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Capítulo 3

[CRISIS Y FILOSOFÍA DE LA HISTORIA]

ece a la esencia misma de la crisis la existencia de una decisión


�wnte y todavía no adoptada. Y asimismo pertenece a dicha crisis el
c;¡;;,-de que e desconozca provisionalmente cuál es la decisión que ha
situación crítica cualquiera se
de romarse- inseguridad general en una
La
llalla teñid a, pues, por la certeza de que -indeterminadamente en cuan­
to al m om ento , pero con toda seguridad; con incertidumbre respecto al
pero con plena certidumbre- se avecina el final de la situación
' La solución posible sigue siendo incierta, pero el final en sí, el
io
camb radical de las circunstancias existentes -amenazador y temido,
0 ado esperanzadamente- resulta cierto para los hombres. La crisis
provoca la pregunta por el futuro histórico.
De la conciencia de la crisis, del conocimiento de una tensión po­
lftica con su lógica secuela de consecuencias inevitables, se originan en
Alemania una serie de pronósticos -síntoma ellos mismos, al mismo
tiempo, de la crisis- que presagian el inmediato fin del orden político
vigente hasta el momento. Se profetiza la revolución. Por otra parte, sin
embargo, en la misma tensión existente entre moral y política está im­
plícito el que la separación entre ambos ámbitos provoque una separa-
. n entre Estado y sociedad, pero también que la decisión política que
la acompañe no sea reconocida y aceptada por los ciudadanos como tal
decisión política. La subversión intentada como revolución, más aún, la
mera posibilidad de una revolución en cuanto tal, queda así encubierta.
mismo tiempo, y mediante la agudización de la dialéctica entre moral
Y política, se recrudece la tensión en sí. Encubrimiento y agudización
constituyen un mismo y único acontecimiento. Su unidad está ínsita en
la Filosofía de la historia de la élite presuntiva. La Filosofía de la historia

115
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

es el reverso del pronóstico


de la revolución. En su m
!.nterc'.1111b._1? s� pone de mam.fiesto 1 a cns1
. .s. El siguien Utua re d e u na S
ubversión' precisamente, de la actitud de una
mvest1gac10n mtentara, demostrar esto, ba te P a d neh. gro ente al Estado. Como tantas veces sucede, fueron 1 os
sándose por de so de "-c reta fr . .
timonios alemanes. er0 mencionaron ab1ertam ene por su nomb re e1
lo que pn�
Pronto
La cuestión política de si habrían de seguir plicado.
dominan n01t,n.co im tra la soberanía del príncipe es el fundamento d e
el aparato absolutista y su se
ñor soberano, o bien quiene d en� rnena a
z_ con
ápice de la nueva sociedad, surgió en Aleman s�o La a"- ª t·1endo de ella se demuestra -muy dentro de 1

1
ia por vez P • _ _.11nen taci ón; P �,
época del Sturm und Drang. Este problem
a se a 1ª c 0 ncep c10n absolutista del Estado- la ilegalidad del po-
tre los exponentes sociales de la nueva burg gudizó al n _.c..jd.,-o decto. 1� dependientemente de que los profetas del momento
uesía, en la SOci 4,ll indire-segun su, propia actitud religiosa- los «altos puestos se­
cre�a 1. E? la polémi�a a_ cerca de las órdene
, s secretas, en la t..1 an
pen_od1st1ca que fue liquidada por la persecució a a los ·¡ esuitas' a los librepensadores o a los calvi-
ª. d e I m asonen n afirmar con decisión que la soe1. ed ad secreta
.....;..,...
n de los J/l ,..
Bav1era, hallaron forma por vez primera c u ,n; to d o se
ampos político
s co.lO c1d en . ,
por la conciencia de hallarse inmersos en una
situ a ción decisiv
. wye «c on sus· ¡·efes un Estado dentro del Est ado o, m e¡or aun,
Protestantes y católicos2, funcionarios absol O . or en
c1ma de los Estados soberanos»6. y 1 a conci·enci·a de 1
organización estamental, se agruparon en un
utistas y defensoª 1111 Esta d mPinante estaba aún ligada para todos ellos, de m anera tan
bloque: todos el)o d
c,rden °n eI concepto de la soberanía absol uta, que 1 a const1tuc10 · · , n de
en la sociedad se creta un enemigo
común, que amenazaba la s . co . ' .
1
asimismo común del orden exist
ente. _,.,ir .de otrO ge'nero, extra y supraestata , equ1va 1a a surrur en un
l
1lfl 1-""""� · e1 m1s- ·
La mutua exigencia de exclusividad que Le
ssing planteó a 1 futuro 10c1
erto n0 so'lo la soberanía absoluta del monarca, smo
trados y a sus oponentes en el campo religios d I E tado. Mi tr s qu os m so s subr ya ·
precisamente
o comenzó a d
en a e l a ne a n
en Alemania, como venía h a ino 0rde.d J m:ral' y en consecuencia la posibilidad política, de una
ciéndolo en Francia desde much la ne � ª ce
atrás, los perfiles de la vida polít tal, a cuya realización se sienten llamados por su
ica : «Así, tanto el uno como el __r...ra01a upraesta , .
o
c�mvertido a su contrincante en un verdade --'rrer puro1, los defensores del Estado cargan el acento, en deme nto
-
ro monstruo, con el �-· • • de qui·enes mvoc ·
an 1 a
sito de declararlo, al menos, fuera de la ley,
si les resultaba im ..._ lo moral' sobre las pretensiones. ,de dom1mo , . ,
derrotarlo abiertamente»3 • 111"' ra1 co mo fundamento de su acc10n. Los propos1tos moral es y pac1-
ino . ' "
La dialéctica de moral y política comunicó a
la lucha un radi
de I os masones son interpretados de modo «m.aqm avel1co»: «L a
que no correspondía aún, en modo alguno, rileza maligna de los librepen _ sadores filosofi' cos ha imagi.nad? una ar-
al peso específico . ra encadenar al enerrugo, al que, por sus fuerzas propi as, no se
la burguesía alemana en su
conjunto. De este modo, la org
secreta de los Illuminaten halló brusco fin por
obra de la incon
:i:::n condiciones de vencer. Levantan por doquier la �andera de !ª
superioridad del poder estatal. Los Illuminate . bogan por la tolerancia y la concordia... »; mas, precisamente ba¡o
n, que llevaban a
discriminación moral de los déspotas, «en b��;tección de esta tolerancia que ellos i�vocan! pr�paran el «plan_ �e
los cuales se encierra
ne�edad y tanta inmoralidad»,
y les reprochaban pol íticamente q u conquista». Este plan se propone en pnmer term�o la destru�c1on
gu1esen reclamando para sí un poder usurpa
do durante tanto tie de la Iglesias, para, seguidamente, «de entre las cemzas de la dilecta
fueron perseguidos como blasfemos y abom tolerancia hacer brotar un fuego de guerra tan horroroso que sus lla­
inabl
dos del país, encarcelados y, por último, conm es rebeldes, d mas no podrán ser apagadas ant es de que hay�n alcanza_do a las l�y�s
inados a cesar para fundamentales del Imperio»8 • De esta pretens10n contraria de ?omm10
pre en su tarea bajo la amenaza de pena de mu
erte5 • Pese a los desi
medios de que disponían los contendientes entre el Estado y la socieda d surgen los pronósticos de revolución, que
y que hacían imposi pronto hallarían cumplimiento, :i ?ien ª tr�vés del r_odeo de la Revolu­
e:"iste�cia de una verdadera am
enaz a para el Estado, surgiero .
s1tuac1ón una serie de pronósticos que anticip n en ción francesa. Este y otros pronosticos simil ares derivan pues del p apel
aban el derrocamien político que las sociedades secretas hubier?n forzos�i:nente de dese 1!'1-
orden existente. Dichos pronósticos no se re
fieren al poder de peñar dentro de los Estados, y que consistió en d�b1htar la soberama.
de las asociaciones secretas, sino al papel polít
ico indirecto que Y in embargo, ¿qué es lo que llevó a los �ronosticado;es, aunque l?�
desempeñado dichas sociedade . Junto a los
argum ento de la i
lid ad y hostilidad hacia la rel igió
n, utilizados de modo preferen
ma ones poseyesen tan sólo escaso poder directo -segun se reconoc10
entonces en la polémica contra la francmasone te por e llos expressis verbis-, a deducir una total su?versión de la �;Il ena­
ría, comienza de p za y de los ataques contra la soberanía, y a predecu esta subvers10n que
a prevalecer una consideración
nueva y puramente pol ítica, que
iguió a la «peripecia» como una verdadera «catástrofe»9 ? ¿Cuál era
116
117
ORIA
CRITICA Y CRISIS FILOSOFIA DE LA HIST
CRISIS y

tórica del arte


pues el poder que g arantizaba el éxito del «p lan de conqul· aleman
, ª esta legitimación filosófico-his . · · · na.
1a t o de l T a d . l.e1.b mz1a
de radicaba la amenaza, que de tal modo ponía en peligr S�? �• correcuentra en una transformación
a e 1cea
en ios' com o verdad eros 1 mC1ados. As'1
para que los pronósticos siguieran apareciendo mucho tier:: _...1 pan e1 1ugar de D
t-1
. ·
de que los Illuminaten h ubiesen sido definitivamente elim i:O ,,,,.--asone ocu t,u a «de manera ocult a», po r cuanto --como dice Le1b -
,..Dio O , t a c razón, ·
m h e
Se trataba de la Filosofía de la historia. La Filosofía de� a de la fuerza' de la vida y de la
1 ª del. , ser, en los hermanos de las logi.as ocultar sus secre -
O s ac rse

suministró a la conciencia de élite de los ilustrados su propia u·d


1111,,_ -c a mb1en deb· penetrabilidad de sus planes radica. n la bon-
fue el poder que tuvieron los Illuminaten y que compartieron ' así t ól o en la un . , 16 p
parque s ría as,1 corno el propio éxito de su p1aruficac10n . ara

1
la Il ustración; y fue a la vez la amenaza, porque en ella tam b ·
luego se expondr á, vieron claramente los atacados el plan de �� la a b·Idu d; tal y como es, era el mej or de los mundos ; para 1os
mu sólo cuando el��s
El hecho de que el espacio moral interno, ine rme de por s� l,tibniz, el m:nd� es el mej or de todos los mundos
realmente el dominio, no aparecía suficientemente garantizad¿ nes, el
pa rtan de él me
diante el secreto, para gobernarlo Y dm­
y a ac10 · mo ral
burgués a través de la estricta moral. El hiato existente entre la renra os d de la recóndita y silenci. osa estanci· a de1 esp
. n
d ví t ógi y i n al, surge
IT.1oral y el dominio pretendido pareció superado, al menos en ;r sU p e 1 ;eodicea de Leibniz, to
a ca rac o
ombre, del
a a eol
c1a, por el puente de la Filosofía de la historia. ...re r. D ac�, · ! y filosófico -hi ó i d l n v h
ri o
•fic 10n rac10na
st r ca e ue o
, m.ca es,
El ciudadano moral se hallaba siempre cobijado, d e modo una J. U ti o. err a», que quiere guiar la historia. La Orden m. aso
,.. .
o no, en una Filosofía _de la historia, que es, inc luso por su mism �. de la adeIante, la que cuida de que l a armoru ,a del umverso reme
n
bre, un producto del siglo xvm 10 y que recogió ampliamente la de ah ora e ente en esta t.ierra.
o

adera mento del ano 1742, retr oce -


de la Teología. La escatología cristiana -en su transformación vtf(iM·1 entrJJlas Ios masones' en este docu
progreso �ecularizado-, ele"!�ntos g�óstico-ma�·liqueos reap ea de captar l h · n·a en su tota1·Idad Y deter-
ustad os ante l a id · en h ab'1an ·Identi"ficado y a
a 1sto
te, los Illummat
en el dualismo de moral y pohti ca, antiguas doct nnas cíclicas y;
fu cu ro m1·nuciosamen
.JtA..

�· . ª el sus d� seos y sus e sper��as


.
timo, la novísima legalidad científico -natural trasplantada a la ' · storia con su propio plan,
r
d r O de,la hi fico-histórica era una parte mtegrante -y quiza la
mi n a
tod o e llo, en fin, contribuyó a form ar la conciencia fil osófico- ·
La 1C0:1.
d -,n mac1·0n filoso' 1es
del siglo XVIII. También l os francmasones se hal laban en primera �� planeamiento . En sus elementos conceptua
-'-• importante_ de su fí d 1 h . n · ext 1
'd a de
y_ luch�ron para_ sus�ituir la religión por la moral y la Teología
llevo, a cabO una co
mpilación de la Fil 1sto a ra
1·izante y de
oso a e a

l a naturaleza' de un c n·st·iam·smo mora


PliP
Filosofia de la h1ston a. Ya en sus estatutos fundacionales11, los som · n de
1·deas rou . . . al fue una y vez de ma-
.d de progreso al uso. El esbozo m1c1
as
al zaron, en conscien te oposición al plan providencial de salvad
a
otra
m d l a �rden,
los cristianos -que para Bossuet resultaba evidente aún en la
de la Iglesia triunfante 12-, una construcción histórica que radi
!:s' d��eishaupt a manos de Knigge
, los jefes su
parte inherente p
p
g
re
m
os
d
e
on po-
e1 resu 1tado fue, al fin, una
a e acc1
·
ra
an en
ro
·
al
verdadera historia en la tradición del a rte regio . También s u hist rico y l p g m p 'm ? ig
Utica11. E l saber filosófico-histó
a o l c arra
oder
ra
p
ro
?�
e
a r cano de la conqu1s_ta
inicia con Adán -si bien fue ampliada posteriormente con ramllllt• 1 · mo misterio. L a iniciación en el
l

nes preadánicas-, para hall ar después el hito divisorio, no en la na iniciación filosófico -h1 n . Los
f0r:ecta era al mismo tiempo u
sto ca

o� de_ la natu r e:a» , n l � q


rición de Cristo, sino en el dominio pacífico d e Augusto, porque
llluminaten mismos son los «archiv
al e o ue se

�1a Al _ �rru n d� t p ­
Augusto se expandió el arte regio hasta Britania, q ue ahora, cual ha e tablecido y a l a andadura de la h1sto
• c e zo es a re
uego
18

m n� m g� _; � g l
Mistress of the Earth 13, debe llevar a todos los pueblos de la tierra el domina, como en Rousseau, el esta?? d ,
1a te al 1 ue
or ult1mo, s� m1c1a la mo ral
e oce
de la paz. La economía cristiana de la salvación, con su correlato · el período de dominación y opres10n y, p
or las sociedades secret as,
rico, fue relegada in tencionadam ente por un pasado de nueva y p
que ya enseñó Jesús y que fue transmitida p
creación, que por su parte h abía de legitimar la actual p lanificación
la moral que enseñ a a superar el dualism?
Y su época. Los co�ceptos
n de ser fenomenos
Internacional masónica. La necesidad y la evidencia de la pl anifi de «arriba» y «abaj o», e «inte rior» y «exterior», cesa
a lo d l a moral desaparece
misma fueron tomadas, por el contrario, de la imagen newtoniana hi tórico , porque con el progresivo d 19 , e
, el decurso de l_a
es rrol
mundo. L a arm onía de la naturaleza, construida de manera mate todo dominio' y con él también l E d A , p
·, n- el c':1m P h-
• s1 ues
· ·
o
·
sta
hi toria es para los Illuminaten -merced a su m1c1ac1o
e
y mecánica, se infiltró en el espacio de l a historia humana a través
ban ehmm . ar el
arm onía moral de l os m asones, muy versados en geometría 14. miento de su plan secreto, de acuerdo con el cual ��pera
Estado. El decurso dirigido y gobernado de la 10n secr e ta � n� ue
smos de
acc

es ino la tarea de socavar desde dentr o l os f u nd a m e nt os rru


a. [Macht].

118 119
HISTORIA
FILOSOFIA DE LA
CRITICA Y CRISIS CRISIS y

, eludida como decisi


ón actual, pero queda
Estado, con el objeto ,de elim inarlo-, esto es, la acc1· on po u . a, queda á planeada y se aspira
11 ab oJ r a;c La eliminación del Estado
est
p. royectada sobre una !mea temporal del fu turo '· y ¡o fue de
lll g u
· 11 a:se cta,�:�ce, pero la revolució
n es �á ? , más, p�rque el_ Esta­
e
¡ unt•o con 1a meta final de la histo ria' quedase deb1· damente re oja se conv1rt10 en un a
idea evidente
. ,
1 a v1etona pacifica de la moral, la libertad y la igualdª d' Y con c_..P".,' Ífld1 o r 1 so¡0• Esta parad histon ' · ca entre p1an e h
.
1s n· a . E sta
•ficación fil osófico-
to
rá P n tt taba del
el cumplim iento perfecto del deber político . d e
a 1� i ra tizaba hasta tal punto la v1· ctona · qu e res u l
De este modo, los Illuminaten se a. lían con un futuro e¡a n g . Se u r , í, la po-
�ció fquier pugna de tipo directo
a enc b e as
e11os ffi!S· mos, que se cump1i. ra, con la misma certeza moral con la r cu i t pre i p que la
511 pe flt re �lución . y resulta encu b er a c same nte or
actúan . La direcc ión i n directa de los sucesos po líticos des de c d ó c -hi ó i .
. l · � ªen ;ndida de modo filos
e o st r co
mor a l.m ten• or es e1 m . ev1tab1 e y forzoso decurso de 1 a h.1ston. .
fi
-histór.ico radicaba ,
a uc16 n e nte en este encubr im iento filo só fico ., .
El ver da der· o meollo del arcanum' en torno al cual cns m e . . , m t . L m-
· · Pr ¡sa agud1zac 1on de la te ns
1on om an e a
1 verda dera
d
d1.ferentes funciones, a saber: pro teger a la soc iedad, 1·ntegrarla � p ct de_ la pol�tica, ín si�a e n el
�6!ºd/la sociedad s c r s e o
· · era, pues, el arcanum de una Filosofía d 1 h1. iante la
e reta
c1r· 1 a a¡ domm10 o es tablecida y fi ¡ ada med
El plan divino de salvación, inescrutable para el hom�r: se ,dcCU3°0 d e m oral y política, q ued e i l h istoria . La
' rogreso como
el ve r ro sent do de a
cc16 n de¡ p y soc1. edad se descarga, aparentemente, en el futuro
dad
en el secreto de los planes filosófico-históricos · Merced a estc · .

