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1. Canto de Entrada
Sacerdote: El amor y el gozo de Jesús esté con vosotros.
Todos: Y con tu espíritu.
Sacerdote: Seguir a Jesús significa acoger su palabra creadora y
confiarnos en su palabra. No podemos encontrar a Jesús en la palabra y
después quedarnos como antes. Debemos tomar la decisión de convertirnos, es
decir, cambiar todo lo que no es conforme a su proyecto, para revestirnos de
sus sentimientos.
Oremos a Dios Padre, que perdona y acoge, y pidámosle que nos conceda el
don de la conversión.
(pausa)
Sacerdote: Señor, abre nuestro corazón a tu palabra.
Todos: Y sabremos reconocerte cuando tocas a la puerta.
Sacerdote: Señor, que seamos vigilantes.
Todos: Para que podamos recibirte cuando vienes a visitarnos.
Sacerdote: Señor, líbranos de tantas voces que están en nosotros y nos
confunden.
Todos: Así podremos reconocer tu voz.
Sacerdote: Señor, doblega nuestra voluntad a la acción de tu gracia.
Todos: Para que aceptemos arriesgarlo todo por ti.
Sacerdote: Señor, conviértenos a ti.
Todos: Para que podamos servirte con un corazón libre.
Sacerdote: Señor, mitiga nuestro deseo de poseer tantas cosas.
Todos: Para que nos concentremos en ti, que eres el único bien.
2. Escucha de la Palabra
Lector: Seguir a Jesús significa dejar el propio proyecto de vida para entrar en
el proyecto de Jesús.
1
De la carta de san Pablo a los Filipenses (3, 7-14; 17-20) u otro texto.
Todas estas ventajas las consideré pérdida a causa de Cristo. Todavía más,
todo lo tengo al presente por pérdida en comparación con la gran ventaja de
conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor acepté perderlo todo y lo
considero como basura, con tal que pueda ganar a Cristo, y encontrarme en él
desprovisto de la justicia que viene del cumplimiento de la Ley, pero rico de la
justicia que nace de la fe en Cristo.
Con esa justicia que da Dios a los que creyeron, alcanzaré a conocer a Cristo y
el poder de su resurrección; tendré parte en sus sufrimientos hasta ser
semejante a él, en su muerte, para encontrarlo, Dios lo quiera, en la
resurrección de los muertos.
No creo haber conseguido ya la meta, ni me considero perfecto, sino que
prosigo mi carrera hasta alcanzar a Cristo Jesús, quien ya me dio alcance. No,
hermanos, yo no pretendo haberlo conseguido todavía. Digo solamente esto:
olvidando lo que dejé atrás, me lanzo hacia adelante y corro hacia la meta, para
ganar el premio del cielo para el cual Dios nos llamó en Cristo Jesús.
Imítenme, hermanos, y fíjense en quienes se portan como yo. Porque hay
muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo; se lo he dicho a
menudo y ahora se lo repito llorando. La perdición los espera; su dios es su
vientre y se sienten orgullosos de lo que en ellos merece menos consideración.
No piensan sino en las cosas de la tierra. Para nosotros nuestra patria está en el
cielo, de donde vendrá el Salvador al que esperamos, Cristo Jesús, el Señor.
Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos, Señor.
Oración:
Dios, Padre nuestro, que te has revelado en Cristo, tu Hijo, amigo de los
pecadores; haz que, purificados de todo egoísmo, seamos verdaderos
discípulos de tu Jesús, capaces de llevar con serenidad nuestra cruz, testigos
auténticos de su Evangelio. Por Cristo, con Cristo, en Cristo, en la unidad del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.