rado 9°


El Secretario Guarda Sellos, J uan Manuel Collado.

Fuente: AHNS, Masonería, legajo 730A, expediente 3.

484 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELLANO-LEONESA

IV. LA MASONERÍA Y LA SOCIEDAD DEL SIGLO XIX

A: MANIFESTACIONES DEL ANTICLERICALISMO MASÓNICO

Doc. 10. Reacción de la revista "La Acacia" a la excomunión prommciada en s11 contra
por el obispo de Salamanca (1888)

"Ya Pican"
No bien acaba de ver la luz nuestra querida ACACIA, cuando ya el elemento
clerical se desata en improperios contra ella.
Prueba al canto.
El 19 del actual, y en una iglesia que me parece ser la del Carmen, un minis-
tro del Señor, después de poner de chupa de dómine a esca publicación, prohibe -
bajo pena de ir en tren rápido a hacer contorsiones ridículas al infierno- la lectura
de la misma, mandando al propio tiempo le sean entregados todos los números que
lleguen a manos de sus feligreses, con el seráfico objeto de hacer con ellos (con los
números, no con los feligreses) un auto de fa.
Si no fuera por la completa convicción que tengo de que había de quedarme sin
contestación, me atrevería a preguntar a ese curita:
¿Por qué ese encono con un periódico, que no sólo no hace daño, sin por el con-
trario, se dedica a la sin igual tarea de predicar el amor? ¿Porqué ese deseo de des-
truir materiales que son elaborados con el laudabilísimo objeto de que formen
parte del grandioso edificio del progreso?
Pues bien; yo contestaré por él.
Quieren quemar mi periódico, lo aborrecen, lo detestan; porque como a mur-
ciélagos, les hace daño la luz; porque la ignorancia es para ellos tan necesaria, como
la circulación de la sangre para la existencia; porque el día en que el pueblo piense,
raciocine, desaparecen las ánimas, las misas, los bautizos, los aniversarios; y, en una
palabra, porque están plenamente convencidos de que la comedia ha durado de-
masiado, y se aproxima un fatal desenlace para los santones y milagreros.
Sigan, sigan arrojando su asquerosa baba; sigan lanzando excomuniones y que-
mando la obra de los amanees de la humanidad; pero sepan que el edificio del error
se derrumba; que el libre examen se abre camino y que se acerca a pasos de gigante
el día en que rengan que huir espantados como manada de grajos, al grito lanzado
por todos los ámbitos de la tierra de ¡Muera el error! ¡Viva el libre pensamiento!
¡Viva la libertad! ¡Viva la fraternidad!
L. A.".
Fuente: La Acacia, Salamanca, 29-Il- 1888, n°3, p. 7.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, l997 485


LUIS P. MARTÍN

Doc. 11. El Capítulo "Pelícano" de León contra la expamión de órdenes religiosas, a fa-
vor del desarme y la paz, y la clase obrera (1892)

(Respuesta a una encuesta del Gran Oriente Español sobre los problemas citados].

"l 0 .- Rechazar el amor, supremo bien generador de la vida y atentar contra las
sabias leyes naturales pretendiendo suplir su cumplimiento con denigrantes peni-
tencias o vergonzosos extravíos cales como la sodomía, el onanismo y los juegos les-
bianos o sáficos.
Pervertir la inteligencia supeditando la razón a las estrecheces del dogma.
Rehuir el trabajo, fuente inagotable de prosperidad, dejando atrofiarse por ato-
nía energía físicas e intelectuales que la sociedad necesita.
Consumen y no producen, la vida conventual pues, es contraria a la Naturaleza
y perjudicial al Estado y a la Humanidad.
En la edad moderna, el periodo más calamitoso y miserable de nuestra Patria
ha sido aquel en que mayor fue el número de frai les y de monjas; el reinado de Car-
los Il.
***
2°.- La Masonería debe procurar que el Estado no subvencione al clero de nin-
guna religión positiva, debe modificar la Ley de Asociación impidiendo que pue-
dan escudarse en ella fines religiosos y proscribir en absoluto el claustro. La "Ilus-
tración" será la única piqueta que concluya de demoler los carcomidos correones que
sostienen la cogulla. Frente a los privilegios deben colocarse en coda ocasión las
saludables ideas de nuestro humanitario lema "Igualdad, Libe.n ad , Fraternidad".
***
3°.- Propagar la enseñanza laica por cuancos medios escén a nuestro alcance y
dar mayor publicidad a codos los actos de la caterva hipócrita que se denomina "So-
cietatis H iesus". Demostrar a coda, incesantemente y por los medios de mayor pu-
blicidad, los fines especulativos de esa tenebrosa asociación y recabar públicamente
del J esuitismo cuenta de la inversión de sus cuantiosas utilidades; pero ante codo
esto sería preferible, reclam ar del Poder el cumplimiento del Decreto de su expul-
sión del territorio español, que no ha sido derogado hasta la fecha.
***
4°.- Entendemos por enseñanza laica aquella que prescinde cocalmence de los
conocimiento religiosos o que sólo se ocupa, en religión, de estudiarlas codas para
probar con sus afinidades, contradiciones y absurdos su total falsedad.
El laicismo debe cuidar muy mucho de su plan de enseñanza, descartando lo
inútil y d edicando la preferencia a aquellas materias utilizables para codos.
¿El mejor medio de implantarla en España? Acudir al pueblo, convenciéndole
de que por ella podrá adquirir mayores conocimientos y más directamente aplica-

486 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

bles a los usos de la vida, conservando además el albedrío de la razón, esa luz di-
vina que enciende el Maestro en la Escuela y apaga el cura en la iglesia.
***
5°.- El desarme y la polícica de la Paz son principios masónicos incuestionables;
La Masonería anhela para los hombres Fraternidad y la guerra es la negación de
sus ideales y de todo sentimiento humano.
Rocquencourt, célebre tratadista militar, define la Guerra diciendo: "Cuando
los Estados no pueden dirimir sus contiendas por medio de las negociaciones ape-
lan a la g uerra que es la razón del má.J fuerte" y Lamartine más gráfico aún d ice que
es "la matanza en masa". Debe pues la Masonería fomentar con codas sus fuerzas
los Congresos de la Paz.
***
6°.- Las accuales luchas sociales encre el trabajo y el Capital son consecuencia
de la defectuosa organización social, del falso concepto de la propiedad y fenóme-
nos de todos los tiempos, si bien más acentuado en los actuales.
El movimiento obrero revela una tendencia notable en sentido progresivo; y
acusa la existencia de males crónicos, que exijen (sic) rápida y radical curación, sin
posible de desatender sin grave riesgo.
El Estado debe facilitar la instrucción gratuita y obligatoria. Por acuerdo In-
ternacional metodizar el trabajo para que no redunde en perjuicio de la salud, ni
en el menoscabo de la instrucción del obrero, de las atenciones de su hogar, ni de
la producción.
Debe así mismo cuidar de los inválidos del trabajo y de los Obreros ancianos
desvalidos.
La sociedad debe descansar sobre la base sublime de la Fraternidad Universal y
modificar las leyes de sucesión para ir aminorando razonablemente el irritante des-
nivel que hoy se observa".
Valles de León de 1892.
El Presidente, Vicente García Ruy Pérez, Mendizábal, grado 30.

Fuente: AHNS, Masonería, legajo 762A, expediente 6.

B: LA EDUCACIÓN LAlCA Y UBRE

Doc. 12: Proyecto de Asilo Masónico Párvulos y Centro de instrucción de obreros de la lo-
gia ''Prog reso" de Valladolid. (1888).

"Este Taller teniendo presente la espantosa crisis porque viene atravesando g ran
número de Naciones, entre las que figura la hidalga tierra española, que es nues-
tra querida patria, no ha podido permanecer indiferente a tan desoladora situación,

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 487


LUIS P. MARTÍN

ni cerrar las puercas de la caridad a aquellos desgraciados que por la causa antedi-
cha yacen en la indigencia careciendo hasta de lo más indispensable que es un al-
bergue donde poder cobijar a sus ciemos e inocentes hijos, los cuales ajenos (sic)
por completo a codas las vicisitudes y necesidades de la sociedad, no cejan de pe-
dir a su atribulado y cariñoso padre, aquéllo de que también carece, cual es el ali-
m ento indispensable para la vida.
Este Taller, comprendiéndolo así, no ha titubeado un solo momento en some-
ter a la reprobación de todos los H ermanos especialmente a los de estos Valles por
ser a los que más de cerca les coca el adjunto proyecto para la creación en los Va-
lles de Valladolid de un Establecimiento modelo que se denominará Asilo Masó-
nico de párvulos y Centro de Instrucción de Obreros, para lo cual se nombrará una
comisión compuesta de todos aquellos Hermanos que por su posición e inteligen-
cia puedan contribuir a la más pronta realización del proyecto.
Enumerar las g randes ventajas que a la Masonería castellana ha de reportar la
instalación de dicho Establecimiento es innecesario porque todos aquellos que lle-
varon impregnadas es su alma las bases sobre las que descansa el g randiosos edifi-
cio de la Masonería no desconocerán porque no pueden desconocerlas.
Deber y grande es también de la Masonería combatir por cuantos medios estén
a su alcance, la ignorancia, madre de los casos de funestos accidentes y tristes des-
gracias.
En cuanto a este sentimiento humano se ha inspirado este Taller para p roponer
también la creación de un Centro de Instrucción de Obreros, contando con la co-
operación de distinguidos Hermanos que espontáneamente se han ofrecido a de-
sempeñar gratui tamente las claes de dicho Cenero.
¡Bendita Masonería si log ra arrancar del seno de la sociedad esa corrupta es-
cuela llamada vicio e introdujera (sic) otra basada en la moral y civilización de los
pueblos!
¡Bendita Masonería el día que haya logrado devolver al hombre su perdida li-
bertad y aparcarle por completo del yugo opresor del oscurantismo y de la ense-
ñanza jesuítica!
Proyecto

Are. 1º .- Se creará en los Valles de Valladolid un Establecimiento modelo que


se denominará Asilo Masónico de Párvulos y Centro de Instrucción de Obreros.
Are. 2°.- En esce Establecimiento serán admitidos codos los niños que proce-
dentes de padres pobres, hayan cumplido la edad de eres años y no excedan (sic) de
la de 7.
Art. 3°.- A los asilados se procurará darles coda la Instrucción posible con arre-
glo a su edad . También se les suministrará el alimento del medio día.
Are. 4° .- Llegada la edad de 7 años en algunos de ellos, el encargado del Esta-
blecimiento lo pondrá en conocimiento la familia, por si ésta quisiera que la Ma-

488 SALAl>t.\NCA, Rev ista de Estudios, 39. l997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONER.fA CASTELLANO-LEONESA

sonería se encargase de ampliar su educación, haciéndole ingresar en alguna de las


escuelas Municipales o colegios masónicos que pudieran haberse establecido.
Art. 5° .- Los asilados permanecerán en el Establecimiento desde las 7 de lama-
ñana hasta la puesta del sol, hora en que serán recogidos por sus fam ilias.
Art. 6° .- Del orden y compostura de los niños así como de su aseo serán res-
ponsables cuantos encargados tenga para este servicio la Masonería.
Are.- 7°.- La casa destinada a Establecimiento, se procurará tenga patio o jar-
dín para recreo de los asilados.
Art. 8º.- Así mismo se procurará tenga algunos dormitorios o sala espaciosa
que se pueda destinar a este uso, para aquellos Hermanos que careciendo de un le-
cho puedan aprovechar este Asilo.
Are. 9 º .- Estos Hermanos pueden ser transeúntes o de escos Valles para los efec-
tos del artículo anterior.
Art. 10.- En el mismo Establecimiento y una hora después de que codos los asi-
lados hayan abandonado el local, se abrirá Academia para codos los Obreros que
deseen aprovecharse de sus resultados.
Are. 11.- En ningún tiempo y bajo ningún pretesto (sic), podrán cerrarse escas
Academias sino después de haberse servido durante dos horas de instrucción para
los obreros.
Are. 12.- Escas Academias serán desempeñadas por Hermanos de estos Valles
sin rerribución alguna.
Are. 13.- La Comisión encargada de la instalación de dicho Establecimiento es-
tará compuesta de 7 hermanos de estos Valles y de la Masonería de Adopción.
Are. 14.- Para el sostenimiento de dicho Establecimiento, la Respetable Logia
"Prog reso" hará uso de codos cuantos sobrantes tenga en el cofre del Tesoro y hará
entre sus miembros los dividendos que estime oportuno.
Are. 15.- Así mismo, se invertirán en tan g rande obra, cuantos fondos remitie-
ran las Logias de otros Valles.
Art. 16.- La inversión de fondos así como las alcas y bajas de asilados se darán
a conocer trimestralmente en la Gaceta del Serenísimo Gran Oriente Nacional de
España.
Trazado en Secretaría a los 15 días de Mayo de 1888 (edad vulgar).
Vº Bº El Venerable Maestro El Secretario Guarda-Sellos
Esteban Puercas Asenjo Luciano Canda!
Churruca, grado 24 Torrijos, grado 3º

Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 730A, expediente 9.