· �n 1ogran una c�rteza harto singular. El plan divi no de . n e re Est is ión, de de el


desplazamie nto de la dec
ado
ecisamente e ste
Illummat
es seculanzado y converti do en un planeam iento histór ico-rac10 ó r er o pr l í p t para ocupar,
· fCIII0'0 ·
ana, confiere a los
Illuminaten e m e u
es te p 1 aneam1. ento mi. smo es la Filosofía de la historia qu
' tiasta un m añ efectiva el Estado . «En nuestra conc1. enc1a . no s sen-
decurso de los,, a partir de ahora' acontecimientos en s1· mismo � s . én, d e man s d a do
-��1 lqu·ier reproche, pues nosotros n o hemo · u a1
era
qu 1·1os an te cua 1 1g

dos . La F1· ¡osof1a del progreso sum inistró la certeza -no re ¡·tgt· rr an ami· ento de Estados y tron
s,
ca ión para el derrumb del hundir:1i�nto de _su paí� ��r el
o a
. o _ espec1'fica�;nte filosófico-histórica- de que la pi
• a. l, s_m
c10�
sa
po htica mdirecta tamb1en ha de
, alcanzar su realización, lo rrusmo la an:r��;bre de Estado n o es cau s1b1�1dad
· e t no tal hund1m 1ento, sm po
manera mv . ersa, 1a p1am. fic ac1.on moral y racional determina p sf hcdto de haber previsto d an ema
l l p opi . a plam fica­
ces idad inexor ab
de alvación» La ne
22 • e de a r
�¡ �rogreso de la hist?ria . En el acto volitivo de la planifica:6n
ófic o-h is tóricam�nte, exoner ? a
los plamfica�ores
�veriguada fil osof?
ms�t�, pues, la garanna de que el proyecto intenc ional conduce . El Illummat es preci samente un fil
os

al ex1to . de respon abilidad política en que ?;rmaneció exen�o de resp_onsab1-


¿Qué sig nifica esta i? ent �ficación de la plan ificación política· de la hi toria en la medida rta mediante la
pues, la revoluc10n qu edo encubie
con el_ ��curso de la h1stona ? Me diante esta identi ficación se lidad política. Así, gresiva, pero l _a} y v erdade ��mente
a,nstn1cción de una historia pro reto de ocupa�10n y «supres1�?» del
o re
la . pos1b1hdad de la revolución, pero se invoca y fomenta la rcv conc
ffi!Sma . revolucionario, a sab er, el pl� sma construcc 10n . El
e vio f rz p recisamente por esta m i
do
El espacio moral interior, que en un principio se había abierto , su aparente solución en el futuro,
o ado

no con m_ engua �el Estado, declara ahora a éste como su propia encubrimiento de la tensión política
alidad . De este modo, los
Illuminaten
.
ra, que piensa e hID1nar20 • Solame nte la voluntad de apartar a un 00 hacía sino agudizarla en la actu de s� Fil fí la h_i�tor ia,
prot taron olemnemente, sobre la base mmado a la abso rc1on del
oso a de
Esta_do, de derrocar el dominio, garantizaba también el éxito n
que ellos -pe e a su trabajo secreto e
ca
la Filosofía de la historia, porque en el acto volit ivo de la plani que, po r ello mismo, no
do- no eran en modo algu no rebeldes y
los hermanos alcanzaban la certeza de que el Esta do caería o de subversión, al tiempo
podía hablarse en modo alguno de un peligr
hecho . L� e_s�ontaneida? del acontecer corresponde a su política · la historia aspiraban a
que en la conciencia de la misma Filo sofía de
ta, Y los m1C1ados pred1een la caída del Estado co n la misma in n el éxito de su acción .
eliminar el Estado y veían asegurado de antema o
Y ce�teza morales con que intentan hacer desaparecer dicho Estado
las arma duali tas con que luchaban los Illum inate n, y que resultaban
med10s ab solutamente exentos de violencia . El verdadero co n ·
harto eficaces para agudizar moral men te l a bata l l a y para ocultarla polí­
que es �¡ Estado dominante, se considera eliminado como tal con Filo ofía d e la
ticamente; habían sido forj adas e n el taller secreto de su
t: med1a� te el reasegu ramiento fil osófico-histórico . Desapareced f t como puros
historia. Esta les confería el auténtico poder que les al aba
si �ol?, sm_ que los planificadores morales se propong an siquiera
elaboradores teóricos de planes que eran. La Fil oso fí a de l a histori a era
o b¡�t1vo directo esta desaparición21 • C on ello, la decisión a la el poder político indirecto por antonomas ia .
aspir a, Y que todavía no se da e n el p re sente, esto es, la eliminad

121
120
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

En el momento en que la ocultación filosófico-hi


políticos, encaminada a la conquista indirecta del pstórica de los de 1 c!ase gobernada y la clase gobernante»; y los masones
oder es 1es: las orªes de los príncipes y de las formas de gobierno»- se-
en su carácter político, la tensión e
ntre Estado y sociedad r en
mam·a es so1 amente 1 a soc1·edad secreta- surge a la -que · -""ra «e la « i. nsrancia suprema» y el órgano efe cu.vo de gob"ierno21.
.,....,_
luz del día �n ( u eg o , de los planes masómc · os, que estud.ia Goc ·· h -
portancia política. Con la desaparición de los ropaj es fi
losófico�h'
n r-· c o ncre ci•on política
que encubrían el núcleo de una planificación vig La r ¡ siguiente pregunta -y esta pregunta, de h ech o , atra-
final, la eliminación de los Estados, cobra una amen , la meta �n , itnPe1 \�� ª .. ¿cómo se comport a el ciudadano del mundo fren­
todo 1 �on<;de la subordinación», esto es, frente al Estado ? 28. El
orosa
azante pr
La revolución entra dentro del campo visual. o
ordenac1
9uien llevó a cabo de modo más radical esta reducc ce a .la de Ios ma sones hace afumar al venerable Gran Maestre, por
ión de la to o de Lessing, no radica en el obj etivo final de or-
ficac1ón filosófico-histórica a su significación política o en el sentid
August Anton von Gochhausen, autor de una ampli
fue el baró C()OlP1etral, •n 0 en los medios utilizados para alcanzar este ob"1 et1v . o,
a labor p n o
ca23 • Ante la planificación filosófico-histórica de los
masones d
u dett rn e , en 1ois métodos indirectos de tr aba jo: «... el verdadero arte de
una prognosis política, que se caracteriza no sólo p nte sobre la Humanidad y de hacerl a dichosa, incluso
111 ui·r egurame luntad consi·ste preci· samente en ocu1 tarles, a e11 a Y
t1
ca:ª" los planes polí_ti�os, sino por que predice, asimique :d otra de su vo '
or

mas _ ro�ndo, l a facticidad d� !� revolución venidera smo, del di Uco ara


•S
. n os, este propósito. C on estas palabra s acabo de descorrerles
.
la histo��a, en cuant� encubnm1ento de la revolución, La Filoso me rcede s uno de los pnnc1p · · ales cerroio · s de¡ gran secreto de
era, para a vu uaO d en»29. Gochhausen no desvela e n modo al guno l os p1 a�es
revoluc1o n en potencia.
au tra. r
ctos de los Illuminaten, cosa que no podía hacer, smo
�n su condición de �ntiguo oficial prusiano , era h
ombre de bve r ivo dire
• m pl cablemente las implicaciones políticas ínsitas en la fi-
sa rruento severame nte adicto al form
alismo estatal, y al mism ue extrae t
a
poseía, en cuanto masón, un profundo conocimiento o ti q,. o.ón m ora¡ de 061· etivos' acerca de cuy a d.1mens10n ., no .tem,a e'l, por el
de la men a n ide cl , p b cuy s con cuencias para con e1
de sus hermanos de Orden, como demuestra su Enthü mo mento , u a a ara ero so re a se
de� Weltbürge7:-Republik24• Equivocadamente, Gochhau
llung des
orden est tal es ta bl ec id o no a b rig a b a l a m e no r d u da. Al consi.derar la
sen pre . .imada filoso, fico-h.1st o, nc
a
eX1stenc1a de J esuitas tras del plan
_ an1 •¡¡ cac ·ón
t p lític a indirecta, legit . amente, de
de los ciudadanos del mundo Pl ,
o
· aten n su c áct p lí .
ic facti . c m un c 'lcu1 o sobn.o
rrollado por los Illuminaten, pero 1 JI/umm
30

, no obstante, su escrito sigue si


ar er o t o co o o a
·�a de 1 a socie
e
un documento que desde el punto de vista del pe nsami frío, Uegó l a c o n c lu s �ón d� _qu e l a e x
, ·
is t e n c . dad se�reta
ento del or
a
miento estatal predice el ascenso de la sociedad como ha bría de c nduci r a l a d iso luc1on d e l or d e � ex i st e nt e , est o es , l? mismo
una amen
o
«bancarrota universal». Aplica de inmediato las cat
egorías social
u_ e se prometían los masones. La Humamdad «se tai:nbalea, ciega, ha­
cuestión política de la de cisión: «Se ntimientos de ciud qoa e 1 abism o»J 1. Todo el libro de Gochhausen no es smo una constante
adano del
do . ¿Qué significa tal cosa ? o er es ciudadano del Esta
ª dvertencia a los príncipes y, al m.ismo t.iempo, 1 a predi cc10n ., de «1 as
do\ o eres :evoluci on , qu s n in it bl�s, qu l p , q_ u l�� p reveo con
de. No existe una tercera posición»25. es e o ev a e as es ero e

Los «enmascaramientos» filosófico-históricos, que en plena eguridad, pero cuyo co rru enzo º? puedo preci a� » .
cubrían la El pronóstico político de la revolución, y su encubnm_1.�nto filos,ofi-
secuencia política de la socie dad se
creta, se abrirán camino una y co-hi tó rico, son dos aspectos del mismo fenómeno: la cns1s.
vez. Por una parte, Gochhausen parafrasea los plan
es utópicos de
«calmucos de la ciudadanía universal» que -como ha La crisis no había alcanzado en Alemania el plano de la cone1. en�.i_a
ce decir al v general. Antes al contrario , fue encubierta precisament� como tal cnsis
ble Gran Maestre- sólo conducirían a «liberar a la Hum
anidad a por medio de la Filosofía del progreso. Mientras los cmdad�nos f�vo ­
tituirla en sus derechos originarios de una libertad into
cable y � rables al p rogreso , mediante su impetuosa crítica y un moralis�o rigu­
da, y a resta urar la Edad de Oro univer sal»; pero añad
e seguidam
«iGuárdennos de tal cosa Dios, nuestros príncipes y... roso, exigían una de cisión política y, simul_táne�me�te -mediante l a
sus cañones ! utópica identificación de sus planes con la h1stona rrusma-, estaban Y_ª
Aparentem ente es la razón la que «abre un ilimitado esp
acio y la era guros de la decisión que habría de recaer, lo que hacían era e_nc�bnr
la sobriedad intelectual, física y política», hecha re alida
d en un «país directamente la crisis. Pero precisamente a través de este encubnmient?
fría abstracción»; pero, e n la práctica, sólo se dan «dos
situaciones agudizaron indirectamente la crisis, y la confirmaron. Otra fue la acti­
tud de los defensores del orden existente; para ellos, al menos en parte,
a. [Weltbürger].
el re verso político de la planificación utópica se y ergue amenazadora­
b.
mente ante su vista. Vieron que esta decisión provocada moralmente
[Staatsbürger].

122 123
oFIA DE LA HISTORIA
y FIL os
CRITICA Y CRISIS CRISIS

re en Sí , pero nun
ca al hombre indivi-
r al hom b
implicaba una cuestión política de vida o muerte y -con n o c e . , censor mora1 . Invo· ,1 un-
'1do co got entró en acc10n política un
la sociedad- tuvieron plena conciencia de la total incertid tu r e en el terreno . de.l,a I ¡ ustrac10n •y
futuro, esto es, de la crisis. E speraban una catástro fe política. . on e en contraba con un pi 1tuac10n se ev1' denc1a
s do .. L a fragilidad de
a la decisión política , se vio alcanz ada y sobrepasada p nt ,en el d E e l . ' n o duplicidad de su persona, que , en
esta s
e
or e l
c_.a oUºe en la forz ada es.c1, s101 e hubiese arrojado hasta las fronteras
t a
miento de la Revolución francesa .
,
E n Francia, la situación se había agudiz ado hasta tal pu 1 Revoluc10n al'1sta. ,.
a ya de ªedi. a s.1 no hubiese sido un verdadero mor
c
los añ os setenta, que la crisis latente ya no podía permanecer rd e la trag ípic o l lite
t acque
Turgot es un representa
e
siquiera para los propios ciudadanos. Pero la crisis se agudi
a
er al E sta-
de
r _b
t
e - b
nte
o
e-R b -J�taba �n alianz a con el p í cip
más a través de la dialéctic a, oculta a todos lo s coetáneos, entre te � de la
/lJlfl que in rec - Tur o t fue, preci amente , el precomz ado
zó r n e a sor

política. Para demostrarlo, c umple dar la palabra a un hombre n d1 P o itu


.,,ane ra i reso�� e �orrespondía a dicho int ento.
ado
uno de los primero s en rec onocer la inminente crisis en todo su g
s
o fí�.
er
p ich �!?
miento, crisis que como político intentó impedir, aunque, corno
.-...nto e
a de
n
r
n p d� responsabilidad esta
con toda claridad
tal, d
a i
a
c10
so
cn
no
tc
le

· ó- en modo alguno captar


u esto t a en
sentante de la nueva élite , comprendió el acontecer po lítico a
u n
8�
l s tua

ont�ab p í
una moral rigurosa . E ste hombre procede del grupo de los fisi do ya d e que
que enc ud1osªdS:sus aftos juveniles se h abía percata
a s

Turgot, el ministro francé re fo rmista entre 1774 y 1776. r n ueva


En lo e l absolutt. sta no garantiz a lugar suficiente para una , so
E n Turgot se mostrará la dialéctica de los conceptos d el o-l ta a mb j -
uen
.r d' ante al co. ntrano , que
. en el seno de ella .,
e etos
fuerza explosiva que escondidamente alienta en su interior. 1.e
t su
. -r.
os
flic 1v
·
a

constante situac1 n c
d' viven en una . .
o on t a l est
ú b dent pas religieusement la ¡ustice
lt ,ort des hommes loi9fondamentale fal es l a con dición de lo� h�n:i­
i,erano y tto, d, es 'ils ne rega r
[ mente la ¡ust tc1a
¡,e,,,elle c no observan religiosa
m e leu r
ome to e que
o m
e m
II
de sd e � ;ntal] escribe en 1753, marchant entre l'op­
como le! f�n ª-T usurpent mutuellement les uns sur les autres
l
La investigación relativa a Turgot nos lleva fuera del limitado eeerna te, i s
República de las Letras y de las logia . Turgot, desde luego, _;:on et la,.revo,
r- m arch ando entre la opresión y .
la rev. uelta ,
mbiante ¡u.e, go
la
sie mpre e strecho co ntacto con los enciclopedi stas, t uvo a d,s droits [
d erechos que no tienen]36_ E l ca
qu tls n o nt pa s
n m u ru amente. »
Marmontel y se reunió con miembros de las logias masónicas usu rp a
F ranc_1a e ntr e las m ed
idas absolutistas de 1 a «opres1on
salones. Pero no vivió en e l aislamiento de la sociedad pura. en r l i ign ific -
vadas ue ese a su
«re belio nes» _ s1empre renol
pc: ra nt e an
bl r
un
contrario, fue también un espl éndido especialista de la Admi h
ns
as s
ea

. l ya, ei:i 731, 'a( m a�qu és D' A g


habían determ mado
a a
pública, que con apenas cuarenta y siete añ os de edad se hizo . ente que amenaz aba al país37, esta
r en on a

luci ón mmm
del puesto clave de ministro de Finanz as, para dedicarse por ar a en e d 1 e ovimientos antiestata
les fue con­
la ciencia tras su destit ución. No obstante, la menta lidad de este d
rela c1o m . , n �el E:r:d� :�stente con los m principio como una amena­
d u
'derada y senti?� por Tur!��i d�C: ; que ya e�tá dado , con todas
nistrador y estadista había crecido totalmente en el suelo nu · ·
la nueva sociedad. La mirada d el saga císimo pol ítico esta ba g zadora guerra �•vil. rª cr
� l
a e n
una guer ra civil pe r ten
ece � las
principalmente por las c ategorías que le había s umini strado la consecuencias, e esta . i y stadist a ;
tv1'dad c om
te de

ideas que gobe,rnaron to.d a s u act nt ención puest a en sofo car la m-


o aten

ción y en el seno de las cuales había pensado. S u amigo el ab .


o nte nde nte e

_ � m d� i
Véri le instó en muchas ocasiones a ser más conciliador, más «po ·empr e adopto e la revolu ción .
%� un est allido abierto d
das la

minente guerra c1v1l , en impe


s u e

Ciertamente, él sabía por el mismo Turgo t que éste no tenía la · d na m onarqu ía


intención de conquistar el poder. Pero también que poseía la in u concepción de futuro �onsisra e? � 1:� , ¿�1l�er:ie� un ámbito de
l

autoritaria co ndición de no poder ver nunca un determinado co ri ta que debía garantiz ar a os cm �. p n am lia aspi-
obj etivo en c uanto tal; sin consi deración a lguna a las personas, juego adecuado a sus exigencias; y con v�s10n ; ��t: ;ir asfdecir, la
t

evitar ª '
n unciaba seca y br us c amente u n juicio detrás de otro33ª . Y Cond ró a lograr este estado de cosas , p ara
ra

lanz ando una mirada retrospectiva, contaba acerca de su m aestro amarga déc ada de 1789 a 1799 ·
38

a. •33• / 1959, 1969, 1973 y reimp.: •32a». a. «34» / 1959, 1969, 1973 Y reimp.: •32b•.

124
125
oFIA DE LA HISTORIA
y FIL os
CRITICA Y CRISIS CRISIS

re que y o había com


prendido mal, Y
is cr eer s1. e m p
Sus planes políticos se encaminaron, en ello, contra dos e p ud1é . . ra
iméricos] .
qu rrab a peligros qu I historia no vio en m odo alguno �antas-
44
primer lugar, contra los Parlamentos estamentales, que int
o �eal de la crisis, que requiere de
rno de mue � ª
nt
en nombre de una mora l igualitaria y un derec ho fund me ó rn
-rorgot, co fantasía' sin,o e1 estado
s ra
a n
na lmente, al mismo tiem po que en nombre de dic ho der eh la expre.s1o, n de J a-
e u
,.., de le una de 1s .. 1 n Quería, para emplear marco de un �s-
parte, procuraba someter a1 monarca a sus exig . encias y pretee o.' 1:ai�tudib ; ;,,·1a crisis, y ello dentro el d
d esea ez st rucc1on
cráticas. Mientras que, en e l fren te polémico abierto y sin r
uan
r d t,
khar tructu a fº
« 1 era idéntico en todo a la con
a un decidido abogado d�l abso�u­
e
extendía entre el monarca y el Parlamen to, se situó siempre s_ ' en u es � �°:;
del ue c es. · u ot er

1
q H b mstanc1as
monarca, su intención final se enderezó -sobre la base de s
u a tal d
eaba e¡im m
. ar todos los privilegios y las
o
· ' las
e
del Estado, de carácter iusnaturalista- contra ambos simul o . D _ o s · d e ra_c10n
ilu erad aruraleza estamental para, sin tener en
es
sobre
n 1
.
c
La vinculación, tan propia de la situación imperante, de la n n lí i mt n
. u�- de ig . o s alcanzar al fin un E stado po
o
sp1· de
a
,
co u
4s. En_ la cu
t
con el monarca absoluto -Turgot no veía en el soberano a un r e r t l l y
ncia al � a� de todos los ciudadanos an
-on>

e
de la igu de?1.,a hallarse un monarca fuerte, que retuviese
e a e
un Maftre, sino, en e l mej or de los casos, a un chef 9- no p n sus

