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BREVE RESUMEN

Ó HISTORIA

DE LA ULTIMA CAMPAÑA DE BUENAPÁRTE

EN RUSIA,

Y PARTICULARMENTE DE SU RETIRADA DE MOSKOW,

Sacada de ías oSras de 5ftr. £aSau-

me-j por <?/ Conde de Santa veta

ría de hormiguera.

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

PALMA

IMPRENTA DE FELIPE GUASP.


• . ANO 1814.
AL EXCMO. SEÑOR MARQUES DE COUPIGNY,
TENIENTE GENERAL DE LOS REALES EXER-
CITOS, Y CAPITAN GENERAL DEL REINO

DE MALLORCA.

Excmo. Señor.

tMjwa Señor mío ; y de mi mayor

veneración: se aue ama ia lectura,

y gusta de leer cosas preciosas <¡ y en es

pecialidad lo aue tiene relación con el ar

te de la guerra ¿ y persuadiéndome aue

haSrá pocas tan análogas al carácter

de y. e. ; como d Suen militar y jamoso

guerrero ; cuya instrucción es Sien cono

cida de todos los militares . como asi lo

acreditó en la para siempre memoraSU


íatalia de <3jayl¿n7 aue decidio la suer

te de nuestra 3?atria? y de la Sur opa;

haviendo sido ei primer escoiio donde

se estrellé ei tirano ; como tamSien en

Navarra j UVL ancha; Cataluña¿ ñxt re

madura 7 Gastiiia ; Portugal ; 3~orres

ledras e 3sia de JEeon ; y mostrando^

desde aue tenemos ei honor de aue mande

estas Sslas ¿¡¿aleares ; ias virtu

des morales7 y políticas¿ (f ue ie son pro

pias y hacen nuestra felicidad? aue nos

aseguran ia total extincion de la aSo-

7ninaSie anaraula^ aue nos aSrumo en es

tos últimos tiempos ; y nos prometen un

goSierno paternal : todas estas gustas y

puSlicas consideraciones me animan á

dedicar á (?. este peaueño traSa^o li-

terariOj aue sin enéargo de mis cortas


5
(mes he procurado extractar de las

oóras y, solidos conocimientos del Señor

de JEafiaume^ y si merece la aproSacion

de (¡P. (S. daré por Sien empleado el tiem

po aue en el ocupé ; y me congratularé

d mi mismo de la satisfaccion^ aue me

resultará de ver aue un sdSio como

aplaude mi traéap.

Gon este motivó tengo el honor de

asegurar d ^P. <?. mi mas profundo res

pecto. Zios guarde á (P. <?. muchos

anos. 3?alma y JSToviemSre i3 de

EXGMO. Sr.

B. L. M. de V. E. su mas atento
y seguro servidor el Conde de Santa María de
Formiguera.

t
Excmo. Sr.

El campo de los franceses estava to


davía iluminado de las llamas, que des
truían la antigua capital de los Czars,
quando de en medio de las ruinas se vio
salir nuestro exercito triunfante y carga
do de los despojos mas preciosos ; pero en
breve se mudó la escena , porque este
mismo formidable exercito, que poco an
tes había sido el terror de los enemigos,
buelto ya pálido y trastornado, no ma
nifestaba aquel ayre militar é imponente,
que antes espantaba á los enemigos. Cada
soldado parecía mas bien un comerciante
que un combatiente , vendiendo á corto
precio aquellas mismas alhajas, que lei
8
habian robado, y muchos volando en
ricas calesas, que les arrastraban, pero sor
dos á la voz de los xefes, que los llamaban.
Otros acampados , y sufriendo una conti
nua lluvia, se consolavan de esta incomo
didad, comprando á toda costa los mas
delicados manjares ; los comian en platos
de porcelana , bebiendo en vasos de oro
y plata , disfrutando quanto puede dar
el luxo de mas rico, elegante y 6umptuoso.
Sus vestidos , igualándose con el luxo de
la mesa , presentaban un rico y ridiculo
expectaculo , pues habiendo sido pillados
los almacenes del Bazard (i) , parecia ca-

