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Ollantay

Ollantay u Ollántay es un drama escrito originalmente en quechua colonial, considerado por


algunos como de origen incaico —y, como tal, la más antigua y rotunda expresión de la literatura
quechua—; y por otros como de origen hispano colonial.

El manuscrito más antiguo de esta obra perteneció al sacerdote Antonio Valdés (siglo XVIII), a
quien por algún tiempo se consideró su autor original; pero existen otros manuscritos divergentes
que han hecho pensar en la existencia de una fuente común, de más remoto origen. La posición
más aceptada actualmente es que la historia contada en el drama es de origen inca, que fue
conservada durante mucho tiempo como tradición oral, hasta que en la época colonial fue
adaptada para su escenificación teatral según el molde occidental, aunque continúa en el
anonimato el autor o autores de tal adaptación. Fue publicado por primera vez en 1857 por
Johann Jakob von Tschudi, en quechua y alemán. La primera versión en castellano apareció en
Lima, en 1868, publicada por José Sebastián Barranca y subtitulada Los rigores de un padre y la
generosidad de un rey; desde entonces han aparecido distintas versiones en diversos idiomas.

utoría

Se supuso primero que Antonio Valdéz, cura de Sicuani, fuera el autor del Ollantay. Así lo creyó en
el siglo XIX el historiador inglés Clements R. Markham, a quien siguieron luego muchos otros,
como el doctor Raúl Porras Barrenechea.12 Pero esta teoría ha tenido serias dificultades para
mantenerse, al no haber ningún registro documental que relacione tal autoría; tampoco se concilia
con el hecho de que Valdés no dejara otras piezas literarias o históricas de su creación. Lo más
seguro es que la labor de este cura se limitara simplemente a copiar textos antiguos que halló en
La Paz o en alguna otra ciudad.

También se sospechó que el autor fuera Justo Pastor Justiniani, pero luego se comprobó que éste
solo fue un simple copista. Asimismo, en algún momento se creyó que Juan Espinoza Medrano el
Lunarejo, célebre escritor mestizo del siglo XVII, fuera su autor. Todas estas suposiciones fueron
desbaratadas, en vista de no existir documentos probatorios, lo que para muchos abonaría más a
favor de su procedencia inca.

Las tres hipótesis sobre su origen

Con respecto a su origen han surgido tres posiciones:

Tesis incaica: La primera sostiene que el texto es auténticamente incaico, basándose en que la
historia, personajes, ambientes, lenguaje, todo pertenece a la época prehispánica (o sea, antes de
la llegada de los españoles a América). Se basa además en que la obra transcurre en un total de
quince escenarios, lo que no ocurre en obra alguna del teatro español del Siglo de Oro. Esta
posición ha sido defendida por intelectuales de distintas nacionalidades, como los peruanos José
Sebastián Barranca, Gavino Pacheco Zegarra, el argentino Vicente Fidel López, el boliviano Jesús
Lara, el español Francisco Pi y Margall, entre otros.

Tesis hispana: La segunda posición sostiene que el texto es de origen español y escrito durante el
período colonial, tesis mantenida por escritores como Ricardo Palma, Bartolomé Mitre, Arturo
Oblitas, Marcelino Menéndez Pelayo. Su estructura así como otras características de fondo, como
la presencia del “gracioso” o bufón, y el acto del perdón imperial al final de la obra, de presumible
influencia cristiana, harían sustentar esta procedencia occidental. Sin embargo, contra esta
posición está el hecho tangible de que «graciosos» han existido en todas la literaturas, tanto de
Occidente como de Oriente, y en cuanto a lo del perdón, este no era ajeno al estilo de gobernar de
los incas, según se sabe de las crónicas.