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39 , 1997 489


LUIS P. MARTÍN

Doc. l3. Una escuela popular y laica para Salamanca

Las Escuelas Laicas


Rara es la capital o población de alguna importancia en España, que no haya
hecho algún esfuerzo para lograr el establecimiento de ceneros de enseñanza, com-
pletamente independientes de la influencia clerical. En muchos puntos son ya nu-
merosas las escuelas laicas, debidas en grao parce a la iniciativa infatigable del doc-
tor Gabarró.
Reseñar la ruda oposici6n que han tenido que vencer los amanees de los ceneros
para la enseñanza laica, es rarea innecesaria sabiendo que a impedir tal trabajo se
unieron todos los elementos de que dispone en nuestra patria el clericalismo, em-
pleando sin escrúpulo toda suerte de armas, la djfamación inclusive, con el propó-
sito de que cayesen las escuelas en el desprestigio y fuesen combatidas hasta por
una gran parce de los hombres liberales de nuestro país, que no olvidan que en no
muy lejanos días ostentaban en sus banderas, para que fuese base de la Constitu-
ción española, el lema de "enseñanza laica y obligatoria".
Si el Estado hubiese decretado la enseñanza laica en establecimientos de ins-
trucción sostenidos por el mismo, es consiguiente que los hombre emancipados de
la iglesia no tendrían interés alguno en crear escuelas que sean un campo neutral
en los distintos sistemas filosóficos o religiosos que en España, y al amparo de la
Constitución, informan la vida del ciudadano. Nadie puede suponer que los disi-
dentes del catolicismo han de ser gustosos en que sus hijos reciban una educación
religiosa contraria a los principios que profesan; a impedir esco principalmente
tienden los ceneros de enseñanza laica, dejando a cada sistema filosófico o religioso
el trabajo de educar en su credo a sus adeptos.
Los clericales acusan las escuelas laicas porque en ellas, dicen, se enseña el ate-
ísmo y el odio a su religión. Lo primero indicaría la enseñanza de determinado sis-
tema, que es precisamente lo que se trata de evitar; lo segundo no tiene funda-
mento, pues si las escuelas laicas omiten la enseñanza de todo sistema religioso no
es por odio a las religiones, a las que sin excepción respetan, y sí sólo obedeciendo
a los fines de la institución.
Nosotros somos firmes partidarios de la enseñanza laica y veríamos con gusto
que cuantos participan de nuestras opiniones, unan su esfuerzo al nuestro para que
fuese establecido en Salamanca un Centro Popular para la enseñanza laica. Del nú-
mero e importancia de las adhesiones que se nos dirijan (sic), depende el que pre-
paremos la realización de tan importante proyecto.
Es preciso librar a nuestro pueblo del monopolio, de la influencia que en la en-
señanza ejerce la Iglesia hasta sobre los que viven alejados de ella.'
El sistema de educación romano, o mejor dicho jesuítico, coharta los vuelos del
pensamiento, encadena la voluntad, hace de los hombres autómatas, conviértelos
en pusilánimes y fanáticos y empeora las condiciones del corazón. En el seno del
romanismo se ha nutrido nuestra sociedad, y hela aquí corrompida.

490 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

¡Trabajemos por establecer en nuestra capital escuelas laicas donde se enseñen


a los seres de manera que hagan a los pueblos en que vivan los primeros en cien-
cia, en moralidad y grandeza!

Fuente: La Acacia, Salamanca, 20-Il-1888 (nº 2, p.3).

C: LA MASONERÍA, LA POLÍTICA Y LA CUESTIÓN SOCIAl

Doc. 14. El republicanismo masónico en La Acacia de Salamanca

El Once de Febrero
El día más feliz para la inmensa mayoría de los españoles fue aquel en que sus
más caros ideales se veían convertidos en preciada realidad.
La proclamación de la República como forma de gobierno en España, fue uno
de los acontecim ientos de nuestra historia poütica el q ue mejor acogida ha podido
tener y el que produjo la más espontánea manifestación de entusiasmo: como era
el ideal político que daba satisfacción al mayor número, y en el único que se ci-
fraba la esperanza de su felicidad nuestro pueblo.
No queremos repetir las causas que pudieron determinar la caída de tan amada
República, ni reproducir las torpezas de nuestros hombres de gobierno que tan fá-
cilmente pusieron nuestro triunfo en manos d e la restauración.
Pero hemos de consignarlo, por t riste que sea, nunca como entonces pudo de-
cirse "divide y vencerás" y si muchas otras razones pueden alegarse como causas
que determinaron la caída de la República no es menos cierto que todas hubieran
vencido de la unión de tan abundantes valiosos elementos.
En la actualidad no es un hecho nuestro t riunfo porque fa manzana de la dis-
cordia lanzada en nuestro campo, sigue dando sus frutos. Mientras la unión repu-
blicana no sea una verdad todos los esfuerzos para que triunfen nuestros ideales se-
rán estériles.
De todos los puntos de España llegan rumores hasta nosotros de que el aniver-
sario de la proclamación de la República dará ocasión para que las distintas frac-
ciones republicanas se unan formando en cada localidad apretado haz: mucho nos
alegraría.
El once de febrero tendría entonces doble interés histórico para nosotros y su
celebración hoy sirve para conseguir tal unión, nos llevará seguramente a celebrar
el triunfo de nuestra causa.
(nº l. 10 Febrero 1888)

"H ojas Políticas.- Al escribir las primeras líneas de esca sección, comenzamos a
sentir la indiferencia que observamos en nuest ra capital respecto a la cosa pública,

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 491


LUIS P. MARTfN

indiferencia a que han contribuido con su apatía y falca de iniciativa y actividad


los jefes de de los partidos en la provincia y sus juntas directivas.
Aquí los partidos poücicos duermen tranquilamente. Sólo se agitan, sólo dan
señales de vida cuando de elecciones se trata.
Algunos de los partidos se hallan en completa división y sus fracciones desor-
ganizadas; y lo doloroso es, que cales divisiones no reconocen por causa diferencia
de apreciación de los principios que informan su aspiración y sí sólo en cuestiones
personales de menor cuantía.
Entiéndase que al hablar aquí de los partidos políticos nos referimos can sólo a
los formados dentro del campo de la democracia: de la democracia republicana.
En codas parces se nota entre los elementos republicanos corrientes que llevan
a realizar una gran concentración que ha de favorecer como ninguna ocra causa el
triunfo de la República: la victoria sólo es posible si en el momento propicio, to-
dos los que suspiramos por esca forma de gobierno nos movemos en la misma d i-
rección.
No importa que los jefes no hayan podido encenderse: las circunstancias les
unirán un día forzosamente.
Los trabajos para consegufr la unión de los elementos republicanos han sido efi-
caces en muchas provincias de España donde la unión de todos los republicanos es
un hecho, sin perjuicio del credo de cada g rupo o parcido acaricia como el mejor
para la patria.
¿No habríamos de conseguir lo mismo en Salamanca si nos proponemos hacerlo
con interés y decisión?".
[n°4. 10 Marzo 1888]

Doc. 15. Los problemas de la clase obrera

Derecho al trabajo
"( . .. ) Viene la Orden, hace tiempo, dedicando sus desvelos al mejoram iento
moral y material de la Humanidad y aunque mucho relativamente se ha conse-
guido, no es poco lo que resta por hacer.
La crisis que hoy venimos atravesando, y que puede aseg urarse es general, in-
dica que en el seno de la Humanidad se está elaborando acontecimientos que por
primera vez habrá de reg istrar. La historia, y los hombres todos están obligados a
ir preparando el desenlace, no para oponerse a su marcha natural, que esto sería una
insensatez sin utilidad práctica, sino para prevenir sus resultados, para precaver, en
lo posible, a la sociedad, durante los momentos convulsivos, de los malos efectos
que siempre trae como secuela la presencia y salida de un periodo crítico en la vida
de los pueblos.
Muchos son los que estudian el modo de conjurar la aflictiva situación por la
que viene at ravesando el obrero; no pocos los planes y medidas que se han pro-

492 SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELLANO-LEONESA

puesto con el mismo fin, y también son algunos los medios prácticos que se han
planteado para que la miseria no cierna sus alas negras sobre la vivienda del traba-
jador; pero en tanto se estudia, se agotan los recursos que la beneficencia ofrece a
la familia obrera; mientras se plantean medidas salvadoras, el obrero ve padecer y
morir de hambre a los pedazos más queridos de su corazón y él mismo concluye
por sucumbir, porque los socorros que se le faci litan no son suficientes para su ali-
mentación.
¿Habéis visto hace pocos días pasear por las calles de Salamanca a más de ocho-
cientos trabajadores solicitando pan y trabajo? Pues estos ochocientos representan-
tes de igual número de familias que, humildemente, os recuerdan que forman
parce integrante de la colectividad humana, os ponen anee la visea sus súplicas y os
demuestran que van pasando los tiempos de las teorías y se hace indispensable reu-
nir inmediatamente medios prácticos de combatir el hambre allí donde haga falta;
en una palabra, de cubrir las necesidades materiales de nuestros semejances con he-
chos tangibles en el acto que las necesidades se conozcan, teniendo dispuestos a
priori los elementos convenientes para ello.
Esos obreros han podido exigiros el cumplimiento de un deber impuesto por
ley natural, ejercitando el derecho que a vivir tienen y no a vivir del producto de
la caridad y de la limosna, sino a vivir de la parte que en la cocal suma de produc-
tos de la naturaleza les corresponde como miembros efectivos de una sociedad a
cuyo sostenimiento concurren y cuyo equilibrio en ellos y nada más que en ellos
descansa.
El egoísmo (sic), la ceguedad de las clases pudiences es can grande, que en tanto
no tienen inconvenience en dilapidar parce de sus rencas, guardar otra parte que
permanece improductiva y aún donar cantidadaes imporrances para fines y sujetos
que son la antítesis humana, (y) escatiman al obrero los productos de su trabajo y
cuando le alargan desdeñosamence una moneda de cobre, lo hacen a son de trom-
peta, sin considerar que reintegran a uno de sus hermanos parce de lo que tal vez
le sustrajeran violentamente o de lo que le defraudan sus derechos naturales. Por
interés de todos es preciso que esa situación termine y que el trabajador vea su pan
asegurado, siquiera sea como recompensa mezquina de los sudores que diariamente
vierte para fecundizar el producto de sus desvelos, y ya que en este país todo se es-
pera de los ceneros oficiales y nada se deja a la particular iniciativa. Empezamos ex-
citando a nuestra popular Corporación para que, sig uiendo el buen camino que su
amor a la clase obrera le marca, emprenda con tesón reformas que sean a la par
fuente de trabajo, un adelanto para el embellecimiento de esta Ciudad; reformas
que en su mayor parte no causarán gastos a los fondos del común, supuesto que de-
berán .:orrer a cargo de los propietarios que son los primeros obligados a ello en
este asunto y de cuyas reformas no hacemos mérito porque la comisión correspon-
diente y el Municipio las tiene ya en parte acordadas".

Fuente: La Acacia, Salamanca, 10-IV-1888, nº 7, pp. 2-3.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39 , 1997 493


LUIS P. MARTÍN

V. O RGANIZACIÓN D E LA MASONERÍA REGION AL EN EL SIG LO XX

Doc. 16. Las dificultades de la logia "Constancia" de Valladolid (1934)

" 4 abril 1934


A la G ran Logia Regional del Cenero de España. Valles de Madrid.
Venerable Maestro y Queridos Hermanos:
Fue en nuestro poder vuestra plancha del 9 del pasado mes de Marzo que muy
gustosos contestamos.
Deseamos, en primer lugar, conocer nuestra deuda con la Gran Tesorería; hasta
fin de D iciem bre del pasado año y por separado el primer t rimestre del año l 934,
para que en plazo mínimo nos pongamos a p lomo con el Tesoro.
No desconocemos nuestras obligaciones y q ueremos cumplirlas, lamencando
grandemence la forma con que está concebida vuestra p lancha sin duda bien m e-
ditada, negándose material para el trabajo.
Un puñado de hermanos modestos, de recta incención, con encusiasmo y fema-
sónica hemos sufrido en estos Valles los bandazos de la Monarquía, después de la
Dictadura, con clausura de nuestro primer Templo, persecuciones y molestias de
sus miembros; esto también sucede actualmente. Con verdadero sacrificio lo he-
mos soportado y con más aún, nuevaroence, levancamos columnas, con vuestro
apoyo moral aún cuando no económico; sin p roducir molestias a otros talleres con
peticiones, cosa muy corrience que hemos podido apreciar, puesto q ue en varias
ocasiones nuestro Taller ha prestado ayuda en España y en el Extranjero.
H oy ya libres de deudas profanas, y nuestro Templo en marcha y en codo su
apogeo, nos proponemos cancelar la cuenta pendience con esa G ran Tesorería de la
que hemos recibido una g ran enseñanza al conocer por vuestro conducto en la p lan-
cha a q ue aludimos que nuestro crédito ha llegado al límite. Esto seguramence con
los profanos que nos facili taron medios para la inaguración de nuestro Templo aún
cuando hemos tardado el t iempo que hemos precisado, para cumplir con ellos es-
tamos seguros de que no nos habrían puesto límite de cantidad ni de t iempo para
privarnos de lo que nos es necesario para nuestros t rabajos.
Agradecidos les estamos y a vosotros tam bién por el t iempo transcurrido pero
vuestra determinación nos ha causado algo más que molestias.
Estamos sosteniendo en nuestros Valles el calor de la Institución con una va-
lentía sin igual, pues reciencemente en periódico local se incitaba a la persecución
de los masones, aconsejándoles utilizasen todo tipo de armas y nosotros nos pre-
gunt amos qué labor es la que desarrolla nuesta Augusta Orden y nuestos herma-
nos encumbrados en la alta polít ica?
Hasta la fecha, no hemos podido prestar un pequeño apoyo a algunos herma-
nos q ue lo han necesitado; tenemos un concepto de nuestra Orden muy elevado,
de todos para uno y uno para codos, pero nos damos cuenta de que en los procedi-
mientos, ésta nuestras normas no se llevan a la práct ica.

