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Parentesco y alimentos

Régimen de comunicación entre parientes


Por María Victoria Famá

I. El parentesco
A. Concepto
En el Título IV del Libro Segundo sobre las Relaciones de Familia, el art. 529 del
Cód. Civil define al parentesco como “el vínculo jurídico existente entre personas en
razón de la naturaleza, las técnicas de reproducción humana asistida, la adopción y la
afinidad”. La definición del nuevo Código mejora lo normado por el derogado art. 345 que
de manera confusa e incompleta aludía, por un lado, al vínculo subsistente y, por el otro,
enunciaba exclusivamente al parentesco por consanguinidad –que ahora es reemplazado
por el parentesco en razón de la naturaleza-, olvidando al afín y al adoptivo.
Claro está, el viejo ordenamiento tampoco mencionaba al parentesco derivado de
las técnicas de reproducción asistida, lo cual pone en evidencia que el parentesco es una
construcción jurídica elaborada a partir de valoraciones sociales y culturales, no
necesariamente ligadas a los vínculos naturales. Las relaciones de parentesco que un
sistema jurídico consagra como esenciales en la conformación de un grupo familiar, nacen
de tres lazos fundamentales: filiación, alianza y hermandad. Pero ello no significa que el
parentesco sea universal. Por el contrario, se trata de un sistema de clasificación de los
individuos y de las posiciones estructurales diferenciadas que elabora cada sociedad en una
época determinada1.
Como cada sociedad diseña su propio sistema y regula sus principios de
categorización de los parientes próximos y lejanos, estas preferencias pueden revisarse a lo
largo de la historia en función de nuevas costumbres y pautas culturales.
B. Clasificación
En orden a su fuente u origen, y conforme lo normado por nuestro Cód. Civil, el
parentesco se clasifica de la siguiente manera: a) el parentesco en razón de la naturaleza
(otrora llamado por consanguinidad), es decir, el que vincula a dos personas que
descienden biológicamente de un antepasado común; b) el parentesco por afinidad, que
vincula a cada uno de los cónyuges con los parientes del otro; c) el parentesco por
adopción, o sea, el que existe entre el adoptado y el o los adoptantes (en la adopción
simple), y el adoptado y el o los adoptantes y los parientes de éste o éstos (en la adopción

1
Para un mayor desarrollo sobre esta temática, ver GRAU REBOLLO, JORGE, Procreación, género e identidad.
Debates actuales sobre el parentesco y la familia en clave transcultural, Ed. Bellaterra, Barcelona, 2006.
plena); y d) el parentesco por técnicas de reproducción humana asistida, esto es, aquél
derivado de la voluntad procreacional cuando se accede a la filiación por dichas técnicas.
Como se adelantó, la mutabilidad de las creencias culturales en torno del parentesco
incide en el discurso jurídico, de modo que ya el antiguo Código había sufrido
modificaciones en este aspecto. Así, con anterioridad a la reforma introducida en su
momento por la ley 23.264, se distinguía entre parientes legítimos e ilegítimos, en virtud
de lo dispuesto por los derogados arts. 365 y 366 del Cód. Civil. La equiparación de las
filiaciones consagrada por dicha reforma (art. 242, Cód. Civil derogado) hizo desaparecer
esta clasificación.
Por último, puede hablarse del parentesco mixto o complejo, cuando aquél nace de
dos o más emplazamientos simultáneos, como el que resulta, por ejemplo, del matrimonio
celebrado entre primos hermanos, cuyos hijos serán simultáneamente nietos y sobrinos de
los progenitores de los cónyuges.
C. Terminología y equiparación expresa
El art. 529 introduce una aclaración terminológica no prevista por el texto anterior,
al decir que “Las disposiciones de este Código que se refieren al parentesco sin distinción
se aplican sólo al parentesco por naturaleza, por métodos de reproducción humana
asistida y por adopción, sea en línea recta o colateral”.
Como se explica en los fundamentos del Proyecto de Código Civil, estos tres tipos
filiales (por naturaleza, por el uso de las técnicas de reproducción asistida y por adopción)
tienen diferentes causa fuente (elemento biológico, de voluntad procreacional y jurídico) a
los fines de la determinación de la filiación y su consecuente sistema en materia de
acciones, pero no respecto de sus efectos. De esta manera, se evita cualquier tipo de
discriminación en razón del vínculo filial, por lo cual, cuando en el texto se alude al
parentesco sin ninguna noción adicional, se refiere a toda clase de vínculo, incluso el
adoptivo, sea en línea recta o colateral.

II. Proximidad del parentesco


La ley determina la proximidad del parentesco teniendo en cuenta las generaciones
que median entre las personas que conforman la familia. A cada generación se le asigna un
grado, de modo que para establecer la proximidad del parentesco se consideran las
generaciones o grados que separan a los miembros de la familia2.

2
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, t. I, p. 104, 3ra. ed., Ed. Astrea, Buenos Aires,
1998.
En estos términos, el art. 530 del Cód. Civil dispone que “La proximidad del
parentesco se establece por líneas y grados”. Se llama grado, al vínculo entre dos personas
que pertenecen a dos generaciones sucesivas (art. 531, inc. a, Cód. Civil). Se denomina
línea a la serie no interrumpida de grados o generaciones (art. 531 inc. b, Cód. Civil)3. A su
vez, el tronco es el ascendiente de donde parten dos o más líneas (art. 531 inc. c, Cód.
Civil), las cuales por relación a su origen se llaman ramas (art. 531 inc. d, Cód. Civil).

III.Clases y cómputo
A. Aclaración
Los arts. 532 a 534 del Cód. Civil aluden a las clases de líneas y al cómputo del
parentesco sin formular distinción alguna, de modo que se entiende (en coherencia con lo
normado por el art. 529), que se trata de reglas aplicables al parentesco en razón de la
naturaleza, de las técnicas de reproducción humana asistida, y de la adopción, con la
salvedad que hace el art. 535 respecto de esta última fuente. No ocurre lo mismo con el
parentesco por afinidad, que por derivar del matrimonio tiene un sistema de cómputo
propio, como luego se verá.
B. Línea recta
La línea recta o directa es la que une a los ascendientes y los descendientes (art.
532, Cód. Civil)4.
En la línea recta el parentesco se computa por tantos grados como generaciones
(art. 533, Cód. Civil), de modo que conforme lo explicitado, el hijo está en el primer grado,
el nieto en el segundo, el bisnieto en el tercero y así sucesivamente. A su vez, el progenitor
está en primer grado, el abuelo en segundo, el bisabuelo en tercero, etcétera.
Lo explicado puede graficarse del siguiente modo:
฀ Progenitor
฀ Hijo 1er. grado
฀ Nieto 2do. grado
฀ Bisnieto 3er. grado

O en su caso

3
Esta definición es incompleta, porque la línea también se establece por la relación entre consanguíneos
determinada por una ascendencia común, lo que ocurre con los parientes colaterales.
4
Recuérdese que en el Código derogado, la línea recta se clasificaba en descendente y ascendente. Así, se
llamaba línea recta descendente a “la serie de grados o generaciones que unen el tronco común con sus hijos,
nietos y demás descendientes” (art. 350, Cód. Civil); y línea ascendente, a “la serie de grados o generaciones
que ligan al tronco con su padre, abuelo y otros ascendientes” (art. 351, Cód. Civil). Tal clasificación era
cuestionable en tanto la línea es siempre la misma, de modo que fue eliminada del nuevo ordenamiento.
฀ Bisabuelo 3er. grado
฀ Abuelo 2do. grado
฀ Progenitor 1er. grado
฀ Hijo
C. Línea colateral
La línea colateral es la que une a los descendientes de un tronco común (art. 532,
Cód. Civil), de modo que son parientes colaterales aquellos que se encuentran en distintas
líneas o ramas, y cuyo vínculo deriva de un tronco común5.
En línea colateral los grados se cuentan por generaciones, sumando el número de
grados que hay en cada rama entre cada una de las personas cuyo parentesco se quiere
computar y el ascendiente común (art. 532, Cód. Civil). Es decir, los grados se computan
remontando desde la persona cuyo parentesco se quiere comprobar hasta el autor común o
tronco, y desde éste hasta el otro pariente. En consecuencia, dos hermanos están en el
segundo grado, el tío y el sobrino en el tercero, los primos hermanos en el cuarto, los hijos
de primos hermanos en el sexto, los nietos de primos hermanos en el octavo, y así
sucesivamente.
Lo explicado puede graficarse del siguiente modo:
A B y C: 2do. grado
D y C: 3er. grado
B C B y E: 3er. grado
D y E: 4to. grado
D E
En el caso, B y C son hermanos, hijos de A. El parentesco entre ellos es de segundo
grado pues se computa yendo desde B hasta el tronco común (A) y de allí descendiendo a
C (dos recorridos). A su vez, D y C son sobrino y tío, respectivamente, y su parentesco es
de tercer grado, en tanto se computa yendo de D a B, luego de B a A, y después volviendo
de A a C (tres recorridos). En fin, D y E son primos y su parentesco es de cuarto grado, ya
que se computa primero yendo de D a B, luego de B a A, después de A a C, y finalmente
de C a D (cuatro recorridos).
Dentro de la línea colateral en segundo grado, el art. 534 distingue entre hermanos
bilaterales y unilaterales, unificando así la terminología utilizada en el texto derogado,
cuyo art. 360 adoptaba la misma nomenclatura, mientras el art. 367 aludía a los
“hermanos” y “medio hermanos”.

5
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, ps. 105 y 106.
Los hermanos bilaterales son los que tienen los mismos progenitores; mientras los
unilaterales son los que proceden de un mismo ascendiente en primer grado, difiriendo en
el otro. Esta cuestión trae aparejada una diferencia en materia de derecho sucesorio, ya que
de conformidad con lo previsto por el art. 2440, en caso de concurrencia entre hermanos
bilaterales y hermanos unilaterales, cada uno de éstos hereda la mitad de lo que hereda
cada uno de aquéllos.
D. Precisiones sobre el parentesco por adopción
1. Aclaración
En coherencia con lo normado por el art. 529, Cód. Civil, cuando la adopción produce
diferentes efectos jurídicos en materia de parentesco, por tratarse de adopción simple o plena, el
Código lo señala de manera expresa; de lo contrario, cuando se alude a parentesco de manera
general, se refiere a la filiación adoptiva cualquiera sea su tipología.
2. Adopción plena
En la adopción plena, el adoptado adquiere una filiación que sustituye a la de
origen, de modo que se generan relaciones de parentesco con los parientes del o los
adoptantes del mismo modo que ocurre con el hijo biológico (art. 535, Cód. Civil).
3. Adopción simple
En la adopción simple, el adoptado ocupa la posición del hijo biológico del o los
adoptantes, pero los vínculos jurídicos con la familia de origen subsisten, con excepción de
la titularidad y ejercicio de la responsabilidad parental, que se transmite al adoptante (art.
627 inc. a, Cód. Civil). Como consecuencia de ello, en este tipo de adopción sólo se crea
vínculo de parentesco entre el adoptado y el adoptante, sin adquirir vínculos de parentesco
con los parientes del o los adoptantes (art. 536, Cód. Civil), salvo en lo relativo a los
impedimentos para contraer matrimonio (art. 403, inc. a, Cód. Civil) o conformar una
unión convivencial (art. 510 inc. b).
Sin perjuicio de esta regla genérica, el citado art. 598 dispone in fine que “Todos
los hijos adoptivos y biológicos de un mismo adoptante son considerados hermanos entre
sí”.
En fin, el art. 535, Cód. Civil relativo al parentesco por adopción, hace una
salvedad en su última parte, indicando que en ambos tipos de adopciones el parentesco se
crea con los límites determinados por el Código y la decisión judicial que dispone la
adopción. Ello en relación con lo normado por el art. 621 que otorga al juez la facultad de
mantener subsistente el vínculo jurídico con uno o varios parientes de la familia de origen
en la adopción plena, y crear vínculo jurídico con uno o varios parientes de la familia del
adoptante en la adopción simple, cuando ello sea más conveniente para el niño, niña o
adolescente. En este caso, no se modifica el régimen legal de la sucesión, ni de la
responsabilidad parental, ni de los impedimentos.
E. Parentesco por afinidad
1. Aclaración
En nuestro ordenamiento civil el parentesco por afinidad se establece sólo entre los
parientes de un cónyuge y el otro cónyuge. Es decir, no existe parentesco por afinidad ni
por ende vínculo jurídico alguno entre los parientes de ambos cónyuges entre sí (art. 536,
Cód. Civil). Así, por ejemplo, no hay parentesco por afinidad entre quienes comúnmente se
llaman consuegros o concuñados.
Tampoco son parientes los cónyuges. Entre ellos se generan toda una serie de
relaciones personales y patrimoniales que son propias del matrimonio, y no del parentesco.
En fin, debe notarse –como se indica en los fundamentos del Proyecto de Código
Civil- que las uniones convivenciales reguladas en el Título III del Libro Segundo no
generan vínculo de parentesco por afinidad.
2. Cómputo
El parentesco por afinidad se computa por analogía o derivación del parentesco en
razón de la naturaleza. En consecuencia, su proximidad se cuenta por el número de grados
en que cada uno de los cónyuges se encuentra con sus propios parientes (art. 536, Cód.
Civil). En la línea recta, el yerno o nuera están recíprocamente con el suegro o suegra, en el
mismo grado que el hijo o hija, respecto del progenitor; es decir, son parientes afines en
primer grado. Y así sucesivamente. En la línea colateral, los cuñados entre sí están en el
mismo grado que los hermanos entre sí, de modo que son parientes afines en segundo
grado.
En el Código derogado, el art. 363 incluía como relación de parentesco por afinidad
en primer grado a la que se genera entre el hijo del cónyuge –fruto de un matrimonio
anterior– y el nuevo cónyuge en segundas o ulteriores nupcias. Se trata de los mal llamados
“madrastra” o “padrastro”, que con mejor criterio se denominan –precisamente–
progenitores afines. Son los vínculos derivados de la familia ensamblada que tenía escasa
recepción en el antiguo Código pues, por un lado, sólo se reconocían efectos jurídicos a
este tipo de familias cuando tenían su origen en el matrimonio (excluyendo a las
emergentes de las convivencias de pareja); y, por el otro, estos efectos se limitaban a la
obligación alimentaria y al derecho- deber de comunicación durante la vigencia de la unión
conyugal.
El estatus jurídico de esta modalidad familiar fue mejorado tras la reciente reforma
del Código Civil, que se ocupa de regular de manera especial los deberes y derechos de los
progenitores e hijos afines ya no dentro del título relativo al parentesco, sino en el capítulo
7 del Título VII sobre Responsabilidad parental. En este sentido, se advierte no sólo una
ampliación en el catálogo de derechos y deberes emergentes de esta relación en sus dos
fuentes (es decir, las derivadas del matrimonio y de la convivencia)6, sino también una
reivindicación de tipo simbólica de estos vínculos, que en la nueva ley son más que
simples relaciones de parentesco, para posicionarse o visibilizarse como un fenómeno con
entidad propia.
No obstante ello, consideramos que en forma subsidiaria se aplican a las relaciones
emergentes de las familias ensambladas las reglas contenidas en el título sobre parentesco
cuando el capítulo que las trata de manera peculiar no ofrezca soluciones concretas en
ciertos aspectos jurídicos, y se trate de relaciones derivadas del matrimonio7. Tal es el caso
del derecho de comunicación de las personas menores de edad, con capacidad restringida,
enfermas o imposibilitadas previsto por el art. 555 del Código, sobre el cual nada se dice
en el capítulo especial. Y ello en tanto no hay duda de que cuando hay matrimonio, los
progenitores afines se encuentran vinculados por una relación de parentesco por afinidad
dentro del primer grado con los hijos de sus cónyuges, y en todos los casos (haya o no
matrimonio) existe parentesco por línea colateral entre los hermanos unilaterales. Lo que el
nuevo Código –al igual que su antecesor- no prevé es vínculo jurídico alguno entre los
llamados hermanos afines, los abuelos afines, etc.
3. Conclusión del parentesco por afinidad
Dado que el parentesco por afinidad tiene su fuente en el matrimonio, debe
analizarse si las vicisitudes por las que éste transite tendrán incidencia sobre la
perdurabilidad de las relaciones derivadas de aquél. Al igual que su antecesor, nuestro
Código Civil actual guarda silencio en tal sentido, de modo que debe recurrirse a las
fuentes históricas y las opiniones doctrinarias.
En el derecho romano los impedimentos matrimoniales derivados del parentesco
por afinidad concluían con la muerte de uno de los cónyuges. Esta misma tendencia fue
seguida en el antiguo derecho francés. En cambio, el derecho canónico introdujo un
sistema distinto, reconociendo la subsistencia de los lazos por afinidad pese a la disolución
del vínculo conyugal8.

6
Como se verá en el capítulo relativo a las familias ensambladas, al cual remitimos.
7
Ello sin perjuicio de que a la luz del principio de no discriminación y de la regla pro hominis pueda, en algunos casos,
invocarse la aplicación analógica de estas normas a las familias ensambladas derivadas de una relación de convivencia,
cuestión que excede el análisis de esta capítulo.
8
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, t. I, p. 18, 10ma. ed., Ed. La Ley, Buenos Aires,
2008, ps. 21 y 22.
Parece ser ésta también la solución adoptada implícitamente por nuestros
codificadores, si se advierte que el art. 403 inc. c) del Cód. Civil (al igual que el derogado
art. 166 inc. 4°) enumera entre los impedimentos para contraer matrimonio, “la afinidad en
línea recta en todos los grados”. Esta norma sólo puede tener aplicación tras la disolución
del matrimonio, pues durante su vigencia bastaría remitir al impedimento de ligamen. La
misma respuesta cabe esgrimir frente al divorcio, y es ésta la opinión conteste entre
nuestros doctrinarios9.
Más discutida ha sido la subsistencia del parentesco por afinidad tras la declaración
de la nulidad del matrimonio. Quienes así lo sostienen, se basan en la solución brindada
por el derecho canónico, por el cual si bien la afinidad sólo resulta del matrimonio válido,
con su nulidad surge el llamado impedimento de pública honestidad, que imposibilita la
celebración de nuevas nupcias entre los parientes afines en línea recta. Se han inclinado
por tal postura autores como Machado10 y Rébora11 y, más recientemente Perrino, para
quien la subsistencia del parentesco se justifica “por razones de moralidad”12.
Por el contrario, la mayoría de la doctrina entiende que la nulidad del matrimonio
conduce a la conclusión del vínculo de parentesco por afinidad, pues su declaración priva
retroactivamente al matrimonio de casi todos sus efectos, con excepción de los
consagrados excepcionalmente y de manera expresa para el matrimonio putativo por los
arts. 428 y 429 del Cód. Civil13.

IV. Efectos jurídicos del parentesco


A. Efectos civiles

9
BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, t. II, p. 482, 8va. ed. actualizada y ampliada, Ed.
Astrea, Buenos Aires, 2006; BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I, p. 22;
FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, t. I, ps. 238 y 239, Ed. Advocatus, Córdoba, 2007; FLEITAS
ORTIZ DE ROZAS, ABEL Y ROVEDA, EDUARDO G, Manual de derecho de familia, p. 29, 3ra. ed. actualizada,
Ed. Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2011; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y D’ANTONIO, DANIEL HUGO,
Derecho de Familia, t. III, p. 442, Ed. Rubinzal- Culzoni, Buenos Aires, 2001; PERRINO, JORGE O., Derecho
de Familia, Ed. LexisNexis, Buenos Aires, 2006, www.abeledoperrot.com; SAMBRIZZI, EDUARDO A.,
Tratado de derecho de familia, t. I, ps. 92 y 93, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2010; ZANNONI, EDUARDO A.,
Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 108; etc.
10
MACHADO, JORGE O., Exposición y comentario del Código Civil argentino, t. I, p. 635, Ed. Lajouane,
Buenos Aires, 1898, citado por ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 109.
11
RÉBORA, JUAN CARLOS, Instituciones de la familia, t. I, ps. 78 y 79, Ed. Kraft, Buenos Aires, 1945-1946,
citado por SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, ps. 94 y 95.
12
PERRINO, JORGE O., Derecho de Familia, cit.
13
FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, cit., t. I, p. 239; FLEITAS ORTIZ DE ROZAS, ABEL Y
ROVEDA, EDUARDO G, Manual de derecho de familia, cit., p. 29; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y
D’ANTONIO, DANIEL HUGO, Derecho de Familia, cit., t. III, p. 442; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil.
Derecho de familia, cit., t. I, ps. 109 y 110. Autores como Mazzinghi y Sambrizzi sostienen la misma
postura, aunque afirman que desde el punto de vista moral resultaría conveniente la prohibición de tales
matrimonios (ver MAZZINGHI, JORGE A., Tratado de derecho de familia, t. I, p. 97, 4ta. ed., Ed. La Ley,
Buenos Aires, 2008, y SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, ps. 94 y 95).
El parentesco produce múltiples efectos en distintos campos del derecho. En el
ámbito del derecho civil, sintéticamente pueden enumerarse los siguientes: a) derecho-
deber alimentario recíproco (arts. 537 a 554, Cód. Civil); b) derecho- deber de
comunicación (arts. 555 a 557, Cód. Civil); c) es fuente de vocación hereditaria legítima
(arts. 2424 y ss., Cód. Civil); d) crea determinados impedimentos para contraer matrimonio
(art. 403 incs. a, b y c, Cód. Civil) y para consolidar una unión convivencial (art. 510 incs.
b y c); e) confiere legitimación para la oposición a la celebración del matrimonio (art. 411,
inc. b) y para deducir la acción de nulidad de las nupcias (arts. 424 y 425); f) otorga
legitimación para solicitar la declaración de incapacidad y de capacidad restringida (art.
33 inc. c) y preferencia para ser designado curador frente a falta de previsión expresa en
contrario (art. 139)14; g) obliga a denunciar a la autoridad competente que el niño, niña o
adolescente no tiene referente adulto que lo proteja (art. 111); h) inhabilita al oficial
público para actuar en todo asunto en que tengan interés sus parientes hasta el cuarto grado
o segundo por afinidad (art. 291) y a éstos para ser testigos en los instrumentos públicos
que pasaran ante aquél (art. 295 inc. d); i) inhabilita para ser testigos en un testamento por
acto público a los parientes del escribano dentro del cuarto grado y segundo por afinidad
(art. 2481); j) da derecho a que se confiera el pago con beneficio de competencia (art. 893,
inc. a); k) otorga legitimación para requerir la declaración de simple ausencia y ser
designado administrador de los bienes del ausente (arts. 80 y 83), así como para solicitar la
declaración de ausencia con presunción de fallecimiento (art. 87); l) exime de la obligación
de denunciar la muerte dolosa del autor de la sucesión que constituye causal de indignidad
para suceder (art. 2281 inc. c); m) confiere el derecho a ser beneficiario de la afectación de
la vivienda a los ascendientes o descendientes del constituyente o, en defecto de ellos, sus
parientes colaterales dentro del tercer grado que convivan con él (art. 246); entre otros.
B. Efectos penales
En el derecho penal, el parentesco tiene relevancia desde tres perspectivas distintas:
a) como integrante del tipo penal, en el caso del delito de incumplimiento de los deberes
de asistencia familiar (ley 13.944); b) como agravante de ciertos delitos (homicidio,
violación, lesiones, abuso deshonesto, corrupción y prostitución, abuso de armas, etc.); y c)
como eximente de responsabilidad frente a los delitos de hurto y defraudaciones (entre
ascendientes y descendientes, afines en línea recta y hermanos o cuñados que viviesen

14
En el antiguo Código el parentesco también otorgaba preferencia para ser designado tutor de los menores de edad a
raíz de lo dispuesto por el art. 390 que recogía la llamada “tutela legal”, por la cual se partía de la convicción de que a
priori determinados parientes estaban en mejores condiciones para estar a cargo del cuidado del niño. Esta figura ha
sido derogada en el nuevo ordenamiento dejando la designación del tutor a criterio del magistrado interviniente.
juntos), y en el caso de encubrimiento (entre parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad).
C. Efectos procesales civiles
En el campo del derecho procesal civil, el parentesco puede operar como causal de
excusación y recusación de magistrados y funcionarios judiciales (art. 17 incs. 1° y 2°,
Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación), e impide el ofrecimiento como testigos en
el caso de parientes consanguíneos o afines en línea recta, salvo para el reconocimiento de
documentos (art. 427, Cód. citado), entre otro efectos.