ñar acerca de la real formación de los frentes, aun cuando º E sta do . Turgot acept ó plenam ,
ele diehel po der ?�buco, d decisión46 d po lítica de decisión por � arte
ent e com o

se mos trará en las páginas siguientes, se vea precisamente n er ta


c 1p1O practi:co, la lib º
. . I stro
mIO
Como representante que era de la nueva sociedad, Turgot e . a o p.rm po actuar en consecuencia' en su condic10, n, de•
el orden político-es tata l im perante, y no ocu ltó j amás los motiy y su t la ne g1 repre-
cid sober a n o
lo demuestran cum
plidam ca
, de
e r
stad ? la g
e
rápida t erminación de
en
crítica. En el Consej o de ministros que deliberó acerca de su p .1. u Maj e
nto de Par ís y la
mo
� ,
c uerra
nca m I t 47 .
de ley sobre supresión de las servidumbres persona les afirmó li de11ev a 177 5 c ont ra la obstr uc c10n
. del par
1e
d
o
may
n
­
a me
presamente que, en las circunstancias reinantes a la sazón, el harin a , en po�tic: de T�rgot era, desde luego, en }?s �es pro
era considerado comme ennemi commun de la société [como El p ro ye ct o al orden poh u i p a -
n. d tota lmente opuesto
er n
o
m
tu ra l
co
azó st
común de la sociedad] 40. Es ta h ostilidad entre e l Estad o y la
es lo que se pro ponía e lim inar Turgot, y por ello no sólo se
to en
Jº � e��: �o��ertirse en una especie
te. El Esta o orden con una cúspide soberana, pero en favor
d e arm n e ru
�e un
el · f n a de su
el programa de sus exigencias, en cua nto representante de la al rvicio ?
b
; 6
urgues 1I era l
' que exigía del E stado la d 6 e e s
so c 1 al 1 , y que
en contra de los estamentos, sino a l mismo tiem po en contra a�o
nvada cons idera
. da como algo sagrado e ·m ue­
a e
p �
toc
Incansablemente, Turgot -heraldo decidido de la tolerancia4 1_ p1e da� la protección d l E t d . �l
1 re comer cio baj o
p ro
deseaba e1er�er
su Í·b
o
in
s a
h
e
entender al m onarca que una guerra civil renovada es algo i n T g t p r
, . º ue intentó impo
ar
vo ordenam1enlo ����;;� q�e pesaba sobre el Estado equivalía� p�es,
er ur o a a e m
inevitable si no se somete, con su política religiosa, a las exigen
la sociedad civil-burguesa. En un memorándum indica que una la enorme deu a . d s contenido y pese a todo
su r econoc1m1en-
el p �� d tista, a una tota�
eclesiástica intolerante corresponde al espíritu que llevó a la N 1e: ¡el sistema �o lítico absolu
des de
to y aceptac10n ��;�: . 1stent a la sazón D e fensor, externamente, de
un

San Bartolomé y a la Liga, mettant tour a tour le poignard dans la


subversión del �sta� ex � �iormente del lado de la nue­
s luus t , ur ot e allaba inte
des rois pour égorger les peuples, et dans la main des peuples
a b de fisiócrata y
� / _ or�:i.c1_o, n48. En su condición
Esta do a

va ociedad en tra_nce e
o
sassiner les rois. Voila, Sire, un grand sujet de méditation que les
u los de una nor­
doivent avoir sans cesse présent a la pensée [co locando, alternativ
defen or de la soC1eda
d, e1 erci siempre, con los mód crítica contra
te, el puñ al en manos de los rey es para degollar a l pueblo, y en f Y_ �oral, una despiadada
de los pueblos para asesinar a los rey es. H e aquí, sire, un ex marividad supraestatal' natura mismo E stado procur
ó
el Estado existente_; en cua
nt mi?1stro fi i áti­
motivo de meditación que los pr íncipe s no deben apartar en 1?.
mo, ��i:;e f
o

por todos los medios poner_ te, rm


s ocr
momento de sus pensamien tos] 42. La guerra civil es inevitable si el
sus re orm as

q e a r ig ba su c �ltlc�.
cas, a la crisis en la di ferencia entre
no se doblega a las exigencias de una tolerancia religiosa. Por otra onciencia reflexiva la
r a a
s c
u
¿cómo llev ó T g h t
te, pone en guardia al monar ca contra cualquier debilidad frente a tadista burgués, encarnaba e� s�
u

Estado y sociedad que él, ,en cuant,o es


ur ot as a

Parlamentos feudalizantes, y abandona al fin el sillón de ministro e ent ales la capto, � S u


pensamien
famoso pronóstico de que el rey, al igual que Carlos I, acabaría en el propia persona ? ¿Con que categonas � . d l P O d _ se h allaba
ta
to -en correspondencia con la toma mdirec preci. so segul. f ma, s de
e er
t íbu lo43 . Entre ambas advertencias se a lza la amenazadora guerra · l Es
plenamente inmerso en e1 duaris�o mora ·
, mas , ll' de la planificación
ªª
cerca esta su concepción de la realidad, para
tout mon désir, Sire, est que vous puissiez toujours croire que j'avais""'
vu, et que je vous montrais des dangers chimériques [todo mi anhelo,
127
126
CRITICA Y CRISIS
CRISIS y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

eco nómica y social, captar l a función política de


estad o de la situación crítica ya descubierta y reco este d . de désobéir d'un cóté, et droit de commander de
Turgo�, de m odo �arto d�alis�a, sólo conoce
nocida i-reb o= Devotr radiction dans /es termes [Deber de desobed ecer,
dos form� .. con t
sont "" e tro d erecho a mandar, son una contrad'1cc10 .,
n en 1 os
gp•-
la fo:�e, sz tant est qu on puzsse I appeler un droit, ,_,,, do or
et /'é u it-:C on la)5' , E Pdeber moral de l a resistencia y el derech o pol'1t 1· co a ·1m-
o
adm 1t 1d o q ue se l a pueda tener por der e
cho, y la equidaqd)49 . . l n cerrarse el paso entre sí. El conflicto relativo
de l a violencia son tan sólo l os límites que le imp
o ne ór dene n o pued e inada -según opinión de l os ciudadanos­
fuerte; al derecho surgido de ella y a ella subordin otra/10 u n a cos_a
d term
ado lo

1
e
un de recho ateo, y a que n o es sino un mero
derecho del más • a la s oci edªd o si -se gún l a vol unt ad del príncipe- r esulta
pur� y escueto P?der. _Ciertam ente, es posibl� insta -:� E d ne por tanto en ev 'd 1 enc1a · d'onde radica 1 a ver-
el t
m ediante el cambiante J uego de las fuerzas en ltza, e urar un PP.�uente �e�d�r:cho
f
' . Le droi/ n'est pas plus opposé au droit que
quil
útil y exigible por igual a l os diversos intereses; pero ibrio que ,¡,;té a la ver , t.té [El derecho no se opone al derecho en mayor grado
violencia la injusticia puede convertirse en derecho, sobre la opone a l a verdad]54. El criterio para distinguir l o just o
m a del derecho se evidencia com o sustancialmente inj con ello
y la erdad e d'ca ya en el absolut o poder imp · erativ · o de1 prmc , ·1pe,
ra
del poder, de l a violencia, que se declara a sí mism sta. La ' lo jnj us to noc1.enc1�a humana. Tout ce qui blesse la société est soumis au
en 1ª co n
u
,
cho, es un systeme immoral et foncierement impie [un [Todo l o que les. .
1�na 1.ª soc1ed ad es�a som�-
l e la conscience...
a confonne

profundamente impío]. Otro es el caso del derecho d sistema ·


55. La co nc1enc1a, est o es, l a mst anc1 a
,-,,,,,a
cidc> al rnb � u n al de la conciencia...]
e la
éste se basa en la m oral: la vraie mora/e connait d'aut équiU º e I ºder imp
er ante en cuanto tal, constitu ye l a verdadera
regarde tous les hommes du meme oeil [la verdadera res pri ·' �te 1un d
...,..
•. � .ica sf . En l sit ción radicalmente modificada Turgot trans-
mo
ua
principios. C ontempla a tod os l o h ombres con la mismral sabe
a

el .
t cern a d id eas de H obbes en su co ntrafigura opuesta.
e
. . .
pues, Turgot enfrenta entre sí a un derecho m o ral, p ue Turgot no sólo qmso eltmmar 1 os restos f eudo- estame n-
a mirada
,
pendiente del poder del Estad o y de sus intereses, y que del l e no' del Estado absolutista, sino que al mism o tiempo -con
supraestatal
, . ema políttc .o
h ombres vinculándose del mismo m odo, y un d erecho liga a 111uuuuccw n d la l e gitimid a d m ora l- q ue br a nto e 1 sist
·
e
de la fu
fico de este mismo Estado. En el _Es:a�o absol_ ut 1sta 1 a dec1_· s1· 0, n
__ ,1 · ,
--con claras a lusiones al sistem a absolutista- era para
él la .
jurídica de l orden político imperante. polfnca deI p ri'ncipe poseía pl•ena fuerza 1und 1ca e n vtrtud de su mtsma
Bajo el imperativo implacable de l a guerra civil, H obbe .'ón· el oberano había sido alepd · o consci· entem ente de toda ms- ·
tan desparej a la vinculación entre pod er y derech o, que s .
IIPOª mor ' al, c n obi' e to de inst r n rd n, d m ne
.10, n de poder en e1 representante m'axi-
au ar u o e e a ra pu r a ment e
·
o
jurídica a aquel poder capaz de poner fin a la guerra civil.
otorgó
l · ca m e di a nt e l a c o nc e nt rac
aunq ue h a bía a vizor ado la inminencia d
Para po inde l ,E seado51 • Aquí radicaba el punt o cardinal del Estado absolutista
e la guerr a civil y aunq mo
.. ¡
práctica, aceptaba plename nte un soberano absoluto, se tal como e había desarrollado a partir de las guer�as c1v1 1 es re ·1g·10 _ as.
unidad. Fue, incluso, mucho más allá qu
resqueb punto cardinal fue interpretado en el ordenamtento ya establecido
e su maestro y dechado
Locke, por cuanto que pol arizó tajantem ente poder y derecho mo e n nuestro caso por Turgot- com o una fisura o l aguna, una
cho de l a équité es el derecho postul ado de la sociedad; frent . El ;a en el sistema político, que de�ía ser, cu?ierta �e f orma natural,
e a él
el derecho impera nte del Estado a bso lutist racional O bien, como aq uí, m or al58 • S1 el prmc 1pe ac_tua en contr� de l a
a : l a arbitrariedad, la
¿cómo se comportan entre sí las dos formas jurídicas po moral, comete un crime, y no so l amente ante D10 , smo ante el tnbunal
por Turg ot? L a cosa se plantea c on toda claridad c uando moral de la ociedad.
La moral priva a la decisión del príncipe de s� cará_cter polít!c . o. N o
moral y el derech o político entran en conflicto; caso que Locke
el
,
parte, en su enfrentamiento de un derecho social y un derecho
, se presta obediencia al poder que otorga pr otecc10n, smo tan sol� � un
no había captado en absoluto52, pero q ue se convirtió, desde
po soberano que se somete a las e xigencias de l a moral. Sólo �� l��1�u�a�
problem a -esto es, en síntoma de la crecie nte crisis- con motivo
lu ción moral convierte al m onarca en v erdadero soberano: Lzllegztzmzte
diferenciación imperante en un Estado absolutista. d'IUI abus du pouvoir n'empeche pas que /'exercice de ce pouvoir réduit
Para el caso conflictivo entre deber m oral de conciencia y ii ses ;ustes bornes ne soit légitime [Lo ilegíti1!1o de un_ abuso d� poder
,
soberano, Turgot afirma de mod o ple nam ente racionalist a, lo no impide que el ejercicio de ese poder, sometido a sus Justos límites, no
que H obbes, q ue tal pugna h a de ser necesariamente imposible sea legítimo]5 • La legitimidad del m onarca no se basa en una supuesta
9

ámbito estructura do y ordenado jurídicam ente, a causa preci equidad de su poder derivada de Dios o fundam en�ada en l a person:1
mi ma del rey, sino que su poder sólo puede ser considerado com o leg 1-
128
129
CRITICA Y CRISIS CRISIS y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

timo cuando el monarca se mueve dentro de los límites u oncreta relativa a dónde y cómo coinciden el derecho
un derecho derivado directamente de la moral. Hay pri� � �e p regun;a c o es, la cuestión de la configuración política de un
La º er
est
les 9ue, con plena in��pendencia. d�l orden político-estataf�• �I P o es �atal moral, es aludida por la escisión dualista de moral
�ostienen una pretens10n de domm10 y que, lo mismo que la �, � n rada en cuanto cuestión política decisiva. Considerado
e n

ilustrada, exigen de modo totalmente apolítico su propia s �tica e ,g ¡° debe imperar en nombre de la moral, esto es, de la
e ey
monarca absolutista se convierte en ejecutor de una equicbd _.i_m ente :on ello no se ha dicho, ni puede decirse en modo algu­
d; pe ?
mente moral, como subrayó siempre Turgot frente al rey en l derado políticamente, la sociedad quiera dictar sus leyes

1
r

de ministros y ante el Parlamento. No es el monarca quien¡ que, co� ya que la sociedad es de carácter puramente moral.
e \ rey
rar, sino la justicia en él y a través de él60 • Con esta interpre di p0nt�� p:lític� relativa al titular de la soberanía, resuelta ya moral­
00
de las tareas políticas del rey, el poder soberano se ve privad � cu � este modo. Y así se torna también comprensible por
e e u dida de
libertad política de decisión, esto es, de su soberanía a bsoluta. -"• e afirmó acerca de Turgot: Il est le premier parmi nous qui
sólo esto; es que, además, es objeto de un veredicto con den at La H��� actes de l'autorité souveraine en ouvrages de raisonnement
Una vez que el derecho queda fijado de modo purament ,;,cJ,ang u esion [Es el primero que, entre nosotros, convirtió los actos
e

fuera de la esfera de la política, así como la sociedad sabe dii ,tde pers �berano en obras de razonamiento y persuasión] • Mediante
e 64

por su parte del Estado, todas las transgresiones del derech o cid intel·ectual de una pregunta que, objetivament e, es una
la di,ere nc iación
er

· , ·
correspondan con la moral constituyen actos de pur a violencia: m aber: c m q e � 1mper � _ r ea 1 me nte e� no� b re d e I a mo P.
distinction du P_ouvoir et du droit [de ahí la,�istinción entre p la mi a, a oso sentl d o po ü t1co de 1 as exigencias . b urguesas.
� Í
e
encubre el r igur
recho)61 • Mas s1 prevalece tal derecho apohtico, la decisión po · 0 detentador de la soberama , permanece anommo , .
soberano pierde su carácter jurídico, en tanto en cuanto éste b autén.,:ndo por el rodeo de _la ausencia de la nuev� él_ite, t?_dos l�s
su s1gmficac1on poli­
libertad de decisión del soberano, que es política y, al mismo ti e to en los que ésta hab1a pensado ganaron
rídica. La fuente absolutista del derecho, la sede de la soberanía �opia. l E secreto político de la Ilustración consistía en que todos
tiva se convierte, así, en ámbito del poder puro. Si este poder !nceptos -de modo análogo a la toma indirecta del poder- eran
el sentido de la moral, se regirá de acuerdo con criterios extra de modo invisible. En el anonimato político de la razón, de la
y suprapoüticos, de validez perenne, y su juridicidad no será ya
apolítico
mor al, de la naturalez a, etc.� �adicaba_ n su sing�aridad y su eficienci_ a
en el sentido del poder soberano de decisión, sino precisamente cara cterí ricas. Su valor poltttco consiste, precisamen te, en ser apoli-
Pero si el poder es utilizado en contra de las reglas válidas de la
También la soberanía se disuelve en conceptos puramente extraesta-
tica.
entonces será político en el sentido tradicional o usual del término
cuanto decisión soberana del monarca-; pero según su nueva tal y upraestatales, sin concretarlos nunca: así la moral, la conciencia,
entendida también de modo nuevo, será antijurídico, pura viol el pueblo, la naturaleza y otros muchos semejantes. On ne peut jamais
bien, considerado moralmente, inmoral62• di,t qu'ils [les princes] aient droit en général d'ordoriner et de juger sans
La invocación a la conciencia humana, la postulada subor acune exception Uamás puede afirmarse que ellos [los príncipes] ten­
de la política a la moral, invierte los fundamentos del Estado absol gan derecho de ordenar y juzgar in excepción alguna], afumaba Turgot,
pero -y aquí radica el secreto de la polarización de un derecho ttdu moment que l'on suppose l'ordre injuste, c'est le cas de l'exception
y de un derecho del poder- sin poner aparentemente en tela de ( desde el momento en que se da el supuesto de una orden injusta, se
la estructura externa de poder propia del Estado. Sólo «las leyes­ anee el caso excepcional) 65• El poder estatal del orden permanece,
imperar. La normatividad moral constituye la armazón política · desde luego, en manos del príncipe, pero no es éste quien decide, sino
por la que la sociedad ha trepado como por una rama de hiedra: que « e» decide --esto es, decide el sujeto anónimo- lo que es justo
poder actualizar una influencia política, esta normatividad se ve a y adecuado y lo que no lo es. Y aunque decida siempre el monarca, se
da al Estado absolutista como su verdadera y auténtica legitimad decide cuándo y en qué momento no tiene él que decidir. La conciencia
poder del príncipe es despojado de su carácter representativo y determina los casos de excepción. El punto de convergencia entre las
no, pero al mismo tiempo se deja intacto el poder en cuanto leye morale , eternamente válidas, que impregnan la conciencia con
porque, en efecto, debe convertirse en una función de la soci su validez, y los portadores de esta conciencia, socialmente palpables
Apolítica de modo directo, la sociedad quiere, sin embargo, im Y concretos, queda inexpresado, y la cuestión que posee, en rigor, ple­
modo indirecto, mediante una moralización de la política. na relevancia política, se evapora en un anónimo «se». Aparentemente,

130 131
CRITICA Y CRISIS FIA DE LA HISTORIA
CRISIS y FILOSO

Turgot permanece sobre el terreno del Estado, del mism nné, mais qui n'a pas su distinguer ses devoirs
. . . o . n in tentio
expresar1 o, 1 o supnme al rrusmo tiempo en su estructur rnado. �
bie
se s droit s comme prince [Deplorable ceguera de un
e de
La escisión entre moral y política significa, pues _; olf
p
---,,e h<>,111": onado, pero que no ha sabido distinguir sus deberes
la fuerza ideológica de esta polarización-, retirar al Est �n e �-:. p e b1enintenci chos como ,
.
pnnc1pe ]69 . U , . cato, ¡·1co,
n prmc1pe
� sus dere
hombre de halla sometido, sin duda alguna, a la Iglesia, mais
a
s�s fundamentos políticos y al mismo tiempo encubrir e 0
c1a. Lealtad al Estado y patriotismo son, igualmente críti·
st
e Turgotm , se • , ·
ª ho rne dans les eho_ses ;1u1• mteressent sa :e1·igion, so� �alut_
me •me Prince, il est mdependant de la puissance eccles1ast1-
, cay
or den sub.s1stente. '111 com
-__,,,,,el C orr, .
En la práctica, esta ambivalencia se expresa en el h hombre en Ias cosas tocantes a su reli g10n, , a
los representantes de la sociedad burguesa podían cambiar h.º
ec
,..-;� _í_, · · teresa como es independiente del poder ecle­
[pe �, e •:r onal. Como príncipe,

planos de argumentac1on sm entregarse a las ventajas de


¡:
guiendo las oportunid�?es ?e la eficacia del momento, ¡ 0 1 .
ac•�
�glesia sólo puede impa�tir _ órdenes al hombre �ue se en-
tal prmc1pe, no se halla sometido a ella.
u 0�
el príncipe; en cuanto
ción conceptual dualista. En Turgot puede rastrearse este h:a cid"' e_ ca en cuanto representante y defensor de los «hombres», al
en los más insignificantes giros gramaticales. Turgot habla sic t_ n
rurgo i v:n 'el príncipe, porque el hombre en el príncipe no se cuen­
su soberano, al hombre o al príncipe, según los casos, para a .prín •P�"
C
ya que es católico e intolerante • Apela todavía al
70

él, alcanzar los respectivos y diversos fines de la sociedad. El d entre s suyos,