494 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUM ENTOS DE lA MASONER(A CASTELLANO-LEONESA

Cuando se nos ha recurrido para asuntos secrecos en maceria económica hemos


respondido; personalmente cambién. Cuando se nos ha solicicado ayuda, por ocros
calleres para follecos y libros de propaganda, cambién hemos correspondido. Esca-
mas, por lo canco, sacisfechos del deber cumplido y disgustados del poco crédito
que os merecemos para decirnos º'de aquí no se puede pasar".
Mandad vuestro saldo que no queramos rengáis que volver a llamar la atención
por cal motivo.
( ...) También esperamos nos dé is a conocer la acogida que habéis dispensado a
nuestra plancha remitida relacionada con la de la logia Vicus de Vigo que fue pu-
blicada en la prensa.
Recibid con tal motivo, Venerable Maestro y queridos hermanos, el triple
abrazo fraternal que por nuestro conducto os envían los obreros del Taller."

Fuente: AHNS, Masonería, legajo 730A, expediente 7 .

Doc. 17. Rencillas entre la logia de Salamanca y la de Valladolid (1935 y 1936)

l.- "13 Mayo de 1935


La Respetable Logia "Constancia" nº 17 de los Valles de Valladolid
a la Gran Logia Reg ional del Centro de España. Valles de Madrid.
Venerable Maestro y Queridos Hermanos:
( ...) Vuestra plancha [8 de abril 1935) la encontramos demasiado fuerte,
porque sin duda alguna desconocéis los trabajos realizados para que por ésta
Región pueda nuestra Augusta Orden tener organismo que pueda responder a
nuestros fines.
Logia "Helmántica" nº 22 de Salamanca.- Con mucho entusiasmo trabaja
según nos manifestáis y pudo muy bien, hace tiempo, haber dado comienzo al
trabajo que este Venerable realizó en nombre de "Cosntancia" nº 17 en los Va-
lles de Zamora; así no habría tenido necesidad de entablar competencia con
nuestro Taller precendiéndo utilizar y llevar a Salamanca, los miembros que no-
sotros tenemos en Zamora.
Pero siempre obedientes, accedemos a vuestros deseos mandandoos las plan-
chas de quite que solicitáis y con las aclaraciones debidas, pues estáis muy mal
informados.
El hermano Pantoja de la Logia "Helmáncica", manifestó personalmente a
nuestro venerable Lenin el deseo de extender planchas de quite para los her-
manos de nuestra logia "Constancia" que radican en Zamora, haciéndole ver al
citado hermano Pancoja, por nuestro Venerable, que no creía prudente cal de-
terminación y menos sin que nuestros hermanos del cuadro lo solicitaran , lo
cual hasta la fecha no lo han hecho. Ahora bien,: veríamos con mucho gusto la
formación de un triángulo en Zamora, pues hace tiempo venimos indicando a

SALAMANCA, Revisrn de Escudios, 39, 1997 495


LUIS P. MARTfN

los hermanos Valentín Faundez, simbólico Fé y Amor; Tomás Berdi6n y J osé


Isart la constitución del mismo sin que hayamos logrado nuestro deseo.
Más afortunado, al parecer el hermano Pantoja, va a constituirle; celebramos
triunfe en su noble empeño, pero esce Venerable cree conocer sobradamente la
plaza de Zamora y se teme perdemos elementos que no escén obligados a este
Taller y que después no laboren ni en nuestra compañía ni solos; celebraremos
mucho equivocarnos.
(. .. ) Así es que por anticipado os manifestamos que aceptaremos el fallo que
déis con respecto a la Logia "Constancia", lamentando que nuestra situación
económica nos impida mandar un Delegado para que hubiera hecho la defensa
de este Taller en el caso de que hubiera habido necesidad de ello.-"

2.- "14 de mayo de 1936.


La Respetable Logia "Constancia" nº 17 de los Valles de Valladolid.
a la Gran Logia Regional del Centro de España. Valles de Madrid.
Salud - Fuerza - Uni6n
Muy Venerable Maestro y Queridos Hermanos:
Vuestra plancha del día 1 l del cprriente mes es en mi poder, la cual habéis
mandado certificada al no cener noticia alguna de este Taller.
Os debo una explicación que quiero daros de las causas que han motivado
nuestra falta de comunicación, con esa Gran Logia a quien debemos nuestra
obediencia.
Efectivamente hace un montón de meses no mandamos documentación al-
guna, ello me ha causado malos ratos. Ya cenéis conocimientos de las dificulta-
des económicas en que nos desenvolvemos que fueron agravadas cuando la lo-
gia Helmántica de los Valles de Salamanca hizo cuanto pudo por entorpecer más
nuestra difícil situación. Al cesar nuestra correspondencia fue la causa de no po-
der yo ya soportar más los gastos generales de este logia, teniendo necesidad de
levantar todos los enseres del Taller puesto que la mayor parte de los hermanos
no cumplían sus obligaciones de asistencia y cotización. Se agravó nuestra si-
tuación económica cuando los hermanos que teníamos en Zamora pasaron a co-
tizar a Salamanca y los meses de mi silencio los he necesitado para que con el
trabajo de mi vida profana haya cancelado la totalidad de las deudas que nues-
tra Logia tenía. Al finalizar el presente les, cuando yo cobre, enviaré el descu-
bierto que tenemos con esa Gran Log ia por los conceptos que determináis en
las reclamaciones que nos cenéis hechas".

Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 730A, expediente 7.

496 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y CXX:UMENTOS DE LA MASONERfA CASTELLANO-LEONESA

VI. ACTIVIDADES Y RELACIONES POLÍTICAS EN LA II" REPÚBLICA

Doc. 18. lmtalación del Partido Radical Demócrata en Valladolid (1934)

1.- Carta de José Getino a Diego Martínez Barrio.


Valladolid , 16 junio 1934.

"Querido hermano correligionario y amigo:


Le dirijo (sic) la prcsc1m: después de haber conversado largamente con nues-
tro común amigo D. Julio AYUSO, de Zamora y quiero hacerle una pequeña
historia de mi actuación política:
Desde que empecé a actuar, a los 17 años, y hoy tengo 49, seguí la política
de D. Alejandro Lerroux; el día 9 de octubre del pasado año me dí de baja en
el Partido Radical en Valladolid, a cuya Junta directiva pertenecía, por ser fun-
dador del mismo. Enconces me afilié al Radical Socialista, al fusionarse éste con
Acción Republicana también empecé a cotizar.
Pero al ver su gesto gallardo, desligándose de codo compromiso político con
nuestro antiguo jefe D . Alejandro Lerroux, levantando nuevamente la bandera
del verdadero Partido Radical, con el apéndice "demócrata", me dirijo (sic) a Vd.
después de haber esperado a vec si en Valladolid surgía, como en otras provin-
cias, una división en el Partido Radical; desgraciadamete no ha sido así, pues an-
tiguos republicanos están en espera de que no se qué, sin determinarse a darse
de baja, conscicuyendo el nuevo Partido o marchándose a otros campos donde
mejor podemos encajar los antiguos republicanos que siempre hemos luchado.
Mi cemperamenco lo conocen sobradamence los hermanos Torres Campañá
y J aime Gil, quienes he podido apreciar (sic) forman parce de la Junta Munici-
pal de Madrid.
Si t iene algo en organización en esca provincia, manifiéscelo para prestar la
ayuda que me sea posible; si por lo contrario hasta la fecha no hay nada dígame
si debo empezar la organización del Partido.
Como Presidente que soy de la Liga de los Derechos del Hombre en esca
provincia tengo algunas carcas del señor Malagarriga, en que manifescaba que
Vd. y yo éramos las dos únicas personas (que] en provincias habíamos hecho
algo de organización en can benemérita institución.
Aquí en Valladolid, presido la logia "Constancia" nº 17.
Reciba un fuerce abrazo de su hermano y amigo que queda pendiente de sus
gratas noticias."

SALAMANCA, Revísra de Estudios, 39. 1997 497


LUIS P. MARTfN

2.- Carta de J osé Getino, venerable maestro de la logia "Constancia" de Vallado-


lid a J ulián Peñalver, venerable maestro del triángulo "Libertador" de Burgos.
Valladolid, 17 julio 1934.

"Mi querido hermano y cariñoso amigo:


(...)Nuestro correligionario e ex-ilustre Gran Maestre de nuestra Obedien-
cia (Diego Marcínez Barrio}. Me dice le tiene dados poderes para organizar el
Partido Radical Demócrata en Burgos y su provincia; celebraré hacer cuanto le
sea posible en bien del partido y de tan querido hermano y voy a informale a
Vd. de algo que creo conveniente.
Yo me ofrecí a don D iego para lo que fuera útil, referente a la organización
del Partido D emócrata, pero parece ser que mi carta ha caído en manos de To-
rres Campañá, quien lleva gestiones en esta localidad con elementos albistas;
por tal motivo yo no me he decidido a la organización del futuro partido a pe-
sar de que los delegados de Zamora, Palencia, Salamanca y León han insistido
acerca de mí personalmente y por escrito ante el temor de que caiga en manos
de elementos casi enemigos del régimen.
Estos cuatro delegados de las provincias citadas imponen mi nombre al Co-
mité Central y al mismo don Diego y tienen además el deseo de constituir una
región autónoma de Castilla para no dejarse dominar de elementos de los Co-
mités Centrales que algunas veces dan órdenes poco convenientes para una re-
gión determinada. A estos Delegados les hice saber que no empezaba la orga-
nización del partido para no establecer una [ilegible) para dar lugar, tampoco
ante un buen deseo de q ue pudiera haber una desautorización en la cual que-
dasen ellos y yo malparados.
En pocos días, sobre el 20, Diego Martínez Barrio [ilegible] a celebrar un
acto; parará en Valladolid, vendrán a saludarle Delegados de las provincias y se
decidirá si ha de ser otra persona a la que se encomiende la organización del
partido en esca provincia; le pondré antecedentes en lo que haya. (...)"

Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 730A, expedience 7.

Doc. 19. La crisis de 1934 y sus consecuencias, vistas por el Triáng11/o Libertador de
Burgos (1934 y 1935).

[Tres documentos enviados a la Gran Logia Regional del Centro de Madrid]

1.- "Burgos, 14 julio 1934


Con fecha 28 de J unio pasado en la tenida celebrada en dicho día por el
Respetable Triángulo "Libertador" se escudia (sic) detenidamente el Dictamen
de la Gran Asamblea y la Enmienda presentada por los cuatro g randes Maes-
tres de las Grandes Logias Regionales del Mediodía, Levante y Cenero sobre

498 SALAMANCA, Revisca de Escudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELJ.ANO· LEONESA

protestas y proposiciones en relación con las actuaciones políticas de determi-


nados hermanos en pugna con fundamentales postulados de nuestro ideario.
No tenemos que deponer contra la actuación de ningún hermano porque
aquí todos seguimos anees de ser iniciados enemigos decididos y descarados de
alianzas con elemencos reaccionarios.
Odiamos y sostenemos la distancia contra todo lo que sea jesuítico y hemos
sufrido algunas persecuciones.
Somos enemigos del establecimienco de la pena de muerte y de que se vio-
len arteramence los derechos individuales garantizados por la Constitución de
La República, y finalmente francos y decididos adalides para que no se ultrajen
los principios de nuestra Augusta Orden y defenderlos hasta la muerte.
Somos bastante cautos y no hemos incurrido en noticias de ninguna índole
porque no celebramos más reuniones que para asuntos de la Institución . "

2.- "Julián Peñalver


Burgos, 29 enero 1935.
Con gran arraso y pesar vamos a contestar a vuestra caritativa plancha del
24 de diciembre anterior respecto al desgraciado hermano Isidro Avalos y con
sentimiento os participamos nuestra situación.
Estamos pagando a cincuenta pesetas mensuales, quinientas a un bandolero
correligionario nuestro Abogado por la defensa del Hermano Orador y el Her-
mano Secretario procesados por injurias al Ejército cuando la película de lastro-
pas de Asturias, cosa infamante en dos admiradores del Ejército y que han sa-
lido absueltos después de haberles pedido dos años...
Otro de los hermanos está (desde) hace cuatro meses encargado de una Pri-
sión Provisional en el Cuartel de Santocildes (Astorga) y están cargando los gas-
tos de alquiler de casa y casi todo sobre el Venerable y son bastantes las pesetas
gastadas en un año que lleva funcionando el Triángulo.
Si mis ocupaciones me lo permiten el otro hermano que está en mejores con-
diciones económicas, tengo la seguridad me dará alguna cantidad y yo perso-
nalmente haré el esfuerzo que me sea posible."

3.- "Burgos, 25 de Marzo 1935.


He leido y estudiado con verdadera fruicción vuestra Memoria sobre la His-
toria revolucionaria de los últimos y execrables sucesos, y en ella vislumbráis
t res puntos a cual más importante, y por los cuales he de inspirar cierras suge-
rencias, por si merecen ser atendidas.
PRlMER PuNTo.- A pesar de vuestros esfuerzos y tolerancia para justificar el
Decreto del Gran Maestre Nacional, Adjunto anulando y suspendiendo codos
Los trabajos activos y de jurisdicción de esa Gran Logia y hasta el último Trián-
gulo de la Regional, no tiene otra justificación que la Dictadura de un Ukase
que merece la más desdeñable condenación.

