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La comunicación se relaciona no sólo con lo que decimos, sino con el modo en que lo decimos. Éste es un
elemento clave en el crecimiento sano de los niños saludables.

La comunicación consiste en más que solamente palabras. Nos comunicamos con miradas, sonrisas y gestos,
con acciones, con abrazos y bofetadas, e incluso con el silencio.

Los padres autoritarios: temen perder el control de la situación y utilizan órdenes, gritos o amenazas para
obligar al niño a hacer algo. Tienen muy poco en cuenta las necesidades del niño y transmiten el mensaje de
que los padres no están interesados en lo que el niño sienta o tenga que decir. Se erigen en la autoridad por la
fuerza.

Los padres que hacen sentir culpa: interesados (consciente o inconscientemente) en que su hijo sepa que
ellos son más listos y con más experiencia, estos padres utilizan el lenguaje en negativo, infravalorando las
acciones o las actitudes de sus hijos. Comentarios del tipo "no corras, que te caerás", "ves, ya te lo decía yo,
que esa torre del mecano era demasiado alta y se caería" o, "eres un desordenado incorregible". Son frases
aparentemente neutras que todos los padres usamos alguna vez. El problema es que sean tan habituales que
desmerezcan los esfuerzos de aprendizaje de nuestro hijo y le conviertan en una persona dubitativa e insegura.

Los padres que quitan importancia a las cosas: es fácil caer en el hábito de restar importancia a los
problemas de nuestros hijos sobre todo si realmente pensamos que sus problemas son poca cosa en
comparación a los nuestros. Comentarios del tipo "¡bah, no te preocupes, seguro que mañana volvéis a ser
amigas!", "no será para tanto, seguro que apruebas, llevas preparándote toda la semana" pretenden
tranquilizar inmediatamente a un niño o a un joven en medio de un conflicto. Pero el resultado es un rechazo
casi inmediato hacia el adulto que se percibe como poco o nada receptivo a escuchar. Con este tipo de
respuestas sólo lograremos alejar a nuestro hijo de nosotros y comunicarle que no nos interesan ni sus
problemas ni sus sentimientos o que los consideramos de poca importancia, opinión de la que es fácil derivar
"luego, yo tampoco les intereso".

Los padres que dan conferencias: la palabra más usada por los padres en situaciones de "conferencia o de
sermón" es: deberías. Son las típicas respuestas que pretenden enseñar al hijo en base a nuestra propia
experiencia, desdeñando su caminar diario y sus caídas. "Deberías estar contento, la fiesta de cumpleaños ha
sido un éxito" o "deberías saber que tu profesor sólo quiere lo mejor para ti". Así estamos dejando de escuchar
y de interesarnos por lo que realmente el niño o el joven está sintiendo o pensando. Después de respuestas de
este tipo, nuestro hijo dará media vuelta y probablemente pensará: "ya está otra vez diciéndome lo que tengo
que hacer, ¡qué pelma!".
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El estilo educativo nunca es puro, aunque habrá uno dominante.

Cada familia tiene un estilo diferente de educar según:

• El temperamento de los padres (nerviosos, tranquilos...)

• La propia experiencia de cómo fue educado por sus padres.

• La moda educativa, las ideas que circulan sobre aspectos educativos (de "porque me debes un
respeto" a "quiero ser amigo de mi hijo").

Autoritario:

Máximo control / mínimo afecto. Los padres como definidores únicos de las necesidades de los hijos "porque te
lo digo yo". Seguimiento de normas tosco pero intenso, cumplimiento inmediato de la demanda "Ahora mismo
haces..." El 60% de los comentarios a los hijos es para darles órdenes.

Uso frecuente de castigos físicos, verbales o reprimenda desaprobatoria "ya estás siendo... como siempre" y
privaciones de privilegios, recompensas e incluso del amor. Generalmente los padres tienen escasos recursos
emocionales, gran dificultad para controlar los sentimientos de enfado o desaprobación hacia el hijo y lo sacan
de forma impulsiva hacia el hijo, lo que dificulta la comunicación.

Carencia de habilidades negociadoras, comunicación unidireccional padres-hijos y ausencia de diálogo.

Falta de control de sentimientos, de situaciones. Ignora lo normal / Controla lo excepcional / Castiga el mínimo
error.

Evitativo:

Se deja que el hijo aprenda por sí mismos, "el aprenderá con el tiempo", gran tolerancia hacia los errores ya
sean leves o graves "un error lo tiene cualquiera" "ya lo hará el profesor". Se evitan conflictos, consintiendo
para no enfrentarse. No hay seguimiento. Más negativo cuando no hay afecto.

Ausencia de normas, apoyo y seguimiento de los hijos. Los padres invierten en los hijos el menor tiempo
posible. Delegación en otros de las pautas educativas (Educadores, profesores, vecinos).