(i) Toda el mundo sabe, que la Ciudad de


Moscou fue antigumente la Capital de los Czars
Rusos, antes que Pedro el grande pusiese la pri
mera piedra al principio del siglo pasado en la
Ciudad de San-Petershurgo , hoy morada de sus
Emperadores. Moscou, Ciudad que posee seiscien
tas mil almas, ha quedado una Ciudad de comer
cio la mas rica del Imperio : tiene relaciones, no
solamente con toda la Rusia y la Europa, sino
también con gran parte del Asia, hasta la China
da soldado un Príncipe ; los unos se pre
senta van á lo tártaro, otros á lo cozaco,
los de aquí llevando el vestido Á lo chi
nesco, los de allá la gorra polonesa, los
de acullá la de los persas, otros la de los
Baskirs ó de los kalmoüks con las pellisas
tan ricas y tan brillantes, que llevaban so
bre sus ombros; en fin: esta escena pare-
cia un verdadero carnaval, lo que dio lu
gar á decir, que esto había empezado por
una mascarada, y acabado por un entier
ro. El Señor Labaume dice , que quien
no vio salir el exército francés de Mos
cou , no puede tener una idea sino tosca
de lo que fueron en otro tiempo los exer-
citos griegos y romanos, quando abando
naron las famosas Ciudades de Troia y

El Bazard era un barrio ó qnartel donde vivían


los comerciantes , y tenían los almacenes mas ri
cos, que quedaron reducidos á ceniza en la inva
sion de Buenaparte, haciendo subir la enorme
perdida, que sufrid, á mas de ciento y sesenta mi
llones de duros.
2
Carthago : mas los espectadores de esta es
cena vieron clara y distincta mente el triste
y ridiculo espectáculo de aquellos, con
que Virgilio y Tito-Livio llaman conti
nuamente nuestra atencion en sus exce
lentes obras. ¿Que no diremos ahora de
aquella muchedumbre de coches y cale
sas, que divididos en tres ó quatro lineas,
ocupaban muchas leguas, reuniendo en si
un inmenso botin ? Los paysanos mosco
vitas, que habíamos hecho prisioneros, nos
parecian aquellos antiguos esclavos, que
los Romanos llevavan en sus carros para
arrastrarlos. Otros conduciendo con ellos
mugeres, muchachos y ninas, nos reno-
vavan la memoria de aquellos guerreros ,
que después de la toma de Troia, se repar
tian entre si los cautivos. Finalmente : esta
funcion teatral concluía con los caxones
llenos de trofeos, estandartes turcos y per
sas arrancados de las bóvedas del Palacio
de los Czars , y particularmente la fa
1 1
mosa cruz de S. Ywan, que cerraba glo
riosamente la marcha ridicula de nuestro