SAi.AMANO., Revista de Estudios, 39, 1997 499


LUIS P. MART{N

P UNTO SEGUNDO.- La traición de un ex-hermano, sirviendo de delator y


confidente a la Policía, para privar del honor y libertad a los hermanos de Ma-
drid, no merece otra sanción, que escupir en la cara a ese COBARDE, publicar
en su día en el Boletín sus hechos, ya que otros medios adecuados al caso nos
escán prohibidos, y
TERCER P UNTO.- Al felicitar a Vos ilustre Gran Maestre y Gran Orador, así
como a los componentes de esa Gran Logia y de otras de esos Valles, por vues-
tra decisión de constancia y firmeza dentro y frente a actos can arteros y mez-
quinos, cometidos por el Gran Maestre Adjunto, y ocros, y sin tibiezas, reti-
cencias y más dilaciones espero aceptéis mi más decidida adhesión y dispongáis
para todo de este modesto Maestro, que leal y personalmente nada tiene que te-
mer, ni disculpar.
Además y de parecer que estando probablemente en poder de esa Gran Se-
cretaría las planchas arquitectónicas de todas las votaciones definitivas para las
elecciones del Gran Maestre Nacional y Diputado Gran Maestre de la Regio-
nal , debéis proceder al Escrutinio General para el nombramiento efectivo, y po-
sesionado inmediatamente del cargo convocar a la Gran Asamblea y que salga
de ella el primer acuerdo: constituir la G ran Cámara de Justicia, para juzgar a
los traidores y usurpadores de atribuciones y autoridad; y quedamos los que no
tengamos la ropa ni la conciencia manchada con la cobardía ni el vilipendio de
nuestra Sacrosanta Institución, que debemos defender hasta la muerte ...
Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 450A, expediente 2.

VII. LA LIQUIDACIÓN DE LAS LOGIAS Y DE LOS MASONES EN LA


GUERRA CIVIL.
Doc. 20. El primer paso de la represión: la descalificación de los masones (1939)

"7' Región Militar. E. M.- S. l. P. M.-


Para el jefe del S. l. P. M. del Estado Español. Madrid.
Valladolid, 9 de agosto de 1939. Año de la Victoria.
Noca nº 5797. Registro de entrada nº 0992.-
En cumplimiento a lo dispuesto en la noca informativa de esa Jefatura nº
31/5 373, del 31 del anterior, tengo el honor de remitir a V. E. copia de los an-
tecedentes relativos a J osé Gecino, Presidente que era de la Liga de los Dere-
chos Humanos.
J osé Getino.- Era jefe de la masonería de esta capital y tenía montado desde
hace 15 años en la calle de San Martín un local destinado a las logias masónicas,
el cual fue cerrado por las autoridades. Las paredes del mismo estaban con paños
de gasa negros y todos sus detalles daban a conocer que era un local destinado

500 SA.l.AMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


TEXTOS Y rxx:UMENTOS DE l.J\ MASONERfA CASTELLJ\NO-LEONESA

para dicha logia. Una vez cerrado aquel local, tuvo otro local situado en la calle
Santiago, el cual en su aparencia exterior era una casa de la representación de las
máquinas de escribir Royal funcionando clandestinamente en la parte interior
del edificio una sala para reuniones, en la que había una caja mortuoria, una bi-
blia (masónica) y demás objetos destinados para aquel culto. En dicho local, se
daban lecciones de mecanografía a algunas señoritas invitándolas a la vez para
que ingresaran en la masonería, sospechándose lograran convencer a alguna de
ellas, sabiéndose positivamente que después de haber logrado convencer algunas
de ellas, ésta consultó el caso a sus padres que se opusieron rotundamence a sus
propósitos, quedando en cargo la propaganda que t al oficina dijo Getino reali-
zaba a favor de la masonería. También era dirigente de la Casa del Pueblo de esca
capital y su hijo Julio, uno de los más ferviences adheridos y propagandista de la
misma. Al proclamarse la República en España, él fue el primero en su calle
quien arboló la bandera tricolor, disparando cohetes en señal de alegría, diri-
giéndose bandera en mano al frente de una manifestación a la Casa del Pueblo.
Era hombre blasfemo en gran escala, amenazaba a los católicos con la muerte y
recibían en su casa la peor prensa que existía.
Con motivo de un acto celebrado en el Teatro Calderón en el que (encre]
otros oradores tomó parte J osé Antonio, fue él, el organizador y alencador de los
disturbios que se produjeron a la salida por la provocación de los marxistas,
siendo su hijo Julio de los que más se distinguió en las amenazas y malos tra-
eos a los falangistas, preparando varios atentados contra ellos, siendo también
uno de los autores del asesinato del estudiante Avella.
· Tanto el padre como el hijo, eran de pésimos ancecedences morales y políti-
cos-sociales, sospechándose que recibían dinero de alguna logia o sociedad se-
creta, ya que no era posible vivieran tan desahogadamente como lo hacían con
el producto de su trabajo. En un libro publicado con el título La Masonería al
deJnudo, figura en el índice del mismo el nombre de J osé Getino, juntamente
con el de Azaña y otros más jefes de la masonería en España. En las elecciones
fue siempre repartidor (sic) de las candidaturas de izquierdas, y al iniciarse el
Glorioso Movimiento se dice que desde la galería del piso en que vivía, salie-
ron varios disparos en forma de paqueo. Desapareció durante los primeros días
del Glorioso Movimiento, habiéndose confirmado su fallecimiento."

Fuente: AHNS, expedientes personales, Legajo 70A, expediente 7.

Doc. 21. Orígenes judiciales de la represión de la masonería ( 1938)

Extracto de un informe redactado por el juez especial y catedrático de Derecho


Penal de la Universidad de Salamanca, J . Sánchez Tejerina, que se inserta en el Ex-
pediente Judicial de la logia "Helmántica".

SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997 501


LUIS P. MARTÍN

A. ¿Es delito la Masonería?

Podrá discutirse la tesis de la masonería delito "per se" en una doctrina uni-
versalista de la masonería; es decir, así como el asesinato está considerado como
delito en todos los países civiüzados del mundo ¿Lo está la masonería? Habría
que contestar negativamente. La razón es muy sencilla: la masonería no es in-
compatible con el protestantismo, ni con la política llamada democrática; ba-
sada en la trilogía "ig ualdad, libertad, fraternidad". Por el contrario, tienen ca-
les puntos de contacto, q ue, a veces, en una perspectiva lejana resultan
identificados masonería, protestantismo y democracia. En los países democrá-
ticos, o protestantes, o donde se halla establecida la libertad religiosa (prácti-
camente el ateísmo) la masonería encuentra su caldo de cultivo; no es delito,
porque no ataca los principios fundamentales de orden político, social, ni reli-
gioso del Estado. El hecho de ser masón en Inglaterra no modifica la cualidad
de ciudadano inglés, pueden serlo incluso los reyes, los príncipes y hasta dea-
nes y viejas aristócratas. A este propósito, debemos recordar lo manifestado por
Doña Enriqueta Carbonell Carratalá, viuda del pastor protestante Don Atilano
Coco, quien dice los siguiente: ." Que como ya afirmó en otra declaración, oyó
decir a su marido que casi todos Jos pastores eran masones, porque, así Jo ordenaba In-
glaterra" (folio 287 vuelto). Como se ve, la Iglesia Anglicana exige la afiliación
de sus pastores a las logias masónicas, para influir en el mundo entero a través
de la masonería, ya que su poder espiritual-religioso es tan nulo que con él no
cuenca para nada. Llamarnos la atención sobre este extremo del Informe, por la
g ravedad q ue encierra el hecho de que la Iglesia Angliéana intervenga en nues-
tras cuestiones políticas y contribuya a destruir lo más glorioso de nuestra his-
panidad por medio de sus Pastores, empleados a sueldo. No se olvide que este
pastor protestante como los demás estaban afiliados no sólo a la masonería sino
a los partidos del Frente Popular. Don Atilano Coco, que cobra sueldo de In-
g laterra más los gastos de contribución, edificio, etc., era estas tres cosas: pas-
tor protestante, Gran Maestre de la logia "H elmántica" y afiliado al partido de
Martínez Barrio, o sea, Unión Republicana.
Surgen dificultades técnicas para hallar la tipicidad del delito de masonería
en nuestras leyes en circunstancias normales; pero ante la tragedia española se
ha perfilado por los Tribunales de Justicia y por la propia conciencia Nacional,
Supremo legislador muchas veces, la figura delictiva llamada Crimen de Lesa Pa-
tria, y todo aquél que ha incurrido en este crimen, reo es de Traición y puede y
debe ser condenado como tal. Después de todo no es preciso forzar mucho la
interpretación del artículo 123 del Código Penal común que establece como
delito de Traición: " El Español que indujere a una potencia extranjera a de-
clarar la guerra a España o se concertara con ella para ei mi.smo fin, será castigado,
etc.". Eso es lo que han hecho las logias y sus aliados los partidos republicanos
del Frente Popular, de acuerdo con poderes internacionales, más concretamente

502 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA M ASONERÍA CASTELLA NO.LEONESA

con Rusia, han inducido a la revolución ancioacional primero, y a la guerra con-


tra la Nación española después, ayudando a nuestros enemigos en codo mo-
mento con sus poderosos medios. Los acuerdos de las logias extran jeras, algu-
nos ya conocidos, son reveladores de esca verdad.
Tendría que ver, que se considera como delincuente e incurriese en sanción
penal, de acuerdo con el artículo 131 del Código Penal común: "El m inistro
eclesiástico que en el ejercicio de su cargo publicare o ejecutare bulas, breves o
despachos de la Corte pontificia u ocras disposiciones o declaraciones que ata-
caren la paz o la independencia del Estado", y como no se castigase al publi-
carse o ejecutarse acuerdos de logias o comicés políticos incernacionales, que no
sólo atacan la paz o independencia del Estado, sino que destruyen y aniquilen
el Estado Nacional en sus propios fundamencos, como ya decía Pacheco: más
aleo q ue el rey y la Constitución está la Patria y el que delinque concra ella des-
garra, no los accidentes, sino la esencia, el seno mismo de la sociedad que la vió
nacer. Es un parricidio público el que comete, para el que difícilmence eocon-
crará, no digamos una justificación o una acenuación, pero ni una explicación
siquiera que salve ni su propósito ni su honra.
Alegar, por lo ranco, dificulcades técnicas para no castigar el más grave de-
lito que puede comecerse, el de Lesa Patria, es un grave error jurídico y supone,
por añadidura, un rotal desconocimeinco de la actuación de la masonería y de
su extraordinario poder incernacional.

B.- Afirmada la existencia de delito


¿cuál deberá ser la técnica para su punición?

Los masones constituyen una verdadera asociación de malhech()res, puesco que


exisce un acuerdo p revio de voluncades para la realización de los fines de las lo-
g ias, sellados por juramentos que no dejan lugar a dudas sobre la conjunción
de voluntades. Como dice Man zini: "la infracción cri minal puede ser cometida
por varios individuos que se ponen de acuerdo y dividen eocre sí el esfuerzo
para realizar el hecho criminal". Es la masonería un caso de delincuencia de ver-
dadera asociación de malhechores; pero es evidence que dentro de la gran aso-
ciación masónica no codos son igulamence responsables porque no en todos los
grados se posee por los afiliados el mismo conocimienco de propósitos, fina li-
dades y hechos que ejecuta la masonería. En ella hay comparsas y hay cabezas
que piensan y d irigen. Sancionar en igual medida a todos los afiliados sería in-
justo. Dentro del delito común a codos, de ser masones, habrá que individua-
lizar la pena según los d iferentes grados y categorías que oscenceo dencro de las
logias, y el conocimienco que cengan de sus propósitos y de sus relaciones con
otros centros criminales y de los medios de que disponen.
Nos parece que esta doctrina penal aplicada a la masonería es correcta. Ella
nos permite exigir la responsabilidad del delito común del cual codos los afi-

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39. 1997 503


LUIS P. MARTIN

liados deben responder en la m isma medida y de otros delitos de asociación que


habrá que imputar ind ivid ualm ent e a cada afiliado a t ítulo de p revisión o pre-
visibilidad; ésto es, de dolo o de culpa.
D os clases, pues, de responsabilidad serán exigibles a los afiliados a la ma-
sonería: primero, por el hecho de ser masones, segundo por los hechos previs-
tos o que pudieron o debieron p rever y que constituyan delitos. El no haber
participado materialmente en un hecho criminal concreto y determinado no
exime al masón de responsabilidad si lo conocía, como no se le exime de res-
ponsabilidad al que perteneciendo a una asociación de malhechores no le ha co-
rrepondido actuar en la ejecución de un crimen planeado por codos y conocido
por él.
Igual criterio habrá que seguir en la apreciación de las circunstancias exi-
mentes, agravantes o atenuantes, que deberán estimarse solamente en aquéllos
en quienes concurran si fuera de naturaleza subjetiva, y en cuanto a las de na-
turaleza objetiva afectarán can sólo a quienes tengan conocimiento de las mis-
mas.
EN RESUMEN: Los principios a que habrá de ajustarse esca materia son los
expuestos en la obra de Derecho penal del informantes. Estos:
1º.-Que haya concurso de voluntades.
2°.- Cada partícipe responderá de los actos propios, de los convenidos y eje-
cutados por los ocros partícipes, y de los que sean consecuencias previstas o pre-
visibles.
3°.- El título de la responsabilidad será el m ismo para codos, el delito co-
metido, pero las circunstancias personales sólo se apreciarán en q uienes concu-
rran.
4°.- La reponsabilidad es indivisible, y por lo canto, si se trata, por ejem-
p lo, de eres partícipes en un homicidio, se hace a cada uno responsable de un
homicidio y no de una tercera parce.
5°.- Los anteriores principios no son obstáculo para que se aprecie en cada
partícipe el móvil que agravará o atenuará la responsabilidad, según su natura-
leza.