V. Derecho deber alimentario entre parientes


A. Concepto y fundamento
Uno de los principales efectos del parentesco en el orden civil se vincula con el
derecho deber alimentario o, si se quiere, relación alimentaria15 que el Cód. Civil regula en
los arts. 537 a 55416. Se trata de una relación de origen legal, que exige recíprocamente de
los parientes una prestación tendiente a satisfacer las necesidades para la subsistencia digna
de aquél que no puede afrontarlas por sí mismo, conforme al estado de familia, la
condición social y los recursos del alimentado y del obligado.
El fundamento de esta relación de carácter asistencial se encuentra en el principio
de solidaridad familiar, a raíz del cual surge la necesidad de que aquellos individuos que
están ligados por lazos de parentesco, de acuerdo con el orden de prelación impuesto por la
norma, concurran a hacer posible el bien personal de los integrantes de la comunidad a la
cual pertenecen17. El amparo de tal necesidad elemental da lugar a un personalísimo
derecho a reclamar y un deber de cumplir, que la ley ha contemplado expresamente y que
además, responde al mandato constitucional, que a través de los distintos instrumentos
internacionales de derechos humanos que conforman en bloque de constitucionalidad (art.
75 inc. 22, C.N.), reconoce el derecho a la dignidad y el derecho a un nivel de vida
adecuado.
B. Fuente de la obligación
La obligación alimentaria puede tener su origen o causa fuente en la ley o en la
voluntad.
Entre las obligaciones legales se encuentran aquellas derivadas de las relaciones de
familia, que a su vez responden a cuatro tipos de vínculos: a) los alimentos emergentes del

15
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 113.
16
Para un análisis comparativo del nuevo Código y los proyectos de unificación anteriores en materia alimentaria ver
WAGMAISTER, ADRIANA, “Los alimentos en el anteproyecto de Código Civil”, SJA-2012/06/20-24.
17
ÁLVAREZ, OSVALDO ONOFRE, “Obligación alimentaria de los abuelos”, ED, 171-344.
parentesco; b) los derivados del matrimonio y exigibles entre cónyuges, sea durante la
convivencia (art. 432, Cód. Civil), en período de separación de hecho (art. 432, Cód. Civil)
o, excepcionalmente, después de la sentencia (art. 434, Cód. Civil); c) los exigibles en el
marco de una unión convivencial mientras dure esta convivencia (art. 519, Cód. Civil); y
d) los alimentos emergentes de la responsabilidad parental, es decir, los debidos por los
padres a sus hijos menores de edad18, cuyos alcances se intensifican en relación con otro
tipo de obligaciones (arts. 658 y ss., Cód. Civil). Fuera del ámbito de la familia, existen
también obligaciones alimentarias legales, como la impuesta por el art. 1559 del Cód. Civil
al beneficiario de una donación sin cargo, cuando el donante no tuviera medios de
subsistencia; o la emergente del art. 1745 inc. b) del mismo ordenamiento, que ante el
acaecimiento de un hecho ilícito, impone al autor el deber de aportar lo necesario para
alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos menores de veintiún años de edad con
derecho alimentario, de los hijos incapaces o con capacidad restringida, aunque no hayan
sido declarados tales judicialmente, indemnización que procede aun cuando otra persona
deba prestar alimentos al damnificado indirecto19.
Como se dijo, los alimentos pueden también tener fuente en la voluntad, sea a
través de un contrato, cuando las partes convienen que una de ellas preste alimentos a la
otra, o de un legado, cuando el causante dispone una manda testamentaria de la que resulta
la obligación de prestar alimentos a un tercero (art. 2509, Cód. Civil). En ambos casos,
para que se consideren obligaciones alimentarias, su cumplimiento debe derivar de
necesidades de tipo asistencial. De no ser así, y si lo que se acuerda es simplemente una
prestación periódica, se estará frente a un contrato de renta vitalicia (art. 1599, Cód. Civil)
o a un legado de pago periódico (art. 2510, Cód. Civil)20.
C. Caracteres
El derecho deber alimentario constituye una consecuencia de orden puramente
patrimonial del parentesco o –si se considera también al derivado del matrimonio y de la
responsabilidad parental– del estado de familia. Por estar íntimamente ligado a éste, le
alcanzan sus caracteres fundamentales que en principio, resultan extraños a los derechos
patrimoniales21. Tales caracteres son los siguientes:

18
Ello sin perjuicio de lo que ocurra con la franja etaria entre los 18 y 21 años, cuestión que –por su
complejidad– será analizada en un punto aparte.
19
El Código derogado preveía una obligación similar en el art. 1084 que aludía al pago de lo necesario para
la “subsistencia de la viuda e hijos del muerto”. La nueva norma es más coherente con la práctica, que en
definitiva ubica este rubro alimentario en un monto fijo correspondiente a la indemnización por daño
material.
20
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 114.
21
BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 491.
a) Inherencia personal: los alimentos son inherentes a las personas de acreedor y
deudor, de lo cual se deriva su intransmisibilidad mortis causa (art. 539, Cód. Civil) y la
imposibilidad de su reclamo por los acreedores a través de la acción subrogatoria (arts.739
y ss, Cód. Civil). Esta intransmisibilidad sólo alcanza al derecho a los alimentos, mas no al
derecho pecuniario adquirido sobre las cuotas devengadas y no percibidas, que constituyen
derechos y obligaciones ya incorporadas a los patrimonios respectivos de acreedor y
deudor y, por ende, transmisibles a sus sucesores y subrogables por los acreedores (como
ahora lo indica expresamente el Cód. Civil en el art. 540).
b) Inalienabilidad: otra consecuencia de la inherencia personal de los alimentos es
su inalienabilidad, es decir, la prohibición de su transferencia o cesión por actos entre vivos
(art. 539, Cód. Civil). Ello nuevamente aquí vinculado con el derecho alimentario (o los
alimentos futuros) más no con las cuotas pasadas, devengadas y percibidas, las que pueden
cederse válidamente (art. 540, Cód. Civil). Ligado a este principio se halla también la
prohibición de gravar, contenida en el mismo art. 539.
c) Irrenunciabilidad: el derecho a los alimentos es irrenunciable (art. 539, Cód.
Civil), pero es admisible la renuncia a las cuotas pasadas, devengadas y no percibidas (art.
540, Cód. Civil)22.
d) Intransigibilidad: la obligación alimentaria no puede ser objeto de transacción
(arts. 539, Cód. Civil), aunque ello no obsta a que las partes convengan la extensión o
monto de la cuota alimentaria, su aumento o disminución, la manera de satisfacerla, y la
forma de pago. Estos convenios tienen validez esencialmente provisoria y sujeta a la
homologación judicial, de modo que podrán ser denunciados cuando se han modificado las
circunstancias tenidas en cuenta para la fijación de la cuota, o cuando se demostrara que la
suma acordada es injusta, ponderando la situación económica del alimentante y las
necesidades del alimentado, sin que resulte preciso para ello la alegación de vicios del
consentimiento23. De no ser así, el convenio obliga a las partes hasta que no se modifique
su monto o se disponga su cesación, y es susceptible de ejecución24.
e) Inembargabilidad: El art. 539 citado prohíbe que la prestación alimentaria resulte
embargada por deuda alguna, ni siquiera por créditos de naturaleza alimentaria (salvo aquí
nuevamente en relación a las cuotas devengadas, las cuales sí podrán ser embargadas por el
cesionario de ellas o por créditos de naturaleza alimentaria)25.

22
CNCiv., sala E, 2003/08/26, G., C. I. y otros c. K., E. y otro, LA LEY 2003-E, 822.
23
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I, p. 359; BELLUSCIO, AUGUSTO C.,
Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 493; etc.
24
CNCiv., sala I, 2011/11/22, L.S. P.E. c/M. J.M. s/alimentos, inédito (difundido por la Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo Civil).
25
BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 492.
f) Incompensabilidad: dispone el art. 539 del Cód. Civil que la obligación
alimentaria “no puede ser compensada”, norma coherente con lo dispuesto por el art. 930
del mismo ordenamiento, que entre las obligaciones no compensables, enuncia en primer
término la deuda por alimentos. Este principio general tiende a preservar la intangibilidad
del crédito por alimentos y, por ende, reconoce muy escasas excepciones26 consagradas por
la jurisprudencia en orden a las cuotas atrasadas27. De todos modos, estas soluciones son
aisladas, porque la jurisprudencia mayoritaria se ha pronunciado en contra de la
compensación, aún tratándose de cuotas devengadas y no percibidas28.
g) Imprescriptibilidad: si bien tal característica no surge expresamente de la ley, la
doctrina y jurisprudencia en forma unánime coinciden en que la obligación alimentaria es
imprescriptible29, pues “nace y se renueva constantemente, a medida que nuevas
necesidades se van presentando”30. Sin embargo, puede prescribir el derecho a cobrar las
cuotas ya vencidas, cuestión de la que nos ocuparemos más adelante.
h) Reciprocidad: esta característica resultaba expresamente de lo dispuesto por el
último párrafo del art. 367 del derogado Código. El actual art. 537 nada dice al respecto,
aunque tal reciprocidad se infiere de una interpretación armónica del conjunto normativo, y
en concreto de la redacción de la primera parte de la norma, cuando afirma de manera
genérica que “Los parientes se deben alimentos en el siguiente orden”31. La mentada
reciprocidad adquiere plenitud sólo respecto de la obligación alimentaria entre parientes,
entre cónyuges y entre convivientes, no así en cuanto a la obligación derivada de la
responsabilidad parental (que sólo resulta exigible para los progenitores), ni otras
obligaciones ex lege como las derivadas de la donación sin cargo.
i) Circunstancialidad y variabilidad: como se verá luego con mayor detenimiento,
la cuota alimentaria fijada por sentencia o convenida no hace cosa juzgada material, de
modo que puede ser modificada si varían las circunstancias que le dieron origen.

26
Una de estas excepciones estaba prevista expresamente en el art. 1306, párr. 2° del derogado Código Civil en relación
a los alimentos percibidos durante el juicio de divorcio por uno de los cónyuges y su imputación en su parte de la
sociedad conyugal, disposición que no encuentra un paralelo en la legislación vigente.
27
CNCiv., sala M, 2001/02/28, C., G. c/ S., A., LA LEY, 2001-D, 121; CNCiv., sala C, 2004/11/30, A. P.,
M. P. y otro c. B., G. H., La Ley Online; CNCiv., sala L, 2011/03/17, V., I. c/ M., D. N. s/ aumento de cuota
alimentaria — incidente, R. 569.400, inédito (difundido por la Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara
Nacional en lo Civil).
28
CNCiv., sala E, 2009/03/09, G., M. C. y otros c. M., M. B. s/alimentos, LA LEY 2009-C, 220; CNCiv.,
sala C, 2005/05/24, M. de V., M. F. c. M. P., D. A., LA LEY 2005-E, 19; CCiv., Com., Minas, de Paz y
Trib., sala 2da. Mendoza, 2007/12/05, L., T. en: L., T. H. y S., N. H., La Ley Online; etc.
29
Ver CNCiv., sala I, 2011/11/22, L.S. P.E. c/M. J.M. s/alimentos, inédito (difundido por la Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo Civil), donde se admitió la ejecutabilidad de un convenio
firmado por los cónyuges cuarenta años atrás.
30
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I, p. 359.
31
A la misma conclusión llega OTERO, MARIANO, “El parentesco en el Proyecto de Código”, LA LEY 30/04/2013, 1.
j) Irrepetibilidad de los alimentos pagados: Antes de la reforma, el derogado art.
371 del Cód. Civil estipulaba que “El pariente que prestase o hubiese prestado alimentos
voluntariamente o por decisión judicial, no tendrá derecho a pedir a los otros parientes
cuota alguna de lo que hubiere dado, aunque los otros parientes se hallen en el mismo
grado y condición que él”. Esta norma indicaba que los alimentos pagados por el
alimentante eran irrepetibles contra el alimentado y otros parientes que se encontraran
incluso en grado preferente32. Ello significaba que la obligación alimentaria no era
solidaria, de modo que el pariente que pretendiera la colaboración de otro que estuviera en
igual o mejor situación patrimonial, debía incoar la pertinente acción de contribución, cuyo
resultado sólo incidía respecto de los pagos futuros. El nuevo ordenamiento modifica con
acierto este principio, distinguiendo entre dos situaciones: la relación entre alimentante y
alimentado, y la relación entre dos o más alimentantes obligados. La regla de la
irrepetibilidad sólo rige en el primer contexto, lo que queda demostrado cuando el art. 547
del Cód. Civil señala en su segunda parte que el que recibe los alimentos no puede ser
obligado a prestar fianza o caución alguna de devolver lo recibido si la sentencia es
revocada. En cambio, en el segundo contexto, esto es en las relaciones entre los distintos
obligados al pago, con miras a evitar situaciones abusivas, se habilita al alimentante a
repetir lo abonado de otro u otros parientes obligados, sin que ello afecte en nada el
derecho del alimentado. En este sentido, el art. 549 del Cód. Civil reza: “En caso de haber
más de un obligado al pago de los alimentos, quien los haya prestado puede repetir de los
otros obligados, en proporción a lo que a cada uno le corresponde”.
D. Alcances y requisitos de la obligación alimentaria entre parientes
1) Alcances de la obligación alimentaria
El derogado art. 372 del Cód. Civil disponía que “La prestación de alimentos
comprende lo necesario para la subsistencia, habitación y vestuario correspondiente a la
condición del que la recibe, y también lo necesario para la asistencia en las
enfermedades”. Una primera lectura de la norma parecía indicar que se refería
exclusivamente a los alimentos naturales, que se distinguen tradicionalmente de los civiles
porque los primeros están destinados a atender estrictamente las necesidades básicas del
alimentado, mientras los segundos comprenden también la satisfacción de necesidades de
educación e instrucción.
Sin embargo, esta clasificación ya había ido desvirtuándose en las posturas
doctrinarias más modernas, considerándose desde hace tiempo que pese a que la obligación
alimentaria derivada del parentesco no tiene la amplitud o extensión propia de la

32
CNCiv., sala B, 2007/06/14, E., R. C. v. E., J. E. y otros, JA, 2007-IV-809.
emergente de la responsabilidad parental, la cuota alimentaria no debe constreñirse a
atender las necesidades elementales de índole material, sino que en principio, debe
comprender también las necesidades imprescindibles de orden moral y cultural, de acuerdo
con la posición económica y cultural del alimentado, incluyendo lo que resulta
indispensable para una vida de relación razonable, excluyendo gastos superfluos33.
Tal es también la conclusión que emana de los sendos instrumentos internacionales
de derechos humanos que –como vimos– reconocen el derecho a un nivel de vida
adecuado, y ha sido la solución prevista por el nuevo Código Civil, cuyo art. 541 expresa:
“La prestación de alimentos comprende lo necesario para la subsistencia, habitación,
vestuario y asistencia médica, correspondientes a la condición del que la recibe, en la
medida de sus necesidades y de las posibilidades económicas del alimentante. Si el
alimentado es una persona menor de edad, comprende, además, lo necesario para la
educación”. La nueva disposición legal es más abarcativa que la anterior, previendo
expresamente el rubro educación dentro del contenido de la obligación alimentaria cuando
el alimentado es menor de edad.
2) Vínculo de parentesco y orden de prelación
Al igual que los derogados arts. 367 y 368 del Cód. Civil, los nuevos arts. 537 y
538 especifican con claridad quiénes son los parientes obligados recíprocamente a pagar
alimentos: a) los ascendientes y descendientes, es decir, los parientes en línea recta, sin
límite alguno en cuanto al grado y cualquiera sea la fuente filial (por naturaleza, por
técnicas de reproducción asistida o por adopción plena, pues la adopción simple sólo
genera vínculo jurídico entre adoptado y adoptante/s); b) los hermanos bilaterales y
unilaterales (es decir, los colaterales de segundo grado)34; y c) los afines en línea recta y en
primer grado.
A su vez, la primera norma citada alude al orden de prelación entre los parientes en
razón de la naturaleza, por técnicas de reproducción humana asistida y por adopción,
estableciendo que primero se deben alimentos los ascendientes y descendientes –sin
preferencia a priori alguna entre una y otra línea– y que “entre ellos estarán obligados
preferentemente los más próximos en grado”; y segundo o subsidiariamente, los hermanos
bilaterales y unilaterales.
El art. 537 -al igual que el derogado art. 367- es terminante en cuanto a la
preferencia de los parientes en línea recta por sobre los colaterales hasta el segundo grado,
33
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, p. 271, 3ra. reimp., Ed. Astrea, Buenos Aires,
1999; BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 490; FANZOLATO, EDUARDO I.,
Derecho de Familia, cit., t. I, p. 289; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p.
116; etc.
34
El derogado art. 367 aludía –como se anticipó- a los “hermanos y medio hermanos”.
quienes sólo estarán obligados subsidiariamente a falta de ascendientes y descendientes.
También lo es en cuanto a que entre estos últimos, existe una preferencia de grado (por ej.,
el hijo estará obligado en primer término y el nieto en segundo lugar, es decir, sólo si aquél
no tiene medios suficientes). Pero en relación a los parientes del mismo grado, señala que
estará obligado en primer término el que esté en mejores condiciones de proporcionar
alimentos, aclaración que tras la reforma se aplica acertadamente tanto a los parientes en
línea recta como a los colaterales35.
Desde antaño se consideró que el pariente de igual grado demandado por alimentos
podría, en el juicio, probar que no se halla actualmente obligado por existir otros parientes
en mejores condiciones económicas36. Ello ha sido previsto de manera expresa por el
nuevo Cód. Civil, cuyo art. 546 estipula que “Incumbe al demandado la carga de probar
que existe otro pariente de grado más próximo o de igual grado en condición de
prestarlos, a fin de ser desplazado o concurrir con él en la prestación. Si se reclama a
varios obligados, el demandado puede citar a juicio a todos o parte de los restantes, a fin
de que la condena los alcance”.
Coincidimos con Zannoni cuando observa que para que prospere el planteo de
desplazamiento debería allegarse prueba acerca de una notable diferencia en las
posibilidades económicas. Si así no fuera, el demandado puede, a lo sumo, solicitar la
contribución del otro pariente obligado en igual grado37. Así lo estable actualmente el
tercer párrafo del art. 537, al determinar que si dos o más parientes de igual línea y grado
están en condiciones proporcionar alimentos, están obligados por partes iguales, pero el
juez puede fijar cuotas diferentes, según la cuantía de los bienes y cargas familiares de
cada obligado. Esta flexibilización propuesta por la nueva ley fue tomada de idénticas
disposiciones contenidas el art. 615 del Proyecto de Código Civil y Comercial de 1998 y el
art. 313 del Proyecto de Código Civil de 1993.
La conjunción armónica del art. 537 y del 546 permite concluir –como se anticipó-
que la contribución propuesta por la norma sólo opera entre parientes del mismo grado, y
no entre parientes con distinto llamamiento, sin perjuicio de la posibilidad de demandar
simultáneamente a los ascendientes en el mismo proceso en que se demanda a los
progenitores (situación excepcional prevista por el art. 668 sobre la cual nos expediremos
más adelante).

