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El zorro, el oso y el león

Habiendo encontrado un león y un oso a un cervatillo, se retaron en


combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.

Un zorro que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el
cervatillo en medio, se apoderó de este y corrió pasando tranquilamente
entre ellos.

Y tanto el oso como el león, agotados y sin


fuerzas para levantarse, murmuraron:

-¡Desdichados nosotros! ¡tanto esfuerzo y


tanta lucha hicimos para que todo quedara
para el zorro!

Moraleja: por ser egoístas y no querer


compartir, podemos perderlo todo.

El aceituno y la higuera
El aceituno ridiculizaba a la higuera porque, mientras él era verde todo el
año, la higuera cambiaba sus hojas con las estaciones.

Un día una nevada cayó sobre ellos, y, estando el aceituno lleno de follaje,
la nieve cayó sobre sus hojas y con su peso se quebraron sus ramas,
despojándolo inmediatamente de su belleza y matando al árbol.

Pero al estar la higuera desnuda de hojas, la nieve cayó directamente a la


tierra, y no la perjudicó en absoluto.

Moraleja: No debemos burlarnos de las cualidades ajenas, pues las


nuestras pueden ser inferiores. Debemos ser respetuosos y tolerantes con
el resto de personas.
Las dos amiguitas

Era una vez 2 avestruces amiguitas que se


hicieron tan pero tan amiguitas que no
podían pasar un día sin la compañía de la
otra, hasta que cierto día un pequeño desliz entre ambas puso a prueba su
hermosa amistad:

– Hoy jugaremos a lo que yo quiera – le dijo uno de ellas a la otra.

A lo que la otra contesto:


– Te equivocas eso lo decidiré solo yo.
Y así con tales posturas, ambas se empecinaron en sus caprichos por
muchas horas y sin llegar a un acuerdo. Luego de discutir por un largo rato,
las dos avestruces amigas por fin entraron en razón y una de ella dijo:

-Dejemos los juegos por hoy y encontremos otra manera de llegar a un


acuerdo.

Y diciendo estas palabras ambas acordaron alternarse diariamente y que


cada una decidiese por un día entero que juegos jugar.

De esta manera no hubo más problemas y conflictos y conservaron una


linda amistad hasta la muerte.

Moraleja:hablando tranquilamente se puede llegar a un acuerdo, donde


ambas personas salgan privilegiadas. Debemos educar a nuestros hijos en
el diálogo y la comunicación para resolver los conflictos que le sucedan en
la vida diaria, ya que es la mejor opción para llegar a una acuerdo.
El zorro y la cabra
Una vez un zorro estaba vagando por la oscuridad, cuando or desgracia
cayó en un pozo. Intentó salir pero no podía. No tenía otra alternativa que
permanecer allí hasta la mañana siguiente. Al día siguiente, una cabra llegó
por allí, miró al pozo y vio al zorro. La cabra preguntó “¿qué estás haciendo
ahí, señor zorro?”

El astuto zorro respondió:

“Vine aquí para beber agua. Es la mejor que he probado en mi vida. Ven y
pruebala por ti misma. Sin pensar ni siquiera por un rato, la cabra saltó al
pozo, apagó su sed y buscó una forma de salir. Pero al igual que el zorro,
también fue incapaz de salir.

Entonces el zorro dijo:

“Tengo una idea. Ponte de pie sobre tus patas traseras. Subiré sobre tu
cabeza y saldré. Entonces yo te ayudaré a salir también”.

La cabra era inocente e hizo lo que el zorro le dijo.

Mientras caminaba, el zorro dijo:

“Si hubieras sido lo suficientemente inteligente, nunca hubieras entrado sin


ver cómo salir”.
Moraleja: Mira ante de saltar. No hagas algo ciegamente sin pensarlo
antes.

El huevo de oro

Había una vez un rico comerciante de tela que vivía en un pueblo con su
esposa y sus dos hijos. Tenían una gallina hermosa que ponía un huevo
todos los días. No era un huevo normal, sino un huevo de oro. Sin
embargo, el joven comerciante no estaba satisfecho con lo que solía
obtener todos los días.

Quería conseguir todos los huevos de oro de su gallina en muy poco


tiempo. Por tanto, un día pensó y al fin concluyó en un plan. Decidió matar
a la gallina y juntar todos los huevos.

Al día siguiente, cuando la gallina puso un huevo de oro, el hombre lo


cogió, tomó un cuchillo afilado, cortó su cuello y cortó su cuerpo abierto. No
había nada más que sangre por todas partes y ningún rastro de ningún
huevo en absoluto. Estaba muy triste porque ahora no conseguiría ni
siquiera un solo huevo.

Debido a su codicia, comenzó a ser más pobre y finalmente se convirtió en


un mendigo.
Moraleja: Si deseas más, puedes perder todo. Es necesario estar
satisfecho con lo que uno tiene y actuar sin codicia.

El coyote y las uvas

Una tarde muy soleada, un coyote iba caminando y el estómago le rugía de


hambre. De repente, nota en la cima de un árbol que hay un racimo de
hermosas uvas moradas e intentó alcanzarlas apoyándose en sus patas
traseras, pero no llegó.

Intentó alcanzarlas saltando, pero tampoco llegó; una y otra vez fallaba
hasta que sus patas ya no podían más y entonces cayó al suelo extenuado.

Estando tumbado en el suelo, se pudo dar cuenta que dos pajarillos la


estaban observando; levantándose, se sacudió el polvo y se marchó
diciendo.

-Mejor paso de esas uvas, seguro están verdes-

Retomó así su camino, y en cuanto ya había ganado distancia, los pajarillos


picotearon las uvas y éstas cayeron al suelo, donde se dieron un banquete.

Mirando de lejos, el coyote pensó:


-Tal vez si hubiese pedido ayuda, estaríamos comiendo los tres-.

Moraleja: A veces nuestro orgullo puede más que nuestro juicio, hasta el
punto en que somos capaces de despreciar las cosas, sólo porque parecen
inalcanzables.

La hormiga y la mariposa
Una hormiga trabajadora se encontraba reuniendo provisiones bajo el
fuerte sol de verano a orillas del río. De pronto, el suelo bajo ella cedió, y la
hormiga cayó al agua donde estaba siendo violentamente arrastrada.

Desesperada, la hormiga gritaba

-¡Ayuda, socorro, auxilio, me ahogo!-

En eso, una mariposa se da cuenta de la situación de la hormiga y


rápidamente buscó una ramita, la agarró con sus patitas y se lanzó hacia
donde estaba la hormiga; tendiéndole la rama y salvándola.

La hormiga muy feliz le dio las gracias y ambas siguieron su camino.

Al poco tiempo, un cazador furtivo se acerca por detrás de la mariposa con


una red; en silencio se disponía a capturarla, pero justo cuando ya tenía la
red sobre la cabeza de la mariposa ¡sintió un piquete muy doloroso en su
pierna! Gritando soltó la red y la mariposa al darse cuenta, salió volando.

Mientras volaba, la mariposa desconcertada giró su cabeza para ver qué


había herido al cazador, y se dio cuenta que era la hormiga a la que ese
mismo día había salvado.
Moraleja: Haz el bien, sin mirar a quien. La vida es una cadena de favores.

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