C.- Participación de la masonería en la Revolución y Guerra españolas

Aún en el supuesto equivocado de que la masonería no constituyese delito,


no por ello dejaría de ser punible el hecho de ser masón, ya que las actividades
masónicas desplegadas por las log ias han engendrado la revolución demo-co-
munisca primero y la guerra desp ués.
Me parece inútil emplear demasiadas palabras para demostrar la interven-
ción masónica en los desastres, asesinaros, incendios y demás crímenes anterio-
res al G lorioso Movimiento N acional. Existen alg unos libros beneméritos (de
Francisco Luis, de Ferrari Billoch, de Tusquecs, y aún otros benémericos, de los

504 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA CASTELLANO-LEONESA

propios masones: Barriobero, Usero, etc.) que documentalmente demuestran


que en éstos y en otros grandes crímenes de ocras épocas tuvieron las seccas ma-
sónicas una intervención a veces directa, induciendo a cometerlos, y otras indi-
recta, formando un ambiente hostil hacia ideas, sencimiencos, cosas y personas
que constituyen justamente lo más esencial de nuestra grandeza histórica y ac-
tual. El odio engendrado por la masonería contra nuestra religión, nuestros sa-
cerdotes, nuestros mejores políticos (recuérdese el caso del llorado Calvo So-
telo), es patente.
De cómo accuan las logias canto nacionales como extranjeras en contra de
nuestra Santa Cruzada, tenemos la suficientes noticias para saber que nos hacen
todo el daño que pueden, y no dejan de tener poder. En esre mismo expediente
existe un mag nífico bocón de muestra (folio 270) en el que se comprueba cómo
es fácil adquirir material de guerra sin adelantar dinero, ni situar fondos, gra-
cias a las gestiones de la francmasonería. Interviene en este asunto el que es Ma-
yor de Infantería y Venerable Maestre de la logia "Jovellanos" de Gijón, Don
Carlos Abad (folio 27 l ).
Todos los afiliados a la masonería lo están a la par a los partidos de iz-
quierda. Es reveladora la paladina manifestación de Socés (folio 291) al expli-
car este hecho, dando clara razón, de que dichos partidos de izquierda tienen
más afinidades que ningunos otros con la masonería.
A lo anteriormente expuesto, debemos añadir la intervención de la Iglesia
Anglicana, que poseída de igual odio que la masonería contra las gloriosas tra-
diciones españolas de catolicismo, ha prestado su ayuda a la revolución y la
guerra. Tamo la masonería como la Iglesia Evangélica reformada hacen a tra-
vés de la política lo que no pueden realizar directamente como cales institu-
ciones. Es natural, la m asonería, hipócrita siempre, llega un momento que no
quiere salir a escena como cal y, entonces, abandona la careta y el antifaz y se
hace frente-populista.

D.- Fijación de la gravedad de las actividades de la logia "Helmántica"

Como conclusión a este informe debemos concretar la mayor o menor gra-


vedad de las actividades de la logia de esta ciudad.
Ante todo, haremos una afirmación: la logia "Helmáncica", como todas las
que pertenecían al Gran Oriente Español, al que enviaba parte de sus fondos,
tiene que compartir la reponsabilidad con dicho Gran Oriente, colaborar con
el m ismo, recibir ordenes y ejecutar mandatos que emanaban de dicho superior
organismo masónico. Bien clara resulta la dependencia de la Logia "Helmán-
cica" respecto del Gran Oriente y para ello basta con examinar el documento
inserto en este expediente al folio 263 en el que se ve, que incluso pa.ra obte-
ner una sencilla plancha de quite, se hace necesaria la intervención del Grande

SALAMANCA, Revista de Enudios, 39, 1997 505


LUIS P. MARTÍN

Oriente Español por medio de su organismo la Gran Logia Regional del Cen-
ero de España (folio 264).
Aparee de esca responsabilidad de la logia "Helmáncica", por su colabora-
ción en la masonería universal, ha incurrido en otras responsabilidades bien de-
finidas; tales, como socorrer de sus fondos a los presos rojos asturianos del año
34, inducir al Ayuntamiento de Salamanca a tomar medidas secularizadoras y
anticatólicas, formar sus miembros parce de partidos republicanos de izquierda.
De tal modo se prueba en el expediente el celo masónico de esca logia, que
existe un documento del Gran Orience Español (al folio 262) en el que se ha-
bla del entusiasmo y fervor masónico que tanto honran a la logia "Helmántica"
y el propósito de ésta de form ar en Zamora un triángulo masónico. La poca do-
cumentación que se ha salvado de la logia "Helmántica" prueba que si sus ac-
tividades masónicas no son extraordinarias, tampoco permanece inactiva, sino
por el contrario, actúa.
Seguramente la logia "Helmántica", como todas las demás desarrollaría
otras actividades más reservadas y secretas que no hemos podido comprobar y
naturalmente, no damos por demostradas.
Al contrario, sentamos la afirmación del escaso número de afiliados, de la
modestia con que estaba instalado su templo, de la falta de ritos y solemnida-
des en muchas de sus reuniones.
Terminamos este informe exponiendo algunas observaciones que estimamos
de g ran provecho.
Es la primera, que sospechamos fundadamente la exiscecia en Ja provincia
de Salamanca de alg unos triángulos masónicos, en Ciudad Rodrigo, Béjar y
quizá en alguna otra ciudad. Así parece deducirse de los que consta en el folio
267, con referencia al Sr. Gaite, profesor que fue de Ciudad Rodrigo.
Es la segunda, llamar la atención respecto de varias personas que sin perte-
necer a la logia "Helmántica" han tenido con ella una relación excrecha (sic).
Nos referimos al masón transeúnte Cabanellas (Alhambra) según se dice estu-
diante que fue de esca ciudad y cuyo paradero nos es desconocido. También de-
bemos llamar la atención de que uno de los nombres a que se refieren los so-
bres encontrados en casa de la Vda. de Coco, Don J osé Manuel Gomís !barra,
teniente de Estado Mayor, cuñado de dicha viuda (se encontraba hace tiempo
en el cuartel general de la División Marroquí, l 52, Cáceres) que intentó pres-
tar servicios en las oficinas que acertadamente dirige Don Marcelino Ulibarri,
y yo sospecho (solamente es una sospecha y como cal la expongo) que sus in-
tenciones no eran limpias.
Se refiera la tercera observación al convencimiento que tenemos de que nin-
g una mujer estaba afiliada a la logia "Helmántica", porque para ello hubiera
sido posible establecer un Taller de Adopción. Quizá concurrió alguna mujer
por curiosidad y desde luego por simpatía hacia la logia, pero nada más. (Vé-
anse sobre esto los folios 288 y 292).

506 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


TEXTOS Y DOCUMENTOS DE LA MASONERfA CASTEllANO-LEONESA

Ponemos fin a este informe sosteniendo la firme opinión de castigar los he-
chos punibles cometidos por la masonería en daño de España, y prevenir otros
engendradores de un nuevo desastre, que sería el último en la Historia de Es-
paña, porque España dejaría de ser en la H istoria.
Salamanca, 20 de Septiembre de 1938.
111 Año Triunfal
El Juez Especial:
J. Sánchez Tejerina, Catedrático de Derecho Penal."
Fuente: AHNS, Masonería, Legajo 732A.

Doc. 22. Sentencia del Tribunal Especial para la Represión y el Comunismo contra un
miembro de la logia "Constancia" de Valladolid (1946)

"Excmo. Sr. General Cánovas.


Vocales: Excmo. Sr. González Oliveros y Excmo. Sr. General Solans.
SENTENOA.- En Madrid a veintiuno de octubre de mil novecientos cuarenta
y seis.
Reunido el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Co-
munismo para ver y fallar la causa dimanente del sumario nº 112/46, del Juz-
gado Especial nº 1, correspondiente al 16219 del Tribunal, seguido por delito
previsto en la Ley de 1° de Marzo de 1940 contra el procesado Ramón Ramón
Langlara, de 63 años de edad, natural y vecino de Zaragoza, calle del General
Franco n°30, de estado casado y de profesión: viajante de comercio.
1o RESULTANDO.- que el procesado RAMóN RAMÓN LANGLARA, ingresó en
la Masonería con el nombre simbólico de "Viriaco", siendo iniciado el 3 de ju-
nio de 1933 en la logia "Constancia" nº l 7 de Valladolid, alcanzando el grado
3° de "Maestro Masón" . No consta desempeñase cargos ni tampoco su baja en
la secta. No ha presentado la declaración de retractación ordenada por la ley.
Fue fundador en Zaragoza del Partido Republicano Radical, y durante el glo-
rioso Movimiento Nacional estuvo en zona roja, siendo detenido en 194 1 y juz-
gado en Consejo de Guerra en 5 de enero de 1944, resultando absuelto. Es per-
sona de buena conducta. Hechos que se declaran probados.
2° RESULTANDO.- Que en el acto del juicio del Ministerio Público elevó a
definitivas las conclusiones provisionales que tenía formuladas y socilitó la
pena de DOCE AÑOS y UN DfA DE RECLUSIÓN MENOR, accesorias legales y lo con-
veniente en cuanto a responsabilidades civiles.
1° CONSIDERANDO.- Que los hechos que se declaran p robados son consti-
tutivos del delito de Masonería previsto en los artículos 1º, 4º y 9º de la Ley
de 1 Marzo de 1940, por cuanto el procesado ingresó en la secca, obtuvo el
grado 3°, no consta su baja y no ha presentado declaración de retractación.

S ALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 507


LUIS P. MARTIN

2° CONSIDERANDO.- Que cal delito es responsable el procesado en concepto


de aucor y consumación.
3º CONSIDERANDO.- Que en la comisión del delito no son de apreciar cir-
cunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y procede imponer la
pena menor de las que señala el areº. 5° de la Ley y en su grado mínimo.
4° CONSIDERANDO.- Que según el areº. 3º del Decreto del Ministerio de
Justicia de 13 de abril de 1945, las reponsabiüdades civiles nacidas de delito
serán en adelance exigidas y sustanciadas por los Tribunales ordinarios.
5° CoNSIDERANDO. - Que cumplidas así las prescnpciones legales en cuanto
a penalidad, el Tribunal hace constar expresamente que la pena impuesta la re-
puta notariamence excesiva teniendo en cuenca la concurrencia de la circuns-
tancia favorable al procesado como es, su buena conducta motivo determinante
de la aplicabilidad el párrafo 2° del areº. 2° del Código Penal y acogiéndose a
este precepto, el Tribunal acuerda dirigirse respetuosamente al Gobierno que
rige los destinos de la Nación sugeriéndole la conveniencia de conmutar la
pena por la de NUEVE Ai'IOS y UN D1A DE PRISIÓN MAYOR, atendidas las circuns-
tancias del caso y las del procesado mismo.
VISTOS los preceptos mencionados en esca sentencia y los generales de co-
rriente aplicación de La supletoria Ley de Enjuiciamiento Criminal y Código
Penal
FAUAMOS: Que debemos condenar y condenarnos al procesado
RAMÓN RAMóN LANGLARA, como aucor de un delito consumado de Maso-
nería sin la concurrencia de circunstancias modificacivas de la reponsabilidad
criminal, a la pena de DOCE AÑOS y UN DÍA DE PRISIÓN MENOR, y accesorias de
inhabilitación absoluta perpetua para el desempeño de cualquier cargo del Es-
tado, Corporaciones Púb licas u oficiales, entidades subvencionadas, empresas
concesionarias, gerencias y consejos de administración y empresas privadas, así
como cargos de confianza, mando o dirección de las m ismas, quedando sepa-
rado definitivamente de los aludidos cargos. Remítase el oportuno testimonio
de este sentencia para la exacción de la responsabilidad civi l. Elévense Las pre-
sentes actuaciones al Consejo de Ministros por conducto del Excmo. Sr. Subse-
cretario de la Presidencia del Gobierno, una vez transcurrido el plazo legal que
señala el areº. 12 de la Ley para interposición del recurso. Notifíquese al Sr. Fis-
cal y al procesado y así por esca nuestra sentencia lo pronunciamos, mandamos
y firmamos. "

Fuente: AHNS, expedientes personales, Legajo 70A, expediente 4.

508 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


Reseñas
SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997. Págs. 511-522
ISSN: 0211-9730

ÁLVAREZ VILLAR, Julián: De heráldica salmantina. Historia de la ciudad en el arle


de sus blasones. Editan Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España. Se-
gunda edición aumentada, Salamanca, 1997. 449 págs.

Este libro de Alvarez Villar que ahora ve la luz por segunda vez (la primera
edición es del año 1966) es, como él mismo explica, el resultado de una vieja pa-
sión por el noble arce de los escudos. Éstos, dice el aucor, no son sólo obras de a.r te
y objetos de gran valor estético, sino que, además de ornamentar, recuerdan lina-
jes y cuanto va a ellos unido, como la categoría social, la riqueza y los entronques
fami liares.
El "heraldo" (del alemán herolh) era el personaje que en la Edad Media llevaba
las declaraciones de guerra , notificaba la paz, indicaba el comienzo de los comba-
tes y comprobaba los títulos de los caballeros. De ahí ha derivado la palabra "He-
ráldica", esto es, el arte de componer y explicar los escud<Js de armas que tocan á cada li-
naje, ciudad ó persona. Con el mismo significado se emplea también "Blasón" (del
antiguo francés blazón == escudo), cal y como lo define Modesto Costa y Turell en
el Tratado completo de la ciencia del blasón (1856).
Pues bien, en esta obra se halla una descripción y "explicación" de los princi-
pales escudos "monumentales" de la ciudad de Salamanca, blasones gentilicios repar-
tid<Js por monumentos y otros lugares. En la primera edición se estudiaba un centenar,
ahora en la segunda la cifra ha aumentado basca trescientos cincuenta. Los escudos
relacionados con la Universidad ya fueron objeto de otro libro del mismo autor, De
Heráldica Universitaria Salmantina (última edición en 1994), por lo que ahora son
pocos los incluidos, digamos los imprescindibles para el objetivo propuesto aquí.
Sucede que unas veces se han perdido los documentos y otras no quedan fuen-
tes para estudiar determinada obra o hecho histórico. Pero el estudio estilístico de
cierras obras de arce de las que se desconoce su autor permite su adscripción a una
época e incluso a un artista determinado. Nadie más adecuado para hacer esto que
un Catedrático Emérito de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, eru-
dito y conocedor del arte salmantino. Así, los blasones que se encuentran en la fa-
chada de la casa de Doña María la Brava permiten al autor catalogarla en la pri-
mera mitad del siglo XV.
El arte de cada momento influye en las formas heráldicas. Pero también es
cierto que se emplean diversos modelos en un mismo tiempo. Para el caso de Sa-
lamanca son múltiples las soluciones que los artistas adoptaron, pero a pesar de
todo se pueden ver unas características determinadas para cada período histórico.

