CURSO PARA FORMADORES DE SEMINARIOS MAYORES
4. El PERFIL DE PASTOR
QUE NECESITAMOS PARA El SIGLO XXI
1. ILUMINACiÓN BíBLICA
1cristianismo, lo sabemos muy bien, es
consecuencia de la revelación divina de
Jesucristo; se debe a la iniciativa de Dios y
no de los hombres. De aquí se sigue que la
Revelación divina es la realidad fundamen-
tal, el presupuesto constante de la existen-
cia cristiana en cualquiera de sus aspectos y
por tanto también de su comprensión
teológica.
Es imprescindible entonces partir del dato
revelado para bosquejar el perfil del pastor
para el siglo XXI. Partir de este dato nos
exige recordar que el cristianismo no es sim-
plemente transmisión de verdades y normas
de conducta, sino, ante todo experiencia de
la manifestación personal de Dios en Cristo.
Este acontecimiento que posibilita la opción
de la fe en todas sus formas especificas y
establece por tanto los fundamentos del mi-
nisterio ordenado.
El misterio primordial de la Revelación no
cambia, permanece inmutable; a la Iglesia
se le brinda la oportunidad de guardar ínte-
gramente, transmitir fielmente e interpretar
adecuadamente esta Revelación de manera
que ilumine la realidad del hombre en el mun-
do y en la historia por su valor noético, y lo
guíe hacia el futuro por su valor dinámico.
Pbro. Lic. Andrés Torres
Profesor de Teología
Seminario Palafoxiano de Puebla
México
Cuando se toca el tema del sacerdocio mi-
nisterial, desde su fuente y modelo, Jesu-
cristo, inmediatamente se recurre a la "carta
a los Hebreos" pues en ella se presenta la
doctrina de Cristo Sumo y Eterno Sacerdo-
te.
Abordaré la presente fundamentación bíbli-
ca prescindiendo, por ahora, de este libro
sagrado, sin dejar por ello de resaltar su
alto valor en el estudio del tema que nos
ocupa. Me ocuparé de los tres temas que
se me han solicitado: Jesús Buen Pastor; el
perfil pastoral de Pablo y los criterios
pastorales en la Iglesia apostólica.
1.1 JESÚS BUEN PASTOR
1.1.1 Perfil de pastor desde la perspecti-
va de Jesús Buen Pastor
No se puede describir prospectivamente el
perfil del pastor que necesitamos para el si-
glo XXI si no es desde la perspectiva de
Jesús, Buen Pastor.
Cuando se quiere determinar el sentido del
sacerdocio ministerial y expresar su relación
con el sacerdocio común se ha de tener cia-
ra que no es suficiente partir de un concep-
to general que pudiera darnos la etimolo-
gía, o de las conclusiones a las que puede
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llegar la sociología que procura estudiar la
realidad social en la que se desarrolla el hom-
bre contemporáneo. Es en Cristo en quien
se deben distinguir las características del
sacerdocio nuevo y definitivo tanto porque
Jesucristo mismo ha instituido el sacerdocio
cristiano como porque es la fuente y el mo-
delo del sacerdocio ministerial.
El Concilio Ecuménico Vaticano II de tal ma-
nera asume este principio teológico que en
el Decreto sobre la formación sacerdotal, ha-
blando de los Seminarios Mayores, afirma
que "toda la educación de los alumnos en
ellos debe tender a que se formen verdade-
ros pastores de almas a ejemplo de Nuestro
Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pas-
tor" (OT4). Según el Vaticano 11, en la forma-
ción sacerdotal hay que tener como objetivo
principal que el futuro sacerdote se configu-
re con Jesucristo.
El año que acabamos de empezar nos ha
introducido a la preparación inmediata para
el gran Jubileo del año dos mil. "Todo invita
a pensar en lo que será la vida de la huma-
nidad el año dos mil. El creyente se interro-
ga sobre el futuro de la Iglesia y, por lo tan-
to, también sobre el ministerio de los sacer-
dotes en esa época. En efecto, es necesario
preparar a los jóvenes llamados al sacer-
docio para que sepan entrar en ese nuevo
período de la historia con el necesario
equipamiento espiritual; tendrán la tarea de
llevar a sus contemporáneos la luz y la vida
de Cristo.
También es verdad que el futuro nos es des-
conocido y nadie puede precisar cómo se
desarrollará la historia de la humanidad, ni
las condiciones hacia las que evolucionará
la vida de los pueblos; sabemos de hecho
que el futuro está en las manos del Omnipo-
tente, el cual actúa en los acontecimientos
humanos con perspectiva muy diversa de la
nuestra.
Y, sin embargo, hay una fisonomía esencial
del sacerdote que no cambia: en efecto, el
sacerdote del mañana, no menos que el de
hoy, deberá asemejarse a Cristo. Cuando vi-
vía sobre la tierra Jesús ofreció en sí mismo
el rostro definitivo del presbítero, realizando
un sacerdocio ministerial en el que los Após-
toles fueron los primeros en ser investidos;
está destinado a durar, a reproducirse ince-
santemente en todos los períodos de la his-
toria. El presbítero del tercer milenio será,
en este sentido, el continuador de los pres-
bíteros que, en los milenios precedentes,
han animado a la vida de la Iglesia. También
en el año dos mil la vocación sacerdotal
continuará siendo la llamada a vivir el único
y permanente sacerdocio de Cristo". (Juan
Pablo 11, El sacerdote del tercer milenio de-
berá tener el rostro del Cristo, Angelus, 14
de enero de 1990, en RUBIO M. LUIS (ed),
la formación de los sacerdotes en la situa-
ción actual, Sígueme Salamanca.1991
pp.104-10S).
El perfil de pastor será válido en la medida
que permita hacer presente la imagen bási-
ca de Cristo Buen Pastor.
1.1.2. Jesús y el sacerdocio judaico
a) Ausencia del título "Sacerdote"
En los evangelios, Jesús no se llamó jamás
a sí mismo "sacerdote", ni refirió este título a
sus discípulos. Pero la ausencia de una ter-
minología no es igual a la ausencia de una
realidad.
