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LA RELACION DE LA HISTORIA DE LA SOCIEDAD, CON

LA FILOSOFIA, LA TECNOLOGIA Y EL CONOCIMIENTO


CIENTIFICO, UNA APROXIMACIÒN A LA COMPRENSION
DEL LIBRO DE LA HISTORIA SOCIAL DEL
CONOCIMIENTO DE PETER BURKE.

Nuestros antepasados estaban muy ansiosos por comprender el mundo,


pero no habían dado todavía con el método adecuado...
Actualmente hemos Descubierto una manera eficaz y elegante
de comprender el Universo: un Método llamado ciencia.”
Carl Sagan
Cosmos.

En este ejercicio académico de aproximarnos a los


planteamientos que Peter Burker expone en su libro “La Historia
Social del Conocimiento”, para comprender como el conocimiento
y el desarrollo de la ciencia a través de la historia va ligada a la
forma de filosofar de la sociedad de la época, su lectura del
Mundo, para sostener basado en la teoría del conocimiento
generacional de José Ortega Gasset quien sostuvo que “cada
generación es diferente” y cada una de ellas está destinada a
innovar en la cultura con propuestas distintas. La doctrina de
Ortega y Gasset explica los cambios históricos por generaciones,
señalando que “la historia es la reconstrucción de la estructura,
entre el hombre y el mundo, a través de los distintos paradigmas
que se fueron dando que influyeron en el pensamiento humano,
para romper con el empirismo basado en las percepciones
sensoriales, que a través de las revoluciones sociales, se daban
procesos de grandes trasformaciones tecnológicas, que
significaba no un avance desordenado de la historia de la
sociedad, sino una manera en la práctica para demostrar de sus
experiencias y actividades sociales, que estas generaban
conocimiento y tecnología, y fue así como sistemáticamente, se
fue revaluando a través de la historia de la sociedad los nuevos
conceptos de la ciencia moderna actual y su perfeccionamientos
en los métodos científicos, consiguiéndose demostrar para esa
época, que la ley según Isaac Newton; de que a toda acción le
corresponde una reacción igual y contraria, era muy validad.

La noción de paradigma debe ser entendida en estrecha relación


con una comunidad y una tradición científica que se siente
cómoda en una red de supuestos y creencias que trascienden el
campo convencionalmente entendido como puramente científico.
La continuidad de dicha red de conceptos y prácticas más
amplias, que incluye tradiciones cargadas de ideología, e
intereses políticos, económicos y religiosos. Así, se busca explicar
cómo nuestro saber y nuestras convenciones sociales se
refuerzan el uno al otro en un sistema que sostiene y mantiene el
orden. Por eso podemos decir que la historia de la ciencia está
íntimamente ligada a la actividad paradígmica del quehacer
humano, es decir del paradigma universal, de manera que tiende
a generar paradigmas emergentes en sus inicios, dominantes en
ciertas etapas de su desarrollo y decadentes en otras etapas.

Desde la antigüedad existieron en diversas sociedades


manifestaciones, más o menos desarrolladas, de interés por
comprender al mundo. Estas se pueden calificar de científicas, y
están enmarcadas en el período que va desde mediados del
primer milenio hasta las puertas de la revolución científica (siglo
xv), en las que se constituyeron en las premisas del surgimiento
de la ciencia.

La imagen convencional de los sucesos históricos, fijaron la


atención de pensadores que comprendieron esta actividad; como
una actividad puramente intelectual, para empezar a desarrollar
teorías y leyes que demostraron, una relación estrecha entre la
sociedad, filosofía, tecnología y el conocimiento científico de
comprender la vida. Sin embargo, las complejas relaciones entre
el conocimiento científico, la tecnología y la sociedad parecían
excluirse de la posibilidad de una comprensión crítica, para esa
época.

Las innovaciones culturales de los años sesenta, que no podemos


desligar de la guerra de Vietnam, la cultura hippie, la revolución
estudiantil y un creciente temor en una vida dominada por la
tecnología y las leyes deterministas, generaron profundas
Preguntas sobre que es la ciencia y su influencia en la sociedad a
través de la historia. El éxito y el progreso de la ciencia se
convirtieron en temas candentes que incluían una actitud
desconfiada en los ideales ilustrados de ésta como fuente
incuestionable de poder y progreso.