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 511


RESEÑAS

Los escudos más antiguos de Salamanca son góticos, siendo los primeros los con-
servados en la iglesia de San Marcos, que por su importancia son los únicos pinta-
dos que han sido incluidos. La sencillez de labra, de forma y la superficie cóncava
caracteriza al escudo gótico, que suele carecer de timbre, tenantes y soportes, y
normalmente se refiere a un sólo linaje. La fantasía creadora del Plateresco se trans-
mite al blasón dando formas caprichosas de bordes enrollados. En el Renacimiento
suelen predominar las láureas rodeando al escudo. En el Barroco se adoptan las su-
perficies convexas de forma circular o elíptica. Los blasones del siglo XVIII son
muestra de pureza de líneas, pero siempre con abundanct: aparato ornamental,
siendo perfectos ejemplos los debidos a la mano de los Churriguera. Los del XIX
son el resultado de ciertos caprichos o rarezas.
En cuanto a su estructura, el libro se divide en tres parres bien diferenciadas.
En la primera, Heráldica en edificios, se hace un estudio de los principales blasones
que aparecen en diversos monumentos salmantinos. Un mismo esquema se sigue
para los 46 ed ificios que se han incluido, algunos de ellos desaparecidos, como la
Casa de Rodríguez de Villafuerre, la de Tejada, la de la Cadena o el Palacio del Du-
que de la Roca. A la descripción del monumento y los blasones que presenta le
acompaña la explicación de cada escudo, indicando el linaje al que pertenece o su
posible atribución.
Blasones góticos son los ya mencionados de la ig lesia de San Marcos, los de la
iglesia del Convento de las M.M. Isabeles, algunos en la Casa de las Conchas o los
de la ig lesia San Benito de Alonso de Fonseca II . Precisam ente su hijo, Alonso de
Fonseca 111, fue quien fundó el Colegio de su nombre, en cuya fachada se admiran
bellos escudos del XVI. De este mismo siglo son muchos los que se conservan, des-
tacando los de los palacios de Monterrey, los de La Salina y los de Garci Grande,
así como también los de la Casa de las Muertes y los de la iglesia del Corpus Chris-
ti. Del Barroco destaca el conjunto de piezas heráldicas de la Plaza Mayor, perte-
necienres a corporaciones y propietarios nobles, y también los de la ig lesia de las
Agustinas.
Quedan recogidos los más importantes apellidos de la historia de Salamanca
y relacionados con las obras que promovieron, lo que es u na importante muestra
del mecenazgo artístico llevado a cabo en nuestra ciudad: Álvarez de Toledo en San
Esteban, Alonso de Fonseca 11 en las Úrsulas y San Benito, Acevedo y Zúñiga en
el Palacio de Monterrey, Mesía Carrillo en La Salina, Solís en el Colegio de Huér-
fanos, Anaya en el antiguo Colegio de San Bartolomé (hoy Palacio de Anaya), etc.
En la segunda parte, Piedras armeras sueltas, se reúnen en orden cronológico
más de medio centenar de escudos que se han conservado en un lugar d istinto al
original. Ocurre que en ocasiones se han conservado en el edificio que se levanca
en el lugar del primero, como los escudos del edificio de Telefónica (calle Concejo)
o los de la antig ua casa del regidor Peñas Cornejo. En otros casos han sido trasla-
dados, como el excepcional barroco de Valdés y Momero en la calle del Arco. De
varios de ellos se desconoce su identifi cación o incluso su ubicación actual.

512 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


RESEÑAS

Escudos borrados es el título de la tercera y última parte del libro. Breve capí-
tulo que documenta las piezas heráldicas que han perdido parte o todo su dibujo,
algunas de ellas importantes y de especial belleza, por ejemplo, la situada en la Ca-
lle de Valle Indán. No incluye esta parte aquellos escudos que aun estando borra-
dos permanecen en su emplazamiento primitivo, ya estudiados en los capítulos
precedentes, como lo que sucede con los del Palacio de Figueroa (actual Casino),
de Rodríguez de Ledesma, y los de la Capilla-sepulcro de los marqueses de Caste-
llanos.
La obra aporta 349 fotografías en blanco y negro, importante documento
gráfico, sobre todo cuando muestran edificios ya desaparecidos. No obstante, hu-
biera sido conveniente la inclusión de alguna foto en color que ilustrara los esmal-
tes (= colores) de los escudos, a pesar de que en las piedras armeras tales atributos
no se representen.
Las citas y referencias bibliográficas son muchas, sin faltar ninguno de los co-
nocidos heraldistas, sobre todo la Enciclopedia Heráldica de García Carraffa o el No-
biliario Español de Atienza. Completan la presente obra varios apéndices en los que
se recogen documentos interesantes para la historia de Salamanca y de sus linajes.
La bibliografía, un índice onomástico y otro topográfico facilitan la consulta del
libro.
Se trata sin duda de una excelente obra de referencia para el investigador y el
especialista por la g ran cantidad de datos que refiere, a la vez que proporciona una
nueva forma de conocer la historia de Salamanca y sus blasones, quedando hecha
la catalogación, descripción y análisis de cada uno de ellos. Exclusivo estudio del
incansable investigador Alvarez Villar que pone de manifiesto como la Heráldica
constituye una ciencia auxiliar de la Historia del Arte y de la Historia en general.

LORENZO MARTÍN SÁNCHEZ

LLORENTE PINTO, José Manuel: Tradición y crisis en los sistemas de explotación se-
rranos. Diputación Provincial de Salamanca. Salamanca, 1995. 363 págs.

Esta obra puede encuadrarse en las de geografía agraria, y más concretamente


en la rama de geografía histórica. Es fruto bien granado de la semilla que sembró
Angel Cabo y sigue cultivando Valentín Cabero.
Amplio trabajo, serio y científicamente avalado en dos vertientes: la de los li-
bros leídos y citados, y la de documentos consultados y trabajados para incorporar
y analizar infinidad de datos. Torna por ámbito de estudio el área de piedemonte
y la primera zona montañosa del Sistema Central, espacio que sigue la diagonal
NE-SO de las salmantinas sierras de Francia y de Gata. Lo componen una parte de
la Sierra de Francia, el Rebollar y el Campo de Agadones, comarcas que incluyen

SM.AMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 513


RESEÑAS

31 municipios. Por canco se considera como elemento vercebrador la montaña, que


según el autor es, en general, "montaña media". Resulta novedoso el escudio de tal
espacio analizado como un conjunto, hecho que no había sido abordado hasta
ahora. En consecuencia, esa misma visión ya es meritoria.
Presenta e introduce el libro con docta mano y certero léxico un valioso pró-
logo de Valentín Cabero, donde se hace justa y breve ponderación de aspectos del
pasado serrano, del libro y de su autor. Tras el prefacio, el contenido esencial se ex-
tiende en eres capítulos, el primero y el tercero de amplia y aproximada extensión,
el segundo más corto. Acaba la obra con el lógico apartado de la conclusión gene-
ral, y la selecta bibliografía de 129 reseñas.
El primer capítulo recoge exhaustivamente cuanto concierne a las modalida-
des de explotación tradicionales. Desde la Edad Media se dio el esquema territo-
rial de despoblados, baldíos y términos, cada uno de los cuales se estudia en su
apartado. Queda constancia del número, evolución y características de los despo-
blados, y cómo con su creación se inició un proceso histórico de d iferenciación es-
pacial, deviniendo unos en dehesas "serranas" y otros en dehesas "típicas". Los bal-
díos se tratan en su esencia y pertenencia, así como sus aprovechamientos y por
quiénes eran realizados. Se especifica detenidamente el proceso que, con los baldíos
de fondo y las modificaciones que sufren, va preparando el camino a la desinte-
gración de las antiguas Comunidades de Villa y Tierra y, en consecuencia, el cese
del aprovechamiento de esos baldíos por las referidas comunidades, salvo alguna
excepción.
La estructura de los términos concejiles da un mosaico de propios y comunes,
dehesas boyales, montes y terreno particular parcelado. En éste último aparecen las
hojas o subdivisión del aramío, los tipos de cultivo, el calendario de aprovecha-
mientos y, señaladamente, el barbecho y sus modalidades.
Continúa con la estructura fundiaria y la propiedad. Son dueños de predios
rústicos los vecinos y forasteros de entidades próximas al núcleo considerado, el es-
tamento eclesiástico, los nobles y algunos burgueses. También se analiza la parce-
lación, las cargas y gravámenes, los bajos rendimientos y las deficiencias, como el
empleo de técnicas agrícolas arcaicas. La necesidad de tierras en determinados mo-
mencos produjo el aumento del espacio roturado y la intensificación de las rota-
ciones de cultivos. Fueron cultivos tradicionales los cereales, las viñas, los castaña-
les, los hortícolas y orcos. El lento declinar del cultivo del lino se p roduce
opuestamente a la expansión del cultivo de la pacata desde fines del siglo XIX e
inicios del XX.
Otro apartado está dedicado a la cabaña ganadera: carga, composición de los
efectivos pecuarios y su evolución, la crisis de algún sector como el vacuno y los
últimos cambios. El punto de los montes ofrece la evolución experimentada con
fomento decreciente por factores perjudiciales como las calas de traviesas de roble
y la cinca que atacaba a los castaños.

514 SALAMANCA, Revista de Escudios, 39, 1997


RESEÑAS

Era tradicional la multiactividad de las gentes de estas comarcas debida, en-


tre otras causas, posiblemente a la diversidad ecológica de la montaña y al corto
porcentaje de terreno labrado. Entre las actividades, adicionales al quehacer agra-
rio, e imprescindibles, porque proporcionaban ingresos complementarios, se ha-
llaban la arriería, la carretería, la fabricación de carbón sobre todo de brezo, la in-
dustria artesanal del lino y, además, en la submarca de la Calería, la fabricación
de cal.
El capítulo segundo estudia la· demografía. Primeramente, la trayectoria his-
tórica: efeccivos, evolución, fases de recesión (por ej. hacia 1920), proceso de recu-
peración (a partir de 1925 cinco lustros de recuperación), y estado actual. Desde
mediados del presente siglo cambia el signo de la evolución demográfica: en todos
lo municipios se apreciarán pérdidas, pero los contingentes actuales no son muy
diferentes de los del siglo XVIII o de principios del XIX.
La estructura demográfica refleja la composición por edades y sexos y lo de-
sarticulado de las actuales pirámides de población, sirven de ejemplo las de 1986.
En todos los municipios se manifiesta el envejecimiento de la población. En la di-
námica demográfica se analizan las tasas brutas de natalidad y de mortalidad, el
crecimiento natural y el real y el saldo migratorio. Queda patente el genereralizado
carácter involutivo de la población cuyos rasgos son despoblación, envejecimieto,
desnatalidad y aumento de la mortalidad.
El poblamiento hunde sus raíces en la repoblación medieval, con la que se re-
laciona la formación de despoblados, y en buena medida hasta el volumen demo-
gráfico de los núcleos, en su origen pequeños y próximos. A partir de los años se-
senta la forma de poblamiento ha cambiado. Quedan 45 núcleos habitados, y llegó
a haber 69 en 1940 (cuadro nº 14). Se clasifican en siete tipos atendiendo a sus ha-
bitantes, que van desde los anejos, los más pequeños que no llegan a 40 habitan-
tes, hasta los dos que superan los 1.000, La Alberca y Linares. Ninguna de las tres
comarcas se configura como nodal; así pues, como siempre hicieron, los habitantes
acuden en demanda de servicios bien a Ciudad Rodrigo, bien a Salamanca. La cri-
sis demográfica implica la crisis social, y ambas se convierten en serios obstáculos
para la dotación de servicios a los núcleos pequeños, que imperativamente han de
optar por mancomunarse para determinados casos.
El capítulo tercero se sudivide en eres apartados: bases económicas, estructura
productiva y sistemas de gestión. Todos ellos se refieren a época reciente. En este
periodo ha variado la tasa de actividad, se ha reducido la multiactividad, se han
modificado los sectores con incremento en la construcción y en la hostelería y con
aumento del sector servicios, pero perdurando la prologación de la economía tra-
dicional.
El suelo sigue mostrando conjunción de cultivos, pero el labrantío, que no ha
dado nunca carácter al conjunto de escas comarcas, se ha reducido (cuadro nº 17)
dejándose sin labrar los terrenos marginales, quedando de barbecho. Dentro de lo
labrado dominan los herbáceos, en concreto el cultivo cerealista, cuyo principal

