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INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS ESPAÑOLAS

La independencia de los territorios españoles durante el primer tercio del


siglo XIX supusieron no sólo el fin de un imperio, sino también la vuelta al
antiguo modelo de dominio total del Antiguo Régimen.

Las guerras de independencia hispanoamericanas fueron una serie de conflictos


armados que se desarrollaron en las posesiones americanas del Imperio español
(colonias administradas en forma de virreinatos) a principios del siglo XIX.

Tradicionalmente, hablando desde la óptica escolar española, se alude a esta


situación diciendo que debido a la desconexión producida por el bloqueo marítimo
que sufrió España, durante las guerras napoleónicas, las colonias empezaron a
desvincularse de la metrópoli. Pese a ser un razonamiento válido, pues no dice
nada erróneo, no es bueno aferrase a esta argumento. Este pensamiento reduce
al mínimo una situación compleja, además de acotar el problema al periodo de
las guerras napoleónicas, cuando fue un problema traído de momentos
anteriores.

Representación del Cruce de los Andes. José de San Martín y Bernardo


O’Higgins.

La chispa detonante del inicio de la carrera independentista fue el conflicto que se


vivió en la Península Ibérica a principios del XIX, pero siendo justos la bomba ya
estaba cargada y dispuesta a explotar, solo hacía falta una pequeña chispa. Como
antes se ha dicho, sí que es cierto que la desconexión entre Madrid y sus
dominios de ultramar, a causa del bloqueo naval, infligido por Gran Bretaña,
supuso una enorme lacra para el Reino de España. Pero argumentar esto es
minimizar al máximo una intrincada y compleja situación. Por supuesto que hubo
una desconexión, pero no más de la que hubo habido siglos atrás. Los miles de
kilómetros que separaban a los dominios peninsulares con los americanos
siempre habían estado ahí. América siempre había funcionado como un ente
relativamente independiente, no con ello se quiere decir que fueran
independientes ya que debían seguir las normas dictadas desde la
península. Por lo tanto alegar que la separación entre Madrid y sus dominios
supuso la causa principal para las Independencias americanas es incompleto.

Virrey José de Iturrigaray Aréstegui (1742-1815). En el año 1808 el ayuntamiento


de Ciudad de México se erigió en la primera Junta autónoma americana, inclusive
con el apoyo del virrey de Nueva España, José de Iturrigaray; sin embargo, el
movimiento fue disuelto y concluyó con el encarcelamiento de los miembros del
ayuntamiento y la destitución de Iturrigaray.

Durante el enfrentamiento entre España con Portugal y Gran Bretaña, contra el


Imperio de Napoleón, se produce uno de los mayores hitos no solo de la guerra, si
no de la historia general de España. En 1812 se promulga la primera
Constitución española, conocida como la Pepa. No solo supone un momento
culmen para España por ser su primera Carta Magna, sino que también lo
supone por los ideales estampados en ella. El liberalismo empapó
enormemente este texto constitucional. La Pepa mama directamente del
pensamiento liberal de finales del XVIII y principios del XIX, es heredera
directa de los ideales de las revoluciones americana y francesa. Con el
articulado de este texto se buscaba desbaratar el Antiguo Régimen, que
encarnaba a la vieja nobleza, al dominio real absoluto y a la alta jerarquía
eclesiástica. Durante siglos España y sus colonias habían sido dominadas
por el férreo puño del Antiguo Régimen, cercano a las ideas del absolutismo,
del feudalismo y del catolicismo más cerrado. Los territorios españoles en
América tampoco escaparon de esta situación, instaurándose profundamente en
ellos los ideales del Antiguo Régimen. El pensamiento liberal por el contrario
buscaba eliminar esta vieja lacra. Pese a ser un gran avance social y político, el
nuevo ámbito constitucional español no logró solventar el patente
distanciamiento entre peninsulares y americanos. La poca representación
americana y la falta de profundización en el problema colonial supusieron una losa
inamovible para la política colonial española.
Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia mayor parroquial de San Fernando,
opintado por José Casado del Alisal.

