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¿Cómo trabajar con un adolescente?


Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Adriana Díez

· 3 enero, 2019
¿Te gustaría mejorar tu forma de relacionarte con los adolescentes? Aquí te
damos algunas pautas para saber cómo trabajar con este grupo de edad.

0Compartidos

 El diseño universal de aprendizaje


 La intervención social en contextos educativos
 El modelo de productividad educativa de Walberg

¿Cuáles pueden ser las mejores herramientas a la hora de trabajar con un


adolescente? ¿Existen técnicas específicas para el trato con este grupo de edad?
¿Qué características personales podemos usar para mejorar los resultados en el
trabajo con adolescentes? Todas estas cuestiones las trabajamos en este artículo.

Seguro que muchas veces escuchas la palabra adolescente y ya parece que


resulta complicado hacer frente al tema que se trate. Parece que la adolescencia
es un periodo oscuro y muchas veces tildado de negativo, pero lejos de esta
visión, se encuentra otra que la ve como un mundo de posibilidades. Antes de
saber cómo trabajar con un adolescente debemos entender qué
sucede y cuáles son los cambios reales que acompañan a esta etapa.
La adolescencia comienza con la pubertad, y es el paso que existe
de la infancia a la vida adulta. El inicio de la adolescencia está marcado por
los cambios anatómicos y fisiológicos que se producen en el organismo y que
suelen ser progresivos, estos ocurren a los 10-11 años en las chicas y entre los 12
-13 años generalmente en los chicos. La pubertad son los cambios corporales que
suceden principalmente debidos a las hormonas sexuales (testosterona,
progesterona y estrógenos), aunque también influyen los aspectos genéticos
individuales.
Durante la adolescencia se producen muchos cambios en muy poco
tiempo, es un proceso psicológico unido al crecimiento social y
emocional que surge en cada persona. Desde este punto de vista, cada
persona sigue madurado afectiva y sexualmente a lo largo de toda su vida, mejora
su conocimiento personal y va delimitando sus deseos y necesidades individuales,
pero es en la adolescencia sobre todo cuando comienzan a ser conscientes a
tener que tomar decisiones para ir transformar la imagen proyectada y el
autoconcepto.
En este periodo, se van a producir cambios biofisiológicos,
psicológicos, intelectuales y sociales que sitúan a cada persona ante una
nueva forma de entender dos mundos, el interno y el externo, asumiendo el reto
de enfrentarse con sus contradicciones.
Tener en cuenta los cambios biofisiológicos, psicológicos, intelectuales y sociales
es fundamental a la hora de trabajar con un adolescente.
¿Cómo trabajar con todos estos cambios?
Los jóvenes en esta etapa están construyendo la definición de sí
mismos, se enfrentan a un cuerpo que cambia y crece, experimentan emociones
que ponen a prueba su capacidad de autocontrol. Pasan de una infancia en la que
el niño hace un análisis superficial de su comportamiento respecto a un contexto
social que ve como sencillo, a otra en la que el adolescente hace un análisis
profundo de su comportamiento, siendo capaz de percibir los complejos matices
que pueden darse en un entorno social.
Para trabajar con un adolescentee y, sobre todo, no romper la comunicación con
él, lo mejor es conocer en qué momento se encuentra y concederle, a medida que
pasa el tiempo, un margen más amplio. De alguna manera, las personas que
conviven con los adolescentes tienen que asumir el reto de crecer
con ellos, de negociar con ellos. Pensemos que empiezan a ser
conscientes de su propia individualidad, lo que en muchos casos hace que sientan
un gran desasosiego ante una verdad: es muy difícil que alguien comprenda o
entienda cómo nos sentimos en la totalidad.
Cuando ven en el adulto una figura con la que poder hablar y expresar sus
preocupaciones, sin que este las desprecie por poco importantes o sencillas de
resolver, es más fácil que la transición se produzca sin que aparezcan barreras. El
trabajo mejora cuando se lleva a cabo desde la empatía, ofreciendo
ayuda y no imponiéndola.
La empatía es una poderosa herramienta a la hora de trabajar con un adolescente.

¿Cómo potenciar estas características?