Por eso podríamos significar parafraseando a Kant: “Que la


filosofía de la ciencia sin historia es vacía, y la historia de la ciencia
sin filosofía es ciega". Para entender las diferentes etapas del
pensamiento científico, distinguiríamos tres grandes periodos.

El primer periodo, que representa el estado precientifico, que


comprendería la antigüedad clásica y los tiempos del
renacimiento y de nuevos esfuerzos con los siglos XVI, y Luego, en
la mitad del XVII se introducen “elementos modernos” que en su
momento son aceptados y en el último tercio hay una ruptura con
los “clásicos” y la “asimilación de nuevas corrientes”.

Las revoluciones científicas son la modernidad, la innovación, el


progreso; son un cambio epistemológico en la ciencia, tecnología,
política y filosófica, entre otros aspectos culturales de la sociedad.

El segundo periodo, que representa el estado científico en


preparación a fines del siglo XVIII, que se extendería hasta todo el
siglo XIX y comienzos del XX.

Un tercer periodo que lo fijaríamos en la era del nuevo espíritu


científico en 1905, en el momento en que la relatividad
Einsteiniana deforma conceptos primordiales que se creían fijados
para siempre, desbordando en signos de una asombrosa
madurez científica espiritual en las cuales aparecen teorías de la
mecánica cuántica, la mecánica ondulatoria, la física de matrices,
las mecánicas abstractas que ordenaran las posibilidades de las
experiencias, la teoría del caos y la teoría del Big Bang y el origen
del universo.
Conclusión

El conocimiento, siempre ligado a una tradición y dependiente de


prácticas y rituales, y el progreso de la sociedad está
indisolublemente ligado al de la ciencia por relaciones mutuas de
causalidad. El avance de la ciencia posibilita el desarrollo, por lo
que toda inversión en ciencia tiene, como objetivo y resultado
final, conseguir mejores niveles de vida y bienestar para la
humanidad. Estas relaciones no son visibles para la mayoría de la
población, por lo que una parte esencial de la inversión en ciencia
debe consistir en diseñar y apoyar programas de cultura científica
tendentes a sensibilizar a la población sobre la importancia y la
necesidad del desarrollo científico para su vida cotidiana;
tendentes también a estimular las vocaciones entre los jóvenes y,
por último, a apoyar a la comunidad científica que debe
comprender que la labor de difusión de los resultados no es sino
la última parte de su trabajo de investigación.

La historia y en particular el mundo moderno nos exige asumir


una posición ambivalente frente a la ciencia y la tecnología, nos
obliga a reconocer que éstas llevan consigo elementos tanto
progresivos como regresivos, que van afectar en el desarrollo de
una sociedad. Es común encontrar reconstrucciones del pasado
que se nos presentan como una cadena de hechos que
inexorablemente conducen a la ciencia y tecnología modernas.
Se nos describe una ruta de sucesivos logros tecnológicos y
científicos que constituyen el ascenso del hombre y de paso se
legitima una idea de progreso que se suele identificar con la
superioridad económica de las naciones industrializadas.

Y es precisamente por eso que una visión renovada y crítica del


pasado es tan urgente, porque nos permite desvelar los intereses
que legitiman las verdades de hoy. Aún más interesante porque
nos hace posible entender el pasado y el presente como
encrucijadas que nos permiten reconocer y considerar opciones
diferentes para el desarrollo del pensamiento científico. El punto
es mostrar que nuestra historia pudo ser otra y que no hay razón
que nos impida pensar que las cosas pueden ser diferentes. No
hay fuerzas históricas inquebrantables. Uno de nuestros retos es
entonces explorar nuevas formas de aproximarse al concepto de
hacer ciencia, sin desconocer que el desarrollo de la sociedad va
estrechamente unido al avance de la tecnología, y la ciencia.

Ningún fenómeno puede ser analizado lejos del contexto histórico


del desarrollo de la sociedad donde surge. Pues el hombre o los
hombres que transforman la sociedad y es precisamente el
hombre quien cada día se preocupa más por su entorno. Por
tanto, ante esta situación, el análisis de los cambios en la forma
de pensar (Filosofía), debe ir paralelo a la investigación y al
desarrollo de la tecnología y el conocimiento.

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