35
Nótese que el derogado art. 367 establecía esta pauta sólo con relación a los ascendientes y descendientes, no a los
colaterales obligados.
36
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 256.
37
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 121. En el mismo sentido ver
SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 107.
En síntesis, el art. 537 muestra un orden de prelación entre los parientes obligados a
pagar alimentos que determina la prevalencia de los primeros y la subsidiariedad de los
subsiguientes o de grado más lejano, quienes tienen una obligación de naturaleza
condicional, sujeta a condición suspensiva, cuyo nacimiento depende del acaecimiento de
un hecho futuro e incierto –debidamente probado– de que el principal obligado se
encuentra impedido de contribuir38.
Pero este orden de prelación es parcial, en tanto se refiere exclusivamente a los
parientes en razón de la naturaleza, por técnicas de reproducción asistida y por adopción, y
aún así carece de ciertas precisiones. Para completarlo, habría que agregar que aunque la
ley nada diga, si la persona necesitada es casada, como regla general antes que los
parientes se encuentra obligado su cónyuge39. Esta regla podría sufrir excepciones cuando
se advierte, por ejemplo, que el cónyuge se encuentra también en una penosa situación
económica, o cuando los esposos se encuentren separados de hecho por un tiempo
prolongado y la justicia del caso indique, a criterio judicial, que no resulta razonable
exigirle el sostén de su cónyuge. Por otra parte, la doctrina también coincide en cuanto a
que los parientes afines en línea recta sólo resultan obligados en último término, cuando ni
el cónyuge ni los demás parientes pudieran afrontar su deber alimentario40. Ésta es la
solución que actualmente prevé de manera explícita el art. 676 para los progenitores afines,
es decir, para el cónyuge o conviviente que vive con quien tiene a su cargo el cuidado
personal del niño o adolescente (art. 672, Cód. Civil).
En definitiva, en términos generales y más allá de alguna excepción puntual que
podría plantearse ante una situación de evidente injusticia, el orden de prelación de las
personas obligadas a pagar alimentos es el siguiente: 1) los progenitores, cuando se trate
de un menor de 21 años o de un hijo hasta los 25 años que estudie regularmente; 2) el
cónyuge o conviviente –mientras dura la convivencia-; 3) los parientes en razón de la
naturaleza, por técnicas de reproducción humana asistida o por adopción plena en línea
recta de grado más próximo (con la salvedad que luego se hará en el caso de adopción
simple); 4) los colaterales hasta el segundo grado (hermanos bilaterales y unilaterales); 5)

38
CMCiv, sala A, 1997/05/29, F., S. C. y otro c. R. I., A. y otro, LA LEY 1997-E, 629.
39
FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, cit., t. I, p. 282; CÓRDOBA, MARCOS M. Y SOLARI, NÉSTOR
E., “Nuevas normas legales rigen la materia alimentaria”, LA LEY, 1990- B, 1190; SAMBRIZZI, EDUARDO A.,
Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 110; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia,
cit., t. I, p. 124; etc.
40
FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, cit., t. I, p. 285; BORDA, GUILLERMO A., Tratado de
derecho civil. Familia, cit., t. II, p. 363; CÓRDOBA, MARCOS M. Y SOLARI, NÉSTOR E., “Nuevas normas
legales rigen la materia alimentaria”, LA LEY, 1990- B, 1190; SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho
de familia, cit., t. I, p. 108; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 121; etc.
los afines en primer grado en línea recta (con la salvedad que seguidamente se hará en
relación con los progenitores afines).
3) Algunas peculiaridades sobre la obligación alimentaria de los
progenitores afines
Como vimos, según lo normado por el art. 538 del Cód. Civil, “Entre los
parientes por afinidad únicamente se debe alimentos los que están vinculados en línea
recta primer grado”41.
Ya antes de la reforma al Código, para algunos autores, esta obligación –al igual
que la relación de parentesco– subsistía aún luego de disuelto el vínculo matrimonial,
incluso habiendo el alimentado contraído nuevo matrimonio. Así lo entendía Sambrizzi,
para quien en todo caso, de presentarse ese supuesto, existía una obligación subsidiaria de
los ex suegros frente a los actuales, que se encuentran obligados en primer término 42. Otros
autores, en cambio, afirmaban que la obligación subsistía sólo en tanto el ex cónyuge no
contrajera nuevas nupcias, pues así lo indicaba el art. 218 del Cód. Civil en cuanto a la
obligación alimentaria entre cónyuges. Desaparecida la obligación derivada del
matrimonio, desaparecía entonces la obligación de los parientes afines emergente de las
mismas nupcias43. En fin, otro sector doctrinario –con quienes nos identificamos– entendía
que la obligación alimentaria debía cesar tras la ruptura de la unión, sin perjuicio de la
subsistencia en circunstancias excepcionales vinculadas exclusivamente a las familias
ensambladas. Tal era el caso de la fijación de una cuota alimentaria provisoria a pagar por
el progenitor afín, si éste hubiera sido durante largo tiempo el sostén del hogar y el corte
abrupto de toda prestación pudiera ocasionar un grave perjuicio al niño44.
En este sentido, debe recordarse que la obligación alimentaria derivada de la
constitución de una familia a partir de las nuevas nupcias ya había sido reconocida en
diversas disposiciones relativas al régimen patrimonial del matrimonio. Así, el art. 1275,
inc. 1° del derogado Cód. Civil, en cuanto al pasivo definitivo, preveía que son a cargo de
la sociedad conyugal la manutención “de los hijos legítimos de uno de los cónyuges”;
mientras que el art. 6 de la ley 11.357, respecto del pasivo provisorio, señalaba que un
cónyuge respondía con los frutos de sus bienes propios y de los bienes gananciales que

41
Idéntica norma contenía el art. 368 del Código derogado.
42
SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 110.
43
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 266; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho
civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 125; BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I,
p. 401; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y D’ANTONIO, DANIEL HUGO, Derecho de Familia, cit., t. III, p. 456;
BELLUSCIO, CLAUDIO, Prestación alimentaria. Régimen jurídico. Aspectos legales, jurisprudenciales,
doctrinarios y prácticos, p. 465, Ed. Universidad, Buenos Aires, 2006; etc.
44
GROSMAN, CECILIA P. y MARTÍNEZ ALCORTA, IRENE, Familias ensambladas. Nuevas uniones después del
divorcio. Ley y creencias. Problemas y soluciones legales, ps. 264 y sigtes., Universidad, Buenos Aires,
2000.
administraba por las obligaciones contraídas por el otro “para atender a las necesidades
del hogar” (normas cuya esencia es reproducida en los arts. 461 y 489 del nuevo Cód.
Civil). Pese a la contundencia de las citadas normas, su consagración jurisprudencial había
sido escasa. De hecho, en un fallo llegó a rechazarse la demanda interpuesta por la madre
en representación de su hijo contra la nueva mujer del progenitor a los fines de la ejecución
de la cuota alimentaria adeudada por este último sobre los dividendos, intereses y/ o frutos
civiles que su cónyuge percibía en su carácter de accionista de una sociedad anónima. El
Tribunal consideró que la circunstancia de que se tratara de una deuda de alimentos
debidos al hijo del marido de la accionada, que no convivió con éste, no alteraba el
principio de separación de deudas consagrado por el art. 5 de la ley 11.35745.
Esta tendencia comenzó a revertirse en los últimos tiempos a partir de algunos
precedentes aislados. Así, por ejemplo, en un fallo se otorgó la adopción simple de una
joven de 17 años a quien fuera su guardadora junto con su cónyuge desde los seis meses de
vida, y se obligó a éste, que se había retirado del hogar desde hacía diez años, al pago de
una cuota alimentaria a favor de la joven y hasta los 21 años del quince por ciento de sus
haberes. Para así decidir, se resaltó que si bien el alimentante no era padre adoptivo, podía
encuadrárselo como padre solidario o progenitor afín “justificado en la solidaridad
familiar, unido a la posesión de estado filial como ratio de su obligación”, estimando que
“el cambio en la situación -cese de la mesada- puede ocasionar un daño en la vida de la
pretensa adoptada cuando en la convivencia asumió el sustento de su hija en el corazón,
conforme sus ingresos y las necesidades de la alimentada”46. En otro caso, se hizo lugar a
la demanda interpuesta por una mujer en representación de sus dos hijas contra el padre
biológico de la primera y padre de “crianza” de la segunda, con quien aquél había
convivido durante siete años. En autos se acreditó que la niña gozaba de trato de hija por
parte del demandado en el tiempo que duró la convivencia y aún después de la ruptura de
la pareja, subrayándose en este sentido que “el vínculo que unió a las partes es de una
‘familia recompuesta’…”, y que “El trato de padre a hija, que vincula al demandado con la
niña L. A. G., se relaciona con la faz dinámica del derecho a la identidad... que constituye
el patrimonio ideológico cultural y vital de la personalidad que se trasunta en el exterior…
Bajo estas premisas, no hay dudas que el ‘mejor interés’ de la menor L. A. G., exige de que

45
CNCiv., sala C, 1995/12/21, D. la A., M. C. c. R., U., LA LEY 1996-D, 467, con nota de MÉNDEZ COSTA,
MARÍA JOSEFA, “Alimentos y familia ensamblada”.
46
Trib. Coleg. Flia n 5, Rosario, 10/05/2012, “B. P. T. s/ guarda preadoptiva”, ABELEDO PERROT Nº:
AP/JUR/653/2012.
se le reconozca el derecho a percibir alimentos del demandado tal como si se tratara de una
hija biológica”47.
Esta mirada amplia y basada en la misma idea de solidaridad familiar que inspira
la obligación alimentaria entre los parientes afines durante la convivencia fue receptada en
el nuevo Cód. Civil, cuyo art. 676 prevé que la obligación alimentaria del cónyuge o
conviviente respecto de los hijos del otro, que como se anticipó tiene carácter subsidiario, y
cesa en los casos de disolución del vínculo conyugal o ruptura de la convivencia. Sin
embargo, si el cambio de situación pudiera ocasionar un grave daño al niño o adolescente y
el cónyuge o conviviente asumió durante la vida en común el sustento del hijo del otro,
puede fijarse una cuota asistencial a su cargo con carácter transitorio, cuya duración debe
definir el juez de acuerdo a las condiciones de fortuna del obligado, las necesidades del
alimentado y el tiempo de la convivencia.
La solución propuesta por el novel ordenamiento se inspira en lo normado por los
diversos instrumentos internacionales que reconocen expresamente el derecho del niño a
gozar de un nivel de vida adecuado, disponiendo que si bien la obligación alimentaria se
encuentra primordialmente en cabeza de los progenitores, puede recaer sobre “otras
personas responsables” (art. 27, inc. 3°, C.D.N.)48. Esta conclusión es la que se impone
ante la consagración del derecho de alimentos de los niños y adolescentes como un derecho
humano ligado a sus posibilidades de supervivencia, y como un presupuesto esencial para
la realización de sus derechos civiles, a saber: el derecho a la vida, a la integridad
psicofísica, al ejercicio de sus libertades y proyecto de vida y a la consolidación de su
identidad como persona y su dignidad en igualdad de oportunidades con respecto a todos
sus pares49.
Desde esta misma perspectiva, entendemos que la subsidiariedad impuesta por la
norma para la obligación alimentaria de los progenitores afines50 debe ser evaluada de

47
C.Civ., Com. y ContAdm. Córdoba, 13/12/2012, “G., S. C. c/ L., D. s/ alimentos”, ABELEDO PERROT Nº:
AP/JUR/3993/2012.
48
Esta solución también se nutre de los ejemplos del derecho comparado. Así, en Inglaterra, la obligación alimentaria
del progenitor afín se extiende aún luego de haber cesado la convivencia siempre que la persona haya asumido la
obligación de mantener al niño y teniendo en consideración cuáles fueron las razones que lo llevaron a desatenderse de
esta obligación. En algunos estados de los Estados Unidos (Montana, Oklahoma, UTA, Dakota del Norte, etc.) se aplica
la doctrina del in loco parentis por la cual se extiende la obligación alimentaria aún luego de la ruptura de la unión
cuando una persona acepta a los niños como “formando parte de la familia”. Esta doctrina ha sido seguida por Australia,
Nueva Zelanda y Canadá (SHERMAN, IDA A., “’Chartier v. Chartier’: Las obligaciones alimentarias de los padres
afines luego de la ruptura conyugal en la jurisprudencia canadiense. Evolución de la doctrina in loco parentis”, RDF n°
25, p. 207, Ed. LexisNexis- Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2002)
49
GROSMAN, CECILIA P., “Alimentos a los hijos y derechos humanos. La responsabilidad del Estado”, en
Alimentos a los hijos y Derechos Humanos, p. 49, Cecilia P. Grosman (directora), Universidad, Buenos
Aires, 2004.
50
Es interesante destacar que a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, en Holanda, por ejemplo, existe
una obligación alimentaria directa entre padres e hijos afines que conviven.
manera flexible, considerándose el contexto fáctico de cada grupo familiar y, en especial,
como señala la ley, si el cambio de situación de convivencia con el progenitor afín pudiera
ocasionar un grave daño al niño o adolescente. Es decir, la obligación es claramente
subsidiara respecto de la que tienen los progenitores del niño, pero puede no serlo en
relación con el resto de los parientes obligados por el art. 537, Cód. Civil, siendo
innecesario –a la luz del interés superior del niño- que el alimentado deba agotar el
reclamo frente a todo el linaje de parientes antes de poder accionar contra el progenitor
afín que convivió con el hijo y colaboró durante años en su sostén y crianza.
En cuando a la extensión de la cuota, el art. 676 determina que tendrá corte
“asistencial”, es decir, será la necesaria para la supervivencia aunque en los mismos
términos explicitados para los parientes en general.
La cuota será de carácter transitorio, o sea, por un plazo cuya duración no se
estipula por reglas fijas, sino que deberá ser definido por el juez sobre la base de la
equidad, y por la conjunción de tres elementos: la situación patrimonial del obligado, las
necesidades del niño o adolescente, y el tiempo que haya durado la convivencia.
4) La obligación alimentaria y la adopción simple
Entre los efectos propios de la adopción simple, el art. 647 inc. c del Cód. Civil
introduce una novedad no prevista por el régimen derogado: el adoptado conserva el
derecho a reclamar alimentos a su familia de origen cuando los adoptantes no puedan
proveérselos.
Es decir, como este tipo de adopción en principio sólo genera vínculos jurídicos
entre el adoptado y sus adoptantes, cuando éstos últimos carezcan de recursos, por razones
de solidaridad se establece una obligación alimentaria de tipo subsidiaria a cargo de los
demás parientes de su familia de origen. A falta de precisión en contrario, se entiende que
entre los miembros de la familia de origen, se estará al orden de prelación establecido por
el art. 537 para los parientes en general.
5) Necesidad del alimentado
Como se anticipó, el art. 541 del Cód. Civil prevé que el contenido de la obligación
alimentaria debe fijarse en la medida de las necesidades del alimentado. A su vez,
siguiendo las pautas otrora enunciadas en el derogado art. 370, el nuevo art. 545 se refiere
a la prueba de la necesidad, al decir: “El pariente que pide alimentos debe probar que le
faltan los medios económicos suficientes y la imposibilidad de adquirirlos con su trabajo,
cualquiera que sea la causa que haya generado tal estado”.
A diferencia de lo que ocurre frente la obligación alimentaria derivada de la
responsabilidad parental, donde el alcance de la obligación es amplio y la necesidad se
presume, cuando se trata de personas mayores de 21 años, quienes reclaman alimentos
deben probar su estado de necesidad o falta de medios, situación de hecho que se traduce
en un estado de indigencia o insolvencia que impida la satisfacción de los requerimientos
alimentarios51. Esta falta de recursos o medios económicos no debe ser absoluta52, lo que
interesa es demostrar que aún contando con recursos, éstos son insuficientes para subvenir
sus necesidades mínimas, de modo de poder exigir el complemento o faltante para
satisfacerlas53.
La norma se desentiende de la causa que ha llevado al requirente a este estado de
necesidad, aún cuando se tratara de su propia prodigalidad o despilfarro, u otras
circunstancias que le fueran imputables. Ello sin perjuicio de considerar estas conductas a
la hora de establecer el monto de la cuota alimentaria54.
Por el contrario, la citada disposición hace referencia a otro elemento a tener en
cuenta para evaluar la razonabilidad del reclamo: la prueba por parte del peticionante de la
imposibilidad de obtener medios económicos con su trabajo. Es decir, no basta probar la
falta de trabajo, sino que debe acreditarse la imposibilidad de obtenerlo55 por razones de
edad, salud física y/o psíquica, coyunturas socioculturales y económicas desfavorables, etc.
Más allá de lo expuesto, no es vano recordar que resultará aplicable en la especie el
art. 710 del Cód. Civil, según el cual la carga de la prueba recaerá –finalmente- en quien
esté en mejores condiciones de probar, en clara alusión al principio de las cargas
probatorias dinámicas, que se aleja de la interpretación rígida del principio sentado en el
art. 377 del CPCCN.
6) Posibilidades económicas del alimentante
Como último requisito para la procedencia de la obligación alimentaria entre
parientes, el art. 541 exige ahora expresamente que se tenga en cuenta las posibilidades
económicas del alimentante; es decir, que el requerido se encuentre en condiciones de
prestar alimentos, pues no puede obligárselo a privarse de lo indispensable para sí y su
grupo familiar primario en aras de responder con una obligación que la propia ley
considera subsidiaria.
Por otra parte, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito de los alimentos derivados
de la responsabilidad parental o del matrimonio, entre los parientes –en principio– son los
frutos o ingresos que se producen periódicamente los que están destinados a satisfacer la

51
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 118.
52
SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 113.
53
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 272.
54
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. II, p. 352.
55
CApel. Civ. y Com., Mercedes, sala II, ED, 2008/10/30.
obligación. No puede exigirse aquí la realización de bienes capitalizados (inmuebles,
acciones, depósitos, etc.) para satisfacer la necesidad del alimentado56.
E- Coparticipación entre parientes
Tradicionalmente se ha sostenido que quien abona alimentos en virtud de una
sentencia, puede solicitar judicialmente que se exija para el futuro la coparticipación de
otros parientes obligados de igual grado57. Así lo dispone expresamente el art. 647 del Cód.
Procesal Civil y Comercial de la Nación, que además prevé que tal proceso tramitará por
vía incidental, sin interrumpir la percepción de las cuotas ya fijadas.
Como anticipamos, tras la reforma del Cód. Civil, esta posibilidad de exigir la
participación no sólo opera hacia el futuro, sino que tiene en cierta medida efectos
retroactivos al menos desde el inicio del incidente de coparticipación, o incluso antes si nos
atenemos a las reglas generales en materia de retroactividad en el campo alimentario. Y
ello por cuanto el art. 549 prevé que en caso de haber más de un obligado a pagar
alimentos, quien los haya prestado puede repetir de los otros parientes en proporción a lo
que a cada uno le corresponde.
La contribución o coparticipación se torna efectiva reintegrando al alimentante una
parte proporcional de lo que abona en concepto de alimentos, que aquél, personalmente,
suministrará al acreedor alimentario. De este modo, la obligación que surge en
consecuencia se limita a la relación entre los dos parientes obligados, sin que el pariente
condenado a la coparticipación asuma una obligación directa con el alimentado58.
Como otra novedad, y en esta misma línea de coparticipación, el Cód. Civil
reformado prevé la posibilidad de que si en el proceso de alimentos se reclama a varios
obligados, el demandado pueda citar a juicio a todos o parte de los restantes, a fin de que la
condena los alcance a todos (art. 546, Cód. Civil in fine).
Más compleja es la solución cuando se trata de alimentos pagados en virtud de un
convenio celebrado con el alimentista, es decir, sin que haya mediado sentencia que
estableciera la cuota. En tal caso, el alimentante también podría solicitar judicialmente que
se establezca la coparticipación del otro pariente, pero la duda se abre sobre la vía procesal
pertinente, ya que no habiendo un juicio principal de alimentos, técnicamente no podría
tramitar como incidente ante el juzgado donde éste se sustanció. Sin embargo, se ha
considerado que “ello no es óbice para que el pedido de contribución se sustancie por la

56
FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, cit., t. I, p. 274.
57
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 577.
58
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 130.
vía prevista para los incidentes, aunque no esté ligado a un juicio principal…, ya que
parece excesivo imponer en este caso la vía ordinaria…”59.
F. Cesación de la obligación alimentaria
El deber alimentario cesa en algunos casos ipso iure o de pleno derecho y, en otros,
por un pronunciamiento judicial que así lo decida. En el caso de los parientes, la única
causal de cesación ipso iure es la muerte del alimentante o del alimentado (art. 554 inc. b,
Cód. Civil). En cambio, la obligación alimentaria cesa por sentencia: a) cuando
desaparecen los presupuestos que dieron lugar a la fijación de los alimentos (por ej.,
mejoramiento de la situación económica del alimentante o empobrecimiento del
alimentado, existencia de otros parientes más próximos en condiciones de prestarlos, etc.);
y b) cuando el alimentado incurre en alguna causal de indignidad (art. 554 incs. a y c, Cód.
Civil)60. Se trata de una suerte de caducidad del derecho a percibir alimentos, impuesta
como sanción ante una conducta que la ley considera disvaliosa. Dicha cesación opera
exclusivamente entre agraviante y agraviado, de modo que el primero puede reclamar
alimentos de otro pariente, aunque su obligación fuera subsidiaria.
G. El hijo mayor de 18 y menor de 21 años61
1) Antecedentes
a. La reforma introducida por la ley 26.579
La sanción de la ley 26.57962 –que modificó en 2009 el Cód. Civil reduciendo la
mayoría de edad a los 18 años– produjo un fuerte impacto en el régimen de alimentos, al

59
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 578. En similar sentido ver BORDA,
GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I, p. 366 y ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil.
Derecho de familia, cit., t. I, p. 130. Estos últimos autores no hablan de un proceso incidental a tales efectos,
sino sumario.
60
Según el art. 2281 del Cód. Civil son “Son indignos de suceder: a) los autores, cómplices o partícipes de
delito doloso contra la persona, el honor, la integridad sexual, la libertad o la propiedad del causante, o de sus
descendientes, ascendientes, cónyuge, conviviente o hermanos. Esta causa de indignidad no se cubre por la
extinción de la acción penal ni por la de la pena; b) los que hayan maltratado gravemente al causante, u
ofendido gravemente su memoria; c) los que hayan acusado o denunciado al causante por un delito penado
con prisión o reclusión, excepto que la víctima del delito sea el acusador, su cónyuge o conviviente, su
descendiente, ascendiente o hermano, o haya obrado en cumplimiento de un deber legal; d) los que omiten la
denuncia de la muerte dolosa del causante, dentro de un mes de ocurrida, excepto que antes de ese término la
justicia proceda en razón de otra denuncia o de oficio. Esta causa de indignidad no alcanza a las personas
incapaces ni con capacidad restringida, ni a los descendientes, ascendientes, cónyuge y hermanos del
homicida o de su cómplice; e) los parientes o el cónyuge que no hayan suministrado al causante los alimentos
debidos, o no lo hayan recogido en establecimiento adecuado si no podía valerse por sí mismo; f) el padre
extramatrimonial que no haya reconocido voluntariamente al causante durante su menor edad; g) el padre o la
madre del causante que haya sido privado de la responsabilidad parental; h) los que hayan inducido o
coartado la voluntad del causante para que otorgue testamento o deje de hacerlo, o lo modifique, así como los
que falsifiquen, alteren, sustraigan, oculten o sustituyan el testamento; i) los que hayan incurrido en las
demás causales de ingratitud que permiten revocar las donaciones. En todos los supuestos enunciados, basta
la prueba de que al indigno le es imputable el hecho lesivo, sin necesidad de condena penal”.
61
También se encuentra desarrollado este aspecto en el punto II del Capítulo 7 de este mismo Tomo, por Gerardo F.
Muñoz.
62
Sancionada el 2/12/2009, promulgada el 21/12/2009, y publicada en el BO del 22/12/2009.
consagrar la subsistencia del derecho alimentario de los hijos hasta los 21 años, a raíz del
agregado como segundo párrafo al art. 265 del antiguo Código, que rezaba: “La obligación
de los padres de prestar alimentos a sus hijos, con el alcance establecido en artículo 267,
se extiende hasta la edad de veintiún años, salvo que el hijo mayor de edad o el padre, en
su caso, acrediten que cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí mismo”.
Los términos de la reforma dieron lugar a álgidos debates hermenéuticos63.
Procurando ser sintéticos, esbozaremos aquí los contornos esenciales de tan compleja
temática64.
b. Naturaleza jurídica
Con el objeto de poder incluir a los alimentos para los hijos entre los 18 y 21 años
en alguna de las categorías tradicionales emergentes del ordenamiento civil, un sector de la
doctrina entendió que se trataba de una obligación alimentaria derivada del parentesco65.
Es evidente que dentro de las fuentes existentes, era ésta la que desde lo formal más se
ajustaba a la reforma legal, pues no cabría hablar de alimentos derivados de la
responsabilidad parental cuando esta función cesa con el arribo de los hijos a la mayoría de
edad.
Sin embargo, era claro también que la ley 26.549 había creado un particular
régimen alimentario para los hijos incluidos dentro de la mentada franja etaria que si bien
se derivaba de la relación de parentesco, respondía en cuanto a sus fundamentos, alcances
y extensión a los alimentos emergentes de la responsabilidad parental, por lo que difícil
resultaba incluirla en la categoría antedicha. Esta conclusión se reforzaba si se advertía que
a diferencia de lo que ocurre en el marco de estas relaciones, en la obligación alimentaria
consagrada por la ley 26.579 no existe reciprocidad alimentaria, pues los hijos menores de
21 años no deben alimentos a sus progenitores, como el resto de los parientes.