¿Qué decir sobre la ausencia del título "sa-
cerdote"? Actualmente cuando se habla de
sacerdote y de sacerdocio, los católicos pen-
samos inmediatamente en los curas de las
parroquias, sabemos que todos los cristia-
nos participan del sacerdocio común y no es
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fácil darnos cuenta de que esta forma de
pensar está muy lejos de la de los cristianos
de los primeros tiempos. Estos, cuando es-
cuchaban hablar del sacerdote y del
sacerdocio pensaban inmediatamente en los
sacerdote judíos o en los sacerdotes paga-
nos. No se les ocurría pensar ni en Jesús,
ni en sus apóstoles. La ausencia del título
de "sacerdote" en Jesús nos hace ver que
no se atribuía a sí mismo ni a sus discípulos
un sacerdocio semejante al sacerdocio de
su época.
b) Posición de Jesús frente al sacerdocio
judaico
Jesús respeta la función sacerdotal judía y
por ello después de haber sanado al leproso
lo envía a los sacerdotes para hacer constar
su curación (Mt 8,4). Sin embargo Jesús
mantiene ciertos límites respecto a la institu-
ción sacerdotal judía. Relativiza la función
sacerdotal levítica al ponerla sobre la base
de la autoridad de Moisés y no sobre la base
de la autoridad divina y establece una más
clara diferencia en la parábola del samarita-
no (Lc1 0,29-37) en donde pasar del otro lado
es dispensarse del amor al prójimo respal-
dándose en la ley; Jesús deja ver claramen-
te que no puede haber ley que se oponga al
amor, amor que supera las fronteras de raza
y de culto.
Por otro lado el sacerdocio judío estaba bien
ligado al templo de modo que cuando Jesús
declara: "aquí hay alguien más grande que
el templo" (Mt 12,6) se abre otro punto de
conflicto. La intención de Jesús no es la de
abolir el culto, sino de asegurar un nivel más
alto de culto; Jesús es más grande que el
templo porque en El la presencia divina es
dada de una manera directa y concreta pues
es la presencia de una persona divina (En-
carnación) .
c) Nueva fisonomía de lo sagrado
En el conflicto con el sacerdocio judío Jesús
hace ver las características de su persona.
Lo sagrado se concentra en la persona de
Jesús. Lo sagrado pasa del orden de las
cosas al orden de lo personal; por esta ra-
zón lo sagrado no se comunica más por el
contacto material de objetos, sino mediante
relaciones interpersonales.
En Jesús lo sagrado significa que Dios asu-
me lo humano (Encarnación) lo cual anuncia
que la obra de la sacralización está destina-
da a extenderse a toda la humanidad.
Lo sagrado tiene un carácter dinámico, no
es lo sagrado que frena la vida.
Lo sagrado en Jesús no provoca miedo y no
tiende a crear distancia entre Dios y el mun-
do; al contrario, manifiesta la efusión del amor
divino y tiende a acercar a Dios a la humani-
dad, a hacer entrar la santidad divina en la
vida humana.
Pero Jesús no sólo aparece con una nueva
fisonomía de lo sagrado en relación al ju-
daísmo sino que se autodenomina Buen Pas-
tor.
1.1.3. La cualidad del Pastor
Hemos recordado que Jesús nunca se
autodenomina "sacerdote" y ahora hemos de
recordar que Jesús sí se autodenomina
Pastor. Esta cualidad de pastor se continua
aplicando a los sacerdotes de la comunidad
cristiana en el lenguaje actual y lo estamos
empleando precisamente en este curso.
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a) Afirmaciones implícitas
Aunque la afirmación explícita de Jesús
co~o Pastor se da en el cuarto evangelio,
esta cualidad ya se da implícita en los
sinópticos:
Mt 15,24 He sido enviado a las ovejas per-
didas de Israel.
Le 15,3-7 Deja las noventa y nueve para ir
por la pérdida.
Mt 25,32 Como el pastor separa las ove-
jas de los cabritos.
Mt 26,31 Heriré al pastor y se dispersarán
las ovejas.
Me 6,34 Jesús se compadece de la multi-
tud pues estaban como ovejas sin
pastor.
Mt 10,1-6 Jesús indica a los doce dirigirse
a las ovejas extraviadas de la
casa de Israel.
. través de la puerta -Jesucristo- a la comuni-
b) Contexto del discurso del buen pastor
(Jn 10,1-21)
El discurso del buen pastor aparece en Juan
como conclusión a los discursos de la fiesta
de los tabernáculos o tiendas, que se inicia-
ron en el capítulo siete, y como introducción
a la fiesta de la dedicación, que se inicia en
el capítulo once.
El discurso está colocado en un momento
dramático del ministerio público de Jesús en
Jerusalén:
7, 1 Los judíos buscaban matarle.
7,5 Sus hermanos no creían en Él.
7,10 Subió Jesús de incógnito.
7,13 Nadie hablaba abiertamente de Él por
miedo a los judíos.
7,19 ¿Porqué queréis matarme?
7,25 ¿No es éste a quién quieren matar?
7,44 Algunos querían detenerle pero nadie
le hecho mano.
7,45 Los guardias volvieron ... ¿por qué no
lo han traído?
8,6 Lo decían para tentarle y para tener
de qué acusarle.
8,48 Decimos con razón que tienes un de-
monio.
8,59 Tomaron piedras para tirárselas.
9, 16 Este hombre no viene de Dios.
9,22 Los padres del ciego tenían miedo a
los judíos pues los podían expulsar de
la sinagoga.
9,24 Este hombre es un pecador.
En el capítulo nueve, Jesús denuncia la ce-
guera espiritual de los dirigentes judíos y
sana al ciego de nacimiento por su apertura
a la verdad.
En el capítulo diez, Jesús se presenta como
puerta y buen Pastor; hace ver que quien
cree, como el ciego de nacimiento, entra a
dad, rebaño guiado por Jesús Pastor.
e) Generalidades del discurso del buen pas-
tor (Jn 10,1-21)
1a El tema
El tema del buen pastor es familiar a los
creyentes desde los orígenes del cristianis-
mo. La fuente de este capítulo es la teología
pastoral del AT y del judaísmo y no el gnosti-
cismo o la vida pastoril de Palestina.
La metáfora del pastor y su rebaño para in-
dicar el vínculo que une a unos súbditos con
un soberano, divino o humano, es frecuente
en los escritos del antiguo oriente: Israel es
designado como rebaño de Dios (Gen 49,24;
Jer. 13,17; 23,1.3; Ez 34,31; Sal 74,1; 79,13;
80,2; Miq 7,14.) conducido a través del de-
sierto (Sal 78,52;77,21 ;95,7). La imagen ex-
presa también la relación personal del Israe-
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lita con su Dios (Sal 23). La solicitud del
pastor se describe tanto hacia el pueblo en
su conjunto como a cada uno de sus miem-
bros. (Is 40,11). Para que el pueblo no sea
como ovejas sin pastor (Num 27,17; IRe
22,17; Jer 50,6; Mc 6,34; Mt 9,36) Dios con-
fía a algunos el encargo de conducirlas se-
gún su voluntad. Moisés, los jueces, David
son llamados pastores (Sal 77,21; Num
27,17; IISam 7,7; Sal 78,79; Is 44,28). Pos-
teriormente los textos proféticos denuncian
a los pastores infieles que se aprovechan de
las ovejas. (Jer 22,22; Zac 11,15-17). La ex-
periencia cruel del abuso de poder suscita
la esperanza de que el mismo Señor vendrá
a ocuparse del rebaño (Jer 22,2-3). La inter-
vención prometida desemboca en el anun-
cio mesiánico de un pastor misterioso (Jer
23,5). Finalmente, todo el tema se presenta
como síntesis en Ez 34.