�a paz de adoptar decisiones, que en cuanto príncipe se halla
entre homb�� y prínc�pe, estri�t� expresión del gran dualis
moral y política, pose1a una max1ma fuerza explosiva revolu
mo . rº por encima de los diversos partidos religiosos permanece
religiosa,
y
en virtud de
con
la
o e° e i
situ3 ámb ito de lo estatal. La tolerancia
La contraposición, desde luego, apareció ya junto con el absolu i
d º _� d regia se convertiría en el campo de una neutralidad dentro
fue aplicada por los teóricos católicos del Estado con el fin de so· ¡ _ pos��er síntoma de aquel Estado que
los príncipes soberanos, en su condición de hombres, a la pot :: ;c:do y se;ía de este �?do �
guer ra Civtl relig 10sa .
recta de la Santa Sede66 ; pero en la época de esplendor del absol p ue to fin a la
ha · en el campo de lo estatal, se exige protección ante la persecución
e ta contraposición sólo resultaba utilizable para recordar y ad príncipe en el prín':ipe. Pero si :l
prínc_i�: la obligación de cumplir sus deberes morales, siempre religi�sa, no hace sino invocar_se a� .
o de refere ncia de la conc1enc1a no es ya el mas alla, con su 1ust1-
cond1c1on o presupuesto de que el ámbito de la política se punt
cia eterna e inmutable_, �al y c?mo d�st�c� Turgot en su memor�dum
zosamente supraordinado al imperio moral67• La contraposición
sob re la tolerancia reltg10sa, smo la 1ust1c1a terrenal, el Estado mismo,
hombre y príncipe fue enarbolada nuevamente por la sociedad ci uucrura política y social, la argumentación cambia entonces, súbi­
guesa, y en sus manos se transformó en una de las más agudas y e wnente, codo su acento. El hombre apolítico, al que ha de tolerar el
armas ideológicas68 • Tal cosa viene a demostrar la conducta de li Esta do, e transforma de manera imprevista en una autoridad de carác­
en los casos siguientes. ter humanitario, situada fuera de la tolerancia eclesiástico-religiosa, a
Turgot, que en su condición de adalid de la tolerancia había saber, en el campo de las exigencias políticas. Pero sobre la base de la
sobre sí grandes antipatías en la corte de Luis XVI, requirió en conceprualidad dualista se expone la pretensión política con el pathos
desde su puesto de ministro, la promulgación de un edicto de t de la dignidad moral, en el cual se oculta, tras la generalidad de las exi­
cia. Una ojeada al mapamundi bastaba para evidenciar un sinnúm gencias humanas, el acento político de esta pretensión. El representante
religiones --escribió al monarca- y cada una de ellas se cree en y defen or de los hombres no invoca ya al «príncipe» en el príncipe,
sión de la única verdad salvadora. Pero -opina Turgot- la fe re· ino al «hombre» en el príncipe. Al ocupar su cargo de ministro, Turgot
sólo se refiere, con la misma seguridad, al más allá; es una pura cu ribe al rey: Votre Majesté se souviendra que... c'est a elle personnel­
de conciencia y sólo afecta a los individuos humano privados, kment, a l'homme honnete, a l'homme juste et bon, plutót qu'au Roi,
dos en el recinto de su alma. Demostrar tal cosa es en rigor una que je m'abandonne [Habrá de recordar Vuestra Majestad que... es a
ociosa y una pérdida segura de tiempo, pero la opinión contraria ella personalmente, al hombre honesto, al hombre justo y de bien, más
es, la mantenida por la intolerancia- sigue costando todavía m que al rey, a quien me abandono] 72• Su invocación al carácter humano
sangre y sufrimientos sin cuento. En los asuntos de la religión no -moral como es- pone en tela de juicio la soberanía absoluta, aun­
someterse nunca al hombre a la intervención política del príncipe. que sin rozarla aparentemente, por cuanto que no se destaca al prínci­
objeto de persuadir al rey acerca de este punto, Turgot contrapon e pe (político), sino al hombre (moral). En cuanto soberano absoluto, el
soberano al hombre y al príncipe. Déplorable aveuglement d'un p,ÍIIII príncipe podía ser tolerante o intolerante, sin lesionar la esencia de su

132 133
CRITICA Y CRISIS
DE LA HISTORIA
CRISIS Y FILOSOFIA

soberanía por medio de la respect


iva decisión, en la m
mi sma sobe ranía se ponía de m
anifiesto precisamenteed1ºda ea t de ¡ ¡ no son sino la respuesta e specífica al siste­
decisión adoptada. En cuanto hombre, el pr n la d re ult an �an Jer:ibado, y en el futuro habrán de determinar
e
determinado, ya que debía ser solamente una cipe esta�
ín tuti ca qu
c a
Po líti - . vesuga
ej ecutor del imperativo de humanidad. Si su d cosa' a sabePr, ª • ción y después la invocación a las normativi­
tido de defen sor y valedor de e
ecisión 00 edia�ce la in la moral, en la nat�ralez� y en 1a razo, n, se ad.º��o,
stos principios de hu ce en
subst c�n leccual absoluta, intangible e mmutable76 ; una pos1c1on
e
podría, sí, acogerse a su cualidad de príncipe ª el
mani� c;:a
1n te
soberano pe ·c1·,o n
r do social aquellas mi·smas cual1dades y prerro�a-
º
no serí a ya, ante el tribunal púb l al m un
. i co de la H um anidad i � 5_11 ab
r , _ a
de �� prmc, .1pe, �m o 1a de un d'
a deCISI
1pe ªbsolu tista a
fumaba asimismo poseer en el ámbito
es pota, 1a de un tiran '
declSlon -considerada humanamente- inhum 7 o ; esto que e 1 Pnncerda cle ro es lo que no tolera contr · · ' .» Es verdad
·co. «V
No obstante, si los príncipes se aferraban a a J.
an lo Polfo re encantes e as posic10nes mora es son po1m ,.camente 1·m-
su sobe ram rep · a cambio un a arrolladora fue rza d e exc¡ us1· -
engendradora d e t oda legalidad,
no hacían sino confirmar Pero conq, ui sean
en su calidad de negación expres
a de la posición
s/a � Medi. da segun )as normas del mundo moral, ¡ a rea1·d 1 ad soci·al
l�s era universalmente atribuida-, convirtiéndosemoral -n ·oca no O, ¡ O es imperfecta' limitada o mudable, sino también y
b1osa dentro del mund o moral de la sociedad. en una m palf •1nmoral antinatural o 1rr · ac1·0nal. La base de part 1ºda,
Así, pues la .e
dualista del mundo subordinada a la toma indirect OUSfflºa Ynap rn)? .
o 1r ic en p i ncipi p i ió atacar de manera extremada
a del ;odcr . a� que, en cu�lquier caso, estaba necesitada de una
r o erm t
su vigor y su infl uencia h asta en
los giros gramaticales más
· una rea11d
Era �lla, en ef ecto, un pod er invisible y corro u cancial.
sivo, le nto y ticame nte neutral, d e un a m or a¡ est abl ec1· d a,
mediante el cual los burg uese
, � e 1ge nci a, polí
"-L.
s -ya fuese consciente ..,. .
tpvrfl13 . ·

men te- m inaban desde su misma


entraña la estructura absolu ccernamente va,·¡ ida' es en sí ne cesanamente, tan cotal, que todo. s l os
o inco '


p ríncipe, en cuanto repre sentante supremo del E
s tado, se v eía Y la acr itudes realizados o adoptados en el mund? pol'1t1_c� e
a la categorí a moral del hombre
, la mi sma dialéctica ínsita e n e l vierten en tot al in j ust i ci a una vez q ue son s ome t l d os a 1 1m c 10
�oral daba como resultado el que esta categoría �: resistir el veredicto final de éste. L a totalidad moral
ti rse en una magnitud de carácte
moral pudiese � Y no ���tificación existencial a todo aquel que no se somete a
r político, aunq ue no se la 11"1".,aca l su
co
expre samen te como tal. La f unc
ión política que el príncipe os l . Un obierno inmoral es en tal caso -como f ormulo' D upont, �1
cuanto tal príncipe quedaba transferida forzosam d al tere �e Turgot- la par�i� �dvers� �e chacur: [la parte adversa�1a
ente al «hom
derec ho político de d ecisión -que hasta entonc ad ácada un o]11 • Con ello ut1hzo un. top1co. me
de . diante el cual la soc1e-
es solame nte a i i ab l g b d endo _que �ra ;' e¡ pa �tl·do
al monarca- quedó am pliad o
a hora mediante la intro ducci dad civil- b u rg ues cr t c a a o 1erno 1c1
cial de la legitimidad moral en todos los represe
ntantes de la
ón
en contra de todos» · El arranque moral de esta acti tud tildo en pnmer
en todos los hombres sin excepción. El que perma
neciese políti
lugar al poder imperante de partido, de �rup o de pode; _con «mt� · res:s
anónimo en el seno de esta genera
lidad fue, en principio, la res iale » -aquí radicaba el meol lo ob1et1vo de la critica que e1er�ia
sistema absol utista, respuesta vinculada a una situa la iedad contra el detentador y titular d el p oder estatal-, y al m1s­
ción : en él, el mo tiempo d e un partido para el cual no hay l ugar alguno dentro de la
político de decisión se hallaba concentrad o de mo
do tan ine qufv totalidad cerrada moral de la socied ad. El gobierno se convierte en u ?
manos del monarca que toda int enc
ión encaminada a moralizar
ta ncia recibía ya una signifi cació
n p olítica, concretamente : una
partido en contra de todos, en un partido, por tanto, que, po� defim-
de oposición y ya en su mismo origen revol ucionar 75 óo, no puede ser un verdadero «partid�» - Tu.,en e) arry,ng�e m1s�o- de
ia • El man la Crí ti · o condenado el E stado imperante · mas aun : am�1!a-
histórico de la situación inicial, a saber, tenerse que
constituir en el
del anonimato político, provocó, sin embargo, . on ello se había extraído l a consecuencia -ap arentemente l og1ca
mediante el d
moral que correspondía a esta situación, una répli cvídente- del sistema ab sol utista. El príncipe, como representante
ca que apuntaba
allá de ésta y que ponía en tela d
e j uicio al Estad o, de manera in
,._�l.l,<..,...,,e convierte así baj o os veredictos de la C rítica niveladora,
pero tanto más radical y decisivamente. c�rtido contra todos».
D esp ués de que el burgués quedó implantado firmem Al absolutismo político, por tanto, le salió de modo entera���te
ente
posición extraestatal, se encontró en posesión, dialéctico un contrincante moral total, que le p uso en tela de 1mc1�,
precisamente aq moralme nte, de modo total. Si la soberanía existente entonces, polari­
armas netament e supe riores. La
totalidad moral y la pretensión
zada hacia la moral, se vio sometida a la instancia enjuiciad ora moral,
134
135
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA
CRITICA Y CRISIS

r por vía
sión que Turgot había procurado solventa
el Estado se transformó en un campo de pretensiones de tot
ali · O"ª· La ten hasta convertir e en una pugna directa entre la bur-
s�na�ente facuh��ivas, per� morales en esencia. La bu e g avó
. . � �a y el Estado absolutista, y condujo al fin a la guerra civil.
liza�i_ on ?,e la polit1ca en el siglo XVIII vino a significar,
pol1t_izac1on total del mundo intelectual, aunque sin tornarf.
J:ada ciud
ª ªcivil este inesp
erado final del siglo de la Ilustración, esta­
consideración en su condición de tal.
a
1.,a_gu7:
.
JIISPfi
mucho tiempo atr�s. La_ fuerza_ explosiva revolucio­
ca _ desd� mo moral se ev1denc1a precisamente en el hecho
dualis
Tras de la abierta tensión entre moral y política ardía secr _,ia p rop•� del a la guerra civil de modo abierto, pero sí lo hace, si
latente ya, la crisis política; la cuestión relativa a si' en el fu turo gi cim
, e1 Estado o e I «espmtu»,
na
·
esto,es, 1 a sociedad. En esta situaci.• • �e �irec�ente, con tanta mayor seguridad. Incluso el mismo Tur­
o
l,íell •nd Estado procuró impedirla, en
u calidad de funcionario del
, ·
sosega d a por le ,. comenzo su tarea el ministro TurgOt,
a nt1ca, ue _en pondiente actitud frente
. q no «filosófico» adoptó la corres
momento en que I a critica , mora l y su pretensión de domiIllO · dada..
guerra c1vtl.
anto CIU
act.iva y rea 1mente en e1 arn , b1to pol'ltlco, en eI momento en que
º cu
mo el único principio ordenador capaz de poner
.
bre adicto a esta moral y vinculado con el soberano lucha por • 11a . pa a el absolutis
u� orden nuevo, el rey retrocede, atemorizado78 • Muchos ilu .' ; ofocar permanentemente la guerra civil era la subordinación
política, para Turgot este mismo principio se convirtió
b1an puesto sus esperanzas en Turgot debido precisamente 1 ::•:oral a la rra.
la gue
moralismo de éste79, y por este moralismo le profetizó Galian�•su en eI final de ano actúa en contra de las leyes de la conciencia moral, en
derr�camiento.. rnrgot se ira pro?to o tendrá que marcharse, . el o ber
de la hum�nidad_, �al _c�s_a signific� se prépar�r un
tr� de los derecho�
'r. . ,

septiembre de 1774: ... et on reviendra une bonne fois de l'erri


son tour l autorite legitime [fabricarse un titulo
� pour dépouille r a
despoj ar a la autoridad legítima] 85• Someter la con­
voulu donner une place telle que la sienne dans une monarch"'/""
q
lll1t el ue a su vez
e
la V?·tre, a' un homme tres vertueux et tres philosophe [y se a
,
o n_o sign�fica ya pa�a Turgot, como h�b_ía
rectificar el error de haber querido otorgar un cargo como el :Cia al mandamiento polític 1mped1r el estallido de la guerra c1Vtl,
Hobbes,
una monarquía como la vuestra, a un hombre muy virtuoso y muy significado antaño para
io; significa provocarla, conjurar su explo­
fo] 80• _Y_ Turgot tuvo que marcharse, en efecto. Mientras detentó el sino justamente lo contrar
. n: 'opposer a conscience, e'est toujours etre in juste, e'est
d� rrurustro, con su �oralismo incómodo y riguroso, surgió a la 1 la voix de la
dia du_rante el breve tiempo de su gestión ministerial la verdadera,. '°";ours justi fier la révolte, et par conséquent toujours donner lieu aux
ia, es ser injusto
enc�_b1erta cuestión: ¿imperan de hecho las leyes de la sociedad 0 pl,u grands troubles [Oponerse a la voz de la concienc
· mpre, esto es: justificar siempre la revuelta y, en consecu encia, dejar
hac1endolo el rey absolutista, que se halla envuelto principalmente nes] 86 • Con la invocación a
la puerta abierta a las más grandes alteracio
pu�a contra su Parlamento8 '? No era tan sólo la apurada situacióa a los hombres y
nóm�c�, c�ya solución sign!�caba ni más ni menos que impedir )a la conciencia, que vincula por igual y del mismo modo
al prínci pe, plantea Turgot una doble afirmació n. Actuar en contra de
rra_ �1vtl, smo que, en definmva, la reforma, la salvación -mor sin más justifi­
legitimada- de la bancarrota económica, significaba la elimina la voz de la conciencia, ser moralmente injusto, significa
car la guerra civil, y provocarla al mismo tiempo. Ambas conclusio nes,
Estado existente, incluso en su estructura política. El Parlamento la situación política, se
extraída por Turgot desde la concienc ia hasta
Y� en parte, la camarilla cortesana, tuvieron con seguridad plena , y en ambas oca-
. enderezan hacia la sede del señor y príncipe soberano
c1enc1a de este hecho; y también el monarca se percataría de él
e sacudió de encima la incómoda tutela moral de Turgot82, y se ·ones tiene muy en cuenta Turgot las crecientes reivindicaciones de la
de nuevo al lado de su Parlamento. Con ello, la crisis quedó a sociedad. Menospreciar a esta sociedad, que invocaba la moral como
también de hecho. base, era una actitud que abría paso franco a las pugnas y las confusio­
Con el ministerio de Turgot fracasó el único intento enea · nes de todo género y, por ende, amenazaba de hecho al Estado. Con
dar satisfacción a las exigencias de la sociedad de manera indirecta, ello remitía Turgot -que poseía una mirada aguda y perspicaz como
es, formalmente sobre el terreno del Estado absolutista y en alianza pocas para enjuiciar la estructura social- a la importancia que verda­
deramente le correspondía a la sociedad: desconocerla significaba para
el monarca83 • Desde su dimisión, que tuvo lugar en los días mismos
el Estado, ni más ni menos, ponerse a sí mismo en tela de juicio. Pero
Declaración de Independencia americana -propagada luego en F
sobre todo a tr�vés de_ una masonería en imparable auge-84, se co
daron con creciente vigor, tras de las exigencias económicas de la
dad, sus postulados políticos, y principalmente el deseo de una « a. [•Verfassung,,].

137
136
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

aun ant_es d_e esto sign_i�cab� ,también -y ello merced a


la conciencia- la legit1mac10n moral �e toda rebelión, inv
la n cia en la aguda pugna entre moral y política se vea im-
qu ra y an u ante de manera especi'fica, a traves ' de este dua1·1smo.
tamente cuando el soberano no se so¡uzga a los mand e �a h��1ª
�d
. del
los conceptos hizo posible -por encima de la
conciencia
· ·
arn ien � alista de
· . Ser mmora
· 1 no es solamente ser «siempr e injust
la in1:1orali_dad justifica ya de por sí sola la �ebelión. Con o
� fortJl ��:i � allá de la o_ c �pac��n �nd�recta del Estado, v�?culada
crfti':3 radJ y aásella- la legit1mac10n mdirecta de la revoluc10n. Tur-
ªc
es�• te
se ev1denc1a Turgot -que en cuanto func10nario del
EstadO tífl1ultáne::;;� dado perfecta cuenta de la am�?ªz:1dora inmi_ne�cia de
impedir la guerra civil- como filósofo revolucionario. El e
qu . . ía
d •
5
ero que al mismo tiempo la legitimo de modo md1recto,
moral y política garantizaba al ciudadano la inocencia ple r ra c1v11' p
n a en i,gu� e un caso típico en el que se pone en ev1ºdencia · la oculta fuerza
de que el Estado no se sometiese a la moral y, «como co
nsecu CC)IISO�vya de la técnica ideológica ilustrada, como signo anticipado de
ello», adviniese la «rebelión» • 87
lo i
ión e n ciernes.
Puede dejarse a un lado la cuestión de cuándo se rebela
el una de ci
de la conciencia; pero cuando se rebela tiene ya la razón. La in
de la conciencia pura se vierte sobre la acción, y ésta -que ya no III
cífica ni se halla exenta de violencia- queda con ello legitimada
papeles de la culpa y de la inocencia están ya repartidos, para el en
grave y urgente. Este, no obstante, se cierne ya potencialmente . 1O d la Crítica y del progreso moral desconoció la «crisis» cuan­
El ig cent ral. Y como consecuencia de la dialéctica ínsita en el
momento en que el soberano no se somete a la moral. IO conce p \0
· la dec1s10n º
nsarnie nto antitético, tendente a encubnr · ·, pretendida por
El nuevo arranque moral se halla opuesto de modo fun perfectamente com-
por tanto, al sistema absolutista, y ello hasta tal punto, que pre · �io de esta estructura mental, e�te _hech? :esulta
ºble. Tam bién cuando la polemica cntlca en contra del Estado se
te la legitimación política del Estado, a saber, la subordinación mó en una serie de exi?encias, consciente1:1�?te fo�°:uladas, ��
:'¡or
«moral» a la decisión política soberana, se convierte en la legi de lo �olítico; �amb1_ é n cuando una dec�s10n pohtica parec10
el ám bito
de la revolución. Por otra parte, el poder soberano -mientras · . diata e inevitable exigencia planteada a los ciudadanos, permane­
que el título jurídico de la libertad soberana de decisión- prov
:1: conce p ción de la realidad con la que_ había sido captada y pe?sada
en cuanto tal el estallido de la guerra civil. «El poder soberano
Holbach- no es sino la guerra de un individuo contra la com la te nsión imperante, totalmente sumergid�- en el seno �el 9 �ualismo.
trata de la situación en la que -como di¡o L. S. Merc1er - la voz
tan pronto como el monarca traspase los límites que le haya pr
de los filósofos había perdido su poder; en la que, con otras palabras,
la voluntad del pueblo»89 • La soberanía absolutista, considerada
¡05 ciudadanos se tornaron conscientes de que el poder del espíritu, el
el punto de vista de la totalidad socio-moral, es ya, de suyo, la poder de la moral, se habían agigantado de modo tal que ten_ían que
civil. Las ideas de Turgot sólo se diferencian de esta radical form mo trarse necesariamente como tales poderes en el campo abierto de
de Holbach en el grado de intensidad, pero no en los principios b lo político. Con_ ello, el camin� hacia el futuro no sólo er� ya un P:?­
Lo que Holbach expresa de manera directa y franca, esto es, que la greso infinito, smo que este mismo futuro encerraba en s1 la cues�10n
beranía absoluta de un monarca es ya, en cuanto tal, la guerra (ci palpitante de una decisión polític:1 todavía �o adoptada._ En las págmas
declara Turgot de modo indirecto, por cuanto que legitima mor que siguen nos cumple mostrar como reacc1�nar�� los �1_udadanos _ante
la rebelión contra esta soberanía90• Esta justificación indirecta no ta pregunta, cómo transformaron en esta s1tuac10n cntJca el dualismo
en Turgot, de manera alguna, un sentido político directo; Turgot moral y lo politizaron a su manera, esto es, cómo vieron la crisis, por
expone porque desee derrocar el sistema absolutista. Si se sintió una parte, pero también cómo la entendieron a partir precisamente del
dario de alguna revolución, fue ésta la inversión o subversión pr dualismo moral.
va de las condiciones existentes a la sazón, fue una revolución go La realidad de la crisis no es para los representantes espirituales de
da y dirigida desde arriba. Sin embargo, Turgot se halla sumido en la nueva sociedad sino una lucha entre fuerzas supuestamente polariza­
conceptos dualistas, que legitimaban moralmente, en cuanto subv das, trasladada al campo de lo político. La jurisdicción moral determina
política, aquella revolución que Turgot intentó dirigir personalm plenamente su conciencia política en trance de surgimiento y forma­
esto es, impedir precisamente en cuanto subversión política. Así, p ción, y la crisis se agravó por ello mismo tanto más cuanto que la dia­
radica en la función política indirecta del dualismo moral desarrollaclo léctica del dualismo divisorio comenzó a determinar desde entonces en
por la sociedad en el seno del Estado absolutista el que la crisis que adelante la vida política misma. La decisión política se convierte en fallo

