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REALIZADO POR:
NELSON CHACIN
CÁTEDRA: ESCATOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
Una vez que el Señor Jesucristo retorne por segunda vez a la tierra y ejecute sus
juicios sobre sus enemigos, se establecerá sobre la tierra el reino milenial de
Cristo, también conocido como el reino Mesiánico o simplemente como el Milenio.
La palabra milenio viene del latín y quiere decir “mil años”. Es la era en la cual
Cristo reinará sobre la Tierra después de Su retorno en gloria. Su reinado será de
justicia y paz.
Este período es conocido también como del Gobierno Divino porque Cristo
reinará.
Su inicio es con la Venida de Cristo en gloria y terminará con el gran juicio del
Trono Blanco. La duración, como dice el propio nombre, es de 1000 años.
Como una conjuración de grandes ríos, el principio del milenio será la confluencia
de todos los pactos anteriores que Dios hiciera con el hombre (Apocalipsis 11.19).
El pacto edénico, con la restauración de la supremacía del hombre sobre la
creación animal y su efecto sobre la naturaleza; el pacto con Adam, con la
redención casi realizada totalmente; el pacto con Abraham, con su exaltación de
los judíos y la restauración de Palestina; el pacto con David cumplido en el
establecimiento del hijo de David como rey eterno en Sión; el pacto con Moisés
que orienta sobre el ritual del templo y el sistema de fiestas anuales para formar la
adoración del milenio; y el nuevo y eterno pacto en su plenitud; todo contribuye a
hacer de éste el gran período del pacto y poner a Dios en una más íntima y forme
relación con esta tierra como nunca antes.
CRISTO Y SU REINADO
Durante el período del milenio, Cristo reinará con la ayuda de los santos. (Isaías
4.2-3; 9.6-7; Jeremías 23.5-8; Apocalipsis 11.15).
Durante este período habrá un solo reino que cubrirá toda la tierra, habrá una sola
capital, Jerusalén. Pecadores estarán en el reino pero estarán obligados a
obedecer las leyes del reino. (Isaías 2.2-5; Salmos 2.7-9; Miqueas 4.3; II Corintios
15.25-28; Apocalipsis 20.1-10; Zacarías 14.16-21.
Las escrituras dicen que durante este período habrá un templo nuevo. Cristo lo
continuará (Zacarías 6.13-15). El templo que los judíos habrán hecho y que el
anticristo habrá profanado, será destruido en la batalla de Armagedón. (2
Tesalonicenses 2; Mateo 24.15; Apocalipsis 11.1,2).
Otro pasaje importante que enfatiza el carácter terrenal del reino es Isaías 11,
donde Jesús, como descendiente de David, es presentado como que trae un justo
juicio sobre la tierra y castiga a los impíos.
Una cantidad casi innumerable de otros versículos afirman o implican que el reino
será sobre la tierra (Isaías 42.4; Jeremías 23.3-6; Daniel 2.35-45; Zacarías 14.1-
9). La descripción en estos pasajes del reinado de Cristo sobre la tierra en el reino
milenial evidentemente no describe la edad presente ni describe el cielo. Cualquier
cumplimento razonable requeriría de un reinado literal sobre la tierra a
continuación de la segunda venida de Cristo.
ISRAEL EN EL MILENIO
Muchos pasajes tratan de este asunto. En el milenio los israelitas serán reunidos y
restaurados a su antigua tierra. (Jeremías 30.3; 31.8-9; Ezequiel 39.25-29; Amós
9.11-15). Los reinos divididos de Israel y Judá volverán a unirse nuevamente
(Jeremías 3.18; 33.14; Ezequiel 20.40; 37.15; 39.25; Oseas 1.11). En los estudios
escatológicos, el tema del milenio es estudiado con más profundidad.
FIN DEL PERIODO MILENIAL
Al final de este período, será establecido el gran Trono Blanco donde los impíos
muertos de todas las edades son traídos a juicio delante del Dios Todopoderoso
(Apocalipsis 20.11-15). Estos son los que participarán de la SEGUNDA
RESURRECCIÓN. Todos ellos serán condenados. En esta resurrección no hay
salvos. La resurrección de los justos fue la que estudiamos en la Dispensación de
la Gracia (Apocalipsis 20.6; I Corintios 15.23).
El versículo 12 de los libros: "los libros fueron abiertos, otro libro fue abierto, el
cual es el de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras". El versículo siguiente repite el hecho
condenador: "según sus obras" Aquí se expresa el resultado del rechazo de la
gracia en términos absolutos. No hay perdón aparte del Cristo (Hechos 4. 12), y
los que rechazan la gracia inevitablemente deben ser juzgados por sus pecados.
Después del juicio del Gran Trono Blanco y de la destrucción del primer cielo y la
primera tierra, Juan escribe en Apocalipsis 21.1: "Vi un cielo nuevo y una tierra
nueva: porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía
más" (Apocalipsis 21.1). El extraño silencio de las Escrituras sobre la apariencia
de la tierra nueva y del cielo nuevo no se explica en ninguna parte. En cambio
nuestra atención es dirigida hacía la ciudad santa, la nueva Jerusalén.
LA NUEVA JERUSALÉN
Hay una referencia en Isaías 66.22, donde afirma: "Porque como los cielos nuevos
y la tierra nueva que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así
permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre". Mientras la nueva Jerusalén
terrenal será destruida al final del milenio, la nueva Jerusalén permanecerá para
siempre así como la simiente de Israel permanecerá para siempre.
Dios creó al hombre a su imagen con poderes y habilidades inferiores con el fin de
preparar al hombre para gobernar con él en un gobierno que será eterno. El
propósito de Dios al decirnos “buscad primeramente el reino de dios y su justicia”
es ayudarnos a desarrollar, a través de nuestras experiencias en esta vida, su
carácter santo y justo y prepararnos para gobernar bajo Cristo como reyes y
sacerdotes sobre esta tierra (apocalipsis 5:10).