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Indiferencia hacia actitudes positivas / negativas de los hijos, con permisividad y pasividad "no hay mayor
desprecio que no hacer aprecio" aunque aparecen estallidos ocasionales de ira cuando los hijos se pasan
demasiado. No se ofrece modelo de referencia.

Sobreprotector:

No afecto real para algunos / control afectivo psicológico. Pueden ser padres que conceden a los hijos todo lo
que piden, el afecto es mínimo porque en realidad no quieren a su hijo sino a sí mismos.

Puede convertirse en el evitativo si los padres permiten cualquier cosa siempre y cuando se mantenga el hijo
cerca. Intentan controlar a los hijos por medio del afecto chantaje emocional "Tú haz lo que quieras, que yo me
quedaré en casa, sola, esperándote despierta...". Se protege a los hijos de las consecuencias de sus actos, y
los sufren los padres: "madre que da un "Almax" a su hijo antes de comerse un bocadillo de chistorra". Límites
difusos entre roles pareja/hijo con mucha alianza madre/hijo generalmente con padre autoritario desplazado al
que se ocultan cosas. Se da todo al hijo aquí y ahora, no pueden soportar la frustración del hijo y se adelantan
incluso a las consecuencias.

Según Castells los padres no quieren que sus hijos sufran lo que ellos pasaron a nivel educativo o económico,
niños enfermos, ante rupturas de pareja, por sentimientos de culpa o por pasar menos tiempo con el hijo
(porque los dos padres trabajan); otros padres con carencias afectivas (por ejemplo de pareja) que refuerzan el
lazo con el hijo.

El sobreprotector se hace responsable de los problemas de los hijos, se sienten muy culpables poniendo
normas y por tanto no las ponen o no las exigen y si el hijo no lo cumple se le chantajea emocionalmente o se
culpa al exterior con tal de no responsabilizar al hijo.

El retrato robot sería:

El hijo siempre es pequeño y desvalido.

Recibe frecuentes regalos que expresan el amor que se siente por él.

Los padres están para satisfacer las necesidades de sus hijos y les recuerdan frecuentemente lo que hacen por
él...

Esto puede ser debido a:

Los padres no se entienden entre sí y se consagran al hijo.

El niño ha padecido o padece alguna enfermedad que requiere cuidados.

Puede ser un hijo no deseado, lo que engendra culpabilidad que se acalla mediante el "exceso de amor".

El padre o madre, inmaduros tiene necesidad de que su hijo le necesite y se las arregla para hacerlo depender
de él en todo.

Asertivo:

Máximo afecto/control adecuado a la edad. Sensibilidad hacia las necesidades del hijo y su aceptación como
ser diferenciado y único (Aceptación incondicional). Normas claras, con firme seguimiento mediante el uso de
mandatos, refuerzos positivos y si es necesario de castigos. Estimulación de la independencia de los hijos con
responsabilidad y libertad adecuada a la edad. Comunicación abierta y bidireccional padres/hijos. Se fomenta
un proceso de control externo (normas) control interno (valores interiorizados) que él vaya asumiendo. En el
asertivo se sabe con antelación las consecuencias del cumplimiento o no de las normas y eso no depende del
estado de ánimo de los padres sino de lo hablado previamente. Se valora lo normal, se refuerza lo bien hecho,
se destaca lo excepcional, se ignoran las pequeñas desviaciones (como propias del aprendizaje) y se corrigen
las grandes.

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Consecuencias en los hijos de los diversos estilos.

Autoritario:

Puede que los hijos destaquen académicamente y puedan acartar muy bien las normas (o pueden rebelarse).
Se sienten culpables ante no poder cumplir todas las expectativas de los padres, volviéndose resignados, o
escapan ante ello (huídas), o tienen "máscara" actuando de una manera u otra según estén presentes o no sus
padres. Muy rígidos y dificultad de cambiar planes...

Poco autoconcepto y autonomía personal. Alto autocontrol pero desde fuera (modelo guardia de tráfico y en su
presencia respeto las normas. A corto plazo es socializador pero a la larga:

Regla estricta desafío regla más estricta mayor desafío.

Tiende a sentir rencor, angustia, culpabilidad y a escapar de todo ello. Suelen ser agresivos, si la descargan
sobre sí se muestran huraños, culpables de no se sabe qué, se minusvaloran, son propensos a enfermedades
psicosomáticas, úlceras, fobias, terrores nocturnos, están enfermos aunque parezcan "modositos". Si la
descargan sobre otros pegan al pequeño al que culpan de la falta de afecto de los padres para con él, en la
escuela, rompiendo cosas... Y al ser así los demás se distancian más de ellos, se sienten menos queridos y
aumenta su agresividad = círculo vicioso.