exército.
Sin embargo, los Rusos no nos davan
un instante de descanso; á cada paso de
bíamos combatir, y el furor era tan grande,
que Ciudades enteras desaparecian baxoel
estrépito del canon : Tal fué la de Malo-
Javoslawetz ; solo se distinguia la delinca
cion de las calles por los cadáveres en
ellas extendidos, que nos las denotaban :
las casas no formaban sino un monton de
ruinas humeantes , sobre Jas quales apare-
cian miembros mutilados , esqueletos me
dio consumidos y cabezas humanas ma
chacadas por las piezas de artilleria. Un
profundo silencio reynaba sobre todos es-
í tos escombros, y solo lo interrumpian las
vozes moribundas de algunos heridos, que
levantaban con esfuerzo sus figuras tizna
das y cubiertas de sangrientas heridas. El
alma mas feroz se hubiera conmovido al
I 2
ver este triste y lastimoso espectáculo; sola
la de Buenaparte se quedó insensible, pe
ro no pudo menos de manifestar su sor
presa al ver el furor con que habían com
batido , y de alabar el valor de tantos va
lientes, que su locura conducía á la muerte.
Este monstruo precedía una jornada al
cuerpo del exercito donde servia el autor
de esta relacion, y hacia quemar y des
truir todo lo que se encontraba por el ca
mino. Asi la ruta entera estaba iluminada
por los torbellinos de llamas, que se levan
taban de las Ciudades y Aldeas incendia-
*das. El peligro aumentaba quando tenían
que pasar los caxones llenos de pólvora
por en medio de estas Ciudades incendia
das ; y tal era la miseria del exercito, que
muchas vezes s¡e veían los soldados hiertos
de frio, pararse sobre las ruinas de las Ciu
dades, y acostarse con gusto sobre las que
todavía humeaban, de las casas, que ha
bían sido quemadas el día antes. Los sol
T3.
dados de la comitiva de Buenaparte , dice
el referido Labaume , estaban de tal modo
acostumbrados á la destruccion , que in
cendiaban los lugares donde se paraban.
Nuestro exército en seguida , quemando
las pocas casas que habian quedado, qui
taba al del Príncipe de Eckmühl, que
venia de retaguardia, todo recurso, dexan-
dole solamente el espanto y la desespera
cion. Asi estos tres exércitos solo marcha
ban para ser los destructores, tanto délas
Ciudades enemigas, como de nuestro pro
pio exército , á quien quitaban por falta
de víveres y provisiones el medio de sub
sistir; y en este estado de miseria y con
fusion era tanto el furor de Buenaparte,
que no le permitia ver que sus soldados
serian las primeras víctimas de sus in
mensas desolaciones^
Era tanta el hambre que padecían,
que para comer un solo mendrugo de
pan, se escondían los que poco antes. 1©
i4
hacian con tanto luxo y magnificencia.
El brazo Omnipotente del Creador pa
ra aplacar el orgullo del déspota de la
Europa, hizo caer sobre nosotros lluvias,
granizo y nieve, cuyo frio taladraba
nuestros cuerpos , hasta el extremo de con
sumir el tuétano de nuestros huesos. Las
densas noches, en que solo resonaba el
estrépito del canon , atolondraban á quan-
tos asistian en este horrible catástrofe,
sin tener siquiera un solo momento de
descanso por los ataques reiterados de los
Rusos, y los ahullidos délos Cosacos, que
forzaban á nuestros soldados, para su se
guridad, á tomar las armas á cada ins
tante , y hacer centinela sobre la nieve,
donde los encontraban helados el dia si
guiente. Pensaban recibir algún socorro
en una Ciudad, luego corrían para en
contrarlo; pero los ojos atemorizados bus
caban en vano sus cimborios, y sus al
tas torres, y todo habia desaparecido,
i5
hasta las cenizas rechazadas por el vien
to: bien tenian que preguntarlo, hasta
las mismas ruinas ya no existian; y so
lamente una vez, dice el citado Labau-
me, vimos un campanario elevado sobre
las ruinas, que parecia una Isla, y su
reíox tocava todavía las horas, quando
ya no existía la Ciudad.
Tanta era la barbarie de Buenapar-
te , que en Syria mandó envenenar los
apestados del Jaffá, y hacer pasar por
las armas en la orilla del mar hasta el
número de cinco mil prisioneros, que le
embarazaban. Estas atrocidades eran el
preludio de otras mayores; su furor au
mentaba con sus desastres. Con harto do
lor mio me he resuelto presentar los he
chos que van á leerse : el horror que
me inspira esta inhumanidad hiela mi