Tesis hispano-incaica: Tiempo después surgió una tercera posición, que buscaba conciliar las dos
anteriores. Planteaba que el núcleo del Ollantay es de origen incaico o prehispánico, que
presumiblemente era representada en forma dramática durante los días de fiesta y otras grandes
solemnidades imperiales, pero que fue adaptada por escritores hispanos para su escenificación
según modelo del teatro español, mediante una serie de interpolaciones con arreglo en las
escenas, el lenguaje, la técnica en general, lo que debió darse desde el siglo XVI hasta culminar en
la versión copiada por el padre Valdés, en el siglo XVIII. Esto lo han sostenido José de la Riva
Agüero y Osma en el Perú y Ricardo Rojas en Argentina.

Copias del Ollantay

Tres son las copias principales que se conocen de esta obra: una hecha hacia 1770 por el cura
Antonio Valdés, y parece ser la que se conserva en el Convento de Santo Domingo, de Cuzco; y dos
que se cree derivadas de esta, suscritas por el doctor Justo Pastor Justiniani y Justo Apu
Sahuaraura Inca, y existentes en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca Nacional del
Perú. A tales copias se han agregado otras tres: dos de ellas encontradas en el convento
dominicano del Cusco, y la tercera publicada por Tschudi a base de un manuscrito procedente de
La Paz.

Estructura

El Ollantay está escrito en verso y dividido en tres actos. Hay tolerancia en la medida y libertad en
la rima. El verso predominante es el octosílabo que se alterna con el endecasílabo. En cuanto a la
rima, prevalece la asonantada; sin embargo, hay cantidad de versos blancos.

Personajes
Principales

Pachakutiq (Pachacútec, Sapa Inca)

Ollantay (Ollantay, general del Antisuyu)

Kusi Couyllur (Estrella Alegre, hija del Inca Pachakutiq, amada de Ollantay)

Rumi Ñahui (Ojo de Piedra, general del Hanansuyu)

Tupaq Yupanki (Túpac Yupanqui, Auqui o príncipe real, hijo de Pachakutiq y Sapa Inca tras la
muerte de su padre)

Los personajes tienen caracteres bien definidos: Pachacútec encarna al Inca, ora magnánimo hasta
la ternura, ora cruel hasta la vesania. Ollántay es tierno, apasionado, orgulloso y valiente; Cusi
Coyllur, pese a aparecer al final de la obra, representa la hija dócil y la amante apasionada; Rumi
Ñahui expresa el servilismo cortesano y la rampante astucia. (Antenor Samaniego)

Secundarios

Chasqui (Mensajero)

Coya o Anahuarqui (Reina madre, esposa de Pachacutec)

Hanqu Wallu (Olla Blanda, un noble anciano, nombrado general tras la autocoronación de ollantay
como Inca de los Antis, o pobladores del Antisuyo)

Ima Sumac (Bella Niña, hija de Cusi Coyllur y Ollantay)

Mama Qaqa (Madre Roca, gobernanta del Acllahuasi o casa de las escogidas)

Piki Chaki (Pata Pulga, criado de Ollantay, se caracteriza por darle humor al drama)

Pitu Salla (Cortesana, tutora de Ima Sumac)

Urqu Waranqa (Mil Montañas, general de ollantay, su segundo al mando del ejército del Antisuyo)

Willka Uma (Gran Brujo o Sumo Sacerdote)

Runas (Indios)

Llapankuna (Coro de Yaravíes)

Contexto histórico

Aun cuando no hay alusión a fechas o años, si se tiene solo en cuenta las participaciones de los
reyes incas, Pachacútec y su hijo Túpac Yupanqui, la historia, que abarca diez años, se ubicaría
temporalmente entre los años 1461 y 1471, aproximadamente, siguiendo la cronología
establecida por los estudiosos para el período inca imperial. Los hechos narrados, al menos en su
núcleo, pueden ser reales, aunque serían distorsionados posteriormente hasta convertirse en
leyenda. Las diversas versiones de la leyenda ollantina se inician en 1776 con la referencia de un
manuscrito español al "Degolladero" de piedra de Tambo y a la muerte del rebelde Ollantay
ajusticiado por el Inca Huayna Cápac; el pueblo de Tambo fue después bautizado como
Ollantaytambo. Lo que demostraría que el Ollantay de la vida real fue castigado en la leyenda y no
perdonado como luego se innovó en el drama. Lo que no cabe duda es que gran parte de los
personajes de la obra son reales, por lo que este texto, de ser originalmente incaico, debió
pertenecer al wanka o drama histórico, uno de los géneros de la literatura inca, cuya existencia ha
sido aseverada por el Inca Garcilaso de la Vega y otros cronistas.