“Las decisiones del Señor Búho”

El Señor Búho tenía los ojos redondos y grandes como yemas de huevo. Gozaba de fama de sabio entre la
pajarería del bosque. No sabía hablar como los loros y las cotorras, pero resultaba, en cambio, mucho más
serio. Se pasaba las noches encima de un árbol, con los ojos abiertos de par en par, estudiando las tinieblas.

Cuando la Señora Búho puso el primer huevo, el cabeza de familia, sentenció gravemente: “Ejem… tendremos
un buhíto que será sabio como yo”.

El buhíto, en contra de los deseos del padre, resultó un pájaro triste y poco aficionado a la ciencia. Sus ojos
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también eran grandes y amarillos, pero, mientras los del Señor Búho se mantenían alerta toda la noche, los
suyos comenzaban a cargarse de sueño a la caída del sol.

“Ejem… Un Búho jamás duerme por la noche”.

“¿Y qué quieres que haga si me caigo de sueño?”.

“Vas a ser la vergüenza de la familia”. “Yo me he hecho un hombre con duros esfuerzos y no estoy dispuesto a
que tú me defraudes frente a la opinión pública”.

El buhíto fue enviado al colegio de pájaros graduados, el mejor colegio del bosque. Un día el Señor director se
creyó en el deber de prevenir a Papá Búho.

“Mucho me temo que su hijo no pueda terminar sus estudios, no es bueno para la ciencia, no le interesan las
matemáticas, ni el cálculo… Sólo hay una cosa que le apasiona: SILBAR. ¿Y usted le ha oído? Es maravilloso”.

“Lo que ocurre es que usted es un mal profesor, presentaré una denuncia. Mi hijo es un genio, como su madre
y yo. No estoy dispuesto a que se haga recaer sobre su talento las deficiencias del sistema educativo de este
centro”.

El Señor Búho, con sus ojos más amarillos que nunca, se llevó al buhíto a casa, le dio un garrotazo
descomunal.

“A mí, no me dejas en ridículo delante de nadie, si no acabas la carrera por las buenas, la sacas por las malas,
y de eso me encargo yo…”

El buhíto recibió clases particulares, le pusieron anteojos… y siguió cayéndose de sueño al ponerse el sol.
Y cuando el Señor Búho se iba a dormir, el buhíto se colocaba en lo más alto del árbol y empezaba a silbar... y
el bosque guardaba silencio y se ponía de puntitas para oírle.

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Evitativo:

Inestabilidad, falta de equilibrio personal al no incorporar normas.

Inconstancia en los propósitos, dificultad de trabajo en equipo.

Pobres resultados académicos porque no se conoce el esfuerzo.

Baja autonomía personal.

Si además no hay afecto, muy bajo autoconcepto, buscará afecto en cualquier lugar, propensos a conductas
desviadas.

Aprendizajes al azar o retrasos en el mismo (no hay seguimiento).

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Sobreprotector:

Mínima tolerancia a la frustración, dificultad para la independencia, escaso autocontrol.

Baja autoestima, alta dependencia del medio. Sacado del ambiente familiar es incapaz de defenderse por sus
propios medios, se angustia ante las dificultades, se muestra inseguro.

No valoración de las cosas, se lo han dado todo hecho. Egoísta e incapaz de agradecer porque ve como
normal que los demás estén pendientes de él.

“El extraño caso del Cangurito”

Cangurito se asomó al exterior desde el bolsillo de mama Cangura.

- ¡Qué grande es el mundo! - exclamó con admiración -. ¿Cuándo me dejarás salir a recorrerlo?

- Yo te lo enseñaré sin necesidad de que salgas de mi bolsillo – dijo mamá Cangura pasándole la lengua por el
fino pelaje -. No quiero que te juntes con malas compañías ni que te expongas a los peligros del bosque. Yo
soy una Cangura responsable y decente.

Cangurito lanzó un suspiro y permaneció en su escondrijo sin protestar.

Ocurrió que Cangurito, como todos los canguros, empezó a crecer y a desarrollarse, y lo hizo de tal manera
que el bolsillo de mamá Cangura comenzó a descoserse por los costuras.

- ¡Te prohíbo seguir creciendo! – dijo con energía mamá Cangura -. Y Cangurito, que era la criatura más
obediente del mundo, dejó de crecer en aquel instante.

Dentro del bolsillo de mamá Cangura, comenzó Cangurito a hacer preguntas y preguntas acerca de todas las
cosas que veía. Era un animalito inteligente y demostraba una clara vocación de científico. Pero a mamá

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Cangura le molestaba no encontrar a mano las respuestas necesarias para satisfacer la curiosidad de su
cachorro.

- ¡Te prohíbo que vuelvas a hacerme más preguntas! – dijo finalmente mamá Cangura. Y Cangurito, que
cumplía a la perfección el cuarto mandamiento, dejó de preguntar y se le puso cara de cretino.