mano , mas en fin es preciso darlo al pú
blico, parahacerver el corazon "empeder
nido de aquel tirano de las Naciones
i6
cuyos hechos parecen sacados de los bar
baros y demonios, con que el Dante há
poblado su infierno. El exército conducia
con él tres mil prisioneros, que habia he
cho en Moscou; durante la marcha no
tenian nada que darles , y cada noche
los ponianen un estrecho circuito, donde
quedavan apriscados como el ganado.
Allí, entregados á todos los aprietos del
hambre, no podian apartarse un solo ins
tante de los soldados que los guardaban. *
Desnudos , muertos de frio , extendidos
sobre el hielo, sin socorro y sin esperan
za, se les vio despedazarse los unos á los
otros , y comer con alegría indecible la
carne de sus camaradas que habian muer
to de hambre. Los vio, si, los vio este
monstruo é infame opresor de la huma
nidad ; pero oh Dios !.. que horror ! que
barbarie ! quedóse su alma insensible....
Oh generoso Alexandro ! Oh Soberano
verdaderamente magnánimo, á quien Bue-
ñaparte llamaba Rey bárbaro, mira tus
Ciudades que todavia humean; tu cora
zón paternal está despedazado con la me
moria de esos campeones que devoraban
bus miembros palpitantes j Oh invicto
Héroe ! en breve vamos á verte baxo los
muros de la capital de Francia, y al abrirte
sus puertas , y reprimiendo el guerrero
furor de tus soldados, oiremos exclamarte
con estas tan dulces, como memorables
palabras , á imitacion del mas grande Ca
pitán de la antigüedad , y aun superan-
dolo ; llegué, vi, vencí, y París queda sal
vada porque he sabido vencerme á mi
mismo.
La relacion de nuestras calamidades no
está todavia concluida , ni lo estará mien
tras exista nuestro exército. Llegan sobre
las orillas del Beresina, al lugar mismo
donde Cárlos XII. pasó este rio para ir á
Moscou. Los esfuerzos del enemigo na
pueden impedir el que se construyan dos
i8
puentes : durante este tiempo las tropas
no cesaban de adelantarse sobre las ori
llas ; y era tanta la muchedumbre ,
que ya no habia medio para retirarse.
Los soldados , amarillos, flacos, andrajo
sos, despojados de sus ricos vestidos , fe-
lizes entonces de hallarse cubiertos con ,
pieles de carnero sangrientas y medio
quemadas , se precipitaban sobre las ori
llas gritando amargamente. Unos querian
encender fuego, y se quedaban helados al
pie del árbol que iban á quemar ; otros
arrancaban con furor raizes secas, y pe
dazos de cavallo para comerse la carne,
y hacer fuego con sus huesos , y se sen
taban friamente sobre el monton de cadá
veres que rodeaban el fuego, y la insen
sibilidad aumentaba todavia todas estas
miserias. Buenaparte, dice el Señor La-
baume, con la ayuda de su guardia se
abrió camino en medio de esta inmensa
multitud que estaba en insurrección y
*9
desorden difícil de pintar : la tormenta
era tan grande , que al parecer las cata
ratas del cielo no podian dar otra mayor.
La obscuridad era horrible, el viento lle
vaba sobre los rostros una nieve muy den
sa; los oficiales por no quedarse helados
corrían á mas no poder , aunque estuvie
sen rendidos de las fatigas del dia; los co
llados y los montes presentaban unas ma
sas enblanquecidas ; solo se descubría el
rio medio helado, cuya agua turbia y
obscura, haciendo muchas vueltas en el
llano , se abría paso al través de los peda
zos de hielo que acarreaban sus olas. Aun
que habia dos puentes , uno para carros
y otro para infantería , no obstante
la muchedumbre era tan grande y las
cercanías tan peligrosas , que llegando
cerca del Beresina los hombres reunidos
en masa no podian moverse. Sin embar
go; á pesar de estas dificultades , algunos;
pocos de la infanteria , á fuerza de per
20
severancia llegaron á salvarse ; pero cerca
las ocho de la mañana, el puente destina
do para los trenes habiendo sido roto por
el excesivo peso con que cargaba, se acer
caron acia al otro con los bagages y la ar
tillería , y quisieron intentar con la fuer
za el paso (2). Entonces se levantó una
terrible lucha entre la infante ria y la ca
ballería; muchos perecieron degollándose
entre sí; pero todavia un mayor número
fué ahogado acia la cabeza del puente, y
los cadáveres de los hombres y de los ca
ballos cubrieron de tal modo los caminos,
que para acercarse al rio era menester
»