63
Dentro de los trabajos destinados a desarrollar esta temática, compulsar LLOVERAS, NORA- FARAONI,
FABIÁN, La mayoría de edad argentina. Análisis de la ley 26.579/2009, ps. 164 y sigtes., Ed. Nuevo Enfoque
Jurídico, Córdoba, 2010; D’ ANTONIO, DANIEL H., La ley 26.579 –mayoría de edad- y la capacidad de los
menores, ps. 185 y sgtes., Ed. Rubinzal- Culzoni, Santa Fe, 2010; BELLUSCIO, CLAUDIO, Alimentos y las
nuevas leyes de mayoría de edad, matrimonio entre personas del mismo sexo y mediación, García Alonso
editores, Buenos Aires, 2011; del mismo autor, “Los alimentos debidos a los hijos conforme la nueva
legislación”, LA LEY, Sup. Esp. Mayoría de edad, 1/01/2009, p. 7; GROSMAN, CECILIA P., “La mayoría de
edad y la responsabilidad alimentaria de los padres”, RDF n° 47, ps. 17 y sigtes., Ed. Abeledo- Perrot,
Buenos Aires, 2010; DI LELLA, PEDRO, “Algunas cuestiones sobre alimentos en la ley 26579”, SJA 9/6/2010;
KIELMANOVICH, JORGE L., “Reflexiones procesales sobre el deber alimentario en favor del hijo mayor”, LA
LEY, 29/04/2010, p. 1; SOLARI, NÉSTOR E., “Alimentos debidos a los hijos entre los 18 y 21 años. La nueva
la ley 26.579”, LA LEY 20/04/2010, p. 1; entre muchos otros.
64
Para un mayor desarrollo del tema, compulsar AÓN, LUCAS C. y FAMÁ, MARÍA VICTORIA, “Impacto de la
ley 26.579 de mayoría de edad en el derecho alimentario: consideraciones prácticas”, en La ley 26.579 de
mayoría de edad, Néstor Solari (coordinador), Ed. La Ley, Buenos Aires, 2012.
65
D’ ANTONIO, DANIEL H., La ley 26.579 –mayoría de edad- y la capacidad de los menores, cit., p. 190;
BARBERO, OMAR U., “El neomayor de edad conserva derecho a alimentos frente a sus padres mientras no
cumpla veintidós años (ley 26.579)”, ED, 242 -01/06/2011, n° 12.761; etc.
La incongruencia de subsumir la obligación alimentaria creada por la ley 26.579
dentro de la derivada de la responsabilidad parental o la propia del parentesco nos obligaba
a hablar de una nueva especie o fuente de alimentos de origen legal y emergente del
vínculo filial66.
c. Fundamento, admisibilidad y extensión de la obligación alimentaria
Apenas sancionada la ley 26.579, la doctrina se mostró unánime en cuanto a los
alcances o extensión de la cuota alimentaria reformulada por la norma. La remisión al
derogado art. 267 del Cód. Civil implicaba que el quantum de la cuota era idéntico al
debido por los progenitores durante la minoridad y como resultado de las obligaciones
emergentes de la responsabilidad parental.
Mayores dudas suscitó la segunda parte de la citada norma que extendía la
obligación alimentaria hasta los 21 años “salvo que el hijo mayor de edad o el padre67, en
su caso, acrediten que cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí mismo”.
Más allá de la desinteligencia de la norma en cuanto refería a la posibilidad de que el
propio hijo mayor acreditara que contaba con recursos (lo cual constituye una rareza, pues
si el hijo puede autoabastecerse no pedirá alimentos, de modo que no podemos imaginar la
situación procesal en que el hijo se ocupe de demostrar que no necesita alimentos), el breve
texto legal alcanzaba para definir los contornos y especificidades de la nueva fuente
alimentaria, al menos en cuanto a su fundamento y admisibilidad.
d. Legitimación para reclamar los alimentos
Más controvertida fue la cuestión relativa a la legitimación para reclamar los
alimentos en este supuesto. De manera casi unánime68, se consideró que a partir de los 18
años el hijo era el único legitimado desde el punto de vista procesal para reclamar la cuota
alimentaria a su progenitor, pues era el titular del derecho sustancial consagrado en el art.
265 del Cód. Civil y porque, además, a partir de ese momento cesa ipso iure la
representación legal de los padres derivada de la responsabilidad parental. Es decir, si antes
era el progenitor que detentaba la tenencia –en general, la madre– quien reclamaba la

66
DI LELLA, PEDRO, “Algunas cuestiones sobre alimentos en la ley 26579”, cit.; SOLARI, NÉSTOR E.,
“Alimentos debidos a los hijos entre los 18 y 21 años. La nueva la ley 26.579”, cit.; LLOVERAS, NORA-
FARAONI, FABIÁN, La mayoría de edad argentina. Análisis de la ley 26.579/2009, cit., p. 180; BELLUSCIO,
CLAUDIO, “Los alimentos debidos a los hijos conforme la nueva legislación”, cit.; SAUX, EDUARDO I,
“Mayoría de edad a los 18 años”, LA LEY, 24/02/2010, p. 1, etc.
67
La redacción de la norma es equívoca en cuanto sólo alude al padre, pues la madre también se encuentra
obligada al pago de los alimentos. En tal sentido, hubiera sido deseable que se utilizaran expresiones neutras
tales como progenitor, obligado o alimentante.
68
En contra de esta postura se mostraba GROSMAN, CECILIA P., “La mayoría de edad y la responsabilidad alimentaria de
los padres…”, cit.
cuota, a partir de la sanción de la ley 26.579 sería el propio hijo quien debía accionar
contra uno o ambos progenitores.
La cuestión no presentaba dificultades cuando el hijo residía por su cuenta. Pero
cuando el hijo habitaba con uno de sus progenitores, la circunstancia de que resultara el
único legitimado para accionar no sólo lo colocaba en la difícil situación de tener que
litigar contra su progenitor, sino que además, si no lo hacía, el conflicto se proyectaba en la
relación con el progenitor conviviente, quien de hecho estaría asumiendo en forma
exclusiva la obligación alimentaria. Sin embargo, en el plano jurídico, y ante la ausencia de
una disposición legal expresa en este aspecto, ésta era la única solución posible, partiendo
de la plena capacidad que ostenta el hijo al arribar a la mayoría de edad. Reforzaba esta
postura lo normado por el art. 374 del derogado Cód. Civil, en tanto determinaba que el
derecho a los alimentos no puede transferirse.
En todo caso, como alternativa jurídica para evitar las consecuencias negativas de
la inactividad procesal del hijo, propusimos en su momento el impulso por parte del
progenitor conviviente de un reclamo de coparticipación que –como vimos– tramita por la
vía prevista para los incidentes, en los términos del citado art. 650 del Cód. Procesal. En
este incidente, el progenitor conviviente debía solicitar que el otro contribuyera con el pago
de los gastos inherentes a la manutención del hijo, acreditando de manera fehaciente las
erogaciones que en especie realizaba con motivo de la convivencia. La relación procesal
así entablada se circunscribía a la actuación de los dos progenitores, quedando el hijo fuera
de la contienda judicial desatada entre sus padres.
c. Percepción y administración de la cuota alimentaria
Una consecuencia lógica del arribo a la mayoría de edad, es que correspondería al
hijo la percepción y administración de la cuota alimentaria fijada o convenida a su favor.
La percepción de la cuota conllevaba necesariamente a su administración exclusiva
por parte del hijo, a menos que éste por mandato expreso o tácito delegara la
administración al progenitor con quien convivía. Ésta era la única interpretación posible de
acuerdo al articulado del derogado Cód. Civil, pero no por ello dejaba de presentar serias
dificultades en caso de que el hijo destinara la cuota únicamente a su esparcimiento sin
atender a las necesidades comunes del hogar. La inequidad de la respuesta legal en este
aspecto era palmaria y el interés familiar se veía afectado, pues la única alternativa para el
progenitor conviviente era solicitar a su hijo el reintegro de lo pagado a través de una
acción de reembolso (prevista en los arts. 727 y 768.3 del derogado Cód. Civil).
2) La solución propuesta en el nuevo Código Civil
a. La normativa vigente
El nuevo Código Civil continúa la tradición heredada de la ley 26.579 aunque
mejora sustancialmente los contornos de la obligación alimentaria subsistente entre los 18
y 21 años, poniendo fin a los debates que se originaron tras la sanción de la mentada ley, y
subsanando las injusticias emergentes de una aplicación estricta de la norma.
Así, dentro del Título VII del Libro Segundo relativo a la responsabilidad parental,
en concreto, en el capítulo 5 sobre los “Deberes y derechos de los progenitores. Obligación
de alimentos”, el art. 658 prescribe en su última parte que “La obligación de prestar
alimentos a los hijos se extiende hasta los veintiún años, excepto que el obligado acredite
que el hijo mayor de edad cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí
mismo”.
Por su parte, el art. 662 define las cuestiones vinculadas con la legitimación para
accionar y la administración de la cuota, al decir: “El progenitor que convive con el hijo
mayor de edad tiene legitimación para obtener la contribución del otro hasta que el hijo
cumpla veintiún años. Puede iniciar el juicio alimentario o, en su caso, continuar el
proceso promovido durante la minoría de edad del hijo para que el juez determine la
cuota que corresponde al otro progenitor. Tiene derecho a cobrar y administrar las cuotas
alimentarias devengadas. Las partes de común acuerdo, o el juez, a pedido de alguno de
los progenitores o del hijo, pueden fijar una suma que el hijo debe percibir directamente
del progenitor no conviviente. Tal suma, administrada por el hijo, está destinada a cubrir
los desembolsos de su vida diaria, como esparcimiento, gastos con fines culturales o
educativos, vestimenta u otros rubros que se estimen pertinentes”.
b. Naturaleza jurídica
Como se anticipó, la obligación alimentaria con respecto a los hijos mayores de
edad fue incluida en el capítulo 5 sobre los “Deberes y derechos de los progenitores”
dentro del Título VII relativo a la responsabilidad parental. En los fundamentos se procura
explicar esta metodología, al señalar que “por razones prácticas, se consideró que no era
metodológicamente incorrecto regular el derecho alimentario del hijo mayor de edad que
continúa estudiando”.
Aunque la solución legislativa no parece técnicamente precisa pues –reiteramos- la
obligación alimentaria entre los 18 y los 21 años no emerge de la responsabilidad parental,
que cesa al arribar el hijo a la mayoría de edad, se sigue en este sentido la tendencia del
derecho comparado. Si bien creemos que esta obligación tiene un régimen particular que
nos obliga a distinguirlo del deber derivado de la responsabilidad parental y del emergente
de las relaciones de parentesco, se entiende que la intención del legislador ha sido la de
simplificar las fuentes de la obligación alimentaria.
c. Fundamento, admisibilidad y extensión de la obligación alimentaria
Al igual que la ley 26.579, el art. 658 del Cód. Civil determina la subsistencia de la
cuota hasta los 21 años, con idéntico alcance al previsto por el art. 659 durante la
minoridad de los hijos y como resultado de las obligaciones emergentes de la
responsabilidad parental. Es decir, dicha obligación comprende la satisfacción de las
necesidades de los hijos de manutención, educación, esparcimiento, vestimenta, habitación,
asistencia, gastos por enfermedad y los gastos necesarios para adquirir una profesión u
oficio.
Desde otra perspectiva, el art. 658 mejora sustancialmente la redacción de su
antecesor, que indicaba la continuidad de la obligación “salvo que el hijo mayor de edad o
el padre, en su caso, acrediten que cuenta con recursos suficientes para proveérselos por
sí mismo”, superando lo absurdo de que fuera el propio hijo el que probara que contaba
con recursos. El nuevo texto señala en cambio, que será “el obligado” quien deberá
acreditar que el hijo cuenta con recursos suficientes para proveer sus alimentos por sí
mismo.
Como ocurre con los alimentos derivados de la responsabilidad parental, los
alimentos debidos a los hijos entre los 18 y 21 años encuentran su fundamento en la
necesidad económica del alimentado, necesidad que en ambos casos se presume. Ello
surge con evidencia del citado artículo, que impone como regla la obligación alimentaria
salvo que el obligado pruebe que el hijo cuenta con recursos suficientes. La diferencia
entre esta disposición y la emanada del art. 545 relativo al deber alimentario derivado del
parentesco es clara: aquélla implica la subsistencia de la obligación, salvo prueba en
contrario; en cambio, los demás parientes o incluso los hijos mayores de 21 años –como
veremos-, deberán probar su estado de necesidad.
En definitiva, la admisibilidad de la cuota emerge de dos circunstancias objetivas:
a) la relación filial; y b) la edad (ser menor de 21 años). Acreditados estos extremos –
reiteramos– la necesidad como fundamento de la procedencia de la obligación se presume.
Sólo que mientras en la obligación alimentaria derivada de la responsabilidad parental esta
necesidad se presume iure et de iure, en la particular obligación para con los hijos entre 18
y 21 años, la necesidad se presume iuris tantum. Es decir, en el primer caso, la necesidad
no admite prueba en contrario. Aún cuando el hijo menor de edad tuviera recursos
suficientes, la obligación alimentaria de los progenitores subsiste pues no se haya
condicionada a la situación patrimonial del niño. En cambio, en el segundo supuesto, la
necesidad se presume pero admite prueba en contrario, precisamente, la prueba de que el
hijo cuenta con recursos suficientes para su manutención. Es esta en verdad la diferencia
esencial entre ambas obligaciones.
d. La prueba de los recursos del hijo
Al igual que se sostenía tras la sanción de la ley 26.579, el nuevo ordenamiento
indica la continuidad de la cuota alimentaria convenida o fijada judicialmente durante la
minoridad del hijo, hasta los 21 años. Es decir, una vez cumplidos los 18 años no cesa ipso
iure la cuota vigente, sino que el progenitor que pretenda eximirse del pago de la cuota
deberá iniciar el correspondiente incidente de cesación o, en su caso, de disminución de la
cuota alimentaria en los términos del art. 650 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la
Nación contra el hijo69. Distinta es la situación en aquellos supuestos en que la cuota no se
hubiera convenido o fijado judicialmente, en cuyo caso el obligado podrá oponer la
defensa consistente en que el hijo cuenta con recursos en la primera oportunidad procesal,
es decir, al presentarse en el expediente sobre alimentos en los términos previstos por el
art. 643 del Cód. Procesal.
Por otra parte, deben aclararse los alcances de la expresión que el hijo “cuenta con
recursos suficientes para proveérselos por sí mismo”. A la luz del fundamento que
determina la subsistencia de la obligación alimentaria hasta los 21 años, es decir, la
presunción de la necesidad, creemos que la expresión legal remite a dichas situaciones en
que el joven concretamente sea titular de bienes rentables o tenga ingresos por su trabajo
que le permitan satisfacer sus necesidades y mantener el nivel de vida que le daban sus
progenitores. No basta para eximirse de la obligación que exista la posibilidad o
potencialidad de generar ingresos. Ni siquiera podrá relevarse al progenitor cuando el hijo
cuente con ingresos mínimos o incluso medios que le permitan satisfacer sus necesidades
elementales pero no respondan a la satisfacción integral de todos los aspectos de su
personalidad, si es que el obligado posee recursos para brindarle a su descendencia un
mejor nivel de vida. En todo caso, en estos últimos supuestos, podrá el progenitor pedir
una disminución de cuota, para que su obligación se limite a complementar las necesidades
de su hijo, más no eximirse en forma absoluta de la responsabilidad que le compete.
e. Legitimación para reclamar los alimentos y percepción y
administración de la cuota
La principal reforma introducida por el nuevo Cód. Civil en materia de alimentos a
los hijos entre los 18 y 21 años se vincula con la ampliación de la legitimación para

69
KIELMANOVICH, JORGE L., “Reflexiones procesales sobre el deber alimentario en favor del hijo mayor”,
cit.; Juz. Nac. Civ. n° 25, 2011/04/25, C., P. C. c/ P., M, s/ aumento de cuota alimentaria, inédito; CNCiv.,
sala H, 2011/05/12, D. B., M. A. c/ D., J. A. s/ Ejecución de alimentos – Incidente, R. 574.935, inédito
(difundido por la Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil).
demandar estos alimentos y la percepción y administración de la cuota, que el art. 662
concede al progenitor que convive con el hijo, aclarándose que puede tanto iniciar el juicio
alimentario, como continuar el proceso promovido durante la minoría de edad y, de ser así,
tiene derecho a cobrar y administrar las cuotas alimentarias devengadas.
De esta manera, se distinguen dos situaciones fácticas, según que el hijo mayor de
edad viva solo o lo haga con su progenitor. En el primer caso, será el propio hijo quien se
encuentre legitimado para iniciar el proceso y además percibirá y administrará
directamente la cuota alimentaria. En cambio, en el segundo supuesto, si el hijo convive
con uno de sus progenitores, éste podrá iniciar el proceso o continuar el iniciado por aquél,
y será el encargado de recibir, administrar y disponer de los fondos que recibe el mayor de
edad.
La solución ha sido criticada por considerar que la ley impone una especie de
“capacidad regresiva”, en franca contradicción con la tendencia actual que procura otorgar
cada vez más facultades a los niños y adolescentes para el ejercicio progresivo de sus
derechos a la luz de lo normado por el art. 5 de la CDN70. No compartimos esta
observación. Por el contrario, la respuesta legal se percibe como adecuada pues viene a
subsanar las notables injusticias y conflictos familiares que –como vimos- desataba el
régimen anterior, evitando que el hijo tenga que enfrentarse judicialmente con uno de sus
progenitores o que, de no hacerlo, perjudique sustancialmente la posición económica del
otro progenitor conviviente.
Resulta asimismo apropiada la propuesta normativa de que sea el progenitor
conviviente el que administre el dinero proporcionado por el otro para la manutención de
su hijo, cuestión que también evita discrepancias familiares, y que ha sido matizada por la
segunda parte del art. 662 que permite que las partes de común acuerdo, o el juez, a pedido
de alguno de los progenitores o del hijo, puedan distribuir la percepción y administración
de la cuota, estableciendo la proporción que percibirá y administrará directamente el hijo,
destinada a cubrir los desembolsos de su vida diaria, como esparcimiento, gastos con fines
culturales o educativos, vestimenta u otros rubros que se estimen pertinentes. La solución
procura garantizar que se destine lo necesario a la cobertura de los gastos básicos en
materia de vivienda, alimentación y salud, resguardando la autonomía del hijo para

