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El documento resume la relación entre la historia de la sociedad, la filosofía, la tecnología y el conocimiento científico a través de tres períodos: 1) el estado precientífico desde la antigüedad hasta el Renacimiento, 2) el estado científico en preparación desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del XX, y 3) la era del nuevo espíritu científico desde 1905 en adelante. Explica cómo cada época desarrolló nuevos paradigmas que influyeron en el pensamiento humano y cómo el progreso
El documento resume la relación entre la historia de la sociedad, la filosofía, la tecnología y el conocimiento científico a través de tres períodos: 1) el estado precientífico desde la antigüedad hasta el Renacimiento, 2) el estado científico en preparación desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del XX, y 3) la era del nuevo espíritu científico desde 1905 en adelante. Explica cómo cada época desarrolló nuevos paradigmas que influyeron en el pensamiento humano y cómo el progreso
El documento resume la relación entre la historia de la sociedad, la filosofía, la tecnología y el conocimiento científico a través de tres períodos: 1) el estado precientífico desde la antigüedad hasta el Renacimiento, 2) el estado científico en preparación desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del XX, y 3) la era del nuevo espíritu científico desde 1905 en adelante. Explica cómo cada época desarrolló nuevos paradigmas que influyeron en el pensamiento humano y cómo el progreso
CIENTIFICO, UNA APROXIMACIÒN A LA COMPRENSION DEL LIBRO DE LA HISTORIA SOCIAL DEL CONOCIMIENTO DE PETER BURKE.
Nuestros antepasados estaban muy ansiosos por comprender el mundo,
pero no habían dado todavía con el método adecuado... Actualmente hemos Descubierto una manera eficaz y elegante de comprender el Universo: un Método llamado ciencia.” Carl Sagan Cosmos.
En este ejercicio académico de aproximarnos a los
planteamientos que Peter Burker expone en su libro “La Historia Social del Conocimiento”, para comprender como el conocimiento y el desarrollo de la ciencia a través de la historia va ligada a la forma de filosofar de la sociedad de la época, su lectura del Mundo, para sostener basado en la teoría del conocimiento generacional de José Ortega Gasset quien sostuvo que “cada generación es diferente” y cada una de ellas está destinada a innovar en la cultura con propuestas distintas. La doctrina de Ortega y Gasset explica los cambios históricos por generaciones, señalando que “la historia es la reconstrucción de la estructura, entre el hombre y el mundo, a través de los distintos paradigmas que se fueron dando que influyeron en el pensamiento humano, para romper con el empirismo basado en las percepciones sensoriales, que a través de las revoluciones sociales, se daban procesos de grandes trasformaciones tecnológicas, que significaba no un avance desordenado de la historia de la sociedad, sino una manera en la práctica para demostrar de sus experiencias y actividades sociales, que estas generaban conocimiento y tecnología, y fue así como sistemáticamente, se fue revaluando a través de la historia de la sociedad los nuevos conceptos de la ciencia moderna actual y su perfeccionamientos en los métodos científicos, consiguiéndose demostrar para esa época, que la ley según Isaac Newton; de que a toda acción le corresponde una reacción igual y contraria, era muy validad.
La noción de paradigma debe ser entendida en estrecha relación
con una comunidad y una tradición científica que se siente cómoda en una red de supuestos y creencias que trascienden el campo convencionalmente entendido como puramente científico. La continuidad de dicha red de conceptos y prácticas más amplias, que incluye tradiciones cargadas de ideología, e intereses políticos, económicos y religiosos. Así, se busca explicar cómo nuestro saber y nuestras convenciones sociales se refuerzan el uno al otro en un sistema que sostiene y mantiene el orden. Por eso podemos decir que la historia de la ciencia está íntimamente ligada a la actividad paradígmica del quehacer humano, es decir del paradigma universal, de manera que tiende a generar paradigmas emergentes en sus inicios, dominantes en ciertas etapas de su desarrollo y decadentes en otras etapas.
Desde la antigüedad existieron en diversas sociedades
manifestaciones, más o menos desarrolladas, de interés por comprender al mundo. Estas se pueden calificar de científicas, y están enmarcadas en el período que va desde mediados del primer milenio hasta las puertas de la revolución científica (siglo xv), en las que se constituyeron en las premisas del surgimiento de la ciencia.
La imagen convencional de los sucesos históricos, fijaron la
atención de pensadores que comprendieron esta actividad; como una actividad puramente intelectual, para empezar a desarrollar teorías y leyes que demostraron, una relación estrecha entre la sociedad, filosofía, tecnología y el conocimiento científico de comprender la vida. Sin embargo, las complejas relaciones entre el conocimiento científico, la tecnología y la sociedad parecían excluirse de la posibilidad de una comprensión crítica, para esa época.