138
CRITICA Y CRISIS CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

terminal de un proceso moral. Con ello también se agu


n otras muchas ocasiones- como un pensador político •
98
diz,
la c i_sis, aunque por otra parte, siguió encubierta en su irii5'11º qui:ia -como otros �uchos de modo s�ñador utópico la
� ca�i:I:i� �
política. Encubri'. r y velar este encubrimiento en cuant
funci�n histórica de 1� Filosofía burguesa de la histor
o tal º n � 11° ªd e I r evo luc
--:,
ión; no solo la ve1a acercarse irremediablemente,
ia. i:=a . l)eflda
ue
ªeraba con su irrupción la llegada de un período de insegu­
exp_e�1_mentad� exclusivamente de modo filosófico-h sillº q �1 �ertidumbres que habría de caer sobre los hombres todos en
istórico. E
dec1s1on pendiente no tenga lugar de hecho, en el senti l ri(fade e
do de un• � rumbase el orden imperante: Qui peut vous répondre de
to moral, el que la «razón práctica detentadora del pode cUJIIC0 e er
. . r»' corno ,s de viendrez alors? [ ¿Quién podrá hacerse cargo de aquello
Kant92, este, en cond.1c10nes
. de surrumstrar 1 a «auténtica» inte &I q votos convertiréis?] • La crisis ha sido reconocida. La revolu­
ue 99

de la_ historia, en el se�tido, por tanto, de un proceso en lo que


movido ue Ro
usseau contempla es al mismo tiempo una revolución del
legali�a� 1'.loral, constituye lo que podríamos llamar el re dó11 q de la sociedad que vive en el seno de dicho Estado; con su
3d o
a seguro
fico-historico c�n :1 que los bu_r�eses ant_icipan el términ
o de la Est _ _e Y nto no sólo acaece un grand changement , esto es, algo más
100

Con ello se con¡uro la guerra c1V1l en la misma medida en ,...z1r11n1


_, .. ' .,
ficac10n encarga a d d e cooperar a l a victoria
. . de 1 os
de partida existe ya de hecho, esto es, en la medida en que
que �e u na mera modi que distingue la
la �. ociale ; s en efecto, la característica decisiva
manece oculta en cuanto crisis política. Poner este hecho 111t ere es Rousseau de una subversión progresista es
n pro fetiz ada por
rev0.1 u c ió
en evi , · ,
constituye la última tarea de la presente investigación. vem·dero traera revo1 uc10nes smnumero; · e1 estado de
Rousseau, que había sido el primero en asestar su críti 1,cn 1· El siglo
ca i
cr i pe rdu rará. . . . . . .
co�tra el Estado subsistente a la sazón, sino también, y
acritud, contra la sociedad que criticaba al Estado, fue tam
con ¡° . La expresión «crisis» constituye el mdicador de una nueva conc1en-
bién mediante su contenido diagnosticador y pronosticador. Los hera1-
mero en captar sus relaciones mutuas bajo el concepto de en las mallas de la autoco�prensión política
cris· : del p rogreso, envueltos
vous �ez a l'ordre actuel deJa société [Os confiáis en el orden a indirecta del poder, no podían descubrir el fenómeno de
_
la �oc1edad], escribe en el Emile en 1762, sans songer que
a de u na rom
c en cuanto tal, aunque captasen el estado de hecho con idéntica
s�¡et a d<;s ré�olutions �névitables, et qu'il vous est impossib/e de
cet la ri i
gu d ez a a como lo habían hecho D'Argenson o Turgot 101 • Toda crisis
a
nt de prevenz� ce/le qut peut regarder vos enfants [sin percibi
r que: hurta a la planificación, a la conducción racional sostenida por la fe
orden está su¡eto a revoluciones inevitables, y que os resulta los par­
im en el progreso. El término no aparece en las publicaciones de
p_rever o prevenir l_a que puede afectar a vuestros hijos]93• s del progreso, sino en los escritos de los filósofos defensores de
El or tidario
c1al se halla sometido forzosamente a convulsiones y es inútil con strucci ones históricas cíclicas; así en Rousseau, que veía cerrarse
las
der una p�evisión de dichas convulsiones, ni tampoco una
prev en el «despotismo» el círculo que habría de llevar a un nuevo estado
de ellas. Sm embargo, él, Rousseau, considera «del todo imposibl
de natura1eza , y en su odiado amigo Diderot, que afirmaba ya del
102
e
las grandes monarquías de Europa perduren todavía mucho hombr e mismo que éste soportaba en su interior, a todo lo largo de su
tiem
La revolución que pronostica Rousseau derrocará el orden político vida, una guerra civil io3• La idea cíclica de la historia permitió más bien
perante; los Estados no se extinguirán apolíticamente transfo concebir un momento crítico, una peripecia, para la que no hay lugar
.
progresivamente en una revolución más dichosa -respecto a la
'
alguno en el progreso al que se apunta como objetivo último. Pero esta
tanto lamentaba Voltaire no poder ser su testigo presencia195- sino condición previa -inicialmente sólo formal- no basta para esclarecer
con la subversión comenzará el estadio intermedio de una crisis. el concepto de crisis en Rousseau. Antes es preciso establecer con cla­
approchons de l'état de crise et du siecle des révolutions [Nos acer ridad el papel histórico que ha desempeñado Rousseau en el proceso
a la situación crítica, y al tiempo de las revoluciones] 96• desarrollado hasta ese momento.
Rousseau ha incorporado a su pronóstico de la revolución el Rou eau, que por su condición de ginebrino era un extranjero en
cepto decisivo de la crisis. Con ello se diferenció claramente de la 11 el Estado francés, y por ser un miembro de la clase media modesta re­
ción corriente hasta la fecha, que se haJlaba perfectamente famili ultaba un extraño en el seno de la buena sociedad; Rousseau, el primer
con la «revolución» profetizada por ella con frecuencia con una demócrata de la historia, estaba predestinado a contemplar bajo una
lución, sin embargo, que -cobijada en la fe en el pro�reso- to nueva luz el agitado proceso que se desarrollaba entre el Estado y la
su sentid político de la antítesis con el «despotismo», y cuyo auté sociedad. Ceux qui voudront traiter séparément la politique et la mora/e
?
valo� político, esto es, la guerra civil, quedaba justamente encubi n'entendront jamais ríen a aucune des deux [Quienes quieran tratar se­
Mediante su reconocimiento de la crisis, Rousseau se evidencia para damente de política y de moral, jamás entenderán nada de ninguna

140 141
CRITICA Y CRISIS LA HISTORIA
CRISIS y FILOSOFIA DE

de ellas] 104 • Rousseau, que siempre temió la revoluc La voluntad una e incondicionada
ión que Veí de s legalidad general.
se, fue también el primero en descubrir la ficción
qu e en cerr
a la fecha �aba la decisión sobe rana del señor y príncipe abso­
d. ual.1smo secu 1ar. y, sm· embargo, Rousseau, aba _re
al inte la que _e ;,��a por Rousseau en favor de la sociedad. El resultado
ilustrada y el Estado, preparó como ningún otro pe ntar aunar la i
nsa lilfO re v � • , érale la voluntad común absoluta, que se da las leyes
cepc10n · ' de 1 Estad?, �1 �ammo de 1a revolución. Tamb dor, con
·
la va/onte fe:Obera�o visible, condenado a la corrupción en cuanto
ién él
enredado en la d1alect1ca �e la Ilustración
, que proporcio� mi ma. E oder es destronado, pero se conse rva la voluntad sobe­
p_roceso de desenmascaramiento se oscurece en su s de(tfltador d I
enti
c1samente Rousseau, con toda su lucidez y penetraci do po'lf.tlco. �ipio �olítico de decisión. Esta voluntad es transferida a
ón p l1 r,P' co�o ��m en cuanto tal sociedad, no dispone en modo alguno
supo demostrar cumplidamente-, sucumbió a la pna socied a que
ficción°ut:� Paca rque la' sum
a de individuos volitivos no puede desplegar una
había:1 Jlf:-l'&t�ido los ilustrados en su estadio hipocrít
ico. ele ella, po n eral en mane ra alguna, del mismo modo que la adición
oussea e planteó la pregunta por el o d ge
. · e5ta tunt� tereses particulares no da como re, sultado un interés común y
d te cual todo homb , re está vinculado. con 1 demás - .i.. lo i . 1a volonte, genera , le es em:inac1on . , de una
109 Antes al contrano,
~-,;_ i,.:. u,.
n
o'l� se obede�e mo ermanec1en además tan'SIQ
.;::,ai

del Estado, que se constituye en cuanto


_ ' · expresión del pueblo
r,
��
al
ib
. _que Rousseau concibió la Constitu rc
antes » 1 5. Esto qu_ 1ere de�1r ¡otalidad
t m diant e dicho acto de voluntad común. La paradoja ó
c_ua 1 1a nueva soc1edad, s1 b1en_ �cupa el poder estatal, ción -• p re c1 a m e e
-;,
e
asa sob:e un contrato,
n
no obstante H obb es, a sab er, que el Estado se b . ., -i.._
gp . ca de
yero
s� e do lo 9ue �lla _es� �a soluc10n de esta paradoja, comp
� e existiendo ya como magmtud autonoma, era pol1t1ca- ,;,
t1r_ e 1a genes1s h1stonca, nos 1a ofrece Rousseau en su rensible a que ue�o • gu porque la voluntad soberana de l príncipe representan-1,, 4t;"
Miemb�o _de la_ República de l�s Letras preconizada por Contr. t -rite e¡ecutable .
_.-�
puesta en marcha por este med10. pero 1a parad01a · 0>,.f,,,;
n? P?d1a 1magmarse la supres1ó1:1 de la destructora contr Bayle, &, ce de 1 Estado se veía
p-
<, .,;z
a sto s, que el pueblo de1 Estado posee una volunt�d co- •
subd1to y hombre por otro medio que no fuese la sumisi dicció n sse au n..
/cr--
e e
ó , 61 o a través de la cual . s convi rt n tal pueblo, no s r alizabl
u
cada uno y d� cada uno a todos. Rousseau, en su candor, n de t mun . º
e e e e e e e
d ya que pone en
mente en seno algo ante cuya realización se habían mostratoma p líti camente, por el contrano, de manera mme 1ata,
do voluntad qu , d mom nto, no pos un ¡ ecutor. Incapaz
y remisos los primeros ilustrados. La République des Lettre po eh una e e e ee e �
s, en la �e i3egar su poder, o de hacerse represe ntar11 0, la voluntad en cuanto �
cada ser humano es soberano de todos los demás, ocupa
p�der106 • Desde ent�nces, la sociedad comienza a litigar en Estado
el pod oberano desaparece en las brumas de lo invisible . La identidad �
misma, en p�rsecuc1ón de un «debe» imposible de cumplir. ntra
co de ttado y sociedad, de instancia decisoria sobe�an� y de com�nidad l,
de las marav1llas, donde nadie impera, y donde, sin embarg En el de lo ciudadanos está condenada así, desde un prmc1p10, a ser siempre
o, t un misterio. .
obedecen y al mismo tiempo son libres107, el soberano
r evol�ción. N� existen �a las instancias decisorias represe
absoluto El verdadero soberano es la voluntad pura en cuanto tal, que consti-
cambio conquista la sociedad, entendida como pueblo del
ntativas, tuye, ella misma, el objetivo de su pr��io cumplimiento. Con ello queda
derecho a derrocar. su Constituciónª y sus leyes donde cuando
Estado, anticipada la metafísica de la revoluc10n permanente. El resultado no es
. ios
se _ 1e anto¡ e . Lª. c1enc1a
' ' y otro que el Estado total, basado sobre la identidad fingida e ntre moral
. de Bayle ha caído en el olvido, pero su burguesa y decisión soberana. Toda manifestación de voluntad de la to­
bhca marcha hacia la victoria final. Y se realiza en una forma
del talidad constituye una ley general porque sólo puede referirse y tender
insospechada, a saber, en la revolución permanente. a la propia totalidad 1 11 • Sobre el pueblo impera la volonté générale, la
Sin tener sospecha alguna de ello, Rousseau ha desencadenad voluntad común absoluta, que no conoce excepciones. Este soberano
revolución permanente en la búsqueda del Estado verdadero.

Lo ya iempre, en virtud de su sola y propia existencia, lo que debe ser,
él buscaba era la unidad de moral y política; lo que halló fue e y ello de modo íntegro y total 112 • La voluntad general absoluta, que no
l
do total, esto es, la revolución permanente ataviada con los rop conoce excepciones, es ella misma la excepción por antonomasia.
ajes
la legalidad. El paso decisivo que ha consumado Rousseau consist La soberanía, en el concepto de Rousseau, se reve la con ello como
e
haber reivindicado en favor de la normatividad moral autónoma de una dictadura permanente 113 • Posee idéntico origen que la revolución
sociedad aquella voluntad soberana que los ilustrados habían elimu·11am11a permanente en la que se ha transformado su Estado. Las funciones de
la dictadura son realizadas y cumplidas por aque l que logra ejecutar
prácticamente la voluntad general. Esta voluntad general, supuesto y
a. [Verfassung]. condición previa, en cuanto nuevo principio político, transforma de

142 143
CRITICA Y CRISIS
FILOSOFIA DE LA HISTORIA
CRISIS y

modo radical al detentador del mismo


esto es a I s . ,
· d a d se ve estata 1·izada hasta conv '
c1e ' ª acie r ficticio- ha de ser llevado a la realidad mediante
coI
. ertirse en un
ect1�0 surge de la suma de los individuo a m¡�· ·a u carac te e todos los individuos. . Su camino es el terror y su
s, ¡guaIac• ó· nd . .
abso rbido el Estado que ellos, en su condicióndespués de. que l g ,a. s· el «ma qmavehsmo» de los soberanos ab o1 u�1s-
h1c1eron nacer. E
. de 1·ndIV· I dU la i de � ar�ción entre moral y política, era una emanación
do en la p puesta en juego por ella -a saber: los monar­
o
1 pueblo del Estado, el elem
o
.
• . ento colect1v •
mma a s1, mismo, pre upone la voluntad o
en que ésta se basa en una colectividad que
general en 1 . ' ·wd 0���:�isponerlo también de otro modo-, el jefe d: }ª
. . le da : llUsnia hu bieran P seauniana se halla sometido a una constante pres1on
enc1a de una magm. tud mediante or gen. Al

1
Rou seau la extst
º

la ot c1a u • n encaminada a lograr 1a fict1c1a


· r
· · um·dad de pensa-
apar�cer la unidad postulada de ambas com . ac10, '
o
g1z
s1 misma. Pero :sta totalidad _raciori_al pres
o una reali::;du la I · eo.lo El conductor ha de señalar constantemente al pue_blo,
d
enta una grieta, � acción ha de seguuse,
la c�al se anuncia la pura realidad fact1ca.
El ciudadano sól
a �: onoce ·u propi·a voluntad' el camino recto que
y como ellas son o tal y como de ben aparecer- ,
su libertad cuando participa de la voluntad
. general·,pcro
0 d ole Iª cosas tal d ¡ · · , n pu , bl.1ca, tan 1 argo
hombre, este ciudadano no puede · ·0 de la convicción ' e a opm1
. saber jamás cuándo y có en !JO. E l dom in1 . 0
realiza estableciendo en cada caso. concreto 1o
su Y? mt1m
, o y persona1 con la voluntad general. mo de ea• do, so'lo se .
equivocarse, la volonté générale jamás115. La Los individ � ar e com o bueno
"" e e nm stración ha eliminado toda d'f
.J.b y oportuno en punto .a opm1 0nes. De -
totalidad rac10 � nal I erencta entre e1 am , b'1to
· ·dad y de su volonté générale requiere
coI ect1v1 d q ue 1ª 11u
corrección, un ajuste de la realidad, esto es, por ello u . er y e1 exter1·0r, desenmascarando todos los. arcana, l•a v1·da pu'bl.1ca
de .
la sazón que todavía no se han incorporado los indivi�� nv1erte en ideología. La opinión, las conv1cc10. nes, rmperan en ¡a
0 .
a lo colectivou, ,
casi. d'1namos «fabneadas». La .censura
a. cabo esta cor�ección de la realidad es la
tarea de la di _J;da en que sOn elaboradas'
...,
11ct�dura, tan d1_fere�te del absolutismo, ha e tatali zado en Rousseau; el censor , . se convierte en
publico
amb1to pnv
ha de ser ente
. ado mtenor que Hobbes había separado ndida _,ra1 ·fe121.
del Estado. El Estado absolutista se derrumb cuidad ¡deót�;�:
E eau se hace patente que _ el secret� d: l_a llustració_n, -est?
. a a causa del úlb'mo en pnnc1p10 de la acc10n poh-
todav1a , �� do�nado por e'I, que penetra en su encu n·r u poder- se ha converndo
b
guerra c1vtl reltg10sa, y qu_e ahora --en la �uev carne misma El oder de la Ilustración, que se desarrolló de manera mv1s1 · · 'ble y
a situación- pon � ucumbido a su propio enmascaramiento. Arribada al poder,
vez en marcha la revoluc1o, n. El pueblo, inca
paz incluso en su ;�ente entonces, la esfera pública oculta al soberano. La tarea
de r�conoce� su verdadera voluntad 117, nece
sita del guide, del
caudillo no 1mper� en vir:ud de su propia p · ortante del nuevo legislador, tarea de la que depende todo lo
decisión, sino que lo
porque e ?ª�la me¡or y mas profundamente ��onsiste en sustituir la autoridad por el poder de la vida pública.
ilustrado sobre la vol 122
general ob¡ettvada que la suma de todos los El· f ' ólo se entrega a esta tarea en secreto . Y ha llevado a cabo su
indiv e
pueblo. La tarea del conductor es crear la iden iduos que int � uprema cuando logra ocultar al pueblo su propio p�der de tal
tidad ficticia entre modo,y cuando sabe gobernarlo tan pacíficamente c?mo s1 el _Estado
� política. El p�eblo desea siempre el bien,
pero no sabe cómo U
el. �ara conduc1rl_o hasta el bien es preciso 00 ruvie e necesitado de jefatura alguna. Il est certam_, du motns, que
-dentro íntegramente
s:nt1do de las logias- algo más que la mera lt plus grand talent des chefs est de déguiser leur pouvoir pour le rend�e
soberanía absolutista, r,wins odieux, et de conduire l'état si paisiblement qu'il semble n'avo!r
solo abarca lo externo del hombre. I.;autorit
é la plus absolue est pas besoin de conducteurs [Resul�a cierto,. al menos, que el talento ,mas
qui pénetre jusqu'a l'intérieur de l'homme[La
autoridad más absol elevado de quienes mandan consiste en disfrazar su Pº?:r. para as1 ha­
1� 9ue pe?etra hast� el inte_rior del hombre)1 18
. Es preciso encauzar y cerlo menos odioso' y conducir el Estado con tal apac1b1hdad que .pa-
ngu no solo las acciones, smo también, y princ ,
ipalmente, las opini rezca que no hay ninguna necesidad de conductores] i2J . L a 11-�strac10n
Una vez que la soberanía de la voluntad del .
príncipe ha sido susti en cuanto tal sólo impera al tiempo que oscurece su dommac1on, �cul­
por la soberanía de la voluntad general, es prec
iso, consecuentem tándola. La identidad de libertad moral y coacción política, identidad
lograr la unidad de lo interior y lo exterior.
C'est sur les volontés postulada con la cual Rousseau esperaba eliminar los males �el sistema
absolutista se evidencia como la dictadura ideológica de la virtud, cuya
core plus que sur les actions, qu'il [Le véritable
homme d'état] étend
res�ectable empire [[El verdadero hombre
de Estado] extiende su· dominació� desaparece tras la máscara de una voluntad general. �a su­
peno respetable más sobre las voluntades que
sobre las acciones] 11'. puesta unidad de hombre y ciudadano se revela como el encausamiento
postulado inicial de la colectividad -y es aquí
, precisamente, donde d una identificación forzada; el soberano es ya siempre de antemano lo
e
144 145
CRITICA Y CRISIS
CRISIS y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