70
SOLARI, NÉSTOR E., “Alimentos a los hijos mayores de edad entre los 18 y 21 años en el Proyecto”, DFyP 2013
(mayo), 01/05/2013, p. 3.
disponer de los gastos inherentes a su vida cotidiana. Se trata de una pauta equitativa que
tiende a satisfacer los intereses de todos los involucrados en la dinámica familiar71.
H. El hijo mayor de 21 años
Antes de la reforma introducida al Cód. Civil, llegado el hijo a los 21 años, cesaba
ipso iure su derecho alimentario, debiendo reclamarlos en su caso como un pariente más,
en los términos del art. 370 del texto derogado.
Esta solución se mostraba disvaliosa en la mayoría de los hogares, donde se
advierte que pese al arribo a dicha edad, los hijos siguen dependiendo económicamente de
sus padres, sobretodo cuando cursan una carrera universitaria. Es por ello que algunos
autores habían propiciado la continuidad de la cuota alimentaria establecida durante la
minoridad del hijo para evitar que el cese intempestivo del aporte económico le causara un
perjuicio en su formación72. Nuestra jurisprudencia se hizo eco de esta tendencia en sendos
precedentes, resaltándose que la obligación de asistencia material de los padres respecto de
sus hijos tiene carácter autónomo de la originada por la responsabilidad parental, pues
encuentra su causa en el vínculo y en la solidaridad familiar, subsistiendo por ende hasta el
fin de su educación, es decir, hasta el momento en que su formación le permita afrontar sus
necesidades por sus propios medios73. Sin perjuicio de ello, se coincidió en general en que
el caso debía enmarcarse dentro de la obligación alimentaria derivada del parentesco, de
modo que se exigía la acreditación de los extremos previstos por el derogado art. 370 del
Cód. Civil74.
En el derecho comparado se admite expresamente la subsistencia de la obligación
alimentaria en estos supuestos, coexistiendo dos sistemas: uno que no establece límites
etarios, como es el caso de Francia (arts. 295 y sigtes., Cód. Civil), España (arts. 93 y 172,
Cód. Civil), Honduras (art. 217, Cód. de Familia), Nicaragua (art. 8, ley 143/92), Italia (art.
434, Cód. Civil), Suiza (art. 328, Cód. Civil), entre otros; y otro sistema que establece un

71
Tras la reforma introducida por la ley 26.579, esta solución conciliadora fue propuesta por BIRGIN, HAYDEE- HARARI,
SOFÍA, “Lo que la ley no dice… Independencia/ dependencia”, RDF n° 47, Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2010, ps. 9 y
ss.
72
GROSMAN, CECILIA P., “El Derecho Alimentario del hijo mayor en relación a su formación profesional”,
ED, 97-883; NOVELLINO, NORBERTO J., “¿Debe un padre divorciado continuar solventando los estudios de
sus hijos llegados a la mayoría de edad?, DJ, 1997-3, 512; BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los
alimentos, cit., p. 231; BELLUSCIO, CLAUDIO, Prestación alimentaria. Régimen jurídico, cit., p. 369;
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 123; SAMBRIZZI, EDUARDO A.,
Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 136; etc.
73
CNCiv., sala C, 1990/12/03, LA LEY, 1991-E, 290.
74
TFam., Formosa, 1999/05/20, V., M.E. c/V., F. C., LA LEY Litoral 2000, 103; CNCiv., sala I, 2000/08/15,
ED, 189-339; TS Entre Ríos, sala civ. y com., 2007/07/06, G., M. A. y otra c/ G., O. R.,
www.abeledoperrot.com; CApel. Civ. y Com., Azul, sala II, 2008/12/04, T., G. R. c/ T., J. R. y otra, LLBA
2009 (abril), 314; CCiv. y Com., Necochea, 2008/11/04, K., C. A. c/ K., G. M. s/ Incidente de Cese Cuota
Alimentaria, ElDial.com; CApel. Civ., Com. y Min., San Juan, sala I, 2001/10/09, G., L. O. c. G., B. A., LA
LEY Gran Cuyo 2002, 576; CApel. Civ. y Com., Dolores, 2010/07/08, M., C. C. v. M., H. R.,
www.abeledoperrot.com; etc.
límite etario para la subsistencia de la obligación alimentaria, como ocurre en Panamá (art.
377.3, Cód. de Familia), Costa Rica (art. 173, Cód. de Familia), Perú (art. 424, Cód. Civil),
El Salvador (art. 211, Cód. de Familia), etc.
Esta segunda postura ha sido recogida en el nuevo texto legal, resaltándose en los
fundamentos del Proyecto que se “sigue esta última tendencia a los fines de lograr un
equilibrio entre los derechos en pugna y el posible abuso en el mantenimiento de los hijos
mayores de edad”.
En estos términos, el actual art. 663 del Cód. Civil prevé la subsistencia de la
obligación alimentaria de los progenitores con relación al hijo mayor que se capacita y
hasta llegar a los 25 años, “si la prosecución de estudios o preparación profesional de un
arte u oficio, le impide proveerse de medios necesarios para sostenerse
independientemente. Pueden ser solicitados por el hijo o por el progenitor con el cual
convive; debe acreditarse la viabilidad del pedido”.
Al igual que los alimentos entre los 18 y 21 años, esta tercera categoría de
alimentos a los hijos ha sido incluida dentro de las disposiciones relativas a la
responsabilidad parental, con lo que cabe hacer las mismas observaciones que se hicieron
respecto de la anterior franja etaria.
Sin perjuicio de esta cuestión formal, queda claro del texto legal que se encuentran
legitimados para accionar –por los mismos fundamentos que se dieron respecto de los
jóvenes entre 18 y 21 años- el hijo y el progenitor con el cual éste convive.
En cuanto a la carga de la prueba, quien reclama la prórroga de la obligación
alimentaria debe acreditar la viabilidad del pedido, es decir, que “la prosecución de
estudios o preparación profesional de un arte u oficio, le impide proveerse de medios
necesarios para sostenerse independientemente”. Como ya lo había entendido nuestra
jurisprudencia, en el supuesto especial de los hijos mayores que estudian, la prueba
consiste en la acreditación de que se cursa la actividad académica en forma regular y del
rendimiento del alumno, sin necesidad de probar la imposibilidad absoluta de procurarse
un empleo, pues la mera carga horaria en especial de determinadas carreras universitarias
hace presumir la dificultad de trabajar simultáneamente75.
En fin, con relación al alcance o contenido de la obligación alimentaria,
entendemos que debe ser amplio, con la misma extensión que demanda la cobertura de los
gastos de los hijos menores de edad y de los mayores entre 18 y 21 años. Ello en tanto el

75
Juzg. Nac. Civ. n° 81, 1998/09/25, RDF n° 14, p. 263, Ed. Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 1999, con nota
de REQUEIJO, OSCAR.
art. 663 alude a la subsistencia de la obligación de los padres de proveer alimentos a sus
hijos.
I. Sobre la obligación alimentaria de los abuelos76
1) Subsidiariedad de la obligación
Si bien la obligación alimentaria de los abuelos participa de los caracteres de los
alimentos derivados del parentesco, lo cierto es que la trascendencia del rol de estos
parientes en la vida de la familia moderna ha motivado la reformulación y flexibilización
de los requisitos exigidos para la procedencia del reclamo. Ello se ve reforzado desde la
perspectiva constitucional, en especial a la luz de lo dispuesto por la C.D.N. que fortalece
el papel de otros adultos responsables en la satisfacción del derecho del niño a un nivel de
vida adecuado para su desarrollo físico, psíquico, social y espiritual (art. 27, C.D.N.).
Tradicionalmente, la jurisprudencia y la doctrina77 han sostenido el criterio por el
cual la obligación alimentaria de los abuelos respecto de sus nietos es de carácter
subsidiario a la de los progenitores78. Sin embargo, esta tendencia ha ido cediendo terreno
en precedentes –todavía aislados– que han considerado que “el orden de prelación que
surge del inciso 1 del art. 367 del CC para los ascendientes más próximos en grado y que
por ende configura el principio de subsidiariedad de la obligación alimentaria de los
abuelos con relación a los padres, se contrapone con las previsiones del art. 27 incisos 2,
3 y 4 de la CDN que establecen la procedencia del reclamo alimentario del niño contra
sus padres u otras personas encargadas (inc. 2), a otras personas responsables (inc. 3) u
otras personas que tengan responsabilidad financiera (inc. 4) en pie de igualdad sin
sucesividad ni subsidariedad alguna”79.

76
Para un mayor desarrollo de este tema ver FAMÁ, MARÍA VICTORIA, “Obligación alimentaria de los
abuelos”, ps. 249 y sgtes., en Alimentos a los hijos y derechos humanos, Cecilia Grosman (directora),
Universidad, Buenos Aires, 2004, y FAMÁ, MARÍA VICTORIA y HERRERA, MARISA, “La obligación
alimentaria de los abuelos hoy”, ElDial.com, Suplemento especial sobre “La obligación alimentaria de los
abuelos respecto de sus nietos derivada del incumplimiento del obligado principal”.
77
ÁLVAREZ, OSVALDO O., “Obligación alimentaria de los abuelos”, ED, 171-344, p. 252; MÉNDEZ COSTA,
MARÍA JOSEFA, Visión jurisprudencial de los alimentos, ps. 246 y 247, Ed. Rubinzal- Culzoni, Santa Fe,
2000; SAMBRIZZI, EDUARDO A., Tratado de derecho de familia, cit., t. I, p. 118; ZANNONI, EDUARDO A.,
Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. II, p. 734; etc.
78
CNCiv., sala A, 1991/07/01, S. de P., A. A. c. P., C.”, LA LEY, 1991-D-357; CCivil y Com. San Isidro,
sala I, 1991/09/25, B. de S., S. c. S., M, DJ, 1992-I, 196; CNCiv., sala A, 1995/16/03, C., J. M. c. E., R. F.,
LA LEY, 1995-D, 106; CNCiv., sala G., 1995/11/07, M., de V., M. c. S. de V., M, LA LEY 1996-B, 202;
CCiv, Com. Lab. y Paz Letrada, Curuzú Cuatiá, 1996/02/21, S. de C., M. E. c. C., C. G., LA LEY Litoral,
1997, 42; TCol. Fam. Formosa, 1996/08/01, P., L. C. c. C., C. A. y otra, LA LEY Litoral, 1997, 626; CNCiv.,
sala H, 1997/03/07, D. de P., G. c. P., M. N., LA LEY, 1997-D, 110; CNCiv., sala A, 1997/04/14, A., S. M.
c. L. de D., E. C., LA LEY 1997-D, 840; CCiv., Com, Crim y Corr., Zárate, 1997/05/08, A., P. N. c. P., M. L
y otra, LLBA, 1997, 1211; CNCiv., sala A, 1997/05/29, F., S. C. y otro c. R. I., A. y otro, LA LEY, 1997-E,
629; CNCiv., sala F, 1997/09/25, M., D. F. y otros c. M., E. L., y otro, LA LEY, 1998-B, 916; CNCiv., sala
D, 1998/02/23, B., M. G. c. S. de R., R., ED, 11/03/1999, p. 5; CNCiv., sala I, 2000/07/07, Q., M. B. y otro c.
C., A., LA LEY, 2001-A, 168; CNCiv., sala A., 2001/03/30, G. A., C. X. C. G., I. A., LA LEY, 26/6/01, p. 5;
CNCiv., sala E, 2001/05/14, M. L., L. K. c. N., J. A., ED, 17/10/2001, p. 8; etc.
79
Trib. Coleg. Fam., Quilmes, 2007/04/18, B., L. E. c. C., D. y otra, LLBA 2007 (julio), 606.
En este mismo sentido, alguna doctrina ha concluido que las disposiciones
constitucionales desplazan automáticamente la operatividad de la regla sentada por el
derogado art. 367 –y ahora reproducida por el art. 537-, el cual no es oponible al niño
titular del derecho fundamental y personalísimo que lo legitima a proponer directamente
(no de modo sucesivo o subsidiario) la acción de alimentos contra sus abuelos, obligados
sin más a su cumplimiento, una vez acreditados los requisitos de procedencia80.
Sin hacerse eco de estas propuestas, con criterio que compartimos, el nuevo Código
Civil mantiene la subsidiariedad de la obligación alimentaria de los abuelos, aunque
incorporando –como se verá- una regla de flexibilización procesal que simboliza la
particular implicancia de la función de los abuelos en el sostén de sus nietos81.
2) Alcance de la obligación
En el caso especial de los abuelos, cobra relevancia la reforma introducida al nuevo
art. 541 del Cód. Civil que a diferencia de los limitados alcances previstos por el derogado
art. 372, incorpora un “plus” en la obligación alimentaria hacia los menores de edad, que
comprende además lo necesario para su educación.
Esta disposición armoniza con los mandatos emergentes de los instrumentos
internacionales de derechos humanos, atendiendo fundamentalmente al interés superior del
niño y la mayor vulnerabilidad que presentan las personas menores de edad. En este
sentido, la cuota alimentaria que se establece a favor de los nietos no sólo debe tener en
cuenta necesidades físicas u orgánicas del niño (subsistencia, habitación, vestuario y
asistencia en las enfermedades), sino también debe garantizar los medios tendientes a
permitirle un desarrollo íntegro de su personalidad intelectual y espiritual en su hábitat
social y cultural. Así ya lo había entendido alguna jurisprudencia minoritaria aún antes de
la reforma, al decir que “la prestación alimentaria debe contemplar las condiciones de
edad, parentesco, condición económico social, necesidades morales y culturales de quien
solicita, sin ceñirse estrictamente al victus o pura necesidad de subsistencia física”82.
3) Aspectos procesales
Hasta la reforma del Cód. Civil, como consecuencia de la subsidiariedad de la
obligación alimentaria de los abuelos, la doctrina y la jurisprudencia sostenían en general
que la parte que los reclamaba para sus hijos debía probar la insuficiencia de sus recursos y

80
MORELLO, AUGUSTO M. y MORELLO DE RAMÍREZ, MARÍA S., “La obligación alimentaria de los abuelos
ante la Convención sobre los Derechos del Niño”, JA, 1998-IV-1095.
81
Así se expresa en los fundamentos del Proyecto, al observase que “Los alimentos por ascendientes cuando involucra a
niños, niñas y adolescentes están regulado de manera especial en el Título relativo a la responsabilidad parental y
recepta las modificaciones y observaciones que varias voces doctrinales y jurisprudenciales han desarrollado en torno a
los alimentos entre abuelos y nietos”.
82
CNCiv., sala A, 1991/07/01, S. de P., A. A. c. P., C., LA LEY, 1991-D, 358.
los del otro padre, la imposibilidad de suministrar alimentos o bien el incumplimiento por
parte de quien los debía83, porque de lo contrario el progenitor obligado podía sustraerse de
los deberes impuestos por la responsabilidad parental, trasladando a otros parientes la
manutención del hijo, y liberarse de sus deberes de asistencia familiar que en caso de no
ser atendidos, le acarreaban responsabilidades civiles y penales84. La carga de la prueba
pesaba, entonces, sobre el padre que demandaba a los abuelos en representación de sus
hijos menores de edad, quien debía acreditar haber realizado sin éxito todas las gestiones a
su alcance para hacer efectivo el crédito, procurando obtener el cumplimiento compulsivo
de la condena.
Sin embargo, esta regla casi inamovible había comenzado a ceder en los últimos
tiempos. Un punto de inflexión en este aspecto fue marcado por un fallo de nuestra Corte
Suprema que revocó la sentencia de Cámara e hizo lugar a la fijación de una cuota
alimentaria a pagar por el abuelo paterno, resaltando que el criterio en torno del cual debía
decidirse la cuestión era el interés superior del niño85. Incluso años antes, alguna
jurisprudencia se había animado a morigerar la postura tradicional, considerando que la
generalizada por la cual la obligación alimentaria de los abuelos nacía cuando existía
imposibilidad de los propios padres para prestarla, “debe ceder cuando se configuran
circunstancias especiales que denotan la necesidad de hacer primar la tutela de derechos
básicos de los menores”86. Más recientemente, la Suprema Corte de la provincia de
Buenos Aires reforzó esta tendencia, al decir: “el principio de subsidiariedad que se
desprende de la normativa del Código Civil art. 367 y sigtes. respecto de la obligación
alimentaria de los abuelos se relaciona con el principio de solidaridad familiar que da
fundamento a dicha obligación. … esta subsidiariedad ‘no es una regla de carácter

83
CNCiv., sala A, 1991/07/01, S. de P., A. A. c. P., C.”, LA LEY, 1991-D-357; CCivil y Com. San Isidro,
sala I, 1991/09/25, B. de S., S. c. S., M, DJ, 1992-I, 196; CNCiv., sala A, 1995/16/03, C., J. M. c. E., R. F.,
LA LEY, 1995-D, 106; CNCiv., sala G., 1995/11/07, M., de V., M. c. S. de V., M, LA LEY 1996-B, 202;
CCiv, Com. Lab. y Paz Letrada, Curuzú Cuatiá, 1996/02/21, S. de C., M. E. c. C., C. G., LA LEY Litoral,
1997, 42; TCol. Fam. Formosa, 1996/08/01, P., L. C. c. C., C. A. y otra, LA LEY Litoral, 1997, 626; CNCiv.,
sala H, 1997/03/07, D. de P., G. c. P., M. N., LA LEY, 1997-D, 110; CNCiv., sala A, 1997/04/14, A., S. M.
c. L. de D., E. C., LA LEY 1997-D, 840; CCiv., Com, Crim y Corr., Zárate, 1997/05/08, A., P. N. c. P., M. L
y otra, LLBA, 1997, 1211; CNCiv., sala A, 1997/05/29, F., S. C. y otro c. R. I., A. y otro, LA LEY, 1997-E,
629; CNCiv., sala F, 1997/09/25, M., D. F. y otros c. M., E. L., y otro, LA LEY, 1998-B, 916; CNCiv., sala
D, 1998/02/23, B., M. G. c. S. de R., R., ED, 11/03/1999, p. 5; CNCiv., sala I, 2000/07/07, Q., M. B. y otro c.
C., A., LA LEY, 2001-A, 168; CNCiv., sala A., 2001/03/30, G. A., C. X. C. G., I. A., LA LEY, 26/6/01, p. 5;
CNCiv., sala E, 2001/05/14, M. L., L. K. c. N., J. A., ED, 17/10/2001, p. 8; etc.
84
CNCiv., sala A., 97/04/14, Z., S. M. c. L. de D., E. C., LA LEY, 1997-D, 840.
85
CSJN, 2005/11/15, F., L. c/ L., V., RDF 2006-II, p. 17, Ed. LexisNexis- Abeledo- Perrot, Buenos Aires,
2006, con nota de HARARI, SOFÍA, “Alimentos a cargo de los abuelos: ¿subsidiarios o directos”?
86
CNCiv., sala H, 1995/06/30, P., M. S. y otro c. C., J. M. s/ alimentos”, RDF n° 12, p.233 Ed. Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1998.
procesal, sino un precepto de derecho sustancial, que apunta a la protección integral de la
familia’”87.
La flexibilización de los aspectos procesales ha llevado a la jurisprudencia a
relativizar las exigencias para la procedencia de la acción, admitiéndola incluso cuando la
madre tiene recursos, pero éstos son insuficientes88, y sin necesidad de agotar todos los
medios para compeler al progenitor responsable, cuando se advierte su conducta
renuente89.
La finalidad de garantizar al niño las necesidades básicas para su desarrollo físico,
intelectual, espiritual, moral y social obliga a los Estados, y en particular a los jueces, a
procurar todos los medios para evitar rigorismos formales en cuanto a las pruebas y
exigencias procesales, que puedan obstaculizar el cumplimiento de la obligación
alimentaria por parte de los abuelos.
Es por ello que incluso alguna jurisprudencia también se había apartado de ciertos
rigorismos procesales, admitiendo el planteo de la demanda contra los progenitores y los
abuelos en forma conjunta, o directamente la ejecución contra los abuelos en el mismo
proceso ejecutorio impulsado contra el progenitor renuente, al estimar que resulta
inconveniente a los alimentados y contrario al interés del niño la promoción de un nuevo
proceso para lograr la satisfacción impostergable de sus necesidades básicas90.
Esta solución que reconoce antecedentes en el derecho comparado –por ejemplo, el
Cód. de Familia de Cataluña, el Cód. Civil de Quebec y la legislación de Nicaragua- fue
recogida por el art. 668 del nuevo Código Civil, que expresamente ahora indica que “Los
alimentos a los ascendientes pueden ser reclamados en el mismo proceso en que se
demanda a los progenitores o en proceso diverso”.
Por otra parte, y en cuanto a la prueba del incumplimiento de la obligación
alimentaria por parte de los progenitores para habilitar la acción contra los abuelos, el
nuevo Código participa de las tendencias que fueron flexibilizando la exigencia probatoria,
al establecer en la última parte del citado art. 668 que además de lo previsto en el título del
parentesco, debe acreditarse verosímilmente las dificultades del actor para percibir los
alimentos del progenitor obligado. Es decir, basta con probar la verosimilitud de la

87
SCBA, 2010/03/17, M., L. M. contra M., R. P. y otra s/ alimentos, www.abeledoperrot.com
88
CSJN, 2005/11/15, F., L. c/ L., V., cit.; CNCiv., sala A., 2001/03/30, G. A., C. X. C. G., I. A., LA LEY,
26/06/2001, p. 5; CNCiv., sala F, 1994/10/18, G., B. R. y otro c. F., N. R. O. N y otros, ED, 164-107;
CNCiv., sala E, 2001/05/14, M. L., L. K. c. N., J. A., ED, 17/10/2001, p. 8; SCBA, 2010/03/17, M., L. M.
contra M., R. P. y otra s/ alimentos, www.abeledoperrot.com; etc.
89
CFam., 2da. Nom., Córdoba, 2011/09/14, G., M. A. vs. S., C. R. y otro s/ Juicio de alimentos, RC J
11533/11; CApel. Civ. y Com. Mar del Plata, sala II, M., G. N. c. E., L. I., 2006/03/28, LLBA, 2006-652;
CApel., Civ., Com. y Min., San Juan, sala III, 2007/04/26, Y., C. A., LLGran Cuyo 2007 (julio), 670; CJ
Salta, 2008/07/07, Del M., A. C. c. C., E. y N. de C., A. L., LLNOA 2008 (octubre), 890; etc.
90
CNCiv., sala H, 1997/03/07, D. D. P., G. M. c. P., M. N., LA LEY, 1997-D, 112.
dificultad para cobrar los alimentos del primer obligado, siendo innecesaria la
comprobación fehaciente de la imposibilidad de ejecutar la cuota debida por el progenitor
renuente.
Desde otra perspectiva, si bien el Código nada dice, se ha estimado la posibilidad
de fijar respecto de los abuelos un complemento de la cuota alimentaria establecida a cargo
de los progenitores, cuando ésta no sea suficiente para atender a las necesidades del niño y
siempre que el progenitor no esté en condiciones de afrontar una cuota más alta91. En este
sentido, aunque como se vio la distribución de la cuota prevista por el art. 537 –en
consonancia con lo normado por el art. 546 sobre la existencia de otros obligados- alude a
los parientes obligados en el mismo grado, creemos que nada obsta a que en el caso
particular de los abuelos dicha regla se adecue al interés del niño, admitiéndose la
contribución entre parientes de distinto llamamiento, teniendo en cuenta las posibilidades
de cumplimiento de cada uno de ellos.
4) Concurrencia de abuelos maternos y paternos
Aunque no existe una referencia expresa, no hay duda de que a la luz del nuevo
art. 537 del Cód. Civil es posible la concurrencia de los abuelos maternos y paternos en la
obligación alimentaria, pues parece razonable distribuir la obligación a prorrata entre todos
los obligados, de acuerdo a sus recursos económicos y a sus propias cargas familiares. Esta
solución procura la composición adecuada del interés del niño y de los intereses de los
abuelos. En el derecho comparado, así lo disponen expresamente el Cód. Civil español (art.
145); el Cód. de Familia de Cuba (art. 125) y el Cód. Civil italiano (art. 441), entre otros.
J. El proceso de alimentos92
1) Descripción y características
El art. 542 del Cód. Civil fija reglas procesales relativas al juicio de alimentos,
tendientes a asegurar la inmediata y efectiva percepción de la cuota. Así, superando la
imprecisión terminológica del derogado art. 375 –que disponía que el procedimiento sería
sumario- establece en su lugar que “el proceso de alimentos será el más breve que