San Juan arraiga su texto sobre este tras-
fondo bíblico pero propone algo totalmente
original: El pastor es único y da su vida por
las ovejas.
2 a El género literario
El género literario es el de la parormia que
no significa ni parábola ni alegoría, sino modo
de enseñanza simbólica, secreta, misteriosa
que prepara y exige la revelación abierta. Es
un género frecuente en San Juan: 3,3-8 (en
verdad ... el que no nazca de lo alto);
4,10-15 (si conocieras el don de Dios... él te
habría dado agua viva).
Se trata entonces de un discurso de revela-
ción en dos tiempos. Misterioso y enigmático
el primero, claro y manifiesto el segundo.
3 a Unión con el capítulo anterior (9)
Si bien no retoma el tema de la luz, el capí-
tulo diez va unido al anterior por la tensión
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que se establece entre los judíos al escu-
char a Jesús (Jn 9,16; 10,19); por la repeti-
ción del motivo sobre el ciego de nacimien-
to, que se expresa en 10,21 o bien, por la
falta de una introducción propia al comienzo
del capítulo diez.
4 a Estructura de la primera perícopa del
capítulo diez (Jn 10,1-21)
- Presentación enigmática de la puerta y
el pastor (10,1-6)
- Interpretación del discurso simbólico
(10,7-18)
Jesús es la puerta de las ovejas (10,7-
10)
Jesús es el buen Pastor (10,11-18)
- Reacción diversa de los oyentes (10,19-
21).
1.2 PERFIL PASTORAL DE PABLO
Como Jesús, Pablo no usa la palabra sacer-
dote para autodenominarse o para referirse
a Jesús' de Nazaret; tampoco encontramos
en él una doctrina organizada del sacerdocio
ministerial ni de la misión apostólica, sin em-
bargo, de sus escritos podemos obtener in-
dicaciones sobre el sacerdocio de Cristo y
sobre su propia actividad de apóstol.
Abordamos este tema considerando en pri-
mer lugar una explicación que se ha hecho
clásica para entender la actividad pastoral
de Pablo en la línea sacerdotal; en seguida,
reconocemos que no podemos comprender
el perfil pastoral de Pablo si no es conside-
rando sus antecedentes, antes por tanto de
su conversión; en tercer, nos planteamos al-
gunas preguntas sobre san Pablo que pue-
den considerarse actuales, de manera que
comprendiéndolas podamos también bosque-
jar el perfil que ha de tener un apóstol en
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América Latina; finalmente, cerraremos esta
presentación abordando, a manera de sínte-
sis, algunos rasgos distintivos del ministerio
apostólico.
1.2.1. Apostolado y sacerdocio
Como ya hemos señalado antes, Pablo no
usa la palabra "sacerdote" para referirse a
Jesús, sin embargo retoma la línea del sacri-
ficio y con esto llega a una cierta idea de
sacerdocio.
Pablo afirma que Jesús es víctima, ofrenda,
en la imagen del cordero pascual (1 Cor 5,7).
Pablo quiere mostrar que todo lo que era
sacrifico en el Antiguo Testamento se ha rea-
lizado en Jesucristo; de tal manera que el
sacrificio personal de Jesús en la cruz supe-
ra el orden ritual del sacerdocio antiguo y
realiza, en un plano superior, toda la inten-
ción de los sacrificios de la antigua alianza.
Por otro lado, Pablo tiene conciencia de su
misión evangelizadora. Al examinar la con-
ciencia de su misión evangelizadora se pue-
den vislumbrar las líneas de lo que podría-
mos llamar el sacerdocio en Pablo, líneas
que son las mismas que las del sacerdocio
de Cristo.
Pablo concibe su misión de modo bien dis-
tinto a aquello que constituía la actividad de
los sacerdotes en la religión judaica. Pablo
tiene conciencia de su misión como predica-
dor, como profeta, como siervo de los genti-
les (Hech 26,16-18) y aunque tiene gran es-
tima por el bautismo (Rm 6,1-11), no conci-
be lo ritual como su primera misión, al grado
que llega a afirmar: "Cristo no me a enviado
a bautizar sino a predicar".
No obstante que Pablo se reserva de usar
un lenguaje puramente cultual, no lo deseo-
nace para describir su rrusron apostólica, y
así afirma que anunciar el evangelio es dar
culto espiritual ( Rm 1,9); no se trata de ri-
tos, sino de un culto superior.
En Rm 15,16 se hace ver cómo la predica-
ción es para que el pueblo sea una ofrenda
agradable a Dios.
Si bien todo esto es cierto y nos permite
reconocer la conciencia que Pablo tiene de
su misión evangelizadora, no es suficiente
para tener una idea de cuál es el perfil pas-
toral de Pablo. Demos, pues, un paso ade-
lante.
1.2.2 Pablo un judío practicante
Cualquiera de nosotros, como presbíteros,
debemos reconocer cierto perfil que actual-
mente poseemos, y si bien ahora podemos
decir que es también un perfil pastoral, no
podemos negar toda la historia previa a nues-
tra ordenación sacerdotal; esa historia que
se fue elaborando desde el día de nuestro
nacimiento y entretejiendo con el contexto y
la cultura familiar y nacional. Por ello, reto-
mando la propuesta que hace Carlos Mesters
en su libro: "Pablo apóstol un trabajador que
anuncia el evangelio", creo que es conve-
niente reconocer los diversos periodos de la
vida de Pablo y, en este momento, su primer
período, que titula "Pablo un judío practi-
cante", y nos interesa conocer a Pablo en
esta primera etapa de su vida porque esto
nos permite entender lo que será más tarde
su perfil de pastor.
a) Lugar y ambiente en el que Pablo creció
Pablo nació en Tarso, en la región de Silicia,
Asia menor, actual Turquía; una ciudad gran-
de, un centro importante de cultura y comer-
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cio. Nació en esta ciudad griega del Asia
menor por la misma razón que muchos de
nuestros habitantes del medio rural e indíge-
na van a nacer a las grandes ciudades, por
la migración. Desde el siglo VI a. C., hubo
mucha migración de Judíos fuera de Palesti-
na, en casi todas las ciudades del Imperio
Romano había barrios judíos, cada uno con
su sinagoga y organización comunitaria. Na-
cido de una familia judía, Pablo se crió en
las exigencias de la ley de. Dios y las de
tradiciones paternas (Gal 1.,14). Su preocu-
pación mayor era la observancia de la ley de
Dios, por eso luchaba contra aquellas leyes
y costumbres del Imperio Romano que difi-
cultaban e impedían la observancia de la ley
de Dios.