que tiene que ser. Todo el mundo cree saber quién


samente por eso nadie sabe quién es en realidad. debe r, ra asimismo el concepto de la crisis . . tal y c. o.mo lo
El súb :>C o Jo demuest Éste en efecto, no supuso 1a cnsis en 1a visto, n de
en cm
.dadano; pero Rousseau no elimma . en modo alg d�� ·ó Rou eau:
�xistente entre hombre y ci1:1 dadano, po� cuant u la or �l c ntrari , la rec oció s lamente en cuanto
d� perfet:°;it�ación imperante. Dada la opinión, a la sazón en
o o on o
o que to
mmerso en la mala conciencia de lo que el es, en �� ho
rigor co . c:rfoco de ba al Estado como un cuerpo, resultaba un paso
La volonté générale tiene siempre razón, y en cuant
� .,....-- que eonst'deraampo de lo político la expresi· o' n me'd'ica de cnsis.
:.-
· ·
por encima del hombro al ciudad�no soberano, en vtat� crasladar al e¡
su � :�v er o en consumar públicamente este traslado;
voluntad general, sobre la cual disponen en aparie id au e prim
pero pertenece a los jefes y caudillos que saben ncia los ,-o. fue Rou qseu 'I habla abarcará al gran cuerpo pol'itico, . a1 corps po-
hacer de: · de la f �errumbamient o del orden de soberanía imperante a
auténtico pod�r m�diante una presión coactiva de 1 24• Co
confo rm idad �� or ona la soberanía, la jerarquía de m�do
en todas las direcc10nes. Con ello, la m oral de los
ciud n no l se desm -_le
tica del Estado quedan tanto menos a cubierto cuant adanos devi·ent pe t · t le riche devient pauvre,· le monarque devient su¡et
pobre, e1 monarca en
1 -
o que la y
de e c?nvierte en pequeno, el neo en
'
ideológica de su falsa identidad amenaza constante
mente con . to1125-'. ·tnO que además se desmorona el orden político-estatal
se. C on objeto de mantener en pie esta apariencia, y �
verdadera, se perpetúan los medios de la identifica darle el La cnst es la situación de carencia de mando y 1erarquia, . , es 1a
ción -la i • 126 • El e'tat de crise tiene para R ousseau un sentl'd o p ol'1ttc . o, que
el terror-, esto es, se da carácter permanente a la
dicta
de excepción. El soberano es siempre ya, de anteman dura, al
uía
�ca la crise de /'E
tat.
o, l o que
. .
ser, lo que debe ser. En e r e en t '
i d ' el concepto de cnsis es un concept o que abarca una
. , campo libre para
o
Todos los elementos de la revolución permanent aco ntec er histórico, que no .
d eia nmgun
e, .
la crisis desde el añ o 1789 con fuerza variable, pero que d 1 10ne dualistas
que dejan intacta la esfera extraestatal. Pero el
de
-�.
creciente de crisis con el sentl.do de anarquia , poün· ea que Rousseau _ ha-
junto, han sid o desarrollados por Rousseau, con plena
c
partir del curso seguido hasta el m omento por el pro onsecu . P'º
mcu1ª d o a él ·
' la crisis c m dis lución de tod o orden establecido,
ceso al to
o o o

veredictos fallad os hasta entonces con mayor seriedad o derru rnbamiento de todas las relac10nes · de propie · dad, um'd o ne-
m orales mismos; en efecto, él ha perpetuado baj o el �ue los • ente a convulsiones de todo tip · o y a imprevisi
· · '61es deso' rde_ne�;
estigma de
cios sus juicios en permanente proceso de superación. �en cuanto crisis política de tod o el Estado, en fin, no const1tu1a
La po
ser pensada y deseada por parte de una voluntad gener sib. co': odo alguno la significación central del conce�t? en el que �e h1:1-
al .
tiene la razón de su parte, una vez dada como existente, que dirnentado la conciencia burguesa de la cnsis. Esta concien�ta
forzosamente el terror y la ideología -las armas de la trae seolu cionaria de la crisis se alimenta más bien del género de crítica
o bjeto de corregir la auténtica y verda
perturbadoramente. Con ello se eleva a la categ oría de
dictadur
dera realidad, que se abre
principio
co el método de la crítica progresista: considerar l o postulad
:ro,
�: específica de la burguesía en el Estado absolutista. Est o se torna
igualmente, si se siguen los pa�os de R?usseau hasta llegar � su
pronó tico de la crisis, esto es, el cammo seguido por el pe�s�dor �1?e­
o brino en la comprensión y f ormulación del concepto �e c�isis pohttca.
mente como la verdadera realidad, ante la cual desaparece
el p Rousseau antes de profetizar el -para hablar c on terminos de H ob­
Ininterrumpidamente, se giran contra el futuro letras en
de bcs- retroce�o de los Estados actuales al primitivo estado de naturale­
En persecución de la ficción de una realidad planificada racio
la revolución se lanzará hacia adelante en la misma medid za, del cual proceden to dos ellos, se remite expr�samente al temor ante
a en que la muerte, que -al igual que en H obbes- domma en los h_ombre�. La
o rigen una y otra vez a la dictadura, para
rescatar las letras de naturaleza impulsa a l os hombres a emplear todos los med10s posibles
giradas en descubierto.
En este aspecto, es Rousseau el primer ejecutor histórico de con tal de poder escapar mediante ellos a la muerte 127• De este manda­
la miento de la naturaleza, surgido del temor ante la muerte, Rousseau_�o
tración que ha dominado a la generación intelectual joven
en la deduce ya, como había hecho H obbes, el deber de buscar 1� �alvac10n
ra misma de la Revolución. Rousseau endureció las ficciones
poi en el eno del Estado, sino que, por el contrario, afirma decididamente
convirtiéndolas en realidad política, y el hecho de que se
le que la amenaza mortífera proviene de este mismo Estado 128•
este engañ o encubierto n o hace sin o dar testimonio del
poder Rou seau potenció al máximo, de modo radical, la valoració? del
utopía, que se despliega precisamente cuand o se estima y compr
sí misma como utopía política. estado de naturaleza verificada bajo la protección del ordenamiento
cstatal1 29; el estado d� naturaleza no es ya para él una guerra civil, sino

146 147
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

el imperio de la vi rtud y de la in ocencia,


con
micamen te, el Estado imperan te a la sazón el cual �on& de la crisis en este sentido retador s�gió de hech?
. , , y
est que/que miserable Etat au monde, ou , tamb·ten la e pre .16� d t0 constanteme
nte pronunciado por los ilust rados ex1-
mal faire, et ou les citoyens soient fripons
chacun ne pu·
e el ve re •� mediato cumplimiento, sobre la base de los postula­
in
malfaiteur qu'il faut pendre, c'est celui qui
par nécess i;s;
,-. ién u n dos en él La conducta apolítica -o, en su caso,
le force a le� --Jftico ence r �� nueva élite frente al Estado, espoleada
algú n miserable Estado en e te mun do, don
de - ente p olJttca- de J;
,..,.---
._.......
sin comete r fechorías, y don de los ciudada cada un opolización del pode r en man os deI sobera-
n ecesidad, n o es al malhechor a
nos sean
quien hay que col ar �nh
1 s
._..llll"'·_ ente p or
a e
I
ªF
mo
ran
n
cia hacia el año 1770 en el estadio de su con s­
luto, en t r t �nomam A la vin culación teórica del supremo po­
e erza a con vertirse en eso) 13º.
.
p01ítica au ? reses de Ja sociedad se un e de modo crecien te la
)fu g ,�.
Del rein o de la naturaleza a través del cual ha --• n los mte , ·
el presen te deduce Rousseau dialécticamente la guiado a s d 'º.vincu ¡ar también al poder pohtrco -dan do eJ rodeo de 1 os
d de
(<11

del Estado e�sten_te a la sazón. De�de el puntoinhumanicb fo ma de u a Co stitució - a las leyes eternas e
n t 0 o en
moral, se evidencia con plena dan dad que es de vista de la
ª
r n n n
�b 1e que la sociedad descubre y p redica. �� nueva e'lite .1rr m1:ipe
el que i_mpi_de a l_o� hombres :je r_citar li_breme justamente campo de las pugn as potítrcas con e1 Estado 1m-
nte su virtu o ula d s en el
que les 1mp1de «v1v1 r», y esto s1 mfica, dicho d P in , r em6°argo' la posición moral ga ran tizadora de supe rio ridad
polémicament te-
constriñ_e a �mplear todos los medios posibles co . encia no fue abandon ada en modo algun, o, smo ., que se
Y de inoc ración y fortalecimie
g
n el fin des:¡ . n to. La d.1syun c1o . ent re
su propia vida y, con ello, derrocar la domin . ue 1 bo . cn trca
ación tiránica e · 16
n
dad natural y el campo de la política estatal, declara-
De este modo se abandon a el puro dualismo rei. n o de la 6ª on de esta escisión como remo
po del dualismo político. La enemistad contra moral y se p ro b ra y acia · de 1 a pu ra v10 ·
· 1 enc1a,
el
barazada de su relación indirecta. La sociedad Estado rcsu) lo pa gr an d a d a y agudizada .' ahora sirve para defen der la in ocencia de
gr

ilustrada co e
la sobe ranía política como inmoral, pero ella
misma se es · �ib le agresión. Hasta el presen te -se afirm� en un_ :scn· to di
Rousseau_ avanz� un paso I"?ás: n o sólo es inmora 134_ las fuerzas en liza se habían manter1;1do equt1 I 6 r, ad �s en
l la Í 0
78
ella es qmen obliga a la sociedad, y al homb re mism s oberanía, ic-nria -la burguesía, dicho sea de paso, se cons1d;ra ya a s1 ,mis�a
o,
Estado imperan te a la sazón corrompe al hombre. a ser in ---·factor político indepen dien te-; la ª�:ion de a1 1 orce et a1 reactzo�
0
En tal es
sas, Rousseau n o puede hace r sino exi ir abie rtame OJIIIO ¡ 1, [acción de la fue rza y la reacc1on de las volun tades] constl-
nte el derr vou°:b:Íancement des puissances [equilib rio de po_ten�ias]. La nueva
de dicho Estado. Así, pues, hizo exactamen te
g
lo que él per �.Aa d e a1za frente al ancien régime con la conc1en c1a de absoluta
no deseaba. Ejecutor de la Ilust �
ración , sucumbe a la hip o
Rousseau con jura la imagen del homb re o ri in cresía
"da d política; la voluntad hurgue a, sin emb a_rgo, s1. g_ue ocuI tando
g ario, n atural
en cuanto tal, también moral, ima en junto a la
cual se derriten panagre ivi dad bajo la capa de la necesida� y la 1�ocenc1a de la m_era
pa recen la sociedad existen te y el gEstado impe r reacción. El fermen to revolucion ario de la 1deologia burguesa co��1ste
an te. Esta visión
del homme isolé [homb re aislado], atravesado por ·samente en que se conside ra a sí misma como _mer� «reacc�on».
la originaria· �ue Ja inocencia obliga -y en es_te punto se anunc�a la mfluen c1a ?e
cia de su o rigen ext raestatal, es el hilo conductor
ficticio a lo Rousscau, que se añadió a la de los ilust rados pro�res1stas y puso_ a �hs­
cual se despliega el pron óstico de Rousseau. Aun
que haya ente posición de la pugn a política las fue rzas del corazon y d�, los sent1m1en-
man era estrictamen te política el concepto de crisis
, el
de su profecía de la crisis se a emejan a la invocació tono y el junto con la volonté générale-,_ fuerza a la revoluc10n a _ presen tar
mo ral de sen ten cia. Seño res y sie rvos son i uales;
n de una ·
. La guerra civil n o amen aza median te los descontentos e _ ilust rados,�
en la crisis, t 511 amenaza se presen ta más bien en la figu ra del hombr: _virtuoso. Su
homb res se ven retrotraídos a su estado o ri in ario,
g
son exam· vere dic to moral n o perman ece ya en el campo de lo pol1t1camen te fa­
te rio r y exteriormente, y sólo el hombre ve rgdadero,
el hombre cultativo y no vinculan te, sino que le obliga al mismo tiempo_ a llevarlo
el homb re trabajador, saldrá airoso de esta prueba 131•
La crisis política del Estado, con tra la que p revi a la realidad. Car la vertu s'aigrit et s'indigne jusqu'a l'atrocité. Catan
n o una y
Rousseau en sus escritos sobre problemas actuales 32 tt Brutus étoient vertueux· ils n'eurent a choisir qu'entre deux grands
1 , fue conjurada
él como crisis moral a partir del état d'homme [co attentats, le suicide ou la rr:ort de César [Pues la virtud se irrita e i n di gna
n dición de h
inocente. Y con ello dio expresión a lo que sus con
temporáneos
compren de r y, en definitiva, escuchar.
a. [Verfassung].

148
149
CRITICA Y CRISIS LA HISTORIA
CRISIS y FILOSOFIA DE

hasta la atrocidad. Catón y Bruto eran virtuos


os·
. entre dos grand7 s atentado�: el suicidio o ' no tuvieron · ne ya preparada la respuesta, y ésta es inequívoca. Es
smo
la . D. 1dero� ne a y su claridad y univocidad radica precisamente
. dad no so o se constituye -para soste muerte de
La soc1e
1 list
ners ,espu_e cd· ��us t�uchons a une crise qui aboutira a l'escla�age ou a
en . ¡uez moral, smo. que, además, se ve constreñida a e a sí duah d a
eJ·ecu - ta é [Acar·.
- • mos una crisis que desembocará en ,la esclavitud o en
ic ia
t.1ca su prop.io vered. Jeto de poder seguir exist" tar en
teto, con ob. ¡;btrl 140_ D ei pour et contre de_I encausari:uent . o cnt1co . surge -una
o muerte del sobera�o: ésta es la alternativa; con d0
ell
ral se agrava, por v1a de postulado, hasta convert o, el : :
•� a. libertad] tad se ha visto complicado en dicho proceso- el «o esto,
que: e Ed e � crisis que trae consigo, de forma ineludible y forzosa,
irse l
,
dec1S1v
.. a d� �axt .ma _agu deza. Las categorías polares en una uc:llo» ��
campo poltttco y, al imponer a éste su impronta son tras o .1 .16n poht1ca. ,
crean unª si crisis es aquí n? sólo un períod? de anar��1a, d_e
a1 ternattva · '
· sm salida postº61e. La crisis se ve determi ta a Diderot, ]a jerárquica141, smo que, por med10 de la cns1s poh­
• nada por � de 0beranía
mo mora1 . H asta que' punto esto es cierto· , se evidencia en 1os el n 'ª ,e de ella se establece un pronóstico electivo dualista 142, que
cos que formula la burguesía acerca del incierto futuro p a crav
Los �ro!16sticos de I_ � burguesía testimonian, desde . 1·6Je �al· El resultado de la crisis es libertad o esclavitud,
lueg ,aoe· tpa e 1 p o
·
crisis correspo,nde a la ��tognos1s · presente,_ de 1 a que
real y ob¡et1vo d _ � la cns1s, p�ro al mismo_ tiempo -y por o, el ' el fin la óstico. En este
de
la cns1s es pensada
,
tamb1en, desde
t,,ot a ª u vez el quía, como estado de inseguridad, en una palabra:
de manera dec1s1va- han fiJado la esencia de esta si fuera pron
crisis. Las
han calentado en exceso, escribe Diderot 137 a la
prince L....,o' como anar
-" . . se determ1na
. de esta cns1s . a parttr . de
San Petersburgo, cuando Luis XVI desterró de París sa Das 1110 guerr a civil·' pero la esencia ,
al Par] • trata solamente, de hec h o, d e1 '
termmo . d e I proceso cn-
el a�o 1771; y con ello pareció quedar eliminado el término. Se · deI Estado
último r:: or la sociedad que se separa vo1 untanamente
po_s1ble p�otección jurídica ante los atropellos del pode
r arbitr � . .in coado p mismo Estado. La cns1s . . se .
convierte en tn .b una 1 mora1
el 1ncend10 se propagó, y los principios de libertad e c:n cont ra d e este , •
independ:1� as 1e e e tán .
escntas en 1 os corazones d e 1 os cnt1cos b urgueses 143
.
cerrados h�sta entonces en el corazón de los hombres la inseguridad política,
capaces de cu
Con el c mien \ zo de la crisis no sólo irrumpe
s� establec_1eron ahora de modo abierto y sin velos · ·
OJeada al _ t1emp_o pa_sado; el espíritu del siglo es el de
. Diderot t cuyo ce'rmino -lo mismo que ,
en Rous eau- es 1mpos1 • º61e pred ec1r;
la liberrar;8 ario, la cns1s . . pohtica. es un momento trans1to�1?, cuy� fin •
del todo rmpos1ble mtentar poner freno a su asalto impet ant al contr
uo , ya ín ito en las categorías de la Crítica b_urguesa. La esc1s1?n cnuc_ .a
que �e_s hommes ?�t osé d'une maniere que/conque donne so. de_
r /'aussa,a entre la inocencia moral y el pod�r, conver�t?? por ??ra dicha esc1-
ó· n en violencia inmoral, determma la dec1s10n polmca. Com? resulta
barriere de la reltgion, cette barriere la plus formidabl
e qui existe
, y en favor de quién, par�ce quedar, para D1derot,_ en el a1r�; pero
la plus respectée, il est impossible de s'arréter. Des
qu'ils ont toun,I
· la decisión tiene lugar -y tiene lugar con toda segundad-, solo hay
regards menar¡ants contre la majesté du ciel, ils ne
manqueront
d o po ibilidades: despotism� ? libertad. �a autogn?sis moral, política­
moment d'apres de les diriger contre la souverainet
el momento en que los hombres, de la manera que sea,
é de la terre
a tomar �or asalto la barrera de la religión, barrera
se han a�,_.­ mente indirecta, de la nueva elite, que habta determtnado la cnt1ca has­
de las existentes, y la más reverenciada, resulta impo
la más fo ta el momento presente, determina asimismo el final de la crisis desde
sible det�. ---­ el momento en que la élite se dispone a enfrentarse directamente con
Desde el momento en que dirigen miradas torvas contr
a la rna· el Estado. Son innumerables los pronó ticos electivos dualistas y las co­
celestial, no tardarán inmediatamente en dirigirlas contr
a la so rrespondientes exhortaciones a decidirse de manera radical en favor de
terrenal] • 138
la libertad o de la esclavitud; el hecho político de la crisis, unido a ellas,
El �ncausan:iiento proseguido hasta entonces por la Il us la cri i en cuanto guerra civil, es nombrado muy rara vez 144•
tracicSn,
esto 9ut_ere decir por la Crítica contra Estado e Iglesi
a -que Tenemo , pues, una ambivalencia, a saber: por una parte, enfren­
constttu1do el contrapeso dualista frente al cual pudo
tarse al Estado constituido no ya de modo indirecto, sino directo, ex­
autoconcie�ci� burguesa- 139, amenaza ahora, abierta cruda arse
desarroll
y hortar y conjurar a una pugna intraestatal, y, sin embargo, entender este
pode_r _const:�1do. Y con la amenaza al dominio regio se vuelve
mente,
no proceso político como tribunal moral, cuya decisión -de un modo o
la cns1s polít1c�. Te/Je est notre position présente, et
qui peut di,r de otro- anticipa ya el resultado político; en esta ambivalencia a la
cela_ nos �ond�tra? [Esta es nuestra condición prese
nte, ¿y quién p que nos referimos radica y se encierra la conciencia de la crisis propia
�ecir �-ac1a ??nde nos co�ducirá esto?]. La seguridad desap de la burguesía ilustrada, conciencia determinada a partir de la crítica
arece, y
s1tuac10n cnttca trae consigo, forzosamente, la interrogació hecha política.
n

