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subrogada
Desde el punto de vista del recién nacido es una agresión injustificable éticamente. Es
previsible que sufra secuelas psíquicas y dificultades con los vínculos afectivos.
Ibone Olza
La gestación subrogada parece estar de moda. Es una nueva alternativa a la
maternidad/paternidad que supone que el bebé es gestado por una mujer que no lo va a
criar y que, a cambio, recibe un ingreso económico.
Más allá de los sentimientos de los padres y de la ética del "negocio", no podemos pasar
por alto todo lo que implica para el recién nacido, los riesgos y los graves efectos
psicológicos.
Ahora sabemos que hay respuesta a la sensación dolorosa desde la semana 25 del
embarazo, respuesta visual y preferencia por caras humanas desde la semana 26 y
capacidad auditiva similar, y respuesta olfativa clara desde la semana 29.
Los estudios además han confirmado lo que se llama “teoría de programación fetal”, es
decir, que durante algunos momentos del embarazo hay sistemas biológicos del bebé que
quedan “programados” para dar una respuesta de por vida a un tipo de ambiente externo.
Toda una serie de mecanismos neurohormonales hacen que nada más nacer los bebés
esperen encontrarse con su madre, reconocerla, olerla, mirarla a los ojos, e idealmente,
iniciar la lactancia.
“Lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que le separen de su madre”
Esta frase del neonatólogo Nils Bergman, investigador referente a nivel mundial, sintetiza
muy bien toda la evidencia científica actual que demuestra lo doloroso que es para los
bebés ser separados de su madre nada más nacer.
Las consecuencias son más dañinas y las secuelas más graves, obviamente, cuanto más
prolongada es la separación. Precisamente por toda esa evidencia, sólo situaciones de cierta
gravedad médica justifican esa separación inmediata.
Es lo que llamamos la herida primal. Muchos de los niños que han sido adoptados sufrieron
esas separaciones tempranas y traumáticas de la madre lo que a veces favorece trastornos
del vínculo o alteraciones muy graves de la conducta en la infancia o adolescencia que
pueden ser muy difíciles de tratar: suelen ser precisos años de terapias.
Adopción vs subrogación
Hay una mayoría de niños adoptados que crecen saludablemente y sin secuelas del
abandono inicial, pero también hay una minoría que sí tiene dificultades muy severas y
graves trastornos de conducta, independientemente de cuanto les quieran y cuiden sus
familias adoptivas.
En el primer caso, adopción, la familia adoptiva repara ese daño aceptando y queriendo al
bebé.
En el segundo, subrogación, es la propia familia la que decide hacer pasar al bebé por ese
embarazo y parto con separación posterior negando el daño que todo eso puede causar,
poniendo por encima su presunto derecho a ser padres.
Incluso en los casos de gestación “altruista” como Canadá hay gestantes que expresan
“disfruté mucho del embarazo, pero nunca sentí una conexión maternal”. ¿Quién puede
pensar que eso no afecta al desarrollo del bebé?
Además, se programa el parto o se realiza una cesárea en la mayoría de los casos, para
favorecer que estén presentes los padres que han “contratado” la subrogación.
La memoria corporal no se podrá borrar, las sensaciones del embarazo y la ausencia de esa
madre que le gestó perdurará de por vida
Desde el punto de vista del recién nacido la subrogación no solo es una agresión
injustificable éticamente, además, es arriesgado y previsible que algunos de estos bebés
puedan sufrir secuelas psíquicas y dificultades para los vínculos afectivos el resto de sus
vidas.