Pablo nació y se desarrolló en este ambien-
te, y por eso tenía dos nombres, uno para
cada ambiente, Saulo el nombre judío y Pa-
blo, el nombre griego. Como todos los niños
judíos de su época y de su ambiente, Pablo
recibió su formación básica en la casa de
sus padres, en la sinagoga del barrio y en la
escuela que estaba ligada a la sinagoga.
Además de la formación básica en Tarso,
Pablo recibió una formación especial en Je-
rusalén. Estudió a los pies de Gamaliel (Hech
22,3); de este modo, desde pequeño y ya
joven, Pablo aprendió que toda la Escritura
es inspirada por Dios y útil para instruir, refu-
tar, corregir y educar en la justicia.
Mientras Pablo estudiaba en Jerusalén, vi-
vía en Nazaret otro joven llamado Jesús. Era
pobre; no tuvo posibilidades de estudiar en
Jerusalén; para sobrevivir, trabajaba en el
campo y como carpintero. Pablo y Jesús,
según parece, nunca se encontraron en vida.
Pablo era de la ciudad; Jesús del campo.
Esto explica que las comparaciones de Je-
sús fueran casi todas del mundo rural: semi-
lla, campo, flores, rebaños; mientras que las
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comparaciones de Pablo proceden más bien
del ambiente de la gran ciudad que marcó
su vida en la infancia. Pablo seguramente
no entendía mucho del campo y de las plan-
tas, pero entendía de juegos urbanos y esto
explica las exigencias que plantea de la vida
según el evangelio, cuando dice que hay
que ganar la corona (1 Cor 9,25), dar en el
blanco (Filip 3,12-14), combate ( II Tim 4,7).
b) Profesión y clase social
Pablo era fabricante de tiendas de campaña
(Hech 18,3). Se aprendía la profesión para
tener un medio de vida como trabajador que
para suceder al padre como administrador
de los negocios. Dado que Pablo se
vanagloriaba de ser ciudadano romano po-
demos deducir que gozaba de una buena
posición económica, por lo cual es poco pro-
bable que Pablo haya aprendido la profe-
sión de fabricante de tiendas de campaña
para tener un medio de vida como trabaja-
dor, más bien lo aprendería para administrar
el taller del padre como propietario.
Ciudadano romano, ciudadano de Tarso,
alumno de Gamaliel, formación superior,
miembro activo de la comunidad. Todos es-
tos títulos y cualidades sitúan a Pablo entre
la élite de la sociedad, tanto por la forma-
ción como por el poder y liderazgo. Pablo
tenía ante sí un futuro prometedor y la posi-
bilidad de una carrera brillante. Pero la en-
trada de Jesús en su vida modificó su situa-
ción. Él mismo, dirá más tarde: "Por causa
de él perdí todo, y considero todo como ba-
sura, a fin de ganar a Cristo y estar con él"
(Filip 3,8).
e) El ideal del judío practicante
Pablo siempre fue un hombre profundamen-
te religioso: judío practicante, irreprensible
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en la más estricta observancia de la ley, lle-
no de celo por las tradiciones paternas (Gal
1,14). Para defender estas tradiciones llegó
a perseguir a los cristianos ( Hech 26, 9-11;
Gal 1, 1~) en tiempos de Pablo lo importante
era la observancia de la ley; la observancia
ya no dejaba lugar a la gratuidad, con fre-
cuencia se olvidaban de la misericordia; de
tal manera que se llega a pensar que si
observaba toda la ley; se podría exigir qué
Dios diera una recompensa merecida. De
manera que cuanto más estricta era la ob-
servancia,tanto más se garantizaba la con-
quista de la justicia. Por eso a lo largo de los
siglos surgieron varios movimientos refor-
mistas que apuntaban a una observancia
cada vez más estricta. Pablo pertenecía a
uno de estos grupos, el grupo de los fari-
seos.
Este ideal animó a Pablo durante los prime-
ros 28 años de su vida (Filip 3,5-6). Pero
llegó el momento en que descubrió que el
ideal de la observancia no era capaz de lle-
varlo hasta Dios. Fue el momento de la gran
crisis.
d) El momento de la crisis: el testimonio de
Esteban
En su discurso ante el sanedrín (Hech 6,
12), Esteban interpretó la historia de Moisés
como un espejo de la historia de Jesús. Para
Esteban, condenar a Jesús era lo mismo que
condenar a Moisés por lo cual acusó a los
judíos de ceguera y sordera ante la palabra
de Dios manifestada en Jesús ( Hech 7,51-
53). La reacción fue violenta y mataron a
Esteban a pedradas, Pablo estaba presente
como testigo y aprobaba la muerte de Este-
ban. Todas estas experiencias, son, sin duda
la base de lo que será más tarde el perfil
pastoral que podemos ver delineado en los
siguientes períodos de su vida.
1.2.3. Algunas preguntas de hoy que nos
permiten conocer el perfil pastoral
de Pablo
a) ¿Dónde encontrar la fuente de la espiri-
tualidad?
Actualmente vivimos situaciones muy difíci-
les; las motivaciones que nos impulsan no
siempre son suficientes para enfrentar estas
situaciones. ¿Dónde hemos de encontrar la
fuente de la espiritualidad? Podemos en-
contrar en Pablo una convicción profunda
con la que vivía el Evangelio y el coraje con
el que enfrentaba los problemas sin desani-
marse. El encontró la fuente ¿Cuál es esa
fuente? ¿Dónde está y cómo encontrarla?
Todos sabemos que Pablo tenía poder y
prestigio, en nombre del sanedrín conducía
la persecución contra los cristianos, pidió per-
miso para perseguirlos hasta Damasco en
Siria. De repente aparece una luz, Pablo cae
y escucha una voz Saulo, Saulo ¿Por qué
me persigues? ( Hech 9,4) Pablo estaba per-
siguiendo a la comunidad de los cristianos;
pero Jesús pregunta: ¿por qué me persi-
gues? Jesús se identifica con la comunidad
y poniéndose del lado del perseguido, des-
aprueba al perseguidor.