91
CNCiv., sala B, 1988/03/15, LA LEY, 1998-D, 397; CNCiv., sala A, 1991/07/01, ED, 143-235; CCiv.
Com. CCont. Adm. Río Cuarto, 1998/05/26, F., C. N. c. D. C. de D., G. E., LLC, 1998-1176 y C1° Civ.
Com. Fam., Río Cuarto, 1998/06/25, F., C. N. c. D. C. de D., G. E., LA LEY, 1999-B, 839.
92
Para un mayor desarrollo de esta temática que por falta de espacio aquí sólo se esboza sintéticamente,
compulsar, entre otros, KIELMANOVICH, JORGE L., Derecho procesal de familia, ps. 67 y sigtes., LexisNexis-
Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2007; AREÁN, BEATRIZ A., “Alimentos y litisexpensas”, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación. Concordado con los códigos provinciales. Análisis doctrinal y
jurisprudencial, ELENA I. HIGHTON y BEATRIZ A. AREÁN –directoras-, t. 12, ps. 373 y sigtes., Hammurabi,
Buenos Aires, 2009; PAGÉS, HERNÁN H., Proceso de alimentos, Astrea, Buenos Aires, 2009; BOSSERT,
GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit.; BELLUSCIO, CLAUDIO, Prestación alimentaria.
Régimen jurídico, cit., ps. 765 y sigtes.; LAGOMARSINO, CARLOS A. y URIARTE, JORGE A., Juicio de
alimentos, 2da. ed., Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1997; etc.
establezca la ley local”, y repite como su antecesor que “no se acumula a otra
pretensión”.
Desde antaño este mandato ha dado lugar a la creación de regímenes especiales en
materia de alimentos en todos los códigos procesales locales. Así, el Cód. Procesal Civil y
Comercial de la Nación prevé un procedimiento abreviado, que puede resumirse en los
siguientes pasos. El requirente realiza una presentación por escrito, donde debe acreditar el
título en que funda su reclamo, denunciar el caudal económico del alimentante, acompañar
toda la documentación que tenga en su poder y ofrecer toda la prueba de la que intente
valerse (art. 638). En el primer auto, el juez ordena la prueba ofrecida y cita a las partes a
una audiencia preliminar de conciliación dentro de los diez días, bajo apercibimiento de
imponer al requerido una multa en caso de incomparecencia (art. 639). En caso de no
comparecer el demandado, se fija una nueva audiencia dentro de cinco días, bajo
apercibimiento –para el alimentante – de establecer la cuota alimentaria conforme a las
pretensiones del solicitante y las constancias del expediente (art. 640)93, y –para el
alimentado– de tenerlo por desistido del proceso (art. 641). Según la norma, la intervención
del demandado se limita a la posibilidad de ofrecer, en la audiencia preliminar, de viva voz
o por escrito, la demostración de la falta de título o derecho del demandante,
exclusivamente mediante prueba documental e informativa (art. 643)94. Lo cierto es que
esta previsión fue atemperada en la práctica, en resguardo del derecho de defensa en juicio,
de modo que actualmente se admite el ofrecimiento de toda clase de prueba, en la medida
en que ello no prolongue innecesariamente el proceso. Igualmente, y de no llegarse a un
acuerdo, el juez deberá dictar sentencia dentro de los cinco días de haberse producido la
prueba ofrecida por la actora (art. 644). Ello indica que es la parte actora quien tiene en su
poder la disposición de los tiempos procesales, pues cuando aquélla pida el dictado de
sentencia, no se tendrá en cuenta si resta producir prueba ofrecida por el demandado.
2) Competencia
El derogado Cód. Civil establecía una regla concreta de competencia en materia de
alimentos entre cónyuges, al disponer en el art. 228 que entendería el juez donde hubiese
tramitado el juicio de separación personal, divorcio vincular o nulidad del matrimonio y,
de no haberse iniciado aquéllos, a opción del actor, el juez del domicilio conyugal, el del
domicilio del demandado, el de la residencia habitual del acreedor alimentario, el del lugar
de cumplimiento de la obligación o el del lugar de celebración del convenio alimentario si

93
En la práctica, por una cuestión de economía procesal, las audiencias previstas por los arts. 639 y 640 se
fijan en el mismo proveído inicial.
94
Es decir, no está previsto en sentido técnico la contestación de la demanda de alimentos.
lo hubiere y coincidiere con la residencia del demandado, si se planteare como cuestión
principal.
Esta múltiple opción prevista para garantizar el acceso a la justicia a favor de la
parte más débil de la relación alimentaria, no estaba específicamente contemplada para la
obligación alimentaria entre parientes ni la derivada de la responsabilidad parental, aunque
la Corte Suprema entendió que cabía extenderla a los juicios de alimentos de menores de
edad95. Siguiendo esta línea jurisprudencial, el art. 716 del nuevo Código dispone que “En
los procesos referidos a responsabilidad parental, guarda, cuidado, régimen de
comunicación, alimentos, adopción y otros que deciden en forma principal o que
modifican lo resuelto en otra jurisdicción del territorio nacional sobre derechos de niños,
niñas y adolescentes, es competente el juez del lugar donde la persona menor de edad
tiene su centro de vida”.
A su vez, en los procesos de alimentos emergentes del matrimonio y la unión
convivencial, el art. 719 determina la competencia del juez del último domicilio conyugal
o convivencial, o el del domicilio del beneficiario, o el del demandado, o aquel donde deba
ser cumplida la obligación alimentaria, a elección del actor. No se estipulan, sin embargo,
reglas de competencia para los juicios de alimentos entre parientes mayores de edad,
aunque por analogía debe entenderse aplicable la opción recogida por el art. 719 citado.
3) Alimentos provisorios y litisexpensas
Al igual que el derogado art. 375 del Cód. Civil, el nuevo art. 544 prevé que
“Desde el principio de la causa o en el transcurso de ella, el juez puede decretar la
prestación de alimentos provisionales, y también las expensas del pleito, si se justifica la
falta de medios”. Dicha norma se complementa con dos soluciones novedosas que
introduce el nuevo ordenamiento: la mención expresa de la posibilidad de fijar alimentos
provisorios durante el juicio de filiación o incluso antes (art. 586, Cód. Civil), y los
alimentos a favor de la mujer embarazada que acredite sumariamente la filiación alegada
(art. 665, Cód. Civil).
Los alimentos provisorios están destinados a cubrir las necesidades impostergables
del alimentado durante el proceso y hasta tanto se dicte sentencia definitiva. Se trata de una
medida cautelar que como tal, exige la existencia de verosimilitud e el derecho y peligro en
la demora96, verosimilitud que en el caso de los alimentos surge del vínculo de parentesco,
y peligro que en estos supuestos se presume. En este sentido, tratándose de hijos menores

95
CSJN, 26/04/1988, LA LEY, 1988-D-71, entre otros.
96
No así de contracautela, requisito que se desvanece en general en los procesos de familia (KIELMANOVICH,
JORGE L., Derecho procesal de familia, cit., ps. 30 y sigtes.).
de 21 años la cuota podrá fijarse aún sin prueba alguna (pues su necesidad se presume),
mientras que en el caso de los parientes (o incluso los cónyuges) será preciso acreditar
sumariamente el estado de necesidad.
Los alimentos provisorios rigen desde que se ha notificado al demandado su
fijación hasta el dictado de la sentencia, e incluso podrán aumentarse a lo largo del proceso
si se cuenta con mayores pruebas acerca de los gastos que insume la manutención del
alimentado y los recursos del alimentante.
Por otro lado, las expensas el pleito o litisexpensas a las que alude el art. 544 in
fine, son los gastos necesarios para poder continuar la tramitación del juicio. Dado que en
la mayoría de las jurisdicciones no se exige el pago de la tasa de justicia en este tipo de
procesos, en general, sus gastos son mínimos, de modo que en la práctica no es habitual su
reclamo.
4) Sentencia
a) Efectos
El art. 644 del Cód. Procesal prevé que los alimentos se deben desde la fecha de
interposición de la mediación previa obligatoria en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires
(conf. ley 26.589, del 15/04/2010)97. La retroactividad se justifica en tanto la sentencia es
declarativa del derecho a percibir alimentos.
Esta regla ha sido recogida y ampliada por el nuevo Cód. Civil, cuyo art. 548
dispone que “Los alimentos se deben desde el día de la interposición de la demanda o
desde la interpelación al obligado por medio fehaciente, siempre que la demanda se
presente dentro desde los seis meses de la interpelación”. La norma –que se reproduce en
el art. 669 en relación con los alimentos derivados de la responsabilidad parental- reconoce
antecedentes en los Proyectos de Código Civil de 1993 y de 1998, y otorga relevancia a la
fecha de la interpelación extrajudicial para determinar la mora del alimentante, pues desde
ese momento resulta evidente la necesidad del alimentado. Sin perjuicio de esta regla a
favor del sujeto más débil de la relación jurídica, en aras de evitar un abuso del derecho, se
limita la retroactividad a la condición de que la demanda se hubiera interpuesto en el plazo
de seis meses. En aquellas jurisdicciones –como la de la Ciudad de Buenos Aires- donde se
exige la mediación previa obligatoria en estos procesos, debe entenderse –también por el
principio favor debilis- que el plazo de la ley de fondo se refiere a la fecha de inicio de la
mediación.

97
Con anterioridad a la sanción de la citada ley, la norma refería a la retroactividad desde la interposición de
la demanda, criterio que fue modificado paulatinamente por nuestra jurisprudencia.
En consonancia con la regla de la retroactividad, a fin de evitar que el
cumplimiento del pago de las cuotas devengadas durante el transcurso del proceso se torne
excesivamente gravoso para el deudor, el art. 645 del Cód. Procesal determina la
posibilidad de fijar cuotas suplementarias, de acuerdo con las disposiciones sobre
inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones, las que serán abonadas en el
número y monto que estime prudente el magistrado, ponderando el caudal económico del
alimentante, la situación de necesidad del alimentado, y el tiempo prudencial de
cancelación de la deuda98.
b) Modo de cumplimiento de la prestación alimentaria
A diferencia del derogado Cód. Civil, que no establecía la forma en que debía
cumplirse la obligación alimentaria, el nuevo art. 542 estipula que “La prestación se
cumple mediante el pago de una renta en dinero, pero el obligado puede solicitar que se lo
autorice a solventarla de otra manera, si justifica motivos suficientes”.
En efecto, como se trata de una deuda de valor –en donde el dinero opera como el
equivalente a la subsistencia, habitación, vestuario, etc. del que lo recibe–, esta obligación
puede ser satisfecha en dinero o en especie, o incluso en forma mixta.
Más allá de que las partes puedan acordar los términos en que se cumplirá con la
cuota alimentaria, se discute doctrinaria y jurisprudencialmente a quién corresponde la
elección de la forma de pago. Un sector señala que atañe al deudor, en virtud de lo
dispuesto por el art. 637 del Cód. Civil99; otro sector, con mejor criterio, sostiene que la
opción es del alimentado, para evitar las dificultades prácticas que implicaría dejar la
elección en exclusivas manos del deudor100. Lo cierto es que si las partes no llegan a un
acuerdo, de lo normado por el art. 646 del Cód. Procesal, ya se infería que la cuota
alimentaria se fija en dinero101. Esta regla viene a reforzarse a partir de lo dispuesto por el
art. 542, aunque parece morigerarse cuando se permite al obligado solicitar el pago en
especie, si justifica motivos suficientes. Y agregamos aquí, si se advierte que ello en nada
perjudica –e incluso puede beneficiar- al alimentado, sobre todo tratándose de un niño o
adolescente.
La regla del pago en dinero muestra ventajas y desventajas. Por un lado, resulta
práctico para el alimentado en tanto favorece la posibilidad de administrar la renta como lo
considere más razonable, pero también puede significar una desventaja para éste, ya que la

98
KIELMANOVICH, JORGE L., Derecho procesal de familia, cit., p. 113.
99
BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 496.
100
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. I, p. 355; ZANNONI, EDUARDO A.,
Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 132.
101
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., p. 509; LAGOMARSINO, CARLOS A. y
URIARTE, JORGE A., Juicio de alimentos; etc.
imposición de determinadas obligaciones en especie, sobretodo cuando éstas forman parte
de los rubros regulares que integran los alimentos (por ej., alquiler de la vivienda,
expensas, cuota del colegio o de la medicina prepaga, etc.) permite una actualización
permanente –aunque parcial– de la cuota pese a la prohibición de indexación vigente (de la
que nos ocuparemos en el punto siguiente). Por otro lado, desde la perspectiva del
alimentante, la fijación de una parte de la cuota en especie favorece una presencia más
activa en la vida familiar, en especial cuando se trata de la crianza de los hijos menores de
edad. Y, además, asegura que el dinero se destine en primer término a la cobertura de
necesidades ineludibles. Es por ello que en la práctica, en ocasiones, se tiende a buscar una
solución mixta y estipular una cuota a pagar parte en efectivo y parte en especie. Incluso,
tratándose de un alimentante que percibe ingresos fijos, se ha optado por la fijación de un
porcentual de estos ingresos, para así también favorecer la actualización progresiva de la
cuota en función de los aumentos salariares.
También en relación al modo de cumplimiento de la obligación alimentaria, el
citado art. 542 establece que “Los pagos se deben efectuar en forma mensual, anticipada y
sucesiva pero, según las circunstancias, el juez puede fijar cuotas por períodos más
cortos”.
La primera parte del texto legal reproduce lo previsto por el art. 644 del Cód.
Procesal, pero el legislador ha flexibilizado la regla del ordenamiento local, otorgando al
juez facultades para establecer una mayor frecuencia entre los períodos de pago cuando las
circunstancias especiales del caso así lo justifiquen (por ejemplo, si el alimentante cobra su
salario quincenalmente, o si carece de ingresos fijos y por ende no cobra un sueldo al
comienzo de cada mes, sino que percibe sumas de dinero de manera más inestable).
Creemos que la solución es justa siempre que ello no afecte los derechos del alimentado,
pues sabido es que la organización doméstica exige al comienzo del mes el soporte de toda
una serie de gastos “fijos” que no admiten demora.
c) Actualización de la cuota
La actualización o indexación de las prestaciones alimentarias ha sido un tema que
ha tenido en vilo a nuestra jurisprudencia durante décadas, a raíz de los múltiples y
despiadados procesos inflacionarios que ha padecido este país. La cuestión había quedado
zanjada tras la sanción de la ley 23.928 (Ley de Convertibilidad), que dio lugar a un
plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en el que se resolvió: “Con
posterioridad a la vigencia de la ley 23.928 no son legalmente admisibles los dispositivos
de reajuste automático de las cuotas alimentarias, en función de los índices que reflejen la
depreciación monetaria”102. El argumento para incluir a la deuda alimentaria dentro de las
previsiones de la ley 23.928 fue que aquélla queda despojada del carácter de deuda de
valor una vez que ha sido fijada en una cantidad determinada de dinero.
Casi dos décadas después, y más allá de las críticas que en su momento recibiera, la
doctrina del plenario –cuya obligatoriedad es dudosa tras la sanción de la ley 26.853103 que
crea la Cámara de Casación Civil y deroga los arts. 302 y 303 del Cód. Procesal– resulta
inconsistente frente a la realidad económica de la Argentina, donde –si bien no en la forma
inusitada a la que estábamos acostumbrados– se percibe un aumento del costo de vida. En
este contexto, la doctrina del citado plenario ha devenido inconstitucional104 si se coteja
con el derecho a mantener un nivel de vida adecuado e, inclusive, el acceso a la justicia,
pues la praxis indica que las personas se ven forzadas a iniciar un proceso de aumento de
cuota alimentaria para mantener el valor adquisitivo de la cuota, con un dispendio
jurisdiccional que además, es repugnante al principio de economía procesal.
d) Recursos
Al igual que el derogado art. 376, el art. 547 del Cód. Civil dispone en su primera
parte que “El recurso contra la sentencia que decreta la prestación de alimentos no tiene
efecto suspensivo”. En concordancia con ello, el art. 647 del Cód. Procesal establece que la
sentencia que admite los alimentos es apelable sólo con efecto devolutivo, mientras que la
que los rechaza, es apelable con ambos efectos.
En consecuencia, la resolución que fija alimentos es inmediatamente ejecutable
aunque el demandado interponga recurso de apelación. Tan es así, que el art. 647
determina que una vez deducido el recurso, se expedirá testimonio de la sentencia que se
reservará en el juzgado para su ejecución, remitiéndose las actuaciones principales a la
Cámara.
5) Ejecución
a) Trámite
A los fines de procurar la satisfacción inmediata de las necesidades alimentarias y
evitar dilaciones que favorezcan actitudes renuentes, el art. 648 del Cód. Procesal prevé un

102
CNCiv., en pleno, 1995/02/28, D.B. de Q., L. del V. C/ Q.,C.E., LA LEY, 1995-B, 487.
103
BO del 17/05/2013.
104
Así lo ha considerado en un voto en disidencia la magistrada Mattera, al decir: “resulta indudable la
viabilidad de una eventual impugnación, tanto respecto de la ley en sí, como de las sentencias judiciales
basadas en la doctrina plenaria obligatoria, por cuanto ‘ninguna exégesis jurisprudencial, ni aún la establecida
por Tribunales plenarios con fuerza legal vinculante, exhibe inmunidad frente al control de
constitucionalidad: cualquier precepto, legal o reglamentario, y cualquier hermenéutica judicial, puede
incurrir en inconstitucionalidad, cuya admisibilidad se encuentra subordinada a la concurrencia de los
requisitos o presupuestos genéricos y específicos previstos al expresado efecto’” (CNCiv., sala J, 2009/11/12,
R, M. c/R., J. s/aumento de cuota alimentaria, inédito, fallo difundido por la Secretaría de Jurisprudencia de
la Cámara Nacional en lo Civil).
trámite expeditivo para la ejecución de los alimentos adeudados. Así, si dentro de quinto
día de intimado el pago, el deudor no lo hubiere hecho efectivo, sin otra sustanciación se
procederá al embargo y se decretará la venta de los bienes necesarios para cubrir el importe
de la deuda.
e) Intereses
Según lo dispuesto por el art. 644 in fine del Cód. Procesal, “Las cuotas mensuales
a que se refiere este artículo, como también las suplementarias previstas en el siguiente,
devengarán intereses desde la fecha fijada en la sentencia para el pago de cada una de
ellas”.
La mora para el pago de cada cuota alimentaria se produce desde la fecha en que
ésta debió ser pagada conforme a la sentencia o al convenio, por tratarse de una obligación
pura y simple a la que resulta aplicable el art. 886 del Cód. Civil. En consecuencia, desde
el vencimiento de cada período correrán intereses moratorios (art. 768 Cód. Civil).
Respecto de las cuotas anteriores, correspondientes a los períodos que vencieron durante la
tramitación del juicio de alimentos, dado el carácter declarativo de la sentencia que
reconoce el derecho alimentario y retrotrae entonces sus efectos, el interés moratorio se
aplicará desde el momento en que deberían haber sido pagadas dichas cuotas anteriores,
teniendo en cuenta que desde la notificación de la mediación se produce la mora del
alimentante105.
En cuanto a la tasa de interés, ya con anterioridad a la reforma del Cód. Civil, se
tomaba en cuenta la doctrina sentada en el plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil “Samudio de Martínez Ladislao v. Transportes 270 SA s/daños y perjuicios”,
que determinó la aplicación la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual
vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina. Si bien el plenario no alude a los
alimentos sino a la responsabilidad derivada de los daños y perjuicios, lo cierto es que toda
la jurisprudencia hizo extensivas sus conclusiones a este tipo de procesos. Debe aquí, de
todos modos, mostrarse una variación: mientras entre algunas salas de la Cámara se
considera aplicable la tasa activa a todas las cuotas debidas (incluso las devengadas con
anterioridad a la sentencia)106, en otras se distingue entre las cuotas anteriores y las
posteriores, aplicándose a las primeras la tasa pasiva o una tasa pura, y sólo a las segundas
la tasa activa. Ello en cuanto se entiende que los importes que integran la cuota de
alimentos han sido estimados en valores actuales, de suerte que hasta la fecha del
105
BOSSERT, GUSTAVO A., Régimen jurídico de los alimentos, cit., ps. 380 y sigtes.
106
CNCiv., sala F, 2011/07/04, C., M. del R. c/ G., S. M. R. s/ alimentos, inédito; CNCiv., sala B,
2010/10/29, W., C. V. c/ O., M. L. s/ ejecución de alimentos incidente, inédito; CNCiv., sala K, 2011/07/01,
M., V. B. c/ B., G. E. s/ Alimentos, inédito (fallos difundidos por la Secretaría de Jurisprudencia de la
Cámara Nacional Civil).
pronunciamiento, no pueden considerarse afectados por la desvalorización monetaria. La
aplicación de la mentada tasa activa a los períodos anteriores conduciría a una
superposición de valores que alteraría el significado económico del capital de condena,
incrementándolo indebidamente y comprometiendo así los principios que vedan el
enriquecimiento sin causa107.
El nuevo Cód. Civil contiene una solución concreta en materia de tasa de interés de
las deudas alimentarias en el art. 552 que con la intención de que la mora no desvirtúe la
naturaleza asistencial de los alimentos, señala de manera contundente que “Las sumas
debidas por alimentos por el incumplimiento en el plazo previsto devengan una tasa de
interés equivalente a la más alta que cobran los bancos a sus clientes, según las
reglamentaciones del Banco Central, a la que se adiciona la que el juez fije según las
circunstancias del caso”.
b) Medidas para asegurar el cumplimiento de la obligación
Dadas las dificultades que en la práctica se advierten para la efectiva ejecución de
la cuota alimentaria, el Código Civil reformado ha previsto de manera genérica en el art.
553 que “El juez puede imponer al responsable del incumplimiento reiterado de la
obligación alimentaria medidas razonables para asegurar la eficacia de la sentencia”108.
Esta disposición, que reconoce un antecedente entre los más modernos ordenamientos del
derecho comparado en el art. 268 del Cód. Familia de Cataluña, opta por una fórmula
abierta que delega en los jueces la elección de aquellas medidas de cumplimiento de la
condena que consideren más adecuadas en el contexto fáctico de cada caso.
Pese a que muchas veces se tornan insuficientes ante los deudores más renuentes,
varias son las medidas previstas por nuestro ordenamiento jurídico, para asegurar el
cumplimiento de la cuota alimentaria. Más allá de las medidas cautelares disponibles para
cualquier proceso (embargo, inhibición general de bienes, etc.), existen otras que se
adoptan con suma frecuencia.
Una de ellas es la retención directa de los haberes, cuando el demandado posee
ingresos fijos y trabaja en relación de dependencia. También es usual la aplicación de
astreintes en los términos del art. 666 bis del Cód. Civil, previa intimación a cumplir y
mientras no cese su conducta reticente al pago109.