Resumen

El general de los ejércitos incas, Ollantay, es un guerrero de origen plebeyo que por sus excelentes
servicios ha sido elevado a la nobleza de privilegio y al que se le han concedido numerosos
premios. Pero se enamora de Cusi Coyllur (Lucero Alegre o Estrella), hija del Inca Pachacútec (El
restaurador del mundo), amor prohibido, pues de acuerdo a las leyes de Imperio, nadie, salvo otro
de linaje inca, puede casarse con una princesa. No obstante, Ollantay, enceguecido por el amor, se
une a Cusi Coyllur, secreto que comparte la reina madre Ccoya o Anahuarqui.

Pese a los augurios en contra que le da el Huillac Uma o sumo sacerdote, Ollantay decide pedir al
Inca que apruebe formalmente su unión con Cusi Coyllur. Pachacútec le recuerda a Ollantay su
origen humilde y le señala su increíble audacia de querer “subir demasiado alto”; luego,
enfurecido, lo expulsa de su presencia. Cusi Coyllur es encerrada en un calabozo de la casa de
mujeres escogidas o Acllahuasi, donde deberá expiar su falta; allí dará a luz una niña, fruto de su
amor con Ollantay, a la cual llamará Ima Súmac (Bella Niña).

Ollantay, al enterarse que Cusi Coyllur ya no está en el palacio de la reina madre, cree que ha sido
asesinada y decide abandonar el Cuzco, junto con Piqui Chaqui (Pies de pulga), su confidente y
servidor, no sin antes amenazar con volver y destruir la ciudad imperial. Se instala en la ciudad que
lleva su nombre, Ollantaytambo, donde se atrinchera y se hace independiente, dispuesto a resistir
con las armas a las huestes del Inca.

El Inca ordena a su general Rumi Ñahui (Ojo de Piedra) que reúna fuerzas y marche a combatir a
Ollantay. Por su parte, Ollantay envía a su general Orco Huarancca (Mil Montañas) quien tiende a
Rumi Ñahui una emboscada en un desfiladero, derrotándolo. Diez años después el Inca
Pachacútec muere sin haber conseguido su deseo de derrotar a Ollantay; le sucede su hijo Túpac
Yupanqui (El estimado por la realeza).

Mientras tanto, en el Acllahuasi, Cusi Coyllur tiene a su favor a una de las acllas o vírgenes del Sol,
Pitu Salla, pero como fiera oponente a la dura Mama Caca (Madre Roca), la gobernanta del
Acllahuasi. No obstante haber pasado diez años de férrea prisión, Cusi Coyllur aún conserva alguna
esperanza de salir de ella. Su hija, Ima Súmac, ha sido criada por Pitu Salla como una escogida más,
pero sin enterársela nada de sus padres; la niña descubrirá por casualidad a su madre,
proponiéndose desde entonces ir donde el nuevo Inca a fin de pedir clemencia para ella.

Mientras tanto, Túpac Yupanqui se propone derrotar y capturar a Ollantay, para lo cual envía a
Rumi Ñahui, quien le promete rehabilitarse de su anterior derrota. Esta vez Rumi Ñahui decide
emplear la astucia: se presenta ante Ollantay cubierto de heridas y pretende que así lo ha tratado
el nuevo Inca; de esa manera se gana su confianza y aprovechando una fiesta nocturna, abre las
puertas de Ollantaytambo para dar acceso a sus tropas, las cuales, sin ninguna resistencia, logran
capturar a Ollantay, a Orco Huarancca y a otros oficiales, que son llevados al Cuzco, ante la
presencia de Túpac Yupanqui. Éste pregunta a sus consejeros qué debería hacer con los rebeldes.
El Huillac Uma, que siempre hace de pacificador, pide clemencia; más Rumi Ñahui pide la muerte
de ellos. Túpac Yupanqui aprueba la pena capital; pero a último momento no solamente perdona a
los rebeldes, sino que les confiere puestos todavía más altos. Ollantay es nombrado general mayor
y lugarteniente del Inca en caso de ausencia de éste por asuntos bélicos. Orco Huarancca es
nombrado jefe del Antisuyo.