La primera impresión fue de ruptura, el ideal
que alimentaba su vida (la observancia de
la ley) todo lo que había aprendido y vivido
desde pequeño se desmoronó. Pero a la vez,
en ese preciso instante reapareció el rostro
de Dios que le dirigía la palabra: "Saulo,
Saulo ¿por qué me persigues?". Dios, que
siempre es mayor que cualquier ruptura, hizo
posible la continuidad. Pablo recibió por gra-
cia la certeza de que Dios lo acogía y lo
justificaba; esta fue la experiencia de Pablo
que renovó toda su relación con Dios; de
aquí en adelante esta experiencia de la gra-
tuidad del amor de Dios va a orientar la vida
de Pablo y va a sostenerle en las crisis que
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vendrán. Esta es la nueva fuente de su es-
piritualidad, de aquí le llega toda su ener-
gía. Antes, Pablo veía a Dios a lo lejos e
intentaba alcanzarlo a través de la obser-
vancia de la ley y de la tradición de los
antiguos; pensaba sólo en sí mismo y en su
propia justificación. Ahora, sintiéndose aco-
gido y justificado por Dios, ya podía olvidar-
se de sí para pensar en los otros y servirlos
a través de la práctica del amor que es la
plenitud de la ley (Rm 13,10; Gal 5,14).
La espiritualidad no es un conjunto de ideas
bonitas para meditar, sino la experiencia con-
creta de Dios y de Jesús en la comunidad;
esta espiritualidad no pasa como por cables
de alta tensión, sino a través de las relacio-
nes humanas y las experiencias humanas
de amistad, de ayuda, de lucha, de conflicto,
de sufrimiento, de tensiones, de amor; no
es una experiencia que sólo cae del cielo,
sino que se va fraguando a través de la me-
diación de diversas personas.
La espiritualidad de Pablo, no obstante que
tiene esta fuente en la experiencia de la gra-
tuidad de Dios, también se va conformando
por el conflicto que vive de tal manera que
podemos hablar de una espiritualidad del
conflicto. Nuestro Dios es un Dios de paz.
Pero el conflicto existe. El conflicto surge
dentro de nuestra realidad y llena gran parte
de nuestras vidas. Por espiritualidad del con-
flicto entendemos la capacidad de trasfor-
mar el propio conflicto en fuente de fe espe-
ranza y amor esto es en fuente de esperan-
za cristiana.
Sin duda san Pablo vivió grandes y graves
conflictos. Conflictos con los judíos que que-
rían hacer lo mismo que él, había hecho
antes de su conversión; conflictos provoca-'
dos por la entrada de los paganos en la
Iglesia; conflictos con los falsos hermanos;
conflictos con los amigos; conflictos con la
religiosidad popular manipulada por el impe-
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río; conflictos con la mentalidad y la cultura
diferentes de los griegos y conflicto con el
imperio romano que lo llevó a la prisión y a
la muerte.
Ante estas situaciones hemos de recordar
que la fuente de espiritualidad de Pablo fue
sin duda la nueva experiencia de Dios, esta
experiencia de Dios era lo que ,le daba senti-
do a mantenerse firme en las dificultades;
en el origen de los conflictos estaba la pro-
pia luz de Dios que brilla sobre la vida. Pa-
blo tenía clara conciencia de ser llamado por
Dios para anunciar el evangelio a todos los
pueblos y por lo tanto, con esta convicción,
podía enfrentar las dificultades que de ahí
se desprendieran. La nueva experiencia de
Dios y la nueva lectura del pasado abrieron
los ojos de Pablo sobre la realidad que él y
el pueblo estaban viviendo. A Pablo le im-
portaba poco ser juzgado por los otros, pro-
curaba tener la conciencia en paz con Dios
y seguir adelante, por eso consiguió vivir en
la alegría y comunicar tanta ternura.
b) ¿Cómo viajaba Pablo por el mundo?
Según los Hechos de los apóstoles, el tercer
período de la vida de Pablo está marcado
por tres grandes viajes misioneros durante.
Doce o trece años recorrió las grandes ciu-
dades del imperio, un mundo completamen-
te diferente al de Palestina o el de su ciudad
de Tarso. El evangelio venía de un mundo
rural, del interior de Palestina y necesitaba
encarnarse en esta nueva realidad. Pero en
esta empresa Pablo nunca viajaba sólo, sino
generalmente acompañado por un amigo o
grupo de amigos: así se hacía acompañar
de Bernabé, Juan, Marcos, Timoteo, Lucas;
Pablo viajaba con los amigos no sólo por
motivos de seguridad, sino también por la
necesidad que sentía de la comunidad aun-
que estuviera viajando, pues anunciaba la
Buena Nueva no en nombre propio, sino en
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nombre de la comunidad que le delegó para
ello.
Los amigos participaban en todo, hasta en
las cartas que Pablo escribía. Algunos com-
pañeros y compañeras aparecen como ami-
gos más íntimos: sin su ayuda Pablo no ha-
bría conseguido realizar lo que realizó; lo
ayudaron a superar las crisis y a vencer las
dificultades, tales son los casos de Bernabé,
Lidia, Priscila, Aquila y, sobre todo, Timoteo.
No se trata entonces de un viajero solitario o
de un Pastor aislado.
c) ¿ Cómo anunciaba Pablo el evangelio en
otras culturas?
Hoy, después de más de 500 años de evan-
gelización en América Latina, redescubrimos
la importancia y la urgencia de la incultu-
ración. ¿Cómo encarnar el evangelio en las
culturas autóctonas? Pablo puede aportar-
nos alguna luz pues siendo judío ayudó a
encarnar el Evangelio en la cultura griega
de las grandes ciudades de aquel Imperio.
Pablo hablaba y escribía correctamente el
griego (Hech 21, 37), la lengua común (coiné)
de las ciudades .de comercio. Hablaba tam-
bién el hebreo (Hech 21,40; 26,14), hablaba
el arameo del pueblo de Palestina. No obs-
tante esto, tuvo muchos problemas de co-
municación pues existía una gran variedad
de lenguas y dialectos. Pablo resolvió este
problema de comunicación y otros que se le
presentaban por anunciar el Evangelio en
otras culturas.
d) ¿De qué manera mantenía el contacto
con las comunidades?