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 515


RESEÑAS

producto es el trigo. También en secano se cultiva la fresa, que en un pasado re-


ciente levantó espectativas, pero no pudo resistir la competencia de la onubense ni
de la cereza del Valle del Jerte. El regadío, siempre de poca consideración, se de-
dica a huertos de patatas, hortalizas y frutales. Los cultivos leñosos resultan insig-
nificantes, la vid y el olivo se limitan a las zonas más cálidas, destacando Valero,
mientras que en el manzano lo hacen las dos Serradillas y La Alberca. El cerezo se
encuentra en franca expansión.
La superficie no labrada comprende pastizales, matorrales y montes. Hay al-
gunos pastizales adehesados y otros los constituyen los prados y praderas. El ma-
torral ocupa g ran extensión, extendiéndose por zonas de pendiente y suelos pobres
capitalizado solamente por el ganado cabrío. Parejo al abandono del labrantío ha
sido el crecimiento del terreno forestal especialmente por la política de repobla-
ciones. Las coníferas forman la masa vegetal mayor, seguida de los robledales, pues
los castaños, nogales y otras especies representan un porcentaje muy bajo. Las re-
poblaciones forestales se iniciaron en 1942 y con mejor resultado, lo cierto es que
en esto hay que reconocer un gran esfuerzo.
Todos los monees, esto es, los 73 catalogados, son públicos o semipúblicos,
ocupan una extensión superficial de 47.420 has que suponen cerca del 40 % del
total de la extensión de los municipios. De ellos se estudia el aprovechamiento y
su valor en pes, la regeneración y la pérdida en concreto por los incendios, su fre-
cuencia, localización, las posibles causa y las has. afectadas.
La estructura fundiaria aborda el número de explotaciones, sus dimensiones y
la evolución que han seguido, por ejemplo, la disminución de las medianas. El
grado de parcelación es grande, pues en 1982 se censaban más de 71.000 parcelas,
exceso de fragmentación que, lógicamente, repercute en la rentabilidad. El régi-
men de tenencia muestra el mayor porcentaje en la propiedad en canco que la tie-
rra llevada en renta alcanza muy corta proporción y la aparcería es insignificante.
No se puede afirmar que la emigración sea la causa de la modificación del régimen
de tenencia.
Los bienes comunales y terrenos públicos y semi públicos, en buena proporción
coincidentes con los montes, ocupan gran extensión superficial. Eran sus tradicio-
nales nocas las de inalienabilidad, imprescriptibilidad, inembargabilidad y exen-
ción de tributos. Por eso entre otras causas ha existido desde hace tiempo y aún
perdura una g ran complejidad, confusión y hasta contradicciones, respecto de los
monees semipúblicos no sólo en su denominación sino también en la categoría y
en los aprovechamientos. El debilitamiento de los tradicionales hábitos de aprove-
chamienco los ha vaciado en algún caso de contenido en tanto que en otros existen
juntas vecinales o se cobra un canón vecinal por su aprovechamiento.
El grado de mecanización es bajo debido a las condiciones topográficas y a la
estructura agraria, y la modernización encuentra frenos . El trabajo famil iar es aún
considerable frente a la poca importancia que tiene el asalariado. Es un hecho claro
el envejecimiento de los empresarios. La densidad ganadera actual sigue sin ser

516 SALAMANCA, Revisca de Estudios, 39, 1997


alta, las explotaciones sin cierra son muy pocas. En el Rebollar predomina el va-
cuno de carne, en la Sierra de Francia el porcino y en el Campo de Agadones es el
ovino el segundo en imporcancia. Algunos munjcipios concretos tienen una clara
especialización ganadera. El ovino está en franca regresión, aunque existe algún
caso excepcional. El régimen de explotación suele ser el extensivo sobre todo para
el ganado cabrío, en tanto que para los rebaños suele haber un pastor o se turnan
los vecinos. El porcino se explota más en plan familiar y no tiene importancia a ni-
vel de empresa agraria. En la apicultura destaca Valero y realiza traslado de las col-
menas un par de veces al año.
La síntesis final del libro precisa que el sector primario es base fundamental de
la economía y que la estructura productiva adolece de deficiencias. Como la orien-
tación productiva es ganadera, se necesita dar solución jurídica a la complejidad en
que se halla el régimen de tenencia o de propiedad de los terrenos semipúblicos.
Los rendimientos son bajos y los gastos relativamente altos por la pequeña dimen-
sión de las expltaciones. Se debe organizar mejor las explotaciones, así como tam-
bién aumentar las unidades ganaderas, dedicar superficies a forrajes, mejorar la ali-
mentación invernal, preservar la raza morucha, aumentar el tamaño de los rebaños
y, finalmente , fomentar las asociaciones y cooperativas.
Y se llega a la conclusión final de que la Sierra fue en otras épocas demográfi-
camente densa, de lo que se derivaba la mulciaccividad, las rencas agrarias resulta-
ban de una marcada precariedad, el alza de población generaba la proletarización.
El modelo de gestión tradicional de escas comarcas tenía un carácter mixto agrí-
cola-ganadero y aunque la estrategia general de aprovechamiento presentaba un
sesgo ganadero no se puede subestimar la importancia que en un contexto típico
de aucosubsiscencia llegó a adquirir la agricultura.
El sistema de gestión tradicional que se presenta caraccerizado por un entra-
mado de delicados equilibrios es sustituido por un modelo de aprovechamiento más
incenso cuando llega la presión demográfica, pero eso se interrumpe a parcir de los
años 50 en que se asiste a una ruptura muy clara no sólo de la exploración del suelo
sino también de la articulación social. Se puede hablar de un modelo de abandono
y sustitución de las actividades agrícolas por otros usos, en especial por las repobla-
ciones forestales. A partir de los años 80 se perciben algunos cambios en el esquema
anterior que parecen anunciar una nueva etapa en la que se incenca dar respuesta a
las transformaciones en la organización social y espacial, y en la organización de re-
cursos se aprecían así unos signos de "restauración" o de reorganización de la arti-
culación social e incencos de recuperar el control por parce de las sociedades rurales
de su territorio y de sus recursos. Son signos débiles. Es urgence determinar las que
deben ser las orientaciones productivas dominantes: la ganadería, la silvicultura y
el turismo, junto a unas actividades de transformación asociadas.
En definitiva, codo lo relativo al campo queda perfectamente expuesto y do-
cumencado. El libro contiene 30 cuadros de datos y 79 gráfi cos bien presentados
y de pulcra realización, que hacen una obra bien construida y que alecciona, canto

SALAMANCA, Revisra de Estudios, 39, l 997 517


RESEÑAS

por el adecuado léxico y por las oportunas consideraciones, como por las claras con-
clusiones, que no serían fáciles de deducir sino tras un detenido examen como el
realizado.

RAMÓN M.ARTfN RODRIGO

SÁNCHEZ MAJERONI , Teresa: Casas so/ariegaJ Ja/mantinaJ. Caja Salamanca y


Soria. Salamanca, 1997. 264 págs.

Esta obra ha tenido la feliz idea de reunir en un libro manejable y lujoso a la


vez, noticias y descripciones relativas a las mansiones de hacendados salmantinos
ubicadas, en general, en el Campo Charro. Hay que decir, aunque eso no es demé-
rito, que no están todas las casas solariegas que existen en la provincia, pues efec-
t ivamente faltan bastantes, sobre codo las de las zonas de Alba de Tormes y de Pe-
ñaranda. Pero las casas que aparecen en este libro (Carreros, Villar del Profeta,
Castillo del Buenamor... ) quedan perfectamente presentadas y descritas. Cuarenta
y uno son los capítulos, breves y cortos, cada uno de ellos dedicado a un linaje o
familia, de las que hay algunas con título nobiliar. Otras son de hacendados gana-
deros, de intelectuales o de codo un poco.
Es mérito indudable de esta obra su presentación y el léxico, un buen aval, lo
que demuestra que ha sido realizada por una licenciada en periodismo. No hay que
olvidar que los capítulos de este libro son artículos que fueron publicados en Tri-
buna de Salamanca. Radica también el mérito de la aurora en que ésca ha sabido
abrir las puercas de cales edificios, antiguos palacios muchos de ellos, y ha sabido
mostrar, cosa nada fácil, la incimidad de los titulares de escas mansiones, incimi-
dad que ahora se da a conocer sin reparo y objeción alguna. La escritora une en la
redacción el conocimiento artesanal, el artístico y el histórico, sobre codo de fines
del pasado siglo. El lenguaje cuidado en el que incorpora modismos y voces tradi-
cionales le da un aire a lo que hizo Nicolás Dorado en Hombres y paiJajtJ salmanti-
noJ (Diputación Provincial de Salamanca, 1982).
A través de las páginas de Casas 10/ariegas se da a conocer someramence la his-
toria de cada una de ellas. Su origen, cuando consta, el arquitecto que la hizo, como
Rodrigo Gil de Honcañón, que diseñó el palacio de Terrones, o Chiclán, que re-
modela la de Gallegos de Huebra y construye las de Buenabarba y Terrubias, las
semejanzas que puedan tener, la escructu.r a de pisos y habitaciones. De unas se ad-
mira el zaguán y sus lanchas de granito, de otras las escaleras o la artística chime-
nea de ancha campana. Peco se echa en falta un mapa elemental de situación en
esce libro, que recuerda un poco a lo que semanalmence hace en Blanco y Negro Pa-
tricia Espinosa de los Monteros.

518 SALAMANCA, Revisra de Escudios, 39. 1997


RESEÑAS

Sabido es que en España con la palabra "casa", además de un edificio, se puede


significar dinastía y linaje, y así decimos, por ejemplo, la Casa de Alba. Pues bien,
Teresa S. Majeroni ha recogido en su libro lo relativo a las casas solariegas en las
dos acepciones de esca palabra. De hecho se puede afirmar que se detiene más en
la segunda, es decir, en presentar la familia titular de las mansiones y de las fincas.
Éstas, en general, son grandes dehesas de toros bravos, algunas divididas en cuar-
tos. Por eso, las casas solariegas repiten el nombre. Cinco hay en Campo Cerrado,
dos en Buenabarba, dos en Matilla, etc. Para algunos de estos nombres la aurora
da una sencilla explicación.
De los dueños se exponen sus recuerdos y vivencias y, con frecuencia, hasta su
enamoramiento y boda, descrito de modo ágil y con un poco de color sentimental
al evocar las bellezas, los atractivos y las ilusiones de tiempos pasados. Queda ex-
puesta la genealogía y los lazos familiares de nobles o burgueses, y de apellidos
como Galache Cobaleda, Sáncbez-Rico o Pérez-Tabernero, que a codo salmantino
sonarán por su relación con el mundo del toro. Nos hace ver diversos personajes que
quedan bien caracterizados con sus gustos y aficiones, las anécdotas de infancia o ju-
ventud, y los recuerdos famili ares que vienen a ser apoyados por las fotografías.
Éstas realzan el valor del libro, pues contiene una media de cinco por casa,
hasta un total de 206 en color (y una en blanco y negro del desaparecido Palacio
de Llen). En ellas vemos muebles de diversos estilos, "revivals" la mayoría de ellos,
que van desde el manuelino al plateresco, pasando por el gótico, anteponiendo a
todos el prefijo "neo", lógicamente, y por supuesto del modernismo, aunque tam-
bién los hay de épocas pasadas como los numerosos bargueños y otros de estilo cas-
tellano. También se muestran blasones, rejas, portaladas, cerámicas, vidrieras y
adornos variados. Tantas ilustraciones ayudan a encender los gustos de otras gene-
raciones y además pueden servir de documentación para estudiosos de arte.
No falta la alusión a otras personas relacionadas con esas casas. Por ellas pasan
toreros como Manolete, Joselito, Belmonte, Capea... , picadores, encargados de la
finca, etc. hasta el cineasta salmantino Martín Patino, así como gentes ilustres de
otros siglos (el arzobispo Alonso de Fonseca III, Tirso de Molina, el Marqués de
Gracia Real, la Condesa de Alba de Yeltes, etc.), y del presente.
Es también interesante leer noticias de costumbres populares, de comidas tan
típicas de nuestra tierra como las patatas meneadas y el fu.tinaco, de los vestidos
que se ponían, de viajes, de paisajes que en muchos casos no han cam biado, etc.,
cosas de las que esa arquitectura salmantina fue testigo.
De cuando en cuando introduce unas estrofas de Gabriel y Galán, o los versos
de El 1imbareo ponen acento poético a la ya de por sí grata redacción.
En resumen, un libro que ha sido bien acogido tanto por los salmantinos que
siguen con interés todo lo provincial como por estudiosos. Obra de la que se ha de
esperar una pronta ampliación o segunda parce.

RAMóN MARTfN R ODRIGO

SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997 519


RESEÑAS

GARCÍA DE FIGUEROLA, Belén: Techumbres mudéjares de la provincia de Sa-


lamanca, Ed. Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca, 1996.