(2) ¡Dos puentes para pasar un ancho y cau


daloso rio un exército demás de quinientos rail
hombres , con sesenta mil caballos , miles y miles,
de carruages y bagages para conducir los trenes
y equipages! ¡Que imprevisión de Buenaparte! y
guantas reflexiones no ofrecerá esta misma á los
militares instruidos , y particularmente á los em
pleados al Estado Mayor de campaña encarga
dos de la dirección de las marchas y movimientos.
separarlos , ú hacer una calsada de ellos.
Habia soldados que aun respiraban , los
quales luchando contra los horrores de la
muerte, para levantarse se agarraban de
los que subían encima de ellos ; pero estos
para libertarse , los rechazaban con violen
cia , y los hollaban. En medio de esta ter
rible confusion fué, quando se oyó el ca
non del enemigo : luego la cumbre de los
montes vecinos estuvo cubierta de bata
llones rusos que no cesaban de hacer fue
go sobre esta muchedumbre condenada á
morir : todos querían pasar el primero ;
el mas fuerte echaba al agua al mas de»
bil; los bagages y los cañones machacaban
los enfermos, y obligaban á los heridos
á precipitarse al rio, ú hacerse paso es
pada en mano; un furor frenético se apo
deró de todos los espíritus, y para colmo
de las desgracias empezó á quemarse el
puente, y se veían pasar los batallones so
bre las vigas encendidas, y desaparecer
dentro las llamas , ó quedar ahogados en
el rio.
Ah ! se me hiela la mano , no quiere la
pluma delinear mas las letras al acordarse
del catástrofe funesto que acabo de relatar.
Solamente se escaparon de la muerte veinte
mil desgraciados de las tristes reliquias de
un exército de mas de quinientos mil
guerreros.
Apenas llego á Smorghni, quando
Buenaparte los abandonó, y solo se oían
de todas partes gritos de indignación. Que !
exclamábanlos soldados: ¿es asi que aban
dona aquellos de quienes se decia su Padre?
¿Donde está este genio, que al colmo de
la prosperidad, nos exhortaba á sufrir con
paciencia nuestros trabajos? ¿Aquel que
desperdicia nuestra sangre teme el morir
con nosotros ?... ¿ Acaso nos tratará como
al exército de Egypto, que después de ha
berle servido bien, se mostró indiferente
al instante mismo que como un vil deser
23
tor se hubo apartado del peligro ?..Ah ! es
quando* en medio de esta juventud eleva
da para pelear, todavia hay algunos que
levantando sus pensamientos criminales á
favor del nombré del Elba (3) desearían
ver renovar estos dias de guerra y de ca
lamidades, que nos repetirian estas imá
genes dolorosas. Pero, ; que es lo que de
sean? ¿Es acaso los honores militares? Ellos
no los hubieran disfrutado; la muerte
mas horrible los aguardaba; cada añoré-"
novaba sus exercitos el tirano: destruía

(3) Lo mismo pudiéramos decir á aquellos po


cos españoles que 4 vista de la fatal experien
cia no estuviesen todavia curados de sus iiucio-
nes é ideas anti-Monárquicas y jacobinas : nos
preparaban en su frenesí escenas mas ,horribles
que las que presenta elquadro tan sensible co
mo lastimoso del paso del Beresina , y que tal
vez sin la milagrosa venida de nuestro adorado»
. Fernando 7? Rey y Sr., sin su energía y pruden
cia , nos hubieran precipitado á tal punto de de-
xar atrás todo lo que presenta Ja -Francia en
su terrible y sangrienta revolucion que deberá^
servir en lo venidero de fuerte leccion para to
dos los pueblos civilizados»
24
las generaciones venideras , y todo lo ha
cía perecer para variar las dinastías y
usurpar tronos. El que aguardaba al
guna recompensa, espiraba mutilado ó
tullido en el campo de batalla , y en vano
pedia algún socorro, . ¡Oh valientes campe
ones que marchabais á Viéna, á Berjin,
;á Moscou, á Dresdé, salid de los campos
donde os dexó muertos Buenaparte, y
contad quales-eran vuestras esperanzas,
y qual fué vuestra rabia , desesperacion
y agonia! Decid á vuestros hijos, á vuestros
amigos , al corto número de vuestros.cama -
iradas escapados del furor del tirano,
qual há sido vuestra triste suerte. Llamadle
vuestro verdugo , y el de toda la Europa ;
v quando unos sentimientos verdadera
mente franceses llenarán sus corazones,
mostradles este Rey que há jurado ser
Vuestro Padre ; este digno sucesor de Hen
ifique IV., y de S. Luis, cuya presencia ines
perada nOs ha dado la paz, y nos asegura la

felicidad..
BIBLIOTECA DE CATALUNYA

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