A pesar de que Pablo no fue Pastor en el
sentido estricto de la palabra, es decir, no
estuvo encargado de una comunidad como
anciano o presbítero, sin embargo, mante-
nía un contacto con las comunidades a tra-
vés de mensajeros y, a partir del segundo
viaje, también a través de cartas. Escribir
cartas no era algo tan simple; no basta to-
mar un lápiz y un pedazo de papel o quizás
una computadora; en aquellos tiempos no
había las facilidades que tenemos hoy en
día por lo cual habría personas especializa-
das en este asunto yeso es lo que Pablo
aprovechaba, él dictaba y el secretario escri-
bía. En la carta a los Romanos, el secretario
aprovechó un momento de descanso entre
una frase y otra para enviar un abrazo: "Yo,
Tercio, él que escribió esta carta, les mando
mi abrazo" (Rm 16,22)
e) ¿ Cómo combinar trabajo profesional y
anuncio del Evangelio?
El trabajo ocupaba un lugar central en la
vida de Pablo. Trabajando con las propias
manos por su sustento fue como él se con-
virtió en un ejemplo vivo que ayudaba al pue-
blo de las comunidades a percibir dónde es-
taba la fuente de la verdadera vida honesta
(1 Tes 4,11-12); fue a través de su trabajo,
como medio de vida, que Pablo mostraba
concretamente cómo el evangelio podía y
debía ser encarnado en la vida del pueblo
de las periferias. Si Pablo viviera hoy, cierta-
mente no estaría en una función burocrática
en la Iglesia sino preocupado por la promo-
ción humana en medio de los conflictos so-
ciales, esforzándose por una nueva manera
de presentar el Evangelio en los grandes
centros urbanos. Sí, estaría luchando por una
nueva evangelización, una promoción huma-
na y una cultura cristiana. No olvidemos que
las causas aducidas ante los tribunales para
acusar a Pablo fueron de agitador (Hech
16,20); agitador contra Roma (Hech 16,21);
contra el pueblo judío (Hech 21,28); contra
91
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la ley y el templo (Hech 21, 28); profana el
templo ( Hech 24,6). Sin embargo, todos es-
tos motivos no eran más que argumentos
de conveniencia; el imperio reconoció que
Pablo no tenía fines que mereciera la muer-
te, no se trataba sino de una cuestión reli-
giosa.
De hecho en ningún lugar de la Biblia se
dice que Pablo instigara al pueblo en contra
del pago de los tributos e impuestos, ni en
contra de la esclavitud, ni en contra del ser-
vicio militar. En lugar de predicar la desobe-
diencia civil, pedía qUE? la comunidad de
Roma obedeciera a las autoridades consti-
tuidas (Rm 13,1-7); en otras palabras, en las
cartas de Pablo, no hay indicios de un con-
flicto abierto con el Imperio. ¿Cuál era en-
tonces el verdadero motivo de este conflicto
creciente entre el Imperio y los cristianos que
a fin de cuentas va a ser la causa de su
muerte?
La verdadera causa hay que buscarla no sólo
en lo que se decía en los tribunales, sino
también, y sobre todo, en lo que se hacía en
la práctica:
- En nombre del Evangelio Pablo propone
un nuevo ideal de vida a los esclavos y
asalariados. Es "un trabajador que anun-
cia el evangelio" y en esto él se mantiene
firme, a pesar de todas las críticas y per-
secuciones. Este nuevo ideal de vida este
sistema que adopta Pablo, a largo plazo,
va a alterar el sistema del imperio.
- En nombre del mismo Evangelio, Pablo
propone un nuevo tipo de convivencia en
el cual debe superarse toda relación de
dominación, proveniente sea de religión (
judío-griego), sea de clase (libre-esclavo),
de sexo (hombre-mujer) de raza (griego-
bárbaro). La comunidad cristiana debe ser
92
una muestra y un testigo de la nueva con-
vivencia que, según san Pablo, ya no quie-
re ver diferencia entre el judío y griego,
esclavo y libre, hombre y mujer, griego y
bárbaro (cfr. Gal 3,28 Col 3-11; ICor 12-
13). Una comunidad así planteada no deja
de ser un factor profundamente subversi-
vo, aunque sus miembros no tengan ple-
na conciencia de ello.
- Cuando un sistema sobrevive gracias a la
práctica de la impiedad, de la justicia que
sofoca la verdad (Rm 1-18), entonces los
que luchan por la verdad y la justicia
infaliblemente terminarán en conflicto con
él y Pablo denunciaba el sistema de po-
dredumbre social (Rm 1,21-32).
- La fe en Yahvé, Dios único, Padre de Je-
sucristo, excluye la divinidad de otros dio-
ses y no reconoce poder divino al empe-
rador. Por ser Dios uno sólo, todos so-
mos iguales ante Él. Por ello en la raíz
del Evangelio está la condición de que el
otro lado del amor a Dios es el amor al
prójimo. Esta era la práctica, era la semi-
lla que los cristianos plantaban en el seno
del pueblo, semilla profundamente sub-
versiva en todo sistema totalitario; ella lle-
va en sí misma una concepción de Dios y
de la vida que necesariamente genera y
produce un nuevo modo de vivir y convi-
vir, opuesto al sistema del imperio de aquel
entonces.
No debemos imaginarnos a Pablo como un
ignorante y un ingenuo frente al sistema eco-
nómico político social de su tiempo; más bien
hemos de tener en cuenta su acción en
favor de la clase trabajadora; su nueva pro-
puesta contraria a la ideología dominante;
su visión crítica de la situación social y mo-
ral, expresada en la carta a los romanos; su
percepción de que el sofocamiento de la ver-
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dad por la injusticia produce los males so-
ciales y morales; la utopía que lo animaba
de una comunidad sin ningún tipo de domi-
nación. Todo esto revela, a alguien, que en
s~ tiempo, tal vez fuese más crítico y más
realista que nosotros hoy.
1.2.4 Rasgos distintivos del ministerio
apostólico
Se trata finalmente de presentar algunos ras-
gos distintivos del ministerio apostólico de
Pablo.
a) El ministro de la nueva alianza
Pablo afirma: "Dios nos ha hecho ministros
de una nueva alianza no por la letra sino por
el espíritu" (2 Cor 3,6).