El libro Techumbres mudijares de la provincia de Salamanca es un extracto de la te-


sis doctoral defendida por Belén García de Figuerola el 11 de febrero de 1989 en
la Universidad de Salamanca. El apreciable retraso que ha sufrido su aparición no
resta ni un ápice de su interés, resultando realmente útil a los investigadores de
este tema.
Esta interesante obra sigue claramente una de las líneas de investigación mar-
cada, hace ya unos años, en el Departamento de H istoria del Arte de la Universi-
dad de Salamanca: estudiar y dar a conocer el arce salmantino. En este sentido cabe
recordar, entre otros, los trabajos precedentes de E. Piriz Pérez, La arquitectura gó-
tica en la Diócesis de Ciudad Rodrigo, C. E. S., Salamanca, 1974, 2" ed., 1991; J. R.
Nieto González, Santa Maria la Mayor de Ledesma, Diputación Provincial de Sala-
manca, Salamanca, 1975, 2ª ed., 1997; A. Casaseca Casaseca, Los Lanestosas. Tres ge-
neraciones de canteros en Salamanca, C. E. S., Salamanca, 1976; M. Sendín Calabuig,
El Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca en Salamanca, Universidad de Salamanca, Sa-
lamanca, 1977; J. Finilla González, El arte de los monaiterios y cont1tntos despoblados
de la provincia de Salamanca, Universidad de Salamanca, 1978; Y. Portal Monge,
Iglesias de Santiago de la Puebla y Macotera, C. E. S., Salamanca, 1979; Mª. R. Prieto
Paniagua, La arquitectura r<Jmánico-mudéjar en la provincia de Salamanca, C. E. S., Sa-
lamanca, 1980; E. Montanee l.6pez, La pintura ba"oca en Salamanca, C. E. S., 1987;
o el más reciente de M. Pérez H ernández, Orfebrería religiosa en la Diócesis de Sala-
manca (Siglos XV al XIX ), Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca, 1990.
Así, continuando con esca »línea de hacer«, García de Figuerola se acercó a una
parcela muy atrayente del arte salmantino, aunque bastante olvidada y apenas co-
nocida. A parcir de ahora, gracias a este trabajo, se puede afirmar que las Techum-
bres mudéjares en Salamanca gozan de un buen y completo escudio, que favorece, en
definitiva, el m ejor conocimiento del arce salmantino.
La obra se nos presenta estructurada en tres partes. En la primera, la más téc-
nica, la autora lamenta la escasez de bibliografía y de trabajos monográficos sobre
carpintería y techumbres mudéjares en España debida, en gran medida, a la difi-
cultad del vocabulario técnico específico, al ser la mayor parte de sus términos de ori-
gen árabe y exclusif)()J de esta especialidad artística. Al respecto, es muy de agradecer la
inclusión de un glosario del vocabulario técnico empleado, la breve explicación
dada sobre alguno de los términos uculizados, al 110 coincidir todos los investigadtJres
en cuanto a su significado, y la clasificación tipológica que hace de las armaduras mu-
déjares según su estructura y su decoración. Además, destacan las páginas dedica-
das al Brevt compedio de la Carpintería de lo Blanco y tratado de Alarifes, con la conclu-
sión de la regla de Nicolás Tartaglia y otras cosas tocantes a la geom~tría y puntas de compás
que, escrito por Diego López de Arenas en los primeros años del siglo XVII, no fue
publicado hasta 1633. Se trata de uno de los t ratados más difundidos de todos los

520 SAv.MANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997


RESEÑAS

producidos por la literatura artística castellana en el siglo XVII. Esta obra y su ma-
nuscrito, descubierto a fines del siglo pasado, han permitido a los estudiosos de
este tema comprender con claridad las técnicas que los carpinteros mudéjares em-
plearon durante siglos en la construcción de armaduras y en su ornamentación con
lazo. Sin ellos ese conocimiento resultaría muy complicado en la actualidad.
En la segunda parte, la más variada pero también la más repetitiva, se plan-
tean diferentes aspectos, todos ellos de gran interés, sobre la carpintería mudéjar
salmantina. Consideraciones que van desde el listado de las armaduras conservadas
y de las localidades donde hubo (por cierto, cuidado con el mapa de localización
que presenta gravísimos errores) hasta las características generales de las techum-
bres, pasando por el nombre de alguno de los carpinteros-artesanos que trabajaron
en la construcción de las armaduras a lo largo del siglo XVI y primera mitad del
XVII. Así, García de Figuerola desvela autorías hasta ahora desconocidas, afirma
que el carpintero salmantino Francisco Rodríguez Jiménez debió de gozar de bastante
popularidad mediado et siglo XVI, pues con frecuencia se le solicitaba en pueblos muy dis-
tantes unos de otros y apunta la existencia en la provincia de dos centros claves en la
producción de techumbres mudéjares, uno ubicado en la sierra y el otro en la ca-
pital.
En cuanto a la localización geográfica de las armaduras la autora aprecia un
claro predominio en la denominada, por Prieto Paniagua, «zona mudéjar» de la
provincia de Salamanca, es decir en la parte nororiental de la misma. Así, en las
comarcas de Las Villas, Las Guareñas, Tierra de Peñaranda y de Alba de Tormes es
donde se han localizado más restos artísticos mudéjares, tanto arquitectónicos
como carpinteriles. En su mayoría las numerosas techumbres de esta zona, en ge-
neral de gran calidad, fueron construidas durante el siglo XVI, continuando una
tradición que ya estaba sólidamente arraigada yn la Baja Edad Media. Incluso Gar-
cía de Figuerola plantea que muchas de las tech11mbres conservadas modernas, denomi-
nación que la autora da a las armaduras realizadas en el siglo XVI y primera mi-
tad del XVII, sustituyeron a otras más antiguas medievales, desgraciadamente
desaparecidas, bien por el deterioro causado por el paso del tiempo o bien por imposiciones del
cambio de gustos y de modas. Por su parte, la importancia que tuvieron los talleres de
la sierra salmantina desde finales del siglo XV hasta avanzado el XVII queda re-
flejada en el gran número de armaduras mudéjares modernas de notable calidad
que allí existen. En este caso García de Figuerola afirma que las techumbres loca-
lizadas serían producto de la moda ampliamante difundida en las comarcas vecinas
y no de una tradición fuertemente arraigada siglos atrás. Otro foco en el que apa-
rece carpintería moderna de buena calidad es La Armuña. Sin duda, su proximi-
dad a la capital salmantina influyó decisivamente en esa abundancia. Por último,
aunque no en interés, se cita la ciudad de Salmanca, donde se concentra el conjunto
de cechunbres más importante de la provincia, canto en número como en calidad
y valor histórico-artístico. Aquí, donde la actividad carpinteril ya estaba fuerte-
mente enraizada a finales del siglo XIII, se realizaron, según afirma la autora, los

SALAMANCA , Revista de Estudios, 39, 1997 521


RESEÑAS

mejores ejemplares de la carpintería mudéjar salmantina entre la segunda mitad


del siglo XV y la primera del XVI. Además, en Salamanca capital se conservan no
sólo los restos y la armadura más antiguos de toda la provincia sino también la te-
chumbre mudéjar más moderna, realizada hacia 1650 cuando la carpintería mu-
déjar ya estaba en franca decadencia.
En la tercera parte García de Figuerola realiza el catálogo de la carpintería mu-
déjar salmantina. Al análisis de las techumbres de la provincia le sigue el estudio
de las armaduras conservadas en los edificios civiles y eclesiásticos de la capital.
Como no es mi intención destacar aquí ninguna de las obras que aún existen, sólo
me resta animar a la lectura de este interesante trabajo.
Concluiré haciéndome partícipe del deseo expresado por Don Julián Alvarez
Villar en el prólogo de este libro, al manifestar que el completo conocimiento que
gracias a este estudio se ha logrado de las techumbres mudéjares en la provincia de
Salamanca contribuya a su conservación, antes de que sea demasiado tarde. Al res-
pecto, tengamos muy presente las importantes pérdidas :sufridas durante este si-
glo, entre ellas las notables techumbres de las iglesias parroquiales de Cespedosa
de Tormes, Hinojosa de Duero y Villar de Gallimazo y la armadura del Castilllo
del Buen Amor, todas ellas destacadas en el Catálogo Monumental de la provincia de
Salamanca de Don Manuel Gómez Moreno. Ese anhelo de conservación adquiere
mayor vigencia si se tiene en cuenta las sucesivas noticias que, desde diciembre de
1996, han ido apareciendo en la prensa local sobre la inminente ruina que ame-
naza la magnífica cubierta de la iglesia parroquial de Camaracillo, algo ya mani-
festado por García de Figuerola hace años. En definitiva, espero que en un futuro
esta obra no sea un recuerdo de la.carpintería mudéjar salmantina no conservada.

EDUARDO AZOFRA AGUSTÍN

522 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


SALAMANCA
Revista de Estudios

Normas de Admisión de Artículos

1. Línea de la Revista.
1.1. Se admitirán estudios y trabajos de investigación que tengan corno ámbi-
to de referencia la provincia de Salamanca o la región castellana- leonesa.
1.2. El Consejo de Redacción de la Revista no se responsabiliza de las opinio-
nes vertidas por los autores en sus artículos.
1.3. La Revista será de carácter misceláneo en cuanto a los temas tratados. Sin
embargo, podrán existir números monográficos.

2. Presentación de Artículos.
2.1. Los artículos se presentarán al Director de la Revista o a Ediciones de la
Diputación de Salamanca, donde se llevará un Registro en Encrada, com-
prometiéndose el Consejo a dar una respuesta sobre su admisión.

3. Extensión de los Artículos.


3. l. El Consejo de Redacción estima apropiada una extensión de los artículos
que se admitan de 15 a 30 folios tamaño DIN A-4 mecanografiados por
una sola cara, a doble espacio. Si el trabajo no se ajustara a estos límites,
habrán de justificarse las razones.
3.2. Se ruega entregar cada trabajo en copia impresa y en disquete de ordena-
dor.

4. Numeración de divisiones y subdivisiones de manuscritos.


4.1. Debe usarse siempre números arábigos. No deben mezclarse con cifras
romanas o con letras
4.2. Las principales divisiones del manuscrito son divisiones del primer nivel.
Se numeran consecutivamente empezando por el 1.
4.3. Cada división del primer nivel puede a su vez dividirse en subdivisiones
(niveles 2.0 , 3.0 , ••• ), que se numeran consecutivamence empezando por
el l.
4.4. El número de niveles de numeración puede alargarse cuanco se desee pero
no es aconsejable superar cinco niveles para que pueda ser leído y citado
con facilidad.
4.5. Siempre se colocará un punto encre las cifras que designan las divisiones
de los distintos niveles.

SALAMANCA, Revista de Esrudios, 39, 1997 523


NORMAS DE ADMISIÓN DE ARTÍCULOS

5. Cuadros y Figuras.
5.1. Debe utilizarse una numeración diferenciada para cuadros y para figuras.
5.2. Cada uno de ellos debe numerarse correlativamente en el orden en que se
citan en el texto. El término «Figura» designa todo tipo de dibujos y
fotografías. No es necesario establecer diferencias entre figura, d iagrama,
esquema, grabado, ecc.
5.3. No se incluirá ningún cuadro que no se cite en el texto.
5.4. Cada cuadro y cada figura deben ir acompañados de un pie o leyenda que
empiece por el térm ino «Cuadro» o «figura• seguido del número que
corresponda y que explique el contenido de modo que pueda ser leído y
comprendido sin referirse al resto de la publicación. Todos los símbolos y
abreviaturas empleados deben ser explicados en la leyenda, si no se hace
ya en el p ropio cuadro o figura.
5.5. Las columnas de los cuadros deben llevar un encabezamiento que descri-
ba el cipo de datos que se dan así como las unidades empleadas.
5.6. En el cuerpo de texco siempre se hará referencia a cuadros y figuras
mediante su numeración.
5.7. Los g ráficos, cuadros y fotografías q ue se presenten han de ser de una cali-
dad adecuada para su reproducción. Se entregarán en hojas aparte, nume-
radas correlativamente. Los gráficos se realizarán con tinca china sobre
papel vegetal de formato DIN A-4; cada hoja incluirá uno sólo. Las letras
o números que los acompañen no deberán ser del tamaño inferior a 4 mm.
5.8. El autor deberá indicar la situación en que desea que aparezcan las figu-
ras y cuadros dentro del texto.

6. Aparcado Crítico.
6.1. Las notas explicativas, bibliográficas o de fuentes de referencia se nume-
rarán correlacivamence a su llamada en el cexco. Se usarán números arábi-
gos en situación de exponente.
6.2. Las cicas bibliográfi cas deben permitir al lector encontrar la obra, si lo
deseara. Por canco, se adoptará la norma ISO 690 en su forma abreviada:
- Entrada. Título tÚ la publicación (en cursiva), edición. Lugar de publi-
cación: Editor, año de publicación.
- ARTOLA GALLEGO, Miguel. Antiguo rigimen y revolución liberal, l ! ed.
Barcelona: Ariel, 1979.
6.3. Si no se cita la obra completa, sino una parte, se ind icará el número de las
páginas que la contienen.

524 SALAMANCA, Revista de Estudios, 39, 1997


NORMAS DE ADMIS.IÓN DE ARTÍCULOS

6.4. Si se cita un artículo de revista:


- APEW OO APEWOO, Nombre: «Título del artículo» En Título de la
Revista (en cursiva), número del volumen, año de publicación, lugar,
editor, págs. que se citan.
- ALEJO MONTES, Francisco Javier. «la reforma educativa efectuada en
la Universidad de Salamanca en el siglo XVI por D . J uan de Zúñiga
( 1594)». En Salamanca, Revista Prwincial de Estudios, 27-28, 1991.
Sa..lllmanca. Diputación. págs. 39-55 .
6.5 . El número de llamada no debe emplearse nunca decrás de numerales,
símbolos o abreviaturas. Si fuera inevicable, irá separado de los caracteres
que le preceden por un espacio suficiente para evitar ambigüedades. El
número de llamada irá anees del punto si coincide al final de una frase.
En todo caso se procurará colocar la llamada inmediatamente antes de una
pausa.
6.6. En ellas se evitará usar abreviaturas como ibid., id., loe. cit ., op., cit., que
confundirán al lector, en vez de darle información útil.
6.7 . Si se hicieran repetidas cicas de una m isma obra, pero lógicamente, a dife-
rentes partes o páginas, para evitar la repecición de descri pciones, se cita-
rá senciallamence el número de referencia en que ya fig ura y la nueva
página o parce.

Ejemplo: 16. Noca 3, pág. 2 15.

7. Resumen y Palabras-Clave.
7 . 1. Cada artículo debe ser presentado con un resumen en español y su tra-
ducción al inglés. Este, suscancialmence, ha de informar del objeto del
trabajo, pretensiones, metodología utilizada y resultados obtenidos. No
debe exceder del 3 % de la extensión del artículo. Debe escribirse de
manera continuada, sin puntos y aparee, omitiendo cuadros, figuras o
abreviaturas poco conocidas.
7 .2. Se debe incluir, además una serie de 4- 5 palabras-clave. Escas pueden ser
tomadas del · Thesaurus» de la UNESCO. Un ejemplar del mismo puede
ser consulcado en la Diputación.

8 . N ombre del autor:


8.1. De acuerdo con las normas de la UNESCO, los nombres de los autores
deben ir ordenados alfabéticamente. En todo caso, el Consejo de
Redacción respetará el orden que figure en el original.

SALAMANCA , Revista de Esrudios , 39, 1997 525


ISSN: 0211-9730

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PROVINCIAL
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