107
CNCiv., sala I, 2011/02/15, R. O´C., J. E. c/ V., C. E. s/ aumento de cuota alimentaria, inédito; CNCiv.,
sala J, 2010/12/06, C., L. N. y otros c/ S., L. E. s/ Alimentos, inédito; CNCiv., sala G, 2010/10/20, G., M. L.
y otro c/ G., F. R. s/ Aumento de cuota alimentaria, inédito (fallos difundidos por la Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil).
108
Recuérdese que el art. 670 en el título sobre responsabilidad parental dispone que “Las disposiciones de este Código
relativas al incumplimiento de los alimentos entre parientes son aplicables a los alimentos entre padres e hijos”.
109
CNCiv., sala F, 2005/10/18, S., M. c. G., D. F., La Ley Online; CNCiv., sala A, 2002/06/19, C., S. c. V.,
H., LA LEY 2002-D, 503; etc.
Una sanción especialmente prevista para el incumplimiento del alimentante es la
inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios, creado en el ámbito de la Ciudad de
Buenos Aires por la ley 269, sancionada el 11/11/1999, y luego en sendas jurisdicciones
del país. Dicha inscripción se hará efectiva, sin sustanciación alguna, si se verifica el
incumplimiento total o parcial en el pago de tres cuotas consecutivas o cinco alternadas.
Las consecuencias de esta inscripción son variadas, inhibiendo al alimentante remiso de
abrir cuentas corrientes en bancos de la ciudad, sacar tarjetas de créditos, obtener
habilitaciones, concesiones, licencias o permisos, ser designado como funcionario
jerárquico en instituciones públicas, etc. Pese a que la constitucionalidad de estas sanciones
ha sido cuestionada110, por limitar en algunos supuestos el derecho al trabajo del
alimentante, se ha coincidido en general en que la norma supera el test de proporcionalidad
en tanto, ponderando los derechos en juego, se prioriza el fundamento asistencial de la
obligación alimentaria111.
Otras de las medidas que se han intentado para disuadir los incumplimientos es la
paralización de los juicios conexos, en especial cuando se trata de pedidos de disminución
o cesación de la cuota alimentaria112. Sin embargo, se ha reiterado que tal medida es de
carácter excepcional a la que sólo debe recurrirse cuando la conducta del alimentante
aparece prima facie como maliciosa, y cuando no existan otros medios para obtener la
satisfacción de la cuota vigente, pues su eventual acogimiento es susceptible de privar al
alimentante de la facultad de impulsar un juicio expresamente previsto en el art. 650 del
Cód. Procesal, cercenando de ese modo el adecuado ejercicio del derecho al debido
proceso adjetivo, al impedirle demostrar que sus ingresos no cubren la cuota fijada113.
Desde una perspectiva a nuestro juicio cuestionable, en tanto restringe la libertad
ambulatoria, se ha resuelto la prohibición de salida del país del progenitor renuente, tras
verificar los sucesivos incumplimientos pese a su alto poder adquisitivo, y recordando el
compromiso asumido internacionalmente por nuestro Estado de garantizar al niño su

110
Llegó a declararse la inconstitucionalidad del art. 4 de la ley 269 en Juz.Cont.Adm. y Trib. n° 2, CABA,
2004/11/12, T.A.G. c/GCBA, en www.abeledoperrot.com
111
GROSMAN, CECILIA P., y KRAUT, ALFREDO, “Algunas reflexiones sobre la creación del registro de
deudores alimentarios morosos. Ley 269 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, LA LEY, 2000-D-1054;
CÓRDOBA, MARCOS M. y VANELLA, VILMA R., “Necesidad de nuevas normas tendientes al cumplimiento del
deber alimentario”, LA LEY, 1998-D-1003; ALTERINI, JUAN MARTÍN y CENTENARO, IVANA, Derecho a
alimentos. Registro de deudores alimentarios morosos, Círculo de Carpetas, Buenos Aires, 2004; etc. Ver
también CNCiv., sala G, 2001/05/22, V., L. S. c. E., J. D., LA LEY 2001-E, 308; CNCiv., sala A,
2002/05/08, L., M. G. c. V., M. H., LA LEY, 2002-D, 824; etc.
112
CNCiv., sala J, 2005/03/03, V., J. D. c/ M., C. A. s/ disminución de cuota alimentaria; CNCiv., sala G,
1987/09/22, LA LEY 1989-A, 723; ídem, C.N. Civ., sala G, 1982/08/13, U., R. A. c. J., N. A., LA LEY
1983-C, 603; CNCiv., sala B, 1983/12/01, LA LEY 1984-C, 642; CNCiv., sala F, 1980/11/05, LA LEY,
1981-A, 44; etc.
113
CNCiv., sala CNCiv., sala G, 1996/02/07, R., J. L. M. c. P. B., E. E., inédito; CNCiv., sala F.,
1983/08/05, LL 1984-A, 190; CNCiv., sala G, 1982/08/13, LL 1983-C, 603; etc.
supervivencia y desarrollo, “lo cual incluye un nivel de vida adecuado a la par de
asegurar a la infancia el nivel más alto posible de salud”, “interés, aquel, que debe
prevalecer sobre cualquier otro interés legítimo o simple en virtud de la cláusula de
preferencia que impone el art. 3ro de la CDN”114.
En orden a las relaciones paterno filiales, y fuera de algunos fallos aislados115, se ha
reiterado la inconveniencia de suspender el régimen de comunicación paterno filial frente
al incumplimiento del deber alimentario, ya que el derecho a la comunicación es
irrenunciable e inalienable, y debe entenderse como un conjunto de derechos y deberes
recíprocos del progenitor y del hijo116. Una medida de estas características sólo provocaría
un mayor daño en el niño, ya afectado por la conducta reticente del alimentante.
Lo mismo cabe decir en relación a la privación de la patria potestad117, medida que
consideramos extrema frente al incumplimiento de la obligación alimentaria. Ello, por dos
razones. La primera, en tanto –como veremos–, mientras que en el campo penal el delito de
incumplimiento de los deberes de asistencia familiar es de pura omisión y de peligro
abstracto, (es decir, no se exige la producción de un resultado dañoso ni la existencia de un
peligro real derivado del incumplimiento), cuando se trata de decidir si corresponde la
privación de la patria potestad como consecuencia de tal condena hay que atender al
peligro concreto que le implicaría al hijo mantener la relación paterno-filial. Este peligro
concreto sólo se presentará en situaciones muy extremas cuando el incumplimiento de la
obligación alimentaria representa una circunstancia de tal gravedad que resulta perjudicial
que el progenitor conserve los derechos y deberes inherentes a la patria potestad. De lo
contrario, no parece justo privar a un niño de un progenitor que puede darle apoyo,
orientación y afecto, más allá de la falta alimentaria118.

114
TFam. n° 5, Rosario, 2010/10/29, P., A. J. c/ R., G. A. s/ alimentos, RDF 2011-III, p. 207, Ed. Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 2011, con nota de CAMPOS, ROBERTO D., “Novedosa medida frente al incumplimiento
alimentario”.
115
CNCiv., sala A, 1985/06/27, LA LEY 1985-E, 151; CNCiv., sala G, 1982/12/20, LA LEY 1984-A, 238.
116
CNCiv., sala F, 1994/02/10, DJ, 1992-2, 192; CNCiv., sala I, 1997/12/26, LA LEY 1998-D, 245; CNCiv.,
sala C, 1994/10/25, ED, 165-81; CCiv. y Com., San Isidro, sala I, 1997/04/15, LLBA 1997, 1060; etc. Para
profundizar sobre esta temática, compulsar GROSMAN, CECILIA P., “¿Es la suspensión del régimen de visitas
una medida conveniente ante la falta de los alimentos”, LA LEY 1983-B, 1161.
117
La jurisprudencia ha decretado la privación de la patria potestad por haber sido condenado el progenitor
por el delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar en sendas oportunidades (CNCiv, sala F,
2004/09/13, T., L. M. c. F., P. F. J., LA LEY 17/11/2004, p. 4; CNCiv, sala A, 2011/06/30, D., C. E. C/ M.,
A. W. s/ privación de patria potestad, ElDial.com; etc.), pero en general se ha procurado ser cauteloso,
reservándose esta medida extrema para supuestos de incumplimiento malicioso, y desechándosela cuando el
incumplimiento tiene su origen en una situación económica desfavorable o en la falta de empleo (CNCiv.,
sala C, 1988/12/20, ED, 132-409; CNCiv, sala I, 1998/07/16, LA LEY 1998-F, 47; CCiv. y Com., sala I,
Morón, 1997/11/09, LLBA 1997, 1418; CCiv. y Com. 2ª Nom., Santiago del Estero, 2011/09/14, RC J
631/12; etc.).
118
GROSMAN, CECILIA P., “La privación de la patria potestad y el interés superior del niño”, LA LEY,
17/11/2004, p. 4.
Desde otra perspectiva, el art. 2281 inc. e) sanciona con la indignidad sucesoria a
los parientes o el cónyuge que no hayan suministrado al causante los alimentos debidos.
Ahora bien, más allá de la disposición genérica del art. 553 citado, el nuevo Código
cuenta con dos normas concretas para asegurar el cobro de la cuota alimentaria.
La primera es la posibilidad de ordenar la traba de medidas cautelares para asegurar
el pago de alimentos futuros, provisionales, definitivos o convenidos, pudiendo el obligado
puede ofrecer en sustitución otras garantías suficientes. Esta facultad, que reconoce
antecedentes en ejemplos del derecho comparado (tales como el art. 148 del Cód. Civil
español, el art. 130 del Cód. de la Infancia y Adolescencia de Colombia, etc.) ha sido
mirada con extrema cautela por nuestra jurisprudencia, estimándose que sólo corresponde
otorgar medidas de este tenor con carácter excepcional cuando las circunstancias
particulares del caso permitan inferir que no mediará cumplimiento voluntario por parte del
deudor, sea por haber incumplido reiteradamente el pago de cuotas alimentarias anteriores
ya establecidas, sea por que ha procedido al ocultamiento de bienes o ha intentado
insolventarse o ausentarse del país, o cuando por cualquier motivo pueda suponerse
fundadamente que el cumplimiento forzado de la condena podría tornarse imposible119.
Para su admisibilidad se da como presupuesto la existencia de condena al pago de una
prestación alimentara, encontrándose resistencia a adoptar medidas cautelares apenas
iniciada la demanda y cuando no se ha obtenido siquiera la fijación de una cuota
alimentaria provisional.
La segunda medida novedosa que el nuevo Código propone en la materia es la
responsabilidad solidaria ante el incumplimiento de la orden judicial de retención o
embargo de los alimentos. Medidas de este tenor se hallan también en el derecho
comparado, por ejemplo, en los arts. 60 y 61 del Cód. de la Niñez y Adolescencia de
Uruguay, el 140 Cód. de la Niñez y Adolescencia de Ecuador, el art. 14 de la ley 143/92 de
Nicaragua, el art. 13 de la ley 14.908 de Chile (modif. por la ley 20.152), el art. 268 Cód.
Familia de El Salvador; el art. 374 del Cód. Civil de Ecuador, entre otros. Siguiendo esta
tendencia que procura evitar la connivencia fraudulenta entre el deudor alimentante y su
empleador o un tercero, el art. 551 de nuestro Código postula que “Es solidariamente
responsable del pago de la deuda alimentaria quien no cumple la orden judicial de
depositar la suma que debió descontar a su dependiente o a cualquier otro acreedor”.
6) Modificación de la cuota alimentaria

119
Ver entre muchos otros CNCiv, sala H, 2009/29/12, “B. O. M. M. c/A. M. E. A. s/ medidas precautorias, inédito
(difundido por la Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo Civil).
La sentencia que condena a la fijación de alimentos no hace cosa juzgada material,
de modo que es susceptible de modificación ulterior si varían las circunstancias de hecho
que se tuvieron en cuenta al pronunciarla en relación a la necesidad del alimentado y la
situación económica del alimentante (por ej., aumento de gastos, aumento o disminución
en los ingresos, mejor fortuna del alimentado, etc.). Ello puede dar lugar al aumento,
disminución o cesación de la cuota alimentaria fijada judicialmente o acordada entre
partes, planteo que según dispone ahora el art. 554 del Cód. Civil tramitará por el
procedimiento más breve que prevea la ley local. Esta norma debe complementarse en el
ámbito de la justicia nacional con la prevista por el art. 650, Cód. Procesal, que impone en
tal caso el trámite incidental, sin que ello permita interrumpir la percepción de las cuotas
ya fijadas.
La sentencia que estima el pedido de cesación o disminución de cuota produce
efectos hacia el futuro o ex nunc; en cambio, la que admite el aumento de cuota, tendrá
efectos retroactivos a la fecha de interposición de la mediación120 y ahora también de la
interpelación extrajudicial si la demanda se iniciare en el plazo de seis meses, pues si bien
la ley nada dice al respecto, resulta aquí aplicable el fundamento que dio origen a la regla
sentada por el art. 644 del Cód. Procesal y en el art. 548 del Cód. Civil en materia de
alimentos.
K – Sanciones penales por el incumplimiento de la obligación alimentaria
La ley 13.944, sancionada el 15/09/1950 y modificada luego por las leyes 23.479 y
24.029 impone la pena de un mes a dos años de prisión o multa a los padres –biológicos o
adoptivos–, tutores, guardadores o curadores que aún sin mediar sentencia civil, se
substrajeren a prestar los medios indispensables para la subsistencia a su hijo o
representado menor de dieciocho años o, mayores de esta edad, impedidos. Esta pena se
extiende al hijo, con respecto a los padres impedidos, y al cónyuge, con respecto al otro no
separado legalmente por su culpa.
La sanción penal se prevé exclusivamente cuando se priva al alimentado de los
recursos indispensables para su supervivencia121, es decir, de los alimentos de toda
necesidad en sentido estricto y no con la amplitud prevista por el ordenamiento civil. La
norma no distingue entre el incumplimiento total o parcial, de modo que aún en este último
caso puede tipificarse el delito122.

120
CNCiv, sala D, 1998/09/30, G., S. E. c/ R., H. P. s/ aumento de cuota alimentaria, inédito, citado por
KIELMANOVICH, JORGE L., Derecho procesal de familia, cit., p. 139.
121
CNCrim. y Corr., sala IV, 2000/03/03, D' A., R.L., ElDial.com.
122
CNCrim. y Corr., sala V, 2002/04/11, V., R. H. s/procesamiento, ElDial.com.
El delito es de omisión y de peligro abstracto123, pero doloso. Ello significa, por un
lado que es indiferente que la víctima haya recibido ayuda económica de otras personas e,
incluso, que existan otras personas obligadas a la prestación (art. 3°); y, por el otro, que el
autor debió eludir su obligación de modo intencional, aunque basta que se encuentre
probado el elemento subjetivo, consistente en la voluntad consciente de sustraerse al pago.
En consecuencia, el imputado sólo podrá excusar su responsabilidad demostrando la
imposibilidad económica de satisfacer los alimentos124.
Ahora bien, como la imposición de la pena de prisión efectiva conduce a la
continuidad del incumplimiento del deber alimentario, en tanto quien resulta condenado se
ve imposibilitado de procurarse ingresos, con buen criterio, alguna jurisprudencia más
novedosa ha considerado penas alternativas, imponiendo la prisión sólo durante los fines
de semana, a fin de que en la semana el imputado tenga la libertad necesaria para
desarrollar sus tareas laborales, y de esa manera ganarse el sustento para prestar
alimentos125.
Por último, cabe mencionar que la ley 24.029 incorporó el art. 2 bis a la ley 13.944,
por el cual “Será reprimido con la pena de uno a seis años de prisión, el que con la
finalidad de eludir el cumplimiento de sus obligaciones alimentarias, maliciosamente
destruyere, inutilizare, dañare, ocultare, o hiciere desaparecer bienes de su patrimonio o
fraudulentamente disminuyere su valor, y de esta manera frustrare, en todo o en parte el
cumplimiento de dichas obligaciones”. Se trata de una figura emparentada con el delito de
defraudación, como la insolvencia fraudulenta o el desbaratamiento de derechos acordados
con ánimo de sustraerse a la obligación alimentaria126.

VIII – Derecho – deber de comunicación (VERSIÓN SEGÚN EL CÓDIGO ANTERIOR,


VER ARTS. 555 A 557 DEL COGIGO NUEVO)
A – Aclaración terminológica
Según el Diccionario de la Real Academia española, la expresión “visitar” significa “ir a ver
a uno en su casa por cortesía, atención, amistad o cualquier otro motivo”. En estos términos, es
claro que cuando jurídicamente se alude al “régimen de visitas” o “derecho de visitas” la fórmula es
incorrecta o, al menos, poco feliz, pues ni en el marco de la relación con el progenitor no

123
CNCrim. y Corr, en pleno, 1962/11/13, A., M. A., ElDial.com; CNCrim. y Corr, sala III, 2001/11/28, B.,
C. G. s/ rec de casación, ElDial.com; TS Córdoba, sala penal, 2004/06/10, C., P. E. p.s.a. Incumplimiento de
los Deberes de Asistencia Familiar Recurso de Casación, ElDial.com; etc.
124
CNCrim. y Corr., sala I, 2005/06/21, G., A. P. s/ sobreseimiento, ElDial.com; CNCrim. y Corr., sala I,
2004/09/03, B., J. F. s/procesamiento, ElDial.com; etc.
125
Juzg. Pen. Correc., 8va. Nom., Rosario, 2005/05/02, G.,O. M. s/ incumplimiento de los deberes de
asistencia familiar, ElDial.com.
126
ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, p. 160.
conviviente ni en el contexto de los vínculos que atañen a los niños o incluso los mayores con otros
parientes o allegados, el contacto entre ellos se limita a una visita esporádica y cortés o amistosa.
Aquello que se conoce como “derecho de visitas” excede con creces tal significado y, por el
contrario, refiere a lazos más profundos que en modo alguno se satisfacen con estos fugaces y
superficiales encuentros.
Es por ello que la generalidad de la doctrina prefiere hablar de derecho a la comunicación
(locución utilizada en el inc. 2° del art. 264 del Cód. Civil relativo a las relaciones paterno filiales
tras la ruptura de la convivencia de los progenitores)127, o incluso algunos aluden a la terminología
derecho al trato128, o en el derecho comparado se emplean expresiones tales como relaciones
personales129, relaciones afectivas y trato personal130, parental o personal contact131, etc. A lo
largo de este apartado, utilizaremos preferentemente el giro derecho a relacionarse o derecho a
mantener una adecuada relación, sin olvidar la arraigada locución derecho a la comunicación,
consagrada doctrinariamente.
B – Concepto y alcances
El art. 376 bis del Cód. Civil, agregado por la ley 21.040 132, dispone que “Los padres,
tutores o curadores de los menores e incapaces o quienes tengan a su cuidado personas mayores de
edad enfermas o imposibilitadas deberán permitir las visitas de los parientes que conforme a las
disposiciones del presente Capítulo, se deban recíprocamente alimentos. Si se dedujere oposición
fundada en posibles perjuicios a la salud moral o física de los interesados el juez resolverá en
trámite sumario lo que corresponda, estableciendo en su caso el régimen de visitas más conveniente
de acuerdo a las circunstancias del caso”.
Esta norma nació como consecuencia de una ardua labor pretoriana pues, muchos años antes
de su sanción, los tribunales argentinos habían conocido múltiples situaciones litigiosas respecto de
la pretensión de cultivar y conservar relaciones personales con ciertos parientes, en especial con los
abuelos. Entre los fundamentos de la ley, se observa que se busca reivindicar “un concepto amplio
de la familia, no limitado sólo a la relación paterno filial. Esto servirá para extender y exaltar el