El ministerio de la nueva alianza supone dos
funciones: una reveladora y otra santifi-
cadora. El ministerio tiende a hacer resplan-
decer la gloria de Dios en el rostro de Cristo
de tal manera que el fin del ministro de la
nueva alianza es hacer ver a Dios (2 Cor 4-
6). No se trata de enseñar una doctrina sino
de enseñar, mostrar el rostro de Dios en Cris-
to. El ministerio en esta función reveladora
tiene una dimensión liberadora en cuanto que
libera de todo lo que impide ver a Dios (2
Cor 4-6). La segunda función es la función
santificadora (2 Cor 5,18); Dios nos ha re-
conciliado así mediante Cristo y nos ha con-
fiado el ministerio de la reconciliación. El mi-
nistro de la nueva alianza tiene el ministerio
de santificar y reconciliar. En el Antiguo Tes-
tamento, en la antigua alianza, el ministro
subraya la denuncia del pecado y el anuncio
del castigo; en el Nuevo Testamento el mi-
nistro de la nueva alianza debe subrayar la
reconciliación.
b) El intendente de los misterios de Dios
Pablo se consideraba siervo de Cristo e in-
tendente de los misterios de Dios (1 Cor 4,1).
Intendente es quien ocupa el puesto propio
de otro. Este ser intendente coincide con la
voluntad de Jesús de dar a conocer a los
apóstoles los misterios del Reino de Dios
(Mar 4-11); el ser intendente exige ser humil-
de, por ello Pablo se presenta como siervo
de Cristo. Como un intendente Pablo tam-
bién tiene conciencia de su autoridad, es res-
ponsable de la rectitud de la vida cristiana
pero ejerce esta autoridad con amor (2 Cor
10,8; 1 Tes 2,7).
c) El constructor que coopera con DiOs
Por la experiencia apostólica de Pablo se
pone de relieve la potencia vivificadora de la
acción pastoral (1 Cor 3, 10) "según la gra-
cia de Dios que se me ha dado como un
sabio arquitecto yo he puesto el fundamen-
to".
El apóstol es un constructor de la comuni-
dad cooperando con Dios. El origen de está
característica del nuevo ministerio esta en la
declaración de construir un templo. Pablo
aplica a los cristianos la imagen del nuevo
templo (1 Cor 3, 16). La acción vivificadora
del apóstol aparece como una colaboración
en la acción creadora de. Dios.
Nosotros somos colaboradores de Dios (1
Cor 3, 9), esta cooperación en la obra de
Dios es la comunidad. Pablo anduvo por las
comunidades tratando de organizarlas pre-
ocupado por su futuro, las cartas reflejan la
situación de períodos difíciles, sin embargo,
Pablo siempre estuvo al pendiente de ellas.
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d) Pablo apóstol, hombre de la transición
Gran parte de los problemas enfrentados por
Pablo en los trece años de su vida itinerante
fueron problemas relacionados con el proce-
so de transición en el que se encontraba el
pueblo de Dios. Transición compleja y con-
flictiva:
1. Del mundo judío hacia el mundo grie-
go.
2. Del mundo rural hacia el mundo urba-
no.
3.· Del mundo más o menos armonioso y
coherente del judaísmo hacia el mun-
do pluralista y conflictivo de las gran-
des ciudades del imperio.
4. De comunidades casi sin organización,
en Siria y Palestina, a comunidades
bien organizadas en Asia Menor y Eu-
ropa.
5. De una Iglesia cerrada, formada sólo
por judíos convertidos, a una Iglesia
abierta a todos los que aceptaban el
Evangelio en la vida.
6. Del período de los apóstoles a la Igle-
sia postapostólica de la segunda ge-
neración de líderes que ya no habían
conocido a Jesús personalmente.
7. De una Iglesia cuya liturgia, doctrina y
disciplina procedían en gran parte del
judaísmo, a una Iglesia que comenza-
ba a elaborar su propia liturgia, doctri-
na y disciplina.
8. De una religión ligada a las sinagogas
de la diáspora, socialmente situadas, a
una religión más ligada al pueblo po-
bre y trabajador de las periferias.
94
9. De una religión que cultivaba el ideal
de la clase dominante a una religión
que tenía el valor de presentar un nue-
vo ideal de vida a los trabajadores:
"Ocuparse de las cosas propias y tra-
bajar con las propias manos; y así no
pasarán ya necesidad alguna" (1 Tes
4,11-12).
10. De una religión ligada a un determina-
do pueblo a una religión ligada a toda
la humanidad.
Fue un nuevo éxodo. Una muerte y un nue-
vo nacimiento. Tanto del pueblo de Dios
como del propio Pablo. Las comunidades por
él fundadas eran la nueva manera de ser
pueblo de Dios. La transición del antiguo
modo hacia el nuevo fue un parto doloroso.
Cuando Pablo fue tomado preso en la plaza
el templo, esta transición estaba en plena
efervescencia. La propia prisión fue una re-
acción de los conservadores contra el cam-
bio que ya se había iniciado. Nacer de nue-
vo asusta a quien ya tiene una cierta edad
(Jn 3,4).
1.3. CRITERIOS PASTORALES EN LA
IGLESIA APOSTÓLICA
Introducción
Se han hecho muchos y diversos estudios
sobre el tema del ministerio en la Iglesia
Apostólica centrados en el Nuevo Testamen-
to. Se han aclarado muchas cosas, pero aún'
hay preguntas que no tienen respuesta sufi-
ciente dado que la información que posee-
mos es fragmentaria. Esto da lugar a ries-
gos de falsos puntos de partida y tentacio-
nes de proyectar en la Iglesia Apostólica
nuestra mentalidad actual.
Nos interesa ahora aproximarnos al signifi-
cado teológico de la praxis eclesial relativa
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al ministerio en la Iglesia Apostólica ya que
la comprensión de nuestros orígenes posee
la virtud de reconocer los cimientos que han
de sostener las construcciones futuras.
Esimposible, en un espacio tan breve, abor-
dar nuestro tema desde la totalidad del N.T.
parlo cual optamos ahora por comentar las
cartas. pastorales: primera y segunda a
Timoteoy la carta a Tito. Escritas por un
discípulo de Pablo a finales del siglo prime-
ro, reflejan las preocupaciones de las comu-
nidades cristianas por vivir las exigencias
del Evangelio en la nueva situación en que
se encuentran después de desaparecer su
fundador.
Podemos vislumbrar en estos escritos el ideal
de apóstol, el ideal de pastor, tal como lo
concebían las comunidades paulinas de fi-
nales del primer siglo.
En estas cartas podemos encontrar las di-
rectrices dadas a los primeros cristianos en
cuanto a la organización de sus Iglesias y
por tanto para elegi,r con acierto a los pasto-
res que podrían poner al frente de las comu-
nidades. No son meros consejos, sino direc-
trices que deben observarse con exactitud.