Un buen día las cosas estuvieron a punto de volver a sus cauces normales.

Ocurrió que Cangurito, asomado como siempre al bolsillo delantero de mamá, vio cruzar ante sus ojos una
Cangurita de su misma edad. Era el ejemplar más hermoso de su especie.

- Mamá – exclamó con voz emocionada -, quiero casarme con la Cangurita.

- ¿Quieres abandonarme por una Cangura cualquiera? ¡Este es el pago que das a mis desvelos!

Y con más energía que nunca, mamá Cangura dio una orden:

- ¡Te prohíbo que te cases! -. Y Cangurito no se casó.

Cuando mamá Cangura se murió, vinieron a sacar a Cangurito del bolsillo delantero de la difunta. Era un
animal extrañísimo. Su cuerpo era pequeño como el de un recién nacido, pero su cara comenzaba a arrugarse
como la de un animal viejo.

Apenas tocó la tierra con sus patas, su cuerpo se bañó de un sudor frío.

- ¡Tengo miedo a la tierra! – dijo -. Parece que baila a mí alrededor.

Y pidió que le metiesen en el tronco de un árbol.

Cangurito pasó el resto de sus días asomando el hocico por el hueco del tronco. De cuando en cuando se le
oía repetir en voz baja: - Verdaderamente ¡qué grande es el mundo!

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Asertivo:

Alta autoestima, creatividad, autoconfianza.

Capacidad para tomar decisiones.

Capacidad de relación y cooperación con los demás.

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Cuestionario situación-problema: Primero, cada participante responde individualmente y luego, en parejas,
se busca la respuesta más adecuada.

Las siguientes cuestiones describen pequeños y grandes problemas a los que, a menudo, te has enfrentado, te
enfrentas o puedes enfrentarte en la educación y crianza de tus hijos. Usa tu experiencia y selecciona la
contestación que darías tú si estuvieses en esa situación. Aunque consideres que pueden ser varias las que
darías, elige, por favor, únicamente UNA respuesta para cada una de ellas.

1. Cada vez que la madre de Jordi ve la televisión, él comienza a hacer ruido, de tal forma que le impide ver su
programa favorito. ¿Qué harías tú si fueses su madre?

A. Enfadarme y reprenderle cada vez que hace ruido.

B. Prestarle atención y alabarle cuando juegue tranquilamente y no hacerle caso cuando haga ruido.

C. Dejo de ver la televisión pues mi hijo requiere mi atención.

D. Apago la televisión, y me dedico a otra cosa.

2. Quieres que tu hijo haga los deberes en casa. ¿Qué harías tú?

A. Decirle: "Cuando acabes tus deberes podrás ir al parque".

B. Decirle: "Si no haces la tarea, mañana no bajarás al parque".

C. Decirle: "Como no hagas tus deberes me enfadaré".

D. Decirle: "Venga, me siento contigo y los hacemos juntos".

3. Un padre le dice a su hija que no puede ir con él ya que no ha cumplido su promesa de limpiar su habitación.
Ella reacciona llorando, quejándose y prometiendo que limpiará su habitación cuando vuelvan. ¿Qué harías tú
si fueses su padre?

A. Como no ha cumplido el trato, la ignoras y te vas sólo.

B. Te la llevas a comprar con la promesa de que mañana limpiará su habitación.

C. Calmas a tu hija y le ayudas a limpiar su habitación.

D. Te enfadas con tu hija y la castigas sin ver la televisión esa tarde.

4. Luisa algunas veces dice palabrotas, pero únicamente cuando está delante de su madre. La madre de Luisa
ha explicado a su hija con claridad, lo desagradable que es para ella oír esas palabras. ¿Qué harías tú si
fueses su madre?

A. Le dices: "aunque lo digan tus amigos, no debes decir palabrotas".

B. Le dices: "Ya verás cómo te lo vuelva a oír...".

C. No le haces caso cuando utiliza esas palabras, y le prestas atención cuando no lo hace.

D. Le das en la boca para que aprenda.

5. Quieres que tu hijo se acostumbre a recoger su plato de la mesa. ¿Qué harías?

A. Piensas que cuando esté preparado lo hará él sólo sin necesidad de que se le enseñe.

B. Le enseñas a recoger su plato y le dices lo bien que lo ha hecho cuando lo recoja.

C. Recoges su plato, bastante tiene con ir a clase todos los días.

D. Enfadarte cada vez que no recoge su plato.

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A partir de todo esto, ¿cuál es el estilo educativo que quiero para mi familia? En consecuencia, ¿qué estilo
comunicativo quiero para mi familia? ¿Se ajusta al que ya tengo o tengo que hacer cambios?

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