En este momento es importante trabajar la autoestima de los
jóvenes, necesitan conocerse, buscarse y descubrir su camino y sentirse bien
respecto a estos descubrimientos.
Otro aspecto importante es la comunicación, ¿cómo podemos trabajarla con los
adolescentes? En general este grupo de edad buscan ideas concretas, órdenes
razonadas y entendibles y sobre todo, incidir en la asertividad. Muchos jóvenes se
dejan llevar por impulsos y estados de ánimo exaltados. Entrenar habilidades
de comunicación asertiva les permite expresarse de una forma
adecuada y mejorar con ello sus relaciones sociales y de forma indirecta, su
autoestima.
Durante estos años es época de probar y experimentar, entender que la
responsabilidad de los adultos está e dar información precisa y
educar, en ofrecer alternativas y apoyo, más allá de esto, queda la
decisión final de los jóvenes e sus actos y sus consecuencias.
A pesar de distanciarse de la familia, por dedicar más esfuerzo en el campo de lo
social a ser aceptados o mantener su posición en su grupo de amigos, los
adolescentes necesitan sentir que el hogar sigue siendo ese refugio al
que pueden acudir. Quizás desprecien o critiquen muchas cosas de él, pero
esto no significa que no lo necesiten. Así, con las personas que les rodean pasa lo
mismo. Haríamos bien en recordarlo.

Adolescencia tormentosa ¿mito o realidad?


Una adolescencia tormentosa es algo por lo que todos hemos pasado, en
mayor o menor medida. Cuando hablo de tormentosa no me refiero a que
sea mala o desagradable. Hay personas a las que les gustan las
tormentas.

Adriana Díez
Psicóloga General Sanitaria. Número de colegiada: R – 00649. Investigadora
sobre bienestar emocional en adolescentes.
Participó en el curso de verano «Salud Mental y Bienestar Emocional Infanto-
Juvenil: Retos para el siglo XXI» como moderadora de una mesa. Formó parte
del equipo de investigación científica «La salud mental en la sociedad digital
del siglo XXI: prevención de los trastornos mentales en niños y adolescentes
(SINTIA)», Universidad de la Rioja.

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Cinco formas de trabajar la empatía con


adolescentes
Practica estos recursos dentro o fuera del aula para mejorar las habilidades sociales de los
jóvenes
Foto: Flickr/giveawayboy

Arrate Hernandez Oiarbide@arratetete


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30 noviembre, 2017

La adolescencia es una etapa complicada. El joven está inmerso en una fase de cambio y
experimentación que muchas veces le hace sentirse incomprendido. Por otro lado, tampoco
es tarea fácil comunicarse con él. Tanto una parte como la otra tienen la necesidad de ser
escuchados, y eso solo se consigue siendo empático.
A muchos padres y profesores les preocupa la falta de motivación de su hijo o alumno
adolescente. No tienen interés por nada, afirman. Pero eso podría ser posverdad. Los
jóvenes tienen inquietudes, tienen curiosidad; el reto está en saber cómo y dónde enfocarlo.

La adolescencia es, también, una etapa importante, en la cual se desarrollan las


características psicológicas. Durante el proceso, las inseguridades y los miedos están a flor
de piel, dado que estamos expuestos a infinidad de presiones sociales, y es por eso que la
mayoría de veces los jóvenes tienden a afrontar los problemas por sí solos. Por lo tanto, es
importante ayudarles a saber como exteriorizar, compartir y resolver dichos problemas.
Y, para ello, la labor del educador es crucial.

La empatía

A través de la empatía, conseguimos comprender mejor a las personas. Tener la capacidad


de ponerse en la piel del otro es la base de cualquier tipo de relación social. En
consecuencia, cuanto más la desarrollemos, más exitosas serán nuestras relaciones.

He aquí algunos ejemplos para trabajar la empatía con adolescentes a través de la


metodología “Learning by doing”.

1. La realidad virtual: experimentar

La tecnología es parte de la vida de los llamados “millennials”. Si hablamos de adaptar el


aprendizaje al alumno, la tecnología tendrá un valor fundamental. Sin olvidarnos, claro
está, de elegir bien la herramienta para cada objetivo específico. En este caso, si nos
interesa que el adolescente experimente sensaciones de otra persona o contexto, la realidad
virtual puede ser una buena apuesta.

Por ejemplo, podemos ponernos en la piel de un invidente que cruza la calle, o en la de una
persona sorda en una fiesta. También podríamos transportarnos a cualquier lugar del mundo
para conocer la vida de otros jóvenes con diferente cultura.