A Timoteo, por ejemplo, le ordena observar
estas recomendaciones.(1 Tim 5,21).
1.3.1. Los colaboradores de Pablo
El autor de las cartas pastorales nos presen-
ta cierto número de colaboradores de Pablo,
pero destaca especialmente a Timoteo y Tito.
a) El ministerio de la enseñanza
"mas tú enseña lo que es conforme a la sana
doctrina" (Tit 2,1). Esta enseñanza debe ser
sólida: "conserva el buen depósito mediante
el Espíritu Santo que habita en nosotros" (2
Tim 1,14).
Esta enseñanza exige un aspecto enigmáti-
co de anuncio de la palabra a todos: "Pro-
clama la palabra, insiste a tiempo y destiem-
po" (2 Tim 4,2) y se concreta en tres activi-
dades diferentes: "Dedícate a la lectura, a la
exhortación, a la enseñanza (1 Tim 4,13).
b) La autoridad y tes relaciones con los de-
más
Timoteo y Tito tienen autoridad en muchos
dominios; son particularmente responsables
de:
- la organización de la plegaria litúrgica
(1 Tim 2,1-15)
- la organización de la ayuda a las viudas
(1 Tim 5,3-16)
- el establecimiento de presbíteros al fren-
te de cada comunidad (1 Tim 5,22)
- la justicia en caso de acusación contra
un presbítero (1 Tim 5,19)
- la excomunión de los que se niegan a
obedecer las amonestaciones (Tit 3,10)
- la exhortación con entera autoridad (Tit
2,15)
No obstante ha de quedar claro que esta
autoridad no se ha de confundir con un au-
toritarismo arbitrario, "el fin del mandato es
la caridad" (1 Tim 1,5). Pablo recomienda a
Timoteo: "Busca la justicia, la fe, la caridad,
la paz, ... a un siervo de Dios no le convine
altercar, sino ser amable con todos, pronto a
enseñar, sufrido y que corrija con manse-
dumbre a los adversarios" (2 Tim 2,22.24.25);
al anciano no le reprendas con dureza, sino
exhórtale como a un padre; a los jóvenes
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como a hermanos con entera pureza (1 Tim
5,'1). Las relaciones de Timoteo deben estar
marcadas por la sencillez.
c) La preocupación por el porvenir
Timoteo y Tito tienen que preocuparse de
asegurar la transición fiel del evangelio pre-
dicado por Pablo. "Cuanto me has oído en
presencia de muchos testigos, confíalo a
hombres fieles que sean capaces de instruir
a su vez a otros (2 Tim 2,2), la palabra de
Dios no ha de estar encadenada (2 Tim 2,8).
1.3.2. Los ministros de la Iglesia local
El autor de las cartas pastorales, sin hacer
una descripción sistemática de las Iglesias
locales, presenta las cualidades y las activi-
dades de los ministros de la Iglesia local.
a) Los presbíteros - episcopos
Aunque en la época del autor, el vocabulario
estaba evolucionando y la terminología estu-
viera fluctuando, la descripción del grupo es
bastante precisa.
Los presbíteros representan una autoridad
moral en la comunidad y el autor de las car-
tas pastorales tiene gran interés en señalar
las aptitudes y cualidades que han de cubrir:
que sean personas irreprochables (Tit 1,6; 1
Tim 3,2), "sobrio, sensato, cortés, hospitala-
rio ni bebedor, ni violento, sino moderado,
enemigo de pendencias, desprendido del di-
nero" (1 Tim 3,2)." Ni arrogante, ni colérico,
ni bebedor, ni violento, ni codicioso de nego-
cios sucios, sino al contrario, hospitalano,
amigo del bien, justo, piadoso, dueño de sí
(Tit 1,7-8). Tienen que ser casados una sola
vez (1 Tim 3,2; Tit 1,6), esto ed que vivan la
96
fidelidad, que sepan gobernar la familia (1
Tim 3,4; Tit 1,6).
En cuanto a sus funciones, se orienta en
dos direcciones. Como presidentes de la co-
munidad, están encargados de velar por la
buena marcha de la comunidad: " El que no
es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo
podría cuidar de la Iglesia de Dios? (1 Tim
3,5). Por eso el episcopo es llamado inten-
dente de Dios (Tit 1,7). Esta función de go-
bierno exige tres condiciones particulares:
"que no sea un neófito" (1 Tim 3,6) para que
pueda discernir y no se enorgullezca; u que
tenga buena fama entre los de fuera" (1 Tim
3,7) porque la reputación del presidente afec-
ta a la comunidad, "que sea hospitalario" para
que acoja amablemente en nombre de la
comunidad.
La segunda dirección de sus funciones es
que está encargado del ministerio de la pa-
labra y sobre todo de la enseñanza. Por ello
el presbítero ha de ser "apto para enseñar"
(1 Tim 3,2) y adherido a la palabra fiel" (Tit
1,9).
Presidencia y enseñanza representan las dos
funciones principales de los presbíteros (1
Tim 5,17).
1.3.3. La mística del apóstol
Como hemos señalado, en las cartas
pastorales el yo paulino expresa, ante todo,
el ideal del apóstol, tal y como lo concebían
las comunidades paulinas. La actividad apos-
tólica ha de estar impulsada por algunas dis-
posiciones:
a) La oración
El apóstol está convencido de que la priori-
dad de su quehacer es la acción de Dios,

Cristo
cristiano, pero con mayor exi-
el apóstol está comprometido en una
por Cristo. Está en servicio activo como
soldado (2 Tim 2,3). Por eso ha de desa-
pegarse de las cosas del mundo: "ninguno
que se ha alistado en la milicia de Dios se
enreda en los negocios de la vida" (2 Tim
2,4). El soldado que está en campaña no
debe soñar con una vida fácil; le aguardan
sufrimientos, persecuciones (2 Tim 3,11), cár-
celes (2 Tim 1,12;2,9) decepciones y sole-
dad (2 Tim 1,15; 4,10.14,16).
El siervo del
pruebas (2 Tim El apóstol "''',II<:lI"r1<:l
bienaventuranza y la manifestación
ria del plan de Dios y salvador nuestro
cristo" (Tit 2,13) por ello se dispone a recibir,
cuando llegue la hora, la corona de justicia
(2 Tim 4,8.18).
d) La ofrenda de la vida por los hermanos
Siguiendo el ejemplo de Cristo, que ofreció
su vida por todos los hombres (1 Tim 2,6), el
apóstol sabe que debe vivir para sus herma-
nos: "soporto todo por los elegidos para que
también ellos alcancen la salvación" (2 Tim
2,10).
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