Las innovaciones culturales de los años sesenta, que no podemos
desligar de la guerra de Vietnam, la cultura hippie, la revolución estudiantil y un creciente temor en una vida dominada por la tecnología y las leyes deterministas, generaron profundas Preguntas sobre que es la ciencia y su influencia en la sociedad a través de la historia. El éxito y el progreso de la ciencia se convirtieron en temas candentes que incluían una actitud desconfiada en los ideales ilustrados de ésta como fuente incuestionable de poder y progreso.
Por eso podríamos significar parafraseando a Kant: “Que la
filosofía de la ciencia sin historia es vacía, y la historia de la ciencia sin filosofía es ciega". Para entender las diferentes etapas del pensamiento científico, distinguiríamos tres grandes periodos.
El primer periodo, que representa el estado precientifico, que
comprendería la antigüedad clásica y los tiempos del renacimiento y de nuevos esfuerzos con los siglos XVI, y Luego, en la mitad del XVII se introducen “elementos modernos” que en su momento son aceptados y en el último tercio hay una ruptura con los “clásicos” y la “asimilación de nuevas corrientes”.
Las revoluciones científicas son la modernidad, la innovación, el
progreso; son un cambio epistemológico en la ciencia, tecnología, política y filosófica, entre otros aspectos culturales de la sociedad.
El segundo periodo, que representa el estado científico en
preparación a fines del siglo XVIII, que se extendería hasta todo el siglo XIX y comienzos del XX.
Un tercer periodo que lo fijaríamos en la era del nuevo espíritu
científico en 1905, en el momento en que la relatividad Einsteiniana deforma conceptos primordiales que se creían fijados para siempre, desbordando en signos de una asombrosa madurez científica espiritual en las cuales aparecen teorías de la mecánica cuántica, la mecánica ondulatoria, la física de matrices, las mecánicas abstractas que ordenaran las posibilidades de las experiencias, la teoría del caos y la teoría del Big Bang y el origen del universo. Conclusión
El conocimiento, siempre ligado a una tradición y dependiente de
prácticas y rituales, y el progreso de la sociedad está indisolublemente ligado al de la ciencia por relaciones mutuas de causalidad. El avance de la ciencia posibilita el desarrollo, por lo que toda inversión en ciencia tiene, como objetivo y resultado final, conseguir mejores niveles de vida y bienestar para la humanidad. Estas relaciones no son visibles para la mayoría de la población, por lo que una parte esencial de la inversión en ciencia debe consistir en diseñar y apoyar programas de cultura científica tendentes a sensibilizar a la población sobre la importancia y la necesidad del desarrollo científico para su vida cotidiana; tendentes también a estimular las vocaciones entre los jóvenes y, por último, a apoyar a la comunidad científica que debe comprender que la labor de difusión de los resultados no es sino la última parte de su trabajo de investigación.
La historia y en particular el mundo moderno nos exige asumir
una posición ambivalente frente a la ciencia y la tecnología, nos obliga a reconocer que éstas llevan consigo elementos tanto progresivos como regresivos, que van afectar en el desarrollo de una sociedad. Es común encontrar reconstrucciones del pasado que se nos presentan como una cadena de hechos que inexorablemente conducen a la ciencia y tecnología modernas. Se nos describe una ruta de sucesivos logros tecnológicos y científicos que constituyen el ascenso del hombre y de paso se legitima una idea de progreso que se suele identificar con la superioridad económica de las naciones industrializadas.
Y es precisamente por eso que una visión renovada y crítica del
pasado es tan urgente, porque nos permite desvelar los intereses que legitiman las verdades de hoy. Aún más interesante porque nos hace posible entender el pasado y el presente como encrucijadas que nos permiten reconocer y considerar opciones diferentes para el desarrollo del pensamiento científico. El punto es mostrar que nuestra historia pudo ser otra y que no hay razón que nos impida pensar que las cosas pueden ser diferentes. No hay fuerzas históricas inquebrantables. Uno de nuestros retos es entonces explorar nuevas formas de aproximarse al concepto de hacer ciencia, sin desconocer que el desarrollo de la sociedad va estrechamente unido al avance de la tecnología, y la ciencia.
Ningún fenómeno puede ser analizado lejos del contexto histórico
del desarrollo de la sociedad donde surge. Pues el hombre o los hombres que transforman la sociedad y es precisamente el hombre quien cada día se preocupa más por su entorno. Por tanto, ante esta situación, el análisis de los cambios en la forma de pensar (Filosofía), debe ir paralelo a la investigación y al desarrollo de la tecnología y el conocimiento.