Pese a que en el continente americano hubo una alta representación y aceptación


del ideario liberal, estos no tuvieron el peso suficiente para instaurase como la
nueva alternativa al viejo poder. Las élites sociales, económicas y políticas
eran favorables a la vieja política, al Antiguo régimen y su arcaico sistema de
poder. Este pequeño espectro poblacional, el cual ostentaba prácticamente todo
el dominio en la América hispana, veía con malos ojos la nueva hoja de ruta
tomada por la política española. Les aterraba el nuevo sistema que se estaba
implantando en España y en Europa, la idea de abandonar sus aéreas de
influencia y de dominio. Si esa nueva corriente de pensamiento, más abierta y
proclive al dominio popular, se instauraba en los territorios americanos iban a
perder el poder que durante siglos habían tenido ellos y sus antepasados. La
única manera de mantener intacto dicho poder era separarse del problema, es
decir independizarse de los peligrosos liberales españoles y su temida
constitución. Es justo en este momento en la década de los 10 del siglo XIX,
cuando los criollos comienzan a virar sus posiciones hacia un ferviente
independentismo. Movidos por la codicia del poder, las clases dominantes
americanas, que durante siglos se habían arrodillado ante la figura del
monarca español y que se habían resguardado debajo de sus capas, se
empiezan a decantar por la independencia.
Abrazo de Acatempan. Pintura de Román Sagredo. El Rey Fernando VII fue
obligado a aceptar la Constitución de Cádiz en 1820 hubo un cambio de ciclo en
España que lo cambió todo en América. Los realistas vieron peligrar su status quo
con el corte liberal de esta constitución. Este motivo tuvo especial importancia en
México. Los criollos tampoco estaban de acuerdo con algunos aspectos la
constitución, así que cuando entró en vigor nuevamente, cambiaron de bando. El
virrey de Nueva España Apodaca pasó de defender la unidad de la Monarquía
Española a buscar la Independencia, y al mando del General Iturbide, quien en su
momento había combatido a los curas Hidalgo y Morelos, organizó la campaña.
Este cambio en el bando realista se ilustra muy bien con el abrazo de Acatempan,
un abrazo entre Iturbide comandante en jefe del ejército del Virreinato y Vicente
Guerrero el jefe de las fuerzas que estaban ya peleando por la Independencia. Los
realistas y los insurgentes se reconcilian con el objetivo común de separarse de
España.

Esto no quiere decir que no hubiera verdaderos independentistas


americanos, que luchasen por sus respectivas naciones, claro que los hubo
y muchos. Incluso muchos liberales eran partidarios de las independencias
americanas. Pero lo cierto es que éstos se vieron fuertemente apoyados por
el Antiguo Régimen americano, que para salvaguardar sus bolsillos y sus
parcelas de poder apoyaron en gran medida esta nueva situación. Lo cierto es
que, tras la explosión de las independencias y la enorme proliferación de nuevos
países, fue esta vieja clase dominante la que tomó las riendas de las nuevas
naciones.

Entonces podemos entender que el nacionalismo iberoamericano y las posteriores


independencias, no solo surgieron por el distanciamiento tanto físico como
ideológico y político con España, sino que fue enormemente alimentado por los
viejos dominadores, herederos naturales del Antiguo Régimen.
Nota aclarativa: Tras la enorme controversia generada a través de si se puede
determinar que España tuvo colonias o no, me veo obligado a explicar ciertas
cuestiones. La utilización de la palabra “colonia” en el anterior artículo y en éste,
no busca generar ninguna controversia ni ningún tipo de debate. Su uso se debe
a que es un término ampliamente conocido por el público general, lo cual permite
una fácil lectura para todo el mundo, tanto conocedores de la materia como
aquellos que nunca han oído hablar de esta cuestión. La utilización de un
vocabulario excesivamente historicista generaría dificultades de lectura en el
público más profano y daría como resultado un artículo apto solo para aquellos
que son conocedores de la materia. La cuestión principal de este artículo no es si
fueron colonias o no, sino entender el dilatado y complejo proceso que
supusieron las Independencias. Espero que disfruten de la segunda parte.

Los factores exógenos


Muchas y muy diversas fueron las causas que condujeron a las
independencias de los territorios hispanos en el continente americano. Por
un lado el fuerte apoyo de las élites dominantes, encarnadas en el Antiguo
Régimen, supusieron un enorme avance para la consecución de una América
independiente, ya visto en la primera parte de este artículo. Por otro lado, el
impulso de las grandes figuras de las independencias, de entre las que
destacan Simón Bolívar, O´Higgins, José María Morelos, Sucre, o San Martín,
entre otros. Y por último los factores externos, el apoyo a los movimientos
nacionalistas e independentistas de potencias extranjeras que coadyuvaron a la
caída del imperio español. En este caso nos vamos a centrar en los factores
exógenos, y cómo el impulso de diferentes naciones desmantelaría el Imperio
español.