Pero Ollantay tendrá otra dicha más por recibir: su reencuentro con su amada Cusi Coyllur. Ello
ocurre en efecto, gracias a la casualidad: Ima Súmac, desde su niñez valiente, ingresa al palacio
imperial y se arrodilla ante la presencia del Inca, pidiéndole piedad para su madre, encadenada en
lo más recóndito del Acllahuasi. aunque por el momento no sabe de quién se trata, el Inca se
interesa por el asunto y junto con Ollantay se dirige al Acllahuasi, donde encuentran a la mujer
prisionera, que más que persona les parece un espectro cubierto solo por su larga cabellera.
Finalmente el Inca reconoce en ella a su hermana (lo que es una bonita anagnórisis) de cuyos
labios oye su penosa historia. Entonces Túpac Yupanqui, magnánimo, la libera y allí mismo la
desposa con Ollantay, terminando así, con final feliz, el drama inca.

Publicaciones

Se han hecho numerosas publicaciones en varios idiomas, tales como el francés, el alemán, el
inglés, el ruso y el castellano.
En 1853 Johann Jakob von Tschudi hizo la primera publicación, en quechua y alemán.

En 1868, José Sebastián Barranca, publicó otra versión en quechua y la primera en castellano.

En 1870, José Fernández Nodal, en castellano.

En 1871, Clements R. Markham, en inglés.

En 1876, Constantino Carrasco hizo una adaptación en verso castellano.

En 1878, Gavino Pacheco Zegarra publicó una versión en francés.

En 1886, el mismo Pacheco hizo una versión en castellano, con prólogo de Francisco Pi y Margall.

En 1890, Ernst W. Middendorf publicó una versión en alemán.

En 1952, Bernardino Pacheco y J. M. B. Farfán, en español.

Ha sido incluso traducido al latín, por Hipólito Galante (1938); y al ruso por Yuri Zubritsky (1974).

Representaciones, adaptaciones y arreglos

La representación más lejana que se recuerda es la realizada durante la revolución de Túpac


Amaru II, en Tinta, hacia 1780. Se dice que el inca rebelde ordenó la escenificación de la obra con
el propósito de exacerbar el orgullo de la raza nativa y estimular su lucha contra los opresores
hispanos. Tras la derrota de la rebelión la representación de la obra fue prohibida y quedó sumida
en el olvido. Durante la República, se montó el drama una serie de veces. Fue adaptado a la
escena lírica con música de José María Valle Riestra (1900) y libretos —para la misma versión
musical— de Federico Blume y Corbacho (1900) y Luis Fernán Cisneros (1920). Posteriormente,
César Miró y Sebastián Salazar Bondy arreglaron los textos de Gavino Pacheco Zegarra y José
Sebastián Barranca para que la obra fuese representada por la Compañía Nacional de Comedias,
según las exigencias del teatro moderno (1953).

Fuera del Perú, la obra fue recompuesta totalmente por el argentino Ricardo Rojas, a base de una
personal interpretación que convirtió a Ollantay en precursor de la libertad americana, en su
tragedia titulada Un titán de los Andes, en 1939.

En el ámbito de la música académica, ha sido fuente de inspiración de la ópera Ollantay del


compositor argentino Constantino Gaito, estrenada en el Teatro Colón de Buenos Aires en 1926.
También, Alberto Ginastera, compuso su poema sinfónico Ollantay opus 17, dedicado al director
Erich Kleiber, quien lo estrenó con la orquesta del Teatro Colón en el año 1949. Asimismo, el
compositor peruano José María Valle Riestra compuso la ópera Ollanta en el siglo XIX.

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