2. Las redes sociales: conocer

Los adolescentes emplean una parte importante de su tiempo en las redes sociales. Por un
lado, para saciar la necesidad de socialización y, por otra, para seguir la vida de sus
referentes. La web nos da la oportunidad de hacernos eco en todo el mundo y, por tanto, de
conocer realidades que no existen en nuestro entorno. Gracias a ello, se crean comunidades
de minorías sociales sin la condición de la proximidad espacial y sirven de ayuda a aquellos
jóvenes con problemas de integración social.

La modelo Winnie Harlow, por ejemplo, ha ayudado a normalizar una enfermedad en la


pliel (el vitíligo). Haciendo pública su experiencia traumática causada por su condición de
piel, ha ayudado a los que tienen vitíligo a quererse tal y como son y, a los que no, a
conocer y a aceptar su condición.
El actor Gaten Matarazzo, el pequeño Dustin Henderson en la serie Stranger Things,
también ha servido de ayuda a muchos jóvenes. El simple hecho de visibilizar y tratar con
normalidad su enfermedad llamada displasia cleidocraneal ha hecho que mucha gente de
todo el mundo salga de su “caparazón”.

Las redes sociales, a su vez, pueden ser herramienta para alimentar las inseguridades en la
adolescencia, normalmente relacionadas con características del aspecto físico, consecuencia
de la imagen estereotipada que siguen vendiendo los medios hoy en día. Por esa razón, la
alfabetización mediática es imprescindible. Es decir, los jóvenes deberían ser críticos con lo
que consumen, pero la mayoría no lo son. Partiendo de ahí, surgen infinitas dinámicas que
se podrían llevar al aula. Así como reflexiones críticas sobre la imagen de la mujer en los
medios, el bullying, la anorexia o la sexualidad. El rol profesor debería ser el de mediador y
ceder el protagonismo a los alumnos.

3. El teatro: crear

Después de sentir y conocer, el teatro es una herramienta muy efectiva para crear. La
empatía no es teatro, pero el teatro sí es empatía. Interpretar un papel nos obliga a dejar
nuestro yo y crear uno nuevo. Lo interesante es que cada uno lo interpreta a su manera,
pero todos hacen el ejercicio de abandonar el pensamiento propio para actuar como lo haría
el otro. Así, nos involucramos en situaciones que nunca antes habíamos experimentado, que
incluso ayudan a exteriorizar aspectos propios que teníamos guardados.

El teatro del oprimido, metodología artística creada por el actor, director y pedagogo teatral
Brasileño Augusto Boal, entiende el teatro como motor de cambio y empoderamiento de
ciertos colectivos para visibilizar y analizar estructuras de poder que los oprime. Esto puede
ayudar a los adolescentes a sentirse más libres, aprender a no juzgar y a encontrarse a sí
mismos. En Barcelona, por ejemplo, la entidad Forn de teatre Pa’tothom pone en práctica
dicha disciplina “por la defensa de los Derechos Humanos, la erradicación de prácticas que
generan exclusión social y en búsqueda de modelos sociales alternativos”.

4. El deporte: compartir

Otra de las características de los adolescentes es que tienen mucha energía. Es importante
que la canalicen de un modo u otro. El deporte puede ser una opción, y además, aprenderán
a trabajar en equipo; a aceptar los límites de cada uno y los del compañero, a ceder
responsabilidades o a compartir la victoria y la derrota. De este modo, intentarán alcanzar el
objetivo juntos e, independientemente del resultado, sentir que los comprenden les aportará
fuerza.

5. Proyectos colaborativos: enriquecerse

Vivir experiencias fuera de la zona de confort ayuda a cuestionarse la verdad de uno


mismo. Tomando parte en proyectos puntuales se pueden conocer a personas de diferentes
realidades, aprender a convivir y a trabajar con ellas. Crear algo con adolescentes de
diferentes capacidades intelectuales, físicas, económicas o sociales fortalecerá la educación
cívica del joven. Estos proyectos se pueden materializar en vídeos, obras de teatro, un
partido de fútbol o en una experiencia de voluntariado, como lo hacen en la fundación
Marianao. Lo verdaderamente importante es saber compartir e incidir en entender que
existen formas de vivir como personas en el mundo.nike air max 2019 yellow

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