Antonio José de Sucre

Entre los tradicionales enemigos españoles en la cuestión americana


destaca Gran Bretaña. La lucha por el dominio tanto territorial como comercial de
América entre las monarquías española e inglesa se inicia prácticamente desde la
llegada de los europeos a esas tierras. Los dominios de ultramar americanos
eran codiciados por la corona británica. Durante siglos, los ingleses habían
tratado de introducirse en el área de dominio española, con relativo éxito. Durante
los primeros siglos de las colonias, los españoles lograron mantener a raya las
aspiraciones británicas sobre sus posesiones americanas. Con el inicio del declive
del Imperio, España comienza a perder áreas de influencia. Una de ellas será el
lucrativo negocio de la esclavitud, denominado como “Asiento de Negros” que
pasará a manos inglesas tras el Tratado de Utrechta principios del siglo XVIII.
Otro caso de esto sería el intento de toma de Cartagena de Indias, heroicamente
defendida por Blas de Lezo. Vemos así cómo la Monarquía Inglesa tenía un
enorme interés por controlar tanto las cuestiones comerciales como el dominio
territorial efectivo.

Con el inicial apoyo a Napoleón por parte de la dinastía de los Borbón,


con Carlos IV a la cabeza de ella, la península Ibérica sufre un enorme
bloqueo continental realizado por Gran Bretaña. Esta acción buscaba un doble
efecto, por una parte bloquear cualquier posible suministro a Napoleón desde
las colonias americanas y por otro lado cortar el canal comercial y
comunicativo entre España y sus dominios. Con esto, los ingleses lograban un
doble objetivo, secar Europa y el Imperio Napoleónico de cualquier suministro y,
por encima de todo, acercarse más a la ansiada América española. Pese al
posterior viraje de España, la cual se sumó a la alianza contra Bonaparte, y
al desbloqueo inglés, el cual permitió la vuelta a la normalidad entre la
península y sus dominios de ultramar, la situación no cambió.

El último combate del Glorioso, pintado por Augusto Ferrer-Dalmau. Durante la


guerra del Asiento (1739-1748), en la que se enfrentaron el Reino de Gran Bretaña
y el Reino de España, el emblemático navío español Glorioso libró cinco batallas
navales contra barcos ingleses que intentaban capturarlo en 1747. Este episodio
se conoce como la “Carrera del Glorioso”.

Comienza así una política de desprestigio a todo lo español en América,


avalada por los británicos. Esta situación comienza a permear en toda la sociedad
americana, y todas las capas sociales se verán afectadas. Con la fragmentación
del Imperio en América, Gran Bretaña obtenía su tan ansiado deseo: dominar el
continente. Con la proliferación de diferentes naciones enfrentadas entre sí, y
debilitadas por las guerras internas de poder, los ingleses lograban que toda
Hispanoamérica se debilitase. Introducía así sus tentáculos comerciales y
políticos Inglaterra en América, en las décadas de 1810 y 1820. Tal fue la
ayuda de Gran Bretaña a las naciones americanas que les prestó tanto ayuda
militar como logística.

Por otro lado, una nueva nación había posado sus ojos al sur de su frontera. Los
nuevos Estados Unidos de Norte América también tenían aspiraciones
coloniales y comerciales. Obviamente, el rango de acción de este nuevo país
era mucho menor que el de las potencias europeas, pero esto no quiere decir que
no realizase acciones para que se produjesen las independencias. No fue una
ayuda tan directa como la de Inglaterra. La ayuda estadounidense tuvo un
carácter moral e inspirador, ya que esta nación era el vivo ejemplo de que era
posible independizarse de un país europeo. Tras el nacimiento de los nuevos
países americanos y las claras muestras de debilidad de éstos, a causa de las
guerras internas y externas anteriormente citadas, los Estados Unidos ven su
oportunidad. Paulatinamente irán introduciéndose económica y territorialmente.
Una buena manera de comprender esta situación es fijarse en la Doctrina
Monroe y su emblemática “América para los americanos”. Esta famosa frase, la
cual se puede interpretar de diferentes maneras, mostraba las pretensiones
imperialistas de los estadounidenses en la década de 1820.

James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos. En su sexto discurso al


Congreso sobre el Estado de la Unión presentó la doctrina que lleva su nombre,
elaborada por John Quincy Adams.

En consecuencia, no se puede apartar la idea de las ayudas extranjeras como


una de las principales causas de la emancipación de las colonias españolas
americanas. Esta ayuda era por supuesto interesada, ya que buscaba
fragmentar Latinoamérica para debilitarla y así exprimir y expoliar sus recursos
con mayor facilidad. No se debe entender la ayuda norteamericana como una
ayuda fraternal, como una ayuda desinteresada a sus países vecinos, sino
como el inicio de la carrera imperialista y colonial de los Estados Unidos.

https://academiaplay.es/verdad-sobre-independencia-colonias-espanolas/

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