127
MAKIANICH DE BASSET, LIDIA N., Derecho de visitas. Régimen jurídico del derecho y deber de adecuada
comunicación entre padres e hijos, ps. 56 y sgtes., 1ra reim., Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1997; MIZRAHI, MAURICIO
L., Familia, matrimonio y divorcio, p. 589, 2da. ed. actualizada y ampliada, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2006; BOSSERT,
GUSTAVO A. y ZANNONI, EDUARDO A., Régimen legal de filiación y patria potestad, p. 278, Ed. Astrea, Buenos Aires,
1985; BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de Derecho de Familia, cit., t. II, p. 367; BORDA, GUILLERMO A., Tratado de
derecho civil. Familia, cit., II, p. 403; GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el derecho de familia”, JA, 1976-
I-654; LAGOMARSINO, CARLOS A. R. y URIARTE, JORGE A., Separación personal y divorcio, p. 345, 2da. ed.
actualizada, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1997; STILERMAN, MARTA N., Menores. Tenencia. Régimen de visitas, p.
146, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1992; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y D’ANTONIO, DANIEL HUGO, Derecho de
Familia, cit., t. III, p. 492; FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de Familia, cit., t. I, p. 389; etc.
128
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. II, p. 403.
129
Cód. de Familia de Costa Rica (art. 152).
130
Cód. de Familia de El Salvador (art. 217).
131
Children Act inglesa de 1989.
132
Sancionada el 11/09/1975, BO del 6/10/1975.
valor del núcleo fundamental de la sociedad y permitirá amparar los vínculos del afecto que unen a
sus miembros y que se traducen a la comunidad política con la afirmación de sentimientos de paz y
unión entre los semejantes”133. En definitiva, la norma apunta a garantizar el contacto fluido del
niño o persona adulta vulnerable con quienes el legislador considera que constituyen sus lazos más
importantes en el seno de la familia, fuera de la relación derivada de la responsabilidad parental.
Ahora bien, el derecho a relacionarse emergente del parentesco no alcanza en su magnitud o
intensidad al derivado de la responsabilidad parental. Las diferencias saltan a la vista. Por un lado,
el derecho a la comunicación paterno filial implica una participación y un compromiso
verdaderamente activos en la “supervisión de la educación” o la formación integral del niño, propia
de esta responsabilidad primaria, y que en principio –salvo situaciones de excepción donde se
advierta que los progenitores no ejercitan adecuadamente esta función– concierne a los padres, pues
serán éstos quienes tomarán las decisiones de mayor relevancia en lo atinente a la crianza de sus
hijos. El rol que los demás parientes a los que alude el art. 376 bis tendrán en la formación del niño
será secundario o mejor dicho complementario de la función parental. Desde otra perspectiva, esta
distinción cualitativa entre ambos regímenes está dada en la práctica por la mayor fluidez o
asiduidad que suele tener el contacto paterno filial en relación a la comunicación con el resto de los
parientes, que por más frecuente que sea, en general no alcanzará la dinámica propia del vínculo
con el progenitor no conviviente. Esta divergencia que se materializa en la práctica no es más que
una consecuencia de la preeminencia afectiva que para padres e hijos tiene la relación parental con
respecto a otros lazos familiares.
De todos modos, y aún en estos términos algo más acotados, el derecho a relacionarse que
emana del art. 376 bis –al igual que el derivado de la responsabilidad parental– constituye un
derecho subjetivo de titularidad recíproca exigible jurídicamente, sea entre los propios interesados
directos, como en contra de la oposición formulada por los progenitores o tutores de los menores de
edad, los curadores de los incapaces, o aquellas personas que tengan a su cuidado personas mayores
de edad enfermas o imposibilitadas. Lo usual es que este régimen jurídico de contacto familiar
involucre tres categorías de sujetos: a) las personas “visitadas”; b) las personas “visitantes”; y c) las
personas que deben permitir las “visitas”134 o tienen la facultad de oponerse a éstas por razones
fundadas “en posibles perjuicios a la salud moral o física de los interesados”.
C – Oposición a relacionarse con los parientes
Dado que según resulta de lo normado por el art. 376 bis los parientes allí enumerados son
titulares de un derecho subjetivo a relacionarse, se ha hecho hincapié en que presumido el beneficio
del contacto del niño o persona vulnerable con determinados parientes, las causales de oposición a

133
Fundamentos del proyecto del senador De la Rúa, citados por MOLINARIO, ALBERTO D., “Estudio del artículo 376
bis del Código Civil”, LA LEY, 1976-D, 851.
134
GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el derecho de familia”, cit.
las que alude la norma deben ser justificadas o, en palabras de la propia ley, “fundadas en posibles
perjuicios a la salud moral o física de los interesados”. Desde esta perspectiva, se ha resaltado que
“la familia toda se beneficia –coactiva y mancomunadamente– por el incremento de trato y contacto
afectivo entre sus miembros; de donde la disociación de ese vínculo provoca –de modo habitual–
perjuicios difícilmente reparables en la edad adulta. Por lo tanto, toda restricción o disminución de
aquella natural y recíproca necesidad de verse y conocerse, requiere la pertinente justificación” 135.
Las discrepancias doctrinarias y jurisprudenciales giran en torno del alcance de esta
justificación, pues mientras la mayoría comparte un criterio amplio favorable a la comunicación con
los parientes obligados y, a su vez, excepcional y restrictivo respecto de las causales que pueden dar
lugar a una oposición fundada136; la minoría supone que en el caso concreto de los menores de edad,
la fuerte preeminencia de los derechos de los progenitores emanados de la responsabilidad parental,
conlleva a considerar esta facultad de oposición en sentido amplio y abarcativo de cualquier
circunstancia que pudiera estimarse razonable, relegando el derecho a la comunicación entre
parientes a situaciones francamente excepcionales, en especial frente a la oposición conjunta de
ambos progenitores137.
Por nuestra parte, coincidimos con Mizrahi cuando sostiene que la directiva del art. 376 bis
debe interpretarse con amplitud, de modo que hay que ser muy cauteloso al evaluar la justificación
de la oposición a la relación entre parientes, la que sólo procederá en los casos en los que se
comprueben disfuncionalidades psicológicas en el pariente que pretende la comunicación, con
riesgo de afectar al niño o a la persona vulnerable; o bien cuando éstos han manifestado su negativa
a través de una voluntad genuina y libremente expresada138.
El respeto de la autonomía de los padres en la crianza de sus hijos o de los representantes de
las demás personas vulnerables no puede ir en desmedro del estímulo y fortalecimiento de vínculos
beneficiosos para el desarrollo integral de aquéllos, aspecto que debe ponderarse por sobre todas las
cosas, en especial cuando las relaciones pretendidas son deseadas por los principales interesados.
En tal sentido, la opinión de niños o adolescentes con madurez física y psíquica suficiente para
manifestarse libre y racionalmente (conforme el principio de capacidad progresiva emergente del
art. 5 de la C.D.N.) y –como ya veremos– de las personas vulnerables a las que se refiere la norma,

135
ÁLVAREZ, OSVALDO ONOFRE, “Derecho de visitas de los abuelos y una breve reflexión al art. 376 bis del Código
Civil”, ED, 170-328.
136
GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el derecho de familia”, cit.; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil.
Derecho de familia, cit., t. I, ps. 164 y 165; CÓRDOBA, MARCOS, “Comentario al art. 376 bis”, en Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial, t 1B, ps. 790 y 791, 3ra. reim, Alberto J. Bueres (director) y
Elena I. Highton (coordinadora), Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2007; URIARTE, JORGE A., “El derecho de visitas y el
régimen de menores”, RDF n° 8, , p. 155, Ed. Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 1994; FERRER, FRANCISCO- MEDINA,
GRACIELA- MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA, Código Civil Comentado. Derecho de familia, t. II p. 371, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 2004; etc.
137
DI LELLA, PEDRO, “La legitimación en los denominados ‘regímenes de visitas’”, JA, 2003-III-422.
138
MIZRAHI, MAURICIO L., Familia, matrimonio y divorcio, cit., ps. 669 y 670.
tendrá un peso fundamental a la hora de tomar decisiones concernientes a la vinculación con sus
distintos parientes.

E – Interés legítimo de relacionarse entre otros parientes y terceros no unidos por vínculo de
parentesco139
1) Fundamento
La realidad nos muestra que el entorno doméstico, social y afectivo en el que transcurre la
vida de los seres humanos es complejo y excede el acotado núcleo de personas enunciadas en el art.
376 bis. De hecho, apenas sancionada la ley 21.040, algunos autores criticaron la elección del
régimen alimentario como elemento determinante para organizar el régimen de comunicación entre
parientes, considerando la conveniencia de que este derecho- deber se hubiera estructurado en
función de los derechos hereditarios140.
Estas críticas se profundizan si se advierte que las relaciones de parentesco –como hemos
indicado al comienzo de este capítulo– responden a preferencias jurídicas que a su vez se fundan en
valoraciones subjetivas del legislador, pero no necesariamente reflejan el sentir de una comunidad.
Mucho menos de las personas individualmente consideradas, para quienes los lazos familiares o
afectivos son independientes de lo que marca la norma.
La apertura del derecho a relacionarse con otros parientes y referentes afectivos encuentra,
entonces, fundamentos de tinte sociológico y, además, de corte constitucional, pues surge de los
sendos instrumentos internacionales de derechos humanos que reconocen el derecho a la vida
familiar, y en especial el derecho de niños y adolescentes a mantener vínculos con los miembros de
su familia ampliada y/ o de su comunidad (preámbulo y arts. 5 y 8, C.D.N.). Tales conceptos
exceden los lazos reconocidos en el art. 376 bis del Código Civil, para extenderse a todas aquellas
personas que tienen o han tenido relevancia en el desarrollo de la subjetividad de un individuo, y se
alzan como referentes de trascendencia en su vida.
2) Derecho subjetivo vs. interés legítimo
La complejidad del contexto familiar y afectivo de las personas, ha llevado a la doctrina y la
jurisprudencia a considerar la posibilidad de que los parientes o allegados no incluidos en la norma,
pudieran reclamar mantener o restablecer un vínculo con los niños y adolescentes o personas
vulnerables allí enunciadas, pese a la oposición de sus progenitores o representantes legales.

139
Para un mayor desarrollo de esta temática, compulsar FAMÁ, MARÍA VICTORIA, “La restricción del art. 376 bis del
Código Civil y el derecho del niño a relacionarse con sus referentes afectivos”, en Régimen comunicacional. Visión
doctrinaria, Fabian Faraoni- Edith Ramacciotti- Julia Rossi (directores), p. 221, Ed. Nuevo Enfoque Jurídico, Córdoba,
2011.
140
MOLINARIO, ALBERTO D., “Estudio del artículo 376 bis del Código Civil”, cit.¸ ÁLVAREZ, OSVALDO ONOFRE,
“Derecho de visitas de los abuelos y una breve reflexión al art. 376 bis del Código Civil”, cit.
Sin embargo, la restricción legal ha conducido tradicionalmente a formular una distinción
dentro de los beneficiarios del derecho a la comunicación, diferenciando entre “los titulares de
genuinos derechos subjetivos a la visita” (es decir, los parientes unidos por vínculos alimentarios de
fuente legal) y “los titulares de intereses legítimos de visita”141 (o sea, los parientes o terceros no
incluidos en el citado art. 376 bis). Esta distinción apunta a explicar –desde una mirada dogmática–
la diferente naturaleza de las pretensiones142 y, asimismo, se proyecta en la carga y contenido de la
prueba, que será distinto en uno y otro caso.
En efecto, mientras los parientes mencionados en el art. 376 bis pueden ejercitar su derecho
subjetivo a mantener un régimen de comunicación salvo que los representantes legales del niño o
del incapaz demuestren que tal relación es pasible de ocasionar “perjuicios a la salud moral o física”
del niño; los parientes no obligados o terceros ajenos a una relación de parentesco pueden acceder a
una régimen de comunicación siempre que prueben la conveniencia de este contacto con el niño o
incapaz. De ello se deriva, necesariamente, que en el primer supuesto, basta con acreditar el
vínculo, ya que el beneficio del contacto se presume, de modo que la carga de la prueba de los
hechos impeditivos de la relación reposa sobre los representantes legales del niño o la persona
mayor vulnerable; en cambio, en el segundo caso, esta carga probatoria se invierte, y son
precisamente quienes invocan un interés legítimo en mantener un vínculo los que deben demostrar
que dicha relación resulta beneficiosa para el niño o adulto vulnerable.
En definitiva, desde esta perspectiva clásica, fundada en una interpretación literal de nuestro
ordenamiento civil, no podría hablarse entonces del derecho del niño o la persona vulnerable y sus
referentes afectivos a relacionarse entre sí, pues sólo existiría en el caso un interés legítimo que
tornará viable el reclamo excepcionalmente. En coherencia con ello, tampoco cabría aludir aquí a
una doble naturaleza derecho- deber de este vínculo o relación, pues no resultaría para las personas
excluidas por el art. 376 bis obligación alguna de comunicarse con el niño o adulto vulnerable, ni a
favor de estos últimos la posibilidad de tornar exigible esta comunicación si existe resistencia por
parte de aquéllos143.

141
GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el derecho de familia”, cit. En el mismo sentido, ver ZANNONI,
EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de familia, cit., t. I, ps. 163 y 164; DI LELLA, PEDRO, “La legitimación en los
denominados ‘regímenes de visitas’”, cit.; FANZOLATO, EDUARDO I., Derecho de familia, cit., t. I, ps. 392 y 393;
BELLUSCIO, AUGUSTO C., Manual de derecho de familia, cit., t. II, ps. 487 y 488; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y
D’ANTONIO, DANIEL HUGO, Derecho de Familia, cit., t. III, t. III, p. 498; MAKIANICH DE BASSET, LIDIA N., Derecho de
visitas, cit., ps. 73 y ss.; CHECHILE, ANA MARÍA, “El derecho del niño a una adecuada relación con sus abuelos u otros
parientes o terceros”, RDF 2005-III, ps. 100 y 101, Ed. LexisNexis- Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2005; MAZZINGHI,
JORGE, Derecho de familia, cit., t. IV, p. 461; CASTRO MITAROTONDA, FERNANDO H., “Derecho de comunicación nietos
y abuelos”, cit; CNCiv., sala I, 2002/08/29, T., A. I. c. C., H. A., LA LEY, 2002-F, 813; Juz. Fam, 3ª Nom. Córdoba,
2003/05/08, en Actualidad Jurídica de Córdoba, Familia y Minoridad, Julio de 2004, Año 1, vol. 3, p. 241, con nota de
TAVIP, GABRIEL, “El derecho de visitas y el interés legítimo de terceros”; etc.
142
GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el derecho de familia”, cit.
143
Debe notarse que existe incluso alguna tendencia doctrinaria –aunque aislada– que considera que habiendo sido
excluidos por el Código Civil, los restantes parientes y allegados carecen de legitimación para solicitar un “régimen de
visitas” (SAMBRIZZI, EDUARDO A., “Acerca del derecho de visitas de los primos”, ED, 185-138).
La excepcionalidad con la que se han aceptado este tipo de relaciones fue puesta de resalto
por la doctrina y la jurisprudencia. Entre nuestros autores, sin embargo, se observan matices, pues
mientras algunos invocan un criterio restrictivo y privilegiado de la opinión los progenitores o
representantes legales144, otros son más amplios y apuntan a la consideración del beneficio de los
niños o personas vulnerables, la relevancia que el requirente tiene en la vida de aquéllos, y la
continuidad de los lazos afectivos, debiendo los tribunales corregir los abusos de los representantes
legales145.
Nuestra jurisprudencia se ha mostrado oscilante al respecto, pues evidentemente, para
resolver cada caso, se han tenido en cuenta las circunstancias fácticas concretas, aunque en general
destacándose la excepcionalidad del derecho a relacionarse entre parientes no obligados por el
vínculo alimentario y otros allegados.
Hace muchos años ya, se recuerda un caso de la sala A de la Cámara en lo Civil de la
Capital que reconoció un régimen de comunicación a favor de una tía abuela, considerando que ésta
había tenido al niño bajo su cuidado (y en guarda) durante siete años 146. Ya en el ámbito de una
familia ensamblada, un precedente del Juzgado de Familia de la 3ª Nominación de Córdoba, fijó un
régimen de comunicación entre una mujer y la hija adoptiva de su ex pareja con quien había
convivido durante 14 años, y sobre la cual había ejercido exclusivamente la guarda por más de un
año147. También en el marco de este tipo de familias pero, en el caso, emergente de una unión del
mismo sexo, el Juzgado de Familia de la 4ta. Nominación de la misma provincia dispuso un
régimen de comunicación a favor de la ex pareja lesbiana de la madre biológica de un niño, fruto de
una inseminación artificial con semen de un varón unido también en pareja homosexual. La
inseminación había sido deseada y consentida por los cuatro involucrados, y la requirente –a quien
la magistrada actuante calificó como madre de crianza– había convivido con el niño ejerciendo su
función de progenitora. Entre los interesantes argumentos del fallo, se expresó que “nadie puede
sostener válidamente, que un ser humano sólo puede desarrollarse dentro de la familia con
exclusión de otros vínculos de afecto o sociales, los que son también fundamentales para obtener la
plenitud en la vida adulta. La Señora A. no puede considerarse ajena ni extraña al mundo emotivo

144
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Familia, cit., t. II, p. 405; MÉNDEZ COSTA, MARÍA JOSEFA Y
D’ANTONIO, DANIEL HUGO, Derecho de Familia, cit., t. III, p. 498; GUASTAVINO, ELÍAS P., “Régimen de visitas en el
derecho de familia”, cit.; etc.
145
URIARTE, JORGE A., “El derecho de visitas y el régimen de menores”, RDF n° 8, p. 155, Ed. Abeledo- Perrot, Buenos
Aires, 1994; MIZRAHI, MAURICIO L., Familia, matrimonio y divorcio, cit, p. 672. BASILE, CARLOS A., “El interés
legítimo entre un adulto no pariente y un niño en el marco de un proceso de régimen de visitas”, RDF 2006-II, p. 67,
Ed. LexisNexis- Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2006, p. 67; ZANNONI, EDUARDO A., Derecho civil. Derecho de
familia, cit., t. I, p. 164; etc.
146
CCivCap, sala A, 1958/10/10, expte. 46.069, inédito, citado por BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil.
Familia, cit., t. II, p. 405.
147
Juz. Fam, 3ª Nom., Córdoba, 2003/05/08, Actualidad Jurídica de Córdoba, Familia y Minoridad, Julio de 2004,
Año 1, vol. 3, p. 241.
del niño y por ello negarle la posibilidad de contactarse con V.,… perjudica al niño porque le
obstaculiza la posibilidad de acercarse a afectos importantes en su vida148.
Varios son también los precedentes que se han expedido en contra de la fijación de un
régimen de comunicación frente a solicitudes de personas excluidas del art. 376 bis. Así, se ha
desestimado el pedido de una tía paterna ante el fallecimiento de su hermano, por no haberse
demostrado la existencia de circunstancias excepcionales que lo justificaran 149. En otro fallo, se
denegó la comunicación requerida por la mujer que había tenido la guarda de una niña –que
actualmente vivía con sus abuelos– tres años atrás, por entender que tal contacto afectaría su
estabilidad emocional150. También se rechazó el planteo formulado por la prima de la madre –
fallecida– de dos niños, tras considerar que es a los progenitores “a quienes corresponde decidir
quiénes son los parientes u otras personas que tendrán trato con sus hijos” 151. En fin, en otro caso,
se desestimó el reclamo incoado por una mujer que alegaba haber tenido una relación de “abuela-
nieta” con una niña de 11 años, pues su madre había convivido con ella y la niña durante casi 6
años. La decisión tuvo en cuenta primordialmente que la pequeña no tenía recuerdos de la actora152.
F – Hacia una unificación de criterios: el interés de los niños y personas vulnerables como
único elemento decisivo
La distinción dogmática entre los parientes con derecho subjetivo al “régimen de visitas”,
incluidos en el art. 376 bis, y los restantes parientes o terceros con interés legítimo, no se ajusta a
los mandatos constitucionales que indican la importancia de fortalecer el rol de la familia en sentido
amplio (inclusivo de todos aquellos referentes afectivos significativos) en la vida de las personas, en
especial si se trata de niños o adolescentes, o de personas adultas vulnerables por sus padecimientos
mentales o físicos. Desde esta perspectiva, en todos los casos –y sea quien fuera el requirente–
existe un único elemento decisivo a la hora de resolver la conveniencia de establecer un régimen de
contacto: tal es, el interés superior del niño o adulto vulnerable involucrado, para cuya
determinación será fundamental –como se anticipó– la opinión de éstos cuando se verifica que es
producto de una expresión libre y autónoma y no el fruto de la manipulación de alguno de los
progenitores o representantes.
Por otra parte, si el interés de los involucrados es el marco de referencia obligado para
adoptar una decisión, el eje de la relación se centra claramente en el niño o adulto vulnerable. Ante
ello, no es posible ya sostener que la legitimación activa para reclamar el contacto resulte

148
Juzg. Fam. 4ta. Nom., Córdoba, 2010/06/28, A. S. G. C/ M. V. S. y otro s/ medidas urgentes, RDF 2011 I, p. 137,
Ed. Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2011, con nota de LLOVERAS, NORA, “Una madre invisibilizada y una madre
biológica ‘visible’: dos madres y la filiación del niñ@”.
149
CNCiv., sala E, 1978/02/06, L. de L. c/ O. de L., ED, 82-257.
150
CNCiv., sala A, 1991/12/19, C., J. E., ED, 146-482.
151
CNCiv., sala I, 2002/08/29, T., A. I. c. C., H. A., LA LEY, 2002-F, 813.
152
Juz. Nac. Civ. n° 8, 2005/08/22, B., M. A. v. M., M. E., RDF 2006-II, p. 59, Ed. LexisNexis- Abeledo- Perrot,
Buenos Aires.
condicionada en función del grado de parentesco. No se trata de que cualquier pariente o tercero
pueda acceder automáticamente a una sentencia estimatoria que disponga un régimen de
comunicación, pero sí tendrá derecho a requerirlo y la labor probatoria que se realice determinará
la conveniencia o no de instrumentar el contacto153.
G – Modificación o suspensión de la comunicación
Al igual que ocurre con la sentencia de alimentos, la decisión judicial o el acuerdo de partes
que establece un régimen de relación entre el niño u otras personas vulnerables y un pariente o
tercero, no hace cosa juzgada material, de modo que aquél puede ser modificado o dejado sin
efecto en tanto varíen las circunstancias que dieron lugar a su fijación.

153
MIZRAHI, MAURICIO L., Familia, matrimonio y divorcio, cit., p. 673.

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