150 151
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

Si la existencia del poder político imperante a


convertido por obra de la Crítica rigurosa en un crim a sazó fico-histórica. La Filosofía de la historia logra que los
p1an era filoso'
l
e, en u: impulso segundad para produci·r 1 a cnsis · · como
deducía de ello para el ciudadano que el derrocami "" co n qu1s • ten
.1.
ent
soberano, esto es, la crise, no puede ser otra cosa que o de este a
H asta el momento -dice, por ejemplo, el abateRay un tribunaJ
ral
�;:O tO�? d licar est o más clar amente hemos de ceder ahora
nal con el ¡eto e exp obtuvo máxima influencia en las dos décadas
dominante ha impedido una subversión y ha puesto - el hombre que
violencias y desmanes: a prévenu ces éclats, ces viole fre�o a a. ....labra a un anteriores a la granRevoluc10n; · , no. s. refenmos · a1 abate
..,.13ramente
11'"'
ou la tyrannie, ou la liberté populaire [ha p revenid s, d'or', �
nce 1 fue un auténtico p ofeta d e 1 a cns1s, y a d emas , en un
t47 Rayna
o esos 1t,ynal n· º do . ofeta de la crisis en cuanto que anuncia
r
esas violencias de las que resulta o la tiranía o la liber · ¡a guerra :1v1 · ·¡
ta clcJb�C se n .
Pero ahora, escribe en 1780, los déspotas no pueden c d pop jrll11 1nente Y r�fe ta al mismo tiempo de l tribu��¡ moral, que con¡_�r a
ontar ya
eterna exención penal; por e l contrario, la sociedad y l Pza filosófico-histórica de que la cns1s transcurre tambien,
as 8 con la certe entido de su pronostico , . forzoso. ]'at• cru m ,entretentr·
rán de e llos: Ainsi, quand la société et les loix se venge leyes se o e eI
particuliers, l'homme de bien espere que le chatiment des des
nt de hechProv1 , �d en sce [ M e pareció conversa r con la P rovidencia], observó
coupabJQ ,vtC. la cas10n ·
, Federico e l Grande' tras mantener una conversac10n .
,
prévenir de nouveaux crimes [De esta manera, cuando
la soci e ll e1 e e a o
I cuya 1·ronía le pasó totalmente inadvertida al abate fugit1vo ..
r
leyes se vengan de los crímenes de los partic
ulares, el hom con Rayna . , francesa s_ 1 Rayna fue un típic
tiene la esperanza de que e l castigo de los culpables pued bre de, .1. la p o 1 1cia
4
. . phi l osop . h e d e l'h. tstotre,
.
""
l o
un solo pensamiento genumo y p op10, pe o que,_ en
riores crímenes] 146 • E l pronóstico electivo dua
e apena tuvo
a prevenir
lista en el que se
r r
qu cah.dad de miembro asiduo. de los sa1 ones pans1enses, supo compi ar
. .
la incertidumbre de la inminente guerra civil se revela como . , t49 p .
1
tico forzoso terminal, que anticipa de modo volitivo, co un celosa Y p un r ualm ente as opm10nes que a í c rnan . c1sam n t e en
mo
l ll o re e
do, el veredicto moral recaído sobre el antiguo mundo. El ya
término anto Obra colectiva de los principales representantes ,
de la Républi-
cu des Lettres, su obra constituye un _termometr? i·deal de_ 1 a F� lº�?f'ia
º
crisis está encerrado en el justo castigo de los criminales.
La guerra
se ve conjurada así en el presente, en la misma medida en
que de a h i coria que imperaba por doquier a la sazon y que �prmuo su
q,,tl
so es entendido como la ejecución práctica de una jurisdic su llo dec1 · 1vo · a la burguesía. En sus deseos y espe,ranzas privadas era
ción 1 p ogre sista y moderado; siempre se mostro partlºdano · de una
La interpretación dualista que aplican los «filósofos» a l
a Rayna r
pronóstico s de elección, agravados hasta convertirse en una uan fo rmación lenta y segura de las condº1ciones · . existentes · con e1 fin de
. , equiliº brada11s0. E n
de dos términos únicos, no son sino una traslación de las b· a una Constitution tempérée . [Const1tuc10n
alte
ca
amar
mentales forenses de la conciencia ilustrada, de los rigurosos teon'a políticas, por el contrano, pisa º ba ya eI terreno dR e ousseau,
bo ó en p de una sobe r anía indivisa del pueblo 1s1 , y f ue . tamb ien '
º
tos de una justicia moral, al campo de la historia. La crisis v
ª g ro
ena proceso moral; con ello quedaba eliminada la cuestionabili
l situación crítica, encubierta la crisis y agudizada por obra
seco
-pese a su condición eclesiástica- un heraldo de la religión natural del
corazónm. En cuanto hombre virtuoso, por últim?, e 1 /nquisttt .. , c? ·r
de _ _ ?1º
mismo encubrimiento... La ocultación de la cri is como crisis solían llamarle sus amigos, se erigió a sí mismo ¡�ez ? en_ m r �l� dlVld�o �
es su agravamiento, así como, a la inversa, permanece oculta en mundo en dos mitades y seguidamente las sometio a su ¡ uic10. Il s a�tt
vamiento. La crisis del siglo xvm radica hasta tal punto en las
el avant tout d'etre vrais, et de ne pas trahir cette conscience pure et drotte
rías dualistas q_ue eliminaron aparentemente lo político� que.,...1-en--• qui préside a nos écrits et nous dicte tous nos jugeme7!t� [Se trata, por
__,.. encima de todo, de ser verdadero, y en absoluto tra1c10nar esta con­
decirse: la crisis surge de la dialéctica de moral y política y es
dialéctica al mismo tiempo; tal cosa significa que la crisis sólo ciencia pura y justa que preside nuestros escritos y dicta todos nuest�os
porque, en el fondo, permaneció oculta en cuanto crisis política. juicios]153• El salto desde la jurisdicción moral hasta el reaseguro filos_ofi­
Velar este encubrimiento en cuanto tal encubrimiento consti co-hi tó rico se torna claro y evidente enRaynal. El constante ��redicto
función histórica de la Filosofía utópica de la historia. En ella y condenatorio que recayó sobre el despotismo desde el alto sitial de la
mismo tiempo la agravación, por así decirlo adicional, de la crisis, moral recibe en él el rango de un tn .bunal umve · r a¡1s4.
que suministra la evidencia de que la decisión pendiente tiene de En 1770 publicó por vez primera -de modo todavía anónimo- su
el resultado de un juicio moral. E lla pone en evidencia el carácter Histoire philosophique et politique des établissements et du_ ;ommei;ce
evitable del decurso histórico, con el cual se identifican los ciu des européens dans les deux Indes. Se trata de una elaborac10n filosofi­
para ejecutar su veredicto moral en alianza con la historia en co-hi tórica de la crisis política. El impulso del que brotó esta _ obr�, Y
que imprimió a la misma su carácter, partió directamente de la s1tuac10n ,

152
153
/ CRITICA Y CRISIS CRISIS Y FILOSOFfA DE LA HISTORIA

.out est changé et doit changer encore [Todo ha carn b· dir e de encima el yugo de los déspotas del otro lado de los ma­
1e cambiar]; con estas palabras abre Rayna1 su obra u.s ¡,ors;:; its a opter entre l'esclavage et la guerre [Forzados a optar entre
• \u d y la guerra]161, acabarán por echar mano a las armas, y la
;ions passées et ce/les qui doivent suivre, ont-el/es été · 1 av
elle!> Jtre utiles a la nature humaine? [Pero las revoluciones� � e _ �aerá, con toda certeza, del lado de la inocencia americana. La
Y1ct� a de los virtuosos colonos americanos será
las que deben venir, ¿han sido, pueden ser útiles a la naturale r au tonomía política
n
nanen e ceso h
. , ·
1stoncamente obturado y, en real1dad, mora1 ,
pro
:ft.
na?]. Es una pregunta típica de los salones de París, y es preciS:
º
•no de un
p..-·

pregunta de la crisis. Se interroga por la «utilidad» de la revoluc·ó l ré


e :f1 re el Antiguo y el Nuevo Mundo. La escisión crítica entre la
ent
libra º
respuesta la da la historia. Pero la historia es captada mental rn� r al y la p olítica conduce -mediante el rodeo, geográficamente tan
las categorías de la crítica moral. 111� nre de la separación entre Europa y América- hasta la victoria
Raynal escribe la historia de dos mundos, del viejo y del nu socaeda .
de 1 nueva hechos históricos y geográficos ganan por tanto sentido y
eY1de , . d
reino natural e inocent _ : de los selvático� países trans?ceánicos, que �odo los
mediante el fermento filosófico-histórico que empapa­
ta el momento constituia el gran reservoir de una crítica indirecta h ión interna
el despotismo156, adopta el papel histórico de la nueva sociedad : 1� p áginas de esta obra y que ella logró expandir e imponer. El cami-
no habla directamente del Estado francés y de sus contrincant� seguido por Raynal para hacer visible y comprender en su realidad
de decisión que imper�ba en Francia sigue siendo un
rales», educados según el derecho ideal del bon sauvage, sino que rlare nte e tado
to. En efecto, Raynal se sirve de un doble rodeo, a saber,
la historia de dos continentes con objeto de dar en el blanco, aun camino indirec
directamente, del état actuel de l'Europe 157 • En el decurso de la en torno al planeta y del rodeo en torno a la historia. Se trata
del r odeo
económica y colonial de los Estados europeos en Ultramar Ja d del rodeo propio de la Filosofía de la historia, encaminado
.... realida
.., . 1a i62 .
ria universal se convierte en el tribunal universal. La inocencia a om pre n d er 1 a cns1s
. . actu al y... a coniurar
que impera más allá del Atlántico y la tiranía que oprime a los h o Todo el último capítulo, redactado por Raynal en el año 1770,
aquende el océano se enfrentan entre sí cual dos reinos maniqu con tituye una exposición indirecta de las circunstancias francesas y al
parés par une mer immense [separados por un inmenso mar]u•. mi mo tiem po una exhortación a emular el movimiento americano de
Separados por el océano, con el descubrimiento del Nuevo indep ende ncia. Cada una de sus frases lleva al lector a un constante ir y
do da comienzo un único y poderoso proceso histórico entre enir entre las colonias ultramarinas y la nueva sociedad ideal france a;
y Europa. El decurso histórico de este proceso se cumple plen ribe us relaciones con la metrópoli londinense y se refiere en reali­
según el esquema que había dirigido hasta entonces la crítica dad a la corte de Versalles.
indirecta. La oposición polémica entre la inocencia moral y el d La brutal legislación tributaria promulgada por el Parlamento bri­
mo inmoral es ubicada ahora geográficamente y proyectada sobre tánico (e to e , por la corte francesa) dio origen en los Estados a una
sado, con objeto de enderezar el rumbo -con necesidad histórica, ejemplar résistance indirecte et passive 163 de los inocentes colonos. Éstos
es una necesidad moral- hacia una decisión terminante y de son ca tigados sin haber cometido delito alguno, y la situación se pro­
Oprimido y explotado, el nuevo mundo -virtuoso y dotado de longará hasta que ellos puedan gobernarse a sí mismos -en realidad,
chos originarios e inviolables- se zafa de la despótica soberanía el objetivo perseguido por los burgueses franceses 164-. La diferencia
señores coloniales. El orto del nuevo mundo y el ocaso del viejo entre el ancien régime y la nueva sociedad es arrancada de la vertical
del despotismo no son sino un único movimiento interrelacio ial y ataviada con ropaje geográfico. El dualismo moral que orientó
equilibrado. Ambos continentes, América y Europa, se asemejan a dirigió la Crítica hasta entonces se amplía hasta la dimensión de una
platillos, uno de los cuales sube mientras que el otro baja nece diferencia atlántica entre el Antiguo y el Nuevo Mundo. Esta diferencia
te. Con la época presente ha sido alcanzado el tiempo del cambio, atlántica e convierte en señal histórico-universal de la crisis, que fuerza
giro, de la vuelta súbita. La obra de Raynal concluye con la e una reacción, un cambio definitivo. Así, pues, en el enmascaramiento
del latente movimiento de independencia de los colonos ameri enigmático de una construcción histórica global, universal, se invoca ei
culmina en el pronóstico de su definitiva liberación 159• Para a derrumbamiento del mundo antiguo. Si la distancia que separa geográ­
dar alas al movimiento, más de veinticinco mil ejemplares de la ficamente América y Europa es insalvable, la victoria de la nueva socie­
Raynal fueron distribuidos en las colonias americanas160• La inv da� obre el despotismo es moralmente segura. Hélas!... les crimes des
resistencia de los colonos, muy cercanos a la naturaleza y a la vida ,o,s et les malheurs des peuples rendront meme universelle cette fata/e
mitiva y, sin embargo, poseedores de una mentalidad ilustrada, C4lastrophe qui doit détacher un monde de l'autre. La mine est préparée

154 155
CRITICA Y CRISIS CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

o contra el soberano a causa de lo excesivo de una opresión


sous les fondements de nos empires chancelants; les matériaux de
ruine s'amassent et s'entassent du débris de nos loix, du choc et de"' subl�vad Desde el momento en que el que fuera en tiempos esclavo
onunuada e su cadena, y confía su suerte a la decisión de
e oti�mo romp
del d fa se verá forzado a masacrar al tirano, exterminar su linaje y
mentation de nos opinions, du renversement de nos droits qui fa·
notre courage... de la haine a jamais irréconciliable entre des hom,,_
la e P� d y cambiar la forma de gobierno de la que había sido víctima
Po terida ,
ches qui possedent toutes les richesses et des hommes robustes, �
meme qui n'ont plus ríen a perdre que leur vie [iEn fin!. .. Los c..111.,. los. Si se atreviera a menos, sena tar 168e o temprano castiga
· do
· , d
ran t sig
de los reyes y las desgracias de los pueblos convertirán en universa¡ du \aber tenido sino un coraje a medias...] •
11_

par �
fatal catástrofe que habrá de separar un mundo del otro. Ya estt guerra civil, que Raynal confiaba en poder esquivar, llevado de
parada la mina en los fundamentos de los imperios tambalean zada fe en el progreso, fue legitimada por él abiertamente
materiales para su ruina se amontonan y ensamblan a partir de la su _Pera n reducción moral de las circunstancias imperantes a dos
d
e 1 n ce su
persión de nuestras leyes, del choque y fermentación de las opini m 1-:iones radicales. Les partís extremes et les moyens violents [Las
del trastocamiento de nuestros derechos, alimento de nuestro c o 0
� ·
ones extremas y los medios violentos] -carentes en sí de justifi­
del odio irreconciliable entre hombres disolutos que poseen t p<>S_I��- se tornan justos por obra de la inmoralidad del soberano 169•
riquezas, y hombres íntegros, incluso virtuosos, que no tienen nada
perder excepto la propia vida] 165•
�d ali mo moral, que hasta el momento presente había dirigido una
� indirecta del poder, siempre dentro del marco del Estado existen­
Dos mundos se separan entre sí. En la misma medida en que �;� había hec�o �osib)e una cr_ítica I?editada, justifica a�tomáticam��-
sible evidenciar el dualismo moral en la polaridad geográfica, con te la guerra civil si la virtud qmere pisar el terreno propio de la acc10n
pulcritud, resulta insalvable en el ámbito del mundo social. En a lítica. La guerra civil es un evento inocente; conduce, sí, a violencias
contradicción con las condiciones existentes de hecho tanto en F � crímenes sinnúmero, pero su esencia íntima está determ�nad� por
como en América, hay sólo dos clases: ricos y pobres, propi.. ..,Qll.,. la crítica política. Con la condena moral del Estado, con la identifica­
despo eídos, c'est a dire les maftres et les esclaves [es decir, señ ció n entre Estado y violencia pura, dada junto con la escisión dualista
esclavos] 166 • Los estratos o clases sociales, de acuerdo con la · de la realidad, con su estigmatización como amo cruel de esclavos, la
dualista del mundo de los potentados carentes de poder político, se rebelión contra esta soberanía estatal injusta se convierte en un enjui­
envueltos en la crisis que posibilita a aquellos que pertenecen al ciamiento moral. La guerra civil es para el Estado una crisis, pero ésta a
de los virtuosos carentes de poder vencer al cabo lo mismo que los 511 vez e para los «ciudadanos» un tribunal. La garantía interna de que
ricanos. Las divergencias son insalvables, como el océano Atlántico, en el amenazador estado de inseguridad la crisis política hallará al fin
separa la virtud de la maldad. En vain... d'établir un traité de paix un término favorable, yace ya en la inocencia política de una Filosofía de
ces deux conditions [Superfluo... establecer un tratado de paz entre la hi toria que no conjura e invoca esta cri is como guerra civil, sino la
dos condiciones] 167• Intentar atemperar la tensión o suprimirla del guerra civil como tribunal moral.
es una quimera vana; dicha tensión sólo puede ser suprimida m El decurso de la subversión profetizada por Raynal obtuvo muy
una decisión radical. pronto la confirmación de eada por obra de los acontecimientos his­
El tribunal moral, invocado por Raynal a través del rodeo de tórico americanos. Thoma Paine acompañó todos los sucesos que se
filosofía universal de la historia, válida para todo el planeta, no es desarrollaron entre 1776 y 1783 con sus comentarios periodísticos, que
en esta concreta situación -y en este punto no permite él la defendían con agresividad radical la posición de la libertad. Paine eligió
duda- que éste: la guerra civil. Gardons nous en effet de confi para u revista el título The Crisis. Con la seguridad instintiva de un
résistance que les colonies Angloises devroient opposer a leur m divulgador propagandista -lo que, a su modo, era también Raynal en
avec la fureur d'un peuple soulevé contre son souverain par l'exdstl Francia 17º- comprimió en esta palabra el doble sentido de una guerra
longue oppression. Des qu'une fois l'esclave du despotisme auroit civil que al mismo tiempo era la ejecución de un enjuiciamiento moral
sa chafne, auroit commis son sort a la décision du glaive, il seroit que, con la misma seguridad con que se separan entre sí dos continen­
de massacrer son tyran, d'en exterminer la race et la postérité, de ........_I!'. t conduce al cabo a la victoria de la inocencia y de la libertad. Con la
la forme du gouvernement dont il auroit été la victime depuis da guerra de la Independencia se inicia la época en la cual virtud y vicio se
eles. S'il osoit moins, il seroit tot ou tard puni de n'avoir eu qu'un paran entre sí, porque los corazones humanos son medidos y sopesa­
courage... [Guardémonos de confundir la resistencia que las co dos. These are the times that try men's souls [Éstos son los tiempos que
inglesas habrían de oponer a su metrópolis con el furor de un ponen a prueba el temple de los hombres] 171• La guerra civil entre los

156 157
CRITICA Y CRISIS
CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

colonos y las tropas de la metrópoli británica era, par


a ne crítica política indirecta, que se vio remiti­
moral; y con la terminación de la guerra, en el año l 7Pai una r o ¡ ciones?». La
recayó en favor de la moral: l a tiranía -difíc
83 iª ótil la :vprfncipio a un futuro de c�áct�r utópico, h�lló su �pare?te
e _u _
il de de
infi_erno 172- había sido derrocad�, and the greatest and rro� dad s·dnu ento e n
una Filosofía de la histona que· garantiza la · e1ecuc10n
·
l
CIJl11P re di ros burgueses. La certeza progresista en la victona fina1
I
lutwn the world ever knew, gloriously and happily comp/
acco de lo v_ � eescatológicas del Juicio final no se excluyen entre sí, en
más grande y completa revolución que el mundo ha con mp/� 1 vi ion ei. antes al contrario, ambas se basan en la apolítica autocer­
ocid:'
y felizmente cumplida) 173• al n
oiod0 � l�s actos enjuiciadores burgueses. Estos actos son proyecta­
L� c_ ;rtid��bre moral de qu� el fin ?e la crisis se hall pdu rernb
ro y determinan también para los ilustrados e� decurso,
la �sc is10n cntica entre moral e mmorahdad se convirtió a ya obr.e ef futu
batientes burg�e�e�, a través_ de la guerra americana de para l la conclusión de la crisis. El futuro parece haber sido alean­
Ind la nc i�ediante la escisión crítica de las leyes y el poder imperante, el
en un hecho histonco y una mcontestable verdad política. epen o a
empleo �e la vio!encia, la victoria estab� unida de antem Inclu zad dy . ubsistente a la sazón esta�a con?�nado ya h�sta tal punto, que
ano fsta � ión encargada de introdu_c ir la cnsis_ se asemeJ�b� en todo a �na
ras de la mocenc ia: The harder the conflzct, the more glorio a 1:
[Cuanto más duro el conflicto, más glorioso el triunfo) 1 74; the
us � de�ión de sentencia que habra de cumplir en !ª. practica �l vere?ict?
ejeCll
las pugnas bélicas estaba establecido ya, de hecho, en la
el té p r nunciado por los ciudadanos. Es el espmtu de equidad y Justt­
de partida, y con ello podía justi_ficarse asimi�mo una guerr
posición
a
�rt
Cia. 1ce
�aynal /'esprit de justice, qui se plait a compenser les malheurs
,s ar un bdnheur a venir [el espíritu de justicia, que se complace en
su resultado final, moralmente cierto 175• El eiemplo americ civil,
an o 0 cornp epnsar la infelicidad pasada mediante la felicidad venidera] - Y en
passe 18º
constató esta doctrina.
ve tl a, con e
La exagerada potenciación de las antítesis polémicas, co tanto e· n Cuan
1 l'
to la antítesis de mora y. po 1t1ca . f ue r 'd · fi caz y
nsu sobre los contmentes eu opeo y amencano, ha-
Raynal con carácter válido para todo el mundo al extende mada suge nvo naturalismo, · · ·
r
r el d . tramar
moral histórica y geográficamente, recibió por tanto una ¡ló Ia certl.dumb re utópica un en d urecrm i ento a d' ic10na l Ul · · fu'-
y
coben11, Raynal, el campo ficticio de desca ga que ga antiza m di-
garantía solidísima -tanto histórica como geográfica- por : ... _. ruro so , n para r r
ente una victoria de l a mora1. Con e11o, la cns . i.s quedaba venci'da
las guerras de Independencia americanas. Raynal acogió en m
su
rrafos enteros -y por cierto, los más revolucionarios- de los 0 reaai;
º rada filosófico-históricamente. En una superación de este género,
co \ :mbargo, radicaba justamente su agravaci_ón. _La historia col�n_ial de
rios escritos por Paine; el libro de Raynal fue devorado ávida
mente Ray nal, en la que se capt� y re��:moció ya la m�nente guerr� clVll, �ra
el público francés hasta un total de cincuenta y cuatro reedici
Las categorías maniqueas de Antiguo y Nuevo Mundo y la al mismo tiempo una con1urac10n de la subver_s1on� velada_ baJO _ ropaies
im filo ófico-históricos. C risis y Filosofía de la h istona se ev idencian con
sa necesidad, unida a ellas, de adoptar lo mismo que en Améric
a ello como un fenómeno doble, complementándose recíproca��nt� y
decisión rotunda y definitiva, se volvieron virulentas también
en guardando íntima relación mutua. Se basa ésta en, �l proceso cn�ico i�­
cia. El secreto, el misterio guardado durante tantos años, surge
a la luz. Leur cause est ce/le du genre humain tout entier: elle llei!IU!l� coado por la burguesía contra el Estado. De 1� �nuca surge la Filoso�ia
lt de la historia· la Crítica es el heraldo de la cns1s. La naturaleza propia,
notre... [Su causa es la de todo el género humano: se convierte
la peculiarid;d de la crisis, esto es, la de ser vista por l?s ciu�adanos y
nuestra] 17 • Y tras del ejemplo americano debe esperarse con razón
7
la inminente crisis se desarrolle de hecho en el sentido de un p al mismo tiempo no vista, ser querida por ellos y al mismo tiempo �e­
moral'78• La guerra civil, inminente ya en Francia, y que Raynal supo chazada se daba sobre la ambivalencia de la Ilustración, que proporc10-
conocer claramente en cuanto tal, recibió mediante la glorificación nalmen;e a su proceso de desenmascaramiento trae consigo la censura
poütica. La incertidumbre de la crisis es idéntica a la certidumbre de la
alzamiento americano el halo de una necesariedad trascendente a
los participantes en ella, transoceánica por así decir 179• Una lucha planificación utópica de l a historia. Una provoca y requiere a la otr�, y a
da entre el ancien régime y la nueva sociedad -caso de que hubi la inver a; y ambas juntas perpetúan desde entonces el proceso ab ierto
verificarse- permanecería retenida y celada en el seno de la Fil por la inteligencia burguesa, sin vislumbre real de tal cosa, contra el
Estado absolutista.
de la historia de alcance y extensión mundial, que culminó en la
La utopía burguesa es el «hijo natural» de la soberanía política ab­
forzosa de dos mundos.
Así, pues, Raynal dio respuesta a través de un rodeo filosófic solutista. Con ello el Estado sucumbe a sus propias condiciones. El Es­
tórico a la cuestión crítica planteada por la situación de par tida: • tado, en cuanto réplica a la catolicidad cristiana que se descomponía,
era una estructura formal de orden y jerarquía que había de apartar a

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CRITICA Y CRISIS CRISIS Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA

un lado necesariamente al hombre en cuanto tal, si quería salva . ncia extrapolítica y suprapolítica, que -si bien sólo había sido
su propia forma. El súbdito fue privatizado en cuanto hombre CO11c1e. c1'pio una rep , 1·tea, cond'1c10na
· ,
n da por 1a s1tuac10n,
· · a1 abso1utlsmo
·
defender y garantizar su soberanía, el Estado absolutista proCU1'6 P . , .
e11 n e- se hab'1a potenciado a s1 misma como autogarantia , , .
t utop1ca.
todos los medios crear más allá de la religión y de la política un ¡111pen;és condenado a desempeñar un papel apolítico, halla refugio
de indiferencia que defendiera al hombre de los terrores de una El bur
civil y le permitiera acudir tranquilamente a sus quehaceres y ne
El hombre en cuanto súbdito, desintegrado, se agrupa al fin · ..
g
t11: copia. Ésta le suministró su seguridad y su poder. Ella fue, en
�va el poder político indirecto kat'exokhen, en cuyo nombre fue
de n � el Estado absolutista.
mente a través de los miembros más destacados de su inteligen.., ,·._ derrfªd
_,_ el bellum omnium contra omnes de la República de las Letras
la sociedad civil-burguesa, y procura hallar su nueva patria en el repetidamente, nuevos motivos para anticiparse previ-
apolítico y arreligioso. Pero donde la encuentra es en la moral, esto hallo, �a moral,
a la acción soberana, que carece de motivos, de razones, en
en el producto de la religión privatizada en el seno del Estado p r ent e
�roso sentido de la palabra. Esta moral hubo de vivir del cambio
y concluso en su forma. Su campo de acción es el mundo: el eI n
c e de argumentación, porque le estaba vedado, de acuerdo con
ilimitado y abierto. El sistema absolutista de Estados sucumbe
asalto indirecto de una sociedad que invocó precisamente aquella
'° 11 ant encia, el acceso al poder. Finalmente, se vio obligada a de­
ropia es
su �tar al monarca. Llevada de su desesperación ante su propia inca­
universal que el Estado quería eliminar, y con la cual -sin t ocar ca� a reconocer la esencia del poder, se acaba refugiando en la
a dad par
ticamente, en apariencia, el Estado absolutista- hizo saltar sin p ra vio lencia. Usurpa el poder con la mala conciencia de un moralista
dio, desde dentro, este mismo sistema. La concentración del J>Otkll!IÍIIIII
:nvencido de que el sentido y el fin de la historia son convertir el po­
las manos del soberano absoluto hizo posible, al otorgar su pro
der en algo superfluo.
política, la formación de una sociedad que el absolutismo, en La utopía, en cuanto réplica dada al absolutismo, inaugura con ello
sistema político, no era capaz de integrar en su seno. El Estado en el proceso de la Edad Moderna que ha dejado tras de sí, hace ya mucho
ª
to producto, condicionado por la época, de las luchas religiosas tiempo, su situación originaria de partida. Pero la herencia de la Ilustra­
sionales -cuya formalidad había mediatizado estas pugnas de ci ón es todavía omnipresente.
confesional-, se ha convertido en la víctima de su propia evi La transformación de la historia en un proceso forense provocó la
histórica. cri is en tanta mayor medida cuanto que el hombre nuevo creía poder
La disolución del absolutismo se lleva a cabo en el curso de un· uaspasar su autogarantía moral, sin el menor reparo, a la historia y a
tuoso proceso en el cual la Crítica burguesa había desgarrado el la política, esto es, cuanto que era un filósofo de la historia. La guerra
de la historia. Los veredictos del ámbito moral interno sólo reco civil, bajo cuyo signo y ley vivimos hoy todavía, fue, desde luego, re­
en la realidad imperante una entidad inmoral, que provoca su conocida, pero al mismo tiempo se la minimizó, se le quitó toda gra­
nación en la medida en que los jueces morales mismos son impo vedad mediante una Filosofía de la historia para la cual la decisión
para ejecutar sus propias sentencias. En idéntica medida, sin em política pretendida sólo representaba el término previsible y forzoso de
creció en la nueva élite la conciencia de encarnar el verdadero un proceso moral suprapolítico. Pero precisamente en esta minimiza­
ser moral, el ser auténtico. La historia se ve desposeída de su ción radicaba la agravación, el endurecimiento de la crisis. El postulado
dad, para asentar sobre la razón a la moral burguesa. Los ciu -concebido a partir de una imagen dualista del mundo- sostenido
burgueses apolíticos, enajenados de la historicidad, consideran por los combatientes burgueses, a saber: la moralización de la política,
lo más natural del mundo el que la historia, en cuanto pecado o · era tanto más un desencadenamiento de la guerra civil cuanto que en la
de la naturaleza, deba ser desandada. La historia no puede ser subversión, en la «revolución», no se veía en modo alguno una guerra
mentada de otro modo sino filosófico-históricamente, como un p civil, sino justamente el cumplimiento de postulados morales. Encu­
de la inocencia que tiene que realizarse objetivamente. De la C brimiento y agudización de la crisis son un solo y mismo suceso. En el
soberana brota, de manera aparentemente libre de trabas, la so encubrimiento se encierra ya la agudización, y viceversa.
de la sociedad. En su condición de autor, el intelectual burgués La Crítica inició este proceso; y al permanecer los jueces críticos
ser el creador de autoridad por antonomasia. La guerra civil i en una r elación indirecta con respecto a la política delimitad
a de modo
te, cuya terminación seguía siendo tan imposible de prever cuanto
todavía estaba pendiente de hecho, estaba ya decidida moralmente
el ciudadano. La certidumbre de la victoria radicaba justamente a. [Neuzeit].

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CRITICA Y CRISIS

dualista, enceguecieron para la osadía y el r1·


. . . esgo de toda NOTAS
Y dec1S1o s
. . nes polítlcas en las que' no obstante, se actua1i· z
movmuentos h istóricos. an
El hecho de que no comprendiesen esto fu .
de la situaci�n-1:a I!ustración, obligada al ca m m bi Capítulo 1
u;a�: po ��1c u na
ante su propia mumficación. La nueva élite vivía l o,
en la eh�
nor_ma�1v1· ·d ad m ora1 cuyo sentid · o político radicaba de v1d ·
ant1te· s1s con respecto a la ' �e l
• política . absolutista·, la esc1. s16
po1�t1ca
, ¡
gob erno, a ommpresenc1a de la Crítica n de esis del Estado moderno, cf. W. Naf, «Frühformen des 'modernen
t. Par a 1. gén ter»: Historische :Uitschrift [en adelante HZ] 171 (1951) [trad.
mdirecta del poder, cuya significación política y ¡le�•ti p ª
. itt elal
' un ��
re rnó idea del estado en la Edad Moderna, ed. de J. L. Monereo,
a

e nza z Vicén, La
ello precisa mente debido a su autocomprensión : clt F. Gora nada, 2005]·' Íd., Die
d u lis :�: ' rn
Staat und Staats-
G . Epochen der Neueren Geschichte,
o�ulta para sus actores. Velar este encubri m iento ft gang des Mtttelalters bis zur Gegenwart, 2 vols., Aarau, 1945, esp.
miento fue la función histórica de la Filosofía de I en _cua� to
m Aus
�h v o
temente, F. Hartung y R. Mousnier, en su informe «Quelques pro­
a h1ston 9/ Recien
, ,
� PI'- 2
en la que había degenerado la a.
·er nant la monarchie absolue», en Storia Moderna. Relazioni del X Congresso
h·1pocres1a de ¡a hipocres1a
L..-conc . .
,
e!lo se hab1a consumado un salto cualitativo que Cr . ......- - . Je di Scienze Stonche, Firenze, 1955, rv, pp. 1-55.
.....-z,ona
. , . veda a todosi1 2· Cf.Hw.
¡¡f, Die Epochen, I, pp. 411 s.
c1pes_ la comprens10n y certidumbre de su propia cegue --�
La Crise de la Consc1ence Européenne [ed. ong. 1935; trad. esp. de
político de la Ilustración se cumple en la soberanía ¡ rª· El an 3 P. azard, conciencia europea, 1680-1715, Pegaso, Madrid, 1975; reimp.
. de ª utopía. . ·• · La crisis de la
t�onab·1·d , _Y e I caráct:r todavía abierto y pendiente
1 1_ ªd drid , 198 8], trad. alem., Die Krise des europiiischen Geistes, Hamburg, 1939,
J t.t,rtaSMa . Rocquain, I.:Esprit révolutionnaire avant la Révolution, 1715-1789,
s1_ones h1stoncamente au� futuras parecen eliminados de todas el!' PP· 7 e p. pp. 1-34.
AfianU.
. !08 ., F.
bien surgen a la luz del dia en la mala conciencia de desde en 1
aquello5 q e flrlS.4_ P. janet, Histoire de la science politique dans
ses rapports avec la mora/e, 2 vols.,
entrega_dos a ellos. Porque la relación indirecta con
la políti u ,-.s. ,1 7; F. Meinecke, Die Idee der Staatsriison, ed. de W. Hofer, München, 1957
la utop1a, 9ue desde la formación secreta de un frente (trad. esp. de F. Gonzál
ez Vicén, La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna,
�o absolutista, co?stituido por la sociedad, aparece contrªi e CEPC, Madrid, 1997]; C. Schmitt, Die Diktatur, München, 1?28 [trad. es�. d� J. Dí_az,
2

dialéc
liza, se transformo en las manos del hombre de los nue ti L, Dictadura, Ali a nza, Madnd, 1985], y su polémica con Memecke: Archw für Soz1al­
vos
un_ cap1ta· l carente de cobertura política. El pagaré fue sa tteni fmsnl5Chaft 1md Sozia/-Politik 56 (1926).
l d d0 s. Monte quieu, Esprit des lois, III, 5 [trad. esp. de D. Castro, El Espíritu de las
primera en la Revolución francesa. ª u,a, Istmo, Madrid, 2002].
6. Cf. la velada advertencia de Barclay al monarca francés: Caeterum cum virtutes
",,tia non plus ex merito aestimentur quam ex populari judicio, nihil mirum, si consue­
tr,do et peccantium cloritas, atque successus nobilitaverit hanc culpam. Quam si premi
tt tripi wpis, revocanda est paulatim ad suorum natalium vilitatem. Hic autem efficies,
pmnum nominis veri dedecore; ut apud te perduellio, conjuratio, perfidia, nominetur; Non
., so/et, magnitudo animi, prudentia, societas, publici boni cura [Por lo demás, puesto
que ya no puede distinguirse entre virtudes y vicios mediante la estimación del mérito,
sino a base del juicio de la gente, no hay por qué extrañarse si las costumbres y condición
nninenre de quien peca, o sus logros, terminan ennobleciendo tal culpa. Sin embargo, si
lo que se quiere es su extirpación radical, hace falta remontarse, poco a poco, a su primer
origen. Lo cual habrá de hacerse, antes que nada, con la infamia en el preciso sentido de
la expresión, haciéndola llamar, en tu entorno, rebelión, conjura y perfidia, y no, como
tmpieza a hacerse usual, magnanimidad, prudencia y atención al bien público] Ooannis
lwdaii,Argenis, Frankfurt, 51626, p. 245).
'f
7. Cf. Dilthey, Gesammelte Schriften, Stuttgart/Gottingen, 5 1957, 11, pp. 95,
107,260 SS.
8. H. Frey er, Weltgeschichte Europas, Stuttgart, 21954, pp. 516 ss. [trad. esp. de
A. Tovar, Historia Universal de Europa, Guadarrama, Madrid, 1958]; R. Schnur, Die
franzosischen ]uristen im konfessionellen Bürgerkrieg des 16. ]ahrhunderts. Ein Beitrag zur
úrtstehungsgeschichte des modernen Staates (orig. [1957] mecanografiado) [luego publi­
cado en Festgabe für Car/ Schmitt, Berlín, 1959].
9. J. Bodin, De republica libri sex [trad. esp., de la versión francesa, de G. de Añas-

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